El
Papa en el ángelus: ‘¿Sabemos fiarnos de la palabra del Señor?’
Texto completo. El Santo Padre pide
oraciones y solidaridad con Siria. Con ocasión de la Jornada de oración y
reflexión contra la trata de personas pide vencer este crimen e intolerable
vergüenza
El papa Francisco se ha asomado a la
ventana del estudio del Palacio Apostólico, como cada domingo, para rezar el
ángelus con los fieles congregados en la plaza de San Pedro.
Estas son
las palabras del Papa para introducir la oración mariana:
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de este domingo cuenta – en la redacción
de san Lucas – la llamada de los primeros discípulos de Jesús (Lc 5,1-11).
El hecho sucede en un contexto de vida cotidiana: hay algunos pescadores sobre
la orilla del mar de Galilea, los cuales, después de una noche de trabajo sin
pescar nada, están lavando y preparando las redes. Jesús sube a la barca de uno
de ellos, Simón, llamado Pedro, le pide separarse un poco de la orilla y se
pone a predicar la Palabra de Dios a la gente que se había reunido numerosa.
Cuando terminó de hablar, le dice a Pedro que se adentre en el lago para
echar redes. Simón ya había conocido a Jesús y experimentado el poder
prodigioso de su palabra, por lo que responde: “Maestro, nos hemos pasado la
noche bregando y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las
redes” (v. 5). Y su fe no queda decepcionada: de hecho, las redes se llenaron
de tal cantidad de peces que casi se rompían (cfr v. 6).
Frente a este evento extraordinario, los pescadores se
asombraron. Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: “Apártate de
mí, Señor, que soy un pecador” (v. 8). Ese signo prodigioso le convenció de que
Jesús no es solo un maestro formidable, cuya palabra es realmente poderosa,
sino que Él es el Señor, es la manifestación de Dios. Y tal presencia despierta
en Pedro un fuerte sentido de la propia mezquindad e indignidad. Desde un punto
de vista humano, piensa que debe haber distancia entre el pecador y el Santo.
En verdad, precisamente su condición de pecador requiere que el Señor no se
aleje de él, de la misma forma en la que un médico no se puede alejar de quien
está enfermo.
La respuesta de Jesús a Simón Pedro es tranquilizadora
y decidida: “No temas; desde ahora serás pescador de hombres” (v. 10). Y de
nuevo el pescador de Galilea, poniendo su confianza en esta palabra, deja todo
y sigue a Aquel que se ha convertido en su Maestro y Señor. Y así hicieron
también Santiago y Juan, compañeros de trabajo de Simón. Esta es la lógica que
guía la misión de Jesús y la misión de la Iglesia: ir a buscar, “pescar” a los
hombres y las mujeres, no para hacer proselitismo, sino para restituir a todos
la plean dignidad y libertad, mediante el perdón de los pecados. Esto es lo
esencial del cristianismo: difundir el amor regenerante y gratuito de Dios, con
actitud de acogida y de misericordia hacia todos, para que cada uno puede
encontrar la ternura de Dios y tener plenitud de vida.
Y aquí de forma particular pienso en los confesores,
son los primeros en tener que dar la misericordia del Padre siguiendo el
ejemplo de Jesús. Como han hecho los dos monjes santos, padre Leopoldo y padre
Pío.
El Evangelio de hoy nos interpela: ¿sabemos fiarnos
verdaderamente de la palabra del Señor? ¿O nos dejamos desanimar por nuestros
fracasos? En este Año Santo de la Misericordia estamos llamados a confortar a
cuantos se sienten pecadores e indignos frente al Señor y abatidos por los
propios errores, diciéndoles las mismas palabras de Jesús: “No temas”. Es más
grande la misericordia del padre que tus pecados. Es más grande. No temas. Que
la Virgen María nos ayude a comprender cada vez más que ser discípulo significa
poner nuestros pies en las huellas dejadas por el Maestro: son las huellas de
la gracia divina que regenera vida para todos.
Después del
ángelus:
Con viva preocupación sigo la dramática situación de
la población civil afectada por los violentos combates en la amada Siria y
obligada a abandonar todo para huir de los horrores de la guerra. Deseo que,
con generosa solidaridad, se dé la ayuda necesaria para asegurar su supervivencia
y dignidad, mientras hago un llamamiento a la comunidad internacional para que
no ahorre ningún esfuerzo para llevar con urgencia a la mesa de la negociación
a las partes implicadas. Solo una solución política en el conflicto será capaz
de garantizar un futuro de reconciliación y de paz a ese querido y golpeado
país, por el que os invito a rezar mucho. Y también ahora, todos juntos,
rezamos a la Virgen por la amada Siria.
Queridos
hermanos y hermanas,
hoy, en Italia, se celebra la Jornada por la Vida,
sobre el tema “La misericordia hace florecer la vida”. Me uno a los obispos
italianos para desear por parte de varios sujetos institucionales, educativos y
sociales un renovado compromiso a favor de la vida humana desde la concepción
hasta su natural ocaso. Nuestra sociedad debe ser ayudada a sanar de todos los
atentados a la vida, mediante un cambio interior, que se manifiesta también a
través de las obras de misericordia. Saludo y animo a los profesores
universitarios de Roma y a cuantos están comprometidos en testimoniar la
cultura de la vida.
Mañana se celebra la Jornada de oración y reflexión
contra la trata de personas, que ofrece a todos la oportunidad de ayudar a los
nuevos esclavos de hoy a romper las pesadas cadenas de la explotación para reapropiarse
de su libertad y dignidad. ¡Pienso en particular en tantas mujeres y hombres, y
en tantos niños! Es necesario hacer todos los esfuerzos requeridos para
vencer este crimen y esta intolerable vergüenza.
Y mañana, en el Extremo Oriente y en varias partes del
mundo, millones de hombres y mujeres celebra el fin de año lunar. A todos les
deseo que experimenten serenidad y paz en el seno de sus familias, que
constituyen el primer lugar en el que se viven y se transmiten los valores del
amor y de la fraternidad, de la convivencia y del compartir, de la atención del
cuidado del otro. Que el nuevo año pueda llevar frutos de compasión,
misericordia y solidaridad. Y a estos hermanos y hermanas nuestras del Extremo
Oriente que mañana celebrarán el año lunar, les saludamos con un aplauso desde
aquí.
Saludo a todos los peregrinos, a los grupos
parroquiales y a las asociaciones procedentes de Italia, España, Portugal,
Ecuador, Eslovaquia y otros países. ¡Son muchos para enumerarlos todos! Cito
solo a los jóvenes de conformación de la diócesis de Treviso, Padua, Cuneo,
Lodi, Como y Crotone. Y saludo a la comunidad sacerdotal del Colegio Mexicano
de Roma, con otros mexicanos: gracias por vuestro compromiso de acompañar con
la oración el viaje apostólico en México que realizaré dentro de pocos días y
también el encuentro que tendré en La Habana con mi querido hermano Kirill.
A todos deseo un feliz domingo. Por favor, no os
olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!
Els "Diaques" de Mallorca
El Papa recuerda la importancia de
‘construir puentes’
En un coloquio con el Corriere della
Sera, el Papa comenta algunos temas de actualidad como su encuentro con Kirill,
la inmigración en Europa y las consecuencias de la primavera árabe
8 febrero
2016
El artículo
en el Corriere della Sera
“Estoy muy feliz”. Así comenta el papa Francisco su
futuro encuentro con el patriarca de Rusia, Kirill, que tendrá lugar este
viernes en el aeropuerto de La Habana. En un coloquio en Santa Marta con varias
personas, entre las que estaba presente un periodista del
diario italiano Corriere della Sera, el Santo Padre cuenta
algunos detalles sobre este histórico momento para la Iglesia.
“Yo he dejado hacer. Solo he dicho que quería
encontrar y volver a abrazar a mis hermanos ortodoxos”. Añadió que “han sido
dos años de negociaciones en secreto, bien dirigidas por buenos obispos. Para
los ortodoxos se ha ocupado Hilarion, que además de ser bueno es también un
artista, un músico. Han hecho todo ellos”, explicó el mismo Francisco.
Asimismo, el Papa señala que son puentes lo que es
necesario construir. “Paso a paso, hasta llegar a estrechar la mano de quien
está al otro lado. Los puentes duran y ayudan a la paz. Los muros no: parece
que nos defienden, y sin embargo separan solamente. Por eso deben ser
derribados, no construidos. Y están destinados a caer, uno tras otro. Pensemos
en el de Berlín. Parecía eterno y sin embargo: puff, un día se ha caído”,
indicó el Santo Padre.
Por otro lado, en Pontífice aseguró que “no podemos
decir que estamos rodeados de un mundo en paz. Hacia donde nos giremos hay
conflictos. Yo he hablado de la tercera guerra mundial por partes. En realidad
no es por partes: es una guerra”. Y preguntó: “¿cómo se hacen las guerras?”. A
lo que respondió: “actuando sobre la economía, con el tráfico de armas, y
haciendo la guerra contra nuestra casa común, que es la naturaleza. Los
traficantes están haciendo mucho dinero, comprando armas de un país que se las
da para golpear a otro, su enemigo. Y se sabe cuáles son”.
Por otro lado, el Papa indicó que “Occidente debe
hacer autocrítica sobre la primavera árabe”. En esta línea subrayó que “sobre
la primavera árabe e Irak se podía imaginar antes lo que podía suceder. Y en
parte ha habido una convergencia de puntos de vista entre la Santa Sede y
Rusia. En parte, está bien que no exageremos porque Rusia tiene sus intereses”.
Otro tema abordado en el coloquio en Santa Marta, fue
la inmigración en Europa. Es un desafió –aseguró– para afrontarlo con
inteligencia, naturalmente, porque detrás está el problema enorme y terrible
del terrorismo. A propósito de Europa, el papa Francisco observó que “debe y
puede cambiar. Debe y puede reformarse. Si no es capaz de ayudar económicamente
a los países de los que provienen los refugiados, debe plantearse el problema
de cómo afrontar este gran desafío que es en primer lugar humanitario, pero no
solo”. Se ha roto un sistema educativo –indicó–, que transmitía los valores de
abuelos a nietos, de padres a hijos. Es necesario plantearse cómo
reconstruirlo.
09.02.16
El Santo Padre: ‘Ser confesor es
cubrir al pecador con la manta de la misericordia’
El papa Francisco recibe a los
Misioneros de la Misericordia que serán enviados mañana, a quienes se les
otorgará la autoridad para perdonar los pecados reservados a la Sede Apostólica
El Papa a
los misioneros de la misericordia
El papa Francisco ha explicado a los Misioneros de la
Misericordia, que delante de ellos, en la confesión, hay una persona ‘desnuda’.
Por eso les ha pedido que no olviden: “delante de nosotros no está el pecado,
sino el pecador arrepentido. Una persona “que siente el deseo de ser acogida y
perdona”. Un pecador “que promete no querer alejarse más de la casa del Padre y
que, con las pocas fuerzas que encuentra, quiere hacer de todo para vivir como
hijo de Dios”.
Lo ha dicho al recibir esta tarde a los
Misioneros de la Misericordia, antes del ‘envío’, que tendrá lugar en la misa
que presidirá mañana, miércoles de ceniza. Así, ha explicado a estos 700
sacerdotes de todo el mundo a quienes se les otorgará la autoridad para
perdonar los pecados reservados a la Sede Apostólica, que ser confesores según
el corazón de Cristo “equivale a cubrir al pecador con la manta de la
misericordia, para que no se avergüence más y pueda recuperar la alegría de la
dignidad filial”.
Por tanto, ha precisado Francisco, no es con el
garrote del juicio con lo que conseguiremos traer de vuelta a la oveja perdida
al redil, sino con la santidad de vida que es principio de renovación y de
reforma en la Iglesia. La santidad –ha explicado– se nutra de amor y se lleva
sobre ella el peso de quien es más débil. Además, ha asegurado que “un
misionero de la misericordia lleva sobre los propios hombros al pecador, y lo
consuela con la fuerza de la compasión”. Durante su discurso, el Santo Padre ha
asegurado que ser Misioneros de la Misericordia es una responsabilidad que se
les confía, “porque pide ser en primera persona testigos de la cercanía de Dios
y de su modo de amar”. De este modo, les ha ofrecido algunas breves
reflexiones, para que el mandato sea cumplido “de forma coherente y como una
ayuda concreta” para las personas que se acercarán a ellos.
En primer lugar, el Pontífice les ha recordado que en
este ministerio están llamados a expresar “la maternidad de la Iglesia”. Por
ello, ha subrayado que “no podemos correr el riesgo de que un penitente no
perciba la presencia materna de la Iglesia que lo acoge y lo ama”. Si falla
esta percepción por la rigidez –ha advertido– sería un daño grave en primer
lugar para la misma fe, porque impediría al penitente verse dentro del Cuerpo
de Cristo. Y también “limitaría mucho su sentirse parte de una comunidad”. Con
este fin, el papa Francisco ha afirmado que “somos llamados a ser expresión
viva de la Iglesia que como madre acoge a todo el que se acerca a ella,
sabiendo que a través suyo entra en Cristo”. En esta misma línea, ha precisado
que en el confesionario es Cristo quien acoge, escucha, perdona y da la paz.
Por lo tanto, ha indicado que cualquier que sea el pecado que es confesado,
“cada misionero está llamado a recordar la propia existencia de pecador y a
ofrecerse humildemente como ‘canal’ de la misericordia de Dios”.
Otro aspecto importante que ha destacado Francisco el
saber mirar el “deseo de perdón” presente en el corazón del penitente. Es un
deseo –ha explicado– fruto de la gracia y de su acción en la vida de las
personas, que permite sentir la nostalgia de Dios, de su amor y de su casa.
Asimismo, el Papa ha observado que este deseo “se refuerza cuando se decide en
el propio corazón cambiar de vida y no querer pecar más”.
Finalmente, ha reflexionado sobre un componente del
que no se habla mucho pero que es determinante: la verguenza. Al respecto, el
Pontífice ha recordado que “no es fácil ponerse delante de otro hombre, más aún
sabiendo que representa a Dios, y confesar el propio pecado”. Se siente
vergüenza –ha precisado– tanto por lo que se ha hecho, como por confesarlo a
otro. Por eso, ha indicado que la vergüenza es un sentimiento íntimo que incide
en la vida persona y requiere por parte del confesor una actitud de respeto y
de aliento.
Para concluir su discurso a los Misioneros de la
Misericordia, el Santo Padre les ha ofrecido el ejemplo de dos santos
“ministros del perdón de Dios”, san Leopoldo Mandic y san Pío de Pietrelcina,
cuyas reliquias se encuentran estos días en la Basílica de San Pedro. Y un
último consejo: “Cuando sintáis el peso de los pecados confesados a vosotros y
el límite de vuestra persona y de vuestras palabras, confiad en la fuerza de la
misericordia que va al encuentro de todos como amor que no conoce límites”.
10.02.16
El Papa invita a ‘podar la mundanidad, la indiferencia y la falsedad’
En la misa del miércoles de ceniza
el Santo Padre recuerda que la oración, la caridad y el ayuno son las medicinas
que sanan del pecado
10 febrero
2016
El papa
Francisco impone las cenizas
El papa Francisco ha deseado que la cuaresma sea un
tiempo de una ‘poda’ benéfica de la falsedad, de la mundanidad, de la indiferencia:
para no pensar que todo va bien si yo estoy bien; para entender que lo que
cuenta no es la aprobación, la búsqueda del éxito o del consenso, sino la
limpieza del corazón y de la vida. Para encontrar de nuevo la identidad
cristiana, es decir, el amor que sirve, no el egoísmo que se sirve.
Así lo ha indicado en la homilía de la misa del
miércoles de ceniza, en la Basílica de San Pedro, donde además se realiza en el
envío de los Misioneros de la Misericordia, en ocasión del Jubileo. De
este modo, han concelebrado cardenales, obispos y más de 700 Misioneros, que
reciben el “mandato” junto a la facultad de absolver también los pecados
reservados a la Sede Apostólica.
En total, serán más de mil los Misioneros
de la Misericordia en todo el mundo, que serán “testigos privilegiados
en sus Iglesias particulares de la extraordinariedad del evento jubilar”.
Durante la homilía, el Santo Padre ha explicado que la
Palabra de Dios, al inicio del camino cuaresmal, dirige a la Iglesia y a cada
uno de nosotros dos invitaciones concretas. En primer lugar la de san Pablo que
pide que nos reconciliemos con Dios. Tal y como ha observado Francisco, “no es
un simplemente un buen consejo paterno y tampoco solamente una sugerencia; es
una verdadera y propia súplica en nombre de Cristo”. Y este llamamiento –ha
asegurado– es porque Cristo sabe lo frágiles y pecadores que somos, conoce la
debilidad de nuestro corazón; lo ve herido por el mal que hemos cometido y sabe
cuánto necesitamos el perdón, sabe que necesitamos sentirnos amados para hacer
el bien.
En esta línea, el Pontífice ha indicado que es
responsabilidad nuestra reconocernos “necesitados de misericordia”. Este es el
“primer paso del camino cristiano”, se trata “de entrar a través de la puerta
abierta que es Cristo, donde nos espera Él mismo, el Salvador, y nos ofrece una
vida nueva y gloriosa”.
A propósito, el Santo Padre ha advertido que puede
haber algunos obstáculos, que cierran las puertas del corazón. Está la
tentación de “blindar las puertas, o sea, convivir con el propio pecado,
minimizandolo, justificándose siempre, pensando no ser peores que los otros”. Y
así, ha advertido, se cierran las cerraduras del alma y se permanece cerrados
dentro, prisioneros del mal.
Otro obstáculo del que ha hablado el papa Francisco es
“la vergüenza a abrir la puerta secreta del corazón”. Pero en realidad, ha
precisado, la vergüenza es un buen síntoma porque “indica que queremos
separarnos del mal, aunque no debe transformarse nunca en temor o miedo”.
Un tercer obstáculo es el “alejarnos de la puerta”.
Esto sucede cuando “nos encerramos en nuestras miserias, cuando nos lamentamos
continuamente, uniendo entre sí las cosas negativas, hasta hundirnos en los
huecos más oscuros del alma”. Por eso, Francisco ha recomendado “no permanecer
en uno mismo, si no ir a Él. Ahí hay restauración y paz”.
Durante la homilía, el Santo Padre ha recordado la
presencia en la celebración de los Misioneros de la Misericordia. A ellos
les ha pedido que sus manos “bendigan y alivien a los hermanos y hermanas
con fraternidad” y que a través de ellos “la mirada y las manos del Padre se
posen sobre los hijos y curen las heridas”.
La segunda invitación de las lecturas del día, llega
por medio del profeta Joel: “Conviértanse a mí de todo corazón”. Si es
necesario volver es porque nos hemos alejado, ha señalado el Santo Padre. Pero
junto a la historia de pecado, Jesús ha inaugurado una historia de salvación.
De este modo, el Papa ha explicado que el Evangelio que abre la cuaresma nos
invita a ser protagonistas, abrazando tres remedios, tres medicinas que sanan
del pecado.
En primer lugar la oración, “expresión de apertura y
de confianza en el Señor: es el encuentro personal con Él, que acorta las
distancias creadas por el pecado”. Rezar –ha indicado el Papa– es decir ‘no soy
autosuficiente’. En segundo lugar la caridad, “para superar la extrañeza hacia
los demás”. El verdadero amor, ha explicado, no es un acto exterior, no es dar
algo de forma paternal para calmar la conciencia, sino aceptar a quien necesita
nuestro tiempo, nuestra amistad, nuestra ayuda. Y en tercer lugar el ayuno, la
penitencia, “para liberarnos de las dependencias de los pasajero y entrenarnos
para ser más sensibles y misericordiosos”.
Jesús nos llama –ha subrayado el Santo Padre– a
vivir la oración, la caridad y la penitencia con coherencia y autenticidad,
venciendo la hipocresía.
11.02.16
Mensaje del Papa para la Cuaresma 2016
«“Misericordia quiero y no
sacrificio” (Mt 9,13). Las obras de misericordia en el camino jubilar»
El Miércoles
de Cenizas el sacerdote signa la cruz con la fórmula: 'Conviértete y cree en el
Evangelio. (Foto Wiki commons)
Publicamos a continuación el texto completo del
Mensaje del papa Francisco para la Cuaresma de 2016, que inició este miércoles
de cenizas, 11 de febrero
1.
María, icono de una Iglesia que evangeliza porque es evangelizada
En la Bula de convocación del Jubileo invité a que «la Cuaresma de este Año Jubilar sea vívida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios» (Misericordiae vultus, 17). Con la invitación a escuchar la Palabra de Dios y a participar en la iniciativa «24 horas para el Señor» quise hacer hincapié en la primacía de la escucha orante de la Palabra, especialmente de la palabra profética. La misericordia de Dios, en efecto, es un anuncio al mundo: pero cada cristiano está llamado a experimentar en primera persona ese anuncio. Por eso, en el tiempo de la Cuaresma enviaré a los Misioneros de la Misericordia, a fin de que sean para todos un signo concreto de la cercanía y del perdón de Dios.
María, después de haber acogido la Buena Noticia que le dirige el arcángel Gabriel, María canta proféticamente en el Magnificat la misericordia con la que Dios la ha elegido. La Virgen de Nazaret, prometida con José, se convierte así en el icono perfecto de la Iglesia que evangeliza, porque fue y sigue siendo evangelizada por obra del Espíritu Santo, que hizo fecundo su vientre virginal. En la tradición profética, en su etimología, la misericordia está estrechamente vinculada, precisamente con las entrañas maternas (rahamim) y con una bondad generosa, fiel y compasiva (hesed) que se tiene en el seno de las relaciones conyugales y parentales.
En la Bula de convocación del Jubileo invité a que «la Cuaresma de este Año Jubilar sea vívida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios» (Misericordiae vultus, 17). Con la invitación a escuchar la Palabra de Dios y a participar en la iniciativa «24 horas para el Señor» quise hacer hincapié en la primacía de la escucha orante de la Palabra, especialmente de la palabra profética. La misericordia de Dios, en efecto, es un anuncio al mundo: pero cada cristiano está llamado a experimentar en primera persona ese anuncio. Por eso, en el tiempo de la Cuaresma enviaré a los Misioneros de la Misericordia, a fin de que sean para todos un signo concreto de la cercanía y del perdón de Dios.
María, después de haber acogido la Buena Noticia que le dirige el arcángel Gabriel, María canta proféticamente en el Magnificat la misericordia con la que Dios la ha elegido. La Virgen de Nazaret, prometida con José, se convierte así en el icono perfecto de la Iglesia que evangeliza, porque fue y sigue siendo evangelizada por obra del Espíritu Santo, que hizo fecundo su vientre virginal. En la tradición profética, en su etimología, la misericordia está estrechamente vinculada, precisamente con las entrañas maternas (rahamim) y con una bondad generosa, fiel y compasiva (hesed) que se tiene en el seno de las relaciones conyugales y parentales.
2. La alianza de Dios con los hombres: una historia de
misericordia
El misterio de la misericordia divina se revela a lo largo de la historia de la alianza entre Dios y su pueblo Israel. Dios, en efecto, se muestra siempre rico en misericordia, dispuesto a derramar en su pueblo, en cada circunstancia, una ternura y una compasión visceral, especialmente en los momentos más dramáticos, cuando la infidelidad rompe el vínculo del Pacto y es preciso ratificar la alianza de modo más estable en la justicia y la verdad. Aquí estamos frente a un auténtico drama de amor, en el cual Dios desempña el papel de padre y de marido traicionado, mientras que Israel el de hijo/hija y el de esposa infiel. Son justamente las imágenes familiares —como en el caso de Oseas (cf. Os 1-2)— las que expresan hasta qué punto Dios desea unirse a su pueblo.
El misterio de la misericordia divina se revela a lo largo de la historia de la alianza entre Dios y su pueblo Israel. Dios, en efecto, se muestra siempre rico en misericordia, dispuesto a derramar en su pueblo, en cada circunstancia, una ternura y una compasión visceral, especialmente en los momentos más dramáticos, cuando la infidelidad rompe el vínculo del Pacto y es preciso ratificar la alianza de modo más estable en la justicia y la verdad. Aquí estamos frente a un auténtico drama de amor, en el cual Dios desempña el papel de padre y de marido traicionado, mientras que Israel el de hijo/hija y el de esposa infiel. Son justamente las imágenes familiares —como en el caso de Oseas (cf. Os 1-2)— las que expresan hasta qué punto Dios desea unirse a su pueblo.
Este drama de amor alcanza su culmen en el Hijo hecho
hombre. En él Dios derrama su ilimitada misericordia hasta tal punto que hace
de él la «Misericordia encarnada» (Misericordiae vultus, 8). En efecto, como
hombre, Jesús de Nazaret es hijo de Israel a todos los efectos. Y lo es hasta
tal punto que encarna la escucha perfecta de Dios que el Shemà requiere a todo
judío, y que todavía hoy es el corazón de la alianza de Dios con Israel:
«Escucha, Israel: El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás, pues,
al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas»
(Dt 6,4-5). El Hijo de Dios es el Esposo que hace cualquier cosa por ganarse el
amor de su Esposa, con quien está unido con un amor incondicional, que se hace
visible en las nupcias eternas con ella.
Es éste el corazón del kerygma apostólico, en el cual
la misericordia divina ocupa un lugar central y fundamental. Es «la belleza del
amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado» (Exh. ap.
Evangelii gaudium, 36), el primer anuncio que «siempre hay que volver a
escuchar de diversas maneras y siempre hay que volver a anunciar de una forma o
de otra a lo largo de la catequesis» (ibíd., 164). La Misericordia entonces
«expresa el comportamiento de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior
posibilidad para examinarse, convertirse y creer» (Misericordiae vultus, 21),
restableciendo de ese modo la relación con él. Y, en Jesús crucificado, Dios
quiere alcanzar al pecador incluso en su lejanía más extrema, justamente allí
donde se perdió y se alejó de Él. Y esto lo hace con la esperanza de poder así,
finalmente, enternecer el corazón endurecido de su Esposa.
3. Las obras de misericòrdia
La misericordia de Dios transforma el corazón del hombre haciéndole experimentar un amor fiel, y lo hace a su vez capaz de misericordia. Es siempre un milagro el que la misericordia divina se irradie en la vida de cada uno de nosotros, impulsándonos a amar al prójimo y animándonos a vivir lo que la tradición de la Iglesia llama las obras de misericordia corporales y espirituales. Ellas nos recuerdan que nuestra fe se traduce en gestos concretos y cotidianos, destinados a ayudar a nuestro prójimo en el cuerpo y en el espíritu, y sobre los que seremos juzgados: nutrirlo, visitarlo, consolarlo y educarlo.
Por eso, expresé mi deseo de que «el pueblo cristiano
reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y
espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces
aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón
del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia
divina» (ibíd., 15). En el pobre, en efecto, la carne de Cristo «se hace de
nuevo visible como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga…
para que nosotros lo reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado»
(ibíd.). Misterio inaudito y escandaloso la continuación en la historia del
sufrimiento del Cordero Inocente, zarza ardiente de amor gratuito ante el cual,
como Moisés, sólo podemos quitarnos las sandalias (cf. Ex 3,5); más aún cuando
el pobre es el hermano o la hermana en Cristo que sufren a causa de su fe.
Ante este amor fuerte como la muerte (cf. Ct 8,6), el
pobre más miserable es quien no acepta reconocerse como tal. Cree que es rico,
pero en realidad es el más pobre de los pobres. Esto es así porque es esclavo
del pecado, que lo empuja a utilizar la riqueza y el poder no para servir a
Dios y a los demás, sino parar sofocar dentro de sí la íntima convicción de que
tampoco él es más que un pobre mendigo. Y cuanto mayor es el poder y la riqueza
a su disposición, tanto mayor puede llegar a ser este engañoso ofuscamiento.
Llega hasta tal punto que ni siquiera ve al pobre Lázaro, que mendiga a la
puerta de su casa (cf. Lc 16,20-21), y que es figura de Cristo que en los
pobres mendiga nuestra conversión.
Lázaro es la posibilidad de conversión que Dios nos
ofrece y que quizá no vemos. Y este ofuscamiento va acompañado de un soberbio
delirio de omnipotencia, en el cual resuena siniestramente el demoníaco «seréis
como Dios» (Gn 3,5) que es la raíz de todo pecado. Ese delirio también puede
asumir formas sociales y políticas, como han mostrado los totalitarismos del
siglo XX, y como muestran hoy las ideologías del pensamiento único y de la
tecnociencia, que pretenden hacer que Dios sea irrelevante y que el hombre se
reduzca a una masa para utilizar. Y actualmente también pueden mostrarlo las
estructuras de pecado vinculadas a un modelo falso de desarrollo, basado en la
idolatría del dinero, como consecuencia del cual las personas y las sociedades
más ricas se vuelven indiferentes al destino de los pobres, a quienes cierran
sus puertas, negándose incluso a mirarlos.
La Cuaresma de este Año Jubilar, pues, es para todos
un tiempo favorable para salir por fin de nuestra alienación existencial
gracias a la escucha de la Palabra y a las obras de misericordia. Mediante las
corporales tocamos la carne de Cristo en los hermanos y hermanas que necesitan
ser nutridos, vestidos, alojados, visitados, mientras que las espirituales
tocan más directamente nuestra condición de pecadores: aconsejar, enseñar,
perdonar, amonestar, rezar. Por tanto, nunca hay que separar las obras
corporales de las espirituales. Precisamente tocando en el mísero la carne de
Jesús crucificado el pecador podrá recibir como don la conciencia de que él
mismo es un pobre mendigo.
A través de este camino también los «soberbios», los
«poderosos» y los «ricos», de los que habla el Magnificat, tienen la
posibilidad de darse cuenta de que son inmerecidamente amados por Cristo
crucificado, muerto y resucitado por ellos. Sólo en este amor está la respuesta
a la sed de felicidad y de amor infinitos que el hombre —engañándose— cree
poder colmar con los ídolos del saber, del poder y del poseer. Sin embargo,
siempre queda el peligro de que, a causa de un cerrarse cada vez más
herméticamente a Cristo, que en el pobre sigue llamando a la puerta de su
corazón, los soberbios, los ricos y los poderosos acaben por condenarse a sí
mismos a caer en el eterno abismo de soledad que es el infierno. He aquí, pues,
que resuenan de nuevo para ellos, al igual que para todos nosotros, las
lacerantes palabras de Abrahán: «Tienen a Moisés y los Profetas; que los
escuchen» (Lc 16,29). Esta escucha activa nos preparará del mejor modo posible
para celebrar la victoria definitiva sobre el pecado y sobre la muerte del
Esposo ya resucitado, que desea purificar a su Esposa prometida, a la espera de
su venida.
No perdamos este tiempo de Cuaresma favorable para la conversión. Lo pedimos por la intercesión materna de la Virgen María, que fue la primera que, frente a la grandeza de la misericordia divina que recibió gratuitamente, confesó su propia pequeñez (cf. Lc 1,48), reconociéndose como la humilde esclava del Señor (cf. Lc 1,38).
Vaticano, 4
de octubre de 2015
Fiesta de San Francisco de Asís
Fiesta de San Francisco de Asís
12.02.16
El
Papa en el ángelus: ‘Crear oportunidades en esta bendita tierra mexicana’
El Santo Padre pide presentarle al
Buen Padre las primicias de nuestros hijos, nietos, de nuestros proyectos, de
culturas, lenguas y tradiciones – Texto completo
14 febrero
2016
Al concluir la santa misa en la ciudad de Ecatepec,
después de los agradecimientos del obispo local, Mons. Oscar Domínguez
Couttolenc, antes de la bendición final, y de la oración del ángelus, el santo
padre Francisco pidió “hacer de esta bendita tierra mexicana una tierra de
oportunidad”, en la cual “no haya necesidad de emigrar para soñar; donde no
haya necesidad de ser explotado para trabajar; donde no haya necesidad de hacer
de la desesperación y la pobreza de muchos el oportunismo de unos pocos”. O sea
“una tierra que no tenga que llorar a hombres y mujeres, a jóvenes y niños que
terminan destruidos en las manos de los traficantes de la muerte”.
A continuación el texto completo de las palabras del
Papa antes de rezar el ángelus:
“Queridos hermanos: En la primera lectura de este
domingo, Moisés le da una recomendación al pueblo. En el momento de la cosecha,
en el momento de la abundancia, en el momento de las primicias no te olvides de
tus orígenes. La acción de gracias nace y crece en una persona y en un pueblo
que sea capaz de hacer memoria. Tiene sus raíces en el pasado, que entre luces
y sombras fue gestando el presente. En el momento que podemos dar gracias a
Dios porque la tierra ha dado su fruto, y así poder producir el pan, Moisés
invita a su pueblo a ser memorioso enumerando las situaciones difíciles por las
que ha tenido que atravesar.
En este día de fiesta, en este día podemos celebrar lo
bueno que el Señor ha sido con nosotros. Damos gracias por la oportunidad de
estar reunidos presentándole al Buen Padre las primicias de nuestros hijos,
nietos, de nuestros sueños y proyectos. Las primicias de nuestras culturas, de
nuestras lenguas y tradiciones. Las primicias de nuestros desvelos…
Cuánto ha tenido que pasar cada uno de ustedes para
llegar hasta acá, cuánto han tenido que ‘caminar’ para hacer de este día una
fiesta, una acción de gracias. Cuánto han caminado otros que no han podido
llegar pero gracias a ellos nosotros hemos podido seguir andando.
Hoy, siguiendo la invitación de Moisés, queremos como
pueblo hacer memoria, queremos ser el pueblo de la memoria viva del paso de
Dios por su Pueblo, en su Pueblo. Queremos mirar a nuestros hijos sabiendo que
heredarán no sólo una tierra, una lengua, una cultura y una tradición, sino que
heredarán el fruto vivo de la fe que recuerda el paso seguro de Dios por esta
tierra. La certeza de su cercanía y solidaridad. Una certeza que nos ayuda a
levantar la cabeza y esperar con ganas la aurora.
Con ustedes, también me uno a esta memoria agradecida.
A este recuerdo vivo del paso de Dios por sus vidas. Mirando a sus hijos no
puedo no dejar de hacer mías las palabras que un día les dirigió el beato Pablo
VI al pueblo mexicano: «Un cristiano no puede menos que demostrar su
solidaridad […] para solucionar la situación de aquellos a quienes aún no ha
llegado el pan de la cultura o la oportunidad de un trabajo honorable, […] no
puede quedar insensible mientras las nuevas generaciones no encuentren el cauce
para hacer realidad sus legítimas aspiraciones». Y prosigue el beato Pablo VI
con una invitación a «estar siempre en primera línea en todos los esfuerzos […]
para mejorar la situación de los que sufren necesidad», a ver «en cada hombre
un hermano y, en cada hermano a Cristo».
Quiero invitarlos nuevamente hoy a estar en primera
línea, a primerear en todas las iniciativas que ayuden a hacer de esta bendita
tierra mexicana una tierra de oportunidad.
Donde no haya necesidad de emigrar para soñar; donde
no haya necesidad de ser explotado para trabajar; donde no haya necesidad de
hacer de la desesperación y la pobreza de muchos el oportunismo de unos pocos.
Una tierra que no tenga que llorar a hombres y
mujeres, a jóvenes y niños que terminan destruidos en las manos de los
traficantes de la muerte.
Esta tierra tiene sabor a Guadalupana, la que siempre
Madre se nos adelantó en el amor, y digámosle:
Virgen Santa, «ayúdanos a resplandecer en el
testimonio de la comunión, del servicio, de la fe ardiente y generosa, de la
justicia y el amor a los pobres, para que la alegría del Evangelio llegue hasta
los confines de la tierra y ninguna periferia se prive de su luz»
El ángel del
Señor anunció a María…
15.02.16
Chiapas
recibe al Papa con gran entusiasmo
Francisco oficia la Santa Misa en
San Cristóbal de las Casas. Almorzará con indígenas del sur de México
15 febrero
2016
Misa en
Chiapas
El papa Francisco llegó este lunes a San Cristóbal de
las Casas en helicóptero, proveniente del aeropuerto de Tuxtla Gutiérrez
en donde aterrizó el avión de Aeroméxico. Miles de pobladores le recibieron de
manera muy calurosa, agitando banderas con los colores del Vaticano y
pañuelos.
El papamóvil se detuvo algunas veces para que el
Santo Padre pudiera bendecir y besar a algunos niños, especialmente al llegar
en el Centro Deportivo Municipal, en donde el Pontífice presidió la santa
misa. Esta es la primera vez que un Papa visita esa localidad de Chiapas.
Por los altavoces, el presentador citó a las
diversas etnias indígenas allí presentes, mientras la gente no cesaba de
saludarle. En el papamóvil le acompañaron los obispos de Tuxtla Gutiérrez,
monseñor Fabio Martínez Castilla y el de San Cristóbal de las Casas, monseñor
Felipe Arizmendi.
En el estadio fueron reproducidas una réplica de
la fachada de la Catedral de San Cristóbal, las escalinatas de la pirámide de
Palenque e imágenes de las cascadas de Agua Azul, donde Francisco ofició la
eucaristía ante miles de personas.
En su homilía, el Santo Padre advirtió que “ya no
podemos hacernos los sordos frente a una de las mayores crisis ambientales de
la historia”. Ante esta crisis, añadió, los indígenas “tienen mucho que
enseñarnos”.
Los paramentos eran color violeta, respetando el
tiempo cuaresmal, y la celebración fue embellecida con las melodiosas músicas
autóctonas y el característico sonido de la marimba. Las lecturas y los cantos
de la misa se hicieron en lenguas chol, tzotzil y tzeltal por los mismos
indígenas. Las ofrendas fueron entregadas por familias tojolabales y zoques.
Tras la celebración religiosa, el Pontífice almorzará
con ocho representantes de los pueblos originarios y visitará la tumba de
Samuel Ruiz, un sacerdote a quien llamaban cariñosamente “Tatic” (padre, en
lengua tzotzil).
16.02.16
Estoy concluyendo mi visita a México y no quería irme sin venir a saludarlos, sin celebrar el Jubileo de la Misericordia con ustedes.
En el viaje a África, en la ciudad de Bangui, pude abrir la primera Puerta de la Misericordia para el mundo entero. De este Jubileo, porque la primera Puerta Santa la abrió Dios Padre enviando a su Hijo Jesucristo.
La misericordia nos recuerda que la reinserción no comienza acá en estas paredes; sino que comienza antes, comienza «afuera», en las calles de la ciudad.
Antes de darles la bendición me gustaría que oráramos en silencio. Cada sabe lo que le dirá al Señor, cada uno sabe de qué tienen que pedir perdón, pero también le pido que en esta oración en silencio, podamos ampliar el corazón para poder perdonar a la sociedad que no supo ayudarnos y que muchas veces nos ha empujado desde la intimidad del corazón, que nos ayude a creer en su misericordia. Recemos en silencio…
Y les pido que no se olviden de rezar por mí”.
Texto completo del discurso del Santo Padre a las familias en México
El papa Francisco asegura que lo más
lindo que un hombre y una mujer se pueden dar entre sí, es el verdadero amor,
para toda la vida
16 febrero
2016
Publicamos a
continuación el texto completo de las palabras del papa Francisco a las
familias en el encuentro en el Estadio de Tuxtla Gutiérrez en México.
Queridos
hermanos y hermanas
Doy gracias a Dios por estar en esta tierra
chiapaneca. Es bueno estar en este suelo, es bueno estar en esta tierra, es
bueno estar en este lugar que con ustedes tiene sabor a familia, a hogar. Le
doy gracias por sus rostros y presencia, le doy gracias Dios por el palpitar de
su presencia las familias de ustedes. Gracias también a ustedes, familias y
amigos, que nos han regalado sus testimonios, que nos han abierto las puertas
de sus casas, las puertas de sus vidas; nos han permitido estar en sus «mesas»
compartiendo el pan que los alimenta y el sudor frente a las dificultades
cotidianas. El pan de las alegrías, de la esperanza, de los sueños y el sudor
frente a las amarguras, la desilusión y las caídas. Gracias por permitirnos
entrar en sus familias, en su mesa, en su hogar.
Manuel, antes de darte gracias a vos por tu
testimonio, quiero dar a tus padres, los dos de rodillas delante tuyo
teniéndote el papel. ¿vieron qué imagen es esa? Los padres de rodilla ante el
hijo que está enfermo. No nos olvidemos de esa imagen. Por ahí de vez en cuando
ellos se pelean. Por ahí. ¿qué marido y qué mujer no se pelean? Y más cuando se
mete la suegra, pero no importa. Pero se aman y nos han demostrado que se aman
y son capaces, por el amor que se tienen, de ponerse de rodillas delante de su
hijo enfermo. Gracias amigos por este testimonio que han dado. Y sigan
adelante. Gracias. Y a vos Manuel gracias por tu testimonio y especialmente por
tu ejemplo. Me gustó esa expresión que usaste: «echarle ganas», como la
actitud que tomaste después de hablar con tus padres. Comenzaste a echarle
ganas a la vida, echarle ganas a tu familia, echar ganas entre tus amigos; y
nos has echado ganas a nosotros aquí́ reunidos. Gracias. Creo que es lo que el
Espíritu Santo siempre quiere hacer en medio nuestro: echarnos ganas,
regalarnos motivos para seguir apostando a la familia, sonando y construyendo
una vida que tenga sabor a hogar y a familia. ¿le echamos ganas? Gracias
Y es lo que el Padre Dios siempre ha sonado y por lo
que desde tiempos lejanos el Padre Dios ha peleado. Cuando parecía todo perdido
esa tarde en el jardín del edén, el Padre Dios le echó ganas a esa joven
pareja y le dijo que no todo estaba perdido. Cuando el pueblo de Israel sentía
que no daba mas en el camino por el desierto, el Padre Dios le echó ganas con
el maná. Cuando llegó la plenitud de los tiempos, el Padre Dios le echó
ganas a la humanidad para siempre y nos mandó a su hijo.
De la misma manera, todos los que estamos acá́ hemos
hecho experiencia de eso, en muchos momentos y de diferentes formas: el Padre
Dios le ha echado ganas a nuestra vida. Podemos preguntarnos: ¿por qué?
Porque no sabe hacer otra cosa. Nuestro Padre Dios no
sabe hacer otra cosa que querernos, echarnos ganas y llevarnos adelante. No
sabe hacer otra cosa. Porque su nombre es amor, su nombre es donación, su
nombre es entrega, su nombre es misericordia. Eso nos lo ha manifestado con
toda fuerza y claridad en Jesús, su hijo, que se la jugó hasta el extremo para
volver hacer posible el reino de Dios. Un reino que nos invita a participar de
esa nueva lógica, que pone en movimiento una dinámica capaz de abrir los
cielos, capaz de abrir nuestros corazones, nuestras mentes, nuestras manos y
desafiarnos con nuevos horizontes. Un reino que sabe de familia, que sabe de
vida compartida. En Jesús y con Jesús ese reino es posible. El es capaz de
transformar nuestras miradas, nuestras actitudes, nuestros sentimientos muchas
veces aguados en vino de fiesta superficial. El es capaz de sanar nuestros
corazones e invitarnos una y otra vez, setenta veces siete, a volver a empezar.
El es capaz de hacer siempre nuevas todas las cosas.
Me pediste, Manuel, que rezara por muchos adolescentes
que están desanimados y en malos pasos. Lo sabemos ¿no? Muchos adolescentes sin
ánimo, sin fuerza, sin ganas. Y, como bien dijiste, Manuel, muchas veces esa
actitud nace porque se sienten solos, porque no tienen con quien hablar.
Piensen los padres, pienses las madres. ¿hablan con sus hijos e sus hijas? ¿o
están siempre ocupados, apurados? ¿juegan con sus hijos y sus hijas?
Y eso me recordó el testimonio que nos regaló
Beatriz. Beatriz, vos dijiste: «la lucha siempre ha sido difícil por la
precariedad y la soledad».¿cuántas veces te sentiste, señalada, juzgada?
Esa. Pensemos en todas las mujeres que pasan por lo que pasó Beatriz.
La precariedad, la escasez, el no tener muchas veces lo mínimo nos puede
desesperar, nos puede hacer sentir una angustia fuerte ya que no sabemos como
hacer para seguir adelante y más cuando tenemos hijos a cargo. La precariedad
no solo amenaza el estómago (y eso es ya decir mucho), sino que puede amenazar
el alma, nos puede desmotivar, sacar fuerza y tentar con caminos o alternativas
de aparente solución, pero que al final no solucionan nada. Y vos fuiste valiente
Beatriz. Gracias. Existe una precariedad que puede ser muy peligrosa, que se
nos puede ir colando sin darnos cuenta, es la precariedad que nace de la
soledad y el aislamiento. Y el aislamiento siempre es un mal consejero.
Manuel y Beatriz usaron sin darse cuenta la misma
expresión, ambos nos muestran como muchas veces la mayor tentación a la que nos
enfrentamos es «cortarnos solos» y lejos de «echarle ganas»; esa actitud es
como una polilla que nos va corroyendo el alma, nos va secando el alma.
La forma de combatir esta precariedad y aislamiento,
que nos deja vulnerables a tantas aparentes soluciones, como la que Beatriz
mencionaba, se tiene que dar a distintos niveles. Una es por medio de
legislaciones que protejan y garanticen los mínimos necesarios para que cada
hogar y para que cada persona pueda desarrollarse por medio del estudio y un
trabajo digno. Por otro lado, como bien lo resaltaba el testimonio de Humberto
y Claudia cuando nos decían que buscaban la manera de transmitir el amor de
Dios que habían experimentado en el servicio y en la entrega a los demás. Leyes
y compromiso personal son un buen binomio para romper la espiral de la
precariedad. Y ustedes se animaron, y ustedes rezan , y ustedes están con
Jesús, y ustedes están integrado en la vida de la iglesia. Usaron una linda
expresión, comulgamos con el hermano débil, el enfermo, el necesitado. Gracias,
gracias.
Hoy en día vemos y vivimos por distintos frentes como
la familia está siendo debilitada, cuestionada. Como se cree que es un modelo
que ya pasó y que no tiene espacio en nuestras sociedades que, bajo la
pretensión de modernidad, propician cada vez más un modelo basado en el
aislamiento. Y se van inoculando en nuestras sociedades, se dice sociedades
libres, democráticas, soberanas, se van inoculando colonizaciones ideológicas
que la destruyen y terminamos siendo colonias de ideologías destructoras del
núcleo de la familia, de la familia que es la base de toda sana sociedad.
Es cierto, vivir en familia no siempre es fácil,
muchas veces es doloroso y fatigoso, pero creo que se puede aplicar a la
familia lo que más de una vez he referido a la iglesia: prefiero una familia
herida, que intenta todos los días conjugar el amor, a una familia y sociedad
enferma por el encierro y la comodidad del miedo a amar. Prefiero una familia
que una y otra vez intenta volver a empezar a una familia y sociedad narcisista
y obsesionada por el lujo y el confort. ¿cuántos chicos tienes? No, no tenemos
porque claro nos gusta salir de vacaciones, salir a turismo ,quiero comprarme
una quinta. El lujo y el confort y los hijos quedan… Y cuando quisiste tener
uno ya se te pasó la hora. Que daño que hace eso ¿eh?. Prefiero una familia con
rostro cansado por la entrega a rostros maquillados que no han sabido de ternura
y compasión. Prefiero un hombre y una mujer, don Aniceto y señora, con el
rostro arrugado por las luchas de todos los días que después de más de 50 años
se siguen queriendo. Y ahí los tenemos. Y el hijo aprendió la lección. Ya lleva
25 de casado. Esas son las familias. Cuando les pregunté recién ¿quién
tuvo más paciencia en esos 50 años? Los dos. Porque en la familia para llegar a
lo que ellos llegaron hay que tener paciencia amor, hay que saber perdonarse.
Padre, una familia perfecta nunca discute. Mentira. Es conveniente que de vez
en cuando discutan. Y que vuelve algún plato. Está bien, no le tengan miedo. El
único consejo es que no terminen el día sin hacer la paz. Porque si terminan el
día en guerra van a amanecer ya en guerra fría, y la guerra fría es muy
peligrosa en la familia porque va socavando desde abajo. Las arrugas de la
fidelidad conyugal. Gracias por el testimonio de quererse por más de cincuenta
años. Muchas gracias.
Y hablando de arrugas, para cambiar un poco el tema,
recuerdo el testimonio de una gran actriz. Actriz de cine latinoamericana,
cuando ya casi sesentona, comenzaba a mostrarse las arrugas de la cara, le
recomendaron un arreglito para poder seguir trabajando bien. Su respuesta fue
muy clara: estas arrugas me costaron mucho trabajo, mucho esfuerzo, mucho dolor
y una vida plena. Ni soñando las quiero tocar. Son las huellas de mi historia.
Y siguió siendo una gran actriz. En el matrimonio pasa lo mismo. La vida
matrimonial tiene que renovarse todos los días. Como dije antes prefiero familias
arrugadas, con heridas , con cicatrices pero que sigan andando porque esas
heridas, esas cicatrices, esas arrugas, son fruto de la fidelidad de una amor
que no siempre les fue fácil. El amor no es fácil, no es fácil no. Pero lo más
lindo que un hombre y una mujer se pueden dar entre sí es el verdadero amor,
para toda la vida.
Me han pedido que rezara por ustedes y quiero empezar
a hacerlo ahora mismo, con ustedes. Ustedes queridos mexicanos tienen un plus,
corren con ventaja. Tienen a la madre: la guadalupana quiso visitar estas
tierras y eso nos da la certeza de tener su intercesión para que este sueno
llamado familia no se pierda por la precariedad y la soledad. Ella es madre y
está siempre dispuesta a defender nuestras familias, a defender nuestro
futuro; está siempre dispuesta a «echarle ganas» dándonos a su hijo. Por eso,
los invito, como están sin moverse mucho, a tomarse las manos y decir juntos a
ella: Dios te salve María….
17.02.16
Francisco
invita a los presos de Ciudad Juárez a mirar hacia adelante
El Santo Padre recuerda que la
prisión más que aislar para evitar delitos, tiene que servir para promover
procesos de rehabilitación – TEXTO COMPLETO
17 febrero
2016
El Papa en la cárcel Cereso3, en
Ciudad Juárez, recibe un báculo realizado por un preso
El santo padre Francisco desde el
aeropuerto “Abraham González”, de Ciudad Juárez, partió hacia el Penal “Centro
de Readaptación Social estatal n. 3” (CeReSo n. 3), en donde fue recibido por
las autoridades de la estructura, y unos 250 familiares de varios presos. En la
capilla saludó al personal y a los sacerdotes que se ocupan de la pastoral con
los 700 presos allí recluidos.
Tras el saludo de
monseñor Andrés Vargas Peña, obispo auxiliar responsable de la pastoral
penitenciaria, del testimonio de una detenida y de un intercambio de regalos,
el Santo Padre se dirigió a los reclusos indicándoles que “no quería irme sin
venir a saludarlos, sin celebrar el Jubileo de la Misericordia con ustedes”.
Francisco les recordó que celebrar
el Jubileo de la misericordia junto a ellos es señalar “el camino urgente que debemos
tomar para romper los círculos de la violencia y de la delincuencia”. Porque
“no todo se resuelve aislando, apartando, encarcelando” cuando la preocupación
tiene que ser “la vida de las personas; las de sus familias, la de aquellos que
también han sufrido a causa de este círculo de la violencia”.
Señaló que las cárceles más que
incapacitar a las personas a seguir cometiendo delitos deben servir para
promover procesos de rehabilitación. Una labor social entretanto “que comienza
insertando a todos nuestros hijos en las escuelas, y a sus familias en trabajos
dignos, generando espacios públicos de esparcimiento, servicios sanitarios,
acceso a los servicios básicos”.
No se puede –reconoció el Santo
Padre– volver atrás, lo realizado, realizado está; “eso no quiere decir que no
haya posibilidad de escribir una nueva historia hacia delante”. Les invitó por
ello a hablar con los suyos, “cuenten su experiencia, ayuden a frenar el
círculo de la violencia y la exclusión”. Y les invitó a rezar algunos instantes
en silencio desde la intimidad del corazón.
Finalmente agradeció a todos
los sacerdotes y agentes pastorales que se esfuerzan en llevarles la Palabra de
Dios.
A
continuación el texto completo del mensaje
“Queridos hermanos y hermanas,
Estoy concluyendo mi visita a México y no quería irme sin venir a saludarlos, sin celebrar el Jubileo de la Misericordia con ustedes.
Agradezco de corazón las palabras de saludo que me han
dirigido, en las que manifiestan tantas esperanzas y aspiraciones, como también
tantos dolores, temores e interrogantes.
En el viaje a África, en la ciudad de Bangui, pude abrir la primera Puerta de la Misericordia para el mundo entero. De este Jubileo, porque la primera Puerta Santa la abrió Dios Padre enviando a su Hijo Jesucristo.
Hoy, junto a ustedes y con ustedes, quiero reafirmar
una vez más la confianza a la que Jesús nos impulsa: la misericordia que abraza
a todos y en todos los rincones de la tierra. No hay espacio donde su
misericordia no pueda llegar, no hay espacio ni persona a la que no pueda
tocar.
Celebrar el Jubileo de la misericordia con ustedes es recordar el camino urgente que debemos tomar para romper los círculos de la violencia y de la delincuencia.
Celebrar el Jubileo de la misericordia con ustedes es recordar el camino urgente que debemos tomar para romper los círculos de la violencia y de la delincuencia.
Ya tenemos varias décadas perdidas pensando y creyendo
que todo se resuelve aislando, apartando, encarcelando, sacándonos los
problemas de encima, creyendo que estas medidas solucionan verdaderamente los
problemas. Nos hemos olvidado de concentrarnos en lo que realmente debe ser
nuestra preocupación: la vida de las personas; sus vidas, las de sus familias,
la de aquellos que también han sufrido a causa de este círculo de la violencia.
La misericordia divina nos recuerda que las cárceles
son un síntoma de cómo estamos como sociedad, son un síntoma en muchos casos de
silencios y omisiones que han provocado una cultura de descarte. Son un síntoma
de una cultura que ha dejado de apostar por la vida; de una sociedad que ha ido
abandonando a sus hijos.
La misericordia nos recuerda que la reinserción no comienza acá en estas paredes; sino que comienza antes, comienza «afuera», en las calles de la ciudad.
La reinserción o rehabilitación comienza creando un
sistema que podríamos llamarlo de salud social, es decir, una sociedad que
busque no enfermar contaminando las relaciones en el barrio, en las escuelas,
en las plazas, en las calles, en los hogares, en todo el espectro social. Un
sistema de salud social que procure generar una cultura que actúe y busque
prevenir aquellas situaciones, aquellos caminos que terminan lastimando y
deteriorando el tejido social.
A veces pareciera que las cárceles se proponen
incapacitar a las personas a seguir cometiendo delitos más que promover los
procesos de rehabilitación que permitan atender los problemas sociales,
psicológicos y familiares que llevaron a una persona a determinada actitud. El
problema de la seguridad no se agota solamente encarcelando, sino que es un
llamado a intervenir afrontando las causas estructurales y culturales de la
inseguridad, que afectan a todo el entramado social.
La preocupación de Jesús por atender a los
hambrientos, a los sedientos, a los sin techo o a los presos (Mt 25,34-40) era
para expresar las entrañas de la misericordia del Padre, que se vuelve un
imperativo moral para toda sociedad que desea tener las condiciones necesarias
para una mejor convivencia. En la capacidad que tenga una sociedad de incluir a
sus pobres, sus enfermos o sus presos está la posibilidad de que ellos puedan
sanar sus heridas y ser constructores de una buena convivencia. La reinserción
social comienza insertando a todos nuestros hijos en las escuelas, y a sus
familias en trabajos dignos, generando espacios públicos de esparcimiento y
recreación, habilitando instancias de participación ciudadana, servicios
sanitarios, acceso a los servicios básicos, por nombrar sólo algunas medidas.
Aquí comienza todo proceso de reinserción.
Celebrar el Jubileo de la misericordia con ustedes es
aprender a no quedar presos del pasado, del ayer. Es aprender a abrir la puerta
al futuro, al mañana; es creer que las cosas pueden ser diferentes.
Celebrar el Jubileo de la misericordia con ustedes es
repetir esa frase que escuchamos recién, tan bien dicha y con tanta
fuerza. Cuando me dieron la sentencia alguien me dijo, no te
preguntes por qué estás aquí sino para qué, y que este para qué nos
lleve adelante. Nos haga saltar el engaño social que creen que la seguridad y
el orden se logran solamente encarcelando a la gente.
Sabemos que no se puede volver atrás, sabemos que lo
realizado, realizado está; por eso he querido celebrar con ustedes el Jubileo
de la misericordia, ya que eso no quiere decir que no haya posibilidad de
escribir una nueva historia, una nueva historia que mira hacia delante.
Ustedes sufren el dolor de la caída, sienten el
arrepentimiento de sus actos y sé que, en tantos casos, entre grandes
limitaciones, buscan rehacer su vida desde la soledad.
Han conocido la fuerza del dolor y del pecado, no se
olviden que también tienen a su alcance la fuerza de la resurrección, la fuerza
de la misericordia divina que hace nuevas todas las cosas. Ahora les puede
tocar la parte más dura, más difícil, pero que posiblemente sea la que más
fruto genere, luchen desde acá dentro por revertir las situaciones que generan
más exclusión. Hablen con los suyos, cuenten su experiencia, ayuden a frenar el
círculo de la violencia y la exclusión. Quien ha sufrido el dolor al máximo, y
que podríamos decir «experimentó el infierno», puede volverse un profeta en la
sociedad. Trabajen para que esta sociedad que usa y tira no siga cobrándose
victimas.
Y al decirles estas cosas, me recuerdo cuando Jesús
dijo ‘el que está libre de pecado tire la primera piedra’, y yo aquí tendría
que irme, pero al decirles estas cosas no lo hago como quien enseña de la
cátedra con el dedo levantado, lo hago desde la experiencia de mis errores y de
mis pecados, que el Señor ha querido perdonar y ha querido reeducarme.
Lo hago desde la conciencia de que sin su gracia y mi
vigilancia, podría volver a repetirlos. Hermanos, siempre me pregunto al entrar
en una cárcel: ¿Por qué ellos y no yo? Es un misterio de la misericordia divina
y a esa misericordia la estamos celebrando mirando adelante en la esperanza.
Quisiera también alentar al personal que trabaja en
este Centro u otros similares: a los dirigentes, a los agentes de la Policía
penitenciaria, a todos los que realizan cualquier tipo de asistencia en este
Centro. Y agradezco el esfuerzo de los capellanes, las personas consagradas y
los laicos que se dedican a mantener viva la esperanza del Evangelio de la
Misericordia en el reclusorio. Todos ustedes, no se olviden, pueden ser signos
de la entrañas del Padre. Nos necesitamos los unos a los otros para salir
adelante.
Decía nuestra hermana, recordando la carta a los
Hebreos, siéntanse encarcelados también ustedes.
Antes de darles la bendición me gustaría que oráramos en silencio. Cada sabe lo que le dirá al Señor, cada uno sabe de qué tienen que pedir perdón, pero también le pido que en esta oración en silencio, podamos ampliar el corazón para poder perdonar a la sociedad que no supo ayudarnos y que muchas veces nos ha empujado desde la intimidad del corazón, que nos ayude a creer en su misericordia. Recemos en silencio…
Y les pido que no se olviden de rezar por mí”.
18.02.16
El Papa pidió a los jesuitas trabajar por la
canonización del padre Pro
La Provincia Mexicana de la Compañía
de Jesús publica un breve vídeo sobre el encuentro que mantuvieron con el
Pontífice el pasado 14 de febrero
19 febrero
2016
El equipo de gobierno de la Provincia Mexicana de la
Compañía de Jesús, en representación de los jesuitas mexicanos, tuvieron la
oportunidad de saludar al papa Francisco, el pasado 14 de febrero. En una nota
publicada en su página web, aseguran que “fue un encuentro amable y fraterno;
con la sencillez y profundidad que caracterizan a su Santidad, a la vez que con
la naturalidad de la convivencia entre compañeros jesuitas”.
Asimismo explican que en medio de ese encuentro de
“tono familiar”, entregaron un libro y un CD con todas las participaciones de
la iniciativa #venfrancisco.org que a propósito de su visita lanzó la Provincia,
a lo que el Santo Padre “expresó su agradecimiento”. También le obsequiaron con
una reliquia del padre Pro, “que besó con devoción y recordó su memoria así
como el influjo que su martirio tuvo especialmente durante su formación”.
Antes de terminar el encuentro, el Santo Padre envió
un mensaje grabado para los jesuitas de la Provincia en el que invitó a seguir
“trabajando por la dignidad, la dignidad de Jesús que está en cada hombre y
mujer de México”. Insistió en la idea de que “México tiene rostro joven”. Y les
pidió seguir trabajando de manera que esa dignidad de Jesús, “que no
termine negociada en la Cruz para que vivan mejor los que lo crucifican”.
México sufre –advirtió– pero México es grande, tiene cosas lindas, tiene un
riqueza impresionante, una historia original, casi única en América Latina.
Concluyó asegurando que reza por ellos, les pidió que
recen por él. También les pidió que trabajen por la causa de
canonización del padre Pro, jesuita de Guadalupe, asesinado en el 1927 durante
las persecuciones anticatólicas llevadas a cabo por el régimen anticlerical de
Plutarco Elías Calles.
20.02.16
El
Papa en la audiencia jubilar exhorta a “llevar siempre la caricia de Dios”
El Papa invitó a transformar nuestra
vida en un empeño de misericordia para todos
20 febrero
2016
El Papa en la audiencia mensual por el jubileo de la
misericordia
Llevar a los necesitados la caricia de Dios y
transformar nuestra vida en un compromiso de misericordia para todos. Esta fue
la invitación del papa Francisco en la audiencia mensual de sábado 20
de febrero, con motivo del Año de la Misericordia.
En esta mañana soleada y relativamente fría del
invierno europeo, el Santo Padre llegó en el jeep abierto que recorrió los
corredores de la Plaza de San Pedro, saludó a los files que allí le esperaban
agitando pañuelos y banderas, y como es costumbre bendijo a su paso a varios
niños.
El Pontífice ha recordado en su catequesis de la
necesidad de empeñarse, y recordó que el Padre se ha empeñado donándonos a
Jesús, y Jesús que es la expresión viviente de la misericordia del Padre se ha
empeñado para donarnos la esperanza.
Así añadió que “el Jubileo de la Misericordia es una
oportunidad para profundizar en el misterio de la bondad y el amor de Dios”. En
particular “en este tiempo de Cuaresma, la Iglesia nos invita a conocer cada
vez más al Señor, y a vivir de manera coherente la fe con un estilo de vida que
exprese la misericordia del Padre. Es un compromiso que asumimos para ofrecer a
los demás el signo concreto de la cercanía de Dios”.
“Comprometerse –prosiguió el Pontífice– es aceptar una responsabilidad con alguien, cumpliéndolo con una actitud de fidelidad, dedicación e interés; es tener buena voluntad y constancia para mejorar la vida”.
“Comprometerse –prosiguió el Pontífice– es aceptar una responsabilidad con alguien, cumpliéndolo con una actitud de fidelidad, dedicación e interés; es tener buena voluntad y constancia para mejorar la vida”.
El Papa añadió que “Dios se ha comprometido con
nosotros. Primero, al crear el mundo y conservarlo, no obstante nosotros nos
esforzamos en destruirlo”. Pero que “su compromiso más grande ha sido darnos a
Jesús y, en él, se ha comprometido plenamente restituyendo esperanza a los
pobres, a cuantos estaban privados de dignidad, a los extranjeros, a los
enfermos, a los prisioneros, y a los pecadores, que acogía con bondad”.
Así a partir “de este amor misericordioso,
nosotros podemos y debemos corresponder a su amor llevando a los demás la
misericordia de Dios, con un compromiso de vida que sea testimonio de nuestra
fe en Cristo”.
Y al saludar a los peregrinos de lengua española,
así como a los grupos venidos de España y Latinoamérica, les deseó “que este
Jubileo pueda ayudarnos a experimentar el compromiso de Dios sobre cada uno de
nosotros y, gracias a ello, transformar nuestra vida en un compromiso de
misericordia para todos”.
Estuvieron presentes en esta audiencia que se realiza
después del regreso del viaje apostólico del papa Francisco a México,
integrantes de la Federación Italiana de Asociaciones de donantes de
sangre. Se ha celebrado además el jubileo de los trabajadores del sector
turístico.
La audiencia concluyó con el canto de Padre Nuestro en
Latín, e impartió su bendición apostólica a todos los presentes.
21.02.16
Texto
completo del Papa en el ángelus del 21 de febrero de 2016
El viaje a México, la abolición de
la pena de muerte y el rosario de la ‘Misericordina’ fueron los temas tratados
por el Papa
21 febrero
2016
Angelus en
la plaza de San Pedro, antes de la distribución de la 'Misericordina'
El papa Francisco con motivo de la oración del
ángelus que presidió este domingo desde la ventana de su estudio que da a la
Plaza de San Pedro, recordó su viaje a México y las bendiciones de la Virgen de
Guadalupe, a los pies de los cuales contemplara y dejarse “mirar por
Aquella que lleva impresos en sus ojos las miradas de todos sus hijos y recoge
los dolores por las violencias, los secuestros, los asesinatos, las violencias
contra tanta pobre gente, de tantas mujeres”.
Después de rezar la oración del ángelus, exhortó a que
la pena de muerte sea definitivamente abolida y que en particular en este Año
de la Misericordia no se ejecuten personas.
Concluyó señalando que los voluntarios acompañados por
‘sin techo’, prófugos y religiosos repartían el santo rosario en una confección
tipo remedio, con el nombre de ‘Misericordina’.
A
continuación el texto completo.
“Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El viaje apostólico que he realizado los días pasados
en México ha sido para todos nosotros una experiencia de transfiguración. ¿Cómo
ha sido posible?
El Señor nos ha mostrado la luz de su gloria a través
del cuerpo de su Iglesia, de su pueblo santo que vive en esa tierra. Un cuerpo
tantas veces herido, un pueblo tantas veces oprimido, despreciado, violado en
su dignidad. De hecho los diversos encuentros vividos en México fueron llenos
de luz: la luz de la fe que transfigura los rostros e ilumina el camino.
El “baricentro” espiritual de mi peregrinación ha sido
el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe. Quedarme en silencio delante a la
imagen de la Madre era lo que me había propuesto antes de todo. Y agradezco a
Dios que me lo ha concedido. He contemplado y me he dejado mirar por Aquella
que lleva impresos en sus ojos las miradas de todos sus hijos y recoge los
dolores por las violencias, los secuestros, los asesinatos, las violencias
contra tanta pobre gente, de tantas mujeres.
Guadalupe es el santuario mariano más frecuentado del
mundo. De toda América van allí a rezar donde la Virgen Morenita se mostró al
indio san Juan Diego, dando inicio a la evangelización del continente y a su
nueva civilización, fruto del encuentro entre diversas culturas.
Esta es justamente la herencia que el Señor nos ha
entregado en México: custodiar la riqueza de la diversidad y, al mismo tiempo,
manifestar la armonía de la fe común: una fe sincera y robusta, acompañada por
una gran carga de vitalidad y de humanidad.
Como mis predecesores, también yo fui para confirmar
la fe del pueblo mexicano, pero contemporáneamente a ser confirmado; he
recogido a manos llenas este don para que vaya como beneficio de la Iglesia
universal.
Un ejemplo luminoso de lo que estoy diciendo fue dado
por las familias: las familias mexicanas me han recibido con alegría en cuanto
mensajero de Cristo, pastor de toda la Iglesia; pero ellos a su vez me han dado
testimonios límpidos y fuertes, testimonios de fe vivida, de fe que transfigura
la vida, y esto para edificar a todas las familias cristianas del mundo. Y lo
mismo se puede decir sobre los jóvenes, los consagrados, los sacerdotes, los
trabajadores y los encarcelados.
Por lo tanto doy gracias al Señor y a la Virgen de
Guadalupe por el don de esta peregrinación. Además agradezco al presidente de
México y a las demás autoridades civiles por la calurosa recepción; y agradezco
vivamente a mis hermanos en el episcopado y a todas las personas que de
diversas maneras han colaborado.
Una alabanza, alabanza especial elevamos a la
Santísima Trinidad por haber querido que en esta ocasión se realizara en Cuba
el encuentro entre el Papa y el Patriarca de Moscú y de toda Rusia, el querido
hermano Kirill; un encuentro muy deseado incluso por mis predecesores. También
este evento es una luz profética de resurrección, de la cual hoy el mundo
necesita más que nunca. La Santa Madre de Dios siga a guiarnos en el
camino de amistad y de la unidad. Y recemos a la Virgen de Cazán. El patriarca
Kirill me ha regalado un ícono de la Virgen de Kazán: recemos juntos un Ave
María. Ave Maria llena eres…”
Después el Papa reza la oración del ángelus. Y a
continuación dice:
“Queridos hermanos y hermanas, mañana lunes
inicia en Roma un congreso internacional que se titula “Por un mundo sin pena
de muerte”, promovido por la Comunidad San Egidio. Deseo que el congreso
pueda dar un nuevo impulso al empeño para la abolición de la pena de muerte.
Una señal de esperanza está constituida por el
desarrollo en la opinión pública, de una contrariedad cada vez mayor hacia la
pena de muerte, incluso solo como instrumento de legítima defensa
social. De hecho las sociedades modernas tienen la posibilidad de reprimir
eficazmente el crimen sin quitar definitivamente a quien lo cometió la
posibilidad de redimirse.
El problema va encuadrado en la óptica de una justicia
penal que sea cada vez más conforme a la dignidad del hombre y al designio del
Dios para el hombre y la sociedad. Y también a una justicia penal abierta a la
esperanza del reintegrarse en la sociedad. El mandamiento ‘no matarás’, tiene
valor absoluto y se refiere sea al culpable que al inocente.
El Jubileo Extraordinario de la Misericordia es una
ocasión propicia para promover en el mundo formas cada vez más maduras de respeto
de la vida y de la dignidad de cada persona. Porque incluso el criminal tiene
el derecho inviolable a la vida, don de Dios.
Hago un llamamiento a la conciencia de los
gobernantes, para que se llegue a un consenso internacional destinado
a abolir la pena de muerte. Y a quienes entre ellos son católicos que
cumplan un gesto de coraje y ejemplar: que ninguna condena sea aplicada en este
Año Santo de la Misericordia.
Todos los cristianos y hombres de buena voluntad están
llamados hoy a trabajar para abolir la pena de muerte, pero también para
mejorar las condiciones de las cárceles, en el respeto de la dignidad humana de
las personas privadas de su libertad.
Dirijo un cordial saludo a las familias, a los grupos
parroquiales y a las asociaciones y a todos los peregrinos de Roma, de Italia y
de los diversos países. Saludo a los fieles de Sevilla, Cádiz, Ceuta; a los de
Trieste, Corato y Turín. Un pensamiento particular dirijo a la comunidad Juan
XXIII, fundada por el siervo de Dios, don Oreste Benzi, que el viernes próximo
promoverá por las calles del centro de Roma una Vía Crucis de solidaridad y
oración por las mujeres víctimas de la trata de personas.
La cuaresma es un tiempo propicio para realizar un
camino de conversión que tiene como centro la misericordia. Por ello he pensado
de regalarles a quienes están aquí en la plaza una medicina espiritual, llamada
‘Misericordina’. Una vez ya lo hemos hecho, pero esta es de mejor calidad, esta
es la ‘Misericordina – Plus’, una cajita que contiene la corona del rosario y
una imagencita de Jesús Misericordioso. Ahora la distribuirán los voluntarios
entre los cuales hay pobres, ‘sin techo’, prófugos y también religiosos.
Reciban este don como una ayuda espiritual para difundir especialmente en este
año de la misericordia el perdón y la hermandad. Les deseo a todos un buen
domingo. Y por favor no se olviden de rezar por mi. Que tengan un buen
almuerzo, y hasta la próxima”.
22.02.16
EL Papa pide a los trabajadores del
Vaticano que ‘nadie se sienta descuidado o maltratado’
El Santo Padre, en la eucaristía en
la Basílica de San Pedro con ocasión del Jubileo de la Curia Romana, recuerda
que fidelidad y misericordia son un binomio inseparable
22 febrero
2016
Centro
Televisivo Vaticano - CTV
Los trabajadores del Vaticano y la Curia Romana han
celebrado este lunes, día de la Cátedra de San Pedro, su jubileo. La
jornada ha comenzado en el aula Pablo VI con una meditación del padre Marko
Rupnik. Desde allí, han ido en procesión hacia la Puerta Santa,
religiosas, religiosos, laicos y finalmente los sacerdotes. El papa Francisco
ha atravesado también la Puerta Santa. Una vez en la Basílica, ha dado
inicio la celebración eucarística presidida por el Santo Padre.
Durante la homilía, el Pontífice aseguró a los
presentes que en este momento, el Señor Jesús repite a cada uno la pregunta “y
vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Esta es una pregunta –indicó– clara y
directa, frente a la cuál no es posible huir o permanecer indiferentes, ni
posponer la pregunta o delegarla a otro. Al respecto recordó que en esta
pregunta no hay nada de “inquisitivo”, sino que está llena de amor. El amor de
“nuestro único Maestro, que hoy nos llama a renovar la fe en Él, reconociendolo
como Hijo de Dios y Señor de nuestra vida”. El Santo Padre aseguró que Él es la
“piedra” sobre la que debemos construir. La piedra es Cristo, sobre el
fundamento del cual también Pedro ha sido edificado.
De esta profesión de fe –explicó Francisco– deriva
para cada uno de nosotros la tarea de corresponder a la llamada de Dios. Y
precisó que a los pastores, sobre todo, “se les pide tener como modelo a Dios
mismo que cuida de su rebaño”. Buscar a la oveja perdida, es un comportamiento
de Dios que “es signo del amor que no conoce confines”. Es –aseguró el Papa–
una dedicación fiel, constante, incondicional, para que a todos los débiles
pueda llegar su misericordia.
Asimismo, aseguró que “nos hará bien también a
nosotros, llamados a ser Pastores en la Iglesia, dejar que el rostro de Dios
Buen Pastor nos ilumine, nos purifique, nos transforme y nos restituya
plenamente renovados a nuestra misión”. Que también en nuestros ambientes de
trabajo –añadió– podamos sentir, cultivar y practicar un fuerte sentido
pastoral, sobre todo hacia las personas que encontramos todos los días. Que
ninguno “se sienta descuidado o maltratado, sino que cada uno pueda
experimentar, antes que en ningún sitio, aquí, el cuidado amoroso del Buen
Pastor”.
El Pontífice recordó a los presentes, trabajadores de
la Santa Sede y la Curia Romana, que “estamos llamados a ser colaboradores de
Dios en una tarea tan importante y única como la de testimoniar con nuestra
existencia la fuerza de la gracia que transforma y el poder del Espíritu que
renueva”. Por eso pidió que “el Señor nos libere de toda tentación que aleja de
la esencia de nuestra misión, y redescubrir la belleza de profesar la fe en el
Señor Jesús”.
Para concluir su homilía, el Santo Padre subrayó que
la fidelidad al ministerio se combina con la misericordia que queremos
experimentar. Y así, recordó que en la Sagrada Escritura, fidelidad y
misericordia son un binomio inseparable. La fidelidad que se nos pide –añadió–
es la de actuar según el corazón de Cristo. Concluyó recordando que como dice el
apóstol Pedro, debemos apacentar el rebaño con “ánimo generoso” y convertirnos
en un “modelo para todos”.
23.02.16
El Papa en Sta. Marta: No al
cristianismo del ‘decir’ y no ‘hacer’
En la
homilía de este martes, el Santo Padre recuerda que la vida cristiana es lo que
hacemos con el hambriento, el sediento, el preso o el extranjero
23 febrero
2016
La religión cristiana es concreta,
actúa haciendo el bien. No es una “religión del decir”, hecha de
hipocresía y vanidad. Así lo indicó el papa Francisco esta mañana en la homilía
de la misa celebrada en Santa Marta. Además, el Santo Padre
pidió que durante la cuaresma, Dios “nos enseñe el camino del hacer”.
La vida cristiana es concreta, Dios
es concreto, pero los cristianos que ‘fingen’ son muchos, los que hacen de la
pertenencia a la Iglesia una ocasión de prestigio en vez de una experiencia de
servicio hacia los más pobres.
El Santo Padre cruza el pasaje
litúrgico del día del profeta Isaías con el pasaje del Evangelio de Mateo para
explicar “la dialéctica evangélica entre el decir y el hacer”.
El énfasis del Pontífice estuvo en
las palabras de Jesús, “que desenmascara la hipocresía de escribas y fariseos
invitando a los discípulos y a la multitud a observar lo que ellos enseñan pero
a no comportarse cómo ellos actúan”. Prosiguió recordando que “el Señor nos
enseña el camino del hacer”. Y advirtió sobre cuánta gente encontramos –también
nosotros ¡eh!– muchas veces en la Iglesia: “¡Oh, yo soy muy católico!” “Pero
¿qué haces?” Cuántos padres se dicen católicos, pero nunca tienen tiempo para
hablar con los hijos, jugar con los hijos, escuchar a los hijos. Quizá tienen a
sus papás en una residencia, pero están siempre ocupados y no puede ir a verlos
y los dejan abandonados. Pero dicen que son católicos. “Esta es la religión del
decir: yo digo que soy así, pero vivo la mundanidad”, explicó el Papa en la
homilía.
Lo del “decir y no hacer”,
afirmó, “es un engaño”. Asimismo añadió que las palabras de Isaías indican lo
qué Dios prefiere: “Cesad de hacer el mal, aprended a hacer el bien”. “Socorred
al oprimido, sed justos con el huérfano, defended la causa de la viuda”.
Y demuestran también la infinita
misericordia de Dios, que da a la humanidad. “Entonces, venid y litigaremos.
Aunque vuestros pecados sean como púrpura, blanquearán como nieve”. Y prosiguió
subrayando que “la misericordia del Señor va al encuentro de los que tienen la
valentía de discutir con Él, pero discutir sobre la verdad, sobre las cosas que
yo hago o las que no haga, para corregirme. Y esto es el gran amor del Señor,
en esta dialéctica entre el decir y el hacer. Ser cristianos significa hacer:
hacer la voluntad de Dios”. Y en el último día, recordó el Pontífice, el Señor
no nos preguntará qué hemos dicho de él sino qué hemos hecho.
Para concluir la homilía, Francisco
subrayó que la vida cristiana es lo que hacemos con el hambriento, el sediento,
el preso o el extranjero; en vez de solo ‘el decir’ que nos lleva a la vanidad,
a ese fingir ser cristiano.
Finalmente, el Obispo de Roma pidió
“que el Señor nos dé esta sabiduría de entender bien dónde está la diferencia
entre el decir y el hacer y nos enseñe el camino del hacer y nos ayude a ir por
este camino, porque el camino del decir nos lleva al lugar donde estaban estos
doctores de la ley, estos clérigos, a los que les gustaba vestirse y ser
precisamente cómo si fueran una majestad ¿no? ¡Y esta no es la realidad del
Evangelio! Que el Señor nos enseñe este camino”.
24.02.16
En este texto se cuenta que el rey de Israel, Acab, quiere comprar la viña de un hombre de nombre Nabot, porque esta viña confina con el palacio real. La propuesta parece legítima, incluso generosa, pero en Israel las propiedades terrenales eran consideradas inalienables. De hecho, el libro del Levítico escribe: “La tierra no podrá venderse definitivamente, porque la tierra es mía, y ustedes son para mí como extranjeros y huéspedes” (Lv 25,23). La tierra es sagrada, porque es un don del Señor, que como tal es cuidada y conservada, en cuanto signo de la bendición divina que pasa de generación en generación y es garantía de dignidad para todos. Se comprende entonces la respuesta negativa de Nabot al rey: “¡El Señor me libre de cederte la herencia de mis padres!” (1 Re 21,3).
El rey Acab reacciona a este rechazo con amargura e indignación. Se siente ofendido, él es el rey, el poderoso, se siente disminuido en su autoridad de soberano, y frustrado en la posibilidad de satisfacer su deseo de posesión. Viéndolo tan abatido, su mujer Jezabel, una reina pagana que había incrementado los cultos de idolatría y hacía matar a los profetas del Señor, no era fea, era mala, decide intervenir.
Las palabras con las que se dirige al rey son muy significativas, escuchad la maldad que hay detrás de esta mujer. “¿Así ejerces tú la realeza sobre Israel? ¡Levántate, come y alégrate! ¡Yo te daré la viña de Nabot, el israelita!” (v. 7). Ella pone el acento sobre el prestigio y el poder del rey, que, según su modo de ver, está siendo cuestionado por el rechazo de Nabot. Un poder que ella sin embargo considera absoluto, y por el cual cualquier deseo del rey, el poderoso, se convierte en una orden.
El gran san Ambrosio ha escrito un pequeño libro sobre este episodio, se llama Nabot. Será bueno leerlo en este tiempo de Cuaresma. Muy bonito y muy concreto.
Jesús, recordando estas cosas, nos dice: “Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo” (Mt 20,25-27). Si se pierde la dimensión del servicio, el poder se transforma en arrogancia y se convierte en dominio y opresión. Es precisamente esto lo que sucede en el episodio de la viña de Nabot. Jezabel, la reina sin escrúpulos, decide eliminar a Nabot y lleva a cabo su plan. Usa las apariencias engañosas de una legalidad perversa: envía, en nombre del rey, cartas a los ancianos y a los notables de la ciudad ordenando que falsos testigos acusen públicamente a Nabot de haber maldecido a Dios y al rey, un crimen castigado con la muerte. Así termina la historia, muerto Nabot, el rey puede adueñarse de su viña.
Esta no es una historia de otros tiempos ¿eh? Es también una historia de hoy, de los poderosos que para tener más dinero explotan a los pobres, explotan a la gente. Es la historia de la trata de personas, del trabajo esclavo, de la pobre gente que trabaja en negro y con el mínimo para enriquecer a los poderosos. Es la historia de los políticos corruptos que quieren más y más y más. Por esto decía que nos hará bien leer ese libro de san Ambrosio sobre Nabot, porque es un libro de actualidad.
Es aquí donde lleva el ejercicio de la autoridad sin respeto por la vida, sin justicia, sin misericordia. Y esto es a lo que lleva la sed de poder: se convierte en avaricia que quiere poseer todo. Un texto del profeta Isaías es particularmente iluminante al respecto. En él, el Señor advierte sobre la avaricia de los ricos latifundistas que quieren poseer cada vez más casas y terrenos. Dice el profeta Isaías: “¡Ay de los que acumulan una casa tras otra y anexionan un campo a otro, hasta no dejar más espacio y habitar ustedes solos en medio del país!” (Is 5,8).
Y el profeta Isaías no era comunista ¿eh? Pero Dios es más grande que las maldades y los juegos sucios hechos por los seres humanos. En su misericordia envía al profeta Elías para ayudar a Acab a convertirse. Ahora pasamos página, y ¿cómo sigue la historia? Dios ve este crimen y también llama al corazón de Acab. Y el rey, puesto delante de su pecado, entiende, se humilla y pide perdón. Qué bonito sería que los poderosos, explotadores de hoy, hicieran lo mismo. El Señor acepta su arrepentimiento; es más, un inocente ha sido asesinado, y la culpa cometida tendrá consecuencias inevitables. De hecho, el mal cumplido deja sus huellas dolorosas, y la historia de los hombres lleva las heridas. La misericordia muestra también en este caso la vía maestra que debe ser perseguida. La misericordia puede sanar las heridas y puede cambiar la historia. Pero, abre tu corazón a la misericordia. La misericordia divina es más fuerte que el pecado de los hombres. Es más fuerte. Este es el ejemplo de Acab. Nosotros conocemos el poder, cuando recordamos la venida del Inocente Hijo de Dios que se ha hecho hombre para destrozar el mal con su perdón. Jesucristo es el verdadero rey, pero su poder es completamente diferente. Su trono es la cruz. Él no es un rey que mata, sino al contrario, da la vida. Su ir hacia todos, sobre todo los más débiles, derrota la soledad y el deseo de muerte al que conduce el pecado. Jesucristo con su cercanía y ternura lleva a los pecadores al espacio de la gracia y del perdón. Y esta es la misericordia de Dios.
Audiencia
del Papa: texto completo de la catequesis del 24 de febrero
En la audiencia de esta semana, el
Santo Padre recuerda que la misericordia divina es más fuerte que el pecado de
los hombres
Queridos
hermanos y hermanas, buenos días.
Proseguimos las catequesis sobre la misericordia en la
Sagrada Escritura. En distintos pasos se habla de los poderosos, de los reyes,
de los hombres que están “en lo alto”, y también de su arrogancia y de sus
abusos. La riqueza y el poder son realidades que pueden ser buenas y útiles
para el bien común, si se ponen al servicio de los pobres y de todos, con
justicia y caridad. Pero cuando, como demasiado a menudo sucede, son vividas
como privilegio, con egoísmo y prepotencia, se transforman en instrumento de
corrupción y muerte. Es lo que sucede en el episodio de la viña de Nabot,
descrito en el primer libro de los Reyes, en el capítulo 21, sobre el que hoy
nos detenemos.
En este texto se cuenta que el rey de Israel, Acab, quiere comprar la viña de un hombre de nombre Nabot, porque esta viña confina con el palacio real. La propuesta parece legítima, incluso generosa, pero en Israel las propiedades terrenales eran consideradas inalienables. De hecho, el libro del Levítico escribe: “La tierra no podrá venderse definitivamente, porque la tierra es mía, y ustedes son para mí como extranjeros y huéspedes” (Lv 25,23). La tierra es sagrada, porque es un don del Señor, que como tal es cuidada y conservada, en cuanto signo de la bendición divina que pasa de generación en generación y es garantía de dignidad para todos. Se comprende entonces la respuesta negativa de Nabot al rey: “¡El Señor me libre de cederte la herencia de mis padres!” (1 Re 21,3).
El rey Acab reacciona a este rechazo con amargura e indignación. Se siente ofendido, él es el rey, el poderoso, se siente disminuido en su autoridad de soberano, y frustrado en la posibilidad de satisfacer su deseo de posesión. Viéndolo tan abatido, su mujer Jezabel, una reina pagana que había incrementado los cultos de idolatría y hacía matar a los profetas del Señor, no era fea, era mala, decide intervenir.
Las palabras con las que se dirige al rey son muy significativas, escuchad la maldad que hay detrás de esta mujer. “¿Así ejerces tú la realeza sobre Israel? ¡Levántate, come y alégrate! ¡Yo te daré la viña de Nabot, el israelita!” (v. 7). Ella pone el acento sobre el prestigio y el poder del rey, que, según su modo de ver, está siendo cuestionado por el rechazo de Nabot. Un poder que ella sin embargo considera absoluto, y por el cual cualquier deseo del rey, el poderoso, se convierte en una orden.
El gran san Ambrosio ha escrito un pequeño libro sobre este episodio, se llama Nabot. Será bueno leerlo en este tiempo de Cuaresma. Muy bonito y muy concreto.
Jesús, recordando estas cosas, nos dice: “Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo” (Mt 20,25-27). Si se pierde la dimensión del servicio, el poder se transforma en arrogancia y se convierte en dominio y opresión. Es precisamente esto lo que sucede en el episodio de la viña de Nabot. Jezabel, la reina sin escrúpulos, decide eliminar a Nabot y lleva a cabo su plan. Usa las apariencias engañosas de una legalidad perversa: envía, en nombre del rey, cartas a los ancianos y a los notables de la ciudad ordenando que falsos testigos acusen públicamente a Nabot de haber maldecido a Dios y al rey, un crimen castigado con la muerte. Así termina la historia, muerto Nabot, el rey puede adueñarse de su viña.
Esta no es una historia de otros tiempos ¿eh? Es también una historia de hoy, de los poderosos que para tener más dinero explotan a los pobres, explotan a la gente. Es la historia de la trata de personas, del trabajo esclavo, de la pobre gente que trabaja en negro y con el mínimo para enriquecer a los poderosos. Es la historia de los políticos corruptos que quieren más y más y más. Por esto decía que nos hará bien leer ese libro de san Ambrosio sobre Nabot, porque es un libro de actualidad.
Es aquí donde lleva el ejercicio de la autoridad sin respeto por la vida, sin justicia, sin misericordia. Y esto es a lo que lleva la sed de poder: se convierte en avaricia que quiere poseer todo. Un texto del profeta Isaías es particularmente iluminante al respecto. En él, el Señor advierte sobre la avaricia de los ricos latifundistas que quieren poseer cada vez más casas y terrenos. Dice el profeta Isaías: “¡Ay de los que acumulan una casa tras otra y anexionan un campo a otro, hasta no dejar más espacio y habitar ustedes solos en medio del país!” (Is 5,8).
Y el profeta Isaías no era comunista ¿eh? Pero Dios es más grande que las maldades y los juegos sucios hechos por los seres humanos. En su misericordia envía al profeta Elías para ayudar a Acab a convertirse. Ahora pasamos página, y ¿cómo sigue la historia? Dios ve este crimen y también llama al corazón de Acab. Y el rey, puesto delante de su pecado, entiende, se humilla y pide perdón. Qué bonito sería que los poderosos, explotadores de hoy, hicieran lo mismo. El Señor acepta su arrepentimiento; es más, un inocente ha sido asesinado, y la culpa cometida tendrá consecuencias inevitables. De hecho, el mal cumplido deja sus huellas dolorosas, y la historia de los hombres lleva las heridas. La misericordia muestra también en este caso la vía maestra que debe ser perseguida. La misericordia puede sanar las heridas y puede cambiar la historia. Pero, abre tu corazón a la misericordia. La misericordia divina es más fuerte que el pecado de los hombres. Es más fuerte. Este es el ejemplo de Acab. Nosotros conocemos el poder, cuando recordamos la venida del Inocente Hijo de Dios que se ha hecho hombre para destrozar el mal con su perdón. Jesucristo es el verdadero rey, pero su poder es completamente diferente. Su trono es la cruz. Él no es un rey que mata, sino al contrario, da la vida. Su ir hacia todos, sobre todo los más débiles, derrota la soledad y el deseo de muerte al que conduce el pecado. Jesucristo con su cercanía y ternura lleva a los pecadores al espacio de la gracia y del perdón. Y esta es la misericordia de Dios.
25.02.16
El Santo Padre siente que rejuvenece cuando está
con niños
El papa Francisco se reunió este
lunes con algunos de los niños que le han escrito las cartas que forman el
libro ‘El amor antes del mundo. El papa Francisco escribe a los niños’
26 febrero
2016
El santo padre Francisco reza cada día por China,
delante de una imagen de la Virgen de Sheshan. Entre sus santos preferidos
además de Ignacio de Loyola y Francisco de Asís, está también la joven Teresa
del Niño Jesús. Se lo ha contado él mismo a uno grupo de quince niños,
procedentes de diversas partes del mundo, con los que se reunió la tarde
del lunes 22 de febrero, en el estudio del Aula Pablo VI. El grupo de entre 8 y
13 años, representaba a los estudiantes de varias instituciones escolares
gestionadas por los jesuítas en distintas partes del mundo, que por iniciativa
del padre Antonio Spadaro han formulado una serie de preguntas al Pontífice. El
resultado de las cartas de los niños y las respectivas respuesta de Francisco
ha sido un libro titulado “El amor antes del mundo. El papa Francisco escribe a los
niños” (L’amore prima del mondo. Papa Francesco scrive ai
bambini).
El encuentro del Santo Padre con los niños duró
aproximadamente una hora y estuvo marcado por la “espontaneidad y la inocencia”
propia de los pequeños, tal y como indica la nota publicada en el Osservatore
Romano. En la reunión estuvieron presentes entre otros, el cardenal Luis
Antonio G. Tagle, presidente de Caritas internationalis, y algunos
padres y educadores de los niños. El Papa llegó acompañado por el prefecto de
la Secretaría para la comunicación, monseñor Dario Edoardo Viganò. Los pequeños
protagonistas, que estaban sentados en el suelo, se levantaron y fueron a
abrazar al Santo Padre.
Y así, conversando de forma espontánea, el papa
argentino dijo que en su vida “las preguntas más difíciles que le han hecho no
han sido las de los profesores en los exámenes, sino las preguntas de los
niños”. Porque –explicó– responder a las preguntas de un niño te pone en una
situación de dificultad, porque el niño tiene algo que mira a lo esencial y
hace preguntas directas, y eso tiene un efecto de maduración interior sobre
quien escucha la pregunta. “Así un niño hace madurar a los adultos con sus
preguntas”, observó Francisco.
Cada niño entregó un regalo al Pontífice, sobre todo
alimentos típicos del país de procedencia, pero también un par de botas, el
dibujo de una cruz y una invitación a visitar Singapur, un chal, un balón del
fútbol e incluso jarras de cerveza.
Una niña le preguntó al Santo Padre qué aspecto
prefería de ser Papa. “Estar con la gente, estar cerca de la gente me gusta
porque tú estás con anciano, un niño, una joven, un hombre grande, cada uno te
enseña algo de la vida y te hace vivir la vida. Y se crea la relación con la
gente. Yo cuando estoy con la gente aprendo siempre algo. Y esto es lo más
importante de la vida: cuando encuentro a una persona me pregunto qué tiene de
bello esta persona, qué cosas buenas me ha enseñado o qué no me ha gustado”.
Otra pregunta espontánea fue si era tan religioso
antes de ser Papa. “Yo soy viejo –indicó– tengo 80 años. La vida de una persona
no es siempre así (dibuja una línea recta con el dedo), la vida de una persona
es así (dibuja una serie con ondas)”. De este modo el Santo Padre explicó a los
pequeños que “hay momentos alegres y momentos en los que estás más bajo; hay
momentos de gran amor a Jesús y a los compañeros y a toda la gente. Y hay
momentos donde el amor a la gente no está y traicionas un poco el amor de
Jesús. Hay momentos en los que te parece ser más santo y otros en los que eres
muy pecador. Mi vida es así (de nuevo dibuja las ondas): no asustarse nunca si
vives un momento feo. No asustarse nunca si cometes un pecado. El amor de Jesús
es más grande que todo: ve donde Él y déjate abrazar”.
Finalmente, el Pontífice dio las gracias a los niños
por la visita “porque para Jesús los niños eran como el reflejo del camino
hacia el Padre”. Asimismo aseguró que cuando se reúne con niños sale
rejuvenecido y reza para que su vida sea buena. Al respecto, contó que algo que
le conmueve mucho y le duele es cuando saluda a los niños enfermos en la
audiencia general, y esto le provca una pregunta, ¿por qué sufren los niños?
Incluso el Papa, “que parece saber todo y tener todo
el poder”, no sabe responder a esta cuestión. “La única cosa que me da luz es
mirar a la cruz de Jesús, mirar por qué Jesús sufre por nosotros. Es la única
respuesta que encuentro”, aseguró Francisco. Para concluir el encuentro
con los niños, el Pontífice les pidió “estar cerca a los niños que sufren y
enseñar a estar cerca de los niños que sufren”.
27.02.16
El Papa a la patronal italiana: ‘El hombre, en el centro de cada empresa’
En su primera audiencia papal, el
Pontífice pidió a los representantes de Confindustria que sean constructores
del bien común y artífices de un nuevo humanismo del trabajo.
El Papa Francisco recibió este sábado a siete mil
representantes de la patronal italiana Confindustria, que es la
confederación que desde hace más de un siglo reúne a unas 150 mil
empresas.
En su discurso, el Santo Padre destacó el
compromiso que se proponen cumplir los miembros de esta asociación, que por
primera vez encuentra al Pontífice. Además, recordó el lema que han
elegido para su encuentro jubilar, “Hacer juntos”, que conlleva “trabajar
juntos”, involucrando a los sujetos a menudo olvidados o descuidados. Para
lograrlo, el Papa invitó a que en el centro de cada empresa esté el
hombre, sus sueños, sus necesidades, sus esperanzas y sus fatigas.
Ante tantas barreras de injusticia, soledad y
desconfianza, Francisco señaló que el mundo del trabajo “está llamado a dar
pasos valientes, para que ‘encontrarse y hacer juntos’ no sea solo un lema,
sino un programa para el presente y el futuro”.
El Santo Padre concluyó su intervención alentando a
los presentes a ser constructores del bien común y artífices de un nuevo
“humanismo del trabajo”. “Están llamados a tutelar la profesionalidad y,
al mismo tiempo, a prestar atención a las condiciones en las que el trabajo se
realiza, para que no se verifiquen incidentes y situaciones de malestar. Que su
camino a seguir sea siempre la justicia, que rechaza los atajos de las
recomendaciones y de los favoritismos, y las desviaciones peligrosas de la
deshonestidad y de los fáciles acuerdos. Que la ley suprema sea en todo la
atención a la dignidad del otro, valor absoluto e indisponible. Que este
horizonte de altruismo caracterice su compromiso que los llevará a rechazar
categóricamente que la dignidad de la persona sea pisoteada en nombre de
exigencias productivas, que enmascaran miopías individualistas, tristes
egoísmos y sed de ganancia”, dijo.
Para el Pontífice, “esto es verdaderamente posible,
con la condición de que la simple proclamación de la libertad económica no
prevalezca sobre la concreta libertad del hombre y sobre sus derechos, que el
mercado no sea absoluto, sino que honre las exigencias de la justicia y, en
último análisis, de la dignidad de la persona”. “Porque no hay libertad sin
justicia y no hay justicia sin el respeto de la dignidad de cada uno”,
insistió.
Amables
Señores y Señoras, ¡buenos días!
Saludo a todos los representantes del mundo
empresarial que han venido tan numerosos y agradezco al presidente, señor
Squinzi, así como al señor Ghizzoni y a la señora Marcegaglia, por las palabras
que me han dirigido.
Con este encuentro, que constituye una novedad en la
historia de su Asociación, se han propuesto confirmar un compromiso: el de
contribuir con su trabajo a una sociedad más justa y cercana a las necesidades
del hombre. Quieren reflexionar juntos sobre la ética del hacer empresa; juntos
han decidido reforzar la atención a los valores que son la ‘columna vertebral’
de los proyectos de formación, de valorización del territorio y de promoción de
las relaciones sociales y que permiten una alternativa concreta al modelo
consumista del provecho a toda costa.
‘Hacer juntos’ es la expresión que han elegido como
guía y orientación. Esta inspira a colaborar, a compartir, a preparar el camino
a relaciones regidas por un sentido de responsabilidad común. Esto allana el
camino a nuevas estrategias, a nuevos estilos, nuevas actitudes. ¡Qué distinta
sería nuestra vida si aprendiéramos de verdad, día tras día, a trabajar, a
pensar, a construir juntos!
En el complejo mundo de la empresa, “trabajar juntos”
significa invertir en proyectos que sepan involucrar sujetos que a menudo son
olvidados o descuidados. Entre ellos, sobre todo, las familias, focos de
humanidad, en las cuales la experiencia del trabajo, el sacrificio que lo
alimenta y los frutos que derivan encuentran sentido y valor. Y, junto
con las familias, no podemos olvidar las categorías más débiles y marginadas,
como los ancianos, que podrían todavía expresar recursos y energía para una
colaboración activa, pero a menudo son descartados como inútiles e
improductivos. ¿Y qué decir de todos aquellos trabajadores potenciales,
especialmente de los jóvenes, prisioneros de la precariedad o de largos
periodos de desempleo, que no son interpelados por una solicitud de trabajo,
para darles tanto un salario justo como aquella dignidad
con la que a veces se sienten privados?
Todas estas fuerzas, juntas, pueden hacer la
diferencia en una empresa que ponga en el centro a la persona, la calidad
de sus relaciones, la verdad de su esfuerzo por construir un mundo más justo,
un mundo de verdad para todos. “Hacer juntos”, significa, de hecho,
establecer el trabajo no sobre el genio solidario de un individuo, sino sobre
la colaboración de muchos. Significa en otros términos, “hacer redes” para
valorar los dones de todos, sin dejar de lado el carácter único e irrepetible
de cada uno. Que en el centro de cada empresa esté, por lo tanto, el
hombre: no ese abstracto, ideal, teórico, sino este concreto, con sus
sueños, sus necesidades, sus esperanzas y sus fatigas.
Esta atención a la persona concreta conlleva una serie
de elecciones importantes: significa dar a cada uno lo suyo, quitando a madres
y a padres de familia la angustia de no poder dar un futuro y ni siquiera un
presente a los propios hijos; significa saber dirigir, pero también saber
escuchar, compartiendo con humildad y confianza proyectos e ideas; significa
hacer que el trabajo cree otro trabajo, la responsabilidad cree otra
responsabilidad, la esperanza cree otra esperanza, sobre todo para las jóvenes
generaciones, que de esto tienen necesidad hoy más que nunca.
En la exhortación apostólica Evangelii Gaudium
volví a lanzar el desafío de apoyarnos los unos a los otros, de hacer de la
experiencia compartida una ocasión para «mayores posibilidades de encuentro y
de solidaridad entre todos» (n. 87). Ante tantas barreras de injusticia, de
soledad, de desconfianza y de sospecha que todavía en nuestros días vienen
erigidas, el mundo del trabajo, del cual ustedes son actores de primer plano,
está llamado a dar pasos valientes para que “encontrarse y hacer juntos” no sea
solo un lema, sino un programa para el presente y el futuro.
Queridos amigos, ustedes tienen “una noble vocación
orientada a producir riqueza y a mejorar el mundo para todos” (Carta encíclica Laudato
Si’, 129); por tanto, están llamados a ser constructores del bien común y
artífices de un nuevo “humanismo del trabajo”. Están llamados a tutelar la
profesionalidad y, al mismo tiempo, a prestar atención a las condiciones en las
que el trabajo se realiza, para que no se verifiquen incidentes y situaciones
de malestar. Que su camino a seguir sea siempre la justicia, que rechaza los
atajos de las recomendaciones y de los favoritismos, y las desviaciones
peligrosas de la deshonestidad y de los fáciles acuerdos. Que la ley suprema
sea en todo una atención a la dignidad del otro, valor absoluto e indisponible.
Que este horizonte de altruismo caracterice su compromiso que los llevará a
rechazar categóricamente que la dignidad de la persona sea pisoteada en nombre
de exigencias productivas, que enmascaran miopías individualistas, tristes
egoísmos y sed de ganancia. En cambio, que la empresa que ustedes representan
esté siempre abierta a aquel “significado más amplio de la vida”, que le
permitirá “servir verdaderamente al bien común, con su esfuerzo por multiplicar
y volver más accesibles para todos los bienes de este mundo” (Exhortación
apostólica Evangelii Gaudium, 203). Que el bien común sea, precisamente,
la brújula que oriente la actividad productiva, para que crezca una economía de
todos y para todos, que no sea “insensible a la mirada de los necesitados” (Si
4,1). Esto es verdaderamente posible, con la condición de que la simple
proclamación de la libertad económica no prevalezca sobre la concreta libertad
del hombre y sobre sus derechos, que el mercado no sea absoluto, sino que honre
las exigencias de la justicia y, en último análisis, de la dignidad de la
persona. Porque no hay libertad sin justicia y no hay justicia sin el respeto
de la dignidad de cada uno.
Les agradezco su empeño y todo el bien que hacen y que
podrán hacer. Que el Señor les bendiga. Y les pido, por favor, que no se
olviden de rezar por mí. Gracias.
Y ahora quisiera pedir al Señor que les bendiga, a
todos ustedes, a sus familias, a sus empresas.
28.02.16
mi oración, y ciertamente también la vuestra, tiene siempre presente el drama de los refugiados que huyen de las guerras y de otras situaciones inhumanas. En particular, Grecia y otros países que están primera línea les están dando una ayuda generosa, que requiere la cooperación de todas las naciones. Una respuesta coral puede ser eficaz y distribuir equitativamente los pesos. Por eso, es necesario apuntar con decisión y sin reservas a las negociaciones. Al mismo tiempo, he recibido con esperanza la noticia sobre el cese de las hostilidades en Siria, y os invito a todos a rezar para que este resquicio pueda dar alivio a la población sufriente y abra el camino al diálogo y a la paz tan deseada.
Francisco
pide una ‘respuesta coral’ ante el drama de los refugiados
El Pontífice manifestó este domingo
su esperanza ante la noticia del cese de las hostilidades en Siria e invitó a
rezar para que se abra la puerta al diálogo y la paz
28 febrero
2016
El papa Francisco pidió este domingo a la
comunidad internacional “una respuesta coral” ante “el drama de los
refugiados” y que se resuelva de forma eficaz y equitativa la crisis
migratoria.
Tras el rezo del Ángelus, el Santo Padre se
refirió al “drama de los refugiados que huyen de las guerras y de otras
situaciones inhumanas” y también hizo mención especial a países como Grecia,
que “están en primera línea” prestando una ayuda generosa.
La situación de estas personas –indicó el
Pontífice– requiere “la cooperación de todas las naciones”. “Una respuesta
coral puede ser eficaz y distribuir equitativamente los pesos. Por eso, es
necesario apuntar con decisión y sin reservas a las negociaciones”, subrayó.
Por otra parte, el Papa aseguró que ha recibido “con
esperanza” la noticia del cese de las hostilidades en Siria, e invitó a
todos los presentes “a rezar para que este resquicio pueda dar alivio a la
población sufriente y abra el camino al diálogo y a la paz tan deseada”.
Finalmente, Francisco manifestó su cercanía a las
víctimas del ciclón que ha azotado las islas Fiyi. “Deseo asegurar mi cercanía
al pueblo de las Islas Fiyi, duramente azotado por un ciclón devastador. Rezo
por las víctimas y por quienes están comprometidos con las operaciones de
socorro”, dijo.
El Papa en el ángelus: ‘¡Nunca es demasiado tarde para convertirse!’
Ciudad del Vaticano) Como cada domingo, el papa
Francisco rezó la oración del ángelus desde la ventana de su estudio en el
Palacio Apostólico, ante una multitud que le atendía en la plaza de San Pedro.
Dirigiéndose a los fieles y peregrinos venidos de todo
el mundo, que le acogieron con un largo y caluroso aplauso, el Pontífice les
dijo:
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Cada día, lamentablemente, las crónicas reportan malas
noticias: homicidios, accidentes, catástrofes… en el pasaje evangélico de hoy,
Jesús se refiere a dos hechos trágicos que en aquel tiempo habían suscitado
mucha sensación: una represión cruel realizada por los soldados romanos dentro
del templo; y el derrumbe de la torre de Siloé, en Jerusalén, que había causado
dieciocho victimas (Cfr. Lc 13, 1-5).
Jesús conoce la mentalidad supersticiosa de sus
oyentes y sabe que ellos interpretan este tipo de acontecimientos de modo
equivocado. De hecho, piensan que, si aquellos hombres han muerto así,
cruelmente, es signo que Dios los ha castigado por alguna culpa grave que
habían cometido; como diciendo: “se lo merecían”. Y en cambio, el hecho de
ser salvados de la desgracia equivalía a sentirse “bien”. Ellos se lo merecían;
yo estoy bien.
Jesús rechaza claramente esta visión, porque Dios no
permite las tragedias para castigar las culpas, y afirma que aquellas pobres
víctimas no eran peores que los otros. Más bien, Él invita a sacar de
estos hechos dolorosos una enseñanza que se refiere a todos, porque todos somos
pecadores; de hecho, dice a aquellos que le habían interpelado: “Si no os
convertís, todos pereceréis del mismo modo” (v. 3).
También hoy, frente a ciertas desgracias y a eventos
dolorosos, podemos tener la tentación de “descargar” la responsabilidad en las
víctimas o incluso en Dios mismo. Pero el Evangelio nos invita a reflexionar:
¿Qué idea de Dios nos hemos hecho? ¿Estamos realmente convencidos de que Dios
es así, o esto no es más que nuestra proyección, un dios hecho “a nuestra
imagen y semejanza”? Jesús, al contrario, nos invita a cambiar el corazón, a
hacer una radical inversión en el camino de nuestra vida, abandonando los
compromisos con el mal –y esto lo hacemos todos, ¿eh?, los compromisos con el
mal–, las hipocresías –pero, yo creo que casi todos tenemos un poco, de
hipocresía–, para retomar decididamente el camino del Evangelio. Pero está ahí,
nuevamente, la tentación de justificarse: ¿De qué cosa debemos convertirnos?
¿No somos en fin de cuentas buenas personas –cuantas veces hemos pensado esto:
pero, en fin de cuentas yo soy bueno, soy alguien bueno… y no es así,
‘eh?–, no somos creyentes, incluso bastante practicantes? Y nosotros creemos
que así nos justificamos.
Lamentablemente, cada uno de nosotros se asemeja mucho
a un árbol que, durante años, ha dado múltiples pruebas de su esterilidad.
Pero, afortunadamente para nosotros, Jesús se parece a un agricultor que, con
una paciencia sin límites, obtiene todavía una prórroga para la higuera
infecunda: “Déjala todavía este año –dice el dueño– […] Puede ser que así dé
frutos en adelante” (v. 9). Un “año” de gracia: el tiempo del ministerio de
Cristo, el tiempo de la Iglesia antes de su regreso glorioso, el tiempo de
nuestra vida, marcado por un cierto número de Cuaresmas, que se nos ofrecen
como ocasiones de arrepentimiento y de salvación. Un tiempo de un Año Jubilar
de la Misericordia. La invencible paciencia de Jesús, ¿Habéis pensado en
la paciencia de Dios? Habéis pensado también en su irreducible preocupación por
los pecadores. ¡Cómo debería conducirnos a la impaciencia contra nosotros
mismos! ¡Nunca es demasiado tarde para convertirse! ¡Jamás! Hasta el último
momento, la paciencia de Dios nos espera. Recordáis aquella pequeña
historia de santa Teresa del Niño Jesús, cuando rezaba por aquel hombre
condenado a muerte, un criminal, que no quería recibir la consolación de la
Iglesia, rechazaba al sacerdote, no quería, quería morir así. Y ella rezaba, en
el convento, y cuando aquel hombre está ahí, en el momento de ser asesinado, se
dirige al sacerdote, toma el Crucifijo y lo besa. ¡La paciencia de Dios! ¡Lo
mismo hace con nosotros, con todos nosotros! Cuantas veces, nosotros no lo
sabemos, lo sabremos en el Cielo; pero cuantas veces nosotros estamos ahí, ahí,
y ahí el Señor nos salva. Nos salva porque tiene una gran paciencia
con nosotros. Y esta es su misericordia. Jamás es tarde para convertirnos,
pero ¡es urgente, es ahora! Comencemos hoy.
La Virgen María nos sostenga, para que podamos abrir
el corazón a la gracia de Dios, a su misericordia; y nos ayude a no juzgar
jamás a los demás, sino a dejarnos interpelar por las desgracias cotidianas
para hacer un serio examen de conciencia y arrepentirnos.
Al término
de estas palabras, el Santo Padre rezó la oración mariana:
Angelus
Domini nuntiavit Mariae…
Al concluir la plegaria, Francisco se refirió
a la difícil situación de los refugiados que huyen de la guerra y pidió
oraciones por Siria:
Queridos hermanos y hermanas,
mi oración, y ciertamente también la vuestra, tiene siempre presente el drama de los refugiados que huyen de las guerras y de otras situaciones inhumanas. En particular, Grecia y otros países que están primera línea les están dando una ayuda generosa, que requiere la cooperación de todas las naciones. Una respuesta coral puede ser eficaz y distribuir equitativamente los pesos. Por eso, es necesario apuntar con decisión y sin reservas a las negociaciones. Al mismo tiempo, he recibido con esperanza la noticia sobre el cese de las hostilidades en Siria, y os invito a todos a rezar para que este resquicio pueda dar alivio a la población sufriente y abra el camino al diálogo y a la paz tan deseada.
Asimismo, el Papa manifestó su cercanía a
las víctimas del ciclón que ha azotado las Islas Fiyi:
También deseo asegurar mi cercanía al pueblo de las
Islas Fiyi, duramente azotado por un ciclón devastador. Rezo por las víctimas y
por quienes están comprometidos con las operaciones de socorro.
A continuación, llegó el turno de los saludos que
tradicionalmente realiza el Pontífice:
Dirijo un cordial saludo a todos los peregrinos de
Roma, de Italia y de otros países.
Saludo a los fieles de Gdansk, los indígenas de
Biafra, los estudiantes de Zaragoza, Huelva, Córdoba y Zafra, los jóvenes de
Formentera y los fieles Jaén.
Saludo a los grupos de polacos residentes en Italia; a
los fieles de Casia, Desenzano del Garda, Vicenza, de Castiglione d’Adda y
Rocca di Neto; así como a los numerosos jóvenes del Campamento de San
Gabriele dell’Addolorata, acompañados por los Padres Pasionistas; los
chicos de los Oratorios de Rho, Cornaredo y Pero, y a los de Buccinasco; y a la
Escuela de las Hijas de María Inmaculada de Padua.
Saludo al grupo que ha venido con motivo del “Día de
las Enfermedades Raras”, con una oración especial y mi aliento a
vuestras asociaciones de ayuda mutua.
El Obispo de
Roma terminó su intervención diciendo:
Os deseo a todos un buen domingo. No os olvidéis,
por favor, de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!
29.02.16
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada