Pascua: “¿Deseamos participar en este anuncio de vida?”
Homilía
del Papa Francisco en la Vigilia Pascual
(31 marzo 2018).- “¿Deseamos participar en este anuncio de vida o permaneceremos callados ante los acontecimientos? Esta es la invitación que el Papa Francisco hizo en la vigilia de Pascua que celebró el 31 de marzo de 2018 en la Basílica de San Pedro: una invitación a “romper con los hábitos repetitivos, a renovar nuestras vidas, nuestras elecciones y nuestra existencia”.
Esta
celebración la hemos comenzado fuera… inmersos en la oscuridad de
la noche y en el frío que la acompaña. Sentimos el peso del
silencio ante la muerte del Señor, un silencio en el que cada uno de
nosotros puede reconocerse y cala hondo en las hendiduras del corazón
del discípulo que ante la cruz se queda sin palabras.
Son
las horas del discípulo enmudecido frente al dolor que genera la
muerte de Jesús: ¿Qué decir ante tal situación? El discípulo que
se queda sin palabras al tomar conciencia de sus reacciones durante
las horas cruciales en la vida del Señor: frente a la injusticia que
condenó al Maestro, los discípulos hicieron silencio; frente a las
calumnias y al falso testimonio que sufrió el Maestro, los
discípulos callaron. Durante las horas difíciles y dolorosas de la
Pasión, los discípulos experimentaron de forma dramática su
incapacidad de «jugársela» y de hablar en favor del Maestro. Es
más, no lo conocían, se escondieron, se escaparon, callaron (cfr.
Jn 18,25-27).
Es
la noche del silencio del discípulo que se encuentra entumecido y
paralizado, sin saber hacia dónde ir frente a tantas situaciones
dolorosas que lo agobian y rodean. Es el discípulo de hoy,
enmudecido ante una realidad que se le impone haciéndole sentir, y
lo que es peor, creer que nada puede hacerse para revertir tantas
injusticias que viven en su carne nuestros hermanos.
Es
el discípulo atolondrado por estar inmerso en una rutina aplastante
que le roba la memoria, silencia la esperanza y lo habitúa al
«siempre se hizo así». Es el discípulo enmudecido que, abrumado,
termina «normalizando» y acostumbrándose a la expresión de
Caifás: «¿No les parece preferible que un solo hombre muera por el
pueblo y no perezca la nación entera?» (Jn 11,50).
Y
en medio de nuestros silencios, cuando callamos tan contundentemente,
entonces las piedras empiezan a gritar (cf. Lc 19,40)[1] y a dejar
espacio para el mayor anuncio que jamás la historia haya podido
contener en su seno: «No está aquí ha resucitado» (Mt 28,6). La
piedra del sepulcro gritó y en su grito anunció para todos un nuevo
camino. Fue la creación la primera en hacerse eco del triunfo de la
Vida sobre todas las formas que intentaron callar y enmudecer la
alegría del evangelio. Fue la piedra del sepulcro la primera en
saltar y a su manera entonar un canto de alabanza y admiración, de
alegría y de esperanza al que todos somos invitados a tomar parte.
Y
si ayer, con las mujeres contemplábamos «al que traspasaron» (Jn
19,36; cf. Za 12,10); hoy con ellas somos invitados a contemplar la
tumba vacía y a escuchar las palabras del ángel: «no tengan miedo…
ha resucitado» (Mt 28,5-6). Palabras que quieren tocar nuestras
convicciones y certezas más hondas, nuestras formas de juzgar y
enfrentar los acontecimientos que vivimos a diario; especialmente
nuestra manera de relacionarnos con los demás. La tumba vacía
quiere desafiar, movilizar, cuestionar, pero especialmente quiere
animarnos a creer y a confiar que Dios «acontece» en cualquier
situación, en cualquier persona, y que su luz puede llegar a los
rincones menos esperados y más cerrados de la existencia. Resucitó
de la muerte, resucitó del lugar del que nadie esperaba nada y nos
espera —al igual que a las mujeres— para hacernos tomar parte de
su obra salvadora.
Este
es el fundamento y la fuerza que tenemos los cristianos para poner
nuestra vida y energía, nuestra inteligencia, afectos y voluntad en
buscar, y especialmente en generar, caminos de dignidad. ¡No está
aquí…ha resucitado! Es el anuncio que sostiene nuestra esperanza y
la transforma en gestos concretos de caridad. ¡Cuánto necesitamos
dejar que nuestra fragilidad sea ungida por esta experiencia, cuánto
necesitamos que nuestra fe sea renovada, cuánto necesitamos que
nuestros miopes horizontes se vean cuestionados y renovados por este
anuncio!
Él
resucitó y con él resucita nuestra esperanza y creatividad para
enfrentar los problemas presentes, porque sabemos que no vamos solos.
Celebrar
la Pascua, es volver a creer que Dios irrumpe y no deja de irrumpir
en nuestras historias desafiando nuestros «conformantes» y
paralizadores determinismos. Celebrar la Pascua es dejar que
Jesús venza esa pusilánime actitud que tantas veces nos rodea e
intenta sepultar todo tipo de esperanza.
La
piedra del sepulcro tomó parte, las mujeres del evangelio tomaron
parte, ahora la invitación va dirigida una vez más a ustedes y a
mí: invitación a romper las rutinas, renovar nuestra vida, nuestras
opciones y nuestra existencia. Una invitación que va dirigida allí
donde estamos, en lo que hacemos y en lo que somos; con la «cuota de
poder» que poseemos. ¿Queremos tomar parte de este anuncio de vida
o seguiremos enmudecidos ante los acontecimientos?
¡No
está aquí ha resucitado! Y te espera en Galilea, te invita a volver
al tiempo y al lugar del primer amor y decirte: No tengas miedo,
sígueme.
02.04.18
02.04.18
Regina Coeli’: La fraternidad es el fruto de la Pascua de Cristo
Palabras
del Papa Francisco en el “Lunes del Ángel”
(3
abril 2018).- “Sin un intercambio fraterno, no se puede crear una
auténtica comunidad eclesial o civil: existe sólo un grupo de
individuos motivados por sus propios intereses”, dijo el Papa
Francisco.
El
Santo Padre reflexionó sobre la fraternidad antes del rezo
del Regina
Coeli el
Lunes de Pascua, 2 de abril de 2018, conocido como el “Lunes del
Ángel”, señala ‘Vatican News’ en español
La
fraternidad –describió Francisco– es el “fruto de la Pascua de
Cristo que, mediante su muerte y resurrección, derrotó al pecado
que separaba al hombre de Dios, al hombre de sí mismo, al hombre de
sus hermanos” asegurando que “el pecado siempre separa, siempre
hace enemistades”.
Así,
la primera vez que se anunció “Ha resucitado”, fue hecho por los
ángeles, señalan los propios evangelistas. “Era necesario
un ser superior para comunicar una realidad tan impactante”
–explicó el Santo Padre– “que tal vez ningún hombre se
atrevería a pronunciarla”.
Por
ello, –matizó el Pontífice– hay un significado en esta
presencia angelical: “cómo a anunciar la Encarnación de la
Palabra había sido un ángel, Gabriel, también para anunciar por
primera vez la Resurrección no fue suficiente una palabra humana”.
La
novedad del diálogo
“La
pascua de Cristo ha hecho estallar en el mundo la novedad del
diálogo” –señaló el Papa–, novedad que se ha convertido en
una responsabilidad para los cristianos y por la que estamos llamados
“a cuidar el bien común y a nuestros hermanos, especialmente a los
más débiles y marginados” porque sólo la fraternidad –advirtió–
“puede garantizar una paz duradera, vencer la pobreza, extinguir
las tensiones y las guerras y erradicar la corrupción y la
criminalidad”.
En
este sentido, el Obispo de Roma pidió a la Virgen María que “la
fraternidad y la comunión que experimentamos en estos días
pascuales puedan convertirse en nuestro estilo de vida y en el alma
de nuestras relaciones”.
Asimismo,
Francisco invocó “el don de la paz” para todo el mundo,
especialmente para las poblaciones que más sufren los conflictos
actuales y renovó su llamamiento “para que los secuestrados o
injustamente privados de libertad sean liberados y regresen a sus
hogares”.
04.04.18
04.04.18
Audiencia General, 4 de abril de 2018
Última
catequesis dedicada a la Santa Misa
(4
abril 2018).- “La Misa es como la semilla, la semilla de trigo que
después en la vida ordinaria crece, crece y madura en las obras
buenas, en las actitudes que hacen que nos parezcamos a Jesús”.
El
Santo Padre Francisco ha celebrado la Audiencia General esta mañana,
a las 9:30 horas en la Plaza de San Pedro, ante miles de peregrinos y
fieles de Italia y de todo el mundo.
El
Santo Padre ha dedicado su catequesis a los ritos de conclusión de
la Santa Misa.
“Cada
vez que salgo de misa, tengo que salir mejor que cuando entré, con
más vida, con más fuerza, con más ganas de dar testimonio
cristiano”, ha explicado Francisco.
A
través de la Eucaristía –ha señalado– el Señor Jesús entra
en nuestro corazón y en nuestra carne, para que podamos “expresar
en la vida el sacramento recibido en la fe”.
En
verdad, al acrecentar nuestra unión con Cristo, la
Eucaristía actualiza la gracia que el Espíritu nos ha dado en el
Bautismo y la Confirmación, para que nuestro testimonio cristiano
sea creíble, ha dicho el Papa.
Catequesis
del Papa Francisco
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días y buena Pascua!
Veis
que hoy hay flores: las flores dicen gozo, alegría. En algunos
lugares Pascua se llama también “Pascua florida” porque florece
el Cristo resucitado: es la flor nueva; florece nuestra
justificación; florece la santidad de la Iglesia. Por eso, tantas
flores: es nuestra alegría. Toda la semana celebramos Pascua, toda
la semana. Por eso repetimos, una vez más, todos nosotros , el
deseo de “Buena Pascua”. Digamos juntos: “Buena Pascua”,
¡todos! (Responden: ¡Buena Pascua!). Me gustaría que deseásemos
también una Buena Pascua –porque ha sido Obispo de Roma- al
querido Papa Benedicto, que nos ve por televisión. Al Papa
Benedicto, deseamos todos Buena Pascua. (Todos dicen: Buena Pascua).
Y un fuerte aplauso.
Con
esta catequesis concluimos el ciclo dedicado a la misa, que es
precisamente la conmemoración, pero no solamente como memoria, se
vive de nuevo la Pasión y la Resurrección de Jesús. La última vez
llegamos a la Comunión y a la oración después de la Comunión.
Después de esta oración la misa termina con la bendición impartida
por el sacerdote y la despedida del pueblo (véase Instrucción
general del Misal Romano, 90). Como había empezado con la señal
de la cruz, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo, de nuevo es en el nombre de la Trinidad como se sella la misa,
es decir, la acción litúrgica.
Sin
embargo, sabemos que cuando la misa termina, se abre el
compromiso del testimonio cristiano. Los cristianos no van a
misa para cumplir con una tarea semanal y luego se olvidan; no. Los
cristianos van a misa para participar en la Pasión y Resurrección
del Señor y vivir más como cristianos: se abre el compromiso del
testimonio cristiano. Dejamos la iglesia para “ir en paz” a
llevar la bendición de Dios a las actividades diarias, a nuestros
hogares, al ambiente de trabajo, a las ocupaciones de la ciudad
terrenal, “glorificando al Señor con nuestra vida”. Pero si
salimos de la iglesia chismorreando y diciendo: “Mira ese, mira ese
otro”, con la lengua larga, la misa no ha entrado en mi corazón.
¿Por qué? Porque no soy capaz de vivir el testimonio cristiano.
Cada vez que salgo de misa, tengo que salir mejor que cuando entré,
con más vida, con más fuerza, con más ganas de dar testimonio
cristiano. A través de la Eucaristía, el Señor Jesús entra en
nuestro corazón y en nuestra carne, para que podamos “expresar en
la vida el sacramento recibido en la fe” (Misal Romano, colecta
del lunes de la Octava de Pascua).
De
la celebración a la vida, pues, conscientes de que la Misa halla su
cumplimiento en las elecciones concretas de los que se dejan
involucrar en primera persona en los misterios de Cristo. No debemos
olvidar que celebramos la Eucaristía para aprender a ser
hombres y mujeres eucarísticos. ¿Qué significa esto?
Significa dejar que Cristo actúe en nuestras obras: que sus
pensamientos sean nuestros pensamientos, sus sentimientos
nuestros sentimientos, sus decisiones las nuestras. Eso es la
santidad: Hacer como hizo Cristo es la santidad cristiana. San Pablo
lo expresa con precisión hablando de su asimilación a Jesús y dice
así: “Con Cristo estoy crucificado, y no vivo yo, sino que es
Cristo quien vive en mí. La vida que vivo al presente en la
carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a
sí mismo por mí”. (Gal 2: 19-20). Este es el
testimonio cristiano. La experiencia de Pablo también nos ilumina a
nosotros: En la medida en que mortificamos nuestro egoísmo, es
decir en que dejamos que muera cuanto se opone al Evangelio y al amor
de Jesús, se crea dentro de nosotros un mayor espacio para la
potencia de su Espíritu. Los cristianos son hombres y mujeres que se
dejan ensanchar el alma con la fuerza del Espíritu Santo, después
de haber recibido el Cuerpo y la Sangre de Cristo. ¡Dejad que se os
ensanche el alma” ¡No esas almas, así de estrechas y cerradas,
pequeñas, egoístas ¡no! Almas anchas, almas grandes, con grandes
horizontes… Dejaos ensanchar el alma con la fuerza del Espíritu,
después de haber recibido el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Dado
que la presencia real de Cristo en el Pan consagrado no termina con
la misa (cf.Catecismo de la Iglesia Católica, 1374), la
Eucaristía se custodia en el sagrario para la
comunión de los enfermos y la adoración silenciosa del Señor en el
Santísimo Sacramento; de hecho, el culto eucarístico fuera de la
misa, ya sea en forma privada o comunitaria, nos ayuda a permanecer
en Cristo (cf. ibid., 1378-1380).
Los
frutos de la Misa, por lo tanto, están destinados a madurar en la
vida cotidiana. Podríamos decir así, forzando algo la imagen: la
Misa es como la semilla, la semilla de trigo que después en la vida
ordinaria crece, crece y madura en las obras buenas, en las actitudes
que hacen que nos parezcamos a Jesús. Los frutos de la Misa, por lo
tanto, están destinados a madurar en la vida de cada día. En
verdad, al acrecentar nuestra unión con Cristo, la
Eucaristía actualiza la gracia que el Espíritu nos ha dado en el
Bautismo y la Confirmación, para que nuestro testimonio cristiano
sea creíble (véase ibid., 1391-1392).
Todavía
más, encendiendo en nuestros corazones el amor divino, ¿Qué hace
la Eucaristía? Nos separa del pecado: “Cuanto más
compartimos la vida de Cristo, a progresar en su amistad, tanto más
difícil es separarnos de Él por el pecado mortal” (ibid, 1395.
).
Participar
habitualmente en el banquete eucarístico renueva, fortalece y
profundiza el vínculo con la comunidad cristiana a la que
pertenecemos, de acuerdo con el principio de que la
Eucaristía hace la Iglesia (cf. ibid., 1396), nos une a
todos.
Por
último, participar en la Eucaristía nos compromete con los
demás, especialmente con los pobres, educándonos a pasar de la
carne de Cristo a la carne de los hermanos, en los que espera ser por
nosotros reconocido, servido, honrado, amado (cf. ibíd., 1397).
Ya
que llevamos el tesoro de la unión con Cristo en vasijas de barro (2
Cor 4,7), necesitamos regresar constantemente al santo altar,
hasta que, en el paraíso, saboreemos plenamente la felicidad del
banquete de las bodas del Cordero (cf. Ap 19.9).
Demos
gracias al Señor por el camino de redescubrimiento de la Santa Misa
que nos ha concedido cumplir juntos, y dejémonos atraer con renovada
fe a este encuentro real con Jesús, muerto y resucitado por
nosotros, contemporáneo nuestro. Y que nuestra vida sea siempre
“florida”, así, como Pascua, con las flores de la esperanza, de
la fe, de las buenas obras. ¡Qué encontremos siempre fuerza para
ello en la Eucaristía, en la unión con Jesús! ¡Buena Pascua a
todos!
05.04.18
05.04.18
Bendición de la estatua de S. Gregorio de Narek en los Jardines del Vaticano
El
Papa Francisco se reunió con el Presidente de Armenia
(
5 abril 2018).- Esta mañana, 5 de abril de 2018, el Papa Francisco
presidió la inauguración y bendición de la estatua de San Gregorio
de Narek en los Jardines del Vaticano.
La
estatua representa al “héroe de la cultura armenia, Doctor de la
Iglesia, auténtico puente entre Oriente y Occidente, símbolo del
ecumenismo”, informa ‘Vatican News’ en lengua española.
La
ceremonia contó con la presencia del Presidente de la República de
Armenia, Serzh Sargsyan; su Santidad Karekin II, Patriarca Supremo y
Catholicós de todos los Armenios; su Santidad Aram I, Catholicós de
la Iglesia Armenia Apostólica de Cilicia.
La
obra del escultor armenio David Erevantsi se realizó en una
fundición de la República Checa gracias a la ayuda del Embajador
armenio ante la Santa Sede, Mikayel Minasyan y de Arthur
Dzhanibekyan, informa ‘Vatican News’.
Presidente
de Armenia
El
Pontífice se encontró con el Presidente de Armenia, Serzh
Sargsyan,
tras la bendición de la estatua, en el Vaticano, donde mantuvieron
una reunión privada.
Tanto
en la Iglesia Católica como en la Iglesia Apostólica Armenia, San
Gregorio de Narek es reconocido como un santo. Durante una misa
en la Basílica de San Pedro el 12 de abril de 2015, con motivo del
centenario del genocidio de un millón y medio de armenios, el Papa
Francisco nombró a San Gregorio de Narek Doctor de la Iglesia.
El
Papa recordó en la celebración “esa horrible masacre”, que fue
“un verdadero martirio de su pueblo, en el que muchas personas
inocentes murieron como confesores y mártires por el nombre de
Cristo”.
Visita
del Papa a Armenia
Del
24 al 26 de junio de 2016, el Papa
Francisco visitó Armenia. En
su primer día de viaje, en la capital de Yerevan, el
Papa improvisó algunos comentarios en el palacio presidencial y
calificó la masacre de etnias armenias por los turcos otomanos como
un “genocidio”, señalando que marcó “el comienzo de una
triste serie de grandes catástrofes del siglo pasado”.
Un
monje armenio del siglo X, escritor místico y poeta, Gregorio de
Narek es conocido especialmente por su “Libro de Lamentaciones”,
un libro de oraciones que escribió, considerado una obra maestra de
la literatura armenia.
Según
‘Vatican News’, habrá una ceremonia de inauguración a finales
de 2018 en los jardines de la iglesia madre de la Iglesia Apostólica
Armenia, la Catedral de Etchmiadzin, donde se colocará una copia de
la misma estatua que se está realizando.
06.04.18
06.04.18
América Latina: El Papa aboga por la protección de la tierra
Saludo
a los miembros del Centro de Estudios del Desarrollo en América
Latina
(6
abril 2018).- El Papa Francisco ha recibido esta mañana en
audiencia a la Sra. Henryane de Chaponay, fundadora del Centre
d’Étude du développement en Amérique latine (CEDAL) (Centro
de Estudios del Desarrollo en América Latina).
Sigue
el saludo que el Santo Padre ha dirigido a los participantes en el
encuentro.
Saludo
del Papa Francisco
Señora,
queridos amigos,
Me
complace recibiros esta mañana para saludaros y rendir homenaje a
vuestro compromiso al servicio de la paz, la defensa de los derechos
humanos, la protección de nuestra tierra y el apoyo al crecimiento
de una sociedad más humana y fraternal.
Señora,
aprecio su misión como fundadora del Centre d’Étude du
développement en Amérique latine (Centro de Estudios del
Desarrollo en América Latina) (CEDAL). Su infatigable creatividad ha
dado sus frutos a través de los “Dialogues en
humanité”,(Dialógos de humanidad) cuyos encuentros están
encaminados a reorientar las políticas sobre la humanidad, para
construir una ciudadanía que cuide de nuestra “casa común”. Es
bueno suscitar un arte de vivir juntos en la simplicidad, la
benevolencia, la fraternidad, así como educar en la cultura del
respeto y del encuentro, la única capaz de construir un futuro a la
altura del ideal del hombre.
Con
la encíclica Laudato si’, con varios mensajes,
convocando el próximo Sínodo de los Obispos sobre Amazonia, es mi
esperanza que nuestra historia humana pueda convertirse en un
despliegue de liberación, crecimiento, salvación y amor,
(cf. Laudato si ‘, 79). Al expresaros a todos mi
gratitud por vuestra generosidad y dedicación, os aseguro mi oración
y os bendigo de todo corazón.
07.04.18
07.04.18
Reincides en tu pecado? Reincide en pedir misericordia”
Homilía
del Papa en el Domingo de la Misericordia
(08
abril 2018).- “¿Reincides en tu pecado? Reincide en la
petición de misericordia. Esto es lo que el Papa Francisco
lanzó celebrando la Misa dominical de la Octava Pascual, Domingo de
la Misericordia, este 8 de abril de 2018, en la Plaza de San
Pedro. Rodeado por 550 “Misioneros de la Misericordia”,
instituidos en el Jubileo.
En
su homilía, evocó las barreras internas que se interponen entre el
cristiano y la misericordia de Dios: la vergüenza primero, que en
realidad es “una invitación secreta del alma que necesita al Señor
para vencer al mal”. “El drama, dijo, es cuando ya no te
avergüenzas de nada. ¡No tengas miedo de sentir vergüenza!”
La
segunda tentación es la “resignación” de alguien que piensa que
él “siempre hace los mismos pecados” y, por lo tanto,
renuncia a la misericordia. “Pero el Señor nos desafía”:
¿No crees que mi misericordia es más grande que tu miseria?”
Después
de la vergüenza y la resignación, el Papa habló de “otra puerta
cerrada, a veces blindada: nuestro pecado”. Cuando cometo un
gran pecado, si, honestamente, no quiero perdonarme a mí mismo, ¿por
qué Dios debería hacerlo? Pero esta puerta está cerrada solo
por un lado, el nuestro; para Dios ella nunca es intransitable …
Él nunca decide separarse de nosotros, somos nosotros quienes lo
dejamos afuera”.
Podemos
estimarnos y decirnos cristianos, y hablar de muchos valores hermosos
de fe”, señaló, “pero … tenemos necesidad de ver a Jesús
tocando su amor”. Solo entonces vamos al corazón de la fe. Y
al Papa para alentar: “¡Convirtámonos, también, en verdaderos
amantes del Señor! No tengas miedo de esta palabra: amante del
Señor”.
Homilía
del Papa Francisco
En
el Evangelio de hoy aparece varias veces el verbo ver: «Los
discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor» (Jn 20,20);
luego, dijeron a Tomás: «Hemos visto al Señor» (v. 25). Pero el
Evangelio no describe al Resucitado ni cómo lo vieron; solo hace
notar un detalle: «Les enseñó las manos y el costado» (v. 20). Es
como si quisiera decirnos que los discípulos reconocieron a Jesús
de ese modo: a través de sus llagas. Lo mismo sucedió a Tomás;
también él quería ver «en sus manos la señal de los clavos» (v.
25) y después de haber visto creyó (v. 27).
A
pesar de su incredulidad, debemos agradecer a Tomás que no se
conformara con escuchar a los demás decir que Jesús estaba vivo, ni
tampoco con verlo en carne y hueso, sino que quiso ver en
profundidad, tocar sus heridas, los signos de su amor. El Evangelio
llama a Tomás «Dídimo» (v. 24), es decir, mellizo, y en su
actitud es verdaderamente nuestro hermano mellizo. Porque tampoco
para nosotros es suficiente saber que Dios existe; no nos llena la
vida un Dios resucitado pero lejano; no nos atrae un Dios distante,
por más que sea justo y santo. No, tenemos también la necesidad de
“ver a Dios”, de palpar que él ha resucitado por nosotros.
¿Cómo
podemos verlo? Como los discípulos, a través de sus llagas. Al
mirarlas, ellos comprendieron que su amor no era una farsa y que los
perdonaba, a pesar de que estuviera entre ellos quien lo renegó y
quien lo abandonó. Entrar en sus llagas es contemplar el amor
inmenso que brota de su corazón. Es entender que su corazón palpita
por mí, por ti, por cada uno de nosotros. Queridos hermanos y
hermanas: Podemos considerarnos y llamarnos cristianos, y hablar de
los grandes valores de la fe, pero, como los discípulos, necesitamos
ver a Jesús tocando su amor. Solo así vamos al corazón de la fe y
encontramos, como los discípulos, una paz y una alegría (cf. vv.
19-20) que son más sólidas que cualquier duda.
Tomás,
después de haber visto las llagas del Señor, exclamó: «¡Señor
mío y Dios mío!» (v. 28). Quisiera llamar la atención sobre este
adjetivo que Tomás repite: mío. Es un adjetivo posesivo y, si
reflexionamos, podría parecer fuera de lugar atribuirlo a Dios:
¿Cómo puede Dios ser mío? ¿Cómo puedo hacer mío al Omnipotente?
En realidad, diciendo mío no profanamos a Dios, sino que honramos su
misericordia, porque él es el que ha querido “hacerse nuestro”.
Y como en una historia de amor, le decimos: “Te hiciste hombre por
mí, moriste y resucitaste por mí, y entonces no eres solo Dios;
eres mi Dios, eres mi vida. En ti he encontrado el amor que buscaba y
mucho más de lo que jamás hubiera imaginado”.
Dios
no se ofende de ser “nuestro”, porque el amor pide intimidad, la
misericordia suplica confianza. Cuando Dios comenzó a dar los diez
mandamientos ya decía: «Yo soy el Señor, tu Dios» (Ex 20,2) y
reiteraba: «Yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso» (v. 5). He
aquí la propuesta de Dios, amante celoso que se presenta como tu
Dios. Y la respuesta brota del corazón conmovido de Tomás: «¡Señor
mío y Dios mío!». Entrando hoy en el misterio de Dios a través de
las llagas, comprendemos que la misericordia no es una entre otras
cualidades suyas, sino el latido mismo de su corazón. Y entonces,
como Tomás, no vivimos más como discípulos inseguros, devotos pero
vacilantes, sino que nos convertimos también en verdaderos
enamorados del Señor.
¿Cómo
saborear este amor, cómo tocar hoy con la mano la misericordia de
Jesús? Nos lo sugiere el Evangelio, cuando pone en evidencia que la
misma noche de Pascua (cf. v. 19), lo primero que hizo Jesús apenas
resucitado fue dar el Espíritu para perdonar los pecados. Para
experimentar el amor hay que pasar por allí: dejarse perdonar. Pero
ir a confesarse parece difícil, porque nos viene la tentación ante
Dios de hacer como los discípulos en el Evangelio: atrincherarnos
con las puertas cerradas. Ellos lo hacían por miedo y nosotros
también tenemos miedo, vergüenza de abrirnos y decir los pecados.
Que el Señor nos conceda la gracia de comprender la vergüenza, de
no considerarla como una puerta cerrada, sino como el primer paso del
encuentro. Cuando sentimos vergüenza, debemos estar agradecidos:
quiere decir que no aceptamos el mal, y esto es bueno. La vergüenza
es una invitación secreta del alma que necesita del Señor para
vencer el mal. El drama está cuando no nos avergonzamos ya de nada.
No tengamos miedo de sentir vergüenza. Pasemos de la vergüenza al
perdón.
Existe,
en cambio, una puerta cerrada ante el perdón del Señor, la de la
resignación. La experimentaron los discípulos, que en la Pascua
constataban amargamente que todo había vuelto a ser como antes.
Estaban todavía allí, en Jerusalén, desalentados; el “capítulo
Jesús” parecía terminado y después de tanto tiempo con él nada
había cambiado. También nosotros podemos pensar: “Soy cristiano
desde hace mucho tiempo y, sin embargo, no cambia nada, cometo
siempre los mismos pecados”.
Entonces,
desalentados, renunciamos a la misericordia. Pero el Señor nos
interpela: “¿No crees que mi misericordia es más grande que tu
miseria? ¿Eres reincidente en pecar? Sé reincidente en pedir
misericordia, y veremos quién gana”. Además —quien conoce el
sacramento del perdón lo sabe—, no es cierto que todo sigue como
antes. En cada perdón somos renovados, animados, porque nos sentimos
cada vez más amados. Y cuando siendo amados caemos, sentimos más
dolor que antes. Es un dolor benéfico, que lentamente nos separa del
pecado. Descubrimos entonces que la fuerza de la vida es recibir el
perdón de Dios y seguir adelante, de perdón en perdón. Así es la
vida del cristiano: de vergüenza en vergüenza y de perdón en
perdón. Es la vida cristiana.
Además
de la vergüenza y la resignación, hay otra puerta cerrada, a veces
blindada: nuestro pecado. Cuando cometo un pecado grande, si yo —con
toda honestidad— no quiero perdonarme, ¿por qué debe hacerlo
Dios? Esta puerta, sin embargo, está cerrada solo de una parte, la
nuestra; que para Dios nunca es infranqueable. A él, como enseña el
Evangelio, le gusta entrar precisamente “con las puertas cerradas”,
cuando todo acceso parece bloqueado. Allí Dios obra maravillas. Él
no decide jamás separarse de nosotros, somos nosotros los que le
dejamos fuera. Pero cuando nos confesamos acontece lo inaudito:
descubrimos que precisamente ese pecado, que nos mantenía alejados
del Señor, se convierte en el lugar del encuentro con él. Allí, el
Dios herido de amor sale al encuentro de nuestras heridas. Y hace que
nuestras llagas miserables sean similares a sus llagas gloriosas.
Porque él es misericordia y obra maravillas en nuestras miserias.
Pidamos hoy como Tomás la gracia de reconocer a nuestro Dios, de
encontrar en su perdón nuestra alegría, en su misericordia nuestra
esperanza.
09.04.16
09.04.16
10.04.18
La Iglesia y el mundo tienen hoy una “necesidad particular de Misericordia”
Misa
del Papa Francisco con 550 misioneros de la Misericordia
(10
abril 2018).- Tanto la Iglesia como el mundo de hoy tienen una
necesidad particular de Misericordia para que la unidad deseada por
Dios en Cristo prevalezca sobre la acción negativa del maligno”.
Homilía
del Papa Francisco en la Eucaristía celebrada con 550
misioneros de la Misericordia,
este martes, 10 de abril de 2018, a las 12 horas en el Altar de
la Cátedra de la basílica vaticana, tras recibirlos en audiencia en
la Sala Regia.
El
Pontífice ha explicado que el demonio aprovecha muchos medios
actuales, en sí mismos buenos, pero que, mal utilizados, en lugar de
unir, dividen y ha llamado a permanecer unidos: Estamos convencidos
de que “la unidad es superior al conflicto”, ha dicho.
Francisco
ha recordado a los misioneros que viven un “ministerio que se mueve
en ambas direcciones”: al servicio de las personas, para que
“renazcan desde lo alto” y al servicio de la comunidad, para que
puedan vivir el mandamiento del amor con alegría y coherencia.
Fuerza
de atracción
Homilía
del Papa Francisco
Hemos
escuchado en el Libro de los Hechos: “Los apóstoles con gran
poder, daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús”
(Hechos 4:33).
Todo
comienza desde la Resurrección de Jesús: de allí viene el
testimonio de los apóstoles y, a través de él, se generan la fe y
la vida nueva de los miembros de la comunidad, con su franco estilo
evangélico.
Las
lecturas de la misa de hoy ponen de manifiesto estos dos aspectos
inseparables: el renacimiento personal y la vida de la
comunidad. Y ahora, dirigiéndome a vosotros, queridos hermanos,
pienso en vuestro ministerio que lleváis cabo desde el Jubileo de la
Misericordia. Un ministerio que se mueve en ambas direcciones: al
servicio de las personas, para que “renazcan desde lo alto” y al
servicio de la comunidad, para que puedan vivir el mandamiento del
amor con alegría y coherencia.
Hoy
la Palabra de Dios ofrece dos indicaciones que me gustaría
brindaros, pensando precisamente en vuestra misión.
El
Evangelio recuerda que aquel que está llamado a dar testimonio de la
Resurrección de Cristo debe, en
primera persona, “nacer de lo alto”
(Jn 3,
7). De lo contrario, se termina como Nicodemo que, a pesar de ser un
maestro en Israel, no entendía las palabras de Jesús cuando decía
que para “ver el reino de Dios” hay que “nacer
de lo alto”, nacer “del agua y del Espíritu” (cf. 3-5).
Nicodemo no entendía la lógica de Dios, que es la lógica de la
gracia, de la misericordia, por la cual el que se hace pequeño
se vuelve grande, el que se hace último pasa a ser el primero, el
que se reconoce enfermo se cura. Esto significa dejar realmente
la primacía al Padre, a Jesús y al Espíritu Santo en nuestra vida.
Atención: no se trata de convertirse en sacerdotes “poseídos”,
casi como si se fuera depositario de un carisma extraordinario. No.
Sacerdotes ordinarios, simples, humildes, equilibrados, pero capaces
de dejarse regenerar constantemente por el Espíritu, dóciles a su
fuerza, interiormente libres,- sobre todo de sí mismos- porque les
mueve el “viento” del Espíritu que sopla donde quiere (Jn 3,
8). La
segunda indicación se refiere al servicio a la comunidad: ser
sacerdotes capaces de “levantar” en
el “desierto“ del
mundo el signo de la salvación,
es decir, la Cruz de Cristo, como fuente de conversión y renovación
para toda la comunidad y para el mundo mismo ( ver Jn 3:
14-15). En particular, me gustaría hacer hincapié en que el Señor
muerto y resucitado es la fuerza que crea la comunión en la Iglesia
y, a través de la Iglesia, en toda la humanidad. Jesús lo dijo
antes de la Pasión: “Cuando sea levantado de la tierra, atraeré a
todos hacia mí” (Jn 12,
32). Esta fuerza de comunión se manifestó desde el principio en la
comunidad de Jerusalén donde, -como atestigua el Libro de los
Hechos,- “La multitud de los creyentes no tenía sino un solo
corazón y una sola alma” (4,32). Era una comunión que compartía
los bienes de forma concreta, de modo que “todo era en común entre
ellos” (v. Ibíd.) Y “no había entre ellos ningún necesitado”
(v. 34). Pero este estilo de vida de la comunidad también era
“contagioso” para el exterior: la presencia viva del Señor
resucitado produce una fuerza de atracción que, a través del
testimonio de la Iglesia y de las diversas formas de proclamación de
la Buena Nueva, tiende a alcanzar a todos, ninguno excluido.
Vosotros, queridos hermanos, poned al servicio de este dinamismo
vuestro ministerio específico de Misioneros de la Misericordia. En
efecto, tanto la Iglesia como el mundo de hoy tienen una necesidad
particular de Misericordia para que la unidad deseada por Dios en
Cristo prevalezca sobre la acción negativa del maligno que aprovecha
muchos medios actuales, en sí mismos buenos, pero que, mal
utilizados, en lugar de unir, dividen. Estamos convencidos de que “la
unidad es superior al conflicto” (Evangelii
gaudium,
228), pero también sabemos que sin la Misericordia este principio no
tiene fuerza para actuarse en lo concreto de la vida y de la
historia.
Queridos
hermanos, salid de este encuentro con la alegría de ser confirmados
en el ministerio de la Misericordia. Antes que nada confirmados en la
grata confianza de ser vosotros los primeros llamados a renacer
siempre de nuevo “desde lo alto”, desde el amor de Dios. Y al
mismo tiempo confirmados en la misión de ofrecer a todos el signo de
Jesús “levantado” de la tierra, para que la comunidad sea
signo e instrumento de unidad en medio del mundo. 11.04.18
Audiencia General, 11 de abril de 2018
El
Papa ha dedicado la catequesis al sacramento del Bautismo
(11
abril 2018).- La audiencia general ha tenido lugar esta mañana a
las 9:30 horas en la Plaza de San Pedro donde el Santo Padre
Francisco ha encontrado grupos de peregrinos y fieles de Italia y de
todo el mundo.
El
Santo Padre, terminado el ciclo de catequesis sobre la santa misa, ha
dedicado su atención al sacramento del bautismo.
Tras
resumir su discurso en diversas lenguas, el Santo Padre ha saludado
en particular a los grupos de fieles presentes procedentes de todo el
mundo. La audiencia general ha terminado con el canto del Pater
Noster y la bendición apostólica.
Catequesis
del Papa Francisco
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Los
cincuenta días del tiempo litúrgico pascual son propicios para
reflexionar sobre la vida cristiana que, por su naturaleza, es la
vida que proviene de Cristo mismo. De hecho, somos cristianos en la
medida en que permitimos que Jesucristo viva en nosotros. Entonces,
¿desde dónde podemos comenzar a reavivar esta conciencia si
no desde el principio, desde el Sacramento que ha encendido
la vida cristiana en nosotros?. Este es el Bautismo. La
Pascua de Cristo, con su carga de novedad, nos alcanza a través del
Bautismo para transformarnos a su imagen: los bautizados son
de Jesucristo, Él es el Señor de
su existencia. El bautismo es el “fundamento de toda la vida
cristiana” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1213). Es el
primero de los sacramentos, ya que es la puerta que
permite a Cristo el Señor tomar morada en nuestra
persona y a nosotros sumergirnos en su Misterio.
El
verbo griego “bautizar” significa “sumergir” (véase
CIC, 1214). El baño con agua es un ritual común a varias creencias
para expresar la transición de una condición a otra, un signo de
purificación para un nuevo comienzo. Pero para nosotros, los
cristianos, no debe pasar por alto que si es el cuerpo el que se
sumerge en el agua, es el alma la que se sumerge en
Cristopara recibir el perdón del pecado y resplandecer con la
luz divina (cf. Tertuliano, Sobre la resurrección de los
muertos, VIII, 3: CCL 2, 931, PL 2, 806). En virtud del Espíritu
Santo, el bautismo nos sumerge en la muerte y resurrección
del Señor, ahogando en la pila bautismal al hombre viejo,
dominado por el pecado que separa de Dios y dando vida al
hombre nuevo, recreado en Jesús. En él, todos los hijos de Adán
son llamados a una nueva vida. El Bautismo es, pues, un renacimiento.
Estoy seguro, segurísimo de que todos nosotros recordamos la fecha
de nuestro nacimiento: seguro. Pero yo me pregunto, con algo de duda,
y os pregunto a vosotros : ¿Cada uno de nosotros recuerda la fecha
de su bautismo? Algunos dicen que sí –está bien-. Pero es un sí
algo débil porque quizás muchos no la recuerdan.
Pero
si celebramos el día en que nacimos ¿por qué no celebrar, o por lo
menos recordar, el día del renacimiento? Yo os pongo unos deberes
para casa. Los que no se acuerden de la fecha del bautismo, que
pregunten a su madre, a los tíos, a los sobrinos, que pregunten:
“¿Tú sabes cuál es la fecha de mi bautismo?” . Y no la
olvidéis nunca. Y ese día dad gracias al Señor porque es
precisamente el día en que Jesús entró en mí, en que el Espíritu
Santo entró en mí. ¿Habéis entendido bien los deberes? Todos
tenemos que saber la fecha de nuestro bautismo. Es otro cumpleaños:
el cumpleaños del renacimiento. No os olvidéis de hacerlo, por
favor.
Recordemos
las últimas palabras del Señor Resucitado a los Apóstoles; son un
mandato preciso: “Id y haced discípulos a todos los pueblos,
bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo” (Mt 28, 19). A través del lavacro bautismal,
el que cree en Cristo se sumerge en la misma vida de la
Trinidad.
De
hecho, no es un agua cualquiera la del Bautismo, sino el agua
sobre la que se invoca el Espíritu que “da vida” (Credo).
Pensamos en lo que Jesús dijo a Nicodemo, para explicarle el
nacimiento en la vida divina: “El que no nazca de agua y de
espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne,
es carne; lo nacido del Espíritu es espíritu “(Jn 3: 5-6). Por lo
tanto, el bautismo también se llama “regeneración”: creemos
que Dios nos ha salvado “según su misericordia, por medio del baño
de regeneración y de renovación del Espíritu.” (Tito 3:
5).
El
bautismo es, por lo tanto, un signo eficaz de renacimiento, para
caminar en una nueva vida. San Pablo lo recuerda a los cristianos de
Roma: “¿O es que ignoráis que cuantos fuimos bautizados en Cristo
Jesús fuimos bautizados en su muerte? Fuimos, pues, con él
sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que
Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del
Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva”(Rom 6: 3-4).
Al
sumergirnos en Cristo, el Bautismo también nos hace miembros
de su Cuerpo, que es la Iglesia, y partícipes de su misión
en el mundo (Cfr. CCC 1213).Nosotros, los bautizados, no estamos
aislados: somos miembros del Cuerpo de Cristo. La vitalidad que
fluye de la fuente bautismal se ilustra con estas palabras de Jesús:
“Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y
yo en él, ése da mucho fruto”(Jn 15, 5). Una misma vida, la del
Espíritu Santo, fluye de Cristo a los bautizados, uniéndolos en un
solo Cuerpo (cf. 1 Cor 12:13), con el crisma de la santa unción y
alimentado en la mesa eucarística.
El
bautismo permite a Cristo vivir en nosotros y a nosotros vivir
unidos a él, para colaborar en la Iglesia, cada uno según su
condición, en la transformación del mundo. Recibido solo una vez,
el lavacro bautismal ilumina toda nuestra vida, guiando nuestros
pasos hacia la Jerusalén del Cielo. Hay un antes y un después del
bautismo. El Sacramento supone un camino de fe, que
llamamos catecumenado, evidente cuando es un adulto quien
pide el bautismo. Pero incluso los niños, desde la antigüedad,
son bautizados en la fe de sus padres (véase Rito del
Bautismo de los Niños, Introducción, 2). Y
sobre esto quisiera deciros algo. Algunos piensan : pero ¿por qué
bautizar a un niño que no entiende? Esperemos a que crezca, a que
entienda y sea él mismo el que pida el bautismo . Pero esto
significa no tener confianza en el Espíritu Santo, porque cuando
bautizamos a un niño, en ese niño entra el Espíritu Santo y el
Espíritu Santo hace que crezcan en ese niño, desde pequeño,
virtudes cristianas que florecerán después. Siempre hay que dar a
todos esta oportunidad , a todos los niños, la de tener dentro
al Espíritu Santo que los guíe durante la vida. ¡No os olvidéis
de bautizar a los niños! Nadie merece el Bautismo, que es siempre un
don gratuito para todos, adultos y recién nacidos. Pero como sucede
con una semilla llena de vida, este regalo arraiga y da fruto en una
tierra alimentada por la fe. Las promesas bautismales que renovamos
cada año en la Vigilia Pascual deben ser reavivadas todos los días
para que el Bautismo “cristifique”: no hay que tener miedo de
esta palabra: el bautismo nos “cristifica”, quien ha recibido el
bautismo y es “cristificado” se asemeja a Cristo , se
transforma en Cristo y se hace de verdad otro Cristo.
12.04.18
12.04.18
Santa Marta: El Papa llama a la obediencia, testimonio y concreción
Recuerda a
los cristianos perseguidos, “más que en los primeros tiempos”
(12
abril 2018).- “Obediencia, testimonio, concreción” son las 3
características que brotan de la alegría pascual.
En
la mañana del segundo jueves de Pascua, 12 de abril de 2018, el
Pontífice Francisco ha celebrado la Eucaristía en la capilla de la
Residencia Santa Marta, con la participación de algunos sacerdotes,
religiosos y fieles.
El
Santo Padre ha recordado que los 50 días del tiempo pascual fueron
para los Apóstoles un ‘tiempo de alegría’, por la Resurrección
de Cristo. Una “alegría verdadera”, pero aún dudosa, temerosa,
que se pregunta cómo irán las cosas.
Mientras
que, después –ha continuado el Papa– cuando desciende el
Espíritu Santo, la alegría se vuelve ‘valiente’: primero
‘entendían porque veían al Señor, pero no entendían todo’.
Estaban contentos pero no lograban entender. ‘Fue el Espíritu
Santo el que los hizo entender todo’.
Testimonio
El
Papa Francisco ha dirigido un pensamiento a los cristianos
perseguidos: “Todas las persecuciones que hay… desde ese momento
hasta hoy… Piensen en los cristianos perseguidos en África, en
Oriente Medio… Hoy son más que en los primeros tiempos…
Encarcelados, degollados, ahorcados, por confesar a Jesús.
Testimonio hasta el final”.
Así,
ha exhortado a todos a dar testimonio, “que fastidia tanto” –ha
dicho–, a la vez que ha llamado a la “obediencia”, el camino
que el Hijo “nos ha abierto”: “El cristiano, por lo tanto
“obedece a Dios”, describe.
Obediencia
Francisco
ha narrado que a los Apóstoles les habían prohibido predicar y
anunciar a Jesús y sin embargo, después de haber sido liberados por
medio de un Ángel, “vuelven a enseñar en el templo” –ha
explicado–.
Y
con la Primera Lectura de los Hechos de los Apóstoles, (5,27-33) y
la respuesta de Pedro: “Hay que obedecer a Dios antes que a los
hombres”, recordó asimismo el Evangelio de Juan (Jn3,31-36). La
obediencia de los Apóstoles para seguir el camino de Jesús que
obedeció hasta el final.
Concreción
El
Santo Padre ha pedido concreción: “Los Apóstoles hablaban de
cosas concretas, `no de cuentos’. Así como ellos vieron y tocaron
a Jesús, `cada uno de nosotros ha tocado a Jesús en su propia
vida´”.
La
homilía del Papa Francisco, en este jueves 12 de abril ha terminado
con la oración al Padre para pedir “los unos por los otros,
aquella alegría que viene del Espíritu Santo, que da el Espíritu
Santo: la alegría de la obediencia pascual, la alegría del
testimonio pascual y la alegría de la concreción pascual”.
13.04.18
13.04.18
Santa Marta: “El hombre libre no tiene miedo del tiempo”
El Papa Francisco invitó a
reflexionar sobre la verdadera libertad
(
13 abril 2018).- “El hombre libre no tiene miedo del tiempo, deja
actuar a Dios, deja espacio para que Dios actúe en el tiempo”, ha
comentado el Papa en la Eucaristía matutina, celebrada esta mañana
en Santa Marta.
El
Santo Padre ha puesto tres ejemplos de libertad: el fariseo Gamaliel,
los apóstoles Pedro y Juan, y el mismo Jesús. Y alentó a
preguntarnos si somos libres o esclavos de ambiciones, riquezas,
modas… –señala ‘Vatican News’–.
“El
hombre libre es paciente. Y ése era un judío. No era un cristiano,
No había reconocido a Jesús Salvador. Pero era un hombre libre.
Formula su pensamiento, lo ofrece a los demás y es aceptado. La
libertad no es impaciente”, ha dicho.
“Los
cristianos son libres aunque estén encarcelados por Jesucristo”.
El Papa Francisco invitó a reflexionar sobre la verdadera libertad,
que se contrapone a la del mundo, que está un poco «esquizofrénico»,
indica ‘Vatican News’ en español.
Francisco
ha reflexionado en la homilía sobre la primera lectura, tomada
de los Hechos de los apóstoles (5, 34-42), y con el Evangelio de
Nuestro Señor Jesucristo según san Juan sobre la multiplicación de
panes y peces (6, 1-15), el Papa reiteró que la libertad de la que
hablamos en este tiempo pascual es la libertad de los hijos que nos
ha donado Jesús con «su obra redentora», señala la página
web del Vaticano.
14.04.18
14.04.18
Papa Francisco: “Cristo ha resucitado”
Meditación sobre la
Resurrección de Cristo
(15
abril 2018).- “El cuerpo no es un obstáculo o una prisión
del alma”: el Papa Francisco recuerda la concepción cristiana del
cuerpo al meditar en la aparición de Cristo relatada por el
Evangelio de este domingo (Lc 24, 35-48).
“El
cuerpo es creado por Dios y el hombre no está completo hasta que sea
una unión de cuerpo y alma”, explicó el Papa antes de la oración
mariana de Regina
Caeli, este
15 de abril de 2018, en la Plaza de San Pedro.
“Jesús,
que venció la muerte y resucitó en cuerpo y alma, nos hace
comprender que debemos tener una idea positiva de nuestro cuerpo”,
insistió el Papa.
Deploraba
los ataques contra los cuerpos de las víctimas de la “esclavitud”
moderna como ataques al cuerpo de Cristo.
Pero
es toda la historia humana atravesada por la resurrección de Cristo
y el Papa ha invitado a “resaltar la novedad de la vida que él
siembra en la historia,para guiarla hacia los cielos nuevos y una
tierra nueva”.
Esta
es nuestra traducción rápida, de trabajo, de la meditación del
Papa Francisco.
Palabras
del Papa antes del Regina Caeli
Queridos
hermanos y hermanas. ¡Buenos días!.
En
el centro de este tercer domingo de Pascua está la experiencia que
tuvieron los discípulos del Resucitado. Lo evidencia especialmente
el evangelio y nos lleva una vez más al Cenáculo donde Jesús se
manifiesta a los apóstoles dirigiéndoles este saludo: “Paz a
vosotros” (Lc 24, 36). Se trata de la paz interior y de la paz que
se establece en las relaciones entre las personas. El episodio
relatado por el evangelista Lucas insiste mucho en el realismo de la
Resurrección, Jesús no es un fantasma. De hecho, no se trata de una
aparición del alma de Jesús sino de su presencia real con el cuerpo
resucitado.
Jesús
se da cuenta que sus apóstoles están turbados al verlo, están
desconcertados porque la realidad de la Resurrección es para ellos
inconcebible. Creen que ven un fantasma; pero Jesús resucitado no es
un fantasma, es un hombre con cuerpo y alma y por esto les dice:
“Mirad mis manos y mis pies: -les enseña las llagas -soy realmente
yo” .“Tocadme y miradme; un fantasma no tiene carne y huesos,
como veis que yo tengo” (v 39). Y porque esto no parece bastar para
vencer la incredulidad de los discípulos, el Evangelio dice también
algo interesante: era tanta la alegría que tenían dentro que no lo
podían creer: “¡No, no es posible!, ‘No puede ser!¡Tanta
alegría no es posible!”. Entonces Jesús, para convencerles, les
dice ¿Tenéis aquí algo para comer? (v 41). Le ofrecieron
pescado asado; Jesús lo toma y se lo come delante de ellos, para
convencerlos.
La
insistencia de Jesús sobre la realidad de la Resurrección ilumina
la perspectiva cristiana sobre el cuerpo: el cuerpo no es un
obstáculo o una prisión del alma, el cuerpo está creado por Dios y
el hombre no es completo si no está en unión de cuerpo y alma.
Jesús que ha vencido la muerte y ha resucitado en cuerpo y alma nos
hace entender que debemos tener una idea positiva de nuestro cuerpo.
Puede transformarse en ocasión o instrumento de pecado, pero el
pecado no es provocado por el cuerpo sino por nuestra debilidad
moral. El cuerpo es un don maravilloso de Dios destinado, en unión
con el alma, a expresar en plenitud la imagen y semejanza con Él.
Por lo tanto estamos llamados a tener un gran respeto y cuidado de
nuestro cuerpo y del de los demás.
¡Toda
ofensa, herida o violencia al cuerpo de nuestro prójimo es un
ultraje a Dios creador!, Mi pensamiento va en particular a los niños,
a las mujeres, a los ancianos maltratados en el cuerpo. En la carne
de estas personas encontramos el cuerpo de Cristo. Cristo herido,
burlado, calumniado, humillado, flagelado, crucificado. Jesús nos ha
enseñado el amor, un amor que en la Resurrección se ha demostrado
más poderoso que el pecado y la muerte y quiere rescatar a todos
aquellos que experimentan en el propio cuerpo las esclavitudes de
nuestros tiempos.
En
un mundo donde prevalece muchas veces la arrogancia contra los más
débiles y el materialismo que sofoca el espíritu, el Evangelio de
hoy nos llama a ser personas capaces de mirar en profundidad, llenas
de estupor y de alegría grande por haber encontrado al Señor
resucitado. Nos llama a ser personas que saben recoger y valorizar la
novedad de vida que él siembra en la historia para orientarla
hacia los cielos nuevos y la tierra nueva. ¡Que nos sostenga en este
camino la Virgen María a cuya intercesión materna nos encomendamos
con confianza!
17.04.18
17.04.18
Santa Marta: “La Iglesia necesita que todos nosotros seamos profetas”
Reflexión de
la Primera lectura tomada de los Hechos de los Apóstoles
(17
abril 2018).- “El verdadero profeta es capaz de llorar sobre el
pueblo que no lo escucha”, ha dicho el Santo Padre Francisco.
Esta
mañana, 17 de abril de 2018, el Papa ha reflexionado en la misa
matutina en la Casa de Santa Marta sobre la Primera lectura
tomada de los Hechos de los Apóstoles.
El
Papa ha hablado de san Esteban: “La Iglesia –dice el Santo Padre–
necesita que todos nosotros seamos profetas”, y ha comentado:
“Cuando el profeta llega a la verdad y toca el corazón, el corazón
se abre o el corazón se vuelve de piedra, y se desencadena la rabia,
la persecución. Así termina la vida de un profeta”.
Asimismo,
el Pontífice ha observado que así como los profetas anteriores
habían sido perseguidos por sus padres, también estos ancianos y
escribas con sus corazones que «se consumían de rabia» se lanzaron
contra Esteban, «y arrastrándolo fuera de la ciudad, lo
apedrearon».
Verdad
incómoda
La
verdad muchas veces es incómoda y no es agradable de escuchar: el
Santo Padre Francisco recuerda que “los profetas siempre han tenido
estos problemas de persecución para decir la verdad”.
“Pero,
¿cuál es para mí la prueba de que un profeta cuando habla en voz
alta dice la verdad? –ha planteado el Papa–. Es cuando este
profeta es capaz no sólo de decir, sino también de llorar sobre el
pueblo que ha abandonado la verdad. Y Jesús, por una parte, le
reprocha con esas palabras duras; «generación perversa y adúltera»
dice por ejemplo; y por la otra parte llora por Jerusalén. Ésta es
la prueba: un verdadero profeta es aquel capaz de llorar por su
pueblo y también de decir cosas fuertes cuando debe decirlas. No es
tibio, es siempre así: directo”.
Profeta
de la esperanza
Pero
el verdadero profeta no es un “profeta de desventuras” –precisa
el Santo Padre–. “El verdadero profeta es un profeta de la
esperanza”:
“Abrir
puertas, sanear las raíces, restaurar la pertenencia al pueblo de
Dios para seguir adelante. No es ‘por oficio’ un reprochador…
No, él es un hombre de esperanza. Reprocha cuando es necesario, y
abre las puertas mirando el horizonte de la esperanza. El verdadero
profeta, si hace bien su trabajo, se juega la piel”.
18.04.18
18.04.18
Catequesis del Papa: El Bautismo implica una “respuesta personal”
Es necesario enseñar a los
niños a hacer bien la señal de la cruz
(18
abril 2018).- “Dios llama a cada uno por su nombre, amándonos
personalmente, en lo concreto de nuestra historia”, dice el Papa,
explicando por qué “en el rito de bienvenida” del Bautismo,
“preguntamos el nombre del candidato”.
El
Bautismo –continúa el Papa– “constituye la vocación personal
de vivir como cristianos, que se desarrollará a lo largo de la
vida. Y implica una respuesta personal y no prestada, con un
“copiar y pegar”. La vida cristiana, de hecho, está tejida
a partir de una serie de llamadas y respuestas.
El
Papa Francisco continuó su catequesis sobre el Bautismo deteniéndose
en la celebración del sacramento y, más precisamente, en el rito de
introducción, este miércoles 18 de abril de 2018, en la Plaza de
San Pedro.
El
Santo Padre también hizo hincapié en la importancia de la señal de
la cruz: “La cruz es el signo distintivo que manifiesta quiénes
somos: lo que decimos, lo que pensamos, miramos, hacemos, bajo el
signo de la cruz, a saber bajo el signo del amor de Jesús hasta el
final”. Y el Papa ha vuelto sobre un punto que le es muy
querido: “¿Saben nuestros hijos cómo hacer la señal de la
cruz? Muy a menudo, he visto niños que no saben cómo hacer la
señal de la cruz (…) Enseñad a los niños a hacer bien la señal
de la cruz”.
19.04.18
Catequesis
del Papa Francisco
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Continuamos, en este tiempo de Pascua, la catequesis
sobre el Bautismo. El significado del
bautismo resalta claramente en su celebración, por
lo que nuestra atención se dirige a ella. Si examinamos los gestos y
las palabras de la liturgia, nos daremos cuenta de la gracia y del
compromiso de este sacramento, que siempre debemos redescubrir. Lo
recordamos en la aspersión con agua bendita que se puede hacer los
domingos al comienzo de la Misa, así como en la renovación de las
promesas bautismales durante la Vigilia Pascual. De hecho, lo que
sucede en la celebración del bautismo despierta una dinámica
espiritual que atraviesa toda la vida de los bautizados; es el
comienzo de un proceso que permite vivir unidos a Cristo en la
Iglesia. Por lo tanto, regresar a la fuente de la vida cristiana nos
lleva a comprender mejor el don recibido en el día de nuestro
Bautismo y a renovar el compromiso de responder a él en la condición
en que nos encontramos hoy. Renovar el compromiso, comprender mejor
este don, que es el bautismo, y recordar el día de nuestro bautismo.
El miércoles pasado puse esos deberes para casa y para cada uno de
nosotros: Recordar el día del bautismo, el día en que fui
bautizado. Sé que algunos de vosotros lo saben, otros, no; aquellos
que no lo saben, que lo pregunten a los parientes, a esas personas,
padrinos, madrinas… preguntad: “¿Cuál es la fecha de mi
bautismo?” .Porque el bautismo es un renacimiento y es como un
segundo cumpleaños. ¿Entendido? Haced estos deberes, preguntad:
“¿Cuál es la fecha de mi bautismo?”.
En
primer lugar, en el rito de recibimiento, se pregunta el nombre del
candidato, porque el nombre indica la identidad de una persona.
Cuando nos presentamos, inmediatamente decimos nuestro nombre: “Yo
me llamo así”, para salir del anonimato; el anónimo es el que no
tiene nombre. Para salir del anonimato decimos inmediatamente nuestro
nombre. Sin nombre, eres un desconocido, sin derechos ni
obligaciones. Dios llama a cada uno por su nombre, amándonos
individualmente, en la concreción
de nuestra historia. El bautismo enciende la vocación personal de
vivir como cristianos, que se desarrollará a lo largo de la vida. E
implica una respuesta personal y
no prestada, con un “copiar y pegar”. De hecho, la vida cristiana
está entrelazada con una serie de llamadas y respuestas: Dios sigue
pronunciando nuestro nombre a lo largo de los años, haciendo resonar
de mil maneras su llamada a conformarse a su Hijo Jesús. ¡Así que
el nombre es importante! ¡Es muy importante! Los padres piensan en
el nombre que quieren dar a sus hijos ya antes de que
nazcan: esto también forma parte de la espera de un niño que, con
su propio nombre, tendrá una identidad original, también para la
vida cristiana vinculada a Dios
Por
supuesto, convertirse en cristiano es un don que viene de lo alto
(véase Jn 3: 3-8). La fe no se puede comprar, pero puede
pedirse y puede recibirse como un don. “Señor, regálame el
don de la fe”, es una oración hermosa. ¡Que yo tenga fe!, es una
oración hermosa. Se puede pedir como don, pero no se puede comprar.
Efectivamente,”el Bautismo es, en primer lugar, el sacramento de la
fe con que los hombres, iluminados por la gracia del Espíritu Santo,
responden al Evangelio de Cristo. “(Rito
del Bautismo de los Niños,
Introducción Gen., n. ° 3). La formación de los catecúmenos y la
preparación de los padres tienden a suscitar y a despertar una fe
sincera en respuesta al Evangelio, así como la escucha de la Palabra
de Dios en la misma celebración del bautismo.
Si
los catecúmenos adultos manifiestan en persona lo que quieren
recibir como don de la Iglesia, los hijos son presentados por sus
padres, con los padrinos. El diálogo con ellos les permite expresar
la voluntad de que los niños reciban el Bautismo y a la Iglesia la
intención de celebrarlo. “Expresión de todo esto es la señal de
la cruz, que el celebrante y sus padres trazan en la frente de los
niños” (Rito
del Bautismo de los Niños, Introd., N. ° 16).
“La señal de la cruz expresa el sello de Cristo sobre el que está
a punto de pertenecerle y significa la gracia de la redención que
Cristo ha adquirido para nosotros a través de su cruz” (Catecismo
de la Iglesia Católica,
1235). En la ceremonia, hacemos a los niños la señal de la cruz
Pero me gustaría volver a un te ema del que ya os he hablado.
¿Nuestros niños saben cómo hacer bien la señal de la cruz?
Muchas
veces he visto niños que no saben hacer la señal de la cruz. Y tú,
padre, madre, abuelos, abuelas, padrinos, madrinas, debéis enseñar
a hacer bien la señal de la cruz porque es repetir lo que se hizo en
el Bautismo. ¿Lo habéis entendido? Enseñad a los niños a hacer
bien la señal de la cruz. Si lo aprenden de niños, lo harán bien
más tarde, cuando crezcan.
La
cruz es la insignia que muestra quiénes somos: nuestro hablar,
pensar, mirar, trabajar está bajo la señal de la cruz, es decir,
bajo el signo del amor de Jesús hasta el final. Los niños son
signados en la frente. A los catecúmenos adultos también se
les signan los sentidos, con estas palabras: ” Recibid la señal de
la cruz, para que oigáis la voz
del Señor”;en los ojos para que veáis la claridad de Dios”, “en
la boca, para que respondáis a la palabra de Dios”; “en el pecho
para que Cristo habite por la fe en vuestros corazones”, en la
espalda para que llevéis el suave yugo de Cristo” (Rito
de iniciación cristiana de adultos, n. °
85). Nos convertimos en cristianos en la medida en que la cruz se
imprime en nosotros como una marca de “Pascua”
(véase Apocalipsis 14:
1, 22: 4), haciendo visible, incluso exteriormente, la manera
cristiana de enfrentar la vida. Hacer la señal de la cruz cuando nos
despertamos, antes de las comidas, antes de un peligro, para
defendernos del mal, la noche antes de dormir significa decirnos a
nosotros mismos y a los demás a quién pertenecemos, quién queremos
ser. Por eso es tan importante enseñar a los niños a hacer bien la
señal de la cruz. Y, como hacemos cuando entramos en la iglesia,
podemos hacerlo también en casa, teniendo un poco de agua bendita
–algunas familias lo hacen- en un jarrón pequeño: así que, cada
vez que entramos o salimos, haciendo la señal de la cruz con esa
agua recordamos que estamos
bautizados.
Repito, no lo olvidéis, enseñar a los niños a hacer la señal de
la cruz.
Santa Marta: No hay “evangelización de sillón”
Partir de la situación
concreta, no de una teoría
(19
abril 2018).- “No hay evangelización de sillón”: dijo el Papa
Francisco durante la misa de esta mañana 19 de abril de 2018 en la
Casa de Santa Marta en el Vaticano. En su homilía reportada
por Vatican
News en italiano ,
recomendó comenzar desde la situación concreta, no desde una
teoría.
Al
comentar sobre la primera lectura (Hechos 8: 26-40), donde Felipe se
ve impulsado a partir por el ángel del Señor, el Papa destacó que
si la persecución dispersó a los discípulos, sin embargo, se les
permitió “ir más allá”.
Y
el Papa explica: “Como hace el viento con las semillas de las
plantas, las lleva y las siembra, eso es lo que pasó aquí: fueron
más allá, con la semilla de la Palabra, y han sembrado la Palabra
de Dios … Este pasaje de los Hechos de los Apóstoles es de gran
belleza … Es un verdadero tratado de evangelización. Así
evangeliza el Señor. Así proclama el Señor. El Señor
también quiere que nosotros evangelicemos”.
En
la primera lectura, de hecho, el Espíritu Santo llama: “Levántate
y vete”. Levántate y ve a este lugar. No hay
“evangelización de sillón”. “Levántate y vete”. Sal
siempre. En movimiento. Ve donde tienes que decir la
Palabra. ”
“La
evangelización no es un buen plan de proselitismo”, continuó,
“Vayamos y hagamos prosélitos …” No … Es el Espíritu el que
te dice cómo hablar para llevar la Palabra de Dios, para llevar el
nombre de Jesús. No existe un “Vademécum de evangelización”
que se sirva, se necesita “proximidad”, debemos “mirar lo que
está sucediendo”, es decir, “partir desde la situación”, no
desde una “Teoría”.
El
Papa Francisco mencionó a los misioneros como “mártires de la
evangelización”, que “no estaban preparados físicamente, porque
no tenían los anticuerpos para resistir las enfermedades de estas
tierras”. “No podemos evangelizar en teoría”,
insistió. La evangelización es un poco de cuerpo a cuerpo, de
persona a persona. Partimos de la situación, no de las
teorías”.
Este
“método simple”, concluyó, “es el método de Jesús”:
“Jesús evangeliza así. Siempre en camino, siempre en
movimiento, siempre cerca de la gente, y él siempre partía desde
las situaciones concretas …Solo podemos evangelizar con estas tres
actitudes, pero bajo la fuerza del Espíritu Santo. Sin el
Espíritu, ninguna de estas tres actitudes sirve. Es el Espíritu
quien nos insta a ponernos de pie, acercarnos y a partir de las
situaciones”.
20.04.18
20.04.18
“No son suficientes las obras de caridad”
25 años de la muerte de Don
Tonino Bello
(20
abril 2018).- A los 25 años de la muerte de Mons. Tonino Bello, el
Papa Francisco ha parafraseado al obispo italiano, en el Puerto de
Molfetta, donde fue obispo sus últimos años: “No son suficientes
las obras de caridad, si falta la caridad de las obras”.
Esta
mañana, viernes, 20 de abril de 2018, a las 11:05 horas, el
helicóptero con el Santo Padre Francisco a bordo, aterrizó en la
plaza de Cala Sant’Andrea, junto a la Catedral de Molfetta,
procedente de Alessano (pueblo
natal de Don Tonino), donde ha pronunciado un discurso.
A
su llegada el Papa fue recibido por el obispo de Molfetta
Ruvo-Giovinazzo-Terlizzi, S.E. Mons. Domenico Cornacchia, y por el
alcalde Tommaso Minerbini. El Santo Padre se desplazó en automóvil
al puerto de Molfetta, donde saludó a los fieles pasando por los
muelles; después se dirigió al palco preparado para la celebración
eucarística.
A
las 11:20 horas, en el puerto de Molfetta, el Santo Padre presidió
la Santa Misa.
Al
final de la celebración eucarística, después del saludo de S.E.
Mons. Domenico Cornacchia, el Papa saludó a un grupo de fieles.
A
las 13:40 horas, el Santo Padre se trasladó en helicóptero al
Puerto de Molfetta para volver a Roma.
Homilía
del Papa Francisco
Las
lecturas que hemos escuchado presentan dos elementos clave de la vida
cristiana: el Pan y la Palabra.
El
Pan. El
pan es el alimento esencial para vivir y Jesús en el Evangelio se
nos ofrece como Pan
de vida,
como si dijese: “Sin mí, no podéis vivir”. Y utiliza
expresiones fuertes: “Comed mi carne y bebed mi sangre”
(cfr Jn 6.53).
¿Qué significa? Que para nuestra vida es esencial establecer una
relación vital, personal con Él. Carne y sangre. La Eucaristía es
esto: no es un rito hermoso, sino la comunión másintima,
más concreta, más asombrosa que se pueda imaginar con Dios: una
comunión de amor tan real que asume la forma de la comida. La vida
cristiana cada vez vuelve a comenzar desde aquí, de esta mesa donde
Dios nos sacia de amor. Sin Él, Pan de vida, cada esfuerzo en la
Iglesia es vano, como recordaba don Tonino Bello: Non bastano
le opere di carità, se manca la carità delle opere. Se manca
l’amore da cui partono le opere, se manca la sorgente, se manca il
punto di partenza che è l’Eucaristia, ogni impegno pastorale
risulta solo una girandola di cose» (No
son suficientes las obras de caridad, si falta la caridad de las
obras. Si falta el amor desde el que comienzan las obras, si
falta la fuente, si falta el punto de partida que es la Eucaristía,
cada compromiso pastoral resulta solamente un remolino de cosas)[1].
Jesús
en el Evangelio añade: “El que me coma vivirá por mi” (v. 57).
Como diciendo: quien se alimenta de la Eucaristía, asimila la misma
mentalidad del Señor. Él es Pan
partido para
nosotros y quien lo recibe se vuelve a su vez pan partido, que no
fermenta con orgullo, sino que se da a los demás: deja de
vivir para sí mismo, para su propio éxito, para obtener algo o para
ser alguien, sino que vive para Jesús y como Jesús, o sea por los
demás. Vivir para
es la marca de quien come este Pan, la “etiqueta” del
cristiano. Vivir
para.
Se podría poner como aviso fuera de cada iglesia: “Después de la
Misa ya no se vive para uno mismo, sino para los demás”. Sería
bonito que en esta diócesis de don Tonino Bello hubiera este aviso,
en la puerta de las iglesias, para que lo leyeran todos: “Después
de la Misa ya no se vive para uno mismo, sino para los demás”. Don
Tonino vivió así: ha sido entre vosotros un Obispo-siervo, un
Pastor que se hizo pueblo que frente al Tabernáculo aprendía a
hacerse comer por la gente. Soñaba con una Iglesia hambrienta de
Jesús e intolerante a toda mundanidad, una Iglesia que “sa
scorgere il corpo di Cisto nei tabernacoli scomodi della miseria,
della sofferenza, della solitudine”
(“sabe
ver el cuerpo de Cristo en los tabernáculos incómodos de la
miseria, del sufrimiento, de la soledad”)[2].
Porque, decía, «l’Eucarestia
non sopporta la sedentarietà (“la
Eucaristía no soporta el sedentarismo)” y si no nos levantamos de
la mesa sería un “sacramento
incompiuto”
(“sacramento
incompleto”)[3].
Nos podemos preguntar: En mí, ¿este Sacramento se realiza? Más
concretamente: ¿Me gusta solo ser servido a la mesa por el Señor o
me levanto para servir como el Señor? ¿Doy en la vida lo que recibo
en misa? Y en cuanto Iglesia nos podríamos preguntar: Después de
tantas comuniones, ¿nos hemos vuelto gente de comunión?
El
Pan de vida, el Pan partido, de hecho, también es Pan
de paz.
Don Tonino decía que: «la
pace non viene quando uno si prende solo il suo pane e va a
mangiarselo per conto suo. […] La pace è qualche cosa di più: è
convivialità». È «mangiare il pane insieme con gli altri, senza
separarsi, mettersi a tavola tra persone diverse», dove «l’altro
è un volto da scoprire, da contemplare, da accarezzare»
(La paz no llega cuando uno toma solo su pan y va a comérselo por su
cuenta. […] La paz es algo más: es convivialidad”. Es “comer
el pan junto a los demás, sin separarse, sentarse a la mesa entre
personas diferentes”, donde “el otro es un rostro que descubrir,
que contemplar, que acariciar”)[4].
Porque los conflictos y todas las guerras «trovano
la loro radice nella dissolvenza dei volti» “hunden
su raíz en la disolvencia de los rostros”)[5].
Y nosotros, que compartimos este Pan de unidad y de paz, estamos
llamados a amar cada rostro, a coser cada desgarro; a ser, siempre y
en cualquier sitio, constructores de paz. Junto con el Pan, la
Palabra. El
Evangelio recoge ásperas discusiones sobre las palabras de Jesús:
“¿Cómo puede este darnos su carne de comer?” (v.52). Hay un
tono de escepticismo en estas palabras. Muchas palabras nuestras se
parecen a estas: ¿Cómo puede el Evangelio resolver los problemas
del mundo? ¿Para qué hacer el bien en medio de tanto mal? Así
caemos en el error de aquella gente, paralizada por el discutir sobre
las palabras de Jesús, en vez de dispuesta a acoger el cambio de
vida que Él pedía. No entendían que la Palabra de Jesús es para
caminar en la vida, no para sentarse a hablar de lo que es y de
lo que no es. Don Tonino, precisamente en el tiempo de Pascua,
manifestaba el deseo de recibir esta nueva vida, pasando por fin del
dicho al hecho. Por esto exhortaba fervientemente a los que no
tenían el coraje de cambiar: gli
specialisti della perplessità. I contabili pedanti dei pro e dei
contro. I calcolatori guardinghi fino allo spasimo prima di
muoversi” (los
especialistas de la perplejidad. Los contables pedantes de los pro y
de los contra. Los calculadores desconfiados hasta el límite antes
de moverse”[6].
No se responde a Jesús según los cálculos y las conveniencias
del momento, se le responde con el“sí” de toda la vida. Él no
busca nuestras reflexiones, sino nuestra conversión. Apunta al
corazón. Es la misma Palabra de Dios la que lo sugiere. En la
primera lectura, Jesús resucitado se dirige a Saulo y no le
propone sutiles razonamientos, sino que le pide que ponga en
juego la vida. Le dice “Levántate y entra en la ciudad y se te
dirá lo que debes hacer” (Hch 9,6).
Ante todo “Levántate”. La primera cosa de evitar es quedarse en
el suelo, padecer la vida, quedarse atenazados por el miedo. Cuantas
veces Don Tonino repetía: “¡De pie!” porque «davanti
al Risorto non è lecito stare se non in piedi», (frente
al resucitado solo es lícito estar de pie). Volverse a levantar
siempre, mirar hacia arriba, porque el apóstol de Jesús no puede
contentarse con pequeñas satisfacciones.
El
Señor después le dice a Saulo: “ Entra en la ciudad”. También
a cada uno de nosotros nos dice “Sal, no te quedes cerrado en tus
espacios seguros, ¡arriésgate!”. ¡“Arriésgate”!.La vida
cristiana hay que invertirla por Jesús y gastarla por los demás.
Después de haber encontrado al Resucitado no se puede esperar, no se
puede aplazar; hay que ir, salir, no obstante todos los problemas y
las incertidumbres. Fijémonos en Saulo, por ejemplo, que después de
haber hablado con Jesús, aunque estaba ciego, se levanta y va a la
ciudad. Fijémonos en Ananías que, aunque con miedo y titubeante,
dice: “¡Aquí estoy, Señor!” (v.10) y enseguida va donde Saulo.
Todos estamos llamados, en cualquier situación nos encontremos, a
ser portadores de esperanza pascual, “cireneos de la alegría”,
como decía don Tonino; servidores del mundo, pero como resucitados,
no como empleados. Sin entristecernos nunca, sin resignarnos nunca.
Es hermoso ser “mensajeros de esperanza”, distibuidores simples y
alegres de la aleluya pascual.
Al
final Jesús le dice a Saulo: “Se te dirá lo que debes hacer”.
Saulo, hombre decidido y renombrado, calla y va, dócil a la Palabra
de Jesús. Acepta obedecer, se vuelve paciente, entiende que su vida
ya no depende de él. Aprende la humildad. Porque ser humilde no
significa ser tímido o resignado, sino dócil a Dios y vacío de sí
mismo. Entonces también las humillaciones, como la que sintió Saulo
tirado en el suelo en el camino a Damasco, se vuelven providenciales,
porque desnudan de la presunción y permiten a Dios levantarnos. Y la
Palabra de Dios hace esto: libera, levanta, hace seguir adelante,
humildes y valientes al mismo tiempo. No hace de nosotros
protagonistas renombrados y campeones de nuestro propio talento, no,
sino testigos auténticos de Jesús, muerto y resucitado, en el
mundo.
Pan
y Palabra. Queridos hermanos y hermanas, en cada Misa nos
alimentamos del Pan de vida y de la Palabra que salva: ¡Vivamos lo
que celebramos! Así, como don Tonino, seremos fuentes de esperanza,
de alegría y de paz.
21.04.18
21.04.18
Papa Francisco: “La paz se construye a partir de las casas, de las calles…”
Discurso del Papa en Alessano,
pueblo natal de Don Tonino Bello
(20
abril 2018).- La paz “se construye a partir de las casas, de las
calles, de las tiendas, allí donde la comunión se plasma de forma
artesanal” ha dicho el Papa Francisco, recordando la labor con los
pobres y la promoción por la paz que llevó a cabo el obispo
italiano Mons. Tonino Bello.
El
Santo Padre ha pronunciado un discurso en Alessano, en la diócesis de
Ugento-Santa Maria di Leuca, con motivo del 25º aniversario de la
muerte de Don Tonino Bello, esta mañana del viernes, 20 de abril de
2018.
El
Pontífice ha hablado a los fieles en el pueblo natal del obispo
italiano, tras haber rezado ante su tumba y saludado a Mons. Vito
Angiuli, obispo de Ugento-Santa Maria di Leuca.
Discurso
del Papa Francisco
Queridos
hermanos y hermanas:
He
venido como peregrino a esta tierra donde nació el Siervo de Dios
Tonino Bello. Acabo de rezar en su tumba, que no asciende
monumentalmente hacia arriba, sino que está plantada en la
tierra: Don Tonino, sembrado en su tierra, como una semilla sembrada
en su tierra, parece querer decirnos cuánto amaba este territorio..
Me gustaría reflexionar sobre ello evocando, ante todo, algunas
palabras suyas de gratitud: “«Grazie, terra mia, piccola e
povera, che mi hai fatto nascere povero come te ma che, proprio per
questo, mi hai dato la ricchezza incomparabile di capire i poveri e
di potermi oggi disporre a servirli»[1] (Gracias, tierra mía,
pequeña y pobre, que me has hecho nacer tan pobre como tú,
pero por eso me has dado la riqueza incomparable de entender a los
pobres y de poder hoy disponerme para servirlos”.
Entender
a los pobres era para él una verdadera riqueza, era entender también
a su mamá, entender a los pobres era su riqueza. Tenía razón,
porque los pobres son realmente la riqueza de la Iglesia.
Recuérdanoslo de nuevo, Don Tonino, frente a la tentación
recurrente de ponernos en fila detrás de los poderosos del momento,
de buscar privilegios, de apoltronarnos en una vida cómoda. El
Evangelio – él solía recordarlo en Navidad y en Pascua-
llama a una vida a menudo incómoda, porque los que siguen a Jesús
aman a los pobres y a los humildes. Así lo hizo el Maestro, así lo
proclamó su Madre, alabando a Dios porque “derribó a los
poderosos de sus tronos, exaltó a los humildes” (Lc 1, 52).
Una Iglesia que se preocupa por los pobres permanece siempre
sintonizada con el canal de Dios, nunca pierde la frecuencia del
Evangelio y siente que debe regresar a lo esencial para profesar con
coherencia que el Señor es el único bien verdadero.
Don
Tonino nos recuerda que no debemos teorizar acerca de la cercanía a
los pobres, sino estar cerca de ellos, como hizo Jesús, que
por nosotros, de rico que era, se hizo pobre (2 Cor 8,9).
Don Tonino sentía la necesidad de imitarlo, involucrándose en
primera persona, hasta despojarse de sí mismo. No le
molestaban las peticiones, le hería la indiferencia. No le tenía
miedo a la falta de dinero, pero le preocupaba la incertidumbre del
trabajo, un problema, todavía hoy, tan actual. No perdía
oportunidad para decir que en primer lugar está el trabajador con su
dignidad, no el beneficio con su avaricia. No estaba de brazos
cruzados: actuaba en ámbito local para sembrar la paz en ámbito
mundial, convencido de que la mejor manera de prevenir la violencia y
todo tipo de guerras es cuidar a los necesitados y promover la
justicia. En efecto, si la guerra genera pobreza, también la pobreza
genera guerra [2]. La paz, por lo tanto, se construye a partir
de las casas, de las calles, de las tiendas, allí donde la comunión
se plasma de forma artesanal. Don Tonino decía, con
optimismo: «Dall’officina,
come un giorno dalla bottega di Nazareth, uscirà il verbo di pace
che instraderà l’umanità, assetata di giustizia, per nuovi
destini» (Desde
la fábrica, como un día desde el taller de Nazaret, saldrá la
palabra de paz que encaminará a la humanidad, sedienta de justicia,
por nuevos destinos) [3]
Queridos
hermanos y hermanas, esta vocación de paz pertenece a vuestra
tierra, a esta maravillosa tierra de frontera, -finis-terrae, que Don
Tonino llamaba “tierra-ventana”, porque desde el sur de Italia se
abre a los muchos sur del mundo, donde “i
più poveri sono sempre più numerosi mentre i ricchi diventano
sempre più ricchi e sempre di meno”
(Los más pobres son cada vez más numerosos, mientras los ricos son
cada vez más ricos y siempre menos) [4]. Sois una «finestra
aperta, da cui osservare tutte le povertà che incombono sulla
storia»
(una ventana abierta, desde la que se puede observar toda la pobreza
que se cierne sobre la historia), [5] pero sobre todo sois una
ventana de esperanza para
que el Mediterráneo, cuenca histórica de civilización, no sea
nunca un arco de guerra tendido, sino un arca acogedora de
paz [6].
Don
Tonino es un hombre de su tierra, porque su sacerdocio maduró en
esta tierra. Aquí brotó su vocación a la que le gustaba
llamar evocación: evocación de la manera en que Dios
elige perdidamente, una a una, nuestras frágiles vidas; eco de su
voz de amor que nos habla cada día; llamada a seguir siempre
adelante, a soñar con audacia, a descentralizar la propia existencia
para ponerla al servicio; invitación a fiarse siempre de Dios, el
único capaz de transformar la vida en una fiesta. Esta es, pues, la
vocación según Don Tonino: una llamada a convertirse no solo en
fieles devotos, sino en verdaderos y propios enamorados del Señor,
con el ardor del sueño, el impulso del don, la audacia de no
detenerse a medias. Porque cuando el Señor inflama el corazón, la
esperanza no se puede extinguir. Cuando el Señor pide un “sí”,
no podemos responder con un “tal vez”. Hará bien, no solo a los
jóvenes, sino a todos nosotros, a todos aquellos que buscan el
sentido de la vida, escuchar y volver a escuchar las palabras de Don
Tonino.
En
esta tierra, Antonio nació Tonino y se convirtió en don
Tonino.
Este nombre simple y familiar, que leemos en su tumba, todavía nos
habla. Habla de su deseo de hacerse pequeño para estar cerca, de
acortar distancias, de ofrecer una mano tendida. Invita a la apertura
simple y genuina del Evangelio. Don Tonino lo recomendaba mucho,
dejándolo en herencia a sus sacerdotes. Decía: “Amiamo
il mondo. Vogliamogli bene. Prendiamolo sotto braccio. Usiamogli
misericordia. Non opponiamogli sempre di fronte i rigori della legge
se non li abbiamo temperati prima con dosi di tenerezza”.(Amemos
el mundo. Querámoslo. Tomémoslo bajo el brazo. Usémosle
misericordia. No le contrapongamos siempre los rigores de la
ley si no los hemos atemperado antes con dosis de ternura)[7]. Son
palabras que revelan el deseo de una Iglesia para el mundo:
no mundana,
sino para
el mundo.
¡Qué el Señor nos conceda esta gracia: una gracia no
mundana, al servicio del mundo!.Una Iglesia mondada de
auto-referencias y «estroversa,
protesa, non avviluppata dentro di sé» (extrovertida,
tendida, no envuelta en sí misma)[8], no en espera de recibir, sino
de prestar los primeros auxilios; nunca adormecida en la nostalgia
del pasado, sino encendida de amor por el día de hoy, siguiendo el
ejemplo de Dios, que “amó tanto al mundo” (Jn 3,16).
El
nombre de “don Tonino” también nos habla de su saludable alergia
a títulos y honores, de su deseo de privarse de algo por Jesús que
se despojó de todo, de su coraje para liberarse de lo que puede
recordar los
signos del poder para
dar espacio al poder
de los signos.[9]
Don Tonino, ciertamente, no lo hacía por conveniencia o para buscar
consensos, sino movido por el ejemplo del Señor. En el amor
por Él, encontramos la fuerza para despojarnos de las
vestiduras que obstaculizan el paso para revestirnos de servicio,
para ser «Chiesa
del grembiule, unico paramento sacerdotale registrato dal
Vangelo» (Iglesia
del delantal, única vestimenta sacerdotal recogida en el
Evangelio”[10].
De
esta amada tierra suya, ¿qué podría decirnos todavía don Tonino?
Este creyente con los pies en el suelo y los ojos en el cielo, y
sobre todo con un corazón que conectaba el cielo y la tierra, acuñó,
entre muchas otras, una palabra original, con la que pasa a cada uno
de nosotros una gran misión. Le gustaba decir que los
cristianos «dobbiamo essere dei contempl-attivi, con due t,
cioè della gente che parte dalla contemplazione e poi lascia
sfociare il suo dinamismo, il suo impegno nell’azione», (debemos
ser contempl-activos, con una c, es decir, personas que parten de la
contemplación y luego dejan que su dinamismo, su compromiso
desemboquen en la acción”)[11], gente que nunca separa oración y
acción. Querido don Tonino, nos pusiste en guardia para que no nos
sumergiéramos en el torbellino de las tareas sin plantarnos frente
al tabernáculo, para no engañarnos con trabajar en vano por el
Reino[12]. Y nosotros podríamos preguntarnos si comenzamos desde el
tabernáculo o desde nosotros mismos. También podrías preguntarnos
si, una vez que partimos, caminamos; si, como María, mujer del
camino, nos levantamos para alcanzar y servir al hombre, a cada
hombre. Si nos lo preguntases, deberíamos sentirnos avergonzados
por nuestro inmovilismo y nuestras constantes justificaciones.
Devuélvenos entonces a nuestra alta vocación; ayúdanos a ser cada
vez más una Iglesia contemplactiva, enamorada de Dios y
apasionada por el hombre.
Queridos
hermanos y hermanas, en cada época el Señor pone en el camino de la
Iglesia testigos que encarnan el buen anuncio de Pascua, profetas de
la esperanza para el futuro de todos. Dios hizo surgir uno de vuestra
tierra, como don y profecía para nuestros tiempos. Y Dios
desea que su don sea aceptado, que su profecía se cumpla. No nos
contentemos con anotar buenos recuerdos, no nos dejemos atrapar por
la nostalgia del pasado ni tampoco por las charlas ociosas del
presente o por los temores del futuro. Imitemos a don Tonino,
dejémonos llevar por su joven ardor cristiano, sintamos su
invitación acuciante a vivir sin descuentos el Evangelio. Es una
fuerte invitación para cada uno de nosotros y para nosotros como
Iglesia. Nos ayudará verdaderamente a difundir hoy la fragante
alegría del Evangelio.
Ahora,
todos juntos, recemos a la Virgen y después os daré la bendición
¿de acuerdo?
(Ave
María y bendición).
22.04.18
22.04.18
Regina Coeli: “Él nos acepta tal como somos, incluso con nuestros pecados”
Palabras del Papa antes de la
oración mariana
(22
abril 2018).- Jesús “conoce nuestro corazón profundamente: conoce
nuestras fuerzas y nuestras debilidades … Pero nos acepta tal como
somos, incluso con nuestros pecados”, aseguró el Papa Francisco en
el Regina Coeli de este domingo 22 de abril de 2018, domingo del
“Buen Pastor”. y 55 ° Día Mundial de Oración por las
Vocaciones.
Invitó
a la multitud de 30.000 personas en la Plaza de San Pedro, a
construir “una, relación personal, de predilección de ternura
recíproca” con Cristo: “Esa es la actitud a través de la cual
se realiza una relación viva y personal con Jesús dejándose
conocer por Él. No encerrarse en uno mismo, abrirse al Señor,
para que Él me conozca. ”
Aquí
está nuestra traducción de las palabras pronunciadas por el Papa
para presentar la oración de Regina Coeli.
Palabras
del Papa ante Regina Coeli
Queridos
hermanos y hermanas, ¡Buenos días!
La
Liturgia de este cuarto domingo de Pascua continúa con la finalidad
de ayudarnos a redescubrir nuestra identidad como discípulos del
Señor Resucitado. En los Hechos de los apóstoles Pedro declara
abiertamente que la curación del inválido que él ha realizado de
la cual habla toda Jerusalén ha sucedido en el nombre de Jesús
porque en ningún otro hay salvación (Jn 4, 12). En este hombre
curado está cada uno de nosotros- la figura de cada uno de nosotros-
nosotros estamos ahí, están nuestras comunidades: cada uno puede
curarse de muchas formas de enfermedad espiritual- ambición, pereza,
orgullo- Si acepta poner con confianza la propia existencia en las
manos del Señor Resucitado.
“Es
por el nombre de Jesús el Nazareno … afirma Pedro, que este hombre
que está ahí, en frente de ti, ha sido sanado” (v.10). ¿Pero
quién es el Cristo que sana? ¿Qué significa ser curado por
Él? ¿De qué nos cura? ¿Y con qué actitudes?
Encontramos
la respuesta a todas estas preguntas en el Evangelio de hoy, donde
Jesús dice: “Yo soy el Buen Pastor, el verdadero pastor, que da su
vida por sus ovejas. “(Juan 10,11). ¡Esta auto
presentación de Jesús no puede reducirse a una sugerencia
emocional, sin ningún efecto concreto! Jesús sana porque Él
es el Pastor que da vida. Al dar su vida por nosotros, Jesús
dijo a todos: “Tu vida vale tanto para mí, que para salvarla me
entrego a mí mismo”. Es el don de su vida lo que lo hace el
Buen Pastor por excelencia, es el que redirige, el que nos permite
vivir una vida bella y fructífera.
La
segunda parte de este episodio evangélico nos dice en qué
condiciones Jesús puede levantarnos y hacer que nuestra vida sea
alegre y fructífera: “Yo soy el Buen Pastor; Conozco a mis
ovejas, y mis ovejas me conocen, como el Padre me conoce, y yo
conozco al Padre; “(Vv 14-15). Jesús no habla de un
conocimiento intelectual, no, sino de una relación personal, de
predilección, de ternura recíproca, reflejo de la relación íntima
de amor entre Él y el Padre. Esta es la actitud a través de la
cual tiene lugar una relación viva y personal con Jesús: ser
conocido por él. No encerrarse en uno mismo, sino abrirse al
Señor, para que Él me conozca.
Está
atento a cada uno de nosotros, conoce nuestro corazón en
profundidad: conoce nuestras fortalezas y debilidades, los proyectos
que hemos logrado y las esperanzas que nos han decepcionado. Pero
Él nos acepta tal como somos, incluso con nuestros pecados, para
sanarnos, para perdonarnos, nos guía con amor, para que podamos
cruzar caminos incluso los más inaccesibles sin descarriarnos. Él
nos acompaña.
Por
nuestra parte, estamos llamados a conocer a Jesús. Esto implica
un encuentro con Él, un encuentro que despierta el deseo de
seguirlo, abandonando las actitudes auto referenciales para caminar
por nuevos caminos, indicados por el mismo Jesús y abiertos en
vastos horizontes. Cuando en nuestras comunidades, el deseo de
vivir la relación con Jesús, escuchar su voz y seguirlo fielmente
se enfría, es inevitable que prevalezcan otras formas de pensar y
vivir que no sean coherentes con el Evangelio.
Que
María, nuestra Madre, nos ayude a madurar una relación cada vez más
fuerte con Jesús. Para abrirnos a Jesús, para que Él entre en
nosotros. Una relación más fuerte: Él ha resucitado. Entonces
podemos seguirlo por toda su vida. En este Día Mundial de
Oración por las Vocaciones, que María interceda para que sean
muchos a responder con generosidad y perseverancia al Señor, que
llama a dejarlo todo por su Reino.
23.04.18
23.04.18
San Jorge: El Papa celebra su onomástica con los más necesitados de Roma
Ha regalado 3.000 helados
(23
abril 2018).- El Papa Francisco –Jorge Mario Bergoglio– ha
celebrado su onomástica convidando a helado a las personas que
diariamente son atendidas en los comedores, dormitorios y estructuras
benéficas de Cáritas en la capital romana, además de los centros
de San Egidio y del Centro “Astalli”.
3.000
helados han sido repartidos en estos lugares, por iniciativa del
Santo Padre, informa la Oficina Apostólica en un comunicado, emitido
en la mañana del lunes, 23 de abril de 2018.
Así,
el Pontífice ha querido celebrar la fiesta litúrgica de san Jorge,
mártir, con los más necesitados y personas sin hogar de la capital
italiana.
Mártir
san Jorge
Jorge,
cuyo nombre tiene un origen griego que significa “agricultor”,
nació en el seno de una familia cristiana en la Capadocia alrededor
del 280 –narra la página ‘Vatican News’ en español–.
Se
trasladó a Palestina y entró a formar parte del ejército de
Diocleciano. En el 303, cuando el emperador emana el edicto de
persecución contra los cristianos, Jorge dona todos sus bienes a los
pobres y, ante el mismo Diocleciano, rompe el documento y profesa su
fe en Cristo. Por esta acción sufre terribles torturas y al final
fue decapitado.
Sobre
el lugar donde fue sepultado en Lidda, que era antes la capital de
Palestina y hoy es una ciudad israelí cerca de Tel Aviv, se erigió
poco después de su muerte una Basílica donde aún hoy día se
pueden ver sus restos mortales.
Santo
guerrero
Los
guerreros influyeron mucho en transformar la figura de san Jorge
mártir en un santo guerrero, simbolizando la escena del dragón como
la derrota del Islam; Ricardo corazón de León lo invocó como
protector de todos los combatientes, señala la página de noticias
del Vaticano.
Con
los Normandos su culto se radicó fuertemente en Inglaterra donde en
1348, el rey Eduardo III instituyó la Orden de los Caballeros de san
Jorge. En todo el periodo medieval su figura fue objeto de literatura
épica.
24.04.18
24.04.18
Santa Marta: El Papa invita a la apertura al Espíritu Santo
Invitación del Papa Francisco
en la Misa matutina
(24
abril 2018).- En la historia del hombre “siempre habrá
resistencias al Espíritu Santo”, oposiciones a las novedades y a
los “cambios”, ha dicho el Papa Francisco.
En
la homilía de la Misa matutina celebrada en Santa Marta, el Papa ha
advertido de dos actitudes contrapuestas que ilustran el modo de
reaccionar del hombre ante el soplo del Espíritu Santo: cerrazón y
apertura, informa ‘Vatican News’ en español.
El
último martes de abril, día 24, el Santo Padre, inspirándose en la
liturgia del día, se detuvo a considerar las diversas actitudes
que el hombre adopta ante las novedades del Señor que, como dijo,
“siempre sale a nuestro encuentro con algo nuevo” y “original”.
Docilidad
a lo nuevo
En
cuanto a la apertura al Espíritu Santo, el Papa Francisco –indica
el portal de información del Vaticano– concluyó diciendo que es
típico precisamente “de los discípulos, de los apóstoles”, aun
con alguna resistencia inicial, que es también “una garantía del
hecho de que no se dejan engañar”, y después, “con la oración
y el discernimiento encuentran el camino”.
Los
hijos de Dios –ha dicho el Papa– aun teniendo tal vez una inicial
reticencia, “son libres y capaces de poner en el centro al Espíritu
Santo”. El ejemplo de los primeros discípulos – relatado en la
Primera Lectura – evidencia su docilidad a lo nuevo y la actitud a
sembrar la Palabra de Dios incluso fuera del acostumbrado esquema del
“siempre se ha hecho así”.
Actitud
de rigidez
Por
otro lado, en el Evangelio de Juan –ha apuntado el Papa– se
observa la cerrazón de los Doctores de la Ley, que consiste en una
actitud que se transforma en “rigidez”. Se trata de hombres sólo
capaces de ponerse en el centro, ellos mismo, inertes a la obra del
Espíritu Santo e insensibles a las novedades.
Además,
el Pontífice subrayó especialmente la completa incapacidad que
tenían para “discernir los signos de los tiempos”, es decir, el
hecho de ser esclavos de las palabras y de las ideas. Vuelven sobre
la misma pregunta, son incapaces de salir de aquel mundo cerrado, son
prisioneros de las ideas.
“Han
recibido la ley que era vida pero la han ‘destilado’, la han
transformado en ideología y así giran, giran, son incapaces
de salir, y cualquier novedad para ellos es una amenaza”.
El
Pontífice ha exhortado a pedir al Señor “que nos dé la gracia de
saber resistir a lo que debemos resistir, a lo que viene del
maligno, aquello que nos quita la libertad y sepamos abrirnos a las
novedades, pero sólo a las que vienen de Dios, con la fuerza del
Espíritu Santo, y que nos dé la gracia de discernir los signos del
tiempo para tomar las decisiones que deberemos tomar en aquel
momento”.
25.04.18
El Papa recuerda que el Bautismo no es una “fórmula mágica”
Audiencia General: Palabras del
Papa en español
(25
abril 2018).- Francisco ha recordado en la Audiencia General que el
Bautismo “es un don del Espíritu Santo que nos da la fuerza para
combatir el mal”.
Así
lo ha explicado en la 3ª catequesis dedicada al sacramento del
Bautismo, pronunciada por el Santo Padre esta mañana, miércoles, 25
de abril, en la plaza de San Pedro, donde miles de peregrinos y
visitantes se congregaban bajo el agradable sol primaveral.
Cercanía
de la Iglesia
El
Pontífice Francisco ha aclarado que el sacramento “no es una
fórmula mágica” y que en el rito del Bautismo, el óleo bendecido
por el obispo, nos “asegura la fuerza del Resucitado” y la
“cercanía de la Iglesia en este combate”, de modo que podamos
decir con san Pablo: «Todo lo puedo en aquel que me conforta», ha
expresado.
Así,
el Papa ha querido continuar la catequesis sobre el Bautismo “a la
luz del Evangelio” –ha dicho– que tiene la “fuerza de
trasformar a quien lo acoge con fe”, arrancándolo del dominio del
maligno para que aprenda a servir al Señor con alegría.
La
Iglesia acompaña a los catecúmenos –ha señalado el Santo Padre
en la audiencia– en este camino con la oración, como nos recuerdan
las letanías que preceden al rito bautismal.
En
este contexto, el Papa ha indicado que en los exorcismos de los
candidatos adultos, el sacerdote suplica a Dios que los libre de todo
lo que les separa de Cristo y les impide unirse a Él. Del mismo modo
–ha continuado Francisco– se pide la liberación del pecado
original de los niños que van a ser bautizados, para que puedan ser
consagrados como templos del Espíritu Santo.
Peregrinos
de España y Latinoamérica
Como
cada miércoles, en la audiencia general, el Obispo de Roma ha
saludado a los peregrinos de lengua española, en modo particular a
los grupos provenientes de España y América Latina.
“Los
animo a perseverar en este combate, manteniéndose firmes en la fe en
Jesucristo, vencedor del pecado y de la muerte, y constantes en la
oración al Padre, pidiendo por todos los que se encuentran en
peligro y sufren tribulación”, les ha comunicado el Papa.
26.04.18
26.04.18
AUDIENCIA
GENERAL, 25 abril
Catequesis
del Papa Francisco
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Continuamos
nuestra reflexión sobre el Bautismo, siempre a la luz de la Palabra
de Dios.
El
Evangelio es el que ilumina a los candidatos y suscita la adhesión a
la fe: En efecto, el Bautismo es de un modo particular “el
sacramento de la fe” por ser la entrada sacramental en la vida de
fe. (Catecismo de la Iglesia Católica, 1236) . Y la fe es la
entrega de sí mismo al Señor Jesús, reconocido como “manantial
de agua […] para la vida eterna” (Jn 4:14), “luz del mundo”
(Jn 9,5), “vida y la resurrección “(Jn 11:25), como lo enseña
el itinerario recorrido, también hoy en día, por los catecúmenos
que están cerca de recibir la iniciación cristiana. Educados por la
escucha de Jesús, por sus enseñanzas y sus obras, los catecúmenos
reviven la experiencia de la Samaritana sedienta de agua viva, del
ciego de nacimiento, que abre los ojos a la luz, de Lázaro que sale
del sepulcro. El Evangelio lleva en sí la fuerza de transformar a
los que lo acogen con fe, arrebatándolos al dominio del maligno para
que aprendan a servir al Señor con alegría y novedad de vida.
A
la pila bautismal nunca
se va solos sino
acompañados por la oración de toda la Iglesia, como lo recuerda la
letanía de los santos que precede a la oración de exorcismo y a la
unción pre-bautismal con el óleo de los catecúmenos. Son gestos
que, desde la antigüedad, aseguran a los que se preparan a renacer
como hijos de Dios que la oración de la Iglesia los asiste en la
lucha contra el mal, los acompaña por el camino del bien, los
ayuda a escapar del poder del pecado para pasar al reino de la
gracia divina. La oración de la Iglesia. La Iglesia reza y reza por
todos, por todos nosotros. Nosotros, Iglesia, rezamos por los
demás. Es bonito rezar por los demás. Cuantas veces no necesitamos
nada con urgencia y no rezamos. Nosotros tenemos que rezar unidos a
la Iglesia por los demás. “Señor, te pido por los que están
necesitados, por los que no tienen fe”… No os olvidéis: la
oración de la Iglesia está siempre en acto. Pero nosotros tenemos
que incorporarnos a esta oración y rezar por todo el pueblo de Dios
y por los que necesitan oraciones. Por eso, el camino de los
catecúmenos adultos está jalonado por los repetidos
exorcismos pronunciados por el sacerdote (cf. CIC, 1237), o sea por
oraciones que invocan la liberación de todolo
que separa de Cristo e impide la unión profunda con Él.
También para los niños se pide a Dios que los libre del
pecado original y los consagre como morada del Espíritu Santo
(ver Rito
del bautismo de los niños, n. ° 56).
Los niños. Rezar por los niños, por la salud espiritual y corporal.
Es una forma de proteger a los niños con la oración. Como
atestiguan los Evangelios, Jesús mismo combatió y expulsó a
los demonios para manifestar la venida del Reino de Dios (cf. Mt
12,28): su victoria sobre el poder del maligno deja espacio libre al
señorío de Dios que alegra y reconcilia con la vida.
El
bautismo no es una fórmula mágica, sino un don del Espíritu
Santo que habilita a los que lo reciben a “luchar
contra el espíritu del mal”, creyendo que “Dios ha
enviado a su Hijo al mundo para destruir el poder de Satanás y
transferir al hombre de las tinieblas a su reino de luz infinita”
(ver Rito del bautismo de los niños, n. ° 56).
Sabemos por experiencia que la vida cristiana siempre está sujeta a
la tentación, sobre todo a la tentación de separarse de Dios, de su
voluntad, de la comunión con él, para volver a caer en los lazos de
las seducciones mundanas. Y el Bautismo nos prepara, nos da fuerza
para esta lucha diaria, también la lucha contra el diablo que –como
dice San Pedro- como un león, intenta devorarnos, destruirnos.
A
la oración sigue la unción en el pecho con el óleo de los
catecúmenos, que “reciben la fuerza para renunciar al diablo y al
pecado, antes de acercarse a la fuente y renacer a la vida nueva”
(Bendición de los óleos: Introducción , No. 3). Debido
a la propiedad del aceite de penetrar en los tejidos del cuerpo para
beneficiarlo, los antiguos luchadores solían untarse con aceite
para tonificar los músculos y escapar más fácilmente a la
presa del adversario. A la luz de este simbolismo, los primeros
cristianos adoptaron la costumbre de ungir el cuerpo de los
candidatos para el bautismo con aceite bendecido por el obispo [1],
con el fin de significar mediante esta “señal de salvación”,
que el poder de Cristo Salvador fortalece para luchar contra el mal y
vencerlo (cf. Rito del Bautismo de los Niños, n.° 105).
Es
fatigoso luchar contra el mal, escapar de sus engaños, recuperar la
fortaleza después de una lucha agotadora, pero debemos saber que
toda la vida cristiana es un combate. Pero también debemos saber que
no estamos solos, que la Madre Iglesia reza para que sus hijos,
regenerados en el Bautismo, no sucumban a las asechanzas del malvado
sino que las venzan por la potencia de la Pascua de Cristo.
Fortificados por el Señor resucitado, que venció al príncipe
de este mundo (cf. Jn 12,31), también nosotros podemos repetir con
la fe de San Pablo: “Todo lo puedo en Aquel que me conforta”
(Filipenses 4:13). Todos nosotros podemos vencer, vencer todo, pero
con la fuerza que me da Jesús.
[1]
Esta es la oración de bendición, que expresa el significado de este
aceite: “ Señor
Dios, fuerza y defensa de tu pueblo, que has hecho del aceite un
símbolo de vigor, dígnate bendecir este óleo y concede tu
fortaleza a las personas que se preparan al bautismo que han de ser
ungidas con él, para que, al aumentar en ellas el conocimiento de
las realidades divinas y la valentía en el combate de la fe, vivan
más hondamente el Evangelio de Cristo, y, admitidas entre tus hijos
e hijas de adopción, gocen de la alegría de sentirse renacidas y de
formar parte de tu Iglesia. Por Jesucristo nuestro Señor. Bendición
de los óleos, n. 21.
26.04.18Santa Marta: “Sin el amor, la Iglesia no crece, se transforma en una institución vacía”
Reflexión del Papa en la Misa
matutina
(26
abril 2018).- “Sin el amor, no crece, se transforma en una
institución vacía, de apariencias, de gestos sin fecundidad. Ir a
su cuerpo: Jesús nos dice cómo debemos amar, hasta el final”, ha
anunciado el Santo Padre Francisco.
Son
palabras de su homilía en la Eucaristía celebrada en la mañana del
jueves, 26 de abril de 2018, en la capilla de la Casa de Santa Marta.
El
Sucesor de Pedro ha recordado en la Misa matutina que Jesús, en la
Última Cena, con la Eucaristía, nos enseña el amor; con el
lavatorio de los pies nos enseña el servicio; y nos dice que un
siervo jamás es más grande de aquel que lo envía, es decir de su
patrón.
Estas
tres cosas son –ha indicado el Papa– el “fundamento de la
Iglesia”. A partir del Evangelio de Juan, el Papa ha reflexionado
sobre las palabras del Señor tras haber lavado los pies a los
discípulos.
El
Señor “da de comer su cuerpo y de beber su sangre”, o sea que
instituye la Eucaristía, y procede al lavatorio de los pies. “De
estos gestos nacen los dos mandamientos –ha explicado Francisco–
que harán que la Iglesia crezca si nosotros somos fieles”.
El
primero es el mandamiento del amor: ya no sólo “amar al prójimo
como a ti mismo”, sino un paso más: “Amar al prójimo como yo os
he amado”.
Siervos
“Saber
que Él es más grande que todos nosotros, y que nosotros somos
siervos, y no podemos superar a Jesús, no podemos usar a Jesús”,
así lo ha explicado Francisco a los fieles presentes en la Misa.
El
Pontífice ha continuado: “Él es el Señor, no nosotros. Éste es
el testamento del Señor. Se da de comer y beber a sí mismo y nos
dice: ámense así. Lava los pies, y nos dice: sírvanse así, pero
estén atentos, un siervo jamás es más grande de quien lo envía,
del patrón”.
La
mirada de Jesús
El
Papa ha exhortado al “amor hasta el final” y al servicio, a la
vez que añadió: “Y usemos una palabra un poco militar, pero que
nos sirve: subordinación, es decir, Él es el más grande, yo soy el
siervo, nadie puede superarlo”.
“Es
dejar que la mirada de Jesús entre en mí –ha observado el Santo
Padre–. Sentiremos tantas cosas: sentiremos amor, quizás no
sintamos nada… o estaremos bloqueados allí, sentiremos vergüenza.
Pero dejar siempre que la mirada de Jesús llegue. La misma mirada
con la que miraba en la cena, aquella noche, a los suyos. Señor tú
conoces, tú sabes todo”.
27.04.18
27.04.18
El Cielo no es un lugar aburrido, sino el encuentro gozoso con Jesús”
Invitación del Papa a caminar
en la vida
(27
abril 2018).- El Santo Padre ha recordado que el Cielo no es “un
lugar aburrido, como algunos piensan, sino el encuentro gozoso con
Jesús”, señala ‘Vatican News’ en español.
En
este sentido, el Pontífice ha invitado en la misa celebrada esta
mañana, 27 de abril de 2018, a “caminar seguros por la vida”
confiando en la “promesa de la felicidad eterna hecha por
Dios”, apunta el medio informativo del Vaticano.
Francisco
ha reflexionado sobre la primera Lectura propuesta por la liturgia
del día tomada de los Hechos de los Apóstoles, que refiere el
discurso de Pablo en la sinagoga de Antioquía:
Los
habitantes de Jerusalén y sus jefes –decía el Apóstol– no
habían reconocido a Jesús y lo habían condenado, pero Él, tras
haber muerto, resucitó. “Y nosotros –concluía– les anunciamos
que la promesa hecha a los Padres se ha cumplido, porque Dios la ha
hecho por nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús”
En
camino
“Con
esta promesa de Dios en el corazón el pueblo se puso en camino y con
la seguridad de saberse `un pueblo elegido´”. A la vez que añadió
que el pueblo, que con frecuencia es infiel, “confiaba en la
promesa, porque sabía que Dios es fiel”. Y por esta razón iba
adelante, confiando en la fidelidad de Dios, ha señalado el Papa.
“También
nosotros estamos en camino: nosotros estamos en camino. Estamos en
camino… y cuando hacemos esta pregunta –‘Sí, en camino: ¿pero
en camino hacia dónde?’ – ‘Sí, ¡hacia el cielo!’ –
‘Y, ¿qué cosa es el cielo?’. Y ahí comenzamos a resbalar en
las respuestas, no sabemos bien cómo decir ‘qué cosa es el
cielo’. Y muchas veces
pensamos
en un cielo abstracto, un cielo lejano, un cielo… sí, sí está
bien allí…”, ha expresado el Santo Padre.
“Algunos
piensan–ha continuado– : ‘Pero, ¿no será un poco aburrido
estar allí toda la eternidad?’. No: el cielo no es eso. Nosotros caminamos
hacia un encuentro: el encuentro definitivo con Jesús. El cielo es
el encuentro con Jesús”.
Encuentro
con Jesús
Asimismo,
Francisco ha animado a los fieles a volver sobre este pensamiento:
“Yo estoy caminando en la vida para encontrar a Jesús”. Un
encuentro que nos hará gozar para siempre –ha aclarado–.
“¿Qué
cosa hace Jesús, mientras tanto?”, el Papa ha lanzado esta
pregunta en la homilía. “El Señor no está sentado esperándome,
sino que como dice el Evangelio, trabaja por nosotros“.
“Jesús
reza por mí, por cada uno de nosotros. Pero esto debemos repetirlo
para convencernos: Él es fiel y Él reza por mí. En este momento”.
28.04.18
28.04.18
Familia Montfortiana: El Papa los llama a ser almas “de fuego” animadas por el Espíritu
Discurso a los Hermanos de San
Gabriel y miembros de la familia
(27
abril 2018).- El Santo Padre ha compartido con la familia
Montfortiana: “El otro es la Sabiduría, cuyo amor e incansable
investigación inspiraron a San Luis María Grignion de Montfort –de
quien mañana recordaréis el aniversario de la muerte– páginas
luminosas”.
Este
viernes, 27 de abril de 2018, a las 12:15 horas, el Papa Francisco ha
recibido en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano a los
participantes en el XXXII Capítulo General de los Hermanos de San
Gabriel y los miembros de la familia Montfortiana, informa la Oficina
de Prensa de la Santa Sede.
El
tema del capítulo, Vida fraterna y dimensión comunitaria de
la misión monfortiana, se propone “situar vuestra misión en
nuestro mundo marcado por el individualismo y la globalización, por
el consumismo, la eficiencia y la apariencia, para tratar de estar
presente en él como almas “de fuego”, animadas por el Espíritu
y viviendo en la Sabiduría”, ha expresado el Pontífice.
“Es
un llamamiento para cada uno de vosotros y para vuestra misión como
educadores” –les he exhortado el Papa–. Así, les ha confirmado
que se asienta en una “certeza”, la de la “belleza de la vida”,
don gratuito de Dios.
Discurso
del Papa Francisco
Queridos
hermanos y hermanas:
Me
complace recibiros con motivo del 32º Capítulo General de los
Hermanos de San Gabriel. Agradezco al Superior General sus amables
palabras. También saludo a los Misioneros Monfortianos y a las Hijas
de la Sabiduría, así como a las Hermanas de San José de Kottayam,
con mis mejores deseos en su aniversario.
Esta
es la ocasión para recordar, para agradecer, y para regresar a los
fundamentos sentados, hace más de trescientos años, por San Luis
María Grignion de Montfort – de quien mañana recordaréis el
aniversario de la muerte – fundamentos a los que el Padre Gabriel
Deshayes dio un nuevo impulso. Uno de estos fundamentos es la Palabra
de Dios para meditar constantemente, para que se encarne en la vida y
modele poco a poco los pensamientos y gestos sobre los de Cristo. El
otro es la Sabiduría, cuyo amor e incansable investigación
inspiraron a San Luis María páginas luminosas. Para obtenerla, él
nos invita a “escuchar a Dios con sumisión humilde; a actuar en Él
y por Él con fidelidad perseverante; y finalmente a adquirir
la luz y la unción necesarias para inspirar a los demás el amor de
la Sabiduría, para conducirlos a la vida eterna “(El Amor de la
Sabiduría Eterna, n. 30). Poniendo en práctica estos
consejos, podréis discernir los desafíos particulares que siempre
son oportunidades para “recomenzar juntos desde Cristo y
desde Monfort”.
El
tema: Vida fraterna y dimensión comunitaria de la misión
monfortiana, se propone situar vuestra misión en nuestro mundo
marcado por el individualismo y la globalización, por el consumismo,
la eficiencia y la apariencia, para tratar de estar presente en él
como almas “de fuego”, animadas por el Espíritu y viviendo en la
Sabiduría. Según St. Luis María, esta es la única riqueza capaz
de “enseñarnos a ser”. Es un llamamiento para cada uno de
vosotros y para vuestra misión como educadores. Se asienta en una
certeza, la de la belleza de la vida, don gratuito de Dios, y en una
esperanza: la de la posibilidad de su desarrollo hasta la plenitud a
través del crecimiento del amor, que unifica todas las dimensiones
de la persona. Esta síntesis se construye todos los días con la
oración, con la docilidad al Espíritu Santo, con la fidelidad
a su Regla de vida y con la caridad vivida. El ejemplo perfecto para
imitar es la Virgen María: como subrayan vuestras
constituciones, la consagración total a Jesús a través de
María es el recorrido fundamental de la vida mariana de los miembros
del Instituto.
Además,
la vida fraterna, así como la describen los Hechos de los
Apóstoles (2: 42-47), da testimonio por sí misma. Atrae y
evangeliza todos los días, y es contagiosa. Los que nos ven vivir
son sensibles a nuestra forma de ser, de aceptar la diversidad
de puntos de vista, de hacer frente a las tensiones y resolverlas con
delicadeza, caridad y humildad (cf. Evangelii gaudium,
227; Gaudete et Exsultate, 89). En vuestra comunidades o
en los grupos de trabajo apostólico, la fraternidad debe estimular a
cada uno a ser disponibles al Espíritu olvidándose de sí mismo.
Pasar de una vida en común a una vida fraterna puede hacer que el
camino diario sea más fácil y más alegre. La atención al hermano
que está a mi lado, así como el diálogo, favorecen la comunión en
la diversidad. En la crisis espiritual actual, que genera angustia y
tristeza debido a la pérdida del sentido de la vida, os invito a
formar comunidades acogedoras, donde sea agradable vivir,
manifestando especialmente a los jóvenes la alegría de seguir a
Cristo y de responder a su llamada. ¡Que se sientan escuchados sin
prejuicios, reconocidos y valorados, para que puedan ofrecer con su
entusiasmo los dones que Dios les ha otorgado para el bien de todos!
“Amad
con el corazón y con las manos” resume lo que aspiráis a
vivir y a transmitir. Solo la “civilización del amor” puede dar
un alma a nuestro mundo globalizado, presa de cambios constantes.
Gracias a vuestro carisma vivido con dedicación y sabiduría, podéis
ser faros, destacando el carácter evangélico de la misión
educativa. El Evangelio atañe a la vida y a la acción en
todos los ámbitos. Meditándolo desde esta perspectiva, impregnará
la vida de vuestras comunidades, así como vuestra misión colectiva
como educadores. Aprendamos de Jesús, la Sabiduría encarnada, cómo
acoger al otro y tejer lazos con él, especialmente si es diferente,
de otra cultura, de otra generación, yendo al corazón de su espera
y expresando nuestro amor con gestos concretos, de compasión, de
compartir, a cuesta de arriesgar, como recordé en Evangelii
gaudium(ver n. °88). Así, a los desafíos de la transmisión de
la fe y de la convivencia se podrá responder con creatividad a
través de la pedagogía, del proyecto educativo y social de los
institutos. En el centro de vuestra misión, siempre ha estado la
atención a los pobres y marginados. Continuad ayudándolos a ser
protagonistas de su futuro para ocupar su puesto en la sociedad.
Al
mismo tiempo que doy gracias por el tesoro de vuestra vocación en la
Iglesia, os invito a “navegar” con confianza y renovado
entusiasmo misionero. Que en este tiempo de Pascua, el misterio de la
muerte y resurrección de Cristo esté en el centro de vuestra
fe y vuestra consagración, para iluminar vuestro camino en la
verdad.
Encomiendo
el futuro de vuestra misión a la intercesión materna de la Virgen
María, Sede de la Sabiduría, y os bendigo a todos de corazón,
junto con vuestros colaboradores. Y os pido que no os olvidéis de
rezar por mí. Gracias.
29.04.18
29.04.18
“Todos estamos llamados a ser santos”
“El dinamismo de la caridad
del creyente”
(
29 abril 2018).- El Papa Francisco invita a “permanecer en
Cristo”, como los sarmientos en la vid, para poder ser testigos
“valientes” en la vida cotidiana y ser “santos”.
El
Papa ha comentado el Evangelio del día antes de la oración mariana
del Regina Coeli, este domingo, 29 de abril de 2018, en la Plaza San
Pedro, en presencia de unos 30.000 visitantes.
“Estamos
todos llamados a ser santos. Debemos ser santos por esta riqueza que
recibimos del Señor resucitado”, ha insistido el Papa.
Después,
el Papa llamó a la paz en Nigeria, en Siria y en el mundo, llamando
a rezar el Rosario por esta intención durante el mes de mayo y
en especial el 1 de mayo, con motivo de su peregrinación al
santuario del “Divino Amore”.
Antes
del Regina Coeli
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!.
La
Palabra de Dios también en este quinto domingo de Pascua sigue
indicándonos el camino y las condiciones para ser una comunidad del
Señor resucitado. El domingo pasado se resaltaba la relación entre
el creyente y Jesús Buen Pastor. Hoy, el Evangelio nos propone el
momento en que Jesús se presenta como la vid verdadera y nos invita
a permanecer unidos a él para dar mucho fruto. (Jn 15, 1-8).
La
vid es una planta que forma una cosa sola con los sarmientos, y los
sarmientos son fecundos solo cuando están unidos a la vid.
Esta
relación es el secreto de la vida cristiana y el evangelista Juan la
expresa con el verbo “permanecer” que en el pasaje de hoy se
repite siete veces.
Permaneced
en mi dice el Señor, se trata de permanecer con el Señor para
encontrar el valor de salir de nosotros mismos de nuestras
comodidades, de nuestros espacios restringidos y protegidos para
proyectarnos en el mar abierto de las necesidades de los demás y dar
amplio respiro a nuestro testimonio cristiano en el mundo.
Este
coraje nace en la fe del Señor resucitado y de la certeza de que su
Espíritu acompaña nuestra historia. Uno de los frutos más maduros
que brota de la comunión con Cristo es de hecho el compromiso de
caridad hacia el prójimo, amando a nuestros hermanos con abnegación,
hasta las últimas consecuencias, como Jesús nos amó. El dinamismo
de la caridad del creyente no es fruto de estrategias, no nace de
solicitudes externas, de instancias sociales o ideológicas, sino del
encuentro con Jesús y de permanecer en Jesús.
Él
es para nosotros la vid de la que absorbemos la savia, es decir la
“vida” para llevar en la sociedad una forma diferente de vivir y
de darse, lo que pone en primer lugar a los últimos.
Cuando
se es íntimo con el Señor, como son íntimos entre si la vid y los
sarmientos se es capaz de dar fruto de vida nueva, de misericordia,
de justicia y de paz que derivan de la resurrección del Señor. Es
lo que hicieron los santos aquellos que vivieron en plenitud la vida
cristiana y el testimonio de la caridad, porque eran verdaderos
sarmientos de la viña del Señor. Pero para ser santo, “no es
necesario ser obispos, sacerdotes, religiosas o religiosos todos
estamos llamados a ser santos viviendo con el amor y ofreciendo el
propio testimonio en las ocupaciones de cada día ahí donde cada uno
se encuentra”. (Exhortación Apostólica Gaudete
et Exultare,
14)
Todos
nosotros estamos llamados a ser santos y debemos ser santos con esta
riqueza que recibimos del Señor resucitado, cada actividad, el
trabajo, el descanso, la vida familiar y social, el ejercicio de las
responsabilidades políticas, culturales y económicas. Cada
actividad, si se vive en unión con Jesús y con actitud de amor y de
servicio es una ocasión para vivir en plenitud el bautismo y la
santidad evangélica.
Le
pedimos ayuda a María Reina de los santos y modelo de perfecta
comunión con su Divino Hijo que nos ayude que nos enseñe ella a
permanecer en Jesús como los sarmientos de la viña y a no separamos
nunca de su amor. Nada de hecho podemos hacer sin él porque
nuestra vida es Cristo vivo presente en la Iglesia y en el mundo.
30.04.18
30.04.18
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