Audiencia general: Nueva serie de catequesis dedicada a los mandamientos
Palabras
del Papa en español
(
13 junio 2018).- El Santo Padre Francisco ha comenzado hoy un
nuevo ciclo de catequesis dedicado a los mandamientos en la audiencia
general, coincidiendo con la fiesta de San Antonio de Padua.
La
audiencia se ha celebrado en la plaza de San Pedro, este miércoles,
13 de junio, a las 9:40 horas, con la participación de miles de
peregrinos llegados de diferentes países de Europa y del mundo.
Francisco
se ha remontado a los orígenes, y ha narrado cómo indicó Jesús al
hombre el camino de los mandamientos: El diálogo de Jesús con aquel
hombre que se acercó a preguntarle lo que tenía que hacer para
heredar la vida eterna. “En su pregunta latía el deseo de una vida
plena, auténtica. Jesús le responde indicándole el camino del
cumplimiento de los mandamientos”.
Pero
él, a pesar de que cumple los mandamientos desde pequeño, siente
que le sigue faltando algo –ha explicado el Papa–. Así, mediante
un proceso pedagógico, Jesús lleva a esa persona a reconocer sus
propios límites para que confíe en él, el Hijo de Dios, “el
único que puede dar una vida plena”.
Vida
plena
El
hombre debía convencerse de que “ya no puede vivir de sí mismo”,
de sus propias obras, de sus propios bienes; “es necesario que lo
deje todo para seguir al Señor, porque Él es la vida plena, el amor
verdadero y la riqueza auténtica”, ha aclarado Francisco.
El
Pontífice ha indicado que en estas catequesis se verán cada uno de
los mandamientos como esa “puerta que el Padre celeste ha abierto
para conducirnos a la vida verdadera, dejando que Jesús nos tome de
la mano y nos ayude a atravesarla”
Catequesis
del Papa Francisco
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy
es la fiesta de San Antonio de Padua. ¿Quién de vosotros se
llama Antonio? Un aplauso para todos los “Antonios”.
Hoy
comenzamos un nuevo itinerario catequético. Será sobre el tema de
los mandamientos. Los mandamientos de la ley de Dios. Nos sirve de
introducción el pasaje que acabamos de escuchar: el encuentro entre
Jesús y un hombre –es un joven- que, de rodillas, le
pregunta cómo puede alcanzar la vida eterna (cf. Mc 10.17 a 21). Y
en esa pregunta está el desafío de cada existencia, también de la
nuestra: el deseo de una vida plena e infinita. Pero ¿cómo llegar?
¿Qué camino tomar? Vivir de verdad, vivir una existencia noble…
Cuántos jóvenes intentan “vivir” y en cambio se
destruyen persiguiendo cosas efímeras.
Algunos
piensan que sea mejor apagar este impulso, -el impulso de vivir-
porque es peligroso. Quisiera decir, sobre todo a los jóvenes:
nuestro peor enemigo no son los problemas concretos, por muy graves
y dramáticos que sean: El mayor peligro en la vida es un mal
espíritu de adaptación que no es la mansedumbre ni la humildad,
sino la mediocridad, la pusilanimidad [1]. Un joven
mediocre ¿es un joven con futuro o no? ¡No! Se queda ahí; no
crece, no tendrá éxito. La mediocridad o la pusilanimidad. Esos
jóvenes que tienen miedo de todo. “No, yo soy así…” Esos
jóvenes no saldrán adelante. Mansedumbre, fuerza y nada de
pusilanimidad, nada de mediocridad. El beato Pier Giorgio Frassati
decía que debemos vivir, no ir tirando. [2] Los mediocres van
tirando. Vivir con la fuerza de la vida. Hay que pedir a nuestro
Padre Celestial para los jóvenes de hoy el don de
la inquietud saludable. Pero, en vuestras casas, en
cada familia, cuando hay un joven que está todo el día
sentado, a veces la madre y el padre piensan: “Está enfermo, tiene
algo” y lo llevan al médico. La vida del joven es ir adelante,
estar inquieto, la inquietud saludable, la capacidad de no
estar satisfechos con una vida sin belleza, sin color. Si los jóvenes
no tienen hambre de una vida auténtica, me pregunto ¿Dónde
irá la humanidad? ¿Dónde irá la humanidad con jóvenes quietos y
no inquietos?
La
pregunta de aquel hombre del Evangelio que hemos escuchado está
dentro de cada uno de nosotros: ¿Cómo se encuentra la vida, la vida
en abundancia, la felicidad? .Jesús responde: “Ya sabes los
mandamientos” (v. 19), y cita una parte del Decálogo. Es un
proceso pedagógico, con el cual Jesús quiere conducir a un lugar
preciso. De hecho, ya está claro, por su pregunta que aquel hombre
no tiene una vida plena busca algo más, está inquieto. Por lo tanto
¿qué debe entender? Él dice: «Maestro, todo eso lo he guardado
desde mi juventud» (v. 20).
¿Cómo
se pasa de la juventud a la madurez?
Cuando se empiezan a aceptar las propias limitaciones. Nos
volvemos adultos cuando nos relativizamos y tomamos conciencia de “lo
que falta” (cfr. v. 21). Este hombre se ve obligado a reconocer que
todo lo que puede “hacer” no supera un “techo”, no va más
allá de un margen.
¡Qué
hermoso es ser hombres y mujeres! ¡Qué preciosa es nuestra
existencia! Y sin embargo, hay una verdad que en la historia de los
últimos siglos el hombre ha rechazado a menudo, con trágicas
consecuencias: la verdad de sus limitaciones
Jesús,
en el Evangelio, dice algo que puede ayudarnos: “No penséis que he
venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolir, sino a
dar cumplimiento “(Mt 5, 17). El Señor Jesús regala el
cumplimiento, por eso vino. Aquel hombre tenía dar un salto para
llegar al umbral, donde se abre la posibilidad de dejar de vivir de
uno mismo, de las propias obras, de los propios bienes y –
precisamente porque falta la vida plena -dejarlo todo para seguir al
Señor [3]. Mirándolo bien, en la invitación final de Jesús –
inmenso, maravilloso – no está la propuesta de la pobreza sino la
de la riqueza, la verdadera, “Una cosa te falta: anda, cuanto
tienes véndelo y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el
cielo; luego, ven ¡Sígueme!”(V. 21).
¿Quién,
pudiendo elegir entre un original y una copia, elegiría la copia?
Este es el desafío: encontrar el original de la vida, no la copia.
Jesús no ofrece sustitutos, ¡sino vida verdadera,
amor verdadero, riqueza verdadera! ¿Cómo
pueden los jóvenes seguirnos en la fe si no nos ven elegir el
original, si nos ven adictos a las medias tintas? Es feo encontrar
cristianos de medias tintas, cristianos –me permito la palabra-
“enanos”; crecen hasta una determinada estatura y luego no;
cristianos con el corazón encogido, cerrado. Es feo encontrarse con
esto. Hace falta el ejemplo de alguien que me invita a un “más
allá”, a “algo más“, a crecer algo más. San
Ignacio lo llamaba el “magis”, “el fuego, el fervor de la
acción, que sacude al soñoliento”. [4]
El
camino de lo que falta pasa por lo que hay. Jesús no vino a abolir
la Ley o los Profetas sino a cumplirlos. Tenemos que partir de la
realidad para dar el salto a “lo que falta”. Debemos
escudriñar lo ordinario para abrirnos a lo extraordinario.
En
estas catequesis tomaremos las dos tablas de Moisés como cristianos,
de la mano de Jesús, para pasar de las ilusiones de la juventud al
tesoro que está en el cielo, caminando detrás de Él.
Descubriremos, en cada una de esas leyes, antiguas y sabias, la
puerta abierta por el Padre que está en los cielos para que el Señor
Jesús, que la ha cruzado, nos lleve a la vida verdadera. Su vida. La
vida de los hijos de Dios.
1]
Los Padres hablan de
pusilanimidad (oligopsychìa).
San Juan Damasceno la define como “el temor de llevar a cabo una
acción” (Exposición
exacta de la Fe Ortodoxa,
II, 15) y San Juan Clímaco agrega que “la pusilanimidad es una
disposición pueril, en un alma que ya no es más joven “(La Scala,
XX, 1, 2).
[2] Ver Carta a Isidoro Bonini, 27 de febrero de 1925.
[3] “El ojo fue creado para la luz, el oído para los sonidos, todo para su propósito y el deseo del alma para apresurarse hacia el Cristo” (Nicola Cabasilas, La vida en Cristo,II, 90).
[4] Discurso a la XXXVI Congregación General de la Compañía de Jesús, 24 de octubre de 2016: “Se trata de magis, de aquel plus que lleva a Ignacio a iniciar procesos, a acompañarlos y evaluar su impacto real en la vida de las personas, en materia de fe, o de justicia, o de misericordia y caridad”.
“Gritar, responder y liberar”: Propuesta del Papa para ayudar a los pobres
Mensaje de la II Jornada Mundial
de los Pobres
(14
junio 2018).- El Papa Francisco ha titulado el Mensaje de la II
Jornada Mundial de los Pobres “Este pobre gritó y el Señor lo
escuchó”, palabras del Salmo 37. “¿Cómo es que este
grito, que sube hasta la presencia de Dios, no alcanza a llegar a
nuestros oídos, dejándonos indiferentes e impasibles?” plantea el
Papa en documento.
La
presentación del Mensaje ha tenido lugar esta mañana, 14 de junio
de 2018, en la Santa Sede, a cargo de Mons. Rino Fisichella,
Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva
Evangelización y Mons. Graham Bell, Subsecretario del mismo
dicasterio.
El
Santo Padre firmó simbólicamente el Mensaje para la II Jornada
Mundial de los Pobres –que se celebrará el domingo, 18 de
noviembre de 2018– el día 13 de junio de 2018, fiesta de San
Antonio de Padua, patrono de los pobres.
Santa Marta: “Cuando insulto al otro, mato su futuro”
Jesús nos llama a la
reconciliación
(14
junio 2018).- El Papa Francisco advierte de que “cuando insulto,
inicio a matar al otro, le quito el derecho de ser respetable, mato
su futuro, quizás incluso en el automóvil a la hora de punta, pero
más a menudo por envidia”.
La
reflexión del Santo Padre en la misa celebrada esta mañana, 14 de
junio de 2018, en Santa Marta, ha estado enfocada a la
“reconciliación que nos pide Jesús”, respetar la dignidad del
otro y también la mía, ha indicado Francisco
Comentando
el Evangelio de Mateo sobre el discurso de Jesús sobre la justicia,
el insulto y la reconciliación, el Obispo de Roma ha explicado que
Jesús nos invita a la reconciliación radical: “La sabiduría
humana: siempre es mejor un mal acuerdo que un buen juicio”. Para
hacer entender bien su enseñanza sobre la relación de amor, de
caridad con nuestros hermanos, el Señor usa “un ejemplo de todos
los días”. Pero después “va más allá y explica el problema de
los insultos”.
Decir
al hermano “estúpido” o “loco” lleva a la condena, ha
advertido el Santo Padre. “El Señor dice: “El insulto no termina
en sí mismo, es una puerta que se abre, es comenzar un camino que
terminará matando” – precisa el Papa. Porque el insulto “es el
comienzo del matar, es un descalificar al otro, quitarle el derecho
de ser respetable y dejarlo de lado, es matarlo en la sociedad”.
El
insulto es tan peligroso, explica el Papa, “porque tantas veces
nace de la envidia”. Cuando una persona tiene una minusvalía,
mental o física, no me amenaza, y no tenemos ganas de insultarla.
Pero
cuando una persona hace algo que no gusta, yo la insulto y la hago
pasar como “discapacitada”, ha detallado el Pontífice:
discapacitada mental, discapacitada social, discapacitada familiar,
sin capacidad de integración… Y por esto mata: mata el futuro de
una persona, mata el recorrido de una persona. Es la envidia que abre
la puerta, porque cuando una persona tiene algo que me amenaza, la
envidia me lleva a insultarla. Casi siempre hay envidia allí.
Así,
el Papa ha invitado a reflexionar: “¿Yo cómo insulto?” “¿Yo
cuándo insulto?”.
¿Cuándo
separo mi corazón del otro con un insulto? –ha planteado–. Y ver
si allí está aquella raíz amarga de la envidia que me lleva a
querer destruir al otro para evitar la competición, la rivalidad,
estas cosas. No es fácil esto. Pero pensemos: ¡qué hermoso no
insultar jamás! Es bello, porque así dejamos crecer a los demás.
Que el Señor no dé esta gracia.
15.06.18
15.06.18
Santa Marta: Jesús dignifica a la mujer y la pone al mismo nivel que el hombre
Homilía del Papa Francisco
(15
junio 2018).- El Santo Padre ha afirmado que «Jesús dignifica
a la mujer y la pone al mismo nivel que el hombre, ya que toma
aquella primera palabra del Creador, “ambos son imagen y semejanza
de Dios”, ambos.
Francisco
ha reflexionado sobre el Evangelio del día según San Mateo, en la
misa celebrada esta mañana, 15 de junio de 2018, en la Casa Santa
Marta, en el que resuenan las palabras de Cristo: “El que mira a
una mujer deseándola, ya cometió adulterio” y “el que repudia a
su propia mujer la expone a caer en adulterio”.
Imagen
y semejanza de Dios
El
Papa ha puesto en guardia sobre el grave pecado de explotar a las
mujeres, señala ‘Vatican News’ en español, y explica que sin
ellas, “el hombre no puede ser imagen y semejanza de Dios”.
La
doctrina de Jesús sobre la mujer cambia la historia: “Una cosa es
la mujer antes de Jesús y otra cosa es la mujer después de Jesús”,
ha anunciado Francisco.
“Jesús
dice palabras fuertes, radicales, que cambian la historia, ya que
hasta entonces la mujer ‘era considerada de segunda clase’, para
decirlo con un eufemismo: era una esclava, ni siquiera gozaba de
plena libertad”, observa el Papa.
El
Santo Padre subraya cómo las mujeres son precisamente “aquello que
falta a todos los hombres para ser imagen y semejanza de Dios”.
En
este sentido, el Papa ha invitado a orar por “las mujeres
descartadas, las mujeres usadas, las niñas que tienen que vender su
dignidad por un trabajo”. Igualmente, el Sucesor de Pedro
recuerda que descartar a la mujer es un pecado contra Dios Creador,
porque sin ellas, “los hombres no podemos ser imagen y semejanza de
Dios”.
Convertida
en “producto”
“En
los programas de televisión, revistas, periódicos, vemos a las
mujeres como un objeto de deseo, de uso; como en un supermercado”,
explica el Papa señalando que en muchas ocasiones, con el fin de
vender productos de una “cierta calidad”, la mujer es convertida
en “producto”, expuesta de manera humillante, a veces sin ropa,
tirando así por tierra esa enseñanza de Jesús que la “dignificó”.
“Hay
una rabia contra la mujer, una rabia fea. Incluso sin decirlo…
¿Cuántas veces las chicas necesitan venderse como un objeto
desechable para tener un puesto de trabajo? ¿Cuántas veces?”, se
pregunta Francisco señalando que esta situación también se vive en
Roma y que no hace falta irse muy lejos para ser testigos de esta
lacra social.
16.06.18
16.06.18
Ángelus: El Reino de Dios crece de manera misteriosa y sorprendente
Una
actitud de fe que sobrepasa nuestros proyectos, nuestros cálculos y
nuestras previsiones
(17
junio 2018).- “Ayer, como hoy, el Reino de Dios crece de manera
misteriosa y sorprendente en el mundo, revelando el poder oculto de
la pequeña semilla, su victoriosa vitalidad”, dijo el Papa
Francisco el 17 de junio. 2018.
Delante
de 15 mil personas presentes en la Plaza de San Pedro, bajo un sol
brillante, el Papa hizo hincapié en la “lógica de la naturaleza
impredecible de Dios”: “Hoy el Señor nos llama a una actitud de
fe que sobrepasa nuestros proyectos, nuestros cálculos, nuestras
previsiones. Dios es siempre el Dios de las sorpresas, el Señor
siempre nos sorprende.”
Aquí
está nuestra traducción de las palabras pronunciadas por el Papa
para introducir la oración mariana.
Palabras
del Papa antes del Ángelus
Queridos
hermanos y hermanas, ¡Buenos días!
En
el fragmento del Evangelio de hoy (Mc 4.26-34), Jesús habló a la
multitud del Reino de Dios y del dinamismo de su crecimiento, y lo
hace contando dos parábolas breves.
En
la primera parábola (v. 26-29), el Reino de Dios se compara con el
misterioso crecimiento de la semilla, que se siembra y el germen
crece y produce la especie, independientemente de los cuidados del
agricultor, que al final de la maduración hace lo necesario para
recolectarlo. El mensaje que nos da esta parábola es éste: por la
predicación y la acción de Jesús el Reino de Dios es anunciado,
irrumpe en el campo del mundo y como el grano crece y se desarrolla,
por su propia fuerza y de acuerdo con sus criterios,
humanamente no descifrables. Al crecer y germinar en la historia, no
depende tanto del trabajo del hombre, sino que es sobre todo la
expresión del poder y la bondad de Dios. Y de la fuerza del Espíritu
Santo, quien hace avanzar la vida cristiana en el seno del Pueblo de
Dios.
A
veces la historia, como sus acontecimientos y sus
protagonistas, parece ir en sentido contrario de los designios del
Padre celestial, que quiere para todos sus hijos la justicia, la
fraternidad, la paz. Pero estamos llamados a vivir estos tiempos como
temporadas de prueba, de esperanza y atenta espera de la cosecha. En
efecto, ayer, como hoy, el Reino de Dios está creciendo en el mundo
de una manera misteriosa y sorprendente, al revelar el poder oculto
de la pequeña semilla, su victoriosa vitalidad. En los pliegues de
los acontecimientos personales y sociales que a veces parecen marcar
el hundimiento de la esperanza, uno debe permanecer confiado en la
acción sofocada pero poderosa de Dios. Por eso, en tiempos de
tinieblas y dificultades, no debemos permitir dejarnos abatir, sino
permanecer anclados en la fidelidad de Dios, en su presencia que
siempre salva. Acordaos de esto: Dios salva siempre, Él es salvador.
En
la segunda parábola (v. 30-32), Jesús compara el Reino de Dios con
un pequeño grano de mostaza. Es un grano muy pequeño, pero crece
hasta convertirse en la más grande de todas las plantas del jardín:
un crecimiento impredecible, sorprendente. No es fácil para nosotros
entrar en esta lógica de la naturaleza impredecible de Dios y
aceptarla en nuestra vida. Pero hoy el Señor nos exhorta a una
actitud de fe que va más allá de nuestros proyectos, nuestros
cálculos y nuestras predicciones. Dios es siempre el Dios de las
sorpresas, el Señor siempre nos sorprende. Es una invitación a
abrirnos más generosamente a los planes de Dios, tanto a nivel
personal como a nivel comunitario. En nuestras comunidades debemos
prestar atención a las pequeñas y grandes oportunidades de bien que
nos ofrece el Señor, permitiéndonos involucrarnos en su dinámica
de amor acogedor y de misericordia hacia todos.
La
autenticidad de la misión de la Iglesia no está dada por el éxito
y la satisfacción de los resultados, sino por el hecho de avanzar
con el coraje de la confianza y la humildad de rendirse a Dios.
Avanzar en la confesión de Jesús y con la fuerza del Espíritu
Santo. Es la consciencia de ser pequeños y débiles instrumentos,
que en las manos de Dios y por su gracia pueden realizar grandes
obras, avanzando en su Reino que es “justicia, paz y gozo en el
Espíritu Santo” (Rom 14,17). Que la Virgen María nos ayude a ser
simples y atentos, a colaborar con nuestra fe y nuestro trabajo en el
desarrollo del Reino de Dios en los corazones y en la historia.
18.06.18
18.06.18
Santa Marta: La comunicación calumniosa “destruye”
Como en la dictadura nazi, dice el Papa
(18
junio 2018).- El Papa advierte de que se pueden “destruir
instituciones o personas” con la calumnia: “Se usa la seducción
que el escándalo tiene en la comunicación. Justamente de esta
‘comunicación calumniosa’, ha dicho Francisco en su homilía en
la Misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa Santa Marta.
En
la mañana del lunes, 18 de junio de 2018, el Santo Padre ha alertado
de que “también hoy, en muchos países, se usa este método:
destruir la libre comunicación” y lo ha comparado con la dictadura
nazi: “Pensemos por ejemplo en las dictaduras del siglo pasado.
Pensemos en la persecución a los judíos, por ejemplo. Una
comunicación calumniosa, contra los judíos; y terminaban en
Auschwitz porque no merecían vivir”.
En
esta línea, el Pontífice ha observado que por este motivo, hay
muchas personas, “tantos países destruidos por dictaduras malvadas
y calumniosas”. Ha explicado que hoy también sucede en las
pequeñas sociedades, en las personas y en tantos países: “El
primer paso es apropiarse de la comunicación, y después la
destrucción, el juicio, y la muerte”.
Una
“gran seducción”
“También
en la vida cotidiana es así” –ha asegurado el Papa Francisco–.
Si se quiere destruir a una persona, “inicio por la comunicación:
difamar, calumniar, decir escándalos”.
“Y
comunicar escándalos es un hecho que tiene una seducción enorme,
una gran seducción. Se seduce con los escándalos. Las buenas
noticias no son seductoras: si, pero que bien que ha hecho. Y pasa…
Pero un escándalo: pero has visto. Has visto esto. Has visto aquel
otro. ¿Qué cosa ha hecho? Esta situación… Pero no puede, no se
puede ir adelante así. Y así la comunicación crece, y esa persona,
esa institución, aquel país termina en la ruina. No se juzgan al
final a las personas. Se juzgan las ruinas de las personas o de las
instituciones, porque no pueden defenderse”.
Historia
de Nabot
El
Papa ha reflexionado a partir de la historia de Nabot, narrada
hoy en el Primer Libro de los Reyes y propuesta en la Primera
Lectura. El rey Acab desea la viña de Nabot y le ofrece dinero.
Aquel terreno pero forma parte de la herencia de sus padres y por lo
tanto el hombre lo rechaza. Entonces Acab que era “caprichoso”,
hace como los niños cuando no obtienen lo que quieren: llora.
Luego,
siguiendo el consejo de su mujer cruel, Jezabel, lo acusa de
falsedad, lo mata y toma posesión de su viña. Nabot –ha señalado
el Pontífice– es pues un “mártir de la fidelidad a la herencia”
que había recibido de sus padres: una herencia que iba más allá de
la viña, una “herencia del corazón”.
Francisco
ha indicado que la historia de Nabot es paradigma para la historia de
Jesús, de San Esteban y de todos los mártires que han sido
condenados “usando un escenario de calumnias”. Pero es también
un paradigma en el modo de proceder de mucha gente, de “tantos
jefes de Estado y de Gobierno”. Se comienza con una mentira y,
“después de haber destruido sea una persona, sea una situación
con aquella calumnia”, se juzga y se condena, ha descrito.
19.06.18
19.06.18
Santa Marta: “Amen a sus enemigos y recen por sus persecutores”
Exhortación del Papa en la Misa
(19
junio 2018).- En su homilía, Francisco afirmó que comprendemos que
“debemos perdonar a los enemigos”, “lo decimos todos los días
en el Padrenuestro; pedimos perdón como nosotros perdonamos: es una
condición…, si bien no fácil”.
El
perdón, la oración, el amor por quien nos “quiere destruir”,
por nuestro enemigo: Sólo la Palabra de Jesús puede tanto, destacó
el Pontífice en su homilía de la Misa matutina celebrada en la
capilla de la Casa de Santa Marta, el tercer martes de junio.
De
este modo también “rezar por los demás”, por “aquellos que
nos causan dificultades”, “que nos ponen a prueba: también esto
es difícil, pero lo hacemos. O, al menos, tantas veces hemos logrado
hacerlo”, ha señalado el Papa.
Al
reflexionar sobre el capítulo V, versículo 43, del Evangelio de
Mateo propuesto por la liturgia del día, el Santo Padre admitió la
dificultad humana de seguir el modelo de nuestro Padre celestial
que tiene un amor “universal”. De ahí que haya destacado el
desafío del cristiano de pedir al Señor la “gracia” de saber
“bendecir a nuestros enemigos” y comprometernos a amarlos.
Rezar
por los enemigos
“Pero
rezar por aquellos que quieren destruirme, por los enemigos, para que
Dios los bendiga: es algo verdaderamente difícil de entender –ha
reconocido Francisco–. Pensemos en el siglo pasado, en los pobres
cristianos rusos que por el sólo hecho de ser cristianos eran
enviados a Siberia a morir de frío: ¿Y ellos debían rezar por el
gobernante verdugo que los mandaba allá? Pero, ¿cómo? Y tantos lo
han hecho: han rezado. Pensemos en Auschwitz y en otros campos de
concentración: ellos debían rezar por este dictador que quería la
raza pura y mataba sin escrúpulos, ¡y rezar para que Dios lo
bendijera! Y tantos lo han hecho”.
El
Papa ha planteado la “lógica difícil” de Jesús que, en el
Evangelio, está contenida en la oración y en la justificación de
aquellos que “lo mataban” en la Cruz: “Perdónalos,
Padre, no saben lo que hacen”. Jesús pide perdón por ellos, como
también lo hace en el momento del martirio, Santo Esteban:
“Pero
cuánta distancia, una infinita distancia entre nosotros que tantas
veces no perdonamos pequeñas cositas, y esto que nos pide el Señor
y de lo que nos ha dado ejemplo: perdonar a los que tratan de
destruirnos. En las familias es tan difícil, a veces, para los
esposos, perdonarse después de alguna disputa, o perdonar a la
suegra: no es fácil. Para el hijo, pedir perdón al papá, es
difícil. Pero perdonar a aquellos que te están matando, que quieren
destruirte… No sólo perdonar: rezar por ellos, ¡para que Dios los
custodie! Es más, amarlos. Sólo la palabra de Jesús puede explicar
esto. Yo no logro ir más allá”.
Por
último, el Papa ha propuesto que “nos hará bien, hoy, pensar
en un enemigo – creo que todos nosotros tengamos alguno – en uno
que nos ha hecho el mal o que nos quiere hacer el mal o que trata de
hacer el mal: en éste. La oración mafiosa es: “Me la pagarás”.
La oración cristiana es: “Señor, dale tu bendición y enséñame
a amarlo”. Pensemos en uno: todos nosotros tenemos uno. Pensemos en
él. Recemos por él. Pidamos al Señor que nos dé la gracia de
amarlo”.
20.06.18
20.06.18
Audiencia general: Con los mandamientos, Dios nos cuida y protege de la autodestrucción
2ª
catequesis de los mandamientos
(20
junio 2018).- El Papa Francisco ha asegurado que Dios “es un
padre que nos quiere y sale a nuestro encuentro”. Con los
mandamientos, que contienen sus palabras, “Él nos cuida y protege
de la autodestrucción, porque somos sus hijos, no sus súbditos”.
La
audiencia general se ha celebrado esta mañana, miércoles, 20 de
junio de 2018, en la plaza de san Pedro bajo un sol radiante y con la
presencia de miles de fieles procedentes de diferentes países del
mundo.
Dios
es un padre
El
Pontífice ha dedicado la catequesis de hoy –la segunda dedicada a
los mandamientos– a hablar de los mandamientos como parte de una
relación, aquella de la Alianza entre Dios y su Pueblo.
Sabemos
que “Dios es un padre” –ha destacado el Papa– que “nos
quiere” y “sale a nuestro encuentro”. Con los mandamientos, que
contienen sus palabras, Él nos cuida y protege de la
autodestrucción, porque somos sus hijos, no sus súbditos. Vivir
como cristianos es pasar de la mentalidad de esclavos a la mentalidad
de hijos.
Diez
Palabras
La
Sagrada Escritura los llama también «las diez Palabras» –ha
dicho Francisco–. “¿Qué diferencia hay entre un mandamiento y
una palabra? El mandamiento es un precepto, una orden. En cambio, la
palabra es el medio esencial de la relación como diálogo
fundamentado en el amor”.
En
este sentido, el Santo Padre ha expresado que “dos personas que no
se aman, no logran comunicar. Sin embargo, cuando alguien habla a
nuestro corazón, termina nuestra soledad y comienza una comunicación
que da vida”.
Desde
el principio, ha explicado Francisco, el Tentador, quiso engañar al
hombre y a la mujer, haciéndoles creer que Dios no los amaba y que
era un déspota que les imponía leyes y normas para someterlos. “Lo
mismo quiere hacernos creer también hoy a nosotros”, ha advertido.
Catequesis
del Papa Francisco
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Esta
audiencia se desarrolla en dos sitios: nosotros, aquí, en la Plaza y
en el Aula Pablo VI donde hay más de 200 enfermos que ven la
audiencia gracias a una pantalla gigante. Todos juntos formamos una
comunidad. Saludamos con un aplauso a los que están en el Aula.
El
miércoles pasado comenzamos un nuevo ciclo de catequesis, sobre los
mandamientos. Vimos que el Señor Jesús no vino a abolir la Ley sino
a darle cumplimiento. Pero tendremos que entender mejor esta
perspectiva.
En
la Biblia, los mandamientos no viven por sí mismos, sino que son
parte de un nexo, una relación. El Señor Jesús no vino a
abolir la Ley sino a darle cumplimiento. Y existe esa relación, de
la Alianza [1] entre Dios y su pueblo. Al comienzo
del capítulo 20 del libro de Éxodo leemos – y esto es
importante-: “Dios pronunció todas estas palabras”(v. 1).
Parece
una apertura como cualquier otra, pero nada en la Biblia es trivial.
El texto no dice “Dios pronunció estos
mandamientos“, sino “estas palabras”. La tradición judía
siempre llamará al Decálogo “las Diez Palabras”. Y el término
“decálogo” significa precisamente esto [2]. Y, sin embargo,
están en forma de leyes, son mandamientos objetivamente. ¿Por qué,
entonces, el Autor sagrado usa, precisamente aquí, el término “diez
palabras”? ¿Por qué? ¿Y no dice “diez mandamientos”?
¿Cuál
es la diferencia entre un mandato y una palabra?
El mandato es una comunicación que no requiere diálogo. La palabra,
en cambio, es el medio esencial de la relación como
diálogo. Dios Padre crea por medio de su palabra, y su Hijo
es la Palabra hecha carne. El amor se alimenta de palabras, al
igual que la educación o la colaboración. Dos personas que no se
aman no logran comunicar. Cuando alguien habla a nuestro corazón,
nuestra soledad termina. Recibe una palabra, hay comunicación y los
mandamientos son palabra de Dios: Dios se comunica en estas diez
Palabras y espera nuestra respuesta
Una
cosa es recibir una orden, otra percibir que alguien intenta hablar
con nosotros. Un diálogo es mucho más que la comunicación de una
verdad. Yo puedo deciros: “Hoy es el último día de la primavera,
cálida primavera, pero hoy es el último día”. Es una verdad, no
un diálogo. Pero si os digo: “¿Qué pensáis de esta primavera?,
abro un diálogo. Los mandamientos son un diálogo. La comunicación
se realiza por el gusto de hablar y por el bien concreto que se
comunica entre los que se aman por medio de las palabras. Es un bien
que no consiste en cosas, sino en las personas mismas que mutuamente
se dan en el diálogo “(ibíd., N. Evangelii gaudium, 142).
Pero
esta diferencia no es algo artificial. Observemos lo que pasó al
principio. El Tentador, el diablo, quiere engañar al hombre y
a la mujer sobre esta cuestión: quiere convencerlos de que Dios les
ha prohibido comer los frutos del árbol del bien y del mal para
mantenerlos sometidos. El desafío es efectivamente éste: La primera
regla que Dios da al hombre, ¿es la imposición de un déspota que
prohíbe y obliga?, o ¿la atención de un papá que cuida de
sus pequeños y los protege de la autodestrucción? ¿Es una palabra
o es un mandato? La más trágica, entre las diversas mentiras que la
serpiente le dice a Eva, es la sugerencia de una deidad envidiosa–
“Pero, no, Dios tiene envidia de vosotros”- , de una deidad
posesiva. “Dios no quiere que tengáis libertad”. Los hechos
muestran dramáticamente que la serpiente mintió, dio a entender que
una palabra de amor fuese un mandato. (véase Génesis 2:
16-17; 3.4-5).
El
hombre se enfrenta a esta encrucijada: ¿Dios me impone cosas o me
cuida? ¿Sus mandamientos son solo una ley o contienen
una palabra para cuidarme? ¿Dios es patrón o
padre? Dios es Padre: No lo olvidéis nunca. Incluso en las
situaciones más difíciles, pensad que tenemos un Padre que nos
quiere a todos. ¿Somos súbditos o hijos? Este combate, tanto dentro
como fuera de nosotros, se presenta continuamente: Tenemos que elegir
mil veces entre una mentalidad de esclavos y una mentalidad de hijos.
El mandamiento es del patrón, la palabra es del Padre.
El
Espíritu Santo es un Espíritu de hijos, es el Espíritu de Jesús
Un espíritu de esclavos no puede por menos que aceptar la Ley de
forma opresiva, y puede producir dos resultados opuestos: O una
vida de deberes y obligaciones, o una reacción violenta de rechazo
Todo el cristianismo es el pasaje de la letra de la Ley al Espíritu
que da vida (véase 2 Cor 3: 5-17). Jesús es la
Palabra del Padre, no es la condena del Padre. Jesús vino a salvar,
con su Palabra, no a condenarnos.
Se
ve cuando un hombre o una mujer han vivido este pasaje o no. La gente
se da cuenta de si un cristiano razona como un hijo o como un
esclavo. Y nosotros mismos recordamos si nuestros educadores nos
cuidaron como padres y madres, o si solo nos impusieron reglas. Los
mandamientos son el camino hacia la libertad, porque son la palabra
del Padre que nos hace libres en este camino.
El
mundo no necesita legalismo, sino cuidados. Necesita cristianos con
corazón de hijos. [3]Necesita cristianos con el corazón de hijos:
no lo olvidéis.
1]
El cap. 20 del libro de Éxodo está precedido por la oferta de la
Alianza en el cap. 19, en el que es central el pronunciamiento:
“Ahora, pues, si de veras escucháis mi voz y guardáis mi alianza,
vosotros seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos;
porque mía es toda la tierra. Seréis para mí un reino de
sacerdotes y una nación santa “(Ex 19, 5-6). Esta terminología
encuentra su síntesis emblemática en el Levítico 26:12: “Me
pasearé en medio de vosotros y seré para vosotros Dios y
vosotros seréis para mí un pueblo” y proseguirá hasta el
nombre del Mesías predicho en Isaías 7:14 es decir Emmanuel,
que llega en Mateo, ” Ved que la virgen concebirá y dará a
luz un hijo; y le pondrá por nombre Emmanuel, que traducido
significa Dios con nosotros “(Mt 1,23). Todo esto indica la
naturaleza esencialmente relacional de la fe hebrea y, en el más
alto grado, de la fe cristiana.
[2]
Ver también Éxodo 34,28b: “Escribió en las tablas las palabras
de la alianza, las diez palabras”.[3] Cf. Juan Pablo II, Cart. Enc. Veritatis splendor, 12: ” La entrega del Decálogo es promesa y signo de la alianza nueva, cuando la ley será escrita nuevamente y de modo definitivo en el corazón del hombre (cf. Jr 31, 31-34), para sustituir la ley del pecado, que había desfigurado aquel corazón (cf. Jr. 17, 1). Entonces será dado «un corazón nuevo» porque en él habitará «un espíritu nuevo», el Espíritu de Dios (cf. Ez 36, 24-28)
21.06.18
Consejo Mundial de Iglesias: Necesidad de un “nuevo impulso evangelizador”
(21
junio 2018).- “Tenemos necesidad de un nuevo impulso
evangelizador” ha expresado el Pontífice Católico en su
visita al Consejo Mundial de Iglesias, con sede en Ginebra, que
representa a 350 iglesias, y a su vez, a más de 500 millones de
cristianos.
El
Papa Francisco ha manifestado su deseo de estar presente en las
celebraciones de 70º aniversario de la fundación del Consejo
Mundial de Iglesias para reafirmar el compromiso de la Iglesia
Católica en la causa ecuménica y para animar la cooperación con
las Iglesias miembros y con los interlocutores ecuménicos.
Esta
tarde, el Papa Francisco ha participado en el Encuentro Ecuménico en
el Salón ‘Visser’t Hooft’ del Centro Ecuménico del Consejo
Mundial de Iglesias en Ginebra.
“Caminar,
rezar y trabajar juntos”
En
este contexto el Santo Padre se ha detenido en el lema elegido para
esta jornada: Caminar – Rezar – Trabajar juntos, que
ha desarrollado a lo largo de su discurso.
Discurso
del Papa Francisco
Queridos
hermanos y hermanas:
Me
es grato encontrarme con vosotros y os agradezco vuestra amable
acogida. En particular, doy las gracias al Secretario General,
Reverendo Dr. Olav Fykse Tveit, y a la Moderadora, Dra. Agnes Abuom,
por sus palabras y por haberme invitado con ocasión del 70º
aniversario de la institución del Consejo Ecuménico de las
Iglesias.
En
la Biblia, setenta años evocan un período de tiempo cumplido, signo
de la bendición de Dios. Pero setenta es también un número que
hace aflorar en la mente dos célebres pasajes evangélicos. En el
primero, el Señor nos ha mandado perdonarnos no siete, sino «hasta
setenta veces siete» (Mt 18,22). El número no se
refiere desde luego a un concepto cuantitativo, sino que abre un
horizonte cualitativo: no mide la justicia, sino que inaugura el
criterio de una caridad sin medida, capaz de perdonar sin límites.
Esta caridad que, después de siglos de controversias, nos permite
estar juntos, como hermanos y hermanas reconciliados y agradecidos
con Dios nuestro Padre.
Si
estamos aquí es gracias también a cuantos nos han precedido en el
camino, eligiendo la senda del perdón y gastándose por responder a
la voluntad del Señor: «que todos sean uno» (Jn 17,21).
Impulsados por el deseo apremiante de Jesús, no se han dejado
enredar en los nudos intrincados de las controversias, sino que han
encontrado la audacia para mirar más allá y creer en la
unidad, superando el muro de las sospechas y el miedo. Tenía razón
un antiguo padre en la fe cuando afirmaba: «Si el amor logra
expulsar completamente al temor y este, transformado, se convierte en
amor, entonces veremos que la unidad es una consecuencia de la
salvación» (S. Gregorio de Nisa, Homilía 15, Comentario
sobre el libro del Cantar de los Cantares).
Somos
los depositarios de la fe, de la caridad, de la esperanza de tantos
que, con la fuerza inerme del Evangelio, han tenido la valentía de
cambiar la dirección de la historia, esa historia que nos había
llevado a desconfiar los unos de los otros y a distanciarnos
recíprocamente, cediendo a la diabólica espiral de continuas
fragmentaciones. Gracias al Espíritu Santo, inspirador y guía del
ecumenismo, la dirección ha cambiado y se ha trazado de manera
indeleble un camino nuevo y antiguo a la vez: el camino de la
comunión reconciliada, hacia la manifestación visible de esa
fraternidad que ya une a los creyentes.
El
número setenta ofrece en el Evangelio un segundo punto de reflexión.
Se refiere a los discípulos que Jesús envió a la misión durante
su ministerio público (Lc10,1) y cuya memoria se celebra en
el Oriente cristiano. El número de estos discípulos remite a las
naciones conocidas, enumeradas al comienzo de la Escritura
(cf. Gn 10). ¿Qué nos sugiere esto? Que la misión
está dirigida a todos los pueblos y que cada discípulo, por ser
tal, debe convertirse en apóstol, en misionero. El Consejo Ecuménico
de las Iglesias ha nacido como un instrumento de aquel movimiento
ecuménico suscitado por una fuerte llamada a la misión: ¿cómo
pueden los cristianos evangelizar si están divididos entre ellos?
Esta apremiante pregunta es la que dirige también hoy nuestro
caminar y traduce la oración del Señor a estar unidos «para que el
mundo crea» (Jn 17,21).
Permitidme,
queridos hermanos y hermanas, manifestaros también, además del vivo
agradecimiento por el esfuerzo que realizáis en favor de la unidad,
una preocupación. Esta nace de la impresión de que el ecumenismo y
la misión no están tan estrechamente unidos como al principio. Y,
sin embargo, el mandato misionero, que es más que la diakonia y
que la promoción del desarrollo humano, no puede ser olvidado ni
vaciado. Se trata de nuestra identidad. El anuncio del Evangelio
hasta el último confín es connatural a nuestro ser cristianos.
Ciertamente, el modo como se realiza la misión cambia según los
tiempos y los lugares y, frente a la tentación ―lamentablemente
frecuente―, de imponerse siguiendo lógicas mundanas, conviene
recordar que la Iglesia de Cristo crece por atracción.
¿En
qué consiste esta fuerza de atracción? Evidentemente, no en
nuestras ideas, estrategias o programas. No se cree en Jesucristo
mediante un acuerdo de voluntades y el Pueblo de Dios no es
reductible al rango de una organización no gubernamental. No, la
fuerza de atracción radica en aquel don sublime que conquistó al
apóstol Pablo: «conocerlo a él [Cristo], y la fuerza de su
resurrección, y la comunión con sus padecimientos» (Flp 3,10).
Solo de esto podemos presumir: del «conocimiento de la gloria de
Dios reflejada en el rostro de Cristo» (2 Co 4,6), que
nos da el Espíritu vivificador. Este es el tesoro que nosotros,
frágiles vasijas de barro (cf. v. 7), debemos ofrecer a nuestro
amado y atormentado mundo. No seríamos fieles a la misión que se
nos ha confiado si redujéramos este tesoro al valor de un humanismo
puramente inmanente, adaptable a las modas del momento. Y seríamos
malos custodios si quisiéramos solo preservarlo, enterrándolo por
miedo a los desafíos del mundo (cf. Mt 25,25).
Tenemos
necesidad de un nuevo impulso evangelizador. Estamos
llamados a ser un pueblo que vive y comparte la alegría del
Evangelio, que alaba al Señor y sirve a los hermanos, con un
espíritu que arde por el deseo de abrir horizontes de bondad y de
belleza insospechados para quien no ha tenido aún la gracia de
conocer verdaderamente a Jesús. Estoy convencido de que, si aumenta
la fuerza misionera, crecerá también la unidad entre nosotros. Así
como en los orígenes el anuncio marcó la primavera de la Iglesia,
la evangelización marcará el florecimiento de una nueva primavera
ecuménica. Como en los orígenes, estrechémonos en comunión en
torno al Maestro, no sin antes arrepentirnos de nuestras continuas
vacilaciones y digámosle, con Pedro: «Señor, ¿a quién vamos a
acudir? Tú tienes palabras de vida eterna» (Jn 6,68).
Queridos
hermanos y hermanas: He deseado estar presente en las celebraciones
de este aniversario del Consejo también para reafirmar el compromiso
de la Iglesia Católica en la causa ecuménica y para animar la
cooperación con las Iglesias miembros y con los
interlocutores ecuménicos. En este contexto, también quisiera
detenerme un poco en el lema elegido para esta jornada: Caminar
– Rezar – Trabajar juntos.
Caminar:
sí, pero ¿hacia dónde? En base a cuanto se ha dicho, propongo un
doble movimiento: de entrada y de salida. De
entrada,
para dirigirnos constantemente hacia el centro, para reconocernos
sarmientos injertados en la única vid que es Jesús (cf. Jn15,1-8).
No daremos fruto si no nos ayudamos mutuamente a permanecer unidos a
él. De
salida, hacia
las múltiples periferias existenciales de hoy, para llevar juntos la
gracia sanadora del Evangelio a la humanidad que sufre. Preguntémonos
si estamos caminando de verdad o solo con palabras, si los hermanos
nos importan de verdad y los encomendamos al Señor o están lejos de
nuestros intereses reales. También preguntémonos si nuestro camino
es un volver sobre nuestros propios pasos o si es un ir al mundo con
convicción para llevar allí al Señor.
Rezar:
También en la oración, como en el camino, no podemos avanzar solos,
porque la gracia de Dios, más que hacerse a medida individual, se
difunde armoniosamente entre los creyentes que se aman. Cuando
decimos «Padre nuestro» resuena dentro de nosotros nuestra
filiación, pero también nuestro ser hermanos. La oración es el
oxígeno del ecumenismo. Sin oración la comunión se queda sin
oxígeno y no avanza, porque impedimos al viento del Espíritu
empujarla hacia adelante. Preguntémonos: ¿Cuánto rezamos los unos
por los otros? El Señor ha rezado para que fuésemos una sola cosa,
¿lo imitamos en esto?
Trabajar
juntos: En este sentido quisiera subrayar que la Iglesia Católica
reconoce la especial importancia del trabajo que desempeña la
Comisión Fe y Constitución, y desea seguir
contribuyendo a través de la participación de teólogos altamente
cualificados. El estudio de Fe y Constitución, para una
visión común de la Iglesia y su trabajo en el discernimiento de las
cuestiones morales y éticas tocan puntos neurálgicos del desafío
ecuménico. Del mismo modo, la presencia activa en la Comisión para
la Misión y la Evangelización; la colaboración con la Oficina para
el Diálogo Interreligioso y la Cooperación, últimamente sobre el
importante tema de la educación y la paz; la preparación conjunta
de los textos para la Semana de oración por la unidad de los
cristianos y otras formas de sinergia son elementos constitutivos de
una sólida y auténtica colaboración. Asimismo, agradezco la
importante labor del Instituto Ecuménico de Bossey en la formación
ecuménica de las jóvenes generaciones de responsables pastorales y
académicos de tantas Iglesias y Confesiones cristianas de todo
el mundo. Desde hace muchos años, la Iglesia Católica colabora en
esta obra educativa con la presencia de un profesor católico en la
Facultad; y cada año tengo la alegría de saludar al grupo de
estudiantes que realiza el viaje de estudios a Roma. Quisiera
mencionar también, como signo positivo de “armonía ecuménica”,
la creciente adhesión a la Jornada de oración por el cuidado de la
creación.
Por
otra parte, el trabajo típicamente eclesial tiene un sinónimo bien
definido: diakonia.
Es el camino por el que seguimos al Maestro, que «no ha venido a ser
servido, sino a servir» (Mc 10,45).
El servicio variado e intenso de las Iglesias miembros del Consejo
encuentra una expresión emblemática en la Peregrinación
de justicia y paz.
La credibilidad del Evangelio se ve afectada por el modo cómo los
cristianos responden al clamor de todos aquellos que, en
cualquier rincón de la tierra, son injustamente
víctimas
del trágico aumento de una exclusión que, generando pobreza,
fomenta los conflictos. Mientras los débiles son cada vez más
marginados, sin pan, trabajo ni futuro, los ricos son cada vez menos
y más ricos. Dejémonos interpelar por el llanto de los que sufren,
y sintamos compasión, porque «el programa del cristiano es un
corazón que ve»
(Benedicto XVI, Carta enc. Deus
caritas est,
31). Veamos qué podemos hacer concretamente, antes de desanimarnos
por lo que no podemos. Miremos también a tantos hermanos y hermanas
nuestros que en diversas partes del mundo, especialmente en Oriente
Medio, sufren porque son cristianos. Estemos cerca de ellos. Y
recordemos que nuestro camino ecuménico está precedido y acompañado
por un ecumenismo ya realizado, el ecumenismo de la sangre, que nos
exhorta a seguir adelante.
Animémonos
a superar la tentación de absolutizar determinados paradigmas
culturales y dejarnos absorber por intereses personales. Ayudemos a
los hombres de buena voluntad a dar mayor relieve a situaciones y
acontecimientos que afectan a una parte importante de la humanidad,
pero que ocupan un lugar muy marginal en el ámbito de la información
a gran escala. No podemos desinteresarnos, y es preocupante cuando
algunos cristianos se muestran indiferentes frente al necesitado. Más
triste aún es la convicción de quienes consideran los propios
bienes como signo de predilección divina, en vez de una llamada a
servir con responsabilidad a la familia humana y a custodiar la
creación. El Señor, Buen Samaritano de la humanidad
(cf. Lc10,29-37), nos interpelará sobre el amor al
prójimo, cualquiera que sea (cf. Mt 25,31-46).
Preguntémonos entonces: ¿Qué podemos hacer juntos?
Si es posible hacer un servicio, ¿por qué no proyectarlo y
realizarlo juntos, comenzando por experimentar una fraternidad más
intensa en el ejercicio de la caridad concreta?
Queridos
hermanos y hermanas: Os renuevo mi cordial agradecimiento. Ayudémonos
a caminar, a rezar y a trabajar juntos para que, con la ayuda de
Dios, la unidad avance y el mundo crea. Gracias.
22.06.18
22.06.18
Francisco invita a los cristianos orientales a “custodiar su carga profética”
(
22 junio 2018).- El Papa Francisco ha expresado su deseo de que “los
hijos y las hijas de las Iglesias Orientales Católicas puedan
custodiar su carga profética, de anuncio del Evangelio de Jesús,
incluso en los contextos, a menudo, más secularizados de nuestro
Occidente, donde llegan como inmigrantes o refugiados”.
Discurso
entregado por el Papa Francisco
Queridos
amigos,
Me
alegra encontraros al final de los trabajos de vuestra Asamblea
Plenaria, que este año coincide con el 50 aniversario de la
fundación de ROACO. Saludo cordialmente al cardenal Sandri y le
agradezco sus palabras de presentación. Extiendo mi agradecido
saludo a los Representantes Pontificios de los países del Medio
Oriente que todos los días acompañan la esperanza de las
poblaciones cristianas o de otras tradiciones religiosas en tierras
desafortunadamente marcadas por conflictos y sufrimientos. Con
gratitud saludo a los representantes de los organismos católicos
junto con los benefactores de la Congregación para las Iglesias
Orientales, así como a aquellos que han sido colaboradores en los
últimos años y están presentes en este importante aniversario.
Después
del centenario del Dicasterio, recién concluido, ROACO está
viviendo su año jubilar. Según las Escrituras, en el año 50
resonabael shofar,
el cuerno que anunciaba el año de la liberación de los esclavos,
del perdón de la deuda, del regreso a la posesión de la tierra,
todo ello basado en la conciencia del don gratuito de la
alianza y de la tierra -que era el signo- de Dios a su pueblo. Os
invito a recordar con gratitud el tiempo transcurrido, y sobre todo
los rostros -algunos ya han concluido su peregrinación terrenal-,
que en la Congregación, como en cada uno de vuestros organismos, han
contribuido al esfuerzo de ayuda y caridad. El estudio de los
proyectos y su apoyo material, gracias a la generosidad de muchos
creyentes de todo el mundo, ha permitido que las diferentes
expresiones de las Iglesias Orientales Católicas, tanto en la madre
patria como en la diáspora, se hayan desarrollado y llevado
adelante el testimonio del Evangelio. Un testimonio sometido a duras
pruebas, a menudo la del dolor y la persecución, la primera por los
regímenes totalitarios en Europa del Este, después, más
recientemente, por las formas de fundamentalismo y de fanatismo con
pretextos religiosos y de conflictos que no parecen querer cesar
especialmente en el Medio Oriente. La solidaridad concreta que habéis
manifestado ha salido al encuentro de las emergencias de la guerra y
la migración, pero sobre todo ha sido capaz de garantizar la vida
misma de las iglesias, las actividades pastorales y de
evangelización, las obras sociales y de asistencia. Todo esto
manifiesta el rostro de la Iglesia de Cristo que anuncia el Evangelio
con obras y palabras, haciendo presente la caridad misma de Dios
hacia cada hombre. De
hecho, el año del Señor siempre tiene una dimensión de liberación
interior, del corazón humano oprimido por el pecado, y exterior, en
la nueva vida de los redimidos que anticipa los cielos nuevos y
la tierra nueva en los que habitará la justicia.
San
Pedro, en su discurso después de Pentecostés, recuerda la profecía,
-tan querida por mí-, de Joel: “Sobre todos derramaré mi
Espíritu; vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros
hijos tendrán visiones, y vuestros ancianos soñarán “(Hechos
2:17). Las Iglesias Orientales Católicas, que son testigos vivos de
los orígenes apostólicos, están llamadas de manera especial a
preservar y difundir una chispa del fuego pentecostal: están
llamadas día tras día a descubrir su presencia profética en todos
los lugares donde son peregrinas. A partir de Jerusalén, la Ciudad
Santa, cuya identidad y vocación peculiar debe ser preservada más
allá de las diversas tensiones y disputas políticas, la presencia
de los cristianos, aunque pequeño rebaño, obtiene del Espíritu la
fuerza para la misión de testimonio, hoy más urgente que nunca.
¡Que de los santos lugares donde el sueño de Dios se cumplió en el
misterio de la encarnación y de la muerte y resurrección de
Jesucristo, brote un espíritu de fortaleza renovado que anime a los
cristianos de Tierra Santa y Oriente Medio a comprender su
vocaciónespecífica y a dar razones de la fe y de la esperanza!,
¡Que los hijos y las hijas de las Iglesias Orientales Católicas
puedan custodiar su carga profética, de anuncio del Evangelio de
Jesús, incluso en los contextos, a menudo, más secularizados de
nuestro Occidente, donde llegan como inmigrantes o refugiados! ¡Que
encuentren acogida tanto en el ámbito práctico como en el ámbito
de la vida eclesial, conservando y desarrollando el patrimonio de sus
tradiciones propias! Gracias a vuestra ayuda, pueden dar testimonio a
nuestros corazones, a veces entorpecidos, de que todavía vale la
pena vivir y sufrir por el Evangelio, a pesar de ser minoría o
incluso perseguidos porque el Evangelio es la alegría y la vida de
los hombres y las mujeres de todos los tiempos.
Permitidme
una última palabra de agradecimiento y exhortación. Gracias a la
actividad de ROACO, a través de las miradas y los gestos de caridad
que sostienen la vida de las Iglesias Orientales, el sucesor de Pedro
puede también continuar su misión de búsqueda de los posibles
caminos hacia la unidad visible de todos los cristianos. Mientras se
trata de estrechar con humildad y corazón sincero la mano de los
hermanos más alejados, los hijos no se olvidan y no se aman menos,
sino que, también con vuestra ayuda se les escucha y ayuda a caminar
como la Iglesia del Resucitado, a través de los desafíos y los
sufrimientos espirituales y materiales, en Medio Oriente y en Europa
Oriental.
Queridísimos,
que siempre os acompañe en vuestra actividad la constante asistencia
divina. Imparto de corazón a todos vosotros mi bendición
apostólica, que extiendo a los organismos que representáis, a
vuestras familias y a las comunidades a las que pertenecéis. Y os
pido por favor que recéis por mí. Gracias.
23.06.18
23.06.18
Ángelus: “¿Sé percibir las consolaciones del Espíritu?”
El
Papa Francisco comenta el Evangelio de la Natividad de San Juan
Bautista
(24
junio 2018).- “¿Sé percibir el consuelo del Espíritu?”: El
Papa Francisco propuso un examen de conciencia al final de su
comentario sobre el Evangelio del día, este domingo, 24 de junio de
2018, Solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista.
El
Papa señaló, en presencia de unos 20.000 visitantes, que los
testigos de esta Natividad milagrosa –mientras que Zacarías y
Elizabeth eran mayores– y el final del silencio de Zacarías era
“en la alegría, asombro y gratitud”.
El
Papa invitó a contemplar a este “pueblo de Dios fiel” en Israel
y lo invitó a sacar el tema de un examen de conciencia: “Pidámosle
cada uno, en un examen de conciencia: ¿cómo está mi fe? Estoy
gozoso? ¿Estoy abierto a las sorpresas de Dios? Porque
Dios es el Dios de las sorpresas. ¿He `probado´ en el alma ese
sentido de maravilla que otorga la presencia de Dios, este
sentimiento de gratitud?”
En
un tweet publicado en su cuenta @Pontifex_es, el Papa agregó esta
invitación para imitar la humildad de San Juan Bautista: “Al igual
que San Juan Bautista, el cristiano debe ser capaz de rebajarse para
que el Señor pueda crecer en su corazón”.
Palabras
del Papa Francisco
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy
la liturgia nos invita a celebrar la fiesta de la Natividad de San
Juan Bautista. Su nacimiento es el evento que ilumina la vida de sus
padres Isabel y Zacarías, e involucra a familiares y vecinos en
alegría y asombro. Estos ancianos padres habían soñado y preparado
ese día, pero ahora ya no lo esperaban: se sentían excluidos,
humillados, decepcionados. No tenían hijos. Confrontados al anuncio
del nacimiento de un hijo (ver Lc 1, 13), Zacarías permaneció
incrédulo, porque las leyes naturales no se lo permitían; estaban
viejos, mayores; como resultado, el Señor lo hizo callar durante
todo el tiempo de gestación (ver v. 20). Es una señal. Pero Dios no
depende de nuestra lógica y nuestras limitadas capacidades humanas.
Debemos aprender a confiar y a guardar silencio frente al misterio de
Dios y a contemplar con humildad y silencio su obra, que se revela en
la historia y que a menudo excede nuestra imaginación.
Y
ahora que el evento tiene lugar, ahora que Isabel y Zacarías
experimentan que “nada es imposible para Dios” (Lc 1,37), su
alegría es grande. La página del Evangelio de hoy (Lc 1,57-66.80)
anuncia el nacimiento y luego se centra en el momento de imponer el
nombre del niño. Isabel elige un nombre extraño a la tradición
familiar y dice: “Se llamará Juan” (v 60), don gratuito y desde
ahora inesperado porque Juan significa “Dios ha hecho gracia”. Y
este niño será un heraldo, un testigo de la gracia de Dios para los
pobres que esperan su salvación con humilde fe. Zacarías confirma
inesperadamente la elección de este nombre al escribirlo en una
tabla, porque estaba en mudo, y “de inmediato su boca se abrió y
su lengua se aflojó, y habló normalmente, bendiciendo a Dios” (v.
64).
Todo
el evento del nacimiento de Juan el Bautista está rodeado por
una alegre
sensación de asombro, sorpresa y gratitud: la
gente se apodera del santo temor de Dios “y de todas estas cosas se
hablaba en toda la región montañosa de Judea”. (v. 65). Hermanos
y hermanas, el pueblo fiel tiene la intuición de que algo grande ha
sucedido, aunque sea humilde y escondido, y se pregunta: “¿Qué
será este niño?” (V. 66). El pueblo fiel de Dios es capaz
de vivir la fe con alegría, con un sentimiento de asombro, de
sorpresa y de gratitud.
Miremos
estas gentes que hablaban bien de esta cosa maravillosa, de este
milagro del nacimiento de Juan, y lo hicieron con alegría, estaban
contentos, con una sensación de asombro, sorpresa y gratitud. Y
mirando esto, preguntémonos: ¿cómo está mi fe? ¿Es una fe
gozosa, o es siempre la misma fe, una fe “plana”? ¿Tengo un
sentido de maravilla cuando veo las obras del Señor, cuando escucho
acerca de la evangelización o la vida de un santo, o la cantidad de
gente buena que veo: siento la gracia, internamente, ¿o no se mueve
nada en mi corazón? ¿Puedo percibir las consolaciones del Espíritu
o estoy cerrado? Vamos a preguntar a cada uno de nosotros, en un
examen de conciencia: ¿cómo está mi fe? Es gozosa? ¿Está abierta
a las sorpresas de Dios? Porque Dios es el Dios de las sorpresas. ¿He
“probado” en el alma ese sentido de maravilla que otorga la
presencia de Dios, este sentimiento de gratitud? Pensemos en estas
palabras, que son el alma de la fe: alegría, asombro, sorpresa y
gratitud.
Que
la Santísima Virgen nos ayude a comprender que en cada persona
humana está la huella de Dios, la fuente de vida. Ella, Madre de
Dios y Madre nuestra, nos hace cada vez más conscientes de que en la
generación de un niño los padres actúan como colaboradores de
Dios. Una misión verdaderamente sublime que hace de cada familia un
santuario de vida y que cada nacimiento de un hijo despierta la
alegría, asombro y gratitud.
25.06.18
25.06.18
Academia para la Vida: Francisco llama a una “ecología humana”
Discurso
del Santo Padre
(25
junio 2018).- El Papa ha usado el término “ecología humana”
para describir la “sabiduría que debe inspirar nuestra actitud”,
llamada a considerar la calidad ética y espiritual de
la vida en todas sus fases.
Esta
mañana, a las 11:30 horas, en la Sala Clementina del Palacio
Apostólico, el Papa Francisco ha recibido en audiencia a los
participantes en la XXIV Asamblea General de la Pontificia Academia
para la Vida (PAV),cuyo tema es «Equal beginnings. But then? A
global responsibility», en curso en el Aula Nueva del Sínodo en el
Vaticano del 25 al 27 de junio.
La
obra “hermosa” de la vida –ha expresado el Santo Padre– es la
generación de una nueva persona, la educación de sus cualidades
espirituales y creativas, la iniciación en el amor de la familia y
la comunidad, el cuidado de su vulnerabilidad y sus heridas; así
como la iniciación en la vida de los hijos de Dios, en Jesucristo.
“Aprender
a recibir el propio cuerpo, a cuidarlo y a respetar sus significados,
es esencial para una verdadera ecología humana” ha descrito el
Santo Padre.
Dignidad
de la persona
El
Papa ha manifestado su deseo de que la visión global de la
bioética, que los especialistas preparan para relanzar en
el ámbito de la ética social y del humanismo planetario, se mueva
“a partir de la profunda convicción de la dignidad
irrevocable de la persona humana.
En
esta línea, el Pontífice ha matizado: La dignidad de cada persona,
en cada etapa y condición de su existencia, “en
la búsqueda de formas de amor y de cuidado con que se deben tratar a
su vulnerabilidad y su fragilidad”.
Discurso
del Papa Francisco
Distinguidos
Señoras y Señores,
Me
complace saludaros a todos, desde el presidente, monseñor Vincenzo
Paglia, a quien agradezco haberme presentado esta Asamblea General,
en la que el tema de la vida humana se situará dentro del amplio
contexto del mundo globalizado en el que hoy vivimos. Y también
quiero saludar al cardenal Sgreccia, que tiene noventa años pero es
entusiasta, joven, en la lucha por la vida. Gracias, Eminencia, por
lo que ha hecho en este ámbito y por lo que está haciendo. Gracias.
La
sabiduría que debe inspirar nuestra actitud en la “ecología
humana” está llamada a considerar la calidad ética y
espiritual de la vida en todas sus fases. Hay una vida
humana concebida, una vida en gestación, una vida salida a la luz,
una vida niña, una vida adolescente, una vida adulta, una vida
envejecida y consumada – y existe la vida eterna. Hay una vida que
es familia y comunidad, una vida que es invocación y esperanza. Como
también existe la vida humana frágil y enferma, la vida herida,
ofendida, envilecida, marginada, descartada. Siempre es vida humana.
Es la vida de las personas humanas, que habitan en la tierra creada
por Dios y comparten la casa común de todas las criaturas vivientes.
Ciertamente en los laboratorios de biología se estudia la vida con
las herramientas que permiten explorar sus aspectos físicos,
químicos y mecánicos. Un estudio importante e imprescindible, pero
que debe integrarse con una perspectiva más amplia y más profunda,
que pide atención a la vida propiamente humana, que irrumpe en la
escena mundial con el prodigio de la palabra y del pensamiento, de
los afectos y del espíritu. ¿Qué reconocimiento recibe hoy la
sabiduría humana de la vida en las ciencias de la
naturaleza? ¿Y qué cultura política inspira la promoción y
protección de la vida humana real? La obra “hermosa” de la vida
es la generación de una nueva persona, la educación de sus
cualidades espirituales y creativas, la iniciación en el amor de la
familia y la comunidad, el cuidado de su vulnerabilidad y sus
heridas; así como la iniciación en la vida de los hijos de Dios, en
Jesucristo.
Cuando
entregamos a los niños a las privaciones, los pobres al hambre, los
perseguidos a la guerra, los ancianos al abandono, ¿no hacemos
nosotros mismos, en cambio, el trabajo “sucio” de la muerte? ¿De
dónde viene el trabajo sucio de la muerte? Viene del pecado.
El mal intenta persuadirnos de que la muerte es el fin de todo, de
que hemos venido al mundo por casualidad y que estamos destinados a
terminar en la nada. Excluyendo al otro de nuestro horizonte, la vida
se repliega sobre sí misma y se convierte en un bien de consumo.
Narciso, el personaje de la mitología antigua, que se ama a sí
mismo e ignora el bien de los demás, es ingenuo y ni siquiera se da
cuenta. Mientras tanto, sin embargo, propaga un virus espiritual muy
contagioso, que nos condena a ser hombres-espejo y mujeres-espejo,
que sólo ven a sí mismos y nada más. Es como volverse ciego a la
vida y su dinámica, en cuanto don recibido de otros y que pide
ser colocado de manera responsable en circulación para otros.
La visión
global de la bioética, que os estáis preparando a relanzar
en el ámbito de la ética social y del humanismo planetario, fuertes
de la inspiración cristiana, se esforzará con más seriedad y rigor
en desactivar la complicidad con el trabajo sucio de la muerte,
sostenido por el pecado. Así, nos restituirá a las razones y
prácticas de la alianza con la gracia destinada por Dios para la
vida de cada uno de nosotros. Esta bioética no se moverá partiendo
de la enfermedad y de la muerte para decidir el sentido de la vida y
definir el valor de la persona. Se moverá, más bien, a partir de la
profunda convicción de la dignidad irrevocable de la persona
humana, así como Dios ama, la dignidad de cada persona,
en cada etapa y condición de su existencia, en la
búsqueda de formas de amor y decuidado con que se deben tratar a su
vulnerabilidad y su fragilidad.
Así,
en primer lugar, este bioética global será una forma específica de
desarrollar la perspectiva de la ecología integral que
es propia de la Encíclica Laudato si’, en la que
insistí en estos puntos-fuertes “, la íntima relación entre los
pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo
todo está conectado, la crítica al nuevo paradigma y a las formas
de poder que derivan de la tecnología, la invitación a buscar otros
modos de entender la economía y el progreso, el valor propio de cada
criatura, el sentido humano de la ecología, la necesidad de debates
sinceros y honestos, la grave responsabilidad de la política
internacional y local, la cultura del descarte y la propuesta de un
nuevo estilo de vida.”(n. ° 16).
En
segundo lugar, en una visión integral de la
persona, se trata de articular con creciente claridad todos los
vínculos y las diferencias concretas en las que habita la condición
humana universal y que nos involucran a partir de nuestro
cuerpo. En efecto, ” nuestro propio cuerpo nos sitúa en una
relación directa con el ambiente y con los demás seres vivientes.
La aceptación del propio cuerpo como don de Dios es necesaria para
acoger y aceptar el mundo entero como regalo del Padre y casa común,
mientras una lógica de dominio sobre el propio cuerpo se transforma
en una lógica a veces sutil de dominio sobre la creación. Aprender
a recibir el propio cuerpo, a cuidarlo y a respetar sus significados,
es esencial para una verdadera ecología humana. También la
valoración del propio cuerpo en su femineidad o masculinidad es
necesaria para reconocerse a sí mismo en el encuentro con el
diferente” (Laudato si’, 155).
Por
lo tanto, es necesario proceder con un cuidadoso discernimiento de
las complejas diferencias fundamentales de la vida humana:
del hombre y de la mujer, de la paternidad y de la maternidad, de la
filiación y de la fraternidad, de la sociabilidad y también de
todas las diferentes edades de la vida. Al igual que de todas
las condiciones difíciles y todos los pasajes delicados o peligrosos
que requieren una sabiduría ética especial y una valiente
resistencia moral: sexualidad y generación, enfermedad y vejez,
insuficiencia y discapacidad, privación y exclusión, violencia y
guerra:” La defensa del inocente que no ha nacido, por ejemplo,
debe ser clara, firme y apasionada, porque allí está en juego la
dignidad de la vida humana, siempre sagrada, y lo exige el amor a
cada persona más allá de su desarrollo. Pero igualmente sagrada es
la vida de los pobres que ya han nacido, que se debaten en la
miseria, el abandono, la postergación, la trata de personas, la
eutanasia encubierta en los enfermos y ancianos privados de atención,
las nuevas formas de esclavitud, y en toda forma de descarte
“(Exhortación Apostólica Gaudete et exsultate, 101).
En
los textos y enseñanzas de la formación cristiana y
eclesiástica, estos temas de la ética de la vida humana tendrán
que encontrar un lugar apropiado en el contexto de una antropología
global, y no quedar confinados entre las cuestiones límite de la
moralidad y del derecho. Espero que una conversión a la centralidad
actual de la ecología humana integral, es decir, de una comprensión
armoniosa y completa de la condición humana, encuentre en vuestro
compromiso intelectual, civil y religioso, apoyo válido y entonación
proposicional.
La
bioética global nos insta, pues, a la sabiduría de un
discernimiento profundo y objetivo del valor de la vida
personal y comunitaria, que debe preservarse y promoverse incluso
en las condiciones más difíciles. También debemos
afirmar con fuerza que, sin el apoyo adecuado de una proximidad
humana responsable, ninguna regulación puramente jurídica y
ningún auxilio técnico podrán, de por sí, garantizar condiciones
y contextos relacionales que correspondan a la dignidad de la
persona. La perspectiva de una globalización que, abandonada
solamente a su dinámica espontánea, tiende a aumentar y
profundizar las desigualdades, solicita una respuesta ética a favor
de la justicia. La atención a los factores sociales, económicos,
culturales y ambientales que determinan la salud es parte de este
compromiso y se convierte en una forma concreta de hacer realidad el
derecho de cada pueblo a “la participación, sobre la base de la
igualdad y de la solidaridad, de los bienes que están destinados a
todos los hombres.”(JUAN PABLO II, Carta Encíclica Sollicitudo
rei socialis, 21).
Por
último, la cultura de la vida debe dirigir con más seriedad la
mirada a la “cuestión seria” de su destino final. Se
trata de resaltar con mayor claridad qué es lo que dirige la
existencia del hombre hacia un horizonte que lo supera:
cada persona está llamada gratuitamente “como hijo, a la unión
con Dios y a la participación de su felicidad”. […] Enseña
además la Iglesia que la esperanza escatológica no merma la
importancia de las tareas temporales, sino que más bien proporciona
nuevos motivos de apoyo para su ejercicio. “(CONC, ECUM VAT, II,
Constitución Pastoral Gaudium et Spes, 21) ). Necesitamos
interrogarnos más profundamente sobre el destino final de la vida,
capaz de restaurar dignidad y significado al misterio de sus
afectos más profundos y sagrados. La vida del hombre, hermosa de
maravillar y frágil de morir, va más allá de sí misma:
somos infinitamente más de lo que podemos hacer
por nosotros mismos. Pero la vida del hombre también es
increíblemente tenaz, ciertamente por una gracia misteriosa que
viene de lo alto, en la audacia de su invocación de una justicia y
una victoria definitiva del amor. Y es incluso capaz -esperanza
contra toda esperanza- de sacrificarse por ello hasta el final.
Reconocer y apreciar esta fidelidad y dedicación a la vida suscita
en nosotros gratitud y responsabilidad, y nos alienta a ofrecer
generosamente nuestro saber y nuestra experiencia a toda la comunidad
humana. La sabiduría cristiana debe reabrir con pasión y audacia el
pensamiento del destino del género humano a la vida de Dios,
que ha prometido abrir al amor de la vida, más allá de la muerte,
el horizonte infinito de cuerpos amorosos de luz, ya sin lágrimas. Y
sorprenderlos eternamente con el encanto siempre nuevo de todas las
cosas “visibles e invisibles” que están escondidas en el seno
del Creador. Gracias.
26.06.18
26.06.18
Francia: Complicidad y afecto en la visita de Emmanuel Macron al Papa
Conversación
de 57 minutos
(26
junio 2018).- Esta mañana, el Papa Francisco ha recibido al
Presidente de Francia, Emmanuel Macron, en el Vaticano.
El
presidente francés, acompañado por su esposa Brigitte Macron y una
pequeña delegación, llegó poco después de las 10:30 horas al
Vaticano, bajo un sol resplandeciente.
Después
de cruzar varios salones, joyas de los palacios pontificios, Emmanuel
Macron fue recibido por el Papa Francisco en el umbral de la
biblioteca del Vaticano.
Una
hora de conversación
El
Papa Francisco y Emmanuel Macron dialogaron en privado durante
57 minutos, la audiencia más larga del pontificado, si bien la
necesidad de intérprete disminuye el tiempo de conversación real
comparada con la audiencia de 53 minutos a los Reyes de España,
señala el periódico español ABC.
De
acuerdo con una declaración de la Oficina de Prensa de la Santa
Sede, los dos jefes de estado hablaron sobre la protección del medio
ambiente, la migración, el tema del desarme, la prevención y
resolución de conflictos, especialmente los que están actualmente
en curso en Medio Oriente y África. El proyecto europeo también
fue mencionado.
Al
final de la entrevista, el Papa Francisco y el Presidente Emmanuel
Macron procedieron al tradicional intercambio de regalos. El
Santo Padre ha regalado una medalla de San Martín, obispo de Tours y
apóstol de Galia, a Emmanuel Macron, así como varios de sus textos,
incluida la encíclica Laudato si ‘, pero también la exhortación
apostólica Gaudete
y Exultate, sobre
llamada a la santidad.
“Es
la clase media de la santidad”, susurró el Soberano Pontífice al
presidente francés, entregándole el documento. Otro presente ha
sido el mensaje de la Jornada Mundial de la paz de este año.
‘Diario
de un cura rural’
El
presidente de Francia, acompañado de su esposa, Brigitte, ha
regalado al Pontífice un ejemplar antiguo de Diario
de un cura rural,
de Georges Bernanos –indica ‘Vatican News’ en francés– que
el pontífice ha agradecido comentando: “Siempre lo he amado; lo he
leído muchas veces y me ha hecho mucho bien”.
Al
despedirse del Santo Padre, el presidente francés ha abrazado al
Papa, dándole palmadas en la hombro y dos besos, un gesto muy
cercano y familiar.
Asimismo,
Emmanuel Macron se ha reunido con el Cardenal Pietro Parolin,
Secretario de Estado de la Santa Sede y Mons. Paul Gallagher,
Secretario de Relaciones con los Estados, antes de unirse a la
Embajada de Francia cerca de la Santa Sede, la Villa Bonaparte, para
un almuerzo
Título honorífico
El
presidente está acompañado por su delegación, compuesta por 12
personalidades, incluidos los ministros de asuntos exteriores e
interior, pero también el presidente de Secours Catholique, el
fundador de Samu Social, así como los intelectuales Rémi Brague o
Dominique Wolton y personalidades de medios de comunicación, apunta
‘Vatican News’.
A
las 14:30 horas, Macron tomará posesión del título de canónigo de
honor de la basílica de Roma San Juan de Letrán, una distinción
honorífica cuya tradición se remonta a derecho a los jefes de
Estado franceses desde Enrique IV.
27.06.18
27.06.18
Audiencia general: Dios siempre escucha el lamento de sus hijos y los libera
Palabras del Papa en español
( 27 junio 2018).- “Si alguien no ha hecho todavía
experiencia de la acción liberadora de Dios en su vida, necesita
elevar su grito al Padre como hizo el pueblo de Israel, Él siempre
escucha el lamento de sus hijos y los libera”: es la invitación
que ha hecho Francisco en la audiencia general celebrada esta mañana.
“Dios
liberó a su pueblo y lo sacó de la esclavitud”, ha recordado el
Papa Francisco, como una muestra más de que “Nuestro Dios primero
salva y después nos pide confianza”.
En
la audiencia general de este miércoles, 27 de junio de 2018, el
Santo Padre Francisco, ha continuado su ciclo de catequesis sobre los
Mandamientos, enfocando su meditación en el tema: “El amor de
Dios precede a la ley y le da significado” (pasaje bíblico: del
Libro de Deuteronomio 4, 32-35).
Desde
esta perspectiva, la vida cristiana “no es simplemente un obedecer
normas ni cumplir deberes”, ni tampoco depende solo de nuestra
fuerza de voluntad, sino que es una “respuesta agradecida a un
Padre generoso que nos ama y nos libera”, ha aclarado el Pontífice.
El
Obispo de Roma ha explicado a los visitantes y peregrinos congregados
en la plaza de San Pedro que un corazón que ha sido tocado por el
Espíritu Santo es “agradecido” y recuerda la “bondad de Dios”
y los muchos beneficios que ha recibido de él.
“Él
siempre libera”
En
este contexto, el Papa ha hecho una invitación: “Si alguien no ha
hecho todavía experiencia de la acción liberadora de Dios en su
vida, necesita elevar su grito al Padre como hizo el pueblo de
Israel, Él siempre escucha el lamento de sus hijos y los libera”.
Nosotros
no podemos salvarnos únicamente con nuestras propias fuerzas, pero
podemos gritar pidiendo ayuda”, ha señalado. Esto es ya una forma
de oración, que brota de lo que en nosotros existe de oprimido y
necesitado de libertad.
El
Papa ha subrayado que Dios “escucha siempre” nuestro grito, pues
Él nos ha llamado a vivir como hijos libres y agradecidos,
obedeciendo con alegría a aquel que nos ha dado mucho más de lo que
nosotros podremos darle.
Al
final de su reflexión en español, el Papa, como de costumbre, ha
saludado a los peregrinos de lengua española,
en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica.
28.06.18
28.06.18
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