31 de maig 2018

PAPA JUNY


Chile: Francisco llama al cambio radical para luchar contra la “cultura del abuso”

Carta del Papa al pueblo chileno


(31 mayo 2018).- El Papa Francisco llama a la Iglesia chilena a hacer un cambio radical para luchar contra la “cultura del abuso”, en una carta a los chilenos, publicada el 31 de mayo de 2018 sobre el abuso sexual, la conciencia y el poder cometidos en las últimas décadas.
El llanto de las víctimas ha llegado al cielo”, escribe con tristeza, “no sabíamos cómo escuchar y actuar a tiempo”. “Nunca más”, insiste en este mensaje que condena las “atrocidades” cometidas.
Tras los encuentros de los obispos chilenos con el Papa en Roma, celebrados del 15 al 18 de mayo de 2018, y en el marco de la jornada de equipos de conducción pastoral, la Conferencia Episcopal de Chile ha publicado la carta de Francisco dirigida al pueblo chileno.
En el texto, el Papa enfatiza en que “hoy sabemos que la mejor palabra que podemos dar frente al dolor causado es el compromiso para la conversión personal, comunitaria y social que aprenda a escuchar y cuidar especialmente a los más vulnerables. Urge, por tanto, generar espacios donde la cultura del abuso y del encubrimiento no sea el esquema dominante; donde no se confunda una actitud crítica y cuestionadora con traición. Esto nos tiene que impulsar como Iglesia a buscar con humildad a todos los actores que configuran la realidad social y promover instancias de diálogo y constructiva confrontación para caminar hacia una cultura del cuidado y protección”.
El Santo Padre explica en su carta que la visita de Mons. Scicluna y Mons. Bertomeu se origina al constatar que “existían situaciones que no sabíamos ver y escuchar. Como Iglesia no podíamos seguir caminando ignorando el dolor de nuestros hermanos”.
Falta de reconocimiento
Luego, sobre los encuentros con algunas víctimas de abuso sexual, de poder y de conciencia, el Papa expresa su constatación sobre “cómo la falta de reconocimiento/escucha de sus historias, como también del reconocimiento/aceptación de los errores y las omisiones en todo el proceso, nos impiden hacer camino. Un reconocimiento que quiere ser más que una expresión de buena voluntad hacia las víctimas, más bien quiere ser una nueva forma de pararnos frente a la vida, frente a los demás y frente a Dios”.
Santos de la puerta de al lado”
Por otro lado, Francisco comparte su alegría y esperanza al confirmar en el diálogo con las víctimas “su reconocimiento de personas a las que me gusta llamar “santos de la puerta de al lado”. Seríamos injustos si al lado de nuestro dolor y nuestra vergüenza por estas estructuras de abuso y encubrimiento que tanto se han perpetuado y tanto mal han hecho, no reconociéramos a muchos fieles laicos, consagrados, consagradas, sacerdotes, obispos que han dado la vida por amor en las zonas más recónditas de la querida tierra chilena.
01.06.18


Dar lo mejor de uno mismo’ en el deporte es una “llamada a aspirar a la santidad”

Mensaje del Papa Francisco

(1 junio 2018).- “Dar lo mejor de uno mismo en el deporte, es también una llamada a aspirar a la santidad”, expresa el Papa Francisco en el mensaje escrito con motivo del nuevo documento “Dar lo mejor de uno mismo”, sobre la perspectiva cristiana del deporte y la persona humana.
El Santo Padre ha enviado esta carta al cardenal Kevin Farrell, Prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, con motivo de la publicación del nuevo texto por parte del organismo vaticano.
Francisco propone que es “necesario” profundizar en la “estrecha relación” que existe entre el deporte y la vida, para que puedan iluminarse recíprocamente, para que el afán de superación en una disciplina atlética sirva también de inspiración para “mejorar siempre como persona” en todos los aspectos de la vida.
Mensaje del Papa Francisco
Al venerado hermano
Señor Cardenal Kevin Farrell
Prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida
Con alegría recibí la noticia de la publicación del documento “Dar lo mejor de uno mismo”, sobre la perspectiva cristiana del deporte y la persona humana, que el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida ha preparado con el objetivo de resaltar el papel de la Iglesia en el mundo del deporte y de cómo el deporte puede ser un instrumento de encuentro, de formación, de misión y santificación.
El deporte es un lugar de encuentro donde personas de todo nivel y condición social se unen para lograr un objetivo común. En una cultura dominada por el individualismo y el descarte de las generaciones más jóvenes y de los más mayores, el deporte es un ámbito privilegiado en torno al cual las personas se encuentran sin distinción de raza, sexo, religión o ideología y donde podemos experimentar la alegría de competir por alcanzar una meta juntos, formando parte de un equipo en el que el éxito o la derrota se comparte y se supera; esto nos ayuda a desechar la idea de conquistar un objetivo centrándonos solo en uno mismo. La necesidad del otro abarca no solo a los compañeros de equipo sino también al entrenador, los aficionados, la familia, en definitiva, todas aquellas personas que con su entrega y dedicación hacen posible llegar a “dar lo mejor de uno mismo”. Todo esto hace del deporte un catalizador de experiencias de comunidad, de familia humana. Cuando un padre juega con su hijo, cuando los chicos juegan juntos en el parque o en la escuela, cuando el deportista celebra la victoria con los aficionados, en todos esos ambientes se puede ver el valor del deporte como lugar de unión y encuentro entre las personas. ¡Los grandes objetivos, en el deporte como en la vida, los logramos juntos, en equipo!
El deporte es también un vehículo de formación. Quizás hoy más que nunca debemos fijar la mirada en los jóvenes, puesto que, cuanto antes se inicie el proceso de formación, más fácil resultará el desarrollo integral de la persona a través del deporte. ¡Sabemos cómo las nuevas generaciones miran y se inspiran en los deportistas! Por eso, es necesaria la participación de todos los deportistas, de cualquier edad y nivel, para que los que forman parte del mundo del deporte sean un ejemplo en virtudes como la generosidad, la humildad, el sacrificio, la constancia y la alegría. Del mismo modo, deberían dar su aportación en lo que se refiere al espíritu de equipo, el respeto, la competitividad y la solidaridad con los demás. Es esencial que todos seamos conscientes de la importancia que tiene el ejemplo en la práctica deportiva, ya que es buen arado en tierra fértil que facilitará la cosecha siempre que se cuide y se trabaje adecuadamente.
Por último, quisiera resaltar el papel del deporte como medio de misión y santificación. La Iglesia está llamada a ser un signo de Jesús en medio del mundo, también a través del deporte en los “oratorios”, en las parroquias y en las escuelas, en las asociaciones, etc. Siempre es ocasión de llevar el mensaje de Cristo, “a tiempo y a destiempo” (2 Tim4,2). Es importante llevar, comunicar esta alegría que transmite el deporte, que no es otra que descubrir las potencialidades de la persona, que nos llaman a desvelar la belleza de la creación y del propio ser humano puesto que está hecho a imagen y semejanza de Dios. El deporte puede abrir el camino a Cristo en aquellos lugares o ambientes donde por diferentes motivos no es posible anunciarlo de manera directa. Y las personas con su testimonio de alegría, con la práctica deportiva en comunidad, pueden ser mensajeras de la Buena Noticia.
Dar lo mejor de uno mismo en el deporte, es también una llamada a aspirar a la santidad. Durante el reciente encuentro con los jóvenes en preparación al Sínodo de los Obispos manifesté la convicción de que todos los jóvenes allí presentes físicamente o a través de las redes sociales, tenían el deseo y la esperanza de dar lo mejor de uno mismo. He utilizado la misma expresión en la reciente exhortación apostólica, recordando que el Señor tiene una forma única y específica de llamada a la santidad para todos nosotros: “Lo que interesa es que cada creyente discierna su propio camino y saque a la luz lo mejor de sí, aquello tan personal que Dios ha puesto en él” (Gaudete et Exsultate, 11).
Es necesario profundizar en la estrecha relación que existe entre el deporte y la vida, para que puedan iluminarse recíprocamente, para que el afán de superación en una disciplina atlética sirva también de inspiración para mejorar siempre como persona en todos los aspectos de la vida. Tal búsqueda, con la ayuda de la gracia de Dios, nos encamina a aquella plenitud de vida que nosotros llamamos santidad. El deporte es una riquísima fuente de valores y virtudes que nos ayudan a mejorar como personas. Como el atleta durante el entrenamiento, la práctica deportiva nos ayuda a dar lo mejor de nosotros mismos, a descubrir sin miedo nuestros propios límites, y a luchar por mejorar cada día. De esta forma, “en la medida en que se santifica, cada cristiano se vuelve más fecundo para el mundo” (ibidem, 33). Para el deportista cristiano, la santidad será entonces vivir el deporte como un medio de encuentro, de formación de la personalidad, de testimonio y de anuncio de la alegría de ser cristiano con los que le rodean.
Ruego al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen, para que este documento produzca frutos abundantes tanto en el compromiso eclesial con la pastoral del deporte, como más allá de las fronteras de la Iglesia. A todos los deportistas y los agentes de pastoral que se reconocen en el gran “equipo” del Señor Jesús les pido por favor que recen por mí y envío de corazón mi bendición.
Vaticano, 1 de junio de 2018.
Fiesta de San Justino, mártir.
FRANCISCUS

02.06.18



Santa Marta: El Papa revela que hoy asistimos a una “gran persecución”

No sólo de los cristianos” advierte Francisco

(1 junio 2018).- Hoy asistimos a una “gran persecución”, no sólo de los cristianos, sino también contra todo hombre y mujer, a través de las “colonizaciones culturales, la guerra, el hambre, la esclavitud”, ha expresado el Papa en su reflexión diaria en la capilla de Santa Marta.
En el fondo –ha continuado Francisco– el contemporáneo “es un mundo de esclavos”: que el Señor nos dé la gracia de luchar y de restablecer “con la fuerza de Jesucristo la imagen de Dios que está en todos nosotros”.
La homilía del Papa de este viernes, 1 de junio de 2018, se ha inspirado hoy en la Primera Lectura del Apóstol san Pedro, en la que se refiere a cómo en los siglos, la persecución de los cristianos haya “prendido”, como un “incendio”, el Papa explica cómo esa cara, “parte de la vida cristiana”, sea “una bienaventuranza”: Jesús –ha recordado el Papa– fue perseguido a causa de su fidelidad al Padre.
Cristianos sin derechos
El Pontífice ha observado: “La persecución es un poco ‘el aire’ del cual el cristiano vive aún hoy, porque también hoy hay muchos, muchos mártires, muchos perseguidos por amor a Cristo. En muchos países los cristianos no tienen derechos. Si llevas una cruz, vas a la cárcel. Y hay gente en la cárcel; hay gente condenada a morir por ser cristiana, hoy. Hubo personas asesinadas y el número hoy es más alto que el de los mártires de los primeros días. ¡Son más! Pero, esto no es noticia. Y por esto los noticieros, los periódicos, no publican estas cosas. Pero los cristianos son perseguidos”.
Del mismo modo, el Papa ha denunciado que ahora hay también persecución hacia “cada hombre y mujer, porque son la imagen viviente de Dios”: “Detrás de cada persecución, tanto a los cristianos como a los humanos, está el diablo, está el demonio que trata de destruir la confesión de Cristo en los cristianos y la imagen de Dios en el hombre y la mujer.
Desde el principio –ha continuado el Papa– trató de hacer esto – podemos leerlo en el Libro del Génesis-: destruir esa armonía entre el hombre y la mujer que el Señor creó, esa armonía que deriva del ser imagen y semejanza de Dios. Y logró hacerlo. Logró hacerlo con el engaño, la seducción… Con las armas que él utiliza. Siempre hace así. Pero también hoy en día hay una fuerza, yo diría un ensañamiento contra el hombre y la mujer, porque, de lo contrario, no se explicaría esta ola creciente de destrucciones al hombre y la mujer, al humano”.   
03.06.18



Eucaristía, una puerta “entre la ciudad de Dios y la ciudad del hombre”

Entre el templo y el camino, entre la fe y la historia


(3 junio 2018).- La presencia de Jesús vivo en la eucaristía es como una puerta, una puerta abierta entre el templo y el camino, entre la ciudad de Dios y la ciudad del hombre”, ha subrayado el Papa Francisco en el Ángelus de este 3 de junio, fiesta del Santísimo Sacramento.
Cada vez que celebramos la Eucaristía, a través de este Sacramento a la vez sobrio y solemne, hacemos la experiencia de la Nueva Alianza, que realiza en plenitud la comunión entre Dios y nosotros”, ha añadido ante las 15.000 personas reunidas en la Plaza de San Pedro: “incluso pequeños y pobres, colaboramos a la edificación de la historia según el proyecto de Dios”.
La Eucaristía, “nos enseña a ser más acogedores y disponibles hacia aquellos que están en búsqueda de comprensión, de ayuda, de ánimo, y que están marginados y solos”.
Palabras del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy en muchos países, como Italia, celebramos la solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo, o, según la expresión latina, del Corpus Domini. El Evangelio nos recuerda las palabras de Jesús, pronunciadas en la Última Cena con sus discípulos: “Tomad, este es mi cuerpo …Esta es mi sangre, la sangre de la Alianza, derramada por la multitud”. (Mc 14,22-24). En virtud de este testamento de amor, la comunidad cristiana se reúne todos los domingos, y todos los días, alrededor de la Eucaristía, sacramento del Sacrificio redentor de Cristo. Y atraídos por su presencia real, los cristianos le adoran y le contemplan a través del humilde signo del pan convertido en su Cuerpo.
Cada vez que celebramos la Eucaristía, a través de este Sacramento a la vez sobrio y solemne, hacemos la experiencia de la Nueva Alianza, que realiza en plenitud la comunión entre Dios y nosotros. Y en cuanto que participantes de esta Alianza, incluso pequeños y pobres, colaboramos a la edificación de la historia según el proyecto de Dios? Por eso , toda celebración eucarística, en tanto que constituye un acto de culto público a Dios, envía a la vida y a los acontecimientos concretos de nuestra existencia Alimentando nos del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, somos asimilados a Él, recibimos en nosotros su amor, no para guardarlo celosamente, sino para compartirlo con los otros. Es la lógica eucarística. En ella contemplamos a Jesús, pan partido y dado, sangre derramada para nuestra salvación. Es una presencia que, como un fuego, quema, en nosotros las actitudes egoístas, que nos purifica de la tendencia a dar solamente cuando hemos recibido, y que enciende el deseo de hacernos nosotros también, en unión con Jesús, pan partido y sangre derramada para los hermanos.
Por eso la fiesta del Corpus Domini es un misterio de atracción a Cristo y de transformación en Él. Y es esta escuela de amor concreto, paciente y sacrificado, como Jesús en la cruz. Nos enseña a ser más acogedores y disponibles hacía a aquellos que están en busca de comprensión, de ayuda, de ánimo y que están marginados y solos. La presencia de Jesús vivo en la Eucaristía es como una puerta, una puerta abierta entre el templo y el camino, entre la fe y la historia, entre la ciudad de Dios y la ciudad del hombre.
Las procesiones del Santísimo Sacramento, que hoy se desarrolla en diferentes países y ciudades, son expresiones de la piedad eucarística popular.
Yo también esta tarde, Ostia-como lo hizo el bienaventurado Pablo VI hace 50 años- celebraré la Misa, que será seguida por la procesión con el Santísimo Sacramento. Invito a todo el mundo a participar, incluso espiritualmente, por radio y televisión.
Que la Virgen María nos acompañe en este día.   

04.06.18


Corpus Christi: “Derramando en el mundo el amor que brota de la carne del Señor”

Homilía del Papa Francisco

(4 junio 2018).- Así se vive eucarísticamente –dijo el Papa Francisco–: derramando en el mundo el amor que brota de la carne del Señor. “La Eucaristía en la vida se traduce pasando del yo al tú”.
Ayer, domingo, 3 de junio de 2018, solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, el Papa Francisco celebró los ritos correspondientes del Corpus Domini, según el calendario litúrgico de la Iglesia italiana, con la participación de unos 10.000 fieles, indica la gendarmería vaticana.
El Santo Padre predicó: La Eucaristía es un alimento sencillo, como el pan, pero es el único que sacia, porque no hay amor más grande. Allí encontramos a Jesús realmente, compartimos su vida, sentimos su amor.
A su llegada a las 17:50 horas, el Papa presidió la celebración eucarística en la plaza frente a la parroquia de Santa Mónica. El arzobispo Angelo De Donatis, vicario de Su Santidad para la diócesis de Roma, los obispos auxiliares y los sacerdotes de las parroquias de Ostia concelebraron con el Santo Padre.
Al final de la santa misa tuvo lugar la procesión con el Santísimo Sacramento por algunas calles del barrio del litoral romano, que terminó cerca de la parroquia de Nuestra Señora de Bonaria, donde el Santo Padre impartió la bendición eucarística.
El Papa Francisco regresó al Vaticano a las 20:30 horas, informa la Santa Sede.
Sigue la homilía pronunciada por el Santo Padre durante la celebración eucarística:
Homilía del Papa Francisco
En el Evangelio que hemos escuchado se narra la Última Cena, pero sorprendentemente la atención está más puesta en los preparativos que en la cena. Se repite varias veces el verbo “preparar”. Los discípulos preguntan, por ejemplo: «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?» (Mc 14,12). Jesús los envía a prepararla dándoles indicaciones precisas y ellos encuentran «una habitación grande, acondicionada y dispuesta» (v. 15). Los discípulos van a preparar, pero el Señor ya había preparado.
lgo similar ocurre después de la resurrección, cuando Jesús se aparece por tercera vez a los discípulos: mientras pescan, él los espera en la orilla, donde les prepara pan y pescado. Pero, al mismo tiempo, pide a los suyos que lleven un poco del pescado que acababan de pescar y que él les había indicado cómo pescarlo (cf. Jn 21,6.9-10). También aquí, Jesús prepara con antelación y pide a los suyos que cooperen. Incluso, poco antes de la Pascua, Jesús había dicho a los discípulos: «Voy a prepararos un lugar […] para que donde estoy yo estéis también vosotros» (Jn 14,2.3). Es Jesús quien prepara, el mismo Jesús que, sin embargo, con fuertes llamamientos y parábolas, antes de su Pascua, nos pide que nos preparemos, que estemos listos (cf. Mt 24,44; Lc 12,40).
Jesús, en definitiva, prepara para nosotros y nos pide que también nosotros preparemos. ¿Qué prepara Jesús para nosotros? Prepara un lugar y un alimento. Un lugar mucho más digno que la «habitación grande acondicionada» del Evangelio. Es nuestra casa aquí abajo, amplia y espaciosa, la Iglesia, donde hay y debe haber un lugar para todos. Pero nos ha reservado también un lugar arriba, en el paraíso, para estar con él y entre nosotros para siempre. Además del lugar nos prepara un alimento, un pan que es él mismo: «Tomad, esto es mi cuerpo» (Mc 14,22). Estos dos dones, el lugar y el alimento, son lo que nos sirve para vivir. Son la comida y el alojamiento definitivos. Ambos se nos dan en la Eucaristía. Alimento y lugar.
Jesús nos prepara un puesto aquí abajo, porque la Eucaristía es el corazón palpitante de la Iglesia, la genera y regenera, la reúne y le da fuerza. Pero la Eucaristía nos prepara también un puesto arriba, en la eternidad, porque es el Pan del cielo. Viene de allí, es la única materia en esta tierra que sabe realmente a eternidad. Es el pan del futuro, que ya nos hace pregustar un futuro infinitamente más grande que cualquier otra expectativa mejor. Es el pan que sacia nuestros deseos más grandes y alimenta nuestros sueños más hermosos. Es, en una palabra, la prenda de la vida eterna: no solo una promesa, sino una prenda, es decir, una anticipación, una anticipación concreta de lo que nos será dado. La Eucaristía es la “reserva” del paraíso; es Jesús, viático de nuestro camino hacia la vida bienaventurada que no acabará nunca.
En la Hostia consagrada, además del lugar, Jesús nos prepara el alimento, la comida. En la vida necesitamos alimentarnos continuamente, y no solo de comida, sino también de proyectos y afectos, deseos y esperanzas. Tenemos hambre de ser amados. Pero los elogios más agradables, los regalos más bonitos y las tecnologías más avanzadas no bastan, jamás nos sacian del todo. La Eucaristía es un alimento sencillo, como el pan, pero es el único que sacia, porque no hay amor más grande. Allí encontramos a Jesús realmente, compartimos su vida, sentimos su amor; allí puedes experimentar que su muerte y resurrección son para ti. Y cuando adoras a Jesús en la Eucaristía recibes de él el Espíritu Santo y encuentras paz y alegría. Queridos hermanos y hermanas, escojamos este alimento de vida: pongamos en primer lugar la Misa, descubramos la adoración en nuestras comunidades. Pidamos la gracia de estar hambrientos de Dios, nunca saciados de recibir lo que él prepara para nosotros.
Pero, como a los discípulos entonces, también hoy a nosotros Jesús nos pide preparar. Como los discípulos le preguntamos: «Señor, ¿dónde quieres que vayamos a preparar?». Dónde: Jesús no prefiere lugares exclusivos y excluyentes. Busca espacios que no han sido alcanzados por el amor, ni tocados por la esperanza. A esos lugares incómodos desea ir y nos pide a nosotros realizar para él los preparativos. Cuántas personas carecen de un lugar digno para vivir y del alimento para comer. Todos conocemos a personas solas, que sufren y que están necesitadas: son sagrarios abandonados. Nosotros, que recibimos de Jesús comida y alojamiento, estamos aquí para preparar un lugar y un alimento a estos hermanos más débiles. Él se ha hecho pan partido para nosotros; nos pide que nos demos a los demás, que no vivamos más para nosotros mismos, sino el uno para el otro. Así se vive eucarísticamente: derramando en el mundo el amor que brota de la carne del Señor. La Eucaristía en la vida se traduce pasando del yo al tú.
Los discípulos, dice el Evangelio, prepararon la Cena después de haber «llegado a la ciudad» (v. 16). El Señor nos llama también hoy a preparar su llegada no quedándonos fuera, distantes, sino entrando en nuestras ciudades. También en esta ciudad, cuyo nombre —“Ostia”— recuerda precisamente la entradala puerta. Señor, ¿qué puertas quieres que te abramos aquí? ¿Qué portones nos pides que abramos, qué barreras debemos superar? Jesús desea que sean derribados los muros de la indiferencia y del silencio cómplice, arrancadas las rejas de los abusos y las intimidaciones, abiertas las vías de la justicia, del decoro y la legalidad. El amplio paseo marítimo de esta ciudad llama a la belleza de abrirse y remar mar adentro en la vida. Pero para hacer esto hay que soltar esos nudos que nos unen a los muelles del miedo y de la opresión. La Eucaristía invita a dejarse llevar por la ola de Jesús, a no permanecer varados en la playa en espera de que algo llegue, sino a zarpar libres, valientes, unidos.
Los discípulos, concluye el Evangelio, «después de cantar el himno, salieron» (v. 26). Al finalizar la Misa, también nosotros saldremos. Caminaremos con Jesús, que recorrerá las calles de esta ciudad. Él desea habitar en medio de vosotros. Quiere visitar las situaciones, entrar en las casas, ofrecer su misericordia liberadora, bendecir, consolar. Habéis experimentado situaciones dolorosas; el Señor quiere estar cerca. Abrámosle las puertas y digámosle:
Ven, Señor, a visitarnos.
Te acogemos en nuestros corazones,
en nuestras familias, en nuestra ciudad.
Gracias porque nos preparas el alimento de vida
y un lugar en tu Reino.
Haz que seamos activos en la preparación,
portadores gozosos de ti que eres la vida,
para llevar fraternidad, justicia y paz
a nuestras calles. Amén.
05.06.18


Guatemala: Oración por las víctimas de la erupción del “volcán de fuego”

Telegrama del Santo Padre


(5 junio 2018).- El Santo Padre, profundamente apenado al conocer la triste noticia de la violenta erupción del volcán de fuego, que ha ocasionado numerosas víctimas e ingentes daños materiales que han afectado a un significativo número de habitantes de la zona, ofrece sufragios por el eterno descanso de los fallecidos y oraciones por todos los que sufren las consecuencias de ese desastre natural.
Telegrama de condolencias para las víctimas de la erupción del “Volcán de Fuego” en Guatemala, que tuvo lugar en los últimos días, enviado al Nuncio Apostólico de Guatemala, Mons. Nicolas Henry Marie Denis Thevenin, en nombre del Santo Padre Francisco, por el Cardenal Secretario de Estado Pietro Parolin.
Ruego a vuestra excelencia que transmita el sentido pésame de Su Santidad, junto con expresiones de consuelo, a los familiares que lloran la pérdida de sus seres queridos, así como su cercanía espiritual a los heridos y a los que trabajan denodadamente en auxiliar a los damnificados, mientras pide al Señor que derrame sobre todos ellos los dones de la solidaridad, la serenidad espiritual y la esperanza cristiana, en prenda de lo cual les imparte de corazón la bendición apostólica”, se escribe en la carta.   
06.06.18



Audiencia general: “El Espíritu nos mueve a salir de nuestro egoísmo”

Palabras del Papa en español

(6 junio 2018).- “El Espíritu nos mueve a salir de nuestro egoísmo y a ser un don para los demás”: El Santo Padre Francisco ha continuado la reflexión sobre la Confirmación considerando los efectos del don del Espíritu Santo en quienes reciben este sacramento.
Así, el Papa ha impartido la 3ª catequesis sobre la Confirmación en la audiencia general celebrada el miércoles, 6 de junio de 2018, ante miles de fieles y peregrinos llegados a Roma desde diferentes lugares del mundo.
Comunidad eclesial
Francisco ha expresado que al recibir la Confirmación, nos unimos con mayor fuerza a los miembros del Cuerpo místico de Cristo, que es la Iglesia.
Tenemos que pensar en la Iglesia como un organismo vivo –ha anunciado– compuesto de personas que caminan formando una comunidad junto al obispo, que es el ministro originario de la Confirmación y quien nos vincula con la Iglesia”.
Signo de la paz
Al final del rito de la Confirmación, el obispo dice a cada confirmado «la paz esté contigo». “Recibir la paz a través del obispo nos impulsa a trabajar por la comunión dentro y fuera de la Iglesia, a mejorar los vínculos de concordia en la parroquia y a cooperar con la comunidad cristiana”, ha explicado el Pontífice.
Estas palabras nos recuerdan el saludo de Jesús a sus discípulos en la noche de Pascua y expresan la unión con el Pastor de esa iglesia particular y con todos los fieles, ha aclarado Francisco.
Asimismo, el Papa ha señalado que la Confirmación se recibe una sola vez, pero su fuerza espiritual se mantiene en el tiempo y anima a crecer espiritualmente con los demás.  
07.06.18


Santa Marta: El amor de Cristo supera todo conocimiento, supera todo

Solemnidad del Sagrada Corazón

(8 junio 2018).- “Hoy es la fiesta del amor de Dios”: El Papa Francisco ha iniciado así su homilía esta mañana en la Misa matutina de Santa Marta, en la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.
El Pontífice ha aclarado que no somos nosotros los que hemos amado a Dios, sino que es Él quien “nos amó primero, Él es el primero en amar”, señala ‘Vatican News’ en español. Una verdad que los profetas explicaban con el símbolo de la flor del almendro, la primera en florecer en la primavera, así, el Papa subraya: “Dios es así: siempre primero. Nos espera primero, nos ama primero, nos ayuda primero”.
Francisco ha advertido que no es fácil entender el amor de Dios y se ha referido a la Carta del apóstol Pablo que han escuchado en la Eucaristía, que habla, de hecho, de inescrutables riquezas de Cristo”, de un misterio escondido.
Es un amor que no se puede entender –ha afirmado el Santo Padre–. Un amor de Cristo que supera todo conocimiento. Supera todo. Así de grande es el amor de Dios. Y un poeta decía que era como `el mar, sin orillas, sin fondo…´: pero un mar sin límites. Y éste es el amor que nosotros debemos entender, el amor que nosotros recibimos”.
El Señor “ha sido un gran pedagogo” –ha expresado el Papa– a lo largo de la historia de la salvación, nos ha revelado su amor, y retomando las palabras del profeta Oseas en el pasaje leído, explica que no lo ha revelado a través de la potencia: “No. Escuchemos: ‘Yo he enseñado a caminar a mi pueblo, lo llevaba en los brazos. Cuidaba de ellos”. En brazos, cercano: como un papá”.
El Obispo de Roma ha planteado: “Dios, ¿cómo manifiesta el amor? ¿Con las cosas grandes?. No, se empequeñece, se empequeñece, se empequeñece, con estos gestos de ternura, de bondad. Se hace pequeño. Se acerca. Y con esta cercanía, con este empequeñecimiento, Él nos hace entender la grandeza del amor. Lo grande se entiende a través de lo pequeño”.
Por último, el Papa ha aclarado que no se necesitan “grandes discursos sobre el amor”, sino hombres y mujeres “que sepan hacer estas pequeñas cosas por Jesús, por el Padre”. Las obras de misericordia “son la continuidad de este amor, que se empequeñece, llega a nosotros, y nosotros lo llevamos adelante”.    
09.06.18




Ángelus: El antídoto contra la destrucción de la buena reputación

Que Dios nos libere de esta terrible tentación”

(10 junio 2018).- “Aquí hay un verdadero veneno mortal”: el Papa Francisco analiza, en el Ángelus de este domingo 10 de junio de 2018, los estragos de los vendedores ambulantes de calumnias y chismes. Y ha  indicado el antídoto, tomar tan pronto como se manifiesten los síntomas.
La malicia con la que, premeditadamente, uno quiere destruir la buena reputación del otro. ¡Que Dios nos libre de esta terrible tentación! Y si, al examinar nuestra conciencia, nos damos cuenta de que esta mala hierba está germinando en nosotros, vayamos inmediatamente a confesarla en el sacramento de la penitencia, antes de que se desarrolle y produzca sus efectos nocivos, que son incurables”, dice el Papa. “Estén atentos porque esta actitud destruye familias, amistades, comunidades e incluso a la sociedad”, ha advertido el Santo Padre.
El Papa también ha señalado el hecho de que la familia de Jesús vio con malos ojos su “disponibilidad” para las multitudes. Y ha señalado que Cristo ha fundado una “nueva familia”.
Resumiendo estas dos lecciones del Evangelio, el Papa ha concluido: “Acoger la palabra de Jesús nos hace hermanos, nos hace la familia de Jesús. Hablar mal de los demás, destruir la reputación de los demás, nos convierte en la familia del diablo”.
Palabras del Papa antes del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de este domingo (Marcos 3: 20-35) nos muestra dos tipos de incomprensiones a los que Jesús tuvo que hacer frente: la de los escribas y la de los miembros de su propia familia. La primera incomprensión la de los escribas que eran hombres educados en las Sagradas Escrituras y encargados ​​de explicarlas a la gente.
Algunos de ellos son enviados desde Jerusalén a Galilea, donde la fama de Jesús había comenzado a extenderse, para desacreditarlo ante los ojos de la gente. Para hacer el papel de chismosos desacreditando al otro, quitándole la autoridad, es una cosa muy fea y estos eran enviados para hacer precisamente eso. Y estos escribas llegaron con una acusación precisa y terrible, no ahorraban medios, iban a lo concreto y decían: “Éste está poseído por Belzebú y expulsa a los demonios por medio del jefe de los demonios” (v.22). Y el jefe de los demonios es Él quién lo empuja, es casi decir que este hombre era un endemoniado.
De hecho Jesús curaba a muchos enfermos y los escribas querían hacer creer a la gente  que no lo hacía con el Espíritu de Dios, como lo hacía Jesús sino con el espíritu del Maligno, con la fuerza del Diablo. Jesús reacciona con palabras fuertes y claras, no tolera esto, porque esos escribas, quizás sin darse cuenta, están cayendo en el pecado más grave: negar y blasfemar el Amor de Dios que está presente y obra en Jesús. La blasfemia es el pecado contra el Espíritu Santo, el único pecado imperdonable, así lo dice Jesús que parte de un cierre del corazón a la misericordia de Dios que actúa en Jesús. Pero este episodio contiene una advertencia que nos sirve a todos. De hecho, puede suceder que una fuerte envidia por la bondad y por las buenas obras de una persona puedan llevar a acusarla falsamente. Aquí hay un veneno mortal: la malicia con la que, de forma premeditada, uno quiere destruir la buena reputación del otro. ¡Dios nos libre de esta terrible tentación! Y si, mediante el examen de nuestra conciencia nos damos cuenta de que esta mala hierba está brotando dentro de nosotros, vayamos a confesarnos inmediatamente en el sacramento de la Penitencia, antes de que se desarrolle y produzca sus efectos malignos que son incurables.
Estén atentos porque estos comportamientos destruyen a las familias, a las comunidades y por tanto a la sociedad.
El Evangelio de hoy también nos habla de otra incomprensión muy distinta hacia Jesús: la de su familia. Estaban preocupados porque su nueva vida itinerante les parecía una locura (v. 21). De hecho, Jesús se mostró tan disponible para las personas, especialmente para los enfermos y pecadores, hasta el punto de que ya ni siquiera tenía tiempo ni para comer. Jesús era así, primero a la gente, ayudar a la gente, enseñar a la gente, Jesús era para la gente, no tenía tiempo ni para comer. Su familia, por lo tanto, decide traerlo de regreso a Nazaret. Llegan al lugar donde Jesús está predicando y lo envían a llamar. Le dicen a Jesús: “Mira, tu madre, tus hermanos y hermanas están afuera y te buscan” (v. 32). Él responde: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?”, Y mirando a las personas que lo rodean para escucharlo, agrega: “¡He aquí mi madre y mis hermanos! Porque el que hace la voluntad de Dios, él es hermano, hermana y madre para mí “(v.  33-34).
Jesús ha formado una nueva familia, que ya no se basa en vínculos naturales, sino en la fe en él, en su amor que nos acoge y nos une entre nosotros, en el Espíritu Santo. Todos los que aceptan la palabra de Jesús son hijos de Dios y hermanos entre sí, recibir la palabra de Jesús nos convierte en hermanos y en familia entre nosotros. Hablar de los otros, destruir la reputación de los otros nos hace ser familia del Diablo. La respuesta de Jesús no es una falta de respeto por su madre y su familia. De hecho, para María es el mayor reconocimiento, por qué ella es la perfecta discípula que obedecía la voluntad de Dios en todo.
Que la Virgen Madre nos ayude a vivir en comunión con Jesús, reconociendo el trabajo del Espíritu Santo que actúa en Él y en la Iglesia, regenerando el mundo a una nueva vida.   
11.06.18


Santa Marta: “Anuncio, servicio y gratuidad” para evangelizar


Homilía del Papa en la Eucaristía

( 11 junio 2018).- “El anuncio, el servicio y la gratuidad” son las tres dimensiones fundamentales de la evangelización, ha subrayado el Papa Francisco en su homilía, en la Misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa Santa Marta, este lunes, 11 de junio de 2018.
Partiendo de las Lecturas bíblicas del día, el Pontífice ha aclarado que es el Espíritu Santo el “protagonista” del anuncio, que no representa una simple “predicación” o la “transmisión” de algunas ideas, sino es un movimiento dinámico capaz de “cambiar los corazones” gracias a la obra del Espíritu.
Francisco ha señalado que “no es una actitud empresarial” aquello que Jesús nos manda hacer, “es con el Espíritu Santo”: Esta es la valentía, ha subrayado. “La verdadera valentía de la evangelización no es una terquedad humana, así… No. Es el Espíritu Santo que nos da la valentía y lo lleva adelante”.
La dimensión del servicio dado también “en las cosas pequeñas”, ha indicado el Santo Padre como necesaria para la evangelización. De hecho, es equivocada la presunción de querer ser servido después de haber hecho carrera, en la Iglesia o en la sociedad: “el escalar en la Iglesia –agregado– es un signo de que no se sabe qué es la evangelización”, “aquel que manda debe ser como aquel que sirve”.
Nosotros podemos anunciar cosas buenas pero sin servicio no es anuncio, parece, pero no es –advierte del Papa–. Porque el Espíritu no solo te lleva adelante a proclamar las verdades del Señor y la vida del Señor, sino te lleva también a los hermanos, a las hermanas para servirlos. El servicio. Incluso en las cosas pequeñas. Es feo cuando se encuentran evangelizadores que se hacen servir y viven para hacerse servir. Es feo. Serán como los príncipes de la evangelización”.
Por último, el Obispo de Roma ha señalado la gratuidad como otra característica indispensable para evangelizar, porque ninguno puede redimirse por sus  propios méritos. “Gratuitamente han recibido – nos recuerda el Señor – gratuitamente den”.
Así, el Pontífice ha indicado que los operadores pastorales de la evangelización deben aprender esto, sus vidas deben ser gratuitas, al servicio, al anuncio, llevados por el Espíritu. “La propia pobreza los lleva a abrirse al Espíritu”.   
12.06.18


Santa Marta: “El cristiano debe ser sal y luz para los otros”

Esa es la “santidad de todos los días”

(12 junio 2018).- “Ser sal y luz para los otros, sin atribuirse méritos” es el “simple testimonio habitual”, la “santidad de todos los días”, a la que está llamado el cristiano, ha anunciado el Papa Francisco en la Misa celebrada esta mañana, en la Capilla de la Casa de Santa Marta.
Es un testimonio –ha aclarado el Santo Padre– de “todos los días, que inicia por la mañana, cuando nos despertamos, y termina por la noche, cuando nos vamos a dormir”.
Parece poca cosa”, advierte Francisco, pero el Señor “con pocas cosas nuestras hace milagros, hace maravillas”. Por lo tanto, es necesario tener esta actitud de “humildad” que consiste en buscar solamente ser sal y luz.
Siempre al servicio
Sal para los otros, luz para los otros, porque la sal no se sazona a sí misma, siempre al servicio. La luz no se ilumina a sí misma, siempre al servicio. Sal para los otros, pequeña sal que ayuda en las comidas, pero pequeña. ¿En el supermercado la sal se vende por toneladas? No… En pequeñas bolsitas, es suficiente”.
Y después –ha continuado– la sal no se vanagloria de sí misma, porque no se sirve a sí misma. Siempre está allí para ayudar a los demás: ayudar a conservar las cosas, a condimentar las cosas. Siempre está el testimonio”.
Santidad de cada día
El Pontífice ha señalado que el Señor nos dice: “Tú eres sal, tu eres luz”, y ha exhortamos a que renunciemos a tener ningún mérito. Pues, nosotros cuando comemos –ha expresado– no decimos: “¡Ah, qué rica la sal! ¡No!: “Rica la pasta, rica la carne, rica…”. No decimos: “Qué rica la sal”. De noche cuando vamos para casa, no decimos: “Qué buena la luz”, no. Ignoramos la luz, pero vivimos con aquella luz que ilumina. Ésta es una dimensión que hace que nosotros cristianos seamos como anónimos en la vida.
No somos protagonistas de nuestros méritos”, ha subrayado nuevamente el Papa al concluir. Por lo tanto, no se debe hacer como el fariseo que agradece al Señor pensando que es santo.
Además, el Santo Padre ha propuesto que al final día, hagamos una “linda oración” y nos preguntemos: “¿He sido sal hoy?” “¿He sido luz hoy?”, y ha concluido diciendo: “Ésta es la santidad de todos los días”.    
13.06.18


20 de maig 2018

PAPA PER ANNUM


Pentecostés: El “gran cambio” del Espíritu Santo

Homilía del Papa Francisco


(20 mayo 2018).- El Espíritu Santo es “la fuerza divina que cambia el mundo”, que protege contra el “envejecimiento interno” y “libera” a las personas interiormente para enfrentar los problemas, afirmó el Papa Francisco durante la Misa de Pentecostés que celebró en la Basílica de San Pedro este 20 de mayo de 2018. “El que vive según el Espíritu”, subrayó el Papa, “está en esta tensión espiritual: está vuelto a la fe, hacia Dios y hacia el mundo”.
El Espíritu libera a los espíritus paralizados por el miedo”, dijo el Papa en su homilía: “A quien se contenta con medias tintas, le da impulsos de dar. Él dilata los corazones estrechos. Anima a servir a quien se apoltrona en la comodidad. Hace caminar a aquel que cree que ya ha llegado. Hace soñar lo que cae en tibieza tibieza. ”
Ningún intento terrenal de cambiar las cosas satisface por completo el corazón del hombre”, dijo. Pero “el cambio del Espíritu es diferente: no revoluciona la vida que nos rodea, sino que cambia nuestro corazón … ¿Cómo lo hace? Renovando el corazón, transformarlo de pecador a perdonado. Este es el gran cambio. ”
Homilía del Papa Francisco
En la primera lectura, la venida del Espíritu Santo en Pentecostés se compara a «un viento que soplaba fuertemente» (Hch 2,2). ¿Qué significa esta imagen? El viento impetuoso nos hace pensar en una gran fuerza, pero que acaba en sí misma: es una fuerza que cambia la realidad. El viento trae cambios: corrientes cálidas cuando hace frío, frescas cuando hace calor, lluvia cuando hay sequía…
También el Espíritu Santo, aunque a nivel totalmente distinto, actúa así: Él es la fuerza divina que cambia el mundo. La Secuencia nos lo ha recordado: el Espíritu es «descanso de nuestro esfuerzo, gozo que enjuga las lágrimas»; y lo pedimos de esta manera: «Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas». Él entra en las situaciones y las transforma, cambia los corazones y cambia los acontecimientos.
Cambia los corazones. Jesús dijo a sus Apóstoles: «Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo […] y seréis mis testigos» (Hch 1,8). Y aconteció precisamente así: los discípulos, que al principio estaban llenos de miedo, atrincherados con las puertas cerradas también después de la resurrección del Maestro, son transformados por el Espíritu y, como anuncia Jesús en el Evangelio de hoy, “dan testimonio de él” (cf. Jn 15,27). De vacilantes pasan a ser valientes y, dejando Jerusalén, van hasta los confines del mundo. Llenos de temor cuando Jesús estaba con ellos; son valientes sin él, porque el Espíritu cambió sus corazones.
El Espíritu libera los corazones cerrados por el miedo. Vence las resistencias. A quien se conforma con medias tintas, le ofrece ímpetus de entrega. Ensancha los corazones estrechos. Anima a servir a quien se apoltrona en la comodidad. Hace caminar al que se cree que ya ha llegado. Hace soñar al que cae en tibieza. He aquí el cambio del corazón. Muchos prometen períodos de cambio, nuevos comienzos, renovaciones portentosas, pero la experiencia enseña que ningún esfuerzo terreno por cambiar las cosas satisface plenamente el corazón del hombre. El cambio del Espíritu es diferente: no revoluciona la vida a nuestro alrededor, pero cambia nuestro corazón; no nos libera de repente de los problemas, pero nos hace libres por dentro para afrontarlos; no nos da todo inmediatamente, sino que nos hace caminar con confianza, haciendo que no nos cansemos jamás de la vida.
El Espíritu mantiene joven el corazón. La juventud, a pesar de todos los esfuerzos para alargarla, antes o después pasa; el Espíritu, en cambio, es el que previene el único envejecimiento malsano, el interior. ¿Cómo lo hace? Renovando el corazón, transformándolo de pecador en perdonado. Este es el gran cambio: de culpables nos hace justos y, así, todo cambia, porque de esclavos del pecado pasamos a ser libres, de siervos a hijos, de descartados a valiosos, de decepcionados a esperanzados. De este modo, el Espíritu Santo hace que renazca la alegría, que florezca la paz en el corazón. En este día, aprendemos qué hacer cuando necesitamos un cambio verdadero. ¿Quién de nosotros no lo necesita? Sobre todo cuando estamos hundidos, cuando estamos cansados por el peso de la vida, cuando nuestras debilidades nos oprimen, cuando avanzar es difícil y amar parece imposible. Entonces necesitamos un fuerte “reconstituyente”: es él, la fuerza de Dios. Es él que, como profesamos en el “Credo”, «da la vida». Qué bien nos vendrá asumir cada día este reconstituyente de vida. Decir, cuando despertamos: “Ven, Espíritu Santo, ven a mi corazón, ven a mi jornada”. El Espíritu, después de cambiar los corazones, cambia los acontecimientos. Como el viento sopla por doquier, así él llega también a las situaciones más inimaginables.
En los Hechos de los Apóstoles —que es un libro que tenemos que conocer, donde el protagonista es el Espíritu— asistimos a un dinamismo continuo, lleno de sorpresas. Cuando los discípulos no se lo esperan, el Espíritu los envía a los gentiles. Abre nuevos caminos, como en el episodio del diácono Felipe. El Espíritu lo lleva por un camino desierto, de Jerusalén a Gaza —cómo suena doloroso hoy este nombre. Que el Espíritu cambie los corazones y los acontecimientos y conceda paz a Tierra Santa—. En aquel camino Felipe predica al funcionario etíope y lo bautiza; luego el Espíritu lo lleva a Azoto, después a Cesarea: siempre en situaciones nuevas, para que difunda la novedad de Dios. Luego está Pablo, que «encadenado por el Espíritu» (Hch 20,22), viaja hasta los más lejanos confines, llevando el Evangelio a pueblos que nunca había visto. Cuando está el Espíritu siempre sucede algo, cuando él sopla jamás existe calma.
Cuando la vida de nuestras comunidades atraviesa períodos de “flojedad”, donde se prefiere la tranquilidad doméstica a la novedad de Dios, es una mala señal. Quiere decir que se busca resguardarse del viento del Espíritu. Cuando se vive para la auto-conservación y no se va a los lejanos, no es un buen signo. El Espíritu sopla, pero nosotros arriamos las velas. Sin embargo, tantas veces hemos visto obrar maravillas. A menudo, precisamente en los períodos más oscuros, el Espíritu ha suscitado la santidad más luminosa. Él es el alma de la Iglesia, siempre la reanima de esperanza, la colma de alegría, la fecunda de novedad, le da brotes de vida. Como cuando, en una familia, nace un niño: trastorna los horarios, hace perder el sueño, pero lleva una alegría que renueva la vida, la impulsa hacia adelante, dilatándola en el amor. De este modo, el Espíritu trae un “sabor de infancia” a la Iglesia. Obra un continuo renacer. Reaviva el amor de los comienzos. El Espíritu recuerda a la Iglesia que, a pesar de sus siglos de historia, es siempre una veinteañera, la esposa joven de la que el Señor está apasionadamente enamorado. No nos cansemos por tanto de invitar al Espíritu a nuestros ambientes, de invocarlo antes de nuestras actividades: “Ven, Espíritu Santo”.
Él traerá su fuerza de cambio, una fuerza única que es, por así decir, al mismo tiempo centrípeta y centrífuga. Es centrípeta, es decir empuja hacia el centro, porque actúa en lo más profundo del corazón. Trae unidad en la fragmentariedad, paz en las aflicciones, fortaleza en las tentaciones. Lo recuerda Pablo en la segunda lectura, escribiendo que el fruto del Espíritu es alegría, paz, fidelidad, dominio de sí (cf. Ga 5,22). El Espíritu regala la intimidad con Dios, la fuerza interior para ir adelante. Pero al mismo tiempo él es fuerza centrífuga, es decir empuja hacia el exterior. El que lleva al centro es el mismo que manda a la periferia, hacia toda periferia humana; aquel que nos revela a Dios nos empuja hacia los hermanos. Envía, convierte en testigos y por eso infunde —escribe Pablo— amor, misericordia, bondad, mansedumbre. Solo en el Espíritu Consolador decimos palabras de vida y alentamos realmente a los demás.
Quien vive según el Espíritu está en esta tensión espiritual: se encuentra orientado a la vez hacia Dios y hacia el mundo. Pidámosle que seamos así. Espíritu Santo, viento impetuoso de Dios, sopla sobre nosotros. Sopla en nuestros corazones y haznos respirar la ternura del Padre. Sopla sobre la Iglesia y empújala hasta los confines lejanos para que, llevada por ti, no lleve nada más que a ti. Sopla sobre el mundo el calor suave de la paz y la brisa que restaura la esperanza. Ven, Espíritu Santo, cámbianos por dentro y renueva la faz de la tierra. Amén.   
21.05.18




La Iglesia es femenina: Es Esposa y Madre” predica el Papa en Santa Marta

Misa matutina en la fiesta de la Virgen

(21 mayo 2018).- “La primera virtud de una mamá es la ternura” recordó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta, en la primera memoria de la Bienaventurada ‘Virgen María, Madre de la Iglesia’.
En su reflexión, el Santo Padre ha afirmado que “la Iglesia es femenina”, “es madre” y cuando falta este rasgo que la identifica se convierte “en una asociación de beneficencia o en un equipo de fútbol” –indica ‘Vatican News’–.
En cambio, cuando “es una Iglesia masculina”, se convierte, tristemente, “en una Iglesia de solterones”, “incapaces de amor, incapaces de fecundidad”, ha advertido el Pontífice.
El pasado 3 de marzo, la Santa Sede publicó el Decreto “Ecclesia Mater de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, en que el que se institucionalizó la fiesta de la Virgen María, Madre de la Iglesia.
Lo importante es que la Iglesia sea mujer –ha predicado el Papa– que tenga esta actitud de esposa y de madre. Cuando olvidamos esto, es una Iglesia masculina, sin esta dimensión, y tristemente se convierte en una Iglesia de solterones, que viven en este aislamiento, incapaces de amor, incapaces de fecundidad. Sin la mujer la Iglesia no  va adelante, porque ella es mujer. Y esta actitud de mujer le viene de María, porque Jesús así lo ha querido”.
Camino de la ternura
En este sentido, Francisco ha explicado que la Iglesia es “femenina”, porque es ‘iglesia, ‘esposa’: es femenina. Y es madre, da a la luz. Esposa y madre. Y los Padres van más allá y dicen: ‘También tu alma es esposa de Cristo y madre’. Y en esta actitud que viene de María, que es Madre de la Iglesia; de esta actitud podemos comprender esta dimensión femenina de la Iglesia que cuando falta, hace que la Iglesia pierda su verdadera identidad y se convierta en una asociación de beneficencia o en un equipo de fútbol, o en cualquier cosa, pero no en la Iglesia”.
Una Iglesia que es madre va por el camino de la ternura. Conoce el lenguaje de tanta sabiduría de las caricias, del silencio, de la mirada que sabe de compasión, que sabe de silencio –ha matizado el pontífice– Y, asimismo, un alma, una persona que vive esta pertenencia a la Iglesia, sabiendo que también es madre debe ir por el mismo camino: una persona dócil, tierna, sonriente y llena de amor”.    
22.05.18


No es pecado criticar al Papa aquí” dijo Francisco a los obispos italianos

En la 71ª Asamblea General – Discurso del Papa

( 22 mayo 2018).- En su discurso, Francisco animó a los obispos italianos a que le dirigieran “preguntas, ansiedades y críticas”, advirtiendo de que “no es pecado criticar al Papa aquí”, refiriéndose a la asamblea.
El Papa inauguró ayer, 21 de mayo de 2018, la primera jornada de la 71ª Asamblea General de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), que tienen lugar en el Vaticano a partir de hoy hasta el 24 de mayo y cuyo tema es “Qué presencia eclesial en el contexto comunicativo actual”.
Os doy las gracias por este encuentro, que me gustaría que fuera un tiempo de diálogo y reflexión”, –aclaró el Obispo de Roma–.
Coincidiendo con la primera fiesta de la Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia, el Papa compartió con los prelados 3 preocupaciones, que quiso anunciarles no para “apalearos” –dijo Francisco–, sino “para decir que me preocupan estas cosas”.
Así, el Sumo Pontífice indicó que su preocupaciones son: la falta de vocaciones, la pobreza evangélica y la transparencia de los obispos, y la reducción y agrupamiento de las diócesis.
Discurso del Papa Francisco
Queridos hermanos, ¡buenas tardes!
Bienvenidos al Vaticano. Pero creo que esta sala [la del Sínodo] está en el Vaticano solo cuando está el Papa, porque está en territorio italiano. También el Aula Pablo VI … Dicen que es así, ¿no es verdad?
Muchas gracias por vuestra presencia para inaugurar esta jornada de María Madre de la Iglesia. Decimos de todo corazón, todos juntos: “Monstra te esse matrem“. Siempre: “Monstra te esse matrem“. Es la oración: “Haznos sentir que eres la madre”, que no estamos solos, que nos acompañas como madre. Es la maternidad de la Iglesia, de la Santa Madre Iglesia Jerárquica, que está reunida aquí … Pero que sea  madre. “Santa Madre Iglesia Jerárquica “, así le gustaba decir a San Ignacio [de Loyola]. Que María, nuestra Madre, nos ayude para que la Iglesia sea madre. Y, siguiendo la inspiración de los padres, que nuestra alma también sea madre. Las tres mujeres: María, la Iglesia y nuestra alma. Las tres madres. Que la Iglesia sea Madre, que nuestra alma sea Madre.
Os doy las gracias por este encuentro, que me gustaría que fuera un tiempo de diálogo y reflexión. Pensé, después de agradeceros todo el trabajo que hacéis,- ¡es bastante! -, compartir con vosotros tres preocupaciones mías, pero no para “apalearos”, no, sino para decir que me preocupan estas cosas, y veréis… Y para daros la palabra para que me dirijáis todas las preguntas, las ansiedades, las críticas – ¡no es pecado criticar al Papa aquí!- No es un pecado, se puede hacer, y las inspiraciones que lleváis en el corazón.
Lo primero que me preocupa es la crisis de las vocaciones. ¡Es nuestra paternidad la que está en juego! De esta preocupación, efectivamente, de esta hemorragia de vocaciones, hablé durante la Plenaria de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, explicando que es el fruto envenenado de la cultura de lo provisional, del relativismo y de la dictadura del dinero, que aleja a los jóvenes de la vida consagrada; acompañada, sin duda, por la trágica disminución de los nacimientos, este “invierno demográfico”, así como de los escándalos y del testimonio tibio. ¿Cuántos seminarios, iglesias y monasterios y conventos se cerrarán en los próximos años debido a la falta de vocaciones? Dios sabe. Es triste ver esta tierra, que ha sido durante muchos siglos fértil y generosa para dar misioneros, monjas, sacerdotes llenos de celo apostólico, junto con el viejo continente entrar en una esterilidad vocacional sin buscar remedios efectivos. ¡Yo creo que se buscan, pero no logramos encontrarlos!
Propongo una más concreta – porque debemos comenzar con cosas prácticas, las que están en nuestras manos -, propongo un intercambio fidei donum más concreto y generoso entre las diócesis italianas, que sin duda enriquecerá a todas las diócesis, las que dan y las que reciben, fortaleciendo el sensus ecclesiae y el sensus fidei en los corazones del clero y de los fieles. Ya veréis, si podéis … Hacer un intercambio de [sacerdotes] fidei donum de una diócesis a otra. Pienso en algunas diócesis de Piamonte: hay una gran aridez … Y pienso en Puglia, donde hay una superabundancia … Pensad, una bella creatividad: un sistema fidei donum dentro de Italia. Alguien sonríe … Pero veamos si sois capaces de hacerlo.
Segunda preocupación: pobreza evangélica y transparencia. Para mí, siempre, -porque lo aprendí como jesuita en la constitución-, la pobreza es “madre” y es “muro” de la vida apostólica. Es madre porque la hace nacer  y muro porque la protege. Sin pobreza no hay celo apostólico, no hay vida de servicio a los demás … Es una preocupación que se refiere al dinero y a la transparencia. En realidad, el  que cree no puede hablar de pobreza y vivir como un faraón. A veces se ven estas cosas … Es un contra- testimonio hablar de pobreza y llevar una vida de lujo; y es muy escandaloso tratar el dinero sin transparencia o administrar los bienes de la Iglesia como si fueran bienes personales. Conocéis los escándalos financieros que han tenido lugar en algunas diócesis … Por favor, me duele mucho escuchar que un eclesiástico se ha hecho manipular poniéndose en situaciones que exceden sus capacidades o lo que es peor, administrando de forma deshonesta “las monedas de la viuda”. Tenemos el deber de administrar con reglas ejemplares, claras y comunes, de las que un día daremos cuenta al dueño del viñedo. Pienso en uno de vosotros, por ejemplo, -lo conozco muy bien-, que nunca, nunca invita a cenar o a almorzar con el dinero de la diócesis: paga de su bolsillo, de lo contrario, no invita. Pequeños gestos, como un propósito hecho en los ejercicios espirituales. Tenemos el deber de administrar con reglas ejemplares, claras y comunes, de las que un día daremos cuenta al dueño del viñedo.. Soy consciente, -quiero decirlo-  y estoy agradecido de que en la CEI se haya logrado mucho en los últimos años, sobre todo, en el camino de la pobreza y de la transparencia. Un buen trabajo de transparencia. Pero hay que hacer todavía algo más sobre algunas cosas, pero luego hablaré de eso.
Y la tercera preocupación es la reducción y la unificación de las diócesis. No es fácil, porque, especialmente en este momento … El año pasado estábamos a punto de unificar una, pero los de allí vinieron y dijeron: “La diócesis es pequeña … Padre, ¿por qué hace esto? La universidad se ha ido; han cerrado una escuela; ya no hay alcalde, hay un delegado; y ahora también vosotros … “. Y uno siente este dolor y dice: “Que el obispo se quede, porque sufren”. Pero creo que hay diócesis que pueden unificarse. Ya planteé esta cuestión el 23 de mayo de 2013, o sea la reducción de las diócesis italianas. Se trata, ciertamente, de una necesidad pastoral, estudiada y examinada varias veces, -ya lo sabéis-  incluso antes del Concordato de 1929. De hecho, Pablo VI en  1964, interviniendo el 14 de abril en la Asamblea de Obispos, habló de “un número excesivo de diócesis”; y más tarde, el 23 de junio, 1966, planteó de nuevo el tema en su encuentro con la Asamblea de la CEI diciendo: “Por lo tanto será necesario ajustar los límites de algunas diócesis, pero más que nada habrá que proceder a la fusión de algunas diócesis, de modo que la circunscripción resultante tenga una extensión territorial, una consistencia demográfica, una dotación de clero y de obras adecuadas para sostener  una organización diocesana verdaderamente funcional y desarrollar una actividad pastoral eficaz y unitaria “. Hasta aquí Pablo VI. También la Congregación para los Obispos en 2016 – pero yo hablé en 2013- pidió a las conferencias episcopales regionales que enviasen sus pareceres a la Secretaría General de la CEI acerca de un proyecto de reorganización de las diócesis.Así que estamos hablando de un tema pasado y actual, que se ha arrastrado demasiado tiempo, y creo que haya llegado la hora de concluir pronto. Es fácil hacerlo, es fácil… Tal vez haya un caso o dos que no se puedan hacer ahora por lo que dije antes, -porque es una tierra abandonada-, pero se puede hacer algo.
Estas son las tres preocupaciones mías que quería compartir con vosotros como puntos de reflexión. Ahora os dejo la palabra y os agradezco la parresía. Muchas gracias.  
23.05.18



Confirmación: Nuevo ciclo de catequesis en la audiencia general

Palabras del Santo Padre en español

(23 mayo 2018).- En la confirmación, Cristo “nos colma con su Espíritu” y “nos consagra como testigos suyos, nos hace partícipes de su misma vida y misión”, ha anunciado el Papa Francisco en la audiencia general.
Hoy, el Santo Padre ha iniciado un nuevo ciclo de catequesis del sacramento de la Confirmación, en la audiencia general celebrada en la plaza de San Pedro, la mañana de miércoles, 23 de mayo de 2018, tras finalizar las reflexiones sobre el Bautismo.
Testimonio cristiano
Francisco ha explicado en castellano –tras pronunciar la catequesis completa en italiano– que “el testimonio cristiano consiste en hacer todo lo que el Espíritu de Cristo nos pide, dándonos su gracia para cumplirlo”.
En este sentido, el Pontífice ha descrito que el sacramento se llama así porque “confirma el Bautismo y robustece la gracia bautismal”.
Se llama también crismación –ha matizado–, porque con la unción del crisma se recibe al Espíritu Santo, “para que el cristiano se conforme cada vez más a Cristo y se comporte siempre como hijo de Dios”.
Impulso misionero
Los Apóstoles, sobre los cuales descendió con su fuerza el Espíritu Santo el día de Pentecostés, recibieron el impulso misionero de “entregar sus vidas por la santificación de los hombres, para gloria de Dios” ha indicado el Pontífice.
Cristo fue ungido por el Espíritu Santo –ha recordado Francisco– y toda su vida estuvo animada por el Espíritu; de la misma manera, la vida de la Iglesia, y de cada uno de nosotros, ha de estar guiada por el mismo Espíritu.   


Catequesis del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Después de la catequesis sobre el Bautismo, estos días que siguen a la solemnidad de Pentecostés nos invitan a reflexionar sobre el testimonio que el Espíritu suscita en los bautizados, poniendo sus vidas en movimiento, abriéndolas al bien de los demás. Jesús confió a sus discípulos una gran misión: “Vosotros sois la sal de la tierra, vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5, 13-16). Estas son imágenes que nos hacen pensar en nuestro comportamiento, porque tanto la falta de sal como su exceso vuelven poco apetecible la comida, así como la ausencia y el exceso de luz nos impiden ver. El que puede hacernos realmente sal que da sabor y conserva de la corrupción y luz que ilumina el mundo es solo el Espíritu de Cristo. Y este es el don que recibimos en el Sacramento de la Confirmación o Crismación, sobre el que deseo detenerme y reflexionar con vosotros. Se llama “Confirmación” porque confirma el Bautismo y refuerza su gracia (véase Catecismo de la Iglesia Católica, 1289); así como “Crismación“, porque recibimos el Espíritu a través de la unción con el “crisma” –aceite mezclado con fragancias consagrado por el obispo – un término que se refiere a “Cristo”, el ungido del Espíritu Santo.
Renacer a la vida divina en el Bautismo es el primer paso. Por lo tanto es necesario que nos comportemos como hijos de Dios, es decir, que nos conformemos al Cristo que obra en la santa Iglesia, dejándonos involucrar en su misión en el mundo. Esto es lo que otorga la unción del Espíritu Santo: “ Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro” (véase Secuencia de Pentecostés). Sin la fuerza del Espíritu Santo no podemos hacer nada: el Espíritu es el que nos da fuerzas para ir adelante. Como toda la vida de Jesús estuvo animada por el Espíritu, así también la vida de la Iglesia y de cada uno de sus miembros está bajo la guía del mismo Espíritu.
Concebido por la Virgen por obra el Espíritu Santo, Jesús emprende su misión después de que, salido del agua del Jordán, es consagrado por el Espíritu que desciende y permanece sobre Él (cf Mc 1,10; Jn 1:32). Él lo declara explícitamente en la sinagoga de Nazaret. ¡Es hermoso como se presenta Jesús, cual es el carnet de identidad de Jesús en la sinagoga de Nazaret! Escuchemos como hace: “El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva”(Lc4, 18). Jesús se presenta en la sinagoga de su pueblo como el Ungido, El que ha sido ungido por el Espíritu.

Jesús está lleno del Espíritu Santo y es la fuente del Espíritu prometido por el Padre (Jn 15, 26; Lc 24, 39; Hch 1, 8, 2.33). En realidad, en la noche de Pascua el Resucitado sopló sobre los discípulos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo” (Jn 20,22); y en el día de Pentecostés, la fuerza del Espíritu desciende sobre los Apóstoles de forma extraordinaria (véase Hechos 2: 1-4), como sabemos.
El “Respiro” de Cristo resucitado llena los pulmones de la Iglesia de vida y, en efecto, las bocas de los discípulos, “llenos del Espíritu Santo”, se abren para proclamar a todos las grandes obras de Dios (véase Hechos 2: 1-11).
Pentecostés – que celebramos el domingo pasado- es para la Iglesia  lo que para Cristo fue  la unción del Espíritu recibida en el Jordán; es decir, Pentecostés es  el impulso misionero a consumir la vida por la santificación de los hombres, para gloria de Dios. Si en todo sacramento obra el Espíritu, de manera especial es en la Confirmación en el cual “los fieles reciben como don el Espíritu Santo ” (Pablo VI, Const. ap., Divinae consortium naturae). Y en el momento de efectuar la unción, el obispo dice estas palabras: “Recibe al Espíritu Santo que te ha sido dado en don”: es el gran don de Dios, el Espíritu Santo. Y todos nosotros llevamos al Espíritu dentro. El Espíritu está en nuestro corazón, en nuestra alma. Y el Espíritu nos guía en la vida para que nos convirtamos en sal justa y luz justa para los hombres.
Si en el bautismo es el Espíritu Santo quien nos sumerge en Cristo, en la Confirmación es Cristo quien nos llena de su Espíritu, consagrándonos como testigos suyos, partícipes del mismo principio de vida y de misión, según el diseño del Padre celestial. El testimonio que dan los confirmados manifiesta la recepción del Espíritu Santo y la docilidad a su inspiración creativa. Yo me pregunto: ¿Cómo vemos que hemos recibido el Don del Espíritu? Si realizamos las obras del Espíritu, si pronunciamos palabras enseñadas por el Espíritu (véase 1 Cor 2:13). El testimonio cristiano consiste en hacer solo y todo lo que el Espíritu de Cristo nos pide, otorgándonos la fuerza  para hacerlo.
24.05.18


Santa Marta: Para ser libre de cara a las riquezas

Tomar distancia y orar al Señor


(24 mayo 2018).- “Para ser libre de cara a las riquezas, es necesario distanciarse y orar al Señor”, dijo el Papa Francisco en la misa de la mañana en este 24 de mayo de 2018, en la capilla de la Casa Santa Marta.“Si el Señor te ha dado riquezas, es para dárselas a los otros, para hacer en su nombre tanto bien por los demás”, agregó.
En su homilía informada por Vatican News en italiano, el Papa se refirió a la primera lectura donde Santiago amonesta a los ricos “con fuerza” sin “medias palabras”: “¡Ay de los ricos!”. Si hoy existiera tal predicación, los periódicos del día siguiente dirían: “¡Este sacerdote es comunista!”, añadió.
Pero la pobreza está en el centro del Evangelio”, dijo el Papa: la predicación sobre la pobreza está en el centro de la predicación de Jesús: “Bienaventurados los pobres” es la primera de las Bienaventuranzas, es la carta de identidad con el que Jesús se presenta … Pero nosotros siempre tenemos esta debilidad para suprimir esta predicación sobre la pobreza creyendo que se trata de algo social, de política. ¡No! Es el Evangelio puro”.
¿Por qué San Santiago hace una predicación “tan dura?”  Porque las riquezas son “una idolatría”, una “seducción”, ha respondido el Papa Francisco: “no podemos servir a dos señores: o sirves a Dios o sirves a las riquezas” porque “te agarran y no te sueltan”.
La riqueza los convierte en “esclavos”, van en contra del “primer mandamiento”, amar a Dios y “el segundo mandamiento”, amar al prójimo “porque destruyen las relaciones armoniosas entre los hombres”, “arruinan la vida” “arruinan el alma”. Las riquezas “nos hacen egoístas”.
Y el Papa reprende: Incluso aquí, en Italia, para salvar los grandes capitales, se deja a la gente sin trabajo. Va contra el segundo mandamiento y quién hace esto: “¡Ay de ti!”. Yo no, Jesús. Ay de ustedes que explotáis a la gente, que explotáis el trabajo, que pagáis en negro, que no pagáis la contribución para las jubilaciones, que no dais vacaciones – dijo el Papa Francisco – ¡Ay de ti! Hacer “descuentos”, hacer estafas sobre aquello que se debe pagar, sobre el salario, es un pecado, es pecado…. “No, padre, voy a misa todos los domingos y voy a esta asociación católica y soy muy católico y hago la novena por eso…”. ¿Pero luego no pagas? Esta injusticia es un pecado mortal. No estás en la gracia de Dios. No lo digo yo, lo dice Jesús, lo dice el Apóstol Santiago. Es por eso que las riquezas te alejan del segundo mandamiento, del amor al prójimo.

En conclusión, el Papa Francisco invitó a “rezar un poco más y hacer un poco más de penitencia”: “No eres libre frente a las riquezas. Para ser libre frente a las riquezas, debe tomar distancia y orar al Señor. Si el Señor te ha dado riquezas, es para dárselas a los otros, para hacer en su nombre tanto bien para los otros. Pero las riquezas tienen esta capacidad de seducirnos y caemos en esta seducción, somos esclavos de las riquezas”.   
25.05.18



Belleza del matrimonio: Hombre y mujer, imagen y semejanza de Dios

Reflexión del Papa en Santa Marta


(25 mayo 2018).- Francisco ha recordado que el hombre y la mujer han sido creados “a imagen y semejanza de Dios” y el mismo matrimonio se convierte así en su imagen. Por esta razón –ha dicho Papa– es tan bello: “El matrimonio es una predicación silenciosa para todos los demás, una predicación de todos los días”.
Francisco ha reflexionado sobre la belleza del matrimonio en la Misa matutina, celebrada en Santa Marta, el viernes, 25 de mayo de 2018, en la que han participado 7 parejas que festejan algunas el 50° otras y el 25° aniversario de matrimonio.
¡Miren que el amor es posible!’. Y el amor es capaz de hacer vivir enamorados durante toda una vida: en la alegría y en el dolor, con el problema de los hijos y el problema propio… pero ir siempre adelante. En la salud y en la enfermedad, ir siempre adelante. Ésta es la belleza”, ha aclarado el Pontífice.
Es verdad que hay dificultades -ha continuado– hay problemas con los hijos o en la misma pareja, discusiones, peleas… pero lo importante es que la carne permanezca una y se superan, se superan, se superan. Y éste no es sólo un sacramento para ellos, sino también para la Iglesia, como si fuera un sacramento que che llama la atención.
Una predicación silenciosa 
El hombre y la mujer han sido creados a imagen y semejanza de Dios y el mismo matrimonio se convierte así en su imagen. Por esta razón, dijo el Papa, es tan bello: “El matrimonio es una predicación silenciosa para todos los demás, una predicación de todos los días”.
La pregunta que le plantean a Jesús los fariseos se refiere al matrimonio: “Quieren saber si es lícito o no a un marido repudiar a su propia esposa. Pero –ha dicho Francisco– el Señor va más allá, y llega hasta la Creación, y habla del matrimonio como algo de lo más bello que Dios ha creado en aquellos siete días”.
Desde el inicio de la creación, Dios los hizo macho y hembra. Por esta razón el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y los dos se convertirán en una carne sola”, ha explicado Francisco.
Una carne que no se puede dividir
Es fuerte lo que dice el Señor”, comentó el Papa. Habla de “una carne” que no se puede dividir. Jesús “deja el problema de la separación y va a la belleza de la pareja”.
Y el Papa recomienda: “Nosotros no debemos detenernos, como estos Doctores, en ‘se puede’, o ‘no se puede’ dividir un matrimonio. A veces está la desgracia de que el matrimonio no funciona y es mejor separarse para evitar una guerra mundial –ha dicho– pero ésta es una desgracia. Vayamos a ver lo positivo”.   
26.05.18

Francisco aconseja a los policías de Roma que no pierdan nunca la ternura



(25 mayo 2018).- “La familia es el lugar de la ternura. Por favor, ¡no perdáis nunca la ternura! Y esta época falta de ternura, hay que reencontrarla, y la familia puede ayudarnos ahora”: ha dicho el Papa Francisco a los directivos y personal de la Comisaría de Policía de Roma.
Esta mañana, a las 12 horas, en el Aula Pablo VI, el Santo Padre ha recibido en audiencia a los directivos y al personal de la Comisaría de Roma y de la Dirección Central de Sanidad del Departamento de Seguridad Pública con sus familiares. Estaban presentes también los familiares de las víctimas del terrorismo y de los caídos en cumplimiento del deber.


Desde el inicio de la creación, Dios los hizo macho y hembra. Por esta razón el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y los dos se convertirán en una carne sola”, ha explicado Francisco.
Una carne que no se puede dividir
Es fuerte lo que dice el Señor”, comentó el Papa. Habla de “una carne” que no se puede dividir. Jesús “deja el problema de la separación y va a la belleza de la pareja”.
Y el Papa recomienda: “Nosotros no debemos detenernos, como estos Doctores, en ‘se puede’, o ‘no se puede’ dividir un matrimonio. A veces está la desgracia de que el matrimonio no funciona y es mejor separarse para evitar una guerra mundial –ha dicho– pero ésta es una desgracia. Vayamos a ver lo positivo”.
Discurso del Papa Francisco
Señor Jefe de Policía, distinguidas Autoridades, queridos familiares de las víctimas del terrorismo y del deber, queridos funcionarios, agentes y personal civil de la Policía de Estado:
Os doy la bienvenida y agradezco al Jefe de la Policía sus palabras. A él y a todos vosotros os expreso nuevamente mi reconocimiento a la Policía de Estado por el servicio que presta al Papa y a la Iglesia.
Cuando vuestro capellán me solicitó una audiencia para los funcionarios de la Policía de Estado de la Comisaría de Roma y la Dirección Central de Sanidad del Departamento de la Seguridad Pública junto a sus familias, me alegré inmediatamente. Encontraros, con vuestros hijos, vuestras mujeres, maridos, padres, ¡me da alegría! Miraros a los ojos, daros la mano, acariciar a vuestros niños ensancha los corazones, nos acerca y nos une en la alabanza y en el agradecimiento al Señor. ¡Gracias por haber venido con vuestras familias, gracias!.
La familia es la primera comunidad donde se enseña y se aprende a amar. Y también es el contexto privilegiado en el que se enseña y se aprende la fe, se aprende a hacer el bien.  Y estas cosas, la fe, el amor, el hacer el bien, se aprenden solamente “en dialecto”, el dialecto de la familia. No se aprenden en otro idioma. Se aprenden en dialecto, el dialecto de la familia. La buena salud de la familia es decisiva para el futuro del mundo y de la Iglesia, considerando  los múltiples retos y dificultades que hoy se presentan en la vida de cada día. Efectivamente, cuando se encuentra una realidad amarga, cuando se siente el dolor, cuando irrumpe la experiencia del mal o de la violencia, es en la familia, en su comunión de vida y amor que todo se puede comprender y superar.
La familia misma, así como toda realidad humana, está marcada por el sufrimiento. Muchas páginas de la Biblia lo demuestran: la violencia fratricida de Caín sobre Abel, las peleas entre los hijos y las mujeres de Abraham, Isaac y Jacob, las tragedias que afectan a David, el sufrimiento de Tobías, el dolor de Job. También la vida de la Santa Familia conoció contradicciones dolorosas, como la huida de María y José que fueron exiliados en Egipto con el niño Jesús. María meditaba sobre todas estas experiencias en su corazón, y Jesús, hijo de Dios e hijo de María, por su parte ve, escucha, sufre y se alegra, experimentando en su corazón las vicisitudes de las personas que encuentra: la suegra de Pedro que está en la cama enferma, Marta y María que lloran por la muerte del hermano Lázaro, la viuda de Naim que perdió a su único hijo, el centurión afectado por la enfermedad de un ser querido… Jesús siempre es capaz de medirse con las personas que le implorar por su salud o que lloran desconsoladas.
Siguiendo el ejemplo de Jesús, la Iglesia también, en su camino cotidiano, conoce las ansiedades y las tensiones de la familia, los conflictos de generaciones, las violencias domésticas, las dificultades económicas, la precariedad del trabajo… Reflejándose cada día en el Evangelio, la Iglesia está guiada por el Espíritu Santo para estar cerca de las familias, como compañera de viaje, sobre todo de las que atraviesan por alguna crisis o viven algún dolor, y también para indicar el destino final, donde la muerte y el dolor desaparecerán para siempre.
Durante el camino de la vida Jesús nunca nos abandona: Él sigue y acompaña con misericordia a todos los seres humanos, en particular a las familias, que santifica en el amor. Su presencia se manifiesta por medio de la ternura, de las caricias, del abrazo de una madre, de un padre, de un hijo. La familia es el lugar de la ternura. Por favor, ¡no perdáis nunca la ternura! Y esta época falta de ternura, hay que reencontrarla, y la familia puede ayudarnos ahora. Por esta razón en las Escrituras Dios se muestra padre así como madre que cuida y se inclina en el gesto de acercar al seno y dar de comer.
La Iglesia, como una madre cariñosa, nos enseña a permanecer firmes en Dios, ese Dios que nos ama y nos sostiene. A partir de esta experiencia interior fundamental es posible llegar a sostener todas las contrariedades y las vicisitudes de la vida, las agresiones del mundo, las infidelidades y los defectos nuestros y de los demás. Y solo partiendo de esa sólida experiencia interior podemos ser santos en la perseverancia del bien, que con la gracia de Dios vence todo mal.
También la fe se transmite en la familia. Aquí se aprende a rezar, la oración humilde, simple y al mismo tiempo abierta hacia la esperanza, acompañada por la alegría, la alegría verdadera, que procede de una armonía entre las personas, de la belleza de estar juntos y apoyarnos el uno al otro en el camino de la vida, aunque conscientes de todos nuestros límites.
La época en que vivimos está caracterizada por profundos cambios. Lo experimentáis continuamente en vuestro trabajo, sea en las investigaciones que en las calles, especialmente en una ciudad como Roma. Y la experiencia familiar os ayuda también en esto, porque os da equilibrio humano, sabiduría, valores a seguir. Una buena familia transmite también los valores civiles, educa a sentirse parte del cuerpo social, a comportarse como ciudadanos leales y honestos. Una nación no se rige si las familias no cumplen esta tarea. La primera educación cívica se recibe–también esa en dialecto- en la familia.
Queridos hermanos y hermanas, os doy las gracias por esta visita y os acompaño con mi grato  recuerdo en la oración. ¡Qué la Familia de Nazaret y San Miguel Arcángel, vuestro patrón, ayuden a todas vuestras familias y a la grande familia de la Policía de Estado! ¡Gracias!Recemos a la Virgen, nuestra Madre, para que bendiga a todos los policías, a las familias de los policías y los ayude a salir adelante con valor, mansedumbre y ternura.
27.05.18


Ángelus: El significado de la vida es el amor infinito y concreto de Dios

Un “océano de amor”


(27 mayo 2018).-  “El sentido de la vida es el amor infinito y concreto del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”, un “océano de amor”, explica el Papa Francisco: el amor de un Dios cercano, que conoce a todos y quiere difundir su vida y amor en todo el mundo, gracias a la misión de los bautizados.
El Papa Francisco presidió la oración del Ángelus del mediodía este domingo, 27 de mayo de 2018, en la fiesta de la Santísima Trinidad, en la Plaza de San Pedro, en presencia de unas 25,000 personas.
El Papa hizo hincapié en la alegría que acompaña a la misión del cristiano: “la alegría es un poco el primer idioma del cristiano”.
También enfatizó que la persona bautizada no está sola, no solo porque Dios está con él, sino porque es parte de un “pueblo”.
Después del Ángelus, el Papa saludó a varios grupos y se refirió a la beatificación, ayer, sábado, 27 de mayo en Piacenza (Italia), de Sor Leonela, muerta en Somalia en Mogadiscio en 2006. El Papa invitó a orar con él un “Ave María” por la paz en África y ha  invocado a Nuestra Señora de África.
Palabras del Papa antes del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! Hoy, domingo después de Pentecostés, celebramos la fiesta de la Santísima Trinidad. Una fiesta para contemplar y alabar el misterio del Dios de Jesucristo, que es uno en la comunión de tres Personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Para celebrar con asombro siempre nuevo al Dios-Amor, que nos ofrece su vida gratuitamente y nos pide que la divulguemos en el mundo.
Las lecturas bíblicas de hoy nos hacen comprender que Dios no quiere revelarnos que Él existe, sino que Él es el “Dios con nosotros”, cercano a nosotros, que nos ama, que camina con nosotros, está interesado en nuestra historia personal y se ocupa de todos, empezando por los más pequeños y los más necesitados. Él “es Dios allá arriba en los cielos” pero también “aquí abajo en la tierra” (Dt 4:39).
Por lo tanto, no creemos en una entidad distante, ¡no! En una entidad indiferente, ¡no! sino, al contrario, en el Amor que creó el universo y engendró un pueblo, se hizo carne, murió y resucitó por nosotros, y en tanto que  Espíritu Santo, transforma todo y conduce todo a su plenitud.
San Pablo (Rm 8: 14-17), quien personalmente experimentó esta transformación hecha por el Dio de Amor, nos comunica su deseo de ser llamado Padre, o más bien “Papá” – Dios es “nuestro Papá” -, con la confianza total de un niño que se abandona en los brazos de quien le dio la vida. Al actuar en nosotros, el Espíritu Santo – nuevamente recuerda al Apóstol – se asegura de que Jesucristo no se reduzca a un personaje del pasado, no, sino que lo sentimos cercano, nuestro contemporáneo, y que hacemos la experiencia de la alegría de ser hijos amados por Dios. Finalmente, en el Evangelio, el Señor resucitado promete permanecer con nosotros para siempre. Y es precisamente por su presencia y la fuerza de su Espíritu que podemos cumplir serenamente la misión que nos confía. ¿Cuál es esta misión? Anunciar su Evangelio y testimoniar a todos ellos y así dilatar la comunión con Él y la alegría que de Él se deriva. Al caminar con nosotros, Dios nos llena de alegría y la alegría es un poco el primer idioma del cristiano.
Por lo tanto, la fiesta de la Santísima Trinidad nos hace contemplar el misterio un de Dios que constantemente crea, redime y santifica, siempre con amor y por amor, y que da a cada criatura que lo acoge reflejar un rayo de su belleza, de su bondad y de su verdad. Siempre ha elegido caminar con la humanidad y formar un pueblo que sea una bendición para todas las naciones y para todas las personas, sin excluir a nadie. El cristiano no es una persona aislada, pertenece a un pueblo: este pueblo que Dios forma. No puede haber cristianos sin esta pertenencia ni esta comunión. Somos su pueblo, el pueblo de Dios.
Que la Virgen María nos ayude cumplir con alegría la misión de testimoniar al mundo, sediento de amor, que  el sentido de la vida es precisamente el amor infinito y concreto del Padre, el Hijo y del Espíritu Santo.    
28.05.18



Santa Marta: La alegría no es “ser divertido”, es la “paz del corazón”

Homilía del Papa Francisco en la misa


(28 mayo 2018).- El Papa Francisco ha expresado que la alegría no es “ser divertido” no “vivir de risotada en risotada”. La alegría cristiana –ha aclarado– es la paz: La paz que está en las raíces, la paz del corazón, la paz que sólo Dios nos puede dar”.
Así lo ha explicado el Santo Padre en la homilía pronunciada en la misa en Santa Marta, esta mañana, 28 de mayo de 2018.
La alegría “es la trascendencia del cristiano”, una alegría hecha de paz verdadera y no falaz como la que ofrece la cultura actual, que “inventa tantas cosas para divertirnos”, innumerables “pedacitos de dulce vida”, ha anunciado el Pontífice en la capilla de Santa Marta.
Fruto del Espíritu Santo
Un cristiano que no es alegre en su corazón no es un buen cristiano”, ha indicado el Papa. “Es la trascendencia, el modo de expresarse del cristiano, la alegría. No es una cosa que se compra o que yo hago con mi esfuerzo, no. Es un fruto del Espíritu Santo. Y el que provoca la alegría en el corazón es el Espíritu Santo”.
El mundo contemporáneo –continuó el Obispo de Roma– lamentablemente se contenta con una “cultura no gozosa”, “una cultura donde se inventan tantas cosas para divertirnos”, tantos “pedacitos de dulce vida”, pero que no satisfacen plenamente. En efecto, la alegría “no es una cosa que se compra en el mercado”, “es un don del Espíritu” y vibra también “en el momento de la turbación, en el momento de la prueba”.
Hay una inquietud buena pero hay otra que no es buena, esa de buscar las seguridades por doquier, esa de buscar el placer por doquier. El joven del Evangelio tenía miedo de no ser feliz si dejaba sus riquezas. La alegría, la consolación, es nuestra trascendencia de cristianos”, ha comentado el Pontífice.     
29.05.18



Santa Marta: Para caminar hacia la santidad es necesario “estar libres”

El Papa advierte sobre “los esquemas del mundo”


(29 mayo 2018).- Para caminar hacia la santidad es necesario “estar libres y sentirse libres”, ha expresado Francisco en la misa de Santa Marta esta mañana, martes, 29 de mayo de 2018. En este sentido, el Santo Padre ha advertido de que hay muchas cosas que nos esclavizan.
En su homilía, el Papa ha reflexionado a partir de la Primera Lectura del día (1 Pe 1, 10-16) en la que Pedro invita a caminar hacia la santidad: es la llamada a la santidad, que es la llamada normal, es la llamada a vivir como cristianos, es decir, vivir como cristiano es lo mismo que decir “vivir como santo”.
Caminar hacia la santidad” consiste, por lo tanto –ha descrito Francisco– en caminar hacia aquella gracia que nos viene al encuentro, caminar hacia la esperanza, estar en tensión hacia el encuentro con Jesucristo.
No entren en los esquemas del mundo”
El Obispo de Roma ha invitado a la libertad espiritual: “No entren en los esquemas del mundo, no entren en los esquemas, en el modo de pensar mundano, en el modo de pensar y de juzgar que te ofrece el mundo, porque esto te quita la libertad”. Y para caminar sobre la santidad, es necesario ser libres: la libertad de ir mirando hacia la luz, de ir hacia adelante. Y cuando nosotros regresamos, como dice aquí, al modo de vivir que teníamos antes del encuentro con Jesucristo, o cuando volvemos a los esquemas del mundo, perdemos la libertad”.
Asimismo, Francisco ha advertido de que muchas veces pensamos en la santidad “como algo extraordinario, como tener visiones u oraciones elevadísimas… o algunos piensan que ser santo significa tener una cara de estampita,…no. Ser santos es otra cosa”, ha explicado. “Es caminar en esto que el Señor nos dice sobre la santidad. Y , ¿qué es caminar sobre la santidad? Y… Pedro lo dice: “pongan toda su esperanza en la gracia que recibirán cuando se manifieste Jesucristo”.  
30.05.18




Audiencia: En la Confirmación, el Espíritu se comunica con la imposición de manos

Palabras del Papa en español

(30 mayo 2018).- Según la tradición apostólica, en el Sacramento de la Confirmación, el Espíritu se comunica a través de la imposición de las manos y se une la unción del crisma que indica cómo el Espíritu entra hasta lo más profundo de nosotros, embelleciéndonos con tantos carismas, ha revelado el Papa Francisco.
Esta mañana, miércoles 30 de mayo, el Santo Padre ha presidido la audiencia general en la plaza de San Pedro ante miles de peregrinos, llegados a Roma desde distintos lugares del mundo.
Francisco ha ofrecido la 2ª catequesis del Sacramento de la Confirmación, dentro del nuevo ciclo, que comenzó el pasado miércoles, 23 de mayo de 2018.
El rito de la confirmación tiene varios gestos litúrgicos que expresan la profundidad de este sacramento de la iniciación cristiana –ha señalado el Pontífice–.
En primer lugar, antes de recibir la unción que confirma y refuerza la gracia del bautismo, los candidatos son llamados a renovar las promesas bautismales y hacer profesión de fe.
Después –Francisco ha continuado explicando el rito de la Confirmación– de un silencio orante, el Obispo extiende las manos sobre los confirmados e invoca la efusión del Espíritu sobre ellos. “El Espíritu enriquece con sus dones a los miembros de la Iglesia, construyendo así la unidad en la diversidad”, ha matizado el Papa.
Comunicación del Espíritu
Según la tradición apostólica –ha aclarado el Obispo de Roma– el Espíritu “se comunica a través de la imposición de las manos”, a lo que se une la unción del aceite perfumado o crisma, que indica “cómo el Espíritu entra hasta lo más profundo de nosotros, embelleciéndonos con tantos carismas”.
De este modo –ha indicado el Papa– el sacramento se confiere con la unción del santo crisma en la frente y pronunciando estas palabras: «Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo». “Es una señal visible del don invisible”, ha asegurado: Un carácter indeleble que nos configura más plenamente con Jesús y nos da la gracia para difundir al mundo el buen olor de Cristo.      
31.05.18