3 de maig 2019

PAPA- MAIG


No nos dejes caer en la tentación”- Catequesis del Papa Francisco

Dios vela con nosotros”

(3 mayo 2019).- En la catequesis del miércoles, 1 de mayo de 2019, el Papa Francisco ha señalado que es el maligno el que pone trampas a nuestra libertad a través de la tentación. No obstante, el Señor es un aliado constante para las personas: “Dios vela con nosotros, Dios lucha con nosotros, siempre está cerca de nosotros” porque es nuestro Padre.
Durante la audiencia general, el Santo Padre ha reanudado la catequesis dedicada al Padre Nuestro, centrándose esta vez en la a la penúltima invocación: «No nos dejes caer en la tentación» (Mateo 6, 13).
Catequesis del Santo Padre
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Continuamos en la catequesis sobre el Padre Nuestro, llegando ahora a la penúltima invocación: «No nos dejes caer en la tentación» (Mateo 6, 13). Otra versión dice: «No nos abandones a la tentación». El Padre Nuestro comienza de una manera serena: nos hace desear que el gran proyecto de Dios se pueda realizar entre nosotros. Luego mira la vida y nos pregunta qué necesitamos cotidianamente: el «pan de cada día». Luego, la oración se dirige a nuestras relaciones interpersonales, a menudo contaminadas por el egoísmo: pedimos perdón y nos comprometemos a darlo. Pero es con esta penúltima invocación con la que nuestro diálogo con el Padre celestial entra, por así decirlo, en el corazón del drama, es decir, en el terreno de la confrontación entre nuestra libertad y las trampas del maligno.
Como es bien sabido, la expresión griega original contenida en los Evangelios es difícil de representar con exactitud, y todas las traducciones modernas resultan un tanto cojas. Sin embargo, en un elemento podemos converger unánimemente: de cualquier modo en el que se entienda el texto, debemos excluir que es Dios el protagonista de las tentaciones que se ciernen sobre el camino del hombre. Como si Dios estuviese al acecho para poner trampas y escollos sobre sus hijos. Una interpretación de este tipo contrasta sobre todo con el texto mismo, y está lejos de la imagen de Dios que Jesús nos reveló. No olvidemos: el Padre Nuestro comienza con Padre. Y un padre no pone trampas a sus hijos. Los cristianos no tienen nada que ver con un Dios envidioso, en competición con el hombre, o que disfruta poniéndolo a prueba. Esas son las imágenes de muchas deidades paganas. Leemos en la Carta del Apóstol Santiago: «Ninguno, cuando sea probado, diga: “es Dios quien me prueba”; porque Dios ni es probado por el mal ni prueba a nadie»» (1, 13). Más bien al contrario: el Padre no es el autor del mal, a ningún hijo que pide un pez le da una culebra (cf. Lucas 11, 11), como enseña Jesús, y cuando el mal aparece en la vida del hombre, lucha contra él, a su lado, para que pueda ser liberado. Un Dios que siempre lucha por nosotros, no contra nosotros. ¡Él es el Padre! Es en este sentido en el que rezamos el Padre Nuestro. Estos dos momentos —la prueba y la tentación—, han estado misteriosamente presentes en la vida del mismo Jesús. En esta experiencia, el Hijo de Dios se hizo completamente hermano nuestro, de una manera que casi roza el escándalo. Y son precisamente estos pasajes del Evangelio los que nos muestran que las invocaciones más difíciles del Padre Nuestro, las que cierran el texto, ya han tenido respuesta: Dios no nos ha dejado solos, sino que en Jesús se manifiesta como el «Dios con nosotros» hasta las consecuencias extremas. Él está con nosotros cuando nos da la vida, está con nosotros durante la vida, está con nosotros en la alegría, está con nosotros en las pruebas, está con nosotros en las tristeza, está con nosotros en las derrotas, cuando pecamos, pero siempre está con nosotros porque es Padre y no puede abandonarnos. Si estamos tentados a hacer el mal, negando la fraternidad con los demás y deseando un poder absoluto sobre todo y sobre todos, Jesús ya ha luchado contra esta tentación por nosotros: las primeras páginas de los Evangelios lo atestiguan. Inmediatamente después de recibir el bautismo de Juan, en medio de la multitud de pecadores, Jesús se retira al desierto y es tentado por Satanás. Así comienza la vida pública de Jesús, con la tentación que viene de Satanás. Satanás estaba presente. Mucha gente dice: «¿Pero por qué hablar del diablo que es una cosa antigua? El diablo no existe». Pero mira lo que el Evangelio te enseña: Jesús se enfrentó al diablo, fue tentado por Satanás. Pero Jesús rechaza toda tentación y sale victorioso. El Evangelio de Mateo tiene una nota interesante que cierra el duelo entre Jesús y el enemigo: «Entonces el diablo le deja, y he aquí que se acercan unos ángeles a él y le servían» (4, 11). Pero incluso en el momento de la prueba suprema, Dios no nos deja solos. Cuando Jesús se retira a orar en Getsemaní, su corazón es invadido por una angustia indecible —así les dice a sus discípulos— y siente la soledad y el abandono. Solo, con la responsabilidad de todos los pecados del mundo sobre sus hombros; solo, con una angustia indecible. La prueba es tan desgarradora que sucede algo inesperado. Jesús no mendiga nunca amor para sí mismo, pero esa noche siente que su alma está triste hasta la muerte, y entonces pide a sus amigos que estén cerca de él: «Quedaos aquí y velad conmigo» (Mateo 26, 38). Como sabemos, los discípulos, entorpecidos por un agotamiento causado por el miedo, se quedaron dormidos. En el momento de la agonía, Dios pide al hombre que no lo abandone, y el hombre en cambio duerme. En el tiempo en que el hombre conoce su prueba, Dios en cambio vela. En los peores momentos de nuestras vidas, en los momentos más dolorosos, en los momentos más angustiosos, Dios vela con nosotros, Dios lucha con nosotros, siempre está cerca de nosotros. ¿Por qué? Porque es Padre. Así  habíamos empezado la oración: Padre nuestro. Y un padre no abandona a sus hijos. Aquella noche de dolor de Jesús, de lucha, son el último sello de la Encarnación: Dios desciende para encontrarnos en nuestros abismos y en las tribulaciones que constelan la historia. Es nuestro consuelo en la hora de la prueba saber que ese valle, desde que Jesús lo cruzó, ya no está desolado, sino que está bendecido por la presencia del Hijo de Dios. ¡Él nunca nos abandonará!
Aleja, pues, de nosotros, oh Dios, el tiempo de la prueba y de la tentación. Pero cuando llegue ese momento, Padre nuestro, muéstranos que no estamos solos. Tú eres el Padre. Muéstranos que Cristo ya ha tomado sobre sí también el peso de esa cruz. Muéstranos que Jesús nos llama a llevarla con él, abandonándonos confiados a tu amor de Padre. Gracias
04.05.19






Rezo del Regina Caeli en Bulgaria: “¡Él vive y te quiere vivo! Él está en ti”


Palabras del Papa antes de la oración


( 5 mayo 2019).- A las 13 horas (12 horas en Roma), el Santo Padre Francisco subió al podio que se encuentra fuera de la Catedral de San Alexander Nevsky, donde se encuentra el icono de Nessebar.
El Papa se reunió en oración silenciosa frente a la efigie mientras el coro cantaba una canción mariana. Luego dirigió el recital de Regina Caeli en la plaza frente a la Catedral de San Alexander Nevsky,
En presencia de unos tres mil fieles. Al final saludó a los representantes de las confesiones religiosas presentes en Bulgaria.
Palabras del Santo Padre
Queridos hermanos y hermanas, “¡Cristo ha resucitado, verdaderamente ha resucitado!”.
Con estas palabras, los cristianos —ortodoxos y católicos— de estas tierras de Bulgaria se saludan desde tiempos antiguos durante el tiempo pascual. Dichas palabras expresan la gran alegría por la victoria de Jesucristo sobre el mal y sobre la muerte. Son una afirmación y un testimonio del corazón de nuestra fe: Cristo vive. Él es nuestra esperanza y la más hermosa juventud del mundo. Todo lo que Él toca se hace nuevo, se llena de vida. Por eso, las primeras palabras que quiero dirigir a cada uno de vosotros son: ¡Él vive y te quiere vivo! Él está en ti, Él está contigo y nunca se va. Por más que te alejes, allí está el Resucitado, llamándote y esperándote para volver a empezar. Cuando te sientas avejentado por la tristeza, los rencores, los miedos, las dudas o los fracasos, Él estará allí para devolverte la fuerza y la esperanza (cf. Exhort. apost. postsin. Christus vivit, 1-2) Él vive, te quiere vivo y camina contigo.

Esta fe en Cristo resucitado se proclama desde hace dos mil años en cada rincón de la tierra, gracias a la misión generosa de tantos creyentes, que fueron llamados a darlo todo por el anuncio evangélico, sin guardar nada para sí mismos. En la historia de la Iglesia, también aquí en Bulgaria, hubo pastores que se distinguieron por la santidad de su vida. Entre ellos me agrada recordar a san Juan XXIII, mi predecesor, a quien vosotros llamáis “el santo búlgaro”, un santo pastor cuya memoria está particularmente viva en esta tierra, donde él vivió desde 1925 hasta 1934. Aquí aprendió a valorar la tradición de la Iglesia oriental, manteniendo relaciones de amistad con las otras confesiones religiosas. Su experiencia diplomática y pastoral en Bulgaria dejó una huella tan fuerte en su corazón de pastor que lo llevó a promover en la Iglesia la visión del diálogo ecuménico, que tuvo un impulso notable en el Concilio Vaticano II, querido justamente por el papa Roncalli. En cierto sentido, debemos agradecerle a esta tierra la sabia e inspiradora intuición del “Papa bueno”.
En el surco de este camino ecuménico, dentro de poco tendré la alegría de saludar a los responsables de las diversas confesiones religiosas de Bulgaria que, aun siendo un país ortodoxo, es una encrucijada donde se encuentran y dialogan distintas expresiones religiosas. La grata presencia en este encuentro de los representantes de esas distintas comunidades, muestra el deseo de todos por recorrer la senda, cada día más necesaria «de asumir la cultura del diálogo como camino; la colaboración común como conducta; el conocimiento recíproco como método y criterio» (Documento sobre la fraternidad humana, Abu Dabi, 4 febrero 2019).
Nos encontramos cerca de la antigua iglesia de Santa Sofía, y junto a la iglesia Patriarcal de San Alejandro Nevski, donde antes he rezado recordando a los santos Cirilo y Metodio, evangelizadores de los pueblos eslavos. Con el deseo de manifestar mi estima y afecto a esta venerada Iglesia ortodoxa de Bulgaria, tuve la alegría de saludar y abrazar a mi hermano Su Santidad Neofit, Patriarca, como también a los Metropolitas del Santo Sínodo.
Nos dirigimos ahora a la Santísima Virgen María, Reina del cielo y de la tierra, para que interceda ante el Señor Resucitado, y conceda a esta amada tierra el impulso necesario para ser tierra de encuentro; en la que, más allá de las diferencias culturales, religiosas o étnicas os sigáis reconociendo y valorando como hijos y hermanos de un mismo Padre. Nuestra invocación se expresa con la antigua oración del Regina Caeli. Lo hacemos aquí, en Sofía, delante del icono de la Virgen de Nesebar, que significa “Puerta del cielo”, y que era tan querida por mi predecesor san Juan XXIII, que comenzó a venerarla aquí en Bulgaria y la llevó consigo hasta la muerte.
06.05.19


Bulgaria: “Jesús está vivo y está aquí con nosotros”- Homilía en Rakovsky

245 niños reciben la Primera Comunión

(6 mayo 2019).- Hoy, 6 de mayo de 2019, el Papa Francisco ha celebrado la Santa Misa con comuniones en la iglesia del Sagrado Corazón de Rakovsky.
Esta mañana, después de una visita privada al campamento de refugiados Vrazhdebna, el Santo Padre ha tomado un avión para trasladarse a la ciudad de Rakovsky, en el sur de Bulgaria, donde tiene previstas varias actividades hoy.
Durante esta celebración eucarística, 245 niños y niñas búlgaros han recibido la Primera Comunión.
Homilía del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas: Estoy feliz de saludar a los niños y niñas que han recibido la Primera Comunión, como también a sus padres, familiares y amigos. Os dirijo a todos vosotros el hermoso saludo que también se acostumbra decir en vuestro país durante el tiempo pascual: «Cristo ha resucitado». Este saludo es expresión de nuestra alegría como cristianos, discípulos de Jesús, porque Él, que ha entregado la vida por amor en la cruz para destruir el pecado, ha resucitado y nos ha hecho hijos adoptivos de Dios Padre. Estamos contentos porque Él está vivo y presente entre nosotros, hoy y siempre.

Vosotros, queridos niños y niñas, habéis venido aquí de todas partes de esta “Tierra de las rosas” para participar en una fiesta maravillosa, que estoy seguro no olvidaréis nunca: vuestro primer encuentro con Jesús en el sacramento de la Eucaristía. Alguno de vosotros podría preguntarme: Pero, ¿cómo podemos encontrar a Jesús, que vivió hace tantos años y después murió y fue sepultado? Es verdad: Jesús ha hecho un gesto de amor inmenso para salvar a la humanidad de todos los tiempos. Estuvo en la tumba tres días, pero nosotros sabemos —nos lo aseguran los apóstoles y otros muchos testigos que lo han visto vivo— que Dios, su Padre y nuestro Padre, lo resucitó. Y ahora Jesús está vivo y está aquí con nosotros, por eso hoy lo podemos encontrar en la Eucaristía. No lo vemos con estos ojos, pero lo vemos con los ojos de la fe.
Os veo aquí vestidos con las túnicas blancas: es un signo importante y hermoso. Porque estáis vestidos de fiesta. La Primera Comunión es ante todo una fiesta en la que celebramos que Jesús quiso quedarse siempre a nuestro lado y que nunca se separará de nosotros. Una fiesta que ha sido posible gracias a nuestros padres, nuestros abuelos, nuestras familias y a las comunidades que nos han ayudado a crecer en la fe.
Para venir aquí, a esta ciudad de Rakovski, habéis hecho un largo camino. Y vuestros sacerdotes y catequistas, que han seguido vuestro itinerario de catequesis, os han acompañado también en el camino que os lleva hoy a encontrar a Jesús y a recibirlo en vuestro corazón. Él, como hemos escuchado en el Evangelio de hoy  un día multiplicó milagrosamente cinco panes y dos peces, saciando el hambre de la muchedumbre que lo había seguido y escuchado. ¿Os habéis dado cuenta de cómo empezó el milagro? De la mano de un niño que llevó lo que tenía: cinco panes y dos peces (Jn 6,9). Al igual que vosotros, que hoy ayudáis a que se produzca el milagro de hacernos recordar a todos los mayores aquí presentes el primer encuentro que tuvimos con Jesús en la Eucaristía y poder dar gracias por ese día. Hoy nos permitís estar nuevamente de fiesta y celebrar que Jesús está presente en el Pan de Vida. Porque hay milagros que sólo pueden ocurrir si tenemos un corazón como el vuestro, capaz de compartir, soñar, agradecer, confiar y honrar a los demás. Hacer la Primera Comunión significa querer estar cada día más unidos a Jesús, crecer en amistad con Él y que otros también puedan disfrutar de la alegría que nos quiere regalar. El Señor os necesita para poder realizar el milagro de que su alegría llegue a muchos de vuestros familiares y amigos.
Queridos niños, queridas niñas: Estoy contento de compartir con vosotros este gran momento y de ayudaros a encontrar a Jesús. Verdaderamente, estáis viviendo un día en espíritu de amistad, alegría, fraternidad y comunión entre vosotros y con toda la Iglesia que, especialmente en la Eucaristía, expresa la comunión fraterna entre todos sus miembros. Nuestro documento de identidad es este: Dios es nuestro Padre, Jesús es nuestro Hermano, la Iglesia es nuestra familia, nosotros somos hermanos, nuestra ley es el amor.
Deseo animaros a rezar siempre con el entusiasmo y la alegría que tenéis hoy. Recordad que este es el sacramento de la Primera Comunión y no de la última, acordaos que Jesús os espera siempre. Por eso, os deseo que hoy sea el inicio de muchas comuniones, para que vuestro corazón esté siempre como hoy, en clima de fiesta, lleno de alegría y, sobre todo, de gratitud.
07.05.19



Digámoslo con fuerza y sin temor: tenemos hambre, Señor” – Homilía del Papa en Skopje

Misa en la plaza de Macedonia

(7 mayo 2019).- “Digámoslo con fuerza y sin temor: tenemos hambre, Señor… el pan de su palabra y el pan de la fraternidad”: es la súplica del Papa Francisco al celebrar la misa en el norte de Macedonia, este 7 de mayo de 2019.
Después de dos días en Bulgaria, el Papa concluyó su viaje apostólico internacional número 29 con una escala en Skopje, capital de Macedonia, siguiendo los pasos de la Madre Teresa, que nació allí en 1910.
Homilía del Papa Francisco
«El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás» (Jn6,35), nos ha dicho el Señor hace un instante.
En el Evangelio, se concentra alrededor de Jesús una muchedumbre que tenía todavía delante de los ojos la multiplicación de los panes. Uno de esos momentos que quedaron grabados en los ojos y en el corazón de la primera comunidad de discípulos. Fue una fiesta… la fiesta de descubrir la abundancia y solicitud de Dios para con sus hijos, hermanados en el partir y compartir el pan. Imaginemos por unos instantes esa muchedumbre. Algo había cambiado. Por unos momentos, esas personas sedientas y silenciosas que seguían a Jesús en busca de una palabra fueron capaces de tocar con sus manos y sentir en sus cuerpos el milagro de la fraternidad, que es capaz de saciar y hacer abundar.
El Señor vino para darle vida al mundo y lo hace desafiando la estrechez de nuestros cálculos, la mediocridad de nuestras expectativas y la superficialidad de nuestros intelectualismos; cuestiona nuestras miradas y certezas invitándonos a pasar a un horizonte nuevo que abre espacio a una renovada forma de construir la realidad. Él es el Pan vivo bajado del cielo, «el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás».

Esa muchedumbre descubrió que el hambre de pan también tenía otros nombres: hambre de Dios, hambre de fraternidad, hambre de encuentro y de fiesta compartida.

Nos hemos acostumbrado a comer el pan duro de la desinformación y hemos terminado presos del descrédito, las etiquetas y la descalificación; hemos creído que el conformismo saciaría nuestra sed y hemos acabado bebiendo de la indiferencia y la insensibilidad; nos hemos alimentado con sueños de esplendor y grandeza y hemos terminado comiendo distracción, encierro y soledad; nos hemos empachado de conexiones y hemos perdido el sabor de la fraternidad. Hemos buscado el resultado rápido y seguro y nos vemos abrumados por la impaciencia y la ansiedad. Presos de la virtualidad hemos perdido el gusto y el sabor de la realidad.
Digámoslo con fuerza y sin miedo: tenemos hambre, Señor. Tenemos hambre, Señor, del pan de tu Palabra capaz de abrir nuestros encierros y soledades. Tenemos hambre, Señor, de fraternidad para que la indiferencia, el descrédito, la descalificación no llenen nuestras mesas y no tomen el primer puesto en nuestro hogar. Tenemos hambre, Señor, de encuentros donde tu Palabra sea capaz de elevar la esperanza, despertar la ternura, sensibilizar el corazón abriendo caminos de transformación y conversión.
Tenemos hambre, Señor, de experimentar como aquella muchedumbre la multiplicación de tu misericordia, capaz de romper estereotipos y partir y compartir la compasión del Padre hacia toda persona, especialmente hacia aquellos de los que nadie se ocupa, que están olvidados o despreciados. Digámoslo con fuerza y sin miedo, tenemos hambre de pan, Señor, del pan de tu palabra y del pan de la fraternidad.
En unos instantes, nos pondremos en movimiento, iremos hacia la mesa del altar a alimentarnos con el Pan de Vida, siguiendo el mandato del Señor: «El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás» (Jn 6,35). Es lo único que el Señor nos pide: venid. Nos invita a ponernos en marcha, en movimiento, en salida. Nos exhorta a caminar hacia Él para hacernos partícipes de su misma vida y de su misma misión. “Venid”, nos dice el Señor: un venir que no significa solamente trasladarse de un lugar a otro sino la capacidad de dejarnos mover, transformar por su Palabra en nuestras opciones, sentimientos, prioridades para aventurarnos a cumplir sus mismos gestos y hablar con su mismo lenguaje, «el lenguaje del pan que dice ternura, compañerismo, entrega generosa a los demás»1, amor concreto y palpable porque es cotidiano y real.
En cada eucaristía, el Señor se parte y reparte y nos invita también a nosotros a partirnos y repartirnos con Él y ser parte de ese milagro multiplicador que quiere llegar y tocar todos los rincones de esta ciudad, de este país, de esta tierra con un poco de ternura y compasión.
Hambre de pan, hambre de fraternidad, hambre de Dios. Qué bien lo entendía esto Madre Teresa, que quiso fundamentar su vida sobre dos pilares: Jesús encarnado en la Eucaristía y Jesús encarnado en los pobres. Amor que recibimos, amor que damos. Dos pilares inseparables que marcaron su camino, la pusieron en movimiento buscando saciar su hambre y sed. Fue al Señor y en el mismo acto fue hacia su hermano despreciado, no amado, solo y olvidado, fue a su hermano y encontró el rostro del Señor… porque sabía que el «amor a Dios y amor al prójimo se funden entre sí: en el más humilde encontramos a Jesús mismo y en Jesús encontramos a Dios»2, y ese amor fue el único capaz de saciar su hambre.
Hermanos: Hoy el Señor Resucitado sigue caminando entre nosotros, allí donde acontece y se juega la vida cotidiana. Conoce nuestras hambres y nos vuelve a decir: «El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás» (Jn6,35). Animémonos unos a otros a ponernos de pie y a experimentar la abundancia de su amor, dejemos que sacie nuestra hambre y sed en el sacramento del altar y en el sacramento del hermano.
Palabras finales del Santo Padre
Queridos hermanos y hermanas:
Antes de la Bendición final, siento la necesidad de expresar mis sentimientos de gratitud. Agradezco al obispo de Skopje sus palabras y, sobre todo, el trabajo realizado en la preparación de este día. Y, junto a él, doy las gracias a todos los que han colaborado, sacerdotes, religiosos y fieles laicos. ¡Un sincero agradecimiento a todos!
Renuevo también mi agradecimiento a las Autoridades civiles del país, a la policía y a los voluntarios. El Señor sabrá recompensar a cada uno de la mejor manera. Por mi parte, os tengo presentes en mi oración y también os pido que recéis por mí.
08.05.19



El Papa recuerda su 29º viaje apostólico a Bulgaria y Macedonia del Norte

Palabras en español

(8 mayo 2019).- Durante la audiencia general de este miércoles, 8 de mayo de 2019, el Papa Francisco ha recordado su reciente viaje apostólico a Bulgaria y Macedonia del Norte.
En la plaza de San Pedro, Francisco ha agradecido, en primer lugar, la buena acogida que le han ofrecido en ambos países y ha iniciado una catequesis sobre su visita apostólica.
Juan XXIII y Teresa de Calcuta
Sobre la nación búlgara, el Santo Padre ha dicho que se ha dejado guiar por el recuerdo de Juan XXIII, que trabajó en este país como Delegado Apóstolico.
En Macedonia del Norte, país en el que nació la Madre Teresa de Calcuta, el Obispo de Roma se ha sentido acompañado por la presencia espiritual de esta santa. “Ella refleja bien la imagen de la Iglesia en este país”.
En esta última nación, el Papa ha destacado su encuentro ecuménico con jóvenes de distintas religiones, a quienes les pidió soñar “cosas grandes” y comprometerse “como Madre Teresa”.
El Pontífice también se ha referido a su posterior encuentro con sacerdotes y personas consagradas. A ellos, ante los problemas que se presentan en la actualidad, les ha estimulado “a no desanimarse”.
09.05.19





La esperanza en Dios nunca defrauda – Discurso al pueblo romaní y sinti

Encuentro de oración
(9 mayo 2019).- “Cuando la esperanza es concreta, en el verdadero Dios, nunca defrauda”. Este es parte del mensaje que el Papa Francisco ha transmitido hoy a las comunidades romaníes y sintis.
El encuentro, organizado hoy, 9 de mayo de 2019, por la Fundación Migrantes de la Conferencia Episcopal Italiana ha contado con la presencia de unas 500 personas.
En él han participado también los trabajadores pastorales; el presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, cardenal Gualtiero Bassetti; el Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson; el Vicario del Santo Padre para la Diócesis de Roma, cardenal Angelo De Donatis; y el Presidente de la Comisión de la Conferencia Episcopal Italiana para las Migraciones y de la Fundación Migrantes, Monseñor Guerino Di Tora.
Discurso del Papa
Los ciudadanos de segunda clase son los que descartan a la gente, dice el Papa a las comunidades de romaníes y sintis
Alrededor de quinientas personas, entre romanís y sintis, han participado esta mañana en el Vaticano en un encuentro de oración presidido por el Santo Padre y organizado por la Fundación Migrantes de la Conferencia Episcopal Italiana.  En el encuentro  estaban también presentes los trabajadores pastorales, acompañados por el presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, el cardenal Gualtiero Bassetti, el Prefecto del Dicasterio para el  Servicio del Desarrollo Humano Integral, el Cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, el Vicario del Santo Padre para la Diócesis de Roma,  cardenal Angelo De Donatis y el Presidente de la Comisión de la Conferencia Episcopal Italiana para las Migraciones y de la Fundación Migrantes, S.E Mons. Guerino Di Tora.
Durante el encuentro varios representantes de romanís y sintis hablaron ante el Papa de sus experiencias de vida y rezaron juntos.
En este contexto, la Fundación Migrantes  ha invitado, además a los ciudadanos de Roma a acudir esta tarde a un encuentro en el popular Santuario del Divino Amor, donde entre fiesta, arte, cultura y música podrán conocer mejor a los romanís y sintis que viven en Italia.
En su breve discurso el Papa dijo que las cosas que había escuchado, le habían llegado al corazón y habló en primer lugar de las palabras de una madre que “leía” y “veía” la esperanza en los ojos de sus hijos.
La esperanza puede defraudar si no es verdadera esperanza, pero cuando la esperanza es concreta, como en este caso, en los ojos de los niños, ¡nunca defrauda! –exclamó Francisco-  Cuando la esperanza es concreta, en el verdadero Dios, nunca defrauda. Las madres que leen la esperanza en los ojos de sus hijos luchan cada día por lo concreto, no por las cosas abstractas, no: crían a un niño, lo alimentan, lo educan, lo insertan en la sociedad … Son cosas concretas. E incluso las madres, me atrevo a decir, son la esperanza. Una mujer que da a luz a un niño es esperanza, siembra esperanza, es capaz de abrir el camino, de crear horizontes, de dar esperanza”.

Otro elemento común en los testimonios fue  el dolor amargo de la separación. “Algo que se siente en la piel .Te dejan aparte, te dicen: “Sí, sí, pasa, pero quédate ahí, no me toques”, prosiguió el Santo Padrecomentando el relato de un sacerdote romaní  al que preguntaban en el seminario si iba a pedir limosna “La sociedad vive de fábulas.. –observó- ”No ,Padre…¡es gente pecadora! ..”. Y tú, ¿no eres pecador?” Todos los somos, todos.  Todos cometemos errores en la vida, pero no puedo lavarme las manos, mirando los pecados verdaderos o falsos de los demás. Tengo que mirar mis pecados, y si el otro está en pecado, o toma un camino equivocado,  me acerco y le doy la mano para ayudarlo a salir”.
Algo que me enfada –continuó el Pontífice- es que estamos acostumbrados a hablar de las personas con adjetivos. No decimos: “Esta es una persona, esta es una madre, este es un joven sacerdote”, sino “Este es así o así …”. Ponemos el adjetivo. Y esto destruye, porque no deja emerger a la persona. Esta es una persona, esta es otra persona, esta es otra persona. Los niños son personas. Todos. No podemos decir: son así, son feos, son buenos, son malos. El adjetivo es una de las cosas que crea distancias entre la mente y el corazón…Este es el problema de hoy. Si me decís que es un problema político, un problema social, un problema cultural, un problema de lenguaje: son todas cosas secundarias. El problema es un problema de distancia entre la mente y el corazón. Es un problema de distancia. “Sí, sí, eres una persona, pero lejos de mí, lejos de mi corazón”.  Los derechos sociales,  los servicios de salud: “Sí, sí, pero haga la  cola … No, primero esto, luego esto”. Es cierto que hay ciudadanos de segunda clase, es cierto. Pero los verdaderos ciudadanos de segunda clase son aquellos que descartan a la gente: estos son de segunda clase, porque no saben cómo abrazar. Siempre con el adjetivo echan, descartan y viven descartando, viven con la escoba en la mano echando  a los demás, o chismorreando, o haciendo otras cosas. En cambio, el verdadero camino es el de la hermandad: “Ven, luego hablamos, pero ven la puerta está abierta”. Y todos tenemos que colaborar”.
El Papa advirtió a los romanís y sintis de que, como todos,  podían correr un peligro: “Todos tenemos siempre un peligro: una debilidad, digamos,  la debilidad de dejar que crezca el rencor. Por supuesto, es humano. Pero os pido, por favor, el corazón todavía  más grande: nada de rencor. Y seguir adelante con dignidad: la dignidad de la familia, la dignidad del trabajo, la dignidad de ganarse el pan de cada día, -es lo que hace salir adelante- y la dignidad de la oración. Siempre mirando hacia adelante. Y cuando llegue el rencor, dejadlo caer, la historia os hará justicia. Porque el rencor enferma todo: enferma el corazón, la cabeza. Enferma a la familia, y no es bueno, porque el rencor lleva a la venganza.. Pero la venganza creo que no la habéis inventado vosotros. En Italia hay organizaciones que son maestras de la venganza. Me entendéis, ¿no? Un grupo de personas que son capaces de crear venganza, de vivir en secretismo : este es un grupo de gente delincuente; no las personas que quieren trabajar”.
Vosotros vais adelante con dignidad, con trabajo … Y cuando os encontréis con dificultades, mirad hacia arriba y os daréis cuenta de  que desde allí nos miran…Hay Uno que te mira primero, que te ama, Uno que tuvo que vivir al margen, ya de niño, para salvarse la vida, escondido, prófugo. Uno que sufrió por ti, que dio su vida en la cruz. Es Uno,…que te estás buscando para consolarte y animarte a seguir adelante. Por eso os digo: nada de distancias; a vosotros y a todos: la mente con el corazón. Nada de adjetivos, no: todos personas, cada uno se merecerá el suyo, pero no los adjetivos generales, según la vida que haces.. Hemos oído un nombre hermoso, que incluye a las madres; es un nombre hermoso: “mamá”.
Muchas gracias –terminó el Santo Padre- rezo por vosotros estoy cerca de vosotros. Y cuando leo algo malo en el periódico, os digo la verdad, sufro. Hoy he leído algo malo y sufro, porque esto no es civilización, no es civilización. El amor es civilización, por lo tanto, adelante con el amor.
El Señor os bendiga. ¡Y rezad por mí!”
10.05.19



Día de la Madre: Homenaje del Papa Francisco

Para la protección del valor de la familia

(12 mayo 2019).- Para el Día de la Madre celebrado en varios países el 12 de mayo de 2019, especialmente en Suiza, Canadá y Bélgica, el Papa Francisco invitó a la gente presente en la Plaza de San Pedro para el Regina Coeli que aplaudiera a las madres.
Después de la oración mariana, que de hecho ha planteado esta fiesta: “Me gustaría extender un cordial saludo a todas las madres, dándoles las gracias por su valioso trabajo … en el crecimiento de los niños y en la protección de los valores de la familia”.
El Papa también propuso recordar a las “madres que nos miran desde el cielo y continúan cuidándonos con la oración”.
Nuestro pensamiento”, agregó, “también se dirige a nuestra Madre celestial, a quien celebraremos mañana, 13 de mayo, bajo el nombre de Nuestra Señora de Fátima. Confiemos en ella para continuar con alegría y generosidad a nuestro camino”.
Palabras del Papa Francisco antes Regina Coeli
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En el Evangelio de hoy (ver Jn 10.27-30), Jesús se presenta a sí mismo como el verdadero Pastor del Pueblo de Dios. Habla de la relación que lo une a las ovejas de la grey, es decir a sus discípulos, e insiste en el hecho que es una relación de conocimiento recíproco. «Mis ovejas – dice él – escuchan mi voz y yo las conozco y ellas me siguen, yo les doy a ellas la vida eterna y no se perderán “(vv. 27-28).  Leyendo atentamente esta frase, vemos que la obra de Jesús se expresa en algunas acciones: Él habla,
Jesús conoce, Jesús da la vida eterna, Jesús custodia.
El Buen Pastor, Jesús, está atento a cada uno de nosotros, nos busca y nos ama, dirigiéndonos su palabra, conociendo en profundidad nuestro corazón, nuestros deseos y nuestras esperanzas, como también nuestros fracasos y nuestras decepciones. Nos acoge y nos ama como somos, con nuestros defectos y nuestras virtudes. Para cada uno de nosotros, Él “da la vida eterna”: es decir, nos ofrece la posibilidad de vivir una vida plena, sin fin. Además, nos cuida y guía con amor, ayudándonos a atravesar los senderos difíciles y los caminos muchas veces arriesgados que se presentan en el camino de la vida.
A los verbos y gestos que describen en el modo en el cual  Jesús, el Buen Pastor, se relaciona con nosotros, hacen eco los verbos que se refieren a las ovejas: “escuchan mi voz”, “me siguen”. Son acciones que muestran cómo debemos corresponder a las actitudes tiernas del Señor. De hecho, escuchar y reconocer su voz implica intimidad con Él, que se fortalece en la oración, en el encuentro de corazón a corazón con el divino Maestro y Pastor de nuestras almas. Esta intimidad con Jesús fortalece en nosotros el deseo de seguirlo, saliendo del laberinto de caminos equivocados, abandonando las actitudes egoístas, para encaminarnos en el camino de la nueva fraternidad y del don de nosotros mismos, siguiendo la imitación de Jesús. No lo olvidemos, Jesús es el único Pastor que nos habla,nos conoce, nos da la vida eterna y nos custodia. Nosotros somos la única grey y tenemos que esforzarnos por escuchar la voz de Jesús, mientras que con amor, Él profundiza el amor de nuestro corazón y de este diálogo, de este coloquio, surge la alegría de seguirlo, dejándonos conducir a la plenitud de la Vida Eterna.
Ahora nos dirigimos a María, Madre de Cristo, el Buen Pastor. Ella, que respondió con prontitud a la llamada de Dios, ayude de modo particular a todos aquellos que son llamados al sacerdocio y a la vida consagrada para acoger con alegría y disponibilidad la invitación de Cristo a ser sus colaboradores más directos en el anuncio del Evangelio y en el servicio del Reino de Dios en nuestro tiempo.
13.05.19



Francisco convoca a los jóvenes en Asís para “cambiar la economía actual”

Mensaje a economistas y emprendedores

(13 mayo 2019).- El Papa Francisco ha invitado a los jóvenes economistas, emprendedores y emprendedoras de todo el mundo a “un evento que nos ayude a estar juntos y conocernos, que nos lleve a hacer un ‘pacto’ para cambiar la economía actual y dar un alma a la economía del mañana”.
Así lo expresó el Santo Padre en una carta, publicada el 11 de mayo de 2019, en la que convoca a los jóvenes con dicho perfil a participar en “Economía de Francesco”, una cita que tendrá lugar en Asís entre los días 26 y 28 de marzo de 2020.
A los jóvenes economistas, emprendedores y emprendedoras de todo el mundo
Queridos amigos:
Os escribo para invitaros a una iniciativa que he deseado tanto: un evento que me permita encontrar a quienes hoy se están formando y están empezando a estudiar y practicar una economía diferente, la que hace vivir y no mata, que incluye y no excluye, que humaniza y no deshumaniza, que cuida la creación y no la depreda. Un evento que nos ayude a estar juntos y conocernos, que nos lleve a hacer un “pacto” para cambiar la economía actual y dar un alma a la economía del mañana.
¡Sí, necesitamos “re-animar” la economía! ¿Y qué ciudad es más adecuada para esto que Asís, que desde hace siglos es símbolo y mensaje de un humanismo de fraternidad? Si San Juan Pablo II la eligió como ícono de una cultura de paz, a mí también me parece un lugar inspirador de una nueva economía. Aquí, de hecho, Francisco se despojó de toda mundanalidad para elegir a Dios como la estrella polar de su vida, haciéndose pobre con los pobres, hermano universal. De su elección de pobreza brotó también una visión de la economía que sigue siendo muy actual. Puede dar esperanza a nuestro mañana, en beneficio no solo de los más pobres, sino de toda la humanidad. Es necesaria, efectivamente, para las suertes de todo el planeta, nuestra casa común, «nuestra hermana la madre tierra», como la llama Francisco en su Cántico del Hermano Sol.
En la Carta Encíclica Laudato si’ subrayé que hoy más que nunca, todo está íntimamente conectado y que la protección del medio ambiente no puede separarse de la justicia para los pobres y de la solución de los problemas estructurales de la economía mundial. Por lo tanto, es necesario corregir los modelos de crecimiento que son incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente, la acogida de la vida, el cuidado de la familia, la equidad social, la dignidad de los trabajadores, los derechos de las generaciones futuras. Desgraciadamente, sigue sin escucharse la llamada a tomar conciencia de la gravedad de los problemas y, sobre todo, a poner en marcha un nuevo modelo económico, fruto de una cultura de comunión, basado en la fraternidad y la equidad.
Francisco de Asís es el ejemplo por excelencia del cuidado de los débiles y de una ecología integral. Me vienen en mente las palabras que el Crucifijo le dirigió en la pequeña iglesia de San Damián: «Ve, Francisco, repara mi casa que, como ves, está toda en ruinas». Esa casa que hay que reparar nos concierne a todos. Se trata de la Iglesia, de la sociedad, del corazón de cada uno de nosotros. Se trata también cada vez más del medio ambiente que necesita con urgencia una economía saludable y un desarrollo sostenible que cure sus heridas y garantice un futuro digno.
Frente a esta urgencia, todos, absolutamente todos, estamos llamados a revisar nuestros esquemas mentales y morales, para que puedan estar más en conformidad con los mandamientos de Dios y con las exigencias del bien común. Pero he pensado en invitar de forma especial a vosotros los jóvenes porque, con vuestros deseos de un porvenir hermoso y feliz, ya sois profecía de una economía que se preocupa por la persona y por el medio ambiente.
Queridos jóvenes, sé que sois capaces de escuchar con el corazón los gritos cada vez más angustiosos de la tierra y de sus pobres en busca de ayuda y de responsabilidad, es decir, de alguien que “responda” y no dé la espalda. Si escucháis a vuestro corazón, os sentiréis portadores de una cultura valiente y no tendréis miedo de arriesgaros y de comprometeros en la construcción de una nueva sociedad. ¡Jesús resucitado es nuestra fortaleza! Como os dije en Panamá y escribí en la Exhortación apostólica post-sinodal Christus Vivit: «¡Por favor, no dejen que otros sean los 
protagonistas del cambio! ¡Ustedes son los que tienen el futuro! Por ustedes entra el futuro en el mundo. A ustedes les pido que también sean protagonista de este cambio. […] Les pido que sean constructores del mundo, que se metan en el trabajo por un mundo mejor» (n. 174).
Vuestras universidades, vuestras empresas, vuestras organizaciones son canteras de esperanza para construir otras formas de entender la economía y el progreso, para combatir la cultura del descarte, para dar voz a los que no la tienen, para proponer nuevos estilos de vida. Mientras nuestro sistema económico y social produzca una sola víctima y haya una sola persona descartada, no habrá una fiesta de fraternidad universal.
Por eso deseo encontrarme con vosotros en Asís: para promover juntos, a través de un “pacto” común, un proceso de cambio global que vea en comunión de intenciones no solo a los que tienen el don de la fe, sino a todos los hombres de buena voluntad, más allá de las diferencias de credo y de nacionalidad, unidos por un ideal de fraternidad atento sobre todo a los pobres y a los excluidos. Invito a cada uno de vosotros a ser protagonista de este pacto, asumiendo un compromiso individual y colectivo para cultivar juntos el sueño de un nuevo humanismo que responda a las expectativas del hombre y al plan de Dios.
El nombre de este evento, “Economy of Francesco”, se refiere claramente al Santo de Asís y al Evangelio que vivió en total coherencia también en ámbito económico y social. Nos ofrece un ideal y, de alguna manera, un programa. Para mí, que he tomado su nombre, es fuente continua de inspiración.
Junto con vosotros, y por vosotros, lanzaré un llamamiento a algunos de los mejores cultores y cultoras de la ciencia económica, así como a los empresarios y empresarias que ya están comprometidos en todo el mundo con una economía que sea coherente con este marco ideal. Confío en que respondan. Y sobre todo confío en vosotros, jóvenes, capaces de soñar y listos para construir, con la ayuda de Dios, un mundo más justo y más bello.
La cita es para los días del 26 al 28 de marzo de 2020. Junto con el obispo de Asís, cuyo predecesor hace ocho siglos, Guido, recibió al joven Francisco en su casa en su gesto profético de desnudez, espero recibiros yo también. Os espero y desde ahora os saludo y os bendigo. Y por favor no os olvidéis de rezar por mí.
FRANCISCO
14.05.19





Líbano: Pésame del Santo Padre por la muerte del Cardenal Sfeir

Patriarca emérito de Antioquía de los Maronitas

(14 mayo 2019).- El Santo Padre ha enviado un telegrama de pésame al cardenal Béchara Boutros Raï, Patriarca de Antioquía de los Maronitas (Líbano), con motivo del fallecimiento del cardenal Nasrallah Pierre Sfeir, que fue Patriarca de la misma sede de 1986 a 2011 y falleció el pasado 12 de mayo, tres días antes de cumplir los 99 años.
Cardenal Nasrallah Pierre Sfeir
Líbano es un país en el que la mayor parte de los católicos son maronitas.
Nasrallah Pierre Sfeir fue elegido Patriarca de Antioquía de los maronitas el 19 de abril de 1986, en medio de la guerra civil del Líbano,
Entre otras, desempeñó las labores de Presidente de la Asamblea de Patriarcas y Obispos Católicos en el Líbano y del Consejo de Patriarcas Católicos de Oriente, así como de Jefe del Sínodo de la Iglesia Maronita.
En 1994, Juan Pablo II lo nombró cardenal.
En 2011 renunció como Patriarca de la Iglesia Maronita y de todos los demás cargos de gobierno pastoral  y desde entonces ejercía como Patriarca emérito de Antioquía de los maronistas. El actual Patriarca Béchara Boutros Raï tomó posesión de su cargo.
Falleció el domingo a los 98 años de edad en Beirut,
A continuación publicamos el texto completo del telegrama enviado a su sucesor por el Santo Padre.
***
Telegrama del Papa Francisco
Al recibir  con tristeza la noticia de la muerte, en su 99 año de vida,  de Su Beatitud, el cardenal Nasrallah Pierre Sfeir, Patriarca Emérito de Antioquía de los Maronitas, le envío mis más sinceras condolencias, así como a su familia y a todos los fieles de la Iglesia patriarcal de Antioquía de los Maronitas que gobernó durante muchos años con tanta gentileza como determinación. Hombre libre y valiente, el cardenal Sfeir ejerció su misión en un contexto problemático y fue un artesano decidido del encuentro, de  la paz y la reconciliación. Ardiente defensor de la soberanía e independencia de su país, seguirá siendo una gran figura en la historia del Líbano. Pido al Padre de toda misericordia que reciba en su morada de paz y de luz  a este pastor sabio y comprometido que mostró el amor de Dios al pueblo que le fue confiado. Como prenda de consuelo, le otorgo, Beatitud,  la bendición apostólica, así como a la familia del difunto cardenal y a las personas a él cercanas, al igual que  a todos los que lo acompañaron en sus últimos años y a quienes participarán en su funeral”.
15.05.19



El perdón vence al mal – Resumen de la catequesis del Papa

Ciclo sobre el Padre Nuestro

(15 mayo 2019).- El Santo Padre ha recordado hoy el ejemplo que Jesús nos dio durante la pasión para poder vencer el mal: “Pidió a Pedro de envainar la espada, aseguró al ladrón arrepentido el paraíso y suplicó al Padre el perdón para los que lo condenaban. De ese perdón que vence al mal, nace nuestra esperanza”.
En la audiencia general de hoy, 15 de mayo de 2019, el Papa Francisco ha retomado su reflexión sobre la oración del padrenuestro. En esta ocasión ha tratado la última invocación de la plegaria “Líbranos del mal”.
Presencia del mal
En primer lugar, el Pontífice ha señalado que no es suficiente pedir a Dios que no nos deje caer en la tentación, sino que también debe librarnos de un mal que “intenta devorarnos” y que está presente en la realidad.
Este rezo cristiano tiene en cuenta este hecho y por eso incluye la súplica a Dios contra el mal, sobre todo cuando su amenaza se hace más patente. Para el Papa, por tanto, el padrenuestro “se hace oración para los pecadores y los perseguidos, para los desesperados y los moribundos”.
Ejemplo de Jesús
El Santo Padre reconoce que, aunque el hombre sueña con “el amor y el bien”, su existencia y la de los que le rodean están expuestas inevitablemente al mal. Un mal que también Jesús experimentó: “Antes de iniciar su pasión, suplicó a Dios que alejase de él ese cáliz, pero puso su voluntad en las manos de su Padre. En esa obediencia, experimentó no solo la soledad y la animosidad, sino el desprecio y la crueldad; no solo la muerte, sino una muerte de cruz”, dice el Papa.
No obstante, Francisco subrayó que Jesús también nos enseña cómo se vence al mal a lo largo de su pasión, a través del perdón.
16.05.19











Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada