4 d’abr. 2015

PER A PASQUA




Texto completo de la homilía del Papa en la Vigilia Pascual
El Santo Padre señala que no se puede vivir la Pascua sin entrar en el misterio y entrar en el misterio significa ir más allá de las cómodas certezas
CIUDAD DEL VATICANO, 04 de abril de 2015 (Zenit.org) - Esta noche es noche de vigilia.
El Señor no duerme, vela el guardián de su pueblo (cf. Sal 121,4), para sacarlo de la esclavitud y para abrirle el camino de la libertad.
El Señor vela y, con la fuerza de su amor, hace pasar al pueblo a través del Mar Rojo; y hace pasar a Jesús a través del abismo de la muerte y de los infiernos.
Esta fue una noche de vela para los discípulos y las discípulas de Jesús. Noche de dolor y de temor. Los hombres permanecieron cerrados en el Cenáculo. Las mujeres, sin embargo, al alba del día siguiente, fueron al sepulcro para ungir el cuerpo de Jesús. Sus corazones estaban llenos de emoción y se preguntaban: «¿Cómo haremos para entrar?, ¿quién nos removerá la piedra de la tumba?...». Pero he aquí el primer signo del Acontecimiento: la gran piedra ya había sido removida, y la tumba estaba abierta.
«Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de blanco» (Mc 16,5). Las mujeres fueron las primeras que vieron este gran signo: el sepulcro vacío; y fueron las primeras en entrar.
«Entraron en el sepulcro». En esta noche de vigilia, nos viene bien detenernos en reflexionar sobre la experiencia de las discípulas de Jesús, que también nos interpela a nosotros. Efectivamente, para eso estamos aquí: para entrar, para entrar en el misterio que Dios ha realizado con su vigilia de amor.
No se puede vivir la Pascua sin entrar en el misterio. No es un hecho intelectual, no es sólo conocer, leer... Es más, es mucho más.
«Entrar en el misterio» significa capacidad de asombro, de contemplación; capacidad de escuchar el silencio y sentir el susurro de ese hilo de silencio sonoro en el que Dios nos habla (cf. 1 Re 19,12).
Entrar en el misterio nos exige no tener miedo de la realidad: no cerrarse en sí mismos, no huir ante lo que no entendemos, no cerrar los ojos frente a los problemas, no negarlos, no eliminar los interrogantes...
Entrar en el misterio significa ir más allá de las cómodas certezas, más allá de la pereza y la indiferencia que nos frenan, y ponerse en busca de la verdad, la belleza y el amor, buscar un sentido no ya descontado, una respuesta no trivial a las cuestiones que ponen en crisis nuestra fe, nuestra fidelidad y nuestra razón.
Para entrar en el misterio se necesita humildad, la humildad de abajarse, de apearse del pedestal de nuestro yo, tan orgulloso, de nuestra presunción; la humildad para redimensionar la propia estima, reconociendo lo que realmente somos: criaturas con virtudes y defectos, pecadores necesitados de perdón. Para entrar en el misterio hace falta este abajamiento, que es impotencia, vaciándonos de las propias idolatrías... adoración. Sin adorar no se puede entrar en el misterio.
Todo esto nos enseñan las mujeres discípulas de Jesús. Velaron aquella noche, junto la Madre. Y ella, la Virgen Madre, las ayudó a no perder la fe y la esperanza. Así, no permanecieron prisioneras del miedo y del dolor, sino que salieron con las primeras luces del alba, llevando en las manos sus ungüentos y con el corazón ungido de amor. Salieron y encontraron la tumba abierta. Y entraron. Velaron, salieron y entraron en el misterio. Aprendamos de ellas a velar con Dios y con María, nuestra Madre, para entrar en el misterio que nos hace pasar de la muerte a la vida.
05.04.15



Texto completo de la bendición Urbi et Orbi del Papa Francisco en el Domingo de Pascua
El Papa recuerda que 'sólo quien se abaja comprende la glorificación de Jesús y puede seguirlo en su camino'. Pide la paz en el mundo, y el fin del 'absurdo derramamiento de sangre'
CIUDAD DEL VATICANO, 05 de abril de 2015 (Zenit.org) - Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz Pascua!
Jesucristo ha resucitado.
El amor ha derrotado al odio, la vida ha vencido a la muerte, la luz ha disipado la oscuridad.
Jesucristo, por amor a nosotros, se despojó de su gloria divina; se vació de sí mismo, asumió la forma de siervo y se humilló hasta la muerte, y muerte de cruz. Por esto Dios lo ha exaltado y le ha hecho Señor del universo. Jesús es el Señor.
Con su muerte y resurrección, Jesús muestra a todos la vía de la vida y la felicidad: esta vía es la humildad, que comporta la humillación. Este es el camino que conduce a la gloria. Sólo quien se humilla pueden ir hacia los «bienes de allá arriba», a Dios (cf. Col 3,1-4). El orgulloso mira «desde arriba hacia abajo», el humilde, «desde abajo hacia arriba».
La mañana de Pascua, advertidos por las mujeres, Pedro y Juan corrieron al sepulcro y lo encontraron abierto y vacío. Entonces, se acercaron y se «inclinaron» para entrar en la tumba. Para entrar en el misterio hay que «inclinarse», abajarse. Sólo quien se abaja comprende la glorificación de Jesús y puede seguirlo en su camino.
El mundo propone imponerse a toda costa, competir, hacerse valer... Pero los cristianos, por la gracia de Cristo muerto y resucitado, son los brotes de otra humanidad, en la cual tratamos de vivir al servicio de los demás, de no ser altivos, sino disponibles y respetuosos.
Esto no es debilidad, sino autentica fuerza. Quién lleva en sí el poder de Dios, de su amor y su justicia, no necesita usar violencia, sino que habla y actúa con la fuerza de la verdad, de la belleza y del amor.
Imploremos al Señor resucitado la gracia de no ceder al orgullo que fomenta la violencia y las guerras, sino que tengamos el valor humilde del perdón y de la paz. Pedimos a Jesús victorioso que alivie el sufrimiento de tantos hermanos nuestros perseguidos a causa de su nombre, así como de todos los que padecen injustamente las consecuencias de los conflictos y las violencias que se están produciendo, son mucas.
Pedimos paz ante todo por Siria e Irak, para que cese el fragor de las armas y se restablezca una buena convivencia entre los diferentes grupos que conforman estos amados países. Que la comunidad internacional no permanezca inerte ante la inmensa tragedia humanitaria dentro de estos países y el drama de tantos refugiados.
Imploremos la paz para todos los habitantes de Tierra Santa. Que crezca entre israelíes y palestinos la cultura del encuentro y se reanude el proceso de paz, para poner fin a años de sufrimientos y divisiones.
Pidamos la paz para Libia, para que se acabe con el absurdo derramamiento de sangre por el que está pasando, así como toda bárbara violencia, y para que cuantos se preocupan por el destino del país se esfuercen en favorecer la reconciliación y edificar una sociedad fraterna que respete la dignidad de la persona. Y esperemos que también en Yemen prevalezca una voluntad común de pacificación, por el bien de toda la población. Al mismo tiempo, encomendemos con esperanza al Señor misericordioso el acuerdo alcanzado en estos días en Lausana, para que sea un paso definitivo hacia un mundo más seguro y fraterno.
Supliquemos al Señor resucitado el don de la paz en Nigeria, Sudán del Sur y diversas regiones del Sudán y la República Democrática del Congo. Que todas las personas de buena voluntad eleven una oración incesante por aquellos que perdieron su vida ―y pienso muy especialmente en los jóvenes asesinados el pasado jueves en la Universidad de Garissa, en Kenia―, los que han sido secuestrados, los que han tenido que abandonar sus hogares y sus seres queridos.
Que la resurrección del Señor haga llegar la luz a la amada Ucrania, especialmente a los que han sufrido la violencia del conflicto de los últimos meses. Que el país reencuentre la paz y la esperanza gracias al compromiso de todas las partes interesadas.
Pidamos paz y libertad para tantos hombres y mujeres sometidos a nuevas y antiguas formas de esclavitud por parte de personas y organizaciones criminales. Paz y libertad para las víctimas de los traficantes de droga, muchas veces aliados con los poderes que deberían defender la paz y la armonía en la familia humana. E imploremos la paz para este mundo sometido a los traficantes de armas que ganan con la sangre de los hombres y las mujeres.
Y que a los marginados, los presos, los pobres y los emigrantes, tan a menudo rechazados, maltratados y desechados; a los enfermos y los que sufren; a los niños, especialmente aquellos sometidos a la violencia; a cuantos hoy están de luto; y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, llegue la voz consoladora del Señor Jesús: «Paz a vosotros» (Lc 24,36). «No temáis, he resucitado y siempre estaré con vosotros» (cf. Misal Romano, Antífona de entrada del día de Pascua).
 06.04.15



Francisco: 'No permanecer inertes ante la persecución de los cristianos'
El Santo Padre al finalizar el Regina Coeli hizo un llamado a la comunidad internacional frente a tal crimen inaceptable, que viola los derechos humanos más elementales
CIUDAD DEL VATICANO, 07 de abril de 2015 (Zenit.org) - El Papa ha pedido nuevamente a la comunidad internacional que actúe ante la fuerte persecución y violencia que están sufriendo los cristianos en tantas partes del mundo. Lo hizo este lunes al finalizar la oración del Regina Coeli.
Estas son las palabras del Santo Padre:
En este buen tiempo pascual, saludo cordialmente a los presentes, queridos peregrinos venidos de Italia y de varias partes del mundo para participar en este momento de oración. En particular, estoy contento de acoger a la delegación del Movimiento Shalom, que ha llegado a la última etapa de la carrera de relevos solidaria para sensibilizar a la opinión pública sobre las persecuciones de los cristianos en el mundo.
Vuestro itinerario en las calles ha terminado, pero debe continuar por parte de todos el camino espiritual de oración intensa, de participación concreta y de ayuda tangible en defensa y protección de nuestros hermanos y de nuestras hermanas perseguidos, exiliados, asesinados, decapitados, por el solo hecho de ser cristianos. Ellos son nuestros mártires de hoy, y son muchos, podemos decir que son más numerosos que en los primeros siglos.
Pido que la Comunidad Internacional no permanezca muda e inerte frente a tal crimen inaceptable, que constituye una violación preocupante de los derechos humanos más elementales. Deseo verdaderamente que la Comunidad Internacional no mire hacia otro lado.
A cada uno de vosotros, le deseo pasar en la alegría y en la serenidad esta semana en la que se prolonga la alegría de la Resurrección de Cristo. Para vivir más intensamente este periodo -y vuelvo siempre sobre el mismo argumento- nos hará bien leer cada día un pasaje del Evangelio en el que se habla del evento de la Resurrección. Cada día un pequeño paso.
¡Buena y Santa Pascua a todos! Por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

08.04.15




Texto completo de la catequesis del Papa en la audiencia del miércoles 8 de abril
El Santo Padre afirma que los niños pagan el precio de 'uniones inmaduras y de separaciones irresponsables'. El Señor juzga nuestra vida escuchando lo que refieren los ángeles de los niños
CIUDAD DEL VATICANO, 08 de abril de 2015 (Zenit.org) - Publicamo a continuación la catequesis de la audiencia general.
Queridos hermanos y hermanas,
en la catequesis sobre la familia completamos hoy la reflexión sobre los niños, que son el fruto más bonito de la bendición que el Creador ha dado al hombre y a la mujer. Ya hemos hablado del gran don que son los niños, hoy debemos lamentablemente hablar de las “historias de Pasión” que viven muchos de ellos.
Muchos niños desde el principio son rechazados, abandonados, despojados de su infancia y de su futuro. Alguno osa decir, casi para justificarse, que ha sido un error hacerles venir al mundo. ¡Esto es vergonzoso! ¡No descarguemos sobre los niños nuestras culpas! Los niños no son nunca “un error”. Su hambre no es un error, como no lo es su pobreza, su fragilidad, su abandono; y no lo es ni siquiera su ignorancia, o su incapacidad. Muchos niños no saben lo que es una escuela.
En todo caso, se trata de motivos para amarlos más, con mayor generosidad. ¿Qué hacemos con las solemnes declaraciones de los derechos del hombre y del niño, si después castigamos a los niños por los errores de los adultos?
Aquellos que tienen la tarea de gobernar, de educar, pero diría todos los adultos, somos responsables de los niños y de hacer lo que cada uno de nosotros pueda para cambiar esta situación. Me refiero a la pasión de los niños. Cada niño marginado, abandonado, que vive por la calle mendigando e intentando sobrevivir de cualquier manera, sin escuela, sin atención médica, es un grito que sube a Dios y que acusa el sistema que hemos construido. Y lamentablemente estos niños son presa de criminales, que les explotan para el tráfico y el comercio indigno, y los adiestran para la guerra y la violencia.
Pero también en los países, así llamados, ricos, muchos niños viven dramas que les marcan de una forma muy fuerte, por la crisis de la familia, de los vacíos educativos y de condiciones de vida a veces deshumanas. En cualquier caso, son infancias violadas en el cuerpo y en el alma. ¡Pero ninguno de estos niños es olvidado por el Padre que está en el cielo! ¡Ninguna de sus lágrimas se pierde!, como tampoco se pierde nuestra responsabilidad, la responsabilidad social de las personas y de los países.
Una vez Jesús regañó a sus discípulos porque alejaban a los niños que los padres le llevaban para que les bendijera. Es conmovedora la narración evangélica: “Le trajeron entonces a unos niños para que les impusiera las manos y orara sobre ellos. Los discípulos los reprendieron, pero Jesús les dijo: ’Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a mí, porque el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos’. Y después de haberles impuesto las manos, se fue de allí. ¡Qué bonita esa confianza de los padres, y esta respuesta de Jesús! ¡Cómo quisiera que esta página se convirtiera en la historia normal de todos los niños!
Es verdad que gracias a Dios los niños con graves dificultades encuentran muy a menudo padres extraordinarios, preparados para cualquier tipo de sacrificio y de generosidad. ¡Pero no se debería dejar solos a estos padres!, deberíamos acompañar su fatiga, pero también ofrecerles momentos de alegría compartida y de alegría despreocupada, para que no sean presos solo de la rutina terapéutica.
Cuando se trata de los niños, en cualquier caso, no se deberían escuchar esas fórmulas de la defensa legal de oficina tipo: ‘Después de todo, no somos una organización benéfica” o “En lo privado, cada uno es libre de hacer lo que quiere” o también “Lo sentimos, no podemos hacer nada”. Estas palabras no sirven cuando se trata de niños.
Demasiado a menudo en los niños recaen los efectos de la vida de un trabajo precario o malpagado, de horarios insostenibles, de transportes ineficientes… Pero los niños pagan también el precio de uniones inmaduras y de separaciones irresponsables, son las primeras víctimas. Sufren los resultados de la cultura de los derechos subjetivos exasperados, y se convierten después en hijos más precoces. A menudo absorben una violencia que no son capaces de “disponer”, y bajo los ojos de los de los grandes están obligados a acostumbrarse a la degradación.
También en esta época, como en el pasado, la Iglesia pone su maternidad al servicio de los niños y de sus familias. A los padres y a los hijos de este nuestro mundo lleva la bendición de Dios, la ternura materna, el reproche firme y la condena decidida. Hermanos y hermanas, pensemos bien: ¡Con los niños no se bromea!
Pensemos como sería una sociedad que decidiera, de una vez por todas, establecer este principio: “Es verdad que nos somos perfectos y que cometemos muchos errores. Pero cuando se trata de los niños que vienen al mundo, ningún sacrificio de los adultos se juzgará demasiado costoso o demasiado grande, para evitar que un niño piense que es un error, que no vale nada y estar abandonado a las heridas de la vida y a la prepotencia de los hombres”. Que bonita sería esta sociedad.  Yo creo que a esta sociedad, mucho le sería perdonado por sus innumerables errores. Mucho, de verdad.
El Señor juzga nuestra vida escuchando lo que refieren los ángeles de los niños, ángeles que “ven siempre el rostro del Padre que está en los cielos". Preguntémonos siempre: ¿Qué contarán a Dios de nosotros estos ángeles de los niños?

 09.04.15




Francisco a la Iglesia armenia: pidamos gestos concretos de reconciliación
El Santo Padre recibe al Sí­nodo Patriarcal con ocasión de la celebración de este domingo en la basí­lica de San Pedro, que conmemora el centenario del genocidio armenio
CIUDAD DEL VATICANO, 09 de abril de 2015 (Zenit.org) - El santo padre Francisco ha recibido este jueves por la mañana al Sínodo Patriarcal de la Iglesia Armenia Católica con ocasión de la celebración que tendrá lugar este domingo en la basílica de San Pedro, en la que "elevaremos la oración por el sufragio cristiano por los hijos e hijas de vuestro amado pueblo, que fueron víctimas hace cien años".
El genocidio armenio tuvo lugar del 1915 al 1923, cuando el gobierno de los Jóvenes Turcos en el Imperio otomano, inició la deportación forzosa y exterminio de un número indeterminado de civiles, calculado aproximadamente entre un millón y medio y dos millones de personas, para acabar con la cultura e historia de este pueblo.
La masacre se caracterizó por su brutalidad y la utilización de marchas forzadas en condiciones extremas, que generalmente llevaban a la muerte a muchos de los deportados, e incluso por la crucifixión de muchos de ellos. El gobierno turco, por su parte, ha reconocido el elevado número de víctimas, pero niega que el motivo haya sido la limpieza étnica.
Durante su discurso, Francisco ha indicado que se invocará a la Divina Misericordia "para que nos ayude a todos, en el amor por la verdad y la justicia, a resanar toda herida y a acelerar gestos concretos de reconciliación y de paz entre las naciones que aún no consiguen alcanzar un consenso razonable sobre la lectura de estos tristes sucesos".
Con sus palabras, el Papa ha querido saludar también a los sacerdotes, religiosos y religiosas, seminaristas y fieles laicos de la Iglesia Armenia Católica, muchos presentes estos días en Roma y muchos otros unidos espiritualmente desde los países de la diáspora.
Pienso con tristeza --ha añadido-- en particular en esas zonas, como Alepo, que hace cien años fueron lugar de aterrizaje seguro para los pocos supervivientes. Esta región, ha recordado el Papa, ha visto poner en peligro en este último periodo la permanencia de los cristianos, no solo armenios.
Por otro lado, Francisco ha recordado que este pueblo tiene una historia bimilenaria y cuida un patrimonio admirable de espiritualidad y de cultura, unido a una capacidad de recuperarse después de tantas persecuciones y pruebas a las que se ha visto sometido.
Por eso, el Papa ha invitado a cultivar un sentimiento de reconocimiento al Señor, "por haber sido capaces de mantener la fidelidad a Él también en las épocas más difíciles".
Asimismo, el Pontífice ha recordado que para los creyentes la pregunta sobre el mal realizado por el hombre introduce también en el misterio de la participación a la Pasión redentora, "no pocos hijos e hijas de la nación armenia fueron capaces de pronunciar el nombre de Cristo hasta la efusión de la sangre o de la muerte por inanición en el éxodo interminable al que se vieron obligados".
El Obispo de Roma ha insistido en la importancia de "hacer memoria del pasado, para aprovechar de él la savia nueva para alimentar al presente con el anuncio alegre del Evangelio y con el testimonio de la caridad".
De este modo les ha animado a sostener el camino de formación permanente de los sacerdotes y de las personas consagradas, como sus primeros colaboradores. "La comunión entre ellos y vosotros será reforzada por la fraternidad ejemplar que podrán ver en el seno del Sínodo y con el Patriarca".
Al finalizar su discurso, el Papa ha hecho mención a Benedicto XV, que intervino ante el sultán Mehmet V para que cesara la masacre de los armenios. Este Pontífice --ha recordado-- fue una gran amigo del Oriente cristiano.
Para concluir, ha confiado a la intercesión de san Gregorio de Narek --recientemente declarado doctor de la Iglesia-- el dialogo ecuménico entre la Iglesia Armenia Católica y la Iglesia Armenia Apostólica, consciente del hecho de que hace cien años como hoy, el martirio y la persecución ya han realizado el 'ecumenismo de la sangre'.
10.04.15



España, el Papa a los consagrados: renovar la dimensión eclesial y profética
El Santo Padre escribe a los participantes en Madrid de la 44ª Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada
CIUDAD DEL VATICANO, 10 de abril de 2015 (Zenit.org) - El papa Francisco ha enviado una carta para saludar a los religiosos y religiosas de España, reunidos en la 44ª Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada organizada, como cada año, por el Instituto Teológico de Vida Religiosa (ITVR). Asimismo, en este año especial dedicado a la Vida Consagrada, la CONFER (Conferencia Española de Religiosos) se ha sumado a la convocatoria y a la difusión de este importante evento de la Iglesia en nuestro país. El evento que comenzó el jueves 9 de abril,  finaliza el próximo domingo 12.
La misiva del Papa está dirigida al misionero claretiano Carlos Martínez Oliveras, director del ITVR. De este modo, Francisco desea que “en estos días puedan renovar la dimensión eclesial y profética de la consagración religiosa. Que el Señor les conceda la gracia de la memoria para hacerse cargo del carisma fundacional;  la gracia del coraje para vivirlo y renovarlo en las circunstancias presentes, sin miedos; y la gracia de la fecundidad esperanzada que siempre mira adelante”. El Pontífice concluye la carta, firmada personalmente por él, con el tradicional “les pido que recen por mí”.
Bajo el lema “Memoria, presencia y futuro. La vida religiosa en el Pueblo de Dios”, el Instituto Teológico de Vida Religiosa de Madrid ha convocado este evento formativo para la Vida Consagrada de España.
Entre los invitados se encuentran personalidades de la Iglesia universal, nacional y local, teólogos y especialistas. El cardenal Fernando Sebastián ha realizado la primera ponencia y este sábado se encuentra presente el cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga, quien preside el Consejo de cardenales creado por el Santo Padre para ayudarle en la reforma de la Curia.

11.04.15



Duro mensaje papal a los líderes de la VII Cumbre de las Américas
Francisco: "No es suficiente con que los pobres recojan las migajas que caen de la mesa de los ricos"
Denuncia las "diferencias escandalosas" entre ciudadanos de los mismos pueblos
El gran reto de nuestro mundo es la globalización de la solidaridad y la fraternidad, en lugar de la globalización de la discriminación e indiferencia
Sábado, 11 de abril de 2015
El Papa Francisco ha lanzado este viernes un mensaje contra la desigualdad a los 35 presidentes y jefes de Estado y Gobierno reunidos en Panamá, durante el acto inaugural de la VII Cumbre de las Américas. "No es suficiente con que los pobres recojan las migajas que caen de la mesa de los ricos", ha señalado el Pontífice, a través de un mensaje que ha sido leído por el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Pietro Parolin.
El enviado especial de Francisco en esta importante cita regional ha leído, en un perfecto español, la carta del Papa, quien advierte de que "hay bienes básicos como la tierra, el trabajo y la casa, además de servicios públicos como salud, educación, seguridad o medio ambiente, de los que ningún ser humano debería quedar excluido".
"Este deseo que todos compartimos, desgraciadamente está lejos de la realidad", añade la nota, en la que el Santo Padre insiste en que "mientras no se logre una distribución equitativa de la riqueza, no se lograrán resolver los males de la humanidad". "El gran reto de nuestro mundo es la globalización de la solidaridad y la fraternidad, en lugar de la globalización de la discriminación e indiferencia", ha apostillado.
En este sentido, Bergoglio denuncia la "brecha" entre los ricos y pobres, que --según añade-- se ha "abierto aún más" en aquellas economías emergentes que han experimentado un gran éxito económico durante los últimos años, donde la población "no se ha beneficiado" de estos avances. "Son necesarias acciones directas para los más desfavorecidos, cuya atención (...) debería ser prioritaria para los gobernantes", asevera.
Por ello, Francisco --a través de las palabras de Parolin-- ha solicitado a los mandatarios americanos que hagan frente a estos problemas con "realismo" y advierte de que "no basta con salvaguardar la ley de los derechos básicos de las personas", ya que, en ocasiones, "dentro de cada país se dan diferencias escandalosas, sobre todo en las zonas indígenas, rurales y suburbios de las grandes ciudades".
 Asimismo, en la misiva, afirma que "los esfuerzos por tender puentes y canales de comunicación, buscar el entendimiento, nunca son en vano" y destaca la situación geográfica de Panamá --en el centro del continente americano-- como "punto de encuentro entre el norte y el sur", para que este encuentro sirva de llamada a generar "un nuevo orden de paz y justicia", así como para "promover la solidaridad y cooperación, respetando la justa autonomía de cada nación".

Este es el texto de la carta:              
 Al Excelentísimo Señor
Juan Carlos Varela Rodríguez
Presidente de Panamá
Como anfitrión de la VII Cumbre de las Américas, deseo hacerle llegar mi saludo cordial y, a través de Usted, a todos los Jefes de Estado y de Gobierno, así como a las delegaciones participantes. Al mismo tiempo, me gustaría manifestarles mi cercanía y aliento para que el diálogo sincero logre esa mutua colaboración que suma esfuerzos y supera diferencias en el camino hacia el bien común. Pido a Dios que, compartiendo valores comunes, lleguen a compromisos de colaboración en el ámbito nacional o regional que afronten con realismo los problemas y trasmitan esperanza.
Me siento en sintonía con el tema elegido para esta Cumbre: "Prosperidad con equidad: el desafío de la cooperación en las Américas". Estoy convencido - y así lo expresé en la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium - de que la inequidad, la injusta distribución de las riquezas y de los recursos, es fuente de conflictos y de violencia entre los pueblos, porque supone que el progreso de unos se construye sobre el necesario sacrificio de otros y que, para poder vivir dignamente, hay que luchar contra los demás (cf. 52, 54). El bienestar así logrado es injusto en su raíz y atenta contra la dignidad de las personas. Hay "bienes básicos", como la tierra, el trabajo y la casa, y "servicios públicos", como la salud, la educación, la seguridad, el medio ambiente..., de los que ningún ser humano debería quedar excluido.
Este deseo - que todos compartimos -, desgraciadamente aún está lejos de la realidad. Todavía hoy siguen habiendo injustas desigualdades, que ofenden a la dignidad de las personas.
El gran reto de nuestro mundo es la globalización de la solidaridad y la fraternidad en lugar de la globalización de la discriminación y la indiferencia y, mientras no se logre una distribución equitativa de la riqueza, no se resolverán los males de nuestra sociedad (cf. Evangelii gaudium 202).
No podemos negar que muchos países han experimentado un fuerte desarrollo económico en los últimos años, pero no es menos cierto que otros siguen postrados en la pobreza. Además, en las economías emergentes, gran parte de la población no se ha beneficiado del progreso económico general, sino que frecuentemente se ha abierto una brecha mayor entre ricos y pobres. La teoría del "goteo" o "derrame" (cf. Evangelii gaudium 54) se ha revelado falaz: no es suficiente esperar que los pobres recojan las migajas que caen de la mesa de los ricos. Son necesarias acciones directas en pro de los más desfavorecidos, cuya atención, como la de los más pequeños en el seno de una familia, debería ser prioritaria para los gobernantes. La Iglesia siempre ha defendido la "promoción de las personas concretas" ("Centesimus annus, 46), atendiendo sus necesidades y ofreciéndoles posibilidades de desarrollo.
Me gustaría también llamar su atención sobre el problema de la inmigración. La inmensa disparidad de oportunidades entre unos países y otros hace que muchas personas se vean obligadas a abandonar su tierra y su familia, convirtiéndose en fácil presa del tráfico de personas y del trabajo esclavo, sin derechos, ni acceso a la justicia ... En ocasiones, la falta de cooperación entre los Estados deja a muchas personas fuera de la legalidad y sin posibilidad de hacer valer sus derechos, obligándoles a situarse entre los que se aprovechan de los demás o a resignarse a ser víctima de los abusos.
Son situaciones en las que no basta salvaguardar la ley para defender los derechos básicos de la persona, en las que la norma, sin piedad y misericordia, no responde a la justicia.
A veces, incluso dentro de cada país, se dan diferencias escandalosas y ofensivas, especialmente en las poblaciones indígenas, en las zonas rurales o en los suburbios de las grandes ciudades. Sin una auténtica defensa de estas personas contra el racismo, la xenofobia y la intolerancia, el Estado de derecho perdería su legitimidad. Señor Presidente, los esfuerzos por tender puentes, canales de comunicación, tejer relaciones, buscar el entendimiento nunca son vanos. La situación geográfica de Panamá, en el centro del continente Americano, que la convierte en un punto de encuentro del norte y el sur, de los Océanos Pacifico y Atlántico, es seguramente una llamada, pro mundi beneficio, a generar un nuevo orden de paz y de justicia y a promover la solidaridad y la colaboración respetando la justa autonomía de cada nación.
Con el deseo de que la Iglesia sea también instrumento de paz y reconciliación entre los pueblos, reciba mi más atento y cordial saludo.
Vaticano, 10 de abril de 2015                                              
Francisco
 11.04.15




Homilía del Papa en la presentación del Jubileo de la Misericordia
¿Por qué hoy? Porque la Iglesia en este momento de grandes cambios ofrece con mayor intensidad la cercanía de Dios
CIUDAD DEL VATICANO, 11 de abril de 2015 (Zenit.org) - Ofrecemos a continuación el texto de la homilía del papa Francisco en la ceremonia de introducción del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, después de haber presentado la bula a los cardenales y obispos de todo el mundo, y del canto de las Vísperas.
«Hermanos y hermanas:
Todavía resuena en todos nosotros el saludo de Jesús Resucitado a sus discípulos la tarde de Pascua: «Paz a vosotros« (Jn 20,19). La paz, sobre todo en estas semanas, sigue siendo el deseo de tantos pueblos que sufren la violencia inaudita de la discriminación y de la muerte, sólo por llevar el nombre de cristianos.
Nuestra oración se hace aún más intensa y se convierte en un grito de auxilio al Padre, rico en misericordia, para que sostenga la fe de tantos hermanos y hermanas que sufren, a la vez que pedimos que convierta nuestros corazones, para pasar de la indiferencia a la compasión.
San Pablo nos ha recordado que hemos sido salvados en el misterio de la muerte y resurrección del Señor Jesús. Él es el Reconciliador, que está vivo en medio de nosotros para mostrarnos el camino de la reconciliación con Dios y con los hermanos.
El Apóstol recuerda que, a pesar de las dificultades y los sufrimientos de la vida, sigue creciendo la esperanza en la salvación que el amor de Cristo ha sembrado en nuestros corazones. La misericordia de Dios se ha derramado en nosotros haciéndonos justos, dándonos la paz.
Una pregunta está presente en el corazón de muchos: ¿por qué hoy un Jubileo de la Misericordia? Simplemente porque la Iglesia, en este momento de grandes cambios históricos, está llamada a ofrecer con mayor intensidad los signos de la presencia y de la cercanía de Dios.
Éste no es un tiempo para estar distraídos, sino al contrario para permanecer alerta y despertar en nosotros la capacidad de ver lo esencial. Es el tiempo para que la Iglesia redescubra el sentido de la misión que el Señor le ha confiado el día de Pascua: ser signo e instrumento de la misericordia del Padre (cf. Jn 20,21-23).
Por eso el Año Santo tiene que mantener vivo el deseo de saber descubrir los muchos signos de la ternura que Dios ofrece al mundo entero y sobre todo a cuantos sufren, se encuentran solos y abandonados, y también sin esperanza de ser perdonados y sentirse amados por el Padre. Un Año Santo para sentir intensamente dentro de nosotros la alegría de haber sido encontrados por Jesús, que, como Buen Pastor, ha venido a buscarnos porque estábamos perdidos.
Un Jubileo para percibir el calor de su amor cuando nos carga sobre sus hombros para llevarnos de nuevo a la casa del Padre. Un Año para ser tocados por el Señor Jesús y transformados por su misericordia, para convertirnos también nosotros en testigos de misericordia. Para esto es el Jubileo: porque este es el tiempo de la misericordia.
Este es el motivo del Jubileo, porque es el tiempo favorable para curar las heridas, para no cansarnos de buscar a cuantos esperan ver y tocar con la mano los signos de la cercanía de Dios, para ofrecer a todos, a todos, el camino del perdón y de la reconciliación.
Que la Madre de la Divina Misericordia abra nuestros ojos para que comprendamos la tarea a la que estamos llamados; y que nos alcance la gracia de vivir este Jubileo de la Misericordia con un testimonio fiel y fecundo».
 12.04.15




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