13 de set. 2017

PAPA AUDIÈNCIES

Después de Colombia el Papa retoma las audiencias generales

El Santo Padre indica un balance positivo del viaje apostólico en el país latinoamericano

(Ciudad del Vaticano, 13 Sept. 2017).- Dos días después de regresar de Colombia, el papa Francisco retomó las audiencias generales de los miércoles en la Plaza de San Pedro, favorecidas por un clima agradable de final del verano.
El Santo Padre entró en el Jeep abierto, saludando a más de trece mil fieles presentes, que le recibieron con manifestaciones de alegría, agitando pañuelos y banderas.
El Pontífice comentó el reciente viaje a Colombia, del 6 al 11 de septiembre, y aseguró que la catolicidad de ese pueblo es una riqueza para toda la Iglesia.
En su resumen de la audiencia en Español el Papa dijo: “En la catequesis de hoy deseo hacerles partícipes de mi reciente Viaje Apostólico a Colombia. En primer lugar, quiero agradecer desde aquí al Presidente por su invitación a visitar ese país, a las Autoridades, a los Obispos, y a todos cuantos han colaborado para hacerlo posible, y muy especialmente al pueblo colombiano por su acogida, su alegría y su afecto”.
Recordó que el lema del Viaje era «Demos el primer paso», y “miraba al proceso de reconciliación que vive hoy Colombia para poder salir de 50 años de conflicto interno. Con mi visita he querido bendecir el esfuerzo de ese pueblo, confirmarlo en la fe y en la esperanza, y recibir su testimonio, que es una riqueza para mi ministerio y para toda la Iglesia”.
Señaló que durante este viaje en el país latinoamericano “he podido contemplar los deseos de paz y de vida de tantos niños y jóvenes, en quienes exulta la esperanza. He podido encontrar también a los Obispos de esta nación y a los representantes del CELAM, para alentar su labor”.
En la etapa culminante de mi viaje, Villavicencio, hemos oído el conmovedor testimonio de los mártires y hemos visto el cuerpo mutilado del Cristo de Bocayá, esto nos ha recordado que la paz se funda, ante todo, sobre la sangre de testigos del amor, de la verdad, de la justicia y de la fe. En Medellín y Cartagena, el tema ha trascendido a la misión y al servicio, con ejemplos insignes de vocación y de seguimiento de Jesús, que hoy como ayer se entregan a los más pobres y se consagran a la promoción humana integral”, dijo
Y concluyó saludando “cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Confío a todos a la Virgen de Chiquinquirá, que ella pueda ayudarnos a dar el primer paso hacia un mundo más justo y en paz”.
La audiencia concluyó con el canto del Padre Nuestro en latín y la bendición de los objetos religiosos que las personas han llevado.

Texto completo de la catequesis de la audiencia general del 13 de septiembre de 2017


«Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Como ustedes saben en los días pasados he realizado el viaje apostólico a Colombia. (Aplausos) ¡Hay aquí algunos colombianos! Con todo el corazón agradezco al Señor por este gran don; y deseo renovar la expresión de mi reconocimiento al señor presidente de la República, que me ha recibido con mucha cortesía, a los obispos colombianos que han trabajado mucho para preparar esta visita, como también a todas las autoridades del país, y a todos aquellos que han colaborado en la realización de esta Visita. ¡Y un agradecimiento especial al pueblo colombiano que me ha recibido con mucho afecto y mucha alegría!
Un pueblo gozoso en medio de tantos sufrimientos, pero gozoso; un pueblo con esperanza. Una de las cosas que más me ha impresionado en todas las ciudades, la multitud y entre la muchedumbre, los papás y las mamás con los niños, que levantaban a los niños para que el Papa los bendijera, pero también con orgullo hacían ver a sus niños como diciendo: “Esto es nuestro orgullo, esta es nuestra esperanza”. Yo he pensado: un pueblo capaz de hacer niños y capaz de hacerlos ver con orgullo, con esperanza: este pueblo tiene futuro. Y me ha gustado mucho.
De modo particular en este viaje he sentido la continuidad con los dos Papas que antes de mí han visitado Colombia: el Beato Pablo VI, en 1968, y San Pablo II, en 1986. Una continuidad fuertemente animada por el Espíritu, que guía los pasos del pueblo de Dios en los caminos de la historia.
El lema del Viaje era ‘Demos el primer paso’, es decir, realicemos el primer paso, referido al proceso de reconciliación que Colombia está viviendo para salir de medio siglo, de medio siglo de conflicto interno, que ha sembrado sufrimiento y enemistad, causando tantas heridas, difíciles de cicatrizar. Pero con la ayuda de Dios el camino ya está ya iniciado. Con mi visita he querido bendecir el esfuerzo de este pueblo, confirmarlo en la fe y en la esperanza, y recibir su testimonio, que es una riqueza para mi ministerio y para toda la Iglesia. El testimonio de este pueblo es una riqueza para toda la Iglesia.
Colombia, como la mayor parte de los países latinoamericanos, es un país en el cual son fortísimas las raíces cristianas. Y si este hecho hace todavía más agudo el dolor por la tragedia de la guerra que lo ha lacerado, al mismo tiempo constituye la garantía de la paz, el sólido fundamento de su reconstrucción, la linfa de su invencible esperanza.
Es evidente que el Maligno ha querido dividir al pueblo para destruir la obra de Dios, pero es también evidente que el amor de Cristo, su infinita Misericordia es más fuerte que el pecado y que la muerte.
Este Viaje ha permitido llevar la bendición de Cristo, la bendición de la Iglesia sobre el deseo de vida y de paz que rebosa del corazón de esta Nación: lo he podido ver en los ojos de los miles y miles de niños, jóvenes y muchachos que han llenado la Plaza de Bogotá y que he encontrado por todas partes; esa fuerza de vida que también la naturaleza misma proclama con su exuberancia y su biodiversidad. ¡Colombia es el segundo país en el mundo por biodiversidad!
En Bogotá he podido encontrar a todos los obispos del país y también al Comité Directivo de¡ Consejo Episcopal Latinoamericano. Agradezco a Dios por haberlos podido abrazar y por haberles dado mi aliento pastoral, por su misión al servicio de la Iglesia sacramento de Cristo nuestra paz y nuestra esperanza.
La jornada dedicada de modo particular al tema de la reconciliación, y el momento culminante de todo el viaje ha sido en Villavicencio. En la mañana se realizó la gran celebración eucarística, con la beatificación de los mártires Jesús Jaramillo Monsalve, obispo, y Pedro María Ramírez Ramos, sacerdote; por la tarde, la especial Liturgia de Reconciliación, simbólicamente orientada hacia el Cristo de Bojayá, sin brazos y sin piernas, mutilado como su pueblo.
La beatificación de los dos mártires ha recordado plásticamente que la paz se funda también, y sobre todo, en la sangre de tantos testigos del amor, de la verdad, de la justicia, y también de verdaderos y propios mártires, asesinados por la fe, como los dos apenas citados. Escuchar sus biografías ha sido conmovedor hasta las lágrimas: lágrimas de dolor y de alegría juntas. Ante sus reliquias y sus rostros, el santo pueblo fiel de Dios ha sentido fuerte su propia identidad, con dolor, pensando a las muchas, demasiadas víctimas y con alegría, por la misericordia de Dios que se extiende sobre quienes lo temen.
«Misericordia y verdad se encontraran, justicia y paz se besaran» (Sal 85,11), que hemos escuchado al inicio. Este versículo del salmo contiene la profecía de lo que ha sucedido el viernes pasado en Colombia; la profecía y la gracia de Dios para este pueblo herido, para que pueda resurgir y caminar en una vida nueva.
Estas palabras proféticas llenas de gracia las hemos visto encarnadas en la historia de los testimonios, que han hablado en nombre de tantos y tantos que, a partir de sus heridas, con la gracia de Cristo han salido de sí mismos y se han abierto al encuentro, al perdón, a la reconciliación.
En Medellín la perspectiva ha sido la de la vida cristiana como discipulado: la vocación y la misión. Cuando los cristianos se empeñan completamente en el camino del seguimiento de Jesucristo, se vuelven verdaderamente sal, luz y levadura en el mundo, y los frutos son abundantes.
Uno de estos frutos son los ‘Hogares’, es decir, las Casas donde los niños y los jóvenes heridos por la vida pueden encontrar una nueva familia donde son amados, acogidos, protegidos y acompañados. Y otros frutos, abundantes como racimos, son las vocaciones para la vida sacerdotal y consagrada, que he podido bendecir y animar con alegría en un inolvidable encuentro con los consagrados y sus familiares.
Y finalmente, en Cartagena, la ciudad de San Pedro Claver, apóstol de los esclavos, el ‘focus’ ha ido a la promoción de la persona humana y de sus derechos fundamentales. San Pedro Claver, como también recientemente Santa María Bernarda Bütler, han dado la vida por los más pobres y marginados, y así han mostrado la vía de la verdadera revolución, aquella evangélica, no ideológica, que libera verdaderamente a las personas y las sociedades de las esclavitudes de ayer y, lamentablemente también de hoy. En este sentido, “dar el primer paso”,el lema del Viaje, dar el p rimer paso significa acercarse, inclinarse, tocar la carne del hermano herido y abandonado. Y hacerlo con Cristo, el Señor hecho esclavo por nosotros. Gracias a Él hay esperanza, porque Él es la misericordia y la paz.
Confío nuevamente a Colombia y a su amado pueblo a la Madre, Nuestra Señora de Chiquinquirá, que he podido venerar en la catedral de Bogotá. Con la ayuda de María, todo colombiano pueda dar cada día el primer paso hacia el hermano y la hermana, y así construir juntos, día a día, la paz en el amor, en la justicia y en la verdad. Gracias.     
 14.09.17



El Papa en Santa Marta: “Una cruz sin Cristo es masoquismo espiritual”

El Santo Padre retoma las misas cotidianas en la residencia Santa Marta

(Ciudad del Vaticano, 14 de septiembre de 2017).- El papa Francisco retomó este jueves, festividad de la Exaltación de la Cruz, la misa cotidiana en la capilla de la Residencia Santa Marta, suspendidas por la pausa del verano europeo.
En su homilía el Papa advirtió sobre dos tentaciones espirituales: pensar a un Cristo sin cruz, o sea solo como un maestro espiritual, y una cruz sin Cristo, vale a decir una especie de masoquismo espiritual.
El Santo Padre explica que la liturgia habla de la cruz como un árbol noble y fiel. Si bien reconoce que no siempre es fácil entender la cruz, la cual constituye un “misterio de amor”.
Señalando la explicación de Jesús a Nicodemo, el Papa indica que el Evangelio de hoy usa dos verbos: “subir” y “bajar”. “Jesús bajó del cielo para hacernos subir al cielo”.
San Pablo para explicarlo dice que “Jesús se humilló a sí mismo” haciéndose obediente hasta la muerte en la cruz. Y Francisco asegura que “solamente si logramos entender esta abajarse hasta el final, podremos entender la salvación que nos ofrece este misterio de amor”.
Así como la serpiente encantó a Eva, y en el desierto envenenó a los israelitas, así los Galatas fueron encantados “por la ilusión de un Cristo sin cruz o de una cruz sin Cristo”.
O “Un Cristo sin cruz que no es el Señor, sino un maestro y nada más”, lo que desata la ira de Pablo. La otra tentación es la cruz sin Cristo, la angustia de quedarse abajo, agachados, con el peso del pecado y sin esperanza”. Una especie de “masoquismo espiritual”.
Hoy podemos tomarnos algunos minutos y preguntarnos: ¿Cristo crucificado es para mi un misterio de amor? Yo sigo a Jesús sin la cruz, como un maestro espiritual que llena de consolación, de consejos buenos? O sigo la cruz de Jesús lamentándome siempre, con ‘masoquismo espiritual?
Y Francisco concluye invitando a que el Señor nos dé la gracia “no digo de entender, pero de entrar” en este misterio de amor.  
 15.09.17

El Papa en Sta. Marta: contemplemos a María a los pies de la cruz

El Santo Padre invita a contemplar en la festividad de la Virgen de los Dolores a Jesús vencedor aunque crucificado

(Ciudad del Vaticano, 16 Sept. 2017).- El papa Francisco invitó hoy a contemplar a la bienaventurada Virgen María, a los pies de la Cruz, en el día en que la Iglesia recuerda a Nuestra Señora de los Dolores.
Fue en la misa matutina de este viernes en la residencia Santa Marta: “Contemplemos a la Madre de Jesús, contemplemos este signo de contradicción, porque Jesús es el ganador pero en la Cruz, en la Cruz. Es una contradicción que no se entiende… Es necesario tener fe para entender, al menos para acercarse a este misterio”.
El Santo Padre indicó en su homilía que María “vivió toda su vida con el alma consternada”. Seguía a Jesús y sentía los comentarios de la gente, a veces a su favor y otras contrarias, pero estaba siempre detrás de su Hijo, indicó.
Por esto decimos que Ella es la primera discípula, aseguró el Papa. María tenía la inquietud que hacía nacer en su corazón este “signo de contradicción”.
Al final estaba allí, en silencio, bajo la cruz mirando al Hijo. Quizás sentía comentarios tipo: “Mira, aquella es la madre de uno de estos tres delincuentes”. Pero Ella “daba la cara por su Hijo”.
Lo que digo ahora, señaló el Papa, “son pequeñas palabras para ayudar a contemplar en silencio, este misterio. Porque en ese momento, “Ella nos dio a luz, dio a luz a la Iglesia”.
Mujer’, –le dice el Hijo– ‘eh aquí tus hijos’. No dice ‘madre’, dice ‘mujer’. Mujer fuerte, de coraje: mujer. Mujer que estaba allí para decir: “Este es mi hijo y no lo reniego”.

El Evangelio de hoy más que para reflexionar es para contemplar. “Que sea el Espíritu Santo, a decirnos a cada uno de nosotros de qué tenemos necesidad”.    
16.09.17






Francisco pide a los Misioneros del Sagrado Corazón “expresiones creativas”

Recibe a los representantes del capítulo general que se celebra en Roma

(Ciudad del Vaticano, 16 Sept. 2017).- «En actitud de escucha de cuanto el Espíritu dice hoy a su Iglesia y abiertos a lo que pide la humanidad, ustedes sabrán tomar de la fuente genuina e inextinguible de su carisma un nuevo impulso, opciones valientes, expresiones creativas de la misión que se les ha confiado”.
Esta fue la invitación del papa Francisco al recibir este sábado en el Vaticano a los participantes del Capítulo General de los Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús.
Precisando que “las condiciones cambiadas del mundo actual con respecto al pasado y las nuevas instancias del compromiso de evangelización de la Iglesia, son las condiciones que requieren y hacen posible nuevos modos de ofrecer el ‘buen vino’ del Evangelio para donar alegría y esperanza a tantos”.
A continuación el discurso del Santo Padre:
«Queridos hermanos,
Os saludo con alegría con motivo  de vuestro Capítulo general y doy las gracias al Superior General por sus palabras. Os habéis reunido para reflexionar sobre la vida de vuestra congregación, orar y discernir juntos cuales son los  caminos que el Señor os indica para actualizar y dar una fecundidad renovada al carisma que el Espíritu Santo ha dado a la Iglesia y al mundo a través de vuestro fundador, el sacerdote Jean Jules Chevalier.
Me parece particularmente significativo el lema elegido para la preparación que todo el Instituto ha llevado a cabo en vista de este capítulo: “Tú has guardado el buen vino hasta ahora” (Jn 2, 10). Si por un lado sois conscientes y gratos del inapreciable patrimonio de proyectos y obras apostólicas que el carisma ha desprendido en el siglo y medio de vida del Instituto, gracias a la fidelidad de los hermanos que os han precedido, por el otro comprendéis muy bien que sus ricos potenciales en beneficio de la Iglesia y del mundo no se han agotado.
A la escucha de lo que el Espíritu dice hoy a su Iglesia y abiertos a los interrogantes de la humanidad, sabréis cómo recabar de la fuente genuina e inagotable del carisma nuevo impulso, decisiones valientes, expresiones creativas de la misión que os ha sido confiada. Precisamente las condiciones cambiantes del mundo actual con respecto al pasado y las nuevas instancias del compromiso de evangelización de la Iglesia, son las condiciones que requieren y hacen posibles nuevas formas de ofrecer el “buen vino” del Evangelio para dar alegría y esperanza a tantos.
Si la inspiración original del Fundador era difundir la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, hoy vosotros la entendéis y la actualizáis expresándola en una variedad de obras y acciones que testimonian el amor tierno y misericordioso de Jesús por todos, especialmente por aquellas porciones de la humanidad más necesitadas.
Para poder hacerlo, os invito – como he recordado a menudo a las personas consagradas – a “volver al primer y único amor”, a mantener los ojos fijos en el Señor Jesucristo para aprender de él a amar con un corazón humano, a buscar y cuidar a las perdidas y heridas, a luchar por la justicia y la solidaridad con los débiles y los pobres, a dar esperanza y dignidad a los desheredados, a ir a cualquier lugar donde un ser humano espere mser acogido y ayudado. Cuando os manda como misioneros en el mundo, este es el primer Evangelio que la Iglesia os confía: mostrar en vuestras personas y con vuestras obras el amor apasionado y amor tierno de Dios por los pequeños, los últimos, los indefensos, los descartados de la tierra.
Aunque vuestro su Instituto, al igual que otros, haya sufrido en las últimas décadas una cierta disminución de sus miembros, el aumento de las vocaciones en América del Sur, Oceanía y Asia os conforta y os da esperanza para el presente y el futuro. Así también la formación cristiana de la juventud, expresión ulterior de vuestro carisma, podrá asegurarse e incrementarse en las obras del Instituto. ¡Qué urgente es hoy la tarea de educar y acompañar a las nuevas generaciones para aprender los valores humanos y cultivar una visión evangélica de la vida y de la historia!
Esta, que muchos definen como una verdadera “emergencia educativa”, es indudablemente una de las fronteras de la misión evangelizadora de la Iglesia, hacia la que está invitada a salir  toda la comunidad cristiana. En la estela de lo que han hecho los hermanos que os han precedido y de las obras que comenzaron, os animo a emprender nuevas iniciativas en esta expresión específica de vuestro apostolado.
La Congregación de los Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús cuenta todavía hoy con un buen número de miembros, entre los cuales un grupo consistente de hermanos religiosos. Y los hermanos, en una congregación son una gracia del Señor. Por favor, no cedáis al mal del clericalismo, que aleja al pueblo y especialmente a los jóvenes de la Iglesia, como he recordado otras veces.


Vivid entre vosotros una verdadera fraternidad que acoge la diversidad y realza la riqueza de cada uno. No tengáis miedo de continuar e incrementar la comunión con los laicos que colaboran en vuestro apostolado, haciéndolos partícipe de vuestros ideales y proyectos y compartiendo con ellos la riqueza de la espiritualidad que emana de carisma del Instituto. Junto con ellos y con las hermanas de la congregación femenina , se robustecerá una “familia carismática” más numerosa, que mostrará mejor la vitalidad y la actualidad del carisma del Fundador.
¡Que la Virgen María, a la que veneráis con el título de Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús, os tenga siempre cerca de su Hijo, dispuestos a hacer todo lo que Él os diga, y os custodie con su intercesión maternal!. Os acompañe también mi bendición, que extiendo a todas vuestras comunidades. Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Gracias!».   17.09.17



Ángelus: “Abrirse a la posibilidad de perdonar”

Ser perdonado genera alegría, paz y libertad interior

(Ciudad del Vaticano 17 de septiembre de 2017). – “Quien ha tenido la experiencia de la alegría, de la paz y de la libertad interior que viene del hecho de ser perdonado puede abrirse a la posibilidad de perdonar también”: el Papa Francisco ha consagrado su alocución antes del ángelus de este domingo 17 de septiembre de 2017, en la plaza San Pedro al evangelio del perdón de este domingo.
Siempre debes perdonar ”, explica el Papa señalando que Dios perdona siempre. Concluye :” Que la Virgen María nos ayude a ser siempre más conscientes de la gratuidad y de la grandeza del perdón recibido de Dios, para ser misericordiosos como él, Padre bueno, lento a la cólera y grande en amor”.
Esta es nuestra traducción de las palabras del Papa antes y después del ángelus, que ha presidido en presencia de unos 30.000 visitantes.
Palabras del Papa Francisco antes del ángelus
Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
El pasaje del evangelio de este domingo (Cf. Mt 18,21-25) nos ofrece una enseñanza sobre el perdón, que no niega el mal hecho, pero reconoce que el ser humano, creado a imagen de Dios, es siempre más grande que el mal que comete.
San Pedro le pregunta a Jesús: “Si mi hermano comete faltas contra mí, cuantas veces debería perdonar?. Hasta siete veces?” (v. 21). A Pedro le parece mucho perdonar siete veces a una misma persona; y a nosotros nos puede parecer mucho hacerlo dos veces. Pero Jesús responde: “No te digo siete veces, sino hasta 70 veces siete” (v. 22), lo que quiere decir siempre: tu debes perdonar siempre.
Y lo confirma contando la parábola del rey misericordioso y del servidor sin piedad, en la cual muestra la incoherencia de aquel que había sido perdonado primero y rechaza el perdonar.
El rey de la parábola es un hombre generoso que, tiene compasión perdona una deuda enorme-“diez mil talentos” enorme- a un servidor que le suplica. Pero ese mismo servidor, cuando encuentra a otro servidor como él que le debe cien denarios-es decir, mucho menos, se comporta sin piedad, haciéndole meter en prisión. El comportamiento incoherente de este siervo es también el nuestro cuando rechazamos el perdón a nuestros hermanos. Mientras que el rey de la parábola es la imagen de Dios que nos ama con un amor rico en misericordia que nos acoge, nos: ama y nos perdona continuamente.
Desde nuestro bautismo, Dios nos ha perdonado, y nos perdona una deuda insolvente: el pecado original. Entonces con misericordia ilimitada, Él nos perdona todas las faltas tan pronto como mostramos solo un pequeño signo de arrepentimiento. Dios es así: misericordioso.
Cuando estamos tentados a cerrar nuestros corazones a los que nos han ofendido y ofrecemos excusas, recordemos las palabras del Padre Celestial al siervo despiadado: “Te he perdonado esta deuda porque me lo has pedido. No deberías tener tú también piedad de tu compañero, como yo la he tenido de ti?”(vs. 32-33). Quien ha tenido la experiencia de la alegría, de la paz y de la libertad interior que viene del hecho de haber sido perdonado puede abrirse a la posibilidad de perdonar él también.
En la oración del Padre Nuestro, Jesús ha querido la misma enseñanza que la de esta parábola. Ha puesto en relación directa el perdón que pedimos a Dios con el perdón que debemos conceder a nuestros hermanos: “perdonemos nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mt 6,12). El perdón de Dios es el signo de su amor desbordante para cada uno de nosotros; es el amor el que nos deja libres de alejarnos, como el hijo pródigo, pero que espera cada día nuestro retorno; es el amor cuidadoso del pastor por la oveja perdida; es la ternura que acoge a todo pecador que llama a su puerta. El Padre celestial-nuestro Padre – está lleno, lleno, de amor y nos lo quiere ofrecer, pero no puede hacerlo si cerramos nuestro corazón al amor de los otros.
Que la Virgen María nos ayude a ser más conscientes cada día de la gratuidad y de la grandeza del perdón recibido de Dios, para ser misericordiosos como él, Padre bueno, lento a la cólera y grande en amor.
Después del ángelus
Queridos hermanos y hermanas, Os saludo a cada uno de vosotros con afecto, Romanos y peregrinos venidos de diferentes países: familias, grupos parroquiales, asociaciones.
Saludo a los fieles de La Plata (Argentina), a los oficiales de la Escuela militar de Colombia y a los catequistas de Rho.
Saludo a los participantes de la carrera a pie Vía Pacis, que ha pasado por los lugares de culto de diferentes confesiones religiosas presentes en Roma. Deseo que esta iniciativa cultural y deportiva pueda favorecer el diálogo, la convivencia y la paz.
Saludo a los numerosos jóvenes venidos de Loreto acompañados por hermanos capuchinos, que han comenzado hoy una jornada de reflexión y de meditación: nos aportáis el “perfume” del santuario de la Santa Casa, gracias!.
Saludo también a los voluntarios Pro Loco y a los caminantes que comienzan hoy el relevo de Asís. Buena ruta!

Os deseo a todos un buen domingo. Y por favor, no os olvidéis de orar por mi. Buena suerte y adiós!.    
18.09.17


Santa Marta: “Los cristianos deben rezar por los gobernantes”

El Papa propone examen de conciencia: “¿Rezo por todos los gobernantes?”

(18 Sept. 2017).- “Los cristianos deben rezar por los gobernantes” ha indicado el papa Francisco esta mañana en la homilía de la eucaristía celebrada en la Residencia de Santa Marta.
El papa Francisco reflexionó sobre la Primera lectura del día en que san Pablo aconseja a Timoteo que rece por los gobernantes. A la vez, habló sobre la lectura del Evangelio, en la que aparece un gobernante que reza: es el centurión que tenía a un siervo enfermo.
Los cristianos deben rezar por los gobernantes –ha afirmado el Papa–. ‘Pero, Padre, ¿cómo voy a rezar por éste, que hace cosas tan graves?’ – ‘Tiene más necesidad aún. Reza, haz penitencia por el gobernante’. La oración de intercesión – es tan hermoso esto que dice Pablo – es para todos los reyes, para todos aquellos que están en el poder. ¿Para qué? ‘Para que podamos conducir una vida calma y tranquila’. Cuando el gobernante es libre y puede gobernar en paz, todo el pueblo se beneficia de esto”.
El Papa ha advertido que podemos decir: “‘No, yo lo he votado ’… ‘yo no lo he votado, que haga lo suyo’. No, nosotros no podemos dejar a los gobernantes solos: debemos acompañarlos con la oración.
El Papa ha hablado sobre el centurión que aparece en el pasaje del Evagelio de hoy: “Este hombre experimentó la necesidad de la oración” – dijo el Papa – y no sólo porque “amaba” sino también porque “tenía conciencia de no ser el patrón de todo, no ser la última instancia”. Sabía que por encima de él hay otro que gobierna. Tenía subalternos, los soldados, pero él mismo estaba en la condición de subalterno. Y esto lo lleva a orar. En efecto, el gobernante que tiene esta conciencia, reza.
Que los gobernantes recen

Si no reza, se cierra en su propia auto-referencialidad o en la de su partido, en aquel círculo del que no puede salir; es un hombre cerrado en sí mismo. Pero cuando ve los verdaderos problemas, tiene esta conciencia de ‘subalternidad’, que hay otro que tiene más poder que él. ¿Quién tiene más poder que un gobernante? El pueblo, que le ha dado el poder, y Dios, del que viene el poder a través del pueblo. Cuando un gobernante tiene esta conciencia de ‘subalternidad’, reza”.   
 19.09.17

Francisco en Sta. Marta: Compasión que se traduzca en obras

Invita a no ayudar desde lejos, sino ayudando a integrarse

(Ciudad del Vaticano, 19 Sept. 2017).- El papa Francisco en la misa que celebró hoy en la Casa Santa Marta, invitó a pedirle al Señor la gracia de la compasión al ver tanta gente que sufre, pero no de modo pasivo sino dándole la dignidad que Dios quiere para ellos.
Partiendo del Evangelio de hoy, en el que san Lucas narra la resurrección del hijo de la viuda de Naín por obra de Jesús, el Papa precisó que en el Antiguo Testamento, los más pobres eran las viudas, los huérfanos, los extranjeros y los forasteros.
Explicó así que “la compasión es un sentimiento que involucra, es un sentimiento del corazón, de las entrañas, afecta todo. No es lo mismo que tener pena, o… ‘¡qué lástima, pobre gente!’: no, no es lo mismo. La compasión compromete. Es ‘padecer con’. Esto es la compasión. El Señor se compromete con una viuda y con un huérfano… Pero dime, tú tienes a toda una muchedumbre aquí, ¿por qué no hablas a la gente? Deja… la vida es así… son tragedias que suceden, suceden…”.
No, para Él era más importante aquella viuda y aquel huérfano muerto, que la muchedumbre a la que le estaba hablando y que lo seguía. ¿Por qué? Porque su corazón, sus vísceras se implicaron. El Señor, con su compasión, se ha interesado en este caso. Tuvo compasión”, dijo.
La compasión significa “acercarse y tocar la realidad. Tocar. No mirarla desde lejos. Tuvo compasión –primera palabra– se acercó, segunda palabra. Después hace el milagro y Jesús no dice: ‘Hasta la próxima, yo prosigo el camino’: no. Toma al muchacho y ¿qué dice? ‘Lo devolvió a su madre’: restituir, la tercera palabra. Jesús hace milagros para devolver, para colocar en su propio lugar a las personas. Y es esto lo que ha hecho con la redención. Tuvo compasión –Dios tuvo compasión– se acercó a nosotros en su Hijo, y nos restituyó a todos nosotros la dignidad de hijos de Dios. Nos ha recreado a todos”.
El Santo Padre exhortó por ello a “hacer lo mismo”, a seguir el ejemplo de Cristo, acercarse a los necesitados, “no ayudarlos desde lejos, porque hay quien está sucio, no se ducha o huele mal”.
Muchas veces miramos los telediarios o la primera página de los periódicos, las tragedias… pero mira, en aquel país los niños no tienen qué comer; en aquel país los niños son soldados; en aquel país las mujeres son esclavizadas; en aquel país… oh, ¡cuántas calamidades! Pobre gente… Giro la página y paso a la novela, a la telenovela que viene después. Y esto no es cristiano”.
Y la pregunta que yo haría ahora, mirándolos a todos, y también a mí mismo: “¿Soy capaz de tener compasión? ¿De rezar? Cuando veo estas cosas, que me las llevan a casa a través de los medios de comunicación… ¿mis entrañas se mueven? ¿Mi corazón padece con aquella gente, siento pena, digo ‘pobre gente’, y así?… Y si uno puede tener compasión, hay que pedir la gracia: ‘¡Señor, dame la gracia de la compasión!’”,
Invitó por ello con la oración de intercesión y con nuestro trabajo de cristianos, a ser capaces de ayudar a la gente que sufre, a que “sea restituida a la sociedad, a la vida de la familia, del trabajo, o sea a la vida cotidiana”.   
 20.09.17


Audiencia: “Confía en Dios creador y en el abrazo de Cristo”

El Santo Padre prosiguió con las catequesis sobre la esperanza cristiana

(Ciudad del Vaticano, 20 Sept. 2017).- En un hermoso día soleado, el papa Francisco llegó este miércoles a la Audiencia general en la plaza de san Pedro, donde le esperaban varios miles de peregrinos. En el jeep abierto el Pontífice pasó saludando a los fieles que le aguardaban aquí en el Vaticano, con diversas manifestaciones de cariño y bendijo en particular a algunos pequeños y ancianos.
El Pontífice prosiguió la serie de catequesis sobre la esperanza cristiana, en particular “educar a la esperanza” subrayando que Dios no desilusiona nunca, y que la fe y la esperanza caminan juntas.
El Papa explicó que hablaba como dirigiéndose directamente a un joven, en un coloquio directo con un «tú», y en su resumen en español exhortó:
Donde Dios te ha plantado espera; no cedas al desánimo, recuerda que el enemigo que tienes que derrotar está dentro de ti. Cree firmemente que este mundo es un milagro de Dios, que Él nos da la gracia de realizar nuevos prodigios porque la fe y la esperanza caminan juntas. Confía en Dios creador que llevará su creación al cumplimiento definitivo en el Espíritu Santo que guía todo el bien en Cristo, que nos espera al final de nuestra existencia”.
El Pontífice prosiguió diciendo: “Nunca pienses que has luchado en vano, que al final de la vida nos espera un naufragio, Dios no nos engaña. Llevará a plenitud como una eterna primavera la esperanza que ha puesto en nuestro corazón. No te quedes paralizado, levántate, camina, confía, sueña, sé constructor de paz y no de odio o división, ama a tu prójimo, respeta el camino de cada uno, sé compasivo y justo, sueña con un mundo nuevo”.
Y exhortó: “Pide a Dios la gracia de ser valiente, recuerda que Jesús venció por nosotros al miedo, el enemigo más grande contra nuestra fe. Reconoce que por el Bautismo, tu vida pertenece a Cristo y Él vive en ti y a través tuyo con su mansedumbre quiere someter a los enemigos del hombre: el pecado, el odio, el crimen, la violencia”.
Recuerda que no eres superior a nadie y que como cristiano eres hermano de todos. Cultiva ideales y sé fiel a ellos, y si te equivocas, no dudes en levantarte siempre, pues no somos infalibles. El hijo de Dios ha venido para rescataros a todos”.
El Papa concluyó: “Vive, ama, cree, sueña, Dios es tu amigo y con su gracia nunca caigas en la desesperación”.
La audiencia concluye con el canto del Pater Noster y la bendición apostólica y de los objetos religioso que los fieles traen.   
 21.09.17



Francisco: contra los abusos “hemos llegado atrasados”. Y pide “tolerancia cero”

Deja de lado su discurso y explica que los casos quedan en “Doctrina de la Fe”

(Ciudad del Vaticano, 21 Sept. 2017).-“El abuso sexual es un pecado horrible, completamente opuesto y en contradicción con lo que Cristo y la Iglesia nos enseñan”. “Reitero hoy una vez más que la Iglesia, en todos los niveles, responderá con la aplicación de las más firmes medidas a todos aquellos que han traicionado su llamado”. “La Iglesia irrevocablemente y a todos los niveles pretende aplicar contra el abuso sexual de menores el principio de “tolerancia cero”.
Estas fueron algunas de las frases del discurso que el papa Francisco preparó al recibir en audiencia en el Vaticano a los miembros de la Comisión Pontificia para la Tutela de los Menores, en ocasión de su asamblea plenaria.
A continuación el discurso que el Santo Padre había preparado y pidió que sea publicado. Si bien quiso hablar improvisando.
Discurso del Santo Padre:
Queridos Hermanos y Hermanas: Les doy una cálida bienvenida al comienzo de esta Asamblea Plenaria. En particular, quisiera agradecer al Cardenal O’Malley por su amable saludo al mismo tiempo que les manifiesto mi más sincero aprecio por las reflexiones que en nombre de ustedes han presentado el Sr. Hermenegild Makoro y el Sr. Bill Kilgallon.
Han expresado muy bien el papel que pensé para la Comisión cuando la formé hace tres años, un servicio que confío en que seguirá siendo de gran ayuda en los próximos años para el Papa, la Santa Sede, los obispos y los superiores mayores de todo el mundo.
Reunidos hoy aquí, deseo compartir con ustedes el profundo dolor que siento en el alma por la situación de los niños abusados, como ya he tenido ocasión de hacer recientemente en varias ocasiones.
El escándalo del abuso sexual es verdaderamente una ruina terrible para toda la humanidad, y que afecta a tantos niños, jóvenes y adultos vulnerables en todos los países y en todas las sociedades.
También para la Iglesia ha sido una experiencia muy dolorosa. Sentimos vergüenza por los abusos cometidos por ministros sagrados, que deberían ser los más dignos de confianza. Pero también hemos experimentado un llamado, que estamos seguros de que viene directamente de nuestro Señor Jesucristo: acoger la misión del Evangelio para la protección de todos los menores y adultos vulnerables.
Permítanme decir con toda claridad que el abuso sexual es un pecado horrible, completamente opuesto y en contradicción con lo que Cristo y la Iglesia nos enseñan. Aquí en Roma, he tenido el privilegio de escuchar las historias que las víctimas y los supervivientes de abusos han querido compartir.
En esos encuentros, ellos han compartido abiertamente los efectos que el abuso sexual ha provocado en sus vidas y en las de sus familias. Sé que también ustedes han tenido la bendita ocasión de participar en iguales reuniones, y que ellas siguen alimentando su compromiso personal de hacer todo lo posible para combatir este mal y eliminar esta ruina de entre nosotros.
Por eso, reitero hoy una vez más que la Iglesia, en todos los niveles, responderá con la aplicación de las más firmes medidas a todos aquellos que han traicionado su llamado y han abusado de los hijos de Dios. Las medidas disciplinarias que las Iglesias particulares han adoptado deben aplicarse a todos los que trabajan en las instituciones de la Iglesia.
Sin embargo, la responsabilidad primordial es de los obispos, sacerdotes y religiosos, de aquellos que han recibido del Señor la vocación de ofrecer sus vidas al servicio, incluyendo la protección vigilante de todos los niños, jóvenes y adultos vulnerables. Por esta razón, la Iglesia irrevocablemente y a todos los niveles pretende aplicar contra el abuso sexual de menores el principio de “tolerancia cero”.
El motu proprio ‘Como una madre amorosa’, promulgado en base a una propuesta de vuestra Comisión y en referencia al principio de responsabilidad en la Iglesia, afronta los casos de los obispos diocesanos, eparcas y superiores mayores de los institutos religiosos que, por negligencia, han realizado u omitido actos que hayan podido provocar un daño grave a otros, bien se trate de personas físicas o de una comunidad en su conjunto (cf. art. 1).
Durante los últimos tres años, la Comisión ha enfatizado continuamente los principios más importantes que guían los esfuerzos de la Iglesia para proteger a todos los menores y adultos vulnerables. De esta manera, ha cumplido la misión que le confié como «función consultiva al servicio del Santo Padre», ofreciendo su experiencia «con el fin de promover la responsabilidad de las Iglesias particulares en la protección de todos los menores y los adultos vulnerables» (Estatuto, art. 1).
Me llenó de alegría saber que muchas Iglesias particulares han adoptado vuestra recomendación para una Jornada de Oración, y para un diálogo con las víctimas y supervivientes de abusos, así como con los representantes de las organizaciones de víctimas. Ellos compartieron con nosotros cómo estas reuniones han sido una experiencia profunda de gracia en todo el mundo, y sinceramente espero que todas las Iglesias particulares se beneficien de ellas.
También es alentador saber cuántas Conferencias Episcopales y Conferencias de superiores mayores han buscado vuestro consejo con relación a las directrices para la protección de menores y adultos vulnerables.
Vuestra colaboración para compartir las mejores prácticas es verdaderamente valiosa, especialmente para aquellas Iglesias que tienen menos recursos para este trabajo crucial de protección. Me gustaría animarles a que sigan su colaboración en este trabajo con la Congregación para la Doctrina de la Fe y la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, para que estas prácticas sean inculturadas en las distintas Iglesias de todo el mundo.
Por último, me gustaría alabar con especial énfasis las numerosas oportunidades de aprendizaje, educación y formación que han ofrecido en tantas Iglesias particulares de todo el mundo e igualmente aquí en Roma, en los diversos dicasterios de la Santa Sede, en el curso para los nuevos Obispos y en varios congresos internacionales.
Me complace la noticia de que la presentación que el cardenal O’Malley y la Sra. Marie Collins, uno de sus miembros fundadores, realizaron la semana pasada a los nuevos obispos haya sido acogida tan favorablemente.
Estos programas educativos ofrecen el tipo de recursos que permitirán a las diócesis, institutos religiosos y a todas las instituciones católicas, adoptar e implementar los materiales más efectivos para este trabajo. La Iglesia está llamada a ser un lugar de piedad y compasión, especialmente para los que han sufrido.
Para todos nosotros, la Iglesia católica sigue siendo un hospital de campo que nos acompaña en nuestro itinerario espiritual. Es el lugar donde podemos sentarnos con otros, escucharlos y compartir con ellos nuestras luchas y nuestra fe en la buena nueva de Jesucristo.
Confío plenamente en que la Comisión seguirá siendo un lugar donde podamos escuchar con interés las voces de las víctimas y de los supervivientes. Porque tenemos mucho que aprender de ellos y de sus historias personales de coraje y perseverancia. Permítanme agradecerles una vez más sus esfuerzos y consejos en estos tres años.
Los encomiendo a la Santísima Virgen María, la Madre que permanece cerca de nosotros a lo largo de nuestras vidas. Les doy la Bendición Apostólica a todos ustedes y a sus seres queridos, y les pido que continúen rezando por mí”.    
22.09.17


El Papa a los obispos europeos: las migraciones son ocasión privilegiada para evangelizar

Preocupación del Papa por las actitudes de intolerancia haca la inmigración

(Ciudad del Vaticano, 22 Sept. 2017).- El papa Francisco recibió este viernes por la mañana en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, a los directores nacionales de la pastoral para los migrantes.
Ellos están participando en un encuentro del 21 al 23 septiembre, promovido por el Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE) en curso en Roma, en la Bonus Pastor.
El Santo Padre no esconde su preocupación por los signos de intolerancia y rechazo de la inmigración que se verifican en Europa. Les recuerda que la misión de Jesús es estar cerca de los más indefensos y que os flujos migratorios contemporáneos constituyen una ocasión privilegiada para anunciar a Jesucristo y su Evangelio sin moverse del propio ambiente y de dar un testimonio concreto de la fe cristiana en la caridad y en el profundo respeto por otras expresiones religiosas.
Publicamos el discurso dirigido por el Santo Padre a los participantes en la audiencia.
Discurso del Santo Padre
Queridos hermanos y hermanas,
Los recibo con alegría con ocasión de vuestro encuentro y agradezco al cardenal presidente las palabras que me ha dirigido en nombre de todos. Quiero darles las gracias de todo corazón por los esfuerzos de los últimos años a favor de tantos hermanos y hermanas migrantes y refugiados que llaman a las puertas de Europa en busca de un lugar más seguro y una vida más digna.
Frente los flujos migratorios masivos, complejos y variados, que han puesto en crisis las políticas migratorias adoptadas hasta ahora y los medios de protección sancionados por los convenios internacionales, la Iglesia tiene la intención de permanecer fiel a su misión: la de `amar a Jesucristo, adorarlo y amarlo, especialmente en los más pobres y desamparados; entre éstos, están ciertamente los emigrantes y los refugiados´ (Mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado 2015: Enseñanzas II, 2 [2014], 200).
El amor maternal de la Iglesia para estos hermanos y hermanas pide manifestarse concretamente en todas las fases de la experiencia migratoria desde la salida hasta el viaje, desde la llegada hasta el regreso, de manera que todos los órganos de las iglesias locales situados a lo largo de la ruta sean protagonistas de la única misión, cada uno según sus propias posibilidades. Reconocer y servir al Señor en estos miembros de su `pueblo en el camino´ es una responsabilidad compartida por todas las Iglesias particulares en la profusión de un esfuerzo constante, coordinado y eficaz.
Queridos hermanos y hermanas, no les oculto mi preocupación por los signos de intolerancia, discriminación y xenofobia que existen en diferentes regiones de Europa. A menudo están motivados por la desconfianza y el miedo hacia el otro, al diferente, al extranjero. Me preocupa todavía más la triste constatación de que nuestras comunidades católicas en Europa no están exentas de estas reacciones defensivas y de rechazo, justificadas por un no especificado `deber moral´ de preservar la identidad cultural y religiosa original.
La iglesia se ha extendido a todos los continentes gracias a la “migración” de los misioneros que estaban convencidos de la universalidad del mensaje de salvación de Jesucristo, destinado a los hombres y mujeres de todas las culturas. En la historia de la Iglesia no han faltado tentaciones de exclusivismo y atrincheramiento cultural, pero el Espíritu Santo siempre nos ha ayudado a superarlas, asegurando una apertura constante hacia el otro, considerada como una verdadera oportunidad de crecimiento y enriquecimiento.
El Espíritu, estoy seguro, nos ayuda también hoy a mantener una actitud de apertura confiada, que nos permite superar cualquier barrera, saltar por encima de cualquier muro.
En mi escucha constante de las Iglesias particulares en Europa, he percibido un profundo malestar frente a la llegada masiva de inmigrantes y refugiados. Ese malestar debe ser reconocido y entendido a la luz de un momento histórico marcado por la crisis económica, que ha dejado heridas profundas.
Ese malestar, además, también se ha visto agravado por la cantidad y la composición de los flujos migratorios, por una falta sustancial de preparación de las sociedades de acogida y de políticas nacionales y comunitarias a menudo inadecuadas.
Pero el malestar también es indicativo de los límites del proceso de unificación europea, de los obstáculos con los que se debe medir la aplicación real de la universalidad de los derechos humanos, de los muros contra los que se estrella el humanismo integral, que constituye uno de los frutos más hermosos de la civilización europea. Y para los cristianos todo esto debe interpretarse, más allá del inmanentismo laicista, en la lógica de la centralidad de la persona humana creada por Dios, única e irrepetible.
Desde una perspectiva puramente eclesiológica, la llegada de tantos hermanos y hermanas en la fe ofrece a las iglesias en Europa una nueva oportunidad de realizar plenamente su catolicidad, un elemento constitutivo de la Iglesia que confesamos en el Credo cada domingo. Por otra parte, en los últimos años, muchas Iglesias locales en Europa se han enriquecido con la presencia de inmigrantes católicos, que han traído sus devociones y su entusiasmo litúrgico y apostólico.
Desde una perspectiva misionológica, los flujos migratorios contemporáneos constituyen una nueva `frontera´ misionera, una ocasión privilegiada para anunciar a Jesucristo y su Evangelio sin moverse del propio ambiente, de dar un  testimonio concreto de la fe cristiana en la caridad y en el profundo respeto por otras expresiones religiosas. El encuentro con los migrantes y refugiados de otras confesiones y religiones es un terreno fértil para el desarrollo de un diálogo ecuménico e interreligioso sincero y enriquecedor.
En mi Mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado del próximo año destaqué que la respuesta pastoral a los desafíos de la migración contemporánea se deba articular en torno a cuatro verbos: acoger, proteger, promover, integrar.
El verbo acoger se traduce después en otros verbos como ampliar los medios legales y seguros de entrada, proporcionar un primer alojamiento adecuado y decoroso, y garantizar a todos la seguridad personal y el acceso a los servicios básicos.
El verbo proteger se especifica en la oferta de información fiable y certificada antes de la salida, la defensa de los derechos fundamentales de los migrantes y refugiados, independientemente de su estatus migratorio, y en la defensa de los más vulnerables, que son los niños y las niñas.
Promover significa esencialmente asegurar las condiciones para el desarrollo humano integral de todos, migrantes y autóctonos. El verbo integrar se traduce en la apertura de espacios de encuentro intercultural, en favorecer el enriquecimiento mutuo y promover programas de ciudadanía activa.
En el mismo mensaje mencionaba la importancia de los Pactos Globales, que los Estados se han comprometido a elaborar y aprobar a finales de 2018. La Sección Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral ha preparado 20 puntos de acción que las Iglesias locales están invitadas a utilizar, completar y profundizar en su pastoral: estos puntos se basan en las `mejores prácticas´ que caracterizan la respuesta tangible de la Iglesia a las necesidades de los migrantes y refugiados.
Los mismos puntos son útiles para el diálogo que las diferentes instituciones eclesiásticas tengan con sus gobiernos en vista de los Pactos Globales. Os invito, queridos directores, a conocer estos puntos y a promoverlos en vuestras Conferencias Episcopales.
Los mismos puntos de acción conforman también un paradigma articulado de los cuatro verbos mencionados anteriormente, un paradigma que podría servir como metro de estudio o de verificación de las praxis pastorales en las Iglesias locales, de cara a una actualización cada vez más oportuna y enriquecedora.
La comunión en la reflexión y la acción sea vuestra fuerza, porque cuando se está solo, los obstáculos parecen mucho más grandes. Vuestra voz sea siempre puntual y profética, y, sobre todo, esté precedidas por una obra coherente y basada en los principios de la doctrina cristiana.
Renuevo mi agradecimiento por vuestro gran esfuerzo en el contexto de una pastoral migratoria tan compleja cuanto de candente actualidad y les aseguro mi oración. Y también ustedes, por favor no se olviden de rezar por mí. Gracias”.    23.09.17






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