21 de març 2019

PAPA CATEQUESIS


Hágase tu voluntad” – Catequesis del Papa en la audiencia general

Dios nos quiere libres”

(20 marzo 2019).- En la oración del ‘Padre Nuestro’, cuando se dice “hágase tu voluntad”, el Papa advierte de que “no estamos invitados a bajar servilmente la cabeza, como si fuéramos esclavos”. Al contrario, una oración “llena de ardiente confianza en Dios que quiere el bien para nosotros, la vida, la salvación”.
Esta mañana, 20 de marzo de 2019, el Papa Francisco ha celebrado la audiencia general, tras su “parón” de la semana pasada debido al retiro de Cuaresma en Ariccia para la Curia Romana. Así, este miércoles, Francisco ha continuado el ciclo de catequesis sobre el ‘Padre Nuestro’ centrándose en la frase “Hágase tu voluntad” (Pasaje bíblico: de la Primera Carta de San Pablo a Timoteo 2 1-4).
Catequesis del Santo Padre
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Prosiguiendo nuestras catequesis sobre el “Padre Nuestro”, hoy nos detenemos en la tercera invocación: “Hágase tu voluntad”. Debe leerse en unidad con las dos primeras, “Santificado sea tu nombre” y “Venga a nosotros tu Reino”, para que juntas formen un tríptico: “Santificado sea tu nombre”, “Venga a nosotros tu Reino”, “Hágase tu voluntad”.
Antes de que el hombre cuide del mundo, Dios cuida ya  incansablemente al hombre y al mundo. Todo el evangelio refleja esta inversión de perspectiva. El pecador Zaqueo se sube a un árbol porque quiere ver a Jesús, pero no sabe que, mucho antes, Dios había ido a buscarlo. Jesús, cuando llega, le dice: “Zaqueo, baja pronto, porque conviene que hoy me quede en tu casa”. Y al final declara: “El Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido” (Lc 19, 5.10). He aquí la voluntad de Dios, la que pedimos que se haga. ¿Cuál es la voluntad de Dios encarnada en Jesús?: Buscar y salvar lo que está perdido. Y nosotros, cuando rezamos, pedimos que la búsqueda de Dios tenga éxito, que se cumpla su plan universal de salvación, primero en cada uno de nosotros y luego en todo el mundo. ¿Habéis pensado lo que significa que Dios me busca? Cada uno de nosotros puede decir: “Pero ¿Dios me busca?”. “Sí, ¡Te busca!” “Me busca”.

Dios no es ambiguo, no se esconde detrás de enigmas, no ha planeado el futuro del mundo de una manera indescifrable. No, Él es claro. Si no lo entendemos, nos arriesgamos a no entender el significado de la tercera frase del “Padre Nuestro”. En efecto, la Biblia está llena de frases que nos hablan de la voluntad positiva de Dios hacia el mundo. Y en el Catecismo de la Iglesia Católica encontramos una colección de citas que atestiguan esta voluntad divina fiel y paciente (ver n. 2821-2827). Y San Pablo, en la Primera Carta a Timoteo, escribe: “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad” (2,4). Esta, sin lugar a dudas, es la voluntad de Dios: la salvación del hombre, de los hombres, de cada uno de nosotros. Dios con su amor llama a la puerta de nuestro corazón ¿Por qué? Para atraernos, para atraernos a Él y llevarnos adelante por el camino de la salvación. Dios está cerca de cada uno de nosotros  con su amor, para llevarnos de la mano a la salvación. ¡Cuánto amor hay detrás de todo ello!
Así, rezando “hágase tu voluntad”, no estamos invitados a bajar servilmente la cabeza, como si fuéramos esclavos. ¡No! Dios nos quiere libres; y es su amor el que nos libera.  El “Padre Nuestro” es, en efecto, la oración de los hijos, no de los esclavos; sino de los hijos que conocen el corazón de su padre y están seguros de su plan de amor. ¡Ay de nosotros sí, al pronunciar estas palabras, nos encogiéramos de hombros y nos rindiéramos ante un destino que nos repele y que no conseguimos cambiar! Al contrario, es una oración llena de ardiente confianza en Dios que quiere el bien para nosotros, la vida, la salvación. Una oración valiente, incluso combativa, porque en el mundo hay muchas, demasiadas realidades que no obedecen al plan de Dios. Las conocemos todos. Parafraseando al profeta Isaías, podríamos decir: “Aquí, Padre, hay guerra, prevaricación, explotación; pero sabemos que Tú quieres nuestro bien, por eso te suplicamos: ¡Hágase tu voluntad! Señor, cambia los planes del mundo, convierte las espadas en azadones y las lanzas en podaderas; ¡Que nadie se ejercite más en el arte de la guerra! “(ver 2: 4).
El “Padre Nuestro” es una oración que enciende en nosotros el mismo amor de Jesús por la voluntad del Padre, una llama que empuja a transformar el mundo con amor. El cristiano no cree en un “fato” ineluctable. No hay nada al azar en la fe de los cristianos: en cambio, hay una salvación que espera manifestarse en la vida de cada hombre y de cada mujer y cumplirse en la eternidad. Si rezamos es porque creemos que Dios puede y quiere transformar la realidad venciendo el mal con el bien. Tiene sentido obedecer a este Dios y abandonarse a Él incluso en la hora de la prueba más dura.

Así fue para Jesús en el Huerto de Getsemaní, cuando experimentó la angustia y oró: “¡Padre, si quieres, aparta de mi esta copa, pero no se haga mi voluntad sino la tuya!”(Lucas 22:42). Jesús es aplastado por el mal del mundo, pero se abandona confiadamente al océano del amor de la voluntad del Padre. Tampoco los mártires, en su prueba, buscaban la muerte, si no el después de la muerte,  la resurrección. Dios, por amor, puede llevarnos a caminar por senderos difíciles, a experimentar dolorosas heridas y espinas, pero nunca nos abandonará. Estará siempre con nosotros, cerca de nosotros, dentro de nosotros Para un creyente esto, más que una esperanza, es una certeza. Dios está conmigo. La misma que encontramos en esa parábola del Evangelio de Lucas dedicada a la necesidad de rezar siempre. Jesús dice: “¿Dios no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar? Os digo que les hará justicia pronto”. Así es el Señor, así nos ama, así nos quiere. Pero, yo tengo ganas de invitaros, ahora, a rezar todos juntos el Padre nuestro. Y los que no saben italiano, que lo recen en su idioma. Vamos a rezar juntos:
Rezo del Padre nuestro
21.O03.19


El Papa recibe a los miembros de la Federación Italiana de Médicos Pediatras

Discurso del Santo Padre

Marzo 21 .El Santo Padre ha recibido esta mañana a las 12 horas en la Sala de los Papas del Palacio Apostólico Vaticano a los miembros de la Federación Italiana de Médicos Pediatras.
Discurso del Santo Padre
Queridos hermanos y hermanas,
Os  doy mi cordial bienvenida y os saludo a todos. Agradezco al Presidente las palabras que me ha dirigido.
Con la experiencia adquirida en estos cuarenta años de actividad, vuestra Federación sostiene y protege a más de 5.500 pediatras de familia, ofreciéndoles competencia y apoyo desde un punto de vista profesional y moral, en el ámbito de la asistencia y la seguridad social, así como en el  jurídico y económico. La vuestra es una asistencia de amplio alcance, necesaria para seguir a vuestros afiliados en todos los pasos de su vida profesional y útil para garantizar que puedan llevar a cabo, con más serenidad y con mayor competencia, su tarea delicada y esencial.

Ya desde sus primeros pasos, la Federación se caracterizó por su contribución al nacimiento del Servicio Sanitario Nacional y, a lo largo de los años, ha desarrollado innumerables iniciativas para la salud de las personas y la mejora de los servicios ofrecidos a los ciudadanos, estipulando acuerdos públicos y privados, manteniendo de forma autónoma y no partidista una confrontación  activa con las partes políticas y sociales, y garantizando un control sobre muchos aspectos  esenciales de la salud del niño y del adolescente.
La edad de la que os ocupáis, desde el nacimiento hasta la adolescencia, es sin duda la más evolutiva de la vida humana y requiere un conocimiento global del cuerpo humano y sus patologías. Puede tratarse de comprender y tratar los problemas cardíacos y circulatorios de un niño recién nacido, o el sistema digestivo de un niño de diez años, o cuestiones físicas y mentales relacionadas con la pubertad, etc.
Para esta amplia gama de competencias hacen falta tanto  una profunda  formación de base como una actualización constante. Este es el objetivo de las numerosas iniciativas de formación e investigación que os esforzáis por preparar, con reuniones, debates y conferencias, que puedan proporcionaros, a vosotros, los pediatras,  los elementos para manteneros actualizados y, al mismo tiempo, promover una cultura más capaz de proteger la salud de las personas, especialmente de los más pequeños. En nuestro tiempo, donde las tantas  comodidades y  progresos tecnológicos y sociales se pagan con un impacto cada vez más invasivo en la dinámica natural del cuerpo humano, es urgente poner en marcha un detallado  programa de educación sobre la salud y los estilos  de   vida que respeten el cuerpo, de modo que el progreso no sea a expensas de la persona.
Vuestro compromiso constante en los ámbitos de la formación, de la prevención y de la investigación ha sido reconocido con la acreditación de vuestra Federación como  sociedad científica. Trabajad siempre con seriedad y dedicación, haciéndoos  promotores de una cultura inclusiva de la solidaridad y la salud. Efectivamente, en nuestra época, la prevención y el tratamiento se convierten cada vez más en una prerrogativa de quienes disfrutan de un determinado nivel de vida y, por lo tanto, pueden costeárselos. Os aliento a trabajar para garantizar que esta desigualdad no se sume a las muchas que afligen ya  a los más débiles, sino para que el sistema sanitario asegure asistencia y prevención a todos, como derecho de la persona. Precisamente la  atención a las personas, junto con la competencia científica, es una característica esencial de vuestra profesionalidad, de la cual también es parte integral  la capacidad de escuchar, comprender e inspirar confianza
En virtud de la fe que habéis recibido, estáis siempre llamados a adoptar como modelo de humanidad y dedicación a los demás  la persona de Jesús, fuente de cercanía y ternura. Leyendo y releyendo a menudo  los textos del Evangelio en los que Jesús encuentra y sana a los enfermos conseguiréis  una nueva linfa para vuestro ser  y vuestro actuar.
Todavía antes que con los niños, vuestro trabajo os pone en contacto constante con los padres, los primeros custodios y responsables de vuestros pacientes, que no solo os piden vuestra experiencia médica, sino que también buscan seguridad humana, confiándoos lo que más aprecian.
En cuanto a la relación con los niños que visitáis, tienen antenas potentes y captan inmediatamente si estamos bien dispuestos o si, en cambio,  estamos distraídos, porque quizás nos hubiera  gustado  

acabar el turno, o darnos más prisa o encontrarnos con  un paciente que gritase menos… También vosotros sois hombres y mujeres, con vuestras preocupaciones, pero sabemos que estáis entrenados para sonreír, algo necesario para dar valor y abrir una brecha de confianza en los pequeños, y así hasta los medicamentos son más eficaces.
En el trato con los niños, tengamos  siempre en mente las palabras de Jesús que, en un mundo en el que eran poco considerados, los señala como modelo de los que entran a formar parte  del Reino de Dios, porque entienden sus secretos. También recordamos su actitud singularmente atractiva hacia ellos: aunque no los llamase a sí con invitaciones o regalos, los atraía con la fuerza y ​​la serenidad que brotaban de su persona, de modo que los niños iban a Él que los acogía.
Vuestro ilustre colega y maestro, el Dr. Franco Panizon, hablaba de esta dedicación incondicional. Decía: “¡Nunca pongáis la cabeza en la almohada, si antes no habéis hecho por ellos  todo lo que esté a vuestro alcance!” Exhortaba a los pediatras a tener una parte pequeña pero muy importante a la hora de escribir la  cultura y, por lo tanto,  la historia de nuestro tiempo. Por eso, os  invitaba a mirar “más lejos”, es decir más allá de la enfermedad y de las contingencias, más allá del momento presente, más allá de la propia persona o del propio esfuerzo. También decía: “No pienses solamente en el hoy de tu  paciente, piensa también en su futuro”; y agregaba: “No pienses solo en tus pacientes, sino también en todos los pacientes; no pienses solo en los actuales, sino también en los lejanos  y  los futuros”.
Vivido con esta idea, vuestro trabajo es  una misión verdadera y propia, que atañe  tanto  la mente como el corazón, y de alguna manera no sabe de separaciones, porque aunque haya períodos de vacaciones y pausas en el trabajo, vuestra profesión os  acompaña siempre y os involucra durante mucho más tiempo y mucho más profundamente que en las horas que pasáis en el trabajo.
Con este estilo, dais testimonio cristiano, porque tratáis de practicar los valores evangélicos y vuestro sentido de pertenencia a la Iglesia; pero también por la amplitud de vuestra mirada, por la capacidad de imaginar el contexto social y el sistema sanitario más justos para el futuro, y por el deseo de poneros al servicio, con humildad y competencia, de cada persona que se os confía. Invocando  la bendición de Dios para vuestro camino asociativo y sobre cada uno de vosotros, os pido una oración por mí. ¡Gracias!
22.03.19



Audiencia a los dirigentes y miembros del Centro de Turismo para Jóvenes

Audiencia del Papa

(22 marzo 2019).- Esta mañana, a las 11.50, en el Aula Pablo VI, el Santo Padre Francisco ha recibido en audiencia a los dirigentes y miembros del Centro de Turismo para Jóvenes con motivo del setenta aniversario de su fundación.
Este es el discurso del Papa a los presentes en la audiencia.
Discurso del Santo Padre
Queridos jóvenes,
¡Bienvenidos! Os saludo a todos con afecto y agradezco al Presidente las palabras que me ha dirigido. Me gustaría transmitiros algunas sugerencias acerca de vuestro compromiso  y  vuestro camino asociativo, pero vosotros me dais también el entusiasmo de la juventud, que surge de vuestros rostros y de la imaginación que demostráis al proponer tantas iniciativas, un reflejo de la fantasía infinita del Espíritu de Dios.
Vuestra asociación cumple 70 años. Es un buena meta, pero es solo la etapa de un viaje. De hecho, atesorando el precioso camino realizado hasta ahora, estáis llamados a crecer todavía más, a desarrollar vuestras actividades y a difundir tantos  buenos frutos. Precisamente hace setenta años, algunos jóvenes de la Juventud de Acción Católica, viajando con Don Carlo Carretto en el tren que los llevaba a Ginebra, tuvieron la idea de fundar el Centro de Turismo para Jóvenes. Lo sintieron realmente como una inspiración, tanto que,  menos de dos meses después, dieron vida a la Asociación, bajo el liderazgo de Don Carlo, proponiéndose hacerse portadores, a través de múltiples actividades recreativas y culturales, de lazos sociales inspirados en la participación y en una visión integral de la persona humana, cultivando el sueño de animar y transformar el entorno social.
Hablando de “visión integral de la persona” ciertamente no nos referimos a una teoría, sino a una forma de vivir y actuar. En primer lugar esta visión no se encuentra en un manual, sino en las personas que viven con este estilo: con los ojos abiertos al mundo, con las manos entrelazadas con  otras manos, con el corazón sensible a las debilidades de sus hermanos. También podríamos decir que la “integridad” a la que os referís no alude a la perfección, sino a la imperfección; no llama a la  completitud del individuo, sino a su estado incompleto y a la necesidad de mirar a su alrededor para entenderse más profundamente; no conduce a una orgullosa auto-inmovilización, sino a la humilde búsqueda de nuevos conocimientos, de contacto con las personas, las culturas, los problemas de nuestro tiempo.
Con estos objetivos vuestra asociación promueve el turismo; un turismo que no está inspirado en los cánones del consumismo o deseoso  solamente de  acumular experiencias, sino capaz de favorecer el encuentro entre las personas y el territorio y de favorecer el crecimiento en el conocimiento y el respeto mutuos. Si visito una ciudad, no solo es  importante que conozca los monumentos, sino también que me dé cuenta de la historia que tiene detrás, de cómo viven sus ciudadanos, de los desafíos que tratan de enfrentar. Si subo una montaña, además de mantenerme dentro de los límites que la naturaleza me impone, tendré que respetarla admirando su belleza y protegiendo su entorno, creando así un vínculo con los elementos naturales hecho de conocimiento, reconocimiento y aprecio.
Vosotros habéis definido sabiamente esta forma de viajar “Turismo lento”, contraponiéndolo al de masas, porque promueve la calidad y la experiencia, la solidaridad y la sostenibilidad. Como mascota de este turismo cuidadoso y constructivo, habéis elegido una tortuga, representada en el carnet de este año, que con su calma decidida  nos enseña que la lentitud,  – si no es  el fruto de la pereza-  genera atención a los lugares y a las personas, fidelidad a  la tierra y dedicación a ella.
Ahora bien,  precisamente la práctica del “Turismo lento”, basada en la animación y la educación cultural y ambiental, os ayuda a vivir cada momento de la vida cotidiana, incluidos los del trabajo y del mayor esfuerzo, de una manera diferente y más consciente. Por lo tanto, os deseo que mantengáis la amplitud de vuestros horizontes, que viváis los espacios con la vigilante lentitud de la tortuga y animéis el tiempo libre de una manera alegre y gratuita.
Saludándoos, me referí al entusiasmo típico de  vuestra edad; sin embargo, hay que reconocer que muchos jóvenes, en vez  de deseosos de construir el futuro, lamentablemente se sienten desilusionados y desmotivados. Tal vez debido al pesimismo que les rodea, no se atreven a volar alto, sino que se contentan con sobrevivir o ir tirando. ¡Qué feo es, cuando un joven va tirando, en lugar de vivir; ya está “jubilado”, y es feo que un joven esté ya jubilado.  Precisamente a la luz de  vuestra espiritualidad, dentro del Centro de Turismo para Jóvenes podéis haceros compañeros de viaje de tantos de vuestros compañeros; podéis ayudarles a recuperar el entusiasmo si ya no lo perciben porque está enterrado entre los escombros del desencanto o en el polvo  de los malos ejemplos. Compartir el tiempo libre como tiempo de calidad puede convertirse en una buena llave para abrir la puerta del corazón de tantos  jóvenes, generando lazos de amistad capaces de transmitir valores auténticos y la fe misma.
¡Qué el reconocimiento, obtenido del Centro de Turismo Juvenil por parte de los más altos órganos del Estado, de vuestros fines asistenciales y, sobre todo, de la promoción social, os confirme en vuestras intenciones y os  impulse a un compromiso cada vez más generoso! Por su parte, la Iglesia os mira con gratitud y esperanza, y  os invita a que profeséis siempre vuestra catolicidad con orgullo: ser católico no significa estar encerrado en una cerca, sino abrirse al mundo, deseosos  de encontrar , porque tenéis la intención de vivir “según el todo” y por el bien de todos.

A la luz de estas consideraciones, entendemos claramente cómo la memoria del aniversario de la Asociación signifique celebrar una llamada y, por lo tanto, reconocer una misión dentro de la Iglesia y de la familia humana. Don Carlo Carretto nos recomendaría a cada uno de nosotros recordar que: “Si bebes ese vino que Dios mismo te ofrece, estás en alegría” (Meditaciones diarias). Conservad la herencia de la espiritualidad y el ejemplo de vuestro fundador. Vivid todo en la oración, y por lo tanto, en el asombro y la acción de gracias. Hoy rezo con y por vosotros, para que el Señor siga bendiciendo vuestro trabajo y os acompañe con su consuelo. Y por favor, una oración también por mí. ¡Gracias!
23.03.19

Audiencia a los dirigentes y miembros del Centro de Turismo para Jóvenes

Audiencia del Papa

( 22 marzo 2019).- Esta mañana, a las 11.50, en el Aula Pablo VI, el Santo Padre Francisco ha recibido en audiencia a los dirigentes y miembros del Centro de Turismo para Jóvenes con motivo del setenta aniversario de su fundación.
Este es el discurso del Papa a los presentes en la audiencia.
Discurso del Santo Padre
Queridos jóvenes,
¡Bienvenidos! Os saludo a todos con afecto y agradezco al Presidente las palabras que me ha dirigido. Me gustaría transmitiros algunas sugerencias acerca de vuestro compromiso  y  vuestro camino asociativo, pero vosotros me dais también el entusiasmo de la juventud, que surge de vuestros rostros y de la imaginación que demostráis al proponer tantas iniciativas, un reflejo de la fantasía infinita del Espíritu de Dios.
Vuestra asociación cumple 70 años. Es un buena meta, pero es solo la etapa de un viaje. De hecho, atesorando el precioso camino realizado hasta ahora, estáis llamados a crecer todavía más, a desarrollar vuestras actividades y a difundir tantos  buenos frutos. Precisamente hace setenta años, algunos jóvenes de la Juventud de Acción Católica, viajando con Don Carlo Carretto en el tren que los llevaba a Ginebra, tuvieron la idea de fundar el Centro de Turismo para Jóvenes. Lo sintieron realmente como una inspiración, tanto que,  menos de dos meses después, dieron vida a la Asociación, bajo el liderazgo de Don Carlo, proponiéndose hacerse portadores, a través de múltiples actividades recreativas y culturales, de lazos sociales inspirados en la participación y en una visión integral de la persona humana, cultivando el sueño de animar y transformar el entorno social.
Hablando de “visión integral de la persona” ciertamente no nos referimos a una teoría, sino a una forma de vivir y actuar. En primer lugar esta visión no se encuentra en un manual, sino en las personas que viven con este estilo: con los ojos abiertos al mundo, con las manos entrelazadas con  otras manos, con el corazón sensible a las debilidades de sus hermanos. También podríamos decir que la “integridad” a la que os referís no alude a la perfección, sino a la imperfección; no llama a la  completitud del individuo, sino a su estado incompleto y a la necesidad de mirar a su alrededor para entenderse más profundamente; no conduce a una orgullosa auto-inmovilización, sino a la humilde búsqueda de nuevos conocimientos, de contacto con las personas, las culturas, los problemas de nuestro tiempo.
Con estos objetivos vuestra asociación promueve el turismo; un turismo que no está inspirado en los cánones del consumismo o deseoso  solamente de  acumular experiencias, sino capaz de favorecer el encuentro entre las personas y el territorio y de favorecer el crecimiento en el conocimiento y el respeto mutuos. Si visito una ciudad, no solo es  importante que conozca los monumentos, sino también que me dé cuenta de la historia que tiene detrás, de cómo viven sus ciudadanos, de los desafíos que tratan de enfrentar. Si subo una montaña, además de mantenerme dentro de los límites que la naturaleza me impone, tendré que respetarla admirando su belleza y protegiendo su entorno, creando así un vínculo con los elementos naturales hecho de conocimiento, reconocimiento y aprecio.
Vosotros habéis definido sabiamente esta forma de viajar “Turismo lento”, contraponiéndolo al de masas, porque promueve la calidad y la experiencia, la solidaridad y la sostenibilidad. Como mascota de este turismo cuidadoso y constructivo, habéis elegido una tortuga, representada en el carnet de este año, que con su calma decidida  nos enseña que la lentitud,  – si no es  el fruto de la pereza-  genera atención a los lugares y a las personas, fidelidad a  la tierra y dedicación a ella.
Ahora bien,  precisamente la práctica del “Turismo lento”, basada en la animación y la educación cultural y ambiental, os ayuda a vivir cada momento de la vida cotidiana, incluidos los del trabajo y del mayor esfuerzo, de una manera diferente y más consciente. Por lo tanto, os deseo que mantengáis la amplitud de vuestros horizontes, que viváis los espacios con la vigilante lentitud de la tortuga y animéis el tiempo libre de una manera alegre y gratuita.
Saludándoos, me referí al entusiasmo típico de  vuestra edad; sin embargo, hay que reconocer que muchos jóvenes, en vez  de deseosos de construir el futuro, lamentablemente se sienten desilusionados y desmotivados. Tal vez debido al pesimismo que les rodea, no se atreven a volar alto, sino que se contentan con sobrevivir o ir tirando. ¡Qué feo es, cuando un joven va tirando, en lugar de vivir; ya está “jubilado”, y es feo que un joven esté ya jubilado.  Precisamente a la luz de  vuestra espiritualidad, dentro del Centro de Turismo para Jóvenes podéis haceros compañeros de viaje de tantos de vuestros compañeros; podéis ayudarles a recuperar el entusiasmo si ya no lo perciben porque está enterrado entre los escombros del desencanto o en el polvo  de los malos ejemplos. Compartir el tiempo libre como tiempo de calidad puede convertirse en una buena llave para abrir la puerta del corazón de tantos  jóvenes, generando lazos de amistad capaces de transmitir valores auténticos y la fe misma.
¡Qué el reconocimiento, obtenido del Centro de Turismo Juvenil por parte de los más altos órganos del Estado, de vuestros fines asistenciales y, sobre todo, de la promoción social, os confirme en vuestras intenciones y os  impulse a un compromiso cada vez más generoso! Por su parte, la Iglesia os mira con gratitud y esperanza, y  os invita a que profeséis siempre vuestra catolicidad con orgullo: ser católico no significa estar encerrado en una cerca, sino abrirse al mundo, deseosos  de encontrar , porque tenéis la intención de vivir “según el todo” y por el bien de todos.

A la luz de estas consideraciones, entendemos claramente cómo la memoria del aniversario de la Asociación signifique celebrar una llamada y, por lo tanto, reconocer una misión dentro de la Iglesia y de la familia humana. Don Carlo Carretto nos recomendaría a cada uno de nosotros recordar que: “Si bebes ese vino que Dios mismo te ofrece, estás en alegría” (Meditaciones diarias). Conservad la herencia de la espiritualidad y el ejemplo de vuestro fundador. Vivid todo en la oración, y por lo tanto, en el asombro y la acción de gracias. Hoy rezo con y por vosotros, para que el Señor siga bendiciendo vuestro trabajo y os acompañe con su consuelo. Y por favor, una oración también por mí. ¡Gracias!
23.03.19





Ángelus: La paciencia y la misericordia de Dios

Palabras del Papa antes de la oración mariana

24 marzo 2019).-  A las 12 del mediodía de hoy tercer domingo de Cuaresma, el Santo Padre Francisco apareció en la ventana del estudio del Palacio Apostólico Vaticano para recitar el Ángelus con los fieles y peregrinos  reunidos en Plaza de San Pedro.
Palabras del Papa antes del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de este tercer domingo de Cuaresma (ver Lc 13: 1-9) nos habla de la misericordia de Dios y de nuestra conversión. Jesús cuenta la parábola de la higuera estéril. Un hombre ha plantado un higuera en su propio viñedo, y con gran confianza todos los veranos va a buscar sus frutos, pero no encuentra ninguno, porque ese árbol es estéril. Impulsado por esa decepción que se repite durante tres años, piensa en cortar la higuera para plantar otra. Luego llama al agricultor que está en el viñedo y expresa su insatisfacción, ordenándole que corte el árbol, para que no explote el suelo innecesariamente. Pero el viñador le pide al dueño que sea paciente y le solicita una prórroga de un año, durante la cual él mismo se encargará de cuidar la higuera con más cuidado y delicadeza para estimular su productividad. Esta es la parábola.
Y, ¿qué representa esta parábola?. ¿Qué representan los personajes de esta parábola?. El dueño representa a Dios Padre y el viñador es la imagen de Jesús, mientras que la higuera es un símbolo de la humanidad indiferente y árida. Jesús intercede ante el Padre en favor de la humanidad y le ruega que la espere y le dé un poco más de tiempo para que los frutos del amor y la justicia broten en ella. La higuera que el dueño de la parábola quiere erradicar representa una existencia estéril sin frutos, incapaz de dar, incapaz de hacer el bien. Es el símbolo de quien vive solo para sí mismo, satisfecho y tranquilo, en su propia comodidad, incapaz de dirigir sus ojos, la mirada y su corazón hacia quienes están a su lado y que están en estado de sufrimiento, en condiciones de pobreza, de dificultad. Esta actitud de egoísmo y esterilidad espiritual contrasta con el gran amor del viñador por la higuera: tiene paciencia, sabe esperar, le dedica su tiempo y su trabajo. Prometió a su amo que cuidaría especialmente de ese árbol infeliz.
Esta semejanza del viñador manifiesta la misericordia de Dios, que nos deja un tiempo para la conversión. Todos nosotros necesitamos convertirnos, dar un paso hacia delante y la paciencia de Dios y la misericordia nos acompañan en esto.
A pesar de la esterilidad, que a veces marca nuestra existencia, Dios tiene paciencia y nos ofrece la posibilidad de cambiar y avanzar en el camino del bien. Pero la extensión implorada y otorgada mientras se espera que el árbol finalmente fructifique, también indica la urgencia de la conversión. El viñador le dice al dueño: “Déjalo este año” (v. 8). La posibilidad de conversión no es ilimitada; por eso hay que aprovecharse de ello de inmediato; De lo contrario se perdería para siempre.
Nosotros podemos pensar en esta Cuaresma: ¿Qué debo hacer yo para acercarme más al Señor, para convertirme, para cortar con aquellas cosas que no van?. “No, no esperaré a la próxima Cuaresma”. ¿Estarás vivo en la próxima Cuaresma?. Pensemos cada uno de nosotros: ¿Hoy que cosa debo hacer ante esta misericordia de Dios que me espera y siempre perdona?. ¿Qué debo hacer?. Nosotros podemos confiar mucho en la misericordia de Dios, pero sin abusar de ella. No debemos justificar la pereza espiritual sino aumentar nuestro compromiso, de responder prontamente a esta misericordia con sinceridad de corazón.
En el tiempo de Cuaresma el Señor nos invita a la conversión, cada uno de nosotros debe sentirse interpelado por esta llamada corrigiendo algo en la propia vida, en la propia manera de pensar, actuar y vivir relaciones con los demás.
Al mismo tiempo, debemos imitar la paciencia de Dios que confía en la capacidad de todos para poder “levantarse” y reanudar el camino. Dios es Padre Él no apaga la llama débil, sino que acompaña y cuida a los débiles para que puedan fortalecerse y lleven su contribución de amor a la comunidad.
Que la Virgen María nos ayude a vivir estos días de preparación para la Pascua como un tiempo de renovación espiritual y de confianza abierta a la gracia de Dios y a su misericordia.
25.03.19






La Exhortación Apostólica ‘Vive Cristo’ se publicará el próximo 2 de abril de 2019

Escrita en castellano

(25 marzo 2019).- La Exhortación Apostólica postsinodal Vive Cristo, esperanza nuestra, escrita por el Papa Francisco tras la celebración del Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes –en octubre de 2018– será publicada el próximo martes, 2 de abril de 2019.
El Santo Padre ha firmado el documento original, este lunes, 25 de marzo de 2019, fiesta de la Anunciación, en el Santuario de Loreto, en Italia, confiándole a la Virgen los trabajos y los frutos del Sínodo sobre los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, que tuvo lugar del 3 al 28 de octubre de 2108, en el Vaticano.
El texto original está escrito en castellano, y es un documento en forma de carta a los jóvenes, a quienes dirige estas reflexiones, principalmente. Vive Cristo, esperanza nuestra: Son las palabras iniciales de la Exhortación Apostólica postsinodal en forma de Carta a los Jóvenes.
El hecho de que el Papa haya firmado el documento fuera del Vaticano es algo excepcional, enmarcado en la visita al Santuario de Loreto, en Italia, donde se encuentra la Santa Casa de la Virgen María (ubicada anteriormente en Nazaret) con motivo de la Solemnidad de la Anunciación del Señor, este 25 de marzo de 2019, donde le esperaban más de 10.000 fieles, entre ellos, enfermos, jóvenes y voluntarios de la Pastoral de la Salud.
26.03.19



Roma: Francisco pide a los ciudadanos que sean “artesanos de fraternidad y de solidaridad”

Desde la Logia del Palacio Senatorio

(26 marzo 2019).- “En el corazón del Papa también hay sitio para quienes no comparten nuestra fe” –ha asegurado– “todos son hermanos: son para todos  mi cercanía espiritual y mi invitación a ser cada día ‘artesanos’ de la fraternidad y la solidaridad”.
Esta mañana, 26 de marzo de 2019, el Pontífice Francisco ha visitado el Capitolio de Roma, la sede del Ayuntamiento, donde se ha reunido con la alcaldesa, ha dirigido unas palabras a las autoridades municipales y se ha encontrado con los ciudadanos y con los empleados y familiares de los museos capitalinos.
A las 111:20 horas, el Papa se ha asomado a la Logia del Palacio Senatorio junto a la alcaldesa Virginia Raggi, desde donde saludó a los ciudadanos concentrados en la Plaza del Capitolio.
Comunidad que vive en armonía
Francisco ha pedido “hoy, y todos los días” a los ciudadanos de Roma que , “según su capacidad” se cuiden “los unos a los otros”: “que os cuidéis los unos a los otros, que permanezcáis cerca unos de otros, que os respetéis mutuamente”.
Así encarnáis los valores más bellos de esta Ciudad: una comunidad unida que vive en armonía, que actúa no solo por la justicia, sino en un espíritu de justicia”, ha señalado el Obispo de Roma.
El Obispo de Roma les ha saludado desde el Capitolio, a diferencias de otras ocasiones, que ha sido desde San Pedro, en San Juan o en las parroquias: “Hoy puedo dirigiros la palabra y el saludo desde el Capitolio, cuna de esta Ciudad y  corazón de su vida administrativa y civil. ¡Gracias por vuestra presencia y por vuestro afecto por el Sucesor de Pedro!”, es ha dicho.
Rostro luminoso de la Iglesia

La Iglesia que está en Roma, según la conocida expresión de san Ignacio de Antioquía, “preside en la caridad” (Carta a los romanos, Proemio), ha recordado Francisco. “Es deber de su obispo, el Papa, pero también de todos los cristianos de Roma, trabajar de manera concreta para mantener el rostro de esta Iglesia siempre luminoso, reflejando la luz de Cristo que renueva los corazones”, ha anunciado a los fieles romanos.
Así, el 4º Pontífice en visitar el Capitolio, ha indicado: “Esta es la tarea de un ciudadano: ser artesano de fraternidad y solidaridad. Como tantas personas en todo el mundo, también vosotros, ciudadanos de Roma, estáis preocupados por el bienestar y la educación de vuestros hijos; os importa el futuro del planeta y el tipo de mundo que dejaremos para las generaciones futuras”.
¡Gracias de nuevo por este encuentro!”, se ha despedido el Papa en la plaza del Capitolio. “Le pido al Señor que  os colme con sus gracias y sus bendiciones. Y os pido, por favor, que recéis por mí. ¡Gracias y hasta pronto!”.
27.03.18





Danos hoy nuestro pan de cada día” – Catequesis del Papa Francisco

No somos criaturas autosuficientes”

(27 marzo 2019).- “La comida no es propiedad privada – sino providencia que debe compartirse, con la gracia de Dios”, ha insistido el Santo Padre en la audiencia general. “El pan que el cristiano pide en oración no es ‘mío’, sino ‘nuestro’. Jesús “nos enseña a pedirlo no solo para nosotros, sino para toda la fraternidad del mundo”.
La audiencia general ha tenido lugar esta mañana a las 9:20 horas en  la Plaza de San Pedro, donde el Papa ha encontrado grupos de peregrinos y fieles de Italia y de todo el mundo y, retomando el ciclo de catequesis sobre el Padre nuestro, se ha centrado en el tema “Danos hoy nuestro pan de cada día (Pasaje bíblico: Evangelio según San Mateo, 14, 15-19).

Catequesis del Santo Padre
Queridos hermanos y hermanas, buenos días :
Hoy pasamos a analizar la segunda parte del “Padre nuestro”, en la que presentamos nuestras necesidades a Dios. Esta segunda parte comienza con una palabra que huele a vida cotidiana: el pan.
La oración de Jesús comienza con una petición impelente, que se parece mucho a la imploración de un mendigo: “¡Danos nuestro pan de cada día!” Esta oración proviene de una evidencia que a menudo olvidamos, es decir, que no somos criaturas autosuficientes y que necesitamos alimentarnos todos los días.
Las Escrituras nos muestran que para tanta gente, el encuentro con Jesús se realiza partiendo de una petición. Jesús no pide invocaciones refinadas, al contrario, toda existencia humana, con sus problemas más concretos y cotidianos, puede convertirse en oración. En los evangelios encontramos una multitud de mendigos que suplican liberación y salvación. Hay quien pide pan, hay quien pide curación; algunos la purificación, otros la vista. o que un ser querido pueda volver a vivir … Jesús nunca pasa indiferente ante estas peticiones y estos dolores.

Así, Jesús nos enseña a pedirle al Padre el pan de cada día. Y nos enseña a hacerlo unidos con tantos hombres y mujeres para quienes esta oración es un grito, – que a menudo se lleva dentro- y que acompaña la ansiedad de cada día. ¡Cuántas madres y padres, incluso hoy, se van a dormir con el tormento de no tener mañana pan suficiente para sus hijos! Imaginemos esta oración rezada no en la seguridad de un apartamento cómodo, sino en la precariedad de una habitación en la que uno se las arregla, donde falta lo necesario para vivir. Las palabras de Jesús adquieren nueva fuerza. La oración cristiana comienza desde este nivel. No es un ejercicio para ascetas; parte de la realidad, del corazón y de la carne de las personas que viven en necesidad, o que comparten la condición de quienes no tienen lo necesario para vivir. Ni siquiera los más altos místicos cristianos pueden prescindir de la simplicidad de esta pregunta. “Padre, haz que tengamos hoy el pan necesario para nosotros y para todos”. Y “pan” es también para agua, medicinas, hogar, trabajo… Pedir lo necesario para vivir. El pan que el cristiano pide en oración no es “mío”, sino “nuestro”. Esto es lo que quiere Jesús. Nos enseña a pedirlo no solo para nosotros, sino para toda la fraternidad del mundo. Si no se reza de esta manera, el “Padre Nuestro” deja de ser una oración cristiana. Si Dios es nuestro Padre, ¿cómo podemos presentarnos a Él sin tomarnos de la mano? Todos nosotros. Y si el pan que Él nos da nos lo robamos entre nosotros ¿cómo podemos llamarnos hijos suyos ? Esta oración contiene una actitud de empatía una actitud de solidaridad. En mi hambre, siento el hambre de las multitudes, y por eso rezaré a Dios hasta que no obtengan lo que piden.
Así, Jesús educa a su comunidad, a su Iglesia, para poner ante Dios  las necesidades de todos: “¡Todos somos tus hijos, Padre, ten piedad de nosotros!”. Y ahora nos hará bien detenernos unos momentos y pensar en los niños hambrientos. Pensemos en los niños que están en los países en guerra: en los niños hambrientos de Yemen, en los niños hambrientos de Siria, en los niños hambrientos de todos esos países donde no hay pan, en Sudán del Sur. Pensemos en esos niños y pensando en ellos digamos juntos, en voz alta, la oración: “Padre, danos hoy nuestro pan de cada día”. Todos juntos.
El pan que pedimos al Señor en la oración es el mismo que un día nos acusará. Nos reprochará la poca costumbre de partirlo con los que nos rodean, la poca costumbre de compartirlo. Era un pan regalado a la humanidad y, en cambio, solamente lo han comido algunos: el amor no puede soportarlo. Nuestro amor no puede soportarlo; y tampoco el amor de Dios puede soportar este egoísmo de no compartir el pan.
Una vez había una gran multitud ante Jesús; era gente que tenía hambre. Jesús preguntó si alguien tenía algo, y solo se encontró un niño dispuesto a compartir lo que tenía: cinco panes y dos peces. Jesús multiplicó ese gesto generoso (ver Jn 6: 9). Ese niño había entendido la lección del “Padre Nuestro”: que los alimentos no son propiedad privada, -metamos este en nuestra mente: la comida no es propiedad privada – sino providencia que debe compartirse, con la gracia de Dios.
El verdadero milagro realizado por Jesús ese día no es tanto la multiplicación – que es verdad- sino el compartir: dad lo que tengáis y yo haré el milagro. Él mismo, multiplicando aquel pan ofrecido, anticipó la ofrenda de sí mismo en el Pan Eucarístico. Efectivamente, solo la Eucaristía es capaz de saciar el hambre de  infinito y el deseo de Dios que anima a cada hombre, también en la búsqueda del pan de cada día.
28.03.19


Santa Marta: “O estás con Jesús o estás contra Jesús”

Todavía hay tiempo” para abrir el corazón

( 28 marzo 2019).- “O estás con Jesús o estás contra Jesús”, dijo el Papa Francisco en la misa que celebró en Santa Marta el 28 de marzo de 2019. En su homilía según Vatican News, invitó a abrir el corazón al Señor, porque “todavía hay tiempo”.
Muy a menudo estamos sordos y no escuchamos la voz del Señor. Escuchamos las noticias, los chismes de barrio: esto siempre lo escuchamos “, dijo el Papa comentando en la primera lectura. Enfatizó la “lamentación del Señor” contra las personas “obstinadas, que no escuchan”, que “cierran sus oídos”, que ha “perdido el sentido de la fidelidad”.
Francisco invitó al cristiano a preguntarse si él tampoco había hecho lo mismo, como si Dios “no contara”: “¿He perdido la fidelidad con el Señor?” – “No, no, voy todos los domingos a Misa…”. “Sí, sí, pero… mi corazón está duro, obstinado, sordo, deja que el Señor entre o se las arregla con tres o cuatro cosas y luego hace lo que él quiere?”.
Esta es una pregunta para todos nosotros, insistió el Papa: todos debemos formularla”. Y, advirtió, cuando alguien que no escucha al Señor y endurece su corazón se encuentra con “algo… que no le agrada, abandona al Señor bajo algún pretexto, desacredita al Señor, lo calumnia y lo difama”.
Así, en el Evangelio, acusan a Jesús de expulsar demonios “por Beelzebul, el líder de los demonios”: es “el penúltimo paso del rechazo del Señor”, antes de “el paso sin retorno, que es la blasfemia contra el Espíritu Santo”. “El que no está conmigo está contra mí”, advierte Jesús: “No, no, estoy con Jesús, pero a cierta distancia, no me acerco demasiado”: no, no existe . O estás con Jesús, o estás contra Jesús; o eres fiel, o eres infiel; o tienes un corazón obediente, o has perdido la fidelidad”.
En conclusión, el Papa ha hecho una invitación a no perder la esperanza, ya que “todavía hay tiempo”. “Vuelve a mí de todo corazón” dice el Señor, “porque yo soy misericordioso y compasivo: yo olvido todo. Lo que me importa es que vuelvas a mí”, y se olvida de todo lo demás. Este es el tiempo de la misericordia, esto es el tiempo para la compasión del Señor abrir nuestro corazón para que él venga a nosotros.
29.03.19



24 horas para el Señor’: “Sin Dios no se puede vencer el mal: solo su amor nos conforta dentro”

Homilía completa del Papa

(29 marzo 2019).- “El mal es fuerte, tiene un poder seductor: atrae, cautiva. Para apartarse de él no basta nuestro esfuerzo, se necesita un amor más grande”, asegura el Papa Francisco. “Sin Dios no se puede vencer el mal: solo su amor nos conforta dentro, solo su ternura derramada en el corazón nos hace libres”.
El Santo Padre ha presidido esta tarde, viernes, 29 de marzo de 2019, la liturgia penitencial en la Basílica Vaticana, con la asamblea de fieles, a las 17 horas, y ha sido el primero el confesarse a la vista de todos, inaugurando una jornada en la que el Sacramento del Perdón estará al alcance de todos. Tras él, numerosos fieles se han acercado a los confesionarios de la Basílica a confesarse con otros sacerdotes.
La liturgia penitencial ha dado comienzo a la iniciativa cuaresmal de oración y reconciliación “24 horas para el Señor“, que tendrá lugar en la Basílica de San Pedro hasta mañana, sábado, 30 de marzo de 2019 así como en otras parroquias italianas y del mundo, al menos una iglesia de cada diócesis permanecerá abierta para los fieles, donde podrán dedicar “24 horas para el Señor”.
Homilía del Papa Francisco
«Quedaron solo ellos dos: la miserable y la misericordia» (In Io. Ev. tract. 33,5). Así encuadra san Agustín el final del Evangelio que hemos escuchado recientemente. Se fueron los que habían venido para arrojar piedras contra la mujer o para acusar a Jesús siguiendo la Ley. Se fueron, no tenían otros intereses. En cambio, Jesús se queda. Se queda, porque se ha quedado lo que es precioso a sus ojos: esa mujer, esa persona. Para él, antes que el pecado está el pecador. Yo, tú, cada uno de nosotros estamos antes en el corazón de Dios: antes que los errores, que las reglas, que los juicios y que nuestras caídas. Pidamos la gracia de una mirada semejante a la de Jesús, pidamos tener el enfoque cristiano de la vida, donde antes que el pecado veamos con amor al pecador, antes que los errores a quien se equivoca, antes que la historia a la persona. 

«Quedaron solo ellos dos: la miserable y la misericordia». Para Jesús, esa mujer sorprendida en adulterio no representa un parágrafo de la Ley, sino una situación concreta en la que implicarse. Por eso se queda allí, en silencio. Y mientras tanto realiza dos veces un gesto misterioso: «escribe con el dedo en el suelo» (Jn 8,6.8). No sabemos qué escribió, y quizás no es lo más importante: el Evangelio resalta el hecho de que el Señor escribe. Viene a la mente el episodio del Sinaí, cuando Dios había escrito las tablas de la Ley con su dedo (cf. Ex 31,18), tal como hace ahora Jesús. Más tarde Dios, por medio de los profetas, prometió que no escribiría más en tablas de piedra, sino directamente en los corazones (cf. Jr 31,33), en las tablas de carne de nuestros corazones (cf. 2 Co 3,3). Con Jesús, misericordia de Dios encarnada, ha llegado el momento de escribir en el corazón del hombre, de dar una esperanza cierta a la miseria humana: de dar no tanto leyes exteriores, que a menudo dejan distanciados a Dios y al hombre, sino la ley del Espíritu, que entra en el corazón y lo libera. Así sucede con esa mujer, que encuentra a Jesús y vuelve a vivir. Y se marcha para no pecar más (cf. Jn 8,11). Jesús es quien, con la fuerza del Espíritu Santo, nos libra del mal que tenemos dentro, del pecado que la Ley podía impedir, pero no eliminar.
Sin embargo, el mal es fuerte, tiene un poder seductor: atrae, cautiva. Para apartarse de él no basta nuestro esfuerzo, se necesita un amor más grande. Sin Dios no se puede vencer el mal: solo su amor nos conforta dentro, solo su ternura derramada en el corazón nos hace libres. Si queremos la liberación del mal hay que dejar actuar al Señor, que perdona y sana. Y lo hace sobre todo a través del sacramento que estamos por celebrar. La confesión es el paso de la miseria a la misericordia, es la escritura de Dios en el corazón. Allí leemos que somos preciosos a los ojos de Dios, que él es Padre y nos ama más que nosotros mismos.
«Quedaron solo ellos dos: la miserable y la misericordia». Solo ellos. Cuántas veces nos sentimos solos y perdemos el hilo de la vida. Cuántas veces no sabemos ya cómo recomenzar, oprimidos por el cansancio de aceptarnos. Necesitamos comenzar de nuevo, pero no sabemos desde dónde. El cristiano nace con el perdón que recibe en el Bautismo. Y renace siempre de allí: del perdón sorprendente de Dios, de su misericordia que nos restablece. Solo sintiéndonos perdonados podemos salir renovados, después de haber experimentado la alegría de ser amados plenamente por el Padre. Solo a través del perdón de Dios suceden cosas realmente nuevas en nosotros. Volvamos a escuchar una frase que el Señor nos ha dicho por medio del profeta Isaías: «Realizo algo nuevo» (Is 43,18). El perdón nos da un nuevo comienzo, nos hace criaturas nuevas, nos hace ser testigos de la vida nueva. El perdón no es una fotocopia que se reproduce idéntica cada vez que se pasa por el confesionario. Recibir el perdón de los pecados a través del sacerdote es una experiencia siempre nueva, original e inimitable. Nos hace pasar de estar solos con nuestras miserias y nuestros acusadores, como la mujer del Evangelio, a sentirnos liberados y animados por el Señor, que nos hace empezar de nuevo.
«Quedaron solo ellos dos: la miserable y la misericordia». ¿Qué hacer para dejarse cautivar por la misericordia, para superar el miedo a la confesión? Escuchemos de nuevo la invitación de Isaías: «¿No lo reconocéis?» (Is 43,18). Reconocer el perdón de Dios es importante. Sería hermoso, después de la confesión, quedarse como aquella mujer, con la mirada fija en Jesús que nos acaba de liberar: Ya no en nuestras miserias, sino en su misericordia. Mirar al Crucificado y decir con asombro: “Allí es donde han ido mis pecados. Tú los has cargado sobre ti. No me has apuntado con el dedo, me has abierto los brazos y me has perdonado otra vez”. Es importante recordar el perdón de Dios, recordar la ternura, volver a gustar la paz y la libertad que hemos experimentado. Porque este es el corazón de la confesión: no los pecados que decimos, sino el amor divino que recibimos y que siempre necesitamos. Sin embargo, nos puede asaltar una duda: “no sirve confesarse, siempre cometo los mismos pecados”. Pero el Señor nos conoce, sabe que la lucha interior es dura, que somos débiles y propensos a caer, a menudo reincidiendo en el mal. Y nos propone comenzar a reincidir en el bien, en pedir misericordia. Él será quien nos levantará y convertirá en criaturas nuevas. Entonces reemprendamos el camino desde la confesión, devolvamos a este sacramento el lugar que merece en nuestra vida y en la pastoral. 
«Quedaron solo ellos dos: la miserable y la misericordia». También nosotros vivimos hoy en la confesión este encuentro de salvación: nosotros, con nuestras miserias y nuestro pecado; el Señor, que nos conoce, nos ama y nos libera del mal. Entremos en este encuentro, pidiendo la gracia de redescubrirlo.
30.03.19


El Papa se encuentra con migrantes en Caritas de Marruecos: “Todo hombre tiene derecho la vida”

Discurso del Pontífice

(30 marzo 2019).- “Acoger, proteger, promover e integrar”: El Papa Francisco ha indicado en Rabat, durante su visita apostólica a Marruecos, estos cuatro verbos para que “quien quiera ayudar a hacer esta alianza más concreta y real pueda involucrarse con sabiduría en vez de permanecer en silencio, ayudar en lugar de aislar, construir en vez de abandonar”.
El Pontífice ha visita la delegación diocesana de Caritas en Rabat, este sábado, 30 de marzo de 2019, su primer día en el país, el 28º viaje que realiza fuera de Italia.
Discurso del Papa Francisco
Queridos amigos:
Me complace tener esta oportunidad de encontraros durante mi visita al Reino de Marruecos. Es una ocasión que me permite expresaros nuevamente mi cercanía y hacer frente con vosotros a esta herida grande y dolorosa que continúa desgarrando los inicios de este siglo XXI. Herida que clama al cielo, y por eso no queremos que nuestra palabra sea la indiferencia y el silencio (cf. Ex 3,7). Mucho más cuando se constata que son muchos millones los refugiados y los demás migrantes forzados que piden la protección internacional, sin contar a las víctimas de la trata y de las nuevas formas de esclavitud en manos de organizaciones criminales. Nadie puede ser indiferente ante este dolor. 
Agradezco a Mons. Santiago sus palabras de bienvenida y el compromiso de la Iglesia en favor de los migrantes. También agradezco a Jackson por su testimonio, y a todos vosotros, migrantes y miembros de las asociaciones que están a su servicio, que habéis venido aquí esta tarde para estar juntos, para fortalecer los lazos entre nosotros y que sigamos comprometiéndonos en asegurar condiciones de vida dignas para todos. Y gracias a los niños. Ellos son la esperanza. Por ellos tenemos que luchar, por ellos. Ellos tienen derecho, derecho a la vida, derecho a la dignidad. Luchemos por ellos. Todos estamos llamados a responder a los numerosos desafíosplanteados por las migraciones contemporáneas, con generosidad, diligencia, sabiduría y amplitud de miras, cada uno según sus propias posibilidades (cf. Mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2018). 
Hace algunos meses tuvo lugar aquí en Marruecos la Conferencia Intergubernamental de Marrakech, que ratificó la adopción del Pacto Mundial para una migración segura, ordenada y regular. «El Pacto sobre migración representa un importante paso adelante para la comunidad internacional que, por primera vez a nivel multilateral y en el ámbito de las Naciones Unidas, aborda el tema en un documento relevante» (Discurso a los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, 7 enero 2019). 
Este Pacto nos permite reconocer y tomar conciencia de que «no se trata solo de migrantes» (cf. Tema de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2019), como si sus vidas fueran una realidad extraña o marginal que no tuviera nada que ver con el resto de la sociedad. Como si su condición de personas con derechos permaneciera “suspendida” debido a su situación actual; «en efecto, un migrante no es más humano o menos humano, en función de su ubicación a un lado o a otro de una frontera».[1] 
Lo que está en juego es el rostro que queremos darnos como sociedad y el valor de cada vida. Se han dado muchos pasos positivos en diferentes ámbitos, especialmente en las sociedades desarrolladas, pero no podemos olvidar que el progreso de nuestros pueblos no puede medirse solo por el desarrollo tecnológico o económico. Este depende sobre todo de la capacidad de dejarse conmover por quien llama a la puerta y que con su mirada za y depone a todos los falsos ídolos que hipotecan y esclavizan la vida, ídolos que prometen una aparente y fugaz felicidad, construida al margen de la realidad y del sufrimiento de los demás. ¡Qué desierta e inhóspita se vuelve una ciudad cuando pierde la capacidad de compasión! Una sociedad sin corazón… una madre estéril. Vosotros no estáis marginados, estáis en el centro del corazón de la Iglesia. 
He querido ofrecer cuatro verbos —acoger, proteger, promover e integrar— para que quien quiera ayudar a hacer esta alianza más concreta y real pueda involucrarse con sabiduría en vez de permanecer en silencio, ayudar en lugar de aislar, construir en vez de abandonar. 
Queridos amigos, me gustaría insistir sobre la importancia de estos cuatro verbos. Forman como un marco de referencia para todos. De hecho, en este compromiso estamos todos implicados —de diferentes maneras, pero todos implicados—, y todos somos necesarios para garantizar una vida más digna, segura y solidaria. Me gusta pensar que el primer voluntario, asistente, socorrista y amigo de un migrante es otro migrante que conoce en primera persona el sufrimiento del camino. No se puede pensar en estrategias a gran escala, capaces de dar dignidad, limitándose solo a acciones de asistencia al migrante. Son indispensables, pero insuficientes. Es necesario que vosotros, migrantes, os sintáis como los primeros protagonistas y ejecutores en todo este proceso.
Estos cuatro verbos pueden ayudar a crear alianzas capaces de recuperar espacios donde acoger, proteger, promover e integrar. En definitiva, espacios para dar dignidad. 
«Considerando el escenario actual, acoger significa, ante todo, ampliar las posibilidades para que los emigrantes y refugiados puedan entrar de modo seguro y legal en los países de destino» (Mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2018). De hecho, la ampliación de los canales migratorios regulares es uno de los principales objetivos del Pacto Mundial. Este compromiso común es necesario para no otorgar nuevos espacios a los “mercaderes de carne humana” que especulan con los sueños y las necesidades de los migrantes. Y hasta que este compromiso no se realice plenamente, habrá que afrontar la realidad apremiante de los flujos irregulares con justicia, solidaridad y misericordia. Las formas de expulsión colectiva, que no permiten un manejo correcto de los casos particulares, no pueden ser aceptadas. Por otro lado, los caminos extraordinarios de regularización, especialmente en el caso de las familias y de los menores, han de ser alentados y simplificados. 
Proteger quiere decir que se garantice la defensa «de los derechos y de la dignidad de los emigrantes y refugiados, independientemente de su estatus migratorio» (ibíd.). En lo que concierne a la realidad de esta región, la protección se debe asegurar ante todo a lo largo de las rutas migratorias que, lamentablemente, son a menudo escenarios de violencia, explotación y abusos de todo tipo. Aquí también es necesario prestar especial atención a los migrantes en situación de gran vulnerabilidad, a los numerosos menores no acompañados y a las mujeres. Es esencial poder garantizar a todos una asistencia médica, psicológica y social adecuada con el propósito de devolver la dignidad a quienes la han perdido en el camino, como hacen con dedicación los trabajadores de esta estructura. Y hay algunos entre vosotros que pueden testimoniar lo importante que son estos servicios de protección, para dar esperanza durante el tiempo de permanencia en los países que los han acogido. 
Promover significa garantizar a todos, migrantes y locales, la posibilidad de encontrar un ambiente seguro que les permita realizarse integralmente. Esta promoción comienza reconociendo que ninguno es un desecho humano, sino que es portador de una riqueza personal, cultural y profesional que puede aportar mucho ahí donde se encuentra. Las sociedades de acogida se enriquecerán si saben valorizar adecuadamente la aportación de los migrantes, evitando todo tipo de discriminación y cualquier sentimiento xenófobo. Debe fomentarse vivamente el aprendizaje de la lengua local como vehículo esencial de comunicación intercultural, así como toda forma positiva de responsabilizar a los migrantes respecto a la sociedad que los acoge, aprendiendo a respetar las personas y las relaciones sociales, las leyes y la cultura, para que así ofrezcan una mejor aportación al desarrollo humano integral de todos. 
Pero no nos olvidemos que la promoción humana de los migrantes y sus familias empieza ya desde sus comunidades de origen, donde se debe garantizar, junto al derecho a emigrar, también el de no estar obligados a emigrar, es decir, el derecho a encontrar en la propia patria las condiciones que permitan una vida digna. Aprecio y aliento los esfuerzos de los programas de cooperación internacional y de desarrollo transnacional desvinculados de intereses parciales, que tienen a los migrantes como protagonistas principales (cf. Discurso a los participantes en el foro internacional sobre “migración y paz”, 21 febrero 2017). 
Integrar quiere decir comprometerse en un proceso que valorice tanto el patrimonio cultural de la comunidad receptora como el de los migrantes, construyendo así una sociedad intercultural y abierta. Sabemos que no es nada fácil entrar en una cultura que nos es ajena —ya sea para quienes llegan como para quien acoge—, ponernos en el lugar de personas tan diferentes a nosotros, comprender sus pensamientos y experiencias. Así, a menudo renunciamos al encuentro con el otro y levantamos barreras para defendernos (cf. Homilía en la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, 14 enero 2018). Integrar requiere, por consiguiente, no dejarse condicionar por los miedos y la ignorancia. 

Este es un camino que hemos de recorrer juntos, como verdaderos compañeros de viaje, que involucra a todos, migrantes y locales, en la construcción de ciudades acogedoras, plurales y atentas a los procesos interculturales, ciudades capaces de valorizar la riqueza de las diferencias en el encuentro con el otro. Y también en este caso, muchos de vosotros podéis manifestar personalmente la necesidad de un compromiso como este. 
Queridos amigos migrantes: la Iglesia reconoce los sufrimientos que afligen vuestro camino y padece con vosotros. Ella desea recordar, acercándose a vuestra situación particular, que Dios quiere que todos tengamos vida. También quiere estar a vuestro lado para construir con vosotros lo que sea mejor para vuestra vida. Porque todo hombre tiene derecho a la vida, todo hombre tiene derecho a soñar y a poder encontrar el lugar que le corresponde en nuestra “casa común”. Toda persona tiene derecho al futuro. 
Asimismo, quisiera expresar mi gratitud a todas las personas que se han puesto al servicio de los migrantes y refugiados en todo el mundo, y hoy de manera especial a vosotros, miembros de Caritas que, en nombre de toda la Iglesia, tenéis el honor de manifestar el amor misericordioso de Dios a tantas hermanas y hermanos nuestros, así como también a todos los miembros de las demás asociaciones vinculadas. Vosotros bien sabéis y experimentáis que para el cristiano “no se trata solo de migrantes”, sino de Cristo mismo que llama a nuestra puerta. 
Que el Señor, que durante su vida terrenal vivió en carne propia el sufrimiento del exilio, bendiga a cada uno de vosotros, os dé la fuerza necesaria para no desanimaros y para ser unos con otros “puerto seguro” de acogida. 
31.03.19











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