23 d’abr. 2019

PAPA-FESTES


San Jorge: El día de su santo, el Papa regala 6.000 rosarios a los jóvenes de Milán

Y chocolate a los pobres de Caritas

(23 abril 2019).- En el día de su onomástico, San Jorge mártir, celebrado hoy 23 de abril de 2019, el Papa Francisco ha donado, a través de la Limosnería Apostólica, seis mil rosarios a los jóvenes de la archidiócesis de Milán, ha informado en un comunicado Alessandro Gisotti, Director “ad interim” de la Oficina de Prensa de la Santa Sede
Mediante este gesto, el Papa ha querido pedir a los jóvenes que recen por él, encomendándolo especialmente a María, ya que faltan escasos días para que comience mayo, el mes de la Virgen.
Este grupo de jóvenes  ha participado hoy en la Basílica de San Pedro en la misa presidida por el arzobispo de Milán, Mario Delpini. Mañana miércoles por la mañana, estos chicos milaneses estarán presentes también en la Audiencia General del Papa en la Plaza de San Pedro.
Chocolate para los pobres 
Según ha comunicado después Alessandro Gissoti en su cuenta de Twitter, el Papa Francisco –a través de la Limosnería Apostólica del Vaticano– ha donado también un huevo de 20 kilos de chocolate a los pobres atendidos por el comedor de Caritas Roma en la Estación de Termini.
San Jorge, mártir
Se cree que fue un soldado nacido en Capadocia –en la Turquía actual– que murió en Nicomedia a comienzos del siglo IV, probablemente en la persecución de Diocleciano. Se desconocen datos concretos y fiables sobre su vida porque las múltiples y variantes referencias están plagadas de fábulas y ficciones.
La iconografía lo representa frecuentemente con caballo, lanza, espada, casco y armadura, enfrentándose y venciendo al dragón que asolaba la ciudad pagana de Silene, en Libia. Haciendo la señal de la cruz y en nombre del Señor Jesús, mató a la bestia y catequizó a este pueblo, que comenzó una vida nueva.
La leyenda de san Jorge constituye un símbolo. El dragón representa a las fuerzas del Mal que pretenden devastar a la comunidad de creyentes y Jorge es el medio a través del que el pueblo es conducido  a la vida con Jesucristo, el único salvador y capaz de vencerlas.
En Oriente se le llama el «Gran Mártir», aunque no se tienen datos fehacientes sobre cómo sucedió dicho martirio. En Lydda (Palestina), donde se dice que sufrió martirio, se construyó un templo dedicado al santo.
Ricardo Corazón de León lo nombró patrono de los cruzados, que fueron quienes se encargaron de extender su devoción y culto en Occidente. San Jorge ha llegado  a ser patrón de Inglaterra, Portugal, Génova y de la Autonomía Catalana, que conserva en el edificio de la Diputación las reliquias del santo donadas a Felipe II por su embajador en Alemania. También es patrono de los Boy Scouts.
24.04.19




Como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”- Catequesis del Papa Francisco

El perdón, el don más precioso

(24 abril 2019).- En la catequesis de hoy, miércoles 24 de abril de 2019, el Papa Francisco ha indicado que Dios le da a cada cristiano la gracia de escribir “una historia de bien en la vida de sus hermanos”. Y ha añadido: “Con una palabra, un abrazo, una sonrisa, podemos transmitir a los demás lo más precioso que hemos recibido”, el perdón.
Catequesis del Santo Padre
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy completamos la catequesis sobre la quinta petición del “Padre Nuestro”, deteniéndonos en la expresión ” como nosotros perdonamos a los que nos ofenden” (Mt. 6:12). Hemos visto que es propio del hombre ser deudor ante Dios: de Él hemos recibido todo, en términos de naturaleza y gracia. Nuestra vida no solo fue deseada, sino amada por Dios. Realmente no hay espacio para la presunción cuando unimos las manos para orar. No existen self made men en la Iglesia, hombres que se han hecho a sí mismos. Todos estamos en deuda con Dios y con muchas personas que nos han dado condiciones de vida favorables. Nuestra identidad se construye a partir del bien recibido. El primero es la vida.
El que reza aprende a decir “gracias”. Y nosotros muchas veces nos olvidamos de decir “gracias”, somos egoístas. El que reza aprende a decir “gracias” y le pide a Dios que sea benévolo con él o con ella. Por mucho que nos esforcemos, siempre hay una deuda inagotable con Dios, que nunca podremos pagar: Él nos ama infinitamente más de lo que nosotros lo amamos. Y luego, por mucho que nos comprometamos a vivir de acuerdo con las enseñanzas cristianas, en nuestras vidas siempre habrá algo por lo que pedir perdón: pensemos en los días pasados perezosamente, en  los momentos en que el rencor ha ocupado nuestro corazón y así sucesivamente… Son experiencias desafortunadamente, no escasas, las que nos hace implorar: “Señor, Padre, perdona nuestras ofensas”. Así pedimos perdón a Dios.

Pensándolo bien,  la invocación también podría limitarse a esta primera parte, sería bonita. En cambio, Jesús la suelda con una segunda expresión que es una con la primera. La relación de benevolencia vertical de parte de Dios se refracta y está llamada a traducirse en una nueva relación que vivimos con nuestros hermanos: una relación horizontal. El Dios bueno nos invita a ser todos buenos. Las dos partes de la invocación están unidas por una conjunción inapelable: le pedimos al Señor que perdone nuestras deudas, nuestros pecados, “como”  nosotros perdonamos a nuestros amigos, a la gente que vive con nosotros, a nuestros vecinos, a las personas que nos han hecho algo que no era agradable.
Todo cristiano sabe que para él existe el perdón de los pecados, todos lo sabemos: Dios lo perdona todo y perdona siempre. Cuando Jesús dibuja ante  sus discípulos el rostro de Dios, lo describe con expresiones de tierna misericordia. Él dice que hay más alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente, que  por una multitud de justos que no necesitan conversión (ver Lc 15.7.10). Nada en los Evangelios sugiere que Dios no perdona los pecados de aquellos que están bien dispuestos y pide que se le vuelva a abrazar.
Pero la gracia abundante de Dios siempre es un reto. Aquellos que han recibido tanto deben aprender a dar tanto y no retener solo para ellos mismos lo que han recibido. Los que han recibido tanto deben aprender a dar tanto. No es una coincidencia que el Evangelio de Mateo, inmediatamente después del texto del “Padre Nuestro” entre las siete expresiones utilizadas, enfatice precisamente la del perdón fraterno: “Si vosotros, perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros  vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas” (Mt 6,14-15). ¡Pero esto es fuerte! Pienso: a veces he escuchado gente que decía: “¡Nunca perdonaré a esa persona! ¡Nunca perdonaré lo que me hicieron! “Pero si no perdonas, Dios no te perdonará. Tú cierras la puerta. Pensemos,  si somos capaces de perdonar o si no perdonamos. Un sacerdote, cuando estaba en la otra diócesis, me contó angustiado que había ido a dar los últimos sacramentos a una anciana que estaba a punto de morir. La pobre señora no podía hablar. Y el sacerdote le dice: “Señora, ¿se arrepiente de sus pecados?” La señora dijo que sí; No pudo confesarlos pero dijo que sí. Es suficiente Y luego otra vez: “¿Perdona a los demás?” Y la señora, en su lecho de muerte, dijo: “No”. El cura estaba angustiado. Si no perdonamos, Dios no te perdonará. Pensémoslo, nosotros que estamos aquí, si perdonamos o somos capaces de perdonar. “Padre, no puedo hacerlo, porque esa gente me ha hecho tantas cosas”. Pero si no puedes hacerlo, pídele al Señor que te dé la fuerza para hacerlo: Señor, ayúdame a perdonar. Aquí encontramos el vínculo entre el amor a Dios y el amor al prójimo. El amor llama al amor, el perdón llama al perdón. Nuevamente en Mateo encontramos una parábola muy intensa dedicada al perdón fraterno (ver 18,21-35). Vamos a escucharla.
Había un siervo que tenía una gran deuda con su rey: ¡diez mil talentos! Una suma imposible de devolver; no sé cuánto sería hoy, pero cientos de millones. Pero el milagro sucede, y ese siervo no recibe un aplazamiento del pago, sino todo el condono. ¡Una gracia inesperada! Pero he aquí que ese mismo siervo, inmediatamente después, se enfurece contra uno de sus hermanos, que le debe cien denarios, -muy poco-, y, aunque sea una cifra accesible, no acepta excusas ni súplicas. Por lo tanto, al final, el amo lo llama y lo condena. Porque si no te esfuerzas por perdonar, no serás perdonado; si no tratas de amar, tampoco serás amado.
Jesús inserta el poder del perdón en las relaciones humanas. En la vida, no todo se resuelve con la justicia. No. Especialmente donde debemos poner una barrera al mal, alguien debe amar más de lo necesario, para comenzar una historia de gracia nuevamente. El mal conoce sus venganzas, y si no se interrumpe, corre el riesgo de propagarse y sofocar al mundo entero.
La ley del talión: lo que me hiciste, te lo devuelvo, Jesús la sustituye con la ley de amor: lo que Dios me ha hecho, ¡te lo devuelvo! Pensemos hoy, en esta hermosa semana de Pascua, si puedo perdonar. Y si no me siento capaz, tengo que pedirle al Señor que me dé la gracia de perdonar, porque saber perdonar es una gracia.
Dios le da a cada cristiano la gracia de escribir una historia de bien en la vida de sus hermanos, especialmente de aquellos que han hecho algo desagradable e incorrecto. Con una palabra, un abrazo, una sonrisa, podemos transmitir a los demás lo más precioso que hemos recibido ¿Qué es lo más precioso que hemos recibido? El perdón, que debemos ser capaces de dar a los demás.
25.04.19


El Papa a los jóvenes franceses: “Cuento con vosotros”

Participantes en las Jornadas de la Juventud de las Landas

(25 abril 2019).- “¡La Iglesia necesita vuestro ímpetu, vuestras intuiciones, vuestra fe y vuestro valor!”. Así ha concluido hoy el Papa Francisco sus palabras a los jóvenes franceses con los que ha compartido audiencia, recordándoles que la Iglesia cuenta con ellos.
El Papa Francisco ha recibido hoy, 25 de abril de 2019, a los participantes en las Jornadas de la Juventud de las Landas, organizadas por la diócesis francesa de Aire et Dax.
Reavivar la fe
El Santo Padre ha manifestado a los jóvenes que es consciente de que muchas personas piensan que hoy “es más difícil llamarse cristianos y vivir la fe en Cristo”. Reconociendo que el contexto actual no es el ideal para los creyentes, Francisco les ha insistido en que ahora no es más difícil que en otros momentos de la historia de la Iglesia, solo distinto. Por eso, les ha pedido que aprovecharan su peregrinación a Roma para reavivar el don de la fe y asimilar que la Iglesia, tal y como señala la Exhortación Apostólica Christus vivit, “camina desde hace dos mil años, compartiendo las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres. Y camina así como es, sin recurrir a ninguna cirugía estética”.
Ser puentes entre las personas
Haciendo un símil con el pino de las Landas, el Obispo de Roma ha pedido a los chicos franceses que se enraícen en el amor de Dios para “asegurar que allí donde viváis la Iglesia sea amada”. El Pontífice les ha animado a ser siempre “constructores de puentes entre personas, tratando de desarrollar una cultura del encuentro y del  diálogo, para contribuir al advenimiento de una auténtica fraternidad humana”.
Igualmente, les ha recordado que con la atención a los más pequeños y más pobres pueden “encender estrellas en la noche” de las personas que se encuentran atravesando problemas y que, a través de gestos y palabras, pueden ser capaces de revelar que, como se define en Exhortación Apostólica Gaudete et exsultate, “Dios es siempre novedad”.
26.04.19



50 aniversario de la Federación Bíblica: “La Palabra infunde el calor del Señor en el corazón”

Audiencia con el Santo Padre

(26 abril 2019).- Esta mañana se ha clausurado en el Vaticano el Congreso Bíblico Internacional en Roma, organizado por la Federación Bíblica Católica con motivo del 50 aniversario de su fundación y dedicado al tema: “La Biblia y la vida: la inspiración bíblica de toda la vida pastoral y la misión de la Iglesia-Experiencias y retos”.
Discurso del Santo Padre
Eminencias, queridos hermanos en el episcopado, hermanos y hermanas,
Con las palabras del apóstol Pablo, doy la bienvenida, a quienes están “en Roma, amados por Dios”, deseándoos “gracia y paz” (Rom 1: 7). Doy las gracias al cardenal Tagle por el saludo que me ha dirigido en nombre vuestro. Os habéis reunido con motivo del quincuagésimo aniversario de la Federación Bíblica Católica. Este jubileo os dará la oportunidad de hacer balance de vuestro servicio eclesial y de confirmaros mutuamente en el compromiso de difundir la Palabra de Dios.
Vuestra reflexión se ha desarrollado en torno a dos palabras: Biblia y vida. Yo también quisiera deciros algo sobre este binomio inseparable. “La palabra de Dios es viva” (Heb 4:12): no muere ni envejece, permanece para siempre (ver 1 Ped. 1:25). Permanece joven en presencia de todo lo que pasa (ver Mt 24:35) y defiende a quienes la ponen en práctica del envejecimiento interior. Es viva y da vida. Es importante recordar que el Espíritu Santo, el Dador de vida, ama obrar a través de las Escrituras. La Palabra lleva el aliento de Dios al mundo, infunde el calor del Señor en el corazón. Todas las contribuciones académicas, los volúmenes que se publican están y no pueden sino estar al servicio de ello. Son como la leña que, cuidadosamente recogida y ensamblada, se usa para calentar. Pero así como la leña no produce calor por sí misma, tampoco lo producen los mejores estudios; sirve el fuego, se necesita el Espíritu para que la Biblia arda en el corazón y se convierta en vida. Entonces la buena leña puede ser útil para alimentar este fuego. Pero la Biblia no es una hermosa colección de libros sagrados que estudiar, es Palabra de vida que sembrar, un don que el Resucitado  nos pide que recibamos y distribuyamos para que haya vida en su En la Iglesia, la Palabra es una inyección insustituible de vida. Por eso las homilías son fundamentales. La predicación no es un ejercicio de retórica y tampoco  un conjunto de sabias nociones humanas:  así solo sería leña. Es, en cambio, un compartir del Espíritu (ver 1 Corintios 2: 4) de la Palabra divina que  ha tocado el corazón del predicador, que comunica ese calor, esa unción. Tantas palabras acuden diariamente a nuestros oídos, transmiten información y dan múltiples inputs; muchos, tal vez demasiados, hasta el punto de superar a menudo nuestra capacidad de recibirlas. Pero no podemos renunciar a la Palabra de Jesús, la única Palabra de vida eterna (ver Jn 6:68), que necesitamos todos los días. Sería hermoso que floreciera ” una nueva etapa de mayor amor a la Sagrada Escritura por parte de todos los miembros del Pueblo de Dios, de manera que… se profundice la relación con la persona misma de Jesús» (Exhortación Apostólica Verbum Domini, 72) . Sería bueno que la Palabra de Dios se convirtiera en “el corazón de toda actividad eclesial” (Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, 174); corazón que late, que vitaliza las extremidades del cuerpo. Es deseo del Espíritu  plasmarnos como Iglesia  en “formato -Palabra”: una Iglesia que no habla de sí misma o por sí misma, sino que lleva en su corazón y en sus labios al Señor, que diariamente  recurre a su Palabra. En cambio, la tentación es siempre la de anunciarnos  y de hablar sobre nuestras dinámicas, pero así la vida no se transmite al mundo.

La
Palabra da vida a cada creyente  enseñando a renunciar  a uno mismo para anunciar al Señor. En este sentido, actúa como una espada afilada que, entrando en profundidad, discierne los pensamientos y los sentimientos, revela la verdad, hiere para sanear (vea Heb. 4, 12; Job 5.18). La Palabra conduce a  vivir de forma pascual: como semilla que muriendo da vida, como uva que da vino a través de la prensa, como aceitunas que dan aceite después de pasar por el molino. Así, causando dones radicales de  vida, la Palabra vivifica. No deja tranquilo, interpela. Una Iglesia que vive a la escucha de la Palabra nunca se contenta de las propias seguridades. Es dócil a la impredecible novedad del espíritu. Nunca se cansa de anunciar, no cede a la desilusión, no se rinde en promover la comunión en todos los niveles, porque la Palabra llama a la unidad e invita a cada uno a escuchar al otro, superando sus particularismos.

La Iglesia que se alimenta de la Palabra, por lo tanto, vive para anunciar la Palabra. No habla de sí, sino que baja a los caminos del mundo: no porque le gusten o sean fáciles, sino porque son los lugares del anuncio. Una Iglesia fiel a la Palabra no escatima en proclamar el kerygma y no espera ser apreciada. La Palabra divina, que proviene del Padre y se derrama en el mundo, la empuja hasta los confines de la tierra. La Biblia es su mejor vacuna contra el cierre y la autoconservación. Es Palabra de Dios, no nuestra, y nos aleja de estar en el centro, guardándonos de la autosuficiencia y del triunfalismo, y nos llama constantemente a salir de nosotros mismos. La Palabra de Dios posee una fuerza centrífuga, no centrípeta: no lleva al repliegue interior, sino que empuja hacia el exterior, hacia aquellos  a los que aún no ha llegado. No asegura tibios consuelos, porque es fuego y viento: es el Espíritu el que incendia el corazón y desplaza los horizontes, dilatándolos con su creatividad.
Biblia y vida: comprometámonos a abrazar estas dos palabras, para que una nunca pueda estar sin la otra. Quisiera concluir como empecé, con una frase del apóstol Pablo, que hacia el  final de una carta escribe: “Finalmente, hermanos, orad”. Como él, yo también os pido que oréis. Pero San Pablo especifica la razón de la oración: “para que corra la palabra del Señor” (2 Tes. 3: 3). Recemos y actuemos para que la Biblia no se quede en la biblioteca entre los muchos libros que hablan de ella, sino que corra por las calles del mundo y ponga su tienda donde vive la gente. Os deseo que seáis buenos portadores de la Palabra, con el mismo entusiasmo que leemos en estos días en los relatos de Pascua, donde todos corren: las mujeres, Pedro, Juan, los dos de Emaús… Corren para encontrar y anunciar la Palabra viva.  Os lo deseo de todo corazón y os agradezco todo lo que hacéis.
27.04.19




Regina Caeli: Jesús se aparece trayendo tres dones: la paz, la alegría y la misión apostólica


Palabras del Papa antes del Regina Caeli


(28 abril 2018).-  En este segundo domingo de Pascua o de la Divina Misericordia, el Papa Francisco se asoma a la ventana de su estudio del Palacio Apostólico del Vaticano para dirigirse a los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza San Pedro para rezar el Regina Caeli.
Palabras del Papa antes del Regina Caeli
Queridos hermanos y hermanas, ¡Buenos días!
El evangelio de hoy (Juan 20: 19-31) nos dice que en el día de Pascua Jesús se aparece a sus discípulos en el Cenáculo, trayendo tres dones: la paz, la alegría y la misión apostólica.
Las primeras palabras que dice son: “La paz sea contigo” (v. 21). El Señor Resucitado trae auténtica paz, porque a través de su sacrificio en la cruz ha logrado la reconciliación entre Dios y la humanidad y ha vencido el pecado y la muerte, esta es la paz. Sus discípulos eran los primeros que necesitaban esta paz, porque después de la captura y la sentencia de muerte contra el Maestro, habían caído en el desconcierto y el miedo. Jesús se aparece vivo entre ellos y mostrando sus heridas en el cuerpo glorioso, da la paz como fruto de su victoria. Pero esa tarde el apóstol Tomás no estuvo presente. Informado de este evento extraordinario, él, incrédulo ante el testimonio de los otros apóstoles, pretende verificar personalmente la verdad de lo que ellos afirman. Ocho días después, como hoy, se repite la aparición: Jesús se encuentra con la incredulidad de Tomás y le invita a tocar sus heridas. Son la fuente de la paz, porque son el signo del inmenso amor de Jesús, quien derrotó a las fuerzas hostiles del hombre, es decir, el pecado, el mal y la muerte. Invita a tocar las heridas, es una enseñanza para nosotros, como si Jesús nos dijera a cada uno de nosotros: “Si tu no estás en paz, toca mis heridas”.
Tocar las heridas de Jesús, que están en los problemas, en las dificultades, en las persecuciones, en las enfermedades, en tanta gente que sufre. ¿Tu no estás en paz?, Ve, ve a visitar a alguien que es símbolo de la herida de Jesús, toca la herida de Jesús. De esas heridas sale la misericordia. Por eso hoy es el domingo de la misericordia. Un santo decía que el cuerpo de Jesús crucificado es como un saco de misericordia, que a través de las heridas venía hacia todos nosotros. Todos nosotros necesitamos de la misericordia, lo sabemos. acerquémonos a Jesús y toquemos  sus heridas, en nuestros hermanos que sufren. Las heridas de Jesús son un tesoro: de ahí surge la misericordia. seamos valerosos y toquemos las heridas de Jesús. Con estas heridas Él está delante del Padre y nos hace ver al Padre, como si dijera. “Padre, este es el precio, estas heridas son lo que yo he pagado por mis hermanos”. Con las heridas Jesús intercede ante el Padre. Nos da la misericordia y nos acerca e intercede por nosotros. No olviden nunca las heridas de Jesús.
El segundo don que Jesús resucitado trae a los discípulos es la alegría. El evangelista informa que los discípulos se regocijaron al ver al Señor “(v. 20). Hay un versículo que dice que “no podían creer por la alegría que tenían”, no lo podían creer.  A nosotros cuando nos pasa algo increíble demasiado bello, nos viene de dentro decir: “¡No lo podemos creer, que esto no es verdad!” y así decían los discípulos, no lo podían creer por tanta alegría que sentían. Y esa es la alegría que nos da Jesús. Si tu estás triste, si no estás en paz, mira a Jesús crucificado a Jesús resucitado, mira sus heridas y recibe su alegría.
Y además de la paz y la alegría, Jesús da a sus discípulos una nueva misión: “Así como el Padre me envió, yo también os envío” (v. 21). y La resurrección de Jesús es el inicio de un nuevo dinamismo  de amor capaz de transformar el mundo con la presencia del Espíritu Santo.
En este segundo domingo de Pascua, estamos invitados a acercarnos a Cristo con fe, abriendo nuestros corazones a la paz, la alegría y la misión, pero no nos olvidemos las heridas de Jesús, que de ahí surge la paz, la alegría y la fuerza par la misión.
Confiamos esto a la intercesión de materna de la Virgen María, Reina del Cielo y de la Tierra.
28.04.19

Regina Caeli: El Papa agradece a todos los que le enviaron sus saludos de Pascua

Palabras después de la oración mariana
( 28 abril 2019).- Este domingo de la octava de Pascua, el Papa Francisco agradeció a todos los que le enviaron saludos: “Les devuelvo de todo corazón invocando lo mejor para cada familia”, aseguró desde la Plaza de San Pedro donde celebró la Regina Caeli.
Después de la oración mariana de la temporada de Pascua, el Papa hizo varias llamadas para la evacuación de los refugiados en Libia por las víctimas de las inundaciones en Sudáfrica. También deseó paz y alegría a las iglesias orientales, católicas y ortodoxas, que celebran la Pascua según el calendario juliano.
Esta nuestra traducción de las palabras que pronunció el Papa.
Las palabras del Papa después del Regina Caeli.
Queridos hermanos y hermanas,
Ayer, en La Rioja, Argentina, el Obispo Enrique Angel Angelelli, Carlos de Dios Murias, Franciscano conventual, Gabriel Longueville, sacerdote fidei donum, y Wenceslao Pedernera, catequista, padre de familia, fueron proclamados beatos. Estos mártires de la fe fueron perseguidos por la justicia y la caridad evangélica. Que su ejemplo y su intercesión apoyen especialmente a quienes trabajan por una sociedad más justa y más inclusiva. Uno de ellos era francés, fue a la Argentina como misionero. Los otros tres, argentinos. ¡Aplaudamos a todos los nuevos beatos!
Los invito a unirse a mi oración por los refugiados que se encuentran en centros de detención en Libia, cuya situación, que ya es muy grave, se vuelve aún más peligrosa debido al conflicto en curso. Solicito la evacuación urgente de mujeres, niños y enfermos lo antes posible a través de los corredores humanitarios.
Y oremos por aquellos que perdieron la vida o sufrieron graves daños a causa de las recientes inundaciones en Sudáfrica. Que nuestra solidaridad y el apoyo concreto de la comunidad internacional no le falle a nuestros hermanos.
Los saludo a todos, fieles romanos y peregrinos de Italia y tantos países, especialmente los fieles de Tlalnepantla (México), los jóvenes de Valencia, los estudiantes de Tricase, los adolescentes de Arcore y los de Carugo; Los fieles de Modugno y Génova. Un saludo especial a la peregrinación diocesana de las familias de la Arquidiócesis de Trani-Barletta-Bisceglie, así como a los devotos de la Divina Misericordia reunidos hoy en la iglesia de Santo Spirito en Sassia.
A mis hermanos y hermanas de las Iglesias orientales que hoy celebran la Pascua santa según el calendario juliano, extiendo mis cordiales deseos. ¡Que el Señor resucitado les dé gozo y paz! Y un aplauso también para todos los católicos orientales y ortodoxos, para decirles: “¡Feliz Pascua!”
Finalmente, agradezco a todos los que en este período me enviaron un saludo para la Pascua. Los devuelvo incondicionalmente invocando lo mejor para cada familia.
Buen domingo a todos ! Y, por favor, no os olvidéis orar por mí. Buen almuerzo y adiós.
29.04.1


Santa Marta: El Papa ruega por la unidad de la Iglesia a Santa Catalina de Siena

En el día de su fiesta


(29 abril 2019).- Al principio de la Santa Misa, celebrada hoy 29 de abril de 2019, en la capilla de Santa Marta, el Papa Francisco ha pedido la intercesión de Santa Catalina de Siena “para que ayude a la unidad de la Iglesia, para que ayude a Italia en este momento difícil y para que ayude a la unidad de Europa”, según indica Vatican News.
En el día de la fiesta de Santa Catalina de Siena, el santo Padre ha recordado que esta Doctora de la Iglesia “oraba bastante” y trabajó por la unidad de la Iglesia.  Además, la santa es patrona de Italia y de Europa. Por todo ello, el Pontífice ha recurrido a su mediación para pedir por la Iglesia, el país italiano y el viejo continente.
30.04.19

Santa Marta: “No se puede caminar en una vida cristiana sin el Espíritu Santo”

Compañero en el camino”

(30 abril 2019).- “No se puede caminar en una vida cristiana sin el Espíritu Santo”, ha señalado el Papa Francisco, y ha añadido que pidamos al Señor la gracia de entender dicho mensaje, pues, “Nuestro compañero en el camino es el Espíritu Santo”.
Estas palabras las ha pronunciado hoy, 30 de abril de 2019, el Santo Padre durante la homilía en la capilla de la Casa de Santa Marta, según reporta Vatican News.
El Papa ha recordado también que solo podemos renacer de “nuestra existencia pecaminosa” con la fuerza de Dios, motivo por el cual “el Señor nos envió el Espíritu ya que no podemos hacerlo solos.
Renacer desde arriba
La homilía de Santa Marta sobre el Evangelio de hoy (Jn 3, 7-15), ha girado en torno a la respuesta de Jesús a Nicodemo. Jesús habla de “renacer desde arriba” y el Papa Francisco ha relacionado el mensaje de la Pascua con estas palabras del Evangelio según san Juan.
La Resurrección del Señor presenta como mensaje “este don del Espíritu Santo”, señala el Papa y remite a la primera aparición de Jesús a los apóstoles en el Domingo de Resurrección en la que este les dice: “Recibid el Espíritu Santo”. Para el Santo Padre, el Espíritu es la fuerza, sin ella no podemos hacer nada: el Espíritu “nos hace resucitar de nuestros límites, de nuestros muertos, porque tenemos tantas, tantas necrosis en nuestra vida, en nuestra alma”. Por tanto, es preciso hacerle sitio en nuestra existencia.
Espíritu Santo protagonista
Además, el Papa subrayó que una vida cristiana que no reserva espacio para el Espíritu Santo ni se deja guiar por  Él “es una vida pagana, disfrazada de cristiana. El Espíritu es el protagonista de la vida cristiana, el Espíritu -el Espíritu Santo- que está con nosotros, nos acompaña, nos transforma, nos vence”.
El Obispo de Roma ha pedido a Dios que nos haga conscientes “de que no podemos ser cristianos sin caminar con el Espíritu Santo, sin actuar con el Espíritu Santo, sin dejar que el Espíritu Santo sea el protagonista de nuestras vidas”.
01.05.19

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