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Francisco en Sta. Marta: el amor
cristiano no es como el de las telenovelas
El Santo Padre recuerda que el amor
debe ser concreto: a través de obras y fundado en el dar más que en el recibir
CIUDAD DEL VATICANO, 09 de enero de 2014 (Zenit.org) - El amor
cristiano tiene siempre la característica de ser "concreto". Por
tanto, es un amor que "está más en las obras que en las palabras",
está "más en el dar que en el recibir". Sobre este aspecto ha
reflexionado esta mañana el santo padre Francisco en la homilía de la misa de
Santa Marta.
Ningún romanticismo: o es un amor altruista o
servicial, que se enrolla las mangas y mira a los pobres, que prefiere dar en
vez de recibir, o no tiene nada que ver con el amor cristiano. El papa
Francisco es claro en la cuestión y se deja guiar en la reflexión, sobre todo
por las palabras de la primera Carta de Juan, en la que el apóstol insiste en repetir:
"Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor es
perfecto en nosotros". La experiencia de la fe, ha observado el Papa, está
precisamente en este "doble permanecer".
Y de este modo, el Pontífice ha explicado que
"nosotros en Dios y Dios en nosotros: esta es la vida cristiana. No
permanecer en el espíritu del mundo, no permanecer en la superficialidad, no
permanecer en la idolatría, no permanecer en la vanidad. No, no: permanecer en
el Señor. Y Él retribuye esto: Él permanece en nosotros. Pero, primero,
permanece Él en nosotros. Muchas veces lo echamos y nosotros no podemos
permanecer en Él. Es el Espíritu el que permanece".
Tras explicar la dinámica del espíritu que mueve el
amor cristiano, a continuación, el Santo Padre ha explicado la dinámica de la
carne. "Permanecer en el amor" de Dios, ha afirmado, no es tanto un
éxtasis del corazón, una cosa bonita de sentir.
Por ello, ha sugerido Francisco: "¡Mirad que
el amor del que habla Juan no es el amor de las telenovelas! No, es otra cosa.
El amor cristiano tiene siempre una cualidad: la concreción. El amor cristiano
es concreto. El mismo Jesús, cuando habla del amor, nos habla de cosas
concretas: dar de comer a los hambrientos, visitar a los enfermos y tantas
cosas concretas. El amor es concreto. La concreción cristiana. Y cuando no hay
esta concreción, se puede vivir un cristianismo de ilusiones, porque no se
entiende bien donde está el centro del mensaje de Jesús. Esta amor no llega a
ser concreto: es un amor de ilusiones, como estas ilusiones que tenían los
discípulos cuando, mirando a Jesús, creían que era un fantasma".
El "fantasma" es el que precisamente -
en el pasaje del Evangelio de hoy - los discípulos ven asombrados y temerosos
venir hacia ellos caminando sobre el mar. Pero su estupor nace de una dureza de
corazón, porque -dice el mismo Evangelio - "no habían entendido" la
multiplicación de los panes sucedida poco antes. Así, Francisco ha comentado
que "si tu tiene el corazón endurecido tu no puedes amar y piensas que el
amor sea eso de imaginarse cosas. No, el amor es concreto". Y esta
concreción, añade, se funda sobre dos criterios: "Primer criterio: amar
con las obras, no con las palabras. ¡Las palabras se las llevo el
viento!". Hoy están, mañana no están. Segundo criterio de concreción es:
en el amor es más importante el dar que el recibir. El que ama da, da... Da
cosas, da vida, da sí mismo a Dios y a los demás. Sin embargo, quien no ama,
quien es egoísta, siempre busca recibir, siempre buscar tener cosas, tener
ventajas. Permanecer con el corazón abierto, no como estaba el de los
discípulos, cerrado, que no entendían nada: permanecer en Dios y Dios en
nosotros; permanecer en el amor".
10.01.14
Francisco
"Cuántas veces el pueblo de Dios no se siente querido por aquellos que deben dar testimonio: por los cristianos, los laicos, los sacerdotes, los obispos... Que dicen: 'Pobre gente, no entiende nada... Deben hacer un curso de Teología para entender bien'”.
Francisco concluyó que dar testimonio no es "dar bastonazos” y pidió a los católicos que eviten cualquier forma de hipocresía y legalismo.
EXTRACTO DE LA HOMLÍA DEL PAPA
(Fuente: Radio Vaticana)
"Y Jesús mismo les dice que ellos no movían estas cosas ni con un dedo, ¿no? Y después, dirá a la gente: ‘¡Haced lo que dicen pero no lo que hacen!’. Gente incoherente… Pero siempre estos escribas, estos fariseos, es como si dieran palos a la gente, ¿no? ‘Debéis hacer esto, esto y esto’, a la pobre gente… Y Jesús dice: ‘Pero así cerráis – ¡se lo dice a ellos! – la puerta del Reino de los Cielos. ¡No dejáis entrar, y vosotros tampoco entráis!’. Es una manera, un modo de predicar, de enseñar, de dar testimonio de su fe… Y así, cuantos hay que creen que la fe es así…".
Cuantas veces el pueblo de Dios se siente no querido por aquellos que deben dar testimonio: por los cristianos, por los laicos cristianos, por los sacerdotes, por los obispos… ‘Pero, pobre gente, no entiende nada... Debe hacer un curso de teología para entender bien’. Pero, ¿por qué tengo cierta simpatía por este hombre? Porque en el corazón aún tenía la unción, porque cuando la mujer le explica su situación, Elí le dice: ‘Vete en paz, y que el Dios de Israel te conceda lo que has pedido. Sale la unción sacerdotal: pobre hombre, la había escondido y su pereza… es un tibio. Y después acaba mal, pobrecito”.
"Pidamos al Señor que estas dos lecturas nos ayuden en nuestra vida de cristianos: todos. Cada uno en su puesto. A no ser legalistas puros, hipócritas como los escribas y los fariseos. A no ser corruptos como los hijos de Elí. A no ser tibios como Elí, sino a ser como Jesús, con ese celo de buscar a la gente, de curar a la gente, de amar a la gente y con esto decirle: ‘Pero si yo hago esto así, piensa cómo te ama Dios, cómo es tu’. Esta es la enseñanza nueva que Dios nos pide. Pidamos esta gracia”.
10.01.14
Francisco en Sta. Marta: recitar el
Credo con el corazón y no como papagayos
El Papa recuerda que la fe nos pide
dos actitudes: confesar a Dios y confiar en Él,
CIUDAD DEL VATICANO, 10 de enero de 2014 (Zenit.org) - El Santo
Padre ha advertido sobre los "cristianos derrotados" los
"cristianos a mitad" en la homilía de Santa Marta de esta mañana. Por
ello, Francisco ha querido recordar que "la fe lo puede todo" y
"vence al mundo", pero es necesario el valor para fiarse de Dios.
Al centro de la homilía ha estado el pasaje de la
primera Carta de San Juan en la que el apóstol insiste sobre "esa palabra
que para él es como la expresión de la vida cristiana": "permanecer
en el Señor", para amar a Dios y al prójimo. Este "permanecer en el
amor" de Dios es obra del Espíritu Santo y de nuestra fe y produce un efecto
concreto. Así, Francisco ha afirmado que "quien permanezca en Dios, quien
ha sido generado por Dios, quien permanece en el amor vence al mundo y la
victoria es nuestra fe. Por nuestra parte, la fe. Por parte de Dios - por este
'permanecer' - el Espíritu Santo, que hace esta obra de gracia. Por
nuestra parte, la fe. ¡Es fuerte! Y esta es la victoria que ha vencido al
mundo: ¡nuestra fe! ¡Nuestra fe puede todo! ¡Es victoria! Y esto sería bonito
que lo repitiéramos, también a nosotros mismos, porque muchas veces somos
cristianos derrotados. Pero la Iglesia está llena de cristianos derrotados, que
no creen en esto, que la fe es la victoria; que no viven esta fe, porque si no
se vive esta fe, está la derrota y vence el mundo, el príncipe del mundo".
A continuación, el Papa ha recordado que Jesús alabó
mucho la fe de la hemorroísa, de la cananea o del ciego de nacimiento y decía
que quien tenga fe como un grano de mostaza puede mover montañas. "Esta fe
nos pide dos actitudes: confesar y confiar". Sobre todo confesar, ha
advertido.
La fe es confesar a Dios, pero el Dios que se ha
revelado a nosotros, desde el tiempo de nuestros padres hasta ahora; el Dios de
la historia. Y esto es lo que todos los días recitamos en el Credo. Y una cosa
es recitar el Credo desde el corazón y otra es hacerlo como papagayos, ¿no?
Creo, creo en Dios, creo en Jesucristo, creo... ¿Yo creo en lo que digo? ¿Esta
confesión de fe es verdadera o la digo de memoria porque se debe decir? ¿O creo
a medias? ¡Confesar la fe! ¡Toda, no una parte! Y esta fe guardarla toda, como
ha llegado a nosotros, por el camino de la tradición: ¡toda la fe! ¿Y cómo
puedo saber si yo confieso bien la fe? Hay un signo: quien confiesa bien la fe,
y toda la fe, tiene la capacidad de adorar, adorar a Dios".
El Papa ha proseguido subrayando que "nosotros sabemos cómo pedir a
Dios, como dar gracias a Dios, pero adorar a Dios, ¡alabar a Dios es más!
Solamente quien tiene esta fe fuerte es capaz de la adoración".
El santo padre Francisco ha añadido: "Yo me
atrevo a decir que el termómetro de la vida de la Iglesia está un poco bajo en
esto: hay poca capacidad de adorar, "no tenemos mucha, algunos sí..."
Y esto "porque en la confesión de la fe nosotros no estamos convencidos o
estamos convencidos a mitad". Por tanto - ha explicado el Papa - la primera
actitud es confesar la fe y guardarla. La otra actitud es
"confiarse".
De este modo, Francisco ha concluido: "el
hombre o la mujer que tiene fe confía en Dios: ¡confía! Pablo, en un momento
oscuro de su vida, decía: 'Yo se bien de quien me he fiado' ¡De Dios! ¡Del
Señor Jesús! Confiar: y esto nos lleva a la esperanza. Así como la confesión de
la fe nos lleva a la adoración y a la alabanza a Dios, el fiarse de Dios nos
lleva a una actitud de esperanza. Hay muchos cristianos con una esperanza
demasiado aguada, no fuerte: una esperanza débil. ¿Por qué? Porque no tiene la
fuerza y la valentía para confiarse al Señor. Pero si nosotros cristianos
creemos confesando la fe, también guardándola, haciendo custodia de la fe y
confiando en Dios, en el Señor, seremos cristianos vencedores. Y esta es la
victoria que ha vencido al mundo: ¡nuestra fe!"
11.01.14
Francisco en St. Marta: la fuerza de
un sacerdote está en su relación con Jesús
El Santo Padre advierte sobre los
sacerdotes que se alejan de su unción y se convierten en devotos del 'dios
Narciso'
CIUDAD DEL VATICANO, 11 de enero de 2014 (Zenit.org) - El
verdadero sacerdote, ungido por Dios para su pueblo, tiene una relación
estrecha con Jesús: cuando esto falta, el sacerdote se convierte en
"grasiento", un idólatra, devoto del 'dios Narciso'. Lo ha afirmado
esta mañana el papa Francisco en la misa de Santa Marta. Le han acompañado el
cardenal Angelo Bagnasco y un grupo de sacerdotes de la archidiócesis de Génova
concelebrando la misa.
La homilía del papa Francisco la ha dedicado por
entero a los sacerdotes. Comentando la primera carta de san Juan, allí donde
dice que tenemos la vida eterna porque creemos en el nombre de Jesús, el papa
se ha preguntado cómo es la relación de los sacerdotes con Jesús, porque
"la fuerza de un sacerdote está en esta relación". Así, ha observado
el Santo Padre que "Jesús, cuando crecía en popularidad, iba donde el
Padre", se retiraba "a lugares desiertos para rezar". "Esta
es un poco la referencia para nosotros sacerdotes - ha afirmado - si vamos o no
vamos a encontrar a Jesús; ¿cuál es el lugar de Jesucristo en mi vida
sacerdotal? Una relación viva, de discípulo a Maestro, de hermano a hermano, de
hombre pobre a Dios, ¿o es una relación un poco artificial... que no viene del
corazón?"
Francisco ha recordado que "nosotros estamos
ungidos por el Espíritu y cuando un sacerdote se aleja de Jesucristo puede
perder la unción. En su vida, no: esencialmente la tiene...pero la pierde. Y en
vez de ser ungido termina por ser 'grasiento'. ¡Y cuánto mal hacen a la Iglesia
los sacerdotes grasientos! Los que ponen su fuerza en las cosas artificiales,
en la vanidad, en una actitud...en un lenguaje poco natural... Pero, cuantas
veces se escucha decir con dolor: 'Pero, este es un sacerdote-mariposa!' porque
siempre está en las vanidades... Este no tiene una relación con Jesucristo! Ha
perdido la unción: es un grasiento".
Por tanto, el Papa ha añadido: "Nosotros
sacerdotes tenemos muchos límites: somos pecadores, todos. Pero si vamos donde
Jesucristo, si buscamos al Señor en la oración - la oración de intercesión, la
oración de adoración - somos buenos sacerdotes, aunque si somos pecadores. Pero
si nos alejamos de Jesucristo, debemos compensar esto con otras
actitudes...mundanas. Y así, todas estas figuras... también el sacerdote-de
negocios, el sacerdote- emprendedor... Pero el sacerdote que adora a Jesucristo,
el sacerdote que habla con Jesucristo o que se deja buscar por Jesucristo: este
es el centro de nuestra vida. Si no hay esto, perdemos todo. ¿Y qué daremos a
la gente?"
Francisco ha pedido que "nuestra relación
con Jesucristo, relación de ungidos para su pueblo crezca en nosotros
sacerdotes cada día más".
El Santo Padre ha finalizado subrayando que
"es bonito encontrar sacerdotes que han dado la vida como sacerdotes, de
verdad, y de los que la gente dice: 'Pero, sí, tiene carácter, tiene esto,
tiene aquello...pero es un sacerdote!''Y la gente tiene olfato! Sin embargo,
cuando la gente ve los sacerdotes - por decir una palabra - idólatras, que en
vez de tener a Jesús tienen pequeños ídolos... pequeños... algunos devotos del
'dios Narciso', también...Cuando la gente ve a estos, la gente dice:
'¡Pobrecillo!' Lo que nos salva de la mundanidad y de la idolatría que nos hace
grasientos, lo que nos conserva en la unción, es la relación con Jesucristo. Y
hoy, a vosotros que habéis tenido la gentileza de venir a concelebrar aquí,
conmigo, os deseo esto: perded todo en la vida, ¡pero no perdáis esta relación
con Jesucristo! Esta es vuestra victoria. Y ¡adelante con esto!"
12.01.14
Francisco: "Dios nos da en
Cristo la garantía de un amor indestructible"
Texto completo del Papa en la
oración del Ángelus
CIUDAD DEL VATICANO, 12 de enero de 2014 (Zenit.org) - El Santo
Padre se ha asomado a la ventana del estudio en el Palacio Apostólico al medio
día, para recitar el Ángelus, acompañado de los fieles presentes en la plaza de
San Pedro.
Estas son
las palabras del santo padre Francisco para introducir la oración mariana:
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
hoy es la
fiesta del Bautismo del Señor y esta mañana he bautizado a treinta y dos niños.
Doy gracias con vosotros al Señor por estas criaturas
y por cada vida nueva. ¡Cuánto me gusta bautizar niños! ¡Me gusta muchos! Cada
niño que nace es un don de alegría y de esperanza, y cada niño que es bautizado
es un prodigio de la fe y una fiesta para la familia de Dios.
El Evangelio de hoy subraya que, cuando Jesús
recibió el bautismo de Juan en el río Jordán "se abrieron a él los
cielos". Esta cumple las profecías. De hecho, hay una invocación que la
liturgia nos hace repetir en el tiempo de Adviento: " Si rasgaras el cielo
y descendieras". Si los cielos permanecen cerrados, nuestro
horizonte en esta vida terrena está oscuro, sin esperanza. Sin embargo,
celebrando la Navidad, la fe una vez más nos ha dado la certeza de que los
cielos se han desgarrado con la venida de Jesús. Y en el día del bautismo de
Cristo todavía contemplamos los cielos abiertos. La manifestación del Hijo de
Dios sobre la tierra marca el inicio del gran tiempo de la misericordia,
después que el pecado había cerrado los cielos, elevando como una barrera entre
el ser humano y su Creador. ¡Con el nacimiento de Jesús los cielos se abren!
Dios nos da en Cristo la garantía de una amor indestructible. Desde que el
Verbo se ha hecho carne y es por tanto posible ver los cielos abiertos. Fue
posible para los pastores de Belén, para los Magos de Oriente, para el
Bautista, para los Apóstoles de Jesús, para san Esteban, el primer mártir, que
exclamó: "¡Contemplo los cielos abiertos!". Y es posible también para
cada uno de nosotros, si nos dejamos invadir por el amor de Dios, que nos es
donado la primera vez en el Bautismo por medio del Espíritu Santo. Dejémonos
inundar por el amor de Dios. Este es el gran tiempo de la misericordia.No lo
olvidéis. Este es el gran tiempo de la misericordia. Cuando Jesús recibió el
bautismo de penitencia de Juan Bautista, solidarizando con el pueblo penitente
- Él sin pecado y no necesitado de conversión -, Dios Padre hizo escuchar su
voz desde el cielo: "Este es mi Hijo amado: en Él me complazco".
Jesús recibe la aprobación del Padre celeste, que lo ha enviado precisamente
para que acepte compartir nuestra condición, nuestra pobreza. Compartir es la
verdadera forma de amar. Jesús no se disocia de nosotros, nos considera
hermanos y comparte con nosotros. Y así nos hace hijos, junto a Él, de Dios
Padres. Esta es la revelación y la fuente del verdadero amor. Y este es el gran
tiempo de la misericordia. ¿No os parece que en nuestro tiempo haya necesidad
de un suplemento de compartir fraterno y de amor? ¿No os parece que todos
tengamos la necesidad de un suplemento de caridad? No esa que se conforma con
la ayuda improvisada que no implica, que no pone en juego, sino esa caridad que
comparte, que se hace cargo del malestar y del sufrimiento del hermano. ¡Ese
sabor adquiere la vida cuando nos dejamos inundar por el amor de Dios! Pidamos
a la Virgen Santa que nos apoye con su intercesión en nuestro compromiso de
seguir a Cristo sobre el camino de la fe y de la caridad, la vidatrazada por
nuestro Bautismo.
Al finalizar estas palabras, se ha realizado la
oración del Ángelus. A continuación, Francisco ha proseguido:
Queridos hermanos y hermanas,
dirijo a todos vosotros mi saludo cordial, en
particular a las familias y a los fieles venidos de diversas parroquias de
Italia y de otros países, como también a las asociaciones y a los diferentes
grupos.
Hoy quisiera dirigir un pensamiento especial a
los padres que han llevado a sus hijos al bautismo y a aquellos que están
preparando el bautismo de un hijo. Me uno a la alegría de estas familias, doy
gracias con ellos al Señor, y rezo para que el bautismo de los niños ayude a
los mismos padres a redescubrir la belleza de la fe y a volver de una forma
nueva a los sacramentos y a la comunidad.
A todos os deseo un feliz domingo y una buena
comida. ¡Hasta pronto!
13.01.14
Francisco:
Para rezar no hace falta un curso de Teología
2014-01-14
El Papa
Francisco habló en su homilía en Casa Santa Marta de las distintas formas de
creer. Francisco lamentó que a veces los cristianos desprecien a quienes rezan
de una forma humilde.
Francisco
"Cuántas veces el pueblo de Dios no se siente querido por aquellos que deben dar testimonio: por los cristianos, los laicos, los sacerdotes, los obispos... Que dicen: 'Pobre gente, no entiende nada... Deben hacer un curso de Teología para entender bien'”.
Francisco concluyó que dar testimonio no es "dar bastonazos” y pidió a los católicos que eviten cualquier forma de hipocresía y legalismo.
EXTRACTO DE LA HOMLÍA DEL PAPA
(Fuente: Radio Vaticana)
"Y Jesús mismo les dice que ellos no movían estas cosas ni con un dedo, ¿no? Y después, dirá a la gente: ‘¡Haced lo que dicen pero no lo que hacen!’. Gente incoherente… Pero siempre estos escribas, estos fariseos, es como si dieran palos a la gente, ¿no? ‘Debéis hacer esto, esto y esto’, a la pobre gente… Y Jesús dice: ‘Pero así cerráis – ¡se lo dice a ellos! – la puerta del Reino de los Cielos. ¡No dejáis entrar, y vosotros tampoco entráis!’. Es una manera, un modo de predicar, de enseñar, de dar testimonio de su fe… Y así, cuantos hay que creen que la fe es así…".
Cuantas veces el pueblo de Dios se siente no querido por aquellos que deben dar testimonio: por los cristianos, por los laicos cristianos, por los sacerdotes, por los obispos… ‘Pero, pobre gente, no entiende nada... Debe hacer un curso de teología para entender bien’. Pero, ¿por qué tengo cierta simpatía por este hombre? Porque en el corazón aún tenía la unción, porque cuando la mujer le explica su situación, Elí le dice: ‘Vete en paz, y que el Dios de Israel te conceda lo que has pedido. Sale la unción sacerdotal: pobre hombre, la había escondido y su pereza… es un tibio. Y después acaba mal, pobrecito”.
"Pidamos al Señor que estas dos lecturas nos ayuden en nuestra vida de cristianos: todos. Cada uno en su puesto. A no ser legalistas puros, hipócritas como los escribas y los fariseos. A no ser corruptos como los hijos de Elí. A no ser tibios como Elí, sino a ser como Jesús, con ese celo de buscar a la gente, de curar a la gente, de amar a la gente y con esto decirle: ‘Pero si yo hago esto así, piensa cómo te ama Dios, cómo es tu’. Esta es la enseñanza nueva que Dios nos pide. Pidamos esta gracia”.
14.01.14
El Papa en Sta. Marta: un cristiano
no aparta la Palabra de Dios para seguir la moda
En la homilía del viernes Francisco
recuerda que la normalidad de la vida exige al cristiano fidelidad a su
elección
CIUDAD DEL VATICANO, 17 de enero de 2014 (Zenit.org) - El don de
ser hijos de Dios no se puede "vender" por un malentendido sentido de
"normalidad", que induce a olvidar su Palabra y a vivir como si Dios
no existiera. Esta es la reflexión que ha hecho esta mañana en la homilía de
Santa Marta el Santo Padre.
La tentación de querer ser "normales",
cuando sin embargo se es hijo de Dios. Que en realidad quiere decir ignorar la
Palabra del Padre y seguir una sola humana, "la palabra del propio
querer", eligiendo en cierto modo "vender" el don de una
predilección para sumergirse en una "uniformidad mundana".
Esta tentación del pueblo judío del Antiguo Testamento
la ha tenido más de una vez, ha recordado el papa Francisco, deteniéndose en el
episodio de la liturgia del primer libro de Samuel.
En ella, los jefes del pueblo piden al mismo Samuel,
ya envejecido, establecer para ellos un nuevo rey, intentando autogobernarse.
En ese momento, ha observado el Papa, "el pueblo rechaza a Dios: no solo
no escucha la Palabra de Dios, sino que la rechaza". Y la frase reveladora
de este anuncio, ha subrayado el Papa, es la de los ancianos de Israel:
queremos un "rey juez", porque así "estaremos también nosotros
como todos los pueblos".
De este modo, ha indicado el Papa, "rechazan
al Señor del amor, rechazan la elección y buscan el camino de la
mundanidad", de forma análoga a tantos cristianos de hoy: "La
normalidad de la vida exige al cristiano fidelidad a su elección y no venderla
para ir hacia una uniformidad mundana. Esta es la tentación del pueblo, y
también la nuestra. Muchas veces olvidamos la palabra de Dios, lo que nos dice
el Señor, y cogemos la palabra de moda ¿no?, también la de la telenovela está
de moda, cogemos esa, ¡es más divertida! La apostasía es precisamente el pecado
de la ruptura con el Señor, pero es clara: la apostasía se ve claramente.
Esto es más peligroso, la mundanidad, porque es
más sutil. " Es verdad que el cristiano debe ser normal, como son normales
las personas", ha reconocido el papa Francisco, "pero hay valores que
el cristiano no puede tomar por sí mismo. El cristiano debe retener en sí la
Palabra de Dios que le dice: 'tú eres mi hijo, tú eres elegido, yo estoy
contigo, yo camino contigo".
Resistiendo por tanto a la tentación -como en el
episodio de la Biblia- de considerarse víctimas de "un cierto complejo de
inferioridad", de no sentirse un "pueblo normal".
Francisco ha subrayado que: "la tentación
viene y endurece el corazón y cuando el corazón está duro, cuando el corazón no
está abierto, la Palabra de Dios no puede entrar. Jesús decía a los de Emaús:
'¡insensatos y lentos de corazón!' Tenían el corazón duro, no podían entender
la Palabra de Dios. Y la mundanidad suaviza el corazón, pero mal: ¡nunca es
algo bueno el corazón suave! El bueno es el corazón abierto a la Palabra de
Dios, que la recibe. Como la Virgen, que meditaba todas estas cosas en su
corazón, dice el Evangelio. Recibir la Palabra de Dios para no alejarse de la
elección".
Para concluir, Francisco ha pedido a Dios la
gracia para superar nuestros egoísmos: el egoísmo de querer hacer lo mío, como
yo quiero: "Pidamos la gracia de superarlos y pidamos la gracia de la
docilidad espiritual, eso es de abrir el corazón a la Palabra de Dios y no
hacer como han hecho estos nuestros hermanos, que han cerrado el corazón porque
se habían alejado de Dios y desde hacía tiempo no escuchaban y no
entendían la Palabra de Dios. El Señor nos da la gracia de un
corazón abierto para recibir la Palabra de Dios y para meditarla siempre. Y de
allí tomar el verdadero camino".
10.01.14
Las palabras del Papa en el ángelus
de la Jornada del Emigrante y el Refugiado
Texto completo. Ante una plaza
repleta, Francisco denuncia a 'los mercaderes de carne humana, que quieren
esclavizar a los migrantes'. Y explica que la misión de Jesús es liberar al
mundo del pecado
CIUDAD DEL VATICANO, 19 de enero de 2014 (Zenit.org) - Como cada
domingo, el papa Francisco rezó la oración del ángelus desde la ventana de su
estudio en el Palacio Apostólico, ante una multitud que le atendía en la plaza
de san Pedro.
Dirigiéndose a los fieles y peregrinos venidos de todo
el mundo, que le acogieron con un largo y caluroso aplauso, el pontífice
argentino les dijo:
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Con la fiesta del Bautismo del Señor, celebrada el
pasado domingo, hemos entrado en el tiempo litúrgico llamado “ordinario”. En
este segundo domingo, el Evangelio nos presenta la escena del encuentro entre
Jesús y Juan el Bautista, cerca del rio Jordán. Quien la describe es el testigo
ocular, Juan Evangelista, que antes de ser discípulo de Jesús era discípulo del
Bautista, junto con el hermano Santiago, con Simón y Andrés, todos de Galilea,
todos pescadores. El Bautista ve a Jesús que avanza entre la multitud e,
inspirado del alto, reconoce en Èl al enviado de Dios, por esto lo indica con
estas palabras: «¡Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!»
(Jn 1,29).
El verbo que viene traducido con “quitar”,
significa literalmente “levantar”, “tomar sobre sí”. Jesús ha venido al mundo
con una misión precisa: liberarlo de la esclavitud del pecado, cargándose las
culpas de la humanidad. ¿De qué manera? Amando. No hay otro modo de vencer el
mal y el pecado que con el amor que empuja al don de la propia vida por los
demás. En el testimonio de Juan el Bautista, Jesús tiene las características
del Siervo del Señor, que «soportó nuestros sufrimientos, y aguantó nuestros
dolores» (Is 53,4), hasta morir sobre la cruz. Él es el verdadero cordero
pascual, que se sumerge en el rio de nuestro pecado, para purificarnos.
El Bautista ve ante sí a un hombre que se pone en
fila con los pecadores para hacerse bautizar, si bien no teniendo necesidad. Un
hombre que Dios ha enviado al mundo como cordero inmolado. En el Nuevo
Testamento la palabra “cordero” se repite varias veces y siempre en referencia
a Jesús. Esta imagen del cordero podría sorprender; de hecho, es un animal que
no se caracteriza ciertamente por su fuerza y robustez y se carga un peso tan
oprimente. La enorme masa del mal viene quitada y llevada por una creatura
débil y frágil, símbolo de obediencia, docilidad y de amor indefenso, que llega
hasta el sacrificio de sí misma. El cordero no es dominador, sino dócil; no es
agresivo, sino pacifico; no muestra las garras o los dientes frente a cualquier
ataque, sino soporta y es remisivo. ¡Y así es Jesús! Así es Jesús: como un
cordero.
¿Qué cosa significa para la Iglesia, para
nosotros, hoy, ser discípulos de Jesús Cordero de Dios? Significa poner en el
lugar de la malicia la inocencia, en el lugar de la fuerza el amor, en el lugar
de la soberbia la humildad, en el lugar del prestigio el servicio. Es un buen
trabajo, ¿eh? Nosotros, los cristianos, debemos hacer esto: poner en lugar de
la malicia la inocencia, en el lugar de la fuerza el amor, en el lugar de
la soberbia la humildad, en el lugar del prestigio el servicio.
Ser discípulos del Cordero significa no vivir
como una “ciudadela asediada”, sino como una ciudad colocada sobre el monte,
abierta, acogedora y solidaria. Quiere decir no asumir actitudes de cerrazón,
sino proponer el Evangelio a todos, testimoniando con nuestra vida que seguir a
Jesús nos hace más libres y más alegres.
Al término de estas palabras, el santo padre rezó
la oración del ángelus. Y al concluir la plegaria prosiguió:
Queridos hermanos y hermanas,
hoy celebramos la Jornada Mundial del Emigrante y
del Refugiado, con el tema "Los migrantes y los refugiados: hacia un mundo
mejor", que he desarrollado en el Mensaje publicado hace tiempo.
Dirijo un saludo especial a los representantes de diferentes comunidades
étnicas que se encuentran aquí reunidas, en particular a las
comunidades católicas de Roma.
Queridos amigos, estáis cerca del corazón de la
Iglesia, porque la Iglesia es un pueblo en camino hacia el Reino de Dios, que
Cristo Jesús ha traído en medio nuestro. ¡No perdáis la esperanza de un mundo
mejor! Os deseo que viváis en paz en los países que os acogen,
custodiando los valores de vuestras culturas de origen.
Quisiera agradecer a aquellos que trabajan con
los migrantes para acogerles y acompañarles en sus momentos difíciles, para
defenderles de aquellos que el beato Scalabrini definía como 'los mercaderes de
carne humana', que quieren esclavizar a los migrantes. De manera particular
deseo agradecer a la Congregación de los Misioneros de San Carlos, los padres y
las monjas Scalabrinianos, que tanto bien hacen a la Iglesia y se hacen
migrantes con los migrantes.
En este momento pensemos en tantos migrantes...
tantos… y en los refugiados, en sus sufrimientos, en su vida, tantas
veces sin trabajo, sin documentos, con tanto dolor. Y podemos, todos
juntos, dirigir una oración por los migrantes y los refugiados que viven
en las situaciones más graves y más difíciles: Dios te salve María...
Después de rezar un Avemaría, llegó el turno de
los saludos que tradicionalmente realiza el pontífice: Saludo con afecto a
todos vosotros, queridos fieles provenientes de diferentes parroquias de Italia
y de otros países, así como a las asociaciones y grupos diversos. En
particular, saludo a los peregrinos españoles de Pontevedra, La Coruña, Murcia
y a los estudiantes de Badajoz. Saludo a los ex alumnos de la Obra Don Orione,
la Asociación de Laicos Amor Misericordioso y la Coral "San
Francisco" de Montelupone.
Y concluyó, como de costumbre:
"A tutti auguro una buona domenica e
buon pranzo. Arrivederci!" (Deseo a todos un buen domingo y una buena
comida. ¡Hasta pronto!)
20.01.14
El Papa en Santa Marta: acojamos las
sorpresas de Dios
Francisco en la homilía reflexiona
sobre la libertad y la obediencia cristiana que es docilidad a la Palabra de
Dios
CIUDAD DEL VATICANO, 20 de enero de 2014 (Zenit.org) - El papa
Francisco ha indicado en la homilía de este lunes en Santa Marta que la
libertad cristiana está en la "docilidad a la Palabra de Dios". Por
ello, el Santo Padre ha subrayado que debemos estar siempre preparados a acoger
la "novedad" del Evangelio y las "sorpresas de Dios".
Francisco ha hablado durante la homilía sobre la Palabra de Dios que es
viva y eficaz, discierne los sentimientos y los pensamientos del corazón. Y
para acoger verdaderamente la Palabra de Dios, el Papa ha exhortado a tener una
actitud de "docilidad". La Palabra de Dios - ha insistido - es viva y
por eso viene y dice lo que quiere decir: no lo que yo espero que diga o lo que
me gustaría que dijera. Asimismo ha observado que es una Palabra libre y
también un sorpresa porque "nuestro Dios es un Dios de las sorpresas".
Así lo ha explicado el Papa: "el Evangelio es
novedad. La Revelación es novedad. Nuestro Dios es un Dios que siempre hace las
cosas nuevas y nos pide esta docilidad a su novedad. En el Evangelio Jesús es
claro en esto, es muy claro: vino nuevo en odres nuevos. El vino lo lleva Dios,
pero debe ser recibido con esta apertura a la novedad. Y esto se llama
docilidad. Nosotros podemos preguntarnos: ¿yo soy una persona dócil a la
Palabra de Dios? ¿Hago pasar la Palabra de Dios por un alambique y al final es
otra cosa respecto a lo que Dios quiere hacer". Si hago esto - ha
proseguido - "termino como el trozo de tela nuevo en un vestido viejo, y
deja el roto peor".
El Santo Padre ha explicado a continuación que
"cuando yo quiero coger electricidad de la fuente eléctrica, si el aparato
que tengo no funciona, busco un adaptador. Nosotros debemos buscar siempre
adaptarnos, adecuarnos a esta novedad de la Palabra de Dios, estar abiertos a
la novedad. Saúl, elegido de Dios, ungido por Dios, había olvidado que Dios es
sorpresa y novedad. Se había olvidado, se había cerrado en sus pensamientos, en
sus esquemas, y así ha razonado humanamente".
El Pontífice se ha detenido en la Primera Lectura
para comentar que en tiempos de Saúl, cuando uno ganaba una batalla se llevaba
el botín y con parte de esto realizaba el sacrificio. "Estos animales tan
bellos serán para el Señor", ha comentado. También ha explicado que Saúl
"ha razonado con su pensamiento, con su corazón, cerrado en las
costumbres, mientras que "nuestros Dios, no es un Dios de costumbres: es
un Dios de sorpresas".
Francisco ha recordado que Saúl "no ha
obedecido a la Palabra de Dios, no ha sido dócil a la Palabra de Dios". Y
Samuel le reprochaba por esto, "le dice que no ha obedecido, que no ha
sido siervo, ha sido señor, él. Se ha adueñado de la Palabra de Dios". Por
esta razón, "la rebelión, no obedecer la Palabra de Dios es pecado de
divinización", ha señalado el Papa. A su vez, ha añadido que "la
obstinación, la no docilidad para hacer lo que tú quieres y no lo que quiere
Dios, es pecado de idolatría". Esto - ha proseguido el papa Francisco -
"nos hace pensar" sobre que "qué es la libertad cristiana, qué
es la obediencia cristiana".
Para finalizar el Pontífice argentino ha
recordado que "la libertad cristiana y la obediencia cristiana son
docilidad a la Palabra de Dios, y tener esa valentía de convertirse en odres
nuevos, para este vino nuevo que viene continuamente. Esta valentía de
discernir siempre: discernir, digo, no relativizar. Discernir siempre qué hace
el Espíritu en mi corazón, qué quiere el Espíritu en mi corazón, dónde me lleva
el Espíritu en mi corazón. Y obedecer. Discernir y obedecer. Pidamos hoy la gracia
de la docilidad a la Palabra de Dios, a esta Palabra de Dios, y esta Palabra
que es viva y eficaz, que discierne los sentimientos y los pensamientos del
corazón".
21.01.14
Francisco en St. Marta: Dios tiene
una relación personal con su pueblo
El Santo Padre en la homilía
recuerda que la fidelidad cristiana es simplemente mantener nuestra pequeñez
para poder dialogar con el Señor.
CIUDAD DEL VATICANO, 21 de enero de 2014 (Zenit.org) - El Santo
Padre ha afirmado que "protegemos nuestra pequeñez para dialogar con la
grandeza del Señor". En la homilía de hoy martes en Santa Marta, Francisco
ha subrayado que el Señor tiene una relación personal con nosotros, no es un
diálogo con la masa. Asimismo, ha recordado que el Señor elige siempre a los
pequeños, quien tiene menos poder porque mira nuestra humildad.
Francisco ha centrado su homilía en la idea de
"el Señor y los pequeños" afirmando que "la relación del Señor
con su pueblo es una relación personal" es "siempre de tú a tú".
Por ello ha explicado que "en un pueblo, cada uno
tiene su sitio. Pero el Señor habla a la gente así, a la masa, nunca. Siempre
habla personalmente, con los nombres. Y elige personalmente. El pasaje de la
creación es una figura que hace ver esto: es el mismo Señor que con sus manos
artesanalmente hace al hombre y le da nombre: 'tú te llamas Adán'. Y así
comienza esa relación entre Dios y la persona. Y hay otra cosa, hay una
relación entre Dios y nosotros pequeños: Dios, el grande y nosotros pequeños.
Dios, cuando debe elegir a las personas, también a su pueblo, siempre elige a
los pequeños". Dios, ha continuado Francisco en su homilía, elige a su
pueblo porque es "el más pequeño", tiene "menos poder" que
los otros pueblos. Hay un "diálogo entre Dios y la pequeñaza humana".
También la Virgen María dijo: "El Señor ha mirado la humillación de su
sierva". El Señor "ha elegido a los pequeños".
El Papa se ha detenido en la Primera Lectura de
hoy para reflexionar sobre esta actitud del Señor, que "se ve
claramente". El papa Francisco ha explicado que el profeta Samuel está
delante del más grande de los hijos de Jesé y pensó que era "su
consagrado, porque era un hombre alto, grande". Pero el Señor le dice que
"no mire su aspecto ni su estatura" y añade: "yo lo he
descartado, porque no cuenta lo que ve el hombre". De hecho, ha proseguido
el Pontífice: "el hombre ve la apariencia, pero el Señor ve el corazón. El
Señor elige según sus criterios". Y elige a "los débiles y los
humildes, para confundir a los poderosos de la tierra". Así como "el
Señor elige a David, el más pequeño" que "no contaba para su
padre", el que no estaba en casa porque cuidaba a las ovejas, ha recordado
Francisco. Y David fue elegido.
El Santo Padre ha afirmado que "todos
nosotros con el bautismo somos elegidos por el Señor. Todos somos elegidos. Nos
ha elegido uno a uno. Nos ha dado un nombre y nos mira. Hay un diálogo, porque
así ama el Señor. También David después se convirtió en rey y se equivocó.
Quizá ha hecho muchos, pero la Biblia cuenta dos errores grandes, dos errores
de esos importantes. ¿Qué hizo David? Se ha humillado. Ha vuelto a su pequeñez
y ha dicho: 'Soy un pecador'. Y ha pedido perdón y ha hecho penitencia".
Y continúa el Santo Padres señalando que después
llega el segundo pecado, David dijo al Señor: "Castígame, no al pueblo. El
pueblo no tiene la culpa, yo soy culpable". David, ha reflexionado el
Papa, " ha guardado su pequeñez, con arrepentimiento, con oración, con
llanto". Prosigue el Santo Padre: "pensando en estas cosas, en este
diálogo entre el Señor y nuestra pequeñez me pregunto donde está la fidelidad
cristiana".
Y así ha finalizado el Pontífice: "la
fidelidad cristiana, nuestra fidelidad, es simplemente mantener nuestra
pequeñez, para poder dialogar con el Señor. Mantener nuestra pequeñez. Por esto
la humildad, la mansedumbre son tan importantes en la vida del cristiano,
porque guarda la pequeñez, a la que le gusta mirar al Señor. Y será siempre el
diálogo entre nuestra pequeñez y la grandeza del Señor. Nos dé el Señor, por
intercesión de san David - también por intercesión profeta Samuel está delante
del más grande de los hijos de Jesé y pensó que era "su consagrado, porque
era un hombre alto, grande". Pero el Señor le dice que "no mire su
aspecto ni su estatura" y añade: "yo lo he descartado, porque no
cuenta lo que ve el hombre". De hecho, ha proseguido el Pontífice:
"el hombre ve la apariencia, pero el Señor ve el corazón. El Señor elige
según sus criterios". Y elige a "los débiles y los humildes, para
confundir a los poderosos de la tierra". Así como "el Señor elige a
David, el más pequeño" que "no contaba para su padre", el que no
estaba en casa porque cuidaba a las ovejas, ha recordado Francisco. Y David fue
elegido.
El Santo Padre ha afirmado que "todos
nosotros con el bautismo somos elegidos por el Señor. Todos somos elegidos. Nos
ha elegido uno a uno. Nos ha dado un nombre y nos mira. Hay un diálogo, porque
así ama el Señor. También David después se convirtió en rey y se equivocó.
Quizá ha hecho muchos, pero la Biblia cuenta dos errores grandes, dos errores de
esos importantes. ¿Qué hizo David? Se ha humillado. Ha vuelto a su pequeñez y
ha dicho: 'Soy un pecador'. Y ha pedido perdón y ha hecho penitencia".
Y continúa el Santo Padres señalando que después
llega el segundo pecado, David dijo al Señor: "Castígame, no al pueblo. El
pueblo no tiene la culpa, yo soy culpable". David, ha reflexionado el
Papa, " ha guardado su pequeñez, con arrepentimiento, con oración, con
llanto". Prosigue el Santo Padre: "pensando en estas cosas, en este
diálogo entre el Señor y nuestra pequeñez me pregunto donde está la fidelidad
cristiana".
Y así ha finalizado el Pontífice: "la
fidelidad cristiana, nuestra fidelidad, es simplemente mantener nuestra
pequeñez, para poder dialogar con el Señor. Mantener nuestra pequeñez. Por esto
la humildad, la mansedumbre son tan importantes en la vida del cristiano,
porque guarda la pequeñez, a la que le gusta mirar al Señor. Y será siempre el
diálogo entre nuestra pequeñez y la grandeza del Señor. Nos dé el Señor, por
intercesión de san David - también por intercesión de la Virgen que cantaba
gozosa al Dios, porque había mirado su humildad - nos dé el Señor la gracia de
mantener nuestra pequeñez delante de Él".
22.01.14
Ahora, veis que no estoy solo, estoy en compañía de dos de vosotros que han subido aquí. ¡Son buenos estos dos!
27.01.14
En esta tercera catequesis sobre los Sacramentos, nos detenemos en el de la Confirmación, que debe ser entendida en continuidad con el Bautismo, al que está vinculada de manera inseparable. Estos dos sacramentos, junto con la Eucaristía, constituyen un único acontecimiento salvífico – que se llama “la iniciación cristiana” –, en el que somos insertados en Jesucristo muerto y resucitado y nos convertimos en nuevas criaturas y miembros de la Iglesia. He aquí la razón por la que originariamente estos tres Sacramentos se celebraban en un único momento, al final del camino catecumenal, que era normalmente en la Vigilia Pascual. Así se articulaba este itinerario de formación y de inserción gradual en la comunidad cristiana que podía durar también algunos años. Se hacía paso a paso, para llegar al Bautismo, después la Confirmación y la Eucaristía.
Naturalmente es importante ofrecer a los confirmandos una buena preparación, que debe estar pensada para conducirlos hacia una adhesión personal a la fe en Cristo y a despertar en ellos su sentido de pertenencia a la Iglesia.
La Confirmación, como todo Sacramento, no es obra de los hombres, sino de Dios, el cual cuida de nuestra vida para plasmarnos a imagen de su Hijo, para hacernos capaces de amar como Él. Él lo hace infundiendo en nosotros su Espiritu Santo, cuya acción impregna a toda la persona y toda la vida, como se refleja de los siete dones que la Tradición, a la luz de la Sagrada Escritura, ha siempre evidenciado. Estos siete dones, yo no os voy a preguntar si os acordáis de lossiete dones, ¿no? Quizás todos los decís, pero no es necesario, ¿eh? Todos dirán son este y este, pero no lo hacemos. Lo digo yo en vuestro nombre ¡Eh!. ¿Y cuáles son los dones? la Sabiduría, el Intelecto, el Consejo, la Fortaleza, la Ciencia, la Piedad y el Temor de Dios. Y estos dones nos han sido dados con el Espíritu Santo en el sacramento de la Confirmación. A estos dones tengo la intención de dedicar las catequesis que seguirán a las de los Sacramentos.
Cuando acogemos el Espíritu Santo en nuestro corazón y lo dejamos actuar, Cristo mismo se hace presente en nosotros y toma forma en nuestra vida, a través de nosotros, será Él, ¡Escuchad bien esto! A través de nosotros será el mismo Cristo quien rece, quien perdone, quien infunda esperanza y consuelo, quien sirva a los hermanos, quien se haga cercano a los necesitados y a los últimos, a crear comunión, a sembrar paz. Pero pensad que importante es esto, que por el Espíritu Santo viene el mismo Cristo para hacer todo esto en medio de nosotros y por nosotros. Por esto es importante que los niños y los jóvenes reciban este Sacramento.
Queridos hermanos y hermanas, ¡recordemos que hemos recibido la Confirmación todos nosotros! Recordémoslo antes que nada para agradecerle al Señor este don, y luego para pedirle que nos ayude a vivir como verdaderos cristianos, a caminar siempre con alegría según el Espíritu Santo que nos ha sido donado. Se ve que estos últimos miércoles, a mitad audiencia, nos bendicen desde el Cielo. ¡Pero sois valientes! ¡Adelante!
Texto completo de la catequesis del
Papa en la audiencia del miércoles
En la Semana de Oración por la
Unidad, Francisco invita a reconocer con alegría los dones de Dios presentes en
otras comunidades cristianas
CIUDAD DEL VATICANO, 22 de enero de 2014 (Zenit.org) - Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Sábado pasado ha comenzado la Semana de oración por
la unidad de los cristianos, que finalizará el próximo sábado, fiesta de la
Conversión de san Pablo apóstol. Esta iniciativa espiritual, sumamente valiosa,
involucra a las comunidades cristianas desde hace más de cien años. Se trata de
un tiempo dedicado a la oración por la unidad de todos los bautizados, según la
voluntad de Cristo: "Que todos sean uno" (Jn 17, 21).
Cada año, un grupo ecuménico de una región del mundo,
bajo la guía del Consejo Mundial de las Iglesias y del Pontificio Consejo para
la Promoción de la Unidad de los Cristianos, sugiere el tema y preparar los
subsidios para la Semana de oración. Este año, tales subsidios provienen de las
Iglesias y Comunidades eclesiales de Canadá, y se refieren a la pregunta
dirigida por san Pablo a los cristianos de Corinto: "¿Acaso está dividido
Cristo?" (1 Corintios 1, 13) .
Ciertamente Cristo no ha sido dividido. Pero
debemos reconocer sinceramente, y con dolor, que nuestras comunidades siguen
viviendo divisiones que son de escándalo. Las divisiones entre nosotros
cristianos son un escándalo, no hay otra palabra, ¡un escándalo! “Cada uno de
vosotros – escribía el Apóstol – dice: “Yo soy de Pablo”, “Yo en cambio soy de
Apolo”, “Yo soy de Cefas”, “Yo soy de Cristo” (1, 12). También aquellos que
profesaban a Cristo como su cabeza no son aplaudidos por Pablo, porque usaban
el nombre de Cristo para separarse de los demás dentro de la comunidad
cristiana. ¡Pero el nombre de Cristo crea comunión y unidad, no división! Él ha
venido a hacer comunión entre nosotros, no para dividirnos. El Bautismo y
la Cruz son elementos centrales del discipulado cristiano que tenemos en común.
Las divisiones en cambio debilitan la credibilidad y la eficacia de nuestro
compromiso de evangelización y corren el riesgo de vaciar a la Cruz de su
potencia (cfr. 1, 17).
Pablo reprende a los corintios por sus disputas,
pero también da gracias al Señor “con motivo de la gracia de Dios que os ha
sido dada en Cristo Jesús, porque en él habéis sido enriquecidos con todos los
dones, los de la palabra y los del conocimiento” (1, 4-5). Estas palabras de
Pablo no son una simple formalidad, sino el signo que él ve ante todo – y por
esto se alegra sinceramente – los dones hechos por Dios a la comunidad. Esta
actitud del Apóstol es un estímulo para nosotros y para cada comunidad
cristiana a reconocer con alegría los dones de Dios presentes en otras
comunidades. A pesar del sufrimiento de las divisiones, que por desgracia aún
permanecen, acojamos las palabras de Pablo como una invitación a alegrarnos
sinceramente por las gracias concedidas por Dios a otros cristianos. Tenemos el
mismo bautismo, el mismo Espíritu Santo que nos concede las gracias.
Reconozcámoslo y alegrémonos.
Es hermoso reconocer la gracia con la que Dios
nos bendice y, aún más, encontrar en otros cristianos algo que necesitamos,
algo que podríamos recibir como un don de nuestros hermanos y de nuestras
hermanas. El grupo canadiense que ha preparado los subsidios de esta Semana de
oración no ha invitado a las comunidades a pensar en lo que podrían dar a sus
vecinos cristianos, sino que las ha exhortado a encontrarse para comprender lo
que todas pueden recibir cada vez de las demás. Esto requiere algo más.
Requiere mucha oración, requiere humildad, requiere reflexión y continua
conversión. Vayamos adelante en este camino rezando por la unidad de los
cristianos, para que este escándalo disminuya y no se de más entre nosotros.
¡Gracias!
23.01.14
Francisco en Sta. Marta: debemos
construir puentes y no un muro de Berlín
En la homilía de este viernes, el
Santo Padre invita a dialogar con humildad y mansedumbre pero sin
resentimientos
CIUDAD DEL VATICANO, 24 de enero de 2014 (Zenit.org) - No es fácil
construir el diálogo con los otros, especialmente si con ellos nos divide el
resentimiento. Pero el cristiano busca siempre este camino de escucha y
reconciliación, con humildad y mansedumbre porque es lo que ha enseñado Jesús.
Este ha sido el tema afrontado en esta mañana de viernes por el Santo Padre en
la homilía de Santa Marta.
Me rompo pero no me doblo, afirma una cierta sabiduría
popular. Me doblo para no romper, sugiere la sabiduría cristiana. Dos modos de
entender la vida: el primero, con su dureza, fácilmente destinado a alzar muros
de incomunicación entre personas, hasta la degeneración del odio. El segundo se
inclina a crear puentes de compresión, también después de una pelea. Pero, ha
advertido el Papa, con la condición de buscar y practicar "la
humildad". Al centro de la reflexión del Santo Padre en la homilía, ha
estado el encuentro entre el Rey Saúl y David. Tal y como ha recordado
Francisco, David tiene la ocasión de matar a Saúl, pero elige "otro
camino: el camino de acercarse, de aclarar la situación, de explicarse. El
camino del diálogo para hacer la paz".
Y con estas palabras ha proseguido: "para
dialogar es necesaria la mansedumbre, sin gritar. Y necesario también pensar
que la otra persona tiene algo más de mí, y David lo pensaba: 'Él es el ungido
del Señor, es más importante que yo'. La humildad, la mansedumbre... Para
dialogar, es necesario hacer lo que hemos pedido hoy en la oración, al inicio
de la misa: hacerse todo a todos. Humildad, mansedumbre, hacerse todo a todos
también - pero no está escrito en la Biblia - todos saben que para hacer
estas cosas es necesario aguantar mucho. Pero, debemos hacerlo, porque la paz
se hace así: con la humildad, la humillación, buscando siempre ver en el otro
la imagen de Dios".
El Santo Padre reconoce que "dialogar es
difícil". Pero peor que intentar construir un puente con un adversario es
dejar que crezca en el corazón el resentimiento hacia él. Así ha afirmado que
de este modo quedamos "aislados en este caldo amargo de nuestro
resentimiento". Sin embargo, tomando como ejemplo a David, un cristiano
vence el odio con un acto de humildad.
De esto modo lo ha explicado: "humillarse, y
siempre hacer el puente, siempre. Siempre. Y esto es ser cristiano. No es fácil.
No es fácil. Jesús lo ha hecho: se ha humillado hasta el final, nos ha hecho
ver el camino. Y es necesario que no pase mucho tiempo: cuando está el
problema, lo antes posible, en el momento en el que se pueda hacer, después que
ha pasado la tormenta, acercarse al diálogo, porque el tiempo hace crecer el
muro, como hace crecer la mala hierba que impide el crecimiento del grano. Y
cuando los muros crecen es muy difícil la reconciliación:¡es muy difícil!"
Francisco ha afirmado, como ya ha hecho en otras
ocasiones, que no es un problema si "algunas veces vuelan los
platos", también "en la familia, en las comunidades, en los
barrios", porque lo importante asegura el Papa, es "buscar la paz lo
antes posible", con una palabra, un gesto. Un puente más que un muro, como
el que por tantos años dividió Berlín. Porque "también en nuestro corazón
está la posibilidad de convertirse en Berlín con el Muro con otros", ha
dicho el Pontífice.
Para concluir, ha reconocido que "yo tengo
miedo de estos muros, de estos muros que crecen cada día y favorecen los
resentimientos. También el odio. Pensemos en este joven David: habría podido
vengarse perfectamente, habría podido eliminar al rey y él eligió el camino del
diálogo, con la humildad, la mansedumbre, la dulzura. Hoy, podemos pedir a san
Francisco de Sales, Doctor de la dulzura, que nos dé a todos nosotros la gracia
de hacer puentes con los otros, nunca muros".
24.01.14
Francisco: para elegir a sus discípulos,
Jesús se dirige a los humildes
Texto completo del Papa en el
Ángelus. Reza por Ucrania y por Cocò, un niño de tres años asesinado y pide la
conversión de los culpables. Dos niños de Acción Católica, junto al Papa,
lanzan dos palomas símbolo de la paz
CIUDAD DEL VATICANO, 26 de enero de 2014 (Zenit.org) - El Santo
Padre ha recitado esta mañana, como cada domingo, la oración del Ángelus desde
la ventana del estudio en el Palacio Apostólico Vaticano, acompañado por una
gran multitud de fieles y peregrinos que han acudido a la plaza de San Pedro.
Hoy han estado presentes los jóvenes de Acción Católica de la diócesis de Roma
que concluyen con la "Caravana de la Paz" del mes de enero, un mes
que tradicionalmente dedican al tema de la paz.
Al finalizar la oración, un niño y una niña
pertenecientes a dos parroquias romanas, desde el apartamento pontificio,
han leído un mensaje en nombre de ACR de Roma y han liberado desde la
ventana a dos palomas.
Estas son
las palabras del Papa antes de la oración mariana:
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
el Evangelio de este domingo cuenta los inicios de la
vida pública de Jesús en las ciudades y en los pueblos de Galilea. Su misión no
sale de Jerusalén, es decir del centro religioso, social y político, sino de
una zona periférica, despreciada por los judíos más observadores, con motivo de
la presencia en esa región de diferentes poblaciones extranjeras; por esto el
profeta Isaías indica como "Galilea de las gentes".
Es una tierra de frontera, un zona de tránsito
donde se encuentran personas de diferentes razas, culturas y religiones.
Galilea se convierte así en un lugar simbólico de apertura del Evangelio a
todos los pueblos. Desde este punto de vista, Galilea se asemeja al mundo de
hoy: coexistencia de diversas culturas, necesidad de comparación y necesidad de
encuentro. También nosotros estamos inmersos cada día en una "Galilea de
las gentes", y en este tipo de contexto podemos asustarnos y ceder a la
tentación de construir recintos para estar más seguros, más protegidos. Pero
Jesús nos enseña que la Buena Noticia que Él trae no está reservada a una parte
de la humanidad, es para comunicar a todos. Es un feliz anuncio destinado a
cuantos lo esperan, pero también a cuantos quizá no esperan nada más y no
tienen ni siquiera la fuerza para buscar y preguntar.
Partiendo de Galilea, Jesús nos enseña que
ninguno está excluido de la salvación de Dios, es más, que Dios prefiere partir
de la periferia, de los últimos, para alcanzar a todos. Nos enseña un método,
su método, que expresa el contenido, es decir la misericordia del Padre.
"Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el
Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar esta llamada. ¿Y cuál es
la llamada? Salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las
periferias que necesitan la luz del Evangelio". (Esort. ap.
Evangelii gaudium, 20).
Jesús comienza su misión no solo desde un lugar
descentrado, si no también con hombres que se les diría de "bajo
perfil". Para elegir a sus primeros discípulos y futuros apóstoles, no se
dirige a las escuelas de los escribas o de los doctores de la Ley, sino a las
personas humildes y a las personas sencillas, que se preparan con empeño a la
llegada del Reino de Dios. Jesús va a llamarles allí donde trabajan, sobre la
orilla del lago: son pescadores. Les llama, y ellos le siguen, enseguida. Dejan
las redes y van con Él: su vida se convertirá en una aventura extraordinaria y
fascinante.
Queridos amigos y amigas, ¡el Señor llama también
hoy! El Señor pasa por los caminos de nuestra vida cotidiana; también hoy, en
este momento, aquí, el Señor, pasa por la plaza. Nos llama a ir con Él, a
trabajar con Él por el Reino de Dios, en las “Galileas” de nuestros tiempos.
Cada uno de vosotros que piense: el Señor pasa hoy, el Señor me mira, ¡me está
mirando! ¿Qué me dice el Señor? Y si alguno de vosotros oye que el Señor le
dice: “sígueme”, sea valiente, vaya con Él; Él no decepciona jamás. Escuchad en
visestro corazón si el Señor os llama a seguirlo. ¡Dejemos alcanzarnos por su
mirada, por su voz, y sigámoslo! “Para que la alegría del Evangelio llegue
hasta a los confines de la tierra y ninguna periferia se prive de su luz”.
Tras la oración del Ángelus, el Santo Padre ha dicho:Ahora, veis que no estoy solo, estoy en compañía de dos de vosotros que han subido aquí. ¡Son buenos estos dos!
Se celebra hoy la Jornada Mundial de los enfermos
de lepra. Esta enfermedad, aún estando en receso, lamentablemente afecta
todavía a muchas personas en condiciones de grave miseria. Es importante
mantener viva la solidaridad con estos hermanos y hermanas. A ellos aseguramos
nuestra oración, y rezamos también por todos aquellos que les asisten y, en
diferentes formas, se comprometen a derrotar esta enfermedad.
Estoy cerca con la oración a Ucrania, en
particular a cuantos han perdido la vida en estos días y a sus familias. Deseo
que se desarrolle un diálogo constructivo entre las instituciones y la sociedad
civil y, evitando todo recurso y acción violenta, prevalezcan en el corazón de
cada uno ¡el espíritu de la paz y la búsqueda del bien común!
Hoy hay muchos niños en la plaza, muchos. Pero
también quiesiera, con ellos, dirigir un pensamiento a Cocò Campolongo que a
los tres años ha sido quemado en el coche en Cassano allo Jonio. Esta furia
sobre un niño tan pequeño parece no tener precedentes en la historia de la
criminalidad. Rezamos con Cocò que seguro está con Jesús en el cielo. Por las
personas que han hecho este crimen para que se arrepientan y se conviertan al
Señor.
En los próximos días, millones de personas, que
viven en Extremo Oriente y repartidos en varias partes del mundo, entre los
cuales chinos, coreanos y vietnamitas, celebran el fin de año lunar. A todos
ellos les deseo una existencia llena de alegría y de esperanza. El anhelo que
no se puede suprimir a la fraternidad, que alberga en su corazón, encuentre en
la intimidad de la familia el lugar privilegiado donde pueda ser descubierto,
educado y realizado. Será esta una preciosa contribución a la construcción de
un mundo más humano, en el que reina la paz.
Ayer, en Nápoles, se ha proclamado beata María
Cristina de Savoya, que vivió en la primera mitad del siglo XIX, reina de las
dos Sicilias. Mujer de profunda espiritualidad y de gran humildad, supo hacerse
cargo de los sufrimientos de su pueblo, convirtiéndose en verdadera madre de
los pobres. Su extraordinario ejemplo de caridad testimonia que la vida buena
del Evangelio es posible en cualquier ambiente y condición social.
Saludo con afecto a todos vosotros, queridos
peregrinos venidos de diferente parroquias de Italia y de otros países, como
también a las asociaciones, grupos escolares y otros. En particular, saludo a
los estudiantes de Cuenca (España) y las chicas de Panamá. Saludo a los fieles
de Caltanissetta, Priolo Gargallo, San Severino Marche y San Giuliano Milanese,
y los ex alumnos de la escuela de Minoprio. Quisiera también expresar mi
cercanía a la población que ha sufrido inundadaciones en Emilia.
¡Me diirijo ahora a los chicos y chicas de Acción
Católica de la Diócesis de Roma! Queridos jóvenes, también esto año,
acompañados del cardenal vicario, habéis venido numerosos al finalizar vuestra
"Caravana de la Paz". ¡Os doy las gracias! ¡Os doy muchas gracias!
Escuchamos ahora el mensaje que vuestro amigos aquí junto a mí, no
leerán".
Al finalizar la lectura, los dos niños junto al
Papa han lanzado las dos palomas como símbolo de la paz.
Para concluir, el Santo Padre ha deseado a todos un buen domingo y buena
comida.27.01.14
Francisco en St. Marta: ¿eres capaz
de gritar por un gol y no de cantar alabanzas al Señor?
El Santo Padre invita a romper con
formalismos y dejar que surja la oración de alabanza que nos hace fecundos
CIUDAD DEL VATICANO, 28 de enero de 2014 (Zenit.org) - El Santo
Padre en la misa de Santa Marta de hoy martes ha hablado sobre la fecundidad de
la oración de alabanza. Al comentar la danza alegre de David al Señor de la que
habla la primera lectura, ha subrayado que si nos cerramos en la formalidad,
nuestra oración se convierte en fría y estéril.
El papa Francisco ha hablado en su homilía sobre David
que "danzaba con todas las fuerzas delante del Señor" y sobre esta
imagen alegre de la que se habla en el Segundo Libro de Samuel. Todo el Pueblo
de Dios estaba en fiesta porque el Arca de la Alianza volvía a casa. La oración
de alabanza de David, ha explicado, "le llevó a salir de cualquier
compostura y a bailar delante del Señor" con "todas las
fuerzas". ¡Esto era precisamente la oración de alabanza! - ha exclamado el
Papa. Además, ha indicado que leyendo este pasaje, "he pensado
enseguida" en Sara, después de haber dado a luz a Isaac. "¡El Señor
me ha hecho bailar de alegría!", dijo la anciana. Por esto, Francisco ha
señalado que "para nosotros es fácil de entender la oración para pedir
algo al Señor, también para dar gracias al Señor" o la "oración
de adoración". Pero la oración de alabanza "la dejamos de lado, no
nos viene espontánea", ha precisado.
Y de este modo lo ha explicado: "'¡Pero,
padre, esto es para los de la Renovación Carismática, no para todos los
cristianos!' No, ¡la oración de alabanza es una oración cristiana para todos
nosotros! En la misa, todos los días, cuando cantamos el Santo… Esta es
una oración de alabanza: alabamos a Dios por su grandeza, ¡porque es grande! Y
le decimos cosas bonitas, porque a nosotros nos gusta que sea así. 'Pero,
padre, yo no soy capaz... Yo debo...' ¿Pero eres capaz de gritar cuando tu
equipo marca un gol y no eres capaz de cantar alabanzas al Señor? ¿De salir un
poco de tu compostura para cantar esto? ¡Alabar a Dios es totalmente gratuito!
No pedimos, no damos las gracias: ¡alabamos!"
Debemos rezar "con todo el corazón". Ha
continuado matizando que "es un acto de justicia, ¡porque Él es grande!
¡Es nuestro Dios!" David, ha recordado el Santo Padre, "era muy
feliz, porque volvía con el Arca, volvía con el Señor: también su cuerpo rezaba
con esa danza".
Francisco ha continuado lanzando "una buena
pregunta que podemos hacernos hoy: 'Pero ¿cómo va mi oración de alabanza? ¿Sé
alabar al Señor? ¿Sé alabar al Señor o cuando rezo el Gloria o rezo el
Sanctus lo hago solamente con la boca y no con todo el corazón?' ¿Qué
me dice David, danzando aquí? Y Sara ¿bailando de alegría? Cuando David
entra en la ciudad comienza otra cosa: ¡una fiesta!"
"La alegría de la alabanza - ha explicado -
nos lleva a la alegría de la fiesta. La fiesta de la familia". De este
modo el Papa ha recordado que cuando David entra en el palacio, la hija del rey
Saúl, Mikal, le reprende y le pregunta si no le da vergüenza haber bailado de
esa forma delante de todos, él que es el rey. Mikal, "despreció a
David".
De este modo, Francisco ha proseguido: "yo
me pregunto ¿cuántas veces nosotros despreciamos en nuestro corazón a personas
buenas, gente buena que alaba al Señor como le viene, así espontáneamente,
porque no son cultos, no siguen las actitudes formales? ¡Pero, desprecio! ¡Y
dice la Biblia que Mikal quedó estéril durante toda la vida por esto! ¿Qué
quiere decir la Palabra de Dios aquí? ¡Que la alegría, que la oración de
alabanza nos hace fecundos! Sara bailaba en el momento grande de su fecundidad,
a los noventa años! La fecundidad que nos da la alabanza al Señor, la gratuidad
de alabar al Señor. Ese hombre o esa mujer que alaba al Señor, que reza
alabando al Señor, que cuando reza el Gloria se alegra de decirlo,
cuando canta el Sanctus en la misa se alegra de cantarlo, es un hombre
o una mujer fecunda".
El Pontífice, para finalizar, ha advertido que
"aquellos que se cierran en la formalidad de una oración fría, medida,
quizá terminan como Mikal: en la esterilidad de su formalidad". Por ello,
el Papa ha invitado a imaginar a David que danza "con todas las fuerzas
delante del Señor y pensemos que bello es hacer la oración de alabanza".
Además, ha afirmado que nos hará bien repetir las palabras del Salmo 23 que
hemos rezado hoy: "Puertas, levanten sus dinteles, levántense, puertas
eternas, para que entre el Rey de la gloria! ¿Y quién es ese Rey de la
gloria? Es el Señor, el fuerte, el poderoso, el Señor poderoso en los
combates!”
29.01.14
Texto completo de la catequesis del
Papa en la audiencia de este miércoles
Francisco explica que la
Confirmación afianza nuestra relación con la Iglesia y nos concede una fuerza
especial del Espíritu Santo para defender la fe y confesar el nombre de Cristo
CIUDAD DEL VATICANO, 29 de enero de 2014 (Zenit.org) - Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En esta tercera catequesis sobre los Sacramentos, nos detenemos en el de la Confirmación, que debe ser entendida en continuidad con el Bautismo, al que está vinculada de manera inseparable. Estos dos sacramentos, junto con la Eucaristía, constituyen un único acontecimiento salvífico – que se llama “la iniciación cristiana” –, en el que somos insertados en Jesucristo muerto y resucitado y nos convertimos en nuevas criaturas y miembros de la Iglesia. He aquí la razón por la que originariamente estos tres Sacramentos se celebraban en un único momento, al final del camino catecumenal, que era normalmente en la Vigilia Pascual. Así se articulaba este itinerario de formación y de inserción gradual en la comunidad cristiana que podía durar también algunos años. Se hacía paso a paso, para llegar al Bautismo, después la Confirmación y la Eucaristía.
Comúnmente se habla del sacramento de la
“Confirmación”, palabra que significa “unción”. Y, de hecho, a través del
aceite llamado “sagrado Crisma”, somos conformados, en la potencia del
Espíritu, a Jesucristo, el cual es el único y verdadero “ungido”, el “Mesías”,
el Santo de Dios. Hemos escuchado en el Evangelio como Jesús lo lee en Isaías,
lo vemos más adelante. Es el ungido. Soy enviado y estoy ungido para esta
misión.
El término “Confirmación” nos
recuerda que este Sacramento aporta un crecimiento de la gracia bautismal: nos
une más firmemente a Cristo; lleva a cumplimiento nuestro vínculo con la
Iglesia; nos da una especial fuerza del Espíritu Santo para difundir y defender
la fe, para confesar el nombre de Cristo y para no avergonzarnos nunca de su
cruz (cfr Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1303). Y por eso es
importante ocuparse de que nuestros niños y nuestros jóvenes reciban este
sacramento. Todos nosotros nos ocupamos de que sean bautizados y esto es bueno,
¿eh? Pero, quizás, no le damos tanta importancia a que reciban la Confirmación.
¡Se quedan a mitad camino y no reciben el Espíritu Santo!, ¿eh? Que es tan
importante para la vida cristiana, porque nos da la fuerza para seguir
adelante. Pensemos un poco, ¿eh? Cada uno de nostros. ¿Verdaderamente nos
preocupamos de que nuestros niños y nuestros jóvenes reciban la Confirmación?
¡Pero es importante esto, es importante! Y si vosotros en vuestra casa tenéis
niños o jóvenes que todavía no la han recibido y ya tienen la edad para
recibirla, haced todo lo posible para que terminen esta iniciación cristiana y
que ellos reciban la fuerza del Espíritu Santo. ¡Pero es importante!
Naturalmente es importante ofrecer a los confirmandos una buena preparación, que debe estar pensada para conducirlos hacia una adhesión personal a la fe en Cristo y a despertar en ellos su sentido de pertenencia a la Iglesia.
La Confirmación, como todo Sacramento, no es obra de los hombres, sino de Dios, el cual cuida de nuestra vida para plasmarnos a imagen de su Hijo, para hacernos capaces de amar como Él. Él lo hace infundiendo en nosotros su Espiritu Santo, cuya acción impregna a toda la persona y toda la vida, como se refleja de los siete dones que la Tradición, a la luz de la Sagrada Escritura, ha siempre evidenciado. Estos siete dones, yo no os voy a preguntar si os acordáis de lossiete dones, ¿no? Quizás todos los decís, pero no es necesario, ¿eh? Todos dirán son este y este, pero no lo hacemos. Lo digo yo en vuestro nombre ¡Eh!. ¿Y cuáles son los dones? la Sabiduría, el Intelecto, el Consejo, la Fortaleza, la Ciencia, la Piedad y el Temor de Dios. Y estos dones nos han sido dados con el Espíritu Santo en el sacramento de la Confirmación. A estos dones tengo la intención de dedicar las catequesis que seguirán a las de los Sacramentos.
Cuando acogemos el Espíritu Santo en nuestro corazón y lo dejamos actuar, Cristo mismo se hace presente en nosotros y toma forma en nuestra vida, a través de nosotros, será Él, ¡Escuchad bien esto! A través de nosotros será el mismo Cristo quien rece, quien perdone, quien infunda esperanza y consuelo, quien sirva a los hermanos, quien se haga cercano a los necesitados y a los últimos, a crear comunión, a sembrar paz. Pero pensad que importante es esto, que por el Espíritu Santo viene el mismo Cristo para hacer todo esto en medio de nosotros y por nosotros. Por esto es importante que los niños y los jóvenes reciban este Sacramento.
Queridos hermanos y hermanas, ¡recordemos que hemos recibido la Confirmación todos nosotros! Recordémoslo antes que nada para agradecerle al Señor este don, y luego para pedirle que nos ayude a vivir como verdaderos cristianos, a caminar siempre con alegría según el Espíritu Santo que nos ha sido donado. Se ve que estos últimos miércoles, a mitad audiencia, nos bendicen desde el Cielo. ¡Pero sois valientes! ¡Adelante!
30.01.24
Palabras del Papa en la audiencia a los integrantes
del Camino Neocatecumenal
Recordarse en donde se vaya que el Espíritu de Dios
llega siempre antes que nosotros
Ciudad del Vaticano, 01 de febrero de 2014
Este sábado primero de febrero de 2014, el Santo Padre
dirigió las siguientes palabras a los aproximadamente ocho mil miembros del
Camino Neocatecumenal, presentes en el Aula Pablo VI, en el Vaticano.
Queridos
hermanos y hermanas,
agradezco al Señor por la alegría de vuestra fe por y
el ardor de vuestro testimonio cristiano. Gracias a Dios. Les saludo a
todos cordialmente comenzando por el equipo responsable internacional del
Camino Neocatecumenal, junto a los sacerdotes, seminaristas y
catequistas. Un saludo lleno de afecto dirijo a los niños, presentes aquí
en gran número. ¿Podemos ver a todos los niños? !Que lindo, gracias!
Mi pensamiento va de manera especial a las familias
que viajarán a diversas partes del mundo para anunciar y dar testimonio del
Evangelio. ¡La Iglesia les agradece esta generosidad! Les agradezco por todo lo
que hacen en la Iglesia y en el mundo!
Y justamente en el nombre de la Iglesia, nuestra
Madre, nuestraSanta Madre Iglesia jerárquica, como amaba llamarla San Ignacio
de Loyola, quiero proponerles algunas simples recomendaciones. La primera
es la de tener el máximo cuidado para construir y conservar la comunión dentro
de las Iglesias particulares, en las que irán a obrar. El Camino tiene un
carisma propio, una dinámica propia, un don que como todos los dones del
Espíritu tiene una profunda dimensión eclesial. Esto significa ponerse a la
escucha de la vida de las Iglesias en las cuales los responsables del
movimiento les envían, para valorizar las riquezas, a sufrir por las
debilidades si necesario, y a caminar juntos como un único rebaño bajo la guía
de los pastores de las Iglesias locales.
La comunión es esencial: a veces, sucede que es mejor
renunciar a vivir todos los detalles que el itinerario exigiría, con tal de
garantizar la unidad entre los hermanos que forman la única comunidad eclesial,
de la cual es necesario siempre sentirse parte.
Otra indicación: en cualquier lado en que vayan, les
hará bien pensar que el Espíritu de Dios llega siempre antes que nosotros. El
Señor siempre nos precede, piensen a Felipe, cuando el Señor lo envía a ese
camino y sobre la carroza estaba ese ministro de economía, el Espíritu había
llegado antes, él leía al profeta Isaías, no entendía lo que leía, pero el
corazón ardía, y así cuando Felipe se acerca está preparado para la catequesis
y el bautismo.
El Espíritu siempre nos precede. Dios siempre está
antes de nosotros. Mismo en los lugares más lejanos, mismo en las culturas más
diversas, Dios esparce por todas partes las semillas de su Verbo. De aquí
nace la necesidad de poner una atención especial al contexto cultural en el
cual se irá a obrar: se trata de un ambiente muchas veces muy diverso del que
uno proviene.
Muchos fatigarán para aprender el idioma local, a
veces difícil, y este esfuerzo es apreciable. Aún más importante será el empeño
para aprender --lo he dicho a Kiko-- las culturas que encontrarán, sabiendo
reconocer la necesidad del Evangelio que hay por todas partes, pero también
aquella acción que el Espíritu Santo ha cumplido en la vida y en la historia de
cada pueblo.
En fin, les exhorto a cuidarse con amor los unos a los
otros, en particular a los más débiles. El Camino Neocatecumenal, como
itinerario de descubrimiento del propio bautismo es un camino exigente, durante
el cual un hermano o una hermana podrán encontrar dificultades imprevistas. En
estos casos el ejercicio de la paciencia y de la misericordia por parte de la
comunidad es signo de madurez en la fe.
La libertad de cada uno no tiene que ser forzada, y se
debe respetar también la eventual elección de quien decidiera buscar, afuera
del Camino, otras formas de vida cristiana que lo ayuden a crecer en la respuesta
a la llamada del Señor.
Queridas familias, queridos hermanos y hermanas, les
animo a llevar por todas partes, también en los ambientes más
descristianizados, especialmente en las periferias existenciales, el Evangelio
de Jesucristo. Evangelicen con amor, lleven a todos el amor de Dios. A todos
los que encuentren en las calles de vuestra misión indiquen que Dios ama al
hombre así como es, mismo con sus límites, con sus errores, mismo con sus
pecados. Y por eso envió a su Hijo para que Él tomara los pecados sobre sí.
Sean mensajeros y testimonios de la infinita
misericordia del Padre. Les confío a nuestra madre María, para que les inspire
y sostenga siempre en este apostolado. Siguiendo la escuela de esta tierna
Madre sean misioneros celantes y alegres. ¡No pierdan la alegría!
02.02.14
La misa del Santo Padre en la Presentación del Señor y
bendición de los cirios
Texto completo de la homilia en la
Jornada de la Vida Consagrada: "Jesús viene a encontrarlos en la Iglesia a
través el carisma de un instituto"
CIUDAD DEL VATICANO, 02 de febrero de 2014 (Zenit.org) - En la día
de la Festividad de la Presentación del Señor, que es también la Jornada de la
Vida Consagrada, el Santo Padre presidió la santa misa en la basílica de San
Pedro. A la celebración participaron los miembros de los Institutos de
vida consagrada y de vida apostólica y conselebraron el cardenal Braz de Aviz y
José Carballo, de dicho instituto.
La misa inició con una luz tenue, durante la bendición
de los cirios, hasta que las luces dieron su máxima iluminación a la basílica,
mientras el coro de la Capilla Sixtina cantaba el 'Oh luz radiosa' y el Santo
Padre bendecía los cirios: “Oh Dios fuente y principio de toda luz...”
A
continuación, la homilía del Santo Padre
La fiesta de la Presentación de Jesús al templo es
llamada también la fiesta del encuentro: en la liturgia, al inicio se dice que
Jesús va al encuentro a su pueblo, es el encuentro entre Jesús y su pueblo.
Cuando María y José llevaron a su niño al templo de Jerusalén fue el primer
encuentro entre Jesús y su pueblo, representado por dos ancianos, Simeón y Ana.
Esto fue también un encuentro en el interior de la
historia del pueblo, un encuentro entre los jóvenes y los ancianos: los jóvenes
eran María y José, con el recién nacido; y los ancianos eran Simeón y Ana, dos
personajes que frecuentaban siempre el Templo.
Observemos lo que el evangelista Luca nos dice sobre
ellos y como los describe.
De la Virgen y de san José repite cuatro veces
que querían hacer lo que prescribía la ley del Señor.
Se toca, casi se percibe que los padres de Jesús
¡tenían la alegría de observar los preceptos del Señor! Son dos esposos nuevos,
han apenas tenido a su hijo y están animados del deseo de cumplir lo que estaba
indicado.
Esto no es un hecho exterior, no es para sentirse
en orden, no. Es un deseo fuerte y profundo, lleno de alegría. Es lo que dice
el salmo: “En la via de tus enseñanzas está mi alegría... Tú ley es mi
delicia”.
¿Y qué dice san Lucas de los ancianos? Subraya
más de una vez que estaban guiados por el Espíritu Santo. De Simeón afirma que
era un hombre justo y piadoso, que esperaba la consolación de Israel, y que “el
Espíritu Santo estaba con él”. Dice que el “Espíritu Santo le había anunciado”
que antes de morir habría visto a Cristo, el Mesías; y en fin, que se dirigió
al templo “movido por el Espíritu”.
De Ana dice que era una profetisa, o sea
inspirada por Dios y que estaba siempre en el templo “sirviendo a Dios con
ayunos y oraciones”. O sea, estos dos ancianos están llenos de vida, llenos de
vida porque están animados por el Espíritu Santo, dóciles a su acción,
sensibles a sus llamadas.
Y es el encuentro entre la sagrada familia y
estos dos representantes del pueblo santo de Dios. Al centro está Jesús. Es Él
que mueve todo, que atrae a unos y a otros al tempo, que es la casa de su
Padre.
Es un encuentro entre los jóvenes llenos de
alegría por observar la ley del Señor y los ancianos llenos de alegría por la
acción del Espíritu Santo. Es un singular encuentro entre la observancia y la
profecía, en la que los jóvenes son los observadores y los ancianos los profetas.
En realidad si reflexionamos bien, la observancia
de la ley está animada por el mismo Espíritu, y la profecía se mueve en el
camino trazado por la ley. ¿Quién más que María está llena del Espíritu Santo?
¿Quién más que ella es dócil a su acción?
A la luz de esta escena evangélica miramos a la
vida consagrada como un encuentro con Cristo: es Él que viene hacia nosotros,
traído por María José, y somos nosotros que vamos hacia Él, guiados por el
Espíritu Santo. Pero al centro está Él, Él mueve todo, Él nos llama al templo,
a la Iglesia, donde podemos encontrarlo, reconocerlo, acogerlo, abrazarlo.
Jesús viene a encontrarlos en la Iglesia a través
el carisma fundacional de un instituto: ¡es lindo considerar así a nuestra
vocación! Nuestro encuentro con Cristo ha tomado forma en la Iglesia mediante
el carisma de un testimonio o de una testimonio. Esto siempre nos deja atónitos
y nos lleva a agradecer.
Y también en la vida consagrada se vive el
encuentro entre jóvenes y los ancianos, entre observancia y profecía. ¡No las
veamos como dos realidades contrapuestas! Dejemos más bien que el Espíritu
Santo las anime a ambas, y el signo de esto es la alegría de estar guiados por
el Espíritu, nunca rígidos, nunca cerrados, siempre abiertos a la voz de Dios
que habla, que abre, que conduce, que invita a ir hacia el horizonte.
Les hace bien a los ancianos comunicar la
sabiduría a los jóvenes, y les hace bien a los jóvenes recoger este patrimonio
de experiencia y sabiduría y llevarlo adelante, no para cuidarlo en un museo,
pero para llevarlo adelante enfrentando los desafíos que la vida nos presenta,
llevarlo adelante por el bien de las respectivas familias religiosas y de toda
la Iglesia.
La gracia de este misterio del encuentro, nos
ilumine y nos conforte en nuestro camino. Amén.
03.02.14
El Papa en Sta. Marta: Dios llora
como un padre por sus hijos
Francisco en la homilía del martes:
'Dios tiene corazón de Padre que espera y no rechaza al hijo rebelde'
CIUDAD DEL VATICANO, 04 de febrero de 2014 (Zenit.org) - Dios
también llora y su llanto es como el de un padre que ama a los hijos y no los
rechaza nunca aunque sean rebeldes, siempre les espera. Así lo ha afirmado el
Santo Padre esta mañana en la homilía de Santa Marta.
Las lecturas del día presentan la figura de dos
padres: la del rey David, que llora la muerte del hijo rebelde Absalón, y
Jairo, jefe de la sinagoga, que pide a Jesús que cure a su hija. El Papa ha
explicado el llanto de David frente a la noticia del asesinato del hijo, a
pesar de que su hijo combatía contra David para conquistar el reino. Francisco
ha explicado que el ejército de David vence, pero a él no le interesaba la victoria,
"¡esperaba al hijo! ¡Le interesaba solo el hijo! Era rey, era jefe del
país, pero era padre". Y así, "cuando llega la noticia del final de
su hijo, fue sacudido por un temblor: subió al piso de arriba... y lloró".
Francisco lo ha explicado así: "Decía yéndose:
'hijo mío, Absalón. ¡Hijo mío! ¡Hijo mío, Absalón! ¡Hubiera muerto yo en tu
lugar! ¡Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío! Este es el corazón de un padre, que no
rechaza nunca a su hijo. 'Es un ladrón. Es un enemigo. Pero es mi hijo'. Y no
reniega la paternidad: llora... Dos veces David llora por un hijo: ésta y la
otra cuando iba a morir el hijo del adulterio. También aquella vez hizo ayuno,
penitencia para salvar la vida del hijo. ¡Era padre!"
El otro padre al que el Papa ha hecho referencia
en la homilía es el jefe de la Sinagoga. "Un persona importante pero
delante de la enfermedad de la hija no tiene miedo de postrarse a los pies de
Jesús: ¡Mi hija está muriendo, ven a imponerle las manos, para que sea salvada
y viva!' No tiene vergüenza", no piensa en lo que puedan decir los otros,
porque es padre. David y Jairo son dos padres: "¡Para ellos lo más
importante es el hijo y la hija! No hay otra cosa. ¡Lo único importante! Nos
hace pensar en lo primero que decimos a Dios en el Credo: 'Creo en Dios
Padre...' Nos hace pensar en la paternidad de Dios. Pero Dios es así. ¡Dios es
así con nosotros! 'Pero, padre, ¡Dios no llora!' ¡Cómo que no! Recordemos a
Jesús, cuando ha llorado en Jerusalén. '¡Jerusalén, Jerusalén!' ¡Cuántas veces
he querido recoger a tus hijos, como la gallina reúne a sus pollitos bajo las alas!'
¡Dios llora! ¡Jesús ha llorado por nosotros! Y ese llanto de Jesús es
precisamente la figura del llanto del Padre, que nos quiere a todos con
él".
Francisco ha subrayado que "en los momentos difíciles el Padre
responde. Recordemos a Isaac, cuando va con Abrahán a hacer el sacrificio:
Isaac no era tonto, se había dado cuenta que llevaban leña, el fuego, pero no
la oveja para el sacrificio. ¡Tenía angustia en el corazón! ¿Y qué dice?
'¡padre!' Y en seguida: '¡Aquí estoy hijo!' El padre responde".
Así, Jesús, en el huerto de los Olivos dice:
"con esa angustia en el corazón: '¡Padre, si es posible, aparta de mí este
cáliz!' Y los ángeles fueron a darle fuerza. ¡Así es nuestro Dios: es Padre!
¡Es un Padre así!".
Un padre como el que espera al hijo pródigo que
se ha ido con "todo el dinero, con toda la herencia. Pero el padre lo
esperaba" todo los días y "lo vio de lejos". "¡Ese es
nuestro Dios!", ha recordado Francisco. Asimismo ha observado que
"nuestra paternidad" es la de los padres de familia como la paternidad
espiritual de los obispos y sacerdotes "debe ser como esta. El Padre tiene
como una unción que viene del hijo: ¡no puede entenderse a sí mismo sin el
hijo! Y por esto necesita al hijo: lo espera, lo ama, lo busca, lo perdona, lo
quiere cerca de sí, tan cerca como la gallina quiere a su pollitos".
Finalmente, Francisco ha pedido que "vayamos
hoy a casa con estas dos imágenes: David que llora y el otro, jefe de la
sinagoga, que se postra delante de Jesús, sin miedo de pasar vergüenza y hacer
reír a los otros. Estaban en juego los hijos: el hijo y la hija. Y con estos
dos imágenes decimos: 'Creo en Dios Padre..." Y pidamos al Espíritu Santo
- porque solamente Él, el Espíritu Santo - que nos enseñe a decir '¡Abba,
Padre!' ¡Es una gracia! ¡Poder decir a Dios 'Padre'! con el corazón es una
gracia del Espíritu Santo. ¡Pidámosla a Él".
05.02.14
El Papa en Sta. Marta: la Iglesia
nos quiere también cuando estamos sucios, ella nos limpia
Francisco invita a pedir a Dios tres
gracias: morir en la Iglesia, morir en la esperanza y morir dejando la herencia
de un testimonio cristiano
CIUDAD DEL VATICANO, 06 de febrero de 2014 (Zenit.org) - Como cada
mañana, el Santo Padre ha celebrado la eucaristía en la capilla de Santa Marta.
Durante la homilía de este jueves, ha reflexionado sobre el misterio de la
muerte y ha invitado a pedir a Dios tres gracias: morir en la Iglesia, morir en
la esperanza y morir dejando la herencia de un testimonio cristiano. Al
comentar la primera lectura del día, que cuenta la muerte de David que pasó la
vida al servicio de su pueblo, ha subrayado tres cosas.
En primer lugar, David muere "en el seno de su
pueblo". Vive hasta el final "su pertenencia al Pueblo de Dios. Había
pecado: el mismo se llama 'pecador', ¡pero nunca se fue fuera del Pueblo de
Dios!": "¡Pecador sí, traidor no! Y esta es una gracia: permanecer
hasta al final en el Pueblo de Dios. Tener la gracia de morir en el seno de la
Iglesia, en el seno del Pueblo de Dios. Y este es el primer punto que yo
quisiera subrayar. También para nosotros pedir la gracia de morir en casa.
Morir en casa, en la Iglesia. ¡Y esta es una gracia! ¡Esto no se compra! Es un
regalo de Dios y debemos pedirlo: ¡Señor, hazme el regalo de morir en casa, en
la Iglesia! Pecador sí, ¡todos, todos lo somos! ¡Pero traidores no! ¡Corruptos
no! ¡Siempre dentro! Y la Iglesia es tan madre que nos quiere también así,
muchas veces sucios, pero la Iglesia nos limpia, ¡es madre!".
En segundo lugar, el Papa ha indicado que David
muere "tranquilo, en paz, sereno", en la certeza de ir "a la
otra parte con sus padres". Por ello, Francisco ha afirmado que "esta
es otra gracia: la gracia de morir en la esperanza, en la conciencia" de
que "al otro lado nos esperan, al otro lado también continúa la casa,
continúa la familia", no estaremos solos. Por ello, "esta es una
gracia que queremos pedir para que en los últimos momentos de la vida sepamos
que la vida es una lucha y el espíritu del mal quiere el botín", ha
señalado. El Papa lo ha explicado del siguiente modo: "Santa Teresita del
Niño Jesús decía que, en sus últimos tiempos, en su alma había una lucha y
cuando ella pensaba en el futuro, en lo que le esperaba después de la muerte,
en el cielo, sentía como una voz que decía: 'Pero no, no seas tonta te espera
la oscuridad. ¡Te espera solamente la oscuridad de la nada!' Así lo cuenta. Es
la voz del diablo, del demonio, que no quería que ella se fiara de Dios. ¡Morir
en esperanza y morir fiándose de Dios! Y pedir esta gracia. Pero fiarse de Dios
comienza ahora, en las pequeñas cosas de la vida, también en los grandes problemas:
fiarse siempre del Señor y así uno toma esta costumbre de fiarse del Señor y
crece la esperarza. Morir en casa, morir en esperanza".
El tercer aspecto del que ha hablado el
Pontífice ha sido la herencia que deja David. El Papa ha recordado que
hay "tantos escándalos sobre la herencia", "escándalos en las
familias, que dividen". David, sin embargo, "deja la herencia de 40
años de gobierno" y "el pueblo consolidado, fuerte". Asimismo ha
explicado que "un dicho popular dice que cada hombre debe dejar en la vida
un hijo, debe plantar un árbol y debe escribir un libro: ¡esta es la mejor
herencia!" Y por tanto, Francisco ha invitado a preguntarse: "¿Qué
herencia dejo yo a los que vienen detrás de mí? ¿Una herencia de vida? ¿He
hecho tanto bien que la gente me quiere como padre o como madre?" David -
ha continuado - deja esta herencia a su hijo, diciéndole: "Tu sé fuerte y
muéstrate hombre. Observa la ley del Señor, tu Dios, procediendo en sus vidas y
siguiendo sus leyes".
Y así ha concluido el Santo Padre: "Esta es
la herencia: nuestro testimonio de cristianos dejado a los otros. Y algunos de
nosotros dejan una gran herencia: pensemos en los santos que han vivido el
Evangelio con tanta fuerza, que nos dejan una camino de vida y un modo de vivir
como herencia. Estas son las tres cosas que me vienen al corazón en la lectura
de este fragmento sobre la muerte de David: pedir la gracia de morir en casa,
morir en la Iglesia: pedir la gracia de morir en esperanza, con esperanza; y
pedir la gracia de dejar una bella herencia, una herencia humana, una herencia
hecha con el testimonio de nuestra vida cristiana. ¡Que san David nos conceda a
todos nosotros estas tres gracias!"
07.02.14
Las palabras del Papa en el ángelus
de este domingo
Texto completo. El Pontífice
explica que la vocación del cristiano es ser una lámpara encendida para los
demás
CIUDAD DEL VATICANO, 09 de febrero de 2014 (Zenit.org) - Como cada
domingo, el papa Francisco rezó la oración del ángelus desde la ventana de su
estudio en el Palacio Apostólico, ante una multitud que le atendía en la plaza
de san Pedro.
Dirigiéndose a los fieles y peregrinos venidos de todo
el mundo, que le acogieron con un largo y caluroso aplauso, el Pontífice
argentino les dijo:
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En el Evangelio de este domingo, que viene
inmediatamente después de las Bienaventuranzas, Jesús dice a sus discípulos:
"Vosotros sois la sal de la tierra... Vosotros sois la luz del mundo"
(Mt 5, 13-14). Esto nos sorprende un poco, si pensamos en los que tenía delante
Jesús cuando decía estas palabras. ¿Quiénes eran aquellos discípulos? Eran
pescadores, gente sencilla... Pero Jesús los mira con los ojos de Dios, y su
afirmación se entiende precisamente como consecuencia de las Bienaventuranzas.
Él quiere decir: si seréis pobres de espíritu, si seréis mansos, si seréis
puros de corazón, si se seréis misericordiosos... ¡Vosotros seréis la sal de la
tierra y la luz del mundo!
Para comprender mejor estas imágenes, tengamos en
cuenta que la ley judía prescribía poner un poco de sal sobre cada oferta
presentada a Dios, como un signo de alianza. La luz, entonces, para Israel era
el símbolo de la revelación mesiánica que triunfa sobre las tinieblas del
paganismo. Los cristianos, el nuevo Israel, reciben, entonces, una misión para
con todos los hombres: con la fe y la caridad pueden orientar, consagrar, hacer
fecunda la humanidad. Todos los bautizados somos discípulos misioneros y
estamos llamados a convertirnos en un Evangelio vivo en el mundo: con una vida
santa daremos "sabor" a los diferentes ambientes y los defenderemos
de la corrupción, como hace la sal; y llevaremos la luz de Cristo a través del
testimonio de una caridad genuina. Pero si los cristianos perdemos sabor y
apagamos nuestra presencia de sal y de luz, perdemos la efectividad. ¡Pero que
hermosa es esta misión de dar luz al mundo! Pero es una misión que nosotros
tenemos. Es hermosa... También es hermoso conservar la luz que hemos recibido
de Jesús. Custodiarla, conservarla. El cristiano tendría que ser una persona
luminosa, que lleva luz, siempre da luz, una luz que no es suya, sino que es un
regalo de Dios, un regalo de Jesús. Y nosotros llevamos esta luz adelante. Si
el cristiano apaga esta luz, su vida no tiene sentido. Es un cristiano solo de
nombre, que no lleva la luz. Una vida sin sentido. Pero yo quisiera preguntaros
ahora: ¿Cómo queréis vivir vosotros? ¿Como una lámpara encendida o como una
lámpara apagada? ¿Encendida o apagada? ¿Cómo queréis vivir? Pero no se escucha
bien aquí. ¡Lámpara encendida!, ¿eh? Y es precisamente Dios el que nos da esta
luz y nosotros se la damos a los demás. ¡Lámpara encendida! Esta es la vocación
cristiana.
Al término de estas palabras, el Santo Padre rezó
la oración del ángelus. Y al concluir la plegaria, el Papa prosiguió recordando
que el próximo martes la Iglesia celebra la Jornada Mundial del Enfermo:
Pasado mañana, 11 de febrero, celebraremos
la memoria de la Bienaventurada Virgen de Lourdes, y viviremos la Jornada
Mundial del Enfermo. Es la ocasión propicia para poner en el centro de la
comunidad a las personas enfermas, orar por ellas y con ellas, estar junto a
ellas. El mensaje para este jornada está inspirado en una expresión de san
Juan: fe y caridad. También nosotros "debemos dar nuestras vidas por los
hermanos" (1 Jn 3, 16).
En particular, podemos imitar la actitud de Jesús
hacia los enfermos, enfermos de todo tipo. El Señor cuida de todos, comparte su
sufrimiento y abre el corazón a la esperanza.
Pienso también en todos los operadores
sanitarios: ¡Qué trabajo precioso hacen! ¡Muchas gracias por vuestro trabajo
precioso! Ellos encuentran cada día en los enfermos no sólo unos cuerpos
marcados por la fragilidad, sino también unas personas a las que ofrecer
atención y respuestas adecuadas.
La dignidad de la persona no se reduce jamás a
sus facultades o capacidades, y no es menor cuando la persona es débil,
invalida y necesitada de ayuda. También pienso en las familias, donde es normal
que cuiden de aquellos que están enfermos. Pero a veces las situaciones pueden
ser más pesadas. Muchos me escriben y hoy me gustaría asegurar una oración para
todas estas familias, y les digo: ¡No tengáis miedo de la fragilidad! ¡No
tengáis miedo de la fragilidad! Ayudaros los unos a los otros con amor y
sentiréis la presencia consoladora de Dios.
El comportamiento generoso y cristiano hacia los
enfermos es la sal de la tierra y la luz del mundo. Que la Virgen María nos
ayude a practicarlo, y obtenga paz y consuelo por todos los que sufren.
El Pontífice también quiso dedicar unas palabras a los Juegos Olímpicos
de Invierno:
En estos días tienen lugar en Sochi, Rusia, los
Juegos Olímpicos de Invierno. Quisiera hacer llegar mi saludo a los
organizadores y a todos los atletas, con la esperanza de que sea una verdadera
fiesta del deporte y la amistad.
A continuación, llegó el turno de los saludos que tradicionalmente realiza Francisco:
Saludo a todos los peregrinos presentes hoy, las
familias... ¡Todos los peregrinos! ¡Todos! Las familias, los grupos
parroquiales, las asociaciones. En particular, saludo a los maestros y
estudiantes venidos de Inglaterra; al grupo de teólogas cristianas de
diferentes países europeos, que se encuentran en Roma para un Congreso de
estudio; a los fieles de las parroquias de Santa María Inmaculada y San Vicente
de Paul, en Roma; a los que han venido de Cavallina y Montecarelli, en Mugello;
de Lavello y de Alfi; a la Comunidad 'Sollievo' y a la Escuela de San
Luca-Bovalino, en Calabria.
El Santo Padre dedicó un especial recuerdo a las
víctimas de los desastres naturales:
Rezo por todos aquellos que están sufriendo los
daños y molestias causados por los desastres naturales, en diferentes países.
También aquí, en Roma. Estoy con ellos. La naturaleza nos desafía a ser
solidarios y estar atentos a la custodia de la creación, también para prevenir,
en la medida de lo posible, las consecuencias más graves.
Y antes de despedirme, pienso en aquella pregunta
que he hecho: ¿Lámpara encendida o lámpara apagada? ¿Qué queréis? ¿Encendida o
apagada? El cristiano lleva la luz. Es una lámpara encendida. ¡Siempre adelante
con la luz de Jesús!
Como de costumbre, el papa Francisco concluyó su intervención diciendo:
"A tutti auguro una buona domenica e
buon pranzo. Arrivederci!" (Deseo a todos un buen domingo y una
buena comida. ¡Hasta pronto!)
09.02.14
Francisco invita a vivir la
Eucaristía de manera coherente
Texto completo de la catequesis de
este miércoles durante la audiencia general
CIUDAD DEL VATICANO, 12 de febrero de 2014 (Zenit.org) - Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En la última catequesis he puesto de relieve como la Eucaristía nos introduce en la comunión real con Jesús y su misterio. Ahora podemos hacernos algunas preguntas sobre la relación entre la Eucaristía que celebramos y nuestra vida, como Iglesia y como cristianos a nivel individual. Nos preguntamos: ¿cómo vivimos la Eucaristía? ¿Cómo vivimos la Misa, cuando vamos a Misa el domingo? ¿Es sólo un momento de fiesta, una tradición consolidada, una ocasión para encontrarse o para sentirse bien, o es algo más?
En la última catequesis he puesto de relieve como la Eucaristía nos introduce en la comunión real con Jesús y su misterio. Ahora podemos hacernos algunas preguntas sobre la relación entre la Eucaristía que celebramos y nuestra vida, como Iglesia y como cristianos a nivel individual. Nos preguntamos: ¿cómo vivimos la Eucaristía? ¿Cómo vivimos la Misa, cuando vamos a Misa el domingo? ¿Es sólo un momento de fiesta, una tradición consolidada, una ocasión para encontrarse o para sentirse bien, o es algo más?
Hay señales muy concretas para comprender cómo
vivimos todo esto. Cómo vivimos la Eucaristía. Señales que nos dicen si vivimos
bien la Eucaristía o si no la vivimos tan bien. La primera pista es nuestra
manera de ver y considerar a los otros. En la Eucaristía, Cristo siempre lleva
a cabo nuevamente el don de sí mismo que ha realizado en la Cruz. Toda su vida
es un acto de total entrega de sí mismo por amor; por eso Él amaba estar con
sus discípulos y con las personas que tenía ocasión de conocer. Esto
significaba para Él compartir sus deseos, sus problemas, lo que agitaba sus
almas y sus vidas. Ahora, cuando participamos en la Santa Misa, nos encontramos
con hombres y mujeres de todas las clases: jóvenes, ancianos, niños; pobres y
acomodados; originarios del lugar y forasteros; acompañados por sus familiares
y solos... Pero la Eucaristía que celebro, ¿me lleva a sentirlos a todos,
realmente, como hermanos y hermanas? ¿Hace crecer en mí la capacidad de
alegrarme con el que se alegra y de llorar con el que llora? ¿Me empuja a ir
hacia los pobres, los enfermos, los marginados? ¿Me ayuda a reconocer en ellos
el rostro de Jesús? Todos vamos a Misa porque amamos a Jesús y queremos
compartir su pasión y su resurrección en la Eucaristía. Pero, ¿amamos como
Jesús quiere que amemos a aquellos hermanos y hermanas más necesitados? Por
ejemplo, en Roma, estos días hemos visto tantos problemas sociales: la lluvia
que ha provocado tantos daños a barrios enteros; la falta de trabajo, provocada
por esta crisis social en todo el mundo... Me pregunto y cada uno de nosotros
preguntémonos: yo que voy a Misa, ¿cómo vivo esto? ¿Me preocupa ayudar? ¿Me
acerco? ¿Rezo por ellos que tienen este problema? O soy un poco indiferente...
O quizá me preocupo de charlar: '¿Pero has visto cómo estaba vestida aquella o
cómo estaba vestido aquel?' A veces se hace esto, ¿no? Después de Misa, ¿o no?
¡Se hace! ¿Eh? ¡Y eso no se tiene que hacer! Tenemos que preocuparnos por
nuestros hermanos y hermanas que tienen una necesidad, una enfermedad, un
problema... Pensemos, nos hará bien hoy, pensemos en estos hermanos y hermanas
que tienen hoy problemas aquí en Roma. Problemas por culpa de la lluvia, por
esta tragedia de la lluvia, y problemas sociales de trabajo. Pidamos a Jesús, a
este Jesús que recibimos en la Eucaristía, que nos ayude a ayudarles.
Un segundo indicio, muy importante, es la gracia
de sentirnos perdonados y dispuestos a perdonar. A veces alguno pregunta:
‘¿Para qué se debería ir a la iglesia, dado que el que participa habitualmente
en la Santa Misa es pecador como los demás?’ ¿Cuántas veces hemos escuchado
esto? En realidad, quien celebra la Eucaristía no lo hace porque se considera o
quiere parecer mejor que los demás, sino precisamente porque se reconoce
siempre necesitado de ser acogido y regenerado por la misericordia de Dios,
hecha carne en Jesucristo. Si cada uno de nosotros no se siente necesitado de la
misericordia de Dios, no se siente pecador, es mejor que no vaya a Misa, ¿eh?
¿Por qué? Nosotros vamos a Misa, porque somos pecadores y queremos recibir el
perdón de Jesús. Participar de su redención, de su perdón. Ese ‘Yo confieso’
que decimos al principio no es un pro forma, ¡es un verdadero acto de
penitencia! Soy pecador, me confieso. ¡Así empieza la Misa! No debemos nunca
olvidar que la Ultima Cena de Jesús ha tenido lugar “en la noche en que iba a
ser entregado” (1 Cor 11, 23). En ese pan y en ese vino que ofrecemos y en
torno al cual nos reunimos se renueva cada vez el don del cuerpo y de la sangre
de Cristo para la remisión de nuestros pecados. ¿Eh? Tenemos que ir a Misa
humildemente, como pecadores. Y el Señor nos reconcilia.
Un último indicio precioso nos lo ofrece la
relación entre la celebración eucarística y la vida de nuestras comunidades
cristianas. Es necesario tener siempre presente que la Eucaristía no es algo
que hacemos nosotros; no es una conmemoración nuestra de aquello que Jesús ha dicho
e hecho. No. ¡Es precisamente una acción de Cristo! Es Cristo que actúa ahí,
que está sobre el altar. Y Cristo es el Señor. Es un don de Cristo, el cual se
hace presente y nos reúne en torno a sí, para nutrirnos de su Palabra y de su
vida. Esto significa que la misión y la identidad misma de la Iglesia surgen de
allí, de la Eucaristía, y allí toman siempre forma. Una celebración puede
resultar también impecable desde el punto de vista exterior. ¡Bellísima! Pero
si no nos conduce al encuentro con Jesucristo, corre el riesgo de no traer
ningún alimento a nuestro corazón y a nuestra vida. A través de la Eucaristía,
en cambio, Cristo quiere entrar en nuestra existencia y permearla de su gracia,
para que en cada comunidad cristiana haya coherencia entre liturgia y vita. El
corazón se llena de confianza y de esperanza pensando en las palabras de Jesús
recogidas en el evangelio: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida
eterna y yo lo resucitaré en el último día” (Jn 6, 54). Vivamos la Eucaristía
con espíritu de fe, de oración, de perdón, de penitencia, de alegría
comunitaria, de preocupación por los necesitados, y por las necesidades de
tantos hermanos y hermanas, en la certeza de que el Señor realizará aquello que
nos ha prometido: la vida eterna. ¡Así
sea !
El Papa en Sta. Marta: se puede
perder la fe por la vanidad y hallarla por la humildad
Francisco en la homilÍa del jueves
invita a ser como la mujer cananea del Evangelio de hoy, que busca a Dios y se
deja llevar por el Espíritu Santo
CIUDAD DEL VATICANO, 13 de febrero de 2014 (Zenit.org) - Un creyente
puede perder la fe por sus pasiones y vanidad, mientras que un pagano puede convertirse
en creyente a través de su humildad. Esta ha sido la idea que ha desarrollado
el papa Francisco esta mañana en la homilía de la misa de Santa Marta.
Las lecturas del día invitan a reflexionar sobre un
doble camino: "de la idolatría al Dios viviente" y, al contratio,
"del Dios viviente hacia la idolatría".
La meditación del Santo Padre ha surgido del
Evangelio, que narra la historia de una mujer valiente, la cananea, pagana, que
pide a Jesús que libre a su hija del demonio. Francisco ha señalado que es una
madre "desesperada", y una madre "frente a la salud de su hijo,
hace de todo".
Así, el Papa ha indicadoo que "Jesús le explica
que ha venido primero para las ovejas de la casa de Israel, pero se lo explica
con un lenguaje duro: 'Deja primero que se sacien los hijos, porque no está
bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perros'. Esta mujer, que
ciertamente no había ido a la universidad, sabía cómo responder".
Esta mujer - ha indicado Francisco - "no
tuvo vergüenza" y por su fe, Jesús, "le hizo el milagro". Y ha
añadido: "se había expuesto al riesgo de hacer el ridículo, pero ha
insistido, y del paganismo y de la idolatría ha encontrado la salud para su
hija y para ella ha encontrado al Dios viviente. Este es el camino de una persona
de buena voluntad, que busca a Dios y lo encuentra. El Señor la bendice.
¡Cuánta gente hace este camino y el Señor la espera! Pero es el mismo Espíritu
Santo que le lleva adelante para hacer este camino. Cada día en la Iglesia del
Señor hay personas que hacen este camino, silenciosamente, para encontrar al
Señor, porque se dejan llevar adelante por el Espíritu Santo".
Pero - ha advertido el Pontífice - también existe
el camino contrario, el de Salomón en la Primera Lectura. Como ha recordado el
Papa, Salomón era el hombre más sabio de la tierra, había recibido de Dios
grandes bendiciones, tenía una fama universal, todo poder, era un creyente en
Dios, pero "¿qué ha sucedido?". "Le gustaban las mujeres y tenía
muchas concubinas paganas que le han hecho "desviar el corazón para seguir
a otros dioses" y así introdujo los ídolos en Israel. Y estas mujeres - ha
proseguido - han debilitado el corazón de Salomón lentamente, lentamente. Su
corazón no permaneció íntegro con el Señor, como el corazón de David, su padre.
Francisco lo ha explicado del siguiente modo: "Su corazón se debilitó, se
debilitó así y ha perdido la fe. Ha perdido la fe. El hombre más sabio del
mundo se ha dejado llevar por un amor indiscreto, sin discreción; se ha dejado
llevar por sus pasiones. 'Pero padre, ¡Salomón no ha perdido la fe, él creía en
Dios y era capaz de recitar la Biblia!' Sí, es verdad, pero tener fe no significa
ser capaces de recitar el Credo. Pero tú puedes recitar el Credo y haber
perdido la fe".
A continuación, el Santo Padre ha indicado que
Salomón "era un pecador, como su padre David. Pero después ha seguido
adelante y de pecador se ha convertido en corrupto. Su corazón era corrupto,
por esta idolatría. Su padre era pecador, pero el Señor le había perdonado todo
los pecados, porque él era humilde y pedía perdón". Salomón, sin embargo,
era "muy sabio", "pero la vanidad y sus pasiones le han llevado
a la corrupción. Y precisamente es en el corazón donde se pierda la fe",
ha observado.
Para concluir, Francisco ha afirmado que "la
semilla maligna de las pasiones ha crecido en el corazón de Salomón y le ha
llevado a la idolatría. Y hemos escuchado, después de la Primera Lectura, en el
Aleluya, este buen consejo: 'Acoged con docilidad la Palabra' - con docilidad -
'la Palabra que ha sido plantada en vosotros puede llevaros a la salvación'.
Hagamos el camino de esa mujer cananea, de esa mujer pagana, acogiendo la
Palabra de Dios, que ha sido plantada en nosotros y que nos llevará a la
salvación. Que la Palabra de Dios, poderoso, nos mantenga en este camino y no
permita que acabemos en la corrupción y ésta nos lleve a la idolatría".
14.02.14
A continuación dijo:
16.02.14
El papa Francisco encontró a miles
de novios por el día de San Valentín
En el Vaticano unas 25 mil parejas
hicieron fiesta y recibieron al Santo Padre que ilustró la belleza del sí para
siempre
CIUDAD DEL VATICANO, 14 de febrero de 2014 (Zenit.org) - En una
mañana con un sol radiante después de varias semanas de intensa lluvia, unas 25
mil parejas se reunieron hoy en Roma, en la plaza de San Pedro, para festejar
San Valentín junto al papa Francisco.
Una fiesta para recordar la belleza del sí para
siempre en la que música, poesías, testimonios, prepararon el ambiente para la
llegada del Papa que poco después del medio día llegó despertando una ovación.
La iniciativa organizada por el Pontificio Consejo
para la Familia, contó con confirmaciones de 28 países del mundo. “Un tal éxito
de la iniciativa no estaba previsto hace tres semanas atrás” indicó Mons.
Vincenzo Paglia, presidente del dicasterio. Y añadió: “Demuestra que hay
jóvenes que van contracorriente y desean que su amor dure para siempre y sea
bendecido por Dios, mismo en un mundo en el que viven no crea que esa relación
dure eternamente y prefiere que cada uno piense sólo a sí mismo”.
Se escucharon canciones como: 'Vorrei trovarti fra
cent'anni' o “A te che sei l'unica al mondo...”
Uno de ellos contó algunas historias divertidas
como que su novia le había pedido 'un diamante' pero que el verdadero diamante
fue ese 'sí' delante del altar. O el testimonio de un periodista
estadounidense con una joven inglesa que se conocieron al visitar el pesebre en
la Plaza de San Pedro... Y el noviazgo crece hasta que llega el matrimonio.
También presente, un matrimonio de media edad,
casado hace 35 años. Ella y él se conocieron en un campo de verano.
Él, ateo, no creía en una unión para toda la vida y ella, poco practicante,
hasta que la invitaron a un encuentro y descubrió a Jesús. Ella lo invita a él.
Poco después de las 12 llegó el Papa en el jeep,
mientras sonaba el canto de la Jornada Mundial de la Juventud, en medio de la
ovación de las casi 25 mil parejas.
Mons Paglia, tras recordar que San Valentín era
obispo de la ciudad de Terni que fue martirizado tras casar a un soldador
romano con una cristiana, indicó que estos jóvenes presentes en la plaza
quieren 'un sí para siempre' en una cultura de lo provisorio y de lo
descartable.
A continuación tres parejas le hicieron una a la
vez, una pregunta al Papa, que las respondió, y aunque precisó que las
preguntas se las habían hecho antes y que por lo tanto había preparado las
respuestas, aunque si bien leyó parte de estas, otra parte las respondió
improvisando y despertando aplausos y entusiasmo, como es su estilo.
15.02.14
El Papa en el ángelus: Jesús nos
recuerda que también las palabras pueden asesinar
Texto completo. Para tener
comportamientos buenos no bastan las normas jurídicas, hay que tener
motivaciones nacidas de la sabiduría de Dios, acogida gracias al Espíritu Santo
CIUDAD DEL VATICANO, 16 de febrero de 2014 (Zenit.org) - Ante una
plaza de San Pedro abarrotada de gente, en un luminoso domingo de invierno
templado por el sol de Roma, el papa Francisco rezó el ángelus y dirigió a los
presentes las siguientes palabras.
“Queridos
hermanos y hermanas,
'¡Buon
giorno!'
El evangelio de este domingo es parte del llamado
“discurso de la montaña”, la primera gran predicación de Jesús. Hoy el tema es
la actitud de Jesús ante las leyes judías. Él afirma: “No crean que yo haya
venido para abolir la ley o los profetas; no vine a abolirla pero a darle pleno
cumplimiento”.
Jesús por lo tanto no quiere borrar los mandamientos
que el Señor ha dado por medio de Moisés, sino que quiere llevarlos a su
plenitud. Y en seguida después añade que este “cumplimiento” de la Ley requiere
una justicia superior, una observancia más auténtica. Dice, de hecho a sus
discípulos: “Si vuestra justicia no superará la de los escribas y los fariseos,
no entrareis en el reino de los cielos”.
Pero, ¿qué significa este “pleno cumplimiento” de la
Ley? ¿Y en qué consiste esta justicia superior? Jesús mismo nos responde con
algunos ejemplos. Jesús era práctico y hablaba con ejemplos para hacerse
entender.
Compara la
Ley antigua y lo que Él nos dice. Inicia desde el quinto mandamiento
del decálogo: “Han entendido lo que le ha sido
dicho a los antiguos: “No matarás”, … Pero yo les digo: cualquiera que se
encoleriza con su hermano deberá ser sujetado a juicio”. ¡Con esto Jesús nos
recuerda que también las palabras pueden asesinar! Cuando se dice de una
persona que tiene la lengua de víbora significa que sus palabras
asesinan. Por lo tanto, no solamente hay que evitar atentar contra la vida
del prójimo, pero ni siquiera volcarle el veneno de la ira, ni golpearlo con la
calumnia y ni siquiera hablar mal de él.
Llegamos a los chismes, los chismeríos puede
también asesinar la reputación de las personas. Al inicio puede parecer algo
divertido, como un caramelo, pero al final nos llena el corazón de amargura y
nos mata también a nosotros. Estoy convencido que si cada uno de nosotros
hace el propósito de evitar los chismes, se volvería santo. Es un hermoso
camino, ¿Queremos ser santos?, o ¿queremos aferrarnos a los chismes como
costumbre? ¿sí o no? Entonces, nunca hay que hacer chismes.
Jesús propone a quien lo sigue la perfección del
amor: un amor cuya única medida es la de no tener medida: de ir más allá de
cualquier cálculo. El amor al prójimo es una actitud de tal manera frontal que
Jesús llega a afirmar que nuestra relación con Dios no puede ser sincera si no
queremos entablar paz con nuestro prójimo.
Y dice así: “Si por lo tanto su presentas tu
oferta al altar y allí te recuerdas que tu hermano tiene algo en contra de ti,
deja allí tu don delante del altar, y ve antes a reconciliarte con tu
hermano”. Por ello estamos llamados a reconciliarnos con nuestros hermanos
antes mismo de manifestar nuestra devoción al Señor con la oración.
De todo esto se entiende que Jesús no da
importancia simplemente a la observancia de la disciplina y de la conducta
exterior. Él va a la raíz de la Ley, apuntando sobre todo en la intención y por
lo tanto al corazón del hombre, desde donde nacen todas nuestras acciones,
buenas o malvadas.
Para obtener comportamientos buenos y honestos no
son suficientes las normas jurídicas, sino que es necesario tener motivaciones
profundas, expresión de una sabiduría escondida: la sabiduría de Dios, que
puede ser acogida gracias al Espíritu Santo. Y nosotros a través de la fe
en Cristo podemos abrirnos a la acción del Espíritu, que nos vuelve capaces de
vivir el amor Divino.
A la luz de esta enseñanza, cada precepto revela
su pleno significado como exigencia de amor, y todos se unen en el mandamiento
más grande: ama a Dios con todo tu corazón y ama al prójimo como a ti mismo”.
Después de estas palabras el Santo Padre rezó el Angelus.A continuación dijo:
Saludo con afecto a los peregrinos presentes, a
las familias, a las parroquias y a los jóvenes de tantos países del
mundo. En particular saludo a los numerosos fieles de la República Checa,
que han acompañado a sus obispos en la visita 'ad limina'. Y a los
españoles que llegan de la diócesis de Orihuela-Alicante, Jerez de la Frontera,
Cádiz y Ceuta.
Saludo a los grupos parroquiales de Calenzano,
Aversa y Nápoles, a los de Santa María Regina Pacis en Ostia y de Sant’Andrea
Avellino en Roma. También al Movimiento de jóvenes Guaneliano, a los muchachos
del Movimiento Arcobaleno de la ciudad de Módena, y al coro Santo Stéfano de la
localidad de Caorle. También saludo al grupo de militares italianos.
Y a todos les deseo una: '¡buona domenica e buon pranzo!'16.02.14
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