CIUDAD DEL VATICANO, 10 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - El santo
padre en la homilía de Santa Marta de este martes ha recordado que cuando Jesús
se acerca a nosotros, siempre abre las puertas y nos da esperanza. Por eso no
debemos tener miedo de la consolación del Señor, sino más bien debemos pedirla
y buscarla. Una consolación que nos hace sentir la ternura de Dios.
"Consolad, consolad a mi pueblo", así, el
papa Francisco ha comenzado su homilía deteniéndose sobre un pasaje del libro
de Isaías, el libro de la consolación de Israel. El Señor, ha observado el
papa, se acerca a su pueblo para consolarlo, "para darle paz". Y este
"trabajo de consolación" es tan fuerte que "atrae a todas las
cosas". El Señor cumple una verdadera re-creación.
Francisco lo ha explicado así: "Recrea las cosas.
Y la Iglesia no se cansa de decir que esta re-creación es más maravillosa que
la creación. El Señor más maravillosamente recrea. Y así visita a su pueblo:
recreando, con ese poder. Y siempre el pueblo de Dios tenía esta idea, este
pensamiento, que el Señor vendrá a visitarlo. Recordamos las últimas palabras
de José a sus hermanos: 'Cuando el Señor les visite lleven con ustedes mis
huesos'. El Señor visitará a su pueblo. Es la esperanza de Israel. Pero lo
visitará con esta consolación".
El santo padre ha continuado afirmando que
"la consolación es este rehacer todo no una vez, sino muchas veces, con el
universo y también con nosotros". Este "rehacer del Señor", ha
dicho el papa, tiene dos dimensiones que es importante subrayar. "Cuando
el Señor se acerca nos da esperanza, el Señor rehace con esperanza, siempre
abre una puerta. Siempre", ha afirmado el papa. Cuando el Señor se acerca
a nosotros, ha explicado "no cierra las puertas, las abre". Y ha añadido
que "el Señor en su cercanía nos da la esperanza, esta esperanza que es
una verdadera fortaleza en la vida cristiana. Es una gracia, es un don".
De este modo, ha proseguido el santo padre,
"cuando un cristiano olvida la esperanza, o peor, pierda la esperanza, su
vida no tiene sentido. Es como si la vida estuviera delante de un muro: nada.
Pero el Señor nos consuela y nos rechace, con la esperanza, ir adelante. Y
también lo hace con una cercanía especial a cada uno, porque el Señor consuela
a su pueblo y nos consuela a cada uno de nosotros. Es bello como termina el
pasaje de hoy: 'Como un pastor que apacienta el rebaño, su brazo lo reúne, toma
en brazos los corderos y hace recostar a las madres'. Esa imagen de llevar los
corderos sobre el pecho y llevar dulcemente a las madres: esta es la ternura.
El Señor nos consuela con ternura".
Francisco ha recordado también que Dios es
poderosos y que no tiene miedo de la ternura. "Él se hace ternura, se hace
niño, se hace pequeño". Y ha observado que el mismo Jesús lo dice:
"Así es la voluntad del Padre, que ni siquiera uno de estos pequeños se
pierda". Asimismo ha añadido que a los ojos del Señor "cada uno de
nosotros es muy, muy importante. Y Él se da con ternura". Y así nos hace
"ir adelante, dándose con esperanza". Esto, ha indicado el papa,
"ha sido principalmente el trabajo de Jesús" en los "40 días
entre la Resurrección y la Ascensión: consolar a los discípulos, acercarse y
dar consolación".
Para concluir el santo padre ha subrayado que
"acercarse y dar esperanza, acercarse con ternura. Pero pensemos en la
ternura que ha tenido con los apóstoles, con la Magdalena, con los de Emaús. Se
acercaba con ternura: 'dadme de comer'. Con Tomás: 'pon tu dedo aquí'. Es Señor
siempre es así. Así es la consolación del Señor. Que el Señor nos dé a todos
nosotros la gracia de no tener miedo de la consolación del Señor, de estar
abiertos: pedirla, buscarla, porque es una consolación que nos dará esperanza y
nos hará sentir la ternura de Dios Padre".
11.12.13
Texto completo de la catequesis de
Francisco en la audiencia del miércoles
CIUDAD DEL
VATICANO, 11 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy quisiera iniciar la última catequesis sobre
nuestra profesión de fe, tratando la afirmación «Creo en la vida eterna». En
particular me detengo en el juicio final. ¡No tengáis miedo! Escuchemos lo que
dice la Palabra de Dios. Al respecto, leemos en el evangelio de Mateo: Entonces
Cristo «vendrá en su gloria, con todos sus ángeles… Y todas las gentes se
reunirán delante de él, y él separará a unos de otros, como separa el pastor
las ovejas de las cabras. Pondrá las ovejas a su derecha, y las cabras a su
izquierda… Aquéllos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna» (Mt
25,31-33.46).
Cuando pensamos en el regreso de Cristo y en su juicio
final, que manifestará, hasta sus últimas consecuencias, el bien que cada uno
habrá realizado o habrá dejado de realizar durante su vida terrena, percibimos
que nos encontramos ante un misterio que nos supera, que no conseguimos ni
siquiera imaginar. Un misterio que casi instintivamente suscita en nosotros una
sensación de miedo, y quizás también de trepidación. Pero si reflexionamos bien
sobre esta realidad, esta sólo puede agrandar el corazón de un cristiano y ser
un gran motivo de consuelo y confianza.
A este propósito, el testimonio de las primeras
comunidades cristianas resuena muy sugerente. Estas solían acompañar las
celebraciones y las oraciones con la aclamación Maranathá, una expresión
constituida por dos palabras arameas que, según cómo sean pronunciadas, se
pueden entender como una súplica: «¡Ven, Señor!», o como una certeza alimentada
por la fe: «Sí, el Señor viene, el Señor está cerca». Es la exclamación con la
que culmina toda la Revelación cristiana, al final de la maravillosa
contemplación que se nos ofrece en el Apocalipsis de Juan (cfr Ap 22,20). En
ese caso, es la Iglesia-esposa que, en nombre de la humanidad, de toda la
humanidad, y en cuanto su primicia, se dirige a Cristo, su esposo, deseando ser
envuelta por su abrazo; un abrazo, el abrazo de Jesús, que es plenitud de vida
y de amor.
Si pensamos en el juicio en esta perspectiva,
todo miedo disminuye y deja espacio a la esperanza y a una profunda alegría:
será precisamente el momento en el que seremos juzgados. Preparados para ser
revestidos de la gloria de Cristo, como de una vestidura nupcial, y ser
conducidos al banquete, imagen de la plena y definitiva comunión con Dios.
Un segundo motivo de confianza se nos ofrece por
la constatación de que, en el momento del juicio, no se nos dejará solos.
Jesús mismo, en el evangelio de Mateo, es quien preanuncia cómo, al final de
los tiempos, aquellos que le hayan seguido tomarán asiento en su gloria, para
juzgar junto a él (cfr Mt 19,28). El apóstol Pablo después,
escribiendo a la comunidad de Corinto, afirma: «¿No sabéis que los santos
juzgarán al mundo? ¡Cuánto más las cosas de esta vida!» (1
Cor 6,2-3).
¡Qué hermoso saber que en esa coyuntura, además
de contar con Cristo, nuestro Paráclito, nuestro Abogado ante el Padre
(cfr 1 Jn 2,1), podremos contar con la intercesión y la benevolencia
de tantos hermanos y hermanas nuestros más grandes que nos han precedido en el
camino de la fe, que han ofrecido su vida por nosotros y que siguen amándonos
de forma indecible! Los santos ya viven en la presencia de Dios, en el esplendor
de su gloria orando por nosotros que aún vivimos en la tierra. ¡Cuánto consuelo
suscita en nuestro corazón esta certeza! La Iglesia es verdaderamente una madre
y, como una mamá, busca el bien de sus hijos, sobre todo de los más alejados y
afligidos, hasta que encuentre su plenitud en el cuerpo glorioso de Cristo con
todos sus miembros.
Una última sugerencia se nos ofrece en el
Evangelio de Juan, donde se afirma explícitamente que «Dios no ha mandado
el Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por
medio de él. Quien cree en él no está condenado; pero quien no cree ya está
condenado, porque no ha creído en el Hijo único de
Dios» (Jn 3,17-18). Esto significa entonces que ese juicio, el
juicio ya está en marcha, empieza ahora, en el transcurso de nuestra
existencia.
Este juicio es pronunciado en cada instante de la
vida, como respuesta de nuestra acogida con fe de la salvación presente y
operante en Cristo, o bien de nuestra incredulidad, con la consiguiente
cerrazón en nosotros mismos. Pero si nos cerramos al amor de Jesús, somos
nosotros mismos los que nos condenamos, somos condenados por nosotros mismos.
La salvación es abrirnos a Jesús y él nos salva.
Y si somos pecadores, todos somos pecadores,
todos lo somos, todos, y pedimos perdón, y vamos con el deseo de ser buenos, el
Señor nos perdona, pero para esto debemos abrirnos, abrirnos al amor de Jesús,
que es más fuerte que todas las demás cosas, el amor de Jesús es grande. El
amor de Jesús es misericordioso, el amor de Jesús perdona, pero debes abrirte,
y abrirse significa arrepentirse, lamentarse de las cosas que hemos hecho que
no son buenas.
El Señor Jesús se ha donado y sigue donándose a
nosotros, para llenarnos de toda la misericordia y la gracia del Padre. Somos
nosotros, por tanto, los que podemos convertirnos en cierto sentido en jueces
de nosotros mismos, auto condenándonos a la exclusión de la comunión con Dios y
con los hermanos, con la profunda soledad y tristeza que esto produce. No nos
cansemos, por tanto, de vigilar nuestros pensamientos y nuestras actitudes,
para pregustar desde ahora el calor y el esplendor del rostro de Dios.
Será bellísimo ese Dios que en la vida eterna
contemplaremos en toda su plenitud. ¡Adelante! Pensando en ese juicio que
comienza ahora, que ya ha empezado. ¡Adelante! Haciendo que nuestro corazón
esté abierto a Jesús y a su salvación, y ¡Adelante! Sin tener miedo, porque el
amor de Jesús es más grande, y si nosotros pedimos perdón por nuestros pecados
él nos perdona. Jesús es así. ¡Adelante con esta certeza, que nos llevará a la
gloria del cielo! Gracias.
12.12.13
Francisco en Sta. Marta: la Navidad
se aproxima, en silencio escuchar la ternura de Dios
CIUDAD DEL VATICANO, 12 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - Hacer un
poco de silencio para escuchar a Dios que nos habla con la ternura de un padre
y de una madre nos hará bien. Lo ha afirmado el papa Francisco esta mañana en
la misa celebrada en Santa Marta.
Haciendo referencia a la lectura de hoy del profeta
Isaías, el papa ha subrayado no tanto "lo que dice el Señor" sino
"cómo lo dice". Dios nos habla como lo hace un papá y una mamá con su
hijo. Y lo explica así: "cuando un niño tiene una pesadilla, se despierta,
llora... papá va y dice: no temas, no temas, estoy yo, aquí. Así nos habla el
Señor. 'No temas, gusano de Jacob, larva de Israel'.
El Señor tiene esta forma de hablarnos: se acerca...
Cuando miramos a un papá o una mamá que hablan a su hijo, vemos que ellos se
hacen pequeños y hablan con la voz de un niño y hacen gestos de niños. Uno que
mira desde fuera puede pensar: ¡pero estos son ridículos! ¿Se empequeñecen
precisamente ahí no? Porque el amor del papá y de la mamá tiene la necesidad de
acercarse, digo esta palabra: de abajarse precisamente al mundo del niño. Eh,
sí: si papá y mamá hablan con normalidad, el niño entenderá igual; pero ellos
quieren tomar el modo de hablar del niño. Se acercan, se hacen niños. Y así es
el Señor".
El papa ha recordado que los teólogos griegos
explicaban esta actitud de Dios con una palabra difícil: la synkatábasi, es
decir, "la condescendencia de Dios que desciende a hacerse como uno de
nosotros". Y para matizar la idea, Francisco ha señalado que "el papá
y la mamá dicen también cosas un poco ridículas al niño: "Ah, amor mío,
juguete mío..." y todas estas cosas. También el Señor lo dice: 'gusano de
Jacob', 'tú eres un gusano para mí, una cosa pequeña, pero te amo tanto'. Este
es el lenguaje del Señor, el lenguaje de amor de padre, de madre. ¿Palabra del
Señor? Sí, escuchemos eso que nos dice. Pero también veamos cómo lo dice. Y
nosotros tenemos que hacer eso que hace el Señor, hacer lo que dice y hacerlo
cómo lo dice: con amor, con ternura, con esa condescendencia hacia los
hermanos".
A continuación, el papa ha explicado cómo Dios,
citando el encuentro entre Elías con el Señor, es como la "brisa
suave" o - como dice el texto original - "un hilo sonoro de
silencio": así "se acerca el Señor, con esa sonoridad del silencio
propia del amor. Sin dar espectáculo". Y "se hace pequeño para
hacerme poderoso; Él va a la muerte, con la condescendencia, para que yo pueda
vivir".
Para concluir, el pontífice reflexiona que
"ésta es la música del lenguaje del Señor, y nosotros en la preparación a
la Navidad debemos sentirla, nos hará bien escucharla, nos hará muy bien.
Normalmente, la Navidad parece una fiesta de mucho ruido: nos hará bien hacer
un poco de silencio y escuchar estas palabras de amor, estas palabras de tanta
cercanía, estas palabras de ternura.... 'Tú eres un gusano, ¡pero yo te amo
mucho!' Por esto. Y hacer silencio, en este tiempo en el que, como dice el
prefacio, nosotros estamos vigilantes en espera".
13.12.13
El papa en Sta. Marta 'Los
cristianos alérgicos a los predicadores critican siempre'
CIUDAD DEL VATICANO, 13 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - El santo
padre esta mañana en el homilía de Santa Marta ha explicado que los
"cristianos alérgicos a los predicadores tienen siempre algo que criticar,
pero en realidad tienen miedo de abrir la puerta al Espíritu Santo y se quedan
tristes".
Hablando sobre el Evangelio de hoy, Francisco ha
mencionado que "Jesús compara la generación de su tiempo a esos niños
siempre descontentos que no saben jugar con felicidad, que siempre rechazan la
invitación de los otros: si tocan música, no bailan; si cantan un canto de
lamento, no lloran... nada les va bien". El papa ha precisado que esa
gente "no estaba abierta a la Palabra de Dios". Su rechazo "no
es al mensaje, es al mensajero". Y añade que rechazaban a Juan Bautista,
que no comía y no bebía pero decían que era un endemoniado, así como también
rechazaban a Jesús, porque era de buen comer y un bebedor, amigo de publicanos
y pecadores. "Tienen siempre un motivo para criticar al predicador",
ha matizado el santo padre.
"Y ellos, la gente de aquel tiempo, preferían
refugiarse en una religión más elaborada: en los preceptos morales, como el
grupo de fariseos; en el compromiso político, como los saduceos; en la
revolución social, como los celotes; en la espiritualidad gnóstica, como los
esenios. Estaban con su sistema bien limpio, bien hecho. Pero el predicador no.
También Jesús les hizo hacer memoria: 'Vuestros padres han hecho lo mismo con
los profetas'. El pueblo de Dios tiene una cierta alergia a los predicadores de
la Palabra, los profetas; los ha perseguido, lo ha matado", ha subrayado
el santo padre.
Asimismo, el papa ha continuado indicando que
estas personas "dicen aceptar la verdad de la revelación, "pero el
predicador, la predicación, no. Prefieren una vida enjaulada en sus preceptos,
en sus compromisos, en sus planes revolucionarios o en su espiritualidad
desencarnada. Son esos cristianos que están siempre descontentos con lo que
dice el predicador".
El santo padre ha hablado de "esos cristiano
que están cerrados, que están enjaulados, esos cristianos tristes... no son
libres ¿Por qué? Porque tienen miedo a la libertad del Espíritu Santo, que
viene a través de la predicación. Y este es el escándalo de la predicación, de
la que hablaba san Pablo: el escándalo de la predicación que termina en el
escándalo de la Cruz. Escandaliza que Dios nos hable a través de hombres con
límites, hombres pecadores: ¡escandaliza! Y escandaliza más que Dios no hable y
nos salve a través de un hombre que dice que es el Hijo de Dios pero termina
como un criminal. Eso escandaliza".
Continuando con la idea de esos "cristianos
tristes", el pontífice ha explicado que éstos "no creen en el
Espíritu Santo, no creen en esa libertad que viene de la predicación, que te
advierte, te enseña, te reprende también; pero es precisamente la libertad que
hace crecer la Iglesia".
El santo padre ha señalado, para concluir, que
"viendo estos niños que tienen miedo de bailar, de llorar, miedo de todos,
que piden seguridad en todo, pienso en esos cristianos tristes que siempre
critican a los predicadores de la verdad, porque tienen miedo de abrir la
puerta al Espíritu Santo. Recemos por ellos y recemos también por nosotros, que
no nos convirtamos en cristianos tristes, quitando al Espíritu Santo la libertad
de venir a nosotros a través del escándalo de la predicación".
14.12.13
El abrazo del santo padre a los
niños del dispensario de Santa Marta
CIUDAD DEL VATICANO, 14 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - El santo
padre Francisco ha visitado esta mañana el dispensario pediátrico de Santa
Marta en el Vaticano. Tras la visita, se ha dirigido al aula Pablo VI para un
encuentro con los niños, sus familias y los voluntarios, estaban presentes unas
800 personas. El dispensario fue construido hace más de 90 años. El 30 de
diciembre de 2005, también fue también visitado por el papa Benedicto XVI, en
el primer año de su pontificado.
La hermana Antonietta Collacchi, Hijas de la
Caridad de San Vicente de Paúl, responsable del dispensario, ha sido la
encargada de dirigir unas palabras de saludo al santo padre al llegar al aula
Pablo VI. La religosa ha afirmado que "le acogemos con alegría y
sencillez, con el corazón lleno de gratitud por esta visita entre nosotros: un
verdadero regalo para todos, sobre todo para nuestros niños". La hermana
ha hecho un repaso de la historia del dispensario y explicando su
funcionamiento ha precisado que "esta sinfonía de amor es posible gracias
al trabajo voluntario de los médicos - pediatras, ginecólogos, ecografistas,
dermatólogos, dentistas - y de tantos trabajadores que ofrecen su tiempo,
pasión y ternura". La Divina Providencia - ha asegurado - "hace que
no falte su apoyo, multiplicando cada día, en nuestras manos, la caridad".
Asimismo ha indicado que "nuestros días están marcados por la alegría del
ser cristianos, por la luminosidad de una sonrisa y del calor de la gratitud y
esto nos permite poder repetir - con la solidaridad de la experiencia - algunas
de sus palabras: 'el verdadero poder es el servicio', para un cristiano
'progresar' es 'abajarse'. La hermana ha señalado que en este tiempo de
Adviento, "una vez más dirigimos la mirada hacia una familia en
dificultad, abandona por los hombres a su destino, pero vemos sobre todo la
confianza en la voluntad del Padre Celeste y cultivamos la conciencia de que en
sus planes está impreso el toque de un artista que cumple su obra de
arte". Para finalizar su intervención, la hermana ha pedido al santo padre
que "bendiga esta nuestra familia poliédrica, que lleva los colores del
mundo y a menudo los signos de las dificultades y de las contradicciones de la
sociedad contemporánea". Del mismo modo, ha indicado que rezan por él
"pidiendo al Señor que cuide sus pasos y le apoye en su ministerio".
A continuación, Elisabetta - madre de un niño
atendido en el ambulatorio desde que tenía menos de un año - también ha
dirigido unas palabras al papa. Ha comenzado diciéndole que su presencia
"nos sorprende y nos regala siempre momentos de ternura y de
alegría". Además, ha añadido, "tu sonrisa es tan sorprendente
que llega al corazón de todos, dándonos muchísima paz. Sabemos cuánto amor
tienes hacia los niños, especialmente hacia los más necesitados".
Elisabetta ha afirmado que "nuestros hijos reciben hoy el regalo más
bonito de Navidad que podrían imaginar: tu sonrisa, tu caricia, tu
abrazo".
Al ser de la misma lengua madre que el santo
padre, la mujer ha pronunciado también estas palabras en español: "¡Muy
buenos días papa Francisco! Muchísimas gracias por regalarnos esta mañana, por
compartir con nosotros y nuestros amados hijos estos momentos, que para
nosotros serán inolvidables! Muchas gracias santo padre y feliz Navidad!"
Tras los saludos, numerosos niños han ofrecido
regalos al santo padre. Después han cantado deseando paz y felicidad a todos
los presentes. Ya que el próximo día 17 el papa cumple 77 años, los niños han
llevado al papa Francisco una tarta con velas y él las ha apagado .
El santo padre ha recibido dos regalos
especiales, una cerámica de la Sagrada familia de parte de las familias
presentes y un jersey blanco de parte de los niños.
Por su parte, el papa Francisco ha dado las
gracias por la visita y "también por vuestro amor y por la alegría de los
niños. Y ciertamente os doy las gracias por la tarta. Es preciosa. Después os
diré si estaba buena. Muchas gracias".
El dispensario de Santa Marta tiene más de 90
años de historia de solidaridad concreta. Nació el 8 de mayo de 1922 bajo la
bendición del papa Pío XI, tras finalizar la primera guerra mundial. Su gestión
fue confiada a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl y hasta hoy han
asistido a miles de niños junto a sus familias. El dispensario ofrece
asistencia médica, apoyo psicológico y garantiza cubrir las necesidad básicas
con la distribución de leche, pañales, carricoches, alimentos, medicamentos,
ropa, juguetes. Los niños son sometidos a controles periódicos y consultas
especializadas también para sus madres.
14.12.13
Entrevista al papa: "Dios nos
ofrece la Navidad porque todos podemos comprenderla"
El santo padre al diario La Stampa
le habla sobre sufrimiento, economía, ecumenismo y la Iglesia. las mujeres
cardenales. En la Iglesia valorizar a la mujer , no 'clericalizarlas'
CIUDAD DEL VATICANO, 15 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - La Navidad,
el hambre en el mundo, el sufrimiento y las guerras, el futuro viaje a Tierra
Santa, la economía mundial, la conversión del papado, el ecumenismo, los
sacramentos, el Consejo de Cardenales, la relación Iglesia - política, mujeres
cardenales y la limpieza del Instituto de las Obras de Religión (IOR); son los
temas que el santo padre ha afrontado en la entrevista que el periodista Andrea
Tornielli le ha realizado para el diario italiano La Stampa.
"La Navidad es el encuentro con Jesús. Dios siempre
ha buscado a su pueblo, lo ha conducido, lo ha cuidado, ha prometido estarle
siempre cerca", esto es lo que significa para el santo padre la Navidad. Y
además es una consolación, un misterio de consolación. En Navidad, "muchas
veces, después de la misa de media noche, pasé algunas horas solo, en la
capilla, antes de celebrar la misa de la aurora, con un sentimiento de profunda
consolación y paz", así explica Francisco que para él la Navidad siempre
ha sido "contemplar la visita de Dios a su pueblo".
La Navidad, indica, "nos habla de ternura y
de esperanza". El santo padre explica que Dios, al encontrarnos, nos dice
dos cosas: "tened esperanza" y "no tengáis miedo de la
ternura". Por eso, el papa indica que "cuando los cristianos se
olvidan de la esperanza y de la ternura se convierten en una Iglesia
fría". Al respecto matiza que él "tiene miedo cuando los cristianos
pierden la esperanza y la capacidad de abrazar y acariciar". Y es por ello
que afirma que en su vida de sacerdote siempre ha buscado "transmitir esta
ternura, especialmente a los niños y los ancianos".
Profundizando sobre este tiempo litúrgico que
estamos viviendo, Francisco insiste en que estas fechas nos dan tanta alegría
porque "no nos sentimos más solos, Dios ha bajado para estar con nosotros.
Jesús se ha hecho uno de nosotros y por nosotros ha sufrido sobre la Cruz el
final más duro, el de un criminal". La Navidad, observa, "es alegría,
alegría religiosa, alegría de Dios, interior, de luz, de paz". Y advierte
que "cuando no se tiene la capacidad o se está en una situación humana que
a uno no le permite comprender esta alegría, se vive la fiesta con alegría
mundana".
Asimismo, el santo padre explica que si Dios nos
ofrece el don de la Navidad es porque "todos tenemos la capacidad de comprenderlo
y recibirlo. Todos, del más santo al más pecador, del más limpio al más
corrupto". Este mundo preocupado por las guerras, al santo padre le hace
pensar en la paciencia de Dios, "la principal virtud de Dios explicitada
en la Biblia es que Él es amor. Él nos espera, nunca se cansa de
esperarnos", recuerda el papa.
Al preguntarle el periodista sobre el posible
viaje a Tierra Santa, Francisco señala que "en la noche de Navidad pienso
sobre todo en los cristianos que viven allí, en los que tienen dificultades, en
todos los que han tenido que dejar esa tierra por diferentes problemas".
Del mismo modo recuerda que próximamente se celebrarán 50 años del viaje de
Pablo VI a la tierra natal de Jesús y Francisco confirma que también él desea
ir para encontrarse con "su hermano Bartolomeo, patriarca de
Constantinopla" y que ya se está preparando.
A continuación el papa se detiene para
reflexionar sobre el sufrimiento de los inocentes, los niños enfermos.
Francisco ha indicado que Dostoevskij ha sido para él un maestro de vida y que
aquella pregunta del escritor ruso siempre ha estado en su corazón "¿por
qué sufren los niños?" Ante este interrogante el santo padre evoca la
oración del por qué - como ya sugirió a una delegación de filipinos en el Vaticano
tras el tifón Haiyan- como hacen los niños con sus padres cuando quieren
entenderlo todo. "Señor, ¿por qué? Él no me explica nada. Pero siento que
me mira. Y así puedo decir: Tú sabes por qué, yo no lo sé y tú no me lo dices,
pero me miras y yo me fio de Ti, Señor, me fío de tu mirada", cuenta
Francisco.
En relación al hambre en el mundo, el santo padre
recuerda que "si conseguimos no desperdiciar, aprovechar la comida, el
hambre en el mundo disminuiría mucho". El pontífice reconoce que le
impresionó mucho leer una estadística que decía que 10.000 niños mueren de
hambre al día en el mundo. Por ello, Francisco insiste en que en el mundo
"tenemos suficiente comida para alimentar a todos". Cuenta una
anécdota: Un día en la plaza de san Pedro en la audiencia, vio a un niño
llorando en brazos de su madre y el papa Francisco le dijo "Señora, creo
que el niño tiene hambre" y ella ha respondido "sí, sería la
hora" y el papa dijo: "dele de comer por favor". Y esto mismo el
santo padre se lo quiere decir a toda la humanidad ; "¡den de comer a
quien tiene hambre!"
Con la reciente publicación de la exhortación
apostólica, el papa ha recibido acusaciones de ser "marxista". Al
respecto, Francisco aclara que "la ideología marxista está
equivocada" pero afirma haber conocido muchos marxistas buenas personas y
"por eso no me siento ofendido". Asimismo, matiza que "en
la exhortación no hay nada que no se encuentre en la Doctrina social de la
Iglesia".
También en la exhortación apostólica, el santo
padre habla de la "conversión papal". A lo que él señala que Juan
Pablo II ya habló de una forma de ejercicio del primado que se abra a una nueva
situación. "Pero no sólo desde el punto de vista de las relaciones
ecuménicas, sino también en las relaciones con la Curia y con las Iglesias locales",
observa. Hablando de los "hermanos ortodoxos" con los que se ha
encontrando en estos primeros meses de pontificado, Francisco afirma haberse
sentido "su hermano". E indica que "es un dolor no poder todavía
celebrar la eucaristía juntos, pero la amistad está".
Sobre el ecumenismo, el santo padre confirma que
para él es una prioridad y explica que hoy en día existe un "ecumenismo de
sangre", ya que en los países que asesinan cristianos no diferencian entre
católicos, anglicanos, luteranos u ortodoxos. "La unidad es una gracia que
se debe pedir", ha recordado el papa.
Volviendo a la exhortación apostólica y a lo que
el papa dijo sobre la elecciones pastorales prudentes y audaces en relación a
los sacramentos, Francisco subraya que "cuando hablo de prudencia no
pienso en una actitud paralizante, sino en una virtud de quien gobierna".
Y señala que "he hablado del bautismo y de la comunión como alimento espiritual
para ir adelante, para considerarlo un remedio y no un premio", a lo que
añade que "debemos buscar facilitar la fe de las personas más que
controlarla". En relación a los divorciados vueltos a casar Francisco
recuerda que "la exclusión de la comunión para los divorciados que viven
una segunda unión no es una sanción".
Al preguntarle sobre el próximo Sínodo de los
obispos, el pontífice explica que "del matrimonio en su totalidad
hablaremos en las reuniones del consistorio de febrero. Después el tema será
afrontado en el Sínodo extraordinario de septiembre de 2014 y también durante
el Sínodo ordinario del año sucesivo".
Del trabajo del consejo de cardenales, el santo
padre indica que en febrero, cuando se celebrará la próxima reunión, los
purpurados le entregaran sus primeras sugerencias. Francisco explica que él
asiste a las reuniones pero que no habla, "solamente escucho, y esto me
hace bien". Y concluye al respecto señalando que "la reforma inicia
siempre con iniciativas espirituales y pastorales antes que con cambios
estructurales".
Cambiando de argumento, el papa habla sobre la
relación entre Iglesia y política y recuerda que "la relación debe ser al
mismo tiempo paralela y convergente. Paralela porque cada uno tiene su camino y
sus diferentes tareas. Convergente, solamente para ayudar al pueblo".
Una frase corta y contundente sirve para aclarar
el asunto de las mujeres cardenales: "las mujeres en la Iglesia deben ser
valorizadas, no 'clericalizadas'. Quien piensa en mujeres cardenales sufre un
poco de clericalismo".
Finalmente unas palabras también para hablar del
Ior: "Las comisiones referentes están trabajando bien. Moneyval nos ha
dado un informe bueno, estamos sobre el camino justo. Sobre el futuro del Ior
se verá".
En las últimas líneas de la entrevista,
Francisco reconoce que no se esperaba ser elegido pero añade que "no
perdí la paz mientras aumentaban los votos. Estaba tranquilo. Y esa paz está
también ahora, la considero un don del Señor".
16.12.13
Francisco en Santa Marta: 'Si falta
la profecía se cae en el clericalismo'
CIUDAD DEL VATICANO, 16 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - Cuando
falta la profecía en la Iglesia, falta la vida misma de Dios y predomina el
clericalismo. Son las palabras del papa Francisco en su homilía de este tercer
lunes de Adviento en la misa celebrada en la Casa Santa Marta.
El profeta -- ha señalado el santo padre comentando
las lecturas del día -- es el que escucha las palabras de Dios, sabe ver el
momento y proyectarse en el futuro. “Tiene dentro de sí estos tres momentos”:
el pasado, el presente y el futuro.
“El pasado: el profeta es consciente de la promesa y
tiene en su corazón la promesa de Dios, la mantiene viva, la recuerda, la
repite. Después mira el presente, mira a su pueblo y siente la fuerza del
Espíritu para decirle una palabra que lo ayude a levantarse, a continuar el
camino hacia el futuro. El profeta es un hombre de tres tiempos: promesa del
pasado, contemplación del presente, valentía para indicar el camino hacia el
futuro. El Señor siempre ha custodiado a su pueblo, con los profetas, en los
momentos difíciles, en los momentos en los que el Pueblo se desanimaba o era
destruido, cuando el Templo no estaba, cuando Jerusalén estaba bajo el poder de
los enemigos, cuando el pueblo se preguntaba dentro de sí: ‘¡Pero Señor tú nos
hiciste esa promesa! ¿Ahora qué pasa?’”.
Es lo que “sucedió en el corazón de la Virgen --
ha explicado el pontífice -- cuando estaba a los pies de la Cruz”. En estos
momentos “es necesaria la intervención del profeta. Y el profeta no siempre es
recibido, muchas veces es rechazado. El mismo Jesús dice a los fariseos que sus
padres asesinaron a los profetas, porque decían cosas que no eran agradables:
decían la verdad ¡recordaban la promesa! Y cuando en el pueblo de Dios falta la
profecía -- ha observado de nuevo el papa Francisco -- algo falta: ¡falta la
vida del Señor!”. “Cuando no hay profecía la fuerza cae en la legalidad”,
predomina el legalismo. Así, en el Evangelio, “los sacerdotes iban a Jesús a
pedirle la cartilla de la legalidad: ‘¿Con qué autoridad haces estas cosas?
¡Nosotros somos los señores del Templo!’”. “No entendían las profecías. ¡Habían
olvidado la promesa! No sabían leer los signos del momento, no tenían ni ojos
penetrantes ni habían escuchado la Palabra de Dios: ¡solo tenían la
autoridad!”:
“Cuando en el pueblo de Dios no hay profecía, el
vacío que deja es ocupado por el clericalismo: es ese clericalismo que le
pregunta a Jesús: ‘¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Con qué legalidad?’.
Y la memoria de la promesa y la esperanza de seguir hacia delante se ven
educidas solo al presente, ni pasado ni futuro esperanzador. El presente es
legal: si eres legal vas hacia delante”.
Pero cuando reina el legalismo, la Palabra de
Dios no está y el pueblo de Dios que cree, llora en su corazón, porque no
encuentra al Señor: les falta la profecía. Llora “como lloraba la mamá Ana, la
mamá de Samuel, pidiendo la fecundidad del pueblo, la fecundidad que viene de
la fuerza de Dios, cuando Él despierta la memoria de su promesa y nos empuja
hacia el futuro, con la esperanza. ¡Este es el profeta! Este es el hombre del
ojo penetrante que escucha las palabras de Dios”:
“Que nuestra oración en estos días, en los que nos preparamos para la Natividad del Señor sea: ‘Señor, ¡que no falten los profetas en tu pueblo!’. Todos los bautizados somos profetas. ‘Señor, ¡que no nos olvidemos de tu promesa! ¡Que no nos cansemos de seguir hacia delante! ¡Que no nos encerremos en la legalidad que cierran puertas! Señor, libera a tu pueblo del espíritu del clericalismo y ayúdalo con el espíritu de profecía’”.
“Que nuestra oración en estos días, en los que nos preparamos para la Natividad del Señor sea: ‘Señor, ¡que no falten los profetas en tu pueblo!’. Todos los bautizados somos profetas. ‘Señor, ¡que no nos olvidemos de tu promesa! ¡Que no nos cansemos de seguir hacia delante! ¡Que no nos encerremos en la legalidad que cierran puertas! Señor, libera a tu pueblo del espíritu del clericalismo y ayúdalo con el espíritu de profecía’”.
17.12.13
Francisco en Santa Marta: 'El
apellido a Dios se lo da cada uno de nosotros'
CIUDAD DEL VATICANO, 17 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - En el día
de su cumpleaños, el papa Francisco ha querido que estuviera presente el
personal de la Casa Santa Marta en la tradicional misa de la mañana,
para vivir la celebración en un clima especialmente familiar. El Evangelio de
hoy ha permitido que el santo padre durante su homilía pueda recordar
afectuosamente los nombres de algunos trabajadores allí presentes.
En representación del Colegio Cardenalicio, ha
concelebrado con el pontífice su decano, el cardenal Angelo Sodano. Después de
la Eucaristía, como es costumbre, el papa ha saludado a todos los presentes
personalmente. Por su parte, el secretario de Estado, Mons. Pietro Parolin, ha
felicitado a Francisco en nombre de sus colaboradores de la Secretaría de
Estado. A las felicitaciones se ha unido también el limosnero de Su Santidad,
Mons. Konrad Krajewski, que ha presentado al Papa cuatro personas sin hogar que
duermen en un barrio cercano al Vaticano. Todos los presentes, con el director
de la Casa Santa Marta, han acompañado las felicitaciones al papa con un canto.
Después todos han participado en el desayuno en el refectorio de la Domus.
Dios nunca nos deja solos, siempre camina con
nosotros. Con estas palabras el santo padre ha explicado el Evangelio de hoy,
que se centra en la genealogía de Jesús, y se ha detenido en la presencia del
Señor en nuestra vida:
“Una vez oí que alguien decía: ‘¡Esta cita del
Evangelio parece la lista telefónica!’ Y no, es otra cosa: esta cita del
Evangelio es historia y tiene un argumento importante. Es pura historia porque
como decía san León Papa, Dios ha enviado a su Hijo. Y Jesús es consustancial
al Padre, Dios, pero también consustancial a la Madre, una mujer. Y esta es la
consustancialidad de la Madre. Dios se ha hecho historia. Dios se ha querido
hacer historia. Está con nosotros. Ha hecho el camino con nosotros”.
Después del primer pecado en el paraíso, ha destacado
el pontífice, “Él tuvo esta idea: hacer el camino con nosotros”. Ha llamado a
Abraham, “el primer nombrado en esa lista” y “lo invitó a caminar”. Y Abraham
“comenzó ese camino”. Después Isaac, Jacob, Judá. “Así va este camino en la
historia”. Dios, ha afirmado el papa, “camina con su pueblo. Dios no ha
querido venir a salvarnos sin historia. Él ha querido hacerse historia con
nosotros”. Una historia, destacó, que “va de la santidad al pecado. En esta
lista hay santos, pero también hay pecadores”:
“Los pecadores de alto nivel, los que han hecho
pecados gordos. Dios ha hecho historia con ellos. Pecadores que no han
respondido a todo lo que Dios planeaba para ellos. Pensemos en Salomón, tan
grande, tan inteligente y terminó, ¡pobrecillo! Sin saber como se llamaba. Pero
Dios estaba con él. Esto es bello ¿no? Dios es consustancial a nosotros. Hace
historia con nosotros. Es más: cuando Dios quiere decir quien es, dice: ‘Yo soy
el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob’. ¿Pero cuál es el apellido de Dios? Somos
nosotros, cada uno de nosotros. Él toma de nosotros el nombre para convertirlo
en su apellido. ‘Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob, de Pedro, de
Marietta, de Armony, de Marisa, de Simón, ¡de todos!’ De nosotros toma el
apellido. El apellido de Dios es cada uno de nosotros”.
“Él, nuestro Dios --ha añadido-- ha hecho
historia con nosotros, ha tomado el apellido de nuestro nombre”, “se ha dejado
escribir la historia por nosotros”.
“Nosotros
--esta ha sido su reflexión-- escribimos esta historia de gracia y pecado y Él
va detrás de nosotros”. Esta, ha asegurado, “es la humildad de Dios, la
paciencia de Dios, el amor de Dios. ¡Es nuestro!” Y esto, ha confiado, nos
conmueve. “Tanto amor, tanta ternura, tener un Dios así”.
“Su alegría ha sido compartir su vida con
nosotros. El Libro de la Sabiduría dice que la alegría del Señor está entre los
hijos del hombre, con nosotros. Al acercarse la Navidad, nos hace
reflexionar: si Él se ha hecho historia con nosotros, si ha tomado su
apellido de nosotros, si Él ha querido que nosotros escribiésemos su historia,
al menos, dejemos nosotros que Él escriba nuestra historia. Esta es la
santidad: ‘Dejar que el Señor escriba nuestra historia’. Esta es la esperanza
de Navidad para todos nosotros. Que el Señor te escriba la historia y que tú
dejes que te la escriba. ¡Así sea!”.
18.12.13
Texto completo de la catequesis de
Francisco en la audiencia del miércoles
CIUDAD DEL VATICANO, 18 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Este encuentro nuestro se desarrolla en el clima espiritual del Adviento, manifestado más intensamente por la Novena de la Santa Navidad, que estamos viviendo en estos días y que nos lleva a las fiestas navideñas. Por este motivo hoy quisiera reflexionar con vosotros sobre la Navidad de Jesús, fiesta de la confianza y de la esperanza, que supera las inseguridades y el pesimismo. Y la razón de nuestra esperanza es esta: ¡Dios está con nosotros y Dios se fía todavía de nosotros! Pensad bien en esto: ¡Dios está con nosotros y se fía todavía de nosotros! Es generoso este Padre Dios, ¿verdad?
Este encuentro nuestro se desarrolla en el clima espiritual del Adviento, manifestado más intensamente por la Novena de la Santa Navidad, que estamos viviendo en estos días y que nos lleva a las fiestas navideñas. Por este motivo hoy quisiera reflexionar con vosotros sobre la Navidad de Jesús, fiesta de la confianza y de la esperanza, que supera las inseguridades y el pesimismo. Y la razón de nuestra esperanza es esta: ¡Dios está con nosotros y Dios se fía todavía de nosotros! Pensad bien en esto: ¡Dios está con nosotros y se fía todavía de nosotros! Es generoso este Padre Dios, ¿verdad?
Dios viene a habitar con los hombres, elige la
tierra como su morada para estar junto al hombre y dejarse encontrar allí donde
el hombre vive sus días en la alegría y el dolor. Por tanto, la tierra no es
solo “un valle de lágrimas”, sino el lugar donde Dios mismo ha puesto su
tienda, es el lugar del encuentro de Dios con el hombre, de la solidaridad de
Dios con los hombres.
Dios ha querido compartir nuestra condición humana hasta el punto de hacerse una sola cosa con nosotros en la persona de Jesús, que es verdadero hombre y verdadero Dios. Pero hay algo todavía más sorprendente. La presencia de Dios en medio de la humanidad no se ha dado en un mundo ideal, idílico, sino en este mundo real, marcado por cosas buenas y malas, por divisiones, maldad, pobreza, prepotencias y guerras. Él ha elegido habitar en nuestra historia así como es, con todo el peso de sus límites y de sus dramas. Haciendo así se ha demostrado de forma insuperable su inclinación misericordiosa y llena de amor hacia las criaturas humanas. Él es el Dios-con-nosotros, Jesús es Dios-con-nosotros, ¿creéis esto? Hagamos juntos esta confesión. ¡Todos! ¡Jesús es Dios-con-nosotros. ¡Otra vez! ¡Jesús es Dios-con-nosotros!. Muy bien, gracias.
Dios ha querido compartir nuestra condición humana hasta el punto de hacerse una sola cosa con nosotros en la persona de Jesús, que es verdadero hombre y verdadero Dios. Pero hay algo todavía más sorprendente. La presencia de Dios en medio de la humanidad no se ha dado en un mundo ideal, idílico, sino en este mundo real, marcado por cosas buenas y malas, por divisiones, maldad, pobreza, prepotencias y guerras. Él ha elegido habitar en nuestra historia así como es, con todo el peso de sus límites y de sus dramas. Haciendo así se ha demostrado de forma insuperable su inclinación misericordiosa y llena de amor hacia las criaturas humanas. Él es el Dios-con-nosotros, Jesús es Dios-con-nosotros, ¿creéis esto? Hagamos juntos esta confesión. ¡Todos! ¡Jesús es Dios-con-nosotros. ¡Otra vez! ¡Jesús es Dios-con-nosotros!. Muy bien, gracias.
Jesús es Dios-con-nosotros, desde siempre y por
siempre está con nosotros en los sufrimientos y en los dolores de la historia.
La Navidad de Jesús es la manifestación de que Dios se ha puesto del lado del
hombre “de una vez y para siempre”, para salvarnos, para levantarnos del polvo
de nuestras miserias, de nuestras dificultades, de nuestros pecados.
De aquí viene el gran “regalo” del Niño de Belén:
una energía espiritual que nos ayuda a no hundirnos en nuestras fatigas, en
nuestras desesperaciones, en nuestras tristezas, porque es una energía que nos
conforta y transforma el corazón. El nacimiento de Jesús, de hecho, nos lleva a
la bella noticia de que somos amados inmensamente y individualmente por Dios, y
este amor no solo nos lo hace conocer, ¡sino que nos los da, nos lo comunica!
De la contemplación gozosa del misterio del Hijo de Dios nacido por
nosotros, podemos extraer dos consideraciones.
La primera es que si en la Navidad Dios se revela
no como uno que está en las alturas y que domina el universo, sino como El que se
abaja. Dios se abaja, desciende a la tierra, pequeño y pobre, esto significa
que para ser como Él nosotros no podemos ponernos por encima de los demás, sino
abajarnos, ponernos al servicio, hacernos pequeños con los pequeños y pobres
con los pobres. Es una cosa fea cuando se ve a un cristiano que no quiere
abajarse, que no quiere servir, que se pavonea por todas partes. ¡Es feo! ¡Ese
no es un cristiano, es un pagano! ¡El cristiano sirve y se abaja! ¡Hagamos
esto de forma que nuestros hermanos y hermanas no se sientan nunca solos!
La segunda: si Dios, por medio de Jesús, se ha
implicado con el hombre hasta el punto de convertirse en uno de nosotros,
quiere decir que cualquier cosa que le hagamos a un hermano y a una hermana se
la habremos hecho a Él. Nos lo ha recordado el mismo Jesús: quien haya nutrido,
acogido, visitado, amado a uno de los más pequeños y de los más pobres entre
los hombres, se lo habrá hecho al Hijo de Dios.
Confiémonos a la materna intercesión de María, Madre de Jesús y nuestra, para que nos ayude en esta Santa Navidad, ya muy cercana, a reconocer en el rostro de nuestro prójimo, especialmente de las personas más débiles y marginadas, la imagen del Hijo de Dios hecho hombre. ¡Gracias!
Confiémonos a la materna intercesión de María, Madre de Jesús y nuestra, para que nos ayude en esta Santa Navidad, ya muy cercana, a reconocer en el rostro de nuestro prójimo, especialmente de las personas más débiles y marginadas, la imagen del Hijo de Dios hecho hombre. ¡Gracias!
19.12.13
Francisco en St. Marta: la humildad
nos hace fecundos y la soberbia estériles
CIUDAD DEL VATICANO, 19 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - "La
humildad es necesaria para la fecundidad". Lo ha indicado esta mañana el
santo padre en la homilía de Santa Marta. El papa ha afirmado que la
intervención de Dios vence la esterilidad de nuestra vida y la hace fecunda.
Por tanto, ha advertido sobre la actitud de la soberbia que nos hace estériles.
Para comenzar la homilía Francisco ha recordado que
"muchas veces, en la Biblia, encontramos mujeres estériles a las cuáles el
Señor da el don de la vida", comentando la lectura del día que habla de
Isabel que de estéril tuvo un hijo, Juan. "De la imposibilidad de dar vida
viene la vida", ha señalado el santo padre. Y esto, ha continuado, también
"ha sucedido a mujeres no estériles", sino que "no tenían
esperanza de vida", como Noemí que al final tuvo un nieto: "El Señor
interviene en la vida de estas mujeres para decirnos: ' Yo soy capaz de dar
vida'. También en los profetas está la imagen del desierto, la tierra desierta
incapaz de hacer crecer un árbol, un fruto, de hacer germinar algo. 'Pero el
desierto será como un bosque - dicen los profetas - será grande, florecerá'
¿Pero el desierto puede florecer? Sí. ¿La mujer estéril puede dar vida? Sí. Esa
promesa del Señor: ¡Yo puedo! ¡Yo puedo de la sequía, de vuestra sequía, hacer
crecer la vida, la salvación! Yo puedo de la aridez hacer crecer los
frutos!"
Así, el papa ha afirmado que la salvación es
esto: "La intervención de Dios que hace fecundo, que nos da la capacidad
de dar vida". Nosotros, ha prevenido, no podemos hacerlo solos. Además, ha
continuado el santo padre, "muchos han hecho la prueba de pensar en
nuestra capacidad de salvarnos": "¡También los cristianos eh!
Pensemos en los pelagianos, por ejemplo". Todo es gracia. Es la
intervención de Dios que nos trae la salvación. Es la intervención de Dios que
nos ayuda en el camino de la santidad. Solamente puede Él. ¿Pero por nuestra
parte qué hacemos? Primero: reconocer nuestra sequía, nuestra incapacidad de
dar vida. Reconocer esto. Segundo, pedir: 'Señor, yo quiero ser fecundo. Yo
quiero que mi vida dé vida, que mi fe sea fecunda y vaya adelante y pueda darla
a los otros'. 'Señor, yo soy estéril, yo no puedo. Tú puedes. Yo soy un
desierto: yo no puedo, Tú puedes'".
Esta puede ser la oración de estos días, antes de
la Navidad, ha propuesto el santo padre. A continuación ha afirmado que
"pensemos en cómo los soberbios, los que creen que pueden hacer todo por
sí mismos, se ven afectados".
Para finalizar, el santo padre ha dirigido su
pensamiento a Micol, hija de Saúl. Una mujer, "que no era estéril, pero
era soberbia y no entendía qué era alabar a Dios", es más, "reía de
la alabanza". Y fue "castigada con la esterilidad". "La
humildad es necesaria para la fecundidad", ha recordado. "La humildad
de decir al Señor: 'Señor, soy estéril, soy un desierto' y repetir en estos
días esas bonitas antífonas que la Iglesia nos hace rezar: 'Oh hijo de David,
oh Adonai, oh Sabiduría - hoy - oh raíz de Jesse, oh Emmanuel, ven a darnos
vida, ven a salvarnos, porque solo Tú puedes, ¡yo solo no puedo!' Y con esta
humildad - ha precisado Francisco - "la humildad del desierto, la humildad
de alma estéril, recibir la gracia, la gracia de florecer, de dar fruto y de
dar vida".
20.12.13
Francisco en Santa Marta: 'Un
misterio que se publicita no es cristiano'
El santo padre en la homilía de
este viernes explica que el encuentro con Dios sólo se comprende en el silencio
e invita a imitar el ejemplo de la Virgen María.
CIUDAD DEL VATICANO, 20 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - Sólo el
silencio custodia el misterio del camino que el hombre cumple con Dios. Son las
palabras del papa Francisco en su homilía de este viernes durante la misa de la
mañana en la Casa Santa Marta. El Señor, ha añadido el santo padre, nos de “la
gracia de amar el silencio”, que necesita ser “custodiado” lejos de cualquier
“publicidad”.
En la historia de la salvación, ni el clamor ni la
teatralidad, sino la sombra y el silencio son los "lugares" que Dios
ha escogido para manifestarse al hombre. Fronteras evanescentes de las que su
misterio ha tomado de vez en cuando una forma visible, se ha hecho
carne. A sugerir la reflexión del pontífice son los momentos de la
Anunciación, propuestos por el Evangelio de hoy, sobre todo el pasaje en el que
el Ángel le dice a María que el poder del Altísimo la "cubrirá con su
sombra". Cómo, en el fondo, casi de la misma sustancia que la sombra
también se hizo la nube con la que, ha recordado el Papa, Dios había protegido
a los judíos en el desierto:
“El Señor siempre ha cuidado el misterio y ha cubierto
el misterio. Un misterio que se publicita no es cristiano, no es el misterio de
Dios: ¡es un misterio falso! Y esto es lo que le ha sucedido a la Virgen aquí,
cuando recibe a su Hijo: el misterio de su maternidad virginal está cubierto.
¡Está cubierto toda la vida! Y Ella lo sabía. Esta sombra de Dios, en nuestra
vida, nos ayuda a descubrir nuestro misterio: el misterio de nuestro encuentro
con el Señor, el misterio del camino de nuestra vida con el Señor”.
“Cada uno de nosotros – ha afirmado el santo
padre – sabe cómo opera misteriosamente el Señor en nuestro corazón, en nuestra
alma”. Y cuál es – ha añadido – “la nube, la potencia, ¿cómo es el estilo del
Espíritu Santo para cubrir nuestro misterio?”:
"Esta nube en nosotros, en nuestra vida se
llama silencio: el silencio es precisamente una nube que cubre el misterio de
nuestra relación con el Señor, de nuestra santidad y nuestros pecados. Este
misterio que no podemos explicar. Pero cuando se hace el silencio en nuestra
vida, el misterio se pierde, se va. ¡Custodiar el misterio con el silencio! Esa
es la nube, esa es la potencia de Dios para nosotros, esa es la fuerza del
Espíritu Santo".
La Madre de Jesús ha sido el icono perfecto del
silencio. Desde el anuncio de su excepcional maternidad hasta el Calvario.
Pienso, ha observado el papa, en “cuántas veces se ha callado y cuántas veces
no ha dicho lo que sentía para preservar el misterio de la relación con su
Hijo", hasta el silencio más crudo, "a los pies de la Cruz":
“El Evangelio no nos dice nada: si ha dicho una
palabra o no... Era silenciosa, pero dentro de su corazón, ¡cuántas cosas le
decía al Señor! 'Tú, ese día - esto y aquello que hemos leído - me has dicho
que sería grande; tú me has dicho que le darías el Trono de David, su padre,
que reinaría para siempre y ahora ¡lo veo ahí [en la Cruz, ndr]!'. ¡La
Virgen era humana! Y tal vez él tenía el deseo de decir: ‘Mentiras! ¡He sido
engañada!’: Juan Pablo II decía esto, al hablar de la Virgen en ese momento.
Pero Ella, con el silencio, ha cubierto el misterio que no entendía y con este
silencio ha dejado que este misterio pudiera crecer y florecer en la
esperanza”.
"El silencio es el que custodia el
misterio", por lo cual el misterio "de nuestra relación con Dios, de
nuestro camino, de nuestra salvación – ha repetido el pontífice - no puede ser
aireado, publicitado". Que el Señor "nos de a todos la gracia de amar
el silencio, de buscarlo y tener un corazón custodiado por la nube del
silencio".
22.12.13
23.12.13
El papa en el ángelus: prepararse a
la Navidad con el ejemplo de María y José
A un grupo de manifestantes en la
plaza, el papa les invitó a defender sus derechos a dar una contribución
positiva, rechazar la tentación de la violencia y seguir la vía del diálogo
CIUDAD DEL
VATICANO, 22 de diciembre de 2013
"Queridos
hermanos y hermanas
En este cuarto domingo de Adviento el evangelio nos
narra los hechos precedentes al nacimiento de Jesús, y el evangelista Mateo los
presenta desde el punto de vista de san José, el prometido esposo de María.
José y María vivían en Nazaret; no habitaban
todavía juntos porque el matrimonio no se había realizado. En ese tiempo
intermedio, María después de haber recibido el anuncio del ángel quedó en cinta
por obra del Espíritu Santo. Cuando José se da cuenta de este hecho queda
desconcertado. El evangelio no explica cuáles eran sus pensamientos pero nos
dice lo esencial: él quiere hacer la voluntad de Dios y está listo a la renuncia
más radical.
En cambio de defenderse para hacer valer sus
derechos, José elige una solución que para él representa un sacrificio enorme:
'Porque era un hombre justo y no quería acusarla publicamente, pensó de
repudiarla en secreto'.
De manera breve esta frase reasume un verdadero y
propio drama interior, si pensamos al amor que José tenía por María. Pero
también en tal circunstancia, José quiere hacer la voluntad de Dios y decide,
seguramente con gran dolor, despedir a María en secreto.
Es necesario meditar sobre estas palabras para
entender la prueba que José debió superar en los días anteriores al nacimiento
de Jesús. Una prueba similar al sacrificio de Abram cuando Dios le pidió a su
hijo Isaac: renunciar a la cosa más preciosa, a la persona más amada. Pero como
en el caso de Abram, el Señor interviene: ha encontrado la fe que buscaba y
abre un camino diverso, un camino de amor y felicidad: 'José -le dice- no temas
de tomar contigo a María, tu esposa. De hecho el niño que ha sido generado en
ella proviene del Espíritu Santo'.
Este evangelio nos muestra toda la grandeza de
animo de José. Él estaba siguiendo un buen proyecto de vida pero Dios reservaba
para él otro plan, una misión más grande.
José era un hombre que siempre sabía escuchar la
voz de Dios, era profundamente sensible a su secreta voluntad, un hombre atento
a los mensajes que le llegaban desde lo más profundo del corazón y desde lo
alto.
No se había obstinado a seguir su proyecto de
vida, no permitió que el rencor le envenenara el ánimo, sino que estuvo listo a
ponerse a disposición de la novedadque, de manera desconcertante le era
propuesta.
Es así un hombre bueno que no odiaba, no permitió
que el rencor que le avenenara el alma. Cuantas veces nos ha sucedido a
nostros que el odio y la antipatía incluida, el rencor nos envenenan el alma. Y
esto nos hace mal. No permitirlo nunca: él es un ejemplo de esto. Y así José se
volvió aún más grande.
Aceptándose de acuerdo al designio del Señor,
José se encuentra plenamente consigo mismo, más allá de sí mismo. Esta
libertad de renunciar a lo que es suyo, a la posesión de su propia existencia y
esta plena disponibilidad interior a la voluntad de Dios, nos interrogan y nos
muestran el camino.
Nos disponemos por ello a celebrar la Navidad,
contemplando a María y a José: María la mujer llena de gracia y que tuvo el
coraje de confiar totalmente en la palabra de Dios. José, el hombre fiel y
justo que prefirió creer en el Señor, en cambio de escuchar las voces de la
duda y del orgullo humano. Con ellos caminamos hacia Belén”.
Después de rezar el ángelus el papa se dirige nuevamente a los
presentes.
"Leo escrito grande: 'Los pobres no pueden
esperar'. Es bello y esto me hace pensar que Jesús ha nacido en un establo y no
en una casa. Después tuvo que escapar hacia Egipto para salvar su vida. Después
retornó a Nazaret.
Hoy pienso, también leyendo este cartel, a tantas
familias sin casa, sea porque nunca la tuvieron o porque la perdieron por
motivos diversos. Familia y casa van juntas. Es muy difícil llevar
adelante una familia, ser una familia si no se vive en una casa. En estos días
de Navidad invito a todos, personas, entes sociales y autoridades, para que
hagan todo lo posible para que cada familia pueda tener una casa.
Saludo con afecto a todos ustedes, queridos
peregrinos provenientes de varios países para participar a este encuentro de
oración. Mi pensamiento va a los grupos parroquiales, a las asociaciones y a
los fieles individualmente. En particular saludo la comunidad de Pontificio
Instituto de las Misiones Extranjeras, a la banda musical de San Giovanni
Valdano, a los jóvenes de la parroquia de San Francesco Nuovo en
Rieti, y a los participantes a la estafeta que partió desde Alessandria (en el
norte de Italia) y que llegó a Roma para dar testimonio del empeño en favor de
la paz en Somalia. Le deseo siempre a todos un buen domingo y una Navidad de
esperanza y fraternidad.
Y a todos los que de Italia se han reunido hoy
para manifestar sobre las dificultades sociales, les deseo que puedan dar una
contribución constructiva, rechazando las tentaciones del enfrentamiento y de
la violencia, y siguiendo siempre la vía del diálogo y defendiendo sus
derechos. Les deseo a todos un feliz domingo y una Navidad de esperanza, de
justicia y de fraternidad".
Y el papa se despidió con su famoso: “Buon pranzo e arrivederci”.23.12.13
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