30 d’abr. 2015

EL PAPA EN PRIMAVERA...





El Papa en Santa Marta: ¿Sirvo o dejo que me sirvan?
En la homilía de este jueves, el Santo Padre reflexiona sobre la identidad cristiana: la historia y el servicio
CIUDAD DEL VATICANO, 30 de abril de 2015 (Zenit.org) - El cristiano está dentro de una historia de pecado y de gracia, siempre delante de la alternativa: servir o servirse de los hermanos. Así lo ha recordado el santo padre  Franciscoen la homilía de la misa celebrada esta mañana en Santa Marta. El Papa se ha detenido sobre dos rasgos de la identidad cristiana: la historia y el servicio.
Así, Francisco ha recordado que san Pablo, san Pedro y los primeros discípulos “no anunciaban un Jesús sin historia: ellos anunciaban a Jesús en la historia del pueblo, un pueblo que Dios ha hecho caminar durante siglos para llegar” a la madurez, “a la plenitud de los tiempos”. El Papa ha indicado que Dios entra en la historia y camina con su pueblo.
A propósito, el Santo Padre ha explicado que “el cristiano es un hombre y una mujer de historia, porque no pertenece a sí mismo, está dentro de un pueblo, un pueblo que camina. No se puede pensar en un egoísmo cristianos, no, esto no es así. El cristiano no es un hombre, una mujer espiritual de laboratorio, es un hombre, es una mujer espiritual dentro de un pueblo, que tiene una historia larga y continúa caminando hasta que el Señor vuelva”.
Es una historia de gracia --ha asegurado-- pero también historia de pecado.
De este modo, ha exclamado el Papa: “¡cuántos pecadores, cuántos crímenes! También hoy Pablo menciona al rey David, santo, pero antes de hacerse santo fue un gran pecador. Un gran pecador. Nuestra historia debe asumir santos y pecadores. Y mi historia personal, de cada uno, debe asumir nuestro pecado, nuestro pecado y la gracia del Señor que está con nosotros,  acompañándonos en el pecado para perdonar y acompañándonos en la gracia. No hay identidad cristiana sin historia”.
El segundo rasgo de la identidad cristiana del que ha hablado Francisco es el servicio: “Jesús lava los pies a los discípulos invitándonos a hacer como él: servir”.
De este modo, el Papa ha recordado que la identidad cristiana es el servicio, no el egoísmo. ‘Pero padre, todos somos egoístas. ¿Ah, sí? Es un pecado, es una costumbre  de la cual debemos separarnos. Pedir perdón, que el Señor nos convierta. Somos llamados al servicio. Ser cristianos no es una pertenencia o una conducta social, no es maquillarse un poco el alma, para que sea más bonita”.
Para finalizar, el Pontífice ha planteado esta pregunta: “En mi corazón ¿qué hago más? Hago que me sirvan los otros, o me sirvo de los otros, de la comunidad, de la parroquia, de mi familia, de mis amigos. Sirvo, estoy al servicio de?”

01-05.15



El Papa: 'La Expo de Milán sea ocasión para globalizar la solidaridad'
El gran desafío al cual Dios llama a la humanidad del siglo XXI, es dejar finalmente de abusar del jardín que nos ha confiado

Roma, 01 de mayo de 2015 (Zenit.org) H. Sergio Mora | 455 hits
El papa Francisco intervino este viernes 1 de mayo al medio día desde el Vaticano con un mensaje en vivo, durante la ceremonia de apertura de la Exposición Universal de Milán, con el tema: 'Nutrir al planeta, energía para la vida' 
A la Expo 2015 que durará hasta el 31 de octubre del presente año, participan más de 140 países, tiene el tamaño de 170 canchas de fútbol y permitirá también debatir sobre cómo garantizar una alimentación sana, segura y suficiente para una población mundial que en el 2050 llegará a 9.000 millones de personas.
Se calcula que contará con más de 20 millones de visitadores. Además los países participantes firmaron la Carta de Milán, que es un empeño sobre la alimentación y lucha a la pobreza.
El Santo Padre deseo en su mensaje pasado en pantalla gigante, que la Expo sea una ocasión propicia para globalizar la solidaridad, “tratemos de no desperdiciarla pero de valorizarla plenamente” dijo.
Deseó que cada persona que visite la Expo de Milán, a través de esos maravillosos pabellones, "pueda percibir la presencia escondida de los rostros de hombres y mujeres que tienen hambre, que se enferman, e incluso mueren debido a una alimentación carente o nociva".
“Hagamos de manera que esta Expo sea ocasión de un cambio de mentalidad, para dejar de pensar que nuestras acciones cotidianas --en todos los niveles de responsabilidad-- no tengan impacto en la vida de quien, cerca o lejos, sufre el hambre. Pienso a tantos hombres y mujeres que sufren el hambre, especialmente a la multitud de niños que mueren de hambre en el mundo”.
Al iniciar su mensaje el Papa recordó que su voz era “la del Obispo de Roma, que habla en nombre del pueblo de Dios peregrino por el mundo entero; y la voz de tantos pobres que hacen parte de este pueblo y que con dignidad intentan ganarse el pan con el sudor de la frente”.
Por ello “quiero hacerme portavoz de todos estos nuestros hermanos y hermanas, y también no cristianos, a quienes Dios ama como hijos y por los cuales dio su vida, ha partido el pan que es la carne de su Hijo hecho hombre. Él que nos ha enseñado a pedirle a Dios Padre: 'Dadnos hoy el pan nuestro de cada día'".
Sobre el tema de la Expo, 'Nutrir el planeta, energía para la vida', pidió que no se quede solamente en un tema, sino que “sea acompañado por la conciencia de los 'rostros': los rostros de millones de personas que tienen hambre, que hoy no comerán de manera digna de un ser humano”.
Recordó el Papa, la expresión usada por Juan Pablo II: 'La paradoja de la abundancia', la cual “persiste aún a pesar de los esfuerzos realizados y de algunos buenos resultados”.
“Hay otros rostros que tendrán un rol importante” añadió el Santo Padre, y pidió que “el Señor conceda a cada uno de esos sabiduría y coraje, porque es grande su responsabilidad. Mi deseo es que esta experiencia permita a los empresarios, a los comerciantes, a los estudiosos, de sentirse envueltos en un gran proyecto de solidaridad: el de nutrir el planeta en el respeto de cada hombre y mujer que en él habita y en el respeto del ambiente natural”.
Porque el gran desafío “al cual Dios llama a la humanidad del siglo XXI”, es “dejar finalmente de abusar del jardín que Dios nos ha confiado”.
(01 de mayo de 2015)
 02.05.15



Texto completo de la homilía del papa Francisco sobre fray Junípero en el Pontificio Colegio Norteamericano
¿Somos hoy somos capaces de responder con la misma generosidad y coraje de fray Junípero a la llamada de Dios?
ROMA, 02 de mayo de 2015 (Zenit.org) - El papa Francisco celebró este sábado 2 de mayo en el Pontificio Colegio Norteamericano, la misa conclusiva de la Jornada de reflexión que se realizó sobre Fray Junípero, quien será canonizado el 23 de septiembre en Washington, en el viaje apostólico a Estados Unidos.
 En su homilía el Santo Padre recordó a la multitud de los misioneros que llevaron el evangelio al Nuevo Mundo, y al mismo tiempo defendieron a los indígenas contra los abusos de los colonizadores. Y que fray Junípero fue protagonista de una nueva primavera evangelizadora en aquellas tierras lejanas que, habían sido alcanzadas ya doscientos años antes por misioneros provenientes desde España, desde Florida hasta California, mucho tiempo antes que llegaran los peregrinos de Mayflower al litoral del Atlántico norte.
Señaló por ello tres aspectos de la vida del franciscano: el empuje misionero, su devoción mariana y su testimonio de santidad.
Y se preguntó: ¿Qué le llevó a fray Junípero a abandonar su patria, su tierra, su familia, la cátedra universitaria, su comunidad franciscana en Mayorca, para ir hacia los extremos de la tierra? Para responder que sin dudas fue el deseo de anunciar el evangelio a los pueblos, o sea el ímpetu del corazón que quiere compartir con los más lejanos el don del encuentro con Cristo.
"Un tal celo nos provoca: ¡Es para nosotros un gran desafío!" exclamó el Pontífice y se interrogó: "Somos hoy capaces de responder con la misma generosidad y coraje a la llamada de Dios, que nos invita a dejar todo para adorarlo, seguirlo, encontrarlo en el rostro de los pobres, para anunciarlo a quienes no han conocido a Cristo, y por lo tanto no se han sentido abrazados por la misericordia".  
Añadió que contemplamos el testimonio de santidad de fray Junípero, uno de los padres fundadores de Estados Unidos, santo de la catolicidad y especial protector de los hispanos de América del Norte, que se une a la gran cantidad de santos que vivieron y dieron su vida en las américas.  
Y al concluir su homilía pidió: "Por la intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe, y también de fray Junípero y de los otros santos y santas de América, que me conduzcan y me guíen en los próximos viajes apostólicos en el Sur de América y en el Norte de América. Por esto les pido a todos que no dejen de rezar por mi. Amen".
A continuación el texto completo de la homilía del papa Francisco en el Pontificio Colegio Norteamericano sobre Fray Junípero
“Te he puesto para ser luz de los pueblos, para que tu lleves la salvación hasta la extremidad de la Tierra”.
Estas palabras del Señor en el párrafo de los Actos de los Apóstoles que ha sido apenas leído, nos hace ver la misionaridad de la Iglesia que ha sido enviada por por Jesus a predicar el evangelio. Para los discípulos sucede esto desde el primer momento en el cual inició la persecución, salieron de Jerusalén.
Esto vale también para la multitud de los misioneros que llevaron en evangelio al Nuevo Mundo, y al mismo tiempo defendieron a los indígenas contra los abusos de los colonizadores.
Entre ellos estaba también fray Junípero. Su obra de evangelización nos trae a la memoria a los primeros “12 apóstoles franciscanos” que fueron los pioneros de la fe cristiana en México.
Él fue protagonista de una nueva primavera evangelizadora en aquellas tierras lejanas que, habían sido alcanzadas ya doscientos años antes por misioneros provenientes desde España, desde Florida hasta California. Mucho tiempo antes que llegaran los peregrinos de Mayflower al litoral del Atlántico norte.
La vida de fray junípero evidencia tres aspectos: el empuje misionero, su devoción mariana y su testimonio de santidad.
En primer lugar fue un incansable misionero. ¿Qué le llevó a fray Junípero a abandonar su patria, su tierra, su familia, la cátedra universitaria, su comunidad franciscana en Mayorca, para ir hacia los extremos de la tierra?
Sin dudas el deseo de anunciar el evangelio a los pueblos, o sea el ímpetu del corazón que quiere compartir con los más lejanos el don del encuentro con Cristo: el don que él mismo había antes recibido y sentido en su plenitud de verdad y belleza. Como Pablo y Bernabé, como los discípulos en Antioquía y en toda la Judea, él estuvo lleno de alegría y del Espíritu Santo cuando difundía la palabra del Señor.
Un tal celo nos provoca: ¡Es para nosotros un gran desafío! Estos discípulos-misioneros, que han encontrado a Jesús, Hijo de Dios; que a través de Él han conocido al Padre misericordioso, y que movidos por la gracia del Espíritu Santo se han proyectado hacia todas las periferias geográficas, sociales y existenciales, para dar testimonio de la caridad, ¡nos desafían!
A veces nos detenemos para examinar escrupulosamente sus cualidades y sobre todo sus límites y sus miserias. Pero me pregunto, si somos hoy capaces de responder con la misma generosidad y coraje a la llamada de Dios, que nos invita a dejar todo para adorarlo, seguirlo, encontrarlo en el rostro de los pobres, para anunciarlo a quienes no han conocido a Cristo, y por lo tanto no se han sentido abrazados por la misericordia. El testimonio de fray Junípero nos llama a dejarnos involucrar, en primera persona en la misión continental, que encuentra las propias raíces en el 'Evangelii gaudium'.
En segundo lugar, fray junípero confió su empeño misionero a la Santísima Virgen María. Sabemos que antes de partir hacia California, quiso ir a entregar su vida a Nuestra Señora de Guadalupe y a pedirle para la misión que estaba emprendiendo, la gracia de abrir el corazón de los colonizadores y de los indígenas. En este implorar podemos aún ver a este humilde fraile arrodillado delante de la 'Madre del mismo Dios', la 'Morenita' que llevó a su hijo hacia el nuevo mundo.
La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe estaba presente -o al menos lo estuvo- en las veintiuna misiones que fray Junípero fundó a lo largo de la costa californiana. Desde entonces, Nuestra Señora se volvió, de hecho, la patrona de todo el continente americano. No es posible separarla del corazón del pueblo americano. Ella de hecho constituye la raíz común de este continente.
Más aún, la actual misión continental se confía a Ella que es la primera discípula-misionera, presencia y manantial de confort y esperanza. A Ella que está siempre escuchando para cuidar a sus hijos americanos.
En tercer lugar, hermanos y hermanas, contemplamos el testimonio de santidad de fray Junípero -uno de los padres fundadores de Estados Unidos, santo de la catolicidad y especial protector de los hispanos del país-, de manera que todo el pueblo americano descubra la propia dignidad, consolidando siempre más la propia pertenencia a Cristo y a su Iglesia.
En la comunión universal de los santos y en particular, en la corona de los santos estadounidenses, nos acompañe fray Junípero Serra e interceda junto a nosotros, junto a tantos otros santos y santas que se han distinguido con diversos carismas:
- Contemplativas como Rosa de Lima, Mariana de Quito y Teresita de los Andes;
- pastores que desprendían el perfume de Cristo y el olor de ovejas, como Toribio de Mogrovejo, Francois de Laval, Rafael Guizar Valencia;
- humildes obreros de la viña del Señor, como Juan Diego y Kateri Tekakwhita;
- servidores sufridos de los marginados, como Pedro Claver, Martín de Porres, Damián de Lolokai; Alberto Hurtado y Rose Philippine Duchesne;
- Fundadoras de comunidades consagradas al servicio de Dios y de los más pobres, como Francesca Cabrini, Elisabeth Ann Seaton y Catalina Drexel;
- Misioneros incansables como fray Francisco Solano, José de Anchieta, Alonso de Barzana, María Antonia de Paz y Figueroa, José Gabriel del Rosario Brochero;
- Mártires como Roque González, Miguel Pró y Oscar Arnulfo Romero; y tantos otros santos y mártires que no enumero ahora, pero que rezan delante del Señor por sus hermanos y hermanas que aún son peregrinos en esta tierra.
Un impetuoso viento de santidad recorra en toda America, en el próximo Jubileo Extraordinario de la Misericordia. Confiados en la promesa que nos hizo Jesús, y que hemos escuchado hoy en el evangelio, pedimos a Dios esta particular efusión del Espíritu Santo.
Pidamos a Jesús Resucitado, Señor de la historia, que la vida de nuestro continente americano se radique cada vez más en el evangelio que ha recibido; que Cristo esté cada vez más presente en la vida de las pesonas, de las familias, de los pueblos y de las naciones, para la mayor gloria de Dios.
Que esta gloria se manifieste en la cultura de la vida, en la hermandad, en la solidaridad, en la paz y en la justicia, con efectivo amor preferencial por los más pobres, a través del testimonio de los cristianos de las diversas comunidades y confesiones, de los creyentes de otras tradiciones religiosas, y de los hombres de recta conciencia y buena voluntad. Oh Señor Jesús, nosotros somos solamente tus discípulos misioneros, tus humildes cooperadores para que venga tu Reino.
Con esta invocación en el corazón pido por la intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe, y también de fray Junípero y de los otros santos y santas de América, para que me conduzcan y me guíen en mis próximos viajes apostólicos en el Sur de América y en el Norte de América. Por esto les pido a todos que no dejen de rezar por mi. Amen.
03.05.15


Texto completo del papa Francisco antes del Regina Coeli del V domingo de Pascua
Los frutos de esta unión con Jesús son maravillosos. La vida de Cristo se vuelve también la nuestra: podemos pensar como Él, actuar como Él, ver el mundo y las cosas con los ojos de Jesús
CIUDAD DEL VATICANO, 03 de mayo de 2015 (Zenit.org) - El papa Francisco rezó este V domingo de Pascua la oración del Regina Coeli, desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico.
En este día de primavera en Europa, la Plaza de San Pedro estaba repleta de fieles y peregrinos que le escucharon, le acompañaron en la oración y aplaudieron calurosamente.
A continuación las palabras del Santo Padre:
«El evangelio de hoy nos presenta a Jesús durante la Última Cena en cuando sabe que la muerte está ya cerca. Ha llegado su hora. Por la última vez Él está con sus discípulos, y entonces quiere imprimir bien en su mente una verdad fundamental: también cuando Él no estará más físicamente en medio de ellos, los apóstoles podrán quedarse aún unidos a Él de un modo nuevo, y así traer mucho fruto. Y todos podemos estar unidos a Jesús en un modo nuevo. ¿Y cómo es este modo nuevo?
Por el contrario si uno perdiera la comunión con Él, se volvería estéril, o peor, dañino para la comunidad. ¿Cuál es el modo nuevo?
Y para expresar esta realidad, Jesús usa la imagen de la vid y de los sarmientos. Y dice así: “Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos”. (Gv 15, 4-5).
Y con esta figura nos enseña cómo quedarnos en Él, aunque no esté físicamente presente. Jesús es la vid y a través de Él --como la linfa en el árbol-- hace llegar a los sarmientos el amor mismo de Dios, el Espíritu Santo. Es así: nosotros somos los sarmientos, y a través de esta parábola, Jesús nos quiere hacer entender la importancia de estar unidos con Él.
Los sarmientos no son autosuficientes, sino que dependen totalmente de la vid, en la cual se encuentra el manantial de la vida de ellos. Así es para nosotros los cristianos. Insertados con el bautismo en Cristo, hemos recibido de Él gratuitamente el don de la vida nueva y podemos quedarnos en comunión vital con Cristo.
Es necesario mantenerse fieles al bautismo y crecer en la intimidad con el Señor mediante la oración, la escucha y la docilidad a su palabra, la participación a los sacramentos, especialmente la eucaristía y la reconciliación.
Si uno está íntimamente unido a Jesús, se beneficia de los dones del Espíritu Santo que --como dice San Pablo-- son 'amor, alegría, paz, magnanimidad, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí'. (Gal 5,22). Y estos son los dones que nos vienen si permanecemos unidos a Jesús. Y como consecuencia una persona que así unida hace tanto bien al prójimo y a la sociedad, es una persona cristiana. De estas actitudes, de hecho se reconoce que uno es cristiano, como de los frutos se reconoce el árbol.
Los frutos de esta unión con Jesús son maravillosos: toda nuestra persona es transformada por la gracia del Espíritu: alma, inteligencia, voluntad, afectos, y también el cuerpo, porque nosotros somos una unidad de espíritu y cuerpo.
Recibimos un nuevo modo de ser, la vida de Cristo se vuelve también la nuestra: podemos pensar como Él, actuar como Él, ver el mundo y las cosas con los ojos de Jesús. Como consecuencia, podemos amar a nuestros hermanos, a partir de los más pobres y sufridores, como él lo ha hecho, y amarlos con su corazón y llevar así al mundo frutos de bondad, de caridad y de paz.
Cada uno de nosotros es un sarmiento de la única vid, y todos juntos estamos llamados a llevar los frutos de este pertenencia común a Cristo y a su Iglesia.
Confiémonos a la intercesión de la Virgen María, para que podamos ser sarmientos vivos en la Iglesia y dar testimonio de manera coherente de nuestra fe, coherencia de vida y de pensamiento, de vida y de fe; conscientes de que todos, de acuerdo a nuestra vocación particular, participamos a la única misión salvadora de Jesucristo, el Señor».  
Oración del Regina Coeli.
Después de la oración el Papa saludó a los peregrinos presentes. Recordó que ayer sábado “en Turín fue proclamado santo el beato Luigi Bodrino, laico consagrado de la Congregación de San José Benedetto Cottolengo, quien dedicó su vida a las personas enfermas y sufridoras, y se dedicó sin detenerse hacia los más pobres, medicando y lavando sus llagas. Agradezcamos al Señor por este humilde y generoso discípulo”.
Envió un saludo especial a la Asociación Meter, en la Jornada de los niños víctimas de la violencia. Les agradezco por el empeño con el que se dedican para prevenir estos crímenes. Todos tenemos que empeñarnos para que cada persona humana, especialmente los niños, sean siempre defendidos y protegidos”.
Saludó también “a todos los peregrinos presentes, que realmente son tantos para nombrar a cada grupo”. Entre ellos nombró a los provenientes de Madrid y Lugo. A las asociaciones y escuelas y a los jóvenes que han recibido o recibirán la Confirmación. 
“A todos les deseo un buen domingo. Por favor no se olviden de rezar por mi”. Y concluyó con su conocido: 'Buon pranzo e arrivederci'.
04.05.15



El Papa: ¿permanezco en Jesús o estoy lejos de Él?
Francisco visita Santa María Regina Pacis en la localidad de Ostia y se reúne con las distintas realidades de la parroquia
Ciudad del Vaticano, 04 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
Una palabra que Jesús repite a menudo, sobre todo durante la Última Cena es “permaneced en mí”. “No os separéis de mí, permaneced en mí”. Y precisamente la vida cristiana es este permanecer en Jesús. Así lo recordó este domingo el santo padre Francisco, en  la homilía de  la eucaristía celebrada en la parroquia Santa María Regina Pacis, en la ciudad de Ostia, situada a 25 kilómetros de Roma.
Hasta allí se dirigió el Pontífice durante la tarde de 3 de mayo, para pasar unas horas con la comunidad parroquial, continuando con las visitas a las parroquias de su diócesis.
De este modo, Francisco señaló en la homilía que Jesús para explicar bien que quiere decir este “permanecer en mí” usa la figura de la vid: “yo soy la vid, vosotros los sarmientos”. Tal y como indicó el Papa, el sarmiento que no está unido a la vid muere, no da fruto, se tira y se le prende fuego. Sin embargo, “los sarmiento que están unidos a la vid, reciben de la vid el jugo de la vida y así se desarrollan, crecen y dan frutos”.
A propósito recordó que aún si todos somos pecadores “si permanecemos en Jesús, como los sarmientos con la vid, el Señor viene, nos poda un poco, para que podamos dar fruto. Él siempre nos cuida”. Pero, también advirtió que si nos separamos de ahí, no permanecemos en el Señor “somos cristianos de palabra solamente, pero no de vida; somos cristianos, pero muertos, porque no damos fruto, como los sarmientos separados de la vid”.
Por eso, el Obispo de Roma afirmó que “permanecer en Jesús quiere decir tener ganas de recibir la vida de Él, también el perdón, también la poda, pero recibirla de Él”. Además, “permanecer en Jesús significa buscar a Jesús; rezar, la oración”. Igualmente, permanecer en Jesús significa “dirigirse a los sacramentos”. Pero, lo más difícil de todo, advirtió, es que significa hacer lo que ha hecho Jesús, tener la misma actitud que Jesús. “Pero cuando nosotros hablamos mal de los otros, o cuando chismorreamos, no permanecemos en Jesús”.
Del mismo modo  no permanecemos en Jesús “cuando somos mentirosos” “cuando engañamos a los otros con estos negocios sucios que están a la mano de todos”. Por eso el Papa invitó a preguntarse ¿permanezco en Jesús o estoy lejos de Él? ¿Estoy unido a la vid que me da la vida o soy un sarmiento muerto, que es incapaz de dar fruto, dar testimonio?
A continuación, Francisco habló también de otro tipo de sarmientos, los que se muestran como discípulos pero hacen lo contrario que Jesús, son sarmientos hipócritas. “Quizá van todos los domingos a misa, quizá ponen cara de estampita, todo de pie, eh, pero después viven como si fueran pagamos. Y a estos, en el Evangelio, Jesús les llama hipócritas”, aseguró el Papa.
Finalmente el Obispo de Roma animó a los presentes a tener una oración poderosa, que viene del estar unidos a la vid.
Previamente, en su encuentro con los jóvenes a quienes recordó que en la vida siempre se debe elegir, y hay elecciones difíciles, elecciones que no son muy bonitas. Así, explicó que hay elecciones que serán divertidas pero que no darán felicidad. “La diferencia entre algo alegre y algo justo, es la alegría que viene de dentro”, señaló. La alegría de una persona --prosiguió-- que sabe mirar siempre lo positivo de la vida y ofrece esto positivo a los demás. La alegría “que solamente Dios puede dar, es un don. Y debemos pedir esta alegría. La alegría es un don del Espíritu Santo”. Asimismo les pidió que muestren una sonrisa natural, no una de cartón.
Del mismo modo les explicó que es necesario sufrir en los momentos feos con dignidad, en la esperanza que el Espíritu Santo nos dará la fuerza. Y el Espíritu Santo, en estos momentos, da consolación. “Él nos consuela, nos da fortaleza para llevar adelante estos momentos feos, y después vuelve la alegría”, aseguró Francisco.
El Santo Padre también se reunió con las familias que han bautizado a sus hijos a lo largo del año. A ellos les recordó que la mejor herencia que se puede dar a los niños es “la luz de la fe” junto con “el testimonio cristiano”. También es importante --indicó el Papa-- caminar con el niño en este camino de la fe nueva y acercarse a la parroquia.
 05.05.15



Sta. Marta: el cristiano no afronta las tribulaciones por masoquismo
En la homilía de este martes, Francisco ha reflexionado sobre las dificultades en la vida del cristiano, y de la confianza y la paz que vienen de Jesús 
Ciudad del Vaticano, 05 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
El  santo padre Francisco ha desarrollado su homilía de esta mañana en Santa Marta en torno a tres ideas: tribulación, confianza y paz. Así, el Papa ha subrayado que el cristiano no tiene una actitud masoquista frente a las dificultades de la vida, pero se entrega al Señor con confianza y esperanza.
Y ha recordado que san Pablo fue perseguido, pero a pesar de las miles de tribulaciones permaneció firme en la fe y animó a los hermanos a esperar en el Señor. Además, el Papa ha hecho referencia a los Hechos de los Apóstoles, en la Primera Lectura, para detenerse en estas tres ideas. Recordando también que para entrar en el Reino de Dios es necesario “pasar por momentos oscuros, momentos difíciles”.
Esta actitud, ha recordado el Pontífice, no es una actitud masoquista sino la lucha cristiana contra el príncipe de este mundo que trata de separarnos “de la Palabra de Jesús, de la fe, de la esperanza”. A propósito, ha recordado que el apóstol Pablo usa mucho la frase “soportar las tribulaciones”.
“Soportar”: es más que tener paciencia, es llevar sobre los hombros el peso de las tribulaciones. La vida del cristiano tiene estos momentos. Por eso, Francisco ha señalado que “Jesús nos dice: ‘Hay que ser valientes en ese momento. Yo he vencido, también vosotros seréis vencedores’. Esta primera palabra nos ilumina para caminar en los momentos más difíciles de la vida, esos momentos que también nos hacen sufrir”.
Y después de dar este consejo Pablo “organiza esa Iglesia”, “reza por los presbíteros imponiéndose las manos y les confía al Señor”.
La segunda palabra sobre la que el Papa ha reflexionado es el “confiar”. Un cristiano --ha dicho Francisco-- puede llevar adelante las tribulaciones y también las persecuciones confiandose al Señor. “solamente él es capaz de darnos la fuerza, de darnos la perseveración en la fe, de darnos esperanza”, ha precisado el Pontífice.
A continuación, ha añadido: “Confiar al Señor algo, confiar al Señor este momento difícil, confiar mi mismo al Señor, confiar al Señor a nuestros fieles, nosotros sacerdotes, obispos, confiar al Señor nuestras familias, nuestros amigos y decirle al Señor: ‘Cuida a estos que son tuyos’”.
Al respecto, Francisco ha advertido que esta es una oración que no hacemos siempre, la oración en la que confiamos algo o alguien: ‘Señor te confío esto, llévalo Tú adelante’, es una bella oración cristiana. Es la actitud de la confianza en el poder del Señor, también en la ternura del Señor que es Padre”.
Asimismo, en la homilía ha observado que cuando una persona hace esta oración desde el corazón siente que es confiada al Señor, es segura: “Él no decepciona nunca”. La tribulación nos hace sufrir pero el confiarse al Señor da la esperanza y de ahí surge la tercera palabra: paz.
El Obispo de Roma ha recordado lo que Jesús llama “despedida” de sus discípulos. “La paz os dejo, mi paz os doy”. Pero, ha advertido, “no una paz, una tranquilidad” sino una paz que “va dentro, también una paz que nos da fuerza, que refuerza lo que hoy hemos pedido al Señor: nuestra fe y nuestra esperanza”.
Para concluir, el Santo Padre ha insistido en que “en la vida debemos ir sobre caminos de tribulación pero esta es la ley de vida. Pero en estos momentos debemos confiar en el Señor y Él nos responde  con la paz. Este Señor que es Padre nos ama mucho y nunca decepciona”. De este modo, ha invitado a pedir al Señor  que refuerce nuestra fe y nuestra esperanza, y que nos dé confianza para vencer las tribulaciones porque Él ha vencido al mundo.
 06.05.15




Texto completo de la catequesis del Papa en la audiencia del miércoles 6 de mayo
El Santo Padre prosigue con las catequesis sobre el sacramento del matrimonio y recuerda que el amor entre los cónyuges es imagen del amor entre Cristo y la Iglesia
Ciudad del Vaticano, 06 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
¡Queridos hermanos y hermanas!
En nuestro camino de catequesis sobre la familia tocamos hoy directamente la belleza del matrimonio cristiano. Esto no es simplemente una ceremonia que se hace en la iglesia, con las flores, el vestido, las fotos... El matrimonio cristiano es un sacramento que tiene lugar en la Iglesia, y que también hace la Iglesia, dando inicio a una nueva comunidad familiar.
Es lo que el apóstol Pablo resume en su célebre expresión: «Este es un gran misterio: y yo digo que se refiere a Cristo y a la Iglesia». Inspirado por el Espíritu Santo, Pablo afirma que el amor entre los cónyuges es imagen del amor entre Cristo y la Iglesia. ¡Una dignidad impensable! Pero en realidad está inscrita en el diseño creador de Dios, y con la gracia de Cristo innumerables parejas cristianas, aún con sus límites, sus pecados, lo han realizado.
San Pablo, hablando de la nueva vida en Cristo, dice que los cristianos –todos— están llamados a amarse como Cristo los ha amado, es decir, “sometidos los unos a los otros”, que significa al servicio los unos de los otros. Y aquí introduce la analogía entre las parejas marido-mujer y la de Cristo-Iglesia. Está claro que se trata de una analogía imperfecta, pero debemos comprender el sentido espiritual que es altísimo y revolucionario, y al mismo tiempo sencillo, a la mano de cada hombre y mujer que se encomienda a la gracia de Dios.
El marido –dice Pablo— debe amar a la mujer “como al propio cuerpo”; amarla como Cristo “ha amado a la Iglesia y se ha dado a sí mismo por ella”. ¿Pero maridos que estáis aquí presentes, entendéis esto? Amar a la propia mujer como Cristo ama a la Iglesia. ¡Esto no es broma, es serio! El efecto de este radicalismo de la dedicación pedida al hombre, por el amor y la dignidad de la mujer, sobre el ejemplo de Cristo, debe haber sido enorme, en la misma comunidad cristiana.
Esta semilla de la novedad evangélica, que restablece la reciprocidad originaria de la dedicación y del respeto, ha madurado lentamente en la historia, pero al final ha prevalecido.
El sacramento del matrimonio es un gran acto de fe y de amor: testimonia la valentía de creer en la belleza del acto creador de Dios y de vivir ese amor que empuja para ir siempre más allá, más allá de sí mismo y también más allá de la familia. La vocación cristiana a amar sin reservas y sin medida es lo que está en la base también del libre consentimiento que constituye el matrimonio.
La Iglesia está plenamente implicada en la historia de cada matrimonio cristiano: se edifica en sus logros y sufre en sus fracasos. Pero debemos interrogarnos con seriedad: ¿aceptamos hasta el fondo, nosotros mismos, como creyentes y como pastores también, esta unión indisoluble de la historia de Cristo y de la Iglesia con la historia del matrimonio y de la familia humana? ¿Estamos dispuestos a asumir seriamente esta responsabilidad, es decir, que todo matrimonio va en el camino del amor que Cristo tiene a la Iglesia? ¡Esto es grande!
En esta profundidad del misterio de criaturas, reconocido y restablecido en su pureza, se abre un segundo gran horizonte que caracteriza el sacramento del matrimonio. La decisión de “casarse en el Señor”, contiene también una dimensión misionera, que significa tener en el corazón la disponibilidad para hacerse transmisor de la bendición de Dios y de la gracia del Señor para todos. De hecho, los esposos cristianos participan en cuanto esposos a la misión de la Iglesia. ¡Y se necesita valentía para eso, eh! Por esto cuando yo saludo a los recién casados, digo: “¡He aquí los valientes!” Porque se necesita valentía para amarse así, como Cristo ama a la Iglesia.
La celebración del sacramento no puede dejar fuera esta corresponsabilidad de la vida familiar en lo relacionado con la gran misión de amor de la Iglesia. Y así la vida de la Iglesia se enriquece cada vez más de la belleza de esta alianza matrimonial, como también se empobrece cada vez que es desfigurada. ¡La Iglesia, para ofrecer a todos los dones de la fe, del amor y de la esperanza, necesita también de la valiente fidelidad de los esposos a la gracia del sacramento! El pueblo de Dios necesita de su camino cotidiano en la fe, en el amor y en la esperanza, con todas las alegría y las fatigas que este camino implica en un matrimonio y en una familia.
La ruta está marcada así siempre, es la ruta del amor: se ama como ama Dios, para siempre. Cristo no cesa de cuidar a la Iglesia, la ama siempre, la cuida siempre, como a sí mismo. Cristo no cesa de quitar del rostro humano las manchas y las arrugas de cualquier tipo. Es conmovedora y muy bonita esta irradiación de la fuerza y de la ternura de Dios que se transmite de pareja a pareja, de familia a familia. Tiene razón san Pablo: ¡esto es precisamente un misterio grande! Hombres y mujeres, lo bastante valientes como para llevar este tesoro en los vasos de barro de nuestra humanidad, estos hombres y mujeres que son un recurso esencial para la Iglesia, también para todo el mundo.
¡Dios les bendiga mil veces por esto! Gracias.

07.05.15




Sta Marta: el verdadero amor no es el de la telenovela
El Papa en la homilía de este jueves, da las claves para permanecer en el amor de Jesús, el verdadero amor, un amor concreto y que se comunica. Invitó a pedir la gracia de esa alegría que el mundo no puede dar
Ciudad del Vaticano, 07 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
El verdadero amor debe ser concreto y comunicarse, incluso los monjes y monjas de clausura en realidad no se aislan, sino que comunican y mucho. Así lo ha indicado el papa Francisco en la homilía de la misa celebrada esta mañana en Santa Marta.
En el Evangelio de hoy Jesús “nos pide permanecer en su amor”. Al respecto, el Santo Padre ha explicado que hay dos criterios que ayudan a distinguir el verdadero amor del que no lo es. El primer criterio es: el amor está “más en los hechos que en las palabras”, “no es un amor de telenovela”, “una fantasía”, historia que “nos hacen latir el corazón pero nada más”, “está en los hechos concretos”. Así, el Papa ha recordado que Jesús avisaba a los suyos: “No los que dicen ‘Señor, Señor’ entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que han hecho la voluntad de mi Padre, que cumplen mis mandamientos”.
A continuación, el Pontífice ha especificado: “El verdadero amor es concreto, está en las obras, es un amor constante. No es un sencillo entusiasmo. También, muchas veces es un amor doloroso: pensemos en el amor de Jesús llevando la cruz. Pero las obras de amor son las que Jesús nos enseña en el pasaje del capítulo 25 de san Mateo”. Y así, ha añadido que “quien ama hace esto: el protocolo del juicio. Estaba hambriento y me han dado de comer, etc. Concreción. También las bienaventuranzas, que son el ‘programa pastoral’ de Jesús, son concretas”.
El segundo criterio del amor del que ha hablado el Papa es que “se comunica, no permanece aislado. El amor da de sí mismo y recibe, se da esa comunicación que existe entre el Padre y el Hijo, una comunicación que la hace el Espíritu Santo”.
Al respecto, el Obispo de Roma ha recordado que “no hay amor sin comunicarse, no hay amor aislado. Pero alguien puede preguntarme: ‘Pero padre, los monjes y las monjas de clausura están aislados...’ Pero comunican … y mucho: con el Señor, también con esos que van a buscar una Palabra de Dios… El verdadero amor no puede aislarse. Si está aislado, no es amor. Es una forma espiritualista de egoísmo, de permanecer cerrado en sí mismo, buscando el propio beneficio… Es egoísmo”.
Algo sencillo pero que no es fácil, ha advertido Francisco. Porque “el egoísmo, el propio interés nos atrae, y nos atrae para no hacer y nos atrae para que no comuniquemos”. Además el Pontífice ha preguntado: “¿Qué dice el Señor a los que permanecerán en su amor? ‘He dicho estas cosas para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría sea plena”.
Al concluir la homilía, el Papa ha invitado a pedir la gracia de la alegría, esa alegría que el mundo no puede dar.
08.05.15



Sta Marta: donde se traicionan los hermanos no está el Espíritu Santo
En la homilía de este viernes, el Santo Padre explica que el alma de la concordia cristiana, no es un sencillo acto de buena voluntad sino un fruto del Espíritu Santo
Ciudad del Vaticano, 08 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
Francisco ha dedicado la misa celebrada esta mañana en Santa Marta a su “patria”,  en el día en que se celebra Nuestra Señora de Luján. Durante la homilía,  el Papa ha recordado que el Espíritu Santo crea “movimiento” en la Iglesia, que aparentemente puede parecer “confusión” y sin embargo, si es acogido en oración y con espíritu de diálogo, genera siempre unidad entre los cristianos.
Así, ha recordado que es el Dios desconocido quien mueve las aguas de la Iglesia y todas las veces que los cristianos, desde los apóstoles, se han enfrentado con franqueza y en el diálogo, no fomentando traiciones y “acuerdos” internos, siempre han entendido qué es lo más adecuado para hacer, gracias a la inspiración del Espíritu Santo.
El Pontífice ha explicado esto con la situación de debate y enfrentamiento que le tocó vivir a la primera comunidad cristiana.
El pasaje del día narra la conclusión del primer Concilio de Jerusalén, que estableció, después de no pocas fricciones, las pocas y sencillas reglas que los nuevos convertidos al Evangelio debían cumplir. El problema, ha señalado el Papa, es que antes se había encendido una lucha entre los “cerrados” --grupo de cristianos “muy apegados a la ley” que querían "imponer las condiciones del judaísmo a los nuevos cristianos”-- y Pablo de Tarso, el apóstol de los paganos, era decididamente contrario a esta constricción.
A este punto, el Santo Padre se ha preguntado cómo resuelve el problema. Y responde: “Se reúnen y cada uno da su parecer, da su opinión. Discuten pero como hermanos y no como enemigos. No hacen acuerdos fuera para ganar, no van a los poderes públicos para ganar, no matan para ganar. Buscan el camino de la oración y del diálogo. Estos que estaban precisamente en posiciones opuestas, dialogan y se ponen de acuerdo. Esto es obra del Espíritu Santo”.
Asimismo, el Pontífice ha asegurado que la decisión final se tomó en la concordia. Y es en esta base que se escribe al final del Concilio la carta para enviarla a los “hermanos” que “provienen de los paganos”, en la cual lo que se comunica es fruto de un compartir muy diferente de las maniobras y escaramuzas desplegadas por los que siembran "cizaña".
De este modo, el Santo Padre ha afirmado que “en una Iglesia donde nunca hay problemas de este tipo, nos hace pensar que el Espíritu no está muy presente. Y en una Iglesia donde siempre se discute y hay acuerdos y se traicionan los hermanos los unos a los otros, ¡allí no está el Espíritu!”. "El Espíritu --ha proseguido-- es el que hace la novedad, que mueve la situación para ir adelantes, que crea nuevos espacios, que crea la sabiduría que Jesús ha prometido: ‘Él enseñará’. Esto mueve, pero está también lo que al final crea la unidad armoniosa entre todos”.
Para concluir la homilía, el Obispo de Roma ha realizado una última observación sobre la frase elegida para concluir la carta. Palabras que revelan el alma de la concordia cristiana, no un sencillo acto de buena voluntad sino un fruto del Espíritu Santo.
De este modo, ha finalizado Francisco su homilía: “Esto es lo que nos enseña hoy esta Carta, lo que nos enseña el primer Concilio ecuménico. ‘Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros’: esta es la fórmula, cuando el Espíritu nos pone a todos de acuerdo”.  Y así ha invitado a pedir al Señor Jesús que “se haga presente entre nosotros, que nos envíe siempre el Espíritu Santo, a nosotros, a cada uno. Que lo envíe a la Iglesia y que la Iglesia sepa siempre ser fiel al movimiento que hace el Espíritu Santo”.
09.05.15



Francisco propone la "cultura del encuentro" a los obispos de Mozambique
En su discurso, el Santo Padre pide a los prelados que cuiden de las familias y defiendan la vida. También recuerda a las víctimas de las catástrofes naturales
Roma, 09 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
El papa Francisco recibió este sábado a los obispos de la Conferencia Episcopal de Mozambique al final de su visita ad Limina. En el discurso que entregó a los prelados, el Pontífice argentino hace un repaso por las necesidades espirituales del país y propone la “desarrollar aún más la cultura del encuentro” como una respuesta a los desafíos actuales en Mozambique, donde las tensiones y los conflictos han destruido familias enteras y el futuro de miles de jóvenes.
“Ante las tensiones y conflictos que han debilitado la sociedad en Mozambique, la Iglesia debe permanecer unida colaborando con las Instituciones para ayudar a las familias y para defender la vida”, indica.
Para el Santo Padre, el modo más eficaz para contrarrestar una mentalidad de arrogancia, desigualdad y división social consiste en invertir en el campo de la formación, donde se enseña a los jóvenes a pensar de modo crítico, acompañándolos en un camino de maduración en los valores.
En este sentido, afirma que “es apropiado sensibilizar al mundo”, así como “reavivar la pastoral en las universidades y escuelas, combinando la tarea educativa con la proclamación del Evangelio”.
Por otra parte, el Papa recuerda a las víctimas de las catástrofes naturales, que incluso en estos momentos no cesan de causar destrucción, sufrimiento y muerte, aumentando el número de refugiados. Estas personas, prosigue, tienen necesidad de compartir con nosotros sus dolores, ansias y problemas: de ahí la importancia de ir a su encuentro, como hizo Jesús.
Francisco dice también que es importante mantener buenas relaciones con el Gobierno. Esto no quiere decir dependencia, aclara, sino una sana colaboración.
Además, exhorta a los obispos a no escatimar esfuerzo alguno a la hora de ayudar a la familia y comprometerse en la defensa de la vida, desde su concepción hasta la muerte natural. La familia es la fuente primordial de fraternidad, respeto a los demás y vía privilegiada para la paz, subraya.
Por último, el Obispo de Roma asegura que “la fecundidad de nuestra misión, queridos hermanos en el sacerdocio, no está garantizada por el número de empleados o el prestigio de la institución, ni siquiera la cantidad de recursos disponibles. Lo que cuenta es estar impregnado por el amor de Cristo, dejarse conducir por el Espíritu e injertar la existencia misma del árbol de la vida, que es la Cruz del Señor”.
10.05.15



El Papa en el Regina Coeli: 'El amor de Dios se realiza en el amor al prójimo'
Texto completo. Francisco recuerda que el corazón de Cristo acoge a todos, adultos y niños, cultos e ignorantes, ricos y pobres, justos y pecadores. Además, muestra su gratitud y afecto a las madres
Ciudad Vaticano, 10 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
Este domingo, el papa Francisco rezó la oración del Regina Coeli desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, ante una multitud que le atendía en la Plaza de San Pedro.
Dirigiéndose a los fieles y peregrinos venidos de todo el mundo, que le acogieron con un largo y caluroso aplauso, el Pontífice argentino les dijo:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de hoy --Juan, capítulo 15-- nos conduce al Cenáculo, donde escuchamos el mandamiento nuevo de Jesús, dice así: “Este es mi mandamiento, que os améis los unos a los otros como yo os he amado”. Y, pensando en el sacrificio de la cruz ya inminente, añade: “Nadie tiene un amor más grande que éste: dar la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando”. Estas palabras, pronunciadas durante la Última Cena, resumen todo el mensaje de Jesús; es más, resumen todo lo que Él ha hecho: Jesús dio la vida por sus amigos. Amigos que no le habían entendido, que en el momento crucial le abandonaron, traicionaron y renegaron. Esto nos dice que Él nos ama, a pesar de no merecer su amor. Así nos ama Jesús.
De esta manera, Jesús nos muestra el camino para seguirle, el camino del amor. Su mandamiento no es un simple precepto, que siempre es algo abstracto o ajeno a la vida. El mandamiento de Cristo es nuevo porque Él fue el primero en realizarlo, le dio carne, y así la ley del amor se escribe una vez y para siempre en el corazón del hombre. Y ¿cómo está escrita? Está escrita con el fuego del Espíritu Santo. Y con este mismo Espíritu, que Jesús nos da, también podemos caminar nosotros por este camino.
Es un camino concreto, un camino que nos lleva a ir más allá de nosotros mismos para llegar a los demás. Jesús nos enseñó que el amor de Dios se realiza en el amor al prójimo. Los dos van juntos. Las páginas del Evangelio están llenos de este amor: adultos y niños, cultos e ignorantes, ricos y pobres, justos y pecadores, todos han tenido acogida en el corazón de Cristo.
Por lo tanto, esta Palabra de Dios nos llama a amarnos los unos a los otros, aunque no siempre nos entendamos, no siempre estemos de acuerdo... pero es precisamente ahí donde se ve el amor cristiano. Una amor que se manifiesta aunque haya diferencias de opinión o de carácter, pero el amor es más grande que estas diferencias. Y este es el amor que nos enseñó Jesús. Es un amor nuevo, porque está renovado por Jesús y su Espíritu. Es un amor redimido, liberado del egoísmo. Un amor que da alegría a nuestro corazón, como Jesús mismo dice: “Os he dicho estas cosas para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea completo”.
Es precisamente el amor de Cristo, que el Espíritu Santo derrama en nuestros corazones, el que cumple cada día prodigios en la Iglesia y en el mundo. Son muchos pequeños y grandes gestos que obedecen el mandamiento del Señor: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”. Gestos pequeños, de cada día, gestos de cercanía a un anciano, a un niño, a un enfermo, a una persona sola y en dificultad, sin hogar, sin trabajo, inmigrante, refugiada... Gracias a la fuerza de esta Palabra de Cristo, cada uno de nosotros puede ser cercano al hermano y a la hermana que se encuentra. Gestos de cercanía, de proximidad. En estos gestos se manifiesta el amor que Cristo nos enseñó.
Que nuestra Madre Santísima nos ayude, para que en la vida cotidiana de cada uno de nosotros el amor a Dios y el amor al prójimo siempre estén unidos.
Al término de estas palabras, el Santo Padre rezó la oración del Regina Coeli. Y al concluir la plegaria mariana, llegó el turno de los saludos que tradicionalmente realiza el Papa:
Queridos hermanos y hermanas,
Saludo a todos ustedes, familias, grupos religiosos, asociaciones y peregrinos provenientes de Italia y de muchas partes del mundo, en particular de Madrid, de Puerto Rico y de Croacia. Saludo a los fieles de Guidonia y Portici; a los grupos escolares de Carrara, Bitonto y Lecco. Un pensamiento especial para los jóvenes de la diócesis de Orvieto-Todi, acompañados por su pastor, monseñor Tuzia: ¡sean cristianos valientes y testigos de esperanza!
Saludo al Cuerpo Forestal del Estado, que organiza la fiesta nacional de las Reservas Naturales para el redescubrimiento y el respeto de las bellezas de la creación; a los participantes en el congreso promovido por la Conferencia Episcopal Italiana en apoyo de una escuela de calidad y abierta a las familias; a la delegación de mujeres de la “Komen Italia”, una asociación para la lucha contra los tumores del pecho; y a cuantos han participado en la iniciativa a favor de la vida que tuvo lugar esta mañana en Roma: es importante colaborar juntos para defender y promover la vida.
Francisco también quiso dedicar unas palabras de gratitud y afecto a todas las madres:  
Y, hablando de vida, hoy en muchos países se celebra el día de la madre. Recordamos con gratitud y afecto a todas las madres. Ahora me dirijo a las madres que están aquí en la Plaza. ¿Hay? ¿Sí? ¿Hay madres? ¡Un aplauso para ellas, para las madres que están en la Plaza! Y que este aplauso abrace a todas las madres, a todas nuestras queridas madres: aquellas que viven con nosotros físicamente, y también aquellas que viven con nosotros espiritualmente. Que el Señor las bendiga a todas, y que la Virgen, a quien está dedicado este mes, las custodie.  
Como de costumbre, el Pontífice concluyó su intervención diciendo:
Les deseo a todos un buen domingo, un poco caluroso... Y por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!
 11.05.15



Sta. Marta: Jesús nos ha enseñado el camino del martirio cotidiano
En la homilía de este lunes, el Santo Padre recuerda que la vida de la Iglesia es un camino guiado por el Espíritu Santo
Ciudad del Vaticano, 11 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
Sucede todavía hoy que se matan cristianos en nombre de Dios, pero el Espíritu Santo da la fuerza para testimoniar hasta el martirio. Lo ha recordado este lunes el santo padre Francisco, durante la homilía de la misa celebrada en Santa Marta.
Haciendo referencia al Evangelio del día, el Papa ha recordado que Jesús habla del futuro, de la cruz que nos espera y nos habla del Espíritu, que nos prepara para dar el testimonio cristiano”. Por tanto, ha señalado el Papa, Jesús habla “del escándalo de la persecución”, de “el escándalo de la Cruz”.
Así, el Pontífice ha afirmado que “la vida de la Iglesia es un camino guiado por el Espíritu que nos recuerda las palabras de Jesús y nos enseña las cosas que Jesús aún no ha podido decirnos: es compañero de camino y nos defiende también del escándalo de la Cruz”. La Cruz, de hecho, es escándalo para los judíos que piden signos y un absurdo para los griegos, es decir los paganos, que piden sabiduría, ideas nuevas. Pero, ha recordado el Papa, los cristianos predican a Cristo crucificado. Así, Jesús prepara a los discípulos para que no se escandalicen de la cruz de Cristo.
“Hoy somos testimonio de esos que matan a cristianos en nombre de Dios, porque no son creyentes, según ellos. Esta es la cruz de Cristo: ‘Harán eso, porque no han conocido ni al Padre ni a mí’. ‘Esto que me ha sucedido a mí os sucederá también a vosotros, las persecuciones, las tribulaciones; pero por favor no os escandalicéis; será el Espíritu quien os guiará y os hará entender'”. En este contexto, el Papa ha recordado la llamada telefónica que ayer ha tenido con el patriarca copto Tawadros porque era el día de la amistad copto-católica. “Yo recordaba a sus fieles, que fueron degollados en la playa por ser cristianos. Estos fieles, por la fuerza que les ha dado el Espíritu Santo, no se escandalizaron. Murieron con el nombre de Jesús en los labios. Es la fuerza del Espíritu. El testimonio. Es verdadero martirio este, el testimonio supremo”.

El Santo Padre también ha indicado que está el testimonio de cada día, el testimonio de hacer presente la fecundidad de la Pascua que “nos da el Espíritu Santo, que nos guía hacia la verdad plena, la verdad entera, y nos hace recordar lo que Jesús nos dice”.
De este modo, ha afirmado que “un cristiano que no se toma en serio esta dimensión de ‘martirio’ de la vida todavía no ha entendido el camino que Jesús nos ha enseñado: camino de ‘martirio’  de cada día; camino de ‘martirio’ en el defender los derechos de las personas; camino de ‘martirio’ en el defender a los hijos: papá, mamá que defienden su familia; camino de ‘martirio’ de tantos, tantos enfermos que sufren por amor de Jesús. Todos nosotros tenemos la posibilidad de llevar adelante esta fecundidad pascual sobre este camino de ‘martirio’, sin escandalizarnos”.
Para finalizar, el Pontífice ha invitado a pedir al Señor la gracia de recibir el Espíritu Santo “que nos hará recordar las cosas de Jesús, que nos guiará a toda la verdad y nos preparará cada día para dar testimonio, para dar este pequeño martirio de cada día o un gran martirio, según la voluntad del Señor”.
 12.05.15



Francisco: El Evangelio impulsa a lavar los pies del que sufre
El Santo Padre preside en la Basílica de San Pedro la misa de apertura de la XX Asamblea General de Cáritas Internationalis
Ciudad del Vaticano, 12 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
El Evangelio, cuando se anuncia y se cree en él, impulsa a lavar los pies y las heridas de los que sufren y a preparar la mesa para ellos. Así lo ha recordado el santo padre en la homilía de la misa celebrada con ocasión de la apertura de la XX Asamblea General de Cáritas Internationalis, que se celebra en Roma del 12 al 17 de mayo.                         
Haciendo referencia a la lectura de los Hechos de los Apóstoles de hoy, el Papa ha hablado de un personaje que se nos presenta que es “un poco especial”. Se trata del carcelero de la cárcel de Filipos, donde encierran a Pablo y Silas tras un amotinamiento de la multitud contra ellos. Tal y como ha señalado Francisco, “los magistrados primero ordenan que les azoten y después los envían a la cárcel, encargando al carcelero que los vigile bien”. Por esto, “ese hombre se desespera cuando durante la noche, después de haber oído el terremoto, ve las puertas de la cárcel abiertas; se desespera y piensa en suicidarse”. Pero --ha añdido el Papa--  Pablo lo tranquiliza y él, temblando y lleno de asombro, le suplica de rodillas que le diga cómo obtener la salvación.
De esta forma, el Santo Padre ha explicado que esta narración habla de un hombre que da en seguida “los pasos esenciales del camino de fe y de salvación: escucha la palabra del Señor, junto con su familia; lava las heridas de Pablo y Silas; recibe el Bautismo con todos los suyos; y, por último, acoge a Pablo y Silas en su casa, prepara la mesa y les da de comer, lleno de gozo”.
Así, el Pontífice ha recordado que "el Evangelio, cuando se anuncia y se cree en él, impulsa a lavar los pies y las heridas de los que sufren y a preparar la mesa para ellos”. Palabra, Sacramentos y servicio están en interrelación y se alimentan mutuamente, como ya muestran estos testimonios de la Iglesia primitiva, ha asegurado Francisco. Y en este gesto “podemos ver toda la llamada de Cáritas”, ha añadido.  
Tal y como ha afirmado el Papa, hoy Cáritas es una gran Confederación ampliamente reconocida en el mundo por el trabajo que realiza. La raíz de todo vuestro servicio --ha asegurado a los presentes-- está precisamente en la acogida, sencilla y obediente, de Dios y del prójimo. Y se se pierde esta raíz, Cáritas muere, ha advertido. Además, ha afirmado que Cáritas no es una simple organización humanitaria porque “esta acogida se cumple en vosotros personalmente, para que después vayáis al mundo, y allí sirváis en el nombre de Cristo, a quien habéis encontrado y encontráis en cada hermano y hermana a los que os acercáis”, ha observado el Santo Padre. Asimismo ha indicado que "Cáritas, en cada Iglesia particular, también la más pequeña, es la misma. No hay cáritas grandes o cáritas pequeñas, todas son iguales". Por eso ha invitado a pedir la gracia de entender la verdadera dimensión de Cáritas, "la gracia no caer en el engaño de creer que en un centralismo bien organizado sea el camino, la gracia de entender que Cáritas está siempre en la periferia, en cada Iglesia particular, y la gracia de creer que la Cáritas centro es solo ayuda, servicio y experiencia de ocmunión, pero no la jefa de todas".
Y ha añadido que quien vive la misión de Caritas “no es un simple agente, sino un testigo de Cristo”, es “una persona que busca a Cristo y se deja buscar por Cristo”, “una persona que ama con el espíritu de Cristo, el espíritu de la gratuidad, de la entrega”.
Asimismo ha advertido que las estrategias y planificaciones están vacías “si no llevamos en nosotros este amor. No nuestro amor, sino el Suyo. O mejor, el nuestro purificado y fortalecido por el Suyo”.
Por otro lado, y haciendo alusión a la campaña desarrollada por Cáritas sobre “Una familia humana, comida para todos”, Francisco ha indicado que “el planeta tiene comida para todos, pero parece que falte la voluntad de compartirla con todos”. Por esta razón ha pedido hacer  “todo lo que podamos para que todos tengan qué comer, pero también recordar a los poderosos de la tierra que un día Dios los llamará a juicio, y se manifestará si verdaderamente han intentado proveer la comida para Él en cada personay si han actuado para que no se destruya el medio ambiente, para que se pueda producir esta comida”.
Francisco ha aprovechado esta ocasión para renovar una vez más su llamamiento a no olvidar estas personas y estas intolerables injusticias. No podemos olvidar --ha exhortado-- nuestros hermanos que han sido privados con la violencia, sea del alimento corporal que del alimento del alma: expulsados de sus casas y de sus iglesias, tantas veces destruidas.
Para concluir la homilía, el Obispo de Roma ha observado que junto a muchos otros organismos de caridad de la Iglesia, Cáritas revela, “la fuerza del amor cristiano y el deseo de la Iglesia de salir al encuentro de Jesús en cada persona, especialmente si es pobre y sufre”.
13.05.15




Francisco define a Cáritas como 'la sal, la levadura y la luz de la Iglesia'
El mensaje video está dirigido a la Asamblea General de la organización, que tiene lugar en Roma desde este miércoles y hasta el próximo 17 de mayo
Roma, 13 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
En un vídeo realizado expresamente con motivo de la Asamblea General de Cáritas Internacional, que tiene lugar en Roma desde este miércoles y hasta el próximo 17 de mayo, el papa Francisco define a la organización como “la sal, la levadura y la luz” de la Iglesia, que “ofrece un faro de esperanza a los necesitados”.
La grabación, titulada “Una sola familia, cuidando de la creación”, ha sido producida por Cáritas. En la misma, mirando a cámara el Santo Padre ofrece el siguiente mensaje:
"Salir a la calle puede producir un accidente. Quedarse encerrado, enferma. Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. Ustedes son el motor de la Iglesia que organiza el amor --Cáritas-- para que todos los fieles trabajen juntos, respondiendo con obras concretas de misericordia.
Ustedes marcan el paso para que la Iglesia esté cada día en el mundo. Ustedes ayudan a los demás a cambiar el curso de la propia vida. Son la sal, la levadura y la luz. Ofrecen un faro de esperanza a los necesitados.
Lamentablemente, hoy se tiende a considerar al ser humano en sí mismo como un bien de consumo que se puede usar y luego tirar. Hemos comenzado a vivir la cultura del descarte, que además se promueve. No solo se vive, sino que se promueve la cultura del descarte. Ya no se trata solamente del fenómeno de la explotación y la expresión, sino de algo nuevo. Con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia o sin poder, sino que se está fuera, descartado, fuera de cualquier tipo de sistema. Los excluidos no son explotados, sino que son desechados, son desechos, son sobrantes. Nadie debe ser un sobrante, nadie debe ser un excluido del amor de Dios y de nuestra atención.
Ustedes son las mismas manos de Jesús en el mundo. Su testimonio ayuda a cambiar el curso de la vida de muchas personas, de muchas familias y de muchas comunidades. Su testimonio les ayuda a cambiar el curso de su propio corazón".
Desde esta mañana y hasta el próximo domingo, los participantes en la Asamblea, que se desarrolla bajo el lema “Una sola familia humana, cuidando de la creación”, definirán el marco estratégico de la Confederación, para los próximos cuatro años, dirigido a mejorar las vidas de aquellos que viven en la pobreza y la miseria, informó Cáritas Internacional en un comunicado.
En esta edición, “los trabajos se van a centrar en analizar las fórmulas y procesos para trabajar mejor juntos, como un único organismo mundial de la Iglesia católica, para proteger tanto a las personas como al planeta, con especial atención al cambio climático, el aumento de las desigualdades y lo que Francisco ha denominado la globalización de la indiferencia”.
Además, en esta cita se elegirán los cargos de presidente y tesorero de Cáritas Internacional y tendrá lugar la preceptiva ratificación de la elección del secretario general y de dos vicepresidentes. La Asamblea General deberá ratificar también la elección de los miembros del Consejo de Representación, una de las estructuras directives.
14.05.15



Francisco pide a los entrenadores ser ejemplo de integridad y coherencia
El Santo Padre escribe al cardenal Ryłko, con ocasión del Seminario Internacional de estudio sobre deporte cuyo tema es “Entrenadores: educadores de personas”
Ciudad del Vaticano, 14 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
“Todos nosotros, en la vida, necesitamos educadores, personas maduras, sabias y equilibradas que nos ayuden a crecer en la familia, en el estudio, en el trabajo, en la fe. Educadores que nos animen a mover los primeros pasos en una actividad nueva sin tener miedo de los obstáculos y de los desafíos que hay que afrontar; que nos animen a superar momentos de dificultad; que nos exhorten a tener confianza en nosotros mismos y en nuestros compañeros; que estén cerca de nosotros tanto en los momentos de desilusión y fracaso como en los de alegría y éxito”. Así lo afirma el santo padre Francisco en su mensaje al presidente del Pontificio Consejo para Laicos, el cardenal Stanisław Ryłko, con ocasión del Seminario Internacional de estudio sobre el tema: “Entrenadores: educadores de personas”.  
De este modo, Francisco indica que también el entrenador deportivo se puede convertir para muchos jóvenes en este buen educador, tan importante en el desarrollo de una personalidad madura, armónica y completa. Al respecto, el Santo Padre advierte en el mensaje, que la presencia de un buen entrenador-educador resulta providencial sobre todo en los años de la adolescencia y primera juventud, cuando la personalidad está en pleno desarrollo a la búsqueda de modelos de referencia y de identificación.
Y en esta fase de la vida --observa el Papa-- la responsabilidad del entrenador es grande, porque a menudo tiene el privilegio de pasar muchas horas a la semana con los jóvenes y de tener gran influencia sobre ellos, su comportamiento y su responsabilidad. “La influencia de un educador, sobre todo  para los jóvenes, depende más de lo que él es como persona y de cómo vive que de lo que dice”, afirma Francisco. Por eso, indica, es muy importante que un entrenador sea ejemplo de integridad, de coherencia, de juicio justo, de imparcialidad, pero también de alegría de vivir, de paciencia, de capacidad de estima y de bondad hacia todos y especialmente hacia los más desfavorecidos.
Del mismo modo subraya la importancia de que ellos sean ejemplo de fe. “La fe, de hecho, siempre nos ayuda a mirar a Dios, a no absolutizar cualquiera de nuestras actividades, incluyendo el deporte, ya sea aficionado o de competición, y así tener la distancia justa y la sabiduría para relativizar tanto las derrotas como los éxitos”, añade el Pontífice.
La fe --prosigue-- nos da esa mirada de bondad sobre los otros que nos hace superar la tentación de la rivalidad demasiado encendida y de la agresividad, nos hace comprender la dignidad de cada persona, también de las menos dotadas y desfavorecidas.
A propósito, el Obispo de Roma explica que el entrenador puede dar una contribución preciosa para crear un clima de solidaridad y de inclusión en lo relacionado con los jóvenes marginados y con riesgo de exclusión social, tratando de encontrar modos y medios adecuados para acercarles también a ellos a la práctica deportiva y a experiencias de socialización.
Y si tiene equilibrio humano y espiritual, sabrá también preservar los valores auténticos del deporte y su naturaleza fundamental de juego y de actividad socializadora, “impidiendo que esto se desnaturalice bajo el impulso de tantos intereses, sobre todo económicos, cada vez más evidentes”.
Finalmente, Francisco precisa que es necesario “formar a los formadores”. Por eso reconoce que es oportuno que este seminario llame a las instituciones relacionadas con el deporte a prestar la debida atención y a invertir los recursos necesarios para “la formación profesional, humana y espiritual de los entrenadores”. 
 15.05.15



Sta Marta: 'El miedo no es una actitud cristiana'
El Santo Padre en la homilía de este viernes ha recordado que un cristiano sin alegría no es cristiano. El temor de Dios en cambio, lleva hacia la misión que el Señor nos dio
Ciudad del Vaticano, 15 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
Las comunidades que tienen miedo y no tienen alegría están enfermas, no son comunidades cristianas. Lo ha recordado el santo padre Francisco durante la homilía de este viernes en la misa celebrada en Santa Marta. Haciendo referencia a dos palabras de la liturgia del día “miedo” y “alegría”, el Papa ha señalado que “el miedo es una actitud que nos hace mal. Nos debilita, nos empequeñece. También nos paraliza”.
De este modo, ha precisado que una persona que tiene miedo “no hace nada, no sabe qué hacer”. Está concentrada en sí misma para que “no le suceda nada malo”. Y “el miedo te lleva a un egocentrismo egoísta y te paraliza”. Un cristiano con miedo --ha precisado-- es una persona que no ha entendido cuál es el mensaje de Jesús.
Y así, Francisco ha afirmado que “por eso Jesús dice a Pablo: ‘No tengas miedo. Continúa hablando’. El miedo no es una actitud cristiana. Es una actitud --podemos decir-- de un alma encarcelada, sin libertad, que no tiene libertad de mirar adelante, de crear algo, de hacer el bien.
Así, el Santo Padre ha invitado a no tener miedo a pedir la gracia de la valentía, de la valentía del Espíritu Santo que nos envía.
De este modo, ha proseguido el Papa: “hay comunidades miedosas, que van siempre a lo seguro: ‘no, no, no hacemos esto, no, no, esto no se puede, esto no se puede...’ Parece que sobre la puerta de entrada hemos escrito ‘prohibido’: todo prohibido por miedo. Y tú entras en esta comunidad y el aire está cargado, porque es una comunidad enferma. El miedo enferma una comunidad. La falta de valentía enferma una comunidad”.
El miedo --ha asegurado el Papa-- es distinto que “el temor de Dios”  que “es santo, es el temor de la adoración delante del Señor y el temor de Dios es una virtud. Pero el temor de Dios no empequeñece, no debilita, no paraliza: lleva adelante, hacia la misión que el Señor da”.
La segunda palabra sobre la que el Papa ha reflexionado en la homilía ha sido “alegría”. Ha recordado que Jesús dice “nadie podrá quitarnos nuestra alegría”. Asimismo ha subrayado que “en los momentos más tristes, en los momentos de dolor” la alegría “se convierte en paz. Sin embargo, una diversión en el momento del dolor se convierte en oscuridad. Un cristiano sin alegría no es cristiano. Un cristiano que continuamente vive triste, no es cristiano. Y un cristiano que, en el momento de las pruebas, de las enfermedades, de tantas dificultades, pierde la paz, le falta algo.
De este modo ha precisado que “la alegría cristiana no es una simple diversión, no es una alegría pasajera; la alegría cristiana es un don, es un don del Espíritu Santo. Y hay que tener el corazón siempre alegre porque el Señor ha vencido, el Señor reina, el Señor está a la derecha del Padre, el Señor me ha mirado y me ha enviado y me ha dado su gracia y me ha hecho hijo del Padre… Es esa la alegría cristiana. Un cristiano vive en la alegría”.
El Pontífice ha asegurado que “también una comunidad sin alegría es una comunidad enferma”. Quizá será una “comunidad divertida” pero “enferma de mundanidad. Porque no tiene la alegría de Jesucristo”. Así, “cuando la Iglesia tiene miedo y cuando la Iglesia no recibe la alegría del Espíritu Santo, la Iglesia se enferma, las comunidades se enferman, los fieles se enferman”.
Para finalizar la homilía, el Papa ha pronunciado esta oración: “Levántanos, Señor, hacia el Cristo sentado a la derecha del Padre”, “levanta nuestro espíritu. Quítanos cualquier miedo y danos la paz y la alegría”.
16.05.15



El Papa a los religiosos: “El convento no sea un refugio sino un campo de batalla”.
 El Santo Padre se encuentra con los consagrados de la diócesis de Roma. Les pide no enajenarse del mundo, ni siquiera si son monjas de clausura, e ir hacia las necesidades de la gente
Ciudad del Vaticano, 16 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
Así como hay una maternidad biológica, también hay una maternidad espiritual, a la cual universalmente cada mujer está llamada. Lo indicó el papa Francisco este sábado al hablar del rol de las religiosas, llamadas a ser como una madre: sonrientes, amorosas, concretas e inspiradas a las beatitudes evangélicas. Fue durante la audiencia que el Papa tiene con los consagrados y consagradas de la diócesis de Roma.
Ningún religioso, ha explicado el Pontífice, ni siquiera las monjas de clausura pueden enajenarse del mundo, porque la vocación no es un refugio, sino un campo de batalla: la persona consagrada por lo tanto deberá tener siempre las 'antenas levantadas' para intuir los sufrimientos de los demás.
Las noticias por lo tanto pueden entrar en los conventos, desde que no sean de 'medios charlatanes', sino aquellas que indican “lo que sucede en el mundo, noticias de las guerras, enfermedades, lo que sufre la gente”.
Además, un religioso o religiosa tiene que abrir las puertas a todas las personas que las golpean, en sus monasterios y conventos, y regalarles una sonrisa a todos, rezando por los sacerdotes y los obispos, siguiendo el ejemplo de santa Teresita del Niño Jesús. “La sonrisa de las monjas sacia más a las personas que vienen que el pan que se les da”, comentó Francisco. 
En la Iglesia, prosiguió el Papa respondiendo a la pregunta de una religiosa del Ordum Virginorum, la dimensión femenina es 'de esposa', y esto es muy importante, justamente porque la Iglesia se conjuga al femenino y las monjas son imagen de la Iglesia y de María. Una religiosa deberá ser por lo tanto como una madre: saber perdonar y evitar las críticas, perdonar a los hijos y no 'despellejarlos', contrariamente no es madre sino madrastra.
Francisco ha indicado también lo concreto del amor cristiano, cuyo parámetro, en particular para los consagrados es el de las beatitudes evangélicas, auténtico 'protocolo sobre el cual seremos juzgados'. Por ello una monja “no puede darse el gusto de un amor en las nubes”.
A un misionero escalabriniano el Santo padre le ilustró el concepto de fiesta cristiana, no como 'ruido o barullo', sino como 'categoría teológica' o sea la alegría de recordar --como subraya el Deuteronomio en el capítulo 26-- lo que el Señor ha hecho por nosotros.
Hablando del riesgo de que parroquias y congregaciones religiosas entren en competición, el Pontífice ha recordado la tarea del obispo, quien “no debe usar a los religiosos como 'tapa agujeros' así como los religiosos 'no tienen que usar al obispo como si fuese el dueño de una empresa que da trabajo'.
La cuarta pregunta se refirió al concepto de obediencia para los religiosos, vista como un misterio que se encuentra en Jesús, quien “se ha encarnado por obediencia y se ha hecho hombre por obediencia, hasta la cruz y la muerte”. Porque la vocación --prosiguió el Papa-- “no es un enrolamiento de gente que quiere hacer aquel camino” pero “es el don al corazón de una persona”, y que muchas veces “no es apreciado y valorizado en su identidad y particularidad”.
Sobre el rol del confesor y del director espiritual, Francisco ha insistido que las dos funciones tienen que ser diversas: al primero se le indican los pecados, al segundo lo que sucede en el corazón. Los directores espirituales tienen que ser bien formados en las ciencias humanas sin caer en el 'psicologismo', indicó.
Volviendo a hablar de las mujeres consagradas, el Santo Padre deseó que ellas cada vez más sean promovidas a los puestos de mando de la Iglesia, porque representan el 80 por ciento del total de los religiosos.  Precisó que lo importante no es tanto promover a las mujeres a 'jefes de dicasterio', sino mas bien ayudarles a expresar el 'genio femenino', porque al tratar los problemas una mujer llegará a una conclusión diversa respecto a un hombre, “en el mismo camino, pero más rico, más fuerte y con más intuición”.
Al concluir el encuentro el papa Francisco ha rendido homenaje a una monja de 97 años, de 'ojos limpios' y con “la sonrisa de mamá, de hermana y de abuela”. 
 17.05.15



Homilía del Papa en la misa de canonización de las cuatro religiosas
Dos son las primeras santas declaradas en la historia de Palestina, además de una italiana y otra francesa

Ciudad del Vaticano, 17 de mayo de 2015 (ZENIT.org)

El papa Francisco presidió este domingo 17 de mayo la misa celebrada delante de la basílica de San Pedro. Allí fue la ceremonia de canonización de cuatro religiosas: sor Mariam Baouardy; María Alfonsina Danil Ghattas que son las primeras santas palestinas, además de la francesa Jeanne Emilie de Villeneuve y de la italiana María Cristina de la Inmaculada Brando.

A continuación el texto completo de la homilía

"Los Hechos de los Apóstoles nos presentan a la Iglesia naciente en el momento en el que elije a quien Dios ha llamado a tomar el lugar de Judas en el Colegio Apostólico. No se trata de tomar un cargo sino un servicio. De hecho Matías, sobre quien la elección recayó, recibe una misión que Pedro define así: "Es necesario que alguien [...] se vuelva junto con nosotros, testigo de su resurrección" - la resurrección de Cristo (Hechos 1: 21-22).

Con estas palabras él resume lo que significa ser parte de los Doce: significa ser testigo de la resurrección de Jesús. El hecho de que diga "con nosotros" hace entender que la misión de proclamar a Cristo resucitado no es una tarea individual: sino que es vivir como una comunidad, con el colegio apostólico y con la comunidad.

Los Apóstoles tuvieron la experiencia directa y maravillosa resurrección; son testigos oculares de este evento. Gracias a su testimonio creíble muchos creyeron; y de la fe en Cristo resucitado nacieron y nacen continuamente comunidades cristianas.

También nosotros, hoy basamos nuestra fe en la resurrección del Señor de la que dieron testimonio los Apóstoles, el cual nos llegó por la misión de la Iglesia. Nuestra fe está sólidamente ligada a su testimonio como a una cadena ininterrumpida que se ha ampliado durante los siglos, no sólo por los sucesores de los Apóstoles, sino por generaciones y generaciones de cristianos.

A imitación de los Apóstoles, de hecho, todo discípulo de Cristo está llamado a ser testigo de su resurrección, especialmente en los ambientes humanos donde es más fuerte el olvido de Dios y la confusión humana.

Para que esto suceda, debemos permanecer en Cristo resucitado y en su amor, como hemos recordado la primera carta de Juan: "El que permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él" (1 Jn 4, , 16). Jesús lo repitió en diversas ocasiones a sus seguidores: "Permaneced en mí ... Permaneced en mi amor" (Jn 15: 4,9).
Este es el secreto de los santos: permanecer en Cristo, unidos a Él como el sarmiento a la vid, para dar mucho fruto (cf. Jn 15, 1-8). Y este fruto no es otro que el amor. Este amor brilla en el testimonio de la hermana Jeanne Emilie de Villeneuve, quien dedicó su vida a Dios ya los pobres, los enfermos, los presos, explotados, convirtiéndose para ellos y para todos signo concreto del amor misericordioso del Señor.
La relación con Jesús resucitado es la "atmósfera" en la cual vive el cristiano y en la que se encuentra la fuerza para permanecer fiel al Evangelio, incluso en medio de obstáculos e incomprensiones.

"Permanecer en el amor": Sor María Cristina Brando también lo hizo. Ella fue completamente conquistada por el amor ardiente del Señor; y de la oración, del encuentro corazón a corazón con Jesús resucitado, presente en la Eucaristía. De allí recibió la fuerza para soportar el sufrimiento y donarse como pan partido a muchas personas lejanas de Dios y hambrientas del amor verdadero .

Un aspecto esencial del testimonio del Señor Resucitado es la unidad entre nosotros, sus discípulos, como la que existe entre Él y el Padre. Y la oración de Jesús en la víspera de su pasión ha resonado hoy en el Evangelio: "Que sean una sola cosa como nosotros" (Jn 17, 11).

De este eterno amor entre el Padre y el Hijo, que se extiende en nosotros por el Espíritu Santo (cf. Rm 5, 5), toma fuerza nuestra misión y nuestra comunión fraterna; de allí nace siempre nuevamente la alegría de seguir al Señor en el camino de su pobreza, de su virginidad y obediencia; y ese mismo amor llama a cultivar la oración contemplativa.

Sor Marie Baouardy lo ha experimentado de manera eminente, y aunque humilde y analfabeta, sabía cómo dar consejos y explicaciones teológicas con gran claridad, fruto del diálogo continuo con el Espíritu Santo. La docilidad al Espíritu Santo la ha convertido en instrumento de encuentro y comunión con el mundo musulmán. Así también Sor María Alphonsine Danil Ghattas ha entendido bien lo que significa irradiar el amor de Dios en el apostolado, convirtiéndose en testigo de mansedumbre y unidad. Ella nos ofrece un claro ejemplo de la importancia de volvernos responsables los unos de los otros, de vivir uno al servicio de los otros.

Permanecer en Dios y en su amor, para anunciar con la palabra y con la vida la resurrección de Jesús, siendo testigos de unidad entre nosotros y de caridad hacia todos. Esto hicieron las cuatro santas hoy proclamadas.

Su brillante ejemplo también nos interroga sobre nuestra vida cristiana: ¿Cómo soy testigo del Cristo resucitado?, es una pregunta que debemos hacernos. ¿Cómo permanezco en él, ¿cómo vivo en su amor?, ¿soy capaz de "sembrar" en la familia, en el trabajo, en mi comunidad, la semilla de esta unidad que él nos dio, haciéndonos participar en la vida trinitaria?

Al regresar a casa, llevemos con nosotros la alegría de este encuentro con el Señor resucitado; cultivemos en el corazón el compromiso de permanecer en el amor de Dios, permaneciendo unidos a Él y entre nosotros, y siguiendo los pasos de estas cuatro mujeres, modelos de santidad, que la Iglesia nos invita a imitar.

18.05.15