30 de nov. 2017

PAPA, DESEMBRE...

Bangladesh:

Testimonio de reconciliación y unión muy necesario”

Llamamiento internacional del Papa por los ‘rohingyas’

(30 Nov. 2017).- “En los últimos meses, el espíritu de generosidad y solidaridad que caracteriza a la sociedad bangladesí se ha manifestado claramente en su ímpetu humanitario por los refugiados en masa del estado de Rakhine” (conocidos como los ‘rohingyas’, término censurado por el gobierno de Myanmar), ha manifestado el Papa Francisco.
El Papa Francisco se ha encontrado con Abdul Hamid, Presidente de la República de Bangladesh, a las 18 hora local (13 h. en Roma) en el palacio presidencial y ha ofrecido un discurso a las Autoridades políticas y religiosas, los miembros del Cuerpo Diplomático y representantes de la Sociedad Civil, también ante el Cardenal Patrick D’Rozario, Arzobispo de Dhaka, y los obispos y sacerdotes, después de la intervención del presidente Hamid.
Francisco valora la acogida que Bangladesh ha brindado a los refugiados, “proporcionándoles refugio temporal y las necesidades primarias de la vida. Esto fue hecho con no poco sacrificio. Y lo hizo a los ojos del mundo”, ha expresado.
Ninguno de nosotros puede pasar por alto la gravedad de la situación, el inmenso coste del sufrimiento humano y las condiciones de vida precarias de tantos de nuestros hermanos y hermanas, la mayoría de los cuales son mujeres y niños que están encerrados en campos de refugiados”, ha planteado el Papa Francisco.
El Santo Padre ha hecho, una vez más, un llamamiento a la comunidad internacional: “Es necesario que la comunidad internacional tome medidas efectivas contra esta grave crisis, no solo trabajando para resolver los problemas políticos que han llevado al desplazamiento masivo de personas, sino también proporcionando asistencia material inmediata a Bangladesh en su esfuerzo por responder de manera efectiva a las necesidades urgentes humano”.
El Papa se encontrará mañana, viernes 1 de diciembre de 2017, con los ‘rohingyas’, un grupo étnico musulmán que el gobierno de Yangon –liderado políticamente por la Premio Nobel Aung San Suu Kyi– no reconoce como ciudadanos. Ya son más de 607.000 los refugiados rohingyas que han llegado a Bangladesh buscando un lugar seguro, informa ACNUR.
Comunidad católica de Bangladesh
No obstante, el Papa ha aclarado que su visita “se dirige principalmente a la comunidad católica de Bangladesh” y ha explicado que “un momento privilegiado será mi reunión mañana en Ramna con líderes ecuménicos e interreligiosos”, donde “Juntos rezaremos por la paz y reafirmamos nuestro compromiso de trabajar por la paz”, ha señalado.
El Papa ha recordado el “brutal” atentado terrorista que devastó a Dhaka el año pasado y ha manifestado que valora la “reacción común de indignación” ante el ataque y el “claro mensaje enviado por las autoridades religiosas de la nación”, en el que afirmaban que “no se puede invocar el más santo nombre de Dios para justificar el odio y la violencia contra otros seres humanos”.


Testimonio de reconciliación
En un mundo donde la religión es a menudo -escandalosamente- poco utilizada para fomentar la división, este testimonio de su fuerza de reconciliación y unión es muy necesario”, ha expresado el Papa al presidente Hamid, a quien ha agradecido su “amable invitación al país” y sus “cordiales palabras de bienvenida”.
En el mundo de hoy –ha dicho Francisco– ninguna comunidad, nación o estado puede sobrevivir y progresar aisladamente. Como miembros de la única familia humana, nos necesitamos unos a otros y dependemos unos de otros. El presidente Sheikh Mujibur Rahman entendió y trató de incorporar este principio en la constitución nacional”.     01.12.17


Ordenación: “Tened siempre presente el ejemplo del buen Pastor”

Homilía del Papa en la Ordenación de 16 presbíteros

(1 Dic. 2017).- cada uno de ellos, como signo de “misericordia, perdón y salvaci“Rezad siempre por vuestros sacerdotes, especialmente por estos que hoy recibirán el Sacramento del Orden. El pueblo de Dios sostiene a los sacerdotes con la oración, y vuestra responsabilidad es sostener a los sacerdotes”, ha anunciado Francisco.
Son las palabras improvisadas que ha pronunciado el Santo Padre justo después de terminar la homilía y antes de celebrar el rito propio de la Ordenación Sacerdotal de los 16 jóvenes diáconos bangladesíes.
Así, el Papa Francisco ha celebrado la Ordenación Sacerdotal en la Eucaristía, en el parque ‘Suhrawardy Udyan’, en Dhaka, Bangladesh, a las 10 hora local (5 h. en Roma).
El Obispo de Roma ha agradecido a los presentes su participación en la Eucaristía: “Esto indica el amor que tenéis por la Iglesia el amor que tenéis por Jesucristo. ¡Muchas gracias! Gracias por vuestra generosidad. Gracias por vuestra fidelidad. Continuad hacia adelante”.
Luego el Papa ha continuado con el rito de la Ordenación, y los candidatos al sacerdocio han declarado uno a uno ante el Arzobispo Mons. D´Rozario “respeto y obediencia” al él y a sus sucesores.
Después, se han tumbado boca abajo antes el sagrario, mientras el Papa, los obispos y todo el pueblo de Dios rezaban a por ellos cantando, con el típico rito oriental.
Al terminar, se han levantado y el Santo Padre ha impuesto sus manos sobre cada uno de ellos, como signo de “misericordia, perdón y salvaci“Rezad siempre por vuestros sacerdotes, especialmente por estos que hoy recibirán el Sacramento del Orden. El pueblo de Dios sostiene a los sacerdotes con la oración, y vuestra responsabilidad es sostener a los sacerdotes”, ha anunciado Francisco.
ón”, como hizo Jesucristo con los apóstoles, y a continuación, todos los són”, como hizo Jesucristo con los apóstoles, y a continuación, todos los sacerdotes presentes han impuesto sus manos sobre ellos.
Finalmente, los 16 jóvenes han sido revestidos por sus padrinos de Ordenación, necesariamente sacerdotes, y arrodillándose uno a uno ante el Vicario de Cristo, han sido ordenados sacerdotes por el Pontífice.
Publicamos a continuación la homilía tomada del Ritual de Ordenación de Presbíteros que ha ofrecido el Papa Francisco después de la proclamación del Evangelio:
Homilía del Papa Francisco
Queridos hermanos:
Ahora que estos hijos nuestros van a ser ordenados presbíteros, conviene considerar con atención a qué ministerio acceden en la Iglesia.
Como sabéis, hermanos, el Señor Jesús es el gran Sacerdote del Nuevo Testamento; aunque, en verdad, todo el pueblo santo de Dios ha sido constituido sacerdocio real en Cristo. Sin embargo, nuestro gran Sacerdote, Jesucristo, eligió a algunos discípulos para que en la Iglesia desempeñasen, en nombre suyo, el oficio sacerdotal para bien de los hombres.
Él mismo, enviado por el Padre, envió, a su vez, a los Apóstoles por el mundo, para continuar sin interrupción su obra de Maestro, Sacerdote y Pastor por medio de ellos y de los Obispos, sus sucesores. Y los presbíteros son colaboradores de los Obispos, con quienes en unidad de sacerdocio están llamados al servicio del pueblo de Dios.
Estos hermanos, después de pensarlo seriamente, van a ser ordenados al sacerdocio en el Orden de los presbíteros, para hacer las veces de Cristo, Maestro, Sacerdote y Pastor, por quien la Iglesia, su Cuerpo, se edifica y crece como pueblo de Dios y templo santo.
Al configurarse con Cristo, sumo y eterno Sacerdote, y unirse al sacerdocio de los Obispos, la Ordenación os convertirá en verdaderos sacerdotes del Nuevo Testamento para anunciar el Evangelio, apacentar el pueblo de Dios y celebrar el culto divino, principalmente en el sacrificio del Señor.
A vosotros, queridos hijos, que vais a ser ordenados presbíteros, os incumbirá, en la parte que os corresponde, la función de enseñar en nombre de Cristo, el Maestro. Transmitid a todos la Palabra de Dios que habéis recibido con alegría. Y al meditar en la ley del Señor, procurad creer lo que leéis, enseñar lo que creéis y practicar lo que enseñáis. Que vuestra enseñanza sea alimento para el pueblo de Dios; que vuestra vida sea un estímulo para los discípulos de Cristo, a fin de que con vuestra palabra y vuestro ejemplo se vaya edificando la casa, que es la Iglesia de Dios.
Os corresponderá también la función de santificar en Cristo. Por medio de vuestro ministerio, alcanzará su plenitud el sacrificio espiritual de los fieles, que por vuestras manos, junto con ellos, será ofrecido sobre el altar, unido al sacrificio de Cristo, en celebración incruenta.
Daos cuenta de lo que hacéis e imitad lo que conmemoráis, de tal manera que, al celebrar el misterio de la muerte y resurrección del Señor, os esforcéis por hacer morir en vosotros el mal y procuréis caminar en una vida nueva.
Al introducir a los hombres en el pueblo de Dios por el Bautismo, al perdonar los pecados en nombre de Cristo y de la Iglesia por el sacramento de la Penitencia, al dar a los enfermos el alivio del óleo santo, al celebrar los ritos sagrados, al ofrecer durante el día la alabanza, la acción de gracias y la súplica no sólo por el pueblo de Dios, sino por el mundo entero, recordad que habéis sido escogidos de entre los hombres y puestos al servicio de ellos en las cosas de Dios.
Realizad, pues, con alegría perenne, en verdadera caridad, el ministerio de Cristo Sacerdote, no buscando vuestro propio interés, sino el de Jesucristo.
Finalmente, al ejercer, en la parte que os corresponde, la función de Cristo, Cabeza y Pastor, permaneciendo unidos al Obispo y bajo su dirección, esforzaos por reunir a los fieles en una sola familia, de forma que en la unidad del Espíritu Santo, por Cristo, podáis conducirlos al Padre. Tened siempre presente el ejemplo del buen Pastor, que no vino para que le sirvieran, sino para servir, y para buscar y salvar lo que estaba perdido.
Ahora deseo dirigirme a vosotros, queridos hermanos y hermanas que habéis venido a esta fiesta, a esta gran fiesta de Dios en la ordenación de estos hermanos sacerdotes. Sé que muchos de vosotros habéis venido desde lejos, viajando más de dos días… Gracias por vuestra generosidad. Esto demuestra el amor que tenéis a la Iglesia, esto indica el amor que vosotros tenéis a Jesucristo. Muchas gracias. Gracias por vuestra generosidad, muchas gracias por vuestra fidelidad. Seguid adelante con el espíritu de las Bienaventuranzas. Y os pido a vosotros, hoy os ruego: rezad siempre por vuestros sacerdotes, especialmente por los que hoy recibirán el sacramento de la Ordenación. El pueblo de Dios sostiene a los sacerdotes con la oración. Es vuestra responsabilidad apoyar los sacerdotes. Alguno entre ustedes se puede preguntar: «Pero, ¿cómo se hace para sostener a un sacerdote?». Confiad en vuestra generosidad. El corazón generoso que vosotros tenéis os dirá cómo sostener a los sacerdotes. Pero el primer apoyo del sacerdote es la oración. El pueblo de Dios —es decir, todos— apoya al sacerdote con la oración. No os canséis jamás de rezar por vuestros sacerdotes. Yo sé que lo haréis. Muchas gracias. Y ahora seguimos el rito de la Ordenación de estos diáconos que serán vuestros sacerdotes. Gracias.                 
  02.12.17




Bangladesh: “El sendero justo es la sabiduría que nace de la fe”

Palabras del Papa Francisco a los jóvenes

(2 Dic. 2017).- “Recibimos la sabiduría cuando comenzamos a ver las cosas con los ojos de Dios, a escuchar a los demás con los oídos de Dios, a amar con el corazón de Dios y a valorar las cosas con los valores de Dios”, ha dicho el Papa Francisco a los jóvenes de Bangladesh.
El último encuentro del Papa Francisco en Bangladesh ha sido con los jóvenes en el campo deportivo del Escuela ‘Notre Dame’ de Dhaka, hoy, sábado, 2 de diciembre de 2017, a las 15 horas (10 h. en Roma). Al llegar, el Santo Padre ha saludado desde el papamóvil a los siete mil jóvenes reunidos en el campo deportivo.
Lo único que nos orienta y nos hace ir hacia adelante en el sendero justo es la sabiduría, la sabiduría que nace de la fe. No es la falsa sabiduría de este mundo” –ha afirmado Francisco–. “Es la sabiduría que se vislumbra en los ojos de los padres y de los abuelos que han puesto su confianza en Dios”
Para recibir esta sabiduría debemos mirar el mundo, nuestra situación, nuestros problemas, todo, con los ojos de Dios. Nosotros recibimos esta sabiduría cuando comenzamos a ver las cosas con los ojos de Dios, a escuchar a los demás con los oídos de Dios, a amar con el corazón de Dios y a valorar las cosas con los valores de Dios”, ha concretado el Papa.
Patrimonio cultural

El Papa ha anunciado que la sabiduría de Dios nos ayuda también “a mirar más allá de nosotros mismos para contemplar la bondad de nuestro patrimonio cultural”: Vuestra  cultura os enseña a respetar a los ancianos.
Asimismo, les ha alentado a vivir la “esperanza”. La sabiduría de Dios refuerza en nosotros –ha dicho el Pontífice– la esperanza y nos ayuda a afrontar el futuro con valentía. “Nosotros, cristianos, hallamos esta esperanza en el encuentro personal con Jesús en la oración y en los sacramentos, y en el encuentro concreto con él en los pobres, los enfermos, los que sufren y los abandonados”.
Mons. Subroto Howlader, de la Congregación de la Santa Cruz, Obispo de Barisal e incardinado en la Pastoral Juvenil, y el Rector de la Universidad y del Director del Escuela ‘Notre Dame’ han recibido al Papa a su llegada al recinto.
El Santo Padre ha bendecido allí la primera piedra del nuevo edificio Universidad ‘Notre Dame’ de Bangladesh y una placa conmemorativa.
Jóvenes bangladesíes han bailado para darle la bienvenida al Papa, le han ofrecido una canción y ha introducido el acto Mons. Gervas Rozario, Obispo de Rajshahi y Vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Bangladesh. Ha sido una cita colmada de cantos, danzas y testimonios de jóvenes alternados.
El Santo Padre ha bendecido allí la primera piedra del nuevo edificio Universidad ‘Notre Dame’ de Bangladesh y una placa conmemorativa.

Jóvenes bangladesíes han bailado para darle la bienvenida al Papa, le han ofrecido una canción y ha introducido el acto Mons. Gervas Rozario, Obispo de Rajshahi y Vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Bangladesh. Ha sido una cita colmada de cantos, danzas y testimonios de jóvenes alternados.
Discurso del Papa Francisco
Queridos jóvenes, queridos amigos, ¡buenas tardes!
Aquí estamos, ¡finalmente juntos! Os doy las gracias por vuestra cálida acogida. Agradezco a Mons. Gervas [Rozario] sus gentiles palabras, así como los testimonios de Upasana y Anthony. Los jóvenes tenéis algo único: estáis siempre llenos de entusiasmo, y me siento rejuvenecer cada vez que os encuentro. Upasana, has hablado de esto en tu testimonio, has dicho que eres «muy entusiasta» y yo puedo verlo y sentirlo. Este entusiasmo juvenil está relacionado con el espíritu aventurero. Uno de vuestros poetas nacionales, Kazi Nazrul Islam, lo ha expresado definiendo la juventud del país como «valiente», «acostumbrada a arrebatar la luz del vientre de la oscuridad». Los jóvenes están siempre listos para ir hacia adelante, hacer que todo suceda y arriesgar. Os animo a continuar con ese entusiasmo en las circunstancias buenas y malas. Ir hacia adelante, especialmente en aquellos momentos en los que os sentís oprimidos por los problemas y la tristeza y, mirando alrededor, parece que Dios no aparece en el horizonte.
Pero, avanzando, aseguraos de elegir el sendero justo. ¿Qué significa esto? Esto significa saber «viajar» en la vida, y no «vagar» sin rumbo. Nuestra vida tiene una dirección; tiene un fin que nos ha dado Dios. Él nos guía, orientándonos con su gracia. Es como si hubiese colocado dentro de nosotros un software, que nos ayuda a discernir su programa divino y a responderle con libertad. Pero, como todo software, necesita también ser actualizado constantemente. Tened actualizado vuestro programa, escuchando al Señor y aceptando el desafío de hacer su voluntad.
Anthony, te has referido a este desafío en tu testimonio cuando has dicho que sois hombres y mujeres que estáis «creciendo en un mundo frágil que exige sabiduría». Has usado la palabra «sabiduría» y, haciéndolo, nos has proporcionado la clave. Cuando se pasa de «viajar» a «vagar sin rumbo», toda la sabiduría se pierde. Lo único que nos orienta y nos hace ir hacia adelante en el sendero justo es la sabiduría, la sabiduría que nace de la fe. No es la falsa sabiduría de este mundo. Es la sabiduría que se vislumbra en los ojos de los padres y de los abuelos que han puesto su confianza en Dios. Como cristianos, podemos ver en sus ojos la luz de la presencia de Dios, la luz que han descubierto en Jesús, que es la misma sabiduría de Dios (cf. 1 Co 1,24). Para recibir esta sabiduría debemos mirar el mundo, nuestra situación, nuestros problemas, todo, con los ojos de Dios. Nosotros recibimos esta sabiduría cuando comenzamos a ver las cosas con los ojos de Dios, a escuchar a los demás con los oídos de Dios, a amar con el corazón de Dios y a valorar las cosas con los valores de Dios.
Esta sabiduría nos ayuda a reconocer y a rechazar las falsas promesas de felicidad. Una cultura que hace falsas promesas no puede liberar, sólo conduce a un egoísmo que nos llena el corazón de oscuridad y amargura. La sabiduría de Dios, en cambio, nos ayuda a saber cómo acoger y aceptar a aquellos que actúan y piensan de manera diferente a la nuestra. Es triste cuando comenzamos a cerrarnos en nuestro pequeño mundo y nos replegamos sobre nosotros mismos. Entonces hacemos nuestro el principio de «o como digo yo o adiós» y quedamos atrapados, encerrados en nosotros mismos. Cuando un pueblo, una religión o una sociedad se convierten en un «pequeño mundo», pierden lo mejor que tienen y caen en una mentalidad presuntuosa, la del «yo soy bueno, tú eres malo». Upasana, tú has evidenciado las consecuencias de este modo de pensar, cuando has dicho: «Perdemos la dirección y nos perdemos a nosotros mismos» y «la vida se nos vuelve absurda». La sabiduría de Dios nos abre a los demás. Nos ayuda a mirar más allá de nuestras comodidades personales y de las falsas seguridades que nos convierten en ciegos frente a los grandes ideales que hacen la vida más bella y digna de ser vivida.
Me alegra que junto a nosotros los católicos, estén muchos jóvenes amigos musulmanes y de otras religiones. Al encontraros juntos hoy aquí mostráis vuestra determinación de promover un clima de armonía, donde se tiende la mano a los otros, a pesar de vuestras diferencias religiosas. Esto me recuerda una experiencia que tuve en Buenos Aires, en una parroquia nueva situada en una zona sumamente pobre. Un grupo de estudiantes estaba construyendo algunos locales para la parroquia y el sacerdote me había invitado a ir a encontrarme con ellos. Entonces fui y cuando llegué a la parroquia el sacerdote me los presentó uno a uno, diciendo: «Este es el arquitecto –es judío–, este es comunista, este es católico practicante» (Saludo a los jóvenes del Centro cultural P. F. Varela, La Habana, 20 septiembre 2015). Esos estudiantes eran todos distintos, pero todos estaban trabajando por el bien común. Estaban abiertos a laamistad social y determinados a decir «no» a todo lo que hubiera podido desviarlos del propósito de estar juntos y de ayudarse los unos a los otros.
La sabiduría de Dios nos ayuda también a mirar más allá de nosotros mismos para contemplar la bondad de nuestro patrimonio cultural. Vuestra cultura os enseña a respetar a los ancianos. Como he dicho antes, los ancianos nos ayudan a apreciar la continuidad de las generaciones. Llevan consigo la memoria y la sabiduría experiencial, que nos ayuda a evitar repetir los errores del pasado. Los ancianos tienen «el carisma de colmar las distancias», en cuanto aseguran que los valores más importantes se transmitan a los hijos y a los nietos. A través de sus palabras, su amor, su afecto, su presencia, comprendemos que la historia no ha iniciado con nosotros, sino que somos parte de un antiguo «viajar» y que la realidad es más grande que nosotros mismos. Hablad con vuestros padres y abuelos, ¡no os paséis todo el día con el teléfono, ignorando el mundo que os rodea!
Upasana y Anthony, habéis terminado vuestros testimonios con palabras de esperanza. La sabiduría de Dios refuerza en nosotros la esperanza y nos ayuda a afrontar el futuro con valentía. Nosotros, cristianos, hallamos esta esperanza en el encuentro personal con Jesús en la oración y en los sacramentos, y en el encuentro concreto con él en los pobres, los enfermos, los que sufren y los abandonados. En Jesús descubrimos la solidaridad de Dios, que camina constantemente a nuestro lado.
Queridos jóvenes, queridos amigos, mirando vuestros rostros me lleno de alegría y de esperanza; alegría y esperanza por vosotros, por vuestro país, por la Iglesia y por vuestras comunidades. Que la sabiduría de Dios siga inspirando vuestro esfuerzo por crecer en el amor, en la fraternidad y en la bondad. Al dejar hoy vuestro país, os aseguro mi oración para que todos podáis continuar creciendo en el amor a Dios y al prójimo. Y por favor, no os olvidéis de rezar por mí.
¡Dios bendiga a Bangladesh! [Isshór Bangladeshké ashirbád korún¡               
03.12.17





Ángelus: Riqueza en las pequeñas cosas de cada día

El Adviento es un tiempo para vigilar

(3 dic. 2017).- Durante el tiempo de Adviento, el Papa Francisco ha exhortado a “estar siempre vigilantes y esperar al Señor”: “Se trata, ha explicado en el Ángelus del 3 de Diciembre de 2017, de tener una mirada de comprensión para reconocer también las miserias y las pobrezas de los individuos y la sociedad, como la riqueza oculta en las pequeñas cosas de cada día, exactamente ahí donde el Señor nos ha puesto”
Presidiendo la oración mariana en la Plaza San Pedro, ante 15.000 personas, el primer domingo del tiempo de Adviento, el papa ha invitado a no dejarse “llevar por la distracción o por la superficialidad” sino a volverse hacia los demás, a “combatir la indiferencia y la crueldad”.
Ha animado también a rechazar las tentaciones “de infidelidad a la llamada del Señor: él nos indica el buen camino, el camino de la fe y del amor, pero nosotros buscamos nuestra felicidad fuera”.
Palabras del Papa antes del Ángelus
¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
Hoy comenzamos el camino del Adviento, que culminará en Navidad. El Adviento es el tiempo que se nos da para acoger al Señor que viene a nuestro encuentro, para verificar nuestro deseo de Dios, para mirar hacia adelante y prepararnos para el retorno de Cristo. Volverá a nosotros en la fiesta de Navidad, cuando hagamos memoria de su venida histórica en la humildad de la condición humana: pero él vienen a nosotros cada vez que estamos dispuestos a recibirlo, y vendrá nuevamente al final de los tiempos para “juzgar a los vivos y a los muertos”. Por eso debemos estar siempre vigilantes y esperar al Señor con la esperanza de encontrarlo. La liturgia de hoy nos introduce en este sugestivo tema de vigilancia y espera.
En el Evangelio (cf. Mc 13,33-37) Jesús nos exhorta a hacer atención y a velar, para estar preparados para acogerlo en el momento de su regreso. Él nos dice: “Ten cuidado, permanece despierto: porque no sabes cuándo será el momento […]; si llega de improviso no os encuentre dormidos” (vv.33-3).
La persona que presta atención es aquella que, en medio del ruido del mundo, no se deja llevar por la distracción o la superficialidad, sino que vive de manera plena y consciente, con una preocupación dirigida sobre todo a los demás. Con esta actitud, nos damos cuenta de las lágrimas y las necesidades del prójimo y también podemos comprender las capacidades y cualidades humanas y espirituales. La persona atenta se dirige enseguida al mundo, tratando de combatir la indiferencia y la crueldad presentes en él, y regocijándose en los tesoros de la belleza que existen y deben ser protegidos.
Se trata de tener una mirada de comprensión para reconocer también las miserias y las pobrezas de los individuos y la sociedad, lo mismo que la riqueza oculta en las pequeñas cosas de cada día, exactamente donde el Señor nos ha puesto.
La persona vigilante es la que acoge la invitación a vigilar, es decir, no dejarse abrumar por el sueño del desaliento, la falta de esperanza, la decepción; y al mismo tiempo rebrote la solicitud de las muchas vanidades con las que el mundo se desborda y detrás de las cuales, a veces, se sacrifica el tiempo y la serenidad personal y familiar. Esta es la dolorosa experiencia del pueblo de Israel según lo relatado por el profeta Isaías: Dios parecía haber dejado vagar a su pueblo lejos de sus caminos (63,17), pero era un efecto de la infidelidad del mismo pueblo (ver 64,4b). Nosotros también, a menudo, nos encontramos en esta situación de infidelidad a la llamada del Señor: nos señala el camino correcto, el camino de la fe y el amor, pero buscamos nuestra felicidad en otra parte.
Estar atentos y vigilantes son las presuposiciones para no continuar “vagando lejos de los caminos del Señor”, perdidos en nuestros pecados y en nuestras infidelidades. Estar atentos y vigilantes son las condiciones para permitir que Dios irrumpa en nuestra existencia, para darle significado y valor por su presencia llena de bondad y ternura. Que la Santísima Virgen, modelo en la espera de Dios y el ícono de la vigilancia, nos conduzca al encuentro de su hijo Jesús, reviviendo nuestro amor por él.                            
04.12.17




¡La vocación es hoy! ¡La misión cristiana es para el presente!”

Mensaje del Papa: 53ª Jornada de Oración por las Vocaciones

–(4 Dic. 2017).- “¡La vocación es hoy! ¡La misión cristiana es para el presente! Y cada uno de nosotros está llamado —a la vida laical, en el matrimonio; a la sacerdotal, en el ministerio ordenado, o a la de especial consagración— a convertirse en testigo del Señor, aquí y ahora”, dice el Papa Francisco.
El 22 de abril de 2018, IV domingo de Pascua, se celebrará la 55a Jornada Mundial de Oración por las vocaciones cuyo tema este año es Escuchar, discernir, vivir la llamada del Señor.
La llamada del Señor no es tan evidente como todo aquello que podemos oír, ver o tocar en nuestra experiencia cotidiana. Dios viene de modo silencioso y discreto, sin imponerse a nuestra libertad”, dice el Papa Francisco.
En cuanto al discernimiento, el Papa indica que cada uno de nosotros puede descubrir su propia vocación sólo mediante el discernimiento espiritual, un «proceso por el cual la persona llega a realizar, en el diálogo con el Señor y escuchando la voz del Espíritu, las elecciones fundamentales, empezando por la del estado de vida».
En estos tiempos inquietos en que vivimos, “el misterio de la Encarnación nos recuerda que Dios siempre nos sale al encuentro y es el Dios-con-nosotros”, que pasa por los caminos a veces polvorientos de nuestra vida y, conociendo nuestra ardiente nostalgia de amor y felicidad, “nos llama a la alegría”, señala el Santo Padre.
Mensaje del Papa Francisco
Escuchar, discernir, vivir la llamada del Señor
Queridos hermanos y hermanas:
El próximo mes de octubre se celebrará la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que estará dedicada a los jóvenes, en particular a la relación entre los jóvenes, la fe y la vocación. En dicha ocasión tendremos la oportunidad de profundizar sobre cómo la llamada a la alegría que Dios nos dirige es el centro de nuestra vida y cómo esto es el «proyecto de Dios para los hombres y mujeres de todo tiempo» (Sínodo de los Obispos, XV Asamblea General Ordinaria, Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, introducción).
Esta es la buena noticia, que la 55ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones nos anuncia nuevamente con fuerza: no vivimos inmersos en la casualidad, ni somos arrastrados por una serie de acontecimientos desordenados, sino que nuestra vida y nuestra presencia en el mundo son fruto de una vocación divina.
También en estos tiempos inquietos en que vivimos, el misterio de la Encarnación nos recuerda que Dios siempre nos sale al encuentro y es el Dios-con-nosotros, que pasa por los caminos a veces polvorientos de nuestra vida y, conociendo nuestra ardiente nostalgia de amor y felicidad, nos llama a la alegría. En la diversidad y la especificidad de cada vocación, personal y eclesial, se necesita escuchar, discernir y vivir esta palabra que nos llama desde lo alto y que, a la vez que nos permite hacer fructificar nuestros talentos, nos hace también instrumentos de salvación en el mundo y nos orienta a la plena felicidad.
Estos tres aspectos —escucha, discernimiento y vida— encuadran también el comienzo de la misión de Jesús, quien, después de los días de oración y de lucha en el desierto, va a su sinagoga de Nazaret, y allí se pone a la escucha de la Palabra, discierne el contenido de la misión que el Padre le ha confiado y anuncia que ha venido a realizarla «hoy» (cf. Lc4,16-21).
Escuchar
La llamada del Señor —cabe decir— no es tan evidente como todo aquello que podemos oír, ver o tocar en nuestra experiencia cotidiana. Dios viene de modo silencioso y discreto, sin imponerse a nuestra libertad. Así puede ocurrir que su voz quede silenciada por las numerosas preocupaciones y tensiones que llenan nuestra mente y nuestro corazón.
Es necesario entonces prepararse para escuchar con profundidad su Palabra y la vida, prestar atención a los detalles de nuestra vida diaria, aprender a leer los acontecimientos con los ojos de la fe, y mantenerse abiertos a las sorpresas del Espíritu.
Si permanecemos encerrados en nosotros mismos, en nuestras costumbres y en la apatía de quien desperdicia su vida en el círculo restringido del propio yo, no podremos descubrir la llamada especial y personal que Dios ha pensado para nosotros, perderemos la oportunidad de soñar a lo grande y de convertirnos en protagonistas de la historia única y original que Dios quiere escribir con nosotros.
También Jesús fue llamado y enviado; para ello tuvo que, en silencio, escuchar y leer la Palabra en la sinagoga y así, con la luz y la fuerza del Espíritu Santo, pudo descubrir plenamente su significado, referido a su propia persona y a la historia del pueblo de Israel.
Esta actitud es hoy cada vez más difícil, inmersos como estamos en una sociedad ruidosa, en el delirio de la abundancia de estímulos y de información que llenan nuestras jornadas. Al ruido exterior, que a veces domina nuestras ciudades y nuestros barrios, corresponde a menudo una dispersión y confusión interior, que no nos permite detenernos, saborear el gusto de la contemplación, reflexionar con serenidad sobre los acontecimientos de nuestra vida y llevar a cabo un fecundo discernimiento, confiados en el diligente designio de Dios para nosotros.
Como sabemos, el Reino de Dios llega sin hacer ruido y sin llamar la atención (cf. Lc 17,21), y sólo podemos percibir sus signos cuando, al igual que el profeta Elías, sabemos entrar en las profundidades de nuestro espíritu, dejando que se abra al imperceptible soplo de la brisa divina (cf. 1 R 19,11-13).
Discernir
Jesús, leyendo en la sinagoga de Nazaret el pasaje del profeta Isaías, discierne el contenido de la misión para la que fue enviado y lo anuncia a los que esperaban al Mesías: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor» (Lc 4,18-19).
Del mismo modo, cada uno de nosotros puede descubrir su propia vocación sólo mediante el discernimiento espiritual, un «proceso por el cual la persona llega a realizar, en el diálogo con el Señor y escuchando la voz del Espíritu, las elecciones fundamentales, empezando por la del estado de vida» (Sínodo de los Obispos, XV Asamblea General Ordinaria, Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, II, 2).
Descubrimos, en particular, que la vocación cristiana siempre tiene una dimensión profética. Como nos enseña la Escritura, los profetas son enviados al pueblo en situaciones de gran precariedad material y de crisis espiritual y moral, para dirigir palabras de conversión, de esperanza y de consuelo en nombre de Dios. Como un viento que levanta el polvo, el profeta sacude la falsa tranquilidad de la conciencia que ha olvidado la Palabra del Señor, discierne los acontecimientos a la luz de la promesa de Dios y ayuda al pueblo a distinguir las señales de la aurora en las tinieblas de la historia.
También hoy tenemos mucha necesidad del discernimiento y de la profecía; de superar las tentaciones de la ideología y del fatalismo y descubrir, en la relación con el Señor, los lugares, los instrumentos y las situaciones a través de las cuales él nos llama. Todo cristiano debería desarrollar la capacidad de «leer desde dentro» la vida e intuir hacia dónde y qué es lo que el Señor le pide para ser continuador de su misión.
Vivir
Por último, Jesús anuncia la novedad del momento presente, que entusiasmará a muchos y endurecerá a otros: el tiempo se ha cumplido y el Mesías anunciado por Isaías es él, ungido para liberar a los prisioneros, devolver la vista a los ciegos y proclamar el amor misericordioso de Dios a toda criatura. Precisamente «hoy —afirma Jesús— se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír» (Lc 4,20).
La alegría del Evangelio, que nos abre al encuentro con Dios y con los hermanos, no puede esperar nuestras lentitudes y desidias; no llega a nosotros si permanecemos asomados a la ventana, con la excusa de esperar siempre un tiempo más adecuado; tampoco se realiza en nosotros si no asumimos hoy mismo el riesgo de hacer una elección. ¡La vocación es hoy! ¡La misión cristiana es para el presente! Y cada uno de nosotros está llamado —a la vida laical, en el matrimonio; a la sacerdotal, en el ministerio ordenado, o a la de especial consagración— a convertirse en testigo del Señor, aquí y ahora.
Este «hoy» proclamado por Jesús nos da la seguridad de que Dios, en efecto, sigue «bajando» para salvar a esta humanidad nuestra y hacernos partícipes de su misión. El Señor nos sigue llamando a vivir con él y a seguirlo en una relación de especial cercanía, directamente a su servicio. Y si nos hace entender que nos llama a consagrarnos totalmente a su Reino, no debemos tener miedo. Es hermoso —y es una gracia inmensa— estar consagrados a Dios y al servicio de los hermanos, totalmente y para siempre.
El Señor sigue llamando hoy para que le sigan. No podemos esperar a ser perfectos para responder con nuestro generoso «aquí estoy», ni asustarnos de nuestros límites y de nuestros pecados, sino escuchar su voz con corazón abierto, discernir nuestra misión personal en la Iglesia y en el mundo, y vivirla en el hoy que Dios nos da.
María Santísima, la joven muchacha de periferia que escuchó, acogió y vivió la Palabra de Dios hecha carne, nos proteja y nos acompañe siempre en nuestro camino.
Vaticano, 3 de diciembre de 2017
Primer Domingo de Adviento
FRANCISCO
05.12.17

Santa Marta: “La humildad sin humillaciones no es humildad”

Reflexión del Papa en la Misa del 5 de diciembre

(5 Dic. 2017).- “Hay un signo, una señal única: aceptar las humillaciones. La humildad sin humillaciones no es humildad”, exhorta el Papa Francisco.
Esta mañana, del martes 5 de diciembre, en la Misa celebrada en la capilla de Santa Marta, el Santo Padre ha tomado un pasaje del profeta Isaías para reflexionar sobre la humildad, “una dote indispensable en la vida del cristiano”, recordó el Papa Francisco.
¿Y cuál es el estilo de vida del cristiano?”, ha planteado el Pontífice. “Un estilo –ha respondido– como el de Jesús, de humildad”: “Humilde es aquel hombre, aquella mujer, que es capaz de soportar las humillaciones como las ha soportado Jesús, el gran humillado”, anunció el Santo Padre.
Pequeño brote
Francisco ha recordado que todo cristiano es como “un pequeño brote donde se posará el Espíritu del Señor, Espíritu de sabiduría y de inteligencia, Espíritu de consejo y de fortaleza, Espíritu de conocimiento y de temor del Señor”, y el deber del cristiano debe ser sencillamente “custodiar el brote que crece en nosotros, custodiar el crecimiento, custodiar al Espíritu”.
Se necesita fe y humildad para creer que este brote, este don tan pequeño llegará a la plenitud de los dones del Espíritu Santo. Se necesita humildad para creer que el Padre, Señor del Cielo y de la Tierra, como dice el Evangelio de hoy, ha escondido estas cosas a los sabios, a los doctos, y las ha revelado a los pequeños”, ha explicado el Papa Francisco.
Humildad es ser pequeño, como el brote pequeño, que crece cada día, pequeño, que tiene necesidad del Espíritu Santo para poder ir adelante, hacia la plenitud de la propia vida”, ha indicado.
Algunos creen que ser humilde – observó el Papa Francisco – es ser educado, cortés, cerrar los ojos en la oración”… “No, ser humilde no es eso”.                      
 06.12.17


Academias Pontificias: “Atesorad el patrimonio de la tradición latina para educar”

Mensaje del Papa en la Sesión de las Academias Pontificias

(5 Dic. 2017).- “Hablad al corazón de los jóvenes, atesorad el rico patrimonio de la tradición latina para educarlos en el camino de la vida, y acompañarlos a lo largo de senderos llenos de esperanza y confianza, basándoos en la experiencia y la sabiduría”, ha dicho el Papa Francisco.
El Papa Francisco ha enviado un Mensaje a los participantes en la XXII Sesión pública de las Academias Pontificias sobre el tema: “Caminos de investigación en la tradición latina”, celebrado hoy, 5 de diciembre de 2017, en el Palacio de la Cancillería de Roma.
Las obras han sido presentadas por el Card. Gianfranco Ravasi, Presidente del Consejo Pontificio para la Cultura y del Consejo de Coordinación entre Academias Pontificias. Durante la sesión, antes de entregar el Premio de las Academias Pontificias este año, el Cardenal Secretario de Estado Pietro Parolin leyó el Mensaje enviado por el Santo Padre.
Premiados
El Papa Francisco ha otorgado el Premio de las Academias Pontificias, ex aequo, al Dr. Pierra Chambert-Protat, por su tesis doctor Disticha atribuida a San Ambrosio.
Además, ha concedido la Medalla del Pontificado a la Dra. Shari Boodts por la edición crítica de los Sermones de San Agustín y al Grupo de Profesores de Latín de la Universidad de Tolosa 2, por la publicación de un valioso manual en latín para estudiantes universitarios.
El Santo Padre Francisco otorga estos premios con el deseo de “alentar y apoyar a quienes, en el estudio de la lengua y la cultura latina, se esfuerzan por ofrecer una contribución seria y valiosa al humanismo cristiano”.
Interioridad del ser humano
Muchas figuras –ha señalado Francisco– tanto del mundo clásico grecorromano como del mundo cristiano han reflexionado “sobre la interioridad del ser humano”, proponiendo numerosos textos que “todavía hoy son de gran profundidad y actualidad y merecen no caer en el olvido”.
Entre todos, un papel de absoluta preeminencia lo ocupa, ciertamente, San Agustín, quien, a partir de su experiencia personal, testimoniada en las Confesiones, nos ofrece páginas inolvidables y sugestivas”, indica el Santo Padre.
De esta edición es protagonista por primera vez –aclara el Papa Francisco– la Pontificia Academia Latinitatis, incorporada al Consejo de Coordinación de las Academias Pontificias deseada por mi venerado predecesor Benedicto XVI con el Motu Proprio atina Lingua de 10 de noviembre de 2012, con el fin de “sustituir el empeño por un mayor conocimiento y un uso más competente de la lengua latina, tanto en el ámbito eclesial como en el más amplio mundo de la cultura”.

Mensaje del Papa Francisco
Para el Venerable Hermano Cardenal Gianfranco Ravasi
Presidente del Consejo Pontificio para la Cultura y del Consejo de Coordinación entre las Academias Pontificias
Con alegría y gratitud me dirijo a Usted con motivo de la XXII sesión pública solemne de las Academias Pontificias, la manifestación que se renueva cada año desde 1995, y que constituye el punto de referencia de la trayectoria de las siete Academias Pontificias reunidas en el Consejo de Coordinación que Usted preside. Esta manifestación se asocia con la entrega del Premio de las Academias Pontificias, organizado, de vez en vez, por cada una de ellos, dependiendo del sector de competencia, para promover y sostener los esfuerzos de cuantos, especialmente los jóvenes o las instituciones que trabajan con los jóvenes, destacan en los sectores respectivos por sus contribuciones significativas al proyecto que podríamos definir como “humanismo cristiano”.
Por lo tanto, me gustaría dirigir mi cordial saludo a todos vosotros, cardenales, obispos, embajadores, académicos y amigos que participáis en esta sesión pública solemne esperando vivamente que esta ocasión represente para todos, pero especialmente para los ganadores del Premio, un estímulo para la investigación y el estudio en profundidad de los temas fundamentales dela visión humanista cristiana.
De esta edición es protagonista, por primera vez, la Pontificia Academia Latinitatis, incorporada al Consejo de Coordinación de las Academias Pontificias tras su institución, deseada por mi venerado predecesor Benedicto XVI con el Motu Proprio Latina Lingua de 10 de noviembre de 2012, con el fin de “sustituir el empeño por un mayor conocimiento y un uso más competente de la lengua latina, tanto en el ámbito eclesial como en el más amplio mundo de la cultura”. (n.4).
Dirijo, pues, un saludo particular al presidente de la Academia, el profesor Ivano Dionigi, y todos los académicos, dándoles las gracias por su compromiso activo, atestiguado sobre todo por la revista Latinitas, que se propone como un punto de referencia cualificado y competente para los estudiosos y los amantes de la lengua y la cultura latina.
También me congratulo con vosotros por la elección del tema de esta sesión pública: “In interiore homine“. Caminos de investigación en la tradición latina”, que, de hecho, quiere conjugar los itinerarios de investigación recorridos por los autores latinos, clásicos y cristianos, con una temática absolutamente central, no solo en la experiencia cristiana sino también en la simplemente humana. El tema de la interioridad, del corazón, de la conciencia y del conocimiento de sí mismo se encuentra, efectivamente, en todas las culturas, así como en las diferentes tradiciones religiosas y, significativamente, se replantea con gran urgencia y fuerza también en nuestro tiempo, a menudo caracterizado por las apariencias, la superficialidad, la escisión entre corazón y mente, entre interioridad y exterioridad, entre conciencia y comportamiento. Los momentos de crisis, de cambio, de transformación no solo de las relaciones sociales sino sobre todo de la persona y de su identidad más profunda, llaman, inevitablemente, a la reflexión sobre la interioridad, sobre la esencia íntima del ser humano.
Una página del Evangelio nos ayuda a reflexionar sobre la cuestión: Se trata de la parábola del Padre misericordioso. En su parte central leemos la afirmación referida al “hijo pródigo”: «In se autem reversus dixit: […] “Surgam et ibo ad patrem meum“. Y entrando en sí mismo, dijo: […] “Me levantaré e iré a mi padre” (Lc 15: 17-18). El itinerario de la vida cristiana y de la misma vida humana bien puede resumirse en este dinamismo, primero interior y luego exterior, que inicia el camino de la conversión, del cambio profundo, coherente y no hipócrita, y por lo tanto del auténtico desarrollo integral de la persona.
Muchas figuras, tanto del mundo clásico grecorromano como del mundo cristiano – pienso, sobre todo en los Padres de la Iglesia y en los escritores latinos del primer milenio cristiano – han reflexionado sobre este dinamismo, sobre la interioridad del ser humano, proponiendo numerosos textos que todavía hoy son de gran profundidad y actualidad y merecen no caer en el olvido.
Entre todos, un papel de absoluta preeminencia lo ocupa, ciertamente, San Agustín, quien, a partir de su experiencia personal, testimoniada en las Confesiones, nos ofrece páginas inolvidables y sugestivas. Por ejemplo en De vera religione, se pregunta lo que constituye la verdadera armonía y, resumiendo, tanto la antigua sabiduría – desde la máxima “Conócete a ti mismo”, grabada en el templo de Apolo en Delfos, hasta las frases similares de Séneca – como las palabras evangélicas, afirma: “Noli foras ire, in teipsum redi; in interiore homine habitat veritas; et si tuam naturam mutabilem inveneris, trascende et teipsum». “No quieras derramarte fuera; entra dentro de ti mismo, porque en el hombre interior reside la verdad; y si hallares que tu naturaleza es mudable, trasciéndete a ti mismo.”(39,72).
Su reflexión se convierte, más adelante, en un fuerte llamamiento en el Comentario sobre el Evangelio de Juan (18.10): “Redite ad cor: quid itis a vobis, et peritis ex vobis? Quid itis solitudinis vias?».“¡Regresad al corazón! ¿Por qué os vais de vosotros y perecéis por vosotros? ¿Por qué vais por caminos solitarios? Erráis vagando”. Luego, renovando la invitación, indica la meta, la patria del itinerario humano: “Redi ad cor; vide ibi quid sentias forte de Deo, quia ibi est imago Dei. In interiore homine habitat Christus, in interiore homine renovaris ad imaginem Dei, in imagine sua cognosce auctorem eius”.. “Regresa al corazón: allí ve qué percibes quizá de Dios, porque allí está la imagen de Dios. En el hombre interior habita Cristo en el hombre interior eres renovado a imagen de Dios, en su imagen conoce a su autor.”(ibid).
Estas frases tan sugestivas son de extraordinario interés también para nuestros días y tendríamos que repetírnoslas a nosotros mismos, a aquellos con quienes compartimos nuestro humano recorrido, especialmente a los más jóvenes, que comienzan la gran aventura de la vida y, a menudo, se quedan atrancados en los laberintos de la superficialidad y de la banalidad, del éxito exterior que esconde un vacío interior, de la hipocresía que enmascara la escisión entre la apariencia y el corazón, entre el cuerpo hermoso y cuidado y el alma vacía y árida.
Queridos amigos, como San Agustín, yo también quisiera hacer un llamamiento a vosotros académicos, a los participantes en la sesión pública, y especialmente a los que tienen la tarea de enseñar, de transmitir la sabiduría de los padres, encerrada en los textos de la cultura latina: Hablad al corazón de los jóvenes, atesorad el rico patrimonio de la tradición latina para educarlos en el camino de la vida, y acompañarlos a lo largo de senderos llenos de esperanza y confianza, basándoos en la experiencia y la sabiduría de aquellos que han tenido la alegría y el valor de “Regresar a sí mismos” para seguir la propia identidad y la vocación humana.
Deseando, ahora, alentar y apoyar a quienes, en el estudio de la lengua y la cultura latina, se esfuerzan por ofrecer una contribución seria y valiosa al humanismo cristiano, me complace otorgar el Premio de las Academias Pontificias, ex aequo, al Dr. Pierre Chambert-Protat por su tesis doctoral sobre Floro di Lyon, y al Dr. Francesco Lubian, por la publicación crítica de los Disticha atribuida a San Ambrosio.
Además, para alentar el estudio del patrimonio de la cultura latina, me complace otorgar la Medalla del Pontificado a la Dra. Shari Boodts por la edición crítica de los Sermones de San Agustín y al Grupo de Profesores de Latín de la Universidad de Tolosa 2, por la publicación de un valioso manual en latín para estudiantes universitarios.
Por último, deseo a los académicos y a todos los participantes en el encuentro un compromiso cada vez más fecundo en sus respectivos campos de investigación, y encomiendo a todos y a cada uno de vosotros a la Virgen María, modelo de interioridad que el Evangelio de Lucas nos presenta dos veces, como aquella que “conservabat omnia verba haec conferens in corde suo” (Lc 2:19). Que ella os ayude a custodiar siempre la Palabra de Dios en vuestro corazón para que sea la fuente luminosa e inagotable de todos vuestros esfuerzos.
Os imparto de todo corazón, a todos vosotros y a vuestras familias una bendición apostólica especial.
Desde el Vaticano, 5 de diciembre de 2017.
06.12.17



Audiencia: “Preparen su corazón para recibir al Señor que ya viene”

Palabras del Papa a los visitantes de lengua española

(6 Dic. 2017).- El Papa Francisco ha celebrado esta mañana, 6 de diciembre de 2017, la Audiencia general en el Aula Pablo VI, recordando su reciente visita a Myanmar y Bangladesh, el 21º viaje apostólico del Pontífice.
El Santo Padre ha saludado a los visitantes de habla española, en particular a los provenientes de España y Latinoamérica, y les ha dirigido unas palabras en castellano, resumen de la catequesis principal de la Audiencia general de hoy.
Les ha animado, en este tiempo de Adviento, a “fortalecer su vida cristiana con la oración, la escucha de la Palabra de Dios y las obras de caridad, y, siguiendo el ejemplo de la Inmaculada Virgen María, cuya solemnidad celebraremos pasado mañana, preparen su corazón para recibir al Señor que ya viene”.
Ante cientos de visitantes y peregrinos, llegados de Italia y de otros países, como Argentina, México, España, Brasil, Polonia, Alemania, Jordania y Oriente Medio, el Papa ha querido compartir con ellos y dar gracias a Dios por el viaje apostólico.
Mi visita a Myanmar ha sido la primera de un Papa a aquel país; una nación que a pesar de haber sufrido mucho, se encamina hacia una nueva realidad de paz y libertad”. Allí –ha explicado Francisco– la comunidad cristiana “es un pequeño fermento del Reino de Dios, que ha sabido dar testimonio de la fe y que cuenta con una juventud llena de esperanza y de alegría”.
Asimismo, el Santo Padre ha narrado su encuentro con el Consejo Supremo de los monjes budistas, con el que ha querido manifestar su deseo “de que trabajemos unidos para ayudar a las personas a amar a Dios y al prójimo, rechazando todo tipo de violencia”, ha indicado el Pontífice.
Bangladesh
Siguiendo las huellas del beato Pablo VI y de san Juan Pablo II, el Papa Francisco visitó Bangladesh: “Ha sido un paso más en favor del respeto y del diálogo entre el islam y el cristianismo. Ahí también quise expresar también mi solidaridad con Bangladesh en su compromiso por socorrer a los prófugos ‘Rohingya'”, ha contado en la Audiencia general, esta mañana.

Dos momentos de particular alegría han sido: la ordenación de 16 sacerdotes y el encuentro con los jóvenes, quienes con sus cantos y danzas manifestaron la alegría del Evangelio, ha descrito Francisco. “Fue muy significativo que estuvieran también presentes allí jóvenes musulmanes y de otras religiones, siendo un signo éste de esperanza para Bangladesh, para Asia y para el mundo entero”.                                              
  07.12.17






Federación Luterana Mundial: “Llamada a una fraternidad cada vez más real”

Discurso del Papa a los miembros de la Federación:

(7 Dic. 2017).- “Todavía hay muchos, en nuestros días, que sufren por el testimonio de Jesús: su heroísmo manso y pacífico es para nosotros una llamada urgente a una fraternidad cada vez más real”, ha exhortado el Papa Francisco.
Esta mañana, a las 9:30 horas, el Santo Padre Francisco ha recibido en audiencia a los miembros de la Presidencia de la Federación Luterana Mundial.
En el camino, nos empujan los ejemplos de quienes sufrieron por el nombre de Jesús y ya se han reconciliado por completo en la victoria de Pascua. Todavía hay muchos, en nuestros días, que sufren por el testimonio de Jesús: su heroísmo manso y pacífico es para nosotros una llamada urgente a una fraternidad cada vez más real”, ha anunciado el Santo Padre.
Con este estilo simple, ejemplar y radical, estamos llamados, particularmente hoy, a proclamar el Evangelio, la prioridad de ser cristianos en el mundo”, ha señalado Francisco.
La unidad reconciliada entre los cristianos es parte indispensable de ese anuncio: “¿Cómo anunciar el Evangelio de la reconciliación sin comprometerse al mismo tiempo en la obra de la reconciliación de los cristianos?” (Ut unum sint, 98), ha indicado.
Publicamos a continuación el discurso que el Santo Padre ha dirigido a los presentes durante el encuentro.
Discurso del Papa Francisco
Querido hermano, querido arzobispo Musa:
Le saludo cordialmente junto con el Dr. Junge, Secretario general, a los Vicepresidentes y los delegados de la Federación Luterana Mundial, y al mismo tiempo le agradezco sus amables palabras, y me congratulo con Usted por su reciente nombramiento como presidente.
Hoy podemos recordar juntos como enseña la Escritura, lo que el Señor ha obrado entre nosotros (ver Salmo 77: 12-13). El recuerdo va, en particular, a los momentos que han jalonado ecuménicamente el Año de la Conmemoración de la Reforma recién concluido. Me gusta recordar especialmente el 31 de octubre de 2016, cuando rezamos en Lund, donde se instituyó la Federación Luterana Mundial. Era importante encontrarse ante todo en oración, porque no de proyectos humanos, sino de la gracia de Dios, brota y florece el don de la unidad entre los creyentes. Solo rezando podemos sostenernos unos a otros. La oración purifica, fortalece, ilumina el camino, hace proseguir. La oración es como el combustible de nuestro viaje hacia la unidad plena. De hecho, el amor del Señor, al que recurrimos mediante la oración, pone en movimiento el amor que nos acerca: de ahí la paciencia de nuestra espera, la razón de nuestra reconciliación, la fuerza para avanzar juntos. A partir de la oración, que es “«alma» de la renovación ecuménica y de la aspiración a la unidad; el diálgo “sobre ella se fundamenta y en ella encuentra su fuerza” (cf. Lett Env. Ut unum sint, 28).
Cada vez que rezamos podemos vernos unos a otros en la perspectiva adecuada, la del Padre, cuya mirada se posa en nosotros amorosamente, sin preferencias ni distinciones. Y en el Espíritu de Jesús, en quien oramos, nos reconocemos como hermanos. Este es el punto desde el cual comenzar y recomenzar siempre. Desde allí miramos también a la historia pasada y damos gracias a Dios porque las divisiones, aunque muy dolorosas, que nos han visto distantes y opuestos durante siglos, en las últimas décadas han confluido en un camino de comunión, en el camino ecuménico suscitado por el Espíritu Santo. Nos ha llevado a abandonar los viejos prejuicios, como aquellos sobre Martin Lutero y sobre la situación de la Iglesia Católica en ese momento. El diálogo entre la Federación Luterana Mundial y el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, llevado adelante desde 1967, ha contribuido en gran medida a esto; un diálogo para recordar con gratitud hoy, cincuenta años después, reconociendo también algunos textos particularmente importantes, como la Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación y, por último, el documento Del conflicto a la comunión.
Con la memoria purificada, hoy podemos mirar con confianza hacia un futuro que no está cargado con los contrastes y las preconcepciones del pasado; un futuro en el que pesa la única deuda de amor mutuo (ver Rom 13: 8); un futuro en el que estamos llamados a discernir los dones que provienen de las diferentes tradiciones confesionales y acogerlos como patrimonio común. Antes de las oposiciones, de las diferencias y de las heridas del pasado, existe, efectivamente, la realidad presente, común, fundacional y permanente de nuestro Bautismo. Nos ha hecho hijos de Dios y hermanos entre nosotros. Por lo tanto, nunca más podremos permitirnos ser adversarios o rivales. Y si el pasado no puede cambiarse, el futuro nos interpela : no podemos retirarnos ahora de buscar y promover una comunión mayor en el amor y en la fe.
También estamos llamados a estar atentos a la tentación de detenernos en el camino. En la vida espiritual, como en la vida de la Iglesia, cuando nos detenemos, retrocedemos: conformarnos, detenernos por miedo, pereza, cansancio o conveniencia mientras se camina hacia el Señor con nuestros hermanos, es declinar su invitación. Y para avanzar juntos hacia Él no son suficientes las buenas ideas, sino que es necesario dar pasos concretos y tender la mano. Sobre todo, significa entregarnos a la caridad, mirando a los
pobres, a los hermanos menores del Señor (ver Mt 25: 40): son nuestros preciosos indicadores a lo largo del camino. Nos hará bien tocar sus heridas con la fuerza sanadora de la presencia de Jesús y con el bálsamo de nuestro servicio.
Con este estilo simple, ejemplar y radical, estamos llamados, particularmente hoy, a proclamar el Evangelio, la prioridad de ser cristianos en el mundo. La unidad reconciliada entre los cristianos es parte indispensable de ese anuncio: “¿Cómo anunciar el Evangelio de la reconciliación sin comprometerse al mismo tiempo en la obra de la reconciliación de los cristianos?” (Ut unum sint, 98). En el camino, nos empujan los ejemplos de quienes sufrieron por el nombre de Jesús y ya se han reconciliado por completo en la victoria de Pascua. Todavía hay muchos, en nuestros días, que sufren por el testimonio de Jesús: su heroísmo manso y pacífico es para nosotros una llamada urgente a una fraternidad cada vez más real.
Querido hermano, invoco cordialmente todas las bendiciones de Dios sobre Usted y pido al Espíritu Santo, que une lo que está dividido, que derrame sobre nosotros su sabiduría suave y valiente. Y os pido a cada uno de vosotros que, por favor, recéis por mí. Gracias.           08.12.17


Fiesta de la Inmaculada: El cumplido más hermoso

La Inmaculada es “siempre joven”, explica el Papa en el Ángelus

(8 dic. 2017).- “Un buen cumplido para una dama, es decirle amablemente que se la ve joven”, ha dicho el Papa con humor: “Cuando le decimos a María “llena de gracia”, de alguna manera también le estamos diciendo eso, a un nivel más elevado. De hecho, siempre la reconocemos como joven, porque jamás envejece por el pecado.
El Papa Francisco ha orado el Ángelus con los visitantes reunidos en la Plaza San Pedro, este viernes 8 de diciembre de 2017, el día de la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, festivo en Roma y en el Vaticano. Se ha presentado en la ventana del despacho del Palacio Apostólico del Vaticano a las 12 h. para introducir la oración mariana.
La palabra de Dios era el “secreto” de María, ha explicado el Papa: “Permaneciendo con Dios, dialogando con él en todas las circunstancias, María ha embellecido su vida”. Y para concluir: “No es la apariencia, no es lo que pasa, sino que es el corazón vuelto hacia Dios lo que hace la vida sea más bella”.
Esta es nuestra traducción completa, del italiano, de las palabras del Papa Francisco.
Palabras del Papa antes del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas, buenos días y buena fiesta!
Hoy contemplamos la belleza de María Inmaculada. El Evangelio, que relata el episodio de la Anunciación, nos ayuda a comprender lo que celebramos, especialmente a través del saludo del ángel. Se dirige a María con una palabra que no es fácil de traducir, que significa “llena de gracia”, “creada por la gracia”, “llena de gracia” (Lc 1,28). Antes de llamarla María, él la llama llena de gracia, y así revela el nuevo nombre que Dios le ha dado y que le conviene más que el nombre que le ha sido dado por sus padres. Nosotros también la llamamos así en cada Ave María. ¿Qué quiere decir llena de gracia? Que María está llena de la presencia de Dios. Y si está totalmente habitada por Dios, no hay lugar en ella para el pecado. Es una cosa extraordinaria, porque todo en el mundo, por desgracia, está contaminado por el mal. Cada uno de nosotros, mirándonos hacia adentro, vemos aspectos oscuros. Incluso los más grandes santos eran pecadores y todas las realidades, incluso las más bellas, se ven afectadas por el mal: todos excepto María. Ella es la única, “oasis” siempre verde de la humanidad, la única que no ha sido contaminada, creada Inmaculada para acoger plenamente, con su “sí” a Dios que viene al mundo y para iniciar también así una historia nueva. Cada vez que nosotros la reconocemos llena de gracia, le hacemos el mayor cumplido, el mismo que hizo Dios. Un bello cumplimiento hecho a una mujer, es decirle amablemente que ella tiene un aire joven, cuando nosotros decimos a María llena de gracia, en cierto sentido, le estamos diciendo esto a un nivel más alto, en efecto nosotros la reconocemos siempre joven porque jamás envejece por el pecado, hay una sola cosa que hace verdaderamente envejecer, envejecer interiormente, no son los años, sino el pecado. El pecado nos envejece porque endurece el corazón, lo cierra, lo hace inerte, lo hace desvanecer. Pero la “llena de gracia” está vacía de pecado. Así que siempre es joven, es” más joven que el pecado” es la “más joven del género humano” (G. Bernanos, Diario de un cura rural, II, 1988, p 175.).
Hoy la Iglesia felicita a María llamándola la toda hermosa, toda pulcra. Como su juventud no es una cuestión de edad, así su belleza no es exterior. María, como se muestra en el Evangelio de hoy, no sobresale en apariencia, de una familia sencilla, ella vivió humildemente en Nazaret, un pueblo casi desconocido. Ella no era conocida, incluso cuando el ángel la visitó nadie lo supo, ese día no había ningún periodista. La Virgen María no tenía ni siquiera una vida cómoda, sino preocupaciones y temores: ella “se turbó” (v. 29), dice el Evangelio, y cuando el ángel “se alejó de ella”, (v. 38) los problemas comenzaron a aumentar
Sin embargo la “llena de gracia” ha vivido una vida bella. ¿Cuál era su secreto? Todavía podemos verlo mirando la escena de la Anunciación. En muchas pinturas de María aparece sentado delante del ángel con un pequeño libro en la mano. Este libro es la Escritura. Así María tenía la costumbre de escuchar a Dios y pasar tiempo con él. La Palabra de Dios era su secreto: cerca de su corazón, y luego se hizo carne en su vientre. Permaneciendo con Dios, conversando con él en todas las circunstancias, María ha embellecido su vida. No es la apariencia, no es lo que pasa, sino que es el corazón vuelto hacia Dios lo que hace la vida hermosa. Hoy miremos con alegría a la llena de gracia. Pidámosle que nos ayude a permanecer jóvenes diciendo, “no” al pecado y vivir una vida hermosa, diciendo “sí” a Dios.   09.12.17




Ángelus: Hablar con dulzura, para preparar la venida de Cristo dulce y humilde de corazón

El Salvador es capaz de transformar nuestra vida por la fuerza del amor

(10 dic. 2017).- “El Salvador que estamos esperando es capaz de transformar nuestras vidas, con la fuerza del Espíritu Santo, por la fuerza del amor”, dice el Papa Francisco, que invita a la dulzura y a la humildad, en la preparación para la Navidad.
El Papa ha comentado las lecturas de la misa del día, antes del Ángelus del mediodía, en la Plaza San Pedro, este domingo 10 de diciembre de 2017, segundo domingo de Adviento.
El Espíritu Santo difunde el amor de Dios en los corazones, fuente inagotable de purificación, de vida nueva y de libertad”, añadió el Papa.
Ha invitado a quitar los obstáculos” a la venida de Cristo: a la falta de oración, orando más intensamente, a la falta de caridad, estando más atentos a las necesidades – materiales y espirituales – de los más necesitados, a la falta de humildad, ejerciendo la dulzura, especialmente en la manera de hablar, para “preparar la venida del Salvador que es dulce y humilde de corazón”.
Esta es la traducción de las palabras pronunciadas, en italiano, antes de la oración del Ángelus
Alocución del Papa Francisco antes del Ángelus
¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
El domingo pasado, comenzamos el Adviento con la invitación de vigilar. Hoy segundo domingo de este tiempo de preparación para la Navidad, la liturgia nos indica contenidos específicos, es un tiempo para reconocer los caminos que colmen nuestras vidas, suavizar las asperezas del orgullo y hacer espacio a Jesús que viene. El profeta Isaías se dirige al pueblo anunciando el fin del exilio en Babilonia y el retorno a Jerusalén. Profetiza: “Una voz grita: `en el desierto, preparad el camino al Señor`[…]. Que todo valle sea elevado”(40,3). Los valles elevados representan todos los vacíos de nuestro comportamiento delante de Dios, todos nuestros pecados de omisión.
Un vacío de nuestra vida puede ser el hecho de que no oremos o de que oremos poco. Entonces el adviento es el momento favorable para orar más intensamente, para reservar a la vida espiritual el lugar importante que le corresponde.
Otro vacío podría ser la falta de caridad hacía el prójimo, sobre todo hacia las personas que más necesidad tienen de ayuda, no solamente material, sino también espiritual. Estamos llamados a estar más atentos a las necesidades de los otros, de los más cercanos.
Como Juan Bautista, de esta manera podemos abrir caminos de esperanza en el desierto de los corazones áridos de tantas personas.
Que todo monte y cerro sea rebajado” (v.4), exhorta Isaías. Las montañas y las colinas que deben de estar rebajadas son el orgullo, la soberbia, la dominación, allá donde hay orgullo, dominación y soberbia, el Señor no puede entrar porque este corazón está lleno de orgullo, de dominación, de soberbia, debemos abajar este orgullo.
Debemos asumir actitudes de dulzura y de humildad, sin grandezas: escuchar hablar con dulzura, y así preparar la venida del Salvador que es dulce y humilde de corazón (Mt. 11-29).
Y después se nos pide eliminar todos los obstáculos que ponemos en nuestra unión con el Señor “Vuélvase lo escabroso llano y las cimas en amplios valles!, entonces se revelará la Gloria del Señor, dice Isaías, y todos los hombres juntos la verán. (Is 40, 4-5). Pero estas acciones deben estar hechas con alegría, porque se enfocan a la preparación de llegada de Jesús. Cuando nosotros esperamos en casa la visita de una persona querida, nosotros preparamos todo con mucho cuidado y felicidad. De la misma manera queremos prepararnos para la venida del Señor: esperarlo cada día con solicitud, para ser llenos de su gracia cuando venga.
El Salvador que estamos esperando es capaz de transformar nuestra vida por la fuerza del Espíritu Santo, por la fuerza del amor. El Espíritu Santo difunde el amor de Dios en los corazones, una fuente inagotable de purificación, vida nueva y libertad.
La Virgen María ha vivido esta realidad en plenitud dejándose “guiar” en el Espíritu Santo que la ha inundado de su poder. Que ella, que ha preparado la venida de Cristo por la totalidad de su existencia, nos ayude a seguir su ejemplo y que guie nuestros pasos al encuentro del Señor que viene.
Angelus Domini nuntiavit Mariae…
11.12.17

Santa Marta: “Dejarse consolar por el Señor en lugar de quejas y rencores”

Primera Lectura tomada del Profeta Isaías (Is 35, 1-10)

(11 Dic. 2017).- “Dejarse consolar por el Señor en lugar de preferir las quejas y los rencores”, ha aconsejado el Papa Francisco.
Esta fue la exhortación del Santo Padre en la Misa matutina celebrada esta mañana, 11 de diciembre de 2017, en la capilla de la Casa de Santa Marta, donde el Papa reflexionó sobre la Primera Lectura tomada del Profeta Isaías (Is 35, 1-10) en la que el Señor promete a su pueblo la consolación.
El Papa Francisco concluyó su homilía afirmando que el mensaje de la Liturgia del día es el de “dejarse consolar por el Señor”: “El Señor ha venido a consolarnos”, afirmó el Papa. El mismo San Ignacio “nos dice que es bueno contemplar el oficio de consolador de Cristo” ha explicado Francisco, asemejándolo al modo con que algunos amigos consuelan a los demás.
Y, después, “basta pensar en la mañana de la Resurrección en el Evangelio de Lucas –ha continuado el Papa– cuando Jesús se aparece a los apóstoles y era tanta la alegría que no podían creerlo”. Muchas veces – indicó el Santo Padre– el consuelo del Señor “nos parece una maravilla”.
Pero no es fácil dejarse consolar; es más fácil consolar a los demás que dejarse consolar. Porque tantas veces nosotros estamos apegados a lo negativo, estamos apegados a la herida del pecado dentro de nosotros y, muchas veces, preferimos permanecer allí, solos, o sea en la cama, como aquel del Evangelio, aislados, allí, y no levantarnos. `Levántate´ es la palabra de Jesús, siempre: `Levántate´”.
Y no es fácil” –ha señalado Francisco– porque para dejarse consolar por el Señor “debemos despojarnos de nuestros egoísmos, de aquellas cosas que son el propio tesoro, ya sea la amargura, o las quejas, o tantas cosas”, ha propuesto el Papa.

Nos hará bien hoy, a cada uno de nosotros, hacer un examen de conciencia: ¿cómo es mi corazón? ¿Tengo alguna amargura allí? ¿Tengo alguna tristeza? ¿Cómo es mi lenguaje? ¿Es de alabanza a Dios, de belleza, o siempre de quejas? Y pedir al Señor la gracia del coraje, porque en el coraje Él viene a consolarnos. Y decir: Señor, ven a consolarnos”, ha exhortado el Pontífice.
12.12.17




Virgen de Guadalupe: “De ella queremos aprender a ser Iglesia con rostro mestizo”

Homilía del Papa Francisco en la Eucaristía

(12 Dic. 2017).- “La Madre de Dios es figura de la Iglesia y de ella queremos aprender a ser Iglesia con rostro mestizo, con rostro indígena, afroamericano, rostro campesino, rostro cola, ala, cacaxtle”, ha dicho el Papa Francisco.
El Santo Padre ha celebrado la Eucaristía en la Basílica Vaticana hoy, 12 de diciembre de 2017, con ocasión de la Fiesta litúrgica de la Beata Virgen María de Guadalupe.
La Madre de Dios es figura de la Iglesia (Lumen Gentium, 63) y de ella queremos aprender a ser Iglesia con rostro mestizo, con rostro indígena, afroamericano, rostro campesino, rostro cola, ala, cacaxtle. Rostro pobre, de desempleado, de niño y niña, anciano y joven para que nadie se sienta estéril ni infecundo, para que nadie se sienta avergonzado o poca cosa”, ha señalado el Papa.
En la homilía, Francisco hace un paralelismo entre Isabel y el indio Juan Diego, dos personajes que se sintieron “poca cosa” a los ojos de la Virgen: “Así podemos vislumbrarlo en el indiecito Juan Diego cuando le dice a María «yo en verdad no valgo nada, soy mecapal, soy cacaxtle, soy cola, soy ala, sometido a hombros y a cargo ajeno, no es mi paradero ni mi paso allá donde te dignas enviarme»”.
«¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a visitarme?», son las palabras de Isabel, “la mujer marcada por el signo de la esterilidad, la encontramos cantando bajo el signo de la fecundidad y del asombro”, señala el Papa Francisco.
El Papa ha subrayado dos aspectos: Isabel, la mujer bajo el signo de la esterilidad y bajo el signo de la fecundidad.
En medio de esta dialéctica de fecundidad–esterilidad, el Santo Padre ha animado a mirar la riqueza y la diversidad cultural de nuestros pueblos de América Latina y el Caribe, “ella es signo de la gran riqueza que somos invitados no sólo a cultivar sino, especialmente en nuestro tiempo, a defender valientemente de todo intento homogeneizador que termina imponiendo —bajo slogans atrayentes— una única manera de pensar, de ser, de sentir, de vivir, que termina haciendo inválido o estéril todo lo heredado de nuestros mayores; que termina haciendo sentir, especialmente a nuestros jóvenes, poca cosa por pertenecer a tal o cual cultura”.


Homilía del Papa Francisco
El Evangelio que acaba de ser proclamado es el prefacio de dos grandes cánticos: el cántico de María conocido como el «Magníficat» y el cántico de Zacarías, el «Benedictus», y me gusta llamarlo «el cántico de Isabel o de la fecundidad». Miles de cristianos a lo largo y ancho de todo el mundo comienzan el día cantando: «Bendito sea el Señor» y terminan la jornada «proclamando su grandeza porque ha mirado con bondad la pequeñez de los suyos». De esta forma, los creyentes de diversos pueblos, día a día, buscan hacer memoria; recordar que de generación en generación la misericordia de Dios se extiende sobre todo el pueblo como lo había prometido a nuestros padres. Y en este contexto de memoria agradecida brota el canto de Isabel en forma de pregunta: «¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a visitarme?». A Isabel, la mujer marcada por el signo de la esterilidad, la encontramos cantando bajo el signo de la fecundidad y del asombro.
Quisiera subrayar estos dos aspectos. Isabel, la mujer bajo el signo de la esterilidad y bajo el signo de la fecundidad.
1. Isabel la mujer estéril, con todo lo que esto implicaba para la mentalidad religiosa de su época, que consideraba la esterilidad como un castigo divino fruto del propio pecado o el del esposo. Un signo de vergüenza llevado en la propia carne o por considerarse culpable de un pecado que no cometió o por sentirse poca cosa al no estar a la altura de lo que se esperaba de ella. Imaginemos, por un instante, las miradas de sus familiares, de sus vecinos, de sí misma… esterilidad que cala hondo y termina paralizando toda la vida. Esterilidad que puede tomar muchos nombres y formas cada vez que una persona siente en su carne la vergüenza al verse estigmatizada o sentirse poca cosa.
Así podemos vislumbrarlo en el indiecito Juan Diego cuando le dice a María «yo en verdad no valgo nada, soy mecapal, soy cacaxtle, soy cola, soy ala, sometido a hombros y a cargo ajeno, no es mi paradero ni mi paso allá donde te dignas enviarme». Así también este sentimiento puede estar —como bien nos hacían ver los obispos Latinoamericanos— en nuestras comunidades «indígenas y afroamericanas, que, en muchas ocasiones, no son tratadas con dignidad e igualdad de condiciones; o en muchas mujeres, que son excluidas en razón de su sexo, raza o situación socioeconómica; jóvenes, que reciben una educación de baja calidad y no tienen oportunidades de progresar en sus estudios ni de entrar en el mercado del trabajo para desarrollarse y constituir una familia; muchos pobres, desempleados, migrantes, desplazados, campesinos sin tierra, quienes buscan sobrevivir en la economía informal; niños y niñas sometidos a la prostitución infantil, ligada muchas veces al turismo sexual».
2. Y junto a Isabel, la mujer estéril, contemplamos a Isabel la mujer fecunda-asombrada. Es ella la primera en reconocer y bendecir a María. Es ella la que en la vejez experimentó en su propia vida, en su carne, el cumplimiento de la promesa hecha por Dios. La que no podía tener hijos llevó en su seno al precursor de la salvación. En ella, entendemos que el sueño de Dios no es ni será la esterilidad ni estigmatizar o llenar de vergüenza a sus hijos, sino hacer brotar en ellos y de ellos un canto de bendición. De igual manera lo vemos en Juan Diego. Fue precisamente él, y no otro, quien lleva en su tilma la imagen de la Virgen: la Virgen de piel morena y rostro mestizo, sostenida por un ángel con alas de quetzal, pelícano y guacamayo; la madre capaz de tomar los rasgos de sus hijos para hacerlos sentir parte de su bendición.
Pareciera que una y otra vez Dios se empecina en mostrarnos que la piedra que desecharon los constructores se vuelve piedra angular (cf. Sal 117,22).
Queridos hermanos, en medio de esta dialéctica de fecundidad–esterilidad miremos la riqueza y la diversidad cultural de nuestros pueblos de América Latina y el Caribe, ella es signo de la gran riqueza que somos invitados no sólo a cultivar sino, especialmente en nuestro tiempo, a defender valientemente de todo intento homogeneizador que termina imponiendo —bajo slogans atrayentes— una única manera de pensar, de ser, de sentir, de vivir, que termina haciendo inválido o estéril todo lo heredado de nuestros mayores; que termina haciendo sentir, especialmente a nuestros jóvenes, poca cosa por pertenecer a tal o cual cultura. En definitiva, nuestra fecundidad nos exige defender a nuestros pueblos de una colonización ideológica que cancela lo más rico de ellos, sean indígenas, afroamericanos, mestizos, campesinos, o suburbanos.
La Madre de Dios es figura de la Iglesia (Lumen Gentium, 63) y de ella queremos aprender a ser Iglesia con rostro mestizo, con rostro indígena, afroamericano, rostro campesino, rostro cola, ala, cacaxtle. Rostro pobre, de desempleado, de niño y niña, anciano y joven para que nadie se sienta estéril ni infecundo, para que nadie se sienta avergonzado o poca cosa. Sino, al contrario, para que cada uno al igual que Isabel y Juan Diego pueda sentirse portador de una promesa, de una esperanza y pueda decir desde sus entrañas: «¡Abba!, es decir, ¡Padre!» (Ga 4,6) desde el misterio de esa filiación que, sin cancelar los rasgos de cada uno, nos universaliza constituyéndonos pueblo. Hermanos, en este clima de memoria agradecida por nuestro ser latinoamericanos, cantemos en nuestro corazón el cántico de Isabel, el canto de la fecundidad, y digámoslo junto a nuestros pueblos que no se cansan de repetirlo: Bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.                                         13.12.17