10 de des. 2013

PARLA EL PAPA (9)














El papa en Santa Marta: no tener miedo de la consolación del Señor
CIUDAD DEL VATICANO, 10 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - El santo padre en la homilía de Santa Marta de este martes ha recordado que cuando Jesús se acerca a nosotros, siempre abre las puertas y nos da esperanza. Por eso no debemos tener miedo de la consolación del Señor, sino más bien debemos pedirla y buscarla. Una consolación que nos hace sentir la ternura de Dios.
"Consolad, consolad a mi pueblo", así, el papa Francisco ha comenzado su homilía deteniéndose sobre un pasaje del libro de Isaías, el libro de la consolación de Israel. El Señor, ha observado el papa, se acerca a su pueblo para consolarlo, "para darle paz". Y este "trabajo de consolación" es tan fuerte que "atrae a todas las cosas". El Señor cumple una verdadera re-creación.
Francisco lo ha explicado así: "Recrea las cosas. Y la Iglesia no se cansa de decir que esta re-creación es más maravillosa que la creación. El Señor más maravillosamente recrea. Y así visita a su pueblo: recreando, con ese poder. Y siempre el pueblo de Dios tenía esta idea, este pensamiento, que el Señor vendrá a visitarlo. Recordamos las últimas palabras de José a sus hermanos: 'Cuando el Señor les visite lleven con ustedes mis huesos'. El Señor visitará a su pueblo. Es la esperanza de Israel. Pero lo visitará con esta consolación".
El santo padre ha continuado afirmando que "la consolación es este rehacer todo no una vez, sino muchas veces, con el universo y también con nosotros". Este "rehacer del Señor", ha dicho el papa, tiene dos dimensiones que es importante subrayar. "Cuando el Señor se acerca nos da esperanza, el Señor rehace con esperanza, siempre abre una puerta. Siempre", ha afirmado el papa. Cuando el Señor se acerca a nosotros, ha explicado "no cierra las puertas, las abre". Y ha añadido que "el Señor en su cercanía nos da la esperanza, esta esperanza que es una verdadera fortaleza en la vida cristiana. Es una gracia, es un don".
De este modo, ha proseguido el santo padre, "cuando un cristiano olvida la esperanza, o peor, pierda la esperanza, su vida no tiene sentido. Es como si la vida estuviera delante de un muro: nada. Pero el Señor nos consuela y nos rechace, con la esperanza, ir adelante. Y también lo hace con una cercanía especial a cada uno, porque el Señor consuela a su pueblo y nos consuela a cada uno de nosotros. Es bello como termina el pasaje de hoy: 'Como un pastor que apacienta el rebaño, su brazo lo reúne, toma en brazos los corderos y hace recostar a las madres'. Esa imagen de llevar los corderos sobre el pecho y llevar dulcemente a las madres: esta es la ternura. El Señor nos consuela con ternura".
Francisco ha recordado también que Dios es poderosos y que no tiene miedo de la ternura. "Él se hace ternura, se hace niño, se hace pequeño". Y ha observado que el mismo Jesús lo dice: "Así es la voluntad del Padre, que ni siquiera uno de estos pequeños se pierda". Asimismo ha añadido que a los ojos del Señor "cada uno de nosotros es muy, muy importante. Y Él se da con ternura". Y así nos hace "ir adelante, dándose con esperanza". Esto, ha indicado el papa, "ha sido principalmente el trabajo de Jesús" en los "40 días entre la Resurrección y la Ascensión: consolar a los discípulos, acercarse y dar consolación".
Para concluir el santo padre ha subrayado que "acercarse y dar esperanza, acercarse con ternura. Pero pensemos en la ternura que ha tenido con los apóstoles, con la Magdalena, con los de Emaús. Se acercaba con ternura: 'dadme de comer'. Con Tomás: 'pon tu dedo aquí'. Es Señor siempre es así. Así es la consolación del Señor. Que el Señor nos dé a todos nosotros la gracia de no tener miedo de la consolación del Señor, de estar abiertos: pedirla, buscarla, porque es una consolación que nos dará esperanza y nos hará sentir la ternura de Dios Padre".
 11.12.13


Texto completo de la catequesis de Francisco en la audiencia del miércoles
CIUDAD DEL VATICANO, 11 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy quisiera iniciar la última catequesis sobre nuestra profesión de fe, tratando la afirmación «Creo en la vida eterna». En particular me detengo en el juicio final. ¡No tengáis miedo! Escuchemos lo que dice la Palabra de Dios. Al respecto, leemos en el evangelio de Mateo: Entonces Cristo «vendrá en su gloria, con todos sus ángeles… Y todas las gentes se reunirán delante de él, y él separará a unos de otros, como separa el pastor las ovejas de las cabras. Pondrá las ovejas a su derecha, y las cabras a su izquierda… Aquéllos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna» (Mt 25,31-33.46).
Cuando pensamos en el regreso de Cristo y en su juicio final, que manifestará, hasta sus últimas consecuencias, el bien que cada uno habrá realizado o habrá dejado de realizar durante su vida terrena, percibimos que nos encontramos ante un misterio que nos supera, que no conseguimos ni siquiera imaginar. Un misterio que casi instintivamente suscita en nosotros una sensación de miedo, y quizás también de trepidación. Pero si reflexionamos bien sobre esta realidad, esta sólo puede agrandar el corazón de un cristiano y ser un gran motivo de consuelo y confianza.
A este propósito, el testimonio de las primeras comunidades cristianas resuena muy sugerente. Estas solían acompañar las celebraciones y las oraciones con la aclamación Maranathá, una expresión constituida por dos palabras arameas que, según cómo sean pronunciadas, se pueden entender como una súplica: «¡Ven, Señor!», o como una certeza alimentada por la fe: «Sí, el Señor viene, el Señor está cerca». Es la exclamación con la que culmina toda la Revelación cristiana, al final de la maravillosa contemplación que se nos ofrece en el Apocalipsis de Juan (cfr Ap 22,20). En ese caso, es la Iglesia-esposa que, en nombre de la humanidad, de toda la humanidad, y en cuanto su primicia, se dirige a Cristo, su esposo, deseando ser envuelta por su abrazo; un abrazo, el abrazo de Jesús, que es plenitud de vida y de amor.
Si pensamos en el juicio en esta perspectiva, todo miedo disminuye y deja espacio a la esperanza y a una profunda alegría: será precisamente el momento en el que seremos juzgados. Preparados para ser revestidos de la gloria de Cristo, como de una vestidura nupcial, y ser conducidos al banquete, imagen de la plena y definitiva comunión con Dios.
Un segundo motivo de confianza se nos ofrece por la constatación de que, en el momento del juicio, no se nos dejará solos. Jesús mismo, en el evangelio de Mateo, es quien preanuncia cómo, al final de los tiempos, aquellos que le hayan seguido tomarán asiento en su gloria, para juzgar junto a él (cfr Mt 19,28). El apóstol Pablo después, escribiendo a la comunidad de Corinto, afirma: «¿No sabéis que los santos juzgarán al mundo? ¡Cuánto más las cosas de esta vida!» (1 Cor 6,2-3).
¡Qué hermoso saber que en esa coyuntura, además de contar con Cristo, nuestro Paráclito, nuestro Abogado ante el Padre (cfr 1 Jn 2,1), podremos contar con la intercesión y la benevolencia de tantos hermanos y hermanas nuestros más grandes que nos han precedido en el camino de la fe, que han ofrecido su vida por nosotros y que siguen amándonos de forma indecible! Los santos ya viven en la presencia de Dios, en el esplendor de su gloria orando por nosotros que aún vivimos en la tierra. ¡Cuánto consuelo suscita en nuestro corazón esta certeza! La Iglesia es verdaderamente una madre y, como una mamá, busca el bien de sus hijos, sobre todo de los más alejados y afligidos, hasta que encuentre su plenitud en el cuerpo glorioso de Cristo con todos sus miembros. 
Una última sugerencia se nos ofrece en el Evangelio de Juan, donde se afirma explícitamente que «Dios no ha mandado el Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por medio de él. Quien cree en él no está condenado; pero quien no cree ya está condenado, porque no ha creído en el Hijo único de Dios» (Jn 3,17-18). Esto significa entonces que ese juicio, el juicio ya está en marcha, empieza ahora, en el transcurso de nuestra existencia.
Este juicio es pronunciado en cada instante de la vida, como respuesta de nuestra acogida con fe de la salvación presente y operante en Cristo, o bien de nuestra incredulidad, con la consiguiente cerrazón en nosotros mismos. Pero si nos cerramos al amor de Jesús, somos nosotros mismos los que nos condenamos, somos condenados por nosotros mismos. La salvación es abrirnos a Jesús y él nos salva.
Y si somos pecadores, todos somos pecadores, todos lo somos, todos, y pedimos perdón, y vamos con el deseo de ser buenos, el Señor nos perdona, pero para esto debemos abrirnos, abrirnos al amor de Jesús, que es más fuerte que todas las demás cosas, el amor de Jesús es grande. El amor de Jesús es misericordioso, el amor de Jesús perdona, pero debes abrirte, y abrirse significa arrepentirse, lamentarse de las cosas que hemos hecho que no son buenas.
El Señor Jesús se ha donado y sigue donándose a nosotros, para llenarnos de toda la misericordia y la gracia del Padre. Somos nosotros, por tanto, los que podemos convertirnos en cierto sentido en jueces de nosotros mismos, auto condenándonos a la exclusión de la comunión con Dios y con los hermanos, con la profunda soledad y tristeza que esto produce. No nos cansemos, por tanto, de vigilar nuestros pensamientos y nuestras actitudes, para pregustar desde ahora el calor y el esplendor del rostro de Dios. 
Será bellísimo ese Dios que en la vida eterna contemplaremos en toda su plenitud. ¡Adelante! Pensando en ese juicio que comienza ahora, que ya ha empezado. ¡Adelante! Haciendo que nuestro corazón esté abierto a Jesús y a su salvación, y ¡Adelante! Sin tener miedo, porque el amor de Jesús es más grande, y si nosotros pedimos perdón por nuestros pecados él nos perdona. Jesús es así. ¡Adelante con esta certeza, que nos llevará a la gloria del cielo! Gracias.
 12.12.13


Francisco en Sta. Marta: la Navidad se aproxima, en silencio escuchar la ternura de Dios
CIUDAD DEL VATICANO, 12 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - Hacer un poco de silencio para escuchar a Dios que nos habla con la ternura de un padre y de una madre nos hará bien. Lo ha afirmado el papa Francisco esta mañana en la misa celebrada en Santa Marta.
Haciendo referencia a la lectura de hoy del profeta Isaías, el papa ha subrayado no tanto "lo que dice el Señor" sino "cómo lo dice". Dios nos habla como lo hace un papá y una mamá con su hijo. Y lo explica así: "cuando un niño tiene una pesadilla, se despierta, llora... papá va y dice: no temas, no temas, estoy yo, aquí. Así nos habla el Señor. 'No temas, gusano de Jacob, larva de Israel'.
El Señor tiene esta forma de hablarnos: se acerca... Cuando miramos a un papá o una mamá que hablan a su hijo, vemos que ellos se hacen pequeños y hablan con la voz de un niño y hacen gestos de niños. Uno que mira desde fuera puede pensar: ¡pero estos son ridículos! ¿Se empequeñecen precisamente ahí no? Porque el amor del papá y de la mamá tiene la necesidad de acercarse, digo esta palabra: de abajarse precisamente al mundo del niño. Eh, sí: si papá y mamá hablan con normalidad, el niño entenderá igual; pero ellos quieren tomar el modo de hablar del niño. Se acercan, se hacen niños. Y así es el Señor".
El papa ha recordado que los teólogos griegos explicaban esta actitud de Dios con una palabra difícil: la synkatábasi, es decir, "la condescendencia de Dios que desciende a hacerse como uno de nosotros". Y para matizar la idea, Francisco ha señalado que "el papá y la mamá dicen también cosas un poco ridículas al niño: "Ah, amor mío, juguete mío..." y todas estas cosas. También el Señor lo dice: 'gusano de Jacob', 'tú eres un gusano para mí, una cosa pequeña, pero te amo tanto'. Este es el lenguaje del Señor, el lenguaje de amor de padre, de madre. ¿Palabra del Señor? Sí, escuchemos eso que nos dice. Pero también veamos cómo lo dice. Y nosotros tenemos que hacer eso que hace el Señor, hacer lo que dice y hacerlo cómo lo dice: con amor, con ternura, con esa condescendencia hacia los hermanos".
A continuación, el papa ha explicado cómo Dios, citando el encuentro entre Elías con el Señor, es como la "brisa suave" o - como dice el texto original - "un hilo sonoro de silencio": así "se acerca el Señor, con esa sonoridad del silencio propia del amor. Sin dar espectáculo". Y "se hace pequeño para hacerme poderoso; Él va a la muerte, con la condescendencia, para que yo pueda vivir".
Para concluir, el pontífice reflexiona que "ésta es la música del lenguaje del Señor, y nosotros en la preparación a la Navidad debemos sentirla, nos hará bien escucharla, nos hará muy bien. Normalmente, la Navidad parece una fiesta de mucho ruido: nos hará bien hacer un poco de silencio y escuchar estas palabras de amor, estas palabras de tanta cercanía, estas palabras de ternura.... 'Tú eres un gusano, ¡pero yo te amo mucho!' Por esto. Y hacer silencio, en este tiempo en el que, como dice el prefacio, nosotros estamos vigilantes en espera".
 13.12.13


El papa en Sta. Marta 'Los cristianos alérgicos a los predicadores critican siempre'
CIUDAD DEL VATICANO, 13 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - El santo padre esta mañana en el homilía de Santa Marta ha explicado que los "cristianos alérgicos a los predicadores tienen siempre algo que criticar, pero en realidad tienen miedo de abrir la puerta al Espíritu Santo y se quedan tristes".
Hablando sobre el Evangelio de hoy, Francisco ha mencionado que "Jesús compara la generación de su tiempo a esos niños siempre descontentos que no saben jugar con felicidad, que siempre rechazan la invitación de los otros: si tocan música, no bailan; si cantan un canto de lamento, no lloran... nada les va bien". El papa ha precisado que esa gente "no estaba abierta a la Palabra de Dios". Su rechazo "no es al mensaje, es al mensajero". Y añade que rechazaban a Juan Bautista, que no comía y no bebía pero decían que era un endemoniado, así como también rechazaban a Jesús, porque era de buen comer y un bebedor, amigo de publicanos y pecadores. "Tienen siempre un motivo para criticar al predicador", ha matizado el santo padre.
"Y ellos, la gente de aquel tiempo, preferían refugiarse en una religión más elaborada: en los preceptos morales, como el grupo de fariseos; en el compromiso político, como los saduceos; en la revolución social, como los celotes; en la espiritualidad gnóstica, como los esenios. Estaban con su sistema bien limpio, bien hecho. Pero el predicador no. También Jesús les hizo hacer memoria: 'Vuestros padres han hecho lo mismo con los profetas'. El pueblo de Dios tiene una cierta alergia a los predicadores de la Palabra, los profetas; los ha perseguido, lo ha matado", ha subrayado el santo padre.
Asimismo, el papa ha continuado indicando que estas personas "dicen aceptar la verdad de la revelación, "pero el predicador, la predicación, no. Prefieren una vida enjaulada en sus preceptos, en sus compromisos, en sus planes revolucionarios o en su espiritualidad desencarnada. Son esos cristianos que están siempre descontentos con lo que dice el predicador".
El santo padre ha hablado de "esos cristiano que están cerrados, que están enjaulados, esos cristianos tristes... no son libres ¿Por qué? Porque tienen miedo a la libertad del Espíritu Santo, que viene a través de la predicación. Y este es el escándalo de la predicación, de la que hablaba san Pablo: el escándalo de la predicación que termina en el escándalo de la Cruz. Escandaliza que Dios nos hable a través de hombres con límites, hombres pecadores: ¡escandaliza! Y escandaliza más que Dios no hable y nos salve a través de un hombre que dice que es el Hijo de Dios pero termina como un criminal. Eso escandaliza".
Continuando con la idea de esos "cristianos tristes", el pontífice ha explicado que éstos "no creen en el Espíritu Santo, no creen en esa libertad que viene de la predicación, que te advierte, te enseña, te reprende también; pero es precisamente la libertad que hace crecer la Iglesia".
El santo padre ha señalado, para concluir, que "viendo estos niños que tienen miedo de bailar, de llorar, miedo de todos, que piden seguridad en todo, pienso en esos cristianos tristes que siempre critican a los predicadores de la verdad, porque tienen miedo de abrir la puerta al Espíritu Santo. Recemos por ellos y recemos también por nosotros, que no nos convirtamos en cristianos tristes, quitando al Espíritu Santo la libertad de venir a nosotros a través del escándalo de la predicación".
 14.12.13

El abrazo del santo padre a los niños del dispensario de Santa Marta
CIUDAD DEL VATICANO, 14 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - El santo padre Francisco ha visitado esta mañana el dispensario pediátrico de Santa Marta en el Vaticano. Tras la visita, se ha dirigido al aula Pablo VI para un encuentro con los niños, sus familias y los voluntarios, estaban presentes unas 800 personas. El dispensario fue construido hace más de 90 años. El 30 de diciembre de 2005, también fue también visitado por el papa Benedicto XVI, en el primer año de su pontificado.
La hermana Antonietta Collacchi, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, responsable del dispensario, ha sido la encargada de dirigir unas palabras de saludo al santo padre al llegar al aula Pablo VI. La religosa ha afirmado que "le acogemos con alegría y sencillez, con el corazón lleno de gratitud por esta visita entre nosotros: un verdadero regalo para todos, sobre todo para nuestros niños". La hermana ha hecho un repaso de la historia del dispensario y explicando su funcionamiento ha precisado que "esta sinfonía de amor es posible gracias al trabajo voluntario de los médicos - pediatras, ginecólogos, ecografistas, dermatólogos, dentistas - y de tantos trabajadores que ofrecen su tiempo, pasión y ternura". La Divina Providencia - ha asegurado - "hace que no falte su apoyo, multiplicando cada día, en nuestras manos, la caridad". Asimismo ha indicado que "nuestros días están marcados por la alegría del ser cristianos, por la luminosidad de una sonrisa y del calor de la gratitud y esto nos permite poder repetir - con la solidaridad de la experiencia - algunas de sus palabras: 'el verdadero poder es el servicio', para un cristiano 'progresar' es 'abajarse'. La hermana ha señalado que en este tiempo de Adviento, "una vez más dirigimos la mirada hacia una familia en dificultad, abandona por los hombres a su destino, pero vemos sobre todo la confianza en la voluntad del Padre Celeste y cultivamos la conciencia de que en sus planes está impreso el toque de un artista que cumple su obra de arte". Para finalizar su intervención, la hermana ha pedido al santo padre que "bendiga esta nuestra familia poliédrica, que lleva los colores del mundo y a menudo los signos de las dificultades y de las contradicciones de la sociedad contemporánea". Del mismo modo, ha indicado que rezan por él "pidiendo al Señor que cuide sus pasos y le apoye en su ministerio".
A continuación, Elisabetta - madre de un niño atendido en el ambulatorio desde que tenía menos de un año - también ha dirigido unas palabras al papa. Ha comenzado diciéndole que su presencia "nos sorprende y nos regala siempre momentos de ternura y de alegría". Además, ha añadido,  "tu sonrisa es tan sorprendente que llega al corazón de todos, dándonos muchísima paz. Sabemos cuánto amor tienes hacia los niños, especialmente hacia los más necesitados". Elisabetta ha afirmado que "nuestros hijos reciben hoy el regalo más bonito de Navidad que podrían imaginar: tu sonrisa, tu caricia, tu abrazo".
Al ser de la misma lengua madre que el santo padre, la mujer ha pronunciado también estas palabras en español: "¡Muy buenos días papa Francisco! Muchísimas gracias por regalarnos esta mañana, por compartir con nosotros y nuestros amados hijos estos momentos, que para nosotros serán inolvidables! Muchas gracias santo padre y feliz Navidad!"
Tras los saludos, numerosos niños han ofrecido regalos al santo padre. Después han cantado deseando paz y felicidad a todos los presentes. Ya que el próximo día 17 el papa cumple 77 años, los niños han llevado al papa Francisco una tarta con velas y él las ha apagado .
El santo padre ha recibido dos regalos especiales, una cerámica de la Sagrada familia de parte de las familias presentes y un jersey blanco de parte de los niños.
Por su parte, el papa Francisco ha dado las gracias por la visita y "también por vuestro amor y por la alegría de los niños. Y ciertamente os doy las gracias por la tarta. Es preciosa. Después os diré si estaba buena. Muchas gracias".
El dispensario de Santa Marta tiene más de 90 años de historia de solidaridad concreta. Nació el 8 de mayo de 1922 bajo la bendición del papa Pío XI, tras finalizar la primera guerra mundial. Su gestión fue confiada a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl y hasta hoy han asistido a miles de niños junto a sus familias. El dispensario ofrece asistencia médica, apoyo psicológico y garantiza cubrir las necesidad básicas con la distribución de leche, pañales, carricoches, alimentos, medicamentos, ropa, juguetes. Los niños son sometidos a controles periódicos y consultas especializadas también para sus madres.
 14.12.13


Entrevista al papa: "Dios nos ofrece la Navidad porque todos podemos comprenderla"
El santo padre al diario La Stampa le habla sobre sufrimiento, economía, ecumenismo y la Iglesia. las mujeres cardenales. En la Iglesia valorizar a la mujer , no 'clericalizarlas'
CIUDAD DEL VATICANO, 15 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - La Navidad, el hambre en el mundo, el sufrimiento y las guerras, el futuro viaje a Tierra Santa, la economía mundial, la conversión del papado, el ecumenismo, los sacramentos, el Consejo de Cardenales, la relación Iglesia - política, mujeres cardenales y la limpieza del Instituto de las Obras de Religión (IOR); son los temas que el santo padre ha afrontado en la entrevista que el periodista Andrea Tornielli le ha realizado para el diario italiano La Stampa.
"La Navidad es el encuentro con Jesús. Dios siempre ha buscado a su pueblo, lo ha conducido, lo ha cuidado, ha prometido estarle siempre cerca", esto es lo que significa para el santo padre la Navidad. Y además es una consolación, un misterio de consolación. En Navidad, "muchas veces, después de la misa de media noche, pasé algunas horas solo, en la capilla, antes de celebrar la misa de la aurora, con un sentimiento de profunda consolación y paz", así explica Francisco que para él la Navidad siempre ha sido "contemplar la visita de Dios a su pueblo".
La Navidad, indica, "nos habla de ternura y de esperanza". El santo padre explica que Dios, al encontrarnos, nos dice dos cosas: "tened esperanza" y "no tengáis miedo de la ternura". Por eso, el papa indica que "cuando los cristianos se olvidan de la esperanza y de la ternura se convierten en una Iglesia fría". Al respecto matiza que él "tiene miedo cuando los cristianos pierden la esperanza y la capacidad de abrazar y acariciar". Y es por ello que afirma que en su vida de sacerdote siempre ha buscado "transmitir esta ternura, especialmente a los niños y los ancianos".
Profundizando sobre este tiempo litúrgico que estamos viviendo, Francisco insiste en que estas fechas nos dan tanta alegría porque "no nos sentimos más solos, Dios ha bajado para estar con nosotros. Jesús se ha hecho uno de nosotros y por nosotros ha sufrido sobre la Cruz el final más duro, el de un criminal". La Navidad, observa, "es alegría, alegría religiosa, alegría de Dios, interior, de luz, de paz". Y advierte que "cuando no se tiene la capacidad o se está en una situación humana que a uno no le permite comprender esta alegría, se vive la fiesta con alegría mundana".
Asimismo, el santo padre explica que si Dios nos ofrece el don de la Navidad es porque "todos tenemos la capacidad de comprenderlo y recibirlo. Todos, del más santo al más pecador, del más limpio al más corrupto". Este mundo preocupado por las guerras, al santo padre le hace pensar en la paciencia de Dios, "la principal virtud de Dios explicitada en la Biblia es que Él es amor. Él nos espera, nunca se cansa de esperarnos", recuerda el papa.
Al preguntarle el periodista sobre el posible viaje a Tierra Santa, Francisco señala que "en la noche de Navidad pienso sobre todo en los cristianos que viven allí, en los que tienen dificultades, en todos los que han tenido que dejar esa tierra por diferentes problemas". Del mismo modo recuerda que próximamente se celebrarán 50 años del viaje de Pablo VI a la tierra natal de Jesús y Francisco confirma que también él desea ir para encontrarse con "su hermano Bartolomeo, patriarca de Constantinopla" y que ya se está preparando.
A continuación el papa se detiene para reflexionar sobre el sufrimiento de los inocentes, los niños enfermos. Francisco ha indicado que Dostoevskij ha sido para él un maestro de vida y que aquella pregunta del escritor ruso siempre ha estado en su corazón "¿por qué sufren los niños?" Ante este interrogante el santo padre evoca la oración del por qué - como ya sugirió a una delegación de filipinos en el Vaticano tras el tifón Haiyan- como hacen los niños con sus padres cuando quieren entenderlo todo. "Señor, ¿por qué? Él no me explica nada. Pero siento que me mira. Y así puedo decir: Tú sabes por qué, yo no lo sé y tú no me lo dices, pero me miras y yo me fio de Ti, Señor, me fío de tu mirada", cuenta Francisco.
En relación al hambre en el mundo, el santo padre recuerda que "si conseguimos no desperdiciar, aprovechar la comida, el hambre en el mundo disminuiría mucho". El pontífice reconoce que le impresionó mucho leer una estadística que decía que 10.000 niños mueren de hambre al día en el mundo. Por ello, Francisco insiste en que en el mundo "tenemos suficiente comida para alimentar a todos". Cuenta una anécdota: Un día en la plaza de san Pedro en la audiencia, vio a un niño llorando en brazos de su madre y el papa Francisco le dijo "Señora, creo que el niño tiene hambre" y ella ha respondido "sí, sería la hora" y el papa dijo: "dele de comer por favor". Y esto mismo el santo padre se lo quiere decir a toda la humanidad ; "¡den de comer a quien tiene hambre!"
Con la reciente publicación de la exhortación apostólica, el papa ha recibido acusaciones de ser "marxista". Al respecto, Francisco aclara que "la ideología marxista está equivocada" pero afirma haber conocido muchos marxistas buenas personas y "por eso no me siento ofendido". Asimismo, matiza que  "en la exhortación no hay nada que no se encuentre en la Doctrina social de la Iglesia".
También en la exhortación apostólica, el santo padre habla de la "conversión papal". A lo que él señala que Juan Pablo II ya habló de una forma de ejercicio del primado que se abra a una nueva situación. "Pero no sólo desde el punto de vista de las relaciones ecuménicas, sino también en las relaciones con la Curia y con las Iglesias locales", observa. Hablando de los "hermanos ortodoxos" con los que se ha encontrando en estos primeros meses de pontificado, Francisco afirma haberse sentido "su hermano". E indica que "es un dolor no poder todavía celebrar la eucaristía juntos, pero la amistad está".
Sobre el ecumenismo, el santo padre confirma que para él es una prioridad y explica que hoy en día existe un "ecumenismo de sangre", ya que en los países que asesinan cristianos no diferencian entre católicos, anglicanos, luteranos u ortodoxos. "La unidad es una gracia que se debe pedir", ha recordado el papa.
Volviendo a la exhortación apostólica y a lo que el papa dijo sobre la elecciones pastorales prudentes y audaces en relación a los sacramentos, Francisco subraya que "cuando hablo de prudencia no pienso en una actitud paralizante, sino en una virtud de quien gobierna". Y señala que "he hablado del bautismo y de la comunión como alimento espiritual para ir adelante, para considerarlo un remedio y no un premio", a lo que añade que "debemos buscar facilitar la fe de las personas más que controlarla". En relación a los divorciados vueltos a casar Francisco recuerda que "la exclusión de la comunión para los divorciados que viven una segunda unión no es una sanción".
Al preguntarle sobre el próximo Sínodo de los obispos, el pontífice explica que "del matrimonio en su totalidad hablaremos en las reuniones del consistorio de febrero. Después el tema será afrontado en el Sínodo extraordinario de septiembre de 2014 y también durante el Sínodo ordinario del año sucesivo".
Del trabajo del consejo de cardenales, el santo padre indica que en febrero, cuando se celebrará la próxima reunión, los purpurados le entregaran sus primeras sugerencias. Francisco explica que él asiste a las reuniones pero que no habla, "solamente escucho, y esto me hace bien". Y concluye al respecto señalando que "la reforma inicia siempre con iniciativas espirituales y pastorales antes que con cambios estructurales".
Cambiando de argumento, el papa habla sobre la relación entre Iglesia y política y recuerda que "la relación debe ser al mismo tiempo paralela y convergente. Paralela porque cada uno tiene su camino y sus diferentes tareas. Convergente, solamente para ayudar al pueblo".
Una frase corta y contundente sirve para aclarar el asunto de las mujeres cardenales: "las mujeres en la Iglesia deben ser valorizadas, no 'clericalizadas'. Quien piensa en mujeres cardenales sufre un poco de clericalismo".
Finalmente unas palabras también para hablar del Ior: "Las comisiones referentes están trabajando bien. Moneyval nos ha dado un informe bueno, estamos sobre el camino justo. Sobre el futuro del Ior se verá".
En las últimas líneas de la entrevista, Francisco  reconoce que no se esperaba ser elegido pero añade que "no perdí la paz mientras aumentaban los votos. Estaba tranquilo. Y esa paz está también ahora, la considero un don del Señor".  
 16.12.13


Francisco en Santa Marta: 'Si falta la profecí­a se cae en el clericalismo'
CIUDAD DEL VATICANO, 16 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - Cuando falta la profecía en la Iglesia, falta la vida misma de Dios y predomina el clericalismo. Son las palabras del papa Francisco en su homilía de este tercer lunes de Adviento en la misa celebrada en la Casa Santa Marta.
El profeta -- ha señalado el santo padre comentando las lecturas del día -- es el que escucha las palabras de Dios, sabe ver el momento y proyectarse en el futuro. “Tiene dentro de sí estos tres momentos”: el pasado, el presente y el futuro.
“El pasado: el profeta es consciente de la promesa y tiene en su corazón la promesa de Dios, la mantiene viva, la recuerda, la repite. Después mira el presente, mira a su pueblo y siente la fuerza del Espíritu para decirle una palabra que lo ayude a levantarse, a continuar el camino hacia el futuro. El profeta es un hombre de tres tiempos: promesa del pasado, contemplación del presente, valentía para indicar el camino hacia el futuro. El Señor siempre ha custodiado a su pueblo, con los profetas, en los momentos difíciles, en los momentos en los que el Pueblo se desanimaba o era destruido, cuando el Templo no estaba, cuando Jerusalén estaba bajo el poder de los enemigos, cuando el pueblo se preguntaba dentro de sí: ‘¡Pero Señor tú nos hiciste esa promesa! ¿Ahora qué pasa?’”.
Es lo que “sucedió en el corazón de la Virgen -- ha explicado el pontífice -- cuando estaba a los pies de la Cruz”. En estos momentos “es necesaria la intervención del profeta. Y el profeta no siempre es recibido, muchas veces es rechazado. El mismo Jesús dice a los fariseos que sus padres asesinaron a los profetas, porque decían cosas que no eran agradables: decían la verdad ¡recordaban la promesa! Y cuando en el pueblo de Dios falta la profecía -- ha observado de nuevo el papa Francisco -- algo falta: ¡falta la vida del Señor!”. “Cuando no hay profecía la fuerza cae en la legalidad”, predomina el legalismo. Así, en el Evangelio, “los sacerdotes iban a Jesús a pedirle la cartilla de la legalidad: ‘¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¡Nosotros somos los señores del Templo!’”. “No entendían las profecías. ¡Habían olvidado la promesa! No sabían leer los signos del momento, no tenían ni ojos penetrantes ni habían escuchado la Palabra de Dios: ¡solo tenían la autoridad!”:
“Cuando en el pueblo de Dios no hay profecía, el vacío que deja es ocupado por el clericalismo: es ese clericalismo que le pregunta a Jesús: ‘¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Con qué legalidad?’. Y la memoria de la promesa y la esperanza de seguir hacia delante se ven educidas solo al presente, ni pasado ni futuro esperanzador. El presente es legal: si eres legal vas hacia delante”.
Pero cuando reina el legalismo, la Palabra de Dios no está y el pueblo de Dios que cree, llora en su corazón, porque no encuentra al Señor: les falta la profecía. Llora “como lloraba la mamá Ana, la mamá de Samuel, pidiendo la fecundidad del pueblo, la fecundidad que viene de la fuerza de Dios, cuando Él despierta la memoria de su promesa y nos empuja hacia el futuro, con la esperanza. ¡Este es el profeta! Este es el hombre del ojo penetrante que escucha las palabras de Dios”:

“Que nuestra oración en estos días, en los que nos preparamos para la Natividad del Señor sea: ‘Señor, ¡que no falten los profetas en tu pueblo!’. Todos los bautizados somos profetas. ‘Señor, ¡que no nos olvidemos de tu promesa! ¡Que no nos cansemos de seguir hacia delante! ¡Que no nos encerremos en la legalidad que cierran puertas! Señor, libera a tu pueblo del espíritu del clericalismo y ayúdalo con el espíritu de profecía’”.
17.12.13



Francisco en Santa Marta: 'El apellido a Dios se lo da cada uno de nosotros'
CIUDAD DEL VATICANO, 17 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - En el día de su cumpleaños, el papa Francisco ha querido que estuviera presente el personal de la Casa Santa Marta en la tradicional misa de la mañana, para vivir la celebración en un clima especialmente familiar. El Evangelio de hoy ha permitido que el santo padre durante su homilía pueda recordar afectuosamente los nombres de algunos trabajadores allí presentes.
En representación del Colegio Cardenalicio, ha concelebrado con el pontífice su decano, el cardenal Angelo Sodano. Después de la Eucaristía, como es costumbre, el papa ha saludado a todos los presentes personalmente. Por su parte, el secretario de Estado, Mons. Pietro Parolin, ha felicitado a Francisco en nombre de sus colaboradores de la Secretaría de Estado. A las felicitaciones se ha unido también el limosnero de Su Santidad, Mons. Konrad Krajewski, que ha presentado al Papa cuatro personas sin hogar que duermen en un barrio cercano al Vaticano. Todos los presentes, con el director de la Casa Santa Marta, han acompañado las felicitaciones al papa con un canto. Después todos han participado en el desayuno en el refectorio de la Domus.
Dios nunca nos deja solos, siempre camina con nosotros. Con estas palabras el santo padre ha explicado el Evangelio de hoy, que se centra en la genealogía de Jesús, y se ha detenido en la presencia del Señor en nuestra vida:
 

“Una vez oí que alguien decía: ‘¡Esta cita del Evangelio parece la lista telefónica!’ Y no, es otra cosa: esta cita del Evangelio es historia y tiene un argumento importante. Es pura historia porque como decía san León Papa, Dios ha enviado a su Hijo. Y Jesús es consustancial al Padre, Dios, pero también consustancial a la Madre, una mujer. Y esta es la consustancialidad de la Madre. Dios se ha hecho historia. Dios se ha querido hacer historia. Está con nosotros. Ha hecho el camino con nosotros”. 

Después del primer pecado en el paraíso, ha destacado el pontífice, “Él tuvo esta idea: hacer el camino con nosotros”. Ha llamado a Abraham, “el primer nombrado en esa lista” y “lo invitó a caminar”. Y Abraham “comenzó ese camino”. Después Isaac, Jacob, Judá. “Así va este camino en la historia”. Dios, ha afirmado el papa, “camina con su pueblo. Dios no ha querido venir a salvarnos sin historia. Él ha querido hacerse historia con nosotros”. Una historia, destacó, que “va de la santidad al pecado. En esta lista hay santos, pero también hay pecadores”:
 

“Los pecadores de alto nivel, los que han hecho pecados gordos. Dios ha hecho historia con ellos. Pecadores que no han respondido a todo lo que Dios planeaba para ellos. Pensemos en Salomón, tan grande, tan inteligente y terminó, ¡pobrecillo! Sin saber como se llamaba. Pero Dios estaba con él. Esto es bello ¿no? Dios es consustancial a nosotros. Hace historia con nosotros. Es más: cuando Dios quiere decir quien es, dice: ‘Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob’. ¿Pero cuál es el apellido de Dios? Somos nosotros, cada uno de nosotros. Él toma de nosotros el nombre para convertirlo en su apellido. ‘Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob, de Pedro, de Marietta, de Armony, de Marisa, de Simón, ¡de todos!’ De nosotros toma el apellido. El apellido de Dios es cada uno de nosotros”.
 

“Él, nuestro Dios --ha añadido-- ha hecho historia con nosotros, ha tomado el apellido de nuestro nombre”, “se ha dejado escribir la historia por nosotros”.
 “Nosotros --esta ha sido su reflexión-- escribimos esta historia de gracia y pecado y Él va detrás de nosotros”. Esta, ha asegurado, “es la humildad de Dios, la paciencia de Dios, el amor de Dios. ¡Es nuestro!” Y esto, ha confiado, nos conmueve. “Tanto amor, tanta ternura, tener un Dios así”.
“Su alegría ha sido compartir su vida con nosotros. El Libro de la Sabiduría dice que la alegría del Señor está entre los hijos del hombre, con nosotros. Al acercarse la Navidad, nos hace reflexionar: si Él se ha hecho historia con nosotros, si ha tomado su apellido de nosotros, si Él ha querido que nosotros escribiésemos su historia, al menos, dejemos nosotros que Él escriba nuestra historia. Esta es la santidad: ‘Dejar que el Señor escriba nuestra historia’. Esta es la esperanza de Navidad para todos nosotros. Que el Señor te escriba la historia y que tú dejes que te la escriba. ¡Así sea!”.
 18.12.13


Texto completo de la catequesis de Francisco en la audiencia del miércoles
CIUDAD DEL VATICANO, 18 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Este encuentro nuestro se desarrolla en el clima espiritual del Adviento, manifestado más intensamente por la Novena de la Santa Navidad, que estamos viviendo en estos días y que nos lleva a las fiestas navideñas. Por este motivo hoy quisiera reflexionar con vosotros sobre la Navidad de Jesús, fiesta de la confianza y de la esperanza, que supera las inseguridades y el pesimismo. Y la razón de nuestra esperanza es esta: ¡Dios está con nosotros y Dios se fía todavía de nosotros! Pensad bien en esto: ¡Dios está con nosotros y se fía todavía de nosotros! Es generoso este Padre Dios, ¿verdad?
Dios viene a habitar con los hombres, elige la tierra como su morada para estar junto al hombre y dejarse encontrar allí donde el hombre vive sus días en la alegría y el dolor. Por tanto, la tierra no es solo “un valle de lágrimas”, sino el lugar donde Dios mismo ha puesto su tienda, es el lugar del encuentro de Dios con el hombre, de la solidaridad de Dios con los hombres.

Dios ha querido compartir nuestra condición humana hasta el punto de hacerse una sola cosa con nosotros en la persona de Jesús, que es verdadero hombre y verdadero Dios. Pero hay algo todavía más sorprendente. La presencia de Dios en medio de la humanidad no se ha dado en un mundo ideal, idílico, sino en este mundo real, marcado por cosas buenas y malas, por divisiones, maldad, pobreza, prepotencias y guerras. Él ha elegido habitar en nuestra historia así como es, con todo el peso de sus límites y de sus dramas. Haciendo así se ha demostrado de forma insuperable su inclinación misericordiosa y llena de amor hacia las criaturas humanas. Él es el Dios-con-nosotros, Jesús es Dios-con-nosotros, ¿creéis esto? Hagamos juntos esta confesión. ¡Todos! ¡Jesús es Dios-con-nosotros. ¡Otra vez! ¡Jesús es Dios-con-nosotros!. Muy bien, gracias.
Jesús es Dios-con-nosotros, desde siempre y por siempre está con nosotros en los sufrimientos y en los dolores de la historia. La Navidad de Jesús es la manifestación de que Dios se ha puesto del lado del hombre “de una vez y para siempre”, para salvarnos, para levantarnos del polvo de nuestras miserias, de nuestras dificultades, de nuestros pecados.
De aquí viene el gran “regalo” del Niño de Belén: una energía espiritual que nos ayuda a no hundirnos en nuestras fatigas, en nuestras desesperaciones, en nuestras tristezas, porque es una energía que nos conforta y transforma el corazón. El nacimiento de Jesús, de hecho, nos lleva a la bella noticia de que somos amados inmensamente y individualmente por Dios, y este amor no solo nos lo hace conocer, ¡sino que nos los da, nos lo comunica!
De la contemplación gozosa del misterio del Hijo de Dios nacido por nosotros, podemos extraer dos consideraciones.
La primera es que si en la Navidad Dios se revela no como uno que está en las alturas y que domina el universo, sino como El que se abaja. Dios se abaja, desciende a la tierra, pequeño y pobre, esto significa que para ser como Él nosotros no podemos ponernos por encima de los demás, sino abajarnos, ponernos al servicio, hacernos pequeños con los pequeños y pobres con los pobres. Es una cosa fea cuando se ve a un cristiano que no quiere abajarse, que no quiere servir, que se pavonea por todas partes. ¡Es feo! ¡Ese no es un cristiano, es un pagano! ¡El cristiano sirve y se abaja! ¡Hagamos esto de forma que nuestros hermanos y hermanas no se sientan nunca solos!
La segunda: si Dios, por medio de Jesús, se ha implicado con el hombre hasta el punto de convertirse en uno de nosotros, quiere decir que cualquier cosa que le hagamos a un hermano y a una hermana se la habremos hecho a Él. Nos lo ha recordado el mismo Jesús: quien haya nutrido, acogido, visitado, amado a uno de los más pequeños y de los más pobres entre los hombres, se lo habrá hecho al Hijo de Dios.

Confiémonos a la materna intercesión de María, Madre de Jesús y nuestra, para que nos ayude en esta Santa Navidad, ya muy cercana, a reconocer en el rostro de nuestro prójimo, especialmente de las personas más débiles y marginadas, la imagen del Hijo de Dios hecho hombre. ¡Gracias!
 19.12.13


Francisco en St. Marta: la humildad nos hace fecundos y la soberbia estériles
CIUDAD DEL VATICANO, 19 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - "La humildad es necesaria para la fecundidad". Lo ha indicado esta mañana el santo padre en la homilía de Santa Marta. El papa ha afirmado que la intervención de Dios vence la esterilidad de nuestra vida y la hace fecunda. Por tanto, ha advertido sobre la actitud de la soberbia que nos hace estériles.
Para comenzar la homilía Francisco ha recordado que "muchas veces, en la Biblia, encontramos mujeres estériles a las cuáles el Señor da el don de la vida", comentando la lectura del día que habla de Isabel que de estéril tuvo un hijo, Juan. "De la imposibilidad de dar vida viene la vida", ha señalado el santo padre. Y esto, ha continuado, también "ha sucedido a mujeres no estériles", sino que "no tenían esperanza de vida", como Noemí que al final tuvo un nieto: "El Señor interviene en la vida de estas mujeres para decirnos: ' Yo soy capaz de dar vida'. También en los profetas está la imagen del desierto, la tierra desierta incapaz de hacer crecer un árbol, un fruto, de hacer germinar algo. 'Pero el desierto será como un bosque - dicen los profetas - será grande, florecerá' ¿Pero el desierto puede florecer? Sí. ¿La mujer estéril puede dar vida? Sí. Esa promesa del Señor: ¡Yo puedo! ¡Yo puedo de la sequía, de vuestra sequía, hacer crecer la vida, la salvación! Yo puedo de la aridez hacer crecer los frutos!"
Así, el papa ha afirmado que la salvación es esto: "La intervención de Dios que hace fecundo, que nos da la capacidad de dar vida". Nosotros, ha prevenido, no podemos hacerlo solos. Además, ha continuado el santo padre, "muchos han hecho la prueba de pensar en nuestra capacidad de salvarnos": "¡También los cristianos eh! Pensemos en los pelagianos, por ejemplo". Todo es gracia. Es la intervención de Dios que nos trae la salvación. Es la intervención de Dios que nos ayuda en el camino de la santidad. Solamente puede Él. ¿Pero por nuestra parte qué hacemos? Primero: reconocer nuestra sequía, nuestra incapacidad de dar vida. Reconocer esto. Segundo, pedir: 'Señor, yo quiero ser fecundo. Yo quiero que mi vida dé vida, que mi fe sea fecunda y vaya adelante y pueda darla a los otros'. 'Señor, yo soy estéril, yo no puedo. Tú puedes. Yo soy un desierto: yo no puedo, Tú puedes'".
Esta puede ser la oración de estos días, antes de la Navidad, ha propuesto el santo padre. A continuación ha afirmado que "pensemos en cómo los soberbios, los que creen que pueden hacer todo por sí mismos, se ven afectados".
Para finalizar, el santo padre ha dirigido su pensamiento a Micol, hija de Saúl. Una mujer, "que no era estéril, pero era soberbia y no entendía qué era alabar a Dios", es más, "reía de la alabanza". Y fue "castigada con la esterilidad". "La humildad es necesaria para la fecundidad", ha recordado. "La humildad de decir al Señor: 'Señor, soy estéril, soy un desierto' y repetir en estos días esas bonitas antífonas que la Iglesia nos hace rezar: 'Oh hijo de David, oh Adonai, oh Sabiduría - hoy - oh raíz de Jesse, oh Emmanuel, ven a darnos vida, ven a salvarnos, porque solo Tú puedes, ¡yo solo no puedo!' Y con esta humildad - ha precisado Francisco - "la humildad del desierto, la humildad de alma estéril, recibir la gracia, la gracia de florecer, de dar fruto y de dar vida".
20.12.13


Francisco en Santa Marta: 'Un misterio que se publicita no es cristiano'
El santo padre en la homilí­a de este viernes explica que el encuentro con Dios sólo se comprende en el silencio e invita a imitar el ejemplo de la Virgen Marí­a.
CIUDAD DEL VATICANO, 20 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - Sólo el silencio custodia el misterio del camino que el hombre cumple con Dios. Son las palabras del papa Francisco en su homilía de este viernes durante la misa de la mañana en la Casa Santa Marta. El Señor, ha añadido el santo padre, nos de “la gracia de amar el silencio”, que necesita ser “custodiado” lejos de cualquier “publicidad”. 
En la historia de la salvación, ni el clamor ni la teatralidad, sino la sombra y el silencio son los "lugares" que Dios ha escogido para manifestarse al hombre. Fronteras evanescentes de las que su misterio ha tomado de vez en cuando una forma visible, se ha hecho carne. A sugerir la reflexión del pontífice son los momentos de la Anunciación, propuestos por el Evangelio de hoy, sobre todo el pasaje en el que el Ángel le dice a María que el poder del Altísimo la "cubrirá con su sombra". Cómo, en el fondo, casi de la misma sustancia que la sombra también se hizo la nube con la que, ha recordado el Papa, Dios había protegido a los judíos en el desierto:
“El Señor siempre ha cuidado el misterio y ha cubierto el misterio. Un misterio que se publicita no es cristiano, no es el misterio de Dios: ¡es un misterio falso! Y esto es lo que le ha sucedido a la Virgen aquí, cuando recibe a su Hijo: el misterio de su maternidad virginal está cubierto. ¡Está cubierto toda la vida! Y Ella lo sabía. Esta sombra de Dios, en nuestra vida, nos ayuda a descubrir nuestro misterio: el misterio de nuestro encuentro con el Señor, el misterio del camino de nuestra vida con el Señor”.
“Cada uno de nosotros – ha afirmado el santo padre – sabe cómo opera misteriosamente el Señor en nuestro corazón, en nuestra alma”. Y cuál es – ha añadido – “la nube, la potencia, ¿cómo es el estilo del Espíritu Santo para cubrir nuestro misterio?”:  
"Esta nube en nosotros, en nuestra vida se llama silencio: el silencio es precisamente una nube que cubre el misterio de nuestra relación con el Señor, de nuestra santidad y nuestros pecados. Este misterio que no podemos explicar. Pero cuando se hace el silencio en nuestra vida, el misterio se pierde, se va. ¡Custodiar el misterio con el silencio! Esa es la nube, esa es la potencia de Dios para nosotros, esa es la fuerza del Espíritu Santo".
La Madre de Jesús ha sido el icono perfecto del silencio. Desde el anuncio de su excepcional maternidad hasta el Calvario. Pienso, ha observado el papa, en “cuántas veces se ha callado y cuántas veces no ha dicho lo que sentía para preservar el misterio de la relación con su Hijo", hasta el silencio más crudo, "a los pies de la Cruz":
“El Evangelio no nos dice nada: si ha dicho una palabra o no... Era silenciosa, pero dentro de su corazón, ¡cuántas cosas le decía al Señor! 'Tú, ese día - esto y aquello que hemos leído - me has dicho que sería grande; tú me has dicho que le darías el Trono de David, su padre, que reinaría para siempre y ahora ¡lo veo ahí [en la Cruz, ndr]!'. ¡La Virgen era humana! Y tal vez él tenía el deseo de decir: ‘Mentiras! ¡He sido engañada!’: Juan Pablo II decía esto, al hablar de la Virgen en ese momento. Pero Ella, con el silencio, ha cubierto el misterio que no entendía y con este silencio ha dejado que este misterio pudiera crecer y florecer en la esperanza”.
"El silencio es el que custodia el misterio", por lo cual el misterio "de nuestra relación con Dios, de nuestro camino, de nuestra salvación – ha repetido el pontífice - no puede ser aireado, publicitado". Que el Señor "nos de a todos la gracia de amar el silencio, de buscarlo y tener un corazón custodiado por la nube del silencio".
 22.12.13


El papa en el ángelus: prepararse a la Navidad con el ejemplo de María y José
A un grupo de manifestantes en la plaza, el papa les invitó a defender sus derechos a dar una contribución positiva, rechazar la tentación de la violencia y seguir la vía del diálogo
CIUDAD DEL VATICANO, 22 de diciembre de 2013
"Queridos hermanos y hermanas
En este cuarto domingo de Adviento el evangelio nos narra los hechos precedentes al nacimiento de Jesús, y el evangelista Mateo los presenta desde el punto de vista de san José, el prometido esposo de María.
José y María vivían en Nazaret; no habitaban todavía juntos porque el matrimonio no se había realizado. En ese tiempo intermedio, María después de haber recibido el anuncio del ángel quedó en cinta por obra del Espíritu Santo. Cuando José se da cuenta de este hecho queda desconcertado. El evangelio no explica cuáles eran sus pensamientos pero nos dice lo esencial: él quiere hacer la voluntad de Dios y está listo a la renuncia más radical.
En cambio de defenderse para hacer valer sus derechos, José elige una solución que para él representa un sacrificio enorme: 'Porque era un hombre justo y no quería acusarla publicamente, pensó de repudiarla en secreto'.
De manera breve esta frase reasume un verdadero y propio drama interior, si pensamos al amor que José tenía por María. Pero también en tal circunstancia, José quiere hacer la voluntad de Dios y decide, seguramente con gran dolor, despedir a María en secreto.
Es necesario meditar sobre estas palabras para entender la prueba que José debió superar en los días anteriores al nacimiento de Jesús. Una prueba similar al sacrificio de Abram cuando Dios le pidió a su hijo Isaac: renunciar a la cosa más preciosa, a la persona más amada. Pero como en el caso de Abram, el Señor interviene: ha encontrado la fe que buscaba y abre un camino diverso, un camino de amor y felicidad: 'José -le dice- no temas de tomar contigo a María, tu esposa. De hecho el niño que ha sido generado en ella proviene del Espíritu Santo'.
Este evangelio nos muestra toda la grandeza de animo de José. Él estaba siguiendo un buen proyecto de vida pero Dios reservaba para él otro plan, una misión más grande.
José era un hombre que siempre sabía escuchar la voz de Dios, era profundamente sensible a su secreta voluntad, un hombre atento a los mensajes que le llegaban desde lo más profundo del corazón y desde lo alto.
No se había obstinado a seguir su proyecto de vida, no permitió que el rencor le envenenara el ánimo, sino que estuvo listo a ponerse a disposición de la novedadque, de manera desconcertante le era propuesta.
Es así un hombre bueno que no odiaba, no permitió que el rencor que le avenenara el alma. Cuantas veces nos ha sucedido a nostros que el odio y la antipatía incluida, el rencor nos envenenan el alma. Y esto nos hace mal. No permitirlo nunca: él es un ejemplo de esto. Y así José se volvió aún más grande. 
Aceptándose de acuerdo al designio del Señor, José se encuentra plenamente consigo mismo, más allá de sí mismo. Esta libertad de renunciar a lo que es suyo, a la posesión de su propia existencia y esta plena disponibilidad interior a la voluntad de Dios, nos interrogan y nos muestran el camino.
Nos disponemos por ello a celebrar la Navidad, contemplando a María y a José: María la mujer llena de gracia y que tuvo el coraje de confiar totalmente en la palabra de Dios. José, el hombre fiel y justo que prefirió creer en el Señor, en cambio de escuchar las voces de la duda y del orgullo humano. Con ellos caminamos hacia Belén”.
Después de rezar el ángelus el papa se dirige nuevamente a los presentes.
"Leo escrito grande: 'Los pobres no pueden esperar'. Es bello y esto me hace pensar que Jesús ha nacido en un establo y no en una casa. Después tuvo que escapar hacia Egipto para salvar su vida. Después retornó a Nazaret.
Hoy pienso, también leyendo este cartel, a tantas familias sin casa, sea porque nunca la tuvieron o porque la perdieron por motivos diversos. Familia y casa van juntas. Es muy difícil llevar adelante una familia, ser una familia si no se vive en una casa. En estos días de Navidad invito a todos, personas, entes sociales y autoridades, para que hagan todo lo posible para  que cada familia pueda tener una casa.
Saludo con afecto a todos ustedes, queridos peregrinos provenientes de varios países para participar a este encuentro de oración. Mi pensamiento va a los grupos parroquiales, a las asociaciones y a los fieles individualmente. En particular saludo la comunidad de Pontificio Instituto de las Misiones Extranjeras, a la banda musical de San Giovanni Valdano, a los jóvenes de la parroquia de San Francesco Nuovo en Rieti, y a los participantes a la estafeta que partió desde Alessandria (en el norte de Italia) y que llegó a Roma para dar testimonio del empeño en favor de la paz en Somalia. Le deseo siempre a todos un buen domingo y una Navidad de esperanza y fraternidad.
Y a todos los que de Italia se han reunido hoy para manifestar sobre las dificultades sociales, les deseo que puedan dar una contribución constructiva, rechazando las tentaciones del enfrentamiento y de la violencia, y siguiendo siempre la vía del diálogo y defendiendo sus derechos.  Les deseo a todos un feliz domingo y una Navidad de esperanza, de justicia y de fraternidad".
Y el papa se despidió con su famoso: “Buon pranzo e arrivederci”.
23.12.13
















































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