1 de febr. 2015

EL PAPA PARLA...





















El Papa en el ángelus: '¡El Evangelio es capaz de cambiar a las personas!'
Texto completo. Francisco anuncia que el 6 de junio viajará a Sarajevo, en Bosnia y Herzegovina. Recuerda que hoy se celebra en Italia la Jornada por la Vida
CIUDAD DEL VATICANO, 01 de febrero de 2015 (Zenit.org) - Como cada domingo, el papa Francisco rezó la oración del ángelus desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, ante una multitud que le atendía en la Plaza de San Pedro.
Dirigiéndose a los fieles y peregrinos venidos de todo el mundo, que le acogieron con un largo y caluroso aplauso, el Pontífice argentino les dijo:
"Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El pasaje evangélico de este domingo (cfr. Mc 1, 21-28) presenta a Jesús que, con su pequeña comunidad de discípulos, entra en Cafarnaún, la ciudad en la que vivía Pedro y que en aquellos tiempos era la más grande de Galilea. Y Él entra en aquella ciudad.
El evangelista Marcos relata que Jesús, siendo aquel día un sábado, fue inmediatamente a la sinagoga y se puso a enseñar (cfr. v. 21). Esto hace pensar en la primacía de la Palabra de Dios, Palabra que hay que escuchar, Palabra que hay que acoger, Palabra que hay que anunciar. Al llegar a Cafarnaún, Jesús no posterga el anuncio del Evangelio, no piensa primero en la disposición logística, ciertamente necesaria, de su pequeña comunidad, no se detiene en la organización. Su preocupación principal es la de comunicar la Palabra de Dios con la fuerza del Espíritu Santo. Y la gente en la sinagoga permanece asombrada, porque Jesús "les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas" (v. 22). ¿Qué significa "con autoridad"? Quiere decir que en las palabras humanas de Jesús se sentía toda la fuerza de la Palabra de Dios, se sentía la misma autoridad de Dios, inspirador de las Sagradas Escrituras. Y una de las características de la Palabra de Dios es que realiza lo que dice. Porque la Palabra de Dios corresponde a su voluntad. En cambio, nosotros con frecuencia pronunciamos palabras vacías, sin raíz, o palabras superfluas, palabras que no corresponden a la verdad. En cambio la Palabra de Dios corresponde a la verdad, está unida a su voluntad y hace lo que dice. En efecto, Jesús, después de haber predicado, demuestra inmediatamente su autoridad liberando a un hombre, presente en la sinagoga, que estaba poseído por el demonio (cfr. Mc 1, 23-26).
Precisamente la autoridad divina de Cristo había suscitado la reacción de satanás, escondido en aquel hombre; Jesús, a su vez, reconoció inmediatamente la voz del maligno y "ordenó severamente: ¡Cállate y sal de este hombre!" (v. 25). Sólo con la fuerza de su palabra, Jesús libera a la persona del maligno. Y una vez más los presentes permanecen asombrados: "Pero este hombre, ¿de dónde viene? Da órdenes a los espíritus impuros, ¡y estos le obedecen!" (v. 27). La Palabra de Dios provoca asombro en nosotros. Tiene esa fuerza: nos asombra, bien.
El Evangelio es palabra de vida: no oprime a las personas, al contrario, libera a cuantos son esclavos de tantos espíritus malvados de este mundo: tanto el espíritu de la vanidad, el apego al dinero, el orgullo, la sensualidad… El Evangelio cambia el corazón, El Evangelio cambia el corazón, cambia la vida, transforma las inclinaciones al mal en propósitos de bien. ¡El Evangelio es capaz de cambiar a las personas! Por tanto, es deber de los cristianos difundir por doquier su fuerza redentora, llegando a ser misioneros y heraldos de la Palabra de Dios.
Nos lo sugiere también el mismo pasaje de hoy que concluye con una apertura misionera y dice así: "Su fama --la fama de Jesús-- se extendió inmediatamentee por todas partes, en los alrededores de Galilea" (v. 28). La nueva doctrina que Jesús enseña con autoridad es la que la Iglesia lleva al mundo, junto con los signos eficaces de su presencia: la enseñanza competente y la acción liberadora del Hijo de Dios se transforman en las palabras de salvación y los gestos de amor de la Iglesia misionera.
¡Acordaos siempre que el Evangelio tiene la fuerza de cambiar la vida! No os olvidéis de esto. Él es la Buena Nueva, que nos transforma sólo cuando nos dejamos transformar por ella. Por eso os pido siempre que tengáis un contacto cotidiano con el Evangelio, que leáis cada día un fragmento, un pasaje, que lo meditéis y también que lo llevéis con vosotros a todas partes: en el bolsillo, en el bolso… Es decir, que os alimentéiss cada día de esta fuente inagotable de salvación. ¡No os olvidéis! Leed un pasaje del Evangelio cada día. Es la fuerza que nos cambia, que nos trasforma: cambia la vita, cambia el corazón.
Invoquemos la materna intercesión de la Virgen María, Aquella que ha acogido la Palabra y la ha generado para el mundo, para todos los hombres. Que Ella nos enseñe a ser oyentes asiduos y anunciadores competentes del Evangelio de Jesús". 
Al término de estas palabras, el Santo Padre rezó la oración del ángelus:
Angelus Domini nuntiavit Mariae...
Al concluir la plegaria, el Pontífice anunció un nuevo viaje apostólico a Bosnia y Herzegovina:
"Queridos hermanos y hermanas,
deseo anunciar que el sábado 6 de junio, si Dios quiere, voy a ir a Sarajevo, capital de Bosnia y Herzegovina. Os pido que desde este momento recéis para que mi visita a esas queridas poblaciones sea un estímulo para los fieles católicos, suscite fermentos de bien y contribuya a la consolidación de la fraternidad y de la paz, del diálogo interreligioso, de la amistad".
A continuación, llegó el turno de los saludos que tradicionalmente realiza el Santo Padre:
"Saludo a los presentes, llegados para participar en el IV Congreso Mundial organizado por Scholas Occurrentes, que se llevará a cabo en el Vaticano del 2 al 5 de febrero, sobre el tema "Responsabilidad de todos en la educación para una cultura del encuentro".
Saludo a las familias, las parroquias, las asociaciones y a todos los que han venido de Italia y de muchas partes del mundo. En particular, a los peregrinos del Líbano y Egipto, los estudiantes de Zafra y Badajoz (España); los fieles de Sassari, Salerno, Verona, Módena, Scano Montiferro y Taranto".
El Obispo de Roma se refirió también a la Jornada por la Vida en Italia:
"Hoy se celebra en Italia la Jornada por la Vida, que tiene como tema "Solidarios para la vida". Dirijo mi aprecio a las asociaciones, a los movimientos y a todos aquellos que defienden la vida humana. Me uno a los obispos italianos para solicitar "un renovado reconocimiento de la persona humana y un cuidado más adecuado de la vida, desde el concebimiento hasta su fin natural" (Mensaje para la 37 Jornada nacional para la Vida).
Cuando nos abrimos a la vida y se sirve a la vida, se experimenta la fuerza revolucionaria del amor y de la ternura (cfr. Evangelii gaudium, 288), inaugurando un nuevo humanismo: el humanismo de la solidaridad, el humanismo de la vida.
Saludo al Cardenal Vicario, a los docentes universitarios de Roma y a cuantos están comprometidos en promover la cultura de la vida".
Como de costumbre, el papa Francisco concluyó su intervención diciendo:
"Os deseo a todos un buen domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!"
 02.02.15



El Papa: para un religioso progresar es abajarse en el servicio
En la Jornada de la Vida Consagrada el Santo Padre ha presidido la eucaristía en la Fiesta de la Presentación del Señor
CIUDAD DEL VATICANO, 02 de febrero de 2015 (Zenit.org) - El fortalecimiento y la renovación de la vida consagrada se realizan a través de un gran amor a la regla, y también a través de la capacidad de contemplar y escuchar a los ancianos de la congregación. Así lo ha expresado el santo padre Francisco este lunes por la tarde en la misa de la Fiesta de la Presentación del Señor y Jornada de la Vida Consagrada, que ha presidido en la Basílica Vaticana.
De este modo, el Papa ha explicado en la homilía, que el carisma de cada familia religiosa es custodiada por la obediencia y la sabiduría, juntas. Y a través de este camino “nos evitamos vivir nuestra consagración de una manera ligera y descarnada, como si fuera una gnosis, que se reduciría a una ‘caricatura’ de la vida religiosa, en la que se implementa una sucesión sin renuncia, una oración sin encuentro, una vida fraterna sin comunión, una obediencia sin confianza, una caridad sin trascendencia".
El Santo Padre con paramentos blancos ha presidido la celebración eucarística junto a los miembros de los Institutos de Vida Consagrada y de las Sociedades de Vida Apostólica, ceremonia que inició con la bendición de las velas y la procesión. Además, han concelebrado sacerdotes pertenecientes a órdenes, congregaciones e institutos religiosos.
Francisco ha invitado a imaginar a María que camina con el Niño Jesús en brazos, lo lleva al templo, lo introduce en el pueblo, le lleva a encontrar a su pueblo. Los brazos --ha asegurado el Papa-- son como la “escalera” sobre la que el Hijo de Dios desciende hacia nosotros, la escalera de la condescendencia de Dios.
De este modo, el Santo Padre ha explicado el doble camino de Jesús: Él ha descendido, se ha hecho como nosotros, para subir al Padre junto con nosotros, haciéndose como Él. Y este movimiento podemos contemplarlo “en el corazón, imaginando la escena evangélica de María que entra en el templo con el Niño en brazos. La Virgen camina, pero es el Hijo quien camina antes que ella”.
 “Quien sigue a Jesús se pone en el camino de la obediencia, imitando la condescendencia del Señor, abajándose y haciendo propia la voluntad del Padre, también hasta la destrucción y la humillación de sí mismo”,  ha asegurado el Papa. Para un religioso --ha indicado-- progresar es abajarse en el servicio.
Por otro lado, el Papa ha explicado que este camino toma forma en la regla, marcada por el carisma del fundador. “La regla insustituible, para todo, es siempre el Evangelio, este abajarse de Cristo, pero el Espíritu Santo, en su creatividad infinita, lo expresa también en distintas reglas de vida consagrada, pero todas nacen de la sequela Christi, de este camino de abajarse sirviendo”.
A continuación, el Pontífice ha recordado que la alegría del religioso es consecuencia de este camino de abajarse con Jesús. Por eso, cuando un religioso está triste debería preguntarse cómo está viendo esta dimensión kenótica, ha propuesto el Papa.
En el pasaje de la Presentación de Jesús, la sabiduría está representada por dos ancianos: Simeón y Ana. “El Señor les ha dado la sabiduría a través de un largo camino en la vía de la obediencia a su ley, obediencia que, por una parte, humilla y destruye, pero, por otra parte, cuida y garantiza la esperanza, y ahora son creativos porque están llenos del Espíritu Santo.
Como en el caso de María, ha explicado el Santo Padre, también el anciano lleva al niño, pero, en realidad, es el niño que conduce al anciano. Al respecto el Papa ha observado que es curioso que aquí no son los jóvenes los creativos: “Los jóvenes, como María y José, siguen la ley del Señor, el camino de la obediencia. Y “el Señor transforma la obediencia en sabiduría, con la acción de su Santo Espíritu”, ha añadido. Francisco ha recordado que la obediencia y la docilidad no son una cosa teórica.
Asimismo, ha asegurado que “a través del camino perseverante en la obediencia, madura la sabiduría personal y comunitaria, y así se hace posible también adaptar las reglas a los tiempos: la verdadera ‘actualización’, de hecho, es obra de la sabiduría, forjada en la docilidad y la obediencia.
Finalmente, el Santo Padre ha afirmado que al igual que María y Simeón “queremos tomar en brazos a Jesus para que se encuentre con su pueblo”. Asimismo ha invitado: “Guiamos Jesús pero nos dejamos guiar. Esto es lo que debemos ser: guías guiados”.
 03,02.15


Francisco en Sta. Marta: mejor leer el Evangelio que ver una telenovela
En la homilía de este martes, el Santo Padre ha insistido en el Señor es el único que puede dar esperanza
CIUDAD DEL VATICANO, 03 de febrero de 2015 (Zenit.org) - El santo padre Francisco ha señalado este martes en la misa celebrada en Santa Marta que “la contemplación cotidiana del Evangelio nos ayuda a tener la verdadera esperanza”. De este modo, el Papa en su homilía ha invitado a los fieles a tomar cada día el Evangelio, aunque sea sólo 10 minutos, para dialogar con el Señor, en vez de perder tiempo viendo un telenovela o escuchando los chismorreos del vecino.
¿Cuál es el núcleo de la esperanza? Tener “fija la mirada en Jesús”. Lo ha explicado así en Santo Padre, reflexionando sobre la Carta a los Hebreos que habla precisamente de la esperanza.
El Papa ha subrayado que sin escuchar al Señor podemos quizás “tener optimismo, ser positivos”, pero la esperanza “se aprende mirando a Jesús”. Así, Francisco ha hablado sobre la “oración de contemplación”. Es bueno “rezar el rosario todos los días”, hablar “con el Señor, cuando tengo una dificultad, o con la Virgen o con los Santos…”. Pero, el Pontífice ha añadido que es importante hacer la “oración de contemplación” y esta puede hacerse sólo con el Evangelio en la mano.
Y ha lanzado una pregunta: “¿Cómo hago la contemplación con el Evangelio de hoy?” Francisco ha proseguido: “Veo que Jesús estaba en medio de la multitud, a su alrededor había mucha gente. El pasaje dice cinco veces la palabra ‘multitud’. ¿Pero Jeús no descansaba? Puedo pensar: ‘siempre con la multitud...’ Pero la mayor parte de su vida, Jesús la ha pasado en la calle, con la multitud. ¿Pero no descansaba? Sí, una vez, dice el Evangelio, que dormía en la barca y vino la tempestad y los discípulos lo despertaron. Jesús estaba continuamente entre la gente. Y miro a Jesús así, contemplo así a Jesús, me imagino a Jesús así. Y digo a Jesús lo que me viene a la mente decirle”.
Haciendo referencia al Evangelio de hoy, el Santo Padre ha explicado que Jesús se da cuenta de una mujer enferma que en medio de la multitud lo ha tocado. Por eso, el Papa ha indicado que Jesús “no solo entiende a la multitud" sino que "siente a la multitud”, como “siente el latir del corazón de cada uno de nosotros. ¡Nos cuida a todos y cada uno, siempre!”.  Lo mismo sucedió cuando el jefe de la sinagoga le dice que hay una joven gravemente enferma y Él dejó todo para ocuparse de esto", ha recordado el Papa. Y ha narrado lo que podía suceder en esos momentos: “Jesús llega a la casa, las mujeres lloran porque la niña está muerta, pero el Señor les dice que estén tranquilos y la gente se burla de él”. Aquí, ha señalado, se ve la paciencia de Jesús. Y tras la resurrección de la niña Jesús les dice: “por favor, dadle de comer”. Francisco ha afirmado que “Jesús siempre está pendiente de los pequeños detalles”.
Al respecto, el Obispo de Roma ha precisado que lo que él acaba de hacer con este Evangelio es la oración de contemplación: “Tomar el Evangelio, leer e imaginarme la escena, imaginarme qué sucede y hablar con Jesús, lo que me viene al corazón. Y con esto hacemos crecer la esperanza, porque hemos fijado, fijamos la mirada en Jesús". E invitó a hacer esta oración de contemplación, aunque tengamos mucho que hacer, “en tu casa, 15 minutos, toma el Evangelio, un fragmento pequeño, imagina qué ha sucedido y habla con Jesús de eso. Así tu mirada estará fija en Jesús y no tanto en la telenovela, por ejemplo. Y tu oído estará fijo en las palabras de Jesús y no en los chismorreos del vecino, de la vecina…”
Y es que, la oración de contemplación nos ayuda en la esperanza. De este modo, el Santo Padre ha invitado a “rezar las oraciones, rezar el Rosario, hablar con el Señor, pero también hacer esta oración de contemplación de tener nuestra mirada fija en Jesús”. De esta oración --ha asegurado-- viene la esperanza. Así, “nuestra vida cristiana se mueve en ese marco, entre memoria y esperanza”.
Para finalizar la homilía de este martes, el Santo Padre ha señalado: “Memoria de todo el camino pasado, memoria de tantas gracias recibidas por el Señor. Y esperanza, mirando al Señor, que es el único que puede darme la esperanza. Y para mirar al Señor, para conocer al Señor, tomamos el Evangelio y hacemos esta oración de contemplación”. De este modo ha invitado a buscar hoy 10 ó 15 minutos para leer el Evangelio, imaginar y decirle algo a Jesús. 
 04.02.15



Francisco en la audiencia: los hijos necesitan un padre que les espera
Texto completo. En la audiencia general de este miércoles, el Santo Padre prosigue con el ciclo de catequesis sobre la familia
CIUDAD DEL VATICANO, 04 de febrero de 2015 (Zenit.org) - Queridos hermanos y hermanas,
hoy quisiera desarrollar la segunda parte de la reflexión sobre la figura del padre en la familia. La semana pasada hablé del peligro de los padres “ausentes”, hoy quiero mirar más bien al aspecto positivo. También san José tuvo la tentación de dejar a María, cuando descubrió que estaba embarazada; pero intervino el ángel del Señor que le reveló el diseño de Dios y su misión de padre putativo; y José, hombre justo, “tomó consigo a su esposa” y se convirtió en el padre de la familia de Nazaret.
Toda familia necesita al padre. Hoy nos detenemos sobre el valor de este rol, y quisiera iniciar por algunas expresiones que se encuentran en el Libro de los Proverbios, palabras que un padre dirige al propio hijo y dice así:  “Hijo mío, si tu corazón es sabio, también se alegrará mi corazón:
mis entrañas se regocijarán, cuando tus labios hablen con rectitud”. No se podría expresar mejor el orgullo y la conmoción de un padre que reconoce haber transmitido al hijo lo que cuenta de verdad en la vida, o sea, un corazón sabio. Este padre no dice: “Estoy orgulloso de ti porque eres igual a mí, porque repites las cosas que digo y que hago”. No, no dice eso. Le dice algo más importante, que podríamos interpretar así: “Estaré feliz cada vez que te vea actuar son sabiduría, y estaré conmovido cada vez que te escuche hablar con rectitud. Esto es lo que he querido dejarte, para que se convirtiera en una cosa tuya: la costumbre de escuchar y actuar, de hablar y juzgar con sabiduría y rectitud. Y para que tu pudieras ser así, te he enseñado cosas que no sabías, he corregido errores que no veías. Te he hecho sentir un afecto profundo y a la vez discreto, que quizá no has reconocido plenamente cuanto eras joven e incierto. Te ha dado un testimonio de rigor y de firmeza que quizá no entendías, cuando hubieras querido solamente complicidad y protección. Yo mismo he tenido que, en primer lugar, ponerme a prueba de la sabiduría del corazón, y vigilar en los excesos del sentimiento y del resentimiento, para llevar el peso de las inevitables comprensiones y encontrar las palabras justas para hacerme entender. Ahora, continúa el padre, cuando veo que tú tratas de ser así con tus hijos, y con todos, me conmuevo. Soy feliz de ser tu padre”. Y así, es lo que dice un padre sabio, un padre maduro.
Un padre sabe bien cuánto cuesta transmitir esta herencia: cuánta cercanía, cuánta dulzura y cuánta firmeza. Pero, ¡qué consolación y que recompensa se recibe, cuando los hijos rinden honor a esta herencia! Es una alegría que rescata cualquier fatiga, que supera cualquier incomprensión y sana cualquier herida.
La primera necesidad, por tanto, es precisamente esta: que el padre esté presente en la familia. Que esté cerca de la mujer, para compartir todo, alegría y dolores, fatigas y esperanzas. Y que esté cerca de los hijos en su crecimiento: cuando juegan y cuando se comprometen, cuando están preocupados y cuando están angustiados, cuando se expresan y cuando están callados, cuando osan y cuando tienen miedo, cuando dan un paso erróneo y cuando encuentran de nuevo el camino. Padre presente, siempre. Pero decir presente no es lo mismo que decir controlador. Porque los padres demasiados controladores anulan a los hijos, no les dejan crecer.
El Evangelio nos habla del ejemplo del Padre que está en los cielos --el único, dice Jesus, que pude ser llamado verdaderamente “Padre bueno”. Todos conocen esa extraordinaria parábola llamada del “hijo pródigo”  o mejor “padre misericordioso” que se encuentra en el Evangelio  de Lucas, en el capítulo quince. ¡Cuánta dignidad y cuánta ternura en la espera de ese padre que está en la puerta de casa esperando que el hijo vuelva! Los padres deben ser pacientes. Muchas veces no hay otra cosa que hacer que esperar. Rezar y esperar con paciencia, dulzura, generosidad y misericordia.
Un buen padre sabe esperar y sabe perdonar, desde lo profundo del corazón. Cierto, sabe también corregir con firmeza: no es un padre débil, sumiso, sentimentale. El padre que sabe corregir sin degradarse es el mismo que sabe proteger sin descanso. Una vez escuché en una reunión de un matrimonio decir a un padre, ‘yo algunas veces debo pegar un poco a los hijos, pero nunca en la cara, para no degradarlo’ ¡Que bonito! Tiene sentido de la dignidad. Debe castigar, lo hace justo y va adelante.
Si por tanto hay alguno que puede explicar hasta el fondo la oración de “Padre nuestro”, enseñada por Jesús, estos son precisamente quienes viven en primera persona la paternidad. Sin la gracia que viene del Padre que está en los cielos, los padres pierden valentía y abandonan el campo. Pero los hijos necesitan encontrar un padre que les espera cuando vuelven de sus fracasos. Harán de todo para no admitirlo, para no mostrarlo, pero lo necesitan: y el no encontrarlo abre en ellos heridas difíciles de sanar.
La Iglesia, nuestra madre, está comprometida con apoyar con todas sus fuerzas la presencia buena y generosa de los padres en las familias, porque ellos son para las nuevas generaciones cuidadores y mediadores insustituibles de la fe en la bondad, en la fe y en la justicia y en la protección de Dios, como san José.  
 05.02.15



En Sta. Marta. La misión de la Iglesia es sanar las heridas del corazón
En la homilía de este jueves, el Santo Padre ha explicado que la salvación no es una teología de la prosperidad
CIUDAD DEL VATICANO, 05 de febrero de 2015 (Zenit.org) - Sanar; levantar; liberar; expulsar demonios. Y después reconocer con sobriedad: he sido un simple “trabajador del Reino”. Esto es lo que debe hacer y debe decir de sí un ministro de Cristo cuando cura a los muchos heridos que esperan en los pasillos de la Iglesia, un “hospital de campo”. Así lo ha recordado el santo padre Francisco, durante la homilía de este jueves celebrada en Santa Marta. Hoy, ha tomado para su reflexión el Evangelio del día en el que Jesús envía a sus discípulos de dos en dos en los pueblos a predicar, sanar a los enfermos y expulsar a los espíritus inmundos.
En primer lugar, el Papa ha hablado de la descripción que Jesús hace del estilo de aquellos que asumen el papel de sus enviados al pueblo: personas libres de ostentación, no deben llevar “ni pan, ni alforja, ni dinero en la cintura”. Y esto Jesús lo dice, ha observado el Papa, porque “la salvación no es una teología de la prosperidad”. Es solo y nada más que el “alegre anuncio” de liberación llevado a cada oprimido.
Y así lo ha explicado: “Esta es la misión de la Iglesia, la Iglesia que sana, que cura. A veces, yo he hablado de la Iglesia como de un hospital de campo. Es verdad: ¡cuántos heridos hay, cuántos heridos! ¡Cuánta gente que necesita que sus heridas sean sanadas!”. Esta es la misión de la Iglesia, ha recordado el Papa, “sanar las heridas del corazón, abrir puertas, liberar, decir que Dios es bueno, que Dios perdona todo, que Dios es padre, que Dios es tierno, que Dios nos espera siempre…”.
Por eso, Francisco ha advertido que desviar de la esencialidad de este anuncio, abre el riesgo de tergiversar la misión de la Iglesia, cuando el compromiso profundo de aliviar las distintas formas de miseria se vacía de la única cosa que cuenta: llevar a Cristo a los pobres, a los ciegos, a los prisioneros.
Al respecto, el Pontífice ha asegurado que “es verdad, nosotros debemos ayudar y hacer organizaciones que ayuden en esto: eso sí, porque el Señor no da los dones para esto. Pero cuando olvidamos esta misión, olvidamos la pobreza, olvidamos el celo apostólico y ponemos la esperanza en estos medios, la Iglesia lentamente se resbala hacia una ONG y se convierte en una bonita organización: poderosa, pero no evangélica, porque falta ese espíritu, el de la pobreza, el de la fuerza de sanar”.
Por último, el Santo Padre ha recordado que los discípulos volvieron “felices” de su misión y que Jesús se les llevó a descansar. A este punto, ha subrayado que no les dijo que eran grandes, y que en la próxima salida organizaran mejor las cosas... Solamente les dijo, ha señalado Francisco: “Cuando hayáis hecho todo esto que debéis hacer, deciros a vosotros mismos: ‘siervo inútil soy’". Este es el apóstol. Y ¿cúal sería la alabanza más bella para un apóstol?, se ha preguntado el Santo Padre. “Ha sido un trabajador del Reino, un trabajador del Reino”, sería la respuesta.
Finalmente, el Obispo de Roma ha concluido explicando que “esta es la alabanza más grande, porque va sobre este camino del anuncio de Jesús: va a sanar, a cuidar, a proclamar este feliz anuncio y este año de gracia. A hacer que el pueblo encuentre de nuevo al Padre, a llevar la paz en los corazones de la gente”.
 06.02.15



Francisco en Sta. Marta invita a pensar en los mártires de hoy
En la homilí­a de este viernes, el Santo Padre recuerda que aún en la actualidad muchas personas mueren a manos de personas que odian a Jesucristo
CIUDAD DEL VATICANO, 06 de febrero de 2015 (Zenit.org) - El martirio de los cristianos no es algo del pasado, también hoy hay muchas víctimas de gente que odia a Jesucristo. Así lo ha recordado esta mañana el papa Francisco durante su homilía en la misa celebrada en Santa Marta. Hoy, el Santo Padre ha reflexionado sobre la vida y la muerte de Juan Bautista.
De este modo, Francisco ha recordado que Juan, que “nunca ha traicionado su vocación”, “consciente de que su deber era solamente anunciar” la “llegada del Mesías”, consciente de ser “solo la voz” porque “la palabra era Otro”, terminó su vida como el Señor, “con el martirio”.
Asimismo, ha explicado que sobre todo, cuando termina en la cárcel “el hombre más grande nacido de mujer” se convierte en “pequeño, pequeño, pequeño”. Primero golpeado por la prueba de la “oscuridad del alma” --cuando dudaba que Jesús fuera aquel al que había preparado el camino-- después cuando llega su final, ordenado por un rey fascinado y a la vez perplejo por Juan. Un final que el Papa ha analizado.
“Al final, después de esta purificación, después de este descenso continuo en la aniquilación, haciendo camino en la aniquilación de Jesús, termina su vida. Ese rey perplejo se hace capaz de una decisión, pero no porque su corazón se haya convertido, sino porque el vino le dio valentía. Y así Juan termina su vida bajo la autoridad de una rey mediocre, borracho y corrupto, por el capricho de una bailarina y por el odio vengativo de una adúltera. Así termina el Grande, el hombre más grande nacido de mujer”.
Al respecto, el Santo Padre ha confesado que cuando lee este pasaje se conmueve y piensa en dos cosas.
“Primero, pienso en nuestro mártires, los mártires de nuestros días, esos hombre, mujeres, niños que son perseguidos, odiados, expulsados de las casas, torturados, masacrados. Y esto no es algo del pasado: hoy sucede esto. Nuestros mártires, que terminan su vida bajo la autoridad corrupta de gente que odia a Jesucristo. Nos hará bien pensar en nuestros mártires”, ha observado el Papa.
En segundo lugar el Papa ha hablado de este disminuir de Juan el Grande “continuamente hasta la nada”. A Francisco esto le hace pensar en que “estamos sobre este camino y vamos hacia la tierra donde todos terminaremos”.
De este modo, el Pontífice ha concluido indicando que “también yo terminaré. Todos terminaremos. Ninguno tiene la vida ‘comprada’. También nosotros, queriendo y no queriendo, vamos sobre el camino de la aniquilación existencial de la vida, y esto, al menos a mí, me hace rezar que este aniquilamiento se parezca lo más posible a Jesucristo, a su aniquilación”.
 07.02.15



El Papa: 'hay comida para todos, pero no todos pueden comer'
El Santo Padre enví­a un videomensaje al encuentro internacional en preparación de la EXPO 2015 de Milán. Invita a preocuparse de los que carecen de alimento diario
CIUDAD DEL VATICANO, 07 de febrero de 2015 (Zenit.org) - “Optar a partir de la prioridad: la dignidad de la persona, ser hombres y mujeres testimonios de caridad; no tener miedo de custodiar la tierra que es madre de todos”. El santo padre Francisco ha retomado sus palabras en el discurso a la FAO para dirigirse en un videomensaje al encuentro internacional, en preparación de la EXPO 2015 de Milán, sobre el tema 'Nutrir el Planeta, Energía para la Vida'. En su mensaje, el Papa presenta estas tres actitudes concretas, para superar la tentación de sofismos que, en lugar de acabar verdaderamente con la injusticia del hambre en el mundo, se quedan en la nada.
El Santo Padre recuerda de nuevo sus palabras en la FAO, cuando afirmó que “además del interés por la producción, la disponibilidad de alimentos y el acceso a ellos, el cambio climático, el comercio agrícola”, “la primera preocupación debe ser la persona misma, aquellos que carecen del alimento diario y han dejado de pensar en la vida, en las relaciones familiares y sociales, y luchan sólo por la supervivencia”.
Asimismo, recuerda a san Juan Pablo II cuando habló de la “paradoja de la abundancia”:  “hay comida para todos, pero no todos pueden comer, mientras que el derroche, el descarte, el consumo excesivo y el uso de alimentos para otros fines, están ante nuestros ojos”. El papa Francisco se lamenta de que esta paradoja sigua siendo actual. “Hay pocos temas sobre los que se esgrimen tantos sofismas como los que se dicen sobre el hambre; pocos asuntos tan susceptibles de ser manipulados por los datos, las estadísticas, las exigencias de seguridad nacional, la corrupción o un reclamo lastimero a la crisis económica”, se lamenta el Pontífice.
A este punto, el Papa sugiere tres actitudes concretas, subrayando la importancia de “ir de las urgencias a las prioridades”, de que “sean testimonios de caridad” y de que sean “custodios y no dueños de la tierra”.
Respecto a la primer actitud, el Santo Padre reitera que la “inequidad” es la raíz de todos los males. “Deseo repetirles lo que escribí en la Evangelii gaudium: ‘no a una economía de la exclusión y la inequidad. Esa economía mata”, afirma el Papa.
Sobre la segunda actitud, el Papa recuerda en este videomensaje la importante responsabilidad de la política. La política, tan denigrada, es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común. Por eso el Papa invita a convencernos de que la caridad “no es sólo el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la familia, el pequeño grupo, sino también de las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas”.
Finalmente, a propósito de la tercera actitud, el Papa recuerda la importancia de la custodia,  que compete a todos y no sólo a los cristianos. Para ello, retoma lo que dijo en la misa de comienzo de su ministerio como Obispo de Roma: “Quisiera pedir, por favor, a todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: seamos ‘custodios’ de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente”.
 08.02.15



El Papa anima a luchar contra la trata de personas
En el ángelus de este domingo 8, recordó que existen hombres, mujeres y niños esclavizados, abusados como instrumento de trabajo o de placer y torturados y mutilados
CIUDAD DEL VATICANO, 08 de febrero de 2015 (Zenit.org) - En un domingo de sol después de una semana de frío y lluvioso invierno, el santo padre Francisco después de rezar la oración del ángelus ante una plaza de San Pedro repleta de fieles, turistas y peregrinos recordó que hoy se celebra la Jornada de oración y de reflexión contra la trata de personas.
“Queridos hermanos y hermanas, hoy memoria litúrgica de santa Giuseppina Bakhita, la monja de Sudán que desde que era niña tuvo la dramática experiencia de ser víctima de la trata, la Unión de los superiores y superioras de los institutos religiosos han promovido la Jornada de oración y de reflexión contra la trata de las personas” dijo.
Y añadió: “Animo a proseguir a todos los que están empeñados a ayudar a los hombres, mujeres y niños esclavizados, abusados como instrumento de trabajo o de placer, y frecuentemente torturados y mutilados”.
“Deseo que todos aquellos que tienen responsabilidad de gobierno --prosiguió el Santo Padre-- a que se ocupen con decisión para eliminar las causas de esta vergonzosa herida. Es verdad, es una herida indigna de una sociedad civilizada”.
E invitó a “cada uno de nosotros a sentirse empeñado para ser voz de estos nuestros hermanos y hermanas, humillados en su dignidad”. Y concluyó indicando: “Recemos todos juntos a la Virgen, por ellos y por sus familiares”. (Ave María...)
'Los enfermos, una vía privilegiada para servir a Cristo'
El Papa explica que Fiel a la enseñanza de Jesús la Iglesia asiste a los enfermos como parte de su misión. El sufrimiento despierta interrogantes que da la fe y no la ciencia. El miércoles 11 es la Jornada Mundial del Enfermo
CIUDAD DEL VATICANO, 08 de febrero de 2015 (Zenit.org) -  El papa Francisco, recordando el evangelio de este domingo --en el que Jesús después de haber predicado el sábado en la sinagoga, cura a tantos enfermos-- invitó a reflexionar sobre el sentido y el valor de la enfermedad.
Sobre este tema recordó el próximo miércoles 11 de febrero, memoria litúrgica de la bienaventurada Virgen María de Lourdes se celebra la Jornada Mundial del Enfermo.
“Bendigo a las iniciativas -dijo el Papa- preparadas para esta jornada, en particular la vigilia que se realizará en Roma durante la noche del 10 de febrero.
El santo Padre ha querido recordar a quien inició esta Jornada: “Aquí me detengo para recordar al presidente del Pontificio Consejo (de los Operadores Sanitarios), para los enfermos, para la salud, Mons. Zimowski, que se encuentra muy enfermo en Polonia. Una oración por él, por su salud, porque ha sido él quien ha preparado esta Jornada, y nos acompaña desde su sufrimiento en esta Jornada”. dijo
El Pontífice explica que “la obra salvadora de Cristo, no se agota con su persona durante su vida terrena; ésta prosigue mediante la Iglesia, sacramento del amor y de la ternura de Dios hacia los hombres”. Y que “al enviar en misión a sus discípulos, Jesús les confiere una doble misión: anunciar el Evangelio de la salvación y sanar a los enfermos”. Es por este motivo, y fiel a esta enseñanza, prosigue el Santo Padre, “la Iglesia siempre ha considerado la asistencia a los enfermos como parte integrante de su misión”.
El Papa recuerda también que Jesús advierte: “Los pobres y los que sufren, los tendrán siempre” y que por ello “la Iglesia continuamente les encuentra en la calle, considerando a las personas enfermas como una vía privilegiada para encontrar a Cristo, para acogerlo y servirlo”, porque “curar a un enfermo, acogerlo y servirlo es servir a Cristo; el enfermo es la carne de Cristo”.
“Esto sucede --aseguró Francisco-- en nuestro tiempo, cuando a pesar de las diversas adquisiciones de la ciencia, el sufrimiento interior y físico de las personas despierta fuertes interrogantes sobre el sentido de la enfermedad y del dolor, y sobre el porqué de la muerte”.
Estas preguntas a las cuales la ciencia no puede dar respuesta, “son preguntas existenciales a las cuales la acción pastoral de la Iglesia debe responder a la luz de la fe, teniendo delante de los ojos al Crucifico, en el cual aparece todo el misterio de salvación de Dios padre, que por amor de los hombres no escatimó a su propio Hijo”.
“Por lo tanto --precisa el Papa-- cada uno de nosotros está llamado a llevar la luz del evangelio y la fuerza de la gracia a quienes sufren y a todos aquellos que los asisten, familiares, médicos, enfermeros, para que el servicio al enfermo sea realizado cada vez con más humanidad, con dedicación generosa, con amor evangélico, y con ternura”.
Y concluyó indicando que debemos rezar “a María, Salud de los Enfermos, para que cada persona en la enfermedad pueda experimentar, gracias a la solicitud de quien está a su lado, la potencia del amor de Dios y el confort de su ternura  materna”.
 09.02.15



El Papa en Sta. Marta: cuidar la creación como cristianos y no como los verdes
En la homilía de este lunes, Francisco recuerda que el creyente que no se preocupa de la creación no se preocupa del trabajo de Dios
CIUDAD DEL VATICANO, 09 de febrero de 2015 (Zenit.org) - El papa Francisco ha recordado que los cristianos están llamados a cuidar la Creación. Lo ha hecho durante la homilía de la misa de Santa Marta, celebrada este lunes por la mañana. Además, el Papa ha hablado de la “segunda creación”, la realizada por Jesús que ha “re-creado” lo que estaba estropeado por el pecado.
Asimismo, el Santo Padre ha explicado que Dios creó el universo pero la creación no termina, “Él continuamente sostiene lo que ha creado”.
Tomando la Primera Lectura, que narra la creación del universo, el Papa ha indicado que en el Evangelio vemos “la otra creación de Dios”, “la de Jesús, que viene a re-crear lo que ha sido estropeado por el pecado”.
Se ve a Jesús entre la gente, “cuando le tocaban eran salvados”, es “la re-creación”. Esta segunda creación de la que ha hablado Francisco es, “más maravillosa que la primera, este segundo trabajo es más maravilloso”. Además, hay otro trabajo, el de la “perseverancia en la fe” que lo hace el Espíritu Santo.
De este modo, el Papa ha indicado que “Dios trabaja, continúa trabajando, y nosotros podemos preguntarnos cómo debemos responder a esta creación de Dios, que ha nacido del amor, porque Él trabaja por amor. A la ‘primera creación’ debemos responder con la responsabilidad que el Señor nos da: ‘la Tierra es vuestra, llevadla adelante, sometedla, hacedla crecer’. También para nosotros está la responsabilidad de hacer crecer la Tierra, de hacer crecer la creación, de cuidarla y hacerla crecer según sus leyes. Nosotros somos señores de la creación, no dueños”. Al respecto, el Papa ha advertido que debemos tener “cuidado de nos adueñarnos de la creación, sino de hacerla ir adelante, fieles a sus leyes”. Por tanto, ha añadido, “esta es la primera respuesta al trabajo de Dios: trabajar para cuidar la creación”.
Y lo ha explicado así: “Cuando escuchamos que la gente hace reuniones para pensar en cómo cuidar la Creación, podemos decir: ‘Pero no, ¡son los verdes! ¡No, no son los verdes! ¡Esto es cristiano! Es nuestra respuesta a la ‘primera creación’ de Dios. Es nuestra responsabilidad. Un cristiano que no cuida la creación, que no la hace crecer, es un cristiano al que no le importan el trabajo de Dios, ese trabajo del amor de Dios para nosotros. Y esta es la primera respuesta a la primera creación: cuidar la creación, hacerlo crecer”.
A continuación, el Pontífice ha preguntado cómo respondemos “a la segunda creación”. Tal y como indica el Papa, San Pablo nos dice dejarnos “reconciliar con Dios”, o sea “ir por el camino de la reconciliación interior, de la reconciliación comunitaria, porque la reconciliación es el trabajo de Cristo”. De nuevo, retomando las palabras del apóstol, Francisco ha recordado que no debemos afligir al Espíritu Santo que está en nosotros, que está dentro de nosotros y trabaja dentro de nosotros.  Además, el Papa ha recordado que “creemos en un Dios personal”: “es persona Padre, persona Hijo y persona Espíritu Santo”.
Y los tres --ha observado el Papa-- están implicados en esta creación, en esta re-creación, en esta perseverancia en la re-creación. “Y a los tres respondemos: “cuidar y hacer crecer la creación, dejarnos reconciliar con Jesús, con Dios en Jesús, en Cristo, cada día, y no afligir al Espíritu Santo, no expulsarlo: es el huésped de nuestro corazón, el que nos acompaña, nos hace crecer”, ha afirmado.
Finalmente, ha pedido que “el Señor nos dé la gracia de entender que Él” trabaja “y nos dé la gracia de responder justamente a este trabajo de amor”.
 10.02.15



El Papa en Sta. Marta: 'No nos conformemos con una caricatura de Dios'
En la homilí­a de este martes, Francisco recuerda que para encontrar al Señor hay que arriesgar y ponerse en camino. No se encuentra leyendo, en una enciclopedia o en el ordenador
CIUDAD DEL VATICANO, 10 de febrero de 2015 (Zenit.org) - Para encontrar a Dios hay que arriesgar y ponerse en camino, porque un cristiano “quieto” no podrá “conocer nunca” el rostro del Padre. Esta es la reflexión que el papa Francisco ha desarrollado durante la homilía de la Misa de la mañana, celebrada este martes en la capilla de la Casa Santa Marta. 
Si un cristiano quiere conocer su identidad no puede quedarse cómodo en el sofá leyendo un libro, porque en el mundo “no hay un catálogo” que contenga “la imagen de Dios”. Y tampoco puede dibujarse un Dios de conveniencia que obedezca a reglas que no tienen nada que ver con Dios.
La lectura del Génesis que habla de la creación del hombre “a imagen de Dios” sugiere al Santo Padre una meditación sobre el camino correcto y los muchos equivocados que se abren ante un cristiano que quiera conocer su origen. La imagen de Dios, ha afirmado el Pontífice, no la encuentro “ciertamente en el computer o en las enciclopedias”. Para encontrarla, y entender entonces “mi identidad”, sólo se puede hacer de una manera, “sólo poniéndose en camino”. De lo contrario, ha señalado, “nunca podremos conocer el rostro de Dios”:
“Quien no se pone en camino, nunca conocerá la imagen de Dios, nunca encontrará el rostro de Dios. Los cristianos sentados, los cristianos quietos no conocerán el rostro de Dios: no lo conocen. Dicen: ‘Dios es así, así…’, pero no lo conocen. Los quietos. Para caminar es necesaria esa inquietud que el mismo Dios ha puesto en el corazón y que te anima a buscarlo”. 
Cierto, ha considerado Francisco, “ponerse en camino es dejar que Dios o la vida nos pongan a prueba, ponerse en camino es arriesgar”. Y así han hecho, desafiando los peligros y sintiéndose abatir por el cansancio y la desconfianza, también gigantes como el profeta Elías, o Jeremías, o Job. Pero hay también otra manera de estar quietos y, por lo tanto, de falsear la búsqueda de Dios, que el Papa ha indicado en el episodio del Evangelio en el que los escribas y fariseos recriminan a Jesús, porque sus discípulos comen sin haber realizado las abluciones rituales: 
“En el Evangelio, Jesús encuentra gente que tiene miedo de ponerse en camino y que se conforma con una caricatura de Dios. Es un documento de identidad falso. Estos no-inquietos han hecho callar la inquietud del corazón, pintan a Dios con mandamientos y se olvidan de Dios: ‘Vosotros, descuidando el mandamiento de Dios, observáis las tradiciones de los hombres’, y así se alejan de Dios, no caminan hacia Dios, y cuando tienen una inseguridad, inventan o hacen otro mandamiento”.
Quien se comporta de esta manera, ha concluido el Santo Padre, toma un “camino entre comillas”, un “camino que no camina, un camino quieto”:
“Hoy la liturgia nos hace reflexionar sobre estos dos textos: dos documentos de identidad. La que todos nosotros tenemos, porque el Señor nos ha hecho así, y la que nos dice: ‘Ponte en camino y tendrás conocimiento de tu identidad, porque tu eres imagen de Dios, estás hecho a semejanza de Dios. Ponte en camino y busca a Dios’. Y la otra: ‘No, no te preocupes: cumple todos estos mandamientos y este es Dios. Este es el rostro de Dios’. Que el Señor nos de a todos la gracia de la valentía de ponernos siempre en camino, para buscar el rostro del Señor, ese rostro que un día veremos pero que aquí, en la Tierra, debemos buscar”.
11.02.15



Texto completo de la catequesis del Papa en la audiencia del miércoles 11 de febrero
El Santo Padre explica que 'los hijos son la alegría de la familia y de la sociedad¡ y recuerda que 'una sociedad de hijos que no honran a los padres es una sociedad sin honor'
CIUDAD DEL VATICANO, 11 de febrero de 2015 (Zenit.org) - Queridos hermanos y hermanas, buenos días.
Después de haber reflexionado sobre las figuras de la madre y del padre, en esta catequesis sobre la familia quisiera hablar sobre el hijo o, mejor, los hijos. Hago referencia a una bonita imagen de Isaías. Escribe el profeta: “Todos se han reunido y vienen hacia ti; tus hijos llegan desde lejos y tus hijas son llevadas en brazos. Al ver esto, estarás radiante, palpitará y se ensanchará tu corazón”. Es una imagen espléndida, una imagen de la felicidad que se realiza en la unificación entre padres e hijos, que caminan juntos hacia un futuro de libertad y de paz, después de un largo tiempo de privación y de separación, como ha sido ese tiempo, esa historia que estaban lejos de la patria.
De hecho, hay una estrecha unión entre la esperanza de un pueblo y la armonía entre las generaciones. Pero esto debemos pensarlo bien. Hay una unión estrecha entre la esperanza de un pueblo y la armonía entre las generaciones.  La alegría de los hijos hace palpitar los corazones de los padres y reabre el futuro. Los hijos son la alegría de la familia y de la sociedad. No son un problema de biología reproductiva, ni una de tantas formas de sentirse realizado. Y mucho menos son una posesión de los padres. No, no. Los hijos son un don. Son un regalo. ¿Entendido? Los hijos son un don. Cada uno es único e irrepetible, y al mismo tiempo inconfundiblemente unido a sus raíces. Ser hijo e hija, de hecho, según el diseño de Dios, significa llevar en sí la memoria y la esperanza de una amor que se ha realizado a sí mismo encendiendo la vida de otro ser humano, original y nuevo.
Y para los padres cada hijo es uno mismo, diferente e diverso. Permitidme un recuerdo de familia. Yo recuerdo cuando a mi madre decía, nosotros éramos cinco, y ella decía: “Yo tengo cinco hijos”, pero “¿cuál es tu preferido?”, “yo tengo cinco hijos como cinco dedos. Si me golpean este me hace daño, si me golpean este me hace daño, me hacen mal los cinco. Todos son mios, pero todos diferentes como los dedos de una mano. Y así es la familia, la diferencia de los hijos, pero todos hijos.
A un hijo se le ama, no porque sea guapo, porque sea así o asá, sino porque es hijo. No porque piensa como yo o encarna mis deseos.  Un hijo es un hijo: una vida generada por nosotros pero destinada a él, a su bien, al bien de la familia, de la sociedad, de la humanidad entera.
De aquí viene también la profundidad de la experiencia humana del ser hijo e hija, que nos permite descubrir la dimensión más gratuita del amor, que no termina nunca de sorprendernos. Es la belleza de ser amados antes, los hijos son amados antes de que lleguen. Cuántas veces me encuentro aquí a las madres que me enseñan su barriga y me piden la bendición porque son amados estos niños antes de venir al mundo. Esto es gratuidad, esto es amor. Son amados antes, como el amor de Dios, que nos ama siempre antes.
Son amados antes de haber hecho cualquier cosa para merecerlo, antes de saber hablar o pensar, incluso antes de venir al mundo. Ser hijos es la condición fundamental para conocer el amor de Dios, que es la fuente última de este auténtico milagro. En el alma de cada hijo, aún vulnerable, Dios pone el sello de este amor, que es la base de su dignidad personal, una dignidad que nada ni nadie podrá destruir.
Hoy parece más difícil para los hijos imaginar su futuro. Los padres --lo indicaba en las catequesis precedentes-- han hecho quizá un paso hacia atrás y los hijos se han convertido en más inciertos al dar sus pasos hacia adelante. Podemos aprender la buena relación entre las generaciones de nuestro Padre celeste, que nos deja libre a cada uno de nosotros  pero nunca nos deja solos. Y si nos equivocamos, continúa siguiéndonos con paciencia sin disminuir su amor por nosotros. El Padre celeste no da pasos atrás en su amor por nosotros, nunca, siempre va adelante. Y si no puede ir adelante, nos espera pero nunca va atrás; quiere que sus hijos sean valientes y den sus pasos adelante.
Los hijos, por su parte, no deben tener miedo al compromiso de construir un mundo nuevo: ¡es justo para ellos desear que sea mejor que el que han recibido! Pero esto se hace sin arrogancia, sin presunción. De los hijos es necesario reconocer el valor, y a los padres se les debe honrar siempre.
El cuarto mandamiento pide a los hijos --¡y todos lo somos!-- honrar al padre y a la madre. Este mandamiento viene justo después de los que se refieren a Dios. Después de los tres mandamientos que se refieren a Dios, viene este cuarto. De hecho contiene algo de sagrado, algo que está en la raíz de cualquier otro tipo de respeto entre los hombres.
En la formulación bíblica del cuarto mandamiento se añade: “para que se alarguen tus días en el país que el Señor tu Dios te da”. La unión virtuosa entre las generaciones es garantía de futuro, y es garantía de una historia realmente humana. Una sociedad de hijos que no honran a los padres es una sociedad sin honor, cuando no se honra a los padres se pierde el propio honor. Es una sociedad destinada a llenarse de jóvenes ávidos y codiciosos.
Pero, también una sociedad avara de generación, que no ama rodearse de hijos, que los considera sobre todo un preocupación, un peso, un riesgo, es una sociedad deprimida. Pensemos en muchas sociedades que conocemos aquí en Europa, son sociedades deprimidas porque no quieren hijos, no tienen hijos, el nivel de nacimiento no llega al 1 por ciento.


¿Por qué? Cada uno que lo piense y responda. Si se mira una familia generosa de hijos como si fuera un peso, hay algo que no va bien. La generación de los hijos debe ser responsable, como enseña también la encíclica Humanae Vitae del beato Papa Pablo VI, pero tener más hijos no se puede convertir automáticamente en una elección irresponsable. Es más, no tener hijos es una elección egoísta. La vita rejuvenece y adquiere energías multiplicándose: ¡se enriquece, no se empobrece! Los hijos aprenden a hacerse cargo de su familia, maduran en el compartir sus sacrificios, crecen apreciando sus dones. La experiencia feliz de la fraternidad anima al respeto y el cuidado de los padres, a quienes debemos nuestro reconocimiento.
Muchos de vosotros aquí tenéis hijos. Y todos somo hijos. Hagamos algo, un minuto, no nos alargamos mucho. Cada uno piense en su corazón en sus hijos, si los tiene. Piense en silencio.  Y todos pensamos en nuestros padres, y damos gracias a Dios por el don de la vida. En silencio, los que tienen hijos que piensen en ellos y todos pensamos en nuestros padres. (Momentos de silencio) Que el Señor bendiga a nuestros padres y bendiga a vuestros hijos.
Jesús, el Hijo eterno, hecho hijo en el tiempo, nos ayude a encontrar el camino de una nueva irradiación de este experiencia humana así de simple y así de grande que es ser hijos. En el multiplicarse de las generaciones hay un misterio de enriquecimiento de la vida de todos, que viene del mismo Dios. Debemos redescubrirlo, desafiando al prejuicio; y vivirlo, en la fe, en perfecta alegría.  
Y digo qué bonito es, cuando paso entre vosotros, y veo a los papás y las mamás que alzan a sus hijos para ser bendecidos. Este es un gesto casi divino. Gracias por hacerlo.
 12.02.15






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