30 d’abr. 2016

PLAÇA SANT PERE








Texto completo de la catequesis del papa Francisco en la audiencia del sábado 30 de abril de 2016
El Santo Padre ha insistido en que El confesor debe acoger a las personas que van a él para reconciliarse con Dios y ayudarlos en el camino de esta reconciliación que está haciendo


Audiencia del miércoles en la plaza de San Pedro

Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha reflexionado este sábado en la audiencia jubilar sobre la reconciliación, como un aspecto importante de la misericordia. Así ha recordado que “solo con nuestras fuerzas no podemos reconciliarnos con Dios” y que “Él reconstruye el puente que nos reincorpora al Padre y nos permite encontrar la dignidad de hijos”.
Publicamos a continuación el texto completo de la catequesis del Papa.
¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
Hoy deseo reflexionar con vosotros sobre un aspecto importante de la misericordia: la reconciliación. Dios no ha dejado nunca de ofrecer su perdón a los hombres: su misericordia se hace sentir de generación en generación. A menudo repetimos que nuestros pecados nos alejan del Señor: en realidad, pecando, nosotros nos alejamos de Él, pero Él, viéndonos en el peligro, aún más viene a buscarnos. Dios no se resigna nunca a la posibilidad de que una persona permanezca ajena a su amor, con la condición de encontrar en ella algún signo de arrepentimiento por el mal cumplido.
Solo con nuestras fuerzas no podemos reconciliarnos con Dios. El pecado es realmente una expresión de rechazo de su amor, con la consecuencia de encerrarnos en nosotros mismos, con la ilusión de encontrar mayor libertad y autonomía. Pero lejos de Dios no ya tenemos una meta, y de peregrinos en este mundo nos convertimos en “errantes”. De forma coloquial podemos decir que, cuando pecamos, nosotros “damos la espalda a Dios”. Es precisamente así; el pecador se ve solo a sí mismo y pretende de esta forma ser autosuficiente; por eso, el pecado alarga siempre más la distancia entre Dios y nosotros, y esta se puede convertir en un abismo. Aún así, Jesús viene a buscarnos como un buen pastor que no está contento hasta que no encuentra la oveja perdida (cfr Lc 15,4-6). Él reconstruye el puente que nos reincorpora al Padre y nos permite encontrar la dignidad de hijos. Con la ofrenda de su vida nos ha reconciliado con el Padre y nos ha donado la vida eterna (cfr Gv 10,15). “¡Dejaos reconciliar con Dios! ¡Dejaos reconciliar con Dios!”(2 Cor 5,20): el grito que el apóstol Pablo dirige a los primeros cristianos de Corinto, hoy vale para todos nosotros con la misma fuerza y convicción.
Dejémonos reconciliar con Dios. Este Jubileo de la Misericordia es un tiempo de reconciliación para todos. Muchas personas quisieran reconciliarse con Dios pero no saben cómo hacer, o no se sienten dignos, o no quieren admitirlo ni siquiera a sí mismos.
La comunidad cristiana puede y debe favorecer el regreso sincero a Dios de los que sienten su nostalgia. Sobre todo cuantos realizan el “ministerio de la reconciliación” (2 Cor 5,18) están llamados a ser instrumentos dóciles del Espíritu Santo para que ahí donde ha abundado el pecado pueda sobreabundar la misericordia de Dios (Cfr. Rom 5,20). ¡Ninguno permanezca alejado de Dios a causa de obstáculos puestos por los hombres!
Y esto es válido, esto vale también – y lo digo enfatizándolo – para los confesores, es válido para ellos: por favor, no pongan obstáculos a las personas que quieren reconciliarse con Dios. ¡El confesor debe ser un padre! ¡Está en lugar de Dios Padre! El confesor debe acoger a las personas que van a él para reconciliarse con Dios y ayudarlas en el camino de esta reconciliación que está haciendo. Es un ministerio tan bonito: no es una sala de tortura ni un interrogatorio, no, es el Padre quien recibe, Dios Padre, Jesús, que recibe y acoge a esta persona y perdona. ¡Dejémonos reconciliar con Dios! ¡Todos nosotros!
Este Año Santo sea tiempo favorable para redescubrir la necesidad de la ternura y de la cercanía del Padre y del volver a Él con todo el corazón.
Tener la experiencia de la reconciliación con Dios permite descubrir la necesidad de otras formas de reconciliación: en las familias, en las relaciones interpersonales, en las comunidades eclesiales, como también en las relaciones sociales e internacionales. Alguno me decía, los días pasados, que en el mundo existen más enemigos que amigos, y creo que tiene razón. Pero no, hagamos puentes de reconciliación también entre nosotros, comenzando por la misma familia. ¡Cuántos hermanos han discutido y se han alejado solamente por la herencia! Pero mira, ¡esto no es así! ¡Este Año es el año de la reconciliación, con Dios y entre nosotros! La reconciliación de hecho es también un servicio a la paz, al reconocimiento de los derechos fundamentales de las personas, a la solidaridad y a la acogida de todos.
Aceptemos, por lo tanto, la invitación a dejarnos reconciliar con Dios, para convertirnos en nuevas criaturas y poder irradiar su misericordia en medio de los hermanos, en medio de la gente.
 01.05.16



El Papa reza el Regina Coeli,
 Texto completo
El Santo Padre pide tolerancia cero a los abusos contra los menores y que los abusadores sean castigados severamente
1 mayo 2016
 Ciudad del Vaticano).- Al medio día de este domingo, el papa Francisco rezó la oración del Regina Coeli desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, ante miles de fieles, peregrinos y turistas reunidos en la plaza de San Pedro.
El Santo Padre recordando el evangelio de hoy señaló que el Espíritu Santo instruye a sus discípulos. Reiteró la importancia de leer diariamente el Evangelio pidiendo al Espíritu Santo que dé entendimiento, a llevar su caridad y que no estamos solos.
Después de la oración el Santo Padre recordó la dramática situación de Siria, pidió se respete la tregua y reiteró que el diálogo es la única posibilidad para lograr la paz. Felicitando a la Asociación ‘Meter’, se refirió a los casos de abusos a menores y pidió nunca tolerarlos, defenderlos y castigar severamente a los abusadores.
A continuación el Texto Completo:
“¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
El Evangelio de hoy nos lleva nuevamente al Cenáculo. Durante la Última Cena, antes de enfrentar a la pasión y la muerte en la cruz, Jesús promete a los apóstoles el don del Espíritu Santo, que tendrá la tarea de enseñar y de recordar sus palabras a la comunidad de los discípulos.
Lo dice el mismo Jesús: « El Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho» (Jn 14,26). ). Enseñar y recordar. Y esto es lo que hace el Espíritu Santo en nuestros corazones.
En el momento en el que está por regresar al Padre, Jesús preanuncia la venida del Espíritu que ante todo enseñará a los discípulos a entender cada vez más plenamente el Evangelio, a recibirlo en su existencia y a hacerlo vivo y operante con el testimonio.
Mientras está por confiar a los Apóstoles –que justamente quiere decir, enviados– la misión de llevar el anuncio del Evangelio por todo el mundo, Jesús promete que no se quedarán solos: el Espíritu Santo, el Paráclito, estará con ellos, a su lado, es más, estará en ellos, para defenderlos y sostenerlos.
Jesús regresa al Padre pero sigue acompañando y enseñando a sus discípulos mediante el don del Espíritu Santo.
El segundo aspecto de la misión del Espíritu Santo consiste en el ayudar a los Apóstoles a recordar las palabras de Jesús.
El Espíritu tiene la tarea de despertar la memoria, recordar las palabras de Jesús. El divino Maestro ha comunicado ya todo aquello que pretendía confiar a los Apóstoles: con Él, Verbo encarnado, la revelación es completa.
El Espíritu hará recordar las enseñanzas de Jesús en las diversas circunstancias concretas de la vida, para poderlas poner en práctica. Es precisamente lo que sucede todavía hoy en la Iglesia, guiada por la luz y la fuerza del Espíritu Santo, para que pueda llevar a todos el don de la salvación, o sea el amor y la misericordia de Dios.
Por ejemplo, cuando ustedes leen todos los días –como les he aconsejado– un pasaje del Evangelio, pedir al Espíritu Santo: “Que yo entienda y que yo recuerde estas palabras de Jesús”. Y después de leer el pasaje, todos los días… Pero antes hacer aquella oración al Espíritu, que está en nuestro corazón: “Que yo recuerde y que yo entienda”.
¡No estamos solos: Jesús está cerca de nosotros, en medio de nosotros, dentro de nosotros! Su nueva presencia en la historia ocurre mediante el don del Espíritu Santo, por medio del cual es posible instaurar una relación viva con Él, el Crucificado Resucitado.
El Espíritu, difundido en nosotros con los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación, actúa en nuestra vida. Él nos guía en la forma de pensar, de actuar, de distinguir qué cosa es buena y qué cosa es mala; nos ayuda a practicar la caridad de Jesús, su darse a los demás, especialmente a los más necesitados.
¡No estamos solos! Y la señal de la presencia del Espíritu Santo es también la paz que Jesús dona a sus discípulos: «Les doy mi paz» (v. 27). Ella es diferente de aquella que los hombres se desean e intentan realizar.
La paz de Jesús brota de la victoria sobre el pecado, sobre el egoísmo que nos impide amarnos como hermanos. Es don de Dios y señal de su presencia. Cada discípulo, llamado hoy a seguir a Jesús cargando la cruz, recibe en sí la paz del Crucificado Resucitado en la certeza de su victoria y en la espera de su definitiva venida.
Que la Virgen María nos ayude a recibir con docilidad el Espíritu Santo como maestro interior y como memoria viva de Cristo en el camino cotidiano”.
El papa reza la oración del Regina Coeli y a continuación dice las siguientes palabras.
“Queridos hermanos y hermanas, mi cordial saludo va a nuestros hermanos de las Iglesias de Oriente que celebran hoy la Pascua. El Señor resucitado les dé a todos, los dones de su luz y de su paz. Christos anesti!
Recibo con profundo dolor las dramáticas noticias que provienen de Siria, sobre la espiral de violencia que sigue agravando la ya desesperada situación humanitaria del país, en particular en la ciudad de Alepo, y a producir víctimas inocentes, incluso entre los niños, enfermos y quienes con gran sacrificio se empeñan a dar ayuda al prójimo.
Exhorto a todas las partes involucradas en el conflicto a respetar el cese de las hostilidades y a reforzar el diálogo en curso, el único camino que conduce a la paz.
Se abre mañana en Roma la conferencia internacional sobre el tema “El desarrollo sostenible y las formas más vulnerables de trabajo”. Deseo que el evento pueda sensibilizar las autoridades, las instituciones políticas y económicas y la sociedad civil, para que se promueva un modelo de desarrollo que tenga en cuenta la dignidad humana en el pleno respeto de las normas sobre el trabajo y el ambiente.
Saludo a los peregrinos provenientes de Italia y de otros países, en particular saludo a los fieles de Madrid, Barcelona y Varsovia, como también a la comunidad Abraham, empeñada en proyectos de evangelización en Europa; a los peregrinos de Olgiate y Comasco, Bagnolo Mella y a quienes han recibido la Confirmación en Castelli Calepio.
Saludo a la Asociación ‘Meter’, que desde hace tantos años lucha contra toda forma de abuso contra los menores. Esta es una tragedia. No debemos tolerar los abusos contra los menores. Tenemos que defender a los menores y castigar severamente a los abusadores. ¡Gracias por vuestro empeño y sigan con coraje en esta labor!
Y a todos les deseo que tengan un buen domingo y por favor no se olvide de rezar por mi. ‘Buon pranzo’ y ‘arrivederici'”. 
02.05.16


 
Francisco invita a las cooperativas a crear rédito sin olvidarse de la solidaridad

En un vídeo mensaje a la Confcooperativa les invita a hacer empresa a pesar del momento de dificultad teniendo presente la fraternidad y la economía de la honestidad

4 mayo 2016



 Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha enviado un vídeo mensaje a la asamblea de la Confederación de las cooperativas de Italia (Confcooperative), que se está realizando en Roma. De este modo les invita a promover la economía de la honestidad, a producir rédito como las otras empresas sin olvidar la subsidariedad y la solidaridad, así como, favorecer las capacidades, la dignidad de las personas y la fraternidad.

La Confcooperative es una de las principales asociaciones de cooperativas italianas, fundada en 1931 y basada en los principios de la doctrina social de la Iglesia, con 22 uniones regionales, 81 uniones provinciales y 7 uniones interprovinciales.

El Santo Padre recuerda en el mensaje que les ha enviado que se habían encontrado el 28 de febrero de 2015, y en ese momento como amigo les animó a realizar algunas tareas concretas, entre las cuales “ser el motor que levanta y desarrolla la parte más débil de nuestras comunidades y de la sociedad civil, fundando empresas que den trabajo”, pero “de manera cooperativa, o sea involucrando a todos”.

Hoy Francisco añade que en su reciente exhortación ‘Amoris Laetitia’ señala una perspectiva de alegría y responsabilidad puntualizando que “las familias y las personas no van dejadas solas” y que es necesario “armonizar el trabajo y la familia”.

Les invita por lo tanto a tener creatividad para “con medios buenos realizar obras buenas”, y oponerse a las falsas cooperativas, ya que es necesario promover la economía de la honestidad.

El Santo Padre reconoce entretanto que en este último período de tiempo se han agravado algunos problemas, como “la tragedia de los migrantes, el terrorismo sin confines y la ralentización de la economía mundial”.

Por todo ello les exhorta a tener presente sus orígenes, a colaborar con las parroquias, las diócesis y tener la capacidad de pensar en hacer una empresa ayudando a las personas en dificultad.

Porque hacer empresa partiendo de las oportunidades –les subrayó– es algo que muchos saben hacer, pero partiendo desde las dificultades “es necesario vuestro talento”.

Al concluir les recuerda que es normal la existencia de diversos sentimientos en una asamblea: aspiraciones, preocupaciones, incertidumbres, etc. Así les invita a comprometerse por el bien común, reconocer con generosidad lo que saben hacer los otros y aceptar los propios límites. Y les recuerda que el recurso que más necesita el mundo es la fraternidad. Por ello les invitó en este Año Jubilar a volverse una expresión de la misericordia.

05.05.16



El Papa: ‘El llanto de Jesús es el antídoto contra la indiferencia’
En la Vigilia ‘Enjugar las lágrimas’, el Santo Padre escucha conmovedores testimonios, reza por los males del mundo y recuerda que la oración es la verdadera medicina para nuestro sufrimiento
5 mayo 2016

Francisco a los pies de la reliquia de las lágrimas de la Virgen de Siracusa 

Ciudad del Vaticano).- Tenemos necesidad de la misericordia, del consuelo que viene del Señor. Todos lo necesitamos; es nuestra pobreza, pero también nuestra grandeza: invocar el consuelo de Dios, que con su ternura viene a secar las lágrimas de nuestros ojos. Así lo ha indicado el papa Francisco en su predicación tras los conmovedores testimonios que han protagonizado la vigilia “Enjugar las lágrimas” en la Basílica de San Pedro, celebrada en el marco del Año Jubilar haciendo referencia a una de las obras de misericordia ‘consolar al triste’.
La familia Pellegrino fue tocada por el drama del suicidio de un hijo de 15 años. La historia de Felix Qaiser, refugiado político, periodista pakistaní católico que huyó a Italia para proteger a su familia. Maurizio Fratamico con su hermano gemelo Enzo, cuya conversión marca la historia de Maurizio, que siendo con gran éxito trabajador turístico perdió el sentido de la vida y que ahora lo ha encontrado de nuevo.
El Santo Padre ha querido recordar que en los momentos de tristeza, en el sufrimiento de la enfermedad, en la angustia de la persecución y en el dolor por la muerte de un ser querido, “todo el mundo busca una palabra de consuelo”. Sentimos una gran necesidad de que alguien esté cerca y sienta compasión de nosotros, ha precisado. Asegurando que la razón por sí sola no es capaz de iluminar nuestro interior, de comprender el dolor que experimentamos y dar la respuesta que esperamos, en esos momentos  “es cuando más necesitamos las razones del corazón, las únicas que pueden ayudarnos a entender el misterio que envuelve nuestra soledad”.
Al respecto ha observado “cuántas lágrimas se derraman a cada momento en el mundo; cada una distinta de las otras” que “juntas forman como un océano de desolación, que implora piedad, compasión, consuelo”. Las más amargas –ha advertido– son las provocadas por la maldad humana.
El Pontífice ha aseverado que en este sufrimiento “no estamos solos”. También Jesús “experimentó una profunda conmoción y rompió a llorar” cuando murió Lázaro. Al repecto, el Santo Padre ha observado que esta descripción del Evangelio “muestra cómo Jesús se une al dolor de sus amigos compartiendo su desconsuelo”. Lágrimas que a lo largo de los siglos “han lavado a muchas almas, han aliviado muchas heridas”.
Asimismo, ha recordado a los presentes que “si Dios ha llorado, también yo puedo llorar sabiendo que se me comprende”. El llanto de Jesús –ha añadido– es el antídoto contra la indiferencia ante el sufrimiento de mis hermanos.
El Santo Padre ha explicado que ese llanto “enseña a sentir como propio el dolor de los demás, a hacerme partícipe del sufrimiento y las dificultades de las personas que viven en las situaciones más dolorosas”. Y ha añadido: “me provoca para que sienta la tristeza y desesperación de aquellos a los que les han arrebatado incluso el cuerpo de sus seres queridos, y no tienen ya ni siquiera un lugar donde encontrar consuelo”.
La oración –ha proseguido el Santo Padre– es la verdadera medicina para nuestro sufrimiento. La ternura de la mirada de Dios “nos consuela, la fuerza de su palabra nos sostiene, infundiendo esperanza”. En esta misma línea ha subrayado que “el amor de Dios derramado en nuestros corazones nos permite afirmar que, cuando se ama, nada ni nadie nos apartará de las personas que hemos amado”.
Para finalizar, ha indicado que la Madre de Jesús, con su manto “enjuga nuestras lágrimas”. Con su mano “nos ayuda a levantarnos y nos acompaña en el camino de la esperanza”.
A continuación, los presentes han escrito en un papel una intención de oración que han sido depositadas en unas cestas y entregadas en el altar para que se unan simbólicamente a la oración universal de los fieles.
06.05.16 



El  Papa a los médicos misioneros: ‘En estos lejanos lugares encuentren a Jesús’
El Santo Padre a los médicos misioneros de la CUAMM: “La salud es un derecho humano y no un privilegio”. “La puerta que les lleva al tercer mundo es una puerta santa”
7 mayo 2016
Ciudad del Vaticano).- “El testimonio de estos médicos ha llevado mi corazón allá abajo, a estos lugares hacia donde han ido simplemente para encontrar a Jesús, y esto me ha hecho mucho bien”. Lo confió el papa Francisco al recibir este sábado en audiencia a los amigos, sostenedores, voluntarios y cooperadores de ‘Médicos con África’ – (Colegio Universitario Aspirantes Médicos Misioneros – CUAMM).
Esta asociación de médicos misioneros que trabajan en África, nació hace 65 años de una iniciativa de la diócesis italiana de Padua, con proyectos la largo término en una óptica de desarrollo. Fueron los fundadores, el médico Francesco Canova y el sacerdote Luigi Mazzuca. Hoy al inicio de la audiencia en el Aula Pablo VI, el sucesor del religioso, don Dante Carraro, narró con énfasis algunas escenas tremendas de estos países en los que trabajan, del prosaísmo a la situación de precariedad, pasando por las madres que mueren de parto y la  dedicación de los médicos que allí trabajan.
“Les agradezco –les dijo el Santo Padre a esta institución de médicos laicos– por lo que hacen en favor del derecho humano fundamental de la salud para todos”. Y precisó: “La salud de hecho no es un bien de consumo, pero un derecho universal, motivo por el cual el acceso a los tratamientos médicos no puede ser un privilegio”. Lamentó así que en muchos lugares aún hoy “la salud sea un privilegio para pocos, quienes pueden permitírselo”.
Les agradeció que hayan “elegido los países más pobres de África, los sub-sarianos y las regiones más olvidadas, el ‘ultimo kilómetro’ de los sistemas sanitarios”, porque allí “el Señor les envía para que sean buenos samaritanos, a salir para encontrar al pobre Lázaro”. Y señaló que “la puerta que lleva del primero a tercer mundo es vuestra puerta santa”.
El Pontífice recordó que en África demasiadas madres mueren aún durante el parto, y muchos niños no superan el primer mes de vida. “Les animo a quedarse en medio de esta humanidad sufridora” les exhortó Francisco, “para ser expresión de la santa Iglesia madre que se inclina y sana a los más débiles”.
Les recordó también que son médicos ‘con’ África y no ‘para’ África, señalándoles así la necesidad de “involucrar a la población africana en el proceso de crecimiento, caminando juntos”; les agradeció la participación que tienen con los gobiernos y las realidades locales compartiendo responsabilidades dejando estas iniciativas “cuando llegan a la posibilidad de que prosigan por sí mismas”.
Recordando a los dos fundadores de la iniciativa, les pidió “llevar adelante esta obra, como una Iglesia que no es una super clínica para VIP, sino más bien un ‘hospital de campo’. Y al despedirse el Papa les pidió que recen por él, “para que el Señor me haga siempre más pobre”.
08.05.16 



En el Día de la Madre el Papa Francisco las saluda y reza por ellas
El Santo Padre recuerda a todas las mamás, también a aquellas que nos dejaron
8 mayo 2016

Imagen de la Virgen María en la Plaza de San Pedro

Ciudad del Vaticano).- “Hoy en tantos países se celebra la fiesta de la madre, recordamos con gratitud y afecto a todas las mamás, las que están hoy en esta plaza, a nuestras mamás, a las que están entre nosotros o las que se fueron al cielo”.
Lo dijo este domingo el papa Francisco, después de rezar la oración del Regina Coeli en la Plaza de San Pedro, donde miles de peregrinos se encontraban reunidos.
El Santo Padre concluyó sus palabras confiando todas ellas “a María la madre de Jesús”. Y propuso: por todas ellas rezamos un Ave María” y lo hizo junto al público allí presente. “Dios te salve María…”.

Texto completo del Regina Coeli del papa Francisco
8 de mayo de 2016
En el día de la madre saluda a todas las mamás, presentes y ausentes, y reza un Ave María por ellas
8 mayo 2016
El Papa en el Regina Coeli
 Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco rezó este domingo desde su estudio en el Palacio Apostólico, la oración del Regina Coeli, ante miles de fieles que le esperaban en la Plaza de San Pedro. Recordó que la Resurrección y la Ascención de Jesús al Cielo nos invita a dar testimonio todos los días, en los diversos lugares en que vivimos o trabajamos. Saludó a las mamás por su día y a los periodistas en la Jornada de las comunicaciones sociales les pidió informar uniendo la verdad a la misericordia. Y en el día en que la fiesta de la madre se celebra en tantos países les saludó y rezó junto al los presentes en la plaza, un Ave María por todas ellas.
A continuación el texto completo:
«Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy en Italia y en el mundo se celebra la Ascención de Jesús al cielo, sucedida cuarenta días después de la Pascua. Contemplamos el misterio de Jesús que sale de nuestro espacio terreno para entrar en la plenitud de la gloria de Dios, llevando consigo nuestra humanidad. Nuestra humanidad entra por primera vez en el cielo. El evangelio de Lucas nos muestra la reacción de los discípulos delante del Señor que “se separó de ellos y era llevado al Cielo”. No hubo en ellos ni dolor ni desorientación, sino que se “postraron delante de él, y después volvieron a Jerusalén con gran alegría”.
Es el regreso de quien no tiene más el temor de la ciudad que había rechazado al Maestro, que había visto la traición de Judas y a Pedro que le renegaba, la dispersión de los discípulos y la violencia de un poder que se sentía amenazado.
Desde aquel día para los apóstoles y para cada discípulo de Cristo fue posible habitar en Jerusalén y en todas las ciudades del mundo, inclusive en aquellas más golpeadas por la injusticia y la violencia, porque encima de cada ciudad está el mismo cielo y cada habitante puede levantar la mirada con esperanza.
Dios es hombre verdadero y su cuerpo de hombre está en el cielo, y esta es nuestra esperanza, es el ancla nuestra que está allá y nosotros estamos firmes en esta esperanza si miramos hacia el cielo. En este cielo habita aquel Dios que se ha revelado tan cercano que tomó el rostro de un hombre, Jesús de Nazaret.
El se queda para siempre, es Dios-con-nosotros. Recordemos esto, Emanuel, ¡Dios-con-nosotros! y no nos deja solos. Podemos mirar hacia lo alto para reconocer delante de nosotros el futuro. En la Ascención de Jesús, el Crucifijo Resucitado, está la promesa de nuestra participación a la plenitud de vida junto a Dios.
Antes de separarse de sus amigos, Jesús refiriéndose al evento de su muerte y resurrección les dijo: “Ustedes son testigos de todo esto”. O sea los discípulos, los apóstoles son testimonios de la muerte y de la resurrección de Cristo y ese día también de la Ascención de Cristo.
Y de hecho, después de haber visto a su Señor subir a los cielos, los discípulos volvieron a la ciudad como testimonios que con alegría anuncian a todos la vida nueva que viene del Crucifijo Resucitado, en cuyo nombre “será predicado a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados”.
Este es el testimonio –hecho no solo con palabras pero también con la vida cotidiana– que cada domingo debería salir de nuestras Iglesias para entrar durante la semana en las casas, en las oficinas, en las escuelas, en los lugares de reunión y diversión, en los hospitales, las cárceles, las casas, para los ancianos, en los lugares abarrotados de inmigrantes, en las periferias de la ciudad.
Este testimonio tenemos que llevarlo cada semana: ‘Cristo está con nosotros, Jesús subió al cielo, está con nosotros, Cristo está vivo’.
Jesús nos ha asegurado que en este anuncio y en este testimonio seremos “revestidos por la potencia de lo alto”. O sea con la potencia del Espíritu Santo. Aquí está el secreto de esta misión: la presencia real entre nosotros del Señor resucitado, que con el don del Espíritu sigue abriendo nuestra mente y nuestro corazón, para que anunciemos su amor y su misericordia también en los ambientes más hostiles de nuestras ciudades.
Es el Espíritu Santo el verdadero artífice del multiforme testimonio que la Iglesia y cada bautizado dan al mundo. Por lo tanto no podemos nunca descuidar el recogimiento en la oración para alabar a Dios e invocar el don de Espíritu. En esta semana que nos lleva a la fiesta de Pentecostés nos quedamos espiritualmente en el Cenáculo, junto a la Virgen María, para recibir el Espíritu Santo. Lo hacemos también ahora en comunión con los fieles que se han reunido en el Santuario de Pompeya, para la tradicional súplica».
El Papa rezó la oración del Regina Coeli y después dirigió las siguientes palabras
«Queridos hermanos y hermanas, Hoy es la 50 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, querida por el Concilio Vaticano II. De hecho los padres conciliares, reflexionando sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo, entendieron la importancia crucial de las comunicaciones, que ‘pueden crear puentes entre las personas, las familias, los grupos sociales y los pueblos. Y esto sea en el ambiente físico que en aquel digital’.
Dirijo a todos los operadores de la comunicación un cordial saludo, y les deseo que nuestro modo de comunicar en la Iglesia tenga siempre un claro estilo evangélico, un estilo que una la verdad y la misericordia.
Saludo a todos ustedes, fieles de Roma y a los peregrinos de Italia y de varios países. En particular a los fieles polacos de Varsovia, Lowicz y Ostroda; a la Filarmónica de Viena; al grupo irlandés ‘Amigos de Mons. O’Flaherty‘; a los estudiantes del colegio Corderius (Países Bajos); y a la Katholische Akademische Verbindung ‘Capitolina’. Saludo a los participantes a la Marcha por la Vida, a los amigos de la Obra Don Folci y del preseminario san Pio X, a los Scouts de Europa de Roma Oeste y Roma Sur, y a los numerosos confirmados de la diócesis de Génova. ¡Son ruidosos los genoveses!
Hoy en tantos países se celebra al fiesta de la madre, recordamos con gratitud y afecto a todas las mamás, las que que están hoy en la plaza, a nuestras mamás, a las que están entre nosotros o las que se fueron al cielo. Confiándolas a María la madre de Jesús, por todas ellas rezamos un Ave María: Ave María…
A todos les deseo un buen domingo y por favor no se olviden de rezar por mi. ‘Buon pranzo e arrivederci!’».
09.05.16  



El Papa en Sta. Marta: ‘La vida cristiana no es una ética, es un encuentro con Jesucristo’
En la homilía de este lunes el Santo Padre recuerda que nos hará bien reflexionar, en preparación a Pentecostés, sobre qué hace el Espíritu Santo en mi vida
9 mayo 2016

 Ciudad del Vaticano).- El Espíritu Santo mueve la Iglesia, pero para muchos cristianos hoy es un perfecto desconocido o incluso “un prisionero de lujo”. Esta ha sido la advertencia realizada por el papa Francisco en la homilía de la misa celebrada esta mañana en Santa Marta. De este modo ha precisado que el Espíritu Santo nos hace cristianos “reales” no “virtuales” y ha exhortado a los fieles a dejarse empujar por Él para que nos enseñe el camino de la libertad.  Durante la misa de esta mañana, el Santo Padre ha dedicado un pensamiento especial a las hermanas vicencianas, que trabajan en la Casa Santa Marta, en el día de la fiesta de su fundadora, Santa Luisa de Marillac.
“Ni siquiera hemos oído hablar de un Espíritu Santo”. El Pontífice ha hecho referencia a esta frase del diálogo entre los primeros discípulos en Éfeso y san Pablo, de la Primera Lectura del día, para recordar la presencia del Espíritu Santo en la vida de los cristianos. También hoy, ha observado, sucede como a esos discípulos que, aún creyendo en Jesús, no sabían quién era el Espíritu Santo.
Muchos, ha señalado Francisco, dicen haber “aprendido en el Catecismo” que el Espíritu Santo está “en la Trinidad”, pero después no saben “más que eso del Espíritu Santo” y se preguntan qué hace.
De este modo, el Pontífice ha afirmado que “el Espíritu Santo es el que mueve la Iglesia, es el que trabaja en el Iglesia, en nuestros corazones, es el que hace de cada cristiano una persona diferente de la otra, pero de todos juntos hace la unidad”. Eso es lo que lleva adelante, abre las puertas y te invita a dar testimonio de Jesús.
El Santo Padre ha precisado que el Espíritu Santo es el que nos mueve a alabar a Dios, nos mueve a rezar. “El Espíritu Santo es el que está en nosotros y nos enseña a mirar al Padre y a decirle: ‘Padre’. Nos libera de esta condición de huérfano en la que el espíritu del mundo quiere llevarnos”, ha indicado.  
Asimismo, el Pontífice ha subrayado que el Espíritu Santo es “el protagonista de la Iglesia viva: es el que trabaja en el Iglesia”. El peligro –ha advertido– es que cuando no vivimos esto, cuando no estamos a la altura de esta misión del Espíritu, reducidos la fe a una moral, a una ética. Por eso ha explicado que no hay que detenerse al cumplir los mandamientos y “nada más”. “Esto se puede hacer, esto no se puede hacer; hasta aquí sí, hasta aquí no. Y desde allí a la casuística y a una moral fría”, ha observado.
La vida cristiana no es una ética, es un encuentro con Jesucristo. Y es el Espíritu Santo que “me lleva a este encuentro con Jesucristo”. Al respecto ha indicado que nosotros, en nuestra vida, tenemos en nuestro corazón al Espíritu Santo como un ‘prisionero de lujo’: no dejamos que nos empuje, no dejamos que nos mueva. Hace todo, sabe todo, sabe recordarnos qué ha dicho Jesús, sabe explicarnos las cosas de Jesús. Solamente –el Espíritu Santo– no sabe hacer una cosa: cristianos de salón. No sabe hacer “cristianos virtuales pero no virtuosos”. El Papa ha asegurado que el Espíritu hace cristianos reales, Él toma la vida real así como es, con la profecía de leer los signos de los tiempos y nos lleva adelante así. Por eso advierte que “es el gran prisionero de nuestro corazón. Decimos: ‘es la tercera personas de la Trinidad’ y terminamos ahí…”.
Finalmente, el Santo Padre ha asegurado que esta semana “nos hará bien reflexionar sobre qué hace el Espíritu Santo en mi vida” y preguntarse si nos “ha enseñado el camino de la libertad”.
El Espíritu Santo, que está en mí, “me empuja a ir fuera” y tenemos que preguntarnos ¿tengo miedo?, ¿cómo es mi valentía, la que me da el Espíritu Santo, para salir de mí mismo, para testimoniar a Jesús?, ¿cómo va mi paciencia en las pruebas? Porque también la paciencia –ha indicado– la da el Espíritu Santo.
Para concluir la homilía, el Pontífice ha invitado a reflexionar en esta semana de preparación a la Fiesta de Pentecostés, si realmente creemos en el Espíritu Santo y ha exhortado a hablar con Él y decir: “Yo sé que Tú estás en mi corazón, que Tú estás en el corazón de la Iglesia, que Tú llevas la Iglesia adelante, que Tú haces la unidad entre nosotros, pero diferentes entre nosotros, en nuestra diversidad”.
10.05.16




El Papa en Sta. Marta invita a ‘quemar’ la vida por Jesús
En la homilía de este martes, el Santo Padre recuerda el ejemplo de los misioneros que dan la vida por el Evangelio
10 mayo 2016

 Ciudad del Vaticano).-  El papa Francisco ha reflexionado este martes en la homilía de la misa de Santa Marta sobre la docilidad a la voz del Espíritu Santo, en esta semana que la Iglesia se prepara para la celebración de Pentecostés. Y así, ha recordado que esta docilidad es la que empuja a “quemar” la vida por el anuncio del Evangelio, también en los lugares más alejados. Esta es –ha precisado– la característica de fondo de cada hombre y mujer que elige servir a la Iglesia yendo a la misión.
Una llamada que da “fuerza”, un impulso irresistible a tomar la propia vida y donarla a Cristo, incluso más: a “quemarla” por Él. Esto está en el corazón de cada apóstol. Era el fuego que quemaba el corazón de san Pablo, es el mismo fuego que arde en “tantos jóvenes, chicos y chicas, que han dejado la patria, la familia y han ido lejos, a otros continentes, a anunciar a Jesucristo”, ha asegurado el Santo Padre.
La homilía del Pontífice se ha inspirado en el pasaje de Los Hechos de los Apóstoles que cuenta la despedida de Pablo de la comunidad de Mileto.
Creo –ha observado el Papa– que este pasaje nos evoca la vida de nuestros misioneros de todas las épocas. Y lo ha explicado así: “Iban obligados por el Espíritu Santo: ¡una vocación! Y cuando, en esos lugares vamos a los cementerios, vemos sus lápidas: muchos han muerto jóvenes, con menos de 40 años. Porque no estaban preparados para las enfermedades del lugar. Han dado la vida jóvenes: han ‘quemado’ la vida. Yo creo que ellos, en ese último momento, lejos de su patria, de su familia, de sus seres queridos, habrán dicho: ‘Valía la pena lo que he hecho’”.
En esta misma línea, el papa Francisco ha asegurado que “el misionero va sin saber qué le espera”. Y ha recordado la despedida de san Francisco Javier narrada por el poeta y escritor español José María Pemán.
“Sé solamente –había dicho el apóstol en sus palabras de despedida– que el Espíritu Santo, de ciudad en ciudad, me asegura que me aguardan cárceles y luchas”. El papa Francisco ha precisado que “el misionero sabe que la vida no será fácil, pero va adelante”.
De este modo, ha pensado en “nuestros misioneros”, que son “héroes de la evangelización de nuestro tiempo”. Europa –ha recordado Francisco– ha llenado de misioneros otros continentes… Y estos se iban sin volver… Creo que es justo, ha observado el Santo Padre, que nosotros demos gracias al Señor por su testimonio. Es justo que nos alegremos por tener estos misioneros, que son verdaderos testigos.
El Santo Padre ha pensado en cómo pudo haber sido el último momento de estas personas: “¿Cómo puede haber sido su despedida? Como Javier: ‘He dejado todo, pero valía la pena’. “Anónimos, se han ido. Otros como mártires, ofreciendo la vida por el Evangelio. ¡Son nuestra gloria estos misioneros! ¡La gloria de nuestra Iglesia!”
El Santo Padre ha aseverado además que una cualidad del misionero es “la docilidad”. Por eso ha pedido que ante la “insatisfacción” que captura a “nuestros jóvenes de hoy” la voz del Espíritu “les dé fuerza para ir más allá, a ‘quemar’ la vida por causas nobles”.
Finalmente, el Pontífice ha concluido la homilía con un mensaje para los jóvenes que no se sienten bien con esta cultura del consumismo, del narcisismo. “¡Mirar el horizonte! ¡Mirar allí, mirar a estos misioneros!” Y así, ha exhortado a rezar al Espíritu Santo para que les dé fuerza para ir lejos, a ‘quemar’ la vida. Es una palabra un poco dura –ha advertido– pero la vida vale la pena vivirla. Pero para vivirla bien, ‘quemarla’ en el servicio, en el anuncio e ir adelante. Y esta es la alegría del anuncio del Evangelio.
11.05.16




El Papa: La lógica de la misericordia no entiende de premios o castigos
En la catequesis de la audiencia general, el Santo Padre, reflexionando sobre el Hijo Pródigo, asegura que la alegría del Padre está en ver a los hijos como hermanos. Y reza también por Brasil ‘en situación de dificultad’
11 mayo 2016

 Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha celebrado una semana más la audiencia general en la plaza de San Pedro, en presencia de miles de personas procedentes de todas las partes del mundo. Este miércoles, tal y como ha indicado el Santo Padre, los enfermos han seguido la audiencia desde el Aula Pablo VI, debido a la previsión de lluvia. Por eso, al iniciar la catequesis, el Papa ha pedido a los presentes en la plaza enviar un saludo a los enfermos. Como es habitual, antes de empezar la catequesis, a su llegada a la plaza en el papamóvil, ha recorrido los pasillo para saludar y bendecir de cerca a los fieles allí reunidos.
Después de escuchar la lectura del Evangelio del Hijo Pródigo y tomándola como referencia, el Pontífice ha reflexionado sobre la misericordia de Dios. De este modo, en el resumen que el Papa hace en español ha precisado que esta parábola “nos muestra la lógica de la misericordia de Dios”. Esta marca su modo de actuar con los hombres, “abre nuestros corazones a la esperanza y nos devuelve la dignidad de hijos de Dios”, ha indicado el Papa. La lógica de la misericordia usada por el padre –ha precisado– es muy distinta a la lógica usada por los dos hijos de la parábola, pues el hijo menor, sumido en la tristeza, pensaba merecer un castigo por los pecados cometidos, mientras que el hijo mayor, presumiendo de estar siempre con el padre, esperaba una recompensa por los servicios prestados.
El Pontífice ha recordado que tanto el uno como el otro necesitaban experimentar la misericordia, por eso “el padre invita a ambos a hacer fiesta”, pues la lógica de la misericordia “no entiende de premios o castigos, sino de acoger a todo el que  necesita de misericordia y perdón, y de que todos vuelvan a ser hermanos. Precisamente –ha concluido– en ver a los hijos juntos y reconociéndose como hermanos consiste la alegría del padre.
A continuación ha saludado cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Acojamos con gozo –ha exhortado– la invitación de Jesús a participar en la fiesta de la misericordia y de la fraternidad, y abramos nuestro corazón para ser misericordiosos como el Padre.
Después de los saludos en las distintas lenguas, como es habitual, el Santo Padre ha dedicado unas palabras a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. Así, ha deseado para los jóvenes que cada uno sepa conocer, entre las muchas voces del mundo, la del Espíritu Santo, que continúa hablando al corazón de quien sabe ponerse a la escucha. El Papa ha pedido a los enfermos que se encomienden al Espíritu que no dejará que les falte nunca la luz consoladora de su esperanza. Finalmente, a los recién casados les ha deseado que sean en el mundo, transparencia del amor de Dios con la fidelidad de su amor y la unión de su fe.
El Papa saludó también a los peregrinos brasileños, a quienes indicó que “cuando nos preparamos para la fiesta de Pentecostés, pido al Señor que derrame con abundancia los dones de su Espíritu para que el país, en este momento de dificultad, siga por los caminos de armonía y paz, con la ayuda de la oración y el diálogo. Pueda Nuestra Señora Aparecida -que como una buena madre nunca abandona a sus hijos- ser defensa y guía en el camino”.
  12.05.16



El Papa en Sta. Marta: ‘Sembrar cizaña divide a las comunidades’
En la homilía de este jueves, el Santo Padre asegura que el que habla mal, ensucia y destruye la fama del otro. Invita a pedir la gracia de “mordernos la lengua”
12 mayo 2016
 Ciudad del Vaticano).- Jesús, antes de la Pasión, rezó por la unidad de los creyentes de las comunidades cristianas, para que sean una sola cosa como Él y el Padre, y así el mundo crea. Lo ha recordado el papa Francisco esta mañana en la homilía de la misa celebrada en Santa Marta.
De este modo, el Santo Padre ha asegurado que “la unidad de las comunidades cristianas, de las familias cristianas, son testimonio: son el testimonio del hecho que el Padre haya enviado a Jesús”. También ha reconocido que quizá, llegar a la unidad –en una comunidad cristiana, en una parroquia, en un episcopado, en una institución cristiana o en una familia cristiana– es una de las cosas más difíciles.  
Asimismo ha asegurado que “nuestra historia, la historia de la Iglesia nos hace avergonzar muchas veces: hemos hecho guerras contra nuestros hermanos cristianos”. Y ha puesto como ejemplo la guerra de los treinta años.
Por eso, Francisco ha precisado que donde “los cristianos se hacen la guerra entre ellos” no hay testimonio. En esta línea, ha asegurado que debemos pedir perdón al Señor por esta historia. Una historia de muchas divisiones, pero no solo en el pasado, sino también hoy.
Al respecto ha contado que una vez, un cristiano católico preguntaba a otro cristiano de Oriente: ‘Mi Cristo resucitado es pasado mañana. ¿El tuyo cuándo?’ Ni siquiera en la Pascua estamos unidos “y el mundo no cree”, ha reconocido.
Por otro lado, el Santo Padre ha observado que ha sido la envidia del diablo la que ha hecho entrar el pecado en el mundo. Así, también en las comunidades cristianas “es casi habitual” que haya egoísmo, celos, envidias, divisiones. Y esto, ha advertido, “lleva a hablar mal el uno del otro”.
El Papa ha explicado que en su país “a estas personas les llaman ‘cizañeras’: siembran cizaña, dividen. A ahí las divisiones comienzan con la lengua”.
La lengua –ha observado– es capaz de destrozar una familia, una comunidad, una sociedad; sembrar odio y guerras. En vez de buscar una aclaración “es más cómodo hablar mal” y destrozar “la fama del otro”.
Para explicar esto, el Papa cita el conocido episodio de san Felipe Neri que a una mujer que había hablado mal, como penitencia le dice que desplume un pollo, disperse las plumas por el barrio y después las recoja. “¡No es posible!”, exclamó la mujer. “Así es cuando uno habla mal”, fue la respuesta.
“Hablar mal es así: ensuciar al otro. El que habla mal, ensucia, destruye. Destruye la fama del otro, destruye la vida y muchas veces sin motivo, contra la verdad”, ha advertido el papa Francisco.
Por eso, ha recordado que Jesús ha rezado por nosotros, por todos nosotros que estamos aquí y por nuestras comunidades, nuestras parroquias, nuestras diócesis: “que sean uno”.
Para concluir la homilía, el Pontífice ha invitado a pedir al Señor la gracia y el don de la unidad, es decir, el Espíritu Santo. “Pidamos la gracia de la unidad para todos los cristianos, la gran gracia y la pequeña gracia de cada día para nuestras comunidades, nuestras familias; y la gracia de mordernos la lengua”. 
13.05.16


Viernes de la misericordia: Francisco visita a personas con discapacidad mental
Llevó un donativo para el centro, fruta y dulces. El Papa merendó con ellos, visitó los talleres y rezaron en la capilla
13 mayo 2016
Roma).- El papa Francisco visitó hoy por la tarde en el ámbito de “Los viernes de la misericordia”, la comunidad ‘Il Chicco’, palabra que en italiano significa ‘semilla’.
Esta asociación asiste a personas marginadas de la sociedad y pertenece a la gran familia Arche, fundada por Jean Vanier en 1964 y presente en más de 30 países de los cinco continentes. La comunidad Chicco fue la primera fundada en Italia en 1981, está en la zona de Ciampino colindante con la capital y hospeda actualmente a 18 personas con grave discapacidad mental.
“El papa Francisco ha querido dar otra muestra más contra la cultura del descarte. No se puede privar de amor, alegría y dignidad solamente porque uno es portador de una discapacidad mental”, indica el comunicado de la oficina de prensa de la Santa Sede que notifica el evento. Y añade: “Nadie puede permitirse discriminar debido a prejuicios que marginan y cierran en la soledad a familias y asociaciones”.
En el centro situado en Ciampino hay dos ‘casas familia’, los ‘hogares’ La Viña y El Olivo. El Santo Padre las visitó, se sentó en la mesa, merendó con los internos y los voluntarios escuchando las palabras de Nadia, Salvatore, Vittorio, Paolo, María Grazia, Danilo… compartiendo con alegría este momento familiar. Visitó también a las personas más graves, llevándoles su cariño.
Francisco también visitó los talleres en los que cada uno de ellos puede realizar artesanías de acuerdo a su capacidad y al concluir la visita, en la capilla, Francisco les tomó de la mano para rezar y se despidió de ellos.
Este centro vive en gran parte de la providencia y por ello el Pontífice les llevó una donación personal así como fruta, dulces y otros alimentos que fueron recibidos con aplausos.
Es la quinta iniciativa jubilar del Papa durante este Año de la Misericordia. En enero visitó una residencia para ancianos y enfermos en estado vegetativo; en febrero una centro de rehabilitación en Castel Gandolfo; en marzo el centro de recepción (Cara) para refugiados en Castelnuovo di Porto, y en abril fue el viaje a la isla de Lesbos en Grecia.
 14.05.16



El Papa: ‘No se puede sentir compasión por los animales e indiferencia por el prójimo’
El Santo Padre, en la audiencia jubilar de este sábado, pide no confundir la piedad con el pietismo, que consiste solo en una emoción superficial
14 mayo 2016

Ciudad del Vaticano).- Bajo una intensa lluvia,  la plaza de San Pedro ha quedado cubierta por miles de paraguas de colores, para proteger a los peregrinos venidos de todos las partes del mundo para asistir a la audiencia jubilar del sábado con el papa Francisco. Aunque el mal tiempo no ha impedido que los fieles demostraran su alegría y entusiasmo ante el paso del Pontífice en el jeep cubierto antes de comenzar la audiencia.
A causa de la lluvia, los enfermos han seguido la audiencia desde el Aula Pablo VI, hasta donde el Papa se ha dirigido antes de salir a la plaza. Saludando a los allí presentes, les ha pedido que recen por él.
Antes de comenzar la catequesis en la plaza, el Santo Padre ha querido agradecer a los presentes su presencia a pesar del mal tiempo. Asimismo, ha pedido un aplauso para los enfermos que siguen la audiencia gracias a las pantallas gigantes colocadas en al Aula Pablo VI. “Es difícil aplaudir con el paraguas en la mano”, ha bromeado.
En el resumen hecho en español de la catequesis, el Pontífice ha explicado que “uno de los aspectos de la misericordia consiste en apiadarse de los que sufren”. La pietas –ha indicado– es un concepto que, en el mundo greco-romano, indicaba la devoción debida a los dioses, así como el respeto de los hijos hacia sus padres. Por eso ha reconocido que “hoy se debe estar atentos a no confundir la piedad con el pietismo, que consiste solo en una emoción superficial, que no se preocupa del otro”. Del mismo modo ha aseverado que tampoco se puede confundir con “la compasión hacia los animales, que exagera el interés hacia ellos, mientras deja indiferente el sufrimiento del prójimo”.
La piedad verdadera –ha asegurado Francisco– es manifestación de la misericordia de Dios y uno de los siete dones del Espíritu Santo, que el Señor da a sus discípulos para que sean dóciles y sigan sus inspiraciones divinas.
El Papa ha recordado que en los Evangelios encontramos el grito espontáneo que muchas personas enfermas, endemoniadas, pobres o afligidas dirigían a Jesús, expresando su fe en Él, “porque veían en su persona el amor salvador del mismo Dios”. Jesús –ha añadido– respondía a todos con la mirada de la misericordia y con el consuelo de su presencia, invitándolos a confiar en Él y en su Palabra, porque, para Cristo, apiadarse del otro es compartir su tristeza para convertirla en júbilo y alegría, sanándolo del mal.
A continuación ha saludado a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. “Que la Virgen Santa, Madre de Piedad y Misericordia, interceda por nosotros ante el Señor Jesús, para que nos conceda apiadarse y compadecernos amorosamente del prójimo y nos libre de la esclavitud de las cosas materiales”, ha deseado.
Después de los saludos en las distintas lenguas, ha dirigido unas palabras especiales para los jóvenes, los enfermos y los recién casados. Así, ha recordado que hoy es la fiesta de San Matías, el último de los apóstoles que entró a formar parte de los doce. Por eso ha pedido que “su vigor espiritual” estimule a los jóvenes a “ser coherentes con vuestra fe”. A los enfermos ha deseado que “su abandono en Cristo Resucitado” les sostenga en los momentos de mayor dificultad. Finalmente, ha exhortado a los recién casados a que “su dedicación misionera” les recuerde “que el amor es el fundamento insustituible de la familia”.

 Texto completo de la audiencia jubilar del sábado 14 de mayo de 2016

El Papa asegura que para Jesús sentir piedad equivale a compartir la tristeza de quien encuentra, pero al mismo tiempo a trabajar en primera persona para transformarla en alegría

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- En la audiencia jubilar de este sábado, el Santo Padre ha reflexionado sobre la capacidad de sentir piedad y de apiadarse, que es una manifestación de la misericordia de Dios. Así ha señalado que estamos llamados a sacudirnos de encima la indiferencia que impide reconocer las exigencias de los hermanos que nos rodean y liberándonos de la esclavitud del bienestar material. 

Publicamos a continuación el texto completo:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El día no parece muy bueno, pero vosotros sois valientes y habéis venido con la lluvia. Gracias. Esta audiencia se hará en dos lugares. Los enfermos están en el Aula Pablo VI, por la lluvia, están más cómodos allí y nos siguen desde allí con las pantallas gigantes. Y nosotros aquí. Estamos unidos los dos y os pido que les saludemos con un aplauso. No es fácil aplaudir con el paraguas en la mano ¿eh? 
Entre los aspectos de la misericordia, hay uno que consiste en sentir piedad o apiadarse de los que necesitan amor. La pietas, la piedad, es un concepto presente en el mundo greco-romano, donde se indicaba un acto de sumisión a los superiores: sobre todo la devoción a los dioses, después el respeto de los hijos hacia los padres, sobre todo ancianos. Hoy, sin embargo, debemos estar atentos a no identificar la piedad con el pietismo, bastante difundido, que es solo una emoción superficial y ofende la dignidad del otro.
Al mismo tiempo, la piedad no se debe confundir con la compasión que sentimos por los animales que viven con nosotros; sucede, de hecho, que a veces se siente esto hacia los animales, y se permanece indiferente hacia el sufrimiento de los hermanos. Cuántas veces vemos gente muy unida a los gatos, a los perros, y después no ayudan con el hambre del vecino, la vecina, ¿eh? No, no. ¿De acuerdo?
La piedad de la que queremos hablar es una manifestación de la misericordia de Dios. Es uno de los siete dones del Espíritu Santo que el Señor ofrece a sus discípulos para hacerlos “dóciles al obedecer a las inspiraciones divinas” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1830). Muchas veces en los Evangelio se habla del grito espontáneo que personas enfermas, endemoniadas, pobres o afligidas dirigían a Jesús: “Ten piedad” (cfr Mc 10,47-48; Mt 15,22; 17,15). A todos Jesús respondía con la mirada de la misericordia y el consuelo de su presencia. En estas invocaciones de ayuda y petición de piedad, cada uno expresaba también su fe en Jesús, llamándolo “Maestro”, “Hijo de David” y “Señor”. Intuían que en Él había algo extraordinario, que le llevaba a ayudar y salir de la condición de tristeza en la que se encontraban. Percibían en Él el amor de Dios mismo. Y también si la multitud se aglomeraba, Jesús se daba cuenta de esas invocaciones de piedad y se apiadaba, sobre todo cuando veía personas que sufrían y heridas en su dignidad, como en el caso de la hemorroísa (cfr Mc 5,32). Él les pedía tener confianza en Él y en su Palabra (cfr Jn 6,48-55). Para Jesús sentir piedad equivale a compartir la tristeza de quien encuentra, pero al mismo tiempo a trabajar en primera persona para transformarla en alegría.
También nosotros estamos llamados a cultivar actitudes de piedad delante de tantas situaciones de la vida, sacudiéndonos de encima la indiferencia que impide reconocer las exigencias de los hermanos que nos rodean y liberándonos de la esclavitud del bienestar material (cfr 1 Tm 6,3-8).
Miremos el ejemplo de la virgen María, que cuida de cada uno de sus hijos y es para nosotros creyentes icono de la piedad. Dante Alighieri lo expresa en la oración a la Virgen en la cima del Paraíso: “In te misericordia, in te pietate, […] in te s’aduna quantunque in creatura è di bontate” (XXXIII, 19-21). Gracias.
 15.01.16



El Papa: ‘La condición de hijos es nuestro ADN más profundo’
El Santo Padre, en la homilía de la misa de Pentecostés, recuerda que la paternidad de Dios se reaviva en nosotros a través de la obra redentora de Cristo y del don del Espíritu Santo
15 mayo 2016

 Ciudad del Vaticano). El Espíritu es dado por el Padre y nos conduce al Padre. Toda la obra de la salvación es una obra que regenera, en la cual la paternidad de Dios, mediante el don del Hijo y del Espíritu, nos libra de la orfandad en la que hemos caído. Así lo ha asegurado el papa Francisco, en la homilía de la misa de Pentecostés, celebrada en la Basílica de San Pedro. El Santo Padre ha recordado que la misión de Jesús, culminada con el don del Espíritu Santo, tenía esta finalidad esencial: “restablecer nuestra relación con el Padre, destruida por el pecado”; “apartarnos de la condición de huérfanos y restituirnos a la de hijos”. Y así, ha asegurado que “la paternidad de Dios se reaviva en nosotros a través de la obra redentora de Cristo y del don del Espíritu Santo”.
Francisco ha subrayado que la condición de hijos es nuestra vocación originaria, aquello para lo que estamos hechos, nuestro «ADN» más profundo,  que fue destruido y se necesitó el sacrificio del Hijo Unigénito para que fuese restablecido.
Así, de la muerte de Jesús en la cruz, “ha brotado para toda la humanidad la efusión del Espíritu Santo, como una inmensa cascada de gracia”. Quien se sumerge con fe en este misterio de regeneración –ha añadido– renace a la plenitud de la vida filial.
Por otro lado, el Pontífice ha observado que en nuestro tiempo se constatan diferentes signos de nuestra condición de huérfanos. De este modo ha hablado de “la soledad interior que percibimos incluso en medio de la muchedumbre, y que a veces puede llegar a ser tristeza existencial”, “esa supuesta independencia de Dios, que se ve acompañada por una cierta nostalgia de su cercanía”, “ese difuso analfabetismo espiritual por el que nos sentimos incapaces de rezar”, “esa dificultad para experimentar verdadera y realmente la vida eterna, como plenitud de comunión que germina aquí y que florece después de la muerte” o “esa dificultad para reconocer al otro como hermano, en cuanto hijo del mismo Padre”.
Las palabras de Jesús en la fiesta de Pentecostés, “no os dejaré huérfanos”, hacen pensar también en la presencia maternal de María en el cenáculo. Al respecto, el Papa ha indicado que “la Madre de Jesús está en medio de la comunidad de los discípulos, reunida en oración: es memoria viva del Hijo e invocación viva del Espíritu Santo.” Es la Madre de la Iglesia, ha recordado.
Y para consolidar nuestra relación de pertenencia al Señor Jesús –ha explicado Francisco– el Espíritu nos hace entrar en una nueva dinámica de fraternidad. Por medio de Jesús “podemos relacionarnos con los demás de un modo nuevo, no como huérfanos, sino como hijos del mismo Padre bueno y misericordioso”. Y esto hace que todo cambie, ha asegurado.
Finalmente, el Santo Padre ha observado que “podemos mirarnos como hermanos”, y nuestras diferencias harán que “se multiplique la alegría y la admiración de pertenecer a esta única paternidad y fraternidad”.
16.05.16 



El Papa: el sacerdote no es un burócrata, debe estar siempre disponible

En su mensaje a los obispos italianos les invita a e vitar una pastoral de conservación y a mantener solo los bienes que pueda servir para la experiencia de fe y de caridad del pueblo de Dios

16 mayo 2016

Roma).-  El papa Francisco abrió este lunes en el Vaticano, los trabajos de la 69° asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), que se prolongarán hasta el 19 de mayo. Quien esperaba un discurso relacionado a los problemas nacionales habrá quedado desilusionado, porque el Papa no abordó el tema de la nueva ley sobre uniones civiles, ni habló sobre la recepción de los inmigrantes, sino que les recordó cómo debe ser el perfil de un buen sacerdote. O sea, un hombre de paz siempre disponible. Nunca un burócrata o un funcionario anónimo, que no se escandaliza cuando el las personas son frágiles. Y citando las estructuras y los bienes económicos invitó a “mantener solamente lo que sirve para la experiencia de fe y de caridad del pueblo de Dios”.

Después de la oración inicial y del canto del Veni Creator, el Pontífice ha partido de la premisa que “sin el Espíritu Santo no existe posibilidad de vida buena ni de reforma” e invitó a mirar el rostro “de uno de los tantos párrocos que se consumen en nuestras comunidades” para entender qué le da sabor su la vida, por qué se empeña en el servicio, y cuál es la razón última de su donación.

A los obispos reunidos en el Aula Nueva del Sínodo señaló la figura de “Moisés que se acercó al fuego y dejó que las llamas quemaran su ambición de carrera y poder”. Descalzo, sin escandalizarse por las fragilidades humanas, consciente de ser como el paralítico curado, distante de la frialdad del rigorista, con el aceite de la esperanza y de la consolación se vuelve próximo de todos y dispuesto a compartir el abandono y el sufrimiento.

“Así nuestro sacerdote no es un burócrata o un anónimo funcionario de la institución; no está consagrado a un rol de empleado, no está movido por los criterios de la eficiencia”. Además “sabe que el amor es todo. No busca seguridades terrenas o títulos honoríficos que llevan a confiar en el hombre; no pide nada para sí en el ministerio que vaya más allá de su real necesidad, ni está preocupado de atar a sí a las personas que le han sido confiadas”.

“Su estilo de vida –prosigue el Santo Padre– simple y esencial, siempre disponible, lo vuelve creíble a los ojos de la gente y lo acerca a los humildes, en una caridad pastoral que los vuelve libres y solidarios”.

Tiene que ser un siervo que se ha vuelto rico por frecuentar a los pobres, “un hombre de paz y de reconciliación, un signo y un instrumento de la ternura de Dios, atento a difundir el bien con la misma pasión con la cual los otros se ocupan de sus intereses”.

Para entender por quién de empeña un presbitero, parte, señala el Santo Padre, de la “participación que tiene en la Iglesia, de una comunidad concreta con la cual comparte el camino”. Y esta pertenencia “es la sal de la vida del presbítero”. Y en esta época pobre de amistad social “nuestra primera tarea es construir comunidad”.
También es fundamental vivir el sacerdocio, no de manera ocasional o por una colaboración instrumental, sino libre de narcisismos y de los celos clericales, que haga crecer la estima, el apoyo, la benevolencia recíproca y la fraternidad concreta.
En la reflexión sobre la renovación del clero el Papa les ha señalado la gestión de las estructuras de los bienes económicos: “En una visión evangélica eviten de volverse pesados en una pastoral de conservación que se vuelve obstáculo a la apertura a la perenne novedad del Espíritu. Mantengan solamente lo que pueda servir para la experiencia de fe y de caridad del pueblo de Dios”.
Y sobre la razón última del donarse señaló que quienes quieren calcular todo son los más infelices. Porque el buen presbítero “con sus límites, es uno que se juega hasta el fondo” y se ofrece con gratuidad, humildad y alegría”.
El Santo Padre concluyó señalando que la triple pertenencia es al Señor, a la Iglesia y al Reino. Y que con ellos reza “a la Virgen Santa para que lleven el servicio que les fue confiado y con el cual participan al misterio de la Madre Iglesia”.
 17.05.16 
 
El Papa en Sta. Marta advierte de los ‘trepadores’ en la Iglesia que buscan subir alto
En la homilía de este martes, Francisco explica que el amor por el mundo, por el espíritu mundano, es enemigo de Dios
17 mayo 2016
 Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco  ha recordado en la homilía de la misa celebrada esta mañana en Santa Marta que el camino que indica Jesús es el del servicio, pero a menudo en la Iglesia se busca poder, dinero y vanidad. Asimismo ha subrayado que los cristianos deben vencer la “tentación mundana” que divide a la Iglesia y ha advertido sobre los “trepadores” que tienen la tentación de destruir al otro “para subir alto”.
De este modo ha recordado, tal y como se lee en el Evangelio del día, que Jesús enseñaba a los discípulos el camino del servicio, pero ellos se preguntaban quién era el más grande entre ellos. Jesús –ha precisado el Santo Padre– habla en un lenguaje de humillación, de muerte, de redención y ellos hablan en un lengua de trepadores: ¿quién subirá más alto al poder?
Al respecto, el Papa ha indicado que esta es “una tentación que tenían”, eran “tentados por la forma de pensar del mundo mundano”. Se preguntan quién era el más grande mientras que Jesús les pide ser el último, “servidor de todos”.
En esta misma línea, el Pontífice ha asegurado que “en el camino que Jesús les indica para ir adelante, el servicio es la regla. El más grande es el que sirve, el que está más al servicio de los otros, no el que presume, que busca el poder, el dinero… la vanidad, el orgullo… No, estos nos son grandes”. Y así ha advertido de que en toda comunidad –en las parroquias o en las instituciones– siempre está este deseo de trepar, de tener el poder.
También en la Primera Lectura, de la Carta de Santiago, ha añadido Francisco, advierte sobre las pasiones por el poder, las envidias, los celos que destruyen al otro.
Y este es el mensaje también para la Iglesia hoy. Mientras el mundo habla de quién tiene más poder para mandar, Jesús afirma haber venido al mundo “para servir”, no “para ser servido”.
De este modo ha explicado que la envidia y los celos destruyen todo. Por eso ha recordado que esto sucede hoy en cada institución de la Iglesia: parroquias, colegios, episcopados… “Las ganas del espíritu del mundo, que es espíritu de riqueza, vanidad y orgullo”, ha señalado.
Jesús –ha aseverado– ha venido al mundo para servir y nos ha enseñado el camino en la vida cristiana: el servicio, la humildad.
Por otro lado, el Pontífice ha precisado que “cuando los grandes santos decían que se sentían muy pecadores es porque habían entendido este espíritu del mundo que estaba dentro de ellos y habían tenido muchas tentaciones mundanas”. Ninguno de nosotros puede decir: ‘No, yo soy una persona santa, limpia’, ha precisado Francisco.
Por esto, ha explicado que todos somos tentados por nuestras cosas, somos tentados de destruir al otro para subir más arriba. “Es una tentación mundana, pero que divide y destruye la Iglesia, no es el Espíritu de Jesús”, ha añadido.
A finalizar la homilía, el Santo Padre ha invitado a pensar en las muchas veces que hemos visto esto en la Iglesia y en las muchas veces que nosotros hacemos esto. Y por esta razón, “pedir al Señor que nos ilumine, para entender que el amor por el mundo, es decir por este espíritu mundano, es enemigo de Dios”.
 17.05.16



El Papa en Sta. Marta advierte de los ‘trepadores’ en la Iglesia que buscan subir alto
En la homilía de este martes, Francisco explica que el amor por el mundo, por el espíritu mundano, es enemigo de Dios
17 mayo 2016
 Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco  ha recordado en la homilía de la misa celebrada esta mañana en Santa Marta que el camino que indica Jesús es el del servicio, pero a menudo en la Iglesia se busca poder, dinero y vanidad. Asimismo ha subrayado que los cristianos deben vencer la “tentación mundana” que divide a la Iglesia y ha advertido sobre los “trepadores” que tienen la tentación de destruir al otro “para subir alto”.
De este modo ha recordado, tal y como se lee en el Evangelio del día, que Jesús enseñaba a los discípulos el camino del servicio, pero ellos se preguntaban quién era el más grande entre ellos. Jesús –ha precisado el Santo Padre– habla en un lenguaje de humillación, de muerte, de redención y ellos hablan en un lengua de trepadores: ¿quién subirá más alto al poder?
Al respecto, el Papa ha indicado que esta es “una tentación que tenían”, eran “tentados por la forma de pensar del mundo mundano”. Se preguntan quién era el más grande mientras que Jesús les pide ser el último, “servidor de todos”.
En esta misma línea, el Pontífice ha asegurado que “en el camino que Jesús les indica para ir adelante, el servicio es la regla. El más grande es el que sirve, el que está más al servicio de los otros, no el que presume, que busca el poder, el dinero… la vanidad, el orgullo… No, estos nos son grandes”. Y así ha advertido de que en toda comunidad –en las parroquias o en las instituciones– siempre está este deseo de trepar, de tener el poder.
También en la Primera Lectura, de la Carta de Santiago, ha añadido Francisco, advierte sobre las pasiones por el poder, las envidias, los celos que destruyen al otro.
Y este es el mensaje también para la Iglesia hoy. Mientras el mundo habla de quién tiene más poder para mandar, Jesús afirma haber venido al mundo “para servir”, no “para ser servido”.
De este modo ha explicado que la envidia y los celos destruyen todo. Por eso ha recordado que esto sucede hoy en cada institución de la Iglesia: parroquias, colegios, episcopados… “Las ganas del espíritu del mundo, que es espíritu de riqueza, vanidad y orgullo”, ha señalado.
Jesús –ha aseverado– ha venido al mundo para servir y nos ha enseñado el camino en la vida cristiana: el servicio, la humildad.
Por otro lado, el Pontífice ha precisado que “cuando los grandes santos decían que se sentían muy pecadores es porque habían entendido este espíritu del mundo que estaba dentro de ellos y habían tenido muchas tentaciones mundanas”. Ninguno de nosotros puede decir: ‘No, yo soy una persona santa, limpia’, ha precisado Francisco.
Por esto, ha explicado que todos somos tentados por nuestras cosas, somos tentados de destruir al otro para subir más arriba. “Es una tentación mundana, pero que divide y destruye la Iglesia, no es el Espíritu de Jesús”, ha añadido.
A finalizar la homilía, el Santo Padre ha invitado a pensar en las muchas veces que hemos visto esto en la Iglesia y en las muchas veces que nosotros hacemos esto. Y por esta razón, “pedir al Señor que nos ilumine, para entender que el amor por el mundo, es decir por este espíritu mundano, es enemigo de Dios”.
 18.05.16




El  Papa: El rico no es condenado por sus riquezas, sino por no compadecerse del pobre
En la catequesis de la audiencia general, el Santo Padre explica que la misericordia de Dios con nosotros está estrechamente unida a la nuestra con el prójimo
18 mayo 2016
 Ciudad del Vaticano).- Jóvenes, niños y ancianos, procedentes de todos los rincones del mundo, han acudido hoy a la plaza de San Pedro para la cita semanal con el santo padre Francisco en la audiencia general. Como cada miércoles, el Francisco ha salido a la plaza en el papamóvil para pasar cerca de los fieles allí reunidos. Despertando el entusiasmo y la alegría de los peregrinos, el Pontífice ha bendecido y saludado a los presentes.
En la catequesis de esta semana, el Santo Padre ha reflexionado sobre la parábola del rico epulón y del pobre Lázaro, que “presenta dos modos de vivir que se contraponen”. Así, en el resumen hecho en español ha recordado que “el rico disfruta de una vida de lujo y derroche” en cambio, “Lázaro está a su puerta en la más absoluta indigencia, y es una llamada constante a la conversión del opulento, que este no acoge”.
La situación –ha observado– se invirtió para ambos después de la muerte. De este modo, ha subrayado que “el rico fue condenado a los tormentos del infierno, no por sus riquezas, sino por no compadecerse del pobre”. En su desgracia, ha añadido, pidió ayuda a Abrahán, con quien estaba Lázaro. “Pero su petición no pudo ser acogida, porque la puerta que separaba al rico del pobre en esta vida se había transformado después de la muerte en un gran abismo”, ha aseverado el Santo Padre.
Así, ha concluido indicando que esta parábola “nos enseña que la misericordia de Dios con nosotros está estrechamente unida a la nuestra con el prójimo” y “cuando falta nuestra misericordia con los demás, la de Dios no puede entrar en nuestro corazón cerrado”. Dios –ha precisado el Santo Padre– quiere que lo amemos a través de aquellos que encontramos en nuestro camino.                
A continuación, el papa Francisco ha saludado a los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de España y Latinoamérica. De este modo, les ha invitado a no perder la oportunidad, que se presenta constantemente, “de abrir la puerta del corazón al pobre y necesitado, y a reconocer en ellos el rostro misericordioso de Dios”.
Después de los saludos en las distintas lenguas, el Pontífice ha dirigido unas palabras a los jóvenes, los enfermos y los recién casados. A los jóvenes les ha invitado a que aprendan de san Francisco de Paola que “la humildad es fuerza y no debilidad”. A los enfermos les ha solicitado que no se cansen de “pedir en la oración la ayuda del Señor especialmente en la dificultad”. Finalmente ha exhortado a los recién casados a que compitan como los santos en el estimarse y ayudarse el uno al otro.
 19.05.16



El Papa en Sta. Marta: La explotación laboral es pecado mortal
El Santo Padre advierte sobre estas “verdaderas sanguijuelas” que “viven de la sangre de la gente que hacen esclavos del trabajo”
19 mayo 2016
Ciudad del Vaticano).- Explotar a la gente en el trabajo para enriquecerse es transformarse en sanguijuelas y un pecado mortal. Con esta determinación lo ha asegurado el papa Francisco en la homilía de la misa celebrada esta mañana en Santa Marta, explicando las lecturas del día.
En la carta de Santiago hay una fuerte advertencia a los ricos que acumulan dinero explotando a la gente. Así, el Papa ha precisado que “las riquezas en sí mismas son buenas” pero son “relativas, no son algo absoluto”.
De este modo ha reconocido que se equivocan los que siguen la llamada “teología de la prosperidad” según la cual “Dios te hace ver que tú eres justo si te da muchas riquezas”. El Santo Padre ha precisado que el problema es no unir el corazón a las riquezas porque “no se puede servir a Dios y a las riquezas”. Porque se pueden convertir en “cadenas” que quitan “la libertad de seguir a Jesús”.
Tal y como ha explicado el Papa, Santiago en su carta dice que “el jornal defraudado a los obreros que han cosechado vuestros campos está clamando contra vosotros; y los gritos de los segadores han llegado hasta el oído del Señor de los ejércitos”.
En esta misma línea, ha indicado que “cuando las riquezas se hacen con la explotación de la gente, esos ricos explotan el trabajo de la gente y esa pobre gente se convierte en esclava”. De este modo ha explicado cómo suceden las cosas hoy: ‘quiero trabajar’ – ‘Vale: te hago un contrato. De septiembre a junio’. Sin posibilidad de pensión, sin aseguración médica… En junio le despiden y julio y agosto debe comer del aire. Y en septiembre te contratan de nuevo. “Los que hacen esto son verdaderas sanguijuelas y viven de la sangre de la gente y la hacen esclava del trabajo”, ha precisado el Santo Padre.
Estos ricos –observa Francisco– engordan en riquezas y el apóstol dice: “Se han cebado para el día de la matanza”. Asimismo, ha advertido de que “la sangre de toda esta gente que ha sido chupada” y de la que “ha sido vivida, es un grito al Señor, es un grito de justicia”.
De este modo, el Santo Padre ha subrayado que la explotación de la gente hoy es una verdadera esclavitud. “Nosotros pensábamos que los esclavos ya no existían: existen. Es verdad, la gente no va a tomarlos en África para venderlo en América, no. Pero está en nuestras ciudades. Y están estos traficantes, estos que tratan a la gente con el trabajo sin justicia”.
Esto es peor –ha advertido– que ignorar al pobre. “Esto es dejar morir de hambre a la gente con su trabajo para mi provecho”, ha asegurado. “Vivir de la sangre de la gente. Y esto es pecado mortal. Es pecado mortal. Y es necesaria mucha penitencia, mucha restitución para convertirse de este pecado”, ha observado el Pontífice.
Para finalizar la homilía, el Santo Padre ha invitado a pensar en este drama de hoy. La explotación de la gente, la sangre de esta gente que se hace esclava, los traficantes de gente y no solo los que trafican con las prostitutas y los niños para el trabajo infantil, sino ese tráfico más ‘civilizado’: ‘yo te pago hasta aquí, sin vacaciones, sin aseguración médica, sin … todo en negro… ¡Pero yo me hago rico!’.
De este modo ha pedido que el Señor “nos haga entender hoy esa sencillez que Jesús nos dice en el Evangelio del día: es más importante un vaso de agua en nombre de Cristo que todas las riquezas acumuladas con la explotación de la gente”. 
20.05.16 



El Papa en Sta. Marta: Jesús nunca negocia la verdad
En la homilía de este viernes, el Santo Padre recuerda que no se puede reducir la plenitud de Dios a una ecuación casuística
20 mayo 2016
 Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha reflexionado este viernes por la mañana, en la homilía de la misa celebrada en Santa Marta, sobre el Evangelio en el que Jesús habla a los fariseos del adulterio. Cristo, ha afirmado el Papa, supera la visión humana que reduce la visión de Dios a una “ecuación casuística”.
Así, ha explicado que el Evangelio está lleno de “trampas”, en las que los fariseos y doctores de la ley tratan de hacer caer a Jesús para sorprenderle desprevenido, hacerle perder la autoridad y el crédito que tiene entre la gente. Y una de tantas es la que el Evangelio del día narra, cuando los fariseos le preguntan si es lícito repudiar a la mujer.
El Santo Padre lo ha definido como la “trampa” de la “casuística”, inventada “por un pequeño grupito de teólogos iluminados”, convencidos “de tener toda la ciencia y la sabiduría del pueblo de Dios”. Una trampa de la que Jesús sale yendo “más allá”, “a la plenitud del matrimonio”, ha explicado el Pontífice.
A propósito, el papa Francisco ha explicado que Jesús ya lo hizo en el pasado con los saduceos, sobre la mujer que había tenido siete maridos pero que en la resurrección no estará casada con ninguno porque en el cielo no se toma “ni mujer ni marido”.
En ese caso, tal y como ha recordado el Papa, Jesús se refirió a la “plenitud escatológica” del matrimonio. Con los fariseos, sin embargo, “va a la plenitud de la armonía de la creación”: “Dios los creó hombre y mujer” y los “dos serán una carne sola”. Ya no son dos, sino una sola carne. Por lo tanto, ha precisado Francisco, lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre.
Asimismo, el Pontífice ha indicado que Jesús nunca negocia la verdad. Y este pequeño grupo de teólogos iluminados, negociaban siempre la verdad, reduciéndola a casuística. De este modo, ha insistido en que “Jesús no negocia la verdad. Y esta es la verdad sobre el matrimonio, no hay otra”.
Pero Jesús –ha añadido el Papa– es tan misericordioso, es tan grande, que nunca, nunca, nunca cierra la puerta a los pecadores. Por eso no se limita a enunciar la verdad de Dios sino que pide también a los fariseos lo que Moisés estableció en la ley. Y cuando los fariseos le repiten que contra el adulterio es lícito “un acto de repudio”, Jesús les replica que esa norma fue escrita “por la dureza de vuestro corazón”. Es decir, ha aseverado el Papa, Jesús distingue siempre entre la verdad y la debilidad humana, sin rodeos.
“En este mundo en el que vivimos, con esta cultura de lo provisional, esta realidad de pecado es muy fuerte. Pero Jesús, recordando a Moisés, nos dice: ‘Pero, hay dureza en el corazón, hay pecado, algo se puede hacer: el perdón, la comprensión, el acompañamiento, la integración, el discernimiento de estos casos… Pero siempre… ¡pero la verdad no se vende nunca!’. Y Jesús es capaz de decir esta verdad tan grande y al mismo tiempo ser muy comprensivo con los pecadores, con los débiles”, ha explicado el Santo Padre.  
Por lo tanto, el Pontífice ha subrayado que estas son las dos cosas que Jesús nos enseña: “la verdad y la comprensión”, lo que los “teólogos iluminados” no consiguen hacer, porque están cerrado en la trampa “de la ecuación matemática” del “¿se puede? ¿no se puede?”. Y así, son “incapaces tanto de horizontes grandes como de amor” por la debilidad humana.
Es suficiente con mirar la “delicadeza” con la que Jesús trata a la adúltera que va a ser lapidada: “Yo tampoco te condeno, ve y de ahora en adelante no peques más”.
Para finalizar la homilía, Francisco ha pedido que “Jesús nos enseña a tener con el corazón una gran adhesión a la verdad y también con el corazón una gran comprensión y acompañamiento a todos nuestros hermanos que están en dificultad”. Y esto es un don –ha observado– esto lo enseña el Espíritu Santo, no estos doctores iluminados, que para enseñarnos necesitan reducir la plenitud de Dios a una ecuación casuística. 
21.05.16 



El Papa al presidente Lukashenko: ‘Minsk sea una ciudad de paz’

El Santo Padre recibió al presidente de Bielorrusia, país

21 mayo 2016

 Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco recibió este sábado en el Vaticano, al presidente de Bielorusia, Alexandr Lukashenko, en una audiencia que duró unos 22 minutos. Al encontrarle el presidente le dio al Santo Padre un abrazo y después ambos se dirigieron a la biblioteca privada en donde a puertas cerradas conversaron con la ayuda de dos intérpretes.
Bielorrusia, (oficialmente República de Belarús), se declaró independiente de la Unión Soviética en 1991, tiene un 80 por ciento de población ortodoxa vinculada al Patriarcado de Moscú y los católicos constituyen una minoría, junto con los judíos y musulmanes.
El Vaticano a través de su oficina de prensa señaló: “Durante las conversaciones transcurridas en una atmósfera de cordialidad, se ha manifestado la satisfacción por el buen estado de las relaciones bilaterales y se ha hablado de algunas cuestiones de interés común, con particular referencia a la vida de la Iglesia en Bielorrusia y a la convivencia pacífica entre la comunidad católica y ortodoxa del país, así como entre las otras confesiones religiosas”.
El comunicado añade que “se ha subrayado además, el papel desempeñado por la ciudad de Minsk como sede de varios coloquios recientes encaminados a la búsqueda de soluciones de paz en la región”.
Al concluir la audiencia, entró la delegación que acompañaba al mandatario, en la que estaba también el hijo adolescente del presidente. Lukashenko le regaló al Pontífice una cruz oriental, un pequeño icono y el modelo de una carroza.
Por su parte el Santo Padre le entregó el medallón con el olivo de la paz y le dijo “Llévela a Minsk para que se sea una ciudad de paz”. Le regaló también la encíclica Laudato Si’ y las exhortaciones apostólicas Evangelii Gaudium y Amoris Laetitia.
El presidente bielorruso al recibir la encíclica le preguntó si era su tesis de doctorado, a lo que Francisco respondió: ‘No, la he escrito aquí’.
Antes de despedirse el presidente invitó al Papa a que visite la exposición de los 33 iconos de su país que se está realizando en los Museos Vaticanos y que lleva por título: “Iconos de Bielorrusia en del siglo XVII al XXI”, los cuales son parte de la colección del Museo Nacional de Arte de Minsk, y que estará abierta al público hasta el próximo 25 de julio.
Sucesivamente el mandatario se ha encontrado con el secretario de estado, el cardenal Pietro Parolín, acompañado por el secretario para las relaciones con los estados, el arzobispo Paul Richard Gallagher.
El mes pasado el presidente Lukashenko aseguró que todos los bielorrusos que hayan combatido en el este de Ucrania serán llevados ante la Justicia, independientemente de por quíen han luchado en el conflicto que dura ya dos años y tiene un saldo de al menos nueve mil muertos, según los datos de las Naciones Unidas.
Lukashenko se encuentra gobernando en su quinto mandato consecutivo, en un país que fue sometido a las sanciones económicas de la Unión Europea, suspendidas solamente el mes de febrero pasado tras la liberación de seis detenidos políticos y la aceptación de observadores internacionales en las elecciones.
22.05.16




Texto completo del ángelus del papa Francisco
22 de mayo de 2016
En Papa, en la fiesta de la Santísima Trinidad, explica que Dios es una “familia” de tres Personas que se aman tanto que forman una sola cosa
El papa Francisco, como cada domingo, se ha asomado a la ventana del estudio del Palacio Apostólico, para rezar el ángelus con la gran multitud de fieles reunidos en la plaza de San Pedro.
Estas son las palabras del Papa para introducir la oración mariana:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy, fiesta de la Santísima Trinidad, el Evangelio de san Juan nos presenta un fragmento del largo discurso de despedida, pronunciado por Jesús poco antes de su Pasión. En este discurso, Él explica a los discípulos las verdades más profundas que tienen que ver con él; y así se delinea la relación entre Jesús, el Padre y el Espíritu Santo. Jesús sabe que está cerca de la realización del diseño del Padre, que se cumplirá con su muerte y resurrección; por eso quiere asegurar a los suyos que nos les abandonará, porque su misión será prolongada por el Espíritu Santo. Será el Espíritu Santo quien prolongue la misión de Jesús. Es decir, guiar la Iglesia hacia adelante.
Jesús revela en qué consiste esta misión. En primer lugar, el Espíritu nos guía a entender las muchas cosas que Jesús mismo todavía tiene que decir (cfr Gv 16,12). No se trata de doctrinas nuevas o especiales, sino de una plena comprensión de todo lo que el Hijo ha escuchado del Padre y que ha hecho conocer a los discípulos (cfr v. 15). El Espíritu nos guía en las nuevas situaciones existenciales con una mirada dirigida a Jesús y, al mismo tiempo, abierto a los eventos y al futuro. Él nos ayuda a caminar en la historia firmemente arraigados en el Evangelio y también con fidelidad dinámica a nuestras tradiciones y costumbres.
Pero el misterio de la Trinidad nos habla también de nosotros, de nuestra relación con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. De hecho, mediante el Bautismo, el Espíritu Santo nos ha metido en la oración y en la vida misma de Dios, que es comunión de amor. Dios es una “familia” de tres Personas que se aman tanto que forman una sola cosa. Esta “familia divina” no está cerrada en sí misma, sino que está abierta, se comunica en la creación y en la historia y ha entrado en el mundo de los hombre para llamar a todos a formar parte. El horizonte trinitario de comunión nos rodea a todos y nos estimula a vivir en el amor y en el compartir fraterna, seguros de que allí donde hay amor, está Dios.
Nuestro ser creados a imagen y semejanza de Dios-comunión nos llama a comprendernos a nosotros mismo como ser-en-relación y a vivir las relaciones interpersonales en la solidaridad y en el amor mutuo. Tales relaciones se juegan, sobre todo, en el ámbito de nuestras comunidades eclesiales, para que se cada vez más evidente la imagen de la Iglesia icono de la Trinidad. Pero se juegan en cada relación social, de la familia a las amistades y al ambiente de trabajo, todo: son ocasiones concretas que se nos ofrecen para construir relaciones cada vez más ricas humanamente, capaces de respeto recíproco y de amor desinteresado.  
La fiesta de la Santísima Trinidad nos invita a comprometernos en los acontecimientos cotidianos para ser levadura de comunión, de consolación y de misericordia. En esta misión somos sostenidos por la fuerza que el Espíritu Santo nos dona: cuida la carne de la humanidad herida por la injusticia, la opresión, el odio y la avaricia. La Virgen María, en su humildad, ha acogido la voluntad del Padre y ha concebido al Hijo por obra del Espíritu Santo. Nos ayude Ella, espejo de la Trinidad, a reforzar nuestra fe en el Misterio trinitario y a encarnarla con elecciones y actitudes de amor y de unidad.

Después del ángelus:

¡Queridos hermanos y hermanas!
Ayer en Cosenza, fue proclamado beato Francesco Maria Greco, sacerdote diocesano, fundador de las Hermanas Pequeñas Operarias de los Sagrados Corazones. Entre el siglo XIX y XX fue un animador de la vida religiosa y social de su ciudad, Acri, donde ejercitó todo su fecundo ministerio. Damos gracias a Dios por este sacerdote ejemplar.
Este aplauso también por los muchos buenos sacerdotes que hay en Italia.
Mañana comenzará en Estambul, Turquía, la Primera Cumbre Mundial Humanitaria, con el fin de reflexionar sobre las medidas que hay que adoptar para ir al encuentro de las dramáticas situaciones humanitarias causadas por conflictos, problemáticas ambientales y extrema pobreza. Acompañamos con la oración a los participantes de este encuentro para que se comprometan plenamente a realizar el objetivo humanitario principal: salvar la vida de cada ser humano, nadie excluido, en particular los inocentes y los más indefensos. La Santa Sede participará en este encuentro, en esta Cumbre Humanitaria, y por eso hoy viaja, para representar a la Santa Sede, el secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin.
El martes, 24 de mayo, nos uniremos espiritualmente a los fieles católicos en China, que en este día celebran con particular devoción la memoria de la beata Virgen María “Ayuda de los Cristianos”, venerada en el santuario de Sheshan en Shanghai. Pidamos a María que done a sus hijos en China la capacidad de discernir en cada situación los signos de la presencia amorosa de Dios, que siempre acoge y siempre perdona. En este Año Santo de la Misericordia puedan los católicos chinos, junto a los que siguen otras nobles tradiciones religiosas, convertirse en signo concreto de caridad y de reconciliación. De tal forma promoverán una auténtica cultura del encuentro y la armonía de toda la sociedad. Esa armonía que ama tanto el espíritu chino.
¡Os saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos! En particular estoy contento de acoger a los fieles ortodoxos de la Metropolitana de Berat, en Albania, y les doy las gracias por su testimonio ecuménico.
Saludo a los niños de la Escuela de las Hermanas Salesianas de Cracovia; los estudiantes de Pamplona, los fieles de Madrid, Bilbao y Gran Canarias en España, Meudon y Estrasburgo en Francia, Laeken en Bélgica; y el grupo de trabajadores sanitario de Eslovenia.
Saludo a la comunidad católica china de Roma, las Confraternidaes de Cagliari y de Molfetta, los jóvenes de la diócesis de Cefalù, los ministrantes de Vall’Alta, la Acción Católica diocesana de Mileto- Nicotera-Tropea, y las Corales de Desenzano de Garda, Ca’ de David y Lungavilla.
Os deseo a todos un feliz domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!
 23.05.16



El Papa en Sta. Marta: ‘El carnet de identidad del cristiano es la alegría’
En la homilía de este lunes, el Santo Padre exhorta a pedir al Señor que ‘nos dé el asombro delante de Él y de las riquezas espirituales que nos ha dado’
23 mayo 2016
 Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha recordado que no puede haber un cristiano sin alegría. Lo ha hecho durante la homilía de la misa celebrada esta mañana en Santa Marta. De este modo, ha indicado que también en los sufrimientos de la vida, el cristiano sabe encomendarse a Jesús y vivir con esperanza. Además ha invitado a no dejarse dominar por la riqueza.
El cristiano vive en la alegría y en el estupor gracias a la Resurrección de Jesucristo. El Pontífice, comentando la Primera Carta de San Pedro Apóstol, ha observado que también si estamos afligidos por las pruebas, no nos quitarán nunca la alegría “de lo que Dios ha hecho en nosotros”, “nos ha regenerado y nos ha dado esperanza”.
Así, ha precisado que nosotros “podemos ir” hacia “esa esperanza” que “los primeros cristianos pintaban como un ancla en el cielo”. Nosotros –ha indicado– tomamos la cuerda y vamos allí, hacia esa esperanza que nos da alegría.
En esta línea ha asegurado que “un cristiano es un hombre y una mujer de alegría, un hombre y una mujer con alegría en el corazón”. Por eso ha exclamado que “no existe un cristiano sin alegría”. El carnet de identidad del cristiano es la alegría, la alegría del Evangelio, la alegría de haber sido elegidos por Jesús, salvados por Jesús, regenerados por Jesús; la alegría de esa esperanza que Jesús nos espera, la alegría que  –también en las cruces y en los sufrimientos de esta vida– se expresa de otra forma, que es la paz en la seguridad de que Jesús nos acompaña, está con nosotros.
El cristiano –ha aseverado Francisco– hace crecer esta alegría con la confianza en Dios. Dios se acuerda siempre de su alianza. Y a su vez, “el cristiano sabe que Dios se acuerda, que Dios lo ama, que Dios lo acompaña, que Dios lo espera. Y esta es la alegría”.
Por otro lado, haciendo referencia al Evangelio del día, el Santo Padre ha explicado que se habla de un hombre que “no ha sido capaz de abrir el corazón a la alegría y ha elegido la tristeza” porque poseía muchos bienes.  Al respecto, el Pontífice ha señalado que las riquezas no son malas en sí mismas. La maldad es “servir a las riquezas”. 
Y así, ha asegurado que “cuando en nuestras parroquias, en nuestras comunidades, en nuestras instituciones, encontramos gente que se dice cristiana y quiere ser cristiana pero está triste, algo sucede ahí que no va bien”. Por eso ha recordado que debemos ayudar a estas personas para que encuentren a Jesús, a quitar esa tristeza, para que pueden alegrarse con el Evangelio, puedan tener esta alegría que es propia del Evangelio.
En este punto ha reflexionado sobre la “alegría y el asombro”. El asombro bueno –ha observado– delante de la revelación, delante del amor de Dios, delante de las emociones del Espíritu Santo.  El cristiano es un hombre, una mujer “de asombro”.
La alegría cristiana, ha añadido, el asombro de la alegría, el ser salvados de vivir apegados a otras cosas, a las mundanidades, solamente se puede con la fuerza de Dios, con la fuerza del Espíritu Santo.
Para finalizar la homilía de este lunes, el Santo Padre ha invitado a pedir al Señor que nos dé el asombro delante de Él, delante de tantas riquezas espirituales que nos ha dado y con este estupor, “nos dé la alegría de nuestra vida y de vivir con paz en el corazón las muchas dificultades”. Así como también “nos proteja del buscar la felicidad en tantas cosas que al final nos entristecen”. Cosas que, ha recordado, prometen mucho pero no nos darán nada.
24.05.16




El Papa en Sta. Marta: El camino a la santidad necesita valentía, esperanza, gracia y conversión
En la homilía de este martes, el Santo Padre explica que la santidad no se puede comprar, no se vende y ni siquiera se regala
24 mayo 2016
 Ciudad del Vaticano).- Moverse hacia la santidad quiere decir “caminar en la presencia de Dios de forma irreprensible”. Así lo ha indicado el papa Francisco en la homilía de la misa celebrada en Santa Marta. Un compromiso que necesita un corazón que sepa esperar con valentía, interrogarse, abrirse ‘con sencillez’ a la gracia de Dios.
La santidad no se compra ni se gana con las mejores fuerzas humanas. Así, el Papa ha explicado que “la santidad sencilla de todos los cristianos”, “la nuestra, la que debemos hacer todos los días”, es un camino que se puede recorrer solo si la sostienen cuatro elementos imprescindibles: valentía, esperanza, gracia, conversión.
Durante la homilía, el Pontífice ha comentado el pasaje litúrgico de la primera Carta del apóstol Pedro, la que define como “un pequeño tratado de santidad”. La santidad es “caminar en la presencia de Dios de forma irreprensible”.
De este modo, ha precisado que “la santidad es un camino, la santidad no se puede comprar, no se vende. Ni siquiera se regala”. La santidad –ha aseverado Francisco– es un camino en la presencia de Dios, que debo hacer yo: no puede hacerlo otro en mi nombre. “Yo puedo rezar para que otro sea santo, pero el camino debe hacerlo él, no yo”, ha recordado.
A continuación, el Santo Padre ha propuesto una serie de palabras que nos enseñan cómo es la santidad de cada día, esa santidad anónima.
La primera es “valentía”.  Por eso, ha explicado que “el Reino de los Cielos de Jesús” es para “aquellos que tienen la valentía de ir adelante”. Y la valentía es movida “por la esperanza”. Segunda palabra que lleva a la santidad. La valentía que espera “en un encuentro con Jesús”.
Después está el tercer elemento, cuando Pedro escribe: “poned toda vuestra esperanza en esa gracia”.
Recordando que la santidad no podemos hacerla solos, el Santo Padre ha subrayado que la santidad es una gracia. “Ser bueno, ser santos, ir todos los días un paso adelante en la vida cristiana es una gracia de Dios y debemos pedirla”, ha precisado.
En esta línea, Francisco ha invitado a leer el capítulo 11 de la Carta a los Hebreos. Cuenta el camino “de nuestros padres, de los primeros llamados por Dios” y cómo ellos fueron adelante.
Por otro lado, ha indicado que Pedro en su carta subraya la importancia de un cuarto elemento. Así, indica que cuando invita a sus interlocutores a no conformarse con los deseos de un tiempo, les estimula esencialmente a cambiar desde dentro el propio corazón, en un continuo trabajo interior.
El Pontífice ha explicado en su homilía cómo es la conversión de todos los días. Conversiones pequeñas. “Si tú eres capaz de no hablar mal de otro, estás en el buen camino para hacerte santo”, ha asegurado. Por eso ha invitado a “morderse la lengua” cuando tengamos ganas de criticar al vecino o al compañero de trabajo. Se hinchará un poco la lengua –ha bromeado– pero vuestro espíritu será más santo en este camino.
Finalmente, el Papa ha recordado que el camino de la santidad es sencillo. Y ha animado a los presentes a “no volver atrás sino ir siempre hacia adelante” y con fortaleza. 
25.05.16



El  Papa pide oraciones por las víctimas de los atentados en Siria
En la audiencia general recuerda la Jornada internacional por los niños desaparecidos. “Es un deber de todos proteger a los niños, sobre todos a los que están expuestos a un elevado riesgo de explotación, trata y conductas desviadas”
25 mayo 2016
 Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha pedido a un repleta plaza de San Pedro, rezar un Ave María por Siria, que sufrió varios atentados terroristas el lunes pasado. Por eso ha invitado orar al “Padre misericordioso para que done el reposo eterno a las víctimas, el consuelo a los familiares y convierta el corazón de los que siembran muerte y destrucción”. Lo ha hecho al finalizar la audiencia general de este miércoles.
Asimismo, ha recordado que hoy se celebra la Jornada internacional por los niños desaparecidos. “Es un deber de todos proteger a los niños, sobre todos a los que están expuestos a un elevado riesgo de explotación, trata y conductas desviadas”, ha advertido. Por ello, ha manifestado su deseo de que las autoridades civiles y religiosas puedan sacudir y sensibilizar las conciencias, para evitar la indiferencia frente al malestar de niños solos, explotados y alejados de sus familias y de su contexto social, niños que no pueden crecer serenamente y mirar con esperanza al futuro. De este modo, el papa Francisco ha invitado a la oración para que a estos niños se les restituya el afecto de sus seres queridos.
Por otro lado, el Santo Padre ha recordado que mañana, jueves 26 de mayo, se vivirá en Roma la tradicional procesión del Corpus Domini. A las 19.00, en la plaza de San Juan de Letrán celebrará la santa misa, y se adorará al Santísimo Sacramento caminando hasta la basílica de Santa María Mayor. Con esta ocasión, el Pontífice ha invitado a los romanos y peregrinos a participar en este solemne acto público de fe y de amor “a Jesús realmente presente en la Eucaristía”.
El papa Francisco, como cada miércoles, ha compartido la mañana con los miles de fieles procedentes de todo el mundo, en la plaza de San Pedro para la audiencia general.
Asimismo, el Pontífice ha saludado desde el papamóvil a los allí reunidos, deteniéndose, como es habitual, con los más pequeños para darles su bendición. Mientras, los peregrinos le saludaban con entusiasmo y alegría, ondeando sus banderas y mostrando sus pancartas con mensajes de cariño al Santo Padre.
En el resumen de la catequesis hecho en español, el Papa ha indicado que en la parábola que se ha escuchado al inicio de la audiencia general (Lc 18, 1-5), Jesús “nos indica la necesidad de orar siempre sin desfallecer”. De este modo, ha señalado que del ejemplo de la viuda, una persona desvalida y sin defensor, el Señor saca una enseñanza: “si ella, con su insistencia, consiguió obtener de un juez injusto lo que necesitaba, cuánto más Dios, que es nuestro padre bueno y justo, hará justicia a los que se la pidan con perseverancia, y además lo hará sin tardar”.
La perseverancia –ha añadido– expresa una confianza que no se rinde ni se apaga. “Como Jesús en Getsemaní, tenemos que orar confiándolo todo al corazón del Padre, sin pretender que Dios se amolde a nuestras exigencias, modos o tiempos, esto provoca cansancio o desánimo, porque nos parece que nuestras plegarias no son escuchadas”, ha recordado Francisco. Por eso, el Santo Padre ha asegurado que “si, como Jesús, confiamos todo a la voluntad del Padre, el objeto de nuestra oración pasa a un segundo plano, y se manifiesta lo verdaderamente importante: nuestra relación él”.
Finalmente, ha precisado que  este es el efecto de la oración, “transformar el deseo y modelarlo según la voluntad de Dios, aspirando sobre todo a la unión con él, que sale al encuentro de sus hijos lleno de amor misericordioso”.
A continuación, el Santo Padre ha saludado cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Pidamos al Señor –ha invitado– una fe que se convierta en oración incesante que se nutra de la esperanza en su venida y que nos haga experimentar la compasión de Dios.


Publicamos a continuación el texto completo de la catequesis.
Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!
La parábola evangélica que acabamos de escuchar (cfr. Lc 18, 1-8) contiene una enseñanza importante: “que es necesario orar siempre sin desanimarse” (v. 1). Por lo tanto, no se trata de orar algunas veces, cuando tengo ganas. No, Jesús dice que es necesario “orar siempre sin desanimarse”. Y pone el ejemplo de la viuda y el juez.
El juez es un personaje poderoso, llamado a emitir sentencias basándose en la Ley de Moisés. Por esto la tradición bíblica recomendaba que los jueces sean personas con temor de Dios, dignas de fe, imparciales e incorruptibles (Cfr. Ex 18,21). Nos hará bien escuchar esto también hoy, ¡eh! Al contrario, este juez «no temía a Dios ni le importaban los hombres» (v. 2). Era un juez perverso, sin escrúpulos, que no tenía en cuenta la Ley pero hacía lo que quería, según sus intereses. A él se dirigió una viuda para obtener justicia. Las viudas, junto a los huérfanos y a los extranjeros, eran las categorías más débiles de la sociedad. Sus derechos tutelados por la Ley podían ser pisoteados con facilidad porque, siendo personas solas e indefensas, difícilmente podían hacerse valer: una pobre viuda, allí, sola está sin defensa y podían ignorarla, incluso no hacerle justicia; así como con el huérfano,  el extranjero, el migrante. ¡Lo mismo! En aquel tiempo era muy fuerte esto. Ante la indiferencia del juez, la viuda recurre a su única arma: continuar insistentemente importunando presentándole su petición de justicia. Y precisamente con esta perseverancia alcanza su objetivo. El juez, de hecho, en un cierto momento la compensa, no porque esté movido por la misericordia, ni porque la conciencia se lo impone; simplemente admite: «Pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme» (v. 5).
De esta parábola Jesús saca una doble conclusión: si la viuda ha logrado convencer al juez deshonesto con sus peticiones insistentes, cuanto más Dios, que es Padre bueno y justo, «hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche»; y además no «les hará esperar por mucho tiempo», sino actuará «rápidamente» (vv. 7-8).
Por esto Jesús exhorta a orar “sin desfallecer”. Todos sentimos momentos de cansancio y de desánimo, sobre todo cuando nuestra oración parece ineficaz. Pero Jesús nos asegura: a diferencia del juez deshonesto, Dios escucha rápidamente a sus hijos, aunque si esto no significa que lo haga en los tiempos y en los modos que nosotros quisiéramos. ¡La oración no es una varita mágica! ¡No es una varita mágica! Esta nos ayuda a conservar la fe en Dios y a confiar en Él incluso cuando no comprendemos su voluntad. En esto, Jesús mismo – ¡que oraba tanto! – nos da el ejemplo. La Carta a los Hebreos recuerda que, así dice, «Él dirigió durante su vida terrena súplicas y plegarias, con fuertes gritos y lágrimas, a aquel que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su humilde sumisión» (5,7). A primera vista esta afirmación parece inverosímil, porque Jesús ha muerto en la cruz. No obstante la Carta a los Hebreos no se equivoca: Dios de verdad ha salvado a Jesús de la muerte dándole sobre ella la completa victoria, pero ¡el camino recorrido para obtenerla ha pasado a través de la misma muerte! La referencia a la súplica que Dios ha escuchado se refiere a la oración de Jesús en el Getsemaní. Invadido por la angustia oprimente, Jesús pide al Padre que lo libere del cáliz amargo de la pasión, pero su oración está empapada de la confianza en el Padre y se encomienda sin reservas a su voluntad: “Pero – dice Jesús – no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Mt 26,39). El objeto de la oración pasa a un segundo plano; lo que más importa es la relación con el Padre. Es esto lo que hace la oración: transforma el deseo y lo modela según la voluntad de Dios, cualquiera que esa sea, porque quien ora aspira ante todo a la unión con Dios, Amor misericordioso.
La parábola termina con una pregunta: “Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?” (v. 8). Y con esta pregunta estamos todos advertidos: no debemos desistir de la oración aunque no sea correspondida. ¡Es la oración que conserva la fe, sin ella la fe vacila! Pidamos al Señor una fe que se haga oración incesante, perseverante, como la de la viuda de la parábola, una fe que se nutre del deseo de su llegada. Y en la oración experimentamos la compasión de Dios, que como un Padre va al encuentro de sus hijos lleno de amor misericordioso. ¡Gracias!
26.05.16

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