6 de nov. 2013

PARLA FRANCESC ( 6 )








Texto de la catequesis del papa Francisco en la audiencia del miércoles
Profundiza sobre la comunión de los santos. Para vivir la vocación cristiana: sacramentos, carismas y caridad
Por Redacción
CIUDAD DEL VATICANO, 06 de noviembre de 2013 (Zenit.org) - Texto completo de la audiencia
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El miércoles pasado hablé de la comunión de los santos, entendida como comunión entre las personas santas, es decir entre nosotros, creyentes. Hoy quisiera profundizar otro aspecto de esta realidad.
Recordad que había dos aspectos: uno la comunión entre nosotros (hagamos comunidad) y el otro aspecto es la comunión en los bienes espirituales, es decir la comunión de las cosas santas. Los dos aspectos están estrechamente conectados entre sí; de hecho la comunión entre los cristianos crece mediante la participación a los bienes espirituales. En especial consideramos: los sacramentos, los carismas y la caridad (cf. Catecismo de la Iglesia Católica nn. 949-953). Nosotros crecemos en unidad, en comunión con los Sacramentos, los carismas que cada uno tiene porque se los ha dado el Espíritu Santo, y la caridad.
Sacramentos
Antes que nada, la Comunión en los Sacramentos. Los Sacramentos expresan y llevan a cabo una efectiva y profunda comunión entre nosotros, ya que en ellos encontramos a Cristo Salvador y, a través de Él, a nuestros hermanos en la fe.
Los Sacramentos no son apariencias, no son ritos, los sacramentos son la fuerza de Cristo, está Jesucristo en los Sacramentos. Cuando celebramos la Misa, en la Eucaristía, está Jesús vivo, muy vivo, que nos reúne, nos hace comunidad, nos hace adorar al Padre.
Cada uno de nosotros, de hecho, mediante el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, está incorporado a Cristo y unido a toda la comunidad de los creyentes.
Por tanto, si por un lado está la Iglesia que “hace” los Sacramentos, por otro lado están los Sacramentos que “hacen” a la Iglesia, la edifican, generando nuevos hijos, agregándolos al pueblo santo de Dios, consolidando su pertenencia.
Cada encuentro con Cristo, que en los Sacramentos nos da la salvación, nos invita a “ir” y comunicar a los demás una salvación que hemos podido ver, tocar, encontrar, acoger y que es verdaderamente creíble porque es amor.
En este sentido, los Sacramentos nos empujan a ser misioneros y, el compromiso apostólico de llevar al Evangelio en todos los ambientes, también en los más hostiles, constituye el fruto más auténtico de una asidua vida sacramental, en cuanto que es participación en la iniciativa salvífica de Dios, que quiere dar a todos la salvación.
La gracia de los Sacramentos alimenta en nosotros una fe fuerte y gozosa, una fe que sabe sorprenderse de las “maravillas” de Dios y sabe resistir a los ídolos del mundo.
Por esto, es importante tomar la Comunión, importante que los niños sean bautizados pronto, importante que reciban la Confirmación. ¿Por qué? Porque es la presencia de Jesucristo en nosotros, que nos ayuda.
Es importante, cuando nos sentimos pecadores, ir al Sacramento de la Reconciliación, “Pero Padre, tengo miedo, porque el cura me reñirá”. ¡No! No te reñirá el cura, porque ¿sabes a quien encontrarás allí, en el Sacramento de la Reconciliación? A Jesús, a Jesús que te perdona, es Jesús el que te espera allí, y esto es un Sacramento y esto hace crecer a toda la Iglesia.
Carismas
Un segundo aspecto de la comunión con las cosas santas es la  comunión de los carismas. El Espíritu Santo dispensa a los fieles una multitud de dones y de gracias espirituales; esta riqueza “fantasiosa” de los dones del Espíritu Santo está dirigida a la edificación de la Iglesia.
Los carismas (es una palabra algo difícil), los carismas son los regalos que nos da el Espíritu Santo, un regalo que puede ser una manera, una habilidad o una posibilidad, pero son regalos que da, pero nos los da, no para que estén escondidos, nos da estos regalos para compartirlos con los demás. Por tanto no se dan a beneficio de quien los recibe, sino para la utilidad del pueblo de Dios.
Si un carisma, sin embargo, sirve para afirmarse a uno mismo, existen dudas de que se trate un auténtico carisma o que se esté viviendo fielmente.
En efecto, ¿qué son los carismas? Son gracias especiales, dadas a algunos para hacer el bien a los demás. Son actitudes, inspiraciones e impulsos interiores, que nacen en la conciencia y en la experiencia de determinadas personas, que están llamadas a ponerlos al servicio de la comunidad.
En particular, estos dones espirituales benefician a la santidad de la Iglesia y a su misión. Todos estamos llamados a respetarlos en nosotros y en los demás, a acogerlos como estímulos útiles para una presencia y una obra fecunda de la Iglesia.
San Pablo advertía: “No apaguéis el Espíritu” (1Ts 5, 19). No apaguéis el Espíritu, el Espíritu que nos da estos regalos, estas habilidades, estas virtudes, estas cosas tan bellas que hacen crecer a la Iglesia.
¿Cuál es nuestra actitud frente a estos dones del Espíritu Santo? ¿Somos conscientes de que el Espíritu de Dios es libre de darlos a quien quiere? ¿Los consideramos una ayuda espiritual, a través de la cual el Señor sostiene nuestra fe, la refuerza, y también refuerza nuestra misión en el mundo?
Caridad
Y llegamos al tercer aspecto de la comunión en las cosas santas, es decir la comunión de la caridad, la unidad entre nosotros que hace la caridad, el amor. Los paganos que veían a los primeros cristianos decían: “Pero estos, ¡cómo se aman! ¡cómo se quieren! ¡no se odian! ¡No murmuran unos contra otros! ¡Es bueno esto! La caridad es el amor de Dios que el Espíritu Santo nos da en el corazón.
Los carismas son importantes en la vida de la comunidad cristiana, pero son siempre medios para crecer en la caridad, en el amor, que San Pablo coloca por encima del resto de carismas (cfr 1 Cor 13,1-13).
Sin el amor, de hecho, incluso los dones más extraordinarios son vanos. “¡Este hombre cura a la gente! Tiene esta cualidad, tiene esta virtud”… Cura a la gente ¿pero tiene amor en su corazón? ¿Tiene caridad? Si la tiene: ¡Adelante! Si no la tiene: no sirve a la Iglesia.
Sin el amor todos los dones no sirven a la Iglesia porque donde no hay amor, hay un vacío. Un vacío que se llena con el egoísmo y os pregunto: si todos nosotros somos egoístas, solamente egoístas ¿podemos vivir en paz en nuestra comunidad? ¿Se puede vivir en paz si todos somos egoístas? ¿Se puede o no? ¡No se puede! Por eso es necesario el amor que nos une, la caridad.
El más pequeño de nuestros gestos de amor tiene buenos efectos en todos. Por tanto, vivir la unidad de la Iglesia, la comunión de la caridad, significa no buscar nuestro propio interés, significa compartir los sufrimientos y las alegrías de los hermanos (cf. 1 Cor 12,26), preparados para lleva el peso de los más débiles y pobres.
Esta solidaridad fraterna no es una figura retórica, una manera de decir, sino que es parte integrante de la comunión entre los cristianos. Si la vivimos, somos en el mundo un signo, somos “sacramento” del amor de Dios. Lo somos los unos por los otros ¡y lo somos por todos!
No se trata sólo de la pequeña caridad que podemos ofrecernos mutuamente, se trata de algo más profundo: es una comunión que nos hace capaces de entrar en la alegría y en el dolor de los demás para hacerlos nuestros de forma sincera.
A menudo estamos demasiado secos, indiferentes, distantes y en vez de transmitir fraternidad, transmitimos mal humor, transmitimos frialdad, transmitimos egoísmo. ¿Con el malhumor, la frialdad y el egoísmo, se puede hacer crecer a la Iglesia? ¿Se puede hacer crecer toda la Iglesia? ¡No! ¡Con el mal humor, la frialdad y el egoísmo la Iglesia no crece! Crece sólo con el amor, con el amor que viene del Espíritu Santo.
El Señor nos invita a abrirnos a la comunión con Él, en los Sacramentos, en los carismas y en la caridad, ¡para vivir dignamente nuestra vocación cristiana!
Ahora me permito pediros un acto de caridad. Estad tranquilos que no se pasa la colecta… Sino un acto de caridad. Antes de venir a la plaza, he ido a visitar a una niña de un año y medio que tiene una enfermedad gravísima. Su papá, su mamá rezan, piden al Señor la salud de esta bella niña, se llama Noemí, ¡sonreía, pobrecita! Hagamos un acto de amor, no la conocemos, pero es una niña bautizada, es una de nosotros, una cristiana. Hagamos un acto de amor por ella. En silencio, pidamos por ella al Señor, que le dé la salud. En silencio, un minuto, después rezaremos el Avemaría. Recemos a la Virgen por la salud de Noemí.
Dios te salve María…
 07.11.13


Francisco en Santa Marta: Dios tiene debilidad de amor por los que se han perdido
El santo padre en la homilía de hoy recuerda que Dios "no sabe perder" y siempre buscará a los alejados
Por Redacción
CIUDAD DEL VATICANO, 07 de noviembre de 2013 (Zenit.org) - La alegría de Dios es encontrar a la oveja perdida, porque tiene una "debilidad de amor" por los que se han perdido. Esta reflexión ha estado al centro de la homilía del santo padre en la capilla de la Casa de Santa Marta esta mañana.
Para comentar la parábola de la oveja perdida y de la moneda perdida, el papa ha explicado que la actitud de los escribas y los fariseos que se escandalizaban de las cosas que Jesús hacía y murmuraban contra Él: "Este hombre es un peligro", come con los publicanos y los pecadores, "ofende a Dios, profana el ministerio del profeta... para acercarse a esta gente". Francisco ha indicado que a esta "hipocresía murmuradora" Jesús responde con una palabra: "A la murmuración Él responde con una palabra alegre. Cuatro veces en este pequeño pasaje, aparece la palabra alegría o felicidad: tres veces alegría y una felicidad". A continuación ha recordado que "este es el mensaje más profundo de esto: la alegría de Dios, que es un Dios al que no le gusta perder, no es un buen perdedor y por esto, no pierde, sale de sí y va, busca. Es un Dios que busca: busca a todos aquellos que están lejos de Él. Como el pastor, que va a buscar a la oveja perdida". Así, Francisco ha subrayado que el trabajo de Dios es "ir a buscar" para "invitar a la fiesta a todos, buenos y malos".
El obispo de Roma ha continuado indicando que "Él (Dios) no tolera perder a uno de los suyos. Pero esta será también la oración de Jesús, en el Jueves Santo: 'Padre, que no se pierda ninguno de los que Tú me has dado'. Es un Dios que camina para buscarnos y tiene una cierta debilidad de amor por los que están más alejados, que se han perdido... Va y los busca. ¿Y cómo busca? Busca hasta el final, como estos pastores que van en la oscuridad, buscando, hasta que la encuentra; o como la mujer, que cuando pierde la moneda enciende la lámpara, barre la casa y busca con cuidado. Así busca Dios. 'Pero este hijo no lo pierdo, eso mío! Y no quiero perderlo'. Pero este es nuestro Padre: siempre nos busca".
Y cuando Dios encuentra la oveja y la lleva de nuevo al redil junto a las otras, el papa explica que en ese momento nadie debe decir: "tú eres la perdida" sino "tú eres una de nosotros" porque le da de nuevo toda la dignidad.
Y al respecto, Francisco ha añadido: "La alegría de Dios no es la muerte del pecador, sino su vida: es la alegría. ¡Que lejos estaba esta gente que murmuraba contra Jesús, que lejos del corazón de Dios! No lo conocían. Creían que ser religiosos, que ser personas buenas fuese ir siempre bien, también educados y muchas veces fingir ser educados, ¿no? Esta es la hipocresía de la murmuración. Sin embargo, la alegría del Padre Dios es la del amor: nos ama. '¡Pero yo soy un pecador, he hecho esto, esto, esto...!' 'Pero yo te amo igual y voy a buscarte y te llevo a casa. Este es nuestro Padre". 
 08.11.13

El santo padre en Santa Marta: 'La corrupción quita la dignidad'
Francisco en su homilía del viernes ha pedido rezar por los hijos que reciben 'pan sucio' de sus padres, o sea bienes ganados con el soborno y la corrupción
Por Redacción
CIUDAD DEL VATICANO, 08 de noviembre de 2013 (Zenit.org) - En la lectura del Evangelio de hoy, Jesús habla del administrador deshonesto, y el santo padre ha tomado este episodio de las Escrituras en la homilía de esta mañana de Santa Marta para hablar del "espíritu del mundo, de la mundanidad", de "cómo actúa esta mundanidad y de lo peligrosa que es". Asimismo, ha rezado por tantos jóvenes que reciben de los padres "pan sucio", que  obtienen ganancias como fruto del soborno y la corrupción y tienen hambre de dignidad porque el trabajo deshonesto quita la dignidad.
Y es así como el papa lo explica: "cuando nosotros pensamos en nuestros enemigos, realmente pensamos antes en el demonio, porque es precisamente el que nos hace mal. La atmósfera, el estilo de vida gusta mucho al demonio y esta mundanidad: vivir según los valores - entre comillas - del mundo. Y este administrador es un ejemplo de mundanidad. Alguno de vosotros podría decir: '¡pero, este hombre ha hecho lo que hacen todos! ¡Pero todos, no! Algunos administradores, administraciones de empresas, administradores públicos, algunos administradores de gobierno... Quizá no son muchos. Pero es un poco esa actitud del camino más corto, más cómodo para ganarse la vida".
En la parábola del Evangelio, el patrón alaba al administrador deshonesto por su 'astucia'. Al respecto el santo padre ha explicado que esta es una alabanza al 'soborno'. "Y la costumbre del soborno es una costumbre mundana y fuertemente pecadora. Es una costumbre que no viene de Dios: ¡Dios nos ha pedido llevar el pan a casa con nuestro trabajo honesto! Y este hombre, administrador, lo llevaba pero ¿cómo? ¡Daba de comer a sus hijos pan sucio! Y sus hijos, quizá educados en colegios caros, quizá crecidos en ambientes cultos, habían recibido de su padre suciedad como comida, porque su padre, llevando pan sucio a casa, ¡había perdido la dignidad! ¡Y esto es un pecado grave! Porque se comienza quizá con un pequeño soborno, ¡pero es como la droga eh!", ha advertido el papa Francisco.
Continuando con el mismo tema, el santo padre ha añadido que "la costumbre del soborno se convierte en dependencia. Pero si hay un 'astucia mundana' hay también una 'astucia cristiana, de hacer las cosas un poco esbeltas... no con el espíritu del mundo', pero honestamente. Es esto lo que dice Jesús cuando invita a ser astutos como las serpientes y sencillos como las palomas: poner juntas estas dos dimensiones es una gracia del Espíritu Santo, un don que debemos pedir".
Para finalizar, el santo padre ha querido hacer una oración especial  por los niños y jóvenes que reciben este 'pan sucio': "quizá hoy nos hará bien a todos nosotros rezar por tantos niños y jóvenes que reciben de sus padres pan sucio: también estos están hambrientos, ¡están hambrientos de dignidad! Rezar para que el Señor cambie el corazón de estos devotos del dios soborno y se den cuenta que la dignidad viene del trabajo digno, del trabajo honesto, del trabajo de cada día y no de esos caminos más fáciles que al final te lo quitan todo. Y después terminar como ese otro del Evangelio que tenía graneros, tantos silos llenos y no sabía que hacer: 'Esta noche deberás morir', ha dicho el Señor. Esta pobre gente que ha perdido la dignidad por la práctica del soborno solamente lleva consigo no el dinero que ha ganado, ¡si no la falta de dignidad! ¡Rezamos por ellos!", ha concluido el pontífice.
 08.11.13



Francisco a los enfermos: 'No se avergüencen de ser un tesoro precioso de la Iglesia'
El papa a los voluntarios del Unitalsi. 'Vuestra obra no es asistencialismo o filantropía, sino genuino anuncio del evangelio de la caridad' en un contexto que tiende considerar la enfermedad sólo como un problema
ROMA, 09 de noviembre de 2013 (Zenit.org) - El santo padre Francisco esta mañana encontró en el aula Pablo VI en el Vaticano, a los voluntarios del Unitalsi (Unión nacional italiana transporte enfermos a Lourdes y santuarios internacionales), asociación italiana de voluntarios conocida principalmente por su acompañar a enfermos y discapacitados a peregrinar a los santuarios marianos.
La Unitalsi está realizando en Roma un congreso de tres días con motivo de los 110 años de la fundación, al cual participan unas dos mil personas y que tuvo su momento culminante en el encuentro de hoy con el santo padre.
Es un movimiento de voluntarios en el que participan muchas personas y jóvenes, que con frecuencia renuncian a sus vacaciones, y en vez de ir a la playa o a divertise prefieren acompañar a los enfermos en las peregrinaciones a los santuarios. Además realizan otros servicios, como asistencia a los enfermos en sus casa, pero también a los papás o familiares de los niños o personas enfermas.
Al concluir la audiencia en la que participaron unas 7 mil personas, el papa arrancó aplausos cuando dijo: “No se avergüencen de ser un tesoro precioso de la Iglesia”. Al concluir el encuentro el papa se acercó al público reunido y saludó a los enfermos, entre los cuales tantas personas en silla de ruedas y muchos niños.
LAS PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO
“Queridos hermanos y hermanas, les saludo con afecto, especialmente a las personas enfermas y discapacitadas, acompañadas por los voluntarios, a los asistentes eclesiásticos, a los responsables de las sección y al presidente nacional, a quienes les agradezco por su palabras.
La presencia de cardenales, obispos y personalidades institucionales es un signo del aprecio que la Unitalsi encuentra en la Iglesia y en la sociedad civil.
Desde hace 110 años vuestra asociación se dedica a las personas enfermas o en condiciones de fragilidad, con un estilo típicamente evangélico. De hecho vuestra obra no es asistencialismo o filantropía, sino un genuino anuncio del evangelio de la caridad y del ministerio de consolación.
Pienso a los tantos socios de la Unitalsi esparcidos por toda Italia: son hombres y mujeres, mamás y papás, y tantos jóvenes que movidos por el amor de Cristo y su ejemplo de Buen Samaritano, delante del sufrimiento no voltean la cara para el otro lado. Al contrario buscan tener una mirada que acoge, una mano que levanta y acompaña, palabras de confort, abrazos de ternura. No se desanimen por las dificultades y el cansancio, sino por el contrario sigan donando su tiempo, sonrisa y amor a los hermanos y hermanas que tienen necesidades.
Que cada personas enferma y frágil pueda ver en los rostros de ustedes, el rostro de Jesús; y que también ustedes puedan reconocer en la persona que sufre la carne de Cristo. Los pobres, también los pobres de salud son una riqueza para la Iglesia; y ustedes de la Unitalsi, junto a tantas realidades eclesiales, han recibido el don y el empelo de recoger esta riqueza, para ayudar a valorizarla, no solamente para la misma Iglesia, sino para toda la sociedad.
En el contexto cultural y social de hoy es más bien tendiente a esconder la fragilidad física, a considerarla solamente un problema, que pide resignación o falsa piedad o a veces el descartar las personas.
La Unitalsi está llamada a ser signo profético y a ir contra esta lógica mundana, ayudando a quienes sufre a ser protagonistas de la sociedad, en la Iglesia y también en la misma asociación. Para favorecer la real inserción de los enfermos en la comunidad cristiana y suscitar en ellos un fuerte sentido de pertenencia es necesaria una pastoral inclusiva en las parroquias y en las asociaciones. Se trata de valorizar realmente la presencia y testimonio de las personas frágiles y que sufren, no solamente como destinatarias de la obra evangelizadora, pero como sujetos activos de esta misma acción apostólica.
Queridos hermanos y hermanas enfermos, no se consideren solamente como objeto de solidaridad y de caridad, pero siéntanse insertados a pleno título en la vida y en la misión de la Iglesia. Ustedes tienen un lugar propio, un rol específico en la parroquia y en cada ámbito eclesial.
La presencia silenciosa de ustedes es más elocuente que tantas palabras, la oración de ustedes, la oferta cotidiana de los sufrimientos en unión con las de Jesús crucificado por la salvación del mundo, la aceptación paciente y también gozosa de la condiciones, son un recurso espiritual, un patrimonio para cada comunidad cristiana. Nos se avergüencen de ser un tesor precioso de la Iglesia.
La experiencia más fuerte que la Unitalsi vive durante el año es la peregrinación a los santuarios marianos, especialmente al de Lourdes. También vuestro estilo apostólico y vuestra espiritualidad se refieren a la Virgen santa. ¡Descubran nuevamente las razones más profundas! En particular imiten la maternidad de María, la atención materna que ella nos dedica a cada uno de nosotros. En el milagro de las bodas de Caná, la Virgen se dirige a los siervos y les dice: “Todo lo que les diga, háganlo” y Jesús ordena a los siervos de llenar con agua las ánforas y el agua se vuelve vino, mejor del que habían servido hasta ese momento.
Esta intervención de María junto a su Hijo, muestra la cultura de esta Madre hacia los hombres. Es el cuidado atento a nuestras necesidades más reales: ¡María sabe qué necesitamos! Ella se ocupa de cuidarnos, intercediendo junto a Jesús y pidiendo para cada uno de nosotros el don del 'vino nuevo', o sea el amor, la gracia que nos salva. Ella intercede siempre y reza por nosotros, especialmente en el momento de la dificultad y de la debilidad, en el momento de la angustia y del desorientamiento, especialmente en la hora del pecado. Por ello, en la oración del Ave María, le pedimos “ruega por nosotros pecadores”.
Queridos hermanos y hermanas, encomendémonos siempre a la protección de nuestra Madre celeste, que nos consuela e intercede por nosotros junto a su Hijo. Nos ayude Ella a ser ante quienes encontremos en nuestro camino, un reflejo de Aquel que es “Padre misericordioso y Dios de cada consolación”.
 10.11.13


El santo padre invita a no bajar la guardia ante el racismo y la intolerancia
Con motivo de los 75 años de la llamada 'Noche de los cristales' contra los judíos a inicios de la Segunda Guerra Mundial
Por Redacción
ROMA, 10 de noviembre de 2013 (Zenit.org) - El santo padre al concluir la oración del ángelus este domingo en Roma, reiteró a los fieles la necesidad de no olvidar y de no bajar la guardia delante de fenómenos como el racismo y la intolerancia. 
"Hoy se cumplen --dijo el santo padre-- los 75 años del la llamada 'Noche de los cristales': las violencias de la noche entre el 9 y el 10 de noviembre de 1938 contra los judíos, las sinagogas, las habitaciones y los negocios marcaron un triste paso hacia la tragedia de la Shoha".
El papa añadió que "renovamos nuestra cercanía y solidaridad al pueblo judío, nuestros hermanos mayores y rezamos a Dios para que la memoria del pasado, la memoria de los pecados pasados, nos ayude a estar siempre vigilantes contra cualquier forma de odio e intolerancia".  
La 'Kristallnacht' fueron una serie de ataques combinados ocurridos en Alemania y Austria durante la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938, presentado por las autoridades nazis como una reacción espontánea de la población tras el asesinato de un funcionario de la embajada alemana en París por un joven judío polaco de origen alemán. La 'Noche de los cristales' fue ejecutada por las tropas de asalto de las SA. SS y Gestapo, conjuntamente con agrupaciones civiles.
"Aquella noche vi arder la sinagoga desde la ventana de mi casa, cuando ya nos íbamos a la cama. Luego vinieron unos hombres, nos sacaron a la calle, registraron la casa, sacaron todas las cosas de los armarios y las tiraron por el suelo; se llevaron a mi padre. Mi madre, mi hermana, mi hermano y yo estuvimos tres semanas sin saber qué había sido de él. Luego nos enteramos de que estaba trabajando como esclavo en el campo a unos kilómetros de Köningswerg. (...) Nunca los volví a ver". Este testimonio fue publicado hoy por el corresponsal de la Radio Televisión Española en Berlín al entrevistar a un niño de entonces que sobrevivió a la tragedia. 
 11.11.13

El papa en Santa Marta: No es lícito robarle al Estado para ser benefactor de la Iglesia
En su homilía del lunes: Reconocernos pecadores. Ser corruptos nunca. Denuncia el escándalo de la 'doble vida' de algunos cristianos
CIUDAD DEL VATICANO, 11 de noviembre de 2013 (Zenit.org) - Quien no se arrepiente y “finge ser cristiano” hace mucho daño a la Iglesia. Es lo que ha afirmado el papa Francisco en su homilía de este lunes en la Casa Santa Marta. El santo padre ha recordado que todos debemos reconocernos “pecadores”, pero debemos guardarnos de convertirnos en “corruptos”. Quién es un benefactor de la Iglesia, pero le roba al Estado, ha añadido, es “un injusto” que lleva una “doble vida”.
Jesús “no se cansa de perdonar y nos aconseja” hacer lo mismo. En sus palabras, el pontífice se ha detenido en la exhortación del Señor a perdonar al hermano arrepentido, de la que habla el Evangelio de hoy. Cuando Jesús nos dice que perdonemos siete veces al día, ha observado, “hace un retrato de sí mismo”. Jesús, ha añadido, “perdona”, pero en este relato del Evangelio dice también: “Ay de los que escandalizan”. No habla de pecado sino de escándalo, que es otra cosa. Y añade que “es mejor para él que se le ponga al cuello una rueda de molino y se le eche al mar antes que escandalizar a uno de estos pequeños”.
“¿Qué diferencia hay --se pregunta el papa-- entre pecar y escandalizar?” “La diferencia es que quien peca y se arrepiente, pide perdón, se siente débil, se siente hijo de Dios, se humilla y pide la salvación a Jesús. Pero ¿el qué escandaliza?, ¿qué es lo que escandaliza? Que no se arrepiente. Continua pecando, pero disimula ser cristiano: la doble vida. Y la doble vida de un cristiano hace mucho daño, mucho daño. ‘¡Pero si yo soy un benefactor de la Iglesia! Me meto la mano en el bolsillo y doy limosna a la Iglesia’. Pero con la otra mano, roba: al Estado, a los pobres… Roba. Es un injusto. Esta es la doble vida. Y esto merece, dice Jesús, no lo digo yo, que le pongan al cuello una rueda de molino y sea echado al mar. No habla de perdón aquí”.
Y esto, ha destacado el santo padre, “porque esta persona engaña” y “donde está el engaño, no está el Espíritu de Dios. Esta es la diferencia entre pecador y corrupto”. Quien “lleva una doble vida, ha advertido, es un corrupto”. Distinto es quien “peca y quisiera no pecar, pero es débil” y “va al Señor” y le pide perdón: “¡a este el Señor le quiere mucho! Lo acompaña, está con él”.
“Debemos reconocernos pecadores, sí, todos ¡eh! Todos lo somos. Corruptos no. El corrupto está fijo en un estado de suficiencia, no sabe lo que es la humildad. Jesús, a estos corruptos, les decía: ‘La belleza de ser sepulcros blanqueados, que parecen bellos por fuera, pero por dentro están llenos de huesos muertos y de putrefacción. Y un cristiano que alardea de ser cristiano, pero no hace vida de cristiano, es uno de estos corruptos […] Todos conocemos a alguien que está en esta situación y ¡cuánto mal hacen a la Iglesia! Cristianos corruptos, sacerdotes corruptos… ¿Cuánto mal hacen a la Iglesia! Porque no viven en el espíritu del Evangelio, sino en el espíritu de la mundanidad”.
San Pablo, ha recordado el pontífice, lo dice claramente en la Carta a los cristianos de Roma: “no os conforméis a este mundo”. Incluso, ha precisado, “el texto original es más fuerte”, porque afirma “no entréis en el esquema de este mundo, en los parámetros de este mundo”. Esquemas, ha explicado, que “son mundanidad que te lleva a la doble vida”.
“Una putrefacción barnizada: esta es la vida del corrupto. Y Jesús, sencillamente, no llamaba ‘pecadores’ a estos, sino ‘hipócritas’.
Y qué bello lo otro ¿no? Si peca contra ti siete veces y las siete veces te dice: ‘Me he arrepentido, soy un pecador’, tú le perdonarás. Es lo que Él hace con los pecadores. Él no se cansa de perdonar, solo con la condición de no querer llevar esta doble vida, de ir hacia Él arrepentidos: ‘¡Perdóname, Señor, soy un pecador!’. ‘Pero sigue adelante, sigue adelante: yo lo sé’. Así es el Señor. Pidamos hoy la gracia al Espíritu Santo que huye de todo engaño, pidamos la gracia de reconocernos pecadores: somos pecadores. Pecadores, sí. Corruptos, no”.
 11.11.13


El papa en Santa Marta: cuando Dios nos reprende no es una bofetada sino una caricia
En su homilí­a del martes: 'Confiémonos en las manos de Dios, como un niño se confí­a en las manos de su papá'
Por Redacción
CIUDAD DEL VATICANO, 12 de noviembre de 2013 (Zenit.org) - Confiémonos a Dios como un niño se confía en las manos de su papá. Es el mensaje que el papa Francisco ha propuesto durante la homilía de este martes en la Casa Santa Marta. El santo padre ha reiterado que el Señor no nos abandona nunca y ha subrayado que también cuando nos reprende, Dios no nos da una bofetada sino una caricia.
“Dios ha creado el hombre para la incorruptibilidad”, pero “por la envidia del diablo ha entrado la muerte en el mundo”. Durante su reflexión, el pontífice se ha detenido en la Primera lectura, un pasaje del Libro de la Sabiduría que recuerda nuestra creación. La envidia del diablo, ha afirmado el papa, ha hecho posible que comenzase esta guerra, “este camino que termina con la muerte”. Esta última, ha recordado, “ha entrado en el mundo y la experimentan aquellos que le pertenecen”. Es una experiencia que hacemos todos:
“Todos tenemos que pasar por la muerte, pero una cosa es pasar por esta experiencia con una pertenencia al diablo y otra cosa es pasar por esta experiencia de la mano de Dios. Y a mí me gusta escuchar esto: ‘Estamos en las manos de Dios desde el principio’. La Biblia no explica la Creación, usando una imagen hermosa: Dios, con sus manos nos hace del barro, de la tierra, a su imagen y semejanza. Son las manos de Dios las que nos han creado: el Dios artesano, ¿eh? Como un artesano nos ha hecho. Estas manos del Señor… Las manos de Dios, que no nos abandonan”.
La Biblia, ha proseguido, narra como el Señor le dice a su pueblo: “Yo camino contigo, como un papá con su hijo, llevándolo de la mano”. Son las manos de Dios, ha añadido, “las que nos acompañan en el camino”.
“Nuestro Padre, como un Padre con su hijo, nos enseña a caminar. Nos enseña a ir por el camino de la vida y de la salvación. Son las manos de Dios las que nos acarician en los momentos de dolor, nos consuelan. ¡Es nuestro Padre el que nos acaricia! Nos quiere mucho. Y también en estas caricias, muchas veces, está el perdón. Una cosa que me ayuda es pensar esto. Jesús, Dios, ha traído consigo sus llagas: se las hace ver al Padre. Este es el precio: ¡Las manos de Dios son manos llagadas por amor! Y esto nos consuela mucho”.
Muchas veces, ha continuado, escuchamos decir a las personas que no saben en quien confiar: “¡Confíate en las manos de Dios!”. Esto, ha observado el papa, “es bello” porque “allí estamos seguros: es la máxima seguridad, porque es la seguridad de nuestro Padre que nos quiere mucho”. “Las manos de Dios, ha insistido, también nos curan de nuestras enfermedades espirituales”.

“Pensemos en las manos de Jesús, cuando tocaba a los enfermos y los curaba… son las manos de Dios: ¡Nos curan! ¡No me imagino a Dios dándonos una bofetada! No me lo imagino. Reprendiéndonos sí me lo imagino, porque lo hace. Pero nunca, nunca nos hiere. ¡Nunca! Nos acaricia.

También cuando nos reprende lo hace con una caricia porque es Padre. ‘Las almas de los justos están en las manos de Dios’. Pensemos en las manos de Dios, que nos ha creado como un artesano, que nos ha dado la salud eterna. Son manos llagadas y nos acompañan en el camino de la vida. Confiémonos en las manos de Dios, como un niño se confía en las manos de su papá. ¡Esas son manos seguras!”.
 13.11.13

Texto de la catequesis del papa Francisco en la audiencia del miércoles
Profundiza sobre el sacramento del Bautismo: la 'puerta' de la fe y la fuente de la vida cristiana
CIUDAD DEL VATICANO, 13 de noviembre de 2013 (Zenit.org) - Texto completo de la audiencia
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En el Credo, a través del cual todos los domingos hacemos nuestra profesión de fe, nosotros afirmamos: “Creo en un solo bautismo por el perdón de los pecados”. Se trata de la única referencia explícita a un Sacramento en el interior del Credo. Solo se habla del Bautismo allí. En efecto el Bautismo es la “puerta” de la fe y de la vida cristiana. Jesús Resucitado dejó a los Apóstoles esta consigna: “Entonces les dijo: «Id por todo el mundo, anunciando la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará” (Mc 16, 15-16) La misión de la Iglesia es evangelizar y perdonar los pecados a través del sacramento bautismal. Pero volvamos a las palabras del Credo. La expresión se puede dividir en tres puntos: “creo”, “un solo bautismo”, “para la remisión de los pecados”.
1. «Creo». ¿Qué quiere decir esto? Es un término solemne que indica la gran importancia del objeto, es decir del Bautismo. En efecto, pronunciando estas palabras nosotros afirmamos nuestra verdadera identidad de hijos de Dios. El Bautismo es, en un cierto sentido, el documento de identidad del cristiano, su acta de nacimiento. El acta de nacimiento a la Iglesia. Todos vosotros sabéis qué día nacisteis ¿verdad? Celebráis el cumpleaños, todos, todos nosotros celebramos el cumpleaños. Os haré una pregunta que ya os hice en otra ocasión ¿Quién de vosotros se acuerda de la fecha en que fue bautizado? Levantad la mano ¿quién de vosotros? Son pocos, ¡eh! ¡No muchos! Y no les pregunto a los obispos para no pasar vergüenza… ¡Son pocos! Hagamos una cosa, hoy, cuando volváis a casa, preguntad en que día fuisteis bautizados, investigadlo. Este será vuestro segundo cumpleaños. El primero es el cumpleaños a la vida y este será vuestro cumpleaños a la Iglesia. El día del nacimiento en la Iglesia ¿Lo haréis? Es una tarea para hacer en casa. Buscar el día en el que nacisteis. Y darle gracias al Señor porque nos ha abierto la puerta de la Iglesia, el día en el que fuimos bautizados. ¡Hagámoslo hoy!
Al mismo tiempo, al Bautismo está ligada nuestra fe en la remisión de los pecados. El Sacramento de la Penitencia o Confesión es, de hecho, como un segundo “bautismo”, que recuerda siempre el primero para consolidarlo y renovarlo. En este sentido, el día de nuestro Bautismo es el punto de partida de un camino, de un camino bellísimo, de un camino hacia Dios, que dura toda la vida, un camino de conversión y que se sostiene continuamente por el Sacramento de la Penitencia. Pensad esto: cuando nosotros vamos a confesarnos de nuestras debilidades, de nuestros pecados, vamos a pedirle perdón a Jesús pero también a renovar este bautismo con este perdón. ¡Esto es bello! ¡Es como celebrar, en cada confesión, el día de nuestro bautismo! Así, la Confesión no supone sentarse en un sala de tortura. ¡Es una fiesta, una fiesta para celebrar el día del Bautismo! ¡La Confesión es para los bautizados! ¡Para tener limpio el vestido blanco de nuestra dignidad cristiana!
2. Segundo elemento: «un solo bautismo». Esta expresión recuerda aquella de san Pablo “hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo” (Ef 4,5). La palabra “bautismo” significa literalmente “inmersión”, y, de hecho, este Sacramento constituye una verdadera inmersión espiritual… ¿Dónde? ¿En la piscina? ¡No! En la muerte de Cristo. El Bautismo es exactamente una inmersión espiritual en la muerte de Cristo de la cual se resurge con Él como nuevas criaturas (cfr. Rm 6,4). Se trata de una baño de regeneración y de iluminación. Regeneración porque se realiza este nacimiento del agua y del Espíritu sin el cual nadie puede entrar en el Reino de los Cielos (cfr. Jn 3,5). Iluminación porque, a través del Bautismo, la persona humana se colma de la gracia de Cristo, “luz verdadera que ilumina a todo hombre” (Jn 1,9) y destruye las tinieblas del pecado. Por esto en la ceremonia del Bautismo a los padres se les entrega un cirio encendido para simbolizar esta iluminación. El Bautismo nos ilumina desde dentro con la luz de Jesús. Por este don, el bautizado está llamado a convertirse él mismo en “luz” para los hermanos, especialmente para los que están en las tinieblas y no ven la luz en el horizonte de sus vidas.
Probemos a preguntarnos: el Bautismo, para mí, ¿es un hecho del pasado, de ese día que vosotros hoy buscareis en casa para saber cuál es, o una realidad viva, que tiene que ver con mi presente, en todo momento? ¿Te sientes fuerte, con la fuerza que te da Cristo, con su Sangre, con su Resurrección? ¿Tú te sientes fuerte? O ¿te sientes débil? ¿Sin fuerzas? El Bautismo da fuerzas. Con el Bautismo, ¿te sientes un poco iluminado, iluminada con la luz que viene de Cristo? ¿eres un hombre o una mujer de luz? O ¿eres un hombre, una mujer oscuros, sin la luz de Jesús? Pensad en esto. Tomad la gracia del Bautismo, que es un regalo, es convertirse en luz, luz para todos.
3. Finalmente, un breve apunte sobre el tercer elemento: «para la remisión de los pecados». Recordad esto: profeso un solo bautismo, para el perdón de los pecados. En el sacramento del Bautismo se perdonan todos los pecados, el pecado original y todos los pecados personales, como también todas las penas del pecado. Con el Bautismo se abre la puerta a una efectiva novedad de vida que no está oprimida por el peso de un pasado negativo, sino que participa ya de la belleza y de la bondad del Reino de los cielos. Se trata de una intervención potente de la misericordia de Dios en nuestra vida, para salvarnos. Pero esta intervención salvífica no quita a nuestra naturaleza humana su debilidad; todos somos débiles y todos somos pecadores ¡No nos quita la responsabilidad de pedir perdón cada vez que nos equivocamos! Y esto es hermoso: yo no me puedo bautizar dos veces, tres veces, cuatro veces, pero sí puedo ir a la confesión. Y, cada vez que me confieso, renuevo la gracia del bautismo, es como si yo hiciera un segundo bautismo. El Señor Jesús, que es tan bueno, que nunca se cansa de perdonarnos, me perdona. Recordadlo bien, el bautismo nos abre la puerta de la Iglesia; buscad la fecha de bautismo. Pero, incluso cuando la puerta se cierra un poco, por nuestras debilidades y nuestros pecados, la confesión la vuelve a abrir, porque la confesión es como un segundo bautismo, que nos perdona todo y nos ilumina, para seguir adelante con la luz del Señor. Vayamos así adelante, alegres, porque la vida se debe vivir con la alegría de Jesucristo. Y esto es una gracia del Señor. Gracias.
 14.11.13


El papa en Santa Marta: 'La curiosidad mundana nos aleja de la sabiduría de Dios'
En homilía de este jueves advierte sobre presuntos videntes que reciben cartas de la Virgen. María no es una oficina de correos
Por Redacción
CIUDAD DEL VATICANO, 14 de noviembre de 2013 (Zenit.org) - El espíritu de curiosidad genera confusión y nos aleja del Espíritu de la sabiduría. Este sin embargo nos da paz. Lo ha explicado el santo padre esta mañana en la homilía matutina en la capilla de Santa Marta.
El papa Francisco ha comentado la primera lectura del día de hoy, del Libro de la Sabiduría: "El estado de ánimo del hombre y de la mujer espiritual", del verdadero cristiano y de la verdad cristiana vive "en la sabiduría del Espíritu Santo. Y esta sabiduría le lleva adelante con este espíritu inteligente, santo, único y múltiple, sutil, ágil".
"Esto es caminar -precisó el santo padre- en la vida con este espíritu: el Espíritu de Dios, que nos ayuda a juzgar, a tomar decisiones según el corazón de Dios. Y este espíritu nos da paz, ¡siempre! Es el espíritu de paz, el espíritu de amor, es espíritu de fraternidad. Y la sanidad es precisamente esto. Lo que Dios le pide a Abraham, 'Camina en mi presencia e sé intachable', es esto: esta paz. Ir bajo el movimiento del Espíritu de Dios y de esta sabiduría. Y ese hombre y esa mujer que caminan así, se puede decir que son un hombre y una mujer sabios. Un hombre sabio y una mujer sabia, porque se mueven bajo la movimiento de la paciencia de Dios".
Asimismo, ha querido subrayar que en el Evangelio nos encontramos delante de otro espíritu, contrario a este de la sabiduría de Dios: el espíritu de curiosidad".
El santo padre lo ha explicado así: "Es cuando nosotros queremos apropiarnos de los proyectos de Dios, del futuro, de las cosas; conocer todo, tener todo en la mano... Los fariseos preguntaron a Jesús: '¿cuándo vendrá el Reino de Dios?' ¡Curiosos! Querían conocer la fecha, el día... El espíritu de curiosidad nos aleja de la sabiduría, porque solamente interesan los detalles, las noticias, las pequeñas noticias de cada día. ¿Y cómo se hará esto? Y el cómo: ¡es el espíritu del cómo! Y el espíritu de la curiosidad no es un buen espíritu: es el espíritu de la dispersión, de alejarse de  Dios, el espíritu de hablar demasiado. Y Jesús también va a decirnos una cosa interesante: este espíritu de curiosidad, que es mundano, nos lleva a la confusión".
Y para explicar cómo funciona esta confusión, el santo padre ha insistido: "la curiosidad nos empuja a querer sentir que el Señor está aquí o allá, o nos hace decir: 'Pero yo conozco un vidente, una vidente, que recibe cartas de la Virgen, mensajes de la Virgen".
A lo que el papa ha comentado: "Pero mira, la Virgen es madre ¡eh! y nos ama a todos nosotros. Pero no es un jefe de correos, para enviar mensajes todos los días". Por ello, ha afirmado que "estas novedades nos alejan del Espíritu Santo, alejan de la paz y de la sabiduría, de la gloria de Dios, de la belleza de Dios".
Porque Jesús - ha subrayado el papa - dice que el Reino de Dios no es para llamar la atención: es para la sabiduría. "¡El Reino de Dios está en medio de vosotros!", dice Jesús: es "esta acción del Espíritu Santo, que nos da la sabiduría, que nos da la paz. El Reino de Dios no viene en la confusión, como Dios habló al profeta Elías en el viento, en la tormenta" sino que habló "en la suave brisa, la brisa de la sabiduría".
Para finalizar, el santo padre ha nombrado a Santa Teresa del Niño Jesús  cuando "decía que ella se paraba siempre delante del espíritu de curiosidad. Cuando hablaba con otra hermana y esta hermana contaba una historia, algo de la familia, de la frente, algunas veces pasaba a otro argumento y ella quería conocer el final de la historia.
Pero sentía que eso no era el Espíritu de Dios, porque era un espíritu de dispersión, de curiosidad. El Reino de Dios está en medio de vosotros: no busquéis cosas raras, no busquéis novedades con esta curiosidad mundana. Dejemos que el Espíritu nos lleve adelante, con esa sabiduría que es una suave brisa. Este es el Espíritu del Reino de Dios, del que nos habla Jesús".
 14.11.13













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