25 de nov. 2020

CATEQUESIS

 


Audiencia general oración


Audiencia general: Catequesis completa, “La oración de la Iglesia naciente”

Primeros pasos de los cristianos

 (25 nov. 2020).- En la audiencia general, el Papa Francisco se ha referido a los escritos apostólicos y al libro de los Hechos de los Apóstoles, que describen a las primeras comunidades cristianas, la Iglesia naciente, cuyos primeros pasos “estuvieron marcados por la oración”.

La audiencia general de hoy, 25 de noviembre de 2020, ha sido emitida desde la biblioteca del Palacio Apostólico vaticano, sin fieles, en prevención frente a la COVID-19. A lo largo de la misma, el Santo Padre ha continuado con el ciclo de catequesis sobre la oración, centrándose en el argumento “La oración de la Iglesia naciente” (Lectura: At 4,23-24.29.31).).

Al comienzo de la catequesis, el Papa ha señalado que los citados textos bíblicos nos devuelven “la imagen de una Iglesia en camino” y “trabajadora” que “encuentra en las reuniones de oración la base y el impulso para la acción misionera”. Esta imagen, indica, “es punto de referencia para cualquier otra experiencia cristiana”.

Audiencia general oración

“Coordenadas de la Iglesia”

El Pontífice ha explicado las “cuatro características esenciales de la vida eclesial”: “la escucha de la enseñanza de los apóstoles”, “la custodia de la comunión recíproca”, “la fracción del pan” y “la oración”. Estas nos recuerdan, que “la existencia de la Iglesia tiene sentido si permanece firmemente unida a Cristo”, esto es, “en la comunidad, en su Palabra, en la Eucaristía y en la oración”.

Del mismo modo, afirma cómo la predicación y las catequesis “testimonian las palabras y los gestos de Jesús: “las palabras y los gestos del Maestro; la búsqueda constante de la comunión fraterna preserva de egoísmos y particularismos; la fracción del pan realiza el sacramento de la presencia de Jesús en medio de nosotros: Él no estará nunca ausente, en la Eucaristía es Él. Él vive y camina con nosotros. Y finalmente la oración, que es el espacio del diálogo con el Padre, mediante Cristo en el Espíritu Santo”.

En esta línea, apunta que todo lo que en la Iglesia crece “fuera de estas coordenadas no tiene fundamento, es como una casa construida sobre arena ”. Para Francisco, “cualquier situación debe ser valorada a la luz” de estas cuatro características, y lo que no entra en ellas “está privado de eclesialidad, no es eclesial”.

Audiencia general oración

Porque, sigue, la Iglesia “no es un mercado” ni un emprendimiento empresarial, sino “obra del Espíritu Santo, que Jesús nos ha enviado para reunirnos”. La Iglesia es “el trabajo del Espíritu en la comunidad cristiana, en la vida comunitaria, en la Eucaristía, en la oración, siempre”: “Es Dios quien hace la Iglesia, no el clamor de las obras. Es la palabra de Jesús la que llena de sentido nuestros esfuerzos. Es en la humildad que se construye el futuro del mundo”.

Sin Espíritu no está la Iglesia

En este sentido, Francisco sostiene que para saber si una situación “es eclesial” o no, hay que preguntarse si están estas cuatro características y “cómo se desarrolla la vida” en las mismas: “si falta esto, falta Espíritu”, y si falta éste “nosotros seremos una bonita asociación humanitaria, de beneficencia, bien, bien, también un partido, digamos así, eclesial, pero no está la Iglesia”.

El Obispo de Roma recordó que la Iglesia no crece por estas cosas, ni por el “proselitismo, como cualquier empresa”, sino que lo hace por “atracción” que mueve el Espíritu Santo. Y apoya esta afirmación con las palabras de Benedicto XVI: “Si falta el Espíritu Santo, que es lo que atrae a Jesús, ahí no está la Iglesia. Hay un bonito club de amigos, bien, con buenas intenciones, pero no está la Iglesia, no hay sinodalidad”.

La oración, “motor de evangelización”

A continuación, el Papa Francisco ha descrito las reuniones de oración de las primeras comunidades como el “poderoso motor de la evangelización”, un lugar en el que se “experimenta en vivo la presencia de Jesús y es tocado por el Espíritu”. Los miembros de la comunidad primitiva, “pero esto vale siempre, también para nosotros hoy”, se dan cuenta que su “encuentro con Jesús no se detuvo en el momento de la Ascensión, sino que continúa en su vida”.

Audiencia general oración

Ellos cuentan lo que “ha dicho y hecho el Señor” y “rezan para entrar en comunión con Él, todo se vuelve vivo”, la oración les “infunde luz y calor” y “el don del Espíritu hace nacer en ellos el fervor”.

El Espíritu Santo “anima todo”

El Sucesor de Pedro ha indicado también cómo la Iglesia primitiva estuvo “marcada por una sucesión continua de celebraciones, convocatorias, tiempos de oración tanto comunitaria como personal” y es el Espíritu Santo quien concede la fuerza a “los predicadores que se ponen en viaje, y que por amor de Jesús surcan los mares, enfrentan peligros, se someten a humillaciones”.

Asimismo, esclarece que la “raíz mística de toda la vida creyente” es que “Dios dona amor” y “pide amor”. El Espíritu, continúa, “lo anima todo”, y “todo cristiano que no tiene miedo de dedicar tiempo a la oración puede hacer propias las palabras del apóstol Pablo: ‘La vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí’”.

Por último, Francisco declara que “la oración te hace consciente de esto. Solo en el silencio de la adoración se experimenta toda la verdad de estas palabras. Tenemos que retomar el sentido de la adoración. Adorar, adorar a Dios, adorar a Jesús, adorar al Espíritu”. La oración de la adoración, concluye, “es la oración que nos hace reconocer a Dios como principio y fin de toda la historia. Y esta oración es el fuego vivo del Espíritu que da fuerza al testimonio y a la misión”.

Catequesis 16. La oración de la Iglesia naciente

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Los primeros pasos de la Iglesia en el mundo estuvieron marcados por la oración. Los escritos apostólicos y la gran narración de los Hechos de los Apóstoles nos devuelven la imagen de una Iglesia en camino, una Iglesia trabajadora, pero que encuentra en las reuniones de oración la base y el impulso para la acción misionera.

La imagen de la comunidad primitiva de Jerusalén es punto de referencia para cualquier otra experiencia cristiana. Escribe Lucas en el Libro de los Hechos: “Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones” (2,42). La comunidad persevera en la oración.

Encontramos aquí cuatro características esenciales de la vida eclesial: la escucha de la enseñanza de los apóstoles, primero; segundo, la custodia de la comunión recíproca; tercero, la fracción del pan y, cuarto, la oración. Estas nos recuerdan que la existencia de la Iglesia tiene sentido si permanece firmemente unida a Cristo, es decir en la comunidad, en su Palabra, en la Eucaristía y en la oración.

Es el modo de unirnos, nosotros, a Cristo. La predicación y la catequesis testimonian las palabras y los gestos del Maestro; la búsqueda constante de la comunión fraterna preserva de egoísmos y particularismos; la fracción del pan realiza el sacramento de la presencia de Jesús en medio de nosotros: Él no estará nunca ausente, en la Eucaristía es Él. Él vive y camina con nosotros. Y finalmente la oración, que es el espacio del diálogo con el Padre, mediante Cristo en el Espíritu Santo.

Todo lo que en la Iglesia crece fuera de estas “coordenadas”, no tiene fundamento. Para discernir una situación tenemos que preguntarnos cómo, en esta situación, están estas cuatro coordenadas: la predicación, la búsqueda constante de la comunión fraterna —la caridad—, la fracción del pan —es decir la vida eucarística— y la oración.

Cualquier situación debe ser valorada a la luz de estas cuatro coordenadas. Lo que no entra en estas coordenadas está privado de eclesialidad, no es eclesial. Es Dios quien hace la Iglesia, no el clamor de las obras.

La Iglesia no es un mercado, la Iglesia no es un grupo de empresarios que van adelante con esta nueva empresa. La Iglesia es obra del Espíritu Santo, que Jesús nos ha enviado para reunirnos. La Iglesia es precisamente el trabajo del Espíritu en la comunidad cristiana, en la vida comunitaria, en la Eucaristía, en la oración, siempre.

Y todo lo que crece fuera de estas coordenadas no tiene fundamento, es como una casa construida sobre arena (cfr. Mt 7, 24-27).  Es Dios quien hace la Iglesia, no el clamor de las obras. Es la palabra de Jesús la que llena de sentido nuestros esfuerzos. Es en la humildad que se construye el futuro del mundo.

Audiencia general oración

A veces, siento una gran tristeza cuando veo alguna comunidad que, con buena voluntad, se equivoca de camino porque piensa que hace Iglesia en mítines, como si fuera un partido político: la mayoría, la minoría, qué piensa este, ese, el otro… “Esto es como un Sínodo, un camino sinodal que nosotros debemos hacer”.

Yo me pregunto: ¿Dónde está el Espíritu Santo, ahí? ¿Dónde está la oración? ¿Dónde el amor comunitario? ¿Dónde la Eucaristía? Sin estas cuatro coordenadas, la Iglesia se convierte en una sociedad humana, un partido político —mayoría, minoría—, los cambios se hacen como si fuera una empresa, por mayoría o minoría… Pero no está el Espíritu Santo. Y la presencia del Espíritu Santo está precisamente garantizada por estas cuatro coordenadas.

Para valorar una situación, si es eclesial o no es eclesial, preguntémonos si están estas cuatro coordenadas: la vida comunitaria, la oración, la Eucaristía… [la predicación], cómo se desarrolla la vida en estas cuatro coordenadas. Si falta esto, falta el Espíritu, y si falta el Espíritu nosotros seremos una bonita asociación humanitaria, de beneficencia, bien, bien, también un partido, digamos así, eclesial, pero no está la Iglesia.

Y por esto la Iglesia no puede crecer por estas cosas: crece no por proselitismo, como cualquier empresa, crece por atracción. ¿Y quién mueve la atracción? El Espíritu Santo. No olvidemos nunca esta palabra de Benedicto XVI. “La Iglesia no crece por proselitismo, crece por atracción”. Si falta el Espíritu Santo, que es lo que atrae a Jesús, ahí no está la Iglesia. Hay un bonito club de amigos, bien, con buenas intenciones, pero no está la Iglesia, no hay sinodalidad.

Leyendo los Hechos de los Apóstoles descubrimos entonces cómo el poderoso motor de la evangelización son las reuniones de oración, donde quien participa experimenta en vivo la presencia de Jesús y es tocado por el Espíritu.

Audiencia general oración

Los miembros de la primera comunidad —pero esto vale siempre, también para nosotros hoy— perciben que la historia del encuentro con Jesús no se detuvo en el momento de la Ascensión, sino que continúa en su vida. Contando lo que ha dicho y hecho el Señor —la escucha de la Palabra—, rezando para entrar en comunión con Él, todo se vuelve vivo. La oración infunde luz y calor: el don del Espíritu hace nacer en ellos el fervor.

Al respecto, el Catecismo tiene una expresión muy profunda. Dice así: “El Espíritu Santo, que recuerda así a Cristo ante su Iglesia orante, conduce a ésta también hacia la Verdad plena, y suscita nuevas formulaciones que expresarán el insondable Misterio de Cristo que actúa en la vida, los sacramentos y la misión de su Iglesia” (n. 2625).

Esta es la obra del Espíritu en la Iglesia: recordar a Jesús. Jesús mismo lo ha dicho: Él os enseñará y os recordará. La misión es recordar a Jesús, pero no como un ejercicio mnemónico. Los cristianos, caminando por los senderos de la misión, recuerdan a Jesús haciéndolo presente nuevamente; y de Él, de su Espíritu, reciben el “impulso” para ir, para anunciar, para servir.

En la oración, el cristiano se sumerge en el misterio de Dios que ama a cada hombre, ese Dios que desea que el Evangelio sea predicado a todos. Dios es Dios para todos, y en Jesús todo muro de separación es definitivamente derrumbado: como dice San Pablo, Él es nuestra paz, es decir “el que de los dos pueblos hizo uno” (Ef 2,14). Jesús ha hecho la unidad.

Audiencia general oración

Así la vida de la Iglesia primitiva está marcada por una sucesión continua de celebraciones, convocatorias, tiempos de oración tanto comunitaria como personal. Y es el Espíritu que concede fuerza a los predicadores que se ponen en viaje, y que por amor de Jesús surcan los mares, enfrentan peligros, se someten a humillaciones.

Dios dona amor, Dios pide amor. Esta es la raíz mística de toda la vida creyente. Los primeros cristianos en oración, pero también nosotros que venimos varios siglos después, vivimos todos la misma experiencia.

El Espíritu anima todo. Y todo cristiano que no tiene miedo de dedicar tiempo a la oración puede hacer propias las palabras del apóstol Pablo: “La vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gal 2, 20). La oración te hace consciente de esto.

Audiencia general oración

Solo en el silencio de la adoración se experimenta toda la verdad de estas palabras. Tenemos que retomar el sentido de la adoración. Adorar, adorar a Dios, adorar a Jesús, adorar al Espíritu. El Padre, el Hijo y el Espíritu: adorar. En silencio.

La oración de la adoración es la oración que nos hace reconocer a Dios como principio y fin de toda la historia. Y esta oración es el fuego vivo del Espíritu que da fuerza al testimonio y a la misión. Gracias.





Catequesis 16. La oración de la Iglesia naciente

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Los primeros pasos de la Iglesia en el mundo estuvieron marcados por la oración. Los escritos apostólicos y la gran narración de los Hechos de los Apóstoles nos devuelven la imagen de una Iglesia en camino, una Iglesia trabajadora, pero que encuentra en las reuniones de oración la base y el impulso para la acción misionera.

La imagen de la comunidad primitiva de Jerusalén es punto de referencia para cualquier otra experiencia cristiana. Escribe Lucas en el Libro de los Hechos: “Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones” (2,42). La comunidad persevera en la oración.

Encontramos aquí cuatro características esenciales de la vida eclesial: la escucha de la enseñanza de los apóstoles, primero; segundo, la custodia de la comunión recíproca; tercero, la fracción del pan y, cuarto, la oración. Estas nos recuerdan que la existencia de la Iglesia tiene sentido si permanece firmemente unida a Cristo, es decir en la comunidad, en su Palabra, en la Eucaristía y en la oración.

Es el modo de unirnos, nosotros, a Cristo. La predicación y la catequesis testimonian las palabras y los gestos del Maestro; la búsqueda constante de la comunión fraterna preserva de egoísmos y particularismos; la fracción del pan realiza el sacramento de la presencia de Jesús en medio de nosotros: Él no estará nunca ausente, en la Eucaristía es Él. Él vive y camina con nosotros. Y finalmente la oración, que es el espacio del diálogo con el Padre, mediante Cristo en el Espíritu Santo.

Todo lo que en la Iglesia crece fuera de estas “coordenadas”, no tiene fundamento. Para discernir una situación tenemos que preguntarnos cómo, en esta situación, están estas cuatro coordenadas: la predicación, la búsqueda constante de la comunión fraterna —la caridad—, la fracción del pan —es decir la vida eucarística— y la oración.

Cualquier situación debe ser valorada a la luz de estas cuatro coordenadas. Lo que no entra en estas coordenadas está privado de eclesialidad, no es eclesial. Es Dios quien hace la Iglesia, no el clamor de las obras.

La Iglesia no es un mercado, la Iglesia no es un grupo de empresarios que van adelante con esta nueva empresa. La Iglesia es obra del Espíritu Santo, que Jesús nos ha enviado para reunirnos. La Iglesia es precisamente el trabajo del Espíritu en la comunidad cristiana, en la vida comunitaria, en la Eucaristía, en la oración, siempre.

Y todo lo que crece fuera de estas coordenadas no tiene fundamento, es como una casa construida sobre arena (cfr. Mt 7, 24-27).  Es Dios quien hace la Iglesia, no el clamor de las obras. Es la palabra de Jesús la que llena de sentido nuestros esfuerzos. Es en la humildad que se construye el futuro del mundo.

A veces, siento una gran tristeza cuando veo alguna comunidad que, con buena voluntad, se equivoca de camino porque piensa que hace Iglesia en mítines, como si fuera un partido político: la mayoría, la minoría, qué piensa este, ese, el otro… “Esto es como un Sínodo, un camino sinodal que nosotros debemos hacer”.

Yo me pregunto: ¿Dónde está el Espíritu Santo, ahí? ¿Dónde está la oración? ¿Dónde el amor comunitario? ¿Dónde la Eucaristía? Sin estas cuatro coordenadas, la Iglesia se convierte en una sociedad humana, un partido político —mayoría, minoría—, los cambios se hacen como si fuera una empresa, por mayoría o minoría… Pero no está el Espíritu Santo. Y la presencia del Espíritu Santo está precisamente garantizada por estas cuatro coordenadas.

Para valorar una situación, si es eclesial o no es eclesial, preguntémonos si están estas cuatro coordenadas: la vida comunitaria, la oración, la Eucaristía… [la predicación], cómo se desarrolla la vida en estas cuatro coordenadas. Si falta esto, falta el Espíritu, y si falta el Espíritu nosotros seremos una bonita asociación humanitaria, de beneficencia, bien, bien, también un partido, digamos así, eclesial, pero no está la Iglesia.

Y por esto la Iglesia no puede crecer por estas cosas: crece no por proselitismo, como cualquier empresa, crece por atracción. ¿Y quién mueve la atracción? El Espíritu Santo. No olvidemos nunca esta palabra de Benedicto XVI. “La Iglesia no crece por proselitismo, crece por atracción”. Si falta el Espíritu Santo, que es lo que atrae a Jesús, ahí no está la Iglesia. Hay un bonito club de amigos, bien, con buenas intenciones, pero no está la Iglesia, no hay sinodalidad.

Leyendo los Hechos de los Apóstoles descubrimos entonces cómo el poderoso motor de la evangelización son las reuniones de oración, donde quien participa experimenta en vivo la presencia de Jesús y es tocado por el Espíritu.


Al respecto, el Catecismo tiene una expresión muy profunda. Dice así: “El Espíritu Santo, que recuerda así a Cristo ante su Iglesia orante, conduce a ésta también hacia la Verdad plena, y suscita nuevas formulaciones que expresarán el insondable Misterio de Cristo que actúa en la vida, los sacramentos y la misión de su Iglesia” (n. 2625).Los miembros de la primera comunidad —pero esto vale siempre, también para nosotros hoy— perciben que la historia del encuentro con Jesús no se detuvo en el momento de la Ascensión, sino que continúa en su vida. Contando lo que ha dicho y hecho el Señor —la escucha de la Palabra—, rezando para entrar en comunión con Él, todo se vuelve vivo. La oración infunde luz y calor: el don del Espíritu hace nacer en ellos el fervor.

Esta es la obra del Espíritu en la Iglesia: recordar a Jesús. Jesús mismo lo ha dicho: Él os enseñará y os recordará. La misión es recordar a Jesús, pero no como un ejercicio mnemónico. Los cristianos, caminando por los senderos de la misión, recuerdan a Jesús haciéndolo presente nuevamente; y de Él, de su Espíritu, reciben el “impulso” para ir, para anunciar, para servir.

En la oración, el cristiano se sumerge en el misterio de Dios que ama a cada hombre, ese Dios que desea que el Evangelio sea predicado a todos. Dios es Dios para todos, y en Jesús todo muro de separación es definitivamente derrumbado: como dice San Pablo, Él es nuestra paz, es decir “el que de los dos pueblos hizo uno” (Ef 2,14). Jesús ha hecho la unidad.


Dios dona amor, Dios pide amor. Esta es la raíz mística de toda la vida creyente. Los primeros cristianos en oración, pero también nosotros que venimos varios siglos después, vivimos todos la misma experiencia.Así la vida de la Iglesia primitiva está marcada por una sucesión continua de celebraciones, convocatorias, tiempos de oración tanto comunitaria como personal. Y es el Espíritu que concede fuerza a los predicadores que se ponen en viaje, y que por amor de Jesús surcan los mares, enfrentan peligros, se someten a humillaciones.

El Espíritu anima todo. Y todo cristiano que no tiene miedo de dedicar tiempo a la oración puede hacer propias las palabras del apóstol Pablo: “La vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gal 2, 20). La oración te hace consciente de esto.


La oración de la adoración es la oración que nos hace reconocer a Dios como principio y fin de toda la historia. Y esta oración es el fuego vivo del Espíritu que da fuerza al testimonio y a la misión. Gracias.Solo en el silencio de la adoración se experimenta toda la verdad de estas palabras. Tenemos que retomar el sentido de la adoración. Adorar, adorar a Dios, adorar a Jesús, adorar al Espíritu. El Padre, el Hijo y el Espíritu: adorar. En silencio.



25.11.20




Audiencia general bendición

Audiencia General, 2 Dic. 2020 © Vatican Media

Audiencia general: Catequesis completa, La bendición, “dimensión esencial de la oración”

Dios “siempre” bendice a los hombres

 – 2 dic. 2020).- En la audiencia general, el Papa Francisco ha descrito la bendición como una “dimensión esencial de la oración”, y lo ha hecho apoyándose en el libro del Génesis, donde Dios bendice toda la creación: “Las primeras páginas de la Biblia es un continuo repetirse de bendiciones”.

audiencia general bendición

La audiencia general de hoy, 2 de diciembre de 2020, ha sido emitida desde la biblioteca del Palacio Apostólico vaticano, sin fieles, en prevención frente a la COVID-19. A lo largo de la misma, el Santo Padre ha continuado con el ciclo de catequesis sobre la oración, centrándose en el argumento “La bendición” (Lectura: Ef. 1, 3-6).

Al comienzo de la catequesis, el Papa ha subrayado que Dios bendice, pero “también los hombres”, y con prontitud se descubre que “la bendición posee una fuerza especial, que acompaña para toda la vida a quien la recibe, y dispone el corazón del hombre a dejarse cambiar por Dios”.

La huella inalterable de Dios

El Pontífice ha señalado cómo la obra “buena y bella” creada por Dios al principio se “alterará” y el ser humano “se convertirá en una criatura degenerada, capaz de difundir el mal y la muerte por el mundo”.  

Sin embargo, añade, “nada podrá cancelar nunca” la “una huella de bondad que Dios ha puesto en el mundo, en la naturaleza humana, en todos nosotros”, esto es, “la capacidad de bendecir y el hecho de ser bendecidos”. No se ha equivocado “con la creación del hombre”, continúa, “la esperanza del mundo reside completamente en la bendición de Dios”.

Jesucristo es la bendición

Francisco subraya que “la gran bendición” de Dios para toda la humanidad es Jesucristo, que “nos ha salvado a todos”: Él es “la palabra eterna con la que el Padre nos ha bendecido ‘siendo nosotros todavía pecadores’, (…) hecha carne por nosotros en la cruz”.

San Pablo, prosigue, “proclama con emoción el plan de amor de Dios” en su epístola a los Efesios, Continúa diciendo que “no hay pecado que pueda cancelar completamente la imagen de Cristo” en nosotros, puede “desfigurarla”, pero no “quitarla de la misericordia” divina.

Describe al Creador como un “buen padre” y una “buena madre” que se mantiene paciente hasta el final esperando que el corazón del pecador “se abra y cambie”, y al que “nunca deja de amar”, por mucho que falle.

También ha rememorado a esas madres que visitan a sus hijos en la cá

Experiencia intensa, apunta, es proclamar los “textos bíblicos de bendición Describe al Creador como un “buen padre” y una “buena madre” que se mantiene paciente hasta el final esperando que el corazón del pecador “se abra y cambie”, y al que “nunca deja de amar”, por mucho que falle.

También ha rememorado a esas madres que visitan a sus hijos en la cárcel, pasando incluso “vergüenza”, pero viéndole como más importante que este sufrimiento. Por eso, el Obispo de Roma recuerda que para Dios “somos más importantes que todos los pecados que nosotros podamos hacer”,

Es Dios que bendice. En las primeras páginao repet bendiciones. Dios bendice,

Experiencia intensa, apunta, es proclamar los “textos bíblicos de bendición

22 de nov. 2020

PAPA NOVEMBRE X

 


Ángelus: Pensamiento por las familias en dificultades

Palabras después después de la oración mariana

Después del rezo del Ángelus de este domingo 22 de noviembre de 2020, el Papa Francisco se dirigió a los fieles reunidos en la plaza de San Pedro.

Con un pensamiento por las regiones italianas de Campania y Basilicata que hace cuarenta años sufrieron un terremoto.

Palabras después del Ángelus

¡Queridos hermanos y hermanas!

Deseo enviar un pensamiento especial a la población de Campania y de Basilicata, cuarenta años después del desastroso terremoto, que tuvo su epicentro en Irpinia y sembró muerte y destrucción. ¡Hace ya cuarenta años! Ese dramático acontecimiento, cuyas heridas, incluso las materiales, aún no han cicatrizado del todo, puso de relieve la generosidad y la solidaridad de los italianos. Lo atestiguan tantos hermanamientos entre los países afectados por el terremoto y los del norte y el centro, cuyos vínculos todavía existen. Estas iniciativas han favorecido el laborioso camino de la reconstrucción y, sobre todo, la fraternidad entre las diferentes comunidades de la Península.

Saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos, que a pesar de las dificultades actuales, y siempre respetando las reglas, habéis venido a la Plaza de San Pedro. Un saludo especial a las familias, que en este momento lo pasan peor. Pensad en esto, en tantas familias que pasan dificultades en este momento, porque no tienen trabajo, han perdido el empleo, tienen uno o dos hijos; y a veces, algo avergonzadas, no dejan que se sepa. Pero sed vosotros los que vayan a mirar donde hay necesidad. Donde está Jesús, donde Jesús está necesitado. ¡Hacedlo!

Os deseo a todos un buen domingo —también a los de la Inmaculada, que se hacen escuchar —. Y por favor no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

23.11.20




papa mujeres


Las mujeres en el Vaticano: Lo que el Papa quería hacer

Influir en la “mentalidad” sin perder independencia

( 24 nov. 2020)-. Al nombrar a mujeres para varios puestos de la jerarquía del Vaticano, el Papa Francisco ha querido que influyeran en “la visión y la mentalidad” sin clericalizarlas y “preservando su independencia”, explica en el libro Ritorniamo a sognare (Volvamos a soñar), que será publicado por Flammarion el 2 de diciembre de 2020.

“¿Cómo se puede integrar mejor la presencia y la sensibilidad de las mujeres en los procesos de toma de decisiones del Vaticano?”. Esta ha sido una de las preocupaciones del Santo Padre, tal y como ha confesado al periodista británico Austen Ivereigh. Se trataba de promover espacios en los que las mujeres pudieran “liderar”, pero sobre todo “dar forma a la cultura, asegurándose de que se valoran, respetan y reconocen”.

Las mujeres que he designado están allí por sus habilidades y experiencia, pero también para influir en la visión y mentalidad del gobierno de la Iglesia”, añade el Papa: “He invitado a las mujeres a ser consultoras de los órganos del Vaticano, para que puedan usar su influencia mientras preservan su independencia”.

También ha mencionado los nombramientos de mujeres en puestos importantes: Linda Ghisoni y Gabriella Gambino, dos subsecretarias, número 3, del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida; Barbara Jatta, directora de los Museos Vaticanos; Francesca Di Giovanni, subsecretaria para las relaciones con los estados y “responsable de las relaciones de la Iglesia con las organizaciones multilaterales como las Naciones Unidas o el Consejo de Europa”.

En 2020, el Pontífice nombró a siete cardenales y siete laicos, entre ellos seis mujeres, para el Consejo de Economía. Dijo que eligió a estas últimas “por sus calificaciones” pero también porque creyó que “las mujeres en general son mucho mejores administradoras que los hombres”. De hecho, tienen “experiencia personal en la organización de la vida cotidiana de diferentes maneras, como madres, amas de casa y miembros de grupos de discusión”.

En contraste con una concepción degradante del ama de casa, Francisco cree que “mantener una casa no es una tarea fácil”, ya que es necesario “conciliar intereses diferentes, ser flexible, tener cierta sagacidad” y “hablar tres idiomas a la vez: el de la mente, el del corazón y el de las manos”. Todas las experiencias que dan a las mujeres “una comprensión realista de cómo funcionan las cosas y de las limitaciones y el potencial de las personas”.

“Mucha gente cree erróneamente que el liderazgo de la Iglesia es exclusivamente masculino”, lamenta el Obispo de Roma. “Pero si vas a cualquier diócesis del mundo, verás a mujeres dirigiendo departamentos, escuelas, hospitales y muchas otras organizaciones y programas; en algunas áreas encontrarás muchas más mujeres que hombres entre los líderes”.

“Decir que no dirigen realmente porque no son sacerdotes es clericalismo e irrespetuoso”, concluye.

24.11.20



papa maradona


Papa Francisco: Oración “afectuosa” por la muerte de Maradona

Varios encuentros entre compatriotas

 26 nov. 2020)-. Informado del fallecimiento de Diego Armando Maradona, el Papa Francisco “recuerda con afecto las ocasiones de encuentro de los últimos años y lo recuerda en la oración, como lo ha hecho en los últimos días desde que se enteró de sus condiciones de salud”, informó Matteo Bruni, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, ayer 25 de noviembre de 2020 alrededor de las 21 horas.

El campeón del mundo de fútbol murió a la edad de 60 años el pasado miércoles en su casa a las afueras de Buenos Aires. Había conocido a su ilustre compatriota Francisco en el Vaticano en 2014 y 2015, como se muestra en el siguiente vídeo de los medios vaticanos. Maradona dijo: “El primer fanático de Francisco soy yo”.

Compromiso por la paz

“El Papa y el campeón” fue el título de L’Osservatore Romano del 5 de septiembre de 2014 para ilustrar el nuevo encuentro entre el Pontífice y Diego: “Te estaba esperando” fueron las palabras que le dirigió el Obispo de Roma.

Ambos se habían reunido el primero de septiembre anterior en el Salón Pablo VI. Tras esta audiencia, junto con los jugadores y organizadores de un partido interreligioso por la paz que tuvo lugar esa noche en el Estadio Olímpico de Roma, el Papa Francisco habló durante unos 15 minutos con el deportista argentino en Santa Marta.

Dedicó este mensaje de paz en Radio Vaticana: “Creo que todos tenemos algo en el corazón cuando vemos la guerra, cuando vemos la muerte. Deberíamos dejar muchas cosas de lado y buscar la paz. Creo que este partido rompe la idea de que los jugadores no están haciendo nada por la paz: ¡es lo contrario! Lo que queremos es que la gente entienda que lo mejor para todos es la paz”.

Expresó su convicción de la eficacia del deporte en la promoción de la paz: “¡Es esencial! ¡Es esencial! Creo que una pelota vale más que 100 armas. Eso está muy claro para mí. El deporte es lo que te hace pensar que no harás daño a los demás”.

Compromiso contra el hambre

Maradona saludó de nuevo al Papa el 23 de abril de 2015. En una conferencia de prensa en la radio del Vaticano, en el marco de la presentación de los nuevos proyectos de la Fundación para la Educación de los Jóvenes Escolásticos Ocultistas.

Y explicó que habían tenido la oportunidad de hablar de muchas cosas, de Scholas, del hambre de los niños, deseando que “los jugadores se reunieran y hicieran algo de una vez por todas por estos chicos que en muchas partes del mundo no tienen comida”.

Francisco también le llamó en 2016 con motivo de un nuevo “partido de la paz” organizado por Scholas Occurrentes, que también ayudaría a apoyar a las víctimas del terremoto que sacudió el centro de Italia: “Cuando me dijeron que también jugaríamos para las personas afectadas por el terremoto, pensé que no podíamos perdernos una iniciativa como esta. Haremos algo muy grande, recaudaremos fondos para alimentar a los niños, para proclamar nuestro mensaje de paz y para dar un gran aplauso al Papa Francisco”.


Argentina Papa vida

Argentina: El Papa anima a defender la vida el 28 de noviembre

Manifestaciones pro-vida en el país

– 26 nov. 2020)-. “¡El sábado 28 vamos todas y todos a las calles a defender la Vida!”, anima el Papa Francisco en un mensaje destinado a un grupo de mujeres de las villas de Buenos Aires, Argentina.

El Santo Padre envió una respuesta a las mujeres de las villas de Rodrigo Bueno, villa 31 y José León Suárez que escribieron una carta rogándole que intercediese para que no se apruebe la Ley de Aborto en el país.

El aborto, problema de ética humana

“Sobre el problema del aborto tener presente que no es un asunto primariamente religioso sino de ética humana, anterior a cualquier confesión religiosa. Y hace bien hacerse las dos preguntas: ¿es justo eliminar una vida humana para resolver un problema?; ¿es justo alquilar un sicario para resolver un problema?”, se lee en el mensaje manuscrito de Francisco compartido en la página de Facebook de la capilla Ntra. Sra. de los Milagros de Caacupé.

“Muchas gracias por su correo y por la carta de las señoras”, dice el Papa en el escrito mandado a través de la diputada nacional Victoria Morales Gorleri.

Realmente son mujeres que saben lo que es la vida. Por favor, dígales de mi parte que admiro su trabajo y su testimonio; que les agradezco de corazón lo que hacen, y que sigan adelante. La patria está orgullosa de tener mujeres así”, afirma el Pontífice sobre las féminas villeras.

“Gracias a las personas que le hicieron llegar nuestra carta, especialmente a las señoras Marcela Errecalde y Vicky Morales Gorleri. “¡Y el sábado 28 vamos todas y todos a las calles a defender la Vida!”, prosigue el Papa, que, como es habitual, también pidió oraciones por él.

Manifestaciones por la vida

Efectivamente, los obispos de Argentina llaman a participar en distintas manifestaciones a lo largo de todo el país “para expresar el valor y el respeto por la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural”, el próximo sábado 28 de noviembre de 2020.

En un comunicado emitido por la Comisión Episcopal para la Vida, los Laicos y la Familia de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), invitan a los fieles de las distintas comunidades eclesiales “a unirse a hermanos de otras confesiones religiosas, como así también a hombres y mujeres de buena voluntad para participar responsablemente conforme a las normas sanitarias establecidas en cada jurisdicción”, promoviendo “el debido distanciamiento social y el uso del barbijo; y velando además por el cuidado de las exigencias democráticas basadas en el respeto mutuo evitando cualquier forma de violencia hacia otro hermano”.

Asimismo, manifestó que espera encontrar en el Legislativo los votos necesarios para que no se repita lo sucedido en 2018, cuando la Cámara de Diputados aprobó un proyecto para regular el aborto que el Senado rechazó.

“El aborto no salva vidas. Lo que sí salva la vida, las dos vidas, en especial de las mujeres adolescentes y más vulnerables embarazadas, es el cuidado, contención, acompañamiento, cercanía, medios económicos, educación, prevención, presencia del Estado y de otras asociaciones civiles y religiosas enmarcadas en un concepto amplio y humano de salud pública”, recuerdan los obispos en su mensaje.

26.11.20



papa audiencia


Papa Francisco: Audiencia con el padre Mavrič, superior general de los lazaristas

Familia Espiritual de san Vicente de Paúl

27 nov. 2020).- El Papa Francisco recibió en audiencia en el Vaticano el 26 de noviembre de 2020 al padre Madrina Mavrič, superior general de la Congregación de la Misión (lazaristas) y de las Hijas de la Caridad. El sacerdote es también el presidente del Comité Ejecutivo de la Familia Espiritual de San Vicente de Paúl, comprometido con los más pobres según la tradición del fundador.

A los pies del altar

La audiencia fue durante la novena a Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa: Mavrič ha escogido una foto de la capilla de París como portada de su página de Facebook de ayer con estas palabras de la Virgen María a Santa Catalina Labouré: “Ven al pie del altar. Aquí habrá abundantes gracias para todos aquellos que las pidan con confianza y fervor”. Hoy, 27 de noviembre, es la fiesta de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, y el sábado 28 la fiesta de Santa Catalina Labouré.

El Santo Padre bendijo una estatua de la Virgen María representada en la “Medalla Milagrosa” en la Rue du Bac, París, el 11 de noviembre de 2020, en el Vaticano. Una Virgen que ahora está de gira por Italia durante un año, para consolar en tiempos de pandemia.

Esta iniciativa tiene lugar con motivo del 190 aniversario de las apariciones marianas a Santa Catalina Labouré, según un comunicado de prensa de la familia religiosa de San Vicente de Paúl. Una delegación encabezada por el padre Mavrič, fue recibida por el Papa. El evento marcó el lanzamiento de la “Peregrinación de María”: del 1 de diciembre de 2020 al 22 de noviembre de 2021, la estatua será acogida en las comunidades vicentinas de todas las regiones de Italia.

Los organizadores citan las palabras de la Virgen María, que se apareció a Catalina en la noche del 18 al 19 de julio de 1830: “Hija mía, los tiempos son muy malos; las desgracias se derretirán sobre Francia… el mundo entero se verá abrumado por desgracias de todo tipo. Pero venid al pie de este altar: allí se derramarán las gracias sobre todos los que las pidan… Llegará un momento en que el peligro será grande; parecerá como si todo estuviera perdido. Estaré contigo, ten confianza… Ten confianza, no te desanimes, estaré contigo”.

El 27 de noviembre del mismo año se le apareció de nuevo en la capilla de su convento. Llevaba en sus manos un pequeño globo dorado coronado por una cruz, que representa “el mundo entero, Francia y cada persona en particular”. De sus manos salen rayos, “símbolo de las gracias que derramo sobre aquellos que me las piden”, explica la Virgen María. Catalina ve entonces la invocación “Oh María concebida sin pecado, ruega por nosotros que recurrimos a ti” y oye una voz que le pide: “Que le den una medalla a este modelo. Aquellos que lo lleven con confianza recibirán grandes gracias”.

El Obispo de Roma conoce bien la Congregación de la Misión y al jefe de la sección francesa de la Secretaría de Estado es un lazarista, el obispo Jean Landousies. También conoce bien a las Hijas de la Caridad, que se ocupan del Vaticano, de su capilla en Santa Marta y de un dispensario.

Su servicio comenzó en 1884 con León XIII, quien les confió un hospicio para enfermos en Santa Marta. También acogieron a pobres sacerdotes, y también a gendarmes o guardias suizos, y durante la Segunda Guerra Mundial embajadores que se habían refugiado en el la ciudad.

27.11.20



Consistorio papa homilía

Consistorio de Cardenales: Homilía del Papa

Permanecer en el camino de Jesús

(28 nov. 2020).- En la homilía del séptimo Consistorio Ordinario Público de cardenales de su Pontificado, el Papa Francisco ha destacado la importancia de “estar siempre vigilantes para permanecer” en el camino de Jesús.

El Consistorio de hoy, 28 de noviembre de 2020, ha sido emitido desde la basílica de San Pedro y ha supuesto la creación de 13 nuevos cardenales que se suman al Colegio Cardenalicio. Actualmente, la Iglesia católica cuenta con 229 de los cinco continentes. De ellos, 127 tienen menos de 80 años y serían electores en el cónclave. Entre los nuevos purpurados se encuentran 9 electores y 4 no electores.

Homilía del Santo Padre

Jesús y los discípulos estaban en el camino, iban de camino. El camino. El camino es el lugar donde se realiza la escena que describe el evangelista Marcos (cf. 10, 32-45). Y es el lugar donde se desarrolla siempre la trayectoria de la Iglesia: el camino de la vida, de la historia, que es historia de salvación en la medida en que se hace con Cristo, orientado a su Misterio pascual. Jerusalén siempre está ante nosotros. La cruz y la resurrección pertenecen a nuestra historia, son nuestro presente, pero también son la meta de nuestro camino.

Este relato evangélico ha estado presente con frecuencia en los consistorios para la creación de nuevos cardenales. No es sólo un “trasfondo”, sino la “hoja de ruta” para nosotros que estamos hoy en camino con Jesús, que va delante de nosotros. Él es la fuerza y el sentido de nuestra vida y de nuestro ministerio.

Por tanto, queridos hermanos, hoy nos toca a nosotros confrontarnos con esta Palabra.

Marcos subraya que, en el camino, los discípulos “estaban asombrados […] tenían miedo” (v. 32). Pero ¿por qué? Porque sabían lo que les esperaba en Jerusalén; lo intuían, es más, lo sabían, porque Jesús ya les había hablado abiertamente en otras ocasiones. El Señor conoce el estado de ánimo de los que lo siguen, y esto no lo deja indiferente. Jesús no abandona jamás a sus amigos; no los olvida nunca. Aun cuando parece que vaya derecho por su camino, Él siempre lo hace por nosotros. Y todo lo que hace, lo hace por nosotros, por nuestra salvación. Y, en el caso específico de los Doce, lo hace para prepararlos a la prueba, para que puedan estar con Él, ahora, y sobre todo después, cuando Él no esté más con ellos. Para que estén siempre con Él en su camino.

Sabiendo que el corazón de los discípulos estaba turbado, Jesús llamó aparte a los Doce y, “otra vez”, les dijo “lo que le iba a suceder” (v. 32). Lo hemos escuchado: es el tercer anuncio de su pasión, muerte y resurrección. Este es el camino del Hijo de Dios. El camino del Siervo del Señor. Jesús se identifica con este camino, hasta el punto de que Él mismo es este camino. “Yo soy el camino” (Jn 14,6). Este camino, y ningún otro.

Y en este momento sucedió un “golpe de efecto” que trastocó e hizo posible que Jesús pudiera revelarles a Santiago y a Juan —pero en realidad a todos los Apóstoles y a todos nosotros— el destino que les esperaba. Imaginemos la escena: Jesús, después de haberles explicado nuevamente lo que le iba a suceder en Jerusalén, miró a los Doce, fijó en ellos sus ojos, como diciendo: “¿Está claro?”. Después retomó el camino, a la cabeza del grupo, y del grupo se separaron dos: Santiago y Juan. Se acercaron a Jesús y le expresaron su deseo: “Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda” (v. 37). Y este es otro camino. No es el camino de Jesús, es otro. Es el camino de quien, quizás, sin ni siquiera darse cuenta, “usa” al Señor para promoverse a sí mismo; de quien —como dice san Pablo— busca su propio interés, no el de Cristo (cf. Flp 2,21). Sobre esto, san Agustín tiene un estupendo Sermón sobre los pastores (n. 46), que siempre nos hace bien releer en el Oficio de Lecturas.

Jesús, después de haber escuchado a Santiago y Juan, no se alteró, no se enojó. Su paciencia fue verdaderamente infinita. También con nosotros tuvo, tiene y tendrá paciencia. Y les respondió: “No sabéis lo que pedís” (v. 38). Los disculpó, en cierto sentido, pero al mismo tiempo también los acusó: “Ustedes no se dan cuenta de que se salieron del camino”. En efecto, inmediatamente después fueron los otros diez apóstoles los que demostraron, con su actitud de indignación hacia los hijos de Zebedeo, que todos estaban tentados de salirse del camino.

Queridos hermanos: Todos nosotros queremos a Jesús, todos deseamos seguirlo, pero tenemos que estar siempre vigilantes para permanecer en su camino. Porque con los pies, con el cuerpo podemos estar con Él, pero nuestro corazón puede estar lejos y llevarnos fuera del camino. Pensemos en los muchos tipos de corrupción en la vida sacerdotal. Así, por ejemplo, el rojo púrpura del hábito cardenalicio, que es el color de la sangre, se puede convertir, por el espíritu mundano, en el de una distinción eminente. Y tú ya no serás el pastor cercano al pueblo, sentirás que eres sólo “la eminencia”. Cuando sientas esto, estarás fuera del camino.

En este relato evangélico, lo que siempre sorprende es el claro contraste entre Jesús y los discípulos. Jesús lo sabe, lo conoce, y lo soporta. Pero el contraste permanece: Él en el camino, ellos fuera del camino. Dos recorridos opuestos. Sólo el Señor, en realidad, puede salvar a sus amigos desorientados y con el riesgo de perderse; sólo su cruz y su resurrección. Por ellos y por todos, Él subió a Jerusalén. Por ellos y por todos, entregó su cuerpo y derramó su sangre. Por ellos y por todos, resucitó de entre los muertos, y con el don del Espíritu los perdonó y los transformó. Finalmente, los orientó para que lo siguieran en su camino.

San Marcos —como también Mateo y Lucas— agregó este relato en su Evangelio porque es una Palabra que salva, una Palabra necesaria para la Iglesia de todos los tiempos. Aun cuando los Doce hacen un mal papel, este texto entró en el Canon porque muestra la verdad sobre Jesús y sobre nosotros. Es una Palabra beneficiosa también para nosotros hoy. También nosotros, Papa y cardenales, tenemos que reflejarnos siempre en esta Palabra de verdad. Es una espada afilada, nos corta, es dolorosa, pero al mismo tiempo nos cura, nos libera, nos convierte. Conversión es justamente esto: desde fuera del camino, volver al camino de Dios.

Que el Espíritu Santo nos conceda, hoy y siempre, esta gracia.

29.11.20




Angelus

Ángelus 25 Octubre 2020 © Vatican Media

Ángelus: Nuestro Dios es el Dios-que-viene

Palabras antes del Ángelus

( 29 nov. 2020).- “Hoy, primer domingo de Adviento, empieza un nuevo año litúrgico. En él la Iglesia marca el curso del tiempo con la celebración de los principales acontecimientos de la vida de Jesús y de la historia de la salvación”. Con estas palabras comienza el Papa Francisco en este domingo 29 de noviembre de 2020, la introducción al Ángelus.

También nos recuerda, “El Adviento es una llamada incesante a la esperanza: nos recuerda que Dios está presente en la historia para conducirla a su fin último y a su plenitud, que es el Señor Jesucristo. Dios está presente en la historia de la humanidad, es el “Dios con nosotros”, camina a nuestro lado para sostenernos”.

A continuación, siguen las palabras de Francisco, según la traducción no oficial ofrecida por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

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Palabras antes del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy, primer domingo de Adviento, empieza un nuevo año litúrgico. En él la Iglesia marca el curso del tiempo con la celebración de los principales acontecimientos de la vida de Jesús y de la historia de la salvación. Al hacerlo, como Madre, ilumina el camino de nuestra existencia, nos sostiene en las ocupaciones cotidianas y nos orienta hacia el encuentro final con Cristo. La liturgia de hoy nos invita a vivir el primer “tiempo fuerte” del año litúrgico, el Adviento, que prepara a la Navidad, como tiempo de espera y de esperanza.

San Pablo (cfr 1 Cor 1,3-9) indica el objeto de la espera en la “Revelación de nuestro Señor” (v. 7). El Apóstol invita a los cristianos de Corinto, y también a nosotros, a concentrar la atención en el encuentro con la persona de Jesús, que vendrá al final del mundo y que viene cada día, para que, con su gracia, podamos cumplir el bien en nuestra vida y en la de los otros. Nuestro Dios es el Dios-que-viene: ¡Él no decepciona nuestra espera! Ha venido en un preciso momento histórico y se ha hecho hombre para tomar sobre sí nuestros pecados; vendrá al final de los tiempos como juez universal; viene cada día a visitar a su pueblo, a visitar a cada hombre y mujer que lo acoge en la Palabra, en los Sacramentos, en los hermanos y en las hermanas.

Sabemos bien que la vida está hecha de altos y bajos, de luces y sombras. Cada uno de nosotros experimenta momentos de desilusión, de fracaso y de pérdida. Además, la situación que estamos viviendo, marcada por la pandemia, en muchos genera preocupaciones, miedos y malestar; se corre el riesgo de caer en el pesimismo, en el cierre y la apatía. ¿Cómo debemos reaccionar frente a todo esto?. Nos lo sugiere el Salmista: “Nuestra alma en Yahveh espera, él es nuestro socorro y nuestro escudo; en él se alegra nuestro corazón, y en su santo nombre confiamos” (Sal 32, 20-21). La espera confiada del Señor hace encontrar consuelo y valentía en los momentos oscuros de la existencia. ¿Y de dónde nace esta valentía y esta apuesta confiada? Nace de la esperanza.

El Adviento es una llamada incesante a la esperanza: nos recuerda que Dios está presente en la historia para conducirla a su fin último y a su plenitud, que es el Señor Jesucristo. Dios está presente en la historia de la humanidad, es el “Dios con nosotros”, camina a nuestro lado para sostenernos. El Señor no nos abandona nunca; nos acompaña en nuestros eventos existenciales para ayudarnos a descubrir el sentido del camino, el significado del cotidiano, para infundirnos valentía en las pruebas y en el dolor. En medio de las tempestades de la vida, Dios siempre nos tiende la mano y nos libra de las amenazas. Nos corresponde a nosotros aferrarnos a Él para no hundirnos en el abismo y ser encontrados – como dice Pablo – fortalecidos “hasta el fin para que seáis irreprensibles en el Día de nuestro Señor Jesucristo” (1 Cor 1, 8).

María Santísima, mujer de espera, acompañe nuestros pasos en este nuevo año litúrgico que empezamos, y nos ayude a realizar la tarea de los discípulos de Jesús, indicada por el apóstol Pedro: dar razones de la esperanza que hay en nosotros (cfr 1 P 3,15).



ngelus: Cercanía con los países golpeados por los fuertes huracanes

Palabras después después de la oración mariana

Palabras después del Ángelus

 ¡Queridos hermanos y hermanas!

Deseo expresar nuevamente mi cercanía a las poblaciones de América Central golpeadas por fuertes huracanes, en particular recuerdo a las Islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, como también la costa pacífica del norte de Colombia. Rezo por todos los países que sufren a causa de estas calamidades.

Dirijo mi cordial saludo a vosotros, fieles de Roma y peregrinos de diferentes países. Saludo en particular a los que —lamentablemente en número muy limitado— han venido con ocasión de la creación de los nuevos cardenales, que tuvo lugar ayer por la tarde. Rezamos por los trece nuevos miembros del Colegio Cardenalicio.

Os deseo a todos vosotros un buen domingo y un buen camino de Adviento. Tratamos de sacar el bien también en la difícil situación que la pandemia nos impone: mayor sobriedad, atención discreta y respetuosa a quienes estén cerca que pueden tener necesidad, algún momento de oración hecho en familia con sencillez. Estas tres cosas nos ayudarán mucho: mayor sobriedad, atención discreta y respetuosa a quienes estén cerca que puedan tener necesidad y después, muy importante, algún momento de oración hecho en familia con sencillez. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Buen almuerzo y hasta pronto.

29.11.20




papa bartolomér

Fiesta de san Andrés: Mensaje del Papa al patriarca Bartolomé I

Cercanía espiritual

 30 nov. 2020).- Con motivo de la festividad de san Andrés de hoy 30 de noviembre de 2020, el Papa Francisco ha enviado un mensaje al patriarca ecuménico Bartolomé I, arzobispo de Constantinopla, al que transmite “con alegría” su “cercanía espiritual”.

El Pontífice ha rogado a Dios su bendición para Bartolomé y todos los miembros de la Iglesia Ortodoxa reunida “para la Divina liturgia”. Asimismo, señala que “recordar la caridad, el celo apostólico y la perseverancia de san Andrés es fuente de ánimo en estos tiempos difíciles”, y “dar gloria a Dios también fortalece nuestra fe y esperanza” en el Padre.

Promoción de la paz

Rememorando la presencia del patriarca en el Encuentro Internacional por la Paz celebrado en Roma el octubre pasado, el Santo Padre ha sumado los “desafíos que plantea la actual pandemia” a la guerra y los “conflictos armados” que roban “la vida de innumerables hombres y mujeres”.

Las iniciativas nacionales e internacionales de promoción de la paz, apunta, “son útiles y necesarias”, pero el conflicto nunca cesará “hasta que todas las personas alcancen una conciencia más profunda” de responsabilidad “como hermanos y hermanas”. Iglesias cristianas y tradiciones religiosas deben “ofrecer un ejemplo de diálogo, respeto mutuo y cooperación práctica”.

Compromiso con el diálogo

El Papa describe la fraternidad experimentada en sus diversos encuentros con el arzobispo de Constantinopla, un “deseo de mayor cercanía y comprensión entre los cristianos” ya iniciado por el Patriarcado Ecuménico antes de que las iglesias “entablaran el diálogo”.

Prueba de ello, aclara, es la carta encíclica del Santo Sínodo que la Iglesia ortodoxa dirigió al resto hace 100 años: “Cuando las diversas Iglesias se inspiren en el amor y lo antepongan a todo lo demás en su juicio sobre los otros y en su relación con cada uno, podrán, en lugar de aumentar y ampliar las disensiones existentes, disminuirlas y reducirlas tanto como sea posible”, indica el antiguo documento.

Plena comunión

En su mensaje, Francisco da gracias a Dios por el último crecimiento de las relaciones entre Iglesia Católica y Patriarcado Ecuménico, “incluso mientras seguimos anhelando el objetivo de la restauración de la plena comunión expresada a través de la participación en el mismo altar eucarístico”.

Asimismo, confirma su confianza en “alcanzar esa meta” recorriendo el camino “juntos en el amor mutuo y persiguiendo el diálogo teológico”, aun con la existencia de “obstáculos”.

Mensaje del Santo Padre

En la fiesta del apóstol Andrés, querido hermano de san Pedro y patrono del Patriarcado Ecuménico, transmito con alegría mi cercanía espiritual a Su Santidad una vez más a través de la delegación. Me uno a usted para dar gracias a Dios por los ricos frutos de la divina Providencia que se manifiestan en la vida de san Andrés.

Asimismo, ruego que, por su poderosa intercesión, nuestro Señor, que lo llamó a estar entre sus primeros discípulos, bendiga abundantemente a Usted, a sus hermanos en el episcopado y a los miembros del Santo Sínodo, y a todo el clero, monjes y fieles laicos reunidos para la Divina Liturgia celebrada en la Iglesia Patriarcal de San Jorge en el Phanar. Recordar la caridad, el celo apostólico y la perseverancia de san Andrés es fuente de ánimo en estos tiempos difíciles y críticos. Dar gloria a Dios también fortalece nuestra fe y esperanza en Aquel que acogió en la vida eterna al santo mártir Andrés, cuya fe resistió en tiempos de prueba.

Recuerdo con gran alegría la presencia de Su Santidad en el encuentro internacional por la paz celebrado en Roma el 20 de octubre pasado, con la participación de representantes de varias Iglesias y otras tradiciones religiosas. Junto con los desafíos que plantea la actual pandemia, la guerra sigue afligiendo a muchas partes del mundo, mientras que nuevos conflictos armados surgen para robar la vida de innumerables hombres y mujeres.

Sin duda, todas las iniciativas adoptadas por las entidades nacionales e internacionales destinadas a promover la paz son útiles y necesarias, pero los conflictos y la violencia nunca cesarán hasta que todas las personas alcancen una conciencia más profunda de que tienen una responsabilidad mutua como hermanos y hermanas. A la luz de esto, las iglesias cristianas, junto con otras tradiciones religiosas, tienen el deber primordial de ofrecer un ejemplo de diálogo, respeto mutuo y cooperación práctica.

Con profunda gratitud a Dios, he experimentado esta fraternidad de primera mano en los diversos encuentros que hemos compartido. A este respecto, reconozco que el deseo de una mayor cercanía y comprensión entre los cristianos se manifestó en el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla antes de que la Iglesia Católica y otras Iglesias se comprometieran en el diálogo. Puede verse claramente en la carta encíclica del Santo Sínodo del Patriarcado Ecuménico dirigida a las Iglesias de todo el mundo hace exactamente cien años.

En efecto, sus palabras siguen siendo válidas hoy en día: “Cuando las diversas Iglesias se inspiren en el amor y lo antepongan a todo lo demás en su juicio sobre los otros y en su relación con cada uno, podrán, en lugar de aumentar y ampliar las disensiones existentes, disminuirlas y reducirlas tanto como sea posible; y promoviendo un constante interés fraternal por la condición, la estabilidad y la prosperidad de las demás Iglesias, por su afán de observar lo que sucede en ellas y por obtener un conocimiento más exacto de ellas, y por su disposición a dar, siempre que se presente la ocasión, una mano de ayuda y asistencia, entonces harán y lograrán muchos bienes para la gloria y el provecho tanto de ellos mismos como de todo el cuerpo cristiano, y para el avance de la cuestión de la unión”.

Podemos dar gracias a Dios de que las relaciones entre la Iglesia Católica y el Patriarcado Ecuménico han crecido mucho en el último siglo, incluso mientras seguimos anhelando el objetivo de la restauración de la plena comunión expresada a través de la participación en el mismo altar eucarístico. Aunque siguen existiendo obstáculos, confío en que caminando juntos en el amor mutuo y persiguiendo el diálogo teológico, alcanzaremos esa meta.

Esta esperanza se basa en nuestra fe común en Jesucristo, enviado por Dios Padre para reunir a todas las personas en un solo cuerpo, y la piedra angular de la Iglesia una y santa, el templo santo de Dios, en el que todos somos piedras vivas, cada uno según su propio carisma partircular o ministerio otorgado por el Espíritu Santo.

Con estos sentimientos, renuevo mis mejores deseos para la fiesta de san Andrés, e intercambio con Su Santidad un abrazo de paz en el Señor.

30.11.20