9 de gen. 2014

FRANCESC (2)











Francisco en Sta. Marta: el amor cristiano no es como el de las telenovelas
El Santo Padre recuerda que el amor debe ser concreto: a través de obras y fundado en el dar más que en el recibir
CIUDAD DEL VATICANO, 09 de enero de 2014 (Zenit.org) - El amor cristiano tiene siempre la característica de ser "concreto". Por tanto, es un amor que "está más en las obras que en las palabras", está "más en el dar que en el recibir". Sobre este aspecto ha reflexionado esta mañana el santo padre Francisco en la homilía de la misa de Santa Marta.
Ningún romanticismo: o es un amor altruista o servicial, que se enrolla las mangas y mira a los pobres, que prefiere dar en vez de recibir, o no tiene nada que ver con el amor cristiano. El papa Francisco es claro en la cuestión y se deja guiar en la reflexión, sobre todo por las palabras de la primera Carta de Juan, en la que el apóstol insiste en repetir: "Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor es perfecto en nosotros". La experiencia de la fe, ha observado el Papa, está precisamente en este "doble permanecer".
Y de este modo, el Pontífice ha explicado que "nosotros en Dios y Dios en nosotros: esta es la vida cristiana. No permanecer en el espíritu del mundo, no permanecer en la superficialidad, no permanecer en la idolatría, no permanecer en la vanidad. No, no: permanecer en el Señor. Y Él retribuye esto: Él permanece en nosotros. Pero, primero, permanece Él en nosotros. Muchas veces lo echamos y nosotros no podemos permanecer en Él. Es el Espíritu el que permanece".
Tras explicar la dinámica del espíritu que mueve el amor cristiano, a continuación, el Santo Padre ha explicado la dinámica de la carne. "Permanecer en el amor" de Dios, ha afirmado, no es tanto un éxtasis del corazón, una cosa bonita de sentir.
Por ello, ha sugerido Francisco: "¡Mirad que el amor del que habla Juan no es el amor de las telenovelas! No, es otra cosa. El amor cristiano tiene siempre una cualidad: la concreción. El amor cristiano es concreto. El mismo Jesús, cuando habla del amor, nos habla de cosas concretas: dar de comer a los hambrientos, visitar a los enfermos y tantas cosas concretas. El amor es concreto. La concreción cristiana. Y cuando no hay esta concreción, se puede vivir un cristianismo de ilusiones, porque no se entiende bien donde está el centro del mensaje de Jesús. Esta amor no llega a ser concreto: es un amor de ilusiones, como estas ilusiones que tenían los discípulos cuando, mirando a Jesús, creían que era un fantasma".
El "fantasma" es el que precisamente - en el pasaje del Evangelio de hoy - los discípulos ven asombrados y temerosos venir hacia ellos caminando sobre el mar. Pero su estupor nace de una dureza de corazón, porque -dice el mismo Evangelio - "no habían entendido" la multiplicación de los panes sucedida poco antes. Así, Francisco ha comentado que "si tu tiene el corazón endurecido tu no puedes amar y piensas que el amor sea eso de imaginarse cosas. No, el amor es concreto". Y esta concreción, añade, se funda sobre dos criterios: "Primer criterio: amar con las obras, no con las palabras. ¡Las palabras se las llevo el viento!". Hoy están, mañana no están. Segundo criterio de concreción es: en el amor es más importante el dar que el recibir. El que ama da, da... Da cosas, da vida, da sí mismo a Dios y a los demás. Sin embargo, quien no ama, quien es egoísta, siempre busca recibir, siempre buscar tener cosas, tener ventajas. Permanecer con el corazón abierto, no como estaba el de los discípulos, cerrado, que no entendían nada: permanecer en Dios y Dios en nosotros; permanecer en el amor".
10.01.14




Francisco en Sta. Marta: recitar el Credo con el corazón y no como papagayos
El Papa recuerda que la fe nos pide dos actitudes: confesar a Dios y confiar en Él,
CIUDAD DEL VATICANO, 10 de enero de 2014 (Zenit.org) - El Santo Padre ha advertido sobre los "cristianos derrotados" los "cristianos a mitad" en la homilía de Santa Marta de esta mañana. Por ello, Francisco ha querido recordar que "la fe lo puede todo" y "vence al mundo", pero es necesario el valor para fiarse de Dios.
Al centro de la homilía ha estado el pasaje de la primera Carta de San Juan en la que el apóstol insiste sobre "esa palabra que para él es como la expresión de la vida cristiana": "permanecer en el Señor", para amar a Dios y al prójimo. Este "permanecer en el amor" de Dios es obra del Espíritu Santo y de nuestra fe y produce un efecto concreto. Así, Francisco ha afirmado que "quien permanezca en Dios, quien ha sido generado por Dios, quien permanece en el amor vence al mundo y la victoria es nuestra fe. Por nuestra parte, la fe. Por parte de Dios - por este 'permanecer' - el Espíritu Santo, que hace esta obra de gracia.  Por nuestra parte, la fe. ¡Es fuerte! Y esta es la victoria que ha vencido al mundo: ¡nuestra fe! ¡Nuestra fe puede todo! ¡Es victoria! Y esto sería bonito que lo repitiéramos, también a nosotros mismos, porque muchas veces somos cristianos derrotados. Pero la Iglesia está llena de cristianos derrotados, que no creen en esto, que la fe es la victoria; que no viven esta fe, porque si no se vive esta fe, está la derrota y vence el mundo, el príncipe del mundo".
A continuación, el Papa ha recordado que Jesús alabó mucho la fe de la hemorroísa, de la cananea o del ciego de nacimiento y decía que quien tenga fe como un grano de mostaza puede mover montañas. "Esta fe nos pide dos actitudes: confesar y confiar". Sobre todo confesar, ha advertido.
La fe es confesar a Dios, pero el Dios que se ha revelado a nosotros, desde el tiempo de nuestros padres hasta ahora; el Dios de la historia. Y esto es lo que todos los días recitamos en el Credo. Y una cosa es recitar el Credo desde el corazón y otra es hacerlo como papagayos, ¿no? Creo, creo en Dios, creo en Jesucristo, creo... ¿Yo creo en lo que digo? ¿Esta confesión de fe es verdadera o la digo de memoria porque se debe decir? ¿O creo a medias? ¡Confesar la fe! ¡Toda, no una parte! Y esta fe guardarla toda, como ha llegado a nosotros, por el camino de la tradición: ¡toda la fe! ¿Y cómo puedo saber si yo confieso bien la fe? Hay un signo: quien confiesa bien la fe, y toda la fe, tiene la capacidad de adorar, adorar a Dios".
El Papa ha proseguido subrayando que "nosotros sabemos cómo pedir a Dios, como dar gracias a Dios, pero adorar a Dios, ¡alabar a Dios es más! Solamente quien tiene esta fe fuerte es capaz de la adoración".
El santo padre Francisco ha añadido: "Yo me atrevo a decir que el termómetro de la vida de la Iglesia está un poco bajo en esto: hay poca capacidad de adorar, "no tenemos mucha, algunos sí..." Y esto "porque en la confesión de la fe nosotros no estamos convencidos o estamos convencidos a mitad". Por tanto - ha explicado el Papa - la primera actitud es confesar la fe y guardarla. La otra actitud es "confiarse".
De este modo, Francisco ha concluido: "el hombre o la mujer que tiene fe confía en Dios: ¡confía! Pablo, en un momento oscuro de su vida, decía: 'Yo se bien de quien me he fiado' ¡De Dios! ¡Del Señor Jesús! Confiar: y esto nos lleva a la esperanza. Así como la confesión de la fe nos lleva a la adoración y a la alabanza a Dios, el fiarse de Dios nos lleva a una actitud de esperanza. Hay muchos cristianos con una esperanza demasiado aguada, no fuerte: una esperanza débil. ¿Por qué? Porque no tiene la fuerza y la valentía para confiarse al Señor. Pero si nosotros cristianos creemos confesando la fe, también guardándola, haciendo custodia de la fe y confiando en Dios, en el Señor, seremos cristianos vencedores. Y esta es la victoria que ha vencido al mundo: ¡nuestra fe!"
11.01.14




Francisco en St. Marta: la fuerza de un sacerdote está en su relación con Jesús
El Santo Padre advierte sobre los sacerdotes que se alejan de su unción y se convierten en devotos del 'dios Narciso'
CIUDAD DEL VATICANO, 11 de enero de 2014 (Zenit.org) - El verdadero sacerdote, ungido por Dios para su pueblo, tiene una relación estrecha con Jesús: cuando esto falta, el sacerdote se convierte en "grasiento", un idólatra, devoto del 'dios Narciso'. Lo ha afirmado esta mañana el papa Francisco en la misa de Santa Marta. Le han acompañado el cardenal Angelo Bagnasco y un grupo de sacerdotes de la archidiócesis de Génova concelebrando la misa.
La homilía del papa Francisco la ha dedicado por entero a los sacerdotes. Comentando la primera carta de san Juan, allí donde dice que tenemos la vida eterna porque creemos en el nombre de Jesús, el papa se ha preguntado cómo es la relación de los sacerdotes con Jesús, porque "la fuerza de un sacerdote está en esta relación". Así, ha observado el Santo Padre que "Jesús, cuando crecía en popularidad, iba donde el Padre", se retiraba "a lugares desiertos para rezar". "Esta es un poco la referencia para nosotros sacerdotes - ha afirmado - si vamos o no vamos a encontrar a Jesús; ¿cuál es el lugar de Jesucristo en mi vida sacerdotal? Una relación viva, de discípulo a Maestro, de hermano a hermano, de hombre pobre a Dios, ¿o es una relación un poco artificial... que no viene del corazón?"
Francisco ha recordado que "nosotros estamos ungidos por el Espíritu y cuando un sacerdote se aleja de Jesucristo puede perder la unción. En su vida, no: esencialmente la tiene...pero la pierde. Y en vez de ser ungido termina por ser 'grasiento'. ¡Y cuánto mal hacen a la Iglesia los sacerdotes grasientos! Los que ponen su fuerza en las cosas artificiales, en la vanidad, en una actitud...en un lenguaje poco natural... Pero, cuantas veces se escucha decir con dolor: 'Pero, este es un sacerdote-mariposa!' porque siempre está en las vanidades... Este no tiene una relación con Jesucristo! Ha perdido la unción: es un grasiento".
Por tanto, el Papa ha añadido: "Nosotros sacerdotes tenemos muchos límites: somos pecadores, todos. Pero si vamos donde Jesucristo, si buscamos al Señor en la oración - la oración de intercesión, la oración de adoración - somos buenos sacerdotes, aunque si somos pecadores. Pero si nos alejamos de Jesucristo, debemos compensar esto con otras actitudes...mundanas. Y así, todas estas figuras... también el sacerdote-de negocios, el sacerdote- emprendedor... Pero el sacerdote que adora a Jesucristo, el sacerdote que habla con Jesucristo o que se deja buscar por Jesucristo: este es el centro de nuestra vida. Si no hay esto, perdemos todo. ¿Y qué daremos a la gente?"
Francisco ha pedido que "nuestra relación con Jesucristo, relación de ungidos para su pueblo crezca en nosotros sacerdotes cada día más".
El Santo Padre ha finalizado subrayando que "es bonito encontrar sacerdotes que han dado la vida como sacerdotes, de verdad, y de los que la gente dice: 'Pero, sí, tiene carácter, tiene esto, tiene aquello...pero es un sacerdote!''Y la gente tiene olfato! Sin embargo, cuando la gente ve los sacerdotes - por decir una palabra - idólatras, que en vez de tener a Jesús tienen pequeños ídolos... pequeños... algunos devotos del 'dios Narciso', también...Cuando la gente ve a estos, la gente dice: '¡Pobrecillo!' Lo que nos salva de la mundanidad y de la idolatría que nos hace grasientos, lo que nos conserva en la unción, es la relación con Jesucristo. Y hoy, a vosotros que habéis tenido la gentileza de venir a concelebrar aquí, conmigo, os deseo esto: perded todo en la vida, ¡pero no perdáis esta relación con Jesucristo! Esta es vuestra victoria. Y ¡adelante con esto!"
 12.01.14




Francisco: "Dios nos da en Cristo la garantí­a de un amor indestructible"
Texto completo del Papa en la oración del Ángelus
CIUDAD DEL VATICANO, 12 de enero de 2014 (Zenit.org) - El Santo Padre se ha asomado a la ventana del estudio en el Palacio Apostólico al medio día, para recitar el Ángelus, acompañado de los fieles presentes en la plaza de San Pedro.
Estas son las palabras del santo padre Francisco para introducir la oración mariana:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
hoy es la fiesta del Bautismo del Señor y esta mañana he bautizado a treinta y dos niños.
Doy gracias con vosotros al Señor por estas criaturas y por cada vida nueva. ¡Cuánto me gusta bautizar niños! ¡Me gusta muchos! Cada niño que nace es un don de alegría y de esperanza, y cada niño que es bautizado es un prodigio de la fe y una fiesta para la familia de Dios.
El Evangelio de hoy subraya que, cuando Jesús recibió el bautismo de Juan en el río Jordán "se abrieron a él los cielos". Esta cumple las profecías. De hecho, hay una invocación que la liturgia nos hace repetir en el tiempo de Adviento: " Si rasgaras el cielo y descendieras". Si los cielos permanecen cerrados,  nuestro horizonte en esta vida terrena está oscuro, sin esperanza. Sin embargo, celebrando la Navidad, la fe una vez más nos ha dado la certeza de que los cielos se han desgarrado con la venida de Jesús. Y en el día del bautismo de Cristo todavía contemplamos los cielos abiertos. La manifestación del Hijo de Dios sobre la tierra marca el inicio del gran tiempo de la misericordia, después que el pecado había cerrado los cielos, elevando como una barrera entre el ser humano y su Creador. ¡Con el nacimiento de Jesús los cielos se abren! Dios nos da en Cristo la garantía de una amor indestructible. Desde que el Verbo se ha hecho carne y es por tanto posible ver los cielos abiertos. Fue posible para los pastores de Belén, para los Magos de Oriente, para el Bautista, para los Apóstoles de Jesús, para san Esteban, el primer mártir, que exclamó: "¡Contemplo los cielos abiertos!". Y es posible también para cada uno de nosotros, si nos dejamos invadir por el amor de Dios, que nos es donado la primera vez en el Bautismo por medio del Espíritu Santo. Dejémonos inundar por el amor de Dios. Este es el gran tiempo de la misericordia.No lo olvidéis. Este es el gran tiempo de la misericordia. Cuando Jesús recibió el bautismo de penitencia de Juan Bautista, solidarizando con el pueblo penitente - Él sin pecado y no necesitado de conversión -, Dios Padre hizo escuchar su voz desde el cielo: "Este es mi Hijo amado: en Él me complazco". Jesús recibe la aprobación del Padre celeste, que lo ha enviado precisamente para que acepte compartir nuestra condición, nuestra pobreza. Compartir es la verdadera forma de amar. Jesús no se disocia de nosotros, nos considera hermanos y comparte con nosotros. Y así nos hace hijos, junto a Él, de Dios Padres. Esta es la revelación y la fuente del verdadero amor. Y este es el gran tiempo de la misericordia. ¿No os parece que en nuestro tiempo haya necesidad de un suplemento de compartir fraterno y de amor? ¿No os parece que todos tengamos la necesidad de un suplemento de caridad? No esa que se conforma con la ayuda improvisada que no implica, que no pone en juego, sino esa caridad que comparte, que se hace cargo del malestar y del sufrimiento del hermano. ¡Ese sabor adquiere la vida cuando nos dejamos inundar por el amor de Dios! Pidamos a la Virgen Santa que nos apoye con su intercesión en nuestro compromiso de seguir a Cristo sobre el camino de la fe y de la caridad, la vidatrazada por nuestro Bautismo.
Al finalizar estas palabras, se ha realizado la oración del Ángelus. A continuación, Francisco ha proseguido:
Queridos hermanos y hermanas,
dirijo a todos vosotros mi saludo cordial, en particular a las familias y a los fieles venidos de diversas parroquias de Italia y de otros países, como también a las asociaciones y a los diferentes grupos.
Hoy quisiera dirigir un pensamiento especial a los padres que han llevado a sus hijos al bautismo y a aquellos que están preparando el bautismo de un hijo. Me uno a la alegría de estas familias, doy gracias con ellos al Señor, y rezo para que el bautismo de los niños ayude a los mismos padres a redescubrir la belleza de la fe y a volver de una forma nueva a los sacramentos y a la comunidad.
A todos os deseo un feliz domingo y una buena comida. ¡Hasta pronto!
 13.01.14





Francisco: Para rezar no hace falta un curso de Teología
2014-01-14


El Papa Francisco habló en su homilía en Casa Santa Marta de las distintas formas de creer. Francisco lamentó que a veces los cristianos desprecien a quienes rezan de una forma humilde.


Francisco
"Cuántas veces el pueblo de Dios no se siente  querido por aquellos que deben dar testimonio: por los cristianos, los laicos, los sacerdotes, los obispos... Que dicen: 'Pobre gente, no entiende nada... Deben hacer un curso de Teología para entender bien'”.

Francisco concluyó que dar testimonio no es "dar bastonazos” y pidió a los católicos que eviten cualquier forma de hipocresía y legalismo.


EXTRACTO DE LA HOMLÍA DEL PAPA

(Fuente: Radio Vaticana)


"Y Jesús mismo les dice que ellos no movían estas cosas ni con un dedo, ¿no? Y después, dirá a la gente: ‘¡Haced lo que dicen pero no lo que hacen!’. Gente incoherente… Pero siempre estos escribas, estos fariseos, es como si dieran palos a la gente, ¿no? ‘Debéis hacer esto, esto y esto’, a la pobre gente… Y Jesús dice: ‘Pero así cerráis – ¡se lo dice a ellos! – la puerta del Reino de los Cielos. ¡No dejáis entrar, y vosotros tampoco entráis!’. Es una manera, un modo de predicar, de enseñar, de dar testimonio de su fe… Y así, cuantos hay que creen que la fe es así…".

Cuantas veces el pueblo de Dios se siente no querido por aquellos que deben dar testimonio: por los cristianos, por los laicos cristianos, por los sacerdotes, por los obispos… ‘Pero, pobre gente, no entiende nada... Debe hacer un curso de teología para entender bien’. Pero, ¿por qué tengo cierta simpatía por este hombre? Porque en el corazón aún tenía la unción, porque cuando la mujer le explica su situación, Elí le dice: ‘Vete en paz, y que el Dios de Israel te conceda lo que has pedido. Sale la unción sacerdotal: pobre hombre, la había escondido y su pereza… es un tibio. Y después acaba mal, pobrecito”.


"Pidamos al Señor que estas dos lecturas nos ayuden en nuestra vida de cristianos: todos. Cada uno en su puesto. A no ser legalistas puros, hipócritas como los escribas y los fariseos. A no ser corruptos como los hijos de Elí. A no ser tibios como Elí, sino a ser como Jesús, con ese celo de buscar a la gente, de curar a la gente, de amar a la gente y con esto decirle: ‘Pero si yo hago esto así, piensa cómo te ama Dios, cómo es tu’. Esta es la enseñanza nueva que Dios nos pide. Pidamos esta gracia”.

14.01.14



El Papa en Sta. Marta: un cristiano no aparta la Palabra de Dios para seguir la moda
En la homilía del viernes Francisco recuerda que la normalidad de la vida exige al cristiano fidelidad a su elección
CIUDAD DEL VATICANO, 17 de enero de 2014 (Zenit.org) - El don de ser hijos de Dios no se puede "vender" por un malentendido sentido de "normalidad", que induce a olvidar su Palabra y a vivir como si Dios no existiera. Esta es la reflexión que ha hecho esta mañana en la homilía de Santa Marta el Santo Padre.
La tentación de querer ser "normales", cuando sin embargo se es hijo de Dios. Que en realidad quiere decir ignorar la Palabra del Padre y seguir una sola humana, "la palabra del propio querer", eligiendo en cierto modo "vender" el don de una predilección para sumergirse en una "uniformidad mundana".
Esta tentación del pueblo judío del Antiguo Testamento la ha tenido más de una vez, ha recordado el papa Francisco, deteniéndose en el episodio de la liturgia del primer libro de Samuel.
En ella, los jefes del pueblo piden al mismo Samuel, ya envejecido, establecer para ellos un nuevo rey, intentando autogobernarse. En ese momento, ha observado el Papa, "el pueblo rechaza a Dios: no solo no escucha la Palabra de Dios, sino que la rechaza". Y la frase reveladora de este anuncio, ha subrayado el Papa, es la de los ancianos de Israel: queremos un "rey juez", porque así "estaremos también nosotros como todos los pueblos".
De este modo, ha indicado el Papa, "rechazan al Señor del amor, rechazan la elección y buscan el camino de la mundanidad", de forma análoga a tantos cristianos de hoy: "La normalidad de la vida exige al cristiano fidelidad a su elección y no venderla para ir hacia una uniformidad mundana. Esta es la tentación del pueblo, y también la nuestra. Muchas veces olvidamos la palabra de Dios, lo que nos dice el Señor, y cogemos la palabra de moda ¿no?, también la de la telenovela está de moda, cogemos esa, ¡es más divertida! La apostasía es precisamente el pecado de la ruptura con el Señor, pero es clara: la apostasía se ve claramente.
Esto es más peligroso, la mundanidad, porque es más sutil. " Es verdad que el cristiano debe ser normal, como son normales las personas", ha reconocido el papa Francisco, "pero hay valores que el cristiano no puede tomar por sí mismo. El cristiano debe retener en sí la Palabra de Dios que le dice: 'tú eres mi hijo, tú eres elegido, yo estoy contigo, yo camino contigo".
Resistiendo por tanto a la tentación -como en el episodio de la Biblia- de considerarse víctimas de "un cierto complejo de inferioridad", de no sentirse un "pueblo normal".
Francisco ha subrayado que: "la tentación viene y endurece el corazón y cuando el corazón está duro, cuando el corazón no está abierto, la Palabra de Dios no puede entrar. Jesús decía a los de Emaús: '¡insensatos y lentos de corazón!' Tenían el corazón duro, no podían entender la Palabra de Dios. Y la mundanidad suaviza el corazón, pero mal: ¡nunca es algo bueno el corazón suave! El bueno es el corazón abierto a la Palabra de Dios, que la recibe. Como la Virgen, que meditaba todas estas cosas en su corazón, dice el Evangelio. Recibir la Palabra de Dios para no alejarse de la elección".
Para concluir, Francisco ha pedido a Dios la gracia para superar nuestros egoísmos: el egoísmo de querer hacer lo mío, como yo quiero: "Pidamos la gracia de superarlos y pidamos la gracia de la docilidad espiritual, eso es de abrir el corazón a la Palabra de Dios y no hacer como han hecho estos nuestros hermanos, que han cerrado el corazón porque se habían alejado de Dios y desde hacía tiempo no escuchaban y no  entendían  la Palabra de Dios. El Señor nos da la gracia de un corazón abierto para recibir la Palabra de Dios y para meditarla siempre. Y de allí tomar el verdadero camino".
 10.01.14



Las palabras del Papa en el ángelus de la Jornada del Emigrante y el Refugiado
Texto completo. Ante una plaza repleta, Francisco denuncia a 'los mercaderes de carne humana, que quieren esclavizar a los migrantes'. Y explica que la misión de Jesús es liberar al mundo del pecado
CIUDAD DEL VATICANO, 19 de enero de 2014 (Zenit.org) - Como cada domingo, el papa Francisco rezó la oración del ángelus desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, ante una multitud que le atendía en la plaza de san Pedro.
Dirigiéndose a los fieles y peregrinos venidos de todo el mundo, que le acogieron con un largo y caluroso aplauso, el pontífice argentino les dijo:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Con la fiesta del Bautismo del Señor, celebrada el pasado domingo, hemos entrado en el tiempo litúrgico llamado “ordinario”. En este segundo domingo, el Evangelio nos presenta la escena del encuentro entre Jesús y Juan el Bautista, cerca del rio Jordán. Quien la describe es el testigo ocular, Juan Evangelista, que antes de ser discípulo de Jesús era discípulo del Bautista, junto con el hermano Santiago, con Simón y Andrés, todos de Galilea, todos pescadores. El Bautista ve a Jesús que avanza entre la multitud e, inspirado del alto, reconoce en Èl al enviado de Dios, por esto lo indica con estas palabras: «¡Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!» (Jn 1,29).
El verbo que viene traducido con “quitar”, significa literalmente “levantar”, “tomar sobre sí”. Jesús ha venido al mundo con una misión precisa: liberarlo de la esclavitud del pecado, cargándose las culpas de la humanidad. ¿De qué manera? Amando. No hay otro modo de vencer el mal y el pecado que con el amor que empuja al don de la propia vida por los demás. En el testimonio de Juan el Bautista, Jesús tiene las características del Siervo del Señor, que «soportó nuestros sufrimientos, y aguantó nuestros dolores» (Is 53,4), hasta morir sobre la cruz. Él es el verdadero cordero pascual, que se sumerge en el rio de nuestro pecado, para purificarnos.
El Bautista ve ante sí a un hombre que se pone en fila con los pecadores para hacerse bautizar, si bien no teniendo necesidad. Un hombre que Dios ha enviado al mundo como cordero inmolado. En el Nuevo Testamento la palabra “cordero” se repite varias veces y siempre en referencia a Jesús. Esta imagen del cordero podría sorprender; de hecho, es un animal que no se caracteriza ciertamente por su fuerza y robustez y se carga un peso tan oprimente. La enorme masa del mal viene quitada y llevada por una creatura débil y frágil, símbolo de obediencia, docilidad y de amor indefenso, que llega hasta el sacrificio de sí misma. El cordero no es dominador, sino dócil; no es agresivo, sino pacifico; no muestra las garras o los dientes frente a cualquier ataque, sino soporta y es remisivo. ¡Y así es Jesús! Así es Jesús: como un cordero.
¿Qué cosa significa para la Iglesia, para nosotros, hoy, ser discípulos de Jesús Cordero de Dios? Significa poner en el lugar de la malicia la inocencia, en el lugar de la fuerza el amor, en el lugar de la soberbia la humildad, en el lugar del prestigio el servicio. Es un buen trabajo, ¿eh? Nosotros, los cristianos, debemos hacer esto: poner en lugar de la malicia la inocencia, en el lugar de la fuerza el amor, en el lugar de la soberbia la humildad, en el lugar del prestigio el servicio.
Ser discípulos del Cordero significa no vivir como una “ciudadela asediada”, sino como una ciudad colocada sobre el monte, abierta, acogedora y solidaria. Quiere decir no asumir actitudes de cerrazón, sino proponer el Evangelio a todos, testimoniando con nuestra vida que seguir a Jesús nos hace más libres y más alegres.
Al término de estas palabras, el santo padre rezó la oración del ángelus. Y al concluir la plegaria prosiguió:
Queridos hermanos y hermanas,
hoy celebramos la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, con el tema "Los migrantes y los refugiados: hacia un mundo mejor", que he desarrollado en el Mensaje publicado hace tiempo. Dirijo un saludo especial a los representantes de diferentes comunidades étnicas que se encuentran aquí reunidas, en particular a las comunidades católicas de Roma.
Queridos amigos, estáis cerca del corazón de la Iglesia, porque la Iglesia es un pueblo en camino hacia el Reino de Dios, que Cristo Jesús ha traído en medio nuestro. ¡No perdáis la esperanza de un mundo mejor! Os deseo que viváis  en paz en los países que os acogen, custodiando los valores de vuestras culturas de origen.
Quisiera agradecer a aquellos que trabajan con los migrantes para acogerles y acompañarles en sus momentos difíciles, para defenderles de aquellos que el beato Scalabrini definía como 'los mercaderes de carne humana', que quieren esclavizar a los migrantes. De manera particular deseo agradecer a la Congregación de los Misioneros de San Carlos, los padres y las monjas Scalabrinianos, que tanto bien hacen a la Iglesia y se hacen  migrantes con los migrantes.
En este momento pensemos en tantos migrantes... tantos… y en los refugiados, en sus sufrimientos, en su vida, tantas veces sin trabajo, sin documentos, con tanto dolor. Y podemos, todos juntos, dirigir una oración por los migrantes y los refugiados que viven en las situaciones más graves y más difíciles: Dios te salve María...
Después de rezar un Avemaría, llegó el turno de los saludos que tradicionalmente realiza el pontífice: Saludo con afecto a todos vosotros, queridos fieles provenientes de diferentes parroquias de Italia y de otros países, así como a las asociaciones y grupos diversos. En particular, saludo a los peregrinos españoles de Pontevedra, La Coruña, Murcia y a los estudiantes de Badajoz. Saludo a los ex alumnos de la Obra Don Orione, la Asociación de Laicos Amor Misericordioso y la Coral "San Francisco" de Montelupone. 
Y concluyó, como de costumbre:
"A tutti auguro una buona domenica e buon pranzo. Arrivederci!" (Deseo a todos un buen domingo y una buena comida. ¡Hasta pronto!)
20.01.14




El Papa en Santa Marta: acojamos las sorpresas de Dios
Francisco en la homilía reflexiona sobre la libertad y la obediencia cristiana que es docilidad a la Palabra de Dios
CIUDAD DEL VATICANO, 20 de enero de 2014 (Zenit.org) - El papa Francisco ha indicado en la homilía de este lunes en Santa Marta que  la libertad cristiana está en la "docilidad a la Palabra de Dios". Por ello, el Santo Padre ha subrayado que debemos estar siempre preparados a acoger la "novedad" del Evangelio y las "sorpresas de Dios". Francisco ha hablado durante la homilía sobre la Palabra de  Dios que es viva y eficaz, discierne los sentimientos y los pensamientos del corazón. Y para acoger verdaderamente la Palabra de Dios, el Papa ha exhortado a tener una actitud de "docilidad". La Palabra de Dios - ha insistido - es viva y por eso viene y dice lo que quiere decir: no lo que yo espero que diga o lo que me gustaría que dijera. Asimismo ha observado que es una Palabra libre y también un sorpresa porque "nuestro Dios es un Dios de las sorpresas".
Así lo ha explicado el Papa: "el Evangelio es novedad. La Revelación es novedad. Nuestro Dios es un Dios que siempre hace las cosas nuevas y nos pide esta docilidad a su novedad. En el Evangelio Jesús es claro en esto, es muy claro: vino nuevo en odres nuevos. El vino lo lleva Dios, pero debe ser recibido con esta apertura a la novedad. Y esto se llama docilidad. Nosotros podemos preguntarnos: ¿yo soy una persona dócil a la Palabra de Dios? ¿Hago pasar la Palabra de Dios por un alambique y al final es otra cosa respecto a lo que Dios quiere hacer". Si hago esto - ha proseguido - "termino como el trozo de tela nuevo en un vestido viejo, y deja el roto peor".
El Santo Padre ha explicado a continuación que "cuando yo quiero coger electricidad de la fuente eléctrica, si el aparato que tengo no funciona, busco un adaptador. Nosotros debemos buscar siempre adaptarnos, adecuarnos a esta novedad de la Palabra de Dios, estar abiertos a la novedad. Saúl, elegido de Dios, ungido por Dios, había olvidado que Dios es sorpresa y novedad. Se había olvidado, se había cerrado en sus pensamientos, en sus esquemas, y así ha razonado humanamente". 
El Pontífice se ha detenido en la Primera Lectura para comentar que en tiempos de Saúl, cuando uno ganaba una batalla se llevaba el botín y con parte de esto realizaba el sacrificio. "Estos animales tan bellos serán para el Señor", ha comentado. También ha explicado que Saúl "ha razonado con su pensamiento, con su corazón, cerrado en las costumbres, mientras que "nuestros Dios, no es un Dios de costumbres: es un Dios de sorpresas".
Francisco ha recordado que Saúl "no ha obedecido a la Palabra de Dios, no ha sido dócil a la Palabra de Dios". Y Samuel le reprochaba por esto, "le dice que no ha obedecido, que no ha sido siervo, ha sido señor, él. Se ha adueñado de la Palabra de Dios". Por esta razón, "la rebelión, no obedecer la Palabra de Dios es pecado de divinización", ha señalado el Papa. A su vez, ha añadido que "la obstinación, la no docilidad para hacer lo que tú quieres y no lo que quiere Dios, es pecado de idolatría". Esto - ha proseguido el papa Francisco - "nos hace pensar" sobre que "qué es la libertad cristiana, qué es la obediencia cristiana".
Para finalizar el Pontífice argentino ha recordado que "la libertad cristiana y la obediencia cristiana son docilidad a la Palabra de Dios, y tener esa valentía de convertirse en odres nuevos, para este vino nuevo que viene continuamente. Esta valentía de discernir siempre: discernir, digo, no relativizar. Discernir siempre qué hace el Espíritu en mi corazón, qué quiere el Espíritu en mi corazón, dónde me lleva el Espíritu en mi corazón. Y obedecer. Discernir y obedecer. Pidamos hoy la gracia de la docilidad a la Palabra de Dios, a esta Palabra de Dios, y esta Palabra que es viva y eficaz, que discierne los sentimientos y los pensamientos del corazón".
21.01.14



Francisco en St. Marta: Dios tiene una relación personal con su pueblo
El Santo Padre en la homilía recuerda que la fidelidad cristiana es simplemente mantener nuestra pequeñez para poder dialogar con el Señor.
CIUDAD DEL VATICANO, 21 de enero de 2014 (Zenit.org) - El Santo Padre ha afirmado que "protegemos nuestra pequeñez para dialogar con la grandeza del Señor". En la homilía de hoy martes en Santa Marta, Francisco ha subrayado que el Señor tiene una relación personal con nosotros, no es un diálogo con la masa. Asimismo, ha recordado que el Señor elige siempre a los pequeños, quien tiene menos poder porque mira nuestra humildad.
Francisco ha centrado su homilía en la idea de "el Señor y los pequeños" afirmando que "la relación del Señor con su pueblo es una relación personal" es "siempre de tú a tú".
Por ello ha explicado que "en un pueblo, cada uno tiene su sitio. Pero el Señor habla a la gente así, a la masa, nunca. Siempre habla personalmente, con los nombres. Y elige personalmente. El pasaje de la creación es una figura que hace ver esto: es el mismo Señor que con sus manos artesanalmente hace al hombre y le da nombre: 'tú te llamas Adán'. Y así comienza esa relación entre Dios y la persona. Y hay otra cosa, hay una relación entre Dios y nosotros pequeños: Dios, el grande y nosotros pequeños. Dios, cuando debe elegir a las personas, también a su pueblo, siempre elige a los pequeños". Dios, ha continuado Francisco en su homilía, elige a su pueblo porque es "el más pequeño", tiene "menos poder" que los otros pueblos. Hay un "diálogo entre Dios y la pequeñaza humana". También la Virgen María dijo: "El Señor ha mirado la humillación de su sierva". El Señor "ha elegido a los pequeños".
El Papa se ha detenido en la Primera Lectura de hoy para reflexionar sobre esta actitud del Señor, que "se ve claramente". El papa Francisco ha explicado que el profeta Samuel está delante del más grande de los hijos de Jesé y pensó que era "su consagrado, porque era un hombre alto, grande". Pero el Señor le dice que "no mire su aspecto ni su estatura" y añade: "yo lo he descartado, porque no cuenta lo que ve el hombre". De hecho, ha proseguido el Pontífice: "el hombre ve la apariencia, pero el Señor ve el corazón. El Señor elige según sus criterios". Y elige a "los débiles y los humildes, para confundir a los poderosos de la tierra". Así como "el Señor elige a David, el más pequeño" que "no contaba para su padre", el que no estaba en casa porque cuidaba a las ovejas, ha recordado Francisco. Y David fue elegido.
El Santo Padre ha afirmado que "todos nosotros con el bautismo somos elegidos por el Señor. Todos somos elegidos. Nos ha elegido uno a uno. Nos ha dado un nombre y nos mira. Hay un diálogo, porque así ama el Señor. También David después se convirtió en rey y se equivocó. Quizá ha hecho muchos, pero la Biblia cuenta dos errores grandes, dos errores de esos importantes. ¿Qué hizo David? Se ha humillado. Ha vuelto a su pequeñez y ha dicho: 'Soy un pecador'. Y ha pedido perdón y ha hecho penitencia".
Y continúa el Santo Padres señalando que después llega el segundo pecado, David dijo al Señor: "Castígame, no al pueblo. El pueblo no tiene la culpa, yo soy culpable". David, ha reflexionado el Papa, " ha guardado su pequeñez, con arrepentimiento, con oración, con llanto". Prosigue el Santo Padre: "pensando en estas cosas, en este diálogo entre el Señor y nuestra pequeñez me pregunto donde está la fidelidad cristiana".
Y así ha finalizado el Pontífice: "la fidelidad cristiana, nuestra fidelidad, es simplemente mantener nuestra pequeñez, para poder dialogar con el Señor. Mantener nuestra pequeñez. Por esto la humildad, la mansedumbre son tan importantes en la vida del cristiano, porque guarda la pequeñez, a la que le gusta mirar al Señor. Y será siempre el diálogo entre nuestra pequeñez y la grandeza del Señor. Nos dé el Señor, por intercesión de san David - también por intercesión profeta Samuel está delante del más grande de los hijos de Jesé y pensó que era "su consagrado, porque era un hombre alto, grande". Pero el Señor le dice que "no mire su aspecto ni su estatura" y añade: "yo lo he descartado, porque no cuenta lo que ve el hombre". De hecho, ha proseguido el Pontífice: "el hombre ve la apariencia, pero el Señor ve el corazón. El Señor elige según sus criterios". Y elige a "los débiles y los humildes, para confundir a los poderosos de la tierra". Así como "el Señor elige a David, el más pequeño" que "no contaba para su padre", el que no estaba en casa porque cuidaba a las ovejas, ha recordado Francisco. Y David fue elegido.
El Santo Padre ha afirmado que "todos nosotros con el bautismo somos elegidos por el Señor. Todos somos elegidos. Nos ha elegido uno a uno. Nos ha dado un nombre y nos mira. Hay un diálogo, porque así ama el Señor. También David después se convirtió en rey y se equivocó. Quizá ha hecho muchos, pero la Biblia cuenta dos errores grandes, dos errores de esos importantes. ¿Qué hizo David? Se ha humillado. Ha vuelto a su pequeñez y ha dicho: 'Soy un pecador'. Y ha pedido perdón y ha hecho penitencia".
Y continúa el Santo Padres señalando que después llega el segundo pecado, David dijo al Señor: "Castígame, no al pueblo. El pueblo no tiene la culpa, yo soy culpable". David, ha reflexionado el Papa, " ha guardado su pequeñez, con arrepentimiento, con oración, con llanto". Prosigue el Santo Padre: "pensando en estas cosas, en este diálogo entre el Señor y nuestra pequeñez me pregunto donde está la fidelidad cristiana".
Y así ha finalizado el Pontífice: "la fidelidad cristiana, nuestra fidelidad, es simplemente mantener nuestra pequeñez, para poder dialogar con el Señor. Mantener nuestra pequeñez. Por esto la humildad, la mansedumbre son tan importantes en la vida del cristiano, porque guarda la pequeñez, a la que le gusta mirar al Señor. Y será siempre el diálogo entre nuestra pequeñez y la grandeza del Señor. Nos dé el Señor, por intercesión de san David - también por intercesión de la Virgen que cantaba gozosa al Dios, porque había mirado su humildad - nos dé el Señor la gracia de mantener nuestra pequeñez delante de Él".
22.01.14




Texto completo de la catequesis del Papa en la audiencia del miércoles
En la Semana de Oración por la Unidad, Francisco invita a reconocer con alegría los dones de Dios presentes en otras comunidades cristianas
CIUDAD DEL VATICANO, 22 de enero de 2014 (Zenit.org) - Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Sábado pasado ha comenzado la Semana de oración por la unidad de los cristianos, que finalizará el próximo sábado, fiesta de la Conversión de san Pablo apóstol. Esta iniciativa espiritual, sumamente valiosa, involucra a las comunidades cristianas desde hace más de cien años. Se trata de un tiempo dedicado a la oración por la unidad de todos los bautizados, según la voluntad de Cristo: "Que todos sean uno" (Jn 17, 21).
Cada año, un grupo ecuménico de una región del mundo, bajo la guía del Consejo Mundial de las Iglesias y del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, sugiere el tema y preparar los subsidios para la Semana de oración. Este año, tales subsidios provienen de las Iglesias y Comunidades eclesiales de Canadá, y se refieren a la pregunta dirigida por san Pablo a los cristianos de Corinto: "¿Acaso está dividido Cristo?" (1 Corintios 1, 13) .
Ciertamente Cristo no ha sido dividido. Pero debemos reconocer sinceramente, y con dolor, que nuestras comunidades siguen viviendo divisiones que son de escándalo. Las divisiones entre nosotros cristianos son un escándalo, no hay otra palabra, ¡un escándalo! “Cada uno de vosotros – escribía el Apóstol – dice: “Yo soy de Pablo”, “Yo en cambio soy de Apolo”, “Yo soy de Cefas”, “Yo soy de Cristo” (1, 12). También aquellos que profesaban a Cristo como su cabeza no son aplaudidos por Pablo, porque usaban el nombre de Cristo para separarse de los demás dentro de la comunidad cristiana. ¡Pero el nombre de Cristo crea comunión y unidad, no división! Él ha venido a hacer comunión entre nosotros, no para dividirnos. El Bautismo y la Cruz son elementos centrales del discipulado cristiano que tenemos en común. Las divisiones en cambio debilitan la credibilidad y la eficacia de nuestro compromiso de evangelización y corren el riesgo de vaciar a la Cruz de su potencia (cfr. 1, 17).
Pablo reprende a los corintios por sus disputas, pero también da gracias al Señor “con motivo de la gracia de Dios que os ha sido dada en Cristo Jesús, porque en él habéis sido enriquecidos con todos los dones, los de la palabra y los del conocimiento” (1, 4-5). Estas palabras de Pablo no son una simple formalidad, sino el signo que él ve ante todo – y por esto se alegra sinceramente – los dones hechos por Dios a la comunidad. Esta actitud del Apóstol es un estímulo para nosotros y para cada comunidad cristiana a reconocer con alegría los dones de Dios presentes en otras comunidades. A pesar del sufrimiento de las divisiones, que por desgracia aún permanecen, acojamos las palabras de Pablo como una invitación a alegrarnos sinceramente por las gracias concedidas por Dios a otros cristianos. Tenemos el mismo bautismo, el mismo Espíritu Santo que nos concede las gracias. Reconozcámoslo y alegrémonos.
Es hermoso reconocer la gracia con la que Dios nos bendice y, aún más, encontrar en otros cristianos algo que necesitamos, algo que podríamos recibir como un don de nuestros hermanos y de nuestras hermanas. El grupo canadiense que ha preparado los subsidios de esta Semana de oración no ha invitado a las comunidades a pensar en lo que podrían dar a sus vecinos cristianos, sino que las ha exhortado a encontrarse para comprender lo que todas pueden recibir cada vez de las demás. Esto requiere algo más. Requiere mucha oración, requiere humildad, requiere reflexión y continua conversión. Vayamos adelante en este camino rezando por la unidad de los cristianos, para que este escándalo disminuya y no se de más entre nosotros. ¡Gracias!
23.01.14



Francisco en Sta. Marta: debemos construir puentes y no un muro de Berlín
En la homilía de este viernes, el Santo Padre invita a dialogar con humildad y mansedumbre pero sin resentimientos
CIUDAD DEL VATICANO, 24 de enero de 2014 (Zenit.org) - No es fácil construir el diálogo con los otros, especialmente si con ellos nos divide el resentimiento. Pero el cristiano busca siempre este camino de escucha y reconciliación, con humildad y mansedumbre porque es lo que ha enseñado Jesús. Este ha sido el tema afrontado en esta mañana de viernes por el Santo Padre en la homilía de Santa Marta.
Me rompo pero no me doblo, afirma una cierta sabiduría popular. Me doblo para no romper, sugiere la sabiduría cristiana. Dos modos de entender la vida: el primero, con su dureza, fácilmente destinado a alzar muros de incomunicación entre personas, hasta la degeneración del odio. El segundo se inclina a crear puentes de compresión, también después de una pelea. Pero, ha advertido el Papa, con la condición de buscar y practicar "la humildad". Al centro de la reflexión del Santo Padre en la homilía, ha estado el encuentro entre el Rey Saúl y David.  Tal y como ha recordado Francisco, David tiene la ocasión de matar a Saúl, pero elige "otro camino: el camino de acercarse, de aclarar la situación, de explicarse. El camino del diálogo para hacer la paz".
Y con estas palabras ha proseguido: "para dialogar es necesaria la mansedumbre, sin gritar. Y necesario también pensar que la otra persona tiene algo más de mí, y David lo pensaba: 'Él es el ungido del Señor, es más importante que yo'. La humildad, la mansedumbre... Para dialogar, es necesario hacer lo que hemos pedido hoy en la oración, al inicio de la misa: hacerse todo a todos. Humildad, mansedumbre, hacerse todo a todos también  - pero no está escrito en la Biblia - todos saben que para hacer estas cosas es necesario aguantar mucho. Pero, debemos hacerlo, porque la paz se hace así: con la humildad, la humillación, buscando siempre ver en el otro la imagen de Dios".
El Santo Padre reconoce que "dialogar es difícil". Pero peor que intentar construir un puente con un adversario es dejar que crezca en el corazón el resentimiento hacia él. Así ha afirmado que de este modo quedamos "aislados en este caldo amargo de nuestro resentimiento". Sin embargo, tomando como ejemplo a David, un cristiano vence el odio con un acto de humildad.
De esto modo lo ha explicado: "humillarse, y siempre hacer el puente, siempre. Siempre. Y esto es ser cristiano. No es fácil. No es fácil. Jesús lo ha hecho: se ha humillado hasta el final, nos ha hecho ver el camino. Y es necesario que no pase mucho tiempo: cuando está el problema, lo antes posible, en el momento en el que se pueda hacer, después que ha pasado la tormenta, acercarse al diálogo, porque el tiempo hace crecer el muro, como hace crecer la mala hierba que impide el crecimiento del grano. Y cuando los muros crecen es muy difícil la reconciliación:¡es muy difícil!"
Francisco ha afirmado, como ya ha hecho en otras ocasiones, que no es un problema si "algunas veces vuelan los platos", también "en la familia, en las comunidades, en los barrios", porque lo importante asegura el Papa, es "buscar la paz lo antes posible", con una palabra, un gesto. Un puente más que un muro, como el que por tantos años dividió Berlín. Porque "también en nuestro corazón está la posibilidad de convertirse en Berlín con el Muro con otros", ha dicho el Pontífice.
Para concluir, ha reconocido que "yo tengo miedo de estos muros, de estos muros que crecen cada día y favorecen los resentimientos. También el odio. Pensemos en este joven David: habría podido vengarse perfectamente, habría podido eliminar al rey y él eligió el camino del diálogo, con la humildad, la mansedumbre, la dulzura. Hoy, podemos pedir a san Francisco de Sales, Doctor de la dulzura, que nos dé a todos nosotros la gracia de hacer puentes con los otros, nunca muros".
24.01.14





Francisco: para elegir a sus discí­pulos, Jesús se dirige a los humildes
Texto completo del Papa en el Ángelus. Reza por Ucrania y por Cocò, un niño de tres años asesinado y pide la conversión de los culpables. Dos niños de Acción Católica, junto al Papa, lanzan dos palomas sí­mbolo de la paz
CIUDAD DEL VATICANO, 26 de enero de 2014 (Zenit.org) - El Santo Padre ha recitado esta mañana, como cada domingo, la oración del Ángelus desde la ventana del estudio en el Palacio Apostólico Vaticano, acompañado por una gran multitud de fieles y peregrinos que han acudido a la plaza de San Pedro. Hoy han estado presentes los jóvenes de Acción Católica de la diócesis de Roma que concluyen con la "Caravana de la Paz" del mes de enero, un mes que tradicionalmente dedican al tema de la paz.
Al finalizar la oración, un niño y una niña pertenecientes a dos parroquias romanas, desde el apartamento pontificio, han  leído un mensaje en nombre de ACR de Roma y han liberado desde la ventana a dos palomas.
Estas son las palabras del Papa antes de la oración mariana:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
el Evangelio de este domingo cuenta los inicios de la vida pública de Jesús en las ciudades y en los pueblos de Galilea. Su misión no sale de Jerusalén, es decir del centro religioso, social y político, sino de una zona periférica, despreciada por los judíos más observadores, con motivo de la presencia en esa región de diferentes poblaciones extranjeras; por esto el profeta Isaías indica como "Galilea de las gentes".
Es una tierra de frontera, un zona de tránsito donde se encuentran personas de diferentes razas, culturas y religiones. Galilea se convierte así en un lugar simbólico de apertura del Evangelio a todos los pueblos. Desde este punto de vista, Galilea se asemeja al mundo de hoy: coexistencia de diversas culturas, necesidad de comparación y necesidad de encuentro. También nosotros estamos inmersos cada día en una "Galilea de las gentes", y en este tipo de contexto podemos asustarnos y ceder a la tentación de construir recintos para estar más seguros, más protegidos. Pero Jesús nos enseña que la Buena Noticia que Él trae no está reservada a una parte de la humanidad, es para comunicar a todos. Es un feliz anuncio destinado a cuantos lo esperan, pero también a cuantos quizá no esperan nada más y no tienen ni siquiera la fuerza para buscar y preguntar.
Partiendo de Galilea, Jesús nos enseña que ninguno está excluido de la salvación de Dios, es más, que Dios prefiere partir de la periferia, de los últimos, para alcanzar a todos. Nos enseña un método, su método, que expresa el contenido, es decir la misericordia del Padre. "Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar esta llamada. ¿Y cuál es la llamada? Salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio".  (Esort. ap. Evangelii gaudium, 20).
Jesús comienza su misión no solo desde un lugar descentrado, si no también con hombres que se les diría de "bajo perfil". Para elegir a sus primeros discípulos y futuros apóstoles, no se dirige a las escuelas de los escribas o de los doctores de la Ley, sino a las personas humildes y a las personas sencillas, que se preparan con empeño a la llegada del Reino de Dios. Jesús va a llamarles allí donde trabajan, sobre la orilla del lago: son pescadores. Les llama, y ellos le siguen, enseguida. Dejan las redes y van con Él: su vida se convertirá en una aventura extraordinaria y fascinante.
Queridos amigos y amigas, ¡el Señor llama también hoy! El Señor pasa por los caminos de nuestra vida cotidiana; también hoy, en este momento, aquí, el Señor, pasa por la plaza. Nos llama a ir con Él, a trabajar con Él por el Reino de Dios, en las “Galileas” de nuestros tiempos. Cada uno de vosotros que piense: el Señor pasa hoy, el Señor me mira, ¡me está mirando! ¿Qué me dice el Señor? Y si alguno de vosotros oye que el Señor le dice: “sígueme”, sea valiente, vaya con Él; Él no decepciona jamás. Escuchad en visestro corazón si el Señor os llama a seguirlo. ¡Dejemos alcanzarnos por su mirada, por su voz, y sigámoslo! “Para que la alegría del Evangelio llegue hasta a los confines de la tierra y ninguna periferia se prive de su luz”.
Tras la oración del Ángelus, el Santo Padre ha dicho:
Ahora, veis que no estoy solo, estoy en compañía de dos de vosotros que han subido aquí. ¡Son buenos estos dos!
Se celebra hoy la Jornada Mundial de los enfermos de lepra. Esta enfermedad, aún estando en receso, lamentablemente afecta todavía a muchas personas en condiciones de grave miseria. Es importante mantener viva la solidaridad con estos hermanos y hermanas. A ellos aseguramos nuestra oración, y rezamos también por todos aquellos que les asisten y, en diferentes formas, se comprometen a derrotar esta enfermedad.
Estoy cerca con la oración a Ucrania, en particular a cuantos han perdido la vida en estos días y a sus familias. Deseo que se desarrolle un diálogo constructivo entre las instituciones y la sociedad civil y, evitando todo recurso y acción violenta, prevalezcan en el corazón de cada uno ¡el espíritu de la paz y la búsqueda del bien común!
Hoy hay muchos niños en la plaza, muchos. Pero también quiesiera, con ellos, dirigir un pensamiento a Cocò Campolongo que a los tres años ha sido quemado en el coche en Cassano allo Jonio. Esta furia sobre un niño tan pequeño parece no tener precedentes en la historia de la criminalidad. Rezamos con Cocò que seguro está con Jesús en el cielo. Por las personas que han hecho este crimen para que se arrepientan y se conviertan al Señor.
En los próximos días, millones de personas, que viven en Extremo Oriente y repartidos en varias partes del mundo, entre los cuales chinos, coreanos y vietnamitas, celebran el fin de año lunar. A todos ellos les deseo una existencia llena de alegría y de esperanza. El anhelo que no se puede suprimir a la fraternidad, que alberga en su corazón, encuentre en la intimidad de la familia el lugar privilegiado donde pueda ser descubierto, educado y realizado. Será esta una preciosa contribución a la construcción de un mundo más humano, en el que reina la paz.
Ayer, en Nápoles, se ha proclamado beata María Cristina de Savoya, que vivió en la primera mitad del siglo XIX, reina de las dos Sicilias. Mujer de profunda espiritualidad y de gran humildad, supo hacerse cargo de los sufrimientos de su pueblo, convirtiéndose en verdadera madre de los pobres. Su extraordinario ejemplo de caridad testimonia que la vida buena del Evangelio es posible en cualquier ambiente y condición social.
Saludo con afecto a todos vosotros, queridos peregrinos venidos de diferente parroquias de Italia y de otros países, como también a las asociaciones, grupos escolares y otros. En particular, saludo a los estudiantes de Cuenca (España) y las chicas de Panamá. Saludo a los fieles de Caltanissetta, Priolo Gargallo, San Severino Marche y San Giuliano Milanese, y los ex alumnos de la escuela de Minoprio. Quisiera también expresar mi cercanía a la población que ha sufrido inundadaciones en Emilia.
¡Me diirijo ahora a los chicos y chicas de Acción Católica de la Diócesis de Roma! Queridos jóvenes, también esto año, acompañados del cardenal vicario, habéis venido numerosos al finalizar vuestra "Caravana de la Paz". ¡Os doy las gracias! ¡Os doy muchas gracias! Escuchamos ahora el mensaje que vuestro amigos aquí junto a mí, no leerán".
Al finalizar la lectura, los dos niños junto al Papa han lanzado las dos palomas como símbolo de la paz.
Para concluir, el Santo Padre ha deseado a todos un buen domingo y buena comida.
27.01.14




Francisco en St. Marta: ¿eres capaz de gritar por un gol y no de cantar alabanzas al Señor?
El Santo Padre invita a romper con formalismos y dejar que surja la oración de alabanza que nos hace fecundos
CIUDAD DEL VATICANO, 28 de enero de 2014 (Zenit.org) - El Santo Padre en la misa de Santa Marta de hoy martes ha hablado sobre la fecundidad de la oración de alabanza. Al comentar la danza alegre de David al Señor de la que habla la primera lectura, ha subrayado que si nos cerramos en la formalidad, nuestra oración se convierte en fría y estéril.
El papa Francisco ha hablado en su homilía sobre David que "danzaba con todas las fuerzas delante del Señor" y sobre esta imagen alegre de la que se habla en el Segundo Libro de Samuel. Todo el Pueblo de Dios estaba en fiesta porque el Arca de la Alianza volvía a casa. La oración de alabanza de David, ha explicado, "le llevó a salir de cualquier compostura y a bailar delante del Señor" con "todas las fuerzas". ¡Esto era precisamente la oración de alabanza! - ha exclamado el Papa. Además, ha indicado que leyendo este pasaje, "he pensado enseguida" en Sara, después de haber dado a luz a Isaac. "¡El Señor me ha hecho bailar de alegría!", dijo la anciana. Por esto, Francisco ha señalado que "para nosotros es fácil de entender la oración para pedir algo al Señor, también para dar gracias al Señor" o  la "oración de adoración". Pero la oración de alabanza "la dejamos de lado, no nos viene espontánea", ha precisado.
Y de este modo lo ha explicado: "'¡Pero, padre, esto es para los de la Renovación Carismática, no para todos los cristianos!' No, ¡la oración de alabanza es una oración cristiana para todos nosotros! En la misa, todos los días, cuando cantamos el Santo… Esta es una oración de alabanza: alabamos a Dios por su grandeza, ¡porque es grande! Y le decimos cosas bonitas, porque a nosotros nos gusta que sea así. 'Pero, padre, yo no soy capaz... Yo debo...' ¿Pero eres capaz de gritar cuando tu equipo marca un gol y no eres capaz de cantar alabanzas al Señor? ¿De salir un poco de tu compostura para cantar esto? ¡Alabar a Dios es totalmente gratuito! No pedimos, no damos las gracias: ¡alabamos!"
Debemos rezar "con todo el corazón". Ha continuado matizando que "es un acto de justicia, ¡porque Él es grande! ¡Es nuestro Dios!" David, ha recordado el Santo Padre, "era muy feliz, porque volvía con el Arca, volvía con el Señor: también su cuerpo rezaba con esa danza".
Francisco ha continuado lanzando "una buena pregunta que podemos hacernos hoy: 'Pero ¿cómo va mi oración de alabanza? ¿Sé alabar al Señor? ¿Sé alabar al Señor o cuando rezo el Gloria o rezo el Sanctus lo hago solamente con la boca y no con todo el corazón?' ¿Qué me dice David, danzando aquí? Y Sara ¿bailando de alegría?  Cuando David entra en la ciudad comienza otra cosa: ¡una fiesta!"
"La alegría de la alabanza - ha explicado - nos lleva a la alegría de la fiesta. La fiesta de la familia". De este modo el Papa ha recordado que cuando David entra en el palacio, la hija del rey Saúl, Mikal, le reprende y le pregunta si no le da vergüenza haber bailado de esa forma delante de todos, él que es el rey. Mikal, "despreció a David".
De este modo, Francisco ha proseguido: "yo me pregunto ¿cuántas veces nosotros despreciamos en nuestro corazón a personas buenas, gente buena que alaba al Señor como le viene, así espontáneamente, porque no son cultos, no siguen las actitudes formales? ¡Pero, desprecio! ¡Y dice la Biblia que Mikal quedó estéril durante toda la vida por esto! ¿Qué quiere decir la Palabra de Dios aquí? ¡Que la alegría, que la oración de alabanza nos hace fecundos! Sara bailaba en el momento grande de su fecundidad, a los noventa años! La fecundidad que nos da la alabanza al Señor, la gratuidad de alabar al Señor. Ese hombre o esa mujer que alaba al Señor, que reza alabando al Señor, que cuando reza el Gloria se alegra de decirlo, cuando canta el Sanctus en la misa se alegra de cantarlo, es un hombre o una mujer fecunda".
El Pontífice, para finalizar, ha advertido que "aquellos que se cierran en la formalidad de una oración fría, medida, quizá terminan como Mikal: en la esterilidad de su formalidad". Por ello, el Papa ha invitado a imaginar a David que danza "con todas las fuerzas delante del Señor y pensemos que bello es hacer la oración de alabanza". Además, ha afirmado que nos hará bien repetir las palabras del Salmo 23 que hemos rezado hoy: "Puertas, levanten sus dinteles, levántense, puertas eternas, para que entre el Rey de la gloria!  ¿Y quién es ese Rey de la gloria? Es el Señor, el fuerte, el poderoso, el Señor poderoso en los combates!”
 29.01.14




Texto completo de la catequesis del Papa en la audiencia de este miércoles
Francisco explica que la Confirmación afianza nuestra relación con la Iglesia y nos concede una fuerza especial del Espí­ritu Santo para defender la fe y confesar el nombre de Cristo
CIUDAD DEL VATICANO, 29 de enero de 2014 (Zenit.org) - Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!


En esta tercera catequesis sobre los Sacramentos, nos detenemos en el de la Confirmación, que debe ser entendida en continuidad con el Bautismo, al que está vinculada de manera inseparable. Estos dos sacramentos, junto con la Eucaristía, constituyen un único acontecimiento salvífico – que se llama “la iniciación cristiana” –, en el que somos insertados en Jesucristo muerto y resucitado y nos convertimos en nuevas criaturas y miembros de la Iglesia. He aquí la razón por la que originariamente estos tres Sacramentos se celebraban en un único momento, al final del camino catecumenal, que era normalmente en la Vigilia Pascual. Así se articulaba este itinerario de formación y de inserción gradual en la comunidad cristiana que podía durar también algunos años. Se hacía paso a paso, para llegar al Bautismo, después la Confirmación y la Eucaristía. 
Comúnmente se habla del sacramento de la “Confirmación”, palabra que significa “unción”. Y, de hecho, a través del aceite llamado “sagrado Crisma”, somos conformados, en la potencia del Espíritu, a Jesucristo, el cual es el único y verdadero “ungido”, el “Mesías”, el Santo de Dios. Hemos escuchado en el Evangelio como Jesús lo lee en Isaías, lo vemos más adelante. Es el ungido. Soy enviado y estoy ungido para esta misión.
El término “Confirmación” nos recuerda que este Sacramento aporta un crecimiento de la gracia bautismal: nos une más firmemente a Cristo; lleva a cumplimiento nuestro vínculo con la Iglesia; nos da una especial fuerza del Espíritu Santo para difundir y defender la fe, para confesar el nombre de Cristo y para no avergonzarnos nunca de su cruz  (cfr Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1303). Y por eso es importante ocuparse de que nuestros niños y nuestros jóvenes reciban este sacramento. Todos nosotros nos ocupamos de que sean bautizados y esto es bueno, ¿eh? Pero, quizás, no le damos tanta importancia a que reciban la Confirmación. ¡Se quedan a mitad camino y no reciben el Espíritu Santo!, ¿eh? Que es tan importante para la vida cristiana, porque nos da la fuerza para seguir adelante. Pensemos un poco, ¿eh? Cada uno de nostros. ¿Verdaderamente nos preocupamos de que nuestros niños y nuestros jóvenes reciban la Confirmación? ¡Pero es importante esto, es importante! Y si vosotros en vuestra casa tenéis niños o jóvenes que todavía no la han recibido y ya tienen la edad para recibirla, haced todo lo posible para que terminen esta iniciación cristiana y que ellos reciban la fuerza del Espíritu Santo. ¡Pero es importante!


Naturalmente es importante ofrecer a los confirmandos una buena preparación, que debe estar pensada para conducirlos hacia una adhesión personal a la fe en Cristo y a despertar en ellos su sentido de pertenencia a la Iglesia.


La Confirmación, como todo Sacramento, no es obra de los hombres, sino de Dios, el cual cuida de nuestra vida para plasmarnos a imagen de su Hijo, para hacernos capaces de amar como Él. Él lo hace infundiendo en nosotros su Espiritu Santo, cuya acción impregna a toda la persona y toda la vida, como se refleja de los siete dones que la Tradición, a la luz de la Sagrada Escritura, ha siempre evidenciado. Estos siete dones, yo no os voy a preguntar si os acordáis de lossiete dones, ¿no? Quizás todos los decís, pero no es necesario, ¿eh? Todos dirán son este y este, pero no lo hacemos. Lo digo yo en vuestro nombre ¡Eh!. ¿Y cuáles son los dones? la Sabiduría, el Intelecto, el Consejo, la Fortaleza, la Ciencia, la Piedad y el Temor de Dios. Y estos dones nos han sido dados con el Espíritu Santo en el sacramento de la Confirmación. A estos dones tengo la intención de dedicar las catequesis que seguirán a las de los Sacramentos.


Cuando acogemos el Espíritu Santo en nuestro corazón y lo dejamos actuar, Cristo mismo se hace presente en nosotros y toma forma en nuestra vida, a través de nosotros, será Él, ¡Escuchad bien esto! A través de nosotros será el mismo Cristo quien rece, quien perdone, quien infunda esperanza y consuelo, quien sirva a los hermanos, quien se haga cercano a los necesitados y a los últimos, a crear comunión, a sembrar paz. Pero pensad que importante es esto, que por el Espíritu Santo viene el mismo Cristo para hacer todo esto en medio de nosotros y por nosotros. Por esto es importante que los niños y los jóvenes reciban este Sacramento.

Queridos hermanos y hermanas, ¡recordemos que hemos recibido la Confirmación todos nosotros! Recordémoslo antes que nada para agradecerle al Señor este don, y luego para pedirle que nos ayude a vivir como verdaderos cristianos, a caminar siempre con alegría según el Espíritu Santo que nos ha sido donado. Se ve que estos últimos miércoles, a mitad audiencia, nos bendicen desde el Cielo. ¡Pero sois valientes! ¡Adelante!
30.01.24




Palabras del Papa en la audiencia a los integrantes del Camino Neocatecumenal
Recordarse en donde se vaya que el Espíritu de Dios llega siempre antes que nosotros
Ciudad del Vaticano, 01 de febrero de 2014
Este sábado primero de febrero de 2014, el Santo Padre dirigió las siguientes palabras a los aproximadamente ocho mil miembros del Camino Neocatecumenal, presentes en el Aula Pablo VI, en el Vaticano. 

Queridos hermanos y hermanas,
agradezco al Señor por la alegría de vuestra fe por y el ardor de vuestro testimonio cristiano. Gracias a Dios. Les saludo a todos cordialmente comenzando por el equipo responsable internacional del Camino Neocatecumenal, junto a los sacerdotes, seminaristas y catequistas. Un saludo lleno de afecto dirijo a los niños, presentes aquí en gran número. ¿Podemos ver a todos los niños? !Que lindo, gracias!
Mi pensamiento va de manera especial a las familias que viajarán a diversas partes del mundo para anunciar y dar testimonio del Evangelio. ¡La Iglesia les agradece esta generosidad! Les agradezco por todo lo que hacen en la Iglesia y en el mundo!
Y justamente en el nombre de la Iglesia, nuestra Madre, nuestraSanta Madre Iglesia jerárquica, como amaba llamarla San Ignacio de Loyola, quiero proponerles algunas simples recomendaciones. La primera es la de tener el máximo cuidado para construir y conservar la comunión dentro de las Iglesias particulares, en las que irán a obrar. El Camino tiene un carisma propio, una dinámica propia, un don que como todos los dones del Espíritu tiene una profunda dimensión eclesial. Esto significa ponerse a la escucha de la vida de las Iglesias en las cuales los responsables del movimiento les envían, para valorizar las riquezas, a sufrir por las debilidades si necesario, y a caminar juntos como un único rebaño bajo la guía de los pastores de las Iglesias locales.
La comunión es esencial: a veces, sucede que es mejor renunciar a vivir todos los detalles que el itinerario exigiría, con tal de garantizar la unidad entre los hermanos que forman la única comunidad eclesial, de la cual es necesario siempre sentirse parte.
Otra indicación: en cualquier lado en que vayan, les hará bien pensar que el Espíritu de Dios llega siempre antes que nosotros. El Señor siempre nos precede, piensen a Felipe, cuando el Señor lo envía a ese camino y sobre la carroza estaba ese ministro de economía, el Espíritu había llegado antes, él leía al profeta Isaías, no entendía lo que leía, pero el corazón ardía, y así cuando Felipe se acerca está preparado para la catequesis y el bautismo.
El Espíritu siempre nos precede. Dios siempre está antes de nosotros. Mismo en los lugares más lejanos, mismo en las culturas más diversas, Dios esparce por todas partes las semillas de su Verbo. De aquí nace la necesidad de poner una atención especial al contexto cultural en el cual se irá a obrar: se trata de un ambiente muchas veces muy diverso del que uno proviene.
Muchos fatigarán para aprender el idioma local, a veces difícil, y este esfuerzo es apreciable. Aún más importante será el empeño para aprender --lo he dicho a Kiko-- las culturas que encontrarán, sabiendo reconocer la necesidad del Evangelio que hay por todas partes, pero también aquella acción que el Espíritu Santo ha cumplido en la vida y en la historia de cada pueblo.
En fin, les exhorto a cuidarse con amor los unos a los otros, en particular a los más débiles. El Camino Neocatecumenal, como itinerario de descubrimiento del propio bautismo es un camino exigente, durante el cual un hermano o una hermana podrán encontrar dificultades imprevistas. En estos casos el ejercicio de la paciencia y de la misericordia por parte de la comunidad es signo de madurez en la fe.
La libertad de cada uno no tiene que ser forzada, y se debe respetar también la eventual elección de quien decidiera buscar, afuera del Camino, otras formas de vida cristiana que lo ayuden a crecer en la respuesta a la llamada del Señor.
Queridas familias, queridos hermanos y hermanas, les animo a llevar por todas partes, también en los ambientes más descristianizados, especialmente en las periferias existenciales, el Evangelio de Jesucristo. Evangelicen con amor, lleven a todos el amor de Dios. A todos los que encuentren en las calles de vuestra misión indiquen que Dios ama al hombre así como es, mismo con sus límites, con sus errores, mismo con sus pecados. Y por eso envió a su Hijo para que Él tomara los pecados sobre sí.
Sean mensajeros y testimonios de la infinita misericordia del Padre. Les confío a nuestra madre María, para que les inspire y sostenga siempre en este apostolado. Siguiendo la escuela de esta tierna Madre sean misioneros celantes y alegres. ¡No pierdan la alegría!
02.02.14



 La misa del Santo Padre en la Presentación del Señor y bendición de los cirios
Texto completo de la homilia en la Jornada de la Vida Consagrada: "Jesús viene a encontrarlos en la Iglesia a través el carisma de un instituto"
CIUDAD DEL VATICANO, 02 de febrero de 2014 (Zenit.org) - En la día de la Festividad de la Presentación del Señor, que es también la Jornada de la Vida Consagrada, el Santo Padre presidió la santa misa en la basílica de San Pedro. A la celebración participaron los miembros de los Institutos de vida consagrada y de vida apostólica y conselebraron el cardenal Braz de Aviz y José Carballo, de dicho instituto.
La misa inició con una luz tenue, durante la bendición de los cirios, hasta que las luces dieron su máxima iluminación a la basílica, mientras el coro de la Capilla Sixtina cantaba el 'Oh luz radiosa' y el Santo Padre bendecía los cirios: “Oh Dios fuente y principio de toda luz...”
A continuación, la homilía del Santo Padre
La fiesta de la Presentación de Jesús al templo es llamada también la fiesta del encuentro: en la liturgia, al inicio se dice que Jesús va al encuentro a su pueblo, es el encuentro entre Jesús y su pueblo. Cuando María y José llevaron a su niño al templo de Jerusalén fue el primer encuentro entre Jesús y su pueblo, representado por dos ancianos, Simeón y Ana.
Esto fue también un encuentro en el interior de la historia del pueblo, un encuentro entre los jóvenes y los ancianos: los jóvenes eran María y José, con el recién nacido; y los ancianos eran Simeón y Ana, dos personajes que frecuentaban siempre el Templo.
Observemos lo que el evangelista Luca nos dice sobre ellos y como los describe.
De la Virgen y de san José repite cuatro veces que querían hacer lo que prescribía la ley del Señor.
Se toca, casi se percibe que los padres de Jesús ¡tenían la alegría de observar los preceptos del Señor! Son dos esposos nuevos, han apenas tenido a su hijo y están animados del deseo de cumplir lo que estaba indicado.
Esto no es un hecho exterior, no es para sentirse en orden, no. Es un deseo fuerte y profundo, lleno de alegría. Es lo que dice el salmo: “En la via de tus enseñanzas está mi alegría... Tú ley es mi delicia”.
¿Y qué dice san Lucas de los ancianos? Subraya más de una vez que estaban guiados por el Espíritu Santo. De Simeón afirma que era un hombre justo y piadoso, que esperaba la consolación de Israel, y que “el Espíritu Santo estaba con él”. Dice que el “Espíritu Santo le había anunciado” que antes de morir habría visto a Cristo, el Mesías; y en fin, que se dirigió al templo “movido por el Espíritu”.
De Ana dice que era una profetisa, o sea inspirada por Dios y que estaba siempre en el templo “sirviendo a Dios con ayunos y oraciones”. O sea, estos dos ancianos están llenos de vida, llenos de vida porque están animados por el Espíritu Santo, dóciles a su acción, sensibles a sus llamadas.
Y es el encuentro entre la sagrada familia y estos dos representantes del pueblo santo de Dios. Al centro está Jesús. Es Él que mueve todo, que atrae a unos y a otros al tempo, que es la casa de su Padre.
Es un encuentro entre los jóvenes llenos de alegría por observar la ley del Señor y los ancianos llenos de alegría por la acción del Espíritu Santo. Es un singular encuentro entre la observancia y la profecía, en la que los jóvenes son los observadores y los ancianos los profetas.
En realidad si reflexionamos bien, la observancia de la ley está animada por el mismo Espíritu, y la profecía se mueve en el camino trazado por la ley. ¿Quién más que María está llena del Espíritu Santo? ¿Quién más que ella es dócil a su acción?
A la luz de esta escena evangélica miramos a la vida consagrada como un encuentro con Cristo: es Él que viene hacia nosotros, traído por María José, y somos nosotros que vamos hacia Él, guiados por el Espíritu Santo. Pero al centro está Él, Él mueve todo, Él nos llama al templo, a la Iglesia, donde podemos encontrarlo, reconocerlo, acogerlo, abrazarlo.
Jesús viene a encontrarlos en la Iglesia a través el carisma fundacional de un instituto: ¡es lindo considerar así a nuestra vocación! Nuestro encuentro con Cristo ha tomado forma en la Iglesia mediante el carisma de un testimonio o de una testimonio. Esto siempre nos deja atónitos y nos lleva a agradecer.
Y también en la vida consagrada se vive el encuentro entre jóvenes y los ancianos, entre observancia y profecía. ¡No las veamos como dos realidades contrapuestas! Dejemos más bien que el Espíritu Santo las anime a ambas, y el signo de esto es la alegría de estar guiados por el Espíritu, nunca rígidos, nunca cerrados, siempre abiertos a la voz de Dios que habla, que abre, que conduce, que invita a ir hacia el horizonte.
Les hace bien a los ancianos comunicar la sabiduría a los jóvenes, y les hace bien a los jóvenes recoger este patrimonio de experiencia y sabiduría y llevarlo adelante, no para cuidarlo en un museo, pero para llevarlo adelante enfrentando los desafíos que la vida nos presenta, llevarlo adelante por el bien de las respectivas familias religiosas y de toda la Iglesia.
La gracia de este misterio del encuentro, nos ilumine y nos conforte en nuestro camino. Amén.
03.02.14



El Papa en Sta. Marta: Dios llora como un padre por sus hijos
Francisco en la homilí­a del martes: 'Dios tiene corazón de Padre que espera y no rechaza al hijo rebelde'
CIUDAD DEL VATICANO, 04 de febrero de 2014 (Zenit.org) - Dios también llora y su llanto es como el de un padre que ama a los hijos y no los rechaza nunca aunque sean rebeldes, siempre les espera. Así lo ha afirmado el Santo Padre esta mañana en la homilía de Santa Marta.
Las lecturas del día presentan la figura de dos padres: la del rey David, que llora la muerte del hijo rebelde Absalón, y Jairo, jefe de la sinagoga, que pide a Jesús que cure a su hija. El Papa ha explicado el llanto de David frente a la noticia del asesinato del hijo, a pesar de que su hijo combatía contra David para conquistar el reino. Francisco ha explicado que el ejército de David vence, pero a él no le interesaba la victoria, "¡esperaba al hijo! ¡Le interesaba solo el hijo! Era rey, era jefe del país, pero era padre". Y así, "cuando llega la noticia del final de su hijo, fue sacudido por un temblor: subió al piso de arriba... y lloró".
Francisco lo ha explicado así: "Decía yéndose: 'hijo mío, Absalón. ¡Hijo mío! ¡Hijo mío, Absalón! ¡Hubiera muerto yo en tu lugar! ¡Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío! Este es el corazón de un padre, que no rechaza nunca a su hijo. 'Es un ladrón. Es un enemigo. Pero es mi hijo'. Y no reniega la paternidad: llora... Dos veces David llora por un hijo: ésta y la otra cuando iba a morir el hijo del adulterio. También aquella vez hizo ayuno, penitencia para salvar la vida del hijo. ¡Era padre!"
El otro padre al que el Papa ha hecho referencia en la homilía es el jefe de la Sinagoga. "Un persona importante pero delante de la enfermedad de la hija no tiene miedo de postrarse a los pies de Jesús: ¡Mi hija está muriendo, ven a imponerle las manos, para que sea salvada y viva!' No tiene vergüenza", no piensa en lo que puedan decir los otros, porque es padre. David y Jairo son dos padres: "¡Para ellos lo más importante es el hijo y la hija! No hay otra cosa. ¡Lo único importante! Nos hace pensar en lo primero que decimos a Dios en el Credo: 'Creo en Dios Padre...' Nos hace pensar en la paternidad de Dios. Pero Dios es así. ¡Dios es así con nosotros! 'Pero, padre, ¡Dios no llora!' ¡Cómo que no! Recordemos a Jesús, cuando ha llorado en Jerusalén. '¡Jerusalén, Jerusalén!' ¡Cuántas veces he querido recoger a tus hijos, como la gallina reúne a sus pollitos bajo las alas!' ¡Dios llora! ¡Jesús ha llorado por nosotros! Y ese llanto de Jesús es precisamente la figura del llanto del Padre, que nos quiere a todos con él".
Francisco ha subrayado que "en los momentos difíciles el Padre responde. Recordemos a Isaac, cuando va con Abrahán a hacer el sacrificio: Isaac no era tonto, se había dado cuenta que llevaban leña, el fuego, pero no la oveja para el sacrificio. ¡Tenía angustia en el corazón! ¿Y qué dice? '¡padre!' Y en seguida: '¡Aquí estoy hijo!' El padre responde".
Así, Jesús, en el huerto de los Olivos dice: "con esa angustia en el corazón: '¡Padre, si es posible, aparta de mí este cáliz!' Y los ángeles fueron a darle fuerza. ¡Así es nuestro Dios: es Padre! ¡Es un Padre así!".
Un padre como el que espera al hijo pródigo que se ha ido con "todo el dinero, con toda la herencia. Pero el padre lo esperaba" todo los días y "lo vio de lejos".  "¡Ese es nuestro Dios!", ha recordado Francisco.  Asimismo ha observado que "nuestra paternidad" es la de los padres de familia como la paternidad espiritual de los obispos y sacerdotes "debe ser como esta. El Padre tiene como una unción que viene del hijo: ¡no puede entenderse a sí mismo sin el hijo! Y por esto necesita al hijo: lo espera, lo ama, lo busca, lo perdona, lo quiere cerca de sí, tan cerca como la gallina quiere a su pollitos".
Finalmente, Francisco ha pedido que "vayamos hoy a casa con estas dos imágenes: David que llora y el otro, jefe de la sinagoga, que se postra delante de Jesús, sin miedo de pasar vergüenza y hacer reír a los otros. Estaban en juego los hijos: el hijo y la hija. Y con estos dos imágenes decimos: 'Creo en Dios Padre..." Y pidamos al Espíritu Santo - porque solamente Él, el Espíritu Santo - que nos enseñe a decir '¡Abba, Padre!' ¡Es una gracia! ¡Poder decir a Dios 'Padre'! con el corazón es una gracia del Espíritu Santo. ¡Pidámosla a Él".
05.02.14



El Papa en Sta. Marta: la Iglesia nos quiere también cuando estamos sucios, ella nos limpia
Francisco invita a pedir a Dios tres gracias: morir en la Iglesia, morir en la esperanza y morir dejando la herencia de un testimonio cristiano
CIUDAD DEL VATICANO, 06 de febrero de 2014 (Zenit.org) - Como cada mañana, el Santo Padre ha celebrado la eucaristía en la capilla de Santa Marta. Durante la homilía de este jueves, ha reflexionado sobre el misterio de la muerte y ha invitado a pedir a Dios tres gracias: morir en la Iglesia, morir en la esperanza y morir dejando la herencia de un testimonio cristiano. Al comentar la primera lectura del día, que cuenta la muerte de David que pasó la vida al servicio de su pueblo, ha subrayado tres cosas.
En primer lugar, David muere "en el seno de su pueblo". Vive hasta el final "su pertenencia al Pueblo de Dios. Había pecado: el mismo se llama 'pecador', ¡pero nunca se fue fuera del Pueblo de Dios!": "¡Pecador sí, traidor no! Y esta es una gracia: permanecer hasta al final en el Pueblo de Dios. Tener la gracia de morir en el seno de la Iglesia, en el seno del Pueblo de Dios. Y este es el primer punto que yo quisiera subrayar. También para nosotros pedir la gracia de morir en casa. Morir en casa, en la Iglesia. ¡Y esta es una gracia! ¡Esto no se compra! Es un regalo de Dios y debemos pedirlo: ¡Señor, hazme el regalo de morir en casa, en la Iglesia! Pecador sí, ¡todos, todos lo somos! ¡Pero traidores no! ¡Corruptos no! ¡Siempre dentro! Y la Iglesia es tan madre que nos quiere también así, muchas veces sucios, pero la Iglesia nos limpia, ¡es madre!".
En segundo lugar, el Papa ha indicado que David muere "tranquilo, en paz, sereno", en la certeza de ir "a la otra parte con sus padres". Por ello, Francisco ha afirmado que "esta es otra gracia: la gracia de morir en la esperanza, en la conciencia" de que "al otro lado nos esperan, al otro lado también continúa la casa, continúa la familia", no estaremos solos. Por ello, "esta es una gracia que queremos pedir para que en los últimos momentos de la vida sepamos que la vida es una lucha y el espíritu del mal quiere el botín", ha señalado. El Papa lo ha explicado del siguiente modo: "Santa Teresita del Niño Jesús decía que, en sus últimos tiempos, en su alma había una lucha y cuando ella pensaba en el futuro, en lo que le esperaba después de la muerte, en el cielo, sentía como una voz que decía: 'Pero no, no seas tonta te espera la oscuridad. ¡Te espera solamente la oscuridad de la nada!' Así lo cuenta. Es la voz del diablo, del demonio, que no quería que ella se fiara de Dios. ¡Morir en esperanza y morir fiándose de Dios! Y pedir esta gracia. Pero fiarse de Dios comienza ahora, en las pequeñas cosas de la vida, también en los grandes problemas: fiarse siempre del Señor y así uno toma esta costumbre de fiarse del Señor y crece la esperarza. Morir en casa, morir en esperanza".
El tercer aspecto del que ha hablado el Pontífice  ha sido la herencia que deja David. El Papa ha recordado que hay "tantos escándalos sobre la herencia", "escándalos en las familias, que dividen". David, sin embargo, "deja la herencia de 40 años de gobierno" y "el pueblo consolidado, fuerte". Asimismo ha explicado que "un dicho popular dice que cada hombre debe dejar en la vida un hijo, debe plantar un árbol y debe escribir un libro: ¡esta es la mejor herencia!" Y por tanto, Francisco ha invitado a preguntarse: "¿Qué herencia dejo yo a los que vienen detrás de mí? ¿Una herencia de vida? ¿He hecho tanto bien que la gente me quiere como padre o como madre?" David - ha continuado - deja esta herencia a su hijo, diciéndole: "Tu sé fuerte y muéstrate hombre. Observa la ley del Señor, tu Dios, procediendo en sus vidas y siguiendo sus leyes".
Y así ha concluido el Santo Padre: "Esta es la herencia: nuestro testimonio de cristianos dejado a los otros. Y algunos de nosotros dejan una gran herencia: pensemos en los santos que han vivido el Evangelio con tanta fuerza, que nos dejan una camino de vida y un modo de vivir como herencia. Estas son las tres cosas que me vienen al corazón en la lectura de este fragmento sobre la muerte de David: pedir la gracia de morir en casa, morir en la Iglesia: pedir la gracia de morir en esperanza, con esperanza; y pedir la gracia de dejar una bella herencia, una herencia humana, una herencia hecha con el testimonio de nuestra vida cristiana. ¡Que san David nos conceda a todos nosotros estas tres gracias!"
07.02.14




Las palabras del Papa en el ángelus de este domingo
Texto completo. El Pontí­fice explica que la vocación del cristiano es ser una lámpara encendida para los demás
CIUDAD DEL VATICANO, 09 de febrero de 2014 (Zenit.org) - Como cada domingo, el papa Francisco rezó la oración del ángelus desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, ante una multitud que le atendía en la plaza de san Pedro.
Dirigiéndose a los fieles y peregrinos venidos de todo el mundo, que le acogieron con un largo y caluroso aplauso, el Pontífice argentino les dijo:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En el Evangelio de este domingo, que viene inmediatamente después de las Bienaventuranzas, Jesús dice a sus discípulos: "Vosotros sois la sal de la tierra... Vosotros sois la luz del mundo" (Mt 5, 13-14). Esto nos sorprende un poco, si pensamos en los que tenía delante Jesús cuando decía estas palabras. ¿Quiénes eran aquellos discípulos? Eran pescadores, gente sencilla... Pero Jesús los mira con los ojos de Dios, y su afirmación se entiende precisamente como consecuencia de las Bienaventuranzas. Él quiere decir: si seréis pobres de espíritu, si seréis mansos, si seréis puros de corazón, si se seréis misericordiosos... ¡Vosotros seréis la sal de la tierra y la luz del mundo!
Para comprender mejor estas imágenes, tengamos en cuenta que la ley judía prescribía poner un poco de sal sobre cada oferta presentada a Dios, como un signo de alianza. La luz, entonces, para Israel era el símbolo de la revelación mesiánica que triunfa sobre las tinieblas del paganismo. Los cristianos, el nuevo Israel, reciben, entonces, una misión para con todos los hombres: con la fe y la caridad pueden orientar, consagrar, hacer fecunda la humanidad. Todos los bautizados somos discípulos misioneros y estamos llamados a convertirnos en un Evangelio vivo en el mundo: con una vida santa daremos "sabor" a los diferentes ambientes y los defenderemos de la corrupción, como hace la sal; y llevaremos la luz de Cristo a través del testimonio de una caridad genuina. Pero si los cristianos perdemos sabor y apagamos nuestra presencia de sal y de luz, perdemos la efectividad. ¡Pero que hermosa es esta misión de dar luz al mundo! Pero es una misión que nosotros tenemos. Es hermosa... También es hermoso conservar la luz que hemos recibido de Jesús. Custodiarla, conservarla. El cristiano tendría que ser una persona luminosa, que lleva luz, siempre da luz, una luz que no es suya, sino que es un regalo de Dios, un regalo de Jesús. Y nosotros llevamos esta luz adelante. Si el cristiano apaga esta luz, su vida no tiene sentido. Es un cristiano solo de nombre, que no lleva la luz. Una vida sin sentido. Pero yo quisiera preguntaros ahora: ¿Cómo queréis vivir vosotros? ¿Como una lámpara encendida o como una lámpara apagada? ¿Encendida o apagada? ¿Cómo queréis vivir? Pero no se escucha bien aquí. ¡Lámpara encendida!, ¿eh? Y es precisamente Dios el que nos da esta luz y nosotros se la damos a los demás. ¡Lámpara encendida! Esta es la vocación cristiana.
Al término de estas palabras, el Santo Padre rezó la oración del ángelus. Y al concluir la plegaria, el Papa prosiguió recordando que el próximo martes la Iglesia celebra la Jornada Mundial del Enfermo:
Pasado mañana, 11 de febrero, celebraremos la memoria de la Bienaventurada Virgen de Lourdes, y viviremos la Jornada Mundial del Enfermo. Es la ocasión propicia para poner en el centro de la comunidad a las personas enfermas, orar por ellas y con ellas, estar junto a ellas. El mensaje para este jornada está inspirado en una expresión de san Juan: fe y caridad. También nosotros "debemos dar nuestras vidas por los hermanos" (1 Jn 3, 16).
En particular, podemos imitar la actitud de Jesús hacia los enfermos, enfermos de todo tipo. El Señor cuida de todos, comparte su sufrimiento y abre el corazón a la esperanza.
Pienso también en todos los operadores sanitarios: ¡Qué trabajo precioso hacen! ¡Muchas gracias por vuestro trabajo precioso! Ellos encuentran cada día en los enfermos no sólo unos cuerpos marcados por la fragilidad, sino también unas personas a las que ofrecer atención y respuestas adecuadas.
La dignidad de la persona no se reduce jamás a sus facultades o capacidades, y no es menor cuando la persona es débil, invalida y necesitada de ayuda. También pienso en las familias, donde es normal que cuiden de aquellos que están enfermos. Pero a veces las situaciones pueden ser más pesadas. Muchos me escriben y hoy me gustaría asegurar una oración para todas estas familias, y les digo: ¡No tengáis miedo de la fragilidad! ¡No tengáis miedo de la fragilidad! Ayudaros los unos a los otros con amor y sentiréis la presencia consoladora de Dios.
El comportamiento generoso y cristiano hacia los enfermos es la sal de la tierra y la luz del mundo. Que la Virgen María nos ayude a practicarlo, y obtenga paz y consuelo por todos los que sufren.
El Pontífice también quiso dedicar unas palabras a los Juegos Olímpicos de Invierno:
En estos días tienen lugar en Sochi, Rusia, los Juegos Olímpicos de Invierno. Quisiera hacer llegar mi saludo a los organizadores y a todos los atletas, con la esperanza de que sea una verdadera fiesta del deporte y la amistad.
A continuación, llegó el turno de los saludos que tradicionalmente realiza Francisco:
Saludo a todos los peregrinos presentes hoy, las familias... ¡Todos los peregrinos! ¡Todos! Las familias, los grupos parroquiales, las asociaciones. En particular, saludo a los maestros y estudiantes venidos de Inglaterra; al grupo de teólogas cristianas de diferentes países europeos, que se encuentran en Roma para un Congreso de estudio; a los fieles de las parroquias de Santa María Inmaculada y San Vicente de Paul, en Roma; a los que han venido de Cavallina y Montecarelli, en Mugello; de Lavello y de Alfi; a la Comunidad 'Sollievo' y a la Escuela de San Luca-Bovalino, en Calabria.
El Santo Padre dedicó un especial recuerdo a las víctimas de los desastres naturales: 
Rezo por todos aquellos que están sufriendo los daños y molestias causados por los desastres naturales, en diferentes países. También aquí, en Roma. Estoy con ellos. La naturaleza nos desafía a ser solidarios y estar atentos a la custodia de la creación, también para prevenir, en la medida de lo posible, las consecuencias más graves.
Y antes de despedirme, pienso en aquella pregunta que he hecho: ¿Lámpara encendida o lámpara apagada? ¿Qué queréis? ¿Encendida o apagada? El cristiano lleva la luz. Es una lámpara encendida. ¡Siempre adelante con la luz de Jesús!
Como de costumbre, el papa Francisco concluyó su intervención diciendo:
"A tutti auguro una buona domenica e buon pranzo. Arrivederci!" (Deseo a todos un buen domingo y una buena comida. ¡Hasta pronto!)
 09.02.14




Francisco invita a vivir la Eucaristí­a de manera coherente
Texto completo de la catequesis de este miércoles durante la audiencia general
CIUDAD DEL VATICANO, 12 de febrero de 2014 (Zenit.org) - Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En la última catequesis he puesto de relieve como la Eucaristía nos introduce en la comunión real con Jesús y su misterio. Ahora podemos hacernos algunas preguntas sobre la relación entre la Eucaristía que celebramos y nuestra vida, como Iglesia y como cristianos a nivel individual. Nos preguntamos: ¿cómo vivimos la Eucaristía? ¿Cómo vivimos la Misa, cuando vamos a Misa el domingo? ¿Es sólo un momento de fiesta, una tradición consolidada, una ocasión para encontrarse o para sentirse bien, o es algo más?
Hay señales muy concretas para comprender cómo vivimos todo esto. Cómo vivimos la Eucaristía. Señales que nos dicen si vivimos bien la Eucaristía o si no la vivimos tan bien. La primera pista es nuestra manera de ver y considerar a los otros. En la Eucaristía, Cristo siempre lleva a cabo nuevamente el don de sí mismo que ha realizado en la Cruz. Toda su vida es un acto de total entrega de sí mismo por amor; por eso Él amaba estar con sus discípulos y con las personas que tenía ocasión de conocer. Esto significaba para Él compartir sus deseos, sus problemas, lo que agitaba sus almas y sus vidas. Ahora, cuando participamos en la Santa Misa, nos encontramos con hombres y mujeres de todas las clases: jóvenes, ancianos, niños; pobres y acomodados; originarios del lugar y forasteros; acompañados por sus familiares y solos... Pero la Eucaristía que celebro, ¿me lleva a sentirlos a todos, realmente, como hermanos y hermanas? ¿Hace crecer en mí la capacidad de alegrarme con el que se alegra y de llorar con el que llora? ¿Me empuja a ir hacia los pobres, los enfermos, los marginados? ¿Me ayuda a reconocer en ellos el rostro de Jesús? Todos vamos a Misa porque amamos a Jesús y queremos compartir su pasión y su resurrección en la Eucaristía. Pero, ¿amamos como Jesús quiere que amemos a aquellos hermanos y hermanas más necesitados? Por ejemplo, en Roma, estos días hemos visto tantos problemas sociales: la lluvia que ha provocado tantos daños a barrios enteros; la falta de trabajo, provocada por esta crisis social en todo el mundo... Me pregunto y cada uno de nosotros preguntémonos: yo que voy a Misa, ¿cómo vivo esto? ¿Me preocupa ayudar? ¿Me acerco? ¿Rezo por ellos que tienen este problema? O soy un poco indiferente... O quizá me preocupo de charlar: '¿Pero has visto cómo estaba vestida aquella o cómo estaba vestido aquel?' A veces se hace esto, ¿no? Después de Misa, ¿o no? ¡Se hace! ¿Eh? ¡Y eso no se tiene que hacer! Tenemos que preocuparnos por nuestros hermanos y hermanas que tienen una necesidad, una enfermedad, un problema... Pensemos, nos hará bien hoy, pensemos en estos hermanos y hermanas que tienen hoy problemas aquí en Roma. Problemas por culpa de la lluvia, por esta tragedia de la lluvia, y problemas sociales de trabajo. Pidamos a Jesús, a este Jesús que recibimos en la Eucaristía, que nos ayude a ayudarles. 
Un segundo indicio, muy importante, es la gracia de sentirnos perdonados y dispuestos a perdonar. A veces alguno pregunta: ‘¿Para qué se debería ir a la iglesia, dado que el que participa habitualmente en la Santa Misa es pecador como los demás?’ ¿Cuántas veces hemos escuchado esto? En realidad, quien celebra la Eucaristía no lo hace porque se considera o quiere parecer mejor que los demás, sino precisamente porque se reconoce siempre necesitado de ser acogido y regenerado por la misericordia de Dios, hecha carne en Jesucristo. Si cada uno de nosotros no se siente necesitado de la misericordia de Dios, no se siente pecador, es mejor que no vaya a Misa, ¿eh? ¿Por qué? Nosotros vamos a Misa, porque somos pecadores y queremos recibir el perdón de Jesús. Participar de su redención, de su perdón. Ese ‘Yo confieso’ que decimos al principio no es un pro forma, ¡es un verdadero acto de penitencia! Soy pecador, me confieso. ¡Así empieza la Misa! No debemos nunca olvidar que la Ultima Cena de Jesús ha tenido lugar “en la noche en que iba a ser entregado” (1 Cor 11, 23). En ese pan y en ese vino que ofrecemos y en torno al cual nos reunimos se renueva cada vez el don del cuerpo y de la sangre de Cristo para la remisión de nuestros pecados. ¿Eh? Tenemos que ir a Misa humildemente, como pecadores. Y el Señor nos reconcilia.
Un último indicio precioso nos lo ofrece la relación entre la celebración eucarística y la vida de nuestras comunidades cristianas. Es necesario tener siempre presente que la Eucaristía no es algo que hacemos nosotros; no es una conmemoración nuestra de aquello que Jesús ha dicho e hecho. No. ¡Es precisamente una acción de Cristo! Es Cristo que actúa ahí, que está sobre el altar. Y Cristo es el Señor. Es un don de Cristo, el cual se hace presente y nos reúne en torno a sí, para nutrirnos de su Palabra y de su vida. Esto significa que la misión y la identidad misma de la Iglesia surgen de allí, de la Eucaristía, y allí toman siempre forma. Una celebración puede resultar también impecable desde el punto de vista exterior. ¡Bellísima! Pero si no nos conduce al encuentro con Jesucristo, corre el riesgo de no traer ningún alimento a nuestro corazón y a nuestra vida. A través de la Eucaristía, en cambio, Cristo quiere entrar en nuestra existencia y permearla de su gracia, para que en cada comunidad cristiana haya coherencia entre liturgia y vita. El corazón se llena de confianza y de esperanza pensando en las palabras de Jesús recogidas en el evangelio: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día” (Jn 6, 54). Vivamos la Eucaristía con espíritu de fe, de oración, de perdón, de penitencia, de alegría comunitaria, de preocupación por los necesitados, y por las necesidades de tantos hermanos y hermanas, en la certeza de que el Señor realizará aquello que nos ha prometido: la vida eterna. ¡Así  sea !



El Papa en Sta. Marta: se puede perder la fe por la vanidad y hallarla por la humildad
Francisco en la homilÍ­a del jueves invita a ser como la mujer cananea del Evangelio de hoy, que busca a Dios y se deja llevar por el Espíritu Santo
CIUDAD DEL VATICANO, 13 de febrero de 2014 (Zenit.org) - Un creyente puede perder la fe por sus pasiones y vanidad, mientras que un pagano puede convertirse en creyente a través de su humildad. Esta ha sido la idea que ha desarrollado el papa Francisco esta mañana en la homilía de la misa de Santa Marta.
Las lecturas del día invitan a reflexionar sobre un doble camino: "de la idolatría al Dios viviente" y, al contratio, "del Dios viviente hacia la idolatría".
La meditación del Santo Padre ha surgido del Evangelio, que narra la historia de una mujer valiente, la cananea, pagana, que pide a Jesús que libre a su hija del demonio. Francisco ha señalado que es una madre "desesperada", y una madre "frente a la salud de su hijo, hace de todo".
Así, el Papa ha indicadoo que "Jesús le explica que ha venido primero para las ovejas de la casa de Israel, pero se lo explica con un lenguaje duro: 'Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perros'. Esta mujer, que ciertamente no había ido a la universidad, sabía cómo responder".
Esta mujer - ha indicado Francisco - "no tuvo vergüenza" y por su fe, Jesús, "le hizo el milagro". Y ha añadido: "se había expuesto al riesgo de hacer el ridículo, pero ha insistido, y del paganismo y de la idolatría ha encontrado la salud para su hija y para ella ha encontrado al Dios viviente. Este es el camino de una persona de buena voluntad, que busca a Dios y lo encuentra. El Señor la bendice. ¡Cuánta gente hace este camino y el Señor la espera! Pero es el mismo Espíritu Santo que le lleva adelante para hacer este camino. Cada día en la Iglesia del Señor hay personas que hacen este camino, silenciosamente, para encontrar al Señor, porque se dejan llevar adelante por el Espíritu Santo".
Pero - ha advertido el Pontífice - también existe el camino contrario, el de Salomón en la Primera Lectura. Como ha recordado el Papa, Salomón era el hombre más sabio de la tierra, había recibido de Dios grandes bendiciones, tenía una fama universal, todo poder, era un creyente en Dios, pero "¿qué ha sucedido?". "Le gustaban las mujeres y tenía muchas concubinas paganas que le han hecho "desviar el corazón para seguir a otros dioses" y así introdujo los ídolos en Israel. Y estas mujeres - ha proseguido - han debilitado el corazón de Salomón lentamente, lentamente. Su corazón no permaneció íntegro con el Señor, como el corazón de David, su padre. Francisco lo ha explicado del siguiente modo: "Su corazón se debilitó, se debilitó así y ha perdido la fe. Ha perdido la fe. El hombre más sabio del mundo se ha dejado llevar por un amor indiscreto, sin discreción; se ha dejado llevar por sus pasiones. 'Pero padre, ¡Salomón no ha perdido la fe, él creía en Dios y era capaz de recitar la Biblia!' Sí, es verdad, pero tener fe no significa ser capaces de recitar el Credo. Pero tú puedes recitar el Credo y haber perdido la fe".
A continuación, el Santo Padre ha indicado que Salomón "era un pecador, como su padre David. Pero después ha seguido adelante y de pecador se ha convertido en corrupto. Su corazón era corrupto, por esta idolatría. Su padre era pecador, pero el Señor le había perdonado todo los pecados, porque él era humilde y pedía perdón". Salomón, sin embargo, era "muy sabio", "pero la vanidad y sus pasiones le han llevado a la corrupción. Y precisamente es en el corazón donde se pierda la fe", ha observado.
Para concluir, Francisco ha afirmado que "la semilla maligna de las pasiones ha crecido en el corazón de Salomón y le ha llevado a la idolatría. Y hemos escuchado, después de la Primera Lectura, en el Aleluya, este buen consejo: 'Acoged con docilidad la Palabra' - con docilidad - 'la Palabra que ha sido plantada en vosotros puede llevaros a la salvación'. Hagamos el camino de esa mujer cananea, de esa mujer pagana, acogiendo la Palabra de Dios, que ha sido plantada en nosotros y que nos llevará a la salvación. Que la Palabra de Dios, poderoso, nos mantenga en este camino y no permita que acabemos en la corrupción y ésta nos lleve a la idolatría".
 14.02.14



El papa Francisco encontró a miles de novios por el dí­a de San Valentí­n
En el Vaticano unas 25 mil parejas hicieron fiesta y recibieron al Santo Padre que ilustró la belleza del sí­ para siempre
CIUDAD DEL VATICANO, 14 de febrero de 2014 (Zenit.org) - En una mañana con un sol radiante después de varias semanas de intensa lluvia, unas 25 mil parejas se reunieron hoy en Roma, en la plaza de San Pedro, para festejar San Valentín junto al papa Francisco.
Una fiesta para recordar la belleza del sí para siempre en la que música, poesías, testimonios, prepararon el ambiente para la llegada del Papa que poco después del medio día llegó despertando una ovación.
La iniciativa organizada por el Pontificio Consejo para la Familia, contó con confirmaciones de 28 países del mundo. “Un tal éxito de la iniciativa no estaba previsto hace tres semanas atrás” indicó Mons. Vincenzo Paglia, presidente del dicasterio. Y añadió: “Demuestra que hay jóvenes que van contracorriente y desean que su amor dure para siempre y sea bendecido por Dios, mismo en un mundo en el que viven no crea que esa relación dure eternamente y prefiere que cada uno piense sólo a sí mismo”.
Se escucharon canciones como: 'Vorrei trovarti fra cent'anni' o “A te che sei l'unica al mondo...”
Uno de ellos contó algunas historias divertidas como que su novia le había pedido 'un diamante' pero que el verdadero diamante fue ese 'sí' delante del altar. O el testimonio de un periodista estadounidense con una joven inglesa que se conocieron al visitar el pesebre en la Plaza de San Pedro... Y el noviazgo crece hasta que llega el matrimonio.
También presente, un matrimonio de media edad, casado hace 35 años. Ella y él se conocieron en un campo de verano. Él, ateo, no creía en una unión para toda la vida y ella, poco practicante, hasta que la invitaron a un encuentro y descubrió a Jesús. Ella lo invita a él.
Poco después de las 12 llegó el Papa en el jeep, mientras sonaba el canto de la Jornada Mundial de la Juventud, en medio de la ovación de las casi 25 mil parejas.
Mons Paglia, tras recordar que San Valentín era obispo de la ciudad de Terni que fue martirizado tras casar a un soldador romano con una cristiana, indicó que estos jóvenes presentes en la plaza quieren 'un sí para siempre' en una cultura de lo provisorio y de lo descartable.
A continuación tres parejas le hicieron una a la vez, una pregunta al Papa, que las respondió, y aunque precisó que las preguntas se las habían hecho antes y que por lo tanto había preparado las respuestas, aunque si bien leyó parte de estas, otra parte las respondió improvisando y despertando aplausos y entusiasmo, como es su estilo.
15.02.14




El Papa en el ángelus: Jesús nos recuerda que también las palabras pueden asesinar
Texto completo. Para tener comportamientos buenos no bastan las normas jurídicas, hay que tener motivaciones nacidas de la sabiduría de Dios, acogida gracias al Espíritu Santo
CIUDAD DEL VATICANO, 16 de febrero de 2014 (Zenit.org) - Ante una plaza de San Pedro abarrotada de gente, en un luminoso domingo de invierno templado por el sol de Roma, el papa Francisco rezó el ángelus y dirigió a los presentes las siguientes palabras.
“Queridos hermanos y hermanas,
'¡Buon giorno!'
El evangelio de este domingo es parte del llamado “discurso de la montaña”, la primera gran predicación de Jesús. Hoy el tema es la actitud de Jesús ante las leyes judías. Él afirma: “No crean que yo haya venido para abolir la ley o los profetas; no vine a abolirla pero a darle pleno cumplimiento”.
Jesús por lo tanto no quiere borrar los mandamientos que el Señor ha dado por medio de Moisés, sino que quiere llevarlos a su plenitud. Y en seguida después añade que este “cumplimiento” de la Ley requiere una justicia superior, una observancia más auténtica. Dice, de hecho a sus discípulos: “Si vuestra justicia no superará la de los escribas y los fariseos, no entrareis en el reino de los cielos”.
Pero, ¿qué significa este “pleno cumplimiento” de la Ley? ¿Y en qué consiste esta justicia superior? Jesús mismo nos responde con algunos ejemplos. Jesús era práctico y hablaba con ejemplos para hacerse entender.
Compara la Ley antigua y lo que Él nos dice. Inicia desde el quinto mandamiento
del decálogo: “Han entendido lo que le ha sido dicho a los antiguos: “No matarás”, … Pero yo les digo: cualquiera que se encoleriza con su hermano deberá ser sujetado a juicio”. ¡Con esto Jesús nos recuerda que también las palabras pueden asesinar! Cuando se dice de una persona que tiene la lengua de víbora significa que sus palabras asesinan. Por lo tanto, no solamente hay que evitar atentar contra la vida del prójimo, pero ni siquiera volcarle el veneno de la ira, ni golpearlo con la calumnia y ni siquiera hablar mal de él.
Llegamos a los chismes, los chismeríos puede también asesinar la reputación de las personas. Al inicio puede parecer algo divertido, como un caramelo, pero al final nos llena el corazón de amargura y nos mata también a nosotros. Estoy convencido que si cada uno de nosotros hace el propósito de evitar los chismes, se volvería santo. Es un hermoso camino, ¿Queremos ser santos?, o ¿queremos aferrarnos a los chismes como costumbre? ¿sí o no? Entonces, nunca hay que hacer chismes.
Jesús propone a quien lo sigue la perfección del amor: un amor cuya única medida es la de no tener medida: de ir más allá de cualquier cálculo. El amor al prójimo es una actitud de tal manera frontal que Jesús llega a afirmar que nuestra relación con Dios no puede ser sincera si no queremos entablar paz con nuestro prójimo.
Y dice así: “Si por lo tanto su presentas tu oferta al altar y allí te recuerdas que tu hermano tiene algo en contra de ti, deja allí tu don delante del altar, y ve antes a reconciliarte con tu hermano”. Por ello estamos llamados a reconciliarnos con nuestros hermanos antes mismo de manifestar nuestra devoción al Señor con la oración.
De todo esto se entiende que Jesús no da importancia simplemente a la observancia de la disciplina y de la conducta exterior. Él va a la raíz de la Ley, apuntando sobre todo en la intención y por lo tanto al corazón del hombre, desde donde nacen todas nuestras acciones, buenas o malvadas.
Para obtener comportamientos buenos y honestos no son suficientes las normas jurídicas, sino que es necesario tener motivaciones profundas, expresión de una sabiduría escondida: la sabiduría de Dios, que puede ser acogida gracias al Espíritu Santo. Y nosotros a través de la fe en Cristo podemos abrirnos a la acción del Espíritu, que nos vuelve capaces de vivir el amor Divino.
A la luz de esta enseñanza, cada precepto revela su pleno significado como exigencia de amor, y todos se unen en el mandamiento más grande: ama a Dios con todo tu corazón y ama al prójimo como a ti mismo”.
Después de estas palabras el Santo Padre rezó el Angelus.
A continuación dijo:
Saludo con afecto a los peregrinos presentes, a las familias, a las parroquias y a los jóvenes de tantos países del mundo. En particular saludo a los numerosos fieles de la República Checa, que han acompañado a sus obispos en la visita 'ad limina'. Y a los españoles que llegan de la diócesis de Orihuela-Alicante, Jerez de la Frontera, Cádiz y Ceuta.
Saludo a los grupos parroquiales de Calenzano, Aversa y Nápoles, a los de Santa María Regina Pacis en Ostia y de Sant’Andrea Avellino en Roma. También al Movimiento de jóvenes Guaneliano, a los muchachos del Movimiento Arcobaleno de la ciudad de Módena, y al coro Santo Stéfano de la localidad de Caorle. También saludo al grupo de militares italianos.
Y a todos les deseo una: '¡buona domenica e buon pranzo!'
16.02.14