17 de març 2015

QUARESMA DEL PAPA...



Judes Moreno



El día 13 de los corrientes se cumplen dos años de la elección del Papa Francisco, se escribirá mucho sobre la sorpresa que significó su elección: latino-americano y jesuita. No podemos negar las expectativas que ha levantado dentro y fuera de la Iglesia, también las esperanzas e inquietudes.


No voy a decir nada solamente recordar los consejos que nos ha dado pasa esta cuaresma:

1.- Sonreír, un cristiano siempre es alegre.

2.- Dar las gracias (aunque no “debas” hacerlo).

3.- Recordarle a los demás cuanto los amas.
 
4.- Saludar con alegría a esas personas que ves a diario.

5.- Escuchar la historia del otro, sin prejuicios, con amor.

6.- Detenerte para ayudar. Estar atento a quien te necesita.

7.- Levantarle los ánimos a alguien.

8.- Celebrar las cualidades o éxitos de otro.

9.- Seleccionar lo que no usas y regalarlo a quien lo necesita.

10.- Ayudar cuando se necesite para que otro descanse.

11.- Corregir con amor, ni callar por miedo.

12.-Tener buenos detalles con los que están cerca de ti.

13.- Limpiar lo que uso en casa.

14.- Ayudar a los demás a superar obstáculos.

15.- Llamar por teléfono a tus padres.
 

¿Ingenuidad? ¿Propuestas de “buena acción” para los scouts? No, actos de caridad como manifestaciones concretas del amor de Dios.

Así es el papa Francisco: levanta sonrisas e invita a seguir el Evangelio de Jesús, el Cristo.


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2on Aniversari del Papa FRANCESC

Encara que parli més amb gestos que amb paraules, al papa Francesc n'ha tingut prou amb
 7 paraules 

per canviar el pas de l'Església catòlica.


TENDRESA.
La tendresa és la protagonista del seu estil, l'ingredient amb el que suavitza els seus gestos, i la seva estratègia per convertir el món en un lloc més humà.


SORTIR.
 El seu document programàtic es diu "Evangelii Gaudium" i és una apassionada invitació a tots els catòlics a sortir personalment de la comoditat i proposar amb audàcia el missatge cristià.

"Vull que l'Església surti al carrer, vull que ens defensem de tot el que sigui mundanitat, del que sigui instal•lació, del que sigui comoditat, del que sigui clericalisme, del que sigui estar tancats en nosaltres mateixos.»


DESCARTAR.
Denuncia que la crueltat de la societat "descarta" als que no li serveixen: els nens no esperats, els pobres, els malalts, i també la gent gran.

"Li vaig preguntar a una dona ¿i els seus fills, vénen a visitar-la? '' Sí, sí, sempre vénen. Quan van venir l'última vegada? Recordo a l'anciana que va dir: Bé, per Nadal. Estàvem a l'agost.


PERIFÈRIES.
 Ha canviat la geopolítica. El seu primer viatge va ser a Lampedusa, l'illa a la qual arriben els emigrants. El primer país europeu que va visitar va ser Albània. I la primera gira que programa a Amèrica Llatina és per visitar Bolívia, Paraguai i Equador.

Els seus nous cardenals procedeixen d'Haití, Tonga o Burkina Faso, països amb poca o nul•la representació al Vaticà.

Diu que per comprendre la realitat cal anar a les perifèries, les perifèries de les ciutats, les del món o les perifèries existencials.



LLÀGRIMES.
Francesc pensa que les llàgrimes són l'única resposta vàlida al dolor dels altres. És la seva manera de denunciar la globalització de la indiferència.

"Els convido a que cadascú es pregunti: ¿jo vaig aprendre a plorar? A plorarquan veig un nen amb gana, un nen drogat al carrer, un nen que no té casa, un nen abandonat, un nen abusat, un nen usat per la societat com esclau? O el meu plor és el plor capritxós del qui plora perquè voldria alguna cosa més?"

MISERICÒRDIA.
Francesc abraça i recorda que a Déu li entusiasma la humanitat i que sempre perdona a qui es penedeix. Per això, convida a no cansar-se de demanar perdó.

"Déu ens comprèn, ens espera, no es cansa de perdonar si sabem tornar a Ell amb el cor penedit... Som nosaltres que ens cansem de demanar perdó ".


ALEGRIA.
El Papa proposa un nou estil de vida basat en la senzillesa i la bondat del dia a dia. Tant que s'ha desfermat al seu voltant un corrent  d’alegria.
 
"Testimoniar l'alegria de la trobada amb Jesús, perquè he dit que cada trobada amb Jesús canvia la vida i cada trobada amb Jesús ens omple d'alegria, l'alegria que ve de dins. Així és el Senyor ". (full "fent camí")





Texto completo de la catequesis del Papa en la audiencia del miércoles 25 de marzo
En la serie de catequesis dedicada a la familia, el Santo Padre hace una parada de oración para rezar por el Sí­nodo de los obispos

Ciudad del Vaticano, 25 de marzo de 2015 (Zenit.org) Redacción | 872 hits
Publicamos a continuación la catequesis del Santo Padre:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! Buenos días pero no una bonita jornada ¿eh?

Hoy la audiencia se lleva a cabo en dos lugares diferentes, como hacemos cuando llueve: vosotros aquí en la plaza, y muchos enfermos en el Aula Pablo VI que siguen la audiencia a través de las pantallas gigantes. Ahora, como un gesto de fraternal cortesía, les saludamos con un aplauso. ¡Y no es fácil aplaudir con el paraguas en la mano! ¿Eh?

En nuestro camino de catequesis sobre la familia, hoy es una etapa un poco especial: será una parada de oración.

El 25 de marzo en la Iglesia celebramos solemnemente la Anunciación, inicio del misterio de la Encarnación. El arcángel Gabriel visita a la humilde joven de Nazaret y le anuncia que concebirá y dará a luz al Hijo de Dios. Con este Anuncio, el Señor ilumina y refuerza la fe de María, como después hará también por su esposo José, para que Jesús pueda nacer en una familia humana. Esto es muy bonito: nos muestra profundamente el misterio de la Encarnación, así como Dios lo que ha querido, que comprende no solamente la concepción en el vientre de la madre, sino también la acogida en una verdadera familia. Hoy quisiera contemplar con vosotros la belleza de esta unión, de esta condescendencia de Dios; y podemos hacerlo recitando juntos el Ave María, que en la primera parte retoma precisamente las palabras que el ángel dirige a la Virgen. Rezamos juntos:

«Dios te salve María llena eres de gracia el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén»

Y ahora un segundo aspecto: el 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación, en muchos países se celebra la Jornada por la Vida. Por esto, hace 20 años, san Juan Pablo II en esta fecha firmó la Encíclica Evangelium vitae. Para recordar tal aniversario hoy están presentes en la plaza muchos mienbros del Movimiento por la Vida. En la Evangelium vitae la familia ocupa un lugar central, en cuanto es el seno de la vida humana. La palabra de mi venerado predecesor nos recuerda que la pareja humana ha sido bendecida por Dios desde el principio para formar una comunidad de amor y de vida, en la que está confiada a la misión de la procreación. Los esposos cristianos, celebrando el sacramento del Matrimonio, se hacen disponibles a honrar esta bendición, con la gracia de Cristo, para toda la vida. La Iglesia, por su parte, se compromete solemnemente a cuidar de la familia que hace, como don de Dios para su misma vida, en las buenas y en las malas: la unión entre Iglesia y familia es sagrada e inviolable. La Iglesia, como madre, no abandona nunca a la familia, tampoco cuando está abatida, herida y mortificada de muchas formas. Ni siquiera cuando cae en el pecado, o se aleja de la Iglesia; siempre hará de todo para tratar de curarla y de sanarla, invitarla a la conversión y reconciliarla con el Señor.

Pues bien, si esta es la tarea, parece claro de cuánta oración necesita la Iglesia para ser capaz, en cada tiempo, para cumplir esta misión. Una oración llena de amor por la familia y por la vida. Una oración que sabe alegrarse con quien se alegra y sufrir con quien sufre.

Esto es lo que, junto con mis colaboradores, hemos pensado proponer hoy: renovar la oración por el Sínodo de los Obispos sobre la familia. Lanzamos de nuevo este compromiso hasta el próximo octubre, cuando tendrá lugar la Asamblea sinodal ordinaria dedicada a la familia. Quisiera que esta oración, como todo el camino sinodal, sea animada por la compasión del Buen Pastor por su rebaño, especialmente por las personas y las familias que por distintos motivos están “cansadas y agobiadas, como ovejas sin pastor”. Así, sostenida y animada por la gracia de Dios, la Iglesia podrá estar aún más comprometida, y aún más unida, con el testimonio de la verdad del amor de Dios y de su misericordia por las familias del mundo, ninguna excluida, tanto dentro como fuera del redil.

Os pido por favor que no falte vuestra oración. Todos - el Papa, los cardenales, obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, fieles laicos -  todos estamos llamados a rezar por el Sínodo. ¡Es necesario, no lo olvidéis!  Invito a rezar también a los que se sienten alejados, o que ya no están acostumbrados a hacerlo. Esta oración por el Sínodo de la familia es por el bien de todos. Sé que esta mañana os han dado una imagen y que la tenéis entre las manos. Tal vez esté un poco mojada… Os invito a conservarla y llevarla con vosotros, así en los próximos meses podéis recitarla a menudo, con santa insistencia, como nos ha pedido Jesús. Ahora la recitamos juntos:

Jesús, María y José,
en vosotros contemplamos
el esplendor del amor verdadero,
nos dirigimos con fe a vosotros,
Santa Familia de Nazaret
haced nuestras familias
lugares de comunión y cenáculos de oración,
auténticas escuelas del Evangelio
y pequeñas Iglesias domésticas.
Santa Familia de Nazaret,
que nunca más en las familias haya
violencia, cerrazón y división:
quien haya sido herido o escandalizado
conozca pronto el consuelo y la sanación.
Santa Familia de Nazaret,
que el próximo Sínodo de los Obispos
pueda volver a despertar en todos la conciencia
del carácter sagrado e inviolable de la familia
de su belleza en el proyecto de Dios.
Jesús, María y José,
escuchad, atended nuestra súplica. Amén.

Texto traducido por ZENIT

(25 de marzo de 2015)



Sta. Marta: el centro de la ley es el amor a Dios y al prójimo
En la homilía de este jueves, el Santo Padre recuerda que es triste ser creyente sin alegrí­a y no hay alegría cuando no hay fe
CIUDAD DEL VATICANO, 26 de marzo de 2015 (Zenit.org) - La alegría no viene de la doctrina fría, sino de la fe y la esperanza de encontrar a Jesús. Un creyente que no sabe ser feliz es triste: así lo ha asegurado el santo padre Francisco en la homilía de esta mañana de la misa celebrada de Santa Marta.

La alegría de Abraham que exulta en la esperanza de convertirse en padre, tal y como promete Dios, ha guiado la reflexión del Papa al comentar las lecturas del día. Así, ha recordado que Abraham era viejo, al igual que su mujer Sara, pero él cree, “abre el corazón a la esperanza” y está “lleno de consolación”. Jesús recuerda a los doctores de la ley, que Abrahán “exultó en la esperanza” al ver su día y “se llenó de alegría”.

De este modo, el Papa ha afirmado que “esto es lo que no entendían los doctores de la ley. No entendían la alegría de la promesa; no entendían la alegría de la esperanza; no entendían la alegría de la alianza. ¡No entendían!” Y es que, "no sabían ser felices, porque habían perdido el sentido de la felicidad, que solamente viene de la fe", ha observado el Pontífice. Por eso, Francisco ha recordado que “nuestro padre Abraham ha sido capaz de ser feliz porque tenía fe: se ha hecho justo en la fe. Estos habían perdido la fe. ¡Eran doctores de la ley, pero sin fe! Y aún más: ¡habían perdido la ley! Porque el centro de la ley es el amor, el amor por Dios y por el prójimo”.

A continuación, el Santo Padre ha explicado que “solamente tenían un sistema de doctrinas precisas y que precisaban cada día más que nadie las tocara. Hombres sin fe, sin ley, sin ley, unidos a doctrinas que también se convertían en una actitud casuística: ¿se puede pagar la tasa al César, no se puede? Esta mujer, que se ha casado siete veces, ¿cuándo vaya al cielo será mujer de esos siete? Esta casuística…. Este era su mundo, un mundo abstracto, un mundo sin amor, un mundo sin fe, un mundo sin esperanza, un mundo sin confianza, un mundo sin Dios. ¡Y por esto no podían ser felices!”

Por otro lado, el Obispo de Roma ha observado en la homilía que los doctores de la ley podían también divertirse, “pero sin alegría”, es más, “con miedo”.

“Esta es la vida sin fe en Dios, sin confianza en Dios, sin esperanza en Dios. Y su corazón estaba petrificado”, ha advertido. De este modo, ha reconocido que es triste ser creyente sin alegría y no hay alegría cuando no hay fe, cuando no hay esperanza, cuando no hay ley, sino solamente las prescripciones, la doctrina fría.

Y así, finalmente el Papa ha señalado que “la alegría de la fe, la alegría del Evangelio es el criterio de la fe de una persona. Sin alegría esta persona no es un verdadero creyente”. Para concluir el Papa ha invitado a retomar las palabras de Jesús: “Abraham, vuestro padre, exultó en la esperanza de ver mi día. Lo vio y se llenó de alegría”. De este modo, el Santo Padre ha exhortado a pedir al Señor la gracia de ser exultantes en la esperanza, la gracia de poder ver el día de Jesús cuando nos encontremos con Él y la gracia de la alegría”.  (RL) (SM)
 27.03.15







El Papa recibirá al presidente de Italia el 18 de abril
Será el primer encuentro entre ambos desde el nombramiento del nuevo presidente
CIUDAD DEL VATICANO, 27 de marzo de 2015 (Zenit.org) - El presidente de la República de Italia, Sergio Mattarella, será recibido por el papa Francisco en el Vaticano el próximo 18 de abril. Es la primera vez que el nuevo presidente encontrará al Santo Padre desde que fue elegido, el 3 de febrero pasado.
Según ha comunicado el Quirinale, el encuentro tendrá lugar a las 10 de la mañana. Además, Mattarella verá también al secretario de estado, el cardenal Pietro Parolin. En la Sala de prensa del Vaticano, el vicedirector, padre Ciro Benedettini confirmó la noticia. 
Mattarella fue elegido presidente de Italia con un mandato de siete años, tras la renuncia de Giorgio Napolitano, que ya había cumplido 89 años y que ocupó el cargo institucional desde el 15 de mayo de 2006 hasta el 14 de enero de 2015.
Mattarella fue diputado de 1983 a 2008, primero por la Democracia Cristiana, después por el Partido Popular Itaiano; la Margarita; y el Partido Democratico. Ocupó el cargo de ministro diversas veces y su último encargo fue el de juez constitucional.  
28.03.15 


Mensaje del Papa en el 500 aniversario del nacimiento de santa Teresa

Texto completo. Francisco indica que contemplación y acción siguen siendo el legado de la primera doctora de la Iglesia para los cristianos del siglo XXI

MADRID, 28 de marzo de 2015 (Zenit.org) - A continuación publicamos el mensaje que el papa Francisco ha enviado al obispo de Ávila, monseñor Jesús García Burillo, en el quinto centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús:

"A Monseñor Jesús García Burillo
Obispo de Ávila
Ávila

Vaticano, 28 de marzo de 2015

Querido Hermano:

Hoy mi corazón está en Ávila, donde hace quinientos años nació Teresa de Jesús. Pero no puedo olvidar tantos otros lugares que conservan su memoria, por los que pasó con sus sandalias desgastadas recorriendo caminos polvorientos: Medina del Campo, Malagón, Valladolid, Duruelo, Toledo, Pastrana, Salamanca, Segovia, Beas de Segura, Sevilla, Caravaca de la Cruz, Villanueva de la Jara, Palencia, Soria, Granada, Burgos y Alba de Tormes. Además, la huella de esta preclara Reformadora sigue viva en los cientos de conventos de carmelitas diseminados por todo el mundo. Sus hijos e hijas en el Carmelo mantienen ardiente la luz renovadora que la Santa encendió para bien de toda la Iglesia.

A esta insigne «maestra de espirituales», mi predecesor, el beato Pablo VI, tuvo el inédito gesto de conferirle el título de Doctora de la Iglesia. ¡La primera mujer Doctora de la Iglesia! Ella nos muestra al vivo lo secreto de Dios, donde entró «por vía de la experiencia, vivida en la santidad de una vida consagrada a la contemplación y, al mismo tiempo, comprometida en la acción, por vía de experiencia simultáneamente sufrida y gozada en la efusión de carismas espirituales extraordinarios» (Homilía en la Declaración del Doctorado de Santa Teresa, 27 septiembre 1970: AAS [1970] 592).

Nada de esto ha perdido su vigencia. Contemplación y acción siguen siendo su legado para los cristianos del siglo XXI. Por eso, cuánto me gustaría que pudiéramos hablar con ella, tenerla delante y preguntarle tantas cosas. Siglos después, su testimonio y sus palabras nos alientan a todos a adentrarnos en nuestro castillo interior y a salir fuera, a «hacerse espaldas unos a otros... para ir adelante» (Vida 7, 22). Sí, entrar en Dios y salir con su amor a servir a los hermanos. A esto «convida el Señor a todos» (Camino 19,15), sea cual sea nuestra condición y el lugar que ocupemos en la Iglesia (cf. Camino 5,5).
¿Cómo ser contemplativos en la acción? ¿Qué consejos nos das tú, Teresa, hoy?

En la hora presente, sus primeros interlocutores serían los religiosos y las religiosas, a los que la Santa animaría a comprometerse sin ambages: «No, hermanas mías, no es tiempo de tratar con Dios negocios de poca importancia» (Camino 1,5), les decía a sus monjas. Ella hoy nos saca de la autorreferencialidad y nos impulsa a ser consagrados «en salida», con un modo de vida austero, sin “encapotamientos” ni amarguras: «No os apretéis, porque si el alma se comienza a encoger, es muy mala cosa para todo lo bueno» (Camino 41,5). En este Año de la Vida Consagrada, nos enseña a ir a lo fundamental, a no dejarle a Cristo las migajas de nuestro tiempo o de nuestra alma, sino a llevarlo todo a ese amistoso coloquio con el Señor, «estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama» (Vida 8,5).

¿Y sobre los sacerdotes? Santa Teresa diría abiertamente: no los olviden en su oración. Sabemos bien que para ella fueron apoyo, luz y guía. Consciente como era de la importancia de la predicación para la fe de las gentes más sencillas, valoraba a los presbíteros y, «si veía a alguno predicar con espíritu y bien, un amor particular le cobraba» (Vida 8,12). Pero, sobre todo, la Santa oraba por ellos y pedía a sus monjas que estuvieran «todas ocupadas en oración por los que son defensores de la Iglesia y los predicadores y letrados que la defienden» (Camino 1,2). Qué hermoso sería que la imitáramos rezando infatigablemente por los ministros del Evangelio, para que no se apague en ellos el entusiasmo ni el fuego del amor divino y se entreguen del todo a Cristo y a su Iglesia, de modo que sean para los demás brújula, bálsamo, acicate y consuelo, como lo fueron para ella. Que la plegaria y la cercanía de los Carmelos acompañen siempre a los sacerdotes en el ejercicio del ministerio pastoral.
¿Y a los laicos? ¿Y a las familias, que en este año tan presentes están en el corazón de la Iglesia? Teresa fue hija de padres piadosos y honrados. A ellos dedica unas palabras elogiosas apenas comienza el Libro de la Vida: «El tener padres virtuosos y temerosos de Dios me bastara, si yo no fuera tan ruin, con lo que el Señor me favorecía, para ser buena» (1,1). De joven, cuando aún era «enemiguísima de ser monja» (Vida 2,8), se planteó seguir el camino del matrimonio, como las chicas de su edad. Fueron muchos y buenos los laicos con los que la Santa trató y que le facilitaron sus fundaciones: Francisco de Salcedo, el “caballero santo”, su amiga Guiomar de Ulloa o Antonio Gaytán, a quien le escribe alabando su estado y pidiéndole que se alegre por ello (cf. Carta 386 2). Necesitamos hoy hombres y mujeres como ellos, que tengan amor a la Iglesia, que colaboren con ella en su apostolado, que no sean sólo destinatarios del Evangelio sino discípulos y misioneros de la divina Palabra. Hay ambientes a los que sólo ellos pueden llevar el mensaje de salvación, como fermento de una sociedad más justa y solidaria. Santa Teresa sigue invitando a los cristianos de hoy a sumarse a la causa del Reino de Dios y a formar hogares donde Cristo sea la roca en la que se apoyen y la meta que corone sus anhelos.
¿Y a los jóvenes? Mujer inquieta, vivió su juventud con la alegría propia de esta etapa de la vida. Nunca perdió ese espíritu jovial que ha quedado reflejado en tantas máximas que retratan sus cualidades y su talante emprendedor. Estaba convencida de que hay que «tener una santa osadía, que Dios ayuda a los fuertes» (Camino 16,12). Esa confianza en Dios la empujaba a ir siempre adelante, sin ahorrar sacrificios ni pensar en sí misma con tal de amar al prójimo: «Son menester amigos fuertes de Dios para sustentar a los flacos» (Vida 15,5). Así puso de manifiesto que miedo y juventud no se casan. Que el ejemplo de la Santa infunda valentía a las nuevas generaciones, para que no se les arrugue «el ánima y el ánimo» (Camino 41,8). Sobre todo, cuando descubran que merece la pena seguir a Cristo de por vida, como lo hicieron aquellas primeras monjas Carmelitas Descalzas que, en medio de no pocas contrariedades, abrieron las puertas del primer “palomarcico”, un 24 de agosto de 1562. De la mano de Teresa, los jóvenes tendrán valor para huir de la mediocridad y la tibieza y albergar en su alma grandes deseos, nobles aspiraciones dignas de las mejores causas. Me parece oírla ahora advertirles con su gracejo que si no tienen altas miras serán como «sapos», que caminan lenta y rastreramente, y se contentarán con «sólo cazar lagartijas», dando importancia a minucias en lugar de a las cosas que cuentan de verdad (cf. Vida 13,3).
Y, de modo especial, ruego a Santa Teresa que nos regale la devoción y el fervor que ella tenía a san José. Harto bien haría que los que pasan por la prueba del dolor, la enfermedad, la soledad, quienes se sienten agobiados o entristecidos recurrieran a este insigne Patriarca con el amor y la confianza con que lo hacía la Santa. Te confieso, querido Hermano, que a menudo le hablo a san José de mis preocupaciones y problemas y, como ella, «no me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer... A otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad, a este glorioso Santo tengo experiencia que socorre en todas y que quiere el Señor darnos a entender que así como le fue sujeto en la tierra -que como tenía el nombre de padre, siendo ayo, le podía mandar-, así en el cielo hace cuanto le pide» (Vida 6,6). «Glorioso Patriarca San José, cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles... Muéstrame que tu bondad es tan grande como tu poder», dice una antigua oración inspirada en la experiencia de la Santa.
Querido Hermano, te pido, por favor, que reces y hagas rezar por mí y mi servicio al santo Pueblo fiel de Dios. Por mi parte, encomiendo a cuantos celebran este V Centenario a la intercesión de Santa Teresa, para que alcance del cielo todo lo que necesiten para ser de Jesús, como ella, y con la experiencia de su amor, puedan construir una sociedad mejor, en donde nadie quede excluido y se promueva la cultura del encuentro, del diálogo, de la reconciliación y la paz.
Que Jesús te bendiga y la Virgen Santa te cuide.
Fraternalmente,
Francisco"
29.03.15 

MENJADOR   DEL  VATICÀ:








 


"La pedra del dolor s’ha mogut deixant espai per a l’esperança. Aquest és el gran misteri de la Pasqua!"
Audiència general del papa Francesc a la plaça de Sant Pere del Vaticà. Dimecres 1 d'abril de 2014
Estimats germans i germanes, bon dia!.
Demà és Dijous Sant. A la tarda, amb la Santa Missa “en la Cena del Senyor”, començarà el Tridu Pasqual de la passió, mort i resurrecció de Crist, que és la culminació de tot l’any litúrgic i també la culminació de la nostra vida cristiana.
El Tridu s’obre amb la commemoració del Sant Sopar. Jesús, la vigília de la seva passió, va oferir al Pare el seu cos i la seva sang sota les espècies del pa i del vi i, donant-los com aliment als Apòstols, els va manar que en perpetuessin l’oferta en memòria seva. L’Evangeli d’aquesta celebració, recordant el lavatori dels peus, expressa el mateix significat de l’Eucaristia des d’un altre punt de vista. Jesús –com un servent– renta els peus de Simó Pere i dels altres onze deixebles (cfr Jn 13,4-5). Amb aquest gest profètic, els expressa el sentit de la seva vida i de la seva passió, com a servei a Déu i als germans: «El Fill de l’home no ha vingut a ser servit, sinó a servir» (Mc 10,45).
Això també va passar en el nostre Baptisme, quan la gràcia de Déu ens ha rentat del pecat i ens revesteix de Crist (cfr Col 3,10). Això succeeix cada vegada que fem el memorial del Senyor en l’Eucaristia: fem comunió amb el Crist Servent per obeir el seu manament, el d’estimar-nos com Ell ens ha estimat (cfr Jn 13,34; 15,12). Si ens acostem a la santa Comunió sense estar sincerament disposats a rentar-nos els peus els uns als altres, nosaltres no reconeixem el Cos del Senyor. És el servei de Jesús que es lliura totalment a si mateix.
Després, el dia següent, en la litúrgia del Divendres Sant meditem el misteri de la mort de Crist i adorem la Creu. En els últims moments de vida, abans de lliurar el seu esperit al Pare, Jesús va dir: «S’ha complert!» (Jn 19,30). Què vol dir aquesta paraula?, que Jesús diu: “S’ha complert”? Significa que l’obra de la salvació s’ha complert, que totes les Escriptures troben la seva plena realització en l’amor de Crist, Anyell immolat. Jesús, amb el seu Sacrifici, ha transformat la major iniquitat en el més gran amor.
A través dels segles hi ha homes i dones que amb el testimoni de les seves vides reflecteixen un raig d’aquest amor perfecte, ple, incontaminat. M’agrada recordar un heroic testimoni dels nostres dies, Don Andrea Santoro, sacerdot de la diòcesi de Roma i missioner a Turquia. Pocs dies abans de ser assassinat a Trebisonda, escrivia: «Sóc aquí per habitar enmig d’aquesta gent i permetre a Jesús de fer-ho a través meu… Hom esdevé capaç de salvació només oferint la pròpia carn. Es porta el mal del món i es comparteix el dolor, absorbint-los en la pròpia carn fins el fons, com ho va fer Jesús» (A. Polselli, Don Andrea Santoro, le eredità, Città Nuova, Roma 2008, p. 31). Aquest exemple d’un home dels nostres temps, i tants altres, ens ajuden a oferir la nostra vida com un do d’amor als germans, a imitació de Jesús. I també avui hi ha tants homes i dones, veritables màrtirs que ofereixen la seva vida amb Jesús per confessar la fe, només per aquest motiu. És un servei, servei del testimoniatge cristià fins a la sang, servei que ens ha fet el Crist: ens ha redimit fins al final. Aquest és el significat d’aquella paraula “S’ha complert”. Que bonic seria que tots nosaltres, quan acabi la nostra vida, amb els nostres errors, els nostres pecats, també amb les nostres bones obres, amb el nostre amor al proïsme, poguéssim dir al Pare com Jesús: “S’ha complert”; no amb la perfecció amb què Ell ho va dir, però dir: “Senyor, he fet tot el que he pogut. S’ha complert”. Adorant la Creu, mirant Jesús, pensem en l’amor, en el servei, en la nostra vida, en els màrtirs cristians, i també ens farà bé pensar en la fi de la nostra vida. Ningú de nosaltres sap quan succeirà això, però podem demanar la gràcia de poder dir: “Pare, he fet el que podia. He complert”.
El Dissabte Sant  és el dia en el qual l’Església contempla el “repòs” de Crist en la tomba després del combat victoriós de la creu. El Dissabte Sant l’Església, altra vegada, s’identifica amb Maria: tota la seva fe queda recollida en Ella, la primera i perfecta deixeble, la primera i perfecta creient. En la foscor que envolta la creació, només Ella té encesa la flama de la fe, esperant contra tota esperança (cfr Rm 4,18) en la Resurrecció de Jesús.
I en la gran Vetlla Pasqual, en la qual ressona altra vegada l’Alleluia, celebrem Crist Ressuscitat centre i fi de l’univers i de la història; vetllem plens d’esperança esperant el seu retorn, quan la Pasqua tindrà la seva plena manifestació.
A vegades sembla que la foscor de la nit penetri en l’ànima; a vegades pensem: “ara no hi ha res més a fer”, i el cor ja no troba la força d’estimar… Però en aquesta foscor Crist encén el foc de l’amor de Déu: una resplendor trenca la foscor i anuncia un nou inici, quelcom comença en la foscor més profunda. Nosaltres sabem que la nit  és “més nit”, és més fosca abans que comenci el dia. Però en aquella foscor és Crist qui guanya i qui encén el foc de l’amor. La pedra del dolor s’ha mogut deixant espai per a l’esperança. Aquest és el gran misteri de la Pasqua! En aquesta santa nit l’Església ens lliura la llum del Ressuscitat, perquè en nosaltres no hi hagi la tristor de qui diu, “ara…”, sinó l’esperança de qui s’obre a un present ple de futur: Crist ha vençut la mort, i nosaltres amb Ell. La nostra vida no s’acaba davant de la llosa d’un sepulcre, la nostra vida va més enllà amb l’esperança en Crist que ha ressuscitat realment d’aquell sepulcre. Com a cristians estem cridats a ser sentinelles del matí, que saben veure els senyals del Ressuscitat, com ho van fer les dones i els deixebles que van anar a la tomba en trencar l’alba del primer dia de la setmana.
Estimats germans i germanes, en aquests dies del Tridu Sant no ens limitem a commemorar la passió del Senyor, sinó que entrem en el misteri, fem nostres els seus sentiments, els seus compromisos, com ens invita a fer-ho l’apòstol Pau: «Tingueu en vosaltres els mateixos sentiments de Crist Jesús” (Fil 2,5). Aleshores la nostra serà una “bona Pasqua”.
Traducció: Josep Ma Torrents –Catalunya Religió


 Homilía del Papa en la celebración del Domingo de Ramos
Texto completo. Francisco señala que no hay humildad sin humillación. Recuerda a los cristianos perseguidos, los mártires de hoy, que no reniegan de Jesús y soportan con dignidad insultos y ultrajes
CIUDAD DEL VATICANO, 29 de marzo de 2015 (Zenit.org) - El papa Francisco ha presidido hoy, a las 9:30 horas, la solemne celebración litúrgica del Domingo de Ramos y de la Pasión del Señor en la Plaza de San Pedro.
En el centro de la plaza, cerca del obelisco, el Santo Padre ha bendecido las palmas y ramas de olivo y, al final de la procesión, ha celebrado la Misa de la Pasión del Señor delante de la basílica de San Pedro.
Con motivo de la XXX Jornada Mundial de la Juventud, sobre el tema "Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios", han participado en la celebración eucarística numerosos jóvenes de Roma y de otras diócesis.
A continuación publicamos la homilía que ha pronunciado el Pontífice después de la proclamación de la Pasión del Señor según San Marcos:
"En el centro de esta celebración, que se presenta tan festiva, está la palabra que hemos escuchado en el himno de la Carta a los Filipenses: «Se humilló a sí mismo». La humillación de Jesús.
Esta palabra nos desvela el estilo de Dios y, en consecuencia, el que debe ser del cristiano: la humildad. Un estilo que nunca dejará de sorprendernos y ponernos en crisis: nunca nos acostumbraremos a un Dios humilde.
Humillarse es ante todo el estilo de Dios: Dios se humilla para caminar con su pueblo, para soportar sus infidelidades. Esto se aprecia bien leyendo el Libro del Éxodo: ¡Qué humillación para el Señor oír todas aquellas murmuraciones, aquellas quejas! Estaban dirigidas contra Moisés, pero, en el fondo, iban contra él, contra su Padre, que los había sacado de la esclavitud y los guiaba en el camino por el desierto hasta la tierra de la libertad.
En esta semana, la Semana Santa, que nos conduce a la Pascua, seguiremos este camino de la humillación de Jesús. Y sólo así será «santa» también para nosotros.
Veremos el desprecio de los jefes del pueblo y sus engaños para acabar con él. Asistiremos a la traición de Judas, uno de los Doce, que lo venderá por treinta monedas. Veremos al Señor apresado y tratado como un malhechor; abandonado por sus discípulos; llevado ante el Sanedrín, condenado a muerte, azotado y ultrajado. Escucharemos cómo Pedro, la «roca» de los discípulos, lo negará tres veces. Oiremos los gritos de la muchedumbre, soliviantada por los jefes, pidiendo que Barrabás quede libre y que a él lo crucifiquen. Veremos cómo los soldados se burlarán de él, vestido con un manto color púrpura y coronado de espinas. Y después, a lo largo de la vía dolorosa y a los pies de la cruz, sentiremos los insultos de la gente y de los jefes, que se ríen de su condición de Rey e Hijo de Dios.
Esta es la vía de Dios, el camino de la humildad. Es el camino de Jesús, no hay otro. Y no hay humildad sin humillación.
Al recorrer hasta el final este camino, el Hijo de Dios tomó la «condición de siervo». En efecto, la humildad quiere decir servicio, significa dejar espacio a Dios despojándose de uno mismo, «vaciándose», como dice la Escritura. Este «vaciarse» es la humillación más grande.
Hay otra vía, contraria al camino de Cristo: la mundanidad. La mundanidad nos ofrece el camino de la vanidad, del orgullo, del éxito... Es la otra vía. El maligno se la propuso también a Jesús durante cuarenta días en el desierto. Pero Jesús la rechazó sin dudarlo. Y con él, sólo con su gracia, con su ayuda, también nosotros podemos vencer esta tentación de la vanidad, de la mundanidad, no sólo en las grandes ocasiones, sino también en las circunstancias ordinarias de la vida.
En esto, nos ayuda y nos conforta el ejemplo de muchos hombres y mujeres que, en silencio y sin hacerse ver, renuncian cada día a sí mismos para servir a los demás: un familiar enfermo, un anciano solo, una persona con discapacidad, un sin techo...
Pensemos también en la humillación de los que, por mantenerse fieles al Evangelio, son discriminados y sufren las consecuencias en su propia carne. Y pensemos en nuestros hermanos y hermanas perseguidos por ser cristianos, los mártires de hoy, hay muchos. No reniegan de Jesús y soportan con dignidad insultos y ultrajes. Lo siguen por su camino. Podemos hablar, en verdad, de «una nube de testigos»: los mártires de hoy.
Durante esta semana, emprendamos también nosotros con decisión este camino de la humildad, con mucho amor a Él, nuestro Señor y Salvador. El amor nos guiará y nos dará fuerza. Y, donde está él, estaremos también nosotros".

30,03.15






El Papa convocará oficialmente el 'Jubileo de la Misericordia' el 11 de abril
Con la publicación en la Basílica de San Pedro de la 'Bula de Convocatoria' del Año Santo extraordinario
CIUDAD DEL VATICANO, 31 de marzo de 2015 (Zenit.org) - El papa Francisco convocará oficialmente el Jubileo de la Misericordia con la publicación de una bula pontificia el próximo 11 de abril, a las 17.30 horas, en la basílica de San Pedro.
El rito de la publicación prevé la lectura de algunos pasajes de la bula papal ante la Puerta Santa de la basílica vaticana, ha informado este martes la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
A continuación, el Santo Padre presidirá la celebración de las primeras vísperas del Domingo de la Misericordia, “poniendo así de relieve de manera particular el tema fundamental del Año Santo extraordinario: la Misericordia de Dios”, ha añadido el comunicado.
La bula de convocatoria de un jubileo, especialmente en el caso de un Año Santo extraordinario, además de indicar el tiempo, con las fechas de apertura y cierre, y las modalidales de desarrollo, constituye el documento fundamental para reconocer el espíritu con el cual se convoca, las intenciones y los frutos deseados por el pontífice.
En el caso de los dos últimos Años Santos extraordinarios, en 1933 y 1983, la bula de convocatoria se publicó en la solemnidad de la Epifanía del Señor. “Para el próximo Año Santo extraordinario, también la elección de la fecha en que se publicará la Bula manifiesta claramente la atención especial del Santo Padre al tema de la Misericordia”, ha destacado la Oficina de prensa en su nota.
El papa Francisco anunció la convocatoria del próximo Año Santo extraordinario el pasado 13 de marzo, durante la homilía que dio inicio a las “24 horas para el Señor”, una propuesta celebrada en todo el mundo para promover la apertura extraordinaria de los templos y favorecer la celebración del sacramento de la Reconciliación.
El Jubileo de la Misericordia comenzará con la apertura de la Puerta Santa de la basílica de San Pedro el próximo 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción, y concluirá el 20 de noviembre de 2016.
Con el Jubileo de la Misericordia, el Pontífice quiere poner en el centro de la atención, al Dios misericordioso que invita a todos a volver hacia Él. El encuentro con Dios inspira la virtud de la misericordia. La apertura del próximo Jubileo adquiere un significado especial ya que tendrá lugar en el 50 aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II.
 01.04.15



Texto completo de la catequesis del Papa en la audiencia del miércoles 1 de abril
'Nuestra vida no termina delante de la piedra de un sepulcro'. El Santo Padre explica el Triduo Pascual y señala que en la oscuridad Cristo enciende el fuego del amor de Dios
CIUDAD DEL VATICANO, 01 de abril de 2015 (Zenit.org) - Queridos hermanos y hermanas, buenos días.
Mañana es Jueves Santo. Por la tarde, con la Santa Misa “en la Cena del Señor” comenzará el Triduo Pascual de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, culmen de todo el año litúrgico., también el culmen de nuestra vida cristiana.

El Triduo se abre con la conmemoración la Última Cena. Jesús, la vigilia de su pasión, ofreció al Padre su cuerpo y su sangre bajo las especies del pan y del vino y, donándoles una nutrición a los apóstoles, les mandó perpetuar la ofrenda de su memoria. El Evangelio de esta celebración, recordando el lavatorio de pies, expresa el mismo significado de la Eucaristía bajo otra perspectiva. Jesús --como siervo-- lava los pies de Simón Pedro y de los otros once discípulos. Con este gesto profético, Él expresa el sentido de su vida y de su pasión, como servicio a Dios y a los hermanos: “El Hijo del hombre no ha venido para ser servido, sino para servir”.

Esto ha sucedido también en nuestro Bautismo, cuando la gracia de Dios nos ha lavado del pecado y nos hemos revestido de Cristo. Esto sucede cada vez que hacemos el memorial del Señor en la Eucaristía: hacemos comunión con Cristo Siervo para obedecer a su mandamiento, el de amarnos como Él nos ha amado. Si nos acercamos a la santa Comunión sin estar dispuestos sinceramente a lavarnos los pies los unos a los otros, no reconocemos el Cuerpo del Señor. El servicio de Jesús donándose a sí mismo totalmente.

 Después, pasado mañana, en la liturgia del Viernes Santo meditamos el misterio de la muerte de Cristo y adoramos la Cruz. En los últimos instantes de su vida, antes de entregar el espíritu al Padre, Jesús dijo: ‘¡Está cumplido!’ ¿Qué significa esta palabra, que Jesús diga ‘está cumplido’? Significa que la obra de la salvación está cumplida, que todas las Escrituras encuentran su pleno cumplimiento en el amor de Cristo, Cordero inmolado. Jesús, con su sacrificio, ha transformado la más grande iniquidad en el amor más grande.

A lo largo de los siglos hay hombres y mujeres que con el testimonio de su existencia reflejan un rayo de esta amor perfecto, pleno, sin contaminar. Me gusta recordar a un heroico testigo de nuestros días, Don Andrea Santoro, sacerdote de la diócesis de Roma y misionero en Turquía. Días antes de ser asesinado en Trebisonda, escribía: “Estoy aquí para vivir en medio de esta gente y permitir a Jesús que lo haga prestándole mi carne. Es posible salvarse solo ofreciendo la propia carne. El mal del mundo es llevado y el dolor es compartido, absorbiendolo en la propia carne hasta el final, como hizo Jesús”.  Este ejemplo, el de un hombre de nuestro tiempo, y el de muchos otros, nos sostengan en el ofrecer nuestra vida como don del amor a los hermanos, a imitación de Jesús.

Y también hoy hay muchos hombres y mujeres, verdaderos mártires que ofrecen su vida con Jesús al confesar la fe, solo por ese motivo, es un servicio, servicio del testimonio cristiano hasta la sangre. El servicio que ha hecho Cristo nos ha redimido hasta el final, y este es el significado de esa palabra. Está cumplido. Que bello será que todos nosotros, al final de nuestra vida, con nuestros errores, pecados, también con nuestras buenas obras, nuestro amor al prójimo, podamos decir al Padre como Jesús: ‘Está cumplido’. Claro, no con la perfección que lo dijo Él. Pero decir ‘Señor, he hecho todo lo que he podido hacer, está cumplido’.


Adorando la Cruz, mirando a Jesús, pensamos en el amor, el servicio, en nuestra vida, en los mártires cristianos y también nos hará bien pensar sobre el final de nuestra vida. Ninguno sabe cuándo sucederá esto. Pero podemos pedir la gracia de poder decir: ‘Padre he hecho lo que he podido. Está cumplido’.  

El Sábado Santo es el día en el que la Iglesia contempla el “descanso” de Cristo en la tumba después de la victoriosa lucha de la cruz. En el Sábado Santo la Iglesia, una vez más, se identifica con María: toda su fe es recogida en Ella, la primera y perfecta creyentes. En la oscuridad que envuelve la creación, Ella permanece sola teniendo encendida la llama de la fe, esperando contra cualquier esperanza en la Resurrección de Jesús.  

En la gran Vigilia Pascual, en la que resuena nuevamente el Aleluya, celebramos a Cristo resucitado centro y final del cosmos y de la historia; estamos despiertos llenos de esperanza esperando su regreso, cuando la Pascua tendrá su plena manifestación.

A veces la oscuridad  de la noche parece penetrar en el alma; a veces pensamos: “ya no hay nada que hacer”, y el corazón no encuentra la fuerza para amar.

Pero precisamente en esa oscuridad Cristo enciende el fuego del amor de Dios:  un resplandor rompe la oscuridad y anuncia un nuevo inicio. Algo comienza. En la oscuridad más profunda. Sabemos que la noche es más noche, y es más oscura poco antes de que empiece el día. Pero precisamente en esa oscuridad es Cristo quien vence y quien enciende el fuego del amor.  La piedra del dolor se ha volcado dejando espacio a la esperanza. ¡Este es el gran misterio de la Pascua! En esta noche santa la Iglesia nos entrega la luz del Resucitado, para que en nosotros no haya el arrepentimiento de quien dice “vaya...”, sino la esperanza de quien se abre a un presente lleno de futuro: Cristo ha vencido y nosotros con Él. Nuestra vida no termina delante de la piedra de un sepulcro. Nuestra vida va más allá, con la esperanza de Cristo que ha resucitado, precisamente en ese sepulcro. Como cristianos somos llamados a ser centinelas de la mañana, que saben ver los signos del Resucitado, como han hecho las mujeres y los discípulos que acudieron al sepulcro al alba del primer día de la semana.

Queridos hermanos y hermanas, en estos días del Triduo Santo no nos limitemos a conmemorar la pasión del Señor, sino entremos en el misterio, hagamos nuestros sus sentimientos, sus actitudes, como nos invita a hacer el apóstol Pablo: “Tened en vosotros los mismos sentimientos de Cristo Jesús”. Entonces la nuestra será una “buena Pascua”. 







"La pedra del dolor s’ha mogut deixant espai per a l’esperança. Aquest és el gran misteri de la Pasqua!"
Audiència general del papa Francesc a la plaça de Sant Pere del Vaticà. Dimecres 1 d'abril de 2014
Estimats germans i germanes, bon dia!.
Demà és Dijous Sant. A la tarda, amb la Santa Missa “en la Cena del Senyor”, començarà el Tridu Pasqual de la passió, mort i resurrecció de Crist, que és la culminació de tot l’any litúrgic i també la culminació de la nostra vida cristiana.
El Tridu s’obre amb la commemoració del Sant Sopar. Jesús, la vigília de la seva passió, va oferir al Pare el seu cos i la seva sang sota les espècies del pa i del vi i, donant-los com aliment als Apòstols, els va manar que en perpetuessin l’oferta en memòria seva. L’Evangeli d’aquesta celebració, recordant el lavatori dels peus, expressa el mateix significat de l’Eucaristia des d’un altre punt de vista. Jesús –com un servent– renta els peus de Simó Pere i dels altres onze deixebles (cfr Jn 13,4-5). Amb aquest gest profètic, els expressa el sentit de la seva vida i de la seva passió, com a servei a Déu i als germans: «El Fill de l’home no ha vingut a ser servit, sinó a servir» (Mc 10,45).
Això també va passar en el nostre Baptisme, quan la gràcia de Déu ens ha rentat del pecat i ens revesteix de Crist (cfr Col 3,10). Això succeeix cada vegada que fem el memorial del Senyor en l’Eucaristia: fem comunió amb el Crist Servent per obeir el seu manament, el d’estimar-nos com Ell ens ha estimat (cfr Jn 13,34; 15,12). Si ens acostem a la santa Comunió sense estar sincerament disposats a rentar-nos els peus els uns als altres, nosaltres no reconeixem el Cos del Senyor. És el servei de Jesús que es lliura totalment a si mateix.
Després, el dia següent, en la litúrgia del Divendres Sant meditem el misteri de la mort de Crist i adorem la Creu. En els últims moments de vida, abans de lliurar el seu esperit al Pare, Jesús va dir: «S’ha complert!» (Jn 19,30). Què vol dir aquesta paraula?, que Jesús diu: “S’ha complert”? Significa que l’obra de la salvació s’ha complert, que totes les Escriptures troben la seva plena realització en l’amor de Crist, Anyell immolat. Jesús, amb el seu Sacrifici, ha transformat la major iniquitat en el més gran amor.
A través dels segles hi ha homes i dones que amb el testimoni de les seves vides reflecteixen un raig d’aquest amor perfecte, ple, incontaminat. M’agrada recordar un heroic testimoni dels nostres dies, Don Andrea Santoro, sacerdot de la diòcesi de Roma i missioner a Turquia. Pocs dies abans de ser assassinat a Trebisonda, escrivia: «Sóc aquí per habitar enmig d’aquesta gent i permetre a Jesús de fer-ho a través meu… Hom esdevé capaç de salvació només oferint la pròpia carn. Es porta el mal del món i es comparteix el dolor, absorbint-los en la pròpia carn fins el fons, com ho va fer Jesús» (A. Polselli, Don Andrea Santoro, le eredità, Città Nuova, Roma 2008, p. 31). Aquest exemple d’un home dels nostres temps, i tants altres, ens ajuden a oferir la nostra vida com un do d’amor als germans, a imitació de Jesús. I també avui hi ha tants homes i dones, veritables màrtirs que ofereixen la seva vida amb Jesús per confessar la fe, només per aquest motiu. És un servei, servei del testimoniatge cristià fins a la sang, servei que ens ha fet el Crist: ens ha redimit fins al final. Aquest és el significat d’aquella paraula “S’ha complert”. Que bonic seria que tots nosaltres, quan acabi la nostra vida, amb els nostres errors, els nostres pecats, també amb les nostres bones obres, amb el nostre amor al proïsme, poguéssim dir al Pare com Jesús: “S’ha complert”; no amb la perfecció amb què Ell ho va dir, però dir: “Senyor, he fet tot el que he pogut. S’ha complert”. Adorant la Creu, mirant Jesús, pensem en l’amor, en el servei, en la nostra vida, en els màrtirs cristians, i també ens farà bé pensar en la fi de la nostra vida. Ningú de nosaltres sap quan succeirà això, però podem demanar la gràcia de poder dir: “Pare, he fet el que podia. He complert”.
El Dissabte Sant  és el dia en el qual l’Església contempla el “repòs” de Crist en la tomba després del combat victoriós de la creu. El Dissabte Sant l’Església, altra vegada, s’identifica amb Maria: tota la seva fe queda recollida en Ella, la primera i perfecta deixeble, la primera i perfecta creient. En la foscor que envolta la creació, només Ella té encesa la flama de la fe, esperant contra tota esperança (cfr Rm 4,18) en la Resurrecció de Jesús.
I en la gran Vetlla Pasqual, en la qual ressona altra vegada l’Alleluia, celebrem Crist Ressuscitat centre i fi de l’univers i de la història; vetllem plens d’esperança esperant el seu retorn, quan la Pasqua tindrà la seva plena manifestació.
A vegades sembla que la foscor de la nit penetri en l’ànima; a vegades pensem: “ara no hi ha res més a fer”, i el cor ja no troba la força d’estimar… Però en aquesta foscor Crist encén el foc de l’amor de Déu: una resplendor trenca la foscor i anuncia un nou inici, quelcom comença en la foscor més profunda. Nosaltres sabem que la nit  és “més nit”, és més fosca abans que comenci el dia. Però en aquella foscor és Crist qui guanya i qui encén el foc de l’amor. La pedra del dolor s’ha mogut deixant espai per a l’esperança. Aquest és el gran misteri de la Pasqua! En aquesta santa nit l’Església ens lliura la llum del Ressuscitat, perquè en nosaltres no hi hagi la tristor de qui diu, “ara…”, sinó l’esperança de qui s’obre a un present ple de futur: Crist ha vençut la mort, i nosaltres amb Ell. La nostra vida no s’acaba davant de la llosa d’un sepulcre, la nostra vida va més enllà amb l’esperança en Crist que ha ressuscitat realment d’aquell sepulcre. Com a cristians estem cridats a ser sentinelles del matí, que saben veure els senyals del Ressuscitat, com ho van fer les dones i els deixebles que van anar a la tomba en trencar l’alba del primer dia de la setmana.
Estimats germans i germanes, en aquests dies del Tridu Sant no ens limitem a commemorar la passió del Senyor, sinó que entrem en el misteri, fem nostres els seus sentiments, els seus compromisos, com ens invita a fer-ho l’apòstol Pau: «Tingueu en vosaltres els mateixos sentiments de Crist Jesús” (Fil 2,5). Aleshores la nostra serà una “bona Pasqua”.
Traducció: Josep Ma Torrents –Catalunya Religió




El Papa abre el triduo pascual en la cárcel romana de Rebibbia
Lava los pies a 12 presos, la mitad italianos y 6 extranjeros, y el mismo número de hombres que de mujeres
ROMA, 02 de abril de 2015 (Zenit.org) - El santo padre Francisco visitó este Jueves Santo la cárcel romana de Rebibbia, para celebrar la misa “in Coena Domini” y realizar la ceremonia del lavatorio de los pies, que abre el “triduo pascual”.
El Papa llegó poco después de las 17 horas y fue acogido con entusiasmo y esperanza. Primero las familias de los presos y después gran cantidad de reclusos lo quisieron saludar y abrazar, mientras entregaban objetos para ser bendecidos. Incluso algunos presos saludaron de forma que se entendía que eran musulmanes.
“Les agradezco --dijo el Papa al terminar de saludar-- la acogida tan calurosa y llena de sentimiento”.
El instituto penitenciario cubre un área de 27 hectáreas, fue inaugurado en 1971 y tiene 15 secciones. Allí están 2.100 detenidos, de los cuales 350 son mujeres. Cuenta con tres capellanes a tiempo completo.
La ceremonia es en la iglesia del “Padre Nuestro” situada en el interior del penitenciario, y participan en la misa 150 hombres y el mismo número de mujeres llegadas de la vecina cárcel femenina. Entre ellas en la primera fila, estaban mamás con niños, desde recién nacidos hasta de tres años.
Durante la homilía el Papa recordó que "Jesús nos ama. Pero sin límites, siempre, hasta el final. El amor de Jesús por nosotros no tiene límites. Siempre más, siempre más. No se cansa de amar. A ninguno. Nos ama a todos nosotros. Hasta el punto de dar la vida por nosotros". Asimismo, señaló que "Jesús lava como esclavo nuestros pies" pero "en nuestro corazón debemos tener la certeza, debemos estar seguros que el Señor cuando nos lava los pies, nos lava todo, nos purifica, nos hace sentir otra vez su amor". Haciendo referencia al lavatorio de pies, el Pontífice explicó que en estos hermanos y hermanas, estáis todos vosotros, todos, todos, todos los que viven aquí. Vosotros les representáis".
El Papa lavó los pies a 6 hombres y 6 mujeres: mitad italianos y mitad extranjeros. Entre ellos dos nigerianas, una congoleña, una ecuatoriana, un brasileño y un nigeriano. En el momento en el que el Santo Padre se arrodillaba y volcaba la jarra de agua sobre sus pies, se veía la emoción de los presos en sus ojos e inclusos, lágrimas.
No es la primera vez que el Pontífice celebra la santa misa en una cárcel. Poco después de su elección, en 2013, visitó la prisión para menores de Casal del Marmo, en la periferia de Roma. El año pasado fue al Centro Santa María de la Providencia, que acoge a enfermos. Uno de los monaguillos era un asesino. Hoy, después del recorrido de rehabilitación se ha graduado por segunda vez.  
Poco tiempo atrás, cuando el Santo Padre encontró a los capellanes de las cárceles recordó algunas llamadas telefónicas que hace a detenidos, y dijo “cuando cuelgo el teléfono me pregunto, ¿por qué ellos y no yo?"




Francisco preside el Vía Crucis en el Coliseo de Roma
La persecución religiosa o a causa de la injusticia, la familia, el sufrimiento, la explotación infantil; temas al centro de la reflexión
CIUDAD DEL VATICANO, 03 de abril de 2015 (Zenit.org) - Miles de luces de las velas que sujetaban en sus manos los fieles alrededor del Coliseo de Roma iluminaban el Vía Crucis, que el santo padre Francisco en esta noche de Viernes Santo. El Papa ha escuchado en silencio las meditaciones de cada estación, que han sido escritas por monseñor Renato Corti, obispo emérito de Navora. El tema  sobre el que ha versado el Vía Crucis ha sido “La Cruz, cima luminosa del amor de Dios que nos protege. Llamados, también nosotros, a proteger por amor”.
La persecución religiosa o a causa de la injusticia, la familia, el sufrimiento o la explotación infantil, serán algunos de los temas meditados durante este acto. Para cargar la cruz a lo largo de las 14 estaciones habrá personas procedentes de Irak, Siria, Nigeria, Egipto, China, así como familias, enfermos, religiosas latinoamericanas de las Hijas de Nuestra Señora de la Piedad y del Instituto secular Virgen de la Anunciación. La cruz ha sido portada, estación por estación, desde dentro del histórico monumento romano hasta el Palatino, donde estaba el Santo Padre.
En el Vía Crucis, tal y como se ha dicho en la introducción, ha habido “una referencia constante al don de estar protegidos por el amor de Dios, sobre todo por Jesús crucificado, y a la tarea de cuidar, también nosotros, por amor, de toda la creación, de todos los hombres, especialmente de los más pobres, de nosotros mismos y nuestras familias, para hacer brillar la estrella de la esperanza”.

En la primera estación, se ha pedido: “Señor Jesús, nosotros somos todavía más frágiles en la fe que los primeros discípulos. También nosotros corremos el riesgo de traicionarte, cuando tu amor debería alentarnos a amarte cada vez más. Nos hace falta oración, vigilancia, sinceridad y verdad. Así, la fe crecerá. Y será fuerte y gozosa”.
A continuación, en la segunda estación se ha recordado que también en nuestros días “hay hombres y mujeres que son encarcelados, condenados e incluso asesinados simplemente por ser creyentes o por su compromiso en favor de la justicia y la paz. Ellos no se avergüenzan de tu cruz. Son ejemplos admirables para que los imitemos”. A este punto se ha hecho referencia a el paquistaní Shahbaz Bhatti, Ministro de las Minorías, fue asesinado por un grupo de hombres armados el 2 de marzo de 2011. Y a la luz de este testimonio, se ha rezado para que Jesús conforte interiormente a los perseguidos.
Y llega la tercera estación, Jesús cae bajo el peso de la cruz. En la resonancia se ha pedido “en este día no podemos parecernos al fariseo que se ensalza a sí mismo, sino al publicano que no se atreve siquiera a levantar la cabeza. Como él, te pedimos con confianza, a ti que eres el Cordero de Dios, perdón por nuestros pecados de pensamiento, palabra, obra y omisión”.
Jesús se encuentra con su Madre en la cuarta estación. En este momento se ha recordado el drama que Jesús afrontas junto a tu Madre “por una callejuela de Jerusalén, nos hace pensar en tantas tragedias familiares de nuestro mundo. Hay para todos: madres, padres, hijos, abuelos y abuelas. Es fácil juzgar a los demás, pero lo más importante es saber ponerse en su lugar y ayudarles en la medida de lo posible. Lo intentaremos”.
En la quinta estación se recuerda el encuentro con el Cirineo. Y así se ha indicado en la meditación que “quizás también para algunos de nosotros el encuentro contigo sucedió de modo fortuito. Pero luego se ha hecho más profundo. Consideramos un gran don de tu gracia que no falten entre nosotros cirineos, que lleven la cruz de los otros. Lo hacen con perseverancia. Los motiva el amor. Su presencia es fuente de esperanza”.
Sexta estación, encuentro con la Verónica. Palabras de la resonancia dedicadas a las mujeres. “Esta tarde, entre nosotros, la presencia femenina es significativa. En los Evangelios, las mujeres tienen un lugar destacado. Os ayudaron a ti y a los apóstoles. Algunas de ellas estuvieron presentes en tu pasión. Y fueron las primeras en anunciar tu resurrección. El genio femenino nos lleva a vivir la fe con afecto hacia ti. Nos lo enseñan todos los santos. Queremos seguir sus huellas”.
Jesús cae por segunda vez en la séptima estación. En este momento se ha evocado “el dolor de cuantos sufren la crueldad de la violencia, el odio de palabras falaces o se encuentran con corazones de piedra que hacen llorar y llevan a la desesperación”. “El corazón del hombre –el corazón de cada uno de nosotros– espera otra cosa: el cuidado del amor. Tú, Jesús, nos lo enseñas a todos los hombres de buena voluntad”, se ha indicado.
Las mujeres de Jerusalén se encuentran con Jesús en la octava estación. “También hoy, viendo nuestras ciudades, tendrías motivos para llorar. Quizás también nosotros estamos ciegos y no comprendemos el camino de paz que tú nos indicas”, se ha recitado. Pero ahora, “sentimos como una llamada tuya lo que dijiste en el Sermón de la Montaña”: dichosos los limpios de corazón, dichosos los que trabajan por la paz…
En la novena estación Jesús cae de nuevo, por tercera vez. Y así, “ante tu amor y el amor del Padre, nos preguntamos si no nos estaremos dejando contagiar por el mundo, que considera tu pasión y muerte ‘necedad y escándalo’, siendo así que es ‘fuerza y sabiduría de Dios’. “¿No estaremos siendo cristianos tibios, cuando tu amor es un misterio de fuego?”, se ha preguntado.
Jesús es despojado de sus vestiduras en la décima estación. La túnica de Jesús lleva a meditar “en un momento de gracia y también en todas las veces que se viola la dignidad del hombre”. Por eso, “Tú nos haces pedir humildemente perdón a  cuantos sufren estos ultrajes y rezar para que finalmente se despierte la conciencia de los que oscurecen el cielo en la vida de los demás. Ante ti, Señor Jesús, renovamos nuestro propósito de ‘vencer el mal con el bien’”.
En la siguiente estación, undécima estación, Jesús es clavado en la Cruz. Una estación que ha invitado a preguntarse, “¿Cuándo quedará abolida la pena de muerte, vigente aún hoy en numerosos Estados? ¿Cuándo desaparecerá todo tipo de tortura y la muerte violenta de personas inocentes?”.
Duodécima estación: Jesús muere en la Cruz. “En la cruz, Jesús, rezaste. Así viviste el momento culminante de tu vocación y misión.2Te dirigiste a tu Madre y al discípulo Juan. A través de ellos, nos hablabas también a nosotros. Nos confiaste a tu Madre. Nos pediste que la acogiéramos en nuestra vida, para que nos cuidase a nosotros igual que cuidó de ti”, se ha observado.
Siguiente estación, decimotercera, Jesús es bajado de la cruz. En este punto se ha meditado: “Contemplando tu rostro, el nuestro no podrá ser distinto del tuyo. Nuestra debilidad será fuerza y victoria si manifiesta la humildad y de la mansedumbre de nuestro Dios”.
Y finalmente, decimocuarta y última estación, Jesús es puesto en el sepulcro. En la última reflexión, las palabras en boca de María: “Juan ha permanecido junto a mí. Al pie de la cruz, mi fe ha sufrido una dura prueba. Como en Belén y después en Nazaret, también ahora medito todas estas cosas en silencio. Confío en Dios. No he perdido mi esperanza de madre. Confiad también vosotros. Para todos vosotros pido la gracia de una fe fuerte. Para aquellos que atraviesan días de oscuridad, el consuelo”.