Francisco en el
ángelus recuerda 'a los prófugos por los caminos de Europa'
Texto
completo. Saluda también a los peruanos de la procesión del Señor de los
Milagros presentes en la Plaza de San Pedro
Después de la misa con la que el papa Francisco
concluyó la XIV Asamblea general ordinaria del sínodo de los obispos sobre el
tema: 'La vocación y la misión de la familia en la Iglesia en el mundo
contemporáneo', al medio día el Santo Padre rezó la oración del ángelus.
Lo hizo desde la ventana de su estudio que da hacia la
plaza de San Pedro, realmente repleta de fieles y peregrinos.
A
continuación las palabras del Papa:
¡«Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Esta mañana con la santa misa concluida en la basílica
de San Pedro ha concluido la Asamblea general ordinaria del los obispos sobre
la familia. Invito a todos a dar gracias a Dios por estas tres semanas de
trabajo intenso, animado por la oración y por un espíritu de verdadera
comunión. Ha sido fatigoso, pero un verdadero don de Dios, que dará seguramente
muchos frutos.
La palabra 'sínodo' significa 'caminar juntos'. Es la
que hemos vivido y ha sido la experiencia de la Iglesia en camino, en camino
especialmente con las familias del pueblo santo de Dios esparcido en todo el
mundo.
Por eso me ha impresionado la Palabra de Dios que hoy
nos encuentra en la profecía de Jeremías: 'Yo los hago venir del país
del Norte y los reuno desde los extremos de la tierra; hay entre ellos ciegos y
liciados, mujeres embarazadas y parturientas: ¡es una gran asamblea la que vuelve
aquí!'
Y el profeta añade: 'Habían partido llorando, pero yo
los traigo llenos de consuelo; los conduciré a los torrentes de agua por un
camino llano, donde ellos no tropezarán. Porque yo soy un padre para Israel'.
Esta palabra de Dios nos dice que el primero que
quiere caminar con nosotros, que quiere hacer 'sínodo' con nosotros es
justamente Él, nuestro Padre.
Su 'sueño' desde siempre y para siempre es el de
formar un pueblo, reunirlo, guiarlo hacia la tierra de la libertad y de la paz.
Y este pueblo está hecho de familias: están la 'mujer en cinta y la que da a
luz', es un pueblo que mientras camina va adelante con la vida, con la
bendición de Dios.
Es un pueblo que no excluye a los pobres y a los que
están en desventaja, más aún, los incluye. Dice el profeta: 'entre ellos
está el ciego y el cojo', dice el Señor.
Es una familia de familias en las cuales quien fatiga
no se siente marginado, dejado atrás, sino que logra llevar el paso con los
otros, porque este pueblo camina con el paso de los últimos; como se hace en
las familias, como nos enseña el Señor, que se ha hecho pobre con los pobres,
pequeño con los pequeños, últimos con los últimos. No lo ha hecho para excluir
a los ricos, a los grandes y a los primeros, sino porque éste es el único modo
de salvarlos también a ellos, para salvar a todos. Ir con los últimos, con los
excluidos y con los últimos.
Les confieso que esta profecía del pueblo en camino la
he confrontado también con las imágenes de los prófugos en marcha por los
caminos de Europa, una realidad dramática de nuestros días. También a ellos
Dios les dice: 'Partieron en el llanto, yo los haré regresar en medio de
consolaciones'. También estas familias que sufren, desplazadas de sus tierras,
estuvieron presentes con nosotros en el Sínodo, en nuestra oración y en nuestro
trabajo, a través de la voz de algunos de sus Pastores presentes en la
asamblea.
Estas personas que buscan dignidad, estas familias que
buscan paz están aún con nosotros, la Iglesia no las abandona porque son parte
del pueblo que Dios quiere liberar de la esclavitud y guiar a la libertad.
Por lo tanto en esta palabra de Dios, se refleja
sea la experiencia sinodal que hemos vivido, sea el drama de los prófugos
en marcha por los caminos de Europa. El Señor por intercesión de la Virgen
María nos ayude también a seguir las en estilo de fraterna comunión».
El papa Reza
el ángelus y después dice:
«Queridos hermanos y hermanas, saludo a los fieles
romanos y a los peregrinos de diversos países. En particular a la Hermandad del
Señor de los Milagros de Roma. ¡Cuantos peruanos están en casa! Que
con tanta devoción ha traído en procesión la Imagen venerada en Lima, Perú, y
en donde hay emigrantes peruanos. Gracias por este testimonio.
Saludo a los peregrinos de la “Musikverein
Manhartsberg” que vienen de la diócesis de Viena, y a la orquesta de
Landwehr de Friburgo (Suiza), están allí, que ayer ha realizado un concierto de
beneficencia.
Saludo a la Asociación Voluntarios Hospedantes de 'San
Juan' de Lagonegro; al grupo de la Diócesis de Oppidio Mamertina-Palmi.
Les deseo a todos un buen domingo, y les pido
especialmente que no se olviden de rezar por mi». Y concluyó con el «Buon
pranzo e arrivederci».
26.10.15
26.10.15
El Papa invita a
erradicar los prejuicios seculares hacia los gitanos
Gitanos de todo el mundo han peregrinado a Roma. El
Santo Padre les pide que sigan el ejemplo del beato Ceferino y les
recuerda la importancia de la escolarización de sus hijos
Ciudad del Vaticano, 26 de octubre de 2015 (ZENIT.org)
El papa Francisco ha manifestado su deseo de
que inicie una nueva historia para el pueblo gitano. “¡Ha
llegado el tiempo de erradicar prejuicios seculares, preconceptos y
desconfianzas recíprocas que a menudo son la base de la discriminación, del
racismo y de la xenofobia!”, ha exclamado en el encuentro con los siete mil
participantes de la peregrinación mundial del pueblo gitano. Este evento ha
sido organizado por el Pontificio Consejo de la Pastoral para los Migrantes y
los Itinerantes para conmemorar el 50º aniversario de la histórica visita del
beato Pablo VI en el campo nómada de Pomezia.
Asimismo, el Santo Padre ha asegurado que los niños
son “vuestro tesoro precioso”. Y ha explicado que “vuestra cultura hoy
está en fase de cambio, el desarrollo tecnológico hace a vuestros chavales cada
vez más conscientes de la propias potencialidades y de su dignidad, y ellos
mismos sienten la necesidad de trabajar para la promoción humana personal y de
vuestro pueblo”. Esto exige --ha observado-- que se les asegure la
escolarización.
A propósito, Francisco ha pedido que no les impidan ir
a la escuela. “Es importante que el impulso hacia una mayor formación surja de
la familia, de los padres, de los abuelos; es tarea de los adultos asegurarse
de que los chicos asistan a la escuela”, ha subrayado. Del mismo modo, ha recordado
que “el acceso a la instrucción permite a vuestros jóvenes convertirse en
ciudadanos activos, participar en la vida política, social y económica en los
respectivos países”.
El Papa ha precisado en su discurso que “un signo fuerte
de fe y crecimiento espiritual de vuestras etnias es el número creciente
de vocaciones sacerdotales, diaconales y de vida consagrada”.
A los consagrados, les ha recordado que sus hermanos y
hermanas “miran con confianza y con esperanza el papel que realizáis y
por todo lo que podéis hacer en el proceso de reconciliación dentro de la
sociedad y de la Iglesia”. Vosotros sois --ha asegurado-- un trámite entre dos
culturas y, por eso, se os pide que seáis siempre testimonios de transparencia
evangélica para favorecer el nacimiento, el crecimiento y el cuidado de nuevas
vocaciones. Por eso les ha pedido que acompañen no solo en el camino
espiritual, “sino también en la cotidianidad de vida con todas sus fatigas,
alegrías y preocupaciones”.
Francisco ha asegurado que ha conocido las
dificultades del pueblo gitano visitando algunas parroquias romanas, en las
periferias de la ciudad, donde ha podido escuchar sus problemas, inquietudes y
ha constatado que interpelan no solamente a la Iglesia, sino también a las
autoridades locales. “He podido ver las condiciones precarias en las que viven
muchos de vosotros, debido al descuido y la falta de trabajo y los medios
necesarios para subsistir”, ha observado. Del mismo modo, ha indicado que esto
contrasta con el derecho de toda persona a una vida digna, a un trabajo digno,
a la formación y a la asistencia sanitaria.
A propósito, el Papa ha asegurado que “el orden moral
y el social imponen que cada ser humano puede gozar de los derechos
fundamentales y deba responder a los propios deberes”. Y sobre esta base --ha
precisado-- es posible construir una convivencia pacífica, en la que las
distintas culturas y tradiciones cuiden los respectivos valores en una actitud
no cerrada y en contraposición, sino de diálogo e integración. Por eso ha
asegurado que “no queremos ver más tragedias familiares en las que los niños
mueren de frío o entre las llamas, o se convierten en objetos en manos de
personas depravadas, los jóvenes y las mujeres se ven envueltos en el tráfico
de droga o de seres humanos”.
El Pontífice ha asegurado que nadie se debe sentir
aislado y nadie está autorizado a pisotear la dignidad y los derechos de los
otros. “Es el espíritu de la misericordia que nos llama a luchar para que se
garanticen todos estos valores”, ha asegurado.
Por otro lado, les ha invitado a seguir el ejemplo del
beato gitano Ceferino Giménez Malla, “que se distinguió por sus virtudes,
por la humildad y honestidad, y por la gran devoción a la Virgen”.
Asimismo, el Pontífice ha pedido a los presentes que
no den a los medios de comunicación y a la opinión pública “ocasiones para
hablar mal de vosotros”. Vosotros sois --ha indicado-- protagonistas de vuestro
presente y de vuestro futuro. Y ha añadido que “podéis contribuir al bienestar
y al progreso de la sociedad respetando las leyes, cumpliendo vuestros deberes
e integrándoos a través de la emancipación de las nuevas generaciones”.
Finalmente, el Santo Padre ha afirmado que a las
instituciones civiles se les pide el compromiso de garantizar recorridos
formativos adecuados para los jóvenes gitanos, dando la posibilidad también a
las familias que viven en condiciones más desfavorecidas para que ofrezcan una
adecuada inserción escolar y laboral. El proceso de integración --ha
asegurado-- pone a la sociedad el desafío de conocer la cultura, la historia y
los valores de la población gitana.
27.10.15
El Papa: la 'Pastor Bonus' sigue vigente durante
el periodo de reforma de la Curia
El Pontífice en una carta al
secretario de Estado pide que los dicasterios y oficinas del
Vaticano sigan los reglamentos en vigor hasta que concluya la reforma
de la Curia Romana
Ciudad del Vaticano, 27 de octubre de 2015 (ZENIT.org) Rocío Lancho García | 818 hits
El santo padre Francisco ha recordado en una carta
publicada este martes, que en este periodo de reforma de la Curia Romana
no se está viviendo un tiempo de “vacío legal”. Y mientras este trabajo se
está realizando según el programa establecido “debo señalar que algunos
problemas han surgido internamente, los cuales tengo intención de resolver con
prontitud”, asegura el papa Francisco en una carta publicada este martes y
dirigida al secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin.
El Pontífice siguiendo el pedido de las congregaciones
generales antes del Cónclave que le eligió, inició este proceso de cambio
junto con el Consejo de cardenales que instituyó el 28 de septiembre de
2013. La Pastor Bonus es el 'reglamento' que establece los
dicasterios e instituciones del Vaticano y su funcionamiento. Fue promulgada el
28 de junio de 1988, por san Juan Pablo II, y la última reorganización de la
Curia Romana.
Así el santo padre Francisco reitera en primer
lugar, que el presente periodo de transición no es tiempo de vacatio
legis. Por lo tanto, “confirmo que están aún plenamente en vigor la
Constitución Apostólica Pastor bonus, con las sucesivas modificaciones
que se han aportado, y el Reglamento General de la Curia Romana”.
Del mismo modo, asegura que “el cumplimiento de las
normas comunes es necesario tanto para garantizar el desarrollo ordenado del
trabajo en la Curia Romana y en las Instituciones unidas a la Santa Sede, como
para para asegurar un trato igualitario, también económico, a todos los colaboradores
y las colaboradores".
Por ello, el Papa dispone que se cumpla
escrupulosamente lo establecido en los mencionados documentos, así como en Reglamento
para el personal dirigente laico de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del
Vaticano y en el Reglamento de la Comisión independiente de valoración
para la contratación de personal laico ante la Sede Apostólica.
En la carta, el Pontífice indica que como consecuencia
de ésto, también las contrataciones y los traslados del personal deberán ser
efectuados en los límites de lo establecido, y con ningún otro criterio,
"con la autorización de la Secretaría de Estado y en el cumplimiento de
los procedimientos prescritos, incluida la referencia a los parámetros
establecidos para las compensaciones”.
Y todo esto vale también para la Gobernación del
Estado de la Ciudad del Vaticano y las Instituciones dependiente de la Sede
Apostólica, aunque no se indique expresamente en la Constitución
Apostólica Pastor Bonus. Sí se exceptúa el Instituto para las Obras de
Religión.
Finalmente, el Santo Padre le pide al secretario de
Estado que comunique esto a todos los superiores de los dicasterios, de las
oficinas y de los organismos de la Curia, como también a las comisiones, los
comités y las instituciones vinculadas, así como a la Gobernación.
28.10.15
Por ello, tras el habitual recorrido del Santo Padre por la plaza de san Pedro y antes de la catequesis, han tomado la palabra el cardenal Jean Luis Tauran, presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso y el cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.
El Papa: continuar con
el diálogo interreligioso abierto y respetuoso es de vital importancia
Francisco la dedica al
50º aniversario de declaración conciliar Nostra Aetate.
"El Señor desea que todos los hombres se reconozcan hermanos y
formen la gran familia humana
Ciudad del Vaticano, 28 de octubre
de 2015 (ZENIT.org)
Rocío Lancho García
La audiencia general de esta semana ha sido dedicada
al diálogo interreligiosa, conmemorando los 50 años de la declaración
conciliar Nostra Aetate, sobre las relaciones de la Iglesia
católica con las religiones no cristianas.
Por ello, tras el habitual recorrido del Santo Padre por la plaza de san Pedro y antes de la catequesis, han tomado la palabra el cardenal Jean Luis Tauran, presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso y el cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.
Estaban presentes en la plaza los participantes del
Congreso Internacional sobre la Nostra Aetate que se está celebrando en
Roma, en la Pontificia Universidad Gregoriana y representantes de
varias religiones.
El purpurado francés ha dado al Papa las gracias “por
su luminoso testimonio que nos anima a seguir sobre el camino del diálogo
interreligioso, yendo al encuentro con los otros creyentes con una clara
conciencia de nuestra identidad, pero con un espíritu de gran respeto, estima y
amistad, listos para trabajar juntos con quien reza y piensa de manera
diferente a la nuestra”. También le ha agradecido “sus incesantes e incansables
invitaciones, dirigidas a nosotros creyentes y a todos los hombres y mujeres de
buena voluntad, a trabajar por la paz en el mundo eliminando las injusticias y
las desigualdades, y a cuidar nuestra casa común”.
Por su parte, el cardenal Koch ha asegurado que en
nuestros días, en un momento en el que surgen lamentablemente nuevas oleadas de
antisemitismo, “usted, Santo Padre, recuerda incesantemente a los cristianos
que es imposible ser al mismo tiempo cristiano y antisemita”. Por eso, ha
querido darle las gracias por su “mensaje inequívoco y por la benevolencia que
siempre ha mostrado hacia nuestros hermanos y hermanas judíos”.
En el resumen hecho de su catequesis en español, el
Santo Padre ha dado la bienvenida y ha agradecido "a todas las
personas y grupos de diversas religiones presentes en este encuentro para
recordar juntos el 50 aniversario de la Declaración del Concilio Vaticano II Nostra
aetate sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no
cristianas”.
Con este importante documento --ha observado el Papa--
la Iglesia manifestaba su aprecio y estima por los creyentes de todas las
religiones y todo lo que de bueno y de hermoso hay en ellas.
Del mismo modo, ha precisado que “en estos últimos
años han sido numerosas las iniciativas, las relaciones institucionales o
personales con las religiones no cristianas, encaminadas a promover la amistad
y la unión entre los hombres”. El Señor desea --ha afirmado Francisco-- que
todos los hombres se reconozcan hermanos y vivan como tales, formando la gran
familia humana en la armonía de la diversidad.
El Papa ha explicado que “el mundo nos mira a
nosotros los creyentes, nos llama a colaborar entre nosotros y con los hombres
y las mujeres de buena voluntad que no profesan alguna religión”. Por eso, ha
asegurado que “es importante continuar con un diálogo interreligioso abierto y
respetuoso, que ayude a conocerse más y afrontar juntos muchos de los problemas
que afligen a la humanidad, como el servicio a los pobres, a los excluidos, a
los ancianos, la acogida a los emigrantes, el cuidado de la creación, así como
asegurar a todas las personas una vida más digna”.
Asimismo, ha indicado que “debemos dejar un mundo
mejor de cómo lo hemos encontrado. Y para favorecer este diálogo lo más
importante que podemos hacer es rezar. Con el Señor todo es posible”.
A continuación, ha saludado cordialmente a los
peregrinos de lengua española, “en particular a los participantes en el V
Congreso de la Fundación Joseph Ratzinger-Benedicto XVI, que se celebra en
Madrid, así como a los grupos venidos de España y Latinoamérica”.
Al finalizar la audiencia general, el Pontífice ha
recordado a las numerosas víctimas del terremoto de Pakistán y Afganistán. Por
ello ha invitado a rezar “por los difuntos y sus familiares, por todos los
heridos y los sin techo, implorando a Dios consuelo en el sufrimiento y aliento
en la adversidad”. Y ha pedido que nos les falte a “estos hermanos
nuestra concreta solidaridad”.
Como conclusión, el Santo Padre ha invitado a todos
los presentes a rezar unos instantes en silencio, "cada uno siguiendo la
propia tradición religiosa". Pidamos al Señor --ha dicho el Papa-- que nos
haga más hermanos entre nosotroso y más servidores de nuestros hermanos más
necesitados.
29.10.15
El Papa en Sta. Marta: 'Dios es incapaz de no
amar'
En la homilía de este
jueves, el Santo Padre recuerda que Dios llora por nosotros cuando nos
alejamos
Ciudad del Vaticano, 29 de octubre de 2015 (ZENIT.org)
El papa Francisco, ha recordado hoy en la homilía de
Santa Marta que Dios solo puede amar, no condena y su amor
es nuestra victoria.
Citando las palabras de san Pablo en la primer
lectura, “si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?”, “si Dios nos
salva, ¿quién nos condenará?”, el Santo Padre ha indicado que parece “la fuerza
de esta seguridad de vencedor”, este don, el cristiano “lo tiene en las propias
manos, como una propiedad”. El Papa ha asegurado que los cristianos podrían
decir casi triunfantes: “¡Ahora nosotros somos los campeones!”
Pero --ha advertido-- el sentido es otro. Somos
vencedores “no porque tenemos este don en la mano, sino por otra cosa”. De este
modo, el Papa ha precisado que es otra cosa la que “nos hace vencer o al menos
si queremos rechazar la victoria siempre podremos vencer”. Es el hecho de que
nada “podrá separarnos del amor de Dios, que es Jesucristo nuestro Señor”, ha
explicado.
Y ha añadido: “no es que seamos vencedores sobre
nuestros enemigos, sobre el pecado. ¡No! Estamos muy unidos al amor de Dios,
que ninguna persona, ningún poder, nos podrá separar de este amor”. Asimismo,
el Santo Padre ha subrayado que Pablo vio en el don algo más, lo que da el don:
“es el don de la recreación, es el don de la regeneración en Cristo Jesús. Ha
visto el amor de Dios. Un amor que no se puede explicar”.
Durante la
homilía, el Pontífice ha subrayado que “cada hombre, cada mujer, puede rechazar
el don”, preferir su vanidad, su orgullo y su pecado, pero “el don está”.
Por ello, ha asegurado que “el don es el amor de Dios,
un Dios que no puede separarse de nosotros. Esa es la impotencia de
Dios. Nosotros decimos: ‘Dios es poderoso, ¡puede hacer todo! Menos una cosa:
¡cansarse de nosotros!”
Igualmente ha indicado que en el Evangelio, esa imagen
de Jesús que lloran en Jerusalén, nos hace entender este amor. “¡Jesús ha
llorado! Lloró sobre Jerusalén y en ese llanto está toda la impotencia de Dios:
su incapacidad de no amar, de nos cansarse de nosotros”, ha añadido.
Tal y como ha recordado, Jesús lloró sobre Jerusalén
que mató a sus profetas, los que anunciaban la salvación. Y Dios dice a
Jerusalén y a todos nosotros: “¡cuántas veces he querido recoger a tus hijos
como una gallina con sus polluelos bajos sus alas y vosotros no habéis
querido!” Así, el Papa ha observado que esta es “una imagen de ternura”.
Dios no puede no amar y esta es nuestra seguridad, ha
indicado. “Yo puedo rechazar ese amor, puedo rechazarlo como lo hizo el buen
ladrón, hasta el final de su vida. Pero allí lo esperaba ese amor. El más malo,
el más blasfemador es amado por Dios con una ternura de padre, de papá”, ha
asegurado el Pontífice.
Finalmente, ha concluido asegurando que Dios el
Poderoso, el Creador, puede hacer todo, incluso llorar. “En este llando de
Jesús sobre Jerusalén, en esas lágrimas, está todo el amor de Dios. Dios llora
por mí, cuando me alejo; Dios llora por cada uno de nosotros; Dios llora por
esos malvados, que hacen muchas cosas feas, tanto mal a la humanidad… Espero,
no condena, llora. ¿Por qué? Porque ama”.
30.10.15
El Papa en Sta. Marta:
el buen sacerdote se implica en la vida de la gente
En la homilía de este
viernes, el Santo Padre recuerda que tener compasión 'es ponerse en
el problema, en la situación del otro, con el corazón de Padre'
Ciudad del Vaticano, 30 de octubre de 2015 (ZENIT.org)
El santo padre Francisco ha asegurado esta mañana en
la homilía de Santa Marta que un buen sacerdote sabe “conmoverse” e “implicarse
en la vida de la gente”. Y es que Dios “nos perdona como padre, no con un
empleado de un tribunal”.
De este modo ha recordado que “Dios tiene compasión
para cada uno de nosotros, tiene compasión de la humanidad y mandó a su Hijo
para sanarla, para regenerarla”, para “renovarla”.
Además, ha indicado que “es interesante que en la
parábola que todos conocemos del hijo pródigo, se dice que cuando el padre
--que es una figura de Dios que perdona-- ve llegar a su hijo tuvo compasión.
La compasión de Dios no es tener piedad: no tiene nada que ver una cosa con la
otra”.
El Pontífice ha explicado que uno puede “tener piedad
de un perro que se está muriendo”, pero la compasión es otra cosa”. Es, ha
indicado, “ponerse en el problema, ponerse en la situación del otro, con el
corazón de Padre”. Y por eso “ha mandado a su Hijo”.
Por otro lado, el Santo Padre ha explicado que Jesús
curaba a la gente pero no era un curandero. “Curaba a la gente como signo, como
signo de la compasión de Dios, para salvarla para poner en su sitio del recinto
a la oveja perdida, el dinero perdido de esa señora en la cartera”, ha añadido.
Y así, Francisco ha observado que cuando Dios perdona, perdona como Padre y no
como un empleado del tribunal, que lee una sentencia y dice ‘absuelto por
insuficiencia de pruebas’. “Nos perdona desde dentro. Perdona porque se ha
puesto en el corazón de esta persona”, ha afirmado.
Tal y como ha explicado en su homilía, Jesús fue
enviado para “llevar la buena noticia, para liberar a quien se siente
oprimido”. Jesús “fue enviado por el Padre para meterse en cada uno de
nosotros, liberándonos de nuestros pecados, de nuestros males y para
llevarlos”.
El Papa ha asegurado que ésto es lo que hace un
sacerdote: “conmoverse, comprometerse en la vida de la gente, porque un cura es
un sacerdote, como Jesús es sacerdote”. A propósito ha advertido cuántas veces
“criticamos a esos sacerdotes, a los que no les interesa lo que sucede en su
congregación, que no se preocupan. No, ¡no es un buen sacerdote! Un buen
sacerdote es el que se implica”. Un buen sacerdote, ha añadido, es el que
se implica en “todos los problemas humanos”.
Finalmente, ha dedicado unas palabras por el servicio
ofrecido a la Iglesia por el cardenal Javier Lozano Barragán, presente en la
misa, con ocasión de la celebración de sus 60 años de sacerdocio. El papa
Francisco ha recordado con gratitud su compromiso en el dicasterio de los
Trabajadores Sanitarios, “en el servicio de la Iglesia que presta a los enfermos”.
Y así, ha invitado a los presentes a dar gracias a Dios "por estos 60 años
de sacerdocio”.
31.10.15
Francisco a la UCID:
'Ser misioneros de la dimensión social del Evangelio en el mundo del trabajo'
En una audiencia, el
Santo Padre ha pedido a los empresarios católicos italianos una apertura
evangélica a las diversas situaciones de pobreza y de fragilidad
Ciudad del Vaticano, 31 de octubre de 2015 (ZENIT.org)
El papa Francisco ha recibido este sábado a numerosos
miembros de la Unión Cristiana de Empresarios y Dirigentes (UCID, por su
acrónimo en italiano), asociación eclesial reconocida por la Conferencia
Episcopal Italiana (CEI). En su discurso, el Santo Padre ha exhortado a los
empresarios católicos a que, con el Evangelio y el Magisterio social de la
Iglesia, sean artífices del desarrollo al servicio del bien común, en la
familia, en el trabajo, en la sociedad y en el cuidado de la creación, con especial
atención a los más necesitados.
Así, el Pontífice ha recordado la importancia de que
se tutele “la armonización entre trabajo y familia”, y el derecho de
la mujer a conciliar la vida laboral con su vocación a la maternidad
y a la presencia en el hogar. Además, ha puesto de relieve que “las
instituciones, los empresarios, los economistas, los organismos financieros y
bancarios” y todos los sujetos implicados en el mundo laboral tienen la
responsabilidad de actuar con ética, honradez y competencia.
En este sentido, Francisco ha invitado a los
empresarios a poner en el centro a la persona humana, alentándoles a mantener
el Evangelio vivo en sus corazones, en sus mentes y en sus acciones. Asimismo,
les ha pedido que sean “misioneros de la dimensión social del
Evangelio en el difícil y complejo mundo del trabajo, de la economía y de
la empresa”, una llamada que “conlleva también una apertura evangélica a las
diversas situaciones de pobreza y de fragilidad”. Se trata, ha explicado, “de
una actitud, de un estilo con el cual llevar adelante los programas de
promoción y asistencia, incrementando las numerosas y beneméritas obras
concretas del compartir y de la solidaridad que sostienen en varias partes de
Italia”. “Este será también un modo que les es propio para poner en práctica la
gracia del Jubileo de la Misericordia”, ha concluido el Papa.
01.11.15
Francisco en el
Ángelus: '¡Llevamos el apellido de Dios!'
Texto completo. El Papa ha invitado
a imitar el ejemplo de los santos “de la puerta de al lado”. Además, ha
manifestado su profunda preocupación por la delicada situación de la República
Centroafricana. El 29 de noviembre abrirá la puerta santa de la catedral de
Bangui
Ciudad del Vaticano, 01 de noviembre de 2015 (ZENIT.org)
Como cada domingo, el papa Francisco
rezó el Ángelus desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, ante
una multitud que le atendía en la Plaza de San Pedro. Dirigiéndose a los fieles
y peregrinos venidos de todo el mundo, que le acogieron con un largo y caluroso
aplauso, el Pontífice les dijo:
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días y feliz fiesta!
En la celebración de hoy, fiesta de Todos los Santos,
sentimos particularmente viva la realidad de la comunión de los santos, nuestra
gran familia, formada por todos los miembros de la Iglesia, tanto los que somos
todavía peregrinos en la tierra, como aquellos inmensamente más, que ya la han
dejado y se han ido al Cielo. Estamos todos unidos, todos, y esto se llama la
comunión de los santos, es decir, la comunidad de todos los bautizados.
En la liturgia, el Libro del Apocalipsis se refiere a
una característica esencial de los santos, y dice así: ellos son personas que
pertenecen totalmente a Dios. Los presenta como una multitud inmensa de
“elegidos”, vestidos de blanco y marcados por el “sello de Dios” (cfr
7,2-4.9-14). Mediante este último particular, con lenguaje alegórico, se
subraya que los santos pertenecen a Dios de modo pleno y exclusivo, son su
propiedad. Y ¿qué significa llevar el sello de Dios en la propia vida y en la
propia persona? Nos lo dice también el apóstol Juan: significa que en
Jesucristo nos hemos convertido verdaderamente en hijos de Dios (cfr 1 Jn
3,1-3).
¿Somos conscientes de este gran don? ¡Todos nosotros,
hijos de Dios! ¿Recordamos que en el Bautismo hemos recibido el “sello” de
nuestro Padre celeste y nos hemos convertido en sus hijos? Para decirlo en modo
simple: ¡llevamos el apellido de Dios! Nuestro apellido es Dios, porque somos
hijos de Dios. ¡Aquí está la raíz de la vocación a la santidad! Y los santos
que hoy recordamos son precisamente aquellos que han vivido en la gracia de su
Bautismo, han conservado íntegro el “sello” comportándose como hijos de Dios,
tratando de imitar a Jesús; y ahora han alcanzado la meta, porque finalmente
“ven a Dios así como Él es”.
Una segunda característica propia de los santos es que
son ejemplos a imitar. Pero prestemos atención, no solo aquellos canonizados,
sino también los santos, por así decir, “de la puerta de al lado”, que con la
gracia de Dios se han esforzado por practicar el Evangelio en su vida
ordinaria. No están canonizados. De estos santos nos hemos encontrado muchos
también nosotros; quizás hemos tenido alguno en la familia, o bien entre los
amigos y los conocidos. Debemos estarles agradecidos, y sobre todo debemos
estar agradecidos a Dios que nos los ha dado, que nos los ha puesto cerca, como
ejemplos vivos y contagiosos del modo de vivir y de morir en la fidelidad al
Señor Jesús y a su Evangelio. Pero, ¡cuánta gente buena hemos conocido en la
vida! Y conocemos. Y nosotros decimos: “pero esta persona es un santo”. Lo
decimos, nos viene espontáneamente. Estos son los santos de “la puerta de al
lado”, aquellos no canonizados pero que viven con nosotros.
Imitar sus gestos de amor y de misericordia es un poco
como perpetuar su presencia en este mundo. Y, en efecto, aquellos gestos
evangélicos son los únicos que resisten a la destrucción de la muerte: un acto
de ternura, una ayuda generosa, un tiempo dedicado a escuchar, una visita, una palabra
buena, una sonrisa… Ante nuestros ojos estos gestos pueden parecer
insignificantes, pero a los ojos de Dios son eternos, porque el amor y la
compasión son más fuertes que la muerte.
La Virgen María, Reina de Todos los Santos, nos ayude
a confiar más en la gracia de Dios, para caminar con impulso en el camino de la
santidad. A nuestra Madre confiamos nuestro compromiso cotidiano, y le rogamos
también por nuestros queridos difuntos, en la íntima esperanza de
reencontrarnos un día, todos juntos, en la comunión gloriosa del Cielo.
Al término
de estas palabras, el Santo Padre rezó la oración mariana:
Angelus
Domini nuntiavit Mariae...
Al concluir la plegaria, el Papa hizo un llamamiento
ante la dolorosa situación en la República Centroafricana:
Queridos hermanos
y hermanas,
Los dolorosos episodios que en estos últimos días han
agravado la delicada situación de la República Centroafricana, suscitan en mi
ánimo profunda preocupación. Hago un llamamiento a las partes involucradas para
que se ponga fin a este ciclo de violencias. Estoy espiritualmente cercano a
los Padres Combonianos de la parroquia Nuestra Señora de Fátima en Bangui, que
acogen a numerosos refugiados. Expreso mi solidaridad a la Iglesia, a las otras
confesiones religiosas y a la entera nación Centroafricana, tan duramente
probadas mientras hacen todo lo posible para superar las divisiones y retomar
el camino de la paz. Para manifestar la cercanía orante de toda la Iglesia a
esta nación tan afligida y atormentada y exhortar a todos los centroafricanos a
ser siempre más testigos de la misericordia y la reconciliación, el domingo 29
de noviembre tengo intención de abrir la puerta santa de la catedral de Bangui,
durante el viaje apostólico que espero poder realizar a aquella nación.
Además, el
Pontífice recordó la beatificación de la Madre Teresa Casini:
Ayer, en Frascati, ha sido proclamada beata la Madre
Teresa Casini, fundadora de las Hermanas Oblatas del Sagrado Corazón de Jesús.
Mujer contemplativa y misionera, hizo de su vida una oblación de oración y de
caridad concreta en sostén de los sacerdotes. Agradecemos al Señor por su
testimonio.
A continuación llegó el turno de los saludos que
tradicionalmente realiza el Santo Padre:
Saludo a todos ustedes, peregrinos, procedentes de
Italia y de muchos países; en particular, a los de Malasia y de Valencia
(España).
Saludo a los participantes en la Carrera de los Santos
y en la Marcha de los Santos, promovidas respectivamente por la Fundación “Don
Bosco en el mundo” y por la Asociación “Familia Pequeña Iglesia”. Aprecio estas
manifestaciones que ofrecen una dimensión de fiesta popular a la celebración de
Todos los Santos. Saludo además a la Coral de San Cataldo, a los jóvenes de
Ruvo de Puglia y aquellos de Papanice.
Por último, el Obispo de Roma se refirió a su visita
al Cementerio del Verano:
Esta tarde iré al Cementerio del Verano, en donde
celebraré la Santa Misa en sufragio por los difuntos. Visitando el principal
cementerio de Roma, me uno espiritualmente a quienes en estos días van a rezar
a las tumbas de sus seres queridos, en todas las partes del mundo.
Como de
costumbre, el papa Francisco concluyó su intervención diciendo:
A todos les deseo paz y serenidad en la compañía
espiritual de los santos. ¡Feliz domingo! Y por favor, no se olviden de rezar
por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!
02.11.15
El Papa reza esta tarde en las Grutas Vaticanas
Este martes en San Pedro se celebra
la misa por los cardenales y obispos fallecidos durante el año
Ciudad del Vaticano, 02 de noviembre de 2015 (ZENIT.org)
En el día que la Iglesia conmemora a los difuntos,
como cada año, el papa Francisco acudirá esta tarde a las Grutas
Vaticanas, para un momento de oración de forma privada en las tumbas de los
Pontífices que le han precedido.
Las grutas vaticanas son una serie de pasillos
que se extiende por debajo de una parte de la nave central de la
basílica de San Pedro, en donde se encuentran las capillas y sepulturas de
diversos Pontífices.
Asimismo, mañana, a las 11.30, el Papa presidirá la
misa en la basílica de San Pedro por los cardenales, arzobispos y obispos
fallecidos a lo largo del año. Los purpurados muertos entre el 26 de
octubre de 2014 y el 26 de octubre de 2015 son 12, y los arzobispos y obispos
son 99.
03.11.15
El Papa a los obispos y cardenales: 'Vivir para
servir'
El papa Francisco
preside en el basíilca de San Pedro la celebración
eucarística por los prelados fallecidos durante este año
Ciudad del Vaticano, 03 de noviembre de 2015 (ZENIT.org)
“Quien sirve y dona, parece un perdedor a los ojos del
mundo”. Pero, en realidad, “precisamente perdiendo la vida, la encuentra”.
Porque “una vida que se desprende de sí, perdiéndose en el amor, imita a
Cristo: vence la muerte y da la vida al mundo. Quien sirve salva”. Al contrario
“quien no vive para servir, no sirve para vivir”. Así lo ha recordado el papa
Francisco en la misa celebrada esta mañana en la basílica vaticana, por los
cardenales y obispos fallecidos durante este año.
Ha invitado a pensar con gratitud también “en la
vocación de estos sagrados ministros: como indica la palabra, es sobre todo lo
de ministrare, es decir, servir”. Por eso mismo, ha indicado que
mientras pedimos por el premio prometido a los “siervos buenos y fieles”,
“estamos llamados a renovar la elección de servir en la Iglesia”.
A propósito, el Santo Padre ha recordado que Jesús
vino “para servir y no para ser servido” y no puede “ser otra cosa que un
pastor preparado para dar la vida por sus ovejas”.
Por otro lado, ha subrayado que el Evangelio nos
recuerda que “Dios amó tanto al mundo”. Francisco ha explicado que “se
trata realmente de un amor tan concreto, tan concreto que ha tomado sobre sí
nuestra muerte”. Para salvarnos --ha proseguido-- nos ha alcanzado allá donde
habíamos acabado, alejándonos de Dios dador de vida: en la muerte, en el
sepulcro sin salida.
Del mismo modo, el Pontífice ha recordado que el
abajamiento que el Hijo ha cumplido, arrodillándose como un siervo hacia
nosotros para asumir todo lo que es nuestro, hasta abrirnos las puertas de la
vida. Haciendo referencia al Evangelio en el que se compara a
Cristo con la “serpiente levantada”, el Santo Padre ha indicado que esta imagen
lleva al episodio de las serpientes venenosas que en el desierto atacaban al
pueblo en camino. De este modo, ha recordado que los israelitas que habían sido
mordidos por las serpientes, no morían sino que vivían si miraban a la
serpiente de bronce que Moisés, por orden de Dios, había levantado en un hasta.
Una serpiente que salva de las serpientes. “La misma lógica está presente en la
cruz, a la que Cristo se refiere hablando con Nicodemo. Su muerte nos salva de
nuestra muerte”, ha precisado Francisco.
Además, el Santo Padre ha asegurado que a nuestros
ojos la muerte aparece oscura y angustiante. Pero Jesús no ha huído de ella,
“sino que la ha tomado plenamente sobre sí con todas sus contradicciones”.
Al respecto, ha observado que este estilo de Dios, que
nos salva sirviéndonos y aniquilándose, nos enseña mucho. “Nosotros nos
esperaremos una victoria divina triunfante; Jesús sin embargo nos muestra una
victoria muy humilde”, ha añadido.
Levantado en la cruz -- ha indicado-- deja que el mal
y la muerte se ensaña contra Él mientras continúa amando. Y para nosotros “es
difícil aceptar esta realidad”. El Papa ha asegurado que es un misterio, “pero
el secreto de este misterio, de esta humildad extraordinaria está en la fuerza
del amor”.
El Santo Padre ha explicado que en la Pascua de Jesús
vemos juntos a la muerte y al remedio de la muerte y esto es posible “por el
gran amor con el que Dios nos ha amado, por el amor humilde que se abaja, por
el servicio que sabe asumir la condición de siervo”. Así, Jesús no ha quitado
el mal, sino que lo ha transformado en bien. “No ha cambiado las cosas con
palabras, sino con hechos; no en apariencia, sino en sustancia; no en
superficie, sino a la raíz” ha explicado. El Papa ha asegurado que Jesús “ha
hecho de la cruz un puente hacia la vida”. Y también nosotros -- ha indicado--
podemos vencer con Él, si elegimos el amor solícito y humilde, que permanece
victorioso para la eternidad.
Finalmente, el Pontífice ha advertido que “nosotros
somos llevados a amar lo que necesitamos y deseamos. Dios, sin embargo, ama
hasta el final al mundo, es decir, a nosotros, tal y como somos”. Y así, ha
invitado a los presentes a no inquietarse por lo que “nos falta aquí abajo,
sino por el tesoro de allí arriba; no por lo que nos sirve, si no por que
verdaderamente sirve”. Y así ha concluido deseando “que sea suficiente para
nuestra vida la Pascua del Señor, para quedar libres de los afanes de las cosas
efímeras, que pasan y desvanecen en la nada”, ser “siervos según su corazón: no
funcionarios que prestan un servicio, sino hijos amados que donan la vida por
el mundo”.
04.11.15
Texto completo de la
catequesis del Papa en la audiencia del miércoles 4 de noviembre
El Santo Padre asegura que la
familia es un gran gimnasio de entrenamiento para el don y el perdón recíproco,
sin el cual ningún amor puede durar mucho
Ciudad del Vaticano, 04 de noviembre de 2015 (ZENIT.org)
Publicamos a
continuación la catequesis del Santo Padre en la audiencia general:
¡Queridos hermanos y hermanas, buenos
días!
La Asamblea del Sínodo de los Obispos, que ha
terminado hace poco, ha reflexionado a fondo sobre la vocación y la misión de
la familia en la vida de la Iglesia y de la sociedad contemporánea. Ha sido un
evento de gracia. Al final, los padres sinodales han entregado el texto de sus
conclusiones. He querido que se publicara para que todos fueran partícipes del
trabajo que nos ha ocupado durante dos años. Este no es el momento de examinar
tales conclusiones, sobre las que yo mismo debo meditar.
Pero mientras tanto, la vida no se detiene, ¡en
particular la vida de la familia no se detiene! Vosotras, queridas familias,
estáis siempre en camino. Y continuamente escribís ya en las páginas de la vida
concreta la belleza del Evangelio de la familia. En un mundo que a veces se
hace árido de vida y de amor, vosotros cada día habláis del gran don que son el
matrimonio y la familia.
Hoy quisiera subrayar este aspecto: que la familia es
un gran gimnasio de entrenamiento para el don y el perdón recíproco, sin el
cual ningún amor puede durar mucho. En la oración que Él mismo nos ha enseñado
--el Padre Nuestro-- Jesús nos hace pedir al Padre: “Perdona nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Y al final comenta: Si
perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los
perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los
perdonará a ustedes” (Mt 6,12.14-15). No se puede vivir sin perdonarse,
o al menos no se puede vivir bien, especialmente en familia. Cada día nos
hacemos daño los unos a los otros. Debemos tener en cuenta estos errores, que
se deben a nuestra fragilidad y a nuestro egoísmo. Se nos pide que curemos las
heridas que hacemos, tejer de inmediato los hilos que rompemos. Si esperemos
mucho, todo se hace más difícil. Y hay un secreto sencillo para sanar las
heridas y para disolver las acusaciones. Y es este: no dejar que termine el día
sin pedirse perdón, sin hacer la paz entre el marido y la mujer, entre padres e
hijos, entre hermanos y hermanas… ¡entre nuera y suegra! Si aprendemos a
pedirnos inmediatamente perdón y a darnos el perdón recíproco, sanan las
heridas, el matrimonio se robustece, y la familia se transforma en una casa más
sólida, que resiste a los choques de nuestras pequeñas y grandes maldades. Y
para esto no es necesario hacer un gran discurso, sino que es suficiente una
caricia, una caricia y ha terminado todo y se comienza de nuevo, pero no
terminar el día en guerra, ¿entienden?
Si aprendemos a vivir así en familia, lo hacemos
también fuera, allá donde estemos. Es fácil ser escépticos sobre esto. Muchos
--también entre los cristianos-- piensan que es una exageración. Se dice: sí,
son palabras bonitas, pero es imposible ponerlo en práctica. Pero gracias a
Dios no es así. De hecho, es precisamente recibiendo el perdón de Dios que a la
vez somos capaces de perdonar a los otros. Por esto Jesús nos hace repetir
estas palabras cada vez que recitamos la oración del Padre Nuestro, es decir,
cada día. Y es indispensable que, en una sociedad a veces despiadada, haya
lugares, como la familia, donde aprender a perdonarse los unos a los otros.
El Sínodo ha revivido nuestra esperanza también en
esto: la capacidad de perdonar y de perdonarse forma parte de la vocación y de
la misión de la familia. La práctica del perdón no solo salva las familias de
las divisiones, sino que las hace capaces de ayudar a la sociedad a ser menos
malvada y menos cruel. Sí, cada gesto de perdón repara la casa de las grietas y
refuerza sus muros. La Iglesia, queridas familias, está siempre a su lado para
ayudarlos a construir su casa sobre la roca de la cual ha hablado Jesús. Y no
olvidemos estas palabras que preceden inmediatamente la parábola de la casa:
«No son los que me dicen: “Señor, Señor”, los que entrarán en el Reino de los
Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre». Y añade: «Muchos me
dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre? ¿No
expulsamos a los demonios en tu Nombre?” Entonces yo les manifestaré: «Jamás los
conocí» (cfr Mt 7,21-23). Es una palabra fuerte, no hay duda, que tiene
por objetivo sacudirnos y llamarnos a la conversión.
Os aseguro, queridas familias cristianas, que si sois
capaces de caminar cada vez más decididas sobre el camino de las bienaventuranzas,
aprendiendo y enseñando a perdonarse recíprocamente, en toda la gran familia de
la Iglesia crecerá la capacidad de dar testimonio a la fuerza renovadora del
perdón de Dios. Diversamente, haremos predicaciones también muy bonitas, y
quizá expulsemos algún demonio, ¡pero al final el Señor no nos reconocerá como
sus discípulos!
Realmente las familias cristianas pueden hacer mucho
por la sociedad de hoy, y también por la Iglesia. Por eso deseo que en el
Jubileo de la Misericordia las familias redescubran el tesoro del perdón
recíproco. Recemos para que las familias sean cada vez más capaces de vivir y
de construir caminos concretos de reconciliación, donde nadie se sienta
abandonado al peso de sus ofensas.
Y con esta intención, decimos juntos: “Padre nuestro,
perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a quienes nos
ofenden”. Digámoslo juntos: “Padre nuestro, perdona nuestras ofensas, como
también nosotros perdonamos a quienes nos ofenden”. Gracias.
05.11.15
El Papa en Sta. Marta: 'La exclusión está en la
raíz de todas las guerras'
En la homilía de este jueves, el
Santo Padre explica que hay dos caminos en la vida: el de la
exclusión de las personas de nuestra comunidad o el de la inclusión.
Ciudad del Vaticano, 05 de noviembre de 2015 (ZENIT.org)
En la Carta a los Romanos, san Pablo exhorta a no
juzgar y a no despreciar al hermano, porque esto lleva a excluirlo de “nuestro
grupito” y ser “selectivos y esto no es cristiano”. Así lo ha explicado el
santo padre Francisco en la homilía de Santa Marta este jueves por la mañana.
Además, ha recordado que Cristo “con su sacrificio en
el calvario” une e incluye a “todos los hombres en la salvación”. En el
Evangelio, ha recordado el Santo Padre, se acercaban a Jesús los publicanos y
los pecadores, “es decir, los excluidos, todos los que estaban fuera” y
mientras, “los fariseos y los escribas murmuraban”.
De este modo, el Pontífice ha indicado que “la actitud
de los escribas y de los fariseos es la misma, excluye" porque decían:
‘Nosotros somos perfectos, nosotros seguimos la ley. Estos son pecadores, son
publicanos’. En cambio la actitud de Jesús es incluir. A propósito, ha
asegurado que hay dos caminos en la vida: el camino de la exclusión de las
personas de nuestra comunidad y el camino de la inclusión.
De este modo ha advertido que el primero de estos
caminos es la raíz de todas las guerras: todas las guerras, comienzan
con una exclusión. “Se excluye de la comunidad internacional pero también de
las familias, entre amigos, cuántas peleas… Y el camino que nos hace ver Jesús
y nos enseña Jesús es otro, es el contrario: incluir”, ha subrayado el Papa.
Por otro lado, el Santo Padre ha reconocido que “no es
fácil incluir a la gente porque hay resistencia, hay esa actitud selectiva”.
Por eso, ha observado, Jesús contaba dos parábolas: la oveja perdida y la mujer
que pierde una moneda. Tanto el pastor como la mujer hacen de todo para
encontrar lo que han perdido. Y cuando lo encuentran se llenan de alegría.
Francisco lo ha explicado así: “se llenan de alegría
porque han encontrado lo que estaba perdido y van donde los vecinos, donde los
amigos, porque están felices: ‘he encontrado, he incluido’. Este es el incluir
de Dios, contra la exclusión del que juzga, que echa a la gente: ‘no, esto no,
esto no, esto no…’, y se hace un pequeño círculo de amigos que es su ambiente.
Es la dialéctica entre la exclusión y la inclusión”. Asimismo, el Santo Padre
ha exclamado que “¡Dios nos ha incluido a todos en la salvación, a todos!”
Y este es el inicio. “Nosotros con nuestras
debilidades, con nuestros pecados, con nuestras envidias, celos, siempre
tenemos esta actitud de excluir que --como he dicho-- puede terminar en las
guerras”, ha recordado.
Además, ha subrayado que Jesús hace como el Padre que
lo ha enviado para salvarnos, “nos busca para incluirnos”, “para ser una
familia”.
Finalmente, Francisco ha invitado a “pensar un poco” y
al menos “no juzgar nunca”, y decir: “Dios sabe: es su vida, pero yo no lo
excluyo de mi corazón, de mi oración, de mi saludo, de mi sonrisa, y si tengo
ocasión de decirle una palabra bonita. Nunca excluir, ‘no tenemos el derecho’”.
Y a este punto ha recordado cómo termina la lectura de
Pablo: “Todos vamos a comparecer ante el tribunal de Dios. En resumen, cada uno
de nosotros tendrá que dar cuenta de sí mismo a Dios”.
Por eso, el Santo Padre ha invitado a pedir la gracia
de ser hombres y mujeres que incluyan siempre, en la medida de la sana
prudencia, pero siempre. “No cerrar las puertas a ninguno, siempre con el
corazón abierto: ‘me gusta, no me gusta”, pero el corazón está abierto”, ha
concluido.
06.11.15
El Papa: 'No se puede
ser creyente y hacer vida de faraón'
El Santo Padre entrevistado por
una publicación holandesa de personas sin hogar. Muchos bienes que
están en las iglesias son propiedad de la humanidad
Ciudad del Vaticano, 06 de noviembre de 2015
El santo padre Francisco ha asegurado que “la Iglesia
debe hablar con la verdad y también con el testimonio: el testimonio de la
pobreza. Si un creyente habla de la pobreza o de los sintecho y conduce una
vida de faraón: ésto no se puede hacer”. Esta es una de las tentaciones
de las que ha hablado el papa Francisco en una entrevista con en Straatnieuws,
un diario de los sintecho de Utrech, Holanda. La entrevista fue realizada el
pasado 27 de octubre y publicada hoy en italiano por Radio Vaticano.
Otra tentación de la que habla en su entrevista es la
“hacer acuerdos con los Gobiernos. Se pueden hacer acuerdos, pero deben ser
acuerdos claros, acuerdos transparentes". Está siempre la tentación de la
corrupción en la vida pública.Tanto política como religiosa, advierte el
Papa.
En la entrevista, le piden al Pontífice un mensaje de
la Iglesia para los sintecho, por eso recuerda que “Jesús vino al mundo sin
techo y se hizo pobre. La Iglesia quiere abrazar a todos y decir que es un
derecho tener un techo sobre ti. En los movimientos populares se trabaja con
las tres “t” españolas: trabajo, techo y tierra. La Iglesia predica que todas
las personas tienen derecho a estas tres “t”.
A propósito de la posibilidad de “llegar a cansar
en los medios de comunicación al hablar mucho de los pobres y los refugiados”,
el Santo Padre asegura que “a todos nos viene la tentación --cuando se vuelve
sobre un tema que no es bonito, porque es feo hablar sobre ello-- de decir:
‘pero, terminemos: esta cosa cansa demasiado’. Yo siento que el cansancio
existe, pero no me da miedo. Debo continuar hablando de las verdades y de cómo
son las cosas”.
Le preguntaron también si se siente bajo presión
para vender “los tesoros de la Iglesia”. El Papa responde que “no son los
tesoros de la Iglesia, sino que son los tesoros de la humanidad. Por ejemplo,
si yo mañana digo que la Piedad de Miguel Ángel sea subastada, no se puede
hacer, porque no es propiedad de la Iglesia. Está en una iglesia, pero es de la
humanidad".
Esto --explica-- vale para todos los tesoros de la
Iglesia. Y cuenta que "hemos comenzado a vender los regalos y otras cosas
que me dan. Lo que se saca de la venta va para monseñor Krajewski, que es mi
limosnero. Y después está la lotería. Había coches que se han vendido o dado
con un lotería y lo recaudado se ha usado para los pobres. Pero hay cosas
que se pueden vender y esto se vende”.
También reconoce que "los bienes inmobiliarios de
la Iglesia son muchos, pero los usamos para mantener las estructuras de la
Iglesia y para mantener muchas obras que se hacen en los países necesitados:
hospitales, escuelas”. A propósito el Papa pone un ejemplo: "ayer
pedí enviar al Congo 50 mil euros para construir tres escuelas en países
pobres, la educación es algo importante para los niños".
Sobre la fama, el Papa asegura no haber he
perdido la paz. "Y esto es una gracia de Dios. No pensé tanto en el hecho
de que soy famoso. Me digo a mí mismo: ahora estoy en un puesto importante,
pero en diez años nadie me conocerá ya” y ríe. Por eso explica que hay dos
tipos de fama: la fama de los “grandes” que han hecho grandes cosas, como
Madame Curie, y la fama de los vanidosos. Pero esta última es como una pompa de
jabón.
¿Es posible un mundo sin pobres?, preguntan finalmente
al Santo Padre, a lo que responde: “Yo quisiera un mundo sin pobres. Debemos
luchar por esto. Pero soy un creyente y sé que el pecado está siempre dentro de
nosotros. Y la codicia humana está siempre, la falta de solidaridad, el egoísmo
que crea los pobres. Por esto me parece un poco difícil imaginar un mundo
sin pobres. Si piensa en los niños explotados por trabajo esclavo, a o los
niños explotados por abuso sexual. Es otra forma de explotación: matar niños
para quitarles los órganos, el tráfico de órganos. Matar a los niños para
quitarles los órganos es codicia. Por eso no sé si lograremos un mundo sin
pobres, porque el pecado está siempre y nos lleva al egoísmo. Pero debemos
luchar, siempre, siempre”.
07.11.15
En un encuentro
con los dirigentes y trabajadores del Instituto Nacional de Seguridad
Social en Italia, Francisco indica que la exigencia de santificar el
descanso se convierte en un tiempo que permita cuidar la vida familiar,
cultural, social y religiosa
El descanso es el derecho que todos tenemos cuando
tenemos trabajo. Pero si la situación de desempleo, de injusticia social, de
trabajo en negro, de precariedad en el trabajo es tan fuerte, ¿cómo puedo
descansar? Esta es la reflexión que el santo padre Francisco ha realizado con
los dirigentes y trabajadores del Instituto Nacional de Seguridad Social en
Italia.
En el discurso que les ha dirigido, reunidos en la
plaza de San Pedro, Francisco ha observado que a ellos se les confía “el
cuidado del derecho al descanso”. Me refiero --ha especificado-- no solamente
al descanso que es sostenido y legitimado por una amplia serie de prestaciones
sociales sino también y sobre todo a una dimensión del ser humano que no le
faltan las raíces espirituales y de las cuales también vosotros, por vuestra
partes, sois responsables.
Asimismo, el Santo Padre ha asegurado a los presentes
que “vuestra difícil tarea es contribuir para que no falten las subvenciones
indispensables para los trabajadores desempleados y sus familias”. Y les ha
pedido que no les falte entre sus prioridades una atención privilegiada por el
trabajo femenino, así como la asistencia a la maternidad que debe tutelar
siempre la vida que nace y a quien la sirve cotidianamente. Que no falte nunca
“el seguro por la vejez, la enfermedad, las lesiones unidas al trabajo”, ha
exhortado. Y ha proseguido: “no falte el derecho a pensión, y subrayo: el
derecho, la pensión es un derecho, porque de esto se trata”.
Tal y como les ha recordado, “vosotros honráis la
delicada tarea de tutelar algunos derechos legales del ejercicio del trabajo;
derechos basados en la naturaleza misma de la persona humana y de su
trascendente dignidad”.
De este modo, ha explicado que el descanso, en el
lenguaje de la fe, es por tanto una dimensión humana y divina al mismo tiempo.
Con una prerrogativa única: “no es una simple abstención del cansancio y del
compromiso ordinario, sino una ocasión para vivir plenamente la propia
creaturalidad elevada a la dignidad filial de Dios mismo”.
Asimismo, el Papa ha recordado que la exigencia de
“santificar” el descanso se une a un tiempo que permita cuidar la vida
familiar, cultural, social y religiosa, haciendo de todos estos horizontes un
espacio y un tiempo para Dios y para el hombre.
Por esto, ha subrayado a los presentes que “contribuyen
a poner las bases para que el descanso pueda ser vivido como dimensión
auténticamente humana, y por esto abierta a la posibilidad de un encuentro vivo
con Dios y con los otros”.
Además, el Pontífice ha asegurado que están llamados
“a hacer frente a desafíos cada vez más complejos”. Desafíos --ha indicado--
que provienen tanto de la sociedad actual, con la criticidad de sus equilibrios
y la fragilidad de sus relaciones; como del mundo del trabajo, plagado de
la insuficiencia ocupacional y de la precariedad de las garantías que logra
ofrecer.
Ha advertido que hasta hace algún tiempo era común
asociar la meta de la pensión a la llegada de la tercera edad. Pero, ha
observado “la época moderna ha cambiado sensiblemente los ritmos”. Por un lado,
“la eventualidad del descanso se ha anticipado, a veces diluida en el tiempo, a
veces renegociada hasta los extremos aberrantes, como el que distorsiona la
idea misma de una cesación laboral”. Y por otro lado, ha asegurado, “nunca nos
olvidamos de las exigencias de atención, tanto para quienes perdieron o nunca
tuvieron un trabajo, como para aquellos que se ven obligados a interrumpirlo
por varias razones”.
Trabajar, ha asegurado el Papa, quiere decir prolongar
la obra de Dios en la historia, contribuyendo de forma personal, útil y
creativa. De este modo ha añadido que el trabajo “no puede ser prolongado o
reducido en función del beneficio de pocos y de formas productivas que
sacrifican valores, relaciones y principios”.
Finalmente, Francisco ha pedido “amar y servir al
hombre con conciencia, responsabilidad y disponibilidad”. Trabajad para quien
trabaja --ha concluido-- y para quien quisiera hacerlo pero no puede. No
como solidaridad, sino como deber de justicia.
08.11.15
Texto completo. El
Santo Padre ha puesto el ejemplo de la mujer viuda del Evangelio de este
domingo, mujer que en su pobreza ha comprendido que, teniendo a Dios, tiene
todo
A las 12.00 de esta mañana, el
santo padre Francisco se ha asomado a la ventana del estudio en el Palacio
Apostólico Vaticano para recitar el ángelus con los fieles y los peregrinos
reunidos en la plaza de San Pedro para el habitual encuentro dominical.
Estas son
las palabras del Papa para introducir la oración mariana:
Queridos
hermanos y hermanas, buenos días con este bonito sol.
El pasaje del Evangelio de este domingo se compone de
dos partes: una en la que se describe cómo no deben ser los seguidores de
Cristo; la otra en la que se propone un ideal ejemplar de cristiano.
En la primera parte, Jesús critica a los escribas,
maestros de la ley, tres defectos que se manifiestan en su estilo de vida:
soberbia, codicia e hipocresía. A ellos les gusta “que les hagan reverencias en
la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos
en los banquetes” (Mc 12,38-39). Pero bajo apariencias tan solemnes se
esconden falsedades e injusticias. Mientras se pavonean en público, usan su
autoridad para “devorar los bienes de las viudas” (cfr v. 40), que eran consideradas,
junto a los huérfanos y los extranjeros, las personas más indefensas y menos
protegidas.
Finalmente, los escribas “hacen largos rezos para
hacerse ver” (v. 40). También hoy existe el riesgo de asumir estas actitudes.
Por ejemplo, cuando se separa la oración de la justicia, porque no se puede
rendir culto a Dios y causar daño a los pobres. O cuando se dice que se ama a
Dios, y sin embargo se antepone a Él la propia vanidad, el propio beneficio.
Y en esta línea se coloca la segunda parte del Evangelio
de hoy. La escena ambientada en el templo de Jerusalén, precisamente en el
lugar donde la gente echaba las monedas como ofrenda. Hay muchos ricos que
echan muchas monedas, y hay una mujer pobre, viuda, que pone apenas dos
monedas. Jesús observa atentamente a esa mujer y llama la atención de sus
discípulos sobre el fuerte contraste de la escena. Los ricos han dado, con gran
ostentación, lo que para ellos era superfluo, mientras que la viuda, con
discreción y humildad, ha dado “todo lo que tenía para vivir” (v. 44). Por
esto --dice Jesús-- ella ha dado más que nadie. A causa de su extrema pobreza,
hubiera podido ofrecer una sola moneda para el templo y quedarse con la otra.
Pero ella no quiere hacer las cosas a medias con Dios: se priva de todo. En su
pobreza ha comprendido que, teniendo a Dios, tiene todo; se sienta amada
totalmente por Él y a su vez, lo ama totalmente. Bonito ejemplo esta viejecita,
bonito ejemplo.
Jesús, hoy, nos dice también a nosotros que el metro
de juicio no es la cantidad, sino la plenitud. Hay una diferencia entre
cantidad y plenitud. Tú puedes tener mucho dinero y estar vacío. No hay
plenitud en tu corazón. Pensad esta semana en la diferencia que hay entre
cantidad y plenitud.
No es una cuestión de cartera, sino de corazón. Hay diferencia
entre cartera y corazón. Algunos tienen, hay enfermedades cardíacas, que hacen
bajar el corazón a la cartera y eso no va bien. Amar a Dios “con todo el
corazón” significa fiarse de Él, de su providencia, y servirlo en los hermanos
más pobres sin esperar nada a cambio. Me permito contaros una anécdota que
sucedió en mi diócesis anterior. Estaban en la mesa una madre con los tres
hijos, el padre estaba en el trabajo. Estaban comiendo chuletas a la milanesa.
En ese momento llaman a la puerta, uno de los hijos va, pequeños, 5, 6, 7 años
el más grande, y viene y dice ‘mamá hay un mendigo que pide comida’. Y la
madre, buena cristiana, les pregunta ‘¿qué hacemos?’ ‘Le damos de comer, mamá’.
‘Vale’. Toma el tenedor y el cuchillo y quita la mitad de la chuleta a cada
uno. ‘Ah, no, mamá, así no, toma del frigorífico’. ‘No, hacemos tres bocadillos
así’. Y los hijos han aprendido que la verdadera caridad se da, se hace, no de
lo que nos sobra sino de lo que es necesario. Y estoy seguro que esa tarde han
tenido un poco de hambre, pero se hace así.
Frente a las necesidades del prójimo, estamos llamados
a privarnos de algo como estos niños, de la mitad de las chuletas, de algo
indispensable no solo superfluo; estamos llamados a dar el tiempo necesario, no
solo lo que nos sobra; estamos llamados a dar enseguida y sin reservas nuestro
talento, no después de haberlo utilizado para nuestros fines personales o de
grupo.
Pidamos al Señor que nos admita en la escuela de esta
pobre viuda, que Jesús, entre el desconcierto de los discípulos, la hace subir
a la cátedra y la presenta como maestra del Evangelio vivo. Por la intercesión
de María, la mujer pobre que ha dado toda su vida a Dios por nosotros, pidamos
el don de un corazón pobre, pero rico de una generosidad feliz y gratuita.
Después del
ángelus, el Santo Padre ha indicado:
Queridos
hermanos y hermanas,
sé que muchos de vosotros os habéis preocupado por las
noticias que han circulado en los días pasados a propósito de documentos reservados
de la Santa Sede que han sido robados y publicados.
Por esto quisiera deciros, sobre todo, que robar estos
documentos es un delito. Es un acto deplorable que no ayuda. Yo mismo había
pedido hacer ese estudio, y esos documentos, mis colaboradores y yo ya los
conocíamos bien y se han tomado medidas que han comenzado a dar frutos, y
también algunos visibles.
Por eso quiero aseguraros también que este triste
hecho no me distrae ciertamente del trabajo de reforma que estamos llevando
adelante con mis colaboradores y con el apoyo de todos vosotros. Sí, con el
apoyo de toda la Iglesia, porque la Iglesia se renueva con la oración y con la
santidad cotidiana de cada bautizado.
Por eso os doy las gracias y os pide que sigáis
rezando por el Papa y por la Iglesia, sin dejarse molestar sino yendo adelante
con confianza y esperanza.
Hoy en Italia se celebra la Jornada de la Acción de
Gracias, que este año lleva por tema “El suelo, bien común”. Me asocio
a los obispos en el desear que todos actúen como administradores responsables
de un precioso bien colectivo, la tierra, cuyos frutos tienen una destinación
universal. Me siento cercano con gratitud al mundo agrícola, y animo a cultivar
la tierra de tal forma que se cuide la fertilidad para que produzca comida para
todos, hoy y para las generaciones futuras. En tal contexto tiene lugar en Roma
la Jornada diocesana para el cuidado de la creación, que esta año se
enriquece con la “Marcha por la tierra”.
Mañana, en Florencia, inicia el 5º Congreso Eclesial
Nacional, con la presencia de los obispos y de los delegados de todas las
diócesis italianas. Se trata de un evento importante de comunión y de
reflexión, en el que tendré la alegría de participar también yo, el próximo
martes.
Os saludo con afecto a todos vosotros, romanos y
peregrinos. En particular a los estudiantes franceses de la región parisina, a
los fieles de Japón y de Polonia, como también a los de Scandicci. Saludo
a los representantes de la Orden de los Predicadores --dominicos-- que ayer
abrieron el octavo centenario de la fundación.
A todos os deseo un buen domingo. ¡Y no os olvidéis de
rezar por mí! Buen almuerzo y hasta pronto.
09.11.15
A las 8 de la mañana
llega a la metrópoli industrial. Recuerda a las víctimas de la explotación
laboral, pide un "pacto de proximidad" y recuerda
que "la sacralidad de todo ser humano pide respeto, acogida
y un trabajo digno"
El papa Francisco llegó a las 8 de la mañana en
helicóptero a la ciudad industrial italiana de Prato, tras haber partido a
las 7:00 desde la Ciudad del Vaticano. En el papamóvil el Santo Padre se
dirigió hasta la plaza central en donde se encuentra el famoso Duomo de Prato,
o sea, su catedral.
Muchas personas habían esperado desde las 4 de la
mañana para poder estar en las primeras filas y saludar al Santo Padre y
un grupo de jóvenes realizó una vigilia de oración. Una pantalla
gigante ayudaba a seguir la visita del Santo Padre en el interior
del 'Duomo' de origen medieval. Allí en la catedral, Francisco saludó
a los enfermos, varios de ellos en silla de ruedas.
En la catedral de Prato se cuentra la reliquia
de la 'sacra cintola', el sagrado cinturón, que según
indica la tradición, la Virgen María le entregó al apóstol Tomás como
prueba de su asunción al Cielo. Poco después, el Santo Padre realizó
un momento de oración delante de esta reliquia, y escribió algunas palabras en
un libro.
A continuación, cuando el Papa se asomó
al púlpito de Donatello, que da hacia el exterior de la
iglesia, miles de personas que estaban en la plaza lo ovacionaron
agitando pañuelos y banderas con los colores del Vaticano y coreando 'Francesco'.
"He venido como un peregrino, de pasada, poca
cosa, pero la voluntad está", dijo el Papa, y les recordó que esta ciudad
"a través de los siglos tuvo la definición de Ciudad de María",
debido a la reliquia "que acabo de venerar". O sea "un
signo de bendición para vuestra ciudad".
El Santo Padre indicó algunos pensamientos que le
vinieron: "No quedarnos cerrados en la indiferenecia, abrirnos y sentirlos
llamados a alcanzar a los otros para compartir la alegría de haber encontrado
al Señor", dijo. E invitó a "salir para acercarnos a los hombres
de nuestro tiempo".
"Salir significa arriesgar" porque "no
hay fe sin riesgo", dijo, pero "una fe que se queda en casa no es
fiel al Señor". Y reiteró que hay que buscar la ruta y no el refugio
de un puerto seguro porque "el Señor quiere llegar a quien no lo
conoce y nos impulsa". E insistió en el tema: "Hemos sido servidos
por Dios que se hizo nuestro prójimo, para a su vez servir a quien está cerca
de nosotros".
El Pontífice agradeció también a los ciudadanos de
Prato por "el trabajo de integración que se contrapone a la cultura
del descarte". Así como "a las familias que adoptan"
y sin desanimarse delante de las dificultades, "o situaciones
difíciles de convivencia". Invitó por ello a crear "pactos de
proximidad".
Otro tema que propuso, citando a san Pablo cuando
invita a los cristianos a usar la armadura de Dios, las virtudes, fue el
de buscar siempre la verdad. "No es fácil --dijo el Papa-- pero
es una decisión vital que tiene que marcar la existencia de cada uno, de la
sociedad, para que sea más justa, más honesta". Y señaló "la
sacralidad de todo ser humano pide respeto, acogida y un trabajo
digno".
"Me permito recordar los cinco hombres y dos
mujeres de ciudadanía china que murieron hace dos años debido a un incendio en
la zona industrial de Prato" indicó el Santo Padre, y recordó que ellos
vivían y dormían en el interior de la misma fábrica en la que trabajaban,
con divisiones de cartón y camas camarote."Es una tragedia de la
explotación y condiciones inhumanas de vida, y esto no es trabajo digno"
exclamó.
Y recordó que la vida de cada comunidad exige
"que se combata el cáncer de la corrupción", de la "explotación
humana y laboral" porque es el terreno de la ilegalidad.
Al concluir sus palabras Francisco animó a todos,
especialmente a los más jóvenes: "Me dijeron que han hecho una
vigilia de oración, gracias, gracias", y les invitó a "no ceder
al pesimismo y a la resignación".
Y recordándo la reliquia de la Virgen que la ciudad
custodia en el 'Duomo', les recordó: "María en un silencio operoso
transformó el sábado de la desilusión en el alba de la resurrección". E
invitó que si alguien "se siente oprimido por las circunstancias
de la vida se confíe a María, que es nuestra madre que nos anima a poner
confianza en Dios". Porque "su hijio no traicionará nuestas
expectativas y sembrará en nuestros corazonas una esperanza que no desilusiona".
Desde la ciudad de Prato situada a 15
kilómetros de Florencia, en donde hay personas de 123 nacionalidades
distintas, en particular de China, Albania, Rumanía y también una
comunidad latinoamericana, partió a la metrópoli de Florencia, a la Catedral, para
reunirse con los participantes del V Congreso eclesial de la Iglesia italiana.
11.11.15
Texto completo de la catequesis del
Papa en la audiencia del miércoles 11 de noviembre
El Santo Padre asegura
que la convivialidad es un termómetro seguro para medir la salud de las
relaciones: si en familia hay algo que no va bien o alguna herida
escondida, en la mesa se entiende todo
Publicamos a
continuación el texto completo de la catequesis del Santo Padre en la audiencia
general, que el papa Francisco realizó en la Plaza de San Pedro, ante una
fieles y peregrinos venidos desde todas las partes del mundo.
"Queridos
hermanos y hermanas, buenos días
Hoy reflexionamos sobre una cualidad característica de
la vida familiar que se aprende desde los primeros años de vida: la
convivialidad, es decir, la actitud de compartir los bienes de la vida y a
estar felices de poder hacerlo. Pero compartir, saber compartir es una virtud
preciosa. Su símbolo, su “icono”, es la familia reunida en torno a la mesa
doméstica. El compartir la comida --y por tanto, además de la comida también
los afectos, las historias, los eventos…-- es una experiencia fundamental.
Cuando hay una fiesta, un cumpleaños, un aniversario, nos reunimos en torno a
la mesa. El algunas culturas es costumbre hacerlo también para el luto, para
estar cerca de quien vive el dolor por la pérdida de un familiar.
La convivialidad es un termómetro seguro para medir la
salud de las relaciones: si en familia hay algo que no va
bien o alguna herida escondida, en la mesa se entiende todo. Una
familia que no come casi nunca junta, o en cuya mesa no se habla si no que se
ve la televisión, o el smartphone, es una familia “poco familia”. Cuando
los hijos en la mesa están pegados al ordenador, al móvil y no se escuchan
entre ellos esto no es familia, es una pensión.
El Cristianismo tiene una especial vocación a la
convivialidad, todos lo saben. El Señor Jesús enseñaba con gusto en la mesa, y
presentaba algunas veces el reino de Dios como un banquete festivo. Jesús
escogió la mesa también para entregar a sus discípulos su testamento
espiritual, condensado en el gesto memorial de su Sacrificio: donación de su
Cuerpo y de su Sangre como alimento y bebida de salvación, que nutren el amor
verdadero y duradero.
En esta perspectiva, podemos decir que la familia es
“de casa” a la misa, porque a la eucaristía lleva la propia experiencia de
convivencia y la abre a la gracia de una convivialidad universal, del amor de
Dios por el mundo. Participando en la eucaristía, la familia es purificada de
la tentación de cerrarse en sí misma, fortalecida en el amor y en la fidelidad,
y ensancha los confines de su propia fraternidad según el corazón de Cristo.
En nuestro tiempo, marcado por tantos cierres y
demasiados muros, la convivialidad, generada por la familia y dilatada en la
eucaristía, se convierte en una oportunidad crucial. La eucaristía y la familia
que se nutren de ella pueden vencer los cierres y construir puentes de acogida
y de caridad. Sí, la eucaristía de una Iglesia de familias, capaces de
restituir a la comunidad la levadura activa de la convivialidad y de
hospitalidad recíproca, es una escuela de inclusión humana que no teme
confrontaciones. No existen pequeños, huérfanos, débiles, indefensos, heridos y
desilusionados, desesperados y abandonados, que la convivialidad eucarística de
las familias no pueda nutrir, restaurar, proteger y hospedar.
La memoria de las virtudes familiares nos ayuda a
entender. Nosotros mismos hemos conocido, y todavía conocemos, qué milagros
pueden suceder cuando una madre tiene una mirada de atención, servicio y
cuidado por los hijos ajenos, además que a los propios. ¡Hasta ayer, bastaba
una mamá para todos los niños del patio! Y además sabemos bien qué fuerza
adquiere un pueblo cuyos padres están preparados para movilizarse para proteger
a sus hijos de todos, porque consideran a los hijos un bien indivisible, que
están felices y orgullosos de proteger.
Hoy, muchos contextos sociales ponen obstáculos a la
convivialidad familiar. Es verdad, hoy no es fácil. Debemos encontrar la forma
de recuperarla. En la mesa se habla. En la mesa se escucha. Nada silencio. Ese
silencio que no es silencio de las monjas. Es el silencio del egoísmo. Cada uno
a lo suyo, o a la televisión, o al ordenador y no se habla. Nada de silencio.
Recuperar esa convivialidad familiar, aun adaptándola a los tiempos.
La convivialidad parece que se ha convertido en una
cosa que se compra y se vende, pero así es otra cosa. Y la nutrición no es
siempre el símbolo de un justo compartir de los bienes, capaz de alcanzar a
quien no tiene ni pan ni afectos. En los países ricos somos impulsados a gastar
en una nutrición excesiva, y luego gastamos de nuevo para remediar el
exceso. Y este “negocio” insensato desvía nuestra atención del hambre
verdadera, del cuerpo y del alma. Cuando no hay convivialidad hay egoísmo. Cada
uno piensa en sí mismo. Es tanto así que la publicidad la ha reducido a un deseo
de galletas y dulces. Mientras tanto, muchos hermanos y hermanas se quedan
fuera de la mesa. ¡Es una vergüenza!
Miremos el misterio del banquete eucarístico. El Señor
entrega su Cuerpo y derrama su Sangre por todos. Realmente no existe división
que pueda resistir a este Sacrificio de comunión; solo la actitud de falsedad,
de complicidad con el mal puede excluir de ello. Cualquier otra distancia no
puede resistir al poder indefenso de este pan partido y de este vino
derramado, sacramento del único Cuerpo del Señor. La alianza viva y vital de
las familias cristianas, que precede, sostiene y abraza en el dinamismo de su
hospitalidad las fatigas y las alegrías cotidianas, coopera con la gracia de la
eucaristía, que es capaz de crear comunión siempre nueva con la fuerza que
incluye y que salva.
La familia cristiana mostrará precisamente así la
amplitud de su verdadero horizonte, que es el horizonte de la Iglesia Madre de
todos los hombres, de todos los abandonados y los excluidos, en todos los
pueblos. Oremos para que esta convivialidad familiar pueda crecer y madurar en
el tiempo de gracia del próximo Jubileo de la Misericordia".
12.11.15
El Papa: "Dios es
incapaz de estar lejos de sus hijos"
El Santo Padre a los miembros de la
Familia Guanella les asegura que el mundo de hoy
necesita personas con ojos renovados por el amor y miradas
que infundan esperanza
“Fiarse, mirar
y darse prisa”. Estos son los tres verbos concretos que el papa Francisco ha
presentado en su discurso a los participantes de la peregrinación de la
Familia Guanelliana, a quienes ha recibido este jueves en el Aula Pablo VI.
“Fiarse”. El Santo Padre ha recordado que la vida de
don Guanella tuvo en el centro “la certeza de que Dios es Padre misericordioso
y providente”. Tal y como ha observado el Papa “Dios es padre y no logra no
amarnos”. Ni siquiera es capaz --ha asegurado- de estar lejos de sus hijos y
desea siempre venir a nuestro encuentro. “Dios nos cuida y quiere que nos
fiemos de Él”, ha indicado el Papa.
Asimismo ha añadido: “Pienso que al Padre le
duele mucho cuando ve que sus hijos no se fían plenamente de Él: quizás
creen en un Dios lejano, más bien que en el Padre misericordioso”. A
propósito, ha advertido sobre la tentación de “tomar distancia de Dios,
intimidados por la sospecha de que su paternidad no sea realmente providente y
buena”. Dios es solamente amor, puro amor providente, ha afirmado el Pontífice.
“Él nos ama más de lo que nos amamos nosotros mismos y sabe cuál es nuestro
verdadero bien”, ha explicado.
El segundo verbo es “mirar”. A propósito, Francisco ha
explicado que el Padre suscita la creatividad en los que viven como sus hijos y
así “aprenden a mirar el mundo con ojos nuevos, más luminosos por el amor y la
esperanza”. Son ojos --ha precisado-- que permiten mirarse dentro con verdad y
ver lejos en la caridad. Y en esta mirada los otros no aparecen “como
obstáculos que necesitamos superar, sino como hermanos y hermanas que debemos
recibir” ha indicado. Al respecto, el Santo Padre ha advertido que la carencia
más grande en el mundo de hoy es la caridad: “es necesario sobre todo, que
existan personas con ojos renovados por el amor y miradas que infundan
esperanza”.
Asimismo, Francisco ha advertido que nuestra vida
espiritual es miope “porque no conseguimos mirar más allá de nuestro yo”. Otras
veces no vemos bien de cerca “nos gustar ayudar a quien está lejos, pero no
somos capaces de inclinarnos hacia quien vive junto a nosotros”. A veces,
sin embargo, “preferimos cerrar los ojos, porque estamos cansados, abrumados por
el pesimismo”.
Y finalmente “tener prisa”. El Pontífice ha recordado
que “como el Padre es delicado y concreto en lo relacionado con los hijos más
pequeños y débiles, así nosotros no podemos hacer esperar a los hermanos y las
hermanas en dificultad”. Y del mismo modo que María tuvo prisa por ir a ver a
su prima Isabel, “también nosotros escuchamos la invitación del Espíritu Santo
para ir en seguida al encuentro de quien necesita nuestros cuidados y nuestro
afecto, porque, como enseñaba don Luigi Guanella, un corazón cristiano que
cree y que siente no puede pasar delante de las indigencias del pobre sin
socorrerlas”.
13.11.15
'La idolatría de los
hábitos es contraria a la belleza eterna de Dios'
En la homilía de este viernes en
Santa Marta, Francisco indica que es necesario dirigir la mirada “siempre
más allá”
Hay dos peligros que acechan a los creyentes: la
tentación de divinizar las cosas de la tierra e incluso de idolatrar los
“hábitos”, como si todo tuviera que durar para siempre. En cambio, la única
belleza eterna a la que debemos tender es Dios. Estas son las ideas centrales
de la homilía que pronunció el papa Francisco en la Misa celebrada este viernes
en la capilla de la Casa de Santa Marta.
“La gran belleza es Dios”. Lo reza también el Salmo:
“Los cielos narran la belleza de Dios”. El problema del hombre es que con
frecuencia se arrodilla ante lo que, de aquel esplendor es solo un reflejo
--que un día, de todos modos, se apagará-- o incluso, se vuelve devoto de
placeres aún más pasajeros.
El Santo Padre desarrolló su reflexión poniendo de
manifiesto las dos idolatrías en las que también puede caer quien tiene fe. La
primera Lectura y el Salmo --observó el Pontífice-- se refieren a “la belleza
de la creación”, pero también subrayan “el error” de “aquella gente que en
estas cosas bellas no ha sido capaz de ver más allá, es decir la
trascendencia”. Una actitud en la que el Papa identifica lo que denomina “la
idolatría de la inmanencia”, que hace que uno se detenga ante una belleza “sin
un más allá”:
“Se han apegado a esta idolatría; están sorprendidos
por su poder y energía. No han pensado cuánto superior es su Soberano, porque
los ha creado, Aquel que es principio y autor de la belleza. Es una idolatría
mirar las bellezas --tantas-- sin pensar que habrá un ocaso. También el ocaso
tiene su belleza… Y esta idolatría de estar apegados a las bellezas de aquí,
sin la trascendencia, todos nosotros corremos el riesgo de tenerla. Es la
idolatría de la inmanencia. Creemos que las cosas son como son, son casi
dioses, que jamás terminarán. Olvidamos el ocaso”.
La otra idolatría --subrayó Francisco-- “es la de los
hábitos” que ensordecen el corazón. El Santo Padre la ilustró recordando las
palabras de Jesús en el Evangelio del día, con su descripción de los hombres y
las mujeres en tiempos de Noé o los de Sodoma cuando, recuerda que “comían,
bebían, tomaban esposa y esposo” sin preocuparse por otra cosa, hasta el
momento del diluvio o de la lluvia de fuego y azufre, de la destrucción
absoluta.
“Todo es habitual. La vida es así: vivimos así, sin
pensar en el ocaso de este modo de vivir. También esto es una idolatría: estar
apegado a los hábitos, sin pensar que esto terminará. Y la Iglesia nos hace ver
el final de estas cosas. También los hábitos pueden ser pensados como dioses.
¿La idolatría? La vida es así, vamos adelante así… Y así como la belleza
terminará en otra belleza, nuestro hábito terminará en una eternidad, en otro
hábito. ¡Pero está Dios!”, dijo el Pontífice.
En cambio, exhortó el Obispo de Roma, es necesario
dirigir la mirada “siempre más allá”, hacia “el hábito final”, al único Dios
que está más allá “del fin de las cosas creadas”, como la Iglesia enseña en
estos días que concluyen el Año litúrgico, para no repetir el error fatal de
mirar hacia atrás, como sucedió a la esposa de Lot, teniendo la certeza que si
“la vida es bella, también el ocaso será muy bello”.
“Nosotros --los creyentes-- no somos gente que vuelve
atrás, que cede, sino gente que va siempre adelante”. Ir siempre adelante en
esta vida, mirando las bellezas y con los hábitos que tenemos todos nosotros,
pero sin divinizarlas. “Que sean estas pequeñas bellezas, que reflejan la gran
belleza, nuestros hábitos para sobrevivir en el canto eterno, en la
contemplación de la gloria de Dios”, concluyó el papa Francisco.
14.11.15
Se suspende el encuentro entre el
Papa y el presidente de Irán tras los atentados de París
Rouhaní debía reunirse también con
los líderes políticos de Italia y viajar el 16 y 17 a la capital gala
El presidente de Irán, Hassan Rouhaní, que este sábado
por la tarde tenía una audiencia con el papa Francisco en el Vaticano,
suspendió su viaje a Roma y Europa, indicaron las agencias de noticias
desde Teherán. El viaje debía iniciar en la Ciudad Eterna, y después de
encontrar al Papa tenía programado reunirse con los principales
líderes políticos de Italia y proseguir el 16 y 17 hacia París. El presidente
de la república islámica condenó firmemente los ataques en París, definiéndolos
como "crímenes deshumanos".
El encuentro entre el Santo Padre y el presidente
iraní hubiera sido el primero, después de 16 años, entre un pontífice y el
mandatario de dicho país. El último gobernante iraní recibido en
audiencia por Juan Pablo II fue Mohamed Jatamí en 1999. Teherán no
rompió relaciones diplomáticas con la Santa Sede a pesar de la Revolución
Islámica de 1979.
En el mes de febrero del presente año el papa
Francisco recibió en el Vaticano a la vicepresidenta de Irán para Asuntos
de Mujer y Familia, Shahindokht Molaverdi, y a una delegación que le acompañaba
compuesta por mujeres de ese país.
En la reunión, El Papa y Molaverdi conversaron sobre
la importancia de la familia, así como sobre la manera de promover el rol de la
mujer en la sociedad y en la política internacional. La delegación iraní
también compartió una mesa redonda moderada por Mons. Vincenzo Paglia,
presidente del Pontificio Consejo para la Familia, en la
que también estuvieron presentes cinco mujeres en representación del
Vaticano. En estas conversaciones, se abordaron temas relacionados con la
identidad femenina y con la familia.
Por lo que se refiere al acuerdo sobre el programa
nuclear de Irán, firmado en junio pasado, la Santa Sede consideró “positivo el
acuerdo”. El portavoz indicó entonces que "se trata de un resultado
importante de las negociaciones llevadas a cabo hasta la fecha, pero que
requiere la continuación del esfuerzo y del compromiso de todos para que dé
frutos". Entretanto deseó que "espera que dichos frutos no
se limiten solo al ámbito del programa nuclear, sino que se extiendan a otros
sectores".
15.11.15
Delante de los falsos
profetas, horóscopos, videntes y fatalistas, hay que saber que Jesús
nos quiere y está a nuestro lado
El papa Francisco rezó este domingo la oración del
ángelus desde la ventana de su estudio, delante de miles de fieles y
peregrinos llegados desde todo el mundo y congregados en la Plaza de San
Pedro. Antes de la oración recordó el evangelio del día e invitó a no creer en
los profetas de desventuras, videntes u horóscopos. Después recordó que los
atentados de París son un ultraje a la dignidad humana y que usar el nombre de
Dios para matar así es una blasfemia.
Recordó también que este sábado en Brasil fue
beatificado el sacerdote Francisco de Paula Víctor, hijo de una esclava
negra y pidió que su extraordinario ejemplo sirva a los
sacerdotes. Concluyó saludando a diversas delegaciones presentes, entre
las cuales diversas de España.
A
continuación el texto completo
“Queridos
hermanos y hermanas.
El evangelio de este penúltimo domingo del año
litúrgico nos propone una parte de las palabras de Jesús sobre los eventos
últimos de la historia humana, orientada hacia el pleno cumplimiento del reino
de Dios.
Es la prédica que Jesús hizo en Jerusalén antes de su
última pascua. Eso contiene algunos elementos apocalípticos, como las guerras,
carestías, catástrofes cósmicas. “El sol se oscurecerá, la luna no dará más su
luz, las estrellas caerán del cielo y las potencias que están en el cielo serán
trastornadas”.
Entretanto estos elementos no son la cosa esencial del
mensaje. El núcleo central entorno al cual giran las palabras de Jesús es Él
mismo, el misterio de su persona y de su muerte y resurrección, y su retorno al
final de los tiempos. Nuestra meta final es el encuentro con el Señor
resucitado.
Yo quisiera preguntarles ¿cuántos piensan sobre ésto?:
'Habrá un día que yo encontraré cara a cara al Señor'. Y esta es nuestra meta,
nuestro encuentro.
Nosotros no esperamos un tiempo o un lugar, sino que
vamos a encontrar a una persona: Jesús. Por lo tanto el problema no es 'cuando'
sucederán los signos premonitores de los últimos tiempos, sino que nos
encuentre preparados. Y no se trata tampoco de saber 'cómo' sucederán estas
cosas, sino 'cómo' tenemos que comportarnos, hoy en la espera de éstos.
Estamos llamados a vivir el presente construyendo
nuestro nuestro futuro con serenidad y confianza en Dios. La parábola del higo que
florece, como signo del verano que se acerca, dice que la perspectiva del final
no nos distrae de la vida presente, sino que nos hace mirar hacia nuestros días
actuales con una óptica de esperanza.
Esa virtud tan difícil de vivir: la esperanza, la más pequeña
de las virtudes pero la más fuerte. Y nuestra esperanza tiene un rostro:
el rostro del Señor resucitado, que viene “con gran potencia y gloria, y que
esto manifiesta su amor crucificado y transfigurado en la resurrección. El
triunfo de Jesús al final de los tiempos será el triunfo de la cruz, la
demostración que el sacrificio de sí mismos por amor del prójimo, a imitación
de Cristo, es la única potencia victoriosa, el único punto firme en medio de
los trastornos del mundo.
El Señor Jesús no es solo el punto de llegada de la
peregrinación terrena, sino una presencia constante en nuestra vida: por ello
cuando se habla del futuro, y nos proyectamos hacia ese, es siempre para
reconducirnos al presente.
Él se opone a los falsos profetas, contra los videntes
que prevén cercano el fin del mundo, contra el fatalismo. Èl está a
nuestro lado, camina con nosotros, nos quiere mucho.
Quiere sustraer a sus discípulos de todas las épocas,
de la curiosidad por las fechas, las previsiones, los horóscopos, y concentra su
atención sobre el hoy de la historia.
Me gustaría preguntarles, pero no respondan, o cada
uno responda interiormente: ¿Cuántos entre nosotros leen el horóscopo del día?
Cada uno se responda y cuando tengan ganas de leer el horóscopo, mire a
Jesús que está con nosotros. Es mejor, nos hará mejor.
Esta presencia de Jesús nos llama, esto sí, a la
espera y a la vigilancia que excluyen sea la impaciencia que de la modorra,
dea del escaparse hacia adelante o quedarse prisioneros del tiempo actual
y de la mundanidad.
También en nuestros días no faltan las calamidades
naturales y morales, y tampoco las adversidades y dificultades de todo tipo.
Todo pasa, nos recuerda el Señor, solamente su palabra queda como luz que mira
y alivia nuestros pasos. Nos perdona siempre porque está a nuestro lado, sólo
es necesario mirarlo y nos cambia el corazón. La Virgen María nos ayude a
confiar en Jesús, el fundamento firme de nuestra vida, y a perseverar con
alegría en su amor".
(El Papa
reza el ángelus junto a los presentes)
El atentado
de París
"Queridos hermanos y hermanas, deseo expresar mi
profundo dolor por los ataques terroristas que en la noche del viernes
ensangrentaron Francia, causando numerosas víctimas.
Al presidente de la República de Francia y a todos sus
ciudadanos expreso mi más profundo dolor. Estoy particularmente
cercano a los familiares de los que han perdido la vida y a los heridos.
Tanta barbarie nos deja consternados y nos pide cómo
pueda el corazón del hombre idear y realizar eventos tan horribles, que han trastornado
no solamente Francia, pero a todo el mundo.
Delante de tales actos intolerables no se puede dejar
de condenar la incalificable afrenta a la dignidad de la persona humana.
Quiero reafirmar con vigor que el camino de la
violencia y del odio no resuelve los problemas de la humanidad. Y que
"utilizar el nombre de Dios para justificar este camino es una
blasfemia".
Les invito a unirse a mi oración y confiemos a la
misericordia de Dios las víctimas inermes de esta tragedia. La Virgen María,
Madre de misericordia, suscite en los corazones de todos, pensamientos de
sabiduría y propósitos de paz.
A Ella le pedimos que nos proteja y vele por la
querida nación francesa, la primera hija de la Iglesia, por Europa y por el
mundo entero.
Recemos un poco en silencio y después, un Ave María.
(instantes de silencio) Ave María..."
Beatificación
de un sacerdote brasileño de origen africano
"Ayer en Tres Puntas, en el Estado de Minas
Gerais, en Brasil, ha sido proclamado beato don Francisco de Paula Víctor, sacerdote
brasileño de origen africano, hijo de una esclava. Párroco generoso y esmerado
en la catequesis y en la administración de los sacramentos, se distinguió
especialmente por su gran humildad.
Pueda su extraordinario testimonio ser modelo para
tantos sacerdotes, llamados a ser humildes servidores del pueblo de Dios".
Saludos
finales:
"Saludo a todos los presentes, familias,
parroquias, asociaciones y a cada uno de los fieles que han venido desde Italia
y desde tantas partes del mundo. En particular saludo a los peregrinos
provenientes de Granada, Málaga, Valencia y Murcia (España). ¡Cuántos
españoles!, San Salvador y Malta. A la asociación 'Accompagnatori Santuari
Mariani nel Mondo' y al instituto secular 'Cristo Re'.
A todos les deseo un buen domingo. Y por favor no se
olviden de rezar por mi. 'Buon pranzo e arrivederci'".
16.11.15
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