Visita a Camerino, Italia: “Después del terremoto, haz un poco de bien sin esperar a que otros comiencen”
Homilía
del Papa
(16
junio 2019).- “Todos pueden hacer un poco de bien, sin esperar a
que otros comiencen … Todos pueden consolar a alguien, sin esperar
a que se resuelvan sus problemas”, alentó el Papa Francisco
después del terremoto que azotó el centro de Italia en agosto de
2016. Desde Camerino, en las Marcas, este 16 de junio de 2019, llamó
a no olvidar estas tierras devastadas y apenas reconstruidas.
En
una visita de un día a la diócesis de Camerino-San Severino, el
Papa celebró la Misa en la Plaza Cavour después de encontrarse con
los desplazados en sus viviendas de emergencia.
Homilía
del Papa Francisco
“¿Qué
es el hombre para que pienses en él?”, hemos orado en el Salmo
(8,5). Estas palabras me vinieron a la mente pensando en vosotros.
Ante lo que habéis experimentado y sufrido, frente a casas
derrumbadas y edificios reducidos a escombros, surge la pregunta:
¿qué es el hombre? ¿Qué es, si lo que plantea puede desmoronarse
en un instante? ¿Qué es, si la esperanza puede terminar en polvo?.
Que
es el hombre La respuesta parece llegar en la continuación de
la oración: (¿qué es) el hijo del hombre, del cuál tu te
preocupas? Dios nos recuerda, como somos, con nuestras debilidades.
En la incertidumbre que sentimos fuera de nosotros mismos y en
nosotros, el Señor nos da una certeza: nos recuerda. Recuerda
(ri-corda), es decir, vuelve a nosotros con el corazón, porque nos
preocupamos por Él. Y mientras aquí abajo demasiadas cosas se
olvidan, Dios no nos deja caer en el olvido. Nadie es despreciable a
sus ojos, todos tienen un valor infinito para Él: somos pequeños
bajo el cielo e indefensos cuando la tierra tiembla, pero para Dios
somos más preciosos que cualquier otra cosa.
“Recordar”
es una palabra clave para la vida. Pidamos la gracia de recordar cada
día que no somos olvidados por Dios, que somos sus hijos amados,
únicos e irreemplazables: recordarlo nos da la fuerza para no
abandonar las adversidades de la vida. Recordemos cuánto valemos
ante la tentación de llorar y continuamos insistiendo en lo peor que
parece no terminar nunca. Los malos recuerdos vienen incluso cuando
no pensamos en ello; pero pagan mal: solo dejan melancolía y
nostalgia. ¡Pero qué difícil es liberarse de los malos recuerdos!
Como dice esta frase, es más fácil para Dios sacar a Israel de
Egipto que a Egipto del corazón de Israel.
Para
liberar el corazón del pasado que regresa, los recuerdos negativos
que mantienen prisioneros, los arrepentimientos que paralizan,
necesitamos a alguien que nos ayude a cargar los pesos que tenemos en
nosotros. Hoy, Jesús nos dice precisamente que no podemos llevar el
peso de tantas cosas (Jn 16,12). ¿Y qué enfrentar nuestra
debilidad? No quita el peso, como nos gustaría, nosotros que
siempre estamos buscando soluciones rápidas y superficiales; No,
el Señor nos da el Espíritu Santo. Lo necesitamos porque Él
es el Consolador, es decir, el que no nos deja solos bajo el peso de
la vida. Es Él quien transforma nuestra memoria de esclavos en
memoria libre, las heridas del pasado en recuerdos de salvación. Él
cumple en nosotros lo que hizo Jesús: sus heridas, heridas
malignas, ahuecadas por la maldad, se han convertido, a través del
poder del Espíritu, en canales de misericordia, heridas luminosas en
las que brilla el amor de Dios, un amor que se eleva, que da nueva
vida. El Espíritu Santo hace esto cuando lo invitamos a que entre en
nuestras heridas. Unge malos recuerdos con el bálsamo de la
esperanza, porque el Espíritu Santo es el que reconstruye la
esperanza.
“Esperanza”.
¿Qué esperanza es? No es una esperanza pasajera. Las
expectativas terrenales son fugaces, pero siempre tienen una
fecha de caducidad: están hechas de ingredientes terrenales, que
tarde o temprano se echan a perder. La esperanza del Espíritu es
duradera. No caduca porque se basa en la fidelidad de Dios. La
esperanza del Espíritu tampoco es optimismo. Nace más
profundamente, reaviva en el fondo del corazón la certeza de ser
precioso porque es amado. Infunde confianza para no estar solo. Es
una esperanza que deja paz y alegría en nosotros, independientemente
de lo que ocurra afuera. Es una esperanza que tiene raíces fuertes,
que ninguna tormenta puede desarraigar en la vida. Es una esperanza,
dice San Pablo hoy, que “no decepciona” (Rom 5,5), lo que da la
fuerza para vencer toda tribulación (vv 2-3). Cuando estamos
perturbados o heridos, nos vemos obligados a “anidar” alrededor
de nuestra tristeza y nuestros miedos. El Espíritu Santo, por el
contrario, nos libera de nuestros nidos, nos hace volar, nos revela
el maravilloso destino para el cual nacemos. El Espíritu nos nutre
con esperanza viva. Pidámosle que venga en nosotros y estará cerca.
La”
proximidad” es la tercera palabra que me gustaría compartir con
ustedes. Hoy celebramos la Santísima Trinidad. La Trinidad no es un
rompecabezas teológico sino el espléndido misterio de la cercanía
de Dios. La Trinidad nos dice que no tenemos un Dios solitario arriba
en el cielo, distante e indiferente; No, es el Padre que nos dio a su
Hijo, que se hizo hombre como nosotros, y que, para estar aún más
cerca de nosotros, nos ayuda a llevar el peso de la vida, nos envía
su propio Espíritu. El que es Espíritu, viene en medio de nosotros
y, así nos consuela desde dentro, nos trae la ternura de Dios a lo
más íntimo. Con Dios, los pesos de la vida no permanecen sobre
nuestros hombros: el Espíritu, a quien nombramos cada vez que
hacemos la señal de la cruz, cuando tocamos nuestros hombros, viene
a darnos fuerza, a alentarnos y a apoyarnos. De hecho, es un
especialista para reanimar, para recuperar, para reconstruir. Se
necesita más fuerza para reparar que para construir, para comenzar
de nuevo que para volver a comenzar, para reconciliarse que para
llevarse bien. Esta es la fuerza que Dios nos da. Por tanto, el que
viene a Dios no cae, va hacia delante; logra comenzar de nuevo,
intentando de nuevo, reconstruyendo.
Queridos
hermanos y hermanas, he venido hoy para estar cerca de vosotros;
Estoy aquí para orar con vosotros a Dios, para que nos recuerde,
para que nadie se olvide de quién está en problemas. Ruego al Dios
de la esperanza, para que lo que es inestable en la tierra no haga
dudar de la certeza que tenemos en nosotros. Ruego al Dios cercano,
para que provoque acciones concretas de proximidad. Han pasado casi
tres años y el riesgo es que, después de la primera participación
emocional y de los medios de comunicación, la atención caerá y las
promesas terminarán en el olvido, aumentando la frustración de
quien ve que el territorio se está despoblando más y más. El
Señor, por el contrario, nos insta a recordar para reparar,
reconstruir y hacerlo juntos, sin olvidar nunca al que sufre.
¿Qué
es el hombre para que pienses en él? Dios nos recuerda, Dios que
sana nuestros recuerdos heridos ungiéndolos con esperanza, Dios que
está cerca de nosotros para levantarnos desde dentro, nos ayuda a
ser constructores del bien, consoladores de corazones. Todos pueden
hacer un poco de bien, sin esperar a que otros empiecen … Yo
comienzo … Todos pueden consolar a alguien, sin esperar a que se
resuelvan sus problemas … ¿Qué es el hombre? … Es tu gran
sueño, Señor, lo que siempre recuerdas. Que nosotros también
recordemos que vinimos al mundo para dar esperanza y cercanía,
porque somos tus hijos, “Dios de toda consolación” (2 Corintios
1,3).
17.06.19
Una formación “a la fidelidad” frente a la “cultura de lo provisional”
Francisco a los Frailes Menores
Participantes en el Capítulo
General de la Orden
(17
junio 2019).- El Papa Francisco ha subrayado la importancia de una
formación “personalizada y permanente”, durante toda la vida,
para los consagrados: “Una formación del corazón que cambie
nuestra forma de pensar, sentir y comportarnos. Una formación a la
fidelidad, bien conscientes de que hoy vivimos en la cultura de lo
provisional, de que el ‘para siempre’ es muy difícil y de que
las opciones definitivas no están de moda”.
Hoy,
17 de junio de 2019, el Santo Padre se ha reunido en audiencia con
los participantes en el Capítulo General de la Orden de los Frailes
Menores Conventuales y les ha dirigido un discurso.
El
Papa ha hecho alusión a cómo el año pasado dichas órdenes
renovaron sus Constituciones y en este momento se encuentran
discutiendo y aprobando los nuevos Estatutos Generales, que abordan
elementos esenciales de su vida fraterna y misionera, tales como la
formación, la interculturalidad, el intercambio y la transparencia
en la gestión económica.
Discurso
del Santo Padre
¡Queridos
hermanos!
Os
doy cordialmente la bienvenida, miembros del Capítulo General de
vuestra Orden. Doy las gracias al nuevo ministro general, Fra. Carlo
Trovarelli. Mis felicitaciones a él y a los Definidores Generales
por la confianza que los hermanos han depositado en ellos.
Recientemente,
la Santa Sede aprobó vuestras Constituciones renovadas en el
Capítulo General Extraordinario el verano pasado. Para incorporar
esta revisión, ahora habéis discutido y aprobado los nuevos
Estatutos Generales, que abordan elementos esenciales de vuestra vida
fraterna y misionera, como la formación, la interculturalidad, el
intercambio y la transparencia en la gestión económica. Este
trabajo es fatigoso, pero es una fatiga bien empleada. Las
Constituciones, efectivamente, son el instrumento necesario
para proteger el patrimonio carismático de un Instituto y asegurar
su transmisión futura. De hecho, expresan la manera concreta de
seguir a Cristo propuesta por el Evangelio, la regla de vida absoluta
para todas las personas consagradas y, en particular, para los
seguidores de San Francisco de Asís, quienes, en su profesión, se
comprometen a “vivir según la forma del santo evangelio “(ver S.
Francisco, Testamento, 14). Me impresiona mucho ese consejo de
Francisco a los frailes: “Predicad el Evangelio, si fuera necesario
también con las palabras”: es una forma de vida. Si toda vida
consagrada “surge de escuchar la Palabra de Dios y de aceptar el
Evangelio como norma de vida” (Sínodo de los Obispos sobre la
Palabra de Dios, Propósito 24), la vida franciscana en todas sus
manifestaciones surge de la escucha del santo Evangelio, como nos
muestra el Pobrecillo en la Porciúncula cuando, después de escuchar
el relato de la secuela, exclama: “Esto es lo que yo quiero, esto
es lo que yo busco, esto es lo que en lo más íntimo del
corazón anhelo poner en práctica” (Tommaso Da Celano, Vida
Primera, IX, 22).
El
Evangelio es para vosotros, queridos hermanos, “regla y vida”
(San Francisco, Regla bulada, I, 1) y vuestra misión no es otra que
la de ser un evangelio vivo, “exégesis viva de la Palabra”,
decía Benedicto XVI. (Exhort ap. postsin. Verbum Domini, 83). El
evangelio debe ser vuestro vademécum. Escuchadlo siempre con
atención; rezad con él y según el ejemplo de María, “Virgen
hecha Iglesia ” (ver San Francisco, Saludo a la Bienaventurada
Virgen María, 1), meditadlo asiduamente, para que, asimilándolo,
conforméis vuestra vida con la vida de Cristo.
Este
camino de secuela se caracteriza en primer lugar por la fraternidad
que Francisco sentía como un don: “El Señor me dio hermanos”
(Testamento, 14). La fraternidad es un don para ser recibido con
gratitud. Es una realidad que siempre está “en camino”, en
construcción, y por lo tanto solicita la contribución de todos, sin
que nadie se excluya o sea excluido; en el que no hay “consumidores”
sino constructores (ver Constit. gen. OFMConv, 55, 5). Una realidad
en la que se puedan vivir caminos
de aprendizaje continuo, de apertura al otro, de intercambio mutuo;
una realidad acogedora, dispuesta y disponible a acompañar, una
realidad en la que es posible hacer una pausa en la vida cotidiana
para cultivar el silencio y la mirada contemplativa y reconocer así
la huella de Dios en ella; una realidad en la que todos os
consideráis hermanos, tanto los ministros como los otros miembros de
la fraternidad; una experiencia en la que cada uno está llamado a
amar y cuidar a su hermano, como la madre ama y cuida a su hijo (ver
S. Francisco, Regla no bulada IX, 11).Os exhorto a que alimentéis
vuestra fraternidad con el espíritu de la santa oración y devoción”
al que deben servir todas las demás cosas temporales” (ID.,
Regla bulada, V, 2). De esta manera, vuestra vida fraterna en
comunidad se convierte en una forma de profecía en la Iglesia y en
el mundo y se transforma en escuela de comunión que siempre
hay que ejercitar, siguiendo el ejemplo de Francisco, en una relación
de amor y obediencia con los pastores.
Otra
característica de vuestra forma de vida es la minoridad. A mí me
gusta mucho esto: pensar en vuestra minoridad. Esta es una elección
difícil porque se opone a la lógica del mundo que busca el éxito a
cualquier costo, desea ocupar los primeros lugares, ser considerado
como señores. Francisco os pide que seáis menores siguiendo el
ejemplo de Jesús, que no vino para ser servido sino para servir (ver
Mt 20: 27-28) y que nos dice: “El que quiera llegar a ser grande
entre vosotros será vuestro servidor sirviente, y el que quiera ser
el primero entre vosotros, será el esclavo de todos “(Mc 10,
43-44). Que esta sea vuestra única ambición: ser siervos, servir
los unos a los otros. Así vivida, vuestra existencia será una
profecía en este mundo donde la ambición de poder es una gran
tentación.
Predicad
la paz. El saludo franciscano que os distingue es “¡Paz y bien!”,
“Shalom we tob”, en hebreo, que bien podemos traducir con
reconciliación: reconciliación con uno mismo, con Dios, con los
demás y con las criaturas, es decir vivir en armonía: paz que te da
la armonía. Es una reconciliación en círculos concéntricos, que
comienza desde el corazón y se extiende al universo, pero en
realidad comienza desde el corazón de Dios, desde el corazón de
Cristo. La reconciliación es el preludio de la paz que Jesús
nos dejó (cf. Jn 14, 27). Una paz que no es la ausencia de
problemas, sino que viene con la presencia de Dios en nosotros mismos
y se manifiesta en todo lo que somos, lo que hacemos y lo que
decimos. Sed mensajeros de paz, primero con la vida y luego con las
palabras. Sed instrumentos de perdón y misericordia en todo
momento. Vuestras comunidades sean lugares donde se experimenta la
misericordia, como pide San Francisco en la Carta a un ministro: ”
Y en esto quiero saber si tú amas al Señor y a mí, siervo suyo y
tuyo, si haces esto, o sea que no haya ningún hermano en el mundo
que, habiendo pecado todo lo que se puede pecar, y después de haber
visto tus ojos, no se vaya nunca sin tu misericordia, si pidió
misericordia. Y si no la pide, pregúntale tú a él si la quiere. Y
si luego pecara mil veces ante tus ojos, ámalo más que a mí, para
que lo atraigas al Señor; y compadécete siempre de esos tales”
(9-11). No hay paz sin reconciliación, sin perdón, sin
misericordia. Solo aquellos que tienen un corazón reconciliado
pueden ser “ministros” de misericordia, constructores de paz.
Para
todo esto, se requiere una formación adecuada. Un camino formativo
que favorezca en los hermanos la conformación cada vez más plena
con Cristo. Una formación integral que involucra todas las
dimensiones de la persona. Una formación personalizada y permanente,
en cuanto itinerario que dura toda la vida. Una formación del
corazón que cambie nuestra forma de pensar, sentir y comportarnos.
Una formación a la fidelidad, bien conscientes de que hoy vivimos en
la cultura de lo provisional, de que el “para siempre” es
muy difícil y de que las opciones definitivas no están de moda. En
este contexto, hay necesidad de formadores sólidos y experimentados
en la escucha y en los caminos que conducen a Dios, capaces de
acompañar a otros en este camino (ver San Juan Pablo II, Exhortación
Apostólica Vita Consecrata, 65-66), formadores que conocen el arte
del discernimiento y el acompañamiento. Solo así podremos contener,
al menos en parte, la hemorragia de los abandonos que afectan a la
vida sacerdotal y consagrada.
Queridos
hermanos, os imparto de todo corazón la bendición apostólica así
como a todas las comunidades de vuestra Orden. Rezo por vosotros. Y
me consuela que el Ministro General haya dicho que vosotros rezaréis
por mí. Gracias.
18.06.19
Papa Francisco: “No hay inútiles en ‘Fe y Alegría’, todo se incluye”
Encuentro
con la junta directiva
(18
junio 2019).- El Papa Francisco recibió en el Vaticano el lunes, 17
de junio de 2019, a la Junta Directiva de la Federación
Internacional de “Fe y Alegría”, un Movimiento de Educación
Popular Integral y Promoción Social que promueve el desarrollo de
hombres y mujeres trabajando especialmente en los ámbitos más
marginados, asumiendo que la educación debe transformar la realidad
y el crecimiento de las personas en humanidad.
La
Federación Internacional está formada por un coordinador general y
un equipo directivo. Algunos representantes de esta Federación han
estado en Roma unos días para realizar encuentros con los diversos
niveles de gobierno de la Compañía de Jesús, la vida religiosa, a
través de la Secretaria Ejecutiva de la Unión Internacional de
Superioras Generales (UISG) –Hna Patricia Murray–, y algunas
congregaciones dedicadas a la educación.
Durante
el encuentro con el Santo Padre, el pasado lunes, estos
representantes de la “Fe y Alegría” mantuvieron un diálogo
con él para “explicarle en qué momento está el Movimiento”,
señala María
Luiza Berzosa,
colaboradora en “Entre culturas”, que en España forma parte
de “Fe y Alegría” y antigua coordinadora de “Fe y
Alegría” Italia, cuyas escuelas atienden a inmigrantes
latinoamericanos.
Protagonismo
de los jóvenes
Asimismo,
al final del encuentro, los miembros de la junta directiva pidieron a
Francisco que enviara un mensaje
en video para
todos los que forman parte del movimiento, a lo que él accedió sin
problema.
El
Pontífice señala en el video mensaje que “el protagonismo no lo
tienen los organizadores. El protagonismo en ‘Fe y Alegría’ no
lo tiene el encargado de cada sitio y de cada lugar. ¡El
protagonismo lo tienen todos ustedes! Y como la mayoría son los
jóvenes y las jóvenes… el protagonismo en ‘Fe y Alegría’ lo
tienen los jóvenes y las jóvenes. ¡Está en vuestras manos! El
protagonismo del futuro, no sólo de Fe y Alegría, sino de la
humanidad lo tienen ustedes”.
De
este modo, el Papa los animó a seguir adelante: “O lo llevan
ustedes adelante o se acabó el futuro. Ustedes son el futuro pero
también son el presente y tienen que tomar hoy día las cosas y
llevarlas adelante con esa ilusión, con esa juventud, con esa
capacidad de incluir”.
Llamada
a incluir
El
Papa ha expresado que lamentablemente, la cultura de hoy día “es
más bien exclusiva: para conservar cierto orden se excluyen las
cosas que crean desorden”, ha explicado. “Se excluyen tantos
chicos por eso no hay educación, se excluyen los ancianos porque
molestan, no producen… se excluyen los enfermos. Todo aquello que
no sirve a un desarrollo de tipo económico, financiero y
tecnológico, hoy día se excluye”.
“‘Fe
y Alegría’ es la propuesta contraria”, afirma Francisco. “Acá
se incluye todo. ¿Al inútil? También al inútil. A todos. ¿Quién
es el inútil? ¿Se ofrece alguno de ustedes? ¡Que lo diga!, bromea.
“No hay inútiles en ‘Fe y Alegría’, todo es incluido, todo se
incluye. Es un poco la mística de incluir para que haya más”.
Fundación
de “Fe y Alegría”
La
agrupación nació hace 66 años en Venezuela, con el objetivo de dar
una educación de calidad a las personas más necesitadas.
Fundado
por el jesuita José María Vélaz, se extendió enseguida por muchos
países de América Latina, pero con paso del tiempo su expansión ha
seguido en aumento y ahora estamos en 22 países, porque de América
Latina pasó a Europa con las escuelas en Roma, Génova y Milán para
inmigrantes latinoamericanos que pueden estudiar mientras trabajan;
también ha crecido en África y en Asia.
19.06.19
Hechos de los apóstoles: “Los seguidores de Jesús son los que viven según el Espíritu”
Palabras
del Papa en español
19
junio 2019).- “La Iglesia nace del fuego del amor –ha expuesto el
Papa en la audiencia general– de un ‘incendio’ que arde en
Pentecostés y que manifiesta la fuerza de la Palabra del Resucitado,
llena de Espíritu Santo”.
Esta
mañana, en la plaza de San Pedro, ante miles de visitantes y
peregrinos, el Santo Padre ha celebrado la audiencia general,
centrándose en el tema “Lenguas como el fuego” Pentecostés
y la dinámica del Espíritu que inflama la palabra humana y la
convierte en el Evangelio.
De
este modo, el Pontífice ha continuado este miércoles, 19 de junio
de 2019, el ciclo de catequesis sobre el libro bíblico de los Hechos
de los Apóstoles.
Espíritu,
artífice de comunión
El
Espíritu Santo es el “artífice de la comunión” y “de la
reconciliación que sabe derribar las barreras que dividen y hace
crecer a la Iglesia más allá de los límites humanos”, ha
señalado el Papa, diez días después de la solemnidad de
Pentecostés.
“Los
seguidores de Jesús son los que viven según el Espíritu, porque Él
es quien mueve los corazones para acoger la salvación que viene a
través de Jesucristo”, ha asegurado.
En
el fuego, Dios da su palabra
“Al
viento del Espíritu”, ha anunciado Francisco, “se une el fuego
que recuerda la zarza ardiente en el Sinaí, donde Dios habló y dio
los diez mandamientos”. Y ha enseñado que “En el fuego, Dios da
su palabra viva y eficaz, que anima, iluminay prueba los corazones”.
Esto
se da en el contexto de los 50 días después de la Pascua –ha
aclarado el Papa–, cuando los Apóstoles “vivieron un evento que
superaba sus expectativas”. Ellos estaban reunidos en oración y
fueron sorprendidos por la irrupción de Dios, “que no tolera las
puertas cerradas”; las abrió con un viento impetuoso que llenó
toda la casa, ha relatado.
Idioma
universal
En
este sentido, Francisco ha ilustrado la novedad que este
acontecimiento supuso para los Apóstoles: “La palabra de los
Apóstoles se llena del Espíritu del Señor y es palabra nueva, como
si fuera traducida en todas las lenguas posibles; es el lenguaje de
la verdad y del amor, que es el idioma universal, que todos pueden
comprender”.
20.06.19
Corpus Christi: La Iglesia celebra la fiesta de la Eucaristía
El
Papa la celebrará el domingo en Roma
(20
junio 2019).- Hoy, jueves 20 de junio de 2019, es la fiesta del
Corpus Christi, del Cuerpo y la Sangre de Cristo, de la presencia de
Jesucristo en la Eucaristía.
En
esta fecha, 60 días después del Domingo de Resurrección, se
rememora la institución de la Eucaristía, que tuvo lugar el Jueves
Santo durante la Última Cena, cuando Jesús convirtió el pan y el
vino en su Cuerpo y en su Sangre.
Se
trata de una festividad muy importante porque la Eucaristía es el
regalo más grande que Dios nos dejó para poder quedarse con
nosotros después de la Ascensión.
El
principal objetivo de esta celebración es proclamar y aumentar la fe
de los católicos en la presencia real de Jesucristo en el Santísimo
Sacramento, dándole públicamente culto de adoración (latría) el
jueves posterior a la solemnidad de la Santísima Trinidad,
conmemorada, a su vez, el domingo siguiente a Pentecostés.
Celebración
Desde
el año 2017, la procesión romana del Corpus
Christi, que
tradicionalmente se realizaba desde la Basílica de San Juan de
Letrán hasta la Basílica de Santa María Mayor, ya no se programa
para el jueves, sino para el domingo. De esta manera, es posible una
mayor afluencia de fieles a la procesión con el Santísimo
Sacramento, ya que, en Italia, el jueves es un día laborable.
Este
cambio se ha efectuado también en otros países y regiones del
mundo, mientras que en aquellos lugares en los que el jueves es día
festivo, la procesión se celebra en el día de hoy, como era
costumbre.
Palabras
del Papa sobre el Corpus
Ayer,
miércoles 19 de junio, durante la audiencia
general, al
dirigirse a los peregrinos polacos, el Santo Padre recordó que hoy
se celebra la fiesta del Corpus Christi: “Una oportunidad especial
para reavivar nuestra fe en la presencia real del Señor en la
Eucaristía. La celebración de la Santa Misa, la adoración
eucarística y las procesiones en las calles de ciudades y pueblos
son el testimonio de nuestra veneración y adhesión a Cristo que nos
da su Cuerpo y Sangre, para nutrirnos con su amor y hacernos
partícipes de su vida en la gloria del Padre”.
El
próximo domingo, 23 de junio, el Obispo de Roma celebrará
la Santa Misa en
la iglesia de Santa
Maria Consolatrice,
en el barrio romano de Casal Bertone, a las 18 horas. Al final de la
celebración eucarística, la procesión con el Santísimo Sacramento
recorrerá las calles del barrio y concluirá con la bendición
eucarística impartida por el Papa Francisco.
El
año pasado, el Santo Padre celebró la fiesta del Cuerpo y la Sangre
de Cristo en Ostia,
localidad romana, en las afueras de la capital, el 3 de junio de
2018.
21.06.19
La tarea de la teología debe ser “sintonizarse con el Espíritu de Jesús Resucitado”
Después de la ‘Veritatis
gaudim’
(21
junio 2019).- La tarea de
la teología después
de Veritatis
gaudium en
el contexto del Mediterráneo debe ser “sintonizarse con el
Espíritu de Jesús Resucitado, con su libertad de recorrer el mundo
y de llegar a las periferias, incluso a las de los pensamientos”,
según el Papa Francisco.
En
el acalorado mediodía de Nápoles, el Papa Francisco ha ofrecido
este viernes, 21 de junio de 2019, a las 11:45 horas, una profunda
reflexión sobre
“la teología después de Veritatis
gaudium en
el contexto del Mediterráneo”, con el que ha clausurado
un encuentro de días organizado por la Pontificia Facultad de
Teología del sur de Italia – Sección de San Luis, celebrado del
20 al 21 de junio de 2019.
El
Papa ha devuelto “de todo corazón” el saludo del querido
hermano, el Patriarca Bartolomé, quien ha agradecido a Francisco su
participación en este Congreso a través de un mensaje
personal.
El Pontífice ha dicho de él que “un gran precursor de la Laudato
si’“:
“Gracias,
Bartolomé, hermano querido”.
Después
de “Veritatis
gaudium”
El
Papa ha agradecido a Mons. Zani, presente en el encuentro, su trabajo
para elaborar la Veritatis
gaudium.
“A
los teólogos toca siempre la tarea de alentar el encuentro de las
culturas con las fuentes de la Revelación y la Tradición”, ha
recordado el Santo Padre. Así, ha aclarado que en primer lugar, “es
necesario partir
del Evangelio de la misericordia”; y
en segundo lugar, “se necesita una seria
asunción de la historia dentro
de la teología, como un espacio abierto al encuentro con el Señor”.
Libertad
teológica
El
Papa ha afirmado que es
necesaria la libertad teológica. “Sin
la posibilidad de experimentar nuevos caminos, no se crea nada nuevo,
y no queda espacio para la novedad del Espíritu del Resucitado”,
ha indicado Francisco.
“A
quienes sueñan con una doctrina monolítica defendida por todos sin
matices, esto puede parecerles una imperfecta dispersión. Pero la
realidad es que esa variedad ayuda a que se manifiesten y desarrollen
mejor los diversos aspectos de la inagotable riqueza del Evangelioo
“(Ex. ap. Evangelii
gaudium,
40).
Sobre
la libertad de reflexión teológica, el Papa ha hecho una
distinción: “Entre los estudiosos, debemos avanzar con libertad;
luego, en última instancia, será el magisterio el que diga algo,
pero no se puede hacer una teología sin esta libertad. Pero al
predicar al Pueblo de Dios, por favor, ¡no hagáis daño a la fe del
Pueblo de Dios con cuestiones disputadas! Las cuestiones disputadas
deben quedarse solamente entre los teólogos. Es vuestra tarea Pero
al Pueblo de Dios es necesario darle la sustancia que alimenta la fe
y que no la relativice”.
Aporte
indispensable de la mujer
De
manera esencial, el Papa ha llamado a “dotarse de estructuras
ligeras y flexibles“, que manifiesten la prioridad otorgada “a
la acogida y al diálogo”, al trabajo inter y trans- disciplinario
y en la red.
Los
estatutos, la organización interna, el método de enseñanza, la
organización de los estudios deberían reflejar la fisonomía de la
Iglesia “en salida”. Todo debe orientarse en los horarios y en
las formas destinadas a favorecer lo más posible la “participación
de aquellos que desean estudiar teología: además de seminaristas y
religiosos, también los laicos y las mujeres sea laicas que
religiosas”.
En
particular, ha solicitado el apoyo a la participación de las mujeres
en el estudio de teología, pues el aporte que ellas están dando y
pueden dar a la teología es “indispensable”, ha matizado. Cabe
mencionar que precisamente antes del discurso del Papa, ha hablado la
profesora Anna Carfora, de la sección de San Luis de dicha Facultad,
ubicada en Nápoles.
Tras
casi una hora de discurso, el Santo Padre ha expuesto la conclusión
de que la teología después de Veritatis
gaudium es
una teología “kerygmática” (en busca del kerigma)
una “teología del discernimiento”, de la “misericordia” y de
la “acogida”, que se coloca “en diálogo con la sociedad, las
culturas y las religiones para la construcción de la coexistencia
pacífica de personas y pueblos”.
Seis
premisas
“¿Cómo
hacer que prevalezca en nuestras comunidades la acogida del otro y de
los que son diferentes a porque pertenecen a una tradición religiosa
y cultural diferente de la nuestra?”; “¿Cómo pueden las
religiones ser caminos de hermandad en lugar de muros de
separación?”, ha planteado Francisco.
En
respuesta a estas cuestiones, el Pontífice ha estructurado su
discurso en seis premisas: Una teología de la acogida y el
diálogo; Ejemplos de diálogo para una teología de la acogida;
Una teología de la acogida es una teología de la escucha; Una
teología interdisciplinaria; Una teología en red y La teología
después de “Veritatis gaudium” en el contexto del Mediterráneo.
En
el centro, la evangelización
El
Papa se refiere en este punto a una acogida y un diálogo “sincero”
con las instituciones sociales y civiles, con la universidad y los
centros de investigación, con los líderes religiosos y con todas
las mujeres y hombres de buena voluntad, para construir en la paz de
una “sociedad inclusiva y fraterna” y también para la “custodia
de la creación”.
Cuando
el Proemio de Veritatis gaudium menciona la
“profundización del kerygma” y el “diálogo”
como “criterios para renovar los estudios”, se quiere decir que
están al servicio del camino de una Iglesia que coloca cada vez más
la “evangelización en el centro”, ha señalado. “No la
apologética, no los manuales: evangelizar. En el centro está la
evangelización, que no significa proselitismo”.
El
discernimiento es “un don”
Del
mismo modo, Francisco ha aclarado que el “discernimiento
espiritual” no excluye los aportes de sabidurías humanas,
existenciales, psicológicas, sociológicas o morales. “Pero
las trasciende”. Ni siquiera le bastan las sabias normas de la
Iglesia. “Recordemos siempre que el discernimiento es una gracia,
un don”, ha descrito.
Y
así, ha explicado que las escuelas de teología se renuevan “con
la práctica del discernimiento y con un modo de proceder
dialógico capaz de crear un clima correspondiente de
práctica espiritual e intelectual”: Un diálogo “capaz de
integrar el criterio vivo de la Pascua de Jesús” con el movimiento
de analogía, que “lee en la realidad”, en la creación y en la
historia, nexos, signos y referencias teológicas.
“Síndrome
de Babel”
Francisco
ha hecho referencia a San Francisco de Asís en este importante
acontecimiento teológico e intelectual. “Me impresiona tanto aquel
consejo de Francisco a los frailes: ‘Predicad el Evangelio; si
fuera necesario también con las palabras’. ¡Es el testimonio!”,
ha expuesto a los académicos, teólogos y profesores, reunidos en
Nápoles esta mañana.
Asimismo,
el Papa ha alertado contra un “síndrome peligroso”, que es el
“síndrome de Babel”. “Nosotros pensamos que el “síndrome de
Babel” sea la confusión que se origina en no entender lo que dice
el otro. Este es el primer paso. Pero el verdadero ‘síndrome de
Babel’, es el de no escuchar lo que dice el otro y creer que yo sé
lo que el otro piensa y lo que el otro dirá. ¡Esto es la peste!”.
Fraternidad,
convivencia
Los
estudiantes de teología tendrían que educarse al diálogo con el
judaísmo y el islamismo “para comprender las raíces comunes y las
diferencias de nuestras identidades religiosas”, y así contribuir
más eficazmente a construir una sociedad que “aprecia la
diversidad y favorece el respeto, la fraternidad y la convivencia
pacífica”, ha expuesto.
En
este contexto, ha sido presentado en la Conferencia el documento
sobre “Fraternidad humana para la paz mundial y la convivencia” que
el Santo Padre firmó junto con su hermano y amigo, el Gran Imán de
Al-Azhar, el 4 de febrero de 2019, en Abu Dhabi, primera visita de un
Papa a la península arábiga.
Dos
ejemplos de diálogo
De
este modo, el Pontífice ha dado dos ejemplos concretos de cómo el
diálogo que caracteriza a una teología de la acogida puede
aplicarse a los estudios eclesiásticos.
El
diálogo puede ser un método de estudio, así como de
enseñanza, ha dicho en primer lugar. Los textos de las grandes
tradiciones monoteístas –la Biblia, el Talmud y el Corán– en
algunos casos son “el resultado de un diálogo entre ellas”, ha
asegurado.
El
segundo ejemplo es que el diálogo se puede cumplir como
“hermenéutica teológica en un tiempo y lugar
específicos”. En nuestro caso: el Mediterráneo a principios
del tercer milenio. “No es posible leer este espacio de manera
realista si no es en diálogo y como un puente -histórico,
geográfico, humano- entre Europa, África y Asia”.
“Escucha
consciente”
El
Papa apunta a una “escucha consciente”, como una de las
principales claves para seguir avanzando en el campo de la teología.
Pienso
en los estudiantes de nuestras facultades de teología –ha
indicado– o de las universidades “laicas” o de otras
inspiraciones religiosas. “Cuando la Iglesia – y, podemos
agregar, la teología – abandona esquemas rígidos y se abre a la
escucha disponible y atenta de los jóvenes, esta empatía la
enriquece, porque “permite que los jóvenes den su aportación a la
comunidad, ayudándola a abrirse a nuevas sensibilidades y plantearse
preguntas “inéditas”.
Teología
“de rodillas”
Es
importante que los teólogos “sean hombres y mujeres compasivos”,
ha anunciado Francisco, deteniéndose a subrayarlo. Así, sean
“tocados por la vida oprimida de muchos, por la esclavitud de hoy,
por las heridas sociales, por la violencia, por las guerras y de las
enormes injusticias sufridas por tantos pobres que viven en las
orillas de este ‘mar común'”.
“Sin
comunión y sin compasión –ha reiterado– nutrida constantemente
por la oración, -esto es importante: se puede hacer teología
solamente “de rodillas”- la teología no solo pierde su alma,
sino que pierde su inteligencia y su capacidad para interpretar la
realidad de una manera cristiana”.
Teología
abierta a la transdisciplinariedad
El
Papa ha hecho un llamamiento a los teólogos a trabajar
juntos y de forma interdisciplinaria. “Necesitamos
teólogos (hombres y mujeres, presbíteros, laicos y religiosos) que,
en un profundo arraigo histórico y eclesial y, al mismo tiempo,
abiertos a las inagotables innovaciones del Espíritu, sepan cómo
escapar de la lógica autorreferencial, competitiva y, de hecho,
cegadora que a menudo también existen en nuestras instituciones
académicas y escondidas, tantas veces, entre las escuelas
teológicas”.
La interdisciplinariedad que
interpreta la historia “puede ser una profundización
del kerygma y, si está animada por la misericordia,
puede estar abierta a la transdisciplinariedad”, ha
dicho Francisco refiriéndose “en particular a todas las
actitudes agresivas y guerreras que han marcado la manera de habitar
el espacio mediterráneo de los pueblos que se llamaban a sí mismos
cristianos”, y ha añadido: “También nosotros hemos sido
persecutores”.
La
interdisciplinariedad “como criterio para la renovación de la
teología” y los estudios eclesiásticos implica el “compromiso
de revisitar y re-interrogar continuamente la
tradición”. “¡Revisitar la tradición! Y reinterrogar”,
ha exhortado el Papa.
Teología
en red
“No
se puede hacer teología en un clima de miedo ” ha enunciado el
Papa. La teología después de la Veritatis
gaudium puede
ayudar a la Iglesia y la sociedad civil a “reanudar el camino en
compañía de muchos náufragos”, alentando a las poblaciones
mediterráneas a “rechazar cualquier tentación de reconquista y
cierre de identidad”.
El
trabajo de las facultades de teología y de las universidades
eclesiásticas debe llevar a trabajar en la “red evangélica”
–ha señalado– es decir, en comunión con el Espíritu de Jesús,
que es el Espíritu de paz, el Espíritu de amor que actúa en la
creación y en los corazones de los hombres y las mujeres de buena
voluntad de todas las razas, culturas y religiones… “Partiendo de
la comprensión de la Palabra de Dios en su contexto mediterráneo
original, es posible discernir los signos de los tiempos en nuevos
contextos”.
22.06.19
Corpus Christi: “La Eucaristía es una escuela de bendición” – Homilía del Papa
En
el barrio romano de Casal Bertone
(
23 junio 2019).- Con motivo de la misa del Corpus Christi, el
Papa Francisco invitó a los bautizados a “redescubrir dos verbos
simples y esenciales para la vida cotidiana: decir y dar”. La vida
eucarística, como un antídoto en cierto modo, a la “voracidad”.
El
Papa Francisco presidió la Misa del “Corpus Christi”, en la
explanada de la iglesia de Santa María Consolatrice, en el barrio
romano de Casal Bertone, a las 18 horas. Decir, para el Papa,
por lo tanto es “bendecir” y “decir bien”.
“Es
importante que nosotros los pastores recordemos bendecir al pueblo de
Dios. “Queridos sacerdotes, no tengan miedo de bendecir, el Señor
quiere decir cosas buenas sobre su pueblo, se complace en hacer
sentir su amor por nosotros”, dijo el Papa.
Homilía
del Papa Francisco
La
Palabra de Dios nos ayuda hoy a redescubrir dos verbos sencillos y al
mismo tiempo esenciales para la vida de cada día: decir y dar.
Decir.
En la primera lectura, Melquisedec dice: «Bendito sea Abrám por el
Dios altísimo […]; bendito sea el Dios altísimo» (Gn 14,19-20).
El decir de Melquisedec es bendecir. Él bendice a Abraham, en quien
todas las familias de la tierra serán bendecidas (cf. Gn 12,3; Ga
3,8). Todo comienza desde la bendición: las palabras de bien
engendran una historia de bien. Lo mismo sucede en el Evangelio:
antes de multiplicar los panes, Jesús los bendice: «tomando él los
cinco panes y los dos peces y alzando la mirada al cielo, pronunció
la bendición sobre ellos, los partió y se los iba dando a los
discípulos» (Lc 9,16). La bendición
hace que cinco panes sean alimento para una multitud: hace brotar una
cascada de bien.
¿Por
qué bendecir hace bien? Porque es la transformación de la palabra
en don. Cuando se bendice, no se hace algo para sí mismo, sino para
los demás. Bendecir no es decir palabras bonitas, no es usar
palabras de circunstancia; es decir bien, decir con amor. Así lo
hizo Melquisedec, diciendo espontáneamente bien de Abraham, sin que
él hubiera dicho ni hecho nada por él. Esto es lo que hizo Jesús,
mostrando el significado de la bendición con la distribución
gratuita de los panes. Cuántas veces también nosotros hemos sido
bendecidos, en la iglesia o en nuestras casas, cuántas veces hemos
escuchado palabras que nos han hecho bien, o una señal de la cruz en
la frente… Nos hemos convertido en bendecidos el día del Bautismo,
y al final de cada misa somos bendecidos. La Eucaristía es una
escuela de bendición. Dios dice bien de nosotros, sus hijos amados,
y así nos anima a seguir adelante. Y nosotros bendecimos a Dios en
nuestras asambleas (cf. Sal 68,27), recuperando el sabor de la
alabanza, que libera y sana el corazón. Vamos a Misa con la certeza
de ser bendecidos
por el Señor, y salimos para bendecir nosotros a su vez, para ser
canales de bien en el mundo.
Es
importante que los pastores nos acordemos de bendecir al pueblo de
Dios. Queridos sacerdotes, no tengáis miedo de bendecir, el Señor
desea decir bien de su pueblo, está feliz de que sintamos su afecto
por nosotros. Y solo en cuanto bendecidos podremos bendecir a los
demás con la misma unción de amor. Es triste ver con qué
facilidad hoy se maldice, se desprecia, se insulta. Presos de un
excesivo arrebato, no se consigue aguantar y se descarga la ira con
cualquiera y por cualquier cosa. A menudo, por desgracia, el que
grita más y con más fuerza, el que está más enfadado, parece que
tiene razón y recibe la aprobación de los demás. Nosotros, que
comemos el Pan que contiene en sí todo deleite, no nos dejemos
contagiar por la arrogancia, no dejemos que la amargura nos llene. El
pueblo de Dios ama la alabanza, no vive de quejas; está hecho para
las bendiciones, no para las lamentaciones. Ante la Eucaristía, ante
Jesús convertido en Pan, ante este Pan humilde que contiene todo
el bien de la Iglesia, aprendamos a bendecir lo que tenemos, a alabar
a Dios, a bendecir y no a maldecir nuestro pasado, a regalar palabras
buenas a los demás.
El
segundo verbo es dar. El “decir” va seguido del “dar”, como
Abraham que, bendecido por Melquisedec, «le dio el diezmo de todo»
(Gn 14,20). Como Jesús que, después de recitar la bendición, dio
el pan para ser distribuido, revelando así el significado más
hermoso: el pan no es solo un producto de consumo, sino también un
modo de compartir. En efecto, sorprende que en la narración de la
multiplicación de los panes nunca se habla de multiplicar. Por el
contrario, los verbos utilizados son “partir, dar, distribuir”
(cf. Lc 9,16). En resumen, no se destaca la multiplicación, sino el
compartir. Es importante: Jesús no hace magia, no transforma los
cinco panes en cinco mil y luego dice: “Ahora, distribuidlos”.
No. Jesús reza, bendice esos cinco panes y comienza a
partirlos, confiando en el Padre. Y esos cinco
panes no se acaban. Esto no es magia, es confianza en Dios y en su
providencia. En el mundo siempre se busca aumentar las
ganancias, incrementar la facturación… Sí, pero, ¿cuál es
el propósito? ¿Es dar o tener? ¿Compartir o acumular? La
“economía” del Evangelio multiplica compartiendo, nutre
distribuyendo, no satisface la voracidad de unos pocos, sino que da
vida al mundo (cf. Jn 6,33). El verbo de Jesús no es tener, sino
dar.
La
petición que él hace a los discípulos es perentoria: «Dadles
vosotros de comer» (Lc 9,13). Tratemos de imaginar el razonamiento
que habrán hecho los discípulos: “¿No tenemos pan para nosotros
y debemos pensar en los demás? ¿Por qué deberíamos darles
nosotros de comer, si a lo que han venido es a escuchar a
nuestro Maestro? Si no han traído comida, que vuelvan a casa o que
nos den dinero y lo compraremos”. No son razonamientos equivocados,
pero no son los de Jesús, que no escucha otras razones: Dadles
vosotros de comer. Lo que tenemos da fruto si lo damos —esto es lo
que Jesús quiere decirnos—; y no importa si es poco o mucho. El
Señor hace cosas grandes con nuestra pequeñez, como hizo con los
cinco panes. No realiza milagros con acciones espectaculares, sino
con gestos humildes, partiendo con sus manos, dando,
repartiendo, compartiendo. La omnipotencia de Dios es humilde, hecha
sólo de amor. Y el amor hace obras grandes con lo pequeño. La
Eucaristía nos los enseña: allí está Dios encerrado en un
pedacito de pan. Sencillo y esencial, Pan partido y compartido, la
Eucaristía que recibimos nos transmite la mentalidad de Dios. Y nos
lleva a entregarnos a los demás. Es antídoto contra el “lo
siento, pero no me concierne", contra
el “no tengo tiempo, no puedo, no es asunto mío”.
En
nuestra ciudad, hambrienta de amor y atención, que sufre la
degradación y el abandono, frente a tantas personas ancianas y
solas, familias en dificultad, jóvenes que luchan con dificultad
para ganarse el pan y alimentar sus sueños, el Señor te dice: “Tú
mismo, dales de comer”. Y tú puedes responder: “Tengo poco, no
soy capaz”. No es verdad, lo poco que tienes es mucho a los ojos de
Jesús si no lo guardas para ti mismo, si lo arriesgas. Y no estás
solo: tienes la Eucaristía, el Pan del camino, el Pan de Jesús.
También esta tarde nos nutriremos de su Cuerpo entregado. Si lo
recibimos con el corazón, este Pan desatará en nosotros la fuerza
del amor: nos sentiremos bendecidos y amados, y querremos bendecir y
amar, comenzando desde aquí, desde nuestra ciudad, desde las calles
que recorreremos esta tarde. El Señor viene a nuestras calles para
decir-bien de nosotros y para darnos ánimo. También nos pide que
seamos don y bendición.
24.06.19
“Alimenten y propaguen el fuego de Cristo” – El Papa Francisco a los jóvenes
Participantes en el Foro
Internacional
(24
junio 2019).- “El texto de Emaús dice que Jesús encendió un
fuego en los corazones de los discípulos (cf. Lc 24,32).
Como saben, el fuego, para que no se apague, tiene que expandirse,
sino se convierte en cenizas, tiene que propagarse. Por ello,
¡alimenten y propaguen el fuego de Cristo que tienen en ustedes!”,
explicó el Papa Francisco a los jóvenes.
Discurso
del Santo Padre
Queridos
jóvenes:
Estoy
muy contento de encontrarlos al finalizar el XI
Fórum Internacional de los Jóvenes, organizado
por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, con el
objetivo de promover la implementación del Sínodo 2018 sobre Los
jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional. Felicito
al Cardenal Farrell y a todos sus colaboradores por esta iniciativa,
que reconoce en ustedes, jóvenes, los primeros protagonistas de la
conversión pastoral tanto deseada por los padres sinodales. Esta
palabra “protagonista” no es un gesto de diplomacia y buena
voluntad, o son protagonistas o no son nada; o van delante del tren o
terminarán siendo vagón de cola, arrastrados por la marea.
Protagonistas. Ustedes son jóvenes
y jóvenes en acción en una Iglesia sinodal, y
por eso han meditado y reflexionado en los últimos días.
Agradezco
al cardenal Farrell sus palabras, a vos la lectura de la proclamación
final y al cardenal Baldisseri, que fue el que llevó el Sínodo
adelante, su presencia. Gracias.
El
Documento final de la última Asamblea sinodal ve «el episodio de
los discípulos de Emaús (cf. Lc 24,13-35)
como un texto paradigmático, o sea, modélico, para comprender la
misión eclesial en relación a las jóvenes generaciones» (n. 4).
Cuando los dos discípulos estaban sentados a la mesa con Jesús, él
«tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba
dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron»
(Lc 24,30s).
No es casualidad que hayan podido celebrar la solemnidad del Corpus
Christi precisamente
los días en que estaban
reunidos en este encuentro. ¿No será que el Señor quiera abrir una
vez más sus corazones y hablarles mediante este pasaje del
Evangelio?
La
experiencia que vivieron los discípulos de Emaús los empujó de
modo irresistible a ponerse de nuevo en camino, a pesar de haber
recorrido once kilómetros. Está oscureciendo, pero ya no tienen
miedo de caminar de noche, pues es Cristo quien ilumina su vida.
También nosotros, un día, encontramos al Señor en el camino de
nuestra vida. Como los discípulos de Emaús, fuimos llamados para
llevar la luz de Cristo en la noche del mundo. Ustedes, queridos
jóvenes, están llamados a ser la luz en la obscuridad de la noche
de tantos compañeros que aún no conocen la alegría de la vida
nueva en Jesús.
Cleofás
y el otro discípulo, después de haber encontrado a Jesús,
sintieron la necesidad vital de estar con su comunidad. No hay
verdadera alegría si no la compartimos con los demás. «¡Qué
bueno y qué agradable es que los hermanos vivan unidos!»
(Sal 133,1).
Me imagino que están contentos de haber participado en este Fórum.
Y ahora que llega el momento de despedirse, quizás sientan cierta
nostalgia… Y Roma estará más tranquila. Es normal que suceda así.
Forma parte de la experiencia humana. Tampoco los discípulos de
Emaús querían que su “huésped misterioso” se fuera… «Quédate
con nosotros», decían, intentando convencerlo de que se quedara con
ellos. En otros episodios del Evangelio también aflora este mismo
sentimiento. Recordemos, por ejemplo, la transfiguración, cuando
Pedro, Santiago y Juan querían hacer tiendas, carpas, y quedarse en
el monte. O cuando María Magdalena se encontró con el Resucitado y
quería retenerlo. Pero «su Cuerpo resucitado no es un tesoro para
retener, sino un Misterio para compartir» (Documento
Final del Sínodo, 115).
A Jesús lo encontramos, sobre todo, en la comunidad y por los
caminos del mundo. Cuanto más lo llevemos a los demás, más lo
sentiremos presente en nuestras vidas. Y estoy seguro de que ustedes
lo harán cuando vuelvan a sus lugares de origen. El texto de Emaús
dice que Jesús encendió un fuego en los corazones de los discípulos
(cf. Lc 24,32).
Como saben, el fuego, para que no se apague, tiene que expandirse,
sino se convierte en cenizas, tiene que propagarse. Por ello,
¡alimenten y propaguen el fuego de Cristo que tienen en ustedes!
Queridos
jóvenes, les repito una vez más: ¡Ustedes son el hoy de Dios, el
hoy de la Iglesia! No sólo el futuro, no, el hoy. O la juegan hoy o
perdieron el partido. Hoy. La Iglesia los necesita para ser
plenamente ella misma. Como Iglesia, ustedes son el Cuerpo del Señor
Resucitado presente en el mundo. Quiero que recuerden siempre que
ustedes son miembros de un único cuerpo, de esta comunidad. Están
unidos el uno al otro y solos no sobrevivirían. Se necesitan
mutuamente para marcar,
de verdad, la diferencia en un mundo cada vez más tentado por las
divisiones. Piensen esto: En el mundo cada vez más son las
divisiones; y las divisiones traen guerras, traen enemistad. Y
ustedes tienen que ser el mensaje de la unidad. Que vale la pena
andar por este camino. Solo caminando juntos seremos de verdad
fuertes. ¡Con Cristo, Pan de Vida que nos da fuerza para el camino,
llevemos la luz de su fuego a las noches de este mundo!
Quisiera
aprovechar esta oportunidad para hacerles un anuncio importante. Como
ustedes saben, el camino de preparación al Sínodo de 2018 coincidió
en gran parte con el itinerario de la JMJ de Panamá, que tuvo lugar
solo 3 meses después. En mi mensaje a los jóvenes de 2017 expresé
la esperanza de que hubiera una gran armonía entre estos dos caminos
(cf. también Documento Preparatorio, III, 5) ¡Pues bien!, la
próxima edición internacional de la JMJ será en Lisboa en 2022. Y
hay una portuguesa entusiasta allí… Para esta etapa de
peregrinación intercontinental de los jóvenes elegí como
tema: “María
se levantó y partió sin demora” (Lc 1,39).
Y para los dos años precedentes los invito a meditar sobre los
versículos: ¡Joven,
a ti te digo, levántate! (cf. Lc 7,14; Christus
vivit,
20) y ¡Levántate!
¡Te hago testigo de las cosas que has visto! (cf. Hch 26,16).
Con esto, deseo también esta vez que haya sintonía entre el
itinerario hacia la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa y el
camino post-sinodal. No ignoren la voz de Dios que los empuja a
levantarse y a seguir los caminos que Él preparó para ustedes. Como
María, y junto a ella, sean cada día portadores de su alegría y de
su amor. Dice que María se levantó sin demora y apurada fue a ver a
su prima. Siempre dispuestos, siempre apurados, pero no ansiosos, no
ansiosos. Les pido que recen por mí y ahora les doy la bendición.
Todos juntos, cada uno en su lengua, pero todos juntos, recemos el
Ave María: Dios
te salve María…
25.06.19
Loreto: Francisco declara un Jubileo Lauretano para los viajeros aéreos
Firma del acuerdo con la Fuerza
Aérea Italiana
(25
junio 2019).- Monseñor Fabio Dal Cin, arzobispo delegado de Loreto,
anunció que el Santo Padre ha concedido “el Jubileo Lauretano para
todos los viajeros aéreos, militares y civiles, y para todos
aquellos que llegarán como peregrinos al Santuario de la Santa Casa
desde todas las partes del mundo”.
Este
jubileo se celebrará desde el 8 de diciembre de 2019 hasta el 10 de
diciembre de 2020 en el consabido santuario de la Santa Casa (Loreto,
Italia), dedicado a la Virgen de Loreto, patrona de los viajeros en
avión.
Así
informó la Delegación Pontificia para el santuario de la Santa Casa
a través de un comunicado difundido el pasado 21 de junio de 2019.
El
Jubileo Lauretano
“Agradecemos
al Papa Francisco por este gran regalo del Jubileo”, indicó el
arzobispo Fabio Dal Cin, “que se inaugurará el próximo 8 de
diciembre, la solemnidad de la Inmaculada Concepción”, añadió.
Igualmente,
el prelado señaló que, en esa fecha, el cardenal Pietro Parolin,
secretario de Estado del Santo Padre, presidirá la celebración
inaugural de apertura de la Puerta Santa del Jubileo.
Asimismo,
comunicó que la indulgencia plenaria del año jubilar se concederá
a los fieles que atraviesen la Puerta Santa para “pedir el don de
la conversión a Dios y reavivar la propia devoción filial hacia
Aquella que nos protege en los viajes aéreos”, la Virgen de
Loreto.
Igualmente,
el arzobispo subrayó que María “nos ayudará a vivir
espiritualmente la gracia del Jubileo para construir juntos la gran
casa del mundo para la gloria de Dios y la concordia de todos los
hombres”.
Firma
del Acuerdo Técnico
El
21 de junio tuvo lugar la ceremonia en la que se aprobó el Acuerdo
Técnico entre la Delegación Pontificia para el santuario de la
Santa Casa y la Fuerza Aérea Italiana, con el objetivo de coordinar
y promover eventos para 2020, año del centenario del anuncio de la
Virgen de Loreto.
La
ceremonia fue presidida por el arzobispo delegado de Loreto, Mons.
Dal Cin, y el comandante del Centro de Formación Aviation
English de
Loreto, el coronel Davide Salerno. Para rubricar el acuerdo
utilizaron la misma pluma empleada por el Papa Francisco el 25 de
marzo, en en el santuario de Santa Casa, para hacer lo mismo con la
primera copia de la Exhortación Apostólica Christus
Vivit.
En
el acto estuvieron también presentes el consejero regional de
Cultura y Turismo, Moreno Pieroni, el alcalde de Loreto, Paolo
Niccoletti, y representantes de la Asociación Arma Aeronautica
Marche, de la Asociación Arma Aeronáutica Loreto y del Avioclub de
Ancona.
El
coronel Salerno destacó en su discurso que la firma de este acuerdo
constituye un evento “particularmente significativo”: “Es la
firma de un acto formal que sella un vínculo que ha durado cien
años. Un vínculo que se extiende a todo el territorio que nos acoge
y que nos observa presentes durante los diversos eventos religiosos,
como la reciente peregrinación Macerata-Loreto, pero también en
sucesos que, en cambio, nos involucran activamente, como en el caso
de los ejercicios o desastres naturales, a brindar apoyo a la
población”.
Al
final de la ceremonia, los presentes se trasladaron a la basílica
para rezar el Ángelus en la Santa Casa.
26.06.19
“Las cuatro huellas de un buen cristiano” – Catequesis completa
La
vida de los primeros cristianos
(26
junio 2019).- Para el Papa Francisco, las cuatro actitudes, “las
cuatro huellas de un buen cristiano”, son las prácticas que
realizaban las primeras comunidades de creyentes: escuchar
asiduamente la enseñanza apostólica; establecer unas relaciones
interpersonales de gran calidad, también por medio de la “comunión
de bienes espirituales y materiales”; rememorar al Señor a través
de la Eucaristía; y dialogar con Dios en la oración.
Hoy,
miércoles 26 de junio de 2019, el Santo Padre ha continuado con la
serie de catequesis sobre el Libro de los Hechos de los Apóstoles,
centrándose en el tema “Acudían asiduamente a la enseñanza de
los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las
oraciones. La vida de la comunidad primitiva entre el amor de Dios y
el amor por los hermanos” (Hechos de
los Apóstoles 2, 42. 44-45).
La
audiencia general ha tenido lugar esta mañana en la plaza de San
Pedro. No obstante, antes de acudir a la plaza, el
Papa ha saludado a los enfermos que,
a causa del calor, participaban en la misma desde el Aula Pablo VI.
Esta
ha sido la última audiencia general antes del descanso estival. Las
audiencias generales de los miércoles se suspenden durante todo el
mes de julio y se reanudarán en el mes de agosto.
El
fruto de Pentecostés
En
primer lugar, durante la catequesis, el Pontífice ha destacado que
el fruto de Pentecostés, de la venida del Espíritu Santo, fue que cerca
de tres mil personas se bautizaran para adherirse a Cristo, pasando a
formar parte de la comunidad cristiana, “esa fraternidad que es el
hábitat de los creyentes y el fermento eclesial de la obra de
evangelización”.
La
fraternidad
Según
el Papa Francisco, la gracia del Bautismo revela, en consecuencia, un
vínculo intrínseco entre los hermanos que “están llamados
a compartir,
a identificarse con los demás y a dar ‘según la necesidad de cada
uno’ (Hechos 2:45), es decir, la generosidad, la limosna, el
preocuparse por el otro, visitar a los enfermos, ir a ver a quienes
pasan necesidades, a los que necesitan consuelo”.
***
Catequesis
del Santo Padre
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El
fruto de Pentecostés, la poderosa efusión del Espíritu
de Dios sobre la primera comunidad cristiana, fue que muchas
personas sintieron sus corazones traspasados por el feliz
anuncio – el kerigma- de la
salvación en Cristo y se adhirieron a Él libremente,
convirtiéndose, recibiendo el bautismo en su nombre y recibiendo a
su vez el don del Espíritu Santo. Cerca de tres mil personas entran
a formar parte de esa fraternidad que es el hábitat de los creyentes
y el fermento eclesial de la obra de evangelización. El calor de la
fe de estos hermanos y hermanas en Cristo hace de sus vidas el
escenario de la obra de Dios que se manifiesta con prodigios
y señales por medio de los apóstoles. Lo extraordinario se
vuelve ordinario y la vida cotidiana se convierte en el
espacio de la manifestación del Cristo viviente.
El
evangelista Lucas nos lo cuenta mostrándonos a
la iglesia de Jerusalén como el paradigma de cada comunidad
cristiana,
como el ícono de una fraternidad que fascina y que no debe
convertirse en mito pero tampoco hay que minimizar. El
relato de los Hechos deja que miremos entre las paredes de
la domus donde
los primeros cristianos se reúnen como familia
de Dios,
espacio de koinonia,
es decir, de la comunión de amor entre hermanos y hermanas en
Cristo. Vemos que viven de una manera precisa: “acudiendo
a la enseñanza de los apóstoles y a la comunión, a la fracción
del pan y al as oraciones” (Hechos 2:42). Los cristianos escuchan
asiduamente el didaché o
la enseñanza apostólica; practican unas relaciones interpersonales
de gran calidad también a través de la comunión de bienes
espirituales y materiales; recuerdan al Señor a través de la
“fracción
del pan“,
es decir, de la Eucaristía, y dialogan con Dios en la oración. Estas
son las actitudes del cristiano, las cuatro huellas de un buen
cristiano.
A
diferencia de la sociedad humana, donde se tiende a hacer los propios
intereses, independientemente o incluso a expensas de los
otros, la comunidad de creyentes ahuyenta el individualismo para
fomentar el compartir y la solidaridad. No hay lugar para el
egoísmo en el alma de un cristiano: si tu corazón es egoísta, no
eres cristiano, eres mundano, que busca solo tu favor, tu beneficio.
Y Lucas nos dice que los creyentes están juntos (ver
Hechos 2:44), La cercanía y la unidad
son el estilo de los creyentes: cercanos, preocupados unos de otros,
no para chismorrear del otro, no, para ayudar, para acercarse.
La
gracia del bautismo revela, por lo tanto, el vínculo íntimo
entre los hermanos en Cristo que están llamados a compartir,
a identificarse con los demás y a dar “según la necesidad de cada
uno” (Hechos 2:45), es decir, la generosidad, la limosna, el
preocuparse por el otro, visitar a los enfermos, ir a ver a quienes
pasan necesidades, a los que necesitan consuelo.
Y
precisamente esta fraternidad porque elige el camino de la comunión
y de la atención a los necesitados, esta fraternidad que es la
Iglesia puede vivir una vida litúrgica verdadera y
auténtica: “Acudían al Templo todos los días con
perseverancia y con un mismo espíritu, partían el pan por las casas
y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón.
Alababan a Dios y gozaban de la simpatía de todo el pueblo”.
Hechos 2,46-47).
Por
último, el relato de los Hechos nos recuerda que el
Señor garantiza el crecimiento de la comunidad (vea 2:47): la
perseverancia de los creyentes en la alianza genuina con Dios y con
los hermanos se convierte en una fuerza atractiva que fascina y
conquista a muchos (ver Evangelii gaudium, 14), un
principio gracias al cual vive la comunidad creyente de cada época.
Pidamos
al Espíritu Santo que haga de nuestras comunidades lugares donde
recibir y practicar la nueva vida, las obras de solidaridad y
de comunión, lugares donde las liturgias sean un encuentro con Dios,
que se convierte en comunión con los hermanos y las hermanas,
lugares que sean puertas abiertas a la Jerusalén celestial.
27.06.19
Todos colaboramos en la lucha contra el hambre – Discurso a los participantes en la Conferencia de la FAO
Reducir el derroche de alimentos y
agua
(27
junio 2019).- Para el Papa Francisco, la carencia de alimento y agua
no solo concierne a los países que la sufren, pobres y frágiles,
sino a todas las personas “porque todos con nuestra actitud
participamos de una u otra forma favoreciendo o frenando el
sufrimiento de muchos hermanos nuestros” (cf. Discurso a los
miembros de la Federación Europea de Bancos de Alimentos, 18 mayo
2019) y todos estamos llamados a “escuchar el grito desesperado de
nuestros hermanos”.
Hoy,
27 de junio de 2019, el Santo Padre ha recibido en audiencia a los
participantes en el XLI sesión de la Conferencia de la la
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), en
curso del 22 al 29 de junio de 2019 en Roma.
En
su discurso, el Pontífice ha manifestado su deseo de que “con la
ayuda de todos” se pueda trabajar para alcanzar los objetivos 1 y 2
de la Agenda 2030 y “así erradicar con mayor rapidez y con fuerza
los complejos, graves e inaceptables flagelos del hambre y de la
inseguridad alimentaria”.
El
Obispo de Roma ha señalado que, a pesar de que en los últimos
decenios se ha avanzado en este punto, el objetivo “Hambre Cero”
en el mundo constituye todavía un gran desafío. Igualmente, ha
apuntado que el origen de la carencia de alimentos y agua potable se
encuentra “la falta de compasión, el desinterés de muchos y una
escasa voluntad social y política a la hora de responder a las
obligaciones internacionales”.
En
cuanto a las medidas a nuestro alcance para contribuir a eliminar el
problema del hambre, el Papa ha señalado que la reducción del
despilfarro de alimentos y agua es una de ellas y ha subrayado la
necesidad de educación y sensibilización de la población, tanto
para la generación actual como para las futuras.
Por
otra parte, Francisco ha hablado de la conexión entre la inseguridad
alimentaria y los fenómenos migratorios y, ante el aumento
de los refugiados en los últimos años, es necesario “promover un
desarrollo agrícola en las regiones más vulnerables, fortaleciendo
la resiliencia y la sostenibilidad del territorio. Y esto solo se
logrará, por una parte, invirtiendo y desarrollando tecnologías, y
por otra, ideando políticas innovadoras y solidarias para el
desarrollo”.
Finalmente,
el Santo Padre ha reafirmado el compromiso de cooperación de la
Santa Sede con la FAO “apoyando el esfuerzo internacional hacia la
eliminación del hambre en el mundo y garantizando un futuro mejor
para nuestro planeta y para la humanidad entera”.
***
Discurso
del Santo Padre
Saludo
al Presidente, el señor Enzo Benech, a los honorables delegados de
las diversas naciones y entidades, y a todos los presentes en esta
cuadragésima primera sesión de la Conferencia de la FAO. De manera
particular, quisiera dirigir mi saludo y mi reconocimiento al
Director General, profesor José Graziano da Silva, que dentro de
pocas semanas terminará su servicio al frente de esta Organización.
Gracias de corazón por su trabajo. Y expreso mi felicitación por la
elección del Director General de la FAO, Su Excelencia el señor Qu
Dongyu. Espero que con la ayuda de todos podamos seguir trabajando
conjuntamente para profundizar e incrementar, con responsabilidad y
determinación, los esfuerzos dirigidos a alcanzar los objetivos 1 y
2 de la Agenda 2030 y así erradicar con mayor rapidez y con fuerza
los complejos, graves e inaceptables flagelos del hambre y de la
inseguridad alimentaria.
El
objetivo “Hambre Cero” en el mundo es todavía un gran desafío,
aun cuando se debe reconocer que en los últimos decenios se ha visto
un gran avance. Para combatir la falta de alimento y de acceso al
agua potable, es necesario actuar sobre las causas que las provocan.
En el origen de este drama se halla sobre todo la falta de compasión,
el desinterés de muchos y una escasa voluntad social y política a
la hora de responder a las obligaciones internacionales.
La
falta de alimento y de agua no es un asunto interno y exclusivo de
los países más pobres y frágiles, sino que concierne a cada uno de
nosotros, porque todos con nuestra actitud participamos de una u otra
forma favoreciendo o frenando el sufrimiento de muchos hermanos
nuestros (cf. Discurso
a los miembros de la Federación Europea de Bancos de Alimentos,
18 mayo 2019). Todos estamos llamados a escuchar el grito desesperado
de nuestros hermanos y a poner los medios
para que puedan vivir, viendo respetados sus derechos más básicos.
Uno
de los medios que está a nuestro alcance es la reducción del
derroche de alimentos y de agua; para ello la educación y la
sensibilización social es una inversión tanto a corto como a largo
plazo; pues las nuevas generaciones pasarán este testigo a las
futuras, sabiendo que este drama social no puede ser tolerado por más
tiempo (cf. Carta enc. Laudato
si’,
50).
Es
evidente la conexión entre fragilidad ambiental, la inseguridad
alimentaria y los movimientos migratorios. El aumento del número de
refugiados en el mundo durante los últimos años ―es impresionante
la última estadística de las Naciones Unidas― nos ha demostrado
que el problema de un país es el problema de toda la familia humana.
Para ello se necesita promover un desarrollo agrícola en las
regiones más vulnerables, fortaleciendo la resiliencia y la
sostenibilidad del territorio. Y esto solo se logrará, por una
parte, invirtiendo y desarrollando tecnologías, y por otra, ideando
políticas innovadoras y solidarias para el desarrollo.
La
FAO, como también otras organizaciones internacionales, son actores
idóneos para coordinar medidas perentorias e incisivas que aseguren
a todos, particularmente a los más pobres, el acceso a los bienes
básicos. Estas entidades multilaterales deben estar acompañadas por
el compromiso de los gobiernos, las empresas, el mundo académico,
las instituciones de la sociedad civil y las personas individuales.
El esfuerzo conjunto de todos logrará hacer realidad las metas y
compromisos asumidos a través de programas y políticas que
ayuden a la población local a adquirir responsabilidades con su
propio país, con sus comunidades y, por último, con sus propias
vidas.
Quiero
concluir reafirmando el compromiso de la Santa Sede a cooperar con la
FAO, apoyando el esfuerzo internacional hacia la eliminación del
hambre en el mundo y garantizando un futuro mejor para nuestro
planeta y para la humanidad entera. Que Dios los bendiga en sus
trabajos, en sus desvelos en favor de un auténtico progreso de
nuestra gran familia humana. Muchas gracias.
28.06.19
La oración, “corazón de la misión de la iglesia” – Red Mundial de Oración del Papa
Discurso en el Encuentro
Internacional
(28
junio 2019).- “Prestad atención: el corazón de la misión de la
Iglesia es la oración. Podemos hacer muchas cosas, pero sin oración
no funciona… El corazón es la oración”, dijo el Santo Padre
para animar en su labor a los participantes en el encuentro de la Red
Mundial de Oración del Papa.
Hoy,
28 de junio de 2019, el Papa Francisco ha recibido en el Aula Pablo
VI a las delegaciones de la Red mundial de oración del Papa
(Apostolado de la oración) con motivo del comienzo de su Encuentro
Internacional en
ocasión el 175 aniversario de su fundación, celebrado el 28 y el 29
de junio en Roma.
Esta
reunión ha contado con testimonios y oraciones así como un discurso
del Papa en el que continuó con las reflexiones de las personas que
compartieron sus experiencias y ha reconocido que la Red Mundial de
Oración del Papa “es un servicio muy necesario que subraya la
primacía de Dios en las vidas de las personas, favoreciendo la
comunión en la Iglesia”.
Con
respecto al padre Matthew, que trabaja en Taiwán y ha informado
sobre la versión en chino de Click
to pray, una
iniciativa que ayuda a las personas a cultivar el hábito de la
oración en su vida diaria, Francisco ha
resaltado que le resulta hermoso saber que los chinos pueden sentirse
unidos a través de la oración: “La oración siempre despierta
sentimientos de fraternidad, rompe barreras, supera fronteras, crea
puentes invisibles pero reales y efectivos, abre horizontes de
esperanza”.
Marie
Dominique, de Francia, ha contado la misión del Apostolado de la
Oración en Francia, lugar de nacimiento de esta realidad eclesial.
Para Francisco, este testimonio ha ayudado a entender que las
intenciones que la Iglesia confía cada mes hablan “a los corazones
de los hombres y mujeres de nuestro tiempo”. Por otro lado, también
indicó que todos los fieles “estamos llamados” a preocuparnos
por los que nos rodean y a asumir en la oración “sus alegrías y
sufrimientos”.
Bettina,
de Argentina, ha hablado sobre la Escuela del Corazón, una
iniciativa que ayuda a poner el corazón en sintonía con el de Jesús
y que el Obispo de Roma ha relacionado con la solemnidad del Sagrado
Corazón de Jesús, celebrada hoy. Así, ha definido que “estamos
llamados a ser testigos y mensajeros de la misericordia de Dios” en
un mundo donde existe la oscuridad, la desesperación y el pecado.
Diego,
de Guatemala, ha contado el impacto de esta red de oración en su
país, que ha calado entre jóvenes y ancianos. El Santo Padre ha
hablado de la sabiduría de los más mayores, de “su experiencia y
su capacidad de ‘razonar’ con el corazón” y de la necesidad de
desarrollar dicho razonamiento. De la experiencia de los ancianos
también se puede aprender la metodología de la oración de
intercesión: “Señor te pido por este, por ese, por aquel..”.
Por
último, el padre Antonio, de Portugal,
Discurso
del Santo Padre
Queridos
hermanos y hermanas,
Aprovecho
esta oportunidad para renovaros mi gratitud por vuestro compromiso de
oración y apostolado en favor de la misión de la Iglesia. Os
agradezco también los testimonios , que ya había leído, si no, el
chino no lo habría entendido. Y por eso contestaré, más o menos, o
continuaré la reflexión de todos vosotros. El vuestro es un
servicio muy necesario que subraya la primacía de Dios en las vidas
de las personas, favoreciendo la comunión en la Iglesia.
- El padre Matthew, que trabaja en Taiwán, nos ha brindado informaciones interesantes sobre la versión de Click to prayen chino. Es hermoso saber que los chinos, más allá de las dificultades de diferente tipo, pueden sentirse realmente unidos en la oración, encontrando en ella un apoyo válido para el conocimiento y el testimonio del Evangelio. La oración siempre despierta sentimientos de fraternidad, rompe barreras, supera fronteras, crea puentes invisibles pero reales y efectivos, abre horizontes de esperanza.
- Marie Dominique nos ha contado la misión del Apostolado de la Oración en Francia, donde esta realidad surgió hace 175 años. Con su testimonio, hemos entendido que las intenciones de oración hacen concreta la misión de Jesús en el mundo. La Iglesia, a través de su red de oración y las intenciones que ella confía cada mes, habla a los corazones de los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Todos nosotros, pastores, consagrados y fieles laicos, estamos llamados a calarnos en la historia concreta de las personas que están a nuestro lado, sobre todo rezando por ellos, asumiendo en la oración sus alegrías y sufrimientos. Así responderemos a la llamada de Jesús que nos pide que abramos nuestros corazones a nuestros hermanos, especialmente a los probados en el cuerpo y en el espíritu. Es importante hablar de los hermanos, pero hay dos maneras de hablar de los hermanos: o bendecir a los hermanos que es hablar bien de los hermanos o chismorrear, hablar mal de ellos. Chismorrear, en este sentido, es malo, no es algo de Jesús. Jesús nunca chismorreaba. En cambio, hablar, sí. Y la oración es hablar a Jesús sobre los hermanos, diciendo: “Señor, por este problema, por esta dificultad, por esta situación …”. Y este es un camino de unión, de comunidad. En cambio, hablar mal de los demás es un camino de destrucción.
- Es bueno, en este día de la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, recordar el fundamento de nuestra misión, como ha hecho Bettina (Argentina). Se trata de una misión de compasión por el mundo, podríamos decir un “camino del corazón”, es decir, un itinerario de oración que transforma las vidas de las personas. El Corazón de Cristo es tan grande que desea acogernos a todos en la revolución de la ternura. La cercanía al Corazón del Señor anima a nuestros corazones a acercarse con amor al hermano y ayuda a entrar en esta compasión por el mundo. Estamos llamados a ser testigos y mensajeros de la misericordia de Dios, a ofrecer al mundo una perspectiva de la luz donde haya tinieblas, de esperanza donde reina la desesperación, de salvación donde abunda el pecado. Entrar en oración es entrar con mi corazón en el corazón de Jesús, abrir un camino dentro del corazón de Jesús, lo que Jesús siente, los sentimientos de compasión de Jesús y también hacer un viaje dentro de mi corazón para cambiarlo en esta relación con el corazón de Jesús.
- El testimonio de Sor Selam (Etiopía) con los jóvenes del Movimiento Eucarístico Juvenil ayuda a contemplar la acción del Espíritu Santo en esa tierra. Es importante ayudar a las nuevas generaciones a crecer en amistad con Jesús a través de un encuentro íntimo con él en la oración, en la escucha de su Palabra, acercándonos a la Eucaristía para ser don de amor al prójimo. La oración personal o comunitaria nos anima a dedicarnos a la evangelización y nos empuja a buscar el bien de los demás. Debemos ofrecer a los jóvenes oportunidades de interioridad, momentos de espiritualidad, escuelas de la Palabra, para que puedan ser misioneros entusiastas en los diferentes entornos. Así descubrirán que rezar no los separa de la vida real, sino que les ayuda a interpretar los eventos existenciales a la luz
de
Dios. Enseñar a los niños a rezar. Me duele mucho cuando veo a
tantos niños que no saben ni siquiera persignarse. Digo :”Hazte
la señal de la cruz” y hacen así (un gesto confuso)… No saben.
Enseñar a los niños a rezar. Porque ellos llegan enseguida al
corazón de Jesús, enseguida. Jesús los quiere. Y a los jóvenes,
enseñar que la oración es un gran camino para ir adelante en la
vida. Gracias, hermana, por lo que hace. Gracias.
-
- Me ha gustado escuchar el entusiasmo de Diego (Guatemala) por favorecer el encuentro entre abuelos y nietos en oración por la paz en el mundo y por los grandes desafíos de la humanidad de hoy. Varias generaciones se encuentran en la Red de oración del Papa; es bueno pensar que los abuelos pueden dar ejemplo a los jóvenes, diciéndoles que caminen por la senda de la oración. La sabiduría de los ancianos, su experiencia y su capacidad de “razonar” con el corazón. Alguno podría decir: “Pero, padre, se razona con la cabeza. No, no es verdad: se razona con la cabeza y con el corazón, es una capacidad que tenemos que desarrollar. Capacidad de razonar con el corazón. Y estas experiencias de los ancianos constituyen una enseñanza preciosa para aprender una metodología fecunda en la oración de intercesión. Y la de intercesión es una gran oración: “Señor te pido por este, por ese, por aquel..” E interceder es lo que hace Jesús en el cielo, porque la Biblia nos dice que Jesús está ante el Padre e intercede por nosotros, es nuestro intercesor, y nosotros tenemos que imitar a Jesús, ser intercesores. A lo largo de la historia, los más grandes hombres y mujeres de Dios han sido intercesores como Jesús. Interceder.
- Finalmente, gracias al testimonio del Padre Antonio (Portugal)
- Finalmente, gracias al testimonio del Padre Antonio (Portugal). Nos ha contado cómo el Apostolado de la oración, entrando en el mundo digital, acerca a ancianos y jóvenes, ayudándoles a dar nueva vitalidad al apostolado tradicional de la oración. Es necesario que la misión de la Iglesia se adapte a los tiempos y utilice las herrade Dios. Enseñar a los niños a rezar. Me duele mucho cuando veo a tantos niños que no saben ni siquiera persignarse. Digo :”Hazte la señal de la cruz” y hacen así (un gesto confuso)… No saben. Enseñar a los niños a rezar. Porque ellos llegan enseguida al corazón de Jesús, enseguida. Jesús los quiere. Y a los jóvenes, enseñar que la oración es un gran camino para ir adelante en la vida. Gracias, hermana, por lo que hace. Gracias.
- mientas modernas que la técnica pone a disposición. Se trata dmientas modernas que la técnica pone a disposición. Se trata de entrar en el areópago moderno para anunciar la misericordia y la bondad de Dios. Sin embargo, hay que prestar atención cuando se utilizan estos medios, especialmente Internet, para no convertirse en siervos suyos. Debemos evitar convertirnos en rehenes de una red que nos atrapa, en lugar de “pescar peces”, es decir, de atraer almas para llevarlas al Señor.
Renuevo mi sincero agradecimiento a cada uno de vosotros por su preciosa actividad, que brota de un corazón verdaderamente atento a los demás. El Apostolado de la Oración, con su Red mundial de oración por el Papa y en comunión con él, recuerda que el corazón de la misión de la Iglesia es la oración. Prestad atención: el corazón de la misión de la Iglesia es la oración. Podemos hacer muchas cosas, pero sin oración no funciona.. El corazón es la oración. Os animo a continuar con alegría en la conciencia de la importancia y de la necesidad de vuestro trabajo. Ayudáis a las personas a tener una mirada espiritual, una mirada de fe sobre la realidad que las rodea, para reconocer lo que Dios mismo obra en ellas; ¡Es una gran mirada de esperanza! Gracias.También me gustaría dar las gracias a la Compañía de Jesús. Se piensa que los jesuitas son los intelectuales, los que piensan … Pero fueron los jesuitas quienes crearon esta red de oración. Los jesuitas son hombres que rezan, y esto es grande. Y luego, de una manera especial, me gustaría agradecer la dedicación y creatividad del Padre Fornos: ¡gracias, hermano!- Ahora tendremos un momento de oración todos juntos, para indicar su importancia y para interceder todos juntos dirigidos a Jesús. En primer lugar, lo haremos en silencio, todos, cada uno reza con su corazón.
[oración silenciosa] [oración de la Red mundial de oración]Y ahora recemos por las intenciones que he propuesto a toda la Iglesia para el mes de julio:Oremos por los sacerdotes, para que con la sobriedad y humildad de sus vidas se comprometan en una solidaridad activa, especialmente hacia los pobres. Todos juntos decimos: “Oremos”. Y en silencio rezamos …Oremos para que todos los que administran la justicia trabajen con integridad, y para que la injusticia, que corre por el mundo, no tenga la última palabra. Oremos.[Padrenuestro y bendición]
29.06.19
Ángelus: Redescubrir “la alegría de ser hermanos y hermanas en la Iglesia”
“Amar
a nuestra Iglesia”
(29
junio 2019).- El Papa considera que los apóstoles Pedro y Pablo nos
invitan en su fiesta a “redescubrir la alegría de ser hermanos y
hermanas en la Iglesia” y a dar gracias por las personas que son
diferentes a nosotros, considerándolas “un don” para nuestra
Iglesia, según indica Vatican
News.
Hoy,
29 de junio, en la solemnidad de san Pedro y san Pablo, el Papa ha
rezado el Ángelus junto a los fieles congregados en la plaza de San
Pedro y les ha dirigido unas palabras antes y después de esta
oración mariana.
En
las palabras previas al rezo, de acuerdo al medio vaticano, el Santo
Padre ha centrado su reflexión en los santos apóstoles y en cómo
se representan en la iconografía.
Jesús
ama a su Iglesia
En
primer lugar, se ha referido a los iconos de estos dos santos que
aparecen sosteniendo el edificio de la Iglesia, que llevaron a
Francisco a rememorar las palabras del Evangelio de hoy, en las que
Jesús se dirige a Pedro: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia» (Mt 16,18)”.
El
Pontífice se centró en el hecho de que Jesús se refiera a la
Iglesia con el adjetivo posesivo “mi”: “Jesús no habla de
la Iglesia como una realidad externa, sino que expresa el gran amor
que siente por ella: mi Iglesia”.
El
Obispo de Roma remarcó que Jesús ama a la Iglesia y nos ama a
nosotros, pues para Cristo “no somos un grupo de creyentes ni una
organización religiosa”, sino “su esposa”. Además, es capaz
de amarla “con absoluta fidelidad”, “a pesar de nuestros
errores y traiciones”.
Asimismo,
el Santo Padre indicó que nosotros también podemos llamar a la
Iglesia nuestra, desde la perspectiva de un “amor inclusivo”. “La
Iglesia, en efecto, no es ‘mía’ porque responde a mi yo, a mis
deseos, sino para que derrame en ella mi afecto. Es mía para que yo
la cuide, para que, como los Apóstoles en el icono, yo también la
sostenga. ¿Cómo? Con el amor fraterno”, explicó.
Redescubrir
la alegría de la fraternidad
Con
respecto a los iconos en los que los santos Pedro y Pablo aparecen
abrazados, el Papa aludió a las diferencias patentes entre ambos.
Aunque eran muy distintos, tanto en carácter como en forma de vida,
describió, estaban unidos por algo “infinitamente mayor”, por
Jesús.
Por
otro lado, recordó que es bueno valorar las cualidades y dones del
prójimo, sin envidia, porque esta “hace la vida amarga” y que,
como parte del misterio de la Iglesia, “nos pertenecemos los unos a
los otros, porque compartimos la misma fe, el mismo amor, la misma
esperanza, el mismo Señor”.
Y
por ello exhortó a pedir hoy la gracia de “amar a nuestra
Iglesia”, de manera que seamos capaces de ver en los demás
hermanos y hermanas, de acogerlos en nuestro corazón con el amor que
Jesús tiene por nosotros y de obtener fuerza para rezar por los que
piensan distinto.
Agradecimientos
y saludos
Después
de rezar el Ángelus, de acuerdo también a la información ofrecida
por Vatican News,
el Santo Padre volvió a agradecer la visita de la delegación del
Patriarcado Ecuménico de Constantinopla y envió su saludo cordial y
fraterno a Su Santidad Bartolomé I.
También
saludó a los peregrinos que habían acudido a acompañar a los
arzobispos metropolitanos para los que hoy bendijo los Palios y
manifestó su agradecimiento a los floricultores que han decorado
la via
della Conziliazione con
una bella alfombra de flores.
También
saludó a todos los peregrinos, especialmente a los de Vietnam,
Eslovaquia, El Paso (Texas), Kansas City y Alemania, a la Yago
School de
Sevilla, al Colegio Ahlzahir de
Córdoba; al grupo de la Radio Voix
de la Charité del
Líbano, al Movimiento Eucarístico Juvenil de España, a los
sacerdotes Resurreccionistas, a los fieles de Donori, Forlì,
Lanciano, Brindisi y Castelfranco Veneto, y al coro Francisco de Asís
de Mesagne.
Por
último, ha deseado a todos un feliz día de fiesta y ha demandado
oraciones por él a través de la intercesión de san Pedro y San
Pablo.
30.06.19
Ángelus: “La urgencia de comunicar el Evangelio no admite demoras”
Palabras
del Papa antes de la oración mariana
(30
junio 2019).- A las 12 del mediodía de hoy, 13º domingo del tiempo
ordinario, el Santo Padre Francisco
desde la ventana del estudio del Palacio Apostólico Vaticano se dirige a los peregrinos y fieles reunidos en la Plaza San Pedro para recitar el Ángelus.
desde la ventana del estudio del Palacio Apostólico Vaticano se dirige a los peregrinos y fieles reunidos en la Plaza San Pedro para recitar el Ángelus.
Palabras
del Papa antes del Ángelus
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En el Evangelio de hoy (cf. Lc 9, 51-62), san Lucas comienza el relato del último viaje de Jesús a Jerusalén, que concluirá en el capítulo 19. Es una larga marcha no sólo geográfica sino espiritual y teológica una marcha hacia el cumplimiento de la misión del Mesías. La decisión de Jesús fue total, y los que le siguieron fueron llamados a medirse con Él. El evangelista presenta hoy tres personajes -tres casos de vocación, podríamos decir- que ponen de relieve lo que se pide a quien quiere seguir a Jesús hasta el final, totalmente.
En el Evangelio de hoy (cf. Lc 9, 51-62), san Lucas comienza el relato del último viaje de Jesús a Jerusalén, que concluirá en el capítulo 19. Es una larga marcha no sólo geográfica sino espiritual y teológica una marcha hacia el cumplimiento de la misión del Mesías. La decisión de Jesús fue total, y los que le siguieron fueron llamados a medirse con Él. El evangelista presenta hoy tres personajes -tres casos de vocación, podríamos decir- que ponen de relieve lo que se pide a quien quiere seguir a Jesús hasta el final, totalmente.
El
primer personaje le promete: “Te seguiré dondequiera que vayas”.
(v. 57). Pero Jesús responde que el Hijo del Hombre, a diferencia de
los zorros que tienen madrigueras y los pájaros que tienen nidos,
“no tiene donde reclinar la cabeza” (ver 58), la pobreza absoluta
de Jesús. Jesús, de hecho, dejó la casa de su padre y renunció a
toda seguridad para anunciar el Reino de Dios a las ovejas perdidas
de su pueblo. Así Jesús señaló a sus discípulos que nuestra
misión en el mundo no puede ser estática, sino itinerante. El
cristiano es un itinerante. La Iglesia por su naturaleza está en
movimiento, no es sedentaria y no se queda tranquila en su propio
recinto. Está abierta a los horizontes más amplios, enviada, la
Iglesia es enviada a llevar el Evangelio a las calles y llegar a las
periferias humanas y a asistenciales. Este es el primer personaje.
El
segundo personaje con el que Jesús se encuentra recibe la llamada
directamente de Él, pero responde: “Señor, permíteme ir primero
a enterrar a mi padre” (v. 59). Es una petición legítima, basada
en el mandamiento de honrar al padre y a la madre (cf. Ex 20,12). Sin
embargo, Jesús responde: “Deja que los muertos entierren a sus
muertos” (v. 60). Con estas palabras, deliberadamente provocadas Él
tiene la intención de reafirmar la primacía del seguimiento y la
proclamación del Reino de Dios, incluso por encima de las realidades
más importantes, como la familia. La urgencia de comunicar el
Evangelio, que rompe la cadena de la muerte e inaugura la vida
eterna, no admite demoras, pero requiere inmediatez y disponibilidad,
es decir, la Iglesia es itinerante, pero también la Iglesia es
decidida, va con prontitud, al momento, sin esperar.
El
tercer personaje también quiere seguir a Jesús pero con una
condición, después de haber ido a despedirse de sus parientes, por
eso se escucha decir al Maestro: “El que pone la mano en el arado y
mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios” (v. 62). Seguir
a Jesús excluye las nostalgias y las miradas hacia atrás, sino que
requiere la virtud de la decisión.
La
Iglesia para seguir a Jesús es itinerante, con prontitud, enseguida
lo hace y decidida. El valor de estas tres condiciones planteadas por
Jesús – itinerancia, prontitud y decisión – no radica en una
serie de dichos de “no” a las cosas buenas e importantes de la
vida. El acento, más bien, debe ser colocado sobre el objetivo
principal: ¡llegar a ser discípulo de Cristo! Una elección libre y
consciente, hecha por amor, para corresponder a la gracia inestimable
de Dios, y no hecha de una manera de promoverse a sí mismo. Esto es
triste, atención a aquellos que piensan que están siguiendo a Jesús
para promoverse a sí mismos, es decir, para hacer carrera, para
sentirse importantes o adquirir un puesto de prestigio. Jesús quiere
que sean apasionados de él y del Evangelio. Una pasión del corazón
que se traduce en gestos concretos de proximidad, de cercanía a los
hermanos más necesitados de acogida y cuidados. Como él mismo lo
vivió.
Que
la Virgen María, icono de la Iglesia en camino, nos ayude a seguir
con alegría al Señor Jesús y proclamar a nuestros hermanos y
hermanas, con renovado amor, la Buena Nueva de la salvación
01.07.19
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