El papa invita a rezar
incesantemente por la paz en Siria, Líbano y Oriente Medio
Francisco hace este llamamiento en
la homilía de Santa Marta
Por
Redacción
CIUDAD DEL VATICANO, 25 de septiembre de 2013 (Zenit.org) - El papa
esta mañana ha concelebrado la eucaristía matutina en Santa Marta con los
cardenales Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias
Orientales y Béchara Boutros Raï, patriarca de Antioquía de los maronitas,
junto a un grupo de obispos maronitas venidos del Líbano, de Siria, de Tierra
Santa y de otros países de todo el mundo. Las ideas que han estado al centro de
su predicación han sido "la vergüenza delante de Dios, la oración para
implorar la misericordia divina y la plena confianza en el Señor".
El santo padre ha comentado las lecturas de la
liturgia deteniéndose de forma particular en el fragmento del libro de Esdras.
Francisco ha desarrollado la homilía en torno a tres conceptos.
En primer lugar la actitud de vergüenza y confusión
del Esdras delante de Dios, hasta el punto de no poder alzar los ojos hacia Él.
Vergüenza y confusión de todos nosotros por los pecados cometidos, que nos han
llevado a la esclavitud porque hemos servido a ídolos que no son Dios.
A continuación ha pasado al segundo concepto: la
oración. "Según el ejemplo de Esdras, que de rodillas alza las manos hacia
Dios implorando misericordia, así debemos hacer nosotros por nuestro innumerables
pecados". Ha continuado el papa remarcando que es necesario elevar también
una oración por la paz en Líbano, en Siria y en todo Oriente Medio. Y ha
añadido que "la oración es siempre y sin embargo, el camino que debemos
recorrer para afrontar los momentos difíciles, como las pruebas más dramáticas
y la oscuridad que a veces nos rodea en situaciones impredecibles. El pontífice
ha subrayado que para encontrar el camino de salida de todo ello es necesario
rezar incesantementeFinalmente, el santo padre ha hablado de la confianza
absoluta en Dios que nunca nos abandona. "Estamos seguros que el Señor
está con nosotros y, por tanto, nuestro caminar debe hacerse perseverar gracias
a la esperanza que infunde fortaleza. La palabra de los pastores será
tranquilizante para los fieles: el Señor no nos abandonará nunca", ha
señalado el papa.
Después de la comunión, el cardenal Bechara Raï
ha dirigido un agradecimiento al santo padre y un saludo cordial en nombre de
los obispos participantes, de todos los maronitas y de todo el Líbano,
confirmando su fidelidad a Pedro y a su sucesor "que nos sostiene en
nuestro camino a menudo espinoso". En particular ha dado las gracias al
papa por el fuerte impulso que ha dado a la búsqueda de la paz: "Su
oración y exhortación por la paz en Siria y en Oriente Medio ha sembrado
esperanza y consuelo".
25.09.13
'Es la mirada de Jesús la que nos cambia la vida'
Francisco en la homilía de este
sábado en Santa Marta, cuando se cumplen los 60 años de su decisión de hacerse
sacerdote
Por
Redacción
CIUDAD DEL VATICANO, 21 de septiembre de 2013 (Zenit.org) - Sesenta
años atrás en un 21 de septiembre como hoy, fecha del evangelista san Mateo,
Jorge Mario Bergoglio decidió seguir su vocación sacerdotal.
Quizás movido por este hecho al comentar el relato de
la conversión del evangelista, el santo padre se detuvo en el poder de la
mirada de Cristo, capaz de cambiar para siempre la vida de aquel sobre quien se
posa.
“Una mirada que lleva a crecer, a ir adelante; que
alienta porque hace sentir que Él te quiere”; que da el valor necesario para
seguirle.
Precisamente como ocurrió para el recaudador de
impuestos que se convirtió en su discípulo: “Para mí es un poco difícil
entender cómo Mateo pudo oír la voz de Jesús”, que en medio de muchísima gente
dice “sígueme”. Es más, el obispo de Roma no está seguro de que el llamado haya
oído la voz del Nazareno, pero tiene la certeza de que “sintió en su corazón la
mirada de Jesús que le contemplaba. Y aquella mirada es también un rostro” que
le cambió la vida. "Nosotros decimos: le convirtió”. Después hay otra
acción descrita en la escena: “En cuanto oyó en su corazón aquella mirada, él
se levantó y lo siguió”. Por esto el santo padre hizo notar que “la mirada de
Jesús nos levanta siempre; nos eleva”, nos alza; nunca nos “deja ahí” donde
estábamos antes de encontrarle. Ni tampoco quita algo: “Nunca te abaja, nunca
te humilla, te invita a alzarte”, y haciendo oír su amor da el valor necesario
para poderle seguir.
He aquí entonces el interrogante que pone el
santo padre: “Pero ¿cómo era esta mirada de Jesús?”. La respuesta es: “No era
una mirada mágica”, porque Cristo “no era un especialista en hipnosis”, sino
algo muy distinto. Basta pensar en “cómo miraba a los enfermos y los curaba” o
en “cómo miraba a la multitud que le conmovía, porque la sentía como ovejas sin
pastor”. Y el santo padre explica que para tener una respuesta al interrogante
inicial es necesario reflexionar no sólo en “cómo miraba Jesús”, sino también
en “cómo se sentían mirados” los destinatarios de aquellas miradas. Porque,
explicó, “Jesús miraba a cada uno” y “cada uno se sentía mirado por Él”, como
si llamara a cada uno por su proprio nombre.
Por esto la mirada de Cristo “cambia la vida”. A
todos y en toda situación. También -añadió el Papa Francisco- en los momentos
de dificultad y de desconfianza. Como cuando pregunta a sus discípulos:
¿también vosotros queréis iros? Lo hace mirándoles “a los ojos y ellos han
recibido el aliento para decir: no, vamos contigo”; o como cuando Pedro, tras
haber renegado de Él, encontró de nuevo la mirada de Jesús “que le cambió el
corazón y le llevó a llorar con tanta amargura: una mirada que cambiaba todo”.
Y finalmente está “la última mirada de Jesús”, aquella con la que, desde lo
alto de la cruz, “miró a su mamá, miró al discípulo”: con aquella mirada “nos
dijo que su mamá era la nuestra: y la Iglesia es madre”. Por este motivo “nos
hará bien pensar, orar sobre esta mirada de Jesús y también dejarnos mirar por
Él”.
El papa Francisco volvió a la escena evangélica,
que prosigue con Jesús sentado a la mesa con publicanos y pecadores. “Se corrió
la voz y toda la sociedad, pero no la sociedad 'limpia', se sintió invitada a
aquel almuerzo”, comentó el santo padre, porque “Jesús les había mirado y esa
mirada sobre ellos fue como un soplo sobre las brasas; sintieron que había
fuego dentro”; y experimentaron también “que Jesús les hacía subir”, les
alzaba, “les devolvía a la dignidad”, porque “la mirada de Jesús siempre nos
hace dignos, nos da dignidad”.
Y el papa identificó una última
característica en la mirada de Jesús: la generosidad. Es un maestro que come
con la suciedad de la ciudad, pero que sabe también cómo “bajo aquella suciedad
estaban las brasas del deseo de Dios”, deseosas de que alguno las “ayudara a
prenderse fuego”. Y esto es lo que hace precisamente “la mirada de Jesús”:
entonces como hoy. “Creo que todos nosotros en la vida -dijo el Papa Francisco-
hemos sentido esta mirada y no una, sino muchas veces. Tal vez en la persona de
un sacerdote que nos enseñaba doctrina o nos perdonaba los pecados, tal vez en
la ayuda de personas amigas”. Y sobre todo “todos nosotros nos encontraremos
ante esa mirada, esa mirada maravillosa”. Por esto vayamos “adelante en la
vida, en la certeza de que Él nos mira y nos espera para mirarnos
definitivamente. Y esa última mirada de Jesús sobre nuestra vida será para
siempre, será eterna”. Para hacerlo se puede pedir ayuda en la oración a todos
“los santos que fueron mirados por Jesús”, a fin de que “nos preparen para
dejarnos mirar en la vida y nos preparen también para esa última mirada de
Jesús”
21.09.13.
21.09.13.
El papa en Cerdeña a los
trabajadores: un sistema que puso al centro el ídolo del dinero y no a la
persona
Francisco improvisa un discurso en
Cagliari: 'no quiero ser un funcionario que dice coraje'. Recuerda el problema
en su familia y su país, les invita a luchar, a no dejarse robar la esperanza y
a ser solidarios. E improvisa una oración pidiendo trabajo
Por H.
Sergio Mora
ROMA, 22 de septiembre de 2013 (Zenit.org) - El papa en
su visita apostólica en la ciudad italiana de Cagliari tuvo el primer encuentro
a las nueve de la mañana con el mundo del trabajo, o sea trabajadores,
autoridades, familias, teniendo como fondo de cuadro las dificultades causadas
por la desocupación, el paro, agravado por la crisis económica que está pasando
Europa.
Le dirigió sus palabras un señor jóven que desde hace
cuatro años está desempleado y que recordó a dos de sus colegas que murieron en
este período. 'Estamos aquí para rendirle homenaje y agradecerle por este
coraje que nos trae'. Porque una sociedad que no da trabajo no es justa'. Y le
pidió que como Moisés 'interceda para ayudar el grito de los desesperados'.
A continuación una empresaria joven indicó el
itinerario de cooperativa social en la que trabajan más de cien empleados, con
un sistema de democracia interna que valoriza las potencialidades de
todos.
Se escuchaba
que muchos coreaban 'trabajo, trabajo, trabajo' (lavoro, lavoro, lavoro).
Un tercer isleño recordó la dificultad que tiene hoy
la agricultura, sufriendo además una marginación social.
El papa inició su discurso: “Esta visita inicia
aquí con ustedes, que componen el mundo de trabajo”. Y que “con este encuentro
quiero sobre todo expresar mi cercanía, especialmente a las situaciones de
sufrimiento: a tantos jóvenes desocupados, a las personas con subsidio de
desempleo, precarios, empresarios, comerciantes, que tienen dificultad de ir
adelante”. Recordó que conoció la problemática “debido a la experiencia que
tuve en Argentina, por esto les dijo ¡Coraje!, debemos enfrentar con
solidaridad e inteligencia este desafío histórico.
Y recordó: Yo no la conocí, pero mi papá fue
a Argentina y sufrió la crisis de los años 30, perdió todo y yo escuché en mi
infancia dentro de mi casa hablar de este sufrimiento, dijo.
Les quiero decir coraje pero soy conciente que
tengo que hacer todo lo que pueda para que esta palabra no sea una linda
palabra de pasaje. No sea solamente una sonrisa de un empleado de la Iglesia
que les dice 'coraje', no esto no lo quiero, quiero que este coraje venga de
adentro, como personas como hombres. Tenemos que enfrentar eso con
solidaridad e inteligencia en esta emergencia histórica.
Esta es la segunda ciudad que visito en Italia
pero ambas, fueron islas. En Lampedusa vi el sufrimiento de tanta gente que
busca --arriesgando la vida-- dignidad, pan, salud. El mundo de los refugiados.
Y he visto la respuesta de esa ciudad, que a pesar de ser isla no quiso
aislarse, acoge y nos da un ejemplo.
Aquí también en esta segunda isla veo
sufrimiento, por ver que roban la esperanza, sufrimiento por la falta de
trabajo que lleva a sentirse sin dignidad, porque donde no hay trabajo falta la
dignidad. Y este no es un problema solamente aquí aunque es fuerte, pero es la
consecuencia de una elección a nivel mundial.
Es un sistema económico que tiene al centro un
ídolo que se llama dinero. Dios quiso que el centro del mundo no sea un ídolo,
sino el hombre y la mujer que lleven adelante con su trabajo. Este sistema
sin ética, tiene un ídolo en en centro y se ha vuelto idólatra, manda el
dinero, y todo lo que sirve a este ídolo.
Caen los ancianos, porque no dejan lugar en este
mundo para ellos, porque existe la eutanasia escondida, porque no los curan y
sufren los jóvenes.
Vuestros gritos 'lavoro, lavoro, lavoro', es como
una oración, para llevar el pan a casa. Se descarta a los jóvenes y a los
ancianos. Nosotros tenemos que decir queremos un sistema justo. En el
centro tienen que estar el hombre y las mujeres, y no el dinero.
Yo había escrito algunas cosas para ustedes, pero
mirándolos me vinieron otras palabras. Dejaré al obispo lo que había escrito.
Es fácil decir 'no pierdan la esperanza' pero a
quien tiene trabajo y a quien no, les digo 'no se dejen robar la esperanza'.
Como soplando sobre las brasas para que el fuego vuelva. La esperanza la
hacemos todos, tenemos que sostenerla entre todos. La esperanza es una cosa
vuestra y nuestra. Por eso repito no se dejen robar la esperanza.
Pero seamos vivos, porque el Señor nos dice que
los ídolos son más astutos que nosotros, el Señor nos invita a ser palomas más
astutas que la serpiente. En este momento en nuestro
sistema, luchemos para que en el centro de nuestra vida esté el hombre y
la familia.
Quisiera terminar rezando en silencio con todos
ustedes. Diré lo que me viene al corazón, ustedes en silencio recen conmigo.
“Señor Dios, míranos. Mira a esta ciudad y a esta
isla, mira a nuestras familias. Señor a ti no ha faltado el trabajo, has hecho
el carpintero y eras feliz, Señor nos falta el trabajo. Los ídolos quieren
robarnos la dignidad, los sistemas injustos quieren robarnos la esperanza,
Señor no nos dejes solos, ayúdanos a ayudarnos entre nosotros y que olvidemos
un poco el egoísmo y centremos en el corazón el 'nosotros', nosotros el pueblo
que quiere ira delante. Señor Jesús que no falte un trabajo, dadnos trabajo y
enseñanos a luchar por el trabajo y bendícenos a todos nosotros. En el nombre
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Muchas gracias y recen por mí".
22.09.13
"Pidamos a San Miguel -dijo el papa Bergoglio- que nos ayude en esta guerra: nunca debemos hablar mal uno del otro, nunca abrir los oídos a los chismorreos", según informa Radio Vaticano.
El pontífice instó también a los gendarmes a intervenir si escuchan cualquier "chascarrillo". "Es necesario frenarlo" aseveró, y sugirió a los gendarmes que cuando vean un comportamiento así digan: "Aquí no se puede: salga por la puerta de Santa Ana (que da entrada al Vaticano), vaya fuera y chismorree allí. Aquí no se puede".
Para el papa, el chismorreo, de hecho, debe convertirse en una "lengua prohibida" en el Vaticano, porque "genera el mal".
"Os pido", aseguró el papa ante 100 militares bajo las órdenes de Domenico Giani que "no solo defendáis las puertas, las ventanas del Vaticano" -que por otra parte es "un trabajo necesario e importante", "os pido que defendáis como vuestro patrón San Miguel la puerta del corazón de quien trabaja en Vaticano, donde la tentación entra exactamente como en tantos otros sitios", con un talante negativo.
Una maldad que ha resumido el papa: "Digo así, para todos, también para mí, para todos", porque "es una tentación que al diablo le gusta mucho: aquella contra la unidad, cuando las insidias van contra la unidad de que los que viven y trabajan en el Vaticano".
No es la primera vez que el papa alude a los chismorreos en el Vaticano.
El pasado miércoles, durante la tradicional audiencia en la plaza de San Pedro, el obispo de Roma afirmó: "Antes de chismorrear, un cristiano debe morderse la lengua, (...) le hará bien porque la lengua se hincha y no podrá hablar, ni chismorrear" al hablar, sentenció.
Por otro lado, el papa Bergoglio envió un mensaje al quinto Festival Franciscano que han comenzado en Rimini, norte de Italia.
El papa quiere de toda la Iglesia Católica "una cada vez mayor adhesión a la espiritualidad del pobre de Asís, icono viviente de Cristo Señor, y "generoso testimonio evangélico basado en el sincero amor fraterno".
En el texto, que fue enviado por el Secretario de Estado en funciones, Tarcisio Bertone, el papa expresó "cercanía por la iniciativa que intenta llevar el carisma franciscano a la plazas y a las gentes".
Además, el pontífice argentino pide que recen por él y por su ministerio.
El festival, que termina mañana, está dedicado al camino, una ocasión para recordar el recorrido de san Francisco por Romagna hace 800 años, pero también para hablar del viaje como metáfora de las condiciones existenciales de cada hombre y de cada mujer.
Francisco: El sacramento no es un
rito mágico, sino el encuentro con Jesús que nos espera
Recordó en la misa de Santa Marta
que Dios "es un compañero de camino, que hace la historia con nosotros
ROMA, 24 de septiembre de 2013 (Zenit.org) - Jesús nos
espera siempre, esta es la humildad de Dios. Es lo que dijo el papa Francisco
en la misa de esta mañana en la Casa Santa Marta. El papa, quien se inspiró en
el salmo "Vamos alegres a la casa del Señor", subrayó que el
sacramento no es un ritual mágico, sino un encuentro con Jesús, que nos
acompaña en la vida.
El papa Francisco se inspiró en el salmo de hoy,
recitado después de la primera lectura, para detenerse sobre la presencia del
Señor en nuestra vida. Una presencia que acompaña. En la historia del Pueblo de
Dios, observó el papa, hay "buenos momentos que dan alegría", y
también momentos malos "de dolor, de martirio, de pecado":
"Y sea en los momentos malos, como en los buenos tiempos,
una cosa es siempre la misma: ¡el Señor está allí, nunca abandona a su pueblo!
Porque el Señor, aquel día del pecado, del primer pecado, ha tomado una
decisión, hizo una elección: hacer historia con su pueblo. Y Dios, que no tiene
historia, porque es eterno, ha querido hacer historia, caminar cerca de su
pueblo. Pero más aún: convertirse en uno de nosotros, y como uno de nosotros,
caminar con nosotros, en Jesús. Y esto nos habla de la humildad de Dios".
He aquí, pues, que la grandeza de Dios --añadió, es su
humildad: "Ha querido caminar con su pueblo". Y cuando su pueblo
"se alejaba de Él por el pecado, con la idolatría", "Él estaba
allí" esperando. Y también Jesús –continuó, viene con "esta actitud
de humildad”. Él quiere "caminar con el pueblo de Dios, caminar con los
pecadores; incluso caminar con los soberbios". El Señor, dijo, ha hecho
mucho "para ayudar a estos corazones soberbios de los fariseos":
"Humildad. Dios siempre está listo. Dios
está a nuestro lado, Dios camina con nosotros, es humilde, siempre nos espera.
Jesús siempre nos espera. Esta es la humildad de Dios. Y la Iglesia canta con
alegría esta humildad de Dios que nos acompaña, como lo hicimos con el Salmo. "Vamos
alegres a la casa del Señor': vamos con alegría porque Él nos acompaña, Él está
con nosotros. Y el Señor Jesús, incluso en nuestra vida personal nos acompaña:
con los sacramentos. El sacramento no es un ritual de magia: se trata de un
encuentro con Jesucristo, nos encontramos con el Señor. Es Él quien está al
lado de nosotros y nos acompaña".
Jesús se hace "compañero de camino".
"También el Espíritu Santo –añadió, nos acompaña y nos enseña todo lo que
no sabemos, en el corazón" y "nos recuerda todo lo que Jesús nos
enseñó". Y así "nos hace sentir la belleza del buen camino".
"Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo -dijo el
papa Francisco, son compañeros de camino, hacen la historia con nosotros".
Y esto --continuó, la Iglesia lo celebra
"con gran alegría, incluso en la Eucaristía", con la "cuarta
oración eucarística", donde "se canta el amor tan grande de Dios que
ha querido ser humilde, que ha querido ser compañero de viaje de todos
nosotros, que ha querido también Él hacerse historia con nosotros".
"Y si Él entró en nuestra Historia, entremos
también nosotros un poco en la historia de Dios, o por lo menos pidámosle la
gracia de dejar escribir nuestra historia por Él: que Él escriba nuestra
historia. Es algo seguro".
25.09.13
El verdadero cristiano no evita la
cruz y lleva las humillaciones con alegría y paciencia
El santo padre en la homilía de
Santa Marta alerta también de la "tentación del bienestar espiritual"
que impiden amar a Cristo con todo nuestro ser
CIUDAD DEL VATICANO, 27 de septiembre de 2013 (Zenit.org) - "La
capacidad de llevar con alegría y paciencia las humillaciones es la prueba para
entender si se es cristiano". Lo ha dicho el papa Francisco esta
mañana en la homilía de Santa Marta y ha advertido sobre las "tentaciones
del bienestar espiritual" que impiden amar a Cristo con todo nuestro
ser.
También ha hablado del peligro de la tibieza, de una
fe hecha de cálculos y pasos retenido, está siempre detrás de la esquina.
El punto de partida en la homilía ha sido el Evangelio
de Lucas en el fragmento en el que Jesús pide primero a los discípulos, quién
dice la gente qué es Él y qué dicen ellos. El papa ha afirmado que también se
dirige a nosotros esta pregunta y ha enumerado una serie de respuestas en las
cuales se asoma la esencia de una fe que estaba madura a medias. "¿Para ti
quién soy yo? El dueño de esta empresa, un buen profeta, un buen maestro, uno
que te hace bien al corazón? - lo que también es 'todo verdad'. ¿Soy uno que
camina contigo en la vida, que te ayudar a ir adelante, a ser un poco bueno?
Sí, es verdad, pero no termina ahí", ha afirmado el papa.
Por eso ha explicado que "ha sido el Espíritu
Santo el que ha tocado el corazón de Pedro para que pueda decir quién es
Jesús". El papa ha recordado que la reacción de Pedro cuando Jesús les
pide que no lo revelen y les anuncia la Pasión, muerte y la Resurrección, está
descrita en el Evangelio de san Mateo, "Pedro se asusta, se
escandaliza".
Y a esto se ha referido como la "tentación
del bienestar espiritual". "Tenemos todo: tenemos la Iglesia,
tenemos a Jesucristo, los sacramentos, a la Virgen, todo, un buen trabajo para
el Reino de Dios. (...) Pero no basta el bienestar espiritual sino hasta un cierto
punto. Como aquel joven que era rico: quería ir con Jesús, pero hasta un cierto
punto. Falta esta última unción del cristiano, para ser cristiano de verdad: la
unión de la cruz, la unción de la humillación", ha subrayado el papa. Y ha
preguntado a los presentes: "¿Soy un cristiano de cultura y de bienestar?
¿Soy un cristiano que acompaña al Señor hasta la cruz? El signo es la capacidad
de llevar la humillación".
El santo padre ha advertido que el escándalo de
la Cruz continúa bloqueando a muchos cristianos. "La verificación si un
cristiano es un verdadero cristiano es su capacidad de llevar con alegría y con
paciencia las humillaciones; y como esto es algo que a nadie le no gusta... hay
muchos cristianos que, mirando al Señor, piden humillaciones para parecerse a
Él. Esta es la elección: o cristianos de bienestar - que irán al Cielo ¿eh?,
seguro te salvarás ¿eh? - o cristiano cerca de Jesús, por el camino de
Jesús".
27.09.13
28.09.13
Francisco invita a pedir la gracia
de no huir de la Cruz
Homilía del santo padre en Santa
Marta
Por
Redacción
CIUDAD DEL VATICANO, 28 de septiembre de 2013 (Zenit.org) - El papa en
la homilía de Santa Marta, haciendo referencia al Evangelio del día en el
que Jesús anuncia a los discípulos su pasión, ha invitado a pedir la gracia de
no huir de la Cruz. "El Hijo del hombre va a ser entregado a las manos de
los hombres", a estas palabras de Jesús se ha referido el papa para decir
que "congelan a los discípulos que pensaban en un camino triunfal.
Palabras que "se mantenían misteriosas para ellos porque no entendían el
sentido" y "tenían miedo de interrogarlo sobre este argumento".
En palabras del papa "tenían miedo de la Cruz,
tenían miedo de la Cruz. El mismo Pedro, después de esa confesión solemne en la
región de la Cesarea de Felipe, cuando Jesús dice esto otra vez, reprendía al
Señor: '¡No, nunca, Señor! ¡Esto no!' Tenía miedo de la Cruz, pero no solo los
discípulos, no solo Pedro, ¡el mismo Jesús tenía miedo de la Cruz! Él no podía
engañarse, Él sabía. Tanto era el miedo de Jesús que esa tarde del jueves sudó
sangre; tanto era el miedo de Jesús que casi dijo lo mismo que Pedro, casi...
'Padre, aparta de mí este cáliz. ¡Se haga tu voluntad!' ¡Esta era la
diferencia!".
Ha subrayado el papa que la Cruz nos da miedo también
en la obra de evangelización, pero está la "regla" que "el
discípulo no es más grande del Maestro. Está la regla que no hay redención sin
la efusión de la sangre", no hay obra apostólica fecunda sin la Cruz.
Por eso Francisco ha afirmado que "quizá nosotros
pensamos, cada uno de nosotros puede pensar: 'Y a mí, ¿a mí qué me sucederá?
¿Cómo será mi Cruz?' No sabemos. No sabemos, ¡pero estará! Debemos pedir la
gracia de no huir de la Cruz cuando venga: con miedo ¡eh! ¡Eso es verdad! Eso
nos da miedo. Pero seguir a Jesús termina allí. Me vienen a la mente las
últimas palabras que Jesús ha dicho a Pedro, en esa coronación pontificia en el
Tiberiades: '¿me amas? ¡alimenta! ¿me amas? ¡alimenta!.... pero las últimas
palabras eran esas: 'te llevarán donde no quieres ir. La promesa de la
Cruz".
Para finalizar su homilía el
santo padre lo ha hecho con una oración a María: "muy cercana a Jesús, en
la Cruz, era su madre, su mamá. Quizá hoy, el día que nosotros la rezamos, será
bueno pedirle la gracia no de quitar el miedo - eso debe venir, el miedo de la
Cruz... - sino la gracia de no asustarse y huir de la Cruz. Ella estaba allí y
sabe como se debe estar cerca a la Cruz".
Ofensiva del Papa contra el
chismorreo
El papa Francisco el pasado domingo. EFE
Ciudad del
Vaticano, 28 sep (EFE).- El papa Francisco dijo hoy que el diablo trata de
crear una guerra civil interna, una suerte de guerra civil y espiritual.
"Es una guerra que no se hace con las armas, que conocemos, se hace con la
lengua".
El papa argentino pronunció una homilía durante la
misa para el Cuerpo de Gendarmería Vaticana, en la gruta de Lourdes en los
Jardines Vaticanos, con ocasión de la fiesta de los gendarmes, San Miguel
Arcángel.
"Pidamos a San Miguel -dijo el papa Bergoglio- que nos ayude en esta guerra: nunca debemos hablar mal uno del otro, nunca abrir los oídos a los chismorreos", según informa Radio Vaticano.
El pontífice instó también a los gendarmes a intervenir si escuchan cualquier "chascarrillo". "Es necesario frenarlo" aseveró, y sugirió a los gendarmes que cuando vean un comportamiento así digan: "Aquí no se puede: salga por la puerta de Santa Ana (que da entrada al Vaticano), vaya fuera y chismorree allí. Aquí no se puede".
Para el papa, el chismorreo, de hecho, debe convertirse en una "lengua prohibida" en el Vaticano, porque "genera el mal".
"Os pido", aseguró el papa ante 100 militares bajo las órdenes de Domenico Giani que "no solo defendáis las puertas, las ventanas del Vaticano" -que por otra parte es "un trabajo necesario e importante", "os pido que defendáis como vuestro patrón San Miguel la puerta del corazón de quien trabaja en Vaticano, donde la tentación entra exactamente como en tantos otros sitios", con un talante negativo.
Una maldad que ha resumido el papa: "Digo así, para todos, también para mí, para todos", porque "es una tentación que al diablo le gusta mucho: aquella contra la unidad, cuando las insidias van contra la unidad de que los que viven y trabajan en el Vaticano".
No es la primera vez que el papa alude a los chismorreos en el Vaticano.
El pasado miércoles, durante la tradicional audiencia en la plaza de San Pedro, el obispo de Roma afirmó: "Antes de chismorrear, un cristiano debe morderse la lengua, (...) le hará bien porque la lengua se hincha y no podrá hablar, ni chismorrear" al hablar, sentenció.
Por otro lado, el papa Bergoglio envió un mensaje al quinto Festival Franciscano que han comenzado en Rimini, norte de Italia.
El papa quiere de toda la Iglesia Católica "una cada vez mayor adhesión a la espiritualidad del pobre de Asís, icono viviente de Cristo Señor, y "generoso testimonio evangélico basado en el sincero amor fraterno".
En el texto, que fue enviado por el Secretario de Estado en funciones, Tarcisio Bertone, el papa expresó "cercanía por la iniciativa que intenta llevar el carisma franciscano a la plazas y a las gentes".
Además, el pontífice argentino pide que recen por él y por su ministerio.
El festival, que termina mañana, está dedicado al camino, una ocasión para recordar el recorrido de san Francisco por Romagna hace 800 años, pero también para hablar del viaje como metáfora de las condiciones existenciales de cada hombre y de cada mujer.
29.09.13
Francisco: "Si perdemos la
memoria de Dios, también nosotros perdemos la consistencia"
Homilía del santo padre en la
eucaristía de la Jornada de los Catequistas
Por
Francisco papa
CIUDAD DEL VATICANO, 29 de septiembre de 2013 (Zenit.org) - El santo
padre esta mañana a las 10.30, ha celebrado la eucaristía por la Jornada de los
Catequistas, en ocasión del Año de la Fe, en la plaza de San Pedro. Publicamos
a continuación la homilía:
1. «¡Ay de los que se fían de Sión,... acostados en
lechos de marfil!» (Am 6,1.4); comen, beben, cantan, se divierten y no se
preocupan por los problemas de los demás.
Son duras estas palabras del profeta Amós, pero nos
advierten de un peligro que todos corremos. ¿Qué es lo que denuncia este
mensajero de Dios, lo que pone ante los ojos de sus contemporáneos y también
ante los nuestros? El riesgo de apoltronarse, de la comodidad, de la mundanidad
en la vida y en el corazón, de concentrarnos en nuestro bienestar. Es la misma
experiencia del rico del Evangelio, vestido con ropas lujosas y banqueteando
cada día en abundancia; esto era importante para él. ¿Y el pobre que
estaba a su puerta y no tenía para comer? No era asunto suyo, no tenía que ver
con él. Si las cosas, el dinero, lo mundano se convierten en el centro de la
vida, nos aferran, se apoderan de nosotros, perdemos nuestra propia identidad
como hombres: mirad bien, el rico del Evangelio no tiene nombre, es simplemente
«un rico». Las cosas, lo que posee, son su rostro, no tiene otro.
Pero intentemos preguntarnos: ¿Por qué sucede
esto? ¿Cómo es posible que los hombres, tal vez también nosotros, caigamos en
el peligro de encerrarnos, de poner nuestra seguridad en las cosas, que al
final nos roban el rostro, nuestro rostro humano? Esto sucede cuando perdemos
la memoria de Dios. 'Ay de los que se fían de Sion', decía el profeta. Si
falta la memoria de Dios, todo queda comprimido en el yo, en mi bienestar. La
vida, el mundo, los demás, pierden consistencia, ya no cuentan nada, todo se
reduce a una sola dimensión: el tener. Si perdemos la memoria de Dios, también
nosotros perdemos la consistencia, también nosotros nos vaciamos, perdemos
nuestro rostro como el rico del Evangelio. Quien corre en pos de la nada,
él mismo se convierte en nada, dice otro gran profeta, Jeremías (cf. Jr 2,5).
Estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, no a imagen y semajanza de las
cosas, no de los ídolos.
2. Entonces, mirándoles a ustedes, me pregunto:
¿Quién es el catequista? Es el que custodia y alimenta la memoria de Dios; la
custodia en sí mismo y sabe despertarla en los demás. Qué bello es esto: hacer
memoria de Dios, como la Virgen María que, ante la obra maravillosa de Dios en
su vida, no piensa en el honor, el prestigio, la riqueza, no se cierra en sí
misma. Por el contrario, tras recibir el anuncio del Ángel y haber concebido al
Hijo de Dios, ¿qué es lo que hace? Se pone en camino, va donde su anciana
pariente Isabel, también ella encinta, para ayudarla; y al encontrarse con
ella, su primer gesto es hacer memoria del obrar de Dios, de la fidelidad de
Dios en su vida, en la historia de su pueblo, en nuestra historia: «Proclama mi
alma la grandeza del Señor... porque ha mirado la humillación de su esclava...
su misericordia llega a sus fieles de generación en generación» (cf. Lc
1,46.48.50). María tiene memoria de Dios. En este cántico de María está también
la memoria de su historia personal, la historia de Dios con ella, su propia
experiencia de fe. Y así es para cada uno de nosotros, para todo cristiano: la
fe contiene precisamente la memoria de la historia de Dios con nosotros, la
memoria del encuentro con Dios, que es el primero en moverse, que crea y salva,
que nos transforma; la fe es memoria de su Palabra que inflama el corazón, de
sus obras de salvación con las que nos da la vida, nos purifica, nos cura, nos
alimenta. El catequista es precisamente un cristiano que pone esta memoria al
servicio del anuncio; no para exhibirse, no para hablar de sí mismo, sino para
hablar de Dios, de su amor y su fidelidad. Hablar de transmitir todo aquello
que Dios ha revelado, es decir, la doctrina de su totalidad, sin quitar ni
añadir. San Pablo recomienda a su discípulo y colaborador Timoteo sobre todo
una cosa: Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, a quien
anuncio y por el que sufro (cf. 2 Tm 2,8-9). Pero el Apóstol puede decir esto
porque él es el primero en acordarse de Cristo, que lo llamó cuando era
un perseguidor de los cristianos, lo conquistó y transformó con su gracia.
El catequista, pues, es un cristiano que lleva
consigo la memoria de Dios, se deja guiar por la memoria de Dios en toda su
vida, y la sabe despertar en el corazón de los otros. Esto requiere esfuerzo.
Compromete toda la vida. El mismo Catecismo, ¿qué es sino memoria de Dios,
memoria de su actuar en la historia, de su haberse hecho cercano a nosotros en
Cristo, presente en su Palabra, en los sacramentos, en su Iglesia, en su amor?
Queridos catequistas, les pregunto: ¿Somos memoria de Dios? ¿Somos
verdaderamente como centinelas que despiertan en los demás la memoria de Dios,
que inflama el corazón?
3. «¡Ay de los que se fían de Sión», dice el
profeta. ¿Qué camino se ha de seguir para no ser «superficiales», como los que
ponen su confianza en sí mismos y en las cosas, sino hombres y mujeres de la
memoria de Dios? En la segunda Lectura, san Pablo, dirigiéndose de nuevo a
Timoteo, da algunas indicaciones que pueden marcar también el camino del catequista,
nuestro camino: Tender a la justicia, a la piedad, a la fe, a la caridad, a la
paciencia, a la mansedumbre (cf. 1 Tm 6,11).
El catequista es un hombre de la memoria de Dios
si tiene una relación constante y vital con él y con el prójimo; si es hombre
de fe, que se fía verdaderamente de Dios y pone en él su seguridad; si es
hombre de caridad, de amor, que ve a todos como hermanos; si es hombre de
«hypomoné», de paciencia y perseverancia, que sabe hacer frente a las
dificultades, las pruebas y los fracasos, con serenidad y esperanza en el
Señor; si es hombre amable, capaz de comprensión y misericordia.
Pidamos al Señor que todos seamos hombres y
mujeres que custodian y alimentan la memoria de Dios en la propia vida y la
saben despertar en el corazón de los demás. Amén.
30.09.13
Francisco en Santa Marta: En una
Iglesia sin memoria, el peligro es volverse funcionarios
Sería la Iglesia de la lucha por el
poder, de los celos entre los bautizados. 'Paz y alegría: ¡este es el aire de
la Iglesia!'
Por
Redacción
ROMA, 30 de septiembre de 2013 (Zenit.org) - No una
organización ni una programación perfecta, sino “paz y alegría” son el signo de
la presencia de Dios en la Iglesia. Esto fue lo que dijo el papa Francisco la
mañana del lunes en la misa celebrada en Santa Marta.
Comentando las lecturas del día, explicó que los
discípulos fueron entusiastas, preparaban programas, planes para la futura
organización de la Iglesia naciente, discutían sobre quién era el más grande e
impedían hacer el bien en el nombre de Jesús a los que no pertenecían a su
grupo. Pero Jesús los sorprende, moviendo el centro de la discusión sobre la
organización a los niños: "Porque el que sea el más pequeño entre todos
ustedes --les dijo Jesús-- es el más grande!". Así, indica el papa, en la
lectura del profeta Zacarías se habla de los signos de la presencia de Dios: no
"una buena organización" ni "un gobierno que avanza, todo limpio
y perfecto", sino de los ancianos que habitan en las calles y de los niños
que juegan.
El riesgo es descartar tanto a los ancianos como a los
niños. Y dura es la advertencia de Jesús hacia los que escandalizan a los más
pequeños: "El futuro de un pueblo está aquí, en los ancianos y en los
niños. ¡Un pueblo que no se ocupa de sus ancianos y de sus niños no tienen
futuro, porque no tendrá memoria y no tendrá promesa! ¡Los ancianos y los niños
son el futuro de un pueblo! ¿Cuánto es común dejarlos de lado, no? A los niños,
tranquilizarlos con un caramelo, con un juego: ‘Hazlo , hazlo, vamos, vamos’. Y
al anciano no le permiten que hable, prescinden de su consejo: "Son
viejos, pobres...".
Los discípulos no comprendían: "Lo
entiendo, los discípulos --dijo el papa-- querían eficacia, querían
que la Iglesia siga adelante sin problemas y esto puede convertirse en una
tentación para la Iglesia: ¡la Iglesia del funcionalismo! ¡La Iglesia bien
organizada! ¡Todo bien pero sin memoria y sin promesa! Esta Iglesia así, no
avanzará: será la Iglesia de la lucha por el poder, será la Iglesia de los
celos entre los bautizados, y muchas otras cosas que están allí cuando no hay
memoria ni promesa".
Por lo tanto, la "vitalidad de la
Iglesia" no está dada por los documentos y reuniones "para planificar
y hacer bien las cosas": estas son realidades necesarias, pero no son
"el signo de la presencia de Dios":
"El signo de la presencia de Dios es ésto,
así dice el Señor: 'Los ancianos y las ancianas se sentarán de nuevo en las
plazas de Jerusalén, cada uno con su bastón en la mano, a causa de sus muchos
años. Las plazas de la ciudad se llenarán de niños y niñas, que jugarán en
ellas'.
El juego nos hace pensar en la alegría: es la
alegría del Señor. Y estos ancianos, sentados con un bastón en la mano,
calmados, nos recuerdan la paz. Paz y alegría: ¡este es el aire de la
Iglesia!".
01.10.13
El papa en Santa Marta concelebró
con el Consejo de Cardenales
Que estas reuniones nos hagan más
humildes para dar un hermoso testimonio de la Iglesia
LIMA, 01 de octubre de 2013 (Zenit.org) - El papa
Francisco presidió la misa de la mañana del martes en la Casa Santa Marta, al
concelebrar con los purpurados del Consejo de Cardenales, que a partir de hoy
se reunirán con el papa en el Vaticano hasta el 3 de octubre. En su homilía, el
santo padre dijo: "Espero que estas reuniones nos hagan a todos más
humildes y confiados en Dios, para que la Iglesia puede dar un hermoso testimonio
a las personas".
El santo padre inició su homilía recordando el
evangelio del día en el que Jesús reprende a los dos apóstoles que querían
hacer bajar fuego del cielo sobre aquellos que no le habían acogido y ha
advertido que le camino del cristiano no es "un vía de venganza". El
camino del cristiano es el de la humildad, de la mansedumbre.
Y recordando que es la fiesta de santa Teresita del
Niño Jesús, precisó: "Nos hará bien pensar en este espíritu de humildad,
de ternura, de bondad". Un espíritu humilde, añadió, que el Señor quiere
de todos nosotros. ¿Dónde está pues el poder "que nos lleva a este
espíritu?" se preguntó. Justamente "en el amor, en la conciencia de
que estamos en las manos del Padre" dijo. "Cuando uno escucha
esto", señaló, "no es para hacer descender fuego del cielo".
Porque "viene el otro espíritu, el de la caridad
que todo lo sufre, todo lo perdona, que no es jactancioso, que es humilde, que
no se busca a sí mismo. Alguno puede decir, y existieron algunos filósofos que
la pensaban así, que se trata de una humillación de la majestad del hombre, de
la grandeza del hombre. Esto es estéril. La Iglesia ha declarado a santa
Teresita, humilde, pequeña, con confianza en Dios y llena de dulzura: Patrona
de las Misiones”.
La fuerza del evangelio, dijo, está ahí,
"para que el evangelio llegue a su punto más alto cuando fue la
humillación de Jesús: ¡humildad que se convierte en humillación!" Y la
fuerza del evangelio, continuó, "está en la humildad, la humildad del niño
que se deja guiar por el amor y la ternura del padre":
"La Iglesia --decía Benedicto XVI-- no crece
gracias al proselitismo, crece por atracción, por testimonio. Y cuando la
gente, los pueblos ven este testimonio de humildad, de mansedumbre, sienten la
necesidad que dice el profeta Zacarías: ‘¡Queremos ir con ustedes!'. La gente
siente la necesidad frente al testimonio de la caridad, de esta caridad
humilde, sin arrogancia, no autosuficiente, humilde, que adora y sirve".
"La caridad es simple: ¡adorar a Dios y
servir a los demás! Y este testimonio --dijo el papa-- hace crecer a la
Iglesia". Es por eso que una monja "tan humilde, pero tan confiada en
Dios", como Santa Teresa del Niño Jesús, “fue nombrada Patrona de las
Misiones, para que su ejemplo" haga "que la gente diga '¡Queremos ir
con ustedes!'".
El papa Francisco concluyó su homilía con un
pensamiento especial para las reuniones que se celebrarán desde hoy en el Vaticano
con el "Consejo de los Cardenales, creado por él para ayudarle en el
gobierno de la Iglesia:
"Hoy, aquí en el Vaticano comienza la
reunión con los cardenales consejeros, que están concelebrando la misa. Pedimos
al Señor que nuestro trabajo de hoy nos haga más humildes, más pacientes, más
confiados en Dios, para que así la Iglesia pueda dar un hermoso testimonio de
la gente y viendo al pueblo de Dios, y a la Iglesia, ¡sientan el deseo de venir
con nosotros!"
02.10.13
Texto completo de la catequesis de
la audiencia general. La Iglesia nos hace encontrar a Jesucristo en los sacramentos,
especialmente en la confesión y en la eucaristía
Por
Francisco papa
CIUDAD DEL
VATICANO, 02 de octubre de 2013 (Zenit.org) - Publicamos
a continuación las palabras del santo padre en la catequesis de la audiencia
general de hoy miércoles:
¡Queridos
hermanos y hermanas, buenos días!
En el
'Credo', después de hacer profesado El Señor nos
quiere en una Iglesia que sabe abrir los brazos para acoger a todos
: 'Creo en la Iglesia una', añadimos el adjetivo
'santa'; afirmamos por tanto la santidad de la Iglesia, y esta es una
característica que ha estado presente desde el inicio en la conciencia de los
primeros cristianos, los cuales se llamaban simplemente 'los santos' (cfr
At 9,13.32.41; Rm 8,27; 1 Cor 6,1), porque tenían la certeza que es la acción
de Dios, el Espíritu Santo que santifica la Iglesia.
Pero ¿en qué sentido la Iglesia es santa si vemos que
la Iglesia histórica, en su camino a lo largo de los siglos, ha tenido tantas
dificultades, problemas, momentos oscuros? ¿Cómo puede ser santa un Iglesia
hecha de seres humano, de pecadores? Hombres pecadores, mujeres pecadoras,
sacerdotes pecadores, monjas pecadoras, obispos pecadores, cardenales
pecadores, papa pecador? Todos. ¿Como puede ser santa una Iglesia así?
1. Para responder a la pregunta quisiera guiarme
de una fragmento de la Carta de san Pablo a los cristianos de Éfeso. El
Apóstol, tomando como ejemplo las relaciones familiares, afirma que
"Cristo ha amado la Iglesia y se ha dado a sí mismo por ella, para hacerla
santa" (5,25-26). Cristo ha amado la Iglesia, donando todo sí mismo sobre
la cruz. Y esto significa que la Iglesia es santa porque procede de Dios que es
santo, le es fiel y no la abandona en poder de la muerte y del mal (cfr Mt
16,18), está unido de forma indisoluble con ella (cfr Mt 28,20); es santa
porque está guiada por el Espíritu Santo que purifica, transforma, renueva. No
es santa por nuestros méritos, sino porque Dios la hace santa, es fruto del
Espíritu Santo y de sus dones. No somos nosotros que la hacemos santa. Es Dios,
el Espíritu Santo, que en su amor hace santa a la Iglesia.
2. Vosotros podrías decirme: pero la Iglesia está
formada por pecadores, lo vemos cada día. Y esto es verdad: somos una Iglesia
de pecadores; y nosotros pecadores estamos llamados a dejarnos transformar,
renovar, santificar por Dios. Ha habido en la historia la tentación de algunos
que afirmaba: la Iglesia es solo la Iglesia de los puros, de los que son
totalmente coherentes, y los otros están lejos. ¡Esto no es verdad! ¡Esto
es una herejía! La Iglesia, que es santa, no rechaza a los pecadores; no nos
rechaza a todos nosotros; no nos rechaza porque llama a todos, los acoge, es
abierta también a los más lejanos, llama a todos a dejarse envolver por la
misericordia, por la ternura y del perdón del Padre, que ofrece a todos la
posibilidad de encontrarlo, de caminar hacia la santidad.
"¡Pero padre, yo soy un pecador, un gran
pecador!, ¿cómo puedo sentirme parte de la Iglesia?" Querido hermano,
querida hermana, es precisamente esto lo que deseo el Señor, que tu le digas:
"Señor aquí estoy, con mis pecados". ¿Alguno de vosotros está aquí
sin los propios pecados? ¿Alguno de vosotros? Ninguno, ninguno de vosotros.
Todos llevamos con nosotros nuestros pecados. Pero el Señor quiere escuchar que
le decimos: "¡Perdóname, ayúdame a caminar, transforma mi corazón!" Y
el corazón puede transformar el corazón. En la Iglesia, el Dios que encontramos
no es un juez despiadado, sino que es como el Padre de la parábola del
Evangelio. Puedes ser como el hijo que dejado la casa, que ha tocado fondo en
la lejanía de Dios. Cuando tengas la fuerza de decir: quiero volver a casa,
encontrarás la puerta abierta, Dios viene a tu encuentro porque te espera
siempre, Dios te espera siempre, Dios te abraza, te besa y hace fiesta. Así es
el Señor, así es la ternura de nuestro Padre celeste.
El Señor nos quiere parte de una Iglesia que sabe
abrir los brazos para acoger a todos, que no es la casa de pocos, sino la casa
de todos, donde todos pueden ser renovados, transformados, santificados por su
amor, los más fuertes y los más débiles, los pecadores, los indiferentes,
aquellos que se sienten desalentados y perdidos. La Iglesia ofrece a todos la
posibilidad de recorrer el camino de la santidad, que es el camino del
cristiano: nos hace encontrar a Jesucristo en los sacramentos, especialmente en
la confesión y en la eucaristía; nos comunica la Palabra de Dios, nos hace
vivir en la caridad, en el amor de Dios hacia todos. Preguntémonos, entonces:
¿nos dejamos santificar? ¿Somos una Iglesia que llama y acoge con los brazos
abiertos a los pecadores, que dona valentía, esperanza, o somos una Iglesia
cerrada en sí misma? ¿Somos una Iglesia en al que se vive el amor de Dios, en
la que hay atención hacia el otro, en la que se reza los unos por los otros?
3. Una última pregunta: ¿Qué puedo hacer yo que
me siento débil, frágil, pecador? Dios te dice: no tener miedo de la santidad,
no tener miedo de apuntar alto, de dejarse amar y purificar por Dios, no tener
miedo de dejarse guiar por el Espíritu Santo. Dejémonos contagiar de la
santidad de Dios. Todo cristiano esta llamado a la santidad (cfr Cost. dogm.
Lumen gentium, 39-42); y la santidad no consiste primero en el hacer cosas
extraordinarias, sino en el dejar actuar a Dios. Y el encuentro de nuestra
debilidad con la fuerza de su gracia, es tener confianza en su acción que nos
permite vivir en la caridad, de hacer todo con alegría y humildad, para la
gloria de Dios y en el servicio al prójimo. Hay una célebre frase del escritor
francés Léon Bloy; en los últimos momentos de su vida decía: "Hay una sola
tristeza en la vida, la de no ser santos". No perdamos la esperanza en la
santidad, recorramos todos este camino. ¿Queremos ser santos? El Señor nos
espera a todos, con los brazos abiertos; nos espera para acompañarnos en el
camino de la santidad. Vivamos con alegría nuestra fe, dejémonos amar por el
Señor... pidamos este don a Dios en la oración, para nosotros y para los otros.
03.10.13
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Francisco llega a Asís y despierta
las conciencias ya desde primeras horas de la mañana
En la visita a los niños
discapacitados del Instituto Seráfico, el papa deja de lado el discurso
preparado y lanza un llamamiento a abrazar "las llagas de Cristo" en
los hermanos pequeños y que sufren. Mientras tanto crece a 150.000 el número de
peregrino
Por
Salvatore Cernuzio
ASíS, 04 de octubre de 2013 (Zenit.org) - Así se ha
despertado esta mañana a las 7.15 con el rumor de las hélices del helicóptero
que traía al papa Francisco del Vaticano. Pero en realidad la ciudad está
activa ya desde las primeras luces del alba. El pueblo de Umbría que vio nacer
al santo patrón de Italia, del cual la Iglesia celebra la memoria, está
literalmente asediada de peregrinos, periodistas, voluntarios, monjes, religiosas.
Son cerca de 150.000 las personas que se calcula que
asisten a esta histórica visita del pontífice a su homónimo: 50.000 respecto a
las previsiones de ayer, divididos entre el sagrado de la Basílica de Santa
María de los Ángeles, donde el papa por el tarde encontrará a los jóvenes, y la
plaza frente a la Basílica inferior de san Francisco, lugar en el que papa
celebrará la misa a las 11.
Mientras monseñor Marino da las últimas indicaciones
para preparar el escenario donde está el altar y una copia gigante del
crucifijo de San Damián, más abajo, frente a la Basílica superior, una multitud
de paraguas de colores se ha colocado frente a las pantallas gigantes que en
estos instantes transmite las imágenes más significativas de los 7 meses de
pontificado de Bergoglio: desde la elección el 13 de marzo hasta la JMJ de Río
de Janeiro.
El día es gris, una ligera lluvia que va y viene,
pero no afecta mínimamente al grupo de peregrinos colocados en los puntos
estratégicos que atravesará papa Francisco. Asís es pequeña, las calles
estrechas, las plazas contienen al máximo 8.000 afortunados que se han debido
acreditar para obtener un sitio para sentarse. Por tanto cada uno se sumerge en
el pensamiento que finalmente conseguirá toca y dar la mano al pontífice. O por
lo menos podrá verlo de cerca y respirar este carisma que está sacudiendo la
Iglesia y el mundo.
Lo confirma a ZENIT Domenica, una señora anciana
de la provincia de Lecce, que junto a un grupo está de viaje desde las 20.00 de
ayer para llegar esta mañana a las 6.30 y asegurarse la primera fila detrás de
las numerosas vallas colocadas en cada esquina de la ciudad (en torno a 10 km
en total). "Un buen sacrificio", sobretodo para una señora de una
cierta edad, pero "vale la pena", afirma Domenica, llamada
Mimina, porque "el deseo de ver al papa es muy fuerte". "Desde
que fue elegido - añade - tengo en el corazón el deseo de verle y darle las
gracias, porque este papa inspira confianza, amor, esto papa es todo".
La misma opinión tiene un grupo de mujeres
Nápoles, que llegaron y cogieron sitio a las 4.00 de la mañana.
"Este papa es un grande" dicen "y estamos aquí con la esperanza
de verlo y escucharlo en directo lo que dirá en la misa".
Según uno de los responsables de la seguridad,
muchas personas están aquí por devoción a Francisco, tanto el santo como el
papa, pero muchos - observa con una ligero tono de cinismo - están aquí
"por folklore", llamados por lo sensacional del evento.
Puede ser verdad, pero es difícil creer que tanta
gente se moviliza de cada rincón de Italia y del extranjero solo para poder
decir "también estaba yo". Y por tanto es útil también esto: ser
llamados quizá por un gesto del santo padre o de la curiosidad de ver como es
en directo, para después encontrarse allí, en el abrazo de la Iglesia, a
escuchar las palabras de este pontífice que nunca deja indiferentes.
Como ha sucedido hace unas horas en el Instituto
Seráfico, donde Francisco, acompañado por "mi hermano Domenico", el
obispo Sorrentino, ha llegado alas 8.00 para encontrar a los niños afectados
por graves discapacidades hospedados y alojados en el centro. Emocionados por
las palabras de presentación de la presidenta Francesca Di Maolo, el papa ha
dejado de lado el discurso programado y ha hablado de forma improvisada
exhortando a "escuchar las llagas del mundo" y a ir al encuentro de
"los sufrimientos de los más necesitados, de los más humillados, los más
indefensos".
La llamada es sobre todo para los que "dicen
ser cristianos", a gastar la propia vida "en defensa de los más
pequeños que viven en la enfermedad y en el sufrimiento". "Aquí
estamos entre las llagas de Jesús que son también un don para nosotros - ha
subrayado - está presente y escondido en estos niños, en las llagas de estos
pequeños, que tienen necesidad de ser escuchados, no solo para hacer noticias
en los periódicos, pero siempre y sobre todo por aquellos que dicen ser
cristianos".
El mensaje fuerte que todos se esperaban del
santo padre en esta memorable visita de Asís y ya ha llegado, pronunciado con
voz baja y conmovida, en lo que parecía solo un primer encuentro de apertura.
Desde allí el padre se ha dirigido a la Sala de la Expoliación de san Francisco
del Obispado, donde le escuchan le han escuchado los pobre de Cáritas
diocesana.
04.10.13Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Ante todo deseo dar gracias a Dios por la jornada
que viví en Asís, anteayer. Piensen, piensen que era la primera vez que iba a
Asís y fue un gran don hacer esta peregrinación, precisamente en la fiesta de
San Francisco.
Agradezco al pueblo de Asís por la cálida acogida. ¡Muchas gracias!
Hoy, el pasaje del Evangelio comienza así: “En
aquel tiempo dijeron los Apóstoles al Señor: ‘¡Auméntanos la fe!’” (Lc 17,
5-6). Me parece que todos nosotros podemos hacer nuestra esta invocación.
También nosotros, como los Apóstoles, decimos al Señor Jesús: “¡Auméntanos la
fe!”. Sí, Señor, nuestra fe es pequeña, nuestra fe es débil, frágil, pero te la
ofrecemos tal como es, para que Tú la hagas crecer. ¿Les parece que repitamos
todos juntos esto: Señor, auméntanos la fe? ¿Lo hacemos? Todos: Señor
auméntanos la fe. ¡Señor, auméntanos la fe. Señor auméntanos la fe. ¡Que nos la
haga crecer, ¡eh!
Y el Señor, ¿qué cosa nos responde? Responde: “Si
tuvieran fe como un grano de mostaza, habrían dicho a este sicómoro: ‘Arráncate
y plántate en el mar’, y les habría obedecido” (v. 6). La semilla de la mostaza
es pequeñísima, pero Jesús dice que basta tener una fe así, pequeña, pero
verdadera, sincera, para hacer cosas humanamente imposibles, impensables. ¡Y es
verdad!
Todos conocemos a personas sencillas, humildes,
pero con una fe fortísima, ¡que verdaderamente mueven las montañas! Pensemos
por ejemplo en tantas mamás y papás, que afrontan situaciones muy pesadas; o en
ciertos enfermos, incluso gravísimos, que transmiten serenidad a quien los va a
visitar. Estas personas, precisamente por su fe, no se vanaglorian de lo que
hacen, es más, como pide Jesús en el Evangelio, dicen: “Somos siervos inútiles;
hemos hecho lo que debíamos hacer” (Lc. 17, 10). ¡Cuánta gente
entre nosotros tiene esta fe fuerte, humilde, y que hace tanto bien!
En este mes de octubre, que está dedicado de modo
particular a las misiones, pensemos en los tantos misioneros, hombres y
mujeres, que para llevar el Evangelio han superado obstáculos de todo tipo, han
dado verdaderamente la vida; como dice San Pablo a Timoteo: “No te avergüences,
pues, ni del testimonio que has de dar de nuestro Señor, ni de mí, su
prisionero; sino, al contrario, soporta conmigo los sufrimientos por el
Evangelio, ayudado por la fuerza de Dios” (2 Tm 1, 8). Pero esto
atañe a todos: a cada uno de nosotros, en la propia vida de cada día, se puede
dar testimonio de Cristo, con la fuerza de Dios, la fuerza de la fe. ¡Con la fe
pequeñísima que tenemos, pero que es fuerte! ¡Con esa fuerza dar testimonio de
Jesucristo, ser cristianos con la vida, con nuestro testimonio!
¿Y cómo tomamos de esta fuerza? La tomamos de
Dios en la oración. La oración es la respiración de la fe: en una relación de
confianza, de amor, no puede faltar el diálogo, y la oración es el diálogo del
alma con Dios.
Octubre es también el mes del Rosario, y en este
primer domingo es tradición rezar la Súplica a la Virgen de Pompeya, la
Bienaventurada Virgen María del Santo Rosario. Nos unimos espiritualmente a este
acto de confianza en nuestra Madre, y recibimos de sus manos la corona del
Rosario: ¡el Rosario es una escuela de oración! ¡El Rosario es una escuela de
fe!
07.10.13
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