El Papa a los cisterciences: ‘Enamorados de la oración para una relación personal con Dios’
Audiencia
en el Vaticano a los participantes en el Capítulo General de la
Orden
(Ciudad
del Vaticano, 23 Sept. 2017).- El papa Francisco recibió en
audiencia este sábado en la Sala Clementina de la Ciudad de
Vaticano, a los participantes en el Capítulo General de la Orden de
los Cistercienses de Estricta Observancia.
“Voy
con mi corazón y mi mente a vuestros silenciosos claustros, de los
cuales sube incesante la oración por la Iglesia y por el mundo”
dijo el Papa y agradeció por la presencia insustituible de las
comunidades monásticas que son un recordatorio constante para buscar
ante todo las cosas de “allá arriba “, para vivir en su justa
medida las realidades terrenas.
Les
pidió no ser “profesionales” –en sentido negativo– sino
enamorados de la oración para avanzar en la relación personal con
Dios y que el Capítulo General es una ocasión para renovar la
búsqueda de la voluntad de Dios y a defender el propio carisma.
Publicamos
a continuación el discurso que el Papa ha dirigido a los
participantes en la audiencia:
«Queridos
hermanos y hermanas. Los saludo con alegría con motivo del Capítulo
general. Doy las gracias a cada uno de vosotros por esta visita,
empezando por el Abad General que se ha hecho intérprete de todos,
ilustrando también el propósito y los objetivos de la asamblea. A
través de los aquí presentes quisiera enviar un cordial saludo a
los hermanos y hermanas de vuestros monasterios repartidos en
diversos países.
Voy
con mi corazón y mi mente a vuestros silenciosos
claustros,
de los cuales sube incesante la oración por la Iglesia y por el
mundo. Y doy gracias al Señor por la presencia insustituible de las
comunidades monásticas, que representan una riqueza espiritual y un
recordatorio constante para buscar ante todo las cosas de “allá
arriba “, para vivir en su justa medida las realidades terrenas.
En
estos días de reflexión e intercambio de experiencias, están
llamados a identificar los objetivos y los caminos para vivir cada
vez con mayor autenticidad vuestra vocación y vuestra consagración,
teniendo en cuenta las necesidades del momento presente, para ser así
testigos de oración asidua, de sobriedad, de unidad en la caridad.
Vuestra
vida contemplativa se caracteriza por una oración asidua, expresión
de vuestro amor por Dios y reflejo de un amor que abarca a toda la
humanidad. Siguiendo el ejemplo de San Benito, no anteponen nada al
opus Dei; les exhorto a dar gran importancia a la meditación de la
Palabra de Dios, especialmente a la lectio divina, que es fuente de
oración y escuela de contemplación.
Ser
contemplativo requiere un camino fiel y perseverante para llegar a
ser hombres y mujeres de oración, cada vez más impregnados por el
amor al Señor y transformados en amigos suyos. Se trata de no ser
“profesionales” –en sentido negativo– sino enamorados de
la oración, teniendo en cuenta la fidelidad externa a las prácticas
y las normas que la regulan y marcan los momentos no como fin sino
como medio para avanzar en la relación personal con Dios.
Así
se convierten en maestros y testigos que le ofrecen el sacrificio de
la alabanza e interceden por las necesidades y la salvación del
pueblo. Y al mismo tiempo vuestros monasterios siguen siendo lugares
privilegiados donde se puede encontrar la verdadera paz y la
felicidad genuina que sólo Dios, nuestro refugio seguro, puede
donar.
Desde
sus orígenes, los cistercienses de estricta observancia se
caracterizaron por una gran sobriedad de vida, convencidos de que era
una gran ayuda para centrarse en lo esencial y llegar más fácilmente
a la alegría del encuentro esponsal con Cristo. Este elemento de
simplicidad espiritual y existencial conserva todo su valor de
testimonio en el contexto cultural actual, que con demasiada
frecuencia conduce al deseo de bienes efímeros y paraísos
artificiales ilusorios.
Este
estilo de vida también favorece las relaciones internas y externas
del monasterio. Ustedes no viven como ermitaños en una comunidad,
sino como cenobitas en un desierto singular. Dios se manifiesta en
vuestra soledad personal, así como en la solidaridad que los une a
los miembros de la comunidad.
Están
solos y separados del mundo para adentrarse en el sendero de la
intimidad divina; al mismo tiempo, están llamados a dar a conocer y
compartir esta experiencia espiritual con otros hermanos y hermanas
en un equilibrio constante entre la contemplación personal, la unión
con la liturgia de la Iglesia y el recibimiento de los que buscan
momentos de silencio para ser introducidos en la experiencia de vivir
con Dios.
Vuestra
Orden, como todo instituto religioso, es un don que Dios ha dado a la
Iglesia; por lo tanto, es necesario que viva bien insertado en la
dimensión de comunión de la Iglesia misma. Los animo a ser
testimonio calificado de la búsqueda de Dios, escuela de oración y
escuela de caridad para todos.
La
“Carta de Caridad”, el documento que establece los términos de
vuestra vocación, debidamente aprobada por la Iglesia, establece las
características esenciales del Capítulo general, llamado a ser
signo de unidad en la caridad para todo el Instituto.
Esta
unidad en la caridad es el paradigma de toda familia religiosa
llamada a seguir a Cristo más de cerca en la dimensión de la vida
comunitaria, y se expresa sobre todo en cada una de vuestras
comunidades monásticas en un clima de fraternidad verdadera y
cordial, según las palabras del Salmo: “¡Que hermoso y dulce es
que los hermanos vivan juntos!”(133,1). En este sentido, la
invitación de San Benito está siempre presente: “Nadie esté
perturbado ni entristecido en la casa de Dios”.
La
unidad en la caridad también se expresa en la fidelidad al
patrimonio espiritual, es decir, a la identidad de vuestra Orden. En
este sentido, el Capítulo General es una ocasión propicia para
renovar, en un clima de diálogo y de escucha mutua, el propósito
común en la búsqueda de la voluntad de Dios. Los exhorto a
preguntarse con serenidad y verdad sobre la calidad de vuestro
testimonio de vida, sobre la fidelidad dinámica al carisma, sobre
cómo ha sido vivido en vuestras comunidades monásticas, así como
por cada uno de los monjes y monjas.
La
defensa del carisma es, de hecho, una de las principales
responsabilidades del Capítulo general y es una experiencia vital
del presente, que se encuentra entre la memoria agradecida del pasado
y las perspectivas de un futuro esperanzador.
Vuestra
Orden, en sus vivencias históricas, ha conocido tiempos de gracia y
momentos de dificultad; pero siempre ha perseverado en la fidelidad a
la búsqueda de Cristo, teniendo como propósito la gloria de Dios y
el bien de la gente. En el surco de esta tradición espiritual
vuestra, se puede leer el estado actual de la Orden en sus trazos de
luces y sombras y, en la novedad del Espíritu, identificar con
coraje nuevas posibilidades y oportunidades para dar testimonio de
vuestro carisma en la Iglesia y en la sociedad de hoy.
Espero
que ese testimonio se vuelva aún más significativo merced a una
coordinación cada vez más orgánica entre las diferentes ramas de
la Orden.
La
Virgen María, madre de Dios y de la Iglesia, modelo de toda vida
consagrada, acompañe con su intercesión maternal vuestros trabajos
capitulares y el camino de la Orden. Con esos votos, mientras os pido
que recéis por mí, os imparto la bendición apostólica que
extiendo a todos los monjes y monjas de vuestras comunidades.
Gracias».
24.09.17
24.09.17
Ángelus: la lógica del amor del Padre, gratuito y generoso
Comentario
de la parábola de la onceava hora
(Roma,
24 de septiembre de 2017). – “Con esta parábola, Jesús quiere
abrir nuestros corazones a la
lógica del amor del Padre,
que es gratuito
y generoso”,
explica el Papa Francisco que ha comentado la parábola de los
obreros de la onceava hora antes del ángelus de este domingo 24 de
septiembre de 2017, desde la ventana del despacho del palacio
apostólico del Vaticano que da a la plaza San Pedro.
Esta
es nuestra traducción, del italiano, de las palabras del Papa
Francisco antes de la oración del ángelus dominical.
Palabras
del Papa Francisco antes del ángelus
Queridos
hermanos y hermanas, buenos días!
En
la página del evangelio de hoy (Mt 20, 16-16), encontramos la
parábola de los obreros llamados cada día, que Jesús cuenta para
comunicar dos aspectos del Reino de Dios: el primero, que Dios
quiere llamar a todos a
trabajar en su Reino; y segundo, que al final quiere dar
a todos la misma recompensa es
decir la salvación, la vida eterna.
El
patrón de una viña, que representa a Dios, sale al alba y recluta a
un grupo de trabajadores, acordando con ellos el salario de un
denario para toda la jornada – era un salario justo – y después
vuelve a salir en las siguientes horas, cinco veces en ese día,
hasta la tarde, para reclutar a otros obreros que los ve desocupadas.
Al final de la jornada, el patrón ordena que se pague un denario a
cada uno, incluso a aquellos que habían trabajado pocas horas.
Naturalmente, los jornaleros contratados a primera hora se lamentan,
porque se ven pagados de la misma manera que aquellos que han
trabajado menos. Pero el patrón les recuerda que han recibido lo que
habían acordado, si después él quiere ser generoso con los demás,
ellos no tienen por qué ser envidiosos.
En
realidad, esta “injusticia”-entre comillas- del patrón, sirve
para provocar, en quien escucha la parábola, un salto de nivel,
porque aquí, Jesús no quiere hablar del problema del trabajo y del
salario justo, no, quiere hablar del Reino de Dios! Y el mensaje es
el siguiente: en el Reino de Dios, no
existen desocupados,
todos están llamados a hacer su parte y para todos al final habrá
una recompensa que viene de la justicia
divina, no
humana – para nuestra suerte – es decir la
salvación que
Jesucristo nos ha adquirido con su muerte y resurrección. Una
salvación que no
es merecida, sino regalada, la
salvación es gratuita, de manera que “los últimos serán los
primeros y los primeros, los últimos” (Mt 20.16).
Con
esta parábola, Jesús quiere abrir nuestros corazones a la
lógica del amor del Padre,
que es, gratuito
y generoso.
Se trata de dejarse maravillar y fascinar por los “pensamientos”
y por “los
caminos” de
Dios que, como nos recuerda el profeta Isaías, no son nuestros
pensamientos, no son nuestros caminos (Is 55, 8). Los pensamientos
humanos a menudo están marcados por egoísmos y por intereses
personales, y nuestros senderos estrechos y tortuosos no son
comparables con los caminos amplios y rectos del Señor. Él usa
misericordia, no os olvidéis, usa misericordia, perdona largamente,
ampliamente, está lleno de generosidad y de bondad, que vuelca sobre
cada uno de nosotros, abre a todos el territorio ilimitado de su amor
y de su gracia, que solo pueden dar al corazón humano la plenitud de
la alegría.
Jesús
quiere hacernos contemplar la
mirada de
este patrón: la mirada con la cual ve a cada uno de los obreros en
espera del trabajo y los llama a ir a su viña. Es una mirada llena
de atención, de benevolencia; es una mirada que llama, que invita a
levantarse, a ponerse en marcha, porque él quiere la vida para cada
uno de nosotros, quiere una vida plena, comprometida, salvada del
vacío y de la inercia. Dios que no excluye
a
nadie y quiere que cada uno alcance
su plenitud.
Este es el amor de nuestro Dios, de nuestro Dios que es Padre.
Que
la Santísima Virgen María nos ayude a acoger en nuestra vida la
lógica del amor que nos libera de la presunción de merecer la
recompensa de Dios y del juicio negativo de los otros. 25.09.17
El Papa exhorta a esperar la consolación “que da el encuentro con el Señor”
En
la misa matutina en la Residencia de Santa Marta
(25
Sept. 2017).- El Papa ha explicado en su homilía de la misa en Santa
Marta esta mañana que el cristiano vive “en tensión” hacia el
encuentro con Dios, hacia la consolación “que da este encuentro
con el Señor”.
El
papa Francisco reflexionó a partir de la Primera Lectura del día,
que narra el momento en el que el pueblo de Israel es liberado del
exilio y destacó que “el Señor visitó a su pueblo y lo recondujo
a Jerusalén”. Así, puso de manifiesto que la palabra “visita”
es “importante” en la historia de la salvación, puesto que”
toda liberación, toda acción de redención de Dios, es una visita”.
Asimismo,
el Papa elevó una invocación al Señor para que nos enseñe la
“tensión hacia la redención” y exhortó a “esperar” la
visita de Dios “a cada de uno de nosotros”, asegurando que “hay
momentos más débiles” y “momentos más fuertes”, si bien el
Señor “nos hará sentir su presencia” siempre, colmándonos “de
alegría”.
El
Papa lo explicó así: “Cuando el Señor nos visita nos da la
alegría, es decir, nos coloca en un estado de consolación. Este
cosechar en la alegría… Sí, han sembrado en las lágrimas, pero
ahora el Señor nos consuela y nos da esta consolación espiritual. Y
la consolación no sólo sucedía en aquel tiempo, es un estado en la
vida espiritual de cada cristiano. Toda la Biblia nos enseña esto”.
En
esta línea, el Santo Padre animó a “esperar” con la virtud “más
humilde de todas”: la esperanza, que “es siempre pequeña”,
pero “muchas veces es fuerte cuando está escondida como las brasas
debajo de las cenizas”. Del mismo modo el cristiano vive “en
tensión” hacia el encuentro con Dios, hacia la consolación “que
da este encuentro con el Señor”. Francisco añadió que si un
cristiano no está en tensión hacia ese encuentro, es un cristiano
“cerrado”, “puesto en el depósito de la vida”, sin saber
“qué hacer”.
Además,
el Papa invitó a “reconocer” la consolación “porque están
los falsos profetas que parecen consolarnos y que, en cambio, nos
engañan”. “Esa –dijo– no es una alegría que se puede
comprar”:
“La
consolación del Señor toca por dentro y te mueve y te da un aumento
de caridad, de fe, de esperanza y también te lleva a llorar por tus
propios pecados. Además, cuando vemos a Jesús y su Pasión, a
llorar con Jesús… Del mismo modo te eleva el alma a las cosas del
Cielo, a las cosas de Dios y, asimismo, tranquiliza el alma en la paz
del Señor. Ésta es la verdadera consolación. No es una diversión
– la diversión no es algo malo cuando es buena, somos humanos, y
debemos tener alguna – pero la consolación te envuelve y
precisamente la presencia de Dios se siente y se reconoce que éste
es el Señor”.
El
Papa Francisco recordó también que hay que agradecer con la oración
al Señor, “que pasa” para visitarnos, para ayudarnos “a ir
adelante, para esperar, para llevar la Cruz”. Y pidió, por último,
que se conserve la consolación recibida:
“Es
verdad, la consolación es fuerte y no se conserva tan fuerte – es
un momento – pero deja sus huellas. Y conservar estas huellas y
hacerlo con la memoria; conservar como el pueblo ha conservado esta
liberación. Nosotros hemos vuelto a Jerusalén porque Él nos ha
liberado desde allá. Esperar la consolación, reconocer la
consolación y conservar la consolación. Y cando pasa este momento
fuerte, ¿qué cosa queda? La paz. Y la paz es el último nivel de la
consolación”.
26.09.17
26.09.17
Francisco en Santa Marta invita a la familiaridad con el Señor
Estar
con Él, mirarlo, escuchar su palabra a través de la oración. Vivir
ese clima de la casa de Jesús
(Ciudad
del Vaticano, 26 Sept. 2017).- “El concepto de familiaridad con
Dios y con Jesús es algo más que ser discípulos o amigos. Lo
indicó el papa Francisco este martes en la homilía de la misa
matutina en la Casa Santa Marta, inspirándose en el Evangelio de san
Lucas de hoy que relata cuando el Señor quien llama “madre”,
“hermanos” y “familia” a quienes lo circundan y lo escuchan.
“Los
que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica” es el
concepto de familia para Jesús, una familia “más amplia de
aquella en la que se viene al mundo”, dijo.
Esta
actitud no es simplemente formal o educada sino que significa “entrar
en la casa de Jesús: entrar en aquel clima, vivir ese clima que hay
en la casa de Jesús. Vivir allí, contemplar, ser libres, allí. Sí,
porque los hijos son libres, los que viven en la casa del Señor son
libres, los que tienen familiaridad con Él son libres”.
“Los
demás, usando una palabra de la Biblia son los ‘hijos de la
esclava’, digamos así, son cristianos, pero no osan acercarse, no
osan tener esta familiaridad con el Señor y siempre hay una
distancia que los separa del Señor”, precisó.
Esta
familiaridad con Jesús, indican los grandes santos, quiere decir
“estar con Él, mirarlo, escuchar su palabra, tratar de ponerla en
práctica, hablar con Él” a través de la oración: “aquella
oración que se hace también por la calla: ‘Pero, Señor, ¿qué
piensas?’. Ésta es la familiaridad, ¿no? Siempre”.
Recordó
así que santa Teresa “encontraba al Señor por doquier, era
familiar con el Señor, en todos partes. Incluso entre las ollas de
la cocina, era así. Familiaridad con el Señor”.
Añadió
el papa Francisco que familiaridad es permanecer en presencia de
Jesús como Él mismo nos aconseja en la Última Cena o como nos
recuerda el inicio del Evangelio. Y en particular cuando san Juan
indica: “Éste es el cordero de Dios que quita los pecados del
mundo. Y Andrés y Juan fueron detrás de Jesús” y, como está
escrito, “permanecieron, estuvieron con Él toda la jornada”.
Así
es la actitud de familiaridad, no aquella “buena” de los
cristianos que se mantienen a distancia de Jesús, “tú allí y yo
aquí”.
El
Santo Padre concluyó invitando a “dar paso a esta actitud de
familiaridad con el Señor. Aquel cristiano, con sus problemas, que
va en el autobús, en el metro e interiormente habla con el Señor o,
al menos, sabe que el Señor lo mira, que está cerca de él: ésta
es la familiaridad, la cercanía, es sentirse de la familia de Jesús.
Pidamos esta gracia para todos nosotros: comprender lo que significa
familiaridad con el Señor”. “Que el Señor nos dé esta gracia”.
27.09.17
27.09.17
Audiencia: “Es la esperanza la que sostiene la vida”
Miles
esperaban al Santo Padre en la plaza de San Pedro
(Ciudad
del Vaticano, 27 Sept. 2017).- En un miércoles soleado de inicio de
otoño, el papa Francisco realizó la audiencia general a la cual
llegó en el jeep abierto. En la plaza de San Pedro le esperaban hoy
unos 30 mil peregrinos agitando pañuelos y manifestado con gritos y
cantos su alegría. El Santo Padre, hizo detener varias veces el
vehículo para saludar y bendecir a ancianos y niños.
“Queridos
hermanos y hermanas: «Mientras hay vida hay esperanza», es una
frase que solemos escuchar, pero yo creo que es más bien al
contrario, es la esperanza la que sostiene, protege y hace crecer la
vida”, dijo el Pontífice al resumir en idioma español su
catequesis.
“Pero
esta virtud tan importante tiene también importantes enemigos”
dijo. Y precisó: “Pensemos en un joven acostumbrado a recibir todo
inmediatamente, a quien no se le ha enseñado la virtud de la espera
y la paciencia, su alma se va vaciando de anhelos e ilusiones y esto
es un obstáculo para la esperanza”.
Señaló
que “otro enemigo es la apatía, que nos hace ver los días como
monótonos y aburridos”, e invitó a “luchar contra esto, pues
Dios nos ha creado para la felicidad y no para que perdamos el tiempo
en pensamientos melancólicos”.
“La
esperanza es la virtud del pobre, del campesino, del trabajador y del
emigrante que se pone en camino buscando un futuro mejor, así como
también la de quien está abierto a la acogida, al diálogo y al
conocimiento mutuo; es la virtud que empuja a todos a «compartir el
viaje» de la vida, por eso no tengamos miedo a compartir el viaje,
no tengamos miedo a compartir la esperanza”.
Por
ello invito: “Ante las tentaciones, acudamos a Jesús, Él nunca
nos abandona, y repitamos con confianza: «Señor Jesús, Hijo de
Dios, ten piedad de mí que soy pecador»”.
Concluyó
sus palabras en español, saludando “cordialmente a los peregrinos
de lengua española, en especial a los grupos provenientes de España
y Latinoamérica”.
“Deseo
que hoy tengamos un recuerdo en la oración -concluyó el Papa- por
las víctimas y damnificados que deja tras de sí el huracán que en
estos días ha azotado el Caribe, y en modo particular Puerto Rico.
Que Dios los bendiga”.
28.09.17
28.09.17
El Papa en Sta. Marta – Remordimiento: ‘el coraje de acusarse abre el camino del perdón’
No
tener miedo de decir la verdad sobre nuestra vida y tomar conciencia
de nuestros pecados
(Ciudad
del Vaticano, 28 Sept. 2017).- El Papa Francisco celebró este jueves
la misa en la capilla de la Casa Santa Marta y exhortó en su homilía
a no tener miedo de decir la verdad sobre nuestra vida, a tomar
conciencia de nuestros pecados, a pedir ayuda para ubicarlos
debidamente y confesarlos sinceramente al Señor para que nos
perdone.
El
Pontífice partió del Evangelio del hoy sobre el comportamiento de
Herodes en relación quienes asociaban a Jesús con Juan el Bautista,
a Elías, o como un profeta. Herodes no sabía qué pensar, señaló
el Papa y precisó que “sentía dentro” de sí algo, que “no
era una curiosidad”, era “un remordimiento en el alma, en el
corazón”, y por ello que “buscaba ver a Jesús para
tranquilizarse”.
“Quería
ver milagros”, pero “Jesús no hizo un circo delante de él” y
fue entregado a Pilato y lo pagó con la muerte. Herodes cubrió “un
crimen con otro, el remordimiento de la conciencia con otro crimen,
como quien mata por temor. El remordimiento de la conciencia no es un
simple recuerdo, sino una llaga”, dijo el Papa.
Y
añadió: “Una llaga que cuando en la vida hicimos algunos males,
duele. Es una llaga escondida, no se ve; ni yo la veo, porque me
acostumbro a llevarla y luego se anestesia. Está allí, algunos la
tocan pero la herida está dentro. Cuando esta llaga hace mal,
sentimos remordimiento. No sólo soy consciente de haber hecho el
mal, pero lo siento: lo siento en el corazón, en el cuerpo, en el
alma y en la vida. De ahí nace la tentación de cubrirlo, para no
más sentirlo”. Y precisó que “es una gracia sentir que la
conciencia nos acusa, nos dice algo”.
“Debemos
–permítanme la palabra– bautizar ‘la llaga’, es decir, darle
un nombre. ¿Dónde está la llaga?
-¿Pero padre como yo hago para sacarla fuera?
-Antes de todo hay que rezar: ‘Señor, ten piedad de mí que soy pecador, porque el Señor escucha tu oración’. Después examina tu vida.
– ¿Y si no veo cómo y dónde está ese dolor, de dónde viene, que es un síntoma, cómo puedo hacer?”
– ‘Pide a alguien para que te ayude a sacarte la llaga; que la llaga salga y luego hay que darle un nombre’.
Tengo ese remordimiento de conciencia porque lo hice, concreto; concreción. Y esta es la verdadera humildad delante de Dios y Dios se conmueve ante la concreción”.
La
concreción, explica el Pontífice, como la expresan los niños en la
confesión. Una concreción de decir lo que se hizo, de manera que la
verdad “venga hacia fuera”. Entonces “así nos sanamos”.
El
Sucesor de Pedro invitó a “aprender la ciencia, la sabiduría de
acusarse a sí mismo. Yo me acuso, siento el dolor de la llaga, hago
de todo para saber de dónde viene ese síntoma y luego me acuso. Sin
miedo de los remordimientos de conciencia: ellos son un síntoma de
salvación. Tengan miedo de cubrirlos, de maquillarlos, disimularlos,
esconderlos … esto sí, pero ser claro. Y así el Señor nos cura”.
La
oración final que propone el Papa es pedir que el Señor nos dé la
gracia de “tener el coraje de acusarnos” para “caminar en el
camino del perdón”.
29.09.17
29.09.17
Santa Marta: Los ángeles nos acompañan “en nuestro camino hacia la salvación”
En
la fiesta de los arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael
(29
Sept. 2017).- En la celebración litúrgica de hoy se puede leer en
la Oración Colecta: “Nosotros y los ángeles tenemos la misma
vocación: `cooperamos juntos en el plan de salvación de Dios´”,
y así lo ha explicado el Papa Francisco en la homilía de la misa
que ha celebrado esta mañana en Santa Marta.
“Somos,
por decir así, ‘hermanos’ en la vocación. Y ellos están ante
el Señor para servirlo, para alabarlo y también para contemplar la
gloria de rostro del Señor. Los ángeles son grandes contemplativos.
Ellos contemplan al Señor; sirven y contemplan. Pero, también, el
Señor los envía para acompañarnos por el camino de la vida”, ha
aclarado el Santo Padre.
El
Papa ha señalado el “importante papel en nuestro camino hacia la
salvación” que tienen los tres ángeles y destacó los aspectos
más significativos de cada uno de los arcángeles.
“El
Gran Miguel es aquel que combate contra el diablo”, al “gran
dragón”, a “la serpiente antigua” que “fastidia nuestra
vida” y nos incita a pecar: “¡Anda, come el fruto! Te hará
bien, te hará conocer tantas cosas… Y comienza, como la serpiente
a seducir, a seducir… Y, luego, cuando hemos caído nos acusa ante
Dios: ‘¡es un pecador, es mío! Éste es mío: es precisamente la
palabra del diablo. Nos gana por medio de la seducción y nos acusa
ante Dios: ‘es mío. Éste me lo llevo conmigo’. Y Miguel
combate. El Señor le pidió que haga la guerra. Por nosotros, que
estamos en camino en esta vida nuestra hacia el Cielo, Miguel nos
ayuda a hacerle la guerra, a no dejarnos seducir”.
Es
un “trabajo de defensa” que Miguel hace “por la Iglesia” y
por “cada uno de nosotros”, distinto al papel de Gabriel, “el
otro arcángel de hoy” –ha recordado el Papa– “quien lleva
las buenas noticias: aquel que ha llevado la noticia a María, a
Zacarías, a José: la noticia de la salvación”.
“También
Gabriel está con nosotros y nos ayuda en el camino cuando olvidamos
el Evangelio de Dios, que Jesús ha venido entre nosotros, para
salvarnos”, ha asegurado el papa Francisco.
“Aquel
que camina con nosotros” es San Rafael, el tercer arcángel que
festejamos hoy –ha recordado Francisco– y que “nos ayuda en
este camino”, y ha invitado a pedirle a san Rafael que nos proteja
de la “seducción de dar el paso equivocado”.
Así,
el papa Francisco ha animado a que recemos a “nuestros compañeros
al servicio de Dios y de nuestra vida”: “Miguel, ayúdanos en la
lucha: cada uno sabe cuál lucha tiene en su propia vida hoy. Cada
uno de nosotros conoce su lucha principal, aquella que pone en riesgo
su salvación. Ayúdanos. Gabriel, tráenos noticias, tráenos la
Buena Noticia de la salvación, que Jesús está con nosotros, que
Jesús nos ha salvado y danos esperanza. Rafael, tómanos de la mano
y ayúdanos en el camino para no equivocarnos de camino, para no
quedarnos parados. Siempre caminar, pero ayudados por ti”. 30.09.17
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