26 d’oct. 2015

POST "SÍNODE"







Francisco en el ángelus recuerda 'a los prófugos por los caminos de Europa'
Texto completo. Saluda también a los peruanos de la procesión del Señor de los Milagros presentes en la Plaza de San Pedro

Ciudad del Vaticano, 25 de octubre de 2015 (ZENIT.org) Redacción | 1345 hits
Después de la misa con la que el papa Francisco concluyó la XIV Asamblea general ordinaria del sínodo de los obispos sobre el tema: 'La vocación y la misión de la familia en la Iglesia en el mundo contemporáneo', al medio día el Santo Padre rezó la oración del ángelus.
Lo hizo desde la ventana de su estudio que da hacia la plaza de San Pedro, realmente repleta de fieles y peregrinos.
A continuación las palabras del Papa:
¡«Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Esta mañana con la santa misa concluida en la basílica de San Pedro ha concluido la Asamblea general ordinaria del los obispos sobre la familia. Invito a todos a dar gracias a Dios por estas tres semanas de trabajo intenso, animado por la oración y por un espíritu de verdadera comunión. Ha sido fatigoso, pero un verdadero don de Dios, que dará seguramente muchos frutos.
La palabra 'sínodo' significa 'caminar juntos'. Es la que hemos vivido y ha sido la experiencia de la Iglesia en camino, en camino especialmente con las familias del pueblo santo de Dios esparcido en todo el mundo.
Por eso me ha impresionado la Palabra de Dios que hoy nos encuentra en la profecía de Jeremías: 'Yo los hago venir del país del Norte y los reuno desde los extremos de la tierra; hay entre ellos ciegos y liciados, mujeres embarazadas y parturientas: ¡es una gran asamblea la que vuelve aquí!'
Y el profeta añade: 'Habían partido llorando, pero yo los traigo llenos de consuelo; los conduciré a los torrentes de agua por un camino llano, donde ellos no tropezarán. Porque yo soy un padre para Israel'.
Esta palabra de Dios nos dice que el primero que quiere caminar con nosotros, que quiere hacer 'sínodo' con nosotros es justamente Él, nuestro Padre.
Su 'sueño' desde siempre y para siempre es el de formar un pueblo, reunirlo, guiarlo hacia la tierra de la libertad y de la paz. Y este pueblo está hecho de familias: están la 'mujer en cinta y la que da a luz', es un pueblo que mientras camina va adelante con la vida, con la bendición de Dios.
Es un pueblo que no excluye a los pobres y a los que están en desventaja, más aún, los incluye. Dice el profeta: 'entre ellos está el ciego y el cojo', dice el Señor.
Es una familia de familias en las cuales quien fatiga no se siente marginado, dejado atrás, sino que logra llevar el paso con los otros, porque este pueblo camina con el paso de los últimos; como se hace en las familias, como nos enseña el Señor, que se ha hecho pobre con los pobres, pequeño con los pequeños, últimos con los últimos. No lo ha hecho para excluir a los ricos, a los grandes y a los primeros, sino porque éste es el único modo de salvarlos también a ellos, para salvar a todos. Ir con los últimos, con los excluidos y con los últimos. 
Les confieso que esta profecía del pueblo en camino la he confrontado también con las imágenes de los prófugos en marcha por los caminos de Europa, una realidad dramática de nuestros días. También a ellos Dios les dice: 'Partieron en el llanto, yo los haré regresar en medio de consolaciones'. También estas familias que sufren, desplazadas de sus tierras, estuvieron presentes con nosotros en el Sínodo, en nuestra oración y en nuestro trabajo, a través de la voz de algunos de sus Pastores presentes en la asamblea.
Estas personas que buscan dignidad, estas familias que buscan paz están aún con nosotros, la Iglesia no las abandona porque son parte del pueblo que Dios quiere liberar de la esclavitud y guiar a la libertad.
Por lo tanto en esta palabra de Dios, se refleja sea la experiencia sinodal que hemos vivido, sea el drama de los prófugos en marcha por los caminos de Europa. El Señor por intercesión de la Virgen María nos ayude también a seguir las en estilo de fraterna comunión».
El papa Reza el ángelus y después dice:
«Queridos hermanos y hermanas, saludo a los fieles romanos y a los peregrinos de diversos países. En particular a la Hermandad del Señor de los Milagros de Roma. ¡Cuantos peruanos están en casa!  Que con tanta devoción ha traído en procesión la Imagen venerada en Lima, Perú, y en donde hay emigrantes peruanos. Gracias por este testimonio.
Saludo a los peregrinos de la “Musikverein Manhartsberg” que vienen de la diócesis de Viena, y a la orquesta de Landwehr de Friburgo (Suiza), están allí, que ayer ha realizado un concierto de beneficencia.
Saludo a la Asociación Voluntarios Hospedantes de 'San Juan' de Lagonegro; al grupo de la Diócesis de Oppidio Mamertina-Palmi.
Les deseo a todos un buen domingo, y les pido especialmente que no se olviden de rezar por mi». Y concluyó con el «Buon pranzo e arrivederci».
26.10.15




El Papa invita a erradicar los prejuicios seculares hacia los gitanos
Gitanos de todo el mundo han peregrinado a Roma. El Santo Padre les pide que sigan el ejemplo del beato Ceferino y les recuerda la importancia de la escolarización de sus hijos
Ciudad del Vaticano, 26 de octubre de 2015 (ZENIT.org)
El papa Francisco ha manifestado su deseo de que inicie una nueva historia para el pueblo gitano. “¡Ha llegado el tiempo de erradicar prejuicios seculares, preconceptos y desconfianzas recíprocas que a menudo son la base de la discriminación, del racismo y de la xenofobia!”, ha exclamado en el encuentro con los siete mil participantes de la peregrinación mundial del pueblo gitano. Este evento ha sido organizado por el Pontificio Consejo de la Pastoral para los Migrantes y los Itinerantes para conmemorar el 50º aniversario de la histórica visita del beato Pablo VI en el campo nómada de Pomezia.         
Asimismo, el Santo Padre ha asegurado que los niños son “vuestro tesoro precioso”. Y ha explicado que “vuestra cultura hoy está en fase de cambio, el desarrollo tecnológico hace a vuestros chavales cada vez más conscientes de la propias potencialidades y de su dignidad, y ellos mismos sienten la necesidad de trabajar para la promoción humana personal y de vuestro pueblo”. Esto exige --ha observado-- que se les asegure la escolarización.
A propósito, Francisco ha pedido que no les impidan ir a la escuela. “Es importante que el impulso hacia una mayor formación surja de la familia, de los padres, de los abuelos; es tarea de los adultos asegurarse de que los chicos asistan a la escuela”, ha subrayado. Del mismo modo, ha recordado que “el acceso a la instrucción permite a vuestros jóvenes convertirse en ciudadanos activos, participar en la vida política, social y económica en los respectivos países”.                          
El Papa ha precisado en su discurso que “un signo fuerte de fe y crecimiento espiritual de vuestras etnias es el número creciente de vocaciones sacerdotales, diaconales y de vida consagrada”.     
A los consagrados, les ha recordado que sus hermanos y hermanas “miran con confianza y con esperanza  el papel que realizáis y por todo lo que podéis hacer en el proceso de reconciliación dentro de la sociedad y de la Iglesia”. Vosotros sois --ha asegurado-- un trámite entre dos culturas y, por eso, se os pide que seáis siempre testimonios de transparencia evangélica para favorecer el nacimiento, el crecimiento y el cuidado de nuevas vocaciones. Por eso les ha pedido que acompañen no solo en el camino espiritual, “sino también en la cotidianidad de vida con todas sus fatigas, alegrías y preocupaciones”.
Francisco ha asegurado que ha conocido las dificultades del pueblo gitano visitando algunas parroquias romanas, en las periferias de la ciudad, donde ha podido escuchar sus problemas, inquietudes y ha constatado que interpelan no solamente a la Iglesia, sino también a las autoridades locales. “He podido ver las condiciones precarias en las que viven muchos de vosotros, debido al descuido y la falta de trabajo y los medios necesarios para subsistir”, ha observado. Del mismo modo, ha indicado que esto contrasta con el derecho de toda persona a una vida digna, a un trabajo digno, a la formación y a la asistencia sanitaria.  
A propósito, el Papa ha asegurado que “el orden moral y el social imponen que cada ser humano puede gozar de los derechos fundamentales y deba responder a los propios deberes”. Y sobre esta base --ha precisado-- es posible construir una convivencia pacífica, en la que las distintas culturas y tradiciones cuiden los respectivos valores en una actitud no cerrada y en contraposición, sino de diálogo e integración. Por eso ha asegurado que “no queremos ver más tragedias familiares en las que los niños mueren de frío o entre las llamas, o se convierten en objetos en manos de personas depravadas, los jóvenes y las mujeres se ven envueltos en el tráfico de droga o de seres humanos”.
El Pontífice ha asegurado que nadie se debe sentir aislado y nadie está autorizado a pisotear la dignidad y los derechos de los otros. “Es el espíritu de la misericordia que nos llama a luchar para que se garanticen todos estos valores”, ha asegurado.
Por otro lado, les ha invitado a seguir el ejemplo del beato gitano Ceferino Giménez Malla, “que se distinguió por sus virtudes, por la humildad y honestidad, y por la gran devoción a la Virgen”.
Asimismo, el Pontífice ha pedido a los presentes que no den a los medios de comunicación y a la opinión pública “ocasiones para hablar mal de vosotros”. Vosotros sois --ha indicado-- protagonistas de vuestro presente y de vuestro futuro. Y ha añadido que “podéis contribuir al bienestar y al progreso de la sociedad respetando las leyes, cumpliendo vuestros deberes e integrándoos a través de la emancipación de las nuevas generaciones”.
Finalmente, el Santo Padre ha afirmado que a las instituciones civiles se les pide el compromiso de garantizar recorridos formativos adecuados para los jóvenes gitanos, dando la posibilidad también a las familias que viven en condiciones más desfavorecidas para que ofrezcan una adecuada inserción escolar y laboral. El proceso de integración --ha asegurado-- pone a la sociedad el desafío de conocer la cultura, la historia y los valores de la población gitana.
 27.10.15





El  Papa: la 'Pastor Bonus' sigue vigente durante el periodo de reforma de la Curia
El Pontífice en una carta al secretario de Estado pide que los dicasterios y oficinas del Vaticano sigan los reglamentos en vigor hasta que concluya la reforma de la Curia Romana
Ciudad del Vaticano, 27 de octubre de 2015 (ZENIT.org) Rocío Lancho García | 818 hits
El santo padre Francisco ha recordado en una carta publicada este martes, que en este periodo de reforma de la Curia Romana no se está viviendo un tiempo de “vacío legal”. Y mientras este trabajo se está realizando según el programa establecido “debo señalar que algunos problemas han surgido internamente, los cuales tengo intención de resolver con prontitud”, asegura el papa Francisco en una carta publicada este martes y dirigida al secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin.     
El Pontífice siguiendo el pedido de las congregaciones generales antes del Cónclave que le eligió, inició este proceso de cambio junto con el Consejo de cardenales que instituyó el 28 de septiembre de 2013.  La Pastor Bonus es el 'reglamento' que establece los dicasterios e instituciones del Vaticano y su funcionamiento. Fue promulgada el 28 de junio de 1988, por san Juan Pablo II, y la última reorganización de la Curia Romana.
Así el santo padre Francisco reitera en primer lugar, que el presente periodo de transición no es tiempo de vacatio legis. Por lo tanto, “confirmo que están aún plenamente en vigor la Constitución Apostólica Pastor bonus, con las sucesivas modificaciones que se han aportado, y el Reglamento General de la Curia Romana”.
Del mismo modo, asegura que “el cumplimiento de las normas comunes es necesario tanto para garantizar el desarrollo ordenado del trabajo en la Curia Romana y en las Instituciones unidas a la Santa Sede, como para para asegurar un trato igualitario, también económico, a todos los colaboradores y las colaboradores".
Por ello, el Papa dispone que se cumpla escrupulosamente lo establecido en los mencionados documentos, así como en Reglamento para el personal dirigente laico de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano y en el Reglamento de la Comisión independiente de valoración para la contratación de personal laico ante la Sede Apostólica.
En la carta, el Pontífice indica que como consecuencia de ésto, también las contrataciones y los traslados del personal deberán ser efectuados en los límites de lo establecido, y con ningún otro criterio, "con la autorización de la Secretaría de Estado y en el cumplimiento de los procedimientos prescritos, incluida la referencia a los parámetros establecidos para las compensaciones”.
Y todo esto vale también para la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano y las Instituciones dependiente de la Sede Apostólica, aunque no se indique expresamente en la Constitución Apostólica Pastor Bonus. Sí se exceptúa el Instituto para las Obras de Religión.  
Finalmente, el Santo Padre le pide al secretario de Estado que comunique esto a todos los superiores de los dicasterios, de las oficinas y de los organismos de la Curia, como también a las comisiones, los comités y las instituciones vinculadas, así como a la Gobernación. 
28.10.15




El Papa: continuar con el diálogo interreligioso abierto y respetuoso es de vital importancia
Francisco la dedica al 50º aniversario de declaración conciliar Nostra Aetate. "El Señor desea que todos los hombres se reconozcan hermanos y formen la gran familia humana

Ciudad del Vaticano, 28 de octubre de 2015 (ZENIT.org) Rocío Lancho García
La audiencia general de esta semana ha sido dedicada al diálogo interreligiosa, conmemorando los 50 años de la declaración conciliar Nostra Aetate, sobre las relaciones de la Iglesia católica con las religiones no cristianas.


Por ello, tras el habitual recorrido del Santo Padre por la plaza de san Pedro y antes de la catequesis, han tomado la palabra el cardenal Jean Luis Tauran, presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso y el cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.
Estaban presentes en la plaza los participantes del Congreso Internacional sobre la Nostra Aetate que se está celebrando en Roma, en la Pontificia Universidad Gregoriana y representantes de varias religiones.
El purpurado francés ha dado al Papa las gracias “por su luminoso testimonio que nos anima a seguir sobre el camino del diálogo interreligioso, yendo al encuentro con los otros creyentes con una clara conciencia de nuestra identidad, pero con un espíritu de gran respeto, estima y amistad, listos para trabajar juntos con quien reza y piensa de manera diferente a la nuestra”. También le ha agradecido “sus incesantes e incansables invitaciones, dirigidas a nosotros creyentes y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, a trabajar por la paz en el mundo eliminando las injusticias y las desigualdades, y a cuidar nuestra casa común”.
Por su parte, el cardenal Koch ha asegurado que en nuestros días, en un momento en el que surgen lamentablemente nuevas oleadas de antisemitismo, “usted, Santo Padre, recuerda incesantemente a los cristianos que es imposible ser al mismo tiempo cristiano y antisemita”. Por eso, ha querido darle las gracias por su “mensaje inequívoco y por la benevolencia que siempre ha mostrado hacia nuestros hermanos y hermanas judíos”.
En el resumen hecho de su catequesis en español, el Santo Padre ha dado la bienvenida y ha agradecido "a todas las personas y grupos de diversas religiones presentes en este encuentro para recordar juntos el 50 aniversario de la Declaración del Concilio Vaticano II Nostra aetate sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas”.
Con este importante documento --ha observado el Papa-- la Iglesia manifestaba su aprecio y estima por los creyentes de todas las religiones y todo lo que de bueno y de hermoso hay en ellas.
Del mismo modo, ha precisado que “en estos últimos años han sido numerosas las iniciativas, las relaciones institucionales o personales con las religiones no cristianas, encaminadas a promover la amistad y la unión entre los hombres”. El Señor desea --ha afirmado Francisco-- que todos los hombres se reconozcan hermanos y vivan como tales, formando la gran familia humana en la armonía de la diversidad.
El Papa ha explicado que “el  mundo nos mira a nosotros los creyentes, nos llama a colaborar entre nosotros y con los hombres y las mujeres de buena voluntad que no profesan alguna religión”. Por eso, ha asegurado que “es importante continuar con un diálogo interreligioso abierto y respetuoso, que ayude a conocerse más y afrontar juntos muchos de los problemas que afligen a la humanidad, como el servicio a los pobres, a los excluidos, a los ancianos, la acogida a los emigrantes, el cuidado de la creación, así como asegurar a todas las personas una vida más digna”.
Asimismo, ha indicado que “debemos dejar un mundo mejor de cómo lo hemos encontrado. Y para favorecer este diálogo lo más importante que podemos hacer es rezar. Con el Señor todo es posible”.
A continuación, ha saludado cordialmente a los peregrinos de lengua española, “en particular a los participantes en el V Congreso de la Fundación Joseph Ratzinger-Benedicto XVI, que se celebra en Madrid, así como a los grupos venidos de España y Latinoamérica”.
Al finalizar la audiencia general, el Pontífice ha recordado a las numerosas víctimas del terremoto de Pakistán y Afganistán. Por ello ha invitado a rezar “por los difuntos y sus familiares, por todos los heridos y los sin techo, implorando a Dios consuelo en el sufrimiento y aliento en la adversidad”.  Y ha pedido que nos les falte a “estos hermanos nuestra concreta solidaridad”.          
Como conclusión, el Santo Padre ha invitado a todos los presentes a rezar unos instantes en silencio, "cada uno siguiendo la propia tradición religiosa". Pidamos al Señor --ha dicho el Papa-- que nos haga más hermanos entre nosotroso y más servidores de nuestros hermanos más necesitados.
29.10.15
 


El  Papa en Sta. Marta: 'Dios es incapaz de no amar'
En la homilía de este jueves, el Santo Padre recuerda que Dios llora por nosotros cuando nos alejamos

Ciudad del Vaticano, 29 de octubre de 2015 (ZENIT.org)
El papa Francisco, ha recordado hoy en la homilía de Santa Marta que Dios solo puede amar, no condena y su amor es nuestra victoria. 
Citando las palabras de san Pablo en la primer lectura, “si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?”, “si Dios nos salva, ¿quién nos condenará?”, el Santo Padre ha indicado que parece “la fuerza de esta seguridad de vencedor”, este don, el cristiano “lo tiene en las propias manos, como una propiedad”. El Papa ha asegurado que los cristianos podrían decir casi triunfantes: “¡Ahora nosotros somos los campeones!”
Pero --ha advertido-- el sentido es otro. Somos vencedores “no porque tenemos este don en la mano, sino por otra cosa”. De este modo, el Papa ha precisado que es otra cosa la que “nos hace vencer o al menos si queremos rechazar la victoria siempre podremos vencer”. Es el hecho de que nada “podrá separarnos del amor de Dios, que es Jesucristo nuestro Señor”, ha explicado.
Y ha añadido: “no es que seamos vencedores sobre nuestros enemigos, sobre el pecado. ¡No! Estamos muy unidos al amor de Dios, que ninguna persona, ningún poder, nos podrá separar de este amor”. Asimismo, el Santo Padre ha subrayado que Pablo vio en el don algo más, lo que da el don: “es el don de la recreación, es el don de la regeneración en Cristo Jesús. Ha visto el amor de Dios. Un amor que no se puede explicar”.
Durante la homilía, el Pontífice ha subrayado que “cada hombre, cada mujer, puede rechazar el don”, preferir su vanidad, su orgullo y su pecado, pero “el don está”.
Por ello, ha asegurado que “el don es el amor de Dios, un Dios que no puede separarse de nosotros. Esa es la impotencia de Dios. Nosotros decimos: ‘Dios es poderoso, ¡puede hacer todo! Menos una cosa: ¡cansarse de nosotros!”
Igualmente ha indicado que en el Evangelio, esa imagen de Jesús que lloran en Jerusalén, nos hace entender este amor. “¡Jesús ha llorado! Lloró sobre Jerusalén y en ese llanto está toda la impotencia de Dios: su incapacidad de no amar, de nos cansarse de nosotros”, ha añadido.
Tal y como ha recordado, Jesús lloró sobre Jerusalén que mató a sus profetas, los que anunciaban la salvación. Y Dios dice a Jerusalén y a todos nosotros: “¡cuántas veces he querido recoger a tus hijos como una gallina con sus polluelos bajos sus alas y vosotros no habéis querido!” Así, el Papa ha observado que esta es “una imagen de ternura”.
Dios no puede no amar y esta es nuestra seguridad, ha indicado. “Yo puedo rechazar ese amor, puedo rechazarlo como lo hizo el buen ladrón, hasta el final de su vida. Pero allí lo esperaba ese amor. El más malo, el más blasfemador es amado por Dios con una ternura de padre, de papá”, ha asegurado el Pontífice.
Finalmente, ha concluido asegurando que Dios el Poderoso, el Creador, puede hacer todo, incluso llorar. “En este llando de Jesús sobre Jerusalén, en esas lágrimas, está todo el amor de Dios. Dios llora por mí, cuando me alejo; Dios llora por cada uno de nosotros; Dios llora por esos malvados, que hacen muchas cosas feas, tanto mal a la humanidad… Espero, no condena, llora. ¿Por qué? Porque ama”.
30.10.15
 



El Papa en Sta. Marta: el buen sacerdote se implica en la vida de la gente
En la homilía de este viernes, el Santo Padre recuerda que tener compasión 'es ponerse en el problema, en la situación del otro, con el corazón de Padre'
Ciudad del Vaticano, 30 de octubre de 2015 (ZENIT.org)
El santo padre Francisco ha asegurado esta mañana en la homilía de Santa Marta que un buen sacerdote sabe “conmoverse” e “implicarse en la vida de la gente”. Y es que Dios “nos perdona como padre, no con un empleado de un tribunal”.
De este modo ha recordado que “Dios tiene compasión para cada uno de nosotros, tiene compasión de la humanidad y mandó a su Hijo para sanarla, para regenerarla”, para “renovarla”.
Además, ha indicado que “es interesante que en la parábola que todos conocemos del hijo pródigo, se dice que cuando el padre --que es una figura de Dios que perdona-- ve llegar a su hijo tuvo compasión. La compasión de Dios no es tener piedad: no tiene nada que ver una cosa con la otra”.
El Pontífice ha explicado que uno puede “tener piedad de un perro que se está muriendo”, pero la compasión es otra cosa”. Es, ha indicado, “ponerse en el problema, ponerse en la situación del otro, con el corazón de Padre”. Y por eso “ha mandado a su Hijo”.
Por otro lado, el Santo Padre ha explicado que Jesús curaba a la gente pero no era un curandero. “Curaba a la gente como signo, como signo de la compasión de Dios, para salvarla para poner en su sitio del recinto a la oveja perdida, el dinero perdido de esa señora en la cartera”, ha añadido. Y así, Francisco ha observado que cuando Dios perdona, perdona como Padre y no como un empleado del tribunal, que lee una sentencia y dice ‘absuelto por insuficiencia de pruebas’. “Nos perdona desde dentro. Perdona porque se ha puesto en el corazón de esta persona”, ha afirmado.
Tal y como ha explicado en su homilía, Jesús fue enviado para “llevar la buena noticia, para liberar a quien se siente oprimido”. Jesús “fue enviado por el Padre para meterse en cada uno de nosotros, liberándonos de nuestros pecados, de nuestros males y para llevarlos”.
El Papa ha asegurado que ésto es lo que hace un sacerdote: “conmoverse, comprometerse en la vida de la gente, porque un cura es un sacerdote, como Jesús es sacerdote”. A propósito ha advertido cuántas veces “criticamos a esos sacerdotes, a los que no les interesa lo que sucede en su congregación, que no se preocupan. No, ¡no es un buen sacerdote! Un buen sacerdote es el que se implica”. Un buen sacerdote, ha añadido, es el que se implica en “todos los problemas humanos”.
Finalmente, ha dedicado unas palabras por el servicio ofrecido a la Iglesia por el cardenal Javier Lozano Barragán, presente en la misa, con ocasión de la celebración de sus 60 años de sacerdocio. El papa Francisco ha recordado con gratitud su compromiso en el dicasterio de los Trabajadores Sanitarios, “en el servicio de la Iglesia que presta a los enfermos”. Y así, ha invitado a los presentes a dar gracias a Dios "por estos 60 años de sacerdocio”. 
 31.10.15





Francisco a la UCID: 'Ser misioneros de la dimensión social del Evangelio en el mundo del trabajo'
En una audiencia, el Santo Padre ha pedido a los empresarios católicos italianos una apertura evangélica a las diversas situaciones de pobreza y de fragilidad
Ciudad del Vaticano, 31 de octubre de 2015 (ZENIT.org)
El papa Francisco ha recibido este sábado a numerosos miembros de la Unión Cristiana de Empresarios y Dirigentes (UCID, por su acrónimo en italiano), asociación eclesial reconocida por la Conferencia Episcopal Italiana (CEI). En su discurso, el Santo Padre ha exhortado a los empresarios católicos a que, con el Evangelio y el Magisterio social de la Iglesia, sean artífices del desarrollo al servicio del bien común, en la familia, en el trabajo, en la sociedad y en el cuidado de la creación, con especial atención a los más necesitados.
Así, el Pontífice ha recordado la importancia de que se tutele “la armonización entre trabajo y familia”, y el derecho de la mujer a conciliar la vida laboral con su vocación a la maternidad y a la presencia en el hogar. Además, ha puesto de relieve que “las instituciones, los empresarios, los economistas, los organismos financieros y bancarios” y todos los sujetos implicados en el mundo laboral tienen la responsabilidad de actuar con ética, honradez y competencia.
En este sentido, Francisco ha invitado a los empresarios a poner en el centro a la persona humana, alentándoles a mantener el Evangelio vivo en sus corazones, en sus mentes y en sus acciones. Asimismo, les ha pedido que sean “misioneros de la dimensión social del Evangelio en el difícil y complejo mundo del trabajo, de la economía y de la empresa”, una llamada que “conlleva también una apertura evangélica a las diversas situaciones de pobreza y de fragilidad”. Se trata, ha explicado, “de una actitud, de un estilo con el cual llevar adelante los programas de promoción y asistencia, incrementando las numerosas y beneméritas obras concretas del compartir y de la solidaridad que sostienen en varias partes de Italia”. “Este será también un modo que les es propio para poner en práctica la gracia del Jubileo de la Misericordia”, ha concluido el Papa.
01.11.15




Francisco en el Ángelus: '¡Llevamos el apellido de Dios!'
Texto completo. El Papa ha invitado a imitar el ejemplo de los santos “de la puerta de al lado”. Además, ha manifestado su profunda preocupación por la delicada situación de la República Centroafricana. El 29 de noviembre abrirá la puerta santa de la catedral de Bangui

Ciudad del Vaticano, 01 de noviembre de 2015 (ZENIT.org)
Como cada domingo, el papa Francisco rezó el Ángelus desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, ante una multitud que le atendía en la Plaza de San Pedro. Dirigiéndose a los fieles y peregrinos venidos de todo el mundo, que le acogieron con un largo y caluroso aplauso, el Pontífice les dijo:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y feliz fiesta!
En la celebración de hoy, fiesta de Todos los Santos, sentimos particularmente viva la realidad de la comunión de los santos, nuestra gran familia, formada por todos los miembros de la Iglesia, tanto los que somos todavía peregrinos en la tierra, como aquellos inmensamente más, que ya la han dejado y se han ido al Cielo. Estamos todos unidos, todos, y esto se llama la comunión de los santos, es decir, la comunidad de todos los bautizados.
En la liturgia, el Libro del Apocalipsis se refiere a una característica esencial de los santos, y dice así: ellos son personas que pertenecen totalmente a Dios. Los presenta como una multitud inmensa de “elegidos”, vestidos de blanco y marcados por el “sello de Dios” (cfr 7,2-4.9-14). Mediante este último particular, con lenguaje alegórico, se subraya que los santos pertenecen a Dios de modo pleno y exclusivo, son su propiedad. Y ¿qué significa llevar el sello de Dios en la propia vida y en la propia persona? Nos lo dice también el apóstol Juan: significa que en Jesucristo nos hemos convertido verdaderamente en hijos de Dios (cfr 1 Jn 3,1-3).
¿Somos conscientes de este gran don? ¡Todos nosotros, hijos de Dios! ¿Recordamos que en el Bautismo hemos recibido el “sello” de nuestro Padre celeste y nos hemos convertido en sus hijos? Para decirlo en modo simple: ¡llevamos el apellido de Dios! Nuestro apellido es Dios, porque somos hijos de Dios. ¡Aquí está la raíz de la vocación a la santidad! Y los santos que hoy recordamos son precisamente aquellos que han vivido en la gracia de su Bautismo, han conservado íntegro el “sello” comportándose como hijos de Dios, tratando de imitar a Jesús; y ahora han alcanzado la meta, porque finalmente “ven a Dios así como Él es”.
Una segunda característica propia de los santos es que son ejemplos a imitar. Pero prestemos atención, no solo aquellos canonizados, sino también los santos, por así decir, “de la puerta de al lado”, que con la gracia de Dios se han esforzado por practicar el Evangelio en su vida ordinaria. No están canonizados. De estos santos nos hemos encontrado muchos también nosotros; quizás hemos tenido alguno en la familia, o bien entre los amigos y los conocidos. Debemos estarles agradecidos, y sobre todo debemos estar agradecidos a Dios que nos los ha dado, que nos los ha puesto cerca, como ejemplos vivos y contagiosos del modo de vivir y de morir en la fidelidad al Señor Jesús y a su Evangelio. Pero, ¡cuánta gente buena hemos conocido en la vida! Y conocemos. Y nosotros decimos: “pero esta persona es un santo”. Lo decimos, nos viene espontáneamente. Estos son los santos de “la puerta de al lado”, aquellos no canonizados pero que viven con nosotros.
Imitar sus gestos de amor y de misericordia es un poco como perpetuar su presencia en este mundo. Y, en efecto, aquellos gestos evangélicos son los únicos que resisten a la destrucción de la muerte: un acto de ternura, una ayuda generosa, un tiempo dedicado a escuchar, una visita, una palabra buena, una sonrisa… Ante nuestros ojos estos gestos pueden parecer insignificantes, pero a los ojos de Dios son eternos, porque el amor y la compasión son más fuertes que la muerte.
La Virgen María, Reina de Todos los Santos, nos ayude a confiar más en la gracia de Dios, para caminar con impulso en el camino de la santidad. A nuestra Madre confiamos nuestro compromiso cotidiano, y le rogamos también por nuestros queridos difuntos, en la íntima esperanza de reencontrarnos un día, todos juntos, en la comunión gloriosa del Cielo.
Al término de estas palabras, el Santo Padre rezó la oración mariana:
Angelus Domini nuntiavit Mariae...
Al concluir la plegaria, el Papa hizo un llamamiento ante la dolorosa situación en la República Centroafricana:
Queridos hermanos y hermanas,
Los dolorosos episodios que en estos últimos días han agravado la delicada situación de la República Centroafricana, suscitan en mi ánimo profunda preocupación. Hago un llamamiento a las partes involucradas para que se ponga fin a este ciclo de violencias. Estoy espiritualmente cercano a los Padres Combonianos de la parroquia Nuestra Señora de Fátima en Bangui, que acogen a numerosos refugiados. Expreso mi solidaridad a la Iglesia, a las otras confesiones religiosas y a la entera nación Centroafricana, tan duramente probadas mientras hacen todo lo posible para superar las divisiones y retomar el camino de la paz. Para manifestar la cercanía orante de toda la Iglesia a esta nación tan afligida y atormentada y exhortar a todos los centroafricanos a ser siempre más testigos de la misericordia y la reconciliación, el domingo 29 de noviembre tengo intención de abrir la puerta santa de la catedral de Bangui, durante el viaje apostólico que espero poder realizar a aquella nación.
Además, el Pontífice recordó la beatificación de la Madre Teresa Casini:
Ayer, en Frascati, ha sido proclamada beata la Madre Teresa Casini, fundadora de las Hermanas Oblatas del Sagrado Corazón de Jesús. Mujer contemplativa y misionera, hizo de su vida una oblación de oración y de caridad concreta en sostén de los sacerdotes. Agradecemos al Señor por su testimonio.
A continuación llegó el turno de los saludos que tradicionalmente realiza el Santo Padre:
Saludo a todos ustedes, peregrinos, procedentes de Italia y de muchos países; en particular, a los de Malasia y de Valencia (España).
Saludo a los participantes en la Carrera de los Santos y en la Marcha de los Santos, promovidas respectivamente por la Fundación “Don Bosco en el mundo” y por la Asociación “Familia Pequeña Iglesia”. Aprecio estas manifestaciones que ofrecen una dimensión de fiesta popular a la celebración de Todos los Santos. Saludo además a la Coral de San Cataldo, a los jóvenes de Ruvo de Puglia y aquellos de Papanice.
Por último, el Obispo de Roma se refirió a su visita al Cementerio del Verano:
Esta tarde iré al Cementerio del Verano, en donde celebraré la Santa Misa en sufragio por los difuntos. Visitando el principal cementerio de Roma, me uno espiritualmente a quienes en estos días van a rezar a las tumbas de sus seres queridos, en todas las partes del mundo.
Como de costumbre, el papa Francisco concluyó su intervención diciendo:
A todos les deseo paz y serenidad en la compañía espiritual de los santos. ¡Feliz domingo! Y por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!
02.11.15




El   Papa reza esta tarde en las Grutas Vaticanas
Este martes en San Pedro se celebra la misa por los cardenales y obispos fallecidos durante el año
Ciudad del Vaticano, 02 de noviembre de 2015 (ZENIT.org)
En el día que la Iglesia conmemora a los difuntos, como cada año, el papa Francisco acudirá esta tarde a las Grutas Vaticanas, para un momento de oración de forma privada en las tumbas de los Pontífices que le han precedido. 
Las grutas vaticanas son una serie de pasillos que se extiende por debajo de una parte de la nave central de la basílica de San Pedro, en donde se encuentran las capillas y sepulturas de diversos Pontífices. 
Asimismo, mañana, a las 11.30, el Papa presidirá la misa en la basílica de San Pedro por los cardenales, arzobispos y obispos fallecidos a lo largo del año. Los purpurados muertos entre el 26 de octubre de 2014 y el 26 de octubre de 2015 son 12, y los arzobispos y obispos son 99. 
03.11.15



El   Papa a los obispos y cardenales: 'Vivir para servir'
El papa Francisco preside en el basíilca de San Pedro la celebración eucarística por los prelados fallecidos durante este año
Ciudad del Vaticano, 03 de noviembre de 2015 (ZENIT.org)
“Quien sirve y dona, parece un perdedor a los ojos del mundo”. Pero, en realidad, “precisamente perdiendo la vida, la encuentra”. Porque “una vida que se desprende de sí, perdiéndose en el amor, imita a Cristo: vence la muerte y da la vida al mundo. Quien sirve salva”. Al contrario “quien no vive para servir, no sirve para vivir”. Así lo ha recordado el papa Francisco en la misa celebrada esta mañana en la basílica vaticana, por los cardenales y obispos fallecidos durante este año.
Ha invitado a pensar con gratitud también “en la vocación de estos sagrados ministros: como indica la palabra, es sobre todo lo de ministrare, es decir, servir”. Por eso mismo, ha indicado que mientras pedimos por el premio prometido a los “siervos buenos y fieles”, “estamos llamados a renovar la elección de servir en la Iglesia”.
A propósito, el Santo Padre ha recordado que Jesús vino “para servir y no para ser servido” y no puede “ser otra cosa que un pastor preparado para dar la vida por sus ovejas”.
Por otro lado, ha subrayado que el Evangelio nos recuerda que “Dios amó tanto al mundo”.  Francisco ha explicado que “se trata realmente de un amor tan concreto, tan concreto que ha tomado sobre sí nuestra muerte”. Para salvarnos --ha proseguido-- nos ha alcanzado allá donde habíamos acabado, alejándonos de Dios dador de vida: en la muerte, en el sepulcro sin salida.
Del mismo modo, el Pontífice ha recordado que el abajamiento que el Hijo ha cumplido, arrodillándose como un siervo hacia nosotros para asumir todo lo que es nuestro, hasta abrirnos las puertas de la vida.    Haciendo referencia al Evangelio en el que se compara a Cristo con la “serpiente levantada”, el Santo Padre ha indicado que esta imagen lleva al episodio de las serpientes venenosas que en el desierto atacaban al pueblo en camino. De este modo, ha recordado que los israelitas que habían sido mordidos por las serpientes, no morían sino que vivían si miraban a la serpiente de bronce que Moisés, por orden de Dios, había levantado en un hasta. Una serpiente que salva de las serpientes. “La misma lógica está presente en la cruz, a la que Cristo se refiere hablando con Nicodemo. Su muerte nos salva de nuestra muerte”, ha precisado Francisco.
Además, el Santo Padre ha asegurado que a nuestros ojos la muerte aparece oscura y angustiante. Pero Jesús no ha huído de ella, “sino que la ha tomado plenamente sobre sí con todas sus contradicciones”.
Al respecto, ha observado que este estilo de Dios, que nos salva sirviéndonos y aniquilándose, nos enseña mucho. “Nosotros nos esperaremos una victoria divina triunfante; Jesús sin embargo nos muestra una victoria muy humilde”, ha añadido.     
Levantado en la cruz -- ha indicado-- deja que el mal y la muerte se ensaña contra Él mientras continúa amando. Y para nosotros “es difícil aceptar esta realidad”. El Papa ha asegurado que es un misterio, “pero el secreto de este misterio, de esta humildad extraordinaria está en la fuerza del amor”.     
El Santo Padre ha explicado que en la Pascua de Jesús vemos juntos a la muerte y al remedio de la muerte y esto es posible “por el gran amor con el que Dios nos ha amado, por el amor humilde que se abaja, por el servicio que sabe asumir la condición de siervo”. Así, Jesús no ha quitado el mal, sino que lo ha transformado en bien. “No ha cambiado las cosas con palabras, sino con hechos; no en apariencia, sino en sustancia; no en superficie, sino a la raíz” ha explicado. El Papa ha asegurado que Jesús “ha hecho de la cruz un puente hacia la vida”. Y también nosotros -- ha indicado-- podemos vencer con Él, si elegimos el amor solícito y humilde, que permanece victorioso para la eternidad.
Finalmente, el Pontífice ha advertido que “nosotros somos llevados a amar lo que necesitamos y deseamos. Dios, sin embargo, ama hasta el final al mundo, es decir, a nosotros, tal y como somos”. Y así, ha invitado a los presentes a no inquietarse por lo que “nos falta aquí abajo, sino por el tesoro de allí arriba; no por lo que nos sirve, si no por que verdaderamente sirve”. Y así ha concluido deseando “que sea suficiente para nuestra vida la Pascua del Señor, para quedar libres de los afanes de las cosas efímeras, que pasan y desvanecen en la nada”, ser “siervos según su corazón: no funcionarios que prestan un servicio, sino hijos amados que donan la vida por el mundo”.  
04.11.15              
        


Texto completo de la catequesis del Papa en la audiencia del miércoles 4 de noviembre
El Santo Padre asegura que la familia es un gran gimnasio de entrenamiento para el don y el perdón recíproco, sin el cual ningún amor puede durar mucho
Ciudad del Vaticano, 04 de noviembre de 2015 (ZENIT.org)
Publicamos a continuación la catequesis del Santo Padre en la audiencia general: 

¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
La Asamblea del Sínodo de los Obispos, que ha terminado hace poco, ha reflexionado a fondo sobre la vocación y la misión de la familia en la vida de la Iglesia y de la sociedad contemporánea. Ha sido un evento de gracia. Al final, los padres sinodales han entregado el texto de sus conclusiones. He querido que se publicara para que todos fueran partícipes del trabajo que nos ha ocupado durante dos años. Este no es el momento de examinar tales conclusiones, sobre las que yo mismo debo meditar.
Pero mientras tanto, la vida no se detiene, ¡en particular la vida de la familia no se detiene! Vosotras, queridas familias, estáis siempre en camino. Y continuamente escribís ya en las páginas de la vida concreta la belleza del Evangelio de la familia. En un mundo que a veces se hace árido de vida y de amor, vosotros cada día habláis del gran don que son el matrimonio y la familia.
Hoy quisiera subrayar este aspecto: que la familia es un gran gimnasio de entrenamiento para el don y el perdón recíproco, sin el cual ningún amor puede durar mucho. En la oración que Él mismo nos ha enseñado --el Padre Nuestro-- Jesús nos hace pedir al Padre: “Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Y al final comenta: Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes” (Mt 6,12.14-15). No se puede vivir sin perdonarse, o al menos no se puede vivir bien, especialmente en familia. Cada día nos hacemos daño los unos a los otros. Debemos tener en cuenta estos errores, que se deben a nuestra fragilidad y a nuestro egoísmo. Se nos pide que curemos las heridas que hacemos, tejer de inmediato los hilos que rompemos. Si esperemos mucho, todo se hace más difícil. Y hay un secreto sencillo para sanar las heridas y para disolver las acusaciones. Y es este: no dejar que termine el día sin pedirse perdón, sin hacer la paz entre el marido y la mujer, entre padres e hijos, entre hermanos y hermanas… ¡entre nuera y suegra! Si aprendemos a pedirnos inmediatamente perdón y a darnos el perdón recíproco, sanan las heridas, el matrimonio se robustece, y la familia se transforma en una casa más sólida, que resiste a los choques de nuestras pequeñas y grandes maldades. Y para esto no es necesario hacer un gran discurso, sino que es suficiente una caricia, una caricia y ha terminado todo y se comienza de nuevo, pero no terminar el día en guerra, ¿entienden?
Si aprendemos a vivir así en familia, lo hacemos también fuera, allá donde estemos. Es fácil ser escépticos sobre esto. Muchos --también entre los cristianos-- piensan que es una exageración. Se dice: sí, son palabras bonitas, pero es imposible ponerlo en práctica. Pero gracias a Dios no es así. De hecho, es precisamente recibiendo el perdón de Dios que a la vez somos capaces de perdonar a los otros. Por esto Jesús nos hace repetir estas palabras cada vez que recitamos la oración del Padre Nuestro, es decir, cada día. Y es indispensable que, en una sociedad a veces despiadada, haya lugares, como la familia, donde aprender a perdonarse los unos a los otros.
El Sínodo ha revivido nuestra esperanza también en esto: la capacidad de perdonar y de perdonarse forma parte de la vocación y de la misión de la familia. La práctica del perdón no solo salva las familias de las divisiones, sino que las hace capaces de ayudar a la sociedad a ser menos malvada y menos cruel. Sí, cada gesto de perdón repara la casa de las grietas y refuerza sus muros. La Iglesia, queridas familias, está siempre a su lado para ayudarlos a construir su casa sobre la roca de la cual ha hablado Jesús. Y no olvidemos estas palabras que preceden inmediatamente la parábola de la casa: «No son los que me dicen: “Señor, Señor”, los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre». Y añade: «Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre? ¿No expulsamos a los demonios en tu Nombre?” Entonces yo les manifestaré: «Jamás los conocí» (cfr Mt 7,21-23). Es una palabra fuerte, no hay duda, que tiene por objetivo sacudirnos y llamarnos a la conversión.
Os aseguro, queridas familias cristianas, que si sois capaces de caminar cada vez más decididas sobre el camino de las bienaventuranzas, aprendiendo y enseñando a perdonarse recíprocamente, en toda la gran familia de la Iglesia crecerá la capacidad de dar testimonio a la fuerza renovadora del perdón de Dios. Diversamente, haremos predicaciones también muy bonitas, y quizá expulsemos algún demonio, ¡pero al final el Señor no nos reconocerá como sus discípulos!
Realmente las familias cristianas pueden hacer mucho por la sociedad de hoy, y también por la Iglesia. Por eso deseo que en el Jubileo de la Misericordia las familias redescubran el tesoro del perdón recíproco. Recemos para que las familias sean cada vez más capaces de vivir y de construir caminos concretos de reconciliación, donde nadie se sienta abandonado al peso de sus ofensas.
Y con esta intención, decimos juntos: “Padre nuestro, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a quienes nos ofenden”. Digámoslo juntos: “Padre nuestro, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a quienes nos ofenden”. Gracias.
 05.11.15



El  Papa en Sta. Marta: 'La exclusión está en la raíz de todas las guerras'
En la homilía de este jueves, el Santo Padre explica que hay dos caminos en la vida: el de la exclusión de las personas de nuestra comunidad o el de la inclusión.
Ciudad del Vaticano, 05 de noviembre de 2015 (ZENIT.org)
En la Carta a los Romanos, san Pablo exhorta a no juzgar y a no despreciar al hermano, porque esto lleva a excluirlo de “nuestro grupito” y ser “selectivos y esto no es cristiano”. Así lo ha explicado el santo padre Francisco en la homilía de Santa Marta este jueves por la mañana.
Además, ha recordado que Cristo “con su sacrificio en el calvario” une e incluye a “todos los hombres en la salvación”. En el Evangelio, ha recordado el Santo Padre, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores, “es decir, los excluidos, todos los que estaban fuera” y mientras, “los fariseos y los escribas murmuraban”.
De este modo, el Pontífice ha indicado que “la actitud de los escribas y de los fariseos es la misma, excluye" porque decían: ‘Nosotros somos perfectos, nosotros seguimos la ley. Estos son pecadores, son publicanos’. En cambio la actitud de Jesús es incluir. A propósito, ha asegurado que hay dos caminos en la vida: el camino de la exclusión de las personas de nuestra comunidad y el camino de la inclusión.
De este modo ha advertido que el primero de estos caminos es la raíz de todas las guerras: todas las guerras, comienzan con una exclusión. “Se excluye de la comunidad internacional pero también de las familias, entre amigos, cuántas peleas… Y el camino que nos hace ver Jesús y nos enseña Jesús es otro, es el contrario: incluir”, ha subrayado el Papa.
Por otro lado, el Santo Padre ha reconocido que “no es fácil incluir a la gente porque hay resistencia, hay esa actitud selectiva”. Por eso, ha observado, Jesús contaba dos parábolas: la oveja perdida y la mujer que pierde una moneda. Tanto el pastor como la mujer hacen de todo para encontrar lo que han perdido. Y cuando lo encuentran se llenan de alegría.
Francisco lo ha explicado así: “se llenan de alegría porque han encontrado lo que estaba perdido y van donde los vecinos, donde los amigos, porque están felices: ‘he encontrado, he incluido’. Este es el incluir de Dios, contra la exclusión del que juzga, que echa a la gente: ‘no, esto no, esto no, esto no…’, y se hace un pequeño círculo de amigos que es su ambiente. Es la dialéctica entre la exclusión y la inclusión”. Asimismo, el Santo Padre ha exclamado que “¡Dios nos ha incluido a todos en la salvación, a todos!”
Y este es el inicio. “Nosotros con nuestras debilidades, con nuestros pecados, con nuestras envidias, celos, siempre tenemos esta actitud de excluir que --como he dicho-- puede terminar en las guerras”, ha recordado.
Además, ha subrayado que Jesús hace como el Padre que lo ha enviado para salvarnos, “nos busca para incluirnos”, “para ser una familia”.
Finalmente, Francisco ha invitado a “pensar un poco” y al menos “no juzgar nunca”, y decir: “Dios sabe: es su vida, pero yo no lo excluyo de mi corazón, de mi oración, de mi saludo, de mi sonrisa, y si tengo ocasión de decirle una palabra bonita. Nunca excluir, ‘no tenemos el derecho’”.
Y a este punto ha recordado cómo termina la lectura de Pablo: “Todos vamos a comparecer ante el tribunal de Dios. En resumen, cada uno de nosotros tendrá que dar cuenta de sí mismo a Dios”.
Por eso, el Santo Padre ha invitado a pedir la gracia de ser hombres y mujeres que incluyan siempre, en la medida de la sana prudencia, pero siempre. “No cerrar las puertas a ninguno, siempre con el corazón abierto: ‘me gusta, no me gusta”, pero el corazón está abierto”, ha concluido.
06.11.15




El Papa: 'No se puede ser creyente y hacer vida de faraón'
El Santo Padre entrevistado por una publicación holandesa de personas sin hogar. Muchos bienes que están en las iglesias son propiedad de la humanidad
Ciudad del Vaticano, 06 de noviembre de 2015
El santo padre Francisco ha asegurado que “la Iglesia debe hablar con la verdad y también con el testimonio: el testimonio de la pobreza. Si un creyente habla de la pobreza o de los sintecho y conduce una vida de faraón: ésto no se puede hacer”.  Esta es una de las tentaciones de las que ha hablado el papa Francisco en una entrevista con en Straatnieuws, un diario de los sintecho de Utrech, Holanda. La entrevista fue realizada el pasado 27 de octubre y publicada hoy en italiano por Radio Vaticano.
Otra tentación de la que habla en su entrevista es la “hacer acuerdos con los Gobiernos. Se pueden hacer acuerdos, pero deben ser acuerdos claros, acuerdos transparentes". Está siempre la tentación de la corrupción en la vida pública.Tanto política como religiosa, advierte el Papa. 
En la entrevista, le piden al Pontífice un mensaje de la Iglesia para los sintecho, por eso recuerda que “Jesús vino al mundo sin techo y se hizo pobre. La Iglesia quiere abrazar a todos y decir que es un derecho tener un techo sobre ti. En los movimientos populares se trabaja con las tres “t” españolas: trabajo, techo y tierra. La Iglesia predica que todas las personas tienen derecho a estas tres “t”.
A propósito de la posibilidad de “llegar a cansar en los medios de comunicación al hablar mucho de los pobres y los refugiados”, el Santo Padre asegura que “a todos nos viene la tentación --cuando se vuelve sobre un tema que no es bonito, porque es feo hablar sobre ello-- de decir: ‘pero, terminemos: esta cosa cansa demasiado’. Yo siento que el cansancio existe, pero no me da miedo. Debo continuar hablando de las verdades y de cómo son las cosas”.
Le preguntaron también si se siente bajo presión para vender “los tesoros de la Iglesia”. El Papa responde que “no son los tesoros de la Iglesia, sino que son los tesoros de la humanidad. Por ejemplo, si yo mañana digo que la Piedad de Miguel Ángel sea subastada, no se puede hacer, porque no es propiedad de la Iglesia. Está en una iglesia, pero es de la humanidad".
Esto --explica-- vale para todos los tesoros de la Iglesia. Y cuenta que "hemos comenzado a vender los regalos y otras cosas que me dan. Lo que se saca de la venta va para monseñor Krajewski, que es mi limosnero. Y después está la lotería. Había coches que se han vendido o dado con un lotería y lo recaudado se ha usado para los pobres. Pero hay cosas que se pueden vender y esto se vende”.
También reconoce que "los bienes inmobiliarios de la Iglesia son muchos, pero los usamos para mantener las estructuras de la Iglesia y para mantener muchas obras que se hacen en los países necesitados: hospitales, escuelas”. A propósito el Papa pone un ejemplo: "ayer pedí enviar al Congo 50 mil euros para construir tres escuelas en países pobres, la educación es algo importante para los niños".
Sobre la fama, el Papa asegura no haber he perdido la paz. "Y esto es una gracia de Dios. No pensé tanto en el hecho de que soy famoso. Me digo a mí mismo: ahora estoy en un puesto importante, pero en diez años nadie me conocerá ya” y ríe. Por eso explica que hay dos tipos de fama: la fama de los “grandes” que han hecho grandes cosas, como Madame Curie, y la fama de los vanidosos. Pero esta última es como una pompa de jabón.
¿Es posible un mundo sin pobres?, preguntan finalmente al Santo Padre, a lo que responde: “Yo quisiera un mundo sin pobres. Debemos luchar por esto. Pero soy un creyente y sé que el pecado está siempre dentro de nosotros. Y la codicia humana está siempre, la falta de solidaridad, el egoísmo que crea los pobres. Por esto me parece un poco difícil imaginar un mundo sin pobres. Si piensa en los niños explotados por trabajo esclavo, a o los niños explotados por abuso sexual. Es otra forma de explotación: matar niños para quitarles los órganos, el tráfico de órganos. Matar a los niños para quitarles los órganos es codicia. Por eso no sé si lograremos un mundo sin pobres, porque el pecado está siempre y nos lleva al egoísmo. Pero debemos luchar, siempre, siempre”.
07.11.15



 


En un encuentro con los dirigentes y trabajadores del Instituto Nacional de Seguridad Social en Italia, Francisco indica que la exigencia de santificar el descanso se convierte en un tiempo que permita cuidar la vida familiar, cultural, social y religiosa
El descanso es el derecho que todos tenemos cuando tenemos trabajo. Pero si la situación de desempleo, de injusticia social, de trabajo en negro, de precariedad en el trabajo es tan fuerte, ¿cómo puedo descansar? Esta es la reflexión que el santo padre Francisco ha realizado con los dirigentes y trabajadores del Instituto Nacional de Seguridad Social en Italia.
En el discurso que les ha dirigido, reunidos en la plaza de San Pedro, Francisco ha observado que a ellos se les confía “el cuidado del derecho al descanso”. Me refiero --ha especificado-- no solamente al descanso que es sostenido y legitimado por una amplia serie de prestaciones sociales sino también y sobre todo a una dimensión del ser humano que no le faltan las raíces espirituales y de las cuales también vosotros, por vuestra partes, sois responsables.
Asimismo, el Santo Padre ha asegurado a los presentes que “vuestra difícil tarea es contribuir para que no falten las subvenciones indispensables para los trabajadores desempleados y sus familias”. Y les ha pedido que no les falte entre sus prioridades una atención privilegiada por el trabajo femenino, así como la asistencia a la maternidad que debe tutelar siempre la vida que nace y a quien la sirve cotidianamente. Que no falte nunca “el seguro por la vejez, la enfermedad, las lesiones unidas al trabajo”, ha exhortado. Y ha proseguido: “no falte el derecho a pensión, y subrayo: el derecho, la pensión es un derecho, porque de esto se trata”.
Tal y como les ha recordado, “vosotros honráis la delicada tarea de tutelar algunos derechos legales del ejercicio del trabajo; derechos basados en la naturaleza misma de la persona humana y de su trascendente dignidad”.                                
De este modo, ha explicado que el descanso, en el lenguaje de la fe, es por tanto una dimensión humana y divina al mismo tiempo. Con una prerrogativa única: “no es una simple abstención del cansancio y del compromiso ordinario, sino una ocasión para vivir plenamente la propia creaturalidad elevada a la dignidad filial de Dios mismo”.
Asimismo, el Papa ha recordado que la exigencia de “santificar” el descanso se une a un tiempo que permita cuidar la vida familiar, cultural, social y religiosa, haciendo de todos estos horizontes un espacio y un tiempo para Dios y para el hombre.
Por esto, ha subrayado a los presentes que “contribuyen a poner las bases para que el descanso pueda ser vivido como dimensión auténticamente humana, y por esto abierta a la posibilidad de un encuentro vivo con Dios y con los otros”.
Además, el Pontífice ha asegurado que están llamados “a hacer frente a desafíos cada vez más complejos”. Desafíos --ha indicado-- que provienen tanto de la sociedad actual, con la criticidad de sus equilibrios y la fragilidad de sus relaciones; como del mundo del trabajo, plagado de la insuficiencia ocupacional y de la precariedad de las garantías que logra ofrecer.
Ha advertido que hasta hace algún tiempo era común asociar la meta de la pensión a la llegada de la tercera edad. Pero, ha observado “la época moderna ha cambiado sensiblemente los ritmos”. Por un lado, “la eventualidad del descanso se ha anticipado, a veces diluida en el tiempo, a veces renegociada hasta los extremos aberrantes, como el que distorsiona la idea misma de una cesación laboral”. Y por otro lado, ha asegurado, “nunca nos olvidamos de las exigencias de atención, tanto para quienes perdieron o nunca tuvieron un trabajo, como para aquellos que se ven obligados a interrumpirlo por varias razones”.
Trabajar, ha asegurado el Papa, quiere decir prolongar la obra de Dios en la historia, contribuyendo de forma personal, útil y creativa. De este modo ha añadido que el trabajo “no puede ser prolongado o reducido en función del beneficio de pocos y de formas productivas que sacrifican valores, relaciones y principios”.
Finalmente, Francisco ha pedido “amar y servir al hombre con conciencia, responsabilidad y disponibilidad”. Trabajad para quien trabaja --ha concluido-- y para quien quisiera hacerlo pero no puede. No como solidaridad, sino como deber de justicia.
08.11.15
      
             


Texto completo. El Santo Padre ha puesto el ejemplo de la mujer viuda del Evangelio de este domingo, mujer que en su pobreza ha comprendido que, teniendo a Dios, tiene todo
A las 12.00 de esta mañana, el santo padre Francisco se ha asomado a la ventana del estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para recitar el ángelus con los fieles y los peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro para el habitual encuentro dominical.

Estas son las palabras del Papa para introducir la oración mariana:
Queridos hermanos y hermanas, buenos días con este bonito sol.                 
El pasaje del Evangelio de este domingo se compone de dos partes: una en la que se describe cómo no deben ser los seguidores de Cristo; la otra en la que se propone un ideal ejemplar de cristiano.             
En la primera parte, Jesús critica a los escribas, maestros de la ley, tres defectos que se manifiestan en su estilo de vida: soberbia, codicia e hipocresía. A ellos les gusta “que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes” (Mc 12,38-39). Pero bajo apariencias tan solemnes se esconden falsedades e injusticias. Mientras se pavonean en público, usan su autoridad para “devorar los bienes de las viudas” (cfr v. 40), que eran consideradas, junto a los huérfanos y los extranjeros, las personas más indefensas y menos protegidas.
Finalmente, los escribas “hacen largos rezos para hacerse ver” (v. 40). También hoy existe el riesgo de asumir estas actitudes. Por ejemplo, cuando se separa la oración de la justicia, porque no se puede rendir culto a Dios y causar daño a los pobres. O cuando se dice que se ama a Dios, y sin embargo se antepone a Él la propia vanidad, el propio beneficio.
Y en esta línea se coloca la segunda parte del Evangelio de hoy. La escena ambientada en el templo de Jerusalén, precisamente en el lugar donde la gente echaba las monedas como ofrenda. Hay muchos ricos que echan muchas monedas, y hay una mujer pobre, viuda, que pone apenas dos monedas. Jesús observa atentamente a esa mujer y llama la atención de sus discípulos sobre el fuerte contraste de la escena. Los ricos han dado, con gran ostentación, lo que para ellos era superfluo, mientras que la viuda, con discreción y humildad, ha dado “todo lo que tenía para vivir” (v. 44). Por esto --dice Jesús-- ella ha dado más que nadie. A causa de su extrema pobreza, hubiera podido ofrecer una sola moneda para el templo y quedarse con la otra. Pero ella no quiere hacer las cosas a medias con Dios: se priva de todo. En su pobreza ha comprendido que, teniendo a Dios, tiene todo; se sienta amada totalmente por Él y a su vez, lo ama totalmente. Bonito ejemplo esta viejecita, bonito ejemplo.
Jesús, hoy, nos dice también a nosotros que el metro de juicio no es la cantidad, sino la plenitud. Hay una diferencia entre cantidad y plenitud. Tú puedes tener mucho dinero y estar vacío. No hay plenitud en tu corazón. Pensad esta semana en la diferencia que hay entre cantidad y plenitud.
No es una cuestión de cartera, sino de corazón. Hay diferencia entre cartera y corazón. Algunos tienen, hay enfermedades cardíacas, que hacen bajar el corazón a la cartera y eso no va bien. Amar a Dios “con todo el corazón” significa fiarse de Él, de su providencia, y servirlo en los hermanos más pobres sin esperar nada a cambio. Me permito contaros una anécdota que sucedió en mi diócesis anterior. Estaban en la mesa una madre con los tres hijos, el padre estaba en el trabajo. Estaban comiendo chuletas a la milanesa. En ese momento llaman a la puerta, uno de los hijos va, pequeños, 5, 6, 7 años el más grande, y viene y dice ‘mamá hay un mendigo que pide comida’. Y la madre, buena cristiana, les pregunta ‘¿qué hacemos?’ ‘Le damos de comer, mamá’. ‘Vale’. Toma el tenedor y el cuchillo y quita la mitad de la chuleta a cada uno. ‘Ah, no, mamá, así no, toma del frigorífico’. ‘No, hacemos tres bocadillos así’. Y los hijos han aprendido que la verdadera caridad se da, se hace, no de lo que nos sobra sino de lo que es necesario. Y estoy seguro que esa tarde han tenido un poco de hambre, pero se hace así.
Frente a las necesidades del prójimo, estamos llamados a privarnos de algo como estos niños, de la mitad de las chuletas, de algo indispensable no solo superfluo; estamos llamados a dar el tiempo necesario, no solo lo que nos sobra; estamos llamados a dar enseguida y sin reservas nuestro talento, no después de haberlo utilizado para nuestros fines personales o de grupo.
Pidamos al Señor que nos admita en la escuela de esta pobre viuda, que Jesús, entre el desconcierto de los discípulos, la hace subir a la cátedra y la presenta como maestra del Evangelio vivo. Por la intercesión de María, la mujer pobre que ha dado toda su vida a Dios por nosotros, pidamos el don de un corazón pobre, pero rico de una generosidad feliz y gratuita.
                  
 
Después del ángelus, el Santo Padre ha indicado: 
Queridos hermanos y hermanas,             
sé que muchos de vosotros os habéis preocupado por las noticias que han circulado en los días pasados a propósito de documentos reservados de la Santa Sede que han sido robados y publicados.
Por esto quisiera deciros, sobre todo, que robar estos documentos es un delito. Es un acto deplorable que no ayuda. Yo mismo había pedido hacer ese estudio, y esos documentos, mis colaboradores y yo ya los conocíamos bien y se han tomado medidas que han comenzado a dar frutos, y también algunos visibles.
Por eso quiero aseguraros también que este triste hecho no me distrae ciertamente del trabajo de reforma que estamos llevando adelante con mis colaboradores y con el apoyo de todos vosotros. Sí, con el apoyo de toda la Iglesia, porque la Iglesia se renueva con la oración y con la santidad cotidiana de cada bautizado.
Por eso os doy las gracias y os pide que sigáis rezando por el Papa y por la Iglesia, sin dejarse molestar sino yendo adelante con confianza y esperanza.                 
Hoy en Italia se celebra la Jornada de la Acción de Gracias, que este año lleva por tema “El suelo, bien común”. Me asocio a los obispos en el desear que todos actúen como administradores responsables de un precioso bien colectivo, la tierra, cuyos frutos tienen una destinación universal. Me siento cercano con gratitud al mundo agrícola, y animo a cultivar la tierra de tal forma que se cuide la fertilidad para que produzca comida para todos, hoy y para las generaciones futuras. En tal contexto tiene lugar en Roma la Jornada diocesana para el cuidado de la creación, que esta año se enriquece con la “Marcha por la tierra”.
Mañana, en Florencia, inicia el 5º Congreso Eclesial Nacional, con la presencia de los obispos y de los delegados de todas las diócesis italianas. Se trata de un evento importante de comunión y de reflexión, en el que tendré la alegría de participar también yo, el próximo martes.
Os saludo con afecto a todos vosotros, romanos y peregrinos. En particular a los estudiantes franceses de la región parisina, a los fieles de Japón y de Polonia, como también a los de Scandicci. Saludo a los representantes de la Orden de los Predicadores --dominicos-- que ayer abrieron el octavo centenario de la fundación.
A todos os deseo un buen domingo. ¡Y no os olvidéis de rezar por mí! Buen almuerzo y hasta pronto.
09.11.15
        
            

A las 8 de la mañana llega a la metrópoli industrial. Recuerda a las víctimas de la explotación laboral, pide un "pacto de proximidad" y recuerda que "la sacralidad de todo ser humano pide respeto, acogida y un trabajo digno"

El papa Francisco llegó a las 8 de la mañana en helicóptero a la ciudad industrial italiana de Prato, tras haber partido a las 7:00 desde la Ciudad del Vaticano. En el papamóvil el Santo Padre se dirigió hasta la plaza central en donde se encuentra el famoso Duomo de Prato, o sea, su catedral. 

Muchas personas habían esperado desde las 4 de la mañana para poder estar en las primeras filas y saludar al Santo Padre y un grupo de jóvenes realizó una vigilia de oración. Una pantalla gigante ayudaba a seguir la visita del Santo Padre en el interior del 'Duomo' de origen medieval. Allí en la catedral, Francisco saludó a los enfermos, varios de ellos en silla de ruedas.  

En la catedral de Prato se cuentra la reliquia de la 'sacra cintola', el sagrado cinturón, que según indica la tradición, la Virgen María le entregó al apóstol Tomás como prueba de su asunción al Cielo. Poco después, el Santo Padre realizó un momento de oración delante de esta reliquia, y escribió algunas palabras en un libro. 

A continuación, cuando el Papa se asomó al púlpito de Donatello, que da hacia el exterior de la iglesia, miles de personas que estaban en la plaza lo ovacionaron agitando pañuelos y banderas con los colores del Vaticano y coreando 'Francesco'.
"He venido como un peregrino, de pasada, poca cosa, pero la voluntad está", dijo el Papa, y les recordó que esta ciudad "a través de los siglos tuvo la definición de Ciudad de María", debido a la reliquia "que acabo de venerar". O sea "un signo de bendición para vuestra ciudad". 
El Santo Padre indicó algunos pensamientos que le vinieron: "No quedarnos cerrados en la indiferenecia, abrirnos y sentirlos llamados a alcanzar a los otros para compartir la alegría de haber encontrado al Señor", dijo. E invitó a "salir para acercarnos a los hombres de nuestro tiempo".
"Salir significa arriesgar" porque "no hay fe sin riesgo", dijo, pero "una fe que se queda en casa no es fiel al Señor". Y reiteró que hay que buscar la ruta y no el refugio de un puerto seguro porque "el Señor quiere llegar a quien no lo conoce y nos impulsa". E insistió en el tema: "Hemos sido servidos por Dios que se hizo nuestro prójimo, para a su vez servir a quien está cerca de nosotros".
El Pontífice agradeció también a los ciudadanos de Prato por "el trabajo de integración que se contrapone a la cultura del descarte". Así como "a las familias que adoptan" y sin desanimarse delante de las dificultades, "o situaciones difíciles de convivencia". Invitó por ello a crear "pactos de proximidad".
Otro tema que propuso, citando a san Pablo cuando invita a los cristianos a usar la armadura de Dios, las virtudes, fue el de buscar siempre la verdad. "No es fácil --dijo el Papa-- pero es una decisión vital que tiene que marcar la existencia de cada uno, de la sociedad, para que sea más justa, más honesta". Y señaló "la sacralidad de todo ser humano pide respeto, acogida y un trabajo digno". 
"Me permito recordar los cinco hombres y dos mujeres de ciudadanía china que murieron hace dos años debido a un incendio en la zona industrial de Prato" indicó el Santo Padre, y recordó que ellos vivían y dormían en el interior de la misma fábrica en la que trabajaban, con divisiones de cartón y camas camarote."Es una tragedia de la explotación y condiciones inhumanas de vida, y esto no es trabajo digno" exclamó. 
Y recordó que la vida de cada comunidad exige "que se combata el cáncer de la corrupción", de la "explotación humana y laboral" porque es el terreno de la ilegalidad. 
Al concluir sus palabras Francisco animó a todos, especialmente a los más jóvenes: "Me dijeron que han hecho una vigilia de oración, gracias, gracias", y les invitó a "no ceder al pesimismo y a la resignación". 
Y recordándo la reliquia de la Virgen que la ciudad custodia en el 'Duomo', les recordó: "María en un silencio operoso transformó el sábado de la desilusión en el alba de la resurrección". E invitó que si alguien "se siente oprimido por las circunstancias de la vida se confíe a María, que es nuestra madre que nos anima a poner confianza en Dios". Porque "su hijio no traicionará nuestas expectativas y sembrará en nuestros corazonas una esperanza que no desilusiona". 
Desde la ciudad de Prato situada a 15 kilómetros de Florencia, en donde hay personas de 123 nacionalidades distintas, en particular de China, Albania, Rumanía y también una comunidad latinoamericana, partió a la metrópoli de Florencia, a la Catedral, para reunirse con los participantes del V Congreso eclesial de la Iglesia italiana.
11.11.15       

            
        


Texto completo de la catequesis del Papa en la audiencia del miércoles 11 de noviembre
El Santo Padre asegura que la convivialidad es un termómetro seguro para medir la salud de las relaciones: si en familia hay algo que no va bien o alguna herida escondida, en la mesa se entiende todo
Publicamos a continuación el texto completo de la catequesis del Santo Padre en la audiencia general, que el papa Francisco realizó en la Plaza de San Pedro, ante una fieles y peregrinos venidos desde todas las partes del mundo.

"Queridos hermanos y hermanas, buenos días
Hoy reflexionamos sobre una cualidad característica de la vida familiar que se aprende desde los primeros años de vida: la convivialidad, es decir, la actitud de compartir los bienes de la vida y a estar felices de poder hacerlo. Pero compartir, saber compartir es una virtud preciosa. Su símbolo, su “icono”, es la familia reunida en torno a la mesa doméstica. El compartir la comida --y por tanto, además de la comida también los afectos, las historias, los eventos…-- es una experiencia fundamental. Cuando hay una fiesta, un cumpleaños, un aniversario, nos reunimos en torno a la mesa. El algunas culturas es costumbre hacerlo también para el luto, para estar cerca de quien vive el dolor por la pérdida de un familiar.
La convivialidad es un termómetro seguro para medir la salud de las relaciones: si en familia hay algo que no va bien o alguna herida escondida, en la mesa se entiende todo. Una familia que no come casi nunca junta, o en cuya mesa no se habla si no que se ve la televisión, o el smartphone, es una familia “poco familia”. Cuando los hijos en la mesa están pegados al ordenador, al móvil y no se escuchan entre ellos esto no es familia, es una pensión.
El Cristianismo tiene una especial vocación a la convivialidad, todos lo saben. El Señor Jesús enseñaba con gusto en la mesa, y presentaba algunas veces el reino de Dios como un banquete festivo. Jesús escogió la mesa también para entregar a sus discípulos su testamento espiritual, condensado en el gesto memorial de su Sacrificio: donación de su Cuerpo y de su Sangre como alimento y bebida de salvación, que nutren el amor verdadero y duradero.
En esta perspectiva, podemos decir que la familia es “de casa” a la misa, porque a la eucaristía lleva la propia experiencia de convivencia y la abre a la gracia de una convivialidad universal, del amor de Dios por el mundo. Participando en la eucaristía, la familia es purificada de la tentación de cerrarse en sí misma, fortalecida en el amor y en la fidelidad, y ensancha los confines de su propia fraternidad según el corazón de Cristo.
En nuestro tiempo, marcado por tantos cierres y demasiados muros, la convivialidad, generada por la familia y dilatada en la eucaristía, se convierte en una oportunidad crucial. La eucaristía y la familia que se nutren de ella pueden vencer los cierres y construir puentes de acogida y de caridad. Sí, la eucaristía de una Iglesia de familias, capaces de restituir a la comunidad la levadura activa de la convivialidad y de hospitalidad recíproca, es una escuela de inclusión humana que no teme confrontaciones. No existen pequeños, huérfanos, débiles, indefensos, heridos y desilusionados, desesperados y abandonados, que la convivialidad eucarística de las familias no pueda nutrir, restaurar, proteger y hospedar.
La memoria de las virtudes familiares nos ayuda a entender. Nosotros mismos hemos conocido, y todavía conocemos, qué milagros pueden suceder cuando una madre tiene una mirada de atención, servicio y cuidado por los hijos ajenos, además que a los propios. ¡Hasta ayer, bastaba una mamá para todos los niños del patio! Y además sabemos bien qué fuerza adquiere un pueblo cuyos padres están preparados para movilizarse para proteger a sus hijos de todos, porque consideran a los hijos un bien indivisible, que están felices y orgullosos de proteger.
Hoy, muchos contextos sociales ponen obstáculos a la convivialidad familiar. Es verdad, hoy no es fácil. Debemos encontrar la forma de recuperarla. En la mesa se habla. En la mesa se escucha. Nada silencio. Ese silencio que no es silencio de las monjas. Es el silencio del egoísmo. Cada uno a lo suyo, o a la televisión, o al ordenador y no se habla. Nada de silencio. Recuperar esa convivialidad familiar, aun adaptándola a los tiempos.
La convivialidad parece que se ha convertido en una cosa que se compra y se vende, pero así es otra cosa. Y la nutrición no es siempre el símbolo de un justo compartir de los bienes, capaz de alcanzar a quien no tiene ni pan ni afectos. En los países ricos somos impulsados a gastar en una nutrición excesiva, y luego gastamos de nuevo para remediar el exceso. Y este “negocio” insensato desvía nuestra atención del hambre verdadera, del cuerpo y del alma. Cuando no hay convivialidad hay egoísmo. Cada uno piensa en sí mismo. Es tanto así que la publicidad la ha reducido a un deseo de galletas y dulces. Mientras tanto, muchos hermanos y hermanas se quedan fuera de la mesa. ¡Es una vergüenza!
Miremos el misterio del banquete eucarístico. El Señor entrega su Cuerpo y derrama su Sangre por todos. Realmente no existe división que pueda resistir a este Sacrificio de comunión; solo la actitud de falsedad, de complicidad con el mal puede excluir de ello. Cualquier otra distancia no puede resistir al poder indefenso de este pan partido y de este vino derramado, sacramento del único Cuerpo del Señor. La alianza viva y vital de las familias cristianas, que precede, sostiene y abraza en el dinamismo de su hospitalidad las fatigas y las alegrías cotidianas, coopera con la gracia de la eucaristía, que es capaz de crear comunión siempre nueva con la fuerza que incluye y que salva.
La familia cristiana mostrará precisamente así la amplitud de su verdadero horizonte, que es el horizonte de la Iglesia Madre de todos los hombres, de todos los abandonados y los excluidos, en todos los pueblos. Oremos para que esta convivialidad familiar pueda crecer y madurar en el tiempo de gracia del próximo Jubileo de la Misericordia".
12.11.15





El Papa: "Dios es incapaz de estar lejos de sus hijos"
El Santo Padre a los miembros de la Familia Guanella les asegura que el mundo de hoy necesita personas con ojos renovados por el amor y miradas que infundan esperanza
 “Fiarse, mirar y darse prisa”. Estos son los tres verbos concretos que el papa Francisco ha presentado en su discurso a los participantes de la peregrinación de la Familia Guanelliana, a quienes ha recibido este jueves en el Aula Pablo VI.
“Fiarse”. El Santo Padre ha recordado que la vida de don Guanella tuvo en el centro “la certeza de que Dios es Padre misericordioso y providente”. Tal y como ha observado el Papa “Dios es padre y no logra no amarnos”. Ni siquiera es capaz --ha asegurado- de estar lejos de sus hijos y desea siempre venir a nuestro encuentro. “Dios nos cuida y quiere que nos fiemos de Él”, ha indicado el Papa.
Asimismo ha añadido: “Pienso que al Padre le duele mucho cuando ve que sus hijos no se fían plenamente de Él: quizás creen en un Dios lejano, más bien que en el Padre misericordioso”. A propósito, ha advertido sobre la tentación de “tomar distancia de Dios, intimidados por la sospecha de que su paternidad no sea realmente providente y buena”. Dios es solamente amor, puro amor providente, ha afirmado el Pontífice. “Él nos ama más de lo que nos amamos nosotros mismos y sabe cuál es nuestro verdadero bien”, ha explicado.
El segundo verbo es “mirar”. A propósito, Francisco ha explicado que el Padre suscita la creatividad en los que viven como sus hijos y así “aprenden a mirar el mundo con ojos nuevos, más luminosos por el amor y la esperanza”. Son ojos --ha precisado-- que permiten mirarse dentro con verdad y ver lejos en la caridad. Y en esta mirada los otros no aparecen “como obstáculos que necesitamos superar, sino como hermanos y hermanas que debemos recibir” ha indicado. Al respecto, el Santo Padre ha advertido que la carencia más grande en el mundo de hoy es la caridad: “es necesario sobre todo, que existan personas con ojos renovados por el amor y miradas que infundan esperanza”.
Asimismo, Francisco ha advertido que nuestra vida espiritual es miope “porque no conseguimos mirar más allá de nuestro yo”. Otras veces no vemos bien de cerca “nos gustar ayudar a quien está lejos, pero no somos capaces de inclinarnos hacia quien vive junto a nosotros”. A veces, sin embargo, “preferimos cerrar los ojos, porque estamos cansados, abrumados por el pesimismo”.
Y finalmente “tener prisa”. El Pontífice ha recordado que “como el Padre es delicado y concreto en lo relacionado con los hijos más pequeños y débiles, así nosotros no podemos hacer esperar a los hermanos y las hermanas en dificultad”. Y del mismo modo que María tuvo prisa por ir a ver a su prima Isabel, “también nosotros escuchamos la invitación del Espíritu Santo para ir en seguida al encuentro de quien necesita nuestros cuidados y nuestro afecto, porque, como enseñaba don Luigi Guanella, un corazón cristiano que cree y que siente no puede pasar delante de las indigencias del pobre sin socorrerlas”.
13.11.15





'La idolatría de los hábitos es contraria a la belleza eterna de Dios'
En la homilía de este viernes en Santa Marta, Francisco indica que es necesario dirigir la mirada “siempre más allá”
Hay dos peligros que acechan a los creyentes: la tentación de divinizar las cosas de la tierra e incluso de idolatrar los “hábitos”, como si todo tuviera que durar para siempre. En cambio, la única belleza eterna a la que debemos tender es Dios. Estas son las ideas centrales de la homilía que pronunció el papa Francisco en la Misa celebrada este viernes en la capilla de la Casa de Santa Marta.
“La gran belleza es Dios”. Lo reza también el Salmo: “Los cielos narran la belleza de Dios”. El problema del hombre es que con frecuencia se arrodilla ante lo que, de aquel esplendor es solo un reflejo --que un día, de todos modos, se apagará-- o incluso, se vuelve devoto de placeres aún más pasajeros.
El Santo Padre desarrolló su reflexión poniendo de manifiesto las dos idolatrías en las que también puede caer quien tiene fe. La primera Lectura y el Salmo --observó el Pontífice-- se refieren a “la belleza de la creación”, pero también subrayan “el error” de “aquella gente que en estas cosas bellas no ha sido capaz de ver más allá, es decir la trascendencia”. Una actitud en la que el Papa identifica lo que denomina “la idolatría de la inmanencia”, que hace que uno se detenga ante una belleza “sin un más allá”:
“Se han apegado a esta idolatría; están sorprendidos por su poder y energía. No han pensado cuánto superior es su Soberano, porque los ha creado, Aquel que es principio y autor de la belleza. Es una idolatría mirar las bellezas --tantas-- sin pensar que habrá un ocaso. También el ocaso tiene su belleza… Y esta idolatría de estar apegados a las bellezas de aquí, sin la trascendencia, todos nosotros corremos el riesgo de tenerla. Es la idolatría de la inmanencia. Creemos que las cosas son como son, son casi dioses, que jamás terminarán. Olvidamos el ocaso”.
La otra idolatría --subrayó Francisco-- “es la de los hábitos” que ensordecen el corazón. El Santo Padre la ilustró recordando las palabras de Jesús en el Evangelio del día, con su descripción de los hombres y las mujeres en tiempos de Noé o los de Sodoma cuando, recuerda que “comían, bebían, tomaban esposa y esposo” sin preocuparse por otra cosa, hasta el momento del diluvio o de la lluvia de fuego y azufre, de la destrucción absoluta.
“Todo es habitual. La vida es así: vivimos así, sin pensar en el ocaso de este modo de vivir. También esto es una idolatría: estar apegado a los hábitos, sin pensar que esto terminará. Y la Iglesia nos hace ver el final de estas cosas. También los hábitos pueden ser pensados como dioses. ¿La idolatría? La vida es así, vamos adelante así… Y así como la belleza terminará en otra belleza, nuestro hábito terminará en una eternidad, en otro hábito. ¡Pero está Dios!”, dijo el Pontífice.
En cambio, exhortó el Obispo de Roma, es necesario dirigir la mirada “siempre más allá”, hacia “el hábito final”, al único Dios que está más allá “del fin de las cosas creadas”, como la Iglesia enseña en estos días que concluyen el Año litúrgico, para no repetir el error fatal de mirar hacia atrás, como sucedió a la esposa de Lot, teniendo la certeza que si “la vida es bella, también el ocaso será muy bello”.
“Nosotros --los creyentes-- no somos gente que vuelve atrás, que cede, sino gente que va siempre adelante”. Ir siempre adelante en esta vida, mirando las bellezas y con los hábitos que tenemos todos nosotros, pero sin divinizarlas. “Que sean estas pequeñas bellezas, que reflejan la gran belleza, nuestros hábitos para sobrevivir en el canto eterno, en la contemplación de la gloria de Dios”, concluyó el papa Francisco.
14.11.15




Se suspende el encuentro entre el Papa y el presidente de Irán tras los atentados de París
Rouhaní debía reunirse también con los líderes políticos de Italia y viajar el 16 y 17 a la capital gala
El presidente de Irán, Hassan Rouhaní, que este sábado por la tarde tenía una audiencia con el papa Francisco en el Vaticano, suspendió su viaje a Roma y Europa, indicaron las agencias de noticias desde Teherán. El viaje debía iniciar en la Ciudad Eterna, y después de encontrar al Papa tenía programado reunirse con  los principales líderes políticos de Italia y proseguir el 16 y 17 hacia París. El presidente de la república islámica condenó firmemente los ataques en París, definiéndolos como "crímenes deshumanos". 
El encuentro entre el Santo Padre y el presidente iraní hubiera sido el primero, después de 16 años, entre un pontífice y el mandatario de dicho país. El último gobernante iraní recibido en audiencia por Juan Pablo II fue Mohamed Jatamí en 1999. Teherán no rompió relaciones diplomáticas con la Santa Sede a pesar de la Revolución Islámica de 1979.  
En el mes de febrero del presente año el papa Francisco recibió en el Vaticano a la vicepresidenta de Irán para Asuntos de Mujer y Familia, Shahindokht Molaverdi, y a una delegación que le acompañaba compuesta por mujeres de ese país. 
En la reunión, El Papa y Molaverdi conversaron sobre la importancia de la familia, así como sobre la manera de promover el rol de la mujer en la sociedad y en la política internacional. La delegación iraní también compartió una mesa redonda moderada por Mons. Vincenzo Paglia, presidente del Pontificio Consejo para la Familia, en la que también estuvieron presentes cinco mujeres en representación del Vaticano. En estas conversaciones, se abordaron temas relacionados con la identidad femenina y con la familia.
Por lo que se refiere al acuerdo sobre el programa nuclear de Irán, firmado en junio pasado, la Santa Sede consideró “positivo el acuerdo”. El portavoz indicó entonces que "se trata de un resultado importante de las negociaciones llevadas a cabo hasta la fecha, pero que requiere la continuación del esfuerzo y del compromiso de todos para que dé frutos". Entretanto deseó que "espera que dichos frutos no se limiten solo al ámbito del programa nuclear, sino que se extiendan a otros sectores".
15.11.15



Delante de los falsos profetas, horóscopos, videntes y fatalistas, hay que saber que Jesús nos quiere y está a nuestro lado
El papa Francisco rezó este domingo la oración del ángelus desde la ventana de su estudio, delante de miles de fieles y peregrinos llegados desde todo el mundo y congregados en la Plaza de San Pedro. Antes de la oración recordó el evangelio del día e invitó a no creer en los profetas de desventuras, videntes u horóscopos. Después recordó que los atentados de París son un ultraje a la dignidad humana y que usar el nombre de Dios para matar así es una blasfemia. 
Recordó también que este sábado en Brasil fue beatificado el sacerdote Francisco de Paula Víctor, hijo de una esclava negra y pidió que su extraordinario ejemplo sirva a los sacerdotes. Concluyó saludando a diversas delegaciones presentes, entre las cuales diversas de España.

A continuación el texto completo
“Queridos hermanos y hermanas.
El evangelio de este penúltimo domingo del año litúrgico nos propone una parte de las palabras de Jesús sobre los eventos últimos de la historia humana, orientada hacia el pleno cumplimiento del reino de Dios.
Es la prédica que Jesús hizo en Jerusalén antes de su última pascua. Eso contiene algunos elementos apocalípticos, como las guerras, carestías, catástrofes cósmicas. “El sol se oscurecerá, la luna no dará más su luz, las estrellas caerán del cielo y las potencias que están en el cielo serán trastornadas”.
Entretanto estos elementos no son la cosa esencial del mensaje. El núcleo central entorno al cual giran las palabras de Jesús es Él mismo, el misterio de su persona y de su muerte y resurrección, y su retorno al final de los tiempos. Nuestra meta final es el encuentro con el Señor resucitado.
Yo quisiera preguntarles ¿cuántos piensan sobre ésto?: 'Habrá un día que yo encontraré cara a cara al Señor'. Y esta es nuestra meta, nuestro encuentro.
Nosotros no esperamos un tiempo o un lugar, sino que vamos a encontrar a una persona: Jesús. Por lo tanto el problema no es 'cuando' sucederán los signos premonitores de los últimos tiempos, sino que nos encuentre preparados. Y no se trata tampoco de saber 'cómo' sucederán estas cosas, sino 'cómo' tenemos que comportarnos, hoy en la espera de éstos.
Estamos llamados a vivir el presente construyendo nuestro nuestro futuro con serenidad y confianza en Dios. La parábola del higo que florece, como signo del verano que se acerca, dice que la perspectiva del final no nos distrae de la vida presente, sino que nos hace mirar hacia nuestros días actuales con una óptica de esperanza.
Esa virtud tan difícil de vivir: la esperanza, la más pequeña de las virtudes pero la más fuerte. Y nuestra esperanza tiene un rostro: el rostro del Señor resucitado, que viene “con gran potencia y gloria, y que esto manifiesta su amor crucificado y transfigurado en la resurrección. El triunfo de Jesús al final de los tiempos será el triunfo de la cruz, la demostración que el sacrificio de sí mismos por amor del prójimo, a imitación de Cristo, es la única potencia victoriosa, el único punto firme en medio de los trastornos del mundo.
El Señor Jesús no es solo el punto de llegada de la peregrinación terrena, sino una presencia constante en nuestra vida: por ello cuando se habla del futuro, y nos proyectamos hacia ese, es siempre para reconducirnos al presente.
Él se opone a los falsos profetas, contra los videntes que prevén cercano el fin del mundo, contra el fatalismo. Èl está a nuestro lado, camina con nosotros, nos quiere mucho.
Quiere sustraer a sus discípulos de todas las épocas, de la curiosidad por las fechas, las previsiones, los horóscopos, y concentra su atención sobre el hoy de la historia.
Me gustaría preguntarles, pero no respondan, o cada uno responda interiormente: ¿Cuántos entre nosotros leen el horóscopo del día? Cada uno se responda y cuando tengan ganas de leer el horóscopo, mire a Jesús que está con nosotros. Es mejor, nos hará mejor.
Esta presencia de Jesús nos llama, esto sí, a la espera y a la vigilancia que excluyen sea la impaciencia que de la modorra, dea del escaparse hacia adelante o quedarse prisioneros del tiempo actual y de la mundanidad.
También en nuestros días no faltan las calamidades naturales y morales, y tampoco las adversidades y dificultades de todo tipo. Todo pasa, nos recuerda el Señor, solamente su palabra queda como luz que mira y alivia nuestros pasos. Nos perdona siempre porque está a nuestro lado, sólo es necesario mirarlo y nos cambia el corazón. La Virgen María nos ayude a confiar en Jesús, el fundamento firme de nuestra vida, y a perseverar con alegría en su amor".
(El Papa reza el ángelus junto a los presentes)
El atentado de París
"Queridos hermanos y hermanas, deseo expresar mi profundo dolor por los ataques terroristas que en la noche del viernes ensangrentaron Francia, causando numerosas víctimas.
Al presidente de la República de Francia y a todos sus ciudadanos expreso mi más profundo dolor. Estoy particularmente cercano a los familiares de los que han perdido la vida y a los heridos.
Tanta barbarie nos deja consternados y nos pide cómo pueda el corazón del hombre idear y realizar eventos tan horribles, que han trastornado no solamente Francia, pero a todo el mundo.
Delante de tales actos intolerables no se puede dejar de condenar la incalificable afrenta a la dignidad de la persona humana.
Quiero reafirmar con vigor que el camino de la violencia y del odio no resuelve los problemas de la humanidad. Y que "utilizar el nombre de Dios para justificar este camino es una blasfemia".
Les invito a unirse a mi oración y confiemos a la misericordia de Dios las víctimas inermes de esta tragedia. La Virgen María, Madre de misericordia, suscite en los corazones de todos, pensamientos de sabiduría y propósitos de paz.
A Ella le pedimos que nos proteja y vele por la querida nación francesa, la primera hija de la Iglesia, por Europa y por el mundo entero.
Recemos un poco en silencio y después, un Ave María. (instantes de silencio) Ave María..."

Beatificación de un sacerdote brasileño de origen africano
"Ayer en Tres Puntas, en el Estado de Minas Gerais, en Brasil, ha sido proclamado beato don Francisco de Paula Víctor, sacerdote brasileño de origen africano, hijo de una esclava. Párroco generoso y esmerado en la catequesis y en la administración de los sacramentos, se distinguió especialmente por su gran humildad.
Pueda su extraordinario testimonio ser modelo para tantos sacerdotes, llamados a ser humildes servidores del pueblo de Dios".

Saludos finales:
"Saludo a todos los presentes, familias, parroquias, asociaciones y a cada uno de los fieles que han venido desde Italia y desde tantas partes del mundo. En particular saludo a los peregrinos provenientes de Granada, Málaga, Valencia y Murcia (España). ¡Cuántos españoles!, San Salvador y Malta. A la asociación 'Accompagnatori Santuari Mariani nel Mondo' y al instituto secular 'Cristo Re'.
A todos les deseo un buen domingo. Y por favor no se olviden de rezar por mi. 'Buon pranzo e arrivederci'".
16.11.15