16 de març 2015

PAPA FA DOS ANYS






DOS AÑOS DEL PAPA FRANCISCO



JUAN CEJUDO, ECLESALIA, 16/03/15.- No pretendo hacer aquí un análisis detallado de los logros y pormenores de estos dos años del pontificado de Francisco, pero sí me gustaría subrayar aquellos aspectos que a mí más me han impactado como positivos y quizá subrayar también algunas cuestiones que me preocupan.
Destaco de él sobre todo, sus gestos. Un papa que habla más con sus hechos que con sus palabras. Ya lo decía Jesús: “por sus frutos lo conoceréis”. No se trata tanto de hablar muy bien y muy fino sobre muchas cuestiones de alta teología, sino acercarse a las personas con el lenguaje de los hechos.
De lo primero que hizo fue acercarse a Lampedusa, la isla donde han muerto miles de inmigrantes y donde se vive el drama de la inmigración.
Su opción por los más pobres con sus gestos: renunció a salir, una vez nombrado papa, con todos los capisallos habituales en esas solemnidades y se presentó con su sotana blanca, con una cruz sencilla. Apareció con zapatos usados, lejos de los recomendados por el protocolo. Usa un coche utilitario para desplazarse.
Abandonó la residencia habitual de los papas para irse a vivir a un apartamento de poco más de 70m2, comiendo como uno más, sentándose en las últimas filas de la iglesia para rezar… Últimamente ha instalado duchas y peluquería para los sin techo del Vaticano. Ha salido de viaje por países de la periferia del mundo y tiene proyectado visitar a varios países de Latinoamérica.
Su forma de contestar a los periodistas, tan cercano, tan natural, sin prisas, sin preguntas previamente acordadas, hablando de todos los temas…”¿Quién soy yo para condenar a los homosexuales”?, diría. O también cuando ha dicho que el tema del celibato opcional es un tema abierto en la Iglesia del que se puede hablar y opinar… Y que sigue teniéndolo en su agenda…Esa amistad con Clelia, la viuda del Obispo casado Jerónimo Podestá a quien seguía llamando por teléfono con frecuencia igual que hacía con otras amistades o con otras personas, como algunas de las víctimas de abusos sexuales del clero…
Sus gestos de cercanía, con los más necesitados, de cordialidad, de sencillez con todos, son continuos… Ha roto los moldes de lo que era el comportamiento hierático de los papas anteriores Juan Pablo II y Benedicto XVI. Nos recuerda a aquel papa bueno Juan XXIII. Ha condenado abiertamente este sistema que tiene una economía que mata.
Luego hay valoraciones importantes que hacerle en otros asuntos: su empeño por abrir la Iglesia a la colegialidad y no que el papa de Roma lo decida todo como un emperador. Es un asunto aún no resuelto, pero haberse rodeado de un equipo de 9 cardenales que le asesora ya es un paso, aunque veremos… Quiere afrontar uno de los grandes retos del Vaticano: renovar la curia. Un asunto enormemente espinoso.
También está dejando claro su no rotundo a la pederastia en el clero. Ya ordenó a un cardenal acusado de encubrir muchos casos de sacerdotes pederastas que no frecuentara más la Basílica del Vaticano. Y llamó personalmente por teléfono a una de las víctimas de la pederastia en Granada.
Pero lo más importante y donde los lobos del Vaticano le están esperando para atacarle a dentelladas, es cuando ha dicho que quiere poner las cuentas de la Iglesia adaptadas a la legislación vigente para que esté todo con transparencia. Ahí está lo más duro de su tarea. Porque cuando se pretende tocar el tema de las finanzas… ¡peligro! Ya ha habido antecedentes y sabemos qué consecuencias trajeron aquellos intentos: hasta suicidios. También cuando a Juan Pablo I lo encontraron muerto, se dijo que los papeles que tenía entre sus manos uno era sobre la reforma de la curia y otros sobre las reformas de las finanzas de la Iglesia…
Soy de los que piensa que Francisco, en cuanto ha empezado a tocar estos temas “candentes” se está jugando el pellejo. Así tal como suena. Intentarán que sus intentos no cuajen en nada y que fracase como otras veces. ¡Ojala me equivoque y pueda llevar a cabo su programa de reformas que tanto necesita la Iglesia!
Tengo mis dudas en otras cuestiones: si no le meterán más de un gol sus asesores en temas como nombramientos de obispos, o si los cambios que realmente necesita al Iglesia de acercamiento a los pobres, de cambio en las celebraciones litúrgicas, los cambios necesarios en temas como la moralidad, supresión de concordatos donde se busquen privilegios para la Iglesia, los cambios necesarios en los ministerios( curas casados, mujeres sacerdotes, nombramiento de nuevos ministerios desde las mismas comunidades cristianas …etc…) será capaz de impulsarlos.
Esperemos que sí. Deseo que aquella frase suya (de las primeras suyas como papa) “Cuánto me gustaría una iglesia pobre para los pobres!”, pueda ser una realidad. Para ello, nada mejor que la renuncia a tantas y tantas cuestiones que serían necesarias para que la Iglesia fuera realmente pobre: Renuncia al Vaticano, al poder como Jefe de Estado y sí a ser el vínculo de unidad de toda la iglesia como obispo de Roma viviendo con sencillez. Renuncia por tanto a todo poder: nuncios, personal diplomático etc…y venta de muchas de las propiedades de la Iglesia para darla los pobres…
¡Habría tanto que hacer! Pero en estos dos años creo que está haciendo bastante, aunque algunos desearíamos un ritmo más rápido en las reformas necesarias…
No quiero terminar sin decir que personalmente este papa me cae muy bien porque lo veo con actitudes evangélicas. También lo veo un hombre muy humano y cercano a la gente. Creo que sus gestos y también palabras son fruto de una vivencia del estilo de Jesús. Es un hombre que cree de verdad y lo transmite con su gestos y palabras. Así debe ser.
También pienso que todos los cristianos deberíamos de apoyarle y respaldarle para que los enemigos (que los tiene) se sientan en minoría frente a una gran mayoría que lo aplaudimos y seguimos. ¡Ojalá así sea!
También he de decir, que temo por su vida. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).




Francisco en el Ángelus: Dios nos ama con amor gratuito y sin límites
Texto completo de las palabras del Papa en la oración mariana de este domingo
CIUDAD DEL VATICANO, 15 de marzo de 2015 (Zenit.org) - El santo padre Francisco se ha asomado a la ventana del estudio del Palacio Apostólico Vaticano para rezar el ángelus, como cada domingo, con los fieles reunidos en la plaza de San Pedro.
Estas son las palabras del Papa para introducir la oración mariana:
Queridos hermanos y hermanas, buenos días.
el Evangelio de hoy nos propone las palabras dirigidas por Jesús a Nicodemo: “Dios, amó tanto al mundo, que dio a su Hijo unigénito” (Jn 3, 16). Escuchando esta palabra, dirigimos la mirada de nuestro corazón a Jesús Crucificado y sentimos dentro de nosotros que Dios nos ama, nos ama de verdad, y ¡nos ama mucho! Esta es la expresión más sencilla que resumen todo el Evangelio, toda la fe, toda la teología: Dios nos ama con amor gratuito y sin límites. Así nos ama Dios.
Este amor Dios lo demuestra sobre todo en la creación, como proclama la liturgia, en la Oración eucarística IV: “Has dado origen al universo para infundir tu amor sobre todas tus criaturas y alegrarlas con el esplendor de tu luz”. Al origen del mundo está solo el amor libre y gratuito del Padre. San Ireneo, un santo de los primeros siglos, escribió: “Dios no creó a Adán porque necesitara del hombre, sino para tener alguno a quien donar sus beneficios” (Adversus haereses, IV, 14, 1). Así, el amor de Dios es así.
Así prosigue la Oración eucarística IV:  “Y cuando por desobediencia perdió tu amistad, no lo abandonaste al poder de la muerte, sino que, compadecido, tendiste la mano a todos, para que te encuentre el que te busca”. Ha venido con su misericordia. Como en la creación, también en las etapas sucesivas de la historia de la salvación resalta la gratuidad del amor de Dios: el Señor elige a su pueblo no porque se lo merezca,  y le dice así, “yo te he elegido precisamente porque eres el más pequeño entre todos los pueblos”.  Y cuando vino “la plenitud del tiempo”, no obstante los hombres hubieron incumpliodo más de una vez la alienza, Dios, en vez de abandonarles, ha estrechado con ellos un nuevo vínculo, en la sangre de Jesús --el vínculo de la nueva y eterna alianza-- un vínculo que nada podrá romper nunca.
San Pablo nos recuerda: “Pero Dios, que es rico en misericordia --no olvidarlo nunca, es rico en misericordia-- por el gran amor con que nos amó, precisamente cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo” (Ef 2,4). La Cruz de Cristo es la prueba suprema del amor de Dios por nosotros: Jesús no ha amado “hasta el extremo” (Jn 13,1), es decir, no solo hasta el último instante de su vida terrena, sino hasta el extremo límite del amor. Si en la creación el Padre nos ha dado la prueba de su amor inmenso dándonos la vida, en la Pasión de su Hijo nos ha dado la prueba de las pruebas: ha venido a sufrir y morir por nosotros. Y esto por amor. Así de grande es la misericordia de Dios, porque nos ama, nos perdona con su misericordia, Dios perdona todo y Dios perdona siempre.
María, Madre de misericordia, nos ponga en el corazón la certeza de que somos amados por Dios. Esté cerca de nosotros en los momentos de dificultad y nos done los sentimientos de su Hijo, para que nuestro itinerario cuaresmal sea experiencia del perdón, de acogida y de caridad.
 16.03.15



Francisco en Sta. Marta: 'Dios está enamorado de nosotros, sueña con nosotros'
En la homilía de este lunes, el Santo Padre explica que creer es hacer espacio al Señor para que venga y me cambie
CIUDAD DEL VATICANO, 16 de marzo de 2015 (Zenit.org) - Dios está enamorado de nosotros y somos su sueño de amor y esto no lo puede explicar ningún teólogo. Así lo ha afirmado el Santo Padres en la homilía de esta mañana en Santa Marta.
En la primera lectura de hoy, del profeta Isaías, el Señor dice que creará “cielo nuevo y tierra nueva”. Por eso, el papa Franciso afirma que la segunda creación de Dios es aún más “maravillosa” que la primera, porque “cuando el Señor ‘rehace’ el mundo estropeado por el pecado” lo ‘rehace’ en Jesucristo. Y en este renovar todo, Dios manifiesta su gloria inmensa.
El Pontífice lo ha explicado así. “Vemos que el Señor tiene mucho entusiasmo: habla de alegría y dice una palabra: ‘gozaré de mi pueblo’. El Señor piensa en eso que hará, piensa que Él, Él mismo estará en la alegría de su pueblo. Es como si fuera un ensueño del Señor: el Señor sueña. Tiene sus sueños. Sus sueños sobre nosotros. ‘Ah, qué bonito será cuando nos encontremos todos juntos, cuando nos encontremos allí o cuando esa persona, esta otra... aquella otra caminará conmigo. ¡Yo disfrutaré en ese momento!” De este modo, el Santo Padre ha dado un ejemplo que puede ayudar: como si una chica con su novio o el chico con su novia pensara ‘cuando estemos juntos, cuando nos casemos...’ Es el ‘sueño’ de Dios.
Además, ha querido recordar en la homilía que “Dios piensa en cada uno de nosotros” y “piensa bien, nos quiere, ‘sueña’ con nosotros. Sueña con la alegría con la que gozará con nosotros. Por esto el Señor quiere ‘re-crearnos’ hacer nuevo nuestro corazón, ‘re-crear’ nuestro corazón para hacer triunfar la alegría”.
“¿Lo habéis pensado?”, se pregunta Francisco, y responde: ‘¡El Señor sueña conmigo! ¡Estoy en la mente, en el corazón del Señor! ¡El Señor es capaz de cambiar mi vida!” Y hace muchos planes, explica Francisco. “Fabricaremos casas, plantaremos viñas, comeremos juntos”... estas son ilusiones que hace solamente un enamorado. Y aquí el Señor se muestra enamorado de su pueblo, ha proseguido el Papa. Al respecto, el Santo Padre ha indicado que cuando el Señor dice a su pueblo: “Yo te he elegido no porque seas el más fuerte, el más grande, o el más poderoso. Sino que te he elegido porque eres el más pequeño de todos. También puede decir: el más miserable de todos. Yo te he elegido así”. Y esto --ha observado el Papa-- es amor.
El Papa ha insistido en que “Dios está enamorado de nosotros” al comentar el pasaje del Evangelio sobre la sanación del hijo del funcionario real. “Creo que no haya ningún teólogo que pueda explicar esto: no se puede explicar. Sobre esto solo se puede pensar, escuchar y llorar de alegría. El Señor nos puede cambiar”.
¿Y qué debemos hacer?, se ha preguntado el Papa. La respuesta: Creer. “Creer que el Señor puede cambiarme, que el Señor es poderoso: como ha hecho con ese hombre que tenía el hijo enfermo, en el Evangelio”. Así, Francisco ha explicado que ese hombre creyó en la palabra que Jesús le había dado y se puso en camino”. Creyó que Jesús tenía el poder de cambiar a su hijo, la salud del niño. Y venció.
Finalmente, el Pontífice ha recordado que “la fe es dar espacio a este amor de Dios, es hacer espacio al poder, al poder de Dios, pero de que uno que es poderoso, al poder de uno que me ama, que está enamorado de mí y que quiere la alegría conmigo. Esto es la fe. Esto es creer: es hacer espacio al Señor para que venga y me cambie”.
17.03.15


Francisco en Sta. Marta: la Iglesia siempre con las puertas abiertas
En la homilía de este martes, el Santo Padre ha advertido que lo que hace el Espí­ritu Santo en el corazón de las personas, lo destruyen los cristianos con psicologí­a de doctores de la ley
CIUDAD DEL VATICANO, 17 de marzo de 2015 (Zenit.org) - La Iglesia es la casa de Jesús, una casa de misericordia que acoge a todos, y por tanto no un lugar del cual los cristianos puedan cerrar las puertas. Esta ha sido la advertencia que el santo padre Francisco ha hecho esta mañana en la homilía de Santa Marta.
La reflexión del Papa ha comenzado por el agua, protagonista de las lecturas litúrgicas del día. “El agua que sana”, la ha llamado Francisco, que comenta la descripción que el profeta Ezequiel hace del goteo que surge en el umbral del templo, que se convierte en el exterior en un torrente impetuoso y en cuyas aguas ricas de peces cualquiera podrá ser sanado. Y el agua descrita de la piscina de Betzatà, descrita en el Evangelio, cerca de la cual hay un paralítico desde hace 38 años entristecido --y según Francisco también un poco “perezoso”-- que no ha encontrado nunca la forma de hacerse sumergir cuando las aguas se mueven y por tanto buscar la sanación. Así, el Papa ha explicado que Jesús sin embargo lo sana, y lo anima a “ir adelante”, pero esto desencadena la crítica de los doctores de la ley porque la sanación tuvo lugar un sábado. Una historia que sucede muchas veces también hoy.
De este modo, el Pontífice ha indicado que “un hombre, una mujer, que se siente enfermo en el alma, triste, que ha cometido muchos errores en su vida, y en un cierto momento siente que las aguas no se mueven, está el Espíritu Santo que mueve algo, o escucha una palabra o… ‘Ah, ¡yo quisiera ir!’... Y tiene coraje y va”. Y cuántas veces hoy --ha advertido--  en las comunidades cristianas se encuentran las puertas cerradas. ‘Pero tú no puedes, no, tú no puedes. Tú te has equivocado aquí y no puedes. Si quieres venir, ven a misa el domingo, pero quédate ahí, no hagas más’. Por eso, el Santo Padre ha observado que lo que hace el Espíritu Santo en el corazón de las personas, lo destruyen los cristianos con psicología de doctores de la ley.
Nuevamente, ha recordado que la Iglesia tiene siempre las puertas abiertas. “Es la casa de Jesús y Jesús acoge. Pero no solo acoge, va a encontrar a la gente como fue a buscar a este. Y si la gente está herida, ¿qué hace Jesús? ¿Le regaña por estar herida? No, va y lo carga sobre los hombros. Y esto se llama misericordia. Y cuando Dios regaña a su pueblo --’Misericordia quiero, no sacrificios’-- habla de esto”, ha explicado el Papa.
A continuación, ha preguntado: “¿quién eres tú para cerrar la puerta de tu corazón a un hombre, a un a mujer que quiere mejorar, volver al pueblo de Dios, porque el Espíritu Santo ha tocado su corazón?”. Así, Francisco ha pedido que la Cuaresma ayude a no cometer el error de quien desafió el amor de Jesús hacia el paralítico solo porque era contrario a la ley.
Al concluir la homilía, el Papa ha invitado a pedir al Señor en la misa “por nosotros y por toda la Iglesia”, o sea “una conversión hacia Jesús, una conversión a Jesús, una conversión a la misericordia de Jesús. Y así la ley será plenamente cumplida, porque la ley es amar a Dios y al prójimo, como a nosotros mismos”.
 18.03.15



Texto completo de la catequesis del Papa en la audiencia del miércoles 18 de marzo

'¿Tenemos como los niños la capacidad de reír y llorar espontáneamente?' pregunta Francisco

CIUDAD DEL VATICANO, 18 de marzo de 2015 (Zenit.org) - Publicamos a continuación la catequesis del Santo Padre durante la audiencia general de este miércoles.

¡Queridas hermanas y hermanos, buenos días!

Después de haber pasado repasado las distintas figuras de la vida familiar -madre, padre, hijos, hermanos, abuelos-, quisiera concluir este primer grupo de catequesis sobre la familia hablando de los niños. Lo haré en dos momentos: hoy me dentendré sobre el gran don que son los niños para la humanidad. Es verdad. Gracias por aplaudir. Son el gran don de la humanidad, pero también son los grandes excluidos, porque ni siquiera les dejan nacer. Y la próxima semana sobre algunas heridas que lamentablemente hacen mal a la infancia.  Me vienen a la mente los muchos niños que he encontrado durante mi último viaje a Asia: llenos de vida, de entusiasmo y, por otra parte, veo que en el mundo muchos de ellos viven en condiciones indignas. De hecho, por cómo son tratados los niños se puede juzgar a una sociedad. Pero no solo moralmente, también sociológicamente. Si un sociedad libre, o una sociedad esclava de intereses internacionales.

En primer lugar los niños nos recuerdan a todos que, en los primeros años de la vida, hemos sido totalmente dependientes de los cuidados y de la bondad de los otros. Y el Hijo de Dios no se ha ahorrado este paso. Es el misterio que contemplamos cada año, en Navidad. El pesebre es el icono que nos comunica esta realidad en la forma más sencilla y directa.

Es curioso, Dios no tiene dificultad a hacerse entender por los niños, y los niños no tienen problemas para entender a Dios. No por casualidad en el Evangelio hay algunas palabras muy bonitas y fuerte de Jesús sobre los “pequeños”. Este término, “pequeños”, indica a todas las personas que dependen de la ayuda de los otros, y en particular a los niños. Por ejemplo Jesús dice: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños”. Y también: “Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial”.

Por tanto, los niños son en sí mismos un riqueza para la humanidad y para la Iglesia, porque nos llaman constantemente a la condición necesaria para entrar en el Reino de Dios: la de no considerarse autosuficientes, sino necesitados de ayuda, de amor, de perdón. Y todos estamos necesitados de ayuda, amor y perdón. Todos. Los niños nos recuerdan otra cosa bonita, nos recuerdan que siempre somos hijos: también si uno se convierte en adulto, o anciano, también si se convierte en padre, se ocupa un puesta de responsabilidad, por encima de todo esto permanece la identidad de hijo. ¡Todos somos hijos! Y esto nos lleva siempre al hecho de que la vida no nos la hemos dado solos, sino que la hemos recibido. El gran don de la vida, es el primer regalo que hemos recibido. La vida. A veces corremos el peligro de vivir olvidándonos de esto, como si nosotros fuéramos los dueños de nuestra existencia, y sin embargo somos radicalmente dependientes. En realidad, es motivo de gran alegría escuchar que en cada edad de la vida, en cada situación, en cada condición social, somos y permanecemos hijos. Este es el principal mensaje que los niños nos dan, con su misma presencia. Solamente con la presencia recuerdan que todos nosotros y cada uno de nosotros somos hijos.

Pero hay muchos dones, muchas riquezas que los niños llevan a la humanidad. Recuerdo solo algunos. Llevan su modo de ver la realidad, con una mirada confiada y pura. El niño tienen una espontánea confianza en el papá y en la mamá, y tiene un confianza espontánea en Dios, en Jesús, en la Virgen. Al mismo tiempo, su mirada interior es pura, aún sin contaminar por la maldad, la duplicidad, lo que ensucia la vida que endurece el corazón. Sabemos que también los niños tienen el pecado original, que tienen sus egoísmos, pero conservan una pureza, una sencillez interior.

Los niños no son diplomáticos, dicen lo que sienten, dicen lo que ven, directamente. Y muchas veces ponen a sus padres en dificultad. ‘Esto no me gusta porque es feo’, también delante de las personas. Pero los niños dicen lo que piensan. No son personas dobles, aún no han aprendido esa ciencia de la duplicidad, que nosotros adultos hemos aprendido.

Los niños, además en su sencillez interior, llevan consigo la capacidad de recibir y dar ternura. Ternura es tener un corazón “de carne” y no “de piedra” como dice la Biblia. La ternura es también poesía: es “sentir” las cosas y los acontecimientos, no tratarlos como meros objetos, solo para usarlos, porque sirven.

Los niños tienen la capacidad de sonreír y de llorar. Algunos, cuando los tomo para besarles sonríen. Otros me en de blanco, creen que soy el médico y que voy a ponerles la vacuna y lloran, pero espontáneamente. Los niños son así. Reír y llorar, dos cosas que en nosotros grandes a menudo “se bloquean”, ya no somos capaces Y muchas veces nuestra sonrisa se convierte en una sonrisa de cartón, algo sin vida, una sonrisa que no es vivaz, también una sonrisa artificial, de payaso. Los niños sonríen espontáneamente, y lloran espontáneamente. Depende siempre del corazón. Nuestro corazón se bloquea y pierde a menudo esta capacidad de sonreír y llorar. Y entonces los niños pueden enseñarnos de nuevo a sonreír y a llorar. Debemos preguntarnos a nosotros mismos, ¿sonrío espontáneamente, con frescura, con amor o mi sonrisa es artificial? ¿Aún lloro, o he perdido la capacidad de llorar? Son dos preguntas muy humanas que nos enseñan los niños.

Por todos estos motivos Jesús invita a sus discípulos  a hacerse como niños porque “a quien es como ellos pertenece el Reino de Dios”.

Queridos hermanos y hermanas, los niños llevan vida, alegría, esperanza, también disgustos, pero la vida es así. Ciertamente llevan también preocupaciones y a veces problemas; pero es mejor una sociedad con estas preocupaciones y estos problemas, que una sociedad triste y gris porque se ha quedado sin niños. Y cuando vemos que el nivel de nacimiento de una sociedad apenas llega al 1 por ciento, podemos decir que esta sociedad es triste, es gris porque se ha quedado sin niños.
 19.03.15



El Papa a la UCA: 'El templo sea el corazón de esta universidad'

El Santo Padre envía un vídeo mensaje a la Universidad Católica Argentina en ocasión de la inauguración del templo del Campus Puerto Madero

CIUDAD DEL VATICANO, 19 de marzo de 2015 (Zenit.org) - La Pontificia Universidad Católica Argentina, UCA, ha inaugurado la iglesia principal del Campus Puerto Madero el miércoles 18 de marzo. Esta iglesia es el “sueño de los primeros docentes de la Universidad y de la Conferencia Episcopal que la fundó”. La bendición se realizó durante una misa presidida por el cardenal Mario Poli, arzobispo de Buenos Aires y Gran Canciller de la Universidad.

Durante el acto, el rector mostró un vídeo del papa Francisco que habla a la comunidad UCA sobre la importancia de esta iglesia. Así, el Santo Padre en su mensaje reconoce que le da mucha alegría “que se bendiga y se inaugure la iglesia del Corazón de Jesús, el templo de la Universidad Católica Argentina”. Tal y como explica Francisco, hasta ahora eran “las pequeñas capillitas las que de alguna manera iban alimentando nuestra oración, nuestro encuentro con Jesús, con la Virgen, con San José”. Ahora --afirma-- este templo es el centro de toda la universidad, tiene que estar orientada hacia ese templo, es decir la universidad orientada hacia Dios, hacia Jesús que está ahí en el sagrario. De este modo, el Pontífice pide que de ese templo “tienen que salir la fuerza de la universidad, las ideas de la universidad, la enseñanza de la universidad”. No es un templo separado, observa el Papa, es el corazón de la universidad, está dentro de la universidad, es parte de la universidad. “Mucho más importante que el Rectorado, que el Consejo Superior, que los Decanatos y que las Asambleas, mucho más importante”, asegura el Papa. Por eso, Francisco indica en el vídeo mensaje que “ahí está el corazón y está el centro”.

Este nuevo templo, se explica en un comunicado de la Universidad, responde al pedido del Papa Francisco de una mayor espiritualidad y del encuentro con Jesucristo también en los centros académicos; es iglesia, no capilla. El arzobispado aprobó la designación de “iglesia”, que desde un punto de vista canónico y litúrgico tiene una importancia mucho mayor.

Se convierte así “en el lugar central del culto de la Universidad, en su centro espiritual de constante actividad”.

“La iglesia mayor aparece bien integrada en el conjunto de la construcción, y destacada, para mostrar que en la Universidad la vida espiritual no puede entenderse como un parche, como una actividad secundaria o tolerable. En nuestra concepción de la vida y la sabiduría el ‘espíritu’ es indispensable, esencial, fundamental, y debe penetrarlo todo”, observa monseñor Víctor M. Fernández, rector de la UCA, en una carta a la comunidad universitaria.

En esta iglesia se celebrarán cinco misas diarias y cada día habrá al menos seis horas de adoración, donde participarán alumnos, docentes, empleados y directivos.

 20.03.15





'La pena de muerte niega el amor a los enemigos que predica el Evangelio'
El Papa reitera el rechazo a la pena capital al recibir a una delegación de la Comisión internacional contra la pena de muerte
CIUDAD DEL VATICANO, 20 de marzo de 2015 (Zenit.org) - El santo padre Francisco ha recibido este viernes por la mañana en audiencia a una delegación de la Comisión internacional contra la pena de muerte.
Durante la audiencia el Papa le entregó una carta al presidente de la comisión, Federico Mayor, en la que espresó su agradecimiento personal, y también a los hombres de buena voluntad, por su compromiso con un mundo libre de la pena de muerte y por su contribución para el establecimiento de una moratoria universal de las ejecuciones en todo el mundo, con miras a la abolición de la pena capital.
Proponemos a continuación el texto difundido por la Sala de Prensa del Vaticano
Excelentísimo Señor Federico Mayor, presidente de la Comisión Internacional contra la Pena de Muerte
Señor Presidente:
Con estas letras, deseo hacer llegar mi saludo a todos los miembros de la Comisión Internacional contra la Pena de Muerte, al grupo de países que la apoyan, y a quienes colaboran con el organismo que Ud. preside.
Quiero además expresar mi agradecimiento personal, y también el de los hombres de buena voluntad, por su compromiso con un mundo libre de la pena de muerte y por su contribución para el establecimiento de una moratoria universal de las ejecuciones en todo el mundo, con miras a la abolición de la pena capital.
He compartido algunas ideas sobre este tema en mi carta a la Asociación Internacional de Derecho Penal y a la Asociación Latinoamericana de Derecho Penal y Criminología, del 30 de mayo de 2014. He tenido la oportunidad de profundizar sobre ellas en mi alocución ante las cinco grandes asociaciones mundiales dedicadas al estudio del derecho penal, la criminología, la victimología y las cuestiones penitenciarias, del 23 de octubre de 2014. En esta oportunidad, quiero compartir con ustedes algunas reflexiones con las que la Iglesia contribuya al esfuerzo humanista de la Comisión.
El Magisterio de la Iglesia, a partir de la Sagrada Escritura y de la experiencia milenaria del Pueblo de Dios, defiende la vida desde la concepción hasta la muerte natural, y sostiene la plena dignidad humana en cuanto imagen de Dios (cf. Gen 1,26). La vida humana es sagrada porque desde su inicio, desde el primer instante de la concepción, es fruto de la acción creadora de Dios (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2258), y desde ese momento, el hombre, única criatura a la que Dios ha amado por sí mismo, es objeto de un amor personal por parte de Dios (cf. Gaudium et spes, 24).
Los Estados pueden matar por acción cuando aplican la pena de muerte, cuando llevan a sus pueblos a la guerra o cuando realizan ejecuciones extrajudiciales o sumarias. Pueden matar también por omisión, cuando no garantizan a sus pueblos el acceso a los medios esenciales para la vida. «Así como el mandamiento de “no matar” pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir “no a una economía de la exclusión y la inequidad”» (Evangelii gaudium, 53).
La vida, especialmente la humana, pertenece sólo a Dios. Ni siquiera el homicida pierde su dignidad personal y Dios mismo se hace su garante. Como enseña san Ambrosio, Dios no quiso castigar a Caín con el homicidio, ya que quiere el arrepentimiento del pecador y no su muerte (cf. Evangelium vitae, 9).
En algunas ocasiones es necesario repeler proporcionadamente una agresión en curso para evitar que un agresor cause un daño, y la necesidad de neutralizarlo puede conllevar su eliminación: es el caso de la legítima defensa (cf. Evangelium vitae, 55). Sin embargo, los presupuestos de la legítima defensa personal no son aplicables al medio social, sin riesgo de tergiversación. Es que cuando se aplica la pena de muerte, se mata a personas no por agresiones actuales, sino por daños cometidos en el pasado. Se aplica, además, a personas cuya capacidad de dañar no es actual sino que ya ha sido neutralizada, y que se encuentran privadas de su libertad.
Hoy día la pena de muerte es inadmisible, por cuanto grave haya sido el delito del condenado. Es una ofensa a la inviolabilidad de la vida y a la dignidad de la persona humana que contradice el designio de Dios sobre el hombre y la sociedad y su justicia misericordiosa, e impide cumplir con cualquier finalidad justa de las penas. No hace justicia a las víctimas, sino que fomenta la venganza.
Para un Estado de derecho, la pena de muerte representa un fracaso, porque lo obliga a matar en nombre de la justicia. Escribió Dostoevskij: «Matar a quien mató es un castigo incomparablemente mayor que el mismo crimen. El asesinato en virtud de una sentencia es más espantoso que el asesinato que comete un criminal». Nunca se alcanzará la justicia dando muerte a un ser humano.
La pena de muerte pierde toda legitimidad en razón de la defectiva selectividad del sistema penal y frente a la posibilidad del error judicial. La justicia humana es imperfecta, y no reconocer su falibilidad puede convertirla en fuente de injusticias. Con la aplicación de la pena capital, se le niega al condenado la posibilidad de la reparación o enmienda del daño causado; la posibilidad de la confesión, por la que el hombre expresa su conversión interior; y de la contrición, pórtico del arrepentimiento y de la expiación, para llegar al encuentro con el amor misericordioso y sanador de Dios.
La pena capital es, además, un recurso frecuente al que echan mano algunos regímenes totalitarios y grupos de fanáticos, para el exterminio de disidentes políticos, de minorías, y de todo sujeto etiquetado como “peligroso” o que puede ser percibido como una amenaza para su poder o para la consecución de sus fines. Como en los primeros siglos, también en el presente la Iglesia padece la aplicación de esta pena a sus nuevos mártires.
La pena de muerte es contraria al sentido de la humanitas y a la misericordia divina, que debe ser modelo para la justicia de los hombres. Implica un trato cruel, inhumano y degradante, como también lo es la angustia previa al momento de la ejecución y la terrible espera entre el dictado de la sentencia y la aplicación de la pena, una “tortura” que, en nombre del debido proceso, suele durar muchos años, y que en la antesala de la muerte no pocas veces lleva a la enfermedad y a la locura.
Se debate en algunos lugares acerca del modo de matar, como si se tratara de encontrar el modo de “hacerlo bien”. A lo largo de la historia, diversos mecanismos de muerte han sido defendidos por reducir el sufrimiento y la agonía de los condenados. Pero no hay forma humana de matar a otra persona.
En la actualidad, no sólo existen medios para reprimir el crimen eficazmente sin privar definitivamente de la posibilidad de redimirse a quien lo ha cometido (cf. Evangelium vitae, 27), sino que se ha desarrollado una mayor sensibilidad moral con relación al valor de la vida humana, provocando una creciente aversión a la pena de muerte y el apoyo de la opinión pública a las diversas disposiciones que tienden a su abolición o a la suspensión de su aplicación (cf. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, n. 405).
Por otra parte, la pena de prisión perpetua, así como aquellas que por su duración conlleven la imposibilidad para el penado de proyectar un futuro en libertad, pueden ser consideradas penas de muerte encubiertas, puesto que con ellas no se priva al culpable de su libertad sino que se intenta privarlo de la esperanza. Pero aunque el sistema penal pueda cobrarse el tiempo de los culpables, jamás podrá cobrarse su esperanza.
Como expresé en mi alocución del 23 de octubre pasado, «la pena de muerte implica la negación del amor a los enemigos, predicada en el Evangelio. Todos los cristianos y los hombres de buena voluntad, estamos obligados no sólo a luchar por la abolición de la pena de muerte, legal o ilegal, y en todas sus formas, sino también para que las condiciones carcelarias sean mejores, en respeto de la dignidad humana de las personas privadas de la libertad».
Queridos amigos, los aliento a continuar con la obra que realizan, pues el mundo necesita testigos de la misericordia y de la ternura de Dios.
Me despido encomendándolos al Señor Jesús, que en los días de su vida terrena no quiso que hiriesen a sus perseguidores en su defensa - «Guarda tu espada en la vaina» (Mt 26,52) -, fue apresado y condenado injustamente a muerte, y se identificó con todos los encarcelados, culpables o no: «Estuve preso y me visitaron» (Mt 25,36). Él, que frente a la mujer adúltera no se cuestionó sobre su culpabilidad, sino que invitó a los acusadores a examinar su propia conciencia antes de lapidarla (cf. Jn 8,1-11), les conceda el don de la sabiduría, para que las acciones que emprendan en pos de la abolición de esta pena cruel, sean acertadas y fructíferas.
Les ruego que recen por mi. Cordialmente.
Vaticano,   20  marzo   2015
21.03.15



9.00 - El Papa en Nápoles con la primavera, invita a la esperanza
No dejar que el mal tenga la útima palabra. 'Todos somos inmigrantes e hijos de Dios'. Recordó que el trabajo en negro es explotación. 'Sin trabajo aunque te den comida no hay dignidad'
ROMA, 21 de marzo de 2015 (Zenit.org) - Por Rocío Lancho, enviada de ZENIT a Nápoles - El Papa entra en Nápoles desde la periferia. El difícil barrio de Scampia recibe con entusiasmo la visita del Pontífice
Apenas había amanecido cuando los más madrugadores ya caminaban hacia la plaza Juan Pablo II en el barrio napolitano de Scampia para ocupar las primeras filas y poder así ver de cerca al Santo Padre Francisco.
La llamada de Santo Padre a ir a las periferias se cumple hoy aquí. En una zona a las afueras de Nápoles que dista mucho de la realidad vivida en otras zonas de la ciudad, como el paseo marítimo y el puerto, donde el lujo y el bienestar es palpable. Las Vele es la construcción por la que se caracteriza y es conocido este barrio. Un barrio, en parte comparable con las Villas Miseria que el cardenal Bergoglio frecuentaba en Buenos Aires. A su llegada el Papa ha sido recibido por el arzobispo de Nápoles, el cardenal Crescenzio Sepe, y por otras autoridades locales. En este encuentro estaban representadas varias realidades sociales: el mundo de la cultura, de la legalidad, del mundo profesional, marginados e inmigrantes.
Un barrio marcado por una situación de marginalidad, pero que sin embargo es la segunda vez que recibe y acoge a un Pontífice. Hace 25 años, Juan Pablo II llegó aquí y pronunció una frase que aún hoy se puede leer en lo alto de la plaza: "¡No rendirse al mal... Nunca! Asimismo, otro gran cartel recibe a los visitantes a testa plaza: "Cuando no ves la felicidad, búscala dentro".Casi dos horas antes de la llegada del Papa, cientos de personas comenzaban la espera y extendían sus banderas donde le dan la bienvenida. Los niños, ubicados a la derecha del escenario, cantaban para animar la espera.
A las 9 de la mañana, se comenzó a escuchar el helicóptero que traía a Francisco directamente desde Pompeya, primera parada de la visita de este jornada. En ese momento, los fieles presentes en la plaza, llenos de entusiasmo, comenzaron y agitar sus banderines con la imagen del Papa. Ha entrado en la plaza con el papamóvil y enseguida la gente comenzó a saludar y gritar a coro ¡Buenos días Francisco'!
El sueño se ha hecho realidad hoy, el sueño de todos. Con "amorosa insistencia" la gente me pedía invitarle cuando iba a parroquias, hospitales... ha dicho el cardenal Sepe dando la bienvenida a Francisco. El Papa llega a este barrio "lleno de problemas, pero también rico de recursos donde nuestras parroquias, religioso... comprometidos en testimoniar a Cristo, anunciando el Evangelio de la justicia y la caridad", ha  precisado el purpurado.
Antes de la intervención de Francisco, tres personas en representación de las distintas realidades han hecho preguntas al Papa. Primero una inmigrante le interrogaba sobre "cómo sentirse hijos de Dios", a continuación un  trabajador ha pedido "un llamamiento" a favor de los parados, los desempleados, pidiendo creer "en la sacralidad del trabajo". Finalmente, un representante del mundo legislativo y judicial ha hablado de corrupción, ética pública y ha pedido un "recorrido de esperanza que apoye el compromiso civil de quienes persiguen la legalidad".
El Papa ha confirmado que ha querido comenzar su visita precisamente aquí, desde la periferia. "Se ve que los napolitanos no son fríos", ha exclamado el Papa. Dando gracias al cardenal por invitarle e incluso "amenazarle" si no venía, la broma ha provocado la risa de todos los presentes. “Agradezco también a vuestro arzobispo que me invitó y casi amenazó para hacerme venir”.
La alegría es vuestro gran recurso, ha asegurado. Además, el Santo Padre ha hablado de esperanza como matrimonio y levadura del alma. Asimismo ha indicado que tienen un gran desafío: "no dejar que el mal tenga la última palabra".
En sus palabras, el Santo Padre respondiendo a la señora filipina recordó que los inmigrante no son ciudadanos de segunda categoría. “Todos somos inmigrantes, hijos de Dios” repitió varias veces en sus palabras improvisadas, porque "nadie tiene casa fija, estamos de paso en este mundo".
Con la segunda pregunta, la del trabajador, Francisco ha llamado la atención sobre la desempleo juvenil, "esto es grave". ¿Qué futuro tiene un joven que no tiene trabajo?"  
Asimismo ha hablado del problema de la falta de trabajo, no solamente de la ciudad de Nápoles, sino en el mundo, porque “hay un sistema que descarta a la gente”. Y si bien está Cáritas, y centros de asistencia, “el problema no es solamente comer, sino no tener la posibilidad de llevar el pan a casa, de no ganarlo, y cuando se pierde esto ese pierde la dignidad”. A esta sentencia del Pontífice, los presentes han respondido con un fuerte aplauso.  
“Tenemos que defender nuestra vida de ciudadanos y de hombres y no tenemos que quedarnos callados”. Ha señalado también “el trabajo a mitad”, o sea “la explotación”. Francisco ha recordado que días atrás una joven que necesitaba trabajo fue a una empresa turística y que por 11 horas de trabajo le ofrecían 600 euros al mes sin aportes para la pensión. Y le dijeron que si no quería había una larga cola de personas que buscaban trabajo. “esto es esclavitud, no es cristiano”, dijo.
En la última pregunta, Francisco ha condenado nuevamente con fuerza la corrupción. Una tentación que todos tenemos, ha asegurado. "Una cosa corrupta es una cosa sucia, huele mal...." Y eso es lo que sucede en la realidad con la corrupción, ha observado. Frase que, nuevamente, ha provocado el entusiasmo, apoyo y aplauso de los presentes.
Y ha concluido recordando que la buena política es una de las cosas más nobles que hay, invitando a ir adelante con esperanza por la vía del bien.
"Para nosotros la llegada del Papa es importante porque queremos demostrar que no somos solo la tierra de la Camorra. Somos una ciudad y un barrio donde hay mucha gente que trabaja honestamente o que quisieran hacerlo. Esperemos que la visita del Papa sea un inicio que traiga luz a esta situación", ha declarado a ZENIT Giovanna, una joven del barrio. Sobre las palabras que el Papa ha dicho sobre el trabajo honesto y digno, los salarios en negro y el desempleo, la joven ha observado que es muy importante, "espereamos que quien debe entender que entienda realmente, esperemos que no sea solamente una jornada, sino que sea un continuación".
 22.03.15




El Santo Padre regala un evangelio a los presentes en el ángelus
Son distribuidos por personas 'sin hogar'. El Papa agradece también a los napolitanos, por la acogida que le dieron
CIUDAD DEL VATICANO, 22 de marzo de 2015 (Zenit.org) -  El papa Francisco este domingo, después de la oración del ángelus, aprovechó para agradecer a los napolitanos la acogida que le han dado este sábado durante su visita. Y regaló un evangelio a cada uno de los presentes, los cuales fueron distribuidos por personas 'sin hogar'.
“Ahora, repetiremos un gesto --dijo el Papa a los miles de peregrinos presentes-- que ha hicimos el año pasado. Según una antigua tradición de la Iglesia se entrega en la Cuaresma, el evangelio a quienes se preparan al bautismo. Así hoy les ofrezco a quienes están en la plaza, un regalo: un evangelio de bolsillo”.
Añadió que el mismo “será distribuido gratuitamente por algunas personas sin fija demora que viven en Roma”. Consideró esto “un gesto muy lindo que le gusta a Jesús: los más necesitados son aquellos que nos regalan la palabra de Dios”.
A los presentes les invitó entonces a tomar “este evangelio, para que uno pueda llevarlo en la cartera, en el bolsillo”. E instó a “leerlo con frecuencia, un pasaje, un párrafo cada día, la palabra de Dios es luz para nuestro camino”. Y concluyó: “Nos hará bien, hacedlo. 
El Santo Padre recordó además el viaje apostólico que realizó este sábado: “Ayer estuve en Nápoles, en visita pastoral. Quiero agradecer --dijo el Papa-- la calurosa acogida de todos los napolitanos, que son tan buenos, muchas gracias”. El Santo Padre inició su visita en esta región del sur de Italia, en el santuario de Nuestra Señora de Pompeya, en donde rezó en silencio y recitó una antigua oración.
Después fue al barrio periférico de Scampía, en donde recordó que 'Todos somos inmigrantes e hijos de Dios'. Añadió que el trabajo en negro es explotación y que sin trabajo aunque haya asistencias que den comida, no hay dignidad.
A continuación celebró la santa misa en la Plaza del Plebiscito. Allí pidió 'Apostar en la misericordia de Dios'; que cada parroquia y cada realidad eclesial se vuelva el santuario para quien busca a Dios; y casa acogedora para los pobres, los ancianos, ya todos los que se encuentran en necesidad.
Poco después del medio día, el Pontífice estuvo en la prisión de Poggioreale, donde comió con los reclusos y respondió a sus preguntas.
El Pontífice siguió su visitaen la catedral de Nápoles, en donde se repitió el prodigio de San Jenaro. Allí estaban los sacerdotes, religiosos y consagrados de la ciudad. A ellos les invitó a dar testimonio de Jesús, y a practicar bien la pobreza evangélica. Después fue a la Iglesia nueva de Jesús y estuvo con varios cientos de enfermos y ancianos.
Poco después concluyó su visita en el encuentro con los jóvenes en el Paseo Marítimo. Recordó que los jóvenes son la fuerza y los ancianos la memoria.
Al concluir el ángelus les deseó a todos "que tengan un buen domingo. Y por favor, no se olviden de rezar por mi”. Y concluyó con su ya famoso “buon pranzo e arrivederci”.
(texto  completo)
 En este quinto domingo de cuaresma, el evangelista Juan atrae nuestra atención con un particular curioso: algunos 'griegos', de religió judía, llegados a Jerusalén para la fiesta de Pascua, se dirigen al apóstol Felipe y le dicen: “Queremos ver a Jesús”. En la ciudad santo en donde Jesús se ha dirigido por la última vez hay mucha gente. Están lo pequeños y simples, que han acogido festivamente al profeta de Nazaret, reconociendo el él enviado del Señor.

Están los sumos sacerdotes y los jefes del pueblo, que lo quieren eliminar porque lo consideran herético y peligroso. Se encuentran también personas, que como aquellos 'griegos', tienen curiosidad de verlo y saber más sobre su persona y las obras por él realizadas, la última de las cuales --la resurrección de Lázaro-- despertó mucha impresión.

“Queremos ver a Jesús”. Estas palabras como tantas otras en los evangelios, llevan más allá del episodio particular y expresan algo de universal; revelan un deseo que atraviesa las épocas y las culturas, un deseo presente en el corazón de tantas personas que han oído hablar de Cristo, pero aún no lo han encontrado. Yo deseo ver a Jesús, así siente el corazón de esta gente.

Respondiendo indirectamente, de manera profética a aquel pedido de poder verlo, Jesús pronuncia una profecía que desvela su identidad e indica el camino para conocerlo verdaderamente: “Ha llegado la hora que el Hijo del hombre sea glorificado”. ¡Es la hora de la cruz!, es la hora de la derrota de Satanás, príncipe del mal, y del triunfo definitivo del amor misericordioso de Dios.

Cristo declara que será “elevado de la tierra”, una expresión con un doble significado: “elevado” porque exaltado por el Padre en la Resurrección, para atraer a todos a sí y reconciliar a los hombres con Dios y entre ellos. La hora de la cruz, la más oscura de la historia, que es también el manantial de la salvación para todos aquellos que creen el él.

Prosiguiendo en la profecía sobre su Pascua, a esta altura inminente, Jesús usa una imagen simple y sugestiva, la del “grano de trigo” que, caído en la tierra, muere para producir su fruto. En esta imagen encontramos otro aspecto de la cruz de Cristo: el de la fecundidad. La cruz de Cristo es fecunda.

La muerte de Jesús es de hecho una fuente interminable de vida nueva, porque lleva en sí la fuerza generadora del amor de Dios. Sumergidos en este amor por el bautismo, los cristianos pueden volverse “granos de trigo” y frutificar mucho si como Jesús, “pierden la propia vida” por amor de Dios y de los hermanos.

Por esto a quienes también hoy “quieren ver a Jesús”, a quienes están a la búsqueda del rostro de Dios; a quien ha recibido una catequesis cuando era pequeño y nunca más la ha profundizado, que lleva la fe a tantos que aún no han encontrado a Jesús personalmente...; a todas estas personas nosotros podemos ofrecerles tres cosas, tres: el evangelio, el crucifijo, y el testimonio de nuestra fe, pobre pero sincera.

El evangelio: allí podemos encontrar a Jesús, escucharlo, conocerlo. El crucifico: signo del amor de Jesús que se ha donado por nosotros; y después, una fe que se traduce en gestos simples de caridad fraterna. Pero principalmente, en la coherencia de vida entre lo que decimos y lo que vivimos. Coherencia entre nuestra fe y nuestra vida, entre nuestras palabras y nuestras acciones.

El evangelio, el crucifijo y el testimonio. Qué la Virgen nos ayude a llevar estas tres cosas.

(El papa reza el ángelus).

Queridos hermanos y hermanas, a pesar del feo tiempo son tantos quienes vinieron, tienen coraje, también los maratonistas etas tienen coraje, les saludo con afecto.

Ayer estuve en Nápoles, en visita pastoral. Quiero agradecer la calurosa acogida de todos los napolitanos, tan buenos, muchas gracias.

“Hoy es la Jornada Mundial del Agua, promovida por las Naciones Unidas. El agua es el elemento más esencial de la vida, de nuestra capacidad para cuidarla y compartirle depende el futuro de la humanidad. Animo por lo tanto a la comunidad internacional a vigilar para que las aguas del planeta sean adecuadamente protegidas y nadie sea excluido o discriminado en el uso de este bien, que es un bien común por excelencia. Con san Francisco de Asís decimos: “Alabado seas mi Señor, por la hermana agua, la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta”.

Saludo a todos los peregrinos presentes, en particular al coro del 'Conservatorio Profesional de Música de Orihuela' (España), a los jóvenes del 'Collège Saint-Jean de Passy' de Paris. A los fieles de Hungría y a los grupos musicales del Cantón Ticino, en Suiza.

Saludo al Orden Franciscano Seglar de Cremona, a la UNITALSI de Lombardía, al grupo que lleva el nombre del obispo martir Oscar Romero, que será pronto proclamado beato; también a los fieles de Fiumicino, a los niños de la primera comunión de Sanbuceto, a los jóvenes de Ravena, Milán y Florencia que han recibido hace poco la Confirmación o están por recibirla.

Y ahora, repetiremos un gesto, que ha hicimos el año pasado. Según una antigua tradición de la Iglesia, en la Cuaresma se entrega el evangelio a quienes se preparan para el bautismo. Así hoy les ofrezco a quienes están en la plaza, un regalo: un evangelio de bolsillo.

Les será distribuido gratuitamente por algunas personas sin fija demora que viven en Roma. También en esto vemos un gesto muy lindo que le gusta a Jesús: los más necesitados son aquellos que nos regalan la palabra de Dios. Tomen este evangelio, para que uno pueda llevarlo en la cartera, en el bolsillo. Leerlo con frecuencia, un pasaje, un párrafo cada día, la palabra de Dios es luz para nuestro camino. Nos hará bien, hacedlo. Les deseo a todos un buen domingo. Y por favor, no se olviden de rezar por mi. Y “buon pranzo e arrivederci”». 

(22 de marzo de 2015) © Innovative Media Inc.







El Papa en Santa Marta: sin misericordia no hay justicia
El Santo Padre explica en la homilí­a de este lunes. El 'Tampoco yo te condeno' es una de las parábolas más hermosas, porque está llena de misericordia
CIUDAD DEL VATICANO, 23 de marzo de 2015 (Zenit.org) - Comentando las lecturas del día y refiriéndose también a otro pasaje evangélico, el papa Francisco habló en su homilia de este lunes en Santa Marta, de tres mujeres y tres jueces: una mujer inocente, Susana; una pecadora, la adúltera; y una pobre viuda necesitada; Las tres, indicó el Papa, según algunos padres de la Iglesia, son figuras alegóricas de la Iglesia: “la Iglesia santa, la Iglesia pecadora y la Iglesia necesitada”.

Los tres jueces son malos y corruptos, observó el Papa: está antes de todo el juicio de los escribas y de los fariseos que llevan la adultera a Jesús. “Tenían adentro el corazón la corrupción de la rigidez”. Se sentían puros porque observaban la “la letra de la ley” y porque decían: “La ley dice esto y se debe hacer esto”. Pero “no eran santos, eran corruptos, porque una rigidez de este género solamente puede ir adelante en una doble vida y estos que condenaban a estas mujeres después iban a buscarlas de manera escondida, para divertirse un poco. Los rígidos son, uso el adjetivo que Jesús les daba a ellos, hipócritas. Tienen una doble vida. “Con la rigidez no se puede ni siquiera respirar”.

Después estaban los dos jueces ancianos que extorsionan a una mujer, Susana, para que se conceda, pero ella resiste: “eran jueces viciosos --subraya el Papa-- tenían la corrupción del vicio, en este caso la lujuria. Y se dice que este vicio con los años se vuelve más feroz y malo”.

Otro es el caso del juez interpelado por la viuda pobre. Este juez “no le temía a Dios y no le importaba nadie ni nada, solamente de sí mismo”. Era “un negociante, un juez que con su oficio de juzgar hacía negocios”. Era “un corrupto de dinero, de prestigio”. Estos jueces, negociantes, viciosos y rígidos, “no conocían lo que era la misericordia”.

La corrupción no les permitía entender la misericordia, ser misericordiosos. Y la biblia dice que en la misericordia está justamente el justo juicio. Y las tres mujeres --la santa, la pecadora y la necesitada-- figuras alegóricas de la Iglesia, sufren de esta falta de misericordia.

También hoy, el pueblo de Dios cuando encuentra a estos jueces, sufre un juicio si misericordia, sea en el lado civil que en el eclesiástico. Y donde no hay misericordia no hay justicia. Cuando el pueblo de Dios se acerca voluntariamente para pedir perdón, para ser juzgado, cuantas veces, cuantas veces, encuentra a uno de estos”.

Encuentra a los viciosos que “son capaces de intentar explotarlos” y esto “es uno de los pecados más graves”; encuentra a “los negociantes” que “no le dan oxígeno a esa alma ni esperanza”; y encuentra a “los rígidos que castigan al penitente lo que ellos esconden en su alma”. Y esto, dice el Papa, “se llama falta de misericordia”.

“Querría solamente decir --concluye el Papa-- una de las palabras más bonitas del evangelio que a mi me conmueve tanto: '-¿Nadie te ha condenado? -No, nadie Señor. -Tampoco yo te condeno'. El Tampoco yo te condeno es una de las palabras más hermosas, porque llenas de misericordia.

 24.03.15




El Papa en Santa Marta invita a 'ser cristianos sin peros'
Este martes en su homilía indica que la Semana Santa es un medio que nos ayuda a ser cristianos sin caprichos espirituales
ROMA, 24 de marzo de 2015 (Zenit.org) - El santo padre Francisco en la homilía de este martes en la capilla de la residencia Santa Marta invitó a ser cristianos sin 'peros', aprovechando las gracias que otorga la Semana Santa.
Señaló que ante la salvación que nos ofrece Dios de mil maneras, a veces tenemos “caprichos espirituales”, porque no sabemos aceptar “el estilo divino” y nos entristecemos, y deslizamos “en la murmuración”. Sucede hoy con tantos cristianos, como sucedía un tiempo con el pueblo judío salvado de la esclavitud, según nos cuenta la Biblia.
A partir del episodio propuesto en el Libro de los Números, el Papa recuerda que los judíos se rebelaban a las fatigas que conllevaba la fuga en el desierto, y del alimento “liviano” del maná, y entonces comienzaban a “hablar mal de Dios”, y muchos de ellos acabaron siendo mordidos por las serpientes venenosas.
Solamente la oración de Moisés que intercede por ellos y levanta un bastón con una serpiente --símbolo de la Cruz en la que será colgado Jesús-- se volverá para quien lo mira la salvación del veneno.
“También nosotros cuantas veces encontramos que entre los cristianos están aquellos un poco envenenados porque descontentos de la vida. Sí, realmente, Dios es bueno, cristianos sí, pero... cristianos sí, pero..., que no terminan de abrir el corazón a la salvación de Dios y siempre ponen condiciones. 'Sí, pero...'. 'Sí, sí, sí, quiero ser salvado pero por este camino...'. Y así el corazón se envenena” dijo.
El Papa recuerda que “no aceptar el don de Dios con su estilo, eso es el pecado, eso es el veneno, nos envenena el alma y nos quita la alegría”. Jesús, afirma el Santo Padre, resuelve este problema subiendo al Calvario. “Él mismo toma sobre sí el veneno, el pecado. Y de esta tibieza del alma uno se cura solamente mirando la cruz, mirando a Dios que se asume nuestros pecados”.
Cuantos cristianos hoy, concluye Francisco, “mueren en el desierto de su tristeza, de su murmuración, por no aceptar el estilo de Dios”. Y añade: “Miremos a la serpiente y su veneno, allí en el cuerpo de Cristo, el veneno de todos los pecados del mundo; y pidamos la gracia de aceptar los momentos difíciles. De aceptar el estilo divino de la salvación, de aceptar también este alimento liviano del que se lamentaban los judíos, de aceptar las cosas... de aceptar las vías por las cuales el Señor me lleva hacia adelante. Esta Semana Santa que inicia el domingo nos ayude a salir de esta tentación y de 'ser cristianos sin 'peros'...”.

25.03.15




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