Texto
completo de la homilía del papa Francisco en la festividad de Corpus Christi
‘Haced esto en memoria mia’: El
apóstol Pablo refiere dos veces este mandato de Cristo, en el relato de la
institución de la Eucaristía
26 mayo 2016
El papa
Francisco durante la celebración de Corpus Christi en la basílica romana de San
Juan de Letrán
Roma). El papa Francisco presidió este jueves en Roma,
la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, con una misa en la
basílica pontificia de San Juan de Letrán. En la fiesta de Corpus
Christi, al concluir la eucaristía partió la procesión hasta la basílica
de Santa María la Mayor, donde tras la llegada del Santísimo, el
Papa imparte la bendición solemne.
En su homilía Francisco recuerda que es necesario
ofrecer los pocos panes y peces que tenemos y distribuirlos a todos; que
‘partir el pan’ es el símbolo de la identidad de Cristo y de los
cristianos y de los santos y santas que se han dejado ‘partir’ para
‘alimentar a los hermanos’. Símbolo de las madres y papás que se parten para
criar a sus hijos bien, de los cristianos empeñados en defender la dignidad de
todos, especialmente de los más pobres, marginados y discriminados. Y ellos
encuentran la fuerza en la Eucaristía.
A
continuación publicamos el texto completo de la homilía.
“‘Haced esto en memoria mía’ (1Co 11,24.25). El
apóstol Pablo, escribiendo a la comunidad de Corinto, refiere por dos veces
este mandato de Cristo en el relato de la institución de la Eucaristía. Es el
testimonio más antiguo de las palabras de Cristo en la Última Cena.
«Haced esto». Es decir, tomad el pan, dad gracias y
partidlo; tomad el cáliz, dad gracias y distribuidlo. Jesús manda repetir el
gesto con el que instituyó el memorial de su Pascua, por el que nos dio su
Cuerpo y su Sangre. Y este gesto ha llegado hasta nosotros: es el «hacer» la
Eucaristía, que tiene siempre a Jesús como protagonista, pero que se realiza a
través de nuestras pobres manos ungidas de Espíritu Santo.
«Haced esto». Ya en otras ocasiones, Jesús había
pedido a sus discípulos que «hicieran» lo que él tenía claro en su espíritu, en
obediencia a la voluntad del Padre. Lo acabamos de escuchar en el Evangelio.
Ante una multitud cansada y hambrienta, Jesús dice a sus discípulos: «Dadles
vosotros de comer» (Lc 9,13). En realidad, Jesús es el que bendice y parte los
panes, con el fin de satisfacer a todas esas personas, pero los cinco panes y
los dos peces fueron aportados por los discípulos, y Jesús quería precisamente
esto: que, en lugar de despedir a la multitud, ofrecieran lo poco que tenían.
Hay además otro gesto: los trozos de pan, partidos por
las manos sagradas y venerables del Señor, pasan a las pobres manos de los discípulos
para que los distribuyan a la gente. También esto es «hacer» con Jesús, es «dar
de comer» con él. Es evidente que este milagro no va destinado sólo a saciar el
hambre de un día, sino que es un signo de lo que Cristo está dispuesto a hacer
para la salvación de toda la humanidad ofreciendo su carne y su sangre (cf. Jn
6,48-58). Y, sin embargo, hay que pasar siempre a través de esos dos pequeños
gestos: ofrecer los pocos panes y peces que tenemos; recibir de manos de Jesús
el pan partido y distribuirlo a todos.
Partir: esta es la otra palabra que explica el
significado del «haced esto en memoria mía». Jesús se ha dejado «partir», se
parte por nosotros. Y pide que nos demos, que nos dejemos partir por los demás.
Precisamente este «partir el pan» se ha convertido en el icono, en el signo de
identidad de Cristo y de los cristianos. Recordemos Emaús: lo reconocieron «al
partir el pan» (Lc 24,35). Recordemos la primera comunidad de Jerusalén:
«Perseveraban […] en la fracción del pan» (Hch 2,42). Se trata de la
Eucaristía, que desde el comienzo ha sido el centro y la forma de la vida de la
Iglesia.
Pero recordemos también a todos los santos y santas
–famosos o anónimos–, que se han dejado «partir» a sí mismos, sus propias
vidas, para «alimentar a los hermanos». Cuántas madres, cuántos papás, junto
con el pan de cada día, cortado en la mesa de casa, se parten el pecho para
criar a sus hijos, y criarlos bien. Cuántos cristianos, en cuanto ciudadanos
responsables, se han desvivido para defender la dignidad de todos,
especialmente de los más pobres, marginados y discriminados. ¿Dónde encuentran
la fuerza para hacer todo esto? Precisamente en la Eucaristía: en el poder del
amor del Señor resucitado, que también hoy parte el pan para nosotros y repite:
«Haced esto en memoria mía».
Que el gesto de la procesión eucarística, que dentro
de poco vamos a hacer, responda también a este mandato de Jesús. Un gesto para
hacer memoria de él; un gesto para dar de comer a la muchedumbre actual; un
gesto para «partir» nuestra fe y nuestra vida como signo del amor de Cristo por
esta ciudad y por el mundo entero”.
27.05.16
27.05.16
Francisco: ‘El religioso santo y contento suscita nuevas vocaciones’
El Santo Padre recibe a los
participantes del Capítulo General de la Congregación de Don Orione y les
invita a ir ‘fuera’. Pide que la fe no se convierta en ideología y la caridad
no se reduzca a filantropía
27 mayo 2016
Ciudad del
Vaticano.- La vida
genera vida, el religioso santo y contento suscita nuevas vocaciones. Así lo ha
asegurado el papa Francisco en su discurso a los participantes del Capítulo
General de la Pequeña Obra de la Divina Providencia (San Luis Orione).
De este modo, el Santo Padre ha recordado en su
discurso que “todos estamos encaminados para seguir a Jesús”. Toda la
Iglesia –ha recordado– está llamada a caminar con Jesús por las calles del
mundo, para encontrar la humanidad de hoy que necesita, como escribía don
Orione, del ‘pan del cuerpo y del divino bálsamo de la fe’. Además, ha
explicado que el “camino maestro” es tener siempre unidas las dos dimensiones,
la de la vida: la personal y la apostólica.
El Papa recordando a los allí presentes su llamada a
servir a los pobres y excluidos de la sociedad, ha precisado que en ellos tocan
y sirven “la carne de Cristo” y crecen “en la unión con Él, vigilando siempre
para que la fe no se convierta en ideología y la caridad no se reduzca a
filantropía”. Asimismo, ha observado que “el ser siervos de Cristo cualifica
todo lo que se es y se hace, garantiza la eficacia apostólica, hace
fecundo el servicio”.
Por otro lado, el Santo Padre ha explicado que el
anuncio del Evangelio, especialmente en nuestros días, requiere mucho amor al
Señor, unido a una iniciativa particular.
El Papa ha exhortado a los presentes a no permanecer
cerrados en sus ambientes, sino a salir “fuera”. Hay mucha necesidad de
sacerdotes y religiosos que no se detengan solo en las instituciones de caridad
–necesarias– sino que sepan ir más allá de sus confines, para llevar a cada
ambiente, también al más lejano, el perfume de la caridad de Cristo. Del mismo
modo, les ha pedido que no pierdan nunca de vista “ni la Iglesia” ni “la
comunidad religiosa”, es más, “el corazón debe estar allí donde vuestro
cenáculo”, pero “es necesario salir para llevar la misericordia de Dios a todos,
indistintamente”.
También ha querido recordar a los presentes que su
servicio a la Iglesia será más eficaz, cuanto más se esfuercen en cuidar su
adhesión personal a Cristo y a su familia espiritual. “Testimoniando la belleza
de la consagración, la vida buena de religiosos ‘siervos de Cristo y de los
pobres’, se es ejemplo para los jóvenes”, ha concluido el Santo Padre.
28.05.16
El
Papa conversa con los niños sobre el drama de la migración
Llega al Vaticano el “Tren de los
niños”, iniciativa del Pontificio Consejo de Cultura, que este año lleva por
lema “Traídos por las olas”
28 mayo 2016
El Papa y el
Tren de los Niños
Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco se ha acercado hoy a la realidad de
la inmigración desde los ojos de los niños. Esta mañana en el Vaticano, el
Santo Padre ha recibido a cientos de niños de distintas etnias y religiones que
han llegado hasta allí procedentes de la región italiana de Calabria, a bordo
del “Tren de los niños”. Se trata de una iniciativa anual organizada por el
Pontificio Consejo de la Cultura, que este año lleva por tema “Traídos por las
olas”
El pequeño Sayende, un niño de Nigeria, ha pedido al
Papa que rece por su familia y sus amigos “que se han ido al cielo” porque
“murieron en el agua”.
Para recibir y acoger a los niños del tren, estaban
los niños de la Asociación Juan XXIII y la Orquesta infantil “Quattrocanti”.
También estaba la directora de un colegio que ha entregado a Francisco una
colecta para los niños de Lesbos y una carta, firmada por sus alumnos, que ha
leído el cardenal Ravasi. “Nosotros, niños, prometemos que acogeremos a quien
llegue a nuestro país, no consideramos nunca un enemigo peligroso a quien tiene
un color de piel diferentes, habla una lengua diferente o profesa otra
religión”, se lee en la misiva de los niños.
El Santo Padre ha escuchado, ha sonreído y se ha
conmovido. Le han enseñado el dibujo de un niño: con el sol, el mar, las olas
que se mueven. “Olas que pueden hacer que la gente muera”, ha comentado uno de
los pequeños allí presente.
Al respecto de esta difícil realidad, el Pontífice ha
mostrado a los niños un chaleco que le regalaron esta semana en la audiencia
general unos socorristas voluntarios que trabajan en Lesbos. Y
ha explicado a los pequeños: “Me ha traído este chaleco y llorando un
poco me ha dicho: ‘Padre, no pude. Había una niña en las olas, pero no pude
salvarla. Solo quedó el chaleco’”.
El Santo Padre les ha mostrado el chaleco de esa niña
y ha añadido que “no quiere entristeceros, pero vosotros sois valientes y
conocéis la verdad”. Recordando que son muchas las personas que están en
peligro les ha invitado a “dar un nombre” a la niña que murió en el mar, con
ese chaleco. “Ella está en el cielo, ella nos mira”, ha asegurado.
Los niños han asegurado que es “una injusticia” que no
se deje pasar a los inmigrantes. Y uno de los pequeños ha definido a los
responsables de esto como “bestias”. El Santo Padre con ternura le ha explicado
que “una persona que cierra y corazón no tiene corazón humano, porque no deja
pasar, tiene un corazón de animal, digamos, como una bestia, que no entiende”.
Por eso les ha recordado palabras como “paz, fraternidad, compasión, bien,
igualdad, acogida”.
Finalmente, una niña ha preguntado al papa Francisco
qué es para él “ser Papa”. Significa –ha respondido — hacer el bien que yo
puedo hacer. De este modo, ha concluido indicando que él siente que
Jesús “me ha llamado para esto”. Jesús ha querido, ha precisado el Pontífice,
que yo fuera cristiano, y un cristiano debe hacer esto. Y también Jesús ha
querido que yo fuera sacerdote, obispo y un sacerdote y un obispo deben hacer
esto. Yo siento que Jesús me dice que haga esto.
29.05.16
El
Papa a Scholas: La amistad es lo
contrario de la cultura del descarte
El próximo ‘Partido de la Paz’, será
el próximo 10 de junio en Argentina. Estaban presentes George Clooney, Salma
Hayek y Richard Gere que hablaron de educación y valores
29 mayo 2016
Scholas,
oración interreligiosa durante el acto de cierre del IV Congreso
Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco se dirigió este domingo por la tarde
en el Aula nueva del sínodo, a los participantes del ‘IV Congreso Internacional
de Scholas Occurentes’ que inició este viernes en la Ciudad del Vaticano y en
Roma, el cual concluyó hoy allí.
El encuentro de tres días contó con una
parte dedicada a 30 jóvenes elegidos entre miles que participaron a los
proyectos de Scholas sobre ciudadanía, y la otra a un centenar de
universitarios y profesionales que se realizó en la Casina Pio IV en el
Vaticano.
Durante el encuentro se anunció además que el próximo
‘Partido de la Paz’, será el 10 de junio en Argentina con motivo del
bicentenario de la independencia de dicho país. Por ello le presentaron un
olivo al Papa para que lo bendiga, el cual será plantado antes de dicho evento
deportivo, además de una pelota de fútbol que el Santo Padre entregó a
algunos jugadores allí presentes.
Scholas Ocurrentes –actualmente fundación pontificia–
es una Red Mundial de Escuelas para el Encuentro que nació inspiradas por el
Papa Francisco para promover la vinculación de las escuelas del mundo, con
proyectos compartidos hacia las de menores recursos. Nació cuando
Bergoglio era arzobispo de Buenos Aires, con las ‘Escuelas de vecinos’ y las
‘Escuelas hermanas’.
Antes de la llegada del Santo Padre tres actores
famosos, George Clooney, Salma Hayek y Richard Gere, hablaron de educación y
valores; y más tarde recibieron un galardón con medallas con el símbolo del
olivo de la paz.
El Papa a su llegada, deseó que en el congreso “se
haya dado ese clima de comunicación, de puente, de encuentro, que es un desafío
para este mundo que corre el riesgo de atomizarse y separarse”. Porque –señaló
el Francisco– cuando los pueblos y los amigos se separan, se puede fácilmente
sembrar odio y enemistad, en cambio cuando se encuentran “nace una cultura que
de la amistad que es lo contrario de la cultura del descarte”.
Una de las coordinadoras, María Paz Jurado, contó los
tres días con los 30 jóvenes de los cinco continentes; Sana Alí, de los
Emiratos Arabes, indicó las dificultades y esperanzas encontradas; el joven
salteño Nahuel Moreno, señaló la importancia de haber comunicado superando
lenguajes y distancias; y la joven mexicana, Ariana Licet Nuñez narró una
conmovedora situación de bulliyng, que ella sufrió en primera persona.
El Papa respondiendo a ‘si había pensado alguna vez
dejar de serlo porque era demasiada responsabilidad’, les confió que “no
se me había ocurrido que me iban a elegir a mi”, pero que en ese momento
recibió una paz profunda. Señaló que construir un mundo mejor se puede resumir
en lo que hemos hablado: “que cada persona sea reconocía en su identidad”.
Añadió que “la personalidad necesita pertenencia”, que una persona
sin identidad no tiene futuro, y es preciso tener identidad, de
cualquier tipo que sea.
Entretanto añadió que no basta hablar, sino que es
necesario también el lenguaje de los gestos, “una palmada, una sonrisa que da
esperanza, mirar a los ojos, gestos de aprobación y esperanza”.
El Santo Padre añadió que el bullying es una agresión
que esconde una profunda crueldad, como las guerras. Y contó que una monja de
un país africano con guerras intestinas, “me envió fotos que tengo acá” y “que
sucedieron el mes pasado”. ¡Un niño degollado, un niño!, es la misma crueldad!
Exhortó por ello a ‘desterrar todo tipo de crueldad’.
Y explicó que hay que tener la capacidad de escuchar al otro, de no discutir en
seguida, y que cuando hay diálogo ambos ganan. “No discutir sino persuadir
con mansedumbre” dijo.
Carina Rosa y Daniel Sigliano, también coordinadores
de estas iniciativas explicaron las cátedras de Scholas y la propuesta de unir
la sabiduría de las universidades a los proyectos que a ellos les llegan. Así
al Santo Padre fueron presentados los compromisos que asumieron las 37
universidades con las cátedras Scholas para desarrollar consultoría experta de
al meno un proyecto de Scholas durante un año, 17 de ellas de América, 2 de
África, 2 de Asia, 16 de Europa.
El cierre del Congreso contó con otras sorpresas,
como la de un grupo de los participantes en la Casina Pio IV, de unas
seis personas de diversos credos, que prepararon una oración
interreligiosa que recitaron delante del Santo Padre. Además un grupo del
proyecto Scholas Arts interpretó una música con instrumentos y canto, y le
entregaron un violín construido con las técnicas usadas por los primeros
jesuitas. También pasaron un video y contaron cuando llevaron al Polo Norte un
olivo como símbolo de Scholas, y dos surfristas con sus tablas le pidieron al
Papa que se las firme.
30.05.16
Santa Marta: la iglesia tenga memoria, profecía y esperanza, contrariamente
esclaviza
En la misa de este lunes el Papa
comenta la parábola de los viñadores y exhorta a no olvidarse de los dones
recibidos
30 mayo 2016
Ciudad del
Vaticano).- Memoria de
los dones que Dios nos ha dado, profecía para abrir el corazón y entender donde
hay que ir, aunque tuviéramos que arriesgar para hacerlo, y esperanza
para evitar una jaula de normas y preceptos que sirven solo para dar un sentido
de seguridad.
Son las tres coordinadas que Francisco ha ofrecido
este lunes en la misa diaria que ha celebrado en la Residencia Santa
Marta.
El Papa vuelve a hablar de esos corazones demasiados
cerrados a la obra de Dios y al soplo del Espíritu Santo. Lo hace recordando
las parábolas de Jesús, el cual desmonta los andamios de leyes y prescripciones
con las cuales los escribas y los fariseos sofocaban la memoria, la profecía y
la esperanza.
En particular evoca la parábola de los viñadores
homicidas narrada en el Evangelio de hoy, los cuales se rebelan contra su
patrón matando a los siervos que enviaba para solicitar lo que le debían,
llegando estos a asesinar al mismo hijo del patrón, el único, para así lograr
que la herencia terminara en las manos de ellos.
Una metáfora clara, observa el Papa de “un pueblo
cerrado en sí mismo, que no se abre a las promesas de Dios”, que asesina a los
siervos y al hijo, o sea a los profetas de la Biblia y a Cristo, para no oírlo.
Porque a ese pueblo le interesa “un sistema jurídico cerrado” y nada más.
Prefieren que no vengan los profetas. Y legitiman a los doctores de la ley, a
los teólogos que siempre entran en la casuística y no quieren la libertad
del Espíritu Santo, y lo enjaulan, porque no permiten la profecía ni la
esperanza”.
Es un sistema que san Pedro en la Primera lectura
define como “corrupción, mundanidad y concupiscencia”. Por ellos Jesús no evita
de increparlos, Él durante los 40 días en el desierto ha sufrido la tentación
“de perder la memoria de su misión, de no dar espacio a la profecía y de
preferir la seguridad en lugar de la esperanza”. Por eso les grita: ‘Ustedes
giran en medio del mundo para tener un prosélito y cuando lo encuentran lo
vuelven esclavo’, “una iglesia así organizada –exclama el Papa– hace esclavos”.
La viña bien organizada, subraya el Pontífice, es “la
imagen del pueblo de Dios, la imagen de la Iglesia y también la imagen de
nuestra alma”, que el Padre cuida siempre “con tanto amor y tanta ternura”.
Rebelarse a Dios, como a los viñadores homicidas significa “perder la memoria
del don recibido”, por para “no equivocarse en el camino” es
importante “volver siempre a las raíces”.
El Papa al concluir invita a preguntarnos:
“¿tengo yo memoria de las maravillas que el Señor hizo en mi vida?, ¿de los
dones del Señor? ¿Soy capaz de abrir el corazón a los profetas, o sea a aquello
que me dice ‘esto no va’, debes ir allá, ve adelante y arriesga? ¿Estoy abierto
a aquello o prefiero cerrarme en la jaula de la ley? Y para finalizar: ¿tengo
yo esperanza en las promesas de Dios, como las tuvo nuestro padre Abraham, que
salió de su tierra sin saber dónde iba, porque esperaba solo en Dios?”.
31.05.16
El Papa en Sta. Marta: Quien no vive para
servir, no sirve para vivir
En la homilía de este martes, el
Santo Padre recuerda que el servicio y el encuentro hacen experimentar una
“alegría” que “llena la vida”
31 mayo 2016
Ciudad del
Vaticano).- Si
aprendiéramos el servicio e ir al encuentro de los otros, “cómo cambiaría el
mundo”. Así lo ha indicado el papa Francisco al concluir la homilía de la misa
celebrada esta mañana en Santa Marta. Este martes, el Santo Padre ha dedicado
su reflexión a la Virgen, en el último día del mes mariano. Servicio y
encuentro hacen experimentar una “alegría” que “llena la vida”.
Así, ha destacado la valentía femenina, capacidad de
ir al encuentro de los otros, mano extendida en señal de ayuda, cuidado. Son
ideas que el Papa traza del pasaje del Evangelio que narra la visita de María a
santa Isabel. Este pasaje –observa– junto a las palabras del profeta Sofonías
en la Primera Lectura y de san Pablo en la segunda diseña “una liturgia llena
de alegría” que llega como una bocanada de “aire fresco” a “llenar nuestra
vida”.
Por eso, el Santo Padre ha advertido lo feo que es ver
cristianos “con la cara retorcida”, “tristes”. De este modo ha asegurado que
“no son plenamente cristianos”. Y ha añadido que “en esta atmósfera de alegría,
que la liturgia de hoy nos da como un regalo” ha querido subrayar dos cosas: una
actitud y un hecho.
La actitud sobre la que ha reflexionado es “el
servicio”. En esta línea, el Santo Padre ha precisado que el de María es un
servicio que se lleva a cabo sin dudar. María fue “deprisa” y esto, ha
explicado Francisco, a pesar de que estaba embarazada y corriendo el riesgo de
encontrar ladrones en el camino. “Esta chica de dieciséis o diecisiete años, no
más, era valiente. Se levanta y va”, ha observado.
Al respecto, el Pontífice ha hablado de la “valentía
de mujer”. Las mujeres valientes que hay en la Iglesia son como la Virgen. Así
ha precisado que son “estas mujeres que llevan adelante la familia, estas
mujeres que llevan adelante la educación de los hijos, que enfrentan tantas
adversidades, tanto dolor, que curan los enfermos…”. Valientes: “se alzan
y sirven, sirven. El servicio es signo cristiano. Quien no vive para servir, no
sirve para vivir. Servicio en la alegría, esta es la actitud que yo quisiera
subrayar. Hay alegría y también servicio. Siempre para servir”.
El segundo punto sobre el que se ha detenido el Papa
es el encuentro entre María y su prima. “Estas dos mujeres se encuentran y se
encuentran con alegría”, ese momento es “todo fiesta”. Por eso, ha advertido de
que si nosotros aprendiéramos esto, el servicio de ir al encuentro con los
otros, “cuánto cambiaría el mundo”.
Al respecto, el Santo Padre ha observado que el
encuentro es otro signo cristiano. “Una persona que se dice cristiana y no es
capaz de ir al encuentro de los otros, de encontrar a los otros, no es totalmente
cristiana”, ha precisado. Por eso ha recordado que tanto el servicio como el
encuentro requieren salir de uno mismo: salir para servir y salir para
encontrar, para abrazar a otra persona.
Finalmente, el Papa ha señalado que el Señor está en
el servicio, el Señor está en el encuentro”.
01.06.16
1. El obispo diocesano, el eparca, o quien aun a título temporáneo, tiene la responsabilidad de una Iglesia particular, o de otra comunidad de fieles a esa equiparada de acuerdo al canon 368 CIC y por el canon 313 CCEO, puede ser legítimamente removido de su cargo, si por negligencia ha puesto u omitido actos que hayan provocado un daño grave a los otros, sea que se trate de personas físicas, sea que se trate de una comunidad en su conjunto. El daño puede ser físico, moral, espiritual o patrimonial.
1. En todos los casos en los que se presenten indicios de acuerdo a lo previsto en el artículo anterior, la competente Congregación de la Curia Romana puede iniciar una investigación sobre el mérito, dando noticia al interesado y dándole la posibilidad de producir documentos y testimonios.
1. Antes de tomar la propia decisión, la Congregación podrá reunirse, según la oportunidad, con otros obispos o eparcas pertenecientes a la Conferencia episcopal, o al sínodo de los obispos de la Iglesia, sui Iuris, de la cual hace parte el obispo o el eparca interesado, para discutir su caso.
1.- Si se considera oportuno remover al obispo, la congregación establecerá, de acuerdo a las circunstancias del caso: dar en el tiempo más breve posible el decreto de remoción;
La decisión de la Congregación sobre los artículos 3 y 4, tiene que ser sometida a la aprobación específica del Romano Pontífice, quien antes de tomar una decisión definitiva, se hará asistir por un particular Colegio de Juristas, designado cuando será necesario.
El
Papa en la audiencia: ‘El fariseo es el símbolo del corrupto que finge rezar’
El Santo Padre nos invita a tener un
corazón humilde porque solo así se abren las puertas del Cielo
1 junio 2016
Ciudad del
Vaticano).- El santo
padre Francisco realizó una nueva audiencia de los miércoles en la plaza de San
Pedro, en un día gris y fresco a pesar de que Roma se encuentre en plena
primavera, lo que contrastaba con la música alegre de una banda de música
animaba la plaza. El Papa llevado por el jeep abierto que recorrió los corredores
de la plaza, entró saludando a los presentes en particular a los niños y
enfermos, para lo cual hizo en alguna oportunidad detener el vehículo.
Tras la lectura del Evangelio, sobre
la parábola del fariseo que se consideraba justo y agradecía a Dios
porque no era como ‘el otro’, y del publicano que en cambio no osaba ni
siquiera levantar los ojos al cielo, el Pontífice profundizó la lectura sacra.
E invitó a la plaza en dos oportunidades a decir tres veces como el publicano
la hermosa oración “Oh Dios, ten piedad de mi pecador…”.
El Fariseo no pedía nada porque ya tenía todo, en
cambio el publicano mendigaba la misericordia de Dios, y este fue justificado.
Añadió que “el fariseo es el ícono del corrupto que finge rezar”, y así en la
vida quien se cree justo y desprecia a los otros es un corrupto un soberbio.
Además la oración del soberbio no abre las puertas hacia a Dios, mientras que
humildad del miserable las abre de par en par.
En sus
palabras en español dirigidas a los hispanohablantes el Papa dijo:
“Queridos
hermanos y hermanas. En la parábola del fariseo y el publicano, que suben
al templo para orar, Jesús nos enseña la actitud correcta para invocar la
misericordia del Padre.
El fariseo
hace una oración de agradecimiento en la que se complace de sí mismo por el
cumplimiento de la ley, se siente irreprensible y desprecia a los demás. Su
soberbia compromete toda obra buena, vacía la oración, y lo aleja de Dios y del
prójimo.
Nosotros
hoy, más que preguntarnos cuánto rezamos, podemos preguntarnos cómo lo hacemos,
o mejor cómo es nuestro corazón para valorar los pensamientos y sentimientos, y
eliminar toda arrogancia.
El publicano
ora con humildad, arrepentido de sus pecados, mendiga la misericordia de Dios.
Nos recuerda la condición necesaria para recibir el perdón del Señor y se
convierte en imagen del verdadero creyente.
La oración
del soberbio no alcanza el corazón de Dios, la oración humilde obtiene su
misericordia”.
Y concluyó:
“Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los
grupos provenientes de España y Latinoamérica. Que la Virgen María, nuestra
Madre, que proclama en el Magnificat la misericordia del Señor, nos ayude a
orar siempre con un corazón semejante al suyo”.
La audiencia
concluyó con el rezo del Padre Nuestro y con la bendición apostólica.
Texto
completo de la catequesis del Papa en la audiencia del miércoles 1° de junio de
2016
“¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
El miércoles pasado hemos escuchado la parábola del
juez y de la viuda sobre la necesidad de rezar con perseverancia. Hoy con otra
parábola, Jesús nos quiere enseñar cuál es la actitud justa para rezar e
invocar la misericordia del Padre; cómo hay que rezar; la actitud justa para
rezar: es la parábola del fariseo y del publicano.
Ambos protagonistas suben al templo para rezar pero
actúan de manera diferente, obteniendo resultados opuestos. El fariseo reza ‘de
pie’ y usa muchas palabras. La suya es sí, una oración de agradecimiento
dirigida a Dios, pero en realidad es un exponer los propios méritos, con
sentido de superioridad hacia los otros hombres, que califica de ‘ladrones,
injustos, adúlteros’, como ejemplos, y señala a aquel otro como ‘este
publicano’. Pero justamente aquí está el problema: el fariseo reza a Dios, pero
en realidad se reza a sí mismo.
¡Se reza a si mismo!, en cambio de tener delante de
los ojos al Señor, tiene un espejo. A pesar de que se encuentra en el templo,
no siente la necesidad de postrarse delante de la majestad de Dios; está de
pie, se siente seguro, ¡casi como si fuera él el dueño del templo!
El hace una lista de las cosas cumplidas: es
irreprensible, observante de la Ley más de lo debido, ayuna ‘dos veces por
semana’ y paga el diezmo de todo lo que posee.
Vale a decir, más que rezar, el fariseo de complace de
la propia observancia de los preceptos. Y entretanto su actitud y sus palabras
están lejos del modo de actuar y de hablar de Dios, el cual ama a todos los
hombres y no desprecia a los pecadores. Al contrario aquel fariseo desprecia a
los pecadores, también cuando señala que el otro está allí. O sea, el fariseo
que se considera justo, no respeta el mandamiento más importante: el amor por
Dios y por el prójimo.
No es suficiente por lo tanto preguntarnos ‘cuánto rezamos’,
tenemos que preguntarnos también ‘cómo rezamos’, o mejor aún, ‘cómo es nuestro
corazón’: es importante examinarlo para evaluar los pensamientos, los
sentimientos y extirpar arrogancia e hipocresía. Pero me pregunto: ¿es posible
rezar con arrogancia? No. ¿Se puede rezar con hipocresía? No. Tenemos que
rezar solamente poniéndonos delante de Dios así como somos. No como el fariseo
que rezaba con arrogancia e hipocresía. Estamos todos tomados por el frenesí
del ritmo cotidiano, muchas veces a la merced de sensaciones, trastornados y
confundidos. Es necesario aprender a encontrar el camino hacia nuestro corazón,
recuperar el valor de la intimidad y del silencio, porque es allí que Dios nos
encuentra y habla.
Solamente partiendo desde allí podemos a su vez animar
a los otros y hablar con ellos. El fariseo se ha encaminado hacia el templo,
está seguro de sí mismo, pero no se da cuenta de haber perdido el camino de su
corazón.
El publicano en cambio, ‘el otro’, se presenta en el
templo con ánimo humilde y arrependito: ‘deteniéndose a distancia, no osaba ni
siquiera levantar los ojos al cielo, pero se golpeaba el pecho’. Su oración es
brevísima, no es larga como la del fariseo: ‘Dios mío, ten piedad de mí,
que soy un pecador’. Nada más que esto. “Oh Dios, ten piedad de mí pecador”.
Bella oración, ¿verdad? Podemos decirla tres veces, todos juntos. Digámos: ‘Oh
Dios, ten piedad de mí pecador’…
En aquel tiempo los los cobradores de impuestos —
llamados por ello ‘publicanos’– eran considerados personas impuras, sometidas a
los dominadores extranjeros, eran mal vistos por la gente y generalmente
asociados a los ‘pecadores’.
La parábola enseña que uno es justo o pecador no por
la propia pertenencia social, sino por el modo de relacionarse con Dios y por
el modo de relacionarse con los hermanos. Los gestos de penitencia y las pocas
y simples palabras del publicano testimonian su conciencia sobre su mísera
condición.
Su oración es lo esencial. Actúa como un humilde,
seguro solo de ser un pecador necesitado de piedad. Si el fariseo no pedía nada
porque tenía ya todo, el publicano puede solo mendigar la misericordia de Dios.
Y esto es bello, ¿verdad?: mendigar la misericordia de Dios.
Presentándose ‘con las manos vacías’, con el corazón
desnudo y reconociéndose pecador, el publicano nos muestra a todos la condición
necesaria para recibir el perdón del Señor. Al final justamente él, despreciado
así, se convierte en icono del verdadero creyente.
Jesús concluye la parábola con una sentencia: ‘Les
aseguro que este último –es decir, el publicano– volvió a su casa justificado,
porque quien se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado’ (v.
14). De estos dos, ¿Quién es el corrupto? El fariseo.
El fariseo es justamente el icono del corrupto que
finge orar, pero solamente logra vanagloriarse de sí mismo como delante de un
espejo. Es un corrupto pero finge orar. Así, en la vida quien se cree justo y
juzga a los demás y los desprecia, es un corrupto y un hipócrita. La soberbia
compromete toda acción buena, vacía la oración, aleja de Dios y de los demás.
Si Dios prefiere la humildad no es para desanimarnos:
la humildad es más bien la condición necesaria para ser elevados por Él, para
así experimentar la misericordia que viene a colmar nuestros vacíos.
Si la oración del soberbio no alcanza el corazón de
Dios, la humildad del miserable abre sus puertas. Dios tiene una debilidad: la
debilidad por los humildes. Delante a un corazón humilde, Dios abre enteramente
su corazón.
Es esta humildad que la Virgen María expresa en el
cántico del Magníficat: “Ha mirado la humildad de su serviora. […]
Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo
temen” (Lc 1,48.50). Ella que es nuestra madre nos ayude a rezar con un corazón
humilde. Y nosotros, repitamos nuevamente tres veces, aquella bella oración:
“Oh Dios, ten piedad de mí pecador”…
02.06.16
Carta
Apostólica del Santo Padre Francisco “Como una madre amorosa”
Texto del Motu Proprio que permite
enjuiciar y procesar a los obispos que hayan sido negligentes al saber de casos
de abusos contra menores o personas vulnerables
4 junio 2016
El papa
Francisco publicó este sábado 4 de junio, la Carta Apostólica titulada “Como
una madre amorosa”, en forma de Motu Proprio. Un documento que esclarece como
dos leyes del Derecho Canónico en vigencia permiten enjuiciar a los obispos que
fueron negligentes en caso de abusos sexuales contra menores o personas
vulnerables y destituirlos de su cargo, aunque los hechos hayan sucedido en el
pasado.
A
continuación el texto completo de la Carta Apostólica
Como una madre amorosa la Iglesia ama a todos sus
hijos. Pero cuida y protege con afecto particular a los más pequeños e
indefensos, se trata de una tarea que Cristo confía a toda la comunidad
cristiana en conjunto. Con la conciencia de esto, la Iglesia dedica una
atención vigilante a la protección de los niños y de los adultos vulnerables.
Tal tarea de protección y de atención le corresponde a
toda la Iglesia, pero especialmente a los pastores que esto sea realizado. Por
lo tanto los obispos diocesanos, los eparcas y quienes son responsables de
una Iglesia particular, deben tener una particular diligencia en proteger a
quienes son los más débiles entre las personas que les fueron confiadas.
El Derecho Canónico ya prevé la posibilidad de
remoción del oficio eclesiástico “por causas graves”: esto se refiere también a
los obispos diocesanos, a los eparcas y a quienes están equiparados por el
derecho (cfr can. 193 §1 CIC; can. 975 §1 CCEO).
Con la presente carta quiero precisar que entre las
llamadas “causas graves” se incluye la negligencia de los obispos en el
ejercicio de su oficio, en particular cuando se refieren a los casos de abusos
sexuales cumplidos contra menores y adultos vulnerables, previstos por el MP Sacramentorum
Sanctitatis Tutela, promulgado por san Juan Pablo II y ampliado por mi
querido predecesor, Benedicto XVI. En tales casos se observará el
siguiente procedimiento.
Artículo 1
1. El obispo diocesano, el eparca, o quien aun a título temporáneo, tiene la responsabilidad de una Iglesia particular, o de otra comunidad de fieles a esa equiparada de acuerdo al canon 368 CIC y por el canon 313 CCEO, puede ser legítimamente removido de su cargo, si por negligencia ha puesto u omitido actos que hayan provocado un daño grave a los otros, sea que se trate de personas físicas, sea que se trate de una comunidad en su conjunto. El daño puede ser físico, moral, espiritual o patrimonial.
2. El obispo diocesano o el eparca puede ser removido
solamente si ha objetivamente faltado de manera muy grave a la diligencia que
debe tener por su oficio pastoral, también sin grave culpa moral de parte suya.
3. En el caso se trate de abusos con menores o adultos
vulnerables es suficiente que la falta de diligencia sea grave.
4. Al obispo diocesano y al eparca se equiparan los
superiores mayores de los institutos religiosos y de las sociedades de vida
apostólica de derecho pontificio.
Artículo 2
1. En todos los casos en los que se presenten indicios de acuerdo a lo previsto en el artículo anterior, la competente Congregación de la Curia Romana puede iniciar una investigación sobre el mérito, dando noticia al interesado y dándole la posibilidad de producir documentos y testimonios.
2. Al obispo le será dada la posibilidad de
defenderse, lo que podrá hacer con los medios previstos por el Derecho. Todos
los pasos de la investigación le serán comunicados y le será siempre dada la
posibilidad de encontrar a los superiores de las Congregaciones. Dicho
encuentro, si el obispo no toma la iniciativa, será propuesto por el mismo
dicasterio.
3. A continuación de los argumentos presentados por el
obispo, la Congregación puede decidir una investigación suplementaria.
Artículo 3
1. Antes de tomar la propia decisión, la Congregación podrá reunirse, según la oportunidad, con otros obispos o eparcas pertenecientes a la Conferencia episcopal, o al sínodo de los obispos de la Iglesia, sui Iuris, de la cual hace parte el obispo o el eparca interesado, para discutir su caso.
2. La
Congregación toma sus determinaciones reunida en sesión ordinaria.
Artículo 4
1.- Si se considera oportuno remover al obispo, la congregación establecerá, de acuerdo a las circunstancias del caso: dar en el tiempo más breve posible el decreto de remoción;
2.- exhortar fraternalmente al obispo a presentar su
renuncia en un plazo de 15 días. Si el obispo no da su respuesta en el plazo
previsto, la Congregación podrá emitir el decreto de remoción.
Artículo 5
La decisión de la Congregación sobre los artículos 3 y 4, tiene que ser sometida a la aprobación específica del Romano Pontífice, quien antes de tomar una decisión definitiva, se hará asistir por un particular Colegio de Juristas, designado cuando será necesario.
Todo esto que he deliberado con esta Carta Apostólica
en forma de Motu Proprio, ordeno que sea observado en todas sus partes,
a pesar de cualquier cosa en contrario, aun de particular mención, y establezco
que sea publicado en el comentario oficial del Acta Apostolicae Sedis y
promulgado en el cotidiano L’Osservatore Romano, entrando en vigor el 5
de septiembre de 2016.
Vaticano, 4
de junio de 2016 – El papa Francisco
05.06.16
Una experiencia dijo, que han tenido los dos beatos que hoy son proclamados santos: Estanislao de Jesús María y María Isabel Hesselblad, dos hijos suyos que son testigos ejemplares de este misterio de resurrección.
“La Palabra de Dios que hemos escuchado nos conduce al acontecimiento central de la fe: La victoria de Dios sobre el dolor y la muerte. Es el Evangelio de la esperanza que surge del Misterio Pascual de Cristo, que se irradia desde su rostro, revelador de Dios Padre y consolador de los afligidos. Es una palabra que nos llama a permanecer íntimamente unidos a la pasión de nuestro Señor Jesús, para que se manifieste en nosotros el poder de su resurrección.
El Papa hoy
declaró santos a una religiosa sueca y a un sacerdote polaco
En una misa solemne en la Plaza de
San Pedro el Santo Padre canoniza a María Isabel Hasselblad y a Estanislao de
Jesús María Papczynski
Ciudad del
Vaticano).- En una
mañana soleada de primavera, el papa Francisco presidió este X domingo del
tiempo ordinario, la santa misa con el rito de canonización, ante una plaza de
San Pedro repleta de fieles y peregrinos.
El Pontífice vistiendo paramentos crema con
bordes verdes y dorado, inició la eucaristía incensando el altar y la imagen de
María presente en la ceremonia. Y tras el ‘Pax Vobis’ y el canto
del Veni Creator Spíritus, el cardenal Angel Amato pidió a su Santidad
que inscriba en el Libro de los Santos a María Isabel Hasselblad,
religiosa sueca y fundadora de la Orden del Santísimo Salvador de Santa
Brígida; y a Estanislao de Jesús María Papczynski, sacerdote polaco fundador de
los Clérigos Marianos de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen
María.
A continuación el Papa los declaró santos con la
formula que inicia “Ad honorem Sanctae et Individuae Trinitatis, ad
exaltationem fidei catholicae et vitae christianae incrementum…”. Y
pidió sean inscritos en el libro de los santos, mientas sonaban trompetas, el
Coro Pontificio de la Capilla Sixtina cantaba el Jubilate Deo, y las
reliquias de los nuevos santos eran llevadas y puestas al lado del altar e
incensadas por el diácono.
En su homilía el Santo Padre señaló que las lecturas y
el Evangelio recuerdan la resurrección obrada por el profeta Elías y por Jesús
cuando resucita al hijo único de la viuda de Nuim. Pero también la resurrección
del apóstol Pablo, que de enemigo y feroz perseguidor de los cristianos se
convierte en testigo y heraldo del Evangelio. Y así sucede con los pecadores, a
todos y cada uno de nosotros.
Una experiencia dijo, que han tenido los dos beatos que hoy son proclamados santos: Estanislao de Jesús María y María Isabel Hesselblad, dos hijos suyos que son testigos ejemplares de este misterio de resurrección.
No es magia, indica el Papa, “es la ternura de Dios
encarnada, en él obra la inmensa compasión del Padre”. Porque Jesús “toma
consigo todos nuestros pecados, los borra y nos devuelve vivos a la misma
Iglesia. Y esto sucede de modo especial durante este Año Santo de la
Misericordia”.
Santa María Isabel Hesselblad, de origen protestante
que se convierte a la fe católica, y san Estanislao de Jesús María, que
Polonia, en un siglo marcado por guerras y pestes, estuvo siempre al lado de
los pobres y enfermos.
El milagro de santa María Isabel se refiere
a la curación de un niño con tumor cerebral y parálisis tras la operación de
extirpación. Y el de san Estanislao es la curación inexplicable de una
joven de 20 años a quien los médicos desconectaron los equipos que la
mantenían en vida.
La misa prosiguió con el ofertorio, consagración y
comunión, y concluyó con el Adorote Devoto y la bendición. Al concluir el Santo
Padre rezó el ángelus y permaneció largo tiempo saludando a religiosos,
enfermos y peregrinos.
Texto completo de la homilía
del papa Francisco en la misa del 5 de junio 2016
Ciudad del
Vaticano).- El papa Francisco celebró este domingo en la Plaza de San Pedro, la
santa misa, con el rito de canonización de los beatos Stanislao de Gesús María
y María Elisabetta Hesselblad.
El Santo Padre señala que en la Pasión de Cristo
está la respuesta de Dios al dolor y la muerte. Y que María no se
escapó de la Cruz sino que permaneció allí contra toda esperanza. Una
experiencia que han tenido los dos beatos que hoy son proclamados
santos: Estanislao de Jesús María y de María Isabel Hesselblad, dos
hijos suyos que son testigos ejemplares de este misterio de resurrección.
Las lecturas del día presentan
una resurrección obrada por el profeta Elías, y Jesús cuando
resucita al hijo de la viuda de Nuim. Pero está también la
resurrección del apóstol Pablo, que de enemigo y feroz perseguidor de los
cristianos se convierte en testigo y heraldo del Evangelio, y lo que
sucede con los pecadores, a todos y cada uno. Porque Jesús no cesa de
hacer brillar la victoria de la gracia que da vida.
No es magia, es la ternura de Dios encarnada, en él
obra la inmensa compasión del Padre, porque Él toma consigo todos nuestros
pecados, los borra y nos devuelve vivos a la misma Iglesia. Y esto sucede de
modo especial durante este Año Santo de la Misericordia.
A continuación, el texto de la homilia
“La Palabra de Dios que hemos escuchado nos conduce al acontecimiento central de la fe: La victoria de Dios sobre el dolor y la muerte. Es el Evangelio de la esperanza que surge del Misterio Pascual de Cristo, que se irradia desde su rostro, revelador de Dios Padre y consolador de los afligidos. Es una palabra que nos llama a permanecer íntimamente unidos a la pasión de nuestro Señor Jesús, para que se manifieste en nosotros el poder de su resurrección.
En efecto, en la Pasión de Cristo está la respuesta de
Dios al grito angustiado y a veces indignado que provoca en nosotros la
experiencia del dolor y de la muerte. Se trata de no escapar de la cruz, sino
de permanecer ahí, como hizo la Virgen Madre, que sufriendo junto a Jesús
recibió la gracia de esperar contra toda esperanza (cf. Rm 4,18).
Esta ha sido también la experiencia de Estanislao de
Jesús María y de María Isabel Hesselblad, que hoy son proclamados santos: han
permanecido íntimamente unidos a la pasión de Jesús y en ellos se ha manifestado
el poder de su resurrección.
La primera Lectura y el Evangelio de este domingo nos
presentan justamente, dos signos prodigiosos de resurrección, el primero obrado
por el profeta Elías, el segundo por Jesús. En los dos casos, los muertos son
hijos muy jóvenes de mujeres viudas que son devueltos vivos a sus madres.
La viuda de Sarepta –una mujer no judía, que sin
embargo había acogido en su casa al profeta Elías– está indignada con el
profeta y con Dios porque, precisamente cuando Elías era su huésped, su hijo se
enfermó y después murió en sus brazos. Entonces Elías dice a esa mujer: «Dame a
tu hijo», «Dame a tu hijo». (1 R 17,19).
Esta es una palabra clave: manifiesta la actitud de
Dios ante nuestra muerte (en todas sus formas); no dice: «tenla contigo,
arréglatelas», sino que dice: «Dámela». En efecto, el profeta toma al niño y lo
lleva a la habitación de arriba, y allí, él solo, en la oración, «lucha con
Dios», presentándole el sinsentido de esa muerte. Y el Señor escuchó la voz de
Elías, porque en realidad era él, Dios, quien hablaba y el que obraba en el
profeta. Era él que, por boca de Elías, había dicho a la mujer: «Dame a tu
hijo». Y ahora era él quien lo restituía vivo a su madre.
La ternura de Dios se revela plenamente en Jesús.
Hemos escuchado en el Evangelio (Lc 7,11-17), cómo él experimentó «mucha
compasión» (v.13) por esa viuda de Naín, en Galilea, que estaba acompañando a
la sepultura a su único hijo, aún adolescente. Pero Jesús se acerca, toca el
ataúd, detiene el cortejo fúnebre, y seguramente habrá acariciado el rostro
bañado de lágrimas de esa pobre madre. «No llores», le dice (Lc 7,13). Como si
le pidiera: «Dame a tu hijo».
Jesús pide para sí nuestra muerte, para librarnos de
ella y darnos la vida. Y en efecto, ese joven se despertó como de un sueño
profundo y comenzó a hablar. Y Jesús «lo devuelve a su madre» (v. 15). No es un
mago. Es la ternura de Dios encarnada, en él obra la inmensa compasión del
Padre.
Una especie de resurrección es también la del apóstol
Pablo, que de enemigo y feroz perseguidor de los cristianos se convierte en
testigo y heraldo del Evangelio (cf. Ga 1,13-17). Este cambio radical no fue
obra suya, sino don de la misericordia de Dios, que lo «eligió» y lo «llamó con
su gracia», y quiso revelar «en él» a su Hijo para que lo anunciase en medio de
los gentiles (vv. 15-16). Pablo dice que Dios Padre tuvo a bien manifestar a su
Hijo no sólo a él, sino en él, es decir, como imprimiendo en su persona, carne
y espíritu, la muerte y la resurrección de Cristo. De este modo, el apóstol no
será sólo un mensajero, sino sobre todo un testigo.
Y también con nosotros los pecadores, a todos y cada
uno, Jesús no cesa de hacer brillar la victoria de la gracia que da vida. Dice
a la Madre Iglesia: «Dame a tus hijos», que somos todos nosotros. Él toma
consigo todos nuestros pecados, los borra y nos devuelve vivos a la misma
Iglesia. Y esto sucede de modo especial durante este Año Santo de la
Misericordia.
La Iglesia nos muestra hoy a dos hijos suyos que son
testigos ejemplares de este misterio de resurrección. Ambos pueden cantar por
toda la eternidad con las palabras del salmista: «Cambiaste mi luto en danzas,
/ Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre» (Sal 30,12). Y todos juntos nos
unimos diciendo: «Te ensalzaré, Señor, porque me has librado» (Respuesta al
Salmo Responsorial).
06.06.16
El Papa en Sta. Marta: Las bienaventuranzas son
el navegador de la vida cristiana
En la homilía de este lunes, el
Santo Padre advierte sobre tres peldaños donde podemos resbalar: idolatría de
la riqueza, de la vanidad y del egoísmo
6 junio 2016
Ciudad del
Vaticano).- El papa
Francisco ha invitado a seguir y vivir las bienaventuranzas, que como
“navegadores” indican a los cristianos el itinerario correcto de la vida. Lo ha
hecho durante la homilía de esta mañana en la misa celebrada en Santa Marta.
Del mismo modo ha advertido sobre los tres peldaños de la “anti-ley” cristiana
donde se puede resbalar: la idolatría de la riqueza, de la vanidad y del
egoísmo.
Y para no perderse, a lo largo del camino de la fe,
los cristianos tienen un indicador de dirección muy preciso: las
bienaventuranzas. Ignorar las ruedas que propone puede suponer resbalar por los
“tres peldaños” de los ídolos del egoísmo, idolatría del dinero, vanidad, la
saciedad de un corazón que ríe con satisfacción propia ignorando a los otros.
A propósito del discurso de la montaña, el Santo Padre
ha afirmado que Jesús “enseñaba la nueva ley, que no cancela la antigua” si no
que la “perfecciona” llevándola a su plenitud.
Así, ha precisado que “esta es la nueva ley, esta que
nosotros llamados las bienaventuranzas”. Es la nueva ley del Señor para
nosotros. “Son la hoja de ruta, el itinerario, son los navegadores de la vida
cristiana. Precisamente aquí vemos, en este camino, según las indicaciones de
este navegador, que podemos ir adelante en nuestra vida cristiana”, ha
observado.
El Pontífice ha proseguido la homilía completando el
texto de Mateo con las consideraciones que el evangelista Lucas pone al final
del mismo pasaje de las bienaventuranzas, es decir, como lo llama, la lista de
los “cuatro problemas”: ay de los ricos, de los saciados, de los que ríen, de
los que todos hablan bien. En esta línea ha recordado que ha dicho “muchas
veces” que las riquezas son buenas” mientras “lo que hace mal” es “el apego a
las riquezas” que se convierte en una “idolatría”.
De este modo, ha precisado que esta es la anti-ley, es
el navegador equivocado. Al respecto ha observado que es curioso, “estos son
tres peldaños que llevan a la perdición, así como las bienaventuranzas son los
peldaños que llevan adelante en la vida”. Y estos tres peldaños que llevan a la
perdición son el apego a las riquezas, porque no necesito nada. La vanidad que
todos hablen bien de mí y el orgullo que es la saciedad, las risas que cierran
el corazón.
Para concluir la homilía, el papa Francisco ha
seleccionado una entre las bienaventuranzas que, afirma, “no digo que sea la
llave” de todas “sino que nos hace pensar mucho”. Bienaventurados los mansos.
“Pero, Jesús dice de sí mismo: ‘aprended de mí que soy
manso de corazón’, que soy humilde y manso de corazón’. La mansedumbre es una
forma de ser que nos acerca mucho a Jesús. Sin embargo, la actitud contraria
siempre conlleva a la enemistad, las guerras… muchas cosas, muchas cosas feas
que suceden. Pero la mansedumbre, la mansedumbre de corazón que no es una
tontería, no: es otra cosa. Es la profundidad en el entender la grandeza de
Dios, y adoración”, ha finalizado el Pontífice.
07.06.16
El
Papa en Sta. Marta: La oración ilumina la vida cristiana
En la homilía de este martes, el
Santo Padre recuerda que la vida del cristiano debe ser sal y luz, para dar a
los otros y no para uno mismo
7 junio 2016
Ciudad del
Vaticano).- La pila del
cristiano para alumbrar es la oración. Así lo ha indicado el papa Francisco en
la misa matutina de este martes en la residencia Santa Marta, en la que ha
advertido a los cristianos sobre ser sal insípida. Asimismo, ha añadido que es
necesario vencer la tentación de la “espiritualidad del espejo” por la que se
está más preocupado de iluminarnos a nosotros mismos que llevar a los otros la
luz de la fe.
Luz y sal. De este modo, el Santo Padre ha explicado
al comentar el Evangelio del día que Jesús habla siempre “con palabras
sencillas, con comparaciones fáciles, para que todos puedan entender el
mensaje”. De aquí la definición del cristiano sobre ser luz y sal. Ninguna
de las dos cosas es para uno mismo; “la luz es para iluminar a otro; la sal es
para dar sabor, conservar a otro”.
Al respecto, el Pontífice se ha preguntado cómo puede
un cristiano hacer que no disminuya la sal y la luz, para que no termine el
aceite para encender las lámparas. Así, ha explicado que la oración es la pila
del cristiano para iluminar. “Tú puedes hacer muchas cosas, muchas obras,
también obras de misericordia, tú puedes hacer muchas cosas grandes por la Iglesia
–una universidad católica, un colegio, un hospital– y también te harán un
monumento como benefactor de la Iglesia, pero si no rezas eso estará un poco
oscuro”, ha observado. Cuántas obras se convierten en oscuras, por falta de
luz, por falta de oración. Lo que mantiene, lo que da vida a la luz cristiana,
lo que ilumina, es la oración, ha advertido.
Del mismo modo ha especificado qué es la oración “de
verdad”, “la oración de adoración al Padre, de alabanza a la Trinidad, la
oración de acción de gracias, también la oración de pedir las cosas al Señor,
la oración del corazón”. Ese es “el aceite, la pila que da vida a la
luz”. En esta misma línea, ha precisado que la sal “no se da sabor a sí misma”.
El Pontífice ha recordado que la sal se convierte en
sal cuando se da. “Y esta es otra actitud del cristiano: darse, dar sabor a la
vida de los otros, dar sabor muchas cosas con el mensaje del Evangelio. Darse.
No conservarse a sí misma. La sal no es para el cristiano, es para darla. La
tiene el cristiano para darlo, es sal para darse, pero no es para sí”, ha
recordado.
Al respecto ha observado una curiosidad: las dos, sal
y luz, son para los otros, no para uno mismo. La luz no se ilumina a sí
misma, la sal no da sabor a sí misma.
¿Y hasta cuándo podrán durar la sal y la luz si
continuamos dando sin pausa? El papa Francisco ha respondido a esta pregunta
afirmando que es ahí donde entra “la fuerza de Dios, porque el cristiano es una
sal donada por Dios en el Bautismo”, es “algo que te es dado como regalo y continúa
a ser dada como regalo si tú continúas dándola, iluminando y dando. Y no
termina nunca”.
A este punto, ha hecho referencia a la Primera
Lectura, en la que la viuda de Sarepta, que se fía del profeta Elías y así su
harina y aceite no se termina nunca.
Así, el Santo Padre ha dirigido un pensamiento a la
vida presente de los cristianos: “Ilumina con tu luz, pero defiéndete de la
tentación de iluminarte a ti mismo. Esto es algo feo, es un poco la
espiritualidad del espejo: me ilumino a mí mismo. Defiéndete de la tentación de
cuidarte a tí mismo. Sé luz para iluminar, sé sal para dar sabor y conservar”.
Por esto ha insistido en que la sal y la luz “no son
para sí mismo”, son para dar a los otros “en buenas obras”. El Santo Padre ha
exhortado en la homilía a que resplandezca “vuestra luz delante de los hombres”
para que “vuestras obras buenas den gloria al Padre que está en los Cielos”. Es
decir, “volver a Aquel que te ha dado la luz y te ha dado la sal”.
Al finalizar, el papa Francisco ha deseado que el Señor
“nos ayude en este tener siempre cuidado de la luz, no esconderla, dejarla de
lado”. Y la sal, “dar la justa, la necesaria, pero darla” porque así crece.
Estas –ha concluido– son las buenas obras del cristiano.
08.06.16
El
Papa: ‘Jesús se manifiesta como esposo del Pueblo de Dios’
En la audiencia general de esta
semana, Francisco reflexiona sobre el milagro de las bodas de Caná
8 junio 2016
Audiencia
general –
Ciudad del Vaticano).- Un grupo de niños ha tenido la suerte esta mañana de
acompañar al santo padre Francisco en el papamóvil durante todo el recorrido
por la plaza de San Pedro, antes de comenzar la audiencia general de este
miércoles. Los pequeños han saludado junto con el papa Francisco a los miles de
fieles allí reunidos. Venidos de todos los rincones del mundo, los peregrinos
han recibido la llegada del Pontífice con entusiasmo y alegría, agitando sus
banderas y carteles con mensajes de cariño y cercanía.
Antes de comenzar la catequesis, el Papa ha saludado a
un grupo de parejas que celebra el 50 aniversario de matrimonio: “Eso sí es el
vino bueno de la familia”, ha asegurado Francisco. Del mismo modo ha
dicho que “el vuestro es un testimonio que los recién casados, a quienes
saludaré después y los jóvenes tienen que aprender. Un bonito testimonio,
gracias”.
Esta semana, el Santo Padre ha reflexionado sobre las
bodas de Caná. En el resumen hecho en español ha recordado que en este primer
milagro, “Jesús comienza sus signos, revelando el amor del Padre y la
profundidad de su relación con los hombres”. Así, ha indicado que “se
manifiesta como esposo del Pueblo de Dios, y nos une a él con una nueva alianza
de amor, que nosotros, su familia, tenemos que custodiar y extender a todos”.
El Pontífice ha proseguido indicando que “en este
contexto de la alianza, es importante la observación que María hace a Jesús de
que falta vino, este es un elemento típico del banquete mesiánico y simboliza
la abundancia del banquete y la alegría de la fiesta”. De este –modo ha
añadido– Jesús, al convertir el agua de las purificaciones rituales en vino
nuevo, realiza un gesto elocuente: transforma la ley de Moisés en Evangelio
portador de alegría.
Por otra parte, el Santo Padre ha señalado que María
dijo: “Hagan todo lo que él les diga”. Estas palabras “confían una nueva misión
a la Iglesia, y configuran el programa de vida del cristiano que se concreta en
servir al Señor, escuchando su Palabra y poniéndola en práctica, acercándose
siempre a tomar de esta fuente el vino bueno, que nunca deja de brotar del
costado traspasado de Cristo”.
A continuación, ha saludado a los peregrinos de lengua
española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica.
Así, ha deseado que “recibiendo del corazón de Jesús la gracia que nos salva,
hagamos de nuestra vida cristiana una continua respuesta de amor a Dios,
nutriéndonos de su palabra de vida y compartiendo con todos el vino nuevo de la
alianza”.
El Santo Padre ha dirigido hoy en la audiencia un
saludo especial a la Acción Católica Italiana que hoy lanza la experiencia de
oración “Un minuto por la paz”, que culmina con la celebración eucarística en
la Basílica del Santo Espíritu en Sassia.
Para finalizar, ha exhortado a los jóvenes, los
enfermos y los recién casados a “rezar con particular intensidad a los Sagrados
Corazones de Jesús y María para que nos enseñen a amar con plena devoción a
Dios y el prójimo”.
Catequesis del Papa en la audiencia del miércoles 8 de junio de 2016
En las bodas de Caná, Jesús cumple un signo elocuente:
transforma la Ley de Moisés en Evangelio, portador de alegría
Texto completo de la catequesis
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Antes de comenzar la catequesis quisiera saludar a un
grupo de parejas que celebran el 50º aniversario de matrimonio. Eso sí que es
el vino bueno de la familia. El vuestro es un testimonio que tiene que
aprender los recién casados y los jóvenes a quienes saludaré después. Un bonito
testimonio, gracias por vuestro testimonio.
Después de haber comentado algunas parábolas de la
misericordia, hoy nos detenemos en el primer milagro de Jesús, que el
evangelista Juan llama ‘signos’, porque Jesús no los hizo para suscitar
maravilla, sino para revelar el amor del Padre. El primero de estos signos
prodigiosos es contado precisamente por Juan (2, 1-11) y se cumple en Caná de
Galilea. Se trata de una especie de “puerta de ingreso”, en la que están
talladas palabras y expresiones que iluminan todo el misterio de Cristo y abren
el corazón de los discípulos a la fe. Veamos algunas.
En la introducción encontramos la expresión “Jesús con
sus discípulos” (v. 2). Aquellos a los que Jesús ha llamado a seguirlo, les ha
unido a sí en una comunidad y ahora como una única familia, están todos
invitados a la boda.
Comenzando su ministerio público en las bodas de Caná,
Jesús se manifiesta como el esposo del Pueblo de Dios, anunciado por los
profetas y nos revela la profundidad de las relaciones que nos une a Él: es una
nueva Alianza de amor.
¿Qué hay en el fundamento de nuestra fe? Un acto
de misericordia con la que Jesús nos ha unido a Él. Y la vida cristiana es la
respuesta y este amor es como la historia de dos enamorados. Dios y el hombres
se encuentran, se buscan, se encuentran, se celebran y se aman: precisamente
como el amado y la amada en el Cantar de los Cantares. Todo lo demás viene como
consecuencia de esta relación. La Iglesia es la familia de Jesús en la que se
vierte su amor; es este el amor que la Iglesia cuida y quiere dar a todos.
En el contexto de la Alianza se comprende también la
observación de la Virgen: “No tienen vino” (v. 3). ¿Cómo es posible celebrar
las bodas y hacer fiesta si falta lo que los profetas indicaban como un
elemento típico del banquete mesiánico? (cfr Am 9,13-14; Gl 2,24; Is 25,6). El
agua es necesaria para vivir, pero el vino expresa la abundancia del banquete y
la alegría de la fiesta.
¡Una fiesta de boda donde falta el vino hace sentir
vergüenza a los recién casados, imaginen terminar la fiesta de la boda bebiendo
té! Sería una vergüenza. El vino es necesario para la fiesta. Transformando en vino
el agua de la ánforas utilizadas “para la purificación ritual de los judíos”
(v. 6), Jesús cumple un signo elocuente: transforma la Ley de Moisés en
Evangelio, portador de alegría. Como dice en otra parte el mismo Juan: “porque
la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han
llegado por Jesucristo” (1,17).
Las palabras que María dirige a los sirvientes coronan
el cuadro esponsal de Caná: “Haced lo que él os diga” (v. 5). Es curioso, son
sus últimas palabras transmitidas por los Evangelios: son su herencia
entregada a todos nosotros. También hoy la Virgen nos dice, ‘haced lo que Jesús
os diga’.
¡Esta es la herencia que nos ha dejado y es bonito! Se
trata de una expresión que reclama la fórmula de fe utilizada por el pueblo de
Israel al Sinaí en respuesta a las promesas de la alianza: “Lo que el Señor ha
dicho, lo haremos” (Es 19,8). Y en efecto en Caná los sirvientes obedecen.
“Jesús dijo a los sirvientes: ‘Llenen de agua estas tinajas’. Y las llenaron
hasta el borde. Saquen ahora, agregó Jesús y lleven al encargado del banquete.
Así lo hicieron” (vv. 7-8).
En esta boda, realmente viene estipulada una Nueva
Alianza y a los sirvientes del Señor, es decir a toda la Iglesia, se le confía
una nueva misión: “¡Haced lo que él os diga!”. Servir al Señor significa
escuchar y poner en práctica su Palabra. Es la recomendación sencilla pero
esencial de la Madre de Jesús y es el programa de vida del cristiano.
Para cada uno de nosotros, recibir de la ánfora
equivale a encomendarse a la Palabra de Dios para experimentar su eficacia en
la vida. Entonces, junto al jefe del banquete que ha probado el agua que se
convierte en vino, también nosotros podemos exclamar: “Tú, en cambio, has
guardado el buen vino hasta este momento” (v. 10). Sí, el Señor continúa
reservando el vino bueno para nuestra salvación, así como continúa brotando del
costando traspasado del Señor.
La conclusión del pasaje suena como una
sentencia:“Este fue el primero de los signos de Jesús y lo hizo en Caná de
Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él” (v. 11). Las
bodas de Caná son mucho más que la simple historia del primer milagro de Jesús.
Como un tesoro, Él custodia el secreto de su persona y la finalidad de su
venida: el esperado Esposo comienza en las bodas que se cumplen en el Misterio
pascual. En esta boda Jesús une a sí a sus discípulos con una Alianza nueva y
definitiva. En Caná los discípulos de Jesús se convierten en su familia y nace
la fe de la Iglesia. Todos nosotros estamos invitados a esa boda, ¡porque el
vino nuevo no se puede perder!
09.06.16
Francisco
recuerda a los médicos que ‘la compasión no es lástima, es padecer-con’
El Santo Padre, en su discurso a las
órdenes de médicos de España y América Latina, asegura que no se puede ceder a
la “tentación funcionalista” de aplicar “soluciones rápidas y drásticas”
9 junio 2016
Ciudad del
Vaticano).- La compasión
es la respuesta adecuada al valor inmenso de la persona enferma, una respuesta
hecha de respeto, comprensión y ternura, porque el valor sagrado de la vida del
enfermo no desaparece ni se oscurece nunca, sino que brilla con más resplandor
precisamente en su sufrimiento y en su desvalimiento.
Así lo ha asegurado el papa Francisco en su discurso,
esta mañana en el Vaticano, a los dirigentes de las órdenes de médicos de
España y América Latina, precisando que la compasión es de alguna manera
el alma misma de la medicina. “La compasión no es lástima, es padecer-con”, ha
añadido.
El Santo Padre ha aseverado que no se no se puede
ceder a la “tentación funcionalista” de aplicar “soluciones rápidas y
drásticas”, movidos por una falsa compasión o por meros criterios de eficiencia
y ahorro económico. Está en juego –ha señalado– la dignidad de la vida humana;
está en juego la dignidad de la vocación médica.
El Jubileo de la Misericordia –ha precisado Francisco–
es una buena ocasión para manifestar reconocimiento y gratitud a todos los
profesionales de la sanidad que, con su dedicación, cercanía y profesionalidad
a las personas que padecen una enfermedad, “pueden convertirse en verdadera
personificación de la misericordia”.
De este modo, ha asegurado que la identidad y el
compromiso del médico no sólo se apoya en su ciencia y competencia técnica,
sino “principalmente en su actitud compasiva y misericordiosa hacia los que
sufren en el cuerpo y en el espíritu”.
Por otro lado ha advertido de que en nuestra cultura
tecnológica e individualista, la compasión no siempre es bien vista. En
ocasiones — ha indicado el Pontífice– hasta se la desprecia porque significa
someter a la persona que la recibe a una humillación. E incluso “no faltan
quienes se escudan en una supuesta compasión para justificar y aprobar la
muerte de un enfermo”, ha señalado el Santo Padre.
En esta línea, ha querido subrayar que “la verdadera
compasión no margina a nadie, ni la humilla, ni la excluye, ni mucho menos
considera como algo bueno su desaparición”. Por ello, Francisco ha confesado
que le gusta bendecir las manos de los médicos “como signo de reconocimiento a
esa compasión que se hace caricia de salud”.
Por ello invitó a rechazar “el triunfo del egoísmo” y
de la “cultura del descarte” que “desprecia a las personas que no responden a
determinados cánones de salud, belleza o utilidad. Y en cambio a seguir el
ejemplo del buen samaritano.
Prosiguiendo su discurso, el Papa ha recordado que “la
salud es uno de los dones más preciados y deseados por todos”.
En la tradición bíblica –ha indicado– siempre se ha
puesto de manifiesto la cercanía entre la salvación y la salud, así como sus
mutuas y numerosas implicaciones. De este modo, el Santo Padre ha contado que le
gusta recordar ese título con el que los padres de la Iglesia solían denominar
a Cristo y a su obra de salvación: Christus medicus. “Él es el Buen
Pastor que cuida a la oveja herida y conforta a la enferma”, ha señalado.
Finalmente, el Santo Padre ha advertido de que la
fragilidad, el dolor y la enfermedad son una dura prueba para todos, también
para el personal médico, “son un llamado a la paciencia, al padecer-con”.
10.06.16
El
Papa en Sta. Marta: El cristiano debe estar ‘de pie’, ‘en silencio’ y ‘en
salida’
En la homilía de este viernes, el
Santo Padre asegura que para encontrar al Señor, debemos dentro de nosotros
mismos escuchar el ‘hilo de un silencio sonoro’, para después llevarlo a los
otros
10 junio
2016
Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha asegurado que
la vida del cristiano se puede resumir en tres actitudes: estar “de pie” para
acoger a Dios, en paciente “silencio” para escuchar la voz, “en salida”
para anunciarlo a otros. Así lo ha indicado en la homilía de este viernes en la
misa celebrada en Santa Marta.
Además, ha advertido de que puedes ser un pecador
arrepentido que ha decidido comenzar de nuevo con Dios o también un pre elegido
que ha consagrado la vida a Él. En cualquier caso “te puede asaltar el miedo de
no conseguirlo, puedes entrar en un estado de depresión cuando la fe se vuelve
borrosa”. Así, el Papa ha evocado la situación del hijo pródigo, deprimido
mientras mira hambriento a los cerdos, pero sobre todo se ha concentrado en el
personaje de la liturgia del día, el profeta Elías.
Un “vencedor” que “ha luchado mucho por la fe”, ha
derrotado a cientos de idólatras en el Monte Carmelo, ha recordado el Santo
Padre. Y cuando está bajo un árbol esperando morir, Dios no le deja en ese
estado de postración, sino que le envía un ángel con un imperativo: levántate,
come, sal.
Al respecto, el papa Francisco ha indicado que “para
encontrar a Dios es necesario volver a la situación en la cual el hombre estaba
en el momento de la creación: de pie y en camino”. Así es como nos ha
creado Dios: a su altura, a su imagen y semejanza y en camino.
Salir, escuchar a Dios. “¿Cómo puedo encontrar al
Señor para estar seguro de que es Él?”, se ha preguntado el Pontífice. El
pasaje del Libro de los Reyes es elocuente. Así, el Santo Padre ha recordado
que Elías es enviado por el ángel a salir de la cueva del Monte Horeb donde ha
encontrado refugio para estar en la “presencia” de Dios.
Sin embargo, para inducirle a salir no sirve ni
el viento “poderoso y fuerte” que divide las rocas, ni el terremoto que le
sigue, y tampoco el fuego sucesivo, ha precisado Francisco. Al respecto
ha observado que tanto alboroto, tanta majestuosidad, tanto movimiento y el
Señor no estaba allí. Y después del fuego, llega el susurro de una brisa
ligera, “el hilo de un silencio sonoro”. Allí estaba el Señor, ha asegurado
Francisco. “Para encontrar al Señor, es necesario entrar en nosotros mismos y
escuchar ese ‘hilo de un silencio sonoro’ y Él que nos habla allí”, ha añadido.
A continuación, el Santo Padre ha observado que la
tercera petición del ángel a Elías es: “sal”. En esta línea, ha especificado
que el profeta es enviado a volver sobre sus pasos, hacia el desierto, porque
le es confiado un encargo para cumplir. Así, ha subrayado el Papa, se toma el
estímulo para “estar en camino, no cerrado, no dentro de nuestro egoísmo de
nuestra comodidad” sino “valientes” en el “llevar a los otros el mensaje del
Señor”, es decir de ir en “misión”.
El Santo Padre ha asegurado que “debemos siempre
buscar al Señor” porque todos sabemos “cómo son los momentos difíciles”. Y aquí
es el Señor el que “viene, nos restaura con el pan y con su fuerza y nos dice:
‘levántate y ve adelante’”.
Finalmente, el papa Francisco ha asegurado que para
encontrar al Señor debemos estar así: en pie y en camino. Después,
“esperar a que Él nos hable: corazón abierto”. Y Él nos dirá: ‘soy yo’ y allí
la fe se hará fuerte. La fe –ha concluido– no es para mí, es para ir y darla a
los otros, para ungir a los otros, para la misión.
11.06.16
Francisco
critica la discriminación a las personas con discapacidad en algunas parroquias
El Papa, en la audiencia con los
participantes de un Congreso para personas con discapacidad, recuerda que las
diferencias son la riqueza y nos hacen crecer
11 junio
2016
Ciudad del Vaticano).- Los sacerdotes necesitan más
“apostolado de la oreja”. Lo ha indicado el papa Francisco a los participantes
del Congreso promovido por el sector para la catequesis de las personas
discapacitadas de la oficina de catequesis nacional italiana en ocasión del 25ª
aniversario de su institución. Además, ha criticado la discriminación que las
personas con discapacidad sufren en algunas parroquias.
Siguiendo su idea de que “leer discurso es aburrido”,
el Santo Padre ha preferido dejar de lado el texto que llevaba escrito y
responder a las preguntas que le habían hecho, improvisando, en el Aula
Pablo VI ante una multitud entusiasmada y alegre.
En primer lugar, el Papa ha asegurado que “todos somos
diferentes” y que “no hay uno que sea igual que otro”. Respondiendo a la
primera pregunta que le ha hecho una de las participantes, el Santo Padre ha
indicado que las diferencias nos dan miedo porque “ir al encuentro de una
persona que tiene una diferencia grave es un desafío”. Es más cómodo –ha
observado– no moverse, ignorar las diferencias. De este modo, el Papa ha
precisado que “las diferencias son la riqueza” porque “yo tengo una cosa, y tú
otra, y así hacemos algo grande”.
Asimismo, el Pontífice ha asegurado que un mundo donde
todos fuéramos iguales “sería un mundo aburrido”. Además, ha reconocido que hay
diferencias que son dolorosas pero también esas “nos ayudan”, “nos desafían” y
“nos enriquecen”. Por eso ha invitado a no tener miedo nunca. Y para hacer este
camino es necesario poner en común lo que tenemos.
Al respecto, el Santo Padre ha señalado un gesto muy
bonito que tenemos las personas: el apretón de manos. Es un gesto muy profundo
porque “pongo en común lo que tengo contigo”, “te doy lo mío y tú lo tuyo”. Y
es que, tal y como ha precisado, “las diferencias son un desafío pero nos hacen
crecer”.
La segunda pregunta, ha observado Francisco, le ha
puesto en “dificultad”, porque tenía que explicar la discriminación que las
personas con discapacidad sufren en algunas parroquias. Al respecto ha
aseverado que la discriminación es una de las cosas más feas que hay entre
nosotros. Y ¿qué tiene que hacer un párroco que no acepta a todos?
“¡Convertirse!”, ha exclamado.
Del mismo modo ha explicado que si una persona quiere
hacer la comunión tiene que tener una preparación, y si no entiende el
lenguaje, por ejemplo porque es sordo, tiene que tener la posibilidad en esa
parroquia de prepararse con el lenguaje de sordos. El Papa ha asegurado que la
persona a la que le funcionan bien los cinco sentido no significa que sea
mejor. “Si tú eres diferente, también tienes la posibilidad de ser el mejor”,
ha aseverado.
En esta misma línea ha recordado las críticas que
recibió el papa Pío X cuando decidió que había que dar la comunión a los niños.
Muchos se escandalizaron porque creían que un niño “no entiende”. Y este Papa
hizo “de una diversidad una igualdad”. Porque sabía –ha precisado– que el niño
entiende, de otro modo, y cuando hay diferencias entre nosotros se entiende de
otra forma.
Mientras recordaba que “cada uno de nosotros tiene un
modo de conocer las cosas que es distinto” una niña con síndrome de down que se
encontraba en primera fila, ha subido al escenario donde estaba sentado el
Papa. Y así, Francisco ha aprovechado el gesto para asegurar que esta niña
“no tiene miedo”, “corre el riesgo” y “sabe que las diferencias son una
riqueza”. Nos ha dado una lección, ha indicado. Y por eso “nunca será
discriminada, se sabe defender sola”, ha observado.
Por último ha respondido a la pregunta de un sacerdote
sobre cómo acoger a todos. El consejo que ha dado el Papa a un sacerdote
que no sabe acoger a todos es “cierra la puerta de la parroquia, o todos o
nadie”. Y si el sacerdote dice que “yo entiendo a todos pero no puedo acoger a
todos, porque no todos pueden entender”, la respuesta que le da el Papa es que
“eres tú que no eres capaz de entender”.
Asimismo, reconociendo la gran labor en la pastoral
que hace la Iglesia, el Santo Padre ha precisado que a muchos sacerdotes les
falta más “apostolado de la oreja”, es decir, “escuchar”. Aunque el sacerdote
diga que “es aburrido porque son siempre las mismas historias, las mismas
cosas”, el papa Francisco ha recordado que “no son las mismas personas” y que
“el Señor está en el corazón de cada uno”. Por eso, ha concluido el Pontífice,
“tienes que tener la paciencia de escuchar a todos”.
12.06.16
El
Papa advierte sobre la sociedad en la que ‘lo imperfecto debe ser ocultado’
En la homilía de la misa del Jubileo
de los enfermos y personas con discapacidad, el Santo Padre recuerda que Jesús
es el médico que cura con la medicina del amor, porque toma sobre sí nuestro
sufrimiento y lo redime
12 junio
2016
Ciudad del
Vaticano).- El mundo no
será mejor cuando este compuesto solamente por personas aparentemente
perfectas, sino cuando crezca la solidaridad entre los seres humanos, la
aceptación y el respeto mutuo. Así lo ha asegurado esta mañana el papa
Francisco en la homilía de la misa celebrada en la plaza de San Pedro, con
ocasión del Jubileo de los enfermos y personas con discapacidad.
La celebración eucarística ha sido interpretada en
lenguaje de signos. La primera lectura ha sido leída por un joven español con
discapacidad y la segunda lectura en braille por una joven ciega. Además
Evangelio, ha sido representado para la mejor comprensión de las personas con
discapacidad intelectual.
Ante una gran multitud, el Pontífice ha explicado que
la naturaleza humana, herida por el pecado, lleva inscrita en sí la realidad
del límite. Asimismo, conocemos la objeción que, se plantea “ante una
existencia marcada por grandes limitaciones físicas”. De este modo ha
observado que “se considera que una persona enferma o discapacitada no puede
ser feliz, porque es incapaz de realizar el estilo de vida impuesto por la
cultura del placer y de la diversión”. El Santo Padre ha advertido de que en
esta época en la que el cuidado del cuerpo se ha convertido en un mito de
masas y un negocio, “lo que es imperfecto debe ser ocultado, porque va en
contra de la felicidad y de la tranquilidad de los privilegiados y pone en
crisis el modelo imperante”. Es mejor –ha añadido– tener a estas personas
separadas, en algún recinto o en las reservas del pietismo y del
asistencialismo, “para que no obstaculicen el ritmo de un falso bienestar”. Y
ha dado un paso más, asegurando que incluso en algunos casos se considera que
es mejor deshacerse cuanto antes, “porque son una carga económica insostenible
en tiempos de crisis”. Por eso ha condenado con qué falsedad vive el hombre de
hoy “al cerrar los ojos ante la enfermedad y la discapacidad”. No comprende –ha
asegurado Francisco– el verdadero sentido de la vida, que incluye también la
aceptación del sufrimiento y de la limitación.
El papa Francisco ha recordado que todos, tarde o
temprano, estamos llamados a enfrentarnos, y a veces a combatir, con la
fragilidad y la enfermedad nuestra y la de los demás. Y esta experiencia tan
típica y dramáticamente humana –ha indicado– asume una gran variedad de
rostros.
De este modo, ha precisado que la enfermedad nos
plantea de manera aguda y urgente la pregunta por el sentido de la existencia.
Se puede dar una actitud cínica, como si todo se pudiera resolver contando
sólo con las propias fuerzas. Otras veces, se pone toda la confianza en los
descubrimientos de la ciencia, pensando que ciertamente en alguna parte del
mundo existe una medicina capaz de curar la enfermedad, ha observado el papa
Francisco.
Haciendo referencia a la lectura del Evangelio, en el
que la mujer pecadora es juzgada y marginada, el Papa ha precisado que esta es
la conclusión de Jesús, “atento al sufrimiento y al llanto de aquella
persona”. Y su ternura –ha recordado el Santo Padre– es signo del amor que Dios
reserva para los que sufren y son excluidos.
Al respecto, ha aseverado que una de las patologías
más frecuentes son las que afectan al espíritu. “Es un sufrimiento que afecta
al animo y hace que esté triste porque está privado de amor”, ha indicado.
Por otro lado, ha reconocido que la felicidad que cada
uno desea puede tener muchos rostros, pero sólo puede alcanzarse si somos
capaces de amar. “Es siempre una cuestión de amor, no hay otro camino”, ha
añadido. Así ha observado cuántas personas discapacitadas y que sufren se abren
de nuevo a la vida apenas sienten que son amadas. Y cuánto amor puede brotar de
un corazón aunque sea sólo a causa de una sonrisa.
A continuación, el Papa ha asegurado que “Jesús es el
médico que cura con la medicina del amor, porque toma sobre sí nuestro
sufrimiento y lo redime”. Nosotros sabemos que Dios –ha añadido– comprende
nuestra enfermedad, porque él mismo la ha experimentado en primera persona.
Para concluir la homilía, el Santo Padre ha explicado
que el modo en que vivimos la enfermedad y la discapacidad “es signo del amor
que estamos dispuestos a ofrecer”. El modo en que afrontamos el sufrimiento y
la limitación “es el criterio de nuestra libertad de dar sentido a las
experiencias de la vida, aun cuando nos parezcan absurdas e inmerecidas”. De
este modo, ha invitado a no dejarse turbar y a saber que en la debilidad
podemos ser fuertes.
13.06.16
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