7 de febr. 2016

PARLA EL PAPA







El Papa en el ángelus: ‘¿Sabemos fiarnos de la palabra del Señor?’
Texto completo. El Santo Padre pide oraciones y solidaridad con Siria. Con ocasión de la Jornada de oración y reflexión contra la trata de personas pide vencer este crimen e intolerable vergüenza

El papa Francisco se ha asomado a la ventana del estudio del Palacio Apostólico, como cada domingo, para rezar el ángelus con los fieles congregados en la plaza de San Pedro.
Estas son las palabras del Papa para introducir la oración mariana:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de este domingo cuenta – en la redacción de san Lucas – la llamada de los primeros discípulos de Jesús (Lc 5,1-11). El hecho sucede en un contexto de vida cotidiana: hay algunos pescadores sobre la orilla del mar de Galilea, los cuales, después de una noche de trabajo sin pescar nada, están lavando y preparando las redes. Jesús sube a la barca de uno de ellos, Simón, llamado Pedro, le pide separarse un poco de la orilla y se pone a predicar la Palabra de Dios a la gente que se había reunido numerosa. Cuando terminó de hablar, le dice a Pedro que se adentre en el lago para echar redes. Simón ya había conocido a Jesús y experimentado el poder prodigioso de su palabra, por lo que responde: “Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes” (v. 5). Y su fe no queda decepcionada: de hecho, las redes se llenaron de tal cantidad de peces que casi se rompían (cfr v. 6).
Frente a este evento extraordinario, los pescadores se asombraron. Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: “Apártate de mí, Señor, que soy un pecador” (v. 8). Ese signo prodigioso le convenció de que Jesús no es solo un maestro formidable, cuya palabra es realmente poderosa, sino que Él es el Señor, es la manifestación de Dios. Y tal presencia despierta en Pedro un fuerte sentido de la propia mezquindad e indignidad. Desde un punto de vista humano, piensa que debe haber distancia entre el pecador y el Santo. En verdad, precisamente su condición de pecador requiere que el Señor no se aleje de él, de la misma forma en la que un médico no se puede alejar de quien está enfermo.
La respuesta de Jesús a Simón Pedro es tranquilizadora y decidida: “No temas; desde ahora serás pescador de hombres” (v. 10). Y de nuevo el pescador de Galilea, poniendo su confianza en esta palabra, deja todo y sigue a Aquel que se ha convertido en su Maestro y Señor. Y así hicieron también Santiago y Juan, compañeros de trabajo de Simón. Esta es la lógica que guía la misión de Jesús y la misión de la Iglesia: ir a buscar, “pescar” a los hombres y las mujeres, no para hacer proselitismo, sino para restituir a todos la plean dignidad y libertad, mediante el perdón de los pecados. Esto es lo esencial del cristianismo: difundir el amor regenerante y gratuito de Dios, con actitud de acogida y de misericordia hacia todos, para que cada uno puede encontrar la ternura de Dios y tener plenitud de vida.
Y aquí de forma particular pienso en los confesores, son los primeros en tener que dar la misericordia del Padre siguiendo el ejemplo de Jesús. Como han hecho los dos monjes santos, padre Leopoldo y padre Pío.  
El Evangelio de hoy nos interpela: ¿sabemos fiarnos verdaderamente de la palabra del Señor? ¿O nos dejamos desanimar por nuestros fracasos? En este Año Santo de la Misericordia estamos llamados a confortar a cuantos se sienten pecadores e indignos frente al Señor y abatidos por los propios errores, diciéndoles las mismas palabras de Jesús: “No temas”. Es más grande la misericordia del padre que tus pecados. Es más grande. No temas. Que la Virgen María nos ayude a comprender cada vez más que ser discípulo significa poner nuestros pies en las huellas dejadas por el Maestro: son las huellas de la gracia divina que regenera vida para todos.

Después del ángelus:
Con viva preocupación sigo la dramática situación de la población civil afectada por los violentos combates en la amada Siria y obligada a abandonar todo para huir de los horrores de la guerra. Deseo que, con generosa solidaridad, se dé la ayuda necesaria para asegurar su supervivencia y dignidad, mientras hago un llamamiento a la comunidad internacional para que no ahorre ningún esfuerzo para llevar con urgencia a la mesa de la negociación a las partes implicadas. Solo una solución política en el conflicto será capaz de garantizar un futuro de reconciliación y de paz a ese querido y golpeado país, por el que os invito a rezar mucho. Y también ahora, todos juntos, rezamos a la Virgen por la amada Siria.  
Queridos hermanos y hermanas,
hoy, en Italia, se celebra la Jornada por la Vida, sobre el tema “La misericordia hace florecer la vida”. Me uno a los obispos italianos para desear por parte de varios sujetos institucionales, educativos y sociales un renovado compromiso a favor de la vida humana desde la concepción hasta su natural ocaso. Nuestra sociedad debe ser ayudada a sanar de todos los atentados a la vida, mediante un cambio interior, que se manifiesta también a través de las obras de misericordia. Saludo y animo a los profesores universitarios de Roma y a cuantos están comprometidos en testimoniar la cultura de la vida.
Mañana se celebra la Jornada de oración y reflexión contra la trata de personas, que ofrece a todos la oportunidad de ayudar a los nuevos esclavos de hoy a romper las pesadas cadenas de la explotación para reapropiarse de su libertad y dignidad. ¡Pienso en particular en tantas mujeres y hombres, y en tantos niños! Es necesario hacer todos los esfuerzos requeridos para vencer este crimen y esta intolerable vergüenza.
Y mañana, en el Extremo Oriente y en varias partes del mundo, millones de hombres y mujeres celebra el fin de año lunar. A todos les deseo que experimenten serenidad y paz en el seno de sus familias, que constituyen el primer lugar en el que se viven y se transmiten los valores del amor y de la fraternidad, de la convivencia y del compartir, de la atención del cuidado del otro. Que el nuevo año pueda llevar frutos de compasión, misericordia y solidaridad. Y a estos hermanos y hermanas nuestras del Extremo Oriente que mañana celebrarán el año lunar, les saludamos con un aplauso desde aquí.
Saludo a todos los peregrinos, a los grupos parroquiales y a las asociaciones procedentes de Italia, España, Portugal, Ecuador, Eslovaquia y otros países. ¡Son muchos para enumerarlos todos! Cito solo a los jóvenes de conformación de la diócesis de Treviso, Padua, Cuneo, Lodi, Como y Crotone. Y saludo a la comunidad sacerdotal del Colegio Mexicano de Roma, con otros mexicanos: gracias por vuestro compromiso de acompañar con la oración el viaje apostólico en México que realizaré dentro de pocos días y también el encuentro que tendré en La Habana con mi querido hermano Kirill.
A todos deseo un feliz domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!



 Els  "Diaques"   de   Mallorca  




El  Papa recuerda la importancia de ‘construir puentes’
En un coloquio con el Corriere della Sera, el Papa comenta algunos temas de actualidad como su encuentro con Kirill, la inmigración en Europa y las consecuencias de la primavera árabe
8 febrero 2016
El artículo en el Corriere della Sera
“Estoy muy feliz”. Así comenta el papa Francisco su futuro encuentro con el patriarca de Rusia, Kirill, que tendrá lugar este viernes en el aeropuerto de La Habana. En un coloquio en Santa Marta con varias personas, entre las que estaba presente un periodista del diario italiano Corriere della Sera, el Santo Padre cuenta algunos detalles sobre este histórico momento para la Iglesia.
“Yo he dejado hacer. Solo he dicho que quería encontrar y volver a abrazar a mis hermanos ortodoxos”. Añadió que “han sido dos años de negociaciones en secreto, bien dirigidas por buenos obispos. Para los ortodoxos se ha ocupado Hilarion, que además de ser bueno es también un artista, un músico. Han hecho todo ellos”, explicó el mismo Francisco.
Asimismo, el Papa señala que son puentes lo que es necesario construir. “Paso a paso, hasta llegar a estrechar la mano de quien está al otro lado. Los puentes duran y ayudan a la paz. Los muros no: parece que nos defienden, y sin embargo separan solamente. Por eso deben ser derribados, no construidos. Y están destinados a caer, uno tras otro. Pensemos en el de Berlín. Parecía eterno y sin embargo: puff, un día se ha caído”, indicó el Santo Padre.
Por otro lado, en Pontífice aseguró que “no podemos decir que estamos rodeados de un mundo en paz. Hacia donde nos giremos hay conflictos. Yo he hablado de la tercera guerra mundial por partes. En realidad no es por partes: es una guerra”. Y preguntó: “¿cómo se hacen las guerras?”. A lo que respondió: “actuando sobre la economía, con el tráfico de armas, y haciendo la guerra contra nuestra casa común, que es la naturaleza. Los traficantes están haciendo mucho dinero, comprando armas de un país que se las da para golpear a otro, su enemigo. Y se sabe cuáles son”.
Por otro lado, el Papa indicó que “Occidente debe hacer autocrítica sobre la primavera árabe”. En esta línea subrayó que “sobre la primavera árabe e Irak se podía imaginar antes lo que podía suceder. Y en parte ha habido una convergencia de puntos de vista entre la Santa Sede y Rusia. En parte, está bien que no exageremos porque Rusia tiene sus intereses”.
Otro tema abordado en el coloquio en Santa Marta, fue la inmigración en Europa. Es un desafió –aseguró– para afrontarlo con inteligencia, naturalmente, porque detrás está el problema enorme y terrible del terrorismo. A propósito de Europa, el papa Francisco observó que “debe y puede cambiar. Debe y puede reformarse. Si no es capaz de ayudar económicamente a los países de los que provienen los refugiados, debe plantearse el problema de cómo afrontar este gran desafío que es en primer lugar humanitario, pero no solo”. Se ha roto un sistema educativo –indicó–, que transmitía los valores de abuelos a nietos, de padres a hijos. Es necesario plantearse cómo reconstruirlo.
09.02.16



El   Santo Padre: ‘Ser confesor es cubrir al pecador con la manta de la misericordia’
El papa Francisco recibe a los Misioneros de la Misericordia que serán enviados mañana, a quienes se les otorgará la autoridad para perdonar los pecados reservados a la Sede Apostólica

El Papa a los misioneros de la misericordia
El papa Francisco ha explicado a los Misioneros de la Misericordia, que delante de ellos, en la confesión, hay una persona ‘desnuda’. Por eso les ha pedido que no olviden: “delante de nosotros no está el pecado, sino el pecador arrepentido. Una persona “que siente el deseo de ser acogida y perdona”. Un pecador “que promete no querer alejarse más de la casa del Padre y que, con las pocas fuerzas que encuentra, quiere hacer de todo para vivir como hijo de Dios”.
Lo ha dicho al recibir esta tarde a los Misioneros de la Misericordia, antes del ‘envío’, que tendrá lugar en la misa que presidirá mañana, miércoles de ceniza. Así, ha explicado a estos 700 sacerdotes de todo el mundo a quienes se les otorgará la autoridad para perdonar los pecados reservados a la Sede Apostólica, que ser confesores según el corazón de Cristo “equivale a cubrir al pecador con la manta de la misericordia, para que no se avergüence más y pueda recuperar la alegría de la dignidad filial”.
Por tanto, ha precisado Francisco, no es con el garrote del juicio con lo que conseguiremos traer de vuelta a la oveja perdida al redil, sino con la santidad de vida que es principio de renovación y de reforma en la Iglesia. La santidad –ha explicado– se nutra de amor y se lleva sobre ella el peso de quien es más débil. Además, ha asegurado que “un misionero de la misericordia lleva sobre los propios hombros al pecador, y lo consuela con la fuerza de la compasión”. Durante su discurso, el Santo Padre ha asegurado que ser Misioneros de la Misericordia es una responsabilidad que se les confía, “porque pide ser en primera persona testigos de la cercanía de Dios y de su modo de amar”. De este modo, les ha ofrecido algunas breves reflexiones, para que el mandato sea cumplido “de forma coherente y como una ayuda concreta” para las personas que se acercarán a ellos.
En primer lugar, el Pontífice les ha recordado que en este ministerio están llamados a expresar “la maternidad de la Iglesia”. Por ello, ha subrayado que “no podemos correr el riesgo de que un penitente no perciba la presencia materna de la Iglesia que lo acoge y lo ama”. Si falla esta percepción por la rigidez –ha advertido– sería un daño grave en primer lugar para la misma fe, porque impediría al penitente verse dentro del Cuerpo de Cristo. Y también “limitaría mucho su sentirse parte de una comunidad”. Con este fin, el papa Francisco ha afirmado que “somos llamados a ser expresión viva de la Iglesia que como madre acoge a todo el que se acerca a ella, sabiendo que a través suyo entra en Cristo”. En esta misma línea, ha precisado que en el confesionario es Cristo quien acoge, escucha, perdona y da la paz. Por lo tanto, ha indicado que cualquier que sea el pecado que es confesado, “cada misionero está llamado a recordar la propia existencia de pecador y a ofrecerse humildemente como ‘canal’ de la misericordia de Dios”.
Otro aspecto importante que ha destacado Francisco el saber mirar el “deseo de perdón” presente en el corazón del penitente. Es un deseo –ha explicado– fruto de la gracia y de su acción en la vida de las personas, que permite sentir la nostalgia de Dios, de su amor y de su casa. Asimismo, el Papa ha observado que este deseo “se refuerza cuando se decide en el propio corazón cambiar de vida y no querer pecar más”.
Finalmente, ha reflexionado sobre un componente del que no se habla mucho pero que es determinante: la verguenza. Al respecto, el Pontífice ha recordado que “no es fácil ponerse delante de otro hombre, más aún sabiendo que representa a Dios, y confesar el propio pecado”. Se siente vergüenza –ha precisado– tanto por lo que se ha hecho, como por confesarlo a otro. Por eso, ha indicado que la vergüenza es un sentimiento íntimo que incide en la vida persona y requiere por parte del confesor una actitud de respeto y de aliento.
Para concluir su discurso a los Misioneros de la Misericordia, el Santo Padre les ha ofrecido el ejemplo de dos santos “ministros del perdón de Dios”, san Leopoldo Mandic y san Pío de Pietrelcina, cuyas reliquias se encuentran estos días en la Basílica de San Pedro. Y un último consejo: “Cuando sintáis el peso de los pecados confesados a vosotros y el límite de vuestra persona y de vuestras palabras, confiad en la fuerza de la misericordia que va al encuentro de todos como amor que no conoce límites”. 
10.02.16



El Papa invita a ‘podar la mundanidad, la indiferencia y la falsedad’
En la misa del miércoles de ceniza el Santo Padre recuerda que la oración, la caridad y el ayuno son las medicinas que sanan del pecado
10 febrero 2016
El papa Francisco impone las cenizas
El papa Francisco ha deseado que la cuaresma sea un tiempo de una ‘poda’ benéfica de la falsedad, de la mundanidad, de la indiferencia: para no pensar que todo va bien si yo estoy bien; para entender que lo que cuenta no es la aprobación, la búsqueda del éxito o del consenso, sino la limpieza del corazón y de la vida. Para encontrar de nuevo la identidad cristiana, es decir, el amor que sirve, no el egoísmo que se sirve.
Así lo ha indicado en la homilía de la misa del miércoles de ceniza, en la Basílica de San Pedro, donde además se realiza en el envío de los Misioneros de la Misericordia, en ocasión del Jubileo. De este modo, han concelebrado cardenales, obispos y más de 700 Misioneros, que reciben el “mandato” junto a la facultad de absolver también los pecados reservados a la Sede Apostólica.
En total, serán más de mil los Misioneros de la Misericordia en todo el mundo, que serán “testigos privilegiados en sus Iglesias particulares de la extraordinariedad del evento jubilar”.
Durante la homilía, el Santo Padre ha explicado que la Palabra de Dios, al inicio del camino cuaresmal, dirige a la Iglesia y a cada uno de nosotros dos invitaciones concretas. En primer lugar la de san Pablo que pide que nos reconciliemos con Dios. Tal y como ha observado Francisco, “no es un simplemente un buen consejo paterno y tampoco solamente una sugerencia; es una verdadera y propia súplica en nombre de Cristo”. Y este llamamiento –ha asegurado– es porque Cristo sabe lo frágiles y pecadores que somos, conoce la debilidad de nuestro corazón; lo ve herido por el mal que hemos cometido y sabe cuánto necesitamos el perdón, sabe que necesitamos sentirnos amados para hacer el bien.
En esta línea, el Pontífice ha indicado que es responsabilidad nuestra reconocernos “necesitados de misericordia”. Este es el “primer paso del camino cristiano”, se trata “de entrar a través de la puerta abierta que es Cristo, donde nos espera Él mismo, el Salvador, y nos ofrece una vida nueva y gloriosa”.
A propósito, el Santo Padre ha advertido que puede haber algunos obstáculos, que cierran las puertas del corazón. Está la tentación de “blindar las puertas, o sea, convivir con el propio pecado, minimizandolo, justificándose siempre, pensando no ser peores que los otros”. Y así, ha advertido, se cierran las cerraduras del alma y se permanece cerrados dentro, prisioneros del mal.
Otro obstáculo del que ha hablado el papa Francisco es “la vergüenza a abrir la puerta secreta del corazón”. Pero en realidad, ha precisado, la vergüenza es un buen síntoma porque “indica que queremos separarnos del mal, aunque no debe transformarse nunca en temor o miedo”.
Un tercer obstáculo es el “alejarnos de la puerta”. Esto sucede cuando “nos encerramos en nuestras miserias, cuando nos lamentamos continuamente, uniendo entre sí las cosas negativas, hasta hundirnos en los huecos más oscuros del alma”. Por eso, Francisco ha recomendado “no permanecer en uno mismo, si no ir a Él. Ahí hay restauración y paz”.
Durante la homilía, el Santo Padre ha recordado la presencia en la celebración de los Misioneros de la Misericordia.  A ellos les ha pedido que sus manos “bendigan y alivien  a los hermanos y hermanas con fraternidad” y que a través de ellos “la mirada y las manos del Padre se posen sobre los hijos y curen las heridas”.
La segunda invitación de las lecturas del día, llega por medio del profeta Joel: “Conviértanse a mí de todo corazón”. Si es necesario volver es porque nos hemos alejado, ha señalado el Santo Padre. Pero junto a la historia de pecado, Jesús ha inaugurado una historia de salvación. De este modo, el Papa ha explicado que el Evangelio que abre la cuaresma nos invita a ser protagonistas, abrazando tres remedios, tres medicinas que sanan del pecado.
En primer lugar la oración, “expresión de apertura y de confianza en el Señor: es el encuentro personal con Él, que acorta las distancias creadas por el pecado”. Rezar –ha indicado el Papa– es decir ‘no soy autosuficiente’. En segundo lugar la caridad, “para superar la extrañeza hacia los demás”. El verdadero amor, ha explicado, no es un acto exterior, no es dar algo de forma paternal para calmar la conciencia, sino aceptar a quien necesita nuestro tiempo, nuestra amistad, nuestra ayuda. Y en tercer lugar el ayuno, la penitencia, “para liberarnos de las dependencias de los pasajero y entrenarnos para ser más sensibles y misericordiosos”.
Jesús nos llama  –ha subrayado el Santo Padre– a vivir la oración, la caridad y la penitencia con coherencia y autenticidad, venciendo la hipocresía. 
11.02.16





Mensaje del Papa para la Cuaresma 2016
«“Misericordia quiero y no sacrificio” (Mt 9,13). Las obras de misericordia en el camino jubilar»
El Miércoles de Cenizas el sacerdote signa la cruz con la fórmula: 'Conviértete y cree en el Evangelio. (Foto Wiki commons)
Publicamos a continuación el texto completo del Mensaje del papa Francisco para la Cuaresma de 2016, que inició este miércoles de cenizas, 11 de febrero
1.     María, icono de una Iglesia que evangeliza porque es evangelizada
En la Bula de convocación del Jubileo invité a que «la Cuaresma de este Año Jubilar sea vívida  con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios» (Misericordiae vultus, 17). Con la invitación a escuchar la Palabra de Dios y a participar en la iniciativa «24 horas para el Señor» quise hacer hincapié en la primacía de la escucha orante de la Palabra, especialmente de la palabra profética. La misericordia de Dios, en efecto, es un anuncio al mundo: pero cada cristiano está llamado a experimentar en primera persona ese anuncio. Por eso, en el tiempo de la Cuaresma enviaré a los Misioneros de la Misericordia, a fin de que sean para todos un signo concreto de la cercanía y del perdón de Dios.
María, después de haber acogido la Buena Noticia que le dirige el arcángel Gabriel, María canta proféticamente en el Magnificat la misericordia con la que Dios la ha elegido. La Virgen de Nazaret, prometida con José, se convierte así en el icono perfecto de la Iglesia que evangeliza, porque fue y sigue siendo evangelizada por obra del Espíritu Santo, que hizo fecundo su vientre virginal. En la tradición profética, en su etimología, la misericordia está estrechamente vinculada, precisamente con las entrañas maternas (rahamim) y con una bondad generosa, fiel y compasiva (hesed) que se tiene en el seno de las relaciones conyugales y parentales.
2. La alianza de Dios con los hombres: una historia de misericordia
El misterio de la misericordia divina se revela a lo largo de la historia de la alianza entre Dios y  su pueblo Israel. Dios, en efecto, se muestra siempre rico en misericordia, dispuesto a derramar en su pueblo, en cada circunstancia, una ternura y una compasión visceral, especialmente en los momentos más dramáticos, cuando la infidelidad rompe el vínculo del Pacto y es preciso ratificar la alianza de modo más estable en la justicia y la verdad. Aquí estamos frente a un auténtico drama de amor, en el cual Dios desempña el papel de padre y de marido traicionado, mientras que Israel el de hijo/hija y el de esposa infiel. Son justamente las imágenes familiares —como en el caso de Oseas (cf. Os 1-2)— las que expresan hasta qué punto Dios desea unirse a su pueblo.
Este drama de amor alcanza su culmen en el Hijo hecho hombre. En él Dios derrama su ilimitada misericordia hasta tal punto que hace de él la «Misericordia encarnada» (Misericordiae vultus, 8). En efecto, como hombre, Jesús de Nazaret es hijo de Israel a todos los efectos. Y lo es hasta tal punto que encarna la escucha perfecta de Dios que el Shemà requiere a todo judío, y que todavía hoy es el corazón de la alianza de Dios con Israel: «Escucha, Israel: El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas» (Dt 6,4-5). El Hijo de Dios es el Esposo que hace cualquier cosa por ganarse el amor de su Esposa, con quien está unido con un amor incondicional, que se hace visible en las nupcias eternas con ella.
Es éste el corazón del kerygma apostólico, en el cual la misericordia divina ocupa un lugar central y fundamental. Es «la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado» (Exh. ap. Evangelii gaudium, 36), el primer anuncio que «siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y siempre hay que volver a anunciar de una forma o de otra a lo largo de la catequesis» (ibíd., 164). La Misericordia entonces «expresa el comportamiento de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad para examinarse, convertirse y creer» (Misericordiae vultus, 21), restableciendo de ese modo la relación con él. Y, en Jesús crucificado, Dios quiere alcanzar al pecador incluso en su lejanía más extrema, justamente allí donde se perdió y se alejó de Él. Y esto lo hace con la esperanza de poder así, finalmente, enternecer el corazón endurecido de su Esposa.

3. Las obras de misericòrdia

La misericordia de Dios transforma el corazón del hombre haciéndole experimentar un amor  fiel, y lo hace a su vez capaz de misericordia. Es siempre un milagro el que la misericordia divina se irradie en la vida de cada uno de nosotros, impulsándonos a amar al prójimo y animándonos a vivir lo que la tradición de la Iglesia llama las obras de misericordia corporales y espirituales. Ellas nos recuerdan que nuestra fe se traduce en gestos concretos y cotidianos, destinados a ayudar a nuestro prójimo en el cuerpo y en el espíritu, y sobre los que seremos juzgados: nutrirlo, visitarlo, consolarlo y educarlo.
Por eso, expresé mi deseo de que «el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina» (ibíd., 15). En el pobre, en efecto, la carne de Cristo «se hace de nuevo visible como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga… para que nosotros lo reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado» (ibíd.). Misterio inaudito y escandaloso la continuación en la historia del sufrimiento del Cordero Inocente, zarza ardiente de amor gratuito ante el cual, como Moisés, sólo podemos quitarnos las sandalias (cf. Ex 3,5); más aún cuando el pobre es el hermano o la hermana en Cristo que sufren a causa de su fe.
Ante este amor fuerte como la muerte (cf. Ct 8,6), el pobre más miserable es quien no acepta reconocerse como tal. Cree que es rico, pero en realidad es el más pobre de los pobres. Esto es así porque es esclavo del pecado, que lo empuja a utilizar la riqueza y el poder no para servir a Dios y a los demás, sino parar sofocar dentro de sí la íntima convicción de que tampoco él es más que un pobre mendigo. Y cuanto mayor es el poder y la riqueza a su disposición, tanto mayor puede llegar a ser este engañoso ofuscamiento. Llega hasta tal punto que ni siquiera ve al pobre Lázaro, que mendiga a la puerta de su casa (cf. Lc 16,20-21), y que es figura de Cristo que en los pobres mendiga nuestra conversión.
Lázaro es la posibilidad de conversión que Dios nos ofrece y que quizá no vemos. Y este ofuscamiento va acompañado de un soberbio delirio de omnipotencia, en el cual resuena siniestramente el demoníaco «seréis como Dios» (Gn 3,5) que es la raíz de todo pecado. Ese delirio también puede asumir formas sociales y políticas, como han mostrado los totalitarismos del siglo XX, y como muestran hoy las ideologías del pensamiento único y de la tecnociencia, que pretenden hacer que Dios sea irrelevante y que el hombre se reduzca a una masa para utilizar. Y actualmente también pueden mostrarlo las estructuras de pecado vinculadas a un modelo falso de desarrollo, basado en la idolatría del dinero, como consecuencia del cual las personas y las sociedades más ricas se vuelven indiferentes al destino de los pobres, a quienes cierran sus puertas, negándose incluso a mirarlos.
La Cuaresma de este Año Jubilar, pues, es para todos un tiempo favorable para salir por fin de nuestra alienación existencial gracias a la escucha de la Palabra y a las obras de misericordia. Mediante las corporales tocamos la carne de Cristo en los hermanos y hermanas que necesitan ser nutridos, vestidos, alojados, visitados, mientras que las espirituales tocan más directamente nuestra condición de pecadores: aconsejar, enseñar, perdonar, amonestar, rezar. Por tanto, nunca hay que separar las obras corporales de las espirituales. Precisamente tocando en el mísero la carne de Jesús crucificado el pecador podrá recibir como don la conciencia de que él mismo es un pobre mendigo.
A través de este camino también los «soberbios», los «poderosos» y los «ricos», de los que habla el Magnificat, tienen la posibilidad de darse cuenta de que son inmerecidamente amados por Cristo crucificado, muerto y resucitado por ellos. Sólo en este amor está la respuesta a la sed de felicidad y de amor infinitos que el hombre —engañándose— cree poder colmar con los ídolos del saber, del poder y del poseer. Sin embargo, siempre queda el peligro de que, a causa de un cerrarse cada vez más herméticamente a Cristo, que en el pobre sigue llamando a la puerta de su corazón, los soberbios, los ricos y los poderosos acaben por condenarse a sí mismos a caer en el eterno abismo de soledad que es el infierno. He aquí, pues, que resuenan de nuevo para ellos, al igual que para todos nosotros, las lacerantes palabras de Abrahán: «Tienen a Moisés y los Profetas; que los escuchen» (Lc 16,29). Esta escucha activa nos preparará del mejor modo posible para celebrar la victoria definitiva sobre el pecado y sobre la muerte del Esposo ya resucitado, que desea purificar a su Esposa prometida, a la espera de su venida.

No perdamos este tiempo de Cuaresma favorable para la conversión. Lo pedimos por la intercesión materna de la Virgen María, que fue la primera que, frente a la grandeza de la misericordia divina que recibió gratuitamente, confesó su propia pequeñez (cf. Lc 1,48), reconociéndose como la humilde esclava del Señor (cf. Lc 1,38).
Vaticano, 4 de octubre de 2015
Fiesta de San Francisco de Asís
 12.02.16



El Papa en el ángelus: ‘Crear oportunidades en esta bendita tierra mexicana’
El Santo Padre pide presentarle al Buen Padre las primicias de nuestros hijos, nietos, de nuestros proyectos, de culturas, lenguas y tradiciones – Texto completo
14 febrero 2016
Al concluir la santa misa en la ciudad de Ecatepec, después de los agradecimientos del obispo local, Mons. Oscar Domínguez Couttolenc, antes de la bendición final, y de la oración del ángelus, el santo padre Francisco pidió “hacer de esta bendita tierra mexicana una tierra de oportunidad”, en la cual “no haya necesidad de emigrar para soñar; donde no haya necesidad de ser explotado para trabajar; donde no haya necesidad de hacer de la desesperación y la pobreza de muchos el oportunismo de unos pocos”. O sea “una tierra que no tenga que llorar a hombres y mujeres, a jóvenes y niños que terminan destruidos en las manos de los traficantes de la muerte”.
A continuación el texto completo de las palabras del Papa antes de rezar el ángelus:
“Queridos hermanos: En la primera lectura de este domingo, Moisés le da una recomendación al pueblo. En el momento de la cosecha, en el momento de la abundancia, en el momento de las primicias no te olvides de tus orígenes. La acción de gracias nace y crece en una persona y en un pueblo que sea capaz de hacer memoria. Tiene sus raíces en el pasado, que entre luces y sombras fue gestando el presente. En el momento que podemos dar gracias a Dios porque la tierra ha dado su fruto, y así poder producir el pan, Moisés invita a su pueblo a ser memorioso enumerando las situaciones difíciles por las que ha tenido que atravesar.
En este día de fiesta, en este día podemos celebrar lo bueno que el Señor ha sido con nosotros. Damos gracias por la oportunidad de estar reunidos presentándole al Buen Padre las primicias de nuestros hijos, nietos, de nuestros sueños y proyectos. Las primicias de nuestras culturas, de nuestras lenguas y tradiciones. Las primicias de nuestros desvelos…
Cuánto ha tenido que pasar cada uno de ustedes para llegar hasta acá, cuánto han tenido que ‘caminar’ para hacer de este día una fiesta, una acción de gracias. Cuánto han caminado otros que no han podido llegar pero gracias a ellos nosotros hemos podido seguir andando.
Hoy, siguiendo la invitación de Moisés, queremos como pueblo hacer memoria, queremos ser el pueblo de la memoria viva del paso de Dios por su Pueblo, en su Pueblo. Queremos mirar a nuestros hijos sabiendo que heredarán no sólo una tierra, una lengua, una cultura y una tradición, sino que heredarán el fruto vivo de la fe que recuerda el paso seguro de Dios por esta tierra. La certeza de su cercanía y solidaridad. Una certeza que nos ayuda a levantar la cabeza y esperar con ganas la aurora.
Con ustedes, también me uno a esta memoria agradecida. A este recuerdo vivo del paso de Dios por sus vidas. Mirando a sus hijos no puedo no dejar de hacer mías las palabras que un día les dirigió el beato Pablo VI al pueblo mexicano: «Un cristiano no puede menos que demostrar su solidaridad […] para solucionar la situación de aquellos a quienes aún no ha llegado el pan de la cultura o la oportunidad de un trabajo honorable, […] no puede quedar insensible mientras las nuevas generaciones no encuentren el cauce para hacer realidad sus legítimas aspiraciones». Y prosigue el beato Pablo VI con una invitación a «estar siempre en primera línea en todos los esfuerzos […] para mejorar la situación de los que sufren necesidad», a ver «en cada hombre un hermano y, en cada hermano a Cristo».
Quiero invitarlos nuevamente hoy a estar en primera línea, a primerear en todas las iniciativas que ayuden a hacer de esta bendita tierra mexicana una tierra de oportunidad.
Donde no haya necesidad de emigrar para soñar; donde no haya necesidad de ser explotado para trabajar; donde no haya necesidad de hacer de la desesperación y la pobreza de muchos el oportunismo de unos pocos.
Una tierra que no tenga que llorar a hombres y mujeres, a jóvenes y niños que terminan destruidos en las manos de los traficantes de la muerte.
Esta tierra tiene sabor a Guadalupana, la que siempre Madre se nos adelantó en el amor, y digámosle:
Virgen Santa, «ayúdanos a resplandecer en el testimonio de la comunión, del servicio, de la fe ardiente y generosa, de la justicia y el amor a los pobres, para que la alegría del Evangelio llegue hasta los confines de la tierra y ninguna periferia se prive de su luz»
El ángel del Señor anunció a María…
15.02.16






Chiapas recibe al Papa con gran entusiasmo
Francisco oficia la Santa Misa en San Cristóbal de las Casas. Almorzará con indígenas del sur de México
15 febrero 2016

Misa en Chiapas
El papa Francisco llegó este lunes a San Cristóbal de las Casas en helicóptero, proveniente del aeropuerto de Tuxtla Gutiérrez en donde aterrizó el avión de Aeroméxico. Miles de pobladores le recibieron de manera muy calurosa, agitando banderas con los colores del Vaticano y pañuelos.
El papamóvil se detuvo algunas veces para que el Santo Padre pudiera bendecir y besar a algunos niños, especialmente al llegar en el Centro Deportivo Municipal, en donde el Pontífice presidió la santa misa. Esta es la primera vez que un Papa visita esa localidad de Chiapas.
Por los altavoces, el presentador citó a las diversas etnias indígenas allí presentes, mientras la gente no cesaba de saludarle. En el papamóvil le acompañaron los obispos de Tuxtla Gutiérrez, monseñor Fabio Martínez Castilla y el de San Cristóbal de las Casas, monseñor Felipe Arizmendi.
En el estadio fueron reproducidas una réplica de la fachada de la Catedral de San Cristóbal, las escalinatas de la pirámide de Palenque e imágenes de las cascadas de Agua Azul, donde Francisco ofició la eucaristía ante miles de personas.
En su homilía, el Santo Padre advirtió que “ya no podemos hacernos los sordos frente a una de las mayores crisis ambientales de la historia”. Ante esta crisis, añadió, los indígenas “tienen mucho que enseñarnos”.
Los paramentos eran color violeta, respetando el tiempo cuaresmal, y la celebración fue embellecida con las melodiosas músicas autóctonas y el característico sonido de la marimba. Las lecturas y los cantos de la misa se hicieron en lenguas chol, tzotzil y tzeltal por los mismos indígenas. Las ofrendas fueron entregadas por familias tojolabales y zoques.
Tras la celebración religiosa, el Pontífice almorzará con ocho representantes de los pueblos originarios y visitará la tumba de Samuel Ruiz, un sacerdote a quien llamaban cariñosamente “Tatic” (padre, en lengua tzotzil).
16.02.16




Texto completo del discurso del Santo Padre a las familias en México
El papa Francisco asegura que lo más lindo que un hombre y una mujer se pueden dar entre sí, es el verdadero amor, para toda la vida
16 febrero 2016
Publicamos a continuación el texto completo de las palabras del papa Francisco a las familias en el encuentro en el Estadio de Tuxtla Gutiérrez en México.

Queridos hermanos y hermanas
Doy gracias a Dios por estar en esta tierra chiapaneca. Es bueno estar en este suelo, es bueno estar en esta tierra, es bueno estar en este lugar que con ustedes tiene sabor a familia, a hogar. Le doy gracias por sus rostros y presencia, le doy gracias Dios por el palpitar de su presencia las familias de ustedes. Gracias también a ustedes, familias y amigos, que nos han regalado sus testimonios, que nos han abierto las puertas de sus casas, las puertas de sus vidas; nos han permitido estar en sus «mesas» compartiendo el pan que los alimenta y el sudor frente a las dificultades cotidianas. El pan de las alegrías, de la esperanza, de los sueños y el sudor frente a las amarguras, la desilusión y las caídas. Gracias por permitirnos entrar en sus familias, en su mesa, en su hogar.
Manuel, antes de darte  gracias a vos por tu testimonio, quiero dar a tus padres, los dos de rodillas delante tuyo teniéndote el papel. ¿vieron qué imagen es esa? Los padres de rodilla ante el hijo que está enfermo. No nos olvidemos de esa imagen. Por ahí de vez en cuando ellos se pelean. Por ahí. ¿qué marido y qué mujer no se pelean? Y más cuando se mete la suegra, pero no importa. Pero se aman y nos han demostrado que se aman y son capaces, por el amor que se tienen, de ponerse de rodillas delante de su hijo enfermo. Gracias amigos por este testimonio que han dado. Y sigan adelante. Gracias. Y a vos Manuel gracias por tu testimonio y especialmente por tu ejemplo. Me gustó esa expresión que usaste: «echarle ganas», como la actitud que tomaste después de hablar con tus padres. Comenzaste a echarle ganas a la vida, echarle ganas a tu familia, echar ganas entre tus amigos; y nos has echado ganas a nosotros aquí́ reunidos. Gracias. Creo que es lo que el Espíritu Santo siempre quiere hacer en medio nuestro: echarnos ganas, regalarnos motivos para seguir apostando a la familia, sonando y construyendo una vida que tenga sabor a hogar y a familia. ¿le echamos ganas? Gracias
Y es lo que el Padre Dios siempre ha sonado y por lo que desde tiempos lejanos el Padre Dios ha peleado. Cuando parecía todo perdido esa tarde en el jardín del edén, el Padre Dios le echó ganas a esa joven pareja y le dijo que no todo estaba perdido. Cuando el pueblo de Israel sentía que no daba mas en el camino por el desierto, el Padre Dios le echó ganas con el maná. Cuando llegó la plenitud de los tiempos, el Padre Dios le echó ganas a la humanidad para siempre y nos mandó a su hijo.

De la misma manera, todos los que estamos acá́ hemos hecho experiencia de eso, en muchos momentos y de diferentes formas: el Padre Dios le ha echado ganas a nuestra vida. Podemos preguntarnos: ¿por qué?
Porque no sabe hacer otra cosa. Nuestro Padre Dios no sabe hacer otra cosa que querernos, echarnos ganas y llevarnos adelante. No sabe hacer otra cosa. Porque su nombre es amor, su nombre es donación, su nombre es entrega, su nombre es misericordia. Eso nos lo ha manifestado con toda fuerza y claridad en Jesús, su hijo, que se la jugó hasta el extremo para volver hacer posible el reino de Dios. Un reino que nos invita a participar de esa nueva lógica, que pone en movimiento una dinámica capaz de abrir los cielos, capaz de abrir nuestros corazones, nuestras mentes, nuestras manos y desafiarnos con nuevos horizontes. Un reino que sabe de familia, que sabe de vida compartida. En Jesús y con Jesús ese reino es posible. El es capaz de transformar nuestras miradas, nuestras actitudes, nuestros sentimientos muchas veces aguados en vino de fiesta superficial. El es capaz de sanar nuestros corazones e invitarnos una y otra vez, setenta veces siete, a volver a empezar. El es capaz de hacer siempre nuevas todas las cosas.
Me pediste, Manuel, que rezara por muchos adolescentes que están desanimados y en malos pasos. Lo sabemos ¿no? Muchos adolescentes sin ánimo, sin fuerza, sin ganas. Y, como bien dijiste, Manuel, muchas veces esa actitud nace porque se sienten solos, porque no tienen con quien hablar. Piensen los padres, pienses las madres. ¿hablan con sus hijos e sus hijas? ¿o están siempre ocupados, apurados? ¿juegan con sus hijos y sus hijas?
Y eso me recordó el testimonio que nos regaló Beatriz. Beatriz, vos dijiste: «la lucha siempre ha sido difícil por la precariedad y la soledad».¿cuántas veces te sentiste, señalada, juzgada?  Esa. Pensemos en todas las mujeres que pasan por lo que pasó Beatriz.  La precariedad, la escasez, el no tener muchas veces lo mínimo nos puede desesperar, nos puede hacer sentir una angustia fuerte ya que no sabemos como hacer para seguir adelante y más cuando tenemos hijos a cargo. La precariedad no solo amenaza el estómago (y eso es ya decir mucho), sino que puede amenazar el alma, nos puede desmotivar, sacar fuerza y tentar con caminos o alternativas de aparente solución, pero que al final no solucionan nada. Y vos fuiste valiente Beatriz. Gracias. Existe una precariedad que puede ser muy peligrosa, que se nos puede ir colando sin darnos cuenta, es la precariedad que nace de la soledad y el aislamiento. Y el aislamiento siempre es un mal consejero.
Manuel y Beatriz usaron sin darse cuenta la misma expresión, ambos nos muestran como muchas veces la mayor tentación a la que nos enfrentamos es «cortarnos solos» y lejos de «echarle ganas»; esa actitud es como una polilla que nos va corroyendo el alma, nos va secando  el alma.
La forma de combatir esta precariedad y aislamiento, que nos deja vulnerables a tantas aparentes soluciones, como la que Beatriz mencionaba, se tiene que dar a distintos niveles. Una es por medio de legislaciones que protejan y garanticen los mínimos necesarios para que cada hogar y para que cada persona pueda desarrollarse por medio del estudio y un trabajo digno. Por otro lado, como bien lo resaltaba el testimonio de Humberto y Claudia cuando nos decían que buscaban la manera de transmitir el amor de Dios que habían experimentado en el servicio y en la entrega a los demás. Leyes y compromiso personal son un buen binomio para romper la espiral de la precariedad. Y ustedes se animaron, y ustedes rezan , y ustedes están con Jesús, y ustedes están integrado en la vida de la iglesia. Usaron una linda expresión, comulgamos con el hermano débil, el enfermo, el necesitado. Gracias, gracias.
Hoy en día vemos y vivimos por distintos frentes como la familia está siendo debilitada, cuestionada. Como se cree que es un modelo que ya pasó y que no tiene espacio en nuestras sociedades que, bajo la pretensión de modernidad, propician cada vez más un modelo basado en el aislamiento. Y se van inoculando en nuestras sociedades, se dice sociedades libres, democráticas, soberanas, se van inoculando colonizaciones ideológicas que la destruyen y terminamos siendo colonias de ideologías destructoras del núcleo de la familia, de la familia que es la base de toda sana sociedad.
Es cierto, vivir en familia no siempre es fácil, muchas veces es doloroso y fatigoso, pero creo que se puede aplicar a la familia lo que más de una vez he referido a la iglesia: prefiero una familia herida, que intenta todos los días conjugar el amor, a una familia y sociedad enferma por el encierro y la comodidad del miedo a amar. Prefiero una familia que una y otra vez intenta volver a empezar a una familia y sociedad narcisista y obsesionada por el lujo y el confort. ¿cuántos chicos tienes? No, no tenemos porque claro nos gusta salir de vacaciones, salir a turismo ,quiero comprarme una quinta. El lujo y el confort y los hijos quedan… Y cuando quisiste tener uno ya se te pasó la hora. Que daño que hace eso ¿eh?. Prefiero una familia con rostro cansado por la entrega a rostros maquillados que no han sabido de ternura y compasión. Prefiero un hombre y una mujer, don Aniceto y señora, con el rostro arrugado por las luchas de todos los días que después de más de 50 años se siguen queriendo. Y ahí los tenemos. Y el hijo aprendió la lección. Ya lleva 25 de casado. Esas son las familias. Cuando les pregunté recién  ¿quién tuvo más paciencia en esos 50 años? Los dos. Porque en la familia para llegar a lo que ellos llegaron hay que tener paciencia amor, hay que saber perdonarse. Padre, una familia perfecta nunca discute. Mentira. Es conveniente que de vez en cuando discutan. Y que vuelve algún plato. Está bien, no le tengan miedo. El único consejo es que no terminen el día sin hacer la paz. Porque si terminan el día en guerra van a amanecer ya en guerra fría, y la guerra fría es muy peligrosa en la familia porque va socavando desde abajo. Las arrugas de la fidelidad conyugal. Gracias por el testimonio de quererse por más de cincuenta años. Muchas gracias.
Y hablando de arrugas, para cambiar un poco el tema, recuerdo el testimonio de una gran actriz. Actriz de cine latinoamericana, cuando ya casi sesentona, comenzaba a mostrarse las arrugas de la cara, le recomendaron un arreglito para poder seguir trabajando bien. Su respuesta fue muy clara: estas arrugas me costaron mucho trabajo, mucho esfuerzo, mucho dolor y una vida plena. Ni soñando las quiero tocar. Son las huellas de mi historia. Y siguió siendo una gran actriz. En el matrimonio pasa lo mismo. La vida matrimonial tiene que renovarse todos los días. Como dije antes prefiero familias arrugadas, con heridas , con cicatrices pero que sigan andando porque esas heridas, esas cicatrices, esas arrugas, son fruto de la fidelidad de una amor que no siempre les fue fácil. El amor no es fácil, no es fácil no. Pero lo más lindo que un hombre y una mujer se pueden dar entre sí es el verdadero amor, para toda la vida.
Me han pedido que rezara por ustedes y quiero empezar a hacerlo ahora mismo, con ustedes. Ustedes queridos mexicanos tienen un plus, corren con ventaja. Tienen a la madre: la guadalupana quiso visitar estas tierras y eso nos da la certeza de tener su intercesión para que este sueno llamado familia no se pierda por la precariedad y la soledad. Ella es madre y está siempre dispuesta a defender nuestras familias,  a defender nuestro futuro; está siempre dispuesta a «echarle ganas» dándonos a su hijo. Por eso, los invito, como están sin moverse mucho, a tomarse las manos y decir juntos a ella: Dios te salve María….
 17.02.16



Francisco invita a los presos de Ciudad Juárez a mirar hacia adelante
El Santo Padre recuerda que la prisión más que aislar para evitar delitos, tiene que servir para promover procesos de rehabilitación – TEXTO COMPLETO
17 febrero 2016

El Papa en la cárcel Cereso3, en Ciudad Juárez, recibe un báculo realizado por un preso
El santo padre Francisco desde el aeropuerto “Abraham González”, de Ciudad Juárez, partió hacia el Penal “Centro de Readaptación Social estatal n. 3” (CeReSo n. 3), en donde fue recibido por las autoridades de la estructura, y unos 250 familiares de varios presos. En la capilla saludó al personal y a los sacerdotes que se ocupan de la pastoral con los 700 presos allí recluidos.
Tras el saludo de monseñor Andrés Vargas Peña, obispo auxiliar responsable de la pastoral penitenciaria, del testimonio de una detenida y de un intercambio de regalos, el Santo Padre se dirigió a los reclusos indicándoles que “no quería irme sin venir a saludarlos, sin celebrar el Jubileo de la Misericordia con ustedes”.
Francisco les recordó que celebrar el Jubileo de la misericordia junto a ellos es señalar “el camino urgente que debemos tomar para romper los círculos de la violencia y de la delincuencia”. Porque “no todo se resuelve aislando, apartando, encarcelando” cuando la preocupación tiene que ser “la vida de las personas; las de sus familias, la de aquellos que también han sufrido a causa de este círculo de la violencia”.
Señaló que las cárceles más que incapacitar a las personas a seguir cometiendo delitos deben servir para promover procesos de rehabilitación. Una labor social entretanto “que comienza insertando a todos nuestros hijos en las escuelas, y a sus familias en trabajos dignos, generando espacios públicos de esparcimiento, servicios sanitarios, acceso a los servicios básicos”.
No se puede –reconoció el Santo Padre– volver atrás, lo realizado, realizado está; “eso no quiere decir que no haya posibilidad de escribir una nueva historia hacia delante”. Les invitó por ello a hablar con los suyos, “cuenten su experiencia, ayuden a frenar el círculo de la violencia y la exclusión”. Y les invitó a rezar algunos instantes en silencio desde la intimidad del corazón.
Finalmente agradeció a todos los sacerdotes y agentes pastorales que se esfuerzan en llevarles la Palabra de Dios.
A continuación el texto completo del mensaje
“Queridos hermanos y hermanas,

Estoy concluyendo mi visita a México y no quería irme sin venir a saludarlos, sin celebrar el Jubileo de la Misericordia con ustedes.
Agradezco de corazón las palabras de saludo que me han dirigido, en las que manifiestan tantas esperanzas y aspiraciones, como también tantos dolores, temores e interrogantes.

En el viaje a África, en la ciudad de Bangui, pude abrir la primera Puerta de la Misericordia para el mundo entero. De este Jubileo, porque la primera Puerta Santa la abrió Dios Padre enviando a su Hijo Jesucristo.
Hoy, junto a ustedes y con ustedes, quiero reafirmar una vez más la confianza a la que Jesús nos impulsa: la misericordia que abraza a todos y en todos los rincones de la tierra. No hay espacio donde su misericordia no pueda llegar, no hay espacio ni persona a la que no pueda tocar.
Celebrar el Jubileo de la misericordia con ustedes es recordar el camino urgente que debemos tomar para romper los círculos de la violencia y de la delincuencia.
Ya tenemos varias décadas perdidas pensando y creyendo que todo se resuelve aislando, apartando, encarcelando, sacándonos los problemas de encima, creyendo que estas medidas solucionan verdaderamente los problemas. Nos hemos olvidado de concentrarnos en lo que realmente debe ser nuestra preocupación: la vida de las personas; sus vidas, las de sus familias, la de aquellos que también han sufrido a causa de este círculo de la violencia.
La misericordia divina nos recuerda que las cárceles son un síntoma de cómo estamos como sociedad, son un síntoma en muchos casos de silencios y omisiones que han provocado una cultura de descarte. Son un síntoma de una cultura que ha dejado de apostar por la vida; de una sociedad que ha ido abandonando a sus hijos.

La misericordia nos recuerda que la reinserción no comienza acá en estas paredes; sino que comienza antes, comienza «afuera», en las calles de la ciudad.
La reinserción o rehabilitación comienza creando un sistema que podríamos llamarlo de salud social, es decir, una sociedad que busque no enfermar contaminando las relaciones en el barrio, en las escuelas, en las plazas, en las calles, en los hogares, en todo el espectro social. Un sistema de salud social que procure generar una cultura que actúe y busque prevenir aquellas situaciones, aquellos caminos que terminan lastimando y deteriorando el tejido social.
A veces pareciera que las cárceles se proponen incapacitar a las personas a seguir cometiendo delitos más que promover los procesos de rehabilitación que permitan atender los problemas sociales, psicológicos y familiares que llevaron a una persona a determinada actitud. El problema de la seguridad no se agota solamente encarcelando, sino que es un llamado a intervenir afrontando las causas estructurales y culturales de la inseguridad, que afectan a todo el entramado social.
La preocupación de Jesús por atender a los hambrientos, a los sedientos, a los sin techo o a los presos (Mt 25,34-40) era para expresar las entrañas de la misericordia del Padre, que se vuelve un imperativo moral para toda sociedad que desea tener las condiciones necesarias para una mejor convivencia. En la capacidad que tenga una sociedad de incluir a sus pobres, sus enfermos o sus presos está la posibilidad de que ellos puedan sanar sus heridas y ser constructores de una buena convivencia. La reinserción social comienza insertando a todos nuestros hijos en las escuelas, y a sus familias en trabajos dignos, generando espacios públicos de esparcimiento y recreación, habilitando instancias de participación ciudadana, servicios sanitarios, acceso a los servicios básicos, por nombrar sólo algunas medidas. Aquí comienza todo proceso de reinserción.
Celebrar el Jubileo de la misericordia con ustedes es aprender a no quedar presos del pasado, del ayer. Es aprender a abrir la puerta al futuro, al mañana; es creer que las cosas pueden ser diferentes.
Celebrar el Jubileo de la misericordia con ustedes es repetir esa frase que escuchamos recién, tan bien dicha y con tanta fuerza. Cuando me dieron la sentencia alguien me dijo, no te preguntes por qué estás aquí sino para qué, y que este para qué nos lleve adelante. Nos haga saltar el engaño social que creen que la seguridad y el orden se logran solamente encarcelando a la gente.
Sabemos que no se puede volver atrás, sabemos que lo realizado, realizado está; por eso he querido celebrar con ustedes el Jubileo de la misericordia, ya que eso no quiere decir que no haya posibilidad de escribir una nueva historia, una nueva historia que mira hacia delante.
Ustedes sufren el dolor de la caída, sienten el arrepentimiento de sus actos y sé que, en tantos casos, entre grandes limitaciones, buscan rehacer su vida desde la soledad.
Han conocido la fuerza del dolor y del pecado, no se olviden que también tienen a su alcance la fuerza de la resurrección, la fuerza de la misericordia divina que hace nuevas todas las cosas. Ahora les puede tocar la parte más dura, más difícil, pero que posiblemente sea la que más fruto genere, luchen desde acá dentro por revertir las situaciones que generan más exclusión. Hablen con los suyos, cuenten su experiencia, ayuden a frenar el círculo de la violencia y la exclusión. Quien ha sufrido el dolor al máximo, y que podríamos decir «experimentó el infierno», puede volverse un profeta en la sociedad. Trabajen para que esta sociedad que usa y tira no siga cobrándose victimas.
Y al decirles estas cosas, me recuerdo cuando Jesús dijo ‘el que está libre de pecado tire la primera piedra’, y yo aquí tendría que irme, pero al decirles estas cosas no lo hago como quien enseña de la cátedra con el dedo levantado, lo hago desde la experiencia de mis errores y de mis pecados, que el Señor ha querido perdonar y ha querido reeducarme.
Lo hago desde la conciencia de que sin su gracia y mi vigilancia, podría volver a repetirlos. Hermanos, siempre me pregunto al entrar en una cárcel: ¿Por qué ellos y no yo? Es un misterio de la misericordia divina y a esa misericordia la estamos celebrando mirando adelante en la esperanza.
Quisiera también alentar al personal que trabaja en este Centro u otros similares: a los dirigentes, a los agentes de la Policía penitenciaria, a todos los que realizan cualquier tipo de asistencia en este Centro. Y agradezco el esfuerzo de los capellanes, las personas consagradas y los laicos que se dedican a mantener viva la esperanza del Evangelio de la Misericordia en el reclusorio. Todos ustedes, no se olviden, pueden ser signos de la entrañas del Padre. Nos necesitamos los unos a los otros para salir adelante.
Decía nuestra hermana, recordando la carta a los Hebreos, siéntanse encarcelados también ustedes.

Antes de darles la bendición me gustaría que oráramos en silencio. Cada sabe lo que le dirá al Señor, cada uno sabe de qué tienen que pedir perdón, pero también le pido que en esta oración en silencio, podamos ampliar el corazón para poder perdonar a la sociedad que no supo ayudarnos y que muchas veces nos ha empujado desde la intimidad del corazón, que nos ayude a creer en su misericordia. Recemos en silencio…
Y les pido que no se olviden de rezar por mí”.
18.02.16




El   Papa pidió a los jesuitas trabajar por la canonización del padre Pro
La Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús publica un breve vídeo sobre el encuentro que mantuvieron con el Pontífice el pasado 14 de febrero
19 febrero 2016
El equipo de gobierno de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús, en representación de los jesuitas mexicanos, tuvieron la oportunidad de saludar al papa Francisco, el pasado 14 de febrero. En una nota publicada en su página web, aseguran que “fue un encuentro amable y fraterno; con la sencillez y profundidad que caracterizan a su Santidad, a la vez que con la naturalidad de la convivencia entre compañeros jesuitas”.
Asimismo explican que en medio de ese encuentro de “tono familiar”, entregaron un libro y un CD con todas las participaciones de la iniciativa #venfrancisco.org que a propósito de su visita lanzó la Provincia, a lo que el Santo Padre “expresó su agradecimiento”. También le obsequiaron con una reliquia del padre Pro, “que besó con devoción y recordó su memoria así como el influjo que su martirio tuvo especialmente durante su formación”.
Antes de terminar el encuentro, el Santo Padre envió un mensaje grabado para los jesuitas de la Provincia en el que invitó a seguir “trabajando por la dignidad, la dignidad de Jesús que está en cada hombre y mujer de México”. Insistió en la idea de que “México tiene rostro joven”. Y les pidió seguir trabajando de manera que esa dignidad de Jesús, “que no termine negociada en la Cruz para que vivan mejor los que lo crucifican”. México sufre –advirtió– pero México es grande, tiene cosas lindas, tiene un riqueza impresionante, una historia original, casi única en América Latina.
Concluyó asegurando que reza por ellos, les pidió que recen por él.  También les pidió que trabajen por la causa de canonización del padre Pro, jesuita de Guadalupe, asesinado en el 1927 durante las persecuciones anticatólicas llevadas a cabo por el régimen anticlerical de Plutarco Elías Calles. 
20.02.16




El Papa en la audiencia jubilar exhorta a “llevar siempre la caricia de Dios”
El Papa invitó a transformar nuestra vida en un empeño de misericordia para todos
20 febrero 2016
El Papa en la audiencia mensual por el jubileo de la misericordia
Llevar a los necesitados la caricia de Dios y transformar nuestra vida en un compromiso de misericordia para todos. Esta fue la invitación del papa Francisco en la audiencia mensual de sábado 20 de febrero, con motivo del Año de la Misericordia.
En esta mañana soleada y relativamente fría del invierno europeo, el Santo Padre llegó en el jeep abierto que recorrió los corredores de la Plaza de San Pedro, saludó a los files que allí le esperaban agitando pañuelos y banderas, y como es costumbre bendijo a su paso a varios niños.
El Pontífice ha recordado en su catequesis de la necesidad de empeñarse, y recordó que el Padre se ha empeñado donándonos a Jesús, y Jesús que es la expresión viviente de la misericordia del Padre se ha empeñado para donarnos la esperanza.
Así añadió que “el Jubileo de la Misericordia es una oportunidad para profundizar en el misterio de la bondad y el amor de Dios”. En particular “en este tiempo de Cuaresma, la Iglesia nos invita a conocer cada vez más al Señor, y a vivir de manera coherente la fe con un estilo de vida que exprese la misericordia del Padre. Es un compromiso que asumimos para ofrecer a los demás el signo concreto de la cercanía de Dios”.
“Comprometerse –prosiguió el Pontífice– es aceptar una responsabilidad con alguien, cumpliéndolo con una actitud de fidelidad, dedicación e interés; es tener buena voluntad y constancia para mejorar la vida”.
El Papa añadió que “Dios se ha comprometido con nosotros. Primero, al crear el mundo y conservarlo, no obstante nosotros nos esforzamos en destruirlo”. Pero que “su compromiso más grande ha sido darnos a Jesús y, en él, se ha comprometido plenamente restituyendo esperanza a los pobres, a cuantos estaban privados de dignidad, a los extranjeros, a los enfermos, a los prisioneros, y a los pecadores, que acogía con bondad”.
Así a partir “de este amor misericordioso, nosotros podemos y debemos corresponder a su amor llevando a los demás la misericordia de Dios, con un compromiso de vida que sea testimonio de nuestra fe en Cristo”.
Y al saludar a los peregrinos de lengua española, así como a los grupos venidos de España y Latinoamérica, les deseó “que este Jubileo pueda ayudarnos a experimentar el compromiso de Dios sobre cada uno de nosotros y, gracias a ello, transformar nuestra vida en un compromiso de misericordia para todos”.

Estuvieron presentes en esta audiencia que se realiza después del regreso del viaje apostólico del papa Francisco a México, integrantes de la Federación Italiana de Asociaciones de donantes de sangre. Se ha celebrado además el jubileo de los trabajadores del sector turístico.
La audiencia concluyó con el canto de Padre Nuestro en Latín,  e impartió su bendición apostólica a todos los presentes.
 21.02.16



Texto completo del Papa en el ángelus del 21 de febrero de 2016
El viaje a México, la abolición de la pena de muerte y el rosario de la ‘Misericordina’ fueron los temas tratados por el Papa
21 febrero 2016
Angelus en la plaza de San Pedro, antes de la distribución de la 'Misericordina'
El papa Francisco con motivo de la oración del ángelus que presidió este domingo desde la ventana de su estudio que da a la Plaza de San Pedro, recordó su viaje a México y las bendiciones de la Virgen de Guadalupe, a los pies de los cuales contemplara y dejarse “mirar por Aquella que lleva impresos en sus ojos las miradas de todos sus hijos y recoge los dolores por las violencias, los secuestros, los asesinatos, las violencias contra tanta pobre gente, de tantas mujeres”.
Después de rezar la oración del ángelus, exhortó a que la pena de muerte sea definitivamente abolida y que en particular en este Año de la Misericordia no se ejecuten personas.
Concluyó señalando que los voluntarios acompañados por ‘sin techo’, prófugos y religiosos repartían el santo rosario en una confección tipo remedio, con el nombre de ‘Misericordina’.
A continuación el texto completo.

“Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El viaje apostólico que he realizado los días pasados en México ha sido para todos nosotros una experiencia de transfiguración. ¿Cómo ha sido posible?
El Señor nos ha mostrado la luz de su gloria a través del cuerpo de su Iglesia, de su pueblo santo que vive en esa tierra. Un cuerpo tantas veces herido, un pueblo tantas veces oprimido, despreciado, violado en su dignidad. De hecho los diversos encuentros vividos en México fueron llenos de luz: la luz de la fe que transfigura los rostros e ilumina el camino.
El “baricentro” espiritual de mi peregrinación ha sido el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe. Quedarme en silencio delante a la imagen de la Madre era lo que me había propuesto antes de todo. Y agradezco a Dios que me lo ha concedido. He contemplado y me he dejado mirar por Aquella que lleva impresos en sus ojos las miradas de todos sus hijos y recoge los dolores por las violencias, los secuestros, los asesinatos, las violencias contra tanta pobre gente, de tantas mujeres.
Guadalupe es el santuario mariano más frecuentado del mundo. De toda América van allí a rezar donde la Virgen Morenita se mostró al indio san Juan Diego, dando inicio a la evangelización del continente y a su nueva civilización, fruto del encuentro entre diversas culturas.
Esta es justamente la herencia que el Señor nos ha entregado en México: custodiar la riqueza de la diversidad y, al mismo tiempo, manifestar la armonía de la fe común: una fe sincera y robusta, acompañada por una gran carga de vitalidad y de humanidad.
Como mis predecesores, también yo fui para confirmar la fe del pueblo mexicano, pero contemporáneamente a ser confirmado; he recogido a manos llenas este don para que vaya como beneficio de la Iglesia universal.
Un ejemplo luminoso de lo que estoy diciendo fue dado por las familias: las familias mexicanas me han recibido con alegría en cuanto mensajero de Cristo, pastor de toda la Iglesia; pero ellos a su vez me han dado testimonios límpidos y fuertes, testimonios de fe vivida, de fe que transfigura la vida, y esto para edificar a todas las familias cristianas del mundo. Y lo mismo se puede decir sobre los jóvenes, los consagrados, los sacerdotes, los trabajadores y los encarcelados.
Por lo tanto doy gracias al Señor y a la Virgen de Guadalupe por el don de esta peregrinación. Además agradezco al presidente de México y a las demás autoridades civiles por la calurosa recepción; y agradezco vivamente a mis hermanos en el episcopado y a todas las personas que de diversas maneras han colaborado.
Una alabanza, alabanza especial elevamos a la Santísima Trinidad por haber querido que en esta ocasión se realizara en Cuba el encuentro entre el Papa y el Patriarca de Moscú y de toda Rusia, el querido hermano Kirill; un encuentro muy deseado incluso por mis predecesores. También este evento es una luz profética de resurrección, de la cual hoy el mundo necesita más que nunca. La Santa Madre de Dios siga a guiarnos en el camino de amistad y de la unidad. Y recemos a la Virgen de Cazán. El patriarca Kirill me ha regalado un ícono de la Virgen de Kazán: recemos juntos un Ave María. Ave Maria llena eres…”
Después el Papa reza la oración del ángelus. Y a continuación dice:
“Queridos hermanos y hermanas, mañana lunes inicia en Roma un congreso internacional que se titula “Por un mundo sin pena de muerte”, promovido por la Comunidad San Egidio. Deseo que el congreso pueda dar un nuevo impulso al empeño para la abolición de la pena de muerte.
Una señal de esperanza está constituida por el desarrollo en la opinión pública, de una contrariedad cada vez mayor hacia la pena de muerte, incluso solo como instrumento de legítima defensa social. De hecho las sociedades modernas tienen la posibilidad de reprimir eficazmente el crimen sin quitar definitivamente a quien lo cometió la posibilidad de redimirse.
El problema va encuadrado en la óptica de una justicia penal que sea cada vez más conforme a la dignidad del hombre y al designio del Dios para el hombre y la sociedad. Y también a una justicia penal abierta a la esperanza del reintegrarse en la sociedad. El mandamiento ‘no matarás’, tiene valor absoluto y se refiere sea al culpable que al inocente.
El Jubileo Extraordinario de la Misericordia es una ocasión propicia para promover en el mundo formas cada vez más maduras de respeto de la vida y de la dignidad de cada persona. Porque incluso el criminal tiene el derecho inviolable a la vida, don de Dios.
Hago un llamamiento a la conciencia de los gobernantes, para que se llegue a un consenso internacional destinado a abolir la pena de muerte. Y a quienes entre ellos son católicos que cumplan un gesto de coraje y ejemplar: que ninguna condena sea aplicada en este Año Santo de la Misericordia.
Todos los cristianos y hombres de buena voluntad están llamados hoy a trabajar para abolir la pena de muerte, pero también para mejorar las condiciones de las cárceles, en el respeto de la dignidad humana de las personas privadas de su libertad.
Dirijo un cordial saludo a las familias, a los grupos parroquiales y a las asociaciones y a todos los peregrinos de Roma, de Italia y de los diversos países. Saludo a los fieles de Sevilla, Cádiz, Ceuta; a los de Trieste, Corato y Turín. Un pensamiento particular dirijo a la comunidad Juan XXIII, fundada por el siervo de Dios, don Oreste Benzi, que el viernes próximo promoverá por las calles del centro de Roma una Vía Crucis de solidaridad y oración por las mujeres víctimas de la trata de personas.
La cuaresma es un tiempo propicio para realizar un camino de conversión que tiene como centro la misericordia. Por ello he pensado de regalarles a quienes están aquí en la plaza una medicina espiritual, llamada ‘Misericordina’. Una vez ya lo hemos hecho, pero esta es de mejor calidad, esta es la ‘Misericordina – Plus’, una cajita que contiene la corona del rosario y una imagencita de Jesús Misericordioso. Ahora la distribuirán los voluntarios entre los cuales hay pobres, ‘sin techo’, prófugos y también religiosos. Reciban este don como una ayuda espiritual para difundir especialmente en este año de la misericordia el perdón y la hermandad. Les deseo a todos un buen domingo. Y por favor no se olviden de rezar por mi. Que tengan un buen almuerzo, y hasta la próxima”.
22.02.16



EL  Papa pide a los trabajadores del Vaticano que ‘nadie se sienta descuidado o maltratado’
El Santo Padre, en la eucaristía en la Basílica de San Pedro con ocasión del Jubileo de la Curia Romana, recuerda que fidelidad y misericordia son un binomio inseparable
22 febrero 2016
Centro Televisivo Vaticano - CTV
Los trabajadores del Vaticano y la Curia Romana han celebrado este lunes, día de la Cátedra de San Pedro, su jubileo.  La jornada ha comenzado en el aula Pablo VI con una meditación del padre Marko Rupnik. Desde allí, han ido en procesión hacia la Puerta Santa, religiosas, religiosos, laicos y finalmente los sacerdotes. El papa Francisco ha atravesado también la Puerta Santa.  Una vez en la Basílica, ha dado inicio la celebración eucarística presidida por el Santo Padre.  
Durante la homilía, el Pontífice aseguró a los presentes que en este momento, el Señor Jesús repite a cada uno la pregunta “y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Esta es una pregunta –indicó– clara y directa, frente a la cuál no es posible huir o permanecer indiferentes, ni posponer la pregunta o delegarla a otro. Al respecto recordó que en esta pregunta no hay nada de “inquisitivo”, sino que está llena de amor. El amor de “nuestro único Maestro, que hoy nos llama a renovar la fe en Él, reconociendolo como Hijo de Dios y Señor de nuestra vida”. El Santo Padre aseguró que Él es la “piedra” sobre la que debemos construir. La piedra es Cristo, sobre el fundamento del cual también Pedro ha sido edificado.
De esta profesión de fe –explicó Francisco– deriva para cada uno de nosotros la tarea de corresponder a la llamada de Dios. Y precisó que a los pastores, sobre todo, “se les pide tener como modelo a Dios mismo que cuida de su rebaño”. Buscar a la oveja perdida, es un comportamiento de Dios que “es signo del amor que no conoce confines”. Es –aseguró el Papa– una dedicación fiel, constante, incondicional, para que a todos los débiles pueda llegar su misericordia.
Asimismo, aseguró que “nos hará bien también a nosotros, llamados a ser Pastores en la Iglesia, dejar que el rostro de Dios Buen Pastor nos ilumine, nos purifique, nos transforme y nos restituya plenamente renovados a nuestra misión”. Que también en nuestros ambientes de trabajo –añadió– podamos sentir, cultivar y practicar un fuerte sentido pastoral, sobre todo hacia las personas que encontramos todos los días. Que ninguno “se sienta descuidado o maltratado, sino que cada uno pueda experimentar, antes que en ningún sitio, aquí, el cuidado amoroso del Buen Pastor”.  
El Pontífice recordó a los presentes, trabajadores de la Santa Sede y la Curia Romana, que “estamos llamados a ser colaboradores de Dios en una tarea tan importante y única como la de testimoniar con nuestra existencia la fuerza de la gracia que transforma y el poder del Espíritu que renueva”. Por eso pidió que “el Señor nos libere de toda tentación que aleja de la esencia de nuestra misión, y redescubrir la belleza de profesar la fe en el Señor Jesús”.
Para concluir su homilía, el Santo Padre subrayó que la fidelidad al ministerio se combina con la misericordia que queremos experimentar. Y así, recordó que en la Sagrada Escritura, fidelidad y misericordia son un binomio inseparable. La fidelidad que se nos pide –añadió– es la de actuar según el corazón de Cristo. Concluyó recordando que como dice el apóstol Pedro, debemos apacentar el rebaño con “ánimo generoso” y convertirnos en un “modelo para todos”. 
23.02.16




El  Papa en Sta. Marta: No al cristianismo del ‘decir’ y no ‘hacer’
En la homilía de este martes, el Santo Padre recuerda que la vida cristiana es lo que hacemos con el hambriento, el sediento, el preso o el extranjero
23 febrero 2016

La religión cristiana es concreta, actúa haciendo el bien. No es una “religión del decir”, hecha de hipocresía y vanidad. Así lo indicó el papa Francisco esta mañana en la homilía de la misa celebrada en Santa Marta.  Además, el Santo Padre pidió que durante la cuaresma, Dios “nos enseñe el camino del hacer”.
La vida cristiana es concreta, Dios es concreto, pero los cristianos que ‘fingen’ son muchos, los que hacen de la pertenencia a la Iglesia una ocasión de prestigio en vez de una experiencia de servicio hacia los más pobres.
El Santo Padre cruza el pasaje litúrgico del día del profeta Isaías con el pasaje del Evangelio de Mateo para explicar “la dialéctica evangélica entre el decir y el hacer”.
El énfasis del Pontífice estuvo en las palabras de Jesús, “que desenmascara la hipocresía de escribas y fariseos invitando a los discípulos y a la multitud a observar lo que ellos enseñan pero a no comportarse cómo ellos actúan”. Prosiguió recordando que “el Señor nos enseña el camino del hacer”. Y advirtió sobre cuánta gente encontramos –también nosotros ¡eh!– muchas veces en la Iglesia: “¡Oh, yo soy muy católico!” “Pero ¿qué haces?” Cuántos padres se dicen católicos, pero nunca tienen tiempo para hablar con los hijos, jugar con los hijos, escuchar a los hijos. Quizá tienen a sus papás en una residencia, pero están siempre ocupados y no puede ir a verlos y los dejan abandonados. Pero dicen que son católicos. “Esta es la religión del decir: yo digo que soy así, pero vivo la mundanidad”, explicó el Papa en la homilía.
Lo del “decir y no hacer”, afirmó, “es un engaño”. Asimismo añadió que las palabras de Isaías indican lo qué Dios prefiere: “Cesad de hacer el mal, aprended a hacer el bien”. “Socorred al oprimido, sed justos con el huérfano, defended la causa de la viuda”.
Y demuestran también la infinita misericordia de Dios, que da a la humanidad. “Entonces, venid y litigaremos. Aunque vuestros pecados sean como púrpura, blanquearán como nieve”. Y prosiguió subrayando que “la misericordia del Señor va al encuentro de los que tienen la valentía de discutir con Él, pero discutir sobre la verdad, sobre las cosas que yo hago o las que no haga, para corregirme. Y esto es el gran amor del Señor, en esta dialéctica entre el decir y el hacer. Ser cristianos significa hacer: hacer la voluntad de Dios”. Y en el último día, recordó el Pontífice, el Señor no nos preguntará qué hemos dicho de él sino qué hemos hecho.
Para concluir la homilía, Francisco subrayó que la vida cristiana es lo que hacemos con el hambriento, el sediento, el preso o el extranjero; en vez de solo ‘el decir’ que nos lleva a la vanidad, a ese fingir ser cristiano.
Finalmente, el Obispo de Roma pidió “que el Señor nos dé esta sabiduría de entender bien dónde está la diferencia entre el decir y el hacer y nos enseñe el camino del hacer y nos ayude a ir por este camino, porque el camino del decir nos lleva al lugar donde estaban estos doctores de la ley, estos clérigos, a los que les gustaba vestirse y ser precisamente cómo si fueran una majestad ¿no? ¡Y esta no es la realidad del Evangelio! Que el Señor nos enseñe este camino”.
24.02.16



Audiencia del Papa: texto completo de la catequesis del 24 de febrero
En la audiencia de esta semana, el Santo Padre recuerda que la misericordia divina es más fuerte que el pecado de los hombres


Queridos hermanos y hermanas, buenos días.
Proseguimos las catequesis sobre la misericordia en la Sagrada Escritura. En distintos pasos se habla de los poderosos, de los reyes, de los hombres que están “en lo alto”, y también de su arrogancia y de sus abusos. La riqueza y el poder son realidades que pueden ser buenas y útiles para el bien común, si se ponen al servicio de los pobres y de todos, con justicia y caridad. Pero cuando, como demasiado a menudo sucede, son vividas como privilegio, con egoísmo y prepotencia, se transforman en instrumento de corrupción y muerte. Es lo que sucede en el episodio de la viña de Nabot, descrito en el primer libro de los Reyes, en el capítulo 21, sobre el que hoy nos detenemos.

En este texto se cuenta que el rey de Israel, Acab, quiere comprar la viña de un hombre de nombre Nabot, porque esta viña confina con el palacio real. La propuesta parece legítima, incluso generosa, pero en Israel las propiedades terrenales eran consideradas inalienables. De hecho, el libro del Levítico escribe: “La tierra no podrá venderse definitivamente, porque la tierra es mía, y ustedes son para mí como extranjeros y huéspedes” (Lv 25,23). La tierra es sagrada, porque es un don del Señor, que como tal es cuidada y conservada, en cuanto signo de la bendición divina que pasa de generación en generación y es garantía de dignidad para todos. Se comprende entonces la respuesta negativa de Nabot al rey: “¡El Señor me libre de cederte la herencia de mis padres!” (1 Re 21,3).
El rey Acab reacciona a este rechazo con amargura e indignación. Se siente ofendido, él es el rey, el poderoso, se siente disminuido en su autoridad de soberano, y frustrado en la posibilidad de satisfacer su deseo de posesión. Viéndolo tan abatido, su mujer Jezabel, una reina pagana que había incrementado los cultos de idolatría y hacía matar a los profetas del Señor, no era fea, era mala, decide intervenir.

Las palabras con las que se dirige al rey son muy significativas, escuchad la maldad que hay detrás de esta mujer. “¿Así ejerces tú la realeza sobre Israel? ¡Levántate, come y alégrate! ¡Yo te daré la viña de Nabot, el israelita!” (v. 7). Ella pone el acento sobre el prestigio y el poder del rey, que, según su modo de ver, está siendo cuestionado por el rechazo de Nabot. Un poder que ella sin embargo considera absoluto, y por el cual cualquier deseo del rey, el poderoso, se convierte en una orden.
El gran san Ambrosio ha escrito un pequeño libro sobre este episodio, se llama Nabot. Será bueno leerlo en este tiempo de Cuaresma. Muy bonito y muy concreto.

Jesús, recordando estas cosas, nos dice: “Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo” (Mt 20,25-27). Si se pierde la dimensión del servicio, el poder se transforma en arrogancia y se convierte en dominio y opresión. Es precisamente esto lo que sucede en el episodio de la viña de Nabot. Jezabel, la reina sin escrúpulos, decide eliminar a Nabot y lleva a cabo su plan. Usa las apariencias engañosas de una legalidad perversa: envía, en nombre del rey, cartas a los ancianos y a los notables de la ciudad ordenando que falsos testigos acusen públicamente a Nabot de haber maldecido a Dios y al rey, un crimen castigado con la muerte. Así termina la historia, muerto Nabot, el rey puede adueñarse de su viña.

Esta no es una historia de otros tiempos ¿eh? Es también una historia de hoy, de los poderosos que para tener más dinero explotan a los pobres, explotan a la gente. Es la historia de la trata de personas, del trabajo esclavo, de la pobre gente que trabaja en negro y con el mínimo para enriquecer a los poderosos. Es la historia de los políticos corruptos que quieren más y más y más. Por esto decía que nos hará bien leer ese libro de san Ambrosio sobre Nabot, porque es un libro de actualidad.
Es aquí donde lleva el ejercicio de la autoridad sin respeto por la vida, sin justicia, sin misericordia. Y esto es a lo que lleva la sed de poder: se convierte en avaricia que quiere poseer todo. Un texto del profeta Isaías es particularmente iluminante al respecto. En él, el Señor advierte sobre la avaricia de los ricos latifundistas que quieren poseer cada vez más casas y terrenos. Dice el profeta Isaías: “¡Ay de los que acumulan una casa tras otra y anexionan un campo a otro, hasta no dejar más espacio y habitar ustedes solos en medio del país!” (Is 5,8).

Y el profeta Isaías no era comunista ¿eh? Pero Dios es más grande que las maldades y los juegos sucios hechos por los seres humanos. En su misericordia envía al profeta Elías para ayudar a Acab a convertirse. Ahora pasamos página, y ¿cómo sigue la historia? Dios ve este crimen y también llama al corazón de Acab. Y el rey, puesto delante de su pecado, entiende, se humilla y pide perdón. Qué bonito sería que los poderosos, explotadores de hoy, hicieran lo mismo. El Señor acepta su arrepentimiento; es más, un inocente ha sido asesinado, y la culpa cometida tendrá consecuencias inevitables. De hecho, el mal cumplido deja sus huellas dolorosas, y la historia de los hombres lleva las heridas. La misericordia muestra también en este caso la vía maestra que debe ser perseguida. La misericordia puede sanar las heridas y puede cambiar la historia. Pero, abre tu corazón a la misericordia. La misericordia divina es más fuerte que el pecado de los hombres. Es más fuerte. Este es el ejemplo de Acab. Nosotros conocemos el poder, cuando recordamos la venida del Inocente Hijo de Dios que se ha hecho hombre para destrozar el mal con su perdón. Jesucristo es el verdadero rey, pero su poder es completamente diferente. Su trono es la cruz. Él no es un rey que mata, sino al contrario, da la vida. Su ir hacia todos, sobre todo los más débiles, derrota la soledad y el deseo de muerte al que conduce el pecado. Jesucristo con su cercanía y ternura lleva a los pecadores al espacio de la gracia y del perdón. Y esta es la misericordia de Dios.
25.02.16




El  Santo Padre siente que rejuvenece cuando está con niños
El papa Francisco se reunió este lunes con algunos de los niños que le han escrito las cartas que forman el libro ‘El amor antes del mundo. El papa Francisco escribe a los niños’
26 febrero 2016
El santo padre Francisco reza cada día por China, delante de una imagen de la Virgen de Sheshan. Entre sus santos preferidos además de Ignacio de Loyola y Francisco de Asís, está también la joven Teresa del Niño Jesús. Se lo ha contado él mismo a uno grupo de quince niños, procedentes de diversas partes del mundo, con los que se reunió la tarde del lunes 22 de febrero, en el estudio del Aula Pablo VI. El grupo de entre 8 y 13 años, representaba a los estudiantes de varias instituciones escolares gestionadas por los jesuítas en distintas partes del mundo, que por iniciativa del padre Antonio Spadaro han formulado una serie de preguntas al Pontífice. El resultado de las cartas de los niños y las respectivas respuesta de Francisco ha sido un libro titulado “El amor antes del mundo. El papa Francisco escribe a los niños(L’amore prima del mondo. Papa Francesco scrive ai bambini).
El encuentro del Santo Padre con los niños duró aproximadamente una hora y estuvo marcado por la “espontaneidad y la inocencia” propia de los pequeños, tal y como indica la nota publicada en el Osservatore Romano. En la reunión estuvieron presentes entre otros, el cardenal Luis Antonio G. Tagle, presidente de Caritas internationalis, y algunos padres y educadores de los niños. El Papa llegó acompañado por el prefecto de la Secretaría para la comunicación, monseñor Dario Edoardo Viganò. Los pequeños protagonistas, que estaban sentados en el suelo, se levantaron y fueron a abrazar al Santo Padre.
Y así, conversando de forma espontánea, el papa argentino dijo que en su vida “las preguntas más difíciles que le han hecho no han sido las de los profesores en los exámenes, sino las preguntas de los niños”. Porque –explicó– responder a las preguntas de un niño te pone en una situación de dificultad, porque el niño tiene algo que mira a lo esencial y hace preguntas directas, y eso tiene un efecto de maduración interior sobre quien escucha la pregunta. “Así un niño hace madurar a los adultos con sus preguntas”, observó Francisco.
Cada niño entregó un regalo al Pontífice, sobre todo alimentos típicos del país de procedencia, pero también un par de botas, el dibujo de una cruz y una invitación a visitar Singapur, un chal, un balón del fútbol e incluso jarras de cerveza.
Una niña le preguntó al Santo Padre qué aspecto prefería de ser Papa. “Estar con la gente, estar cerca de la gente me gusta porque tú estás con anciano, un niño, una joven, un hombre grande, cada uno te enseña algo de la vida y te hace vivir la vida. Y se crea la relación con la gente. Yo cuando estoy con la gente aprendo siempre algo. Y esto es lo más importante de la vida: cuando encuentro a una persona me pregunto qué tiene de bello esta persona, qué cosas buenas me ha enseñado o qué no me ha gustado”.
Otra pregunta espontánea fue si era tan religioso antes de ser Papa. “Yo soy viejo –indicó– tengo 80 años. La vida de una persona no es siempre así (dibuja una línea recta con el dedo), la vida de una persona es así (dibuja una serie con ondas)”. De este modo el Santo Padre explicó a los pequeños que “hay momentos alegres y momentos en los que estás más bajo; hay momentos de gran amor a Jesús y a los compañeros y a toda la gente. Y hay momentos donde el amor a la gente no está y traicionas un poco el amor de Jesús. Hay momentos en los que te parece ser más santo y otros en los que eres muy pecador. Mi vida es así (de nuevo dibuja las ondas): no asustarse nunca si vives un momento feo. No asustarse nunca si cometes un pecado. El amor de Jesús es más grande que todo: ve donde Él y déjate abrazar”.
Finalmente, el Pontífice dio las gracias a los niños por la visita “porque para Jesús los niños eran como el reflejo del camino hacia el Padre”. Asimismo aseguró que cuando se reúne con niños sale rejuvenecido y reza para que su vida sea buena. Al respecto, contó que algo que le conmueve mucho y le duele es cuando saluda a los niños enfermos en la audiencia general, y esto le provca una pregunta, ¿por qué sufren los niños?
Incluso el Papa, “que parece saber todo y tener todo el poder”, no sabe responder a esta cuestión. “La única cosa que me da luz es mirar a la cruz de Jesús, mirar por qué Jesús sufre por nosotros. Es la única respuesta que encuentro”, aseguró Francisco.  Para concluir el encuentro con los niños, el Pontífice les pidió “estar cerca a los niños que sufren y enseñar a estar cerca de los niños que sufren”.
27.02.16




El Papa a la patronal italiana: ‘El hombre, en el centro de cada empresa’
En su primera audiencia papal, el Pontífice pidió a los representantes de Confindustria que sean constructores del bien común y artífices de un nuevo humanismo del trabajo.


El Papa Francisco recibió este sábado a siete mil representantes de la patronal italiana Confindustria, que es la confederación que desde hace más de un siglo reúne a unas 150 mil empresas.
En su discurso, el Santo Padre destacó el compromiso que se proponen cumplir los miembros de esta asociación, que por primera vez encuentra al Pontífice. Además, recordó el lema que han elegido para su encuentro jubilar, “Hacer juntos”, que conlleva “trabajar juntos”, involucrando a los sujetos a menudo olvidados o descuidados. Para lograrlo, el Papa invitó a que en el centro de cada empresa esté el hombre, sus sueños, sus necesidades, sus esperanzas y sus fatigas.
Ante tantas barreras de injusticia, soledad y desconfianza, Francisco señaló que el mundo del trabajo “está llamado a dar pasos valientes, para que ‘encontrarse y hacer juntos’ no sea solo un lema, sino un programa para el presente y el futuro”.
El Santo Padre concluyó su intervención alentando a los presentes a ser constructores del bien común y artífices de un nuevo “humanismo del trabajo”. “Están llamados a tutelar la profesionalidad y, al mismo tiempo, a prestar atención a las condiciones en las que el trabajo se realiza, para que no se verifiquen incidentes y situaciones de malestar. Que su camino a seguir sea siempre la justicia, que rechaza los atajos de las recomendaciones y de los favoritismos, y las desviaciones peligrosas de la deshonestidad y de los fáciles acuerdos. Que la ley suprema sea en todo la atención a la dignidad del otro, valor absoluto e indisponible. Que este horizonte de altruismo caracterice su compromiso que los llevará a rechazar categóricamente que la dignidad de la persona sea pisoteada en nombre de exigencias productivas, que enmascaran miopías individualistas, tristes egoísmos y sed de ganancia”, dijo.
Para el Pontífice, “esto es verdaderamente posible, con la condición de que la simple proclamación de la libertad económica no prevalezca sobre la concreta libertad del hombre y sobre sus derechos, que el mercado no sea absoluto, sino que honre las exigencias de la justicia y, en último análisis, de la dignidad de la persona”. “Porque no hay libertad sin justicia y no hay justicia sin el respeto de la dignidad de cada uno”, insistió.
Amables Señores y Señoras, ¡buenos días!
Saludo a todos los representantes del mundo empresarial que han venido tan numerosos y agradezco al presidente, señor Squinzi, así como al señor Ghizzoni y a la señora Marcegaglia, por las palabras que me han dirigido.
Con este encuentro, que constituye una novedad en la historia de su Asociación, se han propuesto confirmar un compromiso: el de contribuir con su trabajo a una sociedad más justa y cercana a las necesidades del hombre. Quieren reflexionar juntos sobre la ética del hacer empresa; juntos han decidido reforzar la atención a los valores que son la ‘columna vertebral’ de los proyectos de formación, de valorización del territorio y de promoción de las relaciones sociales y que permiten una alternativa concreta al modelo consumista del provecho a toda costa.
‘Hacer juntos’ es la expresión que han elegido como guía y orientación. Esta inspira a colaborar, a compartir, a preparar el camino a relaciones regidas por un sentido de responsabilidad común. Esto allana el camino a nuevas estrategias, a nuevos estilos, nuevas actitudes. ¡Qué distinta sería nuestra vida si aprendiéramos de verdad, día tras día, a trabajar, a pensar, a construir juntos!
En el complejo mundo de la empresa, “trabajar juntos” significa invertir en proyectos que sepan involucrar sujetos que a menudo son olvidados o descuidados. Entre ellos, sobre todo, las familias, focos de humanidad, en las cuales la experiencia del trabajo, el sacrificio que lo alimenta y los frutos que derivan encuentran sentido y valor.  Y, junto con las familias, no podemos olvidar las categorías más débiles y marginadas, como los ancianos, que podrían todavía expresar recursos y energía para una colaboración activa, pero a menudo son descartados como inútiles e improductivos. ¿Y qué decir de todos aquellos trabajadores potenciales, especialmente de los jóvenes, prisioneros de la precariedad o de largos periodos de desempleo, que no son interpelados por una solicitud de trabajo, para darles tanto un salario justo como aquella dignidad con la que a veces se sienten privados?
Todas estas fuerzas, juntas, pueden hacer la diferencia en una empresa que ponga en el centro a la persona, la calidad de sus relaciones, la verdad de su esfuerzo por construir un mundo más justo, un mundo de verdad para todos. “Hacer juntos”, significa, de hecho, establecer el trabajo no sobre el genio solidario de un individuo, sino sobre la colaboración de muchos. Significa en otros términos, “hacer redes” para valorar los dones de todos, sin dejar de lado el carácter único e irrepetible de cada uno. Que en el centro de cada empresa esté, por lo tanto, el hombre: no ese abstracto, ideal, teórico, sino este concreto, con sus sueños, sus necesidades, sus esperanzas y sus fatigas.
Esta atención a la persona concreta conlleva una serie de elecciones importantes: significa dar a cada uno lo suyo, quitando a madres y a padres de familia la angustia de no poder dar un futuro y ni siquiera un presente a los propios hijos; significa saber dirigir, pero también saber escuchar, compartiendo con humildad y confianza proyectos e ideas; significa hacer que el trabajo cree otro trabajo, la responsabilidad cree otra responsabilidad, la esperanza cree otra esperanza, sobre todo para las jóvenes generaciones, que de esto tienen necesidad hoy más que nunca.
En la exhortación apostólica Evangelii Gaudium volví a lanzar el desafío de apoyarnos los unos a los otros, de hacer de la experiencia compartida una ocasión para «mayores posibilidades de encuentro y de solidaridad entre todos» (n. 87). Ante tantas barreras de injusticia, de soledad, de desconfianza y de sospecha que todavía en nuestros días vienen erigidas, el mundo del trabajo, del cual ustedes son actores de primer plano, está llamado a dar pasos valientes para que “encontrarse y hacer juntos” no sea solo un lema, sino un programa para el presente y el futuro.
Queridos amigos, ustedes tienen “una noble vocación orientada a producir riqueza y a mejorar el mundo para todos” (Carta encíclica Laudato Si’, 129); por tanto, están llamados a ser constructores del bien común y artífices de un nuevo “humanismo del trabajo”. Están llamados a tutelar la profesionalidad y, al mismo tiempo, a prestar atención a las condiciones en las que el trabajo se realiza, para que no se verifiquen incidentes y situaciones de malestar. Que su camino a seguir sea siempre la justicia, que rechaza los atajos de las recomendaciones y de los favoritismos, y las desviaciones peligrosas de la deshonestidad y de los fáciles acuerdos. Que la ley suprema sea en todo una atención a la dignidad del otro, valor absoluto e indisponible. Que este horizonte de altruismo caracterice su compromiso que los llevará a rechazar categóricamente que la dignidad de la persona sea pisoteada en nombre de exigencias productivas, que enmascaran miopías individualistas, tristes egoísmos y sed de ganancia. En cambio, que la empresa que ustedes representan esté siempre abierta a aquel “significado más amplio de la vida”, que le permitirá “servir verdaderamente al bien común, con su esfuerzo por multiplicar y volver más accesibles para todos los bienes de este mundo” (Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, 203). Que el bien común sea, precisamente, la brújula que oriente la actividad productiva, para que crezca una economía de todos y para todos, que no sea “insensible a la mirada de los necesitados” (Si 4,1). Esto es verdaderamente posible, con la condición de que la simple proclamación de la libertad económica no prevalezca sobre la concreta libertad del hombre y sobre sus derechos, que el mercado no sea absoluto, sino que honre las exigencias de la justicia y, en último análisis, de la dignidad de la persona. Porque no hay libertad sin justicia y no hay justicia sin el respeto de la dignidad de cada uno.
Les agradezco su empeño y todo el bien que hacen y que podrán hacer. Que el Señor les bendiga. Y les pido, por favor, que no se olviden de rezar por mí. Gracias.
Y ahora quisiera pedir al Señor que les bendiga, a todos ustedes, a sus familias, a sus empresas.
28.02.16



Francisco pide una ‘respuesta coral’ ante el drama de los refugiados
El Pontífice manifestó este domingo su esperanza ante la noticia del cese de las hostilidades en Siria e invitó a rezar para que se abra la puerta al diálogo y la paz
28 febrero 2016
El papa Francisco pidió este domingo a la comunidad internacional “una respuesta coral” ante “el drama de los refugiados” y que se resuelva de forma eficaz y equitativa la crisis migratoria.
Tras el rezo del Ángelus, el Santo Padre se refirió al “drama de los refugiados que huyen de las guerras y de otras situaciones inhumanas” y también hizo mención especial a países como Grecia, que “están en primera línea” prestando una ayuda generosa.
La situación de estas personas –indicó el Pontífice– requiere “la cooperación de todas las naciones”. “Una respuesta coral puede ser eficaz y distribuir equitativamente los pesos. Por eso, es necesario apuntar con decisión y sin reservas a las negociaciones”, subrayó.
Por otra parte, el Papa aseguró que ha recibido “con esperanza” la noticia del cese de las hostilidades en Siria, e invitó a todos los presentes “a rezar para que este resquicio pueda dar alivio a la población sufriente y abra el camino al diálogo y a la paz tan deseada”.
Finalmente, Francisco manifestó su cercanía a las víctimas del ciclón que ha azotado las islas Fiyi. “Deseo asegurar mi cercanía al pueblo de las Islas Fiyi, duramente azotado por un ciclón devastador. Rezo por las víctimas y por quienes están comprometidos con las operaciones de socorro”, dijo.

 El Papa en el ángelus: ‘¡Nunca es demasiado tarde para convertirse!’



Ciudad del Vaticano) Como cada domingo, el papa Francisco rezó la oración del ángelus desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, ante una multitud que le atendía en la plaza de San Pedro.
Dirigiéndose a los fieles y peregrinos venidos de todo el mundo, que le acogieron con un largo y caluroso aplauso, el Pontífice les dijo:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Cada día, lamentablemente, las crónicas reportan malas noticias: homicidios, accidentes, catástrofes… en el pasaje evangélico de hoy, Jesús se refiere a dos hechos trágicos que en aquel tiempo habían suscitado mucha sensación: una represión cruel realizada por los soldados romanos dentro del templo; y el derrumbe de la torre de Siloé, en Jerusalén, que había causado dieciocho victimas (Cfr. Lc 13, 1-5).
Jesús conoce la mentalidad supersticiosa de sus oyentes y sabe que ellos interpretan este tipo de acontecimientos de modo equivocado. De hecho, piensan que, si aquellos hombres han muerto así, cruelmente, es signo que Dios los ha castigado por alguna culpa grave que habían cometido; como diciendo: “se lo merecían”. Y en cambio, el hecho de ser salvados de la desgracia equivalía a sentirse “bien”. Ellos se lo merecían; yo estoy bien.
Jesús rechaza claramente esta visión, porque Dios no permite las tragedias para castigar las culpas, y afirma que aquellas pobres víctimas no eran peores que los otros. Más bien, Él invita a sacar de estos hechos dolorosos una enseñanza que se refiere a todos, porque todos somos pecadores; de hecho, dice a aquellos que le habían interpelado: “Si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo” (v. 3).
También hoy, frente a ciertas desgracias y a eventos dolorosos, podemos tener la tentación de “descargar” la responsabilidad en las víctimas o incluso en Dios mismo. Pero el Evangelio nos invita a reflexionar: ¿Qué idea de Dios nos hemos hecho? ¿Estamos realmente convencidos de que Dios es así, o esto no es más que nuestra proyección, un dios hecho “a nuestra imagen y semejanza”? Jesús, al contrario, nos invita a cambiar el corazón, a hacer una radical inversión en el camino de nuestra vida, abandonando los compromisos con el mal –y esto lo hacemos todos, ¿eh?, los compromisos con el mal–, las hipocresías –pero, yo creo que casi todos tenemos un poco, de hipocresía–, para retomar decididamente el camino del Evangelio. Pero está ahí, nuevamente, la tentación de justificarse: ¿De qué cosa debemos convertirnos? ¿No somos en fin de cuentas buenas personas –cuantas veces hemos pensado esto: pero, en fin de cuentas yo soy bueno, soy alguien bueno… y no es así, ‘eh?–, no somos creyentes, incluso bastante practicantes? Y nosotros creemos que así nos justificamos.
Lamentablemente, cada uno de nosotros se asemeja mucho a un árbol que, durante años, ha dado múltiples pruebas de su esterilidad. Pero, afortunadamente para nosotros, Jesús se parece a un agricultor que, con una paciencia sin límites, obtiene todavía una prórroga para la higuera infecunda: “Déjala todavía este año –dice el dueño– […] Puede ser que así dé frutos en adelante” (v. 9). Un “año” de gracia: el tiempo del ministerio de Cristo, el tiempo de la Iglesia antes de su regreso glorioso, el tiempo de nuestra vida, marcado por un cierto número de Cuaresmas, que se nos ofrecen como ocasiones de arrepentimiento y de salvación. Un tiempo de un Año Jubilar de la Misericordia. La invencible paciencia de Jesús, ¿Habéis pensado en la paciencia de Dios? Habéis pensado también en su irreducible preocupación por los pecadores. ¡Cómo debería conducirnos a la impaciencia contra nosotros mismos! ¡Nunca es demasiado tarde para convertirse! ¡Jamás! Hasta el último momento, la paciencia de Dios nos espera. Recordáis aquella pequeña historia de santa Teresa del Niño Jesús, cuando rezaba por aquel hombre condenado a muerte, un criminal, que no quería recibir la consolación de la Iglesia, rechazaba al sacerdote, no quería, quería morir así. Y ella rezaba, en el convento, y cuando aquel hombre está ahí, en el momento de ser asesinado, se dirige al sacerdote, toma el Crucifijo y lo besa. ¡La paciencia de Dios! ¡Lo mismo hace con nosotros, con todos nosotros! Cuantas veces, nosotros no lo sabemos, lo sabremos en el Cielo; pero cuantas veces nosotros estamos ahí, ahí, y ahí el Señor nos salva. Nos salva porque tiene una gran paciencia con nosotros. Y esta es su misericordia. Jamás es tarde para convertirnos, pero ¡es urgente, es ahora! Comencemos hoy.
La Virgen María nos sostenga, para que podamos abrir el corazón a la gracia de Dios, a su misericordia; y nos ayude a no juzgar jamás a los demás, sino a dejarnos interpelar por las desgracias cotidianas para hacer un serio examen de conciencia y arrepentirnos.
Al término de estas palabras, el Santo Padre rezó la oración mariana:
Angelus Domini nuntiavit Mariae…
Al concluir la plegaria, Francisco se refirió a la difícil situación de los refugiados que huyen de la guerra y pidió oraciones por Siria:
Queridos hermanos y hermanas,

mi oración, y ciertamente también la vuestra, tiene siempre presente el drama de los refugiados que huyen de las guerras y de otras situaciones inhumanas. En particular, Grecia y otros países que están primera línea les están dando una ayuda generosa, que requiere la cooperación de todas las naciones. Una respuesta coral puede ser eficaz y distribuir equitativamente los pesos. Por eso, es necesario apuntar con decisión y sin reservas a las negociaciones. Al mismo tiempo, he recibido con esperanza la noticia
sobre el cese de las hostilidades en Siria, y os invito a todos a rezar para que este resquicio pueda dar alivio a la población sufriente y abra el camino al diálogo y a la paz tan deseada.
Asimismo, el Papa manifestó su cercanía a las víctimas del ciclón que ha azotado las Islas Fiyi:
También deseo asegurar mi cercanía al pueblo de las Islas Fiyi, duramente azotado por un ciclón devastador. Rezo por las víctimas y por quienes están comprometidos con las operaciones de socorro.
A continuación, llegó el turno de los saludos que tradicionalmente realiza el Pontífice:
Dirijo un cordial saludo a todos los peregrinos de Roma, de Italia y de otros países.
Saludo a los fieles de Gdansk, los indígenas de Biafra, los estudiantes de Zaragoza, Huelva, Córdoba y Zafra, los jóvenes de Formentera y los fieles Jaén.
Saludo a los grupos de polacos residentes en Italia; a los fieles de Casia, Desenzano del Garda, Vicenza, de Castiglione d’Adda y Rocca di Neto; así como a los numerosos jóvenes del Campamento de San Gabriele dell’Addolorata, acompañados por los Padres Pasionistas; los chicos de los Oratorios de Rho, Cornaredo y Pero, y a los de Buccinasco; y a la Escuela de las Hijas de María Inmaculada de Padua.
Saludo al grupo que ha venido con motivo del “Día de las Enfermedades Raras”, con una oración especial y mi aliento a vuestras asociaciones de ayuda mutua.
El Obispo de Roma terminó su intervención diciendo:
Os deseo a todos un buen domingo. No os olvidéis, por favor, de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!
29.02.16

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