Texto completo de la homilía del Papa en la misa de Pentecostés
En la
homilía de este domingo el Santo Padre recuerda que el Espíritu Santo guía,
renueva y fructifica
Ciudad del
Vaticano, 24 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
El santo
padre Francisco ha celebrado la misa del domingo de Pentecostés en la
Basílica Vaticana. La celebración eucarística ha sido concelebrada por
cardenales, arzobispos, obispos y sacerdotes.
Publicamos
a continuación la homilía del Santo Padre:
«Como el Padre me ha enviado, así también os envío
yo... recibid el Espíritu Santo» (Jn 20, 21.22), así dice Jesús. La
efusión que se dio en la tarde de la resurrección se repite en el día de
Pentecostés, reforzada por extraordinarias manifestaciones exteriores. La
tarde de Pascua Jesús se aparece a sus discípulos y sopla sobre ellos su
Espíritu (cf. Jn 20, 22); en la mañana de Pentecostés la efusión se
produce de manera fragorosa, como un viento que se abate impetuoso sobre la
casa e irrumpe en las mentes y en los corazones de los Apóstoles. En
consecuencia reciben una energía tal que los empuja a anunciar en diversos
idiomas el evento de la resurrección de Cristo: «Se llenaron todos de
Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas» (Hch 2, 4). Junto
a ellos estaba María, la Madre de Jesús, la primera discípula, y allí
Madre de la Iglesia naciente. Con su paz, con su sonrisa, con su maternidad,
acompañaba el gozo de la joven Esposa, la Iglesia de Jesús.
La Palabra de
Dios, hoy de modo especial, nos dice que el Espíritu actúa, en las personas y
en las comunidades que están colmadas de él, las hace capaces de recibir a
Dios “Capax Dei”, dicen los Santos Padres. Y ¿Qué es lo que hace el Espíritu
Santo mediante esta nueva capacidad que nos da? Guía hasta la verdad plena
(Jn 16, 13), renueva la tierra (Sal 103) y da
sus frutos (Ga 5, 22- 23). Guía, renueva y fructifica.
En el Evangelio,
Jesús promete a sus discípulos que, cuando él haya regresado al Padre,
vendrá el Espíritu Santo que los «guiará hasta la verdad plena» (Jn 16,
13). Lo llama precisamente «Espíritu de la verdad» y les explica que su
acción será la de introducirles cada vez más en la comprensión de aquello
que él, el Mesías, ha dicho y hecho, de modo particular de su muerte y de su
resurrección. A los Apóstoles, incapaces de soportar el escándalo de la
pasión de su Maestro, el Espíritu les dará una nueva clave de lectura para
introducirles en la verdad y en la belleza del evento de la salvación. Estos
hombres, antes asustados y paralizados, encerrados en el cenáculo para evitar
las consecuencias del viernes santo, ya no se avergonzarán de ser discípulos
de Cristo, ya no temblarán ante los tribunales humanos. Gracias al Espíritu
Santo del cual están llenos, ellos comprenden «toda la verdad», esto es: que
la muerte de Jesús no es su derrota, sino la expresión extrema del amor de
Dios. Amor que en la Resurrección vence a la muerte y exalta a Jesús como el
Viviente, el Señor, el Redentor del hombre, el Señor de la historia y del
mundo. Y esta realidad, de la cual ellos son testigos, se convierte en Buena
Noticia que se debe anunciar a todos.
El Espíritu Santo
renueva – guía y renueva - renueva la tierra. El Salmo dice: «Envías
tu espíritu... y repueblas la faz tierra» (Sal 103, 30). El relato de
los Hechos de los Apóstoles sobre el nacimiento de la Iglesia encuentra una
correspondencia significativa en este salmo, que es una gran alabanza a Dios
Creador. El Espíritu Santo que Cristo ha mandado de junto al Padre, y el
Espíritu Creador que ha dado vida a cada cosa, son uno y el mismo. Por eso, el
respeto de la creación es una exigencia de nuestra fe: el “jardín” en el cual
vivimos no se nos ha confiado para que abusemos de él, sino para que lo
cultivemos y lo custodiemos con respeto (cf. Gn 2, 15). Pero esto es
posible solamente si Adán – el hombre formado con tierra – se deja a su vez
renovar por el Espíritu Santo, si se deja reformar por el Padre según el
modelo de Cristo, nuevo Adán. Entonces sí, renovados por el Espíritu,
podemos vivir la libertad de los hijos en armonía con toda la creación y en cada
criatura podemos reconocer un reflejo de la gloria del Creador, como afirma
otro salmo: «¡Señor, Dios nuestro, que admirable es tu nombre en toda la
tierra!» (Sal 8, 2.10). Guía, renueva y da, da fruto.
En la carta a los
Gálatas, san Pablo vuelve a mostrar cual es el “fruto” que se
manifiesta en la vida de aquellos que caminan según el Espíritu (Cf. 5, 22).
Por un lado está la «carne», acompañada por sus vicios que el Apóstol
nombra, y que son las obras del hombre egoísta, cerrado a la acción de la
gracia de Dios. En cambio, en el hombre que con fe deja que el Espíritu de
Dios irrumpa en él, florecen los dones divinos, resumidos en las nueve
virtudes gozosas que Pablo llama «fruto del Espíritu». De aquí la llamada,
repetida al inicio y en la conclusión, como un programa de vida: «Caminad
según el Espíritu» (Ga 5, 16.25).
El mundo tiene
necesidad de hombres y mujeres no cerrados, sino llenos de Espíritu Santo. El
estar cerrados al Espíritu Santo no es solamente falta de libertad, sino también
pecado. Existen muchos modos de cerrarse al Espíritu Santo. En el egoísmo del
propio interés, en el legalismo rígido – como la actitud de los doctores de
la ley que Jesús llama hipócritas -, en la falta de memoria de todo aquello
que Jesús ha enseñado, en el vivir la vida cristiana no como servicio sino
como interés personal, entre otras cosas. En cambio, el mundo tiene necesidad
del valor, de la esperanza, de la fe y de la perseverancia de los discípulos
de Cristo. El mundo necesita los frutos, los dones del Espíritu Santo, como
enumera san Pablo: «amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad,
lealtad, modestia, dominio de sí» (Ga 5, 22). El don del Espíritu
Santo ha sido dado en abundancia a la Iglesia y a cada uno de nosotros, para
que podamos vivir con fe genuina y caridad operante, para que podamos difundir
la semilla de la reconciliación y de la paz. Reforzados por el Espíritu Santo
– que guía, nos guía a la verdad, que nos renueva a nosotros y a toda la
tierra, y que nos da los frutos – reforzados en el Espíritu y por estos
múltiples dones, llegamos a ser capaces de luchar, sin concesión alguna,
contra el pecado, de luchar, sin concesión alguna, contra la corrupción que,
día tras día, se extiende cada vez más en el mundo, y de dedicarnos con
paciente perseverancia a las obras de la justicia y de la paz.
25.05,15
Sta. Marta: La riqueza
que no se comparte genera corrupción
En la homilía de este lunes, el Santo Padre reflexiona
sobre el pasaje del joven rico que quiere seguir a Jesús y recuerda que el
apego a las riquezas nos entristece y nos hace estériles
Ciudad del
Vaticano, 25 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
Las riquezas deben servir para el bien común. Una
abundancia de bienes vivida de forma egoísta y triste quita esperanza y está en
el origen de cualquier tipo de corrupción, grande o pequeña. Así lo afirma el
Santo Padre durante la homilía de la misa celebrada en Santa Marta.
De este modo, ha comentado el pasaje del joven rico
que quiere seguir a Jesús. El joven se queda triste cuando Jesús le pide que
venda sus riquezas. De golpe, “la alegría y la esperanza” en ese joven rico
desaparecen, porque no quiere renunciar a su riqueza. Por eso, el Santo Padre
ha señalado que “el apego a las riquezas está en el inicio de todo tipo de
corrupción, por todas partes: corrupción personal, corrupción en los negocios,
también en la pequeña corrupción comercial, de esa que quita 50 gramos al peso
exacto, corrupción política, corrupción de la educación…”. Y ¿por qué?, se ha
preguntado. “Porque los que viven apegados a los propios poderes, a las propias
riquezas, se creen en el paraíso. Están cerrados, no tienen horizonte, no
tienen esperanza. Al final tendrán que dejar todo”.
Asimismo, ha explicado que “hay un misterio en la
posesión de las riquezas”. “Las riquezas tienen la capacidad de seducir, de
llevarnos a una seducción y hacernos creer que estamos en un paraíso
terrestre”, ha observado. Sin embargo, ese paraíso terrestre es un lugar sin
horizonte, ha indicado el Papa. “Vivir sin horizonte es una vida estéril, vivir
sin esperanza es una vida triste. El apego a las riquezas nos entristece y nos
hace estériles”, ha precisado. Y ha explicado que utiliza el término “apego” y
no “administrar bien las riquezas”, porque las riquezas son para el bien común,
para todos. Y si el Señor se lo da a una persona es para que esa persona lo
haga para el bien de todos, no para sí mismo, no para que lo cierre en su
corazón, que después con esto se hace corrupto y triste, ha
advertido Francisco.
Y así ha proseguido señalando que las riquezas
sin generosidad “nos hacen creer que somos poderosos, como Dios. Y al
final nos quitan lo mejor, la esperanza”.
Para finalizar, el Pontífice ha recordado que
Jesús indica en el Evangelio cuál es la forma justa para vivir una abundancia
de bienes: “la primera bienaventuranza: ‘bienaventurados los pobres de
espíritu’, es decir, desprenderse de este apego y hacer que las riquezas
que el Señor le ha dado sean para el bien común. La única manera. Abrir la
mano, abrir el corazón, abrir el horizonte. Pero si tienes la mano cerrada,
tienes el corazón cerrado como ese hombre que hacía banquetes y llevaba
vestidos lujosos, no tienes horizontes, no ves a los que tienen necesidades y
terminarás como ese hombre: lejos de Dios”.
26.05.15
El Papa en Santa
Marta: 'No se puede seguir a Jesús y al mundanismo'
En la
homilía de este martes, el Santo Padre recuerda que “seguir a Jesús desde
el punto de vista humano no es un buen negocio"
Ciudad del
Vaticano, 26 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
No se puede seguir a Jesús y al mundanismo, ni se
puede tener el cielo y la tierra, es feo un cristianismo a mitad y es necesario
tomar una decisión radical. Lo indicó este martes por la mañana el papa
Francisco en la homilía en la capilla de la residencia Santa Marta, partiendo
de la pregunta de Pedro a Jesús, sobre qué habrían ganado los discípulos en
seguirle, una pregunta realizada después de que el Señor le había dicho al
joven rico de vender todos sus bienes y darlos a los pobres.
Por ello el Santo Padre observa que Jesús respondió en
una dirección diversa de la que se esperaban los discípulos: no habla de
riquezas, promete en cambio la herencia del Reino de los cielos, sin excluir
“persecución y la cruz”.
“Cuando un cristiano -indicó Francisco- está apegado a
los bienes, da la mala impresión de una cristiano que quiere tener dos
cosas: el cielo y la tierra. Y la piedra de paragón justamente es la que Jesús
indica: la cruz y las persecuciones. Esto quiere decir negarse a sí mismo,
llevar cada día la cruz...”
Porque “los discípulos al seguir a Jesús tenían esta
tentación: ¿Será un buen negocio? Pensemos a la mamá de Santiago y Juan, cuando
le pide a Jesús un lugar para sus hijos: 'A este me lo haces primer ministro, a
este otro ministro de economía...' porque tiene el interés mundano de
seguir a Jesús”. Pero después, indicó Francisco, “el corazón de estos
discípulos fue purificado”, hasta que llegó Pentecostés y ellos “entendieron
todo”.
“La gratuidad en
seguir a Jesús -añadió el Pontífice- es la respuesta a la gratuidad del amor y
de la salvación que nos da Jesús”. Y cuando “se quiere ir sea con Jesús que con
el mundo, sea con la pobreza que con la riqueza, esto es un cristianismo a
mitad, que quiere una ganancia material. Es el espíritu del mundo”. Esos
cristianos hacen eco a las palabras del profeta Elías, “cojean con las dos
piernas” porque “no saben lo que quieren”.
Por lo tanto
evidenció que para entender esto es necesario acordarse de que Jesús nos
anuncia que “los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros”,
o sea “aquel que se cree o que es el más grande” se tiene que volver “el
servidor, el más pequeño”.
“Seguir a Jesús
desde el punto de vista humano no es un buen negocio: es servir. Lo ha hecho
Él, y si el Señor te da la posibilidad de ser el primero, tú tienes que
comportarte como el último, o sea, servir. Y si el Señor te da la posiblidad de
tener bienes, tú debes emplearte en servir a los otros. Son tres cosas,
tres escalones, los que te alejan de Jesús: las riquezas, la vanidad y el
orgullo. Por esto son tan peligrosas las riquezas, porque te llevan en seguida
a la vanidad y te crees importante. Y cuando uno se cree importante pierde la
cabeza y se pierde”.
El camino indicado
por el Señor, es el del 'despojarse como ha hecho É'l, indicó el Papa,
precisando sus palabras: “Quien es el primero entre ustedes se haga siervo de
todos”.
Y a Jesús este
'trabajo' con los discípulos le “costó mucho tiempo porque ellos no entendían
bien”. Por ello “también nosotros tenemos que pedirle a Él que nos enseñe este
camino, esta ciencia de saber servir, esta ciencia que es ser humildes, esta
ciencia que es volverse los últimos para servir a los hermanos y hermanas de la
Iglesia”.
“Que feo
es -indicó el Papa- ver a un cristiano, sea laico, consagrado, sacerdote,
obispo, cuando se ve que busca dos cosas: seguir a Jesús y a los bienes, seguir
a Jesús y al mundanismo. Esto est un anti-testimonio que aleja a la gente de
Jesús. Prosigamos ahora con la celebración eucarística pensando a la pregunta
de Pedro: 'Hemos dejado todo, ¿cómo nos pagarás?' Y pensando a la
respuesta de Jesús. El pago que nos dará es asemejarnos a Él. Este será el
'sueldo'. ¡Un gran sueldo, asemejarnos a Jesús!”
Texto completo de la
catequesis del Papa en la audiencia del miércoles 27 de mayo
El Santo
Padre reflexiona sobre el noviazgo, un tiempo de conocimiento recíproco, para
compartir un proyecto. No va el matrimonio exprés y es necesario trabajar en
el amor. Es un camino
de maduración hasta el momento del matrimonio
Ciudad del
Vaticano, 27 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
"Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En estas catequesis sobre la familia, hoy quisiera
hablar de noviazgo. El noviazgo --se escucha en la palabra (en italiano se dice
‘fidanzamento’ ndr.)-- tiene con ver con la confianza, la confidencia, la
fiabilidad. Confianza con la vocación que Dios dona, porque el matrimonio es
sobre todo el descubrimiento de una llamada de Dios. Ciertamente es una cosa
bella que hoy los jóvenes puedan elegir casarse sobre la base de un amor
recíproco.
Pero precisamente la libertad de la unión requiere una
consciente armonía en la decisión, no solo un simple entendimiento de la
atracción o del sentimiento de un momento, de un tiempo breve. Requiere un
camino. El noviazgo, en otros términos, es el tiempo en el que los dos están
llamados a hacer un buen trabajo sobre el amor, un trabajo partícipe y
compartido, que va a la profundidad.
Se conocen el uno
al otro: el hombre entiende a la mujer aprendiendo de esta mujer, su
novia; y la mujer entiende del hombre aprendiendo este hombre, su novio. No
infravaloremos la importancia de este aprendizaje: es un compromiso bonito, y
el amor mismo lo requiere, porque no es solamente una felicidad sin
preocupaciones, una emoción encantada… El pasaje bíblico habla de toda la
creación como un bonito trabajo del amor de Dios: “Dios miró, así dice el libro
del Génesis, todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno”. Solamente
al final, Dios “descansó”. De esta imagen entendemos que el amor de Dios, que
dio origen al mundo, no fue una decisión improvisada. ¡No!, fue un bonito
trabajo. El amor de Dios creó las condiciones concretas de una alianza
irrevocable, sólida, destinada a durar.
La alianza de amor
entre el hombre y la mujer, alianza para la vida, no se improvisa, no se hace
de un día para otro, no hay matrimonio exprés: es necesario trabajar en el
amor. Es necesario caminar. La alianza del amor entre el hombre y la mujer se
aprende y se afina. Me permito decir, es una alianza artesanal. Hacer de dos
vidas una vida sola. Es también casi un milagro. Un milagro de la libertad y
del corazón, confiado a la fe.
Tendríamos quizá
que comprometernos más en este punto, porque nuestras “coordinadas
sentimentales” están un poco confusas. Quien pretende querer todo y enseguida,
cede también todo --y enseguida-- a la primera dificultad, o a la primera
ocasión. No hay esperanza por la confianza y la felicidad del don de sí, si
prevalece la costumbre de consumar el amor como una especia de “integrador” del
bienestar psico-físico. ¡El amor no es esto! El noviazgo se centra en la
voluntad de cuidar juntos algo que nunca deberá ser comprado o vendido, traicionado
o abandonado, por tentadora que pueda resultar la oferta.
También Dios,
cuando habla de la alianza con su pueblo lo hace, algunas veces en la Biblia,
en términos de noviazgo. En el libro de Jeremías, hablando al Pueblo cómo se
había alejado de Él, dice así en el capítulo 2. ‘Yo recuerdo el tiempo de tu
juventud, el tiempo de tu noviazgo’ Cuando el Pueblo era la novia de Dios y
Dios ha hecho este recorrido de noviazgo.
Hace también una
promesa, lo hemos oído, ahí, al inicio de la audiencia en el libro de Oseas.
‘Te haré mi esposa para siempre, y te daré como dote el derecho y la
justicia, en el amor y la compasión. Te daré como dote mi fidelidad, y
entonces conocerás al Señor’ . Es un largo recorrido que el Señor hace con su
Pueblo en este camino de noviazgo. Al final Dios se casa con su Pueblo, en
Jesucristo, se casa en Jesús con la Iglesia, el Pueblo de Dios es la esposa de
Jesús.
Pero cuánto
camino, y vosotros italianos, en vuestra literatura, tenéis una obra maestra
sobre el noviazgo. Es necesario que los jóvenes lo conozcan, lo lean. Es una
obra maestra donde se cuenta la historia de los novios que han sufrido mucho
dolor, han hecho un camino de muchas dificultades hasta llegar al final, al
matrimonio. Pero no dejéis de lado esta obra maestra sobre el noviazgo que la
literatura italiana os ha ofrecido. Es necesario ir adelante, leerlo y
ver la belleza, también el sufrimiento, pero la fidelidad de los novios.
(se refiere a I promessi sposi de Alessandro Manzoni)
La Iglesia, en su
sabiduría, cuida la distinción entre el ser novios y ser esposos, precisamente
en vista de la delicadeza y la profundidad de esta verificación. Estemos
atentos a no despreciar a la ligera esta sabia enseñanza, que se nutre también
de la experiencia del amor conyugal felizmente vivido. Los símbolos fuertes del
cuerpo conservan las claves del alma: no podemos tratar los vínculos de la
carne con ligereza, sin abrir alguna herida duradera en el espíritu. (1 Cor
6,15-20).
Cierto, la cultura
y la sociedad de ahora se han convertido lamentablemente indiferentes a la
delicadeza y a la seriedad de este pasaje. Y por otro lado, no se puede decir
que sean generosos con los jóvenes que tienen serias intenciones de formar una
familia y a traer hijos al mundo. Es más, a menudo ponen mil obstáculos,
mentales y prácticos.
El noviazgo es un
recorrido de vida, que debe maturar, como la fruta. Es un camino de maduración,
el amor. Hasta el momento en el que se convierte precisamente en matrimonio.
Los cursos
prematrimoniales son una expresión especial de la preparación. Y nosotros vemos
muchas parejas, que quizá llegan al curso un poco sin ganas. ‘Estos sacerdotes
nos obligan a hacer este curso, pero ¿por qué? Nosotros ya sabemos...’ Lo hacen
sin ganas. Pero después están contentos y dan las gracias, porque de hecho han
encontrado allí una ocasión --a menudo la única-- para reflexionar sobre su
experiencia en términos no banales.
Sí, muchas parejas
están juntos desde hace mucho tiempo, quizá también en la intimidad, a veces
viviendo juntos, pero no se conocen verdaderamente. Parece extraño, pero la
experiencia demuestra que es así. Por eso, se debe revalorar el noviazgo como
tiempo de conocimiento recíproco y de compartir un proyecto.
El camino de
preparación al matrimonio viene configurado en esta perspectiva, valiéndose
también del testimonio simple pero intenso de los cónyuges cristianos. Y
dirigiéndose también aquí sobre lo esencial: la Biblia, de redescubrir juntos,
de forma consciente; la oración en su dimensión litúrgica, pero también esa
oración ‘doméstica’, de vivir en familia. Los sacramentos, la vida
sacramental, la confesión, la comunión... El Señor viene a vivir en los novios
y les prepara para recibirles verdaderamente el uno con el otro con la gracia
de Cristo; y a la fraternidad con los pobres y con los necesitados, que nos
invitan a la sobriedad y a compartir. Los novios que se comprometen en
esto, ambos, esto lleva a preparar una bonita celebración del matrimonio. De
forma distinta, no mundana, sino de forma cristiana.
Pensemos en estas
palabras de Dios que hemos escuchado cuando Él habla a su pueblo, como el novio
a la novia. ‘Te haré mi esposa para siempre, y te daré como dote el
derecho y la justicia, en el amor y la compasión. Te daré como dote mi
fidelidad, y entonces conocerás al Señor’.
Cada pareja de
novios piense en esto y diga el uno al otro ‘te haré mi esposa, te haré mi
esposo, espero ese momento’. Es un momento, es un recorrido que va despacio
hacia adelante y que es un recorrido de maduración. No deben quemarse las
etapas del camino. La maduración se hace así, paso a paso.
El tiempo del
noviazgo puede convertirse de verdad en un tiempo de iniciación, ¿a qué? a la
sorpresa, a la sorpresa de los dones espirituales con los cuales el Señor, a
través de la Iglesia, enriquece el horizonte de la nueva familia que se dispone
a vivir en su bendición.
Ahora, invito a
rezar a la Sagrada Familia de Nazaret, Jesús, José y María. Rezar para que la
familia tenga este camino de preparación. Y rezar por los novios. Rezamos a la
Virgen todos juntos, un Ave María por todos los novios para que puedan entender
la belleza de este camino hacia el matrimonio. Ave María… "
28.05.15
Sta. Marta: '¿Escucho
el grito de los que necesitan al Señor?'
En la
homilía de este jueves, el Papa ha hablado de tres tipos de cristianos:
sea los mundanos que los rigoristas alejan a la gente de Jesús, en
cambio están quienes escuchan a los necesitados de Jesús y
su Iglesia
Ciudad del
Vaticano, 28 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
Hay cristianos que alejan a la gente de Jesús porque
piensan solo en su relación con Dios o porque son empresarios o mundanos o
rigoristas. Y hay cristianos que escuchan realmente el grito de cuantos
necesitan al Señor. Así lo ha asegurado el Santo Padre durante la homilía de
Santa Marta.
De este modo, al comentar el Evangelio del ciego
Bartimeo que grita a Jesús para ser sanado, mientas los discípulos le
regañan para que no lo haga, el Papa ha enumerado tres tipos de cristianos. Hay
cristianos que se ocupan solo de su relación con Jesús, una relación “cerrada,
egoísta”, y no escuchan el grito de los otros. “Ese grupo de gente, también
hoy, no escucha el grito de muchos que necesitan a Jesús. Un grupo de
indiferentes: no escuchan, creen que la vida sea su grupito; están contentos;
están sordos al clamor de tanta gente que necesita salvación, que necesita la
ayuda de Jesús, que necesita de la Iglesia. Esta gente es egoísta, vive para sí
misma. Son incapaces de escuchar la voz de Jesús”, ha explicado el Papa.
También ha hablado
del grupo de los que escuchan este grito que pide ayuda, pero que lo quieren
hacer callar. Como cuando los discípulos alejan a los niños para que no
incomoden al Maestro. En este grupo están los “empresarios, que están cerca de
Jesús”, están en el templo, parecen “religiosos”, pero “Jesús les expulsa,
porque hacían negocios allí, en la casa de Dios”. Son esos que --ha
proseguido-- no quieren escuchar el grito de ayuda, sino que prefieren
hacer sus negocios y usando al pueblo de Dios, usando a la Iglesia. Estos
‘empresarios’ alejan a la gente de Jesús. Y en este grupo están los cristianos
que no dan testimonio. El Papa lo ha explicado así: “son cristianos de nombre,
cristianos de salón, cristianos de recepciones, pero su vida interior no es
cristiana, es mundana. Uno que se dice cristiano y vive como un mundano, aleja
a los que piden ayuda a gritos a Jesús”.
Están los
rigoristas, a quienes Jesús regaña porque que cargan mucho peso sobre los
hombros de la gente. Jesús, ha recordado Francisco, les dedica todo el capítulo
23 de san Mateo. “Hipócritas, explotáis a la gente”, les dice Jesús. Y en vez
de responder al grito que pide salvación alejan a la gente, ha subrayado el
Santo Padre.
Y finalmente
está el tercer grupo de cristianos, “los que ayudan a acercarse a
Jesús”. “Está el grupo de cristianos que tienen coherencia entre lo que
creen y lo que viven, y ayudan a acercarse a Jesús, a la gente que grita,
pidiendo salvación, pidiendo la gracia, pidiendo la salud espiritual por su
alma”, ha precisado el Pontífice.
Para concluir, el
Santo Padre ha recordado que "nos hará bien hacer un examen de conciencia
para entender si somos cristianos que alejan a la gente de Jesús o la acercan,
porque escuchamos el grito de muchos que piden ayuda para su salvación".
29.05.15
Sta Marta: 'La fe
auténtica abierta al perdón obra milagros'
En la
homilía de este viernes, el Santo Padre ha recordado que Jesús condena la
esterilidad y el egoísmo espiritual. Quienes no ayudan al prójimo, viven
siempre para sí, al final se convierten en neuróticos
Ciudad del
Vaticano, 29 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
La fe auténtica, abierta a los otros y al perdón, obra
milagros. Dios nos ayuda a no caer en una religiosidad egoísta y empresaria.
Así lo ha recordado el Santo Padre Francisco durante la homilía de esta mañana
en Santa Marta. El Evangelio de hoy propone “tres modos de vivir” en las
imágenes de la higuera que no da frutos, en los comerciantes del templo y en el
hombre de fe.
Tal y como ha explicado el Papa, la higuera representa
la esterilidad, una vida estéril, incapaz de dar nada. Un vida que no da fruto,
incapaz de hacer el bien. “Vive para sí, tranquilo, egoísta, no quiere
problemas. Y Jesús maldice el árbol de la higuera, porque es estéril, porque no
ha hecho lo suyo para dar fruto”, ha explicado el Papa. Representa a la persona
--ha proseguido-- que no hace nada para ayudar, que vive siempre por sí misma,
para que no le falta nada. Al final estos se convierten en neuróticos, ha
advertido. Y así, el Santo Padre ha recordado que Jesús “condena la esterilidad
espiritual, el egoísmo espiritual".
La otra forma de vivir de la que hablado el Papa es la
de los “explotadores, de los comerciantes en el templo. Explotan también el
lugar sagrado de Dios para hacer negocios: cambian las monedas, venden los
animales para el sacrificio, también entre ellos se vuelven como un
sindicato para defender. Esto no solo era tolerado, sino también permitido por
los sacerdotes del templo”. Son --ha precisado Francisco-- los que
hacen de la religión un negocio. En la Biblia está la historia de los hijos de
un sacerdote que “empujaban a la gente a dar ofrendas y ganaban mucho, también
de los pobres”. Y Jesús dice: 'Mi casa será llamada casa de oración. Vosotros,
sin embargo, la habéis convertido en una cueva de ladrones.
De este modo, el
papa Francisco ha señalado que la gente que iba en peregrinación allí a pedir
la bendición del Señor, a hacer un sacrificio, era explotada. “Los sacerdotes
allí no enseñaban a rezar, no les daban catequesis… Era una cueva de ladrones”,
ha advertido. Y ha añadido: “No sé si nos hará bien pensar si con nosotros
ocurre algo parecido. No lo sé. Es utilizar las cosas de Dios por el propio
beneficio”.
Finalmente ha
reflexionado sobre la tercera forma de vivir la fe, como Jesús indicaba. “Tened
fe en Dios. Si uno dijera a un monte ‘levántate y tírate al mar’, sin dudas en
su corazón, creyendo que lo que dice sucede, eso sucederá. Todo lo que pidáis
en la oración, tened fe en obtenerlo y sucederá’. Sucederá precisamente lo que
pedimos con fe”.
Y esto, el Papa lo
ha explicado así: “Es el estilo de vida de la fe.
-‘Padre, ¿qué debo hacer para esto?’
-‘Padre, ¿qué debo hacer para esto?’
-‘Pues pídelo al Señor, que te ayude a hacer cosas buenas, pero con fe. Solo una condición: cuando uno se pone a rezar pidiendo esto, si tiene algo contra alguien, lo perdone. Es la única condición, para que también vuestro Padre que está en el cielo perdone, nuestros pecados’”. Este es el tercer estilo de vida, según ha explicado el Papa. “La fe, la fe para ayudar a los otros, para acercarse a Dios. Esta fe que hace milagros”, ha indicado.
Para concluir, el
Pontífice ha invitado a pedir al Señor “que nos enseñe este estilo de vida de
fe y que nos ayude a no caer nunca, a nosotros, a cada uno de nosotros, a la
Iglesia, en la esterilidad y en el mundo de los negocios”.
El Papa invita a
defender a los más frágiles de la sociedad
Francisco
recibió este sábado a la Asociación Ciencia y Vida. Advirtió que las
muertes en el trabajo y por desnutrición, así como dejar morir a los
inmigrantes que viajan en barcazas en el Canal de Sicilia, son un atentado
contra la vida humana
Ciudad del
Vaticano, 30 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
El papa Francisco ha recibido este sábado a los
participantes en un congreso organizado por la Asociación Ciencia y Vida con
motivo del décimo aniversario de su fundación, un encuentro que tiene como
objetivo reflexionar sobre los “principios antropológicos y científicos de la
bioética, con el fin de tutelar y promover la vida humana”.
Durante la audiencia en la Sala Clementina del Vaticano,
el Santo Padre ha destacado el servicio que viene realizando esta asociación en
favor de la promoción de la vida humana y ha animado a sus miembros a seguir
practicando las actitudes de “apertura, atención y proximidad al hombre en cada
situación concreta”. En este sentido, el Pontífice les ha indicado que es
importante “salir para encontrar y encontrar para sostener”.
En su discurso, difundido por
la Sala de Prensa de la Santa Sede, el Papa ha recordado también que el amor de
Cristo nos impulsa a ser servidores de los pequeños y de los ancianos, de todo
hombre y mujer, a quienes se debe reconocer y tutelar el derecho primordial a
la vida.
“La existencia de la persona humana, a la cual ustedes
se dedican con solicitud, es su principio constitutivo; es la vida en su
insondable profundidad que origina y acompaña todo el camino científico; es el
milagro de la vida el que siempre pone en crisis toda forma de presunción
científica, restituyendo el primado a la maravilla y a la belleza”, ha
proseguido.
Así, Francisco ha
reiterado que es Cristo la luz que ilumina el camino para que la ciencia esté
siempre al servicio de la vida. “Cuando disminuye esta luz, cuando el saber se
olvida del contacto con la vida, se hace estéril”, ha explicado.
Por eso, ha
invitado a los presentes “a tener siempre en alto la mirada sobre la sacralidad
de toda persona humana, para que la ciencia este verdaderamente al servicio del
hombre y no el hombre al servicio de la ciencia”.
Además, el Obispo
de Roma ha subrayado que es importante reconocer el valor inestimable de la
vida humana, ya que la vida es ante todo un don de Dios, que genera esperanza y
futuro para el hombre y la sociedad.
“El grado de
progreso de una civilización se mide por la capacidad de proteger la vida,
sobre todo en sus fases más frágiles, más que por la difusión de instrumentos
tecnológicos”, ha advertido.
“Cuando hablamos
del hombre no nos olvidemos jamás de todos los atentados contra la sacralidad
de la vida humana. Es un atentado contra la vida el flagelo del aborto. Es un
atentado contra la vida dejar morir a nuestros hermanos en las barcazas en el
Canal de Sicilia. Es un atentado contra la vida la muerte en los centros
laborales porque no se respetan las condiciones mínimas de seguridad. Es un
atentado contra la vida la muerte por desnutrición. Es un atentado contra la
vida el terrorismo, la guerra, la violencia; también la eutanasia”, ha
señalado.
Finalmente, el
Santo Padre ha afirmado que “amar la vida es siempre tener cuidado del otro,
quererlo bien, cultivar y respetar su dignidad trascendente”.
31.05.15
Angelus Domini nuntiavit Mariae...
La Virgen ayude a toda familia a ser 'casa acogedora'".
04.06.15
07.06.15
El Papa en el Ángelus:
'El misterio de la Trinidad abraza nuestra vida'
Texto
completo. Francisco invitó a elevar el tono, recordando para qué
existimos, trabajamos, luchamos y sufrimos. Animó a los presentes a hacer
el signo de la cruz y recordó el testimonio de amor de un
nuevo beato
Ciudad del
Vaticano, 31 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
En la solemnidad de la Santísima Trinidad, el papa
Francisco rezó este domingo la oración del Ángelus desde la ventana de su
estudio en el Palacio Apostólico, ante una multitud que le atendía en la Plaza
de San Pedro.
Dirigiéndose
a los fieles y peregrinos venidos de todo el mundo, que le acogieron con un
largo y caluroso aplauso, el Pontífice les dijo:
"Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días! ¡Buen domingo!
Hoy celebramos la fiesta de la Santísima Trinidad, que
nos recuerda el misterio del único Dios en tres personas: el Padre, el Hijo y
el Espíritu Santo. La Trinidad es comunión de personas divinas, las cuales son
una con la otra, una para la otra y una en la otra: esta comunión es la vida de
Dios, el misterio de amor del Dios Vivo. Y Jesús nos ha revelado este misterio.
Él nos ha hablado de Dios como Padre; nos ha hablado del Espíritu; y nos ha
hablado de sí mismo como Hijo de Dios. Y así nos ha revelado este misterio. Y
cuando, resucitado, ha enviado a los discípulos a evangelizar a las gentes, les
dijo que los bautizaran “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo”.
Este mandato,
Cristo lo confía en todo tiempo a la Iglesia, que ha heredado de los Apóstoles
el mandato misionero. Lo dirige también a cada uno de nosotros, que, gracias al
Bautismo, formamos parte de su comunidad.
Por lo tanto, la
solemnidad litúrgica de hoy, al tiempo que nos hace contemplar el misterio
estupendo del cual provenimos y hacia el cual vamos, nos renueva la misión de
vivir la comunión con Dios y vivir la comunión entre nosotros, basados en el
modelo de esa comunión de Dios. Estamos llamados a vivir no los unos sin los
otros, encima o contra los otros, sino los unos con los otros, por los otros y
en los otros. Esto significa acoger y testimoniar concordes la belleza del
Evangelio; vivir el amor recíproco y hacia todos, compartiendo alegrías y
sufrimientos, aprendiendo a pedir y conceder el perdón, valorizando los
diversos carismas, bajo la guía de los pastores. En una palabra, nos ha
encomendado la tarea de edificar comunidades eclesiales que sean cada vez más
familia, capaces de reflejar el esplendor de la Trinidad y de evangelizar, no
sólo con las palabras, sino con la fuerza del amor de Dios, que habita en
nosotros.
La Trinidad, como
mencionaba, es también el fin último hacia el cual está orientada nuestra
peregrinación terrenal. El camino de la vida cristiana es, en efecto, un camino
esencialmente 'trinitario': el Espíritu Santo nos guía al conocimiento pleno de
las enseñanzas de Cristo. Y también nos recuerda lo que Jesús nos ha enseñado.
Y Jesús, a su vez, ha venido al mundo para hacernos conocer al Padre, para
guiarnos hacia Él, para reconciliarnos con Él. Todo, en la vida cristiana, gira
alrededor del misterio trinitario y se cumple en orden a este misterio
infinito. Intentemos, por tanto, mantener siempre elevado el 'tono' de nuestra
vida, recordándonos para qué fin, para cuál gloria existimos, trabajamos,
luchamos, sufrimos. Y a cuál inmenso premio estamos llamados.
Este misterio
abraza toda nuestra vida y todo nuestro ser cristiano. Lo recordamos, por
ejemplo, cada vez que hacemos la señal de la cruz: en nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo. Y ahora los invito a hacer todos juntos, y en voz
alta, esta señal de la cruz ¡todos juntos! 'En nombre del Padre, y del Hijo y
del Espíritu Santo'.
En este último día
del mes de mayo, el mes mariano, nos encomendamos a la Virgen María. Ella, que
más que cualquier otra criatura, ha conocido, adorado, amado el misterio de la
Santísima Trinidad, nos guíe de la mano; nos ayude a percibir, en los eventos
del mundo, los signos de la presencia de Dios, Padre e Hijo y Espíritu Santo;
nos obtenga amar al Señor Jesús con todo el corazón, para caminar hacia la
visión de la Trinidad, meta maravillosa a la cual tiende nuestra vida. Le
pedimos también que ayude a la Iglesia a ser, misterio de comunión, a ser
siempre una Iglesia comunidad hospitalaria, donde toda persona, especialmente
pobre y marginada, pueda encontrar acogida y sentirse hija de Dios, querida y
amada.
Al término de estas palabras, el Santo Padre
rezó la tradicional oración mariana:Angelus Domini nuntiavit Mariae...
Al concluir la
plegaria, el Pontífice recordó que este domingo es proclamado beato el
sacerdote Luis Eduardo Cestac:
"Hoy en
Bayonne, Francia, es proclamado beato el sacerdote Luis Eduardo Cestac,
fundador de las Religiosas Siervas de María; su testimonio de amor a Dios y al
prójimo es para la Iglesia un nuevo aliciente para vivir con alegría el
Evangelio de la caridad".
A continuación,
llegó el turno de los saludos que tradicionalmente realiza el Santo Padre:
"Saludo a
todos, queridos romanos y peregrinos: las familias, los grupos parroquiales,
las asociaciones, las escuelas. De manera particular, saludo a los fieles de La
Valletta (Malta); Cáceres (España) y Michoacán (México); los procedentes de
Caltanissetta, Soave, Como, Malonno y Persico Dosimo; el grupo de Bovino, con
los “Caballeros de Valleverde”. Saludo a los chicos que han recibido o se
preparan para recibir la Confirmación, animándoles a ser gozosos testigos de
Jesús".
El Obispo de Roma se refirió también a una
peregrinación mariana en Polonia:
"Al término
del mes de mayo me uno espiritualmente a las muchas expresiones de devoción a
María Santísima; de modo particular menciono la gran peregrinación de los
hombres al Santuario de Piekary, en Polonia, que tiene como tema: “La familia:
casa acogedora”.
Hoy hay muchos polacos en la Plaza, ¿eh?
¡Muchos! ¡Déjense ver!La Virgen ayude a toda familia a ser 'casa acogedora'".
Asimismo,
invitó a participar en la tradicional procesión del Corpus Chisti, que se
llevará a cabo el próximo jueves en Roma:
"El próximo
jueves, en Roma, viviremos la tradicional procesión del Corpus Christi. A las
19, en la Plaza de San Juan de Letrán, celebraré la Santa Misa, y entonces
adoraremos al Santísimo Sacramento caminando hasta la Plaza de Santa María la
Mayor. Les invito desde ahora a participar en este solemne acto público de fe y
amor a Jesús Eucaristía, presente en medio de su pueblo".
Al despedirse, el Papa invitó a los fieles
presentes a santiguarse:
"Antes de
terminar, hacemos una vez más el signo de la cruz en voz
alta, todos, 'en nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo',
recordando el misterio de la Santísima Trinidad".
Como de costumbre,
Francisco concluyó su intervención diciendo: "Les deseo a todos un buen
domingo. Por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta
pronto!"
01.06.15
Sta. Marta: 'la Cruz
es la victoria del amor de Dios por su pueblo'
En la
homilía de este lunes, el Santo Padre habla de las veces que no reconocemos a
Jesús en el 'fracaso' de la Cruz
Ciudad del
Vaticano, 01 de junio de 2015 (ZENIT.org)
La victoria del amor de Dios por el hombre se
manifiesta precisamente en el aparente “fracaso” de la Cruz de su Hijo.
Demasiadas veces hemos dicho a Jesús “vete” al no reconocerle en un fracaso. El
Papa ha comentado la parábola de los labradores asesinos del Evangelio del día,
durante su homilía celebrada en Santa Marta.
La piedra descartada que se convierte en piedra
angular. Un patíbulo escandaloso que parece el final de una historia llena de
esperanza y sin embargo es el inicio de la salvación del mundo. Dios construye
en la debilidad, pero si uno lee las páginas de la “historia de amor entre
Dios y su pueblo parece ser una historia de fracasos”, ha observado el Papa.
Como sucede --ha precisado-- en la parábola de los
labradores asesinos, que aparece como el “fracaso del sueño de Dios”.
Tal y como ha explicado el Santo Padre, hay un hombre que construye una
viña y están los labradores que matan a todos los que envía el señor. Pero es
precisamente de esos muertos que todo toma vida. “Los profetas, los hombres de
Dios que han hablado al pueblo, que no fueron escuchados, que fueron
descartados, serán su gloria. El Hijo, el último enviado, que fue precisamente
descartado por eso, juzgado, no escuchado y asesinado, se convirtió en piedra
angular”, ha indicado Francisco. Asimismo ha subrayado que esta historia que
comienza con un sueño de amor, y que parece ser una historia de amor, después parece
terminar en una historia de fracasos, pero que termina con el gran don de Dios,
que del descarte saca la salvación; de su Hijo descartado nos salva a todos”.
Por eso, el Papa
ha observado que es aquí donde la lógica del fracaso “se cae”. Y Jesús lo recuerda
a los jefes del pueblo, citando la Escritura: “La piedra que descartaron los
constructores es ahora piedra angular. Esto lo ha hecho el Señor y es una
maravilla a nuestros ojos”.
Así, Francisco ha
observado que es bonito leer en la Biblia, también en los lamentos de Dios, el
Padre que llora cuando su pueblo no sabe obedecer a Dios, porque se quieren
convertir en dios.
“El camino de
nuestra redención es un camino de muchos fracasos. También el último, el de la
cruz, es un escándalo. Pero precisamente ahí vence el amor. Y esa historia que
comienza con un sueño de amor y continúa con una historia de fracasos, termina
en la victoria del amor: la cruz de Jesús. No debemos olvidar este camino, es
un camino difícil”, ha explicado el Pontífice.
De este modo, Francisco
ha asegurado que “si cada uno de nosotros hace un examen de conciencia, verá
cuántas veces, cuántas veces ha expulsado a los profetas. Cuántas veces ha
dicho a Jesús ‘vete’, cuántas veces ha querido salvarse a sí mismo, cuántas
veces hemos pensado que nosotros éramos los justos”.
Finalmente, el
Obispo de Roma en su homilía de este lunes, ha pedido no olvidar nunca que “el
amor de Dios con su pueblo” se manifiesta en la muerte del Hijo en la cruz.
Nos hará bien --ha
concluido-- hacer memoria de esta historia de amor que parece fracasada, pero
al final vence. Es hacer memoria de la historia de nuestra vida, de esa
semilla de amor que Dios ha sembrado en nosotros y cómo ha ido, y hacer lo
mismo que ha hecho Jesús en nuestro nombre: se humilló.
02.06.15
El
Papa viaja a Sarajevo 'como mensajero de paz'
Días antes de su llegada a Bosnia el 6 de junio,
Francisco envía un vídeo-mensaje en el que pide oraciones para que este
viaje apostólico pueda producir los frutos esperados por la comunidad cristiana
y para toda la sociedad
Ciudad del
Vaticano, 02 de junio de 2015 (ZENIT.org)
El papa Francisco visita este sábado Sarajevo, capital de
Bosnia-Herzegovina, en el que será su octavo viaje internacional, el undécimo
país que visita, el tercero en Europa. Cuatro días antes de su llegada,
Francisco ha querido hacer llegar un vídeo-mensaje a la población que le recibirá
el próximo día 6 de junio.
“Voy a veros, con la ayuda de Dios, para confirmar en
la fe a los fieles católicos, para apoyar el diálogo ecuménico e
interreligioso, y sobre todo para animar la convivencia pacífica en vuestro
país”, asegura el Pontífice. Asimismo, les invita a unirse a sus
oraciones, para que “este viaje apostólico pueda producir los frutos esperados
por la comunidad cristiana y para toda la sociedad”.
Haciendo referencia al lema de la visita “La paz
esté con vosotros”, el Papa recuerda que estas son las palabras con las que
Jesús resucitado saludó a sus discípulos cuando apareció en medio de ellos en
el Cenáculo, la noche de Pascua. “Es Él, el Señor, nuestras esperanza, que nos
dona su paz, para que la acojamos en nuestro corazón y la difundamos con
alegría y con amor”, afirma el Papa.
Francisco reconoce que por su parte se prepara para ir
allí “como un hermano mensajero de paz, para expresar a todos, a todos, mi
estima y mi amistad”. Y añade que quisiera anunciar a cada persona, a cada
familia, a cada comunidad "la misericordia, la ternura y el amor de
Dios".
De este modo, el el Santo Padre asegura a los
destinatarios del mensaje todo su afecto
y su fuerte cercanía espiritual. A los católicos les anima a estar junto a sus
conciudadanos como testigos de la fe y del amor de Dios, “trabajando para una
sociedad que camine hacia la paz, en la convivencia y en la colaboración
recíproca”.
03.06.15
03.06.15
Texto completo de la catequesis del Papa en la audiencia del miércoles 3 de
junio
El Santo Padre prosigue con la serie de catequesis
sobre la familia. Los responsables de la vida pública tienen que trabajar por
la unión social y combatir la espiral perversa entre familia y
pobreza
Ciudad del
Vaticano, 03 de junio de 2015 (ZENIT.org)
"Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En estos miércoles hemos reflexionado sobre la
familia. Y vamos adelante con este tema. Reflexionar sobre la familia. Y desde
hoy nuestras catequesis se abren con la reflexión de la consideración de las
vulnerabilidades que tiene la familia, en las condiciones de vida que la ponen
a prueba. La familia tiene muchos problemas que le ponen a prueba. Hoy
comenzaremos por una.
Una de estas pruebas es la pobreza. Pensemos en tantas
familias que pueblan las periferias de las megalópolis, también en las zonas
rurales… ¡Cuánta miseria, cuánto degrado! Y además, para agravar la situación,
en algunos lugares llega también la guerra. La guerra es siempre algo terrible.
Además golpea especialmente a las poblaciones civiles, las familias. Realmente
la guerra es la madre de todas las pobrezas, la guerra empobrece la familia.
Una gran depredadora de vidas, de almas, y de los afectos más sagrados y
más queridos.
A pesar de todo
esto, hay muchas familias pobres que con dignidad buscan conducir su vida
cotidiana, a menudo confiando abiertamente en la bendición de Dios. Esta
lección, sin embargo, no debe justificar nuestra indiferencia, ¡sino aumentar
nuestra vergüenza! que haya tanta pobreza. Es casi un milagro que,
también en la pobreza, la familia continúa formándose, e incluso que hasta
conserve --como puede-- la humanidad especial de sus uniones. El hecho irrita a
esos planificadores del bienestar que consideran los afectos, la generación,
las uniones familiares, como una variable secundaria de la calidad de vida. No
entienden nada. Sin embargo, tendremos que arrodillarnos delante de estas
familias, que son una verdadera escuela de humanidad que salva las sociedades
de la barbarie.
¿Qué queda,
entonces, si cedemos al chantaje de César y Mammón, de la violencia y del
dinero, y renunciamos también a los afectos familiares? Una nueva ética civil
llegará solamente cuando los responsables de la vida pública reorganicen la
unión social a partir de la lucha a la espiral perversa entre familia y
pobreza, que nos lleva al abismo.
La economía actual
a menudo se ha especializado en el goce del bienestar individual, pero practica
ampliamente la explotación de las uniones familiares. ¡Esta es una
contradicción grave! ¡El inmenso trabajo de la familia no aparece en los
balances, naturalmente! De hecho, la economía y la política son avaras en el
reconocer esto. Además, la formación interior de la persona y la circulación
social de los afectos tienen precisamente allí su pilar. Si lo quitas, se cae
todo.
No es solo
cuestión de pan. Hablamos de trabajo, instrucción, sanidad. Es importante
entender esto. Nos conmueve siempre cuando vemos las imágenes de niños
desnutridos y enfermos que se nos muestran en tantas partes del mundo. Al mismo
tiempo, nos conmueve también mucho la mirada brillante de muchos niños,
privados de todos, que están en escuelas hechas de nada, cuando muestran con
orgullo su lápiz y su cuaderno. ¡Y cómo miran con amor a su maestro o su
maestra! ¡Realmente los niños saben que el hombre no vive solo de pan! También
el afecto familiar está. Cuando hay miseria sufren los niños porque ellos quieren
el amor, la unión familiar.
Nosotros los
cristianos tenemos que estar cada vez más cerca de las familias que están a
prueba por la pobreza. Pesemos todos si conocemos a alguno. Papá sin
trabajo, mamá sin trabajo. La familia sufre. Las uniones se debilitan. Es feo
esto. De hecho, la miseria social golpea la familia y a veces la destroza. La
falta o la pérdida de trabajo, o su fuerte precariedad, inciden pesadamente
sobre la vida familiar, poniendo a dura prueba las relaciones. Las condiciones
de vida de los barrios más desfavorecidos, con problemas de vivienda y de
transporte, como también la reducción de los servicios sociales, sanitarios,
escolares, causan más dificultades. A estos factores materiales se añade el
daño causado a la familia por los pseudo-modelos, difundidos por los medios de
comunicación basados en el consumismo y el culto del aparentar, que afectan a
las clases sociales más pobres e incrementan la desintegración de las uniones
familiares. Cuidar las familias, cuidar el afecto, pero la miseria pone a
prueba a la familia.
La Iglesia es
madre, y no debe olvidar este drama de sus hijos. También ella debe ser pobre,
para hacerse fecunda y responder a tanta miseria. Una Iglesia pobre es una
Iglesia que practica une sencillez voluntaria en la propia vida --en sus
instituciones, en el estilo de vida de sus miembros-- para abatir cada muro de
separación, sobre todo de los pobres. Es necesaria la oración y la acción.
Recemos intensamente al Señor, que nos sacuda, para hacer a nuestras familias
cristianas protagonistas de esta revolución de la proximidad familiar, que
ahora es tan necesaria. De esta proximidad familiar, desde el principio, está
hecha la Iglesia. Y no olvidemos que nuestro juicio sobre los necesitados,
de los pequeños y de los pobres anticipa al juicio de Dios. No olvidemos esto.
Y hagamos todo,
todo lo que podamos para ayudar a las familias a ir adelante en la prueba de la
pobreza y la miseria, que golpean los afectos y las uniones familiares.
Yo quisiera leer
otra vez el texto de la Biblia que hemos escuchado al principio. Y que cada uno
de nosotros piense en las familias que pasan por la prueba, que son probados
por la miseria y la pobreza. La Biblia dice así: “Hijo mío, no prives al pobre
de su sustento ni hagas languidecer los ojos del indigente” Pero pensemos cada
palabra. “No hagas sufrir al que tiene hambre ni irrites al que está en la
miseria. No exasperes más aún al que está irritado ni hagas esperar tu don al
que lo necesita. No rechaces la súplica del afligido ni apartes tu rostro del
pobre. No apartes tus ojos del indigente ni des lugar a que alguien te
maldiga”. Porque esto será lo que haga el Señor, lo dice el Evangelio, si no
hacemos estas cosas.
Gracias".04.06.15
El Papa anima a los
fieles de Lima a ‘seguir haciendo lío’
Se lo dijo al cardenal
Cipriani cuando le mostró las fotografías de la Marcha por la Vida y del
encuentro de Pentecostés
Vatican City, 04 de junio de 2015 |
El santo padre Francisco ha animado a los fieles de
Lima a “seguir haciendo lío”, tras ver las fotografías de la multitudinaria la Marcha
por la Vida – Lima 2015 y del encuentro por Pentecostés, ambos eventos
realizados en la arquidiócesis de Lima. Así se lo dijo el Papa al
cardenal Juan Luis Cipriani, tras la audiencia del miércoles 3 de junio,
donde tuvieron ocasión de saludarse.
Durante el encuentro, el arzobispo Primado del Perú le
mostró al papa Francisco algunas fotografías de la Marcha por la Vida – Lima
2015 del pasado mes de marzo que “convocó a más de medio millón de personas” y
del encuentro de Pentecostés en mayo que “congregó a más de 4 mil fieles en el
parque de la Exposición de Lima”. Los dos eventos fueron realizados en el
marco del XX Sínodo Arquidiocesano Limense.
Tal y como anuncia el comunicado de la arquidiócesis,
“al ver la respuesta multitudinaria que hay en la Iglesia de Lima, el Santo
Padre se alegró mucho y animó a todos los fieles a seguir haciendo lío”. El
cardenal Cipriani, se encuentra en Roma participando en las reuniones del
Comité de Economía de la Santa Sede.
05.06.15
Francisco: 'La
actividad misionera es el máximo desafío para la Iglesia'
En su
discurso a la Asamblea General de las Obras Misionales Pontificias
advierte que el dinero es de ayuda pero puede convertirse también en la
ruina de la misión
Ciudad del
Vaticano, 05 de junio de 2015 (ZENIT.org)
“El anuncio del Evangelio es la primera y constante
preocupación de la Iglesia, es su compromiso esencial, su mayor desafío y
la fuente de su renovación”, ha asegurado el papa Francisco en la audiencia con
los participantes de la Asamblea General de las Obras Misionales
Pontificias (OMP). Así, el Santo Padre ha recordado que “la humanidad necesita
mucho el Evangelio, fuente de alegría, de esperanza y de paz. Tiene prioridad
la misión evangelizadora, porque la actividad misionera es aún hoy el máximo
desafío para la Iglesia”.
De hecho, de la misión evangelizadora, de su intensidad
y eficacia deriva también la verdadera renovación de la Iglesia, de sus
estructuras y de su actividad pastoral, ha observado el Pontífice. Además, ha
advertido que sin la inquietud y la ansiedad de la evangelización, no es
posible desarrollar una pastoral creíble y eficaz, que una anuncio y promoción
humana.
Francisco ha recordado a los presentes que les
corresponde una tarea difícil y privilegiada: “vuestra mirada y vuestro interés
se extienden a los horizontes amplios y universales de la humanidad, a sus
fronteras geográficas y sobre todo humanas”.
A propósito ha recordado que “en esas periferias
humanas la Iglesia está llamada a salir por las calles y a ir al encuentro
de tantos hermanos y hermanas nuestros que viven sin la fuerza, la luz y
la consolación de Jesucristo, sin una comunidad de fe que les acoja, sin un
horizonte de sentido y de vida”.
Igualmente, el
Papa ha querido recordar que la Congregación para la Evangelización de los
Pueblos y las Obras Misionales Pontificias son “protagonistas de una renovada
evangelización, dirigida a todos y en particular a los pobres, los últimos y
los marginados”. Las OMP, “están atentas y son sensibles a las
necesidades de los territorios de misión y, en particular a los grupos humanos
más pobres”, ha explicado el Santo Padre. Y ha añadido que “son instrumentos de
comunión entre las Iglesias, favoreciendo y realizando un compartir de personas
y de recursos económicos”. Están comprometidos --ha asegurado-- a apoyar
seminaristas, presbíteros y religiosos de las jóvenes Iglesias de los
territorios de misión en los Colegios Pontificios.
Frente a esta
tarea bonita e importante, “la fe y el amor de Cristo tienen la capacidad de
impulsarnos a cualquier lugar para anunciar el Evangelio del amor, de la
fraternidad y de la justicia”, ha observado. Así, ha asegurado que esto se hace
“con la oración, con la valentía evangélica y con el testimonio de las
bienaventuranzas”.
Por otro lado, el
Papa ha exhortado a los presentes a no caer en la tentación de convertirse en
una ONG, una oficina de distribución de subsidios. De este modo ha recordado
que el dinero es de ayuda pero puede convertirse también en la ruina de la
misión. El funcionalismo --ha advertido-- cuando se pone al centro o ocupa
mucho lugar, casi como si fuera la cosa más importante, nos llevará a la ruina.
Así, ha indicado que la primera forma de morir es la de dar por descontadas las
“fuentes”, es decir quién mueve la misión. Por eso les ha pedido que con tantos
planes y programas no expulsen a Jesucristo de la Obra Misionera.
Finalmente, el
Santo Padre ha asegurado que “no es posible una verdadera evangelización si no
es en la energía santificadora del Espíritu Santo”.
06.06.15
Discurso del Papa a los
miembros de la presidencia en Sarajevo
10.10 -
Sarajevo: El Santo Padre habla de Bosnia como un país que ha pasado de una
cultura del enfrentamiento, de la guerra, a hacer una cultura del
encuentro
Ciudad del
Vaticano, 06 de junio de 2015 (ZENIT.org)
Señores
Miembros de la Presidencia de Bosnia y Herzegovina Señor Presidente de turno
Miembros del
Cuerpo Diplomático
Queridos
hermanos y hermanas
Agradezco de corazón a los miembros de la Presidencia
de Bosnia y Herzegovina por su amable acogida, y de modo particular al Señor
Presidente de turno Mladen Ivanić por el cordial saludo que, en nombre de
todos, me ha dirigido. Es para mí un motivo de alegría encontrarme en esta
ciudad, que ha sufrido tanto a causa de los sangrientos conflictos del siglo
pasado, y vuelve a ser un lugar de diálogo y de convivencia pacífica. Ha pasado
de una cultura del enfrentamiento, de la guerra a hacer una cultura del
encuentro.
Sarajevo, así como Bosnia y Herzegovina, tienen un
significado especial para Europa y el mundo entero. En estos territorios hay
comunidades que, desde hace siglos, profesan religiones diferentes y pertenecen
a etnias y culturas distintas, cada una con sus características peculiares y
orgullosa de sus tradiciones específicas, lo que no ha sido obstáculo para que
durante mucho tiempo hayan tenido relaciones de mutua amistad y cordialidad.
Incluso en
la misma estructura arquitectónica de Sarajevo se encuentran huellas visibles y
permanentes de esas relaciones, ya que en su tejido urbano, a poca distancia
unas de otras, surgen sinagogas, iglesias y mezquitas, de tal modo que la
ciudad recibió el nombre de la “Jerusalén de Europa”. Representa en efecto una
encrucijada de culturas, naciones y religiones; y ese papel requiere que se
construyan siempre nuevos puentes, que se sane y restaure los ya existentes, de
modo que se asegure una comunicación fluida, segura y civil.
Tenemos necesidad
de comunicarnos, de descubrir las riquezas de cada uno, de valorar lo que nos
une y ver las diferencias como oportunidades de crecimiento en el respeto de
todos. Se necesita un diálogo paciente y confiado, para que las personas, las
familias y las comunidades puedan transmitir los valores de su propia cultura y
acoger lo que hay de bueno en la experiencia de los demás.
Así, es posible
también curar las graves heridas del pasado reciente, y mirar hacia el futuro
con esperanza, enfrentándose con el corazón libre de temores y rencores a los
problemas cotidianos que toda comunidad civilizada ha de afrontar. He
venido como peregrinos de paz y de diálogo.
Dieciocho años
después de la visita histórica de san Juan Pablo II, que tuvo lugar casi dos
años después de la firma de los Acuerdos de Paz de Dayton, me complace ver los
progresos realizados, que debemos agradecer al Señor y a tantas personas de
buena voluntad. Sin embargo, es importante no contentarse con lo ya logrado,
sino procurar que se adopten nuevas medidas para fortalecer la confianza y
crear oportunidades para que aumente la comprensión y el respeto mutuos. Para
facilitar este proceso se necesita la cercanía y colaboración de la Comunidad
internacional, en particular de la Unión Europea, y de todos los países y
organizaciones presentes y activas en el territorio de Bosnia y Herzegovina.
Bosnia y
Herzegovina forma parte de Europa; sus logros y sus dramas se insertan de lleno
en la historia de los éxitos y dramas de Europa, y al mismo tiempo son un serio
llamamiento a hacer todo lo posible para que el proceso de paz comenzado sea
cada vez más sólido e irreversible.
En esta tierra, la
paz y la concordia entre croatas, serbios y bosnios, así como las iniciativas
encaminadas a su fortalecimiento, las relaciones cordiales y fraternas entre
musulmanes, judíos y cristianos, tienen una importancia que va más allá de sus
fronteras. Testimonian ante el mundo que la colaboración entre los diversos
grupos étnicos y religiones para el bien común es posible, que se puede dar una
pluralidad de culturas y tradiciones que contribuyan a encontrar soluciones
originales y eficaces a los problemas, que incluso las heridas más profundas
pueden ser curadas a través de un proceso que purifique la memoria y dé
esperanza para el futuro. He visto hoy esa esperanza en esos niños que he
saludado en el aeropuerto. Musulmanes, ortodoxos, judíos, católicos, y otras
minorías. Todos juntos, felices, esa es la esperanza. Apostemos en eso.
Para oponernos con
éxito a la barbarie de los que toman ocasión y pretexto de cualquier diferencia
para una violencia cada vez más brutal, tenemos que reconocer los valores
fundamentales de nuestra humanidad común, los valores en virtud de los cuales
podemos y debemos colaborar, construir y dialogar, perdonar y crecer,
permitiendo que el conjunto de las voces forme un noble y armónico canto, en
vez del griterío fanático del odio.
Los responsables
políticos están llamados a la noble tarea de ser los primeros servidores de sus
comunidades con una actividad que proteja en primer lugar los derechos
fundamentales de la persona humana, entre los que destaca el de la libertad
religiosa. De ese modo, será posible construir, con un compromiso concreto, una
sociedad más pacífica y justa, para que con la ayuda de todos se encuentre
solución a los múltiples problemas de la vida cotidiana del pueblo.
Para ello, es
indispensable que todos los ciudadanos sean iguales ante la ley y su
aplicación, independientemente de su origen étnico, religioso y geográfico: así
todos y cada uno se sentirán plenamente participes de la vida pública y, disfrutando
de los mismos derechos, podrán dar su contribución específica al bien común.
Excelentísimos señores y señoras:
La Iglesia
católica, a través de la oración y la acción de sus fieles y de sus
instituciones, participa en el trabajo de reconstrucción material y moral de
Bosnia y Herzegovina, compartiendo sus alegrías y preocupaciones, deseosa de
manifestar con decisión su cercanía especial con los pobres y necesitados,
inspirada por la enseñanza y el ejemplo de su divino Maestro, Jesús.
La Santa Sede se alegra por todo el camino
recorrido en estos años y asegura su compromiso de seguir promoviendo la
cooperación, el diálogo y la solidaridad, a sabiendas de que, en una
convivencia civil y ordenada, la paz y la escucha mutua son condiciones
indispensables para un desarrollo auténtico y permanente. Espera fervientemente
que, con la ayuda de todos y después de que las nubes oscuras de la tormenta
han desaparecido finalmente, Bosnia y Herzegovina pueda proceder en el camino
emprendido, para que después del frío invierno florezca la primavera. Y se ve
florecer la primavera.
Con estos sentimientos, imploro del Altísimo
paz y prosperidad para Sarajevo y para toda Bosnia y Herzegovina.07.06.15
Francisco: 'Un alma
que no camina haciendo el bien termina en la miseria espiritual'
El Santo Padre ha animado a la peregrinación que
partió hacia el santuario de Loreto, a caminar en la vida haciendo el
bien, sin miedo a caer o equivocarse, confiando en la misercordia de
Jesús
Ciudad del
Vaticano, 07 de junio de 2015 (ZENIT.org)
“La peregrinación es un símbolo de la vida, nos hace
pensar que la vida es caminar, es un camino. Si una persona no camina y se
queda parada, no sirve, no hace nada”. Se lo ha dicho el papa Francisco a las
100 mil personas que la noche de este sábado 6 de junio, recorrieron los 27
kilómetros que separan las localidades italianas de Macerata y Loreto, con
ocasión de la 37ª edición de la tradicional peregrinación hacia la Santa
Casa de María.
Antes de comenzar la caminata llegó la llamada del
Santo Padre en la que les recordó que “un alma que no camina en la vida
haciendo el bien, haciendo tantas cosas que se deben hacer para la sociedad,
para ayudar a los otros y también que no camina por la vida buscando a Dios y
al Espíritu Santo que te mueve por dentro, es un alma que termina en la
mediocridad y en la miseria espiritual”. Por eso, el Papa exclamó: “¡no os
paréis en la vida!”
Por otro lado,
Francisco reconoció que puede suceder que en el camino de la vida nos caemos,
nos equivocamos, “pero si tú has cometido un error, levántate enseguida y
continúa caminando”. Caminar --prosiguió-- con la alegría y también caminar
cuando el corazón está triste, pero siempre caminar. Asimismo, el Pontífice
aseguró que si necesitas parar, “que sea para descansar un poco y retomar el
aliento para ir adelante después".
También recordó
que existe el peligro de equivocarse de camino. “Quien camina se puede
equivocar de ruta” advirtió. Pero si esto sucede, “vuelve, porque está la
misericordia de Jesús”. A propósito, el Santo Padre indicó que “la misericordia
de Jesús perdona todo, siempre te espera, siempre te ama mucho”.
Para finalizar, el
papa Francisco invitó a los peregrinos a reflexionar durante el recorrido:
“¿qué debo hacer con mi vida? ¿Qué me dice Jesús que debo hacer de mi vida?
¿Qué piensa el Señor para mí? ¿Hay alegría en mi corazón, por cantar mientras
camino?” Y concluyó: “si no hay alegría, búscala. El Señor te la dará, te la
dará con su misericordia”.
08.06.15
El
Papa: 'Protejan el sacramento del matrimonio, es un tesoro'
En el discurso a los obispos de la Conferencia
Episcopal de Puerto Rico, el Papa reflexiona sobre la importancia de la
pastoral familiar y la fraternidad entre los obispos
Ciudad del
Vaticano, 08 de junio de 2015 (ZENIT.org)
Ante la magnitud y la desproporción de los problemas,
el Obispo necesita recurrir no sólo a la oración, sino también a la amistad y a
la ayuda fraterna de sus hermanos en el episcopado. Lo ha recordado el santo
padre Francisco en su discurso a los obispos de la Conferencia Episcopal de
Puerto Rico, que se encuentran en Roma por la Visita Ad Limina. Por esto, el
Papa les ha pedido que “no gasten energías en divisiones y enfrentamientos,
sino en construir y colaborar”. Francisco ha insistido en su
discurso en la necesidad de consolidar cada vez más la pastoral familiar.
Por eso ha advertido sobre los graves problemas sociales que la aquejan: la
difícil situación económica, la emigración, la violencia doméstica, la
desocupación, el narcotráfico, la corrupción. Y así, el Santo Padre ha llamado
la atención sobre el valor y la belleza del matrimonio. “La complementariedad
del hombre y la mujer, vértice de la creación divina, está siendo
cuestionada por la llamada ideología de género, en nombre de
una sociedad más libre y más justa”, ha subrayado. Las diferencias entre
hombre y mujer --ha agregado-- no son para la contraposición o subordinación,
sino para la comunión y la generación, siempre a «imagen y semejanza»
de Dios.
Al respecto, el Pontífice ha querido recordar que “el
sacramento del matrimonio es signo del amor de Dios por la humanidad y de la
entrega de Cristo por su Esposa, la Iglesia”. Por eso les ha pedido que “cuiden
este tesoro, uno de los más importantes de los pueblos latinoamericanos y
caribeños”.
Tal y como ha recordado el Papa a los
presentes “en ese bello archipiélago caribeño se fundó una de las tres primeras
diócesis que se establecieron en el continente americano”. Desde entonces, ha
recordado, su historia eclesiástica está “entretejida por la fidelidad y la
tenacidad de tantos pastores, religiosos, misioneros y laicos que, respondiendo
a los tiempos y lugares, han sabido comunicar la alegría del anuncio de Cristo
Salvador, en cuyo nombre se han creado tantas iniciativas en favor del bien
común, en el campo litúrgico, social y educativo, que han marcado profundamente
la vida pública y privada del pueblo puertorriqueño”.
El Santo Padre ha indicado a los obispos que
“están llamados a continuar escribiendo esa obra de Dios en sus Iglesias
locales, animados por un espíritu de comunión eclesial, procurando que la fe
crezca y la luz de la verdad brille también en nuestros días”.
Por otro lado, ha subrayado que “la confianza
mutua y la comunicación sincera entre ustedes permitirá al clero y a los fieles
ver la auténtica unidad querida por Cristo”.
El Papa ha exhortado a los prelados
puertoriqueños a saber “tomar distancia de toda ideologización o tendencia
política que les puede hacer perder tiempo y el verdadero ardor por el Reino de
Dios”.
Asimismo, ha recordado que “el Obispo es modelo
para sus sacerdotes y los anima a buscar siempre la renovación espiritual y a
redescubrir la alegría de apacentar su grey dentro de la gran familia de la
Iglesia”. Por eso, el papa Francisco ha pedido a los prelados “una actitud
acogedora con ellos; que se sientan escuchados y guiados para que puedan crecer
en comunión, santidad y sabiduría, y lleven a todos los misterios de la
salvación”.
Haciendo referencia al próximo Jubileo de la
Misericordia, les ha pedido que recuerden, tanto ellos como los
sacerdotes, “el servicio de ser fieles servidores del perdón de Dios, sobre
todo en el sacramento de la Reconciliación, que permite experimentar en carne
propia el amor de Dios y ofrecer a cada penitente la fuente de la verdadera paz
interior”.
A propósito, el Obispo de Roma ha indicado que
“para tener buenos pastores, es necesario cuidar la pastoral vocacional, de
manera que haya un número adecuado de vocaciones, y que especialmente los seminarios ofrezcan
la debida formación a los candidatos”. El seminario es la parcela --ha
añadido-- que más solicitud pide al Obispo Pastor.
A continuación ha pedido “facilitar a los fieles
la vida sacramental y ofrecerles una adecuada formación permanente hace posible
que también éstos puedan cumplir su propia misión”. Los fieles, “están llamados
a colaborar generosamente para que se anuncie la Buena Nueva en todos los
ambientes, incluso en los más hostiles y alejados de la Iglesia.” De este modo,
el Papa ha deseado de corazón que el ejemplo de laicos como el beato Carlos
Manuel Rodríguez Santiago o el venerable maestro Rafael Cordero y Molina,
“siga avanzando por el camino de una gozosa adhesión al Evangelio,
profundizando en la Doctrina Social de la Iglesia y participando lúcida y
serenamente en los debates públicos que atañen a la sociedad en la que viven”.
09.06.15
Santa Marta: Espíritu
Santo garantiza nuestra identidad
El papa Francisco nos invita a reforzar la identidad
cristiana a lo largo de la vida, para dar testimonio.
Y a protejerla de transformarla en una linda idea, de vivir de
los mensajes de último momento, y del mundanismo que relativiza
Ciudad del
Vaticano, 09 de junio de 2015 (ZENIT.org)
El papa Francisco en la homilía de este martes,
durante la misa cotidiana que ha celebrado en la residencia Santa Marta invitó
a proteger la identidad cristiana, permitiendo que el Espíritu Santo nos lleve
adelante en la vida. Y puso en guardia del querer transformar el cristianismo
en una 'linda idea', del vivir de las novedades y mensajes de último
momento, y del riesgo del mundanismo espiritual.
Recordando las palabras de san Pablo a los Corintios,
indicó que “para llegar a esta identidad cristiana” Dios “nos ha hecho hacer un
largo camino en la historia” hasta el momento que envió a su Hijo. Así también
nosotros, indicó, “tenemos que hacer en la vida un largo camino para que
esta identidad sea fuerte”, al punto de “poder dar testimonio”. O sea un camino
que va de la ambigüedad a la identidad”.
"Es verdad que está el pecado -prosiguió el Santo
Padre- y si nos hace caer tenemos la fuerza del Señor para levantarnos y
proseguir con nuestra identidad". Es fundamental, dijo “ser fiel en
esta identidad cristiana y dejar que el Espíritu Santo, que es la garantía, el
regalo en nuestro corazón, nos lleve adelante en la vida”. Porque no somos personas
que van atrás de una filosofía, sino que “estamos unidos y tenemos la garantía
del Espíritu Santo”.
Y porque somos
pecadores la identidad cristiana “es tentada y las tentaciones vienen siempre”
y “la identidad cristiana se puede debilitar”. Iniciando por pasar del
testimonio a las ideas, “aguar el testimonio” y hacer del cristianismo una linda
idea.
En cambio la
identidad cristiana es concreta. Lo leemos en las bienaventuranzas. Si no,
pasamos a una religión un poco soft, en el sendero de los agnósticos. Sin
olvidar que “la cruz es un escándalo”, y por lo tanto no se puede buscar a Dios
“con una espiritualidad un poco etérea”.
Están también
“aquellos que siempre tienen necesidad de una novedad en la identidad
cristiana” y se han “olvidado que han sido elegidos unidos”, que “tienen la
garantía del Espíritu” y buscan. Por ejemplo, “¿dónde están los videntes que
nos dirán hoy la carta que la Virgen nos mandará a las 16 horas?”. Y viven de
esto.
Otro camino para
retroceder en la identidad cristiana, añadió, es el mundanismo. Ampliar tanto
la conciencia que allí entra todo. Y la sal pierde el sabor. “Y vemos a
comunidades cristianas, también cristianas, que se dicen cristianas, pero no
pueden y no saben dar testimonio de Jesucristo”.
“En la historia de
la salvación, Dios con su paciencia de Padre, nos ha llevado de la ambigüedad a
las certezas, a lo concreto que fue la Encarnación y la muerte redentora de su
Hijo. Esta es nuestra identidad”.
San Pablo, añadió
el Papa, se afirma en Jesús “hecho hombre y muerto por obediencia”. “Esta es la
identidad y allí está el testimonio”. Es una gracia, concluyó, “que debemos
pedir al Señor: que siempre nos dé este regalo, este don de una identidad que
no intenta adaptarse a las cosas” hasta “perder el sabor de la sal”.
10.06.15
Texto completo de la
catequesis del Papa en la audiencia del miércoles 10 de junio
Francisco
prosigue con la serie de catequesis sobre la familia. Señala que es importante
educar a los hijos desde pequeños para que sean sensibles y solidarios ante la
enfermedad
Ciudad del
Vaticano, 10 de junio de 2015 (ZENIT.org)
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Seguimos con la catequesis sobre la familia. En esta
catequesis me gustaría tocar un aspecto muy común en la vida de nuestras
familias, el de la enfermedad. Es una experiencia de nuestra fragilidad, que
vivimos principalmente en la familia, desde niños, y luego sobre todo siendo
ancianos. Cuando llegan los achaques.
En el ámbito de los lazos familiares, la enfermedad de
las personas que amamos es padecida con un “plus” de sufrimiento y angustia. Es
el amor el que nos hace sentir este “plus”. Para un padre y una madre, muchas
veces es más difícil de soportar el dolor de un hijo, una hija, que el
suyo propio. La familia, podemos decir, siempre ha sido el “hospital” más
cercano. Todavía hoy, en muchas partes del mundo, el hospital es un privilegio
para unos pocos, y con frecuencia está lejos. Son la madre, el padre, los
hermanos, las hermanas, las abuelas, los que garantizan el cuidado y ayudan a
sanar.
En los Evangelios, muchas páginas hablan de los
encuentros de Jesús con los enfermos y su compromiso por sanarlos. Se presenta
públicamente como un luchador contra la enfermedad y que ha venido para sanar
al hombre de todo mal. El mal del espíritu y el mal del cuerpo.
Es realmente
conmovedora la escena evangélica apenas mencionada en el Evangelio de Marcos.
Dice así: “Cuando llegó la noche, después de la puesta del sol, le trajeron
todos los enfermos y endemoniados”. Si pienso en las grandes ciudades
contemporáneas, me pregunto dónde están las puertas ante las cuales llevar a
los enfermos esperando que sean sanados. Jesús nunca se ha desentendido de su cuidado.
Nunca ha pasado de largo, nunca ha vuelto la cara hacia otro lado. Y cuando un
padre o una madre, o incluso simplemente gente amiga le llevaban delante de un
enfermo, para que lo tocase y lo sanase, no ponía tiempo de por medio; la
curación estaba antes que la ley, incluso de aquella tan sagrada como el
descanso del sábado. Los doctores de la ley reprendían a Jesús, porque curaba
en sábado. Hacía el bien el sábado. Pero el amor de Jesús era dar la salud,
hacer el bien. Y eso está en el primer lugar siempre.
Jesús envía a sus
discípulos a hacer su misma obra y les da el poder de curar, ósea para
acercarse a los enfermos y cuidarlos hasta el final. Debemos tener bien en
cuenta lo que dijo a los discípulos en el episodio del ciego de nacimiento. Los
discípulos --¡con el ciego delante!-- Discutían sobre quién había pecado (¿por
qué había nacido ciego?), él o sus padres, para causar su ceguera. El Señor
dijo claramente: ni él, ni sus padres; es así para que se manifiesten en él las
obras de Dios. Y lo sanó. ¡Esa es la gloria de Dios! ¡Esa es la tarea de la
Iglesia! Ayudar a los enfermos, no perderse en chismorreos. Ayudar siempre,
consolar, levantar, estar cerca de los enfermos. Y esa es la tarea.
La Iglesia nos
invita a orar continuamente por nuestros seres queridos afectados por el mal.
La oración por los enfermos nunca debe faltar. Mejor dicho debemos orar más,
tanto a nivel personal y en comunidad. Pensemos al episodio evangélico de la
mujer cananea. Es una mujer pagana, no era del pueblo de Israel, era una
pagana, que suplica a Jesús que sane a su hija. Jesús, para probar su fe, en
primer lugar responde con dureza: “No puedo, debo pensar antes a las ovejas de
Israel”. La mujer no retrocede --una madre, cuando pide ayuda para su criatura,
¡nunca se rinde! Todos lo sabemos esto, ¿eh? Las madres luchan por los hijos,
¿eh?-- y Jesús responde a esta mujer: “También a los perritos, cuando los
dueños se han alimentado, se les da algo”. Como diciendo: 'pero por lo menos
mírame como una perrita'. Y Jesús le dice: “Mujer, ¡grande es tu fe! Que se
haga como deseas”.
Frente a la
enfermedad, también surgen dificultades en la familia, a causa de la debilidad
humana. Pero, en general, el tiempo de la enfermedad refuerza los lazos
familiares. Y pienso en lo importante que es educar a los hijos desde pequeños
en la solidaridad en el tiempo de la enfermedad. Una educación que deja de lado
la sensibilidad por la enfermedad humana, endurece el corazón. Y hace que los
chicos estén “anestesiados” ante el sufrimiento de los demás, incapaces de
confrontarse con el sufrimiento y de vivir la experiencia del límite.
Pero cuántas veces
vemos llegar al trabajo, y todos lo hemos visto, un hombre, una mujer, con la
cara cansada, con la actitud cansada. 'Pero, ¿qué pasa?' 'He dormido solo
dos horas, porque en casa nos turnamos', para estar cerca del niño, la niña,
enfermo, del abuelo, de la abuela. Y la jornada continúa con el trabajo. Pero
estas cosas son heroicas. ¡Son las heroicidades de las familias! Esas
heroicidades escondidas, que se hacen cuando uno está enfermo, cuando el padre,
la madre, el hijo, la hija están enfermos. Y se hacen con ternura y valentía.
La debilidad y el
sufrimiento de nuestros afectos más queridos y más sagrados, pueden ser, para
nuestros hijos y nuestros nietos, una escuela de vida, --educar a los hijos y
los nietos a entender esta cercanía en la enfermedad en la familia-- y se
convierten cuando los momentos de enfermedad están acompañados por la oración y
la cercanía afectuosa y atenta de los familiares. La comunidad cristiana sabe
bien que la familia, en la prueba de la enfermedad, no debe ser dejada sola. Y
debemos agradecer al Señor por las hermosas experiencias de fraternidad eclesial
que ayudan a las familias a atravesar el difícil momento del dolor y
sufrimiento. Esta proximidad cristiana, de familia a familia, es un verdadero
tesoro para la parroquia; un tesoro de sabiduría, que ayuda a las familias en
los momentos difíciles y hace entender el Reino de Dios mejor que muchos
discursos. Son caricias de Dios. ¡Gracias!
11.06.15
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