28 de juny 2018

PAPA ROMA


Francisco a los cardenales: “Ninguno de nosotros debe sentirse ‘superior’ a nadie”

Homilía del Papa

(28 junio 2018).-El Señor nos recuerda una y otra vez –ha dicho el Papa en su homilía– que la única autoridad creíble es la que nace de “ponerse a los pies de los otros para servir a Cristo”, ha dicho el Papa en su homilía.
Este jueves, 28 de junio de 2018, el Papa Francisco ha consagrado a 14 nuevos cardenales en un Consistorio Ordinario Público, celebrado en la Basílica Vaticana a las 16 horas.
La Iglesia Católica cuenta ya con 226 cardenales. De ellos, 125 tienen menos de 80 años, son “papables” y ya no serán una mayoría de europeos (72 son extraeuropeos).
Discurso del Papa Francisco
«Estaban subiendo por el camino hacia Jerusalén y Jesús iba delante de ellos» (Mc 10,32).[1] 
El comienzo de este paradigmático pasaje en Marcos siempre nos ayuda a ver cómo el Señor cuida de su pueblo con una pedagogía sin igual. De camino a Jerusalén, Jesús no deja de primerear a los suyos. 
Jerusalén es la hora de las grandes determinaciones y decisiones. Todos sabemos que los momentos importantes y cruciales en la vida dejan hablar al corazón y muestran las intenciones y las tensiones que nos habitan. Tales encrucijadas de la existencia nos interpelan y logran sacar a la luz búsquedas y deseos no siempre transparentes del corazón humano. Así lo revela, con toda simplicidad y realismo, el pasaje del Evangelio que acabamos de escuchar. Frente al tercer y más cruel anuncio de la pasión, el evangelista no teme desvelar ciertos secretos del corazón de los discípulos: búsqueda de los primeros puestos, celos, envidias, intrigas, arreglos y acomodos; una lógica que no solo carcome y corroe desde dentro las relaciones entre ellos, sino que además los encierra y enreda en discusiones inútiles y poco relevantes. Pero Jesús no se detiene en ello, sino que se adelanta, los primerea y enfáticamente les dice: «No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor» (Mc 10,43). Con esa actitud, el Señor busca recentrar la mirada y el corazón de sus discípulos, no permitiendo que las discusiones estériles y autorreferenciales ganen espacio en el seno de la comunidad. ¿De qué sirve ganar el mundo entero si se está corroído por dentro? ¿De qué sirve ganar el mundo entero si se vive atrapado en intrigas asfixiantes que secan y vuelven estéril el corazón y la misión? En esta situación —como alguien hacía notar— se podrían vislumbrar ya las intrigas palaciegas, también en las curias eclesiásticas. 

«No será así entre vosotros», respuesta del Señor que, en primer lugar, es una invitación y una apuesta a recuperar lo mejor que hay en los discípulos y así no dejarse derrotar y encerrar por lógicas mundanas que desvían la mirada de lo importante. «No será así entre vosotros» es la voz del Señor que salva a la comunidad de mirarse demasiado a sí misma en lugar de poner la mirada, los recursos, las expectativas y el corazón en lo importante: la misión. 
Y así Jesús nos enseña que la conversión, la transformación del corazón y la reforma de la Iglesia siempre es y será en clave misionera, pues supone dejar de ver y velar por los propios intereses para mirar y velar por los intereses del Padre. La conversión de nuestros pecados, de nuestros egoísmos no es ni será nunca un fin en sí misma, sino que apunta principalmente a crecer en fidelidad y disponibilidad para abrazar la misión. Y esto de modo que, a la horade la verdad, especialmente en los momentos difíciles de nuestros hermanos, estemos bien dispuestos y disponibles para acompañar y recibir a todos y a cada uno, y no nos vayamos convirtiendo en exquisitos expulsivos o por cuestiones de estrechez de miradas[2] o, lo que sería peor, por estar discutiendo y pensando entre nosotros quién será el más importante. Cuando nos olvidamos de la misión, cuando perdemos de vista el rostro concreto de nuestros hermanos, nuestra vida se clausura en la búsqueda de los propios intereses y seguridades. Así comienza a crecer el resentimiento, la tristeza y la desazón. Poco a poco queda menos espacio para los demás, para la comunidad eclesial, para los pobres, para escuchar la voz del Señor. Así se pierde la alegría, y se termina secando el corazón (cf. Exhort. Ap. Evangelii Gaudium, 2). 
No será así entre vosotros —nos dice el Señor—, […] el que quiera ser primero, sea esclavo de todos» (Mc 10,43-44). Es la bienaventuranza y el magníficat que cada día estamos invitados a entonar. Es la invitación que el Señor nos hace para no olvidarnos que la autoridad en la Iglesia crece en esa capacidad de dignificar, de ungir al otro, para sanar sus heridas y su esperanza tantas veces dañada. Es recordar que estamos aquí porque hemos sido enviados a «evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor» (Lc 4,18-19). 
Queridos hermanos Cardenales y neo-Cardenales: Mientras vamos de camino a Jerusalén, el Señor se nos adelanta para recordarnos una y otra vez que la única autoridad creíble es la que nace de ponerse a los pies de los otros para servir a Cristo. Es la que surge de no olvidarse que Jesús, antes de inclinar su cabeza en la cruz, no tuvo miedo ni reparo de inclinarse ante sus discípulos y lavarles los pies. Esa es la mayor condecoración que podemos obtener, la mayor promoción que se nos puede otorgar: servir a Cristo en el pueblo fiel de Dios, en el hambriento, en el olvidado, en el encarcelado, en el enfermo, en el tóxico-dependiente, en el abandonado, en personas concretas con sus historias y esperanzas, con sus ilusiones y desilusiones, sus dolores y heridas. Solo así, la autoridad del pastor tendrá sabor a Evangelio, y no será como «un metal que resuena o un címbalo que aturde» (1 Co 13,1). Ninguno de nosotros debe sentirse “superior” a nadie. Ningunos de nosotros debe mirar a los demás por sobre el hombro, desde arriba. Únicamente nos es lícito mirar a una persona desde arriba hacia abajo, cuando la ayudamos a levantarse. 
Quisiera recordar con vosotros parte del testamento espiritual de san Juan XXIII que adelantándose en el camino pudo decir: «Nacido pobre, pero de honrada y humilde familia, estoy particularmente contento de morir pobre, habiendo distribuido según las diversas exigencias de mi vida sencilla y modesta, al servicio de los pobres y de la santa Iglesia que me ha alimentado, cuanto he tenido entre las manos —poca cosa por otra parte— durante los años de mi sacerdocio y de mi episcopado. Aparentes opulencias ocultaron con frecuencia espinas escondidas de dolorosa pobreza y me impidieron dar siempre con largueza lo que hubiera deseado. Doy gracias a Dios por esta gracia de la pobreza de la que hice voto en mi juventud, como sacerdote del Sagrado Corazón, pobreza de espíritu y pobreza real; que me ayudó a no pedir nunca nada, ni puestos, ni dinero, ni favores, nunca, ni para mí ni para mis parientes o amigos» (29 junio 1954).    
29.06.18





Ángelus: La Iglesia peregrina “va a las raíces de su fe”

Fiesta de San Pedro y San Pablo

(29 junio 2018).- En la fiesta de San Pedro y San Pablo, Patronos de Roma, la Iglesia peregrina  “va a las raíces de su fe”, ha señalado el Pontífice Francisco en su alocución previa a la oración mariana del Ángelus:
Como marca la tradición de la solemnidad de los santos Apóstoles Pedro y Pablo, tras haber celebrado la Santa Misa en la Plaza de San Pedro, con la bendición de los palios para los nuevos arzobispos Metropolitanos, el Santo Padre ha rezado el Ángelus este viernes, 29 de junio de 2018, desde el balcón del Palacio Apostólico, junto a los fieles llegados de todo el mundo a la plaza de San Pedro, indica ‘Vatican News’ en español.
Sus restos mortales, custodiados en las dos Basílicas a ellos dedicadas, son tan queridos por los romanos y por los numerosos peregrinos que vienen de cada parte del mundo a venerarlos”, ha indicado el Papa.
Abrirse a su misterio”
¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre?”; “¿Quién dicen que soy Yo?”: el Papa explicó que con estas dos preguntas Jesús “parece decir” que “una cosa es seguir la opinión corriente, y otra es encontrarlo a Él y abrirse a su misterio”, en donde se descubre “la Verdad”, ha reflexionado el Santo Padre a partir del Evangelio, Mateo 16, versículos 13 al 19, que narra el diálogo en el que Jesús interroga a los discípulos acerca de su propia identidad.
La opinión común –ha matizado el Papa– contiene una respuesta verdadera, pero parcial. Pedro, y con él la Iglesia de ayer, hoy y siempre, responde, por la gracia de Dios, la verdad: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente» (v. 16)”.
Tú eres el Cristo”
Así, Francisco ha explicado que a lo largo de los siglos, el mundo ha definido a Jesús de diferentes maneras: “un gran profeta de la justicia y el amor; un sabio maestro de vida; un revolucionario; un soñador de los sueños de Dios”… Y afirmó que se destaca aun hoy, simple y neta, la confesión de Simón, llamado Pedro, un hombre humilde y lleno de fe: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”.
Jesús es el Hijo de Dios”, ha recordado Francisco: por ello “Él está perennemente vivo como eternamente vivo está su Padre. Esta es la novedad que la gracia enciende en el corazón de quien se abre al misterio de Jesús: la certeza no matemática, pero aún más fuerte, interior, de haber encontrado la Fuente de la Vida, la Vida misma hecha carne, visible y tangible en medio de nosotros”.
Esta es la experiencia del cristiano –ha añadido el Papa–  y no es mérito suyo: nosotros cristianos, no es mérito nuestro, sino que proviene de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Todo ello está contenido en ‘germen’ en la respuesta de Pedro: ‘Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente’”.       
30.06.18






Ángelus: Para Dios nadie es un “intruso”


¡Levántate, ánimo, levántate!



(1 julio 2018).- “Todos están admitidos en el camino del Señor: nadie debe sentirse un intruso, un abusador o un ilegítimo”, dijo el Papa Francisco en el Ángelus de este 1 de julio de 2018: “para tener acceso a su corazón, al corazón de Jesús, solo hay una condición: sentir que tenemos necesidad de una curación y confiar en Él”.
El Papa también repitió “esta palabra de Jesús dirigida a cada uno de nosotros:” ¡Te digo, levántate! “Ve. Levántate, coraje, levántate!”
Palabras del Papa antes del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de este domingo (cf. Mc 5,21-43) presenta dos prodigios realizados por Jesús, describiéndolos casi como una especie de marcha triunfal hacia la vida.
Primero, el evangelista habla de cierto Jairo, uno de los jefes de la sinagoga, que acude a Jesús y le ruega que vaya a su casa porque su hija de doce años está muriendo. Jesús acepta y va con él; pero, a lo largo del camino, llega la noticia de que la niña está muerta. Podemos imaginar la reacción de aquel papá. Pero Jesús le dice: “¡No tengas miedo, solo ten fe!” (V. 36). Llegado a la casa de Jairo, Jesús saca a la gente que lloraba, entra a la habitación solo con los padres y tres discípulos, y al dirigirse a la difunta dice: “Muchacha, yo te digo: ¡levántate!” (V.41). Inmediatamente, la niña se levanta, como si despertara de un sueño profundo (v. 42).
Dentro de la historia de este milagro, Marcos inserta otra: la curación de una mujer que sufría de hemorragia y fue sanada tan pronto como tocó el manto de Jesús (v. 27). Aquí es sorprendente que la fe de esta mujer atraiga el poder salvador divino que existe en Cristo, quien, sintiendo que una fuerza “había salido de él”, trata de entender quién era. Y cuando la mujer avergonzada se acerca y confiesa todo, Él le dice: “Hija, tu fe te ha salvado” (v. 34).
Estas son dos historias entrelazadas, con un solo centro: la fe; y muestran a Jesús como la fuente de vida, como Aquel que restaura la vida a aquellos que confían plenamente en Él. Los dos protagonistas, es decir, el padre de la niña y la mujer enferma, no son discípulos de Jesús, sin embargo son escuchados por su fe. Tienen fe en este hombre. De esto entendemos que todos están admitidos en el camino del Señor: nadie debe sentirse como un intruso, una persona abusiva o alguien que no tiene ningún derecho. Para tener acceso a su corazón, al corazón de Jesús, solo hay un requisito: sentirse necesitados de curación y confiar en Él. Les pregunto, si tienes necesidad de curar alguna cosa, algún pecado, algún problema. Y si siente esto, ¿tiene fe en Jesús?. Estas son las dos condiciones para ser sanados, para tener acceso al corazón, sentir que tiene necesidad de curación  y confiarse a Él. Jesús va a descubrir a estas personas entre la multitud y los aleja del anonimato, los libera del miedo a vivir. Lo hace con una mirada y con una palabra que los pone en el camino después de tanto sufrimiento y humillación. Nosotros también estamos llamados a aprender e imitar estas palabras que liberan y estas miradas que devuelven, a los que no lo tienen, el deseo de vivir.
En esta página del Evangelio, los temas de la fe y de la nueva vida que Jesús vino a ofrecer se entrelazan. Al entrar en la casa donde la niña yace muerta, Él expulsa a aquellos que se están agitando y lamentándose (v. 40) y dice: “La niña no está muerta, sino que duerme” (v. 39). Jesús es el Señor, y ante Él la muerte física es como un sueño: no hay razón para desesperarse. Otra es la muerte a la cual tener miedo: ¡la del corazón endurecido por el mal! de eso sí debemos tener miedo. Cuando sentimos que nuestros corazones están endurecidos, nuestros corazones se endurecen y me permito la palabra, el corazón momificado, debemos tener miedo a esto,. Esta es la muerte del corazón. Pero incluso el pecado, incluso el corazón momificado para Jesús, nunca es la última palabra, porque nos ha traído la infinita misericordia del Padre. E incluso si hemos caído tan bajo, su voz tierna y fuerte nos alcanza: “Yo te digo: ¡levántate!”. Es bello escuchar esta palabra de Jesús dirigida a cada uno de nosotros: “yo te digo, ¡levántate!” Vamos, ¡levántate!, ánimo, ¡levántate!. Y Jesús devuelve la vida a la joven y devuelve la vida también a la mujer curada: vida y fe juntas.
Le pedimos a la Virgen María que acompañe nuestro camino de fe y amor concreto, especialmente hacia los necesitados. E invoquemos su intercesión materna por nuestros hermanos que sufren en el cuerpo y en el espíritu.  
 02.07.18



Francisco celebró con los pobres la creación de cardenales

Organizado por el Cardenal Konrad Krajewski

(2 julio 2018).- El Papa Francisco apareció por sorpresa el pasado jueves, 28 de junio, en la cena especial con 280 pobres, refugiados y expresidiarios que celebró en el Vaticano Mons. Konrad Krajewski, Limosnero Pontificio, tras haber sido consagrado Cardenal en el Consistorio presidido por el Santo Padre ese mismo día.
El nuevo cardenal Konrad Krajewski celebró así “la púrpura” recibida en el Consistorio Ordinario Público del 28 de junio de 2018 con una cena especial en el Vaticano junto a 280 pobres, refugiados y expresidiarios, informa el medio del Vaticano ‘Vatican News’.
La cena tuvo lugar el viernes, 29 de junio de 2018, en la fiesta de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo: Los participantes se sentaron a la mesa en una sala grande, donde fueron servidos y asistidos por 80 voluntarios, entre ellos diáconos permanentes y las Misioneras de la Caridad, que colaboran con la Limosnería apostólica distribuyendo comida a quienes viven en dificultades o no tienen casa en las estaciones ferroviarias romanas.
Sorpresa del Papa
La fiesta fue preparada por el cardenal Konrad Krajewski, en la solemnidad de los Patronos de Roma, después de que éste concelebrara la Misa junto al Pontífice, los otros nuevos cardenales y los 28 arzobispos metropolitanos que recibieron el palio.
El Papa Francisco sorprendió a todos con su llegada alrededor de las 18:30 horas –señala ‘Vatican News’– deseoso de unirse a la celebración y compartir mesa con todos los allí presentes, incluidos los familiares del neo purpurado, popularmente conocido como “don Corrado”, oriundo de Polonia.
Mira, don Corrado, que no he venido por ti ¡sino por todos ellos!”, dijo el Obispo de Roma bromeando antes de sentarse y permanecer allí unas dos horas, hablando con todos y escuchando sus historias, a menudo cargadas de sufrimientos pero también de tantas esperanzas.
Bendición a una niña siria
Entre las numerosas conversaciones que Francisco mantuvo a lo largo de la cena con los refugiados, destacó la presencia de una niña siria nacida en Roma, que recibió ese mismo día el sacramento del Bautismo. El Papa la bendijo y manifestó su conmoción sobre la cuestión de los niños migrantes, que están siendo separados de sus madres en las zonas de la frontera entre Estados Unidos y México.
Asimismo, el Papa estuvo con los voluntarios de la comunidad de San Egidio, que colaboran con la Limosnería apostólica del Vaticano y trabajan por acoger a migrantes y refugiados.
Anécdotas 
El ambiente de familiaridad y fraternidad marcaron la velada, en la que muchos testimonios de diferentes personas “tocaron el corazón de Francisco”, indica el medio de comunicación vaticano.

Hubo también espacio para las fotos en grupo y momentos de risas, como el que surgió cuando uno de los participantes de la cena, con una larga barba blanca (véase en la foto del artículo), tomó el solideo rojo del cardenal Konrad Krajewski y se lo colocó para “posar en el retrato”, señala ‘Vatican News’.    
03.07.18



Julio: El Papa Francisco no celebrará la audiencia general este mes

Ni la Misa matutina en Santa Marta


(ZENIT – 3 julio 2018).- Como suele ser costumbre en verano, se suspenden las audiencias generales del miércoles durante todo el mes de julio, si bien se reanudarán en el mes de agosto en el Aula Pablo VI, ha informado la Santa Sede esta mañana en un comunicado de prensa.
La única cita pública con el Papa Francisco seguirá siendo el Ángelus del domingo, añaden en el comunicado de prensa, emitido este martes, 3 de julio de 2018.
Misa en Santa Marta
Asimismo, las misas matutinas del Papa con grupos de fieles en Santa Marta se suspenden durante los meses de julio y de agosto, y se reanudarán en septiembre.
04.07.18

13 de juny 2018

CATEQUESIS JUNY

Audiencia general: Nueva serie de catequesis dedicada a los mandamientos

Palabras del Papa en español

( 13 junio 2018).- El Santo Padre Francisco ha comenzado hoy un nuevo ciclo de catequesis dedicado a los mandamientos en la audiencia general, coincidiendo con la fiesta de San Antonio de Padua.
La audiencia se ha celebrado en la plaza de San Pedro, este miércoles, 13 de junio, a las 9:40 horas, con la participación de miles de peregrinos llegados de diferentes países de Europa y del mundo.
Francisco se ha remontado a los orígenes, y ha narrado cómo indicó Jesús al hombre el camino de los mandamientos: El diálogo de Jesús con aquel hombre que se acercó a preguntarle lo que tenía que hacer para heredar la vida eterna. “En su pregunta latía el deseo de una vida plena, auténtica. Jesús le responde indicándole el camino del cumplimiento de los mandamientos”.
Pero él, a pesar de que cumple los mandamientos desde pequeño, siente que le sigue faltando algo –ha explicado el Papa–. Así, mediante un proceso pedagógico, Jesús lleva a esa persona a reconocer sus propios límites para que confíe en él, el Hijo de Dios, “el único que puede dar una vida plena”.
Vida plena
El hombre debía convencerse de que “ya no puede vivir de sí mismo”, de sus propias obras, de sus propios bienes; “es necesario que lo deje todo para seguir al Señor, porque Él es la vida plena, el amor verdadero y la riqueza auténtica”, ha aclarado Francisco.
El Pontífice ha indicado que en estas catequesis se verán cada uno de los mandamientos como esa “puerta que el Padre celeste ha abierto para conducirnos a la vida verdadera, dejando que Jesús nos tome de la mano y nos ayude a atravesarla”
Catequesis del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy es la fiesta de San Antonio de Padua. ¿Quién  de vosotros se llama Antonio? Un aplauso para todos los “Antonios”.
Hoy comenzamos un nuevo itinerario catequético. Será sobre el tema de los mandamientos. Los mandamientos de la ley de Dios. Nos sirve de introducción el pasaje que acabamos de escuchar: el encuentro entre Jesús y un hombre –es un joven-  que, de rodillas, le pregunta cómo puede alcanzar la vida eterna (cf. Mc 10.17 a 21). Y en esa pregunta está el desafío de cada existencia, también de la nuestra: el deseo de una vida plena e infinita. Pero ¿cómo llegar? ¿Qué camino tomar? Vivir de verdad, vivir una existencia noble… Cuántos jóvenes intentan “vivir” y en cambio se destruyen  persiguiendo cosas efímeras.
Algunos piensan que sea mejor apagar este impulso, -el impulso de vivir- porque es peligroso. Quisiera decir, sobre todo a los jóvenes: nuestro peor enemigo no son los problemas concretos, por muy  graves y dramáticos que sean: El mayor peligro en la vida es un mal espíritu de adaptación que no es la mansedumbre ni la humildad, sino la mediocridad, la pusilanimidad [1]. Un joven mediocre ¿es un joven con futuro o no? ¡No! Se queda ahí; no crece, no tendrá éxito. La mediocridad o la pusilanimidad. Esos jóvenes que tienen miedo de todo. “No, yo soy así…” Esos jóvenes no saldrán adelante. Mansedumbre, fuerza y nada de pusilanimidad, nada de mediocridad. El beato Pier Giorgio Frassati decía que debemos vivir, no ir tirando. [2] Los mediocres van tirando. Vivir con la fuerza de la vida. Hay que pedir a nuestro Padre Celestial para los jóvenes de hoy el don de la inquietud saludable. Pero, en vuestras casas, en cada familia, cuando hay  un joven que está todo el día sentado, a veces la madre y el padre piensan: “Está enfermo, tiene algo” y lo llevan al médico. La vida del joven es ir adelante, estar inquieto, la inquietud saludable,  la capacidad de no estar satisfechos con una vida sin belleza, sin color. Si los jóvenes no tienen hambre de una vida auténtica,  me pregunto ¿Dónde irá la humanidad? ¿Dónde irá la humanidad con jóvenes quietos y no inquietos?
La pregunta de aquel hombre del Evangelio que hemos escuchado está dentro de cada uno de nosotros: ¿Cómo se encuentra la vida, la vida en abundancia, la felicidad? .Jesús responde: “Ya sabes los mandamientos” (v. 19), y cita una parte del Decálogo. Es un proceso pedagógico, con el cual Jesús quiere conducir a un lugar preciso. De hecho, ya está claro, por su pregunta que aquel hombre no tiene una vida plena busca algo más, está inquieto. Por lo tanto ¿qué debe entender? Él dice: «Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud» (v. 20).
¿Cómo se pasa de la juventud a la madurez? Cuando se empiezan a aceptar las propias limitaciones. Nos volvemos adultos cuando nos relativizamos y tomamos conciencia de “lo que falta” (cfr. v. 21). Este hombre se ve obligado a reconocer que todo lo que puede “hacer” no supera un “techo”, no va más allá de un margen.
¡Qué hermoso es ser hombres y mujeres! ¡Qué preciosa es nuestra existencia! Y sin embargo, hay una verdad que en la historia de los últimos siglos el hombre ha rechazado a menudo, con trágicas consecuencias: la verdad de sus limitaciones
Jesús, en el Evangelio, dice algo que puede ayudarnos: “No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento “(Mt 5, 17). El Señor Jesús regala el cumplimiento, por eso vino. Aquel hombre tenía dar un salto para llegar al umbral, donde se abre la posibilidad de dejar de vivir de uno mismo, de las propias obras, de los propios bienes y – precisamente porque falta la vida plena -dejarlo todo para seguir al Señor [3]. Mirándolo bien, en la invitación final de Jesús – inmenso, maravilloso – no está la propuesta de la pobreza sino la de la riqueza, la verdadera, “Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven ¡Sígueme!”(V. 21).
¿Quién, pudiendo elegir entre un original y una copia, elegiría la copia? Este es el desafío: encontrar el original de la vida, no la copia. Jesús no ofrece sustitutos, ¡sino vida verdadera, amor verdadero, riqueza verdadera! ¿Cómo pueden los jóvenes seguirnos en la fe si no nos ven elegir el original, si nos ven adictos a las medias tintas? Es feo encontrar cristianos de medias tintas, cristianos –me permito la palabra- “enanos”; crecen hasta una determinada estatura y luego no; cristianos con el corazón encogido, cerrado. Es feo encontrarse con esto. Hace falta el ejemplo de alguien que me invita a un “más allá”, a “algo más“, a crecer algo más. San Ignacio lo llamaba el “magis”, “el fuego, el fervor de la acción, que sacude al soñoliento”. [4]
El camino de lo que falta pasa por lo que hay. Jesús no vino a abolir la Ley o los Profetas sino a cumplirlos. Tenemos que partir de la realidad para dar el salto a “lo que falta”. Debemos escudriñar lo ordinario para abrirnos a lo extraordinario.
En estas catequesis tomaremos las dos tablas de Moisés como cristianos, de la mano de Jesús, para pasar de las ilusiones de la juventud al tesoro que está en el cielo, caminando detrás de Él. Descubriremos, en cada una de esas leyes, antiguas y sabias, la puerta abierta por el Padre que está en los cielos para que el Señor Jesús, que la ha cruzado, nos lleve a la vida verdadera. Su vida. La vida de los hijos de Dios.
1] Los Padres hablan de pusilanimidad (oligopsychìa). San Juan Damasceno la define como “el temor de llevar a cabo una acción” (Exposición exacta de la Fe Ortodoxa, II, 15) y San Juan Clímaco agrega que “la pusilanimidad es una disposición pueril, en un alma que ya no es más joven “(La Scala, XX, 1, 2).

[2] Ver Carta a Isidoro Bonini, 27 de febrero de 1925.

[3] “El ojo fue creado para la luz, el oído para los sonidos, todo para su propósito y el deseo del alma para  apresurarse hacia el Cristo” (Nicola Cabasilas, La vida en Cristo,II, 90).

[4] Discurso a la XXXVI Congregación General de la Compañía de Jesús, 24 de octubre de 2016: “Se trata de magis, de aquel plus que lleva a Ignacio a iniciar procesos, a acompañarlos y evaluar su impacto real en la vida de las personas, en materia de fe, o de justicia, o de misericordia y caridad”.
14.06.18






Gritar, responder y liberar”: Propuesta del Papa para ayudar a los pobres

Mensaje de la II Jornada Mundial de los Pobres


(14 junio 2018).- El Papa Francisco ha titulado el Mensaje de la II Jornada Mundial de los Pobres “Este pobre gritó y el Señor lo escuchó”, palabras del Salmo 37. “¿Cómo es que este grito, que sube hasta la presencia de Dios, no alcanza a llegar a nuestros oídos, dejándonos indiferentes e impasibles?” plantea el Papa en documento.
La presentación del Mensaje ha tenido lugar esta mañana, 14 de junio de 2018, en la Santa Sede, a cargo de Mons. Rino Fisichella, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización y Mons. Graham Bell, Subsecretario del mismo dicasterio.
El Santo Padre firmó simbólicamente el Mensaje para la II Jornada Mundial de los Pobres –que se celebrará el domingo, 18 de noviembre de 2018– el día 13 de junio de 2018, fiesta de San Antonio de Padua, patrono de los pobres.

Santa Marta: “Cuando insulto al otro, mato su futuro”

Jesús nos llama a la reconciliación


(14 junio 2018).- El Papa Francisco advierte de que “cuando insulto, inicio a matar al otro, le quito el derecho de ser respetable, mato su futuro, quizás incluso en el automóvil a la hora de punta, pero más a menudo por envidia”.
La reflexión del Santo Padre en la misa celebrada esta mañana, 14 de junio de 2018, en Santa Marta, ha estado enfocada a la “reconciliación que nos pide Jesús”, respetar la dignidad del otro y también la mía, ha indicado Francisco
Comentando el Evangelio de Mateo sobre el discurso de Jesús sobre la justicia, el insulto y la reconciliación, el Obispo de Roma ha explicado que Jesús nos invita a la reconciliación radical: “La sabiduría humana: siempre es mejor un mal acuerdo que un buen juicio”. Para hacer entender bien su enseñanza sobre la relación de amor, de caridad con nuestros hermanos, el Señor usa “un ejemplo de todos los días”. Pero después “va más allá y explica el problema de los insultos”.
Decir al hermano “estúpido” o “loco” lleva a la condena, ha advertido el Santo Padre. “El Señor dice: “El insulto no termina en sí mismo, es una puerta que se abre, es comenzar un camino que terminará matando” – precisa el Papa. Porque el insulto “es el comienzo del matar, es un descalificar al otro, quitarle el derecho de ser respetable y dejarlo de lado, es matarlo en la sociedad”.
El insulto es tan peligroso, explica el Papa, “porque tantas veces nace de la envidia”. Cuando una persona tiene una minusvalía, mental o física, no me amenaza, y no tenemos ganas de insultarla.
Pero cuando una persona hace algo que no gusta, yo la insulto y la hago pasar como “discapacitada”, ha detallado el Pontífice: discapacitada mental, discapacitada social, discapacitada familiar, sin capacidad de integración… Y por esto mata: mata el futuro de una persona, mata el recorrido de una persona. Es la envidia que abre la puerta, porque cuando una persona tiene algo que me amenaza, la envidia me lleva a insultarla. Casi siempre hay envidia allí.
Así, el Papa ha invitado a reflexionar: “¿Yo cómo insulto?” “¿Yo cuándo insulto?”.
¿Cuándo separo mi corazón del otro con un insulto? –ha planteado–. Y ver si allí está aquella raíz amarga de la envidia que me lleva a querer destruir al otro para evitar la competición, la rivalidad, estas cosas. No es fácil esto. Pero pensemos: ¡qué hermoso no insultar jamás! Es bello, porque así dejamos crecer a los demás. Que el Señor no dé esta gracia.   
15.06.18


Santa Marta: Jesús dignifica a la mujer y la pone al mismo nivel que el hombre

Homilía del Papa Francisco


(15 junio 2018).- El Santo Padre ha afirmado que «Jesús dignifica a la mujer y la pone al mismo nivel que el hombre, ya que toma aquella primera palabra del Creador, “ambos son imagen y semejanza de Dios”, ambos.
Francisco ha reflexionado sobre el Evangelio del día según San Mateo, en la misa celebrada esta mañana, 15 de junio de 2018, en la Casa Santa Marta, en el que resuenan las palabras de Cristo: “El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio” y “el que repudia a su propia mujer la expone a caer en adulterio”.
Imagen y semejanza de Dios
El Papa ha puesto en guardia sobre el grave pecado de explotar a las mujeres, señala ‘Vatican News’ en español, y explica que sin ellas, “el hombre no puede ser imagen y semejanza de Dios”.
La doctrina de Jesús sobre la mujer cambia la historia: “Una cosa es la mujer antes de Jesús y otra cosa es la mujer después de Jesús”, ha anunciado Francisco.
Jesús dice palabras fuertes, radicales, que cambian la historia, ya que hasta entonces la mujer ‘era considerada de segunda clase’, para decirlo con un eufemismo: era una esclava, ni siquiera gozaba de plena libertad”, observa el Papa.
El Santo Padre subraya cómo las mujeres son precisamente “aquello que falta a todos los hombres para ser imagen y semejanza de Dios”.
En este sentido, el Papa ha invitado a orar por “las mujeres descartadas, las mujeres usadas, las niñas que tienen que vender su dignidad por un trabajo”. Igualmente, el Sucesor de Pedro recuerda que descartar a la mujer es un pecado contra Dios Creador, porque sin ellas, “los hombres no podemos ser imagen y semejanza de Dios”.
Convertida en “producto”
En los programas de televisión, revistas, periódicos, vemos a las mujeres como un objeto de deseo, de uso; como en un supermercado”, explica el Papa señalando que en muchas ocasiones, con el fin de vender productos de una “cierta calidad”, la mujer es convertida en “producto”, expuesta de manera humillante, a veces sin ropa, tirando así por tierra esa enseñanza de Jesús que la “dignificó”.
Hay una rabia contra la mujer, una rabia fea. Incluso sin decirlo… ¿Cuántas veces las chicas necesitan venderse como un objeto desechable para tener un puesto de trabajo? ¿Cuántas veces?”, se pregunta Francisco señalando que esta situación también se vive en Roma y que no hace falta irse muy lejos para ser testigos de esta lacra social.   
16.06.18


Ángelus: El Reino de Dios crece de manera misteriosa y sorprendente

Una actitud de fe que sobrepasa nuestros proyectos, nuestros cálculos y nuestras previsiones

(17 junio 2018).- “Ayer, como hoy, el Reino de Dios crece de manera misteriosa y sorprendente en el mundo, revelando el poder oculto de la pequeña semilla, su victoriosa vitalidad”, dijo el Papa Francisco el 17 de junio. 2018.
Delante de 15 mil personas presentes en la Plaza de San Pedro, bajo un sol brillante, el Papa hizo hincapié en la “lógica de la naturaleza impredecible de Dios”: “Hoy el Señor nos llama a una actitud de fe que sobrepasa nuestros proyectos, nuestros cálculos, nuestras previsiones. Dios es siempre el Dios de las sorpresas, el Señor siempre nos sorprende.”
Aquí está nuestra traducción de las palabras pronunciadas por el Papa para introducir la oración mariana.
Palabras del Papa antes del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas, ¡Buenos días!
En el fragmento del Evangelio de hoy (Mc 4.26-34), Jesús habló a la multitud del Reino de Dios y del dinamismo de su crecimiento, y lo hace contando dos parábolas breves.
En la primera parábola (v. 26-29), el Reino de Dios se compara con el misterioso crecimiento de la semilla, que se siembra y el germen crece y produce la especie, independientemente de los cuidados del agricultor, que al final de la maduración hace lo necesario para recolectarlo. El mensaje que nos da esta parábola es éste: por la predicación y la acción de Jesús el Reino de Dios es anunciado, irrumpe en el campo del mundo y como el grano crece y se desarrolla, por su propia fuerza y ​​de acuerdo con sus criterios, humanamente no descifrables. Al crecer y germinar en la historia, no depende tanto del trabajo del hombre, sino que es sobre todo la expresión del poder y la bondad de Dios. Y de la fuerza del Espíritu Santo, quien hace avanzar la vida cristiana en el seno del Pueblo de Dios.
A veces la historia, como  sus acontecimientos y sus protagonistas, parece ir en sentido contrario de los designios del Padre celestial, que quiere para todos sus hijos la justicia, la fraternidad, la paz. Pero estamos llamados a vivir estos tiempos como temporadas de prueba, de esperanza y atenta espera de la cosecha. En efecto, ayer, como hoy, el Reino de Dios está creciendo en el mundo de una manera misteriosa y sorprendente, al revelar el poder oculto de la pequeña semilla, su victoriosa vitalidad. En los pliegues de los acontecimientos personales y sociales que a veces parecen marcar el hundimiento de la esperanza, uno debe permanecer confiado en la acción sofocada pero poderosa de Dios. Por eso, en tiempos de tinieblas y dificultades, no debemos permitir dejarnos abatir, sino permanecer anclados en la fidelidad de Dios, en su presencia que siempre salva. Acordaos de esto: Dios salva siempre, Él es salvador.
En la segunda parábola (v. 30-32), Jesús compara el Reino de Dios con un pequeño grano de mostaza. Es un grano muy pequeño, pero crece hasta convertirse en la más grande de todas las plantas del jardín: un crecimiento impredecible, sorprendente. No es fácil para nosotros entrar en esta lógica de la naturaleza impredecible de Dios y aceptarla en nuestra vida. Pero hoy el Señor nos exhorta a una actitud de fe que va más allá de nuestros proyectos, nuestros cálculos y nuestras predicciones. Dios es siempre el Dios de las sorpresas, el Señor siempre nos sorprende. Es una invitación a abrirnos más generosamente a los planes de Dios, tanto a nivel personal como a nivel comunitario. En nuestras comunidades debemos prestar atención a las pequeñas y grandes oportunidades de bien que nos ofrece el Señor, permitiéndonos involucrarnos en su dinámica de amor acogedor y de misericordia hacia todos.
La autenticidad de la misión de la Iglesia no está dada por el éxito y la satisfacción de los resultados, sino por el hecho de avanzar con el coraje de la confianza y la humildad de rendirse a Dios. Avanzar en la confesión de Jesús y con la fuerza del Espíritu Santo. Es la consciencia de ser pequeños y débiles instrumentos, que en las manos de Dios y por su gracia pueden realizar grandes obras, avanzando en su Reino que es “justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Rom 14,17). Que la Virgen María nos ayude a ser simples y atentos, a colaborar con nuestra fe y nuestro trabajo en el desarrollo del Reino de Dios en los corazones y en la historia.     
18.06.18




Santa Marta: La comunicación calumniosa “destruye”

Como en la dictadura nazi, dice el Papa


(18 junio 2018).- El Papa advierte de que se pueden “destruir instituciones o personas” con la calumnia: “Se usa la seducción que el escándalo tiene en la comunicación. Justamente de esta ‘comunicación calumniosa’, ha dicho Francisco en su homilía en la Misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa Santa Marta.
En la mañana del lunes, 18 de junio de 2018, el Santo Padre ha alertado de que “también hoy, en muchos países, se usa este método: destruir la libre comunicación” y lo ha comparado con la dictadura nazi: “Pensemos por ejemplo en las dictaduras del siglo pasado. Pensemos en la persecución a los judíos, por ejemplo. Una comunicación calumniosa, contra los judíos; y terminaban en Auschwitz porque no merecían vivir”.
En esta línea, el Pontífice ha observado que por este motivo, hay muchas personas, “tantos países destruidos por dictaduras malvadas y calumniosas”. Ha explicado que hoy también sucede en las pequeñas sociedades, en las personas y en tantos países: “El primer paso es apropiarse de la comunicación, y después la destrucción, el juicio, y la muerte”.
Una “gran seducción”
También en la vida cotidiana es así” –ha asegurado el Papa Francisco–. Si se quiere destruir a una persona, “inicio por la comunicación: difamar, calumniar, decir escándalos”.
Y comunicar escándalos es un hecho que tiene una seducción enorme, una gran seducción. Se seduce con los escándalos. Las buenas noticias no son seductoras: si, pero que bien que ha hecho. Y pasa… Pero un escándalo: pero has visto. Has visto esto. Has visto aquel otro. ¿Qué cosa ha hecho? Esta situación… Pero no puede, no se puede ir adelante así. Y así la comunicación crece, y esa persona, esa institución, aquel país termina en la ruina. No se juzgan al final a las personas. Se juzgan las ruinas de las personas o de las instituciones, porque no pueden defenderse”.
Historia de Nabot
El Papa ha reflexionado a partir de la historia de Nabot, narrada hoy en el Primer Libro de los Reyes y propuesta en la Primera Lectura. El rey Acab desea la viña de Nabot y le ofrece dinero. Aquel terreno pero forma parte de la herencia de sus padres y por lo tanto el hombre lo rechaza. Entonces Acab que era “caprichoso”, hace como los niños cuando no obtienen lo que quieren: llora.
Luego, siguiendo el consejo de su mujer cruel, Jezabel, lo acusa de falsedad, lo mata y toma posesión de su viña. Nabot –ha señalado el Pontífice– es pues un “mártir de la fidelidad a la herencia” que había recibido de sus padres: una herencia que iba más allá de la viña, una “herencia del corazón”.
Francisco ha indicado que la historia de Nabot es paradigma para la historia de Jesús, de San Esteban y de todos los mártires que han sido condenados “usando un escenario de calumnias”. Pero es también un paradigma en el modo de proceder de mucha gente, de “tantos jefes de Estado y de Gobierno”. Se comienza con una mentira y, “después de haber destruido sea una persona, sea una situación con aquella calumnia”, se juzga y se condena, ha descrito.  
19.06.18




Santa Marta: “Amen a sus enemigos y recen por sus persecutores”

Exhortación del Papa en la Misa


(19 junio 2018).- En su homilía, Francisco afirmó que comprendemos que “debemos perdonar a los enemigos”, “lo decimos todos los días en el Padrenuestro; pedimos perdón como nosotros perdonamos: es una condición…, si bien no fácil”.
El perdón, la oración, el amor por quien nos “quiere destruir”, por nuestro enemigo: Sólo la Palabra de Jesús puede tanto, destacó el Pontífice en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta, el tercer martes de junio.
De este modo también “rezar por los demás”, por “aquellos que nos causan dificultades”, “que nos ponen a prueba: también esto es difícil, pero lo hacemos. O, al menos, tantas veces hemos logrado hacerlo”, ha señalado el Papa.
Al reflexionar sobre el capítulo V, versículo 43, del Evangelio de Mateo propuesto por la liturgia del día, el Santo Padre admitió la dificultad humana de seguir el modelo de nuestro Padre celestial que tiene un amor “universal”. De ahí que haya destacado el desafío del cristiano de pedir al Señor la “gracia” de saber “bendecir a nuestros enemigos” y comprometernos a amarlos.
Rezar por los enemigos
Pero rezar por aquellos que quieren destruirme, por los enemigos, para que Dios los bendiga: es algo verdaderamente difícil de entender –ha reconocido Francisco–. Pensemos en el siglo pasado, en los pobres cristianos rusos que por el sólo hecho de ser cristianos eran enviados a Siberia a morir de frío: ¿Y ellos debían rezar por el gobernante verdugo que los mandaba allá? Pero, ¿cómo? Y tantos lo han hecho: han rezado. Pensemos en Auschwitz y en otros campos de concentración: ellos debían rezar por este dictador que quería la raza pura y mataba sin escrúpulos, ¡y rezar para que Dios lo bendijera! Y tantos lo han hecho”.
El Papa ha planteado la “lógica difícil” de Jesús que, en el Evangelio, está contenida en la oración y en la justificación de aquellos que “lo  mataban” en la Cruz: “Perdónalos, Padre, no saben lo que hacen”. Jesús pide perdón por ellos, como también lo hace en el momento del martirio, Santo Esteban:
Pero cuánta distancia, una infinita distancia entre nosotros que tantas veces no perdonamos pequeñas cositas, y esto que nos pide el Señor y de lo que nos ha dado ejemplo: perdonar a los que tratan de destruirnos. En las familias es tan difícil, a veces, para los esposos, perdonarse después de alguna disputa, o perdonar a la suegra: no es fácil. Para el hijo, pedir perdón al papá, es difícil. Pero perdonar a aquellos que te están matando, que quieren destruirte… No sólo perdonar: rezar por ellos, ¡para que Dios los custodie! Es más, amarlos. Sólo la palabra de Jesús puede explicar esto. Yo no logro ir más allá”.
Por último, el Papa ha propuesto que “nos hará bien, hoy, pensar en un enemigo – creo que todos nosotros tengamos alguno – en uno que nos ha hecho el mal o que nos quiere hacer el mal o que trata de hacer el mal: en éste. La oración mafiosa es: “Me la pagarás”. La oración cristiana es: “Señor, dale tu bendición y enséñame a amarlo”. Pensemos en uno: todos nosotros tenemos uno. Pensemos en él. Recemos por él. Pidamos al Señor que nos dé la gracia de amarlo”.   
20.06.18



Audiencia general: Con los mandamientos, Dios nos cuida y protege de la autodestrucción

2ª catequesis de los mandamientos

(20 junio 2018).- El Papa Francisco ha asegurado que Dios “es un padre que nos quiere y sale a nuestro encuentro”. Con los mandamientos, que contienen sus palabras, “Él nos cuida y protege de la autodestrucción, porque somos sus hijos, no sus súbditos”.
La audiencia general se ha celebrado esta mañana, miércoles, 20 de junio de 2018, en la plaza de san Pedro bajo un sol radiante y con la presencia de miles de fieles procedentes de diferentes países del mundo.
Dios es un padre
El Pontífice ha dedicado la catequesis de hoy –la segunda dedicada a los mandamientos– a hablar de los mandamientos como parte de una relación, aquella de la Alianza entre Dios y su Pueblo.
Sabemos que “Dios es un padre” –ha destacado el Papa– que “nos quiere” y “sale a nuestro encuentro”. Con los mandamientos, que contienen sus palabras, Él nos cuida y protege de la autodestrucción, porque somos sus hijos, no sus súbditos. Vivir como cristianos es pasar de la mentalidad de esclavos a la mentalidad de hijos.
Diez Palabras
La Sagrada Escritura los llama también «las diez Palabras» –ha dicho Francisco–. “¿Qué diferencia hay entre un mandamiento y una palabra? El mandamiento es un precepto, una orden. En cambio, la palabra es el medio esencial de la relación como diálogo fundamentado en el amor”.
En este sentido, el Santo Padre ha expresado que “dos personas que no se aman, no logran comunicar. Sin embargo, cuando alguien habla a nuestro corazón, termina nuestra soledad y comienza una comunicación que da vida”.
Desde el principio, ha explicado Francisco, el Tentador, quiso engañar al hombre y a la mujer, haciéndoles creer que Dios no los amaba y que era un déspota que les imponía leyes y normas para someterlos. “Lo mismo quiere hacernos creer también hoy a nosotros”, ha advertido.
Catequesis del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Esta audiencia se desarrolla en dos sitios: nosotros, aquí, en la Plaza y en el Aula Pablo VI donde hay más de 200 enfermos que ven la audiencia gracias a una pantalla gigante. Todos juntos formamos una comunidad. Saludamos con un aplauso a los que están en el Aula.
El miércoles pasado comenzamos un nuevo ciclo de catequesis, sobre los mandamientos. Vimos que el Señor Jesús no vino a abolir la Ley sino a darle cumplimiento. Pero tendremos que entender mejor esta perspectiva.
En la Biblia, los mandamientos no viven por sí mismos, sino que son parte de un nexo, una relación. El Señor Jesús no vino a abolir la Ley sino a darle cumplimiento. Y existe esa relación, de la Alianza [1] entre Dios y su pueblo. Al comienzo del capítulo 20 del libro de Éxodo leemos – y esto es importante-: “Dios pronunció todas estas palabras”(v. 1).
Parece una apertura como cualquier otra, pero nada en la Biblia es trivial. El texto no dice “Dios pronunció estos mandamientos“, sino “estas palabras”. La tradición judía siempre llamará al Decálogo “las Diez Palabras”. Y el término “decálogo” significa precisamente esto [2]. Y, sin embargo, están en forma de leyes, son mandamientos objetivamente. ¿Por qué, entonces, el Autor sagrado usa, precisamente aquí, el término “diez palabras”? ¿Por qué? ¿Y no dice “diez mandamientos”?
¿Cuál es la diferencia entre un mandato y una palabra? El mandato es una comunicación que no requiere diálogo. La palabra, en cambio, es el medio esencial de la relación como diálogo. Dios Padre crea por medio de su palabra, y su Hijo es la Palabra hecha carne. El amor se alimenta de palabras, al igual que la educación o la colaboración. Dos personas que no se aman no logran comunicar. Cuando alguien habla a nuestro corazón, nuestra soledad termina. Recibe una palabra, hay comunicación y los mandamientos son palabra de Dios: Dios se comunica en estas diez Palabras y espera nuestra respuesta
Una cosa es recibir una orden, otra percibir que alguien intenta hablar con nosotros. Un diálogo es mucho más que la comunicación de una verdad. Yo puedo deciros: “Hoy es el último día de la primavera, cálida primavera, pero hoy es el último día”. Es una verdad, no un diálogo. Pero si os digo: “¿Qué pensáis de esta primavera?, abro un diálogo. Los mandamientos son un diálogo. La comunicación se realiza por el gusto de hablar y por el bien concreto que se comunica entre los que se aman por medio de las palabras. Es un bien que no consiste en cosas, sino en las personas mismas que mutuamente se dan en el diálogo “(ibíd., N. Evangelii gaudium, 142).
Pero esta diferencia no es algo artificial. Observemos lo que pasó al principio. El Tentador, el diablo,  quiere engañar al hombre y a la mujer sobre esta cuestión: quiere convencerlos de que Dios les ha prohibido comer los frutos del árbol del bien y del mal para mantenerlos sometidos. El desafío es efectivamente éste: La primera regla que Dios da al hombre, ¿es la imposición de un déspota que prohíbe y obliga?, o ¿la atención de un papá  que cuida de sus pequeños y los protege de la autodestrucción? ¿Es una palabra o es un mandato? La más trágica, entre las diversas mentiras que la serpiente le dice a Eva, es la sugerencia de una deidad envidiosa– “Pero, no, Dios tiene envidia de vosotros”- , de una deidad posesiva. “Dios no quiere que tengáis libertad”. Los hechos muestran dramáticamente que la serpiente mintió, dio a entender que una palabra de amor fuese un mandato. (véase Génesis 2: 16-17; 3.4-5).
El hombre se enfrenta a esta encrucijada: ¿Dios me impone cosas o me cuida? ¿Sus mandamientos son solo una ley o contienen una palabra para cuidarme? ¿Dios es patrón o padre? Dios es Padre: No lo olvidéis nunca. Incluso en las situaciones más difíciles, pensad que tenemos un Padre que nos quiere a todos. ¿Somos súbditos o hijos? Este combate, tanto dentro como fuera de nosotros, se presenta continuamente: Tenemos que elegir mil veces entre una mentalidad de esclavos y una mentalidad de hijos. El mandamiento es del patrón, la palabra es del Padre.
El Espíritu Santo es un Espíritu de hijos, es el Espíritu de Jesús Un espíritu de esclavos no puede por menos que aceptar la Ley de forma opresiva, y puede producir dos resultados opuestos: O  una vida de deberes y obligaciones, o una reacción violenta de rechazo Todo el cristianismo es el pasaje de la letra de la Ley al Espíritu que da vida (véase 2 Cor 3: 5-17). Jesús es la Palabra del Padre, no es la condena del Padre. Jesús vino a salvar, con su Palabra, no a condenarnos.
Se ve cuando un hombre o una mujer han vivido este pasaje o no. La gente se da cuenta de si un cristiano razona como un hijo o como un esclavo. Y nosotros mismos recordamos si nuestros educadores nos cuidaron como padres y madres, o si solo nos impusieron reglas. Los mandamientos son el camino hacia la libertad, porque son la palabra del Padre que nos hace libres en este camino.
El mundo no necesita legalismo, sino cuidados. Necesita cristianos con corazón de hijos. [3]Necesita cristianos con el corazón de hijos: no lo olvidéis.
1] El cap. 20 del libro de Éxodo está precedido por la oferta de la Alianza en el cap. 19, en el que es central el pronunciamiento: “Ahora, pues, si de veras escucháis mi voz y guardáis mi alianza, vosotros seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos; porque mía es toda  la tierra. Seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa “(Ex 19, 5-6). Esta terminología encuentra su síntesis emblemática en el Levítico 26:12: “Me pasearé en medio de  vosotros y seré para vosotros Dios y vosotros seréis para mí un pueblo” y  proseguirá hasta el nombre del Mesías predicho en Isaías 7:14 es decir Emmanuel, que llega en Mateo, ” Ved que  la virgen concebirá y dará a luz un hijo; y le pondrá por nombre Emmanuel, que traducido significa Dios con nosotros “(Mt 1,23). Todo esto indica la naturaleza esencialmente relacional de la fe hebrea y, en el más alto grado, de la fe cristiana.
[2] Ver también Éxodo 34,28b: “Escribió en las tablas las palabras de la alianza, las diez palabras”.
[3] Cf. Juan Pablo II, Cart. Enc. Veritatis splendor, 12: ” La entrega del Decálogo es promesa y signo de la alianza nueva, cuando la ley será escrita nuevamente y de modo definitivo en el corazón del hombre (cf. Jr 31, 31-34), para sustituir la ley del pecado, que había desfigurado aquel corazón (cf. Jr. 17, 1). Entonces será dado «un corazón nuevo» porque en él habitará «un espíritu nuevo», el Espíritu de Dios (cf. Ez 36, 24-28) 
  21.06.18




Consejo Mundial de Iglesias: Necesidad de un “nuevo impulso evangelizador”


(21 junio 2018).- “Tenemos necesidad de un nuevo impulso evangelizador” ha expresado el Pontífice Católico en su visita al Consejo Mundial de Iglesias, con sede en Ginebra, que representa a 350 iglesias, y a su vez, a más de 500 millones de cristianos.
El Papa Francisco ha manifestado su deseo de estar presente en las celebraciones de 70º aniversario de la fundación del Consejo Mundial de Iglesias para reafirmar el compromiso de la Iglesia Católica en la causa ecuménica y para animar la cooperación con las Iglesias miembros y con los interlocutores ecuménicos.
Esta tarde, el Papa Francisco ha participado en el Encuentro Ecuménico en el Salón ‘Visser’t Hooft’ del Centro Ecuménico del Consejo Mundial de Iglesias en Ginebra.
Caminar, rezar y trabajar juntos”
En este contexto el Santo Padre se ha detenido en el lema elegido para esta jornada: Caminar – Rezar – Trabajar juntos, que ha desarrollado a lo largo de su discurso.
Discurso del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas: 
Me es grato encontrarme con vosotros y os agradezco vuestra amable acogida. En particular, doy las gracias al Secretario General, Reverendo Dr. Olav Fykse Tveit, y a la Moderadora, Dra. Agnes Abuom, por sus palabras y por haberme invitado con ocasión del 70º aniversario de la institución del Consejo Ecuménico de las Iglesias.
En la Biblia, setenta años evocan un período de tiempo cumplido, signo de la bendición de Dios. Pero setenta es también un número que hace aflorar en la mente dos célebres pasajes evangélicos. En el primero, el Señor nos ha mandado perdonarnos no siete, sino «hasta setenta veces siete» (Mt 18,22). El número no se refiere desde luego a un concepto cuantitativo, sino que abre un horizonte cualitativo: no mide la justicia, sino que inaugura el criterio de una caridad sin medida, capaz de perdonar sin límites. Esta caridad que, después de siglos de controversias, nos permite estar juntos, como hermanos y hermanas reconciliados y agradecidos con Dios nuestro Padre. 
Si estamos aquí es gracias también a cuantos nos han precedido en el camino, eligiendo la senda del perdón y gastándose por responder a la voluntad del Señor: «que todos sean uno» (Jn 17,21). Impulsados por el deseo apremiante de Jesús, no se han dejado enredar en los nudos intrincados de las controversias, sino que han encontrado la audacia para mirar más allá y creer en la unidad, superando el muro de las sospechas y el miedo. Tenía razón un antiguo padre en la fe cuando afirmaba: «Si el amor logra expulsar completamente al temor y este, transformado, se convierte en amor, entonces veremos que la unidad es una consecuencia de la salvación» (S. Gregorio de Nisa, Homilía 15, Comentario sobre el libro del Cantar de los Cantares). 
Somos los depositarios de la fe, de la caridad, de la esperanza de tantos que, con la fuerza inerme del Evangelio, han tenido la valentía de cambiar la dirección de la historia, esa historia que nos había llevado a desconfiar los unos de los otros y a distanciarnos recíprocamente, cediendo a la diabólica espiral de continuas fragmentaciones. Gracias al Espíritu Santo, inspirador y guía del ecumenismo, la dirección ha cambiado y se ha trazado de manera indeleble un camino nuevo y antiguo a la vez: el camino de la comunión reconciliada, hacia la manifestación visible de esa fraternidad que ya une a los creyentes. 
El número setenta ofrece en el Evangelio un segundo punto de reflexión. Se refiere a los discípulos que Jesús envió a la misión durante su ministerio público (Lc10,1) y cuya memoria se celebra en el Oriente cristiano. El número de estos discípulos remite a las naciones conocidas, enumeradas al comienzo de la Escritura (cf. Gn 10). ¿Qué nos sugiere esto? Que la misión está dirigida a todos los pueblos y que cada discípulo, por ser tal, debe convertirse en apóstol, en misionero. El Consejo Ecuménico de las Iglesias ha nacido como un instrumento de aquel movimiento ecuménico suscitado por una fuerte llamada a la misión: ¿cómo pueden los cristianos evangelizar si están divididos entre ellos? Esta apremiante pregunta es la que dirige también hoy nuestro caminar y traduce la oración del Señor a estar unidos «para que el mundo crea» (Jn 17,21). 
Permitidme, queridos hermanos y hermanas, manifestaros también, además del vivo agradecimiento por el esfuerzo que realizáis en favor de la unidad, una preocupación. Esta nace de la impresión de que el ecumenismo y la misión no están tan estrechamente unidos como al principio. Y, sin embargo, el mandato misionero, que es más que la diakonia y que la promoción del desarrollo humano, no puede ser olvidado ni vaciado. Se trata de nuestra identidad. El anuncio del Evangelio hasta el último confín es connatural a nuestro ser cristianos. Ciertamente, el modo como se realiza la misión cambia según los tiempos y los lugares y, frente a la tentación ―lamentablemente frecuente―, de imponerse siguiendo lógicas mundanas, conviene recordar que la Iglesia de Cristo crece por atracción. 
¿En qué consiste esta fuerza de atracción? Evidentemente, no en nuestras ideas, estrategias o programas. No se cree en Jesucristo mediante un acuerdo de voluntades y el Pueblo de Dios no es reductible al rango de una organización no gubernamental. No, la fuerza de atracción radica en aquel don sublime que conquistó al apóstol Pablo: «conocerlo a él [Cristo], y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos» (Flp 3,10). Solo de esto podemos presumir: del «conocimiento de la gloria de Dios reflejada en el rostro de Cristo» (2 Co 4,6), que nos da el Espíritu vivificador. Este es el tesoro que nosotros, frágiles vasijas de barro (cf. v. 7), debemos ofrecer a nuestro amado y atormentado mundo. No seríamos fieles a la misión que se nos ha confiado si redujéramos este tesoro al valor de un humanismo puramente inmanente, adaptable a las modas del momento. Y seríamos malos custodios si quisiéramos solo preservarlo, enterrándolo por miedo a los desafíos del mundo (cf. Mt 25,25). 
Tenemos necesidad de un nuevo impulso evangelizador. Estamos llamados a ser un pueblo que vive y comparte la alegría del Evangelio, que alaba al Señor y sirve a los hermanos, con un espíritu que arde por el deseo de abrir horizontes de bondad y de belleza insospechados para quien no ha tenido aún la gracia de conocer verdaderamente a Jesús. Estoy convencido de que, si aumenta la fuerza misionera, crecerá también la unidad entre nosotros. Así como en los orígenes el anuncio marcó la primavera de la Iglesia, la evangelización marcará el florecimiento de una nueva primavera ecuménica. Como en los orígenes, estrechémonos en comunión en torno al Maestro, no sin antes arrepentirnos de nuestras continuas vacilaciones y digámosle, con Pedro: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna» (Jn 6,68). 
Queridos hermanos y hermanas: He deseado estar presente en las celebraciones de este aniversario del Consejo también para reafirmar el compromiso de la Iglesia Católica en la causa ecuménica y para animar la cooperación con las Iglesias miembros y con los interlocutores ecuménicos. En este contexto, también quisiera detenerme un poco en el lema elegido para esta jornada: Caminar – Rezar – Trabajar juntos. 
Caminar: sí, pero ¿hacia dónde? En base a cuanto se ha dicho, propongo un doble movimiento: de entrada y de salida. De entrada, para dirigirnos constantemente hacia el centro, para reconocernos sarmientos injertados en la única vid que es Jesús (cf. Jn15,1-8). No daremos fruto si no nos ayudamos mutuamente a permanecer unidos a él. De salida, hacia las múltiples periferias existenciales de hoy, para llevar juntos la gracia sanadora del Evangelio a la humanidad que sufre. Preguntémonos si estamos caminando de verdad o solo con palabras, si los hermanos nos importan de verdad y los encomendamos al Señor o están lejos de nuestros intereses reales. También preguntémonos si nuestro camino es un volver sobre nuestros propios pasos o si es un ir al mundo con convicción para llevar allí al Señor.  Rezar: También en la oración, como en el camino, no podemos avanzar solos, porque la gracia de Dios, más que hacerse a medida individual, se difunde armoniosamente entre los creyentes que se aman. Cuando decimos «Padre nuestro» resuena dentro de nosotros nuestra filiación, pero también nuestro ser hermanos. La oración es el oxígeno del ecumenismo. Sin oración la comunión se queda sin oxígeno y no avanza, porque impedimos al viento del Espíritu empujarla hacia adelante. Preguntémonos: ¿Cuánto rezamos los unos por los otros? El Señor ha rezado para que fuésemos una sola cosa, ¿lo imitamos en esto?
Trabajar juntos: En este sentido quisiera subrayar que la Iglesia Católica reconoce la especial importancia del trabajo que desempeña la Comisión Fe y Constitución, y desea seguir contribuyendo a través de la participación de teólogos altamente cualificados. El estudio de Fe y Constitución, para una visión común de la Iglesia y su trabajo en el discernimiento de las cuestiones morales y éticas tocan puntos neurálgicos del desafío ecuménico. Del mismo modo, la presencia activa en la Comisión para la Misión y la Evangelización; la colaboración con la Oficina para el Diálogo Interreligioso y la Cooperación, últimamente sobre el importante tema de la educación y la paz; la preparación conjunta de los textos para la Semana de oración por la unidad de los cristianos y otras formas de sinergia son elementos constitutivos de una sólida y auténtica colaboración. Asimismo, agradezco la importante labor del Instituto Ecuménico de Bossey en la formación ecuménica de las jóvenes generaciones de responsables pastorales y académicos de tantas Iglesias y Confesiones cristianas de todo el mundo. Desde hace muchos años, la Iglesia Católica colabora en esta obra educativa con la presencia de un profesor católico en la Facultad; y cada año tengo la alegría de saludar al grupo de estudiantes que realiza el viaje de estudios a Roma. Quisiera mencionar también, como signo positivo de “armonía ecuménica”, la creciente adhesión a la Jornada de oración por el cuidado de la creación.
Por otra parte, el trabajo típicamente eclesial tiene un sinónimo bien definido: diakonia. Es el camino por el que seguimos al Maestro, que «no ha venido a ser servido, sino a servir» (Mc 10,45). El servicio variado e intenso de las Iglesias miembros del Consejo encuentra una expresión emblemática en la Peregrinación de justicia y paz. La credibilidad del Evangelio se ve afectada por el modo cómo los cristianos responden al clamor de todos aquellos que, en cualquier rincón de la tierra, son injustamente  víctimas del trágico aumento de una exclusión que, generando pobreza, fomenta los conflictos. Mientras los débiles son cada vez más marginados, sin pan, trabajo ni futuro, los ricos son cada vez menos y más ricos. Dejémonos interpelar por el llanto de los que sufren, y sintamos compasión, porque «el programa del cristiano es un corazón que ve» (Benedicto XVI, Carta enc. Deus caritas est, 31). Veamos qué podemos hacer concretamente, antes de desanimarnos por lo que no podemos. Miremos también a tantos hermanos y hermanas nuestros que en diversas partes del mundo, especialmente en Oriente Medio, sufren porque son cristianos. Estemos cerca de ellos. Y recordemos que nuestro camino ecuménico está precedido y acompañado por un ecumenismo ya realizado, el ecumenismo de la sangre, que nos exhorta a seguir adelante. 
Animémonos a superar la tentación de absolutizar determinados paradigmas culturales y dejarnos absorber por intereses personales. Ayudemos a los hombres de buena voluntad a dar mayor relieve a situaciones y acontecimientos que afectan a una parte importante de la humanidad, pero que ocupan un lugar muy marginal en el ámbito de la información a gran escala. No podemos desinteresarnos, y es preocupante cuando algunos cristianos se muestran indiferentes frente al necesitado. Más triste aún es la convicción de quienes consideran los propios bienes como signo de predilección divina, en vez de una llamada a servir con responsabilidad a la familia humana y a custodiar la creación. El Señor, Buen Samaritano de la humanidad (cf. Lc10,29-37), nos interpelará sobre el amor al prójimo, cualquiera que sea (cf. Mt 25,31-46). Preguntémonos entonces: ¿Qué podemos hacer juntos? Si es posible hacer un servicio, ¿por qué no proyectarlo y realizarlo juntos, comenzando por experimentar una fraternidad más intensa en el ejercicio de la caridad concreta? 
Queridos hermanos y hermanas: Os renuevo mi cordial agradecimiento. Ayudémonos a caminar, a rezar y a trabajar juntos para que, con la ayuda de Dios, la unidad avance y el mundo crea. Gracias.   
22.06.18  


Francisco invita a los cristianos orientales a “custodiar su carga profética”



( 22 junio 2018).- El Papa Francisco ha expresado su deseo de que “los hijos y las hijas de las Iglesias Orientales Católicas puedan custodiar su carga profética, de anuncio del Evangelio de Jesús, incluso en los contextos, a menudo, más secularizados de nuestro Occidente, donde llegan como inmigrantes o refugiados”.
Discurso entregado por el Papa Francisco 
Queridos amigos,
Me alegra encontraros al final de los trabajos de vuestra Asamblea Plenaria, que este año coincide con el 50 aniversario de la fundación de ROACO. Saludo cordialmente al cardenal Sandri y le agradezco sus palabras de presentación. Extiendo mi agradecido saludo a los Representantes Pontificios de los países del Medio Oriente que todos los días acompañan la esperanza de las poblaciones cristianas o de otras tradiciones religiosas en tierras desafortunadamente marcadas por conflictos y sufrimientos. Con gratitud saludo a los representantes de los organismos católicos junto con los benefactores de la Congregación para las Iglesias Orientales, así como a aquellos que han sido colaboradores en los últimos años y están presentes en este importante aniversario.

Después del centenario del Dicasterio, recién concluido, ROACO está viviendo su año jubilar. Según las Escrituras, en el año 50 resonabael shofar, el cuerno que anunciaba el año de la liberación de los esclavos, del perdón de la deuda, del regreso a la posesión de la tierra, todo ello  basado en la conciencia del don gratuito de la alianza y de la tierra -que era el signo- de Dios a su pueblo. Os invito a recordar con gratitud el tiempo transcurrido, y sobre todo los rostros -algunos ya han concluido su peregrinación terrenal-, que en la Congregación, como en cada uno de vuestros organismos, han contribuido al esfuerzo de ayuda y caridad. El estudio de los proyectos y su apoyo material, gracias a la generosidad de muchos creyentes de todo el mundo, ha permitido que las diferentes expresiones de las Iglesias Orientales Católicas, tanto en la madre patria como en la diáspora,  se hayan desarrollado y llevado adelante el testimonio del Evangelio. Un testimonio sometido a duras pruebas, a menudo la del dolor y la persecución, la primera por los regímenes totalitarios en Europa del Este, después, más recientemente, por las formas de fundamentalismo y de fanatismo con pretextos religiosos y de conflictos que no parecen querer cesar  especialmente en el Medio Oriente. La solidaridad concreta que habéis manifestado ha salido al encuentro de las emergencias de la guerra y la migración, pero sobre todo ha sido capaz de garantizar la vida misma de las iglesias, las actividades pastorales y de evangelización,  las obras sociales y de asistencia. Todo esto manifiesta el rostro de la Iglesia de Cristo que anuncia el Evangelio con obras y palabras, haciendo presente la caridad misma de Dios hacia cada hombre. De hecho, el año del Señor siempre tiene una dimensión de liberación interior, del corazón humano oprimido por el pecado, y exterior, en la nueva vida de los redimidos que anticipa  los cielos nuevos y la tierra nueva en los que habitará la justicia.
San Pedro, en su discurso después de Pentecostés, recuerda la profecía, -tan querida por mí-, de Joel: “Sobre todos derramaré mi Espíritu; vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros hijos tendrán visiones, y vuestros ancianos soñarán “(Hechos 2:17). Las Iglesias Orientales Católicas, que son testigos vivos de los orígenes apostólicos, están llamadas de manera especial a preservar y difundir una chispa del fuego pentecostal: están llamadas día tras día a descubrir su presencia profética en todos los lugares donde son peregrinas. A partir de Jerusalén, la Ciudad Santa, cuya identidad y vocación peculiar debe ser preservada más allá de las diversas tensiones y disputas políticas, la presencia de los cristianos, aunque pequeño rebaño, obtiene del Espíritu la fuerza para la misión de testimonio, hoy más urgente que nunca. ¡Que de los santos lugares donde el sueño de Dios se cumplió en el misterio de la encarnación y de la muerte y resurrección de Jesucristo, brote un espíritu de fortaleza renovado que anime a los cristianos de Tierra Santa y Oriente Medio a comprender su vocaciónespecífica y a dar razones de la fe y de la esperanza!, ¡Que los hijos y las hijas de las Iglesias Orientales Católicas puedan custodiar su carga profética, de anuncio del Evangelio de Jesús, incluso en los contextos, a menudo, más secularizados de nuestro Occidente, donde llegan como inmigrantes o refugiados! ¡Que encuentren acogida tanto en el ámbito práctico como en el ámbito de la vida eclesial, conservando y desarrollando el patrimonio de sus tradiciones propias! Gracias a vuestra ayuda, pueden dar testimonio a nuestros corazones, a veces entorpecidos, de que todavía vale la pena vivir y sufrir por el Evangelio, a pesar de ser minoría o incluso perseguidos porque el Evangelio es la alegría y la vida de los hombres y las mujeres de todos los tiempos.
Permitidme una última palabra de agradecimiento y exhortación. Gracias a la actividad de ROACO, a través de las miradas y los gestos de caridad que sostienen la vida de las Iglesias Orientales, el sucesor de Pedro puede también continuar su misión de búsqueda de los posibles caminos hacia la unidad visible de todos los cristianos. Mientras se trata de estrechar con humildad y corazón sincero la mano de los hermanos más alejados, los hijos no se olvidan y no se aman menos, sino que, también con vuestra ayuda se les escucha y ayuda a caminar como la Iglesia del Resucitado, a través de los desafíos y los sufrimientos espirituales y materiales, en Medio Oriente y en Europa Oriental.
Queridísimos, que siempre os acompañe en vuestra actividad la constante asistencia divina. Imparto de corazón a todos vosotros mi bendición apostólica, que extiendo a los organismos que representáis, a vuestras familias y a las comunidades a las que pertenecéis. Y os pido por favor que recéis por mí. Gracias.    
23.06.18


Ángelus: “¿Sé percibir las consolaciones del Espíritu?”

El Papa Francisco comenta el Evangelio de la Natividad de San Juan Bautista

(24 junio 2018).- “¿Sé percibir el consuelo del Espíritu?”: El Papa Francisco propuso un examen de conciencia al final de su comentario sobre el Evangelio del día, este domingo, 24 de junio de 2018, Solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista.
El Papa señaló, en presencia de unos 20.000 visitantes, que los testigos de esta Natividad milagrosa –mientras que Zacarías y Elizabeth eran mayores– y el final del silencio de Zacarías era “en la alegría, asombro y gratitud”.
El Papa invitó a contemplar a este “pueblo de Dios fiel” en Israel y lo invitó a sacar el tema de un examen de conciencia: “Pidámosle cada uno, en un examen de conciencia: ¿cómo está mi fe? Estoy gozoso? ¿Estoy abierto a las sorpresas de Dios? Porque Dios es el Dios de las sorpresas. ¿He `probado´ en el alma ese sentido de maravilla que otorga la presencia de Dios, este sentimiento de gratitud?”
En un tweet publicado en su cuenta @Pontifex_es, el Papa agregó esta invitación para imitar la humildad de San Juan Bautista: “Al igual que San Juan Bautista, el cristiano debe ser capaz de rebajarse para que el Señor pueda crecer en su corazón”.
Palabras del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy la liturgia nos invita a celebrar la fiesta de la Natividad de San Juan Bautista. Su nacimiento es el evento que ilumina la vida de sus padres Isabel y Zacarías, e involucra a familiares y vecinos en alegría y asombro. Estos ancianos padres habían soñado y preparado ese día, pero ahora ya no lo esperaban: se sentían excluidos, humillados, decepcionados. No tenían hijos. Confrontados al anuncio del nacimiento de un hijo (ver Lc 1, 13), Zacarías permaneció incrédulo, porque las leyes naturales no se lo permitían; estaban viejos, mayores; como resultado, el Señor lo hizo callar durante todo el tiempo de gestación (ver v. 20). Es una señal. Pero Dios no depende de nuestra lógica y nuestras limitadas capacidades humanas. Debemos aprender a confiar y a guardar silencio frente al misterio de Dios y a contemplar con humildad y silencio su obra, que se revela en la historia y que a menudo excede nuestra imaginación.
Y ahora que el evento tiene lugar, ahora que Isabel y Zacarías experimentan que “nada es imposible para Dios” (Lc 1,37), su alegría es grande. La página del Evangelio de hoy (Lc 1,57-66.80) anuncia el nacimiento y luego se centra en el momento de imponer el nombre del niño. Isabel elige un nombre extraño a la tradición familiar y dice: “Se llamará Juan” (v 60), don gratuito y desde ahora inesperado porque Juan significa “Dios ha hecho gracia”. Y este niño será un heraldo, un testigo de la gracia de Dios para los pobres que esperan su salvación con humilde fe. Zacarías confirma inesperadamente la elección de este nombre al escribirlo en una tabla, porque estaba en mudo, y “de inmediato su boca se abrió y su lengua se aflojó, y habló normalmente, bendiciendo a Dios” (v. 64).
Todo el evento del nacimiento de Juan el Bautista está rodeado por una alegre sensación de asombro, sorpresa y gratitud: la gente se apodera del santo temor de Dios “y de todas estas cosas se hablaba en toda la región montañosa de Judea”. (v. 65). Hermanos y hermanas, el pueblo fiel tiene la intuición de que algo grande ha sucedido, aunque sea humilde y escondido, y se pregunta: “¿Qué será este niño?” (V. 66).  El pueblo fiel de Dios es capaz de vivir la fe con alegría, con un sentimiento de asombro, de sorpresa y de gratitud.
Miremos estas gentes que hablaban bien de esta cosa maravillosa, de este milagro del nacimiento de Juan, y lo hicieron con alegría, estaban contentos, con una sensación de asombro, sorpresa y gratitud. Y mirando esto, preguntémonos: ¿cómo está mi fe? ¿Es una fe gozosa, o es siempre la misma fe, una fe “plana”? ¿Tengo un sentido de maravilla cuando veo las obras del Señor, cuando escucho acerca de la evangelización o la vida de un santo, o la cantidad de gente buena que veo: siento la gracia, internamente, ¿o no se mueve nada en mi corazón? ¿Puedo percibir las consolaciones del Espíritu o estoy cerrado? Vamos a preguntar a cada uno de nosotros, en un examen de conciencia: ¿cómo está mi fe? Es gozosa? ¿Está abierta a las sorpresas de Dios? Porque Dios es el Dios de las sorpresas. ¿He “probado” en el alma ese sentido de maravilla que otorga la presencia de Dios, este sentimiento de gratitud? Pensemos en estas palabras, que son el alma de la fe: alegría, asombro, sorpresa y gratitud.
Que la Santísima Virgen nos ayude a comprender que en cada persona humana está la huella de Dios, la fuente de vida. Ella, Madre de Dios y Madre nuestra, nos hace cada vez más conscientes de que en la generación de un niño los padres actúan como colaboradores de Dios. Una misión verdaderamente sublime que hace de cada familia un santuario de vida y que cada nacimiento de un hijo despierta la alegría, asombro y gratitud.  
25.06.18


Academia para la Vida: Francisco llama a una “ecología humana”

Discurso del Santo Padre

(25 junio 2018).- El Papa ha usado el término “ecología humana” para describir la “sabiduría que debe inspirar nuestra actitud”, llamada a considerar la calidad ética y espiritual de la vida en todas sus fases.
Esta mañana, a las 11:30 horas, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, el Papa Francisco ha recibido en audiencia a los participantes en la XXIV Asamblea General de la Pontificia Academia para la Vida (PAV),cuyo  tema es «Equal beginnings. But then? A global responsibility», en curso en el Aula Nueva del Sínodo en el Vaticano del 25 al 27 de junio.
La obra “hermosa” de la vida –ha expresado el Santo Padre– es la generación de una nueva persona, la educación de sus cualidades espirituales y creativas, la iniciación en el amor de la familia y la comunidad, el cuidado de su vulnerabilidad y sus heridas; así como la iniciación en la vida de los hijos de Dios, en Jesucristo.
Aprender a recibir el propio cuerpo, a cuidarlo y a respetar sus significados, es esencial para una verdadera ecología humana” ha descrito el Santo Padre.
Dignidad de la persona
El Papa ha manifestado su deseo de que la visión global de la bioética, que los especialistas preparan para relanzar en el ámbito de la ética social y del humanismo planetario, se mueva “a partir de la profunda convicción de la dignidad irrevocable de la persona humana.
En esta línea, el Pontífice ha matizado: La dignidad de cada persona, en cada etapa y condición de su existencia, “en la búsqueda de formas de amor y de cuidado con que se deben tratar a su vulnerabilidad y su fragilidad”.
Discurso del Papa Francisco
Distinguidos Señoras y Señores,
Me complace saludaros a todos, desde el presidente, monseñor Vincenzo Paglia, a quien agradezco haberme presentado esta Asamblea General, en la que el tema de la vida humana se situará dentro del amplio contexto del mundo globalizado en el que hoy vivimos. Y también quiero saludar al cardenal Sgreccia, que tiene noventa años pero es entusiasta, joven, en la lucha por la vida. Gracias, Eminencia, por lo que ha hecho en este ámbito y por lo que está haciendo. Gracias.
La sabiduría que debe inspirar nuestra actitud en la “ecología humana” está llamada a considerar la calidad ética y espiritual de la vida en todas sus fases. Hay una vida humana concebida, una vida en gestación, una vida salida a la luz, una vida niña, una vida adolescente, una vida adulta, una vida envejecida y consumada – y existe la vida eterna. Hay una vida que es familia y comunidad, una vida que es invocación y esperanza. Como también existe la vida humana frágil y enferma, la vida herida, ofendida, envilecida, marginada, descartada. Siempre es vida humana. Es la vida de las personas humanas, que habitan en la tierra creada por Dios y comparten la casa común de todas las criaturas vivientes. Ciertamente en los laboratorios de biología se estudia la vida con las herramientas que permiten explorar sus aspectos físicos, químicos y mecánicos. Un estudio importante e imprescindible, pero que debe integrarse con una perspectiva más amplia y más profunda, que pide atención a la vida propiamente humana, que irrumpe en la escena mundial con el prodigio de la palabra y del pensamiento, de los afectos y del espíritu. ¿Qué reconocimiento recibe hoy la sabiduría humana de la vida en las ciencias de la naturaleza? ¿Y qué cultura política inspira la promoción y protección de la vida humana real? La obra “hermosa” de la vida es la generación de una nueva persona, la educación de sus cualidades espirituales y creativas, la iniciación en el amor de la familia y la comunidad, el cuidado de su vulnerabilidad y sus heridas; así como la iniciación en la vida de los hijos de Dios, en Jesucristo.
Cuando entregamos a los niños a las privaciones, los pobres al hambre, los perseguidos a la guerra, los ancianos al abandono, ¿no hacemos nosotros mismos, en cambio, el trabajo “sucio” de la muerte? ¿De dónde viene el trabajo sucio de la muerte? Viene del pecado. El mal intenta persuadirnos de que la muerte es el fin de todo, de que hemos venido al mundo por casualidad y que estamos destinados a terminar en la nada. Excluyendo al otro de nuestro horizonte, la vida se repliega sobre sí misma y se convierte en un bien de consumo. Narciso, el personaje de la mitología antigua, que se ama a sí mismo e ignora el bien de los demás, es ingenuo y ni siquiera se da cuenta. Mientras tanto, sin embargo, propaga un virus espiritual muy contagioso, que nos condena a ser hombres-espejo y mujeres-espejo, que sólo ven a sí mismos y nada más. Es como volverse ciego a la vida y su dinámica, en cuanto don recibido de otros y  que pide ser colocado de manera responsable en circulación para otros.
La visión global de la bioética, que os estáis preparando a relanzar en el ámbito de la ética social y del humanismo planetario, fuertes de la inspiración cristiana, se esforzará con más seriedad y rigor en desactivar la complicidad con el trabajo sucio de la muerte, sostenido por el pecado. Así, nos restituirá a las razones y prácticas de la alianza con la gracia destinada por Dios para la vida de cada uno de nosotros. Esta bioética no se moverá partiendo de la enfermedad y de la muerte para decidir el sentido de la vida y definir el valor de la persona. Se moverá, más bien, a partir de la profunda convicción de la dignidad irrevocable de la persona humana, así como Dios ama, la dignidad de cada persona, en cada etapa y condición de su existencia, en la búsqueda de formas de amor y decuidado con que se deben tratar a su vulnerabilidad y su fragilidad.
Así, en primer lugar, este bioética global será una forma específica de desarrollar la perspectiva de la ecología integral que es propia de la Encíclica Laudato si’, en la que insistí en estos puntos-fuertes “, la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo está conectado, la crítica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología, la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, el valor propio de cada criatura, el sentido humano de la ecología, la necesidad de debates sinceros y honestos, la grave responsabilidad de la política internacional y local, la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida.”(n. ° 16).
En segundo lugar, en una visión integral de la persona, se trata de articular con creciente claridad todos los vínculos y las diferencias concretas en las que habita la condición humana universal y que nos involucran a partir de nuestro cuerpo. En efecto, ” nuestro propio cuerpo nos sitúa en una relación directa con el ambiente y con los demás seres vivientes. La aceptación del propio cuerpo como don de Dios es necesaria para acoger y aceptar el mundo entero como regalo del Padre y casa común, mientras una lógica de dominio sobre el propio cuerpo se transforma en una lógica a veces sutil de dominio sobre la creación. Aprender a recibir el propio cuerpo, a cuidarlo y a respetar sus significados, es esencial para una verdadera ecología humana. También la valoración del propio cuerpo en su femineidad o masculinidad es necesaria para reconocerse a sí mismo en el encuentro con el diferente” (Laudato si’, 155).
Por lo tanto, es necesario proceder con un cuidadoso discernimiento de las complejas diferencias fundamentales de la vida humana: del hombre y de la mujer, de la paternidad y de la maternidad, de la filiación y de la fraternidad, de la sociabilidad y también de todas las diferentes edades de la vida. Al igual que de  todas las condiciones difíciles y todos los pasajes delicados o peligrosos que requieren una sabiduría ética especial y una valiente resistencia moral: sexualidad y generación, enfermedad y vejez, insuficiencia y discapacidad, privación y exclusión, violencia y guerra:” La defensa del inocente que no ha nacido, por ejemplo, debe ser clara, firme y apasionada, porque allí está en juego la dignidad de la vida humana, siempre sagrada, y lo exige el amor a cada persona más allá de su desarrollo. Pero igualmente sagrada es la vida de los pobres que ya han nacido, que se debaten en la miseria, el abandono, la postergación, la trata de personas, la eutanasia encubierta en los enfermos y ancianos privados de atención, las nuevas formas de esclavitud, y en toda forma de descarte “(Exhortación Apostólica Gaudete et exsultate, 101).
En los textos y enseñanzas de la formación cristiana y eclesiástica, estos temas de la ética de la vida humana tendrán que encontrar un lugar apropiado en el contexto de una antropología global, y no quedar confinados entre las cuestiones límite de la moralidad y del derecho. Espero que una conversión a la centralidad actual de la ecología humana integral, es decir, de una comprensión armoniosa y completa de la condición humana, encuentre en vuestro compromiso intelectual, civil y religioso, apoyo válido y entonación proposicional.
La bioética global nos insta, pues, a la sabiduría de un discernimiento profundo y objetivo del valor de la vida personal y comunitaria, que debe preservarse y promoverse incluso en las condiciones más difíciles. También debemos afirmar con fuerza que, sin el apoyo adecuado de una proximidad humana responsable, ninguna regulación puramente jurídica y ningún auxilio técnico podrán, de por sí, garantizar condiciones y contextos relacionales que correspondan a la dignidad de la persona. La perspectiva de una globalización que, abandonada solamente a  su dinámica espontánea, tiende a aumentar y profundizar las desigualdades, solicita una respuesta ética a favor de la justicia. La atención a los factores sociales, económicos, culturales y ambientales que determinan la salud es parte de este compromiso y se convierte en una forma concreta de hacer realidad el derecho de cada pueblo a “la participación, sobre la base de la igualdad y de la solidaridad, de los bienes que están destinados a todos los hombres.”(JUAN PABLO II, Carta Encíclica Sollicitudo rei socialis, 21).
Por último, la cultura de la vida debe dirigir con más seriedad la mirada a la “cuestión seria” de su destino final. Se trata de resaltar con mayor claridad qué es lo que dirige la existencia del hombre hacia un horizonte que lo supera: cada persona está llamada gratuitamente “como hijo, a la unión con Dios y a la participación de su felicidad”. […] Enseña además la Iglesia que la esperanza escatológica no merma la importancia de las tareas temporales, sino que más bien proporciona nuevos motivos de apoyo para su ejercicio. “(CONC, ECUM VAT, II, Constitución Pastoral Gaudium et Spes, 21) ). Necesitamos interrogarnos más profundamente sobre el destino final de la vida, capaz de restaurar dignidad y  significado al misterio de sus afectos más profundos y sagrados. La vida del hombre, hermosa de maravillar y frágil de morir, va más allá de sí misma: somos infinitamente más de lo que podemos hacer por nosotros mismos. Pero la vida del hombre también es increíblemente tenaz, ciertamente por una gracia misteriosa que viene de lo alto, en la audacia de su invocación de una justicia y una victoria definitiva del amor. Y es incluso capaz -esperanza contra toda esperanza- de sacrificarse por ello hasta el final. Reconocer y apreciar esta fidelidad y dedicación a la vida suscita en nosotros gratitud y responsabilidad, y nos alienta a ofrecer generosamente nuestro saber y nuestra experiencia a toda la comunidad humana. La sabiduría cristiana debe reabrir con pasión y audacia el pensamiento del destino del género humano a la vida de Dios, que ha prometido abrir al amor de la vida, más allá de la muerte, el horizonte infinito de cuerpos amorosos de luz, ya sin lágrimas. Y sorprenderlos eternamente con el encanto siempre nuevo de todas las cosas “visibles e invisibles” que están escondidas en el seno del Creador. Gracias.
 26.06.18


Francia: Complicidad y afecto en la visita de Emmanuel Macron al Papa

Conversación de 57 minutos

(26 junio 2018).- Esta mañana, el Papa Francisco ha recibido al Presidente de Francia, Emmanuel Macron, en el Vaticano.
El presidente francés, acompañado por su esposa Brigitte Macron y una pequeña delegación, llegó poco después de las 10:30 horas al Vaticano, bajo un sol resplandeciente.
Después de cruzar varios salones, joyas de los palacios pontificios, Emmanuel Macron fue recibido por el Papa Francisco en el umbral de la biblioteca del Vaticano.
Una hora de conversación
El Papa Francisco y Emmanuel Macron dialogaron en privado durante 57 minutos, la audiencia más larga del pontificado, si bien la necesidad de intérprete disminuye el tiempo de conversación real comparada con la audiencia de 53 minutos a los Reyes de España, señala el periódico español ABC.
De acuerdo con una declaración de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, los dos jefes de estado hablaron sobre la protección del medio ambiente, la migración, el tema del desarme, la prevención y resolución de conflictos, especialmente los que están actualmente en curso en Medio Oriente y África. El proyecto europeo también fue mencionado.
Al final de la entrevista, el Papa Francisco y el Presidente Emmanuel Macron procedieron al tradicional intercambio de regalos. El Santo Padre ha regalado una medalla de San Martín, obispo de Tours y apóstol de Galia, a Emmanuel Macron, así como varios de sus textos, incluida la encíclica Laudato si ‘, pero también la exhortación apostólica Gaudete y Exultate, sobre llamada a la santidad.
Es la clase media de la santidad”, susurró el Soberano Pontífice al presidente francés, entregándole el documento. Otro presente ha sido el mensaje de la Jornada Mundial de la paz de este año.

Diario de un cura rural’
El presidente de Francia, acompañado de su esposa, Brigitte, ha regalado al Pontífice un ejemplar antiguo de Diario de un cura rural, de Georges Bernanos –indica ‘Vatican News’ en francés– que el pontífice ha agradecido comentando: “Siempre lo he amado; lo he leído muchas veces y me ha hecho mucho bien”.
Al despedirse del Santo Padre, el presidente francés ha abrazado al Papa, dándole palmadas en la hombro y dos besos, un gesto muy cercano y familiar.
Asimismo, Emmanuel Macron se ha reunido con el Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado de la Santa Sede y Mons. Paul Gallagher, Secretario de Relaciones con los Estados, antes de unirse a la Embajada de Francia cerca de la Santa Sede, la Villa Bonaparte, para un almuerzo
Título honorífico 
El presidente está acompañado por su delegación, compuesta por 12 personalidades, incluidos los ministros de asuntos exteriores e interior, pero también el presidente de Secours Catholique, el fundador de Samu Social, así como los intelectuales Rémi Brague o Dominique Wolton y personalidades de medios de comunicación, apunta ‘Vatican News’.
A las 14:30 horas, Macron tomará posesión del título de canónigo de honor de la basílica de Roma San Juan de Letrán, una distinción honorífica cuya tradición se remonta a derecho a los jefes de Estado franceses desde Enrique IV.    
27.06.18


Audiencia general: Dios siempre escucha el lamento de sus hijos y los libera

Palabras del Papa en español


( 27 junio 2018).- “Si alguien no ha hecho todavía experiencia de la acción liberadora de Dios en su vida, necesita elevar su grito al Padre como hizo el pueblo de Israel, Él siempre escucha el lamento de sus hijos y los libera”: es la invitación que ha hecho Francisco en la audiencia general celebrada esta mañana.
Dios liberó a su pueblo y lo sacó de la esclavitud”, ha recordado el Papa Francisco, como una muestra más de que “Nuestro Dios primero salva y después nos pide confianza”.
En la audiencia general de este miércoles, 27 de junio de 2018, el Santo Padre Francisco, ha continuado su ciclo de catequesis sobre los Mandamientos, enfocando su meditación en el tema: “El amor de Dios precede a la ley y le da significado” (pasaje bíblico: del Libro de Deuteronomio 4, 32-35).
Desde esta perspectiva, la vida cristiana “no es simplemente un obedecer normas ni cumplir deberes”, ni tampoco depende solo de nuestra fuerza de voluntad, sino que es una “respuesta agradecida a un Padre generoso que nos ama y nos libera”, ha aclarado el Pontífice.
El Obispo de Roma ha explicado a los visitantes y peregrinos congregados en la plaza de San Pedro que un corazón que ha sido tocado por el Espíritu Santo es “agradecido” y recuerda la “bondad de Dios” y los muchos beneficios que ha recibido de él.
Él siempre libera”
En este contexto, el Papa ha hecho una invitación: “Si alguien no ha hecho todavía experiencia de la acción liberadora de Dios en su vida, necesita elevar su grito al Padre como hizo el pueblo de Israel, Él siempre escucha el lamento de sus hijos y los libera”.
Nosotros no podemos salvarnos únicamente con nuestras propias fuerzas, pero podemos gritar pidiendo ayuda”, ha señalado. Esto es ya una forma de oración, que brota de lo que en nosotros existe de oprimido y necesitado de libertad.
El Papa ha subrayado que Dios “escucha siempre” nuestro grito, pues Él nos ha llamado a vivir como hijos libres y agradecidos, obedeciendo con alegría a aquel que nos ha dado mucho más de lo que nosotros podremos darle.
Al final de su reflexión en español, el Papa, como de costumbre, ha saludado a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica.    
28.06.18