29 de febr. 2016

EL PAPA EN SANTA MARTA









El  Papa en Sta. Marta: ‘La salvación de Dios no sigue nuestros esquemas’
En la homilía de este lunes, el Papa invita a leer las bienaventuranzas y Mateo 25 y ver “si hay algo que me indigna” porque la indignación es un lujo que solo pueden permitirse los vanidosos
29 febrero 2016
 Ciudad del Vaticano). – El papa Francisco, en la homilía de la misa celebrada esta mañana en Santa Marta, recordó que la salvación de Dios no viene de las cosas grandes, del poder o del dinero, sino de las cosas pequeñas y sencillas.
Tal y como señaló el Papa, las lecturas del día nos hablan de la indignación: se indigna un leproso, Naamán el sirio, que pide al profeta Eliseo que lo cure, pero no aprecia la forma sencilla en la que esta sanación debería suceder. También se indignan los habitantes de Nazaret frente a las palabras de Jesús, su conciudadano. Es la indignación frente al proyecto de salvación de Dios que no sigue nuestros esquemas. Por eso, el Pontífice advirtió que no es “como nosotros pensamos que sea la salvación, esa salvación que todos queremos”.
Jesús siente el “desprecio” de “los doctores de la Ley que buscaban la salvación en la casuística de la moral” y en muchos preceptos, pero el pueblo no tenía confianza en ellos. De este modo indicó que los saduceos buscaban la salvación en los compromisos con los poderes del mundo. Y la gente no les creía. Pero sí creían en Jesús, “porque hablaba con autoridad”.
Y ¿por qué esta indignación? El Papa respondió que se debe a que en nuestra imaginación, “la salvación debe venir de algo grande, de algo majestuoso; solo nos salvan los poderosos, los que tienen fuerza, que tienen dinero, que tienen poder: estos pueden salvarnos”. Pero –recordó– el plan de Dios es otro. “Se indignan porque no pueden entender que la salvación solamente venga de lo pequeño, de la sencillez de las cosas de Dios”.
En esta línea, Francisco prosiguió asegurando que cuando Jesús hace la propuesta del camino de salvación nunca habla de cosas grandes sino de cosas pequeñas. Son “dos pilares del Evangelio” que se leen en Mateo, las bienaventuranzas, y en el capítulo 25, el Juicio Final.
Asimismo, invitó, como preparación a la Pascua, a leer las bienaventuranzas y Mateo 25 y así “pensar y ver si algo de esto nos indigna, me quita la paz. Porque la indignación es un lujo que solo pueden permitirse los vanidosos, los orgullosos”.
Finalmente, el Santo Padre recordó que nos hará bien tomar un poco de tiempo para leer las bienaventuranzas, leer Mateo 25 y estar atentos a qué sucede en nuestros corazón: “Si hay algo de indignación, pedir la gracia al Señor de entender que el único camino de la salvación es la ‘locura de la Cruz’, es decir la aniquilación del Hijo de Dios, del hacerse pequeño. Representado aquí, en el baño en el Jordán o en el pequeño pueblo de Nazaret”.
 01.03.16



El   Papa en Sta. Marta: Debemos perdonar como lo hace Dios, olvidando’
En la homilía de este martes, el Santo Padre recuerda que si tenemos el corazón cerrado, la misericordia de Dios no puede entrar
1 marzo 2016
El tiempo de cuaresma “nos prepare el corazón” al perdón de Dios y debemos perdonar nosotros como Él lo hace, es decir, “olvidando” las culpas de los demás. Así lo deseó el papa Francisco al finalizar la homilía de la misa celebrada esta mañana en Santa Marta.
De este modo, advirtió que la perfección de Dios tiene un punto débil exactamente allí donde la imperfección humana tiende a no hacer descuentos: la capacidad de perdonar.
Reflexionando sobre las lecturas del día, el Santo Padre indicó que el Evangelio presenta la célebre pregunta de Pedro a Jesús: ¿cuántas veces debo perdonar a un hermano que ha cometido una culpa en mi contra? La lectura del profeta Daniel, está centrada en la oración de joven Azarías, condenado a muerte  en un horno por haber rechazado adorar a un ídolo de oro, invoca entre las llamas la misericordia de Dios para el pueblo, pidiéndole contemporáneamente perdón para sí. Tal y como precisó el Papa, esta es la forma correcta de rezar. Sabiendo poder contar con un aspecto particular de la bondad de Dios.
Así, precisó en la homilía que “cuando Dios perdona, su perdón es tan grande que es como si olvidase”. Y añadió que es todo lo contrario a lo que hacemos nosotros con los chismorreos: “’pero este ha hecho eso, ha hecho eso, ha hecho eso’…y nosotros tenemos de tantas personas la historia antigua, media, medieval y moderna ¿eh? y no olvidamos”.
¿Por qué? El Pontífice explicó que es porque no tenemos el corazón misericordioso. La lecturas del joven Azarías es un llamamiento a la misericordia de Dios, para que nos dé el perdón y la salvación y olvidemos nuestros pecados.
Por otro lado, en el pasaje del Evangelio para explicar a Pedro que es necesario perdonar siempre, Jesús cuenta la parábola de los dos criados, el primero que obtiene el perdón de su rey, aún debiéndole una cifra enorme, y él mismo incapaz poco después de ser igualmente misericordioso con otro que le debía una pequeña cifra.
Al respecto, el Santo Padre señaló que “en el Padre Nuestro rezamos: ‘perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden’. Es una ecuación, van juntas. Si tú no eres capaz de perdonar, ¿cómo podrá perdonarte Dios? Él te quiere perdonar, pero no podrá si tú tienes el corazón cerrado y la misericordia no puede entrar. ‘Pero, Padre, yo perdono pero no puedo olvidar esa cosa fea que me han hecho…’. ‘Entonces pide al Señor que te ayude a olvidar’: pero esto es otra cosa. Se puede perdonar, pero olvidar no siempre se consigue. Pero ‘perdonar’ y  ‘me la pagarás’: ¡eso no!
El Santo Padre indicó que es necesario perdonar como lo hace Dios, perdonar al máximo. Y añadió que “el perdón que nos da Dios siempre es misericordia”.
Finalmente, manifestó su deseo para que la cuaresma “nos prepare el corazón para recibir el perdón de Dios”. Pero recibirlo y después hacer lo mismo con los otros: perdonar de corazón. “Quizá no me saludes nunca, pero en mi corazón yo te he perdonado. Y así nos acercamos a esta cosa tan grande, de Dios, que es la misericordia”, observó.
Al concluir, el Pontífice reconoció que perdonando abrimos nuestro corazón, Porque la misericordia de Dios entra y nos perdona, a nosotros. Porque todos nosotros tenemos motivos para pedir perdón: todos. Perdonemos y seremos perdonados. Tengamos misericordia con los otros y sentiremos esta misericordia de Dios que, cuando perdona ‘olvida’”.
 02.03.16



Audiencia del Papa: texto completo de la catequesis del 2 de marzo
En la audiencia general de esta semana el Santo Padre asegura que la Iglesia no tiene necesidad de dinero sucio sino corazones abiertos a la misericordia de Dios


Ciudad del Vaticano). – El santo padre Francisco durante la audiencia general de este miércoles ha precisado que el culto no pude reducirse a rituales pensando que son los sacrificios que nos salvan, cuando en verdad es la misericordia divina la que perdona gratuitamente el pecado.
Y recordó que existen benefactores de la Iglesia que vienen con la ofrenda, que entretanto es fruto de la sangre de tanta gente explotada, maltratada, esclavizada con trabajo mal pagado, ofrenda que merece ser rechazada. Porque a Dios es necesario acercarse con manos purificadas, evitando el mal y practicando el bien y la justicia.
Publicamos a continuación el texto completo de la catequesis.
“Queridos hermanos y hermanas, buenos días.
Hablando de la misericordia divina, hemos evocado varias veces la figura del padre de familia, que ama a sus hijos, les ayuda, los cuida y les perdona. Y como padre, les educa y les corrige cuando se equivocan, favoreciendo su crecimiento en el bien.
Es así que Dios es presentado en el primer capítulo del profeta Isaías, en el que el Señor, como padre afectuoso pero también atento y severo, se dirige a Israel acusándole de infidelidad y corrupción, para llevarlo de nuevo al camino de la justicia.
Inicia así nuestro texto: “¡Escuchen, cielos! ¡Presta oído, tierra! porque habla el Señor: Yo crié hijos y los hice crecer, pero ellos se rebelaron contra mí. El buey conoce a su amo y el asno el pesebre de su dueño; ¡pero Israel no conoce, mi pueblo no tiene entendimiento!” (1, 2-3).
Dios, mediante el profeta, habla al pueblo con la amargura de un padre decepcionado: ha hecho crecer a sus hijos, y ahora ellos se han rebelado contra Él. Incluso los animales son fieles a su amo y reconocen la mano que les da de comer; el pueblo sin embargo ya no reconoce a Dios, se niega a entender. Aún herido, Dios deja hablar al amor, y hace un llamamiento a la conciencia de estos hijos degenerados, para que se arrepientan y se dejen amar de nuevo. Y esto es lo que hace Dios. Viene a nuestro encuentro para que nos dejemos amar por Él, el corazón de nuestro Dios.
La relación padre-hijo, a la que a menudo los profetas hacen referencia para hablar de la relación de alianza entre Dios y su pueblo, se ha desnaturalizado. La misión educativa de los padres está dirigida a hacerle crecer en la libertad, a hacerles responsables, capaz de cumplir obras de bien para sí y para los otros. Sin embargo, a causa del pecado, la libertad se convierte en reivindicación de autonomía, reivindicación de orgullo y el orgullo lleva a la oposición y a la ilusión de la autosuficiencia.
Y es aquí donde Dios llama a su pueblo: ‘Os habéis equivocado de camino’. Llama de nuevo. Afectuosamente y amargamente dice “mi” pueblo, Dios nunca nos reniega. Nosotros somos su pueblo. El más malo, el más malo de los hombres, la más mala de las mujeres, el pueblo más malo, son sus hijos. Y este es Dios. Nunca, nunca nos renegó. Siempre dice: ‘hijo ven’. Este es el amor de nuestro padre. Y esta es misericordia de a Dios. Tener un padre así nos da esperanza, nos da confianza. Esta pertenencia debería ser vivida en la confianza y en la obediencia, con la conciencia de que todo es don que viene del amor del Padre. Y sin embargo, aquí está la vanidad, la necedad y la idolatría.
Por eso el profeta se refiere directamente a este pueblo con palabras severas para ayudarlo a entender la gravedad de su culpa:
“Ay, nación pecadora, […] hijos pervertidos! ¡Han abandonado al Señor, han despreciado al Santo de Israel, se han vuelto atrás! (v. 4).
La consecuencia del pecado ha sido un estado de sufrimiento, y sufre las consecuencias también el país, devastado y convertido como en un desierto, al punto que Sión, es decir Jerusalén, se convierte en inhabitable. Donde hay rechazo de Dios, de su paternidad, no hay más vida posible, la existencia pierde sus raíces, todo aparecer pervertido y aniquilado. Sin embargo, también en este momento doloroso está en vista la salvación. La prueba se da para que el pueblo pueda experimentar la amargura de quien abandona a Dios, y por tanto enfrentarse con el vacío desolador de una elección de muerte. El sufrimiento, consecuencia inevitable de una decisión autodestructiva, debe hacer reflexionar al pecador para abrirlo a la conversión y al perdón.
Es el camino de la misericordia divina: Dios no nos trata según nuestras culpas (cfr Sal 103,10). La punición se convierte en instrumento para provocar la reflexión. Se comprende así que Dios perdona a su pueblo, da la gracia y no destruye todo, pero deja abierta siempre la puerta a la esperanza. La salvación implica la decisión de escuchar y dejarse convertir, pero permanece siempre don gratuito.
El Señor, por tanto, en su misericordia, indica el camino que no es el de los sacrificios rituales, sino más bien de la justicia. El culto es criticado no porque sea inútil en sí mismo, sino porque, en vez de expresar la conversión, pretende sustituirla; y se convierte así en búsqueda de la propia justicia, creando la creencia engañosa de que sean los sacrificios los que salvan, y no la misericordia divina la que perdona el pecado.
Para entenderlo bien, cuando una está mal va al médico, cuando uno se siente pecador va al Señor. Pero si en vez de ir al médico va al brujo, no sana. Y muchas veces preferimos ir por caminos equivocados buscando una justificación, una justicia, una paz que nos viene regalada como don del propio Señor si no vamos sobre el camino y le buscamos a Él.
Dios, dice el profeta Isaías, no agradece la sangre de los toros y de los corderos (v. 11), sobre todo si la oferta se hace con las manos sucias de la sangre de los hermanos (v. 15). Y pienso en algunos benefactores de la Iglesia que vienen con la ofrenda, ‘toma para la Iglesia’. Y esta ofrenda es fruto de la sangre de tanta gente explotada, maltratada, esclavizada con trabajo mal pagado. Yo diré a esta gente, por favor, llévate tu cheque, quémalo. El pueblo de Dios, es decir, la Iglesia, no tiene necesidad de dinero sucio. Necesita corazones abiertos a la misericordia de Dios.
Es sin embargo necesario acercarse a Dios con manos purificadas, evitando el mal y practicando el bien y la justicia. Que bonito como termina el profeta: “¡Cesen de hacer el mal, aprendan a hacer el bien! ¡Busquen el derecho, socorran al oprimido, hagan justicia al huérfano, defiendan a la viuda” (vv. 16-17). Pensad en tantos, tantos refugiados que desembarcan en Europa y no saben donde ir.
Entonces, dice el Señor, los pecados, aún si fueran de color escarlata, se volverán blancos, como la nieve, este es el milagro del amor de Dios, y cándidos como la lana, y el pueblo podrá nutrirse de los bienes de la tierra y vivir en la paz (v. 19).
Es este el milagro del perdón que Dios, el perdón que Dios como Padre quiere donar a su pueblo. La misericordia de Dios se ofrece a todos, y estas palabras del profeta valen también hoy por nosotros, llamados a vivir como hijos de Dios”.
03.03.16





El   Papa en Sta. Marta: ‘La infidelidad a Dios endurece el corazón’
El Santo Padre asegura que la salida es confesarse, porque si nos reconocemos pecadores el corazón se abre y entra la misericordia de Dios

El papa Francisco ha asegurado este jueves que solo el corazón abierto es capaz de acoger la misericordia de Dios. Lo hizo durante la homilía de la misa celebrada esta mañana en Santa Marta. De este modo, reflexionó sobre la infidelidad del pueblo de Dios que solo puede ser vencida en el reconocerse pecadores y así iniciar un camino de conversión.
Haciendo referencia a las lecturas del día, Francisco recordó que podemos ver de un lado la fidelidad del Señor y de otro la “fidelidad fallida” de su pueblo. Al comentar la primera lectura, del Libro de Jeremías, el Papa subrayó que “Dios es siempre fiel, porque no puede renegarse a sí mismo” mientras que el pueblo no escucha su Palabra.
Tal y como explicó el Pontífice, Jeremías no cuenta por tanto las “muchas cosas que ha hecho Dios para atraer los corazones de la gente”, pero el pueblo permanece en su infidelidad. Esta infidelidad del pueblo de Dios — afirmó– también la nuestra, nuestra propia infidelidad, nos endurece el corazón: ¡cierra el corazón!

En esta línea, precisó que este corazón “no deja entrar la voz del Señor que, siendo padre amoroso, nos pide siempre abrirnos a su misericordia y a su amor”.
En el salmo hoy se proclama: “Escuchad hoy la voz del Señor. ¡No endurezcáis vuestro corazón! Por eso, el Santo Padre aseveró que el Señor siempre nos habla así, también con ternura de padre nos dice: ‘Volved a mí con todo el corazón, porque soy misericordioso y piadoso’. Pero cuando el corazón está duro esto no se entiende. La misericordia de Dios solamente se entiende si tú eres capaz de abrir tu corazón, para que pueda entrar”.
Al respecto, el Papa advirtió de que “el corazón se endurece y vemos la misma historia” en el pasaje del Evangelio de Lucas, donde Jesús es desafiado por aquellos que habían estudiado las Escrituras, “los doctores de la ley que conocían la teología, pero estaban muy cerrados”. En cambio la multitud “estaba sorprendida”, “¡tenía fe en Jesús. Tenía el corazón abierto, imperfecto, pecador, pero el corazón abierto”.
El Papa observó que estos teólogos “tenían una actitud cerrada”, “siempre buscando una explicación para no entender el mensaje de Jesús”, “le pedían un signo del cielo. ¡Siempre cerrados! Era Jesús que justificaba lo que hacía”.
Asimismo, el Santo Padre recordó que “esta es la historia, la historia de esta fidelidad fallida. La historia de los corazones cerrados, de los corazones que no dejan entrar la misericordia de Dios, que han olvidado la palabra ‘perdón’ — ‘perdóname Señor’– simplemente porque no se sienten pecadores: se sienten jueces de los otros”. Y Jesús explica esta fidelidad fallida con dos palabras claras, para poner fin, para terminar este discurso de estos hipócritas: ‘Quien no está conmigo está contra de mí’.
Pero, el Papa también reconoció que hay un posible “camino”, una “salida”. Confesarse. “Si tú dices ‘soy un pecador’, el corazón se abre y entra la misericordia de Dios y comienzas a ser fiel”.
Para finalizar la homilía, el Papa invitó a pedir al Señor la gracia de la fidelidad. “Y el primer paso para ir en este camino de la fidelidad es sentirse pecador. Si tú no te sientes pecador, has empezado mal”. Pidamos la gracia –concluyó– de que nuestro corazón no se endurezca, que se abra a la misericordia de Dios, y la gracia de la fidelidad.
04.03.16



El   Papa expresa su dolor por el atentado en Yemen
Califica el acto como violencia insensata y diabólica. Murieron doce personas, entre ellas cuatro Misioneras de la Caridad

El papa Francisco se siente “profundamente dolorido” por la noticia del asesinato de cuatro Misioneras de la Caridad en Yemen, junto con otras doce personas, en un atentado terrorista.
En un telegrama, firmado por el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado, el Pontífice asegura sus “oraciones por las familias de las víctimas de este acto de violencia insensata y diabólica”. Del mismo modo, asegura su oración para que esta matanza “despierte las conciencias, guíe a un cambio de los corazones e inspire a todas las partes a deponer las armas y comience un camino de diálogo”.
En nombre de Dios, el papa Francisco pide a todos “renunciar a la violencia, renovar el propio compromiso por la gente de Yemen, en particular los más necesitados” que las misioneras de Madre Teresa “han tratado de servir”.
Finalmente, el Santo Padre imparte su bendición apostólica a los que sufren a causa de la violencia y en particular a las Misioneras de la Caridad.
Este viernes cuatro religiosas Misioneras de la Caridad, la Congregación fundada por la madre Teresa de Calcuta, fueron asesinadas por un comando de hombres armados que atacaron su convento, en la ciudad yemení de Aden. Lo confirmó la Agencia Fides, citando fuentes del Vicariato apostólico de Arabia meridional. Además de las religiosas, también fueron asesinados durante el ataque terrorista, el conductor y al menos otros dos colaboradores de la comunidad. Entre las víctimas también hay ancianos y discapacitados que recibían asistencia de la comunidad.
06.03.16




El  Papa en el ángelus: Dios nos ha hecho el gran regalo de la libertad
 El Santo Padre reflexiona sobre la parábola del hijo pródigo. Expresa su cercanía a las Misioneras de la Caridad y asegura que son los “mártires” de hoy

 El papa Francisco se ha asomado un domingo más a la ventana del estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para rezar el ángelus con los fieles reunidos en la plaza de San Pedro.
Estas son las palabras del Santo Padre antes del ángelus:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En el capítulo quince del Evangelio de Lucas encontramos las tres parábolas de la misericordia: la de la oveja encontrada (vv. 4-7), la de la moneda encontrada (vv. 8-10), y la gran parábola del hijo pródigo, o mejor, del padre misericordioso (vv. 11-32). Hoy sería bonito que cada uno de nosotros, tomase el Evangelio y en el capítulo quincie de Lucas y lea las tres parábolas. Hoy, dentro del itinerario cuaresmal, el Evangelio nos presenta precisamente esta última parábola, que tiene como protagonista a un padre con sus dos hijos. La historia nos da a entender algunas características de este padre: es un hombre siempre preparado para perdonar y que espera contra toda esperanza. Conmociona sobre todo su tolerancia delante de la decisión del hijo más pequeño de irse de casa: podría haberse opuesto, sabiendo que todavía es inmaduro, joven chico o buscar algún abogado para no darle la herencia porque estaba todavía vivo. Sin embargo le permite marchar, aún viendo los posibles riesgos. Así actúa Dios con nosotros: nos deja libres, también para equivocarnos, porque creándonos nos ha hecho el gran regalo de la libertad. Nos toca a nosotros hacer buen uso de ella. Este regalo de la libertad que nos da Dios, me emociona siempre.

Pero el desapego de ese hijo es solo físico. El padre lo lleva siempre en el corazón, espera con confianza su regreso, escruta el camino con la esperanza de verlo. Y un día lo ve aparecer a lo lejos (cfr v. 20). Pero esto significa que este padre, cada día subía a la terraza a mirar para ver si volvía su hijo. Entonces se conmueve, corre a su encuentro, lo abraza, lo besa. ¡Cuánta ternura! Y este hijo había hecho cosas… Pero el padre lo recibe así.

La misma actitud reserva el padre al hijo mayor, que siempre se ha quedado en casa, y ahora está indignado y protesta porque no entiende y no comparte toda la bondad hacia el hermano que se ha equivocado. El padre sale al encuentro también de este hijo y le recuerda que ellos han estado siempre juntos, tienen todo en común (v. 31), pero es necesario acoger con alegría al hermano que finalmente ha vuelto a casa. Y esto me hace pensar algo, cuando uno se siente pecador, se siente realmente poca cosa, o como algunos he escuchado, tanta gente que dice ‘Padre soy una basura’. Es uno el que va al padre. Sin embargo cuando uno se siente justo, ‘yo siempre he hecho las cosas bien’. También el padre viene a buscarnos porque esa actitud de sentirse justo es una actitud mala, es la soberbia, es del diablo. El padre espera a los que se reconocen pecadores y va a buscar a aquellos que se sienten justos. Este es nuestro padre.

En esta parábola se puede intuir también un tercer hijo. Tercer hijo, ¿dónde? ¡escondido! El que era de condición divina, “no consideró esta igualdad con Dios, se anonadó a sí mismo,

tomando la condición de servidor” (Fil 2,6-7). Este Hijo-Siervo, es Jesús, es la extensión de los brazos y del corazón del Padre: Él ha acogido el prodigio y ha lavado sus pies sucios; Él ha preparado el banquete para la fiesta del perdón. Él, Jesús, nos enseña a ser “misericordiosos como el Padre”.
La figura del padre de la parábola desvela el corazón de Dios. Él es el Padre misericordioso que en Jesús nos ama más allá de cualquier medida, espera siempre nuestra conversión cada vez que nos equivocamos; espera nuestro regreso cuando nos alejamos de Él pensando que podemos solos; está siempre preparado a abrirnos sus brazos cualquier cosa haya sucedido. Como el padre del Evangelio, también Dios continúa considerándonos sus hijos cuando nos hemos perdidos, y viene a nuestro encuentro con ternura cuando volvemos a Él. Y nos habla con tanta bondad cuando nosotros creemos ser justos. Los errores que cometemos, aunque sean grandes, no rompen la fidelidad de su amor. En el sacramento de la Reconciliación podemos siempre comenzar de nuevo: Él nos coge, nos restituye la dignidad de sus hijos, y nos dice ‘ve adelante, en paz, levántate, ve adelante’.
En este tramo de Cuaresma que aún nos separa de la Pascua, estamos llamados a intensificar el camino interior de conversión. Dejémonos alcanzar por la mirada llena de amor de nuestro Padre, y volvamos a Él con todo el corazón, rechazando cualquier compromiso con el pecado. La Virgen María nos acompañe hasta el abrazo regenerador con la Divina Misericordia.
Después del ángelus,
Queridos hermanos y hermanas,

Expreso mi cercanía a las Misioneras de la Caridad por el grave luto que las ha golpeados hace dos días con el asesinato de cuatro religiosas en Aden, en Yemen, donde asistían a los ancianos. Rezo por ellas y por las otras personas asesinadas en el ataque, y por los familiares. Estas son los mártires de hoy, y no son portada de los periódicos. No son noticia. Estos dan su sangre por la Iglesia. Son víctimas del ataque de esos que las han matado y también de la indiferencia, de esta globalización de la indiferencia, que no importa. Madre Teresa acompañe en el paraíso a estas hijas suyas mártires de la caridad, e interceda por la paz y el sagrado respeto de la vida humana.

Como signo concreto de compromiso por la paz y la vida quisiera citar y expresar admiración por la iniciativa de los pasillos humanitarios para los refugiados, iniciada recientemente en Italia. Este proyecto piloto, que une la solidaridad y la seguridad, consiente ayudar a personas que huyen de la guerra y de la violencia, como los cien de refugiados ya trasladados en Italia, entre los cuales niños enfermos, personas discapacitadas, viudas de guerra con hijos y ancianos. Me alegro también porque esta iniciativa es ecuménica, siendo sostenida por la Comunidad de San Egidio, Federaciones de las Iglesias Evangélicas Italianas, Iglesias Valdenses y Metodistas.
Os saludo a todos vosotros, peregrinos venidos de Italia y de muchos países, en particular los fieles de la Misión Católica de Hagen (Alemania), como también los de Timisoara (Rumanía), Valencia (España) y Dinamarca.
Saludo a los grupos parroquiales de Taranto, Avellino, Dobbiaco, Fane (Verona) y Roma; los jóvenes de Milán, Almenno San Salvatore, Verdellino-Zingonia, Latiano, y los jóvenes de Vigonovo; las Escuelas “Don Carlo Costamagna” de Busto Arsizio e “Inmaculada” de Soresina; los grupos de oración “Santa María de los Ángeles y de la Esperanza”; la Confederación Nacional Ex-alumnos de la Escuela Católica.
Pido por favor un recuerdo en la oración por mí y por mis colaboradores, que desde este tarde y hasta el viernes haremos los Ejercicios Espirituales.
Os deseo a todos un buen domingo. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!
07.03.16



Francisco lamenta que los cristianos perseguidos no sean noticia

No hay noticias del sacerdote secuestrado en Yemen. Los salesianos indican que ‘quedarse en los lugares con división y la pobreza testimonia la fe en el mensaje cristiano’

7 marzo 2016

Ciudad del Vaticano). – El papa Francisco reiteró este domingo, después de la oración del ángelus, “su cercanía a las Misioneras de la Caridad por el grave luto que las ha golpeados” con el asesinato de cuatro religiosas en Yemen, “donde asistían a los ancianos”. Y añadió que reza por ellas y por las otras personas asesinadas en el ataque, así como por sus familiares.

El acto terrorista del jueves pasado en  la ciudad de Aden, concluyó con el asesinato de 4 religiosas de la orden fundada por Madre Teresa de Calcuta, de otras 12 personas que se encontraban en la estructura y con el secuestro del  sacerdote salesiano, Tom Uzhunnalil.

“Estas son los mártires de hoy” dijo el Papa que lamentó: “No son portada de los periódicos. No son noticia”.

El Pontífice señaló además que estas personas que dan su sangre por la Iglesia, son víctimas de esos que las han matado, pero también “de esta globalización de la indiferencia”.

“Madre Teresa acompañe en el paraíso –concluyó el Santo Padre– a estas hijas suyas mártires de la caridad, e interceda por la paz y el sagrado respeto de la vida humana”.

Sobre el secuestro del sacerdote salesiano Tom Uzhunnalil, quien vivía en la estructura de Aden, aún no hay noticias.

El vicario del rector Mayor de los Salesianos, Francesco Cereda señaló que “la situación sigue siendo incierta y no estamos en condiciones de proporcionar detalles específicos sobre lo que podría haber sucedido a nuestro hermano y dónde se encuentra en este momento. Si bien los salesianos se encuentran en contacto con las autoridades locales”.

El vicario salesiano señaló la esperanza de que el sacerdote secuestrado “pueda estar pronto entre nosotros y continuar con su valioso servicio que desarrollaba en la misión”.

El vicario Cereda recordó también “la violencia sin sentido”, que ha truncado la vida a las religiosas y otras personas, y recordó la esperanza fundada en Cristo “que cada gota de sangre derramada sea semilla de los frutos de la paz”.
“Como Don Bosco y Madre Teresa que hicieron de su servicio a los últimos la misión de la propia vida y el camino para la santidad; el quedarse en los lugares marcados por la división y la pobreza, testimonia la fe en el mensaje cristiano” concluye el comunicado.
  08.03.16


La Iglesia debe hacer que brille Dios y no ella misma’

Tercer día de retiro del papa Francisco y la Curia romana. Meditación de los ejercicios espirituales predicados por el padre Ermes Ronchi



Ejercicios Espirituales del Papa y la Curia 



Ciudad del Vaticano). – La Iglesia debe “apartarse” para que en su anuncio brille siempre el rostro de Dios y no ella misma. Esta es la indicación el padre Ermes Ronchi en la cuarta meditación de los ejercicios espirituales que el religioso está predicando al papa Francisco y a la Curia romana, en la casa Divin Maestro en Ariccia. La reflexión del martes por la mañana ha sido tomada del pasaje del Evangelio en el que Pedro hace su profesión de fe a Cristo.

La pregunta que Jesús dirige a sus discípulos resuena al refugio del “lugar apartado” donde les llevó el Maestro. Por algunos momentos solo “silencio, soledad, oración”. Solo un momento de intimidad “entre ellos y entre ellos y Dios”. Y en ese silencio, esa pregunta de Jesús que parece un “sondeo de opinión”: ¿la gente quién dice que soy yo?

El padre Ermes, puso al papa Francisco y a sus colaboradores de la Curia frente a este misma situación. Y sobre todo a ese “pero” que Jesús añade, que excava en el alma: ¿pero vosotros quién decís que soy yo? El predicador explicó que es una forma de decir a los suyos que no se conformen con lo que dice la gente porque “la fe no avanza de oídas”. “La respuesta que Jesús busca no son palabras. Él busca personas. No definiciones sino implicaciones: ¿qué te ha sucedido cuando me has encontrado? Jesús es el maestro del corazón, Jesús no da lecciones, no sugiere respuestas, te conduce con delicadeza y buscando dentro de ti. Y yo quisiera responder: ¡encontrarte ha sido la mejor cosa de mi vida! Tú eres lo mejor que me ha pasado”.

El predicador de los ejercicios recordó que “¿quién soy yo para ti?” es una pregunta de “enamorados”. Y lo que conmueve es que Jesús “no adoctrina a nadie”. Los discípulos no deben temer dar respuestas preconfeccionadas a esa pregunta, “no hay ningún Credo para componer”, afirmó el padre Ronchi.

A Jesús le interesa saber si los suyos tienen abierto el corazón. Afirmar, como hace Pedro, que Cristo es “el hijo de Dios Viviente” es una verdad que tiene sentido si Cristo “está vivo dentro de nosotros”. Así, subrayó Ronchi, “nuestro corazón puede ser la cuna o la tumba de Dios”.
Y añadió: “¿queréis saber realmente algo de mí, dice Jesús, y al mismo tiempo algo de vosotros? Os doy una cita: un hombre en la cruz. Uno que está puesto en lo alto. Antes aún, el jueves, la cita de Cristo será otra: uno que se rebaja. Se ciñe una toalla y se arrodilla para lavar los pies a los suyos”. Asimismo, el predicador reconoció que Pablo tiene razón: “el cristianismo es un escándalo o una locura. Ahora entendemos quién es Jesús: y besó al que le traicionó. No rompe a nadie, se rompe a sí mismo. Y no derrama la sangre de nadie, derrama la suya. No sacrifica a nadie, se sacrifica a sí mismo”.
Hasta el momento de esa pregunta hecha en el silencio, los discípulos no han entendido todavía qué le iba a pasar al maestro. Por eso Jesús es claro al imponerles no decir nada a la gente. “Una orden servera” que “alcanza a toda la Iglesia” porque “a veces hemos predicado un rostro deformado de Dios”, aseguró el predicador.
En esta misma línea, el padre Ronchi aseguró que los eclesiásticos “parecemos todos iguales”, mismos gestos, palabras, vestimenta. Pero la gente se pregunta: “Dime tu experiencia de Él”. Y Cristo, prosiguió, “no es lo que digo de Él, sino lo que vivo de Él”. Por eso, subrayó que “no somos nosotros los mediadores entre Dios y la humanidad, el verdadero mediador es Jesús”.
Para concluir la predicación, el padre Rochi precisó que como Juan Bautista, debemos preparar el camino y después “apartarnos”.
Finalmente les invitó a pensar en la belleza de una iglesia que no enciende los focos sobre ella sino sobre Otro. El sueño de Dios –precisó el predicador– no es un desfile interminable de hombres, mujeres y niños, cada uno con su cruz sobre los hombros. Sino de gente encaminada hacia una vida buena, satisfecha y creativa. Una vida que cuesta un precio tenaz de compromiso y de perseverancia. Pero también un precio dulce, de luz: ¡el tercer día resucitará!
  09.03.16
 
El   Papa pide que los laicos latinoamericanos participen más en la vida pública
Invitación del papa Francisco al concluir la plenaria de la Pontificia Comisión de América Latina


















El papa Francisco con la Pontificia comisión para América Latina 


.- El papa Francisco invitó a los laicos de América Latina a participar más en la vida pública de sus países. Lo hizo al dirigirse a la plenaria de la Pontifica Comisión de América Latina (CAL) reunida al concluir el 4 de marzo en el Vaticano su asamblea plenaria de cuatro días.
El cardenal Marc Ouellet, presidente de la CAL, dirigiéndose al Santo Padre “venido de América Latina“ y a “quien servimos de todo corazón”, le agradeció la audiencia concedida, y señaló que durante la Plenaria se han abordado las situaciones que Francisco “ha ido señalando en sus viajes apostólicos en los países latinoamericanos” como la pobreza y exclusión, desigualdades sociales, narcotráfico, corrupción y violencias.
Y esto requiere la intervención de “nuevas generaciones de laicos católicos, partícipes en la dialéctica democrática, coherentes con su fe” que sean capaces de “abrir caminos al Evangelio para ir creando condiciones de mayor dignidad, justicia, fraternidad y paz para todos”.
El Santo Padre, informó la Pontificia Comisión a ZENIT, resaltó en sus palabras la importancia y la actualidad del tema de la Plenaria: “El indispensable compromiso de los laicos en la vida pública de los países latinoamericanos”, y señaló la necesidad urgente de una reflexión que no se quede en un texto, sino que conduzca a la acción.
Concretamente, habló de la necesidad de que los pastores sean guías de su gente viviendo con ella, estando en medio de su pueblo, “detrás de él” para ayudar y encaminar a los rezagados y “delante de él” para guiarlo.
Pero al mismo tiempo señaló dos grandes vicios de la relación entre los laicos y la jerarquía: el clericalismo y el pelagianismo, siendo el primero tal vez el más extendido y pernicioso, pues reduce al laico a una especie de colaborador del sacerdote o a un actor pasivo cuya acción se limita a seguir las consignas de los clérigos.
En este sentido, afirmó el Papa rotundamente que “entramos a la Iglesia como laicos, no como sacerdotes”, recordando repetidas veces durante su discurso la importancia que tiene por ello la noción de “pueblo de Dios”.
Invitó así a todos los asistentes –que incluían a tres laicos que participaron como invitados en la Asamblea– a trabajar intensamente por impulsar desde la Iglesia, la real inserción de los laicos en la vida pública de los países de América Latina y a una verdadera “conversión pastoral” que favorezca dicho cometido.
La plenaria inició su labor el martes con una celebración eucarística en la basílica de San Pedro, ante la tumba del apóstol Pedro. Entre las disertaciones estuvo la del Dr. Guzmán Carriquiry: sobre cómo explicar “la notable ausencia en el ámbito político, comunicativo y universitario de voces e iniciativas de líderes católicos”.
El cardenal Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara, dio una conferencia sobre “Criterios y modalidades para la formación de una nueva generación de laicos católicos como constructores de sociedad”.
En cambio el arzobispo de San Pablo, cardenal Odilo Scherer, habló de “Escucha, sostén, compañía y guía de los Pastores a los laicos comprometidos en la vida pública: ¿cómo realizarlas?”
Por su parte el cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa, abordó el tema: “Hacia un proyecto histórico para América Latina: aportes fundamentales de los católicos para un ‘programa’ de transformación social y construcción nacional en América Latina”. El cardenal Ouellet, al concluir el evento, presentó además un proyecto de recomendaciones pastorales.
El cardenal canadiense señaló también durante el congreso que entre los objetivos se inserta la colaboración entre la Comisión Pontificia y el CELAM, que tiene ya como horizonte próximo la Celebración continental del Jubileo de la Misericordia, que se realizará en Bogotá del 27 al 30 de agosto del este año.
10.03.16


El   Papa cambia las normas administrativas en los procesos de canonización

Se cumple así un nuevo paso hacia la transparencia en las cuestiones económicas en el Vaticano

10 marzo 2016

Ciudad del Vaticano). – El papa Francisco ha aprobado las nuevas “Normas sobre la administración de los bienes de las Causas de beatificación y canonización” derogando así las precedentes aprobadas por san Juan Pablo II del 20 de agosto de 1983. Esta nueva normativa entra en vigor ad experimentum durante tres años.

Se volverá así aún más transparente, clara y funcional la gestión de los bienes, donaciones, gastos y honorarios, necesarios para llevar adelante los procesos durante los cuales la Iglesia debe determinar si un difunto puede o no recibir culto público. Además los promotores de las causas y los obispos diocesanos competentes estarán más implicados.

En el escrito en el que se publican las nuevas normas, se recuerda que las Causas de beatificación y canonización, que por su complejidad requieren mucho trabajo, conllevan gastos para la divulgación del conocimiento de la figura del siervo de Dios o beato, para la investigación diocesana, para la fase romana y, finalmente, para la celebración de la beatificación o canonización.

En lo que se refiere a la fase romana, la Sede Apostólica, dada la naturaleza peculiar de bien público de las Causas, sostiene los costes, al cual los promotores participan a través de una contribución, y vigila que los honorarios y los gastos sean contenidos y tales que no obstaculicen el proceso.

Por tanto, son muchos los gastos y el Pontífice quiere que sean gestionados de forma más clara y funcional. En esta línea se ha introducido una figura nueva que es la del administrador, que será nombrado por el promotor de la causa –con el consenso del obispo o del eparca– que se ocupa de todos los asuntos económicos hasta ahora confiados al postulador. Será una especie de vigilante que haga un seguimiento de los gastos y gestione el fondo de los bienes para los gastos de la Causa, para evitar especulaciones o movimientos ocultos de dinero en las causas.
La nueva normativa precisa que el promotor constituye este fondo de bienes para los gastos de la Causa, procedente de ofrendas tanto de personas físicas como de personas jurídicas, que es considerado, por motivo de su naturaleza particular, “fondo de Causa pía”. Y se indica que “la administración del fondo debe respetar escrupulosamente la intención de los oferentes, tener una contabilidad regularmente actualizada, redactar anualmente los balances para presentar al promotor para la aprobación correspondiente, enviar al postulador una copia de los balances”.
Cuando el promotor pretenda utilizar una sola parte de los bienes para fines diferentes a las Causa tendrá que obtener la autorización de la Congregación de las Causas de los Santos.
El promotor, una vez que recibe el balance, después de aprobarlo, tiene que enviar una copia a la autoridad competente para la vigilancia. De este modo, en caso de incumplimiento o de abusos de naturaleza administrativo-financiera por parte de los que participan en el desarrollo de la Causa, el dicasterio intervendrá disciplinariamente.
El llamado Fondo de Solidaridad, que es alimentado con las ofrendas libres de los promotores y de cualquier otra fuente, se constituye ante la Congregación de las Causas de los Santos. En los casos en los que haya una dificultad real para sostener los costes de una Causa en fase romana, el promotor puede pedir una contribución a la Congregación. Estos, antes de enviar cualquier solicitud, verifican la situación económica y financiera del fondo y la imposibilidad  de alimentarlo encontrando más subsidios. La Congregación de las Causas de los Santos valorará caso por caso.
Una vez celebrada la beatificación o la canonización, la administración del fondo rinde cuentas de los bienes a la administración general para la correspondiente aprobación. Después de la canonización, la Congregación de las Causas de los Santos, en nombre de la Sede Apostólica, dispone la posible permanencia del fondo, teniendo en cuenta las peticiones de uso por parte del promotor. Cumplidos los requisitos, el fondo de la Causa y la postulación cesan de existir.
11.03.16 
 
Francisco al concluir el retiro pide ‘descubrir la valentía de soñar’
Tras cinco días de retiro, el Santo Padre regresa a Roma en autobús junto con sus colaboradores de la Curia Romana
11 marzo 2016
















El papa en el retiro

  


Ciudad del Vaticano).- Descubrir la valentía de soñar, como tuvieron los santos del porte de Francisco Javier, que durante toda la vida cultivó el sueño de llegar a China para predicar. Esta fue la recomendación del papa Francisco al concluir los ejercicios espirituales a los cuales participó junto a sus colaboradores de la Curia Romana.
Lo hizo durante la mañana de este viernes en la capilla de la casa de retiro de los paulinos, la Casa Divin Maestro, al agradecer al predicador Ermes Ronchi, “por predicar con tanta pasión”, según indicó una noticia publicada en la web del Osservatore Romano.
Antes de dejar el instituto, el Pontífice ha saludado al personal de la casa y a los superiores de la Sociedad San Pablo. Su regreso al Vaticano fue en uno de los tres autobuses acompañado por los demás participantes del retiro.
Estos días de reflexión iniciaron el domingo 6 por la tarde en los ejercicios espirituales “Las preguntas desnudas del Evangelio” y concluyeron con una meditación mariana que se inspiró a la Anunciación, en particular a la pregunta que la Virgen María le planteó al ángel: ¿Cómo se realizará esto? El predicador religioso de los Siervos de María ha recordado estas palabras para presentar la maravilla de una fe que llega a lo cotidiano en la sencillez de una vida tocada por la gracia de Dios.
Al concluir, el padre Ronchi, por indicación del Papa, impartió la bendición con la indulgencia plenaria.
12.03.16




El Papa en la audiencia jubilar: el amor lleva a compartir los dones recibidos
El papa Francisco señala que Dios sugiere compartir, incluso a muchos que no son cristianos
12 marzo 2016

















El Papa en el momento en el que saluda a los peregrinos jóvenes durante la audiencia (Copyright Osservatore Romano)


 Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco llegó esta mañana –aún de invierno pero soleada– a la tercera audiencia mensual que se realiza con motivo del Jubileo de la Misericordia. Tras saludar desde el jeep abierto a los miles de peregrinos allí presentes, en particular a los ancianos, enfermos y niños.
Tras la lectura del evangelio de san Juan, que narra cuando el Señor, lava los pies a sus discípulos, el Papa recuerda que Jesús “les manda que hagan esto mismo entre ellos”.
Así “Jesús enseña a sus discípulos que el servicio es el camino que deben recorrer si quieren vivir su fe en él y dar testimonio del amor”. Porque el lavatorio de los pies “nos muestra el modo de actuar de Dios para con el hombre, no con palabras, sino con obras y en verdad. El amor se concreta en el servicio humilde, hecho en el silencio y en lo escondido”.
El Pontífice añadió que el amor “se manifiesta también cuando ponemos a disposición de la comunidad los dones recibidos del Espíritu Santo, y cuando compartimos los bienes materiales para que nadie carezca de lo necesario”.
“El compartir y la donación a los que lo necesitan –aseveró el Santo Padre– es un estilo de vida, un camino de auténtica humanidad, que Dios sugiere incluso a muchos que no son cristianos”.
Y por último animó a no olvidarse que “la invitación a lavarnos recíprocamente los pies” significa “vivir en nuestra vida el mandamiento nuevo del amor, confesando mutuamente nuestras faltas, perdonándonos de corazón y rezando los unos por los otros”.
Después de la catequesis, en los saludos a los diversos grupos de peregrinos saludó a los provenientes de España, Latinoamérica y Guinea Ecuatorial. “Que en la fiesta ya cercana de la Pascua” debemos aprender que “ser misericordiosos como el Padre significa seguir a Jesús por el camino del servicio”.
La audiencia concluyó con el canto del Padre Nuestro y con la bendición apostólica.
Texto completo de la audiencia jubilar del sábado 12 de marzo de 2016


Roma).- Este sábado por la mañana el papa Francisco concedió la tercera audiencia con motivo del Jubileo de la Misericordia, en la cual siguiendo con las meditaciones sobre el tema ‘misericordia y servicio’, señalando como san Pedro se opuso a la idea de lavar los pies, y en cambio Jesús con este gesto nos enseña a ser servidores, más aún: siervos, como Él ha sido siervo para nosotros. Porque el amor es el servicio concreto que nos damos los unos a los otros.
Indicó que lavarse los pies significa también confesarnos mutuamente las faltas y rezar los unos por los otros, para saber perdonar de corazón. Y que servir olvidándose de sí mismo esto es amor, porque ser misericordiosos como el Padre, significa seguir a Jesús en el camino del servicio.
A continuación el texto completo de la audiencia
« Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! Nos estamos acercando a la fiesta de Pascua, misterio central de nuestra fe. El evangelio de Juan -como hemos escuchado- narra que antes de morir y resucitar por nosotros, Jesús cumplió un gesto que quedó esculpido en la memoria de los discípulos: ¡el lavado de los pies!
Un gesto sorpresivo y que los trastornó, al punto que Pedro no quería aceptarlo. Quisiera detenerme en las palabras finales de Jesús: “¿Entienden lo qué he hecho por ustedes? […] Si yo, el Señor y el Maestro les he lavado los pies, también ustedes tienen que lavarse los pies los unos a los otros”.
Así Jesús le indica a sus discípulos el servicio como el camino que es necesario recorrer para vivir la fe en Él y dar testimonio de su amor. El mismo Jesús ha aplicado a sí la imagen del ‘Siervo de Dios’ utilizada por el profeta Isaías, ¡Él que es el Señor, se vuelve siervo!
Lavando los pies a los apóstoles, Jesús quiso revelar la manera de actuar de Dios hacia nosotros, y dar el ejemplo de su ‘mandamiento nuevo, de amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado, o sea dando la vida por nosotros. El mismo Juan lo escribe en su Primera Carta: “De esto hemos conocido el amor: Él ha dado su vida por nosotros; por lo tanto también nosotros tenemos que dar la vida por nuestros hermanos […] Hijos, no amemos con palabras ni con la lengua, pero con los hechos y en la verdad”.
El amor, por lo tanto, es el servicio concreto que nos damos los unos a los otros. El amor no son palabras, son obras y servicio; un servicio humilde, hecho en el silencio y escondido, como Jesús mismo ha dicho: “No sepa tu izquierda lo que hace tu derecha”.
Esto comporta poner a disposición los dones que el Espíritu Santo nos ha dado, para que la comunidad pueda crecer. Además se expresa en el compartir los bienes materiales, para que nadie tenga necesidad. Esto de compartir y de dedicarse a quien está en necesidad es un estilo de vida que Dios sugiere también a muchos no cristianos, como un camino de auténtica humanidad.
Como última cosa, no nos olvidemos que lavando los pies a los discípulos y pidiéndoles que hagan lo mismo, Jesús nos ha invitado también a confesarnos mutuamente nuestras faltas y a rezar los unos por los otros, para saber perdonarnos de corazón.
En este sentido, nos acordamos de las palabras del santo obispo Agustín cuando escribía: “No desdeñe el cristiano hacer lo que hizo Cristo. Porque cuando el cuerpo se dobla hasta los pies del hermano, también el corazón se enciende, o si ya estaba se alimenta el sentimiento de humildad […]
Perdonémonos mutuamente de nuestros errores y recemos mutuamente por nuestras culpas y así en de algún modo nos lavaremos los pies mutuamente.
El amor, la caridad y el servicio, ayudar a los otros, servir a los otros. Hay tanta gente que pasa la vida así, sirviendo a los otros. La semana pasada he recibido una carta de una persona que me agradecía por el Año de la Misericordia; me pedía rezar por él, para que pudiera estar más cerca del Señor.
La vida de esta persona es atender a la mamá y a los hermanos: la mamá en cama, anciana, lúcida pero no se puede mover y el hermano es discapacitado, en una silla de ruedas. Esta persona, su vida es servir, ayudar. ¡Y esto es amor! Cuando tú te olvidas de ti mismo, piensas a los otros, esto es amor!
Y con el lavado de los pies el Señor nos enseña a ser servidores, más aún: siervos, como Él ha sido siervo para nosotros, para cada uno de nosotros.
Por lo tanto queridos hermanos y hermanas, ser misericordiosos como el Padre, significa seguir a Jesús en el camino del servicio. Gracias».
13.03.16




Texto completo del ángelus del domingo 13 de marzo de 2016
El Papa en el ángelus explica: ‘Dios no nos clava en nuestro pecado’, nos quiere liberar y esto es posible

En este quinto domingo de cuaresma, varios miles de fieles se reunieron en la plaza de San Pedro para rezar la oración del ángelus y recibir la bendición del papa Francisco, se dirigió a los presentes desde  la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico. Abordando el tema del Evangelio del dia, el de la mujer adúltera, el Santo Padre recuerda que Dios no nos clava en nuestro pecado, que la adúltera quizás por primera siente reconocida su dignidad de persona, porque el Señor  quiere la dignidad para cada uno de nosotros y nuestra conversión. Y que esto con la gracia de Dios es posible.
A continuación el texto completo antes de la oración del ángelus:
«Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de este quinto domingo de cuaresma, es tan lindo, a mi me gusta tanto leerlo y releerlo. Nos presenta el episodio de la mujer adúltera, poniendo en el centro el tema de la misericordia de Dios, que nunca quiere la muerte del pecador, pero que se convierta y viva.
La escena ocurre en la explanada del Templo. Jesús está enseñando a la gente, y aquí llegan algunos escribas y fariseos que arrastran delante de él a una mujer sorprendida en adulterio. Aquella mujer se encuentra así en medio de Jesús y de la multitud, entre la misericordia del Hijo de Dios y la violencia de sus acusadores.
En realidad esos no fueron al Maestro para pedirle su opinión, sino para tenderle una trampa. De hecno si Jesús seguirá la severidad de la ley, aprobando la lapidación de la mujer, perderá su fama de mansedumbre y bondad que tanto fascina al pueblo; si en cambio querrá ser misericordioso, deberá ir contra la ley, que Él mismo dijo no quería abolir sino cumplir.
Esta mala intención se esconde bajo la pregunta que le plantean a Jesús: “¿Tú que dices?”. Jesús no responde, se calla y cumple un gesto misterioso: “se inclinó y se puso a escribir con el dedo en la tierra”. Quizás hacía dibujos, algunos  dicen que escribía los pecados de los fariseos, vaya a saber, pero escribía, estaba en otro lado. De esta manera invita a todos a la calma, a no actuar en la onda de la impulsividad, a buscar la justicia de Dios.
Pero aquellos malvados insisten y esperan de él una respuesta. Entonces Jesús levanta la mirada y les dice: “Quien de ustedes esté sin pecado, tire primero la primera piedra contra ella”.
Esta respuesta desorienta a los acusadores, los desarma a todos en el verdadero sentido de la palabra: todos depusieron las armas, o sea las piedras listas para ser arrojadas, sea aquellas visibles contra la mujer, sean aquellas escondidas contra Jesús.
Y mientras el Señor sigue escribiendo sobre el piso, a hacer dibujo, no lo sé, los acusadores de van uno después del otro, comenzando por los más ancianos que eran más conscientes de no estar sin pecado.
Qué bien nos hace tener consciencia de que también nosotros somos pecadores, cuando hablamos mal de los otros, todas estas cosas que todos nosotros conocemos bien.
Qué bien nos hará tener el coraje de hacer caer al piso las piedras que tenemos para arrojarle a los otros y pensar a nuestros pecados.  Se quedaron allí solos la mujer y Jesús: la miseria y la misericordia, una delante del otro. Y esto cuantas veces nos sucede a nosotros delante del confesionario. Con vergüenza para hacer ver nuestra miseria y pedir perdón.
“Mujer dónde están”, le dice Jesús. Y basta esta constatación, y su mirada llena de misericordia y lleno de amor, para hacer sentir a aquella persona –quizás por la primera vez– que tiene una dignidad, que ella no es su pecado, que ella tiene una dignidad de persona, que puede cambiar vida, puede salir de sus esclavitudes y caminar en una vía nueva.
Queridos hermanos y hermanas, aquella mujer nos representa a todos nosotros, pecadores, o sea adúlteros delante de Dios, traidores a su fidelidad. Y su experiencia representa la voluntad de Dios para cada uno de nosotros: no nuestra condena, sino nuesta salvación a través de Jesús.
Él es la gracia que salva del pecado y de la muerte. Él ha escrito en el piso, en el polvo del que está hecho cada ser humano, la sentencia de Dios: “No quiero que tu mueras pero que tú vivas”.
Dios no nos clava a nuestro pecado, no nos identifica con el mal que hemos cometido. Tenemos un nombre y Dios no identifica este nombre con un pecado que hemos cometido. Nos quiere liberar y nosotros también lo queramos junto a Él. Quiere que nuestra libertad se convierta del mal al bien, y esto es posible, es posible con su gracia.
La Virgen María nos ayude a confiarnos completamente a la misericordia de Dios, para volvernos criaturas nuevas».
El papa reza la oración del ángelus y después dirige las siguientes palabras:
« Queridos hermanos y hermanas,
saludo a todos, provenientes de Roma, de Italia y de diversos países, en particular a los peregrinos de Sevilla, Friburgo (Alemania), Innsbruck y del Ontario (Canadá).
Saludo a los numerosos grupos parroquiales, entre los cuales los de fieles de Boiano, Potenza, Calenzano, Zevio y Agrópoli. Así como a los jóvenes de tantas partes de Italia: no puedo nombrarlos a todos, pero recuerdo a aquellos de Compiobbi e Mozzanica, a los de la Acción católica de la diócesis de Latina-Terracina, Sezze- Priverno, a los recién confirmados de Scandicci y de Milán y Lambrate.
Y ahora quiero renovar el gesto de donar a los presentes un Evangelio de bolsillo. Se trata del Evangelio de Lucas que leemos en los domingos de este año litúrgico. El librito lleva como título: “El Evangelio de la Misericordia de San Lucas”; de hecho el evangelista reporta las palabras de Jesús: “sean misericordiosos como es misericordioso el Padre vuestro”, del cual fue tomado el tema de este año jubilar.
Será distribuido gratuitamente por los voluntarios del Dispensario Pediátrico Santa Marta en el Vaticano, por algunos ancianos y abuelos de Roma. Cuanto mérito tienen estos abuelos y abuelas que transmiten la fe a los nietos. Invito a tomar este Evangelio y a leer un párrafo cada día. Así la misericordia del Padre habitará en el corazón y podrán llevarla a todos los que encuentran.
Y al final, en la página 123 están las siete obras de misericordia corporales y las siete obras de misericordia espirituales. Sería lindo que se las aprendieran de memoria, para que sea más fácil hacerlas. Les invito a tomar este Evangelio, para que la misericordia del Padre se vuelva obra en los aquí presentes. Y los voluntarios, abuelos y abuelas, piensen también a la gente que se quedó afuera, en la plaza Pio XII, porque no lograron entrar, para que ellos reciban este Evangelio.
Les deseo a todos un buen domingo. Y por favor no se olviden de rezar por mi. Que tengan uen almuerzo y hasta la próxima».
14.03.16





El Papa en Sta. Marta: ‘Jesús se humilló por nuestra salvación’
En la homilía de este martes, el Santo Padre recuerda que para conocer nuestra historia de amor con Dios debemos mirar el Crucifijo
15 marzo 2016
  Ciudad del Vaticano).- Si queremos conocer “la historia de amor” que Dios tiene con nosotros es necesario mirar el Crucifijo, sobre el cuál está un Dios que se ha “vaciado de la divinidad”, se ha “ensuciado” de pecado para salvar a los hombres. Así lo ha indicado el papa Francisco en el homilía de la misa celebrada en Santa Marta.
La historia de salvación contada por la Biblia tiene que ver con un animal, el primero en ser nombrado en el Génesis y el último a serlo en el Apocalipsis: la serpiente. Un animal que, en la Escritura, es símbolo poderoso de condenación y misteriosamente de redención, explicó el Papa.
Para explicar esto, el Santo Padre hizo referencia a la Lectura de los Números y el pasaje del Evangelio de Juan. La primera contiene el célebre pasaje del pueblo de Israel que, cansado de vagar por el desierto con poca comida, jura contra Dios y contra Moisés. También aquí son protagonistas las serpientes, dos veces.
Las primeras enviadas del cielo contra el pueblo fiel, siembran miedo y muerte hasta que la gente no implora a Moisés pedir perdón. Y la segunda vez, recordó el Papa, cuando “Dios dijo a Moisés: ‘Haced una serpiente y ponedla encima de una vara (la serpiente de bronce). Cualquiera a quien muerda  y la mire, permanecerá con vida’. Es misterioso: el Señor no mata a la serpiente, la deja. Pero si una de estas hace mal a una persona, ella mira a la serpiente de bronce y sanará. Elevar la serpiente”.
Asimismo, Francisco aseguró que el verbo “elevar” está sin embargo al centro del duro debate entre Cristo y los fariseos descrito en el Evangelio. A un cierto punto, Jesús afirma: “Cuando hayáis elevado al Hijo del hombre, entonces conoceréis quién yo soy”.
Sobre todo, observó el Santo Padre, “Yo Soy” es también el nombre que Dios había dado de sí mismo a Moisés para comunicarlo a los israelitas. Y después, añadió el Papa, está esa expresión que vuelve: “Elevad al Hijo del hombre…”
En esta misma línea, el Obispo de Roma subrayó que la serpiente es símbolo del pecado. “La serpiente que mata. Pero una serpiente que salva. Y este es el misterio del Cristo”. Así, recordó que Pablo, hablando del Misterio, dice que Jesús se vació de sí mismo, se humilló a sí mismo, se aniquiló para salvarnos. Y más fuerte incluso: se ha hecho pecado. Por eso explicó que el Hijo del hombre, que como una serpiente, hecho pecado, es elevado para salvarnos.
Esta, observó el Papa, “es la historia de nuestra redención, esta es la historia del amor de Dios. Si nosotros queremos conocer el amor de Dios, miramos el Crucifijo: un hombre torturado”, un Dios, “vaciado de divinidad”, “ensuciado” por el pecado. Pero un Dios que, concluyó, aniquilándose destruye para siempre el verdadero nombre del mal, lo que el Apocalipsis llama “la vieja serpiente”.
Y finalmente aseguró que “el pecado es la obra de satanás y Jesús vence a satanás ‘haciéndose pecado’ y desde allí nos eleva a todos nosotros. El crucifijo no es un ornamento, no es una obra de arte, con muchas piedras preciosas como se ven: el Crucifijo es el misterio del ‘aniquilamiento’ de Dios, por amor. Y esa serpiente que profetiza en el desierto la salvación: elevado y cualquiera que lo mira es sanado. Y eso no se ha hecho con la varita mágica de un Dios que hace las cosas: ¡no! Se ha hecho con el sufrimiento del Hijo del hombre, con el sufrimiento de Jesucristo”. 
 16.03.16





Audiencia del Papa: texto completo de la catequesis del 16 de marzo
En la catequesis de esta semana, el Santo Padre pide que las naciones abran las puertas a los inmigrantes

 Ciudad del Vaticano).- Publicamos a continuación la catequesis del Santo Padre en la audiencia general que se realizó este miércoles en la plaza de San Pedro.

Queridos hermanos y hermanas, buenos días.
En el libro del profeta Jeremías, los capítulos 30 y 31 son llamados “libros de la consolación”, porque en ellos la misericordia de Dios se presenta con toda su capacidad de confortar y abrir el corazón de los afligidos a la esperanza. Hoy queremos también nosotros escuchar este mensaje de consolación.
Jeremías se dirige a los israelitas que han sido deportados a tierra extranjera y les preanuncia el regreso a su patria. Este retorno es signo del amor infinito de Dios Padre que no abandona a sus hijos, sino que los cuida y los salva. El exilio fue una experiencia devastante para Israel. La fe había vacilado porque en tierra extranjera, sin el templo, sin el culto, después de haber visto el país destruido, era dificil continuar creyendo en la bondad del Señor.
Me viene al pensamiento la cercana Albania y cómo después de tantas persecuciones y destrucciones ha conseguido alzarse en la dignidad y en la fe. Así sufrieron los israelitas en el exilio.
También nosotros podemos vivir a veces una especie de exilio, cuando la soledad, el sufrimiento, la muerte nos hacen pensar que Dios nos ha abandonado. Y cuántas veces hemos escuchado esta palabra: ‘Dios se ha olvidado de mí’. Muchas veces personas que sufren se sienten abandonadas.
Y cuántos hermanos nuestros vemos que están viviendo en este tiempo una situación real y dramática de exilio, lejos de su patria, con los escombros de sus casas aún en los ojos, en el corazón el miedo y a menudo, lamentablemente, ¡el dolor por la pérdida de personas queridas! En estos casos uno se puede preguntar: ¿Dónde está Dios? ¿Cómo es posible que tanto sufrimiento pueda llegar a hombres, mujeres y niños inocentes?
Y cuando tratan de entrar en otra parte les cierran la puerta. Y están allí, en la frontera, porque muchas puertas y muchos corazones están cerrados. Los inmigrantes de hoy que sufren al abierto, sin comida y no pueden entrar, no se sienten acogidos. ¡A mí me gusta mucho cuando veo las naciones, los gobernantes, que abren el corazón y abren las puertas!
El profeta Jeremías nos da una primera respuesta. El pueblo exiliado podrá volver a ver su tierra y a experimentar la misericordia del Señor. Es el gran anuncio de consolación: Dios no está ausente, ni tampoco hoy en estas dramáticas situaciones, Dios está cerca, y cumple grandes obras de salvación para quien confía en Él. No se debe ceder en la desesperación, sino continuar y estar seguros de que el bien vence al mal y que el Señor secará toda lágrima y nos librará de todo miedo. Por eso Jeremías presta su voz a las palabras del amor de Dios para su pueblo:
“Yo te amé con un amor eterno, por eso te atraje con fidelidad. De nuevo te edificaré y serás reedificada, virgen de Israel; de nuevo te adornarás con tus tamboriles y saldrás danzando alegremente” (31,3-4).
El Señor es fiel, no abandona a la desolación. Dios ama con un amor sin fin, que ni siquiera el pecado puede frenar, y gracias a Él el corazón del hombre se llena de alegría y de consolación.
El sueño consolador de la vuelta en patria continúa en las palabras del profeta, que dirigiéndose a los que volverán a Jerusalén dice: “Llegarán gritando de alegría a la altura de Sión, afluirán hacia los bienes del Señor, hacia el trigo, el vino nuevo y el aceite, hacia las crías de ovejas y de vacas. Sus almas serán como un jardín bien regado y no volverán a desfallecer” (31,12).
En la alegría y en el reconocimiento, los exiliados volverán a Sión, subiendo al monte santo hacia la casa de Dios, y así podrán de nuevo elevar himnos y oraciones al Señor que los ha librado. Este volver a Jerusalén y a sus bienes es descrito con un verbo que literalmente quiere decir “fluir, desplazar”. El pueblo es visto, en un movimiento paradójico, como un río pleno que se desliza hacia la altura de Sión, subiendo hacia la cima del monte. ¡Una imagen audaz para decir cuánto es grande la misericordia del Señor!
La tierra, que el pueblo había tenido que abandonar, se había convertido en presa de los enemigos y desolada. Ahora, sin embargo, retoma vida y florece. Y los mismos exiliados serán como un jardín, como una tierra fértil. Israel, llevado de nuevo a la patria por su Señor, asiste a la victoria de la vida sobre la muerte y de la bendición sobre la maldición. Es así que el pueblo es fortificado y esta palabra es importante, consolado, es consolado por Dios. Los repatriados reciben vida de una fuente que gratuitamente les riega donando su fecundidad.
A este punto, el profeta anuncia la plenitud de la alegría, y siempre en nombre de Dios proclama: “Yo cambiaré su duelo en alegría, los alegraré y los consolaré de su aflicción” (31,13).
El salmo nos dice que cuando volvieron a la patria la boca se les llenó de alegría. Era una alegría muy grande. Es el don que el Señor quiere hacer también a cada uno de nosotros, con su perdón que convierte y reconcilia.  El profeta Jeremías nos ha dado el anuncio, presentado la vuelta de los exiliados como un gran símbolo de la consolación dada al corazón que se convierte. El Señor Jesús, por su parte ha cumplido este mensaje del profeta. El verdadero y radical regreso del exilio y la luz confortante después de la oscuridad de la crisis de fe, se realiza en la Pascua, en la experiencia plena y definitiva del amor de Dios, amor misericordiosos que dona alegría, paz y vida eterna. 
17.03.16




El  Papa en Sta. Marta: ‘La esperanza no decepciona nunca’
En la homilía de este jueves, el Santo Padre recuerda que hay un hilo de esperanza que une toda la historia de la salvación y es fuente de alegría
17 marzo 2016

 Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha asegurado que la esperanza cristiana es la virtud humilde y fuerte que nos sostiene y evita que nos ahoguemos en las muchas dificultades de la vida. Lo ha hecho durante la homilía de la misa celebrada en Santa Marta en la mañana del jueves. Del mismo modo, ha precisado que la esperanza en el Señor no decepciona nunca y es fuente de alegría y da paz a nuestro corazón.
Jesús habla con los doctores de la ley y afirma que Abrahán “exultó en la esperanza” de ver su día. El Papa ha tomado como referencia el pasaje del Evangelio del día para subrayar cuánto es fundamental la esperanza en la vida del cristiano. Por eso, ha indicado que Abrahán “tuvo sus tentaciones en el camino de la esperanza”, pero creyó y obedeció al Señor y así se puso en camino hacia la tierra prometida. Por tanto, ha precisado, hay como un “hilo de esperanza” que une “toda la historia de la salvación” y es “fuente de alegría”.
El Pontífice lo ha explicado así: “hoy la Iglesia nos habla de la alegría de la esperanza. En la primera oración de la misa hemos pedido a Dios la gracia de custodiar la esperanza de la Iglesia, para que no ‘falle’. Y Pablo, hablando de nuestro padre Abrahán, nos dice: ‘creed contra toda esperanza’. Cuando no hay esperanza humana, está esa virtud que nos lleva adelante, humilde, sencilla, pero da alegría, a veces una gran alegría, a veces solamente la paz, pero la seguridad de que esa esperanza no decepciona. La esperanza no decepciona”.
El Pontífice ha proseguido asegurando que esta “alegría de Abrahán”, esta esperanza “crece en la historia”. A veces –ha aseverado– se esconde, no se ve; a veces se manifiesta abiertamente.
En esta línea, el Santo Padre ha citado el ejemplo de Isabel embarazada que exulta de alegría cuando recibe la visita de su prima María. Es la alegría de la presencia de Dios –ha explicado– que camina con su pueblo. Y cuando hay alegría hay paz. Esta es la virtud de la esperanza: de la alegría a la paz.
Asimismo, ha recordado que esta esperanza “no decepciona nunca” ni tampoco en “los momentos de esclavitud”, cuando el pueblo de Dios estaba en tierra extranjera. Este “hilo de esperanza” comienza con Abrahán, “Dios que habla a Abrahán” y “termina” con Jesús. Al respecto, el papa Francisco ha querido detenerse sobre las características de esta esperanza.
Por ello, el Santo Padre ha lanzado una cuestión. “Cuando se pregunta: ‘¿tú tienes esperanza? ¿tú tienes la alegría de la esperanza?’ ‘Pero padre, no entiendo, explíqueme’. La esperanza, esa virtud humilde, esa virtud que corre bajo el agua de la vida, pero que nos sostiene para no ahogarnos en las muchas dificultades, para no perder ese deseo de encontrar a Dios, de encontrar ese rostro maravilloso que todos veremos un día: la esperanza”.
Llegando a la conclusión de la homilía, el Obispo de Roma ha asegurado que hoy “será un buen día para pensar en esto: el mismo Dios, que ha llamado a Abrahán y lo ha hecho salir de su tierra sin saber dónde tenía que ir, es el mismo Dios que va a la cruz, para cumplir la promesa que ha hecho”.
Es el mismo Dios –ha finalizado Francisco– que en la plenitud de los tiempos hace que esa promesa se haga realidad para todos nosotros. Y eso que une ese primer momento a este último momento es el hilo de la esperanza; y eso que une mi vida cristiana a nuestra vida cristiana, de un momento al otro, para ir siempre adelante, pecadores pero adelante, es la esperanza; y lo que nos da paz en lo momentos difíciles, en los momentos más oscuros de la vida es la esperanza. La esperanza no decepciona, está siempre allí; silenciosa, humilde, pero fuerte”.  
18.03.16



El Papa al Camino Neocatecumenal: ‘Evangelizar como familia es ya un anuncio de vida’
El Santo Padre ha enviado en misión a 250 familias tras el encuentro en el Aula Pablo VI


Encuentro del Papa con el Camino Neocatecumenal
 Ciudad del Vaticano)- Unidad, gloria y mundo. Son las tres palabras sobre las que el Santo Padre ha reflexionado en su discurso durante el encuentro este viernes del papa Francisco con los miles de personas del Camino Neocatecumenal, con ocasión de las 50 nuevas missio ad gentes, compuestas de unas 250 familias procedentes de cinco continentes que son enviadas a la evangelización. Antes del discurso del Santo Padre, Kiko Argüello, iniciador del Camino, ha presentado los países donde irán en misión estas familias. 
Tras saludar de forma especial a estas familias que van a viajar y que han acogido la llamada a evangelizar, el Papa ha añadido: “Bendigo al Señor por esto, por el don del Camino y por el don de cada uno de vosotros”.
A propósito de la unidad, el Pontífice ha recordado que esta es la última petición de Jesús antes de la Pasión: “que haya comunión en la Iglesia”. De este modo ha asegurado que la comunión es esencial. “El enemigo de Dios y del hombre, el diablo, no puede nada contra el Evangelio, contra la humilde fuerza de la oración y de los sacramentos, pero puede hacer mucho mal a la Iglesia tentando a nuestra humanidad”, ha añadido. Es “el divisor” y comienza a menudo con “hacernos creer que somos buenos, quizá mejores que los otros: así tiene el terreno preparado para sembrar cizaña”. En esta línea, el Santo Padre ha indicado a los presentes que cada carisma es una gracia de Dios para crecer en la comunión. “Pero el carisma puede deteriorarse cuando nos cierra o presumimos, cuando queremos distinguirnos de los otros. Y para cuidarlo, ha asegurado, es necesaria la unidad humilde y obediente.
A continuación, el Pontífice ha subrayado que “la Iglesia es nuestra Madre”. Después del bautismo –ha aseverado– ya no vivimos como individuos aislados, sino que nos hemos convertido en hombres y mujeres de comunión, llamados a ser operadores de comunión en el mundo. La fecundidad de la Iglesia, ha indicado el Santo Padre, se expresa a través del ministerio y la guía de los pastores. “También la institución es de hecho un carisma, porque arraiga sus raíces en la misma fuente, que es el Espíritu Santo”, ha asegurado Francisco.
La segunda palabra de su reflexión ha sido gloria. Al respecto ha precisado que “la gloria mundana se manifiesta cuando se es importante, admirado, cuando se tienen bienes y éxito”. Sin embargo –ha añadido– la gloria de Dios se revela sobre la cruz: es el amor, que allí resplandece y se difunde. Es una gloria paradójica: sin murmullo, sin ganancia y sin aplausos. Pero solo esta gloria “hace fecundo el Evangelio”.
Para concluir el Papa les ha presentado la palabra mundo. Así, ha explicado que a Dios no le atrae la mundanidad, es más, la detesta; pero ama al mundo que ha creado, y ama a sus hijos en el mundo así como son, allí donde viven, también si están “lejos”. En esta misma línea, les ha pedido que muestren a los hijos “la mirada tierna del Padre” y que consideren “un don las realidades” que encuentren. Les ha exhortado también a que se familiaricen con las culturas, las lenguas y los usos locales, “respetándoles y reconociendo las semillas de gracia que el Espíritu ya ha extendido”.
Invitándoles a sembrar “el primer anuncio”, ha recordado que “es la buena noticia la que debe volver, porque si no la fe corre el riesgo de convertirse en una doctrina fría y sin vida”.
Finalmente, el Pontífice ha asegurado que evangelizar como familia, viviendo la unidad y la sencillez, es ya un anuncio de vida, un bonito testimonio, “por el que os doy las gracias”. El Santo Padre les ha dado las gracias en su nombre y en el de toda la Iglesia.
 19.03.16