“No nos dejes caer en la tentación”- Catequesis del Papa Francisco
“Dios
vela con nosotros”
(3
mayo 2019).- En la catequesis del miércoles, 1 de mayo de 2019, el
Papa Francisco ha señalado que es el maligno el que pone trampas a
nuestra libertad a través de la tentación. No obstante, el Señor
es un aliado constante para las personas: “Dios vela con nosotros,
Dios lucha con nosotros, siempre está cerca de nosotros” porque es
nuestro Padre.
Durante
la audiencia general, el Santo Padre ha reanudado la catequesis
dedicada al Padre Nuestro, centrándose esta vez en la a la penúltima
invocación: «No nos dejes caer en la tentación» (Mateo 6, 13).
Catequesis
del Santo Padre
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Continuamos
en la catequesis sobre el Padre Nuestro, llegando ahora a la
penúltima invocación: «No nos dejes caer en la tentación»
(Mateo 6,
13). Otra versión dice: «No nos abandones a la tentación». El
Padre Nuestro comienza de una manera serena: nos hace desear que el
gran proyecto de Dios se pueda realizar entre nosotros. Luego mira la
vida y nos pregunta qué necesitamos cotidianamente: el «pan de cada
día». Luego, la oración se dirige a nuestras relaciones
interpersonales, a menudo contaminadas por el egoísmo: pedimos
perdón y nos comprometemos a darlo. Pero es con esta penúltima
invocación con la que nuestro diálogo con el Padre celestial entra,
por así decirlo, en el corazón del drama, es decir, en el terreno
de la confrontación entre nuestra libertad y las trampas del
maligno.
Como
es bien sabido, la expresión griega original contenida en los
Evangelios es difícil de representar con exactitud, y todas las
traducciones modernas resultan un tanto cojas. Sin embargo, en un
elemento podemos converger unánimemente: de cualquier modo en el que
se entienda el texto, debemos excluir que es Dios el protagonista de
las tentaciones que se ciernen sobre el camino del hombre. Como si
Dios estuviese al acecho para poner trampas y escollos sobre sus
hijos. Una interpretación de este tipo contrasta sobre todo con el
texto mismo, y está lejos de la imagen de Dios que Jesús nos
reveló. No olvidemos: el Padre Nuestro comienza con Padre. Y un
padre no pone trampas a sus hijos. Los cristianos no tienen nada que
ver con un Dios envidioso, en competición con el hombre, o que
disfruta poniéndolo a prueba. Esas son las imágenes de muchas
deidades paganas. Leemos en la Carta del Apóstol Santiago: «Ninguno,
cuando sea probado, diga: “es Dios quien me prueba”; porque Dios
ni es probado por el mal ni prueba a nadie»» (1, 13). Más bien al
contrario: el Padre no es el autor del mal, a ningún hijo que pide
un pez le da una culebra (cf. Lucas 11,
11), como enseña Jesús, y cuando el mal aparece en la vida del
hombre, lucha contra él, a su lado, para que pueda ser liberado. Un
Dios que siempre lucha por nosotros, no contra nosotros. ¡Él es el
Padre! Es en este sentido en el que rezamos el Padre Nuestro.
Estos
dos momentos —la prueba y la tentación—, han estado
misteriosamente presentes en la vida del mismo Jesús. En esta
experiencia, el Hijo de Dios se hizo completamente hermano nuestro,
de una manera que casi roza el escándalo. Y son precisamente estos
pasajes del Evangelio los que nos muestran que las invocaciones más
difíciles del Padre Nuestro, las que cierran el texto, ya han tenido
respuesta: Dios no nos ha dejado solos, sino que en Jesús se
manifiesta como el «Dios con nosotros» hasta las consecuencias
extremas. Él está con nosotros cuando nos da la vida, está con
nosotros durante la vida, está con nosotros en la alegría, está
con nosotros en las pruebas, está con nosotros en las tristeza, está
con nosotros en las derrotas, cuando pecamos, pero siempre está con
nosotros porque es Padre y no puede abandonarnos.
Si
estamos tentados a hacer el mal, negando la fraternidad con los demás
y deseando un poder absoluto sobre todo y sobre todos, Jesús ya ha
luchado contra esta tentación por nosotros: las primeras páginas de
los Evangelios lo atestiguan. Inmediatamente después de recibir el
bautismo de Juan, en medio de la multitud de pecadores, Jesús se
retira al desierto y es tentado por Satanás. Así comienza la vida
pública de Jesús, con la tentación que viene de Satanás. Satanás
estaba presente. Mucha gente dice: «¿Pero por qué hablar del
diablo que es una cosa antigua? El diablo no existe». Pero mira lo
que el Evangelio te enseña: Jesús se enfrentó al diablo, fue
tentado por Satanás. Pero Jesús rechaza toda tentación y sale
victorioso. El Evangelio de Mateo tiene una nota interesante que
cierra el duelo entre Jesús y el enemigo: «Entonces el diablo le
deja, y he aquí que se acercan unos ángeles a él y le servían»
(4, 11). Pero
incluso en el momento de la prueba suprema, Dios no nos deja solos.
Cuando Jesús se retira a orar en Getsemaní, su corazón es invadido
por una angustia indecible —así les dice a sus discípulos— y
siente la soledad y el abandono. Solo, con la responsabilidad de
todos los pecados del mundo sobre sus hombros; solo, con una angustia
indecible. La prueba es tan desgarradora que sucede algo inesperado.
Jesús no mendiga nunca amor para sí mismo, pero esa noche siente
que su alma está triste hasta la muerte, y entonces pide a sus
amigos que estén cerca de él: «Quedaos aquí y velad conmigo»
(Mateo 26,
38). Como sabemos, los discípulos, entorpecidos por un agotamiento
causado por el miedo, se quedaron dormidos. En el momento de la
agonía, Dios pide al hombre que no lo abandone, y el hombre en
cambio duerme. En el tiempo en que el hombre conoce su prueba, Dios
en cambio vela. En los peores momentos de nuestras vidas, en los
momentos más dolorosos, en los momentos más angustiosos, Dios vela
con nosotros, Dios lucha con nosotros, siempre está cerca de
nosotros. ¿Por qué? Porque es Padre. Así habíamos empezado
la oración: Padre nuestro. Y un padre no abandona a sus hijos.
Aquella noche de dolor de Jesús, de lucha, son el último sello de
la Encarnación: Dios desciende para encontrarnos en nuestros abismos
y en las tribulaciones que constelan la historia.
Es
nuestro consuelo en la hora de la prueba saber que ese valle, desde
que Jesús lo cruzó, ya no está desolado, sino que está bendecido
por la presencia del Hijo de Dios. ¡Él nunca nos abandonará!
Aleja,
pues, de nosotros, oh Dios, el tiempo de la prueba y de la tentación.
Pero cuando llegue ese momento, Padre nuestro, muéstranos que no
estamos solos. Tú eres el Padre. Muéstranos que Cristo ya ha tomado
sobre sí también el peso de esa cruz. Muéstranos que Jesús nos
llama a llevarla con él, abandonándonos confiados a tu amor de
Padre. Gracias
04.05.19
Rezo del Regina Caeli en Bulgaria: “¡Él vive y te quiere vivo! Él está en ti”
Palabras del Papa antes de la oración
( 5 mayo 2019).- A las 13 horas (12 horas en Roma), el Santo Padre
Francisco subió al podio que se encuentra fuera de la Catedral de
San Alexander Nevsky, donde se encuentra el icono de Nessebar.
El
Papa se reunió en oración silenciosa frente a la efigie mientras el
coro cantaba una canción mariana. Luego dirigió el recital de
Regina Caeli en la plaza frente a la Catedral de San Alexander
Nevsky,
En presencia de unos tres mil fieles. Al final saludó a los representantes de las confesiones religiosas presentes en Bulgaria.
En presencia de unos tres mil fieles. Al final saludó a los representantes de las confesiones religiosas presentes en Bulgaria.
Palabras
del Santo Padre
Queridos
hermanos y hermanas, “¡Cristo ha resucitado, verdaderamente ha
resucitado!”.
Con
estas palabras, los cristianos —ortodoxos y católicos— de estas
tierras de Bulgaria se saludan desde tiempos antiguos durante el
tiempo pascual. Dichas palabras expresan la gran alegría por la
victoria de Jesucristo sobre el mal y sobre la muerte. Son una
afirmación y un testimonio del corazón de nuestra fe: Cristo vive.
Él es nuestra esperanza y la más hermosa juventud del mundo. Todo
lo que Él toca se hace nuevo, se llena de vida. Por eso, las
primeras palabras que quiero dirigir a cada uno de vosotros son: ¡Él
vive y te quiere vivo! Él está en ti, Él está contigo y nunca se
va. Por más que te alejes, allí está el Resucitado, llamándote y
esperándote para volver a empezar. Cuando te sientas avejentado por
la tristeza, los rencores, los miedos, las dudas o los fracasos, Él
estará allí para devolverte la fuerza y la
esperanza (cf. Exhort. apost. postsin. Christus vivit, 1-2) Él vive,
te quiere vivo y camina contigo.
Esta
fe en Cristo resucitado se proclama desde hace dos mil años en cada
rincón de la tierra, gracias a la misión generosa de tantos
creyentes, que fueron llamados a darlo todo por el anuncio
evangélico, sin guardar nada para sí mismos. En la historia de la
Iglesia, también aquí en Bulgaria, hubo pastores que se
distinguieron por la santidad de su vida. Entre ellos me agrada
recordar a san Juan XXIII, mi predecesor, a quien vosotros llamáis
“el santo búlgaro”, un santo pastor cuya memoria está
particularmente viva en esta tierra, donde él vivió desde 1925
hasta 1934. Aquí aprendió a valorar la tradición de la Iglesia
oriental, manteniendo relaciones de amistad con las otras
confesiones religiosas. Su experiencia diplomática y pastoral en
Bulgaria dejó una huella tan fuerte en su corazón de pastor que lo
llevó a promover en la Iglesia la visión del diálogo ecuménico,
que tuvo un impulso notable en el Concilio Vaticano II, querido
justamente por el papa Roncalli. En cierto sentido, debemos
agradecerle a esta tierra la sabia e inspiradora intuición del “Papa
bueno”.
En
el surco de este camino ecuménico, dentro de poco tendré la alegría
de saludar a los responsables de las diversas confesiones religiosas
de Bulgaria que, aun siendo un país ortodoxo, es una encrucijada
donde se encuentran y dialogan distintas expresiones religiosas. La
grata presencia en este encuentro de los representantes de esas
distintas comunidades, muestra el deseo de todos por recorrer la
senda, cada día más necesaria «de asumir la cultura del diálogo
como camino; la colaboración común como conducta; el conocimiento
recíproco como método y criterio» (Documento sobre la fraternidad
humana, Abu Dabi, 4 febrero 2019).
Nos
encontramos cerca de la antigua iglesia de Santa Sofía, y junto a la
iglesia Patriarcal de San Alejandro Nevski, donde antes he rezado
recordando a los santos Cirilo y Metodio, evangelizadores de los
pueblos eslavos. Con el deseo de manifestar mi estima y afecto a esta
venerada Iglesia ortodoxa de Bulgaria, tuve la alegría de saludar y
abrazar a mi hermano Su Santidad Neofit, Patriarca, como también a
los Metropolitas del Santo Sínodo.
Nos
dirigimos ahora a la Santísima Virgen María, Reina del cielo y de
la tierra, para que interceda ante el Señor Resucitado, y conceda a
esta amada tierra el impulso necesario para ser tierra de encuentro;
en la que, más allá de las diferencias culturales, religiosas o
étnicas os sigáis reconociendo y valorando como hijos y hermanos de
un mismo Padre. Nuestra invocación se expresa con la antigua oración
del Regina Caeli. Lo hacemos aquí, en Sofía, delante del icono de
la Virgen de Nesebar, que significa “Puerta del cielo”, y que era
tan querida por mi predecesor san Juan XXIII, que comenzó a
venerarla aquí en Bulgaria y la llevó consigo hasta la muerte.
06.05.19
Bulgaria: “Jesús está vivo y está aquí con nosotros”- Homilía en Rakovsky
245
niños reciben la Primera Comunión
(6
mayo 2019).- Hoy, 6 de mayo de 2019, el Papa Francisco ha celebrado
la Santa Misa con comuniones en la iglesia del Sagrado Corazón de
Rakovsky.
Esta
mañana, después de una visita privada al campamento
de refugiados Vrazhdebna,
el Santo Padre ha tomado un avión para trasladarse a la ciudad de
Rakovsky, en el sur de Bulgaria, donde tiene previstas varias
actividades hoy.
Durante
esta celebración eucarística, 245 niños y niñas búlgaros han
recibido la Primera Comunión.
Homilía
del Papa Francisco
Queridos
hermanos y hermanas: Estoy feliz de saludar a los niños y niñas que
han recibido la Primera Comunión, como también a sus padres,
familiares y amigos. Os dirijo a todos vosotros el hermoso saludo que
también se acostumbra decir en vuestro país durante el tiempo
pascual: «Cristo ha resucitado». Este saludo es expresión de
nuestra alegría como cristianos, discípulos de Jesús, porque Él,
que ha entregado la vida por amor en la cruz para destruir el pecado,
ha resucitado y nos ha hecho hijos adoptivos de Dios Padre. Estamos
contentos porque Él está vivo y presente entre nosotros, hoy y
siempre.
Vosotros,
queridos niños y niñas, habéis venido aquí de todas partes de
esta “Tierra de las rosas” para participar en una fiesta
maravillosa, que
estoy seguro no olvidaréis nunca: vuestro primer encuentro con Jesús
en el sacramento de la Eucaristía. Alguno de vosotros podría
preguntarme: Pero, ¿cómo podemos encontrar a Jesús, que vivió
hace tantos años y después murió y fue sepultado? Es verdad: Jesús
ha hecho un gesto de amor inmenso para salvar a la humanidad de todos
los tiempos. Estuvo en la tumba tres días, pero nosotros sabemos
—nos lo aseguran los apóstoles y otros muchos testigos que lo han
visto vivo— que Dios, su Padre y nuestro Padre, lo resucitó. Y
ahora Jesús está vivo y está aquí con nosotros, por eso hoy lo
podemos encontrar en la Eucaristía. No lo vemos con estos ojos, pero
lo vemos con los ojos de la fe.
Os
veo aquí vestidos con las túnicas blancas: es un signo importante y
hermoso. Porque estáis vestidos de fiesta. La Primera Comunión es
ante todo una fiesta en la que celebramos que Jesús quiso quedarse
siempre a nuestro lado y que nunca se separará de nosotros. Una
fiesta que ha sido posible gracias a nuestros padres, nuestros
abuelos, nuestras familias y a las comunidades que nos han ayudado a
crecer en la fe.
Para
venir aquí, a esta ciudad de Rakovski, habéis hecho un largo
camino. Y vuestros sacerdotes y catequistas, que han seguido vuestro
itinerario de catequesis, os han acompañado también en el camino
que os lleva hoy a encontrar a Jesús y a recibirlo en vuestro
corazón. Él, como hemos escuchado en el Evangelio de hoy un
día multiplicó milagrosamente cinco panes y dos peces, saciando el
hambre de la muchedumbre que lo había seguido y escuchado. ¿Os
habéis dado cuenta de cómo empezó el milagro? De la mano de un
niño que llevó lo que tenía: cinco panes y dos peces (Jn 6,9).
Al igual que vosotros, que hoy ayudáis a que se produzca el milagro
de hacernos recordar a todos los mayores aquí presentes el primer
encuentro que tuvimos con Jesús en la Eucaristía y poder dar
gracias por ese día. Hoy nos permitís estar nuevamente de fiesta y
celebrar que Jesús está presente en el Pan de Vida. Porque hay
milagros que sólo pueden ocurrir si tenemos un corazón como el
vuestro, capaz de compartir, soñar, agradecer, confiar y honrar a
los demás. Hacer la Primera Comunión significa querer estar cada
día más unidos a Jesús, crecer en amistad con Él y que
otros también puedan disfrutar de la alegría que nos quiere
regalar. El Señor os necesita para poder realizar el milagro de que
su alegría llegue a muchos de vuestros familiares y amigos.
Queridos
niños, queridas niñas: Estoy contento de compartir con vosotros
este gran momento y de ayudaros a encontrar a Jesús. Verdaderamente,
estáis viviendo un día en espíritu de amistad, alegría,
fraternidad y comunión entre vosotros y con toda la Iglesia que,
especialmente en la Eucaristía, expresa la comunión fraterna entre
todos sus miembros. Nuestro documento de identidad es este: Dios
es nuestro Padre, Jesús es nuestro Hermano, la Iglesia es nuestra
familia, nosotros somos hermanos, nuestra ley es el amor.
Deseo
animaros a rezar siempre con el entusiasmo y la alegría que tenéis
hoy. Recordad que este es el sacramento de la Primera Comunión y no
de la última, acordaos que Jesús os espera siempre. Por eso, os
deseo que hoy sea el inicio de muchas comuniones, para que vuestro
corazón esté siempre como hoy, en clima de fiesta, lleno de alegría
y, sobre todo, de gratitud.
07.05.19
“Digámoslo con fuerza y sin temor: tenemos hambre, Señor” – Homilía del Papa en Skopje
Misa
en la plaza de Macedonia
(7
mayo 2019).- “Digámoslo con fuerza y sin temor: tenemos hambre,
Señor… el pan de su palabra y el pan de la fraternidad”: es la
súplica del Papa Francisco al celebrar la misa en el norte de
Macedonia, este 7 de mayo de 2019.
Después
de dos días en Bulgaria, el Papa concluyó su viaje apostólico
internacional número 29 con una escala en Skopje, capital de
Macedonia, siguiendo los pasos de la Madre Teresa, que nació allí
en 1910.
Homilía
del Papa Francisco
«El
que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá
sed jamás» (Jn6,35), nos ha dicho el Señor hace un
instante.
En
el Evangelio, se concentra alrededor de Jesús una muchedumbre que
tenía todavía delante de los ojos la multiplicación de los panes.
Uno de esos momentos que quedaron grabados en los ojos y en el
corazón de la primera comunidad de discípulos. Fue una fiesta… la
fiesta de descubrir la abundancia y solicitud de Dios para con sus
hijos, hermanados en el partir y compartir el pan. Imaginemos por
unos instantes esa muchedumbre. Algo había cambiado. Por unos
momentos, esas personas sedientas y silenciosas que seguían a Jesús
en busca de una palabra fueron capaces de tocar con sus manos y
sentir en sus cuerpos el milagro de la fraternidad, que es capaz de
saciar y hacer abundar.
El
Señor vino para darle vida al mundo y lo hace desafiando la
estrechez de nuestros cálculos, la mediocridad de nuestras
expectativas y la superficialidad de nuestros intelectualismos;
cuestiona nuestras miradas y certezas invitándonos a pasar a un
horizonte nuevo que abre espacio a una renovada forma de construir la
realidad. Él es el Pan vivo bajado del cielo, «el que viene a mí
no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás».
Esa
muchedumbre descubrió que el hambre de pan también tenía otros
nombres: hambre de Dios, hambre de fraternidad, hambre de encuentro y
de fiesta compartida.
Nos
hemos acostumbrado a comer el pan duro de la desinformación y hemos
terminado presos del descrédito, las etiquetas y la descalificación;
hemos creído que el conformismo saciaría nuestra sed y hemos
acabado bebiendo de la indiferencia y la insensibilidad; nos hemos
alimentado con sueños de esplendor y grandeza y hemos terminado
comiendo distracción, encierro y soledad; nos hemos empachado de
conexiones y hemos perdido el sabor de la fraternidad. Hemos buscado
el resultado rápido y seguro y nos vemos abrumados por la
impaciencia y la ansiedad. Presos de la virtualidad hemos perdido el
gusto y el sabor de la realidad.
Digámoslo
con fuerza y sin miedo: tenemos hambre, Señor. Tenemos hambre,
Señor, del pan de tu Palabra capaz de abrir nuestros encierros y
soledades. Tenemos hambre, Señor, de fraternidad para que la
indiferencia, el descrédito, la descalificación no llenen nuestras
mesas y no tomen el primer puesto en nuestro hogar. Tenemos hambre,
Señor, de encuentros donde tu Palabra sea capaz de elevar la
esperanza, despertar la ternura, sensibilizar el corazón abriendo
caminos de transformación y conversión.
Tenemos
hambre, Señor, de experimentar como aquella muchedumbre la
multiplicación de tu misericordia, capaz de romper estereotipos y
partir y compartir la compasión del Padre hacia toda persona,
especialmente hacia aquellos de los que nadie se ocupa, que están
olvidados o despreciados. Digámoslo con fuerza y sin miedo, tenemos
hambre de pan, Señor, del pan de tu palabra y del pan de la
fraternidad.
En
unos instantes, nos pondremos en movimiento, iremos hacia la mesa del
altar a alimentarnos con el Pan de Vida, siguiendo el mandato del
Señor: «El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí
no tendrá sed jamás» (Jn 6,35). Es lo único que el
Señor nos pide: venid. Nos invita a ponernos en marcha, en
movimiento, en salida. Nos exhorta a caminar hacia Él para hacernos
partícipes de su misma vida y de su misma misión. “Venid”, nos
dice el Señor: un venir que no significa solamente trasladarse de un
lugar a otro sino la capacidad de dejarnos mover, transformar por su
Palabra en nuestras opciones, sentimientos, prioridades para
aventurarnos a cumplir sus mismos gestos y hablar con su mismo
lenguaje, «el lenguaje del pan que dice ternura, compañerismo,
entrega generosa a los demás»1,
amor concreto y palpable porque es cotidiano y real.
En
cada eucaristía, el Señor se parte y reparte y nos invita también
a nosotros a partirnos y repartirnos con Él y ser parte de ese
milagro multiplicador que quiere llegar y tocar todos los rincones de
esta ciudad, de este país, de esta tierra con un poco de ternura y
compasión.
Hambre
de pan, hambre de fraternidad, hambre de Dios. Qué bien lo entendía
esto Madre Teresa, que quiso fundamentar su vida sobre dos pilares:
Jesús encarnado en la Eucaristía y Jesús encarnado en los pobres.
Amor que recibimos, amor que damos. Dos pilares inseparables que
marcaron su camino, la pusieron en movimiento buscando saciar su
hambre y sed. Fue al Señor y en el mismo acto fue hacia su hermano
despreciado, no amado, solo y olvidado, fue a su hermano y encontró
el rostro del Señor… porque sabía que el «amor a Dios y amor al
prójimo se funden entre sí: en el más humilde encontramos a Jesús
mismo y en Jesús encontramos a Dios»2,
y ese amor fue el único capaz de saciar su hambre.
Hermanos:
Hoy el Señor Resucitado sigue caminando entre nosotros, allí donde
acontece y se juega la vida cotidiana. Conoce nuestras hambres y nos
vuelve a decir: «El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree
en mí no tendrá sed jamás» (Jn6,35). Animémonos unos a
otros a ponernos de pie y a experimentar la abundancia de su amor,
dejemos que sacie nuestra hambre y sed en el sacramento del altar y
en el sacramento del hermano.
Palabras
finales del Santo Padre
Queridos
hermanos y hermanas:
Antes
de la Bendición final, siento la necesidad de expresar mis
sentimientos de gratitud. Agradezco al obispo de Skopje sus palabras
y, sobre todo, el trabajo realizado en la preparación de este día.
Y, junto a él, doy las gracias a todos los que han colaborado,
sacerdotes, religiosos y fieles laicos. ¡Un sincero agradecimiento a
todos!
Renuevo
también mi agradecimiento a las Autoridades civiles del país, a la
policía y a los voluntarios. El Señor sabrá recompensar a cada uno
de la mejor manera. Por mi parte, os tengo presentes en mi oración y
también os pido que recéis por mí.
08.05.19
El Papa recuerda su 29º viaje apostólico a Bulgaria y Macedonia del Norte
Palabras
en español
(8
mayo 2019).- Durante la audiencia general de este miércoles, 8 de
mayo de 2019, el Papa Francisco ha recordado su reciente viaje
apostólico a Bulgaria y Macedonia del Norte.
En
la plaza de San Pedro, Francisco ha agradecido, en primer lugar, la
buena acogida que le han ofrecido en ambos países y ha iniciado
una catequesis sobre
su visita apostólica.
Juan
XXIII y Teresa de Calcuta
Sobre
la nación búlgara, el Santo Padre ha dicho que se ha dejado guiar
por el recuerdo de Juan XXIII, que trabajó en este país como
Delegado Apóstolico.
En
Macedonia del Norte, país en el que nació la Madre Teresa de
Calcuta, el Obispo de Roma se ha sentido acompañado por la presencia
espiritual de esta santa. “Ella refleja bien la imagen de la
Iglesia en este país”.
En
esta última nación, el Papa ha destacado su encuentro ecuménico
con jóvenes de distintas religiones, a quienes les pidió soñar
“cosas grandes” y comprometerse “como Madre Teresa”.
El
Pontífice también se ha referido a su posterior encuentro con
sacerdotes y personas consagradas. A ellos, ante los problemas que se
presentan en la actualidad, les ha estimulado “a no desanimarse”.
09.05.19
La esperanza en Dios nunca defrauda – Discurso al pueblo romaní y sinti
Encuentro
de oración
(9
mayo 2019).- “Cuando la esperanza es concreta, en el verdadero
Dios, nunca defrauda”. Este es parte del mensaje que el Papa
Francisco ha transmitido hoy a las comunidades romaníes y sintis.
El
encuentro, organizado hoy, 9 de mayo de 2019, por la Fundación
Migrantes de la Conferencia Episcopal Italiana ha contado con la
presencia de unas 500 personas.
En
él han participado también los trabajadores pastorales; el
presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, cardenal Gualtiero
Bassetti; el Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo
Humano Integral, cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson; el Vicario del
Santo Padre para la Diócesis de Roma, cardenal Angelo De Donatis; y
el Presidente de la Comisión de la Conferencia Episcopal Italiana
para las Migraciones y de la Fundación Migrantes, Monseñor Guerino
Di Tora.
Discurso
del Papa
Los
ciudadanos de segunda clase son los que descartan a la gente, dice el
Papa a las comunidades de romaníes y sintis
Alrededor
de quinientas personas, entre romanís y sintis, han participado esta
mañana en el Vaticano en un encuentro de oración presidido por el
Santo Padre y organizado por la Fundación Migrantes de la
Conferencia Episcopal Italiana. En el encuentro estaban
también presentes los trabajadores pastorales, acompañados por el
presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, el cardenal
Gualtiero Bassetti, el Prefecto del Dicasterio para el Servicio
del Desarrollo Humano Integral, el Cardenal Peter Kodwo Appiah
Turkson, el Vicario del Santo Padre para la Diócesis de Roma,
cardenal Angelo De Donatis y el Presidente de la Comisión de la
Conferencia Episcopal Italiana para las Migraciones y de la Fundación
Migrantes, S.E Mons. Guerino Di Tora.
Durante
el encuentro varios representantes de romanís y sintis hablaron ante
el Papa de sus experiencias de vida y rezaron juntos.
En
este contexto, la Fundación Migrantes ha invitado, además a
los ciudadanos de Roma a acudir esta tarde a un encuentro en el
popular Santuario del Divino Amor, donde entre fiesta, arte, cultura
y música podrán conocer mejor a los romanís y sintis que viven en
Italia.
En
su breve discurso el Papa dijo que las cosas que había escuchado, le
habían llegado al corazón y habló en primer lugar de las palabras
de una madre que “leía” y “veía” la esperanza en los ojos
de sus hijos.
“La
esperanza puede defraudar si no es verdadera esperanza, pero cuando
la esperanza es concreta, como en este caso, en los ojos de los
niños, ¡nunca defrauda! –exclamó Francisco- Cuando la
esperanza es concreta, en el verdadero Dios, nunca defrauda. Las
madres que leen la esperanza en los ojos de sus hijos luchan cada día
por lo concreto, no por las cosas abstractas, no: crían a un niño,
lo alimentan, lo educan, lo insertan en la sociedad … Son cosas
concretas. E incluso las madres, me atrevo a decir, son la esperanza.
Una mujer que da a luz a un niño es esperanza, siembra esperanza, es
capaz de abrir el camino, de crear horizontes, de dar esperanza”.
Otro
elemento común en los testimonios fue el dolor amargo de la
separación. “Algo
que se siente en la piel .Te dejan aparte, te dicen: “Sí, sí,
pasa, pero quédate ahí, no me toques”, prosiguió el Santo
Padre, comentando
el relato de un sacerdote romaní al que preguntaban en el
seminario si iba a pedir limosna “La sociedad vive de fábulas..
–observó- ”No ,Padre…¡es gente pecadora! ..”. Y tú, ¿no
eres pecador?” Todos los somos, todos. Todos cometemos
errores en la
vida, pero no puedo lavarme las manos, mirando los pecados verdaderos
o falsos de los demás. Tengo que mirar mis pecados,
y si el otro está en pecado, o toma un camino equivocado, me
acerco y le doy la mano para ayudarlo a salir”.
Algo
que me enfada –continuó el Pontífice- es que estamos
acostumbrados a hablar de las personas con adjetivos. No decimos:
“Esta es una persona, esta es una madre, este es un joven
sacerdote”, sino “Este es así o así …”. Ponemos el
adjetivo. Y esto destruye, porque no deja emerger a la persona. Esta
es una persona, esta es otra persona, esta es otra persona. Los niños
son personas. Todos. No podemos decir: son así, son feos, son
buenos, son malos. El adjetivo es una de las cosas que crea
distancias entre la mente y el corazón…Este es el problema de hoy.
Si me decís que es un problema político, un problema social, un
problema cultural, un problema de lenguaje: son todas cosas
secundarias. El problema es un problema de distancia entre la mente y
el corazón. Es un problema de distancia. “Sí, sí, eres una
persona, pero lejos de mí, lejos de mi corazón”. Los
derechos sociales, los servicios de salud: “Sí, sí, pero
haga la cola … No, primero esto, luego esto”. Es cierto que
hay ciudadanos de segunda clase, es cierto. Pero los verdaderos
ciudadanos de segunda clase son aquellos que descartan a la gente:
estos son de segunda clase, porque no saben cómo abrazar. Siempre
con el adjetivo echan, descartan y viven descartando, viven con la
escoba en la mano echando a los demás, o chismorreando, o
haciendo otras cosas. En cambio, el verdadero camino es el de la
hermandad: “Ven, luego hablamos, pero ven la puerta está abierta”.
Y todos tenemos que colaborar”.
El
Papa advirtió a los romanís y sintis de que, como todos, podían
correr un peligro: “Todos tenemos siempre un peligro: una
debilidad, digamos, la debilidad de dejar que crezca el rencor.
Por supuesto, es humano. Pero os pido, por favor, el corazón
todavía más grande: nada de rencor. Y seguir adelante con
dignidad: la dignidad de la familia, la dignidad del trabajo, la
dignidad de ganarse el pan de cada día, -es lo que hace salir
adelante- y la dignidad de la oración. Siempre mirando hacia
adelante. Y cuando llegue el rencor, dejadlo caer, la historia os
hará justicia. Porque el rencor enferma todo: enferma el corazón,
la cabeza. Enferma a la familia, y no es bueno, porque el rencor
lleva a la venganza.. Pero la venganza creo que no la habéis
inventado vosotros. En Italia hay organizaciones que son maestras de
la venganza. Me entendéis, ¿no? Un grupo de personas que son
capaces de crear venganza, de vivir en secretismo : este es un grupo
de gente delincuente; no las personas que quieren trabajar”.
“Vosotros
vais adelante con dignidad, con trabajo … Y cuando os encontréis
con dificultades, mirad hacia arriba y os daréis cuenta de que
desde allí nos miran…Hay Uno que te mira primero, que te ama, Uno
que tuvo que vivir al margen, ya de niño, para salvarse la vida,
escondido, prófugo. Uno que sufrió por ti, que dio su vida en la
cruz. Es Uno,…que te estás buscando para consolarte y animarte a
seguir adelante. Por eso os digo: nada de distancias; a vosotros y a
todos: la mente con el corazón. Nada de adjetivos, no: todos
personas, cada uno se merecerá el suyo, pero no los adjetivos
generales, según la vida que haces.. Hemos oído un nombre hermoso,
que incluye a las madres; es un nombre hermoso: “mamá”.
“Muchas
gracias –terminó el Santo Padre- rezo por vosotros estoy cerca de
vosotros. Y cuando leo algo malo en el periódico, os digo la verdad,
sufro. Hoy he leído algo malo y sufro, porque esto no es
civilización, no es civilización. El amor es civilización, por lo
tanto, adelante con el amor.
“El
Señor os bendiga. ¡Y rezad por mí!”
10.05.19
Día de la Madre: Homenaje del Papa Francisco
Para
la protección del valor de la familia
(12
mayo 2019).- Para el Día de la Madre celebrado en varios países el
12 de mayo de 2019, especialmente en Suiza, Canadá y Bélgica, el
Papa Francisco invitó a la gente presente en la Plaza de San Pedro
para el Regina Coeli que aplaudiera a las madres.
Después
de la oración mariana, que de hecho ha planteado esta fiesta: “Me
gustaría extender un cordial saludo a todas las madres, dándoles
las gracias por su valioso trabajo … en el crecimiento de los niños
y en la protección de los valores de la familia”.
El
Papa también propuso recordar a las “madres que nos miran desde el
cielo y continúan cuidándonos con la oración”.
“Nuestro
pensamiento”, agregó, “también se dirige a nuestra Madre
celestial, a quien celebraremos mañana, 13 de mayo, bajo el nombre
de Nuestra Señora de Fátima. Confiemos en ella para continuar
con alegría y generosidad a nuestro camino”.
Palabras
del Papa Francisco antes Regina Coeli
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En el Evangelio de hoy (ver Jn 10.27-30), Jesús se presenta a sí mismo como el verdadero Pastor del Pueblo de Dios. Habla de la relación que lo une a las ovejas de la grey, es decir a sus discípulos, e insiste en el hecho que es una relación de conocimiento recíproco. «Mis ovejas – dice él – escuchan mi voz y yo las conozco y ellas me siguen, yo les doy a ellas la vida eterna y no se perderán “(vv. 27-28). Leyendo atentamente esta frase, vemos que la obra de Jesús se expresa en algunas acciones: Él habla,
Jesús conoce, Jesús da la vida eterna, Jesús custodia.
En el Evangelio de hoy (ver Jn 10.27-30), Jesús se presenta a sí mismo como el verdadero Pastor del Pueblo de Dios. Habla de la relación que lo une a las ovejas de la grey, es decir a sus discípulos, e insiste en el hecho que es una relación de conocimiento recíproco. «Mis ovejas – dice él – escuchan mi voz y yo las conozco y ellas me siguen, yo les doy a ellas la vida eterna y no se perderán “(vv. 27-28). Leyendo atentamente esta frase, vemos que la obra de Jesús se expresa en algunas acciones: Él habla,
Jesús conoce, Jesús da la vida eterna, Jesús custodia.
El
Buen Pastor, Jesús, está atento a cada uno de nosotros, nos busca y
nos ama, dirigiéndonos su palabra, conociendo en profundidad nuestro
corazón, nuestros deseos y nuestras esperanzas, como también
nuestros fracasos y nuestras decepciones. Nos acoge y nos ama como
somos, con nuestros defectos y nuestras virtudes. Para cada uno de
nosotros, Él “da la vida eterna”: es decir, nos ofrece la
posibilidad de vivir una vida plena, sin fin. Además, nos cuida y
guía con amor, ayudándonos a atravesar los senderos difíciles y
los caminos muchas veces arriesgados que se presentan en el camino de
la vida.
A
los verbos y gestos que describen en el modo en el cual Jesús,
el Buen Pastor, se relaciona con nosotros, hacen eco los verbos que
se refieren a las ovejas: “escuchan mi voz”, “me siguen”. Son
acciones que muestran cómo debemos corresponder a las actitudes
tiernas del Señor. De hecho, escuchar y reconocer su voz implica
intimidad con Él, que se fortalece en la oración, en el encuentro
de corazón a corazón con el divino Maestro y Pastor de nuestras
almas. Esta intimidad con Jesús fortalece en nosotros el deseo de
seguirlo, saliendo del laberinto de caminos equivocados, abandonando
las actitudes egoístas, para encaminarnos en el camino de la nueva
fraternidad y del don de nosotros mismos, siguiendo la imitación de
Jesús. No lo olvidemos, Jesús es el único Pastor que nos habla,nos
conoce, nos da la vida eterna y nos custodia. Nosotros somos la única
grey y tenemos que esforzarnos por escuchar la voz de Jesús,
mientras que con amor, Él profundiza el amor de nuestro corazón y
de este diálogo, de este coloquio, surge la alegría de seguirlo,
dejándonos conducir a la plenitud de la Vida Eterna.
Ahora
nos dirigimos a María, Madre de Cristo, el Buen Pastor. Ella, que
respondió con prontitud a la llamada de Dios, ayude de modo
particular a todos aquellos que son llamados al sacerdocio y a la
vida consagrada para acoger con alegría y disponibilidad la
invitación de Cristo a ser sus colaboradores más directos en el
anuncio del Evangelio y en el servicio del Reino de Dios en nuestro
tiempo.
13.05.19
Francisco convoca a los jóvenes en Asís para “cambiar la economía actual”
Mensaje
a economistas y emprendedores
(13
mayo 2019).- El Papa Francisco ha invitado a los jóvenes
economistas, emprendedores y emprendedoras de todo el mundo a “un
evento que nos ayude a estar juntos y conocernos, que nos lleve a
hacer un ‘pacto’ para cambiar la economía actual y dar un alma a
la economía del mañana”.
Así
lo expresó el Santo Padre en una carta, publicada el 11 de mayo de
2019, en la que convoca a los jóvenes con dicho perfil a participar
en “Economía de Francesco”, una cita que tendrá lugar en Asís
entre los días 26 y 28 de marzo de 2020.
A
los jóvenes economistas, emprendedores y emprendedoras de todo el
mundo
Queridos
amigos:
Os
escribo para invitaros a una iniciativa que he deseado tanto: un
evento que me permita encontrar a quienes hoy se están formando y
están empezando a estudiar y practicar una economía diferente, la
que hace vivir y no mata, que incluye y no excluye, que humaniza y no
deshumaniza, que cuida la creación y no la depreda. Un evento que
nos ayude a estar juntos y conocernos, que nos lleve a hacer
un “pacto” para cambiar la economía actual y dar un alma a la
economía del mañana.
¡Sí,
necesitamos “re-animar” la economía! ¿Y qué ciudad es más
adecuada para esto que Asís, que desde hace siglos es símbolo y
mensaje de un humanismo de fraternidad? Si San Juan
Pablo II la
eligió como ícono de una cultura de paz, a mí también me parece
un lugar inspirador de una nueva economía. Aquí, de hecho,
Francisco se despojó de toda mundanalidad para elegir a Dios como la
estrella polar de su vida, haciéndose pobre con los pobres, hermano
universal. De su elección de pobreza brotó también una visión de
la economía que sigue siendo muy actual. Puede dar esperanza a
nuestro mañana, en beneficio no solo de los más pobres, sino de
toda la humanidad. Es necesaria, efectivamente, para las suertes de
todo el planeta, nuestra casa común, «nuestra hermana la madre
tierra», como la llama Francisco en su Cántico
del Hermano Sol.
En
la Carta Encíclica Laudato
si’ subrayé
que hoy más que nunca, todo está íntimamente conectado y que la
protección del medio ambiente no puede separarse de la justicia para
los pobres y de la solución de los problemas estructurales de la
economía mundial. Por lo tanto, es necesario corregir los modelos de
crecimiento que son incapaces de garantizar el respeto del medio
ambiente, la acogida de la vida, el cuidado de la familia, la
equidad social, la dignidad de los trabajadores, los derechos de las
generaciones futuras. Desgraciadamente, sigue sin escucharse la
llamada a tomar conciencia de la gravedad de los problemas y, sobre
todo, a poner en marcha un nuevo modelo económico, fruto de una
cultura de comunión, basado en la fraternidad y la equidad.
Francisco
de Asís es el ejemplo por excelencia del cuidado de los débiles y
de una ecología integral. Me vienen en mente las palabras que el
Crucifijo le dirigió en la pequeña iglesia de San Damián: «Ve,
Francisco, repara mi casa que, como ves, está toda en ruinas». Esa
casa que hay que reparar nos concierne a todos. Se trata de la
Iglesia, de la sociedad, del corazón de cada uno de nosotros. Se
trata también cada vez más del medio ambiente que necesita con
urgencia una economía saludable y un desarrollo sostenible que cure
sus heridas y garantice un futuro digno.
Frente
a esta urgencia, todos, absolutamente todos, estamos llamados a
revisar nuestros esquemas mentales y morales, para que puedan estar
más en conformidad con los mandamientos de Dios y con las exigencias
del bien común. Pero he pensado en invitar de forma especial
a vosotros los jóvenes porque, con vuestros deseos
de un porvenir hermoso y feliz, ya sois profecía de una economía
que se preocupa por la persona y por el medio ambiente.
Queridos
jóvenes, sé que sois capaces de escuchar con el corazón los gritos
cada vez más angustiosos de la tierra y de sus pobres en busca de
ayuda y de responsabilidad, es
decir, de alguien que “responda” y no dé la espalda. Si
escucháis a vuestro corazón, os sentiréis portadores de una
cultura valiente y no tendréis miedo de arriesgaros y de
comprometeros en la construcción de una nueva sociedad. ¡Jesús
resucitado es nuestra fortaleza! Como os dije en Panamá y
escribí en la Exhortación apostólica post-sinodal Christus
Vivit: «¡Por
favor, no dejen que otros sean los
protagonistas
del cambio! ¡Ustedes son los que tienen el futuro! Por ustedes entra
el futuro en el mundo. A ustedes les pido que también sean
protagonista de este cambio. […] Les pido que sean constructores
del mundo, que se metan en el trabajo por un mundo mejor» (n. 174).
Vuestras
universidades, vuestras empresas, vuestras organizaciones son
canteras de esperanza para construir otras formas de entender la
economía y el progreso, para combatir la cultura del descarte, para
dar voz a los que no la tienen, para proponer nuevos estilos de vida.
Mientras nuestro sistema económico y social produzca una sola
víctima y haya una sola persona descartada, no habrá una fiesta de
fraternidad universal.
Por
eso deseo encontrarme con vosotros en Asís: para promover juntos, a
través de un “pacto” común, un proceso
de cambio global que vea en comunión de intenciones no solo a los
que tienen el don de la fe, sino a todos los hombres de buena
voluntad, más allá de las diferencias de credo y de nacionalidad,
unidos por un ideal de fraternidad atento sobre todo a los pobres y a
los excluidos. Invito a cada uno de vosotros a ser protagonista de
este pacto, asumiendo un compromiso individual y colectivo para
cultivar juntos el sueño de un nuevo humanismo que responda a las
expectativas del hombre y al plan de Dios.
El
nombre de este evento, “Economy of Francesco”, se
refiere claramente al Santo de Asís y al Evangelio que vivió en
total coherencia también en ámbito económico y social. Nos ofrece
un ideal y, de alguna manera, un programa. Para mí, que he tomado su
nombre, es fuente continua de inspiración.
Junto
con vosotros, y por vosotros, lanzaré un llamamiento a algunos de
los mejores cultores y cultoras de la ciencia económica, así como a
los empresarios y empresarias que ya están comprometidos en todo el
mundo con una economía que sea coherente con este marco ideal.
Confío en que respondan. Y sobre todo confío en vosotros,
jóvenes, capaces de soñar y listos para construir, con la ayuda de
Dios, un mundo más justo y más bello.
La
cita es para los días del 26 al 28 de marzo de 2020.
Junto con el obispo de Asís, cuyo predecesor hace ocho siglos,
Guido, recibió al joven Francisco en su casa en su gesto profético
de desnudez, espero recibiros yo también. Os espero y desde ahora os
saludo y os bendigo. Y por favor no os olvidéis de rezar por mí.
FRANCISCO
14.05.19
Líbano: Pésame del Santo Padre por la muerte del Cardenal Sfeir
Patriarca
emérito de Antioquía de los Maronitas
(14
mayo 2019).- El Santo Padre ha enviado un telegrama de pésame al
cardenal Béchara Boutros Raï, Patriarca de Antioquía de los
Maronitas (Líbano), con motivo del fallecimiento del cardenal
Nasrallah Pierre Sfeir, que fue Patriarca de la misma sede de 1986 a
2011 y falleció el pasado 12 de mayo, tres días antes de cumplir
los 99 años.
Cardenal
Nasrallah Pierre Sfeir
Líbano
es un país en el que la mayor parte de los católicos son maronitas.
Nasrallah
Pierre Sfeir fue elegido Patriarca de Antioquía de los maronitas el
19 de abril de 1986, en medio de la guerra civil del Líbano,
Entre
otras, desempeñó las labores de Presidente de la Asamblea de
Patriarcas y Obispos Católicos en el Líbano y del Consejo de
Patriarcas Católicos de Oriente, así como de Jefe del Sínodo de la
Iglesia Maronita.
En
1994, Juan Pablo II lo nombró cardenal.
En
2011 renunció como Patriarca de la Iglesia Maronita y de todos los
demás cargos de gobierno pastoral y desde entonces ejercía
como Patriarca emérito de Antioquía de los maronistas. El actual
Patriarca Béchara Boutros Raï tomó posesión de su cargo.
Falleció
el domingo a los 98 años de edad en Beirut,
A
continuación publicamos el texto completo del telegrama enviado a su
sucesor por el Santo Padre.
***
Telegrama
del Papa Francisco
“Al
recibir con tristeza la noticia de la muerte, en su 99 año de
vida, de Su Beatitud, el cardenal Nasrallah Pierre Sfeir,
Patriarca Emérito de Antioquía de los Maronitas, le envío mis más
sinceras condolencias, así como a su familia y a todos los fieles de
la Iglesia patriarcal de Antioquía de los Maronitas que gobernó
durante muchos años con tanta gentileza como determinación. Hombre
libre y valiente, el cardenal Sfeir ejerció su misión en un
contexto problemático y fue un artesano decidido del encuentro, de
la paz y la reconciliación. Ardiente defensor de la soberanía
e independencia de su país, seguirá siendo una gran figura en la
historia del Líbano. Pido al Padre de toda misericordia que reciba
en su morada de paz y de luz a este pastor sabio y comprometido
que mostró el amor de Dios al pueblo que le fue confiado. Como
prenda de consuelo, le otorgo, Beatitud, la bendición
apostólica, así como a la familia del difunto cardenal y a las
personas a él cercanas, al igual que a todos los que lo
acompañaron en sus últimos años y a quienes participarán en su
funeral”.
15.05.19
El perdón vence al mal – Resumen de la catequesis del Papa
Ciclo
sobre el Padre Nuestro
(15
mayo 2019).- El Santo Padre ha recordado hoy el ejemplo que Jesús
nos dio durante la pasión para poder vencer el mal: “Pidió a
Pedro de envainar la espada, aseguró al ladrón arrepentido el
paraíso y suplicó al Padre el perdón para los que lo condenaban.
De ese perdón que vence al mal, nace nuestra esperanza”.
En
la audiencia general de hoy, 15 de mayo de 2019, el Papa Francisco ha
retomado su reflexión sobre la oración del padrenuestro. En esta
ocasión ha tratado la última invocación de la plegaria “Líbranos
del mal”.
Presencia
del mal
En
primer lugar, el Pontífice ha señalado que no es suficiente pedir a
Dios que no nos deje caer en la tentación, sino que también debe
librarnos de un mal que “intenta devorarnos” y que está presente
en la realidad.
Este
rezo cristiano tiene en cuenta este hecho y por eso incluye la
súplica a Dios contra el mal, sobre todo cuando su amenaza se hace
más patente. Para el Papa, por tanto, el padrenuestro “se hace
oración para los pecadores y los perseguidos, para los desesperados
y los moribundos”.
Ejemplo
de Jesús
El
Santo Padre reconoce que, aunque el hombre sueña con “el amor y el
bien”, su existencia y la de los que le rodean están expuestas
inevitablemente al mal. Un mal que también Jesús experimentó:
“Antes de iniciar su pasión, suplicó a Dios que alejase de él
ese cáliz, pero puso su voluntad en las manos de su Padre. En esa
obediencia, experimentó no solo la soledad y la animosidad, sino el
desprecio y la crueldad; no solo la muerte, sino una muerte de cruz”,
dice el Papa.
No
obstante, Francisco subrayó que Jesús también nos enseña cómo se
vence al mal a lo largo de su pasión, a través del perdón.
16.05.19
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