12 d’ag. 2020

PAPA-AGOST CATEQUESIS

 

Asunción de la Virgen

Asuncion De La Virgen (C) Tiziano

Papa Francisco: La Asunción revela la “sublime dignidad” del hombre

Su fiesta se celebra el 15 de agosto

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Audiencia general: Segunda catequesis del Papa sobre COVID-19

Texto completo

Catequesis del Santo Padre

Mons. Stanislav Lipovšek © www.svetiste-mbb.hr

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

La pandemia ha puesto de relieve lo vulnerables e interconectados que estamos todos. Si no cuidamos el uno del otro, empezando por los últimos, por los que están más afectados, incluso de la creación, no podemos sanar el mundo.

Es loable el compromiso de tantas personas que en estos meses están demostrando el amor humano y cristiano hacia el prójimo, dedicándose a los enfermos poniendo también en riesgo su propia salud. ¡Son héroes! Sin embargo, el coronavirus no es la única enfermedad que hay que combatir, sino que la pandemia ha sacado a la luz patologías sociales más amplias. Una de estas es la visión distorsionada de la persona, una mirada que ignora su dignidad y su carácter relacional. A veces miramos a los otros como objetos, para usar y descartar. En realidad, este tipo de mirada ciega y fomenta una cultura del descarte individualista y agresiva, que transforma el ser humano en un bien de consumo (cfr Exhort. ap. Evangelii gaudium, 53; Enc. Laudato si’ [LS], 22).

A la luz de la fe sabemos, sin embargo, que Dios mira al hombre y a la mujer de otra manera. Él nos ha creado no como objetos, sino como personas amadas y capaces de amar; nos ha creado a su imagen y semejanza (cfr Gen 1, 27). De esta manera nos ha donado una dignidad única, invitándonos a vivir en comunión con Él, en comunión con nuestras hermanas y nuestros hermanos, en el respeto de toda la creación. En comunión, en armonía, podemos decir. La creación es una armonía en la que estamos llamados a vivir. Y en esta comunión, en esta armonía que es comunión, Dios no dona la capacidad de procrear y de custodiar la vida (cfr Gen 1, 28-29), de trabajar y cuidar la tierra (cfr Gen 2,15; LS, 67). Se entiende que no se puede procrear y custodiar la vida sin armonía; será destruida.

De esa mirada individualista, lo que no es armonía, tenemos un ejemplo en los Evangelios, en la petición que la madre de Santiago y Juan hace a Jesús (cfr Mt 20, 20-28). Ella quiere que sus hijos puedan sentarse a la derecha y a la izquierda del nuevo rey. Pero Jesús propone otro tipo de visión: la del servicio y del dar la vida por los otros, y la confirma devolviendo inmediatamente después la vista a dos ciegos y haciéndoles sus discípulos (cfr Mt 20, 29-34). Tratar de trepar en la vida, de ser superiores a los otros, destruye la armonía. Es la lógica del dominio, de dominar a los otros. La armonía es otra cosa: es el servicio.

Pidamos, por tanto, al Señor que nos dé ojos atentos a los hermanos y a las hermanas, especialmente a aquellos que sufren. Como discípulos de Jesús no queremos ser indiferentes ni individualistas, estas son las dos actitudes malas contra la armonía. Indiferente: yo miro a otro lado. Individualistas: mirar solamente el propio interés. La armonía creada por Dios nos pide mirar a los otros, las necesidades de los otros, los problemas de los otros, estar en comunión. Queremos reconocer la dignidad humana en cada persona, cualquiera que sea su raza, lengua o condición. La armonía te lleva a reconocer la dignidad humana, esa armonía creada por Dios, con el hombre en el centro.

El Concilio Vaticano II subraya que esta dignidad es inalienable, porque “ha sido creada a imagen de Dios” (Const. past. Gaudium et spes, 12). Es el fundamento de toda la vida social y determina los principios operativos. En la cultura moderna, la referencia más cercana al principio de la dignidad inalienable de la persona es la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, que San Juan Pablo II definió “piedra miliar puesta en el largo y difícil camino del género humano»[1], y como «una de las más altas expresiones de la conciencia humana[2]. Los derechos no son solo individuales, sino también sociales; son de los pueblos, de las naciones[3]. El ser humano, de hecho, en su dignidad personal, es un ser social, creado a imagen de Dios Uno y Trino.  Nosotros somos seres sociales, necesitamos vivir en esta armonía social, pero cuando hay egoísmo, nuestra mirada no va a los otros, a la comunidad, sino que vuelve sobre nosotros mismos y esto nos hace feos, malos, egoístas, destruyendo la armonía.

Esta renovada conciencia de la dignidad de todo ser humano tiene serias implicaciones sociales, económicas y políticas. Mirar al hermano y a toda la creación como don recibido por el amor del Padre suscita un comportamiento de atención, de cuidado y de estupor. Así el creyente, contemplando al prójimo como un hermano y no como un extraño, lo mira con compasión y empatía, no con desprecio o enemistad. Y contemplando el mundo a la luz de la fe, se esfuerza por desarrollar, con la ayuda de la gracia, su creatividad y su entusiasmo para resolver los dramas de la historia. Concibe y desarrolla sus capacidades como responsabilidades que brotan de su fe[4], como dones de Dios para poner al servicio de la humanidad y de la creación.

Mientras todos nosotros trabajamos por la cura de un virus que golpea a todos indistintamente, la fe nos exhorta a comprometernos seria y activamente para contrarrestar la indiferencia delante de las violaciones de la dignidad humana. Esta cultura de la indiferencia que acompaña la cultura del descarte: las cosas que no me tocan no me interesan. La fe siempre exige que nos dejemos sanar y convertir de nuestro individualismo, tanto personal como colectivo; un individualismo de partido, por ejemplo.

Que el Señor pueda “devolvernos la vista” para redescubrir qué significa ser miembros de la familia humana. Y esta mirada pueda traducirse en acciones concretas de compasión y respeto para cada persona y de cuidado y custodia para nuestra casa común.

[1] Discurso a la Asamblea General de las Naciones Unidas (2 de octubre de 1979), 7.

[2] Discurso a la Asamblea General de las Naciones Unidas (5 de octubre de 1995), 2.

[3] Cfr Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia157.

13.08.20

Zambia: Papa dona 100 mil euros de ayuda

Coronavirus En Zambia (C) Caritas Zambia

Zambia: El Papa dona 100 mil euros para ayudar a necesitados

Con carencias nutricionales

(14 agosto 2020)-. El Papa Francisco ha donado 100 mil euros a la Iglesia de Zambia para ayudar a los necesitados, especialmente a personas con carencias nutricionales y de alimentos.

El secretario general de la Conferencia de Obispos Católicos de Zambia (ZCCB), el padre Cleophas Lungu, difundió esta noticia, a través de la página de Facebook del episcopado, el pasado 11 de agosto.

Llamado al Papa Francisco

En dicha publicación se explica que esta donación se ha producido después de que el presidente de la ZCCB, el reverendo George Lungu, apelase al Santo Padre a través del nuncio apostólico en Zambia y Malawi, monseñor Gianfranco Gallone, para apoyar a las personas del país que carecen de una adecuada nutrición y de alimento suficiente.

“De las muchas solicitudes que recibió el Papa Francisco, eligió responder a una solicitud de Zambia. Este dinero se distribuirá a través de las diócesis para llegar a las personas más necesitadas, especialmente a las que han sufrido las recientes sequías e inundaciones”, declaró el padre Lungu.

Otras donaciones

Recientemente, a finales de julio, el Santo Padre, a través de la nunciatura, hizo llegar 3 ventiladores, miles de mascarillas quirúrgicas y otros productos de higiene a la ZCCB.

Mediante la donación de los 3 ventiladores se han salvado vidas. El dolor y el sufrimiento del pueblo de Zambia se ha aliviado con este gesto de solidaridad”, apunta el padre Lungu.

Finalmente, el sacerdote recordó los numerosos mensajes de solidaridad que el Santo Padre ha enviado a Zambia durante la pandemia.

Sequías e inundaciones

El pasado mes de febrero, más de 2 millones y medio de personas se vieron afectadas por la secuencia de sequías e inundaciones, indica Vatican News,

El mes anterior, la ONU advirtió sobre una crisis de alimentos de proporciones “no vistas hasta el momento”, en ocho países de África central y austral. Entre ellos se encontraba Zambia, donde el 20% de la población está en situación de grave inseguridad alimentaria.

A todo ello se añade la crisis ocasionada por el coronavirus. En un territorio que puede verse abrumada por un desborde de los casos, el Instituto Nacional de Salud Pública de Zambia ha desplegado una gran campaña de sensibilización para la población sobre la necesidad del uso de la mascarilla y el respeto de las medidas de distanciamiento y prevención.

15.08.20




Ángelus: Una conquista infinitamente mayor que el hombre en la luna

Palabras antes del Ángelus

zenit – 15 agosto 2020).- “Hoy, en la fiesta de la Asunción de María al Cielo, celebramos una conquista infinitamente mayor” que el hombre en la luna, dijo el Papa Francisco en el Ángelus este 15 de agosto de 2020: “La Virgen María ha puesto sus pies en el paraíso… Este paso (…) fue el gran salto adelante de la humanidad”.

Esta fiesta, añadió en su meditación desde la plaza de San Pedro, muestra “la razón por la cual caminamos: no para conquistar las cosas de aquí abajo, que desaparecerán, sino la patria arriba, que es para siempre”.

La alegría, prosiguió el Papa, surge “no de la ausencia de problemas, que vienen tarde o temprano», sino «de la presencia de Dios que nos ayuda, que está cerca de nosotros” porque “Dios los mira y los ama”. A los pequeños”.

En su meditación, cuya traducción damos, invitaba a alabar a Dios “al menos una vez al día”: “Podemos decir: “Yo alabo al Señor”; “Bendito sea el Señor”: es una pequeña oración de alabanza”.

A continuación, sigue la traducción no oficial de las palabras del Santo Padre al introducir el Ángelus ofrecida por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

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Palabras del Papa

Queridos hermanos y hermanas, ¡

buenos días! Cuando el hombre puso un pie en la Luna, se dijo una frase que se hizo famosa: “Este es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad”. De hecho, la humanidad había alcanzado un hito histórico. Pero hoy, en la Asunción de María al Cielo, celebramos una conquista infinitamente más grande. La Virgen ha puesto sus pies en el paraíso: no ha ido solo en Espíritu, sino también con el cuerpo, toda ella. Este paso de la pequeña Virgen de Nazaret ha sido el gran salto de la humanidad. De poco sirve ir a la Luna si no vivimos como hermanos en la Tierra. Pero que una de nosotros viva en el Cielo con el cuerpo nos da esperanza: entendemos que somos valiosos, destinados a resucitar. Dios no dejará desvanecer nuestro cuerpo en la nada. ¡Con Dios nada se pierde! En María se alcanza la meta y tenemos ante nuestros ojos la razón por la que caminamos: no para conquistar las cosas de aquí abajo, que se desvanecen, sino la patria allá arriba, que es para siempre. Y la Virgen es la estrella que nos orienta. Ella, como enseña el Concilio, “precede con su luz al peregrinante Pueblo de Dios como signo de esperanza cierta y de consuelo” (Lumen gentium, 68).

¿Qué nos aconseja nuestra Madre? Hoy en el Evangelio lo primero que dice es “engrandece mi alma al Señor” (Lc 1, 46). Acostumbrados a escuchar estas palabras, quizá ya no hagamos caso a su significado. Engrandece literalmente significa “hacer grande”, engrandecer. María “engrandece al Señor”: no los problemas, que tampoco le faltaban en ese momento, sino al Señor. ¡Cuántas veces, en cambio, nos dejamos vencer por las dificultades y absorber por los miedos! La Virgen no, porque pone a Dios como primera grandeza de la vida. De aquí surge el Magnificat, de aquí nace la alegría: no de la ausencia de problemas, que antes o después llegan, sino de la presencia de Dios. Porque Dios es grande. Y mira a los pequeños.

María, de hecho, se reconoce pequeña y exalta las “maravillas” (v. 49) que el Señor ha hecho en ella. ¿Cuáles? Sobre todo el don inesperado de la vida. María es virgen y se queda embarazada; y también Isabel, que era anciana, espera un hijo. El Señor hace maravillas con sus pequeños, con quien no se cree grande sino que da gran espacio a Dios en la vida. Él extiende su misericordia sobre quien confía en Él y enaltece a los humildes. María alaba a Dios por esto.

Y nosotros – podemos preguntarnos – ¿nos acordamos de alabar a Dios? ¿Le damos las gracias por las maravillas que hace por nosotros? ¿Por cada jornada que nos regala, porque nos ama y nos perdona siempre, por su ternura? ¿Y por habernos dado a su Madre, por los hermanos y las hermanas que nos pone en el camino, porque nos ha abierto el Cielo? Si olvidamos el bien, el corazón se encoge. Pero si, como María, recordamos las maravillas que el Señor realiza, si al menos una vez al día lo magnificamos, entonces damos un gran paso adelante. El corazón se dilatará, la alegría aumentará. Pidamos a la Virgen, puerta del Cielo la gracia de iniciar cada día alzando la mirada hacia el cielo, hacia Dios, para decirle: “¡Gracias!”.

Ángelus 15 Agosto 2020 (C) Vatican Media

Ángelus: El Papa reza por Nigeria y el conflicto del Nilo

Palabras después del Ángelus

(zenit – 15 agosto 2020).- Después de la oración del Ángelus de este sábado 15 de agosto de 2020, el Papa reza por Nigeria y pide continuar por el camino del diálogo sobre las negociaciones del conflicto del Nilo.

Saludando a continuación a los peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.

Palabras después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas,

la Virgen María, que hoy contemplamos en la gloria celeste, es “Madre de la esperanza”. Recientemente este título se ha incluido entre las letanías lauretanas. Invocamos su intercesión por todas las situaciones en el mundo que más tienen sed de esperanza: esperanza de paz, de justicia, esperanza de una vida digna.

Hoy quisiera rezar en particular por la población de la región septentrional de Nigeria, víctima de violencia y ataques terroristas.

Sigo con particular atención la situación de las difíciles negociaciones sobre la cuestión del Nilo entre Egipto, Etiopía y Sudán. Invito a todas las partes a continuar en el camino del diálogo, para que el “Río Eterno” siga siendo una savia de vida que une y no divide, que nutre siempre amistad, prosperidad, hermandad y nunca enemistad, incomprensión o conflicto. Que sea el diálogo, queridos hermanos de Egipto, de Etiopía y de Sudán, que sea el diálogo vuestra única elección, por el bien de vuestras queridas poblaciones y del mundo entero.

Os saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos de varios países: familias, grupos parroquiales, asociaciones. En particular, saludo a los jóvenes de Acción Católica de San Gerolamo en Trieste.

Os deseo una buena fiesta de la Asunción a vosotros aquí presentes, a aquellos que están de vacaciones, como también a los que no tienen esta posibilidad, especialmente a los enfermos, a las personas que están solas y a quien asegura los servicios indispensables para la colectividad.

Es un bonito gesto hoy acudir a un Santuario para venerar a la Virgen. Los romanos y cuantos se encuentran en Roma podrían ir a Santa María Mayor, para rezar delante de la imagen de la Salus Populi Romani. ¡Buena fiesta a todos vosotros! Y por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta mañana!

15.08.20


Ángelus, 16 Agosto 2020 (C) Vatican Media

Ángelus: “Creer en el poder del Salvador divino”

Palabras antes del Ángelus


(16 agosto 2020).- A las 12 del mediodía de hoy 16 de agosto de 2020, el Santo Padre Francisco se asoma a la ventana del estudio del Palacio Apostólico  Vaticano para recitar el Ángelus con los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.

A continuación, sigue la traducción no oficial de las palabras del Santo Padre al introducir el Ángelus ofrecida por la Oficina de Prensa de la Santa Sede:

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Palabras del Papa

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de este domingo (cfr Mt 15, 21-28) describe el encuentro entre Jesús y una mujer cananea. Jesús está al norte de Galilea, en territorio extranjero, para estar con sus discípulos un poco alejado de las multitudes, que lo buscan cada vez más numerosos. Y entonces se acerca una mujer que implora ayuda para la hija enferma: “¡Ten piedad de mí, Señor!” (v. 22). Es el grito que nace de una vida marcada por el sufrimiento, por el sentido de impotencia de una madre que ve a la hija atormentada por el mal. Jesús al principio la ignora, pero esta madre insiste, insiste, también cuando el Maestro dice a los discípulos que su misión está dirigida solamente a las “ovejas perdidas de la casa de Israel” (v. 24). Ella le sigue suplicando, y Él, a este punto, la pone a prueba citando un proverbio: “No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos” (v. 26). Y la mujer responde enseguida: “Sí, Señor, pero también los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos” (v. 27).

Con estas palabras esa madre demuestra haber intuido la bondad del Dios Altísimo, presente en Jesús, está abierta a toda necesidad de sus criaturas. Esta sabiduría plena de confianza toca el corazón del Maestro y le arrebata palabras de admiración: “Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas” (v. 28). ¿Cuál es la fe grande? La fe grande es aquella que lleva la propia historia, marcada también por las heridas, a los pies del Señor pidiéndole que la sane, que le dé sentido. La mujer no tiene dudas, está segura de que Dios no quiere la muerte de su criatura. Y el evangelista Mateo cierra la historia diciendo: “Y desde aquel momento quedó curada su hija” (v. 28). Esta es la esperanza que se abre delante de nosotros hoy: si nos presentamos al Señor en nuestra pobreza, con una existencia marcada por lágrimas y cansancios pero con la confianza tenaz de la mujer cananea, entonces el Señor no podrá no acoger con ojos y corazón paternos nuestra oración.

Frente a esta escena, los discípulos de Jesús han podido constatar que, a pesar de los límites que Él se había impuesto en su evangelización, la salvación de Dios comenzaba a extenderse más allá de los confines de Israel y podía alcanzar a cualquier ser humano. La condición esencial para recibirla era solo una: creer en el poder del Salvador divino y fiarse sin reservas de su bondad misericordiosa. También hoy Jesús nos hace entender que no hay barreras para una fe humilde e incondicional: Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (cfr 1Tm 2,4). De aquí deriva el horizonte universal de la misión de la Iglesia. Es católica: no concierne solo a algunos, no tiene preclusiones, sino que es enviada a todo hombre y mujer, a toda la familia humana. La Iglesia está abierta a todos, sin distinciones; abraza la gran variedad de pueblos y de culturas que profesan la misma fe en Cristo Hijo de Dios.

La Virgen María interceda con su oración, para que crezca en cada bautizado la alegría de la fe y el deseo de comunicarla con el testimonio de una vida coherente, para que Dios sea amado y alabado por todos por sus obras de misericordia y de salvación.



Ángelus 27 octubre 2019 © Vatican Media

Ángelus 16 Agosto 2020 © Vatican Media

Ángelus: El Papa reza por el Líbano y Bielorusia

Palabras después del Ángelus

(16 agosto 2020).- Doce días después de la doble explosión que dejó 177 muertos y más de 6.500 heridos en Beirut el 4 de agosto, el Papa Francisco “sigue rezando por el Líbano”.

Durante el Ángelus del 16 de agosto de 2020, el Papa también habló de “otras situaciones dramáticas en el mundo, que provocan sufrimiento”.

Palabras después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas,

sigo rezando por el Líbano, y por las otras situaciones dramáticas en el mundo que causan sufrimiento a la gente. Mi pensamiento va también a la querida Bielorrusia. Sigo con atención la situación post-electoral en este país y hago un llamamiento al diálogo, al rechazo de la violencia y al respeto de la justicia y del derecho. Encomiendo a todos los bielorrusos a la protección de la Virgen, reina de la paz.

Saludo con afecto a todos vosotros, romanos y peregrinos de diferentes países. En particular, saludo a los religiosos brasileños presentes aquí en Roma – con muchas banderas – estos religiosos siguen espiritualmente la Primera Semana Nacional de la vida consagrada, que se celebra en Brasil. Buena semana de la vida consagrada. ¡Adelante! ¡Dirijo un saludo también a los valientes jóvenes de la Inmaculada!

Estos días son días de fiesta: que puedan ser un tiempo para restaurar el cuerpo, pero también el espíritu mediante momentos dedicados a la oración, al silencio y al contacto relajante con la belleza de la naturaleza, don de Dios. Que esto no nos haga olvidar los problemas que hay por el Covid: muchas familias que no tienen trabajo, que lo han perdido y no tienen para comer. Nuestros descansos de verano estén también acompañados de la caridad y de la cercanía a estas familias.

¡Os deseo a todos un feliz domingo y un buen almuerzo! Y por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Hasta pronto!

17.08.20




El Papa Francisco Con El Padre Julián Carrón © Vatican Media

Comunión y Liberación: Mensaje del Papa para el Encuentro de Rímini

41ª edición celebrada virtualmente

(17 agosto 2020).- Con ocasión de la 41ª edición del “Encuentro para la amistad entre los pueblostradicionalmente celebrado por la Fraternidad Comunión y Liberación en Rímini (Italia) y este año organizado de manera virtual, el Papa ha enviado un mensaje al obispo Mons. Francesco Lambiasi y a los participantes, a través del secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin.

La special edition 2020 del evento, conocido por todos como “el encuentro de Rímini”, comenzará el 18 de agosto de 2020 y se desarrollará online hasta el 23 de este mes, con el lema Sin asombro, permanecemos sordos a lo sublime, una frase del filósofo judío Abraham Joshua Heschel, citada por don Giussani en El sentido religioso: Lo sublime, esa promesa, “algo que despierta nuestra persona y la sostiene en su deseo, el factor más concreto, incluso el más operativo a la hora de afrontar nuestro tiempo”.

El asesor del Papa Francisco dirige unas palabras a los miembros de la Fraternidad que parten de la experiencia de “la dimensión del asombro que toma la forma de compasión ante el sufrimiento, la fragilidad y la precariedad de la existencia”, en la misma línea del tema elegido para esta especial edición, marcada por las difíciles circunstancias de la pandemia.

Este sentimiento humano, escribe, “ha empujado a los médicos y enfermeras a enfrentarse al grave desafío del Coronavirus con una dedicación intensa y un compromiso admirable”. Este mismo sentimiento, afirma, lo encontramos en los profesores que han acogido la fatiga de la enseñanza a distancia para asegurar la conclusión del año escolar y “ha permitido a muchos encontrar en los rostros y la presencia de sus familias la fuerza para enfrentar la incomodidad y la fatiga”.

Sentimiento original de maravilla

“¿Cómo no sentir un sentimiento original de maravilla frente al espectáculo de un paisaje montañoso, o escuchando música que haga vibrar el alma, o simplemente frente a la existencia de los que nos aman y el don de la creación?” expresa monseñor Parolin, asegurando que el tema del asombro es un “poderoso llamado a descender a las profundidades del corazón humano a través de la cuerda de la maravilla”.

En el marco del duro golpe de la pandemia mundial, el cardenal hace un llamamiento sobre un hecho que puede ser considerado paradójico: “en lugar de saciar su sed más profunda, el confinamiento ha despertado en algunas personas la capacidad de maravillarse frente a personas y hechos dados por sentados antes. Una circunstancia tan dramática ha devuelto, al menos por un tiempo, una forma más genuina de apreciar la existencia, sin ese complejo de distracciones y preconceptos que contaminan el ojo, desdibujan las cosas, vacían el asombro y nos distraen de preguntarnos quiénes somos”.

17.08.20





Audiencia general

Catequesis Sobre COVID-19, 19 Agosto 2020 (C) Vatican Media

Audiencia general: Tercera catequesis del Papa sobre COVID-19

Texto completo

Catequesis del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

La pandemia ha dejado al descubierto la difícil situación de los pobres y la gran desigualdad que reina en el mundo. Y el virus, si bien no hace excepciones entre las personas, ha encontrado, en su camino devastador, grandes desigualdades y discriminación. ¡Y las ha incrementado!


Por tanto, la respuesta a la pandemia es doble. Por un lado, es indispensable encontrar la cura para un virus pequeño pero terrible, que pone de rodillas a todo el mundo. Por el otro, tenemos que curar un gran virus, el de la injusticia social, de la desigualdad de oportunidades, de la marginación y de la falta de protección de los más débiles. En esta doble respuesta de sanación hay una elección que, según el   Evangelio, no puede faltar: es la opción preferencial por los pobres (cfr Exhort. ap. Evangelii gaudium [EG], 195). Y esta no es una opción política; ni tampoco una opción ideológica, una opción de partidos. La opción preferencial por los pobres está en el centro del Evangelio. Y el primero en hacerlo ha sido Jesús; lo hemos escuchado en el pasaje de la Carta a los Corintios que se ha leído al inicio. Él, siendo rico, se ha hecho pobre para enriquecernos a nosotros. Se ha hecho uno de nosotros y por esto, en el centro del Evangelio, en el centro del anuncio de Jesús  está esta  opción.

Cristo mismo, que es Dios, se ha despojado a sí mismo, haciéndose igual a los hombres; y no ha elegido una vida de privilegio, sino que ha elegido la condición de siervo (cfr Fil 2, 6-7). Se aniquiló a sí mismo convirtiéndose en siervo. Nació en una familia humilde y trabajó como artesano. Al principio de su predicación, anunció que en el Reino de Dios los pobres son bienaventurados (cfr Mt 5, 3; Lc 6, 20; EG, 197). Estaba en medio de los enfermos, los pobres y los excluidos, mostrándoles el amor misericordioso de Dios (cfr Catecismo de la Iglesia Católica, 2444). Y muchas veces ha sido juzgado como un hombre impuro porque iba donde los enfermos, los leprosos, que según la ley de la época eran impuros. Y Él ha corrido el riesgo por estar cerca de los  pobres.
lPor esto, los seguidores de Jesús se reconocen por su cercanía a los pobres, a los pequeños, a los enfermos y a los presos, a los excluidos, a los olvidados, a quien está privado de alimento y ropa (cfr Mt 25, 31-36; CCC, 2443) . Podemos leer ese famoso parámetro sobre el cual seremos juzgados todos, seremos juzgados todos. Es Mateo, capítulo 25. Este es un criterio-clave de autenticidad cristiana (cfr Gal 2,10; EG, 195). Algunos piensan, erróneamente, que este amor preferencial por los pobres sea una tarea para pocos, pero en realidad es la misión de toda la Iglesia, decía San Juan Pablo II (cfr S. JUAN PABLO II, Enc. Sollicitudo rei socialis, 42). “Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres .

La fe, la esperanza y el amor necesariamente nos empujan hacia esta preferencia por los más necesitados,1que va más allá de la pura necesaria asistencia (cfr EG, 198). Implica de hecho el caminar juntos, el dejarse evangelizar por ellos, que conocen bien al Cristo sufriente, el dejarse “contagiar” por su experiencia de la salvación, de su sabiduría y de su creatividad (cfr ibid.). Compartir con los pobres significa enriquecerse mutuamente. Y, si hay estructuras sociales enfermas que les impiden soñar por el futuro, tenemos que trabajar juntos para sanarlas, para cambiarlas (cfr ibid., 195). Y a esto conduce el amor de Cristo, que nos ha amado hasta el extremo (cfr Jn 13, 1) y llega hasta los confines, a los márgenes, a las fronteras existenciales. Llevar las periferias al centro significa centrar nuestra vida en Cristo, que “se ha hecho pobre” por nosotros, para enriquecernos “por medio de su pobreza” (2 Cor 8, )

Todos estamos preocupados por las consecuencias sociales de la pandemia. Todos. Muchos quieren volver a la normalidad y retomar las actividades económicas. Cierto, pero esta “normalidad” no debería comprender las injusticias sociales y la degradación del ambiente. La pandemia es una crisis y de una crisis no se sale iguales: o salimos mejores o salimos peores. Nosotros debemos salir mejores, para mejorar las injusticias sociales y la degradación ambiental. Hoy tenemos una ocasión para construir algo diferente. Por ejemplo, podemos hacer crecer una economía de desarrollo integral de los pobres y no de asistencialismo. Con esto no quiero condenar la asistencia, la obras de asistencia son importantes. Pensemos en el voluntariado, que es una de las estructuras más bellas que tiene la Iglesia italiana. Pero tenemos que ir más allá y resolver los problemas que nos impulsan a hacer asistencia. Una economía que no recurra a remedios que en realidad envenenan la sociedad, como los rendimientos disociados de la creación de puestos de trabajo dignos (cfr EG, 204). Este tipo de beneficios está disociado por la economía real, la que debería dar beneficio a la gente común (cfr Enc. Laudato si’ [LS], 109), y además resulta a veces indiferente a los daños infligidos a la casa común.

La opción preferencial por los pobres, esta exigencia ético-social que proviene del amor de Dios (cfr LS, 158), nos da el impulso a pensar y a diseñar una economía donde las personas, y sobre todo los más pobres, estén en el centro. Y nos anima también a proyectar la cura del virus privilegiando a aquellos que más lo necesitan. ¡Sería triste si en la vacuna para la COVID-19 se diera la prioridad a los ricos! Sería triste si esta vacuna se convirtiera en propiedad de esta o aquella nación y no sea universal y para todos. Y qué escándalo sería si toda la asistencia económica que estamos viendo – la mayor parte con dinero público – se concentrase en rescatar industrias que no contribuyen a la inclusión de los excluidos, a la promoción de los últimos, al bien común o al cuidado de la creación (ibid.). Hay criterios para elegir cuáles serán las industrias para ayudar: las que contribuyen a la inclusión de los excluidos, a la promoción de los últimos, al bien común y al cuidado de la creación. Cuatro criterios.

Si el virus tuviera nuevamente que intensificarse en un mundo injusto para los pobres y los más vulnerables, tenemos que cambiar este mundo. Con el ejemplo de Jesús, el médico del amor divino integral, es decir de la sanación física, social y espiritual (cfr Jn 5, 6-9), – como era la sanación que hacía Jesús -, tenemos que actuar ahora, para sanar las epidemias provocadas por pequeños virus invisibles, y para sanar esas provocadas por las grandes y visibles injusticias sociales. Propongo que esto se haga a partir del amor de Dios, poniendo las periferias en el centro y a los últimos en primer lugar. No olvidar ese parámetro sobre el cual seremos juzgados, Mateo, capítulo 25. Pongámoslo en práctica en este repunte de la epidemia. Y a partir de este amor concreto, anclado en la esperanza y fundado en la fe, un mundo más sano será posible. De lo contrario, saldremos peor de esta crisis. Que el Señor nos ayude, nos dé la fuerza para salir mejores, respondiendo a la necesidad del mundo de hoy.

20.08.20





Papa

El Papa Agradece A La Virgen En La Basílica Santa María Mayor © Vatican Media

El Papa anima a liberar la piedad mariana de la influencia de la mafia

Nuevo departamento dentro de la Academia Pontificia

20 agosto 2020).- El Papa anima a liberar la piedad mariana de la influencia de la mafia, así lo ha comunicado a la Academia Pontificia Mariana Internacional en una carta al presidente de la institución, el padre Stefano Cecchin.

“La devoción mariana”, escribe en su mensaje publicado el 20 de agosto de 2020 por Vatican News, “es un patrimonio religioso y cultural que debe ser salvaguardado en su pureza original liberándolo de superestructuras, poderes o condicionamientos que no cumplen con los criterios evangélicos de justicia, libertad, honestidad y solidaridad”.

El Papa también espera que los santuarios marianos se conviertan cada vez más en “ciudadelas de oración, centros de acción del Evangelio, lugares de conversión, pilares de la piedad mariana”. Elogió la “operación cultural de concienciación” de la Academia.

En efecto, se creó allí un departamento para estudiar los fenómenos criminales de la mafia y “liberar la figura de María de la influencia de las organizaciones mafiosas”. Las directrices de este departamento –en el que participan teólogos, magistrados, criminólogos, abogados, miembros de las fuerzas del orden y políticos– se elaborarán durante un congreso que se celebrará en Roma el 18 de septiembre.

“La tarea de nuestra academia –dijo el P. Cecchin a Noticias del Vaticano– es dar una sana formación en Mariología para una sana piedad popular”. En Italia y en otros lugares, señala, “existe una religiosidad débil” utilizada “por personas que saben manipular el corazón y los sentimientos, no sólo desde el punto de vista de la delincuencia, sino también en otras formas como los hechiceros o los curanderos”. Proporcionan “respuestas mágicas”, para “obtener un beneficio económico”.

La figura de María, añade, se utiliza, por ejemplo, “para mantener a la gente esclava” presentándola “como una mujer que es esclava y sumisa de Dios”.

Se trata, por lo tanto, de erradicar “las formas rituales” asumidas por las organizaciones mafiosas “a través de la formación de personas y familias”: “El Papa Francisco nos exhorta a ofrecer esta formación integral de la persona humana. El primer principio para ayudar a la humanidad y al hogar común, a la sociedad, al hombre y a la mujer, es precisamente dar una formación saludable”.

El padre Cecchin también se refiere a las reverencias a los líderes de la mafia durante las procesiones: “¡Esto no es religión! Es una superstición. ¿Cómo es vista la religión por estos jefes, por estas mafias? Como una realidad en la que Dios también se somete a ellos… ¿Y la Virgen también se inclina ante su patrocinio y autoridad? ¡Como si quisieran enseñar a la gente que Dios está con ellos! Por lo tanto, también quieren utilizar los sentimientos religiosos del pueblo para convertirlos en personas que no son libres, en esclavos”.

21.08.20




San Ramón Nonato

Cardenal Bergoglio Saluda A Fieles En Buenos Aires © Vatican Media

Mensaje del Papa a la Comunidad de San Ramón Nonato, en Buenos Aires

Patrón de las obstétricas

(21 agosto 2020).- Con ocasión de la fiesta patronal de san Ramón Nonato, patrón de las obstétricas, el próximo 31 de agosto, el Papa Francisco escribió un mensaje a la Comunidad de San Ramón Nonato, en Argentina.

“Aún hoy, cuando en las audiencias una pareja me pide la bendición para que venga un hijo –escribe el Papa– les digo que recen a San Ramón Nonato y, si son argentinos, les aconsejo que se detengan en el Santuario de la Vía Cervantes”.

El Pontífice argentino acudía a esta parroquia cuando era arzobispo de Buenos Aires: “Recuerdo mis encuentros allí en estos días de fiesta, las bendiciones de las madres, los niños, las parejas que piden un hijo… un verdadero himno a la vida que vendrá”, redacta en la carta dirigida al padre Rubén Ceraci, párroco de la Comunidad de San Ramón Nonato, con ocasión de la onomástica.

“Junto con San Ramón abrazamos la esperanza”

Con relación a la próxima novena patronal que comenzará este sábado 22 de agosto, el Papas desea a los fieles de la Comunidad de San Ramón Nonato “una hermosa celebración” a pesar de las restricciones debidas a la COVID-19: “Estoy seguro de que la gracia, la paz, la salud y la fertilidad serán abundantes”.

El lema que enmarca las celebraciones de este año es: “Junto con San Ramón abrazamos la esperanza”. Cada día estará marcado por un momento de oración por la noche. El 31 de agosto, a las 19:30 hora, la Misa será presidida por el cardenal primado Mario Poli, arzobispo de Buenos Aires.

No nacido

San Ramón Nonato (literalmente “no nacido” de madre viva, sino extraído de su cuerpo sin vida por una cesárea), es también el patrón de las obstétricas debido a las dramáticas circunstancias en las que vino al mundo del cuerpo sin vida de su madre.

Además, Ramón significa “protegido por la divinidad”, algo significativo en la vida del  santo nacido en Cataluña, España, en 1204. Muy joven entró en la Congregación de Padres Mercedarios que se dedicaban a rescatar cautivos que los mahometanos habían llevado presos a Argel.

22.08.20



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