30 de set. 2018

PAPA OCTUBRE


Ángelus: La libertad de Jesús, del Espíritu Santo, de María y del discípulo

Palabras del Papa antes del Ángelus

(30 sept. 2018).- “Jesús aparece muy libre, completamente abierto a la libertad del Espíritu de Dios, que no está limitado en su acción por ninguna frontera, por ninguna barrera”, explica el Papa Francisco en su comentario sobre el Evangelio de este domingo, 30 de septiembre de 2018.
El Papa había presidido previamente la Misa, en la Gruta de Lourdes de los Jardines del Vaticano, para la Gendarmería del Vaticano, a las 9:00 h. También recibió, a las 11:00, a Mons. Dagoberto Campos Salas, oriundo de Costa Rica, nuncio apostólico en Liberia, y nombrado en agosto pasado como nuncio en Gambia, y alrededor de quince miembros de su familia.
Con motivo del Ángelus dominical, en la Plaza de San Pedro, el Papa hizo hincapié en la lección que debe aprenderse: “Jesús quiere educar a sus discípulos, a nosotros también hoy, a esta libertad interior”.
Que la Virgen María, modelo de acogida dócil de las sorpresas de Dios, nos ayude a reconocer los signos de la presencia del Señor”, concluyó el Papa.
Palabras del Papa Francisco antes del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de este domingo (Marcos 9: 38-43.45.47-48) nos presenta uno de esos detalles muy instructivos de la vida de Jesús con sus discípulos. Habían visto que un hombre, que no formaba parte del grupo de seguidores de Jesús, expulsó demonios en el nombre de Jesús, y por lo tanto querían prohibirlo. Juan, con el celo entusiasta típico de los jóvenes, refiere el asunto al Maestro que busca su apoyo; pero Jesús, por el contrario, responde, “no se lo impidan, porque no hay nadie que haga un milagro en mi nombre y que después pueda hablar mal de mí, quién no está contra mí, está por mi” (vv. 39-40 ).
Juan y los otros discípulos manifiestan una actitud de cerrazón ante un acontecimiento que no encaja en sus esquemas, en este caso la acción, aunque buena, de una persona “externa” al círculo de seguidores. En cambio, Jesús aparece muy libre, totalmente abierto a la libertad del Espíritu de Dios, que en su acción no está limitado por ningún límite ni por ninguna barrera. Y con su actitud, Jesús quiere educar a sus discípulos, incluso a nosotros  hoy, a esta libertad interior.
Es bueno para nosotros reflexionar sobre este episodio y hacer un examen de conciencia. La actitud de los discípulos de Jesús es muy humana, muy común, y podemos encontrarla en las comunidades cristianas de todos los tiempos, probablemente también en nosotros mismos. De buena fe, más con celo, uno quisiera proteger la autenticidad de una cierta experiencia, especialmente carismática, protegiendo al fundador o al líder de falsos imitadores. Pero al mismo tiempo existe el temor a la “competencia”, y esto es bueno, el temor de la competencia de que alguien puede quitar nuevos seguidores, y entonces no se puede apreciar el bien que hacen los demás: no es bueno porque “no es de los nuestros” se dice. Es una forma de autorreferencialidad.
Aquí está la raíz del proselitismo. La Iglesia, decía el Papa Benedicto, no crece por proselitismo, crece por atracción, es decir, crece por el testimonio, de los demás con la fuerza del Espíritu Santo.
La gran libertad de Dios para entregarnos a nosotros es un desafío y una exhortación a cambiar nuestras actitudes y nuestras relaciones. Esta es la invitación que Jesús nos dirige hoy. Nos llama a no pensar según las categorías “amigo / enemigo”, “nosotros / ellos”, “quien está dentro / quien está fuera” “mio/tuyo”, sino ir más allá, a abrir el corazón para poder reconocer su presencia y la acción de Dios incluso en áreas inusuales e impredecibles y en personas que no forman parte de nuestro círculo. Se trata de estar más atentos a la autenticidad del bien, de lo bello y de lo verdadero que se realiza, y no al nombre y a la procedencia de quienes lo realicen. Y, como nos sugiere el resto del Evangelio de hoy, en lugar de juzgar a los demás, debemos examinarnos a nosotros mismos y “cortar” sin comprometer todo lo que pueda escandalizar a las personas más débiles en la fe.
Que la Virgen María, modelo de dócil acogida de las sorpresas de Dios, nos ayude a reconocer los signos de la presencia del Señor entre nosotros, descubriendo en cualquier lugar en que se manifiesta, incluso en las situaciones más impensables e insólitas. Que nos enseñe a amar a nuestra comunidad sin celos ni cerrazones, siempre abiertos al vasto horizonte de la acción del Espíritu Santo
01.10.18





Santa Marta: Los ángeles custodios son nuestros “compañeros de camino”

Fiesta de los Santos Ángeles Custodios, 2 de octubre

(2 oct. 2018).- El Papa Francisco afirmó que los ángeles custodios son precisamente “la ayuda especial que el Señor promete a su pueblo y a nosotros que caminamos por el camino de la vida”.
Hoy celebramos el día de los Santos Ángeles Custodios, y el Papa Francisco ha dedicado la Misa  matutina al 25° aniversario de vida religiosa de una monja presente en esta celebración, informa Vatican News en español.
El Santo Padre se ha inspirado en las Lecturas del día, destacando el papel de los protectores que Dios pone a nuestro lado, como brújulas en el camino de nuestra vida.
He aquí que yo voy a enviar un ángel delante de ti, para que te guarde en el camino y te conduzca al lugar que te tengo preparado”, dice la Primera Lectura, tomada del capítulo 23 del Libro del Éxodo – que guiaron la reflexión del Santo Padre en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta, este 2 de octubre de 2018.
La vida es precisamente un camino –ha explicado el Papa– en el que debemos ser ayudados por “compañeros”, “protectores”, “brújulas humanas” que “nos custodian de los peligros” y de las insidias que podemos encontrar; entre las cuales Francisco mencionó tres.
Los peligros de los que Francisco ha advertido son: El peligro de “no caminar”, el peligro de “equivocarse de camino” o y el riesgo de “dejar el camino” para quedarse en algún lugar de paso.
En primer lugar, “está el peligro de no caminar –ha señalado–. Y cuánta gente se establece y no camina, y durante toda su vida está detenida, sin moverse y sin hacer nada… Es un peligro. Como aquel hombre del Evangelio que tenía miedo de invertir el talento. Lo había enterrado, y pensaba: ‘Estoy en paz, me siento tranquilo. No podré hacer ninguna equivocación. Así no me arriesgo’. Y tanta gente no sabe cómo caminar y tiene miedo de correr riesgo y se enferma. Pero nosotros sabemos que la regla es que quien en la vida está detenido, termina por corromperse. Como el agua: cuando el agua está quieta allí, llegan los mosquitos, ponen los huevos, y todo se corrompe. Todo. El Ángel nos ayuda, nos impulsa a caminar”.

Pero otros dos –prosiguió diciendo el Papa– son los peligros en el camino de nuestra vida: “El peligro de equivocarse de camino”, que sólo “al inicio es fácil de corregir”; y el peligro de dejar el camino para dispersarse en una plaza, yendo “de un lado a otro como en un laberinto” y “el labirinto – agregó – jamás te conduce a la meta”.
Ante estas dificultades, el Pontífice ha asegurado que “nuestro Ángel no sólo está con nosotros, sino que ve a Dios Padre. Está en relación con Él. Es el puente cotidiano, desde la hora en que nos levantamos hasta la hora en que vamos a la cama y nos acompaña y está en una relación entre nosotros y Dios Padre. El Ángel es la puerta cotidiana a la trascendencia, al encuentro con el Padre: es decir, el Ángel me ayuda a caminar porque mira al Padre y conoce el camino. No olvidemos a estos compañeros de camino”.
03.10.18



El Papa pide “franqueza” en hablar y “apertura” en escuchar para el discernimiento

Discurso en la apertura

( 3 oct. 2018).- “La escucha y la salida de los estereotipos también son un poderoso antídoto contra el riesgo del clericalismo, al cual se expone inevitablemente una asamblea como esta, más allá de las intenciones de cada uno de nosotros”, son algunas de las palabras que el Papa ha dirigido a los Padres Sinodales en la apertura de la Sínodo sobre los jóvenes.
Este lunes, 3 de octubre de 2018, a las 16:30 horas se ha celebrado la 1ª Congregación General de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos en el Aula del Sínodo, presidida por el Papa Francisco, y en la que han participado los 267 Padres Sinodales, junto a los 34 jóvenes y algunos oyentes más.
Discurso del Papa Francisco
Estimadas Beatitudes, Eminencias y Excelencias
Queridos hermanos y hermanas, queridísimos jóvenes.
Entrando en esta aula para hablar de los jóvenes, se siente ya la fuerza de su presencia, que transmite una positividad y un entusiasmo capaz de inundar y llenar de alegría, no solo esta aula sino toda la Iglesia y el mundo entero.

Por esta razón no puedo comenzar sin deciros antes «gracias». Gracias a los que estáis aquí presentes, gracias a tantas personas que, a lo largo de un camino de preparación de dos años —aquí en la Iglesia de Roma y en todas las iglesias del mundo— han trabajado con entrega y pasión para que pudiéramos llegar a este momento. Gracias de corazón al cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo, a los presidentes delegados, al cardenal Sérgio da Rocha, relator general, a Mons. Fabio Fabene, subsecretario; a los oficiales de la Secretaría general y a los ayudantes; gracias a todos vosotros, padres sinodales, auditores, auditoras, expertos y consultores; a los delegados fraternos; a los traductores, a los cantores, a los periodistas. Gracias de corazón a todos por vuestra participación activa y fecunda.
Un sentido «gracias» merecen los dos secretarios especiales, Padre Giacomo Costa, jesuita, y Don Rossano Sala, salesiano, que han trabajado generosamente con empeño y abnegación. Se han dejado la piel en la preparación.
Deseo enviar también un vivo agradecimiento a los jóvenes que están conectados con nosotros en este momento, y a todos los jóvenes que de distintas formas han hecho oír su voz. Les doy las gracias por haber apostado a favor de que merece la pena sentirse parte de la Iglesia, o entrar en diálogo con ella; vale la pena tener a la Iglesia como madre, como maestra, como casa, como familia, y que, a pesar de las debilidades humanas y las dificultades, es capaz de brillar y trasmitir el mensaje imperecedero de Cristo; vale la pena aferrarse a la barca de la Iglesia que, aun a través de las terribles tempestades del mundo, sigue ofreciendo a todos refugio y hospitalidad; vale la pena que nos pongamos en actitud de escucha los unos de los otros; vale la pena nadar contra corriente y vincularse a los valores más grandes: la familia, la fidelidad, el amor, la fe, el sacrificio, el servicio, la vida eterna.
Nuestra responsabilidad en el Sínodo es la de no desmentirlos, es más, la de demostrar que tenían razón en apostar: de verdad vale la pena, de verdad no es una pérdida de tiempo.
Y os doy las gracias especialmente a vosotros, queridos jóvenes aquí presentes. El camino de preparación al Sínodo nos ha enseñado que el universo juvenil es tan variado que no puede ser representado totalmente, pero vosotros sois de verdad un signo importante del mismo. Vuestra participación nos llena de alegría y de esperanza.
EI Sínodo que estamos viviendo es un tiempo para la participación. Deseo, por tanto, en este inicio del itinerario de la Asamblea sinodal, invitar a todos a hablar con valentía y parresia, es decir integrando libertad, verdad y caridad. Solo el diálogo nos hace crecer. Una crítica honesta y transparente es constructiva y útil, mientras que no lo son la vana palabrería, los rumores, las sospechas o los prejuicios.
Y a la valentía en el hablar debe corresponder la humildad en el escuchar. Decía a los jóvenes en la reunión pre-sinodal: «Si habla el que no me gusta, debo escuchar más, porque cada uno tiene el derecho de ser escuchado, como cada uno tiene el derecho de hablar». Esta escucha franca requiere valentía para tomar la palabra y hacerse portavoz de tantos jóvenes del mundo que no están presentes. Este escuchar es el que abre espacio al diálogo. El Sínodo debe ser un ejercicio de diálogo, en primer lugar entre los que participan en él. Y el primer fruto de ese diálogo es que cada uno se abra a la novedad, a cambiar su propia opinión gracias a lo que ha escuchado de los demás. Esto es importante para el Sínodo. Muchos de vosotros habéis preparado ya vuestra intervención antes de venir —y os doy las gracias por este trabajo—, pero os invito a sentiros libres de considerar lo que habéis preparado como un borrador provisional abierto a las eventuales integraciones y modificaciones que el camino sinodal os podrá sugerir a cada uno. Sintámonos libres de acoger y comprender a los demás y por tanto de cambiar nuestras convicciones y posiciones: es signo de gran madurez humana y espiritual.
El Sínodo es un ejercicio eclesial de discernimiento. La franqueza en el hablar y la apertura en el escuchar son fundamentales para que el Sínodo sea un proceso de discernimiento. El discernimiento no es un slogan publicitario, no es una técnica organizativa, y ni siquiera una moda de este pontificado, sino una actitud interiorque tiene su raíz en unacto de fe. El discernimiento es el método y a la vez el objetivo que nos proponemos: se funda en la convicción de que Dios está actuando en la historia del mundo, en los acontecimientos de la vida, en las personas que encuentro y que me hablan. Por eso estamos llamados a ponernos en actitud de escuchar lo que el Espíritu nos sugiere, de maneras y en direcciones muchas veces imprevisibles. El discernimiento tiene necesidad de espacios y de tiempos. Por esto dispongo que, durante los trabajos, en la asamblea plenaria y en los grupos, cada cinco intervenciones se observe un momento de silencio —de tres minutos aproximadamente—, para permitir  que  cada  uno preste atención a la resonancia que las cosas que ha escuchado suscite en su corazón, para profundizar y aceptar lo que más le haya interesado. Este interés con respecto a la interioridad es la llave para recorrer el camino del reconocer, interpretar y elegir.
Somos signo de una Iglesia a la escucha y en camino. La actitud de escucha no puede limitarse a las palabras que nos dirijamos en los trabajos sinodales. El camino de preparación para este momento ha evidenciado una Iglesia «con una deuda de escucha», también en relación a los jóvenes, que muchas veces no se sienten comprendidos en su originalidad por parte de la Iglesia y, por tanto, no suficientemente aceptados por lo que son realmente, y, alguna vez incluso, hasta rechazados. Este Sínodo tiene la oportunidad, la tarea y el deber de ser signo de la Iglesia que se pone verdaderamente a la escucha, que se deja interpelar por las instancias de aquellos con los que se encuentra, que no tiene siempre una respuesta ya preparada y pre confeccionada. Una Iglesia que no escucha se muestra cerrada a la novedad, cerrada a las sorpresas de Dios, y no será creíble, en particular para los jóvenes, que inevitablemente se alejan en vez de acercarse.
Huyamos de prejuicios y estereotipos. Un primer paso en la dirección de la escucha es liberar nuestras mentes y nuestros corazones de prejuicios y estereotipos: cuando pensamos que ya sabemos quién es el otro y lo que quiere, entonces se hace realmente difícil escucharlo  en serio. Las relaciones entre las generaciones son un terreno en el que los prejuicios y estereotipos se arraigan con una facilidad proverbial, sin que a menudo ni siquiera nos demos cuenta. Los jóvenes tienen la tentación de considerar a los adultos como anticuados; los adultos tienen la tentación de calificar a los jóvenes como inexpertos, de saber cómo son y sobre todo cómo deberían de ser y de comportarse. Todo esto puede llegar a ser un fuerte obstáculo para el diálogo y el encuentro entre las generaciones. La mayoría de los aquí presentes no pertenecéis a la generación de los jóvenes, por lo que es evidente que debemos vigilar para evitar sobre todo el riesgo de hablar de los jóvenes a partir de categorías y esquemas mentales que ya están superados. Si podemos evitar este riesgo, entonces podremos contribuir a que sea posible una alianza entre generaciones. Los adultos deben superar la tentación de subestimar las capacidades de los jóvenes y juzgarlos negativamente. Leí una vez que la primera mención de este hecho se remonta al 3.000 a.C. y fue encontrado en una vasija de barro de la antigua Babilonia, donde está escrito que la juventud es inmoral y que los jóvenes no son capaces de salvar la cultura del pueblo. Es una vieja tradición de nosotros, los viejos. Los jóvenes, en cambio, deberían de vencer la tentación de no escuchar a los adultos y de considerar a los ancianos como «algo antiguo, pasado y aburrido», olvidando que es absurdo querer empezar siempre de cero, como si la vida comenzara solo con cada uno de ellos. En realidad, los  ancianos, a pesar de su fragilidad física, permanecen siempre como la memoria de nuestra humanidad, las raíces de nuestra sociedad, el «pulso» de nuestra civilización. Despreciarlos, desprenderse de ellos, encerrarlos en reservas aisladas o ignorarlos es una muestra de cesión a la mentalidad del mundo que está devorando nuestras casas desde dentro. Descuidar el tesoro de las experiencias que cada generación recibe en herencia y transmite a la siguiente es un acto de autodestrucción.
Por una parte,es necesario superar con decisión la plaga del clericalismo. En efecto, escuchar y huir de los estereotipos es también un poderoso antídoto contra el riesgo del clericalismo, al que una asamblea como esta se ve inevitablemente expuesta, más allá de las intenciones de cada uno de nosotros. Surge de una visión elitista y excluyente de la vocación, que interpreta el ministerio recibido como un poderque hay que ejercer más que como un serviciogratuito y generoso que ofrecer; y esto nos lleva a creer que pertenecemos a un grupo que tiene todas las respuestas y no necesita ya escuchar ni aprender nada, o hace como que escucha. El clericalismo es una perversión y es la raíz de muchos males en la Iglesia: debemos pedir humildemente perdón por ellos y, sobre todo, crear las condiciones para no repetirlos.
Por otro lado, sin embargo, es necesario curar el virus de la autosuficienciay de las conclusiones apresuradas de muchos jóvenes. Un proverbio egipcio dice: «Si no hay un anciano en tu casa, cómpralo, porque te será útil». Repudiar y rechazar todo lo que se ha transmitido a lo largo de los siglos solo conduce al peligroso extravío que lamentablemente está amenazando nuestra humanidad; lleva al estado de desilusión que se ha apoderado del corazón de generaciones enteras. La acumulación, a lo largo de la historia, de experiencias humanas es el tesoro más valioso y digno de confianza que las generaciones reciben unas de otras. Sin olvidar nunca la revelación divina, que ilumina y da sentido a la historia y a nuestra existencia.
Hermanos y hermanas: Que el Sínodo despierte nuestros corazones. El presente, también el de la Iglesia, aparece lleno de trabajos, problemas y cargas. Pero la fe nos dice que es también kairos, en el que el Señor viene a nuestro encuentro para amarnos y llamarnos a la plenitud de la vida. El futuro no es una amenaza que hay que temer, sino el tiempo que el Señor nos promete para que podamos experimentar la comunión con él, con nuestros hermanos y con toda la creación. Necesitamos redescubrir las razones de nuestra esperanza y sobre todo transmitirlas a los jóvenes, que tienen sed de esperanza, como bien afirmó el Concilio Vaticano II: «Podemos pensar, con razón que el porvenir de la humanidad está en manos de aquellos sean capaces de transmitir a las generaciones venideras razones para vivir y para esperar» (Cost. Past., Gaudium et Spes, 31).
El encuentro entre generaciones puede ser extremadamente fructífero para generar esperanza. El profeta Joel nos los enseña –lo recordé también a los jóvenes de la reunión pre-sinodal– en esa que considero la profecía de nuestro tiempo: «Vuestros ancianos tendrán sueños y vuestros jóvenes verán visiones» (3,1), y profetizarán.
No hay necesidad de sofisticados argumentos teológicos para mostrar nuestro deber de ayudar al mundo contemporáneo a caminar hacia el reino de Dios, sin falsas esperanzas y sin ver solo ruinas y problemas. En efecto, san Juan XXIII, hablando de las personas que valoran los hechos sin suficiente objetividad ni juicio prudente, dijo: «Ellas no ven en los tiempos modernos sino prevaricación y ruina; van diciendo que nuestra época, comparada con las pasadas, ha ido empeorando; y se comportan como si nada hubieran aprendido de la historia, que sigue siendo maestra de la vida» (Discurso pronunciado para la solemne apertura del Concilio Vaticano II, 11 octubre 1962).
Por tanto, no hay que dejarse tentar por las «profecías de desgracias», ni gastar energías en «llevar cuenta de los fallos y echar en cara amarguras», hay que mantener los ojos fijos en el bien, que «a menudo no hace ruido, ni es tema de los blogs ni aparece en las primeras páginas», y no asustarse «ante las heridas de la carne de Cristo, causadas siempre por el pecado y con frecuencia por los hijos de la Iglesia» (cf. Discurso a los Obispos participantes en el curso promovido por la Congregación para los Obispos y para las Iglesias orientales, 13 septiembre, 2018).
Comprometámonos a procurar «frecuentar el futuro», y a que salga de este Sínodo no sólo un documento –que generalmente es leído por pocos y criticado por muchos–, sino sobre todo propuestas pastorales concretas, capaces de llevar a cabo la tarea del propio Sínodo, que es la de hacer que germinen sueños, suscitar profecías y visiones, hacer florecer esperanzas, estimular la confianza, vendar heridas, entretejer relaciones, resucitar una aurora de esperanza, aprender unos de otros, y crear un imaginario positivo que ilumine las mentes, enardezca los corazones, dé fuerza a las manos, e inspire a los jóvene–a todos los jóvenes, sin excepción– la visión de un futuro lleno de la alegría del evangelio. Gracias.
04.10.18




Cariñoso saludo del Papa a un grupo de peregrinos chinos y vietnamitas

En la Basílica de San Pedro

(4 oct. 2018).- Francisco saludó ayer en la Basílica de San Pedro a un grupo de peregrinos de origen chino y vietnamita, presentes en Roma para participar en la peregrinación promovida por la Congregación de San Juan Bautista, con ocasión de los 90 años de misión al servicio del pueblo chino.
El encuentro tuvo lugar el pasado miércoles, 3 de octubre de 2018, antes del inicio de la Santa Misa de apertura de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, frente a la Capilla de la Piedad.
El Papa saludó a los fieles chinos y vietnamitas e intercambió con ellos unas palabras de afecto y cercanía. Además, los peregrinos entregaron al Santo Padre un regalo.
Obispos chinos en el Sínodo
Asimismo, el Santo Padre se ha mostrado muy contento por la participación –por primera vez en la historia– de dos obispos de China Continental en el Sínodo de los Obispos, que se celebra del 3 al 28 de octubre en el Vaticano.
Ellos son Mons. Giuseppe Guo Jincai (1968) Obispo de Chengde (provincia de Hebei) y Mons. Giovanni Battista Yang Xiaoting (1964), Obispo de Yan’an (provincia de Shaanxi).
La presencia de estos prelados en la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo se debe al Acuerdo Provisional que firmaron la Santa Sede y la el gobierno de la República Popular de China sobre el nombramiento de los obispos, el pasado 22 de septiembre, una cuestión de gran importancia para la vida de la Iglesia, y crea las condiciones para una colaboración más amplia a nivel bilateral.
05.10.18




Santa Marta: El Papa alerta del riesgo de vivir el cristianismo “como un hábito social”


Somos cristianos, pero vivimos como paganos”



(5 oct. 2018).- El Papa Francisco ha comentado esta mañana, en la Misa matutina de Santa Marta, que corremos el riesgo de vivir el cristianismo “como un hábito social”, formalmente, con “la hipocresía de los justos”, que “temen dejarse amar”.
En la Misa celebrada en la Capilla de Santa Marta, este viernes, 5 de octubre de 2018, el Pontífice ha meditado a partir del Evangelio de San Lucas y el reproche de Jesús a la gente de Betsaida, Corazín y Cafarnaúm, que no han creído en Él, no obstante los milagros, e invitó a todos en su homilía a hacer un examen de conciencia, señala ‘Vatican News’ en español.
Una vez terminada la Misa dejamos a Jesús en la Iglesia –ha advertido el Santo Padre– “no vuelve con nosotros a casa”, en la vida cotidiana. Ay de nosotros, si expulsamos a Jesús de nuestro corazón: “Somos cristianos, pero vivimos como paganos”, ha precavido.
El Papa ha advertido que nos puede pasar con frecuencia: “Yo que he recibido tanto del Señor, he nacido en una sociedad cristiana, he conocido a Jesucristo, he conocido la salvación, he sido educado en la fe. Y con mucha facilidad me olvido de Jesús”.
Jesús te habla a ti
Este hábito nos hace mal –ha explicado el Santo Padre– porque reducimos el Evangelio a un hecho social, sociológico, y no a una relación personal con Jesús. “Jesús me habla a mí, te habla a ti, habla a cada uno de nosotros. La predicación de Jesús es para cada uno de nosotros”.
¿Cómo es que aquellos paganos que, apenas escuchan la predicación de Jesús, van con él, y yo que he nacido aquí, en una sociedad cristiana, me acostumbro, y el cristianismo es como si fuera un hábito social, un vestido que me pongo y que después dejo? –ha planteado el Papa.
El Pontífice ha invitado a vivir el cristianismo “realmente”: “Jesús llora, sobre cada uno de nosotros, cuando vivimos el cristianismo formalmente, y no realmente”.
Echar a Jesús de nuestro corazón”
Francisco ha exhortado a hacer una reflexión interior: “Hoy puede ser para nosotros una jornada de examen de conciencia, con este estribillo: ‘Ay de ti, ay de ti’, porque te he dado tanto, me he dado a mí mismo, te he elegido para ser cristiano, ser cristiana, y tú prefieres una vida a medias, una vida superficial: un poco sí de cristianismo y agua bendita, y nada más. En realidad, cuando se vive esta hipocresía cristiana, lo que nosotros hacemos es echar a Jesús de nuestro corazón. Hacemos de cuenta que lo tenemos, pero lo hemos expulsado. ‘Somos cristianos, orgullosos de ser cristianos’, pero vivimos como paganos”.
06.10.18


El Papa a los jóvenes: “¡Ustedes no tienen precio! ¡No se dejen comprar!”

Encuentro en el Aula Pablo VI

(6 oct. 2018).- “La Iglesia en salida necesita un dinamismo misionero que sobre todo los jóvenes puedan aportar”, ha anunciado el Papa Francisco a los jóvenes en un encuentro marcado por el entusiasmo, la música, la sinceridad y la alegría.
En el contexto del Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes, la fe y el discernimiento, calificado por algunos padres sinodales como el “Sínodo de la alegría”, en la tarde del sábado, 6 de octubre de 2018, el Papa Francisco se encontró, junto a los padres sinodales, con cientos de jóvenes de diversos continentes en el Aula Pablo VI del Vaticano.
Francisco ha anunciado que la Iglesia “necesita personas que, animadas por la fe, sepan comprometer su vida en la evangelización en un mundo marcado por las transformaciones sociales, culturales, tecnológicas, en un mundo que se ha vuelto más pequeño a causa de la globalización, y más interconectado por el desarrollo de la comunicación”.
La Iglesia, no sale hacia las nuevas generaciones, sino que sale con las nuevas generaciones, y el Sínodo es fruto de un trabajo en el que ustedes han sido y son protagonistas”, ha indicado Francisco.
Esta reunión ha sido organizada por la Secretaria General del Sínodo de los Obispos y la Congregación para la Educación Católica, bajo el lema “Nosotros para. Únicos, solidarios y creativos”.
La libertad que ofrece Jesús
Por favor, jóvenes, niños y niñas, ¡ustedes no tienen precio! ¡Ustedes no están subastados! –ha solicitado el Papa–. Por favor, no se dejen comprar, no se dejen seducir, no sean esclavos de la colonización ideológica que ponen ideas en la cabeza y al final llegamos a ser esclavos, empleados, fracasados en la vida”.
Así, el Pontífice les ha pedido a los jóvenes muchachos que repitan “No estoy en una subasta, no tengo precio. ¡Soy libre, soy libre! Enamórense de esta libertad, que es lo que ofrece Jesús”.
Jesús no nos deja solos”
En la gran fiesta de los jóvenes con el Santo Padre se escucharon todo tipo de testimonios: varios jóvenes compartieron sus difíciles situaciones personales con el Papa y con todos los presentes, llegaron a la misma conclusión de sentirse afortunados por haber conocido el amor misericordioso de Cristo.
Desde la dura experiencia de haber estado en la cárcel, o el vacío de estar atrapado en el mundo de las drogas, la plenitud de la vida religiosa, la angustia que se siente al no encontrar trabajo, la vocación al sacerdocio de manera temprana… la paz y la esperanza de alguien que puede hablar de Dios en el hospital… Todas esas historias íntimas y dolorosas, cuyo punto en común es el encuentro personal con Jesús, han sido presentadas al Papa.
Me impresionan sus historias personales llenas de pasión y de dolor” –ha dicho Francisco a los jóvenes–. “Lo más conmovedor de sus historias es el descubrimiento de que otra vida es posible: Jesús no nos deja solos en nuestra aventura”.
Además de las historias personales, los jóvenes bailaron para la el Papa, cantaron, leyeron poesía y mostraron algunos días para ilustrar mejor sus palabras.
Al comienzo del encuentro, un numeroso grupo de jóvenes con coloridas camisetas han bailado una moderna coreografía, e incluso un joven se animó a representar una pieza de hip hop, acompañado por las palmas de todos los asistentes.
Respuestas del Papa
A lo largo de la tarde, la música y el baile han sido grandes protagonistas. Entre las diferentes intervenciones, se han interpretado diferentes canciones, al piano, con guitarra… e incluso algún joven se ha animado a bailar de manera improvisada, animando al público y recibiendo aplausos y aclamaciones por parte de todos.
Los jóvenes que actuaron en el evento, se pusieron en pie todos juntos en el escenario, y hicieron al Papa varias preguntas, a lo que Francisco respondió bromeando: “Las respuestas se las darán los padres sinodales”; ya que “si yo respondiera anularía el Sínodo”, y ha explicado que las respuestas “deben venir de parte de todos, de nuestra reflexión, de nuestra discusión, y sobre todo deben ser respuestas hechas sin miedo”.
07.10.18



El Papa confía los esposos con problemas a la intercesión de la Virgen María

La confianza en María que deshace los nudos

(7 octubre 2018).- El Papa Francisco confía los esposos con dificultades a la intercesión de la Virgen María: “Invoquemos a la Virgen María para que ayude a los esposos a vivir y renovar su unión, siempre a partir del  del don original de Dios”.
El Santo Padre, efectivamente, ha comentado sobre el Evangelio de este domingo, 7 de octubre de 2018, en la Plaza de San Pedro, como es costumbre, antes de la oración dominical del Ángelus al mediodía. Bajo los paraguas, ante unas 25.000 personas que se habían reunido, según las cifras de la gendarmería del Vaticano.
La historia de los esposos en dificultad
Esta oración a María por los esposos en dificultad recuerda la devoción del Papa Francisco a la Virgen María que “deshace los nudos”, representada por la pintura atribuida al pintor bávaro Johann Georg Melchior Schmidtner, y que se encuentra en la Iglesia Sankt-Peter. -am-Perlach en Augsburg (Alemania).
El Papa conocía la foto gracias a la postal que una monja le dirigió un año por Navidad. El Papa quedó impresionado por esta representación de la Virgen María. La pintora Ana Berti de Betta hizo una copia en Argentina. Y el Papa fue fotografiado varias veces bajo una copia de la pintura, en Santa Marta, Vaticano.
La pintura sería un ex voto de agradecimiento por el cumplimiento de la oración del jesuita alemán Jakob Rem, 28 de septiembre de 1615, a favor de Wolfgang Lagenmantel y su esposa Sophie Rentz: había pedido a la Virgen que deshiciera los nudos (concretos) de la cinta nupcial – entonces un elemento de la liturgia del matrimonio – de esta pareja en dificultad. Los nudos de la cinta, que retomaron su color blanco inicial, y las dificultades de la pareja desaparecieron.
La gratitud de un nieto
Fue un nieto de esta pareja, que se convirtió en sacerdote en Sankt Peter, Hieronymus von Langenmantel (1666 – 1709) quien encargó la pintura para la capilla dedicada a su familia y para recordar la intercesión de la Virgen María en favor de sus abuelos
En Die Zeit del 9 de marzo de 2017, el Papa explicó que la pintura se refiere a una expresión de San Ireneo de Lyon: “El marido consultó con un padre jesuita. Tomó la larga cinta blanca que se les ofreció en la boda y rezó a la Virgen María. Había leído en los textos de Ireneo que el nudo atado por el pecado de Eva había sido derrotado por la obediencia de María. Le pidió a la Virgen la gracia para deshacer los nudos.
El Papa citó a San Ireneo el 12 de octubre de 2013, en el Año de la Fe, sobre la fe de María, diciendo: “La fe de María deshace el nudo del pecado” (ver Concilio Oecum, ). II, Dogm Const.,  Lumen gentium , 56). ¿Qué significa? Los Padres conciliares [del Vaticano II] han tomado una expresión de San Ireneo que dice: “El nudo atado por la desobediencia de Eva se ha deshecho por la obediencia de María; lo que la virgen Eva había atado por su incredulidad, la Virgen María lo desató por su fe “( Adversus Haereses  III, 22, 4).
La relación con Dios
El Papa explicó este vínculo entre desobediencia e incredulidad del ejemplo de un niño: “El” nudo “de desobediencia, el” nudo “de incredulidad. Cuando un niño desobedece a su mamá o papá, podríamos decir que se forma un pequeño “nudo”. Sucede si el niño actúa dándose cuenta de lo que está haciendo, especialmente si hay una mentira; a partir de entonces no tiene confianza en su madre o en su padre. ¡Sabes que a veces sucede! Entonces la relación con los padres necesita ser limpiada de esta falla y, de hecho, se disculpa, para que haya nueva armonía y confianza”.
Aplicó esta comparación a la relación con Dios: “Algo similar sucede en nuestra relación con Dios. Cuando no lo escuchamos, no seguimos su voluntad, hacemos acciones concretas por las cuales manifestamos una falta de confianza en sí mismo, y esto es pecado, se forma un nudo en nuestro ser interior. Y estos nudos quitan la paz y la serenidad. Son peligrosos porque muchos nudos pueden formar un enredo, que siempre es más doloroso y más difícil de desatar”.
María y la Divina Misericordia
El Papa entonces enfatizó el trabajo de la Divina Misericordia en la vida e intercesión de María: “Para la misericordia de Dios, lo sabemos, ¡nada es imposible! Incluso los nudos más enredados se deshacen con su gracia. Y María, que con su “sí”, abrió la puerta a Dios para desatar el nudo de la vieja desobediencia, es la Madre que, con paciencia y ternura, nos lleva a Dios, para que él deshaga los nudos de nuestra alma con su misericordia de Padre”.
Invitó a todos a confiar en María y en la misericordia de Dios con confianza, para que los “nudos” de la vida pudieran resolverse: “Cada uno de nosotros tiene algo y podemos preguntarnos en nuestro corazón: ¿Qué nudos hay en mi vida? “Padre, el mío no se puede deshacer! ¡Pero es un error! Todos los nudos del corazón, todos los nudos de la conciencia se pueden deshacer. ¿Le pido a María que me ayude a confiar en la misericordia de Dios, a deshacerlos, a cambiar? Ella, mujer de fe, seguramente nos dirá: “Vamos, ve al Señor: Él te entiende”. Y nos lleva de la mano, Madre, Madre hacia la ternura del Padre, Padre de misericordia”.
08.10.18



Santa Marta: ¿Estás abierto a las sorpresas de Dios?

Lo que Jesús dijo a su Iglesia.

(8 octubre 2018).- Jesús dijo a su Iglesia: “Si hay necesidad de más, usted paga y yo le pagaré cuando regrese”, dijo el Papa Francisco en la misa de la mañana en la Casa de Santa Marta, el 8 de octubre de 2018. En su homilía informada por Vatican News  preguntó: “¿Estás abierto a las sorpresas de Dios o eres un funcionario cristiano? ”
Al comentar sobre la parábola del Buen Samaritano (Lc 10, 25-37), el Papa señaló que el sacerdote y el levita pasaron “al otro lado” al ver al hombre medio muerto en el camino. Estos dos “funcionarios” piensan que esto no les concierne, mientras que el samaritano, “un pecador, un excomulgado del pueblo de Israel”, “fue tomado de compasión”.
Él “no mira su reloj, no piensa en la sangre. Se acerca, se baja de su caballo, le limpia las heridas … se ensucia las manos, se ensucia la ropa. Luego lo cargó en su caballo … sucio, lleno de sangre … y lo cuidó. No dijo: “Lo dejo aquí, llamo a los médicos, me voy, hago mi parte”. No. “Él se cuidó”, como diciendo: “Ahora eres mío, no por posesión, sino para servirte”. No era un funcionario, era un hombre con un corazón, un hombre con el corazón abierto”.
El Papa también se detuvo en el personaje del posadero, que se compromete a mantener al hombre y esperar el regreso del samaritano por el resto del dinero. “Ambos no eran funcionarios públicos. “¿Eres cristiano? ¿Eres cristiano? “Sí, sí, voy a la misa del domingo y trato de hacer lo correcto … menos calumnias, porque me gusta meditar, pero el resto lo hago bien”. Pero estas abierto? ¿Estás abierto a las sorpresas de Dios o eres un funcionario cristiano, cerrado? “Hago eso, voy a misa el domingo, la comunión, la confesión una vez al año, esto, eso … estoy en buena posición”. Son los funcionarios cristianos, aquellos que no están abiertos a las sorpresas de Dios, aquellos que saben mucho acerca de Dios pero que no se encuentran con Dios. Los que nunca se maravillan ante un testimonio. O mejor : Ellos no pueden testificar”.
El Papa invitó a “laicos y pastores” a preguntarse si son cristianos abiertos a “las sorpresas de Dios que tan a menudo, como este samaritano, nos ponen en dificultades”.
En este pasaje se encuentra todo el Evangelio”, concluyó el Papa: “Cada uno de nosotros es el hombre allí, herido, y el Samaritano es Jesús. Y sanó nuestras heridas. Estaba cerca. Él nos cuidó. Él pagó por nosotros. Y le dijo a su Iglesia: “Si necesitas más, pagas y te lo devolveré cuando regrese”.
09.10.18


Santa Marta: Francisco nos invita a pensar “¿Estoy enamorado del Señor?”

Ejemplo de Marta y María, en el Evangelio

(9 oct. 2018).- “¿Estoy enamorado del Señor?”: es la reflexión que ha lanzado el Santo Padre Francisco en la Misa celebrada esta mañana en Santa Marta.
El Papa ha mostrado el ejemplo de Marta y María, las hermanas de Lázaro de Betania, en cuya casa Jesús es huésped, de las que habla el Evangelio de Lucas, leído en la Misa de este 9 de octubre de 2018. Un equilibrio, por lo tanto, entre “contemplación y servicio”, ha apuntado el Papa, dos cualidades que ilustra muy bien este pasaje.
Son dos hermanas que, con su modo de actuar –ha aclarado el Papa– nos enseñan cómo debe ir adelante la vida del cristiano”. “María escuchaba al Señor”, mientras Marta estaba “distraída”, porque se estaba ocupando de los distintos servicios. He aquí Marta, que es una de esas mujeres “fuertes” –reafirmó Francisco– también capaz de reprochar al Señor por no haber estado presente en la hora de la muerte de su hermano Lázaro. Sabe “ir adelante”, es valerosa –observó el Pontífice– pero carente de “contemplación”, incapaz de “perder el tiempo mirando al Señor”:
Hay tantos cristianos que sí van el domingo a Misa, pero después están ocupados siempre. No tienen tiempo ni para los hijos, y ni siquiera para jugar con sus hijos: es feo esto. ‘Tengo tanto que hacer, estoy ajetreado…’. Y al final se convierten en cultores de esa religión que es el estar atareado: pertenecen al grupo de los ocupados, que siempre están haciendo… pero detente, mira al Señor, toma el Evangelio, escucha la Palabra del Señor, abre tu corazón…”, ha predicado Francisco.
En este sentido, el Papa ha exhortado a usar el “lenguaje de las manos, siempre”. Y a hacer el bien, “pero no el bien cristiano: un bien humano”. Ha aclarado: “A estos les falta la contemplación. A Marta le faltaba esto. Valerosa, siempre iba adelante, llevaba las cosas en la mano, pero le faltaba la paz: perder el tiempo mirando al Señor”.
10.10.18





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