19 d’oct. 2018

PAPA TARDOR


Santa Marta: “Los cristianos cometen errores y caen, pero se corrigen y se levantan de nuevo”

Y se giran “hacia el exterior”

(19 oct. 2018).- Los cristianos “a veces cometen errores, pero se corrigen a sí mismos; A veces caen, pero se levantan de nuevo. También pecan a veces, pero se arrepienten; siempre se giran “hacia el exterior”, destacó el Papa Francisco durante la misa de la mañana, el 19 de octubre de 2018, en la Casa Santa Marta en el Vaticano.
Hay una levadura “mala” que “arruina”, señaló el Santo Padre, en su homilía, informada por ‘Vatican News’. “La hipocresía” de las personas que están “encerradas en sí mismas, que piensan en las apariencias, que pretenden dar limosna y luego” tocan la trompeta “para darla a conocer”. Su preocupación es proteger su “egoísmo”, su “seguridad”: “cuando algo les pone en dificultades”, “miran a otra parte”, según sus “leyes internas”.
Esta levadura es peligrosa… Jesús no tolera la hipocresía, continuó el Pontífice. “Por fuera, eres hermoso como los sepulcros, pero dentro hay putrefacción o destrucción, hay impurezas… es una levadura que nos hace crecer sin futuro, porque en el egoísmo, en la introspección, no hay futuro, no hay futuro “. Jesús dice: “Cuidado”.
La buena levadura se dirige hacia “el exterior”, explicó el Pontífice. Los cristianos “cometen errores a veces, pero se corrigen a sí mismos. A veces caen, pero se levantan de nuevo”. También pecan a veces, pero se arrepienten, pero siempre están hacia el exterior, hacia esa herencia, porque ha sido prometido. Y estas personas siempre están alegres porque se les ha prometido una gran felicidad: que serán la gloria, la alabanza de Dios.
El Papa Francisco animó a todos a estar “siempre en camino, con la levadura del Espíritu Santo que nunca hace que uno crezca hacia el interior… como los hipócritas”. El Espíritu Santo “empuja a uno hacia el exterior”, “hacia el horizonte”. Y, a pesar de las “dificultades, los sufrimientos, los problemas, las caídas, los cristianos esperan “encontrar” la “herencia” prometida.
Para resumir a modo de conclusión: uno debe elegir entre ser “guiado por su egoísmo”, crecer “hacia el interior”, estar preocupado “solo para parecer equilibrado, bueno: que no se vean los malos hábitos” o “cristianos”.
La levadura de los cristianos es el Espíritu Santo, que nos empuja hacia afuera, nos hace crecer, con todas las dificultades del camino, con todos los pecados también, pero siempre con esperanza… Las personas que tienen el Espíritu Santo como levadura son alegres, incluso en problemas y en dificultades. Los hipócritas se han olvidado de lo que es alegrarse”.
20.10.18



Ángelus: “El antídoto”, cuando el “celo apostólico” está “contaminado por el espíritu del mundo”

Antes del Ángelus

( 21 octubre 2018).- “El camino del amor siempre está” en pérdida “porque amar significa dejar de lado el egoísmo, la auto-referencia, para servir a los demás”, recuerda el Papa Francisco.
De acuerdo con su costumbre, el Papa comentó el Evangelio este domingo 21 de octubre de 2018, antes del Ángelus, en la Plaza de San Pedro, frente a unas 20,000 personas.
Señaló que, a menudo, el celo apostólico puede ser “contaminado” por “el espíritu del mundo”, el “interés profesional”, y ha indicado “el antídoto” en el “servicio” de los demás.
Palabras del Papa Francisco ante el Angelus.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
La página del Evangelio de hoy (cf. Mc 10, 35-45) describe a Jesús que, una vez más y con gran paciencia, trata de corregir a sus discípulos convirtiéndolos de la mentalidad del mundo a la de Dios. La ocasión surge de los hermanos Santiago y Juan dos de los primeros que Jesús encontró y les pidió que lo siguieran. Ya han recorrido un largo camino con él y pertenecen al grupo de los doce apóstoles.
Por lo tanto, mientras se dirigen a Jerusalén, donde los discípulos esperan ansiosamente que Jesús, con motivo de la Pascua, finalmente establezca el Reino de Dios, los dos hermanos se vuelven valientes y le  dirigen su petición al Maestro: “Concédenos que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda cuando estés  en tu gloria”(v. 37).
Jesús sabe que Santiago y Juan están animados por un gran entusiasmo por él y por la causa del Reino, pero también sabe que sus expectativas y su celo están contaminados por el espíritu del mundo. Por lo tanto, responde: “No sabéis lo que estás pidiendo” (v. 38). Y mientras hablaban de “tronos de gloria” sobre los cuales sentarse junto a Cristo Rey, Él habla de pasar la prueba que él pasará por una copa por beber y  de un “bautismo” para ser recibido, es decir, habla de su pasión y muerte. Santiago y Juan, siempre anhelando el privilegio esperado, dicen además: sí, “podemos”.
Pero, incluso aquí, realmente no se dan cuenta de lo que dicen. Jesús anuncia que su copa la beberá y su bautismo lo recibirán, es decir, ellos también, como los otros apóstoles, participarán en su cruz, cuando llegue el momento. Sin embargo – concluye Jesús – “eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concedérselo; es para aquellos para el cual ha sido preparado “(v.40). Cómo decir: ahora síganme y aprendan el camino del amor “en una pérdida”, y el Padre celestial pensará en ello, el camino del amor siempre es en pérdida  porque amar significa dejar de lado el egoísmo, la autoreferencialidad para servir a los demás.
Entonces, Jesús se da cuenta de que los otros diez apóstoles están enojados con Santiago y Juan, demostrando así que tienen la misma mentalidad mundana. Y esto le permite darles una lección que vale para los cristianos de todos los tiempos, incluso para nosotros. Él dice: “Ya saben que los jefes de las naciones las gobiernan como si fueran sus dueños y los poderosos las oprimen. Pero no debe ser así entre vosotros; al contrario el que quiera ser grande entre vosotros que sea su servidor, y el que quiera ser el primero de vosotros que sea el esclavo de todos “(v. 42), es la regla del cristiano.
El mensaje del Maestro es claro: mientras los grandes de la Tierra se construyen “tronos” para su propio poder, Dios escoge un trono incómodo, la cruz, desde donde reina dando la vida: “Así como el Hijo del Hombre – dice Jesús – que no ha venido a que le sirvan, sino a servir y a dar su vida por la redención de todos”(v. 45).
El camino del servicio es el antídoto más eficaz contra la enfermedad de la búsqueda de los primeros lugares, es la medicina para los trepadores en esta búsqueda de los primeros lugares que contagia a tantos contextos humanos y que no ahorra ni siquiera a los cristianos ni al pueblo de Dios, ni siquiera a la Jerarquía Eclesial.
Por lo tanto, como discípulos de Cristo, acojamos este Evangelio como una llamada a la conversión, para testimoniar con valor y generosidad una Iglesia que se inclina a los pies de los últimos, para servirles con amor y sencillez. Que la Virgen María, que se adhirió plenamente y humildemente a la voluntad de Dios, nos ayude a seguir con alegría a Jesús en el camino del servicio, el camino principal que conduce al Cielo.
22.10.18



Francisco reza ante la tumba de San Juan Pablo II

Fiesta del santo, en memoria de la Misa de Inicio de su pontificado

(22 oct. 2018).- El Papa Francisco ha rezado ante a la tumba de San Juan Pablo II, en la mañana de este lunes 22 de octubre de 2018, día en que la Iglesia Universal celebra la fiesta del santo polaco.
El Santo Padre Francisco ha entrado a la Basílica Vaticana, y delante de la tumba de Juan Pablo II ha detenido un momento en oración.
La fecha coincide con el día de la Misa de Inicio de su pontificado, en 1978, 6 días después de su elección como papa.
El pontificado de Juan Pablo II duró 26 años. Fue uno de los más largos de la historia. Le llamaban el “Papa peregrino” por el gran número de viajes que hizo. Su tumba es una de las más veneradas por los peregrinos que visitan Roma.
Juan Pablo II fue canonizado por el Papa Francisco junto a Juan XXIII el 27 de abril de 2014. Fue una de las ceremonias más concurridas de todos los tiempos en la plaza de San Pedro.
En Zenit, recordamos la vida del Pontífice en su fiesta litúrgica.
23.10.18



Santa Marta: “Si sabes esperar, no te decepcionarás”

La esperanza es un encuentro”

(23 oct. 2018).- “¿Uno espera el cielo como un resumen o como un encuentro?” Preguntó el Papa Francisco el 23 de octubre de 2018, durante su homilía en la Misa en la Casa de Santa Marta en el Vaticano. “Si sabes esperar, no te decepcionarás”, afirmó.
En su homilía, informada por ‘Vatican News’, el Santo Padre meditó sobre los términos “conciudadanos” y “herencia”. “Nuestra identidad debe ser sanada por el Señor, ser construida como comunidad y tener el Espíritu Santo en nosotros”, dijo.
La herencia “es lo que buscamos en nuestro camino, lo que recibiremos al final”, gracias a la esperanza que es “la virtud que quizás sea la más difícil de entender”. “¿Qué es la esperanza?”, preguntó. Es para esperar en el cielo, “pero, ¿qué es el cielo para ti?”.
Vivir con esperanza es caminar hacia un premio, hacia una felicidad que nunca tendremos aquí, pero la tendremos allí (en lo alto)… Es una virtud que es difícil de entender. Es una virtud muy humilde. Es una virtud que nunca decepciona: si esperas, nunca te decepcionará, nunca, nunca”, continuó.
La esperanza también es “una virtud concreta”. “Pero, ¿cómo puede ser concreta, si no conozco el cielo o lo que me espera?”, ha reflexionado el Papa. “La esperanza, nuestra herencia, no es una idea, no es estar en un lugar encantador… no. Es un encuentro”. “Jesús siempre enfatiza esta parte de la esperanza, el hecho de estar en la expectativa, del encuentro”, continuó.
El Papa Francisco dio una imagen para ilustrar la esperanza: una mujer embarazada que espera un hijo. Ella va al médico y él le muestra la ecografía: “Ah, sí, la niña… está bien”. “¡No! Ella está alegre y todos los días ella acaricia su abdomen para acariciar al niño, está esperando al niño, vive esperando al niño”.
Esta imagen puede ayudarnos a comprender qué es la esperanza: vivir para este encuentro, ha explicado Francisco. “La mujer imagina cómo son los ojos de su hijo, cómo será su sonrisa, si es rubio o marrón. Se imagina el encuentro con su hijo”.
¿Espero así, concretamente, o espero de una manera algo difusa, algo gnósticamente? – preguntó en conclusión. La esperanza es concreta; Es de todos los días porque es un encuentro. Y cada vez que nos encontramos con Jesús en la Eucaristía, en la oración, en el Evangelio, en los pobres, en la vida comunitaria; cada vez que damos un paso adicional hacia este encuentro definitivo “.
Así, el Pontífice ha manifestado su deseo de que el cristiano “tenga la sabiduría de saber disfrutar de los pequeños encuentros de la vida con Jesús, mientras se prepara para este encuentro definitivo “.
24.10.18



Audiencia general, 24 octubre 2018 – Catequesis completa

Dimensión emocional y sexual del amor


(24 oct. 2018).- La audiencia general de esta mañana ha tenido lugar a las 9:30 horas en la Plaza de San Pedro donde el Santo Padre Francisco ha encontrado grupos de peregrinos y fieles de Italia y de todo el mundo.
El Santo Padre, continuando el ciclo de catequesis sobre los mandamientos ha hablado hoy del sexto mandamiento: “No cometerás adulterio” (Pasaje bíblico, Evangelio según San Marcos, 10, 2-9)
Tras resumir su discurso en diversas lenguas, el Santo Padre ha saludado en particular a los grupos de fieles presentes procedentes de todo el mundo.
La audiencia general ha terminado con el canto del Pater Noster y la bendición apostólica.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En nuestro itinerario de catequesis sobre los Mandamientos, llegamos hoy a la Sexta Palabra, que concierne a la dimensión emocional y sexual, y dice: “No cometerás adulterio”. La llamada inmediata es a la fidelidad, y de hecho, ninguna relación humana es auténtica sin fidelidad y lealtad.
Uno no puede amar solo mientras “conviene”. El amor se manifiesta más allá del umbral del propio interés, cuando se da todo sin reservas. Como dice el Catecismo: “El amor quiere ser definitivo. No puede ser “hasta nuevo aviso” (No. 1646). La fidelidad es la característica de una relación humana libre, madura y responsable. También un amigo demuestra que es auténtico cuando sigue siéndolo en todas las circunstancias; de lo contrario no es un amigo. Cristo revela el amor verdadero, Él, que vive del amor ilimitado del Padre, y en virtud de esto, es el Amigo fiel que nos acoge incluso cuando cometemos errores y siempre quiere nuestro bien, incluso cuando no lo merecemos.

El ser humano necesita ser amado sin condiciones, y quien no recibe esta acogida a menudo se siente incompleto, incluso sin saberlo. El corazón humano trata de llenar este vacío con sucedáneos, aceptando componendas y mediocridades  que del amor tienen solo un vago sabor. El riesgo es llamar “amor” a las relaciones acerbas e inmaduras, con la ilusión de encontrar luz de vida en algo que, en el mejor de los casos, es solo un reflejo de ello.
Sucede entonces que se sobrestima, por ejemplo,  la atracción física, que en sí misma es un don de Dios, pero que está orientada a allanar el camino para una relación auténtica y fiel con la persona. Como decía San Juan Pablo II, el ser humano “está llamado a la plena y madura espontaneidad de las relaciones”, que “es el fruto gradual del discernimiento de los impulsos del corazón”. Es algo que se conquista, ya que todo ser humano “debe aprender con perseverancia y coherencia cual es el significado del cuerpo” (cf. Catequesis, 12 de noviembre de 1980).
La llamada a la vida conyugal requiere, por lo tanto, un discernimiento cuidadoso sobre la calidad de la relación y un tiempo de noviazgo para verificarla. Para acceder al sacramento del matrimonio, los novios deben madurar la certeza de que en su vínculo está la mano de Dios, que los precede y los acompaña, y les permitirá decir: “Con la gracia de Cristo, prometo serte fiel siempre ” . No pueden prometerse fidelidad  “en la alegría y en las penas, en la salud y en la enfermedad”, y amarse y honrarse todos los días de sus vidas, solo sobre la base de la buena voluntad o la esperanza de que “la cosa funcione”. Necesitan construir sobre el terreno sólido del amor fiel de Dios. Y por eso, antes de recibir el sacramento del matrimonio, hace falta una preparación cuidadosa, diría un catecumenado, porque se juega toda la vida en el amor, y con el amor no se bromea. No se  puede definir como “preparación al matrimonio”, tres o cuatro conferencias dadas en la parroquia; no, eso no es preparación: esa es falsa preparación. Y la responsabilidad de quien lo hace recae sobre él: sobre el párroco, sobre el obispo que tolera estas cosas. La preparación debe ser madura y hace falta tiempo. No es un acto formal; es un Sacramento. Pero hay que prepararlo como un auténtico catecumenado.
La fidelidad es, en efecto, una forma de ser, una forma de vida. Se  trabaja con lealtad, se habla con sinceridad, se permanece fiel a la verdad en los propios pensamientos y acciones. Una vida tejida de fidelidad se expresa en todas las dimensiones y conduce a ser hombres y mujeres fieles y confiables en todas las circunstancias.
Pero para llegar a una vida tan hermosa, nuestra naturaleza humana no es suficiente, es necesario que la fidelidad de Dios entre en nuestra existencia, que nos contagie.  Esta Sexta Palabra nos llama a dirigir nuestra mirada a Cristo, quien con su fidelidad puede quitarnos un corazón adúltero y darnos un corazón fiel. En él, y solo en él, hay amor sin reservas ni replanteamientos, entrega completa sin paréntesis y tenacidad de la aceptación hasta el final.
De su muerte y resurrección se deriva nuestra fidelidad, de su amor incondicional se deriva la constancia en las relaciones. De la comunión con Él, con el Padre y con el Espíritu Santo se deriva la comunión entre nosotros y la capacidad de vivir con fidelidad nuestros lazos.
25.10.18




Santa Marta: “¿Quién es Cristo para ti?”

No ser cristianos “de palabras”

( 25 octubre 2018).- Hay muchos cristianos “de palabras”, pero la verdadera santidad es realizar el mensaje de Cristo, dijo el Papa Francisco en la misa de la mañana en la Casa Santa Marta, el 25 de octubre de 2018. Dio dos maneras de conocer a Cristo
¿Quién es Cristo para ti? Preguntó en su homilía informada por Vatican Media. Es fácil de responder recitando el Credo, dijo el Papa, pero la pregunta personal “nos avergüenza un poco”, porque debemos ir al “corazón”.
San Pablo, continuó citando la primera lectura, no conocía a Jesús “al comenzar los estudios de teología”: “Lo que Pablo sintió, quiere que nosotros cristianos lo sintamos”. A la pregunta que podemos hacerle a Pablo: “¿Quién es Cristo para ti?”, Él dará su propia experiencia simple: “Él me amó y se entregó a sí mismo por mí”. Pero él está involucrado con Cristo que ha pagado por él … Pablo quiere que los cristianos … entren en esta experiencia para que todos puedan decir: “Él me amó y se entregó por mí”.
La mejor manera de hacerlo es reconocerse a sí mismo como pecador, explicó el Papa Francisco: “El primer paso para el conocimiento de Cristo, para entrar en este misterio, es el conocimiento de su pecado, de sus pecados”. Pero “una cosa es decir los propios pecados” y otra es reconocerse “capaz de hacer cualquier cosa … reconocer una inmundicia”. San Pablo experimentó su miseria que “necesita ser salvada”, entendió que alguien tenía que “pagar el derecho de llamarse a sí mismo “hijo de Dios “… todos lo somos, pero para decirlo, para sentirlo, se requería el sacrificio de Cristo”.
Segundo paso aconsejado por el Papa: la Contemplación. “Un santo dijo esta hermosa oración: ‘Señor, que te conozca y me conozca a mí mismo’: conocerme a mí mismo y conocer a Jesús … no contentarse con decir tres o cuatro palabras acerca de Jesús”, porque “conocer a Jesús es una aventura, pero una aventura seria, no una aventura adolescente”.
San Pablo dice:” Él tiene el poder de hacer infinitamente más de lo que podemos pedir o incluso concebir … Pero nosotros debemos pedirle. “Señor, que yo te conozco; que cuando hable de ti, no diga palabras como un loro, sino que diga palabras nacidas de mi experiencia”. Cristianos de palabras, hay muchos. A veces también lo somos. Esto no es la santidad; La santidad es ser cristianos que cumplen en su vida lo que Jesús enseñó “, insistió el Papa.
En conclusión, resumió los pasos para conocer a Jesús: “Primer paso, conocerse a sí mismo: pecadores; pecadores. Sin este conocimiento y sin esta confesión interior, de que soy un pecador, no podemos avanzar. Segundo paso, orar al Señor, para que nos dé a conocer con su poder este misterio de Jesús, que es el fuego que trajo a la Tierra. Será una hermosa costumbre si todos los días, en ciertos momentos, podemos decir: “Señor, que te conozca y que me conozca a mí mismo”.
26.10.18


Santa Marta: Construyendo la paz en el mundo con “tres pequeñas cosas”

Humildad, dulzura, paciencia.

(26 octubre 2018).- “Podemos construir la paz en todo el mundo con estas pequeñas cosas”: humildad, dulzura y paciencia, aseguró el Papa Francisco en la misa de este viernes 26 de octubre de 2018 en la Casa Santa Marta.
En su homilía informada por Vatican News, el Papa meditó sobre el himno a la unidad “dado por San Pablo en la primera lectura (Ef 4,1-6). Los cristianos de entonces y los de hoy están “demasiado ocupados” con sus “luchas internas”, lamentó el Papa: están “acostumbrados a respirar el aire de conflicto” mientras que “la carrera de armamentos, la preparación de las guerras, de la destrucción, continúa”.
Incluso las instituciones mundiales, como lo vemos hoy, creadas con la mejor voluntad para ayudar a la unidad de la humanidad, la paz, son incapaces de llegar a un acuerdo”, continuó: “hay veto aquí, un interés allí … Y tienen dificultad para encontrar acuerdos de paz. Y durante este tiempo los niños no tienen nada que comer, no van a la escuela, no tienen educación, no hay hospitales porque la guerra destruye todo. Tenemos una tendencia a la destrucción, a la guerra y a la desunión. Es la tendencia que siembra el enemigo en nuestro corazón, el destructor de la humanidad: el diablo”.
Déjalo, solo abre tu corazón
La paz, la unidad, se construyen con “humildad, dulzura y paciencia”, dijo el Papa Francisco. “Nosotros, que estamos acostumbrados a insultarnos … déjalo … abre tu corazón. ¿Podemos hacer la paz en el mundo con estas tres pequeñas cosas? Sí, es el camino. ¿Podemos llegar a la unidad? Sí, este es el camino: “humildad, dulzura y paciencia”. Y Pablo continúa con un consejo muy práctico: “apoyaos los unos a los otros con amor”. Vamos a apoyarnos unos a otros. No es fácil, el juicio siempre sale, la condenación, que conduce a la separación, a la distancia … ”
Cuando los miembros de una misma familia se alejan, “el diablo es feliz”, es “el comienzo de la guerra”, advirtió el Papa que los instó a soportarse unos a otros “porque todos damos motivos de enojo, porque todos somos pecadores, todos tenemos nuestros defectos”.
Para concluir, el Papa se detuvo en “el consejo de Jesús” en el Evangelio: “cuando vas con tu adversario ante el magistrado, mientras estás en el camino, haz todo lo posible para arreglarlo con él” ( Lc 12,54-59). “Hacer la paz lo primero: es la humildad, es la dulzura, es la paciencia. Podemos construir la paz en todo el mundo con estas pequeñas cosas, porque estas actitudes son la actitud de Jesús: humilde, dulce, perdona todo”.
El mundo de hoy tiene necesidad de paz, insistió, necesitamos paz, nuestras familias necesitan paz, nuestra sociedad necesita paz. Comencemos en casa a practicar estas cosas simples: paciencia, dulzura, humildad. Avancemos en este camino: siempre hacer la unidad, consolidar la unidad. Que el Señor nos ayude en este camino.
27.10.18




Sínodo: “El Espíritu nos entrega el documento para que trabaje en nuestros corazones”

Palabras del Papa tras la votación del documento final

(27 oct. 2018).- Antes de clausurar el Sínodo sobre los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, el Papa Francisco ha ofrecido unas palabras de agradecimiento, especialmente a los jóvenes que han participado, al finalizar la 21ª Congregación General –dedicada a votar el documento final– que pone fin a la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo.
El Santo Padre ha expuesto 3 puntos que “tiene en el corazón” y quería expresar al terminar el Sínodo, según ha indicado. En primer lugar, ha reiterado que el Sínodo “no es un parlamento”, sino “un espacio protegido para que el Espíritu Santo pueda actuar”. Así, ha recordado: “No olvidemos que ha sido el Espíritu quien ha trabajado aquí”.
Este sábado, 27 de octubre de 2018, los padres sinodales han votado (268 tenían derecho, pero solo estaban presentes 249) el documento final: la primera y segunda parte por la mañana, y la tercera parte por la tarde.
Palabras del Santo Padre
Gracias a todos. Gracias al Cardenal Baldisseri, (…) a los presidentes, a los delegados, al relator, a los subsecretarios, les dije que la verdad que se jugaron la piel y ahora nos dejaron los huesos, porque realmente están consumidos. Y los expertos hemos visto como se pasa de un texto mártir a una comisión mártir. La comisión de redacción, que realmente aplicó mucho esfuerzo y con mucha penitencia hizo esto. Gracias a ustedes, auditores, y en especial, gracias a los jóvenes que nos trajeron su música al aula. La música es la palabra diplomática para decir “ruido”. Gracias.
Algunas cosas que llevo en el corazón.
  1. Reiterar una vez más que el Sínodo no es un parlamento. Es un espacio protegido para que el Espíritu Santo pueda actuar. Y por eso las informaciones que se ofrecen son de carácter general. Y no los detalles, los nombres, la formas de decir las cosas… con las cuales, el Espíritu Santo trabaja en nosotros. Este ha sido un 
    1. espacio protegido. No olvidemos que ha sido el Espíritu quien ha trabajado aquí.
    2. El resultado del Sínodo no es un documento. Lo dije al comenzar. Estamos llenos de documentos… Y yo no sé si este documento allá fuera hará algo, pero lo que sí sé es que ha de actuar en nosotros. Tiene que trabajar desde nosotros. Nosotros, en la comisión preparamos el documento, lo estudiamos, presentamos los modos, lo aprobamos. Y ahora el Espíritu nos entrega a nosotros el documento para que trabaje en nuestros corazones, somos nosotros los destinatarios del documento. Porque este documento ha de trabajar y para que trabaje hay que orarlo, hay que estudiarlo, hay que pedir luces… Pero el documento es para nosotros principalmente. Claro, va a ayudar a muchos más, pero los primeros destinatarios somos nosotros. El Espíritu ha hecho todo esto, no lo olvidemos por favor.
    Y lo tercero, pienso en nuestra Madre, la Santa Madre Iglesia. Los últimos 3 números sobre la santidad nos muestran lo que es la Iglesia. Nuestra madre es santa, pero los hijos son pecadores. Somos todos pecadores. Y no olvidemos aquella expresión de los padres, la casta meretrix, la Iglesia santa, la Madre santa, con hijos pecadores. A causa de nuestros pecados, está siempre el gran acusador que anda merodeando, vagando, buscando a quien acusar, y en este momento nos está acusando con fuerza, y esta acusación se transforma también en una persecución. Lo dice el presidente hoy, su pueblo se encuentra perseguido tal como pasa en Oriente y en otros lugares del mundo también. Hay 2 tipos de persecuciones, constantes de ensuciar a la Iglesia.Pero a la Iglesia no hay que ensuciarla, los hijos somos todos sucios pero la Madre no lo es, y en este momento tenemos que defender a la Madre, y a la Madre la defendemos del gran acusador con la oración y la penitencia. Y por eso les he pedido que durante este mes, que está por terminar, recen el Rosario a San Miguel Arcángel para que proteja a la Santa Madre Iglesia. Se trata de un momento difícil porque el acusador, por medio de nosotros, ataca a la Madre, y a la Madre, y a la Madre no se le toca.        Esto quería decirlo de todo corazón al terminar el Sínodo. Y ahora, el Espíritu Santo hará trabajar este documento, a todos nosotros nos hará reflexionar sobre lo que significa para nosotros.
         Gracias a todos
28.10.18




Misa de clausura del Sínodo: “Escuchar, hacerse prójimo y testimoniar”

Homilía del Papa en la Basílica Vaticana

(28 oct. 2018).- El Santo Padre Francisco ha expuesto 3 pasos fundamentales para el camino de la fe: “escuchar, hacerse prójimo y testimoniar”, en la homilía de la Misa de clausura del Sínodo de los Obispos, sobre los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional.
Así, el Santo Padre ha comentado el pasaje de San Marcos sobre el ministerio itinerante de Jesús, quien poco después entrará en Jerusalén para morir y resucitar, siendo Bartimeo el último que sigue a Jesús en el camino. “Nosotros también hemos caminado juntos, hemos ‘hecho sínodo’ “, ha señalado el Papa.
Escuchar
El primer paso para facilitar el camino de la fe es escuchar, ha indicado Francisco:“¡Qué importante es para nosotros escuchar la vida! Los hijos del Padre celestial escuchan a sus hermanos: no las murmuraciones inútiles, sino las necesidades del prójimo. Escuchar con amor, con paciencia, como hace Dios con nosotros”.
En este contexto, el Papa ha dicho a los jóvenes, “en nombre de todos nosotros, adultos: disculpadnos si a menudo no os hemos escuchado; si, en lugar de abrir vuestro corazón, os hemos llenado los oídos”.
Hacerse prójimo
El hacerse prójimo es el segundo aspecto que propone el Pontífice para acompañar en el camino de la fe. “Miramos a Jesús –ha predicado– que no delega en alguien de la «multitud» que lo seguía, sino que se encuentra con Bartimeo en persona. Le dice: «¿Qué quieres que haga por ti?»”.

Estamos llamados a realizar la obra de Dios al modo de Dios, en la proximidad: unidos a él, en comunión entre nosotros, cercanos a nuestros hermanos”, ha exhortado el Santo Padre. “Proximidad: aquí está el secreto para transmitir el corazón de la fe, no un aspecto secundario”.
Hacerse prójimos es “llevar la novedad de Dios a la vida del hermano, es el antídoto contra la tentación de las recetas preparadas”. Así, “cuando por amor a él también nosotros nos hacemos prójimos, nos convertimos en portadores de nueva vida“, sin ser “maestros de todos ni expertos de lo sagrado”, sino en “testigos del amor que salva”.
Testimoniar
No es cristiano esperar que los hermanos que están en busca llamen a nuestras puertas”, advierte Francisco; “tendremos que ir donde están ellos, no llevándonos a nosotros mismos, sino a Jesús”.
El Santo Padre hace un llamamiento: Él nos envía a decirles a todos: “Dios te pide que te dejes amar por él”. “Él nos envía, como a aquellos discípulos, para animar y levantar en su nombre”
Homilía del Papa Francisco
El episodio que hemos escuchado es el último que narra el evangelista Marcos sobre el ministerio itinerante de Jesús, quien poco después entrará en Jerusalén para morir y resucitar. Bartimeo es, por lo tanto, el último que sigue a Jesús en el camino: de ser un mendigo al borde de la vía en Jericó, se convierte en un discípulo que va con los demás a Jerusalén. Nosotros también hemos caminado juntos, hemos “hecho sínodo” y ahora este evangelio sella tres pasos fundamentales para el camino de la fe
En primer lugar, nos fijamos en Bartimeo: su nombre significa “hijo de Timeo”. Y el texto lo especifica: «El hijo de Timeo, Bartimeo» (Mc 10,46). Pero, mientras el Evangelio lo reafirma, surge una paradoja: el padre está ausente. Bartimeo yace solo junto al camino, lejos de casa y sin un padre: no es alguien amado sino abandonado. Es ciego y no tiene quien lo escuche. Cuando quería hablar, le hacen callar. Jesús escucha su grito. Y cuando lo encuentra le deja hablar. No era difícil adivinar lo que Bartimeo le habría pedido: es evidente que un ciego lo que quiere es tener o recuperar su vista. Pero Jesús no es expeditivo, da tiempo a la escucha. Este es el primer paso para facilitar el camino de la fe: escuchar. Es el apostolado del oído: escuchar, antes de hablar. 
Por el contrario, muchos de los que estaban con Jesús imprecaban a Bartimeo para que se callara (cf. v. 48). Para estos discípulos, el necesitado era una molestia en el camino, un imprevisto en el programa. Preferían sus tiempos a los del Maestro, sus palabras en lugar de escuchar a los demás: seguían a Jesús, pero lo que tenían en mente eran sus propios planes. Es un peligro del que tenemos que prevenirnos siempre. Para Jesús, en cambio, el grito del que pide ayuda no es algo molesto que dificulta el camino, sino una pregunta vital. ¡Qué importante es para nosotros escuchar la vida! Los hijos del Padre celestial escuchan a sus hermanos: no las murmuraciones inútiles, sino las necesidades del prójimo. Escuchar con amor, con paciencia, como hace Dios con nosotros, con nuestras oraciones a menudo repetitivas. Dios nunca se cansa, siempre se alegra cuando lo buscamos. Pidamos también nosotros la gracia de un corazón dócil para escuchar. Me gustaría decirles a los jóvenes, en nombre de todos nosotros, adultos: disculpadnos si a menudo no os hemos escuchado; si, en lugar de abrir vuestro corazón, os hemos llenado los oídos. Como Iglesia de Jesús deseamos escucharos con amor, seguros de dos cosas: que vuestra vida es preciosa ante Dios, porque Dios es joven y ama a los jóvenes; y que vuestra vida también es preciosa para nosotros, más aún, es necesaria para seguir adelante. 
Después de la escucha, un segundo paso para acompañar el camino de fe: hacerse prójimos. Miramos a Jesús, que no delega en alguien de la «multitud» que lo seguía, sino que se encuentra con Bartimeo en persona. Le dice: «¿Qué quieres que haga por ti?» (v. 51). Qué quieres: Jesús se identifica con Bartimeo, no prescinde de sus expectativas; que yo haga: hacer, no solo hablar; por ti: no de acuerdo con ideas preestablecidas para cualquiera, sino para ti, en tu situación. Así lo hace Dios, implicándose en primera persona con un amor de predilección por cada uno. Ya en su modo de actuar transmite su mensaje: así la fe brota en la vida. 
La fe pasa por la vida. Cuando la fe se concentra exclusivamente en las formulaciones doctrinales, se corre el riesgo de hablar solo a la cabeza, sin tocar el corazón. Y cuando se concentra solo en el hacer, corre el riesgo de convertirse en moralismo y de reducirse a lo social. La fe, en cambio, es vida: es vivir el amor de Dios que ha cambiado nuestra existencia. No podemos ser  doctrinalistas o activistas; estamos llamados a realizar la obra de Dios al modo de Dios, en la proximidad: unidos a él, en comunión entre nosotros, cercanos a nuestros hermanos. Proximidad: aquí está el secreto para transmitir el corazón de la fe, no un aspecto secundario. 
Hacerse prójimos es llevar la novedad de Dios a la vida del hermano, es el antídoto contra la tentación de las recetas preparadas. Preguntémonos si somos cristianos capaces de ser prójimos, de salir de nuestros círculos para abrazar a los que “no son de los nuestros” y que Dios busca ardientemente. Siempre existe esa tentación que se repite tantas veces en las Escrituras: lavarse las manos. Es lo que hace la multitud en el Evangelio de hoy, es lo que hizo Caín con Abel, es lo que hará Pilato con Jesús: lavarse las manos. Nosotros, en cambio, queremos imitar a Jesús, e igual que él ensuciarnos las manos. Él, el camino (cf. Jn 14,6), por Bartimeo se ha detenido en el camino. Él, la luz del mundo (cf. Jn 9,5), se ha inclinado sobre un ciego. Reconozcamos que el Señor se ha ensuciado las manos por cada uno de nosotros, y miremos la cruz y recomencemos desde allí, del recordarnos que Dios se hizo mi prójimo en el pecado y la muerte. Se hizo mi prójimo: todo viene de allí. Y cuando por amor a él también nosotros nos hacemos prójimos, nos convertimos en portadores de nueva vida: no en maestros de todos, no en expertos de lo sagrado, sino en testigos del amor que salva. 
Testimoniar es el tercer paso. Fijémonos en los discípulos que llaman a Bartimeo: no van a él, que mendigaba, con una moneda tranquilizadora o a dispensar consejos; van en el nombre de Jesús. De hecho, le dirigen solo tres palabras, todas de Jesús: «Ánimo, levántate, que te llama» (v. 49). En el resto del Evangelio, solo Jesús dice ánimo, porque solo él resucita el corazón. Solo Jesús dice en el Evangelio levántate, para sanar el espíritu y el cuerpo. Solo Jesús llama, cambiando la vida del que lo sigue, levantando al que está por el suelo, llevando la luz de Dios en la oscuridad de la vida. Muchos hijos, muchos jóvenes, como Bartimeo, buscan una luz en la vida. Buscan un amor verdadero. Y al igual que Bartimeo que, a pesar de la multitud, invoca solo a Jesús, también ellos invocan la vida, pero a menudo solo encuentran promesas falsas y unos pocos que se interesan de verdad por ellos. 
No es cristiano esperar que los hermanos que están en busca llamen a nuestras puertas; tendremos que ir donde están ellos, no llevándonos a nosotros mismos, sino a Jesús. Él nos envía, como a aquellos discípulos, para animar y levantar en su nombre. Él nos envía a decirles a todos: “Dios te pide que te dejes amar por él”. Cuántas veces, en lugar de este mensaje liberador de salvación, nos hemos llevado a nosotros mismos, nuestras “recetas”, nuestras “etiquetas” en la Iglesia. Cuántas veces, en vez de hacer nuestras las palabras del Señor, hemos hecho pasar nuestras ideas por palabra suya. Cuántas veces la gente siente más el peso de nuestras instituciones que la presencia amiga de Jesús. Entonces pasamos por una ONG, por una organización paraestatal, no por la comunidad de los salvados que viven la alegría del Señor. 
Escuchar, hacerse prójimos, testimoniar. El camino de fe termina en el Evangelio de una manera hermosa y sorprendente, con Jesús que dice: «Anda, tu fe te ha salvado» (v. 52). Y, sin embargo, Bartimeo no hizo profesiones de fe, no hizo ninguna obra; solo pidió compasión. Sentirse necesitados de salvación es el comienzo de la fe. Es el camino más directo para encontrar a Jesús. La fe que salvó a Bartimeo no estaba en la claridad de sus ideas sobre Dios, sino en buscarlo, en querer encontrarlo. La fe es una cuestión de encuentro, no de teoría. En el encuentro Jesús pasa, en el encuentro palpita el corazón de la Iglesia. Entonces, lo que será eficaz es nuestro testimonio de vida, no nuestros sermones. 
Y a todos vosotros que habéis participado en este “caminar juntos”, os agradezco vuestro testimonio. Hemos trabajado en comunión y con franqueza, con el deseo de servir a Dios y a su pueblo. Que el Señor bendiga nuestros pasos, para que podamos escuchar a los jóvenes, hacernos prójimos suyos y testimoniarles la alegría de nuestra vida: Jesús.
29.10.18




Irán: El Papa recibe al nuevo embajador de la República Islámica

Quien le ha entregado sus cartas credenciales

(29 oct. 2018).- Esta mañana, a las 10 horas, el Santo Padre Francisco ha recibido en audiencia al Sr. Seyed Taha Hashemi, embajador de la República Islámica de Irán ante la Santa Sede, con motivo de la presentación de sus cartas credenciales.
Seyed Taha Hashemi nació en Zarand-Kerman, el 23 de noviembre de 1958. Está casado y tiene cinco hijos.
Obtuvo un Doctorado en Medicina (Universidad de Teherán, 1989), un Doctorado en Derecho Islámico (Estudio Teológico de Teherán y Qom,2007), una especialización en Psicología del Comportamiento (Universidad Berkeley de Yakarta, 2013) y una especialización en Psicología. General (Universidad Peyam-e Nur, 2017).
El nuevo embajador ha sido Director adjunto del Consejo de Coordinación de Propaganda Islámica y Director del Cuerpo Dahe-ye Fajr de la Revolución Islámica; Director del Centro de Investigación Informática sobre Ciencias Islámicas; y Miembro de la Junta Directiva y del Consejo de Garantes de la Oficina para la Propaganda Islámica del Estudio Teológico de Qom.
Asimismo, ha trabajado como Representante parlamentario de Qom y miembro de la Dirección de la Asamblea Legislativa Islámica de 1996 a 2000, y como Director del Consejo de Supervisión de la Organización de Radiotelevisión de la República Islámica de Irán (1997-2000).
Del mismo modo, el embajador iraní ha dirigido el periódico nacional Entekhab, del año 98 al 2004; ha sido Director jurídico adjunto e internacional de la Organización para el Patrimonio Cultural, la Artesanía y el Turismo (2004-2005); y Director del Comité de Patrimonio Cultural y Natural – Comisión Nacional de la UNESCO (2004-2007).
También ha ocupado los cargos de: Miembro del Comité de Cultura y Civilización del Consejo Supremo de la Revolución Cultural (2004-2017); Director del Instituto de Investigación sobre Patrimonio Cultural y Turismo (2005-2007); Vicerrector cultural y social de la Universidad Islámica Libre (2013-2016); Miembro del Consejo de Cultura General (2013-2017); Asesor Médico del Rector de la Universidad Islámica Libre (2016-2017); y Miembro del Consejo Científico del Instituto de Investigación sobre Patrimonio Cultural y Turismo y Asesor del Director Ejecutivo del Instituto de Seguridad Social.
30.10.18




10 d’oct. 2018

PAPA AUDIÈNCIES


Audiencia general, 10 de octubre de 2018 – Catequesis completa

5º mandamiento: El valor de la vida

(10 oct. 2018).- “¿Es justo ‘deshacerse’ de una vida humana para resolver un problema?” ha planteado Francisco en la audiencia general, dedicada al quinto mandamiento: “No matarás”.
La vida es agredida por “especulaciones sobre la creación y la cultura del descarte”, y por todos los “sistemas que someten la existencia humana a cálculos de oportunidad”, mientras que un escandaloso número de personas vive en un estado indigno del ser humano, ha advertido el Pontífice. “Esto es despreciar la vida, es decir, de alguna manera, matar”.
Catequesis del Papa Francisco
La catequesis de hoy está dedicada a la Quinta Palabra: “No matarás”. El quinto mandamiento: “No matarás”. Estamos ya en la segunda parte del Decálogo, la que concierne a las relaciones con los demás; y este mandamiento, con su formulación concisa y categórica, se yergue como una muralla defensiva del valor básico en las relaciones humanas, Y ¿cuál es el valor básico en las relaciones humanas?: El  valor de la vida. [1]. Por eso, no matarás.
Se podría decir que todo el mal del mundo se resume aquí: en el desprecio por la vida. La vida es agredida por las guerras, por las organizaciones que explotan al hombre, -leemos en los periódicos o vemos en los telediarios tantas cosas- por especulaciones sobre la creación y la cultura del descarte, y por todos los sistemas que someten la existencia humana a cálculos de oportunidad, mientras que un escandaloso número de personas vive en un estado indigno del ser humano. Esto es despreciar la vida, es decir, de alguna manera, matar.
Un enfoque contradictorio permite también la supresión de la vida humana en el seno materno en nombre de la salvaguardia de otros derechos. Pero, ¿cómo puede ser terapéutico, civil o simplemente humano un acto que suprime la vida inocente e indefensa en su inicio? Yo os pregunto: ¿Es justo “deshacerse” de una vida humana para resolver un problema? ¿Es justo alquilar a un sicario para resolver un problema? No se puede, no es justo “deshacerse” de  un ser humano, aunque sea pequeño para resolver un problema. Es como alquilar un sicario para resolver un problema.

¿De dónde viene todo esto? La violencia y el rechazo de la vida ¿de dónde nacen, en fondo? Del miedo. Acoger al otro, en efecto, es un desafío al individualismo. Pensemos, por ejemplo,  en cuando se descubre que una vida naciente es portadora de discapacidad, incluso grave. Los padres, en estos casos dramáticos, necesitan cercanía real, solidaridad verdadera, para enfrentar la realidad y superar los temores comprensibles. En cambio, a menudo reciben consejos apresurados para interrumpir el embarazo, o sea es una forma de hablar: “interrumpir el embarazo” significa “deshacerse de uno”, directamente.
Un niño enfermo es como todos los necesitados de la tierra, como un anciano que necesita ayuda, como tantos pobres que luchan por salir adelante: aquel, aquella que se presenta como un problema, es en realidad un don de Dios que puede sacarme del egocentrismo y hacerme crecer en el amor. La vida vulnerable nos muestra el camino de salida, el camino para salvarnos de una existencia replegada sobre sí misma y descubrir la alegría del amor. Y aquí quiero detenerme para dar las gracias, dar las gracias a tantos voluntarios, dar las gracias al fuerte voluntariado italiano que es el más fuerte que yo haya conocido. Gracias.
¿Y qué lleva al hombre a rechazar la vida? Son los ídolos de este mundo: el dinero –mejor deshacerse de éste porque costará- el poder, el éxito. Son parámetros equivocados para evaluar la vida. ¿Cuál es la única medida auténtica de la vida? ¡Es el amor, el amor con el que Dios ama! El amor con que Dios ama la vida: esta es la medida. El amor con que Dios ama cada vida humana.
De hecho, ¿cuál es el significado positivo de la Palabra “No matarás”? Que Dios es “un amante de la vida”, como acabamos de escuchar de la lectura de la Biblia.
El secreto de la vida nos es revelado por cómo la trató el Hijo de Dios, que se hizo hombre, hasta el punto de asumir, en la cruz, el rechazo, la debilidad, la pobreza y el dolor (cf. Jn 13, 1). En cada niño enfermo, en cada anciano débil, en cada migrante desesperado, en cada vida frágil y amenazada, Cristo nos está buscando (cf. Mt 25, 34-46), está buscando nuestro corazón para revelarnos el gozo del amor.
Vale la pena acoger cada vida porque cada hombre vale la sangre de Cristo mismo (cf. 1 Ped. 1: 18-19). ¡No se puede despreciar lo que Dios ha amado tanto!
Debemos decir a los hombres y a las mujeres del mundo: ¡No despreciéis la vida! La vida de los demás, pero también la vuestra, porque el mandamiento también es válido para ella: “No matarás”.

Hay que decir a tantos jóvenes: ¡No despreciéis vuestra existencia! ¡Deja de rechazar la obra de Dios! ¡Tú eres una obra de Dios! ¡No te subestimes, no te desprecies con las dependencias que te arruinarán  y te llevarán a la muerte!
Que nadie mida la vida según los engaños de este mundo, sino que cada uno se acepte a sí mismo y los demás en nombre del Padre que nos ha creado. Él es “un amante de la vida”. Es hermoso esto, “Dios es amante de la vida” y  tanto nos quiere a todos que mandó a su Hijo por nosotros. “Porque tanto amó Dios al mundo -dice el Evangelio-  que dio a su Hijo único, para que quien crea en él no perezca sino que tenga vida eterna” (Jn 3, 16).

______________________
[1] Cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Istr. Donum vitae, 5: AAS 80 (1988), 76-77: “La vida humana es sagrada porque, desde su inicio, comporta la acción creadora de Dios y permanece siempre en una especial relación con el Creador, su único fin. . Solo Dios es el Señor de la vida desde su comienzo hasta su término: nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar directamente a un ser humano inocente”.
11.10.18



Santa Marta: “En la oración sean insistentes. No se cansen”

El Papa afronta el tema de la oración

(11 oct. 2018).-“Se reza con coraje, porque cuando rezamos tenemos una necesidad, normalmente, una necesidad. Un amigo es Dios: es un amigo rico que tiene pan, tiene eso de lo nosotros tenemos necesidad. Como si Jesús dijera: ‘En la oración sean insistentes. No se cansen’. Pero, ¿no se cansen de qué? De pedir. ‘Pidan y se les dará’”.
El Papa Francisco centró su homilía en el pasaje del Evangelio de hoy que afronta el tema de la oración, de cómo debemos rezar, esta mañana, 11 de octubre de 2018, en la Misa celebrada en Santa Marta.
Jesús habla a sus discípulos de un hombre que, a medianoche, llama a la puerta de la casa de un amigo suyo para pedirle algo de comer. Y el amigo responde que no es el momento oportuno, que ya está en la cama, aunque después se levanta y le da lo que le pide.
La oración no es como una varita mágica”, ha advertido el Santo Padre, no es que apenas pedimos, obtenemos. No se trata de decir dos “Padrenuestros” y después irse.
La oración es un trabajo: un trabajo que nos pide voluntad, nos pide constancia, nos pide ser determinados, sin vergüenza. ¿Por qué? Porque yo estoy llamando a la puerta de mi amigo. Dios es amigo, y con un amigo yo puedo hacer esto. Una oración constante, insistente. Pensemos en Santa Mónica por ejemplo, cuántos años rezó así, incluso con las lágrimas, por la conversión de su hijo. El Señor, al final, abrió la puerta”, ha explicado.
Asimismo, el Pontífice ha invitado a preguntarse interiormente: ¿Cómo rezo? ¿Cómo un papagayo? ¿Rezo precisamente con la necesidad en el corazón? ¿Lucho con Dios en la oración para que me conceda eso de lo que tengo necesidad si es justo? Aprendamos de este pasaje del Evangelio cómo rezar”.
13.10.18



Jesús es radical. Él lo da todo y lo pide todo”: Canonización de Pablo VI y otros 6 beatos

Homilía del Papa Francisco

(14 oct. 2018).- El Papa Francisco ha proclamado santos al Pontífice Pablo VI (Giovanni Battista Montini) (1897-1978), al Arzobispo de San Salvador Óscar Arnulfo Romero Galdámez (1917-1980); al sacerdote diocesano Francesco Spinelli (1853-1913); al presbítero Vincenzo Romano (1751-1831); a la virgen Maria Caterina Kasper (1820-1898); a la virgen Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús (1889-1943); y al laico Nunzio Sulprizio (1817-1836).
La Misa de Canonización se ha celebrada este domingo, 14 de octubre, a las 10:15 horas, en la plaza de San Pedro, en el contexto del Sínodo de los Obispos, sobre los jóvenes, la fe y discernimiento vocacional, que se celebra en el Vaticano del 3 al 28 de octubre.
Homilía del Papa Francisco
La segunda lectura nos ha dicho que «la palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo» (Hb 4,12). Es así: la palabra de Dios no es un conjunto de verdades o una edificante narración espiritual; no, es palabra viva, que toca la vida, que la transforma. Allí, Jesús en persona, que es la palabra viva de Dios, nos habla al corazón.

El Evangelio, en particular, nos invita a encontrarnos con el Señor, siguiendo el ejemplo de ese «uno» que «se le acercó corriendo» (cf. Mc 10,17). Podemos identificarnos con ese hombre, del que no se dice el nombre en el texto, como para sugerir que puede representar a cada uno de nosotros. Le pregunta a Jesús cómo «heredar la vida eterna» (v. 17). Él pide la vida para siempre, la vida en plenitud: ¿quién de nosotros no la querría? Pero, vemos que la pide como 
una herencia para poseer, como un bien que hay que obtener, que ha de conquistarse con las propias fuerzas. De hecho, para conseguir este bien ha observado los mandamientos desde la infancia y para lograr el objetivo está dispuesto a observar otros; por esto pregunta: «¿Qué debo hacer para heredar”?
La respuesta de Jesús lo desconcierta. El Señor pone su mirada en él y lo ama (cf. v. 21). Jesús cambia la perspectiva: de los preceptos observados para obtener recompensas al amor gratuito y total. Aquella persona hablaba en términos de oferta y demanda, Jesús le propone una historia de amor. Le pide que pase de la observancia de las leyes al don de sí mismo, de hacer por sí mismo a estar con él. Y le hace una propuesta de vida «tajante»: «Vende lo que tienes, dáselo a los pobres […] y luego ven y sígueme» (v. 21). Jesús también te dice a ti: «Ven, sígueme».Ven: no estés quieto, porque para ser de Jesús no es suficiente con no hacer nada malo. Sígueme: no vayas detrás de Jesús solo cuando te apetezca, sino búscalo cada día; no te conformes con observar los preceptos, con dar un poco de limosna y decir algunas oraciones: encuentra en él al Dios que siempre te ama, el sentido de tu vida, la fuerza para entregarte.

Jesús sigue diciendo: «Vende lo que tienes y dáselo a los pobres». El Señor no hace teorías sobre la pobreza y la riqueza, sino que va directo a la vida. Él te pide que dejes lo que paraliza el corazón, que te vacíes de bienes para dejarle espacio a él, único bien. Verdaderamente, no se puede seguir a Jesús cuando se está lastrado por las cosas. Porque, si el corazón está lleno de bienes, no habrá espacio para el Señor, que se con

vertirá en una cosa más. Por eso la riqueza es peligrosa y – dice Jesús–, dificulta incluso la salvación. No porque Dios sea severo, ¡no! El problema está en nosotros: el tener demasiado, el querer demasiado sofoca nuestro corazón y nos hace incapaces de amar. De ahí que san Pablo recuerde que «el amor al dinero es la raíz de todos los males» (1 Tm 6,10). Lo vemos: donde el dinero se pone en el centro, no hay lugar para Dios y tampoco para el hombre. Jesús es radical. Él lo da todo y lo pide todo: da un amor total y pide un corazón indiviso. También hoy se nos da como pan vivo; ¿podemos darle a cambio las migajas? A él, que se hizo siervo nuestro hasta el punto de ir a la cruz por nosotros, no podemos responderle solo con la observancia de algún precepto. A él, que nos ofrece la vida eterna, no podemos darle un poco de tiempo sobrante. Jesús no se conforma con un «porcentaje de amor»: no podemos amarlo al veinte, al cincuenta o al sesenta por ciento. O todo o nada.
Queridos hermanos y hermanas, nuestro corazón es como un imán: se deja atraer por el amor, pero solo se adhiere por un lado y debe elegir entre amar a Dios o amar las riquezas del mundo (cf. Mt 6,24); vivir para amar o vivir para sí mismo (cf. Mc8,35). Preguntémonos de qué lado estamos. Preguntémonos cómo va nuestra historia de amor con Dios. ¿Nos conformamos con cumplir algunos preceptos o seguimos a Jesús como enamorados, realmente dispuestos a dejar algo para él? Jesús nos pregunta a cada uno personalmente, y a todos como Iglesia en camino: ¿somos una Iglesia que solo predica buenos preceptos o una Iglesia-esposa, que por su Señor se lanza a amar?
¿Lo seguimos de verdad o volvemos sobre los pasos del mundo, como aquel personaje del Evangelio? En resumen, ¿nos basta Jesús o buscamos las seguridades del mundo? Pidamos la gracia de saber dejar por amor del Señor: dejar las riquezas, la nostalgia de los puestos y el poder, las estructuras que ya no son adecuadas para el anuncio del Evangelio, los lastres que entorpecen la misión, los lazos que nos atan al mundo. Sin un salto hacia adelante en el amor, nuestra vida y nuestra Iglesia se enferman de «autocomplacencia egocéntrica» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 95): se busca la alegría en cualquier placer pasajero, se recluye en la murmuración estéril, se acomoda a la monotonía de una vida cristiana sin ímpetu, en la que un poco de narcisismo cubre la tristeza de sentirse imperfecto.
Así sucedió para ese hombre, que –cuenta el Evangelio– «se marchó triste» (v. 22). Se había aferrado a los preceptos y a sus muchos bienes, no había dado su corazón. Y aunque se encontró con Jesús y recibió su mirada amorosa, se fue triste. La tristeza es la prueba del amor inacabado. Es el signo de un corazón tibio. En cambio, un corazón desprendido de los bienes, que ama libremente al Señor, difunde siempre la alegría, esa alegría tan necesaria hoy. El santo Papa Pablo VI escribió:

Es precisamente en medio de sus dificultades cuando nuestros contemporáneos tienen necesidad  de conocer la alegría, de escuchar su canto» (Exhort. ap. Gaudete in Domino, 9). Jesús nos invita hoy a regresar a las fuentes de la alegría, que son el encuentro con él, la valiente decisión de arriesgarnos a seguirlo, el placer de dejar algo para abrazar su camino. Los santos han recorrido este camino.
Pablo VI lo hizo, siguiendo el ejemplo del apóstol del que tomó su nombre. Al igual que él, gastó su vida por el Evangelio de Cristo, atravesando nuevas fronteras y convirtiéndose en su
testigo con el anuncio y el diálogo, profeta de una Iglesia extrovertida que mira a los lejanos y cuida de los pobres. Pablo VI, aun en medio de dificultades e incomprensiones, testimonió de una manera apasionada la belleza y la alegría de seguir totalmente a Jesús. También hoy nos exhorta, junto con el Concilio del que fue sabio timonel, a vivir nuestra vocación común: la vocación universal a la santidad. No a medias, sino a la santidad. Es hermoso que junto a él y a los demás santos y santas de hoy, se encuentre Monseñor Romero, quien dejó la seguridad del mundo, incluso su propia incolumidad, para entregar su vida según el Evangelio, cercano a los pobres y a su gente, con el corazón magnetizado por Jesús y sus hermanos. Lo mismo puede decirse de Francisco Spinelli, de Vicente Romano, de María Catalina Kasper, de Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús y de Nunzio Sulprizio: el santo joven, valiente y humilde, que ha sabido encontrar a Jesús en el sufrimiento, en el silencio y en la ofrenda de sí mismo. Todos estos santos, en diferentes contextos, han traducido con la vida la Palabra de hoy, sin tibieza, sin cálculos, con el ardor de arriesgar y de dejar. Que el Señor nos ayude a imitar su ejemplo.
15.10.18


Misa en Santa Marta: “Cuidado con los hipócritas”

Corazones de “cristianos rígidos” no abiertos a la gracia

(16 oct. 2018).- Dios nos da el regalo de la salvación y el “espíritu de libertad”, pero debemos estar atentos a los hipócritas.
Ese fue el tema de la homilía del Papa Francisco el 16 de octubre de 2018, en la misa en la Casa Santa Marta en el Vaticano. Sus comentarios fueron reportados por ‘Vatican News’.
El Santo Padre dijo que los hipócritas no están abiertos a la gracia de Dios. Citó a los fariseos, construyendo sus pensamientos sobre el evangelio del día del capítulo 11 de Lucas:
Después de que Jesús había hablado,
un fariseo lo invitó a cenar en su casa.
Entró y se reclinó en la mesa para comer.
El fariseo se asombró al verlo.
Que no haya observado el lavado prescrito antes de la comida.
El Señor le dijo: “¡Oh ustedes fariseos!
Aunque limpies el exterior de la copa y el plato,
Dentro de ti estás lleno de pillaje y maldad.
¡Tontos!
¿No hizo también el creador del exterior el interior?
Pero en cuanto a lo que está dentro, da limosna,
y he aquí, todo estará limpio para ti”.
Fueron verdaderamente un ejemplo de formalidad. Pero les faltaba la vida. Eran, por así decirlo, “almidonados”. Estaban rígidos”, explicó Francis. “Y Jesús conoció su alma. Esto nos escandaliza porque se escandalizaron por las cosas que Jesús hizo cuando perdonó los pecados cuando sanó en sábado. Alquilan sus prendas: ¡Oh! ¡Qué escándalo! Esto no es de Dios, porque Él debería haber hecho esto”. La gente no les importaba: la ley les importaba, las prescripciones, las rúbricas”.
El Papa Francisco señaló que la gente común amaba a Jesús porque tocaba sus corazones, no porque él seguía las reglas a la perfección, como pretendían los fariseos. Y el Santo Padre advirtió de aquellos que son rígidos en su acercamiento a la fe:
Tengan cuidado con los que son rígidos. Tengan cuidado con los cristianos, ya sean laicos, sacerdotes, obispos, que se presentan como ‘perfectos’ rígidos. Tengan cuidado. No hay Espíritu de Dios allí”, ha advertido el Papa.
Carecen del espíritu de libertad. Y tengamos cuidado con nosotros mismos porque esto debería llevarnos a considerar nuestra propia vida. ¿Busco mirar solo la apariencia y no cambiar mi corazón? ¿No abro mi corazón a la oración, a la libertad de la oración, a la libertad de la limosna, a la libertad de las obras de misericordia?”
17.10.18



Audiencia general, 17 octubre 2018 – Catequesis completa

No matarás” significa curar, valorar, incluir y perdonar.


(17 oct. 2018).- El Papa Francisco ha invitado a los peregrinos en la audiencia general a hacer un buen propósito: “Nunca insultaré a nadie”, porque Jesús dice: “Mira, si desprecias, si insultas, si odias, eso es homicidio”.
El Santo Padre, ha continuado en la audiencia, este miércoles, 17 de octubre de 2018, el ciclo de catequesis sobre los mandamientos, y ha hablado del 5º precepto: “No matarás” según Jesús(Pasaje bíblico, Evangelio según San Mateo, 5, 21, 24).
El que odia a su hermano es un asesino” (1 Jn 3:15), escribe el Apóstol San Juan. “Jesús –ha indicado el Papa– agrega que el insulto y el desprecio también pueden matar. Y nosotros estamos acostumbrados a insultar, es verdad. E insultar nos sale como respirar”.
Catequesis del Santo Padre
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy me gustaría continuar con la catequesis sobre la Quinta Palabra del Decálogo, “No matarás”. Ya hemos subrayado cómo este mandamiento revela que a los ojos de Dios la vida humana es preciosa, sagrada e inviolable. Nadie puede despreciar la vida de los demás o la suya propia; de hecho, el hombre lleva dentro de sí la imagen de Dios y es el objeto de su amor infinito, cualquiera sea la condición en la que ha sido llamado a la existencia.
En el pasaje del Evangelio que acabamos de escuchar, Jesús nos revela un sentido aún más profundo de este mandamiento. Afirma que, ante el tribunal de Dios, incluso la ira contra un hermano es una forma de homicidio. Por eso el apóstol Juan escribe: “El que odia a su hermano es un asesino” (1 Jn 3:15). Pero Jesús no se detiene aquí, y en la misma lógica agrega que el insulto y el desprecio también pueden matar. Y nosotros estamos acostumbrados a insultar, es verdad. E insultar nos sale como respirar. Y Jesús nos dice “Detente, porque el insulto hace daño, mata”. El desprecio. “Pero yo… a esta gente, esto lo desprecio”. Y esta es una forma de matar la dignidad de una persona. Y sería hermoso que esta enseñanza de Jesús entrase en la mente y en el corazón, y que cada uno de nosotros dijese: “Nunca insultaré a nadie”. Sería un buen propósito porque Jesús dice: “Mira, si desprecias, si insultas, si odias, eso es homicidio.
Ningún código humano equipara actos tan diferentes asignándoles el mismo grado de juicio. Y de manera coherente, Jesús nos invita incluso a interrumpir la ofrenda del sacrificio en el templo si recordamos que un hermano está ofendido contra nosotros, para ir a buscarlo y reconciliarnos con él. También nosotros, cuando vamos a misa, tendríamos que tener esta actitud de reconciliación con las personas con las que hemos tenido problemas. También si hemos pensado mal de ellos, si les hemos insultado. Pero tantas veces, mientras esperamos a que venga el sacerdote a decir misa, se chismorrea y hablamos mal de los demás. Pero es algo que no se puede hacer. Pensemos en la gravedad del insulto, del desprecio, del odio: Jesús los coloca en la línea del asesinato.

¿Qué quiere decir Jesús al extender el campo de la Quinta Palabra hasta este punto? El hombre tiene una vida noble, muy sensible, y posee un yo recóndito no menos importante que su ser físico. De hecho, para ofender la inocencia de un niño es suficiente una frase inoportuna. Para herir a una mujer basta un  gesto de frialdad. Para romper el corazón de un joven es suficiente negarle la confianza. Para aniquilar a un hombre, basta ignorarlo. La indiferencia mata. Es como decir a la otra persona: “Tú, para mí,  estás muerto”, porque lo has matado en tu corazón. No amar es el primer paso para matar; Y no matar es el primer paso para amar.
En la Biblia, al principio, se lee aquella  frase terrible salida de la boca del primer asesino, Caín, después de que el Señor le pregunta dónde está su hermano. Caín responde: “No lo sé. ¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano? “(Génesis 4: 9) [1] Así hablan los asesinos: “No me concierne “, “Son asuntos tuyos ” y cosas parecidas. Intentemos responder a esta pregunta: ¿Somos los guardianes de nuestros hermanos? ¡Sí, lo somos! ¡Somos custodios el uno del otro! Y este es el camino de la vida, es el camino del no asesinato.

La vida humana necesita amor. ¿Y cuál es el amor auténtico? Es el que Cristo nos mostró, es decir, la misericordia. El amor del que no podemos prescindir es el que perdona, el que acoge a quienes nos han hecho daño. Ninguno de nosotros puede sobrevivir sin misericordia, todos necesitamos el perdón. Entonces, si matar significa destruir, suprimir, eliminar a alguien, entonces no matarás significará curar, valorar, incluir. Y perdonar.
Nadie puede engañarse a sí mismo pensando: “Estoy bien porque no hago nada malo”. Un mineral o una planta tienen este tipo de existencia, un hombre no. Una persona –un hombre o una mujer- no. A un hombre o a una mujer se le pide algo más. Hay bien por hacer, preparado para cada uno de nosotros, cada uno el suyo,  el que nos hace nosotros mismos hasta el final. “No matarás” es una llamada al amor y a la misericordia, es una llamada a vivir de acuerdo con el Señor Jesús, que dio su vida por nosotros y por nosotros resucitó. Una vez repetimos todos juntos, aquí en la Plaza, una frase de un santo sobre esto. Quizás nos ayude: “Está muy bien no hacer el mal, pero está muy mal no hacer el bien”. Siempre tenemos que hacer el bien. Ir más allá.
Él, el Señor, que encarnándose santificó nuestra existencia; Él, que con su sangre la hizo inestimable; Él, “el autor de la vida” (Hechos 3:15), gracias al cual cada uno es un don del Padre. En él, en su amor más fuerte que la muerte, y mediante la potencia del Espíritu  que La vida humana necesita amor. ¿Y cuál es el amor auténtico? Es el que Cristo nos mostró, es decir, la misericordia. El amor del que no podemos prescindir es el que perdona, el que acoge a quienes nos han hecho daño. Ninguno de nosotros puede sobrevivir sin misericordia, todos necesitamos el perdón. Entonces, si matar significa destruir, suprimir, eliminar a alguien, entonces no matarás significará curar, valorar, incluir. Y perdonar.

Nadie puede engañarse a sí mismo pensando: “Estoy bien porque no hago nada malo”. Un mineral o una planta tienen este tipo de existencia, un hombre no. Una persona –un hombre o una mujer- no. A un hombre o a una mujer se le pide algo más. Hay bien por hacer, preparado para cada uno de nosotros, cada uno el suyo,  el que nos hace nosotros mismos hasta el final. “No matarás” es una llamada al amor y a la misericordia, es una llamada a vivir de acuerdo con el Señor Jesús, que dio su vida por nosotros y por nosotros resucitó. Una vez repetimos todos juntos, aquí en la Plaza, una frase de un santo sobre esto. Quizás nos ayude: “Está muy bien no hacer el mal, pero está muy mal no hacer el bien”. Siempre tenemos que hacer el bien. Ir más allá.
Él, el Señor, que encarnándose santificó nuestra existencia; Él, que con su sangre la hizo inestimable; Él, “el autor de la vida” (Hechos 3:15), gracias al cual cada uno es un don del Padre. En él, en su amor más fuerte que la muerte, y mediante la potencia del Espíritu que el Padre nos da, podamos acoger la Palabra “No matarás” como el llamamiento más importante y esencial: es decir, “No matarás”, significa una llamada al amor.
18.10.18



Santa Marta: El Papa reza por el Cardenal Simoni, de 90 años

Los cristianos sufren persecución física hoy”

(18 oct. 2018).- Con una oración para el cardenal albanés Ernest Simoni, en su nonagésimo cumpleaños, el Papa Francisco comenzó la celebración de la Misa en la capilla de la Casa de Santa Marta este jueves por la mañana, 18 de octubre de 2018, señala L’Osservatore Romano en italiano.
El cardenal albanés, arrestado en la Nochebuena del año 1963 y liberado en 1990, después de 27 años de prisión y trabajos forzados, estuvo presente en la Eucaristía, acompañado por el arzobispo de Florencia, el cardenal Giuseppe Betori.
Así, el Pontífice se dirigió a él durante la homilía recordando la persecución que sufrió por ser cristiano. “¿Y cuántos cristianos sufren persecución física hoy?”, dijo el Papa, “¡Este blasfemó! ¡A la horca! Es así. Persecuciones que duran mucho tiempo, y nuestro hermano de noventa años podrá decirnos muchas cosas”.
El Papa también habló del testimonio heroico, incluso al martirio, de los jóvenes fieles al Evangelio, presentados durante el Sínodo.
El Papa Francisco causó sorpresa al entregar el purpurado cardenalicio al Padre Ernest Simoni (creado cardenal no elector el 19 de noviembre de 2016), cuyo testimonio de persecución bajo la dictadura comunista le hizo llorar durante su viaje a Tirana (Albania) en 2014.
Arrestado en 1963 después de 8 años de sacerdocio por anunciar a Cristo, el sacerdote albanés fue torturado y cumplió 17 años de prisión, luego 9 años de trabajos forzados hasta la caída del régimen en 1990. Se convirtió en el padre espiritual de muchos prisioneros, celebró la Misa, distribuyó la comunión y confesó en secreto.
19.10.18