El Papa en Sta. Marta: ‘La salvación de Dios no
sigue nuestros esquemas’
En la homilía de este lunes, el Papa
invita a leer las bienaventuranzas y Mateo 25 y ver “si hay algo que me
indigna” porque la indignación es un lujo que solo pueden permitirse los
vanidosos
29 febrero
2016
Ciudad del
Vaticano). – El papa
Francisco, en la homilía de la misa celebrada esta mañana en Santa Marta,
recordó que la salvación de Dios no viene de las cosas grandes, del poder o del
dinero, sino de las cosas pequeñas y sencillas.
Tal y como señaló el Papa, las lecturas del día nos
hablan de la indignación: se indigna un leproso, Naamán el sirio, que pide al
profeta Eliseo que lo cure, pero no aprecia la forma sencilla en la que esta
sanación debería suceder. También se indignan los habitantes de Nazaret frente
a las palabras de Jesús, su conciudadano. Es la indignación frente al proyecto
de salvación de Dios que no sigue nuestros esquemas. Por eso, el Pontífice
advirtió que no es “como nosotros pensamos que sea la salvación, esa salvación
que todos queremos”.
Jesús siente el “desprecio” de “los doctores de la Ley
que buscaban la salvación en la casuística de la moral” y en muchos preceptos,
pero el pueblo no tenía confianza en ellos. De este modo indicó que los
saduceos buscaban la salvación en los compromisos con los poderes del mundo. Y
la gente no les creía. Pero sí creían en Jesús, “porque hablaba con autoridad”.
Y ¿por qué esta indignación? El Papa respondió
que se debe a que en nuestra imaginación, “la salvación debe venir de
algo grande, de algo majestuoso; solo nos salvan los poderosos, los que tienen
fuerza, que tienen dinero, que tienen poder: estos pueden salvarnos”. Pero
–recordó– el plan de Dios es otro. “Se indignan porque no pueden entender que
la salvación solamente venga de lo pequeño, de la sencillez de las cosas de
Dios”.
En esta línea, Francisco prosiguió asegurando que
cuando Jesús hace la propuesta del camino de salvación nunca habla de cosas
grandes sino de cosas pequeñas. Son “dos pilares del Evangelio” que se leen en
Mateo, las bienaventuranzas, y en el capítulo 25, el Juicio Final.
Asimismo, invitó, como preparación a la Pascua, a leer
las bienaventuranzas y Mateo 25 y así “pensar y ver si algo de esto nos
indigna, me quita la paz. Porque la indignación es un lujo que solo pueden
permitirse los vanidosos, los orgullosos”.
Finalmente, el Santo Padre recordó que nos hará bien
tomar un poco de tiempo para leer las bienaventuranzas, leer Mateo 25 y estar
atentos a qué sucede en nuestros corazón: “Si hay algo de indignación, pedir la
gracia al Señor de entender que el único camino de la salvación es la ‘locura
de la Cruz’, es decir la aniquilación del Hijo de Dios, del hacerse pequeño.
Representado aquí, en el baño en el Jordán o en el pequeño pueblo de Nazaret”.
01.03.16
01.03.16
El Papa en Sta. Marta: ‘Debemos perdonar
como lo hace Dios, olvidando’
En la homilía de este martes, el
Santo Padre recuerda que si tenemos el corazón cerrado, la misericordia de Dios
no puede entrar
1 marzo 2016
El tiempo de cuaresma “nos prepare el corazón” al
perdón de Dios y debemos perdonar nosotros como Él lo hace, es decir,
“olvidando” las culpas de los demás. Así lo deseó el papa Francisco al finalizar
la homilía de la misa celebrada esta mañana en Santa Marta.
De este modo, advirtió que la perfección de Dios tiene
un punto débil exactamente allí donde la imperfección humana tiende a no
hacer descuentos: la capacidad de perdonar.
Reflexionando sobre las lecturas del día, el Santo
Padre indicó que el Evangelio presenta la célebre pregunta de Pedro a Jesús:
¿cuántas veces debo perdonar a un hermano que ha cometido una culpa en mi
contra? La lectura del profeta Daniel, está centrada en la oración de joven
Azarías, condenado a muerte en un horno por haber rechazado adorar a un
ídolo de oro, invoca entre las llamas la misericordia de Dios para el pueblo,
pidiéndole contemporáneamente perdón para sí. Tal y como precisó el Papa, esta
es la forma correcta de rezar. Sabiendo poder contar con un aspecto particular
de la bondad de Dios.
Así, precisó en la homilía que “cuando Dios perdona,
su perdón es tan grande que es como si olvidase”. Y añadió que es todo lo
contrario a lo que hacemos nosotros con los chismorreos: “’pero este ha hecho
eso, ha hecho eso, ha hecho eso’…y nosotros tenemos de tantas personas la
historia antigua, media, medieval y moderna ¿eh? y no olvidamos”.
¿Por qué? El Pontífice explicó que es porque no
tenemos el corazón misericordioso. La lecturas del joven Azarías es un
llamamiento a la misericordia de Dios, para que nos dé el perdón y la salvación
y olvidemos nuestros pecados.
Por otro lado, en el pasaje del Evangelio para
explicar a Pedro que es necesario perdonar siempre, Jesús cuenta la parábola de
los dos criados, el primero que obtiene el perdón de su rey, aún debiéndole una
cifra enorme, y él mismo incapaz poco después de ser igualmente misericordioso
con otro que le debía una pequeña cifra.
Al respecto, el Santo Padre señaló que “en el Padre
Nuestro rezamos: ‘perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a
los que nos ofenden’. Es una ecuación, van juntas. Si tú no eres capaz de
perdonar, ¿cómo podrá perdonarte Dios? Él te quiere perdonar, pero no podrá si
tú tienes el corazón cerrado y la misericordia no puede entrar. ‘Pero, Padre,
yo perdono pero no puedo olvidar esa cosa fea que me han hecho…’.
‘Entonces pide al Señor que te ayude a olvidar’: pero esto es otra cosa.
Se puede perdonar, pero olvidar no siempre se consigue. Pero ‘perdonar’ y
‘me la pagarás’: ¡eso no!
El Santo Padre indicó que es necesario perdonar como
lo hace Dios, perdonar al máximo. Y añadió que “el perdón que nos da Dios
siempre es misericordia”.
Finalmente, manifestó su deseo para que la cuaresma “nos
prepare el corazón para recibir el perdón de Dios”. Pero recibirlo y después
hacer lo mismo con los otros: perdonar de corazón. “Quizá no me saludes nunca,
pero en mi corazón yo te he perdonado. Y así nos acercamos a esta cosa tan
grande, de Dios, que es la misericordia”, observó.
Al concluir, el Pontífice reconoció que perdonando
abrimos nuestro corazón, Porque la misericordia de Dios entra y nos perdona, a
nosotros. Porque todos nosotros tenemos motivos para pedir perdón: todos.
Perdonemos y seremos perdonados. Tengamos misericordia con los otros y
sentiremos esta misericordia de Dios que, cuando perdona ‘olvida’”.
02.03.16
En esta línea, precisó que este corazón “no deja entrar la voz del Señor que, siendo padre amoroso, nos pide siempre abrirnos a su misericordia y a su amor”.
Audiencia
del Papa: texto completo de la catequesis del 2 de marzo
En la audiencia general de esta
semana el Santo Padre asegura que la Iglesia no tiene necesidad de dinero sucio
sino corazones abiertos a la misericordia de Dios
Ciudad del Vaticano). – El santo padre Francisco
durante la audiencia general de este miércoles ha precisado
que el culto no pude reducirse a rituales pensando que son los sacrificios que
nos salvan, cuando en verdad es la misericordia divina la que perdona
gratuitamente el pecado.
Y recordó que existen benefactores de la Iglesia
que vienen con la ofrenda, que entretanto es fruto de la sangre de
tanta gente explotada, maltratada, esclavizada con trabajo mal pagado, ofrenda
que merece ser rechazada. Porque a Dios es necesario
acercarse con manos purificadas, evitando el mal y practicando el bien y
la justicia.
Publicamos a continuación el texto
completo de la catequesis.
“Queridos
hermanos y hermanas, buenos días.
Hablando de la misericordia divina, hemos evocado
varias veces la figura del padre de familia, que ama a sus hijos, les ayuda,
los cuida y les perdona. Y como padre, les educa y les corrige cuando se
equivocan, favoreciendo su crecimiento en el bien.
Es así que Dios es presentado en el primer capítulo
del profeta Isaías, en el que el Señor, como padre afectuoso pero también
atento y severo, se dirige a Israel acusándole de infidelidad y corrupción,
para llevarlo de nuevo al camino de la justicia.
Inicia así nuestro texto: “¡Escuchen, cielos!
¡Presta oído, tierra! porque habla el Señor: Yo crié hijos y los hice crecer,
pero ellos se rebelaron contra mí. El buey conoce a su amo y el asno el pesebre
de su dueño; ¡pero Israel no conoce, mi pueblo no tiene entendimiento!” (1,
2-3).
Dios, mediante el profeta, habla al pueblo con la
amargura de un padre decepcionado: ha hecho crecer a sus hijos, y ahora ellos
se han rebelado contra Él. Incluso los animales son fieles a su amo y reconocen
la mano que les da de comer; el pueblo sin embargo ya no reconoce a Dios, se
niega a entender. Aún herido, Dios deja hablar al amor, y hace un llamamiento a
la conciencia de estos hijos degenerados, para que se arrepientan y se dejen
amar de nuevo. Y esto es lo que hace Dios. Viene a nuestro encuentro para que
nos dejemos amar por Él, el corazón de nuestro Dios.
La relación padre-hijo, a la que a menudo los profetas
hacen referencia para hablar de la relación de alianza entre Dios y su pueblo,
se ha desnaturalizado. La misión educativa de los padres está dirigida a
hacerle crecer en la libertad, a hacerles responsables, capaz de cumplir obras
de bien para sí y para los otros. Sin embargo, a causa del pecado, la libertad
se convierte en reivindicación de autonomía, reivindicación de orgullo y el
orgullo lleva a la oposición y a la ilusión de la autosuficiencia.
Y es aquí donde Dios llama a su pueblo: ‘Os habéis
equivocado de camino’. Llama de nuevo. Afectuosamente y amargamente dice “mi”
pueblo, Dios nunca nos reniega. Nosotros somos su pueblo. El más malo, el más
malo de los hombres, la más mala de las mujeres, el pueblo más malo, son sus
hijos. Y este es Dios. Nunca, nunca nos renegó. Siempre dice: ‘hijo ven’. Este
es el amor de nuestro padre. Y esta es misericordia de a Dios. Tener un padre
así nos da esperanza, nos da confianza. Esta pertenencia debería ser vivida en
la confianza y en la obediencia, con la conciencia de que todo es don que viene
del amor del Padre. Y sin embargo, aquí está la vanidad, la necedad y la
idolatría.
Por eso el profeta se refiere directamente a este
pueblo con palabras severas para ayudarlo a entender la gravedad de su culpa:
“Ay, nación pecadora, […] hijos pervertidos! ¡Han
abandonado al Señor, han despreciado al Santo de Israel, se han vuelto atrás!
(v. 4).
La consecuencia del pecado ha sido un estado de
sufrimiento, y sufre las consecuencias también el país, devastado y
convertido como en un desierto, al punto que Sión, es decir Jerusalén, se
convierte en inhabitable. Donde hay rechazo de Dios, de su paternidad, no hay
más vida posible, la existencia pierde sus raíces, todo aparecer pervertido y
aniquilado. Sin embargo, también en este momento doloroso está en vista la
salvación. La prueba se da para que el pueblo pueda experimentar la amargura de
quien abandona a Dios, y por tanto enfrentarse con el vacío desolador de una
elección de muerte. El sufrimiento, consecuencia inevitable de una decisión
autodestructiva, debe hacer reflexionar al pecador para abrirlo a la conversión
y al perdón.
Es el camino de la misericordia divina: Dios no nos
trata según nuestras culpas (cfr Sal 103,10). La punición se convierte
en instrumento para provocar la reflexión. Se comprende así que Dios perdona a
su pueblo, da la gracia y no destruye todo, pero deja abierta siempre la puerta
a la esperanza. La salvación implica la decisión de escuchar y dejarse
convertir, pero permanece siempre don gratuito.
El Señor, por tanto, en su misericordia, indica el
camino que no es el de los sacrificios rituales, sino más bien de la justicia.
El culto es criticado no porque sea inútil en sí mismo, sino porque, en vez de
expresar la conversión, pretende sustituirla; y se convierte así en búsqueda de
la propia justicia, creando la creencia engañosa de que sean los sacrificios
los que salvan, y no la misericordia divina la que perdona el pecado.
Para entenderlo bien, cuando una está mal va al
médico, cuando uno se siente pecador va al Señor. Pero si en vez de ir al
médico va al brujo, no sana. Y muchas veces preferimos ir por caminos
equivocados buscando una justificación, una justicia, una paz que nos viene
regalada como don del propio Señor si no vamos sobre el camino y le buscamos a
Él.
Dios, dice el profeta Isaías, no agradece la sangre de
los toros y de los corderos (v. 11), sobre todo si la oferta se hace con las
manos sucias de la sangre de los hermanos (v. 15). Y pienso en algunos
benefactores de la Iglesia que vienen con la ofrenda, ‘toma para la Iglesia’. Y
esta ofrenda es fruto de la sangre de tanta gente explotada, maltratada,
esclavizada con trabajo mal pagado. Yo diré a esta gente, por favor, llévate tu
cheque, quémalo. El pueblo de Dios, es decir, la Iglesia, no tiene necesidad de
dinero sucio. Necesita corazones abiertos a la misericordia de Dios.
Es sin embargo necesario acercarse a Dios con manos
purificadas, evitando el mal y practicando el bien y la justicia. Que bonito
como termina el profeta: “¡Cesen de hacer el mal, aprendan a hacer el bien!
¡Busquen el derecho, socorran al oprimido, hagan justicia al huérfano,
defiendan a la viuda” (vv. 16-17). Pensad en tantos, tantos refugiados que
desembarcan en Europa y no saben donde ir.
Entonces, dice el Señor, los pecados, aún si fueran de
color escarlata, se volverán blancos, como la nieve, este es el milagro del
amor de Dios, y cándidos como la lana, y el pueblo podrá nutrirse de los bienes
de la tierra y vivir en la paz (v. 19).
Es este el milagro del perdón que Dios, el perdón que
Dios como Padre quiere donar a su pueblo. La misericordia de Dios se ofrece a
todos, y estas palabras del profeta valen también hoy por nosotros, llamados a
vivir como hijos de Dios”.
03.03.16
El Papa en Sta. Marta: ‘La
infidelidad a Dios endurece el corazón’
El Santo Padre asegura que la salida
es confesarse, porque si nos reconocemos pecadores el corazón se abre y entra
la misericordia de Dios
– El papa Francisco ha asegurado este jueves que solo el corazón abierto es
capaz de acoger la misericordia de Dios. Lo hizo durante la homilía de la
misa celebrada esta mañana en Santa Marta. De este modo, reflexionó sobre la
infidelidad del pueblo de Dios que solo puede ser vencida en el reconocerse
pecadores y así iniciar un camino de conversión.
Haciendo referencia a las lecturas del día, Francisco
recordó que podemos ver de un lado la fidelidad del Señor y de otro la
“fidelidad fallida” de su pueblo. Al comentar la primera lectura, del Libro de
Jeremías, el Papa subrayó que “Dios es siempre fiel, porque no puede renegarse
a sí mismo” mientras que el pueblo no escucha su Palabra.
Tal y como explicó el Pontífice, Jeremías no cuenta
por tanto las “muchas cosas que ha hecho Dios para atraer los corazones de la
gente”, pero el pueblo permanece en su infidelidad. Esta infidelidad del
pueblo de Dios — afirmó– también la nuestra, nuestra propia infidelidad, nos
endurece el corazón: ¡cierra el corazón!
En esta línea, precisó que este corazón “no deja entrar la voz del Señor que, siendo padre amoroso, nos pide siempre abrirnos a su misericordia y a su amor”.
En el salmo hoy se proclama: “Escuchad hoy la voz del
Señor. ¡No endurezcáis vuestro corazón! Por eso, el Santo Padre aseveró que el
Señor siempre nos habla así, también con ternura de padre nos dice: ‘Volved a
mí con todo el corazón, porque soy misericordioso y piadoso’. Pero cuando el
corazón está duro esto no se entiende. La misericordia de Dios solamente se
entiende si tú eres capaz de abrir tu corazón, para que pueda entrar”.
Al respecto, el Papa advirtió de que “el corazón se
endurece y vemos la misma historia” en el pasaje del Evangelio de Lucas, donde
Jesús es desafiado por aquellos que habían estudiado las Escrituras, “los
doctores de la ley que conocían la teología, pero estaban muy
cerrados”. En cambio la multitud “estaba sorprendida”, “¡tenía fe en
Jesús. Tenía el corazón abierto, imperfecto, pecador, pero el corazón abierto”.
El Papa observó que estos teólogos “tenían una actitud
cerrada”, “siempre buscando una explicación para no entender el mensaje de
Jesús”, “le pedían un signo del cielo. ¡Siempre cerrados! Era Jesús que
justificaba lo que hacía”.
Asimismo, el Santo Padre recordó que “esta es la
historia, la historia de esta fidelidad fallida. La historia de los corazones
cerrados, de los corazones que no dejan entrar la misericordia de Dios, que han
olvidado la palabra ‘perdón’ — ‘perdóname Señor’– simplemente porque no se
sienten pecadores: se sienten jueces de los otros”. Y Jesús explica esta
fidelidad fallida con dos palabras claras, para poner fin, para terminar este
discurso de estos hipócritas: ‘Quien no está conmigo está contra de mí’.
Pero, el Papa también reconoció que hay un posible
“camino”, una “salida”. Confesarse. “Si tú dices ‘soy un pecador’, el corazón
se abre y entra la misericordia de Dios y comienzas a ser fiel”.
Para finalizar la homilía, el Papa invitó a pedir al Señor la gracia de la fidelidad. “Y el primer paso para ir en este camino de la fidelidad es sentirse pecador. Si tú no te sientes pecador, has empezado mal”. Pidamos la gracia –concluyó– de que nuestro corazón no se endurezca, que se abra a la misericordia de Dios, y la gracia de la fidelidad.
Para finalizar la homilía, el Papa invitó a pedir al Señor la gracia de la fidelidad. “Y el primer paso para ir en este camino de la fidelidad es sentirse pecador. Si tú no te sientes pecador, has empezado mal”. Pidamos la gracia –concluyó– de que nuestro corazón no se endurezca, que se abra a la misericordia de Dios, y la gracia de la fidelidad.
04.03.16
En el capítulo quince del Evangelio de Lucas encontramos las tres parábolas de la misericordia: la de la oveja encontrada (vv. 4-7), la de la moneda encontrada (vv. 8-10), y la gran parábola del hijo pródigo, o mejor, del padre misericordioso (vv. 11-32). Hoy sería bonito que cada uno de nosotros, tomase el Evangelio y en el capítulo quincie de Lucas y lea las tres parábolas. Hoy, dentro del itinerario cuaresmal, el Evangelio nos presenta precisamente esta última parábola, que tiene como protagonista a un padre con sus dos hijos. La historia nos da a entender algunas características de este padre: es un hombre siempre preparado para perdonar y que espera contra toda esperanza. Conmociona sobre todo su tolerancia delante de la decisión del hijo más pequeño de irse de casa: podría haberse opuesto, sabiendo que todavía es inmaduro, joven chico o buscar algún abogado para no darle la herencia porque estaba todavía vivo. Sin embargo le permite marchar, aún viendo los posibles riesgos. Así actúa Dios con nosotros: nos deja libres, también para equivocarnos, porque creándonos nos ha hecho el gran regalo de la libertad. Nos toca a nosotros hacer buen uso de ella. Este regalo de la libertad que nos da Dios, me emociona siempre.
Pero el desapego de ese hijo es solo físico. El padre lo lleva siempre en el corazón, espera con confianza su regreso, escruta el camino con la esperanza de verlo. Y un día lo ve aparecer a lo lejos (cfr v. 20). Pero esto significa que este padre, cada día subía a la terraza a mirar para ver si volvía su hijo. Entonces se conmueve, corre a su encuentro, lo abraza, lo besa. ¡Cuánta ternura! Y este hijo había hecho cosas… Pero el padre lo recibe así.
La misma actitud reserva el padre al hijo mayor, que siempre se ha quedado en casa, y ahora está indignado y protesta porque no entiende y no comparte toda la bondad hacia el hermano que se ha equivocado. El padre sale al encuentro también de este hijo y le recuerda que ellos han estado siempre juntos, tienen todo en común (v. 31), pero es necesario acoger con alegría al hermano que finalmente ha vuelto a casa. Y esto me hace pensar algo, cuando uno se siente pecador, se siente realmente poca cosa, o como algunos he escuchado, tanta gente que dice ‘Padre soy una basura’. Es uno el que va al padre. Sin embargo cuando uno se siente justo, ‘yo siempre he hecho las cosas bien’. También el padre viene a buscarnos porque esa actitud de sentirse justo es una actitud mala, es la soberbia, es del diablo. El padre espera a los que se reconocen pecadores y va a buscar a aquellos que se sienten justos. Este es nuestro padre.
En esta parábola se puede intuir también un tercer hijo. Tercer hijo, ¿dónde? ¡escondido! El que era de condición divina, “no consideró esta igualdad con Dios, se anonadó a sí mismo,
tomando la condición de servidor” (Fil 2,6-7). Este Hijo-Siervo, es Jesús, es la extensión de los brazos y del corazón del Padre: Él ha acogido el prodigio y ha lavado sus pies sucios; Él ha preparado el banquete para la fiesta del perdón. Él, Jesús, nos enseña a ser “misericordiosos como el Padre”.
La figura del padre de la parábola desvela el corazón de Dios. Él es el Padre misericordioso que en Jesús nos ama más allá de cualquier medida, espera siempre nuestra conversión cada vez que nos equivocamos; espera nuestro regreso cuando nos alejamos de Él pensando que podemos solos; está siempre preparado a abrirnos sus brazos cualquier cosa haya sucedido. Como el padre del Evangelio, también Dios continúa considerándonos sus hijos cuando nos hemos perdidos, y viene a nuestro encuentro con ternura cuando volvemos a Él. Y nos habla con tanta bondad cuando nosotros creemos ser justos. Los errores que cometemos, aunque sean grandes, no rompen la fidelidad de su amor. En el sacramento de la Reconciliación podemos siempre comenzar de nuevo: Él nos coge, nos restituye la dignidad de sus hijos, y nos dice ‘ve adelante, en paz, levántate, ve adelante’.
En este tramo de Cuaresma que aún nos separa de la Pascua, estamos llamados a intensificar el camino interior de conversión. Dejémonos alcanzar por la mirada llena de amor de nuestro Padre, y volvamos a Él con todo el corazón, rechazando cualquier compromiso con el pecado. La Virgen María nos acompañe hasta el abrazo regenerador con la Divina Misericordia.
Expreso mi cercanía a las Misioneras de la Caridad por el grave luto que las ha golpeados hace dos días con el asesinato de cuatro religiosas en Aden, en Yemen, donde asistían a los ancianos. Rezo por ellas y por las otras personas asesinadas en el ataque, y por los familiares. Estas son los mártires de hoy, y no son portada de los periódicos. No son noticia. Estos dan su sangre por la Iglesia. Son víctimas del ataque de esos que las han matado y también de la indiferencia, de esta globalización de la indiferencia, que no importa. Madre Teresa acompañe en el paraíso a estas hijas suyas mártires de la caridad, e interceda por la paz y el sagrado respeto de la vida humana.
Como signo concreto de compromiso por la paz y la vida quisiera citar y expresar admiración por la iniciativa de los pasillos humanitarios para los refugiados, iniciada recientemente en Italia. Este proyecto piloto, que une la solidaridad y la seguridad, consiente ayudar a personas que huyen de la guerra y de la violencia, como los cien de refugiados ya trasladados en Italia, entre los cuales niños enfermos, personas discapacitadas, viudas de guerra con hijos y ancianos. Me alegro también porque esta iniciativa es ecuménica, siendo sostenida por la Comunidad de San Egidio, Federaciones de las Iglesias Evangélicas Italianas, Iglesias Valdenses y Metodistas.
Ciudad del Vaticano).- Descubrir la valentía de soñar, como tuvieron los santos del porte de Francisco Javier, que durante toda la vida cultivó el sueño de llegar a China para predicar. Esta fue la recomendación del papa Francisco al concluir los ejercicios espirituales a los cuales participó junto a sus colaboradores de la Curia Romana.
El Papa expresa su dolor por el atentado en
Yemen
Califica el acto como violencia
insensata y diabólica. Murieron doce personas, entre ellas cuatro Misioneras de
la Caridad
El papa Francisco se siente “profundamente dolorido”
por la noticia del asesinato de cuatro Misioneras de la Caridad en Yemen, junto
con otras doce personas, en un atentado terrorista.
En un telegrama, firmado por el cardenal Pietro
Parolin, Secretario de Estado, el Pontífice asegura sus “oraciones por las
familias de las víctimas de este acto de violencia insensata y diabólica”. Del
mismo modo, asegura su oración para que esta matanza “despierte las
conciencias, guíe a un cambio de los corazones e inspire a todas las partes a
deponer las armas y comience un camino de diálogo”.
En nombre de Dios, el papa Francisco pide a todos
“renunciar a la violencia, renovar el propio compromiso por la gente de Yemen,
en particular los más necesitados” que las misioneras de Madre Teresa “han
tratado de servir”.
Finalmente, el Santo Padre imparte su bendición
apostólica a los que sufren a causa de la violencia y en particular a las
Misioneras de la Caridad.
Este viernes cuatro religiosas Misioneras de la
Caridad, la Congregación fundada por la madre Teresa de Calcuta, fueron
asesinadas por un comando de hombres armados que atacaron su convento, en
la ciudad yemení de Aden. Lo confirmó la Agencia Fides, citando fuentes del
Vicariato apostólico de Arabia meridional. Además de las religiosas,
también fueron asesinados durante el ataque terrorista, el conductor y al
menos otros dos colaboradores de la comunidad. Entre las víctimas también
hay ancianos y discapacitados que recibían asistencia de la comunidad.
06.03.16
El Papa en el ángelus: Dios nos ha
hecho el gran regalo de la libertad
El Santo Padre reflexiona sobre la parábola del hijo pródigo. Expresa su
cercanía a las Misioneras de la Caridad y asegura que son los “mártires” de hoy
El papa Francisco se ha asomado un domingo más
a la ventana del estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para rezar el
ángelus con los fieles reunidos en la plaza de San Pedro.
Estas son
las palabras del Santo Padre antes del ángelus:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En el capítulo quince del Evangelio de Lucas encontramos las tres parábolas de la misericordia: la de la oveja encontrada (vv. 4-7), la de la moneda encontrada (vv. 8-10), y la gran parábola del hijo pródigo, o mejor, del padre misericordioso (vv. 11-32). Hoy sería bonito que cada uno de nosotros, tomase el Evangelio y en el capítulo quincie de Lucas y lea las tres parábolas. Hoy, dentro del itinerario cuaresmal, el Evangelio nos presenta precisamente esta última parábola, que tiene como protagonista a un padre con sus dos hijos. La historia nos da a entender algunas características de este padre: es un hombre siempre preparado para perdonar y que espera contra toda esperanza. Conmociona sobre todo su tolerancia delante de la decisión del hijo más pequeño de irse de casa: podría haberse opuesto, sabiendo que todavía es inmaduro, joven chico o buscar algún abogado para no darle la herencia porque estaba todavía vivo. Sin embargo le permite marchar, aún viendo los posibles riesgos. Así actúa Dios con nosotros: nos deja libres, también para equivocarnos, porque creándonos nos ha hecho el gran regalo de la libertad. Nos toca a nosotros hacer buen uso de ella. Este regalo de la libertad que nos da Dios, me emociona siempre.
Pero el desapego de ese hijo es solo físico. El padre lo lleva siempre en el corazón, espera con confianza su regreso, escruta el camino con la esperanza de verlo. Y un día lo ve aparecer a lo lejos (cfr v. 20). Pero esto significa que este padre, cada día subía a la terraza a mirar para ver si volvía su hijo. Entonces se conmueve, corre a su encuentro, lo abraza, lo besa. ¡Cuánta ternura! Y este hijo había hecho cosas… Pero el padre lo recibe así.
La misma actitud reserva el padre al hijo mayor, que siempre se ha quedado en casa, y ahora está indignado y protesta porque no entiende y no comparte toda la bondad hacia el hermano que se ha equivocado. El padre sale al encuentro también de este hijo y le recuerda que ellos han estado siempre juntos, tienen todo en común (v. 31), pero es necesario acoger con alegría al hermano que finalmente ha vuelto a casa. Y esto me hace pensar algo, cuando uno se siente pecador, se siente realmente poca cosa, o como algunos he escuchado, tanta gente que dice ‘Padre soy una basura’. Es uno el que va al padre. Sin embargo cuando uno se siente justo, ‘yo siempre he hecho las cosas bien’. También el padre viene a buscarnos porque esa actitud de sentirse justo es una actitud mala, es la soberbia, es del diablo. El padre espera a los que se reconocen pecadores y va a buscar a aquellos que se sienten justos. Este es nuestro padre.
En esta parábola se puede intuir también un tercer hijo. Tercer hijo, ¿dónde? ¡escondido! El que era de condición divina, “no consideró esta igualdad con Dios, se anonadó a sí mismo,
tomando la condición de servidor” (Fil 2,6-7). Este Hijo-Siervo, es Jesús, es la extensión de los brazos y del corazón del Padre: Él ha acogido el prodigio y ha lavado sus pies sucios; Él ha preparado el banquete para la fiesta del perdón. Él, Jesús, nos enseña a ser “misericordiosos como el Padre”.
La figura del padre de la parábola desvela el corazón de Dios. Él es el Padre misericordioso que en Jesús nos ama más allá de cualquier medida, espera siempre nuestra conversión cada vez que nos equivocamos; espera nuestro regreso cuando nos alejamos de Él pensando que podemos solos; está siempre preparado a abrirnos sus brazos cualquier cosa haya sucedido. Como el padre del Evangelio, también Dios continúa considerándonos sus hijos cuando nos hemos perdidos, y viene a nuestro encuentro con ternura cuando volvemos a Él. Y nos habla con tanta bondad cuando nosotros creemos ser justos. Los errores que cometemos, aunque sean grandes, no rompen la fidelidad de su amor. En el sacramento de la Reconciliación podemos siempre comenzar de nuevo: Él nos coge, nos restituye la dignidad de sus hijos, y nos dice ‘ve adelante, en paz, levántate, ve adelante’.
En este tramo de Cuaresma que aún nos separa de la Pascua, estamos llamados a intensificar el camino interior de conversión. Dejémonos alcanzar por la mirada llena de amor de nuestro Padre, y volvamos a Él con todo el corazón, rechazando cualquier compromiso con el pecado. La Virgen María nos acompañe hasta el abrazo regenerador con la Divina Misericordia.
Después del
ángelus,
Queridos hermanos y hermanas,
Expreso mi cercanía a las Misioneras de la Caridad por el grave luto que las ha golpeados hace dos días con el asesinato de cuatro religiosas en Aden, en Yemen, donde asistían a los ancianos. Rezo por ellas y por las otras personas asesinadas en el ataque, y por los familiares. Estas son los mártires de hoy, y no son portada de los periódicos. No son noticia. Estos dan su sangre por la Iglesia. Son víctimas del ataque de esos que las han matado y también de la indiferencia, de esta globalización de la indiferencia, que no importa. Madre Teresa acompañe en el paraíso a estas hijas suyas mártires de la caridad, e interceda por la paz y el sagrado respeto de la vida humana.
Como signo concreto de compromiso por la paz y la vida quisiera citar y expresar admiración por la iniciativa de los pasillos humanitarios para los refugiados, iniciada recientemente en Italia. Este proyecto piloto, que une la solidaridad y la seguridad, consiente ayudar a personas que huyen de la guerra y de la violencia, como los cien de refugiados ya trasladados en Italia, entre los cuales niños enfermos, personas discapacitadas, viudas de guerra con hijos y ancianos. Me alegro también porque esta iniciativa es ecuménica, siendo sostenida por la Comunidad de San Egidio, Federaciones de las Iglesias Evangélicas Italianas, Iglesias Valdenses y Metodistas.
Os saludo a todos vosotros, peregrinos venidos de
Italia y de muchos países, en particular los fieles de la Misión Católica de
Hagen (Alemania), como también los de Timisoara (Rumanía), Valencia (España) y
Dinamarca.
Saludo a los grupos parroquiales de Taranto, Avellino, Dobbiaco, Fane (Verona) y Roma; los jóvenes de Milán, Almenno San Salvatore, Verdellino-Zingonia, Latiano, y los jóvenes de Vigonovo; las Escuelas “Don Carlo Costamagna” de Busto Arsizio e “Inmaculada” de Soresina; los grupos de oración “Santa María de los Ángeles y de la Esperanza”; la Confederación Nacional Ex-alumnos de la Escuela Católica.
Pido por favor un recuerdo en la oración por mí y por mis colaboradores, que desde este tarde y hasta el viernes haremos los Ejercicios Espirituales.
Os deseo a todos un buen domingo. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!
Saludo a los grupos parroquiales de Taranto, Avellino, Dobbiaco, Fane (Verona) y Roma; los jóvenes de Milán, Almenno San Salvatore, Verdellino-Zingonia, Latiano, y los jóvenes de Vigonovo; las Escuelas “Don Carlo Costamagna” de Busto Arsizio e “Inmaculada” de Soresina; los grupos de oración “Santa María de los Ángeles y de la Esperanza”; la Confederación Nacional Ex-alumnos de la Escuela Católica.
Pido por favor un recuerdo en la oración por mí y por mis colaboradores, que desde este tarde y hasta el viernes haremos los Ejercicios Espirituales.
Os deseo a todos un buen domingo. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!
07.03.16
Francisco lamenta que los cristianos perseguidos no sean noticia
No hay noticias del sacerdote
secuestrado en Yemen. Los salesianos indican que ‘quedarse en los lugares con
división y la pobreza testimonia la fe en el mensaje cristiano’
7 marzo 2016
Ciudad del Vaticano). – El papa Francisco reiteró este
domingo, después de la oración del ángelus, “su cercanía a las Misioneras de
la Caridad por el grave luto que las ha golpeados” con el asesinato de
cuatro religiosas en Yemen, “donde asistían a los ancianos”. Y añadió que reza
por ellas y por las otras personas asesinadas en el ataque, así como por sus
familiares.
El acto terrorista del jueves pasado en la
ciudad de Aden, concluyó con el asesinato de 4 religiosas de la
orden fundada por Madre Teresa de Calcuta, de otras 12 personas que
se encontraban en la estructura y con el secuestro
del sacerdote salesiano, Tom Uzhunnalil.
“Estas son los mártires de hoy” dijo el Papa que
lamentó: “No son portada de los periódicos. No son noticia”.
El Pontífice señaló además que estas personas que dan
su sangre por la Iglesia, son víctimas de esos que las han matado, pero también
“de esta globalización de la indiferencia”.
“Madre Teresa acompañe en el paraíso –concluyó el
Santo Padre– a estas hijas suyas mártires de la caridad, e interceda por la paz
y el sagrado respeto de la vida humana”.
Sobre el secuestro del sacerdote salesiano Tom
Uzhunnalil, quien vivía en la estructura de Aden, aún no hay noticias.
El vicario del rector Mayor de los Salesianos,
Francesco Cereda señaló que “la situación sigue siendo incierta y no estamos en
condiciones de proporcionar detalles específicos sobre lo que podría haber
sucedido a nuestro hermano y dónde se encuentra en este momento. Si bien los
salesianos se encuentran en contacto con las autoridades locales”.
El vicario salesiano señaló la esperanza de que el
sacerdote secuestrado “pueda estar pronto entre nosotros y continuar con su
valioso servicio que desarrollaba en la misión”.
El vicario Cereda recordó también “la violencia sin
sentido”, que ha truncado la vida a las religiosas y otras personas, y
recordó la esperanza fundada en Cristo “que cada gota de sangre derramada sea
semilla de los frutos de la paz”.
“Como Don Bosco y Madre Teresa que hicieron de su
servicio a los últimos la misión de la propia vida y el camino para la
santidad; el quedarse en los lugares marcados por la división y la pobreza,
testimonia la fe en el mensaje cristiano” concluye el comunicado.
08.03.16
La Iglesia debe hacer que brille Dios y no ella misma’
Tercer día de retiro del papa
Francisco y la Curia romana. Meditación de los ejercicios espirituales
predicados por el padre Ermes Ronchi
Ejercicios
Espirituales del Papa y la Curia
Ciudad del Vaticano). – La Iglesia debe “apartarse” para que en su anuncio
brille siempre el rostro de Dios y no ella misma. Esta es la indicación el
padre Ermes Ronchi en la cuarta meditación de los ejercicios espirituales que
el religioso está predicando al papa Francisco y a la Curia romana, en la casa Divin
Maestro en Ariccia. La reflexión del martes por la mañana ha sido
tomada del pasaje del Evangelio en el que Pedro hace su profesión de fe a
Cristo.
La pregunta que Jesús dirige a sus discípulos resuena
al refugio del “lugar apartado” donde les llevó el Maestro. Por algunos
momentos solo “silencio, soledad, oración”. Solo un momento de intimidad “entre
ellos y entre ellos y Dios”. Y en ese silencio, esa pregunta de Jesús que
parece un “sondeo de opinión”: ¿la gente quién dice que soy yo?
El padre Ermes, puso al papa Francisco y a sus
colaboradores de la Curia frente a este misma situación. Y sobre todo a ese
“pero” que Jesús añade, que excava en el alma: ¿pero vosotros quién decís que
soy yo? El predicador explicó que es una forma de decir a los suyos que no se
conformen con lo que dice la gente porque “la fe no avanza de oídas”. “La
respuesta que Jesús busca no son palabras. Él busca personas. No definiciones
sino implicaciones: ¿qué te ha sucedido cuando me has encontrado? Jesús es el
maestro del corazón, Jesús no da lecciones, no sugiere respuestas, te conduce
con delicadeza y buscando dentro de ti. Y yo quisiera responder: ¡encontrarte
ha sido la mejor cosa de mi vida! Tú eres lo mejor que me ha pasado”.
El predicador de los ejercicios recordó que “¿quién
soy yo para ti?” es una pregunta de “enamorados”. Y lo que conmueve es que
Jesús “no adoctrina a nadie”. Los discípulos no deben temer dar respuestas
preconfeccionadas a esa pregunta, “no hay ningún Credo para componer”, afirmó
el padre Ronchi.
A Jesús le interesa saber si los suyos tienen abierto
el corazón. Afirmar, como hace Pedro, que Cristo es “el hijo de Dios Viviente”
es una verdad que tiene sentido si Cristo “está vivo dentro de nosotros”. Así,
subrayó Ronchi, “nuestro corazón puede ser la cuna o la tumba de Dios”.
Y añadió: “¿queréis saber realmente algo de mí, dice
Jesús, y al mismo tiempo algo de vosotros? Os doy una cita: un hombre en la
cruz. Uno que está puesto en lo alto. Antes aún, el jueves, la cita de Cristo
será otra: uno que se rebaja. Se ciñe una toalla y se arrodilla
para lavar los pies a los suyos”. Asimismo, el predicador reconoció que
Pablo tiene razón: “el cristianismo es un escándalo o una locura. Ahora
entendemos quién es Jesús: y besó al que le traicionó. No rompe a nadie, se
rompe a sí mismo. Y no derrama la sangre de nadie, derrama la suya. No
sacrifica a nadie, se sacrifica a sí mismo”.
Hasta el momento de esa pregunta hecha en el silencio,
los discípulos no han entendido todavía qué le iba a pasar al maestro. Por eso
Jesús es claro al imponerles no decir nada a la gente. “Una orden servera” que
“alcanza a toda la Iglesia” porque “a veces hemos predicado un rostro deformado
de Dios”, aseguró el predicador.
En esta misma línea, el padre Ronchi aseguró que los
eclesiásticos “parecemos todos iguales”, mismos gestos, palabras, vestimenta.
Pero la gente se pregunta: “Dime tu experiencia de Él”. Y Cristo, prosiguió,
“no es lo que digo de Él, sino lo que vivo de Él”. Por eso, subrayó que “no
somos nosotros los mediadores entre Dios y la humanidad, el verdadero mediador
es Jesús”.
Para concluir la predicación, el padre Rochi precisó
que como Juan Bautista, debemos preparar el camino y después “apartarnos”.
Finalmente les invitó a pensar en la belleza de una
iglesia que no enciende los focos sobre ella sino sobre Otro. El sueño de Dios –precisó
el predicador– no es un desfile interminable de hombres, mujeres y niños, cada
uno con su cruz sobre los hombros. Sino de gente encaminada hacia una vida
buena, satisfecha y creativa. Una vida que cuesta un precio tenaz de compromiso
y de perseverancia. Pero también un precio dulce, de luz: ¡el tercer día
resucitará!
09.03.16
El Papa pide que los laicos
latinoamericanos participen más en la vida pública
Invitación del papa Francisco al
concluir la plenaria de la Pontificia Comisión de América Latina
El papa
Francisco con la Pontificia comisión para América Latina
.- El papa Francisco invitó a los laicos de América Latina a participar más en
la vida pública de sus países. Lo hizo al dirigirse a la plenaria de la Pontifica
Comisión de América Latina (CAL) reunida al concluir el 4 de marzo en el
Vaticano su asamblea plenaria de cuatro días.
El cardenal Marc Ouellet, presidente de la CAL, dirigiéndose
al Santo Padre “venido de América Latina“ y a “quien servimos de todo corazón”,
le agradeció la audiencia concedida, y señaló que durante la Plenaria se han
abordado las situaciones que Francisco “ha ido señalando en sus viajes
apostólicos en los países latinoamericanos” como la pobreza y exclusión,
desigualdades sociales, narcotráfico, corrupción y violencias.
Y esto requiere la intervención de “nuevas
generaciones de laicos católicos, partícipes en la dialéctica democrática,
coherentes con su fe” que sean capaces de “abrir caminos al Evangelio para ir
creando condiciones de mayor dignidad, justicia, fraternidad y paz para todos”.
El Santo Padre, informó la Pontificia Comisión a
ZENIT, resaltó en sus palabras la importancia y la actualidad del tema de la
Plenaria: “El indispensable compromiso de los laicos en la vida pública de los
países latinoamericanos”, y señaló la necesidad urgente de una reflexión que no
se quede en un texto, sino que conduzca a la acción.
Concretamente, habló de la necesidad de que los
pastores sean guías de su gente viviendo con ella, estando en medio de su
pueblo, “detrás de él” para ayudar y encaminar a los rezagados y “delante de
él” para guiarlo.
Pero al mismo tiempo señaló dos grandes vicios de la
relación entre los laicos y la jerarquía: el clericalismo y el pelagianismo,
siendo el primero tal vez el más extendido y pernicioso, pues reduce al laico a
una especie de colaborador del sacerdote o a un actor pasivo cuya acción se
limita a seguir las consignas de los clérigos.
En este sentido, afirmó el Papa rotundamente que
“entramos a la Iglesia como laicos, no como sacerdotes”, recordando repetidas
veces durante su discurso la importancia que tiene por ello la noción de
“pueblo de Dios”.
Invitó así a todos los asistentes –que incluían a tres
laicos que participaron como invitados en la Asamblea– a trabajar intensamente
por impulsar desde la Iglesia, la real inserción de los laicos en la vida
pública de los países de América Latina y a una verdadera “conversión pastoral”
que favorezca dicho cometido.
La plenaria inició su labor el martes con una
celebración eucarística en la basílica de San Pedro, ante la tumba del apóstol
Pedro. Entre las disertaciones estuvo la del Dr. Guzmán Carriquiry: sobre
cómo explicar “la notable ausencia en el ámbito político, comunicativo y
universitario de voces e iniciativas de líderes católicos”.
El cardenal Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara, dio una conferencia
sobre “Criterios y modalidades para la formación de una nueva generación de
laicos católicos como constructores de sociedad”.
En cambio el arzobispo de San
Pablo, cardenal Odilo Scherer, habló de “Escucha, sostén, compañía y guía de los
Pastores a los laicos comprometidos en la vida pública: ¿cómo realizarlas?”
Por su parte el cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga,
arzobispo de Tegucigalpa, abordó el tema: “Hacia un proyecto histórico para
América Latina: aportes fundamentales de los católicos para un ‘programa’ de
transformación social y construcción nacional en América Latina”. El cardenal
Ouellet, al concluir el evento, presentó además un proyecto de recomendaciones pastorales.
El cardenal canadiense señaló también durante el
congreso que entre los objetivos se inserta la colaboración entre la
Comisión Pontificia y el CELAM, que tiene ya como horizonte próximo la
Celebración continental del Jubileo de la Misericordia, que se realizará en
Bogotá del 27 al 30 de agosto del este año.
10.03.16
10.03.16
El Papa cambia las normas administrativas en
los procesos de canonización
Se cumple así un nuevo paso hacia la
transparencia en las cuestiones económicas en el Vaticano
10 marzo
2016
Ciudad del Vaticano). – El papa Francisco ha aprobado las nuevas “Normas sobre
la administración de los bienes de las Causas de beatificación y canonización”
derogando así las precedentes aprobadas por san Juan Pablo II del 20 de agosto
de 1983. Esta nueva normativa entra en vigor ad experimentum durante
tres años.
Se volverá así aún más transparente, clara y
funcional la gestión de los bienes, donaciones, gastos
y honorarios, necesarios para llevar adelante los
procesos durante los cuales la Iglesia debe determinar si un difunto puede
o no recibir culto público. Además los promotores de las causas
y los obispos diocesanos competentes estarán más implicados.
En el escrito en el que se publican las nuevas normas,
se recuerda que las Causas de beatificación y canonización, que por su
complejidad requieren mucho trabajo, conllevan gastos para la divulgación del
conocimiento de la figura del siervo de Dios o beato, para la investigación
diocesana, para la fase romana y, finalmente, para la celebración de la
beatificación o canonización.
En lo que se refiere a la fase romana, la Sede
Apostólica, dada la naturaleza peculiar de bien público de las Causas, sostiene
los costes, al cual los promotores participan a través de una contribución, y
vigila que los honorarios y los gastos sean contenidos y tales que no
obstaculicen el proceso.
Por tanto, son muchos los gastos y el Pontífice quiere
que sean gestionados de forma más clara y funcional. En esta línea se ha
introducido una figura nueva que es la del administrador, que será nombrado por
el promotor de la causa –con el consenso del obispo o del eparca– que se ocupa
de todos los asuntos económicos hasta ahora confiados al postulador. Será una
especie de vigilante que haga un seguimiento de los gastos y gestione el fondo
de los bienes para los gastos de la Causa, para evitar especulaciones o
movimientos ocultos de dinero en las causas.
La nueva normativa precisa que el promotor constituye
este fondo de bienes para los gastos de la Causa, procedente de ofrendas tanto
de personas físicas como de personas jurídicas, que es considerado, por motivo
de su naturaleza particular, “fondo de Causa pía”. Y se indica que “la
administración del fondo debe respetar escrupulosamente la intención de los
oferentes, tener una contabilidad regularmente actualizada, redactar anualmente
los balances para presentar al promotor para la aprobación correspondiente,
enviar al postulador una copia de los balances”.
Cuando el promotor pretenda utilizar una sola parte de
los bienes para fines diferentes a las Causa tendrá que obtener la autorización
de la Congregación de las Causas de los Santos.
El promotor, una vez que recibe el balance, después de
aprobarlo, tiene que enviar una copia a la autoridad competente para la
vigilancia. De este modo, en caso de incumplimiento o de abusos de naturaleza
administrativo-financiera por parte de los que participan en el desarrollo de
la Causa, el dicasterio intervendrá disciplinariamente.
El llamado Fondo de Solidaridad, que es alimentado con
las ofrendas libres de los promotores y de cualquier otra fuente, se constituye
ante la Congregación de las Causas de los Santos. En los casos en los
que haya una dificultad real para sostener los costes de una Causa en fase
romana, el promotor puede pedir una contribución a la Congregación. Estos,
antes de enviar cualquier solicitud, verifican la situación económica y
financiera del fondo y la imposibilidad de alimentarlo encontrando más
subsidios. La Congregación de las Causas de los Santos valorará caso por caso.
Una vez celebrada la beatificación o la canonización,
la administración del fondo rinde cuentas de los bienes a la administración
general para la correspondiente aprobación. Después de la canonización, la
Congregación de las Causas de los Santos, en nombre de la Sede Apostólica,
dispone la posible permanencia del fondo, teniendo en cuenta las peticiones de
uso por parte del promotor. Cumplidos los requisitos, el fondo de la Causa y la
postulación cesan de existir.
11.03.16
Francisco al concluir el retiro pide ‘descubrir la valentía de soñar’
Tras cinco días de retiro, el Santo
Padre regresa a Roma en autobús junto con sus colaboradores de la Curia Romana
11 marzo
2016
El papa en
el retiro
Ciudad del Vaticano).- Descubrir la valentía de soñar, como tuvieron los santos del porte de Francisco Javier, que durante toda la vida cultivó el sueño de llegar a China para predicar. Esta fue la recomendación del papa Francisco al concluir los ejercicios espirituales a los cuales participó junto a sus colaboradores de la Curia Romana.
Lo hizo durante la mañana de este viernes en la
capilla de la casa de retiro de los paulinos, la Casa Divin Maestro, al
agradecer al predicador Ermes Ronchi, “por predicar con tanta pasión”, según
indicó una noticia publicada en la web del Osservatore Romano.
Antes de dejar el instituto, el Pontífice ha saludado
al personal de la casa y a los superiores de la Sociedad San Pablo. Su regreso
al Vaticano fue en uno de los tres autobuses acompañado por los demás
participantes del retiro.
Estos días de reflexión iniciaron el domingo 6 por la
tarde en los ejercicios espirituales “Las preguntas desnudas del Evangelio” y
concluyeron con una meditación mariana que se inspiró a la Anunciación, en
particular a la pregunta que la Virgen María le planteó al ángel: ¿Cómo se
realizará esto? El predicador religioso de los Siervos de María ha recordado
estas palabras para presentar la maravilla de una fe que llega a lo cotidiano
en la sencillez de una vida tocada por la gracia de Dios.
Al concluir, el padre Ronchi, por indicación del Papa,
impartió la bendición con la indulgencia plenaria.
12.03.16
El Papa en la audiencia jubilar: el amor lleva a compartir los dones
recibidos
El papa Francisco señala que Dios
sugiere compartir, incluso a muchos que no son cristianos
12 marzo
2016
El Papa en el momento en el que saluda a los
peregrinos jóvenes durante la audiencia (Copyright Osservatore Romano)
Ciudad del
Vaticano).- El papa
Francisco llegó esta mañana –aún de invierno pero soleada– a la tercera
audiencia mensual que se realiza con motivo del Jubileo de la Misericordia.
Tras saludar desde el jeep abierto a los miles de peregrinos allí
presentes, en particular a los ancianos, enfermos y niños.
Tras la lectura del evangelio de san Juan, que narra
cuando el Señor, lava los pies a sus discípulos, el Papa recuerda que
Jesús “les manda que hagan esto mismo entre ellos”.
Así “Jesús enseña a sus discípulos que el servicio es
el camino que deben recorrer si quieren vivir su fe en él y dar testimonio del
amor”. Porque el lavatorio de los pies “nos muestra el modo de actuar de Dios
para con el hombre, no con palabras, sino con obras y en verdad. El amor
se concreta en el servicio humilde, hecho en el silencio y en lo escondido”.
El Pontífice añadió que el amor “se manifiesta también
cuando ponemos a disposición de la comunidad los dones recibidos del Espíritu
Santo, y cuando compartimos los bienes materiales para que nadie carezca de lo
necesario”.
“El compartir y la donación a los que lo necesitan
–aseveró el Santo Padre– es un estilo de vida, un camino de auténtica
humanidad, que Dios sugiere incluso a muchos que no son cristianos”.
Y por último animó a no olvidarse que “la
invitación a lavarnos recíprocamente los pies” significa “vivir en nuestra vida
el mandamiento nuevo del amor, confesando mutuamente nuestras faltas,
perdonándonos de corazón y rezando los unos por los otros”.
Después de la catequesis, en los saludos a los
diversos grupos de peregrinos saludó a los provenientes de España,
Latinoamérica y Guinea Ecuatorial. “Que en la fiesta ya cercana de la Pascua”
debemos aprender que “ser misericordiosos como el Padre significa seguir a
Jesús por el camino del servicio”.
La audiencia concluyó con el canto del Padre Nuestro y
con la bendición apostólica.
Texto completo
de la audiencia jubilar del sábado 12 de marzo de 2016
Roma).- Este sábado por la mañana el papa Francisco
concedió la tercera audiencia con motivo del Jubileo de la Misericordia, en la
cual siguiendo con las meditaciones sobre el tema ‘misericordia y servicio’,
señalando como san Pedro se opuso a la idea de lavar los pies, y en cambio
Jesús con este gesto nos enseña a ser servidores, más aún: siervos, como Él ha
sido siervo para nosotros. Porque el amor es el servicio concreto que nos damos
los unos a los otros.
Indicó que lavarse los pies significa también
confesarnos mutuamente las faltas y rezar los unos por los otros, para saber
perdonar de corazón. Y que servir olvidándose de sí mismo esto es amor, porque
ser misericordiosos como el Padre, significa seguir a Jesús en el camino del
servicio.
A
continuación el texto completo de la audiencia
« Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! Nos
estamos acercando a la fiesta de Pascua, misterio central de nuestra fe. El
evangelio de Juan -como hemos escuchado- narra que antes de morir y resucitar
por nosotros, Jesús cumplió un gesto que quedó esculpido en la memoria de los
discípulos: ¡el lavado de los pies!
Un gesto sorpresivo y que los trastornó, al punto que
Pedro no quería aceptarlo. Quisiera detenerme en las palabras finales de Jesús:
“¿Entienden lo qué he hecho por ustedes? […] Si yo, el Señor y el Maestro les
he lavado los pies, también ustedes tienen que lavarse los pies los unos a los
otros”.
Así Jesús le indica a sus discípulos el servicio como
el camino que es necesario recorrer para vivir la fe en Él y dar testimonio de
su amor. El mismo Jesús ha aplicado a sí la imagen del ‘Siervo de Dios’
utilizada por el profeta Isaías, ¡Él que es el Señor, se vuelve siervo!
Lavando los pies a los apóstoles, Jesús quiso revelar
la manera de actuar de Dios hacia nosotros, y dar el ejemplo de su ‘mandamiento
nuevo, de amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado, o sea dando la
vida por nosotros. El mismo Juan lo escribe en su Primera Carta: “De esto hemos
conocido el amor: Él ha dado su vida por nosotros; por lo tanto también
nosotros tenemos que dar la vida por nuestros hermanos […] Hijos, no amemos con
palabras ni con la lengua, pero con los hechos y en la verdad”.
El amor, por lo tanto, es el servicio concreto que nos
damos los unos a los otros. El amor no son palabras, son obras y servicio; un
servicio humilde, hecho en el silencio y escondido, como Jesús mismo ha dicho:
“No sepa tu izquierda lo que hace tu derecha”.
Esto comporta poner a disposición los dones que el
Espíritu Santo nos ha dado, para que la comunidad pueda crecer. Además se
expresa en el compartir los bienes materiales, para que nadie tenga necesidad.
Esto de compartir y de dedicarse a quien está en necesidad es un estilo de vida
que Dios sugiere también a muchos no cristianos, como un camino de auténtica
humanidad.
Como última cosa, no nos olvidemos que lavando los
pies a los discípulos y pidiéndoles que hagan lo mismo, Jesús nos ha invitado
también a confesarnos mutuamente nuestras faltas y a rezar los unos por los
otros, para saber perdonarnos de corazón.
En este sentido, nos acordamos de las palabras del
santo obispo Agustín cuando escribía: “No desdeñe el cristiano hacer lo que
hizo Cristo. Porque cuando el cuerpo se dobla hasta los pies del hermano,
también el corazón se enciende, o si ya estaba se alimenta el sentimiento de
humildad […]
Perdonémonos mutuamente de nuestros errores y recemos
mutuamente por nuestras culpas y así en de algún modo nos lavaremos los pies
mutuamente.
El amor, la caridad y el servicio, ayudar a los otros,
servir a los otros. Hay tanta gente que pasa la vida así, sirviendo a los
otros. La semana pasada he recibido una carta de una persona que me agradecía
por el Año de la Misericordia; me pedía rezar por él, para que pudiera estar
más cerca del Señor.
La vida de esta persona es atender a la mamá y a los
hermanos: la mamá en cama, anciana, lúcida pero no se puede mover y el hermano
es discapacitado, en una silla de ruedas. Esta persona, su vida es servir,
ayudar. ¡Y esto es amor! Cuando tú te olvidas de ti mismo, piensas a los otros,
esto es amor!
Y con el lavado de los pies el Señor nos enseña a ser
servidores, más aún: siervos, como Él ha sido siervo para nosotros, para cada
uno de nosotros.
Por lo tanto queridos hermanos y hermanas, ser
misericordiosos como el Padre, significa seguir a Jesús en el camino del
servicio. Gracias».
13.03.16
Texto
completo del ángelus del domingo 13 de marzo de 2016
El Papa en el ángelus explica: ‘Dios
no nos clava en nuestro pecado’, nos quiere liberar y esto es posible
En este quinto domingo de cuaresma, varios miles de
fieles se reunieron en la plaza de San Pedro para rezar la oración del
ángelus y recibir la bendición del papa Francisco, se dirigió a los presentes
desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico. Abordando
el tema del Evangelio del dia, el de la mujer adúltera, el Santo Padre recuerda
que Dios no nos clava en nuestro pecado, que la adúltera quizás por primera
siente reconocida su dignidad de persona, porque el Señor quiere la
dignidad para cada uno de nosotros y nuestra conversión. Y que esto
con la gracia de Dios es posible.
A
continuación el texto completo antes de la oración del ángelus:
«Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de este quinto domingo de cuaresma, es
tan lindo, a mi me gusta tanto leerlo y releerlo. Nos presenta el episodio de
la mujer adúltera, poniendo en el centro el tema de la misericordia de Dios,
que nunca quiere la muerte del pecador, pero que se convierta y viva.
La escena ocurre en la explanada del
Templo. Jesús está enseñando a la gente, y aquí llegan algunos escribas y
fariseos que arrastran delante de él a una mujer sorprendida en adulterio.
Aquella mujer se encuentra así en medio de Jesús y de la multitud, entre
la misericordia del Hijo de Dios y la violencia de sus acusadores.
En realidad esos no fueron al Maestro para pedirle
su opinión, sino para tenderle una trampa. De hecno si Jesús seguirá la
severidad de la ley, aprobando la lapidación de la mujer, perderá su fama de
mansedumbre y bondad que tanto fascina al pueblo; si en cambio querrá ser
misericordioso, deberá ir contra la ley, que Él mismo dijo no quería abolir
sino cumplir.
Esta mala intención se esconde bajo la pregunta que le
plantean a Jesús: “¿Tú que dices?”. Jesús no responde, se calla y cumple un
gesto misterioso: “se inclinó y se puso a escribir con el dedo en la tierra”.
Quizás hacía dibujos, algunos dicen que escribía los pecados de los
fariseos, vaya a saber, pero escribía, estaba en otro lado. De esta manera
invita a todos a la calma, a no actuar en la onda de la impulsividad, a buscar
la justicia de Dios.
Pero aquellos malvados insisten y esperan de él una
respuesta. Entonces Jesús levanta la mirada y les dice: “Quien de ustedes esté
sin pecado, tire primero la primera piedra contra ella”.
Esta respuesta desorienta a los acusadores, los
desarma a todos en el verdadero sentido de la palabra: todos depusieron las
armas, o sea las piedras listas para ser arrojadas, sea aquellas visibles
contra la mujer, sean aquellas escondidas contra Jesús.
Y mientras el Señor sigue escribiendo sobre el piso, a
hacer dibujo, no lo sé, los acusadores de van uno después del otro,
comenzando por los más ancianos que eran más conscientes de no estar sin
pecado.
Qué bien nos hace tener consciencia de que
también nosotros somos pecadores, cuando hablamos mal de los otros, todas estas
cosas que todos nosotros conocemos bien.
Qué bien nos hará tener el coraje de hacer caer al
piso las piedras que tenemos para arrojarle a los otros y pensar a nuestros
pecados. Se quedaron allí solos la mujer y Jesús: la miseria y la
misericordia, una delante del otro. Y esto cuantas veces nos sucede a
nosotros delante del confesionario. Con vergüenza para hacer ver nuestra
miseria y pedir perdón.
“Mujer dónde están”, le dice Jesús. Y basta esta
constatación, y su mirada llena de misericordia y lleno de amor, para hacer
sentir a aquella persona –quizás por la primera vez– que tiene una dignidad,
que ella no es su pecado, que ella tiene una dignidad de persona, que puede
cambiar vida, puede salir de sus esclavitudes y caminar en una vía nueva.
Queridos hermanos y hermanas, aquella mujer nos
representa a todos nosotros, pecadores, o sea adúlteros delante de Dios,
traidores a su fidelidad. Y su experiencia representa la voluntad de Dios para
cada uno de nosotros: no nuestra condena, sino nuesta salvación a través de
Jesús.
Él es la
gracia que salva del pecado y de la muerte. Él ha escrito en el piso, en el
polvo del que está hecho cada ser humano, la sentencia de Dios: “No quiero que
tu mueras pero que tú vivas”.
Dios no nos clava a nuestro pecado, no nos identifica
con el mal que hemos cometido. Tenemos un nombre y Dios no identifica este
nombre con un pecado que hemos cometido. Nos quiere liberar
y nosotros también lo queramos junto a Él. Quiere que nuestra
libertad se convierta del mal al bien, y esto es posible, es posible con su
gracia.
La Virgen María nos ayude a confiarnos completamente a
la misericordia de Dios, para volvernos criaturas nuevas».
El papa reza
la oración del ángelus y después dirige las siguientes palabras:
« Queridos
hermanos y hermanas,
saludo a todos, provenientes de Roma, de Italia y de
diversos países, en particular a los peregrinos de Sevilla,
Friburgo (Alemania), Innsbruck y del Ontario (Canadá).
Saludo a los numerosos grupos parroquiales, entre los
cuales los de fieles de Boiano, Potenza, Calenzano, Zevio y Agrópoli. Así como
a los jóvenes de tantas partes de Italia: no puedo nombrarlos a todos, pero
recuerdo a aquellos de Compiobbi e Mozzanica, a los de la Acción católica de la
diócesis de Latina-Terracina, Sezze- Priverno, a los recién confirmados de
Scandicci y de Milán y Lambrate.
Y ahora quiero renovar el gesto de donar a los
presentes un Evangelio de bolsillo. Se trata del Evangelio de Lucas que leemos
en los domingos de este año litúrgico. El librito lleva como título: “El
Evangelio de la Misericordia de San Lucas”; de hecho el evangelista reporta las
palabras de Jesús: “sean misericordiosos como es misericordioso el Padre
vuestro”, del cual fue tomado el tema de este año jubilar.
Será distribuido gratuitamente por los voluntarios del Dispensario Pediátrico Santa Marta en el
Vaticano, por algunos ancianos y abuelos de Roma. Cuanto mérito
tienen estos abuelos y abuelas que transmiten la fe a los nietos. Invito a
tomar este Evangelio y a leer un párrafo cada día. Así la misericordia del
Padre habitará en el corazón y podrán llevarla a todos los que encuentran.
Y al final, en la página 123 están las siete obras de
misericordia corporales y las siete obras de misericordia espirituales. Sería
lindo que se las aprendieran de memoria, para que sea más fácil hacerlas. Les
invito a tomar este Evangelio, para que la misericordia del Padre se vuelva
obra en los aquí presentes. Y los voluntarios, abuelos y abuelas, piensen
también a la gente que se quedó afuera, en la plaza Pio XII, porque no lograron
entrar, para que ellos reciban este Evangelio.
Les deseo a todos un buen domingo. Y por favor no se
olviden de rezar por mi. Que tengan uen almuerzo y hasta la próxima».
14.03.16
El Papa en Sta. Marta: ‘Jesús se humilló por nuestra salvación’
En la homilía de este martes, el
Santo Padre recuerda que para conocer nuestra historia de amor con Dios debemos
mirar el Crucifijo
15 marzo
2016
Ciudad del Vaticano).- Si queremos conocer “la historia de
amor” que Dios tiene con nosotros es necesario mirar el Crucifijo, sobre el
cuál está un Dios que se ha “vaciado de la divinidad”, se ha “ensuciado” de
pecado para salvar a los hombres. Así lo ha indicado el papa Francisco en el
homilía de la misa celebrada en Santa Marta.
La historia de salvación contada por la Biblia tiene
que ver con un animal, el primero en ser nombrado en el Génesis y el último a
serlo en el Apocalipsis: la serpiente. Un animal que, en la Escritura, es
símbolo poderoso de condenación y misteriosamente de redención, explicó el
Papa.
Para explicar esto, el Santo Padre hizo referencia a
la Lectura de los Números y el pasaje del Evangelio de Juan. La primera
contiene el célebre pasaje del pueblo de Israel que, cansado de vagar por el
desierto con poca comida, jura contra Dios y contra Moisés. También aquí son
protagonistas las serpientes, dos veces.
Las primeras enviadas del cielo contra el pueblo fiel,
siembran miedo y muerte hasta que la gente no implora a Moisés pedir perdón. Y
la segunda vez, recordó el Papa, cuando “Dios dijo a Moisés: ‘Haced una
serpiente y ponedla encima de una vara (la serpiente de bronce). Cualquiera a
quien muerda y la mire, permanecerá con vida’. Es misterioso: el Señor no
mata a la serpiente, la deja. Pero si una de estas hace mal a una persona, ella
mira a la serpiente de bronce y sanará. Elevar la serpiente”.
Asimismo, Francisco aseguró que el verbo “elevar” está
sin embargo al centro del duro debate entre Cristo y los fariseos descrito en
el Evangelio. A un cierto punto, Jesús afirma: “Cuando hayáis elevado al Hijo
del hombre, entonces conoceréis quién yo soy”.
Sobre todo, observó el Santo Padre, “Yo Soy” es
también el nombre que Dios había dado de sí mismo a Moisés para comunicarlo a
los israelitas. Y después, añadió el Papa, está esa expresión que vuelve:
“Elevad al Hijo del hombre…”
En esta misma línea, el Obispo de Roma subrayó que la
serpiente es símbolo del pecado. “La serpiente que mata. Pero una serpiente que
salva. Y este es el misterio del Cristo”. Así, recordó que Pablo, hablando del
Misterio, dice que Jesús se vació de sí mismo, se humilló a sí mismo, se
aniquiló para salvarnos. Y más fuerte incluso: se ha hecho pecado. Por eso
explicó que el Hijo del hombre, que como una serpiente, hecho pecado, es
elevado para salvarnos.
Esta, observó el Papa, “es la historia de nuestra
redención, esta es la historia del amor de Dios. Si nosotros queremos conocer
el amor de Dios, miramos el Crucifijo: un hombre torturado”, un Dios, “vaciado
de divinidad”, “ensuciado” por el pecado. Pero un Dios que, concluyó,
aniquilándose destruye para siempre el verdadero nombre del mal, lo que el
Apocalipsis llama “la vieja serpiente”.
Y finalmente aseguró que “el pecado es la obra de
satanás y Jesús vence a satanás ‘haciéndose pecado’ y desde allí nos eleva a
todos nosotros. El crucifijo no es un ornamento, no es una obra de arte, con
muchas piedras preciosas como se ven: el Crucifijo es el misterio del
‘aniquilamiento’ de Dios, por amor. Y esa serpiente que profetiza en el
desierto la salvación: elevado y cualquiera que lo mira es sanado. Y eso no se
ha hecho con la varita mágica de un Dios que hace las cosas: ¡no! Se ha hecho
con el sufrimiento del Hijo del hombre, con el sufrimiento de Jesucristo”.
16.03.16
Audiencia del Papa: texto completo de la catequesis del 16 de marzo
En la catequesis de esta semana, el
Santo Padre pide que las naciones abran las puertas a los inmigrantes
Ciudad del
Vaticano).- Publicamos a continuación la catequesis del Santo Padre en la
audiencia general que se realizó este miércoles en la plaza de San Pedro.
Queridos
hermanos y hermanas, buenos días.
En el libro del profeta Jeremías, los capítulos 30 y
31 son llamados “libros de la consolación”, porque en ellos la misericordia
de Dios se presenta con toda su capacidad de confortar y abrir el corazón de
los afligidos a la esperanza. Hoy queremos también nosotros escuchar este
mensaje de consolación.
Jeremías se dirige a los israelitas que han sido
deportados a tierra extranjera y les preanuncia el regreso a su patria.
Este retorno es signo del amor infinito de Dios Padre que no abandona a
sus hijos, sino que los cuida y los salva. El exilio fue una experiencia
devastante para Israel. La fe había vacilado porque en tierra extranjera, sin
el templo, sin el culto, después de haber visto el país destruido, era dificil
continuar creyendo en la bondad del Señor.
Me viene al pensamiento la cercana Albania y cómo
después de tantas persecuciones y destrucciones ha conseguido alzarse en la
dignidad y en la fe. Así sufrieron los israelitas en el exilio.
También nosotros podemos vivir a veces una especie de
exilio, cuando la soledad, el sufrimiento, la muerte nos hacen pensar que Dios
nos ha abandonado. Y cuántas veces hemos escuchado esta palabra: ‘Dios se ha
olvidado de mí’. Muchas veces personas que sufren se sienten abandonadas.
Y cuántos hermanos nuestros vemos que están viviendo
en este tiempo una situación real y dramática de exilio, lejos de su patria,
con los escombros de sus casas aún en los ojos, en el corazón el miedo y a
menudo, lamentablemente, ¡el dolor por la pérdida de personas queridas! En
estos casos uno se puede preguntar: ¿Dónde está Dios? ¿Cómo es posible que
tanto sufrimiento pueda llegar a hombres, mujeres y niños inocentes?
Y cuando tratan de entrar en otra parte les cierran la
puerta. Y están allí, en la frontera, porque muchas puertas y muchos corazones
están cerrados. Los inmigrantes de hoy que sufren al abierto, sin comida y no
pueden entrar, no se sienten acogidos. ¡A mí me gusta mucho cuando veo las
naciones, los gobernantes, que abren el corazón y abren las puertas!
El profeta Jeremías nos da una primera respuesta. El
pueblo exiliado podrá volver a ver su tierra y a experimentar la misericordia
del Señor. Es el gran anuncio de consolación: Dios no está ausente, ni tampoco
hoy en estas dramáticas situaciones, Dios está cerca, y cumple grandes obras de
salvación para quien confía en Él. No se debe ceder en la desesperación, sino
continuar y estar seguros de que el bien vence al mal y que el Señor secará
toda lágrima y nos librará de todo miedo. Por eso Jeremías presta su voz a las
palabras del amor de Dios para su pueblo:
“Yo te amé con un amor eterno, por eso te atraje con
fidelidad. De nuevo te edificaré y serás reedificada, virgen de Israel; de
nuevo te adornarás con tus tamboriles y saldrás danzando alegremente” (31,3-4).
El Señor es fiel, no abandona a la desolación. Dios
ama con un amor sin fin, que ni siquiera el pecado puede frenar, y gracias a Él
el corazón del hombre se llena de alegría y de consolación.
El sueño consolador de la vuelta en patria continúa en
las palabras del profeta, que dirigiéndose a los que volverán a Jerusalén dice:
“Llegarán gritando de alegría a la altura de Sión, afluirán hacia los bienes
del Señor, hacia el trigo, el vino nuevo y el aceite, hacia las crías de ovejas
y de vacas. Sus almas serán como un jardín bien regado y no volverán a
desfallecer” (31,12).
En la alegría y en el reconocimiento, los exiliados
volverán a Sión, subiendo al monte santo hacia la casa de Dios, y así podrán de
nuevo elevar himnos y oraciones al Señor que los ha librado. Este volver a
Jerusalén y a sus bienes es descrito con un verbo que literalmente quiere decir
“fluir, desplazar”. El pueblo es visto, en un movimiento paradójico, como un
río pleno que se desliza hacia la altura de Sión, subiendo hacia la cima del
monte. ¡Una imagen audaz para decir cuánto es grande la misericordia del Señor!
La tierra, que el pueblo había tenido que abandonar,
se había convertido en presa de los enemigos y desolada. Ahora, sin embargo,
retoma vida y florece. Y los mismos exiliados serán como un jardín, como una
tierra fértil. Israel, llevado de nuevo a la patria por su Señor, asiste a la
victoria de la vida sobre la muerte y de la bendición sobre la maldición. Es
así que el pueblo es fortificado y esta palabra es importante, consolado, es
consolado por Dios. Los repatriados reciben vida de una fuente que
gratuitamente les riega donando su fecundidad.
A este punto, el profeta anuncia la plenitud de la
alegría, y siempre en nombre de Dios proclama: “Yo cambiaré su duelo en
alegría, los alegraré y los consolaré de su aflicción” (31,13).
El salmo nos dice que cuando volvieron a la patria la
boca se les llenó de alegría. Era una alegría muy grande. Es el don que el
Señor quiere hacer también a cada uno de nosotros, con su perdón que convierte
y reconcilia. El profeta Jeremías nos ha dado el anuncio, presentado la
vuelta de los exiliados como un gran símbolo de la consolación dada al corazón
que se convierte. El Señor Jesús, por su parte ha cumplido este mensaje del
profeta. El verdadero y radical regreso del exilio y la luz confortante después
de la oscuridad de la crisis de fe, se realiza en la Pascua, en la experiencia
plena y definitiva del amor de Dios, amor misericordiosos que dona alegría, paz
y vida eterna.
17.03.16
El Papa en Sta. Marta: ‘La esperanza no
decepciona nunca’
En la homilía de este jueves, el
Santo Padre recuerda que hay un hilo de esperanza que une toda la historia de
la salvación y es fuente de alegría
17 marzo
2016
Ciudad del
Vaticano).- El papa
Francisco ha asegurado que la esperanza cristiana es la virtud humilde y fuerte
que nos sostiene y evita que nos ahoguemos en las muchas dificultades de la
vida. Lo ha hecho durante la homilía de la misa celebrada en Santa Marta en la
mañana del jueves. Del mismo modo, ha precisado que la esperanza en el Señor no
decepciona nunca y es fuente de alegría y da paz a nuestro corazón.
Jesús habla con los doctores de la ley y afirma que
Abrahán “exultó en la esperanza” de ver su día. El Papa ha tomado como
referencia el pasaje del Evangelio del día para subrayar cuánto es fundamental
la esperanza en la vida del cristiano. Por eso, ha indicado que Abrahán “tuvo
sus tentaciones en el camino de la esperanza”, pero creyó y obedeció al Señor y
así se puso en camino hacia la tierra prometida. Por tanto, ha precisado, hay
como un “hilo de esperanza” que une “toda la historia de la salvación” y es
“fuente de alegría”.
El Pontífice lo ha explicado así: “hoy la Iglesia nos
habla de la alegría de la esperanza. En la primera oración de la misa hemos
pedido a Dios la gracia de custodiar la esperanza de la Iglesia, para que
no ‘falle’. Y Pablo, hablando de nuestro padre Abrahán, nos dice: ‘creed contra
toda esperanza’. Cuando no hay esperanza humana, está esa virtud que nos lleva
adelante, humilde, sencilla, pero da alegría, a veces una gran alegría, a veces
solamente la paz, pero la seguridad de que esa esperanza no decepciona. La
esperanza no decepciona”.
El Pontífice
ha proseguido asegurando que esta “alegría de Abrahán”, esta esperanza “crece
en la historia”. A veces –ha aseverado– se esconde, no se ve; a veces se
manifiesta abiertamente.
En esta
línea, el Santo Padre ha citado el ejemplo de Isabel embarazada que exulta de
alegría cuando recibe la visita de su prima María. Es la alegría de la
presencia de Dios –ha explicado– que camina con su pueblo. Y cuando hay alegría
hay paz. Esta es la virtud de la esperanza: de la alegría a la paz.
Asimismo, ha recordado que esta esperanza “no
decepciona nunca” ni tampoco en “los momentos de esclavitud”, cuando el pueblo
de Dios estaba en tierra extranjera. Este “hilo de esperanza” comienza con
Abrahán, “Dios que habla a Abrahán” y “termina” con Jesús. Al respecto, el papa
Francisco ha querido detenerse sobre las características de esta esperanza.
Por ello, el Santo Padre ha lanzado una cuestión.
“Cuando se pregunta: ‘¿tú tienes esperanza? ¿tú tienes la alegría de la esperanza?’
‘Pero padre, no entiendo, explíqueme’. La esperanza, esa virtud humilde, esa
virtud que corre bajo el agua de la vida, pero que nos sostiene para no
ahogarnos en las muchas dificultades, para no perder ese deseo de encontrar a
Dios, de encontrar ese rostro maravilloso que todos veremos un día: la
esperanza”.
Llegando a la conclusión de la homilía, el Obispo de
Roma ha asegurado que hoy “será un buen día para pensar en esto: el mismo Dios,
que ha llamado a Abrahán y lo ha hecho salir de su tierra sin saber dónde tenía
que ir, es el mismo Dios que va a la cruz, para cumplir la promesa que ha
hecho”.
Es el mismo Dios –ha finalizado Francisco– que en la
plenitud de los tiempos hace que esa promesa se haga realidad para todos
nosotros. Y eso que une ese primer momento a este último momento es el hilo de
la esperanza; y eso que une mi vida cristiana a nuestra vida cristiana, de un
momento al otro, para ir siempre adelante, pecadores pero adelante, es la
esperanza; y lo que nos da paz en lo momentos difíciles, en los momentos más
oscuros de la vida es la esperanza. La esperanza no decepciona, está siempre
allí; silenciosa, humilde, pero fuerte”.
18.03.16
El
Papa al Camino Neocatecumenal: ‘Evangelizar como familia es ya un anuncio de
vida’
El Santo Padre ha enviado en misión
a 250 familias tras el encuentro en el Aula Pablo VI
Encuentro
del Papa con el Camino Neocatecumenal
Ciudad del
Vaticano)- Unidad,
gloria y mundo. Son las tres palabras sobre las que el Santo Padre ha
reflexionado en su discurso durante el encuentro este viernes del papa
Francisco con los miles de personas del Camino Neocatecumenal, con ocasión de
las 50 nuevas missio ad gentes, compuestas de unas 250 familias
procedentes de cinco continentes que son enviadas a la evangelización. Antes
del discurso del Santo Padre, Kiko Argüello, iniciador del Camino, ha
presentado los países donde irán en misión estas familias.
Tras saludar de forma especial a estas familias que
van a viajar y que han acogido la llamada a evangelizar, el Papa ha añadido:
“Bendigo al Señor por esto, por el don del Camino y por el don de cada uno de
vosotros”.
A propósito de la unidad, el Pontífice ha recordado
que esta es la última petición de Jesús antes de la Pasión: “que haya comunión
en la Iglesia”. De este modo ha asegurado que la comunión es esencial. “El
enemigo de Dios y del hombre, el diablo, no puede nada contra el Evangelio,
contra la humilde fuerza de la oración y de los sacramentos, pero puede hacer
mucho mal a la Iglesia tentando a nuestra humanidad”, ha añadido. Es “el
divisor” y comienza a menudo con “hacernos creer que somos buenos, quizá
mejores que los otros: así tiene el terreno preparado para sembrar cizaña”. En
esta línea, el Santo Padre ha indicado a los presentes que cada carisma es una
gracia de Dios para crecer en la comunión. “Pero el carisma puede deteriorarse
cuando nos cierra o presumimos, cuando queremos distinguirnos de los otros. Y
para cuidarlo, ha asegurado, es necesaria la unidad humilde y obediente.
A continuación, el Pontífice ha subrayado que “la
Iglesia es nuestra Madre”. Después del bautismo –ha aseverado– ya no vivimos
como individuos aislados, sino que nos hemos convertido en hombres y mujeres de
comunión, llamados a ser operadores de comunión en el mundo. La fecundidad de
la Iglesia, ha indicado el Santo Padre, se expresa a través del ministerio y la
guía de los pastores. “También la institución es de hecho un carisma, porque
arraiga sus raíces en la misma fuente, que es el Espíritu Santo”, ha asegurado
Francisco.
La segunda palabra de su reflexión ha sido gloria. Al
respecto ha precisado que “la gloria mundana se manifiesta cuando se es
importante, admirado, cuando se tienen bienes y éxito”. Sin embargo –ha
añadido– la gloria de Dios se revela sobre la cruz: es el amor, que allí
resplandece y se difunde. Es una gloria paradójica: sin murmullo, sin ganancia
y sin aplausos. Pero solo esta gloria “hace fecundo el Evangelio”.
Para concluir el Papa les ha presentado la palabra
mundo. Así, ha explicado que a Dios no le atrae la mundanidad, es más, la
detesta; pero ama al mundo que ha creado, y ama a sus hijos en el mundo así
como son, allí donde viven, también si están “lejos”. En esta misma línea, les
ha pedido que muestren a los hijos “la mirada tierna del Padre” y que
consideren “un don las realidades” que encuentren. Les ha exhortado también a
que se familiaricen con las culturas, las lenguas y los usos locales,
“respetándoles y reconociendo las semillas de gracia que el Espíritu ya ha
extendido”.
Invitándoles a sembrar “el primer anuncio”, ha
recordado que “es la buena noticia la que debe volver, porque si no la fe corre
el riesgo de convertirse en una doctrina fría y sin vida”.
Finalmente, el Pontífice ha asegurado que evangelizar
como familia, viviendo la unidad y la sencillez, es ya un anuncio de vida, un
bonito testimonio, “por el que os doy las gracias”. El Santo Padre les ha dado
las gracias en su nombre y en el de toda la Iglesia.
19.03.16
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