17 de maig 2015

EL PAPA I BANC "VATICÀ"






El Papa: 'la falta de trabajo quita dignidad'
El Santo Padre recuerda la importancia de proponer alternativas justas y solidarias que sean realmente practicables en el mundo laboral 
Ciudad del Vaticano, 23 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
El Santo Padre ha criticado una vez más el sistema económico mundial que no pone en el centro al hombre y la mujer sino al “dios dinero”. Un dios --ha explicado el Papa-- que destruye y provoca la cultura del descarte. Descarta a los niños porque no nacen, se les explota o se les mata antes de nacer. Descarta a los ancianos porque no tienen una atención digna, no tienen medicinas y tienen pensiones miserables. Y descarta también a los jóvenes porque no pueden trabajar. Este es “el sacrificio que esta sociedad mundana y egoísta ofrece al dios dinero que está al centro de nuestro sistema económico mundial”, ha precisado. Lo ha hecho durante la audiencia con las Asociaciones Cristianas de Trabajadores Italianos, en ocasión del 70 aniversario de su fundación.
Durante su discurso, el Papa ha llamado la atención sobre la amplitud y la velocidad de reproducción de las desigualdades y esto ‘¡no podemos permitirlo!, ha exclamado. Debemos proponer  --ha asegurado-- alternativas justas y solidarias que sean realmente practicables.
A propósito, Francisco ha asegurado que la extensión de la precariedad, del trabajo negro y de los chantajes, hace experimentar, sobre todo a las jóvenes generaciones, que la falta de trabajo quita dignidad, impide la plenitud de la vida humana y reclama una respuesta rápida y con fuerza.
Por eso, el Papa les ha invitado a realizar un sueño que vuela “aún más alto”: Debemos hacer que a través del trabajo el ser humano exprese y aumente la dignidad de la propia vida. Tras esta breve introducción Francisco se ha detenido a explicar cuatro características del trabajo.
En primer lugar ha hablado del trabajo libre. El Santo Padre ha observado que la verdadera libertad del trabajo significa que el hombre hace que el mundo encuentre su fin. Por eso Francisco ha condenado que demasiado a menudo el trabajo oprime a distintos niveles, “de un hombre hacia otro”, “de nuevas organizaciones esclavistas que oprimen a los más pobres”, en particular “muchos niños y muchas mujeres se someten a una economía que obliga a un trabajo indigno”.  De este modo el Papa ha pedido hacer que el trabajo no sea instrumento de alienación, sino de esperanza y de vida nueva.
A continuación ha hablado del trabajo creativo. “Cada hombre lleva en sí una capacidad única y original de sacar de sí mismo y de las personas que trabajan con él el bien que Dios le ha puesto en el corazón”, ha afirmado. No podemos --ha proseguido-- cortar las alas a quienes, en particular los jóvenes, tienen tanto que ofrecer con su inteligencia y capacidad.
En tercer lugar ha hablado del trabajo participativo. “Para poder incidir en la realidad, el hombre está llamado a expresar el trabajo según la lógica que más le es propia, esa relacional, es decir, ver siempre en el fin del trabajo el rostro del otro y la colaboración responsable con otras personas”, ha observado el Pontífice.
Finalmente ha hablado del trabajo solidario. Francisco ha recordado a los presentes que cuando atienden a personas que han perdido y están buscando trabajo deben “ofrecer la propia cercanía, la propia solidaridad”. También es necesario “dar instrumentos y oportunidades adecuadas”, ha añadido.
El Santo Padre ha continuado su discurso explicando otros tres aspectos. El primero, la presencia de la Asociación fuera de Italia. Recordando los numerosos jóvenes que emigran para buscar un trabajo apto a su formación, Francisco ha exhortado a los presentes a animarles y acogerles, apoyarles en su recorrido. En sus ojos --ha añadido-- podéis encontrar un reflejo de la mirada de vuestros padres o de vuestros abuelos que fueron lejos para trabajar.
Además, el Papa ha recordado que la Asociación está afrontando el tema de la lucha contra la pobreza y el empobrecimiento de las clases medias. Así, ha reconocido que la propuesta de un apoyo no solo económico a las personas por debajo del umbral de la pobreza absoluta puede llevar a beneficios de toda la sociedad. Al mismo tiempo --ha añadido-- se debe evitar que caigan en la pobreza aquellos que hasta ayer tenían una vida digna. Tal y como ha advertido “hace falta muy poco hoy para convertirse en pobre”. Desde la pérdida del trabajo hasta la llegada de un hijo, ha observado.  Y finalmente, el Pontífice ha invitado a los presentes a que su compromiso tenga siempre su principio y su unión en lo que ellos llaman “inspiración cristiana”.
 24.05.15






Sta. Marta: ¿Cómo me mira Jesús?
En la homilía de este viernes, el Papa reflexiona sobre tres tipos de miradas de Jesús: la de la elección, la del arrepentimiento y la de la misión 
Ciudad del Vaticano, 22 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
El santo padre Francisco ha reflexionado esta mañana sobre el diálogo entre Jesús y Pedro narrado en el Evangelio del día. ¿Cuál es hoy la mirada de Jesús sobre mí?, ha preguntado. Jesús resucitado prepara la comida para sus discípulos y después de haber comido inicia un intenso diálogo con Pedro. Y desde esta imagen el Papa ha reflexionado sobre tres miradas del Señor al apóstol: la mirada de la elección, la del arrepentimiento y la de la misión.
Tal y como ha recordado el Pontífice, al inicio del Evangelio de Juan, cuando Andrés va donde su hermano Pedro y le dice: “¡hemos encontrado el Mesías!”, hay una mirada de entusiasmo. Jesús fija su mirada sobre él y dice: “Tú eres Simón, hijo de Jonás. Serás llamado Pedro”. Así ha explicado el Santo Padre que esta es “la primera mirada: la vocación y un primer anuncio de la misión”. Y ha preguntado: ¿y cómo está el alma de Pedro en esa primera mirada? “Entusiasmada. El primer ímpetu es ir con el Señor”, ha respondido.
A continuación, Francisco ha hablado de la noche dramática del Jueves Santo, cuando Pedro niega a Jesús tres veces: “Ha perdido todo. Ha perdido su amor y cuando el Señor cruza su mirada llora”. Así, el Santo Padre ha subrayado que “el Evangelio de Lucas dice que Pedro lloró amargamente. Ese entusiasmo de seguir a Jesús se ha convertido en llanto, porque él ha pecado: él ha negado a Jesús. Esa mirada cambia el corazón de Pedro, más que antes. El primer cambio es el cambio de nombre y también de vocación”. Esta segunda mirada --ha precisado-- es una mirada que cambia el corazón y es un cambio de conversión al amor.
En tercer lugar Francisco ha hablado de la mirada del encuentro después de la Resurrección. “Sabemos que Jesús ha encontrado a Pedro, dice el Evangelio, pero no sabemos qué se dijeron”, ha recordado.
Es una tercera mirada, ha observado, “la mirada es la confirmación de la misión", pero también la mirada en la cual Jesús pide confirmación sobre el amor de Pedro. Y en tres ocasiones el Señor pide a Pedro la “manifestación de su amor” y lo exhorta a apacentar sus ovejas.  Tal y como ha indicado el Papa, en la tercera pregunta Pedro “se entristeció, casi llora”. De este modo el Pontífice explica que “se entristeció porque le preguntó por tercera vez ‘¿Me amas?’ Y él dice: ‘Pero, Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo’. Y Jesús responde: ‘apacienta mis ovejas’”.  El Santo Padre ha subrayado que esta tercera mirada es la mirada de la misión.
Así, ha resumido: “la primera, la mirada de la elección con el entusiasmo de seguir a Jesús; la segunda, la mirada del arrepentimiento en el momento del pecado tan grave de haber negado a Jesús; la tercera mirada es la mirada de la misión: ‘apacienta mis corderos’, ‘alimenta mis ovejas’, ‘alimenta mis ovejas’”.
Pero el Pontífice ha recordado que “no termina ahí”, “Jesús va adelante” y dice a Pedro: “Tú haces todo esto por amor, ¿y después? ¿serás coronado rey? No”. Jesús predice a Pedro que también él tendrá que seguirle en el camino de la cruz.  
Y para concluir, Francisco ha lanzado varias preguntas: “¿Cuál es hoy la mirada de Jesús sobre mí? ¿Cómo me mira Jesús? ¿Con una llamada? ¿Con un perdón? ¿Con una misión?”. Y ha finalizado la homilía recordando que sobre el camino que Él ha hecho estamos todos nosotros, bajo la mirada de Jesús. Él mira siempre con amor. Nos pide algo y nos da una misión.
Por eso ha invitado a pensar en el momento en el que Jesús viene al altar en la eucaristía: “Señor, Tú estás aquí, entre nosotros. Fija tu mirada sobre mí y dime qué debo hacer, cómo debo llorar mis errores, mis pecados; con qué valentía debo ir adelante en el camino que Tú has hecho primero”.
Así, ha precisado el Papa que en este día nos hará bien releer este diálogo con el Señor y pensar “en la mirada de Jesús sobre mí”.
23.05.15




Sta Marta: 'La Iglesia no une con 'pegamento' sino con la gracia de Dios' 
En la homilía de este jueves, el Santo Padre ha reflexionado sobre la unidad de la Iglesia y la llamada de Jesús a permanecer en Él 
Ciudad del Vaticano, 21 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
El precio que Jesús ha pagado para que la Iglesia estuviera siempre unida a Él y a Dios son su llagas. Los cristianos de hoy están llamados a pedir la gracia de la unidad y a luchar para que entre ellos no se insinúe el espíritu de división, de guerra, de celos. Así lo ha indicado el papa Francisco durante la homilía de la misa celebrada en Santa Marta esta mañana.
“La gran oración de Jesús” es que la Iglesia esté unida, que los cristianos “sean una sola cosa” como Jesús lo es con su Padre. Y al lado está la “gran tentación”: no ceder al otro “padre”, el de la “mentira” y de la “división”. Así, el Papa se ha sumergido en la atmósfera del Cenáculo y en la densidad de las palabras que Cristo pronuncia y confía a los apóstoles antes de entregarse a la Pasión, pasaje propuesto por la liturgia.
De este modo, Francisco observa que es consolador escuchar a Jesús decir al Padre que no quiere rezar solo por sus discípulos sino también por los que creerán en Él “mediante su palabra”. Una frase escuchada muchas veces y para la que el Papa ha pedido un poco de atención. Quizá --ha indicado-- no estamos lo bastante atentos a estas palabras: ¡Jesús ha rezado por mí! Esto es precisamente fuente de confianza: Él reza por mí, ha rezado por mí…
Así, el Pontífice ha contado que él se imagina a Jesús delante del Padre, en el Cielo. “Y así: reza por nosotros, reza por mí. ¿Y qué ve el Padre? Las llagas, el precio. El precio que ha pagado por nosotros. Jesús reza por mí con sus llagas, con su corazón herido y continuará haciéndolo”, ha indicado.
A continuación, el Pontífice ha señalado que Jesús reza “por la unidad de su pueblo y por la Iglesia”. Pero Jesús “sabe que el espíritu del mundo” es “un espíritu de división, de guerra, de envidias, de celos, también en las familias, en las familias religiosas, también en las diócesis, también en toda la Iglesia: es la gran tentación”. Una tentación --ha reconocido el Papa-- que lleva a los chismorreos, a etiquetar, a estigmatizar a la gente.
Por eso ha explicado que son actitudes que esta oración pide desterrar. Y lo ha explicado así: “Debemos ser uno, una sola cosa, como Jesús y el Padre son una sola cosa. Este es precisamente el desafío de todos los cristianos: no dejar sitio a la división entre nosotros, no dejar que el espíritu de la división, el padre de la mentaria entre en nosotros”. Por eso ha pedido buscar siempre la unidad. “Cada uno es como es, pero trata de vivir la unidad. ¿Jesús te ha perdonado? Perdona a todos. Jesús reza para que nosotros seamos uno, una sola cosa. Y la Iglesia necesita mucho de esta oración de unidad”, ha asegurado el Pontífice.
El Papa ha bromeado diciendo que no existe una Iglesia unida con “pegamento” porque la unidad que pide Jesús “es una gracia de Dios” y “una lucha” en la tierra. De este modo, ha concluido señalando que “debemos hacer sitio al Espíritu para que nos transforme como el Padre está en el Hijo, una sola cosa”. Finalmente, Francisco ha recordado que “otro consejo que Jesús nos ha dado en estos días de despedida es permanecer en Él: ‘Permaneced en mí’. Y solicita al Padre esta gracia, que todos nosotros permanezcamos en Él. Y aquí nos indica por qué, lo dice claramente: ‘Padre, quiero que los que me has dado, también ellos estén conmigo donde estoy yo’. Es decir, que estos permanezcan allí, conmigo. El permanecer en Jesús, en este mundo, termina en el permanecer con Él, ‘para que contemplen mi gloria’”.
22.05.15



Texto completo de la catequesis del Papa en la audiencia del miércoles 20 de mayo
El Santo Padre invita a los padres a no autoexiliarse de la educación de los hijos. A los papás separados les pide que los hijos no carguen con el peso de la división y no les usen como rehénes 
Ciudad del Vaticano, 20 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
Hoy, queridos hermanos y hermanas, quiero daros la bienvenida porque he visto entre vosotros muchas familias. ¡Buenos días a todas las familias!
Y continuamos reflexionando sobre la familia y hoy de una característica esencial de la familia, o sea, de su vocación natural a educar a los hijos para que crezcan en la responsabilidad de sí y de los otros. Lo que hemos escuchado del apóstol Pablo al inicio es muy bonito, muy bonito. Vosotros hijos obedeced a los padres en todo, eso agrada al Señor. Y vosotros padres, no exasperéis a los hijos, para que no se desanimen. Esto es una regla sabia, el hijo que es educado en escuchar a los padres, obedecer a los padres que buscan no mandar de una forma fea para no desanimar a los hijos. Los hijos deben crecer sin desanimarse, paso a paso. Si vosotros, una familia, padres, decís a los hijos ‘subamos esa escalera y les lleváis de la mano paso a paso, les hacéis subir, las cosas irán bien’. Pero si les decís ‘vé allí, vé arriba’, ‘no puedo’, ‘vé’. Esto se llama exasperar a los hijos, pedir a los hijos cosas que no son capaces de hacer. Y por eso, esta relación entre padres e hijos es de una sabiduría, debe ser de una sabiduría, de un equilibrio grande. Hijos obedeced a los padres, eso gusta a Dios.
Y vosotros padres, no exasperéis a los hijos pidiendo cosas que no pueden hacer. ¿Entendido? Y eso se hace para que los hijos crezcan en la responsabilidad de los otros, parecería una constatación obvia, incluso también en nuestros tiempos no faltan las dificultades. Es difícil educar para los padres que ven a los hijos solo por la noche, cuando vuelven a casa cansados. Los que tienen la suerte de tener trabajo. Y más difícil aún para los padres separados, con la carga de esta condición.  Es muy difícil educar pero pobres, han tenido dificultades, se han separado y muchas veces el hijo es tomado como rehén, el padre le habla mal de la madre, la madre le habla mal del padre. Y se hace mucho mal. Yo os digo, matrimonios separados, nunca, nunca, nunca, tomar al hijo como rehén. Vosotros os habéis separado por muchas dificultades y motivos, la vida os ha dado esta prueba, pero que los hijos no sean los que lleven el peso de esta separación. Que los hijos no sean usados como rehén contra el otro cónyuge. Que los hijos crezcan escuchando que la madre habla bien del padre, aunque no estén juntos. Y que el padre habla bien de la madre. Para los matrimonios separados esto es muy importante, es muy difícil pero podéis hacerlo.
Pero, sobre todo, esta es la pregunta, ¿cómo educar? ¿Qué tradición tenemos hoy para transmitir a nuestros hijos?
Intelectuales “críticos” de todo tipo han acallado a los padres de mil manera, para defender a las jóvenes generaciones de los daños  --reales o presuntos-- de la educación familiar. La familia ha sido acusada, entre otras cosas, de autoritarismo, de favoritismo, de conformismo, de represión afectiva que genera conflictos.
De hecho, se ha abierto una fractura entre la familia y la sociedad. Entre familia y escuela. El pacto educativo hoy se ha roto. Y así, la alianza educativa de la sociedad con la familia ha entrado en crisis porque ha sido socavada la confianza recíproca. Los síntomas son muchos. Por ejemplo, en la escuela se han erosionado las relaciones entre los padres y los profesores. A veces hay tensiones y desconfianza recíproca; y las consecuencias naturalmente recaen en los hijos. Por otro lado, se han multiplicado los llamados “expertos” que han ocupado el rol de los padres también en los aspectos más íntimos de la educación. Sobre la vida afectiva, la personalidad y el desarrollo, sobre los derechos y los deberes, los “expertos” saben todo; objetivos, motivaciones, técnicas. Y los padres deben solo escuchar, aprender y adecuarse. Privados de su rol, se convierten a menudo en excesivamente cargantes y posesivos en lo relacionado con los hijos, hasta no corregirles nunca. ¡Pero tú no puedes corregir al hijo! Tienden a confiar cada vez más a los ‘expertos’, también para los aspectos más delicados y personales de su vida, dejándoles en la esquina solos; y así los padres corren el riesgo de autoexcluirse de la vida de sus hijos. ¡Y esto es gravísimo!  Hoy no, pensemos, hay casos no digo que sucede siempre pero hay casos. La maestra en la escuela, regaña al niño y hace un escrito a los padres. Yo recuerdo una anécdota personal, yo una vez cuando estaba en cuarto de primaria dije una palabra fea a la profesora. Y la profesora, buena mujer, hizo llamar a mi madre. Mi madre vino al día siguiente, han hablado entre ellas y luego me llamaron. Y mi madre, delante de la profesora me explicó que lo que había hecho era algo feo, que no se debe hacer, pero con mucha dulzura lo ha hecho mamá. Y me dijo que pidiera perdón a la maestra. Yo lo hice y después me quedé  contento porque pensé, ha terminado bien la historia. Pero ese era el primer capítulo. Cuando volví a casa, comenzó el segundo capítulo. Imaginadlo vosotros. Hoy, la maestra, hace una cosa como esta y el día siguiente, uno de los padres o los dos van a regañar a la profesora porque los técnicos dicen que a los niños no hay que regañarles así. ¡Han cambiado las cosas! Los padres no deben autoexcluirse de la educación de los hijos.
Es evidente que este enfoque no es bueno: no es armónico, no es dialógico, y en vez de favorecer la colaboración entre la familia y las otras agencias educativas, las escuelas, los gimnasios, tantas agencias educativas, las contrapone.
¿Cómo hemos llegado a este punto? No hay duda de que los padres, o mejor, ciertos modelos educativos del pasado, tenían algunos límites. ¡No hay duda! Pero es verdad que hay errores que solo los padres están autorizados a hacer, porque pueden compensarles de una forma que es imposible para otros. Por otro lado, lo sabemos bien, la vida nos ha dejado poco tiempo para hablar, reflexionar, debatir.  Muchos padres están “secuestrados” por el trabajo, papá y mamá deben trabajar, y por otras preocupaciones, avergonzados por las nuevas exigencias de los hijos y de la complejidad de la vida actual, que es así, debemos aceptarla como es, y se encuentran como paralizados por el miedo a equivocarse. El problema no es solo hablar. Es más, un “dialogismo” superficial no lleva a un verdadero encuentro de la mente y del corazón. Preguntémonos más bien: ¿tratamos de entender ‘donde’ los hijos están realmente en su camino? ¿Dónde está realmente su alma, lo sabemos? Y sobre todo ¿lo queremos saber? ¿Estamos convencidos que ellos, en realidad, no esperan otra cosa?
Las comunidades cristianas están llamadas a ofrecer apoyo a la misión educativa de las familias, y lo hacen sobre todo a la luz de la Palabra de Dios. El apóstol Pablo recuerda la reciprocidad de los deberes entre padres e hijos: “Vosotros, hijos, obedeced a los padres en todos; eso agrada al Señor. Vosotros, padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desanimen”. En la base de todo está el amor, lo que Dios nos dona, que “no falta el respeto, no falta el propio interés, no se enfada, no tiene en cuenta el mal recibido… todo lo perdona, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. ¡También en las mejores familias es necesario aguantarse y es necesaria mucha paciencia! El mismo Jesús ha pasado a través de la educación familiar.
También en este caso, la gracia del amor de Cristo lleva a cumplir lo que está inscrito en la naturaleza humana. ¡Cuántos ejemplos buenos tenemos de padres cristianos llenos de sabiduría humana! Ellos muestran que la buena educación familiar es la columna vertebral del humanismo. Su irradiación social es el recurso que consiente compensar las lagunas, las heridas, los votos de paternidad y maternidad que tocan a los hijos menos afortunados. Esta irradiación puede hacer auténticos milagros. ¡Y en la Iglesia suceden cada día estos milagros!
Deseo que el Señor done a las familias cristianas la fe, la libertad y la valentía necesarias para su misión. Si la educación familiar encuentra el orgullo de su protagonismo, muchas cosas cambiarán a mejor, para los padres inciertos y los hijos desilusionados. Es hora de que los padres y las madres vuelvan de su exilio, porque se han autoexiliado de la educación de sus hijos, que vuelvan de su exilio y asuman plenamente su rol educativo. Esperemos que el Señor nos dé esta gracia de no autoexiliarse en la educación de los hijos. Y esto solamente pueda hacerlo el amor, la ternura y la paciencia.  
 21.05.15






Emissió a càrrec de l'Aula Magna del Seminari Conciliar de Barcelona.



"Soy un gran partidario de Bergoglio, un fan o un hincha"
Gianni Vattimo: "El banco vaticano es el banco de la mafia"
"El carácter revolucionario de Francisco consiste ante todo en la toma en serio del Evangelio"
Redacción, 17 de mayo de 2015 a las 16:24
Los papas anteriores, Juan Pablo II y Benedicto XVI, habían llevado a la Iglesia a cometer un suicidio por un extremo rigor ético sexual 




(Conte, Montiveros y Bustos, en Mdz).- Gianni Vattimo, filósofo italiano y considerado uno de los fundadores del pensamiento posmoderno, se considera un "fan" del papa Francisco pero, en comunicación con MDZ Radio, puso en duda que su particular impronta pueda triunfar por sobre la curia romana.
El autor de "El fin de la modernidad" y "Creer que se cree" (entre muchos otros), evaluó, en conversación con el programa Tormenta de Ideas (sábado de 10 a 13) que la llegada del excardenal Jorge Bergoglio al Vaticano significó el puntapié para modificar la imagen de la Iglesia Católica.
La impronta de Bergoglio, con su sencillez y sus gestos de humildad -reflexionó- hicieron tambalear los cimientos del "naturalismo absoluto", sostenido y reproducido por todos los anteriores pontífices; entre ellos los últimos, Benedicto XVI y Juan Pablo II.
-A propósito de sus escritos sobre espiritualidad y cultura, ¿cómo evalúa el rol de Bergoglio en la Iglesia Católica y en su relación con la época actual?
-Soy un gran partidario de Bergoglio, un fan o un hincha; pero, efectivamente, ha dado una vuelta interesante, un cambio radical de la imagen de la Iglesia Católica porque una parte del problema de la Iglesia en el mundo contemporáneo es la imagen que tiene la gente de ella. En efecto, los papas anteriores, Juan Pablo II y Benedicto XVI, habían llevado a la Iglesia a cometer un suicidio por un extremo rigor ético sexual vinculado con la prohibición del uso de profiláctico, uno, y por demasiado tradicionalista, el otro. Históricamente, la Iglesia cayó en una pretensión de un naturalismo absoluto que no corresponde a la manera en la cual la gente misma vive. Los últimos Papas habían puesto la Iglesia en riesgo de ser rechazada, en cambio Bergoglio apareció y modificó eso. Empezando, por ejemplo, por su actitud individual de usar zapatos negros y pequeños coches.
-Sus característicos gestos de humildad...
-Absolutamente y sobre todo con gestos de pertenencia al mundo común. Jesús, de hecho, se hizo hombre, se hizo uno de nosotros y, sin embargo, hasta ahora, los pontífices fueron ajenos a nosotros.
-Cree que el Papa está realizando: ¿una revolución dentro de la Iglesia; una actualización a la época actual o qué cosa?
-El carácter revolucionario del pontificado de Francisco consiste ante todo en la toma en serio del Evangelio. El problema de la pobreza era resuelto por Jesús siendo pobre pero hasta ahora la Iglesia siempre ha sido una potencia económica notable. Quiero decir que Bergoglio aparece revolucionario porque hasta ahora la Iglesia misma no había tomado en serio lo que estaba escrito en su doctrina.

-¿Considera que Francisco va a poder triunfar sobre la curia romana?
-Ahí está el problema. No sé hasta qué punto la imagen de lucha entre el Papa y la curia es objetivamente aceptable. Cuando uno piensa en este conflicto el primer nombre que viene a la cabeza es el de Tarcisio Bertone, por ejemplo. O, también, el Banco Vaticano es el banco de la mafia impenetrable al exterior y, estas, son todas cosas que se saben y que contribuyen a hacer una imagen del cristianismo que da un poco de vergüenza. La curia intenta siempre mantener sus modelos obviamente con derrotas continuas porque ha tenido que reconocer que Galileo tenía razón, por ejemplo. La imagen de una Iglesia que defiende y pierde progresivamente privilegios del pasado es la imagen que tienen los fieles y provoca cierto malestar porque termina vista como un castillo antiguo que defiende todo ello.
-Siempre defendió el pensamiento latinoamericano, y desde allí le consultamos: ¿evalúa como necesaria la llegada de Bergoglio a Roma para que se diera, finalmente, un cambio de paradigma en la religión católica?
-Absolutamente, me parece muy providencial todo esto de hecho. Al punto tal que la elección de Bergoglio al trono del Papa es como una conclusión natural de las transformaciones políticas de Latinoamérica de las últimas décadas. Porque si uno piensa, lo que ha pasado de nuevo e importante desde el punto de vista político, hay que tener en cuenta los cambios en América Latina: Chávez, Correa, Lula, Cristina. El continente tenía como un derecho natural de dar, también, el Papa, sólo que ha tomado una hegemonía ideal.
-Bergoglio ha dado señales, incluso a través de Guillermo Karcher, que no moriría siendo Papa, ¿le parece ese un mensaje sincero de su parte de querer reformar la Iglesia y retirarse o lo evalúa como que está limitado por las presiones de los más ortodoxos?
-El problema es que se defiende de morir temprano. Porque en el Vaticano son, incluso, capaces de esto. Como le pasó a Juan Pablo I que fue asesinado. Bergoglio no va a abandonar el pontificado y no por ambición sino porque tiene un sentido del deber; sí abandonaría su posición ahora lo haría sólo admitiendo que no logró ganar sobre la reacción de la curia. Esto sería como una violación de su deber y tarea y no lo creo.








Francisco: un laico formado no necesita un obispo-piloto
El Santo Padre abre la Asamblea de la Conferencia Episcopal Italiana y reflexiona sobre la sensibilidad eclesial y el sentido de colegialidad 
Ciudad del Vaticano, 18 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
Nuestra vocación cristiana y episcopal es ir contracorriente, en este momento histórico en el que a menudo estamos rodeados de noticias desalentadoras, de situaciones locales e internacionales que nos hacen experimentar aflicciones y tribulaciones. Así lo ha recordado el santo padre Francisco en su discurso en la apertura de la Asamblea de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI). El encuentro se celebra en el Vaticano desde hoy y hasta el 21 de mayo sobre el tema “Verificación de la recepción de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium”.
Se nos pide “consolar, ayudar, animar, sin ninguna distinción, a todos nuestros hermanos oprimidos bajo el peso de sus cruces, acompañándolos, sin cansarse nunca de trabajar para levantarles con  la fuerza que viene solo de Dios”, ha asegurado Francisco. Del mismo modo, ha advertido que es muy feo encontrar un consagrado “abatido, desmotivado o apagado: es como un pozo seco donde la gente no encuentra agua para saciarse”.  
A continuación, el Papa ha expuesto a los presentes algunas de sus preguntas y reflexiones sobre el argumento elegido para la Asamblea. Así, ha indicado que sus interrogantes y sus preocupaciones nacen de una visión global y sobre todo de los innumerables encuentros que ha tenido en estos dos años con las Conferencia Episcopales, donde “he notado la importancia de lo que se puede definir coma la sensibilidad eclesial: o sea, apropiarse de los mismos sentimientos de Cristo, de humildad, de compasión, de misericordia, de concreción y de sabiduría”.
Francisco ha hablado de una sensibilidad eclesial que “conlleva también no ser tímidos o irrelevantes en el rechazar o derrotar una mentalidad difundida de corrupción pública y privada que ha conseguido empobrecer, sin ninguna vergüenza, familias, jubilados, trabajadores honestos, comunidades cristianas, descartando a los jóvenes, privados sistemáticamente de cualquier esperanza sobre su futuro, y sobre todo, marginando a los débiles y a los necesitados”.     
Una sensibilidad eclesial --ha proseguido-- que, como buenos pastores, nos hace salir hacia el pueblo de Dios para defenderlo de las colonizaciones ideológicas que le quitan la identidad y la dignidad humana.
Por otro lado, el Pontífice ha asegurado que la sensibilidad eclesial se manifiesta también en las elecciones pastorales y en la elaboración de los documentos, donde “no debe prevalecer el aspecto teórico-doctrinal abstracto” sino que “debemos perseguir el esfuerzo de traducirlos en propuestas concretas y comprensibles”.
Además, el Santo Padre ha indicado que la sensibilidad eclesial y pastoral se concretiza también “al reforzar el papel indispensable de los laicos dispuestos a asumir las responsabilidad que les conciernen”. En realidad, ha afirmado el Papa, los laicos que tienen una formación cristiana auténtica, no deberían necesitar el obispo-piloto o del monseñor-piloto o de un estímulo clerical para asumir las propias responsabilidades a todos los niveles. Sin embargo, ha exclamado, ¡todos necesitan al obispo pastor!
Finalmente, “la sensibilidad eclesial se revela concretamente en la colegialidad y en la comunión entre los obispos y sus sacerdotes; en la comunión entre los obispos; entre las diócesis ricas --material y vocacionalmente-- y las que están en dificultad; entre las periferias y el centro; entre las conferencias episcopales y los obispos con el sucesor de Pedro”, ha explicado Francisco.  
Haciendo referencia a la colegialidad, el Papa ha observado que se nota en varias partes del mundo un debilitamiento generalizado. “Falta la costumbre de verificar la recepción de programas y la actuación de proyectos”, ha advertido. De este modo ha puesto un ejemplo: “Se organiza un congreso o un evento que, destacando las voces habituales, narcotiza la comunidad, homogeneizando elecciones, opiniones y personas” en vez de “dejarse transportar hacia esos horizontes donde el Espíritu Santo nos pide ir”.
A continuación, ha planteado dos preguntas: ¿por qué se dejan envejecer tanto los Institutos religiosos, monasterios, congregaciones, hasta el punto de no ser casi testimonios evangélicos fieles al carisma fundacional? ¿por qué no los reúnen antes de que sea tarde bajo tantos puntos de vista?
El Santo Padre se ha detenido en este punto, “después de haber querido ofrecer solamente algunos ejemplos sobre la sensibilidad eclesial debilitada por el continuo debate con los enormes problemas mundiales y la crisis que no escatima ni siquiera en la misma identidad cristiana y eclesial”.
 19.05.15



Sta Marta: ¿Pensamos en el momento en el que diremos 'adiós'?
En la homilía de este martes, el Santo Padre ha invitado a reflexionar sobre el significado cristiano de la despedida y del momento en el que un 'hasta luego' se convierte en un 'adiós' definitivo
Ciudad del Vaticano, 19 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
El papa Francisco ha invitado a encomendarse al Padre en el momento de nuestra despedida en nuestro mundo. Lo ha hecho durante la homilía de la misa celebrada esta mañana en Santa Marta, centrada en el discurso de Jesús antes de la Pasión y la despedida de Pablo y Mileto antes de dirigirse a Jerusalén. De este modo, el Papa ha recordado a las víctimas de las persecuciones que se ven obligadas a huir como los rohinyá de Myanmar o los cristianos y yazidíes en Irak.
Tal y como ha recordado el Santo Padre, Jesús se despide para ir al Padre y mandarnos el Espíritu Santo, San Pablo se despide antes de ir a Jerusalén y llora junto a los ancianos venidos de Éfeso a saludarle. Así, ha hecho referencia a las lecturas del día para desarrollar su homilía sobre qué significa “decir adiós” para un cristiano.
“Jesús se despide, Pablo se despide --ha indicado-- y esto nos ayudará a reflexionar sobre nuestras despedidas”. En nuestra vida “hay muchas despedidas”, pequeñas y grandes y hay “también mucho sufrimiento, muchas lágrimas en algunas de ellas”.
De este modo, el Papa ha invitado a pensar en “esos pobres Rohingya del Myanmar. En el momento de dejar su tierra para huir de las persecuciones no sabían qué les sucedería. Y desde hace meses están en barcas, allí… Llegan en una ciudad, donde les dan agua, comida y les dice: ‘marchaos’. Es una despedida”. Mientras tanto, hoy tiene lugar esta despedida existencial grande, ha explicado. “Pensad en la despedida de los cristianos y de los yazidíes, que piensan que no volverán a su tierra, porque han sido expulsados de sus casas, hoy”, ha indicado Francisco.  
Así, Francisco ha recordado que hay pequeñas y grandes despedidas en la vida, como la “despedida de la madre, que saluda, da un último abrazo al hijo que va a la guerra; y todos los días se levanta con miedo”, de que venga alguno y le diga: ‘le agradecemos la generosidad de su hijo que ha dado la vida por la patria’”. Y está también “la última despedida que todos debemos hacer, cuando el Señor nos llama a su orilla. Yo pienso en esto”.
El Pontífice ha proseguido reconociendo que estas grandes despedidas de la vida, también la última, “no son un ‘hasta pronto’, ‘hasta la vista’, ‘nos vemos’, despedidas después de las cuales uno sabe que vuelve, enseguida o después de una semana, sino que son despedidas que no se sabe cuándo y cómo volveré”.
A propósito, el Santo Padre ha observado que el tema de las despedidas está también presente en el arte y en las canciones. De este modo, le ha venido a la mente “esa canción alpina, cuando ese capitán se despide de sus soldados: el testamento del capitán". De este modo, el Pontífice se ha preguntado ¿Pienso en la gran despedida, mi gran despedida, no cuando tengo que decir ‘hasta luego’, ‘nos vemos’, ‘hasta pronto’, sino ‘adiós’? Nuevamente haciendo referencia a las lecturas, Francisco ha recordado que ambos textos usan la palabra ‘adiós’. Pablo encomienda a Dios a los suyos, y Jesús encomienda al Padre a sus discípulos, que quedan en el mundo. Así, ha explicado que encomendar al Padre, encomendar a Dios, es el origen de la palabra ‘adios’.
El Papa ha observado que con estos dos iconos --el de Pablo que llora de rodillas en la playa y Jesús triste porque se iba a la Pasión llorando en su corazón-- podemos pensar en nuestra despedida y nos hará bien. ¿Quién será la persona que cerrará mis ojos? ¿qué dejo?, ha preguntado.
En estos pasajes, tanto Jesús como Pablo hacen una especie de examen de conciencia. Por eso, el Papa ha explicado que nos hará bien imaginar ese momento. “Cuando será, no se sabe, pero será el momento en el que ‘hasta pronto’, ‘hasta luego’, ‘nos vemos’, ‘hasta la vista’ se convertirá en ‘adiós’.
Y Francisco se ha hecho más preguntas: ¿Estoy preparado para encomendar a Dios a todos los míos?, ¿para encomendarme a mí mismo a Dios?, ¿para decir esa palabra que es la palabra del encomendarse del hijo al Padre?
Finalmente, el Papa ha concluido su homilía aconsejando a todos meditar precisamente en las lecturas de hoy sobre la despedida de Jesús y la de Pablo y “pensar que un día” también nos tendremos que decir la palabra “adiós”.  “A Dios encomiendo mi alma, a Dios encomiendo mi historia, a Dios encomiendo los míos, a Dios encomiendo todo”. “Que Jesús muerto y resucitado nos envía el Espíritu Santo para que nosotros aprendamos esa palabra, aprendamos a decirla, pero existencialmente con toda la fuerza, la última palabra: adiós”.
20.05.15





























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