Santa Marta: “Los cristianos cometen errores y caen, pero se corrigen y se levantan de nuevo”
Y
se giran “hacia el exterior”
(19
oct. 2018).- Los cristianos “a veces cometen errores, pero se
corrigen a sí mismos; A veces caen, pero se levantan de nuevo.
También pecan a veces, pero se arrepienten; siempre se giran “hacia
el exterior”, destacó el Papa Francisco durante la misa de la
mañana, el 19 de octubre de 2018, en la Casa Santa Marta en el
Vaticano.
Hay
una levadura “mala” que “arruina”, señaló el Santo Padre,
en su homilía, informada por ‘Vatican News’. “La
hipocresía” de las personas que están “encerradas en sí
mismas, que piensan en las apariencias, que pretenden dar limosna y
luego” tocan la trompeta “para darla a conocer”. Su
preocupación es proteger su “egoísmo”, su “seguridad”:
“cuando algo les pone en dificultades”, “miran a otra parte”,
según sus “leyes internas”.
“Esta
levadura es peligrosa… Jesús no tolera la hipocresía, continuó
el Pontífice. “Por fuera, eres hermoso como los sepulcros, pero
dentro hay putrefacción o destrucción, hay impurezas… es una
levadura que nos hace crecer sin futuro, porque en el egoísmo, en la
introspección, no hay futuro, no hay futuro “. Jesús dice:
“Cuidado”.
La
buena levadura se dirige hacia “el exterior”, explicó el
Pontífice. Los cristianos “cometen errores a veces, pero se
corrigen a sí mismos. A veces caen, pero se levantan de
nuevo”. También pecan a veces, pero se arrepienten, pero
siempre están hacia el exterior, hacia esa herencia, porque ha sido
prometido. Y estas personas siempre están alegres porque se les ha
prometido una gran felicidad: que serán la gloria, la alabanza de
Dios.
El
Papa Francisco animó a todos a estar “siempre en camino, con la
levadura del Espíritu Santo que nunca hace que uno crezca hacia el
interior… como los hipócritas”. El Espíritu Santo “empuja a
uno hacia el exterior”, “hacia el horizonte”. Y, a pesar de las
“dificultades, los sufrimientos, los problemas, las caídas, los
cristianos esperan “encontrar” la “herencia” prometida.
Para
resumir a modo de conclusión: uno debe elegir entre ser “guiado
por su egoísmo”, crecer “hacia el interior”, estar preocupado
“solo para parecer equilibrado, bueno: que no se vean los malos
hábitos” o “cristianos”.
“La
levadura de los cristianos es el Espíritu Santo, que nos empuja
hacia afuera, nos hace crecer, con todas las dificultades del camino,
con todos los pecados también, pero siempre con esperanza… Las
personas que tienen el Espíritu Santo como levadura son alegres,
incluso en problemas y en dificultades. Los hipócritas se han
olvidado de lo que es alegrarse”.
20.10.18
Ángelus: “El antídoto”, cuando el “celo apostólico” está “contaminado por el espíritu del mundo”
Antes
del Ángelus
(
21 octubre 2018).- “El camino del amor siempre está” en pérdida
“porque amar significa dejar de lado el egoísmo, la
auto-referencia, para servir a los demás”, recuerda el Papa
Francisco.
De
acuerdo con su costumbre, el Papa comentó el Evangelio este domingo
21 de octubre de 2018, antes del Ángelus, en la Plaza de San Pedro,
frente a unas 20,000 personas.
Señaló
que, a menudo, el celo apostólico puede ser “contaminado” por
“el espíritu del mundo”, el “interés profesional”, y ha
indicado “el antídoto” en el “servicio” de los demás.
Palabras
del Papa Francisco ante el Angelus.
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
La
página del Evangelio de hoy (cf. Mc 10, 35-45) describe a Jesús
que, una vez más y con gran paciencia, trata de corregir a sus
discípulos convirtiéndolos de la mentalidad del mundo a la de Dios.
La ocasión surge de los hermanos Santiago y Juan dos de los primeros
que Jesús encontró y les pidió que lo siguieran. Ya han recorrido
un largo camino con él y pertenecen al grupo de los doce apóstoles.
Por
lo tanto, mientras se dirigen a Jerusalén, donde los discípulos
esperan ansiosamente que Jesús, con motivo de la Pascua, finalmente
establezca el Reino de Dios, los dos hermanos se vuelven valientes y
le dirigen su petición al Maestro: “Concédenos que nos
sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda cuando estés
en tu gloria”(v. 37).
Jesús
sabe que Santiago y Juan están animados por un gran entusiasmo por
él y por la causa del Reino, pero también sabe que sus expectativas
y su celo están contaminados por el espíritu del mundo. Por lo
tanto, responde: “No sabéis lo que estás pidiendo” (v. 38). Y
mientras hablaban de “tronos de gloria” sobre los cuales sentarse
junto a Cristo Rey, Él habla de pasar la prueba que él pasará por
una copa por beber y de un “bautismo” para ser recibido, es
decir, habla de su pasión y muerte. Santiago y Juan, siempre
anhelando el privilegio esperado, dicen además: sí, “podemos”.
Pero,
incluso aquí, realmente no se dan cuenta de lo que dicen. Jesús
anuncia que su copa la beberá y su bautismo lo recibirán, es decir,
ellos también, como los otros apóstoles, participarán en su cruz,
cuando llegue el momento. Sin embargo – concluye Jesús – “eso
de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí
concedérselo; es para aquellos para el cual ha sido preparado
“(v.40). Cómo decir: ahora síganme y aprendan el camino del amor
“en una pérdida”, y el Padre celestial pensará en ello, el
camino del amor siempre es en pérdida porque amar significa
dejar de lado el egoísmo, la autoreferencialidad para servir a los
demás.
Entonces,
Jesús se da cuenta de que los otros diez apóstoles están enojados
con Santiago y Juan, demostrando así que tienen la misma mentalidad
mundana. Y esto le permite darles una lección que vale para los
cristianos de todos los tiempos, incluso para nosotros. Él dice: “Ya
saben que los jefes de las naciones las gobiernan como si fueran sus
dueños y los poderosos las oprimen. Pero no debe ser así entre
vosotros; al contrario el que quiera ser grande entre vosotros que
sea su servidor, y el que quiera ser el primero de vosotros que sea
el esclavo de todos “(v. 42), es la regla del cristiano.
El
mensaje del Maestro es claro: mientras los grandes de la Tierra se
construyen “tronos” para su propio poder, Dios escoge un trono
incómodo, la cruz, desde donde reina dando la vida: “Así como el
Hijo del Hombre – dice Jesús – que no ha venido a que le sirvan,
sino a servir y a dar su vida por la redención de todos”(v. 45).
El
camino del servicio es el antídoto más eficaz contra la enfermedad
de la búsqueda de los primeros lugares, es la medicina para los
trepadores en esta búsqueda de los primeros lugares que contagia a
tantos contextos humanos y que no ahorra ni siquiera a los cristianos
ni al pueblo de Dios, ni siquiera a la Jerarquía Eclesial.
Por
lo tanto, como discípulos de Cristo, acojamos este Evangelio como
una llamada a la conversión, para testimoniar con valor y
generosidad una Iglesia que se inclina a los pies de los últimos,
para servirles con amor y sencillez. Que la Virgen María, que se
adhirió plenamente y humildemente a la voluntad de Dios, nos ayude a
seguir con alegría a Jesús en el camino del servicio, el camino
principal que conduce al Cielo.
22.10.18
Francisco reza ante la tumba de San Juan Pablo II
Fiesta
del santo, en memoria de la Misa de Inicio de su pontificado
(22
oct. 2018).- El Papa Francisco ha rezado ante a la tumba de San Juan
Pablo II, en la mañana de este lunes 22 de octubre de 2018, día
en que la Iglesia Universal celebra la fiesta del santo polaco.
El
Santo Padre Francisco ha entrado a la Basílica Vaticana, y delante
de la tumba de Juan Pablo II ha detenido un momento en oración.
La
fecha coincide con el día de la Misa de Inicio de su pontificado, en
1978, 6 días después de su elección como papa.
El
pontificado de Juan Pablo II duró 26 años. Fue uno de los más
largos de la historia. Le llamaban el “Papa peregrino” por el
gran número de viajes que hizo. Su tumba es una de las más
veneradas por los peregrinos que visitan Roma.
Juan
Pablo II fue canonizado por el Papa Francisco junto a Juan XXIII el
27 de abril de 2014. Fue una de las ceremonias más concurridas de
todos los tiempos en la plaza de San Pedro.
23.10.18
Santa Marta: “Si sabes esperar, no te decepcionarás”
“La
esperanza es un encuentro”
(23
oct. 2018).- “¿Uno espera el cielo como un resumen o como un
encuentro?” Preguntó el Papa Francisco el 23 de octubre de 2018,
durante su homilía en la Misa en la Casa de Santa Marta en el
Vaticano. “Si sabes esperar, no te decepcionarás”, afirmó.
En
su homilía, informada por ‘Vatican News’, el Santo Padre meditó
sobre los términos “conciudadanos” y “herencia”. “Nuestra
identidad debe ser sanada por el Señor, ser construida como
comunidad y tener el Espíritu Santo en nosotros”, dijo.
La
herencia “es lo que buscamos en nuestro camino, lo que recibiremos
al final”, gracias a la esperanza que es “la virtud que quizás
sea la más difícil de entender”. “¿Qué es la esperanza?”,
preguntó. Es para esperar en el cielo, “pero, ¿qué es el cielo
para ti?”.
“Vivir
con esperanza es caminar hacia un premio, hacia una felicidad que
nunca tendremos aquí, pero la tendremos allí (en lo alto)… Es una
virtud que es difícil de entender. Es una virtud muy humilde. Es una
virtud que nunca decepciona: si esperas, nunca te decepcionará,
nunca, nunca”, continuó.
La
esperanza también es “una virtud concreta”. “Pero, ¿cómo
puede ser concreta, si no conozco el cielo o lo que me espera?”, ha
reflexionado el Papa. “La esperanza, nuestra herencia, no es una
idea, no es estar en un lugar encantador… no. Es un encuentro”.
“Jesús siempre enfatiza esta parte de la esperanza, el hecho de
estar en la expectativa, del encuentro”, continuó.
El
Papa Francisco dio una imagen para ilustrar la esperanza: una mujer
embarazada que espera un hijo. Ella va al médico y él le muestra la
ecografía: “Ah, sí, la niña… está bien”. “¡No! Ella está
alegre y todos los días ella acaricia su abdomen para acariciar al
niño, está esperando al niño, vive esperando al niño”.
Esta
imagen puede ayudarnos a comprender qué es la esperanza: vivir para
este encuentro, ha explicado Francisco. “La mujer imagina cómo son
los ojos de su hijo, cómo será su sonrisa, si es rubio o marrón.
Se imagina el encuentro con su hijo”.
“¿Espero
así, concretamente, o espero de una manera algo difusa, algo
gnósticamente? – preguntó en conclusión. La esperanza es
concreta; Es de todos los días porque es un encuentro. Y cada
vez que nos encontramos con Jesús en la Eucaristía, en la oración,
en el Evangelio, en los pobres, en la vida comunitaria; cada vez que
damos un paso adicional hacia este encuentro definitivo “.
Así,
el Pontífice ha manifestado su deseo de que el cristiano “tenga la
sabiduría de saber disfrutar de los pequeños encuentros de la vida
con Jesús, mientras se prepara para este encuentro definitivo “.
24.10.18
Audiencia general, 24 octubre 2018 – Catequesis completa
Dimensión emocional y sexual del
amor
(24
oct. 2018).- La audiencia general de esta mañana ha tenido lugar a
las 9:30 horas en la Plaza de San Pedro donde el Santo Padre
Francisco ha encontrado grupos de peregrinos y fieles de Italia y de
todo el mundo.
El
Santo Padre, continuando el ciclo de catequesis sobre los
mandamientos ha hablado hoy del sexto mandamiento: “No cometerás
adulterio” (Pasaje bíblico, Evangelio según San
Marcos, 10, 2-9)
Tras
resumir su discurso en diversas lenguas, el Santo Padre ha saludado
en particular a los grupos de fieles presentes procedentes de todo el
mundo.
La
audiencia general ha terminado con el canto del Pater
Noster y la bendición apostólica.
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En
nuestro itinerario de catequesis sobre los Mandamientos, llegamos hoy
a la Sexta Palabra, que concierne a la dimensión emocional y sexual,
y dice: “No cometerás adulterio”. La llamada inmediata es a la
fidelidad, y de hecho, ninguna relación humana es auténtica sin
fidelidad y lealtad.
Uno
no puede amar solo mientras “conviene”. El amor se manifiesta más
allá del umbral del propio interés, cuando se da todo sin reservas.
Como dice el Catecismo: “El amor quiere ser definitivo. No puede
ser “hasta nuevo aviso” (No. 1646). La fidelidad es la
característica de una relación humana libre, madura y responsable.
También un amigo demuestra que es auténtico cuando sigue siéndolo
en todas las circunstancias; de lo contrario no es un amigo. Cristo
revela el amor verdadero, Él, que vive del amor ilimitado del Padre,
y en virtud de esto, es el Amigo fiel que nos acoge incluso cuando
cometemos errores y siempre quiere nuestro bien, incluso cuando no lo
merecemos.
El
ser humano necesita ser amado sin condiciones, y quien no recibe esta
acogida a menudo se siente incompleto, incluso sin saberlo. El corazón
humano trata de llenar este vacío con sucedáneos, aceptando
componendas y mediocridades que del amor tienen solo un vago
sabor. El riesgo es llamar “amor” a las relaciones acerbas e
inmaduras, con la ilusión de encontrar luz de vida en algo que, en
el mejor de los casos, es solo un reflejo de ello.
Sucede
entonces que se sobrestima, por ejemplo, la atracción física,
que en sí misma es un don de Dios, pero que está orientada a
allanar el camino para una relación auténtica y fiel con la
persona. Como decía San Juan Pablo II, el ser humano “está
llamado a la plena y madura espontaneidad de las relaciones”, que
“es el fruto gradual del discernimiento de los impulsos del
corazón”. Es algo que se conquista, ya que todo ser humano “debe
aprender con perseverancia y coherencia cual es el significado del
cuerpo” (cf. Catequesis, 12 de noviembre de 1980).
La
llamada a la vida conyugal requiere, por lo tanto, un discernimiento
cuidadoso sobre la calidad de la relación y un tiempo de noviazgo
para verificarla. Para acceder al sacramento del matrimonio, los
novios deben madurar la certeza de que en su vínculo está la mano
de Dios, que los precede y los acompaña, y les permitirá decir:
“Con la gracia de Cristo, prometo serte fiel siempre ” . No
pueden prometerse fidelidad “en la alegría y en las penas,
en la salud y en la enfermedad”, y amarse y honrarse todos los días
de sus vidas, solo sobre la base de la buena voluntad o la esperanza
de que “la cosa funcione”. Necesitan construir sobre el terreno
sólido del amor fiel de Dios. Y por eso, antes de recibir el
sacramento del matrimonio, hace falta una preparación cuidadosa,
diría un catecumenado, porque se juega toda la vida en el amor,
y con el amor no se bromea. No se puede
definir como “preparación al matrimonio”, tres o cuatro
conferencias dadas en la parroquia; no, eso no es preparación: esa
es falsa preparación. Y la responsabilidad de quien lo hace recae
sobre él: sobre el párroco, sobre el obispo que tolera estas cosas.
La preparación debe ser madura y hace falta tiempo. No es un acto
formal; es un Sacramento. Pero hay que prepararlo como un auténtico
catecumenado.
La
fidelidad es, en efecto, una forma de ser, una forma de vida. Se
trabaja con lealtad, se habla con sinceridad, se permanece fiel
a la verdad en los propios pensamientos y acciones. Una vida tejida
de fidelidad se expresa en todas las dimensiones y conduce a ser
hombres y mujeres fieles y confiables en todas las circunstancias.
Pero
para llegar a una vida tan hermosa, nuestra naturaleza humana no es
suficiente, es necesario que la fidelidad de Dios entre en nuestra
existencia, que nos contagie. Esta Sexta Palabra nos llama a
dirigir nuestra mirada a Cristo, quien con su fidelidad puede
quitarnos un corazón adúltero y darnos un corazón fiel. En él, y
solo en él, hay amor sin reservas ni replanteamientos, entrega
completa sin paréntesis y tenacidad de la aceptación hasta el
final.
De
su muerte y resurrección se deriva nuestra fidelidad, de su amor
incondicional se deriva la constancia en las relaciones. De la
comunión con Él, con el Padre y con el Espíritu Santo se
deriva la comunión entre nosotros y la capacidad de vivir con
fidelidad nuestros lazos.
25.10.18
Santa Marta: “¿Quién es Cristo para ti?”
No
ser cristianos “de palabras”
(
25 octubre 2018).- Hay muchos cristianos “de palabras”, pero la
verdadera santidad es realizar el mensaje de Cristo, dijo el Papa
Francisco en la misa de la mañana en la Casa Santa Marta, el 25 de
octubre de 2018. Dio dos maneras de conocer a Cristo
¿Quién
es Cristo para ti? Preguntó en su homilía informada por
Vatican Media. Es fácil de responder recitando el Credo, dijo
el Papa, pero la pregunta personal “nos avergüenza un poco”,
porque debemos ir al “corazón”.
San
Pablo, continuó citando la primera lectura, no conocía a Jesús “al
comenzar los estudios de teología”: “Lo que Pablo sintió,
quiere que nosotros cristianos lo sintamos”. A la pregunta que
podemos hacerle a Pablo: “¿Quién es Cristo para ti?”, Él dará
su propia experiencia simple: “Él me amó y se entregó a sí
mismo por mí”. Pero él está involucrado con Cristo que ha
pagado por él … Pablo quiere que los cristianos … entren en esta
experiencia para que todos puedan decir: “Él me amó y se entregó
por mí”.
La
mejor manera de hacerlo es reconocerse a sí mismo como pecador,
explicó el Papa Francisco: “El primer paso para el conocimiento de
Cristo, para entrar en este misterio, es el conocimiento de su
pecado, de sus pecados”. Pero “una cosa es decir los propios
pecados” y otra es reconocerse “capaz de hacer cualquier cosa …
reconocer una inmundicia”. San Pablo experimentó su miseria
que “necesita ser salvada”, entendió que alguien tenía que
“pagar el derecho de llamarse a sí mismo “hijo de Dios “…
todos lo somos, pero para decirlo, para sentirlo, se requería el
sacrificio de Cristo”.
Segundo
paso aconsejado por el Papa: la Contemplación. “Un santo dijo
esta hermosa oración: ‘Señor, que te conozca y me conozca a mí
mismo’: conocerme a mí mismo y conocer a Jesús … no contentarse
con decir tres o cuatro palabras acerca de Jesús”, porque “conocer
a Jesús es una aventura, pero una aventura seria, no una aventura
adolescente”.
“San
Pablo dice:” Él tiene el poder de hacer infinitamente más de lo
que podemos pedir o incluso concebir … Pero nosotros debemos
pedirle. “Señor, que yo te conozco; que cuando hable de
ti, no diga palabras como un loro, sino que diga palabras nacidas de
mi experiencia”. Cristianos de palabras, hay muchos. A
veces también lo somos. Esto no es la santidad; La
santidad es ser cristianos que cumplen en su vida lo que Jesús
enseñó “, insistió el Papa.
En
conclusión, resumió los pasos para conocer a Jesús: “Primer
paso, conocerse a sí mismo: pecadores; pecadores. Sin este
conocimiento y sin esta confesión interior, de que soy un pecador,
no podemos avanzar. Segundo paso, orar al Señor, para que nos
dé a conocer con su poder este misterio de Jesús, que es el fuego
que trajo a la Tierra. Será una hermosa costumbre si todos los
días, en ciertos momentos, podemos decir: “Señor, que te conozca
y que me conozca a mí mismo”.
26.10.18
Santa Marta: Construyendo la paz en el mundo con “tres pequeñas cosas”
Humildad,
dulzura, paciencia.
(26
octubre 2018).- “Podemos construir la paz en todo el mundo con
estas pequeñas cosas”: humildad, dulzura y paciencia, aseguró el
Papa Francisco en la misa de este viernes 26 de octubre de 2018 en la
Casa Santa Marta.
En
su homilía informada por Vatican News, el Papa meditó sobre el
himno a la unidad “dado por San Pablo en la primera lectura (Ef
4,1-6). Los cristianos de entonces y los de hoy están
“demasiado ocupados” con sus “luchas internas”, lamentó el
Papa: están “acostumbrados a respirar el aire de conflicto”
mientras que “la carrera de armamentos, la preparación de las
guerras, de la destrucción, continúa”.
“Incluso
las instituciones mundiales, como lo vemos hoy, creadas con la mejor
voluntad para ayudar a la unidad de la humanidad, la paz, son
incapaces de llegar a un acuerdo”, continuó: “hay veto aquí, un
interés allí … Y tienen dificultad para encontrar acuerdos de
paz. Y durante este tiempo los niños no tienen nada que comer,
no van a la escuela, no tienen educación, no hay hospitales porque
la guerra destruye todo. Tenemos una tendencia a la destrucción,
a la guerra y a la desunión. Es la tendencia que siembra el
enemigo en nuestro corazón, el destructor de la humanidad: el
diablo”.
Déjalo,
solo abre tu corazón
La
paz, la unidad, se construyen con “humildad, dulzura y paciencia”,
dijo el Papa Francisco. “Nosotros, que estamos acostumbrados a
insultarnos … déjalo … abre tu corazón. ¿Podemos hacer la
paz en el mundo con estas tres pequeñas cosas? Sí, es el
camino. ¿Podemos llegar a la unidad? Sí, este es el
camino: “humildad, dulzura y paciencia”. Y Pablo continúa
con un consejo muy práctico: “apoyaos los unos a los otros con
amor”. Vamos a apoyarnos unos a otros. No es fácil, el
juicio siempre sale, la condenación, que conduce a la separación, a
la distancia … ”
Cuando
los miembros de una misma familia se alejan, “el diablo es feliz”,
es “el comienzo de la guerra”, advirtió el Papa que los instó a
soportarse unos a otros “porque todos damos motivos de enojo,
porque todos somos pecadores, todos tenemos nuestros defectos”.
Para
concluir, el Papa se detuvo en “el consejo de Jesús” en el
Evangelio: “cuando vas con tu adversario ante el magistrado,
mientras estás en el camino, haz todo lo posible para arreglarlo con
él” ( Lc 12,54-59). “Hacer la paz lo primero: es la
humildad, es la dulzura, es la paciencia. Podemos construir la
paz en todo el mundo con estas pequeñas cosas, porque estas
actitudes son la actitud de Jesús: humilde, dulce, perdona todo”.
“El
mundo de hoy tiene necesidad de paz, insistió, necesitamos paz,
nuestras familias necesitan paz, nuestra sociedad necesita
paz. Comencemos en casa a practicar estas cosas simples:
paciencia, dulzura, humildad. Avancemos en este camino: siempre
hacer la unidad, consolidar la unidad. Que el Señor nos ayude
en este camino.
27.10.18
Sínodo: “El Espíritu nos entrega el documento para que trabaje en nuestros corazones”
Palabras
del Papa tras la votación del documento final
(27
oct. 2018).- Antes de clausurar el Sínodo sobre los jóvenes, la fe
y el discernimiento vocacional, el Papa Francisco ha ofrecido
unas palabras de agradecimiento, especialmente a los jóvenes que han
participado, al finalizar la 21ª Congregación General –dedicada a
votar el documento final– que pone fin a la XV Asamblea
General Ordinaria del Sínodo.
El
Santo Padre ha expuesto 3 puntos que “tiene en el corazón” y
quería expresar al terminar el Sínodo, según ha indicado. En
primer lugar, ha reiterado que el Sínodo “no es un parlamento”,
sino “un espacio protegido para que el Espíritu Santo pueda
actuar”. Así, ha recordado: “No olvidemos que ha sido el
Espíritu quien ha trabajado aquí”.
Este
sábado, 27 de octubre de 2018, los padres sinodales han votado (268
tenían derecho, pero solo estaban presentes 249) el documento final:
la primera y segunda parte por la mañana, y la tercera parte por la
tarde.
Palabras
del Santo Padre
Gracias
a todos. Gracias al Cardenal Baldisseri, (…) a los presidentes, a
los delegados, al relator, a los subsecretarios, les dije que la
verdad que se jugaron la piel y ahora nos dejaron los huesos, porque
realmente están consumidos. Y los expertos hemos visto como se pasa
de un texto mártir a una comisión mártir. La comisión de
redacción, que realmente aplicó mucho esfuerzo y con mucha
penitencia hizo esto. Gracias a ustedes, auditores, y en especial,
gracias a los jóvenes que nos trajeron su música al aula. La música
es la palabra diplomática para decir “ruido”. Gracias.
Algunas
cosas que llevo en el corazón.
- Reiterar una vez más que el Sínodo no es un parlamento. Es un espacio protegido para que el Espíritu Santo pueda actuar. Y por eso las informaciones que se ofrecen son de carácter general. Y no los detalles, los nombres, la formas de decir las cosas… con las cuales, el Espíritu Santo trabaja en nosotros. Este ha sido un
- espacio protegido. No olvidemos que ha sido el Espíritu quien ha trabajado aquí.
- El resultado del Sínodo no es un documento. Lo dije al comenzar. Estamos llenos de documentos… Y yo no sé si este documento allá fuera hará algo, pero lo que sí sé es que ha de actuar en nosotros. Tiene que trabajar desde nosotros. Nosotros, en la comisión preparamos el documento, lo estudiamos, presentamos los modos, lo aprobamos. Y ahora el Espíritu nos entrega a nosotros el documento para que trabaje en nuestros corazones, somos nosotros los destinatarios del documento. Porque este documento ha de trabajar y para que trabaje hay que orarlo, hay que estudiarlo, hay que pedir luces… Pero el documento es para nosotros principalmente. Claro, va a ayudar a muchos más, pero los primeros destinatarios somos nosotros. El Espíritu ha hecho todo esto, no lo olvidemos por favor.
Y lo tercero, pienso en nuestra Madre, la Santa Madre Iglesia. Los últimos 3 números sobre la santidad nos muestran lo que es la Iglesia. Nuestra madre es santa, pero los hijos son pecadores. Somos todos pecadores. Y no olvidemos aquella expresión de los padres, la casta meretrix, la Iglesia santa, la Madre santa, con hijos pecadores. A causa de nuestros pecados, está siempre el gran acusador que anda merodeando, vagando, buscando a quien acusar, y en este momento nos está acusando con fuerza, y esta acusación se transforma también en una persecución. Lo dice el presidente hoy, su pueblo se encuentra perseguido tal como pasa en Oriente y en otros lugares del mundo también. Hay 2 tipos de persecuciones, constantes de ensuciar a la Iglesia.Pero a la Iglesia no hay que ensuciarla, los hijos somos todos sucios pero la Madre no lo es, y en este momento tenemos que defender a la Madre, y a la Madre la defendemos del gran acusador con la oración y la penitencia. Y por eso les he pedido que durante este mes, que está por terminar, recen el Rosario a San Miguel Arcángel para que proteja a la Santa Madre Iglesia. Se trata de un momento difícil porque el acusador, por medio de nosotros, ataca a la Madre, y a la Madre, y a la Madre no se le toca. Esto quería decirlo de todo corazón al terminar el Sínodo. Y ahora, el Espíritu Santo hará trabajar este documento, a todos nosotros nos hará reflexionar sobre lo que significa para nosotros.
Gracias
a todos
28.10.18
Misa de clausura del Sínodo: “Escuchar, hacerse prójimo y testimoniar”
Homilía
del Papa en la Basílica Vaticana
(28
oct. 2018).- El Santo Padre Francisco ha expuesto 3 pasos
fundamentales para el camino de la fe: “escuchar, hacerse prójimo
y testimoniar”, en la homilía de la Misa de clausura del
Sínodo de los Obispos, sobre los jóvenes, la fe y el discernimiento
vocacional.
Así,
el Santo Padre ha comentado el pasaje de San Marcos sobre el
ministerio itinerante de Jesús, quien poco después entrará en
Jerusalén para morir y resucitar, siendo Bartimeo el último
que sigue a Jesús en el camino. “Nosotros también hemos caminado
juntos, hemos ‘hecho sínodo’ “, ha señalado el Papa.
Escuchar
El
primer paso para facilitar el camino de la fe es escuchar,
ha indicado Francisco:“¡Qué importante es para nosotros escuchar
la vida! Los hijos del Padre celestial escuchan a sus hermanos: no
las murmuraciones inútiles, sino las necesidades del prójimo.
Escuchar con amor, con paciencia, como hace Dios con nosotros”.
En
este contexto, el Papa ha dicho a los jóvenes, “en nombre de todos
nosotros, adultos: disculpadnos si a menudo no os hemos escuchado;
si, en lugar de abrir vuestro corazón, os hemos llenado los oídos”.
Hacerse
prójimo
El hacerse
prójimo es
el segundo aspecto que propone el Pontífice para acompañar en el
camino de la fe. “Miramos a Jesús –ha predicado– que no delega
en alguien de la «multitud» que lo seguía, sino que se encuentra
con Bartimeo en persona. Le dice: «¿Qué quieres que haga por
ti?»”.
“Estamos
llamados a realizar la obra de Dios al modo de
Dios, en la proximidad:
unidos a él, en comunión entre nosotros, cercanos a nuestros
hermanos”, ha exhortado el Santo Padre. “Proximidad: aquí está
el secreto para transmitir el corazón de la fe, no un aspecto
secundario”.
Hacerse
prójimos es “llevar la novedad de Dios a la vida del hermano, es
el antídoto contra la tentación de las recetas preparadas”. Así,
“cuando por amor a él también nosotros nos hacemos prójimos, nos
convertimos en portadores de nueva vida“, sin
ser “maestros de todos ni expertos de lo sagrado”, sino en
“testigos del amor que salva”.
Testimoniar
“No
es cristiano esperar que los hermanos que están en busca llamen a
nuestras puertas”, advierte Francisco; “tendremos que ir donde
están ellos, no llevándonos a nosotros mismos, sino a Jesús”.
El
Santo Padre hace un llamamiento: Él nos envía a decirles a
todos: “Dios te pide que te dejes amar por él”. “Él nos
envía, como a aquellos discípulos, para animar y levantar en su
nombre”
Homilía
del Papa Francisco
El
episodio que hemos escuchado es el último que narra el evangelista
Marcos sobre el ministerio itinerante de Jesús, quien poco después
entrará en Jerusalén para morir y resucitar. Bartimeo es, por lo
tanto, el último que sigue a Jesús en el camino: de ser un mendigo
al borde de la vía en Jericó, se convierte en un discípulo que va
con los demás a Jerusalén. Nosotros también hemos caminado juntos,
hemos “hecho sínodo” y ahora este evangelio sella tres pasos
fundamentales para el camino de la fe.
En
primer lugar, nos fijamos en Bartimeo: su nombre significa “hijo de
Timeo”. Y el texto lo especifica: «El hijo de Timeo, Bartimeo»
(Mc 10,46). Pero, mientras el Evangelio lo reafirma,
surge una paradoja: el padre está ausente. Bartimeo yace solo junto
al camino, lejos de casa y sin un padre: no es alguien amado sino
abandonado. Es ciego y no tiene quien lo escuche. Cuando quería
hablar, le hacen callar. Jesús escucha su grito. Y
cuando lo encuentra le deja hablar. No era difícil adivinar lo que
Bartimeo le habría pedido: es evidente que un ciego lo que quiere es
tener o recuperar su vista. Pero Jesús no es expeditivo, da tiempo a
la escucha. Este es el primer paso para facilitar el camino de la
fe: escuchar. Es el apostolado del oído: escuchar, antes
de hablar.
Por
el contrario, muchos de los que estaban con Jesús imprecaban a
Bartimeo para que se callara (cf. v. 48). Para estos discípulos, el
necesitado era una molestia en el camino, un imprevisto en el
programa. Preferían sus tiempos a los del Maestro, sus palabras en
lugar de escuchar a los demás: seguían a Jesús, pero lo que tenían
en mente eran sus propios planes. Es un peligro del que tenemos que
prevenirnos siempre. Para Jesús, en cambio, el grito del que pide
ayuda no es algo molesto que dificulta el camino, sino una pregunta vital.
¡Qué importante es para nosotros escuchar la vida! Los hijos del
Padre celestial escuchan a sus hermanos: no las murmuraciones
inútiles, sino las necesidades del prójimo. Escuchar con amor, con
paciencia, como hace Dios con nosotros, con nuestras oraciones a
menudo repetitivas. Dios nunca se cansa, siempre se alegra cuando lo
buscamos. Pidamos también nosotros la gracia de un corazón dócil
para escuchar. Me gustaría decirles a los jóvenes, en nombre de
todos nosotros, adultos: disculpadnos si a menudo no os hemos
escuchado; si, en lugar de abrir vuestro corazón, os hemos llenado
los oídos. Como Iglesia de Jesús deseamos escucharos con amor,
seguros de dos cosas: que vuestra vida es preciosa ante Dios, porque
Dios es joven y ama a los jóvenes; y que vuestra vida también es
preciosa para nosotros, más aún, es necesaria para seguir
adelante.
Después
de la escucha, un segundo paso para acompañar el camino de
fe: hacerse prójimos. Miramos a Jesús, que no delega en
alguien de la «multitud» que lo seguía, sino que se encuentra con
Bartimeo en persona. Le dice: «¿Qué quieres que haga por ti?» (v.
51). Qué quieres: Jesús se identifica con Bartimeo, no
prescinde de sus expectativas; que yo haga: hacer, no
solo hablar; por ti: no de acuerdo con ideas
preestablecidas para cualquiera, sino para ti, en tu situación. Así
lo hace Dios, implicándose en primera persona con un amor de
predilección por cada uno. Ya en su modo de actuar transmite su
mensaje: así la fe brota en la vida.
La
fe pasa por la vida. Cuando la fe se concentra exclusivamente en las
formulaciones doctrinales, se corre el riesgo de hablar solo a la
cabeza, sin tocar el corazón. Y cuando se concentra solo en el
hacer, corre el riesgo de convertirse en moralismo y de reducirse a
lo social. La fe, en cambio, es vida: es vivir el amor de Dios que ha
cambiado nuestra existencia. No podemos ser doctrinalistas
o activistas; estamos llamados a realizar la obra de Dios al modo
de Dios, en la proximidad: unidos a él, en comunión
entre nosotros, cercanos a nuestros hermanos. Proximidad: aquí está
el secreto para transmitir el corazón de la fe, no un aspecto
secundario.
Hacerse
prójimos es llevar la novedad de Dios a la vida del hermano, es el
antídoto contra la tentación de las recetas preparadas.
Preguntémonos si somos cristianos capaces de ser prójimos, de salir
de nuestros círculos para abrazar a los que “no son de los
nuestros” y que Dios busca ardientemente. Siempre existe esa
tentación que se repite tantas veces en las Escrituras: lavarse las manos. Es
lo que hace la multitud en el Evangelio de hoy, es lo que hizo Caín
con Abel, es lo que hará Pilato con Jesús: lavarse las manos.
Nosotros, en cambio, queremos imitar a Jesús, e igual que él
ensuciarnos las manos. Él, el camino (cf. Jn 14,6),
por Bartimeo se ha detenido en el camino. Él, la luz del mundo
(cf. Jn 9,5), se ha inclinado sobre un ciego.
Reconozcamos que el Señor se ha ensuciado las manos por cada uno de
nosotros, y miremos la cruz y recomencemos desde allí, del
recordarnos que Dios se hizo mi prójimo en el pecado y la muerte. Se
hizo mi prójimo: todo viene de allí. Y cuando por amor a él
también nosotros nos hacemos prójimos, nos convertimos
en portadores de nueva vida: no en maestros de todos, no
en expertos de lo sagrado, sino en testigos del amor que salva.
Testimoniar es
el tercer paso. Fijémonos en los discípulos que llaman a Bartimeo:
no van a él, que mendigaba, con una moneda tranquilizadora o a
dispensar consejos; van en el nombre de Jesús. De hecho, le dirigen
solo tres palabras, todas de Jesús: «Ánimo, levántate, que te
llama» (v. 49). En el resto del Evangelio, solo Jesús dice ánimo,
porque solo él resucita el corazón. Solo Jesús dice en el
Evangelio levántate, para sanar el espíritu y el
cuerpo. Solo Jesús llama, cambiando la vida del que lo
sigue, levantando al que está por el suelo, llevando la luz de Dios
en la oscuridad de la vida. Muchos hijos, muchos jóvenes, como
Bartimeo, buscan una luz en la vida. Buscan un amor verdadero. Y al
igual que Bartimeo que, a pesar de la multitud, invoca solo a Jesús,
también ellos invocan la vida, pero a menudo solo encuentran
promesas falsas y unos pocos que se interesan de verdad por ellos.
No
es cristiano esperar que los hermanos que están en busca llamen a
nuestras puertas; tendremos que ir donde están ellos, no llevándonos
a nosotros mismos, sino a Jesús. Él nos envía, como a aquellos
discípulos, para animar y levantar en su nombre. Él nos envía a
decirles a todos: “Dios te pide que te dejes amar por él”.
Cuántas veces, en lugar de este mensaje liberador de salvación, nos
hemos llevado a nosotros mismos, nuestras “recetas”, nuestras
“etiquetas” en la Iglesia. Cuántas veces, en vez de hacer
nuestras las palabras del Señor, hemos hecho pasar nuestras ideas
por palabra suya. Cuántas veces la gente siente más el peso de
nuestras instituciones que la presencia amiga de Jesús. Entonces
pasamos por una ONG, por una organización paraestatal, no por la
comunidad de los salvados que viven la alegría del Señor.
Escuchar,
hacerse prójimos, testimoniar. El camino de fe termina en el
Evangelio de una manera hermosa y sorprendente, con Jesús que dice:
«Anda, tu fe te ha salvado» (v. 52). Y, sin embargo, Bartimeo no
hizo profesiones de fe, no hizo ninguna obra; solo pidió compasión.
Sentirse necesitados de salvación es el comienzo de la fe. Es el
camino más directo para encontrar a Jesús. La fe que salvó a
Bartimeo no estaba en la claridad de sus ideas sobre Dios, sino en
buscarlo, en querer encontrarlo. La fe es una cuestión de encuentro,
no de teoría. En el encuentro Jesús pasa, en el encuentro palpita
el corazón de la Iglesia. Entonces, lo que será eficaz es nuestro
testimonio de vida, no nuestros sermones.
Y
a todos vosotros que habéis participado en este “caminar juntos”,
os agradezco vuestro testimonio. Hemos trabajado en comunión y con
franqueza, con el deseo de servir a Dios y a su pueblo. Que el Señor
bendiga nuestros pasos, para que podamos escuchar a los jóvenes,
hacernos prójimos suyos y testimoniarles la alegría de nuestra
vida: Jesús.
29.10.18
Irán: El Papa recibe al nuevo embajador de la República Islámica
Quien
le ha entregado sus cartas credenciales
(29
oct. 2018).- Esta mañana, a las 10 horas, el Santo Padre Francisco
ha recibido en audiencia al Sr. Seyed Taha Hashemi, embajador de la
República Islámica de Irán ante la Santa Sede, con motivo de la
presentación de sus cartas credenciales.
Seyed
Taha Hashemi nació en Zarand-Kerman, el 23 de noviembre de
1958. Está casado y tiene cinco hijos.
Obtuvo
un Doctorado en Medicina (Universidad de Teherán, 1989), un
Doctorado en Derecho Islámico (Estudio Teológico de Teherán y
Qom,2007), una especialización en Psicología del Comportamiento
(Universidad Berkeley de Yakarta, 2013) y una especialización en
Psicología. General (Universidad Peyam-e Nur, 2017).
El
nuevo embajador ha sido Director adjunto del Consejo de
Coordinación de Propaganda Islámica y Director del Cuerpo Dahe-ye
Fajr de la Revolución Islámica; Director del Centro de
Investigación Informática sobre Ciencias Islámicas; y Miembro de
la Junta Directiva y del Consejo de Garantes de la Oficina para la
Propaganda Islámica del Estudio Teológico de Qom.
Asimismo,
ha trabajado como Representante parlamentario de Qom y miembro de la
Dirección de la Asamblea Legislativa Islámica de 1996 a 2000, y
como Director del Consejo de Supervisión de la Organización de
Radiotelevisión de la República Islámica de Irán (1997-2000).
Del
mismo modo, el embajador iraní ha dirigido el periódico
nacional Entekhab, del año 98 al 2004; ha sido Director
jurídico adjunto e internacional de la Organización para el
Patrimonio Cultural, la Artesanía y el Turismo (2004-2005); y
Director del Comité de Patrimonio Cultural y Natural – Comisión
Nacional de la UNESCO (2004-2007).
También
ha ocupado los cargos de: Miembro del Comité de Cultura y
Civilización del Consejo Supremo de la Revolución Cultural
(2004-2017); Director del Instituto de Investigación sobre
Patrimonio Cultural y Turismo (2005-2007); Vicerrector cultural y
social de la Universidad Islámica Libre (2013-2016); Miembro del
Consejo de Cultura General (2013-2017); Asesor Médico del Rector de
la Universidad Islámica Libre (2016-2017); y Miembro del Consejo
Científico del Instituto de Investigación sobre Patrimonio
Cultural y Turismo y Asesor del Director Ejecutivo del Instituto de
Seguridad Social.
30.10.18
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