Y concluyó advirtiendo: "Cuánto mal puede causar un solo sacerdote que cae a todo el cuerpo de la Iglesia
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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS PARTICIPANTES EN EL ENCUENTRO MUNDIAL DE MOVIMIENTOS POPULARES
A LOS PARTICIPANTES EN EL ENCUENTRO MUNDIAL DE MOVIMIENTOS POPULARES
Buenos días de nuevo, estoy contento de estar
entre ustedes, además les digo una confidencia, es la primera vez que bajo acá,
nunca había venido. Como les decía, tengo mucha alegría y les doy una calurosa
bienvenida.
Gracias por haber aceptado esta invitación para
debatir tantos graves problemas sociales que aquejan al mundo hoy, ustedes que
sufren en carne propia la desigualdad y la exclusión. Gracias al Cardenal
Turkson por su acogida. Gracias, Eminencia, por su trabajo y sus
palabras.
Este encuentro de Movimientos Populares es un
signo, es un gran signo: vinieron a poner en presencia de Dios, de la Iglesia,
de los pueblos, una realidad muchas veces silenciada. ¡Los pobres no sólo
padecen la injusticia sino que también luchan contra ella!
No se contentan con promesas ilusorias, excusas o
coartadas. Tampoco están esperando de brazos cruzados la ayuda de ONGs, planes
asistenciales o soluciones que nunca llegan o, si llegan, llegan de tal manera
que van en una dirección o de anestesiar o de domesticar. Esto es medio
peligroso. Ustedes sienten que los pobres ya no esperan y quieren ser
protagonistas, se organizan, estudian, trabajan, reclaman y, sobre todo,
practican esa solidaridad tan especial que existe entre los que sufren, entre
los pobres, y que nuestra civilización parece haber olvidado, o al menos tiene
muchas ganas de olvidar.
Solidaridad es una palabra que no cae bien
siempre, yo diría que algunas veces la hemos transformado en una mala palabra,
no se puede decir; pero es una palabra mucho más que algunos actos de
generosidad esporádicos. Es pensar y actuar en términos de comunidad, de
prioridad de vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de
algunos. También es luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la
desigualdad, la falta de trabajo, la tierra y la vivienda, la negación de los
derechos sociales y laborales. Es enfrentar los destructores efectos del
Imperio del dinero: los desplazamientos forzados, las emigraciones dolorosas,
la trata de personas, la droga, la guerra, la violencia y todas esas realidades
que muchos de ustedes sufren y que todos estamos llamados a transformar. La
solidaridad, entendida, en su sentido más hondo, es un modo de hacer
historia y eso es lo que hacen los movimientos populares.
Este encuentro nuestro no responde a una
ideología. Ustedes no trabajan con ideas, trabajan con realidades como las que
mencioné y muchas otras que me han contado… tienen los pies en el barro y las
manos en la carne. ¡Tienen olor a barrio, a pueblo, a lucha! Queremos que se
escuche su voz que, en general, se escucha poco. Tal vez porque molesta, tal
vez porque su grito incomoda, tal vez porque se tiene miedo al cambio que
ustedes reclaman, pero sin su presencia, sin ir realmente a las periferias, las
buenas propuestas y proyectos que a menudo escuchamos en las conferencias
internacionales se quedan en el reino de la idea, es mi proyecto.
No se puede abordar el escándalo de la pobreza
promoviendo estrategias de contención que únicamente tranquilicen y conviertan
a los pobres en seres domesticados e inofensivos. Qué triste ver cuando detrás
de supuestas obras altruistas, se reduce al otro a la pasividad, se lo niega o
peor, se esconden negocios y ambiciones personales: Jesús les diría hipócritas.
Qué lindo es en cambio cuando vemos en movimiento a Pueblos, sobre todo, a sus
miembros más pobres y a los jóvenes. Entonces sí se siente el viento de promesa
que aviva la ilusión de un mundo mejor. Que ese viento se transforme en
vendaval de esperanza. Ese es mi deseo.
Este encuentro nuestro responde a un anhelo muy
concreto, algo que cualquier padre, cualquier madre quiere para sus hijos; un
anhelo que debería estar al alcance de todos, pero hoy vemos con tristeza cada
vez más lejos de la mayoría: tierra, techo y trabajo. Es
extraño pero si hablo de esto para algunos resulta que el Papa es comunista.
No se entiende que el amor a los
pobres está al centro del Evangelio. Tierra, techo y trabajo, eso por lo que
ustedes luchan, son derechos sagrados. Reclamar esto no es nada raro, es la
doctrina social de la Iglesia. Voy a detenerme un poco en cada uno de éstos
porque ustedes los han elegido como consigna para este encuentro.
Tierra. Al inicio de
la creación, Dios creó al hombre, custodio de su obra, encargándole de que la
cultivara y la protegiera. Veo que aquí hay decenas de campesinos y campesinas,
y quiero felicitarlos por custodiar la tierra, por cultivarla y por hacerlo en
comunidad. Me preocupa la erradicación de tantos hermanos campesinos que sufren
el desarraigo, y no por guerras o desastres naturales. El acaparamiento de
tierras, la desforestación, la apropiación del agua, los agrotóxicos
inadecuados, son algunos de los males que arrancan al hombre de su tierra
natal. Esta dolorosa separación, que no es sólo física, sino existencial y
espiritual, porque hay una relación con la tierra que está poniendo a la
comunidad rural y su peculiar modo de vida en notoria decadencia y hasta en
riesgo de extinción.
La otra dimensión del proceso ya
global es el hambre. Cuando la especulación financiera condiciona el precio de
los alimentos tratándolos como a cualquier mercancía, millones de personas
sufren y mueren de hambre. Por otra parte se desechan toneladas de alimentos.
Esto constituye un verdadero escándalo. El hambre es criminal, la alimentación
es un derecho inalienable. Sé que algunos de ustedes reclaman una reforma
agraria para solucionar alguno de estos problemas, y déjenme decirles que en
ciertos países, y acá cito el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia,
“la reforma agraria es además de una necesidad política, una obligación moral”
(CDSI, 300).
No lo digo solo yo, está en el
Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia. Por favor, sigan con la lucha
por la dignidad de la familia rural, por el agua, por la vida y para que todos
puedan beneficiarse de los frutos de la tierra.
Segundo, Techo. Lo dije y
lo repito: una casa para cada familia. Nunca hay que olvidarse que Jesús nació
en un establo porque en el hospedaje no había lugar, que su familia tuvo que
abandonar su hogar y escapar a Egipto, perseguida por Herodes. Hoy hay tantas
familias sin vivienda, o bien porque nunca la han tenido o bien porque la han
perdido por diferentes motivos. Familia y vivienda van de la mano. Pero,
además, un techo, para que sea hogar, tiene una dimensión comunitaria: y es el
barrio… y es precisamente en el barrio donde se empieza a construir esa gran
familia de la humanidad, desde lo más inmediato, desde la convivencia con los
vecinos. Hoy vivimos en inmensas ciudades que se muestran modernas, orgullosas
y hasta vanidosas. Ciudades que ofrecen innumerables placeres y bienestar para
una minoría feliz… pero se le niega el techo a miles de vecinos y hermanos
nuestros, incluso niños, y se los llama, elegantemente, “personas en situación
de calle”. Es curioso como en el mundo de las injusticias, abundan los
eufemismos. No se dicen las palabras con la contundencia y la realidad se busca
en el eufemismo. Una persona, una persona segregada, una persona apartada, una
persona que está sufriendo la miseria, el hambre, es una persona en situación
de calle: palabra elegante ¿no? Ustedes busquen siempre, por ahí me equivoco en
alguno, pero en general, detrás de un eufemismo hay un delito.
Vivimos en ciudades que
construyen torres, centros comerciales, hacen negocios inmobiliarios… pero
abandonan a una parte de sí en las márgenes, las periferias. ¡Cuánto duele
escuchar que a los asentamientos pobres se los margina o, peor, se los quiere
erradicar! Son crueles las imágenes de los desalojos forzosos, de las topadoras
derribando casillas, imágenes tan parecidas a las de la guerra. Y esto se ve
hoy.
Ustedes saben que en las
barriadas populares donde muchos de ustedes viven subsisten valores ya
olvidados en los centros enriquecidos. Los asentamientos están bendecidos con
una rica cultura popular: allí el espacio público no es un mero lugar de
tránsito sino una extensión del propio hogar, un lugar donde generar vínculos
con los vecinos. Qué hermosas son las ciudades que superan la desconfianza
enfermiza e integran a los diferentes y que hacen de esa integración un nuevo
factor de desarrollo. Qué lindas son las ciudades que, aun en su diseño
arquitectónico, están llenas de espacios que conectan, relacionan, favorecen el
reconocimiento del otro. Por eso, ni erradicación ni marginación: Hay que
seguir en la línea de la integración urbana. Esta palabra debe desplazar
totalmente a la palabra erradicación, desde ya, pero también esos proyectos que
pretenden barnizar los barrios pobres, aprolijar las periferias y
maquillar las heridas sociales en vez de curarlas promoviendo una integración
auténtica y respetuosa. Es una especie de arquitectura de maquillaje ¿no? Y va
por ese lado. Sigamos trabajando para que todas las familias tengan una
vivienda y para que todos los barrios tengan una infraestructura adecuada
(cloacas, luz, gas, asfalto, y sigo: escuelas, hospitales o salas de primeros
auxilios, club deportivo y todas las cosas que crean vínculos y que unen,
acceso a la salud –lo dije- y a la educación y a la seguridad en la tenencia.
Tercero, Trabajo. No
existe peor pobreza material - me urge subrayarlo-, no existe peor
pobreza material, que la que no permite ganarse el pan y priva de la dignidad
del trabajo. El desempleo juvenil, la informalidad y la falta de derechos
laborales no son inevitables, son resultado de una previa opción social, de un
sistema económico que pone los beneficios por encima del hombre, si el
beneficio es económico, sobre la humanidad o sobre el hombre, son efectos de
una cultura del descarte que considera al ser humano en sí mismo como un bien
de consumo, que se puede usar y luego tirar.
Hoy, al fenómeno de la
explotación y de la opresión se le suma una nueva dimensión, un matiz gráfico y
duro de la injusticia social; los que no se pueden integrar, los excluidos son
desechos, “sobrantes”. Esta es la cultura del descarte y sobre esto quisiera
ampliar algo que no tengo escrito pero se me ocurre recordarlo ahora. Esto
sucede cuando al centro de un sistema económico está el dios dinero y no el
hombre, la persona humana. Sí, al centro de todo sistema social o económico
tiene que estar la persona, imagen de Dios, creada para que fuera el dominador
del universo. Cuando la persona es desplazada y viene el dios dinero sucede
esta trastocación de valores.
Y, para graficar, recuerdo una
enseñanza de alrededor del año 1200. Un rabino judío explicaba a sus feligreses
la historia de la torre de babel y entonces contaba cómo, para construir esta
torre de babel, había que hacer mucho esfuerzo, había que fabricar los
ladrillos, para fabricar los ladrillos había que hacer el barro y traer la
paja, y amasar el barro con la paja, después cortarlo en cuadrado, después
hacerlo secar, después cocinarlo, y cuando ya estaban cocidos y fríos, subirlos
para ir construyendo la torre.
Si se caía un ladrillo, era muy
caro el ladrillo con todo este trabajo, si se caía un ladrillo era casi una
tragedia nacional. Al que lo dejaba caer lo castigaban o lo suspendían o no sé
lo que le hacían, y si caía un obrero no pasaba nada. Esto es cuando la persona
está al servicio del dios dinero y esto lo contaba un rabino judío, en
el año 1200 explicaba estas cosas horribles.
Y respecto al descarte también
tenemos que ser un poco atentos a lo que sucede en nuestra sociedad. Estoy
repitiendo cosas que he dicho y que están en la Evangelii Gaudium. Hoy día, se descartan los
chicos porque el nivel de natalidad en muchos países de la tierra ha disminuido
o se descartan los chicos por no tener alimentación o porque se les mata antes
de nacer, descarte de niños.
Se descartan los ancianos,
porque, bueno, no sirven, no producen, ni chicos ni ancianos producen, entonces
con sistemas más o menos sofisticados se les va abandonando lentamente, y
ahora, como es necesario en esta crisis recuperar un cierto equilibrio, estamos
asistiendo a un tercer descarte muy doloroso, el descarte de los jóvenes.
Millones de jóvenes, yo no quiero decir la cifra porque no la sé exactamente y
la que leí me parece un poco exagerada, pero millones de jóvenes descartados
del trabajo, desocupados.
En los países de Europa, y estas
si son estadísticas muy claras, acá en Italia, pasó un poquitito del 40% de
jóvenes desocupados; ya saben lo que significa 40% de jóvenes, toda una
generación, anular a toda una generación para mantener el equilibrio. En otro
país de Europa está pasando el 50% y en ese mismo país del 50%, en el
sur, el 60%, son cifras claras, óseas del descarte. Descarte de niños,
descarte de ancianos, que no producen, y tenemos que sacrificar una generación
de jóvenes, descarte de jóvenes, para poder mantener y reequilibrar un sistema
en el cual en el centro está el dios dinero y no la persona humana.
Pese a esto, a esta cultura del
descarte, a esta cultura de los sobrantes, tantos de ustedes, trabajadores
excluidos, sobrantes para este sistema, fueron inventando su propio trabajo con
todo aquello que parecía no poder dar más de sí mismo… pero ustedes, con su
artesanalidad, que les dio Dios… con su búsqueda, con su solidaridad, con su
trabajo comunitario, con su economía popular, lo han logrado y lo están
logrando…. Y déjenme decírselo, eso además de trabajo, es poesía. Gracias.
Desde ya, todo trabajador, esté o
no esté en el sistema formal del trabajo asalariado, tiene derecho a una
remuneración digna, a la seguridad social y a una cobertura jubilatoria. Aquí
hay cartoneros, recicladores, vendedores ambulantes, costureros, artesanos,
pescadores, campesinos, constructores, mineros, obreros de empresas
recuperadas, todo tipo de cooperativistas y trabajadores de oficios populares
que están excluidos de los derechos laborales, que se les niega la posibilidad
de sindicalizarse, que no tienen un ingreso adecuado y estable. Hoy quiero unir
mi voz a la suya y acompañarlos en su lucha.
En este Encuentro, también han
hablado de la Paz y de Ecología. Es lógico: no puede haber
tierra, no puede haber techo, no puede haber trabajo si no tenemos paz y si
destruimos el planeta. Son temas tan importantes que los Pueblos y sus
organizaciones de base no pueden dejar de debatir. No pueden quedar sólo en
manos de los dirigentes políticos. Todos los pueblos de la tierra, todos los hombres
y mujeres de buena voluntad, tenemos que alzar la voz en defensa de estos dos
preciosos dones: la paz y la naturaleza. La hermana madre tierra como la
llamaba San Francisco de Asís.
Hace poco dije, y lo repito, que
estamos viviendo la tercera guerra mundial pero en cuotas. Hay sistemas
económicos que para sobrevivir deben hacer la guerra. Entonces se fabrican y se
venden armas y, con eso los balances de las economías que sacrifican al hombre
a los pies del ídolo del dinero, obviamente quedan saneados. Y no se
piensa en los niños hambrientos en los campos de refugiados, no se piensa en
los desplazamientos forzosos, no se piensa en las viviendas destruidas, no se
piensa, desde ya, en tantas vidas segadas. Cuánto sufrimiento, cuánta
destrucción, cuánto dolor. Hoy, queridos hermanas y hermanos, se levanta en
todas las partes de la tierra, en todos los pueblos, en cada corazón y en los
movimientos populares, el grito de la paz: ¡Nunca más la guerra!
Un sistema económico centrado en
el dios dinero necesita también saquear la naturaleza, saquear la naturaleza,
para sostener el ritmo frenético de consumo que le es inherente. El cambio
climático, la pérdida de la biodiversidad, la desforestación ya están mostrando
sus efectos devastadores en los grandes cataclismos que vemos, y los que más
sufren son ustedes, los humildes, los que viven cerca de las costas en
viviendas precarias o que son tan vulnerables económicamente que frente a un
desastre natural lo pierden todo. Hermanos y hermanas: la creación no es una propiedad,
de la cual podemos disponer a nuestro gusto; ni mucho menos, es una propiedad
sólo de algunos, de pocos: la creación es un don, es un regalo, un don
maravilloso que Dios nos ha dado para que cuidemos de él y lo utilicemos
en beneficio de todos, siempre con respeto y gratitud. Ustedes quizá sepan que
estoy preparando una encíclica sobre Ecología: tengan la seguridad que sus
preocupaciones estarán presentes en ella. Les agradezco, aprovecho para
agradecerles, la carta que me hicieron llegar los integrantes de la Vía
Campesina, la Federación de Cartoneros y tantos otros hermanos al respecto.
Hablamos de la tierra, de
trabajo, de techo… hablamos de trabajar por la paz y cuidar la naturaleza… Pero
¿por qué en vez de eso nos acostumbramos a ver cómo se destruye el
trabajo digno, se desahucia a tantas familias, se expulsa a los campesinos, se
hace la guerra y se abusa de la naturaleza? Porque en este sistema se ha sacado
al hombre, a la persona humana, del centro y se lo ha reemplazado por otra
cosa. Porque se rinde un culto idolátrico al dinero. Porque se ha globalizado
la indiferencia, se ha globalizado la indiferencia: a mí ¿qué me importa lo que
les pasa a otros mientras yo defienda lo mío? Porque el mundo se ha olvidado
de Dios, que es Padre; se ha vuelto huérfano porque dejó a Dios de lado.
Algunos de ustedes expresaron:
Este sistema ya no se aguanta. Tenemos que cambiarlo, tenemos que volver a
llevar la dignidad humana al centro y que sobre ese pilar se construyan las
estructuras sociales alternativas que necesitamos. Hay que hacerlo con coraje,
pero también con inteligencia. Con tenacidad, pero sin fanatismo. Con pasión,
pero sin violencia. Y entre todos, enfrentando los conflictos sin quedar
atrapados en ellos, buscando siempre resolver las tensiones para alcanzar un
plano superior de unidad, de paz y de justicia. Los cristianos tenemos algo muy
lindo, una guía de acción, un programa, podríamos decir, revolucionario. Les
recomiendo vivamente que lo lean, que lean las bienaventuranzas que están en el
capítulo 5 de San Mateo y 6 de San Lucas, (cfr. Mt 5, 3 y Lc 6,
20) y que lean el pasaje de Mateo 25. Se lo dije a los jóvenes en Río de
Janeiro, con esas dos cosas tienen el programa de acción.
Sé que entre ustedes hay personas
de distintas religiones, oficios, ideas, culturas, países, continentes. Hoy
están practicando aquí la cultura del encuentro, tan distinta a la xenofobia,
la discriminación y la intolerancia que tantas veces vemos. Entre los excluidos
se da ese encuentro de culturas donde el conjunto no anula la particularidad,
el conjunto no anula la particularidad. Por eso a mí me gusta la imagen del
poliedro, una figura geométrica con muchas caras distintas. El poliedro refleja
la confluencia de todas las parcialidades que en él conservan la originalidad.
Nada se disuelve, nada se destruye, nada se domina, todo se integra, todo se
integra. Hoy también están buscando esa síntesis entre lo local y lo global. Sé
que trabajan día tras día en lo cercano, en lo concreto, en su territorio, su
barrio, su lugar de trabajo: los invito también a continuar buscando esa
perspectiva más amplia, que nuestros sueños vuelen alto y abarquen el todo.
De ahí que me parece importante
esa propuesta que algunos me han compartido de que estos movimientos, estas
experiencias de solidaridad que crecen desde abajo, desde el subsuelo del
planeta, confluyan, estén más coordinadas, se vayan encontrando, como lo han
hecho ustedes en estos días. Atención, nunca es bueno encorsetar el movimiento
en estructuras rígidas, por eso dije encontrarse, mucho menos es bueno intentar
absorberlo, dirigirlo o dominarlo; movimientos libres tiene su dinámica propia,
pero sí, debemos intentar caminar juntos. Estamos en este salón, que es el
salón del Sínodo viejo, ahora hay uno nuevo, y sínodo quiere decir precisamente
“caminar juntos”: que éste sea un símbolo del proceso que ustedes han iniciado
y que están llevando adelante.
Los movimientos populares
expresan la necesidad urgente de revitalizar nuestras democracias, tantas veces
secuestradas por innumerables factores. Es imposible imaginar un futuro para la
sociedad sin la participación protagónica de las grandes mayorías y ese
protagonismo excede los procedimientos lógicos de la democracia formal. La
perspectiva de un mundo de paz y justicia duraderas nos reclama superar el
asistencialismo paternalista, nos exige crear nuevas formas de participación
que incluya a los movimientos populares y anime las estructuras de gobierno
locales, nacionales e internacionales con ese torrente de energía moral que surge
de la incorporación de los excluidos en la construcción del destino común. Y
esto con ánimo constructivo, sin resentimiento, con amor.
Yo los acompaño de corazón en ese
camino. Digamos juntos desde el corazón: Ninguna familia sin vivienda, ningún
campesino sin tierra, ningún trabajador sin derechos, ninguna persona sin la
dignidad que da el trabajo.
Queridos hermanas y hermanos:
sigan con su lucha, nos hacen bien a todos. Es como una bendición de humanidad.
Les dejo de recuerdo, de regalo y con mi bendición, unos rosarios que
fabricaron artesanos, cartoneros y trabajadores de la economía popular de
América Latina.
Y en este acompañamiento rezo por
ustedes, rezo con ustedes y quiero pedirle a nuestro Padre Dios que los
acompañe y los bendiga, que los colme de su amor y los acompañe en el camino
dándoles abundantemente esa fuerza que nos mantiene en pie: esa fuerza es la
esperanza, la esperanza que no defrauda, gracias.
28.10.14
Texto completo
de la audiencia general del miércoles 10 de diciembre
El Santo Padre
inicia un ciclo de catequesis sobre la familia, comenzando a explicar la
Asamblea de los Obispos
CIUDAD DEL VATICANO, 10 de diciembre de 2014 (Zenit.org) - Queridos
hermanos y hermanas,
hemos concluido un ciclo de
catequesis sobre la Iglesia. Damos las gracias al Señor que nos ha hecho este
camino redescubriendo la belleza y la responsabilidad de pertenecer a la
Iglesia, de ser Iglesia todos nosotros. Ahora iniciamos una nueva etapa, un
nuevo ciclo sobre el tema de la familia, que se inserta en este tiempo
intermedio entre dos Asambleas del Sínodo dedicados a esta realidad tan
importante. Por eso, antes de entrar en el recorrido sobre los distintos
aspectos de la vida familiar, hoy deseo comenzar precisamente desde la Asamblea
sinodal del pasado mes de octubre que tenía este tema: “Los desafíos pastorales
sobre la familia en el contexto de la nueva evangelización”. Es importante
recordar cómo se ha desarrollado y qué ha producido, cómo se ha desarrollado y
qué ha producido.
Durante el Sínodo, los medios de
comunicación han hecho su trabajo --había mucha expectativa, mucha atención-- y
les damos las gracias porque lo han hecho también con abundancia, muchas
noticias, muchas. Esto ha sido posible gracias a la Sala de Prensa, que cada
día ha hecho un briefing. Pero a menudo la visión de los medios era un poco del
estilo de las crónicas deportivas o políticas: se hablaba a menudo de dos
equipos, a favor y en contra, conservadores y progresistas, etc. Hoy quisiera
contar lo que ha sido el Sínodo.
En primer lugar he pedido a los Padres sinodales
hablar con franqueza y valentía y escuchar con humildad. Decir todo lo que
tenían en el corazón, con valentía. En el Sínodo no ha habido censura previa.
No ha habido. Cada uno podía, es más, debía, decir lo que tenía en el corazón,
lo que pensaba sinceramente. Peropadre, esto dará discusión. Pues claro. Lo
hemos escuchado cómo han discutido los apóstoles. Dice el texto, ha salido una
fuerte discusión, pero gritaban entre ellos. Los apóstoles, sí, porque buscaban
la voluntad de Dios sobre los paganos, si podían entrar en la Iglesia o no. Era
algo nuevo.
Siempre cuando se busca la voluntad de Dios en
una Asamblea sinodal hay distintos puntos de vista, y hay discusión, y eso no
es feo. Siempre que se haga con humildad y ánimo de servicio a la Asamblea de
los hermanos. Habría sido mala la censura previa. No, no. Cada uno tenía que
decir lo que pensaba.
Después de la Relación inicial del cardenal Erdö,
ha habido un primer momento, fundamental, en el que todos los Padres han podido
hablar y todos han escuchado. Es edificante esa actitud de escucha que tenían
los Padres. Un momento de gran libertad, en el que cada uno ha expuesto
su pensamiento con parresía y con confianza. En la base de las intervenciones
estaba el “Instrumento de trabajo”, fruto de la consulta precedente de toda la
Iglesia. Y aquí debemos dar gracias a la Secretaría del Sínodo por el gran
trabajo que ha hecho, tanto antes como durante la Asamblea. Realmente han sido
muy buenos.
Ninguna intervención ha puesto en discusión las verdades
fundamentales del sacramento del matrimonio, ninguna intervención: la
indisolubilidad, la unidad, la fidelidad y la apertura a la vida. Esto no se ha
tocado.
Todas las intervenciones han sido recogidas y así
se ha llegado al segundo momento, es decir, un borrador, que se llama la
Relación después de la discusión. También esta Relación ha sido preparada por
el cardenal Erdö, articulada en tres puntos: la escucha del contexto y de los
desafíos de la familia; la mirada fija en Cristo y el Evangelio de la familia;
la confrontación con las perspectivas pastorales. Sobre esta primera propuesta
de síntesis se ha desarrollado la discusión en los grupos, que ha sido el
tercer momento. Los grupos como siempre, estaban divididos por lenguas, porque
es mejor así, se comunican mejor: italiano, inglés, español y francés. Cada
grupo al final de su trabajo ha presentado una relación, y todas las relaciones
de los grupos se han publicado en seguida. Todo se ha dado, había
transparencia. Para que se supiera lo que pasaba.
En ese punto --es el cuarto momento-- una
comisión ha examinado todas las sugerencias surgidas en los grupos lingüísticos
y se ha hecho la Relación final, que ha mantenido el esquema precedente
--escucha de la realidad, mirada al Evangelio y compromiso pastoral-- pero ha
tratado de incorporar el fruto de las discusiones en los grupos. Como siempre,
se ha aprobado también un Mensaje final del Sínodo, más breve y más divulgativo
respecto a la Relación.
Este ha sido el desarrollo de la Asamblea
sinodal. Alguno de vosotros puede preguntarme, ‘pero padre, ¿han discutido los
Padres’ No se si han discutido, pero que han hablado fuerte sí, realmente
¿eh? . Y esta es precisamente la libertad que hay en la Iglesia. Todo ha
sucedido ““cum Petro et sub Petro”, es decir, con la presencia del Papa, que es
garantía de libertad y de confianza para todos, y garantía de la ortodoxia. Y
al final con mi intervención di una lectura sintética de la experiencia
sinodal.
Por tanto, los documentos oficiales salidos del
Sínodo son tres: el Mensaje final, la Relación final y el discurso final del
Papa. No hay otros.
La Relación final, que ha sido el punto de
llegada de toda la reflexión, desde las diócesis hasta ese momento, ahora se ha
publicado, ayer se ha publicada y se envía a las Conferencias Episcopales, que
la discutirán en vista de la próxima Asamblea, la Ordinaria del 2015. Digo que
ayer se ha publicado, se había publicado antes, pero ayer se ha publicado con
las preguntas que se hacen a lasConferencias Episcopales, se convierte en
Lineamenta del próximo Sínodo.
Debemos saber que el Sínodo no es un parlamento,
vienen representantes de esta Iglesia, de esta Iglesia… no es eso. Son
representada sí, pero la estructura no es parlamentaria, es totalmente
diferente. El Sínodo es un espacio protegido para que el Espíritu Santo pueda
trabajar; no ha habido confrontación entre facciones, como en el Parlamento que
ahí es lícito, sino una confrontación entre obispos, que se ha dado después de
un largo trabajo de preparación y que ahora proseguirá en otro trabajo, para el
bien de las familias, de la Iglesia y de la sociedad. Es un proceso, es el
camino sinodal normal. Ahora, esta Relatio vuelve a las Iglesias particulares y
continúa en esas Igleeias, el trabajo de oración, reflexión, discusión fraterna
para preparar la próxima Asamblea. Esto es el Sínodo de los Obispos. Lo
confiamos a la protección de la Virgen, nuestra Madre. Que Ella nos ayude a
seguir la voluntad de Dios tomando las decisiones que ayuden más y mejor a la
familia. Os pido que acompañéis este recorrido sinodal, hasta el próximo, con
la oración. Que el Señor nos ilumine, nos haga ir hacia la madurez de lo que
debemos decir a todas las Igleias como Sínodo. En esto es importante vuestra
oración.
11.12.14
Francisco en
Sta. Marta: Dios nos ama gratuitamente como una madre
En la homilía
de este jueves, el Santo Padre habla de la ternura de Dios y recuerda que la
gracia no se puede comercializar
CIUDAD DEL VATICANO, 11 de
diciembre de 2014 (Zenit.org) - Dios salva
a su pueblo no desde lejos sino haciéndose cercano, con ternura. Lo ha
recordado el santo padre Francisco esta mañana en la homilía de la misa
celebrada en Santa Marta. Asimismo, ha indicado que Dios es como una madre, nos
ama gratuitamente, pero nosotros a menudo queremos controlar esta gracia en una
especia de contabilidad espiritual.
Y el Papa ha hecho referencia al
profeta Isaías para hacer una comparación: “Es tanta la cercanía que Dios se
presenta aquí como una mamá, como una mamá que dialoga con su niño: una madre
cuando canta la nana al niño y toma la voz del niño y se hace pequeña como el
niño y habla con el tono del niño hasta hacer el ridículo si uno no entiende
qué hay allí de grande". Pero, ha preguntado el Santo Padre: “¿cuántas
veces una madre dice estas cosas al niño mientras lo acaricia ¿eh?" Y ha
añadido: "y lo acaricia, y lo hace más cercano a él. Y Dios hace así. Es
la ternura de Dios. Está tan cerca de nosotros que se expresa con esta ternura:
la ternura de una mamá”.
De este modo, el Pontífice ha
afirmado que Dios nos ama gratuitamente como una madre y su niño. Y el niño “se
deja amar”: “esta es la gracia de Dios”.
A propósito, el Santo Padre ha
precisado que “nosotros, muchas veces, para estar seguros, queremos controlar
la gracia” y “en la historia y también en nuestra vida tenemos la tentación de
comercialización la gracia” hacerlo “como una mercancía o una cosa controlable”
quizá diciéndonos a nosotros mismos: “Pero, yo tengo mucha gracia”, o “tengo el
alma limpia, estoy en gracia”.
El Papa lo ha explicado: “y así esta verdad tan
bonita de la cercanía de Dios resbala en una contabilidad espiritual: ‘No, yo
hago esto porque esto me dará 300 días de gracia… Yo hago esto otro porque esto
me dará esto, y así acumulo gracia’”. De este modo, Francisco ha preguntado:
¿pero qué es la gracia? ¿Una mercancía? “Así parece que sí”, ha advertido. El
Papa ha recordado que “en la historia esta cercanía de Dios a su pueblo ha sido
traicionada por esta actitud nuestra, egoísta, de querer controlar la gracia,
comercializarla”.
El Papa ha recordado los grupos que al tiempo de
Jesús quería controlar la gracia: los fariseos, esclavos de las muchas leyes
que cargaban sobre las espaldas del pueblo; los saduceos, con sus compromisos
políticos; los esenios, buenos, buenísimos pero tenían mucho miedo y no
arriesgaban, terminaban por aislarse en sus monasterios; los zelotes, para los
cuales la gracia de Dios era la guerra de la liberación, otra manera de
comerciar la gracia.
Pero, el santo padre Francisco, ha observado en
la homilía que “la gracia de Dios es otra cosa: es cercanía, es ternura. Esta
regla sirve siempre. Si tú en tu relación con el Señor no sientes que Él te ama
con ternura, aún te falta algo, aún no has entendido qué es la gracia, aún no has
recibido la gracia que está cercana”.
Por otro lado, el Obispo de Roma ha recordado una
confesión de hace muchos años, cuando una mujer se maceraba sobre la validez de
una misa a la que asistió un sábado por la tarde para un boda, con lecturas
distintas de las del domingo. Esta fue su respuesta: “Pero, señora, el Señor la
ama mucho. Ella ha ido allí, ha recibido la comunión, ha estado con Jesús...
Pero, esté tranquila, el Señor no es un comerciante, el Señor ama, está cerca”.
Para finalizar, el Papa ha recordado que “san
Pablo reacciona con fuerza contra esta espiritualidad de la ley. ‘Yo soy justo
si hago esto, esto, esto. Si no hago esto no soy justo’. Pero tú eres justo
porque Dios se ha acercado a tí, porque Dios te acaricia, porque Dios te dice
estas cosas bonitas con ternura: esta es nuestra justicia, esta cercanía de
Dios, esta ternura, este amor. Aún a riesgo de parecer ridículo nuestro Dios es
muy bueno”.
Y así, para concluir la homilía, Francisco ha
indicado que “si nosotros tuviéramos la valentía de abrir nuestro corazón a
esta ternura de Dios, ¡cuánta libertad espiritual tendríamos! ¡Cuánta!” Por
último, el Santo Padre ha invitado a tomar hoy la Biblia y leer Isaías,
capítulo 41, verso del 13 al 20. “Esta ternura de Dios, este Dios que nos
canta a cada uno de nosotros la nana, como una mamá”.
12.12.14
Texto completo
de la homilía del Papa en la misa de la Virgen de Guadalupe
Del 12 de
diciembre 2014, en la basílica de San Pedro.
CIUDAD DEL VATICANO, 12 de
diciembre de 2014 (Zenit.org) - «Que te
alaben, Señor, todos los pueblos. Ten piedad de nosotros y bendícenos; Vuelve,
Señor, tus ojos a nosotros. Que conozca la tierra tu bondad y los pueblos tu
obra salvadora. Las naciones con júbilo te canten, porque juzgas al mundo
con justicia (...)» (Sal 66).
La plegaria del salmista, de
súplica de perdón y bendición de pueblos y naciones y, a la vez, de jubilosa
alabanza, expresa el sentido espiritual de esta celebración Eucarística. Son
los pueblos y naciones de nuestra Patria Grande latinoamericana los que hoy
conmemoran con gratitud y alegría la festividad de su “patrona”, Nuestra Señora
de Guadalupe, cuya devoción se extiende desde Alaska a la Patagonia. Y con
Gabriel Arcángel y santa Isabel hasta nosotros, se eleva nuestra oración
filial: «Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo...»
(Lc 1,28).
En esta festividad de Nuestra
Señora de Guadalupe, haremos memoria agradecida de su visitación y compañía
materna; cantaremos con Ella su “magnificat”; y le confiaremos la vida de
nuestros pueblos y la misión continental de la Iglesia.
Cuando se apareció a San Juan Diego
en el Tepeyac, se presentó como “la perfecta siempre Virgen Santa María, Madre
del verdadero Dios” (Nican Mopohua); y dio lugar a una nueva visitación.
Corrió premurosa a abrazar también a los nuevos
pueblos americanos, en dramática gestación. Fue como una «gran señal aparecida
en el cielo ... una mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies» (Ap 12,1),
que asume en sí la simbología cultural y religiosa de los indígenas, y anuncia
y dona a su Hijo a los nuevos pueblos de mestizaje desgarrado. Tantos saltaron
de gozo y esperanza ante su visita y ante el don de su Hijo y la más perfecta
discípula del Señor se convirtió en la «gran misionera que trajo el Evangelio a
nuestra América» (Aparecida, 269). El Hijo de María Santísima, Inmaculada
encinta, se revela así desde los orígenes de la historia de los nuevos pueblos
como “el verdaderísimo Dios por quien se vive”, buena nueva de la dignidad
filial de todos sus habitantes. Ya nadie más es siervo sino todos somos hijos
de un mismo Padre y hermanos entre nosotros. Y siervos en el siervo.
La Santa Madre de Dios no sólo visitó a estos
pueblos sino que quiso quedarse con ellos. Dejó estampada misteriosamente su
sagrada imagen en la “tilma” de su mensajero para que la tuviéramos bien
presente, convirtiéndose así en símbolo de la alianza de María con estas
gentes, a quienes confiere alma y ternura. Por su intercesión, la fe cristiana
fue convirtiéndose en el más rico tesoro del alma de los pueblos americanos,
cuya perla preciosa es Jesucristo: un patrimonio que se transmite y manifiesta
hasta hoy en el bautismo de multitudes de personas, en la fe, esperanza y
caridad de muchos, en la preciosidad de la piedad popular y también en ese
ethos de los pueblos que se muestra en la conciencia de dignidad de la persona
humana, en la pasión por la justicia, en la solidaridad con los más pobres y
sufrientes, en la esperanza a veces contra toda esperanza
Por eso, nosotros, hoy aquí, podemos continuar
alabando a Dios por las maravillas que ha obrado en la vida de los pueblos
latinoamericanos. Dios “ha ocultado estas cosas a sabios y entendidos, dándolas
a conocer a los pequeños, a los humildes, a los sencillos de corazón” (cf. Mt
11,21).
En las maravillas que ha realizado el Señor en
María, Ella reconoce el estilo y el modo de actuar de su Hijo en la historia de
la salvación. Trastocando los juicios mundanos, destruyendo los ídolos del
poder, de la riqueza, del éxito a todo precio, denunciando la autosuficiencia,
la soberbia y los mesianismos secularizados que alejan de Dios, el cántico
mariano confiesa que Dios se complace en subvertir las ideologías y jerarquías
mundanas.
Enaltece a los humildes, viene en auxilio de los
pobres y pequeños, colma de bienes, bendiciones y esperanzas a los que confían
en su misericordia de generación en generación, mientras derriba de sus tronos
a los ricos, potentes y dominadores.
El “Magnificat” así nos introduce en las
“bienaventuranzas”, síntesis y ley primordial del mensaje evangélico. A su luz,
hoy nos sentimos movidos a pedir una gracia, la gracia tan cristiana: que el
futuro de América Latina sea forjado por los pobres y los que sufren, por los
humildes, por los que tienen hambre y sed de justicia, por los compasivos, por
los de corazón limpio, por los que trabajan por la paz, por los perseguidos a
causa del nombre de Cristo, “porque de ellos es el Reino de los cielos”.
Sea la gracia de ser forjados por ellos, a los
cuales hoy día el sistema idolátrico de la cultura del descarte los relega a la
categoría de esclavos, de objetos de aprovechamiento o simplemente a
desperdicio.
Y hacemos esta petición porque América Latina es
el continente de la esperanza; porque de ella se esperan nuevos modelos de
desarrollo que conjuguen tradición cristiana y progreso civil, justicia y
equidad con reconciliación, desarrollo científico y tecnológico con sabiduría
humana, sufrimiento fecundo con alegría esperanzadora. Sólo es posible
custodiar esa esperanza con grandes dosis de verdad y amor, fundamentos de toda
la realidad, motores revolucionarios de auténtica vida nueva.
Pongamos estas realidades y estos deseos en la
mesa del altar, como ofrenda agradable a Dios. Suplicando su perdón y confiando
en su misericordia, celebramos el sacrificio y victoria pascual de Nuestro
Señor Jesucristo.
El es el único Señor, el “libertador” de todas
nuestras esclavitudes y miserias derivadas del pecado. Él es la piedra angular
de la Historia y fue el gran descartado.
Él nos llama a vivir la verdadera vida, una vida
más humana, una convivencia de hijos y hermanos, abiertas ya las puertas de la
«nueva tierra y los nuevos cielos» (Ap 21,1).
Suplicamos a la Santísima Virgen María, en su
advocación guadalupana –a la Madre de Dios, a la Reina, a la Señora mía, a mi
jovencita, a mi pequeña, como la llamó san Juan Diego, y con todos los
apelativos cariñosos con los que se dirigen a Ella en la piedad popular–, le
suplicamos que continúe acompañando, auxiliando y protegiendo a nuestros
pueblos.
Y que conduzca de la mano a todos los hijos que
peregrinan en estas tierras al encuentro de su Hijo, Jesucristo, Nuestro Señor,
presente en la Iglesia, en su sacramentalidad, y especialmente en la
Eucaristía, presente en el tesoro de su Palabra y enseñanzas, presente en el
santo pueblo fiel de Dios, en los que sufren y en los humildes de corazón.
Y si este programa tan audaz nos asusta o la
pusilanimidad mundana nos amenaza, que Ella nos vuelva a hablar al corazón y
nos haga sentir su voz de madre, de madrecita, de madraza, ¿Por qué tienes
miedo si yo estoy aquí que soy tu madre?
13.12.14
Francisco:
'Ayudar a los últimos es anunciar la alegría del Evangelio'
El Santo Padre
recuerda que 'Es necesario el testimonio de la caridad en mundo que rechaza a
quienes no son más rentables'
CIUDAD DEL VATICANO, 13 de
diciembre de 2014 (Zenit.org) - El santo
padre Francisco recibió este sábado en el Vaticano, en la sala del Concistorio,
a una delegación de los Amigos de Gabriel Rosset y del Hogar de Nuestra Señora
de los desamparados, provenientes desde la ciudad francesa de Lyon, y
acompañados por el cardenal Philippe Barbarin.
El Santo Padre como primera cosa les indicó que aprecia “el compromiso que
ellos adoptaron con los más pobres, con aquellos que la sociedad rechaza, que
no tienen más techo ni comida para saciar el hambre, ni trabajo, y por lo tanto
sin dignidad”. Recordó que el fundador Gabriel Rosset, había escuchado el grito
de los pobres y respondió con generosidad a esta llamada.
“Esta llamada no es otra cosa que la llamada del propio Cristo que sufre en
la personas que atienden, tocan sus heridas y las curan, y al mismo tiempo
ellas dan un testimonio muy profundo, porque a través de ellas se encuentra a
Jesús” dijo el Papa, y preciso que en realidad “los pobres nos evangelizan cada
día, nos comunican la la sabiduría de Dios, misteriosamente”.
El Santo Padre profundizó más el
conceptos: “El mundo actual necesita con urgencia, este testimonio de
misericordia divina”. Y porque hoy más que nunca la persona humana es
“rechazada como inútil cuando no es más rentable”.
Por el contrario, “Dios reconoce siempre en ella
la dignidad y la nobleza de un joven muy amado. Él tiene un lugar privilegiado
en su corazón. El pobre es el preferido del Señor, el está en el centor del
evangelio”.
El Pontífice les agradeció por ese testimonio de
misericordia, por tantas acciones concretas, gestos simples y calurosos con los
cuales alivian a las personas de sus miserias, dándole una esperanza nueva, y
restituyéndole su dignidad.
“No hay manera más hermosa de anunciar al mundo
de hoy la alegría del Evangelio. La opción por los últimos, por aquellos a quienes
la sociedad rechaza y deja de lado es una señal que siempre podemos dar, un
signo que vuelve eficaz el testimonio de Cristo muerto y resucitado”.
En este tiempo de Adviento, el papa Francisco
invitó a los presentes a “dirigir nuestra mirada a la Virgen María que nos ha
dado el Salvador del mundo”. Y les dio un consejo: el de “estar bien sujetos al
nombre de vuestro fundador que quiso dar a su obra el de 'Nuestra Señora de los
desamparados'. Y exclamó: “¡Qué lindo nombre: la madre de Jesús que cobija a
sus hijos!”.
Y concluyó recordando: “El Corazón de María está
lleno de compasión por todos los hombres, especialmente por los pobres y más
desvalidos, los que sufren más necesidad”. Y que a través de ellos se
manifiesta “su ternura material, como el de la Iglesia”.
Y concluyó: “Le pido a la Virgen de los
desamparados, para que les cuide en este camino, les vuelva fecundos en la
dedicación, y de fe y esperanza a todos aquellos que encuentren”.
14.12.14
El Papa visita
una parroquia e invita a llevar la alegría de Jesús
Es la octava
visita del Obispo de Roma en su diócesis. Pidió rezar, y buscar la alegría
verdadera y no la del consumismo
ROMA, 14 de diciembre de 2014 (Zenit.org) - El santo
padre Francisco ha ido este domingo por la tarde a una parroquia romana, en el
barrio Aurelio, periferia urbana dentro del cinturón de autopista que rodea la
ciudad de Roma. Es la octava visita que el Obispo de Roma realiza en una
parroquia, durante su pontificado.
El Papa llegó poco antes de las
16 horas en un auto utilitario, y fue recibido por una multitud deseosa de
verlo y de estar con él. El Santo Padre saludó a muchos de los presentes, entró
a la parroquia y volvió a salir para saludar a otros fieles.
Ya en los salones, un par de
niños le hicieron algunas preguntas, y después estuvo con una decena de gitanos
que viven a 16 kilómetros de allí, una comunidad poco integrada en la cual hay
dos mamás jóvenes que piden limosna y bautizaron a sus hijos en dicha iglesia.
Recibió también a 25 representantes de familias en situación de fragilidad que
están en un edificio a alguna distancia de allí y que son apoyados por jóvenes
de la comunidad de San Egidio y del proyecto 'Dame una mano'.
A las 17,30 aproximadamente el
Santo Padre presidió la santa misa, con paramento rosado. Concelebró el
cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini; el cardenal Giuseppe Bertello; el
obispo auxiliar del sector oeste de la ciudad; el párroco, vicepárrocos, y
otros sacerdotes.
En su homilía el Papa recordó que "la
alegría de la Navidad es una alegría especial, no es una alegría solamente para
el día de Navidad pero para toda la vida del cristiano, una alegría serena
tranquila, una alegría que siempre acompaña al cristiano, también en los
momentos difíciles, en los momentos de dificultad, esta alegría se vuelve paz.
El verdadero cristiano no pierde nunca la paz, porque la paz es un don
cristiano".
Indicó que "una buena comida esta bien, pero
esa no es la alegría cristiana de la que hablamos hoy, la alegría cristiana es
otra cosa”. Y que la alegría cristiana "se encuentra en la
oración". Es necesario saber decir: "Gracias Señor por tantas cosas
lindas". Hay gente que no saben agradecer a Dios y busca siempre algo para
lamentarse. Recordó que había conocido a una monja buena que le llamaban
'sor lamentosa', e invitó a aceptar las dificultades de la vida sin lamentarse.
"Eso no es cristiano. Hace mal encontrar a cristianos que tienen la cara
amarga de quien no tiene paz. Nunca un santo o santa tuvo cara fúnebre", y
durante los sufrimientos "tienen el rostro de la paz". Y recordar
cuantas cosas Dios nos ha dado.
Incentivó también a "llevar a los otros el
feliz anuncio", a los necesitados, para proclamar al Señor. Porque “ir a
los otros es la vocación del cristiano”. Llevar "la paz, la unción
de Jesús, ese aceite de Jesús que hace tanto bien y consuela a los otros".
En particular en este tiempo de Adviento, cuando
faltan solamente 13 días para la Navidad pidió: primero, "rezar para
que yo viva esa alegría en la preparación de la Navidad, con la alegría
verdadera y no con la del consumismo, en ansia porque me falta esto o aquello,
esa no es la alegria"; segundo: agradecer las cosas buenas que el Señor
nos ha dado, y agradecer la fe; tercero, ir y llevar un poco de paz y de
alegría al necesitado o al enfermo.
15.12.14
En Sta. Marta:
'La hipocresía negocia todo menos la apariencia'
En la homilía
de este lunes, el Santo Padre invita a pedir al Señor la gracia de sentirnos
pecadores. Cristo es la roca y no se negocia
CIUDAD DEL VATICANO, 15 de
diciembre de 2014 (Zenit.org) - Jesús nos
hace misericordiosos hacia la gente, mientras quien tiene el corazón débil porque
no está fundado en Jesucristo corre el riesgo de ser rígido en la disciplina
exterior, pero hipócrita y oportunista dentro. Así lo ha afirmado el santo
padre Francisco esta mañana en la homilía de la misa celebrada en Santa Marta.
Haciendo referencia al Evangelio
del día, en el que los jefes de los sacerdotes preguntan a Jesús con qué
autoridad hace sus obras. Pregunta que demuestra “el corazón hipócrita” de esta
gente, tal y como ha observado el Papa. “A ellos no les interesaba la verdad”,
buscaban solo sus intereses e iban “según el viento: ‘conviene ir por aquí,
conviene ir por allí...’ eran veletas’”, ha explicado. Y ha precisado que
tenían un corazón sin consistencia. Y así negociaban todo: “negociaban la
libertad interior, negociaban la fe, negociaban la patria, todo, menos las
apariencias. A ellos les importaba salir bien en las situaciones”.
Al respecto, el Santo Padre ha
advertido que alguno de vosotros podrá decirme: “Pero padre, esta gente era
seguidora de la ley: el sábado no caminaban más de cien metros --o no sé
cuántos se podían hacer-- nunca, nunca iba a la mesa sin lavarse las manos y
hacer las abluciones; pero era gente que seguía la ley, muy segura en sus
costumbres’”. A lo que el Papa ha respondido: “sí, es verdad, pero en las
apariencias. Eran fuertes, pero fuera. Estaban cubiertos. El corazón era muy
débil, no sabían en qué creían. Y por esto su vida era, la parte de fuera
regulada, pero el corazón iba de un lado a otro: el corazón débil y una piel
cubierta, fuerte, dura”.
El papa Fracisco ha recordado en su homilía que
Jesús nos enseña que “el cristiano debe tener el corazón fuerte, el corazón
equilibrado, el corazón quecrece sobre la roca, que es Cristo, y después en la
forma de caminar, caminar con prudencia”. Y así ha añadido que “no se negocia
con el corazón, no se negocia con la roca. La roca es Cristo, no se negocia”.
A propósito, el Pontífice ha afirmado que “este
es el drama de la hipocresía de este gente”. Y Jesús no negociaba --ha
explicado-- pero su corazón de Hijo del Padre, estaba muy abierto a la gente,
buscando caminos para ayudar.
El Papa ha recordado también cuando “Pío XII nos
liberó de esta cruz tan pesada que era el ayuno eucarístico”. Y lo ha explicado
así: “pero alguno de vosotros quizá recuerda. No se podía ni siquiera beber una
gota de agua. ¡Ni siquiera! Y para lavarse los dientes, se debía hacer de forma
que el agua no fuera tragada. Yo mismo de niño fui a confesarme de haber hecho
la comunión, porque creía que una gota de agua había ido dentro”.
De este modo, el Santo Padre ha explicado que Pío
XII no ha tocado la disciplina de la Iglesia, y “muchos fariseos se
escandalizaron” porque “Pío XII hizo como Jesús: ha visto la necesidad de la
gente”.
Por eso Jesús denuncia la hipocresía y el
oportunismo. El Pontífice ha indicado que “también nuestra vida se puede
convertir así, también nuestra vida. Y algunas veces, cuando yo he visto un
cristiano, una cristiana así, con el corazón débil, no parado, no equilibrado
en la roca --Jesús-- y con mucha rigidez fuera, he pedido al Señor: ‘Pero
Señor, tírale una cáscara de plátano delante, para que se resbale, se
avergüence de ser pecador y así te encuentre, que Tú eres el Salvador’. Eh,
muchas veces un pecado nos hace avergonzarnos tanto y encontrar al Señor, que
nos perdona, como estos enfermos que están aquí e iban donde el Señor para ser
sanados”. Pero, el Pontífice ha recordado que la gente sencilla no se equivoca,
a pesar de las palabras de estos doctores de la ley, “porque la gente sabía,
tenía ese instinto de la fe”.
Al finalizar la homilía, el Papa ha hecho una
oración: “Pido al Señor la gracia de que nuestro corazón sea sencillo, luminoso
con la verdad que Él nos da, y así podamos ser amables, perdonar, comprensivos
con los otros, de corazón grande con la gente, misericordiosos. Nunca condenar,
nunca condenar. Si tú tienes ganas de condenar, condénate a ti mismo, que algún
motivo tendrás ¿eh?”. Y para concluir ha invitado a pedir al Señor “la gracia
de que nos de esta luz interior, que nos convenza de que la roca es solamente
Él y no tantas historias que nos hacemos como cosas importantes; y que Él nos diga
--¡Él nos diga!-- el camino, Él nos acompañe en el camino, nos ensanche el
corazón, para que puedan entrar los problemas de mucha gente y Él nos dé una
gracia que esta gente no tenía: la gracia de sentirnos pecadores”.
16.12.14
Francisco en
Sta. Marta: la salvación exige un corazón humilde y pobre
En la homilía
de este martes, el Santo Padre invita a tener la valentía de confiar en el
Señor sin reservas, dándole la 'lista' de los propios pecados
CIUDAD DEL VATICANO, 16 de
diciembre de 2014 (Zenit.org) - La
humanidad salva al hombre a los ojos de Dios, la soberbia lo pierde. La clave
esta en el corazón. Lo ha afirmado esta mañana el Santo Padre Francisco en la
homilía de la misa celebrada en Santa Marta.
De este modo, ha recordado que el
corazón del humilde está abierto, acepta una corrección y se fía de Dios. Sin
embargo, el del soberbio es al opuesto: arrogante, cerrado, no conoce la
vergüenza, es impermeable al corazón de Dios. El Papa ha hecho una reflexión
basándose en el pasaje del profeta Sofonías junto con la lectura del Evangelio.
Ambos textos, ha indicado Francisco, hablan de un "juicio" del que
dependen salvación y condena.
Tal y como ha explicado el
Pontífice, el situación descrita por el profeta Sofonías es la de una ciudad
rebelde, en la cual aún hay un grupo que se arrepiente de los propios pecados.
Esto, ha subrayado el Papa, es el pueblo de Dios que tiene en sí las "tres
características" de "humildad, pobreza, confianza en el Señor".
Pero en la ciudad están también los que "no han aceptado la corrección, no
han confiado en el Señor " y a ellos, ha señalado el Santo Padre, les
tocará la condena.
"Estos no pueden recibir la Salvación. Están
cerrados a la Salvación. 'Dejare en medio de ti un pueblo humilde y pobre;
confiara en el nombre del Señor', para toda la vida. Y esto hasta hoy ¿no?
Cuando vemos el santo pueblo de Dios que es humilde, que tiene sus riquezas en
la fe en el Señor, en la confianza en el Señor -el pueblo humilde, pobre que
confía en el Señor: y estos son salvados y este es el camino de la Iglesia ¿no?
Debe ir por este camino, no por el otro camino que no escucha la voz, que no
acepta la corrección y no confía en el Señor".
La escena del Evangelio es la del contraste entre
los dos hijos enviados por el padre a trabajar a la viña. El primero rechaza
pero después se arrepiente y va, el segundo dice sí al padre pero en realidad
le engaña. Jesús cuenta esta historia a los jefes del pueblo, afirmando con
claridad que son ellos los que no han querido escuchar la voz de Dios a través
de Juan y que por esto en el Reino de los Cielos serán superados por publicanos
y prostitutas, que en cambio creyeron en Juan. Y el escándalo suscitado por
esta última afirmación, ha observado el Papa, es idéntico al de tantos
cristianos que se sienten "puros" solo porque van a misa y reciben la
comunión. Pero Dios, ha dicho, necesita otra cosa.
"Si tu corazón no es un corazón arrepentido, si no escuchas al Señor, no aceptas la corrección y no confías en Él, tienes un corazón no arrepentido. Pero estos hipócritas que se escandalizan de lo que dice Jesús sobre los publicanos y las prostitutas, pero después a escondidas van donde ellos o para desahogar sus pasiones o para hacer negocios -pero siempre a escondidas- ¡eran puros! Y a estos el Señor no los quiere".
Este juicio "nos da esperanza", ha
asegurado Francisco. A condición, ha concluido, de que se tenga la valentía de
abrir el corazón a Dios sin reservas, dándole también la "lista" de
los propios pecados. Y para explicarlo, el Obispo de Roma ha recordado la
historia de aquel santo que pensaba haber dado todo al Señor, con extrema
generosidad.
"Escuchaba al Señor, iba siempre según su voluntad, daba al Señor y el Señor: 'Pero tú, aún no me has dado una cosa'. Y el pobre era tan bueno y dice: 'Pero, Señor, ¿qué no te he dado? Te he dado mi vida, trabajo por los pobres, trabajo por la catequesis, trabajo aquí, trabajo allí…'. 'Pero hay algo que aún no me has dado'. -'¿Qué, Señor?'. 'Tus pecados'. Cuando seamos capaces de decir al Señor: 'Señor, estos son mis pecados -no son de ese, de ese otro, son los míos… Son los míos. Tómalos tú y así me salvaré'- cuando seamos capaces de hacer esto nosotros seremos ese hermoso pueblo, 'pueblo humilde y pobre', que confía en el nombre del Señor. El Señor nos conceda esta gracia".
"Escuchaba al Señor, iba siempre según su voluntad, daba al Señor y el Señor: 'Pero tú, aún no me has dado una cosa'. Y el pobre era tan bueno y dice: 'Pero, Señor, ¿qué no te he dado? Te he dado mi vida, trabajo por los pobres, trabajo por la catequesis, trabajo aquí, trabajo allí…'. 'Pero hay algo que aún no me has dado'. -'¿Qué, Señor?'. 'Tus pecados'. Cuando seamos capaces de decir al Señor: 'Señor, estos son mis pecados -no son de ese, de ese otro, son los míos… Son los míos. Tómalos tú y así me salvaré'- cuando seamos capaces de hacer esto nosotros seremos ese hermoso pueblo, 'pueblo humilde y pobre', que confía en el nombre del Señor. El Señor nos conceda esta gracia".
17.12.14
Texto completo
de la audiencia general del miércoles 17 de diciembre
El Santo Padre
explica en su catequesis que Jesús, María y José nos ayudan a redescubrir la
vocación y la misión de la familia
CIUDAD DEL VATICANO, 17 de
diciembre de 2014 (Zenit.org) - Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Sínodo de los Obispos sobre la
Familia, celebrado recientemente, ha sido la primera etapa de un camino que
finalizará el próximo mes de octubre con la celebración de otra
Asamblea sobre el tema "Vocación y misión de la familia en la
Iglesia y en el mundo". La oración y la reflexión que tienen
que acompañar este camino involucran a todo el Pueblo de Dios. Quisiera también
que las habituales meditaciones de las audiencias de los miércoles formen parte
de este camino común. Por lo tanto, he decidido reflexionar con
vosotros, en este año, precisamente sobre la familia, sobre este gran don que
el Señor ha hecho al mundo desde el principio, cuando confirió a Adan y Eva la
misión de multiplicarse y llenar la tierra. Aquel don que Jesús ha confirmado y
sellado en su Evangelio.
La cercanía de la Navidad
enciende sobre el misterio de la familia una gran luz. La encarnación del Hijo
de Dios abre un nuevo inicio en la historia universal del hombre y de la mujer.
Y este inicio sucede en el seno de una familia, en Nazaret. Jesús nació en una
familia. Él podía venir especularmente, o como un guerrero, un emperador… No,
no. Viene como un hijo de familia, en una familia. Por eso es importante
mirar en el pesebre esta escena tan bella.
Dios ha querido nacer en una familia humana, que
ha formado Él mismo. La ha formado en una aldea remota de la periferia del
Imperio Romano. No en Roma, no en una gran ciudad, sino en una periferia casi
invisible, de hecho, más bien con mala reputación. Lo recuerdan también los
Evangelios, casi como una formade decir: "De Nazaret, ¿puede salir alguna
vez algo bueno?". Quizás, en muchas partes del mundo, nosotros mismos
hablamos todavía así, cuando escuchamos el nombre de algún lugar periférico de
una gran ciudad. Pues bien, precisamente de allí, de aquella periferia del gran
Imperio, ha comenzado la historia más santa y más buena, ¡la de Jesús entre los
hombres! Y allí estaba esta familia.
Jesús ha permanecido en esa periferia por
treinta años. El evangelista Lucas resume este periodo así: “vivía sujeto a
ellos, es decir a María y José. Pero uno dice: ¿pero este Dios que viene a
salvarnos ha perdido treinta años, allí, en aquella periferia con mala
reputación? ¡Ha perdido treinta años! Y Él ha querido esto.
El camino de Jesús estaba en esa familia. La madre conservaba todas
estas cosas en su corazón, y Jesús crecía en sabiduría, edad y gracia ante Dios
y ante los hombres". No se habla de milagros o sanaciones, no ha hecho
ninguna en aquel tiempo, no se habla de predicaciones, de muchedumbres que
acuden; en Nazaret todo parece ocurrir "normalmente", según las
costumbres de una pía y laboriosa familia israelí. Se trabajaba, la
madre cocinaba, hacía todas las cosas de la casa, planchaba las camisas… Todas
las cosas de las madres. El padre, carpintero, trabajaba, enseñaba al hijo a
trabajar. Treinta años. '¡Pero que desperdicio, padre!' Pero nunca se sabe...
Los caminos de Dios son misteriosos. ¡Pero lo que era importante allí era la
familia! Y eso no era un desperdicio, ¿eh? Eran grandes santos. María, la mujer
más santa, inmaculada, y José, el hombre más justo. La familia.
Ciertamente estaríamos enternecidos por el relato
de cómo Jesús adolescente afrontaba las citas de la comunidad religiosa y los
deberes de la vida social; al conocer cómo, cuando era un joven obrero,
trabajaba con José; y luego su modo de participar en la escucha de las
Escrituras, en la oración de los salmos y en tantas otras costumbres de la vida
cotidiana. Los Evangelios, en su sobriedad, no refieren nada acerca de la
adolescencia de Jesús y dejan esta tarea a nuestra afectuosa
meditación. El arte, la literatura, la música han recorrida esta vía de la
imaginación. Ciertamente, ¡no es difícil imaginar cuánto podrían aprender las
madres de los cuidados de María por aquel Hijo! ¡Y cuánto podrían aprovechar
los padres del ejemplo de José, hombre justo, que dedicó su vida a sostener y a
defender al niño y a la esposa --su familia-- en los momentos difíciles! ¡Y no
digamos cuánto podrían ser alentados los jóvenes por Jesús
adolescente a comprender la necesidad y la belleza de cultivar su vocación más
profunda y de soñar a lo grande! Y Jesús ha cultivado en aquellos treinta años
su vocación por la cual el Padre lo ha enviado, ¿no? Dios Padre. Jesús jamás en
aquel tiempo se ha desalentado, sino que ha crecido en valentía para
seguir adelante con su misión.
Cada familia cristiana --como hicieron María
y José-- puede antes que nada acoger a Jesús, escucharlo, hablar con Él,
custodiarlo, protegerlo, crecer con Él; y así mejorar el mundo. Hagamos espacio
en nuestro corazón y en nuestras jornadas al Señor. Así hicieron también María
y José, y no fue fácil: ¡cuántas dificultades tuvieron que superar! No era una
familia de mentira, no era una familia irreal. La familia de Nazaret nos
compromete a redescubrir la vocación y la misión de la familia, da toda
familia. Y como ocurrió en aquellos treinta años en Nazaret, así puede nos
puede suceder también a nosotros: hacer que el amor sea normal y no el odio,
hacer que la ayuda mutua sea algo común, no la indiferencia o la
enemistad. Entonces, no es casualidad, que "Nazaret" signifique
"Aquella que custodia", como María, que --dice el
Evangelio-- "conservaba en su corazón todas estas cosas". Desde
entonces, cada vez que hay una familia que custodia este misterio, aunque esté
en la periferia del mundo, el misterio del Hijo de Dios, el misterio de Jesús
que viene a salvarnos, está actuando. Y viene para salvar al mundo. (Y ésta es
la grande misión de la familia, ¿eh? Hacer sitio a Jesús que viene, recibir a
Jesús en la familia, en la persona de los hijos, del marido, de la mujer, de
los abuelos, porque Jesús está allí. Acogerlo allí, para que crezca
espiritualmente en esa familia. Que el Señor nos de esta gracia en estos
últimos días antes de Navidad. Gracias.
18.12.14
Sta. Marta:
'Cuando nos equivocamos, Dios corrige la historia'
En la homilía
de este jueves, el Santo Padre recuerda que el Señor nos salva en la historia y
camina con su pueblo
CIUDAD DEL VATICANO, 18 de
diciembre de 2014 (Zenit.org) - La historia
de Dios con nosotros es siempre historia de salvación. Y debemos fiarnos de
Dios también en los momentos oscuros, aún cuando no entendemos. Así lo ha
indicado esta mañana el santo padre Francisco esta mañana en la homilía de
Santa Marta.
“Dios ha querido salvarnos en la
historia”, nuestra salvación “no es una salvación aséptica, de laboratorio”, ha
advertido. Por eso, el Papa ha recordado que Dios “ha hecho un camino en la
historia con su pueblo”. De este modo, “no hay una salvación sin historia. Y
para llegar al punto de hoy ha habido una historia larga, un historia muy
larga”, ha afirmado Francisco.
El Papa lo ha explicado de este
modo: “y así, paso a paso, se hace la historia. Dios hace la historia, también
nosotros hacemos la historia; y cuando nosotros nos equivocamos, Dios corrige
la historia y nos lleva adelante, adelante, siempre caminando con nosotros”. Si
nosotros no tenemos esto claro --ha indicado el Pontífice-- nunca entenderemos
la Navidad. Nunca entenderemos la Encarnación del Verbo.
Y ha añadido: “es todo una
historia que camina. ‘Padre, ¿ha terminado esta historia con la Navidad?’ ¡No!
Ahora aún el Señor nos salva en la historia. Y camina con su pueblo”.
Así, Francisco ha recordado que en esta historia
están los elegidos de Dios, esas personas que Él elige para ayudar a su pueblo
a ir adelante, como Abraham, Moisés, Elías. Para ellos “hay algunos momentos
difíciles”, “momentos oscuros, momentos incómodos, momentos que molestan”, ha
observado el Papa. Personas que quizá quieren vivir tranquilas pero que “el
Señor incomoda. ¡El Señor nos incomoda para hacer la historia! Nos hace ir
muchas veces sobre caminos que nosotros no queremos”, ha exclamado el Santo
Padre.
Por otro lado, Francisco ha recordado que el
Evangelio del día habla “de otro momento difícil de la historia de la
salvación”, en el que José descubre que su prometida, María, está embarazada. A
propósito, el Pontífice ha explicado que “él sufre, ve las mujeres del pueblo
chismorreando en el mercado; pero él sufre. ‘¡Pero esta es buena, yo la
conozco! Es una mujer de Dios. ¿Pero qué me ha hecho? ¡No es posible!’ Si la
acusa, la lapidarán. Pero no quiere, aún si no entiende. Sabe que María es
incapaz de ser infiel”. Y de este modo el Papa ha señalado que “en estos
momentos difíciles estos elegidos de Dios, para hacer la historia deben cargar
el problema a sus espaldas, sin entender”. Así, “el Señor hace la historia”.
Francisco ha proseguido indicando que “así hace
José, el hombre que en el momento más feo de su vida, el momento más oscuro,
toma sobre sí el problema. Y él se acusa a sí mismo a los ojos de los otros
para cubrir a su esposa”. Quizá --ha observado-- algún psicoanalista dirá que
este sueño es el condensado de la angustia, que busca una salida… que digan lo
que quieran. Pero lo que José hizo después del sueño, tal y como ha recordado
el Papa, toma consigo a su esposa. “No entiendo nada, pero el Señor me ha dicho
esto y este aparecerá como mi hijo”.
Y así, ha proseguido la homilía indicando que
“hacer historia con su pueblo significa para Dios caminar y poner a prueba a
sus elegidos”. Pero al final los salva: “recordamos siempre, con confianza,
también en los momentos más difíciles, también en los momentos de enfermedad,
cuando nos damos cuenta que debemos pedir la extrema unción, porque no hay
salida, decir: ‘Pero Señor, ¡la historia no ha comenzado conmigo ni terminará
conmigo! Tú ve hacia adelante, yo estoy dispuesto!'” Y así, “ponernos en las
manos del Señor”.
A continuación, Francisco ha preguntado qué nos enseñan los elegidos de
Dios.
“Que Dios camino con nosotros, que Dios hace
historia, que Dios nos pone a la prueba, que Dios nos salva en los momentos más
difíciles, porque Dios es nuestros Padre. Y según Pablo es nuestro Papá”, ha
explicado.
Para finalizar la homilía, el Pontífice ha pedido
que “el Señor nos haga entender este misterio de su caminar con su pueblo en la
historia, de su poner a prueba a sus elegidos, que toman sobre ellos los
dolores, los problemas , también la apariencia de los pecadores --pensemos en
Jesús-- para llevar adelante la historia”.
19.12.14
Francisco en
Sta. Marta: Dios vuelve nuevas todas las cosas
El Papa en la
última homilía de este año en Santa Marta, advierte sobre algunas
esterilidades en la Iglesia
CIUDAD DEL VATICANO, 19 de
diciembre de 2014 (Zenit.org) - Que la
Iglesia sea madre, y no una empresa. Es el deseo que formuló el papa Francisco
en la misa de Santa Marta, la última de este año, con grupo de fieles y
homilía. De este modo, el Pontífice ha hablado de la “nueva creación”,
representada por el nacimiento de Jesús, que hace nuevas todas las cosas.
El Papa ha reflexionado en su
homilía de las Lecturas del día que narran los nacimientos milagrosos de Sansón
y de Juan Bautista. Dos mujeres que de estériles se vuelven fértiles. Francisco
ha señalado que en el pueblo de Israel era considerada casi “una maldición el
no tener hijos” y ha mencionado que en la Biblia hay muchas mujeres estériles y
allí “el Señor hace el milagro”. El Santo Padre ha subrayado que la Iglesia
“nos hace ver este símbolo de esterilidad precisamente antes del nacimiento de
Jesús, también de una mujer incapaz de tener un hijo por su decisión de
permanecer virgen”. Esto --ha señalado el Papa-- es el signo de la humanidad
incapaz de dar un paso más. Por tanto, la Iglesia quiere hacernos reflexionar
sobre la humanidad estéril.
Y Francisco lo explica así: “de
la esterilidad, el Señor es capaz de recomenzar una nueva descendencia, una
nueva vida. Y este es el mensaje de hoy. Cuando la humanidad se agota, no puede
ir más, viene la gracia y viene el Hijo, y viene la Salvación. Y esa creación
agotada deja lugar a la nueva creación…”
Asimismo, ha recordado que “esta ‘segunda’ Creación
cuando la Tierra está agotada es el mensaje de hoy”. Francisco ha indicado que
nosotros esperamos a Aquel que es “capaz recrear todas las cosas, de volver
nuevas las cosas. Esperamos la novedad de Dios”. Y esto es Navidad. Por otro
lado, ha recordado que tanto la mujer de Manoa, madre de Sansón, como Isabel,
tendrán hijos gracias a la acción del Espíritu del Señor. El Papa se ha
preguntado cuál es el mensaje de estas lecturas: “Abrámonos al Espíritu de
Dios. Nosotros solos no podemos. Es Él quien puede hacer las cosas”.
El Pontífice ha señalado en la homilía que esto
también le hace pensar en la madre Iglesia, que también tiene muchas
esterilidades: “Cuando, por el peso de la esperanza en los mandamientos --ese
pelagianismo que todos llevamos en los huesos-- se vuelve estéril. Se cree
capaz de dar a luz... no, ¡no puede!” A propósito, el Santo Padre ha reconocido
que “la Iglesia es madre, y se hace madre solo cuando se abre a la novedad de
Dios, a la fuerza del Espíritu. Cuando se dice a sí misma: ‘Yo hago todo, pero,
he terminado, no puedo andar más’, entonces viene el Espíritu”.
Finalmente, el Obispo de Roma ha hecho una
reflexión sobre la esterilidad en la Iglesia y la apertura a la fecundidad en
la fe. “Y también, hoy es un día para rezar por nuestra madre Iglesia, por
tantas esterilidades en el pueblo de Dios. Esterilidad de egoísmos, de poder…
cuando la Iglesia cree poder todo, adueñarse de las conciencias de la gente, ir
por el camino de los fariseos, de los saduceos, sobre el camino de la hipocresía,
eh, la Iglesia es estéril”. Y ante eso el Papa sugiere “rezar”. Esta Navidad
--ha proseguido-- también haga a nuestra Iglesia abierta al don de Dios, que se
deje sorprender por el Espíritu Santo y sea una Iglesia que haga hijos, una
Iglesia madre. “Muchas veces creo que la Iglesia en algunos lugares, más que
madre es una emprendedora”, ha advertido el Santo Padre.
“Mirando esta historia de esterilidad del pueblo
de Dios y muchas historias en laHistoria de la Iglesia que han hecho a la
Iglesia estéril --ha concluido Francisco-- pidamos al Señor, hoy, mirando al
Pesebre”, la gracia “de la fecundidad de la Iglesia. Que antes de nada, la
Iglesia sea madre, como María”.
20.12.14
El Papa
advierte que la miseria más peligrosa es la lejanía de Dios
El Pontífice
ha recibido a la Asociación Comunidad Juan XXIII a quienes ha recordado que la
fe mueve montañas
CIUDAD DEL VATICANO, 20 de
diciembre de 2014 (Zenit.org) - La miseria
más peligrosa es la lejanía de Dios. Lo ha asegurado el santo padre ha recibido
a la Asociación Comunidad Juan XXIII, a quienes ha recibido en el Aula Pablo VI
del Vaticano.
Francisco, haciendo referencia a
los testimonios que han dado antes de su discurso, ha afirmado que “vuestras
historias hablan de esclavitud y de liberación, hablan de egoísmo de los que
piensan construir la existencia y se aprovechan de los otros y de la
generosidad de aquellos que ayudan al prójimo a recuperarse de la degradación
material y moral”.
Estas experiencias --ha dicho el
Papa-- resaltan las muchas formas de pobreza del que está herido nuestro mundo
y revelan la miseria más peligrosa, causa de todas las demás: “la lejanía de
Dios, la presunción de ser capaz sin Él”.
De este modo, el Santo Padre ha
precisado que esta es la miseria ciega que considera fin de la propia
existencia “la riqueza material, la búsqueda de poder y del placer y de
esclavizar a la vida de otros para lograr estos objetivos”.
A propósito ha afirmado que “es
la presencia del Señor la que marca la diferencia entre la libertad del bien y
la esclavitud del mal, que poder hacernos capaces de cumplir obras buenas y de
dibujar una alegría íntima, capaz de irradiar también sobre los que están
cerca”
Además, Francisco ha asegurado que la presencia
del Señor “ensancha los horizontes, sana los pensamientos y las emociones, no
da la fuerza necesaria para superar dificultades y pruebas”. Y afirma “allí
donde está el Señor Jesús, hay resurrección, hay vida, porque Él es la
resurrección y la vida”.
La fe --ha recordado el Papa-- mueve las montañas
de la indiferencia y de la apatía, del desinterés y del estéril repliegue sobre
sí mismos. “La fe abre las puertas de la caridad haciendo desear imitar a
Jesús, nos incita al bien, dándonos la valentía para actuar según el ejemplo
del Buen Samaritano”.
Hablando de Don Oreste Benzi, fundador de la
Asociación, el Papa ha indicado que “su amor por los pequeños y los pobres, por
los excluidos y los abandonados, estaba enraizado en el amor a Jesús
crucificado, que se ha hecho pobre y último por nosotros”. Del mismo modo ha
afirmado que “su valiente determinación en el dar vida y muchas iniciativas de
compartir en distintos países, brota del confiado abandono a la Providencia de
Dios, surgía de la fe en Cristo resucitado, vivo y activo, capaz de multiplicar
las pocas fuerzas y los recursos disponibles, como en un tiempo multiplicó los
panes y los peces para alimentar a las multitudes”.
El Papa ha señalado que “la providencia os ha
hecho crecer, demostrando la vitalidad del carisma del Fundador, que amaba
repetir que ‘para estar de pie en necesario estar de rodillas’”.
Para finalizar, el Pontífice ha recordado a los
presentes que “es de un corazón lleno de amor de Dios que brota la caridad por
los hermanos y las hermanas”.
21.12.14
Francisco en el
ángelus: en Navidad Jesús llama a la puerta de cada cristiano
Texto completo.
María, sin saber lo que iba a pasar, se fia totalmente de Dios y se abandona a
su amor
CIUDAD DEL VATICANO, 21 de
diciembre de 2014 (Zenit.org) - El santo
padre Francisco ha rezado esta mañana, IV Domingo de Adviento, el ángelus desde
la ventana del estudio en el Palacio Apostólico con los fieles que se han
reunido en la plaza de San Pedro.
Estas son las palabras del Papa al introducir la oración mariana:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
hoy, cuarto y último domingo de
Adviento, la liturgia quiere prepararnos a la Navidad ya a las puertas,
invitándonos a meditar el pasaje del anuncio del Ángel a María. El arcángel
Gabriel revela a la Virgen la voluntad del Señor de que ella se convierta en
madre de su Hijo unigénito: “Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por
nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo”. Fijamos la
mirada sobre esta sencilla joven de Nazaret, en el momento en el que se hace
disponible al mensaje divino con su “sí”; acogemos dos aspectos esenciales de
su actitud, que es para nosotros modelo de cómo prepararse a la Navidad.
Sobre todo su fe, su actitud de fe, que consiste
en el escuchar la Palabra de Dios para abandonarse a esta Palabra con plena
disponibilidad de mente y de corazón. Respondiendo al Ángel, María dijo: ”Yo
soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho”. En su “aquí
estoy” lleno de fe, María no sabe en qué caminos se deberá aventurar, qué
dolores deberá padecer, qué riesgos afrontar. Pero es consciente que es el
Señor quien le pide y ella se fía totalmente de Él y se abandona a su amor.
Esta es la fe de María. Otro aspecto es la capacidad de la Madre de Cristo de
reconocer el tiempo de Dios. María es aquella que ha hecho posible la
encarnación del Hijo de Dios, “la revelación del misterio, que fue guardado en
secreto desde la eternidad”. Ha hecho posible la encarnación del Verbo gracias
precisamente a su “sí” humilde y valiente. María nos enseña a acoger el momento
favorable en el que Jesús pasa en nuestra vida y pide una respuesta preparada y
generosa. Y Jesús pasa. De hecho, el misterio del nacimiento de Jesús en Belén,
sucedido históricamente hace más de dos mil años, se implementa, como evento
espiritual, en el “hoy de la liturgia”. El Verbo, que encontró morada en el
vientre virginal de María, en la celebración de la Navidad viene a llamar
nuevamente al corazón de cada cristiano. Pasa y llama. Cada uno de nosotros es
llamado a responder, como María, con un “sí” personal y sincero, poniéndose
plenamente a disposición de Dios y de su misericordia. Cuántas veces Jesús pasa
en Nuestra vida y cuántas veces nos manda un ángel. Y cuántas veces no nos
damos cuenta porque estamos muy ocupados, sumergidos en nuestros pensamientos,
en nuestros quehaceres, incluso en estos días en los preparativos de la Navidad,
que no nos damos cuenta de él que pasa y llama a la puerta de nuestro corazón
pidiendo acogida, pidiendo un sí como el de María. Un santo decía “tengo miedo
de que el Señor pase”. ¿Sabéis por qué tenía miedo? Miedo de no darse cuenta,
de dejarlo pasar. Cuando sentimos en nuestro corazón ‘quisiera ser más bueno,
más buena, me arrepiento de esto que he hecho’ aquí está el Señor que llama,
que hace sentir esto, las ganas de ser mejor, las ganas de estar más cerca de
los otros, de Dios. Si tú sientes esto, párate. El Señor está ahí. Ve a rezar y
quizá a la confesión a limpiar un poco la habitación. Eso hace bien. Pero
recuerda bien, si tú sientes esas ganas de mejorar, es Él quien llama, no
dejarlo pasar. En el misterio de Navidad, junto a María está silenciosa la
presencia de san José, como viene representado en todos los belenes --también
en ese que podéis admirar aquí en la plaza de San Pedro. El ejemplo de María y
de José es para todos nosotros una invitación a acoger con total apertura
de alma a Jesús, que por amor se ha hecho nuestro hermano. Él viene a llevar al
mundo el don de la paz: “Paz en la tierra a los hombres que ama el Señor”, como
anunciaron a coro los ángeles a los pastores. El don precioso de la Navidad es
la paz, y Cristo es nuestra verdadera paz. Y Cristo llama a nuestros corazones
para darnos la paz. La paz del alma, abramos las puertas a Cristo.
Nos confiamos a la intercesión de nuestra Madre y
de san José, para vivir una Navidad verdaderamente cristiana, libres de toda
mundanidad, preparados a acoger al Salvador, el Dios-con-nosotros.
Estas son las palabras del Papa al finalizar el ángelus:Queridos hermanos y hermanas,
os saludo a todos, fieles romanos y peregrinos
venidos de distintos países; las familias, los grupos parroquiales, las
asociaciones.
En particular, saludo a los jóvenes del
Movimiento de los Focolares, la Comunidad Juan XXIII, y los scouts AGESCI de
Tor Sapienza (Roma). No olvidéis, el Señor pasa y si tú sientes las ganas de
mejorar, de ser más bueno, es el Señor que llama a tu puerta. En esta Navidad
el Señor pasa.
Deseo a todos un buen domingo y una Navidad de
esperanza, con las puertas abiertas al Señor, de alegría y de fraternidad. Por
favor rezad por mí. Buen almuerzo y ¡Hasta pronto!
22.12.14
Felicitació de Nadal del Papa a la Cúria
Puede que a algún cardenal se le atragantara la
felicitación del papa Francisco. Este lunes, a dos
días de Nochebuena, el papa ha decidido volver a poner las pilas a los
dirigentes de la Iglesia católica, a los que ha advertido de las 15
"enfermedades" que acechan a la Curia romana, como el "alzheimer
espiritual", "el sentirse inmortal" "la mundanidad y el
exhibicionismo" o "la vanagloria".
El papa aprovechó el tradicional encuentro en la
sala Clementina para felicitar la Navidad a los miembros de la Curia romana,
que gestionan el Gobierno de la Iglesia, para advertirles del catálogo de los
males que deben evitar.
Francisco comenzó diciendo que "sería bonito
pensar que la Curia romana es un pequeño modelo de Iglesia" y agregó que
"un miembro de la Curia que no se alimenta cotidianamente con el alimento
(de Dios) se convierte en un burócrata".
Y después ante los cardenales presidentes de los
varios dicasterios que conforman la Curia fue enumerando una a una las 15
enfermedades y comenzó por la de "sentirse inmortal o indispensable".
UNA CURIA SIN AUTOCRÍTICA, UNA
CURIA ENFERMA
"Una Curia
que no hace autocrítica y no se actualiza y no intenta mejorar es un cuerpo
enfermo", e invitó a los presentes a visitar los cementerios para ver los
nombres de tantas personas "que se creían inmortales, inmunes e
indispensables".
Para Francisco,
"esto deriva de la patología del poder, del complejo de sentirse un
elegido y del narcisismo".
Otras
enfermedades de este catálogo de males de la Curia es el "excesivo
trabajo"; el "endurecimiento mental y espiritual", que
"impide llorar con los que lloran y alegrarse con los que se
alegran"; "la excesiva planificación" y "la enfermedad de la
mala colaboración".
También destacó
el "alzheimer espiritual", que se observa en "quien ha perdido
la memoria de su encuentro con el Señor y depende sólo de sus propias pasiones,
caprichos y manías y construye a su alrededor muros y costumbres".
"RIVALIDAD Y
VANAGLORIA"
Otro de los
males que enumeró el papa fue el de la "rivalidad y la vanagloria",
que surge "cuando la apariencia y el color de los vestidos y las insignias
de honor se convierten en el objetivo primario de la vida".
"La
enfermedad de la esquizofrenia existencial", está presente en los que
viven "una doble vida fruto de la hipocresía típica del mediocre" y
afecta a aquellos que "han abandonado el servicio pastoral sólo para hacer
los asuntos burocrático", agrego.
"Las
habladurías y los cotilleos", son otra de las enfermedades citadas por el
papa, así como la de "divinizar a los jefes", al ser "víctimas
del carrerismo y del oportunismo" pensando sólo a lo que se debe obtener y
no a lo que se debe ofrecer".
LA ENFERMEDAD DE LA "CARA
FÚNEBRE"
Además citó "la enfermedad
de la indiferencia hacia los demás"; la de la "cara fúnebre",
pues el religioso "debe ser una persona amable, serena y entusiasta y
alegre que transmite alegría", dijo
"Qué bien hace una buena
dosis de humorismo", agregó el papa Bergoglio.
La enfermedad
de "acumular bienes materiales", la de pertenecer "a círculos
cerrados y la de la "mundanidad y el exhibicionismo", concluyeron la
lista.
El papa
Francisco también quiso recordar que un día leyó que "los sacerdotes son
como los aviones que son noticia cuando sólo cuando se caen".
Entonces
subrayó que, sin embargo, "hay muchos que vuelan", pero que
"muchos critican, pero pocos rezan por ellos".
Y concluyó
advirtiendo: "Cuánto mal puede causar un solo sacerdote que cae a todo el
cuerpo de la Iglesia
23.12.14
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