Ángelus: La libertad de Jesús, del Espíritu Santo, de María y del discípulo
Palabras
del Papa antes del Ángelus
(30
sept. 2018).- “Jesús aparece muy libre, completamente abierto
a la libertad del Espíritu de Dios, que no está limitado en su
acción por ninguna frontera, por ninguna barrera”, explica el Papa
Francisco en su comentario sobre el Evangelio de este domingo, 30 de
septiembre de 2018.
El
Papa había presidido previamente la Misa, en la Gruta de Lourdes de
los Jardines del Vaticano, para la Gendarmería del Vaticano, a las
9:00 h. También recibió, a las 11:00, a Mons. Dagoberto Campos
Salas, oriundo de Costa Rica, nuncio apostólico en Liberia, y
nombrado en agosto pasado como nuncio en Gambia, y alrededor de
quince miembros de su familia.
Con
motivo del Ángelus dominical, en la Plaza de San Pedro, el Papa hizo
hincapié en la lección que debe aprenderse: “Jesús quiere educar
a sus discípulos, a nosotros también hoy, a esta libertad
interior”.
“Que
la Virgen María, modelo de acogida dócil de las sorpresas de Dios,
nos ayude a reconocer los signos de la presencia del Señor”,
concluyó el Papa.
Palabras
del Papa Francisco antes del Ángelus
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El
Evangelio de este domingo (Marcos 9: 38-43.45.47-48) nos presenta uno
de esos detalles muy instructivos de la vida de Jesús con sus
discípulos. Habían visto que un hombre, que no formaba parte del
grupo de seguidores de Jesús, expulsó demonios en el nombre de
Jesús, y por lo tanto querían prohibirlo. Juan, con el celo
entusiasta típico de los jóvenes, refiere el asunto al Maestro que
busca su apoyo; pero Jesús, por el contrario, responde, “no se lo
impidan, porque no hay nadie que haga un milagro en mi nombre y que
después pueda hablar mal de mí, quién no está contra mí, está
por mi” (vv. 39-40 ).
Juan
y los otros discípulos manifiestan una actitud de cerrazón ante un
acontecimiento que no encaja en sus esquemas, en este caso la acción,
aunque buena, de una persona “externa” al círculo de seguidores.
En cambio, Jesús aparece muy libre, totalmente abierto a la libertad
del Espíritu de Dios, que en su acción no está limitado por ningún
límite ni por ninguna barrera. Y con su actitud, Jesús quiere
educar a sus discípulos, incluso a nosotros hoy, a esta
libertad interior.
Es
bueno para nosotros reflexionar sobre este episodio y hacer un examen
de conciencia. La actitud de los discípulos de Jesús es muy humana,
muy común, y podemos encontrarla en las comunidades cristianas de
todos los tiempos, probablemente también en nosotros mismos. De
buena fe, más con celo, uno quisiera proteger la autenticidad de una
cierta experiencia, especialmente carismática, protegiendo al
fundador o al líder de falsos imitadores. Pero al mismo tiempo
existe el temor a la “competencia”, y esto es bueno, el temor de
la competencia de que alguien puede quitar nuevos seguidores, y
entonces no se puede apreciar el bien que hacen los demás: no es
bueno porque “no es de los nuestros” se dice. Es una forma de
autorreferencialidad.
Aquí
está la raíz del proselitismo. La Iglesia, decía el Papa
Benedicto, no crece por proselitismo, crece por atracción, es decir,
crece por el testimonio, de los demás con la fuerza del Espíritu
Santo.
La
gran libertad de Dios para entregarnos a nosotros es un desafío y
una exhortación a cambiar nuestras actitudes y nuestras relaciones.
Esta es la invitación que Jesús nos dirige hoy. Nos llama a no
pensar según las categorías “amigo / enemigo”, “nosotros /
ellos”, “quien está dentro / quien está fuera” “mio/tuyo”,
sino ir más allá, a abrir el corazón para poder reconocer su
presencia y la acción de Dios incluso en áreas inusuales e
impredecibles y en personas que no forman parte de nuestro círculo.
Se trata de estar más atentos a la autenticidad del bien, de lo
bello y de lo verdadero que se realiza, y no al nombre y a la
procedencia de quienes lo realicen. Y, como nos sugiere el resto del
Evangelio de hoy, en lugar de juzgar a los demás, debemos
examinarnos a nosotros mismos y “cortar” sin comprometer todo lo
que pueda escandalizar a las personas más débiles en la fe.
Que
la Virgen María, modelo de dócil acogida de las sorpresas de Dios,
nos ayude a reconocer los signos de la presencia del Señor entre
nosotros, descubriendo en cualquier lugar en que se manifiesta,
incluso en las situaciones más impensables e insólitas. Que nos
enseñe a amar a nuestra comunidad sin celos ni cerrazones, siempre
abiertos al vasto horizonte de la acción del Espíritu Santo
01.10.18
Santa Marta: Los ángeles custodios son nuestros “compañeros de camino”
Fiesta
de los Santos Ángeles Custodios, 2 de octubre
(2
oct. 2018).- El Papa Francisco afirmó que los ángeles
custodios son precisamente “la ayuda especial que el Señor promete
a su pueblo y a nosotros que caminamos por el camino de la vida”.
Hoy
celebramos el día de los Santos Ángeles Custodios, y el Papa
Francisco ha dedicado la Misa matutina al 25° aniversario de
vida religiosa de una monja presente en esta celebración, informa
Vatican News en español.
El
Santo Padre se ha inspirado en las Lecturas del día, destacando el
papel de los protectores que Dios pone a nuestro lado, como brújulas
en el camino de nuestra vida.
“He
aquí que yo voy a enviar un ángel delante de ti, para que te guarde
en el camino y te conduzca al lugar que te tengo preparado”, dice
la Primera Lectura, tomada del capítulo 23 del Libro del Éxodo
– que guiaron la reflexión del Santo Padre en su homilía de la
Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta, este
2 de octubre de 2018.
La
vida es precisamente un camino –ha explicado el Papa– en el que
debemos ser ayudados por “compañeros”, “protectores”,
“brújulas humanas” que “nos custodian de los peligros” y de
las insidias que podemos encontrar; entre las cuales Francisco
mencionó tres.
Los
peligros de los que Francisco ha advertido son: El peligro de “no
caminar”, el peligro de “equivocarse de camino” o y el
riesgo de “dejar el camino” para quedarse en algún lugar de
paso.
En
primer lugar, “está el peligro de no caminar –ha señalado–. Y
cuánta gente se establece y no camina, y durante toda su vida está
detenida, sin moverse y sin hacer nada… Es un peligro. Como aquel
hombre del Evangelio que tenía miedo de invertir el talento. Lo
había enterrado, y pensaba: ‘Estoy en paz, me siento tranquilo. No
podré hacer ninguna equivocación. Así no me arriesgo’. Y tanta
gente no sabe cómo caminar y tiene miedo de correr riesgo y se
enferma. Pero nosotros sabemos que la regla es que quien en la vida
está detenido, termina por corromperse. Como el agua: cuando el agua
está quieta allí,
llegan los mosquitos, ponen los huevos, y todo se corrompe. Todo. El
Ángel nos ayuda, nos impulsa a caminar”.
Pero
otros dos –prosiguió diciendo el Papa– son los peligros en el
camino de nuestra vida: “El peligro de equivocarse de camino”,
que sólo “al inicio es fácil de corregir”; y el peligro de
dejar el camino para dispersarse en una plaza, yendo “de un lado a
otro como en un laberinto” y “el labirinto – agregó – jamás
te conduce a la meta”.
Ante
estas dificultades, el Pontífice ha asegurado que “nuestro Ángel
no sólo está con nosotros, sino que ve a Dios Padre. Está en
relación con Él. Es el puente cotidiano, desde la hora en que nos
levantamos hasta la hora en que vamos a la cama y nos acompaña y
está en una relación entre nosotros y Dios Padre. El Ángel es la
puerta cotidiana a la trascendencia, al encuentro con el Padre: es
decir, el Ángel me ayuda a caminar porque mira al Padre y conoce el
camino. No olvidemos a estos compañeros de camino”.
03.10.18
03.10.18
El Papa pide “franqueza” en hablar y “apertura” en escuchar para el discernimiento
Discurso
en la apertura
(
3 oct. 2018).- “La escucha y la salida de los estereotipos también
son un poderoso antídoto contra el riesgo del clericalismo, al cual
se expone inevitablemente una asamblea como esta, más allá de las
intenciones de cada uno de nosotros”, son algunas de las palabras
que el Papa ha dirigido a los Padres Sinodales en la apertura de la
Sínodo sobre los jóvenes.
Este
lunes, 3 de octubre de 2018, a las 16:30 horas se ha celebrado la 1ª
Congregación General de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo
de los Obispos en el Aula del Sínodo, presidida por el Papa
Francisco, y en la que han participado los 267 Padres Sinodales,
junto a los 34 jóvenes y algunos oyentes más.
Discurso
del Papa Francisco
Estimadas
Beatitudes, Eminencias y Excelencias
Queridos
hermanos y hermanas, queridísimos jóvenes.
Entrando
en esta aula para hablar de los jóvenes, se siente ya la fuerza de
su presencia, que transmite una positividad y un entusiasmo capaz de
inundar y llenar de alegría, no solo esta aula sino toda la Iglesia
y el mundo entero.
Por
esta razón no puedo comenzar sin deciros antes «gracias». Gracias
a los que estáis aquí presentes, gracias a tantas personas que, a
lo largo de un camino de preparación de dos años —aquí en la
Iglesia de Roma y en todas las iglesias del mundo— han trabajado
con entrega y pasión para que pudiéramos
llegar a este momento. Gracias de corazón al cardenal Lorenzo
Baldisseri, secretario general del Sínodo, a los presidentes
delegados, al cardenal Sérgio da Rocha, relator general, a Mons.
Fabio Fabene, subsecretario; a los oficiales de la Secretaría
general y a los ayudantes; gracias a todos vosotros, padres
sinodales, auditores, auditoras, expertos y consultores; a los
delegados fraternos; a los traductores, a los cantores, a los
periodistas. Gracias de corazón a todos por vuestra participación
activa y fecunda.
Un
sentido «gracias» merecen los dos secretarios especiales, Padre
Giacomo Costa, jesuita, y Don Rossano Sala, salesiano, que han
trabajado generosamente con empeño y abnegación. Se han dejado la
piel en la preparación.
Deseo
enviar también un vivo agradecimiento a los jóvenes que están
conectados con nosotros en este momento, y a todos los jóvenes que
de distintas formas han hecho oír su voz. Les doy las gracias por
haber apostado a favor de que merece la pena sentirse parte de la
Iglesia, o entrar en diálogo con ella; vale la pena tener a la
Iglesia como madre, como maestra, como casa, como familia, y que, a
pesar de las debilidades humanas y las dificultades, es capaz de
brillar y trasmitir el mensaje imperecedero de Cristo; vale la pena
aferrarse a la barca de la Iglesia que, aun a través de las
terribles tempestades del mundo, sigue ofreciendo a todos refugio y
hospitalidad; vale la pena que nos pongamos en actitud de escucha los
unos de los otros; vale la pena nadar contra corriente y vincularse a
los valores más grandes: la
familia, la fidelidad, el amor, la fe, el sacrificio, el servicio, la
vida eterna.
Nuestra
responsabilidad en el Sínodo es la de no desmentirlos, es más, la
de demostrar que tenían razón en apostar: de verdad vale la pena,
de verdad no es una pérdida de tiempo.
Y
os doy las gracias especialmente a vosotros, queridos jóvenes aquí
presentes. El camino de preparación al Sínodo nos ha enseñado que
el universo juvenil es tan variado que no puede ser representado
totalmente, pero vosotros sois de verdad un signo importante del
mismo. Vuestra participación nos llena de alegría y de esperanza.
EI
Sínodo que estamos viviendo es un tiempo para la participación.
Deseo, por tanto, en este inicio del itinerario de la Asamblea
sinodal, invitar a todos a hablar con valentía y parresia,
es decir integrando libertad,
verdad y caridad.
Solo el diálogo nos hace crecer. Una crítica honesta y transparente
es constructiva y útil, mientras que no lo son la vana palabrería,
los rumores, las sospechas o los prejuicios.
Y
a la valentía en el hablar debe corresponder la humildad en el
escuchar.
Decía a los jóvenes en la reunión pre-sinodal: «Si habla el que
no me gusta, debo escuchar más, porque cada uno tiene el derecho de
ser escuchado, como cada uno tiene el derecho de hablar». Esta
escucha franca requiere valentía para tomar la palabra y hacerse
portavoz de tantos jóvenes del mundo que no están presentes. Este
escuchar es el que abre espacio al diálogo. El
Sínodo debe ser un ejercicio de diálogo, en primer lugar entre los
que participan
en él.
Y el primer fruto de ese diálogo es que cada uno se abra a la
novedad, a cambiar su propia opinión gracias a lo que ha escuchado
de los demás. Esto es importante para el Sínodo. Muchos de vosotros
habéis preparado ya vuestra intervención antes de venir —y os doy
las gracias por este trabajo—, pero os invito a sentiros libres de
considerar lo que habéis preparado como un borrador provisional
abierto a las eventuales integraciones y modificaciones que el camino
sinodal os podrá sugerir a cada uno. Sintámonos libres de acoger y
comprender a los demás y por tanto de cambiar nuestras convicciones
y posiciones: es signo de gran madurez humana y espiritual.
El
Sínodo es un ejercicio eclesial de discernimiento.
La franqueza en el hablar y la apertura en el escuchar son
fundamentales para que el Sínodo sea un proceso de discernimiento.
El discernimiento no es un slogan publicitario, no es una técnica
organizativa, y ni siquiera una moda de este pontificado, sino
una actitud
interiorque
tiene su raíz en unacto
de fe.
El discernimiento es el método y a la vez el objetivo que nos
proponemos: se funda en la convicción de que Dios está actuando en
la historia del mundo, en los acontecimientos de la vida, en las
personas que encuentro y que me hablan. Por eso estamos llamados a
ponernos en actitud de escuchar lo que el Espíritu nos sugiere, de
maneras y en direcciones muchas veces imprevisibles. El
discernimiento tiene necesidad de espacios y de tiempos. Por esto
dispongo que, durante los trabajos, en la asamblea plenaria y en los
grupos, cada cinco intervenciones se observe un momento de silencio
—de tres minutos aproximadamente—, para permitir que cada uno preste
atención a la resonancia que las cosas que ha escuchado suscite en
su corazón, para profundizar y aceptar lo que más le haya
interesado. Este interés con respecto a la interioridad es la llave
para recorrer el camino del reconocer, interpretar y elegir.
Somos
signo de una Iglesia a la escucha y en camino.
La actitud de escucha no puede limitarse a las palabras que nos
dirijamos en los trabajos sinodales. El camino de preparación para
este momento ha evidenciado una Iglesia «con
una deuda de escucha»,
también en relación a los jóvenes, que muchas veces no se sienten
comprendidos en su originalidad por parte de la Iglesia y, por tanto,
no suficientemente aceptados por lo que son realmente, y, alguna vez
incluso, hasta rechazados. Este Sínodo tiene la oportunidad, la
tarea y el deber de ser signo de la Iglesia que se pone
verdaderamente a la escucha, que se deja interpelar por las
instancias de aquellos con los que se encuentra, que no tiene siempre
una respuesta ya preparada y pre confeccionada. Una Iglesia que no
escucha se muestra cerrada a la novedad, cerrada a las sorpresas de
Dios, y no será creíble, en particular para los jóvenes, que
inevitablemente se alejan en vez de acercarse.
Huyamos
de prejuicios y estereotipos. Un
primer paso en la dirección de la escucha es liberar nuestras mentes
y nuestros corazones de prejuicios y estereotipos: cuando pensamos
que ya sabemos quién es el otro y lo que quiere, entonces se hace
realmente difícil escucharlo en serio. Las
relaciones entre las generaciones son un terreno en el que los
prejuicios y estereotipos se arraigan con una facilidad proverbial,
sin que a menudo ni siquiera nos demos cuenta. Los jóvenes tienen la
tentación de considerar a los adultos como anticuados; los adultos
tienen la tentación de calificar a los jóvenes como inexpertos, de
saber cómo son y sobre todo cómo deberían de ser y de comportarse.
Todo esto puede llegar a ser un fuerte obstáculo para el diálogo y
el encuentro entre las generaciones. La mayoría de los aquí
presentes no pertenecéis a la generación de los jóvenes, por lo
que es evidente que debemos vigilar para evitar sobre todo el riesgo
de hablar de los jóvenes a partir de categorías y esquemas mentales
que ya están superados. Si podemos evitar este riesgo, entonces
podremos contribuir a que sea posible una alianza entre generaciones.
Los adultos deben superar la tentación de subestimar las capacidades
de los jóvenes y juzgarlos negativamente. Leí una vez que la
primera mención de este hecho se remonta al 3.000 a.C. y fue
encontrado en una vasija de barro de la antigua Babilonia, donde está
escrito que la juventud es inmoral y que los jóvenes no son capaces
de salvar la cultura del pueblo. Es una vieja tradición de nosotros,
los viejos. Los jóvenes, en cambio, deberían de vencer la tentación
de no escuchar a los adultos y de considerar a los ancianos como
«algo antiguo, pasado y aburrido», olvidando que es absurdo querer
empezar siempre de cero, como si la vida comenzara solo con cada uno
de ellos. En realidad, los ancianos, a pesar de su fragilidad
física, permanecen siempre como la memoria de nuestra humanidad, las
raíces de nuestra sociedad, el «pulso» de nuestra civilización.
Despreciarlos, desprenderse de ellos, encerrarlos en reservas
aisladas o ignorarlos es una muestra de cesión a la mentalidad del
mundo que está devorando nuestras casas desde dentro. Descuidar el
tesoro de las experiencias que cada generación recibe en herencia y
transmite a la siguiente es un acto de autodestrucción.
Por
una parte,es necesario superar con decisión la plaga del
clericalismo.
En efecto, escuchar y huir de los estereotipos es también un
poderoso antídoto contra el riesgo del clericalismo, al que una
asamblea como esta se ve inevitablemente expuesta, más allá de las
intenciones de cada uno de nosotros. Surge de una visión elitista y
excluyente de la vocación, que interpreta el ministerio recibido
como un poderque
hay que ejercer más que como un serviciogratuito
y generoso que ofrecer; y esto nos lleva a creer que pertenecemos a
un grupo que tiene todas las respuestas y no necesita ya escuchar ni
aprender nada, o hace como que escucha. El
clericalismo es una perversión y es la raíz de muchos males en la
Iglesia:
debemos pedir humildemente perdón por ellos y, sobre todo, crear las
condiciones para no repetirlos.
Por
otro lado, sin embargo, es necesario curar el virus de la
autosuficienciay
de las conclusiones apresuradas de muchos jóvenes. Un proverbio
egipcio dice: «Si no hay un anciano en tu casa, cómpralo, porque te
será útil». Repudiar y rechazar todo lo que se ha transmitido a lo
largo de los siglos solo conduce al peligroso extravío que
lamentablemente está amenazando nuestra humanidad; lleva al estado
de desilusión que se ha apoderado del corazón de generaciones
enteras. La acumulación, a lo largo de la historia, de experiencias
humanas es el tesoro más valioso y digno de confianza que las
generaciones reciben unas de otras. Sin olvidar nunca la revelación
divina, que ilumina y da sentido a la historia y a nuestra
existencia.
Hermanos
y hermanas: Que
el Sínodo despierte nuestros corazones.
El presente, también el de la Iglesia, aparece lleno de trabajos,
problemas y cargas. Pero la fe nos dice que es también kairos,
en el que el Señor viene a nuestro encuentro para
amarnos y llamarnos a la plenitud de la vida. El futuro no es una
amenaza que hay que temer, sino el tiempo que el Señor nos promete
para que podamos experimentar la comunión con él, con nuestros
hermanos y con toda la creación. Necesitamos redescubrir las razones
de nuestra esperanza y sobre todo transmitirlas a los jóvenes, que
tienen sed de esperanza, como bien afirmó el Concilio Vaticano II:
«Podemos pensar, con razón que el porvenir de la humanidad está en
manos de aquellos sean capaces de transmitir a las generaciones
venideras razones para vivir y para esperar» (Cost. Past., Gaudium
et Spes,
31).
El
encuentro entre generaciones puede ser extremadamente fructífero
para generar esperanza. El profeta Joel nos los enseña –lo recordé
también a los jóvenes de la reunión pre-sinodal– en esa que
considero la profecía
de nuestro tiempo:
«Vuestros ancianos tendrán sueños y vuestros jóvenes verán
visiones» (3,1), y profetizarán.
No
hay necesidad de sofisticados argumentos teológicos para mostrar
nuestro deber de ayudar al mundo contemporáneo a caminar hacia el
reino de Dios, sin falsas esperanzas y sin ver solo ruinas y
problemas. En efecto, san Juan XXIII, hablando de las personas que
valoran los hechos sin suficiente objetividad ni juicio prudente,
dijo: «Ellas no ven en los tiempos modernos sino prevaricación y
ruina; van diciendo que nuestra época, comparada con las pasadas, ha
ido empeorando; y se comportan como si nada hubieran aprendido de la
historia, que sigue siendo maestra de la vida» (Discurso
pronunciado para la solemne apertura del Concilio Vaticano II,
11 octubre 1962).
Por
tanto, no hay que dejarse tentar por las «profecías de desgracias»,
ni gastar energías en «llevar cuenta de los fallos y echar en cara
amarguras», hay que mantener los ojos fijos en el bien, que «a
menudo no hace ruido, ni es tema de los blogs ni aparece en las
primeras páginas», y no asustarse «ante las heridas de la carne de
Cristo, causadas siempre por el pecado y con frecuencia por los hijos
de la Iglesia» (cf. Discurso
a los Obispos participantes en el curso promovido por la Congregación
para los Obispos y para las Iglesias
orientales,
13 septiembre, 2018).
Comprometámonos
a procurar «frecuentar el futuro», y a que salga de este Sínodo no
sólo un documento –que generalmente es leído por pocos y
criticado por muchos–, sino sobre todo propuestas pastorales
concretas, capaces de llevar a cabo la tarea del propio Sínodo, que
es la de hacer
que germinen sueños, suscitar profecías y visiones, hacer florecer
esperanzas, estimular la confianza, vendar heridas, entretejer
relaciones, resucitar una aurora de esperanza, aprender unos de
otros, y crear un imaginario positivo que
ilumine las mentes, enardezca los corazones, dé fuerza a las manos,
e inspire a los jóvenes –a
todos los jóvenes, sin excepción– la visión de un futuro lleno
de la alegría del evangelio. Gracias.
04.10.18
Cariñoso saludo del Papa a un grupo de peregrinos chinos y vietnamitas
En
la Basílica de San Pedro
(4
oct. 2018).- Francisco saludó ayer en la Basílica de San Pedro
a un grupo de peregrinos de origen chino y vietnamita, presentes en
Roma para participar en la peregrinación promovida por la
Congregación de San Juan Bautista, con ocasión de los 90 años
de misión al servicio del pueblo chino.
El
encuentro tuvo lugar el pasado miércoles, 3 de octubre de 2018,
antes del inicio de la Santa
Misa de apertura de
la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, frente a
la Capilla de la Piedad.
El
Papa saludó a los fieles chinos y vietnamitas e intercambió con
ellos unas palabras de afecto y cercanía. Además, los peregrinos
entregaron al Santo Padre un regalo.
Obispos
chinos en el Sínodo
Asimismo,
el Santo Padre se
ha mostrado muy contento por
la participación –por primera vez en la historia– de dos obispos
de China Continental en el Sínodo de los Obispos, que se celebra del
3 al 28 de octubre en el Vaticano.
Ellos
son Mons. Giuseppe Guo Jincai (1968) Obispo de Chengde (provincia de
Hebei) y Mons. Giovanni Battista Yang Xiaoting (1964), Obispo de
Yan’an (provincia de Shaanxi).
La
presencia de estos prelados en la XV Asamblea General Ordinaria del
Sínodo se debe al Acuerdo
Provisional que
firmaron la Santa Sede y la el gobierno de la República Popular de
China sobre el nombramiento
de los obispos,
el pasado 22 de septiembre, una cuestión de gran importancia para la
vida de la Iglesia, y crea las condiciones para una colaboración más
amplia a nivel bilateral.
05.10.18
Santa Marta: El Papa alerta del riesgo de vivir el cristianismo “como un hábito social”
“Somos
cristianos, pero vivimos como paganos”
(5
oct. 2018).- El Papa Francisco ha comentado esta mañana, en la Misa
matutina de Santa Marta, que corremos el riesgo de vivir el
cristianismo “como un hábito social”, formalmente, con “la
hipocresía de los justos”, que “temen dejarse amar”.
En
la Misa celebrada en la Capilla de Santa Marta, este viernes, 5 de
octubre de 2018, el Pontífice ha meditado a partir del Evangelio de
San Lucas y el reproche de Jesús a la gente de Betsaida, Corazín y
Cafarnaúm, que no han creído en Él, no obstante los milagros, e
invitó a todos en su homilía a hacer un examen de conciencia,
señala ‘Vatican News’ en español.
Una
vez terminada la Misa dejamos a Jesús en la Iglesia –ha advertido
el Santo Padre– “no vuelve con nosotros a casa”, en la vida
cotidiana. Ay de nosotros, si expulsamos a Jesús de nuestro corazón:
“Somos cristianos, pero vivimos como paganos”, ha precavido.
El
Papa ha advertido que nos puede pasar con frecuencia: “Yo que he
recibido tanto del Señor, he nacido en una sociedad cristiana, he
conocido a Jesucristo, he conocido la salvación, he sido educado en
la fe. Y con mucha facilidad me olvido de Jesús”.
Jesús
te habla a ti
Este
hábito nos hace mal –ha explicado el Santo Padre– porque
reducimos el Evangelio a un hecho social, sociológico, y no a una
relación personal con Jesús. “Jesús me habla a mí, te habla a
ti, habla a cada uno de nosotros. La predicación de Jesús es para
cada uno de nosotros”.
“¿Cómo
es que aquellos paganos que, apenas escuchan la predicación de
Jesús, van con él, y yo que he nacido aquí, en una sociedad
cristiana, me acostumbro, y el cristianismo es como si fuera un
hábito social, un vestido que me pongo y que después dejo? –ha
planteado el Papa.
El
Pontífice ha invitado a vivir el cristianismo “realmente”:
“Jesús llora, sobre cada uno de nosotros, cuando vivimos el
cristianismo formalmente, y no realmente”.
“Echar
a Jesús de nuestro corazón”
Francisco
ha exhortado a hacer una reflexión interior: “Hoy puede ser
para nosotros una jornada de examen de conciencia, con este
estribillo: ‘Ay de ti, ay de ti’, porque te he dado tanto, me he
dado a mí mismo, te he elegido para ser cristiano, ser cristiana, y
tú prefieres una vida a medias, una vida superficial: un poco sí de
cristianismo y agua bendita, y nada más. En realidad, cuando se vive
esta hipocresía cristiana, lo que nosotros hacemos es echar a Jesús
de nuestro corazón. Hacemos de cuenta que lo tenemos, pero lo hemos
expulsado. ‘Somos cristianos, orgullosos de ser cristianos’, pero
vivimos como paganos”.
06.10.18
El Papa a los jóvenes: “¡Ustedes no tienen precio! ¡No se dejen comprar!”
Encuentro
en el Aula Pablo VI
(6
oct. 2018).- “La Iglesia en salida necesita un dinamismo misionero
que sobre todo los jóvenes puedan aportar”, ha anunciado el Papa
Francisco a los jóvenes en un encuentro marcado por el entusiasmo,
la música, la sinceridad y la alegría.
En
el contexto del Sínodo de los Obispos sobre los
jóvenes, la fe y el discernimiento,
calificado por algunos padres sinodales como el “Sínodo de la
alegría”, en la tarde del sábado, 6 de octubre de 2018, el Papa
Francisco se encontró, junto a los padres sinodales, con cientos de
jóvenes de diversos continentes en el Aula Pablo VI del Vaticano.
Francisco
ha anunciado que la Iglesia “necesita personas que, animadas por la
fe, sepan comprometer su vida en la evangelización en un mundo
marcado por las transformaciones sociales, culturales, tecnológicas,
en un mundo que se ha vuelto más pequeño a causa de la
globalización, y más interconectado por el desarrollo de la
comunicación”.
“La
Iglesia, no sale hacia las nuevas generaciones, sino que sale con las
nuevas generaciones, y el Sínodo es fruto de un trabajo en el que
ustedes han sido y son protagonistas”, ha indicado Francisco.
Esta
reunión ha sido organizada por la Secretaria General del Sínodo de
los Obispos y la Congregación para la Educación Católica, bajo el
lema “Nosotros para. Únicos, solidarios y creativos”.
La
libertad que ofrece Jesús
“Por
favor, jóvenes, niños y niñas, ¡ustedes no tienen precio!
¡Ustedes no están subastados! –ha solicitado el Papa–. Por
favor, no se dejen comprar, no se dejen seducir, no sean esclavos de
la colonización ideológica que ponen ideas en la cabeza y al final
llegamos a ser esclavos, empleados, fracasados en la vida”.
Así,
el Pontífice les ha pedido a los jóvenes muchachos que repitan “No
estoy en una subasta, no tengo precio. ¡Soy libre, soy libre!
Enamórense de esta libertad, que es lo que ofrece Jesús”.
“Jesús
no nos deja solos”
En
la gran fiesta de los jóvenes con el Santo Padre se escucharon todo
tipo de testimonios: varios jóvenes compartieron sus difíciles
situaciones personales con el Papa y con todos los presentes,
llegaron a la misma conclusión de sentirse afortunados por haber
conocido el amor misericordioso de Cristo.
Desde
la dura experiencia de haber estado en la cárcel, o el vacío de
estar atrapado en el mundo de las drogas, la plenitud de la vida
religiosa, la angustia que se siente al no encontrar trabajo, la
vocación al sacerdocio de manera temprana… la paz y la esperanza
de alguien que puede hablar de Dios en el hospital… Todas esas
historias íntimas y dolorosas, cuyo punto en común es el encuentro
personal con Jesús, han sido presentadas al Papa.
“Me
impresionan sus historias personales llenas de pasión y de dolor”
–ha dicho Francisco a los jóvenes–. “Lo más conmovedor de sus
historias es el descubrimiento de que otra vida es posible: Jesús no
nos deja solos en nuestra aventura”.
Además
de las historias personales, los jóvenes bailaron para la el Papa,
cantaron, leyeron poesía y mostraron algunos días para ilustrar
mejor sus palabras.
Al
comienzo del encuentro, un numeroso grupo de jóvenes con coloridas
camisetas han bailado una moderna coreografía, e incluso un joven se
animó a representar una pieza de hip hop, acompañado por las palmas
de todos los asistentes.
Respuestas
del Papa
A
lo largo de la tarde, la música y el baile han sido grandes
protagonistas. Entre las diferentes intervenciones, se han
interpretado diferentes canciones, al piano, con guitarra… e
incluso algún joven se ha animado a bailar de manera improvisada,
animando al público y recibiendo aplausos y aclamaciones por parte
de todos.
Los
jóvenes que actuaron en el evento, se pusieron en pie todos juntos
en el escenario, y hicieron al Papa varias preguntas, a lo que
Francisco respondió bromeando: “Las respuestas se las darán los
padres sinodales”; ya que “si yo respondiera anularía el
Sínodo”, y ha explicado que las respuestas “deben venir de parte
de todos, de nuestra reflexión, de nuestra discusión, y sobre todo
deben ser respuestas hechas sin miedo”.
07.10.18
El Papa confía los esposos con problemas a la intercesión de la Virgen María
La
confianza en María que deshace los nudos
(7
octubre 2018).- El Papa Francisco confía los esposos con
dificultades a la intercesión de la Virgen María: “Invoquemos a
la Virgen María para que ayude a los esposos a vivir y renovar su
unión, siempre a partir del del don original de Dios”.
El
Santo Padre, efectivamente, ha comentado sobre el Evangelio de
este domingo, 7 de octubre de 2018, en la Plaza de San Pedro, como es
costumbre, antes de la oración dominical del Ángelus al
mediodía. Bajo los paraguas, ante unas 25.000 personas que se
habían reunido, según las cifras de la gendarmería del Vaticano.
La
historia de los esposos en dificultad
Esta
oración a María por los esposos en dificultad recuerda la devoción
del Papa Francisco a la Virgen María que “deshace los nudos”,
representada por la pintura atribuida al pintor bávaro Johann Georg
Melchior Schmidtner, y que se encuentra en la Iglesia Sankt-Peter.
-am-Perlach en Augsburg (Alemania).
El
Papa conocía la foto gracias a la postal que una monja le dirigió
un año por Navidad. El Papa quedó impresionado por esta
representación de la Virgen María. La pintora Ana Berti de
Betta hizo una copia en Argentina. Y el Papa fue fotografiado
varias veces bajo una copia de la pintura, en Santa Marta, Vaticano.
La
pintura sería un ex voto de agradecimiento por el cumplimiento de la
oración del jesuita alemán Jakob Rem, 28 de septiembre de 1615, a
favor de Wolfgang Lagenmantel y su esposa Sophie Rentz: había pedido
a la Virgen que deshiciera los nudos (concretos) de la cinta nupcial
– entonces un elemento de la liturgia del matrimonio – de esta
pareja en dificultad. Los nudos de la cinta, que retomaron su
color blanco inicial, y las dificultades de la pareja desaparecieron.
La
gratitud de un nieto
Fue
un nieto de esta pareja, que se convirtió en sacerdote en Sankt
Peter, Hieronymus von Langenmantel (1666 – 1709) quien encargó la
pintura para la capilla dedicada a su familia y para recordar la
intercesión de la Virgen María en favor de sus abuelos
En Die
Zeit del
9 de marzo de 2017, el Papa explicó que la pintura se refiere a una
expresión de San Ireneo de Lyon: “El marido consultó con un padre
jesuita. Tomó la larga cinta blanca que se les ofreció en la
boda y rezó a la Virgen María. Había leído en los textos de
Ireneo que el nudo atado por el pecado de Eva había sido derrotado
por la obediencia de María. Le pidió a la Virgen la gracia
para deshacer los nudos.
El
Papa citó a San Ireneo el 12 de octubre de 2013, en el Año de la
Fe, sobre la fe de María, diciendo: “La
fe de María deshace el nudo del pecado” (ver
Concilio Oecum, ). II, Dogm Const., Lumen
gentium ,
56). ¿Qué significa? Los Padres conciliares [del Vaticano II]
han tomado una expresión de San Ireneo que dice: “El nudo atado
por la desobediencia de Eva se ha deshecho por la obediencia de
María; lo que la virgen Eva había atado por su incredulidad,
la Virgen María lo desató por su fe “( Adversus
Haereses III,
22, 4).
La
relación con Dios
El
Papa explicó este vínculo entre desobediencia e incredulidad del
ejemplo de un niño: “El” nudo “de desobediencia, el” nudo
“de incredulidad. Cuando un niño desobedece a su mamá o
papá, podríamos decir que se forma un pequeño “nudo”. Sucede
si el niño actúa dándose cuenta de lo que está haciendo,
especialmente si hay una mentira; a partir de entonces no tiene
confianza en su madre o en su padre. ¡Sabes que a veces
sucede! Entonces la relación con los padres necesita ser
limpiada de esta falla y, de hecho, se disculpa, para que haya nueva
armonía y confianza”.
Aplicó
esta comparación a la relación con Dios: “Algo similar sucede en
nuestra relación con Dios. Cuando no lo escuchamos, no seguimos
su voluntad, hacemos acciones concretas por las cuales manifestamos
una falta de confianza en sí mismo, y esto es pecado, se forma un
nudo en nuestro ser interior. Y estos nudos quitan la paz y la
serenidad. Son peligrosos porque muchos nudos pueden formar un
enredo, que siempre es más doloroso y más difícil de desatar”.
María
y la Divina Misericordia
El
Papa entonces enfatizó el trabajo de la Divina Misericordia en la
vida e intercesión de María: “Para la misericordia de Dios, lo
sabemos, ¡nada es imposible! Incluso los nudos más enredados
se deshacen con su gracia. Y María, que con su “sí”, abrió
la puerta a Dios para desatar el nudo de la vieja desobediencia, es
la Madre que, con paciencia y ternura, nos lleva a Dios, para que él
deshaga los nudos de nuestra alma con su misericordia de Padre”.
Invitó
a todos a confiar en María y en la misericordia de Dios con
confianza, para que los “nudos” de la vida pudieran resolverse:
“Cada uno de nosotros tiene algo y podemos preguntarnos en nuestro
corazón: ¿Qué nudos hay en mi vida? “Padre, el mío no se
puede deshacer! ¡Pero es un error! Todos los nudos del
corazón, todos los nudos de la conciencia se pueden deshacer. ¿Le
pido a María que me ayude a confiar en la misericordia de Dios, a
deshacerlos, a cambiar? Ella, mujer de fe, seguramente nos dirá:
“Vamos, ve al Señor: Él te entiende”. Y nos lleva de la
mano, Madre, Madre hacia la ternura del Padre, Padre de
misericordia”.
08.10.18
Santa Marta: ¿Estás abierto a las sorpresas de Dios?
Lo
que Jesús dijo a su Iglesia.
(8
octubre 2018).- Jesús dijo a su Iglesia: “Si hay necesidad de más,
usted paga y yo le pagaré cuando regrese”, dijo el Papa Francisco
en la misa de la mañana en la Casa de Santa Marta, el 8 de octubre
de 2018. En su homilía informada por Vatican News preguntó:
“¿Estás abierto a las sorpresas de Dios o eres un funcionario
cristiano? ”
Al
comentar sobre la parábola del Buen Samaritano (Lc 10, 25-37), el
Papa señaló que el sacerdote y el levita pasaron “al otro lado”
al ver al hombre medio muerto en el camino. Estos dos
“funcionarios” piensan que esto no les concierne, mientras que el
samaritano, “un pecador, un excomulgado del pueblo de Israel”,
“fue tomado de compasión”.
Él
“no mira su reloj, no piensa en la sangre. Se acerca, se baja
de su caballo, le limpia las heridas … se ensucia las manos, se
ensucia la ropa. Luego lo cargó en su caballo … sucio, lleno
de sangre … y lo cuidó. No dijo: “Lo dejo aquí, llamo a
los médicos, me voy, hago mi parte”. No. “Él se
cuidó”, como diciendo: “Ahora eres mío, no por posesión, sino
para servirte”. No era un funcionario, era un hombre con un
corazón, un hombre con el corazón abierto”.
El
Papa también se detuvo en el personaje del posadero, que se
compromete a mantener al hombre y esperar el regreso del samaritano
por el resto del dinero. “Ambos no eran funcionarios
públicos. “¿Eres cristiano? ¿Eres cristiano? “Sí,
sí, voy a la misa del domingo y trato de hacer lo correcto … menos
calumnias, porque me gusta meditar, pero el resto lo hago bien”. Pero
estas abierto? ¿Estás abierto a las sorpresas de Dios o
eres un funcionario cristiano, cerrado? “Hago eso, voy a misa
el domingo, la comunión, la confesión una vez al año, esto, eso …
estoy en buena posición”. Son los funcionarios cristianos,
aquellos que no están abiertos a las sorpresas de Dios, aquellos que
saben mucho acerca de Dios pero que no se encuentran con Dios. Los
que nunca se maravillan ante un testimonio. O mejor : Ellos
no pueden testificar”.
El
Papa invitó a “laicos y pastores” a preguntarse si son
cristianos abiertos a “las sorpresas de Dios que tan a menudo, como
este samaritano, nos ponen en dificultades”.
“En
este pasaje se encuentra todo el Evangelio”, concluyó el Papa:
“Cada uno de nosotros es el hombre allí, herido, y el Samaritano
es Jesús. Y sanó nuestras heridas. Estaba cerca. Él
nos cuidó. Él pagó por nosotros. Y le dijo a su Iglesia:
“Si necesitas más, pagas y te lo devolveré cuando regrese”.
09.10.18
Santa Marta: Francisco nos invita a pensar “¿Estoy enamorado del Señor?”
Ejemplo
de Marta y María, en el Evangelio
(9
oct. 2018).- “¿Estoy enamorado del Señor?”: es la reflexión
que ha lanzado el Santo Padre Francisco en la Misa celebrada esta
mañana en Santa Marta.
El
Papa ha mostrado el ejemplo de Marta y María, las hermanas de
Lázaro de Betania, en cuya casa Jesús es huésped, de las que habla
el Evangelio de Lucas, leído en la Misa de este 9 de octubre de
2018. Un equilibrio, por lo tanto, entre “contemplación y
servicio”, ha apuntado el Papa, dos cualidades que ilustra muy bien
este pasaje.
“Son
dos hermanas que, con su modo de actuar –ha aclarado el Papa– nos
enseñan cómo debe ir adelante la vida del cristiano”. “María
escuchaba al Señor”, mientras Marta estaba “distraída”,
porque se estaba ocupando de los distintos servicios. He aquí Marta,
que es una de esas mujeres “fuertes” –reafirmó Francisco–
también capaz de reprochar al Señor por no haber estado presente en
la hora de la muerte de su hermano Lázaro. Sabe “ir adelante”,
es valerosa –observó el Pontífice– pero carente de
“contemplación”, incapaz de “perder el tiempo mirando al
Señor”:
“Hay
tantos cristianos que sí van el domingo a Misa, pero después están
ocupados siempre. No tienen tiempo ni para los hijos, y ni siquiera
para jugar con sus hijos: es feo esto. ‘Tengo tanto que hacer,
estoy ajetreado…’. Y al final se convierten en cultores de esa
religión que es el estar atareado: pertenecen al grupo de los
ocupados, que siempre están haciendo… pero detente, mira al Señor,
toma el Evangelio, escucha la Palabra del Señor, abre tu corazón…”,
ha predicado Francisco.
En
este sentido, el Papa ha exhortado a usar el “lenguaje de las
manos, siempre”. Y a hacer el bien, “pero no el bien cristiano:
un bien humano”. Ha aclarado: “A estos les falta la
contemplación. A Marta le faltaba esto. Valerosa, siempre iba
adelante, llevaba las cosas en la mano, pero le faltaba la paz:
perder el tiempo mirando al Señor”.
10.10.18
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