26 de maig 2016

PAPA... ROMA...



Texto completo de la homilía del papa Francisco en la festividad de Corpus Christi
Haced esto en memoria mia’: El apóstol Pablo refiere dos veces este mandato de Cristo, en el relato de la institución de la Eucaristía
26 mayo 2016















El papa Francisco durante la celebración de Corpus Christi en la basílica romana de San Juan de Letrán

Roma). El papa Francisco presidió este jueves en Roma, la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, con una misa en la basílica pontificia de San Juan de Letrán. En la fiesta de Corpus Christi, al concluir la eucaristía partió la procesión hasta la basílica de Santa María la Mayor, donde tras la llegada del Santísimo, el Papa imparte la bendición solemne.
En su homilía Francisco recuerda que es necesario ofrecer los pocos panes y peces que tenemos y distribuirlos a todos; que ‘partir el pan’ es el símbolo de la identidad de Cristo y de los cristianos y de los santos y santas que se han dejado ‘partir’ para ‘alimentar a los hermanos’. Símbolo de las madres y papás que se parten para criar a sus hijos bien, de los cristianos empeñados en defender la dignidad de todos, especialmente de los más pobres, marginados y discriminados. Y ellos encuentran la fuerza en la Eucaristía.
A continuación publicamos el texto completo de la homilía.
“‘Haced esto en memoria mía’ (1Co 11,24.25). El apóstol Pablo, escribiendo a la comunidad de Corinto, refiere por dos veces este mandato de Cristo en el relato de la institución de la Eucaristía. Es el testimonio más antiguo de las palabras de Cristo en la Última Cena.
«Haced esto». Es decir, tomad el pan, dad gracias y partidlo; tomad el cáliz, dad gracias y distribuidlo. Jesús manda repetir el gesto con el que instituyó el memorial de su Pascua, por el que nos dio su Cuerpo y su Sangre. Y este gesto ha llegado hasta nosotros: es el «hacer» la Eucaristía, que tiene siempre a Jesús como protagonista, pero que se realiza a través de nuestras pobres manos ungidas de Espíritu Santo.
«Haced esto». Ya en otras ocasiones, Jesús había pedido a sus discípulos que «hicieran» lo que él tenía claro en su espíritu, en obediencia a la voluntad del Padre. Lo acabamos de escuchar en el Evangelio. Ante una multitud cansada y hambrienta, Jesús dice a sus discípulos: «Dadles vosotros de comer» (Lc 9,13). En realidad, Jesús es el que bendice y parte los panes, con el fin de satisfacer a todas esas personas, pero los cinco panes y los dos peces fueron aportados por los discípulos, y Jesús quería precisamente esto: que, en lugar de despedir a la multitud, ofrecieran lo poco que tenían.
Hay además otro gesto: los trozos de pan, partidos por las manos sagradas y venerables del Señor, pasan a las pobres manos de los discípulos para que los distribuyan a la gente. También esto es «hacer» con Jesús, es «dar de comer» con él. Es evidente que este milagro no va destinado sólo a saciar el hambre de un día, sino que es un signo de lo que Cristo está dispuesto a hacer para la salvación de toda la humanidad ofreciendo su carne y su sangre (cf. Jn 6,48-58). Y, sin embargo, hay que pasar siempre a través de esos dos pequeños gestos: ofrecer los pocos panes y peces que tenemos; recibir de manos de Jesús el pan partido y distribuirlo a todos.
Partir: esta es la otra palabra que explica el significado del «haced esto en memoria mía». Jesús se ha dejado «partir», se parte por nosotros. Y pide que nos demos, que nos dejemos partir por los demás. Precisamente este «partir el pan» se ha convertido en el icono, en el signo de identidad de Cristo y de los cristianos. Recordemos Emaús: lo reconocieron «al partir el pan» (Lc 24,35). Recordemos la primera comunidad de Jerusalén: «Perseveraban […] en la fracción del pan» (Hch 2,42). Se trata de la Eucaristía, que desde el comienzo ha sido el centro y la forma de la vida de la Iglesia.
Pero recordemos también a todos los santos y santas –famosos o anónimos–, que se han dejado «partir» a sí mismos, sus propias vidas, para «alimentar a los hermanos». Cuántas madres, cuántos papás, junto con el pan de cada día, cortado en la mesa de casa, se parten el pecho para criar a sus hijos, y criarlos bien. Cuántos cristianos, en cuanto ciudadanos responsables, se han desvivido para defender la dignidad de todos, especialmente de los más pobres, marginados y discriminados. ¿Dónde encuentran la fuerza para hacer todo esto? Precisamente en la Eucaristía: en el poder del amor del Señor resucitado, que también hoy parte el pan para nosotros y repite: «Haced esto en memoria mía».
Que el gesto de la procesión eucarística, que dentro de poco vamos a hacer, responda también a este mandato de Jesús. Un gesto para hacer memoria de él; un gesto para dar de comer a la muchedumbre actual; un gesto para «partir» nuestra fe y nuestra vida como signo del amor de Cristo por esta ciudad y por el mundo entero”.
27.05.16



Francisco: ‘El religioso santo y contento suscita nuevas vocaciones’
El Santo Padre recibe a los participantes del Capítulo General de la Congregación de Don Orione y les invita a ir ‘fuera’. Pide que la fe no se convierta en ideología y la caridad no se reduzca a filantropía
27 mayo 2016
 Ciudad del Vaticano.- La vida genera vida, el religioso santo y contento suscita nuevas vocaciones. Así lo ha asegurado el papa Francisco en su discurso a los participantes del Capítulo General de la Pequeña Obra de la Divina Providencia (San Luis Orione).
De este modo, el Santo Padre ha recordado en su discurso que “todos estamos encaminados para seguir a Jesús”. Toda la Iglesia –ha recordado– está llamada a caminar con Jesús por las calles del mundo, para encontrar la humanidad de hoy que necesita, como escribía don Orione, del ‘pan del cuerpo y del divino bálsamo de la fe’.  Además, ha explicado que el “camino maestro” es tener siempre unidas las dos dimensiones, la de la vida: la personal y la apostólica.
El Papa recordando a los allí presentes su llamada a servir a los pobres y excluidos de la sociedad, ha precisado que en ellos tocan y sirven “la carne de Cristo” y crecen “en la unión con Él, vigilando siempre para que la fe no se convierta en ideología y la caridad no se reduzca a filantropía”. Asimismo, ha observado que “el ser siervos de Cristo cualifica todo lo que se es y se hace, garantiza la eficacia apostólica, hace fecundo el servicio”.
Por otro lado, el Santo Padre ha explicado que el anuncio del Evangelio, especialmente en nuestros días, requiere mucho amor al Señor, unido a una iniciativa particular.
El Papa ha exhortado a los presentes a no permanecer cerrados en sus ambientes, sino a salir “fuera”. Hay mucha necesidad de sacerdotes y religiosos que no se detengan solo en las instituciones de caridad –necesarias– sino que sepan ir más allá de sus confines, para llevar a cada ambiente, también al más lejano, el perfume de la caridad de Cristo. Del mismo modo, les ha pedido que no pierdan nunca de vista “ni la Iglesia” ni “la comunidad religiosa”, es más, “el corazón debe estar allí donde vuestro cenáculo”, pero “es necesario salir para llevar la misericordia de Dios a todos, indistintamente”.
También ha querido recordar a los presentes que su servicio a la Iglesia será más eficaz, cuanto más se esfuercen en cuidar su adhesión personal a Cristo y a su familia espiritual. “Testimoniando la belleza de la consagración, la vida buena de religiosos ‘siervos de Cristo y de los pobres’, se es ejemplo para los jóvenes”, ha concluido el Santo Padre. 
28.05.16



El Papa conversa con los niños sobre el drama de la migración
Llega al Vaticano el “Tren de los niños”, iniciativa del Pontificio Consejo de Cultura, que este año lleva por lema “Traídos por las olas”
28 mayo 2016

El Papa y el Tren de los Niños 

Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco se ha acercado hoy a la realidad de la inmigración desde los ojos de los niños. Esta mañana en el Vaticano, el Santo Padre ha recibido a cientos de niños de distintas etnias y religiones que han llegado hasta allí procedentes de la región italiana de Calabria, a bordo del “Tren de los niños”. Se trata de una iniciativa anual organizada por el Pontificio Consejo de la Cultura, que este año lleva por tema “Traídos por las olas”
El pequeño Sayende, un niño de Nigeria, ha pedido al Papa que rece por su familia y sus amigos “que se han ido al cielo” porque “murieron en el agua”.
Para recibir y acoger a los niños del tren, estaban los niños de la Asociación Juan XXIII y la Orquesta infantil “Quattrocanti”. También estaba la directora de un colegio que ha entregado a Francisco una colecta para los niños de Lesbos y una carta, firmada por sus alumnos, que ha leído el cardenal Ravasi. “Nosotros, niños, prometemos que acogeremos a quien llegue a nuestro país, no consideramos nunca un enemigo peligroso a quien tiene un color de piel diferentes, habla una lengua diferente o profesa otra religión”, se lee en la misiva de los niños.
El Santo Padre ha escuchado, ha sonreído y se ha conmovido. Le han enseñado el dibujo de un niño: con el sol, el mar, las olas que se mueven. “Olas que pueden hacer que la gente muera”, ha comentado uno de los pequeños allí presente.
Al respecto de esta difícil realidad, el Pontífice ha mostrado a los niños un chaleco que le regalaron esta semana en la audiencia general unos socorristas voluntarios que trabajan en Lesbos. Y  ha explicado a los pequeños: “Me ha traído este chaleco y llorando un poco me ha dicho: ‘Padre, no pude. Había una niña en las olas, pero no pude salvarla. Solo quedó el chaleco’”.
El Santo Padre les ha mostrado el chaleco de esa niña y ha añadido que “no quiere entristeceros, pero vosotros sois valientes y conocéis la verdad”. Recordando que son muchas las personas que están en peligro les ha invitado a “dar un nombre” a la niña que murió en el mar, con ese chaleco. “Ella está en el cielo, ella nos mira”, ha asegurado.
Los niños han asegurado que es “una injusticia” que no se deje pasar a los inmigrantes. Y uno de los pequeños ha definido a los responsables de esto como “bestias”. El Santo Padre con ternura le ha explicado que “una persona que cierra y corazón no tiene corazón humano, porque no deja pasar, tiene un corazón de animal, digamos, como una bestia, que no entiende”. Por eso les ha recordado palabras como “paz, fraternidad, compasión, bien, igualdad, acogida”.
Finalmente, una niña ha preguntado al papa Francisco qué es para él “ser Papa”. Significa –ha respondido — hacer el bien que yo puedo hacer. De este modo, ha concluido indicando que él siente que Jesús “me ha llamado para esto”. Jesús ha querido, ha precisado el Pontífice, que yo fuera cristiano, y un cristiano debe hacer esto. Y también Jesús ha querido que yo fuera sacerdote, obispo y un sacerdote y un obispo deben hacer esto. Yo siento que Jesús me dice que haga esto. 
29.05.16



El Papa  a Scholas: La amistad es lo contrario de la cultura del descarte
El próximo ‘Partido de la Paz’, será el próximo 10 de junio en Argentina. Estaban presentes George Clooney, Salma Hayek y Richard Gere que hablaron de educación y valores
29 mayo 2016



Scholas, oración interreligiosa durante el acto de cierre del IV Congreso

Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco se dirigió este domingo por la tarde en el Aula nueva del sínodo, a los participantes del ‘IV Congreso Internacional de Scholas Occurentes’ que inició este viernes en la Ciudad del Vaticano y en Roma, el cual concluyó hoy allí.
El encuentro de tres días contó con una parte dedicada a 30 jóvenes elegidos entre miles que participaron a los proyectos de Scholas sobre ciudadanía, y la otra a un centenar de universitarios y profesionales que se realizó en la Casina Pio IV en el Vaticano.
Durante el encuentro se anunció además que el próximo ‘Partido de la Paz’, será el 10 de junio en Argentina con motivo del bicentenario de la independencia de dicho país. Por ello le presentaron un olivo al Papa para que lo bendiga, el cual será plantado antes de dicho evento deportivo, además de una pelota de fútbol que el Santo Padre entregó a algunos jugadores allí presentes.
Scholas Ocurrentes –actualmente fundación pontificia– es una Red Mundial de Escuelas para el Encuentro que nació inspiradas por el Papa Francisco para promover la vinculación de las escuelas del mundo, con proyectos compartidos hacia las de menores recursos. Nació cuando Bergoglio era arzobispo de Buenos Aires, con las ‘Escuelas de vecinos’ y las ‘Escuelas hermanas’.
Antes de la llegada del Santo Padre tres actores famosos, George Clooney, Salma Hayek y Richard Gere, hablaron de educación y valores; y más tarde recibieron un galardón con medallas con el símbolo del olivo de la paz.
El Papa a su llegada, deseó que en el congreso “se haya dado ese clima de comunicación, de puente, de encuentro, que es un desafío para este mundo que corre el riesgo de atomizarse y separarse”. Porque –señaló el Francisco– cuando los pueblos y los amigos se separan, se puede fácilmente sembrar odio y enemistad, en cambio cuando se encuentran “nace una cultura que de la amistad que es lo contrario de la cultura del descarte”.
Una de las coordinadoras, María Paz Jurado, contó los tres días con los 30 jóvenes de los cinco continentes; Sana Alí, de los Emiratos Arabes, indicó las dificultades y esperanzas encontradas; el joven salteño Nahuel Moreno, señaló la importancia de haber comunicado superando lenguajes y distancias; y la joven mexicana, Ariana Licet Nuñez narró una conmovedora situación de bulliyng, que ella sufrió en primera persona.
El Papa respondiendo a ‘si había pensado alguna vez dejar de serlo porque era demasiada responsabilidad’, les confió que “no se me había ocurrido que me iban a elegir a mi”, pero que en ese momento recibió una paz profunda. Señaló que construir un mundo mejor se puede resumir en lo que hemos hablado: “que cada persona sea reconocía en su identidad”. Añadió que “la personalidad necesita pertenencia”, que una persona sin identidad no tiene futuro, y es preciso tener identidad, de cualquier tipo que sea.
Entretanto añadió que no basta hablar, sino que es necesario también el lenguaje de los gestos, “una palmada, una sonrisa que da esperanza, mirar a los ojos, gestos de aprobación y esperanza”.
El Santo Padre añadió que el bullying es una agresión que esconde una profunda crueldad, como las guerras. Y contó que una monja de un país africano con guerras intestinas, “me envió fotos que tengo acá” y “que sucedieron el mes pasado”. ¡Un niño degollado, un niño!, es la misma crueldad!
Exhortó por ello a ‘desterrar todo tipo de crueldad’. Y explicó que hay que tener la capacidad de escuchar al otro, de no discutir en seguida, y que cuando hay diálogo ambos ganan. “No discutir sino persuadir con mansedumbre” dijo.
Carina Rosa y Daniel Sigliano, también coordinadores de estas iniciativas explicaron las cátedras de Scholas y la propuesta de unir la sabiduría de las universidades a los proyectos que a ellos les llegan. Así al Santo Padre fueron presentados los compromisos que asumieron las 37 universidades con las cátedras Scholas para desarrollar consultoría experta de al meno un proyecto de Scholas durante un año, 17 de ellas de América, 2 de África, 2 de Asia, 16 de Europa.
El cierre del Congreso contó con otras sorpresas, como la de un grupo de los participantes en la Casina Pio IV, de unas seis personas de diversos credos, que prepararon una oración interreligiosa que recitaron delante del Santo Padre. Además un grupo del proyecto Scholas Arts interpretó una música con instrumentos y canto, y le entregaron un violín construido con las técnicas usadas por los primeros jesuitas. También pasaron un video y contaron cuando llevaron al Polo Norte un olivo como símbolo de Scholas, y dos surfristas con sus tablas le pidieron al Papa que se las firme.
30.05.16




Santa Marta: la iglesia tenga memoria, profecía y esperanza, contrariamente esclaviza
En la misa de este lunes el Papa comenta la parábola de los viñadores y exhorta a no olvidarse de los dones recibidos
30 mayo 2016
 Ciudad del Vaticano).- Memoria de los dones que Dios nos ha dado, profecía para abrir el corazón y entender donde hay que ir, aunque tuviéramos que arriesgar para hacerlo, y esperanza para evitar una jaula de normas y preceptos que sirven solo para dar un sentido de seguridad.
Son las tres coordinadas que Francisco ha ofrecido este lunes en la misa diaria que ha celebrado en la Residencia Santa Marta.
El Papa vuelve a hablar de esos corazones demasiados cerrados a la obra de Dios y al soplo del Espíritu Santo. Lo hace recordando las parábolas de Jesús, el cual desmonta los andamios de leyes y prescripciones con las cuales los escribas y los fariseos sofocaban la memoria, la profecía y la esperanza.
En particular evoca la parábola de los viñadores homicidas narrada en el Evangelio de hoy, los cuales se rebelan contra su patrón matando a los siervos que enviaba para solicitar lo que le debían, llegando estos a asesinar al mismo hijo del patrón, el único, para así lograr que la herencia terminara en las manos de ellos.
Una metáfora clara, observa el Papa de “un pueblo cerrado en sí mismo, que no se abre a las promesas de Dios”, que asesina a los siervos y al hijo, o sea a los profetas de la Biblia y a Cristo, para no oírlo. Porque a ese pueblo le interesa “un sistema jurídico cerrado” y nada más. Prefieren que no vengan los profetas. Y legitiman a los doctores de la ley, a los teólogos que siempre entran en la casuística y no quieren la libertad del Espíritu Santo, y lo enjaulan, porque no permiten la profecía ni la esperanza”.
Es un sistema que san Pedro en la Primera lectura define como “corrupción, mundanidad y concupiscencia”. Por ellos Jesús no evita de increparlos, Él durante los 40 días en el desierto ha sufrido la tentación “de perder la memoria de su misión, de no dar espacio a la profecía y de preferir la seguridad en lugar de la esperanza”. Por eso les grita: ‘Ustedes giran en medio del mundo para tener un prosélito y cuando lo encuentran lo vuelven esclavo’, “una iglesia así organizada –exclama el Papa– hace esclavos”.
La viña bien organizada, subraya el Pontífice, es “la imagen del pueblo de Dios, la imagen de la Iglesia y también la imagen de nuestra alma”, que el Padre cuida siempre “con tanto amor y tanta ternura”. Rebelarse a Dios, como a los viñadores homicidas significa “perder la memoria del don recibido”, por para “no equivocarse en el camino” es importante “volver siempre a las raíces”.
El Papa al concluir invita a preguntarnos: “¿tengo yo memoria de las maravillas que el Señor hizo en mi vida?, ¿de los dones del Señor? ¿Soy capaz de abrir el corazón a los profetas, o sea a aquello que me dice ‘esto no va’, debes ir allá, ve adelante y arriesga? ¿Estoy abierto a aquello o prefiero cerrarme en la jaula de la ley? Y para finalizar: ¿tengo yo esperanza en las promesas de Dios, como las tuvo nuestro padre Abraham, que salió de su tierra sin saber dónde iba, porque esperaba solo en Dios?”.
31.05.16




El   Papa en Sta. Marta: Quien no vive para servir, no sirve para vivir
En la homilía de este martes, el Santo Padre recuerda que el servicio y el encuentro hacen experimentar una “alegría” que “llena la vida”
31 mayo 2016

 Ciudad del Vaticano).- Si aprendiéramos el servicio e ir al encuentro de los otros, “cómo cambiaría el mundo”. Así lo ha indicado el papa Francisco al concluir la homilía de la misa celebrada esta mañana en Santa Marta. Este martes, el Santo Padre ha dedicado su reflexión a la Virgen, en el último día del mes mariano. Servicio y encuentro hacen experimentar una “alegría” que “llena la vida”.
Así, ha destacado la valentía femenina, capacidad de ir al encuentro de los otros, mano extendida en señal de ayuda, cuidado. Son ideas que el Papa traza del pasaje del Evangelio que narra la visita de María a santa Isabel. Este pasaje –observa– junto a las palabras del profeta Sofonías en la Primera Lectura y de san Pablo en la segunda diseña “una liturgia llena de alegría” que llega como una bocanada de “aire fresco” a “llenar nuestra vida”.
Por eso, el Santo Padre ha advertido lo feo que es ver cristianos “con la cara retorcida”, “tristes”. De este modo ha asegurado que “no son plenamente cristianos”. Y ha añadido que “en esta atmósfera de alegría, que la liturgia de hoy nos da como un regalo” ha querido subrayar dos cosas: una actitud y un hecho.
La actitud sobre la que ha reflexionado es “el servicio”. En esta línea, el Santo Padre ha precisado que el de María es un servicio que se lleva a cabo sin dudar. María fue “deprisa” y esto, ha explicado Francisco, a pesar de que estaba embarazada y corriendo el riesgo de encontrar ladrones en el camino. “Esta chica de dieciséis o diecisiete años, no más, era valiente. Se levanta y va”, ha observado.
Al respecto, el Pontífice ha hablado de la “valentía de mujer”. Las mujeres valientes que hay en la Iglesia son como la Virgen. Así ha precisado que son “estas mujeres que llevan adelante la familia, estas mujeres que llevan adelante la educación de los hijos, que enfrentan tantas adversidades, tanto dolor, que curan los enfermos…”. Valientes: “se alzan y sirven, sirven. El servicio es signo cristiano. Quien no vive para servir, no sirve para vivir. Servicio en la alegría, esta es la actitud que yo quisiera subrayar. Hay alegría y también servicio. Siempre para servir”.
El segundo punto sobre el que se ha detenido el Papa es el encuentro entre María y su prima. “Estas dos mujeres se encuentran y se encuentran con alegría”, ese momento es “todo fiesta”. Por eso, ha advertido de que si nosotros aprendiéramos esto, el servicio de ir al encuentro con los otros, “cuánto cambiaría el mundo”.
Al respecto, el Santo Padre ha observado que el encuentro es otro signo cristiano. “Una persona que se dice cristiana y no es capaz de ir al encuentro de los otros, de encontrar a los otros, no es totalmente cristiana”, ha precisado. Por eso ha recordado que tanto el servicio como el encuentro requieren salir de uno mismo: salir para servir y salir para encontrar, para abrazar a otra persona.
Finalmente, el Papa ha señalado que el Señor está en el servicio, el Señor está en el encuentro”.
 01.06.16



El Papa en la audiencia: ‘El fariseo es el símbolo del corrupto que finge rezar’
El Santo Padre nos invita a tener un corazón humilde porque solo así se abren las puertas del Cielo
1 junio 2016

 Ciudad del Vaticano).- El santo padre Francisco realizó una nueva audiencia de los miércoles en la plaza de San Pedro, en un día gris y fresco a pesar de que Roma se encuentre en plena primavera, lo que contrastaba con la música alegre de una banda de música animaba la plaza. El Papa llevado por el jeep abierto que recorrió los corredores de la plaza, entró saludando a los presentes en particular a los niños y enfermos, para lo cual hizo en alguna oportunidad detener el vehículo.
Tras la lectura del Evangelio, sobre la parábola del fariseo que se consideraba justo y agradecía a Dios porque no era como ‘el otro’, y del publicano que en cambio no osaba ni siquiera levantar los ojos al cielo, el Pontífice profundizó la lectura sacra. E invitó a la plaza en dos oportunidades a decir tres veces como el publicano la hermosa oración “Oh Dios, ten piedad de mi pecador…”.
El Fariseo no pedía nada porque ya tenía todo, en cambio el publicano mendigaba la misericordia de Dios, y este fue justificado. Añadió que “el fariseo es el ícono del corrupto que finge rezar”, y así en la vida quien se cree justo y desprecia a los otros es un corrupto un soberbio. Además la oración del soberbio no abre las puertas hacia a Dios, mientras que humildad del miserable las abre de par en par.
En sus palabras en español dirigidas a los hispanohablantes el Papa dijo:
“Queridos hermanos y hermanas. En la parábola del fariseo y el publicano, que suben al templo para orar, Jesús nos enseña la actitud correcta para invocar la misericordia del Padre.
El fariseo hace una oración de agradecimiento en la que se complace de sí mismo por el cumplimiento de la ley, se siente irreprensible y desprecia a los demás. Su soberbia compromete toda obra buena, vacía la oración, y lo aleja de Dios y del prójimo.
Nosotros hoy, más que preguntarnos cuánto rezamos, podemos preguntarnos cómo lo hacemos, o mejor cómo es nuestro corazón para valorar los pensamientos y sentimientos, y eliminar toda arrogancia.
El publicano ora con humildad, arrepentido de sus pecados, mendiga la misericordia de Dios. Nos recuerda la condición necesaria para recibir el perdón del Señor y se convierte en imagen del verdadero creyente.
La oración del soberbio no alcanza el corazón de Dios, la oración humilde obtiene su misericordia”.
Y concluyó: “Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Que la Virgen María, nuestra Madre, que proclama en el Magnificat la misericordia del Señor, nos ayude a orar siempre con un corazón semejante al suyo”.
La audiencia concluyó con el rezo del Padre Nuestro y con la bendición apostólica.

Texto completo de la catequesis del Papa en la audiencia del miércoles 1° de junio de 2016
 “¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
El miércoles pasado hemos escuchado la parábola del juez y de la viuda sobre la necesidad de rezar con perseverancia. Hoy con otra parábola, Jesús nos quiere enseñar cuál es la actitud justa para rezar e invocar la misericordia del Padre; cómo hay que rezar; la actitud justa para rezar: es la parábola del fariseo y del publicano.
Ambos protagonistas suben al templo para rezar pero actúan de manera diferente, obteniendo resultados opuestos. El fariseo reza ‘de pie’ y usa muchas palabras. La suya es sí, una oración de agradecimiento dirigida a Dios, pero en realidad es un exponer los propios méritos, con sentido de superioridad hacia los otros hombres, que califica de ‘ladrones, injustos, adúlteros’, como ejemplos, y señala a aquel otro como ‘este publicano’. Pero justamente aquí está el problema: el fariseo reza a Dios, pero en realidad se reza a sí mismo.
¡Se reza a si mismo!, en cambio de tener delante de los ojos al Señor, tiene un espejo. A pesar de que se encuentra en el templo, no siente la necesidad de postrarse delante de la majestad de Dios; está de pie, se siente seguro, ¡casi como si fuera él el dueño del templo!
El hace una lista de las cosas cumplidas: es irreprensible, observante de la Ley más de lo debido, ayuna ‘dos veces por semana’ y paga el diezmo de todo lo que posee.
Vale a decir, más que rezar, el fariseo de complace de la propia observancia de los preceptos. Y entretanto su actitud y sus palabras están lejos del modo de actuar y de hablar de Dios, el cual ama a todos los hombres y no desprecia a los pecadores. Al contrario aquel fariseo desprecia a los pecadores, también cuando señala que el otro está allí. O sea, el fariseo que se considera justo, no respeta el mandamiento más importante: el amor por Dios y por el prójimo.
No es suficiente por lo tanto preguntarnos ‘cuánto rezamos’, tenemos que preguntarnos también ‘cómo rezamos’, o mejor aún, ‘cómo es nuestro corazón’: es importante examinarlo para evaluar los pensamientos, los sentimientos y extirpar arrogancia e hipocresía. Pero me pregunto: ¿es posible rezar con arrogancia? No. ¿Se puede rezar con hipocresía? No.  Tenemos que rezar solamente poniéndonos delante de Dios así como somos. No como el fariseo que rezaba con arrogancia e hipocresía. Estamos todos tomados por el frenesí del ritmo cotidiano, muchas veces a la merced de sensaciones, trastornados y confundidos. Es necesario aprender a encontrar el camino hacia nuestro corazón, recuperar el valor de la intimidad y del silencio, porque es allí que Dios nos encuentra y habla.
Solamente partiendo desde allí podemos a su vez animar a los otros y hablar con ellos. El fariseo se ha encaminado hacia el templo, está seguro de sí mismo, pero no se da cuenta de haber perdido el camino de su corazón.
El publicano en cambio, ‘el otro’, se presenta en el templo con ánimo humilde y arrependito: ‘deteniéndose a distancia, no osaba ni siquiera levantar los ojos al cielo, pero se golpeaba el pecho’. Su oración es brevísima, no es larga como la del fariseo: ‘Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador’. Nada más que esto. “Oh Dios, ten piedad de mí pecador”. Bella oración, ¿verdad? Podemos decirla tres veces, todos juntos. Digámos: ‘Oh Dios, ten piedad de mí pecador’…
En aquel tiempo los los cobradores de impuestos — llamados por ello ‘publicanos’– eran considerados personas impuras, sometidas a los dominadores extranjeros, eran mal vistos por la gente y generalmente asociados a los ‘pecadores’.
La parábola enseña que uno es justo o pecador no por la propia pertenencia social, sino por el modo de relacionarse con Dios y por el modo de relacionarse con los hermanos. Los gestos de penitencia y las pocas y simples palabras del publicano testimonian su conciencia sobre su mísera condición.
Su oración es lo esencial. Actúa como un humilde, seguro solo de ser un pecador necesitado de piedad. Si el fariseo no pedía nada porque tenía ya todo, el publicano puede solo mendigar la misericordia de Dios. Y esto es bello, ¿verdad?: mendigar la misericordia de Dios.
Presentándose ‘con las manos vacías’, con el corazón desnudo y reconociéndose pecador, el publicano nos muestra a todos la condición necesaria para recibir el perdón del Señor. Al final justamente él, despreciado así, se convierte en icono del verdadero creyente.
Jesús concluye la parábola con una sentencia: ‘Les aseguro que este último –es decir, el publicano– volvió a su casa justificado, porque quien se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado’ (v. 14). De estos dos, ¿Quién es el corrupto? El fariseo.
El fariseo es justamente el icono del corrupto que finge orar, pero solamente logra vanagloriarse de sí mismo como delante de un espejo. Es un corrupto pero finge orar. Así, en la vida quien se cree justo y juzga a los demás y los desprecia, es un corrupto y un hipócrita. La soberbia compromete toda acción buena, vacía la oración, aleja de Dios y de los demás.
Si Dios prefiere la humildad no es para desanimarnos: la humildad es más bien la condición necesaria para ser elevados por Él, para así experimentar la misericordia que viene a colmar nuestros vacíos.
Si la oración del soberbio no alcanza el corazón de Dios, la humildad del miserable abre sus puertas. Dios tiene una debilidad: la debilidad por los humildes. Delante a un corazón humilde, Dios abre enteramente su corazón.
Es esta humildad que la Virgen María expresa en el cántico del Magníficat: “Ha mirado la humildad de su serviora. […] Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen” (Lc 1,48.50). Ella que es nuestra madre nos ayude a rezar con un corazón humilde. Y nosotros, repitamos nuevamente tres veces, aquella bella oración: “Oh Dios, ten piedad de mí pecador”…
02.06.16




Carta Apostólica del Santo Padre Francisco “Como una madre amorosa”
Texto del Motu Proprio que permite enjuiciar y procesar a los obispos que hayan sido negligentes al saber de casos de abusos contra menores o personas vulnerables
4 junio 2016

 El papa Francisco publicó este sábado 4 de junio, la Carta Apostólica titulada “Como una madre amorosa”, en forma de Motu Proprio. Un documento que esclarece como dos leyes del Derecho Canónico en vigencia permiten enjuiciar a los obispos que fueron negligentes en caso de abusos sexuales contra menores o personas vulnerables y destituirlos de su cargo, aunque los hechos hayan sucedido en el pasado.
A continuación el texto completo de la Carta Apostólica
Como una madre amorosa la Iglesia ama a todos sus hijos. Pero cuida y protege con afecto particular a los más pequeños e indefensos, se trata de una tarea que Cristo confía a toda la comunidad cristiana en conjunto. Con la conciencia de esto, la Iglesia dedica una atención vigilante a la protección de los niños y de los adultos vulnerables.
Tal tarea de protección y de atención le corresponde a toda la Iglesia, pero especialmente a los pastores que esto sea realizado. Por lo tanto los obispos diocesanos, los eparcas y quienes son responsables de una Iglesia particular, deben tener una particular diligencia en proteger a quienes son los más débiles entre las personas que les fueron confiadas.
El Derecho Canónico ya prevé la posibilidad de remoción del oficio eclesiástico “por causas graves”: esto se refiere también a los obispos diocesanos, a los eparcas y a quienes están equiparados por el derecho (cfr can. 193 §1 CIC; can. 975 §1 CCEO).
Con la presente carta quiero precisar que entre las llamadas “causas graves” se incluye la negligencia de los obispos en el ejercicio de su oficio, en particular cuando se refieren a los casos de abusos sexuales cumplidos contra menores y adultos vulnerables, previstos por el MP Sacramentorum Sanctitatis Tutela, promulgado por san Juan Pablo II y ampliado por mi querido predecesor, Benedicto XVI. En tales casos se observará el siguiente procedimiento.
Artículo 1

1. El obispo diocesano, el eparca, o quien aun a título temporáneo, tiene la responsabilidad de una Iglesia particular, o de otra comunidad de fieles a esa equiparada de acuerdo al canon 368 CIC y por el canon 313 CCEO, puede ser legítimamente removido de su cargo, si por negligencia ha puesto u omitido actos que hayan provocado un daño grave a los otros, sea que se trate de personas físicas, sea que se trate de una comunidad en su conjunto. El daño puede ser físico, moral, espiritual o patrimonial.
2. El obispo diocesano o el eparca puede ser removido solamente si ha objetivamente faltado de manera muy grave a la diligencia que debe tener por su oficio pastoral, también sin grave culpa moral de parte suya.
3. En el caso se trate de abusos con menores o adultos vulnerables es suficiente que la falta de diligencia sea grave.
4. Al obispo diocesano y al eparca se equiparan los superiores mayores de los institutos religiosos y de las sociedades de vida apostólica de derecho pontificio.
Artículo 2

1. En todos los casos en los que se presenten indicios de acuerdo a lo previsto en el artículo anterior, la competente Congregación de la Curia Romana puede iniciar una investigación sobre el mérito, dando noticia al interesado y dándole la posibilidad de producir documentos y testimonios.
2. Al obispo le será dada la posibilidad de defenderse, lo que podrá hacer con los medios previstos por el Derecho. Todos los pasos de la investigación le serán comunicados y le será siempre dada la posibilidad de encontrar a los superiores de las Congregaciones. Dicho encuentro, si el obispo no toma la iniciativa, será propuesto por el mismo dicasterio.
3. A continuación de los argumentos presentados por el obispo, la Congregación puede decidir una investigación suplementaria.
Artículo 3

1. Antes de tomar la propia decisión, la Congregación podrá reunirse, según la oportunidad, con otros obispos o eparcas pertenecientes a la Conferencia episcopal, o al sínodo de los obispos de la Iglesia, sui Iuris, de la cual hace parte el obispo o el eparca interesado, para discutir su caso.
2. La Congregación toma sus determinaciones reunida en sesión ordinaria.
Artículo 4

1.- Si se considera oportuno remover al obispo, la congregación establecerá, de acuerdo a las circunstancias del caso: dar en el tiempo más breve posible el decreto de remoción;
2.- exhortar fraternalmente al obispo a presentar su renuncia en un plazo de 15 días. Si el obispo no da su respuesta en el plazo previsto, la Congregación podrá emitir el decreto de remoción.
Artículo 5

La decisión de la Congregación sobre los artículos 3 y 4, tiene que ser sometida a la aprobación específica del Romano Pontífice, quien antes de tomar una decisión definitiva, se hará asistir por un particular Colegio de Juristas, designado cuando será necesario.
Todo esto que he deliberado con esta Carta Apostólica en forma de Motu Proprio, ordeno que sea observado en todas sus partes, a pesar de cualquier cosa en contrario, aun de particular mención, y establezco que sea publicado en el comentario oficial del Acta Apostolicae Sedis y promulgado en el cotidiano L’Osservatore Romano, entrando en vigor el 5 de septiembre de 2016.
Vaticano, 4 de junio de 2016 – El papa Francisco
05.06.16



El  Papa  hoy declaró santos a una religiosa sueca y a un sacerdote polaco
En una misa solemne en la Plaza de San Pedro el Santo Padre canoniza a María Isabel Hasselblad y a Estanislao de Jesús María Papczynski
 Ciudad del Vaticano).- En una mañana soleada de primavera, el papa Francisco presidió este X domingo del tiempo ordinario, la santa misa con el rito de canonización, ante una plaza de San Pedro repleta de fieles y peregrinos.
El Pontífice vistiendo paramentos crema con bordes verdes y dorado, inició la eucaristía incensando el altar y la imagen de María presente en la ceremonia. Y tras el ‘Pax Vobis’ y el canto del Veni Creator Spíritus, el cardenal Angel Amato pidió a su Santidad que inscriba en el Libro de los Santos a María Isabel Hasselblad, religiosa sueca y fundadora de la Orden del Santísimo Salvador de Santa Brígida; y a Estanislao de Jesús María Papczynski, sacerdote polaco fundador de los Clérigos Marianos de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María.
A continuación el Papa los declaró santos con la formula que inicia “Ad honorem Sanctae et Individuae Trinitatis, ad exaltationem fidei catholicae et vitae christianae incrementum…”. Y pidió sean inscritos en el libro de los santos, mientas sonaban trompetas, el Coro Pontificio de la Capilla Sixtina cantaba el Jubilate Deo, y las reliquias de los nuevos santos eran llevadas y puestas al lado del altar e incensadas por el diácono.
En su homilía el Santo Padre señaló que las lecturas y el Evangelio recuerdan la resurrección obrada por el profeta Elías y por Jesús cuando resucita al hijo único de la viuda de Nuim. Pero también la resurrección del apóstol Pablo, que de enemigo y feroz perseguidor de los cristianos se convierte en testigo y heraldo del Evangelio. Y así sucede con los pecadores, a todos y cada uno de nosotros.

Una experiencia dijo, que han tenido los dos beatos que hoy son proclamados santos: Estanislao de Jesús María y María Isabel Hesselblad, dos hijos suyos que son testigos ejemplares de este misterio de resurrección.
No es magia, indica el Papa, “es la ternura de Dios encarnada, en él obra la inmensa compasión del Padre”. Porque Jesús “toma consigo todos nuestros pecados, los borra y nos devuelve vivos a la misma Iglesia. Y esto sucede de modo especial durante este Año Santo de la Misericordia”.
Santa María Isabel Hesselblad, de origen protestante que se convierte a la fe católica, y san Estanislao de Jesús María, que Polonia, en un siglo marcado por guerras y pestes, estuvo siempre al lado de los pobres y enfermos.
El milagro de santa María Isabel se refiere a la curación de un niño con tumor cerebral y parálisis tras la operación de extirpación. Y el de san Estanislao es la curación inexplicable de una joven de 20 años a quien los médicos desconectaron los equipos que la mantenían en vida.
La misa prosiguió con el ofertorio, consagración y comunión, y concluyó con el Adorote Devoto y la bendición. Al concluir el Santo Padre rezó el ángelus y permaneció largo tiempo saludando a religiosos, enfermos y peregrinos.


Tercer día del Papa en Corea: miles en la misa de beatificación
Texto completo de la homilía del papa Francisco en la misa del 5 de junio 2016

 Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco celebró este domingo en la Plaza de San Pedro, la santa misa, con el rito de canonización de los beatos Stanislao de Gesús María y María Elisabetta Hesselblad.
El Santo Padre señala que en la Pasión de Cristo está la respuesta de Dios al dolor y  la muerte. Y que María no se escapó de la Cruz sino que permaneció allí contra toda esperanza. Una experiencia que han tenido los dos beatos que hoy son proclamados santos: Estanislao de Jesús María y de María Isabel Hesselblad, dos hijos suyos que son testigos ejemplares de este misterio de resurrección.
Las lecturas del día presentan una resurrección obrada por el profeta Elías, y Jesús cuando resucita al hijo de la viuda de Nuim. Pero está también la resurrección del apóstol Pablo, que de enemigo y feroz perseguidor de los cristianos se convierte en testigo y heraldo del Evangelio, y lo que sucede con los pecadores, a todos y cada uno. Porque Jesús no cesa de hacer brillar la victoria de la gracia que da vida.
No es magia, es la ternura de Dios encarnada, en él obra la inmensa compasión del Padre, porque Él toma consigo todos nuestros pecados, los borra y nos devuelve vivos a la misma Iglesia. Y esto sucede de modo especial durante este Año Santo de la Misericordia.
A continuación, el texto de la homilia

“La Palabra de Dios que hemos escuchado nos conduce al acontecimiento central de la fe: La victoria de Dios sobre el dolor y la muerte. Es el Evangelio de la esperanza que surge del Misterio Pascual de Cristo, que se irradia desde su rostro, revelador de Dios Padre y consolador de los afligidos. Es una palabra que nos llama a permanecer íntimamente unidos a la pasión de nuestro Señor Jesús, para que se manifieste en nosotros el poder de su resurrección.
En efecto, en la Pasión de Cristo está la respuesta de Dios al grito angustiado y a veces indignado que provoca en nosotros la experiencia del dolor y de la muerte. Se trata de no escapar de la cruz, sino de permanecer ahí, como hizo la Virgen Madre, que sufriendo junto a Jesús recibió la gracia de esperar contra toda esperanza (cf. Rm 4,18).
Esta ha sido también la experiencia de Estanislao de Jesús María y de María Isabel Hesselblad, que hoy son proclamados santos: han permanecido íntimamente unidos a la pasión de Jesús y en ellos se ha manifestado el poder de su resurrección.
La primera Lectura y el Evangelio de este domingo nos presentan justamente, dos signos prodigiosos de resurrección, el primero obrado por el profeta Elías, el segundo por Jesús. En los dos casos, los muertos son hijos muy jóvenes de mujeres viudas que son devueltos vivos a sus madres.
La viuda de Sarepta –una mujer no judía, que sin embargo había acogido en su casa al profeta Elías– está indignada con el profeta y con Dios porque, precisamente cuando Elías era su huésped, su hijo se enfermó y después murió en sus brazos. Entonces Elías dice a esa mujer: «Dame a tu hijo», «Dame a tu hijo». (1 R 17,19).
Esta es una palabra clave: manifiesta la actitud de Dios ante nuestra muerte (en todas sus formas); no dice: «tenla contigo, arréglatelas», sino que dice: «Dámela». En efecto, el profeta toma al niño y lo lleva a la habitación de arriba, y allí, él solo, en la oración, «lucha con Dios», presentándole el sinsentido de esa muerte. Y el Señor escuchó la voz de Elías, porque en realidad era él, Dios, quien hablaba y el que obraba en el profeta. Era él que, por boca de Elías, había dicho a la mujer: «Dame a tu hijo». Y ahora era él quien lo restituía vivo a su madre.
La ternura de Dios se revela plenamente en Jesús. Hemos escuchado en el Evangelio (Lc 7,11-17), cómo él experimentó «mucha compasión» (v.13) por esa viuda de Naín, en Galilea, que estaba acompañando a la sepultura a su único hijo, aún adolescente. Pero Jesús se acerca, toca el ataúd, detiene el cortejo fúnebre, y seguramente habrá acariciado el rostro bañado de lágrimas de esa pobre madre. «No llores», le dice (Lc 7,13). Como si le pidiera: «Dame a tu hijo».
Jesús pide para sí nuestra muerte, para librarnos de ella y darnos la vida. Y en efecto, ese joven se despertó como de un sueño profundo y comenzó a hablar. Y Jesús «lo devuelve a su madre» (v. 15). No es un mago. Es la ternura de Dios encarnada, en él obra la inmensa compasión del Padre.
Una especie de resurrección es también la del apóstol Pablo, que de enemigo y feroz perseguidor de los cristianos se convierte en testigo y heraldo del Evangelio (cf. Ga 1,13-17). Este cambio radical no fue obra suya, sino don de la misericordia de Dios, que lo «eligió» y lo «llamó con su gracia», y quiso revelar «en él» a su Hijo para que lo anunciase en medio de los gentiles (vv. 15-16). Pablo dice que Dios Padre tuvo a bien manifestar a su Hijo no sólo a él, sino en él, es decir, como imprimiendo en su persona, carne y espíritu, la muerte y la resurrección de Cristo. De este modo, el apóstol no será sólo un mensajero, sino sobre todo un testigo.
Y también con nosotros los pecadores, a todos y cada uno, Jesús no cesa de hacer brillar la victoria de la gracia que da vida. Dice a la Madre Iglesia: «Dame a tus hijos», que somos todos nosotros. Él toma consigo todos nuestros pecados, los borra y nos devuelve vivos a la misma Iglesia. Y esto sucede de modo especial durante este Año Santo de la Misericordia.
La Iglesia nos muestra hoy a dos hijos suyos que son testigos ejemplares de este misterio de resurrección. Ambos pueden cantar por toda la eternidad con las palabras del salmista: «Cambiaste mi luto en danzas, / Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre» (Sal 30,12). Y todos juntos nos unimos diciendo: «Te ensalzaré, Señor, porque me has librado» (Respuesta al Salmo Responsorial).
06.06.16



El  Papa en Sta. Marta: Las bienaventuranzas son el navegador de la vida cristiana
En la homilía de este lunes, el Santo Padre advierte sobre tres peldaños donde podemos resbalar: idolatría de la riqueza, de la vanidad y del egoísmo
6 junio 2016

 Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha invitado a seguir y vivir las bienaventuranzas, que como “navegadores” indican a los cristianos el itinerario correcto de la vida. Lo ha hecho durante la homilía de esta mañana en la misa celebrada en Santa Marta. Del mismo modo ha advertido sobre los tres peldaños de la “anti-ley” cristiana donde se puede resbalar: la idolatría de la riqueza, de la vanidad y del egoísmo.
Y para no perderse, a lo largo del camino de la fe, los cristianos tienen un indicador de dirección muy preciso: las bienaventuranzas. Ignorar las ruedas que propone puede suponer resbalar por los “tres peldaños” de los ídolos del egoísmo, idolatría del dinero, vanidad, la saciedad de un corazón que ríe con satisfacción propia ignorando a los otros.
A propósito del discurso de la montaña, el Santo Padre ha afirmado que Jesús “enseñaba la nueva ley, que no cancela la antigua” si no que la “perfecciona” llevándola a su plenitud.
Así, ha precisado que “esta es la nueva ley, esta que nosotros llamados las bienaventuranzas”. Es la nueva ley del Señor para nosotros. “Son la hoja de ruta, el itinerario, son los navegadores de la vida cristiana. Precisamente aquí vemos, en este camino, según las indicaciones de este navegador, que podemos ir adelante en nuestra vida cristiana”, ha observado.
El Pontífice ha proseguido la homilía completando el texto de Mateo con las consideraciones que el evangelista Lucas pone al final del mismo pasaje de las bienaventuranzas, es decir, como lo llama, la lista de los “cuatro problemas”: ay de los ricos, de los saciados, de los que ríen, de los que todos hablan bien. En esta línea ha recordado que ha dicho “muchas veces” que las riquezas son buenas” mientras “lo que hace mal” es “el apego a las riquezas” que se convierte en una “idolatría”.
De este modo, ha precisado que esta es la anti-ley, es el navegador equivocado. Al respecto ha observado que es curioso, “estos son tres peldaños que llevan a la perdición, así como las bienaventuranzas son los peldaños que llevan adelante en la vida”. Y estos tres peldaños que llevan a la perdición son el apego a las riquezas, porque no necesito nada. La vanidad que todos hablen bien de mí y el orgullo que es la saciedad, las risas que cierran el corazón.
Para concluir la homilía, el papa Francisco ha seleccionado una entre las bienaventuranzas que, afirma, “no digo que sea la llave” de todas “sino que nos hace pensar mucho”. Bienaventurados los mansos.
“Pero, Jesús dice de sí mismo: ‘aprended de mí que soy manso de corazón’, que soy humilde y manso de corazón’. La mansedumbre es una forma de ser que nos acerca mucho a Jesús. Sin embargo, la actitud contraria siempre conlleva a la enemistad, las guerras… muchas cosas, muchas cosas feas que suceden. Pero la mansedumbre, la mansedumbre de corazón que no es una tontería, no: es otra cosa. Es la profundidad en el entender la grandeza de Dios, y adoración”, ha finalizado el Pontífice.
 07.06.16




El Papa en Sta. Marta: La oración ilumina la vida cristiana
En la homilía de este martes, el Santo Padre recuerda que la vida del cristiano debe ser sal y luz, para dar a los otros y no para uno mismo
7 junio 2016
 Ciudad del Vaticano).- La pila del cristiano para alumbrar es la oración. Así lo ha indicado el papa Francisco en la misa matutina de este martes en la residencia Santa Marta, en la que ha advertido a los cristianos sobre ser sal insípida. Asimismo, ha añadido que es necesario vencer la tentación de la “espiritualidad del espejo” por la que se está más preocupado de iluminarnos a nosotros mismos que llevar a los otros la luz de la fe.
Luz y sal. De este modo, el Santo Padre ha explicado al comentar el Evangelio del día que Jesús habla siempre “con palabras sencillas, con comparaciones fáciles, para que todos puedan entender el mensaje”. De aquí la definición del cristiano sobre ser luz y sal. Ninguna de las dos cosas es para uno mismo; “la luz es para iluminar a otro; la sal es para dar sabor, conservar a otro”.
Al respecto, el Pontífice se ha preguntado cómo puede un cristiano hacer que no disminuya la sal y la luz, para que no termine el aceite para encender las lámparas. Así, ha explicado que la oración es la pila del cristiano para iluminar. “Tú puedes hacer muchas cosas, muchas obras, también obras de misericordia, tú puedes hacer muchas cosas grandes por la Iglesia –una universidad católica, un colegio, un hospital– y también te harán un monumento como benefactor de la Iglesia, pero si no rezas eso estará un poco oscuro”, ha observado. Cuántas obras se convierten en oscuras, por falta de luz, por falta de oración. Lo que mantiene, lo que da vida a la luz cristiana, lo que ilumina, es la oración, ha advertido.
Del mismo modo ha especificado qué es la oración “de verdad”, “la oración de adoración al Padre, de alabanza a la Trinidad, la oración de acción de gracias, también la oración de pedir las cosas al Señor, la oración del corazón”.  Ese es “el aceite, la pila que da vida a la luz”. En esta misma línea, ha precisado que la sal “no se da sabor a sí misma”.
El Pontífice ha recordado que la sal se convierte en sal cuando se da. “Y esta es otra actitud del cristiano: darse, dar sabor a la vida de los otros, dar sabor muchas cosas con el mensaje del Evangelio. Darse. No conservarse a sí misma. La sal no es para el cristiano, es para darla. La tiene el cristiano para darlo, es sal para darse, pero no es para sí”, ha recordado.
Al respecto ha observado una curiosidad: las dos, sal y luz, son para los otros, no para uno mismo. La luz no se ilumina a sí misma, la sal no da sabor a sí misma.
¿Y hasta cuándo podrán durar la sal y la luz si continuamos dando sin pausa? El papa Francisco ha respondido a esta pregunta afirmando que es ahí donde entra “la fuerza de Dios, porque el cristiano es una sal donada por Dios en el Bautismo”, es “algo que te es dado como regalo y continúa a ser dada como regalo si tú continúas dándola, iluminando y dando. Y no termina nunca”.
A este punto, ha hecho referencia a la Primera Lectura, en la que la viuda de Sarepta, que se fía del profeta Elías y así su harina y aceite no se termina nunca.
Así, el Santo Padre ha dirigido un pensamiento a la vida presente de los cristianos: “Ilumina con tu luz, pero defiéndete de la tentación de iluminarte a ti mismo. Esto es algo feo, es un poco la espiritualidad del espejo: me ilumino a mí mismo. Defiéndete de la tentación de cuidarte a tí mismo. Sé luz para iluminar, sé sal para dar sabor y conservar”.
Por esto ha insistido en que la sal y la luz “no son para sí mismo”, son para dar a los otros “en buenas obras”. El Santo Padre ha exhortado en la homilía a que resplandezca “vuestra luz delante de los hombres” para que “vuestras obras buenas den gloria al Padre que está en los Cielos”. Es decir, “volver a Aquel que te ha dado la luz y te ha dado la sal”.
Al finalizar, el papa Francisco ha deseado que el Señor “nos ayude en este tener siempre cuidado de la luz, no esconderla, dejarla de lado”. Y la sal, “dar la justa, la necesaria, pero darla” porque así crece. Estas –ha concluido– son las buenas obras del cristiano. 
08.06.16




El Papa: ‘Jesús se manifiesta como esposo del Pueblo de Dios’
En la audiencia general de esta semana, Francisco reflexiona sobre el milagro de las bodas de Caná
8 junio 2016

Audiencia general –
Ciudad del Vaticano).- Un grupo de niños ha tenido la suerte esta mañana de acompañar al santo padre Francisco en el papamóvil durante todo el recorrido por la plaza de San Pedro, antes de comenzar la audiencia general de este miércoles. Los pequeños han saludado junto con el papa Francisco a los miles de fieles allí reunidos. Venidos de todos los rincones del mundo, los peregrinos han recibido la llegada del Pontífice con entusiasmo y alegría, agitando sus banderas y carteles con mensajes de cariño y cercanía.
Antes de comenzar la catequesis, el Papa ha saludado a un grupo de parejas que celebra el 50 aniversario de matrimonio: “Eso sí es el vino bueno de la familia”, ha asegurado Francisco. Del mismo modo ha dicho que “el vuestro es un testimonio que los recién casados, a quienes saludaré después y los jóvenes tienen que aprender. Un bonito testimonio, gracias”.
Esta semana, el Santo Padre ha reflexionado sobre las bodas de Caná. En el resumen hecho en español ha recordado que en este primer milagro, “Jesús comienza sus signos, revelando el amor del Padre y la profundidad de su relación con los hombres”. Así, ha indicado que “se manifiesta como esposo del Pueblo de Dios, y nos une a él con una nueva alianza de amor, que nosotros, su familia, tenemos que custodiar y extender a todos”.
El Pontífice ha proseguido indicando que “en este contexto de la alianza, es importante la observación que María hace a Jesús de que falta vino, este es un elemento típico del banquete mesiánico y simboliza la abundancia del banquete y la alegría de la fiesta”. De este –modo ha añadido– Jesús, al convertir el agua de las purificaciones rituales en vino nuevo, realiza un gesto elocuente: transforma la ley de Moisés en Evangelio portador de alegría.
Por otra parte, el Santo Padre ha señalado que María dijo: “Hagan todo lo que él les diga”. Estas palabras “confían una nueva misión a la Iglesia, y configuran el programa de vida del cristiano que se concreta en servir al Señor, escuchando su Palabra y poniéndola en práctica, acercándose siempre a tomar de esta fuente el vino bueno, que nunca deja de brotar del costado traspasado de Cristo”.
A continuación, ha saludado a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Así, ha deseado que “recibiendo del corazón de Jesús la gracia que nos salva, hagamos de nuestra vida cristiana una continua respuesta de amor a Dios, nutriéndonos de su palabra de vida y compartiendo con todos el vino nuevo de la alianza”.
El Santo Padre ha dirigido hoy en la audiencia un saludo especial a la Acción Católica Italiana que hoy lanza la experiencia de oración “Un minuto por la paz”, que culmina con la celebración eucarística en la Basílica del Santo Espíritu en Sassia.
Para finalizar, ha exhortado  a los jóvenes, los enfermos y los recién casados a “rezar con particular intensidad a los Sagrados Corazones de Jesús y María para que nos enseñen a amar con plena devoción a Dios y el prójimo”.
Catequesis del Papa en la audiencia del miércoles 8 de junio de 2016
En las bodas de Caná, Jesús cumple un signo elocuente: transforma la Ley de Moisés en Evangelio, portador de alegría

 Texto completo de la catequesis
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Antes de comenzar la catequesis quisiera saludar a un grupo de parejas que celebran el 50º aniversario de matrimonio. Eso sí que es el vino bueno de la familia. El vuestro es un testimonio que tiene que aprender los recién casados y los jóvenes a quienes saludaré después. Un bonito testimonio, gracias por vuestro testimonio. 
Después de haber comentado algunas parábolas de la misericordia, hoy nos detenemos en el primer milagro de Jesús, que el evangelista Juan llama ‘signos’, porque Jesús no los hizo para suscitar maravilla, sino para revelar el amor del Padre. El primero de estos signos prodigiosos es contado precisamente por Juan (2, 1-11) y se cumple en Caná de Galilea. Se trata de una especie de “puerta de ingreso”, en la que están talladas palabras y expresiones que iluminan todo el misterio de Cristo y abren el corazón de los discípulos a la fe. Veamos algunas.
En la introducción encontramos la expresión “Jesús con sus discípulos” (v. 2). Aquellos a los que Jesús ha llamado a seguirlo, les ha unido a sí en una comunidad y ahora como una única familia, están todos invitados a la boda.
Comenzando su ministerio público en las bodas de Caná, Jesús se manifiesta como el esposo del Pueblo de Dios, anunciado por los profetas y nos revela la profundidad de las relaciones que nos une a Él: es una nueva Alianza de amor.
¿Qué hay en el fundamento de nuestra fe? Un acto de misericordia con la que Jesús nos ha unido a Él. Y la vida cristiana es la respuesta y este amor es como la historia de dos enamorados. Dios y el hombres se encuentran, se buscan, se encuentran, se celebran y se aman: precisamente como el amado y la amada en el Cantar de los Cantares. Todo lo demás viene como consecuencia de esta relación. La Iglesia es la familia de Jesús en la que se vierte su amor; es este el amor que la Iglesia cuida y quiere dar a todos.
En el contexto de la Alianza se comprende también la observación de la Virgen: “No tienen vino” (v. 3). ¿Cómo es posible celebrar las bodas y hacer fiesta si falta lo que los profetas indicaban como un elemento típico del banquete mesiánico? (cfr Am 9,13-14; Gl 2,24; Is 25,6). El agua es necesaria para vivir, pero el vino expresa la abundancia del banquete y la alegría de la fiesta.
¡Una fiesta de boda donde falta el vino hace sentir vergüenza a los recién casados, imaginen terminar la fiesta de la boda bebiendo té! Sería una vergüenza. El vino es necesario para la fiesta. Transformando en vino el agua de la ánforas utilizadas “para la purificación ritual de los judíos” (v. 6), Jesús cumple un signo elocuente: transforma la Ley de Moisés en Evangelio, portador de alegría. Como dice en otra parte el mismo Juan: “porque la Ley fue dada por medio de Moisés,  pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo” (1,17).
Las palabras que María dirige a los sirvientes coronan el cuadro esponsal de Caná: “Haced lo que él os diga” (v. 5). Es curioso, son sus últimas palabras transmitidas por los Evangelios: son su herencia entregada a todos nosotros. También hoy la Virgen nos dice, ‘haced lo que Jesús os diga’.
¡Esta es la herencia que nos ha dejado y es bonito! Se trata de una expresión que reclama la fórmula de fe utilizada por el pueblo de Israel al Sinaí en respuesta a las promesas de la alianza: “Lo que el Señor ha dicho, lo haremos” (Es 19,8). Y en efecto en Caná los sirvientes obedecen. “Jesús dijo a los sirvientes: ‘Llenen de agua estas tinajas’. Y las llenaron hasta el borde. Saquen ahora, agregó Jesús y lleven al encargado del banquete. Así lo hicieron” (vv. 7-8).
En esta boda, realmente viene estipulada una Nueva Alianza y a los sirvientes del Señor, es decir a toda la Iglesia, se le confía una nueva misión: “¡Haced lo que él os diga!”. Servir al Señor significa escuchar y poner en práctica su Palabra. Es la recomendación sencilla pero esencial de la Madre de Jesús y es el programa de vida del cristiano.
Para cada uno de nosotros, recibir de la ánfora equivale a encomendarse a la Palabra de Dios para experimentar su eficacia en la vida. Entonces, junto al jefe del banquete que ha probado el agua que se convierte en vino, también nosotros podemos exclamar: “Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento” (v. 10). Sí, el Señor continúa reservando el vino bueno para nuestra salvación, así como continúa brotando del costando traspasado del Señor.
La conclusión del pasaje suena como una sentencia:“Este fue el primero de los signos de Jesús y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él” (v. 11). Las bodas de Caná son mucho más que la simple historia del primer milagro de Jesús. Como un tesoro, Él custodia el secreto de su persona y la finalidad de su venida: el esperado Esposo comienza en las bodas que se cumplen en el Misterio pascual. En esta boda Jesús une a sí a sus discípulos con una Alianza nueva y definitiva. En Caná los discípulos de Jesús se convierten en su familia y nace la fe de la Iglesia. Todos nosotros estamos invitados a esa boda, ¡porque el vino nuevo no se puede perder!
 09.06.16



Francisco recuerda a los médicos que ‘la compasión no es lástima, es padecer-con’
El Santo Padre, en su discurso a las órdenes de médicos de España y América Latina, asegura que no se puede ceder a la “tentación funcionalista” de aplicar “soluciones rápidas y drásticas”
9 junio 2016
 Ciudad del Vaticano).- La compasión es la respuesta adecuada al valor inmenso de la persona enferma, una respuesta hecha de respeto, comprensión y ternura, porque el valor sagrado de la vida del enfermo no desaparece ni se oscurece nunca, sino que brilla con más resplandor precisamente en su sufrimiento y en su desvalimiento.
Así lo ha asegurado el papa Francisco en su discurso, esta mañana en el Vaticano, a los dirigentes de las órdenes de médicos de España y América Latina, precisando que la compasión es de alguna manera el alma misma de la medicina. “La compasión no es lástima, es padecer-con”, ha añadido.
El Santo Padre ha aseverado que no se no se puede ceder a la “tentación funcionalista” de aplicar “soluciones rápidas y drásticas”, movidos por una falsa compasión o por meros criterios de eficiencia y ahorro económico. Está en juego –ha señalado– la dignidad de la vida humana; está en juego la dignidad de la vocación médica.
El Jubileo de la Misericordia –ha precisado Francisco– es una buena ocasión para manifestar reconocimiento y gratitud a todos los profesionales de la sanidad que, con su dedicación, cercanía y profesionalidad a las personas que padecen una enfermedad, “pueden convertirse en verdadera personificación de la misericordia”.
De este modo, ha asegurado que la identidad y el compromiso del médico no sólo se apoya en su ciencia y competencia técnica, sino “principalmente en su actitud compasiva y misericordiosa hacia los que sufren en el cuerpo y en el espíritu”.
Por otro lado ha advertido de que en nuestra cultura tecnológica e individualista, la compasión no siempre es bien vista. En ocasiones — ha indicado el Pontífice– hasta se la desprecia porque significa someter a la persona que la recibe a una humillación. E incluso “no faltan quienes se escudan en una supuesta compasión para justificar y aprobar la muerte de un enfermo”, ha señalado el Santo Padre.
En esta línea, ha querido subrayar que “la verdadera compasión no margina a nadie, ni la humilla, ni la excluye, ni mucho menos considera como algo bueno su desaparición”. Por ello, Francisco ha confesado que le gusta bendecir las manos de los médicos “como signo de reconocimiento a esa compasión que se hace caricia de salud”.
Por ello invitó a rechazar “el triunfo del egoísmo” y de la “cultura del descarte” que “desprecia a las personas que no responden a determinados cánones de salud, belleza o utilidad. Y en cambio a seguir el ejemplo del buen samaritano.
Prosiguiendo su discurso, el Papa ha recordado que “la salud es uno de los dones más preciados y deseados por todos”.
En la tradición bíblica –ha indicado– siempre se ha puesto de manifiesto la cercanía entre la salvación y la salud, así como sus mutuas y numerosas implicaciones. De este modo, el Santo Padre ha contado que le gusta recordar ese título con el que los padres de la Iglesia solían denominar a Cristo y a su obra de salvación: Christus medicus. “Él es el Buen Pastor que cuida a la oveja herida y conforta a la enferma”, ha señalado.
Finalmente, el Santo Padre ha advertido de que la fragilidad, el dolor y la enfermedad son una dura prueba para todos, también para el personal médico, “son un llamado a la paciencia, al padecer-con”.  
10.06.16




El Papa en Sta. Marta: El cristiano debe estar ‘de pie’, ‘en silencio’ y ‘en salida’
En la homilía de este viernes, el Santo Padre asegura que para encontrar al Señor, debemos dentro de nosotros mismos escuchar el ‘hilo de un silencio sonoro’, para después llevarlo a los otros
10 junio 2016
 Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha asegurado que la vida del cristiano se puede resumir en tres actitudes: estar “de pie” para acoger a Dios, en paciente “silencio” para escuchar la voz, “en salida” para anunciarlo a otros. Así lo ha indicado en la homilía de este viernes en la misa celebrada en Santa Marta.
Además, ha advertido de que puedes ser un pecador arrepentido que ha decidido comenzar de nuevo con Dios o también un pre elegido que ha consagrado la vida a Él. En cualquier caso “te puede asaltar el miedo de no conseguirlo, puedes entrar en un estado de depresión cuando la fe se vuelve borrosa”. Así, el Papa ha evocado la situación del hijo pródigo, deprimido mientras mira hambriento a los cerdos, pero sobre todo se ha concentrado en el personaje de la liturgia del día, el profeta Elías.
Un “vencedor” que “ha luchado mucho por la fe”, ha derrotado a cientos de idólatras en el Monte Carmelo, ha recordado el Santo Padre. Y cuando está bajo un árbol esperando morir, Dios no le deja en ese estado de postración, sino que le envía un ángel con un imperativo: levántate, come, sal.
Al respecto, el papa Francisco ha indicado que “para encontrar a Dios es necesario volver a la situación en la cual el hombre estaba en el momento de la creación: de pie y en camino”. Así  es como nos ha creado Dios: a su altura, a su imagen y semejanza y en camino.
Salir, escuchar a Dios. “¿Cómo puedo encontrar al Señor para estar seguro de que es Él?”, se ha preguntado el Pontífice. El pasaje del Libro de los Reyes es elocuente. Así, el Santo Padre ha recordado que Elías es enviado por el ángel a salir de la cueva del Monte Horeb donde ha encontrado refugio para estar en la “presencia” de Dios.
Sin embargo, para inducirle a salir no sirve ni el viento “poderoso y fuerte” que divide las rocas, ni el terremoto que le sigue, y tampoco el fuego sucesivo, ha precisado Francisco.  Al respecto ha observado que tanto alboroto, tanta majestuosidad, tanto movimiento y el Señor no estaba allí. Y después del fuego, llega el susurro de una brisa ligera, “el hilo de un silencio sonoro”. Allí estaba el Señor, ha asegurado Francisco. “Para encontrar al Señor, es necesario entrar en nosotros mismos y escuchar ese ‘hilo de un silencio sonoro’ y Él que nos habla allí”, ha añadido.
A continuación, el Santo Padre ha observado que la tercera petición del ángel a Elías es: “sal”. En esta línea, ha especificado que el profeta es enviado a volver sobre sus pasos, hacia el desierto, porque le es confiado un encargo para cumplir. Así, ha subrayado el Papa, se toma el estímulo para “estar en camino, no cerrado, no dentro de nuestro egoísmo de nuestra comodidad” sino “valientes” en el “llevar a los otros el mensaje del Señor”, es decir de ir en “misión”.
El Santo Padre ha asegurado que “debemos siempre buscar al Señor” porque todos sabemos “cómo son los momentos difíciles”. Y aquí es el Señor el que “viene, nos restaura con el pan y con su fuerza y nos dice: ‘levántate y ve adelante’”.
Finalmente, el papa Francisco ha asegurado que para encontrar al Señor debemos estar así: en pie y en camino. Después, “esperar a que Él nos hable: corazón abierto”. Y Él nos dirá: ‘soy yo’ y allí la fe se hará fuerte. La fe –ha concluido– no es para mí, es para ir y darla a los otros, para ungir a los otros, para la misión. 
11.06.16




Francisco critica la discriminación a las personas con discapacidad en algunas parroquias
El Papa, en la audiencia con los participantes de un Congreso para personas con discapacidad, recuerda que las diferencias son la riqueza y nos hacen crecer
11 junio 2016
Ciudad del Vaticano).- Los sacerdotes necesitan más “apostolado de la oreja”. Lo ha indicado el papa Francisco a los participantes del Congreso promovido por el sector para la catequesis de las personas discapacitadas de la oficina de catequesis nacional italiana en ocasión del 25ª aniversario de su institución. Además, ha criticado la discriminación que las personas con discapacidad sufren en algunas parroquias.
Siguiendo su idea de que “leer discurso es aburrido”, el Santo Padre ha preferido dejar de lado el texto que llevaba escrito y responder a las preguntas que le habían hecho, improvisando, en el Aula Pablo VI ante una multitud entusiasmada y alegre. 
En primer lugar, el Papa ha asegurado que “todos somos diferentes” y que “no hay uno que sea igual que otro”. Respondiendo a la primera pregunta que le ha hecho una de las participantes, el Santo Padre ha indicado que las diferencias nos dan miedo porque “ir al encuentro de una persona que tiene una diferencia grave es un desafío”. Es más cómodo –ha observado– no moverse, ignorar las diferencias. De este modo, el Papa ha precisado que “las diferencias son la riqueza” porque “yo tengo una cosa, y tú otra, y así hacemos algo grande”.
Asimismo, el Pontífice ha asegurado que un mundo donde todos fuéramos iguales “sería un mundo aburrido”. Además, ha reconocido que hay diferencias que son dolorosas pero también esas “nos ayudan”, “nos desafían” y “nos enriquecen”. Por eso ha invitado a no tener miedo nunca. Y para hacer este camino es necesario poner en común lo que tenemos.
Al respecto, el Santo Padre ha señalado un gesto muy bonito que tenemos las personas: el apretón de manos. Es un gesto muy profundo porque “pongo en común lo que tengo contigo”, “te doy lo mío y tú lo tuyo”. Y es que, tal y como ha precisado, “las diferencias son un desafío pero nos hacen crecer”.
La segunda pregunta, ha observado Francisco, le ha puesto en “dificultad”, porque tenía que explicar la discriminación que las personas con discapacidad sufren en algunas parroquias. Al respecto ha aseverado que la discriminación es una de las cosas más feas que hay entre nosotros. Y ¿qué tiene que hacer un párroco que no acepta a todos? “¡Convertirse!”, ha exclamado.
Del mismo modo ha explicado que si una persona quiere hacer la comunión tiene que tener una preparación, y si no entiende el lenguaje, por ejemplo porque es sordo, tiene que tener la posibilidad en esa parroquia de prepararse con el lenguaje de sordos. El Papa ha asegurado que la persona a la que le funcionan bien los cinco sentido no significa que sea mejor. “Si tú eres diferente, también tienes la posibilidad de ser el mejor”, ha aseverado.
En esta misma línea ha recordado las críticas que recibió el papa Pío X cuando decidió que había que dar la comunión a los niños. Muchos se escandalizaron porque creían que un niño “no entiende”. Y este Papa hizo “de una diversidad una igualdad”. Porque sabía –ha precisado– que el niño entiende, de otro modo, y cuando hay diferencias entre nosotros se entiende de otra forma.
Mientras recordaba que “cada uno de nosotros tiene un modo de conocer las cosas que es distinto” una niña con síndrome de down que se encontraba en primera fila, ha subido al escenario donde estaba sentado el Papa. Y así, Francisco ha aprovechado el gesto para asegurar que esta niña “no tiene miedo”, “corre el riesgo” y “sabe que las diferencias son una riqueza”. Nos ha dado una lección, ha indicado. Y por eso “nunca será discriminada, se sabe defender sola”, ha observado.
Por último ha respondido a la pregunta de un sacerdote sobre cómo acoger a todos.  El consejo que ha dado el Papa a un sacerdote que no sabe acoger a todos es “cierra la puerta de la parroquia, o todos o nadie”. Y si el sacerdote dice que “yo entiendo a todos pero no puedo acoger a todos, porque no todos pueden entender”, la respuesta que le da el Papa es que “eres tú que no eres capaz de entender”.
Asimismo, reconociendo la gran labor en la pastoral que hace la Iglesia, el Santo Padre ha precisado que a muchos sacerdotes les falta más “apostolado de la oreja”, es decir, “escuchar”. Aunque el sacerdote diga que “es aburrido porque son siempre las mismas historias, las mismas cosas”, el papa Francisco ha recordado que “no son las mismas personas” y que “el Señor está en el corazón de cada uno”. Por eso, ha concluido el Pontífice, “tienes que tener la paciencia de escuchar a todos”.
 12.06.16



El Papa advierte sobre la sociedad en la que ‘lo imperfecto debe ser ocultado’
En la homilía de la misa del Jubileo de los enfermos y personas con discapacidad, el Santo Padre recuerda que Jesús es el médico que cura con la medicina del amor, porque toma sobre sí nuestro sufrimiento y lo redime
12 junio 2016
 Ciudad del Vaticano).- El mundo no será mejor cuando este compuesto solamente por personas aparentemente perfectas, sino cuando crezca la solidaridad entre los seres humanos, la aceptación y el respeto mutuo. Así lo ha asegurado esta mañana el papa Francisco en la homilía de la misa celebrada en la plaza de San Pedro, con ocasión del Jubileo de los enfermos y personas con discapacidad.
La celebración eucarística ha sido interpretada en lenguaje de signos. La primera lectura ha sido leída por un joven español con discapacidad y la segunda lectura en braille por una joven ciega. Además Evangelio, ha sido representado para la mejor comprensión de las personas con discapacidad intelectual.
Ante una gran multitud, el Pontífice ha explicado que la naturaleza humana, herida por el pecado, lleva inscrita en sí la realidad del límite. Asimismo, conocemos la objeción que, se plantea “ante una existencia marcada por grandes limitaciones físicas”. De este modo ha observado que “se considera que una persona enferma o discapacitada no puede ser feliz, porque es incapaz de realizar el estilo de vida impuesto por la cultura del placer y de la diversión”. El Santo Padre ha advertido de que en esta época en la que el cuidado del cuerpo se ha convertido en un mito de masas y un negocio, “lo que es imperfecto debe ser ocultado, porque va en contra de la felicidad y de la tranquilidad de los privilegiados y pone en crisis el modelo imperante”. Es mejor –ha añadido– tener a estas personas separadas, en algún recinto o en las reservas del pietismo y del asistencialismo, “para que no obstaculicen el ritmo de un falso bienestar”. Y ha dado un paso más, asegurando que incluso en algunos casos se considera que es mejor deshacerse cuanto antes, “porque son una carga económica insostenible en tiempos de crisis”. Por eso ha condenado con qué falsedad vive el hombre de hoy “al cerrar los ojos ante la enfermedad y la discapacidad”. No comprende –ha asegurado Francisco– el verdadero sentido de la vida, que incluye también la aceptación del sufrimiento y de la limitación.
El papa Francisco ha recordado que todos, tarde o temprano, estamos llamados a enfrentarnos, y a veces a combatir, con la fragilidad y la enfermedad nuestra y la de los demás. Y esta experiencia tan típica y dramáticamente humana –ha indicado– asume una gran variedad de rostros.
De este modo, ha precisado que la enfermedad nos plantea de manera aguda y urgente la pregunta por el sentido de la existencia. Se puede dar una actitud cínica, como si todo se pudiera resolver contando sólo con las propias fuerzas. Otras veces, se pone toda la confianza en los descubrimientos de la ciencia, pensando que ciertamente en alguna parte del mundo existe una medicina capaz de curar la enfermedad, ha observado el papa Francisco.
Haciendo referencia a la lectura del Evangelio, en el que la mujer pecadora es juzgada y marginada, el Papa ha precisado que esta es la conclusión de Jesús, “atento al sufrimiento y al llanto de aquella persona”. Y su ternura –ha recordado el Santo Padre– es signo del amor que Dios reserva para los que sufren y son excluidos.
Al respecto, ha aseverado que una de las patologías más frecuentes son las que afectan al espíritu. “Es un sufrimiento que afecta al animo y hace que esté triste porque está privado de amor”, ha indicado.
Por otro lado, ha reconocido que la felicidad que cada uno desea puede tener muchos rostros, pero sólo puede alcanzarse si somos capaces de amar. “Es siempre una cuestión de amor, no hay otro camino”, ha añadido. Así ha observado cuántas personas discapacitadas y que sufren se abren de nuevo a la vida apenas sienten que son amadas. Y cuánto amor puede brotar de un corazón aunque sea sólo a causa de una sonrisa.
A continuación, el Papa ha asegurado que “Jesús es el médico que cura con la medicina del amor, porque toma sobre sí nuestro sufrimiento y lo redime”. Nosotros sabemos que Dios –ha añadido– comprende nuestra enfermedad, porque él mismo la ha experimentado en primera persona.
Para concluir la homilía, el Santo Padre ha explicado que el modo en que vivimos la enfermedad y la discapacidad “es signo del amor que estamos dispuestos a ofrecer”. El modo en que afrontamos el sufrimiento y la limitación “es el criterio de nuestra libertad de dar sentido a las experiencias de la vida, aun cuando nos parezcan absurdas e inmerecidas”. De este modo, ha invitado a no dejarse turbar y a saber que en la debilidad podemos ser fuertes.
13.06.16