El Papa en Santa Marta: ¿Sirvo o
dejo que me sirvan?
En la homilía de este jueves, el
Santo Padre reflexiona sobre la identidad cristiana: la historia y el servicio
CIUDAD DEL VATICANO, 30 de abril de 2015 (Zenit.org) - El cristiano está dentro de una
historia de pecado y de gracia, siempre delante de la alternativa: servir o
servirse de los hermanos. Así lo ha recordado el santo padre Franciscoen
la homilía de la misa celebrada esta mañana en Santa Marta. El Papa se ha
detenido sobre dos rasgos de la identidad cristiana: la historia y el servicio.
Así, Francisco ha recordado que san Pablo, san Pedro y
los primeros discípulos “no anunciaban un Jesús sin historia: ellos anunciaban
a Jesús en la historia del pueblo, un pueblo que Dios ha hecho caminar durante
siglos para llegar” a la madurez, “a la plenitud de los tiempos”. El Papa ha
indicado que Dios entra en la historia y camina con su pueblo.
A propósito, el Santo Padre ha explicado que “el
cristiano es un hombre y una mujer de historia, porque no pertenece a sí mismo,
está dentro de un pueblo, un pueblo que camina. No se puede pensar en un
egoísmo cristianos, no, esto no es así. El cristiano no es un hombre, una mujer
espiritual de laboratorio, es un hombre, es una mujer espiritual dentro de un
pueblo, que tiene una historia larga y continúa caminando hasta que el Señor
vuelva”.
Es una
historia de gracia --ha asegurado-- pero también historia de pecado.
De este modo, ha
exclamado el Papa: “¡cuántos pecadores, cuántos crímenes! También hoy Pablo
menciona al rey David, santo, pero antes de hacerse santo fue un gran pecador.
Un gran pecador. Nuestra historia debe asumir santos y pecadores. Y mi historia
personal, de cada uno, debe asumir nuestro pecado, nuestro pecado y la gracia
del Señor que está con nosotros, acompañándonos en el pecado para
perdonar y acompañándonos en la gracia. No hay identidad cristiana sin
historia”.
El segundo rasgo
de la identidad cristiana del que ha hablado Francisco es el servicio: “Jesús
lava los pies a los discípulos invitándonos a hacer como él: servir”.
De este modo, el
Papa ha recordado que la identidad cristiana es el servicio, no el egoísmo.
‘Pero padre, todos somos egoístas. ¿Ah, sí? Es un pecado, es una costumbre
de la cual debemos separarnos. Pedir perdón, que el Señor nos convierta.
Somos llamados al servicio. Ser cristianos no es una pertenencia o una conducta
social, no es maquillarse un poco el alma, para que sea más bonita”.
Para finalizar, el
Pontífice ha planteado esta pregunta: “En mi corazón ¿qué hago más? Hago que me
sirvan los otros, o me sirvo de los otros, de la comunidad, de la parroquia, de
mi familia, de mis amigos. Sirvo, estoy al servicio de?”
01-05.15
El Papa: 'La Expo de Milán sea
ocasión para globalizar la solidaridad'
El gran desafío al cual Dios llama a
la humanidad del siglo XXI, es dejar finalmente de abusar del jardín que nos ha
confiado
Roma, 01 de mayo de 2015 (Zenit.org) H.
Sergio Mora | 455 hits
El papa Francisco intervino este viernes 1 de mayo al
medio día desde el Vaticano con un mensaje en vivo, durante la ceremonia de
apertura de la Exposición Universal de Milán, con el tema: 'Nutrir al planeta,
energía para la vida'
A la Expo 2015 que durará hasta el 31 de octubre del
presente año, participan más de 140 países, tiene el tamaño de 170 canchas de
fútbol y permitirá también debatir sobre cómo garantizar una alimentación sana,
segura y suficiente para una población mundial que en el 2050 llegará a 9.000
millones de personas.
Se calcula que contará con más de 20 millones de
visitadores. Además los países participantes firmaron la Carta de Milán, que es
un empeño sobre la alimentación y lucha a la pobreza.
El Santo Padre deseo en su mensaje pasado en pantalla
gigante, que la Expo sea una ocasión propicia para globalizar la solidaridad,
“tratemos de no desperdiciarla pero de valorizarla plenamente” dijo.
Deseó que cada persona que visite la Expo de Milán, a
través de esos maravillosos pabellones, "pueda percibir la presencia
escondida de los rostros de hombres y mujeres que tienen hambre, que se
enferman, e incluso mueren debido a una alimentación carente o nociva".
“Hagamos de manera que esta Expo sea ocasión de un
cambio de mentalidad, para dejar de pensar que nuestras acciones cotidianas
--en todos los niveles de responsabilidad-- no tengan impacto en la vida de quien,
cerca o lejos, sufre el hambre. Pienso a tantos hombres y mujeres que sufren el
hambre, especialmente a la multitud de niños que mueren de hambre en el mundo”.
Al iniciar su mensaje el Papa recordó que su voz era
“la del Obispo de Roma, que habla en nombre del pueblo de Dios peregrino por el
mundo entero; y la voz de tantos pobres que hacen parte de este pueblo y que
con dignidad intentan ganarse el pan con el sudor de la frente”.
Por ello “quiero hacerme portavoz de todos estos
nuestros hermanos y hermanas, y también no cristianos, a quienes Dios ama como
hijos y por los cuales dio su vida, ha partido el pan que es la carne de su
Hijo hecho hombre. Él que nos ha enseñado a pedirle a Dios Padre: 'Dadnos hoy
el pan nuestro de cada día'".
Sobre el tema de la Expo, 'Nutrir el planeta, energía
para la vida', pidió que no se quede solamente en un tema, sino que “sea
acompañado por la conciencia de los 'rostros': los rostros de millones de
personas que tienen hambre, que hoy no comerán de manera digna de un ser
humano”.
Recordó el Papa, la expresión usada por Juan Pablo II:
'La paradoja de la abundancia', la cual “persiste aún a pesar de los esfuerzos
realizados y de algunos buenos resultados”.
“Hay otros rostros que tendrán un rol importante”
añadió el Santo Padre, y pidió que “el Señor conceda a cada uno de esos
sabiduría y coraje, porque es grande su responsabilidad. Mi deseo es que esta
experiencia permita a los empresarios, a los comerciantes, a los estudiosos, de
sentirse envueltos en un gran proyecto de solidaridad: el de nutrir el planeta
en el respeto de cada hombre y mujer que en él habita y en el respeto del
ambiente natural”.
Porque el gran desafío “al cual Dios llama a la
humanidad del siglo XXI”, es “dejar finalmente de abusar del jardín que Dios
nos ha confiado”.
(01 de mayo
de 2015)
02.05.15
18.05.15
Texto completo de la homilía del
papa Francisco sobre fray Junípero en el Pontificio Colegio Norteamericano
¿Somos hoy somos capaces de
responder con la misma generosidad y coraje de fray Junípero a la llamada de
Dios?
ROMA, 02 de mayo de 2015 (Zenit.org) - El papa
Francisco celebró este sábado 2 de mayo en el Pontificio Colegio
Norteamericano, la misa conclusiva de la Jornada de reflexión que se realizó
sobre Fray Junípero, quien será canonizado el 23 de septiembre en Washington,
en el viaje apostólico a Estados Unidos.
En su homilía el Santo Padre recordó a
la multitud de los misioneros que llevaron el evangelio al Nuevo Mundo, y
al mismo tiempo defendieron a los indígenas contra los abusos de los
colonizadores. Y que fray Junípero fue protagonista de una nueva
primavera evangelizadora en aquellas tierras lejanas que, habían sido
alcanzadas ya doscientos años antes por misioneros provenientes desde España,
desde Florida hasta California, mucho tiempo antes que llegaran los peregrinos
de Mayflower al litoral del Atlántico norte.
Señaló por ello tres aspectos de la vida del
franciscano: el empuje misionero, su devoción mariana y su testimonio de
santidad.
Y se preguntó: ¿Qué le llevó a fray Junípero a
abandonar su patria, su tierra, su familia, la cátedra universitaria, su
comunidad franciscana en Mayorca, para ir hacia los extremos de la tierra? Para
responder que sin dudas fue el deseo de anunciar el evangelio a los
pueblos, o sea el ímpetu del corazón que quiere compartir con los más lejanos
el don del encuentro con Cristo.
"Un tal celo nos provoca: ¡Es para nosotros
un gran desafío!" exclamó el Pontífice y se interrogó: "Somos hoy
capaces de responder con la misma generosidad y coraje a la llamada de Dios,
que nos invita a dejar todo para adorarlo, seguirlo, encontrarlo en el rostro
de los pobres, para anunciarlo a quienes no han conocido a Cristo, y por lo
tanto no se han sentido abrazados por la misericordia".
Añadió que contemplamos el testimonio de santidad
de fray Junípero, uno de los padres fundadores de Estados Unidos, santo de
la catolicidad y especial protector de los hispanos de América del Norte, que
se une a la gran cantidad de santos que vivieron y dieron su vida en las
américas.
Y al concluir su homilía pidió: "Por la
intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe, y también de fray Junípero y de los
otros santos y santas de América, que me conduzcan y me guíen en los próximos
viajes apostólicos en el Sur de América y en el Norte de América. Por esto les
pido a todos que no dejen de rezar por mi. Amen".
A continuación el texto completo de la
homilía del papa Francisco en el Pontificio Colegio Norteamericano sobre Fray
Junípero
“Te he puesto para
ser luz de los pueblos, para que tu lleves la salvación hasta la extremidad de
la Tierra”.
Estas palabras del
Señor en el párrafo de los Actos de los Apóstoles que ha sido apenas leído, nos
hace ver la misionaridad de la Iglesia que ha sido enviada por por Jesus a
predicar el evangelio. Para los discípulos sucede esto desde el primer momento
en el cual inició la persecución, salieron de Jerusalén.
Esto vale también para la multitud de los
misioneros que llevaron en evangelio al Nuevo Mundo, y al mismo tiempo
defendieron a los indígenas contra los abusos de los colonizadores.
Entre ellos estaba
también fray Junípero. Su obra de evangelización nos trae a la memoria a los
primeros “12 apóstoles franciscanos” que fueron los pioneros de la fe cristiana
en México.
Él fue
protagonista de una nueva primavera evangelizadora en aquellas tierras lejanas
que, habían sido alcanzadas ya doscientos años antes por misioneros
provenientes desde España, desde Florida hasta California. Mucho tiempo antes
que llegaran los peregrinos de Mayflower al litoral del Atlántico norte.
La vida de fray
junípero evidencia tres aspectos: el empuje misionero, su devoción mariana
y su testimonio de santidad.
En primer lugar
fue un incansable misionero. ¿Qué le llevó a fray Junípero a abandonar su
patria, su tierra, su familia, la cátedra universitaria, su comunidad
franciscana en Mayorca, para ir hacia los extremos de la tierra?
Sin dudas el deseo
de anunciar el evangelio a los pueblos, o sea el ímpetu del corazón que quiere
compartir con los más lejanos el don del encuentro con Cristo: el don que él
mismo había antes recibido y sentido en su plenitud de verdad y belleza. Como
Pablo y Bernabé, como los discípulos en Antioquía y en toda la Judea, él estuvo
lleno de alegría y del Espíritu Santo cuando difundía la palabra del Señor.
Un tal celo nos
provoca: ¡Es para nosotros un gran desafío! Estos discípulos-misioneros, que
han encontrado a Jesús, Hijo de Dios; que a través de Él han conocido al Padre
misericordioso, y que movidos por la gracia del Espíritu Santo se han
proyectado hacia todas las periferias geográficas, sociales y existenciales,
para dar testimonio de la caridad, ¡nos desafían!
A veces nos
detenemos para examinar escrupulosamente sus cualidades y sobre todo sus
límites y sus miserias. Pero me pregunto, si somos hoy capaces de responder con
la misma generosidad y coraje a la llamada de Dios, que nos invita a dejar todo
para adorarlo, seguirlo, encontrarlo en el rostro de los pobres, para
anunciarlo a quienes no han conocido a Cristo, y por lo tanto no se han sentido
abrazados por la misericordia. El testimonio de fray Junípero nos llama a
dejarnos involucrar, en primera persona en la misión continental, que encuentra
las propias raíces en el 'Evangelii gaudium'.
En segundo lugar,
fray junípero confió su empeño misionero a la Santísima Virgen María. Sabemos
que antes de partir hacia California, quiso ir a entregar su vida a Nuestra
Señora de Guadalupe y a pedirle para la misión que estaba emprendiendo, la
gracia de abrir el corazón de los colonizadores y de los indígenas. En este
implorar podemos aún ver a este humilde fraile arrodillado delante de la 'Madre
del mismo Dios', la 'Morenita' que llevó a su hijo hacia el nuevo mundo.
La imagen de
Nuestra Señora de Guadalupe estaba presente -o al menos lo estuvo- en las veintiuna
misiones que fray Junípero fundó a lo largo de la costa californiana. Desde
entonces, Nuestra Señora se volvió, de hecho, la patrona de todo el continente
americano. No es posible separarla del corazón del pueblo americano. Ella de
hecho constituye la raíz común de este continente.
Más aún, la actual
misión continental se confía a Ella que es la primera discípula-misionera,
presencia y manantial de confort y esperanza. A Ella que está siempre
escuchando para cuidar a sus hijos americanos.
En tercer lugar,
hermanos y hermanas, contemplamos el testimonio de santidad de fray Junípero
-uno de los padres fundadores de Estados Unidos, santo de la catolicidad y
especial protector de los hispanos del país-, de manera que todo el pueblo
americano descubra la propia dignidad, consolidando siempre más la propia
pertenencia a Cristo y a su Iglesia.
En la comunión
universal de los santos y en particular, en la corona de los santos
estadounidenses, nos acompañe fray Junípero Serra e interceda junto a nosotros,
junto a tantos otros santos y santas que se han distinguido con diversos
carismas:
- Contemplativas
como Rosa de Lima, Mariana de Quito y Teresita de los Andes;
- pastores que desprendían el perfume de Cristo y el olor de ovejas, como Toribio de Mogrovejo, Francois de Laval, Rafael Guizar Valencia;
- humildes obreros de la viña del Señor, como Juan Diego y Kateri Tekakwhita;
- servidores sufridos de los marginados, como Pedro Claver, Martín de Porres, Damián de Lolokai; Alberto Hurtado y Rose Philippine Duchesne;
- Fundadoras de comunidades consagradas al servicio de Dios y de los más pobres, como Francesca Cabrini, Elisabeth Ann Seaton y Catalina Drexel;
- Misioneros incansables como fray Francisco Solano, José de Anchieta, Alonso de Barzana, María Antonia de Paz y Figueroa, José Gabriel del Rosario Brochero;
- Mártires como Roque González, Miguel Pró y Oscar Arnulfo Romero; y tantos otros santos y mártires que no enumero ahora, pero que rezan delante del Señor por sus hermanos y hermanas que aún son peregrinos en esta tierra.
- pastores que desprendían el perfume de Cristo y el olor de ovejas, como Toribio de Mogrovejo, Francois de Laval, Rafael Guizar Valencia;
- humildes obreros de la viña del Señor, como Juan Diego y Kateri Tekakwhita;
- servidores sufridos de los marginados, como Pedro Claver, Martín de Porres, Damián de Lolokai; Alberto Hurtado y Rose Philippine Duchesne;
- Fundadoras de comunidades consagradas al servicio de Dios y de los más pobres, como Francesca Cabrini, Elisabeth Ann Seaton y Catalina Drexel;
- Misioneros incansables como fray Francisco Solano, José de Anchieta, Alonso de Barzana, María Antonia de Paz y Figueroa, José Gabriel del Rosario Brochero;
- Mártires como Roque González, Miguel Pró y Oscar Arnulfo Romero; y tantos otros santos y mártires que no enumero ahora, pero que rezan delante del Señor por sus hermanos y hermanas que aún son peregrinos en esta tierra.
Un impetuoso
viento de santidad recorra en toda America, en el próximo Jubileo
Extraordinario de la Misericordia. Confiados en la promesa que nos hizo Jesús,
y que hemos escuchado hoy en el evangelio, pedimos a Dios esta particular
efusión del Espíritu Santo.
Pidamos a Jesús
Resucitado, Señor de la historia, que la vida de nuestro continente americano
se radique cada vez más en el evangelio que ha recibido; que Cristo esté cada
vez más presente en la vida de las pesonas, de las familias, de los pueblos y
de las naciones, para la mayor gloria de Dios.
Que esta gloria se
manifieste en la cultura de la vida, en la hermandad, en la solidaridad, en la
paz y en la justicia, con efectivo amor preferencial por los más pobres, a través
del testimonio de los cristianos de las diversas comunidades y confesiones, de
los creyentes de otras tradiciones religiosas, y de los hombres de recta
conciencia y buena voluntad. Oh Señor Jesús, nosotros somos solamente tus
discípulos misioneros, tus humildes cooperadores para que venga tu Reino.
Con esta
invocación en el corazón pido por la intercesión de Nuestra Señora de
Guadalupe, y también de fray Junípero y de los otros santos y santas de
América, para que me conduzcan y me guíen en mis próximos viajes apostólicos en
el Sur de América y en el Norte de América. Por esto les pido a todos que no
dejen de rezar por mi. Amen.
03.05.15
Texto completo del papa Francisco
antes del Regina Coeli del V domingo de Pascua
Los frutos de esta unión con Jesús
son maravillosos. La vida de Cristo se vuelve también la nuestra: podemos
pensar como Él, actuar como Él, ver el mundo y las cosas con los ojos de Jesús
CIUDAD DEL VATICANO, 03 de mayo de 2015 (Zenit.org) - El papa
Francisco rezó este V domingo de Pascua la oración del Regina Coeli, desde la
ventana de su estudio en el Palacio Apostólico.
En este día de primavera en Europa, la Plaza de San
Pedro estaba repleta de fieles y peregrinos que le escucharon, le acompañaron
en la oración y aplaudieron calurosamente.
A
continuación las palabras del Santo Padre:
«El evangelio de hoy nos presenta a Jesús durante la
Última Cena en cuando sabe que la muerte está ya cerca. Ha llegado su hora. Por
la última vez Él está con sus discípulos, y entonces quiere imprimir bien en su
mente una verdad fundamental: también cuando Él no estará más físicamente en
medio de ellos, los apóstoles podrán quedarse aún unidos a Él de un modo nuevo,
y así traer mucho fruto. Y todos podemos estar unidos a Jesús en un modo
nuevo. ¿Y cómo es este modo nuevo?
Por el contrario si uno perdiera la comunión con Él,
se volvería estéril, o peor, dañino para la comunidad. ¿Cuál es el modo
nuevo?
Y para expresar esta realidad, Jesús usa la imagen de
la vid y de los sarmientos. Y dice así: “Así como el sarmiento no puede
dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí.
Yo soy la vid, ustedes los sarmientos”. (Gv 15, 4-5).
Y con esta figura
nos enseña cómo quedarnos en Él, aunque no esté físicamente
presente. Jesús es la vid y a través de Él --como la linfa en el árbol--
hace llegar a los sarmientos el amor mismo de Dios, el Espíritu Santo. Es así:
nosotros somos los sarmientos, y a través de esta parábola, Jesús nos quiere
hacer entender la importancia de estar unidos con Él.
Los sarmientos no
son autosuficientes, sino que dependen totalmente de la vid, en la cual se
encuentra el manantial de la vida de ellos. Así es para nosotros los
cristianos. Insertados con el bautismo en Cristo, hemos recibido de Él
gratuitamente el don de la vida nueva y podemos quedarnos en comunión vital con
Cristo.
Es necesario
mantenerse fieles al bautismo y crecer en la intimidad con el Señor mediante la
oración, la escucha y la docilidad a su palabra, la participación a los
sacramentos, especialmente la eucaristía y la reconciliación.
Si uno está
íntimamente unido a Jesús, se beneficia de los dones del Espíritu Santo que
--como dice San Pablo-- son 'amor, alegría, paz, magnanimidad, afabilidad,
bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí'. (Gal 5,22). Y
estos son los dones que nos vienen si permanecemos unidos a Jesús. Y como
consecuencia una persona que así unida hace tanto bien al prójimo y a la
sociedad, es una persona cristiana. De estas actitudes, de hecho se
reconoce que uno es cristiano, como de los frutos se reconoce el árbol.
Los frutos de esta
unión con Jesús son maravillosos: toda nuestra persona es transformada por la
gracia del Espíritu: alma, inteligencia, voluntad, afectos, y también el
cuerpo, porque nosotros somos una unidad de espíritu y cuerpo.
Recibimos un nuevo
modo de ser, la vida de Cristo se vuelve también la nuestra: podemos pensar
como Él, actuar como Él, ver el mundo y las cosas con los ojos de Jesús. Como
consecuencia, podemos amar a nuestros hermanos, a partir de los más pobres y
sufridores, como él lo ha hecho, y amarlos con su corazón y llevar así al
mundo frutos de bondad, de caridad y de paz.
Cada uno de
nosotros es un sarmiento de la única vid, y todos juntos estamos llamados a
llevar los frutos de este pertenencia común a Cristo y a su Iglesia.
Confiémonos a la
intercesión de la Virgen María, para que podamos ser sarmientos vivos en la
Iglesia y dar testimonio de manera coherente de nuestra fe, coherencia de vida
y de pensamiento, de vida y de fe; conscientes de que todos, de acuerdo a
nuestra vocación particular, participamos a la única misión salvadora de
Jesucristo, el Señor».
Oración del Regina Coeli.
Después de la
oración el Papa saludó a los peregrinos presentes. Recordó que ayer sábado “en
Turín fue proclamado santo el beato Luigi Bodrino, laico consagrado de la
Congregación de San José Benedetto Cottolengo, quien dedicó su vida a las
personas enfermas y sufridoras, y se dedicó sin detenerse hacia los más pobres,
medicando y lavando sus llagas. Agradezcamos al Señor por este humilde y
generoso discípulo”.
Envió un saludo
especial a la Asociación Meter, en la Jornada de los niños víctimas de la
violencia. Les agradezco por el empeño con el que se dedican para prevenir
estos crímenes. Todos tenemos que empeñarnos para que cada persona humana,
especialmente los niños, sean siempre defendidos y protegidos”.
Saludó también “a
todos los peregrinos presentes, que realmente son tantos para nombrar a cada
grupo”. Entre ellos nombró a los provenientes de Madrid y Lugo. A las
asociaciones y escuelas y a los jóvenes que han recibido o recibirán la Confirmación.
“A todos les deseo
un buen domingo. Por favor no se olviden de rezar por mi”. Y concluyó con
su conocido: 'Buon pranzo e arrivederci'.
04.05.15
El Papa: ¿permanezco en Jesús o
estoy lejos de Él?
Francisco
visita Santa María Regina Pacis en la localidad de Ostia y
se reúne con las distintas realidades de la parroquia
Ciudad del
Vaticano, 04 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
Una palabra que Jesús repite a menudo, sobre todo
durante la Última Cena es “permaneced en mí”. “No os separéis de mí, permaneced
en mí”. Y precisamente la vida cristiana es este permanecer en Jesús. Así lo
recordó este domingo el santo padre Francisco, en la homilía de la
eucaristía celebrada en la parroquia Santa María Regina Pacis, en la ciudad de
Ostia, situada a 25 kilómetros de Roma.
Hasta allí se dirigió el Pontífice durante la tarde de
3 de mayo, para pasar unas horas con la comunidad parroquial, continuando con
las visitas a las parroquias de su diócesis.
De este modo, Francisco señaló en la homilía que Jesús
para explicar bien que quiere decir este “permanecer en mí” usa la figura de la
vid: “yo soy la vid, vosotros los sarmientos”. Tal y como indicó el Papa, el
sarmiento que no está unido a la vid muere, no da fruto, se tira y se le prende
fuego. Sin embargo, “los sarmiento que están unidos a la vid, reciben de la vid
el jugo de la vida y así se desarrollan, crecen y dan frutos”.
A propósito recordó que aún si todos somos pecadores
“si permanecemos en Jesús, como los sarmientos con la vid, el Señor viene, nos
poda un poco, para que podamos dar fruto. Él siempre nos cuida”. Pero, también
advirtió que si nos separamos de ahí, no permanecemos en el Señor “somos
cristianos de palabra solamente, pero no de vida; somos cristianos, pero
muertos, porque no damos fruto, como los sarmientos separados de la vid”.
Por eso, el Obispo
de Roma afirmó que “permanecer en Jesús quiere decir tener ganas de recibir la
vida de Él, también el perdón, también la poda, pero recibirla de Él”. Además,
“permanecer en Jesús significa buscar a Jesús; rezar, la oración”. Igualmente,
permanecer en Jesús significa “dirigirse a los sacramentos”. Pero, lo más
difícil de todo, advirtió, es que significa hacer lo que ha hecho Jesús, tener
la misma actitud que Jesús. “Pero cuando nosotros hablamos mal de los otros, o
cuando chismorreamos, no permanecemos en Jesús”.
Del mismo modo
no permanecemos en Jesús “cuando somos mentirosos” “cuando engañamos a
los otros con estos negocios sucios que están a la mano de todos”. Por eso el
Papa invitó a preguntarse ¿permanezco en Jesús o estoy lejos de Él? ¿Estoy
unido a la vid que me da la vida o soy un sarmiento muerto, que es incapaz de
dar fruto, dar testimonio?
A continuación,
Francisco habló también de otro tipo de sarmientos, los que se muestran como
discípulos pero hacen lo contrario que Jesús, son sarmientos hipócritas. “Quizá
van todos los domingos a misa, quizá ponen cara de estampita, todo de pie, eh,
pero después viven como si fueran pagamos. Y a estos, en el Evangelio, Jesús
les llama hipócritas”, aseguró el Papa.
Finalmente el
Obispo de Roma animó a los presentes a tener una oración poderosa, que viene
del estar unidos a la vid.
Previamente, en su
encuentro con los jóvenes a quienes recordó que en la vida siempre se debe
elegir, y hay elecciones difíciles, elecciones que no son muy bonitas. Así,
explicó que hay elecciones que serán divertidas pero que no darán felicidad.
“La diferencia entre algo alegre y algo justo, es la alegría que viene de
dentro”, señaló. La alegría de una persona --prosiguió-- que sabe mirar siempre
lo positivo de la vida y ofrece esto positivo a los demás. La alegría “que
solamente Dios puede dar, es un don. Y debemos pedir esta alegría. La alegría
es un don del Espíritu Santo”. Asimismo les pidió que muestren una sonrisa
natural, no una de cartón.
Del mismo modo les
explicó que es necesario sufrir en los momentos feos con dignidad, en la
esperanza que el Espíritu Santo nos dará la fuerza. Y el Espíritu Santo, en
estos momentos, da consolación. “Él nos consuela, nos da fortaleza para llevar
adelante estos momentos feos, y después vuelve la alegría”, aseguró Francisco.
El Santo Padre
también se reunió con las familias que han bautizado a sus hijos a lo largo del
año. A ellos les recordó que la mejor herencia que se puede dar a los niños es
“la luz de la fe” junto con “el testimonio cristiano”. También es importante
--indicó el Papa-- caminar con el niño en este camino de la fe nueva y
acercarse a la parroquia.
05.05.15
Sta. Marta: el cristiano no afronta
las tribulaciones por masoquismo
En la
homilía de este martes, Francisco ha reflexionado sobre las dificultades en la
vida del cristiano, y de la confianza y la paz que vienen de Jesús
Ciudad del
Vaticano, 05 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
El santo padre Francisco ha desarrollado su
homilía de esta mañana en Santa Marta en torno a tres ideas: tribulación,
confianza y paz. Así, el Papa ha subrayado que el cristiano no tiene una
actitud masoquista frente a las dificultades de la vida, pero se entrega al
Señor con confianza y esperanza.
Y ha recordado que san Pablo fue perseguido, pero a
pesar de las miles de tribulaciones permaneció firme en la fe y animó a
los hermanos a esperar en el Señor. Además, el Papa ha hecho referencia a los Hechos
de los Apóstoles, en la Primera Lectura, para detenerse en estas
tres ideas. Recordando también que para entrar en el Reino de Dios es necesario
“pasar por momentos oscuros, momentos difíciles”.
Esta actitud, ha recordado el Pontífice, no es una
actitud masoquista sino la lucha cristiana contra el príncipe de este mundo que
trata de separarnos “de la Palabra de Jesús, de la fe, de la esperanza”. A
propósito, ha recordado que el apóstol Pablo usa mucho la frase “soportar las
tribulaciones”.
“Soportar”: es más que tener paciencia, es llevar
sobre los hombros el peso de las tribulaciones. La vida del cristiano
tiene estos momentos. Por eso, Francisco ha señalado que “Jesús nos dice: ‘Hay
que ser valientes en ese momento. Yo he vencido, también vosotros seréis
vencedores’. Esta primera palabra nos ilumina para caminar en los momentos más
difíciles de la vida, esos momentos que también nos hacen sufrir”.
Y después de dar
este consejo Pablo “organiza esa Iglesia”, “reza por los presbíteros
imponiéndose las manos y les confía al Señor”.
La segunda palabra
sobre la que el Papa ha reflexionado es el “confiar”. Un cristiano --ha dicho
Francisco-- puede llevar adelante las tribulaciones y también las persecuciones
confiandose al Señor. “solamente él es capaz de darnos la fuerza, de darnos la
perseveración en la fe, de darnos esperanza”, ha precisado el Pontífice.
A continuación, ha
añadido: “Confiar al Señor algo, confiar al Señor este momento difícil, confiar
mi mismo al Señor, confiar al Señor a nuestros fieles, nosotros
sacerdotes, obispos, confiar al Señor nuestras familias, nuestros amigos y
decirle al Señor: ‘Cuida a estos que son tuyos’”.
Al respecto,
Francisco ha advertido que esta es una oración que no hacemos siempre, la
oración en la que confiamos algo o alguien: ‘Señor te confío esto, llévalo Tú
adelante’, es una bella oración cristiana. Es la actitud de la confianza en el
poder del Señor, también en la ternura del Señor que es Padre”.
Asimismo, en la
homilía ha observado que cuando una persona hace esta oración desde el corazón
siente que es confiada al Señor, es segura: “Él no decepciona nunca”. La
tribulación nos hace sufrir pero el confiarse al Señor da la esperanza y de ahí
surge la tercera palabra: paz.
El Obispo de Roma
ha recordado lo que Jesús llama “despedida” de sus discípulos. “La paz os dejo,
mi paz os doy”. Pero, ha advertido, “no una paz, una tranquilidad” sino una paz
que “va dentro, también una paz que nos da fuerza, que refuerza lo que hoy
hemos pedido al Señor: nuestra fe y nuestra esperanza”.
Para concluir, el
Santo Padre ha insistido en que “en la vida debemos ir sobre caminos de
tribulación pero esta es la ley de vida. Pero en estos momentos debemos confiar
en el Señor y Él nos responde con la paz. Este Señor que es Padre nos ama
mucho y nunca decepciona”. De este modo, ha invitado a pedir al Señor que
refuerce nuestra fe y nuestra esperanza, y que nos dé confianza para vencer las
tribulaciones porque Él ha vencido al mundo.
06.05.15
Texto completo de la catequesis del
Papa en la audiencia del miércoles 6 de mayo
El Santo Padre prosigue con las catequesis sobre el
sacramento del matrimonio y recuerda que el amor entre los cónyuges es imagen
del amor entre Cristo y la Iglesia
Ciudad del
Vaticano, 06 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
¡Queridos
hermanos y hermanas!
En nuestro camino de catequesis sobre la familia
tocamos hoy directamente la belleza del matrimonio cristiano. Esto no es
simplemente una ceremonia que se hace en la iglesia, con las flores, el
vestido, las fotos... El matrimonio cristiano es un sacramento que tiene lugar
en la Iglesia, y que también hace la Iglesia, dando inicio a una nueva
comunidad familiar.
Es lo que el apóstol Pablo resume en su célebre
expresión: «Este es un gran misterio: y yo digo que se refiere a Cristo y a la
Iglesia». Inspirado por el Espíritu Santo, Pablo afirma que el amor entre los
cónyuges es imagen del amor entre Cristo y la Iglesia. ¡Una dignidad
impensable! Pero en realidad está inscrita en el diseño creador de Dios, y con
la gracia de Cristo innumerables parejas cristianas, aún con sus límites, sus
pecados, lo han realizado.
San Pablo, hablando de la nueva vida en Cristo, dice
que los cristianos –todos— están llamados a amarse como Cristo los ha amado, es
decir, “sometidos los unos a los otros”, que significa al servicio los unos de
los otros. Y aquí introduce la analogía entre las parejas marido-mujer y la de
Cristo-Iglesia. Está claro que se trata de una analogía imperfecta, pero
debemos comprender el sentido espiritual que es altísimo y revolucionario, y al
mismo tiempo sencillo, a la mano de cada hombre y mujer que se encomienda a la
gracia de Dios.
El marido –dice
Pablo— debe amar a la mujer “como al propio cuerpo”; amarla como Cristo “ha
amado a la Iglesia y se ha dado a sí mismo por ella”. ¿Pero maridos que estáis
aquí presentes, entendéis esto? Amar a la propia mujer como Cristo ama a la Iglesia.
¡Esto no es broma, es serio! El efecto de este radicalismo de la dedicación
pedida al hombre, por el amor y la dignidad de la mujer, sobre el ejemplo de
Cristo, debe haber sido enorme, en la misma comunidad cristiana.
Esta semilla de la
novedad evangélica, que restablece la reciprocidad originaria de la dedicación
y del respeto, ha madurado lentamente en la historia, pero al final ha
prevalecido.
El sacramento del
matrimonio es un gran acto de fe y de amor: testimonia la valentía de creer en
la belleza del acto creador de Dios y de vivir ese amor que empuja para ir
siempre más allá, más allá de sí mismo y también más allá de la familia. La
vocación cristiana a amar sin reservas y sin medida es lo que está en la base
también del libre consentimiento que constituye el matrimonio.
La Iglesia está
plenamente implicada en la historia de cada matrimonio cristiano: se edifica en
sus logros y sufre en sus fracasos. Pero debemos interrogarnos con seriedad:
¿aceptamos hasta el fondo, nosotros mismos, como creyentes y como pastores
también, esta unión indisoluble de la historia de Cristo y de la Iglesia con la
historia del matrimonio y de la familia humana? ¿Estamos dispuestos a asumir
seriamente esta responsabilidad, es decir, que todo matrimonio va en el camino
del amor que Cristo tiene a la Iglesia? ¡Esto es grande!
En esta
profundidad del misterio de criaturas, reconocido y restablecido en su pureza,
se abre un segundo gran horizonte que caracteriza el sacramento del matrimonio.
La decisión de “casarse en el Señor”, contiene también una dimensión misionera,
que significa tener en el corazón la disponibilidad para hacerse transmisor de
la bendición de Dios y de la gracia del Señor para todos. De hecho, los esposos
cristianos participan en cuanto esposos a la misión de la Iglesia. ¡Y se
necesita valentía para eso, eh! Por esto cuando yo saludo a los recién casados,
digo: “¡He aquí los valientes!” Porque se necesita valentía para amarse así,
como Cristo ama a la Iglesia.
La celebración del
sacramento no puede dejar fuera esta corresponsabilidad de la vida familiar en
lo relacionado con la gran misión de amor de la Iglesia. Y así la vida de la
Iglesia se enriquece cada vez más de la belleza de esta alianza matrimonial,
como también se empobrece cada vez que es desfigurada. ¡La Iglesia, para
ofrecer a todos los dones de la fe, del amor y de la esperanza, necesita
también de la valiente fidelidad de los esposos a la gracia del sacramento! El
pueblo de Dios necesita de su camino cotidiano en la fe, en el amor y en la
esperanza, con todas las alegría y las fatigas que este camino implica en un
matrimonio y en una familia.
La ruta está
marcada así siempre, es la ruta del amor: se ama como ama Dios, para siempre.
Cristo no cesa de cuidar a la Iglesia, la ama siempre, la cuida siempre, como a
sí mismo. Cristo no cesa de quitar del rostro humano las manchas y las arrugas
de cualquier tipo. Es conmovedora y muy bonita esta irradiación de la fuerza y
de la ternura de Dios que se transmite de pareja a pareja, de familia a
familia. Tiene razón san Pablo: ¡esto es precisamente un misterio grande!
Hombres y mujeres, lo bastante valientes como para llevar este tesoro en los
vasos de barro de nuestra humanidad, estos hombres y mujeres que son un recurso
esencial para la Iglesia, también para todo el mundo.
¡Dios les bendiga mil veces por esto!
Gracias.
07.05.15
Sta Marta: el verdadero amor no es
el de la telenovela
El Papa en
la homilía de este jueves, da las claves para permanecer en el amor de
Jesús, el verdadero amor, un amor concreto y que se comunica. Invitó
a pedir la gracia de esa alegría que el mundo no puede dar
Ciudad del
Vaticano, 07 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
El verdadero amor debe ser concreto y comunicarse,
incluso los monjes y monjas de clausura en realidad no se aislan, sino que
comunican y mucho. Así lo ha indicado el papa Francisco en la homilía de la
misa celebrada esta mañana en Santa Marta.
En el Evangelio de hoy Jesús “nos pide permanecer en
su amor”. Al respecto, el Santo Padre ha explicado que hay dos criterios que
ayudan a distinguir el verdadero amor del que no lo es. El primer criterio es:
el amor está “más en los hechos que en las palabras”, “no es un amor de
telenovela”, “una fantasía”, historia que “nos hacen latir el corazón pero nada
más”, “está en los hechos concretos”. Así, el Papa ha recordado que Jesús
avisaba a los suyos: “No los que dicen ‘Señor, Señor’ entrarán en el Reino de
los Cielos, sino los que han hecho la voluntad de mi Padre, que cumplen mis
mandamientos”.
A continuación, el
Pontífice ha especificado: “El verdadero amor es concreto, está en las obras,
es un amor constante. No es un sencillo entusiasmo. También, muchas veces es un
amor doloroso: pensemos en el amor de Jesús llevando la cruz. Pero las obras de
amor son las que Jesús nos enseña en el pasaje del capítulo 25 de san Mateo”. Y
así, ha añadido que “quien ama hace esto: el protocolo del juicio. Estaba
hambriento y me han dado de comer, etc. Concreción. También las
bienaventuranzas, que son el ‘programa pastoral’ de Jesús, son concretas”.
El segundo
criterio del amor del que ha hablado el Papa es que “se comunica, no permanece
aislado. El amor da de sí mismo y recibe, se da esa comunicación que existe
entre el Padre y el Hijo, una comunicación que la hace el Espíritu Santo”.
Al respecto, el
Obispo de Roma ha recordado que “no hay amor sin comunicarse, no hay amor
aislado. Pero alguien puede preguntarme: ‘Pero padre, los monjes y las monjas
de clausura están aislados...’ Pero comunican … y mucho: con el Señor, también
con esos que van a buscar una Palabra de Dios… El verdadero amor no puede aislarse.
Si está aislado, no es amor. Es una forma espiritualista de egoísmo, de
permanecer cerrado en sí mismo, buscando el propio beneficio… Es egoísmo”.
Algo sencillo pero
que no es fácil, ha advertido Francisco. Porque “el egoísmo, el propio
interés nos atrae, y nos atrae para no hacer y nos atrae para que no
comuniquemos”. Además el Pontífice ha preguntado: “¿Qué dice el Señor a los que
permanecerán en su amor? ‘He dicho estas cosas para que mi alegría esté en
vosotros y vuestra alegría sea plena”.
Al concluir la homilía, el Papa ha invitado a pedir la gracia
de la alegría, esa alegría que el mundo no puede dar.
08.05.15
Sta Marta:
donde se traicionan los hermanos no está el Espíritu Santo
En la homilía de este viernes, el Santo Padre explica
que el alma de la concordia cristiana, no es un sencillo acto de buena voluntad
sino un fruto del Espíritu Santo
Ciudad del
Vaticano, 08 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
Francisco ha dedicado la misa celebrada esta mañana en
Santa Marta a su “patria”, en el día en que se celebra Nuestra Señora de
Luján. Durante la homilía, el Papa ha recordado que el Espíritu Santo
crea “movimiento” en la Iglesia, que aparentemente puede parecer “confusión” y
sin embargo, si es acogido en oración y con espíritu de diálogo, genera siempre
unidad entre los cristianos.
Así, ha recordado que es el Dios desconocido quien
mueve las aguas de la Iglesia y todas las veces que los cristianos, desde los
apóstoles, se han enfrentado con franqueza y en el diálogo, no fomentando
traiciones y “acuerdos” internos, siempre han entendido qué es lo más adecuado
para hacer, gracias a la inspiración del Espíritu Santo.
El Pontífice ha explicado esto con la situación de
debate y enfrentamiento que le tocó vivir a la primera comunidad cristiana.
El pasaje del día narra la conclusión del primer
Concilio de Jerusalén, que estableció, después de no pocas fricciones, las
pocas y sencillas reglas que los nuevos convertidos al Evangelio debían
cumplir. El problema, ha señalado el Papa, es que antes se había encendido una
lucha entre los “cerrados” --grupo de cristianos “muy apegados a la ley” que
querían "imponer las condiciones del judaísmo a los nuevos cristianos”-- y
Pablo de Tarso, el apóstol de los paganos, era decididamente contrario a
esta constricción.
A este punto, el
Santo Padre se ha preguntado cómo resuelve el problema. Y responde: “Se
reúnen y cada uno da su parecer, da su opinión. Discuten pero como hermanos y
no como enemigos. No hacen acuerdos fuera para ganar, no van a los poderes
públicos para ganar, no matan para ganar. Buscan el camino de la oración y del
diálogo. Estos que estaban precisamente en posiciones opuestas, dialogan y se
ponen de acuerdo. Esto es obra del Espíritu Santo”.
Asimismo, el
Pontífice ha asegurado que la decisión final se tomó en la concordia. Y es en
esta base que se escribe al final del Concilio la carta para enviarla a los
“hermanos” que “provienen de los paganos”, en la cual lo que se comunica es
fruto de un compartir muy diferente de las maniobras y escaramuzas desplegadas
por los que siembran "cizaña".
De este modo, el
Santo Padre ha afirmado que “en una Iglesia donde nunca hay problemas de este
tipo, nos hace pensar que el Espíritu no está muy presente. Y en una Iglesia
donde siempre se discute y hay acuerdos y se traicionan los hermanos los unos a
los otros, ¡allí no está el Espíritu!”. "El Espíritu --ha proseguido-- es
el que hace la novedad, que mueve la situación para ir adelantes, que crea
nuevos espacios, que crea la sabiduría que Jesús ha prometido: ‘Él enseñará’.
Esto mueve, pero está también lo que al final crea la unidad armoniosa entre
todos”.
Para concluir la
homilía, el Obispo de Roma ha realizado una última observación sobre la frase
elegida para concluir la carta. Palabras que revelan el alma de la concordia
cristiana, no un sencillo acto de buena voluntad sino un fruto del Espíritu
Santo.
De este modo, ha
finalizado Francisco su homilía: “Esto es lo que nos enseña hoy esta
Carta, lo que nos enseña el primer Concilio ecuménico. ‘Hemos decidido, el
Espíritu Santo y nosotros’: esta es la fórmula, cuando el Espíritu nos pone a
todos de acuerdo”. Y así ha invitado a pedir al Señor Jesús que “se haga presente entre
nosotros, que nos envíe siempre el Espíritu Santo, a nosotros, a cada uno. Que
lo envíe a la Iglesia y que la Iglesia sepa siempre ser fiel al movimiento que
hace el Espíritu Santo”.
09.05.15
Francisco propone la "cultura
del encuentro" a los obispos de Mozambique
En su
discurso, el Santo Padre pide a los prelados que cuiden de las familias y
defiendan la vida. También recuerda a las víctimas de las catástrofes naturales
Roma, 09 de
mayo de 2015 (ZENIT.org)
El papa Francisco recibió este sábado a los obispos de
la Conferencia Episcopal de Mozambique al final de su visita ad Limina. En
el discurso que entregó a los prelados, el Pontífice argentino hace un repaso
por las necesidades espirituales del país y propone la “desarrollar aún más la
cultura del encuentro” como una respuesta a los desafíos actuales en Mozambique,
donde las tensiones y los conflictos han destruido familias enteras y el futuro
de miles de jóvenes.
“Ante las tensiones y conflictos que han debilitado la
sociedad en Mozambique, la Iglesia debe permanecer unida colaborando con las
Instituciones para ayudar a las familias y para defender la vida”, indica.
Para el Santo Padre, el modo más eficaz para
contrarrestar una mentalidad de arrogancia, desigualdad y división social
consiste en invertir en el campo de la formación, donde se enseña a los jóvenes
a pensar de modo crítico, acompañándolos en un camino de maduración en los
valores.
En este sentido, afirma que “es apropiado sensibilizar
al mundo”, así como “reavivar la pastoral en las universidades y escuelas,
combinando la tarea educativa con la proclamación del Evangelio”.
Por otra parte, el
Papa recuerda a las víctimas de las catástrofes naturales, que incluso en estos
momentos no cesan de causar destrucción, sufrimiento y muerte, aumentando el
número de refugiados. Estas personas, prosigue, tienen necesidad de compartir
con nosotros sus dolores, ansias y problemas: de ahí la importancia de ir a su
encuentro, como hizo Jesús.
Francisco dice
también que es importante mantener buenas relaciones con el Gobierno. Esto no
quiere decir dependencia, aclara, sino una sana colaboración.
Además, exhorta a
los obispos a no escatimar esfuerzo alguno a la hora de ayudar a la familia y
comprometerse en la defensa de la vida, desde su concepción hasta la muerte
natural. La familia es la fuente primordial de fraternidad, respeto a los demás
y vía privilegiada para la paz, subraya.
Por último, el
Obispo de Roma asegura que “la fecundidad de nuestra misión, queridos hermanos
en el sacerdocio, no está garantizada por el número de empleados o el prestigio
de la institución, ni siquiera la cantidad de recursos disponibles. Lo que
cuenta es estar impregnado por el amor de Cristo, dejarse conducir por el
Espíritu e injertar la existencia misma del árbol de la vida, que es la Cruz
del Señor”.
10.05.15
El Papa en el Regina Coeli: 'El amor
de Dios se realiza en el amor al prójimo'
Texto
completo. Francisco recuerda que el corazón de Cristo acoge a todos, adultos y
niños, cultos e ignorantes, ricos y pobres, justos y pecadores.
Además, muestra su gratitud y afecto a las madres
Ciudad
Vaticano, 10 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
Este
domingo, el papa Francisco rezó la oración del Regina Coeli desde la ventana de
su estudio en el Palacio Apostólico, ante una multitud que le atendía en la
Plaza de San Pedro.
Dirigiéndose
a los fieles y peregrinos venidos de todo el mundo, que le acogieron con un
largo y caluroso aplauso, el Pontífice argentino les dijo:
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de hoy --Juan, capítulo 15-- nos conduce
al Cenáculo, donde escuchamos el mandamiento nuevo de Jesús, dice así: “Este es
mi mandamiento, que os améis los unos a los otros como yo os he amado”. Y,
pensando en el sacrificio de la cruz ya inminente, añade: “Nadie tiene un amor
más grande que éste: dar la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si
hacéis lo que yo os mando”. Estas palabras, pronunciadas durante la Última
Cena, resumen todo el mensaje de Jesús; es más, resumen todo lo que Él ha
hecho: Jesús dio la vida por sus amigos. Amigos que no le habían entendido, que
en el momento crucial le abandonaron, traicionaron y renegaron. Esto nos dice
que Él nos ama, a pesar de no merecer su amor. Así nos ama Jesús.
De esta manera,
Jesús nos muestra el camino para seguirle, el camino del amor. Su mandamiento
no es un simple precepto, que siempre es algo abstracto o ajeno a la vida. El
mandamiento de Cristo es nuevo porque Él fue el primero en realizarlo, le dio
carne, y así la ley del amor se escribe una vez y para siempre en el corazón
del hombre. Y ¿cómo está escrita? Está escrita con el fuego del Espíritu Santo.
Y con este mismo Espíritu, que Jesús nos da, también podemos caminar nosotros
por este camino.
Es un camino concreto,
un camino que nos lleva a ir más allá de nosotros mismos para llegar a los
demás. Jesús nos enseñó que el amor de Dios se realiza en el amor al prójimo.
Los dos van juntos. Las páginas del Evangelio están llenos de este amor:
adultos y niños, cultos e ignorantes, ricos y pobres, justos y pecadores, todos
han tenido acogida en el corazón de Cristo.
Por lo tanto, esta
Palabra de Dios nos llama a amarnos los unos a los otros, aunque no siempre nos
entendamos, no siempre estemos de acuerdo... pero es precisamente ahí donde se
ve el amor cristiano. Una amor que se manifiesta aunque haya diferencias de
opinión o de carácter, pero el amor es más grande que estas diferencias. Y este
es el amor que nos enseñó Jesús. Es un amor nuevo, porque está renovado por Jesús
y su Espíritu. Es un amor redimido, liberado del egoísmo. Un amor que da
alegría a nuestro corazón, como Jesús mismo dice: “Os he dicho estas cosas para
que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea completo”.
Es precisamente el
amor de Cristo, que el Espíritu Santo derrama en nuestros corazones, el que
cumple cada día prodigios en la Iglesia y en el mundo. Son muchos pequeños y
grandes gestos que obedecen el mandamiento del Señor: “Amaos los unos a los
otros como yo os he amado”. Gestos pequeños, de cada día, gestos de cercanía a
un anciano, a un niño, a un enfermo, a una persona sola y en dificultad, sin
hogar, sin trabajo, inmigrante, refugiada... Gracias a la fuerza de esta
Palabra de Cristo, cada uno de nosotros puede ser cercano al hermano y a la
hermana que se encuentra. Gestos de cercanía, de proximidad. En estos gestos se
manifiesta el amor que Cristo nos enseñó.
Que nuestra Madre
Santísima nos ayude, para que en la vida cotidiana de cada uno de nosotros el
amor a Dios y el amor al prójimo siempre estén unidos.
Al término de
estas palabras, el Santo Padre rezó la oración del Regina Coeli. Y al concluir
la plegaria mariana, llegó el turno de los saludos que tradicionalmente realiza
el Papa:
Queridos hermanos y hermanas,
Saludo a todos
ustedes, familias, grupos religiosos, asociaciones y peregrinos provenientes de
Italia y de muchas partes del mundo, en particular de Madrid, de Puerto Rico y
de Croacia. Saludo a los fieles de Guidonia y Portici; a los grupos escolares
de Carrara, Bitonto y Lecco. Un pensamiento especial para los jóvenes de la
diócesis de Orvieto-Todi, acompañados por su pastor, monseñor Tuzia: ¡sean
cristianos valientes y testigos de esperanza!
Saludo al Cuerpo
Forestal del Estado, que organiza la fiesta nacional de las Reservas Naturales
para el redescubrimiento y el respeto de las bellezas de la creación; a los
participantes en el congreso promovido por la Conferencia Episcopal Italiana en
apoyo de una escuela de calidad y abierta a las familias; a la delegación de
mujeres de la “Komen Italia”, una asociación para la lucha contra los tumores
del pecho; y a cuantos han participado en la iniciativa a favor de la vida que
tuvo lugar esta mañana en Roma: es importante colaborar juntos para defender y
promover la vida.
Francisco también quiso dedicar unas palabras
de gratitud y afecto a todas las madres:
Y, hablando de
vida, hoy en muchos países se celebra el día de la madre. Recordamos con
gratitud y afecto a todas las madres. Ahora me dirijo a las madres que están
aquí en la Plaza. ¿Hay? ¿Sí? ¿Hay madres? ¡Un aplauso para ellas, para las
madres que están en la Plaza! Y que este aplauso abrace a todas las madres, a
todas nuestras queridas madres: aquellas que viven con nosotros
físicamente, y también aquellas que viven con nosotros espiritualmente. Que el
Señor las bendiga a todas, y que la Virgen, a quien está dedicado este mes, las
custodie.
Como de costumbre, el Pontífice concluyó su
intervención diciendo:
Les deseo a todos
un buen domingo, un poco caluroso... Y por favor, no se olviden de rezar por
mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!
11.05.15
Sta. Marta: Jesús nos ha enseñado el
camino del martirio cotidiano
En la homilía de este lunes, el Santo Padre recuerda
que la vida de la Iglesia es un camino guiado por el Espíritu Santo
Ciudad del
Vaticano, 11 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
Sucede todavía hoy que se matan cristianos en nombre
de Dios, pero el Espíritu Santo da la fuerza para testimoniar hasta el
martirio. Lo ha recordado este lunes el santo padre Francisco, durante la
homilía de la misa celebrada en Santa Marta.
Haciendo referencia al Evangelio del día, el Papa ha
recordado que Jesús habla del futuro, de la cruz que nos espera y nos
habla del Espíritu, que nos prepara para dar el testimonio cristiano”. Por
tanto, ha señalado el Papa, Jesús habla “del escándalo de la persecución”, de
“el escándalo de la Cruz”.
Así, el Pontífice ha afirmado que “la vida de la
Iglesia es un camino guiado por el Espíritu que nos recuerda las palabras de
Jesús y nos enseña las cosas que Jesús aún no ha podido decirnos: es compañero
de camino y nos defiende también del escándalo de la Cruz”. La Cruz, de hecho,
es escándalo para los judíos que piden signos y un absurdo para los griegos, es
decir los paganos, que piden sabiduría, ideas nuevas. Pero, ha recordado el
Papa, los cristianos predican a Cristo crucificado. Así, Jesús prepara a los
discípulos para que no se escandalicen de la cruz de Cristo.
“Hoy somos
testimonio de esos que matan a cristianos en nombre de Dios, porque no son
creyentes, según ellos. Esta es la cruz de Cristo: ‘Harán eso, porque no han
conocido ni al Padre ni a mí’. ‘Esto que me ha sucedido a mí os sucederá
también a vosotros, las persecuciones, las tribulaciones; pero por favor no os
escandalicéis; será el Espíritu quien os guiará y os hará entender'”. En este
contexto, el Papa ha recordado la llamada telefónica que ayer ha tenido
con el patriarca copto Tawadros porque era el día de la amistad copto-católica.
“Yo recordaba a sus fieles, que fueron degollados en la playa por ser
cristianos. Estos fieles, por la fuerza que les ha dado el Espíritu Santo, no
se escandalizaron. Murieron con el nombre de Jesús en los labios. Es la fuerza
del Espíritu. El testimonio. Es verdadero martirio este, el testimonio
supremo”.
El Santo Padre también ha indicado que está el testimonio de cada día, el testimonio de hacer presente la fecundidad de la Pascua que “nos da el Espíritu Santo, que nos guía hacia la verdad plena, la verdad entera, y nos hace recordar lo que Jesús nos dice”.
El Santo Padre también ha indicado que está el testimonio de cada día, el testimonio de hacer presente la fecundidad de la Pascua que “nos da el Espíritu Santo, que nos guía hacia la verdad plena, la verdad entera, y nos hace recordar lo que Jesús nos dice”.
De este modo, ha
afirmado que “un cristiano que no se toma en serio esta dimensión de ‘martirio’
de la vida todavía no ha entendido el camino que Jesús nos ha enseñado: camino
de ‘martirio’ de cada día; camino de ‘martirio’ en el defender los
derechos de las personas; camino de ‘martirio’ en el defender a los hijos:
papá, mamá que defienden su familia; camino de ‘martirio’ de tantos, tantos
enfermos que sufren por amor de Jesús. Todos nosotros tenemos la posibilidad de
llevar adelante esta fecundidad pascual sobre este camino de ‘martirio’, sin
escandalizarnos”.
Para finalizar, el
Pontífice ha invitado a pedir al Señor la gracia de recibir el Espíritu Santo
“que nos hará recordar las cosas de Jesús, que nos guiará a toda la verdad y
nos preparará cada día para dar testimonio, para dar este pequeño martirio de
cada día o un gran martirio, según la voluntad del Señor”.
12.05.15
Francisco: El Evangelio impulsa a
lavar los pies del que sufre
El Santo
Padre preside en la Basílica de San Pedro la misa de apertura de la XX
Asamblea General de Cáritas Internationalis
Ciudad del
Vaticano, 12 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
El Evangelio, cuando se anuncia y se cree en él,
impulsa a lavar los pies y las heridas de los que sufren y a preparar la mesa
para ellos. Así lo ha recordado el santo padre en la homilía de la misa
celebrada con ocasión de la apertura de la XX Asamblea General de Cáritas
Internationalis, que se celebra en Roma del 12 al 17 de mayo.
Haciendo referencia a la lectura de los Hechos de los
Apóstoles de hoy, el Papa ha hablado de un personaje que se nos presenta que es
“un poco especial”. Se trata del carcelero de la cárcel de Filipos, donde
encierran a Pablo y Silas tras un amotinamiento de la multitud contra ellos. Tal
y como ha señalado Francisco, “los magistrados primero ordenan que les azoten y
después los envían a la cárcel, encargando al carcelero que los vigile bien”.
Por esto, “ese hombre se desespera cuando durante la noche, después de haber
oído el terremoto, ve las puertas de la cárcel abiertas; se desespera y piensa
en suicidarse”. Pero --ha añdido el Papa-- Pablo lo tranquiliza y él,
temblando y lleno de asombro, le suplica de rodillas que le diga cómo obtener
la salvación.
De esta forma, el Santo Padre ha explicado que esta
narración habla de un hombre que da en seguida “los pasos esenciales del camino
de fe y de salvación: escucha la palabra del Señor, junto con su familia; lava
las heridas de Pablo y Silas; recibe el Bautismo con todos los suyos; y, por último,
acoge a Pablo y Silas en su casa, prepara la mesa y les da de comer, lleno de
gozo”.
Así, el Pontífice
ha recordado que "el Evangelio, cuando se anuncia y se cree en él,
impulsa a lavar los pies y las heridas de los que sufren y a preparar la mesa para
ellos”. Palabra, Sacramentos y servicio están en interrelación y se alimentan
mutuamente, como ya muestran estos testimonios de la Iglesia primitiva, ha
asegurado Francisco. Y en este gesto “podemos ver toda la llamada de Cáritas”,
ha añadido.
Tal y como ha
afirmado el Papa, hoy Cáritas es una gran Confederación ampliamente
reconocida en el mundo por el trabajo que realiza. La raíz de todo vuestro
servicio --ha asegurado a los presentes-- está precisamente en la acogida,
sencilla y obediente, de Dios y del prójimo. Y se se pierde esta raíz, Cáritas
muere, ha advertido. Además, ha afirmado que Cáritas no es una simple
organización humanitaria porque “esta acogida se cumple en vosotros
personalmente, para que después vayáis al mundo, y allí sirváis en el nombre de
Cristo, a quien habéis encontrado y encontráis en cada hermano y hermana a los
que os acercáis”, ha observado el Santo Padre. Asimismo ha indicado que
"Cáritas, en cada Iglesia particular, también la más pequeña, es la misma.
No hay cáritas grandes o cáritas pequeñas, todas son iguales". Por eso ha
invitado a pedir la gracia de entender la verdadera dimensión de Cáritas,
"la gracia no caer en el engaño de creer que en un centralismo bien
organizado sea el camino, la gracia de entender que Cáritas está siempre en la
periferia, en cada Iglesia particular, y la gracia de creer que la Cáritas
centro es solo ayuda, servicio y experiencia de ocmunión, pero no
la jefa de todas".
Y ha añadido que
quien vive la misión de Caritas “no es un simple agente, sino un testigo de
Cristo”, es “una persona que busca a Cristo y se deja buscar por Cristo”, “una
persona que ama con el espíritu de Cristo, el espíritu de la gratuidad, de la
entrega”.
Asimismo ha
advertido que las estrategias y planificaciones están vacías “si no llevamos en
nosotros este amor. No nuestro amor, sino el Suyo. O mejor, el nuestro
purificado y fortalecido por el Suyo”.
Por otro lado, y
haciendo alusión a la campaña desarrollada por Cáritas sobre “Una familia
humana, comida para todos”, Francisco ha indicado que “el planeta tiene comida
para todos, pero parece que falte la voluntad de compartirla con todos”. Por
esta razón ha pedido hacer “todo lo que podamos para que todos tengan qué
comer, pero también recordar a los poderosos de la tierra que un día Dios los
llamará a juicio, y se manifestará si verdaderamente han intentado proveer la
comida para Él en cada personay si han actuado para que no se destruya el medio
ambiente, para que se pueda producir esta comida”.
Francisco ha
aprovechado esta ocasión para renovar una vez más su llamamiento a no olvidar
estas personas y estas intolerables injusticias. No podemos olvidar --ha
exhortado-- nuestros hermanos que han sido privados con la violencia, sea del
alimento corporal que del alimento del alma: expulsados de sus casas y de sus
iglesias, tantas veces destruidas.
Para concluir la
homilía, el Obispo de Roma ha observado que junto a muchos otros organismos de
caridad de la Iglesia, Cáritas revela, “la fuerza del amor cristiano y el deseo
de la Iglesia de salir al encuentro de Jesús en cada persona, especialmente si
es pobre y sufre”.
13.05.15
Francisco
define a Cáritas como 'la sal, la levadura y la luz de la Iglesia'
El mensaje
video está dirigido a la Asamblea General de la organización, que tiene
lugar en Roma desde este miércoles y hasta el próximo 17 de mayo
Roma, 13 de
mayo de 2015 (ZENIT.org)
En un vídeo realizado
expresamente con motivo de la Asamblea General de Cáritas Internacional, que
tiene lugar en Roma desde este miércoles y hasta el próximo 17 de mayo, el papa
Francisco define a la organización como “la sal, la levadura y la luz” de la
Iglesia, que “ofrece un faro de esperanza a los necesitados”.
La grabación, titulada “Una sola familia, cuidando de
la creación”, ha sido producida por Cáritas. En la misma, mirando a cámara el
Santo Padre ofrece el siguiente mensaje:
"Salir a la calle puede producir un accidente.
Quedarse encerrado, enferma. Prefiero una Iglesia accidentada, herida y
manchada por salir a la calle antes que una Iglesia enferma por el encierro y
la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. Ustedes son el motor de la
Iglesia que organiza el amor --Cáritas-- para que todos los fieles trabajen
juntos, respondiendo con obras concretas de misericordia.
Ustedes marcan el paso para que la Iglesia esté cada
día en el mundo. Ustedes ayudan a los demás a cambiar el curso de la propia vida.
Son la sal, la levadura y la luz. Ofrecen un faro de esperanza a los
necesitados.
Lamentablemente, hoy se tiende a considerar al
ser humano en sí mismo como un bien de consumo que se puede usar y luego tirar.
Hemos comenzado a vivir la cultura del descarte, que además se promueve. No
solo se vive, sino que se promueve la cultura del descarte. Ya no se trata
solamente del fenómeno de la explotación y la expresión, sino de algo nuevo.
Con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad
en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia o sin
poder, sino que se está fuera, descartado, fuera de cualquier tipo de sistema.
Los excluidos no son explotados, sino que son desechados, son desechos, son
sobrantes. Nadie debe ser un sobrante, nadie debe ser un excluido del amor de
Dios y de nuestra atención.
Ustedes son las mismas manos de Jesús en el
mundo. Su testimonio ayuda a cambiar el curso de la vida de muchas personas, de
muchas familias y de muchas comunidades. Su testimonio les ayuda a cambiar el
curso de su propio corazón".
Desde esta mañana y hasta el próximo domingo, los
participantes en la Asamblea, que se desarrolla bajo el lema “Una sola familia
humana, cuidando de la creación”, definirán el marco estratégico de la
Confederación, para los próximos cuatro años, dirigido a mejorar las vidas de
aquellos que viven en la pobreza y la miseria, informó Cáritas Internacional en
un comunicado.
En esta edición, “los trabajos se van a centrar
en analizar las fórmulas y procesos para trabajar mejor juntos, como un único
organismo mundial de la Iglesia católica, para proteger tanto a las personas
como al planeta, con especial atención al cambio climático, el aumento de las
desigualdades y lo que Francisco ha denominado la globalización de la
indiferencia”.
Además, en esta cita se elegirán los cargos de
presidente y tesorero de Cáritas Internacional y tendrá lugar la preceptiva
ratificación de la elección del secretario general y de dos vicepresidentes. La
Asamblea General deberá ratificar también la elección de los miembros del
Consejo de Representación, una de las estructuras directives.
14.05.15
Francisco pide a los entrenadores
ser ejemplo de integridad y coherencia
El Santo
Padre escribe al cardenal Ryłko, con ocasión del Seminario Internacional
de estudio sobre deporte cuyo tema es “Entrenadores: educadores de
personas”
Ciudad del
Vaticano, 14 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
“Todos nosotros, en la vida, necesitamos educadores,
personas maduras, sabias y equilibradas que nos ayuden a crecer en la familia,
en el estudio, en el trabajo, en la fe. Educadores que nos animen a mover los
primeros pasos en una actividad nueva sin tener miedo de los obstáculos y de
los desafíos que hay que afrontar; que nos animen a superar momentos de
dificultad; que nos exhorten a tener confianza en nosotros mismos y en nuestros
compañeros; que estén cerca de nosotros tanto en los momentos de desilusión y
fracaso como en los de alegría y éxito”. Así lo afirma el santo padre
Francisco en su mensaje al presidente del Pontificio Consejo para Laicos,
el cardenal Stanisław Ryłko, con ocasión del Seminario Internacional de estudio
sobre el tema: “Entrenadores: educadores de personas”.
De este modo, Francisco indica que también el
entrenador deportivo se puede convertir para muchos jóvenes en este buen
educador, tan importante en el desarrollo de una personalidad madura, armónica
y completa. Al respecto, el Santo Padre advierte en el mensaje, que la
presencia de un buen entrenador-educador resulta providencial sobre todo en los
años de la adolescencia y primera juventud, cuando la personalidad está en
pleno desarrollo a la búsqueda de modelos de referencia y de identificación.
Y en esta fase de
la vida --observa el Papa-- la responsabilidad del entrenador es grande, porque
a menudo tiene el privilegio de pasar muchas horas a la semana con los jóvenes
y de tener gran influencia sobre ellos, su comportamiento y su responsabilidad.
“La influencia de un educador, sobre todo para los jóvenes, depende más
de lo que él es como persona y de cómo vive que de lo que dice”, afirma
Francisco. Por eso, indica, es muy importante que un entrenador sea ejemplo de
integridad, de coherencia, de juicio justo, de imparcialidad, pero también de
alegría de vivir, de paciencia, de capacidad de estima y de bondad hacia todos
y especialmente hacia los más desfavorecidos.
Del mismo modo
subraya la importancia de que ellos sean ejemplo de fe. “La fe, de hecho,
siempre nos ayuda a mirar a Dios, a no absolutizar cualquiera de nuestras
actividades, incluyendo el deporte, ya sea aficionado o de competición, y así
tener la distancia justa y la sabiduría para relativizar tanto las derrotas
como los éxitos”, añade el Pontífice.
La fe --prosigue--
nos da esa mirada de bondad sobre los otros que nos hace superar la tentación
de la rivalidad demasiado encendida y de la agresividad, nos hace comprender la
dignidad de cada persona, también de las menos dotadas y desfavorecidas.
A propósito, el
Obispo de Roma explica que el entrenador puede dar una contribución preciosa
para crear un clima de solidaridad y de inclusión en lo relacionado con los
jóvenes marginados y con riesgo de exclusión social, tratando de encontrar
modos y medios adecuados para acercarles también a ellos a la práctica
deportiva y a experiencias de socialización.
Y si tiene
equilibrio humano y espiritual, sabrá también preservar los valores auténticos
del deporte y su naturaleza fundamental de juego y de actividad socializadora,
“impidiendo que esto se desnaturalice bajo el impulso de tantos intereses,
sobre todo económicos, cada vez más evidentes”.
Finalmente,
Francisco precisa que es necesario “formar a los formadores”. Por eso reconoce
que es oportuno que este seminario llame a las instituciones relacionadas con
el deporte a prestar la debida atención y a invertir los recursos necesarios
para “la formación profesional, humana y espiritual de los entrenadores”.
15.05.15
Sta Marta: 'El miedo no es una
actitud cristiana'
El Santo
Padre en la homilía de este viernes ha recordado que un cristiano sin
alegría no es cristiano. El temor de Dios en cambio, lleva hacia la misión que
el Señor nos dio
Ciudad del
Vaticano, 15 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
Las comunidades que tienen miedo y no tienen alegría
están enfermas, no son comunidades cristianas. Lo ha recordado el santo padre
Francisco durante la homilía de este viernes en la misa celebrada en Santa
Marta. Haciendo referencia a dos palabras de la liturgia del día “miedo” y
“alegría”, el Papa ha señalado que “el miedo es una actitud que nos hace mal.
Nos debilita, nos empequeñece. También nos paraliza”.
De este modo, ha precisado que una persona que tiene
miedo “no hace nada, no sabe qué hacer”. Está concentrada en sí misma para que
“no le suceda nada malo”. Y “el miedo te lleva a un egocentrismo egoísta y te
paraliza”. Un cristiano con miedo --ha precisado-- es una persona que no ha
entendido cuál es el mensaje de Jesús.
Y así, Francisco ha afirmado que “por eso Jesús dice a
Pablo: ‘No tengas miedo. Continúa hablando’. El miedo no es una actitud
cristiana. Es una actitud --podemos decir-- de un alma encarcelada, sin
libertad, que no tiene libertad de mirar adelante, de crear algo, de hacer el
bien.
Así, el Santo Padre ha invitado a no tener miedo a
pedir la gracia de la valentía, de la valentía del Espíritu Santo que nos
envía.
De este modo, ha
proseguido el Papa: “hay comunidades miedosas, que van siempre a lo seguro:
‘no, no, no hacemos esto, no, no, esto no se puede, esto no se puede...’ Parece
que sobre la puerta de entrada hemos escrito ‘prohibido’: todo prohibido por
miedo. Y tú entras en esta comunidad y el aire está cargado, porque es una
comunidad enferma. El miedo enferma una comunidad. La falta de valentía enferma
una comunidad”.
El miedo --ha
asegurado el Papa-- es distinto que “el temor de Dios” que “es santo, es
el temor de la adoración delante del Señor y el temor de Dios es una virtud.
Pero el temor de Dios no empequeñece, no debilita, no paraliza: lleva adelante,
hacia la misión que el Señor da”.
La segunda palabra
sobre la que el Papa ha reflexionado en la homilía ha sido “alegría”. Ha
recordado que Jesús dice “nadie podrá quitarnos nuestra alegría”. Asimismo ha
subrayado que “en los momentos más tristes, en los momentos de dolor” la
alegría “se convierte en paz. Sin embargo, una diversión en el momento del
dolor se convierte en oscuridad. Un cristiano sin alegría no es cristiano. Un
cristiano que continuamente vive triste, no es cristiano. Y un cristiano que,
en el momento de las pruebas, de las enfermedades, de tantas dificultades,
pierde la paz, le falta algo.
De este modo ha
precisado que “la alegría cristiana no es una simple diversión, no es una
alegría pasajera; la alegría cristiana es un don, es un don del Espíritu Santo.
Y hay que tener el corazón siempre alegre porque el Señor ha vencido, el
Señor reina, el Señor está a la derecha del Padre, el Señor me ha mirado y me
ha enviado y me ha dado su gracia y me ha hecho hijo del Padre… Es esa la alegría
cristiana. Un cristiano vive en la alegría”.
El Pontífice ha
asegurado que “también una comunidad sin alegría es una comunidad enferma”.
Quizá será una “comunidad divertida” pero “enferma de mundanidad. Porque no
tiene la alegría de Jesucristo”. Así, “cuando la Iglesia tiene miedo y cuando
la Iglesia no recibe la alegría del Espíritu Santo, la Iglesia se enferma, las
comunidades se enferman, los fieles se enferman”.
Para finalizar la
homilía, el Papa ha pronunciado esta oración: “Levántanos, Señor, hacia el
Cristo sentado a la derecha del Padre”, “levanta nuestro espíritu. Quítanos
cualquier miedo y danos la paz y la alegría”.
16.05.15
El Papa a los religiosos: “El
convento no sea un refugio sino un campo de batalla”.
El Santo Padre se encuentra con los
consagrados de la diócesis de Roma. Les pide no enajenarse del mundo, ni
siquiera si son monjas de clausura, e ir hacia las necesidades de la gente
Ciudad del
Vaticano, 16 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
Así como hay una maternidad biológica, también hay una
maternidad espiritual, a la cual universalmente cada mujer está llamada. Lo
indicó el papa Francisco este sábado al hablar del rol de las religiosas,
llamadas a ser como una madre: sonrientes, amorosas, concretas e inspiradas a
las beatitudes evangélicas. Fue durante la audiencia que el Papa tiene con los
consagrados y consagradas de la diócesis de Roma.
Ningún religioso, ha explicado el Pontífice, ni
siquiera las monjas de clausura pueden enajenarse del mundo, porque la vocación
no es un refugio, sino un campo de batalla: la persona consagrada por lo tanto
deberá tener siempre las 'antenas levantadas' para intuir los sufrimientos de
los demás.
Las noticias por lo tanto pueden entrar en los
conventos, desde que no sean de 'medios charlatanes', sino aquellas que indican
“lo que sucede en el mundo, noticias de las guerras, enfermedades, lo que sufre
la gente”.
Además, un religioso o religiosa tiene que abrir las
puertas a todas las personas que las golpean, en sus monasterios y
conventos, y regalarles una sonrisa a todos, rezando por los sacerdotes y los
obispos, siguiendo el ejemplo de santa Teresita del Niño Jesús. “La sonrisa de
las monjas sacia más a las personas que vienen que el pan que se les
da”, comentó Francisco.
En la Iglesia,
prosiguió el Papa respondiendo a la pregunta de una religiosa del Ordum
Virginorum, la dimensión femenina es 'de esposa', y esto es muy importante,
justamente porque la Iglesia se conjuga al femenino y las monjas son imagen de
la Iglesia y de María. Una religiosa deberá ser por lo tanto como una madre:
saber perdonar y evitar las críticas, perdonar a los hijos y no
'despellejarlos', contrariamente no es madre sino madrastra.
Francisco ha
indicado también lo concreto del amor cristiano, cuyo parámetro, en particular
para los consagrados es el de las beatitudes evangélicas, auténtico 'protocolo
sobre el cual seremos juzgados'. Por ello una monja “no puede darse el
gusto de un amor en las nubes”.
A un misionero
escalabriniano el Santo padre le ilustró el concepto de fiesta cristiana, no
como 'ruido o barullo', sino como 'categoría teológica' o sea la alegría de
recordar --como subraya el Deuteronomio en el capítulo 26-- lo que el Señor ha
hecho por nosotros.
Hablando del
riesgo de que parroquias y congregaciones religiosas entren en
competición, el Pontífice ha recordado la tarea del obispo, quien “no debe usar
a los religiosos como 'tapa agujeros' así como los religiosos 'no tienen que
usar al obispo como si fuese el dueño de una empresa que da trabajo'.
La cuarta pregunta
se refirió al concepto de obediencia para los religiosos, vista como un
misterio que se encuentra en Jesús, quien “se ha encarnado por obediencia y se
ha hecho hombre por obediencia, hasta la cruz y la muerte”. Porque la vocación
--prosiguió el Papa-- “no es un enrolamiento de gente que quiere hacer
aquel camino” pero “es el don al corazón de una persona”, y que muchas
veces “no es apreciado y valorizado en su identidad y particularidad”.
Sobre el rol del
confesor y del director espiritual, Francisco ha insistido que las dos
funciones tienen que ser diversas: al primero se le indican los pecados, al
segundo lo que sucede en el corazón. Los directores espirituales tienen que ser
bien formados en las ciencias humanas sin caer en el 'psicologismo', indicó.
Volviendo a hablar
de las mujeres consagradas, el Santo Padre deseó que ellas cada vez más sean
promovidas a los puestos de mando de la Iglesia, porque representan el 80 por
ciento del total de los religiosos. Precisó que lo importante no es
tanto promover a las mujeres a 'jefes de dicasterio', sino mas bien ayudarles a
expresar el 'genio femenino', porque al tratar los problemas una mujer
llegará a una conclusión diversa respecto a un hombre, “en el mismo camino,
pero más rico, más fuerte y con más intuición”.
Al concluir el
encuentro el papa Francisco ha rendido homenaje a una monja de 97 años, de
'ojos limpios' y con “la sonrisa de mamá, de hermana y de abuela”.
17.05.15
Homilía del Papa en la misa de canonización de las cuatro religiosas
Dos son las
primeras santas declaradas en la historia de Palestina, además de una
italiana y otra francesa
Ciudad del
Vaticano, 17 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
El papa
Francisco presidió este domingo 17 de mayo la misa
celebrada delante de la basílica de San Pedro. Allí fue la ceremonia de
canonización de cuatro religiosas: sor Mariam Baouardy; María
Alfonsina Danil Ghattas que son las primeras santas palestinas, además de
la francesa Jeanne Emilie de Villeneuve y de la italiana María
Cristina de la Inmaculada Brando.
A
continuación el texto completo de la homilía
"Los Hechos de los Apóstoles nos presentan
a la Iglesia naciente en el momento en el que elije a quien Dios ha
llamado a tomar el lugar de Judas en el Colegio Apostólico. No se trata de
tomar un cargo sino un servicio. De hecho Matías, sobre quien la elección
recayó, recibe una misión que Pedro define así: "Es necesario que alguien
[...] se vuelva junto con nosotros, testigo de su resurrección" - la
resurrección de Cristo (Hechos 1: 21-22).
Con estas palabras él resume lo que significa ser
parte de los Doce: significa ser testigo de la resurrección de Jesús. El hecho
de que diga "con nosotros" hace entender que la misión de
proclamar a Cristo resucitado no es una tarea individual: sino que es
vivir como una comunidad, con el colegio apostólico y con la comunidad.
Los Apóstoles tuvieron la experiencia directa y
maravillosa resurrección; son testigos oculares de este evento. Gracias a su
testimonio creíble muchos creyeron; y de la fe en Cristo resucitado
nacieron y nacen continuamente comunidades cristianas.
También nosotros, hoy basamos nuestra fe en la
resurrección del Señor de la que dieron testimonio los
Apóstoles, el cual nos llegó por la misión de la Iglesia. Nuestra fe está
sólidamente ligada a su testimonio como a una cadena ininterrumpida que se ha
ampliado durante los siglos, no sólo por los sucesores de los Apóstoles, sino
por generaciones y generaciones de cristianos.
A imitación de los Apóstoles, de hecho, todo
discípulo de Cristo está llamado a ser testigo de su resurrección, especialmente
en los ambientes humanos donde es más fuerte el olvido de Dios y la confusión
humana.
Para que esto suceda, debemos permanecer en
Cristo resucitado y en su amor, como hemos recordado la primera carta de Juan:
"El que permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él" (1 Jn 4,
, 16). Jesús lo repitió en diversas ocasiones a sus seguidores:
"Permaneced en mí ... Permaneced en mi amor" (Jn 15: 4,9).
Este es el secreto de los santos:
permanecer en Cristo, unidos a Él como el sarmiento a la vid, para dar
mucho fruto (cf. Jn 15, 1-8). Y este fruto no es otro que el amor. Este amor
brilla en el testimonio de la hermana Jeanne Emilie de Villeneuve, quien dedicó
su vida a Dios ya los pobres, los enfermos, los presos, explotados,
convirtiéndose para ellos y para todos signo concreto del amor misericordioso
del Señor.
La relación con Jesús resucitado es la "atmósfera" en la cual vive
el cristiano y en la que se encuentra la fuerza para permanecer fiel al
Evangelio, incluso en medio de obstáculos e incomprensiones.
"Permanecer en el amor": Sor María
Cristina Brando también lo hizo. Ella fue completamente conquistada por el amor
ardiente del Señor; y de la oración, del encuentro corazón a corazón con Jesús
resucitado, presente en la Eucaristía. De allí recibió la fuerza para soportar
el sufrimiento y donarse como pan partido a muchas personas lejanas de Dios y
hambrientas del amor verdadero .
Un aspecto esencial del testimonio del Señor
Resucitado es la unidad entre nosotros, sus discípulos, como la que existe
entre Él y el Padre. Y la oración de Jesús en la víspera de su pasión ha
resonado hoy en el Evangelio: "Que sean una sola cosa como
nosotros" (Jn 17, 11).
De este eterno amor entre el Padre y el Hijo, que
se extiende en nosotros por el Espíritu Santo (cf. Rm 5, 5), toma
fuerza nuestra misión y nuestra comunión fraterna; de allí nace siempre
nuevamente la alegría de seguir al Señor en el camino de su pobreza, de su
virginidad y obediencia; y ese mismo amor llama a cultivar la oración
contemplativa.
Sor Marie Baouardy lo ha experimentado de manera
eminente, y aunque humilde y analfabeta, sabía cómo dar consejos y
explicaciones teológicas con gran claridad, fruto del diálogo continuo con el
Espíritu Santo. La docilidad al Espíritu Santo la ha convertido
en instrumento de encuentro y comunión con el mundo musulmán. Así también
Sor María Alphonsine Danil Ghattas ha entendido bien lo que significa irradiar
el amor de Dios en el apostolado, convirtiéndose en testigo de mansedumbre y
unidad. Ella nos ofrece un claro ejemplo de la importancia de volvernos
responsables los unos de los otros, de vivir uno al servicio de los otros.
Permanecer en Dios y en su amor, para anunciar
con la palabra y con la vida la resurrección de Jesús, siendo testigos de
unidad entre nosotros y de caridad hacia todos. Esto hicieron las cuatro santas
hoy proclamadas.
Su brillante ejemplo también nos interroga sobre
nuestra vida cristiana: ¿Cómo soy testigo del Cristo resucitado?, es una
pregunta que debemos hacernos. ¿Cómo permanezco en él, ¿cómo vivo en su
amor?, ¿soy capaz de "sembrar" en la familia, en el trabajo, en mi
comunidad, la semilla de esta unidad que él nos dio, haciéndonos participar en
la vida trinitaria?
Al regresar a casa, llevemos con nosotros la
alegría de este encuentro con el Señor resucitado; cultivemos en el corazón el
compromiso de permanecer en el amor de Dios, permaneciendo unidos a Él y entre
nosotros, y siguiendo los pasos de estas cuatro mujeres, modelos de santidad,
que la Iglesia nos invita a imitar.
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