“Hágase tu voluntad” – Catequesis del Papa en la audiencia general
“Dios
nos quiere libres”
(20
marzo 2019).- En la oración del ‘Padre Nuestro’, cuando se
dice “hágase tu voluntad”, el Papa advierte de que “no estamos
invitados a bajar servilmente la cabeza, como si fuéramos esclavos”.
Al contrario, una oración “llena de ardiente confianza en
Dios que quiere el bien para nosotros, la vida, la salvación”.
Esta
mañana, 20 de marzo de 2019, el Papa Francisco ha celebrado la
audiencia general, tras su “parón” de la semana pasada debido al
retiro de Cuaresma en Ariccia para la Curia Romana. Así, este
miércoles, Francisco ha continuado el ciclo de catequesis sobre el
‘Padre Nuestro’ centrándose en la frase “Hágase tu
voluntad” (Pasaje bíblico: de la Primera Carta de
San Pablo a Timoteo 2 1-4).
Catequesis
del Santo Padre
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Prosiguiendo
nuestras catequesis sobre el “Padre Nuestro”, hoy nos detenemos
en la tercera invocación: “Hágase tu voluntad”. Debe leerse en
unidad con las dos primeras, “Santificado sea tu nombre” y “Venga
a nosotros tu Reino”, para que juntas formen un tríptico:
“Santificado sea tu nombre”, “Venga a nosotros tu Reino”,
“Hágase tu voluntad”.
Antes
de que el hombre cuide del mundo, Dios cuida ya incansablemente
al hombre y al mundo. Todo el evangelio refleja esta inversión de
perspectiva. El pecador Zaqueo se sube a un árbol porque quiere ver
a Jesús, pero no sabe que, mucho antes, Dios había ido
a buscarlo. Jesús, cuando llega, le dice: “Zaqueo, baja pronto,
porque conviene que hoy me quede en tu casa”. Y al final declara:
“El Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba
perdido” (Lc 19, 5.10). He aquí la voluntad de
Dios, la que pedimos que se haga. ¿Cuál es la voluntad de Dios
encarnada en Jesús?: Buscar y salvar lo que está perdido. Y
nosotros, cuando rezamos, pedimos que la búsqueda de Dios tenga
éxito, que se cumpla su plan universal de salvación, primero en
cada uno de nosotros y luego en todo el mundo. ¿Habéis pensado lo
que significa que Dios me busca? Cada uno de nosotros puede decir:
“Pero ¿Dios me busca?”. “Sí, ¡Te busca!” “Me busca”.
Dios
no es ambiguo, no se esconde detrás de enigmas, no ha planeado el
futuro del mundo de una manera indescifrable. No, Él es claro. Si no
lo entendemos, nos arriesgamos a no entender el significado de la
tercera frase del “Padre Nuestro”. En efecto, la Biblia está
llena de frases que nos hablan de la voluntad positiva de Dios hacia
el mundo. Y en el Catecismo de la Iglesia
Católica encontramos una colección de citas que atestiguan
esta voluntad divina fiel y paciente (ver n. 2821-2827). Y San Pablo,
en la Primera Carta a Timoteo, escribe: “Dios quiere que todos los
hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad”
(2,4). Esta, sin lugar a dudas, es la voluntad de Dios: la salvación
del hombre, de los hombres, de cada uno de nosotros. Dios con su amor
llama a la puerta de nuestro corazón ¿Por qué? Para atraernos,
para atraernos a Él y llevarnos adelante por el camino de la
salvación. Dios está cerca de cada uno de nosotros con su
amor, para llevarnos de la mano a la salvación. ¡Cuánto amor hay
detrás de todo ello!
Así,
rezando “hágase tu voluntad”, no estamos invitados a bajar
servilmente la cabeza, como si fuéramos esclavos. ¡No! Dios nos
quiere libres; y es su amor el que nos libera. El “Padre
Nuestro” es, en efecto, la oración de los hijos, no de los
esclavos; sino de los hijos que conocen el corazón de su padre y
están seguros de su plan de amor. ¡Ay de nosotros sí, al
pronunciar estas palabras, nos encogiéramos de hombros y nos
rindiéramos ante un destino que nos repele y que no conseguimos
cambiar! Al contrario, es una oración llena de ardiente confianza en
Dios que quiere el bien para nosotros, la vida, la salvación. Una
oración valiente, incluso combativa, porque en el mundo hay muchas,
demasiadas realidades que no obedecen al plan de Dios. Las conocemos
todos. Parafraseando al profeta Isaías, podríamos decir: “Aquí,
Padre, hay guerra, prevaricación, explotación; pero sabemos que Tú
quieres nuestro bien, por eso te suplicamos: ¡Hágase tu voluntad!
Señor, cambia los planes del mundo, convierte las espadas en
azadones y las lanzas en podaderas; ¡Que nadie se ejercite más en
el arte de la guerra! “(ver 2: 4).
El
“Padre Nuestro” es una oración que enciende en nosotros el mismo
amor de Jesús por la voluntad del Padre, una llama que empuja a
transformar el mundo con amor. El cristiano no cree en un “fato”
ineluctable. No hay nada al azar en la fe de los cristianos: en
cambio, hay una salvación que espera manifestarse en la vida de cada
hombre y de cada mujer y cumplirse en la eternidad. Si rezamos es
porque creemos que Dios puede y quiere transformar la realidad
venciendo el mal con el bien. Tiene sentido obedecer a este Dios y
abandonarse a Él incluso en la hora de la prueba más dura.
Así
fue para Jesús en el Huerto de Getsemaní, cuando experimentó la
angustia y oró: “¡Padre, si quieres, aparta de mi esta copa, pero
no se haga mi voluntad sino la tuya!”(Lucas 22:42). Jesús es
aplastado por el mal del mundo, pero se abandona confiadamente al
océano del amor de la voluntad del Padre. Tampoco los mártires, en
su prueba, buscaban la muerte, si no el después de la muerte, la
resurrección. Dios, por amor, puede llevarnos a caminar por senderos
difíciles, a experimentar dolorosas heridas y espinas, pero nunca
nos abandonará. Estará siempre con nosotros, cerca de nosotros,
dentro de nosotros Para un creyente esto, más que una esperanza, es
una certeza. Dios está conmigo. La misma que encontramos en esa
parábola del Evangelio de Lucas dedicada a la necesidad de rezar
siempre. Jesús dice: “¿Dios no hará justicia a sus elegidos, que
están clamando a él día y noche, y les hace esperar? Os digo que
les hará justicia pronto”. Así es el Señor, así nos ama, así
nos quiere. Pero, yo tengo ganas de invitaros, ahora, a rezar todos
juntos el Padre nuestro. Y los que no saben italiano, que lo recen en
su idioma. Vamos a rezar juntos:
Rezo
del Padre nuestro
21.O03.19
El Papa recibe a los miembros de la Federación Italiana de Médicos Pediatras
Discurso
del Santo Padre
Marzo
21 .El Santo Padre ha recibido esta mañana a las 12 horas en la
Sala de los Papas del Palacio Apostólico Vaticano a los miembros de
la Federación Italiana de Médicos Pediatras.
Discurso
del Santo Padre
Queridos
hermanos y hermanas,
Os
doy mi cordial bienvenida y os saludo a todos. Agradezco al
Presidente las palabras que me ha dirigido.
Con
la experiencia adquirida en estos cuarenta años de actividad,
vuestra Federación sostiene y protege a más de 5.500 pediatras de
familia, ofreciéndoles competencia y apoyo desde un punto de vista
profesional y moral, en el ámbito de la asistencia y la seguridad
social, así como en el jurídico y económico. La vuestra es
una asistencia de amplio alcance, necesaria para seguir a vuestros
afiliados en todos los pasos de su vida profesional y útil para
garantizar que puedan llevar a cabo, con más serenidad y con mayor
competencia, su tarea delicada y esencial.
Ya
desde sus primeros pasos, la Federación se caracterizó por su
contribución al nacimiento del Servicio Sanitario Nacional y, a lo
largo de los años, ha desarrollado innumerables iniciativas para la
salud de las personas y la mejora de los servicios ofrecidos a los
ciudadanos, estipulando acuerdos públicos y privados, manteniendo de
forma autónoma y no partidista una confrontación activa con
las partes políticas y sociales, y garantizando un control sobre
muchos aspectos esenciales
de la salud del niño y del adolescente.
La
edad de la que os ocupáis, desde el nacimiento hasta la
adolescencia, es sin duda la más evolutiva de la vida humana y
requiere un conocimiento global del cuerpo humano y sus patologías.
Puede tratarse de comprender y tratar los problemas cardíacos y
circulatorios de un niño recién nacido, o el sistema digestivo de
un niño de diez años, o cuestiones físicas y mentales relacionadas
con la pubertad, etc.
Para
esta amplia gama de competencias hacen falta tanto una profunda
formación de base como una actualización constante. Este es
el objetivo de las numerosas iniciativas de formación e
investigación que os esforzáis por preparar, con reuniones, debates
y conferencias, que puedan proporcionaros, a vosotros, los
pediatras, los elementos para manteneros actualizados y, al
mismo tiempo, promover una cultura más capaz de proteger la salud de
las personas, especialmente de los más pequeños. En nuestro tiempo,
donde las tantas comodidades y progresos tecnológicos y
sociales se pagan con un impacto cada vez más invasivo en la
dinámica natural del cuerpo humano, es urgente poner en marcha un
detallado programa de educación sobre la salud y los estilos de vida que
respeten el cuerpo, de modo que el progreso no sea a expensas de la
persona.
Vuestro
compromiso constante en los ámbitos de la formación, de la
prevención y de la investigación ha sido reconocido con la
acreditación de vuestra Federación como sociedad científica.
Trabajad siempre con seriedad y dedicación, haciéndoos promotores
de una cultura inclusiva de la solidaridad y la salud. Efectivamente,
en nuestra época, la prevención y el tratamiento se convierten cada
vez más en una prerrogativa de quienes disfrutan de un determinado
nivel de vida y, por lo tanto, pueden costeárselos. Os aliento
a trabajar para garantizar que esta desigualdad no se sume a las
muchas que afligen ya a los más débiles, sino para que el
sistema sanitario asegure asistencia y prevención a todos, como
derecho de la persona. Precisamente la atención a las
personas, junto con la competencia científica, es una característica
esencial de vuestra profesionalidad, de la cual también es parte
integral la capacidad de escuchar, comprender e inspirar
confianza
En
virtud de la fe que habéis recibido, estáis siempre llamados a
adoptar como modelo de humanidad y dedicación a los demás la
persona de Jesús, fuente de cercanía y ternura. Leyendo y releyendo
a menudo los textos del Evangelio en los que Jesús encuentra y
sana a los enfermos conseguiréis una nueva linfa para vuestro
ser y vuestro actuar.
Todavía
antes que con los niños, vuestro trabajo os pone en contacto
constante con los padres, los primeros custodios y responsables de
vuestros pacientes, que no solo os piden vuestra experiencia médica,
sino que también buscan seguridad humana, confiándoos lo que más
aprecian.
En
cuanto a la relación con los niños que visitáis, tienen antenas
potentes y captan inmediatamente si estamos bien dispuestos o si, en
cambio, estamos distraídos, porque quizás nos hubiera gustado
acabar
el turno, o darnos más prisa o encontrarnos con un paciente
que gritase menos… También vosotros sois hombres y mujeres, con
vuestras preocupaciones, pero sabemos que estáis entrenados para
sonreír, algo necesario para dar valor y abrir una brecha de
confianza en los pequeños, y así hasta los medicamentos son más
eficaces.
En
el trato con los niños, tengamos siempre en mente las palabras
de Jesús que, en un mundo en el que eran poco considerados, los
señala como modelo de los que entran a formar parte del Reino
de Dios, porque entienden sus secretos. También recordamos su
actitud singularmente atractiva hacia ellos: aunque no los llamase a
sí con invitaciones o regalos, los atraía con la fuerza y la
serenidad que brotaban de su persona, de modo que los niños iban a
Él que los acogía.
Vuestro
ilustre colega y maestro, el Dr. Franco Panizon, hablaba de esta
dedicación incondicional. Decía: “¡Nunca pongáis la cabeza en
la almohada, si antes no habéis hecho por ellos todo lo que
esté a vuestro alcance!” Exhortaba a los pediatras a tener una
parte pequeña pero muy importante a la hora de escribir la
cultura y, por lo tanto, la historia de nuestro tiempo. Por
eso, os invitaba a mirar “más lejos”, es decir más allá
de la enfermedad y de las contingencias, más allá del momento
presente, más allá de la propia persona o del propio esfuerzo.
También decía: “No pienses solamente en el hoy de tu paciente,
piensa también en su futuro”; y agregaba: “No pienses solo en
tus pacientes, sino también en todos los pacientes; no pienses solo
en los actuales, sino también en los lejanos y los
futuros”.
Vivido
con esta idea, vuestro trabajo es una misión verdadera y
propia, que atañe tanto la mente como el corazón, y de
alguna manera no sabe de separaciones, porque aunque haya períodos
de vacaciones y pausas en el trabajo, vuestra profesión os acompaña
siempre y os involucra durante mucho más tiempo y mucho más
profundamente que en las horas que pasáis en el trabajo.
Con
este estilo, dais testimonio cristiano, porque tratáis de practicar
los valores evangélicos y vuestro sentido de pertenencia a la
Iglesia; pero también por la amplitud de vuestra mirada, por la
capacidad de imaginar el contexto social y el sistema sanitario más
justos para el futuro, y por el deseo de poneros al servicio, con
humildad y competencia, de cada persona que se os confía. Invocando
la bendición de Dios para vuestro camino asociativo y sobre cada uno
de vosotros, os pido una oración por mí. ¡Gracias!
22.03.19
Audiencia a los dirigentes y miembros del Centro de Turismo para Jóvenes
Audiencia
del Papa
(22
marzo 2019).- Esta mañana, a las 11.50, en el Aula Pablo VI, el
Santo Padre Francisco ha recibido en audiencia a los dirigentes y
miembros del Centro de Turismo para Jóvenes con motivo del setenta
aniversario de su fundación.
Este es el discurso del Papa a los presentes en la audiencia.
Este es el discurso del Papa a los presentes en la audiencia.
Discurso
del Santo Padre
Queridos
jóvenes,
¡Bienvenidos! Os saludo a todos con afecto y agradezco al Presidente las palabras que me ha dirigido. Me gustaría transmitiros algunas sugerencias acerca de vuestro compromiso y vuestro camino asociativo, pero vosotros me dais también el entusiasmo de la juventud, que surge de vuestros rostros y de la imaginación que demostráis al proponer tantas iniciativas, un reflejo de la fantasía infinita del Espíritu de Dios.
¡Bienvenidos! Os saludo a todos con afecto y agradezco al Presidente las palabras que me ha dirigido. Me gustaría transmitiros algunas sugerencias acerca de vuestro compromiso y vuestro camino asociativo, pero vosotros me dais también el entusiasmo de la juventud, que surge de vuestros rostros y de la imaginación que demostráis al proponer tantas iniciativas, un reflejo de la fantasía infinita del Espíritu de Dios.
Vuestra
asociación cumple 70 años. Es un buena meta, pero es solo la etapa
de un viaje. De hecho, atesorando el precioso camino realizado hasta
ahora, estáis llamados a crecer todavía más, a desarrollar
vuestras actividades y a difundir tantos buenos frutos.
Precisamente hace setenta años, algunos jóvenes de la Juventud de
Acción Católica, viajando con Don Carlo Carretto en el tren que los
llevaba a Ginebra, tuvieron la idea de fundar el Centro de Turismo
para Jóvenes. Lo sintieron realmente como una inspiración, tanto
que, menos de dos meses después, dieron vida a la Asociación,
bajo el liderazgo de Don Carlo, proponiéndose hacerse portadores, a
través de múltiples actividades recreativas y culturales, de lazos
sociales inspirados en la participación y en una visión integral de
la persona humana, cultivando el sueño de animar y transformar el
entorno social.
Hablando
de “visión integral de la persona” ciertamente no nos referimos
a una teoría, sino a una forma de vivir y actuar. En primer lugar
esta visión no se encuentra en un manual, sino en las personas que
viven con este estilo: con los ojos abiertos al mundo, con las manos
entrelazadas con otras manos, con el corazón sensible a las
debilidades de sus hermanos. También podríamos decir que la
“integridad” a la que os referís no alude a la perfección, sino
a la imperfección; no llama a la completitud del individuo,
sino a su estado incompleto y a la necesidad de mirar a su alrededor
para entenderse más profundamente; no conduce a una orgullosa
auto-inmovilización, sino a la humilde búsqueda de nuevos
conocimientos, de contacto con las personas, las culturas, los
problemas de nuestro tiempo.
Con
estos objetivos vuestra asociación promueve el turismo; un turismo
que no está inspirado en los cánones del consumismo o deseoso
solamente de acumular experiencias, sino capaz de favorecer el
encuentro entre las personas y el territorio y de favorecer el
crecimiento en el conocimiento y el respeto mutuos. Si visito una
ciudad, no solo es importante que conozca los monumentos, sino
también que me dé cuenta de la historia que tiene detrás, de cómo
viven sus ciudadanos, de los desafíos que tratan de enfrentar. Si
subo una montaña, además de mantenerme dentro de los límites que
la naturaleza me impone, tendré que respetarla admirando su belleza
y protegiendo su entorno, creando así un vínculo con los elementos
naturales hecho de conocimiento, reconocimiento y aprecio.
Vosotros
habéis definido sabiamente esta forma de viajar “Turismo lento”,
contraponiéndolo al de masas, porque promueve la calidad y la
experiencia, la solidaridad y la sostenibilidad. Como mascota de este
turismo cuidadoso y constructivo, habéis elegido una tortuga,
representada en el carnet de este año, que con su calma decidida
nos enseña que la lentitud, – si no es el fruto
de la pereza- genera atención a los lugares y a las personas,
fidelidad a la tierra y dedicación a ella.
Ahora
bien, precisamente la práctica del “Turismo lento”, basada
en la animación y la educación cultural y ambiental, os ayuda a
vivir cada momento de la vida cotidiana, incluidos los del trabajo y
del mayor esfuerzo, de una manera diferente y más consciente. Por lo
tanto, os deseo que mantengáis la amplitud de vuestros horizontes,
que viváis los espacios con la vigilante lentitud de la tortuga y
animéis el tiempo libre de una manera alegre y gratuita.
Saludándoos,
me referí al entusiasmo típico de vuestra edad; sin embargo,
hay que reconocer que muchos jóvenes, en vez de deseosos de
construir el futuro, lamentablemente se sienten desilusionados y
desmotivados. Tal vez debido al pesimismo que les rodea, no se
atreven a volar alto, sino que se contentan con sobrevivir o ir
tirando. ¡Qué feo es, cuando un joven va tirando, en lugar de
vivir; ya está “jubilado”, y es feo que un joven esté ya
jubilado. Precisamente a la luz de vuestra
espiritualidad, dentro del Centro de Turismo para Jóvenes podéis
haceros compañeros de viaje de tantos de vuestros compañeros;
podéis ayudarles a recuperar el entusiasmo si ya no lo perciben
porque está enterrado entre los escombros del desencanto o en el
polvo de los malos ejemplos. Compartir el tiempo libre como
tiempo de calidad puede convertirse en una buena llave para abrir la
puerta del corazón de tantos jóvenes, generando lazos de
amistad capaces de transmitir valores auténticos y la fe misma.
¡Qué
el reconocimiento, obtenido del Centro de Turismo Juvenil por parte
de los más altos órganos del Estado, de vuestros fines
asistenciales y, sobre todo, de la promoción social, os confirme en
vuestras intenciones y os impulse a un compromiso cada vez más
generoso! Por su parte, la Iglesia os mira con gratitud y esperanza,
y os invita a que profeséis siempre vuestra catolicidad con
orgullo: ser católico no significa estar encerrado en una cerca,
sino abrirse al mundo, deseosos de encontrar , porque tenéis
la intención de vivir “según el todo” y por el bien de todos.
A
la luz de estas consideraciones, entendemos claramente cómo la
memoria del aniversario de la Asociación signifique celebrar una
llamada y, por lo tanto, reconocer una misión dentro de la Iglesia y
de la familia humana. Don Carlo Carretto nos recomendaría a cada uno
de nosotros recordar que: “Si bebes ese vino que Dios mismo te
ofrece, estás en alegría” (Meditaciones
diarias).
Conservad la herencia de la espiritualidad y el ejemplo de vuestro
fundador. Vivid todo en la oración, y por lo tanto, en el asombro y
la acción de gracias. Hoy rezo con y por vosotros, para que el Señor
siga bendiciendo vuestro trabajo y os acompañe con su consuelo. Y
por favor, una oración también por mí. ¡Gracias!
23.03.19
Audiencia a los dirigentes y miembros del Centro de Turismo para Jóvenes
Audiencia
del Papa
(
22 marzo 2019).- Esta mañana, a las 11.50, en el Aula Pablo VI, el
Santo Padre Francisco ha recibido en audiencia a los dirigentes y
miembros del Centro de Turismo para Jóvenes con motivo del setenta
aniversario de su fundación.
Este es el discurso del Papa a los presentes en la audiencia.
Este es el discurso del Papa a los presentes en la audiencia.
Discurso
del Santo Padre
Queridos
jóvenes,
¡Bienvenidos! Os saludo a todos con afecto y agradezco al Presidente las palabras que me ha dirigido. Me gustaría transmitiros algunas sugerencias acerca de vuestro compromiso y vuestro camino asociativo, pero vosotros me dais también el entusiasmo de la juventud, que surge de vuestros rostros y de la imaginación que demostráis al proponer tantas iniciativas, un reflejo de la fantasía infinita del Espíritu de Dios.
¡Bienvenidos! Os saludo a todos con afecto y agradezco al Presidente las palabras que me ha dirigido. Me gustaría transmitiros algunas sugerencias acerca de vuestro compromiso y vuestro camino asociativo, pero vosotros me dais también el entusiasmo de la juventud, que surge de vuestros rostros y de la imaginación que demostráis al proponer tantas iniciativas, un reflejo de la fantasía infinita del Espíritu de Dios.
Vuestra
asociación cumple 70 años. Es un buena meta, pero es solo la etapa
de un viaje. De hecho, atesorando el precioso camino realizado hasta
ahora, estáis llamados a crecer todavía más, a desarrollar
vuestras actividades y a difundir tantos buenos frutos.
Precisamente hace setenta años, algunos jóvenes de la Juventud de
Acción Católica, viajando con Don Carlo Carretto en el tren que los
llevaba a Ginebra, tuvieron la idea de fundar el Centro de Turismo
para Jóvenes. Lo sintieron realmente como una inspiración, tanto
que, menos de dos meses después, dieron vida a la Asociación,
bajo el liderazgo de Don Carlo, proponiéndose hacerse portadores, a
través de múltiples actividades recreativas y culturales, de lazos
sociales inspirados en la participación y en una visión integral de
la persona humana, cultivando el sueño de animar y transformar el
entorno social.
Hablando
de “visión integral de la persona” ciertamente no nos referimos
a una teoría, sino a una forma de vivir y actuar. En primer lugar
esta visión no se encuentra en un manual, sino en las personas que
viven con este estilo: con los ojos abiertos al mundo, con las manos
entrelazadas con otras manos, con el corazón sensible a las
debilidades de sus hermanos. También podríamos decir que la
“integridad” a la que os referís no alude a la perfección, sino
a la imperfección; no llama a la completitud del individuo,
sino a su estado incompleto y a la necesidad de mirar a su alrededor
para entenderse más profundamente; no conduce a una orgullosa
auto-inmovilización, sino a la humilde búsqueda de nuevos
conocimientos, de contacto con las personas, las culturas, los
problemas de nuestro tiempo.
Con
estos objetivos vuestra asociación promueve el turismo; un turismo
que no está inspirado en los cánones del consumismo o deseoso
solamente de acumular experiencias, sino capaz de favorecer el
encuentro entre las personas y el territorio y de favorecer el
crecimiento en el conocimiento y el respeto mutuos. Si visito una
ciudad, no solo es importante que conozca los monumentos, sino
también que me dé cuenta de la historia que tiene detrás, de cómo
viven sus ciudadanos, de los desafíos que tratan de enfrentar. Si
subo una montaña, además de mantenerme dentro de los límites que
la naturaleza me impone, tendré que respetarla admirando su belleza
y protegiendo su entorno, creando así un vínculo con los elementos
naturales hecho de conocimiento, reconocimiento y aprecio.
Vosotros
habéis definido sabiamente esta forma de viajar “Turismo lento”,
contraponiéndolo al de masas, porque promueve la calidad y la
experiencia, la solidaridad y la sostenibilidad. Como mascota de este
turismo cuidadoso y constructivo, habéis elegido una tortuga,
representada en el carnet de este año, que con su calma decidida
nos enseña que la lentitud, – si no es el fruto
de la pereza- genera atención a los lugares y a las personas,
fidelidad a la tierra y dedicación a ella.
Ahora
bien, precisamente la práctica del “Turismo lento”, basada
en la animación y la educación cultural y ambiental, os ayuda a
vivir cada momento de la vida cotidiana, incluidos los del trabajo y
del mayor esfuerzo, de una manera diferente y más consciente. Por lo
tanto, os deseo que mantengáis la amplitud de vuestros horizontes,
que viváis los espacios con la vigilante lentitud de la tortuga y
animéis el tiempo libre de una manera alegre y gratuita.
Saludándoos,
me referí al entusiasmo típico de vuestra edad; sin embargo,
hay que reconocer que muchos jóvenes, en vez de deseosos de
construir el futuro, lamentablemente se sienten desilusionados y
desmotivados. Tal vez debido al pesimismo que les rodea, no se
atreven a volar alto, sino que se contentan con sobrevivir o ir
tirando. ¡Qué feo es, cuando un joven va tirando, en lugar de
vivir; ya está “jubilado”, y es feo que un joven esté ya
jubilado. Precisamente a la luz de vuestra
espiritualidad, dentro del Centro de Turismo para Jóvenes podéis
haceros compañeros de viaje de tantos de vuestros compañeros;
podéis ayudarles a recuperar el entusiasmo si ya no lo perciben
porque está enterrado entre los escombros del desencanto o en el
polvo de los malos ejemplos. Compartir el tiempo libre como
tiempo de calidad puede convertirse en una buena llave para abrir la
puerta del corazón de tantos jóvenes, generando lazos de
amistad capaces de transmitir valores auténticos y la fe misma.
¡Qué
el reconocimiento, obtenido del Centro de Turismo Juvenil por parte
de los más altos órganos del Estado, de vuestros fines
asistenciales y, sobre todo, de la promoción social, os confirme en
vuestras intenciones y os impulse a un compromiso cada vez más
generoso! Por su parte, la Iglesia os mira con gratitud y esperanza,
y os invita a que profeséis siempre vuestra catolicidad con
orgullo: ser católico no significa estar encerrado en una cerca,
sino abrirse al mundo, deseosos de encontrar , porque tenéis
la intención de vivir “según el todo” y por el bien de todos.
A
la luz de estas consideraciones, entendemos claramente cómo la
memoria del aniversario de la Asociación signifique celebrar una
llamada y, por lo tanto, reconocer una misión dentro de la Iglesia y
de la familia humana. Don Carlo Carretto nos recomendaría a cada uno
de nosotros recordar que: “Si bebes ese vino que Dios mismo te
ofrece, estás en alegría” (Meditaciones
diarias).
Conservad la herencia de la espiritualidad y el ejemplo de vuestro
fundador. Vivid todo en la oración, y por lo tanto, en el asombro y
la acción de gracias. Hoy rezo con y por vosotros, para que el Señor
siga bendiciendo vuestro trabajo y os acompañe con su consuelo. Y
por favor, una oración también por mí. ¡Gracias!
23.03.19
23.03.19
Ángelus: La paciencia y la misericordia de Dios
Palabras
del Papa antes de la oración mariana
24
marzo 2019).- A las 12 del mediodía de hoy tercer domingo de
Cuaresma, el Santo Padre Francisco apareció en la ventana del
estudio del Palacio Apostólico Vaticano para recitar el Ángelus con
los fieles y peregrinos reunidos en Plaza de San Pedro.
Palabras
del Papa antes del Ángelus
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El
Evangelio de este tercer domingo de Cuaresma (ver Lc 13: 1-9) nos
habla de la misericordia de Dios y de nuestra conversión. Jesús
cuenta la parábola de la higuera estéril. Un hombre ha plantado un
higuera en su propio viñedo, y con gran confianza todos los veranos
va a buscar sus frutos, pero no encuentra ninguno, porque ese árbol
es estéril. Impulsado por esa decepción que se repite durante tres
años, piensa en cortar la higuera para plantar otra. Luego llama al
agricultor que está en el viñedo y expresa su insatisfacción,
ordenándole que corte el árbol, para que no explote el suelo
innecesariamente. Pero el viñador le pide al dueño que sea paciente
y le solicita una prórroga de un año, durante la cual él mismo se
encargará de cuidar la higuera con más cuidado y delicadeza para
estimular su productividad. Esta es la parábola.
Y,
¿qué representa esta parábola?. ¿Qué representan los personajes
de esta parábola?. El dueño representa a Dios Padre y el viñador
es la imagen de Jesús, mientras que la higuera es un símbolo de la
humanidad indiferente y árida. Jesús intercede ante el Padre en
favor de la humanidad y le ruega que la espere y le dé un poco más
de tiempo para que los frutos del amor y la justicia broten en ella.
La higuera que el dueño de la parábola quiere erradicar representa
una existencia estéril sin frutos, incapaz de dar, incapaz de hacer
el bien. Es el símbolo de quien vive solo para sí mismo, satisfecho
y tranquilo, en su propia comodidad, incapaz de dirigir sus ojos, la
mirada y su corazón hacia quienes están a su lado y que están en
estado de sufrimiento, en condiciones de pobreza, de dificultad. Esta
actitud de egoísmo y esterilidad espiritual contrasta con el gran
amor del viñador por la higuera: tiene paciencia, sabe esperar, le
dedica su tiempo y su trabajo. Prometió a su amo que cuidaría
especialmente de ese árbol infeliz.
Esta
semejanza del viñador manifiesta la misericordia de Dios, que nos
deja un tiempo para la conversión. Todos nosotros necesitamos
convertirnos, dar un paso hacia delante y la paciencia de Dios y la
misericordia nos acompañan en esto.
A
pesar de la esterilidad, que a veces marca nuestra existencia, Dios
tiene paciencia y nos ofrece la posibilidad de cambiar y avanzar en
el camino del bien. Pero la extensión implorada y otorgada mientras
se espera que el árbol finalmente fructifique, también indica la
urgencia de la conversión. El viñador le dice al dueño: “Déjalo
este año” (v. 8). La posibilidad de conversión no es ilimitada;
por eso hay que aprovecharse de ello de inmediato; De lo contrario se
perdería para siempre.
Nosotros
podemos pensar en esta Cuaresma: ¿Qué debo hacer yo para acercarme
más al Señor, para convertirme, para cortar con aquellas cosas que
no van?. “No, no esperaré a la próxima Cuaresma”. ¿Estarás
vivo en la próxima Cuaresma?. Pensemos cada uno de nosotros: ¿Hoy
que cosa debo hacer ante esta misericordia de Dios que me espera y
siempre perdona?. ¿Qué debo hacer?. Nosotros podemos confiar mucho
en la misericordia de Dios, pero sin abusar de ella. No debemos
justificar la pereza espiritual sino aumentar nuestro compromiso, de
responder prontamente a esta misericordia con sinceridad de corazón.
En
el tiempo de Cuaresma el Señor nos invita a la conversión, cada uno
de nosotros debe sentirse interpelado por esta llamada corrigiendo
algo en la propia vida, en la propia manera de pensar, actuar y vivir
relaciones con los demás.
Al
mismo tiempo, debemos imitar la paciencia de Dios que confía en la
capacidad de todos para poder “levantarse” y reanudar el camino.
Dios es Padre Él no apaga la llama débil, sino que acompaña y
cuida a los débiles para que puedan fortalecerse y lleven su
contribución de amor a la comunidad.
Que
la Virgen María nos ayude a vivir estos días de preparación para
la Pascua como un tiempo de renovación espiritual y de confianza
abierta a la gracia de Dios y a su misericordia.
25.03.19
La Exhortación Apostólica ‘Vive Cristo’ se publicará el próximo 2 de abril de 2019
Escrita en castellano
(25
marzo 2019).- La Exhortación Apostólica postsinodal Vive
Cristo, esperanza nuestra,
escrita por el Papa Francisco tras la celebración del Sínodo de los
Obispos sobre los jóvenes –en octubre de 2018– será publicada
el próximo martes, 2 de abril de 2019.
El
Santo Padre ha firmado el documento original, este lunes, 25 de marzo
de 2019, fiesta de la Anunciación, en el Santuario de Loreto, en
Italia, confiándole a la Virgen los trabajos y los frutos del Sínodo
sobre los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional,
que tuvo lugar del 3 al 28 de octubre de 2108, en el Vaticano.
El
texto original está escrito en castellano, y es un documento en
forma de carta a los jóvenes, a quienes dirige estas reflexiones,
principalmente. Vive Cristo, esperanza nuestra: Son las
palabras iniciales de la Exhortación Apostólica postsinodal en
forma de Carta a los Jóvenes.
El
hecho de que el Papa haya firmado el documento fuera del Vaticano es
algo excepcional, enmarcado en la visita al Santuario de Loreto, en
Italia, donde se encuentra la Santa Casa de la Virgen María (ubicada
anteriormente en Nazaret) con motivo de la Solemnidad de la
Anunciación del Señor, este 25 de marzo de 2019, donde le esperaban
más de 10.000 fieles, entre ellos, enfermos, jóvenes y voluntarios
de la Pastoral de la Salud.
26.03.19
Roma: Francisco pide a los ciudadanos que sean “artesanos de fraternidad y de solidaridad”
Desde
la Logia del Palacio Senatorio
(26
marzo 2019).- “En el corazón del Papa también hay sitio para
quienes no comparten nuestra fe” –ha asegurado– “todos son
hermanos: son para todos mi cercanía espiritual y mi
invitación a ser cada día ‘artesanos’ de la fraternidad y la
solidaridad”.
Esta
mañana, 26 de marzo de 2019, el Pontífice Francisco ha visitado el
Capitolio de Roma, la sede del Ayuntamiento, donde se ha reunido con
la alcaldesa, ha dirigido unas palabras a las autoridades municipales
y se ha encontrado con los ciudadanos y con los empleados y
familiares de los museos capitalinos.
A
las 111:20 horas, el Papa se ha asomado a la Logia del Palacio
Senatorio junto a la alcaldesa Virginia Raggi, desde donde saludó a
los ciudadanos concentrados en la Plaza del Capitolio.
Comunidad
que vive en armonía
Francisco
ha pedido “hoy, y todos los días” a los ciudadanos de Roma que ,
“según su capacidad” se cuiden “los unos a los otros”: “que
os cuidéis los unos a los otros, que permanezcáis cerca unos de
otros, que os respetéis mutuamente”.
“Así
encarnáis los valores más bellos de esta Ciudad: una comunidad
unida que vive en armonía, que actúa no solo por la justicia, sino
en un espíritu de justicia”, ha señalado el Obispo de Roma.
El
Obispo de Roma les ha saludado desde el Capitolio, a diferencias de
otras ocasiones, que ha sido desde San Pedro, en San Juan o en las
parroquias: “Hoy puedo dirigiros la palabra y el saludo desde el
Capitolio, cuna de esta Ciudad y corazón de su vida
administrativa y civil. ¡Gracias por vuestra presencia y por vuestro
afecto por el Sucesor de Pedro!”, es ha dicho.
Rostro
luminoso de la Iglesia
La
Iglesia que está en Roma, según la conocida expresión de san
Ignacio de Antioquía, “preside en la caridad” (Carta a los
romanos, Proemio), ha recordado Francisco. “Es deber de su
obispo, el Papa, pero también de todos los cristianos de Roma,
trabajar de manera concreta
para mantener el rostro de esta Iglesia siempre luminoso, reflejando
la luz de Cristo que renueva los corazones”, ha anunciado a los
fieles romanos.
Así,
el 4º Pontífice en visitar el Capitolio, ha indicado: “Esta es la
tarea de un ciudadano: ser artesano de fraternidad y solidaridad.
Como tantas personas en todo el mundo, también vosotros, ciudadanos
de Roma, estáis preocupados por el bienestar y la educación de
vuestros hijos; os importa el futuro del planeta y el tipo de mundo
que dejaremos para las generaciones futuras”.
“¡Gracias
de nuevo por este encuentro!”, se ha despedido el Papa en la plaza
del Capitolio. “Le pido al Señor que os colme con sus
gracias y sus bendiciones. Y os pido, por favor, que recéis por mí.
¡Gracias y hasta pronto!”.
27.03.18
Danos hoy nuestro pan de cada día” – Catequesis del Papa Francisco
“No
somos criaturas autosuficientes”
(27
marzo 2019).- “La comida no es propiedad privada – sino
providencia que debe compartirse, con la gracia de Dios”, ha
insistido el Santo Padre en la audiencia general. “El pan que el
cristiano pide en oración no es ‘mío’, sino ‘nuestro’.
Jesús “nos enseña a pedirlo no solo para nosotros, sino para toda
la fraternidad del mundo”.
La
audiencia general ha tenido lugar esta mañana a las 9:20 horas en
la Plaza de San Pedro, donde el Papa ha encontrado grupos de
peregrinos y fieles de Italia y de todo el mundo y, retomando el
ciclo de catequesis sobre el Padre nuestro, se ha centrado en el tema
“Danos
hoy nuestro pan de cada día”
(Pasaje
bíblico: Evangelio
según San Mateo, 14,
15-19).
Catequesis
del Santo Padre
Queridos
hermanos y hermanas, buenos días :
Hoy
pasamos a analizar la segunda parte del “Padre nuestro”, en la
que presentamos nuestras necesidades a Dios. Esta segunda parte
comienza con una palabra que huele a vida cotidiana: el pan.
La
oración de Jesús comienza con una petición impelente, que se
parece mucho a la imploración de un mendigo: “¡Danos nuestro pan
de cada día!” Esta oración proviene de una evidencia que a menudo
olvidamos, es decir, que no somos criaturas autosuficientes y que
necesitamos alimentarnos todos los días.
Las
Escrituras nos muestran que para tanta gente, el encuentro con Jesús
se realiza partiendo de una petición. Jesús no pide invocaciones
refinadas, al contrario, toda existencia humana, con sus problemas
más concretos y cotidianos, puede convertirse en oración. En los
evangelios encontramos una multitud de mendigos que suplican
liberación y salvación. Hay quien pide pan, hay quien pide
curación; algunos la purificación, otros la vista. o que un ser
querido pueda volver a vivir … Jesús nunca pasa indiferente ante
estas peticiones y estos dolores.
Así,
Jesús nos enseña a pedirle al Padre el pan de cada día. Y nos
enseña a hacerlo unidos con tantos hombres y mujeres para quienes
esta oración es un grito, – que a menudo se lleva dentro- y que acompaña
la ansiedad de cada día. ¡Cuántas madres y padres, incluso hoy, se
van a dormir con el tormento de no tener mañana pan suficiente para
sus hijos! Imaginemos esta oración rezada no en la seguridad de un
apartamento cómodo, sino en la precariedad de una habitación en la
que uno se las arregla, donde falta lo necesario para vivir. Las
palabras de Jesús adquieren nueva fuerza. La oración cristiana
comienza desde este nivel. No es un ejercicio para ascetas; parte de
la realidad, del corazón y de la carne de las personas que viven en
necesidad, o que comparten la condición de quienes no tienen lo
necesario para vivir. Ni siquiera los más altos místicos cristianos
pueden prescindir de la simplicidad de esta pregunta. “Padre, haz
que tengamos hoy el pan necesario para nosotros y para todos”. Y
“pan” es también para agua, medicinas, hogar, trabajo… Pedir
lo necesario para vivir. El
pan que el cristiano pide en oración no es “mío”, sino
“nuestro”. Esto es lo que quiere Jesús. Nos enseña a pedirlo no
solo para nosotros, sino para toda la fraternidad del mundo. Si no se
reza de esta manera, el “Padre Nuestro” deja de ser una oración
cristiana. Si Dios es nuestro Padre, ¿cómo podemos presentarnos a
Él sin tomarnos de la mano? Todos nosotros. Y si el pan que Él nos
da nos lo robamos entre nosotros ¿cómo podemos llamarnos hijos
suyos ? Esta oración contiene una actitud de empatía una actitud de
solidaridad. En mi hambre, siento el hambre de las multitudes, y por
eso rezaré a Dios hasta que no obtengan lo que piden.
Así,
Jesús educa a su comunidad, a su Iglesia, para poner ante Dios las
necesidades de todos: “¡Todos somos tus hijos, Padre, ten piedad
de nosotros!”. Y ahora nos hará bien detenernos unos momentos y
pensar en los niños hambrientos. Pensemos en los niños que están
en los países en guerra: en los niños hambrientos de Yemen, en los
niños hambrientos de Siria, en los niños hambrientos de todos esos
países donde no hay pan, en Sudán del Sur. Pensemos en esos niños
y pensando en ellos digamos juntos, en voz alta, la oración: “Padre, danos
hoy nuestro pan de cada día”. Todos juntos.
El
pan que pedimos al Señor en la oración es el mismo que un día nos
acusará. Nos reprochará la poca costumbre de partirlo con los que
nos rodean, la poca costumbre de compartirlo. Era un pan regalado a
la humanidad y, en cambio, solamente lo han comido algunos: el amor
no puede soportarlo. Nuestro amor no puede soportarlo; y tampoco el
amor de Dios puede soportar este egoísmo de no compartir el pan.
Una
vez había una gran multitud ante Jesús; era gente que tenía
hambre. Jesús preguntó si alguien tenía algo, y solo se encontró
un niño dispuesto a compartir lo que tenía: cinco panes y dos
peces. Jesús multiplicó ese gesto generoso (ver Jn 6: 9). Ese niño
había entendido la lección del “Padre Nuestro”: que los
alimentos no son propiedad privada, -metamos este en nuestra mente:
la comida no es propiedad privada – sino providencia que debe
compartirse, con la gracia de Dios.
El
verdadero milagro realizado por Jesús ese día no es tanto la
multiplicación – que es verdad- sino el compartir: dad lo que
tengáis y yo haré el milagro. Él mismo, multiplicando aquel pan
ofrecido, anticipó la ofrenda de sí mismo en el Pan Eucarístico.
Efectivamente, solo la Eucaristía es capaz de saciar el hambre de
infinito y el deseo de Dios que anima a cada hombre, también
en la búsqueda del pan de cada día.
28.03.19
Santa Marta: “O estás con Jesús o estás contra Jesús”
“Todavía
hay tiempo” para abrir el corazón
(
28 marzo 2019).- “O estás con Jesús o estás contra Jesús”,
dijo el Papa Francisco en la misa que celebró en Santa Marta el 28
de marzo de 2019. En su homilía según Vatican
News,
invitó a abrir el corazón al Señor, porque “todavía hay
tiempo”.
“Muy
a menudo estamos sordos y no escuchamos la voz del Señor. Escuchamos
las noticias, los chismes de barrio: esto siempre lo escuchamos “,
dijo el Papa comentando en la primera lectura. Enfatizó la
“lamentación del Señor” contra las personas “obstinadas, que
no escuchan”, que “cierran sus oídos”, que ha “perdido el
sentido de la fidelidad”.
Francisco
invitó al cristiano a preguntarse si él tampoco había hecho lo
mismo, como si Dios “no contara”: “¿He perdido la fidelidad
con el Señor?” – “No, no, voy todos los domingos a Misa…”.
“Sí, sí, pero… mi corazón está duro, obstinado, sordo, deja
que el Señor entre o se las arregla con tres o cuatro cosas y luego
hace lo que él quiere?”.
“Esta
es una pregunta para todos nosotros, insistió el Papa: todos debemos
formularla”. Y, advirtió, cuando alguien que no escucha al
Señor y endurece su corazón se encuentra con “algo… que no le
agrada, abandona al Señor bajo algún pretexto, desacredita al
Señor, lo calumnia y lo difama”.
Así,
en el Evangelio, acusan a Jesús de expulsar demonios “por
Beelzebul, el líder de los demonios”: es “el penúltimo paso del
rechazo del Señor”, antes de “el paso sin retorno, que es la
blasfemia contra el Espíritu Santo”. “El que no está conmigo
está contra mí”, advierte Jesús: “No, no, estoy con Jesús,
pero a cierta distancia, no me acerco demasiado”: no, no existe . O
estás con Jesús, o estás contra Jesús; o eres fiel, o eres
infiel; o tienes un corazón obediente, o has perdido la
fidelidad”.
En
conclusión, el Papa ha hecho una invitación a no perder la
esperanza, ya que “todavía hay tiempo”. “Vuelve a mí de todo
corazón” dice el Señor, “porque yo soy misericordioso y
compasivo: yo olvido todo. Lo que me importa es que vuelvas a mí”,
y se olvida de todo lo demás. Este es el tiempo de la misericordia,
esto es el tiempo para la compasión del Señor abrir nuestro corazón
para que él venga a nosotros.
29.03.19
’24 horas para el Señor’: “Sin Dios no se puede vencer el mal: solo su amor nos conforta dentro”
Homilía
completa del Papa
(29
marzo 2019).- “El mal es fuerte, tiene un poder seductor: atrae,
cautiva. Para apartarse de él no basta nuestro esfuerzo, se necesita
un amor más grande”, asegura el Papa Francisco. “Sin Dios no se
puede vencer el mal: solo su amor nos conforta dentro, solo su
ternura derramada en el corazón nos hace libres”.
El
Santo Padre ha presidido esta tarde, viernes, 29 de marzo de 2019, la
liturgia penitencial en la Basílica Vaticana, con la asamblea de
fieles, a las 17 horas, y ha sido el primero el confesarse a la vista
de todos, inaugurando una jornada en la que el Sacramento del Perdón
estará al alcance de todos. Tras él, numerosos fieles se han
acercado a los confesionarios de la Basílica a confesarse con otros
sacerdotes.
La
liturgia penitencial ha dado comienzo a la iniciativa cuaresmal de
oración y reconciliación “24
horas para el Señor“,
que tendrá lugar en la Basílica de San Pedro hasta mañana, sábado,
30 de marzo de 2019 así como en otras parroquias italianas y del
mundo, al menos una iglesia de cada diócesis permanecerá
abierta para los fieles, donde podrán dedicar “24 horas para el
Señor”.
Homilía
del Papa Francisco
«Quedaron
solo ellos dos: la miserable y la misericordia» (In Io. Ev.
tract. 33,5). Así encuadra san Agustín el final del Evangelio
que hemos escuchado recientemente. Se fueron los que habían venido
para arrojar piedras contra la mujer o para acusar a Jesús siguiendo
la Ley. Se fueron, no tenían otros intereses. En cambio, Jesús se
queda. Se queda, porque se ha quedado lo que es precioso a sus ojos:
esa mujer, esa persona. Para él, antes que el pecado está el
pecador. Yo, tú, cada uno de nosotros estamos antes en el corazón
de Dios: antes que los errores, que las reglas, que los juicios y que
nuestras caídas. Pidamos la gracia de una mirada semejante a la de
Jesús, pidamos tener el enfoque cristiano de la vida,
donde antes que el pecado veamos con amor al pecador, antes que los
errores a quien se equivoca, antes que la historia a la persona.
«Quedaron
solo ellos dos: la miserable y la misericordia». Para Jesús, esa
mujer sorprendida en adulterio no representa un parágrafo de la Ley,
sino una situación concreta en la que implicarse. Por eso se queda
allí, en silencio. Y mientras tanto realiza dos veces un gesto
misterioso: «escribe con el dedo en el suelo» (Jn 8,6.8).
No sabemos qué escribió, y quizás no es lo más importante: el
Evangelio resalta el hecho de que el Señor escribe. Viene a la mente
el episodio del Sinaí, cuando Dios había escrito las tablas de la
Ley con su dedo (cf. Ex 31,18), tal
como hace ahora Jesús. Más tarde Dios, por medio de los profetas,
prometió que no escribiría más en tablas de piedra, sino
directamente en los corazones (cf. Jr 31,33), en las
tablas de carne de nuestros corazones (cf. 2 Co 3,3).
Con Jesús, misericordia de Dios encarnada, ha llegado el momento de
escribir en el corazón del hombre, de dar una esperanza cierta a la
miseria humana: de dar no tanto leyes exteriores, que a menudo dejan
distanciados a Dios y al hombre, sino la ley del Espíritu, que entra
en el corazón y lo libera. Así sucede con esa mujer, que encuentra
a Jesús y vuelve a vivir. Y se marcha para no pecar más
(cf. Jn 8,11). Jesús es quien, con la fuerza del
Espíritu Santo, nos libra del mal que tenemos dentro, del pecado que
la Ley podía impedir, pero no eliminar.
Sin
embargo, el mal es fuerte, tiene un poder seductor: atrae, cautiva.
Para apartarse de él no basta nuestro esfuerzo, se necesita un amor
más grande. Sin Dios no se puede vencer el mal: solo su amor nos
conforta dentro, solo su ternura derramada en el corazón nos hace
libres. Si queremos la liberación del mal hay que dejar actuar al
Señor, que perdona y sana. Y lo hace sobre todo a través del
sacramento que estamos por celebrar. La confesión es el paso de la
miseria a la misericordia, es la escritura de Dios en el corazón.
Allí leemos que somos preciosos a los ojos de Dios, que él es Padre
y nos ama más que nosotros mismos.
«Quedaron
solo ellos dos: la miserable y la misericordia». Solo ellos. Cuántas
veces nos sentimos solos y perdemos el hilo de la vida. Cuántas
veces no sabemos ya cómo recomenzar, oprimidos por el cansancio de
aceptarnos. Necesitamos comenzar de nuevo, pero no sabemos desde
dónde. El cristiano nace con el perdón que recibe en el Bautismo. Y
renace siempre de allí: del perdón sorprendente de Dios, de
su misericordia que nos restablece. Solo sintiéndonos
perdonados podemos salir renovados, después de haber experimentado
la alegría de ser amados plenamente por el Padre. Solo a través del
perdón de Dios suceden cosas realmente nuevas en nosotros. Volvamos
a escuchar una frase que el Señor nos ha dicho por medio del profeta
Isaías: «Realizo algo nuevo» (Is 43,18). El perdón
nos da un nuevo comienzo, nos hace criaturas nuevas, nos hace ser
testigos de la vida nueva. El perdón no es una fotocopia que
se reproduce idéntica cada vez que se pasa por el confesionario.
Recibir el perdón de los pecados a través del sacerdote es una
experiencia siempre nueva, original e inimitable. Nos hace pasar de
estar solos con nuestras miserias y nuestros acusadores, como la
mujer del Evangelio, a sentirnos liberados y animados por el Señor,
que nos hace empezar de nuevo.
«Quedaron
solo ellos dos: la miserable y la misericordia». ¿Qué hacer para
dejarse cautivar por la misericordia, para superar el miedo a la
confesión? Escuchemos de nuevo la invitación de Isaías: «¿No lo
reconocéis?» (Is 43,18). Reconocer el perdón de Dios
es importante. Sería hermoso, después de la confesión, quedarse
como aquella mujer, con la mirada fija en Jesús que nos acaba de
liberar: Ya no en nuestras miserias, sino en su misericordia. Mirar
al Crucificado y decir con asombro: “Allí es donde han ido mis
pecados. Tú los has cargado sobre ti. No me has apuntado con el
dedo, me has abierto los brazos y me has perdonado otra vez”. Es
importante recordar el perdón de Dios, recordar la ternura, volver a
gustar la paz y la libertad que hemos experimentado. Porque este
es el corazón de la confesión: no los pecados que decimos, sino el
amor divino que recibimos y que siempre necesitamos. Sin embargo, nos
puede asaltar una duda: “no sirve confesarse, siempre cometo los
mismos pecados”. Pero el Señor nos conoce, sabe que la lucha
interior es dura, que somos débiles y propensos a caer, a menudo
reincidiendo en el mal. Y nos propone comenzar a reincidir en el
bien, en pedir misericordia. Él será quien nos levantará y
convertirá en criaturas nuevas. Entonces reemprendamos el camino
desde la confesión, devolvamos a este sacramento el lugar que merece
en nuestra vida y en la pastoral.
«Quedaron
solo ellos dos: la miserable y la misericordia». También nosotros
vivimos hoy en la confesión este encuentro de salvación: nosotros,
con nuestras miserias y nuestro pecado; el Señor, que nos conoce,
nos ama y nos libera del mal. Entremos en este encuentro, pidiendo la
gracia de redescubrirlo.
30.03.19
El Papa se encuentra con migrantes en Caritas de Marruecos: “Todo hombre tiene derecho la vida”
Discurso
del Pontífice
(30
marzo 2019).- “Acoger, proteger, promover e integrar”: El
Papa Francisco ha indicado en Rabat, durante su
visita apostólica a Marruecos, estos cuatro verbos para que
“quien quiera ayudar a hacer esta alianza más concreta y real
pueda involucrarse con sabiduría en vez de permanecer en silencio,
ayudar en lugar de aislar, construir en vez de abandonar”.
El
Pontífice ha visita la delegación diocesana de Caritas en
Rabat, este sábado, 30 de marzo de 2019, su primer día en el país,
el 28º viaje que realiza fuera de Italia.
Discurso
del Papa Francisco
Queridos
amigos:
Me
complace tener esta oportunidad de encontraros durante mi visita al
Reino de Marruecos. Es una ocasión que me permite expresaros
nuevamente mi cercanía y hacer frente con vosotros a esta herida
grande y dolorosa que continúa desgarrando los inicios de este siglo
XXI. Herida que clama al cielo, y por eso no queremos que nuestra
palabra sea la indiferencia y el silencio (cf. Ex 3,7).
Mucho más cuando se constata que son muchos millones los refugiados
y los demás migrantes forzados que piden la protección
internacional, sin contar a las víctimas de la trata y de las nuevas
formas de esclavitud en manos de organizaciones criminales. Nadie
puede ser indiferente ante este dolor.
Agradezco
a Mons. Santiago sus palabras de bienvenida y el compromiso de la
Iglesia en favor de los migrantes. También agradezco a Jackson por
su testimonio, y a todos vosotros, migrantes y miembros de las
asociaciones que están a su servicio, que habéis venido aquí esta
tarde para estar juntos, para fortalecer los lazos entre nosotros y
que sigamos comprometiéndonos en asegurar condiciones de vida dignas
para todos. Y gracias a los niños. Ellos son la esperanza. Por ellos
tenemos que luchar, por ellos. Ellos tienen derecho, derecho a la
vida, derecho a la dignidad. Luchemos por ellos. Todos estamos
llamados a responder a los numerosos desafíosplanteados
por las migraciones contemporáneas, con generosidad, diligencia,
sabiduría y amplitud de miras, cada uno según sus propias
posibilidades (cf. Mensaje para la Jornada Mundial del
Migrante y del Refugiado 2018).
Hace
algunos meses tuvo lugar aquí en Marruecos la Conferencia
Intergubernamental de Marrakech, que ratificó la adopción del Pacto
Mundial para una migración segura, ordenada y regular. «El Pacto
sobre migración representa un importante paso adelante para la
comunidad internacional que, por primera vez a nivel multilateral y
en el ámbito de las Naciones Unidas, aborda el tema en un documento
relevante» (Discurso a los miembros del Cuerpo Diplomático
acreditado ante la Santa Sede, 7 enero 2019).
Este
Pacto nos permite reconocer y tomar conciencia de que «no se trata
solo de migrantes» (cf. Tema de la Jornada Mundial del Migrante y
del Refugiado 2019), como si sus vidas fueran una realidad extraña o
marginal que no tuviera nada que ver con el resto de la sociedad.
Como si su condición de personas con derechos permaneciera
“suspendida” debido a su situación actual; «en efecto, un
migrante no es más humano o menos humano, en función de su
ubicación a un lado o a otro de una frontera».[1]
Lo
que está en juego es el rostro que queremos darnos como sociedad y
el valor de cada vida. Se han dado muchos pasos positivos en
diferentes ámbitos, especialmente en las sociedades desarrolladas,
pero no podemos olvidar que el progreso de nuestros pueblos no puede
medirse solo por el desarrollo tecnológico o económico. Este
depende sobre todo de la capacidad de dejarse conmover por quien
llama a la puerta y que con su mirada za
y depone a todos los falsos ídolos que hipotecan y esclavizan la
vida, ídolos que prometen una aparente y fugaz felicidad, construida
al margen de la realidad y del sufrimiento de los demás. ¡Qué
desierta e inhóspita se vuelve una ciudad cuando pierde la capacidad
de compasión! Una sociedad sin corazón… una madre estéril.
Vosotros no estáis marginados, estáis en el centro del corazón de
la Iglesia.
He
querido ofrecer cuatro verbos —acoger, proteger, promover e
integrar— para que quien quiera ayudar a hacer esta alianza más
concreta y real pueda involucrarse con sabiduría en vez de
permanecer en silencio, ayudar en lugar de aislar, construir en vez
de abandonar.
Queridos
amigos, me gustaría insistir sobre la importancia de estos cuatro
verbos. Forman como un marco de referencia para todos. De hecho, en
este compromiso estamos todos implicados —de diferentes maneras,
pero todos implicados—, y todos somos necesarios para garantizar
una vida más digna, segura y solidaria. Me gusta pensar que el
primer voluntario, asistente, socorrista y amigo de un migrante es
otro migrante que conoce en primera persona el sufrimiento del
camino. No se puede pensar en estrategias a gran escala, capaces de
dar dignidad, limitándose solo a acciones de asistencia al migrante.
Son indispensables, pero insuficientes. Es necesario que vosotros,
migrantes, os sintáis como los primeros protagonistas y ejecutores
en todo este proceso.
Estos
cuatro verbos pueden ayudar a crear alianzas capaces de recuperar
espacios donde acoger, proteger, promover e integrar. En definitiva,
espacios para dar dignidad.
«Considerando
el escenario actual, acoger significa, ante todo,
ampliar las posibilidades para que los emigrantes y refugiados puedan
entrar de modo seguro y legal en los países de destino» (Mensaje
para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2018). De
hecho, la ampliación de los canales migratorios regulares es uno de
los principales objetivos del Pacto Mundial. Este compromiso común
es necesario para no otorgar nuevos espacios a los “mercaderes de
carne humana” que especulan con los sueños y las necesidades de
los migrantes. Y hasta que este compromiso no se realice plenamente,
habrá que afrontar la realidad apremiante de los flujos irregulares
con justicia, solidaridad y misericordia. Las formas de expulsión
colectiva, que no permiten un manejo correcto de los casos
particulares, no pueden ser aceptadas. Por otro lado, los caminos
extraordinarios de regularización, especialmente en el caso de las
familias y de los menores, han de ser alentados
y simplificados.
Proteger quiere
decir que se garantice la defensa «de los derechos y de la dignidad
de los emigrantes y refugiados, independientemente de su estatus
migratorio» (ibíd.). En lo que concierne a la realidad de
esta región, la protección se debe asegurar ante todo a lo largo de
las rutas migratorias que, lamentablemente, son a menudo escenarios
de violencia, explotación y abusos de todo tipo. Aquí también es
necesario prestar especial atención a los migrantes en situación de
gran vulnerabilidad, a los numerosos menores no acompañados y a las
mujeres. Es esencial poder garantizar a todos una asistencia médica,
psicológica y social adecuada con el propósito de devolver la
dignidad a quienes la han perdido en el camino, como hacen con
dedicación los trabajadores de esta estructura. Y hay algunos entre
vosotros que pueden testimoniar lo importante que son estos servicios
de protección, para dar esperanza durante el tiempo de permanencia
en los países que los han acogido.
Promover significa
garantizar a todos, migrantes y locales, la posibilidad de encontrar
un ambiente seguro que les permita realizarse integralmente. Esta
promoción comienza reconociendo que ninguno es un desecho humano,
sino que es portador de una riqueza personal, cultural y profesional
que puede aportar mucho ahí donde se encuentra. Las sociedades de
acogida se enriquecerán si saben valorizar adecuadamente la
aportación de los migrantes, evitando todo tipo de discriminación y
cualquier sentimiento xenófobo. Debe fomentarse vivamente el
aprendizaje de la lengua local como vehículo esencial de
comunicación intercultural, así como toda forma positiva de
responsabilizar a los migrantes respecto a la sociedad que los acoge,
aprendiendo a respetar las personas y las relaciones sociales, las
leyes y la cultura, para que así ofrezcan una mejor aportación al
desarrollo humano integral de todos.
Pero
no nos olvidemos que la promoción humana de los migrantes y sus
familias empieza ya desde sus comunidades de origen, donde se debe
garantizar, junto al derecho a emigrar, también el de no estar
obligados a emigrar, es decir, el derecho a encontrar en la propia
patria las condiciones que permitan una vida digna. Aprecio y aliento
los esfuerzos de los programas de cooperación internacional y de
desarrollo transnacional desvinculados de intereses parciales, que
tienen a los migrantes como protagonistas principales (cf. Discurso
a los participantes en el foro internacional sobre “migración y
paz”, 21 febrero 2017).
Integrar quiere
decir comprometerse en un proceso que valorice tanto el patrimonio
cultural de la comunidad receptora como el de los migrantes,
construyendo así una sociedad intercultural y abierta. Sabemos que
no es nada fácil entrar en una cultura que nos es ajena —ya sea
para quienes llegan como para quien acoge—, ponernos en el lugar de
personas tan diferentes a nosotros, comprender sus pensamientos y
experiencias. Así, a menudo renunciamos al encuentro con el otro y
levantamos barreras para defendernos (cf. Homilía en la
Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, 14 enero 2018).
Integrar requiere, por consiguiente, no dejarse condicionar por los
miedos y la ignorancia.
Este
es un camino que hemos de recorrer juntos, como verdaderos compañeros
de viaje, que involucra a todos, migrantes y locales, en la
construcción de ciudades acogedoras, plurales y atentas a los
procesos interculturales, ciudades capaces de valorizar la riqueza de
las diferencias en el encuentro con el otro. Y también en este
caso, muchos
de vosotros podéis manifestar personalmente la necesidad de un
compromiso como este.
Queridos
amigos migrantes: la Iglesia reconoce los sufrimientos que afligen
vuestro camino y padece con vosotros. Ella desea recordar,
acercándose a vuestra situación particular, que Dios quiere que
todos tengamos vida. También quiere estar a vuestro lado para
construir con vosotros lo que sea mejor para vuestra vida. Porque
todo hombre tiene derecho a la vida, todo hombre tiene derecho a
soñar y a poder encontrar el lugar que le corresponde en nuestra
“casa común”. Toda persona tiene derecho al futuro.
Asimismo,
quisiera expresar mi gratitud a todas las personas que se han puesto
al servicio de los migrantes y refugiados en todo el mundo, y hoy de
manera especial a vosotros, miembros de Caritas que, en nombre de
toda la Iglesia, tenéis el honor de manifestar el amor
misericordioso de Dios a tantas hermanas y hermanos nuestros, así
como también a todos los miembros de las demás asociaciones
vinculadas. Vosotros bien sabéis y experimentáis que para el
cristiano “no se trata solo de migrantes”, sino de Cristo mismo
que llama a nuestra puerta.
Que
el Señor, que durante su vida terrenal vivió en carne propia el
sufrimiento del exilio, bendiga a cada uno de vosotros, os dé la
fuerza necesaria para no desanimaros y para ser unos con otros
“puerto seguro” de acogida.
31.03.19
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