31 de des. 2016

PAPA 2017



Francisco en el Te Deum: no hagamos con los jóvenes como el posadero de Belén
No se puede decir ‘aquí no hay lugar’, hay una deuda con ellos. Crear inclusión con trabajo digno, libre, creativo, participativo y solidario”
31 diciembre 2016


El papa besa la imagen del Niño Jesús al inicio del Te Deum 2016

( Ciudad del Vaticano).- El último día del año concluyó en la basílica de San Pedro con la la oración de las Vísperas de la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios, presidida por el papa Francisco.
Al costado izquierdo del altar principal situado debajo del baldaquino del Bernini, se encontraba el cuadro original de Nuestra Señora de las Gracias, con una composición de rosas blancas a sus pies, traído desde su sede habitual en la iglesia de Sant’Andrea delle Frate, lugar en el que María se apareció obteniendo la conversión de Alfonso Ratisbona, judío no observante y liberal, joven abogado y banquero.
La basílica estaba notablemente adornada con flores e iluminada ‘a giorno’, y en las primeras filas se encontraban autoridades civiles y diplomáticos de los más diversos países del mundo acreditados ante la Santa Sede. El Santo Padre vistiendo paramentos color crema, verde y dorado, endosaba el palio.
Las vísperas iniciaron con el himno Ave Marís Stella, entonado por el coro de la Capilla Sixtina, y prosiguió con algunas partes en latín y otras en italiano, con los salmos, antífonas, con el Magnificat, y concluyó con el Pater Noster, que indicó Francisco, “resume todo el evangelio de Cristo”.
La homilía del Papa

En su homilía el Santo Padre recordó que el pesebre nos invita a asumir la lógica divina “que no se centra en el privilegio, en las concesiones ni en los amiguismos; se trata de la lógica del encuentro, de la cercanía y la proximidad”. Contrariamente significa exclusiones y por ello hay que rechazar la tentación de “vivir en esta lógica del privilegio”.
Francisco señaló que delante del pesebre están los rostros de José y María, “rostros jóvenes cargados de esperanzas e inquietudes, cargados de preguntas”. Y que no se puede hablar de futuro sin “asumir la responsabilidad que tenemos para con nuestros jóvenes” y “la deuda que tenemos con ellos”.
“Hemos creado –señaló el Pontífice– una cultura que, por un lado, idolatra la juventud queriéndola hacer eterna pero, paradójicamente hemos condenando a nuestros jóvenes a no tener un espacio de real inserción”, se los va marginando obligándolos a emigrar o a mendigar empleos que “no les permiten proyectarse en un mañana”.
Por ello señaló el Pontífice, “somos invitados a no ser como el posadero de Belén que frente a la joven pareja decía: aquí no hay lugar”.
“Si queremos apuntar a un futuro que sea digno para ellos –concluyó el papa Francisco– podremos lograrlo sólo apostando por una verdadera inclusión: esa que da el trabajo digno, libre, creativo, participativo y solidario”.
La exposición del Santísimo y el canto del Te Deum

A continuación siguió la exposición del Santísimo Sacramento mientras los turíbulos queman incienso y coro entona el Jesus Dulcis Memoria. Después de algunos instantes de silencio se cantó el himno Te Deum, para agradecer la conclusión del año civil.
La adoración concluye con el Tantum Ergo, las aclamaciones y los demás cantos conmemorativos, si bien el Adestes Fideles final con las voces blancas es el que despierta particular emoción entre los fieles.
La homilía del papa Francisco en el Te Deum de 2016
A continuación el texto completo:
«Cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la ley, para redimir a los que estaban sometidos a la ley y hacernos hijos adoptivos» (Ga 4,4-5). Resuenan con fuerza estas palabras de san Pablo.
De manera breve y concisa nos introducen en el proyecto que Dios tiene para con nosotros: que vivamos como hijos. Toda la historia de salvación encuentra eco aquí: el que no estaba sujeto a la ley, decidió por amor, perder todo tipo de privilegio (privus legis) y entrar por el lugar menos esperado para liberar a los que sí estábamos bajo la ley.
Y, la novedad es que decidió hacerlo en la pequeñez y en la fragilidad de un recién nacido; decidió acercarse personalmente y en su carne abrazar nuestra carne, en su debilidad abrazar nuestra debilidad, en su pequeñez cubrir la nuestra.
En Jesucristo, Dios no se disfrazó de hombre, se hizo hombre y compartió en todo nuestra condición. Lejos de estar encerrado en un estado de idea o de esencia abstracta, quiso estar cerca de todos aquellos que se sienten perdidos, avergonzados, heridos, desahuciados, desconsolados o acorralados. Cercano a todos aquellos que en su carne llevan el peso de la lejanía y de la soledad, para que el pecado, la vergüenza, las heridas, el desconsuelo, la exclusión, no tengan la última palabra en la vida de sus hijos.
El pesebre nos invita a asumir esta lógica divina. Una lógica que no se centra en el privilegio, en las concesiones ni en los amiguismos; se trata de la lógica del encuentro, de la cercanía y la proximidad. El pesebre nos invita a dejar la lógica de las excepciones para unos y las exclusiones para otros.
Dios viene Él mismo a romper la cadena del privilegio que siempre genera exclusión, para inaugurar la caricia de la compasión que genera la inclusión, que hace brillar en cada persona la dignidad para la que fue creado. Un niño en pañales nos muestra el poder de Dios interpelante como don, como oferta, como fermento y oportunidad para crear una cultura del encuentro.
No podemos permitirnos ser ingenuos. Sabemos que desde varios lados somos tentados para vivir en esta lógica del privilegio que nos aparta-apartando, que nos excluye-excluyendo, que nos encierra-encerrando los sueños y la vida de tantos hermanos nuestros.
Hoy frente al niño de Belén queremos admitir la necesidad de que el Señor nos ilumine, porque no son pocas las veces que parecemos miopes o quedamos presos de una actitud altamente integracionista de quien quiere hacer entrar por la fuerza a otros en sus propios esquemas.
Necesitamos de esa luz que nos haga aprender de nuestros propios errores e intentos a fin de mejorar y superarnos; de esa luz que nace de la humilde y valiente conciencia del que se anima, una y otra vez, a levantarse para volver a empezar.
Al terminar otra vez un año, nos detenemos frente al pesebre, para dar gracias por todos los signos de la generosidad divina en nuestra vida y en nuestra historia, que se ha manifestado de mil maneras en el testimonio de tantos rostros que anónimamente han sabido arriesgar.
Acción de gracias que no quiere ser nostalgia estéril o recuerdo vacío del pasado idealizado y desencarnado, sino memoria viva que ayude a despertar la creatividad personal y comunitaria porque sabemos que Dios está con nosotros.
Nos detenemos frente al pesebre para contemplar como Dios se ha hecho presente durante todo este año y así recordarnos que cada tiempo, cada momento es portador de gracia y de bendición.
El pesebre nos desafía a no dar nada ni a nadie por perdido. Mirar el pesebre es animarnos a asumir nuestro lugar en la historia sin lamentarnos ni amargarnos, sin encerrarnos o evadirnos, sin buscar atajos que nos privilegien.
Mirar el pesebre entraña saber que el tiempo que nos espera requiere de iniciativas audaces y esperanzadoras, así como de renunciar a protagonismos vacíos o a luchas interminables por figurar.
Mirar el pesebre es descubrir como Dios se involucra involucrándonos, haciéndonos parte de Su obra, invitándonos a asumir el futuro que tenemos por delante con valentía y decisión.
Mirando el pesebre nos encontramos con los rostros de José y María. Rostros jóvenes cargados de esperanzas e inquietudes, cargados de preguntas. Rostros jóvenes que miran hacia delante con la no fácil tarea de ayudar al Niño-Dios a crecer. No se puede hablar de futuro sin contemplar estos rostros jóvenes y asumir la responsabilidad que tenemos para con nuestros jóvenes; más que responsabilidad, la palabra justa es deuda, sí, la deuda que tenemos con ellos.
Hablar de un año que termina es sentirnos invitados a pensar como estamos encarando el lugar que los jóvenes tienen en nuestra sociedad.
Hemos creado una cultura que, por un lado, idolatra la juventud queriéndola hacer eterna pero, paradójicamente, hemos condenando a nuestros jóvenes a no tener un espacio de real inserción, ya que lentamente los hemos ido marginando de la vida pública obligándolos a emigrar o a mendigar por empleos que no existen o no les permiten proyectarse en un mañana.
Hemos privilegiado la especulación en lugar de trabajos dignos y genuinos que les permitan ser protagonistas activos en la vida de nuestra sociedad.
Esperamos y les exigimos que sean fermento de futuro, pero los discriminamos y «condenamos» a golpear puertas que en su gran mayoría están cerradas. Somos invitados a no ser como el posadero de Belén que frente a la joven pareja decía: aquí no hay lugar.
No había lugar para la vida, para el futuro. Se nos pide asumir el compromiso que cada uno tiene, por poco que parezca, de ayudar a nuestros jóvenes a recuperar, aquí en su tierra, en su patria, horizontes concretos de un futuro a construir.
No nos privemos de la fuerza de sus manos, de sus mentes, de su capacidad de profetizar los sueños de sus mayores (cf. Jl 3, 1).
Si queremos apuntar a un futuro que sea digno para ellos, podremos lograrlo sólo apostando por una verdadera inclusión: esa que da el trabajo digno, libre, creativo, participativo y solidario (cf. Discurso en ocasión de la entrega del Premio Carlomagno, 6 de mayo de 2016).
Mirar el pesebre nos desafía a ayudar a nuestros jóvenes para que no se dejen desilusionar frente a nuestras inmadureces y estimularlos a que sean capaces de soñar y de luchar por sus sueños.
Capaces de crecer y volverse padres de nuestro pueblo. Frente al año que termina qué bien nos hace contemplar al Niño-Dios. Es una invitación a volver a las fuentes y raíces de nuestra fe. En Jesús la fe se hace esperanza, se vuelve fermento y bendición: «Él nos permite levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría» (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 3).
01.01.17




El Papa en el ángelus: ‘El 2017 será bueno si nosotros haremos el bien día a día’
El Papa precisó que “la paz se construye diciendo ‘no’ –con los hechos– al odio y la violencia, y ‘sí’ a la fraternidad y la reconciliación”.
1 enero 2017

La plaza de San Pedro repleta de fieles y peregrinos, en el ángelus de inicio de 2017

(Ciudad del Vaticano).- “El año será bueno en la medida en que cada uno de nosotros, con la ayuda de Dios, buscará de hacer el bien día a día”. Es la ‘predicción’ y más aún la invitación que el santo padre Francisco hizo después de rezar la oración del ángelus ante la plaza de San Pedro repleta de fieles y peregrinos.
El Papa precisó que “la paz se construye diciendo ‘no’ –con los hechos– al odio y la violencia, y ‘sí’ a la fraternidad y la reconciliación”.
Recordó que “hace 50 años el beato papa Pablo VI inició a celebrar en esta fecha la Jornada Mundial de la Paz, para reforzar el empeño común de construir un mundo pacífico y fraterno”. Por ello, aseguró el papa Francisco, “en el mensaje de este año he propuesto asumir la no-violencia como un estilo hacia una política de paz”.
Una violencia, añadió, que esta noche de deseo y de esperanza, golpeó con un grave atentado en Estambul. “Estoy cerca con la oración a los difuntos y a sus familiares, a los heridos y a todo el pueblo turco.
El Pontífice quiso también agradecer al presidente de Italia, Sergio Matarella, por los buenos deseos que le dirigió durante su mensaje a la nación, y los devolvió “invocando las bendiciones del Señor al pueblo italiano, para que con la contribución responsable y solidaria de todos, pueda mirar al futuro con confianza y esperanza”.
Expresó también reconocimiento hacia las iniciativas de oración y de empeño por la paz que se realizan en el mundo. En particular señaló la marcha nacional realizada en la ciudad de Bolonia por la Conferencia Episcopal Italiana, Cáritas, Acción Católica y Pax Christi, así como a la manifestación “Paz en todas las tierras” promovida por la Comunidad San Egidio.
Saludó también a todos los presentes en la Plaza, deseándoles un nuevo año feliz y sereno.
 02.01.17



Carta del Papa a los obispos: ante pedofilia y ocultamiento pedir perdón. Y tolerancia cero
Admirar el pesebre olvidando los crímenes contra los menores sería reducirlo a una linda fábula
2 enero 2017
 (Ciudad del Vaticano).- Con motivo de la fiesta de los Santos Inocentes, conmemorada este 28 de diciembre pasado, el papa Francisco le escribió una carta a los obispos, en la que señala el dolor por los pecados cometido contra los niños, en particular el de abusos realizado por sacerdotes.
Pide perdón también por el pecado de omisión de asistencia, de ocultar y negar, del abuso de poder. Y exige ‘tolerancia cero’ para que esto nunca más vuelva a suceder.
Porque “la alegría cristiana no es una alegría que se construye al margen de la realidad” sino “nace de una llamada –la misma que tuvo san José– a tomar y cuidar la vida”. Contrariamente contemplar el pesebre aislándolode la vida que lo circunda “sería hacer de la Navidad una linda fábula”.
A continuación reproducimos el texto completo
“Querido hermano: Hoy, día de los Santos Inocentes, mientras continúan resonando en nuestros corazones las palabras del ángel a los pastores: «Les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, ha nacido un Salvador» (Lc 2,10-11), siento la necesidad de escribirte.
Nos hace bien escuchar una y otra vez este anuncio; volver a escuchar que Dios está en medio de nuestro pueblo. Esta certeza que renovamos año a año es fuente de nuestra alegría y esperanza.
Durante estos días podemos experimentar cómo la liturgia nos toma de la mano y nos conduce al corazón de la Navidad, nos introduce en el Misterio y nos lleva paulatinamente a la fuente de la alegría cristiana. Como pastores hemos sido llamados para ayudar a hacer crecer esta alegría en medio de nuestro pueblo. Se nos pide cuidar esta alegría.
Quiero renovar contigo la invitación a no dejarnos robar esta alegría, ya que muchas veces desilusionados –y no sin razones– con la realidad, con la Iglesia, o inclusive desilusionados de nosotros mismos, sentimos la tentación de apegarnos a una tristeza dulzona, sin esperanza, que se apodera de los corazones (cf. Exhorta. Ap. Evangelii gaudium, 83).
La Navidad, mal que nos pese, viene acompañada también del llanto. Los evangelistas no se permitieron disfrazar la realidad para hacerla más creíble o apetecible. No se permitieron realizar un discurso «bonito» pero irreal. Para ellos la Navidad no era refugio fantasioso en el que esconderse frente a los desafíos e injusticias de su tiempo.
Al contrario, nos anuncian el nacimiento del Hijo de Dios también envuelto en una tragedia de dolor. Citando al profeta Jeremías, el evangelista Mateo lo presenta con gran crudeza: «En Ramá se oyó una voz, hubo lágrimas y gemidos: es Raquel, que llora a sus hijos» (2,18). Es el gemido de dolor de las madres que lloran las muertes de sus hijos inocentes frente a la tiranía y ansia de poder desenfrenada de Herodes.
Un gemido que hoy también podemos seguir escuchando, que nos llega al alma y que no podemos ni queremos ignorar ni callar. Hoy en nuestros pueblos, lamentablemente –y lo escribo con profundo dolor–, se sigue escuchando el gemido y el llanto de tantas madres, de tantas familias, por la muerte de sus hijos, de sus hijos inocentes.
Contemplar el pesebre es también contemplar este llanto, es también aprender a escuchar lo que acontece a su alrededor y tener un corazón sensible y abierto al dolor del prójimo, más especialmente cuando se trata de niños, y también es tener la capacidad de asumir que hoy se sigue escribiendo ese triste capítulo de la historia.
Contemplar el pesebre aislándolo de la vida que lo circunda sería hacer de la Navidad una linda fábula que nos generaría buenos sentimientos pero nos privaría de la fuerza creadora de la Buena Noticia que el Verbo Encarnado nos quiere regalar.
Y la tentación existe. ¿Será que la alegría cristiana se puede vivir de espaldas a estas realidades? ¿Será que la alegría cristiana puede realizarse ignorando el gemido del hermano, de los niños? San José fue el primer invitado a custodiar la alegría de la Salvación.
Frente a los crímenes atroces que estaban sucediendo, san José –testimonio del hombre obediente y fiel– fue capaz de escuchar la voz de Dios y la misión que el Padre le encomendaba. Y porque supo escuchar la voz de Dios y se dejó guiar por su voluntad, se volvió más sensible a lo que le rodeaba y supo leer los acontecimientos con realismo.
Hoy también a nosotros, Pastores, se nos pide lo mismo, que seamos hombres capaces de escuchar y no ser sordos a la voz del Padre, y así poder ser más sensibles a la realidad que nos rodea. Hoy, teniendo como modelo a san José, estamos invitados a no dejar que nos roben la alegría. Estamos invitados a custodiarla de los Herodes de nuestros días.
Y al igual que san José, necesitamos coraje para asumir esta realidad, para levantarnos y tomarla entre las manos (cf. Mt 2,20). El coraje de protegerla de los nuevos Herodes de nuestros días, que fagocitan la inocencia de nuestros niños. Una inocencia desgarrada bajo el peso del trabajo clandestino y esclavo, bajo el peso de la prostitución y la explotación. Inocencia destruida por las guerras y la emigración forzada, con la pérdida de todo lo que esto conlleva.
Miles de nuestros niños han caído en manos de pandilleros, de mafias, de mercaderes de la muerte que lo único que hacen es fagocitar y explotar su necesidad. A modo de ejemplo, hoy en día 75 millones de niños –debido a las emergencias y crisis prolongadas– han tenido que interrumpir su educación.
En 2015, el 68 por ciento de todas las personas objeto de trata sexual en el mundo eran niños. Por otro lado, un tercio de los niños que han tenido que vivir fuera de sus países ha sido por desplazamientos forzosos. Vivimos en un mundo donde casi la mitad de los niños menores de 5 años que mueren ha sido a causa de malnutrición.
En el año 2016, se calcula que 150 millones de niños han realizado trabajo infantil viviendo muchos de ellos en condición de esclavitud. De acuerdo al último informe elaborado por UNICEF, si la situación mundial no se revierte, en 2030 serán 167 millones los niños que vivirán en la extrema pobreza, 69 millones de niños menores de 5 años morirán entre 2016 y 2030, y 60 millones de niños no asistirán a la escuela básica primaria.
Escuchemos el llanto y el gemir de estos niños; escuchemos el llanto y el gemir también de nuestra madre Iglesia, que llora no sólo frente al dolor causado en sus hijos más pequeños, sino también porque conoce el pecado de algunos de sus miembros: el sufrimiento, la historia y el dolor de los menores que fueron abusados sexualmente por sacerdotes.
Pecado que nos avergüenza. Personas que tenían a su cargo el cuidado de esos pequeños han destrozado su dignidad. Esto lo lamentamos profundamente y pedimos perdón. Nos unimos al dolor de las víctimas y a su vez lloramos el pecado. El pecado por lo sucedido, el pecado de omisión de asistencia, el pecado de ocultar y negar, el pecado del abuso de poder. La Iglesia también llora con amargura este pecado de sus hijos y pide perdón.
Hoy, recordando el día de los Santos Inocentes, quiero que renovemos todo nuestro empeño para que estas atrocidades no vuelvan a suceder entre nosotros. Tomemos el coraje necesario para implementar todas las medidas necesarias y proteger en todo la vida de nuestros niños, para que tales crímenes no se repitan más.
Asumamos clara y lealmente la consigna «tolerancia cero» en este asunto. La alegría cristiana no es una alegría que se construye al margen de la realidad, ignorándola o haciendo como si no existiese. La alegría cristiana nace de una llamada –la misma que tuvo san José– a tomar y cuidar la vida, especialmente la de los santos inocentes de hoy.
La Navidad es un tiempo que nos interpela a custodiar la vida y ayudarla a nacer y crecer; a renovarnos como pastores de coraje. Ese coraje que genera dinámicas capaces de tomar conciencia de la realidad que muchos de nuestros niños hoy están viviendo y trabajar para garantizarles los mínimos necesarios para que su dignidad como hijos de Dios sea no sólo respetada sino, sobre todo, defendida.
No dejemos que les roben la alegría. No nos dejemos robar la alegría, cuidémosla y ayudémosla a crecer. Hagámoslo esto con la misma fidelidad paternal de san José y de la mano de María, la Madre de la ternura, para que no se nos endurezca el corazón. Con fraternal afecto, Francisco”.
03.01.17




El Papa en la audiencia: ‘Hay preguntas a las que no sé qué responder, entonces invito a mirar el crucifijo’
El Santo Padre prosigue con las catequesis sobre la esperanza cristiana
4 enero 2017
 ( Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco realizó este miércoles una nueva catequesis centrada en la esperanza cristiana, tomando como ejemplo la figura bíblica de Raquel, que “llora por sus hijos” pero conserva “una esperanza para su descendencia”.
Lo hizo tras llegar al Aula Pablo VI, en el Vaticano, donde se realizó la audiencia debido al frío del invierno europeo. Francisco fue recibido con gran entusiasmo por los varios miles de peregrinos y fieles allí reunidos, y saludó a varios de ellos, en particular a niños y ancianos.
El Santo Padre señaló que muchas veces le hacen preguntas difíciles como ‘por qué sufren los niños’, “a las cuales verdaderamente no sé que responder. Solamente digo: ‘Mira el crucifijo: Dios nos ha dado a su Hijo, Él ha sufrido, y quizás allí encontrarás una respuesta”.
Señaló también que “para secar una lágrima del rostro de quien sufre, es necesario unir a su llanto el nuestro. Solo así, nuestras palabras pueden ser realmente capaces de dar un poco de esperanza”.
En el resumen de la catequesis en español, el Santo Padre invitó a “fijamos en Raquel, una figura que nos habla de la esperanza en medio del llanto”. Señaló así que “el profeta Jeremías habla de Raquel que llora en Ramá porque sus hijos, que han salido para el destierro, ya no están.”
“Raquel representa –aseguró Francisco– el dolor de tantas madres que también hoy lloran la pérdida de un hijo o de un ser querido y no encuentran consuelo”. Y añadió que “ante el dolor de los demás debemos mostrar una gran delicadeza y compartir su sufrimiento y su llanto si queremos que nuestras palabras puedan dar un poco de esperanza”.
Entretanto indica el Santo Padre, “Dios responde al llanto de Raquel con una promesa: el pueblo volverá del exilio y vivirá libre en la fe. Las lágrimas de Raquel han engendrado la esperanza”.
Un texto el de Jeremías, explica el Santo Padre, que Mateo retoma “y lo aplica a la matanza de los niños en Belén, por parte de Herodes”.
“El Hijo de Dios ha entrado en el dolor de los hombres y lo ha compartido hasta el final. En la cruz, Jesús nos entrega a su madre, convirtiéndola en madre del pueblo creyente” señala el Papa, y precisa que “allí, la muerte es vencida y se cumple de modo pleno la profecía de Jeremías. Las lágrimas de María, como las de Raquel, han engendrado la esperanza y una nueva vida”.
A continuación se dirigió a los peregrinos de lengua española: “Pidamos a la Virgen María que nos ayude a tener siempre viva nuestra esperanza en medio del dolor, y que con nuestra delicadeza y ternura sepamos ser instrumentos de la presencia y cercanía de Dios para el que sufre”. Terminó sus palabras en español deseado a todos “un feliz año”.
El Papa invitó también a rezar por las víctimas y familiares de la masacre que sucedió en la cárcel de Manaus en Brasil. La audiencia concluyó con el canto del Pater Noster y la bendición apostólica.
05.01.17







Francisco sobre las vocaciones: Es el testimonio y no la comodidad lo que atrae
El Papa se dirige a los participantes del congreso promovido por la Pastoral vocacional de la Conferencia Episcopal Italiana
5 enero 2017

 (Ciudad del Vaticano).- El santo padre Francisco recibió este jueves en audiencia en el Vaticano, a unos 800 participantes del congreso promovido por la Pastoral vocacional de la Conferencia Episcopal Italiana con el lema ‘Levántate y anda’.
El Papa dejó de lado el discurso escrito e improvisó una conversación con los presentes en el aula Pablo VI, que inició recordando cuando Pedro es liberado de la cárcel por el ángel y llega a la casa de unos cristianos que no le abren, señalando que estos estaban rezando por él pero tenían miedo que fuera un fantasma y preferían cerrar las puertas.
Me pregunto cuántos jóvenes, muchachos y muchachas hoy sienten en el corazón ese ‘levántate’ y cuantos curas, consagrados, monjas, les cierran las puertas”. Es necesario rezar, dijo el Papa, pero con las puertas abiertas. Y recordó el evangelio “Ven conmigo y verás donde vivo”, porque nadie puede entrar con las puertas cerradas.
Señaló que si bien los obispos tienen muchas ocupaciones deben delegarlas a los diáconos, porque el primer deber es la oración, como fue dicho por los apóstoles. “Podrían hacer el plan pastoral más grande, la organización más perfecta, pero sin la levadura de la oración será pan sin levadura”, dijo.
Rezar no como papagayos sino con el corazón involucrando a los parroquianos a orar.  Señaló que él se quedó impresionado al ver el trabajo de los párrocos italianos y de las redes de voluntarios que han creado, así como los oratorios para los jóvenes. En cambio lamentó cuando está escrito que se atiende solamente tal día, de tal hora a tal hora. “Es necesaria la acogida” dijo.
En particular para los jóvenes, porque cansan, hacen ruido. “Si queremos vocaciones, puerta abierta, oración y clavados en la silla para escuchar a los jóvenes”.  Y si son fantasiosos, hay que hacerlos aterrizar, confesarlos “aunque repitan siempre las mismas cosas”, hacer que se sientan en casa. Francisco señaló también que es necesario inventarse acciones pastorales que los involucren, y que estas cambian con el tiempo. Pidió además no olvidar que la inquietud que ellos tienen “es una gracia de Dios”.
Otro punto es el testimonio, porque si bien el joven siente una llamada del Señor, esta es concreta y la mayoría de las veces es: “Yo querría volverme como aquel o como aquella”.
Contó también una vez que una monja que fue a hablar a un colegio y centró su largo discurso pidiendo rezar para que su superiora sea canonizada. A lo que una alumna le dijo que visto su mensaje era solamente eso, probablemente su superiora estaba en el purgatorio, porque no supo formarla.
Al concluir les recordó que a ellos les llevó a ser sacerdotes, monjas, o laicos que trabajan en la Casa del Señor, no la gente que busca seguridad, que cierra las puertas, que aburre a los jóvenes, que no tienen tiempo, sino aquellos que dan “un testimonio grande”.
06.01.17



El Papa en el ángelus: En Reyes, el regalo es el mismo Jesús
El Pontífice invita a no dejarse enceguecer el dinero o el éxito, sino a seguir la luz de Jesús
6 enero 2017

 (Ciudad del Vaticano).- El santo padre Francisco rezó este viernes con los aproximadamente 35 mil fieles reunidos en la plaza de San Pedro con motivo de la fiesta de Reyes, la oración ángelus. El Papa recordó que hay luces intermitentes o que encandilan pero que son vanas, al contrario de la luz de Jesús que sabe vencer las tinieblas más oscuras y da alegría al corazón.
A continuación el texto del ángelus
“Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Celebramos hoy la Epifanía del Señor, o sea la manifestación de Jesús que resplandece como luz a todas las gentes. Símbolo de esta luz que resplandece en el mundo y que quiere iluminar la vida de cada uno de nosotros es la estrella que guió a los Magos a Belén. Ellos, dice el Evangelio, vieron ‘brillar su estrella’ (Mt 2,2) y decidieron seguirla: hacerse guiar por la estrella de Jesús.
También en nuestra vida hay diversas estrellas, luces que brillan y orientan. Somos nosotros que debemos elegir a cuál de ellas seguir. Hay luces intermitentes, que van y vienen, como las pequeñas satisfacciones de la vida: a pesar de ser buenas, no son suficientes, porque duran poco y no nos dejan la paz que buscamos”.
También existen las luces enceguecedoras del espectáculo, del dinero y del éxito, que prometen todo y enseguida: seducen pero con su fuerza encandilan y hacen pasar de los sueños de gloria a la oscuridad más densa.
Los Magos, en cambio, nos invitan a seguir una luz estable y gentil que no tiene ocaso, porque nos es de este mundo: viene del cielo y resplandece en el corazón.
Esta luz verdadera es la luz del Señor, o mejor dicho es el Señor. Él es nuestra luz: una luz que no enceguece, pero acompaña y dona una alegría única. Esta luz es para todos y nos llama a cada uno: podemos así sentir nosotros la invitación que hoy nos dirige el profeta Isaías: ‘Levántate, vístete de luz’.
En el inicio de cada día podemos recibir esta invitación: levántate, revístete de luz, sigue hoy entre las tantas estrellas fugaces del mundo a la estrella luminosa de Jesús! Siguiéndola, tendremos alegría, como le sucedió a los Magos, que ‘cuando vieron la estrella se llenaron de una enorme alegría’ (Mt 2,10); porque donde está Dios hay alegría.
Quien ha encontrado a Jesús ha sentido el milagro de la luz que rompe las tinieblas y conoce esta luz que ilumina y resplandece. Quisiera, con mucho respeto, invitar a no tener miedo de esta luz y a abrirse al Señor. Sobre todo quisiera decir a quien ha perdido la fuerza de buscar, a quien afanado por la oscuridad de la vida ha apagado el deseo: ‘Ánimo, la luz de Jesús sabe vencer las tinieblas más oscuras’, ¡levántate, coraje!
¿Cómo encontrar esta luz divina? Sigamos el ejemplo de los Magos, que el Evangelio describe siempre en movimiento. Quien desea la luz, de hecho sale de sí y la busca: no se queda cerrado, quieto, mirando qué sucede en su alrededor, pero pone en juego la propia vida.
La vida cristiana es un camino continuo, hecho de esperanza y de búsqueda; un camino que como el de los Magos prosigue también cuando la estrella desaparece momentáneamente de la vista. En este camino hay también insidias que es necesario evitar: los comentarios superficiales y mundanos que frenan el paso; los caprichos paralizantes del egoísmo; los baches del pesimismo que encierran la esperanza.
Estos obstáculos bloquearon a los escribas, de los cuales habla el Evangelio de hoy. Ellos sabían dónde estaba la luz, pero no se movieron. Cuando Herodes les preguntó ‘¿Dónde nacerá el Mesías?’, ‘¡En Belén! Sabían donde pero no se movieron. Su conocimiento fue vano: no basta saber que Dios ha nacido, si no se hace con Él la Navidad en el corazón.
Dios ha nacido, ¿pero ha nacido en tu corazón?, ¿ha nacido en mi corazón?, ¿ha nacido en nuestro corazón? Y así lo encontraremos, como los Magos, con María y José en el establo.
Los Magos lo hicieron: encontrado el Niño, “ellos se postraron y lo adoraron”: entraron en una comunión personal de amor con Jesús. Después le donaron oro, incienso y mirra, o sea sus bienes más preciosos.
Aprendamos de los Magos a no dar a Jesús solo los retazos de tiempo y algún pensamiento cada tanto, contrariamente no tendríamos su luz. Como los Magos, pongámonos en camino, revistiéndonos de luz, siguiendo la estrella de Jesús y adoremos al Señor con todo nuestro ser”.
Después de rezar el ángelus el Papa saludó a los diversos grupos de peregrinos y añadió las siguientes palabras:
“Los magos ofrecen a Jesús sus dones, pero en realidad es Jesús mismo el verdadero don de Dios. De hecho es el Dios que se dona a nosotros, en Él nosotros vemos el rostro misericordioso del Padre que nos espera, nos acoge, nos perdona siempre; el rostro de Dios que no nos trata nunca según nuestras obras o según nuestros pecados, pero únicamente según la inmensidad de su inagotable misericordia.
Y hablando de los dones, también yo he pensado de hacerles un pequeño regalo… faltan los camellos, pero les daré este don. Es el librito ‘Ícono de misericordia’. El don de Dios es Jesús, misericordia del Padre, y por esto para recordar este don les doy este regalo que será distribuido por personas pobres, sin hogar y prófugos, junto a muchos voluntarios y religiosos a los cuales saludo y les agradezco de corazón.
Les deseo un año de justicia, de perdón, de serenidad pero sobre todo un año de misericordia. Les ayudará leer este libro; se lleva en el bolsillo, pueden llevarlo con ustedes. Por favor no se olviden de hacerme también el don de vuestra oración. El Señor les bendiga. Buena fiesta, ‘buon pranzo‘ y ‘arrivederci‘.
07.01.17




El  Papa pide: ‘Que el Señor nos caliente el corazón’ para ayudar a los ‘sin techo’ que sufren el frío
Diversas instituciones y parroquias se han movilizado para ayudar a los sin techo
8 enero 2017


Cristo sin techo, imagen de bronce puesta en la limosnería apostólica 

(Roma).- El papa Francisco invitó este domingo a rezar al Señor “que nos caliente el corazón”, para poder ayudar a tantos sin techo que viven por las calles, a superar la indiferencia recordando que algunos de ellos han muerto debido a esta ola de frío polar.
“En estos días de tanto frío pienso y les invito a pensar a todas las personas que viven por la calle, golpeadas por el frío” dijo Francisco, que añadió: “y tantas veces por la indiferencia”.
Refiriéndose a los muertos señaló que “algunos no lograron sobrevivir”. Y pidió: “Recemos por ellos y pidamos al Señor que nos caliente el corazón para poder ayudarlos”.
La ola de frío glacial que se abate sobre Italia y partes del sur de Europa, ha causado en Italia y Polonia al menos 18 muertos en las últimas 48 horas.
En Moscú por ejemplo la temperatura llegó a menos 30 grados, un récord de los últimos 120 años, que ha afectado el transito de aviones, trenes y vehículos en las carreteras.
En Italia la Protección civil recomendó evitar los desplazamientos. Y en las últimas 48 horas las víctimas son 8, la última un anciano en Brianza que fue encontrado muerto por el frío cerca de un río y una señora que se golpeó al resbalarse debido al hielo.
Entre las víctimas también 6 sin techo, personas entre los 46 y 66 años de edad, informaron los medios locales, quienes dormían afuera a pesar de las temperaturas bajo cero. Dos eran polacos, uno rumano, otro indio y los otros dos italianos.
Diversas instituciones se movilizaron para ayudar a estas personas, entre las cuales la comunidad de San Egidio que este domingo organizó un almuerzo para 250 personas sin techo, que concluye con una tómbola de solidaridad. El presidente del consejo de Ministros de Italia, Paolo Gentiloni , ayer visitó el comedor de los pobres de San Egidio en vía Dandolo y agradeció el trabajo que están realizando, como llevar frazadas y bebidas caliente a los sin techo.

Texto completo del ángelus del papa Francisco del 8 de enero de 2017


 Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco, una vez concluida la misa con motivo del Bautismo del Señor, que celebró en la Capilla Sixistina, durante la cual bautizó a 28 niños, fue a su estudio en el Palacio Apostólico para desde allí rezar el ángelus.
Ante una plaza de San Pedro llena de peregrinos y fieles que le esperaban a pesar del frío intenso que azota en estos días a Italia, el Papa rezó el ángelus, y dijo las siguientes palabras.
Queridos hermanos y hermanas, ¡Buenos días!
Hoy es la fiesta del bautismo de Jesús, el Evangelio nos presenta la escena que sucedió a orillas del río Jordán: en medio a la multitud penitente que avanzaba hacia Juan el Bautista para recibir el bautismo está también Jesús. Hacía la cola.
Juan querría impedirlo diciendo: “Soy yo quien necesita tu bautismo”. El Bautista de hecho tiene conciencia de las grandes distancias que hay entre él y Jesús. Pero Jesús ha venido justamente para colmar la distancia entre el hombre y Dios: si él está enteramente de la parte de Dios, también está enteramente de la parte del hombre y reúne lo que estaba dividido.
Por esto pide a Juan de bautizarlo, para que se cumpla cada justicia, o sea que se realice el proyecto del Padre que pasa a través del camino de la obediencia y de la solidaridad con el hombre frágil y pecador, el camino de la humildad y de la plena cercanía a Dios y a sus hijos.
¡Porque Dios está muy cerca de nosotros! En el momento en el cual Jesús, bautizado por Juan, sale de las aguas del río Jordán, la voz de Dios Padre se hace sentir desde lo alto. “Este es el Hijo mio, el amado: en Él he puesto mi complacencia”.
Y al mismo tiempo en Espíritu Santo, en forma de paloma, se posa sobre Jesús que da públicamente inicio a su misión de salvación; misión caracterizada por el estilo del siervo humilde y manso, armado solamente por la fuerza de la verdad, como había profetizado Isaías: “No gritarás ni levantarás el tono (…) no despreciarás una caña dañada, no apagarás la mecha de la llama débil, proclamarás el derecho con verdad”.
Siervo humilde y manso, así es el estilo misionero de los discípulos de Cristo: anunciar el Evangelio con mansedumbre y firmeza, sin gritarle a nadie sino con mansedumbre y firmeza, sin arrogancia o imposición.
La verdadera misión no es nunca proselitismo pero atracción hacia Cristo. ¿Pero cómo? ¿Cómo se hace para atraer hacia Cristo? Con el propio testimonio, a partir de la fuerte unión con Él en la oración, en la adoración y en la caridad concreta, que es servicio a Jesús presente en el más pequeño de los hermanos.
A imitación de Jesús, pastor bueno y misericordioso y animados por su gracia, estamos llamados a hacer de nuestra vida un testimonio gozoso que ilumina el camino, que lleva esperanza y amor. Esta fiesta nos hace descubrir nuevamente el don y la belleza de ser un pueblo de bautizados, o sea de pecadores salvados por la gracia de Cristo, insertados realmente, por obra del Espíritu Santo en la relación filial de Jesús con el Padre, recibidos en el seno de la madre Iglesia, vueltos capaces de una fraternidad que no conoce confines y barreras.
La Virgen María nos ayude a todos nosotros los cristianos a conservar una conciencia siempre viva y agradecida de nuestro bautismo y a recorrer con fidelidad el camino inaugurado por este sacramento de nuestro renacer. Y siempre con mansedumbre y firmeza”.
El Papa reza el ángelus y después dice:
“¡Queridos hermanos y hermanas! En el contexto de la fiesta del Bautismo del Señor, esta mañana he bautizado a un buen grupo de recién nacidos, veintiocho. Recemos por ellos y por sus familias. También ayer por la tarde he bautizado a un joven catecúmeno.
Quiero extender mi oración a todos los papás que en este período se están preparando para el Bautismo de su hijo o lo han apenas celebrado. Sobre ellos y sobre los niños invoco al Espíritu Santo, para que este sacramento así simple y al mismo tiempo tan importante sea vivido con fe y con alegría.
Quiero además invitarlos a unirse a la Red Mundial de Oración del Papa, que difunde también a través de las redes sociales, las intenciones de oración que propongo cada mes a toda la Iglesia. Así se lleva adelante el apostolado de la oración y se hace crecer la comunión.
En estos días de tanto frío pienso y les invito a pensar a todas las personas que viven por la calle, golpeadas por el frío y tantas veces por la indiferencia. Entretanto algunos no lograron sobrevivir. Recemos por ellos y pidamos al Señor que nos caliente el corazón para poder ayudarlos.
Saludo a todos los aquí presentes, fieles de Roma y peregrinos italianos y de varios países, en particular al grupo de jóvenes de Cagliari, a quienes animo a proseguir el camino iniciado con el sacramento de la Confirmación. Y les agradezco porque ellos me dan la oportunidad de subrayar que la Confirmación no es solamente un punto de llegada, como algunos dicen el ‘sacramento del adiós’, no, no, es sobre todo un punto de partida en la vida cristiana.
¡Adelante con la alegría del Evangelio! Les deseo a todos un buen domingo. Por favor no se olviden de rezar por mi.
¡Buon pranzo e Arrivederci!
 09.01.17



 
El Papa recuerda que los inmigrantes no son una cifra estadística

En un largo discurso al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, el Santo Padre reflexiona sobre la seguridad y la paz

9 enero 2017

 (Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha recibido al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede para el tradicional saludo al inicio del año, con un discurso dedicado al tema de la seguridad y de la paz, “porque en el clima general de preocupación por el presente y de incertidumbre y angustia por el futuro” considera importante “dirigir una palabra de esperanza, que nos señale también un posible camino para recorrer”.

De este modo, el Santo Padre ha asegurado que si hoy para muchos la paz es un bien que se da por descontado, casi un derecho adquirido al que no se le presta demasiada atención, “para demasiadas personas esa paz es todavía una simple ilusión lejana”. Así, ha advertido de que millones de personas viven hoy en medio de conflictos insensatos. Con frecuencia, ha reconocido, nos sentimos abrumados por “las imágenes de muerte”, “el dolor de los inocentes que imploran ayuda y consuelo”, “el luto del que llora un ser querido a causa del odio y de la violencia”, “el drama de los refugiados que escapan de la guerra o de los emigrantes que perecen trágicamente”.

El Pontífice ha manifestado la viva convicción de que “toda expresión religiosa está llamada a promover la paz”. Sabemos –ha observado– que se ha cometido violencia por razones religiosas, comenzando precisamente por Europa, donde las divisiones históricas entre cristianos han durado mucho tiempo. Por eso ha recordado que en su reciente viaje a Suecia, quiso recordar que “tenemos una urgente necesidad de sanar las heridas del pasado y de caminar juntos hacia metas comunes”. En la base de ese camino “ha de estar el diálogo auténtico entre las diversas confesiones religiosas”. Un diálogo “posible y necesario”, como ha tratado de atestiguar en el encuentro que tuvo en Cuba con el Patriarca Cirilo de Moscú, así como en los viajes apostólicos a Armenia, Georgia y Azerbaiyán. Al mismo tiempo, Francisco ha pedido no olvidar las muchas iniciativas, inspiradas en la religión, que contribuyen, incluso a menudo con el sacrificio de los mártires, “a la construcción del bien común por medio de la educación y la asistencia”, sobre todo en las regiones más desfavorecidas y en las zonas de conflicto.

En concreto, el Santo Padre ha condenado el terrorismo de matriz fundamentalista, “que en el año pasado ha segado la vida de numerosas víctimas en todo el mundo”: en Afganistán, Bangladesh, Bélgica, Burkina Faso, Egipto, Francia, Alemania, Jordania, Irak, Nigeria, Pakistán, Estados Unidos de América, Túnez y Turquía. Son –ha subrayado el Santo Padre– gestos viles, que usan a los niños para asesinar, como en Nigeria; toman como objetivo a quien reza, como en la Catedral copta de El Cairo, a quien viaja o trabaja, como en Bruselas, a quien pasea por las calles de la ciudad, como en Niza o en Berlín, o sencillamente celebra la llegada del año nuevo, como en Estambul.

Por esa razón, ha explicado que se trata de “una locura homicida que usa el nombre de Dios para sembrar muerte, intentando afirmar una voluntad de dominio y de poder”. Así, ha hecho un llamamiento a todas las autoridades religiosas para que unidos “reafirmen con fuerza que nunca se puede matar en nombre de Dios”. El terrorismo fundamentalista –ha observado– es fruto de una grave miseria espiritual, vinculada también a menudo a una considerable pobreza social. Al respecto ha explicado que sólo podrá ser plenamente vencido con la acción común de los líderes religiosos y políticos. A los primeros “les corresponde la tarea de transmitir aquellos valores religiosos que no admiten una contraposición entre el temor de Dios y el amor por el prójimo”. A los segundos “garantizar en el espacio público el derecho a la libertad religiosa, reconociendo la aportación positiva y constructiva que ésta comporta para la edificación de la sociedad civil, en donde la pertenencia social, sancionada por el principio de ciudadanía, y la dimensión espiritual de la vida no pueden ser concebidas como contrarias”.  Además, les corresponde también “la responsabilidad de evitar que se den las condiciones favorables para la propagación de los fundamentalismos”.

A este respecto, ha expresado la convicción de que la autoridad política no sólo debe garantizar la seguridad de sus propios ciudadanos “sino que también está llamada a ser verdadera promotora y constructora de paz”.
Por otro lado, el Santo Padre se ha mostrado convencido de que para muchos el Jubileo extraordinario de la Misericordia ha sido una ocasión particularmente propicia para descubrir también la «incidencia importante y positiva de la misericordia como valor social”. De este modo ha invitado a contruir sociedades abiertas y hospitalarias para los extranjeros y, al mismo tiempo, seguras y pacíficas internamente. Esto es aún más necesario hoy en día en que siguen aumentando, en diferentes partes del mundo, los grandes flujos migratorios. Pienso sobre todo en los numerosos refugiados y desplazados en algunas zonas de África, en el Sudeste asiático y en aquellos que huyen de las zonas de conflicto en Oriente Medio. Es necesario –ha subrayado el Papa– un compromiso común en favor de los inmigrantes, los refugiados y los desplazados, que haga posible el darles una acogida digna. Los inmigrantes, ha añadido, “no deben olvidar que tienen el deber de respetar las leyes, la cultura y las tradiciones de los países que los acogen”.
Por eso mismo ha advertido de que  “no se puede de ningún modo reducir la actual crisis dramática a un simple recuento numérico”. Los inmigrantes “son personas con nombres, historias y familias”, y “no podrá haber nunca verdadera paz mientras quede un solo ser humano al que se le vulnere la propia identidad personal y se le reduzca a una mera cifra estadística o a objeto de interés económico”. Así, se ha mostrado agradecido a todos los países que acogen generosamente a los necesitados, comenzando por algunas naciones europeas, especialmente Italia, Alemania, Grecia y Suecia. Aunque no se puede olvidar “la hospitalidad ofrecida por otros países europeos y de Oriente Medio, como Líbano, Jordania y Turquía”, así como el compromiso de diferentes países de África y Asia. A este punto ha recordado su viaje a México, donde se sentiió cerca de los miles de inmigrantes centroamericanos “que sufren terribles injusticias y peligros en su intento de alcanzar un futuro mejor”, y que “son víctimas de extorsión y objeto de ese despreciable comercio ―horrible forma de esclavitud moderna― que es la trata de personas”.
Enemiga de la paz es una “visión reductiva” del hombre, que abre el camino a la propagación de la iniquidad, las desigualdades sociales y la corrupción, ha reconocido el Papa.
Prosiguiendo el discurso, el Santo Padre ha subrayado que los niños y los jóvenes son el futuro, se trabaja y se construye para ellos. “No podemos descuidarlos y olvidarlos egoístamente”, ha precisado. Por esta razón, considera prioritaria “la defensa de los niños”, cuya inocencia ha sido frecuentemente rota bajo el peso de la explotación, del trabajo clandestino y esclavo, de la prostitución o de los abusos de los adultos, de los pandilleros y de los mercaderes de muerte.
Y en esta línea, a los jóvenes y toda la población Siria dirige constantemente su pensamiento, a la vez que hace un llamamiento a la comunidad internacional “para que trabaje con diligencia para poner en marcha una seria negociación, que ponga definitivamente fin a un conflicto que está provocando un verdadero desastre humanitario”. El deseo común –ha indicado– es que la tregua que se ha firmado recientemente sea para todo el pueblo sirio un signo de la esperanza que tanto necesita.
También ha lanzado una invitación para erradicar “el despreciable tráfico de armas y la continua carrera para producir y distribuir armas cada vez más sofisticadas”. Causan un gran desconcierto –ha observado– las pruebas llevadas a cabo en la Península coreana, que desestabilizan a la región y plantean a la comunidad internacional unos inquietantes interrogantes acerca del riesgo de una nueva carrera de armamentos nucleares.
Enemiga de la paz es también “la ideología, que se sirve de los problemas sociales para fomentar el desprecio y el odio y ve al otro como un enemigo que hay que destruir”. Por eso, el Santo Padre ha advertido de que desafortunadamente, nuevas formas de ideología aparecen constantemente en el horizonte de la humanidad. Y ha señalado que haciéndose pasar por portadoras de beneficios para el pueblo, dejan en cambio detrás de sí “pobreza, divisiones, tensiones sociales, sufrimiento y con frecuencia incluso la muerte”. La paz, sin embargo, “se conquista con la solidaridad”.
La misericordia y la solidaridad –ha asegurado el Pontífice– es lo que mueve a la Santa Sede y a la Iglesia Católica en su compromiso decidido por solucionar los conflictos o seguir los procesos de paz, de reconciliación y la búsqueda de soluciones negociadas a los mismos. Así ha mencionado el acercamiento entre Cuba y los Estados Unidos y el esfuerzo para terminar con años de conflicto en Colombia. Este planteamiento busca fomentar la confianza mutua, mantener caminos de diálogo y hacer hincapié en la necesidad de gestos valientes, “que son muy urgentes también en la vecina Venezuela”, donde las consecuencias de la crisis política, social y económica, están pesando desde hace tiempo sobre la población civil.  Del mismo modo sucede en otras partes del mundo, empezando por Oriente Medio, para poder poner fin no solo al conflicto sirio, sino también para promover una sociedad plenamente reconciliada en Irak y en Yemen. La Santa Sede –ha aseverado el Papa– renueva también su urgente llamamiento para que se reanude el diálogo entre israelíes y palestinos. En esta misma línea ha mencionado los conflictos en Libia, así como Sudán y Sudán del Sur, República Centroafricana, República Democrática del Congo y Myanmar. También en Europa, ha asegurado el Papa, la disponibilidad al diálogo es la única manera de garantizar la seguridad y el desarrollo del Continente. Por tanto, se ha alegrado de las iniciativas destinadas “a promover el proceso de reunificación de Chipre” mientras que espera que en Ucrania “se sigan buscando con determinación soluciones viables para la plena aplicación de los compromisos asumidos por las partes”.  Toda Europa, ha recordado, está atravesando un momento decisivo de su historia, en el que está llamada a redescubrir su propia identidad. Para ello es necesario volver a descubrir sus raíces con el fin de plasmar su propio futuro.
Finalmente, el Santo Padre ha indicado a los presentes que construir la paz significa también trabajar activamente para el cuidado de la Creación. El Acuerdo de París sobre el clima es un “signo importante de nuestro compromiso común por dejar a los que vengan después de nosotros un mundo hermoso y habitable”. Aunque hay fenómenos que sobrepasan la capacidad de la acción humana. Por eso se ha referido a los numerosos terremotos que han golpeado a algunas regiones del mundo, en particular en Ecuador, Italia e Indonesia.
La paz –ha concluido Francisco– es un don, un desafío y un compromiso. Un don porque brota del corazón de Dios; un desafío, porque es un bien que no se da nunca por descontado y debe ser conquistado continuamente; un compromiso, ya que requiere el trabajo apasionado de toda persona de buena voluntad para buscarla y construirla. No existe la verdadera paz si no se parte de una visión del hombre que sepa promover su desarrollo integral, teniendo en cuenta su dignidad trascendente. 
10.01.17




El Papa en Sta. Marta: La autoridad de Jesús viene por su servicio, cercanía y coherencia
En la homilía de este martes, el Papa ha reflexionado sobre tres características que diferencian la autoridad de Jesús de la de los doctores de la Ley
10 enero 2017
 (Ciudad del Vaticano).- Jesús tenía autoridad porque servía a la gente, estaba cerca de las personas y era coherente, al contrario que los doctores de la Ley que se sentían príncipes. Así lo ha indicado el papa Francisco en su homilía de este martes en la misa celebrada esta mañana en Santa Marta. Frente a estas características de Jesús, ha precisado, los doctores de la ley enseñaban con autoridad clericalista, separados de la gente, no vivían lo que predicaban.
La autoridad de Jesús y la de los fariseos son los dos puntos sobre los que se ha centrado la homilía del Papa. Una es una autoridad real, la otra formal. En el Evangelio del día –ha explicado Francisco– se habla del estupor de la gente porque Jesús enseñaba “como uno que tiene autoridad” y no como los escribas. Así, ha recordado que “eran las autoridades del pueblo” pero lo que enseñaban no entraba en el corazón, mientras que Jesús tenía una autoridad real. No era “un seductor”, enseñaba la Ley “hasta el último punto” enseñaba la Verdad pero con autoridad.
De este modo, durante su homilía, el Papa ha reflexionado sobre tres características que diferencian la autoridad de Jesús de la de los doctores de la Ley. Tal y como ha observado el Papa, mientras que Jesús “enseñaba con humildad” y dice a sus discípulos que “el más grande sea como el que sirve: se haga el más pequeño”, los fariseos se sentían príncipes.
Jesús –ha explicado el Pontífice– servía a la gente, explicaba las cosas para que la gente entendiera bien, estaba al servicio de la gente. Tenía una actitud de servidor, y esto daba autoridad. Pero la mentalidad de los doctores de la Ley, ha advertido Francisco, era “nosotros somos los maestros, los príncipes, y nosotros os enseñamos a vosotros”. No era servicio sino “nosotros mandamos, vosotros obedecéis”. Y Jesús –ha subrayado el Papa– nunca se ha hecho pasar por príncipe, siempre era servidor de todos y esto es lo que le daba autoridad.
La segunda característica es la cercanía. Así, Francisco ha precisado que ese estar cerca de la gente lo que da autoridad. “Jesús no tenía alergia a la gente: tocar a los leprosos, a los enfermos, no le hacía estremecerse”. Mientras que los fariseos despreciaban a la pobre gente y ellos paseaban por las plazas, bien vestidos. Estos doctores, ha asegurado el Papa, enseñaban con autoridad clericalista.
Y un tercer punto que diferencia la autoridad de los escribas de la de Jesús es la coherencia. Jesús –ha subrayado el Papa– vivía lo que predicaba: había como una unidad, una armonía entre lo que pensaba, sentía, hacía. Mientras que quien se siente príncipe tiene “una actitud clericalista”, es decir, hipócrita, dice una cosa y hace otra.
En esta línea, el Santo Padre ha recordado que Jesús, que es humilde, que está al servicio, que es cercano, que no desprecia a la gente y que es coherente, tiene autoridad. “Y esta es la autoridad que siente el pueblo de Dios”, ha añadido.
Para concluir el Santo Padre ha recordado la parábola del Buen Samaritano. Delante de un hombre dejado medio muerto en el camino por los asaltantes, pasa el sacerdote y se va quizá porque hay sangre y cree que si lo toca, se convierte en impuro. Pasa el levita y –ha observado el Papa– creo que pensó que si se mezclaba tendría que ir después al tribunal a declarar y tenía muchas cosas que hacer. Y también él se va. Y finalmente el samaritano, un pecador, es el que tiene compasión. Pero, ha añadido Francisco, hay otro personaje, el posadero. Este hombre no se sorprende ni del asalto ni del comportamiento del sacerdote o el levita, sino por el del samaritano. Podía pensar, “este está loco”, “no es judío, es un pecador”. Así, el Papa vuelve al estupor de la gente del Evangelio de hoy frente a la autoridad de Jesús: “una autoridad humilde, de servicio”, “una autoridad cercana a la gente” y “coherente”.
11.01.17






Francisco invita a no poner la seguridad en ídolos que llevan por el camino equivocado
En la catequesis de esta semana, el Santo Padre reflexiona sobre el Salmo 115 y las falsas esperanzas en los ídolos
11 enero 2017
 (Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco, en la audiencia general de esta semana ha continuado con el ciclo de catequesis sobre la esperanza cristiana. Reunidos en el Aula Pablo VI en el Vaticano, miles de fieles le esperaban con ilusión y alegría. La meditación de esta semana ha estado centrada en el Salmo 115 sobre “las falsas esperanzas en los ídolos”.
El Santo Padre ha puesto dos ejemplos reales sobre cómo en la vida se puede llegar a dejarse llevar por ídolos. Al respecto, ha contado que una vez estaba en Buenos Aires y tenía que ir de una iglesia a otra y de camino había un parque con muchas pequeñas mesas donde estaban sentados los videntes. Y allí había mucha gente, incluso haciendo cola. ¿Esto da seguridad?, se ha preguntado el Papa. “La seguridad de una, permitidme la palabra, estupidez”, ha añadido. De esto modo ha observado que “tú pagas para que te den una falsa esperanza, compramos falsas esperanzas”. Sin embargo “de la esperanza de la gratuidad que ha traído Jesucristo, de esa no nos fiamos tanto”.
Otro ejemplo ha sido sobre una mujer guapa, que escuchó también en Buenos Aires, que se quedó embarazada y comentaba que “tuvo que abortar” porque si no su figura se vería perjudicada. Ídolos –ha asegurado– que te llevan sobre el camino equivocado.
En el resumen en español que el Santo Padre hace de la catequesis, ha indicado que la esperanza, esperar en el futuro, creer en la vida, “es una necesidad primaria del hombre”.
Pero es importante que pongamos nuestra confianza en lo que verdaderamente pueda ayudar a vivir y dar sentido a la existencia.
La Sagrada Escritura  –ha añadido– nos advierte contra las falsas esperanzas que el mundo presenta, denunciando la paradoja de sus ídolos. De este modo, ha explicado que el hombre, al buscar seguridades tangibles y concretas, “cae en la tentación de las consolaciones efímeras –dinero, alianza con los potentes, mundanidad, falsas ideologías– que parecen colmar el vacío de soledad y mitigan el cansancio de creer”.
Asimismo, el Pontífice ha asegurado que el salmo 115 describe de modo sugestivo la realidad absolutamente fugaz de estos ídolos. Advierte que quien pone la esperanza en ellos termina siendo como ellos: “imágenes vacías con manos que no tocan, pies que no caminan, boca que no puede hablar”. No se tiene nada que decir, se es incapaz de ayudar, cambiar las cosas, sonreír, donarse, amar. El hombre en cambio –ha concluido–  ha de ser imagen de Dios, confiando y esperando en su gracia y bendición.
A continuación, ha saludado a los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de España y Latinoamérica. Así, les ha invitado a poner plenamente su confianza en el Señor para que de su vida brote la alabanza al Dios vivo y verdadero, que por nosotros nació de María, murió sobre la cruz y ha resucitado en la gloria.
Después de los saludos en las distintas lenguas, el Papa ha dirigido unas palabras a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. De este modo, ha recordado que el domingo pasado se celebró la Fiesta del Bautismo del Señor, ocasión propicia para repensar en el propio Bautismo en la fe de la Iglesia. Por eso, ha invitado a los jóvenes a redescubrir diariamente “la gracia que proviene del sacramento recibido”. El Papa ha pedido a los enfermos a que saquen del bautismo la fuerza para afrontar los momentos de dolor y de desconsuelo. Finalmente, a los recién casados les ha exhortado a saber traducir los compromisos del bautismo en su camino de vida familiar.  
12.01.17







El Papa en Sta. Marta: “Nuestra vida es un hoy”
En la homilía de este jueves, el Santo Padre invita a “no endurecer al corazón”
12 enero 2017
 (Ciudad del Vaticano).- La homilía del papa Francisco de la misa de Santa Marta se ha centrado en dos palabras “hoy” y “corazón”. El hoy del que habla el Espíritu Santo en el pasaje de la Carta a los Hebreos de la liturgia del día, es “nuestra vida”, un hoy “lleno de días” pero después del cual no habrá un replay, un mañana”, “un hoy en el cual nosotros hemos recibido el amor de Dios”. Un hoy –ha explicado el Papa– en el cual podemos renovar nuestra alianza con la fidelidad de Dios. Pero hay un solo hoy en nuestra vida, y la tentación es decir “sí, lo haré mañana”, ha advertido.
Jesús lo explica en la parábola de las diez vírgenes: las cinco que no habían llevado con ellas el aceite junto a las lámparas, lo van a comprar después pero cuando llegan encuentran la puerta cerrada. El Santo Padre ha hecho también referencia también a la parábola del que llama a la puerta diciendo al Señor: “he comido contigo, he estado contigo…”. “No te conozco: has llegado tarde…”.
Esto lo digo –ha proseguido Francisco– no para asustaros, sino simplemente para decir que nuestra vida es un hoy: hoy o nunca. El Papa ha asegurado que él piensa esto, “el mañana será el mañana eterno, sin atardecer, con el Señor, para siempre. Si yo soy fiel a este hoy”. Y el Papa ha hecho la pregunta que hace el Espíritu Santo: “¿cómo vivo yo, este hoy?”
La segunda palabra sobre la que ha reflexionado es “corazón”. Con el corazón “encontramos al Señor” y muchas veces Jesús regaña diciendo: “lentos de corazón”, lentos en el entender. Así, la invitación es no endurecer el corazón y preguntarse si no está “sin fe” o “seducido por el pecado”.
En esta misma línea, el Santo Padre ha contado que le conmueve cuando una persona anciana –muchas veces sacerdote o religiosa– le piden que rece por su perseverancia final.
De este modo, el Santo Padre exhorta a preguntarse sobre “nuestro hoy” y “nuestro corazón”. El hoy está “lleno de días” pero “no se repetirá”. Los días se repiten hasta que el Señor dice “basta”.
Pero –ha señalado Francisco– el hoy no se repite, la vida es esta. “Y corazón abierto al Señor, no cerrado, no duro, no endurecido, no sin fe, no perverso, no seducido por los pecados”.
Finalmente el Santo Padre ha recordado que el Señor se encontró a muchos de estos que tenían el corazón cerrado: los doctores de la ley, toda la gente que le perseguía, lo ponían a prueba para condenarlo y al final lo consiguieron.
Al concluir la homilía, Francisco ha invitado a hacerse varias preguntas: ¿Cómo es mi hoy? ¿Mi atardecer puede ser hoy mismo, este día o muchos días después? ¿Cómo va mi hoy, en la presencia del Señor? ¿Y mi corazón cómo es? ¿Está abierto? ¿Está firme en la fe? ¿Se deja conducir del amor del Señor?
13.01.17





El Papa pide a los jóvenes no tener miedo de escuchar al Espíritu
Carta del Santo Padre a los jóvenes con ocasión de la presentación del Documento Preparatorio de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos
13 enero 2017
 (Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco, con ocasión de la presentación del Documento Preparatorio de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, ha dirigido una carta a los jóvenes, protagonistas del próximo Sínodo que se celebrará en 2018. El tema elegido para dicho encuentro es “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”.
En su carta, Francisco indica que ha querido que los jóvenes ocupen el centro de la atención “porque los llevo en el corazón”.
De este modo, les recuerda que Dios les invita a “salir” para lanzarse “hacia un futuro no conocido pero prometedor de seguras realizaciones, a cuyo encuentro Él mismo los acompaña”. Por esto, el Pontífice les invita a escuchar la voz de Dios “que resuena en el corazón de cada uno a través del soplo vital del Espíritu Santo”. Por otro lado, ha recordado que muchos jóvenes están sometidos al chantaje de la violencia y se ven obligados a huir de la tierra natal.

Francisco les recuerda que Jesús les dirige su mirada y les invita a ir hacia Él. “¿Han encontrado esta mirada, queridos jóvenes? ¿Han escuchado esta voz? ¿Han sentido este impulso a ponerse en camino?”, pregunta el Papa a los jóvenes. Y se muestra convencido de que “si bien el ruido y el aturdimiento parecen reinar en el mundo”, esta llamada “continua a resonar en el corazón da cada uno para abrirlo a la alegría plena”. Esto será posible –subraya el Pontífice– en la medida en que, a través del acompañamiento de guías expertos, sabrán emprender un itinerario de discernimiento para descubrir el proyecto de Dios en la propia vida. Incluso cuando “el camino se encuentre marcado por la precariedad y la caída”, Dios, que es rico en misericordia, “tenderá su mano para levantarlos”.

Asimismo, en su carta, el Santo Padre recuerda a los jóvenes que un “mundo mejor se construye también gracias a ustedes, que siempre desean cambiar y ser generosos”. El Papa les pide que no tengan miedo de escuchar al Espíritu “que les sugiere opciones audaces”, “no pierdan tiempo cuando la conciencia les pida arriesgar para seguir al Maestro”. También la Iglesia –precisa– desea ponerse a la escucha de la voz, de la sensibilidad, de la fe de cada uno; así como también de las dudas y las críticas. Finalmente, el Santo Padre asegura que a través del camino de este Sínodo, los obispos y él mismo quieren “contribuir cada vez más a vuestro gozo”.
14.01.17






El Papa advierte que los chismorreos destruyen una parroquia
El Santo Padre retoma las visitas a las parroquias y este domingo se ha dirigido a Santa María en Setteville, a las afueras de Roma
15 enero 2017

El Papa en una parroquia romana 

(Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha retomado este domingo las visitas pastorales a las parroquias de Roma, que fueron suspendidas durante el Año Jubilar. Hoy ha recibido al Santo Padre la parroquia de Santa María en Setteville, a las afueras de la ciudad.
En la homilía de la misa, el Santo Padre ha reflexionado sobre qué significa ser “testigos”, haciendo referencia a la lectura del día, que presenta a Juan Bautista en el momento en el que da testimonio de Jesús.
De este modo, el Papa ha recordado que hay muchos cristianos que confiesan que Jesús es Dios, hay muchos sacerdotes que confiesan que Jesús es Dios, muchos obispos…. Pero “¿todos dan testimonio de Jesús? ¿o ser cristiano es como un modo de vivir? ¿es como ser hincha de un equipo? ¿o como tener una filosofía?”, ha invitado a reflexionar.  El Pontífice ha subrayado que “ser cristiano, en primer lugar, es dar testimonio de Jesús”.
Y esto es lo que han hecho los apóstoles. “Dieron testimonio de Jesús”. En esta línea, ha observado que los apóstoles “no habían hecho un curso para ser testigos”, “no habían estudiado”, “no habían ido a la universidad”. Sintieron el Espíritu y fueron fieles a su inspiración. El Papa ha asegurado que eran pecadores, envidiosos, tenían celos entre ellos, eran traidores. Pedro, el primer Papa, traicionó a Jesús, ha insistido Francisco.
Pero –ha añadido–son testigos porque son “testigos de la salvación que Jesús lleva”. Todos “se han convertido”, “se han dejado salvar”. Al respecto, el Santo Padre ha querido subrayar que “ser testigo no significa ser santo”.
Finalmente, ha explicado que los apóstoles hubo un pecado que no tuvieron: no eran chismosos, no hablaban mal unos de otros, no se desplumaban. Por esta razón, ha asegurado que una comunidad, una parroquia donde hay chismorreos, “es incapaz de dar testimonio”. ¿Queréis una parroquia perfecta? “Nada de chismes”, ha pedido el Obispo de Roma. Lo que destruye a una comunidad  –ha precisado– son los chismorreos.
Antes de celebrar la misa, el Pontífice ha saludado al vice párroco, don Giuseppe Berardino, de 50 años, gravemente enfermo de esclerosis lateral amiotrófica desde hace más de dos años. Además, ha estado durante más de media hora con los niños y jóvenes de catequesis. Entre ellos, muchos jóvenes que ya han hecho la confirmación y un grupo de Scouts. Algunos, de forma espontánea, han realizado algunas preguntas al Papa. El Santo Padre también ha saludado a 45 niños, todos bautizados durante el 2016, acompañados de sus padres. A continuación, ha tenido lugar un encuentro con un centenar de fieles que ayudan al párroco en la obra pastoral. El Pontífice les ha dado varios consejos, deteniéndose especialmente en la “importancia de la misión”. Finalmente, tras saludar a los sacerdotes y seminaristas, el Papa ha ido a la sacristía y ha confesado a cuatro personas: una pareja joven que cuida del vice párroco, un joven de post-confirmación y el padre de un niño enfermo.
16.01.17



Pésame del Papa por el accidente de aviación en Kirguizistán
Han fallecido al menos 37 personas al estrellarse un Boeing en las inmediaciones del aeropuerto de Bishkek
16 enero 2017



(Ciudad del Vaticano).- El Santo Padre ha enviado un telegrama de pésame –a través del secretario de Estado, Pietro Parolin– a los parientes de las víctimas del accidente de aviación ocurrido en la noche entre el sábado 15 y el alba del domingo 16, en el que han fallecido 37 personas.
El Boeing 747 de carga se estrelló en una zona residencial próxima al aeropuerto internacional de Manas en Bishkek, capital de Kirguizistán, destruyendo parte del centro habitado.  Entre las víctimas causadas por el Boeing turco de la compañía ACT Airlines que cubría una ruta entre Hong Kong y Estambul hay también seis niños.
A continuación el texto:
“Profundamente apenado por la noticia del trágico accidente de un avión de carga cerca de Bishek, el papa Francisco expresa sus condolencias a todos aquellos que han perdido a sus seres queridos, en particular en Manas y encomienda las almas de los difuntos a la misericordia de Dios Todopoderoso. Mientras reza por las operaciones  de búsqueda y rescate, Su Santidad invoca sobre la nación las bendiciones divinas de la fortaleza y el consuelo.
17.01.17





Francisco en Sta. Marta: la esperanza nos vuelve valientes y no una Iglesia estacionamiento
El Papa invita a la esperanza incluso cuando hay que luchar en la oscuridad
17 enero 2017

(Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco abordó en la homilía de la misa matutina que celebró este martes en la Residencia Santa Marta, el tema de los cristianos que encuentran en la Iglesia un buen estacionamiento, cuando en cambio deben  ser valientes y estar anclados a la esperanza cristiana.
Partiendo de la Carta a los Hebreos, el Santo Padre señala que “la del cristiano es una vida valiente”, como los que se entrenan en un estadio para vencer. Aunque la lectura habla también de la pereza que es lo contrario del coraje: o sea “Vivir en la heladera” para que “todo se quede así”.
“Los cristianos perezosos, los cristianos que no tienen ganas de ir hacia adelante, que no luchan para que las cosas cambien por situaciones nuevas que nos harían bien a todos”. Para ellos “la Iglesia es un estacionamiento que les protege la vida y van hacia adelante con todas las aseguraciones posibles. Pero estos cristianos parados, me recuerdan una cosa de que niño nos decían los abuelos: ‘Cuidado con el agua estancada, la que no corre, porque es la primera que se corrompe”.
Es la esperanza lo que vuelve valientes a los cristianos, en cambio los cristianos perezosos no tienen esperanza, “están jubilados”, dijo el Papa. Y si bien es lindo irse en pensión después de muchos años de trabajo, “pasar la vida como jubilado es feo”.
La esperanza en cambio es el ancla a la cual atarse en los momentos difíciles: “Aquella esperanza que no desilusiona, que va más allá”. La esperanza “es luchar agarrado a la cuerda” en la “lucha de todos los días”, como una “virtud de horizontes, no de cierre”. Y en los momentos oscuros, “aférrate a la cuerda y soporta”.
Los cristianos estacionados se miran solo a sí mismos, porque son egoístas, asegura Francisco. Aunque reconoce que los cristianos valientes muchas veces se equivocan, añade que “todos nos equivocamos”. Y advirtió sobre el hecho de que “quien está quieto pareciera que no se equivoca”.
El Pontífice ha concluido la homilía invitando a preguntarnos. ¿Cómo soy yo? ¿Cómo es mi vida de fe?, es una vida de horizontes, de esperanza, de coraje, de avanzar, o una vida tibia que ni siquiera sabe soportar los momentos difíciles? El Papa invitó así a pedir al Señor que nos de la gracia de superar nuestros egoísmos, porque los cristianos parados son egoístas.
18.01.17




El Papa asegura que en la oración “nuestra esperanza no se ve defraudada”
En la audiencia general, el Santo Padre recuerda que hoy comienza la Semana de oración por la unidad de los cristianos
18 enero 2017
 ( Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco, como cada semana, ha recibido este miércoles en el Aula Pablo VI a miles de fieles para celebrar la audiencia general. De este modo, ha proseguido hoy con las catequesis dedicadas a la esperanza cristiana. Los peregrinos, venidos de todas las partes del mundo, se acercaban al pasillo para poder saludar de cerca y dar la mano al Santo Padre
El Pontífice, en el resumen que hace en español de la catequesis, y haciendo referencia a la lectura leída precedentemente, ha indicado que “el profeta Jonás nos invita a reflexionar sobre el vínculo entre esperanza y oración”. Tal y como ha señalado, Jonás es enviado a Nínive, ciudad enemiga de Israel y por tanto “indigna de la misericordia de Dios, para predicar su conversión”. Jonás –ha observado–no lo entiende y huye. Asimismo, Francisco ha recordado que “en el barco encontrará a unos paganos que al verse en peligro por una tempestad se ponen a rezar e invitan al profeta a unirse a ellos”.
Ante la muerte –ha aseverado– el hombre reconoce su fragilidad y se abre a Dios con una oración llena de esperanza. El Papa ha explicado que Jonás asume su responsabilidad y “se sacrifica para que los paganos se salven”. En ellos, ha añadido, se opera un milagro aún más grande: “gracias a esta experiencia de muerte logran encontrar al Dios de la vida, transformándose su oración en una acción de gracias”. Finalmente, ha señalado que más tarde, el rey de Nínive tras oír la predicación de Jonás, “se confía a la misericordia divina y llama a todos a la oración y a la penitencia, salvando así la ciudad”.
A continuación, el Santo Padre ha saludado a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. En la oración –ha explicado el Papa– nuestra esperanza no se ve defraudada. Asimismo ha exhortado a que en esta Semana oración que hoy iniciamos “pidamos insistentemente al Padre por la unidad de todos los cristianos”.
Al respecto, al finalizar la audiencia, en el saludo a los jóvenes, los enfermos y los recién casados, ha recordad que hoy inicia la Semana de oración por la unidad de los cristianos. Este año, ha indicado, nos hace reflexionar sobre “el amor de Cristo que empuja a la reconciliación”. Por eso ha invitado a los jóvenes a rezar para que “todos los cristianos vuelvan a ser una única familia”. Asimismo ha pedido a los enfermos que ofrezcan sus sufrimientos “por la causa de la unidad de la Iglesia”. Finalmente, a los recién casados ha invitado a hacer experiencia “del amor gratuito como es el de Dios por la humanidad”.
19.01.17