Texto de la catequesis del papa
Francisco en la audiencia del miércoles
Profundiza sobre la comunión de los
santos. Para vivir la vocación cristiana: sacramentos, carismas y caridad
Por
Redacción
CIUDAD DEL
VATICANO, 06 de noviembre de 2013 (Zenit.org) - Texto
completo de la audiencia
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El miércoles pasado hablé de la comunión de los
santos, entendida como comunión entre las personas santas, es decir entre
nosotros, creyentes. Hoy quisiera profundizar otro aspecto de esta realidad.
Recordad que había dos aspectos: uno la comunión entre
nosotros (hagamos comunidad) y el otro aspecto es la comunión en los bienes
espirituales, es decir la comunión de las cosas santas. Los dos aspectos están
estrechamente conectados entre sí; de hecho la comunión entre los cristianos
crece mediante la participación a los bienes espirituales. En especial
consideramos: los sacramentos, los carismas y la caridad (cf. Catecismo de la
Iglesia Católica nn. 949-953). Nosotros crecemos en unidad, en comunión con los
Sacramentos, los carismas que cada uno tiene porque se los ha dado el Espíritu
Santo, y la caridad.
Sacramentos
Antes que nada, la Comunión en los Sacramentos. Los
Sacramentos expresan y llevan a cabo una efectiva y profunda comunión entre
nosotros, ya que en ellos encontramos a Cristo Salvador y, a través de Él, a
nuestros hermanos en la fe.
Los Sacramentos no son apariencias, no son ritos,
los sacramentos son la fuerza de Cristo, está Jesucristo en los Sacramentos.
Cuando celebramos la Misa, en la Eucaristía, está Jesús vivo, muy vivo, que nos
reúne, nos hace comunidad, nos hace adorar al Padre.
Cada uno de nosotros, de hecho, mediante el
Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, está incorporado a Cristo y unido a
toda la comunidad de los creyentes.
Por tanto, si por un lado está la Iglesia que
“hace” los Sacramentos, por otro lado están los Sacramentos que “hacen” a la
Iglesia, la edifican, generando nuevos hijos, agregándolos al pueblo santo de
Dios, consolidando su pertenencia.
Cada encuentro con Cristo, que en los Sacramentos
nos da la salvación, nos invita a “ir” y comunicar a los demás una salvación
que hemos podido ver, tocar, encontrar, acoger y que es verdaderamente creíble
porque es amor.
En este sentido, los Sacramentos nos empujan a
ser misioneros y, el compromiso apostólico de llevar al Evangelio en todos los
ambientes, también en los más hostiles, constituye el fruto más auténtico de
una asidua vida sacramental, en cuanto que es participación en la iniciativa
salvífica de Dios, que quiere dar a todos la salvación.
La gracia de los Sacramentos alimenta en nosotros
una fe fuerte y gozosa, una fe que sabe sorprenderse de las “maravillas” de
Dios y sabe resistir a los ídolos del mundo.
Por esto, es importante tomar la Comunión,
importante que los niños sean bautizados pronto, importante que reciban la
Confirmación. ¿Por qué? Porque es la presencia de Jesucristo en nosotros, que
nos ayuda.
Es importante, cuando nos sentimos pecadores, ir
al Sacramento de la Reconciliación, “Pero Padre, tengo miedo, porque el cura me
reñirá”. ¡No! No te reñirá el cura, porque ¿sabes a quien encontrarás allí, en
el Sacramento de la Reconciliación? A Jesús, a Jesús que te perdona, es Jesús
el que te espera allí, y esto es un Sacramento y esto hace crecer a toda la
Iglesia.
Carismas
Un segundo aspecto de la comunión con las cosas
santas es la comunión de los carismas. El Espíritu Santo dispensa a los
fieles una multitud de dones y de gracias espirituales; esta riqueza
“fantasiosa” de los dones del Espíritu Santo está dirigida a la edificación de
la Iglesia.
Los carismas (es una palabra algo difícil), los
carismas son los regalos que nos da el Espíritu Santo, un regalo que puede ser
una manera, una habilidad o una posibilidad, pero son regalos que da, pero nos
los da, no para que estén escondidos, nos da estos regalos para compartirlos
con los demás. Por tanto no se dan a beneficio de quien los recibe, sino para
la utilidad del pueblo de Dios.
Si un carisma, sin embargo, sirve para afirmarse
a uno mismo, existen dudas de que se trate un auténtico carisma o que se esté
viviendo fielmente.
En efecto, ¿qué son los carismas? Son gracias
especiales, dadas a algunos para hacer el bien a los demás. Son actitudes,
inspiraciones e impulsos interiores, que nacen en la conciencia y en la
experiencia de determinadas personas, que están llamadas a ponerlos al servicio
de la comunidad.
En particular, estos dones espirituales
benefician a la santidad de la Iglesia y a su misión. Todos estamos llamados a
respetarlos en nosotros y en los demás, a acogerlos como estímulos útiles para
una presencia y una obra fecunda de la Iglesia.
San Pablo advertía: “No apaguéis el Espíritu”
(1Ts 5, 19). No apaguéis el Espíritu, el Espíritu que nos da estos regalos,
estas habilidades, estas virtudes, estas cosas tan bellas que hacen crecer a la
Iglesia.
¿Cuál es nuestra actitud frente a estos dones del
Espíritu Santo? ¿Somos conscientes de que el Espíritu de Dios es libre de
darlos a quien quiere? ¿Los consideramos una ayuda espiritual, a través de la
cual el Señor sostiene nuestra fe, la refuerza, y también refuerza nuestra
misión en el mundo?
Caridad
Y llegamos al tercer aspecto de la comunión en
las cosas santas, es decir la comunión de la caridad, la unidad entre nosotros
que hace la caridad, el amor. Los paganos que veían a los primeros cristianos
decían: “Pero estos, ¡cómo se aman! ¡cómo se quieren! ¡no se odian! ¡No
murmuran unos contra otros! ¡Es bueno esto! La caridad es el amor de Dios que
el Espíritu Santo nos da en el corazón.
Los carismas son importantes en la vida de la
comunidad cristiana, pero son siempre medios para crecer en la caridad, en el
amor, que San Pablo coloca por encima del resto de carismas (cfr 1 Cor
13,1-13).
Sin el amor, de hecho, incluso los dones más
extraordinarios son vanos. “¡Este hombre cura a la gente! Tiene esta cualidad,
tiene esta virtud”… Cura a la gente ¿pero tiene amor en su corazón? ¿Tiene
caridad? Si la tiene: ¡Adelante! Si no la tiene: no sirve a la Iglesia.
Sin el amor todos los dones no sirven a la
Iglesia porque donde no hay amor, hay un vacío. Un vacío que se llena con el
egoísmo y os pregunto: si todos nosotros somos egoístas, solamente egoístas
¿podemos vivir en paz en nuestra comunidad? ¿Se puede vivir en paz si todos
somos egoístas? ¿Se puede o no? ¡No se puede! Por eso es necesario el amor
que nos une, la caridad.
El más pequeño de nuestros gestos de amor tiene
buenos efectos en todos. Por tanto, vivir la unidad de la Iglesia, la comunión
de la caridad, significa no buscar nuestro propio interés, significa compartir
los sufrimientos y las alegrías de los hermanos (cf. 1 Cor 12,26), preparados
para lleva el peso de los más débiles y pobres.
Esta solidaridad fraterna no es una figura
retórica, una manera de decir, sino que es parte integrante de la comunión
entre los cristianos. Si la vivimos, somos en el mundo un signo, somos “sacramento”
del amor de Dios. Lo somos los unos por los otros ¡y lo somos por todos!
No se trata sólo de la pequeña caridad que
podemos ofrecernos mutuamente, se trata de algo más profundo: es una comunión
que nos hace capaces de entrar en la alegría y en el dolor de los demás para
hacerlos nuestros de forma sincera.
A menudo estamos demasiado secos, indiferentes,
distantes y en vez de transmitir fraternidad, transmitimos mal humor,
transmitimos frialdad, transmitimos egoísmo. ¿Con el malhumor, la frialdad y el
egoísmo, se puede hacer crecer a la Iglesia? ¿Se puede hacer crecer toda la
Iglesia? ¡No! ¡Con el mal humor, la frialdad y el egoísmo la Iglesia no crece!
Crece sólo con el amor, con el amor que viene del Espíritu Santo.
El Señor nos invita a abrirnos a la comunión con
Él, en los Sacramentos, en los carismas y en la caridad, ¡para vivir dignamente
nuestra vocación cristiana!
Ahora me permito pediros un acto de caridad.
Estad tranquilos que no se pasa la colecta… Sino un acto de caridad. Antes de
venir a la plaza, he ido a visitar a una niña de un año y medio que tiene una
enfermedad gravísima. Su papá, su mamá rezan, piden al Señor la salud de esta
bella niña, se llama Noemí, ¡sonreía, pobrecita! Hagamos un acto de amor, no la
conocemos, pero es una niña bautizada, es una de nosotros, una cristiana.
Hagamos un acto de amor por ella. En silencio, pidamos por ella al Señor, que
le dé la salud. En silencio, un minuto, después rezaremos el Avemaría. Recemos
a la Virgen por la salud de Noemí.
Dios te salve María…07.11.13
Francisco en Santa Marta: Dios tiene
debilidad de amor por los que se han perdido
El santo padre en la homilía de hoy
recuerda que Dios "no sabe perder" y siempre buscará a los alejados
Por
Redacción
CIUDAD DEL VATICANO, 07 de noviembre de 2013 (Zenit.org) - La alegría
de Dios es encontrar a la oveja perdida, porque tiene una "debilidad de
amor" por los que se han perdido. Esta reflexión ha estado al centro de la
homilía del santo padre en la capilla de la Casa de Santa Marta esta mañana.
Para comentar la parábola de la oveja perdida y de la
moneda perdida, el papa ha explicado que la actitud de los escribas y los
fariseos que se escandalizaban de las cosas que Jesús hacía y murmuraban contra
Él: "Este hombre es un peligro", come con los publicanos y los
pecadores, "ofende a Dios, profana el ministerio del profeta... para
acercarse a esta gente". Francisco ha indicado que a esta "hipocresía
murmuradora" Jesús responde con una palabra: "A la murmuración Él
responde con una palabra alegre. Cuatro veces en este pequeño pasaje, aparece
la palabra alegría o felicidad: tres veces alegría y una felicidad". A
continuación ha recordado que "este es el mensaje más profundo de esto: la
alegría de Dios, que es un Dios al que no le gusta perder, no es un buen
perdedor y por esto, no pierde, sale de sí y va, busca. Es un Dios que busca:
busca a todos aquellos que están lejos de Él. Como el pastor, que va a buscar a
la oveja perdida". Así, Francisco ha subrayado que el trabajo de Dios es
"ir a buscar" para "invitar a la fiesta a todos, buenos y
malos".
El obispo de Roma ha continuado indicando que
"Él (Dios) no tolera perder a uno de los suyos. Pero esta será también la
oración de Jesús, en el Jueves Santo: 'Padre, que no se pierda ninguno de los
que Tú me has dado'. Es un Dios que camina para buscarnos y tiene una cierta
debilidad de amor por los que están más alejados, que se han perdido... Va y
los busca. ¿Y cómo busca? Busca hasta el final, como estos pastores que van en
la oscuridad, buscando, hasta que la encuentra; o como la mujer, que cuando
pierde la moneda enciende la lámpara, barre la casa y busca con cuidado. Así
busca Dios. 'Pero este hijo no lo pierdo, eso mío! Y no quiero perderlo'. Pero
este es nuestro Padre: siempre nos busca".
Y cuando Dios encuentra la oveja y la lleva de
nuevo al redil junto a las otras, el papa explica que en ese momento nadie debe
decir: "tú eres la perdida" sino "tú eres una de nosotros"
porque le da de nuevo toda la dignidad.
Y al respecto, Francisco ha añadido: "La
alegría de Dios no es la muerte del pecador, sino su vida: es la alegría. ¡Que
lejos estaba esta gente que murmuraba contra Jesús, que lejos del corazón de Dios!
No lo conocían. Creían que ser religiosos, que ser personas buenas fuese ir
siempre bien, también educados y muchas veces fingir ser educados, ¿no? Esta es
la hipocresía de la murmuración. Sin embargo, la alegría del Padre Dios es la
del amor: nos ama. '¡Pero yo soy un pecador, he hecho esto, esto, esto...!'
'Pero yo te amo igual y voy a buscarte y te llevo a casa. Este es nuestro
Padre".
08.11.13
El santo padre en Santa Marta: 'La
corrupción quita la dignidad'
Francisco en su homilía del viernes
ha pedido rezar por los hijos que reciben 'pan sucio' de sus padres, o sea
bienes ganados con el soborno y la corrupción
Por
Redacción
CIUDAD DEL VATICANO, 08 de noviembre de 2013 (Zenit.org) - En la
lectura del Evangelio de hoy, Jesús habla del administrador deshonesto, y el
santo padre ha tomado este episodio de las Escrituras en la homilía de esta
mañana de Santa Marta para hablar del "espíritu del mundo, de la
mundanidad", de "cómo actúa esta mundanidad y de lo peligrosa que
es". Asimismo, ha rezado por tantos jóvenes que reciben de los padres
"pan sucio", que obtienen ganancias como fruto del soborno y la
corrupción y tienen hambre de dignidad porque el trabajo deshonesto quita la
dignidad.
Y es así como el papa lo explica: "cuando
nosotros pensamos en nuestros enemigos, realmente pensamos antes en el demonio,
porque es precisamente el que nos hace mal. La atmósfera, el estilo de vida
gusta mucho al demonio y esta mundanidad: vivir según los valores - entre
comillas - del mundo. Y este administrador es un ejemplo de mundanidad. Alguno
de vosotros podría decir: '¡pero, este hombre ha hecho lo que hacen todos!
¡Pero todos, no! Algunos administradores, administraciones de empresas, administradores
públicos, algunos administradores de gobierno... Quizá no son muchos. Pero es
un poco esa actitud del camino más corto, más cómodo para ganarse la
vida".
En la parábola del Evangelio, el patrón alaba al
administrador deshonesto por su 'astucia'. Al respecto el santo padre ha
explicado que esta es una alabanza al 'soborno'. "Y la costumbre del
soborno es una costumbre mundana y fuertemente pecadora. Es una costumbre que
no viene de Dios: ¡Dios nos ha pedido llevar el pan a casa con nuestro trabajo
honesto! Y este hombre, administrador, lo llevaba pero ¿cómo? ¡Daba de comer a
sus hijos pan sucio! Y sus hijos, quizá educados en colegios caros, quizá
crecidos en ambientes cultos, habían recibido de su padre suciedad como comida,
porque su padre, llevando pan sucio a casa, ¡había perdido la dignidad! ¡Y esto
es un pecado grave! Porque se comienza quizá con un pequeño soborno, ¡pero es
como la droga eh!", ha advertido el papa Francisco.
Continuando con el mismo tema, el santo padre ha
añadido que "la costumbre del soborno se convierte en dependencia. Pero si
hay un 'astucia mundana' hay también una 'astucia cristiana, de hacer las cosas
un poco esbeltas... no con el espíritu del mundo', pero honestamente. Es esto
lo que dice Jesús cuando invita a ser astutos como las serpientes y sencillos
como las palomas: poner juntas estas dos dimensiones es una gracia del Espíritu
Santo, un don que debemos pedir".
Para finalizar, el santo padre ha querido hacer
una oración especial por los niños y jóvenes que reciben este 'pan
sucio': "quizá hoy nos hará bien a todos nosotros rezar por tantos niños y
jóvenes que reciben de sus padres pan sucio: también estos están hambrientos,
¡están hambrientos de dignidad! Rezar para que el Señor cambie el corazón de
estos devotos del dios soborno y se den cuenta que la dignidad viene del
trabajo digno, del trabajo honesto, del trabajo de cada día y no de esos
caminos más fáciles que al final te lo quitan todo. Y después terminar como ese
otro del Evangelio que tenía graneros, tantos silos llenos y no sabía que
hacer: 'Esta noche deberás morir', ha dicho el Señor. Esta pobre gente que ha
perdido la dignidad por la práctica del soborno solamente lleva consigo no el
dinero que ha ganado, ¡si no la falta de dignidad! ¡Rezamos por ellos!",
ha concluido el pontífice.
08.11.13
Francisco a los enfermos: 'No se
avergüencen de ser un tesoro precioso de la Iglesia'
El papa a los voluntarios del
Unitalsi. 'Vuestra obra no es asistencialismo o filantropía, sino genuino
anuncio del evangelio de la caridad' en un contexto que tiende considerar la
enfermedad sólo como un problema
ROMA, 09 de noviembre de 2013 (Zenit.org) - El santo
padre Francisco esta mañana encontró en el aula Pablo VI en el Vaticano, a los
voluntarios del Unitalsi (Unión nacional italiana transporte enfermos a Lourdes
y santuarios internacionales), asociación italiana de voluntarios conocida
principalmente por su acompañar a enfermos y discapacitados a peregrinar a los
santuarios marianos.
La Unitalsi está realizando en Roma un congreso de
tres días con motivo de los 110 años de la fundación, al cual
participan unas dos mil personas y que tuvo su momento culminante en el
encuentro de hoy con el santo padre.
Es un movimiento de voluntarios en el que participan
muchas personas y jóvenes, que con frecuencia renuncian a sus vacaciones, y en
vez de ir a la playa o a divertise prefieren acompañar a los enfermos en las
peregrinaciones a los santuarios. Además realizan otros servicios, como
asistencia a los enfermos en sus casa, pero también a los papás o familiares de
los niños o personas enfermas.
Al concluir la audiencia en la que participaron unas 7
mil personas, el papa arrancó aplausos cuando dijo: “No se avergüencen de ser
un tesoro precioso de la Iglesia”. Al concluir el encuentro el papa se acercó
al público reunido y saludó a los enfermos, entre los cuales tantas personas en
silla de ruedas y muchos niños.
LAS PALABRAS
DEL PAPA FRANCISCO
“Queridos hermanos y hermanas, les saludo con
afecto, especialmente a las personas enfermas y discapacitadas, acompañadas por
los voluntarios, a los asistentes eclesiásticos, a los responsables de las
sección y al presidente nacional, a quienes les agradezco por su palabras.
La presencia de cardenales, obispos y
personalidades institucionales es un signo del aprecio que la Unitalsi
encuentra en la Iglesia y en la sociedad civil.
Desde hace 110 años vuestra asociación se dedica
a las personas enfermas o en condiciones de fragilidad, con un estilo
típicamente evangélico. De hecho vuestra obra no es asistencialismo o
filantropía, sino un genuino anuncio del evangelio de la caridad y del
ministerio de consolación.
Pienso a los tantos socios de la Unitalsi
esparcidos por toda Italia: son hombres y mujeres, mamás y papás, y tantos
jóvenes que movidos por el amor de Cristo y su ejemplo de Buen Samaritano,
delante del sufrimiento no voltean la cara para el otro lado. Al contrario
buscan tener una mirada que acoge, una mano que levanta y acompaña, palabras de
confort, abrazos de ternura. No se desanimen por las dificultades y el
cansancio, sino por el contrario sigan donando su tiempo, sonrisa y amor a los
hermanos y hermanas que tienen necesidades.
Que cada personas enferma y frágil pueda ver en
los rostros de ustedes, el rostro de Jesús; y que también ustedes puedan
reconocer en la persona que sufre la carne de Cristo. Los pobres, también los
pobres de salud son una riqueza para la Iglesia; y ustedes de la Unitalsi,
junto a tantas realidades eclesiales, han recibido el don y el empelo de
recoger esta riqueza, para ayudar a valorizarla, no solamente para la misma
Iglesia, sino para toda la sociedad.
En el contexto cultural y social de hoy es más
bien tendiente a esconder la fragilidad física, a considerarla solamente un
problema, que pide resignación o falsa piedad o a veces el descartar las
personas.
La Unitalsi está llamada a ser signo profético y
a ir contra esta lógica mundana, ayudando a quienes sufre a ser protagonistas
de la sociedad, en la Iglesia y también en la misma asociación. Para favorecer
la real inserción de los enfermos en la comunidad cristiana y suscitar en ellos
un fuerte sentido de pertenencia es necesaria una pastoral inclusiva en las
parroquias y en las asociaciones. Se trata de valorizar realmente la presencia
y testimonio de las personas frágiles y que sufren, no solamente como
destinatarias de la obra evangelizadora, pero como sujetos activos de esta
misma acción apostólica.
Queridos hermanos y hermanas enfermos, no se
consideren solamente como objeto de solidaridad y de caridad, pero siéntanse
insertados a pleno título en la vida y en la misión de la Iglesia. Ustedes
tienen un lugar propio, un rol específico en la parroquia y en cada ámbito
eclesial.
La presencia silenciosa de ustedes es más
elocuente que tantas palabras, la oración de ustedes, la oferta cotidiana de
los sufrimientos en unión con las de Jesús crucificado por la salvación del
mundo, la aceptación paciente y también gozosa de la condiciones, son un
recurso espiritual, un patrimonio para cada comunidad cristiana. Nos se
avergüencen de ser un tesor precioso de la Iglesia.
La experiencia más fuerte que la Unitalsi vive
durante el año es la peregrinación a los santuarios marianos, especialmente al
de Lourdes. También vuestro estilo apostólico y vuestra espiritualidad se
refieren a la Virgen santa. ¡Descubran nuevamente las razones más profundas! En
particular imiten la maternidad de María, la atención materna que ella nos
dedica a cada uno de nosotros. En el milagro de las bodas de Caná, la Virgen se
dirige a los siervos y les dice: “Todo lo que les diga, háganlo” y Jesús ordena
a los siervos de llenar con agua las ánforas y el agua se vuelve vino, mejor
del que habían servido hasta ese momento.
Esta intervención de María junto a su Hijo,
muestra la cultura de esta Madre hacia los hombres. Es el cuidado atento a
nuestras necesidades más reales: ¡María sabe qué necesitamos! Ella se ocupa de
cuidarnos, intercediendo junto a Jesús y pidiendo para cada uno de nosotros el
don del 'vino nuevo', o sea el amor, la gracia que nos salva. Ella intercede
siempre y reza por nosotros, especialmente en el momento de la dificultad y de
la debilidad, en el momento de la angustia y del desorientamiento,
especialmente en la hora del pecado. Por ello, en la oración del Ave María, le
pedimos “ruega por nosotros pecadores”.
Queridos hermanos y hermanas, encomendémonos
siempre a la protección de nuestra Madre celeste, que nos consuela e intercede
por nosotros junto a su Hijo. Nos ayude Ella a ser ante quienes encontremos en
nuestro camino, un reflejo de Aquel que es “Padre misericordioso y Dios de cada
consolación”.
10.11.13
El santo padre invita a no bajar la
guardia ante el racismo y la intolerancia
Con motivo de los 75 años de la
llamada 'Noche de los cristales' contra los judíos a inicios de la Segunda
Guerra Mundial
Por
Redacción
ROMA, 10 de noviembre de 2013 (Zenit.org) - El santo
padre al concluir la oración del ángelus este domingo en Roma, reiteró a los
fieles la necesidad de no olvidar y de no bajar la guardia delante de fenómenos
como el racismo y la intolerancia.
"Hoy se cumplen --dijo el santo padre-- los 75
años del la llamada 'Noche de los cristales': las violencias de la noche entre
el 9 y el 10 de noviembre de 1938 contra los judíos, las sinagogas, las
habitaciones y los negocios marcaron un triste paso hacia la tragedia de la
Shoha".
El papa añadió que "renovamos nuestra cercanía y
solidaridad al pueblo judío, nuestros hermanos mayores y rezamos a Dios para
que la memoria del pasado, la memoria de los pecados pasados, nos ayude a estar
siempre vigilantes contra cualquier forma de odio e intolerancia".
La 'Kristallnacht' fueron una serie de ataques
combinados ocurridos en Alemania y Austria durante la noche del 9 al 10 de
noviembre de 1938, presentado por las autoridades nazis como una reacción
espontánea de la población tras el asesinato de un funcionario de la embajada
alemana en París por un joven judío polaco de origen alemán. La 'Noche de los
cristales' fue ejecutada por las tropas de asalto de las SA. SS y Gestapo,
conjuntamente con agrupaciones civiles.
"Aquella noche vi arder la sinagoga desde la
ventana de mi casa, cuando ya nos íbamos a la cama. Luego vinieron unos
hombres, nos sacaron a la calle, registraron la casa, sacaron todas las cosas
de los armarios y las tiraron por el suelo; se llevaron a mi padre. Mi madre,
mi hermana, mi hermano y yo estuvimos tres semanas sin saber qué había sido de
él. Luego nos enteramos de que estaba trabajando como
esclavo en el campo a unos kilómetros de Köningswerg. (...) Nunca los
volví a ver". Este testimonio fue publicado hoy
por el corresponsal de la Radio Televisión Española en Berlín al entrevistar a
un niño de entonces que sobrevivió a la tragedia.
11.11.13
El papa en Santa Marta: No es lícito
robarle al Estado para ser benefactor de la Iglesia
En su homilía del lunes:
Reconocernos pecadores. Ser corruptos nunca. Denuncia el escándalo de la 'doble
vida' de algunos cristianos
CIUDAD DEL VATICANO, 11 de noviembre de 2013 (Zenit.org) - Quien no se
arrepiente y “finge ser cristiano” hace mucho daño a la Iglesia. Es lo que ha
afirmado el papa Francisco en su homilía de este lunes en la Casa Santa Marta.
El santo padre ha recordado que todos debemos reconocernos “pecadores”, pero
debemos guardarnos de convertirnos en “corruptos”. Quién es un benefactor de la
Iglesia, pero le roba al Estado, ha añadido, es “un injusto” que lleva una
“doble vida”.
Jesús “no se cansa de perdonar y nos aconseja” hacer
lo mismo. En sus palabras, el pontífice se ha detenido en la exhortación del
Señor a perdonar al hermano arrepentido, de la que habla el Evangelio de hoy.
Cuando Jesús nos dice que perdonemos siete veces al día, ha observado, “hace un
retrato de sí mismo”. Jesús, ha añadido, “perdona”, pero en este relato del
Evangelio dice también: “Ay de los que escandalizan”. No habla de pecado sino
de escándalo, que es otra cosa. Y añade que “es mejor para él que se le ponga
al cuello una rueda de molino y se le eche al mar antes que escandalizar a uno
de estos pequeños”.
“¿Qué diferencia hay --se pregunta el papa--
entre pecar y escandalizar?” “La diferencia es que quien peca y se arrepiente,
pide perdón, se siente débil, se siente hijo de Dios, se humilla y pide la
salvación a Jesús. Pero ¿el qué escandaliza?, ¿qué es lo que escandaliza? Que
no se arrepiente. Continua pecando, pero disimula ser cristiano: la doble vida.
Y la doble vida de un cristiano hace mucho daño, mucho daño. ‘¡Pero si yo soy
un benefactor de la Iglesia! Me meto la mano en el bolsillo y doy limosna a la
Iglesia’. Pero con la otra mano, roba: al Estado, a los pobres… Roba. Es un
injusto. Esta es la doble vida. Y esto merece, dice Jesús, no lo digo yo, que
le pongan al cuello una rueda de molino y sea echado al mar. No habla de perdón
aquí”.
Y esto, ha destacado el santo padre, “porque esta
persona engaña” y “donde está el engaño, no está el Espíritu de Dios. Esta es
la diferencia entre pecador y corrupto”. Quien “lleva una doble vida, ha
advertido, es un corrupto”. Distinto es quien “peca y quisiera no pecar, pero
es débil” y “va al Señor” y le pide perdón: “¡a este el Señor le quiere mucho!
Lo acompaña, está con él”.
“Debemos reconocernos pecadores, sí, todos ¡eh!
Todos lo somos. Corruptos no. El corrupto está fijo en un estado de
suficiencia, no sabe lo que es la humildad. Jesús, a estos corruptos, les
decía: ‘La belleza de ser sepulcros blanqueados’, que parecen bellos
por fuera, pero por dentro están llenos de huesos muertos y de putrefacción. Y
un cristiano que alardea de ser cristiano, pero no hace vida de cristiano, es
uno de estos corruptos […] Todos conocemos a alguien que está en esta situación
y ¡cuánto mal hacen a la Iglesia! Cristianos corruptos, sacerdotes corruptos…
¿Cuánto mal hacen a la Iglesia! Porque no viven en el espíritu del Evangelio,
sino en el espíritu de la mundanidad”.
San Pablo, ha recordado el pontífice, lo dice
claramente en la Carta a los cristianos de Roma: “no os conforméis a este
mundo”. Incluso, ha precisado, “el texto original es más fuerte”, porque afirma
“no entréis en el esquema de este mundo, en los parámetros de este mundo”.
Esquemas, ha explicado, que “son mundanidad que te lleva a la doble vida”.
“Una putrefacción barnizada: esta es la vida del
corrupto. Y Jesús, sencillamente, no llamaba ‘pecadores’ a estos, sino
‘hipócritas’.
Y qué bello lo otro ¿no? Si peca contra ti siete
veces y las siete veces te dice: ‘Me he arrepentido, soy un pecador’, tú le
perdonarás. Es lo que Él hace con los pecadores. Él no se cansa de perdonar,
solo con la condición de no querer llevar esta doble vida, de ir hacia Él
arrepentidos: ‘¡Perdóname, Señor, soy un pecador!’. ‘Pero sigue adelante, sigue
adelante: yo lo sé’. Así es el Señor. Pidamos hoy la gracia al Espíritu Santo
que huye de todo engaño, pidamos la gracia de reconocernos pecadores: somos
pecadores. Pecadores, sí. Corruptos, no”.
11.11.13
El papa en Santa Marta: cuando Dios
nos reprende no es una bofetada sino una caricia
En su homilía del martes:
'Confiémonos en las manos de Dios, como un niño se confía en las manos de su
papá'
Por
Redacción
CIUDAD DEL VATICANO, 12 de noviembre de 2013 (Zenit.org) - Confiémonos
a Dios como un niño se confía en las manos de su papá. Es el mensaje que el
papa Francisco ha propuesto durante la homilía de este martes en la Casa Santa
Marta. El santo padre ha reiterado que el Señor no nos abandona nunca y ha
subrayado que también cuando nos reprende, Dios no nos da una bofetada sino una
caricia.
“Dios ha creado el hombre para la incorruptibilidad”,
pero “por la envidia del diablo ha entrado la muerte en el mundo”. Durante su
reflexión, el pontífice se ha detenido en la Primera lectura, un pasaje del
Libro de la Sabiduría que recuerda nuestra creación. La envidia del diablo, ha
afirmado el papa, ha hecho posible que comenzase esta guerra, “este camino que
termina con la muerte”. Esta última, ha recordado, “ha entrado en el mundo y la
experimentan aquellos que le pertenecen”. Es una experiencia que hacemos
todos:
“Todos tenemos que pasar por la muerte, pero una cosa
es pasar por esta experiencia con una pertenencia al diablo y otra cosa es
pasar por esta experiencia de la mano de Dios. Y a mí me gusta escuchar esto:
‘Estamos en las manos de Dios desde el principio’. La Biblia no explica la
Creación, usando una imagen hermosa: Dios, con sus manos nos hace del
barro, de la tierra, a su imagen y semejanza. Son las manos de Dios las que nos
han creado: el Dios artesano, ¿eh? Como un artesano nos ha hecho. Estas manos
del Señor… Las manos de Dios, que no nos abandonan”.
La Biblia, ha proseguido, narra como el Señor le
dice a su pueblo: “Yo camino contigo, como un papá con su hijo, llevándolo de
la mano”. Son las manos de Dios, ha añadido, “las que nos acompañan en el
camino”.
“Nuestro Padre, como un Padre con su hijo, nos
enseña a caminar. Nos enseña a ir por el camino de la vida y de la salvación.
Son las manos de Dios las que nos acarician en los momentos de dolor, nos
consuelan. ¡Es nuestro Padre el que nos acaricia! Nos quiere mucho. Y también
en estas caricias, muchas veces, está el perdón. Una cosa que me ayuda es
pensar esto. Jesús, Dios, ha traído consigo sus llagas: se las hace ver al
Padre. Este es el precio: ¡Las manos de Dios son manos llagadas por amor! Y
esto nos consuela mucho”.
Muchas veces, ha continuado, escuchamos decir a
las personas que no saben en quien confiar: “¡Confíate en las manos de Dios!”.
Esto, ha observado el papa, “es bello” porque “allí estamos seguros: es la
máxima seguridad, porque es la seguridad de nuestro Padre que nos quiere
mucho”. “Las manos de Dios, ha insistido, también nos curan de nuestras
enfermedades espirituales”.
“Pensemos en las manos de Jesús, cuando tocaba a los enfermos y los curaba… son las manos de Dios: ¡Nos curan! ¡No me imagino a Dios dándonos una bofetada! No me lo imagino. Reprendiéndonos sí me lo imagino, porque lo hace. Pero nunca, nunca nos hiere. ¡Nunca! Nos acaricia.
También cuando nos reprende lo hace con una caricia porque es Padre. ‘Las almas de los justos están en las manos de Dios’. Pensemos en las manos de Dios, que nos ha creado como un artesano, que nos ha dado la salud eterna. Son manos llagadas y nos acompañan en el camino de la vida. Confiémonos en las manos de Dios, como un niño se confía en las manos de su papá. ¡Esas son manos seguras!”.
“Pensemos en las manos de Jesús, cuando tocaba a los enfermos y los curaba… son las manos de Dios: ¡Nos curan! ¡No me imagino a Dios dándonos una bofetada! No me lo imagino. Reprendiéndonos sí me lo imagino, porque lo hace. Pero nunca, nunca nos hiere. ¡Nunca! Nos acaricia.
También cuando nos reprende lo hace con una caricia porque es Padre. ‘Las almas de los justos están en las manos de Dios’. Pensemos en las manos de Dios, que nos ha creado como un artesano, que nos ha dado la salud eterna. Son manos llagadas y nos acompañan en el camino de la vida. Confiémonos en las manos de Dios, como un niño se confía en las manos de su papá. ¡Esas son manos seguras!”.
13.11.13
Texto de la catequesis del papa
Francisco en la audiencia del miércoles
Profundiza sobre el sacramento del
Bautismo: la 'puerta' de la fe y la fuente de la vida cristiana
CIUDAD DEL
VATICANO, 13 de noviembre de 2013 (Zenit.org) - Texto
completo de la audiencia
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En el Credo, a través del cual todos los domingos
hacemos nuestra profesión de fe, nosotros afirmamos: “Creo en un solo bautismo
por el perdón de los pecados”. Se trata de la única referencia explícita a un
Sacramento en el interior del Credo. Solo se habla del Bautismo allí. En efecto
el Bautismo es la “puerta” de la fe y de la vida cristiana. Jesús Resucitado
dejó a los Apóstoles esta consigna: “Entonces les dijo: «Id por todo el mundo,
anunciando la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se
salvará” (Mc 16, 15-16) La misión de la Iglesia es evangelizar y perdonar los
pecados a través del sacramento bautismal. Pero volvamos a las palabras del
Credo. La expresión se puede dividir en tres puntos: “creo”, “un solo
bautismo”, “para la remisión de los pecados”.
1. «Creo». ¿Qué quiere decir esto? Es un
término solemne que indica la gran importancia del objeto, es decir del
Bautismo. En efecto, pronunciando estas palabras nosotros afirmamos nuestra
verdadera identidad de hijos de Dios. El Bautismo es, en un cierto sentido, el
documento de identidad del cristiano, su acta de nacimiento. El acta de
nacimiento a la Iglesia. Todos vosotros sabéis qué día nacisteis ¿verdad?
Celebráis el cumpleaños, todos, todos nosotros celebramos el cumpleaños. Os
haré una pregunta que ya os hice en otra ocasión ¿Quién de vosotros se acuerda
de la fecha en que fue bautizado? Levantad la mano ¿quién de vosotros? Son
pocos, ¡eh! ¡No muchos! Y no les pregunto a los obispos para no pasar
vergüenza… ¡Son pocos! Hagamos una cosa, hoy, cuando volváis a casa, preguntad
en que día fuisteis bautizados, investigadlo. Este será vuestro segundo
cumpleaños. El primero es el cumpleaños a la vida y este será vuestro
cumpleaños a la Iglesia. El día del nacimiento en la Iglesia ¿Lo haréis? Es una
tarea para hacer en casa. Buscar el día en el que nacisteis. Y darle gracias al
Señor porque nos ha abierto la puerta de la Iglesia, el día en el que fuimos
bautizados. ¡Hagámoslo hoy!
Al mismo tiempo, al Bautismo está ligada nuestra
fe en la remisión de los pecados. El Sacramento de la Penitencia o Confesión
es, de hecho, como un segundo “bautismo”, que recuerda siempre el primero para
consolidarlo y renovarlo. En este sentido, el día de nuestro Bautismo es el
punto de partida de un camino, de un camino bellísimo, de un camino hacia Dios,
que dura toda la vida, un camino de conversión y que se sostiene continuamente
por el Sacramento de la Penitencia. Pensad esto: cuando nosotros vamos a
confesarnos de nuestras debilidades, de nuestros pecados, vamos a pedirle
perdón a Jesús pero también a renovar este bautismo con este perdón. ¡Esto es
bello! ¡Es como celebrar, en cada confesión, el día de nuestro bautismo! Así,
la Confesión no supone sentarse en un sala de tortura. ¡Es una fiesta, una
fiesta para celebrar el día del Bautismo! ¡La Confesión es para los bautizados!
¡Para tener limpio el vestido blanco de nuestra dignidad cristiana!
2. Segundo elemento: «un solo bautismo». Esta
expresión recuerda aquella de san Pablo “hay un solo Señor, una sola fe, un
solo bautismo” (Ef 4,5). La palabra “bautismo” significa literalmente
“inmersión”, y, de hecho, este Sacramento constituye una verdadera inmersión
espiritual… ¿Dónde? ¿En la piscina? ¡No! En la muerte de Cristo. El Bautismo es
exactamente una inmersión espiritual en la muerte de Cristo de la cual se
resurge con Él como nuevas criaturas (cfr. Rm 6,4). Se trata de una baño de
regeneración y de iluminación. Regeneración porque se realiza este nacimiento
del agua y del Espíritu sin el cual nadie puede entrar en el Reino de los
Cielos (cfr. Jn 3,5). Iluminación porque, a través del Bautismo, la persona
humana se colma de la gracia de Cristo, “luz verdadera que ilumina a todo
hombre” (Jn 1,9) y destruye las tinieblas del pecado. Por esto en la ceremonia
del Bautismo a los padres se les entrega un cirio encendido para simbolizar
esta iluminación. El Bautismo nos ilumina desde dentro con la luz de Jesús. Por
este don, el bautizado está llamado a convertirse él mismo en “luz” para los
hermanos, especialmente para los que están en las tinieblas y no ven la luz en
el horizonte de sus vidas.
Probemos a preguntarnos: el Bautismo, para mí,
¿es un hecho del pasado, de ese día que vosotros hoy buscareis en casa para
saber cuál es, o una realidad viva, que tiene que ver con mi presente, en todo
momento? ¿Te sientes fuerte, con la fuerza que te da Cristo, con su Sangre, con
su Resurrección? ¿Tú te sientes fuerte? O ¿te sientes débil? ¿Sin fuerzas? El
Bautismo da fuerzas. Con el Bautismo, ¿te sientes un poco iluminado, iluminada
con la luz que viene de Cristo? ¿eres un hombre o una mujer de luz? O ¿eres un
hombre, una mujer oscuros, sin la luz de Jesús? Pensad en esto. Tomad la gracia
del Bautismo, que es un regalo, es convertirse en luz, luz para todos.
3. Finalmente, un breve apunte sobre el tercer
elemento: «para la remisión de los pecados». Recordad esto: profeso un
solo bautismo, para el perdón de los pecados. En el sacramento del Bautismo se
perdonan todos los pecados, el pecado original y todos los pecados personales,
como también todas las penas del pecado. Con el Bautismo se abre la puerta a
una efectiva novedad de vida que no está oprimida por el peso de un pasado
negativo, sino que participa ya de la belleza y de la bondad del Reino de los
cielos. Se trata de una intervención potente de la misericordia de Dios en
nuestra vida, para salvarnos. Pero esta intervención salvífica no quita a
nuestra naturaleza humana su debilidad; todos somos débiles y todos somos
pecadores ¡No nos quita la responsabilidad de pedir perdón cada vez que nos
equivocamos! Y esto es hermoso: yo no me puedo bautizar dos veces, tres veces,
cuatro veces, pero sí puedo ir a la confesión. Y, cada vez que me confieso,
renuevo la gracia del bautismo, es como si yo hiciera un segundo bautismo. El
Señor Jesús, que es tan bueno, que nunca se cansa de perdonarnos, me perdona.
Recordadlo bien, el bautismo nos abre la puerta de la Iglesia; buscad la fecha
de bautismo. Pero, incluso cuando la puerta se cierra un poco, por nuestras
debilidades y nuestros pecados, la confesión la vuelve a abrir, porque la
confesión es como un segundo bautismo, que nos perdona todo y nos ilumina, para
seguir adelante con la luz del Señor. Vayamos así adelante, alegres, porque la
vida se debe vivir con la alegría de Jesucristo. Y esto es una gracia del
Señor. Gracias.
14.11.13
El papa en Santa Marta: 'La
curiosidad mundana nos aleja de la sabiduría de Dios'
En homilía de este jueves advierte
sobre presuntos videntes que reciben cartas de la Virgen. María no es una
oficina de correos
Por
Redacción
CIUDAD DEL VATICANO, 14 de noviembre de 2013 (Zenit.org) - El espíritu
de curiosidad genera confusión y nos aleja del Espíritu de la sabiduría. Este
sin embargo nos da paz. Lo ha explicado el santo padre esta mañana en la
homilía matutina en la capilla de Santa Marta.
El papa Francisco ha comentado la primera lectura del
día de hoy, del Libro de la Sabiduría: "El estado de ánimo del hombre y de
la mujer espiritual", del verdadero cristiano y de la verdad cristiana
vive "en la sabiduría del Espíritu Santo. Y esta sabiduría le lleva
adelante con este espíritu inteligente, santo, único y múltiple, sutil,
ágil".
"Esto es caminar -precisó el santo padre- en la
vida con este espíritu: el Espíritu de Dios, que nos ayuda a juzgar, a tomar
decisiones según el corazón de Dios. Y este espíritu nos da paz, ¡siempre! Es
el espíritu de paz, el espíritu de amor, es espíritu de fraternidad. Y la
sanidad es precisamente esto. Lo que Dios le pide a Abraham, 'Camina en mi
presencia e sé intachable', es esto: esta paz. Ir bajo el movimiento del
Espíritu de Dios y de esta sabiduría. Y ese hombre y esa mujer que caminan así,
se puede decir que son un hombre y una mujer sabios. Un hombre sabio y una
mujer sabia, porque se mueven bajo la movimiento de la paciencia de Dios".
Asimismo, ha querido subrayar que en el Evangelio nos
encontramos delante de otro espíritu, contrario a este de la sabiduría de Dios:
el espíritu de curiosidad".
El santo padre lo ha explicado así: "Es
cuando nosotros queremos apropiarnos de los proyectos de Dios, del futuro, de
las cosas; conocer todo, tener todo en la mano... Los fariseos preguntaron a
Jesús: '¿cuándo vendrá el Reino de Dios?' ¡Curiosos! Querían conocer la fecha,
el día... El espíritu de curiosidad nos aleja de la sabiduría, porque solamente
interesan los detalles, las noticias, las pequeñas noticias de cada día. ¿Y
cómo se hará esto? Y el cómo: ¡es el espíritu del cómo! Y el espíritu de la
curiosidad no es un buen espíritu: es el espíritu de la dispersión, de alejarse
de Dios, el espíritu de hablar demasiado. Y Jesús también va a decirnos
una cosa interesante: este espíritu de curiosidad, que es mundano, nos lleva a
la confusión".
Y para explicar cómo funciona esta confusión, el
santo padre ha insistido: "la curiosidad nos empuja a querer sentir que el
Señor está aquí o allá, o nos hace decir: 'Pero yo conozco un vidente, una
vidente, que recibe cartas de la Virgen, mensajes de la Virgen".
A lo que el papa ha comentado: "Pero mira,
la Virgen es madre ¡eh! y nos ama a todos nosotros. Pero no es un jefe de
correos, para enviar mensajes todos los días". Por ello, ha afirmado que
"estas novedades nos alejan del Espíritu Santo, alejan de la paz y de la
sabiduría, de la gloria de Dios, de la belleza de Dios".
Porque Jesús - ha subrayado el papa - dice que el
Reino de Dios no es para llamar la atención: es para la sabiduría. "¡El
Reino de Dios está en medio de vosotros!", dice Jesús: es "esta
acción del Espíritu Santo, que nos da la sabiduría, que nos da la paz. El Reino
de Dios no viene en la confusión, como Dios habló al profeta Elías en el
viento, en la tormenta" sino que habló "en la suave brisa, la brisa
de la sabiduría".
Para finalizar, el santo padre ha nombrado a
Santa Teresa del Niño Jesús cuando "decía que ella se paraba siempre
delante del espíritu de curiosidad. Cuando hablaba con otra hermana y esta
hermana contaba una historia, algo de la familia, de la frente, algunas veces
pasaba a otro argumento y ella quería conocer el final de la historia.
Pero sentía que eso no era el Espíritu
de Dios, porque era un espíritu de dispersión, de curiosidad. El Reino de Dios
está en medio de vosotros: no busquéis cosas raras, no busquéis novedades con
esta curiosidad mundana. Dejemos que el Espíritu nos lleve adelante, con esa
sabiduría que es una suave brisa. Este es el Espíritu del Reino de Dios, del
que nos habla Jesús".
14.11.13
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