"Jesús le llamó y vaya si ha respondido"
Hoy Pedro se llama Francisco
"Me pregunto si llegada la hora del gallo no se irán del 'patio'"
Emilio Pinto, 26 de enero
de 2014 a
las 09:08
No hay día sin buena noticia, no hay
día que se muerda los labios, no hay día que deje de buscar a la oveja perdida,
ni día que no este con los pobres, y mucho menos, día en que no prefiera el
amor a la ley
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(Emilio Pinto).- En las orillas del Lago Tiberiades donde Jesús llamó a Pedro, su voz ha recorrido siglos y geografía para llamar hoy a Francisco.
Y Francisco ha respondido, y vaya si ha respondido. No hay día sin buena noticia, no hay día que se muerda los labios, no hay día que deje de buscar a la oveja perdida, ni día que no este con los pobres, y mucho menos, día en que no prefiera el amor a la ley. Su mensaje es el mismo mensaje de quien le ha llamado:
- "Pero al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgasen al cuello una piedra de molino, de las que mueve un asno, y lo hundieran en el fondo del mar". Mateo 18, 6
Y ha preferido zapatos viejos a zapatos rojos, ir solo de blanco, viajar en coches humildes, no llevar cristales blindados, ha dejado su vida al total servicio y disponibilidad de la humanidad. Hace falta mucha santidad para arriesgar a diario la vida, y vivir en Santa Marta y celebrar a diario en un sitio sencillo, y hablar de trata de novicias y de aquellos que quieren hacer su Iglesia particular.
Tenemos muchas cosas que cambiar como católicos, todos lo sabemos, pero no se trata de cambiar a nuestro antojo, se trata, creo yo, primero de dejar de conspirar unos contra otros: ovejas contra pastores, seglares contra clérigos, clérigos contra clérigos, movimientos contra movimientos, ordenes contra ordenes. Se trata de ser coherentes y dedicarnos a trasmitir el mensaje y para eso, los padres que no tienen fe y que no quieren que sus hijos la tengan no deberían mandar a sus hijos a colegios religiosos y si lo hacen deberían de saber que allí, en esas escuelas se trasmiten el mensaje de Jesucristo.
Lo primero es dejar nuestro corazón libre para amar.
Francisco ha venido a servir con humildad y cariño y así vino Jesús y fue crucificado. En parte, algo de nosotros crucifica hoy a los demás, crucifica a Francisco, a nuestros obispos, a nuestros sacerdotes, a nuestros hermanos. Se puede corregir a los demás, claro que sí, pero para corregir no hace falta dañar. Y al Papa Francisco, algunos le llevan ya por "la quinta estación"...
Es un privilegio estar en esta orilla pero: ¿De qué sirve venir hasta aquí si algo en mí no cambia? ¿De qué sirve ir a la Iglesia, de qué sirve llegar hasta Roma o considerarse católico si algo en mi no cambia?
Aquí empezó todo, aquí continua todo pero: ¿De verdad estoy dispuesto a cambiar lo que hoy me pida el pastor de la Iglesia, el Papa Francisco? No quiero ni escuchar esa frase que algunos dicen: "Ya pasará y vendrá otro" . No se trata de pasar, si creemos de verdad en la voluntad de Dios, El Papa es Francisco por voluntad de Dios y yo debo de saber cumplir su voluntad.
¿Por qué no llegan a convertirse en actitudes sus palabras? ¿Quién quiere impedir la pesca milagrosa?
Rezo por el Papa, que como a Jesús muchos le siguen y me pregunto si llegada la hora del gallo no se irán del "patio" para evitar la pregunta.
¡Estad alertas no vaya a ser que el gallo ya nos haya cantado alguna vez al oído!
Rezo por todos los hermanos, por los creyentes en el Papa y por los ateos, por los indiferentes , pero en especial rezo por aquellos que le atacan públicamente para que dejen de ser el nuevo Sanedrín.
Desde Tiberiades donde Jesús me pregunta cuánto le amo he tenido la necesidad de gritaros que le amo, de escribir hoy que también amo al que Él ha puesto hoy como Pastor de la Iglesia, como pastor de esta oveja descarriada que soy yo
Francisco: '¿Qué estarán haciendo las monjas que no pueden atender?
El Santo Padre llama por teléfono a un convento español de las carmelitas descalzas
ROMA, 04 de enero de 2014 (Zenit.org) - “¿Qué
estarán haciendo estas monjas que no pueden atender? Soy el papa
Francisco y quería saludarlas en este fin de año. Voy a ver si más tarde
las puedo llamar. Que Dios les bendiga".
Este mensaje fue el que las carmelitas descalzas del convento español de Lucena escucharon el 31 de diciembre en su secretaría telefónica. El mensaje al que no le falta un pizco de ironía, causó claramente un revuelo en el convento. La priora, sor Adriana de Jesús Resucitado contó que cuando llegó la llamada telefónica estaban cumpliendo el programa cotidiano. "Nos dio mucha pena, pero como dijo que lo iba a volver a intentar esperábamos a ver si nos llamaba".
Y así fue, el Santo Padre volvió a llamarlas por teléfono poco antes de las 19,30 horas y allí estaban todas. Conversó con sor Adriana, la priora del convento y todas las otras religiosas. Bendijo a las cinco, tres de las cuales son argentinas, a las que conoce personalmente. Las otras dos son una Venezolana y otra de la misma ciudad de Lucena. La llamada duró unos 20 minutos. "Le indicamos que estábamos en un barrio de la periferia de Lucena, en donde a pesar de que lo pasan mal a él le quieren mucho". Y el Santo Padre pido entonces que a todo el mundo le digan que el papa les manda un saludo y su bendición" y les reiteró "No se vayan a olvidar, eh?". Les preguntó si tenían la exhortación 'Evangelii gaudium' y prometió que les enviaría un ejemplar.
05.01.14
Este mensaje fue el que las carmelitas descalzas del convento español de Lucena escucharon el 31 de diciembre en su secretaría telefónica. El mensaje al que no le falta un pizco de ironía, causó claramente un revuelo en el convento. La priora, sor Adriana de Jesús Resucitado contó que cuando llegó la llamada telefónica estaban cumpliendo el programa cotidiano. "Nos dio mucha pena, pero como dijo que lo iba a volver a intentar esperábamos a ver si nos llamaba".
Y así fue, el Santo Padre volvió a llamarlas por teléfono poco antes de las 19,30 horas y allí estaban todas. Conversó con sor Adriana, la priora del convento y todas las otras religiosas. Bendijo a las cinco, tres de las cuales son argentinas, a las que conoce personalmente. Las otras dos son una Venezolana y otra de la misma ciudad de Lucena. La llamada duró unos 20 minutos. "Le indicamos que estábamos en un barrio de la periferia de Lucena, en donde a pesar de que lo pasan mal a él le quieren mucho". Y el Santo Padre pido entonces que a todo el mundo le digan que el papa les manda un saludo y su bendición" y les reiteró "No se vayan a olvidar, eh?". Les preguntó si tenían la exhortación 'Evangelii gaudium' y prometió que les enviaría un ejemplar.
05.01.14
El Santo Padre en el ángelus: Jesús
es paciente, sabe esperar y nos espera siempre
Nosotros debemos dar testimonio con
alegría de este mensaje del evangelio de vida y de luz, de esperanza y de amor.
Texto completo
CIUDAD DEL VATICANO, 05 de enero de 2014 (Zenit.org) - El papa
Francisco rezó este domingo la oración del ángelus desde el estudio pontificio,
y asomado en la ventana del mismo que da hacia la plaza de San Pedro dirigió a
los miles de peregrinos que la llenaban las siguientes palabras.
“Queridos hermanos y hermanas, ¡buen día!
La liturgia nos repropone, en el prólogo del evangelio
de san Juan, el significado más profundo de la Navidad de Jesús. Él es la
Palabra de Dios que se ha hecho hombre y ha puesto su “carpa” su habitación
entre los hombres. Escribe el evangelista: “El Verbo de Dios se ha hecho carne
y vino a habitar entre nosotros”.
¡En estas palabras que no terminan nunca de
maravillarnos esta todo el cristianismo! ¡Dios se ha hecho mortal, frágil como
nosotros y ha compartido nuestra condición humana excepto el pecado, pero sí
tomó sobre sí mismo los nuestros, como si fueran propios y ha entrado en esta
historia y se ha vuelto plenamente el Dios con nosotros!
El nacimiento de Jesús, entonces nos muestra que Dios
ha querido unirse a cada hombre y a cada mujer, a cada uno de nosotros para
comunicarnos su vida y su alegría. Así Dios, es Dios con nosotros, el Dios que
nos ama, Dios que camina con nosotros. Éste es el mensaje de Navidad. El Verbo
se hizo carne. Así la Navidad nos revela el amor inmenso de Dios por la
humanidad.
De aquí deriva también el entusiasmo, la
esperanza de nosotros cristianos, queen nuestra pobreza sabemos que somos
amados, visitados y acompañados por Dios. Y miramos al mundo y a la historia
como el lugar en el cual caminar junto a Él y entre nosotros, hacia cielos
nuevos y tierra nueva.
Con el nacimiento de Jesús ha nacido una promesa
nueva, un mundo nuevo, pero un mundo que puede ser siempre renovado. Dios está
siempre presente para suscitar hombres nuevos, para purificar el mundo del
pecado que lo envejece, del pecado que lo corrompe. Por cuanto la historia
humana y aquella personal de cada uno de nosotros pueda ser marcara por las
dificultades y las debilidades, la fe en la Encarnación nos dice que Dios es
solidario con el hombre y con su historia.
Esta proximidad de Dios al hombre, a cada hombre,
a cada uno de nosotros ¡es un don que no tiene fin! Él está con nosotros, Él es
Dios con nosotros y esta proximidad no tiene ocaso. Aquí está el anuncio gozoso
de la Navidad: la luz divina que inundó los corazones de la Virgen María y de
san José, y que guió los pasos de los pastores y de los magos, brilla también
hoy ante nosotros.
En el misterio de la Encarnación del Hijo de
Dios, hay también un aspecto relacionado con la libertad humana, la libertad de
cada uno de nosotros. De hecho el Verbo de Dios pone su carpa entre nosotros,
pecadores y necesitados de misericordia. Y todos nosotros tenemos que apurarnos
a recibir la gracia que Él nos ofrece. En cambio, prosigue el evangelio de san
Juan, “los suyos no lo recibieron”.
“También nosotros tantas veces lo rechazamos,
preferimos quedarnos cerrados en nuestros errores, en la angustia de nuestros
pecados. ¡Pero Jesús no desiste y no deja de ofrecer a sí mismo y su gracia que
nos salva! Jesús es paciente, sabe esperar y nos espera siempre.
Este es un mensaje de salvación, antiguo y
siempre nuevo. Y nosotros estamos llamados a dar testimonio con alegría de este
mensaje del evangelio de la vida y de luz, de esperanza y de amor. Porque el
mensaje de Jesús es este: vida, luz, esperanza, amor.
María, Madre de Dios y nuestra tierna Madre, nos
sostenga siempre, para que seamos fieles a la vocación cristiana y podamos
realizar los deseos de justicia y de paz que llevamos en nosotros al inicio de
este nuevo año”.
A continuación el Santo Padre rezó la oración del ángelus y
después anunció su viaje a Tierra Santa.
"En el clima de alegría típico de este
tiempo de Navidad, deseo anunciar que del 24 al 26 de mayo próximo, Dios
mediante, cumpliré una peregrinación a Tierra Santa". La finalidad
principal es conmemorar el histórico encuentro entre el papa Pablo VI y el patriarca
Atenagora, exactamente el 5 de enero, como hoy, de hace cincuenta años atrás.
Las etapas serán tres: Amman, Belén y Jerusalén,
tres días. En el Santo Sepulcro celebraremos un encuentro ecuménico con todos
los representantes de las Iglesias cristianas de Jerusalén, junto al patriarca
Bartolomé de Constantinopla. Desde ya les pido que recen por esta peregrinación
que será una peregrinación de oración.
En las semanas pasadas me han llegado desde todas
las partes del mundo tantos mensajes de felicitaciones por la Santa Navidad y
por Año Nuevo. ¡Me gustaría, pero lamentablemente es imposible responderles a
todos! Por ello quiero agradecerles de corazón a los niños, por sus lindos
dibujos, los niños hacen lindos dibujos, que son realmente lindos, lindos.
Agradezco a los jóvenes y a los ancianos, a las familias, a las comunidades
parroquiales y religiosas, a las asociaciones, movimientos y diversos grupos
que han querido manifestarme su afecto y cercanía. Les pido que sigan rezando
por mí, lo necesito, y rezar por este servicio a la Iglesia.
Y ahora saludo con afecto a ustedes, queridos
peregrinos presentes hoy, en particular a la Asociación Italiana Maestros
Católicos: les animo en su trabajo educativo, ¡es muy importante!
Saludo a los fieles de 'Arco di Trento e
Bellona', a los jóvenes de Induno Olona y a los grupos de Crema y de Mantova
que trabajan con personas diversamente hábiles. Saludo también al nutrido grupo
de marineros brasileños. Y a todos les deseo una ¡“buona domenica e buon
pranzo!”.
06.01.14
Francisco en la fiesta de la
Epifanía: Custodiemos la fe con la santa 'astucia'
Texto completo. Ante una basílica
vaticana repleta invita a buscar la Luz como los Magos
CIUDAD DEL VATICANO, 06 de enero de 2014 (Zenit.org) - En la
solemnidad de la Epifanía del Señor, el papa Francisco ha celebrado esta
mañana, a las 10 horas, la Santa Misa en la basílica vaticana.
A continuación les ofrecemos el texto completo de la
homilía que el santo padre ha pronunciado después de la proclamación del
Evangelio y el anuncio del día de Pascua, que este año se celebrará el 20 de
abril.
«Lumen requirunt lumine». Esta sugerente
expresión de un himno litúrgico de la Epifanía se refiere a la experiencia de
los Magos: siguiendo una luz, buscan la Luz.
La estrella que aparece en el cielo enciende en su mente y en su corazón una
luz que los lleva a buscar la gran Luz de Cristo. Los Magos siguen fielmente
aquella luz que los ilumina interiormente y encuentran al Señor.
En este recorrido que hacen los Magos de Oriente
está simbolizado el destino de todo hombre: nuestra vida es un camino,
iluminados por luces que nos permiten entrever el sendero, hasta encontrar la
plenitud de la verdad y del amor, que nosotros cristianos reconocemos en Jesús,
Luz del mundo. Y todo hombre, como los Magos, tiene a disposición dos grandes
"libros" de los que sacar los signos para orientarse en su
peregrinación: el libro de la creación y el libro de las Sagradas Escrituras.
Lo importante es estar atentos, vigilantes, escuchar a Dios que nos habla. Como
dice el Salmo, refiriéndose a la Ley del Señor: «Lámpara es tu palabra para mis
pasos, / luz en mi sendero» (Sal 119,105). Sobre todo, escuchar el
Evangelio, leerlo, meditarlo y convertirlo en alimento espiritual nos permite
encontrar a Jesús vivo, hacer experiencia de Él y de su amor.
En la primera Lectura resuena, por boca del
profeta Isaías, el llamado de Dios a Jerusalén: «¡Levántate, brilla!» (60,1).
Jerusalén está llamada a ser la ciudad de la luz, que refleja en el mundo la
luz de Dios y ayuda a los hombres a seguir sus caminos. Ésta es la vocación y
la misión del Pueblo de Dios en el mundo. Pero Jerusalén puede desatender esta
llamada del Señor. Nos dice el Evangelio que los Magos, cuando llegaron a
Jerusalén, de momento perdieron de vista la estrella. No la veían más.
En especial, su luz falta en el palacio del rey
Herodes: aquella mansión es tenebrosa, en ella reinan la oscuridad, la
desconfianza, el miedo. De hecho, Herodes se muestra receloso e inquieto por el
nacimiento de un frágil Niño, al que ve como un rival. En realidad, Jesús no ha
venido a derrocarlo a él, ridículo fantoche, sino al Príncipe de este mundo.
Sin embargo, el rey y sus consejeros sienten que el entramado de su poder se
resquebraja, temen que cambien las reglas de juego, que las apariencias queden
desenmascaradas. Todo un mundo edificado sobre el poder, el prestigio y el
tener, entra en crisis por un Niño. Y Herodes llega incluso a matar a los
niños: «Matas el cuerpo de los niños, porque el temor te ha matado a ti el
corazón» - escribe san Quodvultdeus (Sermón 2 sobre el Símbolo: PL 40,
655). Es así. Tenía miedo y, por este miedo, ha enloquecido.
Los Magos consiguieron superar aquel momento
crítico de oscuridad en el palacio de Herodes, porque creyeron en las
Escrituras, en la palabra de los profetas que señalaba Belén como el lugar
donde había de nacer el Mesías. Así escaparon al letargo de la noche del mundo,
reemprendieron su camino y de pronto vieron nuevamente la estrella, llenándose
de «inmensa alegría» (Mt 2,10). Esa estrella que no se veía
en la mundanidad de aquel palacio.
Un aspecto de la luz que nos guía en el camino de
la fe es también la santa "astucia". Es también una virtud esta
santa "astucia". Se trata de esa sagacidad espiritual que nos
permite reconocer los peligros y evitarlos. Los Magos supieron usar esta
luz de "astucia" cuando, de regreso a su tierra, decidieron no pasar
por el palacio tenebroso de Herodes, sino marchar por otro camino. Estos sabios
venidos de Oriente nos enseñan a no caer en las asechanzas de las tinieblas y a
defendernos de la oscuridad que pretende cubrir nuestra vida. Ellos, con
esta santa astucia, han custodiado la fe. También nosotros debemos custodiar la
fe ante una oscuridad que, tantas veces, se disfraza de luz. Porque el
demonio, dice san Pablo, se viste de ángel de luz muchas veces. Y aquí
necesitamos la santa astucia para custodiar nuestra fe del canto de las sirenas
que te dicen: hoy tenemos que hacer esto o aquello. La fe es una gracia y
un don. Nos toca custodiarla con la santa astucia, con la oración y con la
caridad. Es necesario acoger en nuestro corazón la luz de Dios y, al mismo
tiempo, practicar aquella astucia espiritual que sabe armonizar la sencillez
con la sagacidad, como Jesús pide a sus discípulos: «Sean sagaces como
serpientes y simples como palomas» (Mt 10,16).
En esta fiesta de la Epifanía, que nos recuerda
la manifestación de Jesús a la humanidad en el rostro de un Niño, sintamos
cerca a los Magos, como sabios compañeros de camino. Su ejemplo nos anima a
levantar los ojos a la estrella y a seguir los grandes deseos de nuestro
corazón. Nos enseñan a no contentarnos con una vida mediocre, de "poco
calado", sino a dejarnos fascinar siempre por la bondad, la verdad, la
belleza… por Dios, que es todo eso en modo siempre mayor. Y nos enseñan a no
dejarnos engañar por las apariencias, por aquello que para el mundo es grande,
sabio, poderoso. No nos podemos quedar ahí. No podemos contentarnos con las
apariencias, con la fachada. Es necesario custodiar la fe, en este tiempo
es muy importante. Es necesario ir más allá de la oscuridad, más allá del canto
de las sirenas, de la mundanidad, de tantas modernidades de hoy. Tenemos
que ir más allá, hacia Belén, allí donde en la sencillez de una casa de la
periferia, entre una mamá y un papá llenos de amor y de fe, resplandece el Sol
que nace de lo alto, el Rey del universo. A ejemplo de los Magos, con nuestras
pequeñas luces buscamos la Luz. Busquemos la Luz y custodiemos la fe. Así
sea.
06.01.14
El Papa: 'Todos estamos llamados a
evangelizar y dialogar con el mundo'
Francisco escribe a las comunidades
de base brasileñas en ocasión del encuentro nacional
CIUDAD DEL VATICANO, 07 de enero de 2014 (Zenit.org) - "La
evangelización es un deber de toda la Iglesia, de todo el pueblo de Dios".
Lo ha escrito el papa Francisco en un mensaje al 13º encuentro nacional de las
comunidades eclesiásticas de base brasileñas, que comienza hoy en la ciudad de
Juazeiro do Norte. El tema del encuentro es "Justicia y profecía al
servicio de la vida", y concluye el día 11 de enero.
En el mensaje, según informa Radio Vaticano, el Papa
subraya que "todos debemos ser peregrinos, tanto en las zonas rurales como
en las ciudades, llevando la alegría del Evangelio a cada hombre y cada
mujer". El Papa confía a los participantes a la protección de la Virgen de
Aparecida e indica que el rol de las comunidades de base tiene la "misión
fundamental evangelizadora de la Iglesia". "Muchas veces - afirma el
Pontífice mencionando la Evangelii gaudium – aportan un nuevo fervor
evangelizador y una capacidad de diálogo con el mundo que renuevan la
Iglesia". Al mismo tiempo el Papa advierte que "es muy
saludable" que las comunidades de base "no pierdan el contacto con
esta realidad tan rica de las parroquias del lugar, y que se integren con gusto
en la pastoral orgánica de la Iglesia particular".
El papa Francisco finalmente dirige a los
participantes del encuentro la exhortación de san Pablo a los corintios:
"Ay de mí si no evangelizara".
08.01.14
Francisco en Sta. Marta: En el
corazón escuchar a Jesús y no a los falsos profetas
El Santo Padre recuerda la necesidad
de vigilar para elegir. 'Muchas veces nuestro corazón, con tantas cosas que van
y vienen, parece un mercado local: encuentras de todo'
CIUDAD DEL VATICANO, 07 de enero de 2014 (Zenit.org) - El
cristiano sabe vigilar su corazón para distinguir lo que viene de Dios y lo que
viene de los falsos profetas. Es lo que ha recordado el Santo Padre esta mañana
en la primera misa de Santa Marta tras las fiestas navideñas. El Papa ha
insistido en que la vida de Jesús es la del servicio y de la humildad.
"Una camino que todos los cristianos están llamados a seguir", ha
afirmado.
El papa Francisco ha desarrollado la homilía sobre el
"permaneced en el Señor", la exhortación del apóstol Juan de la
primera lectura de hoy. Un "consejo de vida" que Juan repite de forma
"casi obsesiva". El apóstol indica "una de las actitudes del
cristiano que quiere permanecer en el Señor: conocer qué sucede en el propio
corazón". Por esto advierte que es necesario no dar fe a cualquier
espíritu, sino de poner "a prueba a los espíritus".
El Papa ha invitado a saber "discernir los
espíritus", discernir si una cosa nos hace "permanecer en el Señor o
nos aleja de Él". Así, Francisco ha continuado matizando que "nuestro
corazón siempre tiene deseos, tiene anhelos, tiene pensamientos". Pero se
ha preguntado, "¿estos son del Señor o algunos de estos nos alejan del Señor?".
Por eso el apóstol Juan nos exhorta a "poner a prueba" lo que
pensamos y deseamos: "Si esto va en la línea del Señor, así irá bien, pero
si no va... Poner a prueba los espíritus para ver si son verdaderamente de
Dios, porque muchos falsos profetas proceden del mundo. Profetas y profecías o
propuestas: '¡Yo quiero hacer esto!' Pero no te lleva al Señor, te aleja de Él.
Por esto es necesaria la vigilancia. El cristiano
es un hombre o una mujer que sabe vigilar su corazón. Y muchas veces nuestro
corazón, con tantas cosas que van y vienen, parece un mercado local: de todo,
encuentras de todo allí... ¡Y no! Debemos saber -esto es del Señor o sto no lo
es- para permanecer en el Señor".
Por tanto, "¿cuál es el criterio para
entender si algo viene de Cristo o del anticristo?". El Papa ha afirmado
que san Juan tiene una idea clara y sencilla: "todo espíritu que reconoce
a Jesucristo, venido en la Carne, es de Dios. Todo espíritu que no reconoce a
Jesús no es de Dios: es el espíritu del anticristo". Pero, "¿qué
quiere decir reconocer que el Verbo ha venido en Carne?". El Pontífice ha
explicado que "reconocer el camino de Jesucristo", reconocer que Él,
"siendo Dios, se ha abajado, se ha humillado" hasta la "muerte
de cruz".
Así lo ha indicado Francisco: "Ese es el
camino de Jesucristo, el abajamiento, la humildad, también la humillación. Si
un pensamiento, si un deseo te lleva sobre ese camino de humildad, de
abajamiento, de servicio a los demás, es de Jesús. Pero si te lleva sobre el
camino de la suficiencia, de la vanidad, del orgullo, sobre el camino de un
pensamiento abstracto, no es de Jesús. Pensemos en las tentaciones de Jesús en
el desierto: las tres propuestas que hace el demonio a Jesús son propuestas que
querían alejarlo de este camino, el camino del servicio, de la humildad, la
humillación, la caridad. Pero la caridad hecha con su vida ¿no? A las tres
tentaciones Jesús dice no: 'No, este no es mi camino'".
Por ello, el Santo Padre ha invitado a todos a
pensar precisamente en lo que sucede en nuestro corazón. En lo que pensamos y
sentimos, en qué queremos, a examinar los espíritus. "¿Yo pongo a prueba
lo que pienso, lo que quiero, lo que deseo o lo tomo todo?", ha
preguntado.
Y así, para concluir, el papa Francisco ha
afirmado que "muchas veces, nuestro corazón es un camino, pasan todos por
allí... Poner a prueba. ¿Y elijo siempre las cosas que vienen de Dios? ¿Sé
cuales son las que vienen de Dios? ¿Conozco el verdadero criterio para
discernir mis pensamientos, mis deseos? Pensemos esto y no olvidemos que el
criterio es la Encarnación del Verbo. El Verbo ha venido a la carne: ¡esto es
Jesucristo! Jesucristo que se ha hecho hombre, Dios hecho hombre, se ha
abajado, se ha humillado por amor, para servirnos a todos nosotros. Y el
apóstol Juan nos conceda la gracia de conocer qué sucede en nuestro corazón y
tener la sabiduría de discernir lo que viene de Dios y lo que no viene de
Dios".
08.01.14
Texto completo de la catequesis de
Francisco en la audiencia del miércoles
El Papa explica que el Bautismo es
el sacramento sobre el que se fundamenta nuestra fe y nos hace miembros vivos
de Cristo y de su Iglesia
CIUDAD DEL
VATICANO, 08 de enero de 2014 (Zenit.org) - Queridos hermanos
y hermanas, ¡buenos días!
Hoy comenzamos una serie de catequesis sobre los
Sacramentos, y la primera es respecto al Bautismo. Por una feliz coincidencia,
el próximo domingo precisamente la fiesta del Bautismo del Señor.
1. El Bautismo es el sacramento sobre el que se
sustenta nuestra propia fe y que nos injerta como miembros vivos en Cristo y en
su Iglesia. Junto a la Eucaristía y la Confirmación forma la llamada
"Iniciación Cristiana", la cual constituye como un único gran evento
sacramental que nos configura al Señor y nos convierte en un signo vivo de su
presencia y de su amor.
Pero puede nacer en nosotros una pregunta: ¿es
realmente necesario el Bautismo para vivir como cristianos y seguir a Jesús?
¿No se trata en el fondo de un simple rito, un acto formal de la
Iglesia para dar el nombre al niño o a la niña? Es una pregunta que
puede surgir, ¿no? En este sentido, es esclarecedor lo que escribe el
apóstol Pablo: "¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en
Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte? A través del bautismo, pues,
fuimos sepultados con él en la muerte, para que al igual que Cristo resucitó de
los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros podamos
caminar en una vida nueva" (Rm 6,3-4). ¡Así que no es una formalidad! Es
un acto que afecta profundamente nuestra existencia. No es lo mismo, un
niño bautizado o un niño no bautizado. ¡No es lo mismo! No es lo mismo una
persona bautizada o una persona no bautizada. Nosotros con el bautismo
somos sumergidos en la fuente inagotable de la vida que es la muerte de Jesús,
el más grande acto de amor de toda la historia; y gracias a este amor podemos
vivir una nueva vida, ya no a merced del mal, el pecado y la muerte, sino en
comunión con Dios y con los hermanos.
2. Muchos de nosotros no tienen el más mínimo
recuerdo de la celebración de este Sacramento, y es obvio, si hemos sido
bautizados poco después del nacimiento. Pero yo he hecho esta pregunta dos
o tres veces, aquí en la plaza: quién de ustedes conoce la fecha de su
Bautismo, levante la mano. ¿Quién la sabe? ¿Eh, pocos, eh? Pocos. Pero es
importante, es importante conocer cuál ha sido el día en el que yo he sido
sumergido, puesto justamente en aquella corriente de salvación de Jesús. Y me
permito darles un consejo. Pero, más que un consejo, una tarea para hoy. Hoy,
en casa, busquen, pregunten la fecha del Bautismo y así sabrán cuál ha sido el
día tan bello del Bautismo. ¿Lo harán? No noto entusiamo, ¿eh? ¿Lo harán? ¡Eh,
sí! Porque es conocer una fecha feliz, aquella de nuestro Bautismo. El
riesgo de no saberlo es perder la conciencia de lo que el Señor ha hecho
en nosotros, del don que hemos recibido. Entonces llegamos a considerarlo sólo
como un evento que ha ocurrido en el pasado - y ni siquiera por nuestra propia
voluntad, sino por la de nuestros padres – por lo que ya no tiene ninguna
incidencia sobre el presente. Debemos despertar la memoria de nuestro
Bautismo: despertar la memoria del Bautismo. Estamos llamados a vivir
nuestro Bautismo todos los días, como una realidad actual en nuestra
existencia. Si conseguimos seguir a Jesús y a permanecer en la Iglesia, a pesar
de nuestras limitaciones, nuestras fragilidades y nuestros pecados es
precisamente por el Sacramento en el que nos hemos convertido en nuevas criaturas
y hemos sido revestidos de Cristo. Es en virtud del Bautismo, en efecto, que,
liberados del pecado original, estamos injertados en la relación de Jesús con Dios
Padre; que somos portadores de una esperanza nueva, porque el Bautismo nos da
esta esperanza nueva. La esperanza de ir por el camino de la salvación, toda la
vida. Y a esta esperanza nada y nadie la puede apagar, porque la esperanza no
defrauda. Acuérdense. Esto es verdad. La esperanza del Señor no defrauda nunca.
Gracias al Bautismo somos capaces de perdonar y de amar también a quien nos
ofende y nos hace mal; logramos reconocer en los últimos y en los pobres el
rostro del Señor que nos visita y se hace cercano. Y esto, el Bautismo, nos
ayuda a reconocer en el rostro de las personas necesitadas, en los que sufren,
también de nuestro prójimo, el rostro de Jesús. Es gracias a esta fuerza del
Bautismo.
3. Un último elemento importante: Les hago
una pregunta. ¿Una persona puede bautizarse a sí misma? ¡No oigo! ¿Están
seguros? No se puede bautizar. ¡Nadie puede bautizarse a sí mismo!
¡Ninguno! Podemos pedirlo, desearlo, pero siempre necesitamos a alguien que nos
confiera este Sacramento en el nombre del Señor. El Bautismo es un don que se
otorga en un contexto de interés e intercambio fraterno. Siempre, en la
historia, una bautiza al otro y el otro al otro.. Es una cadena. Una cadena de
gracia. Pero yo no me puedo bautizar a mí mismo. Se lo tengo que pedir a otro.
Es un acto de fraternidad. Un acto de filiación a la Iglesia. En su
celebración podemos reconocer los rasgos más genuinos de la Iglesia, que como
una madre sigue generando nuevos hijos en Cristo, en la fecundidad del Espíritu
Santo.
Entonces pidamos de corazón al Señor para que podamos experimentar cada vez
más, en la vida cotidiana, la gracia que hemos recibido en el Bautismo. Que
encontrándonos, nuestros hermanos puedan encontrar a verdaderos hijos de Dios,
a verdaderos hermanos y hermanas de Jesucristo, a verdaderos miembros de la
Iglesia.
¡Y no se olviden de la tarea de hoy! ¿Cuál era? Buscar,
preguntar la fecha de mi Bautismo. Como sé la fecha de mi nacimiento, también
tengo que conocer la fecha de mi Bautismo, porque es un día de fiesta. Gracias.
09.01.14
Francisco arremete contra "laicos, sacerdotes y obispos corruptos que se aprovechan de su situación"
Advierte ante las "actitudes hipócritas o legalistas" que alejan a la gente de la fe
"La novedad de Jesús es que consigo trae la Palabra de Dios, el mensaje de Dios"
Martes, 14 de enero de 2014
Cuatro
modelos de creyentes, para reflexionar sobre el verdadero testimonio del
cristiano. Y una denuncia clara y directa contra "laicos, sacerdotes y
obispos corruptos que se aprovechan de su situación". En la Misa matutina en Casa Santa
Marta, el Papa Francisco se inspiró en las figuras presentes en las lecturas
del día para subrayar que la novedad traída por Jesús es el amor de Dios por
cada uno de nosotros. Por tanto, puso en guardia contra actitudes hipócritas
o legalistas que alejan a la gente de la fe.
El
Papa Francisco se detuvo, en su homilía, en cuatro modelos de creyentes,
tomando ocasión de las lecturas del día: Jesús, los escribas, el sacerdote
Elí y sus dos hijos, también ellos sacerdotes. El Evangelio, observó, nos
dice "cuál era la actitud de Jesús en su catequesis", "enseñaba
como uno que tiene autoridad y no como los escribas". Estos últimos,
afirmó, "enseñaban, predicaban, pero ataban a la gente con tantas cosas
pesadas a los hombros que la pobre gente no podía seguir adelante".
"Y
Jesús mismo les dice que ellos no movían estas cosas ni con un dedo, ¿no? Y
después, dirá a la gente: ‘¡Haced lo que dicen pero no lo que hacen!'.
Gente incoherente... Pero siempre estos escribas, estos fariseos, es como si dieran
palos a la gente, ¿no? ‘Debéis hacer esto, esto y esto', a la pobre gente... Y
Jesús dice: ‘Pero así cerráis - ¡se lo dice a ellos! - la puerta del Reino de
los Cielos. ¡No dejáis entrar, y vosotros tampoco entráis!'. Es una manera, un
modo de predicar, de enseñar, de dar testimonio de su fe... Y así, cuantos hay
que creen que la fe es así...".
En
la Primera Lectura,
tomada del Libro de Samuel, añadió, encontramos la figura de Elí, "un
pobre sacerdote, débil, tibio" que "dejaba hacer muchas cosas malas
a sus hijos". Elí estaba sentado ante la puerta del Templo del Señor y
mira a Ana, una señora "que rezaba a su manera, pidiendo un hijo".
Esta mujer, afirmó el Papa, "rezaba como reza la gente humilde:
sencillamente, pero desde su corazón, con angustia". Ana "movía los
labios", como hacen "tantas buenas mujeres" "en nuestras
iglesias, en nuestros santuarios". Rezaba así "y pedía un
milagro". Y el anciano Elí la miraba y decía: "¡Esta está
bebida!" y "la despreció". Él, advirtió el Papa, "era el
representante de la fe, el dirigente de la fe, pero su corazón no sentía bien y
despreció a esta señora"
"Cuántas
veces el pueblo de Dios se siente no querido por aquellos que deben dar
testimonio: por los cristianos, por los laicos cristianos, por los sacerdotes, por
los obispos... ‘Pero, pobre gente, no entiende nada... Debe hacer un curso
de teología para entender bien'. Pero, ¿por qué tengo cierta simpatía por este
hombre? Porque en el corazón aún tenía la unción, porque cuando la mujer le
explica su situación, Elí le dice: ‘Vete en paz, y que el Dios de Israel te
conceda lo que has pedido. Sale la unción sacerdotal: pobre hombre, la había
escondido y su pereza... es un tibio. Y después acaba mal, pobrecito".
Sus
hijos, prosiguió, no se ven en el pasaje de la Primera Lectura,
pero eran los que gestionaban el Templo, "eran ladrones". "Eran
sacerdotes, pero ladrones". "Iban detrás del poder, detrás del
dinero - dijo el Papa - explotaban a la gente, se aprovechaban de las limosnas,
de los regalos" y "el Señor les castiga fuerte". Esta, observó,
"es la figura del cristiano corrupto", "del laico
corrupto, del sacerdote corrupto, del obispo corrupto, que se aprovecha de la
situación, de su privilegio de la fe, de ser cristiano" y "su
corazón acaba corrupto", como sucede a Judas. De un corazón corrupto,
prosiguió, sale "la traición". Judas "traiciona a Jesús".
Los hijos de Elí son por tanto el tercer modelo de creyente.
Y
el cuarto es Jesús. Y de Él la gente dice: "Este enseña como uno que tiene
autoridad: esta es una enseñanza nueva" ¿Pero donde está la novedad?, se
pregunta el Papa Francisco. Es "el poder de la santidad", "la
novedad de Jesús es que consigo trae la Palabra de Dios, el mensaje de Dios, es decir
el amor de Dios a cada uno de nosotros". Jesús, reafirmó, "acerca a
Dios a la gente y para hacerlo se acerca Él: está cerca de los pecadores".
Jesús, recordó el Papa, perdona a la adúltera, "habla de teología con la Samaritana, que no era
un angelito". Jesús, explica también, "busca el corazón de las
personas, Jesús se acerca al corazón herido de las personas. A Jesús sólo le
interesa la persona, y Dios". Jesús, subraya, "quiere que la gente
se acerque, que le busque y se siente conmovido cuando la ve como oveja sin
pastor". Y toda esta actitud, añadió, "es por lo que la gente
dice: ‘Pero, esta es una enseñanza nueva'". No, observó el Papa, "no
es una enseñanza nueva: es nueva la manera de hacerla. Es la transparencia
evangélica".
"Pidamos
al Señor que estas dos lecturas nos ayuden en nuestra vida de cristianos: todos.
Cada uno en su puesto. A no ser legalistas puros, hipócritas como los
escribas y los fariseos. A no ser corruptos como los hijos de Elí. A no ser
tibios como Elí, sino a ser como Jesús, con ese celo de buscar a la gente,
de curar a la gente, de amar a la gente y con esto decirle: ‘Pero si yo hago
esto así, piensa cómo te ama Dios, cómo es tu'. Esta es la enseñanza nueva que
Dios nos pide. Pidamos esta gracia".
Francisco en Sta. Marta: 'El amor de
Dios es eterno, concreto y artesanal'
El Santo Padre en la homilía de
este lunes explica que el Señor se involucra en la historia y va adelante con
nosotros
CIUDAD DEL VATICANO, 13 de enero de 2014 (Zenit.org) - El amor de
Dios ajusta nuestros errores, nuestras historias de pecadores, porque nunca nos
abandona, incluso si no entendemos este amor: es lo que ha afirmado el Papa
esta mañana durante la celebración de la misa en la capilla de la Casa Santa
Marta en este primer lunes del Tiempo Ordinario.
Jesús llama
a Pedro, Andrés, Santiago y Juan: están pescando, pero dejan enseguida las
redes y le siguen. Comentando el Evangelio del día, el Santo Padre subraya que
el Señor quiere preparar a sus discípulos para su nueva misión. "Es
precisamente de Dios, del amor de Dios" - dice el papa Francisco -
"preparar los caminos... preparar nuestras vidas, para cada uno de
nosotros. Él no nos hace cristianos por generación espontánea: ¡Él prepara!
Prepara nuestro camino, prepara nuestra vida, desde hace tiempo":
"Parece que Simón, Andrés, Santiago y Juan
hayan sido elegidos definitivamente aquí, ¡sí han sido elegidos! ¡Pero ellos en
este momento no han sido definitivamente fieles! Después de esta elección se
han equivocado, han hecho propuestas no cristianas al Señor: ¡han renegado al
Señor! Pedro en grado superlativo, los otros por temor: tienen miedo y se van.
Han abandonado al Señor. El Señor prepara. Y luego, después de la Resurrección,
el Señor ha tenido que continuar en este camino de preparación hasta el día de
Pentecostés. Y después de Pentecostés también, alguno de estos – Pedro, por
ejemplo – se ha equivocado y Pablo ha tenido que corregirlo. Pero el Señor
prepara".
Por lo tanto - prosigue el Pontífice - el Señor
"nos prepara desde hace tantas generaciones":
"Y cuando las cosas no van bien, Él se
involucra en la historia y arregla la situación y va adelante con nosotros.
Pero pensemos en la genealogía de Jesucristo, a esa lista: este genera a este,
este genera a este, este genera a este… En esa lista histórica hay pecadores y
pecadoras. Pero, ¿cómo lo ha hecho el Señor? Se ha mezclado, ha corregido el
camino, ha regulado las cosas. Pensemos en el gran David, un gran pecador, y
luego un gran santo. ¡El Señor lo sabe! Cuando el Señor nos dice ‘Con amor
eterno, Yo te he amado’ se refiere a esto. Desde hace muchas generaciones el
Señor ha pensado en nosotros, ¡en cada uno de nosotros!".
"Me gusta pensar - afirma el papa Francisco
- que el Señor tiene los sentimientos de la pareja que está esperando un hijo:
lo espera. Nos espera siempre en esta historia y luego nos acompaña a través de
la historia. Este es el amor eterno del Señor; ¡eterno, pero concreto! Incluso
un amor artesanal, porque Él va haciendo la historia, va preparando el camino
para cada uno de nosotros. Y este es el amor de Dios" que "¡nos ama
desde siempre y nunca nos abandona! Roguemos al Señor para conocer esta ternura
de su corazón". Y esto - observa - es "un acto de fe", y no es
fácil creer esto:
"Por qué nuestro racionalismo dice: ‘¿Cómo
el Señor, con la cantidad de personas que tiene, piensa en mí? Sin embargo, ¡me
ha preparado el camino a mí! Con nuestras madres, nuestras abuelas, nuestros
padres, nuestros abuelos y bisabuelos... El Señor lo hace así. Este es su amor:
concreto, eterno, y también artesanal. Oremos, pidiendo esta gracia de
comprender el amor de Dios. ¡Pero nunca se entiende! Se siente, se llora, pero
comprenderlo aquí, no se entiende. También esto nos dice lo grande que es este
amor. El Señor que nos prepara desde hace tiempo, camina con nosotros,
preparando a los otros. ¡Está siempre con nosotros! Pedimos la gracia de
comprender este gran amor con el corazón".
14.01.14
DISCURSO DEL SANTO PADRE
FRANCISCO
A LOS MIEMBROS DEL CUERPO DIPLOMÁTICO
ACREDITADO ANTE LA SANTA SEDE
A LOS MIEMBROS DEL CUERPO DIPLOMÁTICO
ACREDITADO ANTE LA SANTA SEDE
Sala Regia
Lunes 13 de enero de 2014
Lunes 13 de enero de 2014
Excelencias,
Señoras y Señores
Señoras y Señores
Es
ya una larga y consolidada tradición que el Papa encuentre, al comienzo de cada
año, al Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, para
manifestar los mejores deseos e intercambiar algunas reflexiones, que brotan
sobre todo de su corazón de pastor, que se interesa por las alegrías y dolores
de la humanidad. Por eso, el encuentro de hoy es un motivo de gran alegría. Y
me permite formularos a vosotros personalmente, a vuestras familias, a las
autoridades y pueblos que representáis mis mejores deseos de un 2014 lleno de
bendiciones y de paz.
Agradezco,
en primer lugar, al Decano Jean-Claude Michel, quien en nombre de todos ha dado
voz a las manifestaciones de afecto y estima que unen vuestras naciones con la Sede Apostólica.
Me alegra veros aquí, en tan gran número, después de haberos encontrado la
primera vez pocos días después de mi elección. Desde entonces se han acreditado
muchos nuevos embajadores, a los que renuevo la bienvenida, a la vez que no
puedo dejar de mencionar, entre los que nos han dejado, al difunto embajador
Alejandro Valladares Lanza, durante varios años Decano del Cuerpo diplomático,
y al que el Señor llamó a su presencia hace algunos meses.
El
año que acaba de terminar ha estado especialmente cargado de acontecimientos no
sólo en la vida de la Iglesia,
sino también en el ámbito de las relaciones que la Santa Sede mantiene con
los Estados y las Organizaciones internacionales. Recuerdo, en concreto, el
establecimiento de relaciones diplomáticas con Sudán del Sur, la firma de
acuerdos, de base o específicos, con Cabo Verde, Hungría y Chad, y la
ratificación del que se suscribió con Guinea Ecuatorial en el 2012. También en
el ámbito regional ha crecido la presencia de la Santa Sede, tanto en
América central, donde se ha convertido en Observador Extra-Regional ante el Sistema
de la
Integración Centroamericana, como en África, con la
acreditación del primer Observador permanente ante la Comunidad Económica
de los Estados del África Occidental.
En
el mensaje
para la Jornada Mundial de la Paz, dedicado a la fraternidad como fundamento
y camino para la paz, he subrayado que «la fraternidad se empieza a
aprender en el seno de la familia»,[1] que «por
vocación, debería contagiar al mundo con su amor»[2] y contribuir a
que madure ese espíritu de servicio y participación que construye la paz.[3] Nos lo señala
el pesebre, donde no vemos a la Sagrada Familia sola y aislada del mundo, sino
rodeada de los pastores y los magos, es decir de una comunidad abierta, en la
que hay lugar para todos, pobres y ricos, cercanos y lejanos. Se entienden así
las palabras de mi amado predecesor Benedicto XVI, quien subrayaba cómo «la
gramática familiar es una gramática de paz».[4]
Por
desgracia, esto no sucede con frecuencia, porque aumenta el número de las
familias divididas y desgarradas, no sólo por la frágil conciencia de
pertenencia que caracteriza el mundo actual, sino también por las difíciles
condiciones en las que muchas de ellas se ven obligadas a vivir, hasta el punto
de faltarles los mismos medios de subsistencia. Se necesitan, por tanto,
políticas adecuadas que sostengan, favorezcan y consoliden la familia.
Sucede,
además, que los ancianos son considerados como un peso, mientras que los
jóvenes no ven ante ellos perspectivas ciertas para su vida. Ancianos y
jóvenes, por el contrario, son la esperanza de la humanidad. Los primeros
aportan la sabiduría de la experiencia; los segundos nos abren al futuro,
evitando que nos encerremos en nosotros mismos.[5] Es sabio no
marginar a los ancianos en la vida social para mantener viva la memoria de un
pueblo. Igualmente, es bueno invertir en los jóvenes, con iniciativas adecuadas
que les ayuden a encontrar trabajo y a fundar un hogar. ¡No hay que apagar su
entusiasmo! Conservo viva en mi mente la experiencia de la XXVIII
Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro. ¡Cuántos jóvenes
contentos pude encontrar! ¡Cuánta esperanza y expectación en sus ojos y en sus
oraciones! ¡Cuánta sed de vida y deseo de abrirse a los demás! La clausura y
el aislamiento crean siempre una atmósfera asfixiante y pesada, que tarde o
temprano acaba por entristecer y ahogar. Se necesita, en cambio, un compromiso
común por parte de todos para favorecer una cultura del encuentro, porque sólo
quien es capaz de ir hacia los otros puede dar fruto, crear vínculos de
comunión, irradiar alegría, edificar la paz.
Por
si fuera necesario, lo confirman las imágenes de destrucción y de muerte que
hemos tenido ante los ojos en el año apenas terminado. Cuánto dolor, cuánta
desesperación provoca la clausura en sí mismos, que adquiere poco a poco el
rostro de la envidia, del egoísmo, de la rivalidad, de la sed de poder y de
dinero. A veces, parece que esas realidades estén destinadas a dominar. La Navidad, en cambio,
infunde en nosotros, cristianos, la certeza de que la última y definitiva palabra
pertenece al Príncipe de la Paz,
que cambia «las espadas en arados y las lanzas en podaderas» (cf. Is
2,4) y transforma el egoísmo en don de sí y la venganza en perdón.
Con
esta confianza, deseo mirar al año que nos espera. No dejo, por tanto, de esperar
que se acabe finalmente el conflicto en Siria. La solicitud por esa querida
población y el deseo de que no se agravara la violencia me llevaron en el mes
de septiembre pasado a convocar una jornada de ayuno y oración. Por vuestro
medio, agradezco de corazón a las autoridades públicas y a las personas de
buena voluntad que en vuestros países se asociaron a esa iniciativa. Se
necesita una renovada voluntad política de todos para poner fin al conflicto.
En esa perspectiva, confío en que la Conferencia «Ginebra 2», convocada para el
próximo 22 de enero, marque el comienzo del deseado camino de pacificación. Al
mismo tiempo, es imprescindible que se respete plenamente el derecho
humanitario. No se puede aceptar que se golpee a la población civil inerme,
sobre todo a los niños. Animo, además, a todos a facilitar y garantizar, de la
mejor manera posible, la necesaria y urgente asistencia a gran parte de la
población, sin olvidar el encomiable esfuerzo de aquellos países, sobre todo el
Líbano y Jordania, que con generosidad han acogido en sus territorios a
numerosos prófugos sirios.
Permaneciendo
en Oriente Medio, advierto con preocupación las tensiones que de diversos modos
afectan a la Región. Me
preocupa especialmente que continúen las dificultades políticas en Líbano,
donde un clima de renovada colaboración entre las diversas partes de la
sociedad civil y las fuerzas políticas es más que nunca indispensable, para
evitar que se intensifiquen los contrastes que pueden minar la estabilidad del
país. Pienso también en Egipto, que necesita encontrar de nuevo una concordia
social, como también en Irak, que le cuesta llegar a la deseada paz y
estabilidad. Al mismo tiempo, veo con satisfacción los significativos progresos
realizados en el diálogo entre Irán y el «Grupo 5+1» sobre la cuestión nuclear.
En
cualquier lugar, el camino para resolver los problemas abiertos ha de ser la
diplomacia del diálogo. Se trata de la vía maestra ya indicada con lucidez por
el papa Benedicto XV cuando invitaba a los responsables de las naciones
europeas a hacer prevalecer «la fuerza moral del derecho» sobre la «material de
las armas» para poner fin a aquella «inútil carnicería»[6] que fue la Primera Guerra
Mundial, de la que en este año celebramos el centenario. Es necesario animarse
«a ir más allá de la superficie conflictiva»[7] y mirar a los
demás en su dignidad más profunda, para que la unidad prevalezca sobre el
conflicto y sea «posible desarrollar una comunión en las diferencias».[8] En este
sentido, es positivo que se hayan retomado las negociaciones de paz entre israelíes
y palestinos, y deseo que las partes asuman con determinación, con la ayuda de la Comunidad internacional,
decisiones valientes para encontrar una solución justa y duradera a un
conflicto cuyo fin se muestra cada vez más necesario y urgente. No deja de
suscitar preocupación el éxodo de los cristianos de Oriente Medio y del Norte
de África. Ellos desean seguir siendo parte del conjunto social, político y
cultural de los países que han ayudado a edificar, y aspiran a contribuir al
bien común de las sociedades en las que desean estar plenamente incorporados,
como artífices de paz y reconciliación.
También
en otras partes de África, los cristianos están llamados a dar testimonio del
amor y la misericordia de Dios. No hay que dejar nunca de hacer el bien, aún
cuando resulte arduo y se sufran actos de intolerancia, por no decir de
verdadera y propia persecución. En grandes áreas de Nigeria no se detiene la
violencia y se sigue derramando mucha sangre inocente. Mi pensamiento se dirige
especialmente a la
República Centroafricana, donde la población sufre a causa de
las tensiones que el país atraviesa y que repetidamente han sembrado
destrucción y muerte. Aseguro mi oración por las víctimas y los numerosos
desplazados, obligados a vivir en condiciones de pobreza, y espero que la
implicación de la Comunidad
internacional contribuya al cese de la violencia, al restablecimiento del
estado de derecho y a garantizar el acceso de la ayuda humanitaria también a
las zonas más remotas del país. La
Iglesia católica por su parte seguirá asegurando su propia
presencia y colaboración, esforzándose con generosidad para procurar toda ayuda
posible a la población y, sobre todo, para reconstruir un clima de
reconciliación y de paz entre todas las partes de la sociedad. Reconciliación y
paz son una prioridad fundamental también en otras partes del continente
africano. Me refiero especialmente a Malí, donde incluso se observa el positivo
restablecimiento de las estructuras democráticas del país, como también a Sudán
del Sur, donde, por el contrario, la inestabilidad política del último período
ha provocado ya muchos muertos y una nueva emergencia humanitaria.
La Santa
Sede sigue con especial atención los acontecimientos de Asia,
donde la Iglesia
desea compartir los gozos y esperanzas de todos los pueblos que componen aquel
vasto y noble continente. Con ocasión del 50 aniversario de las relaciones
diplomáticas con la
República de Corea, quisiera implorar de Dios el don de la
reconciliación en la península, con el deseo de que, por el bien de todo el
pueblo coreano, las partes interesadas no se cansen de buscar puntos de
encuentro y posibles soluciones. Asia, en efecto, tiene una larga historia de
pacífica convivencia entre sus diversas partes civiles, étnicas y religiosas.
Hay que alentar ese recíproco respeto, sobre todo frente a algunas señales
preocupantes de su debilitamiento, en particular frente a crecientes actitudes
de clausura que, apoyándose en motivos religiosos, tienden a privar a los
cristianos de su libertad y a poner en peligro la convivencia civil. La Santa Sede, en cambio,
mira con gran esperanza las señales de apertura que provienen de países de gran
tradición religiosa y cultural, con los que desea colaborar en la edificación
del bien común.
La
paz además se ve herida por cualquier negación de la dignidad humana, sobre
todo por la imposibilidad de alimentarse de modo suficiente. No nos pueden
dejar indiferentes los rostros de cuantos sufren el hambre, sobre todo los
niños, si pensamos a la cantidad de alimento que se desperdicia cada día en
muchas partes del mundo, inmersas en la que he definido en varias ocasiones
como la «cultura del descarte». Por desgracia, objeto de descarte no es sólo el
alimento o los bienes superfluos, sino con frecuencia los mismos seres humanos,
que vienen «descartados» como si fueran «cosas no necesarias». Por ejemplo,
suscita horror sólo el pensar en los niños que no podrán ver nunca la luz,
víctimas del aborto, o en los que son utilizados como soldados, violentados o
asesinados en los conflictos armados, o hechos objeto de mercadeo en esa
tremenda forma de esclavitud moderna que es la trata de seres humanos, y que es
un delito contra la humanidad.
No
podemos ser insensibles al drama de las multitudes obligadas a huir por la
carestía, la violencia o los abusos, especialmente en el Cuerno de África y en la Región de los Grandes
Lagos. Muchos de ellos viven como prófugos o refugiados en campos donde no
vienen considerados como personas sino como cifras anónimas. Otros, con la
esperanza de una vida mejor, emprenden viajes aventurados, que a menudo
terminan trágicamente. Pienso de modo particular en los numerosos emigrantes
que de América Latina se dirigen a los Estados Unidos, pero sobre todo en los
que de África o el Oriente Medio buscan refugio en Europa.
Permanece
todavía viva en mi memoria la breve visita que realicé a Lampedusa, en julio
pasado, para rezar por los numerosos náufragos en el Mediterráneo. Por
desgracia hay una indiferencia generalizada frente a semejantes tragedias, que
es una señal dramática de la pérdida de ese «sentido de la responsabilidad
fraterna»,[9] sobre el que
se basa toda sociedad civil. En aquella circunstancia, sin embargo, pude
constatar también la acogida y dedicación de tantas personas. Deseo al pueblo
italiano, al que miro con afecto, también por las raíces comunes que nos unen,
que renueve su encomiable compromiso de solidaridad hacia los más débiles e
indefensos y, con el esfuerzo sincero y unánime de ciudadanos e instituciones,
venza las dificultades actuales, encontrando el clima de constructiva
creatividad social que lo ha caracterizado ampliamente.
En
fin, deseo mencionar otra herida a la paz, que surge de la ávida explotación de
los recursos ambientales. Si bien «la naturaleza está a nuestra disposición»,[10]
con frecuencia «no la respetamos, no la consideramos un don gratuito que
tenemos que cuidar y poner al servicio de los hermanos, también de las
generaciones futuras».[11]
También en este caso hay que apelar a la responsabilidad de cada uno para que,
con espíritu fraterno, se persigan políticas respetuosas de nuestra tierra, que
es la casa de todos nosotros. Recuerdo un dicho popular que dice: «Dios perdona
siempre, nosotros perdonamos algunas veces, la naturaleza -la creación-, cuando
viene maltratada, no perdona nunca». Por otra parte, hemos visto con nuestros
ojos los efectos devastadores de algunas recientes catástrofes naturales. En
particular, deseo recordar una vez más a las numerosas víctimas y las grandes
devastaciones en Filipinas y en otros países del sureste asiático, provocadas por
el tifón Haiyan.
Excelencias,
Señoras y Señores:
El
Papa Pablo VI afirmaba que la paz «no se reduce a una ausencia de guerra, fruto
del equilibrio siempre precario de las fuerzas. La paz se construye día a día,
en la instauración de un orden querido por Dios, que comporta una justicia más
perfecta entre los hombres».[12]
Éste es el espíritu que anima la actividad de la Iglesia en cualquier parte
del mundo, mediante los sacerdotes, los misioneros, los fieles laicos, que con
gran espíritu de dedicación se prodigan entre otras cosas en múltiples obras de
carácter educativo, sanitario y asistencial, al servicio de los pobres, los
enfermos, los huérfanos y de quienquiera que esté necesitado de ayuda y
consuelo. A partir de esta «atención amante»,[13]
la Iglesia
coopera con todas las instituciones que se interesan tanto del bien de los
individuos como del común.
Al
comienzo de este nuevo año, deseo renovar la disponibilidad de la Santa Sede, y en particular
de la Secretaría
de Estado, a colaborar con vuestros países para favorecer esos vínculos de
fraternidad, que son reverberación del amor de Dios, y fundamento de la
concordia y la paz. Que la bendición del Señor descienda copiosa sobre
vosotros, vuestras familias y vuestros pueblos. Gracias.
queridos Ejecutivos y Empleados de la RAI,
Francisco en Sta. Marta: los
cristianos no sean hipócritas o legalistas
El Santo Padre en la homilía de
este martes explica los cuatro modelos de creyentes
CIUDAD DEL VATICANO, 14 de enero de 2014 (Zenit.org) - Cuatro
modelos de creyentes, para reflexionar sobre el verdadero testimonio del
cristiano. En la misa de la mañana en la Casa Santa Marta, el papa Francisco se
ha inspirado en las figuras presentes en las lecturas del día para subrayar que
la novedad traída por Jesús es el amor de Dios por cada uno de nosotros.
Entonces , ha advertido sobre las actitudes hipócritas o legalistas que alejan
a la gente de la fe.
El Santo Padre se ha detenido, en su homilía, sobre
cuatro modelos de creyentes, inspirándose en las lecturas del día: Jesús, los
escribas , el sacerdote Elí y sus dos hijos, también sacerdotes. El Evangelio,
ha observado, nos dice cual era "la actitud de Jesús en su
catequesis", "enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los
escribas". Estos últimos, ha afirmado, "enseñaban, predicaban, pero
ataban a la gente con muchas cosas pesadas sobre los hombros, y la pobre gente
no podía continuar":
“Y Jesús mismo les dice que ellos no movían estas
cosas ni con un dedo, ¿no? Y después, dirá a la gente: ‘¡Haced lo que dicen
pero no lo que hacen!’. Gente incoherente… Pero siempre estos escribas, estos
fariseos, es como si dieran bastonadas a la gente, ¿no? ‘Debéis hacer esto,
esto y esto’, a la pobre gente… Y Jesús dice: ‘Pero así cerráis – ¡se lo dice a
ellos! – la puerta del Reino de los Cielos. ¡No dejáis entrar, y vosotros
tampoco entráis!’. Es una manera, un modo de predicar, de enseñar, de dar
testimonio de la propia fe… Y así, cuantos hay que creen que la fe es así…”.
En la Primera Lectura, tomada del Libro de
Samuel, ha afirmado entonces, encontramos la figura de Elí, “un pobre sacerdote,
débil, tibio” que “dejaba hacer muchas cosas malas a sus hijos”. Elí estaba
sentado ante la puerta del Templo del Señor y mira a Ana, una señora “que
rezaba a su manera, pidiendo un hijo”. Esta mujer, ha señalado el Papa, “rezaba
como reza la gente humilde: sencillamente, pero desde su corazón, con
angustia”. Ana “movía los labios”, como hacen “tantas buenas mujeres” “en
nuestras iglesias, en nuestros santuarios”. Rezaba así “y pedía un milagro”. Y
el anciano Elí la miraba y decía: “¡Pero, esta está bebida!” y “la despreció”.
Él, ha advertido el Pontífice, “era el representante de la fe, el dirigente de
la fe, pero su corazón no sentía bien y despreció a esta señora”:
“Cuantas veces el pueblo de Dios se siente no
querido por aquellos que deben dar testimonio: por los cristianos, por los
laicos cristianos, por los sacerdotes, por los obispos… ‘Pero, pobre gente, no
entiende nada... Debe hacer un curso de teología para entender bien’. Pero,
¿por qué tengo cierta simpatía por este hombre? Porque en el corazón aún tenía
la unción, porque cuando la mujer le explica su situación, Elí le dice: ‘Vete
en paz, y que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido. Sale la unción
sacerdotal: pobre hombre, la había escondido dentro y su pereza… es un tibio. Y
después acaba mal, pobrecito”.
Sus hijos, ha proseguido, no se ven en el pasaje
de la Primera Lectura, pero eran los que gestionaban el Templo, “eran
ladrones”. “Eran sacerdotes, pero ladrones”. “Iban detrás del poder, detrás del
dinero – ha dicho el Santo Padre – explotaban a la gente, se aprovechaban de
las limosnas, de los regalos” y “el Señor les castiga fuerte”. Esta, ha
observado a continuación, “es la figura del cristiano corrupto”, “del laico
corrupto, del sacerdote corrupto, del obispo corrupto, que se aprovecha de su
situación, de su privilegio de la fe, de ser cristiano” y “su corazón acaba
corrupto”, como sucede a Judas. De un corazón corrupto, ha proseguido, sale “la
traición”. Judas “traiciona a Jesús”. Los hijos de Elí son por tanto el tercer
modelo de creyente. Y después está el cuarto, Jesús. Y de Él la gente dice:
“Este enseña como uno que tiene autoridad: esta es una enseñanza nueva” ¿Pero
donde está la novedad?, se pregunta el papa Francisco. Es “el poder de la
santidad”, “la novedad de Jesús es que trae consigo la Palabra de Dios, el
mensaje de Dios, es decir el amor de Dios por cada uno de nosotros”. Jesús, ha
explicado, “acerca a Dios a la gente y para hacerlo se acerca Él: está cerca de
los pecadores”. Jesús, ha recordado el Papa, perdona a la adúltera, “habla de
teología con la Samaritana, que no era un angelito”. Jesús, ha explicado
también, “busca el corazón de las personas, Jesús se acerca al corazón herido
de las personas. A Jesús sólo le interesa la persona, y Dios”. Jesús, ha
subrayado, “quiere que la gente se acerque, que le busque y se siente conmovido
cuando la ve como oveja sin pastor”. Y toda esta actitud, ha revelado, “es por
lo que la gente dice: ‘¡Pero, esta es una enseñanza nueva!’”. No, ha observado
Francisco, “no es una enseñanza nueva: es la manera de hacerlo, nueva. Es la
transparencia evangélica”:
“Pidamos al Señor que estas dos lecturas nos
ayuden en nuestra vida de cristianos: todos. Cada uno en su lugar. A no ser
legalistas puros, hipócritas como los escribas y los fariseos. A no ser
corruptos como los hijos de Elí. A no ser tibios como Elí, sino a ser como
Jesús, con ese celo de buscar a la gente, de curar a la gente, de amar a la
gente y con esto decirle: ‘¡Pero si yo hago esto así, piensa cómo te ama Dios,
cómo es tu Padre!’. Esta es la enseñanza nueva que Dios nos pide. Pidamos esta
gracia”.
15.01.14
Francisco: todos estamos llamados a
ser discípulos y misioneros
En la audiencia general, el Santo
Padre continuó con la catequesis sobre el sacramento del Bautismo
CIUDAD DEL VATICANO, 15 de enero de 2014 (Zenit.org) - Un
miércoles más, los fieles reunidos en la plaza de San Pedro esperaban con
cánticos, música y agitando sus banderas para recibir al Santo Padre.
Francisco, ha llegado pasadas las 9.30 montado en el jeep blanco descubierto y
ha dedicado media hora para saludar a los peregrinos venidos de todos el mundo.
Como es ya costumbre, los protagonistas durante este recorrido son los niños,
que en brazos de los hombres de seguridad, son acercados y reciben la bendición
del Papa. Algunos lloran y otros permanecen casi inmóviles, pero todos se
llevan la caricia del Pontífice argentino.
El frío invernal sigue también acompañando las
audiencias de los miércoles, que debido a la multitud que se reúne cada semana,
se siguen celebrando en la plaza en vez de en el Aula Pablo VI, como era
habitual otros años en estas fechas. Los fieles, protegidos con bufandas,
guantes y gorros, han escuchado con atención la catequesis del Papa de esta
semana, que ha continuado la comenzada la semana pasada sobre el sacramento del
Bautismo.
Con estas
palabras en español, ha resumido la catequesis semanal:
Queridos
hermanos y hermanas:
En la catequesis de hoy, continúo la reflexión sobre
el bautismo. Me detengo en este aspecto: el bautismo nos hace miembros de
Cristo y de la comunidad. El Concilio Vaticano II expresaba esta verdad
insistiendo en que este sacramento nos incorpora al Pueblo de Dios; nos hace
miembros de un Pueblo que camina a lo largo de la historia.
A través de la fuente bautismal, la gracia se
transmite y el Pueblo de Dios camina en el tiempo, difundiendo la bendición de
Dios. Cada uno de nosotros se convierte en un discípulo misionero. Por un lado,
nunca dejamos de ser discípulos, de aprender, de recibir; por otro, estamos
llamados a la misión, a compartir lo que hemos recibido, lo que vivimos: la
experiencia de amor, la fe en la Trinidad. Estamos llamados a transmitir la fe.
Nadie se salva por sí solo, y todos estamos llamados, a pesar de nuestras
limitaciones, nuestros defectos y nuestros pecados, a anunciar a los demás la
gracia que recibimos en el bautismo. Somos una comunidad, y vivir juntos
nuestra fe no es un adorno, sino algo esencial de la vida cristiana, algo
esencial de nuestro ser pueblo que camina en la historia y de que da testimonio
de que Jesús está vivo".
Al finalizar estas palabras, el Papa ha saludado
a los peregrinos de lengua española "en particular a los Padres Agustinos
Recoletos y a las Religiosas de María Inmaculada, así como a los demás grupos
venidos de España, Argentina, Uruguay, México y otros países latinoamericanos.
Invito a todos a tomar en serio su bautismo, siendo discípulos y misioneros del
Evangelio, de palabra y con el propio ejemplo. Que Jesús os bendiga y la Virgen
Santa os cuide. Muchas gracias."
En el saludo a los peregrinos de lengua árabe,
Francisco les ha pedido que "aprendan de la Iglesia japonesa que a causa
de las persecuciones del siglo XVII se retiró a la ocultación por unos dos
siglos y medio, pasando de una generación a otra la llama de la fe siempre
encendida. Las dificultades y las persecuciones, cuando son vividas con
confianza, fe y esperanza, purifican la fe y la fortifican. Sois verdaderos
testimonios de Cristo y de su Evangelio, auténticos hijos de la Iglesia,
preparados siempre a dar razones de vuestra esperanza, con amor y respeto. ¡El
Señor custodie vuestra vida y os bendiga!
Para finalizar, en el saludo en italiano,
Francisco le ha pedido a los jóvenes que redescubran cotidianamente "la
gracia que proviene del Sacramento recibido". A los enfermos, el Santo
Padre les ha exhortado a "sacar del Bautismo la fuerza para afrontar
momentos de dolor y desaliento". Asimismo, a las parejas de recién casados
les ha animado a saber traducir "los compromisos del Bautismo en vuestro
camino de vida familiar".
A las 11.00 de la mañana, ha finalizado la
catequesis y ha comenzado con los saludos. En primer lugar ha podido saludar e
intercambiar unas palabras con varios obispos. A continuación, el Papa ha
bajado de nuevo hacia la plaza para detenerse a saludar y charlar con enfermos
y ancianos. Hoy, un joven en silla de ruedas, ha intercambiado el solieo blanco
con el Santo Padre.
16.01.14
Francisco en Sta. Marta: quienes dan
escándalo no tienen una relación con Dios
El Santo Padre en la homilía de este
jueves: ¿Nos hemos avergonzado de estos escándalos, de estas derrotas de
sacerdotes, obispos y laicos?
CIUDAD DEL VATICANO, 16 de enero de 2014 (Zenit.org) - Los
escándalos en la Iglesia suceden cuando no hay una relación viva con Dios y con
su Palabra. Así, los sacerdotes corruptos, en vez de dar el pan de la vida, dan
un alimento envenenado al santo pueblo de Dios. Es cuanto ha afirmado esta
mañana el Santo Padre en la misa presidida en la capilla de Santa Marta.
Francisco, comentado la lectura del día y el salmo
responsorial, que cuentan una dura derrota de los israelitas por los filisteos,
ha observado que el pueblo de Dios en aquella época había abandonado al Señor.
Se decía que la Palabra de Dios era "rara" en aquella época. El viejo
sacerdote Elí era un "tibio" y sus hijos "corruptos, asustaban
al pueblo y los golpeaban". Los israelitas, ha recordado el Papa, para
combatir contra los filisteos utilizaron el Arca de la Alianza, pero como algo
"mágico", "algo externo". Y fueron derrotados: los enemigos
se apropieron del Arca. No hay fe verdadera en Dios, en su presencia real en la
vida.
De este modo ha explicado el Santo Padre:
"Este pasaje de la Escritura nos hace pensar como es nuestra relación con
Dios, con la Palabra de Dios: ¿es una relación formal? ¿Es una relación lejana?
La Palabra de Dios ¿entra en nuestro corazón, tiene este poder o no, es una
relación formal, todo bien? ¡Pero el corazón está cerrado a esta Palabra! ¡Y
nos lleva a pensar en tantas derrotas de la Iglesia, a tantas derrotas del
pueblo de Dios sencillamente porque no escucha al Señor, no busca al Señor, no
se deja buscar por el Señor! Y después de la tragedia, esta oración: 'Pero,
Señor, ¿qué ha pasado?, has hecho de nosotros el desprecio de nuestros vecinos.
El desprecio y la burla de quines nos rodean. Nos has hecho un nombre entre las
naciones. Sobre nosotros los pueblos mueven la cabeza'".
El Papa ha dedicado unas palabras a los
escándalos de la Iglesia: "Pero, ¿nos avergonzamos? Tantos escándalos que
yo no quiero mencionar singularmente, pero que todos sabemos... ¡Sabemos donde
están! Escándalos, algunos los han tenido que pagar caro: ¡está bien! Se debe
hacer así... ¡La vergüenza de la Iglesia! ¿Pero nos hemos avergonzado de estos
escándalos, de estas derrotas de sacerdotes, obispos, laicos? La Palabra de
Dios en esos escándalos era rara; ¡en esos hombres y en esas mujeres la Palabra
de Dios era rara! ¡No tenían una relación con Dios! Tenían un posición en la
Iglesia, una posición de poder, también de comodidad. Pero la Palabra de Dios,
¡no! 'Pero, yo llevo una medalla'; 'Yo llevo la Cruz'... Sí, ¡como éstos
llevaban el Arca!" ¡Sin una relación viva con Dios y con la Palabra de
Dios! Me viene a la mente esa Palabra de Jesús para aquellos para los cuales
vienen los escándalos... Y aquí el escándalo ha llegado: toda una decadencia
del pueblo de Dios, hasta la debilidad, a la corrupción de los
sacerdotes".
De este modo, el papa Francisco ha concluido su
homilía dirigiendo su pensamiento al pueblo de Dios: "¡Pobre gente! ¡Pobre
gente! ¡No damos de comer el pan de vida; no damos de comer - en esos casos -
la verdad! Y hasta damos de comer alimento envenenado, ¡muchas veces!
'¡Despiértate, porque duermes Señor!' ¡Que esta sea nuestra oración!
'¡Despertad! ¡No nos rechaces por siempre! ¿Por qué escondes tu rostro? ¿Por
qué olvidas nuestra miseria y opresión?'
Para finalizar, el Santo Padre exhortado para que
"pidamos al Señor no olvidar nunca la Palabra de Dios, que está viva, que
entre en nuestro corazón y no olvidar nunca el santo pueblo fiel de Dios, ¡que
nos pide alimento fuerte!"
17.01.14
El Papa a la TV italiana RAI: 'El
servicio público además de informar debe formar'
Francisco recibe a dirigentes,
periodistas y trabajadores por los 60 años de la RAI. Invita a servir a la
verdad y a evitar la desinformación y la calumnia
CIUDAD DEL VATICANO, 18 de enero de 2014 (Zenit.org) - Este mediodía,
el papa Francisco ha recibido en el Aula Pablo VI del Vaticano a un nutrido
grupo de ejecutivos y empleados de la Radio Televisión Italiana (RAI) en el
marco del 90° aniversario del inicio de las transmisiones radiofónicas y el 60°
de las televisivas. Dos aniversarios que han ofrecido al Pontífice argentino la
oportunidad para reflexionar sobre la relación que ha existido en estas décadas
entre la RAI y la Santa Sede, y sobre el valor y las exigencias de este
servicio público.
Durante su intervención, el Santo Padre pidió
"verdad" en el proceso informativo y evitar "la desinformación,
la difamación y la calumnia", para dotar así a la comunicación de un
"alto nivel ético".
Francisco invitó a los dirigentes de la RAI y a
sus trabajadores a un "renovado sentido de responsabilidad para el
hoy y para el mañana" y les recordó que su profesión "además de
informativa, es formativa, es un servicio público, es decir un servicio al bien
común. Un servicio a la verdad, un servicio a la bondad, y un servicio a la belleza".
"La palabra-clave que quisiera poner enseguida en
evidencia es colaboración. Sea a través de la radio o de la televisión, el
pueblo italiano siempre ha podido acceder a las palabras y, sucesivamente, a
las imágenes del Papa y a los acontecimientos de la Iglesia, en Italia, a
través del servicio público de la RAI", subrayó el Papa.
"La calidad ética de la comunicación es
fruto, en último análisis, de conciencias atentas, no superficiales, siempre
respetuosas de las personas, sea de aquellas que son objeto de información, sea
de los destinatarios del mensaje. Cada uno, en su propio rol y con la propia
responsabilidad, está llamado a vigilar para tener alto el nivel ético de la
comunicación", concluyó el Pontífice.
A continuación les ofrecemos el texto completo
del discurso del papa Francisco a los ejecutivos y empleados de la RAI:
Estimada Señora Presidente,queridos Ejecutivos y Empleados de la RAI,
¡Doy mi bienvenida a todos ustedes! Gracias por
haber venido tantos; ¡es una familia numerosa ésta! Y gracias a la Presidenta
por sus palabras, que he apreciado mucho.
Este encuentro se introduce en el marco del 90° aniversario del inicio de las transmisiones radiofónicas de la RAI y el 60° de aquellas televisivas; es significativo que estén presentes también los representantes de algunas Redes radio-televisivas públicas, y de las Asociaciones del sector de otros Países. Los dos aniversarios ofrecen la ocasión de reflexionar sobre la relación que ha habido en estas décadas entre la RAI y la Santa Sede, y sobre el valor y las exigencias del servicio público.
Este encuentro se introduce en el marco del 90° aniversario del inicio de las transmisiones radiofónicas de la RAI y el 60° de aquellas televisivas; es significativo que estén presentes también los representantes de algunas Redes radio-televisivas públicas, y de las Asociaciones del sector de otros Países. Los dos aniversarios ofrecen la ocasión de reflexionar sobre la relación que ha habido en estas décadas entre la RAI y la Santa Sede, y sobre el valor y las exigencias del servicio público.
La palabra-clave que quisiera poner enseguida en
evidencia es colaboración. Sea a través de la radio o de la televisión, el
pueblo italiano siempre ha podido acceder a las palabras y, sucesivamente, a
las imágenes del Papa y a los acontecimientos de la Iglesia, en Italia, a
través del servicio público de la RAI. Esta colaboración se realiza con los dos
entes vaticanos: la Radio Vaticano y el Centro Televisivo Vaticano.
De este modo la RAI ha ofrecido y ofrece aún hoy
a los usuarios de su servicio público la posibilidad de seguir sea los eventos
extraordinarios sea aquellos ordinarios. Pensemos al Concilio Vaticano II, a
las elecciones de los Pontífices, o al funeral del beato Juan Pablo II; pero
también pensemos a los muchos acontecimientos del Jubileo del 2000, a las
diversas celebraciones, como también a las visitas pastorales del Papa en
Italia.
Los años Cincuenta y Sesenta han sido una época
de gran desarrollo y crecimiento para la RAI. Es bueno recordar algunos pasos:
en aquellas décadas la RAI cubre con sus transmisiones todo el País; además, la
empresa de Estado se compromete en la formación de los propios ejecutivos
también en el exterior; por último aumenta las producciones, entre las cuales
también aquellas de carácter religioso: recordamos, por ejemplo, la película
Francisco de Liliana Cavani, en el 1966, y Hechos de los Apóstoles de Roberto
Rossellini, en el 1969, esta última con la colaboración del padre Carlo Maria
Martini. La RAI pues, también con muchas otras iniciativas, ha sido
testigo de los procesos de cambio de la sociedad italiana en sus rápidas
transformaciones, y ha contribuido de modo especial al proceso de unificación
lingüístico-cultural de Italia.
Por lo tanto, damos gracias al Señor por todo
esto y llevamos adelante el estilo de la colaboración. Pero el hacer memoria de
un pasado rico en conquistas nos llama a un renovado sentido de responsabilidad
para el hoy y para el mañana. El pasado es la raíz, la Historia se convierte en
raíz de nuevos impulsos, raíz de los desafíos presentes, y raíz de un futuro:
¡de ir hacia adelante! No que el futuro nos encuentre sin la responsabilidad de
nuestra identidad: no. Que nos encuentre con la raíz de nuestra Historia y
yendo siempre hacia adelante. A todos ustedes aquí presentes, y a quienes por
diferentes motivos no pudieron tomar parte de éste, nuestro encuentro, les
recuerdo que su profesión además de informativa, es formativa, es un servicio
público, es decir un servicio al bien común. Un servicio a la verdad, un
servicio a la bondad, y un servicio a la belleza. Todos los profesionales que
forman parte de la RAI, dirigentes, periodistas, artistas, empleados, técnicos
y trabajadores calificados saben de pertenecer a una empresa que produce
cultura y educación, que ofrece información y espectáculo, alcanzando en cada
momento del día una gran parte de italianos. Es una responsabilidad a la cual,
quien es titular del servicio público, no puede por ningún motivo
abdicar. La calidad ética de la comunicación es fruto, en último análisis,
de conciencias atentas, no superficiales, siempre respetuosas de las personas,
sea de aquellas que son objeto de información, sea de los destinatarios del
mensaje. Cada uno, en su propio rol y con la propia responsabilidad, está
llamado a vigilar para tener alto el nivel ético de la comunicación, y evitar
las cosas que hacen tanto mal: la desinformación, la difamación y la calumnia.
Mantener el nivel ético.
A ustedes ejecutivos y empleados de la RAI, y a
sus familias, como incluso a los estimados huéspedes de este encuentro, va mi
más cordial augurio para el año que apenas ha iniciado. Les auguro trabajar
bien, y poner confianza y esperanza en su trabajo, para también poderla
transmitir: ¡hay mucha necesidad! A la RAI, y a las otras Redes y
Asociaciones aquí representadas, dirijo el auspicio que, persiguiendo con
determinación y constancia sus finalidades, sepan siempre ponerse al servicio
del crecimiento humano, cultural y civil de la sociedad. Gracias.
19.01.14
Francisco: 'Los celos y
murmuraciones destruyen a las comunidades cristianas'
El Santo Padre en la homilía de
este jueves advierte que la envidia es la puerta por la que el diablo entra al
mundo
CIUDAD DEL VATICANO, 23 de enero de 2014 (Zenit.org) - El papa
Francisco ha pedido esta mañana a los cristianos que cierren las puertas a
celos, envidias y murmuraciones que dividen y destruyen a nuestras comunidades.
Así lo ha afirmado en la homilía de Santa Marta de este jueves.
Las reflexiones del Papa han tomado como referencia la
primera lectura del día que habla de la victoria de los israelitas sobre los
filisteos gracias al valor de joven David. La alegría de la victoria se
transforma pronto en tristeza y envidia en el rey Saúl al ver que las mujeres
alababan a David por haber matado a Goliat. Entonces, afirma Francisco
"esa gran victoria comienza a convertirse en derrota en el corazón del
rey" en el que se insinúa, como sucede en Caín, "la semilla de los
celos y de la envidia".
Y como Caín con Abel, entonces el rey decide matar a
David. "Así hacen los celos en nuestro corazón -observa el Papa- es un
inquietud mala, que no tolera que otro hermano o hermana tenga algo que yo no
tengo". Saúl, "en vez de alabar a Dios, como hacían las mujeres de
Israel, por esta victoria, prefiere cerrarse en sí mismo, lamentarse" y
"cocinar sus sentimientos en el caldo de la amargura".
Así lo ha explicado el Santo Padre: "Los
celos llevan a matar. La envidia lleva a matar. Ha sido precisamente esta
puerta, la puerta de la envidia, por la cual el diablo ha entrado en el mundo.
La Biblia dice: 'Por la envidia el diablo ha entrado a hacer mal en el mundo'.
Los celos y la envidia abren las puertas a todas las cosas malas. También
divide a una comunidad. Una comunidad cristiana, cuando algunos de sus miembros
sufren de envidia, de celos, termina dividida: uno contra el otro. Y ésto es un
veneno fuerte. Es un veneno que encontramos en la primera página de la Biblia
con Caín".
En el corazón de una persona tocada por los celos
y la envidia -ha subrayado el Papa- suceden "dos cosas clarísimas".
Primero la amargura: "La persona envidiosa, la persona celosa es una persona
amarga: no sabe cantar, no sabe alabar, no sabe qué es la alegría, siempre mira
'que tiene áquel y yo no tengo'. Y esto lleva a la amargura, una amargura que
se difunde en toda la comunidad. Son estos sembradores de amargura. Y la
segunda actitud, que llevan los celos y la envidia, son a murmurar. Porque este
no tolera que el otro tenga algo, la solución es rebajar al otro, para que yo
esté más alto. Y el instrumento son las murmuraciones. Mira siempre y verás que
detrás de una murmuración están los celos y la envidia. Y las murmuraciones
dividen la comunidad, destruyen a la comunidad. Son las armas del diablo".
El Santo Padre ha mencionado cuántas bellas
comunidades cristianas iban bien, pero después en uno de los miembros ha
entrado la semilla de los celos y la envidia y, con esto la tristeza, el
resentimiento de los corazones y las murmuraciones.
Ha continuado señalando que "una
persona que está bajo la influencia de la envidia y de los celos, mata",
como dice el apóstol Juan: "Quien odia a su hermano es un homicida".
Así como "el envidioso, el celoso, comienza a odiar al hermano". Por
tanto, Francisco ha concluido pidiendo: "Hoy, en esta misa, recemos por
nuestras comunidades cristianas, para que esta semilla de los celos no sea
sembrada entre nosotros, para que la envidia no tome lugar en nuestro corazón,
en el corazón de nuestras comunidades, y así podamos ir hacia adelante con la
alabanza al Señor, alabando al Señor, con la alegría. Y es una gracia grande,
la gracia de no caer en la tristeza, en el estar resentido, en los celos y en
la envidia".
24.01.14
El Papa: solo Cristo puede ser el
motor de nuestra unidad
Texto completo de las palabras del
Santo Padre en la oración de las vísperas en la Basílica San Pablo Extramuros
ROMA, 25 de enero de 2014 (Zenit.org) - El Santo
Padre ha presidido esta tarde la oración de las vísperas por la solemnidad de
la Conversión de san Pablo Apóstol y la conclusión de Semana de Oración por la
Unidad de los Cristianos, que este año ha reflexionado sobre la cita de san
Pablo a los Corintios: "¿está dividido Cristo?" En las vísperas
celebradas en la Basílica San Pablo Extramuros han participado también representantes
de otras Iglesias y Comunidades eclesiales presentes en Roma.
Publicamos a continuación las palabras que el Papa ha
pronunciado durante la celebración:
Queridos
hermanos y hermanas:
«¿Está dividido Cristo?» (1 Co 1,13). La
enérgica llamada de atención de san Pablo al comienzo de su Primera carta a los
Corintios, que resuena en la liturgia de esta tarde, ha sido elegida por un
grupo de hermanos cristianos de Canadá como guión para nuestra meditación
durante la Semana de Oración de este año.
El Apóstol ha recibido con gran tristeza la noticia de
que los cristianos de Corinto están divididos en varias facciones. Hay quien
afirma: «Yo soy de Pablo»; otros, sin embargo, declaran: « Yo soy de Apolo»; y
otros añaden: «Yo soy de Cefas». Finalmente, están también los que proclaman:
«Yo soy de Cristo» (cf. v. 12). Pero ni siquiera los que se remiten a Cristo
merecen el elogio de Pablo, pues usan el nombre del único Salvador para
distanciarse de otros hermanos en la comunidad. En otras palabras, la
experiencia particular de cada uno, la referencia a algunas personas
importantes de la comunidad, se convierten en el criterio para juzgar la fe de
los otros.
En esta situación de división, Pablo exhorta a
los cristianos de Corinto, «en nombre de nuestro Señor Jesucristo», a ser
unánimes en el hablar, para que no haya divisiones entre ellos, sino que estén
perfectamente unidos en un mismo pensar y un mismo sentir (cf. v. 10). Pero la
comunión que el Apóstol reclama no puede ser fruto de estrategias humanas. En
efecto, la perfecta unión entre los hermanos sólo es posible cuando se remiten
al pensar y al sentir de Cristo Jesús (cf. Flp 2,5). Esta tarde,
mientras estamos aquí reunidos en oración, nos damos cuenta de que Cristo, que
no puede estar dividido, quiere atraernos hacia sí, hacia los sentimientos de
su corazón, hacia su abandono total y confiado en las manos del Padre, hacia su
despojo radical por amor a la humanidad. Sólo él puede ser el principio, la
causa, el motor de nuestra unidad.
Cuando estamos en su presencia, nos hacemos aún
más conscientes de que no podemos considerar las divisiones en la Iglesia como
un fenómeno en cierto modo natural, inevitable en cualquier forma de vida
asociativa. Nuestras divisiones hieren su cuerpo, dañan el testimonio que
estamos llamados a dar en el mundo. El Decreto sobre el ecumenismo del Concilio
Vaticano II, refiriéndose al texto de san Pablo que hemos meditado, afirma de
manera significativa: «Con ser una y única la Iglesia fundada por Cristo Señor,
son muchas, sin embargo, las Comuniones cristianas que se presentan a los
hombres como la verdadera herencia de Jesucristo; ciertamente, todos se
confiesan discípulos del Señor, pero sienten de modo distinto y marchan por
caminos diferentes, como si Cristo mismo estuviera dividido». Y, por tanto,
añade: «Esta división contradice clara y abiertamente la voluntad de Cristo, es
un escándalo para el mundo y perjudica a la causa santísima de predicar el
Evangelio a toda criatura» (Unitatis redintegratio, 1). Todos nosotros
hemos sido dañados por las divisiones. Todos nosotros no queremos convertirnos
en un escándalo. Por esto todos nosotros caminamos juntos fraternalmente hacia
la unidad también haciendo unidad en el caminar, esa unidad que viene del Espíritu
Santo que nos lleva a una singularidad especial que solamente en Espíritu Santo
puede hacer, la diversidad reconciliada. El Señor nos espera a todos, nos
acompaña a todos y con todos nosotros en este camino de la unidad.
Queridos amigos, Cristo no puede estar dividido.
Esta certeza debe animarnos y sostenernos para continuar con humildad y
confianza en el camino hacia el restablecimiento de la plena unidad visible de
todos los creyentes en Cristo. Me es grato recordar en este momento la obra de
dos grandes Papas: los beatos Juan XXIII y Juan Pablo II. Tanto uno como otro
fueron madurando durante su vida la conciencia de la urgencia de la causa de la
unidad y, una vez elegidos a Obispos de Roma, han guiado con determinación a la
grey católica por el camino ecuménico. El papa Juan, abriendo nuevas vías,
antes casi impensables. El papa Juan Pablo, proponiendo el diálogo ecuménico
como dimensión ordinaria e imprescindible de la vida de cada Iglesia
particular. Junto a ellos, menciono también al papa Pablo VI, otro gran
protagonista del diálogo, del que recordamos precisamente en estos días el
quincuagésimo aniversario del histórico abrazo en Jerusalén con el Patriarca de
Constantinopla, Atenágoras.
La obra de estos predecesores míos ha conseguido
que el aspecto del diálogo ecuménico se haya convertido en una dimensión esencial
del ministerio del Obispo de Roma, hasta el punto de que hoy no se entendería
plenamente el servicio petrino sin incluir en él esta apertura al diálogo con
todos los creyentes en Cristo. También podemos decir que el camino ecuménico ha
permitido profundizar la comprensión del ministerio del Sucesor de Pedro, y
debemos confiar en que seguirá actuando en este sentido en el futuro. Mientras
consideramos con gratitud los avances que el Señor nos ha permitido hacer, y
sin ocultar las dificultades por las que hoy atraviesa el diálogo ecuménico,
pidamos que todos seamos impregnados de los sentimientos de Cristo, para poder
caminar hacia la unidad que él quiere. Caminar juntos ya es hacer unidad.
En este ambiente de oración por el don de la
unidad, quisiera saludar cordial y fraternalmente a Su Eminencia el Metropolita
Gennadios, representante del Patriarcado Ecuménico, a Su Gracia David Moxon,
representante del arzobispo de Canterbury en Roma, y a todos los representantes
de las diversas Iglesias y Comunidades Eclesiales que esta tarde han venido
aquí. Estos dos hermanos en representación de todos hemos rezado en el sepulcro
de Pablo. Y hemos dicho entre nosotros, 'recemos para que Dios nos ayude en
este camino, este camino de la unidad, del amor, haciendo camino de unidad'. La
unidad no vendrá como un milagro al final, la unidad viene en el camino, la
hace el Espíritu Santo en el camino. Si nosotros no caminamos juntos, si
nosotros no rezamos los unos por los otros, si nosotros no trabajamos juntos en
tantas cosas que podemos hacer en este mundo por el Pueblo de Dios, la unidad
no vendrá. Se hace en este camino, en cada paso. Y no la hacemos nosotros, la
hace el Espíritu Santo que ve nuestra buena voluntad.
Queridos hermanos y hermanas, oremos al Señor
Jesús, que nos ha hecho miembros vivos de su Cuerpo, para que nos mantenga
profundamente unidos a él, nos ayude a superar nuestros conflictos, nuestras
divisiones, nuestros egoísmos. Y recordamos que la unidad siempre es superior
al conflicto. Y nos ayude a estar unidos unos a otros por una sola fuerza, la
del amor, que el Espíritu Santo derrama en nuestros corazones (cf. Rm
5,5 ). Amén.
26.01.14
El Papa en Sta. Marta; 'Agradezco a
tantos sacerdotes que dan la vida por su pueblo'
En la homilía de este lunes,
Francisco recuerda que hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece
CIUDAD DEL VATICANO, 27 de enero de 2014 (Zenit.org) - La Iglesia
no se puede entender como una simple organización humana, la diferencia la hace
la unción que el Espíritu da a los obispo y sacerdotes para servir al pueblo de
Dios. Lo ha afirmado el papa Francisco en la misa de hoy lunes en Santa Marta.
Por ello el Pontífice ha dado las gracias a tantos sacerdotes santos que dan la
vida en el anonimato del servicio cotidiano.
Al comentar la primera lectura de la liturgia de hoy,
que habla de las tribus de Israel que ungen a David como su rey, el Papa ha
explicado el significado espiritual de esta unción: "Sin esta unción David
habría sido solamente el jefe" de "una empresa", de una
"sociedad política, que era el Reino de Israel", habría sido
solamente un "organizador político". Sin embargo -ha indicado
Francisco- "después de la unción, el Espíritu del Señor" desciende
sobre él y permanece con él. Y la Escritura dice, ha recordado el Papa:
"David iba creciendo cada vez más en el poder y el Señor Dios de los
ejércitos estaba con él". Y ha subrayado que "ésta es precisamente la
diferencia de la unción". El ungido es una persona elegida por el Señor.
Así es en la Iglesia para los obispos y los sacerdotes.
Y el Papa ha explicado: "los obispos no son
elegidos solamente para llevar adelante una organización, que se llama Iglesia
particular, son ungidos, tienen la unción y el Espíritu del Señor está con
ellos. ¡Pero todos los obispos, todos somos pecadores, todos! Pero somos
ungidos. Y todos queremos ser más santos cada día, más fieles a esta unción. Y
eso es lo que hace la Iglesia precisamente, eso que da la unidad a la Iglesia,
es la persona del obispo, en nombre de Jesucristo, porque es ungido, no porque
ha sido votado por la mayoría. Porque es ungido. Y en esta unción una Iglesia
particular tiene su fuerza. Y por participación también los sacerdotes son ungidos".
El Pontífice ha continuado señalando gracias a la
unción, nace en los obispos y los sacerdotes esa alegría y fuerza que permite
"llevar adelante a un pueblo, ayudar a un pueblo, vivir al servicio de un
pueblo". Dona la alegría de sentirse "elegidos por el Señor, mirados
por el Señor, con ese amor con el que el Señor nos mira, a todos
nosotros". Así, "cuando pensamos a los obispos y a los sacerdotes,
debemos pensarlos así: ungidos".
A continuación el Papa ha observado que "al
contrario no se entiende la Iglesia, pero no solo no se entiende, no se puede
explicar cómo la Iglesia va adelante solamente con las fuerzas humanas. Esta
diócesis va adelante porque tiene un pueblo santo, muchas cosas, y también un
ungido que la lleva, que la ayuda a crecer. Esta parroquia va adelante porque
tiene muchas organizaciones, muchas cosas, pero también tiene un sacerdote, un
ungido que la lleva adelante. Y nosotros en la historia conocemos una mínima
parte, pero cuántos obispos santos, cuántos sacerdotes, cuántos sacerdotes
santos que han dejado su vida al servicio de las diócesis, de la parroquia;
cuánta gente ha recibido la fuerza de la fe, la fuerza del amor, la esperanza
de estos párrocos anónimos, que nosotros no conocemos. ¡Hay muchos!"
De hecho, Francisco ha recordado que son muchos
"los párrocos de campo o párrocos de ciudad que con su unción han dado
fuerza al pueblo, han transmitido la doctrina, han dado los sacramentos, es
decir, la santidad".
Finalmente, el Santo Padre ha añadido:
"'¡Pero, padre, yo he leído en un periódico que un obispo ha hecho tal
cosa o que un sacerdote ha hecho tal cosa!' Eh, sí, también yo lo he leído,
pero, dime, ¿en los periódicos vienen las noticias de eso que hacen muchos
sacerdotes, muchos sacerdotes en tantas parroquias de ciudad y del campo, tanta
caridad que hacen, tanto trabajo que hacen para llevar adelante a su pueblo?'
¡Ah, no! Esto no es noticia. Eh, lo de siempre: hace más ruido un árbol que
cae, que un bosque que crece. Hoy pensemos en esta unción de David, nos hará
bien pensar en nuestros obispos y en nuestros sacerdotes valientes, santos,
buenos, fieles y rezar por ellos. ¡Gracias a ellos estamos aquí!".
28.01.14
Francisco en Sta. Marta: dicotomía
absurda amar a Cristo sin la Iglesia
El Santo Padre en la homilía del
jueves explica los pilares de la pertenencia eclesial: humildad, fidelidad y oración
por la Iglesia
CIUDAD DEL VATICANO, 30 de enero de 2014 (Zenit.org) - Francisco
ha afirmado en la homilía de este jueves en Santa Marta que “no se entiende un
cristiano sin Iglesia". En la misa celebrada esta mañana, el Santo Padre
ha indicado cuáles son los tres pilares del sentido de pertenencia eclesial: la
humildad, la fidelidad y la oración por la Iglesia.
El Papa ha retomado, de las homilías de estos días
pasados, la figura del rey David, como se presenta en las lecturas del día: un
hombre que habla con el Señor como un hijo habla con el padre y también si
recibe un "no" a sus peticiones, lo acepta con alegría. David - observa
el papa Francisco - tenía "un sentimiento fuerte de pertenencia al pueblo
de Dios". Y esto - ha precisado - nos hace preguntarnos sobre cuál es
nuestro sentido de pertenencia a la Iglesia, nuestro sentir con la Iglesia y en
la Iglesia. Y así lo ha explicado:
"El cristianos no es un bautizado que recibe el
bautismo y después va adelante por su camino. El primer fruto del bautismo es
hacerte pertenecer a la Iglesia, al pueblo de Dios. No se entiende un cristiano
sin Iglesia. Y por esto el gran Pablo VI decía que es una dicotomía absurda
amar a Cristo sin la Iglesia; escuchar a Cristo pero no a la Iglesia: estar con
Cristo al margen de la Iglesia. No se puede. Es una dicotomía absurda. El
mensaje evangélico nosotros lo recibimos en la Iglesia y nuestra santidad la
hacemos en la Iglesia, nuestro camino en la Iglesia. Lo otro es una fantasía o,
como él decía, una dicotomía absurda".
De este modo, Francisco ha señalado que el
"sensus ecclesiae" es precisamente el sentir, pensar, querer, dentro
de la Iglesia. Y por ello ha recordado que hay tres pilares de esta pertenencia
y ha pasado a explicar cada uno de ellos.
El primero es la humildad, en la conciencia de
estar dentro de una comunidad como una gracia grande: "Una persona que no
es humilde, no puede sentir con la Iglesia, sentirá lo que a ella le gusta, lo
que a él le gusta. Y esta humildad que se ve en David. '¿Quién soy yo, Señor
Dios, y qué es mi casa?' Con esa conciencia de que la historia de salvación no
ha comenzado conmigo no terminará cuando yo muera. No, es toda una historia de
salvación: yo vengo, el Señor te toma, te hace ir adelante y después te llama y
la historia continúa. La historia de la Iglesia comenzó antes de nosotros y
continuará después de nosotros. Humildad: somos una pequeña parte de un gran
pueblo, que va sobre el camino del Señor".
El segundo pilar del que el Papa ha hablado es la
fidelidad, "que va unida a la obediencia". Y así lo afirma:
"Fidelidad a la Iglesia, fidelidad a su enseñanza, fidelidad al Credo,
fidelidad a la doctrina, mantener esta doctrina. Humildad y fidelidad. También
Pablo VI nos recordaba que nosotros recibimos el mensaje del Evangelio como un
don y debemos transmitirlo como un don, pero no como una cosa nuestra: es un
don recibido que damos. Y en esta transmisión ser fieles. Porque nosotros hemos
recibido y debemos dar un Evangelio que no es nuestro, que es de Jesús, y no
debemos - decía él - convertirnos en propietarios del Evangelio, propietarios
de la doctrina recibida, para utilizarla a nuestro gusto".
Para finalizar el papa Francisco ha dicho que el
tercer pilar es un servicio particular, 'rezar por la Iglesia'. "¿Cómo va
nuestra oración por la Iglesia?" "¿Rezamos por la Iglesia? ¿En la
misa todos los días, pero en nuestra casa, no? ¿Cuándo hacemos nuestras
oraciones?", ha preguntado el Santo Padre. Y por ello ha pedido que
"el Señor nos ayude a ir en este camino para profundizar nuestra
pertenencia a la Iglesia y nuestro sentir con la Iglesia".
31.01.14
El Papa en Sta. Marta: Si el amor de
Dios disminuye, se pierde el sentido del pecado
Y cita la historia de David, como el
espejo de la conciencia de cada cristiano
CIUDAD DEL VATICANO, 31 de enero de 2014 (Zenit.org) - Cuando
disminuye la presencia de Dios entre los hombres, “se pierde el sentido del
pecado” y así puede suceder que le hagamos pagar a otros el precio de nuestra
“mediocridad cristiana”. Lo ha afirmado este viernes el papa Francisco, en la
homilía de la misa matutina que ha celebrado en Santa Marta. Pidamos a Dios, ha
exhortado el Papa, la gracia de que en nosotros nunca disminuya la presencia de
“su reino”.
Un pecado grave, como por ejemplo es el adulterio,
disminuido a “un problema para resolver”. La opción que elige el rey David,
narrada en la primera lectura de hoy, se vuelve el espejo delante al cual el
papa Francisco pone la conciencia de cada cristiano.
David se deslumbra con Betsabé, la esposa de
Urías, su general, se la apropia y envía al marido a primera línea de batalla,
causándole la muerte y de hecho perpetrando un asesinato. Y a pesar de ello ni
el adulterio, ni el homicidio lo afectan. “David se encuentra delante a un
enorme pecado, pero el no lo siente como un pecado”, observa el Papa. “No le
pasa por su mente pedir perdón. Lo que le viene en mente es: ¿cómo resuelvo
ésto?”:
“A todos nosotros nos puede suceder ésto. Todos somos
pecadores y todos estamos sujetos a la tentación que es el pan nuestro de cada
día. Si alguno de nosotros dijese: “Yo nunca tuve tentaciones”, o eres un
querubín o un poco tonto, ¿no? Se entiende... Es normal en la vida la lucha y
el diablo nunca se queda tranquilo, él quiere su victoria. Pero el problema más
grave -el problema más grave en esta citación- no es tanto la tentación y el
pecado contra el noveno mandamiento, sino el modo en el que actúa David. Y
David aquí no habla de pecado, habla de un problema que tiene que resolver.
¡Esto es un signo! Cuando el reino de Dios disminuye, uno de los signos
es que se pierde el sentido del pecado”.
Cada día, al rezar el “Padrenuestro”, nosotros le
pedimos a Dios “Venga a nosotros tu Reino…”, lo que -explica el papa Francisco-
quiere decir “crezca Tu Reino”. Cuando se pierde el sentido del pecado, se
pierde también “el sentido del Reino de Dios” y en su lugar -subraya el Papa-
emerge “una visión antropológica súper potente”, la del “yo lo puedo todo”:
“¡La potencia del hombre en lugar de la gloria de
Dios! Este es el pan de cada día. Por esto la oración de todos los días a Dios
‘Venga tu Reino, crezca tu Reino’, porque la salvación no vendrá de nuestras
astucias, de nuestra inteligencia al hacer negocios. La salvación vendrá de la
gracia de Dios y del entrenamiento cotidiano que nosotros hacemos de esta
gracia en la vida cristiana”.
“El pecado más grande de hoy es que los hombres
han perdido el sentido del pecado”. El Santo Padre cita esta célebre frase de
Pío XII y después centra su atención en Urías, el hombre inocente mandado a la
muerte por la culpa de su rey. Urías, dice el Papa, se convierte en el
emblema de todas las víctimas de nuestra inconfesada soberbia:
“Yo os confieso, cuando veo estas injusticias,
esta soberbia humana, también cuando veo el peligro de que a mí mismo me suceda
esto, el peligro de perder el sentido del pecado, me hace bien pensar en los
muchos Urías de la historia, en los muchos Urías que también hoy sufren nuestra
mediocridad cristiana, cuando nosotros perdemos el sentido del pecado, cuando
nosotros dejamos que el Reino de Dios caiga… Estos son los mártires de nuestros
pecados no reconocidos. Nos hará bien rezar hoy por nosotros, para que el Señor
nos dé siempre la gracia de no perder el sentido del pecado, para que el Reino
no disminuya en nosotros. También llevar una flor espiritual a la tumba de
estos Urías contemporáneos, que pagan la cuenta del banquete de los seguros, de
aquellos cristianos que se sienten seguros”.
01.02.14
El Papa en Sta. Marta: un hombre de
gobierno no utiliza a Dios y a su pueblo
Francisco propone imitar al rey
David a la hora de afrontar los momentos difíciles de la vida
CIUDAD DEL VATICANO, 03 de febrero de 2014 (Zenit.org) - No utilizar
a Dios y al pueblo para defenderse en los momentos de dificultad. Es lo que ha
subrayado el papa Francisco en la misa de esta mañana en la Casa de Santa
Marta. Al comentar la actitud del rey David ante la traición de su hijo
Absalón, el Santo Padre ha invitado a elegir siempre el camino de la confianza
en Dios.
El rey David huye porque su hijo Absalón le ha
traicionado. El Pontífice ha centrado su homilía en la Primera Lectura, del
Libro Segundo de Samuel, que narra la historia de esta "gran
traición" y sus consecuencias. David está triste porque "también el
pueblo” estaba con el hijo y contra el rey. Y siente "como si este hijo
estuviese muerto". Pero, ¿cuál es, entonces, la reacción de David
"ante esta traición de su hijo"? El Papa señala tres
actitudes. Ante todo, David, “un hombre de gobierno, toma la realidad como
es y sabe que esta guerra va a ser muy dura" y “que habrá muchos muertos”.
Por lo tanto , "toma la decisión de no hacer morir a su pueblo”. Él,
ha observado el Santo Padre, “podía luchar en Jerusalén contra las fuerzas de
su hijo", pero elige que Jerusalén no sea destruida:
"David, esta es la primera actitud, para
defenderse no utiliza ni a Dios ni a su pueblo, y esto significa el amor de un
rey para su Dios y su pueblo. Un rey pecador -conocemos la historia- pero un
rey con este amor tan grande: estaba tan apegado a su Dios y tan apegado a su
pueblo y no utiliza para defenderse ni a Dios ni a su pueblo. En los momentos
difíciles de la vida pasa tal vez que uno en la desesperación tratando de
defenderse como puede use también a Dios y a su pueblo. Él no, la primera
actitud es esa: no usar a Dios y a su pueblo".
Por lo tanto, David decide huir. Su segunda
actitud es "penitencial”. Sube a la montaña “llorando", caminando
"con la cabeza cubierta y los pies descalzos". Y toda la "gente
que estaba con él se cubrían la cabeza y, subiendo, lloraba". Es realmente
"un camino penitencial". "Tal vez –ha sido la reflexión del
Papa- en su corazón había pensado tantas cosas malas, tantos pecados, que había
hecho", piensa no ser “inocente”. También piensa que no es justo que el
hijo le traicione, pero reconoce que no es un santo y "elige la
penitencia":
"Esta subida al monte nos hace pensar a
aquella otra ascensión de Jesús, también Él apenado, con los pies descalzos,
con su cruz subía el monte. Esta actitud penitencial. David acepta estar de
luto y llora. Nosotros, cuando tal cosa sucede en nuestra vida siempre
intentamos -es un instinto que tenemos- justificarnos. David no se justifica,
es realista, trata de salvar el arca de Dios, su pueblo, y hace penitencia por
ese camino. Es un grande: un gran pecador y un gran santo. Cómo van juntas
estas dos cosas... ¡Dios lo sabe!".
Y en el camino, ha añadido el Pontífice, aparece
otro personaje: Simei, que arroja piedras contra David y contra todos sus
siervos. Es un "enemigo" que va maldiciendo a David. Uno de los
amigos del rey dice, entonces, querer matar a este "desgraciado", a
este "perro muerto". Pero David lo detiene: "en lugar de elegir
la venganza contra tantos insultos, decide confiar en Dios". Más bien,
dice que dejen a Simei que lo maldiga, porque "el Señor se lo ha
ordenado”. Y añade: "Él siempre sabe lo que está pasando, el Señor lo
permite”. "Tal vez -piensa también David- el Señor mirará mi aflicción y
me hará el bien a cambio de la maldición de hoy”. Por tanto, la tercera actitud
de David es la confianza en el Señor. El comportamiento de David, ha revelado
el Papa, también nos puede ayudar, "porque todos pasamos en la vida"
por momentos de oscuridad y de prueba. He aquí las tres actitudes de David:
"No negociar con Dios" y "nuestra pertenencia";
"aceptar la penitencia y llorar por nuestros errores"; y finalmente
"no buscar, nosotros, hacer justicia con nuestras propias manos, sino
confiar en Dios":
"Es hermoso escuchar esto y ver estas tres
actitudes: un hombre que ama a Dios, ama a su pueblo y no lo negocia; un hombre
que se reconoce pecador y hace penitencia; un hombre que está seguro de su Dios
y confía en Él. David es santo y lo veneramos como un santo. Le pedimos que nos
enseñe estas actitudes en los malos momentos de la vida".
04.02.14
Texto de la catequesis del Santo
Padre sobre la eucaristía
La celebración eucarística es más
que un simple banquete, es el memorial de la pascua de Jesús, el misterio
central de la salvación.
CIUDAD DEL VATICANO, 05 de febrero de 2014 (Zenit.org) - Queridos
hermanas y hermanos, buen día, pero no una buena jornada porque el clima está
un poco feo.
Hoy les hablaré sobre la eucaristía. La Eucaristía se
coloca en el corazón de la iniciación cristiana, junto al bautismo y a la
confirmación y constituye el manantial de la vida misma de la Iglesia. De este
sacramento del amor, de hecho, nace todo el auténtico camino de fe, de comunión
y de testimonio. Lo que vemos cuando nos juntamos para celebrar la eucaristía,
la misa, ya nos hace intuir lo que estamos por vivir.
En el centro del espacio destinado a la celebración se
encuentra el altar, que es una mesa cubierta por un mantel y esto nos hace
pensar a un banquete. Y en la mesa hay una cruz, para indicar que en el altar
se ofrece el sacrificio de Cristo. Él es signo del alimento espiritual que allí
se recibe, con los signos del pan y del vino.
Al lado de la mesa está el ambón, o sea, el lugar del
que se proclama la palabra de Dios, y esto significa que allí se reúne para
escuchar al Señor que habla a través de la sagradas escrituras, y por lo tanto
el alimento que se recibe es también su palabra. Palabra y pan en la mesa se
vuelven una cosa, como en la última cena cuando todas las palabras de Jesús,
todos las señales que había hecho se condensaron en el gesto de partir el pan y
de ofrecer un cáliz, anticipación del sacrificio de la cruz, y en esas
palabras: 'Tomad y bebed este es mi cuerpo, tomad y bebed esta es mi sangre'.
El gesto de Jesús realizado en la última cena es
el agradecimiento extremo al Padre por su amor y misericordia. Agradecimiento
en griego se dice eucaristía, y por eso el sacramento se llama eucaristía. Es
el supremo agradecimiento al padre que nos amó tanto al punto de darnos a su
Hiijo por amor. Por esto el término eucaristía resume este gesto de Dios y del
hombre juntos. Gesto de Jesucristo verdadero Dios y verdadero hombre.
Por lo tanto la celebración eucarística es algo
más que un simple banquete, es el memorial de la pascua de Jesús, el misterio
central de la salvación. Memorial no significa solamente un simple recuerdo,
pero quiere decir que cada vez que celebramos este sacramento participamos al
misterio de la pasión muerte y resurrección de Cristo. La eucaristía constituye
el auge de la acción de salvación de Dios.
El señor Jesús haciéndose pan partido por
nosotros, derrama de hecho sobre nosotros, todo su amor y misericordia, para
renovar nuestro corazón, nuestra existencia y el modo de relacionarnos con Él y
con los hermanos. Es por ello que comúnmente cuando uno se acerca a este
sacramento se dice 'recibir la comunión', 'hacer la comunión', esto significa
que en la potencia del Espíritu Santo la participación a la mesa eucarística se
conforma en manera única y profunda a Cristo, haciéndose pregustar ya ahora la
plena comunión con el Padre que caracterizará el banquete celeste, donde con
todos los instantes tendremos la gloria de contemplar a Dios, cara a cara.
Queridos amigos, nunca agradeceremos bastante al
Señor por el don de la eucaristía, es un don tan grande, y por esto es tan
importante ir a misa los domingos, no solamente para rezar pero también para
recibir la comunión, este pan que es el cuerpo de Jesús, que nos salva, nos
perdona nos une al Padre. Es bello hacer esto, y todos los domingos vamos a
misa porque es el día de la resurrección del Señor. Por ello el domingo es tan
importante para nosotros. Y con la eucaristía sentimos este pertenecer a la
Iglesia, al pueblo de Dios, cuerpo de Dios, a Jesucristo. Nunca terminaremos de
entender todo el valor y riqueza. Pidámosle entonces que este sacramento pueda
seguir manteniendo vivo en la Iglesia su presencia y a plasmar a nuestras
comunidades en la caridad y en la comunión según el corazón del Padre. Y esto
se hace durante toda la vida, pero se inicia a hacerlo el día de la primera
comunión. Es importante que los niños se preparen bien a la primera comunión de
manera que ningún niño deje de hacerla, porque es el primer paso de esta
pretenencia a Jesucristo, fuerte fuerte, después del bautismo y la
confirmación.
06.02.14
El Papa en Sta. Marta: el verdadero
discípulo es humilde como Juan Bautista
Francisco en la homilía del viernes
recuerda que los cristianos no deben aprovecharse de su condición ni buscar
privilegios
CIUDAD DEL VATICANO, 07 de febrero de 2014 (Zenit.org) - Anunciar el
Evangelio sin aprovecharse de la condición de cristianos. Lo ha afirmado el Papa
esta mañana en la misa de la Casa de Santa Marta. El Papa ha desarrollado su
homilía partiendo del martirio de Juan Bautista y ha subrayado que, como él, el
verdadero discípulo sigue la vía de la humildad sin apoderarse de la profecía.
Herodes hizo matar a Juan para acontentar a la amante
Herodías y el capricho de su hija. Y sobre este pasaje del que habla la lectura
de hoy, ha reflexionado el Santo Padre. Juan - ha observado el Papa - "es
un hombre que ha tenido un tiempo breve de vida, un tiempo breve para anunciar
la Palabra de Dios". Era el hombre, ha añadido, que "Dios había
enviado para preparar el camino a su Hijo". Y Juan termina mal su vida, en
la corte de Herodes "que se encontraba en el banquete".
Así lo ha explicado Francisco: "Cuando está la
corte es posible hacer de todo: la corrupción, los vicios, los crímenes. Las
cortes favorecen estas cosas. ¿Qué hizo Juan? Primero de todo anunció al Señor.
Anunció que estaba cerca el Salvador, el Señor, que estaba cerca el Reino de
Dios. Y lo había hecho con fuerza. Y bautizaba. Exhortaba a todos a
convertirse. Era un hombre fuerte. Y anunciaba a Jesucristo".
Asimismo ha indicado el Papa que "la primera
cosa que ha hecho Juan, grande, es anunciar a Jesucristo". Otra cosa que
ha hecho, ha proseguido, "es que no se ha apoderado de su autoridad
moral". También ha recordado el Pontífice en su homilía que a Juan se le
había dado "la posibilidad de decir 'Yo soy el Mesías', porque tenía mucha
autoridad moral", "todo el mundo iba donde él".
Y el Evangelio narra que Juan le decía a todos
que se convirtieran. Y los fariseos, los doctores veían esta como su fuerza:
"Era un hombre recto". Le preguntaban si era él el Mesías. Y, en el
"momento de la tentación, de la vanidad", podía poner una "cara
de circunstancia" y decir: "Pero, no lo sé..." con una
"falsa humildad". Sin embargo ha sido claro: "¡No, yo no lo soy!
Detrás de mí viene uno que es más fuerte que yo, del que no soy digno ni de
atarle la correa de sus sandalias". Así, el Papa ha recordado que Juan
"ha sido claro", "no ha robado el título. No se ha apoderado del
trabajo". Esta, por tanto, "es la segunda cosa que ha hecho él,
'hombre de verdad'": "No robar la dignidad. La tercera cosa que ha
hecho Juan es imitar a Cristo". También Herodes, que lo había matado,
"creía que Jesús fuera Juan". Juan, ha observado el Papa, ha imitado
a Jesús "sobre todo sobre el camino del abajarse: Juan se ha humillado, se
ha abajado hasta el final, hasta la muerte". Y también, ha proseguido Francisco,
está "el mismo estilo de muerte, vergonzoso: Jesús como un bandido, como
un ladrón, como un criminal, sobre la cruz".
Y así ha profundizado al respecto: "Muertos
humillados. Pero también Juan ha querido su 'huerto de los olivos', su angustia
en la cárcel, cuando creía haberse equivocado, y manda a sus discípulos a
preguntar a Jesús: 'Pero dime, ¿eres tú o me he equivocado y hay otro?' La
oscuridad del alma, esa oscuridad que purifica como Jesús en el huerto de los
olivos. Y Jesús ha respondido a Juan como el Padre ha respondido a Jesús,
confortando. Esa oscuridad del hombre de Dios, de la mujer de Dios. Pienso en
este momento en la oscuridad del alma de la beata Teresa de Calcuta ¿no? ¡Ah,
la mujer que todo el mundo alababa, Premio Nobel! Pero ella pensaba que en un
momento de su vida, largo, había solamente la oscuridad dentro".
Francisco ha proseguido su homilía recordando que
"anunciador de Jesucristo", Juan "no se apoderó de la
profecía", él, "es el icono de un discípulo". Pero, se ha preguntado
el Papa: "¿dónde ha estado el origen de esta actitud del discípulo?"
En un encuentro. El Evangelio nos habla del encuentro de María e Isabel, cuando
Juan bailó de alegría en el vientre de Isabel. Eran primos. "Quizá se han
encontrado después algunas veces. Y ese encuentro ha llenado de alegría, de
tanta alegría el corazón de Juan y lo ha transformado en discípulo", ha
indicado. Asimismo, recuerda que "Juan es el hombre que anuncia a
Jesucristo, que no se pone en el sitio de Jesucristo y que sigue el camino de
Jesucristo".
Finalmente el Papa ha propuesto que "nos
hará bien hoy, a nosotros, preguntarnos sobre nuestro discipulado: ¿anunciamos
a Jesucristo? ¿Aprovechamos o no aprovechamos de nuestra condición de
cristianos como si fuera un privilegio? Juan no se apoderó de la profecía.
Tercero: ¿vamos sobre el camino de Jesucristo? ¿El camino de la humillación, de
la humildad, del abajamiento del servicio? Y si nosotros encontramos que no
estamos parados en esto, preguntarnos: '¿Pero cuándo ha sido mi encuentro con
Jesucristo, ese encuentro me llenó de alegría?' Y volver al encuentro, volver a
la primera Galilea del encuentro. ¡Todos nosotros tenemos una! ¡Volver a
encontrarla! Reencontrarnos con el Señor e ir adelante sobre este camino tan
bello, en el cual Él debe crecer y nosotros disminuir".
08.02.14
Francisco a los peregrinos de Sri
Lanka: 'Las lagrimas forman perlas'
El Santo Padre acepta la invitación
para visitar la isla. Pide a los fieles que colaboren con el enemigo del pasado
para construir un futuro conjunto
CIUDAD DEL VATICANO, 08 de febrero de 2014 (Zenit.org) - El papa
Francisco ha recibido esta mañana a un grupo de peregrinos de Sri
Lanka con motivo de la celebración del 75 aniversario de la consagración
de este país asático a la Virgen de la Iglesia.
Durante el encuentro mantenido en la Basílica de
San Pedro, el cardenal Malcolm Ranjith ha invitado al Pontífice argentino a
visitar esta hermosa isla del Océano Índico.
"Agradezco la invitación del cardenal para
visitar Sri Lanka. Recibo esta oferta y creo que el Señor nos concederá esta
gracia", ha afirmado el Santo Padre.
Dirigiéndose al grupo de peregrinos, el Papa les ha
recordado que "vuestra patria es conocida como la Perla del Índico
por su forma y su belleza". "Se dice que la perla está formada por
las lágrimas de la ostra", ha proseguido.
"Por desgracia, en los últimos años, muchas
lágrimas se han derramado en vuestra isla", ha lamentado el Santo Padre en
alusión a los conflictos entre las Fuerzas Armadas ceilandesas y los grupos
terroristas del país en los últimos años.
En este sentido, el Pontífice ha reconocido que no es
fácil sanar las heridas y colaborar con el enemigo del pasado para construir un
futuro conjunto, pero es "el único camino que da esperanza a un futuro de
desarrollo y de paz". Por este motivo, ha indicado el Papa, "os
aseguro que tenéis un lugar especial en mis oraciones".
En su discurso, Francisco ha explicado también a
todos los congregados que, en 1940, el por entonces arzobispo de Colombo (oeste
de Sri Lanka), Jean-Marie Masson, prometió construir un santuario en honor a la
virgen María si la isla no era víctima de invasiones extranjeras.
Y es que "hace setenta y cinco años, las
nubes que anunciaban lo que posteriormente se conocería como la Segunda Guerra
Mundial, aparecían cada vez más densas en el cielo y los fieles, guiados por su
fe, se encomendaron a la Virgen, que siempre defiende a sus hijos en
peligro", ha asegurado el Santo Padre.
"Al acabar la guerra --ha concluido el
Pontífice-- fue construido el bonito santuario de Nuestra Señora de
Lanka".
Al término de la audiencia, el papa Francisco ha
interpelado a los peregrinos a quienes ha preguntado si es cierto que en Sri
Lanka se cantan "bellas canciones religiosas". Acto seguido, los
asistentes han comenzado a entonar un himno local de temática religiosa.
09.02.14
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