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El Papa
recuerda a los ancianos que la vejez es un tiempo de gracia
Miles de
ancianos han acudido a la plaza de san Pedro para compartir con el papa
Francisco y el papa emérito "la bendición más larga de la vida"
CIUDAD DEL VATICANO, 28 de
septiembre de 2014 (Zenit.org) - La plaza de
san Pedro ha sido protagonista una vez más del abrazo entre el papa emérito y
el papa Francisco. La ocasión ha sido la Jornada de la tercera edad. Ancianos y
abuelos procedentes de más de 20 países han compartido la mañana de este
domingo, dando testimonio de una vida plena, feliz y al servicio de los demás.
En esta Jornada llamada «La
bendición de la larga vida» y organizada por Pontificio Consejo de la Familia
ha sido una oportunidad para escuchar los testimonios de abuelos que han
encontrado en el "ser abuelos" una verdadera vocación. Dejando de
lado el miedo por hacerse mayor o sentirse inútil, estos ancianos han proclamado
la alegría de ser mayor.
La música y las canciones para
animar esta fiesta, como no podía ser de otra manera, ha estado a cargo de
cantantes con cabellos grisáceos. El encargado de entonar la primer canción, ha
sido el conocido italiano Andrea Bocelli, con su conocido tema "Con te
partirò".
Después de escuchar los varios
testimonios de abuelos y ancianos de distintas partes del mundo, el Santo Padre
ha dedicado unas palabras a los presentes, dando las gracias a todos por venir
y por la acogida y un gracias especial a Benedicto XVI. "Yo he dicho
muchas veces que me gusta mucho que él viva aquí en el Vaticano, porque era
como tener el abuelo sabio en casa", ha afirmado Francisco.
A continuación, el Pontífice ha destacado uno de
los testimonios que se ha escuchado esta mañana en la plaza, la del matrimonio
venido de Irak, de una ciudad cercana a Mosul. "A ellos, todos juntos
decimos un gracias especial. Es muy bonito que hayáis venido aquí hoy y un don
para la Iglesia y nosotros os ofrecemos nuestra cercanía, nuestra oración y la
ayuda concreta", ha precisado Francisco.
Además, ha añadido que "la violencia a los
ancianos es deshumana, como a los niños. Pero Dios no os abandona. Está con
vosotros. Con su ayuda sois y continuaréis siendo memoria para vuestro pueblo.
Y también para nosotros, para la gran familia de la Iglesia. Gracias".
Estos hermanos -ha proseguido el Papa- nos
testimonian que también en las pruebas más difíciles, los ancianos que tienen
fe son como árboles que continúan dando fruto. Y esto vale también en las
situaciones más comunes, donde puede haber otras tentaciones, y otras formas de
discriminación.
El Santo Padre ha indicado que la "vejez, de
forma particular, es un tiempo de gracia en el que el Señor nos renueva su
llamada, nos llama a custodiar y transmitir la fe. Nos llama a rezar, nos llama
a interceder, nos llama a ser cercano a quien lo necesita". Y es que, ha
precisado el Papa, "los abuelos tienen una capacidad para entender las
situaciones más difíciles, una gran capacidad. ¡Y cuando rezan por estas
situaciones, su oración es fuerte, es poderosa!".
De este modo ha proseguido recordando que
"los abuelos, que han recibido la bendición de ver los hijos de los hijos,
les es concedida una tarea grande: transmitir la experiencia de la vida, la
historia de una familia, de una comunidad, de un pueblo; compartir con
sencillez una sabiduría y la misma fe: ¡la herencia más preciosa!"
A propósito, el Papa ha mencionado los países
donde la persecución religiosa ha sido cruel, donde "han sido los abuelos
quienes han llevado a bautizar a los niños a escondidas, a darles su fe".
Ellos, "han salvado la fe en esos países", ha afirmado.
Pero el anciano no siempre tiene una familia que
lo acoge. Por esta razón, el Santo Padre ha pedido que las casas para los
ancianos sean "verdaderamente casa y no prisiones". Así como deben
ser "para los ancianos y no para los intereses de otros". Francisco
ha advertido que no "debe haber institutos donde los ancianos viven
olvidados, como escondidos, descuidados". Asimismo ha precisado que las
residencias de ancianos deberían ser "pulmones" de humanidad en un
país, en un barrio, en una parroquia; "deberían ser santuarios de
humanidad donde quien es viejo y débil es cuidado y custodiado como un hermano
o una hermana mayor".
Otro aspecto sobre que el Santo Padre ha
reflexionado en su discurso, ha sido sobre el abandono de los ancianos. Por eso
ha advertido sobre las veces que se "descartan a los ancianos con
actitudes de abandono que son una verdadera y propia eutanasia escondida".
Esto, ha explicado, "es el efecto de esa cultura del descarte que hace
mucho mal al mundo". Así, "todos estamos llamados a contrarrestar
esta venenosa cultura del descarte".
Como cristianos -ha concluido el Papa- estamos
llamados a imaginar, con fantasía y sabiduría, los caminos para afrontar este
desafío. "Un pueblo que no custodia a los abuelos y no les trata bien es
un pueblo que no tiene futuro", ha subrayado Francisco. Pero, también ha
exhortado a los ancianos que "tenéis la responsabilidad de mantener vivas
estas raíces en vosotros mismos. Con la oración, la lectura del Evangelio, las
obras de misericordia". Así -ha añadido- permanecemos como árboles
vivos, que en la vejez no paran de dar fruto.
Finalmente, el Obispo de Roma ha afirmado que
"una de las cosas más bellas de la vida de familia, de nuestra vida humana
de familia, es acariciar un niño y dejarse acariciar por un abuelo o una
abuela".
Para culminar la celebración, el Papa ha celebra
la Santa Misa y el rezo mariano del Ángelus.
29.09.14
El Papa en Sta.
Marta: Los ángeles nos defienden contra Satanás
El Santo Padre
en la homilía de este lunes invita a los fieles a rezar a los arcángeles
Miguel, Gabriel y Rafael
CIUDAD DEL VATICANO, 29 de
septiembre de 2014 (Zenit.org) - Satanás
presenta las cosas como si fueran buenas, pero su intención es destruir al
hombre, quizá con motivaciones "humanistas". Los ángeles luchan
contra el diablo y nos defienden. Esta ha sido la idea que el santo padre
Francisco ha desarrollado esta mañana en la homilía de la misa de Santa Marta,
día que se celebra la fiesta que los santos arcángeles Miguel, Gabriel y
Rafael.
Este lunes, el Papa ha hablado de
la "lucha entre Dios y el demonio". Las lecturas del día nos
presentan imágenes muy fuertes: la visión de la gloria de Dios contada por el
profeta Daniel con el Hijo del hombre, Jesucristo, delante del Padre; la lucha
del arcángel Miguel y sus ángeles contra "el dragón grande, la vieja
serpiente, él que es llamado diablo" y "seduce toda la tierra
habitada" pero es derrotado, como afirma el Apocalipsis; y el Evangelio en
el que Jesús dice a Natanael: "veréis el cielo abierto y los ángeles de
Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre".
Así, Francisco ha indicado que
"esta lucha sucede después de que Satanás intenta destruir la mujer que va
a dar a luz al hijo. Satanás siempre busca destruir al hombre: ese hombre que
Daniel veía allí, en la gloria, y que Jesús decía a Natanael que habría venido
en la gloria. Desde el inicio, la Biblia habla de esto: de esta seducción por
destruir de Satanás. Quizá por envidia".
Además, ha recordado que en el
salmo 8 leemos "'Tú has hecho al hombre superior a los ángeles’, y esa
inteligencia tan grande del ángel no podía llevar sobre sus espaldas esta
humillación, que una criatura inferior fuera hecha superior; y trataba de
destruirlo”.
Por tanto, Satanás trata de destruir a la
humanidad, a todos nosotros. El Pontífice ha explicado que "muchos
proyectos, menos los pecados propios, pero muchos, muchos proyectos de
deshumanización del hombre, son obra suya, sencillamente porque odia el hombre.
Es astuto: lo dice la primera página del Génesis: es astuto. Presenta las cosas
como si fueran buenas. Pero su intención es la destrucción".
Y ha añadido que "los ángeles nos defienden.
Defienden al hombre y defienden la Hombre-Dios, el Hombre superior, que es
Jesucristo perfección de la humanidad. Por esto la Iglesia honra a los ángeles,
porque son los que estarán en la gloria de Dios -están en la gloria de Dios-
porque defienden el gran misterio escondido por Dios, es decir, que el Verbo se
hizo carne".
Por otro lado, el Santo Padre ha querido recordar
que "la tarea del pueblo de Dios es custodiar en sí al hombre: al hombre
Jesús" porque además "es el hombre quien da la vida a todos los
hombres". Sin embargo -ha proseguido-, en sus proyectos de destrucción,
Satanás inventa "explicaciones humanísticas que van, propiamente, contra
el hombre, contra la humanidad y contra Dios".
Para concluir, Francisco ha subrayado que
"la lucha es una realidad cotidiana en la vida cristiana: en nuestro
corazón, en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestro pueblo, en nuestras
iglesias… Si no se lucha, seremos vencidos. Pero el Señor ha dado esta tarea
principalmente a los ángeles: luchar y vencer. Y el canto final del Apocalipsis,
después de esta lucha, es tan bello: ‘Ahora se ha cumplido la salvación, la
fuerza y el Reino de nuestro Dios y el poder de su Cristo, porque ha sido
precipitado el acusador de nuestros hermanos, aquel que los acusaba ante
nuestro Dios día y noche’".
Finalmente, el Santo Padre ha invitado a rezar a
los arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael y a "rezar esa oración antigua,
pero tan bella, al arcángel Miguel, para que sigua luchando para defender el
misterio más grande de la humanidad: que el Verbo se ha hecho Hombre, ha muerto
y resucitado. Éste es nuestro tesoro. Que Él siga luchando para
custodiarlo".
30.09.14
"Los discípulos peleaban sobre quien era el más grande entre ellos: había una disputa interna... eh, el carrerismo, ¿eh? Estos que son los primeros obispos, tuvieron la tentación del carrerismo. 'Eh, yo quiero ser más grande que tú...'. No era un buen ejemplo que los primeros obispos hagan esto, pero era la realidad. Y Jesús les enseñaba la verdadera actitud", la de los niños.
Así, el Papa ha recordado que "la docilidad, la necesidad de consejo, la necesidad de ayuda, porque el niño es precisamente el signo de la necesidad de ayuda, de docilidad para ir adelante... Este es el camino. No quién es más grande". Los que están más cerca de la actitud de un niño --ha observado-- están más cerca de la contemplación del Padre. Escuchan con corazón abierto y dócil al ángel de la guarda.
Sta. Marta:
recemos por los que sufren y evitemos hacer teatro
El Santo Padre
este martes en su homilía invita a pensar en las tragedias de quienes han sido
desplazados de sus casas por ser cristianos
CIUDAD DEL VATICANO, 30 de
septiembre de 2014 (Zenit.org) - El lamento
en los momentos oscuros puede transformarse en una oración, pero atención con
los los “lamentos teatrales”.
Lo indicó este martes el papa
Francisco, en su homilía en la eucaristía celebrada en Santa Marta.
En la primera lectura de la misa
se leyó un pasaje del Libro de Job y el Papa señaló que existen grandes
tragedias, como los cristianos desplazados de sus casas debido a su fe.
Job maldice su vida y el Papa
recordó que “fue puesto a prueba, perdió toda su familia, sus bienes, la salud
y todo su cuerpo se convirtió en una llaga, una llaga asquerosa”. En aquel
momento “perdió la paciencia y dijo esas cosas. Son feas. Entretanto Job estaba
acostumbrado a hablar con la verdad y esa es la verdad que él siente en aquel
momento”.
El Santo Padre recordó que
también Jeremías “usa casi las mismas palabras: ‘¡Maldito el día en que nací!’”. ¿Pero
este hombre no blasfema?, es la pregunta que hago, dijo el Pontífice. Y
Jesús, cuando se lamenta – ‘Padre, ¡por qué me has abandonado!’ , ¿blasfema? El
misterio es éste.
"Tantas veces yo he visto a personas que
están en situaciones difíciles, dolorosas, que han perdido tanto o se sienten
solas y abandonadas, que vienen a lamentarse y hacen estas preguntas: ¿Por qué?
¿Por qué? Se rebelan contra Dios". Yo le digo: ‘Sigue rezando así,
porque también ésta es una oración’. Era una oración cuando Jesús dijo a su
Padre: ‘¿Por qué me has abandonado?’”.
Es
la oración la que hace Job aquí.
Porque rezar es llegar a ser verdad delante de
Dios. Y Job no podía rezar de otra manera”. O sea que “se reza con la realidad
porque la verdadera oración viene del corazón, del momento que uno vive”.
“Es la oración de los momentos oscuros de la vida,
donde no hay esperanza, donde no se ve el horizonte”. Y el Pontífice indicó
que “tanta gente hoy se encuentra en la situación de Job. Tanta gente
buena, como Job, no entiende lo que le ha sucedido, porqué es así”. Tantos
hermanos y hermanas no tienen esperanza. Pensemos en las tragedias, en las
grandes tragedias, por ejemplo estos hermanos nuestros que son echados de sus
casas por ser cristianos y pierden todo.
“Pero, Señor, yo he creído en ti. ¿Por qué?
¿Creer en Ti es una maldición, Señor?”, dijo el Papa y recordó a “los ancianos
dejados de lado, a los enfermos, tanta gente sola, los hospitales”. Para toda
esta gente y “también por nosotros cuando vamos por el camino de la oscuridad
la Iglesia reza” recordó el Pontífice.
“¡La Iglesia reza! Y toma sobre sí este dolor y
reza”. Y nosotros, “sin enfermedades, sin hambre, sin necesidades importantes
cuando tenemos un poco de oscuridad en el alma, nos creemos mártires y dejamos
de rezar” dijo. Y no falta quien dice '¡Estoy enojado con Dios, no voy más a
Misa!', ¿por qué? Y respondió que tantas veces es “por una cosa pequeñita”.
Santa Teresita del Niño Jesús, en los últimos meses de su vida, recordó el
Papa, “trataba de pensar en el cielo, y sentía dentro de sí como si una voz que
le decía: ‘Pero no seas tonta, no creas en fantasías. ¿Sabes qué te espera?
¡Nada!’”.
Porque, indicó Francisco: “Muchas veces
pasamos por esta situación, vivimos esta situación. Y tanta gente que cree que
terminará en la nada. Y ella, Santa Teresa, rezaba y pedía fuerza para ir
adelante, en la oscuridad. Esto se llama entrar en paciencia. Nuestra vida es
demasiado fácil, nuestros lamentos son lamentos teatrales”.
Delante de los lamentos de tanta gente, de
tantos hermanos y hermanas que están en la oscuridad, que prácticamente han
perdido la memoria, la esperanza, que son exiliados, también de sí mismos.
El Santo Padre recordó que “Jesús ha hecho
este camino de la noche, al Monte de los Olivos hasta la última palabra de la
Cruz: ‘Padre, ¡por qué me has abandonado!’”.
Al concluir, Francisco indicó dos cosas que
pueden servirnos. “Primero: prepararse, para cuando vendrá la oscuridad”, que
aunque no sea tan dura como la de Job, “tendremos un tiempo de oscuridad.
Preparar el corazón para aquel momento”. Y segundo: “Rezar, como la Iglesia
reza, con la Iglesia por tantos hermanos y hermanas que sufren el exilio de sí
mismos, en la oscuridad y en el sufrimiento, sin esperanzas a la mano”. Porque
la “oración de la Iglesia por todos estos 'Cristos' que sufren, que están por
todas partes”.
01.10.14
Texto completo
de la audiencia general del miércoles 1 de octubre
Francisco
reflexiona sobre los carismas dentro de la Iglesia. Un don de Dios por medio de
su Espíritu. "'¡Qué bonito! Tantos dones diferentes, porque somos todos
hijos de Dios, y todos amados de una manera única'
CIUDAD DEL VATICANO, 01 de octubre de 2014 (Zenit.org) - Queridos hermanos
y hermanas, buenos días:
En esta semana, continuamos
hablando de la Iglesia. Desde el inicio, el Señor ha colmado a la Iglesia de
los dones de su Espíritu, haciéndola así siempre viva y fecunda, con los dones
del Espíritu Santo. Entre estos dones, se distinguen algunos que resultan
particularmente preciosos por la edificación y el camino de la comunidad
cristiana: se trata de los carismas. En esta catequesis sobre la Iglesia
queremos preguntarnos: ¿qué es exactamente un carisma? ¿Cómo podemos reconocerlo
y acogerlo? Y sobre todo: ¿el hecho que en la Iglesia haya una diversidad y una
multiplicidad de carismas, es visto en sentido positivo, como algo bonito, o
como un problema?
En el lenguaje común, cuando se habla de
"carisma", se entiende a menudo un talento, una habilidad natural. Se
dice, "esta persona tiene un carisma especial para enseñar, tiene
talento". Así, frente a una persona particularmente brillante y
atractiva, se dice: "Es una persona carismática". ¿Qué significa? No
lo sé, pero es carismática. Y así decimos, no sabemos qué decimos, pero decimos
es carismática. En la prospectiva cristiana, sin embargo, el carisma es mucho
más que una cualidad personal, de una predisposición de la que se puede estar
dotado: el carisma es una gracia, un don concedido por Dios Padre, a través de
la acción del Espíritu Santo. Y es un don que es dado a alguien no porque sea
mejor que los otros o porque se lo ha merecido: es un regalo que Dios le hace,
para que con la misma gratuidad y el mismo amor lo pueda poner al
servicio de toda lacomunidad, para el bien de todos.
Hablando un poco de forma humana se dice así:
"Dios da esta cualidad, este carisma a esta persona, pero no para sí, sino
para que esté al servicio de toda la comunidad". Hoy antes de llegar a la plaza
he recibido muchos muchos niños discapacitados en el Aula Pablo VI, había
muchos. Una asociación que se dedica al cuidado de estos niños. ¿Qué es? Esta
asociación, estas personas, estos hombres, estas mujeres, tienen el carisma de
cuidar a los niños discapacitados. Esto es un carisma.
Algo importante que se subraya enseguida es el
hecho que uno no puede entender por sí mismo si tiene un carisma y cuál. Pero
muchas veces nosotros hemos escuchado personas que dicen "yo tengo esta
cualidad, sé cantar muy bien". Y nadie tiene el valor de decirle
"mejor que estés callado porque nos atormenta a todos cuando tú
cantas". Nadie puede decir "yo tengo este carisma". Es
dentro de la comunidad que florecen y se desarrollan los dones de los que nos
colma el Padre; y es en el seno de la comunidad que se aprende a reconocerlos
como un signo de su amor para todos sus hijos. Cada uno de nosotros, entonces,
está bien que se pregunte: "¿Hay algún carisma que el Señor ha hecho
surgir en mí, que el Señor ha hecho surgir en mí, en la gracia de su
Espíritu, y que mis hermanos, en la comunidad cristina, han reconocido y
animado? ¿Y cómo me comporto yo en cuanto a este don: lo vivo con generosidad,
poniéndolo al servicio de todos, o lo descuido y termino por olvidarlo? ¿O quizá
se convierte en mí en motivo de orgullo, tanto como para quejarme siempre de
los otros y pretender que en la comunidad se haga a mi manera? Son preguntas
que debemos hacer. Si hay un carisma en mí, sea reconocido este carisma, de la
Iglesia y si estoy contento con este carisma. O tengo un poco de celos del
carisma de los otros. "Quiero tener ese carisma". El carisma es un
don, ¡La experiencia más bonita es descubrir cuántos carismas diferentes y de
cuántos de su Espíritu el Padre colma su Iglesia! Esto no debe ser visto como
un motivo de confusión, de malestar: son todos regalos que Dios hace a la
comunidad cristiana, para que pueda crecer en armonía, en la fe y en su amor,
como un solo cuerpo, el cuerpo de Cristo.
El mismo espíritu que da esta diferencia de Carismas
da la unidad de la Iglesia, el mismo Espíritu. Frente a esta multiplicidad de
carismas nuestro corazón se debe abrir a la alegría y debemos pensar:
"¡Qué bonito! Tantos dones diferentes, porque somos todos hijos de Dios, y
todos amados de una manera única". Ay, entonces, si estos dones se
convierten en motivo de envidia o de división, de celos. Como recuerda el
apóstol Pablo en su Primer Carta a los Corintios, en el capítulo 12, todos los
carismas son importantes a los ojos de Dios y, al mismo tiempo, ninguno es
insustituible. Esto quiere decir que en la comunidad cristiana necesitamos el
uno del otro, y cada don recibido se realiza plenamente cuando es
compartido con los hermanos, por el bien de todos. ¡Esta es la Iglesia! Y
cuando la Iglesia, en la variedad de sus carismas, se expresa en comunión, no
se puede equivocar: es la belleza y la fuerza del sensus fidei, de ese
sentido sobre natural de la fe, que es donado por el Espíritu Santo para que,
juntos, podamos todos entrar en el corazón del Evangelio y aprender a seguir a
Jesús en nuestra vida.
Hoy la Iglesia celebra la fiesta Santa Teresa del
Niño Jesús. Esta Santa que ha muerto a los 25 años amaba tanto la Iglesia,
quería ser misionera, pero quería tener todos los carismas. Y decía "yo
quiero hacer esto, esto, esto, todos los carismas quería". Ha ido a rezar,
ha escuchado que su carisma era el amor. Y ha dicho esta bella frase "en
el corazón de la Iglesia yo seré el amor" y este carisma lo tenemos todos.
La capacidad de amar, pidamos hoy a Santa Teresa del Niño Jesús esta capacidad
de amar tanto a la Iglesia, de amarla tanto y aceptar todos los carismas con
este amor de hijos de la Iglesia, de nuestra Santa Madre Iglesia
jerárquica.
02.10.14
En Sta. Marta:
¿Cómo es la relación con mi ángel de la guarda?
En el día que
la Iglesia recuerda a los santos ángeles custodios, el Papa invita en la
homilía de este jueves a escuchar y seguir los consejos de estos compañeros de
camino que Dios nos ha puesto
CIUDAD DEL VATICANO, 02 de octubre de 2014 (Zenit.org) - El ángel de
la guarda existe, no es una doctrina fantasiosa, sino un compañero que Dios nos
ha puesto al lado en el camino de nuestra vida. Lo ha afirmado el santo padre
Francisco, en la homilía de este jueves en la Residencia Santa Marta, en el día
en el que la Iglesia celebra la memoria de los santos ángeles custodios.
Tal y como ha recordado el Papa, las lecturas del
día presentan dos imágenes: el ángel y el niño. Dios ha puesto a nuestro lado
un ángel para cuidarnos. Francisco advierte que "si uno de nosotros
creyera poder caminar solo, estaría muy equivocado", caería "en ese
error tan feo que es la soberbia: creer ser grande", autosuficiente. Jesús
enseña a los apóstoles a ser como niños.
"Los discípulos peleaban sobre quien era el más grande entre ellos: había una disputa interna... eh, el carrerismo, ¿eh? Estos que son los primeros obispos, tuvieron la tentación del carrerismo. 'Eh, yo quiero ser más grande que tú...'. No era un buen ejemplo que los primeros obispos hagan esto, pero era la realidad. Y Jesús les enseñaba la verdadera actitud", la de los niños.
Así, el Papa ha recordado que "la docilidad, la necesidad de consejo, la necesidad de ayuda, porque el niño es precisamente el signo de la necesidad de ayuda, de docilidad para ir adelante... Este es el camino. No quién es más grande". Los que están más cerca de la actitud de un niño --ha observado-- están más cerca de la contemplación del Padre. Escuchan con corazón abierto y dócil al ángel de la guarda.
A continuación, el Pontífice ha afirmado que
"todos nosotros, según la tradición de la Iglesia, tenemos un ángel con
nosotros, que nos cuida, nos hace sentir las cosas. Cuántas veces hemos
escuchado: 'Pero... esto... debería hacer así, esto no está bien, estate
atento...': ¡muchas veces! Es la voz de nuestro compañero de viaje. Estar
seguros que él nos llevará al final de nuestra vida con sus consejos, y por
esto escuchar su voz, no rebelarnos... Porque la rebelión, el querer ser
independiente, es un cosa que todos nosotros tenemos; es la soberbia, la que
tuvo nuestro padre Adán en el Paraíso terrestre: la misma. No rebelarse: seguir
sus consejos".
De este modo, el Papa ha subrayado que
"ninguno camina solo y ninguno de nosotros puede pensar que está
solo" porque está siempre "este compañero".
A propósito, ha proseguido indicando que
"cuando nosotros no queremos escuchar su consejo, escuchar su voz, es como
decirle: '¡Pero, vete!' Echar al compañero de camino es peligroso, porque
ningún hombre, ninguna mujer puede aconsejarse a sí mismo. Yo puedo aconsejar a
otro, pero no aconsejarme a mí mismo. Está el Espíritu Santo que me aconseja,
está el ángel que me aconseja. Por esto, lo necesitamos. Esta no es una
doctrina sobre ángeles un poco fantasiosa: no, es realidad. Lo que Jesús, Dios,
ha dicho: 'Yo mando ángeles delante de ti para cuidarte, para acompañarte en el
camino, para que no te equivoques'".
Para finalizar, el Obispo de Roma ha concluido su
homilía preguntando:"¿Cómo es la relación con mi ángel de la guarda? ¿Lo
escucho? ¿Le digo buenos días por la mañana? ¿Le digo 'cuídame durante el
sueño'? ¿Hablo con él? ¿Le pido consejo?" De este modo, Francisco ha
invitado a preguntarnos cómo es la relación con este ángel que el Señor nos
manda para cuidarnos y acompañarnos en el camino, y que ve siempre el rostro
del Padre que está en el cielo.
03.10.14
Sta Marta: Nos
refugiamos en las 'seguridades' o nos abrimos a Jesús
El Santo Padre
en la homilía de este viernes alerta sobre limitarnos a los preceptos escritos
o creados por los hombres y no abrir el alma a la voz del Señor
CIUDAD DEL VATICANO, 03 de
octubre de 2014 (Zenit.org) - ¿Creer en
Jesús, portador de un mensaje que salva la humanidad de todos los tiempos, o
refugiarse en una salvación fruto de "mandamientos hechos por
hombres"?. Este es el dilema que el papa Francisco ha planteado en la
homilía de este viernes en la capilla de la Casa Santa Marta.
El único deseo de Dios es salvar
a la humanidad, pero el problema existentes es que a menudo el hombre quiere
dictar las reglas de la salvación. Es la paradoja dramática de tantas páginas
de la Biblia que llega a su culmen en la vida terrena de Cristo.
El papa Francisco lo ha
profundizado a raíz del fragmento del Evangelio en el que Jesús expresa su
disgusto al verse atacado por su misma gente, de la ciudad que le dan la
espalda a su mensaje: "Si en Tiro y en Sidone se hubieran hecho los
milagros realizados entre ustedes -es su advertencia aCorozaíny Betsaida- hace
tiempo se habrían convertido". El Santo Padre ha indicado que en este
severa, pero también amarga comparación, está "toda la historia de la
salvación".
Así como han rechazado y
asesinado a los profetas antes que llegara Él, "porque eran
incómodos", ahora hacen lo mismo con Jesús. "Es el drama de la
resistencia a ser salvados", desencadenados por los jefes del pueblo.
“Es justamente la clase dirigente la que cierra
las puertas al mundo por las cuales Dios quiere salvarnos. Y así se entienden
los diálogos fuertes de Jesús, con la clase dirigente de su tempo: se pelean,
lo ponen a la prueba, le ponen trampas para ver si cae, porque se trata de la
resistencia a ser salvados. Jesús les dice: 'Pero yo no les entiendo” y señala
que ellos “son como aquellos niños: hemos sonado la flauta y no han bailado;
hemos cantado un lamento y no han llorado ¿Pero qué quieren? '¡Queremos
salvarnos como nos gusta!'. Es siempre este el cierre al mundo de Dios”.
Una actitud esta, que el papa Francisco distingue
de la que tiene el 'pueblo creyente' el cual, dice, entiende y acepta la
salvación traída por Jesús. Salvación que al contrario, para los jefes del
pueblo se reducía en sustancia a cumplir los 613 preceptos creados, 'por su
fiebre intelectual y teológica'.
“Ellos no creen en la misericordia ni en el
perdón: creen en los sacrificios. Misericordia quieren, no sacrificios. Quieren
que todo esté bien acomodado, bien ordenado, todo claro. Este es el drama de la
resistencia para la salvación. También nosotros, cada uno de nosotros tiene
este drama dentro de sí.
Pero nos hará bien preguntarnos: ¿Cómo quiero ser
salvado? ¿A mi manera? ¿Con una espiritualidad que es buena, que me hace bien,
pero que está fija, tiene todo claro y no hay riesgo? O del modo divino, o sea
en la vía de Jesús, que siempre nos sorprende, que siempre nos abre las puertas
a aquel misterio de la omnipotencia de Dios, que es la misericordia y el
perdón.
“Nos hará bien -insiste el papa Francisco- pensar
que este drama está en nuestro corazón”.
Reflexionar si nos sucede que confundimos
'libertad' con 'autonomía', elegir la salvación que consideramos sea aquella
'justa'.
“¿Creo que Jesús sea el Maestro que nos enseña la
salvación? ¿O por el contrario voy por todas partes para alquilar a un gurú que
me enseñe otra?
¿Un camino más seguro o me refugio bajo el techo
de las prescripciones y de tantos mandamientos confeccionados por los hombres?
Y así me siento seguro y con esta 'seguridad' -es un poco duro decirlo-
seguridad con la que compro mi salvación, y que Jesús da gratuitamente con la
gratitud de Dios? Hoy nos hará bien ponernos estas preguntas. Y la última: ¿yo
me resisto a la salvación de Jesús?
04.10.14
El Santo Padre
recibió a los atletas paraolímpicos
El testimonio
de los atletas con discapacidad 'es un signo de esperanza' y demuestra que 'en
cada persona hay potencialidades que a veces no nos imaginamos'
CIUDAD DEL VATICANO, 04 de
octubre de 2014 (Zenit.org) - El papa
Francisco recibió este sábado en audiencia en el Vaticano, a varios miles de
atletas diversamente hábiles, del Comité Italiano Paraolímpico. En el aula
Pablo VI, Francisco les saludó, dirigió unas palabras y después se acercó a los
presentes. Por un buen rato caminó entre ellos, les saludó y bendijo, muchos de
los cuales estaban en sillas de ruedas.
“Les agradezco por esta
presencia, numerosa y festiva, así como al presidente del comité Italiano
Paraolímpico, por sus corteses palabras” dijo. Y recordó que vinieron aquí
“desde tantas partes del mundo, y cada uno trae consigo la propia experiencia
de deportista, y antes de todo de hombre y mujere que trae las conquistas, las
metas alcanzadas con tanta fatiga, junto a las dificultades que ha tenido que
enfrentar”.
El Santo Padre consideró que
debido a esto cada uno de ellos “es testimonio de cuanto es importante vivir
estas alegrías y fatigas al estar junto a otros” así como “compartir un itinerario
propio, encontrar a un grupo de amigos que dan una mano y a quienes dar una
mano. Y así cada uno da lo mejor de sí mismo”.
El papa Francisco recordó también que “el deporte
promueve contactos y relaciones con personas que provienen de culturas y ambientes
diversos, nos acostumbra a vivir acogiendo las diferencias, a hacer de éstas
una ocasión preciosa de enriquecimiento y descubrimiento recíproco”. Y sobre
todo “el deporte se vuelve una ocasión preciosa para reconocerse como hermanos
y hermanas 'en camino', para favorecer la cultura de la inclusión y rechazar la
cultura del descarte”.
“Todo esto se vuelve más evidente en vuestra experiencia
--indicó el Pontífice-- porque la discapacidad que se experimenta en alguna
parte del físico, mediante la práctica deportiva y la sana competición se
transforma en un mensaje de ánimo para quienes viven situaciones análogas, y se
vuelve una invitación a empeñarse para hacer juntos cosas bellas, superando las
barreras que podemos encontrar alrededor de nosotros, y sobre todo las que
están dentro de nosotros”.
“Vuestra esperanza, queridos atletas, es un gran
signo de esperanza. Prueba que en cada persona existen potencialidades a veces
inimaginables y que pueden desarrollarse con confianza y solidaridad”, dijo. Y
les recordó que Dios Padre es el primero que sabe esto, que conoce
perfectamente los problemas, y que “nos ama tal como somos, y nos hacer crecer
de acuerdo a lo que podemos volvernos”. Y les exhortó a proseguir en el
esfuerzo por un deporte sin barreras, por un mundo sin exclusos, porque “no
están nunca solos" y con ellos "está Dios nuestro Padre”.
Y concluyó invitándolos a sentir “también a
través de la práctica deportiva, la cercanía de Dios y la amistad de los
hermanos y hermanas”. El Santo Padre concluyó pidiendo que por favor se
acuerden “de rezar por mí”.
05.10.14
El Papa abre el
Sínodo de los Obispos con la misa de apertura en la Basílica
En la homilía,
Francisco ha recordado que las asambleas sinodales sirven para cultivar y
guardar mejor la viña del Señor
CIUDAD DEL VATICANO, 05 de
octubre de 2014 (Zenit.org) - En la
basílica de San Pedro, con la misa de apertura -presidida por el papa Francisco
y concelebrada por cardenales, patriarcas, arzobispos, obispos y presbíteros-,
ha dado inicio el Sínodo Extraordinario de los Obispos sobre la familia. En
este Sínodo "estamos llamados" a "trabajar por la viña del
Señor", según ha recordado el papa Francisco en la homilía. Asimismo, ha
explicado que "las Asambleas sinodales no sirven para discutir ideas brillantes
y originales, o para ver quién es más inteligente... Sirven para cultivar y
guardar mejor la viña del Señor, para cooperar en su sueño, su proyecto de
amor por su pueblo".
Antes de dar comienzo la
celebración eucarística, el Papa ha incensiado las reliquias de santa Teresa de
Lisieux y sus padres Luis y Celia Martín, en un relicario conjunto.
Durante la homilía, Francisco ha afirmado que
"el Señor nos pide que cuidemos de la familia, que desde los orígenes es
parte integral de su designio de amor por la humanidad". Al respecto, ha
advertido sobre la tentación de 'apoderarnos' de la viña, "a causa de la
codicia que nunca falta en nosotros, seres humanos". Por eso, ha indicado
que "el sueño de Dios siempre se enfrenta con la hipocresía de algunos
servidores suyos". Y es que -ha proseguido- podemos 'frustrar' el sueño
de Dios si no nos dejamos guiar por el Espíritu Santo. Es el Espíritu quien
da "esa sabiduría que va más allá de la ciencia, para trabajar
generosamente con verdadera libertad y humilde creatividad", ha subrayado
el Santo Padre. Dirigiéndose a los presentes, el Pontífice ha señalado que para
cultivar la viña, "es preciso que nuestro corazón y nuestra mente estén
custodiados en Jesucristo por la paz de Dios, que supera todo juicio". Y
así, "nuestros pensamientos y nuestros proyectos serán conformes al
sueño de Dios: formar un pueblo santo que le pertenezca y que produzca los
frutos del Reino de Dios".
Por otro lado, comentando las lecturas del día,
el Papa ha explicado la imagen de la viña del Señor que usa tanto el profeta
Isaías y el Evangelio. "La viña del Señor es su 'sueño', el proyecto
que Él cultiva con todo su amor, como un campesino cuida su viña". Por
eso ha recordado que la vid es una planta que requiere muchos cuidados.
"El 'sueño' de Dios es su pueblo: Él lo ha plantado y lo cultiva con amor
paciente y fiel, para que se convierta en un pueblo santo, un pueblo que dé
muchos frutos buenos de justicia", ha afirmado Francisco.
Sin embargo, el Papa ha observado que tanto en la
antigua profecía como en la parábola de Jesús, este sueño de Dios queda
frustrado. "Con su parábola, Jesús se dirige a los jefes de los
sacerdotes y a los ancianos del pueblo, es decir, a los 'sabios', a la clase
dirigente", ha indicado. Y es a quienes Dios ha encomendado de manera
especial su 'sueño', es decir, a su pueblo, para que lo cultiven, se cuiden de
él, lo protejan de los animales salvajes. Por eso, Francisco ha indicado que
"el cometido de los jefes del pueblo es éste: cultivar la viña con
libertad, creatividad y laboriosidad". Asimismo, el Obispo de Roma
ha recordado que Jesús dice que aquellos labradores se apoderaron de la viña;
"por su codicia y soberbia, quieren disponer de ella como quieran,
quitando así a Dios la posibilidad de realizar su sueño sobre el pueblo que
se ha elegido".
De este modo, Francisco ha advertido que la
tentación de la codicia siempre está presente, "la codicia del dinero y
del poder". Y para satisfacer esta codicia, "los malos pastores
cargan sobre los hombros de las personas fardos insoportables, que ellos mismos
ni siquiera tocan con un dedo", ha observado. Este sábado por la tarde, miles
de personas se reunieron en la plaza de San Pedro en una vigilia de oración
para rezar por el Sínodo, donde también estuvo presente el Santo Padre. Durante
la celebración, diversas personas dieron su testimonio antes de que Francisco
pronunciara un breve discurso. Así, hablando del Sínodo, el Papa pidió que
"además de escuchar, invocamos la disponibilidad de confrontarse con
sinceridad, de manera abierta y fraterna, que nos lleve a hacernos cargo de la
responsabilidad pastoral, de los interrogativos que este cambio de época lleva
consigo".
El itinerario sinodal comenzó con el consistorio
de los cardenales del 20 al 21 de febrero de este año, tiene su segunda etapa
con la Asamblea Extraordinaria de este mes de octubre y concluirá con la
Asamblea Ordinaria de 2015. Los obispos y cardenales que participan del
presente sínodo que inicia este domingo 4 y se prolonga hasta el domingo 19 son
en total 191, además, de 16 expertos o colaboradores, 38 Auditores, 8 delegados
fraternos y 12 parejas de padres y esposos.
06.10.14
El Papa al
Sínodo: 'Hablen con franqueza y escuchen con humildad'
El Sínodo se
realiza siempre cum Petro y sub Petro, y la presencia del Papa es garantía para
todos y custodia de la fe
CIUDAD DEL
VATICANO, 06 de octubre de 2014 (Zenit.org) - En la
primera congregación general de la III Asamblea general extraordinaria del
Sínodo de los obispos, el papa Francisco invitó a los participantes a “hablar
claro. Nadie diga: 'Esto no se puede decir; que pensarán de mí, esto o
aquello', porque hay que decir todo lo que se siente con franqueza”. Así como
es necesario “escuchar con sinceridad”.
El Papa se
dirigió a los padres sinodales agradeciéndoles “de corazón por vuestra atenta y
calificada asistencia” y agradeció a todas las personas que “trabajaron con
dedicación, con paciencia y competencia, durante largos meses, leyendo,
evaluando, y elaborando los temas, textos y trabajos de esta Asamblea General
Extraordinaria”.
Agradeció
también al secretario general, el cardenal Lorenzo Baldisseri, y a quienes
trabajaron les deseó: “¡Que el Señor les recompense!”
Hizo llegar su
agradecimiento además a la jerarquía de la Iglesia y a los clérigos, religiosos
y laicos, “por vuestra presencia y participación que enriquece los trabajos y
el espíritu de colegialidad y de sinodalidad por el bien de la Iglesia y de las
familias".
Recordó que fue su deseo, que
el espíritu de sinodalidad tuviera lugar en la elección de los relatores, del
secretario general y de los presidentes delegados. “Los dos primeros -confió el
Santo Padre- han sido elegidos directamente por el Consejo-post sinodal,
elegido este a su vez por los participantes del último sínodo. En cambio, como
los presidentes delegados tienen que ser elegidos por el Papa, le pedí al mismo
Consejo post sinodal, que me propusieran nombres y he nombrado a los que el
Consejo me ha propuesto”.
Les recordó a los presentes
que ellos traen “la voz de las Iglesias particulares, reunidas a nivel de
Iglesias locales mediante las Conferencias Episcopales”. Añadió que “la Iglesia
universal y las Iglesias particulares son de institución divina”, mientras que
“las Iglesias locales, así entendidas, son de institución humana”. Y que ellos,
“esta voz la traerán en sinodalidad”.
El Obispo de Roma les advirtió
que es “una gran responsabilidad” la de “traer la realidad y las problemáticas
de las Iglesias, para ayudar a caminar en ese camino que es el Evangelio de la
familia”.
Y confió que “después del
último Consistorio en febrero de 2014, en el cual se ha hablado de familia, un
cardenal me escribió diciendo: 'Qué pena que algunos cardenales no hayan tenido
el coraje de decir algunas cosas por respeto del Papa, considerando que el Papa
pensara alguna cosa diversa”. Y Francisco reiteró: “Esto no va bien, esto no es
sinodalidad, porque hay que decir todo lo que en el Señor se siente que hay que
decir, sin respeto humano, sin timidez, y al mismo tiempo hay que escuchar con
humildad y acoger con corazón abierto lo que dicen los hermanos”, porque “con
estas dos actitudes se ejercita la sinodalidad”.
Y reiteró: “Por ello les pido
por favor, estas actitudes de hermanos en el Señor: hablar con franqueza y
escuchar con humildad”. Y concluyó invitandolos a hablar “con tranquilidad y
paz, porque el Sínodo se realiza siempre cum Petro y sub Petro, y la presencia
del Papa es garantía para todos y custodia de la fe".
“Queridos hermanos -concluyó el Pontífice-
colaboremos todos para que se afirme con claridad la dinámica de la
sinodalidad”.
07.10.14
Francisco en
Sta. Marta: rezar cada día, haciendo memoria
Este martes, el
Santo Padre invita a orar teniendo presente todo lo que Dios ha hecho por
nosotros en el camino de la vida. Nuestra historia es la historia de su amor
por nosotros
CIUDAD DEL VATICANO, 07 de
octubre de 2014 (Zenit.org) - El papa
Francisco, en la homilía de esta mañana de Santa Marta, ha invitado a que
cuando recemos no olvidemos nuestra historia. Porque ha recordado que el Señor
está a nuestro lado, en el camino de la vida. Y ha invitado a los fieles a no
dejarse distraer de las muchas cosas de la jornada, olvidándonos de rezar.
El Señor "ha elegido a su
pueblo y lo ha acompañado durante el camino en el desierto, durante toda la
vida", ha explicado. Así, se ha detenido en la primera Lectura en la que
San Pablo hace memoria de su vida, sin esconder sus pecados. El Papa ha
afirmado que lo que "Dios ha hecho con su pueblo lo ha hecho y lo hace con
cada uno de nosotros". A propósito, se ha preguntado, "nosotros hemos
sido elegidos: ¿por qué yo soy cristiano y no ese de allí, lejano, que nunca ha
escuchado hablar de Jesucristo?". Porque "es una gracia",
"una gracia de amor", ha respondido.
Por tanto, ha proseguido el
Pontífice, "hacer memoria de esta realidad, pero en su concreción, es lo
que hace Pablo" que confiesa haber perseguido ferozmente a la Iglesia y no
dice: "Yo soy bueno, soy hijo de este, tengo una cierta nobleza...".
No, Pablo dice: "Yo he sido un perseguidor, yo he sido malo". El Papa
ha indicado que "Pablo hace memoria de su camino, y así comienza a hacer memoria
desde el inicio".
Y lo ha explicado así: "Esta costumbre de
hacer memoria en nuestra vida no es muy común entre nosotros. Olvidamos las
cosas, vivimos en el momento y después olvidamos la historia. Y cada uno de
nosotros tiene una historia: una historia de gracia, una historia de pecado,
una historia de camino, muchas cosas... Y hace bien rezar con nuestra historia.
Lo hace Pablo, que cuenta un fragmento de su historia pero en general dice:
"¡Él me ha elegido! ¡Él me ha llamado! ¡Él me ha salvado! Él ha sido mi
compañero de camino...'".
De este modo, Francisco ha explicado que
"hacer memoria sobre la propia vida es dar gloria a Dios. Hacer memoria de
nuestros pecados, de los que el Señor nos ha salvado, es dar gloria a
Dios". Por esto "Pablo dice que él presume solo de dos cosas: de los
propios pecados y de la gracia de Dios crucificado, de su gracia".
Asimismo ha indiciado que Pablo "hacía memoria de sus pecados, y presumía:
'He sido pecador, pero Cristo crucificado me ha salvado' y presume de Cristo.
Esta era la memoria de Pablo. Esta es la memoria a la que nosotros somos
invitados a hacer por el mismo Jesús.
A propósito Francisco ha recordado otro pasaje
del Evangelio. "Cuando Jesús dice a Marta: 'Tú te afanas y te agitas por
muchas cosas, pero solo una cosa es necesaria. María ha elegido la mejor parte'
¿Cuál? Escuchar al Señor y hacer memoria. No se puede rezar cada día como si
nosotros no tuviéramos historia. Cada uno de nosotros tiene la suya. Y con esta
historia en el corazón vamos a la oración, como María. Pero muchas veces nos
distraemos, como Marta, por los trabajos del día, por hacer esas cosas que
tenemos que hacer, y olvidamos esta historia".
A continuación el Papa ha proseguido subrayando
que nuestra relación con Dios "no comienza el día del Bautismo: allí es
sellada". Comienza "cuando Dios, desde la eternidad, nos ha mirado y
nos ha elegido. En el corazón de Dios, allí comienza". Y Francisco lo ha
explicado así: "Hacer memoria de nuestra elección, la que Dios ha hecho en
nosotros. Hacer memoria de nuestro camino de alianza. ¿Esta alianza ha sido
respetada o no?". Porque "somos pecadores y hacemos memoria, y hacer
memoria de la promesa que hace Dios y no desilusiona nunca, que es nuestra
esperanza. Esta es la verdadera oración".
Para concluir, el Obispo de Roma ha invitado a
rezar con el Salmo 138: "Señor, Tú me sondeas y me conoces. Sabes cuándo
me siento y cuándo me levanto. Mi pensamiento calas desde lejos; esté yo en
camino o acostado, tú lo adviertes". Esto es rezar --ha afirmado
Francisco-- rezar es hacer memoria delante de Dios de nuestra historia. Porque
nuestra historia es la historia de su amor por nosotros".
08.10.14
Texto completo
de la audiencia general del miércoles 8 de octubre
El Santo Padre
habla de las distintas confesiones y tradiciones de la Iglesia y cómo estas
diferencias no pueden detenernos en el caminar juntos hacia la unidad deseada
por Jesús
CIUDAD DEL VATICANO, 08 de
octubre de 2014 (Zenit.org) -
"Queridos hermanos y hermanas: en las últimas catequesis, hemos
intentado alumbrar la naturaleza y la belleza de la Iglesia, y nos hemos
preguntado que implica para cada uno de nosotros formar parte de este pueblo.
Pueblo de Dios que es la Iglesia. No debemos olvidar que hay muchos hermanos
que comparten con nosotros la fe en Cristo, pero que pertenecen a otras
confesiones o a otras tradiciones diferentes de la nuestra. Muchos se han
resignado con esta división, también dentro de nuestra Iglesia católica se han
resignado, que a lo largo de la historia ha sido a menudo causa de conflictos y
de sufrimientos, también de guerras, esto es una vergüenza.
También hoy las relaciones no están siempre
marcadas por el respeto y la cordialidad... Pero, me pregunto
¿cómo nosotros nos ponemos frente a todo esto? ¿Estamos también
nosotros resignados, o somos incluso indiferentes a esta división? ¿O creemos
firmemente que se pueda y se deba caminar hacia la reconciliación y la plena
comunión? La plena comunión, es decir, poder participar todos juntos del cuerpo
y la sangre de Cristo.
Las divisiones entre los cristianos, mientras
hieren a la Iglesia, hieren a Cristo. Y nosotros divididos hacemos una herida a
Cristo. De hecho, la Iglesia es el cuerpo del que Cristo es la cabeza. Sabemos
bien cuanto estaba en el corazón de Jesús que sus discípulos permanecieran
unidos en su amor. Basta pensar en sus palabras que aparecen en el capítulo diecisiete
del Evangelio de Juan, la oración dirigida al Padre en la inminencia de su
Pasión: "Padre santo, cuídalos en tu nombre, los que me has dado, para que
sean una sola cosa, como nosotros".
Esta unidad estaba ya amenazada mientras Jesús
estaba aún entre los suyos: en el Evangelio, de hecho, se recuerda que los
apóstoles discutían entre ellos quién era el más grande, el más importante. El
Señor, sin embargo, ha insistido mucho en la unidad en el nombre del Padre,
haciéndonos entender que nuestro anuncio y nuestro testimonio serán más
creíbles cuanto más seamos capaces de vivir en común y querernos.
Es lo que sus apóstoles, con la gracia del
Espíritu Santo, después comprendieron profundamente y se tomaron en serio,
tanto que san Pablo llegará a implorar a la comunidad de Corintio con estas
palabras: "Hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, yo los
exhorto a que se pongan de acuerdo: que no haya divisiones entre ustedes y
vivan en perfecta armonía, teniendo la misma manera de pensar y de sentir".
Durante su camino en la historia, la Iglesia es
tentada por el maligno, que trata de separarla, y lamentablemente ha estado
marcado por separaciones graves y dolorosas. Son divisiones que a veces han
durado mucho tiempo, hasta hoy, por lo que resulta difícil reconstruir todas
las motivaciones y sobre todo encontrar las posibles soluciones. Las
razones que han llevado a las fracturas y a las separaciones pueden ser las más
diversas: desde las divergencias sobre principios dogmáticos y morales y sobre
concepciones teológicas y pastorales diferentes, hasta motivos políticos y de
conveniencia, hasta los debates por antipatías y ambiciones personales... Lo
cierto es que de una forma u otra, detrás de estas laceraciones está siempre la
soberbia y el egoísmo, que son causa de todo desacuerdo y que nos hacen
intolerantes, incapaces de escuchar y aceptar a quien tiene una visión o una
posición diferente de la nuestra.
Ahora, frente a todo esto, ¿hay algo que cada uno
de nosotros, como miembros de la santa madre Iglesia, podemos y debemos hacer?
Ciertamente no debe faltar la oración, en continuidad y en comunión con la de
Jesús. La oración por la unidad de los cristianos. Y junto con la oración, el
Señor nos pide una apertura renovada: nos pide no cerrarnos al diálogo y al
encuentro, sino acoger todo lo válido y positivo que se nos ofrece también
quien piensa distinto a nosotros o se pone en posiciones diferentes. Nos pide
no fijar la mirada sobre lo que nos divide, sino más bien en lo que nos une,
tratando conocer mejor y amar a Jesús y compartir la riqueza de su amor. Y esto
comporta concretamente la adhesión a la verdad, junto con la capacidad de
perdonarse, de sentirse parte de la misma familia cristina, considerarse el uno
don para el otro y hacer juntos muchas cosas buenas, muchas obras de caridad.
Es un dolor pero hay divisiones, hay cristianos
divididos, estamos divididos entre nosotros. Y todos tenemos algo en común.
Todos creemos en Jesucristo el Señor, todos creemos en el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo. Y tercero, todos caminos juntos, estamos en camino. Ayudémonos
el uno al otro.
'Pero tú piensas así, y él piensas así'. Pero en
todas las comunidades hay buenos teólogos: que ellos discutan, que ellos
busquen la verdad teológica, porque es undeber. Pero nosotros caminamos juntos,
rezando el uno por el otro y haciendo obras de caridad. Y así hacemos la
comunión en camino. Esto se llama ecumenismo espiritual, caminar el camino de
la vida todos juntos en nuestra fe en Jesucristo el Señor.
Se dice que no se debe hablar de cosas personales
pero no resisto la tentación. Estamos hablando de comunión, comunión entre
nosotros. Y hoy estoy muy agradecido al Señor porque hace 70 años que he hecho
la Primera Comunión. Hacer la primera comunión, todos nosotros, debemos saber
que significa entrar en comunión con los otros, en comunión con los hermanos de
nuestra Iglesia, pero también en comunión con todos los que pertenecen a
comunidades diversas pero que creen en Jesús. Damos gracias a Dios todos por
nuestro bautismo, damos gracias a Dios todos por nuestra comunión, para que
esta comunión termine por ser de todos juntos.
Queridos amigos, ¡vamos adelante ahora hacia la plena
unidad! ¡La historia nos ha separado, pero estamos en camino hacia la
reconciliación y la comunión! Y esto es verdad, esto debemos defenderlo. Todos
estamos en camino hacia la comunión. Y cuando la meta nos puede parecer
demasiado distante, casi inalcanzable y nos sentimos atrapados por la
desesperación, nos aliente la idea de que Dios no puede cerrar los oídos a la
voz del propio Hijo Jesús y no conceder su y nuestra oración, para que todos
los cristianos sean realmente una sola cosa. Gracias".
09.10.14
Sta. Marta: cuando rezamos Dios nos
da más de lo que pedimos
En la homilía de este jueves, el
papa Francisco recuerda que en la oración debemos pedir, buscar y llamar. Y el
Padre responde
CIUDAD DEL VATICANO, 09 de octubre de 2014 (Zenit.org) - En la homilía
de este jueves en la residencia Santa Marta, el papa Francisco ha reflexionado
sobre la parábola del Evangelio de hoy, que habla de un hombre que a fuerza de
insistir obtiene de un amigo lo que pide. A propósito, el Santo Padre ha
recordado que en la oración solicitamos muchas cosas, pero el don más grande
que Dios nos puede dar es el Espíritu Santo.
De este modo, ha afirmado que esto le ha hecho pensar:
"La misericordia de Dios no solo perdona --eso lo sabemos todos-- sino que
es generosa y da más y más..."
Francisco ha subrayado que en el Evangelio hay
"tres palabras clave": el amigo, el Padre y el don. Jesús
"muestra a los discípulos qué es la oración. Y como un hombre se dirige a
media noche donde una amigo para pedir algo. En la vida --ha observado el
Papa-- "hay amigos de oro" que realmente dan todo. "Hay otros
más o menos buenos", pero la Biblia nos dice 'uno, dos o tres.. no más'.
Después, los otros son amigos, pero no como estos", ha indicado. E incluso
si somos inoportunos e invasivos "la unión de la amistad hace que se nos
dé lo que pedimos".
Asimismo, el Papa ha explicado que "Jesús da
un paso adelante y habla del Padre: '¿Qué padre entre vosotros, si un hijo le
pide un pez, la dará una serpiente en lugar del pez? ¿O si le pide un huevo, le
dará un escorpión?... 'Si vosotros que sois malos sabéis dar cosas buenas a
vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo!'". Por tanto --ha
continuado-- "no sólo el amigo que nos acompaña en el camino de la vida
nos ayuda y nos da lo que nosotros pedimos: también el Padre del cielo"
que "nos ama tanto y del cuál Jesús ha dicho que se preocupa por dar de
comer a los pájaros del campo. Jesús quiere despertar la confianza en la
oración" y dice: "Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y
se os abrirá. Porque quien pide recibe, quien busca encuentra, y a quien llama
se le abre". Esta es la oración: pedir, buscar cómo llamar al corazón de
Dios. Y el Padre, ha dicho Francisco, "dará el Espíritu Santo al que se lo
pide".
Y lo explica así: "este es el don, este es
el 'extra' de Dios. Dios nunca te da un regalo, una cosa que le pides así, sin
envolverlo bien, sin algo más que lo haga más bonito. Y lo que el Señor, el
Padre nos da 'aún más' es el Espíritu: el verdadero don del Padre es aquel que
la oración no osa esperar. 'Yo pido esta gracia; pido esto, llama y rezo
mucho... Solamente espero que me de esto'. Y Él que es Padre, me da eso y más:
el don, el Espíritu Santo".
Finalizando la homilía, el Pontífice ha recordado
que la oración se hace con el amigo, con el compañero de la vida, se hace con
el Padre y se hace en el Espíritu Santo, "el amigo es Jesús".
"Es Él quien nos acompaña y nos enseña a
rezar. Y nuestra oración debe ser así, trinitaria. Muchas veces: '¿Pero usted
cree?': 'sí, sí'. '¿En qué cree?: 'en Dios'. 'Pero, ¿qué es Dios para usted?':
'Dios, Dios' . Pero Dios no existe: ¡no os escandalicéis! ¡Dios así no existe!
Existe el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo: son personas, no son una idea en
el aire... ¡Este Dios spray no existe! ¡Existen personas! Jesús es el compañero
de camino que nos da lo que pedimos, el Padre que cuida de nosotros y nos ama,
y el Espíritu Santo que es el don, es ese 'extra' que nos da el Padre, lo que
nuestra conciencia no osa esperar".
10.10.14
Francisco en Sta. Marta: al final
del día preguntarse, ¿qué ha sucedido hoy en mi corazón?
En la homilía de este viernes, el
Santo Padre advierte que el diablo nunca para de tentar al hombre, como lo hizo
con Jesús
CIUDAD DEL VATICANO, 10 de octubre de 2014 (Zenit.org) - El examen
de conciencia es una práctica antigua pero muy buena que hace que el mal no entre
en nuestro corazón. Así lo ha recordado el papa Francisco esta mañana en la
homilía de la misa celebrada en Santa Marta.
El Evangelio del día nos recuerda que el diablo vuelve
siempre a nosotros, no para nunca de tentar al hombre. Por eso, ha advertido que
"el diablo tiene paciencia" y que "no deja lo que quiere para
sí", es decir, nuestra alma.
El Santo Padre ha explicado que "después de las
tentaciones, en el desierto, cuando Jesús fue tentado por el diablo, en la
versión de Lucas se dice que el demonio lo dejó por un tiempo pero durante la
vida de Jesús volvía y volvía: cuando lo ponían a prueba, cuando le tendían
trampas, en la Pasión, hasta la Cruz. 'Pero si tú eres el Hijo de Dios, ven,
ven a nosotros, así podremos creer'. Y todos nosotros sabemos que esta palabra
toca el corazón: '¿Pero tú eres capaz? ¡Hazme ver! No, no eres capaz'. Como el
diablo hasta el final con Jesús. Y así con nosotros".
Asimismo, ha subrayado que es necesario cuidar nuestro
corazón, donde habita el Espíritu Santo, "para que no entren otros
espíritus". "Cuidar el corazón como se cuida una casa, con
llave". Y después vigilar el corazón, como un centinela: "Cuántas
veces -ha observado- entran los malos pensamientos, las malas intenciones, los
celos, las envidias. Entran muchas cosas. Pero ¿quién ha abierto la puerta?
¿Por dónde han entrado? Si yo no me doy cuenta" de cuánto "entra en
mi corazón, se convierte en una plaza, donde todos van y vienen. Un corazón sin
intimidad, un corazón donde el Señor no puede hablar y tampoco ser escuchado".
De este modo, el Pontífice ha señalado que
"Jesús dice otra cosa allí -¿no?- que parece un poco rara: 'el que no
recoge conmigo, desparrama'. Usa la palabra 'recoge'. Tener un corazón
recogido, un corazón sobre el que no sabemos qué sucede, y aquí y allá, se
puede hacer la práctica tan antigua de la Iglesia, pero buena: el examen de
conciencia. ¿Quién de nosotros, en la noche, antes de terminar la jornada,
permanece solo, sola, y se hace la pregunta: qué ha sucedido hoy en mi corazón?
¿Qué ha sucedido? ¿Qué ha pasado a través de mi corazón? Si no lo hacemos,
realmente no sabemos vigilar bien ni cuidar bien".
Por eso, el Santo Padre ha observado que "el
examen de conciencia es una gracia, porque custodiar nuestro corazón es
custodiar el Espíritu Santo, que está dentro de nosotros".
Al finalizar la homilía, el Pontífice ha afirmado
que "nosotros sabemos, Jesús habla claramente, que los diablo vuelven,
siempre. También al final de la vida, Él nos da el ejemplo -Jesús- de esto. Y
para custodiar, para vigilar, para que no entren los demonios, es necesario
saber recogerse, es decir, estar en silencio delante de uno mismo y delante de
Dios, y al final de la jornada preguntarse: '¿qué ha sucedido hoy en mi
corazón? ¿Ha entrado alguien que no conozco? ¿La llave está en su sitio?'"
Esta reflexión - ha asegurado el Papa- ayudará a
defendernos de muchas maldades, también de las que nosotros podemos hacer, si
entran estos demonios, que son muy astutos, y al final nos engañan a
todos".
11-10-14
El Papa recibe en el Vaticano al
primer ministro de Vietnam
El encuentro tendrá lugar el sábado
18 de octubre
CIUDAD DEL VATICANO, 11 de octubre de 2014 (Zenit.org) - El santo
padre Francisco, recibirá en el Vaticano a Nguyén Tán Dung, primer ministro
de la República Socialista de Vietnam, el sábado 18 de octubre de 2014. Así
Lo ha confirmado el director de la Sala de Prensa del Vaticano, el padre
Federico Lombardi, a través de un comunicado.
Asimismo, se indica que "el encuentro también
será útil para profundizar las relaciones bilaterales entre Vietnam y la
Santa Sede".
Recientemente, el Grupo Mixto de Trabajo entre la
Santa Sede y Vietnam celebró su quinto encuentro en Hanoi del 10 al 11
septiembre. La Santa Sede junto con la Iglesia católica en el país
reiteraron su empeño en contribuir activamente al desarrollo de esa nación en
los ámbitos en los que la Iglesia católica tiene sus puntos fuertes,
como en salud, educación, caridad y obras humanitarias. Por su parte Hanoi
indicó su empeño en respetar la libertad de religión y de credo de todos, y su
apoyo a la Iglesia para que participe activamente en el desarrollo
socio-económico nacional.
En dicha ocasión, la delegación de la Santa Sede
confirmó que concede gran importancia al desarrollo de relaciones con Vietnam,
en particular, y con Asia en general, como evidencian los últimos y los
próximos viajes papales en el continente.
12.10.14
Francisco en el ángelus: la fe pide
dar el testimonio de la caridad
Texto completo. Caridad
especialmente hacia los más débiles y los perseguidos. No quedarnos dentro de
los límites de nuestra 'iglesita pequeñita' pero a dilatar la Iglesia a las
dimensiones del Reino de Dios
CIUDAD DEL VATICANO, 12 de octubre de 2014 (Zenit.org) - Concluida
la santa misa en la basílica de San Pedro en agradecimiento por la canonización
de dos santos canadienses, el santo padre Francisco rezó el ángelus desde la
ventana de su estudio que da a la plaza de San Pedro, delante de miles de
peregrinos que allí se habían congregado.
A
continuación las palabras del Papa, antes y después de la oración del ángelus.
« Queridos hermanos y hermanas. En el evangelio de este domingo, Jesús
nos habla de la respuesta que se da a la invitación de Dios --representado por
un rey-- a participar a un banquete nupcial.
La invitación tiene tres características
fundamentales: la gratuidad, la amplitud, la universalidad. Los invitados son
muchos, pero sucede algo sorprendente: ninguno de los elegidos acepta ir a la
fiesta, tienen otras cosas que hacer, más aún, algunos muestran indiferencia y
hasta fastidio. Dios es bueno hacia nosotros, nos ofrece gratuitamente su
amistad, nos ofrece su alegría, la salvación, pero tantas veces no acogemos sus
dones, ponemos en primer lugar nuestras preocupaciones materiales, nuestros
intereses.
Algunos invitados incluso maltratan y asesinan a
los siervos que llevan la invitación. No obstante la falta de adhesión de los
llamados, el proyecto de Dios no se interrumpe. Delante del rechazo de los primeros
invitados, él no se desanima, no suspende la fiesta pero repropone la
invitación, ampliándola hasta más allá de los límites razonables y manda a sus
siervos a las plazas y a los cruces de las rutas para reunir a todos aquellos
que encuentren.
Se trata de gente común, pobres, abandonados y
desheredados, más aún, 'malos y buenos', incluso los malos son invitados, sin
distinción. Y la sala se llena con los 'excluidos'. El Evangelio, rechazado por
alguno, encuentra una acogida inesperada en tantos corazones.
La bondad de Dios no tiene fronteras y no
discrimina a nadie: por esto el banquete de los dones del Señor es universal,
universal para todos. A todos le da la posibilidad de responder a su
invitación, a su llamado, a su caminata; nadie tiene el derecho de sentirse
privilegiado o de revindicar una exclusiva. Todo esto nos induce a vencer la
costumbre de colocarnos cómodamente en el centro, como hacían los jefes de los
sacerdotes y fariseos.
Esto no se debe hacer, tenemos que abrirnos a las
periferias, reconociendo también que quien está en los márgenes, más aún, quien
es rechazado y despreciado por la sociedad, es objeto de la generosidad de
Dios. Todos estamos llamados a no reducir el Reino de Dios dentro de los
límites de nuestra 'iglesita', nuestra 'iglesita pequeñita', esto no sirve,
pero a dilatar la Iglesia a las dimensiones del Reino de Dios.
Entretanto hay una condición: vestir el hábito nupcial.
O sea dar testimonio concreto de la caridad concreta a Dios y al prójimo.
Confiamos a la intercesión María Santísima los
dramas y las esperanzas de tantos hermanos y hermanas nuestros; excluidos,
débiles, rechazados, despreciados, incluso aquellos que son perseguidos por
motivo de su fe. Invocamos su protección en los trabajos del sínodo de los
obispos reunidos estos dias en el Vaticano».
Después de rezar la oración del ángelus:
«Queridos hermanos y hermanas, esta mañana en la
ciudad de Sassari, ha sido proclamado beato el padre Francesco Zirano, de la
Orden de los frailes menores conventuales: él prefirió ser asesinado antes que
renegar a su fe. Demos gracias a Dios por este sacerdote mártir, heroico
testimonio del Evangelio. Su fidelidad llena de coraje hacia Cristo ha sido un
acto de gran elocuencia, especialmente en el actual contexto de despiadadas
persecuciones contra los cristianos.
En este momento, nuestro pensamiento va a la
ciudad de Génova, otra vez duramente golpeada por el aluvión. Prometo mi
oración por la víctima y por todos los que han sufrido graves daños. La Virgen
de la Guardia sostenga a la querida población genovesa en el empeño solidario,
para que puedan superar esta dura prueba.
Recemos todos juntos a la Virgen de la Guardia. Ave
María... María Madre, de la Guardia proteja a Génova.
Saludo a los peregrinos, especialmente a las
familias y a los grupos parroquiales. En particular quiero saludar cordialmente
al grupo de peregrinos canadienses, venidos a Roma con motivo de la canonización
de san Francisco de Laval y santa María de la Encarnación. Que los nuevos
santos susciten en el el corazón de los jóvenes canadienses el fervor
apostólico.
Saludo al grupo del «Office Chrétien des
personnes handicapées» que ha venido desde Francia; a las familias del Colegio
Reinado del Corazón de Jesus, de Madrid; a los fieles de Segovia; a los polacos
aquí presentes ;y a quienes han promovido especiales obras de caridad en
ocasión de la Jornada del Papa.
Saludo al
numeroso grupo de la 'Associazione Amici di San Colombano per l’Europa', que
han venido en ocasión de la apertura del del XIV centenario de la muerte de San
Colombano, gran evangelizador del Continente europeo.
Saludo a las Hijas de María Auxiliadora, que
están participando al capítulo general; a los fieles de la parroquia de Santa
María Inmaculada de Carenno; a los representantes de la diócesis de Lodi
reunidos en Roma para la ordenación episcopal de su Pastor; y a los fieles de
Bergamo y Marne».
Y el Papa deseó a todos un buen domingo y añadió:
“Por favor les pido que recen por mí”. Y concluyó con su “Buon pranzo e
arrivederci».
13.10.14
Francisco en Sta. Marta: 'Dios nos
sorprende siempre'
El Santo Padre explica este lunes
que la vida es un camino hacia la plenitud de Jesucristo. Además, invita a
comprender los signos de los tiempos y a ser fieles a la voz del Señor
CIUDAD DEL VATICANO, 13 de octubre de 2014 (Zenit.org) - Abrirse a
las sorpresas de Dios, no cerrarnos a los signos de los tiempos. Es lo que ha
afirmado el papa Francisco en la misa de esta mañana en la capilla de la Casa
Santa Marta. Comentando las palabras de Jesús a los doctores de la ley, el
Santo Padre ha exhortado a los fieles a no permanecer aferrados en sus propias
ideas, sino a caminar con el Señor encontrando siempre cosas nuevas.
Jesús habla a los doctores de la ley que le piden un
signo y los define como “generación malvada”. El Pontífice parte de esta cita
del Evangelio para detenerse en el tema de las “sorpresas de Dios”. Muchas
veces, ha observado, estos doctores le preguntan a Jesús por los signos, y Él
les responde que no son capaces de “ver los signos de los tiempos”:
“¿Por qué estos doctores de la ley no entendían los
signos de los tiempos y pedían un signo extraordinario (Jesús se lo ha dado
después), por qué no entendían? Antes que nada, porque estaban cerrados.
Estaban cerrados en sus sistemas, habían organizado muy bien la ley, una obra
maestra. Todos los hebreos sabían lo que se podía hacer y lo que no, hasta
donde se podía llegar. Estaba todo organizado, todos se sentían seguros
allí”.
Para ellos, ha añadido, eran “cosas extrañas” las
que hacía Jesús: “Ir con los pecadores, comer con los publicanos”. A ellos, ha
dicho, “no les gustaba, era peligroso; estaba en peligro la doctrina, esa
doctrina de la ley, que ellos”, los “teólogos, habían creado a lo largo de los
siglos”. El Papa ha reconocido que, “la habían hecho por amor, para ser fieles
a Dios”. Pero “se encerraron allí”, “sencillamente habían olvidado la
historia. Habían olvidado que Dios es el Dios de la ley, pero es el Dios de las
sorpresas”. Por otro lado, ha afirmado Francisco, “también a su pueblo, Dios le
ha reservado sorpresas muchas veces” como cuando le ha salvado “de la
esclavitud de Egipto”:
“Ellos no entendían que Dios es el Dios de las
sorpresas, que Dios es siempre nuevo; que nunca reniega de sí mismo, que nunca
dice que se ha equivocado, nunca, pero nos sorprende siempre. Y ellos no
entendían y se encerraban en ese sistema hecho con tanta buena voluntad y le
pedían a Jesús: 'Pero, ¡Haz un signo!' Y no entendían los muchos signos que
hacía Jesús y que indicaban que el tiempo estaba maduro. ¡Cerrazón! Segundo,
habían olvidado que ellos eran un pueblo en camino. ¡En camino! Y cuando nos
encaminamos, cuando uno está en camino, siempre encuentra cosas nuevas, cosas
que no conocía”.
Y “un camino no es absoluto en sí mismo”, ha
proseguido, es el camino hacia “la manifestación definitiva del Señor. La vida
es un camino hacia la plenitud de Jesucristo, cuando vendrá por segunda vez”.
Esta generación, ha reiterado, “busca un signo”, pero, dice el Señor, “no se le
dará ningún signo, como no sea el signo de Jonás”, es decir, “el signo de la
Resurrección, de la Gloria, de esa escatología hacia la que nos dirigimos”. Y
estos doctores, ha afirmado, “estaban encerrados en sí mismos, no abiertos al
Dios de las sorpresas, no conocían el camino y menos esta escatología”. Así,
cuando en el Sanedrín Jesús afirma ser el Hijo de Dios, “se rasgaron las
vestiduras”, se escandalizaron diciendo que había blasfemado. “El signo que
Jesús les da --ha señalado-- era una blasfemia”. Y por este motivo, “Jesús
dice: generación malvada”.
Estos, ha observado de nuevo el Papa, “no han
entendido que la ley que ellos custodian y aman” era una pedagogía hacia
Jesucristo. “Si la ley no lleva a Jesucristo --ha explicado-- si no nos acerca
a Jesucristo, está muerta. Y por esto Jesús les reprende por estar cerrados,
por no ser capaces de reconocer los signosde los tiempos, por no estar abiertos
al Dios de las sorpresas”:
“Y esto debe hacernos pensar: ¿Estoy tan apegado
a mis cosas, a mis ideas, cerrado? ¿O estoy abierto al Dios de las sorpresas?
¿Soy una persona quieta o una persona que camina? ¿Creo en Jesucristo --en
Jesús, en lo que ha hecho: ha muerto, ha resucitado y termina la historia--
creo que el camino siga hacia la madurez, hacia la manifestación de la gloria
del Señor? ¿Soy capaz de entender los signos de los tiempos y ser fiel a la voz
del Señor que se manifiesta en ellos? Podemos hacernos hoy estas preguntas y
pedir al Señor un corazón que ame la ley, porque la ley es de Dios; que ame
también las sorpresas de Dios y que sepa que esta ley santa no termina en sí
misma”.
Y “en camino”, ha insistido, es una pedagogía
“que nos lleva a Jesucristo, al encuentro definitivo, donde habrá este gran
signo del Hijo del hombre”.
14.10.14
Francisco en Santa Marta: ¿nuestra
vida cristiana es de cosmética o trabaja por la caridad?
El Santo Padre en la homilía de
este martes pide no ser personas de buenas maneras pero de malas costumbres
CIUDAD DEL VATICANO, 14 de octubre de 2014 (Zenit.org) - ¿Nuestra
vida es una vida cristiana de cosmética, de apariencia o es una vida cristiana
con la fe que trabaja por la caridad? El santo padre Francisco ha planteado
esta pregunta esta mañana en la homilía de la misa matutina de Santa Marta. De
este modo, el Papa ha recordado que la fe "no es solamente recitar el
Credo", sino que pide desprenderse de la avaricia y la codicia para saber
darse a los otros, especialmente a los pobres.
La fe no necesita aparentar, sino ser. No necesita ser
alimentada por cortesías, especialmente si son hipócritas, sino por un corazón
capaz de amar de forma genuina. El Papa ha hecho referencia al Evangelio del
día para afirmar que Jesús "condena" este tipo de
"seguridad" centrada en el "cumplimiento de la ley".
Así, Francisco ha indicado que "Jesús condena
esta espiritualidad de cosmética, aparentar lo bueno, lo bello, ¡pero la verdad
por dentro es otra cosa!". Jesús condena a las personas de buenas maneras
pero de malas costumbres, esas costumbres que no se ven pero se hacen a
escondidas. Pero la apariencia es justa: esta gente a la que le gustaba
pasearse en las plazas, hacerse ver rezando, 'maquillarse' con un poco de
debilidad cuando ayunaban... ¿Por qué el Señor es así? Ved que son dos los
adjetivos que usa aquí, pero unidos: avaricia y maldad".
En el mismo pasaje, en el Evangelio de Mateo,
Jesús dice de ellos "sepulcros blanqueados" para pisar ciertas
actitudes, definidas por Él duramente como "inmundicia",
"podredumbre".
También Pablo, en la Lectura del día, discute con
los Gálatas por el mismo motivo, por su apego a la ley. Por lo que Francisco ha
recordado que "la ley por sí sola no salva".
"Lo que vale es la fe. ¿Qué fe? La que
'trabaja por medio de la caridad'. El mismo discurso de Jesús al fariseo. Una
fe que no es solamente recitar el Credo: todos nosotros creemos en el Padre, en
el Hijo y en el Espíritu Santo, en la vida eterna... ¡Todos creemos! Pero esta
es una fe inamovible, no trabajadora. Lo que vale en Cristo Jesús es su labor
que viene de la fe o mejor la fe que se hace trabajadora en la caridad, es
decir, vuelve a la limosna. Limosna en el sentido más amplio de la palabra:
desprenderse de la dictadura del dinero, de la idolatría del dinero. Toda
codicia nos aleja de Jesucristo", ha afirmado el Pontífice.
A propósito el Papa ha evocado un episodio de la
vida del padre Arrupe, prepósito general de los Jesuitas de los años sesenta a
los años ochenta. Un día, una señora rica lo invitó en un lugar para donarle
dinero para las misiones en Japón. La entrega del sobre tuvo lugar
prácticamente en la puerta y delante de periodistas y fotógrafos. El padre
Arrupe contó haber sufrido una "gran humillación", pero aceptó el
dinero "por los pobres de Japón". Cuando abrió el sobre había diez
dólares. Por esto, el Papa ha invitado a preguntarse si la nuestra "es una
vida cristiana de cosmética, de apariencia, o una vida cristiana con la fe que
trabaja en la caridad".
Para finalizar la homilía, el Santo Padre ha
observado que "Jesús nos aconseja esto: no tocar la trompeta. El segundo
consejo que nos da: no dar solamente lo que nos sobra. Y nos habla de esa
viejecita que ha dado todo lo que tenía para vivir. Y alaba a esa mujer por
haber hecho esto. Y lo hace de una forma un poco escondida, quizá porque se
avergonzaba de no poder dar más".
15.10.14
Texto completo de la audiencia
general del miércoles 15 de octubre
Francisco recuerda que el pueblo de
Dios es la Nueva Jerusalén, la esposa que se prepara para recibir a su esposo
CIUDAD DEL
VATICANO, 15 de octubre de 2014 (Zenit.org) - Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Durante este tiempo, hemos hablado sobre la Iglesia,
sobre nuestra santa madre Iglesia jerárquica, el pueblo de Dios en camino. Hoy
queremos preguntarnos, al final, ¿qué será del pueblo de Dios? ¿Qué será de
cada uno de nosotros? ¿Qué debemos esperar? El apóstol Pablo animaba a los
cristianos de la comunidad de Tesalónica, que se planteaban estas mismas
preguntas, y después de su argumentación decían estas palabras que están entre
las más bellas del Nuevo Testamento: "¡Y así para siempre estaremos con el
Señor!"
Son palabras sencillas pero con una densidad de
esperanza muy grande. ¡Y así para siempre estaremos con el Señor! ¿Creéis
vosotros en esto? Parece que no ¿eh? ¿Creeis?¿Lo repetimos juntos? ¿Tres veces?
¡Y así para siempre estaremos con el Señor! ¡Y así para siempre estaremos con
el Señor! ¡Y así para siempre estaremos con el Señor!
Es emblemático como en el libro del Apocalipsis
de Juan, retomando la intuición de los profetas, describe la dimensión última,
definitiva, en los términos de la "nueva Jerusalén, que descendía del
cielo y venía de Dios, embellecida como una novia preparada para recibir a su
esposo". ¡Eso es lo que nos espera! Y ahí esta, entonces, quién es la
Iglesia: es el pueblo de Dios que sigue al Señor Jesús y que se prepara día
tras día al encuentro con Él, como una esposa con su esposo. Y no es solo una
forma de hablar: ¡será una verdadera y propia boda! Sí, porque Cristo,
haciéndose hombre como nosotros y haciendo con todos nosotros una sola cosa con
Él, con su muerte y con su resurrección, se ha casado realmente con nosotros y
ha hecho de nosotros, como pueblo, su esposa. Y esto no es otra cosa que el
cumplimiento del diseño de comunión y de amor tejido por Dios a lo largo de
toda la historia, la historia del Pueblo de Dios y también de la propia
historia de cada uno. Es el Señor que lleva esto adelante.
Hay otro elemento que nos conforta ulteriormente
y que nos abre el corazón: Juan nos dice que en la Iglesia, esposa de Cristo,
se hace visible la "Jerusalén nueva". Esto significa que la Iglesia,
además de esposa, es llamada a convertirse en ciudad, símbolo por excelencia de
la convivencia y de la relacionalidad humana. Que bonito, entonces, poder
contemplar ya, según otra imagen sugerida por el Apocalipsis, todas las gentes
y todos los pueblos reunidos juntos en esta ciudad, como en una tienda,
"la tienda de Dios". Y en este marco glorioso no habrá más
aislamientos, prevaricaciones ni distinciones de ningún tipo -de naturaleza
social, étnica o religiosa- sino que seremos todos una sola cosa en
Cristo.
Al respecto de este escenario inaudito y
maravilloso, nuestro corazón no puede no sentirse confirmado de forma fuerte en
la esperanza. Ved, la esperanza cristiana no es simplemente un deseo, un
augurio, no es optimismo: para un cristiano, la esperanza es espera, espera
ferviente, apasionada por el cumplimiento último y definitivo de un misterio,
el misterio de amor de Dios, en el cual hemos renacido y ya vivimos.
Y está a la espera de alguno que ya va a llegar:
el Cristo Señor que se hace cada vez más cercano a nosotros, días tras día, y que
viene a introducirnos finalmente en la plenitud de su comunión y de su paz. La
Iglesia tiene entonces la tarea de mantener encendida y bien visible la lámpara
de la esperanza, para que pueda continuar a resplandecer como signo seguro de
salvación y pueda iluminar a toda la humanidad el sentimiento que lleva al
encuentro con el rostro misericordioso de Dios.
Queridos hermanos y hermanas, aquí está entonces
lo que esperamos: ¡que Jesús vuelva! La Iglesia esposa espera a su esposo! Sin
embargo, debemos preguntarnos con mucha sinceridad: ¿somos realmente testigos
luminosos y creíbles de esta esperanza? ¿Nuestras comunidades viven aún en el
signo de la presencia del Señor Jesús y en la espera calurosa de la venida, o
aparecen cansadas, entorpecidas, bajo el peso del cansancio y de la
resignación? ¿También nosotros corremos el riesgo de terminar el aceite de la
fe, el aceite de la alegría! ¡Atención!
Invoquemos a la Virgen María, madre de la
esperanza y reina del cielo, para que nos mantenga siempre en una actitud de
escucha y de espera, así para poder ser ya ahora permeados por el amor de Cristo
y ser parte un día de la alegría sin fin, en la plena comunión de Dios.
Y no os olvidéis, nunca olvidéis, "Y así
para siempre estaremos con el Señor". Lo repetimos, tres veces más.
"Y así para siempre estaremos con el Señor". "Y así para siempre
estaremos con el Señor". Gracias.
16.10.14
Francisco en Sta. Marta: la oración
de alabanza nos lleva a la alegría
En la homilía de este jueves, el
Santo Padre recuerda que el Señor nos ha conocido antes de la creación del
mundo y nuestro nombre estaba en su corazón
CIUDAD DEL VATICANO, 16 de octubre de 2014 (Zenit.org) - Rezar para
pedir gracias es fácil, es más difícil la oración de alabanza, pero es esta la
oración de la verdadera alegría. El papa Francisco, en la homilía de Santa
Marta de esta mañana, ha reflexionado sobre la Carta a los Efesios, en la que
san Pablo eleva con alegría su bendición a Dios. Se trata de una oración de
alabanza, una oración "que nosotros no hacemos habitualmente: alabar a
Dios es gratuidad pura" y es entrar "en una gran alegría".
De este modo, el Papa ha afirmado que "nosotros
sabemos rezar muy bien cuando pedimos cosas, también cuando damos las gracias
al Señor, pero la oración de alabanza es un poco más difícil para nosotros: no
es tan habitual alabar al Señor. Y esto lo podemos sentir mejor cuando hacemos
memoria de las cosas que el Señor ha hecho en nuestra vida: 'En Él -en Cristo-
nos ha elegido antes de la creación del mundo'. ¡Bendito seas Señor, porque tú
me has elegido! Es la alegría de una cercanía paterna y tierna".
Así, ha proseguido su homilía señalando que "la
oración de alabanza" nos lleva a esta alegría, a estar felices delante del
Señor. "¡Hagamos un esfuerzo para reencontrarla!", ha exhortado. Pero
"el punto de partida" es precisamente "hacer memoria" de
esta elección: "el Señor me ha elegido antes de la creación del
mundo".
Para explicarlo, Francisco ha observado que esto
"no se puede entender y tampoco se pude imaginar: que el Señor me haya
conocido antes de la creación del mundo, que mi nombre estaba en el corazón del
Señor. ¡Esta es la verdad! ¡Esta es la revelación! Si nosotros no creemos esto
no somos cristianos ¡eh! También este pensamiento llena de alegría nuestro
corazón: ¡yo soy elegido! Y nos da seguridad".
A continuación, el Pontífice ha recordado que
"nuestro nombre está en el corazón de Dios, precisamente en las entrañas
de Dios, como el niño está dentro de su madre. Esta es nuestra alegría de ser
elegidos".
Es algo -ha subrayado- que "no se puede
entender sólo con la cabeza. Ni sólo con el corazón. Para entender esto debemos
entrar en el Misterio de Jesucristo. El Misterio de su Hijo amado: 'Él ha
derramado su sangre en abundancia por nosotros, con toda sabiduría e
inteligencia, haciéndonos conocer el misterio de su voluntad'. Y esta es una
tercera actitud: entrar en el Misterio".
Por eso, Francisco ha subrayado que "cuando
nosotros celebramos la Eucaristía, entramos en este Misterio, que no se puede
entender totalmente: el Señor está vivo, está con nosotros, aquí, en su gloria,
en su plenitud y dona otra vez su vida por nosotros. Esta actitud de entrar en
el Misterio debemos aprenderlo cada día. El cristiano es una mujer, es un
hombre, que se esfuerza para entrar en el Misterio. El Misterio no se puede
controlar: es el Misterio. Yo entro".
Al finalizar su homilía de esta mañana, el Obispo
de Roma ha indicado que la oración de alabanza es por tanto, y sobre todo,
"oración de alegría", después "oración de memoria: '¡Pero cuánto
ha hecho el Señor por mí! Con cuánta ternura me ha acompañado, cómo se ha
abajado, se ha arrodillado como el padre que se arrodilla con el niño para
hacerlo caminar'". Y finalmente, es "la oración al Espíritu Santo que
nos dona "la gracia de entrar en el Misterio, sobre todo cuando celebramos
la Eucaristía".
17.10.14
Francisco en Sta. Marta: Dios nos da
el cielo como fianza de la eternidad
En la homilía de este viernes, el
Santo Padre recuerda a los fieles que Dios nos ha dado una identidad a través
del Espíritu Santo y no una lista de costumbres
CIUDAD DEL VATICANO, 17 de octubre de 2014 (Zenit.org) - Dios nos ha
dado a los cristianos, a través del Espíritu Santo, el Cielo como
"fianza" de la eternidad. Pero a veces este don queda oscurecido por
una vida "opaca" e hipócrita. Lo ha afirmado el papa Francisco en la
homilía de la misa de Santa Marta de esta mañana.
El Espíritu Santo es el "sello" de luz con
el que Dios nos ha dado "el Cielo en mano" a los cristianos, ha
afirmado el Papa. Los cristianos, a menudo, escapan de esta luz por una vida de
penumbra y, peor aún, de luz fingida, que brilla en la hipocresía. La homilía
de hoy sigue paso a paso las palabras de la Lectura de Pablo, que explica a los
cristianos de Éfeso que por haber creído en el Evangelio han recibido "el
sello del Espíritu Santo".
De este modo, el Papa ha señalado que con este don,
Dios "no sólo nos ha elegido" sino que nos ha dado un estilo,
"un modo de vivir, que no es solamente un lista de costumbres, es más: es
una identidad".
Y lo ha explicado así: "nuestra identidad es
precisamente este sello, esta fuerza del Espíritu Santo, que todos nosotros
hemos recibido en el Bautismo. Y el Espíritu Santo ha sellado nuestro corazón
y, aún más, camina con nosotros. Este Espíritu, que había sido prometido -Jesús
lo había prometido- este Espíritu no solo nos da la identidad, sino, también,
es fianza de nuestra herencia. Con él, el Cielo comienza. Nosotros estamos
viviendo este Cielo, esta eternidad, porque hemos sido sellados por el Espíritu
Santo, que precisamente es el inicio del Cielo: era la fianza; la tenemos en la
mano. Nosotros tenemos el Cielo en la mano con este sello".
Tener como fianza de eternidad el Cielo mismo, no
impide a los cristianos resbalar al menos en un par de tentaciones, ha
advertido. Y así ha especificado que "cuando nosotros queremos, no digo
cancelar la identidad, sino hacerla opaca". Al respecto, el Papa ha
afirmado que "es el cristiano tibio. Es cristiano sí, va a misa el
domingo, sí, pero en su vida la identidad no se ve. También vive como un pagano:
puede vivir como un pagano, pero es cristiano. Ser tibios. Hacer opaca nuestra
identidad. Y el otro pecado, del que Jesús habla a sus discípulos y hemos
escuchado: 'Guardaos bien de la levadura de los fariseos, que es la
hipocresía'. 'Fingir': finjo ser cristiano, pero no lo soy. No soy
transparente, digo una cosa -'sí, sí soy cristiano'- pero hago otra cosa que no
es cristiana".
Sin embargo, y el mismo Pablo lo recuerda en otro
pasaje, una vida cristiana vivida según la identidad creada por el Espíritu
Santo trae como regalo dones grandes, ha recordado el Pontífice.
Para concluir la reflexión de la homilía, el
Santo Padre ha indicado que "amor, alegría, paz, magnanimidad, amabilidad,
bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí. Y esta es nuestro camino hacia
el Cielo, es nuestro camino, que comienza el Cielo de aquí". De este modo
ha recordado que "porque tenemos esta identidad cristiana, hemos sido
sellados por el Espíritu Santo". Por eso, Francisco ha invitado a pedir al
Señor la "gracia de estar atentos a este sello, a esta nuestra identidad
cristiana, que no solo es prometida, no, ya la tenemos en la mano como
fianza".
18.10.14
El Papa: Dios no tiene miedo a las
novedades
Homilía del Santo Padre en la misa
en ocasión de la clausura de la Asamblea Extrarordinaria del Sínodo del Obispo
con el rito de la beatificación del papa Pablo VI
CIUDAD DEL VATICANO, 19 de octubre de 2014 (Zenit.org) - El papa
Francisco ha presidido este domingo, en la plaza de San Pedro, a las 10.30, la
misa en ocasión de la clausura del Sínodo de los Obispo, sobre el tema
"Los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la
evangelización con el rito de la beatificación del Siervo de Dios el Papa Pablo
VI.
Publicamos a
continuación la homilía del Santo Padre:
Acabamos de escuchar una de las frases más famosas de
todo el Evangelio: «Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de
Dios».
Jesús responde con esta frase irónica y genial a la
provocación de los fariseos que, por decirlo de alguna manera, querían
hacerle el examen de religión y ponerlo a prueba. Es una respuesta inmediata
que el Señor da a todos aquellos que tienen problemas de conciencia, sobre
todo cuando están en juego su conveniencia, sus riquezas, su prestigio, su
poder y su fama. Y esto ha sucedido siempre.
Evidentemente, Jesús pone el acento en la segunda
parte de la frase: «Y [dar] a Dios lo que es de Dios». Lo cual quiere decir
reconocer y creer firmemente –frente a cualquier tipo de poder- que sólo Dios
es el Señor del hombre, y no hay ningún otro. Ésta es la novedad perenne que
hemos de redescubrir cada día, superando el temor que a menudo nos atenaza
ante las sorpresas de Dios.
¡Él no tiene miedo de las novedades! Por eso,
continuamente nos sorprende, mostrándonos y llevándonos por caminos
imprevistos. Nos renueva, es decir, nos hace siempre “nuevos”. Un cristiano que
vive el Evangelio es “la novedad de Dios” en la Iglesia y en el mundo. Y a Dios
le gusta mucho esta “novedad”.
«Dar a Dios lo que es de Dios» significa estar
dispuesto a hacer su voluntad y dedicarle nuestra vida y colaborar con su Reino
de misericordia, de amor y de paz.
En eso reside nuestra verdadera fuerza, la
levadura que fermenta y la sal que da sabor a todo esfuerzo humano contra el
pesimismo generalizado que nos ofrece el mundo. En eso reside nuestra
esperanza, porque la esperanza en Dios no es una huida de la realidad, no es un
alibi: es ponerse manos a la obra para devolver a Dios lo que le pertenece. Por
eso, el cristiano mira a la realidad futura, a la realidad de Dios, para vivir
plenamente la vida –con los pies bien puestos en la tierra– y responder, con
valentía, a los incesantes retos nuevos.
Lo hemos visto en estos días durante el Sínodo
extraordinario de los Obispos –“sínodo” quiere decir “caminar juntos”–. Y, de
hecho, pastores y laicos de todas las partes del mundo han traído aquí a Roma
la voz de sus Iglesias particulares para ayudar a las familias de hoy a seguir
el camino del Evangelio, con la mirada fija en Jesús. Ha sido una gran
experiencia, en la que hemos vivido la sinodalidad y la colegialidad, y hemos
sentido la fuerza del Espíritu Santo que guía y renueva sin cesar a la
Iglesia, llamada, con premura, a hacerse cargo de las heridas abiertas y a
devolver la esperanza a tantas personas que la han perdido.
Por el don de este Sínodo y por el espíritu
constructivo con que todos han colaborado, con el Apóstol Pablo, «damos
gracias a Dios por todos ustedes y los tenemos presentes en nuestras oraciones»
Y que el Espíritu Santo que, en estos días intensos, nos ha concedido
trabajar generosamente con verdadera libertad y humilde creatividad, acompañe
ahora, en las Iglesias de toda la tierra, el camino de preparación del Sínodo
Ordinario de los Obispos del próximo mes de octubre de 2015. Hemos sembrado y
seguiremos sembrando con paciencia y perseverancia, con la certeza de que es el
Señor quien da el crecimiento.
En este día de la beatificación del Papa Pablo
VI, me vienen a la mente las palabras con que instituyó el Sínodo de los
Obispos: «Después de haber observado atentamente los signos de los tiempos,
nos esforzamos por adaptar los métodos de apostolado a las múltiples
necesidades de nuestro tiempo y a las nuevas condiciones de la sociedad» (Carta
ap. Motu proprio Apostolica sollicitudo).
Contemplando a este gran Papa, a este cristiano
comprometido, a este apóstol incansable, ante Dios hoy no podemos más que
decir una palabra tan sencilla como sincera e importante: Gracias. Gracias a
nuestro querido y amado Papa Pablo VI. Gracias por tu humilde y profético
testimonio de amor a Cristo y a su Iglesia.
El que fuera gran timonel del Concilio, al día
siguiente de su clausura, anotaba en su diario personal: «Quizás el Señor me
ha llamado y me ha puesto en este servicio no tanto porque yo tenga algunas
aptitudes, o para que gobierne y salve la Iglesia de sus dificultades actuales,
sino para que sufra algo por la Iglesia, y quede claro que Él, y no otros, es
quien la guía y la salva». En esta humildad resplandece la grandeza del Beato
Pablo VI que, en el momento en que estaba surgiendo una sociedad secularizada y
hostil, supo conducir con sabiduría y con visión de futuro –y quizás en
solitario– el timón de la barca de Pedro sin perder nunca la alegría y la fe
en el Señor.
Pablo VI supo de verdad dar a Dios lo que es de
Dios dedicando toda su vida a la «sagrada, solemne y grave tarea de continuar
en el tiempo y extender en la tierra la misión de Cristo», amando a la Iglesia
y guiando a la Iglesia para que sea «al mismo tiempo madre amorosa de todos los
hombres y dispensadora de salvación».
20.10.14
Francisco presidió un consistorio
sobre Oriente Medio
El Santo Padre y el colegio
cardenalicio claman por la paz, la reconciliación y la libertad religiosa en
esta región tan golpeada por la violencia
CIUDAD DEL VATICANO, 20 de octubre de 2014 (Zenit.org) - El santo
Padre y los cardenales presentes en el Vaticano se han reunido esta mañana en
consistorio para la presentación de dos causas de canonización de los beatos
Giuseppe Vaz y María Cristina de la Inmaculada Concepción. Asimismo, Francisco
quiso aprovechar la ocasión de este encuentro para informar a los miembros del
Colegio Cardenalicio sobre la actual situación de los cristianos en Oriente
Medios y el compromiso de la Iglesia por la paz en esta región.
Este encuentro, surge como una continuación del tema
de Oriente Medio que se celebró a principios de octubre, por deseo del Santo
Padre, en la que participaron los mayores representantes de la Curia romana y
los nuncios apostólicos en la zona.
El Papa se ha dirigido a los presentes, afirmando que
este tema lo lleva muy en el corazón.
"Nos une el deseo de paz y de estabilidad en
Oriente Medio y la voluntad de favorecer la resolución de los conflictos a
través de diálogo, la reconciliación y el empeño político", ha observado
el Santo Padre. Al mismo tiempo, ha manifestado el deseo de "brindar
la máxima ayuda posible a las comunidades cristianas para sostener su
permanencia en la región". De este modo, ha reiterado su idea de no
resignarnos "a pensar en Oriente Medio sin los cristianos, que desde hace
dos mil años confiesan el nombre de Jesús".
El Papa ha reconocido que los últimos
acontecimientos, sobre todo en Irak y en Siria, "son muy
preocupantes". Por eso ha observado que "asistimos a un fenómeno de
terrorismo de dimensiones antes inimaginables. Tantos hermanos nuestros son
perseguidos y han tenido que dejar sus casas, incluso de manera brutal". A
propósito ha precisado que "parece que se ha perdido la conciencia del
valor de la vida humana, parece que la persona no cuente y se la pueda
sacrificar por otros intereses Y todo esto, lamentablemente, ante la
indiferencia de muchos".
Esta situación injusta requiere --ha
concluido el Pontífice-- además de nuestra constante oración, una respuesta
adecuada también de parte de la Comunidad Internacional. Por ello, Francisco se
ha mostrado seguro de que, con la ayuda del Señor, "del encuentro de hoy
brotarán reflexiones y sugerencias válidas para poder ayudar a nuestros
hermanos que sufren y también para salir al encuentro del drama de la reducción
de la presencia cristiana en la tierra donde ha nacido y desde la cual se ha
difundido el cristianismo".
Entre cardenales, patriarcas y superiores de la
Secretaría de Estado han participado 86 personas. Tras el saludo del
Santo Padre, ha intervenido también el secretario de Estado, el cardenal Pietro
Parolín, quien se ha encargado de hablar sobre el encuentro precedente
celebrado del 2 al 4 de octubre.
Después, han intervenidos los cardenales y los
patriarcas presentes en el Aula del Sínodo. En total, las intervenciones han
sido unas treinta.
Los patriarcas de las Iglesias mediorientales, en
particular, han descrito la situación y problemas principales de las
respectivas Iglesias en los sus países. Según indica el comunicado de la Sala
de Prensa del Vaticano, "las intervenciones se han articulado sobre
algunos principios: la exigencia de paz y de reconciliación en Oriente Medio,
la defensa de la libertad religiosa, el apoyo a las comunidades locales, la
gran importancia de la educación para crear nuevas generaciones capaces de
dialogar entre ellos, el rol de la comunidad internacional".
Respecto al primer punto, "se ha subrayado
que Oriente Medio tiene una necesidad urgente de redefinir el propio
futuro", se ha destacado "la importancia de Jerusalén como 'capital
de la fe' para las tres grandes religiones monoteístas" y se ha
evidenciado la necesidad de llegar a una solución de los conflictos
israelí-palestino y sirio. Frente a las violencias perpetradas por el Estado
Islámico, se ha subrayado que no se puede matar en nombre de Dios.
En relación a la libertad religiosa se ha
insistido en que "la libertad de religión, junto a la de culto y
conciencia, es un derecho fundamental, innato y universal, un valor para toda
la humanidad". Y junto a este derecho, "se ha subrayado también la
línea de exigencia que a los cristianos se les reconozcan todos los derechos
civiles que a lo otros ciudadanos, sobre todo en los países en los que
actualmente las religión no está separada del Estado".
Al abordar el tema de la ayuda a las comunidades
locales de la región se ha reiterado que "un Oriente Medio sin cristianos
sería una grave pérdida para todos, ya que juegan un papel fundamental para
mantener el equilibrio en esa zona y por su gran compromiso en el ámbito de la
educación". Por lo tanto, han asegurado "es esencial alentar a los
cristianos para que permanezcan en Oriente Medio y perseveren en su misión,
también porque han contribuido al bienestar de los países en los que
viven".
Por otro lado, se ha reflexionado sobre el
problema de la emigración de los cristianos. "Deben encontrar acogida en
las Iglesias y en los Estados a los que emigran y deberían contar también con
estructuras pastorales adecuadas para los diversos ritos", han indicado.
Así como se ha solicitado "que prosiga el envío de ayudas humanitarias a
Oriente Medio para que los cristianos se sientan animados a permanecer en sus
tierras y a cultivar las diversas manifestaciones de solidaridad posibles por
parte de las Iglesias de otros países, por ejemplo, con viajes y
peregrinaciones".
Respecto a la educación, se ha recordado que en
muchos países de Oriente Medio los libros de texto de la escuela no hablan bien
de las religiones diversas de la que sigue el Estado y la necesidad de una
reflexión sobre este hecho por parte de las instituciones locales. Por esta
razón, "se ha evidenciado la necesidad de entablar un diálogo
interreligioso con los musulmanes, partiendo de la base común de la razón y de
una auténtica cooperación ecuménica, para que todas las Iglesias de Oriente
Medio hagan oír una única voz".
Para finalizar, se ha pedido a la comunidad
internacional que "garantice a los prófugos cristianos la posibilidad de
regresar cuanto antes a sus hogares, estableciendo 'zonas de seguridad', por
ejemplo, en la llanura de Nínive". Además, se ha lanzado un llamamiento en
favor de todas las personas secuestradas en Oriente Medio para que el mundo no
se olvide de ellas.
21.10.14
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