Francisco en el Te Deum: no hagamos con los jóvenes como el
posadero de Belén
No se puede decir
‘aquí no hay lugar’, hay una deuda con ellos. Crear inclusión con trabajo
digno, libre, creativo, participativo y solidario”
31 diciembre 2016
El papa besa la imagen del Niño Jesús al inicio del Te Deum 2016
( Ciudad del Vaticano).- El último día
del año concluyó en la basílica de San Pedro con la la oración de las Vísperas
de la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios, presidida por el papa
Francisco.
Al costado izquierdo del altar
principal situado debajo del baldaquino del Bernini, se encontraba el cuadro
original de Nuestra Señora de las Gracias, con una composición de rosas blancas
a sus pies, traído desde su sede habitual en la iglesia de Sant’Andrea delle
Frate, lugar en el que María se apareció obteniendo la conversión de Alfonso
Ratisbona, judío no observante y liberal, joven abogado y banquero.
La basílica estaba notablemente
adornada con flores e iluminada ‘a giorno’, y en las primeras filas se
encontraban autoridades civiles y diplomáticos de los más diversos
países del mundo acreditados ante la Santa Sede. El Santo Padre
vistiendo paramentos color crema, verde y dorado, endosaba el palio.
Las vísperas iniciaron con el himno Ave
Marís Stella, entonado por el coro de la Capilla Sixtina, y prosiguió con
algunas partes en latín y otras en italiano, con los salmos, antífonas, con el Magnificat,
y concluyó con el Pater Noster, que indicó Francisco, “resume todo el
evangelio de Cristo”.
La homilía del Papa
En su homilía el Santo Padre recordó que el pesebre nos invita a asumir la lógica divina “que no se centra en el privilegio, en las concesiones ni en los amiguismos; se trata de la lógica del encuentro, de la cercanía y la proximidad”. Contrariamente significa exclusiones y por ello hay que rechazar la tentación de “vivir en esta lógica del privilegio”.
Francisco señaló que delante del
pesebre están los rostros de José y María, “rostros jóvenes cargados de
esperanzas e inquietudes, cargados de preguntas”. Y que no se puede hablar de
futuro sin “asumir la responsabilidad que tenemos para con nuestros jóvenes” y
“la deuda que tenemos con ellos”.
“Hemos creado –señaló el Pontífice–
una cultura que, por un lado, idolatra la juventud queriéndola hacer eterna
pero, paradójicamente hemos condenando a nuestros jóvenes a no tener un espacio
de real inserción”, se los va marginando obligándolos a emigrar o a mendigar
empleos que “no les permiten proyectarse en un mañana”.
Por ello señaló el Pontífice, “somos
invitados a no ser como el posadero de Belén que frente a la joven pareja
decía: aquí no hay lugar”.
“Si queremos apuntar a un futuro que sea digno para ellos –concluyó el papa
Francisco– podremos lograrlo sólo apostando por una verdadera inclusión: esa
que da el trabajo digno, libre, creativo, participativo y solidario”.
La exposición del Santísimo y el canto
del Te Deum
A continuación siguió la exposición del Santísimo Sacramento mientras los turíbulos queman incienso y coro entona el Jesus Dulcis Memoria. Después de algunos instantes de silencio se cantó el himno Te Deum, para agradecer la conclusión del año civil.
La adoración concluye con el Tantum
Ergo, las aclamaciones y los demás cantos conmemorativos, si bien el Adestes
Fideles final con las voces blancas es el que despierta particular emoción
entre los fieles.
La homilía del papa Francisco en el Te Deum de 2016
A continuación el texto completo:
«Cuando se cumplió el tiempo
establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la ley, para
redimir a los que estaban sometidos a la ley y hacernos hijos adoptivos» (Ga
4,4-5). Resuenan con fuerza estas palabras de san Pablo.
De manera breve y concisa nos introducen
en el proyecto que Dios tiene para con nosotros: que vivamos como hijos. Toda
la historia de salvación encuentra eco aquí: el que no estaba sujeto a la ley,
decidió por amor, perder todo tipo de privilegio (privus legis) y entrar por el
lugar menos esperado para liberar a los que sí estábamos bajo la ley.
Y, la novedad es que decidió hacerlo
en la pequeñez y en la fragilidad de un recién nacido; decidió acercarse
personalmente y en su carne abrazar nuestra carne, en su debilidad abrazar
nuestra debilidad, en su pequeñez cubrir la nuestra.
En Jesucristo, Dios no se disfrazó de
hombre, se hizo hombre y compartió en todo nuestra condición. Lejos de estar
encerrado en un estado de idea o de esencia abstracta, quiso estar cerca de
todos aquellos que se sienten perdidos, avergonzados, heridos, desahuciados,
desconsolados o acorralados. Cercano a todos aquellos que en su carne llevan el
peso de la lejanía y de la soledad, para que el pecado, la vergüenza, las
heridas, el desconsuelo, la exclusión, no tengan la última palabra en la vida
de sus hijos.
El pesebre nos invita a asumir esta
lógica divina. Una lógica que no se centra en el privilegio, en las concesiones
ni en los amiguismos; se trata de la lógica del encuentro, de la cercanía y la
proximidad. El pesebre nos invita a dejar la lógica de las excepciones para
unos y las exclusiones para otros.
Dios viene Él mismo a romper la cadena
del privilegio que siempre genera exclusión, para inaugurar la caricia de la
compasión que genera la inclusión, que hace brillar en cada persona la dignidad
para la que fue creado. Un niño en pañales nos muestra el poder de Dios
interpelante como don, como oferta, como fermento y oportunidad para crear una
cultura del encuentro.
No podemos permitirnos ser ingenuos.
Sabemos que desde varios lados somos tentados para vivir en esta lógica del
privilegio que nos aparta-apartando, que nos excluye-excluyendo, que nos
encierra-encerrando los sueños y la vida de tantos hermanos nuestros.
Hoy frente al niño de Belén queremos
admitir la necesidad de que el Señor nos ilumine, porque no son pocas las veces
que parecemos miopes o quedamos presos de una actitud altamente integracionista
de quien quiere hacer entrar por la fuerza a otros en sus propios esquemas.
Necesitamos de esa luz que nos haga aprender
de nuestros propios errores e intentos a fin de mejorar y superarnos; de esa
luz que nace de la humilde y valiente conciencia del que se anima, una y otra
vez, a levantarse para volver a empezar.
Al terminar otra vez un año, nos
detenemos frente al pesebre, para dar gracias por todos los signos de la
generosidad divina en nuestra vida y en nuestra historia, que se ha manifestado
de mil maneras en el testimonio de tantos rostros que anónimamente han sabido
arriesgar.
Acción de gracias que no quiere ser
nostalgia estéril o recuerdo vacío del pasado idealizado y desencarnado, sino
memoria viva que ayude a despertar la creatividad personal y comunitaria porque
sabemos que Dios está con nosotros.
Nos detenemos frente al pesebre para
contemplar como Dios se ha hecho presente durante todo este año y así
recordarnos que cada tiempo, cada momento es portador de gracia y de bendición.
El pesebre nos desafía a no dar nada
ni a nadie por perdido. Mirar el pesebre es animarnos a asumir nuestro lugar en
la historia sin lamentarnos ni amargarnos, sin encerrarnos o evadirnos, sin
buscar atajos que nos privilegien.
Mirar el pesebre entraña saber que el
tiempo que nos espera requiere de iniciativas audaces y esperanzadoras, así
como de renunciar a protagonismos vacíos o a luchas interminables por figurar.
Mirar el pesebre es descubrir como
Dios se involucra involucrándonos, haciéndonos parte de Su obra, invitándonos a
asumir el futuro que tenemos por delante con valentía y decisión.
Mirando el pesebre nos encontramos con
los rostros de José y María. Rostros jóvenes cargados de esperanzas e
inquietudes, cargados de preguntas. Rostros jóvenes que miran hacia delante con
la no fácil tarea de ayudar al Niño-Dios a crecer. No se puede hablar de futuro
sin contemplar estos rostros jóvenes y asumir la responsabilidad que tenemos
para con nuestros jóvenes; más que responsabilidad, la palabra justa es deuda,
sí, la deuda que tenemos con ellos.
Hablar de un año que termina es
sentirnos invitados a pensar como estamos encarando el lugar que los jóvenes
tienen en nuestra sociedad.
Hemos creado una cultura que, por un
lado, idolatra la juventud queriéndola hacer eterna pero, paradójicamente,
hemos condenando a nuestros jóvenes a no tener un espacio de real inserción, ya
que lentamente los hemos ido marginando de la vida pública obligándolos a
emigrar o a mendigar por empleos que no existen o no les permiten proyectarse
en un mañana.
Hemos privilegiado la especulación en
lugar de trabajos dignos y genuinos que les permitan ser protagonistas activos
en la vida de nuestra sociedad.
Esperamos y les exigimos que sean
fermento de futuro, pero los discriminamos y «condenamos» a golpear puertas que
en su gran mayoría están cerradas. Somos invitados a no ser como el posadero de
Belén que frente a la joven pareja decía: aquí no hay lugar.
No había lugar para la vida, para el futuro. Se nos pide asumir el
compromiso que cada uno tiene, por poco que parezca, de ayudar a nuestros
jóvenes a recuperar, aquí en su tierra, en su patria, horizontes concretos de
un futuro a construir.
No nos privemos de la fuerza de sus manos, de sus mentes, de su capacidad
de profetizar los sueños de sus mayores (cf. Jl 3, 1).
Si queremos apuntar a un futuro que sea digno para ellos, podremos lograrlo
sólo apostando por una verdadera inclusión: esa que da el trabajo digno, libre,
creativo, participativo y solidario (cf. Discurso en ocasión de la entrega del
Premio Carlomagno, 6 de mayo de 2016).
Mirar el pesebre nos desafía a ayudar a nuestros jóvenes para que no se
dejen desilusionar frente a nuestras inmadureces y estimularlos a que sean
capaces de soñar y de luchar por sus sueños.
Capaces de crecer y volverse padres de nuestro pueblo. Frente al año que
termina qué bien nos hace contemplar al Niño-Dios. Es una invitación a volver a
las fuentes y raíces de nuestra fe. En Jesús la fe se hace esperanza, se vuelve
fermento y bendición: «Él nos permite levantar la cabeza y volver a empezar,
con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la
alegría» (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 3).
01.01.17
El Papa en el ángelus: ‘El 2017 será bueno si nosotros
haremos el bien día a día’
El Papa precisó que
“la paz se construye diciendo ‘no’ –con los hechos– al odio y la violencia, y
‘sí’ a la fraternidad y la reconciliación”.
1 enero 2017
La plaza de San Pedro repleta de fieles y peregrinos, en el ángelus de
inicio de 2017
(Ciudad del Vaticano).- “El año será bueno
en la medida en que cada uno de nosotros, con la ayuda de Dios, buscará de
hacer el bien día a día”. Es la ‘predicción’ y más aún la invitación que el
santo padre Francisco hizo después de rezar la oración del ángelus ante la
plaza de San Pedro repleta de fieles y peregrinos.
El Papa precisó que “la paz se construye diciendo ‘no’ –con los hechos– al
odio y la violencia, y ‘sí’ a la fraternidad y la reconciliación”.
Recordó que “hace 50 años el beato
papa Pablo VI inició a celebrar en esta fecha la Jornada Mundial de la Paz,
para reforzar el empeño común de construir un mundo pacífico y fraterno”. Por
ello, aseguró el papa Francisco, “en el mensaje de este año he propuesto asumir
la no-violencia como un estilo hacia una política de paz”.
Una violencia, añadió, que esta noche
de deseo y de esperanza, golpeó con un grave atentado en Estambul. “Estoy cerca
con la oración a los difuntos y a sus familiares, a los heridos y a todo el
pueblo turco.
El Pontífice quiso también agradecer
al presidente de Italia, Sergio Matarella, por los buenos deseos que le dirigió
durante su mensaje a la nación, y los devolvió “invocando las bendiciones del
Señor al pueblo italiano, para que con la contribución responsable y solidaria
de todos, pueda mirar al futuro con confianza y esperanza”.
Expresó también reconocimiento hacia
las iniciativas de oración y de empeño por la paz que se realizan en el mundo.
En particular señaló la marcha nacional realizada en la ciudad de Bolonia por
la Conferencia Episcopal Italiana, Cáritas, Acción Católica y Pax Christi, así
como a la manifestación “Paz en todas las tierras” promovida por la Comunidad
San Egidio.
Saludó también a todos los presentes
en la Plaza, deseándoles un nuevo año feliz y sereno.
02.01.17
Carta del Papa a los obispos: ante pedofilia y ocultamiento
pedir perdón. Y tolerancia cero
Admirar el pesebre
olvidando los crímenes contra los menores sería reducirlo a una linda fábula
2 enero 2017
(Ciudad del Vaticano).- Con motivo de la
fiesta de los Santos Inocentes, conmemorada este 28 de diciembre pasado, el
papa Francisco le escribió una carta a los obispos, en la que señala el dolor
por los pecados cometido contra los niños, en particular el de abusos realizado
por sacerdotes.
Pide perdón también por el pecado de
omisión de asistencia, de ocultar y negar, del abuso de poder. Y exige
‘tolerancia cero’ para que esto nunca más vuelva a suceder.
Porque “la alegría cristiana no es una
alegría que se construye al margen de la realidad” sino “nace de una llamada
–la misma que tuvo san José– a tomar y cuidar la vida”. Contrariamente
contemplar el pesebre aislándolode la vida que lo circunda “sería hacer de la
Navidad una linda fábula”.
A continuación reproducimos el texto completo
“Querido hermano: Hoy, día de los
Santos Inocentes, mientras continúan resonando en nuestros corazones las
palabras del ángel a los pastores: «Les traigo una buena noticia, una gran
alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, ha nacido un Salvador»
(Lc 2,10-11), siento la necesidad de escribirte.
Nos hace bien escuchar una y otra vez
este anuncio; volver a escuchar que Dios está en medio de nuestro pueblo. Esta
certeza que renovamos año a año es fuente de nuestra alegría y esperanza.
Durante estos días podemos
experimentar cómo la liturgia nos toma de la mano y nos conduce al corazón de
la Navidad, nos introduce en el Misterio y nos lleva paulatinamente a la fuente
de la alegría cristiana. Como pastores hemos sido llamados para ayudar a hacer
crecer esta alegría en medio de nuestro pueblo. Se nos pide cuidar esta
alegría.
Quiero renovar contigo la invitación a
no dejarnos robar esta alegría, ya que muchas veces desilusionados –y no sin
razones– con la realidad, con la Iglesia, o inclusive desilusionados de
nosotros mismos, sentimos la tentación de apegarnos a una tristeza dulzona, sin
esperanza, que se apodera de los corazones (cf. Exhorta. Ap. Evangelii gaudium,
83).
La Navidad, mal que nos pese, viene
acompañada también del llanto. Los evangelistas no se permitieron disfrazar la
realidad para hacerla más creíble o apetecible. No se permitieron realizar un
discurso «bonito» pero irreal. Para ellos la Navidad no era refugio fantasioso
en el que esconderse frente a los desafíos e injusticias de su tiempo.
Al contrario, nos anuncian el
nacimiento del Hijo de Dios también envuelto en una tragedia de dolor. Citando
al profeta Jeremías, el evangelista Mateo lo presenta con gran crudeza: «En
Ramá se oyó una voz, hubo lágrimas y gemidos: es Raquel, que llora a sus hijos»
(2,18). Es el gemido de dolor de las madres que lloran las muertes de sus hijos
inocentes frente a la tiranía y ansia de poder desenfrenada de Herodes.
Un gemido que hoy también podemos
seguir escuchando, que nos llega al alma y que no podemos ni queremos ignorar
ni callar. Hoy en nuestros pueblos, lamentablemente –y lo escribo con profundo
dolor–, se sigue escuchando el gemido y el llanto de tantas madres, de tantas
familias, por la muerte de sus hijos, de sus hijos inocentes.
Contemplar el pesebre es también
contemplar este llanto, es también aprender a escuchar lo que acontece a su
alrededor y tener un corazón sensible y abierto al dolor del prójimo, más
especialmente cuando se trata de niños, y también es tener la capacidad de
asumir que hoy se sigue escribiendo ese triste capítulo de la historia.
Contemplar el pesebre aislándolo de la
vida que lo circunda sería hacer de la Navidad una linda fábula que nos
generaría buenos sentimientos pero nos privaría de la fuerza creadora de la
Buena Noticia que el Verbo Encarnado nos quiere regalar.
Y la tentación existe. ¿Será que la
alegría cristiana se puede vivir de espaldas a estas realidades? ¿Será que la
alegría cristiana puede realizarse ignorando el gemido del hermano, de los
niños? San José fue el primer invitado a custodiar la alegría de la Salvación.
Frente a los crímenes atroces que
estaban sucediendo, san José –testimonio del hombre obediente y fiel– fue capaz
de escuchar la voz de Dios y la misión que el Padre le encomendaba. Y porque
supo escuchar la voz de Dios y se dejó guiar por su voluntad, se volvió más
sensible a lo que le rodeaba y supo leer los acontecimientos con realismo.
Hoy también a nosotros, Pastores, se
nos pide lo mismo, que seamos hombres capaces de escuchar y no ser sordos a la
voz del Padre, y así poder ser más sensibles a la realidad que nos rodea. Hoy,
teniendo como modelo a san José, estamos invitados a no dejar que nos roben la
alegría. Estamos invitados a custodiarla de los Herodes de nuestros días.
Y al igual que san José, necesitamos
coraje para asumir esta realidad, para levantarnos y tomarla entre las manos
(cf. Mt 2,20). El coraje de protegerla de los nuevos Herodes de nuestros días,
que fagocitan la inocencia de nuestros niños. Una inocencia desgarrada bajo el
peso del trabajo clandestino y esclavo, bajo el peso de la prostitución y la
explotación. Inocencia destruida por las guerras y la emigración forzada, con
la pérdida de todo lo que esto conlleva.
Miles de nuestros niños han caído en
manos de pandilleros, de mafias, de mercaderes de la muerte que lo único que
hacen es fagocitar y explotar su necesidad. A modo de ejemplo, hoy en día 75
millones de niños –debido a las emergencias y crisis prolongadas– han tenido
que interrumpir su educación.
En 2015, el 68 por ciento de todas las personas objeto de trata sexual en
el mundo eran niños. Por otro lado, un tercio de los niños que han tenido que
vivir fuera de sus países ha sido por desplazamientos forzosos. Vivimos en un
mundo donde casi la mitad de los niños menores de 5 años que mueren ha sido a
causa de malnutrición.
En el año 2016, se calcula que 150
millones de niños han realizado trabajo infantil viviendo muchos de ellos en
condición de esclavitud. De acuerdo al último informe elaborado por UNICEF, si
la situación mundial no se revierte, en 2030 serán 167 millones los niños que
vivirán en la extrema pobreza, 69 millones de niños menores de 5 años morirán
entre 2016 y 2030, y 60 millones de niños no asistirán a la escuela básica
primaria.
Escuchemos el llanto y el gemir de
estos niños; escuchemos el llanto y el gemir también de nuestra madre Iglesia,
que llora no sólo frente al dolor causado en sus hijos más pequeños, sino
también porque conoce el pecado de algunos de sus miembros: el sufrimiento, la
historia y el dolor de los menores que fueron abusados sexualmente por sacerdotes.
Pecado que nos avergüenza. Personas
que tenían a su cargo el cuidado de esos pequeños han destrozado su dignidad.
Esto lo lamentamos profundamente y pedimos perdón. Nos unimos al dolor de las
víctimas y a su vez lloramos el pecado. El pecado por lo sucedido, el pecado de
omisión de asistencia, el pecado de ocultar y negar, el pecado del abuso de
poder. La Iglesia también llora con amargura este pecado de sus hijos y pide
perdón.
Hoy, recordando el día de los Santos
Inocentes, quiero que renovemos todo nuestro empeño para que estas atrocidades
no vuelvan a suceder entre nosotros. Tomemos el coraje necesario para
implementar todas las medidas necesarias y proteger en todo la vida de nuestros
niños, para que tales crímenes no se repitan más.
Asumamos clara y lealmente la consigna
«tolerancia cero» en este asunto. La alegría cristiana no es una alegría que se
construye al margen de la realidad, ignorándola o haciendo como si no
existiese. La alegría cristiana nace de una llamada –la misma que tuvo san José–
a tomar y cuidar la vida, especialmente la de los santos inocentes de hoy.
La Navidad es un tiempo que nos
interpela a custodiar la vida y ayudarla a nacer y crecer; a renovarnos como
pastores de coraje. Ese coraje que genera dinámicas capaces de tomar conciencia
de la realidad que muchos de nuestros niños hoy están viviendo y trabajar para
garantizarles los mínimos necesarios para que su dignidad como hijos de Dios
sea no sólo respetada sino, sobre todo, defendida.
No dejemos que les roben la alegría.
No nos dejemos robar la alegría, cuidémosla y ayudémosla a crecer. Hagámoslo
esto con la misma fidelidad paternal de san José y de la mano de María, la
Madre de la ternura, para que no se nos endurezca el corazón. Con fraternal
afecto, Francisco”.
03.01.17
El Papa en la audiencia: ‘Hay preguntas a las que no sé qué responder,
entonces invito a mirar el crucifijo’
El Santo Padre prosigue con las
catequesis sobre la esperanza cristiana
4 enero 2017
( Ciudad del
Vaticano).- El papa
Francisco realizó este miércoles una nueva catequesis centrada en la esperanza
cristiana, tomando como ejemplo la figura bíblica de Raquel, que “llora por sus
hijos” pero conserva “una esperanza para su descendencia”.
Lo hizo tras llegar al Aula Pablo VI, en el Vaticano,
donde se realizó la audiencia debido al frío del invierno europeo. Francisco
fue recibido con gran entusiasmo por los varios miles de peregrinos y fieles
allí reunidos, y saludó a varios de ellos, en particular a niños y ancianos.
El Santo Padre señaló que muchas veces le hacen
preguntas difíciles como ‘por qué sufren los niños’, “a las cuales
verdaderamente no sé que responder. Solamente digo: ‘Mira el crucifijo: Dios
nos ha dado a su Hijo, Él ha sufrido, y quizás allí encontrarás una respuesta”.
Señaló también que “para secar una lágrima del rostro
de quien sufre, es necesario unir a su llanto el nuestro. Solo así, nuestras
palabras pueden ser realmente capaces de dar un poco de esperanza”.
En el resumen de la catequesis en español, el Santo
Padre invitó a “fijamos en Raquel, una figura que nos habla de la esperanza en
medio del llanto”. Señaló así que “el profeta Jeremías habla de Raquel que
llora en Ramá porque sus hijos, que han salido para el destierro, ya no están.”
“Raquel representa –aseguró Francisco– el dolor de
tantas madres que también hoy lloran la pérdida de un hijo o de un ser querido
y no encuentran consuelo”. Y añadió que “ante el dolor de los demás debemos
mostrar una gran delicadeza y compartir su sufrimiento y su llanto si queremos
que nuestras palabras puedan dar un poco de esperanza”.
Entretanto indica el Santo Padre, “Dios responde al
llanto de Raquel con una promesa: el pueblo volverá del exilio y vivirá libre
en la fe. Las lágrimas de Raquel han engendrado la esperanza”.
Un texto el de Jeremías, explica el Santo Padre, que
Mateo retoma “y lo aplica a la matanza de los niños en Belén, por parte de
Herodes”.
“El Hijo de Dios ha entrado en el dolor de los hombres
y lo ha compartido hasta el final. En la cruz, Jesús nos entrega a su madre,
convirtiéndola en madre del pueblo creyente” señala el Papa, y precisa que
“allí, la muerte es vencida y se cumple de modo pleno la profecía de Jeremías.
Las lágrimas de María, como las de Raquel, han engendrado la esperanza y una
nueva vida”.
A continuación se dirigió a los peregrinos de lengua
española: “Pidamos a la Virgen María que nos ayude a tener siempre viva nuestra
esperanza en medio del dolor, y que con nuestra delicadeza y ternura sepamos
ser instrumentos de la presencia y cercanía de Dios para el que sufre”. Terminó
sus palabras en español deseado a todos “un feliz año”.
El Papa invitó también a rezar por las víctimas y
familiares de la masacre que sucedió en la cárcel de Manaus en Brasil. La
audiencia concluyó con el canto del Pater Noster y la bendición
apostólica.
05.01.17
Francisco
sobre las vocaciones: Es el testimonio y no la comodidad lo que atrae
El Papa se dirige a los
participantes del congreso promovido por la Pastoral vocacional de la
Conferencia Episcopal Italiana
5 enero 2017
(Ciudad del Vaticano).- El santo padre Francisco recibió este jueves en audiencia en el Vaticano, a
unos 800 participantes del congreso promovido por la Pastoral
vocacional de la Conferencia Episcopal Italiana con el lema ‘Levántate y
anda’.
El Papa dejó de lado el discurso
escrito e improvisó una conversación con los presentes en el aula Pablo VI, que
inició recordando cuando Pedro es liberado de la cárcel por el ángel y llega a
la casa de unos cristianos que no le abren, señalando que estos estaban rezando
por él pero tenían miedo que fuera un fantasma y preferían cerrar las puertas.
“Me pregunto cuántos jóvenes,
muchachos y muchachas hoy sienten en el corazón ese ‘levántate’ y cuantos
curas, consagrados, monjas, les cierran las puertas”. Es necesario rezar, dijo
el Papa, pero con las puertas abiertas. Y recordó el evangelio “Ven conmigo y
verás donde vivo”, porque nadie puede entrar con las puertas cerradas.
Señaló que si bien los obispos
tienen muchas ocupaciones deben delegarlas a los diáconos, porque el primer
deber es la oración, como fue dicho por los apóstoles. “Podrían hacer el plan
pastoral más grande, la organización más perfecta, pero sin la levadura de la
oración será pan sin levadura”, dijo.
Rezar no como papagayos sino
con el corazón involucrando a los parroquianos a orar. Señaló que él
se quedó impresionado al ver el trabajo de los párrocos italianos y de las
redes de voluntarios que han creado, así como los oratorios para los jóvenes.
En cambio lamentó cuando está escrito que se atiende solamente tal día, de tal
hora a tal hora. “Es necesaria la acogida” dijo.
En particular para los jóvenes,
porque cansan, hacen ruido. “Si queremos vocaciones, puerta abierta, oración y
clavados en la silla para escuchar a los jóvenes”. Y si son fantasiosos,
hay que hacerlos aterrizar, confesarlos “aunque repitan siempre las mismas
cosas”, hacer que se sientan en casa. Francisco señaló también que es necesario
inventarse acciones pastorales que los involucren, y que estas cambian con el
tiempo. Pidió además
no olvidar que la inquietud que ellos tienen “es una gracia de Dios”.
Otro punto es el testimonio,
porque si bien el joven siente una llamada del Señor, esta es concreta y la
mayoría de las veces es: “Yo querría volverme como aquel o como aquella”.
Contó también una vez que una
monja que fue a hablar a un colegio y centró su largo discurso pidiendo rezar
para que su superiora sea canonizada. A lo que una alumna le dijo que visto su
mensaje era solamente eso, probablemente su superiora estaba en el purgatorio,
porque no supo formarla.
Al concluir les recordó que a
ellos les llevó a ser sacerdotes, monjas, o laicos que trabajan en la Casa del
Señor, no la gente que busca seguridad, que cierra las puertas, que aburre a
los jóvenes, que no tienen tiempo, sino aquellos que dan “un testimonio
grande”.
06.01.17
Francisco les recuerda que Jesús les dirige su mirada y les invita a ir hacia Él. “¿Han encontrado esta mirada, queridos jóvenes? ¿Han escuchado esta voz? ¿Han sentido este impulso a ponerse en camino?”, pregunta el Papa a los jóvenes. Y se muestra convencido de que “si bien el ruido y el aturdimiento parecen reinar en el mundo”, esta llamada “continua a resonar en el corazón da cada uno para abrirlo a la alegría plena”. Esto será posible –subraya el Pontífice– en la medida en que, a través del acompañamiento de guías expertos, sabrán emprender un itinerario de discernimiento para descubrir el proyecto de Dios en la propia vida. Incluso cuando “el camino se encuentre marcado por la precariedad y la caída”, Dios, que es rico en misericordia, “tenderá su mano para levantarlos”.
Asimismo, en su carta, el Santo Padre recuerda a los jóvenes que un “mundo mejor se construye también gracias a ustedes, que siempre desean cambiar y ser generosos”. El Papa les pide que no tengan miedo de escuchar al Espíritu “que les sugiere opciones audaces”, “no pierdan tiempo cuando la conciencia les pida arriesgar para seguir al Maestro”. También la Iglesia –precisa– desea ponerse a la escucha de la voz, de la sensibilidad, de la fe de cada uno; así como también de las dudas y las críticas. Finalmente, el Santo Padre asegura que a través del camino de este Sínodo, los obispos y él mismo quieren “contribuir cada vez más a vuestro gozo”.
El Papa en el
ángelus: En Reyes, el regalo es el mismo Jesús
El Pontífice invita a no dejarse
enceguecer el dinero o el éxito, sino a seguir la luz de Jesús
6 enero 2017
(Ciudad del
Vaticano).- El santo padre Francisco rezó este viernes con los
aproximadamente 35 mil fieles reunidos en la plaza de San Pedro con motivo de
la fiesta de Reyes, la oración ángelus. El Papa recordó que hay luces
intermitentes o que encandilan pero que son vanas, al contrario de la luz de
Jesús que sabe vencer las tinieblas más oscuras y da alegría al corazón.
A
continuación el texto del ángelus
“Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Celebramos hoy la Epifanía del Señor, o sea la
manifestación de Jesús que resplandece como luz a todas las gentes. Símbolo de
esta luz que resplandece en el mundo y que quiere iluminar la vida de cada uno
de nosotros es la estrella que guió a los Magos a Belén. Ellos, dice el
Evangelio, vieron ‘brillar su estrella’ (Mt 2,2) y decidieron seguirla: hacerse
guiar por la estrella de Jesús.
También en nuestra vida hay diversas estrellas, luces
que brillan y orientan. Somos nosotros que debemos elegir a cuál de ellas
seguir. Hay luces intermitentes, que van y vienen, como las pequeñas
satisfacciones de la vida: a pesar de ser buenas, no son suficientes, porque
duran poco y no nos dejan la paz que buscamos”.
También existen las luces enceguecedoras del
espectáculo, del dinero y del éxito, que prometen todo y enseguida: seducen
pero con su fuerza encandilan y hacen pasar de los sueños de gloria a la
oscuridad más densa.
Los Magos, en cambio, nos invitan a seguir una luz
estable y gentil que no tiene ocaso, porque nos es de este mundo: viene del
cielo y resplandece en el corazón.
Esta luz verdadera es la luz del Señor, o mejor dicho
es el Señor. Él es nuestra luz: una luz que no enceguece, pero acompaña y dona
una alegría única. Esta luz es para todos y nos llama a cada uno: podemos así
sentir nosotros la invitación que hoy nos dirige el profeta Isaías: ‘Levántate,
vístete de luz’.
En el inicio de cada día podemos recibir esta
invitación: levántate, revístete de luz, sigue hoy entre las tantas estrellas
fugaces del mundo a la estrella luminosa de Jesús! Siguiéndola, tendremos
alegría, como le sucedió a los Magos, que ‘cuando vieron la estrella se
llenaron de una enorme alegría’ (Mt 2,10); porque donde está Dios hay alegría.
Quien ha encontrado a Jesús ha sentido el milagro
de la luz que rompe las tinieblas y conoce esta luz que ilumina y resplandece.
Quisiera, con mucho respeto, invitar a no tener miedo de esta luz y a abrirse
al Señor. Sobre todo quisiera decir a quien ha perdido la fuerza de buscar, a
quien afanado por la oscuridad de la vida ha apagado el deseo: ‘Ánimo, la luz
de Jesús sabe vencer las tinieblas más oscuras’, ¡levántate, coraje!
¿Cómo encontrar esta luz divina? Sigamos el ejemplo de
los Magos, que el Evangelio describe siempre en movimiento. Quien desea la luz,
de hecho sale de sí y la busca: no se queda cerrado, quieto, mirando qué sucede
en su alrededor, pero pone en juego la propia vida.
La vida cristiana es un camino continuo, hecho de
esperanza y de búsqueda; un camino que como el de los Magos prosigue también
cuando la estrella desaparece momentáneamente de la vista. En este camino hay
también insidias que es necesario evitar: los comentarios superficiales y
mundanos que frenan el paso; los caprichos paralizantes del egoísmo; los baches
del pesimismo que encierran la esperanza.
Estos obstáculos bloquearon a los escribas, de los
cuales habla el Evangelio de hoy. Ellos sabían dónde estaba la luz, pero no se
movieron. Cuando Herodes les preguntó ‘¿Dónde nacerá el Mesías?’, ‘¡En Belén!
Sabían donde pero no se movieron. Su conocimiento fue vano: no basta saber que
Dios ha nacido, si no se hace con Él la Navidad en el corazón.
Dios ha nacido, ¿pero ha nacido en tu corazón?, ¿ha
nacido en mi corazón?, ¿ha nacido en nuestro corazón? Y así lo encontraremos,
como los Magos, con María y José en el establo.
Los Magos lo hicieron: encontrado el Niño, “ellos se
postraron y lo adoraron”: entraron en una comunión personal de amor con Jesús.
Después le donaron oro, incienso y mirra, o sea sus bienes más preciosos.
Aprendamos de los Magos a no dar a Jesús solo los
retazos de tiempo y algún pensamiento cada tanto, contrariamente no tendríamos
su luz. Como los Magos, pongámonos en camino, revistiéndonos de luz, siguiendo
la estrella de Jesús y adoremos al Señor con todo nuestro ser”.
Después de rezar el ángelus el Papa saludó a los
diversos grupos de peregrinos y añadió las siguientes palabras:
“Los magos ofrecen a Jesús sus dones, pero en realidad
es Jesús mismo el verdadero don de Dios. De hecho es el Dios que se dona a
nosotros, en Él nosotros vemos el rostro misericordioso del Padre que nos
espera, nos acoge, nos perdona siempre; el rostro de Dios que no nos trata
nunca según nuestras obras o según nuestros pecados, pero únicamente según la
inmensidad de su inagotable misericordia.
Y hablando de los dones, también yo he pensado de
hacerles un pequeño regalo… faltan los camellos, pero les daré este don. Es el
librito ‘Ícono de misericordia’. El don de Dios es Jesús, misericordia del Padre,
y por esto para recordar este don les doy este regalo que será distribuido por
personas pobres, sin hogar y prófugos, junto a muchos voluntarios y
religiosos a los cuales saludo y les agradezco de corazón.
Les deseo un año de justicia, de perdón, de serenidad
pero sobre todo un año de misericordia. Les ayudará leer este libro; se lleva
en el bolsillo, pueden llevarlo con ustedes. Por favor no se olviden de hacerme
también el don de vuestra oración. El Señor les bendiga. Buena fiesta, ‘buon
pranzo‘ y ‘arrivederci‘.
07.01.17
El Papa pide: ‘Que el Señor nos
caliente el corazón’ para ayudar a los ‘sin techo’ que sufren el frío
Diversas instituciones y parroquias
se han movilizado para ayudar a los sin techo
8 enero 2017
Cristo sin
techo, imagen de bronce puesta en la limosnería apostólica
(Roma).- El papa Francisco invitó este domingo a rezar al Señor
“que nos caliente el corazón”, para poder ayudar a tantos sin techo que
viven por las calles, a superar la indiferencia recordando que algunos de ellos
han muerto debido a esta ola de frío polar.
“En estos
días de tanto frío pienso y les invito a pensar a todas las personas que viven
por la calle, golpeadas por el frío” dijo Francisco, que añadió: “y tantas
veces por la indiferencia”.
Refiriéndose a los muertos señaló que “algunos no
lograron sobrevivir”. Y pidió: “Recemos por ellos y pidamos al Señor que nos
caliente el corazón para poder ayudarlos”.
La ola de frío glacial que se abate sobre Italia y
partes del sur de Europa, ha causado en Italia y Polonia al menos 18 muertos en
las últimas 48 horas.
En Moscú por ejemplo la temperatura llegó a menos 30
grados, un récord de los últimos 120 años, que ha afectado el transito de
aviones, trenes y vehículos en las carreteras.
En Italia la Protección civil recomendó evitar los
desplazamientos. Y en las últimas 48 horas las víctimas son 8, la última un
anciano en Brianza que fue encontrado muerto por el frío cerca de un río y una
señora que se golpeó al resbalarse debido al hielo.
Entre las víctimas también 6 sin techo, personas entre
los 46 y 66 años de edad, informaron los medios locales, quienes dormían afuera
a pesar de las temperaturas bajo cero. Dos eran polacos, uno rumano, otro indio
y los otros dos italianos.
Diversas instituciones se movilizaron para ayudar a
estas personas, entre las cuales la comunidad de San Egidio que este domingo
organizó un almuerzo para 250 personas sin techo, que concluye con una tómbola
de solidaridad. El presidente del consejo de Ministros de Italia, Paolo
Gentiloni , ayer visitó el comedor de los pobres de San Egidio en vía Dandolo y
agradeció el trabajo que están realizando, como llevar frazadas y bebidas caliente
a los sin techo.
Texto completo del ángelus del papa Francisco del 8 de enero de 2017
Ciudad del
Vaticano).- El papa Francisco, una vez concluida la misa con motivo del
Bautismo del Señor, que celebró en la Capilla Sixistina, durante la cual
bautizó a 28 niños, fue a su estudio en el Palacio Apostólico para desde allí
rezar el ángelus.
Ante una plaza de San Pedro llena de peregrinos y
fieles que le esperaban a pesar del frío intenso que azota en estos días a
Italia, el Papa rezó el ángelus, y dijo las siguientes palabras.
Queridos
hermanos y hermanas, ¡Buenos días!
Hoy es la fiesta del bautismo de Jesús, el Evangelio nos presenta la escena que
sucedió a orillas del río Jordán: en medio a la multitud penitente que avanzaba
hacia Juan el Bautista para recibir el bautismo está también Jesús. Hacía la
cola.
Juan querría impedirlo diciendo: “Soy yo quien
necesita tu bautismo”. El Bautista de hecho tiene conciencia de las grandes
distancias que hay entre él y Jesús. Pero Jesús ha venido justamente para
colmar la distancia entre el hombre y Dios: si él está enteramente de la parte
de Dios, también está enteramente de la parte del hombre y reúne lo que estaba
dividido.
Por esto pide a Juan de bautizarlo, para que se cumpla
cada justicia, o sea que se realice el proyecto del Padre que pasa a través del
camino de la obediencia y de la solidaridad con el hombre frágil y pecador, el camino
de la humildad y de la plena cercanía a Dios y a sus hijos.
¡Porque Dios está muy cerca de nosotros! En el momento
en el cual Jesús, bautizado por Juan, sale de las aguas del río Jordán, la voz
de Dios Padre se hace sentir desde lo alto. “Este es el Hijo mio, el amado: en
Él he puesto mi complacencia”.
Y al mismo tiempo en Espíritu Santo, en forma de
paloma, se posa sobre Jesús que da públicamente inicio a su misión de
salvación; misión caracterizada por el estilo del siervo humilde y manso,
armado solamente por la fuerza de la verdad, como había profetizado Isaías: “No
gritarás ni levantarás el tono (…) no despreciarás una caña dañada, no apagarás
la mecha de la llama débil, proclamarás el derecho con verdad”.
Siervo humilde y manso, así es el estilo misionero de
los discípulos de Cristo: anunciar el Evangelio con mansedumbre y firmeza, sin
gritarle a nadie sino con mansedumbre y firmeza, sin arrogancia o imposición.
La verdadera misión no es nunca proselitismo pero
atracción hacia Cristo. ¿Pero cómo? ¿Cómo se hace para atraer hacia
Cristo? Con el propio testimonio, a partir de la fuerte unión con Él en la
oración, en la adoración y en la caridad concreta, que es servicio a Jesús
presente en el más pequeño de los hermanos.
A imitación de Jesús, pastor bueno y misericordioso y
animados por su gracia, estamos llamados a hacer de nuestra vida un testimonio
gozoso que ilumina el camino, que lleva esperanza y amor. Esta fiesta nos hace
descubrir nuevamente el don y la belleza de ser un pueblo de bautizados, o sea
de pecadores salvados por la gracia de Cristo, insertados realmente, por obra
del Espíritu Santo en la relación filial de Jesús con el Padre, recibidos en el
seno de la madre Iglesia, vueltos capaces de una fraternidad que no conoce
confines y barreras.
La Virgen María nos ayude a todos nosotros los
cristianos a conservar una conciencia siempre viva y agradecida de nuestro
bautismo y a recorrer con fidelidad el camino inaugurado por este sacramento de
nuestro renacer. Y siempre con mansedumbre y firmeza”.
El Papa reza
el ángelus y después dice:
“¡Queridos hermanos y hermanas! En el contexto de la
fiesta del Bautismo del Señor, esta mañana he bautizado a un buen grupo de
recién nacidos, veintiocho. Recemos por ellos y por sus familias. También ayer
por la tarde he bautizado a un joven catecúmeno.
Quiero extender mi oración a todos los papás que en
este período se están preparando para el Bautismo de su hijo o lo han apenas
celebrado. Sobre ellos y sobre los niños invoco al Espíritu Santo, para que
este sacramento así simple y al mismo tiempo tan importante sea vivido con fe y
con alegría.
Quiero además invitarlos a unirse a la Red Mundial de
Oración del Papa, que difunde también a través de las redes sociales, las
intenciones de oración que propongo cada mes a toda la Iglesia. Así se lleva
adelante el apostolado de la oración y se hace crecer la comunión.
En estos días de tanto frío pienso y les invito a
pensar a todas las personas que viven por la calle, golpeadas por el frío y
tantas veces por la indiferencia. Entretanto algunos no lograron sobrevivir.
Recemos por ellos y pidamos al Señor que nos caliente el corazón para poder
ayudarlos.
Saludo a todos los aquí presentes, fieles de Roma y
peregrinos italianos y de varios países, en particular al grupo de jóvenes de
Cagliari, a quienes animo a proseguir el camino iniciado con el sacramento de
la Confirmación. Y les agradezco porque ellos me dan la oportunidad de subrayar
que la Confirmación no es solamente un punto de llegada, como algunos dicen el
‘sacramento del adiós’, no, no, es sobre todo un punto de partida en la vida
cristiana.
¡Adelante con la alegría del Evangelio! Les deseo a
todos un buen domingo. Por favor no se olviden de rezar por mi.
¡Buon
pranzo e Arrivederci!
09.01.17
El
Papa recuerda que los inmigrantes no son una cifra estadística
En un largo discurso al cuerpo
diplomático acreditado ante la Santa Sede, el Santo Padre reflexiona sobre la
seguridad y la paz
9 enero 2017
(Ciudad del
Vaticano).- El papa
Francisco ha recibido al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede para
el tradicional saludo al inicio del año, con un discurso dedicado al tema de la
seguridad y de la paz, “porque en el clima general de preocupación por el
presente y de incertidumbre y angustia por el futuro” considera importante
“dirigir una palabra de esperanza, que nos señale también un posible camino
para recorrer”.
De este modo, el Santo Padre ha asegurado que si hoy
para muchos la paz es un bien que se da por descontado, casi un derecho
adquirido al que no se le presta demasiada atención, “para demasiadas personas
esa paz es todavía una simple ilusión lejana”. Así, ha advertido de que
millones de personas viven hoy en medio de conflictos insensatos. Con
frecuencia, ha reconocido, nos sentimos abrumados por “las imágenes de
muerte”, “el dolor de los inocentes que imploran ayuda y consuelo”, “el luto
del que llora un ser querido a causa del odio y de la violencia”, “el drama de
los refugiados que escapan de la guerra o de los emigrantes que perecen
trágicamente”.
El Pontífice ha manifestado la viva convicción de que
“toda expresión religiosa está llamada a promover la paz”. Sabemos –ha
observado– que se ha cometido violencia por razones religiosas, comenzando
precisamente por Europa, donde las divisiones históricas entre cristianos han
durado mucho tiempo. Por eso ha recordado que en su reciente viaje a Suecia,
quiso recordar que “tenemos una urgente necesidad de sanar las heridas del
pasado y de caminar juntos hacia metas comunes”. En la base de ese camino “ha
de estar el diálogo auténtico entre las diversas confesiones religiosas”. Un
diálogo “posible y necesario”, como ha tratado de atestiguar en el encuentro
que tuvo en Cuba con el Patriarca Cirilo de Moscú, así como en los viajes
apostólicos a Armenia, Georgia y Azerbaiyán. Al mismo tiempo, Francisco ha
pedido no olvidar las muchas iniciativas, inspiradas en la religión, que
contribuyen, incluso a menudo con el sacrificio de los mártires, “a la
construcción del bien común por medio de la educación y la asistencia”,
sobre todo en las regiones más desfavorecidas y en las zonas de conflicto.
En concreto, el Santo Padre ha condenado el terrorismo
de matriz fundamentalista, “que en el año pasado ha segado la vida de
numerosas víctimas en todo el mundo”: en Afganistán, Bangladesh, Bélgica,
Burkina Faso, Egipto, Francia, Alemania, Jordania, Irak, Nigeria, Pakistán,
Estados Unidos de América, Túnez y Turquía. Son –ha subrayado el Santo
Padre– gestos viles, que usan a los niños para asesinar, como en Nigeria;
toman como objetivo a quien reza, como en la Catedral copta de El Cairo, a
quien viaja o trabaja, como en Bruselas, a quien pasea por las calles de la
ciudad, como en Niza o en Berlín, o sencillamente celebra la llegada del año
nuevo, como en Estambul.
Por esa razón, ha explicado que se trata de “una
locura homicida que usa el nombre de Dios para sembrar muerte, intentando
afirmar una voluntad de dominio y de poder”. Así, ha hecho un llamamiento a
todas las autoridades religiosas para que unidos “reafirmen con fuerza que
nunca se puede matar en nombre de Dios”. El terrorismo fundamentalista –ha
observado– es fruto de una grave miseria espiritual, vinculada también a
menudo a una considerable pobreza social. Al respecto ha explicado que sólo
podrá ser plenamente vencido con la acción común de los líderes religiosos
y políticos. A los primeros “les corresponde la tarea de transmitir aquellos
valores religiosos que no admiten una contraposición entre el temor de Dios y
el amor por el prójimo”. A los segundos “garantizar en el espacio público el
derecho a la libertad religiosa, reconociendo la aportación positiva y
constructiva que ésta comporta para la edificación de la sociedad civil, en
donde la pertenencia social, sancionada por el principio de ciudadanía, y la
dimensión espiritual de la vida no pueden ser concebidas como contrarias”.
Además, les corresponde también “la responsabilidad de evitar que se den
las condiciones favorables para la propagación de los fundamentalismos”.
A este respecto, ha expresado la convicción de que la
autoridad política no sólo debe garantizar la seguridad de sus propios
ciudadanos “sino que también está llamada a ser verdadera promotora y
constructora de paz”.
Por otro lado, el Santo Padre se ha mostrado
convencido de que para muchos el Jubileo extraordinario de la Misericordia ha
sido una ocasión particularmente propicia para descubrir también la
«incidencia importante y positiva de la misericordia como valor social”. De
este modo ha invitado a contruir sociedades abiertas y hospitalarias para los
extranjeros y, al mismo tiempo, seguras y pacíficas internamente. Esto es aún
más necesario hoy en día en que siguen aumentando, en diferentes partes del
mundo, los grandes flujos migratorios. Pienso sobre todo en los numerosos refugiados
y desplazados en algunas zonas de África, en el Sudeste asiático y en
aquellos que huyen de las zonas de conflicto en Oriente Medio. Es necesario –ha
subrayado el Papa– un compromiso común en favor de los inmigrantes, los
refugiados y los desplazados, que haga posible el darles una acogida digna. Los
inmigrantes, ha añadido, “no deben olvidar que tienen el deber de respetar las
leyes, la cultura y las tradiciones de los países que los acogen”.
Por eso mismo ha advertido de que “no se puede
de ningún modo reducir la actual crisis dramática a un simple recuento
numérico”. Los inmigrantes “son personas con nombres, historias y familias”, y
“no podrá haber nunca verdadera paz mientras quede un solo ser humano al que
se le vulnere la propia identidad personal y se le reduzca a una mera cifra
estadística o a objeto de interés económico”. Así, se ha mostrado agradecido
a todos los países que acogen generosamente a los necesitados, comenzando por
algunas naciones europeas, especialmente Italia, Alemania, Grecia y Suecia.
Aunque no se puede olvidar “la hospitalidad ofrecida por otros países europeos
y de Oriente Medio, como Líbano, Jordania y Turquía”, así como el compromiso
de diferentes países de África y Asia. A este punto ha recordado su viaje a
México, donde se sentiió cerca de los miles de inmigrantes centroamericanos
“que sufren terribles injusticias y peligros en su intento de alcanzar un
futuro mejor”, y que “son víctimas de extorsión y objeto de ese despreciable
comercio ―horrible forma de esclavitud moderna― que es la trata de personas”.
Enemiga de la paz es una “visión reductiva” del
hombre, que abre el camino a la propagación de la iniquidad, las desigualdades
sociales y la corrupción, ha reconocido el Papa.
Prosiguiendo el discurso, el Santo Padre ha subrayado
que los niños y los jóvenes son el futuro, se trabaja y se construye para
ellos. “No podemos descuidarlos y olvidarlos egoístamente”, ha precisado. Por
esta razón, considera prioritaria “la defensa de los niños”, cuya inocencia
ha sido frecuentemente rota bajo el peso de la explotación, del trabajo
clandestino y esclavo, de la prostitución o de los abusos de los adultos, de
los pandilleros y de los mercaderes de muerte.
Y en esta línea, a los jóvenes y toda la población
Siria dirige constantemente su pensamiento, a la vez que hace un llamamiento a
la comunidad internacional “para que trabaje con diligencia para poner en
marcha una seria negociación, que ponga definitivamente fin a un conflicto que
está provocando un verdadero desastre humanitario”. El deseo común –ha
indicado– es que la tregua que se ha firmado recientemente sea para todo el
pueblo sirio un signo de la esperanza que tanto necesita.
También ha lanzado una invitación para erradicar “el
despreciable tráfico de armas y la continua carrera para producir y distribuir
armas cada vez más sofisticadas”. Causan un gran desconcierto –ha observado–
las pruebas llevadas a cabo en la Península coreana, que desestabilizan a la
región y plantean a la comunidad internacional unos inquietantes interrogantes
acerca del riesgo de una nueva carrera de armamentos nucleares.
Enemiga de la paz es también “la ideología, que se
sirve de los problemas sociales para fomentar el desprecio y el odio y ve al
otro como un enemigo que hay que destruir”. Por eso, el Santo Padre ha
advertido de que desafortunadamente, nuevas formas de ideología aparecen
constantemente en el horizonte de la humanidad. Y ha señalado que haciéndose
pasar por portadoras de beneficios para el pueblo, dejan en cambio detrás de
sí “pobreza, divisiones, tensiones sociales, sufrimiento y con frecuencia
incluso la muerte”. La paz, sin embargo, “se conquista con la solidaridad”.
La misericordia y la solidaridad –ha asegurado el
Pontífice– es lo que mueve a la Santa Sede y a la Iglesia Católica en su
compromiso decidido por solucionar los conflictos o seguir los procesos de paz,
de reconciliación y la búsqueda de soluciones negociadas a los mismos. Así ha
mencionado el acercamiento entre Cuba y los Estados Unidos y el esfuerzo para
terminar con años de conflicto en Colombia. Este planteamiento busca fomentar
la confianza mutua, mantener caminos de diálogo y hacer hincapié en la
necesidad de gestos valientes, “que son muy urgentes también en la vecina
Venezuela”, donde las consecuencias de la crisis política, social y
económica, están pesando desde hace tiempo sobre la población civil.
Del mismo modo sucede en otras partes del mundo, empezando por Oriente
Medio, para poder poner fin no solo al conflicto sirio, sino también para
promover una sociedad plenamente reconciliada en Irak y en Yemen. La Santa Sede
–ha aseverado el Papa– renueva también su urgente llamamiento para que se
reanude el diálogo entre israelíes y palestinos. En esta misma línea ha
mencionado los conflictos en Libia, así como Sudán y Sudán del Sur,
República Centroafricana, República Democrática del Congo y Myanmar.
También en Europa, ha asegurado el Papa, la disponibilidad al diálogo es la
única manera de garantizar la seguridad y el desarrollo del Continente. Por
tanto, se ha alegrado de las iniciativas destinadas “a promover el proceso de
reunificación de Chipre” mientras que espera que en Ucrania “se sigan buscando
con determinación soluciones viables para la plena aplicación de los
compromisos asumidos por las partes”. Toda Europa, ha recordado, está
atravesando un momento decisivo de su historia, en el que está llamada a
redescubrir su propia identidad. Para ello es necesario volver a descubrir sus
raíces con el fin de plasmar su propio futuro.
Finalmente, el Santo Padre ha indicado a los presentes
que construir la paz significa también trabajar activamente para el cuidado de
la Creación. El Acuerdo de París sobre el clima es un “signo importante de
nuestro compromiso común por dejar a los que vengan después de nosotros un
mundo hermoso y habitable”. Aunque hay fenómenos que sobrepasan la capacidad
de la acción humana. Por eso se ha referido a los numerosos terremotos que han
golpeado a algunas regiones del mundo, en particular en Ecuador, Italia e
Indonesia.
La paz –ha concluido Francisco– es un don, un desafío
y un compromiso. Un don porque brota del corazón de Dios; un desafío, porque
es un bien que no se da nunca por descontado y debe ser conquistado
continuamente; un compromiso, ya que requiere el trabajo apasionado de toda
persona de buena voluntad para buscarla y construirla. No existe la verdadera
paz si no se parte de una visión del hombre que sepa promover su desarrollo
integral, teniendo en cuenta su dignidad trascendente.
10.01.17
El
Papa en Sta. Marta: La autoridad de Jesús viene por su servicio, cercanía y
coherencia
En la homilía de este martes, el
Papa ha reflexionado sobre tres características que diferencian la autoridad de
Jesús de la de los doctores de la Ley
10 enero
2017
(Ciudad del
Vaticano).- Jesús tenía
autoridad porque servía a la gente, estaba cerca de las personas y era
coherente, al contrario que los doctores de la Ley que se sentían príncipes.
Así lo ha indicado el papa Francisco en su homilía de este martes en la misa
celebrada esta mañana en Santa Marta. Frente a estas características de Jesús,
ha precisado, los doctores de la ley enseñaban con autoridad clericalista,
separados de la gente, no vivían lo que predicaban.
La autoridad de Jesús y la de los fariseos son los dos
puntos sobre los que se ha centrado la homilía del Papa. Una es una
autoridad real, la otra formal. En el Evangelio del día –ha explicado
Francisco– se habla del estupor de la gente porque Jesús enseñaba “como uno que
tiene autoridad” y no como los escribas. Así, ha recordado que “eran las
autoridades del pueblo” pero lo que enseñaban no entraba en el corazón,
mientras que Jesús tenía una autoridad real. No era “un seductor”, enseñaba la
Ley “hasta el último punto” enseñaba la Verdad pero con autoridad.
De este modo, durante su homilía, el Papa ha
reflexionado sobre tres características que diferencian la autoridad de Jesús
de la de los doctores de la Ley. Tal y como ha observado el Papa, mientras que
Jesús “enseñaba con humildad” y dice a sus discípulos que “el más grande sea
como el que sirve: se haga el más pequeño”, los fariseos se sentían príncipes.
Jesús –ha explicado el Pontífice– servía a la gente,
explicaba las cosas para que la gente entendiera bien, estaba al servicio de la
gente. Tenía una actitud de servidor, y esto daba autoridad. Pero la mentalidad
de los doctores de la Ley, ha advertido Francisco, era “nosotros somos los
maestros, los príncipes, y nosotros os enseñamos a vosotros”. No era servicio
sino “nosotros mandamos, vosotros obedecéis”. Y Jesús –ha subrayado el Papa–
nunca se ha hecho pasar por príncipe, siempre era servidor de todos y esto
es lo que le daba autoridad.
La segunda característica es la cercanía. Así,
Francisco ha precisado que ese estar cerca de la gente lo que da autoridad.
“Jesús no tenía alergia a la gente: tocar a los leprosos, a los enfermos, no le
hacía estremecerse”. Mientras que los fariseos despreciaban a la pobre gente y
ellos paseaban por las plazas, bien vestidos. Estos doctores, ha asegurado el
Papa, enseñaban con autoridad clericalista.
Y un tercer punto que diferencia la autoridad de los
escribas de la de Jesús es la coherencia. Jesús –ha subrayado el Papa– vivía lo
que predicaba: había como una unidad, una armonía entre lo que pensaba, sentía,
hacía. Mientras que quien se siente príncipe tiene “una actitud clericalista”,
es decir, hipócrita, dice una cosa y hace otra.
En esta línea, el Santo Padre ha recordado que Jesús,
que es humilde, que está al servicio, que es cercano, que no desprecia a la
gente y que es coherente, tiene autoridad. “Y esta es la autoridad que siente
el pueblo de Dios”, ha añadido.
Para concluir el Santo Padre ha recordado la parábola
del Buen Samaritano. Delante de un hombre dejado medio muerto en el camino por
los asaltantes, pasa el sacerdote y se va quizá porque hay sangre y cree que si
lo toca, se convierte en impuro. Pasa el levita y –ha observado el Papa– creo
que pensó que si se mezclaba tendría que ir después al tribunal a declarar y
tenía muchas cosas que hacer. Y también él se va. Y finalmente el samaritano,
un pecador, es el que tiene compasión. Pero, ha añadido Francisco, hay otro
personaje, el posadero. Este hombre no se sorprende ni del asalto ni del
comportamiento del sacerdote o el levita, sino por el del samaritano. Podía
pensar, “este está loco”, “no es judío, es un pecador”. Así, el Papa vuelve al
estupor de la gente del Evangelio de hoy frente a la autoridad de Jesús: “una
autoridad humilde, de servicio”, “una autoridad cercana a la gente” y
“coherente”.
11.01.17
Francisco
invita a no poner la seguridad en ídolos que llevan por el camino equivocado
En la catequesis de esta semana, el
Santo Padre reflexiona sobre el Salmo 115 y las falsas esperanzas en los ídolos
11 enero
2017
(Ciudad del
Vaticano).- El papa
Francisco, en la audiencia general de esta semana ha continuado con el ciclo de
catequesis sobre la esperanza cristiana. Reunidos en el Aula Pablo VI en
el Vaticano, miles de fieles le esperaban con ilusión y alegría. La meditación
de esta semana ha estado centrada en el Salmo 115 sobre “las falsas esperanzas
en los ídolos”.
El Santo Padre ha puesto dos ejemplos reales sobre
cómo en la vida se puede llegar a dejarse llevar por ídolos. Al respecto, ha
contado que una vez estaba en Buenos Aires y tenía que ir de una iglesia a otra
y de camino había un parque con muchas pequeñas mesas donde estaban sentados
los videntes. Y allí había mucha gente, incluso haciendo cola. ¿Esto da
seguridad?, se ha preguntado el Papa. “La seguridad de una, permitidme la
palabra, estupidez”, ha añadido. De esto modo ha observado que “tú pagas para
que te den una falsa esperanza, compramos falsas esperanzas”. Sin embargo “de
la esperanza de la gratuidad que ha traído Jesucristo, de esa no nos fiamos
tanto”.
Otro ejemplo ha sido sobre una mujer guapa, que
escuchó también en Buenos Aires, que se quedó embarazada y comentaba que “tuvo
que abortar” porque si no su figura se vería perjudicada. Ídolos –ha asegurado–
que te llevan sobre el camino equivocado.
En el resumen en español que el Santo Padre hace de la
catequesis, ha indicado que la esperanza, esperar en el futuro, creer en la
vida, “es una necesidad primaria del hombre”.
Pero es importante que pongamos nuestra confianza en
lo que verdaderamente pueda ayudar a vivir y dar sentido a la existencia.
La Sagrada Escritura –ha añadido– nos advierte
contra las falsas esperanzas que el mundo presenta, denunciando la paradoja de
sus ídolos. De este modo, ha explicado que el hombre, al buscar seguridades
tangibles y concretas, “cae en la tentación de las consolaciones efímeras
–dinero, alianza con los potentes, mundanidad, falsas ideologías– que parecen
colmar el vacío de soledad y mitigan el cansancio de creer”.
Asimismo, el Pontífice ha asegurado que el salmo 115
describe de modo sugestivo la realidad absolutamente fugaz de estos ídolos.
Advierte que quien pone la esperanza en ellos termina siendo como ellos:
“imágenes vacías con manos que no tocan, pies que no caminan, boca que no
puede hablar”. No se tiene nada que decir, se es incapaz de ayudar, cambiar las
cosas, sonreír, donarse, amar. El hombre en cambio –ha concluido– ha de
ser imagen de Dios, confiando y esperando en su gracia y bendición.
A continuación, ha saludado a los peregrinos de lengua
española, en particular a los venidos de España y Latinoamérica. Así, les ha
invitado a poner plenamente su confianza en el Señor para que de su vida brote
la alabanza al Dios vivo y verdadero, que por nosotros nació de María, murió
sobre la cruz y ha resucitado en la gloria.
Después de los saludos en las distintas lenguas, el
Papa ha dirigido unas palabras a los jóvenes, a los enfermos y a los recién
casados. De este modo, ha recordado que el domingo pasado se celebró la Fiesta
del Bautismo del Señor, ocasión propicia para repensar en el propio Bautismo en
la fe de la Iglesia. Por eso, ha invitado a los jóvenes a redescubrir
diariamente “la gracia que proviene del sacramento recibido”. El Papa ha pedido
a los enfermos a que saquen del bautismo la fuerza para afrontar los momentos
de dolor y de desconsuelo. Finalmente, a los recién casados les ha exhortado a
saber traducir los compromisos del bautismo en su camino de vida familiar.
12.01.17
El Papa en Sta.
Marta: “Nuestra vida es un hoy”
En la homilía de este jueves, el
Santo Padre invita a “no endurecer al corazón”
12 enero
2017
(Ciudad del
Vaticano).- La homilía
del papa Francisco de la misa de Santa Marta se ha centrado en dos palabras
“hoy” y “corazón”. El hoy del que habla el Espíritu Santo en el pasaje de la
Carta a los Hebreos de la liturgia del día, es “nuestra vida”, un hoy “lleno de
días” pero después del cual no habrá un replay, un mañana”, “un hoy en
el cual nosotros hemos recibido el amor de Dios”. Un hoy –ha explicado el Papa–
en el cual podemos renovar nuestra alianza con la fidelidad de Dios. Pero hay
un solo hoy en nuestra vida, y la tentación es decir “sí, lo haré mañana”, ha
advertido.
Jesús lo explica en la parábola de las diez vírgenes:
las cinco que no habían llevado con ellas el aceite junto a las lámparas, lo
van a comprar después pero cuando llegan encuentran la puerta cerrada. El Santo
Padre ha hecho también referencia también a la parábola del que llama a la
puerta diciendo al Señor: “he comido contigo, he estado contigo…”. “No te
conozco: has llegado tarde…”.
Esto lo digo –ha proseguido Francisco– no para asustaros,
sino simplemente para decir que nuestra vida es un hoy: hoy o nunca. El Papa ha
asegurado que él piensa esto, “el mañana será el mañana eterno, sin atardecer,
con el Señor, para siempre. Si yo soy fiel a este hoy”. Y el Papa ha hecho la
pregunta que hace el Espíritu Santo: “¿cómo vivo yo, este hoy?”
La segunda palabra sobre la que ha reflexionado es
“corazón”. Con el corazón “encontramos al Señor” y muchas veces Jesús regaña
diciendo: “lentos de corazón”, lentos en el entender. Así, la invitación es no
endurecer el corazón y preguntarse si no está “sin fe” o “seducido por el
pecado”.
En esta misma línea, el Santo Padre ha contado que le
conmueve cuando una persona anciana –muchas veces sacerdote o religiosa– le
piden que rece por su perseverancia final.
De este modo, el Santo Padre exhorta a preguntarse
sobre “nuestro hoy” y “nuestro corazón”. El hoy está “lleno de días” pero “no
se repetirá”. Los días se repiten hasta que el Señor dice “basta”.
Pero –ha señalado Francisco– el hoy no se repite, la
vida es esta. “Y corazón abierto al Señor, no cerrado, no duro, no endurecido,
no sin fe, no perverso, no seducido por los pecados”.
Finalmente el Santo Padre ha recordado que el Señor se
encontró a muchos de estos que tenían el corazón cerrado: los doctores de la
ley, toda la gente que le perseguía, lo ponían a prueba para condenarlo y al
final lo consiguieron.
Al concluir la homilía, Francisco ha invitado a
hacerse varias preguntas: ¿Cómo es mi hoy? ¿Mi atardecer puede ser hoy mismo,
este día o muchos días después? ¿Cómo va mi hoy, en la presencia del Señor? ¿Y
mi corazón cómo es? ¿Está abierto? ¿Está firme en la fe? ¿Se deja conducir del
amor del Señor?
13.01.17
El
Papa pide a los jóvenes no tener miedo de escuchar al Espíritu
Carta del Santo Padre a los jóvenes
con ocasión de la presentación del Documento Preparatorio de la XV Asamblea General
Ordinaria del Sínodo de los Obispos
13 enero
2017
(Ciudad del
Vaticano).- El papa
Francisco, con ocasión de la presentación del Documento Preparatorio de la XV
Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, ha dirigido una carta a
los jóvenes, protagonistas del próximo Sínodo que se celebrará en 2018. El tema
elegido para dicho encuentro es “Los jóvenes, la fe y el discernimiento
vocacional”.
En su carta, Francisco indica que ha querido que los jóvenes ocupen el centro de la atención “porque los llevo en el corazón”.
De este modo, les recuerda que Dios les invita a “salir” para lanzarse “hacia un futuro no conocido pero prometedor de seguras realizaciones, a cuyo encuentro Él mismo los acompaña”. Por esto, el Pontífice les invita a escuchar la voz de Dios “que resuena en el corazón de cada uno a través del soplo vital del Espíritu Santo”. Por otro lado, ha recordado que muchos jóvenes están sometidos al chantaje de la violencia y se ven obligados a huir de la tierra natal.
En su carta, Francisco indica que ha querido que los jóvenes ocupen el centro de la atención “porque los llevo en el corazón”.
De este modo, les recuerda que Dios les invita a “salir” para lanzarse “hacia un futuro no conocido pero prometedor de seguras realizaciones, a cuyo encuentro Él mismo los acompaña”. Por esto, el Pontífice les invita a escuchar la voz de Dios “que resuena en el corazón de cada uno a través del soplo vital del Espíritu Santo”. Por otro lado, ha recordado que muchos jóvenes están sometidos al chantaje de la violencia y se ven obligados a huir de la tierra natal.
Francisco les recuerda que Jesús les dirige su mirada y les invita a ir hacia Él. “¿Han encontrado esta mirada, queridos jóvenes? ¿Han escuchado esta voz? ¿Han sentido este impulso a ponerse en camino?”, pregunta el Papa a los jóvenes. Y se muestra convencido de que “si bien el ruido y el aturdimiento parecen reinar en el mundo”, esta llamada “continua a resonar en el corazón da cada uno para abrirlo a la alegría plena”. Esto será posible –subraya el Pontífice– en la medida en que, a través del acompañamiento de guías expertos, sabrán emprender un itinerario de discernimiento para descubrir el proyecto de Dios en la propia vida. Incluso cuando “el camino se encuentre marcado por la precariedad y la caída”, Dios, que es rico en misericordia, “tenderá su mano para levantarlos”.
Asimismo, en su carta, el Santo Padre recuerda a los jóvenes que un “mundo mejor se construye también gracias a ustedes, que siempre desean cambiar y ser generosos”. El Papa les pide que no tengan miedo de escuchar al Espíritu “que les sugiere opciones audaces”, “no pierdan tiempo cuando la conciencia les pida arriesgar para seguir al Maestro”. También la Iglesia –precisa– desea ponerse a la escucha de la voz, de la sensibilidad, de la fe de cada uno; así como también de las dudas y las críticas. Finalmente, el Santo Padre asegura que a través del camino de este Sínodo, los obispos y él mismo quieren “contribuir cada vez más a vuestro gozo”.
14.01.17
El Papa advierte que los chismorreos destruyen una parroquia
El Santo Padre retoma las visitas a
las parroquias y este domingo se ha dirigido a Santa María en Setteville, a las
afueras de Roma
15 enero
2017
El Papa en
una parroquia romana
(Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha retomado este
domingo las visitas pastorales a las parroquias de Roma, que fueron suspendidas
durante el Año Jubilar. Hoy ha recibido al Santo Padre la parroquia de Santa
María en Setteville, a las afueras de la ciudad.
En la homilía de la misa, el Santo Padre ha
reflexionado sobre qué significa ser “testigos”, haciendo referencia a la
lectura del día, que presenta a Juan Bautista en el momento en el que da
testimonio de Jesús.
De este modo, el Papa ha recordado que hay muchos
cristianos que confiesan que Jesús es Dios, hay muchos sacerdotes que confiesan
que Jesús es Dios, muchos obispos…. Pero “¿todos dan testimonio de Jesús? ¿o
ser cristiano es como un modo de vivir? ¿es como ser hincha de un equipo? ¿o
como tener una filosofía?”, ha invitado a reflexionar. El Pontífice ha
subrayado que “ser cristiano, en primer lugar, es dar testimonio de Jesús”.
Y esto es lo que han hecho los apóstoles. “Dieron
testimonio de Jesús”. En esta línea, ha observado que los apóstoles “no habían
hecho un curso para ser testigos”, “no habían estudiado”, “no habían ido a la
universidad”. Sintieron el Espíritu y fueron fieles a su inspiración. El Papa
ha asegurado que eran pecadores, envidiosos, tenían celos entre ellos, eran
traidores. Pedro, el primer Papa, traicionó a Jesús, ha insistido Francisco.
Pero –ha añadido–son testigos porque son “testigos de
la salvación que Jesús lleva”. Todos “se han convertido”, “se han dejado
salvar”. Al respecto, el Santo Padre ha querido subrayar que “ser testigo no
significa ser santo”.
Finalmente, ha explicado que los apóstoles hubo un
pecado que no tuvieron: no eran chismosos, no hablaban mal unos de otros, no se
desplumaban. Por esta razón, ha asegurado que una comunidad, una parroquia
donde hay chismorreos, “es incapaz de dar testimonio”. ¿Queréis una parroquia
perfecta? “Nada de chismes”, ha pedido el Obispo de Roma. Lo que destruye a una
comunidad –ha precisado– son los chismorreos.
Antes de celebrar la misa, el Pontífice ha saludado al
vice párroco, don Giuseppe Berardino, de 50 años, gravemente enfermo de
esclerosis lateral amiotrófica desde hace más de dos años. Además, ha estado durante
más de media hora con los niños y jóvenes de catequesis. Entre ellos, muchos
jóvenes que ya han hecho la confirmación y un grupo de Scouts. Algunos, de
forma espontánea, han realizado algunas preguntas al Papa. El Santo Padre
también ha saludado a 45 niños, todos bautizados durante el 2016, acompañados
de sus padres. A continuación, ha tenido lugar un encuentro con un centenar de
fieles que ayudan al párroco en la obra pastoral. El Pontífice les ha dado
varios consejos, deteniéndose especialmente en la “importancia de la misión”.
Finalmente, tras saludar a los sacerdotes y seminaristas, el Papa ha ido a la
sacristía y ha confesado a cuatro personas: una pareja joven que cuida del vice
párroco, un joven de post-confirmación y el padre de un niño enfermo.
16.01.17
Pésame del Papa por el accidente de aviación en Kirguizistán
Han fallecido al menos 37 personas
al estrellarse un Boeing en las inmediaciones del aeropuerto de Bishkek
16 enero
2017
(Ciudad del Vaticano).- El Santo Padre ha enviado un
telegrama de pésame –a través del secretario de Estado, Pietro Parolin– a los
parientes de las víctimas del accidente de aviación ocurrido en la noche entre
el sábado 15 y el alba del domingo 16, en el que han fallecido 37 personas.
El Boeing 747 de carga se estrelló en una zona
residencial próxima al aeropuerto internacional de Manas en Bishkek, capital de
Kirguizistán, destruyendo parte del centro habitado. Entre las víctimas
causadas por el Boeing turco de la compañía ACT Airlines que cubría
una ruta entre Hong Kong y Estambul hay también seis niños.
A
continuación el texto:
“Profundamente apenado por la noticia del trágico accidente
de un avión de carga cerca de Bishek, el papa Francisco expresa sus
condolencias a todos aquellos que han perdido a sus seres queridos, en
particular en Manas y encomienda las almas de los difuntos a la misericordia de
Dios Todopoderoso. Mientras reza por las operaciones de búsqueda y
rescate, Su Santidad invoca sobre la nación las bendiciones divinas de la
fortaleza y el consuelo.
17.01.17
Francisco en Sta. Marta: la esperanza nos vuelve valientes y no una Iglesia
estacionamiento
El Papa invita a la esperanza
incluso cuando hay que luchar en la oscuridad
17 enero
2017
(Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco abordó en la homilía de la misa
matutina que celebró este martes en la Residencia Santa Marta, el tema de los
cristianos que encuentran en la Iglesia un buen estacionamiento, cuando en
cambio deben ser valientes y estar anclados a la esperanza cristiana.
Partiendo de la Carta a los Hebreos, el Santo
Padre señala que “la del cristiano es una vida valiente”, como los que se
entrenan en un estadio para vencer. Aunque la lectura habla también de la
pereza que es lo contrario del coraje: o sea “Vivir en la heladera” para que
“todo se quede así”.
“Los cristianos perezosos, los cristianos que no
tienen ganas de ir hacia adelante, que no luchan para que las cosas cambien por
situaciones nuevas que nos harían bien a todos”. Para ellos “la Iglesia es
un estacionamiento que les protege la vida y van hacia adelante con todas las
aseguraciones posibles. Pero estos cristianos parados, me recuerdan una cosa de
que niño nos decían los abuelos: ‘Cuidado con el agua estancada, la que no
corre, porque es la primera que se corrompe”.
Es la esperanza lo que vuelve valientes a los
cristianos, en cambio los cristianos perezosos no tienen esperanza, “están
jubilados”, dijo el Papa. Y si bien es lindo irse en pensión después de muchos
años de trabajo, “pasar la vida como jubilado es feo”.
La esperanza en cambio es el ancla a la cual atarse en
los momentos difíciles: “Aquella esperanza que no desilusiona, que va más
allá”. La esperanza “es luchar agarrado a la cuerda” en la “lucha de todos los
días”, como una “virtud de horizontes, no de cierre”. Y en los momentos
oscuros, “aférrate a la cuerda y soporta”.
Los cristianos estacionados se miran solo a sí mismos,
porque son egoístas, asegura Francisco. Aunque reconoce que los cristianos
valientes muchas veces se equivocan, añade que “todos nos equivocamos”. Y
advirtió sobre el hecho de que “quien está quieto pareciera que no se equivoca”.
El Pontífice ha concluido la homilía invitando a
preguntarnos. ¿Cómo soy yo? ¿Cómo es mi vida de fe?, es una vida de horizontes,
de esperanza, de coraje, de avanzar, o una vida tibia que ni siquiera sabe
soportar los momentos difíciles? El Papa invitó así a pedir al Señor que nos de
la gracia de superar nuestros egoísmos, porque los cristianos parados son
egoístas.
18.01.17
El
Papa asegura que en la oración “nuestra esperanza no se ve defraudada”
En la audiencia general, el Santo
Padre recuerda que hoy comienza la Semana de oración por la unidad de los
cristianos
18 enero
2017
( Ciudad del
Vaticano).- El papa
Francisco, como cada semana, ha recibido este miércoles en el Aula Pablo VI a
miles de fieles para celebrar la audiencia general. De este modo, ha proseguido
hoy con las catequesis dedicadas a la esperanza cristiana. Los peregrinos,
venidos de todas las partes del mundo, se acercaban al pasillo para poder saludar
de cerca y dar la mano al Santo Padre
El Pontífice, en el resumen que hace en español de la
catequesis, y haciendo referencia a la lectura leída precedentemente, ha
indicado que “el profeta Jonás nos invita a reflexionar sobre el vínculo
entre esperanza y oración”. Tal y como ha señalado, Jonás es enviado a
Nínive, ciudad enemiga de Israel y por tanto “indigna de la misericordia de
Dios, para predicar su conversión”. Jonás –ha observado–no lo entiende y
huye. Asimismo, Francisco ha recordado que “en el barco encontrará a unos
paganos que al verse en peligro por una tempestad se ponen a rezar e invitan al
profeta a unirse a ellos”.
Ante la muerte –ha aseverado– el hombre reconoce su
fragilidad y se abre a Dios con una oración llena de esperanza. El Papa ha
explicado que Jonás asume su responsabilidad y “se sacrifica para que los
paganos se salven”. En ellos, ha añadido, se opera un milagro aún más grande:
“gracias a esta experiencia de muerte logran encontrar al Dios de la vida,
transformándose su oración en una acción de gracias”. Finalmente, ha
señalado que más tarde, el rey de Nínive tras oír la predicación de Jonás,
“se confía a la misericordia divina y llama a todos a la oración y a la
penitencia, salvando así la ciudad”.
A continuación, el Santo Padre ha saludado a los
peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de
España y Latinoamérica. En la oración –ha explicado el Papa– nuestra
esperanza no se ve defraudada. Asimismo ha exhortado a que en esta Semana
oración que hoy iniciamos “pidamos insistentemente al Padre por la unidad de
todos los cristianos”.
Al respecto, al finalizar la audiencia, en el saludo a
los jóvenes, los enfermos y los recién casados, ha recordad que hoy inicia la
Semana de oración por la unidad de los cristianos. Este año, ha indicado, nos
hace reflexionar sobre “el amor de Cristo que empuja a la reconciliación”. Por
eso ha invitado a los jóvenes a rezar para que “todos los cristianos vuelvan a
ser una única familia”. Asimismo ha pedido a los enfermos que ofrezcan sus
sufrimientos “por la causa de la unidad de la Iglesia”. Finalmente, a los
recién casados ha invitado a hacer experiencia “del amor gratuito como es el de
Dios por la humanidad”.
19.01.17
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