13 de juny 2016

EL PAPA I ....



Francisco pide al PMA desburocratizar el hambre y darle rostro humano
No hay hambre, sino hambrientos. En esta capacidad de socorrer podemos medir el pulso de nuestra humanidad
13 junio 2016

 Roma).- El papa Francisco visitó este lunes por la mañana la sede del Programa Mundial de Alimentos (PMA), con motivo de la apertura de la Sesión anual 2016 de la junta ejecutiva,
El Santo Padre al llegar a la sede del entre de las Naciones Unidas, situado en Roma a pocos kilómetros de la Ciudad del Vaticano, ha sido recibido por los directores de PMA y por el Observador Permanente de la Santa Sede, Mons. Fernando Chica Arellano.
Después de la ofrenda floral en el Muro de la Memoria, llevada por unos niños para recordar a los miembros de PMA caídos en cumplimiento de su misión, el Papa entró en el auditorio.  Allí recordó que la miseria tiene rostro, de niño, de familia, de jóvenes y ancianos.  Y pidió que no tomemos con naturalidad el hambre de muchos, pensando que nada podemos hacer, porque así corremos el riesgo de burocratizar el dolor ajeno.
Señaló también que mientras se impiden ayudas, planes de desarrollo y distribución de alimentos por cuestiones burocráticas, en las zonas de guerra las armas circulan libremente.
Concluyó recordando que la Iglesia fiel a su misión, quiere trabajar con todas las iniciativas que luchan para proteger la dignidad de las personas, a favor del “hambre cero”, porque hay un mandato evangélico: “Tuve hambre y me dieron de comer…”. Algo que va más allá de las confesiones y convicciones y que  podría ser ofrecida como regla de oro para todos los pueblos.
Las palabras del papa Francisco:
“Señoras y Señores: Agradezco a la Directora Ejecutiva, Señora Ertharin Cousin, la invitación que me cursó para que inaugurara la Sesión Anual 2016 de la Junta Ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos, así como las palabras de bienvenida que me ha dirigido. Asimismo mi saludo para la Embajadora Stephanie Hochstetter Skinner-Klée, Presidenta de esta importante asamblea, que congrega a los Representantes de diversos gobiernos llamados a emprender iniciativas concretas para la lucha contra el hambre. Y al saludar a todos ustedes aquí reunidos, agradezco tantos esfuerzos y compromisos con una causa que no puede no interpelarnos: la lucha contra el hambre que padecen muchos de nuestros hermanos.
Hace unos momentos he rezado ante el “Muro de la memoria”, testigo del sacrificio que realizaron los miembros de este Organismo, entregando su vida para que, incluso en medio de complejas vicisitudes, los hambrientos no carecieran de pan. Memoria que hemos de conservar para seguir luchando, con el mismo vigor, por el tan ansiado objetivo de “hambre cero”. Esos nombres grabados a la entrada de esta Casa son un signo elocuente de que el PAM, lejos de ser una estructura anónima y formal, constituye un valioso instrumento de la comunidad internacional para emprender actividades cada vez más vigorosas y eficaces. La credibilidad de una Institución no se fundamenta en sus declaraciones, sino en las acciones realizadas por sus miembros.
Por vivir en un mundo interconectado e hípercomunicado, las distancias geográficas parecen achicarse. Tenemos la posibilidad de tomar contacto casi en simultáneo con lo que está aconteciendo en la otra parte del planeta. Por medio de las tecnologías de la comunicación, nos acercamos a tantas situaciones dolorosas que pueden ayudar (y han ayudado) a movilizar gestos de compasión y solidaridad. Aunque, paradójicamente hablando, esta aparente cercanía creada por la información, cada día parece agrietarse más.
La excesiva información con la que contamos va generando paulatinamente la “naturalización” de la miseria. Es decir, poco a poco, nos volvemos inmunes a las tragedias ajenas y las evaluamos como algo “natural”. Son tantas las imágenes que nos invaden que vemos el dolor, pero no lo tocamos; sentimos el llanto, pero no lo consolamos; vemos la sed pero no la saciamos. De esta manera, muchas vidas se vuelven parte de una noticia que en poco tiempo será cambiada por otra. Y mientras cambian las noticias, el dolor, el hambre y la sed no cambian, permanecen.
Tal tendencia – o tentación – nos exige un paso más y, a su vez, revela el papel fundamental que Instituciones como la vuestra tiene para el escenario global. Hoy no podemos darnos por satisfechos con sólo conocer la situación de muchos hermanos nuestros. No basta elaborar largas reflexiones o sumergirnos en interminables discusiones sobre las mismas, repitiendo incesantemente tópicos ya por todos conocidos.
Es necesario “desnaturalizar” la miseria y dejar de asumirla como un dato más de la realidad. ¿Por qué? Porque la miseria tiene rostro. Tiene rostro de niño, tiene rostro de familia, tiene rostro de jóvenes y ancianos. Tiene rostro en la falta de posibilidades y de trabajo de muchas personas, tiene rostro de migraciones forzadas, casas vacías o destruidas. No podemos “naturalizar” el hambre de tantos; no nos está permitido decir que su situación es fruto de un destino ciego frente al que nada podemos hacer. Cuando la miseria deja de tener rostro, podemos caer en la tentación de empezar a hablar y discutir sobre “el hambre”, “la alimentación”, “la violencia” dejando de lado al sujeto concreto, real, que hoy sigue golpeando a nuestras puertas. Cuando faltan los rostros y las historias, las vidas comienzan a convertirse en cifras, y así paulatinamente corremos el riesgo de burocratizar el dolor ajeno.
Las burocracias mueven expedientes; la compasión, en cambio, se juega por las personas. Y creo que en esto tenemos mucho trabajo por realizar. Conjuntamente con todas las acciones que ya se realizan, es necesario trabajar para “desnaturalizar” y desburocratizar la miseria y el hambre de nuestros hermanos. Esto nos exige una intervención a distintas escalas y niveles donde sea colocado como objetivo de nuestros esfuerzos la persona concreta que sufre y tiene hambre, pero que también encierra un inmenso caudal de energías y potencialidades que debemos ayudar a concretar.
1. “Desnaturalizar” la miseria
Cuando estuve en la FAO, con motivo de la II Conferencia Internacional sobre Nutrición, les decía que una de las incoherencias fuertes que estábamos invitados a asumir era el hecho de que existiendo comida para todos, «no todos pueden comer, mientras que el derroche, el descarte, el consumo excesivo y el uso de alimentos para otros fines, están ante nuestros ojos».
Dejémoslo claro, la falta de alimentos no es algo natural, no es un dato ni obvio, ni evidente. Que hoy en pleno siglo XXI muchas personas sufran este flagelo, se debe a una egoísta y mala distribución de recursos, a una “mercantilización” de los alimentos. La tierra, maltratada y explotada, en muchas partes del mundo nos sigue dando sus frutos, nos sigue brindando lo mejor de sí misma; los rostros hambrientos nos recuerdan que hemos desvirtuado sus fines. Un don, que tiene finalidad universal, lo hemos convertido en privilegio de unos pocos.
Hemos hecho de los frutos de la tierra – don para la humanidad – commodities de algunos, generando, de esta manera, exclusión. El consumismo – en el que nuestras sociedades se ven insertas – nos ha inducido a acostumbrarnos a lo superfluo y al desperdicio cotidiano de alimento, al cual a veces ya no somos capaces de dar el justo valor, que va más allá de los meros parámetros económicos. Pero nos hará bien recordar que el alimento que se desecha es como si se robara de la mesa del pobre, de quien tiene hambre. Esta realidad nos pide reflexionar sobre el problema de la pérdida y del desperdicio del alimento a fin de identificar vías y modos que, afrontando seriamente tal problemática, sean vehículo de solidaridad y de compartición con los más necesitados.
2. Desburocratizar el hambre
Debemos decirlo con sinceridad: hay temas que están burocratizados. Hay acciones que están “encajonadas”. La inestabilidad mundial que vivimos es sabida por todos. Últimamente las guerras y las amenazas de conflictos es lo que predomina en nuestros intereses y debates. Y así, ante la diversa gama de conflictos existentes, parece que las armas han alcanzado una preponderancia inusitada, de tal forma que han arrinconado totalmente otras maneras de solucionar las cuestiones en pugna. Esta preferencia está ya de tal modo radicada y asumida que impide la distribución de alimentos en las zonas de guerra, llegando incluso a la violación de los principios y directrices más básicos del derecho internacional, cuya vigencia se retrotrae a muchos siglos atrás.
Nos encontramos así ante un extraño y paradójico fenómeno: mientras las ayudas y los planes de desarrollo se ven obstaculizados por intrincadas e incomprensibles decisiones políticas, por sesgadas visiones ideológicas o por infranqueables barreras aduaneras, las armas no; no importa la proveniencia, circulan con una libertad jactanciosa y casi absoluta en tantas partes del mundo. Y de este modo, son las guerras las que se nutren y no las personas. En algunos casos la misma hambre se utiliza como arma de guerra. Y las víctimas se multiplican, porque el número de la gente que muere de hambre y agotamiento se añade al de los combatientes que mueren en el campo de batalla y al de tantos civiles caídos en la contienda y en los atentados. Somos plenamente conscientes de ello, pero dejamos que nuestra conciencia se anestesie y así la volvemos insensible.
De tal modo, la fuerza se convierte en nuestro único modo de actuar y el poder en el objetivo perentorio a alcanzar. Las poblaciones más débiles no sólo sufren los conflictos bélicos sino que, a su vez, ven frenados todo tipo de ayuda. Por esto urge desburocratizar todo aquello que impide que los planes de ayuda humanitaria cumplan sus objetivos. En eso ustedes tienen un papel fundamental, ya que necesitamos verdaderos héroes capaces de abrir caminos, tender puentes, agilizar trámites que pongan el acento en el rostro del que sufre. A esta meta han de ir orientadas igualmente las iniciativas de la comunidad internacional.
No es cuestión de armonizar intereses que siguen encadenados a visiones nacionales centrípetas o a egoísmos inconfesables. Más bien se trata de que los Estados miembros incrementen decisivamente su real voluntad de cooperar con estos fines. Por esta razón, qué importante sería que la voluntad política de todos los países miembros consienta e incremente decisivamente su real voluntad de cooperar con el Programa Mundial de Alimentos para que este, no solamente pueda responder a las urgencias, sino que pueda realizar proyectos sólidamente consistentes y promover programas de desarrollo a largo plazo, según las peticiones de cada uno de los gobiernos y de acuerdo a las necesidades de los pueblos.
El Programa Mundial de Alimentos con su trayectoria y actividad demuestra que es posible coordinar conocimientos científicos, decisiones técnicas y acciones prácticas con esfuerzos destinados a recabar recursos y distribuirlos ecuanimemente, es decir, respetando las exigencias de quien los recibe y la voluntad del donante. Este método, en las áreas más deprimidas y pobres, puede y debe garantizar el adecuado desarrollo de las capacidades locales y eliminar paulatinamente la dependencia exterior, a la vez que consiente reducir la pérdida de alimentos, de modo que nada se desperdicie. En una palabra, el PAM es un valioso ejemplo de cómo se puede trabajar en todo el mundo para erradicar el hambre a través de una mejor asignación de los recursos humanos y materiales, fortaleciendo la comunidad local. A este respecto, les animo a seguir adelante. No se dejen vencer por el cansancio, ni permitan que las dificultades los retraigan. Crean en lo que hacen y continúen poniendo entusiasmo en ello, que es la forma en que la semilla de la generosidad germine con fuerza.
La Iglesia Católica, fiel a su misión, quiere trabajar mancomunadamente con todas las iniciativas que luchen por salvaguardar la dignidad de las personas, especialmente de aquellas en las que están vulnerados sus derechos. Para hacer realidad esta urgente prioridad de “hambre cero”, les aseguro todo nuestro apoyo y respaldo a fin de favorecer todos los esfuerzos encaminados.
“Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber”. En estas palabras se halla una de las máximas del cristianismo. Una expresión que, más allá de los credos y de las convicciones, podría ser ofrecida como regla de oro para nuestros pueblos. Un pueblo se juega su futuro en la capacidad que tenga para asumir el hambre y la sed de sus hermanos. En esta capacidad de socorrer al hambriento y al sediento podemos medir el pulso de nuestra humanidad. Por eso, deseo que la lucha para erradicar el hambre y la sed de nuestros hermanos y con nuestros hermanos siga interpelándonos, a fin de buscar creativamente soluciones de cambio y de transformación. Que Dios Omnipotente sostenga con su bendición el trabajo de vuestras manos. Muchas gracias”.
14.06.16



El Papa: ‘Jesús no es indiferente al grito del ciego’
En la audiencia de este miércoles, el Santo Padre advierte sobre la indiferencia y la hostilidad que causan ceguera y sordera ante las necesidades de los hermanos
15 junio 2016
 Ciudad del Vaticano).- Miles de personas procedentes de todas las partes del mundo han acudido una semana más a la plaza de San Pedro, para compartir como cada miércoles la audiencia general con el Santo Padre.
Así, el papa Francisco ha saludado a su llegada desde el papamóvil a la gente allí reunida para después dar la catequesis semanal. Todos mostraban su entusiasmo y alegría ante el paso del Pontífice, que de vez en cuando se detenía para impartir su bendición, especialmente a los más pequeños.
Durante la catequesis ha reflexionado sobre la misericordia y la luz. Haciendo referencia al Evangelio leído al inicio de la audiencia, en el resumen hecho en español, ha explicado que este pasaje nos muestra a Jesús que, acercándose a Jericó, “restituye la vista a un ciego que mendigaba en el orilla del camino”. La figura de este hombre  –ha indicado el Papa– representa tristemente a tantas personas que, aún hoy sufren discriminación y rechazo por parte de los demás. Asimismo, el Santo Padre ha observado que es llamativo como este marginado a las puertas de Jericó, ciudad bíblica que simboliza la entrada a la tierra prometida, “en lugar de encontrar compasión y ayuda del prójimo, como pide la ley que Dios dio a su pueblo, halla en cambio insensibilidad y rechazo”.
Por otro lado, el Pontífice ha observado que como entonces, también ahora la indiferencia y la hostilidad causan ceguera y sordera, “que impiden percibir las necesidades de los hermanos y reconocer en ellos la presencia del Señor”. En contraste con esta actitud, ha asegurado el Papa, Jesús que pasa, “no es indiferente al grito del ciego que, movido por la fe, quiere encontrarlo e invoca su ayuda”.
Finalmente, ha asegurado que el Señor, como humilde servidor, escucha la súplica del ciego y le devuelve la vista. El Pontífice ha concluido precisando que gracias a su fe, “el hombre ve, pero sobre todo, experimenta el amor de Dios que, en Jesús, se hace siervo del hombre pecador”.
A continuación el Santo Padre ha saludado cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Así, ha deseado que “Cristo, en el que brilla la fuerza de la misericordia de Dios, ilumine y sane también nuestros corazones, para que aprendamos a estar atentos a las necesidades de nuestros hermanos y celebremos las maravillas de su amor misericordioso”.
Después de los saludos en las distintas lenguas, el Pontífice ha dirigido un saludo particular a los jóvenes, los enfermos y los recién casados. A los jóvenes ha deseado que “el Señor sea vuestro maestro interior” y les guie constantemente en los caminos del bien. A los enfermos ha invitado a ofrecer su sufrimiento a “Cristo crucificado para cooperar a la redención del mundo”. Y finalmente, a los recién casados, les ha pedidos que sean conscientes de la insustituible misión de amor a la que les compromete su matrimonio.
16..06.16



Francisco a los artistas callejeros: ‘Sembrar belleza y alegría también es misericordia’
En el Jubileo del Espectáculo ambulante y popular, el Santo Padre recuerda que el trabajo que hacen “siembra mucho bien” aunque no se den cuenta
16 junio 2016


El Papa acaricia un tigre durante el Jubileo 

Ciudad del Vaticano).- El Aula Pablo VI en el Vaticano se ha convertido esta mañana en el escenario de los artistas callejeros que se encuentra en Roma para celebrar su jubileo. Primero un grupo de bailarines de Kenia ha actuado a la llegada del papa Francisco. Después fue el turno de un titiritero que con marionetas provocó carcajadas a todos los presentes, incluido el Santo Padre que seguía con atención y diversión la representación. Música interpretada por el grupo chileno ‘el pastelito’, y las acrobacias de un grupo de jóvenes artistas y de cuatro hermanos han cerrado el turno de las actuaciones. Incluso, un tigre y una cría de pantera han pasado por el escenario y el Pontífice se ha acercado a acariciarlos. Todo ello en un ambiente festivo y alegre como era propio para esta ocasión.
“Artesanos” de la fiesta, de la maravilla, de la belleza: con estas cualidades enriquecen la sociedad de todo el mundo, también con la ambición de alimentar sentimientos de esperanza y confianza. Así ha definido el papa Francisco a los feriantes, artistas callejeros y circenses que ha recibido este jueves en la audiencia dedicada a los participantes de este Jubileo del espectáculo ambulante y popular .
Y esto lo hacen –ha observado el Santo Padre– mediante exhibiciones que tienen la capacidad de elevar el alma, mostrar la audacia de ejercicios particularmente complicados, fascinando con la maravilla de la belleza y proponer ocasiones de sana diversión.  
Asimismo, ha asegurado a los presentes que la “fiesta y la alegría” son signos característicos de su identidad, su profesión y vida, y que en el Jubileo de la Misericordia no podía faltar esta cita.
Además, el Santo Padre ha indicado que estos artistas tienen un recurso especial ya que con sus continuos viajes pueden “llevar a todos el amor de Dios, su abrazo y su misericordia”. Pueden ser –ha añadido– comunidades cristianas itinerantes, testigos de Cristo que está siempre en camino para encontrar también a los más alejados.
Por otro lado, el Papa ha felicitado a los presentes porque en este Año Santo, han abierto sus espectáculos a los más necesitados, a pobres y sin techo, presos y jóvenes desfavorecidos. También esto es misericordia, “sembrar belleza y alegría en un mundo a veces sombrío y triste”.
Ha aseverado que el espectáculo ambulante y popular es la forma más antigua de entretenimiento; está en manos de todos y dirigido a todos, pequeños y grandes, en particular a las familias; difunde la cultura del encuentro y la sociabilidad en la diversión. Por ello, Francisco ha precisado que sus espacios de trabajo pueden convertirse en lugares de agregación y de fraternidad. Así, les ha animado a estar siempre abiertos a los pequeños y necesitados y ofrecer palabras y gestos de consuelo a quién está cerrado en sí mismo.
El Santo Padre, consciente de que por el trabajo que realizan es difícil que pertenezcan a una comunidad parroquial de forma estable, les ha invitado a “tener cuidado de su fe”, y aprovechar todas las ocasiones para “acercarse a los sacramentos”. Del mismo modo ha pedido a las Iglesias particulares y parroquias a estar atentas a las necesidades de la gente ambulante. La Iglesia –ha asegurado– se preocupa de los problemas que acompañan la vida itinerante y quiere ayudar a eliminar prejuicios que a veces les dejan un poco a los márgenes.
Para concluir les ha recordado que deben siempre realizar su trabajo con amor y cuidado, confiados en que Dios les acompaña con su providencia, siendo “generosos en las obras de caridad, disponibles a ofrecer los recursos y el genio de sus artes y profesiones”.
Y finalmente, les ha recordado a los presentes el bien que hacen a la sociedad, quizá muchas veces sin ni siquiera darse cuenta, o sin saberlo, en un trabajo que “siembra mucho bien”. 
17.06.16



El Santo Padre trae a 9 refugiados más desde Lesbos
La Gendarmería Vaticana acompañó al grupo desde Atenas hasta Roma. San Egidio se encargará ahora de recibirlos
17 junio 2016


Ciudad del Vaticano).- La visita del papa Francisco a la isla griega de Lesbos terminó con un gesto que dio la vuelta al mundo. El Santo Padre llevó en el vuelo de regreso a Italia a un grupo de 12 refugiados. Ahora un segundo grupo de nueve refugiados, dos de ellos cristianos, ha llegado a Roma.
La Gendarmería Vaticana, con la colaboración del ministro de exteriores de Grecia, el Greek Asylum Service y la comunidad de San Egidio, acompañó a los nueve refugiados desde Atenas a Roma este jueves, 16 de junio. A partir de ahora, la comunidad de San Egidio se encargará de albergarlos.
Los refugiados, seis adultos y tres niños, son todos ciudadanos sirios que estaban en el campo de refugiados de Kara Tepe, desembarcados en la isla de Lesbos, procedentes de Turquía.
También ayer, llegó a Roma un grupo de 81 refugiados gracias a los corredores humanitarios, un proyecto posible gracias a un trabajo entre el gobierno italiano (con los Ministerios del Exterior y del Interior), la Comunidad de San Egidio, la Federación de las Iglesias Evangélicas en Italia y la Mesa Valdense. 


El Papa pide que cada ciudad haga una obra de misericordia que permanezca
El Santo Padre envía un vídeo mensaje como apoyo a la iniciativa “Sé la misericordia de Dios” organizada por Ayuda a la Iglesia Necesitada

  Quiero llamar a todos los hombres y mujeres de buena voluntad de todo el mundo a que en cada ciudad, en cada diócesis, en cada asociación, se haga una obra de misericordia”. Con esta claridad lo pide el Santo Padre en un vídeo mensaje realizado para la campaña “Sé la misericordia de Dios” organizada por la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada. La iniciativa para recoger fondos y que durará desde el 17 de junio al 4 de octubre, será para la realización de numerosas obras de misericordia en todo el mundo.
De este modo, en el vídeo del Santo Padre recuerda que “los hombres y las mujeres necesitamos de la misericordia de Dios pero también necesitamos de nuestra misericordia; necesitamos darnos la mano, acariciarnos, cuidarnos, y no hacer tantas guerras”.
Por otro lado invita a los promotores de la campaña a seguir adelante con “el espíritu que han heredado del padre Werenfried van Straaten, que en su momento tuvo la misión de hacer en el mundo estos gestos de cercanía, de aproximación, de bondad, de amor y de misericordia”.
Así que el Pontífice invita a todos a “hacer en cada lugar de todo el mundo una obra pero que quede, una obra fija de misericordia; una estructura para tantas necesidades que hoy hay en el mundo”. 
18.06.16




Texto completo del papa Francisco en la catequesis de la audiencia jubilar del sábado 18 de junio de 2016
Para convertirnos debemos abrir el corazón a Jesús. Él lo hará y seremos más felices
18 junio 2016
 Ciudad del Vaticano –  El santo padre Francisco realizó hoy en la plaza de San Pedro la audiencia del  sábado del Jubileo de la Misericordia. En sus palabras invitó a abrirse a la misericordia de Dios, a escuchar la voz de Jesús cuando nos invita a convertirnos, y para ello –dijo– solamente debemos abrir nuestro corazón y Él hace el resto. Y así nos curará y nos hará más felices.
«Queridos hermanos y hermanas.

Jesús después de la Resurrección se apareció diversas veces a los discípulos antes de subir a la gloria del Padre. El párrafo del Evangelio que hemos recién escuchado (Lc 24,45-48) narra una de estas apariciones en las cuales el Señor indica el contenido fundamental de la predicación que los apóstoles deberán ofrecer al mundo. Podemos sintetizarla en dos palabras: ‘conversión’ y ‘perdón de los pecados’. Son dos aspectos que califican la misericordia de Dios que, con amor nos cuida. Hoy tomamos en consideración la conversión.
¿Qué es la conversión? Ella está presente en toda la Biblia, y de manera particular en la predicación de los profetas, que invitan continuamente al pueblo al ‘regresar al Señor’, pidiéndole perdón y cambiando estilo de vida. Convertirse para los profetas significa cambiar de dirección de marcha y dirigirse de nuevo al Señor, teniendo la seguridad que Él nos ama y su amor es siempre fiel. ¡Volver al Señor!
Jesús hizo de la conversión la primera palabra de su predicación: ‘Conviértanse y crean en el Evangelio’. (Mc 1,15). O sea, miren hacia y vuelvan atrás, esto es convertirse. Es con este anuncio que Él se presenta al pueblo, pidiéndole que reciba su palabra como la última y definitiva que el Padre dirige a la humanidad. (cfr Mc 12,1-11).
Sobre la predicación de los profetas, Jesús insiste aún más en la dimensión interior de la conversión. En ella de hecho toda la persona está involucrada, corazón y mente, para volverse una criatura nueva, una persona nueva. Cambiar el corazón y que uno se renueve.
Cuando Jesús llama a la conversión no se erige juez de las personas, sino lo parte estando cercano, del hecho de compartir la condición humana, y por lo tanto la calle, la casa, el comedor… La misericordia hacia quienes tenían necesidad de cambiar de vida se realiza con su presencia amable, para involucrar a cada uno en su historia de salvación. Y Jesús persuadía a la gente con amabilidad, con amor.
Y con este comportamiento Jesús tocaba la profundidad de los corazones de las personas y estos se sentían atraídos por el amor de Dios y empujados a cambiar vida. Por ejemplo, las conversiones de Mateo (cfr Mt 9,9-13) y de Zaqueo (cfr Lc 19,1-10) se realizaron justamente de esta manera, porque se habían sentidos amados por Jesús, y a través de Él, por el Padre.
La verdadera conversión se realiza cuando recibimos el don de la gracia y un claro señal de su autenticidad es que nos damos cuenta de las necesidades de los hermanos y estamos listos a ir a su encuentro.
Queridos hermanos y hermanas, cuántas veces también nosotros sentimos la exigencia de un cambio que tome a nuestra persona por entero. Pero cuántas veces nos decimos a nosotros mismos: ‘tengo que cambiar y no puedo seguir así. Mi vida en este camino no dará frutos, será una vida inútil y no seré feliz’. Cuántas veces nos vienen estos pensamientos, cuántas veces…
Jesús con la mano extendida nos dice ven, ven a mi, que el trabajo lo hago yo. Yo te cambiaré el corazón, te cambiaré la vida, te haré feliz.
¿Pero creemos esto o no?, ¿qué piensan, creen en esto o no? (aplausos…) Menos aplausos y más voz, ¿creen o no creen? (respuesta coral, Sí…). Es así, es Jesús que está con nosotros y nos invita a cambiar de vida. Y es él con el Espíritu Santo que siembra esta inquietud que nos invita a cambiar vida y ser un poco mejor.
Sigamos por lo tanto esta invitación del Señor y no opongamos resistencias, porque solamente si nos abrimos a su misericordia, encontraremos la verdadera vida y la verdadera alegría. Solamente hay que abrir bien la puerta y él hace el resto, él hace todo. Pero hay que abrir el corazón para que nos pueda curar y llevarnos hacia adelante. Y les aseguro que seremos más felices. Gracias».
19.06.16



El Papa en el Ángelus: ‘El mundo más que nunca necesita de Cristo’
Ante de la oración del ángelus, el Santo Padre indica que en los momentos oscuros de la vida debemos dejar que la Virgen nos tome de la mano
19 junio 2016

  Ciudad del Vaticano – El papa Francisco rezó este domingo la oración del ángelus desde la ventana de su estudio, ante miles de fieles y peregrinos que llenaban la Plaza de San Pedro en una hermosa jornada de primavera europea.
« Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El párrafo del Evangelio de este domingo, (Lc 9,18-24) nos llama una vez más a confrontarnos por así decir, cara a cara, con Jesús. En uno de los raros momentos de tranquilidad, cuando se encontraba con sus discípulos, Él les pide a ellos: ‘¿Las multitudes, quien dicen que yo sea?’. Y ellos responden: ‘Juan Bautista; otros dicen Elías; otros, uno de los antiguos profetas que ha resucitado’.
Por lo tanto la gente tenía estima de Jesús y lo consideraba un gran profeta, pero no tenían aún la conciencia de su verdadera identidad, o sea que Él era el Mesías, el Hijo de Dios enviado por el Padre para la salvación de todos.
Jesús entonces se dirige directamente a los apóstoles –porque es esto lo que más  le interesa– y les pregunta: ‘Pero ustedes quien dicen que soy?’.
Inmediatamente, en el nombre de todos, Pedro responde: ‘El Cristo de Dios’. Vale a decir: Tú eres el Mesías, el consagrado de Dios, enviado por Él a salvar a su pueblo según la Alianza y la promesa. Así Jesús se da cuenta que los doce, en particular Pedro, han recibido del Padre el don de la fe; y por ello inicia a hablarles abiertamente de lo que le espera en Jerusalén: ‘El Hijo del hombre –dice– tiene que sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes y de los escribas, ser asesinado y resucitar el tercer día’.
Estas mismas preguntas se proponen nuevamente a cada uno de nosotros: “¿Quién es Jesús para la gente de nuestro tiempo? ¿Quién es Jesús para cada uno de nosotros?”. ¿Para mi, para ti, para ti, para ti…?. ¿Quién es Jesús para cada uno de nosotros?
Estamos llamados a hacer dea respuesta de Pedro nuestra respuesta, profesando con alegría que Jesús es el Hijo del Dios, la Palabra eterna del Padre que se ha hecho hombre para redimir a la humanidad, volcando sobre ella la abundancia de la misericordia divina.
El mundo más que nunca necesita de Cristo, de su salvación, de su amor misericordioso. Muchas personas advierten un vacío en torno a sí y dentro de sí, quizás algunas veces también nosotros; otras viven en la inquietud y en la inseguridad debido a la precariedad y de los conflictos. Todos necesitamos respuestas adecuadas a nuestras interrogaciones existenciales. En Cristo, solamente en Él es posible encontrar la verdadera paz y el cumplimiento de cada aspiración humana. Jesús conoce el corazón del hombre como ningún otro. Por ello lo puede sanar, dándole vida y consolación.
Después de haber concluido el diálogo con los apóstoles, Jesús se dirige a todos diciendo: ‘Si alguien quiere venir detrás de mi, renuncie a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga’.
No se trata de una cruz ornamental o ideológica, pero es la cruz del propio deber, del sacrificarse en favor de los otros con amor, de los padres, los hijos, la familia, los amigos y también los enemigos. La cruz de la disponibilidad de ser solidarios con los pobres, a empeñarse por la justicia y la paz.
Al asumir estas actitudes, no tenemos nunca que olvidarnos que ‘Quien pierde la propia vida por Cristo la salvará.
Es un perder para ganar. Y acordémonos de nuestros hermanos que aún hoy ponen en práctica estas palabras de Jesús, ofreciendo su tiempo, su trabajo, su fatiga e incluso su vida para no renegar su fe en Cristo.
Jesús mediante el Espíritu Santo, nos da la fuerza de ir adelante en el camino de la fe y del testimonio. Y en este camino siempre está cerca de nosotros la Virgen: dejemos que Ella nos tome de la mano, cuando atravesamos los momentos oscuros y difíciles».
20.06.16



El Papa en Sta. Marta: Hay que mirarse al espejo antes de juzgar
En la homilía de este lunes, la última antes del descaso de verano, explica que nuestro juicio es “pobre” porque le falta la misericordia que sí tiene el juicio de Dios
20 junio 2016
 Ciudad del Vaticano).- Antes de juzgar a los otros es necesario mirarse al espejo y ver cómo somos. Es la invitación del papa Francisco en la misa de esta mañana celebrada en Santa Marta, la última antes del descanso por el verano. El Pontífice ha subrayado que lo que diferencia el juicio de Dios del nuestro no es la omnipotencia sino la misericordia.
Reflexionando sobre el Evangelio del día, el Santo Padre ha recordado que el juicio pertenece solo a Dios y por eso si no queremos ser juzgados también nosotros no debemos juzgar a los otros. Todos nosotros queremos que en el Día del Juicio, “el Señor nos mire con benevolencia, que el Señor se olvide de muchas cosas feas que hemos hecho en la vida”, ha asegurado.
Por eso si “tú juzgas continuamente a los otros con la misma medida, tú serás juzgado”. El Señor nos pide que nos miremos al espejo. “Mírate al espejo, pero no para maquillarte, para que no se vean las arrugas. No, no, no, ¡ese no es el consejo! Mírate al espejo para mírate a ti, como tú eres”, ha invitado Francisco. Querer quitar la mota del ojo ajeno, mientras que en tu ojo hay una viga. El Señor dice que cuando hacemos esto hay solo una palabra para definirlo: “hipócrita”.

Por eso, el Pontífice ha observado que se ve que el Señor aquí “se enfada un poco”, dice que somos hipócritas cuando nos ponemos “en el sitio de Dios”. Y así, ha recordado que esto es lo que la serpiente ha convencido a hacer a Adán y Eva: “si coméis de esto seréis como Él”. Ellos –ha precisado– querían ponerse en el sitio de Dios.

Asimismo ha explicado que por esto es tan feo juzgar. El juicio corresponde solo a Dios. “A nosotros el amor, la comprensión, el rezar por los otros cuando vemos cosas que no son buenas, pero también hablar con ellos: pero, mira, yo veo esto, quizá…’ pero no juzgar”, ha aseverado.
El Santo Padre ha proseguido su homilía subrayando que cuando juzgamos “nos ponemos en el sitio de Dios” pero “nuestros juicio es un juicio pobre” , nunca “puede ser un juicio verdadero”. Y nuestro juicio no es como el de Dios no por su omnipotencia, sino “porque a nuestro juicio le falta misericordia, y cuando Dios juzga, juzga con misericordia”.
Finalmente, el Papa ha invitado a pensar hoy en lo que el Señor nos pide: no juzgar para no ser juzgados, la medida con la que juzgamos será la misma que usarán con nosotros y mirarnos al espejo antes de juzgar. De lo contrario seremos un “hipócrita” porque nos ponemos en el sitio de Dios y porque nuestro juicio es pobre porque le falta algo importante que tiene el juicio de Dios, le falta misericordia.
21.06.16




El Papa: La pena de muerte “no hace justicia a las víctimas, sino que fomenta la venganza”
En un vídeo mensaje enviado a un Congreso que se celebra en Oslo, recuerda que el derecho inviolable a la vida “pertenece también al criminal”
21 junio 2016
Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha insistido una vez más en que hoy día la pena de muerte “es inadmisible, por cuanto grave haya sido el delito del condenado”. Así lo indica en un vídeo mensaje dirigido al VI Congreso mundial contra la pena de muerte, que se ha inaugurado este martes en Oslo, Noruega. El encuentro está promovido por la ONG francesa Ensemble contre la peine de mort y la World Coalition Against Death Penalty, de la que forman parte unas 140 organizaciones de todo el mundo.
En su vídeo mensaje, Francisco agradece el “compromiso con un mundo libre de la pena de muerte”. Además, observa que “hacer justicia” no significa que se deba “buscar el castigo por sí mismo”, sino que “las penas tengan como finalidad fundamental la reeducación del delincuente”. De este modo, señala que esta cuestión debe ser encuadrada “en la óptica de una justicia penal que sea abierta a la esperanza de reinserción del culpable en la sociedad”. Asimismo, el Santo Padre asegura que una pena clausurada en sí misma, que no dé lugar a la esperanza, es una tortura, no es una pena.
Un signo de esperanza –observa– es el desarrollo en la opinión pública de una creciente oposición a la pena de muerte, incluso como una herramienta de legítima defensa social. El Santo Padre asegura que es una ofensa “a la inviolabilidad de la vida” y “a la dignidad de la persona humana que contradice el designio de Dios sobre el hombre y la sociedad y su justicia misericordiosa”, e impide cumplir con cualquier finalidad justa de las penas. Por eso precisa que la pena de muerte “no hace justicia a las víctimas, sino que fomenta la venganza”. De este modo recuerda que el mandamiento “no matarás” tiene valor absoluto y abarca tanto a los inocentes como a los culpables.
En esta línea, el Pontífice subraya en su vídeo mensaje que el Jubileo de la Misericordia es “una ocasión propicia para promover en el mundo formas cada vez más maduras de respeto a la vida y la dignidad de cada persona”. Y asegura que “el derecho inviolable a la vida, don de Dios, le pertenece también al criminal”.
Finalmente, el papa Francisco alienta a todos a trabajar no solo por la abolición de la pena de muerte, sino también “por la mejora de las condiciones de reclusión”, para que “respeten plenamente la dignidad humana de las personas privadas de libertad”. Además manifiesta su deseo de que este Congreso pueda dar un nuevo impulso al compromiso para la abolición de la pena capital.
22.06.16




El Papa: Jesús nunca permanece indiferente a la oración humilde y confiada
En la audiencia de este miércoles, el Santo Padre estaba acompañado por un grupo de refugiados y recuerda que ‘el cristiano no excluye a nadie, deja venir a todos’
22 junio 2016

 Ciudad del Vaticano).- Un grupo de refugiados ha acompañado esta mañana al Santo Padre, sentados a ambos lados de su silla durante la audiencia general de este miércoles. Durante la catequesis les ha presentado indicado que “muchos piensan de ellos que mejor se hubieran quedado en su tierra, pero allí sufrían mucho. Son nuestros refugiados”.

También ha advertido de que muchos les consideran excluidos. Y por eso ha recordado que son “nuestros hermanos” y que “el cristiano no excluye a nadie, deja venir a todos”.
Además esta mañana cuatro niños, vestidos con el alba que utilizan para la primera comunión, han tenido la suerte de acompañar al papa Francisco en el jeep descubierto, mientras recorría la plaza de San Pedro saludando a los fieles venidos de todos los rincones de la tierra, quienes le han recibido como cada semana con gran entusiasmo y en un ambiente festivo, agitando banderas y cantando ¡viva el Papa!
La misericordia purifica el corazón. Esta ha sido la idea principal desarrollada por el Santo Padre a propósito de la lectura de la sanación de Jesús al leproso. Así, en la catequesis de este miércoles, en el resumen hecho por el Santo Padre en español, ha indicado que la súplica que el leproso dirige a Jesús: “Señor si quieres puedes limpiarme”, manifiesta “el deseo profundo del hombre de una auténtica purificación que lo una a Dios y lo integre en la comunidad”. Esta petición, fruto de la fe y de la confianza en Dios –ha señalado Francisco– encuentra la respuesta en la acción y en los gestos de Jesús, que, sintiendo compasión, se acerca, lo toca y le dice: “Quiero, queda limpio”.
Por otro lado, el Pontífice ha subrayado que “Jesús nunca permanece indiferente a la oración hecha con humildad y confianza” y rechazando todos los prejuicios humanos, “se muestra cercano para enseñarnos que no debemos tener miedo de acercarnos y tocar al pobre y al excluido, porque en ellos está el mismo Cristo”. La acción de Jesús –ha añadido– no busca el sensacionalismo, sino que cura con amor nuestras heridas, modelando pacientemente nuestro corazón conforme al suyo.
Finalmente ha aseverado que “el gesto mesiánico de Jesús culmina con la inclusión del leproso en la comunidad de los creyentes y en la vida social: así se llega a la plena curación, que además convierte al sanado en testigo y anunciador de la misericordia de Dios”.
A continuación, el Papa ha saludado coordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica y tras los saludos en las distintas lenguas, el Pontífice ha dirigido unas palabras a los jóvenes, los enfermos y los recién casado. De este modo, ha recordado a los jóvenes que Jesús les llama a ser “corazones ardientes” y que deben corresponder con generosidad a su invitación según el propio talento. A los enfermos les ha pedido que ofrezcan su sufrimiento a Cristo crucificado para cooperar a la redención del mundo. Finalmente ha exhortado a los recién casados a que sean conscientes de la misión insustituible en la que les compromete el sacramento del matrimonio.

Texto completo de la catequesis del Papa en la audiencia del miércoles 22 de junio de 2016
Cuando nos presentamos a Jesús no es necesario hacer largos discursos. Bastan pocas palabras, siempre y cuando estén acompañadas por la plena confianza en su omnipotencia y en su bondad
 “Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
“Señor, si quieres, puedes purificarme!” (Lc 5, 12): Es la petición que hemos escuchado dirigir a Jesús por un leproso. Este hombre no pide solamente ser sanado, sino ser “purificado”, es decir, resanado integralmente, en el cuerpo y en el corazón. De hecho, la lepra era considerada una forma de maldición de Dios, de impureza profunda. El leproso tenía que estar lejos de todos, no podía acceder al templo ni a ningún servicio divino. Lejos de Dios y lejos de los hombres. Triste vida hacía esta gente.
A pesar de eso, ese leproso no se resigna ni a la enfermedad ni a las disposiciones que hacen de él un excluido. Para llegar a Jesús, no temió infringir la ley y entrar en la ciudad, cosa que no tenía que hacer, que era prohibido, y cuando lo encontró “se postró ante él y le rogó: ‘Señor, si quieres, puedes purificarme’”.
¡Todo lo que este hombre considerado impuro hace y dice es expresión de su fe! Reconoce el poder de Jesús: está seguro que tiene el poder de sanarlo o que todo depende de su voluntad. Esta fe es la fuerza que le han permitido romper toda convicción y buscar el encuentro con Jesús, arrodillándose delante de Él y llamarlo ‘Señor’.
La súplica del leproso muestra que cuando nos presentamos a Jesús no es necesario hacer largos discursos. Bastan pocas palabras, siempre y cuando estén acompañadas por la plena confianza en su omnipotencia y en su bondad. Confiarse a la voluntad de Dios significa de hecho entrar en su infinita misericordia.
Aquí hago una confidencia personal: por la noche, antes de ir a la cama, rezo esta breve oración: “Señor si quieres puedes purificarme” y rezo cinco Padre Nuestro, uno por cada llaga de Jesús, porque Jesús nos ha purificado con las llagas. Esto lo hago yo, y lo pueden hacer también todos en su casa. Y decir: “Señor, si quieres puedes purificarme”. Pensar en las llagas de Jesús y decir un Padre Nuestro por cada una. Y Jesús nos escucha siempre.
Jesús es profundamente tocado por este hombre. El Evangelio de Marcos subraya que “Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: ‘Lo quiero, queda purificado’”(1,41). El gesto de Jesús acompaña sus palabras y hace más explícita la enseñanza. Contra la disposición de la Ley de Moisés, que prohibía acercarse a un leproso  (cfr Lv 13,45-46), Jesús, contra la prescripción, extiende la mano e incluso lo toca.
¡Cuántas veces encontramos a un pobre que viene a nuestro encuentro! Podemos ser incluso generosos, podemos tener compasión, pero normalmente no lo tocamos. Le damos una moneda, pero evitamos tocar la mano, la tiramos ahí. ¡Y olvidamos que eso es el cuerpo de Cristo! Jesús nos enseña a no tener miedo de tocar al pobre y excluido, porque Él está en ellos.
Tocar al pobre puede purificarnos de la hipocresía e inquietarnos por su condición. Tocar a los excluidos. Hoy me acompañan aquí estos chicos. Muchos piensan de ellos que sería mejor que se hubieran quedado en su tierra, pero allí sufrían mucho. Son nuestros refugiados. Pero muchos les consideran excluidos. Por favor, son nuestros hermanos. El cristiano no excluye a nadie, da sitio a todos, deja venir a todos.
Después de haber sanado al leproso, Jesús le pide que no hable con nadie, pero le dice: “Ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio” (v. 14).
Esta disposición de Jesús muestra al menos tres cosas. La primera: la gracia que actúa en nosotros no busca el sensacionalismo. Normalmente esta se mueve con discreción y sin clamor. Para medicar nuestras heridas y guiarnos en el camino de la santidad, esta trabaja modelando con paciencia nuestro corazón sobre el Corazón del Señor, para asumir cada vez más los pensamientos y los sentimientos.
La segunda: haciendo verificar oficialmente la sanación a los sacerdotes y celebrando un sacrificio expiatorio, el leproso es readmitido en la comunidad de los creyentes y en la vida social. Su reintegro contempla la sanación. ¡Como él mismo había suplicado, ahora está completamente purificado! Finalmente, presentándose a los sacerdotes el leproso les da testimonio sobre Jesús y su autoridad mesiánica. La fuerza de la compasión con la que Jesús ha sanado al leproso ha llevado la fe de este hombre a abrirse a la misión. Era un excluido ahora es uno de nosotros.
Pensemos en nosotros, en nuestras miserias. Cada uno tiene la propia, pensemos con sinceridad. ¡Cuántas veces las cubrimos con la hipocresía de las “buenas maneras”! Y precisamente entonces es necesario estar solos, ponerse de rodillas delante de Dios y rezar: “Señor, si quieres, puedes purificarme”. Y es necesario hacerlo, hacerlo antes de ir a la cama, todas las noches. Y ahora hacemos esta bonita oración: ‘Señor si quieres, puedes purificarme’. Todos juntos, tres veces, todos: ‘Señor, si quieres, puedes purificarme. Señor, si quieres, puedes purificarme. Señor, si quieres, puedes purificarme’. Gracias”.
23.06.16



El Papa en Armenia: Unirse y aislar a quien usa la religión para la violencia
El Santo Padre invita a aprender del genocidio sufrido por los armenios para evitar el peligro de volver a caer en tales horrores
24 junio 2016

 Roma).- El santo padre Francisco, en su primer día en Armenia, se ha reunido este viernes por la tarde en el Palacio Presidencial de Ereván al presidente del país Serzh Sargsyan.
El Papa fue recibido por el presidente en la entrada de honor  y después de la presentación de las respectivas delegaciones, ambos tuvieron un encuentro a puertas cerradas que concluyó con el intercambio de regalos la presentación de la familia del mandatario armeno.
A continuación, en el encuentro con las autoridades civiles y el cuerpo diplomático, dio el que ha sido el segundo discurso de la jornada. En sus palabras, el Santo Padre indicó que hoy en “esta tierra tan querida” que “ha dado valientemente testimonio de su fe” retribuye la visita que el presidente armenio le hizo el año pasado en el Vaticano, cuando participó junto a Karekin II y otros líderes religiosos en el centenario del Metz Yeghérn, el «Gran Mal», que azotó a este pueblo y causó la muerte de una gran multitud de personas.
“Aquella tragedia, aquel genocidio, por desgracia –señaló el papa Francisco– inauguró la triste lista de las terribles catástrofes del siglo pasado, causadas por aberrantes motivos raciales, ideológicos o religiosos, que cegaron la mente de los verdugos hasta el punto de proponerse como objetivo la aniquilación de poblaciones enteras”. Haciendo referencia al genocidio, aseguró que es muy triste, “pero las grandes potencias internacionales miraron para otro lado”.
Por ello aseguró: “Rindo homenaje al pueblo armenio, que iluminado por la luz del Evangelio incluso en los momentos más trágicos de su historia, siempre ha encontrado en la cruz y en la resurrección de Cristo la fuerza para levantarse de nuevo y reemprender el camino con dignidad”.
“Espero sinceramente –aseguró el Pontífice- que la humanidad sea capaz de aprender de esas trágicas experiencias a actuar con responsabilidad y sabiduría para evitar el peligro de volver a caer en tales horrores”.
Señaló que por este motivo “la Iglesia Católica desea cooperar activamente con todos los que se preocupan por el destino de la humanidad y el respeto de los derechos humanos” exhortando a “todos los que confiesan su fe en Dios unan sus fuerzas para aislar a quien se sirva de la religión para llevar a cabo proyectos de guerra, de opresión y de persecución violenta, instrumentalizando y manipulando el santo nombre Dios”.
El Pontífice señaló que hoy se registran persecuciones quizás mayores que en la época de los primeros mártires causando desplazamientos forzados de poblaciones enteras. Por ello es “indispensable” que los responsables de las naciones pongan “con valor y sin demora” iniciativas que pongan fin al sufrimiento, busquen la paz y reciban a los perseguidos, y por ello le pidió a Armenia “no dejar de ofrecer su valiosa colaboración a la comunidad internacional”.
El papa Francisco recordó también que “este año se cumple el 25 aniversario de la independencia de Armenia” de la Unión Soviética. “Un evento para alegrarse y una ocasión para rememorar lo conseguido y proponerse nuevas metas”, dijo, si unidos a los que están en la diáspora.
“La cohesión de todos los armenios, y el creciente esfuerzo por encontrar caminos que ayuden a superar las tensiones con algunos países vecinos, hará que sea más fácil lograr estos importantes objetivos, inaugurando para Armenia una época de auténtico renacimiento” dijo.
El Papa concluyó ofreciendo los recursos humanos de la Iglesia católica en favor del crecimiento de la sociedad, sobre todo con su actividad orientada hacia los más débiles y los más pobres, en el campo sanitario y educativo, y concretamente en el de la caridad, como lo demuestra el trabajo realizado desde hace veinticinco años por el hospital «Redemptoris Mater», en Ashotsk, las actividades del Instituto educativo a Ereván, las iniciativas de Cáritas Armenia y las obras gestionadas por las Congregaciones religiosas.
Después del encuentro en el Palacio de Gobierno, el Santo Padre concluyó su jornada en el Palacio Apostólico con un encuentro personal con el máximo líder de los ortodoxos armenos, el patriarca Karekin II, Catholicós de Todos los Armenios, Iglesia apostólica fundada por dos apóstoles y que se encuentra en un diálogo profundo con la Iglesia católica apostólica romana.
25.06.16

 

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