21 de des. 2016

PAPA - NAVIDAD...



El Papa en la audiencia: Navidad será una verdadera fiesta, solo si recibimos a Jesús
Recuerda que “el pesebre que preparamos en nuestras casas nos habla de este gran misterio de esperanza”
21 diciembre 2016
 (Ciudad del Vaticano).- El santo padre Francisco centró la audiencia que realizóeste miércoles en el Vaticano, en la Navidad que llega. Así el Aula Pablo VI, donde se realizó debido a los días fríos del inicio del invierno en Italia, el Papa visiblemente contento entró por el corredor central saludando a los varios miles de peregrinos que le recibieron con gran afecto y alegría.
En la catequesis indicó que “contemplando el pesebre, nos preparamos a la Navidad del Señor” y precisó que “será realmente una fiesta si recibimos a Jesús, semilla de esperanza que Dios pone en los surcos de nuestra historia personal y comunitaria”. Recordó también que en las casas de los cristianos durante el tiempo de Adviento se prepara el pesebre y sus personajes están inmersos en esta atmósfera de esperanza.
En sus palabras en español señaló que en las catequesis de los miércoles estamos reflexionando sobre el tema de la esperanza y “hoy, a pocos días de la Navidad, contemplamos la Encarnación del Hijo de Dios, que marca el momento concreto en el que la esperanza entró en el mundo”.
Un momento en el que “Dios se despoja de su divinidad y se acerca a su pueblo, manifestando su fidelidad y ofreciendo a la humanidad la vida eterna”, dijo.
Precisó así que “el nacimiento de Jesús, nos trae una esperanza segura, visible y evidente, que tiene su fundamento en Dios mismo. Jesús, entrando en el mundo, nos da fuerza para caminar con él hacia la plenitud de la vida y vivir el presente de un modo nuevo” y que “el pesebre que preparamos en nuestras casas nos habla de este gran misterio de esperanza”.
El Pontífice precisó que “Dios elige nacer en Belén, un pueblito insignificante. Allí, en la pobreza de una gruta, María, Madre de la esperanza, da a luz al Redentor. Junto a ella está José, el hombre justo que confía en la palabra del Señor; los pastores, que representan a los pobres y sencillos, que esperan en el cumplimiento de las promesas de Dios, y también los ángeles cantando la gloria del Señor y la salvación que se realiza en este Niño”. Esto porque “Dios siempre escoge lo pequeño, lo que no cuenta, para enseñarnos la grandeza de su humildad”.
El Santo Padre concluyó estas palabras saludando a los peregrinos de lengua española, en particular a los provenientes de España y Latinoamérica: “Que por intercesión de la Virgen y de san José, la contemplación del misterio de la Navidad nos ayude a recibir a Jesús en nuestra vida, y podamos ser humildes colaboradores en la venida de su Reino, Reino de amor, de justicia y de paz”. Y exclamó: “¡Feliz Navidad, llena de esperanza para todos!”.
Antes de concluir el Pontífice hizo un llamamiento a favor del proceso de paz y reconciliación en la República Democrática del Congo. Y la audiencia concluyó con el canto del Pater Noster y la bendición apostólica.
Texto completo de la catequesis del papa Francisco en la audiencia del 21 de diciembre de 2016
En las casas de los cristianos durante el tiempo de Adviento se prepara el pesebre y sus personajes están inmersos en esta atmósfera de esperanza
21 diciembre 2016


Audiencia general, antes de Navidad 2016

(Ciudad del Vaticano).- En la última audiencia general antes de Navidad, el Papa Francisco ha dedicado la catequesis al momento en que la esperanza entra en el mundo con la encarnación del Hijo de Dios. Y que la Navidad solamente es una verdadera fiesta si en el centro está Jesús. Después de las lecturas el Pontífice leyó el texto de la catequesis en italiano, que proponemos a continuación.
Texto completo
“¡Queridos hermanos y hermanas!, hemos iniciado hace poco un camino de catequesis sobre el tema de la esperanza, muy apto para el tiempo de Adviento. A guiarnos ha sido hasta ahora el profeta Isaías.
Hoy, cuando faltan pocos días para la Navidad, quisiera reflexionar de modo más específico sobre el momento en el cual, por así decir, la esperanza ha entrado en el mundo, con la encarnación del Hijo de Dios.
El mismo profeta Isaías había preanunciado el nacimiento del Mesías en algunos pasajes: «Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emanuel» (7,14); y también – en otro pasaje – «Saldrá una rama del tronco de Jesé y un retoño brotará de sus raíces» (11,1).
En estos pasajes se entre ve el sentido de la Navidad: Dios cumple la promesa haciéndose hombre; no abandona a su pueblo, se acerca hasta despojarse de su divinidad. De este modo Dios demuestra su fidelidad e inaugura un Reino nuevo, que dona una nueva esperanza a la humanidad. Y ¿cuál es esta esperanza? La vida eterna.
Cuando se habla de la esperanza, muchas veces se refiere a lo que no está en el poder del hombre y que no es visible. De hecho, lo que esperamos va más allá de nuestras fuerzas y nuestra mirada. Pero el Nacimiento de Cristo, inaugurando la redención, nos habla de una esperanza distinta, una esperanza segura, visible y comprensible, porque está fundada en Dios
Él entra en el mundo y nos dona la fuerza para caminar con Él: Dios camina con nosotros en Jesús, caminar con Él hacia la plenitud de la vida, nos da la fuerza para estar de una manera nueva en el presente, a pesar de exigir esfuerzo.
Esperar para el cristiano significa la certeza de estar en camino con Cristo hacia el Padre que nos espera. La esperanza jamás está detenida, la esperanza siempre está en camino y nos hace caminar. Esta esperanza, que el Niño de Belén nos dona, ofrece una meta, un destino bueno en el presente, la salvación para la humanidad, la bienaventuranza para quien se encomienda a Dios misericordioso.
San Pablo resume todo esto con la expresión: “En la esperanza hemos sido salvados” (Rom 8,24). Es decir, caminando de este modo, con esperanza, somos salvados.
Y aquí podemos hacernos una pregunta, cada uno de nosotros: ¿yo camino con esperanza o mi vida interior está detenida, cerrada? ¿Mi corazón es un cajón cerrado o es un cajón abierto a la esperanza que me hace caminar? No solo sino con Jesús. Una buena pregunta para hacernos.
En las casas de los cristianos, durante el tiempo de Adviento, se prepara el pesebre, según la tradición que se remonta a San Francisco de Asís. En su simplicidad, el pesebre transmite esperanza; cada uno de los personajes está inmerso en esta atmósfera de esperanza.
Antes que nada notamos el lugar en el cual nace Jesús: Belén. Un pequeño pueblo de Judea donde mil años antes había nacido David, el pastor elegido por Dios como rey de Israel.
Belén no es una capital, y por esto es preferida por la providencia divina, que ama actuar a través de los pequeños y los humildes. En aquel lugar nace el “hijo de David” tan esperado, Jesús, en el cual la esperanza de Dios y la esperanza del hombre se encuentran.
Después miramos a María, Madre de la esperanza. Con su ‘sí’ abrió a Dios la puerta de nuestro mundo: su corazón de joven estaba lleno de esperanza, completamente animada por la fe; y así Dios la ha elegido y ella ha creído en su palabra.
Aquella que durante nueve meses ha sido el arca de la nueva y eterna Alianza, en la gruta contempla al Niño y ve en Él el amor de Dios, que viene a salvar a su pueblo y a toda la humanidad.
Junto a María estaba José, descendiente de Jesé y de David; también él ha creído en las palabras del ángel, y mirando a Jesús en el pesebre, piensa que aquel Niño viene del Espíritu Santo, y que Dios mismo le ha ordenado llamarle así, ‘Jesús’.
En este nombre está la esperanza para todo hombre, porque mediante este hijo de mujer, Dios salvará a la humanidad de la muerte y del pecado. ¡Por esto es importante mirar el pesebre! Detenerse un poco y mirar y ver cuanta esperanza hay en esta gente.
Y también en el pesebre están los pastores, que representan a los humildes y a los pobres que esperaban al Mesías, el «consuelo de Israel» (Lc 2,25) y la «redención de Jerusalén» (Lc 2,38).
En aquel Niño ven la realización de las promesas y esperan que la salvación de Dios llegue finalmente para cada uno de ellos. Quien confía en sus propias seguridades, sobre todo materiales, no espera la salvación de Dios.
Pero hagamos entrar esto en la cabeza: nuestras propias seguridades no nos salvaran. Solamente la seguridad que nos salva es aquella de la esperanza en Dios. Nos salva porque es fuerte y nos hace caminar en la vida con alegría, con ganas de hacer el bien, con las ganas de ser felices para toda la eternidad.
Los pequeños, los pastores, en cambio confían en Dios, esperan en Él y se alegran cuando reconocen en este Niño el signo indicado por los ángeles (Cfr. Lc 2,12).
Y justamente el coro de los ángeles anuncia desde lo alto el gran designio que aquel Niño realiza: ‘¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él’ (Lc 2,14).
La esperanza cristiana se expresa en la alabanza y en el agradecimiento a Dios, que ha inaugurado su Reino de amor, de justicia y de paz.
Queridos hermanos y hermanas, en estos días, contemplando el pesebre, nos preparamos para el Nacimiento del Señor. Será verdaderamente una fiesta si acogemos a Jesús, semilla de esperanza que Dios siembra en los surcos de nuestra historia personal y comunitaria. Cada ‘sí’ a Jesús que viene es un germen de esperanza.
Tengamos confianza en este germen de esperanza, en este sí: ‘Si Jesús, tú puedes salvarme, tú puedes salvarme’. ¡Feliz Navidad de esperanza para todos!”.
 22.12.16




El Papa presenta un balance de sus 44 meses de pontificado
Francisco al saludar por Navidad a los miembros de la Curia Romana explica que la reforma ‘no es cambiar personal sino convertir a las personas”
22 diciembre 2016
(Ciudad del Vaticano).- El santo padre Francisco recibió este jueves en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, los saludos y el cariño de la Curia Romana y de la Gobernación de la Ciudad del Vaticano, con motivo de la Navidad 2016.
La Curia Romana equivale a los ministerios para un Gobierno, solo que la Santa Sede no tiene por ejemplo un dicasterio de agricultura, o de industria, pero sí de otra índole, como los que se ocupan de los migrantes, del clero o de la nueva evangelización.
El cardenal Angelo Sodano, en nombre de los presentes  expresó “el deber de estar juntos entorno al sucesor de Pedro, para manifestarle toda la cercanía en estos días de gran júbilo” así como agradecerle por el Jubileo de la Misericordia y la obra de paz que realiza en Oriente Medio. Y desearle de corazón ¡Feliz Navidad!.
Por su parte el papa Francisco señaló que la reforma de la Curia Romana en curso será solamente eficaz si se actúa como con hombres ‘renovados’ y no solamente con ‘nuevos hombres’, porque no es posible contentarse cambiando el personal sino que es necesario llevar a los miembros de la Curia a renovarse espiritualmente, humanamente y profesionalmente. La reforma de la Curia, aseguró “no se realiza cambiando gente”, sino principalmente “con la conversión de las personas”.
En su largo discurso el Papa tras recordar a Dios hecho un niño, lo que invierte la lógica divina y humana, invita en Navidad “a decir ‘sí’ con nuestra fe” y “no al dominador del universo”.
A continuación entró en el tema de la reforma de la Curia Romana, la que se realiza para volverla “conforme con la buena noticia” y al mismo tiempo más conforme a su finalidad que es la de colaborar con el ministerio propio del Sucesor de Pedro”, y orientada al bonum e in servitum.
Señalo que en los anteriores encuentros navideños había hablado de algunas “enfermedades”, que era necesario sanar: las resistencias ocultas, así como y las palabras vacías del ‘gatopardismo‘ que cambia fachada para no cambiar nada. Reconoció que esto implica también escuchar los motivos de las resistencias buenas y menos buenas de un cuerpo vivo,  para “abandonándose a la guía segura del Espíritu Santo”, “rezando, rezando y rezando”.
Señaló que los criterios guías de la reforma son doce: individualidad; pastoralidad; misionaridad; racionalidad; funcionalidad; modernidad; sobriedad; subsidaridad; sinodalidad; catolicidad; profesionalidad, gradualidad y explicó cada uno de ellos.
Francisco indicó también algunos pasos ya realizados, siguiendo las “recomendaciones de los cardenales durante las reuniones plenarias antes del cónclave, las del Consejo de los nueve cardenales, así como de los jefes de dicasterios y de otras personas y expertos”.
La lista de iniciativas realizadas y en marcha es enorme, partiendo de la formación del Consejo de Cardenales (C 9) y de la revisión de la Constitución apostólica Pastor Bonus.
IOR, Apsa, patrimonio, economía y finanzas

La creación de la Comisión de investigación sobre el Instituto para las Obras de Religión (IOR); la institución de órganos judiciales del Vaticano en materia penal; La comisión COSEA para reformar la estructura económico administrativa en cooperación con el C9; la institución del Comité de Seguridad Financiera contra el reciclado; la consolidación de la Autoridad de Información Financiera, instituida por Benedicto XVI; la creación de la Secretaría para la Economía y el Consejo para Economía (ministerio de Finanzas y de control financiero) en sustitución del Consejo de los 15 cardenales; la Oficina de Revisión General, de auditoría y control de los dicasterios de la Curia Romana e instituciones relacionadas con las Santa Sede y Gobierno de la Ciudad del Vaticano; la transferencia de la sección ordinaria de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (Apsa) a la Secretaría para la Economía; y en el 2015 se aprueban los Estatutos de los nuevos Organos económicos.
Comunicación
Se crea la Secretaría para la comunicación para reorganizar los medios de comunicación del Vaticano adaptándolos las necesidades y tecnologías actuales. Se promulga el estatuto de dicha Secretaría.
Derecho canónico

Con dos motu proprio el 15 agosto de 2015 se reforma el proceso canónico de las causas de nulidad matrimonial; poco después se armonizan el código de las Iglesias Orientales y el de Derecho canónico.
Tolerancia cero a la pedofília

La institución de la Pontificia Comisión para la Tutela de los menores. La promulgación de un motu proprio que permite investigar si hubo negligencia de los obispos en los casos de abusos.
Nuevos dicasterios

En agosto de 2016 se constituye el dicasterio para Laicos, Familia y Vida. Se crea también el dicasterio para el Servicio del desarrollo humano integral, donde desde el 2017 confluyen cuatro pontificios consejos: Justicia y Paz; Cor Unum, Pastoral de los migrantes y refugiados. En octubre de 2016 se aprueba el estatuto de la Pontificia Academia de la Vida.
Audiencia del Papa Francisco a los miembros de la Curia Romana, Navidad 2016 – Texto completo
 Ciudad del Vaticano.-  El papa Francisco saludó el jueves 22 de diciembre en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano, con motivo de la Navidad, a los miembros de la Curia Romana. El Santo Padre hizo un balance de los 44 meses de su pontificado y señaló que la reforma no consiste en cambiar personal sino en la conversión de las personas. A continuación el texto completo

Queridos hermanos y hermanas:
Me gustaría comenzar nuestra reunión expresando mis mejores deseos para todos vosotros, Superiores, Oficiales, Representantes Pontificios y Colaboradores de las Nunciaturas repartidos por todo el mundo, a todas las personas que prestan servicio en la Curia Romana, y a todos vuestros seres queridos. Os deseo una santa y serena Navidad y un Feliz Año Nuevo 2017.
Contemplando el rostro del Niño Jesús, san Agustín exclamó: «Inmenso en la naturaleza divina, pequeño en la forma de siervo».[1] También san Macario, monje del siglo IV y discípulo de san Antonio Abad, para describir el misterio de la Encarnación recurrió al verbo griego smikruno, es decir, hacerse pequeño casi reduciéndose a la mínima expresión: «Escuchad con atención: el infinito, inaccesible e increado Dios, por su inmensa e inefable bondad, tomó un cuerpo y diría que se ha disminuido infinitamente en su gloria».[2]
La Navidad es la fiesta de la humildad amante de Dios, del Dios que invierte el orden de lo lógico y descontado, el orden de lo debido, de lo dialéctico y de lo matemático. En este cambio reside toda la riqueza de la lógica divina que altera los límites de nuestra lógica humana (cf. Is 55, 8-9). Romano Guardini escribió: «¡Qué reversión de todos los valores familiares para el hombre, no sólo humanos, sino también divinos! Realmente este Dios da la vuelta a todo lo que el hombre trata de construir por sí mismo».[3] En Navidad, estamos llamados a decir «sí», con nuestra fe, no al Dominador del universo, ni siquiera a la más noble de las ideas, sino precisamente a este Dios que es el humilde-amante.
El beato Pablo VI, en la Navidad de 1971, afirmaba: «Dios podría haber venido revestido de gloria, de esplendor, de luz, de fuerza, para asustarnos, para dejarnos con los ojos abiertos por el asombro. No, no. Vino como el más pequeño de los seres, el más frágil, el más débil. ¿Por qué así? Para que nadie tuviera vergüenza de acercarse a él, para que nadie tuviera temor, para que todos lo pudieran sentir cerca, acercarse a él, que no hubiera ya ninguna distancia entre él y nosotros. Dios ha hecho el esfuerzo de anonadarse, de sumergirse dentro de nosotros, para que cada uno, repito, cada uno, pueda hablarle de tú, tener confianza, acercarse a él, saberse recordado por él, amado por él… amado por él: mirad que esta es una palabra muy grande. Si entendéis esto, si recordáis esto que os estoy diciendo, habréis entendido todo el cristianismo».[4]
En realidad, Dios quiso nacer pequeño,[5] porque quiso ser amado.[6] De este modo la lógica de la Navidad transforma la lógica mundana, la lógica del poder, la lógica del mandar, la lógica farisea y la lógica causalista o determinista.
Precisamente a la luz, suave y majestuosa, del rostro divino de Cristo niño, he elegido como tema de nuestro encuentro anual la reforma de la Curia Romana. Me ha parecido justo y oportuno compartir con vosotros el cuadro de la reforma, poniendo de relieve los criterios que la guían, las medidas adoptadas, pero sobre todo la lógica de la razón de cada paso que se ha dado y de los que se darán.
Aquí me viene espontáneamente a la memoria el viejo adagio que describe la dinámica de los Ejercicios Espirituales en el método ignaciano, es decir: Deformata reformare, reformata conformare, conformata confirmare e confirmata transformare.
No hay duda de que en la Curia el significado de la re-forma puede ser doble: en primer lugar hacerla con-forme «a la Buena Nueva que debe ser proclamada a todos con valor y alegría, especialmente a los pobres, a los últimos y a los descartados»; con-forme a los signos de nuestro tiempo y de todo lo bueno que el hombre ha logrado, para responder mejor a las necesidades de los hombres y mujeres que están llamados a servir;[7] al mismo tiempo, se trata de que la Curia sea más con-forme con su fin, que es el de colaborar con el ministerio específico del Sucesor de Pedro[8] («cum Ipso consociatam operam prosequuntur», dice el Motu Proprio Humanam progressionem), es decir, apoyar al Romano Pontífice en el ejercicio de su potestad única, ordinaria, plena, suprema, inmediata y universal. [9]
En consecuencia, la reforma de la Curia Romana se orienta eclesiológicamente: in bonum e in servitium, igual que el servicio del Obispo de Roma,[10] según una significativa expresión del Papa san Gregorio Magno, recogida en el tercer capítulo de la Constitución Pastor Aeternus del Concilio Vaticano I: «Mi honor es el de la Iglesia universal. Mi honor es la fuerza sólida de mis hermanos. Me siento muy honrado, cuando a cada uno de ellos no se le niega el debido honor».[11]
Como la Curia no es un aparato inmóvil, la reforma es ante todo un signo de la vivacidad de la Iglesia en camino, en peregrinación, y de la Iglesia viva y por eso porque está vivasemper reformanda,[12] reformanda porque está viva. Es necesario repetir aquí con fuerza que la reforma no es un fin en sí misma, sino que es un proceso de crecimiento y sobre todo de conversión. La reforma no tiene una finalidad estética, como si se quisiera hacer que la Curia fuera más bonita; ni puede entenderse como una especie de lifting, de maquillaje o un cosmético para embellecer el viejo cuerpo de la Curia, y ni siquiera como una operación de cirugía plástica para quitarle las arrugas. [13] Queridos hermanos, no son las arrugas lo que hay que temer en la Iglesia, sino las manchas.
En esta perspectiva, cabe señalar que la reforma sólo y únicamente será eficaz si se realiza con hombres «renovados» y no simplemente con hombres «nuevos».[14] No basta sólo cambiar el personal, sino que hay que llevar a los miembros de la Curia a renovarse espiritual, personal y profesionalmente. La reforma de la Curia no se lleva a cabo de ningún modo con el cambio de las personas ―que sin duda sucede y sucederá―[15] sino con la conversión de las personas. En realidad, no es suficiente una «formación permanente», se necesita también y, sobre todo, «una conversión y una purificación permanente».  Sin un «cambio de mentalidad» el esfuerzo funcional sería inútil. [16]
Esta es la razón por la que en nuestros dos encuentros precedentes por Navidad me detuve, en el 2014, tomando como modelo a los Padres del desierto, sobre algunas «enfermedades» y en 2015, a partir de la palabra «misericordia», sobre un ejemplo de «catálogo de virtudes necesarias para quien presta servicio en la Curia y para todos los que quieren hacer fecunda su consagración o su servicio a la Iglesia». La razón de fondo es que el semper reformanda en la Curia, al igual que pasa con la Iglesia entera, también se ha de transformar en una conversión personal y estructural permanente. [17]
Era necesario hablar de enfermedades y tratamientos, porque cada operación, para lograr el éxito, debe ir precedida de un diagnóstico profundo, de un análisis preciso y debe ir acompañado y seguido de prescripciones precisas.
En este camino es normal, incluso saludable, encontrar dificultades que, en el caso de la reforma, se podrían presentar según diferentes tipologías de resistencia: las resistencias abiertas, que a menudo provienen de la buena voluntad y del diálogo sincero; las resistencias ocultas, que surgen de los corazones amedrentados o petrificados que se alimentan de las palabras vacías del gatopardismo espiritual de quien de palabra está decidido al cambio, pero desea que todo permanezca como antes; también están las resistencias maliciosas, que germinan en mentes deformadas y se producen cuando el demonio inspira malas intenciones (a menudo disfrazadas de corderos). Este último tipo de resistencia se esconde detrás de las palabras justificadoras y, en muchos casos, acusatorias, refugiándose en las tradiciones, en las apariencias, en la formalidad, en lo conocido, o en su deseo de llevar todo al terreno personal, sin distinguir entre el acto, el actor y la acción. [18]
La ausencia de reacción es un signo de muerte. Así que las resistencias buenas ―e incluso las menos buenas― son necesarias y merecen ser escuchadas, atendidas y alentadas a que se expresen, porque es un signo que el cuerpo esté vivo.
Todo esto manifiesta que la reforma de la Curia es un proceso delicado que debe ser vivido con fidelidad a lo esencial, con un continuo discernimiento, con valentía evangélica, con sabiduría eclesial, con escucha atenta, con acciones tenaces, con silencio positivo, con firmes decisiones, con mucha oración con mucha oración, con profunda humildad, con clara visión de futuro, con pasos concretos hacia adelante e incluso ―cuando sea necesario― retrocediendo, con voluntad decidida, con vibrante vitalidad, con responsable autoridad, con total obediencia; pero, en primer lugar, abandonándose a la guía segura del Espíritu Santo, confiando en su necesaria asistencia. Por esto, oración, oración, oración.
ALGUNOS CRITERIOS-GUÍA DE LA REFORMA:
Son principalmente doce: individualidad; pastoralidad; misionariedad; racionalidad; funcionalidad; modernidad; sobriedad; subsidiariedad; sinodalidad; catolicidad; profesionalidad; gradualidad.
1- Individualidad (Conversión personal)
Vuelvo a reiterar la importancia de la conversión individual, sin la cual sería inútil cualquier cambio en las estructuras. El alma de la reforma son los hombres a los que va dirigida y la hacen posible. En efecto, la conversión personal sostiene y fortalece a la comunitaria.
Hay un fuerte vínculo de intercambio entre la actitud personal y la comunitaria. Una sola persona es capaz de hacer tanto bien a todo el cuerpo, pero también podría dañarlo y enfermarlo. Y un cuerpo sano es el que sabe recuperar, acoger, fortalecer, sanar y santificar a sus propios miembros.
2- Pastoralidad (Conversión pastoral)
Recordando la imagen del pastor (cf. Ez 34,16; Jn 10,1-21) y siendo la Curia una comunidad de servicio, «nos hace bien también a nosotros, llamados a ser Pastores en la Iglesia, dejar que el rostro de Dios Buen Pastor nos ilumine, nos purifique, nos transforme y nos restituya plenamente renovados a nuestra misión. Que también en nuestros ambientes de trabajo podamos sentir, cultivar y practicar un fuerte sentido pastoral, sobre todo hacia las personas con las que nos encontramos todos los días. Que nadie se sienta ignorado o maltratado, sino que cada uno pueda experimentar, sobre todo aquí, el cuidado atento del Buen Pastor».[19] Detrás de los papeles hay personas.
El compromiso de todo el personal de la Curia ha de estar animado por una pastoralidad y una espiritualidad de servicio y de comunión, ya que este es el antídoto contra el veneno de la vana ambición y de la rivalidad engañosa.  En este sentido el Beato Paolo VI advirtió. «Que la Curia Romana no sea, por tanto, una burocracia, como injustificadamente algunos la juzgan; pretenciosa y apática, sólo canonista y ritualista, una palestra de escondidas ambiciones y de sordos antagonismos como otros la acusan, sino una verdadera comunidad de fe y de caridad, de oración y de acción; de hermanos y de hijos del Papa, que lo hacen todo, cada cual respetando la competencia ajena y con sentido de colaboración, para ayudarle en su servicio a los hermanos e hijos de la Iglesia universal y de toda la tierra».[20]
3.     Misionariedad [21](Cristocrentrismo)
Es la finalidad principal de todos los servicios eclesiásticos, es decir, llevar la buena nueva a todos los confines de la tierra,[22] como nos recuerda el magisterio conciliar, porque «hay estructuras eclesiales que pueden llegar a condicionar un dinamismo evangelizador; igualmente las buenas estructuras sirven cuando hay una vida que las anima, las sostiene y las juzga. Sin vida nueva y auténtico espíritu evangélico, sin “fidelidad de la Iglesia a la propia vocación”, cualquier estructura nueva se corrompe en poco tiempo».[23]
4.     Racionalidad
Basado en el principio de que todos los Dicasterios son jurídicamente iguales entre sí, se veía la necesidad de una racionalización de los organismos de la Curia Romana,[24] para poner de relieve que cada Dicasterio tiene sus propias competencias. Dichas competencias deben ser respetadas y, también, distribuidas de forma racional, eficaz y eficiente. Ningún Dicasterio se puede atribuir la competencia de otro Dicasterio, según lo establecido por el derecho, y por otro lado todos los Dicasterios hacen referencia directa al Papa.
5.     Funcionalidad
La eventual fusión de dos o más Dicasterios competentes en materias análogas o estrechamente relacionadas en un único Dicasterio sirve, por un lado, para dar al mismo Dicasterio mayor relevancia (incluso externa); por otro lado, la contigüidad e interacción de entidades individuales dentro de un único Dicasterio ayuda a tener una mayor funcionalidad (por ejemplo, los dos nuevos Dicasterios de reciente institución).[25]
La funcionalidad requiere también la revisión continua de las funciones y de la relevancia de las competencias y de la responsabilidad del personal y, por lo tanto, la realización de traslados, incorporaciones, interrupciones e incluso promociones.
6.     Modernidad ‎(Actualización)
Es la capacidad de saber leer y escuchar los «signos de los tiempos». En este sentido: «proveemos con prontitud a que los Dicasterios de la Curia Romana se acomoden a las situaciones de nuestro tiempo y se adapten a las necesidades de la Iglesia universal».[26] Esto fue solicitado por el Concilio Vaticano II: «Los Dicasterios de la Curia Romana sean reorganizados según las necesidades de los tiempos y con una mejor adaptación a las regiones y a los ritos, sobre todo en cuanto al número, nombre, competencia, modo de proceder y coordinación de trabajos».[27]
7.     Sobriedad
En esta perspectiva es necesaria una simplificación y agilización de la Curia: la unión o fusión de Dicasterios según las materias de competencia y la simplificación interna de algunos Dicasterios; la eventual supresión de Departamentos que ya no responden más a las necesidades contingentes. La inclusión en los Dicasterios o reducción de comisiones, academias, comités, etc., todo con vistas a la indispensable sobriedad necesaria para un testimonio más correcto y auténtico.
8.     Subsidiaridad
Reorganización de competencias específicas de los distintos Dicasterios, trasladándolas, si es necesario, de un Dicasterio a otro, para lograr autonomía, coordinación y subsidiariedad en las competencias y más interrelación en el servicio.
En este sentido, también es necesario respetar los principios de subsidiariedad y racionalidad en la relación con la Secretaría de Estado y dentro de la misma —entre sus diferentes competencias— para que en el ejercicio de sus funciones sea la ayuda más directa e inmediata del Papa[28]; además, para una mejor coordinación de los distintos sectores de los Dicasterios y de los Departamentos de la Curia. La Secretaría de Estado llevará a cabo esta importante función, precisamente mediante la unidad, la interdependencia y la coordinación de sus secciones y diferentes sectores.
9.     Sinodalidad  
El trabajo de la Curia tiene que ser sinodal: reuniones periódicas de los Jefes de Dicasterio, presididas por el Romano Pontífice;[29] audiencias de trabajo con regularidad de los Jefes de Dicasterio; reuniones interdicasteriales habituales. La reducción del número de Dicasterios permitirá encuentros más frecuentes y sistemáticos de cada uno de los Prefectos con el Papa, y eficaces reuniones de los Jefes de los Dicasterios, que no pueden ser tales cuando se trata de un grupo tan grande.
La sinodalidad[30] también debe vivirse dentro de cada Dicasterio, dando especial importancia al Congreso y, al menos, mayor frecuencia a la Sesión ordinaria. Dentro de cada Dicasterio se debe evitar la fragmentación que puede ser causada por varios factores, como la proliferación de sectores especializados, que pueden tender a ser autoreferenciales. La coordinación entre ellos debería ser tarea del Secretario, o del Subsecretario.
10.            Catolicidad
Entre los colaboradores, además de sacerdotes y personas consagradas, la Curia debe reflejar la catolicidad de la Iglesia a través de la contratación de personal proveniente de todo el mundo, de diáconos permanentes y fieles laicos y laicas, cuya selección debe hacerse cuidadosamente sobre la base de una vida espiritual y moral ejemplar, y de su competencia profesional. Es oportuno proporcionar el acceso a un mayor número de fieles laicos, sobre todo en aquellos Dicasterios en los que pueden ser más competentes que los clérigos o los consagrados. De gran importancia es también la valorización del papel de la mujer y de los laicos en la vida de la Iglesia, y su integración en puestos de responsabilidad en los dicasterios, con particular atención al multiculturalismo.
11.            Profesionalidad
Es esencial que cada Dicasterio adopte una política de formación permanente del personal, para evitar el anquilosamiento y la caída en la rutina del funcionalismo.
Por otra parte, es esencial archivar definitivamente la práctica del promoveatur ut  amoveatur. Esto es un cáncer.
12.            Gradualidad (discernimiento)
La gradualidad es el resultado del indispensable discernimiento que implica un proceso histórico, plazo de tiempo y de etapas, verificación, correcciones, pruebas, aprobaciones ad experimentum. En estos casos, por lo tanto, no se trata de indecisión sino de flexibilidad necesaria para lograr una verdadera reforma.
ALGUNOS PASOS REALIZADOS[31]
Señalo de manera breve y limitada algunos pasos realizados en la concretización de los criterios-guía, las recomendaciones de los Cardenales, hechas durante las Reuniones plenarias antes del Cónclave, de la C.O.S.E.A., del Consejo de Cardenales, así como de los Jefes de Dicasterio y de otras personas expertas:
El 13 de abril de 2013 se anunció el Consejo de Cardenales (Consilium Cardinalium Summo Pontifici) —el conocido como C8 y, a partir del 1 de julio de 2014, como C9— para asesorar principalmente al Papa en el gobierno de la Iglesia universal y en otros asuntos relacionados,[32] y también con la misión específica de proponer la revisión de la Constitución Apostólica Pastor Bonus.[33]
Con Quirógrafo del 24 de junio de 2013 fue erigida la Pontificia Comisión Referente sobre el Instituto para las Obras de Religión, con el objetivo de conocer con mayor profundidad la posición jurídica del I.O.R. y permitir una mejor «armonización» con «la misión universal de la Sede Apostólica». Todo para «permitir que los principios del Evangelio impregnen también las actividades económicas y financieras» y alcanzar una transparencia completa y reconocida en su actividad.
Con Motu Proprio del 11 de julio de 2013, se ha procedido a delinear la jurisdicción de los órganos judiciales del Estado de la Ciudad del Vaticano en materia penal.
Con Quirógrafo del 18 de julio de 2013, fue constituida la C.O.S.E.A. (Pontificia Comisión Referente de Estudio y Guía para los Asuntos Económicos y Administrativos),[34] con el encargo de estudiar, analizar y recoger información, en cooperación con el Consejo de Cardenales, para el estudio de los problemas organizativos y económicos de la Santa Sede.
Con Motu Proprio del 8 de agosto de 2013, fue constituido el Comité de Seguridad Financiera de la Santa Sede, para la prevención y la obstaculización del lavado de dinero, del financiamiento del terrorismo y de la proliferación de armas de destrucción masiva. Todo para llevar al I.O.R. y a todo el sistema económico vaticano a la adopción regular y al total cumplimiento, con empeño y diligencia, de todas las leyes estándar internacionales sobre la transparencia financiera.[35]
Con Motu Proprio del 15 de noviembre de 2013, fue consolidada la Autoridad de Información Financiera (A.I.F.),[36] instituida por Benedicto XVI, con Motu Proprio del 30 de diciembre de 2010, para la prevención y la defensa de las actividades ilegales en campo financiero y monetario.[37]
Con Motu Proprio del 24 de febrero de 2014 (Fidelis Dispensator et Prudens), fueron erigidas la Secretaría para la Economía y el Consejo para la Economía,[38] en sustitución del Consejo de los 15 Cardenales, con la misión de armonizar las políticas de control relacionadas con la gestión económica de la Santa Sede y de la Ciudad del Vaticano.[39]
Con el mismo Motu Proprio (Fidelis Dispensator et Prudens), del 24 de febrero de 2014, fue erigida la Oficina del Revisor General (U.R.G.), como nuevo ente de la Santa Sede encargado de cumplir con la revisión (audit) de los Dicasterios de la Curia Romana, de las instituciones relacionadas con la Santa Sede —o que hacen referencia a ella— y de las administraciones de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano.
Con Quirógrafo del 22 de marzo de 2014 fue instituida la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores para «promover la protección de la dignidad de los menores y los adultos vulnerables, a través de formas y modalidades, conformes a la naturaleza de la Iglesia, que se consideren más oportunas».
Con Motu Proprio del 8 de julio de 2014, fue trasferida la Sección Ordinaria de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica a la Secretaría para la Economía.
El 22 de febrero de 2015 fueron aprobados los Estatutos de los nuevos Organismos Económicos.
Con Motu Proprio del 27 de junio de 2015, fue erigida la Secretaría para la Comunicación con el encargo de «responder al contexto actual de la comunicación, caracterizado por la presencia y el desarrollo de los medios digitales y por los factores de convergencia e interactividad», y también de la restructuración total, a través de la reorganización y consolidación de «todas las realidades, que, de diversas formas hasta hoy se han ocupado de la comunicación», con el fin de «responder cada vez mejor a las exigencias de la misión de la Iglesia».
El 6 de septiembre de 2016 se promulgó el Estatuto de la Secretaría para la Comunicación, que entró en vigor el pasado mes de octubre.[40]
Con dos Motu Proprio del 15 de agosto de 2015, se proveyó a la reforma del proceso canónico para las causas de nulidad del matrimonio: Mitis et misericors Iesus, en el Código de los Cánones de las Iglesias Orientales; Mitis Iudex Dominus Iesus, en el Código de Derecho Canónico.[41]
Con Motu Proprio del 4 de junio de 2016 (Como una madre amorosa), se ha querido prevenir la negligencia de los Obispos en el ejercicio de su oficio, especialmente en lo relacionado con los casos de abusos sexuales cometidos contra menores y adultos vulnerables.
Con Motu Proprio del 4 de julio de 2016 (Los bienes temporales), siguiendo como principio de máxima importancia que los organismos de vigilancia estén separados de los que son vigilados, fueron delineados de forma mejor los campos respectivos de competencia de la Secretaria para la Economía y de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica.
Con Motu Proprio del 15 de agosto de 2016 (Sedula Mater), se constituyó el Dicasterio para los laicos, la familia y la vida,recordando sobre todo la finalidad pastoral general del ministerio petrino: «nos esforzamos por disponer con prontitud todas las cosas para que  las riquezas de Cristo Jesús se difundan apropiada y abundantemente entre los fieles».
Con Motu Proprio del 17 de agosto de 2016 (Humanam progressionem), se constituyó el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, de modo que el desarrollo se implemente «a través del cuidado de los bienes inconmensurables de la justicia, la paz y la salvaguardia de la creación». En este Dicasterio confluirán, desde el 1 de enero de 2017, cuatro Consejos Pontificios: Justicia y Paz, Cor Unum, Pastoral para los migrantes y Agentes Sanitarios. Me ocuparé directamente «ad tempus» de la sección para la pastoral de los emigrantes y refugiados del nuevo Dicasterio.[42]
El 18 de octubre de 2016 fue aprobado el Estatuto de la Pontificia Academia para la Vida.
   Este nuestro encuentro comenzó hablando del significado de la Navidad como cambio de nuestros criterios humanos para evidenciar que el corazón y el centro de la reforma es Cristo (Cristocentrismo).
Deseo concluir sencillamente con una palabra y una oración. La palabra es la de reiterar que la Navidad es la fiesta de la humildad amorosa de Dios. Para la oración he elegido la convocación navideña del padre Matta El Meskin (monje contemporáneo), que dirigiéndose al Señor Jesús, nacido en Belén, así se expresa: «si para nosotros la experiencia de la infancia es algo difícil, para ti no lo es, Hijo de Dios. Si tropezamos en el camino que lleva a la comunión contigo según tu pequeñez, tú eres capaz de quitar todos los obstáculos que nos impiden de hacer esto. Sabemos que no tendrás paz hasta que no nos encuentres según tu semejanza y pequeñez. Permítenos hoy, Hijo de Dios, acercarnos a tu corazón. Haz que no nos creamos grandes por nuestras experiencias. Concédenos, en cambio, que seamos pequeños como tú, para que podamos estar cerca de ti y recibir de ti humildad y mansedumbre en abundancia. No nos prives de tu revelación, la epifanía de tu infancia en nuestros corazones, para que con ella podamos curar todo tipo de orgullo y de arrogancia. Tenemos mucha necesidad […] de que reveles en nosotros tu sencillez, llevándonos a nosotros, también a la Iglesia y al mundo entero, a ti. El mundo está cansado y exhausto porque compite para ver quién es el más grande. Hay una competencia despiadada entre gobiernos, entre iglesias, entre pueblos, al interno de las familias, entre una parroquia y otra: ¿Quién es el más grande entre nosotros? El mundo está plagado de heridas dolorosas porque su grave enfermedad es: ¿quién es el más grande? Pero hoy hemos encontrado en ti, nuestro único medicamento, Hijo de Dios. Nosotros y el mundo entero no encontraremos salvación ni paz, si no volvemos a encontrarnos de nuevo en el pesebre de Belén. Amen».[43]
Gracias. Os deseo una santa Navidad y un feliz Año Nuevo 2017.
Al final, de forma espontánea, Francisco añadió:
“Cuando hablé hace dos años sobre las enfermedades, uno de vosotros vino a decirme: «¿Dónde tengo que ir, a la farmacia o a confesarme?» — «Bueno, las dos cosas», dije yo. Y cuando saludé al Cardenal Brandmüller, él me miró a los ojos y me dijo: «Acquaviva». En el momento, no comprendí, pero después pensando, pensando, recordé que Acquaviva, tercer general de la Compañía de Jesús, había escrito un libro que nosotros, como estudiantes, leíamos en latín; los padres espirituales nos lo hacían leer, se llamaba así: Industriae pro Superioribus ejusdem Societatis ad curandos animae morbos, es decir las enfermedades del alma.
Hace tres meses se publicó una edición muy buena en italiano, realizada por el padre Giuliano Raffo, fallecido recientemente; con un prólogo que indica cómo se debe leer, y también una buena introducción. No es una edición crítica, pero la traducción es muy bella, está bien hecha y pienso que puede ayudar. Como regalo de Navidad me gustaría ofrecerlo a cada uno de vosotros. Gracias
***
[1] Sermo 187,1: PL 38,1001: «Magnus dies angelorum, parvus in die hominum […] magnus in forma Dei, brevis in forma servi».
[2] Hom. IV,9: PG 34, 480.
[3] Cf. Il Signore, Milán 1977, 404.
[4] Homilía (25 diciembre 1971).
[5] Cf. Pedro Crisólogo, Sermo 118: PL 52, 617
[6] Santa Teresa del Niño Jesús —la enamorada de la pequeñez de Jesús— en su última carta, del 25 de agosto de 1897, dirigida a un sacerdote, que le había sido designado como «hermano espiritual», escribía: «No puedo temer a un Dios que por mí se ha hecho pequeño. Yo lo amo. De hecho, él es todo amor y misericordia» (Carta 266: Opere complete, Roma 1997, 606).
[7] Cf. Carta Apostólica en forma de «Motu Proprio» con la que se instituye el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral (17 agosto 2016).
[8] La Curia Romana tiene la función de ayudar al Papa en su gobierno cotidiano de la Iglesia, es decir en sus tareas propias, que son: a) conservar a todos los fieles «en el vínculo de una sola fe y de la caridad», y también «en la unidad de la fe y de la comunión»; b) «para que el episcopado sea uno e indivisible» (Conc. Vat. I, Const. dogm. Pastor aeternus, Prólogo). «Este santo Sínodo, siguiendo las huellas del Concilio Vaticano I, enseña y declara que Jesucristo, Pastor eterno, edificó la santa Iglesia y que envió a sus Apóstoles, lo mismo que él fue enviado por el Padre (cf. Jn 20,21), y quiso que los sucesores de aquéllos, los Obispos, fuesen los pastores en su Iglesia hasta la consumación de los siglos. Pero para que el mismo Episcopado fuese uno solo e indiviso, puso al frente de los demás Apóstoles al bienaventurado Pedro e instituyó en la persona del mismo el principio y fundamento, perpetuo y visible, de la unidad de fe y de comunión» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, 18).
[9] El Concilio Vaticano II, sobre la Curia Romana, explica que «en el ejercicio supremo, pleno e inmediato de su poder sobre toda la Iglesia, el Romano Pontífice se sirve de los Dicasterios de la Curia Romana, que, en consecuencia, realizan su labor en su nombre y bajo su autoridad, para bien de las Iglesias y servicio de los sagrados pastores (Decreto Christus Dominus, 9). Así, nos recuerda, ante todo, que la Curia es un organismo que ayuda al Papa y precisa, al mismo tiempo, que el servicio de los organismos de la Curia Romana está siempre realizado nomine et auctoritate del mismo Romano Pontífice. Es por esto que la actividad de la Curia se ejerce in bonum Ecclesiarum et in servitium Sacrorum Pastorum, es decir, orientada ya sea al bien de las Iglesias particulares, o bien para ayudar a sus Obispos. Las Iglesias particulares son «formadas a imagen de la Iglesia universal, en las cuales y a base de las cuales se constituye la Iglesia católica, una y única» (Const. dogm. Lumen gentium, 23).
[10] Pablo VI, Discurso a la Curia Romana (21 septiembre 1963): «Por lo demás, una tal consonancia entre el Papa y su Curia es una norma constante. No sólo en las grandes horas de la historia este acuerdo demuestra su existencia y su fuerza, sino que siempre está vigente; en cada día, en cada acto del ministerio pontificio, como conviene al órgano de inmediata adhesión y absoluta obediencia, del que el Romano Pontífice se sirve para desarrollar su misión universal. Esta relación esencial de la Curia romana con el ejercicio de la actividad apostólica del Papa es la justificación, más aún, la gloria de la Curia misma, resultando de la relación misma, su necesidad, su utilidad, su dignidad y su autoridad; pues la Curia romana es el instrumento que el Papa precisa y del que el Papa se sirve para cumplir su propio mandato divino. Un instrumento dignísimo, al cual, no es de extrañar si por parte de todos, empezando por Nos mismo, tanto se le pide y tanto se le exige. Su función requiere capacidad y virtud sumas, porque precisamente es altísima su misión. Función delicadísima, cual es la de ser custodio y eco de las verdades divinas, y hacerse lenguaje y diálogo con las almas humanas; función amplísima que tiene por frontera el mundo entero; función noble, cual es la de escuchar e interpretar la voz del Papa y al mismo tiempo de velar porque no le falte ninguna información que pueda serle útil y objetiva, así como tampoco ningún filial y ponderado consejo».
[11] Ep ad Eulog. Alexandrin., epist. 30: PL 77, 933. La Curia Romana «recibe del Pastor de la Iglesia universal su existencia y competencia. Efectivamente, existe y actúa en la medida en que se refiere al ministerio petrino y se funda en él» (Juan Pablo II, Const. Ap. Pastor Bonus, Introd. 7; cf. art. 1).
[12] La historia confirma que la Curia Roma ha estado en permanente «reforma», al menos en los últimos cien años. «La que fue anunciada el 13 de abril de 2013 con la comunicación de la Secretaría de Estado llega como cuarta desde la primera efectuada por san Pío X con la Constitución Sapienti Consilio de 1908. Esta reforma se efectuaba ciertamente con urgencia en la perspectiva de la nueva disposición canónica, ya en preparación; todavía más, era necesaria por haber puesto término al poder temporal. Siguió la realizada por el beato Pablo VI con la Regiminis Ecclesiae Universae (1967), después de la celebración del Concilio Vaticano II. El mismo Papa había previsto un examen ulterior del texto a la luz de una primera experiencia. En 1988 llegó la Constitución Pastor Bonus de san Juan Pablo II, que en línea general seguía el esquema montiniano, pero incluyó una clasificación diferente de los varios organismos y de sus competencias en sintonía con el CIC 1983. Dentro de estos pasos fundamentales, se registran otras modificaciones importantes. Benedicto XV, por ejemplo, creó e incluyó entre las Congregaciones romanas la de los Seminarios (hasta ese momento sección dentro de la Congregación Consistorial) y las Universidades de los Estudios (1915) y otra para las Iglesias Orientales (1917: anteriormente fue constituida como sección de la S. Congregatio de Propaganda Fide). Juan Pablo II hizo cambios en la organización de la Curia posteriores a la Pastor Bonus y, después de él, Benedicto XVI realizó también cambios significativos; por ejemplo, la creación del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización (2010), el cambio de competencia sobre los Seminarios, de la Congregación para Educación Católica a la del Clero, y de la competencia sobre la Catequesis, de esta última al Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización (2013). A todo esto se añadirán otras intervenciones de simplificación, realizadas en el trascurso de los años y algunas vigentes hasta el día de hoy, con la unificación de varios Dicasterios bajo una única presidencia» (Marcello Semeraro, La riforma di Papa Francesco, Il Regno, Anno LXI, n. 1240, 15 julio 2016, pp. 433 – 441).
[13] En este sentido Pablo VI, el 21 de septiembre de 1963, dirigiéndose a la Curia Romana, dijo: «Es explicable que tal ordenamiento esté lastrado por su misma edad venerable, que se resienta de la disparidad de sus órganos y de su acción con respecto a las necesidades y costumbres de los tiempos nuevos, que sienta al mismo tiempo la exigencia de simplificarse y descentralizarse, de extenderse y disponerse para las nuevas funciones».
[14] Pablo VI, el 22 de febrero de 1975, con ocasión del Jubileo de la Curia Romana, afirmó: «Somos la Curia Romana, […] esta nuestra conciencia, que deseamos claramente no sólo en su definición canónica, sino también en su contenido moral y espiritual, impone a cada uno de nosotros un acto de penitencia en conformidad a la disciplina propia del Jubileo, acto que podemos llamar de autocrítica para verificar, en el secreto de nuestros corazones, si nuestro comportamiento corresponde al oficio que nos ha sido confiado. Nos estimula a esta confrontación interior sobre todo la coherencia de nuestra vida eclesial, y después el análisis, que tanto la Iglesia como la sociedad hace de nosotros, en ocasiones no objetivo, y mucho más severo cuanto más sea nuestra posición de representación, de la que debería irradiar una ejemplaridad ideal […]. Dos sentimientos espirituales por lo tanto darán sentido y valor a nuestra celebración jubilar: un sentimiento de sincera humildad, que quiere decir verdad sobre nosotros mismos, declarándonos ante todo necesitados de la misericordia de Dios» (Insegnamenti di Paolo VI, XIII [1975], pp. 172-176).
[15] En esta lógica, la sucesión de generaciones hace parte de la vida; ¡ay de nosotros si pensamos o vivimos olvidando esta verdad! Entonces, el cambio de personas es normal, necesario y deseable.
[16] Benedicto XVI, inspirándose en una visión de santa Hildegarda de Bingen, durante su Discurso a la Curia del 20 de diciembre de 2010, recordó que el mismo rostro de la Iglesia desgraciadamente puede estar «cubierto de polvo» y «su vestido roto», y por esto he recordado a su vez que la curación «es también fruto de tener conciencia de la enfermedad, y de la decisión personal y comunitaria de curarse, soportando pacientemente y con perseverancia la cura» (Discurso a la Curia Romana, 22 diciembre 2014).
[17] Se trata de entender la reforma como una transformación, es decir, un cambio hacia adelante, un mejorar: mutar/cambiar in melius.
[18] Cf. Homilía en Domus Sanctae Marthae (1 diciembre 2016).
[19] Cf. Homilía con ocasión del Jubileo de la Curia Romana (22 febrero 2016); cf. Discurso de inauguración de los trabajos del Consistorio (12 febrero 2015).
[20] Pablo VI, Discurso a la Curia Romana (21 septiembre 1963).
[21] «La tarea de la evangelización de todos los hombres constituye la misión esencial de la Iglesia; una tarea y misión que los cambios amplios y profundos de la sociedad actual hacen cada vez más urgentes. Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar, […] la comunidad de los cristianos no está nunca cerrada en sí misma. En ella, la vida íntima —la vida de oración, la escucha de la Palabra y de las enseñanzas de los Apóstoles, la caridad fraterna vivida, el pan compartido— no tiene pleno sentido más que cuando se convierte en testimonio, provoca la admiración y la conversión, se hace predicación y anuncio de la Buena Nueva. Es así como la Iglesia recibe la misión de evangelizar y como la actividad de cada miembro constituye algo importante para el conjunto» (Id., Exhort. ap. Evangelii Nuntiandi, 14-15). «“No podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos” y que hace falta pasar “de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera”» (Exhort. Ap. Evangelii gaudium, 15).
[22] No se puede perder la tensión por el anuncio destinado a los que están lejos de Cristo, porque esta es la primera tarea de la Iglesia (cf. Juan Pablo II, Carta Enc. Redemptoris misio, 34).
[23] Exhort. Ap. Evangelii gaudium, n. 26. «Sueño una opción misionera [= misión paradigmática] capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial [= misión programática] se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación» (ibíd. 27). En este sentido, «lo que hace caer las estructuras caducas, lo que lleva a cambiar los corazones de los cristianos, es precisamente la misionariedad», puesto que «la misión programática, como su nombre lo indica, consiste en la realización de actos de índole misionera. La misión paradigmática, en cambio, implica poner en clave misionera la actividad habitual de las Iglesias particulares» (Discurso al Comité de coordinación del CELAM, Río de Janeiro, 28 julio 2013).
[24] Cf. Pablo VI, Const. Ap. Regimini Ecclesiae Universae art. 1 §2; Pastor Bonus art. 2 §2.
[25] «De Roma parte hoy la invitación a la puesta al día (“aggiornamento” […], es decir, al perfeccionamiento de todo, lo interno y lo externo, de la Iglesia. […] La Roma papal hoy es muy distinta, y, gracias a Dios, mucho más digna, más prudente y más santa; mucho más consciente de su vocación evangélica, mucho más comprometida: con su misión cristiana, y, por tanto, mucho más deseosa y susceptible de perenne renovación» (Pablo VI, Discurso a la Curia Romana, 21 septiembre 1963)
[26] Motu Proprio Sedula Mater (15 agosto 2016).
[27] Decreto Christus ‎Dominus, 9.
[28] Entre las funciones del Secretario de Estado, como primer colaborador del Sumo Pontífice en el ejercicio de su suprema misión y ejecutor de las decisiones que el Papa realiza con la ayuda de los órganos de consulta, debe ser preeminente la periódica y frecuente reunión con los Jefes de Dicasterio. En todo caso, es de primera necesidad la coordinación y la colaboración de los Dicasterios entre sí y con los otros Departamentos.
[29] Cf. Juan Pablo II, Const. Ap. Pastor Bonus, 22.
[30] Una Iglesia sinodal es una Iglesia de la escucha (cf. Discurso por la conmemoración del 50 aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos, 17 octubre 2015; Exhort Ap. Evangelii gaudium, 171). Las etapas de recepción de contribuciones para la reforma de la Curia han sido: 1. Recogida de opiniones, en el verano de 2013, de los Jefes de Dicasterio y de otros, de los Cardenales del Consejo, de cada Obispo y de las Conferencias Episcopales del ámbito de procedencia; 2. Reunión de los Jefes de Dicasterio el 10 de septiembre de 2013 y el 24 de noviembre de 2014; 3. Consistorio del 12 al 13 febrero de 2015; 4. Carta del Consejo de los Cardenales a los Jefes de Dicasterio, del 17 de septiembre de 2014, para eventuales “descentralizaciones”; 5. Intervenciones de cada Jefe de Dicasterio en las reuniones del Consejo de Cardenales para pedir propuestas y opiniones con vistas a la reforma del mismo Dicasterio (cf. Marcello Semeraro, La riforma di Papa Francesco, Il Regno, pp. 433 – 441).
[31] Para profundizar en los pasos realizados, las razones y las finalidades del proceso de reforma se recomienda dirigirse de modo particular a las tres Cartas Apostólicas en forma de Motu Proprio con las que se ha intervenido hasta el día de hoy para la creación, la variación y la supresión de algunos Dicasterios de la Curia Romana.
[32] El ritmo de trabajo ha tenido ocupados a los miembros del Consejo hasta el día de hoy por un total de 93 reuniones, durante mañana y tarde.
[33] Las sesiones de trabajo del Consejo han sido hasta hoy más de dieciséis (de media, una cada dos meses), distribuidas en el tiempo de este modo: I.‎ Sesión: 1-3 octubre 2013‎; II.‎ Sesión: 3-5 diciembre 2013‎; III; Sesión: 17-19 febrero 2014‎; IV.‎ Sesión: 28-30 abril 2014‎; V.‎ Sesión: 1-4 julio 2014‎; VI.‎ Sesión: 15-17 septiembre 2014‎; VII.‎ Sesión: 9-11 diciembre 2014‎; VIII.‎ Sesión: 9-11 febrero 2015‎; IX.‎ Sesión 13-15 marzo 2015‎; X.‎ Sesión 8-10 junio 2015‎; XI.‎ Sesión 14-16 septiembre 2015‎; XII.‎ Sesión 10-12 diciembre 2015‎; XIII.‎ Sesión 8-9 febrero 2016‎; XIV.‎ Sesión 11-13 abril 2016‎; XV.‎ ‎6-8 junio 2016‎; XVI.‎ ‎12-14 septiembre 2016‎; XVII.‎ ‎12-14 diciembre 2016.‎
[34] Erigida el 18 de julio de 2013 y suprimida el 22 de mayo de 2014, con la función de ofrecer ayuda técnica de orientación especializada y elaborar soluciones estratégicas de mejora, aptas para evitar derroche de recursos económicos, para favorecer la trasparencia en los procesos de adquisición de bienes y servicios, para perfeccionar la administración del patrimonio mobiliario e inmobiliario, para actuar cada vez más con mayor prudencia en ámbito financiero, para asegurar una correcta aplicación de los principios contables y para garantizar asistencia sanitaria y seguridad social a todos los que tienen derecho: «a una simplificación y racionalización de los organismos existentes y a una programación más atenta de las actividades económicas de todas las administraciones vaticanas» (Quirógrafo del 18 julio 2013).
[35] Por ejemplo las recomendaciones elaboradas por el Grupo de la Acción Financiera Internacional (G.A.F.I.). Hoy la actividad del I.O.R. es totalmente conforme a la normativa vigente en materia de lavado de dinero y lucha contra la financiación del terrorismo en el Estado de la Ciudad del Vaticano.
[36] La A.I.F. es el Departamento de prevención y obstaculización del lavado de dinero procedente de actividades criminales y de la financiación del terrorismo (Estatuto 1, Art. 1, Par. 1); con la tarea, entre otras, de supervisar el respeto de las obligaciones establecidas en esta materia de prevención y de evitar el lavado de dinero y la financiación del terrorismo, de emanar disposiciones de actuación y de adoptar instrucciones y procesos de carácter particular ante los sujetos sometidos a obligaciones.
[37] La A.I.F. ha sido instituida también para renovar el compromiso de la Santa Sede en la adopción de principios y en empleo de los instrumentos jurídicos desarrollados por la Comunidad internacional, adecuando además la ordenación institucional con vistas a la prevención y a la lucha contra el lavado de dinero, la financiación del terrorismo y la proliferación de armas de destrucción masiva.
[38] El Consejo para la Economía tiene «la tarea de supervisar la gestión económica y vigilar las estructuras y actividades administrativas y financieras de los Dicasterios de la Curia Romana, de las Instituciones relacionadas con la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano» (Motu Proprio Fidelis Dispensator et Prudens, 1).
[39] «El Departamento del Revisor General actúa en plena autonomía e independencia de acuerdo con la legislación vigente y con el propio Estatuto, informando directamente al Sumo Pontífice. Somete al Consejo para la Economía un programa anual de revisión y una relación anual de las propias actividades. La finalidad del programa de revisión es el de individuar las áreas más importantes de gestión y organizativas potencialmente de riesgo». El departamento de Revisor General es la institución que desarrolla la revisión contable de los Dicasterios de la Curia Romana, de las Instituciones relacionadas con la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano. La actividad del U.R.G. tiene el objetivo de dar orientaciones profesionales e independientes, sobre la oportunidad de procesos contables y administrativos (sistema de control interno) y su efectiva aplicación (compliance audit), así mismo la fiabilidad de los presupuestos de cada Dicasterio y la consolidación (financial audit) y la regularidad de la utilización de los recursos financieros y materiales (value for money audit).
[40]«El contexto actual de la comunicación, caracterizado por la presencia y la evolución de los medios digitales y por factores de convergencia e interactividad. Esta nueva situación requiere una reorganización que, teniendo en cuenta la historia de lo que se ha realizado en el marco de la comunicación de la Sede Apostólica, proceda hacia una integración y gestión unitaria».
[41] Con el Motu Proprio del 31 de mayo de 2016 (De concordia inter Codices), fueron cambiadas algunas normas del Código de Derecho Canónico.
[42] «Este Dicasterio será competente en las cuestiones que se refieren a las migraciones, los necesitados, los enfermos y los excluidos, los marginados y las víctimas de los conflictos armados y de las catástrofes naturales, los encarcelados, los desempleados y las víctimas de cualquier forma de esclavitud y de tortura».
23.12.16




El Papa celebra hoy la misa de gallo en la basílica de San Pedro
Es la cuarta Navidad que el papa Francisco celebra en el Vaticano y coincide con los 80 años de su bautismo
24 diciembre 2016
El Papa en la Navidad del 2013
( Roma).- El papa Francisco celebra este sábado por la tarde la misa de Navidad en la basílica de San Pedro. La misa de la media noche, también llamada ‘misa de gallo’, es celebrada a las 21,30 de Roma y será transmitida por muchas televisiones del mundo.
Es la cuarta Navidad que el papa Francisco celebra en el Vaticano, y en esta ocasión coincide con los 80 años de su bautismo.
Los arreglos florales, la fuerte iluminación, el perfume del incienso, los cantos del coro de la Capilla Sixtina caracterizan la emocionante ceremonia que se realiza en la basílica. El Papa cuando hace ingreso descubre una imagen del Niño Dios, detrás del cual está el del Evangelio, mientras se escucha el canto de la Kalenda.
“También nuestros ojos -dijo el Papa el la homilía del año pasado- puedan llenarse de estupor y maravilla contemplando al Niño Jesús el Hijo de Dios”.
Esta noche “viene verdaderamente Dios. No hay lugar para las dudas, dejémoslo a los escépticos que por interrogar solamente a la razón no encuentran nunca la verdad. No hay espacio para la indiferencia, que domina el corazón de quien lo lograr querer a los otros”. Y señaló que “es expulsada toda tristeza , porque el Niño Jesús es el verdadero consolador del corazón”, entonces “no escamos más solos y abandonados”.
Durante la misa, en el momento del ‘Gloria’ un gendarme y un bombero del Vaticano, llevan una imagen del Niño Jesús a la plaza de San Pedro, que este año ha sido ofrecido por Malta y que tiene una barca para recordar el drama de los migrantes muertos en el Mediterráneo.
Al concluir el rito, el coro de la Sixtina entonará el canto natalicio: “Tu scendi dalle Stelle”, en una versión que respeta el manuscrito original de San Alfonso María de Ligorio.
El nombre de misa de Gallo se usa en los países de idioma español y portugués. Habría sido Sisto III en el año 400 a instituir una misa para celebrar el nacimiento de Cristo ‘ad galli cantus’, o sea cuando el gallo canta, lo que significa el inicio de un nuevo día, después de la media noche
25.12.16




Mensaje de Navidad del Papa:
Paz a quienes sufren guerra, violencia y exclusión
texto completo – 2016
Después de rezar el ángelus y antes de la bendición Urbi et Orbi, Francisco leyó el tradicional mensaje
25 diciembre 2016

Francisco impartiendo la bendición Urbi et Orbe

(Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha rezado este domingo el ángelus desde la el balcón de la logia central de la basílica de San Pedro que da a la plaza donde unos 40 mil fieles y peregrinos le esperaban. Antes de dar la bendición Urbi et Orbe, dirigió el tradicional mensaje navideño, transmitido también a nivel mundial por las radios y televisiones.
El Santo Padre recordó que “el poder de un Niño, Hijo de Dios y de María, no es el poder de este mundo, basado en la fuerza y en la riqueza, es el poder del amor”. Sino “el poder que regenera la vida, que perdona las culpas, reconcilia a los enemigos, transforma el mal en bien”.
Hoy este anuncio recorre toda la tierra, dijo, y quiere llegar a todos los pueblos, especialmente los golpeados por la guerra y por conflictos violentos, Siria, Alepo, Tierra Santa, Irak, Libia y Yemen. En África: Nigeria, Sudán del Sur y en la República Democrática del Congo. También en Ucrania oriental.
Sin olvidar, dijo Francisco “al querido pueblo colombiano, que desea cumplir un nuevo y valiente camino de diálogo y de reconciliación”. Además de “la amada Venezuela para dar los pasos necesarios con vistas a poner fin a las tensiones actuales”. Y a tantos países del mundo, como Myanmar y Corea.
Pero también a quienes están abandonados y excluidos, a los que sufren hambre y los que son víctimas de violencia, a los prófugos, a los emigrantes y refugiados, a los que hoy son objeto de la trata de personas, a quienes están marcados por el malestar social y económico.
Paz también, deseó el Papa a los que sufren las consecuencias de los terremotos u otras catástrofes naturales, y a los niños, en este día especial en el que Dios se hace niño, sobre todo a los privados de la alegría de la infancia a causa del hambre, de las guerras y del egoísmo de los adultos.
Queridos hermanos y hermanas, feliz Navidad. Hoy la Iglesia revive el asombro de la Virgen María, de san José y de los pastores de Belén, contemplando al Niño que ha nacido y que está acostado en el pesebre: Jesús, el Salvador.
En este día lleno de luz, resuena el anuncio del Profeta: «Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado: lleva a hombros el principado, y es su nombre: Maravilla del Consejero, Dios guerrero, Padre perpetuo, Príncipe de la paz» (Is 9, 5).
El poder de un Niño, Hijo de Dios y de María, no es el poder de este mundo, basado en la fuerza y en la riqueza, es el poder del amor. Es el poder que creó el cielo y la tierra, que da vida a cada criatura: a los minerales, a las plantas, a los animales; es la fuerza que atrae al hombre y a la mujer, y hace de ellos una sola carne, una sola existencia; es el poder que regenera la vida, que perdona las culpas, reconcilia a los enemigos, transforma el mal en bien.
Es el poder de Dios. Este poder del amor ha llevado a Jesucristo a despojarse de su gloria y a hacerse hombre; y lo conducirá a dar la vida en la cruz y a resucitar de entre los muertos. Es el poder del servicio, que instaura en el mundo el reino de Dios, reino de justicia y de paz. Por esto el nacimiento de Jesús está acompañado por el canto de los ángeles que anuncian: «Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que Dios ama» (Lc 2,14).
Hoy este anuncio recorre toda la tierra y quiere llegar a todos los pueblos, especialmente los golpeados por la guerra y por conflictos violentos, y que sienten fuertemente el deseo de la paz. Paz a los hombres y a las mujeres de la martirizada Siria, donde demasiada sangre ha sido derramada.
Sobre todo en la ciudad de Alepo, escenario, en las últimas semanas, de una de las batallas más atroces, es muy urgente que se garanticen asistencia y consolación a la extenuada población civil, respetando el derecho humanitario.
Es hora de que las armas callen definitivamente y la comunidad internacional se comprometa activamente para que se logre una solución negociable y se restablezca la convivencia civil en el País.
Paz para las mujeres y para los hombres de la amada Tierra Santa, elegida y predilecta por Dios. Que los Israelíes y los Palestinos tengan la valentía y la determinación de escribir una nueva página de la historia, en la que el odio y la venganza cedan el lugar a la voluntad de construir conjuntamente un futuro de recíproca comprensión y armonía.
Que puedan recobrar unidad y concordia Irak, Libia y Yemen, donde las poblaciones sufren la guerra y brutales acciones terroristas. Paz a los hombres y mujeres en las diferentes regiones de África, particularmente en Nigeria, donde el terrorismo fundamentalista explota también a los niños para perpetrar el horror y la muerte.
Paz en Sudán del Sur y en la República Democrática del Congo, para que se curen las divisiones y para que todos las personas de buena voluntad se esfuercen para iniciar nuevos caminos de desarrollo y de compartir, prefiriendo la cultura del diálogo a la lógica del enfrentamiento.
Paz a las mujeres y hombres que todavía padecen las consecuencias del conflicto en Ucrania oriental, donde es urgente una voluntad común para llevar alivio a la población y poner en práctica los compromisos asumidos.
Pedimos concordia para el querido pueblo colombiano, que desea cumplir un nuevo y valiente camino de diálogo y de reconciliación. Dicha valentía anime también la amada Venezuela para dar los pasos necesarios con vistas a poner fin a las tensiones actuales y a edificar conjuntamente un futuro de esperanza para la población entera.
Paz a todos los que, en varias zonas, están afrontando sufrimiento a causa de peligros constantes e injusticias persistentes. Que Myanmar pueda consolidar los esfuerzos para favorecer la convivencia pacífica y, con la ayuda de la comunidad internacional, pueda dar la necesaria protección y asistencia humanitaria a los que tienen necesidad extrema y urgente.
Que pueda la península coreana ver superadas las tensiones que atraviesan en un renovado espíritu de colaboración. Paz a los que han perdido a un ser querido debido a viles actos de terrorismo que han sembrado miedo y muerte en el corazón de tantos países y ciudades.
Paz —no de palabra, sino eficaz y concreta— a nuestros hermanos y hermanas que están abandonados y excluidos, a los que sufren hambre y los que son víctimas de violencia. Paz a los prófugos, a los emigrantes y refugiados, a los que hoy son objeto de la trata de personas. Paz a los pueblos que sufren por las ambiciones económicas de unos pocos y la avaricia voraz del dios dinero que lleva a la esclavitud.
Paz a los que están marcados por el malestar social y económico, y a los que sufren las consecuencias de los terremotos u otras catástrofes naturales. Paz a los niños, en este día especial en el que Dios se hace niño, sobre todo a los privados de la alegría de la infancia a causa del hambre, de las guerras y del egoísmo de los adultos.
Paz sobre la tierra a todos los hombres de buena voluntad, que cada día trabajan, con discreción y paciencia, en la familia y en la sociedad para construir un mundo más humano y más justo, sostenidos por la convicción de que sólo con la paz es posible un futuro más próspero para todos. Queridos hermanos y hermanas: «Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado»: es el «Príncipe de la paz». Acojámoslo.
26.12.16






El Papa en el ángelus: ‘También hoy la Iglesia sufre el martirio en diversas partes del mundo’
Francisco en el día de San Esteban, recuerda que en Irak los cristianos celebraron la Navidad en su iglesia destruída
26 diciembre 2016
(Ciudad del Vaticano).- El santo padre Francisco rezó este lunes la oración del ángelus desde la ventana de su estudio que da hacia la plaza de San Pedro, donde varios miles de peregrinos le aguardaban en esta festividad de San Esteban.
A continuación las palabras del Papa

“¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

La alegría de la Navidad llena también hoy nuestros corazones, mientras que la liturgia celebra el martirio de San Esteban, el primer mártir, invitándonos a recoger el testimonio que él nos ha dejado con su sacrificio. Es el testimonio glorioso propio del martirio cristiano, sufrido por amor a Jesucristo; martirio que continúa a estar presente en la historia de la Iglesia, desde Esteban hasta nuestros días.
De este testimonio nos ha hablado el Evangelio de hoy. Jesús preanuncia a sus discípulos el rechazo y la persecución que encontraran: «Serán odiados por todos a causa de mi Nombre». Pero ¿Por qué el mundo persigue a los cristianos? El mundo odia a los cristianos por la misma razón por la cual ha odiado a Jesús, porque Él ha traído la luz de Dios y el mundo prefiere las tinieblas para esconder sus obras malignas.
Recordemos que el mismo Jesús, en la Última Cena, rezó al Padre para que nos defendiera del espíritu mundano maligno. Hay contraposición entre la mentalidad del Evangelio y aquella mundana. Seguir a Jesús quiere decir seguir su luz, que se ha encendido en la noche de Belén, y abandonar las tinieblas del mundo.
El protomártir Esteban, lleno de Espíritu Santo, fue lapidado porque confesó su fe en Jesucristo, Hijo de Dios. El Unigénito que viene al mundo invita a cada creyente a elegir la vía de la luz y de la vida.
Este es el significado de su venida entre nosotros. Amando al Señor y obedeciendo a su voz, el diácono Esteban ha elegido a Cristo, Vida y Luz para todo hombre. Escogiendo la verdad, él se ha convertido al mismo tiempo en víctima del misterio de la iniquidad presente en el mundo. ¡Pero en Cristo, Esteban ha vencido!
También hoy la Iglesia, para dar testimonio de la luz y de la verdad, sufre en diversos lugares duras persecuciones, hasta la suprema prueba del martirio. ¡Cuántos hermanos y hermanas en la fe sufren injusticias, violencias y son odiados a causa de Jesús! Yo les digo una cosa, los mártires de hoy son en número mayor respecto a los primeros siglos.
Cuando nosotros leemos la historia de los primeros siglos, aquí, en Roma, leemos tanta crueldad con los cristianos; yo les digo: la misma crueldad existe hoy y en número mayor hacia los cristianos.
Hoy queremos recordarnos de ellos que sufren persecuciones, y estar cerca de ellos con nuestro afecto, nuestra oración y también nuestro llanto.
Ayer, en el día de Navidad, los cristianos perseguidos en Irak han celebrado la Navidad en su catedral destruida: es un ejemplo de fidelidad al Evangelio.
No obstante las pruebas y los peligros, ellos testimonian con valentía su pertenencia a Cristo y viven el Evangelio comprometiéndose en favor de los últimos, de los más olvidados, haciendo el bien a todos sin distinción; testimonian la caridad en la verdad.
Al hacer espacio dentro de nuestro corazón al Hijo de Dios que se dona a nosotros en la Navidad, renovemos la alegre y valiente voluntad de seguirlo fielmente como único guía, perseverando en el vivir según la mentalidad evangélica y rechazando la mentalidad de los dominadores de este mundo.
A la Virgen María, Madre de Dios y Reina de los mártires, elevemos nuestra oración, para que nos guie y nos sostenga siempre en nuestro camino en el seguimiento de Jesucristo, que contemplamos en la gruta del pesebre y que es el Testimonio fiel de Dios Padre”.
Después de la oración del ángelus el Papa dirige las siguientes palabras:
“Expreso mi pésame por la triste noticia del avión ruso que precipitó en el Mar Negro. El Señor consuele al querido pueblo ruso y a los familiares de los pasajeros que estaban abordo: periodistas, tripulación y el excelente coro y orquesta de las Fuerzas Armadas. La bienaventurada Virgen María les apoye en las operaciones de búsqueda actualmente en curso. En el 2004 este coro se exhibió en el Vaticano por los 26 años del pontificado de san Juan Pablo II; recemos por ellos.
Queridos hermanos y hermanas, en el clima de gozo cristiano que emana de la Navidad de Jesús, les saludo y agradezco por vuestra presencia. A todos ustedes que han venido de Italia y de diversos países, renuevo el deseo de paz y de serenidad: sean estos para ustedes y para sus familiares, días de alegría y de fraternidad.
Saludo y envío mis mejores deseos a todas las personas que se llaman Esteban o Estefania. En estas semanas he recibido mensajes de saludos de todo el mundo.
No me es posible responder a cada uno, por ello expreso hoy a todos mi especial agradecimiento, especialmente por el don de la oración. ¡Gracias de corazón! El Señor les recompense por la generosidad. ¡Buena fiesta! Y por favor no se olviden de rezar por mi. Buon pranzo y arrivederci”.
27.12.16







Mensaje del Papa a los diez mil jóvenes reunidos por Taizé en Letonia
El 39º Encuentro ecuménico en la ciudad de Riga


27 diciembre 2016
(Roma).- La Comunidad de Taizé ha organizado su 39º Encuentro ecuménico en la ciudad de Riga, el cual reunirá a unos diez mil jóvenes en la llamada “peregrinación de confianza a través de la tierra”, que inicia este miércoles  y que se prologará hasta el primer día del 2017. A ellos el papa Francisco le envió un mensaje.
Es la primera vez que un Estado Báltico, Letonia, recibe este encuentro europeo, en una ciudad como Riga con una larga tradición luterana, en un país en el que existen relaciones profundas entre los cristianos de las diversas iglesias, quienes han firmado conjuntamente la carta de invitación al Encuentro.
“Manifestar con las palabras y con las acciones que el mal no tiene la última palabra de nuestra historia” es la invitación que hace el Santo Padre. Señalando que “en nuestros días muchas personas se sienten asoladas, desanimadas por la violencia, las injusticias, los sufrimientos y las divisiones. Tienen la impresión de que el mal es más fuerte que todo”.
“Jóvenes cristianos, ortodoxos, protestantes y católicos –indica– con estas jornadas vividas bajo el signo de una fraternidad real, ustedes expresan el deseo de ser protagonistas de la historia, de no dejar que sean los demás quienes decidan su futuro”.
Francisco reitera así a los jóvenes lo indicado en su Carta Apostólica “Misericordia et Misera”, del 20 de noviembre pasado: “Es el tiempo de la misericordia para todos y cada uno, para que nadie piense que está fuera de la cercanía de Dios y de la potencia de su ternura”. El Pontífice manifestó además su especial cercanía a estos jóvenes que han elegido “dejar los divanes para vivir esta peregrinación de la confianza”.
“Que estas jornadas les ayuden a no tener miedo de sus límites, sino a crecer en la confianza en Jesús, Cristo y Señor, que cree y espera en ustedes. Que en la sencillez que el hermano Roger ha sabido testimoniar, ustedes puedan –concluye el Papa– a construir puentes de fraternidad y hacer visible el amor con el que Dios nos ama”.
28.12.16




El Papa en la audiencia: ‘Al mirar las estrellas confiar en la promesa de Dios’
El Santo Padre prosiguió con el ciclo de catequesis sobre la esperanza tomando como modelo a Abraham
28 diciembre 2016

 (Ciudad del Vaticano).- El santo padre Francisco realizó la audiencia de este miércoles en el Aula Pablo VI en el Vaticano, donde fue recibido con gran calor y entusiasmo por los miles de fieles y peregrinos allí presentes.
El Papa retomó la serie de catequesis sobre la esperanza, centrándola en la fe de Abraham, en la promesa futura que le hizo Dios al sacarlo de su panorama estrecho, mostrándole las estrellas e invitándolo a verlas con los ojos de la fe. Porque “cuando no queda ninguna posibilidad que mirar a las estrellas, entonces es tiempo de fiarnos de Dios”.
En el resumen que Francisco hizo en español reiteró que “Abraham es modelo de fe y de esperanza: «creyó, contra toda esperanza, que llegaría a ser padre de muchas naciones». Creyó en la palabra de Dios que sería padre, aun cuando pareciera imposible, porque él era anciano y su mujer estéril”.
“Su fe se abrió –subrayó el Santo Padre– a una esperanza que parecía absurda, pero así es la esperanza, sorprende y abre horizontes, nos hace soñar lo inimaginable. El desaliento y la frustración también llegaron a la vida de Abraham. Él veía pasar el tiempo y la promesa hecha por Dios seguía sin cumplirse, aunque Dios ratificaba una y otra vez su promesa”.
Por ello “a Abraham lo único que le quedaba era confiar en la Palabra del Señor y seguir esperando. Pero Dios le dio un signo: «mira el cielo y cuenta las estrellas […] así será tu descendencia»”.
Así, señaló el Pontífice latinoamericano, “para creer, es necesario saber mirar con los ojos de la fe; a simple vista eran sólo estrellas, pero para Abraham eran signo de la fidelidad de Dios”.
“Saludo cordialmente –dijo el Papa al concluir el resumen– a los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de España y Latinoamérica. Los animo a confiar en el Señor, como lo hizo Abraham, para que salgamos de nosotros y descubramos su promesa en cada signo y acontecimiento que nos toca vivir. Les deseo un año un evo lleno de la gracia y bendición de Dios”.
La audiencia general concluyó con el canto del Pater Noster y la bendición apostólica.
Texto completo de la catequesis del papa Francisco en la audiencia del 28 de diciembre de 2016
El Pontífice profundiza sobre la virtud de la esperanza en la persona de Abraham
 (Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco prosiguió este miércoles con la serie de catequesis sobre la esperanza, centrándose en la figura de Abraham, a quien Dios le hace salir de sus horizontes pequeños y entender mirando las estrellas que estas son numerosas como lo será su descendencia, invitándolo así a tener fe a pesar de la esterilidad de su consorte.
A continuación el texto completo:
“Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
San Pablo, en la Carta a los Romanos, nos recuerda la gran figura de Abraham, para indicarnos la vía de la fe y de la esperanza.
De él el apóstol escribe: «Esperando contra toda esperanza, Abraham creyó y llegó a ser padre de muchas naciones» (Rom 4,18); “esperando contra toda esperanza”: Este concepto es fuerte ¿no?: aún cuando no hay esperanza yo espero. Es así nuestro padre Abrahán. San Pablo se está refiriendo a la fe con la cual Abrahán creyó en la palabra de Dios que le prometía un hijo.
Pero era verdaderamente una confianza “contra toda esperanza”, porque era tan imposible aquello que el Señor le estaba anunciando, ya que él era anciano – tenia casi cien años – y su mujer era estéril. No lo había logrado.
Pero lo ha dicho Dios, y él creyó. No había esperanza humana porque él era anciano y su mujer estéril: y él cree. Confiando en esta promesa, Abraham se pone en camino, acepta dejar su tierra y hacerse extranjero, esperando en este hijo “imposible” que Dios habría debido donarle no obstante que el vientre de Sara estaba como muerto.
Abraham cree, su fe se abre a una esperanza aparentemente irracional; esta es la capacidad de ir más allá de los razonamientos humanos, de la sabiduría y de la prudencia del mundo, más allá de lo que es normalmente considerado sentido común, para creer en lo imposible. La esperanza abre nuevos horizontes, nos vuelve capaces de soñar lo que no es ni siquiera imaginable. La esperanza hace entrar en la oscuridad de un futuro incierto para caminar en la luz. Es bella la virtud de la esperanza; nos da tanta fuerza para ir en la vida.
Pero es un camino difícil. Y llega el momento, también para Abraham de la crisis de desaliento. Ha confiado, ha dejado su casa, su tierra y sus amigos… todo. Y ha partido y ha llegado al país que Dios le había indicado, el tiempo ha pasado. En aquel tiempo hacer un viaje así no era como ahora, con los aviones – en 12 o 15 horas se hace –; se necesitaban meses, años.
El tiempo ha pasado, pero el hijo no llega, el vientre de Sara permanece cerrado en su esterilidad. Y Abraham, no digo que pierde la paciencia, sino se queja ante el Señor. También esto aprendemos de nuestro padre Abraham: quejarnos ante el Señor es un modo de orar. A veces cuando confieso yo escucho: “Me he quejado con el Señor…” y yo respondo: “No te quejes Él es Padre”. Y este es un modo de orar: quejarme ante el Señor, esto es bueno.
Abraham se queja ante el Señor y dice así: «Señor, respondió Abraham, […] yo sigo sin tener hijos, y el heredero de mi casa será Eliezer de Damasco (Eliezer era quien gobernaba todas las cosas). Después añadió: “Tú no me has dado un descendiente, y un servidor de mi casa será mi heredero”.
Entonces el Señor le dirigió esta palabra: “No, ese no será tu heredero; tu heredero será alguien que nacerá de ti”. Luego lo llevó afuera y continuó diciéndole: “Mira hacia el cielo y si puedes, cuenta las estrellas”. Y añadió: “Así será tu descendencia”. Abraham creyó nuevamente en el Señor, que lo tuvo en cuenta como justicia» (Gen 15,2-6).
La escena se desarrolla de noche, afuera esta oscuro, pero también en el corazón de Abraham esta la oscuridad de la desilusión, del desánimo, de la dificultad de continuar esperando en algo imposible. Ahora el patriarca es demasiado avanzado en los años, parece que no hay más tiempo para un hijo, y será un siervo el que entrará a heredando todo.
Abraham se está dirigiendo al Señor, pero Dios, aunque este ahí presente y habla con él, es como si se hubiera alejado, como si no hubiese cumplido su palabra. Abraham se siente solo, esta viejo y cansado, la muerte se acerca. ¿Cómo continuar confiando?
Y este reclamo suyo es entretanto una forma de fe, es una oración. A pesar de todo, Abrahán continúa creyendo en Dios y esperando en algo que todavía podría suceder.
Contrariamente ¿para qué interpelar al Señor, quejándose ante Él, reclamando sus promesas? La fe no es solo silencio que acepta todo sin reclamar, la esperanza no es la certeza que te da seguridad ante las dudas y las perplejidades. Pero muchas veces, la esperanza es oscura; pero está ahí, la esperanza… que te lleva adelante. La fe es también luchar con Dios, mostrarle nuestra amargura, sin piadosas apariencias.
“Me he molestado con Dios y le he dicho esto, esto, esto” Pero Él es Padre, Él te ha entendido: ve en paz. ¡Tengamos esta valentía! Y esto es la esperanza. Y la esperanza es también no tener miedo de ver la realidad por aquello que es y aceptar las contradicciones. Abraham por lo tanto en la fe, se dirige a Dios para que lo ayude a continuar esperando.
Es curioso, no pide un hijo. Pide: “Ayúdame a seguir esperando”, la oración para tener esperanza. Y el Señor responde insistiendo con su improbable promesa: no será un siervo el heredero, sino un hijo, nacido de Abraham, generado por él.
Nada ha cambiado, por parte de Dios. Él continúa afirmando aquello que había dicho, y no ofrece puntos de apoyo a Abrahán, para sentirse seguro. Su única seguridad es confiar en la palabra del Señor y continuar esperando.
Y aquel signo que Dios dona a Abraham es una invocación a continuar creyendo y esperando: «Mira hacia el cielo y cuenta las estrellas […] Así será tu descendencia» (Gen 15,5). Es todavía una promesa, hay todavía algo que esperar para el futuro. Dios lleva a Abraham afuera de la tienda, en realidad (fuera) de sus visiones restringidas, y le muestra las estrellas.
Para creer, es necesario saber ver con los ojos de la fe; no solo estrellas, que todos podemos ver, sino para Abraham tienen que convertirse en el signo de la fidelidad de Dios. Es esta la fe, este el camino de la esperanza que cada uno de nosotros debe recorrer.
Si también a nosotros nos queda como única posibilidad mirar las estrellas, entonces es tiempo de confiar en Dios. No hay nada más bello. La esperanza no defrauda. Gracias.

29-12.16

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