Después de Colombia el Papa retoma las audiencias generales
El
Santo Padre indica un balance positivo del viaje apostólico en el
país latinoamericano
(Ciudad
del Vaticano, 13 Sept. 2017).- Dos días después de regresar de
Colombia, el papa Francisco retomó las audiencias generales de los
miércoles en la Plaza de San Pedro, favorecidas por un clima
agradable de final del verano.
El
Santo Padre entró en el Jeep abierto, saludando a más de trece mil
fieles presentes, que le recibieron con manifestaciones de alegría,
agitando pañuelos y banderas.
El
Pontífice comentó el reciente viaje a Colombia, del 6 al 11 de
septiembre, y aseguró que la catolicidad de ese pueblo es una
riqueza para toda la Iglesia.
En
su resumen de la audiencia en Español el Papa dijo: “En la
catequesis de hoy deseo hacerles partícipes de mi reciente Viaje
Apostólico a Colombia. En primer lugar, quiero agradecer desde aquí
al Presidente por su invitación a visitar ese país, a las
Autoridades, a los Obispos, y a todos cuantos han colaborado para
hacerlo posible, y muy especialmente al pueblo colombiano por su
acogida, su alegría y su afecto”.
Recordó
que el lema del Viaje era «Demos el primer paso», y “miraba al
proceso de reconciliación que vive hoy Colombia para poder salir de
50 años de conflicto interno. Con mi visita he querido bendecir el
esfuerzo de ese pueblo, confirmarlo en la fe y en la esperanza, y
recibir su testimonio, que es una riqueza para mi ministerio y para
toda la Iglesia”.
Señaló
que durante este viaje en el país latinoamericano “he podido
contemplar los deseos de paz y de vida de tantos niños y jóvenes,
en quienes exulta la esperanza. He podido encontrar también a los
Obispos de esta nación y a los representantes del CELAM, para
alentar su labor”.
“En
la etapa culminante de mi viaje, Villavicencio, hemos oído el
conmovedor testimonio de los mártires y hemos visto el cuerpo
mutilado del Cristo de Bocayá, esto nos ha recordado que la paz se
funda, ante todo, sobre la sangre de testigos del amor, de la verdad,
de la justicia y de la fe. En Medellín y Cartagena, el tema ha
trascendido a la misión y al servicio, con ejemplos insignes de
vocación y de seguimiento de Jesús, que hoy como ayer se entregan a
los más pobres y se consagran a la promoción humana integral”,
dijo
Y
concluyó saludando “cordialmente a los peregrinos de lengua
española, en particular los grupos provenientes de España y
Latinoamérica. Confío a todos a la Virgen de Chiquinquirá, que
ella pueda ayudarnos a dar el primer paso hacia un mundo más justo y
en paz”.
La
audiencia concluyó con el canto del Padre Nuestro en latín y la
bendición de los objetos religiosos que las personas han llevado.
Texto completo de la catequesis de la audiencia general del 13 de septiembre de 2017
«Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Como
ustedes saben en los días pasados he realizado el viaje apostólico
a Colombia. (Aplausos) ¡Hay aquí algunos colombianos! Con todo el
corazón agradezco al Señor por este gran don; y deseo renovar la
expresión de mi reconocimiento al señor presidente de la República,
que me ha recibido con mucha cortesía, a los obispos colombianos que
han trabajado mucho para preparar esta visita, como también a todas
las autoridades del país, y a todos aquellos que han colaborado en
la realización de esta Visita. ¡Y un agradecimiento especial al
pueblo colombiano que me ha recibido con mucho afecto y mucha
alegría!
Un
pueblo gozoso en medio de tantos sufrimientos, pero gozoso; un pueblo
con esperanza. Una de las cosas que más me ha impresionado en todas
las ciudades, la multitud y entre la muchedumbre, los papás y las
mamás con los niños, que levantaban a los niños para que el Papa
los bendijera, pero también con orgullo hacían ver a sus niños
como diciendo: “Esto es nuestro orgullo, esta es nuestra
esperanza”. Yo he pensado: un pueblo capaz de hacer niños y capaz
de hacerlos ver con orgullo, con esperanza: este pueblo tiene futuro.
Y me ha gustado mucho.
De
modo particular en este viaje he sentido la continuidad con los dos
Papas que antes de mí han visitado Colombia: el Beato Pablo VI, en
1968, y San Pablo II, en 1986. Una continuidad fuertemente animada
por el Espíritu, que guía los pasos del pueblo de Dios en los
caminos de la historia.
El
lema del Viaje era ‘Demos el primer paso’, es decir, realicemos
el primer paso, referido al proceso de reconciliación que Colombia
está viviendo para salir de medio siglo, de medio siglo de conflicto
interno, que ha sembrado sufrimiento y enemistad, causando tantas
heridas, difíciles de cicatrizar. Pero con la ayuda de Dios el
camino ya está ya iniciado. Con mi visita he querido bendecir el
esfuerzo de este pueblo, confirmarlo en la fe y en la esperanza, y
recibir su testimonio, que es una riqueza para mi ministerio y para
toda la Iglesia. El testimonio de este pueblo es una riqueza para
toda la Iglesia.
Colombia,
como la mayor parte de los países latinoamericanos, es un país en
el cual son fortísimas las raíces cristianas. Y si este hecho hace
todavía más agudo el dolor por la tragedia de la guerra que lo ha
lacerado, al mismo tiempo constituye la garantía de la paz, el
sólido fundamento de su reconstrucción, la linfa de su invencible
esperanza.
Es
evidente que el Maligno ha querido dividir al pueblo para destruir la
obra de Dios, pero es también evidente que el amor de Cristo, su
infinita Misericordia es más fuerte que el pecado y que la muerte.
Este
Viaje ha permitido llevar la bendición de Cristo, la bendición de
la Iglesia sobre el deseo de vida y de paz que rebosa del corazón de
esta Nación: lo he podido ver en los ojos de los miles y miles de
niños, jóvenes y muchachos que han llenado la Plaza de Bogotá y
que he encontrado por todas partes; esa fuerza de vida que también
la naturaleza misma proclama con su exuberancia y su biodiversidad.
¡Colombia es el segundo país en el mundo por biodiversidad!
En
Bogotá he podido encontrar a todos los obispos del país y también
al Comité Directivo de¡ Consejo Episcopal Latinoamericano.
Agradezco a Dios por haberlos podido abrazar y por haberles dado mi
aliento pastoral, por su misión al servicio de la Iglesia sacramento
de Cristo nuestra paz y nuestra esperanza.
La
jornada dedicada de modo particular al tema de la reconciliación, y
el momento culminante de todo el viaje ha sido en Villavicencio. En
la mañana se realizó la gran celebración eucarística, con la
beatificación de los mártires Jesús Jaramillo Monsalve, obispo, y
Pedro María Ramírez Ramos, sacerdote; por la tarde, la especial
Liturgia de Reconciliación, simbólicamente orientada hacia el
Cristo de Bojayá, sin brazos y sin piernas, mutilado como su pueblo.
La
beatificación de los dos mártires ha recordado plásticamente que
la paz se funda también, y sobre todo, en la sangre de tantos
testigos del amor, de la verdad, de la justicia, y también de
verdaderos y propios mártires, asesinados por la fe, como los dos
apenas citados. Escuchar sus biografías ha sido conmovedor hasta las
lágrimas: lágrimas de dolor y de alegría juntas. Ante sus
reliquias y sus rostros, el santo pueblo fiel de Dios ha sentido
fuerte su propia identidad, con dolor, pensando a las muchas,
demasiadas víctimas y con alegría, por la misericordia de Dios que
se extiende sobre quienes lo temen.
«Misericordia
y verdad se encontraran, justicia y paz se besaran» (Sal 85,11), que
hemos escuchado al inicio. Este versículo del salmo contiene la
profecía de lo que ha sucedido el viernes pasado en Colombia; la
profecía y la gracia de Dios para este pueblo herido, para que pueda
resurgir y caminar en una vida nueva.
Estas
palabras proféticas llenas de gracia las hemos visto encarnadas en
la historia de los testimonios, que han hablado en nombre de tantos y
tantos que, a partir de sus heridas, con la gracia de Cristo han
salido de sí mismos y se han abierto al encuentro, al perdón, a la
reconciliación.
En
Medellín la perspectiva ha sido la de la vida cristiana como
discipulado: la vocación y la misión. Cuando los cristianos se
empeñan completamente en el camino del seguimiento de Jesucristo, se
vuelven verdaderamente sal, luz y levadura en el mundo, y los frutos
son abundantes.
Uno
de estos frutos son los ‘Hogares’, es decir, las Casas donde los
niños y los jóvenes heridos por la vida pueden encontrar una nueva
familia donde son amados, acogidos, protegidos y acompañados. Y
otros frutos, abundantes como racimos, son las vocaciones para la
vida sacerdotal y consagrada, que he podido bendecir y animar con
alegría en un inolvidable encuentro con los consagrados y sus
familiares.
Y
finalmente, en Cartagena, la ciudad de San Pedro Claver, apóstol de
los esclavos, el ‘focus’ ha ido a la promoción de la persona
humana y de sus derechos fundamentales. San Pedro Claver, como
también recientemente Santa María Bernarda Bütler, han dado la
vida por los más pobres y marginados, y así han mostrado la vía de
la verdadera revolución, aquella evangélica, no ideológica, que
libera verdaderamente a las personas y las sociedades de las
esclavitudes de ayer y, lamentablemente también de hoy. En este
sentido, “dar el primer paso”,el lema del Viaje, dar el p rimer
paso significa acercarse, inclinarse, tocar la carne del hermano
herido y abandonado. Y hacerlo con Cristo, el Señor hecho esclavo
por nosotros. Gracias a Él hay esperanza, porque Él es la
misericordia y la paz.
Confío
nuevamente a Colombia y a su amado pueblo a la Madre, Nuestra Señora
de Chiquinquirá, que he podido venerar en la catedral de Bogotá.
Con la ayuda de María, todo colombiano pueda dar cada día el primer
paso hacia el hermano y la hermana, y así construir juntos, día a
día, la paz en el amor, en la justicia y en la verdad. Gracias.
14.09.17
14.09.17
El Papa en Santa Marta: “Una cruz sin Cristo es masoquismo espiritual”
El
Santo Padre retoma las misas cotidianas en la residencia Santa Marta
(Ciudad
del Vaticano, 14 de septiembre de 2017).- El papa Francisco retomó
este jueves, festividad de la Exaltación de la Cruz, la misa
cotidiana en la capilla de la Residencia Santa Marta, suspendidas por
la pausa del verano europeo.
En
su homilía el Papa advirtió sobre dos tentaciones espirituales:
pensar a un Cristo sin cruz, o sea solo como un maestro espiritual, y
una cruz sin Cristo, vale a decir una especie de masoquismo
espiritual.
El
Santo Padre explica que la liturgia habla de la cruz como un árbol
noble y fiel. Si bien reconoce que no siempre es fácil entender la
cruz, la cual constituye un “misterio de amor”.
Señalando
la explicación de Jesús a Nicodemo, el Papa indica que el Evangelio
de hoy usa dos verbos: “subir” y “bajar”. “Jesús bajó del
cielo para hacernos subir al cielo”.
San
Pablo para explicarlo dice que “Jesús se humilló a sí mismo”
haciéndose obediente hasta la muerte en la cruz. Y Francisco asegura
que “solamente si logramos entender esta abajarse hasta el final,
podremos entender la salvación que nos ofrece este misterio de
amor”.
Así
como la serpiente encantó a Eva, y en el desierto envenenó a los
israelitas, así los Galatas fueron encantados “por la ilusión de
un Cristo sin cruz o de una cruz sin Cristo”.
O
“Un Cristo sin cruz que no es el Señor, sino un maestro y nada
más”, lo que desata la ira de Pablo. La otra tentación es la cruz
sin Cristo, la angustia de quedarse abajo, agachados, con el peso del
pecado y sin esperanza”. Una especie de “masoquismo espiritual”.
“Hoy
podemos tomarnos algunos minutos y preguntarnos: ¿Cristo crucificado
es para mi un misterio de amor? Yo sigo a Jesús sin la cruz, como un
maestro espiritual que llena de consolación, de consejos buenos? O
sigo la cruz de Jesús lamentándome siempre, con ‘masoquismo
espiritual?
Y
Francisco concluye invitando a que el Señor nos dé la gracia “no
digo de entender, pero de entrar” en este misterio de amor.
15.09.17
15.09.17
El Papa en Sta. Marta: contemplemos a María a los pies de la cruz
El
Santo Padre invita a contemplar en la festividad de la Virgen de los
Dolores a Jesús vencedor aunque crucificado
(Ciudad
del Vaticano, 16 Sept. 2017).- El papa Francisco invitó hoy a
contemplar a la bienaventurada Virgen María, a los pies de la Cruz,
en el día en que la Iglesia recuerda a Nuestra Señora de los
Dolores.
Fue
en la misa matutina de este viernes en la residencia Santa Marta:
“Contemplemos a la Madre de Jesús, contemplemos este signo de
contradicción, porque Jesús es el ganador pero en la Cruz, en la
Cruz. Es una contradicción que no se entiende… Es necesario tener
fe para entender, al menos para acercarse a este misterio”.
El
Santo Padre indicó en su homilía que María “vivió toda su vida
con el alma consternada”. Seguía a Jesús y sentía los
comentarios de la gente, a veces a su favor y otras contrarias, pero
estaba siempre detrás de su Hijo, indicó.
Por
esto decimos que Ella es la primera discípula, aseguró el Papa.
María tenía la inquietud que hacía nacer en su corazón este
“signo de contradicción”.
Al
final estaba allí, en silencio, bajo la cruz mirando al Hijo. Quizás
sentía comentarios tipo: “Mira, aquella es la madre de uno de
estos tres delincuentes”. Pero Ella “daba la cara por su Hijo”.
Lo
que digo ahora, señaló el Papa, “son pequeñas palabras para
ayudar a contemplar en silencio, este misterio. Porque en ese
momento, “Ella nos dio a luz, dio a luz a la Iglesia”.
‘Mujer’,
–le dice el Hijo– ‘eh aquí tus hijos’. No dice ‘madre’,
dice ‘mujer’. Mujer fuerte, de coraje: mujer. Mujer que estaba
allí para decir: “Este es mi hijo y no lo reniego”.
El
Evangelio de hoy más que para reflexionar es para contemplar. “Que
sea el Espíritu Santo, a decirnos a cada uno de nosotros de qué
tenemos necesidad”.
16.09.17
16.09.17
Francisco pide a los Misioneros del Sagrado Corazón “expresiones creativas”
Recibe
a los representantes del capítulo general que se celebra en Roma
(Ciudad
del Vaticano, 16 Sept. 2017).- «En actitud de escucha de cuanto el
Espíritu dice hoy a su Iglesia y abiertos a lo que pide la
humanidad, ustedes sabrán tomar de la fuente genuina e inextinguible
de su carisma un nuevo impulso, opciones valientes, expresiones
creativas de la misión que se les ha confiado”.
Esta
fue la invitación del papa Francisco al recibir este sábado en el
Vaticano a los participantes del Capítulo General de los Misioneros
del Sagrado Corazón de Jesús.
Precisando
que “las condiciones cambiadas del mundo actual con respecto al
pasado y las nuevas instancias del compromiso de evangelización de
la Iglesia, son las condiciones que requieren y hacen posible nuevos
modos de ofrecer el ‘buen vino’ del Evangelio para donar alegría
y esperanza a tantos”.
A
continuación el discurso del Santo Padre:
«Queridos
hermanos,
Os
saludo con alegría con motivo de vuestro Capítulo general y
doy las gracias al Superior General por sus palabras. Os habéis
reunido para reflexionar sobre la vida de vuestra congregación, orar
y discernir juntos cuales son los caminos que el Señor os
indica para actualizar y dar una fecundidad renovada al carisma que
el Espíritu Santo ha dado a la Iglesia y al mundo a través de
vuestro fundador, el sacerdote Jean Jules Chevalier.
Me
parece particularmente significativo el lema elegido para la
preparación que todo el Instituto ha llevado a cabo en vista de este
capítulo: “Tú has guardado el buen vino hasta ahora” (Jn 2,
10). Si por un lado sois conscientes y gratos del inapreciable
patrimonio de proyectos y obras apostólicas que el carisma ha
desprendido en el siglo y medio de vida del Instituto, gracias a la
fidelidad de los hermanos que os han precedido, por el otro
comprendéis muy bien que sus ricos potenciales en beneficio de la
Iglesia y del mundo no se han agotado.
A
la escucha de lo que el Espíritu dice hoy a su Iglesia y abiertos a
los interrogantes de la humanidad, sabréis cómo recabar de la
fuente genuina e inagotable del carisma nuevo impulso, decisiones
valientes, expresiones creativas de la misión que os ha sido
confiada. Precisamente las condiciones cambiantes del mundo actual
con respecto al pasado y las nuevas instancias del compromiso de
evangelización de la Iglesia, son las condiciones que requieren y
hacen posibles nuevas formas de ofrecer el “buen vino” del
Evangelio para dar alegría y esperanza a tantos.
Si
la inspiración original del Fundador era difundir la devoción al
Sagrado Corazón de Jesús, hoy vosotros la entendéis y la
actualizáis expresándola en una variedad de obras y acciones que
testimonian el amor tierno y misericordioso de Jesús por todos,
especialmente por aquellas porciones de la humanidad más
necesitadas.
Para
poder hacerlo, os invito – como he recordado a menudo a las
personas consagradas – a “volver al primer y único amor”, a
mantener los ojos fijos en el Señor Jesucristo para aprender de él
a amar con un corazón humano, a buscar y cuidar a las perdidas y
heridas, a luchar por la justicia y la solidaridad con los débiles y
los pobres, a dar esperanza y dignidad a los desheredados, a ir a
cualquier lugar donde un ser humano espere mser acogido y ayudado.
Cuando os manda como misioneros en el mundo, este es el primer
Evangelio que la Iglesia os confía: mostrar en vuestras personas y
con vuestras obras el amor apasionado y amor tierno de Dios por los
pequeños, los últimos, los indefensos, los descartados de la
tierra.
Aunque
vuestro su Instituto, al igual que otros, haya sufrido en las últimas
décadas una cierta disminución de sus miembros, el aumento de las
vocaciones en América del Sur, Oceanía y Asia os conforta y os da
esperanza para el presente y el futuro. Así también la formación
cristiana de la juventud, expresión ulterior de vuestro carisma,
podrá asegurarse e incrementarse en las obras del Instituto. ¡Qué
urgente es hoy la tarea de educar y acompañar a las nuevas
generaciones para aprender los valores humanos y cultivar una visión
evangélica de la vida y de la historia!
Esta,
que muchos definen como una verdadera “emergencia educativa”, es
indudablemente una de las fronteras de la misión evangelizadora de
la Iglesia, hacia la que está invitada a salir toda la
comunidad cristiana. En la estela de lo que han hecho los hermanos
que os han precedido y de las obras que comenzaron, os animo a
emprender nuevas iniciativas en esta expresión específica de
vuestro apostolado.
La
Congregación de los Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús
cuenta todavía hoy con un buen número de miembros, entre los cuales
un grupo consistente de hermanos religiosos. Y los hermanos, en una
congregación son una gracia del Señor. Por favor, no cedáis al mal
del clericalismo, que aleja al pueblo y especialmente a los jóvenes
de la Iglesia, como he recordado otras veces.
Vivid
entre vosotros una verdadera fraternidad que acoge la diversidad y
realza la riqueza de cada uno. No tengáis miedo de continuar e
incrementar la comunión con los laicos que colaboran en vuestro
apostolado, haciéndolos partícipe de vuestros ideales y proyectos
y compartiendo con ellos la riqueza de la espiritualidad que emana de
carisma del Instituto. Junto con ellos y con las hermanas de la
congregación femenina , se robustecerá una “familia carismática”
más numerosa, que mostrará mejor la vitalidad y la actualidad del
carisma del Fundador.
¡Que
la Virgen María, a la que veneráis con el título de Nuestra Señora
del Sagrado Corazón de Jesús, os tenga siempre cerca de su Hijo,
dispuestos a hacer todo lo que Él os diga, y os custodie con su
intercesión maternal!. Os acompañe también mi bendición, que
extiendo a todas vuestras comunidades. Y, por favor, no os olvidéis
de rezar por mí. ¡Gracias!». 17.09.17
Ángelus: “Abrirse a la posibilidad de perdonar”
Ser
perdonado genera alegría, paz y libertad interior
(Ciudad
del Vaticano 17 de septiembre de 2017). – “Quien ha tenido la
experiencia de la alegría, de la paz y de la libertad interior que
viene del hecho de ser perdonado puede abrirse a la posibilidad de
perdonar también”: el Papa Francisco ha consagrado su alocución
antes del ángelus de este domingo 17 de septiembre de 2017, en la
plaza San Pedro al evangelio del perdón de este domingo.
“Siempre
debes perdonar ”, explica el Papa señalando que Dios perdona
siempre. Concluye :” Que la Virgen María nos ayude a ser siempre
más conscientes de la gratuidad y de la grandeza del perdón
recibido de Dios, para ser misericordiosos como él, Padre bueno,
lento a la cólera y grande en amor”.
Esta
es nuestra traducción de las palabras del Papa antes y después del
ángelus, que ha presidido en presencia de unos 30.000 visitantes.
Palabras
del Papa Francisco antes del ángelus
Queridos
hermanos y hermanas, buenos días!
El
pasaje del evangelio de este domingo (Cf. Mt 18,21-25) nos ofrece una
enseñanza sobre el perdón, que no niega el mal hecho, pero reconoce
que el ser humano, creado a imagen de Dios, es siempre más grande
que el mal que comete.
San
Pedro le pregunta a Jesús: “Si mi hermano comete faltas contra mí,
cuantas veces debería perdonar?. Hasta siete veces?” (v. 21). A
Pedro le parece mucho perdonar siete veces a una misma persona; y a
nosotros nos puede parecer mucho hacerlo dos veces. Pero Jesús
responde: “No te digo siete veces, sino hasta 70 veces siete” (v.
22), lo que quiere decir siempre: tu debes perdonar siempre.
Y
lo confirma contando la parábola del rey misericordioso y del
servidor sin piedad, en la cual muestra la incoherencia de aquel que
había sido perdonado primero y rechaza el perdonar.
El
rey de la parábola es un hombre generoso que, tiene compasión
perdona una deuda enorme-“diez mil talentos” enorme- a un
servidor que le suplica. Pero ese mismo servidor, cuando encuentra a
otro servidor como él que le debe cien denarios-es decir, mucho
menos, se comporta sin piedad, haciéndole meter en prisión. El
comportamiento incoherente de este siervo es también el nuestro
cuando rechazamos el perdón a nuestros hermanos. Mientras que el rey
de la parábola es la imagen de Dios que nos ama con un amor rico en
misericordia que nos acoge, nos: ama y nos perdona continuamente.
Desde
nuestro bautismo, Dios nos ha perdonado, y nos perdona una deuda
insolvente: el pecado original. Entonces con misericordia ilimitada,
Él nos perdona todas las faltas tan pronto como mostramos solo un
pequeño signo de arrepentimiento. Dios es así: misericordioso.
Cuando
estamos tentados a cerrar nuestros corazones a los que nos han
ofendido y ofrecemos excusas, recordemos las palabras del Padre
Celestial al siervo despiadado: “Te he perdonado esta deuda porque
me lo has pedido. No deberías tener tú también piedad de tu
compañero, como yo la he tenido de ti?”(vs. 32-33). Quien ha
tenido la experiencia de la alegría, de la paz y de la libertad
interior que viene del hecho de haber sido perdonado puede abrirse a
la posibilidad de perdonar él también.
En
la oración del Padre Nuestro, Jesús ha querido la misma enseñanza
que la de esta parábola. Ha puesto en relación directa el perdón
que pedimos a Dios con el perdón que debemos conceder a nuestros
hermanos: “perdonemos nuestras deudas como nosotros perdonamos a
nuestros deudores” (Mt 6,12). El perdón de Dios es el signo de su
amor desbordante para cada uno de nosotros; es el amor el que nos
deja libres de alejarnos, como el hijo pródigo, pero que espera cada
día nuestro retorno; es el amor cuidadoso del pastor por la oveja
perdida; es la ternura que acoge a todo pecador que llama a su
puerta. El Padre celestial-nuestro Padre – está lleno, lleno, de
amor y nos lo quiere ofrecer, pero no puede hacerlo si cerramos
nuestro corazón al amor de los otros.
Que
la Virgen María nos ayude a ser más conscientes cada día de la
gratuidad y de la grandeza del perdón recibido de Dios, para ser
misericordiosos como él, Padre bueno, lento a la cólera y grande en
amor.
Después
del ángelus
Queridos
hermanos y hermanas, Os saludo a cada uno de vosotros con afecto,
Romanos y peregrinos venidos de diferentes países: familias, grupos
parroquiales, asociaciones.
Saludo
a los fieles de La Plata (Argentina), a los oficiales de la Escuela
militar de Colombia y a los catequistas de Rho.
Saludo
a los participantes de la carrera a pie Vía
Pacis,
que ha pasado por los lugares de culto de diferentes confesiones
religiosas presentes en Roma. Deseo que esta iniciativa cultural y
deportiva pueda favorecer el diálogo, la convivencia y la paz.
Saludo
a los numerosos jóvenes venidos de Loreto acompañados por hermanos
capuchinos, que han comenzado hoy una jornada de reflexión y de
meditación: nos aportáis el “perfume” del santuario de la Santa
Casa, gracias!.
Saludo
también a los voluntarios Pro Loco y a los caminantes que comienzan
hoy el relevo de Asís. Buena ruta!
Os
deseo a todos un buen domingo. Y por favor, no os olvidéis de orar
por mi. Buena suerte y adiós!.
18.09.17
18.09.17
Santa Marta: “Los cristianos deben rezar por los gobernantes”
El
Papa propone examen de conciencia: “¿Rezo por todos los
gobernantes?”
(18
Sept. 2017).- “Los cristianos deben rezar por los gobernantes” ha
indicado el papa Francisco esta mañana en la homilía de la
eucaristía celebrada en la Residencia de Santa Marta.
El
papa Francisco reflexionó sobre la Primera lectura del día en que
san Pablo aconseja a Timoteo que rece por los gobernantes. A la vez,
habló sobre la lectura del Evangelio, en la que aparece un
gobernante que reza: es el centurión que tenía a un siervo enfermo.
“Los
cristianos deben rezar por los gobernantes –ha afirmado el Papa–.
‘Pero, Padre, ¿cómo voy a rezar por éste, que hace cosas tan
graves?’ – ‘Tiene más necesidad aún. Reza, haz penitencia por
el gobernante’. La oración de intercesión – es tan hermoso esto
que dice Pablo – es para todos los reyes, para todos aquellos que
están en el poder. ¿Para qué? ‘Para que podamos conducir una
vida calma y tranquila’. Cuando el gobernante es libre y puede
gobernar en paz, todo el pueblo se beneficia de esto”.
El
Papa ha advertido que podemos decir: “‘No, yo lo he votado ’…
‘yo no lo he votado, que haga lo suyo’. No, nosotros no podemos
dejar a los gobernantes solos: debemos acompañarlos con la oración.
El
Papa ha hablado sobre el centurión que aparece en el pasaje del
Evagelio de hoy: “Este hombre experimentó la necesidad de la
oración” – dijo el Papa – y no sólo porque “amaba” sino
también porque “tenía conciencia de no ser el patrón de todo, no
ser la última instancia”. Sabía que por encima de él hay otro
que gobierna. Tenía subalternos, los soldados, pero él mismo estaba
en la condición de subalterno. Y esto lo lleva a orar. En efecto, el
gobernante que tiene esta conciencia, reza.
Que
los gobernantes recen
“Si
no reza, se cierra en su propia auto-referencialidad o en la de su
partido, en aquel círculo del que no puede salir; es un hombre
cerrado en sí mismo. Pero cuando ve los verdaderos problemas, tiene
esta conciencia de ‘subalternidad’, que hay otro que tiene más
poder que él. ¿Quién tiene más poder que un gobernante? El
pueblo, que le ha dado el poder, y Dios, del que viene el poder a
través del pueblo. Cuando un gobernante tiene esta conciencia de
‘subalternidad’, reza”.
19.09.17
19.09.17
Francisco en Sta. Marta: Compasión que se traduzca en obras
Invita
a no ayudar desde lejos, sino ayudando a integrarse
(Ciudad
del Vaticano, 19 Sept. 2017).- El papa Francisco en la misa que
celebró hoy en la Casa Santa Marta, invitó a pedirle al Señor la
gracia de la compasión al ver tanta gente que sufre, pero no de modo
pasivo sino dándole la dignidad que Dios quiere para ellos.
Partiendo
del Evangelio de hoy, en el que san Lucas narra la resurrección del
hijo de la viuda de Naín por obra de Jesús, el Papa precisó que en
el Antiguo Testamento, los más pobres eran las viudas, los
huérfanos, los extranjeros y los forasteros.
Explicó
así que “la compasión es un sentimiento que involucra, es un
sentimiento del corazón, de las entrañas, afecta todo. No es lo
mismo que tener pena, o… ‘¡qué lástima, pobre gente!’: no,
no es lo mismo. La compasión compromete. Es ‘padecer con’. Esto
es la compasión. El Señor se compromete con una viuda y con un
huérfano… Pero dime, tú tienes a toda una muchedumbre aquí, ¿por
qué no hablas a la gente? Deja… la vida es así… son tragedias
que suceden, suceden…”.
“No,
para Él era más importante aquella viuda y aquel huérfano muerto,
que la muchedumbre a la que le estaba hablando y que lo seguía. ¿Por
qué? Porque su corazón, sus vísceras se implicaron. El Señor, con
su compasión, se ha interesado en este caso. Tuvo compasión”,
dijo.
La
compasión significa “acercarse y tocar la realidad. Tocar. No
mirarla desde lejos. Tuvo compasión –primera palabra– se acercó,
segunda palabra. Después hace el milagro y Jesús no dice: ‘Hasta
la próxima, yo prosigo el camino’: no. Toma al muchacho y ¿qué
dice? ‘Lo devolvió a su madre’: restituir, la tercera palabra.
Jesús hace milagros para devolver, para colocar en su propio lugar a
las personas. Y es esto lo que ha hecho con la redención. Tuvo
compasión –Dios tuvo compasión– se acercó a nosotros en su
Hijo, y nos restituyó a todos nosotros la dignidad de hijos de Dios.
Nos ha recreado a todos”.
El
Santo Padre exhortó por ello a “hacer lo mismo”, a seguir el
ejemplo de Cristo, acercarse a los necesitados, “no ayudarlos desde
lejos, porque hay quien está sucio, no se ducha o huele mal”.
“Muchas
veces miramos los telediarios o la primera página de los periódicos,
las tragedias… pero mira, en aquel país los niños no tienen qué
comer; en aquel país los niños son soldados; en aquel país las
mujeres son esclavizadas; en aquel país… oh, ¡cuántas
calamidades! Pobre gente… Giro la página y paso a la novela, a la
telenovela que viene después. Y esto no es cristiano”.
“Y
la pregunta que yo haría ahora, mirándolos a todos, y también a mí
mismo: “¿Soy capaz de tener compasión? ¿De rezar? Cuando veo
estas cosas, que me las llevan a casa a través de los medios de
comunicación… ¿mis entrañas se mueven? ¿Mi corazón padece con
aquella gente, siento pena, digo ‘pobre gente’, y así?… Y si
uno puede tener compasión, hay que pedir la gracia: ‘¡Señor,
dame la gracia de la compasión!’”,
Invitó
por ello con la oración de intercesión y con nuestro trabajo de
cristianos, a ser capaces de ayudar a la gente que sufre, a que “sea
restituida a la sociedad, a la vida de la familia, del trabajo, o sea
a la vida cotidiana”.
20.09.17
20.09.17
Audiencia: “Confía en Dios creador y en el abrazo de Cristo”
El
Santo Padre prosiguió con las catequesis sobre la esperanza
cristiana
(Ciudad
del Vaticano, 20 Sept. 2017).- En un hermoso día soleado, el papa
Francisco llegó este miércoles a la Audiencia general en la plaza
de san Pedro, donde le esperaban varios miles de peregrinos. En el
jeep abierto el Pontífice pasó saludando a los fieles que le
aguardaban aquí en el Vaticano, con diversas manifestaciones de
cariño y bendijo en particular a algunos pequeños y ancianos.
El
Pontífice prosiguió la serie de catequesis sobre la esperanza
cristiana, en particular “educar a la esperanza” subrayando que
Dios no desilusiona nunca, y que la fe y la esperanza caminan juntas.
El
Papa explicó que hablaba como dirigiéndose directamente a un joven,
en un coloquio directo con un «tú», y en su resumen en español
exhortó:
“Donde
Dios te ha plantado espera; no cedas al desánimo, recuerda que el
enemigo que tienes que derrotar está dentro de ti. Cree firmemente
que este mundo es un milagro de Dios, que Él nos da la gracia de
realizar nuevos prodigios porque la fe y la esperanza caminan juntas.
Confía en Dios creador que llevará su creación al cumplimiento
definitivo en el Espíritu Santo que guía todo el bien en Cristo,
que nos espera al final de nuestra existencia”.
El
Pontífice prosiguió diciendo: “Nunca pienses que has luchado en
vano, que al final de la vida nos espera un naufragio, Dios no nos
engaña. Llevará a plenitud como una eterna primavera la esperanza
que ha puesto en nuestro corazón. No te quedes paralizado,
levántate, camina, confía, sueña, sé constructor de paz y no de
odio o división, ama a tu prójimo, respeta el camino de cada uno,
sé compasivo y justo, sueña con un mundo nuevo”.
Y
exhortó: “Pide a Dios la gracia de ser valiente, recuerda que
Jesús venció por nosotros al miedo, el enemigo más grande contra
nuestra fe. Reconoce que por el Bautismo, tu vida pertenece a Cristo
y Él vive en ti y a través tuyo con su mansedumbre quiere someter a
los enemigos del hombre: el pecado, el odio, el crimen, la
violencia”.
“Recuerda
que no eres superior a nadie y que como cristiano eres hermano de
todos. Cultiva ideales y sé fiel a ellos, y si te equivocas, no
dudes en levantarte siempre, pues no somos infalibles. El hijo de
Dios ha venido para rescataros a todos”.
El
Papa concluyó: “Vive, ama, cree, sueña, Dios es tu amigo y con su
gracia nunca caigas en la desesperación”.
La
audiencia concluye con el canto del Pater
Noster y
la bendición apostólica y de los objetos religioso que los fieles
traen.
21.09.17
21.09.17
Francisco: contra los abusos “hemos llegado atrasados”. Y pide “tolerancia cero”
Deja
de lado su discurso y explica que los casos quedan en “Doctrina de
la Fe”
(Ciudad
del Vaticano, 21 Sept. 2017).-“El abuso sexual es un pecado
horrible, completamente opuesto y en contradicción con lo que Cristo
y la Iglesia nos enseñan”. “Reitero hoy una vez más que la
Iglesia, en todos los niveles, responderá con la aplicación de las
más firmes medidas a todos aquellos que han traicionado su llamado”.
“La Iglesia irrevocablemente y a todos los niveles pretende aplicar
contra el abuso sexual de menores el principio de “tolerancia
cero”.
Estas
fueron algunas de las frases del discurso que el papa Francisco
preparó al recibir en audiencia en el Vaticano a los miembros de la
Comisión Pontificia para la Tutela de los Menores, en ocasión de su
asamblea plenaria.
A
continuación el discurso que el Santo Padre había preparado y pidió
que sea publicado. Si bien quiso hablar improvisando.
Discurso
del Santo Padre:
“Queridos
Hermanos y Hermanas: Les doy una cálida bienvenida al comienzo de
esta Asamblea Plenaria. En particular, quisiera agradecer al Cardenal
O’Malley por su amable saludo al mismo tiempo que les manifiesto mi
más sincero aprecio por las reflexiones que en nombre de ustedes han
presentado el Sr. Hermenegild Makoro y el Sr. Bill Kilgallon.
Han
expresado muy bien el papel que pensé para la Comisión cuando la
formé hace tres años, un servicio que confío en que seguirá
siendo de gran ayuda en los próximos años para el Papa, la Santa
Sede, los obispos y los superiores mayores de todo el mundo.
Reunidos
hoy aquí, deseo compartir con ustedes el profundo dolor que siento
en el alma por la situación de los niños abusados, como ya he
tenido ocasión de hacer recientemente en varias ocasiones.
El
escándalo del abuso sexual es verdaderamente una ruina terrible para
toda la humanidad, y que afecta a tantos niños, jóvenes y adultos
vulnerables en todos los países y en todas las sociedades.
También
para la Iglesia ha sido una experiencia muy dolorosa. Sentimos
vergüenza por los abusos cometidos por ministros sagrados, que
deberían ser los más dignos de confianza. Pero también hemos
experimentado un llamado, que estamos seguros de que viene
directamente de nuestro Señor Jesucristo: acoger la misión del
Evangelio para la protección de todos los menores y adultos
vulnerables.
Permítanme
decir con toda claridad que el abuso sexual es un pecado horrible,
completamente opuesto y en contradicción con lo que Cristo y la
Iglesia nos enseñan. Aquí en Roma, he tenido el privilegio de
escuchar las historias que las víctimas y los supervivientes de
abusos han querido compartir.
En
esos encuentros, ellos han compartido abiertamente los efectos que el
abuso sexual ha provocado en sus vidas y en las de sus familias. Sé
que también ustedes han tenido la bendita ocasión de participar en
iguales reuniones, y que ellas siguen alimentando su compromiso
personal de hacer todo lo posible para combatir este mal y eliminar
esta ruina de entre nosotros.
Por
eso, reitero hoy una vez más que la Iglesia, en todos los niveles,
responderá con la aplicación de las más firmes medidas a todos
aquellos que han traicionado su llamado y han abusado de los hijos de
Dios. Las medidas disciplinarias que las Iglesias particulares han
adoptado deben aplicarse a todos los que trabajan en las
instituciones de la Iglesia.
Sin
embargo, la responsabilidad primordial es de los obispos, sacerdotes
y religiosos, de aquellos que han recibido del Señor la vocación de
ofrecer sus vidas al servicio, incluyendo la protección vigilante de
todos los niños, jóvenes y adultos vulnerables. Por esta razón, la
Iglesia irrevocablemente y a todos los niveles pretende aplicar
contra el abuso sexual de menores el principio de “tolerancia
cero”.
El
motu proprio ‘Como una madre amorosa’, promulgado en base a una
propuesta de vuestra Comisión y en referencia al principio de
responsabilidad en la Iglesia, afronta los casos de los obispos
diocesanos, eparcas y superiores mayores de los institutos religiosos
que, por negligencia, han realizado u omitido actos que hayan podido
provocar un daño grave a otros, bien se trate de personas físicas o
de una comunidad en su conjunto (cf. art. 1).
Durante
los últimos tres años, la Comisión ha enfatizado continuamente los
principios más importantes que guían los esfuerzos de la Iglesia
para proteger a todos los menores y adultos vulnerables. De esta
manera, ha cumplido la misión que le confié como «función
consultiva al servicio del Santo Padre», ofreciendo su experiencia
«con el fin de promover la responsabilidad de las Iglesias
particulares en la protección de todos los menores y los adultos
vulnerables» (Estatuto, art. 1).
Me
llenó de alegría saber que muchas Iglesias particulares han
adoptado vuestra recomendación para una Jornada de Oración, y para
un diálogo con las víctimas y supervivientes de abusos, así como
con los representantes de las organizaciones de víctimas. Ellos
compartieron con nosotros cómo estas reuniones han sido una
experiencia profunda de gracia en todo el mundo, y sinceramente
espero que todas las Iglesias particulares se beneficien de ellas.
También
es alentador saber cuántas Conferencias Episcopales y Conferencias
de superiores mayores han buscado vuestro consejo con relación a las
directrices para la protección de menores y adultos vulnerables.
Vuestra
colaboración para compartir las mejores prácticas es verdaderamente
valiosa, especialmente para aquellas Iglesias que tienen menos
recursos para este trabajo crucial de protección. Me gustaría
animarles a que sigan su colaboración en este trabajo con la
Congregación para la Doctrina de la Fe y la Congregación para la
Evangelización de los Pueblos, para que estas prácticas sean
inculturadas en las distintas Iglesias de todo el mundo.
Por
último, me gustaría alabar con especial énfasis las numerosas
oportunidades de aprendizaje, educación y formación que han
ofrecido en tantas Iglesias particulares de todo el mundo e
igualmente aquí en Roma, en los diversos dicasterios de la Santa
Sede, en el curso para los nuevos Obispos y en varios congresos
internacionales.
Me
complace la noticia de que la presentación que el cardenal O’Malley
y la Sra. Marie Collins, uno de sus miembros fundadores, realizaron
la semana pasada a los nuevos obispos haya sido acogida tan
favorablemente.
Estos
programas educativos ofrecen el tipo de recursos que permitirán a
las diócesis, institutos religiosos y a todas las instituciones
católicas, adoptar e implementar los materiales más efectivos para
este trabajo. La Iglesia está llamada a ser un lugar de piedad y
compasión, especialmente para los que han sufrido.
Para
todos nosotros, la Iglesia católica sigue siendo un hospital de
campo que nos acompaña en nuestro itinerario espiritual. Es el lugar
donde podemos sentarnos con otros, escucharlos y compartir con ellos
nuestras luchas y nuestra fe en la buena nueva de Jesucristo.
Confío
plenamente en que la Comisión seguirá siendo un lugar donde podamos
escuchar con interés las voces de las víctimas y de los
supervivientes. Porque tenemos mucho que aprender de ellos y de sus
historias personales de coraje y perseverancia. Permítanme
agradecerles una vez más sus esfuerzos y consejos en estos tres
años.
Los
encomiendo a la Santísima Virgen María, la Madre que permanece
cerca de nosotros a lo largo de nuestras vidas. Les doy la Bendición
Apostólica a todos ustedes y a sus seres queridos, y les pido que
continúen rezando por mí”.
22.09.17
22.09.17
El Papa a los obispos europeos: las migraciones son ocasión privilegiada para evangelizar
Preocupación
del Papa por las actitudes de intolerancia haca la inmigración
(Ciudad
del Vaticano, 22 Sept. 2017).- El papa Francisco recibió este
viernes por la mañana en la Sala Clementina del Palacio Apostólico,
a los directores nacionales de la pastoral para los migrantes.
Ellos
están participando en un encuentro del 21 al 23 septiembre,
promovido por el Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa
(CCEE) en curso en Roma, en la Bonus Pastor.
El
Santo Padre no esconde su preocupación por los signos de
intolerancia y rechazo de la inmigración que se verifican en Europa.
Les recuerda que la misión de Jesús es estar cerca de los más
indefensos y que os flujos migratorios contemporáneos constituyen
una ocasión privilegiada para anunciar a Jesucristo y su Evangelio
sin moverse del propio ambiente y de dar un testimonio concreto de
la fe cristiana en la caridad y en el profundo respeto por otras
expresiones religiosas.
Publicamos
el discurso dirigido por el Santo Padre a los participantes en la
audiencia.
Discurso
del Santo Padre
“Queridos
hermanos y hermanas,
Los
recibo con alegría con ocasión de vuestro encuentro y agradezco al
cardenal presidente las palabras que me ha dirigido en nombre de
todos. Quiero darles las gracias de todo corazón por los esfuerzos
de los últimos años a favor de tantos hermanos y hermanas migrantes
y refugiados que llaman a las puertas de Europa en busca de un lugar
más seguro y una vida más digna.
Frente
los flujos migratorios masivos, complejos y variados, que han puesto
en crisis las políticas migratorias adoptadas hasta ahora y los
medios de protección sancionados por los convenios internacionales,
la Iglesia tiene la intención de permanecer fiel a su misión: la de
`amar a Jesucristo, adorarlo y amarlo, especialmente en los más
pobres y desamparados; entre éstos, están ciertamente los
emigrantes y los refugiados´ (Mensaje para la Jornada Mundial del
Emigrante y del Refugiado 2015: Enseñanzas II, 2 [2014], 200).
El
amor maternal de la Iglesia para estos hermanos y hermanas pide
manifestarse concretamente en todas las fases de la experiencia
migratoria desde la salida hasta el viaje, desde la llegada hasta el
regreso, de manera que todos los órganos de las iglesias locales
situados a lo largo de la ruta sean protagonistas de la única
misión, cada uno según sus propias posibilidades. Reconocer y
servir al Señor en estos miembros de su `pueblo en el camino´ es
una responsabilidad compartida por todas las Iglesias particulares en
la profusión de un esfuerzo constante, coordinado y eficaz.
Queridos
hermanos y hermanas, no les oculto mi preocupación por los signos de
intolerancia, discriminación y xenofobia que existen en diferentes
regiones de Europa. A menudo están motivados por la desconfianza y
el miedo hacia el otro, al diferente, al extranjero. Me preocupa
todavía más la triste constatación de que nuestras comunidades
católicas en Europa no están exentas de estas reacciones defensivas
y de rechazo, justificadas por un no especificado `deber moral´ de
preservar la identidad cultural y religiosa original.
La
iglesia se ha extendido a todos los continentes gracias a la
“migración” de los misioneros que estaban convencidos de la
universalidad del mensaje de salvación de Jesucristo, destinado a
los hombres y mujeres de todas las culturas. En la historia de la
Iglesia no han faltado tentaciones de exclusivismo y atrincheramiento
cultural, pero el Espíritu Santo siempre nos ha ayudado a
superarlas, asegurando una apertura constante hacia el otro,
considerada como una verdadera oportunidad de crecimiento y
enriquecimiento.
El
Espíritu, estoy seguro, nos ayuda también hoy a mantener una
actitud de apertura confiada, que nos permite superar cualquier
barrera, saltar por encima de cualquier muro.
En
mi escucha constante de las Iglesias particulares en Europa, he
percibido un profundo malestar frente a la llegada masiva de
inmigrantes y refugiados. Ese malestar debe ser reconocido y
entendido a la luz de un momento histórico marcado por la crisis
económica, que ha dejado heridas profundas.
Ese
malestar, además, también se ha visto agravado por la cantidad
y la composición de los flujos migratorios, por una falta sustancial
de preparación de las sociedades de acogida y de políticas
nacionales y comunitarias a menudo inadecuadas.
Pero
el malestar también es indicativo de los límites del proceso de
unificación europea, de los obstáculos con los que se debe medir la
aplicación real de la universalidad de los derechos humanos, de los
muros contra los que se estrella el humanismo integral, que
constituye uno de los frutos más hermosos de la civilización
europea. Y para los cristianos todo esto debe interpretarse, más
allá del inmanentismo laicista, en la lógica de la centralidad de
la persona humana creada por Dios, única e irrepetible.
Desde
una perspectiva puramente eclesiológica, la llegada de tantos
hermanos y hermanas en la fe ofrece a las iglesias en Europa una
nueva oportunidad de realizar plenamente su catolicidad, un elemento
constitutivo de la Iglesia que confesamos en el Credo cada domingo.
Por otra parte, en los últimos años, muchas Iglesias locales en
Europa se han enriquecido con la presencia de inmigrantes católicos,
que han traído sus devociones y su entusiasmo litúrgico y
apostólico.
Desde
una perspectiva misionológica, los flujos migratorios contemporáneos
constituyen una nueva `frontera´ misionera, una ocasión
privilegiada para anunciar a Jesucristo y su Evangelio sin moverse
del propio ambiente, de dar un testimonio concreto de la fe
cristiana en la caridad y en el profundo respeto por otras
expresiones religiosas. El encuentro con los migrantes y refugiados
de otras confesiones y religiones es un terreno fértil para el
desarrollo de un diálogo ecuménico e interreligioso sincero y
enriquecedor.
En
mi Mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado del
próximo año destaqué que la respuesta pastoral a los desafíos de
la migración contemporánea se deba articular en torno a cuatro
verbos: acoger, proteger, promover, integrar.
El
verbo acoger se traduce después en otros verbos como ampliar
los medios legales y seguros de entrada, proporcionar un primer
alojamiento adecuado y decoroso, y garantizar a todos la seguridad
personal y el acceso a los servicios básicos.
El
verbo proteger se especifica en la oferta de información
fiable y certificada antes de la salida, la defensa de los derechos
fundamentales de los migrantes y refugiados, independientemente de su
estatus migratorio, y en la defensa de los más vulnerables, que son
los niños y las niñas.
Promover
significa esencialmente asegurar las condiciones para el
desarrollo humano integral de todos, migrantes y autóctonos. El
verbo integrar se traduce en la apertura de espacios de
encuentro intercultural, en favorecer el enriquecimiento mutuo y
promover programas de ciudadanía activa.
En
el mismo mensaje mencionaba la importancia de los Pactos Globales,
que los Estados se han comprometido a elaborar y aprobar a finales de
2018. La Sección Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el
Servicio del Desarrollo Humano Integral ha preparado 20 puntos de
acción que las Iglesias locales están invitadas a utilizar,
completar y profundizar en su pastoral: estos puntos se basan en las
`mejores prácticas´ que caracterizan la respuesta tangible de la
Iglesia a las necesidades de los migrantes y refugiados.
Los
mismos puntos son útiles para el diálogo que las diferentes
instituciones eclesiásticas tengan con sus gobiernos en vista de los
Pactos Globales. Os invito, queridos directores, a conocer estos
puntos y a promoverlos en vuestras Conferencias Episcopales.
Los
mismos puntos de acción conforman también un paradigma articulado
de los cuatro verbos mencionados anteriormente, un paradigma que
podría servir como metro de estudio o de verificación de las
praxis pastorales en las Iglesias locales, de cara a una
actualización cada vez más oportuna y enriquecedora.
La
comunión en la reflexión y la acción sea vuestra fuerza, porque
cuando se está solo, los obstáculos parecen mucho más grandes.
Vuestra voz sea siempre puntual y profética, y, sobre todo, esté
precedidas por una obra coherente y basada en los principios de la
doctrina cristiana.
Renuevo
mi agradecimiento por vuestro gran esfuerzo en el contexto de una
pastoral migratoria tan compleja cuanto de candente actualidad y les
aseguro mi oración. Y también ustedes, por favor no se olviden de
rezar por mí. Gracias”. 23.09.17
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