1 d’abr. 2018

PAPA ABRIL


Pascua: “¿Deseamos participar en este anuncio de vida?”

Homilía del Papa Francisco en la Vigilia Pascual
(31 marzo 2018).- “¿Deseamos participar en este anuncio de vida o permaneceremos callados ante los acontecimientos? Esta es la invitación que el Papa Francisco hizo en la vigilia de Pascua que celebró el 31 de marzo de 2018 en la Basílica de San Pedro: una invitación a “romper con los hábitos repetitivos, a renovar nuestras vidas, nuestras elecciones y nuestra existencia”.

Esta celebración la hemos comenzado fuera… inmersos en la oscuridad de la noche y en el frío que la acompaña. Sentimos el peso del silencio ante la muerte del Señor, un silencio en el que cada uno de nosotros puede reconocerse y cala hondo en las hendiduras del corazón del discípulo que ante la cruz se queda sin palabras.
Son las horas del discípulo enmudecido frente al dolor que genera la muerte de Jesús: ¿Qué decir ante tal situación? El discípulo que se queda sin palabras al tomar conciencia de sus reacciones durante las horas cruciales en la vida del Señor: frente a la injusticia que condenó al Maestro, los discípulos hicieron silencio; frente a las calumnias y al falso testimonio que sufrió el Maestro, los discípulos callaron. Durante las horas difíciles y dolorosas de la Pasión, los discípulos experimentaron de forma dramática su incapacidad de «jugársela» y de hablar en favor del Maestro. Es más, no lo conocían, se escondieron, se escaparon, callaron (cfr. Jn 18,25-27).
Es la noche del silencio del discípulo que se encuentra entumecido y paralizado, sin saber hacia dónde ir frente a tantas situaciones dolorosas que lo agobian y rodean. Es el discípulo de hoy, enmudecido ante una realidad que se le impone haciéndole sentir, y lo que es peor, creer que nada puede hacerse para revertir tantas injusticias que viven en su carne nuestros hermanos.
Es el discípulo atolondrado por estar inmerso en una rutina aplastante que le roba la memoria, silencia la esperanza y lo habitúa al «siempre se hizo así». Es el discípulo enmudecido que, abrumado, termina «normalizando» y acostumbrándose a la expresión de Caifás: «¿No les parece preferible que un solo hombre muera por el pueblo y no perezca la nación entera?» (Jn 11,50).
Y en medio de nuestros silencios, cuando callamos tan contundentemente, entonces las piedras empiezan a gritar (cf. Lc 19,40)[1] y a dejar espacio para el mayor anuncio que jamás la historia haya podido contener en su seno: «No está aquí ha resucitado» (Mt 28,6). La piedra del sepulcro gritó y en su grito anunció para todos un nuevo camino. Fue la creación la primera en hacerse eco del triunfo de la Vida sobre todas las formas que intentaron callar y enmudecer la alegría del evangelio. Fue la piedra del sepulcro la primera en saltar y a su manera entonar un canto de alabanza y admiración, de alegría y de esperanza al que todos somos invitados a tomar parte.
Y si ayer, con las mujeres contemplábamos «al que traspasaron» (Jn 19,36; cf. Za 12,10); hoy con ellas somos invitados a contemplar la tumba vacía y a escuchar las palabras del ángel: «no tengan miedo… ha resucitado» (Mt 28,5-6). Palabras que quieren tocar nuestras convicciones y certezas más hondas, nuestras formas de juzgar y enfrentar los acontecimientos que vivimos a diario; especialmente nuestra manera de relacionarnos con los demás. La tumba vacía quiere desafiar, movilizar, cuestionar, pero especialmente quiere animarnos a creer y a confiar que Dios «acontece» en cualquier situación, en cualquier persona, y que su luz puede llegar a los rincones menos esperados y más cerrados de la existencia. Resucitó de la muerte, resucitó del lugar del que nadie esperaba nada y nos espera —al igual que a las mujeres— para hacernos tomar parte de su obra salvadora.
Este es el fundamento y la fuerza que tenemos los cristianos para poner nuestra vida y energía, nuestra inteligencia, afectos y voluntad en buscar, y especialmente en generar, caminos de dignidad. ¡No está aquí…ha resucitado! Es el anuncio que sostiene nuestra esperanza y la transforma en gestos concretos de caridad. ¡Cuánto necesitamos dejar que nuestra fragilidad sea ungida por esta experiencia, cuánto necesitamos que nuestra fe sea renovada, cuánto necesitamos que nuestros miopes horizontes se vean cuestionados y renovados por este anuncio!
Él resucitó y con él resucita nuestra esperanza y creatividad para enfrentar los problemas presentes, porque sabemos que no vamos solos.
Celebrar la Pascua, es volver a creer que Dios irrumpe y no deja de irrumpir en nuestras historias desafiando nuestros «conformantes» y paralizadores determinismos.  Celebrar la Pascua es dejar que Jesús venza esa pusilánime actitud que tantas veces nos rodea e intenta sepultar todo tipo de esperanza.
La piedra del sepulcro tomó parte, las mujeres del evangelio tomaron parte, ahora la invitación va dirigida una vez más a ustedes y a mí: invitación a romper las rutinas, renovar nuestra vida, nuestras opciones y nuestra existencia. Una invitación que va dirigida allí donde estamos, en lo que hacemos y en lo que somos; con la «cuota de poder» que poseemos. ¿Queremos tomar parte de este anuncio de vida o seguiremos enmudecidos ante los acontecimientos?
¡No está aquí ha resucitado! Y te espera en Galilea, te invita a volver al tiempo y al lugar del primer amor y decirte: No tengas miedo, sígueme.    
02.04.18



Regina Coeli’: La fraternidad es el fruto de la Pascua de Cristo

Palabras del Papa Francisco en el “Lunes del Ángel”

(3 abril 2018).- “Sin un intercambio fraterno, no se puede crear una auténtica comunidad eclesial o civil: existe sólo un grupo de individuos motivados por sus propios intereses”, dijo el Papa Francisco.
El Santo Padre reflexionó sobre la fraternidad antes del rezo del Regina Coeli el Lunes de Pascua, 2 de abril de 2018, conocido como el “Lunes del Ángel”, señala ‘Vatican News’ en español
La fraternidad –describió Francisco– es el “fruto de la Pascua de Cristo que, mediante su muerte y resurrección, derrotó al pecado que separaba al hombre de Dios, al hombre de sí mismo, al hombre de sus hermanos” asegurando que “el pecado siempre separa, siempre hace enemistades”.
Así, la primera vez que se anunció “Ha resucitado”, fue hecho por los ángeles, señalan los propios evangelistas.  “Era necesario un ser superior para comunicar una realidad tan impactante” –explicó el Santo Padre– “que tal vez ningún hombre se atrevería a pronunciarla”.
Por ello, –matizó el Pontífice– hay un significado en esta presencia angelical: “cómo a anunciar la Encarnación de la Palabra había sido un ángel, Gabriel, también para anunciar por primera vez la Resurrección no fue suficiente una palabra humana”.
La novedad del diálogo
La pascua de Cristo ha hecho estallar en el mundo la novedad del diálogo” –señaló el Papa–, novedad que se ha convertido en una responsabilidad para los cristianos y por la que estamos llamados “a cuidar el bien común y a nuestros hermanos, especialmente a los más débiles y marginados” porque sólo la fraternidad –advirtió– “puede garantizar una paz duradera, vencer la pobreza, extinguir las tensiones y las guerras y erradicar la corrupción y la criminalidad”.
En este sentido, el Obispo de Roma pidió a la Virgen María que “la fraternidad y la comunión que experimentamos en estos días pascuales puedan convertirse en nuestro estilo de vida y en el alma de nuestras relaciones”.
Asimismo, Francisco invocó “el don de la paz” para todo el mundo, especialmente para las poblaciones que más sufren los conflictos actuales y renovó su llamamiento “para que los secuestrados o injustamente privados de libertad sean liberados y regresen a sus hogares”. 
04.04.18




Audiencia General, 4 de abril de 2018

Última catequesis dedicada a la Santa Misa

(4 abril 2018).- “La Misa es como la semilla, la semilla de trigo que después en la vida ordinaria crece, crece y madura en las obras buenas, en las actitudes que hacen que nos parezcamos a Jesús”.
El Santo Padre Francisco ha celebrado la Audiencia General esta mañana, a las 9:30 horas en la Plaza de San Pedro, ante miles de peregrinos y fieles de Italia y de todo el mundo.
El Santo Padre ha dedicado su catequesis a los ritos de conclusión de la Santa Misa.
Cada vez que salgo de misa, tengo que salir mejor que cuando entré, con más vida, con más fuerza, con más ganas de dar testimonio cristiano”, ha explicado Francisco.
A través de la Eucaristía –ha señalado– el Señor Jesús entra en nuestro corazón y en nuestra carne, para que podamos “expresar en la vida el sacramento recibido en la fe”.
En verdad, al acrecentar nuestra unión con Cristo, la Eucaristía actualiza la gracia que el Espíritu nos ha dado en el Bautismo y la Confirmación, para que nuestro testimonio cristiano sea creíble, ha dicho el Papa.
Catequesis del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y buena Pascua!
Veis que hoy hay flores: las flores dicen gozo, alegría. En algunos lugares Pascua se llama también “Pascua florida” porque florece el Cristo resucitado: es la flor nueva; florece nuestra justificación; florece la santidad de la Iglesia. Por eso, tantas flores: es nuestra alegría. Toda la semana celebramos Pascua, toda la semana. Por eso repetimos, una vez más, todos nosotros , el deseo  de “Buena Pascua”. Digamos juntos: “Buena Pascua”, ¡todos! (Responden: ¡Buena Pascua!). Me gustaría que deseásemos también una Buena Pascua –porque ha sido Obispo de Roma- al querido Papa Benedicto, que nos ve por televisión. Al Papa Benedicto, deseamos todos Buena Pascua. (Todos dicen: Buena Pascua). Y un fuerte aplauso.
Con esta catequesis concluimos el ciclo dedicado a la misa, que es precisamente la conmemoración, pero no solamente como memoria, se vive de nuevo la Pasión y la Resurrección de Jesús. La última vez llegamos a la Comunión y a la oración después de la Comunión. Después de esta oración la misa termina con la bendición impartida por el sacerdote y la despedida del pueblo (véase Instrucción general del Misal Romano, 90). Como había empezado con la señal de la cruz, en  el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, de nuevo es en el nombre de la Trinidad como se sella la misa, es decir, la acción litúrgica.
Sin embargo, sabemos que cuando la misa termina, se abre el compromiso del testimonio cristiano. Los cristianos no van a misa para cumplir con una tarea semanal y luego se olvidan; no. Los cristianos van a misa para participar en la Pasión y Resurrección del Señor y vivir más como cristianos: se abre el compromiso del testimonio cristiano. Dejamos la iglesia para “ir en paz” a llevar la bendición de Dios a las actividades diarias, a nuestros hogares, al  ambiente de trabajo, a las ocupaciones de la ciudad terrenal, “glorificando al Señor con nuestra vida”. Pero si salimos de la iglesia chismorreando y diciendo: “Mira ese, mira ese otro”, con la lengua larga, la misa no ha entrado en mi corazón. ¿Por qué? Porque no soy capaz de vivir el testimonio cristiano. Cada vez que salgo de misa, tengo que salir mejor que cuando entré, con más vida, con más fuerza, con más ganas de dar testimonio cristiano. A través de la Eucaristía, el Señor Jesús entra en nuestro corazón y en nuestra carne, para que podamos “expresar en la vida el sacramento recibido en la fe” (Misal Romano, colecta del lunes de la Octava de Pascua).
De la celebración a la vida, pues, conscientes de que la Misa halla su cumplimiento en las elecciones concretas de los que se dejan involucrar en primera persona en los misterios de Cristo. No debemos olvidar que celebramos la Eucaristía para aprender a ser hombres y mujeres eucarísticos. ¿Qué significa esto? Significa dejar que Cristo actúe en nuestras obras: que sus pensamientos sean nuestros pensamientos, sus sentimientos  nuestros sentimientos,  sus decisiones las nuestras. Eso es la santidad: Hacer como hizo Cristo es la santidad cristiana. San Pablo lo expresa con precisión hablando de su asimilación a Jesús y dice así: “Con Cristo estoy crucificado, y no vivo yo, sino que es  Cristo quien vive en mí. La vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí”. (Gal 2: 19-20). Este es el testimonio cristiano. La experiencia de Pablo también nos ilumina a nosotros: En  la medida en que mortificamos nuestro egoísmo, es decir en que dejamos que muera cuanto se opone al Evangelio y al amor de Jesús, se crea dentro de nosotros un mayor espacio para la potencia de su Espíritu. Los cristianos son hombres y mujeres que se dejan ensanchar el alma con la fuerza del Espíritu Santo, después de haber recibido el Cuerpo y la Sangre de Cristo. ¡Dejad que se os ensanche el alma” ¡No esas almas, así de estrechas y cerradas, pequeñas, egoístas ¡no! Almas anchas, almas grandes, con grandes horizontes… Dejaos ensanchar el alma con la fuerza del Espíritu, después de haber recibido el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Dado que la presencia real de Cristo en el Pan consagrado no termina con la misa (cf.Catecismo de la Iglesia Católica, 1374), la Eucaristía se custodia en el sagrario para la comunión de los enfermos y la adoración silenciosa del Señor en el Santísimo Sacramento; de hecho, el culto eucarístico fuera de la misa, ya sea en forma privada o comunitaria, nos ayuda a permanecer en Cristo (cf. ibid., 1378-1380).
Los frutos de la Misa, por lo tanto, están destinados a madurar en la vida cotidiana. Podríamos decir así, forzando algo la imagen: la Misa es como la semilla, la semilla de trigo que después en la vida ordinaria crece, crece y madura en las obras buenas, en las actitudes que hacen que nos parezcamos a Jesús. Los frutos de la Misa, por lo tanto, están destinados a madurar en la vida de cada día. En verdad, al acrecentar nuestra unión con Cristo, la Eucaristía actualiza la gracia que el Espíritu nos ha dado en el Bautismo y la Confirmación, para que nuestro testimonio cristiano sea creíble (véase ibid., 1391-1392).
Todavía más, encendiendo en nuestros corazones el amor divino, ¿Qué hace la Eucaristía? Nos separa del pecado: “Cuanto más compartimos la vida de Cristo, a progresar en su amistad, tanto más difícil es separarnos de Él por el pecado mortal” (ibid, 1395. ).
Participar habitualmente en el banquete eucarístico renueva, fortalece y profundiza el vínculo con la comunidad cristiana a la que pertenecemos, de acuerdo con el principio de que la Eucaristía hace la Iglesia (cf. ibid., 1396), nos une a todos.
Por último, participar en la Eucaristía nos compromete con los demás, especialmente con los pobres, educándonos a pasar de la carne de Cristo a la carne de los hermanos, en los que espera ser por nosotros reconocido, servido, honrado, amado (cf. ibíd., 1397).
Ya que llevamos el tesoro de la unión con Cristo en vasijas de barro (2 Cor 4,7), necesitamos regresar constantemente al santo altar, hasta que, en el paraíso, saboreemos plenamente la felicidad del banquete de las bodas del Cordero (cf. Ap 19.9).
Demos gracias al Señor por el camino de redescubrimiento de la Santa Misa que nos ha concedido cumplir juntos, y dejémonos atraer con renovada fe a este encuentro real con Jesús, muerto y resucitado por nosotros, contemporáneo nuestro. Y que nuestra vida sea siempre “florida”, así, como Pascua, con las flores de la esperanza, de la fe, de las buenas obras. ¡Qué encontremos siempre fuerza para ello en la Eucaristía, en la unión con Jesús! ¡Buena Pascua a todos!   
05.04.18



Bendición de la estatua de S. Gregorio de Narek en los Jardines del Vaticano

El Papa Francisco se reunió con el Presidente de Armenia

( 5 abril 2018).- Esta mañana, 5 de abril de 2018, el Papa Francisco presidió la inauguración y bendición de la estatua de San Gregorio de Narek en los Jardines del Vaticano.
La estatua representa al “héroe de la cultura armenia, Doctor de la Iglesia, auténtico puente entre Oriente y Occidente, símbolo del ecumenismo”, informa ‘Vatican News’ en lengua española.
La ceremonia contó con la presencia del Presidente de la República de Armenia, Serzh Sargsyan; su Santidad Karekin II, Patriarca Supremo y Catholicós de todos los Armenios; su Santidad Aram I, Catholicós de la Iglesia Armenia Apostólica de Cilicia.
La obra del escultor armenio David Erevantsi se realizó en una fundición de la República Checa gracias a la ayuda del Embajador armenio ante la Santa Sede, Mikayel Minasyan y de Arthur Dzhanibekyan, informa ‘Vatican News’.
Presidente de Armenia
El Pontífice se encontró con el Presidente de Armenia, Serzh Sargsyan, tras la bendición de la estatua, en el Vaticano, donde mantuvieron una reunión privada.
Tanto en la Iglesia Católica como en la Iglesia Apostólica Armenia, San Gregorio de Narek es reconocido como un santo. Durante una misa en la Basílica de San Pedro el 12 de abril de 2015, con motivo del centenario del genocidio de un millón y medio de armenios, el Papa Francisco nombró a San Gregorio de Narek Doctor de la Iglesia.
El Papa recordó en la celebración “esa horrible masacre”, que fue “un verdadero martirio de su pueblo, en el que muchas personas inocentes murieron como confesores y mártires por el nombre de Cristo”.
Visita del Papa a Armenia
Del 24 al 26 de junio de 2016, el Papa Francisco visitó Armenia. En su primer día de viaje, en la capital de Yerevan, el Papa improvisó algunos comentarios en el palacio presidencial y calificó la masacre de etnias armenias por los turcos otomanos como un “genocidio”, señalando que marcó “el comienzo de una triste serie de grandes catástrofes del siglo pasado”.
Un monje armenio del siglo X, escritor místico y poeta, Gregorio de Narek es conocido especialmente por su “Libro de Lamentaciones”, un libro de oraciones que escribió, considerado una obra maestra de la literatura armenia.
Según ‘Vatican News’, habrá una ceremonia de inauguración a finales de 2018 en los jardines de la iglesia madre de la Iglesia Apostólica Armenia, la Catedral de Etchmiadzin, donde se colocará una copia de la misma estatua que se está realizando.   
06.04.18


América Latina: El Papa aboga por la protección de la tierra

Saludo a los miembros del Centro de Estudios del Desarrollo en América Latina

(6 abril 2018).- El Papa Francisco ha recibido esta mañana en audiencia a la Sra. Henryane de Chaponay, fundadora del Centre d’Étude du développement en Amérique latine (CEDAL) (Centro de Estudios del Desarrollo en América Latina).
Sigue el saludo que el Santo Padre ha dirigido a los participantes en el encuentro.
Saludo del Papa Francisco
Señora, queridos amigos,
Me complace recibiros esta mañana para saludaros y rendir homenaje a vuestro compromiso al servicio de la paz, la defensa de los derechos humanos, la protección de nuestra tierra y el apoyo al crecimiento de una sociedad más humana y fraternal.
Señora, aprecio su misión como fundadora del Centre d’Étude du développement en Amérique latine (Centro de Estudios del Desarrollo en América Latina) (CEDAL). Su infatigable creatividad ha dado sus frutos a través de los “Dialogues en humanité”,(Dialógos de humanidad) cuyos encuentros están encaminados a reorientar las políticas sobre la humanidad, para construir una ciudadanía que cuide de nuestra “casa común”. Es bueno suscitar un arte de vivir juntos en la simplicidad, la benevolencia, la fraternidad, así como educar en la cultura del respeto y del encuentro, la única capaz de construir un futuro a la altura del ideal del hombre.
Con la encíclica Laudato si’, con varios mensajes, convocando el próximo Sínodo de los Obispos sobre Amazonia, es mi esperanza que nuestra historia humana pueda convertirse en un despliegue de liberación, crecimiento, salvación y amor, (cf. Laudato si ‘, 79). Al expresaros a todos mi gratitud por vuestra generosidad y dedicación, os aseguro mi oración y os bendigo de todo corazón.     
 07.04.18




Reincides en tu pecado? Reincide en pedir misericordia”

Homilía del Papa en el Domingo de la Misericordia

(08 abril 2018).- “¿Reincides en tu pecado? Reincide en la petición de misericordia. Esto es lo que el Papa Francisco lanzó celebrando la Misa dominical de la Octava Pascual, Domingo de la Misericordia, este 8 de abril de 2018, en la Plaza de San Pedro. Rodeado por 550 “Misioneros de la Misericordia”, instituidos en el Jubileo.
En su homilía, evocó las barreras internas que se interponen entre el cristiano y la misericordia de Dios: la vergüenza primero, que en realidad es “una invitación secreta del alma que necesita al Señor para vencer al mal”. “El drama, dijo, es cuando ya no te avergüenzas de nada. ¡No tengas miedo de sentir vergüenza!”
La segunda tentación es la “resignación” de alguien que piensa que él  “siempre hace los mismos pecados” y, por lo tanto, renuncia a la misericordia. “Pero el Señor nos desafía”: ¿No crees que mi misericordia es más grande que tu miseria?”
Después de la vergüenza y la resignación, el Papa habló de “otra puerta cerrada, a veces blindada: nuestro pecado”. Cuando cometo un gran pecado, si, honestamente, no quiero perdonarme a mí mismo, ¿por qué Dios debería hacerlo? Pero esta puerta está cerrada solo por un lado, el nuestro; para Dios ella nunca es intransitable … Él nunca decide separarse de nosotros, somos nosotros quienes lo dejamos afuera”.
Podemos estimarnos y decirnos cristianos, y hablar de muchos valores hermosos de fe”, señaló, “pero … tenemos necesidad de ver a Jesús tocando su amor”. Solo entonces vamos al corazón de la fe. Y al Papa para alentar: “¡Convirtámonos, también, en verdaderos amantes del Señor! No tengas miedo de esta palabra: amante del Señor”.
Homilía del Papa Francisco
En el Evangelio de hoy aparece varias veces el verbo ver: «Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor» (Jn 20,20); luego, dijeron a Tomás: «Hemos visto al Señor» (v. 25). Pero el Evangelio no describe al Resucitado ni cómo lo vieron; solo hace notar un detalle: «Les enseñó las manos y el costado» (v. 20). Es como si quisiera decirnos que los discípulos reconocieron a Jesús de ese modo: a través de sus llagas. Lo mismo sucedió a Tomás; también él quería ver «en sus manos la señal de los clavos» (v. 25) y después de haber visto creyó (v. 27).
A pesar de su incredulidad, debemos agradecer a Tomás que no se conformara con escuchar a los demás decir que Jesús estaba vivo, ni tampoco con verlo en carne y hueso, sino que quiso ver en profundidad, tocar sus heridas, los signos de su amor. El Evangelio llama a Tomás «Dídimo» (v. 24), es decir, mellizo, y en su actitud es verdaderamente nuestro hermano mellizo. Porque tampoco para nosotros es suficiente saber que Dios existe; no nos llena la vida un Dios resucitado pero lejano; no nos atrae un Dios distante, por más que sea justo y santo. No, tenemos también la necesidad de “ver a Dios”, de palpar que él ha resucitado por nosotros.
¿Cómo podemos verlo? Como los discípulos, a través de sus llagas. Al mirarlas, ellos comprendieron que su amor no era una farsa y que los perdonaba, a pesar de que estuviera entre ellos quien lo renegó y quien lo abandonó. Entrar en sus llagas es contemplar el amor inmenso que brota de su corazón. Es entender que su corazón palpita por mí, por ti, por cada uno de nosotros. Queridos hermanos y hermanas: Podemos considerarnos y llamarnos cristianos, y hablar de los grandes valores de la fe, pero, como los discípulos, necesitamos ver a Jesús tocando su amor. Solo así vamos al corazón de la fe y encontramos, como los discípulos, una paz y una alegría (cf. vv. 19-20) que son más sólidas que cualquier duda.
Tomás, después de haber visto las llagas del Señor, exclamó: «¡Señor mío y Dios mío!» (v. 28). Quisiera llamar la atención sobre este adjetivo que Tomás repite: mío. Es un adjetivo posesivo y, si reflexionamos, podría parecer fuera de lugar atribuirlo a Dios: ¿Cómo puede Dios ser mío? ¿Cómo puedo hacer mío al Omnipotente? En realidad, diciendo mío no profanamos a Dios, sino que honramos su misericordia, porque él es el que ha querido “hacerse nuestro”. Y como en una historia de amor, le decimos: “Te hiciste hombre por mí, moriste y resucitaste por mí, y entonces no eres solo Dios; eres mi Dios, eres mi vida. En ti he encontrado el amor que buscaba y mucho más de lo que jamás hubiera imaginado”.
Dios no se ofende de ser “nuestro”, porque el amor pide intimidad, la misericordia suplica confianza. Cuando Dios comenzó a dar los diez mandamientos ya decía: «Yo soy el Señor, tu Dios» (Ex 20,2) y reiteraba: «Yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso» (v. 5). He aquí la propuesta de Dios, amante celoso que se presenta como tu Dios. Y la respuesta brota del corazón conmovido de Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!». Entrando hoy en el misterio de Dios a través de las llagas, comprendemos que la misericordia no es una entre otras cualidades suyas, sino el latido mismo de su corazón. Y entonces, como Tomás, no vivimos más como discípulos inseguros, devotos pero vacilantes, sino que nos convertimos también en verdaderos enamorados del Señor.
¿Cómo saborear este amor, cómo tocar hoy con la mano la misericordia de Jesús? Nos lo sugiere el Evangelio, cuando pone en evidencia que la misma noche de Pascua (cf. v. 19), lo primero que hizo Jesús apenas resucitado fue dar el Espíritu para perdonar los pecados. Para experimentar el amor hay que pasar por allí: dejarse perdonar. Pero ir a confesarse parece difícil, porque nos viene la tentación ante Dios de hacer como los discípulos en el Evangelio: atrincherarnos con las puertas cerradas. Ellos lo hacían por miedo y nosotros también tenemos miedo, vergüenza de abrirnos y decir los pecados. Que el Señor nos conceda la gracia de comprender la vergüenza, de no considerarla como una puerta cerrada, sino como el primer paso del encuentro. Cuando sentimos vergüenza, debemos estar agradecidos: quiere decir que no aceptamos el mal, y esto es bueno. La vergüenza es una invitación secreta del alma que necesita del Señor para vencer el mal. El drama está cuando no nos avergonzamos ya de nada. No tengamos miedo de sentir vergüenza. Pasemos de la vergüenza al perdón.
Existe, en cambio, una puerta cerrada ante el perdón del Señor, la de la resignación. La experimentaron los discípulos, que en la Pascua constataban amargamente que todo había vuelto a ser como antes. Estaban todavía allí, en Jerusalén, desalentados; el “capítulo Jesús” parecía terminado y después de tanto tiempo con él nada había cambiado. También nosotros podemos pensar: “Soy cristiano desde hace mucho tiempo y, sin embargo, no cambia nada, cometo siempre los mismos pecados”.
Entonces, desalentados, renunciamos a la misericordia. Pero el Señor nos interpela: “¿No crees que mi misericordia es más grande que tu miseria? ¿Eres reincidente en pecar? Sé reincidente en pedir misericordia, y veremos quién gana”. Además —quien conoce el sacramento del perdón lo sabe—, no es cierto que todo sigue como antes. En cada perdón somos renovados, animados, porque nos sentimos cada vez más amados. Y cuando siendo amados caemos, sentimos más dolor que antes. Es un dolor benéfico, que lentamente nos separa del pecado. Descubrimos entonces que la fuerza de la vida es recibir el perdón de Dios y seguir adelante, de perdón en perdón. Así es la vida del cristiano: de vergüenza en vergüenza y de perdón en perdón. Es la vida cristiana.
Además de la vergüenza y la resignación, hay otra puerta cerrada, a veces blindada: nuestro pecado. Cuando cometo un pecado grande, si yo —con toda honestidad— no quiero perdonarme, ¿por qué debe hacerlo Dios? Esta puerta, sin embargo, está cerrada solo de una parte, la nuestra; que para Dios nunca es infranqueable. A él, como enseña el Evangelio, le gusta entrar precisamente “con las puertas cerradas”, cuando todo acceso parece bloqueado. Allí Dios obra maravillas. Él no decide jamás separarse de nosotros, somos nosotros los que le dejamos fuera. Pero cuando nos confesamos acontece lo inaudito: descubrimos que precisamente ese pecado, que nos mantenía alejados del Señor, se convierte en el lugar del encuentro con él. Allí, el Dios herido de amor sale al encuentro de nuestras heridas. Y hace que nuestras llagas miserables sean similares a sus llagas gloriosas. Porque él es misericordia y obra maravillas en nuestras miserias. Pidamos hoy como Tomás la gracia de reconocer a nuestro Dios, de encontrar en su perdón nuestra alegría, en su misericordia nuestra esperanza.  
09.04.16




10.04.18 





La Iglesia y el mundo tienen hoy una “necesidad particular de Misericordia”

Misa del Papa Francisco con 550 misioneros de la Misericordia

(10 abril 2018).- Tanto la Iglesia como el mundo de hoy tienen una necesidad particular de Misericordia para que la unidad deseada por Dios en Cristo prevalezca sobre la acción negativa del maligno”.
Homilía del Papa Francisco en la Eucaristía celebrada con 550 misioneros de la Misericordia, este martes, 10 de abril de 2018, a las 12 horas en el Altar de la Cátedra de la basílica vaticana, tras recibirlos en audiencia en la Sala Regia.
El Pontífice ha explicado que el demonio aprovecha muchos medios actuales, en sí mismos buenos, pero que, mal utilizados, en lugar de unir, dividen y ha llamado a permanecer unidos: Estamos convencidos de que “la unidad es superior al conflicto”, ha dicho.
Francisco ha recordado a los misioneros que viven un “ministerio que se mueve en ambas direcciones”: al servicio de las personas, para que “renazcan desde lo alto” y al servicio de la comunidad, para que puedan vivir el mandamiento del amor con alegría y coherencia.
Fuerza de atracción 
Homilía del Papa Francisco 
Hemos escuchado en el Libro de los Hechos: “Los apóstoles con gran poder, daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús” (Hechos 4:33).
Todo comienza desde la Resurrección de Jesús: de allí viene el testimonio de los apóstoles y, a través de él, se generan la fe y la vida nueva de los miembros de la comunidad, con su franco estilo evangélico.
Las lecturas de la misa de hoy ponen de manifiesto estos dos aspectos inseparables: el renacimiento personal y la vida de la comunidad. Y ahora, dirigiéndome a vosotros, queridos hermanos, pienso en vuestro ministerio que lleváis cabo desde el Jubileo de la Misericordia. Un ministerio que se mueve en ambas direcciones: al servicio de las personas, para que “renazcan desde lo alto” y al servicio de la comunidad, para que puedan vivir el mandamiento del amor con alegría y coherencia.
Hoy la Palabra de Dios ofrece dos indicaciones que me gustaría brindaros, pensando precisamente en vuestra misión.
El Evangelio recuerda que aquel que está llamado a dar testimonio de la Resurrección de Cristo debe, en primera persona, “nacer de lo alto(Jn 3, 7). De lo contrario, se termina como Nicodemo que, a pesar de ser un maestro en Israel, no entendía las palabras de Jesús cuando decía  que para “ver el reino de Dios”  hay que  “nacer de lo alto”, nacer “del agua y del Espíritu” (cf. 3-5). Nicodemo no entendía la lógica de Dios, que es la lógica de la gracia, de la misericordia, por la cual  el que se hace pequeño se vuelve grande, el que se hace último pasa a ser el primero, el que  se reconoce enfermo se cura. Esto significa dejar realmente la primacía al Padre, a Jesús y al Espíritu Santo en nuestra vida. Atención: no se trata de convertirse en sacerdotes “poseídos”, casi como si se fuera depositario de un carisma extraordinario. No. Sacerdotes ordinarios, simples, humildes, equilibrados, pero capaces de dejarse regenerar constantemente por el Espíritu, dóciles a su fuerza, interiormente libres,- sobre todo de sí mismos- porque les mueve el “viento” del Espíritu que sopla donde quiere (Jn 3, 8). La segunda indicación se refiere al servicio a la comunidad: ser sacerdotes capaces de levantar” en el “desierto del mundo el signo de la salvación, es decir, la Cruz de Cristo, como fuente de conversión y renovación para toda la comunidad y para el mundo mismo ( ver Jn 3: 14-15). En particular, me gustaría hacer hincapié en que el Señor muerto y resucitado es la fuerza que crea la comunión en la Iglesia y, a través de la Iglesia, en toda la humanidad. Jesús lo dijo antes de la Pasión: “Cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí” (Jn 12, 32). Esta fuerza de comunión se manifestó desde el principio en la comunidad de Jerusalén donde, -como atestigua el Libro de los Hechos,-  “La multitud de los creyentes no tenía sino un solo corazón y una sola alma” (4,32). Era una comunión que compartía los bienes de forma concreta, de modo que “todo era en común entre ellos” (v. Ibíd.) Y “no había entre ellos ningún necesitado” (v. 34). Pero este estilo de vida de la comunidad también era “contagioso” para el exterior: la presencia viva del Señor resucitado produce una fuerza de atracción que, a través del testimonio de la Iglesia y de las diversas formas de proclamación de la Buena Nueva, tiende a alcanzar a todos, ninguno excluido. Vosotros, queridos hermanos, poned al servicio de este dinamismo vuestro ministerio específico de Misioneros de la Misericordia. En efecto, tanto la Iglesia como el mundo de hoy tienen una necesidad particular de Misericordia para que la unidad deseada por Dios en Cristo prevalezca sobre la acción negativa del maligno que aprovecha muchos medios actuales, en sí mismos buenos, pero que, mal utilizados, en lugar de unir, dividen. Estamos convencidos de que “la unidad es superior al conflicto” (Evangelii gaudium, 228), pero también sabemos que sin la Misericordia este principio no tiene fuerza para actuarse en lo concreto de la vida y de la historia.
Queridos hermanos, salid de este encuentro con la alegría de ser confirmados en el ministerio de la Misericordia. Antes que nada confirmados en la grata confianza de ser vosotros los primeros llamados a renacer siempre de nuevo “desde lo alto”, desde el amor de Dios. Y al mismo tiempo confirmados en la misión de ofrecer a todos el signo de Jesús “levantado” de la tierra, para que  la comunidad sea signo e instrumento de unidad en medio del mundo.   11.04.18



Audiencia General, 11 de abril de 2018

El Papa ha dedicado la catequesis al sacramento del Bautismo


(11 abril 2018).- La audiencia general ha tenido lugar esta mañana a las 9:30  horas en la Plaza de San Pedro donde el Santo Padre Francisco ha encontrado grupos de peregrinos y fieles de Italia y de todo el mundo.
El Santo Padre, terminado el ciclo de catequesis sobre la santa misa, ha dedicado su atención al sacramento del bautismo.
Tras resumir su discurso en diversas lenguas, el Santo Padre ha saludado en particular a los grupos de fieles presentes procedentes de todo el mundo. La audiencia general ha terminado con el canto del  Pater Noster y la bendición apostólica.
Catequesis del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Los cincuenta días del tiempo litúrgico pascual son propicios para reflexionar sobre la vida cristiana que, por su naturaleza, es la vida que proviene de Cristo mismo. De hecho, somos cristianos en la medida en que permitimos que Jesucristo viva en nosotros. Entonces, ¿desde dónde podemos comenzar a reavivar  esta conciencia si no desde el principio, desde el Sacramento que ha encendido la vida cristiana en nosotros?. Este es el Bautismo. La Pascua de Cristo, con su carga de novedad, nos alcanza a través del Bautismo para transformarnos a su imagen: los bautizados son de Jesucristo, Él es el Señor de su existencia. El bautismo es el “fundamento de toda la vida cristiana” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1213). Es el primero de los sacramentos, ya que es la puerta que permite  a Cristo el Señor  tomar morada en nuestra persona y a nosotros sumergirnos en su Misterio.
El verbo griego “bautizar” significa “sumergir” (véase CIC, 1214). El baño con agua es un ritual común a varias creencias para expresar la transición de una condición a otra, un signo de purificación para un nuevo comienzo. Pero para nosotros, los cristianos, no debe pasar por alto que si es el cuerpo el que se sumerge en el agua, es el alma la que se sumerge en Cristopara recibir el perdón del pecado y resplandecer con la luz divina (cf. Tertuliano, Sobre la resurrección de los muertos, VIII, 3: CCL 2, 931, PL 2, 806). En virtud del Espíritu Santo, el bautismo nos sumerge en la muerte y resurrección del Señor, ahogando  en la pila bautismal al hombre viejo, dominado por el pecado que separa de Dios y dando vida  al hombre nuevo, recreado en Jesús. En él, todos los hijos de Adán son llamados a una nueva vida. El Bautismo es, pues, un renacimiento. Estoy seguro, segurísimo de que todos nosotros recordamos la fecha de nuestro nacimiento: seguro. Pero yo me pregunto, con algo de duda, y os pregunto a vosotros : ¿Cada uno de nosotros recuerda la fecha de su bautismo? Algunos dicen que sí –está bien-. Pero es un sí algo débil porque quizás muchos no la recuerdan. 
Pero si celebramos el día en que nacimos ¿por qué no celebrar, o por lo menos recordar, el día del renacimiento? Yo os pongo unos deberes para casa. Los que no se acuerden de la fecha del bautismo, que pregunten a su madre, a los tíos, a los sobrinos, que pregunten: “¿Tú sabes cuál es la fecha de mi bautismo?” . Y no la olvidéis nunca. Y ese día dad gracias al Señor porque es precisamente el día en que Jesús entró en mí, en que el Espíritu Santo entró en mí. ¿Habéis entendido bien los deberes? Todos tenemos que saber la fecha de nuestro bautismo. Es otro cumpleaños: el cumpleaños del renacimiento. No os olvidéis de hacerlo, por favor.
Recordemos las últimas palabras del Señor Resucitado a los Apóstoles; son un mandato preciso: “Id y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28, 19). A través del lavacro bautismal, el  que cree en Cristo se sumerge en la misma vida de la Trinidad.
De hecho, no es un agua cualquiera la del Bautismo, sino el  agua sobre la que se invoca el Espíritu que “da vida” (Credo). Pensamos en lo que Jesús dijo a Nicodemo, para explicarle el nacimiento en la vida divina: “El que no nazca de agua y de espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu es espíritu “(Jn 3: 5-6). Por lo tanto, el bautismo también se llama “regeneración”: creemos que Dios nos ha salvado “según su misericordia, por medio del baño de regeneración y de renovación  del Espíritu.” (Tito 3: 5).
El bautismo es, por lo tanto, un signo eficaz de renacimiento, para caminar en una nueva vida. San Pablo lo recuerda a los cristianos de Roma: “¿O es que ignoráis que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús fuimos bautizados en su muerte? Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva”(Rom 6: 3-4).
Al sumergirnos en Cristo, el Bautismo también nos hace miembros de su Cuerpo, que es la Iglesia, y partícipes de su misión en el mundo (Cfr. CCC 1213).Nosotros, los bautizados, no estamos aislados: somos miembros del Cuerpo de Cristo.  La vitalidad que fluye de la fuente bautismal se ilustra con estas palabras de Jesús: “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto”(Jn 15, 5). Una misma vida, la del Espíritu Santo, fluye de Cristo a los bautizados, uniéndolos en un solo Cuerpo (cf. 1 Cor 12:13), con el crisma de la santa unción y alimentado  en  la mesa eucarística.
El bautismo permite a Cristo vivir en nosotros y a nosotros  vivir unidos a él, para colaborar en la Iglesia, cada uno según su condición, en la transformación del mundo. Recibido solo una vez, el lavacro bautismal ilumina toda nuestra vida, guiando nuestros pasos hacia la Jerusalén del Cielo. Hay un antes y un después del bautismo. El Sacramento supone un camino de fe, que llamamos catecumenado, evidente cuando es un adulto quien  pide el bautismo. Pero incluso los niños, desde la antigüedad, son bautizados en la fe de sus padres (véase Rito del Bautismo de los Niños, Introducción, 2).  Y  sobre esto quisiera deciros algo. Algunos piensan : pero ¿por qué bautizar a un niño que no entiende? Esperemos a que crezca, a que entienda y sea él mismo el que pida el bautismo . Pero esto significa no tener confianza en el Espíritu Santo, porque cuando bautizamos a un niño, en ese niño entra el Espíritu Santo y el Espíritu Santo hace que crezcan en ese niño, desde pequeño, virtudes cristianas que florecerán después. Siempre hay que dar a todos esta  oportunidad , a todos los niños, la de tener dentro al Espíritu Santo que los guíe durante la vida. ¡No os olvidéis de bautizar a los niños! Nadie merece el Bautismo, que es siempre un don gratuito para todos, adultos y recién nacidos. Pero como sucede con una semilla llena de vida, este regalo arraiga y da fruto en una tierra alimentada por la fe. Las promesas bautismales que renovamos cada año en la Vigilia Pascual deben ser reavivadas todos los días para que el Bautismo “cristifique”: no hay que tener miedo de esta palabra: el bautismo nos “cristifica”, quien ha recibido el bautismo y es “cristificado”  se asemeja a Cristo , se transforma en Cristo y se hace de verdad otro Cristo.  
12.04.18



Santa Marta: El Papa llama a la obediencia, testimonio y concreción

Recuerda a los cristianos perseguidos, “más que en los primeros tiempos”


(12 abril 2018).- “Obediencia, testimonio, concreción” son las 3 características que brotan de la alegría pascual.
En la mañana del segundo jueves de Pascua, 12 de abril de 2018, el Pontífice Francisco ha celebrado la Eucaristía en la capilla de la Residencia Santa Marta, con la participación de algunos sacerdotes, religiosos y fieles.
El Santo Padre ha recordado que los 50 días del tiempo pascual fueron para los Apóstoles un ‘tiempo de alegría’, por la Resurrección de Cristo. Una “alegría verdadera”, pero aún dudosa, temerosa, que se pregunta cómo irán las cosas.
Mientras que, después –ha continuado el Papa– cuando desciende el Espíritu Santo, la alegría se vuelve ‘valiente’: primero ‘entendían porque veían al Señor, pero no entendían todo’. Estaban contentos pero no lograban entender. ‘Fue el Espíritu Santo el que los hizo entender todo’.
Testimonio
El Papa Francisco ha dirigido un pensamiento a los cristianos perseguidos: “Todas las persecuciones que hay… desde ese momento hasta hoy… Piensen en los cristianos perseguidos en África, en Oriente Medio… Hoy son más que en los primeros tiempos… Encarcelados, degollados, ahorcados, por confesar a Jesús. Testimonio hasta el final”.
Así, ha exhortado a todos a dar testimonio, “que fastidia tanto” –ha dicho–, a la vez que ha llamado a la “obediencia”, el camino que el Hijo “nos ha abierto”: “El cristiano, por lo tanto “obedece a Dios”, describe.
Obediencia
Francisco ha narrado que a los Apóstoles les habían prohibido predicar y anunciar a Jesús y sin embargo, después de haber sido liberados por medio de un Ángel, “vuelven a enseñar en el templo” –ha explicado–.
Y con la Primera Lectura de los Hechos de los Apóstoles, (5,27-33) y la respuesta de Pedro: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”, recordó asimismo el Evangelio de Juan (Jn3,31-36). La obediencia de los Apóstoles para seguir el camino de Jesús que obedeció hasta el final.
Concreción
El Santo Padre ha pedido concreción: “Los Apóstoles hablaban de cosas concretas, `no de cuentos’. Así como ellos vieron y tocaron a Jesús, `cada uno de nosotros ha tocado a Jesús en su propia vida´”.
La homilía del Papa Francisco, en este jueves 12 de abril ha terminado con la oración al Padre para pedir “los unos por los otros, aquella alegría que viene del Espíritu Santo, que da el Espíritu Santo: la alegría de la obediencia pascual, la alegría del testimonio pascual y la alegría de la concreción pascual”.
 13.04.18


Santa Marta: “El hombre libre no tiene miedo del tiempo”

El Papa Francisco invitó a reflexionar sobre la verdadera libertad


( 13 abril 2018).- “El hombre libre no tiene miedo del tiempo, deja actuar a Dios, deja espacio para que Dios actúe en el tiempo”, ha comentado el Papa en la Eucaristía matutina, celebrada esta mañana en Santa Marta.
El Santo Padre ha puesto tres ejemplos de libertad: el fariseo Gamaliel, los apóstoles Pedro y Juan, y el mismo Jesús. Y alentó a preguntarnos si somos libres o esclavos de ambiciones, riquezas, modas… –señala ‘Vatican News’–.
El hombre libre es paciente. Y ése era un judío. No era un cristiano, No había reconocido a Jesús Salvador. Pero era un hombre libre. Formula su pensamiento, lo ofrece a los demás y es aceptado. La libertad no es impaciente”, ha dicho.
Los cristianos son libres aunque estén encarcelados por Jesucristo”. El Papa Francisco invitó a reflexionar sobre la verdadera libertad, que se contrapone a la del mundo, que está un poco «esquizofrénico», indica ‘Vatican News’ en español.
Francisco ha reflexionado en la homilía sobre la primera  lectura, tomada de los Hechos de los apóstoles (5, 34-42), y con el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según san Juan sobre la multiplicación de panes y peces (6, 1-15), el Papa reiteró que la libertad de la que hablamos en este tiempo pascual es la libertad de los hijos que nos ha donado Jesús con «su obra redentora», señala la página web del Vaticano.
14.04.18




Papa Francisco: “Cristo ha resucitado”

Meditación sobre la Resurrección de Cristo

(15 abril 2018).- “El cuerpo no es un obstáculo o una prisión del alma”: el Papa Francisco recuerda la concepción cristiana del cuerpo al meditar en la aparición de Cristo relatada por el Evangelio de este domingo (Lc 24, 35-48).
El cuerpo es creado por Dios y el hombre no está completo hasta que sea una unión de cuerpo y alma”, explicó el Papa antes de la oración mariana de Regina Caeli, este 15 de abril de 2018, en la Plaza de San Pedro.
Jesús, que venció la muerte y resucitó en cuerpo y alma, nos hace comprender que debemos tener una idea positiva de nuestro cuerpo”, insistió el Papa.
Deploraba los ataques contra los cuerpos de las víctimas de la “esclavitud” moderna como ataques al cuerpo de Cristo.
Pero es toda la historia humana atravesada por la resurrección de Cristo y el Papa ha invitado a “resaltar la novedad de la vida que él siembra en la historia,para guiarla hacia los cielos nuevos y una tierra nueva”.
Esta es nuestra traducción rápida, de trabajo, de la meditación del Papa Francisco.
Palabras del Papa antes del Regina Caeli
Queridos hermanos y hermanas. ¡Buenos días!.
En el centro de este tercer domingo de Pascua está la experiencia que tuvieron los discípulos del Resucitado. Lo evidencia especialmente el evangelio y nos lleva una vez más al Cenáculo donde Jesús se manifiesta a los apóstoles dirigiéndoles este saludo: “Paz a vosotros” (Lc 24, 36). Se trata de la paz interior y de la paz que se establece en las relaciones entre las personas. El episodio relatado por el evangelista Lucas insiste mucho en el realismo de la Resurrección, Jesús no es un fantasma. De hecho, no se trata de una aparición del alma de Jesús sino de su presencia real con el cuerpo resucitado.
Jesús se da cuenta que sus apóstoles están turbados al verlo, están desconcertados porque la realidad de la Resurrección es para ellos inconcebible. Creen que ven un fantasma; pero Jesús resucitado no es un fantasma, es un hombre con cuerpo y alma y por esto les dice: “Mirad mis manos y mis pies: -les enseña las llagas -soy realmente yo” .“Tocadme y miradme; un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo” (v 39). Y porque esto no parece bastar para vencer la incredulidad de los discípulos, el Evangelio dice también algo interesante: era tanta la alegría que tenían dentro que no lo podían creer: “¡No, no es posible!, ‘No puede ser!¡Tanta alegría no es posible!”. Entonces Jesús, para convencerles, les dice ¿Tenéis aquí algo para comer? (v 41).  Le ofrecieron pescado asado; Jesús lo toma y se lo come delante de ellos, para convencerlos.
La insistencia de Jesús sobre la realidad de la Resurrección ilumina la perspectiva cristiana sobre el cuerpo: el cuerpo no es un obstáculo o una prisión del alma, el cuerpo está creado por Dios y el hombre no es completo si no está en unión de cuerpo y alma. Jesús que ha vencido la muerte y ha resucitado en cuerpo y alma nos hace entender que debemos tener una idea positiva de nuestro cuerpo. Puede transformarse en ocasión o instrumento de pecado, pero el pecado no es provocado por el cuerpo sino por nuestra debilidad moral. El cuerpo es un don maravilloso de Dios destinado, en unión con el alma, a expresar en plenitud la imagen y semejanza con Él. Por lo tanto estamos llamados a tener un gran respeto y cuidado de nuestro cuerpo y del de los demás.
¡Toda ofensa, herida o violencia al cuerpo de nuestro prójimo es un ultraje a Dios creador!, Mi pensamiento va en particular a los niños, a las mujeres, a los ancianos maltratados en el cuerpo. En la carne de estas personas encontramos el cuerpo de Cristo. Cristo herido, burlado, calumniado, humillado, flagelado, crucificado. Jesús nos ha enseñado el amor, un amor que en la Resurrección se ha demostrado más poderoso que el pecado y la muerte y quiere rescatar a todos aquellos que experimentan en el propio cuerpo las esclavitudes de nuestros tiempos.
En un mundo donde prevalece muchas veces la arrogancia contra los más débiles y el materialismo que sofoca el espíritu, el Evangelio de hoy nos llama a ser personas capaces de mirar en profundidad, llenas de estupor y de alegría grande por haber encontrado al Señor resucitado. Nos llama a ser personas que saben recoger y valorizar la novedad  de vida que él siembra en la historia para orientarla hacia los cielos nuevos y la tierra nueva. ¡Que nos sostenga en este camino la Virgen María a cuya intercesión materna nos encomendamos con confianza!     
17.04.18


Santa Marta: “La Iglesia necesita que todos nosotros seamos profetas”

Reflexión de la Primera lectura tomada de los Hechos de los Apóstoles

(17 abril 2018).- “El verdadero profeta es capaz de llorar sobre el pueblo que no lo escucha”, ha dicho el Santo Padre Francisco.
Esta mañana, 17 de abril de 2018, el Papa ha reflexionado en la misa matutina en la Casa de Santa Marta sobre la Primera lectura tomada de los Hechos de los Apóstoles.
El Papa ha hablado de san Esteban: “La Iglesia –dice el Santo Padre– necesita que todos nosotros seamos profetas”, y ha comentado: “Cuando el profeta llega a la verdad y toca el corazón, el corazón se abre o el corazón se vuelve de piedra, y se desencadena la rabia, la persecución. Así termina la vida de un profeta”.
Asimismo, el Pontífice ha observado que así como los profetas anteriores habían sido perseguidos por sus padres, también estos ancianos y escribas con sus corazones que «se consumían de rabia» se lanzaron contra Esteban, «y arrastrándolo fuera de la ciudad, lo apedrearon».
Verdad incómoda
La verdad muchas veces es incómoda y no es agradable de escuchar: el Santo Padre Francisco recuerda que “los profetas siempre han tenido estos problemas de persecución para decir la verdad”.
Pero, ¿cuál es para mí la prueba de que un profeta cuando habla en voz alta dice la verdad? –ha planteado el Papa–. Es cuando este profeta es capaz no sólo de decir, sino también de llorar sobre el pueblo que ha abandonado la verdad. Y Jesús, por una parte, le reprocha con esas palabras duras; «generación perversa y adúltera» dice por ejemplo; y por la otra parte llora por Jerusalén. Ésta es la prueba: un verdadero profeta es aquel capaz de llorar por su pueblo y también de decir cosas fuertes cuando debe decirlas. No es tibio, es siempre así: directo”.
Profeta de la esperanza
Pero el verdadero profeta no es un “profeta de desventuras” –precisa el Santo Padre–. “El verdadero profeta es un profeta de la esperanza”:
Abrir puertas, sanear las raíces, restaurar la pertenencia al pueblo de Dios para seguir adelante. No es ‘por oficio’ un reprochador… No, él es un hombre de esperanza. Reprocha cuando es necesario, y abre las puertas mirando el horizonte de la esperanza. El verdadero profeta, si hace bien su trabajo, se juega la piel”.       
18.04.18


Catequesis del Papa: El Bautismo implica una “respuesta personal”

Es necesario enseñar a los niños a hacer bien la señal de la cruz



(18 abril 2018).- “Dios llama a cada uno por su nombre, amándonos personalmente, en lo concreto de nuestra historia”, dice el Papa, explicando por qué “en el rito de bienvenida” del Bautismo, “preguntamos el nombre del candidato”.
El Bautismo –continúa el Papa– “constituye la vocación personal de vivir como cristianos, que se desarrollará a lo largo de la vida. Y implica una respuesta personal y no prestada, con un “copiar y pegar”. La vida cristiana, de hecho, está tejida a partir de una serie de llamadas y respuestas.
El Papa Francisco continuó su catequesis sobre el Bautismo deteniéndose en la celebración del sacramento y, más precisamente, en el rito de introducción, este miércoles 18 de abril de 2018, en la Plaza de San Pedro.

El Santo Padre también hizo hincapié en la importancia de la señal de la cruz: “La cruz es el signo distintivo que manifiesta quiénes somos: lo que decimos, lo que pensamos, miramos, hacemos, bajo el signo de la cruz, a saber bajo el signo del amor de Jesús hasta el final”. Y el Papa ha vuelto sobre un punto que le es muy querido: “¿Saben nuestros hijos cómo hacer la señal de la cruz? Muy a menudo, he visto niños que no saben cómo hacer la señal de la cruz (…) Enseñad a los niños a hacer bien la señal de la cruz”.    
19.04.18


Catequesis del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Continuamos, en este tiempo de Pascua, la catequesis sobre el Bautismo. El significado del bautismo resalta claramente en su celebración, por lo que nuestra atención se dirige a ella. Si examinamos los gestos y las palabras de la liturgia, nos daremos cuenta de la gracia y del compromiso de este sacramento, que siempre debemos redescubrir. Lo recordamos en la aspersión con agua bendita que se puede hacer los domingos al comienzo de la Misa, así como en la renovación de las promesas bautismales durante la Vigilia Pascual. De hecho, lo que sucede en la celebración del bautismo despierta una dinámica espiritual que atraviesa toda la vida de los bautizados; es el comienzo de un proceso que permite vivir unidos a Cristo en la Iglesia. Por lo tanto, regresar a la fuente de la vida cristiana nos lleva a comprender mejor el don recibido en el día de nuestro Bautismo y a renovar el compromiso de responder a él en la condición en que nos encontramos hoy. Renovar el compromiso, comprender mejor este don, que es el bautismo, y recordar el día de nuestro bautismo. El miércoles pasado puse esos deberes para casa y para cada uno de nosotros: Recordar el día del bautismo, el día en que fui bautizado. Sé que algunos de vosotros lo saben, otros, no; aquellos que no lo saben, que lo pregunten a los parientes, a esas personas, padrinos, madrinas… preguntad: “¿Cuál es la fecha de mi bautismo?” .Porque el bautismo es un renacimiento y es como un segundo cumpleaños. ¿Entendido? Haced estos deberes, preguntad: “¿Cuál es la fecha de mi bautismo?”.

En primer lugar, en el rito de recibimiento, se pregunta el nombre del candidato, porque el nombre indica la identidad de una persona. Cuando nos presentamos, inmediatamente decimos nuestro nombre: “Yo me llamo así”, para salir del anonimato; el anónimo es el que no tiene nombre. Para salir del anonimato decimos inmediatamente nuestro nombre. Sin nombre, eres un desconocido, sin derechos ni obligaciones. Dios llama a cada uno por su nombre, amándonos individualmente, en la  concreción de nuestra historia. El bautismo enciende la vocación personal de vivir como cristianos, que se desarrollará a lo largo de la vida. E implica una respuesta personal y no prestada, con un “copiar y pegar”. De hecho, la vida cristiana está entrelazada con una serie de llamadas y respuestas: Dios sigue pronunciando nuestro nombre a lo largo de los años, haciendo resonar de mil maneras su llamada a conformarse a su Hijo Jesús. ¡Así que el nombre es importante! ¡Es muy importante! Los padres piensan en el nombre que quieren  dar a sus hijos ya  antes de que nazcan: esto también forma parte de la espera de un niño que, con su propio nombre, tendrá una identidad original, también para la vida cristiana vinculada a Dios
Por supuesto, convertirse en cristiano es un don que viene de lo alto  (véase Jn 3: 3-8). La fe no se puede comprar, pero puede pedirse y  puede recibirse como un don. “Señor, regálame el don de la fe”, es una oración hermosa. ¡Que yo tenga fe!, es una oración hermosa. Se puede pedir como don, pero no se puede comprar. Efectivamente,”el Bautismo es, en primer lugar, el sacramento de la fe con que los hombres, iluminados por la gracia del Espíritu Santo, responden al Evangelio de Cristo. “(Rito del Bautismo de los Niños, Introducción Gen., n. ° 3). La formación de los catecúmenos y la preparación de los padres tienden a suscitar y a despertar una fe sincera en respuesta al Evangelio, así como la escucha de la Palabra de Dios en la misma celebración del bautismo.

Si los catecúmenos adultos manifiestan en persona lo que quieren recibir como don de la Iglesia, los hijos son presentados por sus padres, con los padrinos. El diálogo con ellos les permite expresar la voluntad de que los niños reciban el Bautismo y a la Iglesia la intención de celebrarlo. “Expresión de todo esto es la señal de la cruz, que el celebrante y sus padres trazan en la frente de los niños” (Rito del Bautismo de los Niños, Introd., N. ° 16). “La señal de la cruz expresa el sello de Cristo sobre el que está a punto de pertenecerle y significa la gracia de la redención que Cristo ha adquirido para nosotros a través de su cruz” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1235). En la ceremonia, hacemos a los niños la señal de la cruz Pero me gustaría volver a un te ema del que ya os he hablado. ¿Nuestros niños saben cómo hacer bien la señal de la cruz?

Muchas veces he visto niños que no saben hacer la señal de la cruz. Y tú, padre, madre, abuelos, abuelas, padrinos, madrinas, debéis enseñar a hacer bien la señal de la cruz porque es repetir lo que se hizo en el Bautismo. ¿Lo habéis entendido? Enseñad a los niños a hacer bien la señal de la cruz. Si lo aprenden de niños, lo harán bien más tarde, cuando crezcan.

La cruz es la insignia que muestra quiénes somos: nuestro hablar, pensar, mirar, trabajar está bajo la señal de la cruz, es decir, bajo el signo del amor de Jesús hasta el final. Los niños son signados en la frente.  A los catecúmenos adultos también se les signan los sentidos, con estas palabras: ” Recibid la señal de la cruz, para que oigáis la voz del Señor”;en los ojos para que veáis la claridad de Dios”, “en la boca, para que respondáis a la palabra de Dios”; “en el pecho para que Cristo habite por la fe en vuestros corazones”, en la espalda para que llevéis el suave yugo de Cristo” (Rito de iniciación cristiana de adultos, n. ° 85). Nos convertimos en cristianos en la medida en que la cruz se imprime en nosotros como una marca de “Pascua” (véase Apocalipsis 14: 1, 22: 4), haciendo visible, incluso exteriormente, la manera cristiana de enfrentar la vida. Hacer la señal de la cruz cuando nos despertamos, antes de las comidas, antes de un peligro, para defendernos del mal, la noche antes de dormir significa decirnos a nosotros mismos y a los demás a quién pertenecemos, quién queremos ser. Por eso es tan importante enseñar a los niños a hacer bien la señal de la cruz. Y, como hacemos cuando entramos en la iglesia, podemos hacerlo también en casa, teniendo un poco de agua bendita –algunas familias lo hacen- en un jarrón pequeño: así que, cada vez que entramos o salimos, haciendo la señal de la cruz con esa agua recordamos que estamos bautizados. Repito, no lo olvidéis, enseñar a los niños a hacer la señal de la cruz.





Santa Marta: No hay “evangelización de sillón”

Partir de la situación concreta, no de una teoría

(19 abril 2018).- “No hay evangelización de sillón”: dijo el Papa Francisco durante la misa de esta mañana 19 de abril de 2018 en la Casa de Santa Marta en el Vaticano. En su homilía reportada por Vatican News en italiano , recomendó comenzar desde la situación concreta, no desde una teoría.
Al comentar sobre la primera lectura (Hechos 8: 26-40), donde Felipe se ve impulsado a partir por el ángel del Señor, el Papa destacó que si la persecución dispersó a los discípulos, sin embargo, se les permitió “ir más allá”.
Y el Papa explica: “Como hace el viento con las semillas de las plantas, las lleva y las siembra, eso es lo que pasó aquí: fueron más allá, con la semilla de la Palabra, y han sembrado la Palabra de Dios … Este pasaje de los Hechos de los Apóstoles es de gran belleza … Es un verdadero tratado de evangelización. Así evangeliza el Señor. Así proclama el Señor. El Señor también quiere que nosotros evangelicemos”.
En la primera lectura, de hecho, el Espíritu Santo llama: “Levántate y vete”. Levántate y ve a este lugar. No hay “evangelización de sillón”. “Levántate y vete”. Sal siempre. En movimiento. Ve donde tienes que decir la Palabra. ”
La evangelización no es un buen plan de proselitismo”, continuó, “Vayamos y hagamos prosélitos …” No … Es el Espíritu el que te dice cómo hablar para llevar la Palabra de Dios, para llevar el nombre de Jesús. No existe un “Vademécum de evangelización” que se sirva, se necesita “proximidad”, debemos “mirar lo que está sucediendo”, es decir, “partir desde la situación”, no desde una “Teoría”.
El Papa Francisco mencionó a los misioneros como “mártires de la evangelización”, que “no estaban preparados físicamente, porque no tenían los anticuerpos para resistir las enfermedades de estas tierras”. “No podemos evangelizar en teoría”, insistió. La evangelización es un poco de cuerpo a cuerpo, de persona a persona. Partimos de la situación, no de las teorías”.
Este “método simple”, concluyó, “es el método de Jesús”: “Jesús evangeliza así. Siempre en camino, siempre en movimiento, siempre cerca de la gente, y él siempre partía  desde las situaciones concretas …Solo podemos evangelizar con estas tres actitudes, pero bajo la fuerza del Espíritu Santo. Sin el Espíritu, ninguna de estas tres actitudes sirve. Es el Espíritu quien nos insta a ponernos de pie, acercarnos y a partir de las situaciones”. 
20.04.18



No son suficientes las obras de caridad”

25 años de la muerte de Don Tonino Bello


(20 abril 2018).- A los 25 años de la muerte de Mons. Tonino Bello, el Papa Francisco ha parafraseado al obispo italiano, en el Puerto de Molfetta, donde fue obispo sus últimos años: “No son suficientes las obras de caridad, si falta la caridad de las obras”.
Esta mañana, viernes, 20 de abril de 2018, a las 11:05 horas, el helicóptero con el Santo Padre Francisco a bordo, aterrizó en la plaza de Cala Sant’Andrea, junto a la Catedral de Molfetta, procedente de Alessano (pueblo natal de Don Tonino), donde ha pronunciado un discurso.
A su llegada el Papa fue recibido por el obispo de Molfetta Ruvo-Giovinazzo-Terlizzi, S.E. Mons. Domenico Cornacchia, y por el alcalde Tommaso Minerbini. El Santo Padre se desplazó en automóvil al puerto de Molfetta, donde saludó a los fieles pasando por los muelles; después se dirigió al palco preparado para la celebración eucarística.
A las 11:20 horas, en el puerto de Molfetta, el Santo Padre presidió la Santa Misa.
Al final de la celebración eucarística, después del saludo de S.E. Mons. Domenico Cornacchia, el Papa saludó a un grupo de fieles.
A las 13:40 horas, el Santo Padre se trasladó en helicóptero al Puerto de Molfetta para volver a Roma.
Homilía del Papa Francisco
Las lecturas que hemos escuchado presentan dos elementos clave de la vida cristiana: el Pan y la Palabra.
El Pan. El pan es el alimento esencial para vivir y Jesús en el Evangelio se nos ofrece como Pan de vida, como si dijese: “Sin mí, no podéis vivir”. Y utiliza expresiones fuertes: “Comed mi carne y bebed mi sangre” (cfr Jn 6.53). ¿Qué significa? Que para nuestra vida es esencial establecer una relación vital, personal con Él. Carne y sangre. La Eucaristía es esto: no es un rito hermoso, sino la comunión másintima, más concreta, más asombrosa que se pueda imaginar con Dios: una comunión de amor tan real que asume la forma de la comida. La vida cristiana cada vez vuelve a comenzar desde aquí, de esta mesa donde Dios nos sacia de amor. Sin Él, Pan de vida, cada esfuerzo en la Iglesia es vano, como recordaba don Tonino Bello: Non bastano le opere di carità, se manca la carità delle opere. Se manca l’amore da cui partono le opere, se manca la sorgente, se manca il punto di partenza che è l’Eucaristia, ogni impegno pastorale risulta solo una girandola di cose» (No son suficientes las obras de caridad, si falta la caridad de las obras. Si falta el amor desde el que  comienzan las obras, si falta la fuente, si falta el punto de partida que es la Eucaristía, cada compromiso pastoral resulta solamente un remolino de cosas)[1].

Jesús en el Evangelio añade: “El que me coma vivirá por mi” (v. 57). Como diciendo: quien se alimenta de la Eucaristía, asimila la misma mentalidad del Señor. Él es Pan partido para nosotros y quien lo recibe se vuelve a su vez pan partido, que no fermenta con orgullo, sino  que se da a los demás: deja de vivir para sí mismo, para su propio éxito, para obtener algo o para ser alguien, sino que vive para Jesús y como Jesús, o sea por los demás. Vivir para es la marca de quien come este Pan, la “etiqueta” del cristiano. Vivir para. Se podría poner como aviso fuera de cada iglesia: “Después de la Misa ya no se vive para uno mismo, sino para los demás”. Sería bonito que en esta diócesis de don Tonino Bello hubiera este aviso, en la puerta de las iglesias, para que lo leyeran todos: “Después de la Misa ya no se vive para uno mismo, sino para los demás”. Don Tonino vivió así: ha sido entre vosotros un Obispo-siervo, un Pastor que se hizo pueblo que frente al Tabernáculo aprendía a hacerse comer por la gente. Soñaba con una Iglesia hambrienta de Jesús e intolerante a toda mundanidad, una Iglesia que “sa scorgere il corpo di Cisto nei tabernacoli scomodi della miseria, della sofferenza, della solitudine(“sabe ver el cuerpo de Cristo en los tabernáculos incómodos de la miseria, del sufrimiento, de la soledad”)[2]. Porque, decía, «l’Eucarestia non sopporta la sedentarietà (la Eucaristía no soporta el sedentarismo)” y si no nos levantamos de la mesa sería un “sacramento incompiuto(“sacramento incompleto”)[3]. Nos podemos preguntar: En mí, ¿este Sacramento se realiza? Más concretamente: ¿Me gusta solo ser servido a la mesa por el Señor o me levanto para servir como el Señor? ¿Doy en la vida lo que recibo en misa? Y en cuanto Iglesia nos podríamos preguntar: Después de tantas comuniones, ¿nos hemos vuelto gente de comunión? El Pan de vida, el Pan partido, de hecho, también es Pan de paz. Don Tonino decía que: «la pace non viene quando uno si prende solo il suo pane e va a mangiarselo per conto suo. […] La pace è qualche cosa di più: è convivialità». È «mangiare il pane insieme con gli altri, senza separarsi, mettersi a tavola tra persone diverse», dove «l’altro è un volto da scoprire, da contemplare, da accarezzare»  (La paz no llega cuando uno toma solo su pan y va a comérselo por su cuenta. […] La paz es algo más: es convivialidad”. Es “comer el pan junto a los demás, sin separarse, sentarse a la mesa entre personas diferentes”, donde “el otro es un rostro que descubrir, que contemplar, que acariciar”)[4]. Porque los conflictos y todas las guerras «trovano la loro radice nella dissolvenza dei volti» “hunden su raíz en la disolvencia  de los rostros”)[5]. Y nosotros, que compartimos este Pan de unidad y de paz, estamos llamados a amar cada rostro, a coser cada desgarro; a ser, siempre y en cualquier sitio, constructores de paz. Junto con el Pan, la Palabra. El Evangelio recoge ásperas discusiones sobre las palabras de Jesús: “¿Cómo puede este darnos su carne de comer?” (v.52). Hay un tono de escepticismo en estas palabras. Muchas palabras nuestras se parecen a estas: ¿Cómo puede el Evangelio resolver los problemas del mundo? ¿Para qué hacer el bien en medio de tanto mal? Así caemos en el error de aquella gente, paralizada por el discutir sobre las palabras de Jesús, en vez de dispuesta a acoger el cambio de vida que Él pedía. No entendían que la Palabra de Jesús es para caminar en la vida, no para sentarse a hablar de lo que es y de  lo que no es. Don Tonino, precisamente en el tiempo de Pascua, manifestaba el deseo de recibir esta nueva vida, pasando por fin del dicho al hecho. Por esto exhortaba fervientemente a  los que no tenían el coraje de cambiar: gli specialisti della perplessità. I contabili pedanti dei pro e dei contro. I calcolatori guardinghi fino allo spasimo prima di muoversi” (los especialistas de la perplejidad. Los contables pedantes de los pro y de los contra. Los calculadores desconfiados hasta el límite antes de moverse”[6]. No se responde a Jesús según los cálculos y las conveniencias del momento, se le responde con el“sí” de toda la vida. Él no busca nuestras reflexiones, sino nuestra conversión. Apunta al corazón. Es la misma Palabra de Dios la que lo sugiere. En la primera lectura, Jesús resucitado se dirige a Saulo y  no le propone sutiles razonamientos, sino que  le pide que ponga en juego la vida. Le dice “Levántate y entra en la ciudad y se te dirá lo que debes hacer” (Hch 9,6). Ante todo “Levántate”. La primera cosa de evitar es quedarse en el suelo, padecer la vida, quedarse atenazados por el miedo. Cuantas veces Don Tonino repetía: “¡De pie!” porque «davanti al Risorto non è lecito stare se non in piedi», (frente al resucitado solo es lícito estar de pie). Volverse a levantar siempre, mirar hacia arriba, porque el apóstol de Jesús no puede contentarse con pequeñas satisfacciones.
El Señor después le dice a Saulo: “ Entra en la ciudad”. También a cada uno de nosotros nos dice “Sal, no te quedes cerrado en tus espacios seguros, ¡arriésgate!”. ¡“Arriésgate”!.La vida cristiana hay que invertirla por Jesús y gastarla por los demás. Después de haber encontrado al Resucitado no se puede esperar, no se puede aplazar; hay que ir, salir, no obstante todos los problemas y las incertidumbres. Fijémonos en Saulo, por ejemplo, que después de haber hablado con Jesús, aunque estaba ciego, se levanta y va a la ciudad. Fijémonos en Ananías que, aunque con miedo y titubeante, dice: “¡Aquí estoy, Señor!” (v.10) y enseguida va donde Saulo. Todos estamos llamados, en cualquier situación nos encontremos, a ser portadores de esperanza pascual, “cireneos de la alegría”, como decía don Tonino; servidores del mundo, pero como resucitados, no como empleados. Sin entristecernos nunca, sin resignarnos nunca. Es hermoso ser “mensajeros de esperanza”, distibuidores simples y alegres de la aleluya pascual.
Al final Jesús le dice a Saulo: “Se te dirá lo que debes hacer”. Saulo, hombre decidido y renombrado, calla y va, dócil a la Palabra de Jesús. Acepta obedecer, se vuelve paciente, entiende que su vida ya no depende de él. Aprende la humildad. Porque ser humilde no significa ser tímido o resignado, sino dócil a Dios y vacío de sí mismo. Entonces también las humillaciones, como la que sintió Saulo tirado en el suelo en el camino a Damasco, se vuelven providenciales, porque desnudan de la presunción y permiten a Dios levantarnos. Y la Palabra de Dios hace esto: libera, levanta, hace seguir adelante, humildes y valientes al mismo tiempo. No hace de nosotros protagonistas renombrados y campeones de nuestro propio talento, no, sino testigos auténticos de Jesús, muerto y resucitado, en el mundo.
Pan y Palabra. Queridos hermanos y hermanas, en cada Misa nos alimentamos del Pan de vida y de la Palabra que salva: ¡Vivamos lo que celebramos! Así, como don Tonino, seremos fuentes de esperanza, de alegría y de paz.  
 21.04.18


Papa Francisco: “La paz se construye a partir de las casas, de las calles…”

Discurso del Papa en Alessano, pueblo natal de Don Tonino Bello

(20 abril 2018).- La paz “se construye a partir de las casas, de las calles, de las tiendas, allí donde la comunión se plasma de forma artesanal” ha dicho el Papa Francisco, recordando la labor con los pobres y la promoción por la paz que llevó a cabo el obispo italiano Mons. Tonino Bello.
El Santo Padre ha pronunciado un discurso en Alessano, en la diócesis de Ugento-Santa Maria di Leuca, con motivo del 25º aniversario de la muerte de Don Tonino Bello, esta mañana del viernes, 20 de abril de 2018.
El Pontífice ha hablado a los fieles en el pueblo natal del obispo italiano, tras haber rezado ante su tumba y saludado a Mons. Vito Angiuli, obispo de Ugento-Santa Maria di Leuca.
Discurso del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas:
He venido como peregrino a esta tierra donde nació el Siervo de Dios Tonino Bello. Acabo de rezar en su tumba, que no asciende monumentalmente hacia arriba, sino que  está plantada en la tierra: Don Tonino, sembrado en su tierra, como una semilla sembrada en su tierra, parece querer decirnos cuánto amaba este territorio.. Me gustaría reflexionar sobre ello evocando, ante todo,  algunas palabras suyas de gratitud: “«Grazie, terra mia, piccola e povera, che mi hai fatto nascere povero come te ma che, proprio per questo, mi hai dato la ricchezza incomparabile di capire i poveri e di potermi oggi disporre a servirli»[1] (Gracias, tierra mía, pequeña y pobre, que me has hecho nacer  tan pobre como tú, pero por eso me has dado la riqueza incomparable de entender a los pobres y de poder hoy disponerme para servirlos”.
Entender a los pobres era para él una verdadera riqueza, era entender también a su mamá, entender a los pobres era su riqueza.  Tenía razón, porque los pobres son realmente la riqueza de la Iglesia. Recuérdanoslo de nuevo, Don Tonino, frente a la tentación recurrente de ponernos en fila detrás de los poderosos del momento, de buscar privilegios, de apoltronarnos  en una vida cómoda. El Evangelio –  él solía recordarlo en Navidad y en Pascua- llama a una vida a menudo incómoda, porque los que siguen a Jesús aman a los pobres y a los humildes. Así lo hizo el Maestro, así lo proclamó su Madre, alabando a Dios porque “derribó a los poderosos  de sus tronos, exaltó a los humildes” (Lc 1, 52). Una Iglesia que se preocupa por los pobres permanece siempre sintonizada con el canal de Dios, nunca pierde la frecuencia del Evangelio y siente que debe regresar a lo esencial para profesar con coherencia que el Señor es el único bien verdadero.
Don Tonino nos recuerda que no debemos teorizar acerca de la cercanía a los pobres, sino estar cerca de ellos, como  hizo Jesús, que por nosotros, de rico que era, se hizo pobre (2 Cor 8,9). Don Tonino sentía la necesidad de imitarlo, involucrándose en  primera persona, hasta despojarse de sí mismo. No le molestaban las peticiones, le hería la indiferencia. No le tenía miedo a la falta de dinero, pero le preocupaba la incertidumbre del trabajo, un problema, todavía hoy, tan actual. No perdía oportunidad para decir que en primer lugar está el trabajador con su dignidad, no el beneficio con su avaricia. No estaba de brazos cruzados: actuaba en ámbito local para sembrar la paz en ámbito mundial, convencido de que la mejor manera de prevenir la violencia y todo tipo de guerras es cuidar a los necesitados y promover la justicia. En efecto, si la guerra genera pobreza, también la pobreza genera guerra [2]. La paz, por lo tanto, se construye a partir de las casas, de las calles, de las tiendas, allí donde la comunión se plasma de forma artesanal. Don Tonino decía, con optimismo: «Dall’officina, come un giorno dalla bottega di Nazareth, uscirà il verbo di pace che instraderà l’umanità, assetata di giustizia, per nuovi destini» (Desde la fábrica, como un día desde el taller de Nazaret, saldrá la palabra de paz que encaminará a la humanidad, sedienta de justicia, por nuevos destinos) [3] Queridos hermanos y hermanas, esta vocación de paz pertenece a vuestra tierra, a esta maravillosa tierra de frontera, -finis-terrae, que Don Tonino llamaba “tierra-ventana”, porque desde el sur de Italia se abre a los muchos sur del mundo, donde “i più poveri sono sempre più numerosi mentre i ricchi diventano sempre più ricchi e sempre di meno” (Los más pobres son cada vez más numerosos, mientras los ricos son cada vez más ricos y siempre menos) [4]. Sois  una «finestra aperta, da cui osservare tutte le povertà che incombono sulla storia» (una ventana abierta, desde la que se puede observar toda la pobreza que se cierne sobre la historia), [5] pero sobre todo sois una ventana de esperanza para que el Mediterráneo, cuenca histórica de civilización, no sea nunca  un arco de guerra tendido, sino un arca acogedora de paz [6].
Don Tonino es un hombre de su tierra, porque su sacerdocio maduró en esta tierra. Aquí brotó su vocación a la que le gustaba llamar evocación: evocación de la manera en que Dios elige perdidamente, una a una, nuestras frágiles vidas; eco de su voz de amor que nos habla cada día; llamada a seguir siempre adelante, a soñar con audacia, a descentralizar la propia existencia para ponerla al servicio; invitación a fiarse siempre de Dios, el único capaz de transformar la vida en una fiesta. Esta es, pues, la vocación según Don Tonino: una llamada a convertirse no solo en fieles devotos, sino en verdaderos y propios enamorados del Señor, con el ardor del sueño, el impulso del don, la audacia de no detenerse a medias. Porque cuando el Señor inflama el corazón, la esperanza no se puede extinguir. Cuando el Señor pide un “sí”, no podemos responder con un “tal vez”. Hará bien, no solo a los jóvenes, sino a todos nosotros, a todos aquellos que buscan el sentido de la vida, escuchar y volver a escuchar las palabras de Don Tonino.
En esta tierra, Antonio nació Tonino y se convirtió en don Tonino. Este nombre simple y familiar, que leemos en su tumba, todavía nos habla. Habla de su deseo de hacerse pequeño para estar cerca, de acortar distancias, de ofrecer una mano tendida. Invita a la apertura simple y genuina del Evangelio. Don Tonino lo recomendaba mucho, dejándolo en herencia a sus sacerdotes. Decía: Amiamo il mondo. Vogliamogli bene. Prendiamolo sotto braccio. Usiamogli misericordia. Non opponiamogli sempre di fronte i rigori della legge se non li abbiamo temperati prima con dosi di tenerezza.(Amemos el mundo. Querámoslo. Tomémoslo bajo el brazo. Usémosle misericordia. No le contrapongamos siempre  los rigores de la ley si no los hemos atemperado antes con dosis de ternura)[7]. Son palabras que revelan el deseo de una Iglesia para el mundo: no mundana, sino para el mundo.  ¡Qué el Señor nos conceda esta gracia: una gracia no mundana, al servicio del mundo!.Una Iglesia mondada de auto-referencias  y «estroversa, protesa, non avviluppata dentro di sé» (extrovertida, tendida, no envuelta en sí misma)[8], no en espera de recibir, sino de prestar los primeros auxilios; nunca adormecida en la nostalgia del pasado, sino encendida de amor por el día de hoy, siguiendo el ejemplo de Dios, que “amó tanto al mundo” (Jn 3,16). El nombre de “don Tonino” también nos habla de su saludable alergia a títulos y honores, de su deseo de privarse de algo por Jesús que se despojó de todo, de su coraje para liberarse de lo que puede recordar los signos del poder para dar espacio al poder de los signos.[9] Don Tonino, ciertamente, no lo hacía por conveniencia o para buscar consensos, sino  movido por el ejemplo del Señor. En el amor por  Él, encontramos la fuerza para despojarnos de las vestiduras que obstaculizan el paso para revestirnos de servicio, para ser «Chiesa del grembiule, unico paramento sacerdotale registrato dal Vangelo» (Iglesia del delantal,  única vestimenta sacerdotal recogida en el Evangelio”[10].
De esta amada tierra suya, ¿qué podría decirnos todavía don Tonino? Este creyente con los pies en el suelo y los ojos en el cielo, y sobre todo con un corazón que conectaba el cielo y la tierra, acuñó, entre muchas otras, una palabra original, con la que pasa a cada uno de nosotros una gran misión. Le gustaba decir que los cristianos «dobbiamo essere dei contempl-attivi, con due t, cioè della gente che parte dalla contemplazione e poi lascia sfociare il suo dinamismo, il suo impegno nell’azione»(debemos ser contempl-activos, con una c, es decir, personas que parten de la contemplación y luego dejan que su dinamismo, su compromiso desemboquen en la acción”)[11], gente que nunca separa oración y acción. Querido don Tonino, nos pusiste en guardia para que no nos sumergiéramos en el torbellino de las tareas sin plantarnos frente al tabernáculo, para no engañarnos con trabajar en vano por el Reino[12]. Y nosotros podríamos preguntarnos si comenzamos desde el tabernáculo o desde nosotros mismos. También podrías preguntarnos si, una vez que partimos, caminamos; si, como María, mujer del camino, nos levantamos para alcanzar y servir al hombre, a cada hombre. Si nos lo preguntases, deberíamos sentirnos avergonzados por  nuestro inmovilismo y nuestras constantes justificaciones. Devuélvenos entonces a nuestra alta vocación; ayúdanos a ser cada vez más una Iglesia contemplactiva, enamorada de Dios y apasionada por el hombre.
Queridos hermanos y hermanas, en cada época el Señor pone en el camino de la Iglesia testigos que encarnan el buen anuncio de Pascua, profetas de la esperanza para el futuro de todos. Dios hizo surgir uno de vuestra tierra, como don y  profecía para nuestros tiempos. Y Dios desea que su don sea aceptado, que su profecía se cumpla. No nos contentemos con anotar buenos recuerdos, no nos dejemos atrapar por la nostalgia del pasado ni tampoco por las charlas ociosas del presente o por los temores del futuro. Imitemos a don Tonino, dejémonos llevar por su joven ardor cristiano, sintamos su invitación acuciante a vivir sin descuentos el Evangelio. Es una fuerte invitación para cada uno de nosotros y para nosotros como Iglesia. Nos ayudará verdaderamente a difundir hoy la fragante alegría del Evangelio.
Ahora, todos juntos, recemos a la Virgen y después os daré la bendición ¿de acuerdo?
(Ave María y bendición).   
 22.04.18



Regina Coeli: “Él nos acepta tal como somos, incluso con nuestros pecados”

Palabras del Papa antes de la oración mariana

(22 abril 2018).- Jesús “conoce nuestro corazón profundamente: conoce nuestras fuerzas y nuestras debilidades … Pero nos acepta tal como somos, incluso con nuestros pecados”, aseguró el Papa Francisco en el Regina Coeli de este domingo 22 de abril de 2018, domingo del “Buen Pastor”. y 55 ° Día Mundial de Oración por las Vocaciones.
Invitó a la multitud de 30.000 personas en la Plaza de San Pedro, a construir “una, relación personal, de predilección de ternura recíproca” con Cristo: “Esa es la actitud a través de la cual se realiza una relación viva y personal con Jesús dejándose conocer por Él. No encerrarse en uno mismo, abrirse al Señor, para que Él me conozca. ”
Aquí está nuestra traducción de las palabras pronunciadas por el Papa para presentar la oración de Regina Coeli.
Palabras del Papa ante Regina Coeli
Queridos hermanos y hermanas, ¡Buenos días!
La Liturgia de este cuarto domingo de Pascua continúa con la finalidad de ayudarnos a redescubrir nuestra identidad como discípulos del Señor Resucitado. En los Hechos de los apóstoles Pedro declara abiertamente que la curación del inválido que él ha realizado de la cual habla toda Jerusalén ha sucedido en el nombre de Jesús porque en ningún otro hay salvación (Jn 4, 12). En este hombre curado está cada uno de nosotros- la figura de cada uno de nosotros- nosotros estamos ahí, están nuestras comunidades: cada uno puede curarse de muchas formas de enfermedad espiritual- ambición, pereza, orgullo- Si acepta poner con confianza la propia existencia en las manos del Señor Resucitado.
Es por el nombre de Jesús el Nazareno … afirma Pedro, que este hombre que está ahí, en frente de ti, ha sido sanado” (v.10). ¿Pero quién es el Cristo que sana? ¿Qué significa ser curado por Él? ¿De qué nos cura? ¿Y con qué actitudes?
Encontramos la respuesta a todas estas preguntas en el Evangelio de hoy, donde Jesús dice: “Yo soy el Buen Pastor, el verdadero pastor, que da su vida por sus ovejas. “(Juan 10,11). ¡Esta auto presentación de Jesús no puede reducirse a una sugerencia emocional, sin ningún efecto concreto! Jesús sana porque Él es el Pastor que da vida. Al dar su vida por nosotros, Jesús dijo a todos: “Tu vida vale tanto para mí, que para salvarla me entrego a mí mismo”. Es el don de su vida lo que lo hace el Buen Pastor por excelencia, es el que redirige, el que nos permite vivir una vida bella y fructífera.
La segunda parte de este episodio evangélico nos dice en qué condiciones Jesús puede levantarnos y hacer que nuestra vida sea alegre y fructífera: “Yo soy el Buen Pastor; Conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen, como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; “(Vv 14-15). Jesús no habla de un conocimiento intelectual, no, sino de una relación personal, de predilección, de ternura recíproca, reflejo de la relación íntima de amor entre Él y el Padre. Esta es la actitud a través de la cual tiene lugar una relación viva y personal con Jesús: ser conocido por él. No encerrarse en uno mismo, sino abrirse al Señor, para que Él me conozca.
Está atento a cada uno de nosotros, conoce nuestro corazón en profundidad: conoce nuestras fortalezas y debilidades, los proyectos que hemos logrado y las esperanzas que nos han decepcionado. Pero Él nos acepta tal como somos, incluso con nuestros pecados, para sanarnos, para perdonarnos, nos guía con amor, para que podamos cruzar caminos incluso los más inaccesibles sin descarriarnos. Él nos acompaña.
Por nuestra parte, estamos llamados a conocer a Jesús. Esto implica un encuentro con Él, un encuentro que despierta el deseo de seguirlo, abandonando las actitudes auto referenciales para caminar por nuevos caminos, indicados por el mismo Jesús y abiertos en vastos horizontes. Cuando en nuestras comunidades, el deseo de vivir la relación con Jesús, escuchar su voz y seguirlo fielmente se enfría, es inevitable que prevalezcan otras formas de pensar y vivir que no sean coherentes con el Evangelio.
Que María, nuestra Madre, nos ayude a madurar una relación cada vez más fuerte con Jesús. Para abrirnos a Jesús, para que Él entre en nosotros. Una relación más fuerte: Él ha resucitado. Entonces podemos seguirlo por toda su vida. En este Día Mundial de Oración por las Vocaciones, que María interceda para que sean muchos a responder con generosidad y perseverancia al Señor, que llama a dejarlo todo por su Reino.
 23.04.18


San Jorge: El Papa celebra su onomástica con los más necesitados de Roma

Ha regalado 3.000 helados

(23 abril 2018).- El Papa Francisco –Jorge Mario Bergoglio– ha celebrado su onomástica convidando a helado a las personas que diariamente son atendidas en los comedores, dormitorios y estructuras benéficas de Cáritas en la capital romana, además de los centros de San Egidio y del Centro “Astalli”.
3.000 helados han sido repartidos en estos lugares, por iniciativa del Santo Padre, informa la Oficina Apostólica en un comunicado, emitido en la mañana del lunes, 23 de abril de 2018.
Así, el Pontífice ha querido celebrar la fiesta litúrgica de san Jorge, mártir, con los más necesitados y personas sin hogar de la capital italiana.
Mártir san Jorge
Jorge, cuyo nombre tiene un origen griego que significa “agricultor”, nació en el seno de una familia cristiana en la Capadocia alrededor del 280 –narra la página ‘Vatican News’ en español–.
Se trasladó a Palestina y entró a formar parte del ejército de Diocleciano. En el 303, cuando el emperador emana el edicto de persecución contra los cristianos, Jorge dona todos sus bienes a los pobres y, ante el mismo Diocleciano, rompe el documento y profesa su fe en Cristo. Por esta acción sufre terribles torturas y al final fue decapitado.
Sobre el lugar donde fue sepultado en Lidda, que era antes la capital de Palestina y hoy es una ciudad israelí cerca de Tel Aviv, se erigió poco después de su muerte una Basílica donde aún hoy día se pueden ver sus restos mortales.
Santo guerrero
Los guerreros influyeron mucho en transformar la figura de san Jorge mártir en un santo guerrero, simbolizando la escena del dragón como la derrota del Islam; Ricardo corazón de León lo invocó como protector de todos los combatientes, señala la página de noticias del Vaticano.
Con los Normandos su culto se radicó fuertemente en Inglaterra donde en 1348, el rey Eduardo III instituyó la Orden de los Caballeros de san Jorge. En todo el periodo medieval su figura fue objeto de literatura épica.
24.04.18




Santa Marta: El Papa invita a la apertura al Espíritu Santo

Invitación del Papa Francisco en la Misa matutina


(24 abril 2018).- En la historia del hombre “siempre habrá resistencias al Espíritu Santo”, oposiciones a las novedades y a los “cambios”, ha dicho el Papa Francisco.
En la homilía de la Misa matutina celebrada en Santa Marta, el Papa ha advertido de dos actitudes contrapuestas que ilustran el modo de reaccionar del hombre ante el soplo del Espíritu Santo: cerrazón y apertura, informa ‘Vatican News’ en español.
El último martes de abril, día 24, el Santo Padre, inspirándose en la liturgia del día, se detuvo a considerar las diversas actitudes que el hombre adopta ante las novedades del Señor que, como dijo, “siempre sale a nuestro encuentro con algo nuevo” y “original”.
Docilidad a lo nuevo
En cuanto a la apertura al Espíritu Santo, el Papa Francisco –indica el portal de información del Vaticano– concluyó diciendo que es típico precisamente “de los discípulos, de los apóstoles”, aun con alguna resistencia inicial, que es también “una garantía del hecho de que no se dejan engañar”, y después, “con la oración y el discernimiento encuentran el camino”.
Los hijos de Dios –ha dicho el Papa– aun teniendo tal vez una inicial reticencia, “son libres y capaces de poner en el centro al Espíritu Santo”. El ejemplo de los primeros discípulos – relatado en la Primera Lectura – evidencia su docilidad a lo nuevo y la actitud a sembrar la Palabra de Dios incluso fuera del acostumbrado esquema del “siempre se ha hecho así”.
Actitud de rigidez
Por otro lado, en el Evangelio de Juan –ha apuntado el Papa– se observa la cerrazón de los Doctores de la Ley, que consiste en una actitud que se transforma en “rigidez”. Se trata de hombres sólo capaces de ponerse en el centro, ellos mismo, inertes a la obra del Espíritu Santo e insensibles a las novedades.
Además, el Pontífice subrayó especialmente la completa incapacidad que tenían para “discernir los signos de los tiempos”, es decir, el hecho de ser esclavos de las palabras y de las ideas. Vuelven sobre la misma pregunta, son incapaces de salir de aquel mundo cerrado, son prisioneros de las ideas.
Han recibido la ley que era vida pero la han ‘destilado’, la han transformado en ideología y así giran, giran,  son incapaces de salir, y cualquier novedad para ellos es una amenaza”.
El Pontífice ha exhortado a pedir al Señor “que nos dé la gracia de saber resistir a lo que debemos resistir, a lo que viene del maligno, aquello que nos quita la libertad y sepamos abrirnos a las novedades, pero sólo a las que vienen de Dios, con la fuerza del Espíritu Santo, y que nos dé la gracia de discernir los signos del tiempo para tomar las decisiones que deberemos tomar en aquel momento”.  
25.04.18


El Papa recuerda que el Bautismo no es una “fórmula mágica”

Audiencia General: Palabras del Papa en español

(25 abril 2018).- Francisco ha recordado en la Audiencia General que el Bautismo “es un don del Espíritu Santo que nos da la fuerza para combatir el mal”.
Así lo ha explicado en la 3ª catequesis dedicada al sacramento del Bautismo, pronunciada por el Santo Padre esta mañana, miércoles, 25 de abril, en la plaza de San Pedro, donde miles de peregrinos y visitantes se congregaban bajo el agradable sol primaveral.
Cercanía de la Iglesia
El Pontífice Francisco ha aclarado que el sacramento “no es una fórmula mágica” y que en el rito del Bautismo, el óleo bendecido por el obispo, nos “asegura la fuerza del Resucitado” y la “cercanía de la Iglesia en este combate”, de modo que podamos decir con san Pablo: «Todo lo puedo en aquel que me conforta», ha expresado.
Así, el Papa ha querido continuar la catequesis sobre el Bautismo “a la luz del Evangelio” –ha dicho– que tiene la “fuerza de trasformar a quien lo acoge con fe”, arrancándolo del dominio del maligno para que aprenda a servir al Señor con alegría.
La Iglesia acompaña a los catecúmenos –ha señalado el Santo Padre en la audiencia– en este camino con la oración, como nos recuerdan las letanías que preceden al rito bautismal. 
En este contexto, el Papa ha indicado que en los exorcismos de los candidatos adultos, el sacerdote suplica a Dios que los libre de todo lo que les separa de Cristo y les impide unirse a Él. Del mismo modo –ha continuado Francisco– se pide la liberación del pecado original de los niños que van a ser bautizados, para que puedan ser consagrados como templos del Espíritu Santo. 
Peregrinos de España y Latinoamérica 
Como cada miércoles, en la audiencia general, el Obispo de Roma ha saludado a los peregrinos de lengua española, en modo particular a los grupos provenientes de España y América Latina.
Los animo a perseverar en este combate, manteniéndose firmes en la fe en Jesucristo, vencedor del pecado y de la muerte, y constantes en la oración al Padre, pidiendo por todos los que se encuentran en peligro y sufren tribulación”, les ha comunicado el Papa.     
26.04.18



AUDIENCIA GENERAL, 25 abril
Catequesis del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Continuamos nuestra reflexión sobre el Bautismo, siempre a la luz de la Palabra de Dios.
El Evangelio es el que ilumina a los candidatos y suscita la adhesión a la fe: En efecto, el Bautismo es de un modo particular “el sacramento de la fe” por ser la entrada sacramental en la vida de fe. (Catecismo de la Iglesia Católica, 1236) . Y la fe es la entrega de sí mismo al Señor Jesús, reconocido como “manantial de agua […] para la vida eterna” (Jn 4:14), “luz del mundo” (Jn 9,5), “vida y la resurrección “(Jn 11:25), como lo enseña el itinerario recorrido, también hoy en día, por los catecúmenos que están cerca de recibir la iniciación cristiana. Educados por la escucha de Jesús, por sus enseñanzas y sus obras, los catecúmenos reviven la experiencia de la Samaritana sedienta de agua viva, del ciego de nacimiento, que abre los ojos a la luz, de Lázaro que sale del sepulcro. El Evangelio lleva en sí la fuerza de transformar a los que lo acogen con fe, arrebatándolos al dominio del maligno para que aprendan a servir al Señor con alegría y novedad de vida.
A la pila bautismal nunca se va solos sino acompañados por la oración de toda la Iglesia, como lo recuerda la letanía de los santos que precede a la oración de exorcismo y a la unción pre-bautismal con el óleo de los catecúmenos. Son gestos que, desde la antigüedad, aseguran a los que se preparan a renacer como hijos de Dios que la oración de la Iglesia los asiste en la lucha contra el mal, los acompaña por  el camino del bien, los  ayuda a escapar del poder del pecado para pasar al reino de la gracia divina. La oración de la Iglesia. La Iglesia reza y reza por todos, por todos nosotros. Nosotros, Iglesia, rezamos por los demás. Es bonito rezar por los demás. Cuantas veces no necesitamos nada con urgencia y no rezamos. Nosotros tenemos que rezar unidos a la Iglesia por los demás. “Señor, te pido por los que están necesitados, por los que no tienen fe”… No os olvidéis: la oración de la Iglesia está siempre en acto. Pero nosotros tenemos que incorporarnos a esta oración y rezar por todo el pueblo de Dios y por los que necesitan oraciones. Por eso, el camino de los catecúmenos adultos está jalonado  por los repetidos exorcismos pronunciados por el sacerdote (cf. CIC, 1237), o sea por oraciones que invocan la liberación de todolo que separa de Cristo e impide la unión profunda  con Él. También para los niños se  pide a Dios que los libre del pecado original y los consagre como morada del Espíritu Santo (ver Rito del bautismo de los niños, n. ° 56). Los niños. Rezar por los niños, por la salud espiritual y corporal. Es una forma de proteger a los niños con la oración. Como atestiguan los Evangelios, Jesús mismo combatió  y expulsó a los demonios para manifestar la venida del Reino de Dios (cf. Mt 12,28): su victoria sobre el poder del maligno deja espacio libre al señorío de Dios que alegra y  reconcilia con la vida.

El bautismo no es una fórmula mágica, sino un don del Espíritu Santo que habilita a los que lo reciben a “luchar contra el espíritu del mal”, creyendo que “Dios ha enviado a su Hijo al mundo para destruir el poder de Satanás y transferir al hombre de las tinieblas a su reino de luz infinita” (ver Rito del bautismo de los niños, n. ° 56). Sabemos por experiencia que la vida cristiana siempre está sujeta a la tentación, sobre todo a la tentación de separarse de Dios, de su voluntad, de la comunión con él, para volver a caer en los lazos de las seducciones mundanas. Y el Bautismo nos prepara, nos da fuerza para esta lucha diaria, también la lucha contra el diablo que –como dice San Pedro- como un león, intenta devorarnos, destruirnos.
A la oración sigue la unción en el pecho con el óleo de los catecúmenos, que “reciben la fuerza para renunciar al diablo y al pecado, antes de acercarse a la fuente y renacer a la vida nueva” (Bendición de los óleos: Introducción , No. 3). Debido a la propiedad del aceite de penetrar en los tejidos del cuerpo para beneficiarlo, los antiguos luchadores solían untarse con aceite  para tonificar los músculos y escapar más fácilmente a la presa del adversario. A la luz de este simbolismo, los primeros cristianos adoptaron la costumbre de ungir el cuerpo de los candidatos para el bautismo con aceite bendecido por el obispo [1], con el fin de significar mediante esta “señal de salvación”, que el poder de Cristo Salvador fortalece para luchar contra el mal y vencerlo (cf. Rito del Bautismo de los Niños, n.° 105).
Es fatigoso luchar contra el mal, escapar de sus engaños, recuperar la fortaleza después de una lucha agotadora, pero debemos saber que toda la vida cristiana es un combate. Pero también debemos saber que no estamos solos, que la Madre Iglesia reza para que sus hijos, regenerados en el Bautismo, no sucumban a las asechanzas del malvado sino que las venzan por la potencia de la Pascua de Cristo. Fortificados  por el Señor resucitado, que venció al príncipe de este mundo (cf. Jn 12,31), también nosotros podemos repetir con la fe de San Pablo: “Todo lo puedo en Aquel que me conforta” (Filipenses 4:13). Todos nosotros podemos vencer, vencer todo, pero con la fuerza que me da Jesús.

[1] Esta es la oración de bendición, que expresa el significado de este aceite: “ Señor Dios, fuerza y defensa de tu pueblo, que has hecho del aceite un símbolo de vigor, dígnate bendecir  este óleo y concede tu fortaleza a las personas que se preparan al bautismo que han de ser ungidas con él, para que, al aumentar en ellas el conocimiento de las realidades divinas y la valentía en el combate de la fe, vivan más hondamente el Evangelio de Cristo, y, admitidas entre tus hijos e hijas de adopción, gocen de la alegría de sentirse renacidas y de formar parte de tu Iglesia. Por Jesucristo nuestro Señor. Bendición de los óleos, n. 21.
26.04.18





Santa Marta: “Sin el amor, la Iglesia no crece, se transforma en una institución vacía”

Reflexión del Papa en la Misa matutina

(26 abril 2018).- “Sin el amor, no crece, se transforma en una institución vacía, de apariencias, de gestos sin fecundidad. Ir a su cuerpo: Jesús nos dice cómo debemos amar, hasta el final”, ha anunciado el Santo Padre Francisco.
Son palabras de su homilía en la Eucaristía celebrada en la mañana del jueves, 26 de abril de 2018, en la capilla de la Casa de Santa Marta.
El Sucesor de Pedro ha recordado en la Misa matutina que Jesús, en la Última Cena, con la Eucaristía, nos enseña el amor; con el lavatorio de los pies nos enseña el servicio; y nos dice que un siervo jamás es más grande de aquel que lo envía, es decir de su patrón.
Estas tres cosas son –ha indicado el Papa– el “fundamento de la Iglesia”. A partir del Evangelio de Juan, el Papa ha reflexionado sobre las palabras del Señor tras haber lavado los pies a los discípulos.
El Señor “da de comer su cuerpo y de beber su sangre”, o sea que instituye la Eucaristía, y procede al lavatorio de los pies. “De estos gestos nacen los dos mandamientos –ha explicado Francisco– que harán que la Iglesia crezca si nosotros somos fieles”.
El primero es el mandamiento del amor: ya no sólo “amar al prójimo como a ti mismo”, sino un paso más: “Amar al prójimo como yo os he amado”.
Siervos
Saber que Él es más grande que todos nosotros, y que nosotros somos siervos, y no podemos superar a Jesús, no podemos usar a Jesús”, así lo ha explicado Francisco a los fieles presentes en la Misa.
El Pontífice ha continuado: “Él es el Señor, no nosotros. Éste es el testamento del Señor. Se da de comer y beber a sí mismo y nos dice: ámense así. Lava los pies, y nos dice: sírvanse así, pero estén atentos, un siervo jamás es más grande de quien lo envía, del patrón”.
La mirada de Jesús 
El Papa ha exhortado al “amor hasta el final” y al servicio, a la vez que añadió: “Y usemos una palabra un poco militar, pero que nos sirve: subordinación, es decir, Él es el más grande, yo soy el siervo, nadie puede superarlo”.
Es dejar que la mirada de Jesús entre en mí –ha observado el Santo Padre–. Sentiremos tantas cosas: sentiremos amor, quizás no sintamos nada… o estaremos bloqueados allí, sentiremos vergüenza. Pero dejar siempre que la mirada de Jesús llegue. La misma mirada con la que miraba en la cena, aquella noche, a los suyos. Señor tú conoces, tú sabes todo”.  
27.04.18



El Cielo no es un lugar aburrido, sino el encuentro gozoso con Jesús”

Invitación del Papa a caminar en la vida

(27 abril 2018).- El Santo Padre ha recordado que el Cielo no es “un lugar aburrido, como algunos piensan, sino el encuentro gozoso con Jesús”, señala ‘Vatican News’ en español.
En este sentido, el Pontífice ha invitado en la misa celebrada esta mañana, 27 de abril de 2018, a “caminar seguros por la vida” confiando en la “promesa de la felicidad eterna hecha por Dios”, apunta el medio informativo del Vaticano.
Francisco ha reflexionado sobre la primera Lectura propuesta por la liturgia del día tomada de los Hechos de los Apóstoles, que refiere el discurso de Pablo en la sinagoga de Antioquía:
Los habitantes de Jerusalén y sus jefes –decía el Apóstol– no habían reconocido a Jesús y lo habían condenado, pero Él, tras haber muerto, resucitó. “Y nosotros –concluía– les anunciamos que la promesa hecha a los Padres se ha cumplido, porque Dios la ha hecho por nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús”
En camino
Con esta promesa de Dios en el corazón el pueblo se puso en camino y con la seguridad de saberse `un pueblo elegido´”. A la vez que añadió que el pueblo, que con frecuencia es infiel, “confiaba en la promesa, porque sabía que Dios es fiel”. Y por esta razón iba adelante, confiando en la fidelidad de Dios, ha señalado el Papa.
También nosotros estamos en camino: nosotros estamos en camino. Estamos en camino… y cuando hacemos esta pregunta –‘Sí, en camino: ¿pero en camino hacia dónde?’ – ‘Sí, ¡hacia el cielo!’ – ‘Y, ¿qué cosa es el cielo?’. Y ahí comenzamos a resbalar en las respuestas, no sabemos bien cómo decir ‘qué cosa es el cielo’. Y muchas veces  pensamos en un cielo abstracto, un cielo lejano, un cielo… sí, sí está bien allí…”, ha expresado el Santo Padre.

Algunos piensan–ha continuado– : ‘Pero, ¿no será un poco aburrido estar allí toda la eternidad?’. No: el cielo no es eso. Nosotros caminamos hacia un encuentro: el encuentro definitivo con Jesús. El cielo es el encuentro con Jesús”.
Encuentro con Jesús
Asimismo, Francisco ha animado a los fieles a volver sobre este pensamiento: “Yo estoy caminando en la vida para encontrar a Jesús”. Un encuentro que nos hará gozar para siempre –ha aclarado–.
¿Qué cosa hace Jesús, mientras tanto?”, el Papa ha lanzado esta pregunta en la homilía. “El Señor no está sentado esperándome, sino que como dice el Evangelio, trabaja por nosotros“.
Jesús reza por mí, por cada uno de nosotros. Pero esto debemos repetirlo para convencernos: Él es fiel y Él reza por mí. En este momento”. 
28.04.18

Familia Montfortiana: El Papa los llama a ser almas “de fuego” animadas por el Espíritu

Discurso a los Hermanos de San Gabriel y miembros de la familia

(27 abril 2018).- El Santo Padre ha compartido con la familia Montfortiana: “El otro es la Sabiduría, cuyo amor e incansable investigación inspiraron a San Luis María Grignion de Montfort –de quien mañana recordaréis el aniversario de la muerte– páginas luminosas”.
Este viernes, 27 de abril de 2018, a las 12:15 horas, el Papa Francisco ha recibido en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano a los participantes en el XXXII Capítulo General de los Hermanos de San Gabriel y los miembros de la familia Montfortiana, informa la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
El tema del capítulo, Vida fraterna y dimensión comunitaria de la misión monfortiana, se propone “situar vuestra misión en nuestro mundo marcado por el individualismo y la globalización, por el consumismo, la eficiencia y la apariencia, para tratar de estar presente en él como almas “de fuego”, animadas por el Espíritu y viviendo en la Sabiduría”, ha expresado el Pontífice.
Es un llamamiento para cada uno de vosotros y para vuestra misión como educadores” –les he exhortado el Papa–. Así, les ha confirmado que se asienta en una “certeza”, la de la “belleza de la vida”, don gratuito de Dios.
Discurso del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas:
Me complace recibiros con motivo del 32º Capítulo General de los Hermanos de San Gabriel. Agradezco al Superior General sus amables palabras. También saludo a los Misioneros Monfortianos y a las Hijas de la Sabiduría, así como a las Hermanas de San José de Kottayam, con mis mejores deseos en su aniversario.
Esta es la ocasión para recordar, para agradecer, y para regresar a los fundamentos sentados, hace más de trescientos años, por San Luis María Grignion de Montfort – de quien mañana recordaréis el aniversario de la muerte – fundamentos a los que el Padre Gabriel Deshayes dio un nuevo impulso. Uno de estos fundamentos es la Palabra de Dios para meditar constantemente, para que se encarne en la vida y modele poco a poco los pensamientos y gestos sobre los de Cristo. El otro es la Sabiduría, cuyo amor e incansable investigación inspiraron a San Luis María páginas luminosas. Para obtenerla, él nos invita a “escuchar a Dios con sumisión humilde; a actuar en Él y por Él con fidelidad perseverante; y finalmente a  adquirir la luz y la unción necesarias para inspirar a los demás el amor de la Sabiduría, para conducirlos a la vida eterna “(El Amor de la Sabiduría Eterna, n. 30). Poniendo en práctica estos consejos, podréis discernir los desafíos particulares que siempre son oportunidades para “recomenzar  juntos desde Cristo y desde Monfort”.
El tema: Vida fraterna y dimensión comunitaria de la misión monfortiana, se propone situar vuestra misión en nuestro mundo marcado por el individualismo y la globalización, por el consumismo, la eficiencia y la apariencia, para tratar de estar presente en él como almas “de fuego”, animadas por el Espíritu y viviendo en la Sabiduría. Según St. Luis María, esta es la única riqueza capaz de “enseñarnos a ser”. Es un llamamiento para cada uno de vosotros y para vuestra misión como educadores. Se asienta en una certeza, la de la belleza de la vida, don gratuito de Dios, y en una esperanza: la de la posibilidad de su desarrollo hasta la plenitud a través del crecimiento del amor, que unifica todas las dimensiones de la persona. Esta síntesis se construye todos los días con la oración, con la docilidad al Espíritu Santo, con la  fidelidad a su Regla de vida y con la caridad vivida. El ejemplo perfecto para imitar es la Virgen María: como subrayan vuestras  constituciones, la consagración total a Jesús a través de María es el recorrido fundamental de la vida mariana de los miembros del Instituto.
Además, la vida fraterna, así como la describen  los Hechos de los Apóstoles (2: 42-47), da testimonio por sí misma. Atrae y evangeliza todos los días, y es contagiosa. Los que nos ven vivir  son sensibles a nuestra forma de ser, de aceptar la diversidad de puntos de vista, de hacer frente a las tensiones y resolverlas con delicadeza, caridad y humildad (cf. Evangelii gaudium, 227; Gaudete et Exsultate, 89). En vuestra comunidades o en los grupos de trabajo apostólico, la fraternidad debe estimular a cada uno a ser disponibles al Espíritu olvidándose de sí mismo. Pasar de una vida en común a una vida fraterna puede hacer que el camino diario sea más fácil y más alegre. La atención al hermano que está a mi lado, así como el diálogo, favorecen la comunión en la diversidad. En la crisis espiritual actual, que genera angustia y tristeza debido a la pérdida del sentido de la vida, os invito a formar comunidades acogedoras, donde sea agradable vivir, manifestando especialmente a los jóvenes la alegría de seguir a Cristo y de responder a su llamada. ¡Que se sientan escuchados sin prejuicios, reconocidos y valorados, para que puedan ofrecer con su entusiasmo los dones que Dios les ha otorgado para el bien de todos!
Amad con el corazón y con las manos” resume lo que aspiráis a vivir y a transmitir. Solo la “civilización del amor” puede dar un alma a nuestro mundo globalizado, presa de cambios constantes. Gracias a vuestro carisma vivido con dedicación y sabiduría, podéis ser faros, destacando el carácter evangélico de la misión educativa. El Evangelio atañe  a la vida y a la acción en todos los ámbitos. Meditándolo desde esta perspectiva, impregnará la vida de vuestras comunidades, así como vuestra misión colectiva como educadores. Aprendamos de Jesús, la Sabiduría encarnada, cómo acoger al otro y tejer lazos con él, especialmente si es diferente, de otra cultura, de otra generación, yendo al corazón de su espera y expresando nuestro amor con gestos concretos, de compasión, de compartir, a cuesta de arriesgar, como recordé en Evangelii gaudium(ver n. °88). Así, a los desafíos de la transmisión de la fe y de la convivencia se podrá responder con creatividad a través de la pedagogía, del proyecto educativo y social de los institutos. En el centro de vuestra misión, siempre ha estado la atención a los pobres y marginados. Continuad ayudándolos a ser protagonistas de su futuro para ocupar su puesto en la sociedad.
Al mismo tiempo que doy gracias por el tesoro de vuestra vocación en la Iglesia, os invito a “navegar” con confianza y renovado entusiasmo misionero. Que en este tiempo de Pascua, el misterio de la muerte y resurrección de Cristo esté  en el centro de vuestra fe y vuestra consagración, para iluminar vuestro camino en la verdad.
Encomiendo el futuro de vuestra misión a la intercesión materna de la Virgen María, Sede de la Sabiduría, y os bendigo a todos de corazón, junto con vuestros colaboradores. Y os pido que no os olvidéis de rezar por mí. Gracias.     
29.04.18



Todos estamos llamados a ser santos”

El dinamismo de la caridad del creyente”


( 29 abril 2018).- El Papa  Francisco invita a “permanecer en Cristo”, como los sarmientos en la vid, para poder ser testigos “valientes” en la vida cotidiana  y ser “santos”.
El Papa ha comentado el Evangelio del día antes de la oración mariana del Regina Coeli, este domingo, 29 de abril de 2018, en la Plaza San Pedro, en presencia de unos 30.000 visitantes.
Estamos todos llamados a ser santos. Debemos ser santos por esta riqueza que recibimos del Señor resucitado”, ha insistido el Papa.
Después, el Papa llamó a la paz en Nigeria, en Siria y en el mundo, llamando a rezar el Rosario por esta intención durante el mes de mayo y en especial el 1 de mayo, con motivo de su peregrinación al santuario del “Divino Amore”.
Antes del Regina Coeli
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!.
La Palabra de Dios también en este quinto domingo de Pascua sigue indicándonos el camino y las condiciones para ser una comunidad del Señor resucitado. El domingo pasado se resaltaba la relación entre el creyente y Jesús Buen Pastor. Hoy, el Evangelio nos propone el momento en que Jesús se presenta como la vid verdadera y nos invita a permanecer unidos a él para dar mucho fruto. (Jn 15, 1-8).
La vid es una planta que forma una cosa sola con los sarmientos, y los sarmientos son fecundos solo cuando están unidos a la vid.
Esta relación es el secreto de la vida cristiana y el evangelista Juan la expresa con el verbo “permanecer” que en el pasaje de hoy se repite siete veces.
Permaneced en mi dice el Señor, se trata de permanecer con el Señor para encontrar el valor de salir de nosotros mismos de nuestras comodidades, de nuestros espacios restringidos y protegidos para proyectarnos en el mar abierto de las necesidades de los demás y dar amplio respiro a nuestro testimonio cristiano en el mundo.
Este coraje nace en la fe del Señor resucitado y de la certeza de que su Espíritu acompaña nuestra historia. Uno de los frutos más maduros que brota de la comunión con Cristo es de hecho el compromiso de caridad hacia el prójimo, amando a nuestros hermanos con abnegación, hasta las últimas consecuencias, como Jesús nos amó. El dinamismo de la caridad del creyente no es fruto de estrategias, no nace de solicitudes externas, de instancias sociales o ideológicas, sino del encuentro con Jesús y de permanecer en Jesús.
Él es para nosotros la vid de la que absorbemos la savia, es decir la “vida” para llevar en la sociedad una forma diferente de vivir y de darse, lo que pone en primer lugar a los últimos.
Cuando se es íntimo con el Señor, como son íntimos entre si la vid y los sarmientos se es capaz de dar fruto de vida nueva, de misericordia, de justicia y de paz que derivan de la resurrección del Señor. Es lo que hicieron los santos aquellos que vivieron en plenitud la vida cristiana y el testimonio de la caridad, porque eran verdaderos sarmientos de la viña del Señor. Pero para ser santo, “no es necesario ser obispos, sacerdotes, religiosas o religiosos todos estamos llamados a ser santos viviendo con el amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día ahí donde cada uno se encuentra”. (Exhortación Apostólica Gaudete et Exultare, 14)
Todos nosotros estamos llamados a ser santos y debemos ser santos con esta riqueza que recibimos del Señor resucitado, cada actividad, el trabajo, el descanso, la vida familiar y social, el ejercicio de las responsabilidades políticas, culturales y económicas. Cada actividad, si se vive en unión con Jesús y con actitud de amor y de servicio es una ocasión para vivir en plenitud el bautismo y la santidad evangélica.
Le pedimos ayuda a María Reina de los santos y modelo de perfecta comunión con su Divino Hijo que nos ayude que nos enseñe ella a permanecer en Jesús como los sarmientos de la viña y a no separamos nunca de su amor.  Nada de hecho podemos hacer sin él porque nuestra vida es Cristo vivo presente en la Iglesia y en el mundo. 
30.04.18

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