DOS AÑOS DEL PAPA FRANCISCO
JUAN CEJUDO, ECLESALIA, 16/03/15.- No pretendo hacer aquí un análisis detallado de los logros y pormenores de estos dos años del pontificado de Francisco, pero sí me gustaría subrayar aquellos aspectos que a mí más me han impactado como positivos y quizá subrayar también algunas cuestiones que me preocupan.
Destaco de él sobre todo, sus gestos. Un papa que
habla más con sus hechos que con sus palabras. Ya lo decía Jesús: “por sus
frutos lo conoceréis”. No se trata tanto de hablar muy bien y muy fino sobre
muchas cuestiones de alta teología, sino acercarse a las personas con el
lenguaje de los hechos.
De lo primero que hizo fue acercarse a Lampedusa, la
isla donde han muerto miles de inmigrantes y donde se vive el drama de la inmigración.
Su opción por los más pobres con sus gestos: renunció
a salir, una vez nombrado papa, con todos los capisallos habituales en esas
solemnidades y se presentó con su sotana blanca, con una cruz sencilla.
Apareció con zapatos usados, lejos de los recomendados por el protocolo. Usa un
coche utilitario para desplazarse.
Abandonó la residencia habitual de los papas para irse
a vivir a un apartamento de poco más de 70m2, comiendo como uno más, sentándose
en las últimas filas de la iglesia para rezar… Últimamente ha instalado duchas
y peluquería para los sin techo del Vaticano. Ha salido de viaje por países de
la periferia del mundo y tiene proyectado visitar a varios países de
Latinoamérica.
Su forma de contestar a los periodistas, tan cercano,
tan natural, sin prisas, sin preguntas previamente acordadas, hablando de todos
los temas…”¿Quién soy yo para condenar a los homosexuales”?, diría. O también
cuando ha dicho que el tema del celibato opcional es un tema abierto en la
Iglesia del que se puede hablar y opinar… Y que sigue teniéndolo en su
agenda…Esa amistad con Clelia, la viuda del Obispo casado Jerónimo Podestá a
quien seguía llamando por teléfono con frecuencia igual que hacía con otras
amistades o con otras personas, como algunas de las víctimas de abusos sexuales
del clero…
Sus gestos de cercanía, con los más necesitados, de
cordialidad, de sencillez con todos, son continuos… Ha roto los moldes de lo
que era el comportamiento hierático de los papas anteriores Juan Pablo II y
Benedicto XVI. Nos recuerda a aquel papa bueno Juan XXIII. Ha condenado
abiertamente este sistema que tiene una economía que mata.
Luego hay valoraciones importantes que hacerle en
otros asuntos: su empeño por abrir la Iglesia a la colegialidad y no que el
papa de Roma lo decida todo como un emperador. Es un asunto aún no resuelto,
pero haberse rodeado de un equipo de 9 cardenales que le asesora ya es un paso,
aunque veremos… Quiere afrontar uno de los grandes retos del Vaticano: renovar
la curia. Un asunto enormemente espinoso.
También está dejando claro su no rotundo a la
pederastia en el clero. Ya ordenó a un cardenal acusado de encubrir muchos
casos de sacerdotes pederastas que no frecuentara más la Basílica del Vaticano.
Y llamó personalmente por teléfono a una de las víctimas de la pederastia en
Granada.
Pero lo más importante y donde los lobos del Vaticano
le están esperando para atacarle a dentelladas, es cuando ha dicho que quiere
poner las cuentas de la Iglesia adaptadas a la legislación vigente para que
esté todo con transparencia. Ahí está lo más duro de su tarea. Porque cuando se
pretende tocar el tema de las finanzas… ¡peligro! Ya ha habido antecedentes y
sabemos qué consecuencias trajeron aquellos intentos: hasta suicidios. También
cuando a Juan Pablo I lo encontraron muerto, se dijo que los papeles que tenía
entre sus manos uno era sobre la reforma de la curia y otros sobre las reformas
de las finanzas de la Iglesia…
Soy de los que piensa que Francisco, en cuanto ha
empezado a tocar estos temas “candentes” se está jugando el pellejo. Así tal
como suena. Intentarán que sus intentos no cuajen en nada y que fracase como
otras veces. ¡Ojala me equivoque y pueda llevar a cabo su programa de reformas
que tanto necesita la Iglesia!
Tengo mis dudas en otras cuestiones: si no le meterán
más de un gol sus asesores en temas como nombramientos de obispos, o si los
cambios que realmente necesita al Iglesia de acercamiento a los pobres, de
cambio en las celebraciones litúrgicas, los cambios necesarios en temas como la
moralidad, supresión de concordatos donde se busquen privilegios para la
Iglesia, los cambios necesarios en los ministerios( curas casados, mujeres
sacerdotes, nombramiento de nuevos ministerios desde las mismas comunidades
cristianas …etc…) será capaz de impulsarlos.
Esperemos que sí. Deseo que aquella frase suya (de las
primeras suyas como papa) “Cuánto me gustaría una iglesia pobre para los
pobres!”, pueda ser una realidad. Para ello, nada mejor que la renuncia a
tantas y tantas cuestiones que serían necesarias para que la Iglesia fuera
realmente pobre: Renuncia al Vaticano, al poder como Jefe de Estado y sí a ser
el vínculo de unidad de toda la iglesia como obispo de Roma viviendo con
sencillez. Renuncia por tanto a todo poder: nuncios, personal diplomático etc…y
venta de muchas de las propiedades de la Iglesia para darla los pobres…
¡Habría tanto que hacer! Pero en estos dos años creo
que está haciendo bastante, aunque algunos desearíamos un ritmo más rápido en
las reformas necesarias…
No quiero terminar sin decir que personalmente este
papa me cae muy bien porque lo veo con actitudes evangélicas. También lo veo un
hombre muy humano y cercano a la gente. Creo que sus gestos y también palabras
son fruto de una vivencia del estilo de Jesús. Es un hombre que cree de verdad
y lo transmite con su gestos y palabras. Así debe ser.
También pienso que todos los cristianos deberíamos de
apoyarle y respaldarle para que los enemigos (que los tiene) se sientan en
minoría frente a una gran mayoría que lo aplaudimos y seguimos. ¡Ojalá así sea!
También he de decir, que temo por su
vida. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus
artículos, indicando su procedencia).
Vaticano, 20 marzo 2015
21.03.15
(texto completo)
Francisco en el Ángelus: Dios nos
ama con amor gratuito y sin límites
Texto completo de las palabras del
Papa en la oración mariana de este domingo
CIUDAD DEL VATICANO, 15 de marzo de 2015 (Zenit.org) - El santo
padre Francisco se ha asomado a la ventana del estudio del Palacio Apostólico
Vaticano para rezar el ángelus, como cada domingo, con los fieles reunidos en
la plaza de San Pedro.
Estas son
las palabras del Papa para introducir la oración mariana:
Queridos
hermanos y hermanas, buenos días.
el Evangelio de hoy nos propone las palabras dirigidas
por Jesús a Nicodemo: “Dios, amó tanto al mundo, que dio a su Hijo unigénito”
(Jn 3, 16). Escuchando esta palabra, dirigimos la mirada de nuestro corazón a
Jesús Crucificado y sentimos dentro de nosotros que Dios nos ama, nos ama de verdad,
y ¡nos ama mucho! Esta es la expresión más sencilla que resumen todo el
Evangelio, toda la fe, toda la teología: Dios nos ama con amor gratuito y sin
límites. Así nos ama Dios.
Este amor Dios lo demuestra sobre todo en la creación,
como proclama la liturgia, en la Oración eucarística IV: “Has dado origen al
universo para infundir tu amor sobre todas tus criaturas y alegrarlas con el
esplendor de tu luz”. Al origen del mundo está solo el amor libre y gratuito
del Padre. San Ireneo, un santo de los primeros siglos, escribió: “Dios no creó
a Adán porque necesitara del hombre, sino para tener alguno a quien donar sus
beneficios” (Adversus haereses, IV, 14, 1). Así, el amor de Dios es así.
Así prosigue la Oración eucarística IV: “Y
cuando por desobediencia perdió tu amistad, no lo abandonaste al poder de la
muerte, sino que, compadecido, tendiste la mano a todos, para que te encuentre
el que te busca”. Ha venido con su misericordia. Como en la creación, también
en las etapas sucesivas de la historia de la salvación resalta la gratuidad del
amor de Dios: el Señor elige a su pueblo no porque se lo merezca, y le
dice así, “yo te he elegido precisamente porque eres el más pequeño entre todos
los pueblos”. Y cuando vino “la plenitud del tiempo”, no obstante los
hombres hubieron incumpliodo más de una vez la alienza, Dios, en vez de
abandonarles, ha estrechado con ellos un nuevo vínculo, en la sangre de Jesús
--el vínculo de la nueva y eterna alianza-- un vínculo que nada podrá romper
nunca.
San Pablo nos recuerda: “Pero Dios, que es rico
en misericordia --no olvidarlo nunca, es rico en misericordia-- por el gran
amor con que nos amó, precisamente cuando estábamos muertos a causa de nuestros
pecados, nos hizo revivir con Cristo” (Ef 2,4). La Cruz de Cristo es la prueba
suprema del amor de Dios por nosotros: Jesús no ha amado “hasta el extremo” (Jn
13,1), es decir, no solo hasta el último instante de su vida terrena, sino
hasta el extremo límite del amor. Si en la creación el Padre nos ha dado la
prueba de su amor inmenso dándonos la vida, en la Pasión de su Hijo nos ha dado
la prueba de las pruebas: ha venido a sufrir y morir por nosotros. Y esto por
amor. Así de grande es la misericordia de Dios, porque nos ama, nos perdona con
su misericordia, Dios perdona todo y Dios perdona siempre.
María, Madre de misericordia, nos ponga en el
corazón la certeza de que somos amados por Dios. Esté cerca de nosotros en los
momentos de dificultad y nos done los sentimientos de su Hijo, para que nuestro
itinerario cuaresmal sea experiencia del perdón, de acogida y de caridad.
16.03.15
Francisco en Sta. Marta: 'Dios está
enamorado de nosotros, sueña con nosotros'
En la homilía de este lunes, el
Santo Padre explica que creer es hacer espacio al Señor para que venga y me
cambie
CIUDAD DEL VATICANO, 16 de marzo de 2015 (Zenit.org) - Dios está
enamorado de nosotros y somos su sueño de amor y esto no lo puede explicar
ningún teólogo. Así lo ha afirmado el Santo Padres en la homilía de esta mañana
en Santa Marta.
En la primera lectura de hoy, del profeta Isaías, el
Señor dice que creará “cielo nuevo y tierra nueva”. Por eso, el papa Franciso
afirma que la segunda creación de Dios es aún más “maravillosa” que la primera,
porque “cuando el Señor ‘rehace’ el mundo estropeado por el pecado” lo ‘rehace’
en Jesucristo. Y en este renovar todo, Dios manifiesta su gloria inmensa.
El Pontífice lo ha explicado así. “Vemos que el Señor
tiene mucho entusiasmo: habla de alegría y dice una palabra: ‘gozaré de mi
pueblo’. El Señor piensa en eso que hará, piensa que Él, Él mismo estará en la
alegría de su pueblo. Es como si fuera un ensueño del Señor: el Señor sueña.
Tiene sus sueños. Sus sueños sobre nosotros. ‘Ah, qué bonito será cuando nos
encontremos todos juntos, cuando nos encontremos allí o cuando esa persona,
esta otra... aquella otra caminará conmigo. ¡Yo disfrutaré en ese momento!” De
este modo, el Santo Padre ha dado un ejemplo que puede ayudar: como si una
chica con su novio o el chico con su novia pensara ‘cuando estemos juntos,
cuando nos casemos...’ Es el ‘sueño’ de Dios.
Además, ha querido recordar en la homilía que “Dios
piensa en cada uno de nosotros” y “piensa bien, nos quiere, ‘sueña’ con
nosotros. Sueña con la alegría con la que gozará con nosotros. Por esto el
Señor quiere ‘re-crearnos’ hacer nuevo nuestro corazón, ‘re-crear’ nuestro
corazón para hacer triunfar la alegría”.
“¿Lo habéis pensado?”, se pregunta Francisco, y
responde: ‘¡El Señor sueña conmigo! ¡Estoy en la mente, en el corazón del
Señor! ¡El Señor es capaz de cambiar mi vida!” Y hace muchos planes, explica
Francisco. “Fabricaremos casas, plantaremos viñas, comeremos juntos”... estas
son ilusiones que hace solamente un enamorado. Y aquí el Señor se muestra enamorado
de su pueblo, ha proseguido el Papa. Al respecto, el Santo Padre ha indicado
que cuando el Señor dice a su pueblo: “Yo te he elegido no porque seas el más
fuerte, el más grande, o el más poderoso. Sino que te he elegido porque eres el
más pequeño de todos. También puede decir: el más miserable de todos. Yo te he
elegido así”. Y esto --ha observado el Papa-- es amor.
El Papa ha insistido en que “Dios está enamorado
de nosotros” al comentar el pasaje del Evangelio sobre la sanación del hijo del
funcionario real. “Creo que no haya ningún teólogo que pueda explicar esto: no
se puede explicar. Sobre esto solo se puede pensar, escuchar y llorar de
alegría. El Señor nos puede cambiar”.
¿Y qué debemos hacer?, se ha preguntado el Papa.
La respuesta: Creer. “Creer que el Señor puede cambiarme, que el Señor es
poderoso: como ha hecho con ese hombre que tenía el hijo enfermo, en el
Evangelio”. Así, Francisco ha explicado que ese hombre creyó en la palabra que
Jesús le había dado y se puso en camino”. Creyó que Jesús tenía el poder de
cambiar a su hijo, la salud del niño. Y venció.
Finalmente, el Pontífice ha recordado que “la fe
es dar espacio a este amor de Dios, es hacer espacio al poder, al poder de
Dios, pero de que uno que es poderoso, al poder de uno que me ama, que está
enamorado de mí y que quiere la alegría conmigo. Esto es la fe. Esto es creer:
es hacer espacio al Señor para que venga y me cambie”.
17.03.15
Francisco en Sta. Marta: la Iglesia
siempre con las puertas abiertas
En la homilía de este martes, el
Santo Padre ha advertido que lo que hace el Espíritu Santo en el corazón de
las personas, lo destruyen los cristianos con psicología de doctores de la ley
CIUDAD DEL VATICANO, 17 de marzo de 2015 (Zenit.org) - La Iglesia
es la casa de Jesús, una casa de misericordia que acoge a todos, y por tanto no
un lugar del cual los cristianos puedan cerrar las puertas. Esta ha sido la
advertencia que el santo padre Francisco ha hecho esta mañana en la homilía de
Santa Marta.
La reflexión del Papa ha comenzado por el agua,
protagonista de las lecturas litúrgicas del día. “El agua que sana”, la ha
llamado Francisco, que comenta la descripción que el profeta Ezequiel hace del
goteo que surge en el umbral del templo, que se convierte en el exterior en un
torrente impetuoso y en cuyas aguas ricas de peces cualquiera podrá ser sanado.
Y el agua descrita de la piscina de Betzatà, descrita en el Evangelio, cerca de
la cual hay un paralítico desde hace 38 años entristecido --y según Francisco
también un poco “perezoso”-- que no ha encontrado nunca la forma de hacerse
sumergir cuando las aguas se mueven y por tanto buscar la sanación. Así, el
Papa ha explicado que Jesús sin embargo lo sana, y lo anima a “ir adelante”,
pero esto desencadena la crítica de los doctores de la ley porque la sanación
tuvo lugar un sábado. Una historia que sucede muchas veces también hoy.
De este modo, el
Pontífice ha indicado que “un hombre, una mujer, que se siente enfermo en el
alma, triste, que ha cometido muchos errores en su vida, y en un cierto momento
siente que las aguas no se mueven, está el Espíritu Santo que mueve algo, o
escucha una palabra o… ‘Ah, ¡yo quisiera ir!’... Y tiene coraje y va”. Y
cuántas veces hoy --ha advertido-- en las comunidades cristianas se
encuentran las puertas cerradas. ‘Pero tú no puedes, no, tú no puedes. Tú te
has equivocado aquí y no puedes. Si quieres venir, ven a misa el domingo, pero
quédate ahí, no hagas más’. Por eso, el Santo Padre ha observado que lo que hace
el Espíritu Santo en el corazón de las personas, lo destruyen los cristianos
con psicología de doctores de la ley.
Nuevamente, ha
recordado que la Iglesia tiene siempre las puertas abiertas. “Es la casa
de Jesús y Jesús acoge. Pero no solo acoge, va a encontrar a la gente como fue
a buscar a este. Y si la gente está herida, ¿qué hace Jesús? ¿Le regaña por
estar herida? No, va y lo carga sobre los hombros. Y esto se llama
misericordia. Y cuando Dios regaña a su pueblo --’Misericordia quiero, no
sacrificios’-- habla de esto”, ha explicado el Papa.
A continuación, ha
preguntado: “¿quién eres tú para cerrar la puerta de tu corazón a un hombre, a
un a mujer que quiere mejorar, volver al pueblo de Dios, porque el Espíritu
Santo ha tocado su corazón?”. Así, Francisco ha pedido que la Cuaresma ayude a
no cometer el error de quien desafió el amor de Jesús hacia el paralítico solo
porque era contrario a la ley.
Al concluir la
homilía, el Papa ha invitado a pedir al Señor en la misa “por nosotros y por
toda la Iglesia”, o sea “una conversión hacia Jesús, una conversión a Jesús,
una conversión a la misericordia de Jesús. Y así la ley será plenamente
cumplida, porque la ley es amar a Dios y al prójimo, como a nosotros mismos”.
18.03.15
Texto completo de la catequesis del
Papa en la audiencia del miércoles 18 de marzo
'¿Tenemos como los niños la
capacidad de reír y llorar espontáneamente?' pregunta Francisco
CIUDAD DEL VATICANO, 18 de marzo de 2015 (Zenit.org) - Publicamos
a continuación la catequesis del Santo Padre durante la audiencia general de
este miércoles.
¡Queridas
hermanas y hermanos, buenos días!
Después de haber pasado repasado las distintas figuras
de la vida familiar -madre, padre, hijos, hermanos, abuelos-, quisiera concluir
este primer grupo de catequesis sobre la familia hablando de los niños. Lo haré
en dos momentos: hoy me dentendré sobre el gran don que son los niños para la
humanidad. Es verdad. Gracias por aplaudir. Son el gran don de la humanidad,
pero también son los grandes excluidos, porque ni siquiera les dejan nacer. Y
la próxima semana sobre algunas heridas que lamentablemente hacen mal a la
infancia. Me vienen a la mente los muchos niños que he encontrado durante
mi último viaje a Asia: llenos de vida, de entusiasmo y, por otra parte, veo
que en el mundo muchos de ellos viven en condiciones indignas. De hecho, por
cómo son tratados los niños se puede juzgar a una sociedad. Pero no solo
moralmente, también sociológicamente. Si un sociedad libre, o una sociedad
esclava de intereses internacionales.
En primer lugar los niños nos recuerdan a todos que,
en los primeros años de la vida, hemos sido totalmente dependientes de los
cuidados y de la bondad de los otros. Y el Hijo de Dios no se ha ahorrado este
paso. Es el misterio que contemplamos cada año, en Navidad. El pesebre es el
icono que nos comunica esta realidad en la forma más sencilla y directa.
Es curioso, Dios no tiene dificultad a hacerse
entender por los niños, y los niños no tienen problemas para entender a Dios.
No por casualidad en el Evangelio hay algunas palabras muy bonitas y fuerte de
Jesús sobre los “pequeños”. Este término, “pequeños”, indica a todas las
personas que dependen de la ayuda de los otros, y en particular a los niños.
Por ejemplo Jesús dice: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por
haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a
los pequeños”. Y también: “Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños,
porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en
presencia de mi Padre celestial”.
Por tanto, los niños son en sí mismos un riqueza
para la humanidad y para la Iglesia, porque nos llaman constantemente a la
condición necesaria para entrar en el Reino de Dios: la de no considerarse
autosuficientes, sino necesitados de ayuda, de amor, de perdón. Y todos estamos
necesitados de ayuda, amor y perdón. Todos. Los niños nos recuerdan otra cosa
bonita, nos recuerdan que siempre somos hijos: también si uno se convierte en
adulto, o anciano, también si se convierte en padre, se ocupa un puesta de
responsabilidad, por encima de todo esto permanece la identidad de hijo. ¡Todos
somos hijos! Y esto nos lleva siempre al hecho de que la vida no nos la hemos
dado solos, sino que la hemos recibido. El gran don de la vida, es el primer
regalo que hemos recibido. La vida. A veces corremos el peligro de vivir
olvidándonos de esto, como si nosotros fuéramos los dueños de nuestra
existencia, y sin embargo somos radicalmente dependientes. En realidad, es
motivo de gran alegría escuchar que en cada edad de la vida, en cada situación,
en cada condición social, somos y permanecemos hijos. Este es el principal
mensaje que los niños nos dan, con su misma presencia. Solamente con la
presencia recuerdan que todos nosotros y cada uno de nosotros somos hijos.
Pero hay muchos dones, muchas riquezas que los
niños llevan a la humanidad. Recuerdo solo algunos. Llevan su modo de ver la
realidad, con una mirada confiada y pura. El niño tienen una espontánea
confianza en el papá y en la mamá, y tiene un confianza espontánea en Dios, en
Jesús, en la Virgen. Al mismo tiempo, su mirada interior es pura, aún sin
contaminar por la maldad, la duplicidad, lo que ensucia la vida que endurece el
corazón. Sabemos que también los niños tienen el pecado original, que tienen
sus egoísmos, pero conservan una pureza, una sencillez interior.
Los niños no son diplomáticos, dicen lo que
sienten, dicen lo que ven, directamente. Y muchas veces ponen a sus padres en
dificultad. ‘Esto no me gusta porque es feo’, también delante de las personas.
Pero los niños dicen lo que piensan. No son personas dobles, aún no han
aprendido esa ciencia de la duplicidad, que nosotros adultos hemos aprendido.
Los niños, además en su sencillez interior,
llevan consigo la capacidad de recibir y dar ternura. Ternura es tener un
corazón “de carne” y no “de piedra” como dice la Biblia. La ternura es también
poesía: es “sentir” las cosas y los acontecimientos, no tratarlos como meros
objetos, solo para usarlos, porque sirven.
Los niños tienen la capacidad de sonreír y de
llorar. Algunos, cuando los tomo para besarles sonríen. Otros me en de blanco,
creen que soy el médico y que voy a ponerles la vacuna y lloran, pero
espontáneamente. Los niños son así. Reír y llorar, dos cosas que en nosotros
grandes a menudo “se bloquean”, ya no somos capaces Y muchas veces nuestra
sonrisa se convierte en una sonrisa de cartón, algo sin vida, una sonrisa que
no es vivaz, también una sonrisa artificial, de payaso. Los niños sonríen
espontáneamente, y lloran espontáneamente. Depende siempre del corazón. Nuestro
corazón se bloquea y pierde a menudo esta capacidad de sonreír y llorar. Y
entonces los niños pueden enseñarnos de nuevo a sonreír y a llorar. Debemos
preguntarnos a nosotros mismos, ¿sonrío espontáneamente, con frescura, con amor
o mi sonrisa es artificial? ¿Aún lloro, o he perdido la capacidad de llorar?
Son dos preguntas muy humanas que nos enseñan los niños.
Por todos estos motivos Jesús invita a sus
discípulos a hacerse como niños porque “a quien es como ellos pertenece
el Reino de Dios”.
Queridos hermanos y hermanas, los niños llevan
vida, alegría, esperanza, también disgustos, pero la vida es así. Ciertamente
llevan también preocupaciones y a veces problemas; pero es mejor una sociedad
con estas preocupaciones y estos problemas, que una sociedad triste y gris
porque se ha quedado sin niños. Y cuando vemos que el nivel de nacimiento de
una sociedad apenas llega al 1 por ciento, podemos decir que esta sociedad es
triste, es gris porque se ha quedado sin niños.
19.03.15
El Papa a la UCA: 'El templo sea el
corazón de esta universidad'
El Santo Padre envía un vídeo
mensaje a la Universidad Católica Argentina en ocasión de la inauguración del
templo del Campus Puerto Madero
CIUDAD DEL VATICANO, 19 de marzo de 2015 (Zenit.org) - La
Pontificia Universidad Católica Argentina, UCA, ha inaugurado la iglesia
principal del Campus Puerto Madero el miércoles 18 de marzo. Esta iglesia es el
“sueño de los primeros docentes de la Universidad y de la Conferencia Episcopal
que la fundó”. La bendición se realizó durante una misa presidida por el
cardenal Mario Poli, arzobispo de Buenos Aires y Gran Canciller de la
Universidad.
Durante el acto, el rector mostró un vídeo del papa Francisco que habla a la
comunidad UCA sobre la importancia de esta iglesia. Así, el Santo Padre en su
mensaje reconoce que le da mucha alegría “que se bendiga y se inaugure la
iglesia del Corazón de Jesús, el templo de la Universidad Católica Argentina”.
Tal y como explica Francisco, hasta ahora eran “las pequeñas capillitas las que
de alguna manera iban alimentando nuestra oración, nuestro encuentro con Jesús,
con la Virgen, con San José”. Ahora --afirma-- este templo es el centro de toda
la universidad, tiene que estar orientada hacia ese templo, es decir la
universidad orientada hacia Dios, hacia Jesús que está ahí en el sagrario. De
este modo, el Pontífice pide que de ese templo “tienen que salir la fuerza de
la universidad, las ideas de la universidad, la enseñanza de la universidad”.
No es un templo separado, observa el Papa, es el corazón de la universidad,
está dentro de la universidad, es parte de la universidad. “Mucho más
importante que el Rectorado, que el Consejo Superior, que los Decanatos y que
las Asambleas, mucho más importante”, asegura el Papa. Por eso, Francisco
indica en el vídeo mensaje que “ahí está el corazón y está el centro”.
Este nuevo templo, se explica en un comunicado de
la Universidad, responde al pedido del Papa Francisco de una mayor
espiritualidad y del encuentro con Jesucristo también en los centros académicos;
es iglesia, no capilla. El arzobispado aprobó la designación de “iglesia”, que
desde un punto de vista canónico y litúrgico tiene una importancia mucho mayor.
Se convierte así “en el lugar central del culto
de la Universidad, en su centro espiritual de constante actividad”.
“La iglesia mayor aparece bien integrada en el
conjunto de la construcción, y destacada, para mostrar que en la Universidad la
vida espiritual no puede entenderse como un parche, como una actividad
secundaria o tolerable. En nuestra concepción de la vida y la sabiduría el
‘espíritu’ es indispensable, esencial, fundamental, y debe penetrarlo todo”,
observa monseñor Víctor M. Fernández, rector de la UCA, en una carta a la
comunidad universitaria.
En esta iglesia se celebrarán cinco misas diarias
y cada día habrá al menos seis horas de adoración, donde participarán alumnos,
docentes, empleados y directivos.
20.03.15
'La pena de
muerte niega el amor a los enemigos que predica el Evangelio'
El Papa
reitera el rechazo a la pena capital al recibir a una delegación de la Comisión
internacional contra la pena de muerte
CIUDAD DEL VATICANO, 20 de marzo de 2015 (Zenit.org) - El santo
padre Francisco ha recibido este viernes por la mañana en audiencia a una
delegación de la Comisión internacional contra la pena de muerte.
Durante la audiencia el Papa le entregó una carta al
presidente de la comisión, Federico Mayor, en la que espresó su agradecimiento
personal, y también a los hombres de buena voluntad, por su compromiso con un
mundo libre de la pena de muerte y por su contribución para el establecimiento
de una moratoria universal de las ejecuciones en todo el mundo, con miras a la
abolición de la pena capital.
Proponemos a
continuación el texto difundido por la Sala de Prensa del Vaticano
Excelentísimo Señor Federico Mayor, presidente de la
Comisión Internacional contra la Pena de Muerte
Señor Presidente:
Con estas letras,
deseo hacer llegar mi saludo a todos los miembros de la Comisión Internacional
contra la Pena de Muerte, al grupo de países que la apoyan, y a quienes
colaboran con el organismo que Ud. preside.
Quiero además
expresar mi agradecimiento personal, y también el de los hombres de buena
voluntad, por su compromiso con un mundo libre de la pena de muerte y por su
contribución para el establecimiento de una moratoria universal de las
ejecuciones en todo el mundo, con miras a la abolición de la pena capital.
He compartido
algunas ideas sobre este tema en mi carta a la Asociación Internacional de
Derecho Penal y a la Asociación Latinoamericana de Derecho Penal y
Criminología, del 30 de mayo de 2014. He tenido la oportunidad de profundizar
sobre ellas en mi alocución ante las cinco grandes asociaciones mundiales
dedicadas al estudio del derecho penal, la criminología, la victimología y las
cuestiones penitenciarias, del 23 de octubre de 2014. En esta oportunidad,
quiero compartir con ustedes algunas reflexiones con las que la Iglesia
contribuya al esfuerzo humanista de la Comisión.
El Magisterio de
la Iglesia, a partir de la Sagrada Escritura y de la experiencia milenaria del
Pueblo de Dios, defiende la vida desde la concepción hasta la muerte natural, y
sostiene la plena dignidad humana en cuanto imagen de Dios (cf. Gen 1,26).
La vida humana es sagrada porque desde su inicio, desde el primer instante de
la concepción, es fruto de la acción creadora de Dios (cf. Catecismo de la
Iglesia Católica, n. 2258), y desde ese momento, el hombre, única
criatura a la que Dios ha amado por sí mismo, es objeto de un amor
personal por parte de Dios (cf. Gaudium et spes, 24).
Los Estados pueden
matar por acción cuando aplican la pena de muerte, cuando llevan a sus pueblos
a la guerra o cuando realizan ejecuciones extrajudiciales o sumarias. Pueden
matar también por omisión, cuando no garantizan a sus pueblos el acceso a los
medios esenciales para la vida. «Así como el mandamiento de “no matar” pone
un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir
“no a una economía de la exclusión y la inequidad”» (Evangelii gaudium,
53).
La vida,
especialmente la humana, pertenece sólo a Dios. Ni siquiera el homicida pierde
su dignidad personal y Dios mismo se hace su garante. Como enseña san Ambrosio, Dios no quiso castigar a
Caín con el homicidio, ya que quiere el arrepentimiento del pecador y no su
muerte (cf. Evangelium vitae, 9).
En algunas
ocasiones es necesario repeler proporcionadamente una agresión en curso para
evitar que un agresor cause un daño, y la necesidad de neutralizarlo puede
conllevar su eliminación: es el caso de la legítima defensa (cf. Evangelium
vitae, 55). Sin embargo, los presupuestos de la legítima defensa personal
no son aplicables al medio social, sin riesgo de tergiversación. Es que cuando
se aplica la pena de muerte, se mata a personas no por agresiones actuales,
sino por daños cometidos en el pasado. Se aplica, además, a personas cuya
capacidad de dañar no es actual sino que ya ha sido neutralizada, y que se
encuentran privadas de su libertad.
Hoy día la pena de
muerte es inadmisible, por cuanto grave haya sido el delito del condenado. Es
una ofensa a la inviolabilidad de la vida y a la dignidad de la persona humana
que contradice el designio de Dios sobre el hombre y la sociedad y su justicia
misericordiosa, e impide cumplir con cualquier finalidad justa de las penas. No
hace justicia a las víctimas, sino que fomenta la venganza.
Para un Estado de
derecho, la pena de muerte representa un fracaso, porque lo obliga a matar en
nombre de la justicia. Escribió Dostoevskij: «Matar a quien mató es un
castigo incomparablemente mayor que el mismo crimen. El asesinato en virtud de
una sentencia es más espantoso que el asesinato que comete un criminal».
Nunca se alcanzará la justicia dando muerte a un ser humano.
La pena de muerte
pierde toda legitimidad en razón de la defectiva selectividad del sistema penal
y frente a la posibilidad del error judicial. La justicia humana es imperfecta,
y no reconocer su falibilidad puede convertirla en fuente de injusticias. Con
la aplicación de la pena capital, se le niega al condenado la posibilidad de la
reparación o enmienda del daño causado; la posibilidad de la confesión, por la
que el hombre expresa su conversión interior; y de la contrición, pórtico del
arrepentimiento y de la expiación, para llegar al encuentro con el amor
misericordioso y sanador de Dios.
La pena capital
es, además, un recurso frecuente al que echan mano algunos regímenes
totalitarios y grupos de fanáticos, para el exterminio de disidentes políticos,
de minorías, y de todo sujeto etiquetado como “peligroso” o que puede ser
percibido como una amenaza para su poder o para la consecución de sus fines.
Como en los primeros siglos, también en el presente la Iglesia padece la
aplicación de esta pena a sus nuevos mártires.
La pena de muerte
es contraria al sentido de la humanitas y a la misericordia divina,
que debe ser modelo para la justicia de los hombres. Implica un trato cruel,
inhumano y degradante, como también lo es la angustia previa al momento de la
ejecución y la terrible espera entre el dictado de la sentencia y la aplicación
de la pena, una “tortura” que, en nombre del debido proceso, suele durar muchos
años, y que en la antesala de la muerte no pocas veces lleva a la enfermedad y
a la locura.
Se debate en
algunos lugares acerca del modo de matar, como si se tratara de encontrar el
modo de “hacerlo bien”. A lo largo de la historia, diversos mecanismos de
muerte han sido defendidos por reducir el sufrimiento y la agonía de los
condenados. Pero no hay forma humana de matar a otra persona.
En la actualidad,
no sólo existen medios para reprimir el crimen eficazmente sin privar
definitivamente de la posibilidad de redimirse a quien lo ha cometido (cf. Evangelium
vitae, 27), sino que se ha desarrollado una mayor sensibilidad moral con
relación al valor de la vida humana, provocando una creciente aversión a la
pena de muerte y el apoyo de la opinión pública a las diversas disposiciones
que tienden a su abolición o a la suspensión de su aplicación (cf. Compendio
de la Doctrina Social de la Iglesia, n. 405).
Por otra parte, la
pena de prisión perpetua, así como aquellas que por su duración conlleven la
imposibilidad para el penado de proyectar un futuro en libertad, pueden ser
consideradas penas de muerte encubiertas, puesto que con ellas no se priva al
culpable de su libertad sino que se intenta privarlo de la esperanza. Pero
aunque el sistema penal pueda cobrarse el tiempo de los culpables, jamás podrá
cobrarse su esperanza.
Como expresé en mi
alocución del 23 de octubre pasado, «la pena de muerte implica la negación
del amor a los enemigos, predicada en el Evangelio. Todos los cristianos y los
hombres de buena voluntad, estamos obligados no sólo a luchar por la abolición
de la pena de muerte, legal o ilegal, y en todas sus formas, sino también para
que las condiciones carcelarias sean mejores, en respeto de la dignidad humana
de las personas privadas de la libertad».
Queridos amigos,
los aliento a continuar con la obra que realizan, pues el mundo necesita
testigos de la misericordia y de la ternura de Dios.
Me despido
encomendándolos al Señor Jesús, que en los días de su vida terrena no quiso que
hiriesen a sus perseguidores en su defensa - «Guarda tu espada en la vaina» (Mt
26,52) -, fue apresado y condenado injustamente a muerte, y se identificó
con todos los encarcelados, culpables o no: «Estuve preso y me
visitaron» (Mt 25,36). Él, que frente a la mujer adúltera no se
cuestionó sobre su culpabilidad, sino que invitó a los acusadores a examinar su
propia conciencia antes de lapidarla (cf. Jn 8,1-11), les conceda el
don de la sabiduría, para que las acciones que emprendan en pos de la abolición
de esta pena cruel, sean acertadas y fructíferas.
Les ruego que recen por mi. Cordialmente.Vaticano, 20 marzo 2015
21.03.15
9.00 - El Papa en Nápoles con la
primavera, invita a la esperanza
No dejar que el mal tenga la útima
palabra. 'Todos somos inmigrantes e hijos de Dios'. Recordó que el trabajo en
negro es explotación. 'Sin trabajo aunque te den comida no hay dignidad'
ROMA, 21 de marzo de 2015 (Zenit.org) - Por Rocío
Lancho, enviada de ZENIT a Nápoles - El Papa entra en Nápoles desde la
periferia. El difícil barrio de Scampia recibe con entusiasmo la visita del
Pontífice
Apenas había amanecido cuando los más madrugadores ya
caminaban hacia la plaza Juan Pablo II en el barrio napolitano de Scampia para
ocupar las primeras filas y poder así ver de cerca al Santo Padre Francisco.
La llamada de Santo Padre a ir a las periferias se
cumple hoy aquí. En una zona a las afueras de Nápoles que dista mucho de la
realidad vivida en otras zonas de la ciudad, como el paseo marítimo y el
puerto, donde el lujo y el bienestar es palpable. Las Vele es
la construcción por la que se caracteriza y es conocido este barrio. Un barrio,
en parte comparable con las Villas Miseria que el cardenal Bergoglio
frecuentaba en Buenos Aires. A su llegada el Papa ha sido recibido por el arzobispo
de Nápoles, el cardenal Crescenzio Sepe, y por otras autoridades locales. En
este encuentro estaban representadas varias realidades sociales: el mundo de la
cultura, de la legalidad, del mundo profesional, marginados e inmigrantes.
Un barrio marcado por una situación de
marginalidad, pero que sin embargo es la segunda vez que recibe y acoge a un
Pontífice. Hace 25 años, Juan Pablo II llegó aquí y pronunció una frase que aún
hoy se puede leer en lo alto de la plaza: "¡No rendirse al mal... Nunca!
Asimismo, otro gran cartel recibe a los visitantes a testa plaza: "Cuando
no ves la felicidad, búscala dentro".Casi dos horas antes de la llegada
del Papa, cientos de personas comenzaban la espera y extendían sus banderas
donde le dan la bienvenida. Los niños, ubicados a la derecha del escenario,
cantaban para animar la espera.
A las 9 de la mañana, se comenzó a escuchar el
helicóptero que traía a Francisco directamente desde Pompeya, primera parada de
la visita de este jornada. En ese momento, los fieles presentes en la plaza,
llenos de entusiasmo, comenzaron y agitar sus banderines con la imagen del
Papa. Ha entrado en la plaza con el papamóvil y enseguida la gente comenzó a
saludar y gritar a coro ¡Buenos días Francisco'!
El sueño se ha hecho realidad hoy, el sueño de
todos. Con "amorosa insistencia" la gente me pedía invitarle cuando
iba a parroquias, hospitales... ha dicho el cardenal Sepe dando la bienvenida a
Francisco. El Papa llega a este barrio "lleno de problemas, pero también
rico de recursos donde nuestras parroquias, religioso... comprometidos en
testimoniar a Cristo, anunciando el Evangelio de la justicia y la
caridad", ha precisado el purpurado.
Antes de la intervención de Francisco, tres
personas en representación de las distintas realidades han hecho preguntas al
Papa. Primero una inmigrante le interrogaba sobre "cómo sentirse hijos de
Dios", a continuación un trabajador ha pedido "un
llamamiento" a favor de los parados, los desempleados, pidiendo creer
"en la sacralidad del trabajo". Finalmente, un representante del
mundo legislativo y judicial ha hablado de corrupción, ética pública y ha
pedido un "recorrido de esperanza que apoye el compromiso civil de quienes
persiguen la legalidad".
El Papa ha confirmado que ha querido comenzar su
visita precisamente aquí, desde la periferia. "Se ve que los napolitanos
no son fríos", ha exclamado el Papa. Dando gracias al cardenal por
invitarle e incluso "amenazarle" si no venía, la broma ha provocado
la risa de todos los presentes. “Agradezco también a vuestro arzobispo que
me invitó y casi amenazó para hacerme venir”.
La alegría es vuestro gran recurso, ha asegurado. Además, el Santo Padre ha
hablado de esperanza como matrimonio y levadura del alma. Asimismo ha indicado
que tienen un gran desafío: "no dejar que el mal tenga la última
palabra".
En sus palabras, el Santo Padre respondiendo a la
señora filipina recordó que los inmigrante no son ciudadanos de segunda
categoría. “Todos somos inmigrantes, hijos de Dios” repitió varias veces en sus
palabras improvisadas, porque "nadie tiene casa fija, estamos de paso en
este mundo".
Con la segunda pregunta, la del trabajador,
Francisco ha llamado la atención sobre la desempleo juvenil, "esto es
grave". ¿Qué futuro tiene un joven que no tiene trabajo?"
Asimismo ha hablado del problema de la falta de
trabajo, no solamente de la ciudad de Nápoles, sino en el mundo, porque “hay un
sistema que descarta a la gente”. Y si bien está Cáritas, y centros de
asistencia, “el problema no es solamente comer, sino no tener la posibilidad de
llevar el pan a casa, de no ganarlo, y cuando se pierde esto ese pierde la
dignidad”. A esta sentencia del Pontífice, los presentes han respondido
con un fuerte aplauso.
“Tenemos que defender nuestra vida de ciudadanos
y de hombres y no tenemos que quedarnos callados”. Ha señalado también “el
trabajo a mitad”, o sea “la explotación”. Francisco ha recordado que días atrás
una joven que necesitaba trabajo fue a una empresa turística y que por 11 horas
de trabajo le ofrecían 600 euros al mes sin aportes para la pensión. Y le
dijeron que si no quería había una larga cola de personas que buscaban trabajo.
“esto es esclavitud, no es cristiano”, dijo.
En la última pregunta, Francisco ha condenado
nuevamente con fuerza la corrupción. Una tentación que todos tenemos, ha
asegurado. "Una cosa corrupta es una cosa sucia, huele mal...." Y eso
es lo que sucede en la realidad con la corrupción, ha observado. Frase que,
nuevamente, ha provocado el entusiasmo, apoyo y aplauso de los presentes.
Y ha concluido recordando que la buena política
es una de las cosas más nobles que hay, invitando a ir adelante con esperanza
por la vía del bien.
"Para nosotros la llegada del Papa es
importante porque queremos demostrar que no somos solo la tierra de la Camorra.
Somos una ciudad y un barrio donde hay mucha gente que trabaja honestamente o
que quisieran hacerlo. Esperemos que la visita del Papa sea un inicio que
traiga luz a esta situación", ha declarado a ZENIT Giovanna, una joven del
barrio. Sobre las palabras que el Papa ha dicho sobre el trabajo honesto y
digno, los salarios en negro y el desempleo, la joven ha observado que es muy
importante, "espereamos que quien debe entender que entienda realmente,
esperemos que no sea solamente una jornada, sino que sea un continuación".
22.03.15
El Santo Padre regala un evangelio a
los presentes en el ángelus
Son distribuidos por personas 'sin
hogar'. El Papa agradece también a los napolitanos, por la acogida que le
dieron
CIUDAD DEL VATICANO, 22 de marzo de 2015 (Zenit.org) - El
papa Francisco este domingo, después de la oración del ángelus, aprovechó para
agradecer a los napolitanos la acogida que le han dado este sábado durante su
visita. Y regaló un evangelio a cada uno de los presentes, los cuales fueron
distribuidos por personas 'sin hogar'.
“Ahora, repetiremos un gesto --dijo el Papa a los
miles de peregrinos presentes-- que ha hicimos el año pasado. Según una antigua
tradición de la Iglesia se entrega en la Cuaresma, el evangelio a quienes se
preparan al bautismo. Así hoy les ofrezco a quienes están en la plaza, un
regalo: un evangelio de bolsillo”.
Añadió que el mismo “será distribuido gratuitamente por
algunas personas sin fija demora que viven en Roma”. Consideró esto “un gesto
muy lindo que le gusta a Jesús: los más necesitados son aquellos que nos
regalan la palabra de Dios”.
A los presentes les invitó entonces a tomar “este
evangelio, para que uno pueda llevarlo en la cartera, en el bolsillo”. E
instó a “leerlo con frecuencia, un pasaje, un párrafo cada día, la palabra de
Dios es luz para nuestro camino”. Y concluyó: “Nos hará bien,
hacedlo.
El Santo Padre recordó además el viaje apostólico
que realizó este sábado: “Ayer estuve en Nápoles, en visita pastoral.
Quiero agradecer --dijo el Papa-- la calurosa acogida de todos los napolitanos,
que son tan buenos, muchas gracias”. El Santo Padre inició su visita en esta
región del sur de Italia, en el santuario de Nuestra Señora
de Pompeya, en donde rezó en silencio y recitó una antigua oración.
Después fue al barrio periférico
de Scampía, en donde recordó que 'Todos somos inmigrantes e hijos de Dios'.
Añadió que el trabajo en negro es explotación y que sin trabajo aunque haya
asistencias que den comida, no hay dignidad.
A continuación celebró la santa misa en
la Plaza del Plebiscito. Allí pidió 'Apostar en la misericordia de Dios';
que cada parroquia y cada realidad eclesial se vuelva el santuario para
quien busca a Dios; y casa acogedora para los pobres, los ancianos, ya todos
los que se encuentran en necesidad.
Poco después del medio día, el Pontífice estuvo en la prisión de
Poggioreale, donde comió con los reclusos y respondió a sus preguntas.
El Pontífice siguió su visitaen la
catedral de Nápoles, en donde se repitió el prodigio de San Jenaro. Allí
estaban los sacerdotes, religiosos y consagrados de la ciudad. A ellos les
invitó a dar testimonio de Jesús, y a practicar bien la pobreza
evangélica. Después fue a la Iglesia nueva de Jesús y estuvo con varios
cientos de enfermos y ancianos.
Poco después concluyó su visita en el encuentro
con los jóvenes en el Paseo Marítimo. Recordó que los jóvenes
son la fuerza y los ancianos la memoria.
Al concluir el ángelus les deseó a todos "que tengan un buen
domingo. Y por favor, no se olviden de rezar por mi”. Y concluyó con su ya
famoso “buon pranzo e arrivederci”. (texto completo)
En este quinto domingo de cuaresma, el
evangelista Juan atrae nuestra atención con un particular curioso: algunos
'griegos', de religió judía, llegados a Jerusalén para la fiesta de Pascua, se
dirigen al apóstol Felipe y le dicen: “Queremos ver a Jesús”. En la ciudad
santo en donde Jesús se ha dirigido por la última vez hay mucha gente. Están lo
pequeños y simples, que han acogido festivamente al profeta de Nazaret, reconociendo
el él enviado del Señor.
Están los sumos sacerdotes y los jefes del pueblo, que
lo quieren eliminar porque lo consideran herético y peligroso. Se encuentran
también personas, que como aquellos 'griegos', tienen curiosidad de verlo y
saber más sobre su persona y las obras por él realizadas, la última de las
cuales --la resurrección de Lázaro-- despertó mucha impresión.
“Queremos ver a Jesús”. Estas palabras como tantas
otras en los evangelios, llevan más allá del episodio particular y expresan
algo de universal; revelan un deseo que atraviesa las épocas y las culturas, un
deseo presente en el corazón de tantas personas que han oído hablar de Cristo,
pero aún no lo han encontrado. Yo deseo ver a Jesús, así siente el corazón de
esta gente.
Respondiendo indirectamente, de manera profética a
aquel pedido de poder verlo, Jesús pronuncia una profecía que desvela su
identidad e indica el camino para conocerlo verdaderamente: “Ha llegado la hora
que el Hijo del hombre sea glorificado”. ¡Es la hora de la cruz!, es la hora de
la derrota de Satanás, príncipe del mal, y del triunfo definitivo del amor
misericordioso de Dios.
Cristo declara que será “elevado de la tierra”, una
expresión con un doble significado: “elevado” porque exaltado por el Padre en
la Resurrección, para atraer a todos a sí y reconciliar a los hombres con Dios
y entre ellos. La hora de la cruz, la más oscura de la historia, que es también
el manantial de la salvación para todos aquellos que creen el él.
Prosiguiendo en la profecía sobre su Pascua, a esta
altura inminente, Jesús usa una imagen simple y sugestiva, la del “grano de
trigo” que, caído en la tierra, muere para producir su fruto. En esta imagen
encontramos otro aspecto de la cruz de Cristo: el de la fecundidad. La cruz de
Cristo es fecunda.
La muerte de Jesús es de hecho una fuente interminable
de vida nueva, porque lleva en sí la fuerza generadora del amor de Dios.
Sumergidos en este amor por el bautismo, los cristianos pueden volverse “granos
de trigo” y frutificar mucho si como Jesús, “pierden la propia vida” por amor
de Dios y de los hermanos.
Por esto a quienes también hoy “quieren ver a Jesús”,
a quienes están a la búsqueda del rostro de Dios; a quien ha recibido una
catequesis cuando era pequeño y nunca más la ha profundizado, que lleva la fe a
tantos que aún no han encontrado a Jesús personalmente...; a todas estas
personas nosotros podemos ofrecerles tres cosas, tres: el evangelio, el
crucifijo, y el testimonio de nuestra fe, pobre pero sincera.
El evangelio: allí podemos encontrar a Jesús,
escucharlo, conocerlo. El crucifico: signo del amor de Jesús que se ha donado
por nosotros; y después, una fe que se traduce en gestos simples de caridad
fraterna. Pero principalmente, en la coherencia de vida entre lo que decimos y
lo que vivimos. Coherencia entre nuestra fe y nuestra vida, entre nuestras
palabras y nuestras acciones.
El evangelio, el crucifijo y el testimonio. Qué la
Virgen nos ayude a llevar estas tres cosas.
(El papa
reza el ángelus).
Queridos hermanos y hermanas, a pesar del feo tiempo
son tantos quienes vinieron, tienen coraje, también los maratonistas etas
tienen coraje, les saludo con afecto.
Ayer estuve en Nápoles, en visita pastoral. Quiero
agradecer la calurosa acogida de todos los napolitanos, tan buenos, muchas
gracias.
“Hoy es la Jornada Mundial del Agua, promovida por las
Naciones Unidas. El agua es el elemento más esencial de la vida, de nuestra
capacidad para cuidarla y compartirle depende el futuro de la humanidad. Animo
por lo tanto a la comunidad internacional a vigilar para que las aguas del
planeta sean adecuadamente protegidas y nadie sea excluido o discriminado en el
uso de este bien, que es un bien común por excelencia. Con san Francisco de
Asís decimos: “Alabado seas mi Señor, por la hermana agua, la cual es muy útil
y humilde y preciosa y casta”.
Saludo a todos los peregrinos presentes, en particular
al coro del 'Conservatorio Profesional de Música de Orihuela' (España), a los
jóvenes del 'Collège Saint-Jean de Passy' de Paris. A los fieles de Hungría y a
los grupos musicales del Cantón Ticino, en Suiza.
Saludo al Orden Franciscano Seglar de Cremona, a la
UNITALSI de Lombardía, al grupo que lleva el nombre del obispo martir Oscar
Romero, que será pronto proclamado beato; también a los fieles de Fiumicino, a
los niños de la primera comunión de Sanbuceto, a los jóvenes de Ravena, Milán y
Florencia que han recibido hace poco la Confirmación o están por recibirla.
Y ahora, repetiremos un gesto, que ha hicimos el año
pasado. Según una antigua tradición de la Iglesia, en la Cuaresma se entrega el
evangelio a quienes se preparan para el bautismo. Así hoy les ofrezco a quienes
están en la plaza, un regalo: un evangelio de bolsillo.
Les será distribuido gratuitamente por algunas personas
sin fija demora que viven en Roma. También en esto vemos un gesto muy lindo que
le gusta a Jesús: los más necesitados son aquellos que nos regalan la palabra
de Dios. Tomen este evangelio, para que uno pueda llevarlo en la cartera, en el
bolsillo. Leerlo con frecuencia, un pasaje, un párrafo cada día, la palabra de
Dios es luz para nuestro camino. Nos hará bien, hacedlo. Les deseo a todos un
buen domingo. Y por favor, no se olviden de rezar por mi. Y “buon pranzo e
arrivederci”».
(22 de marzo
de 2015) © Innovative Media Inc.
El Papa en Santa Marta: sin
misericordia no hay justicia
El Santo Padre explica en la homilía
de este lunes. El 'Tampoco yo te condeno' es una de las parábolas más hermosas,
porque está llena de misericordia
CIUDAD DEL VATICANO, 23 de marzo de 2015 (Zenit.org) - Comentando
las lecturas del día y refiriéndose también a otro pasaje evangélico, el papa
Francisco habló en su homilia de este lunes en Santa Marta, de tres mujeres y
tres jueces: una mujer inocente, Susana; una pecadora, la adúltera; y una pobre
viuda necesitada; Las tres, indicó el Papa, según algunos padres de la Iglesia,
son figuras alegóricas de la Iglesia: “la Iglesia santa, la Iglesia pecadora y
la Iglesia necesitada”.
Los tres jueces son malos y corruptos, observó el
Papa: está antes de todo el juicio de los escribas y de los fariseos que llevan
la adultera a Jesús. “Tenían adentro el corazón la corrupción de la rigidez”.
Se sentían puros porque observaban la “la letra de la ley” y porque decían: “La
ley dice esto y se debe hacer esto”. Pero “no eran santos, eran corruptos,
porque una rigidez de este género solamente puede ir adelante en una doble vida
y estos que condenaban a estas mujeres después iban a buscarlas de manera
escondida, para divertirse un poco. Los rígidos son, uso el adjetivo que Jesús
les daba a ellos, hipócritas. Tienen una doble vida. “Con la rigidez no se
puede ni siquiera respirar”.
Después estaban los dos jueces ancianos que
extorsionan a una mujer, Susana, para que se conceda, pero ella resiste: “eran
jueces viciosos --subraya el Papa-- tenían la corrupción del vicio, en este
caso la lujuria. Y se dice que este vicio con los años se vuelve más feroz y
malo”.
Otro es el caso del juez interpelado por
la viuda pobre. Este juez “no le temía a Dios y no le importaba nadie ni
nada, solamente de sí mismo”. Era “un negociante, un juez que con su oficio de
juzgar hacía negocios”. Era “un corrupto de dinero, de prestigio”. Estos
jueces, negociantes, viciosos y rígidos, “no conocían lo que era la
misericordia”.
La corrupción no les permitía entender la
misericordia, ser misericordiosos. Y la biblia dice que en la misericordia está
justamente el justo juicio. Y las tres mujeres --la santa, la pecadora y la
necesitada-- figuras alegóricas de la Iglesia, sufren de esta falta de
misericordia.
También hoy, el pueblo de Dios cuando encuentra a
estos jueces, sufre un juicio si misericordia, sea en el lado civil que en el
eclesiástico. Y donde no hay misericordia no hay justicia. Cuando el pueblo de
Dios se acerca voluntariamente para pedir perdón, para ser juzgado, cuantas
veces, cuantas veces, encuentra a uno de estos”.
Encuentra a los viciosos que “son capaces de
intentar explotarlos” y esto “es uno de los pecados más graves”; encuentra a
“los negociantes” que “no le dan oxígeno a esa alma ni esperanza”; y encuentra
a “los rígidos que castigan al penitente lo que ellos esconden en su alma”. Y
esto, dice el Papa, “se llama falta de misericordia”.
“Querría solamente decir --concluye el Papa-- una
de las palabras más bonitas del evangelio que a mi me conmueve tanto: '-¿Nadie
te ha condenado? -No, nadie Señor. -Tampoco yo te condeno'. El Tampoco yo te condeno
es una de las palabras más hermosas, porque llenas de misericordia.
24.03.15
El Papa en Santa Marta invita a 'ser
cristianos sin peros'
Este martes en su homilía indica que
la Semana Santa es un medio que nos ayuda a ser cristianos sin caprichos
espirituales
ROMA, 24 de marzo de 2015 (Zenit.org) - El santo
padre Francisco en la homilía de este martes en la capilla de la residencia
Santa Marta invitó a ser cristianos sin 'peros', aprovechando las gracias que
otorga la Semana Santa.
Señaló que ante la salvación que nos ofrece Dios de
mil maneras, a veces tenemos “caprichos espirituales”, porque no sabemos
aceptar “el estilo divino” y nos entristecemos, y deslizamos “en la
murmuración”. Sucede hoy con tantos cristianos, como sucedía un tiempo con el
pueblo judío salvado de la esclavitud, según nos cuenta la Biblia.
A partir del episodio propuesto en el Libro de los
Números, el Papa recuerda que los judíos se rebelaban a las fatigas que
conllevaba la fuga en el desierto, y del alimento “liviano” del maná, y
entonces comienzaban a “hablar mal de Dios”, y muchos de ellos acabaron siendo
mordidos por las serpientes venenosas.
Solamente la oración de Moisés que intercede por ellos
y levanta un bastón con una serpiente --símbolo de la Cruz en la que será
colgado Jesús-- se volverá para quien lo mira la salvación del veneno.
“También nosotros cuantas veces encontramos que entre
los cristianos están aquellos un poco envenenados porque descontentos de la
vida. Sí, realmente, Dios es bueno, cristianos sí, pero... cristianos sí,
pero..., que no terminan de abrir el corazón a la salvación de Dios y siempre
ponen condiciones. 'Sí, pero...'. 'Sí, sí, sí, quiero ser salvado pero por este
camino...'. Y así el corazón se envenena” dijo.
El Papa recuerda que “no aceptar el don de Dios
con su estilo, eso es el pecado, eso es el veneno, nos envenena el alma y nos
quita la alegría”. Jesús, afirma el Santo Padre, resuelve este problema
subiendo al Calvario. “Él mismo toma sobre sí el veneno, el pecado. Y de esta
tibieza del alma uno se cura solamente mirando la cruz, mirando a Dios que se
asume nuestros pecados”.
Cuantos cristianos hoy, concluye Francisco,
“mueren en el desierto de su tristeza, de su murmuración, por no aceptar el
estilo de Dios”. Y añade: “Miremos a la serpiente y su veneno, allí en el
cuerpo de Cristo, el veneno de todos los pecados del mundo; y pidamos la gracia
de aceptar los momentos difíciles. De aceptar el estilo divino de la salvación,
de aceptar también este alimento liviano del que se lamentaban los judíos, de
aceptar las cosas... de aceptar las vías por las cuales el Señor me lleva hacia
adelante. Esta Semana Santa que inicia el domingo nos ayude a salir de esta
tentación y de 'ser cristianos sin 'peros'...”.
25.03.15
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