AIN
permitirá a 3 mil jóvenes egipcios de encontrarse con el papa
Francisco
el
28 y 29 de abril en la ciudad de El Cairo
(Ciudad
del Vaticano, 18 Abr. 2017).- La fundación pontificia Ayuda a la
Iglesia necesitada, (AIN) permitirá a unos 3 mil jóvenes egipcios
de encontrarse con el papa Francisco en la ciudad de El Cairo,
durante la visita apostólica del próximo 28 y 29 de abril.
“Ahora
más que nunca es necesario dale a los jóvenes egipcios motivos para
vivir y para esperar: después de los atentados que han ensangrentado
el domingo de Ramos, esto es fundamental para los católicos de
Egipto”, asegura el padre Hani Bakhoum Sidrak, al agradecer la
iniciativa de la fundación pontificia.
AIN
contribuirá a apoyar la peregrinación que partirá el 25 de abril
hacia el Cairo, con momentos de reflexión y oración en algunos
santuarios de Egipto, así como visitas a hospitales y centros de
recepción de la capital, el día antes de la llegada del Papa.
Participarán 250 jóvenes por cada diócesis de Egipto y mil jóvenes
de El Cairo.
El
director de AIN de Italia, Alessandro Monteduro señaló que “los
jóvenes son el futuro de la Iglesia perseguida y por ello
consideramos que es necesario que vivan experiencias de comunión
similares con la Iglesia universal”.
“Después
de los recientes atentados del 9 de abril, nuestro apoyo –concluyó
Montenduro– no puede faltar a los jóvenes egipcios y al mismo
tiempo a la visita del Papa en Egipto, que acompañaremos con una
campaña de oración en las redes sociales, pa
ra responder al horror del terrorismo y rezar por la paz y el diálogo entre todas las religiones. 19.04.17
ra responder al horror del terrorismo y rezar por la paz y el diálogo entre todas las religiones. 19.04.17
Audiencia del Papa: Demos testimonio de que el Señor vive en medio de nosotros
En
la catequesis en español recuerda que si Jesús no hubiera
resucitado sería solo un ejemplo de generosidad
(Ciudad
del Vaticano, 19 Abr. 2017). El Santo Padre saludó a los miles de
peregrinos que lo esperaban en la plaza adornada con gran cantidad de
flores con motivo de la Pascua. Ellos agitaban pañuelos y coreaban
con el entusiasmo característico de estos eventos. El Papa pasaba y
se detenía cada tanto para bendecir, en particular a niños y
ancianos, mientras se escuchaban los acordes de una banda que
tocaba marchas varias.
El
Pontífice siguió con la serie de catequesis sobre el tema de
la esperanza cristiana, relacionándola con la resurrección de
Jesús. En su resumen en español el sucesor de Pedro recordó que
“nos encontramos hoy, en el contexto de la Pascua, que hemos
celebrado y seguimos celebrándola en la liturgia. Cristo resucitado
es nuestra esperanza. El cristianismo es un camino de fe que nace de
un evento, testimoniado por los discípulos de Jesús. Como nos dice
San Pablo: Cristo murió por nuestros pecados, fue sepultado,
resucitó al tercer día y se apareció a Pedro y a los Doce”.
Precisó
entretanto que “si todo hubiese terminado con la muerte de Jesús,
sólo tendríamos en él un ejemplo de entrega y generosidad, pero no
sería suficiente para generar nuestra fe, porque la fe nace en la
mañana de Pascua”..
“Jesús
quiso salir al encuentro de Pablo, perseguidor de la Iglesia, cuando
iba camino de Damasco, y para el Apóstol ese fue un acontecimiento
que cambio su vida. También el Señor quiere hacerse presente en
nuestras vidas para conquistarnos y no abandonarnos jamás”,
indicó.
Y
el Santo Padre precisó que “ser cristianos significa reconocer y
abrazar el amor que Dios tiene por nosotros, que vence el pecado y la
muerte”.
Al
concluir su resumen en español saludó “cordialmente a los
peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de España
y Latinoamérica”, dijo. Y añadió: “Los invito a llevar a
todos el gozo de la resurrección del Señor. Que podamos comunicar
con nuestra vida que él está aquí y vive en medio de nosotros”.
Texto completo
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Nos
encontramos hoy, en la luz de la Pascua, que hemos celebrado y
continuamos celebrándola en la Liturgia. Por esto, en nuestro
itinerario de catequesis sobre la esperanza cristiana, hoy deseo
hablarles de Cristo Resucitado, nuestra esperanza, así como lo
presenta San Pablo en la Primera Carta a los Corintios (Cfr. cap.
15).
El
apóstol quiere resolver una problemática que seguramente en la
comunidad de Corinto estaba en el centro de las discusiones. La
resurrección es el último tema afrontado en la Carta, pero
probablemente, en orden de importancia, es el primero: de hecho todo
se apoya en este presupuesto.
Hablando
a los cristianos, Pablo parte de un dato indudable, que no es el
resultado de una reflexión de algún hombre sabio, sino un hecho, un
simple hecho que ha intervenido en la vida de algunas personas. El
cristianismo nace de aquí. No es una ideología, no es un sistema
filosófico, sino es un camino de fe que parte de un advenimiento,
testimoniado por los primeros discípulos de Jesús.
Pablo
lo resume de este modo: Jesús murió por nuestros pecados, fue
sepultado, resucitó al tercer día y se apareció a Pedro y a los
Doce (Cfr. 1 Cor 15,3-5). Este es el hecho. Ha muerto, fue sepultado,
ha resucitado, se ha aparecido. Es decir: Jesús está vivo. Este es
el núcleo del mensaje cristiano.
Anunciando
este hecho, que es el núcleo central de la fe, Pablo insiste sobre
todo en el último elemento del misterio pascual, es decir, que Jesús
ha resucitado. Si de hecho, todo hubiese terminado con la muerte, en
Él tendríamos un ejemplo de entrega suprema, pero esto no podría
generar nuestra fe. Ha sido un héroe, ¡No!, ha muerto, pero ha
resucitado.
Porque
la fe nace de la resurrección. Aceptar que Cristo ha muerto, y ha
muerto crucificado, no es un acto de fe, es un hecho histórico. En
cambio, creer que ha resucitado sí. Nuestra fe nace en la mañana de
Pascua.
Pablo
hace una lista de las personas a las cuales Jesús resucitado se les
aparece (Cfr. vv. 5-7). Tenemos aquí una pequeña síntesis de todas
las narraciones pascuales y de todas las personas que han entrado en
contacto con el Resucitado. Al inicio de la lista están Cefas, es
decir, Pedro, y el grupo de los Doce, luego “quinientos hermanos”
muchos de los cuales podían dar todavía sus testimonios, luego es
citado Santiago. El último de la lista –como el menos digno de
todos– es él mismo, Pablo dice de sí mismo: “como un aborto”
(Cfr. v. 8).
Pablo
usa esta expresión porque su historia personal es dramática: pero
él no era un monaguillo, ¿no? Él era un perseguidor de la Iglesia,
orgulloso de sus propias convicciones; se sentía un hombre
realizado, con una idea muy clara de cómo es la vida con sus
deberes. Pero, en este cuadro perfecto –todo era perfecto en Pablo,
sabía todo– en este cuadro perfecto de vida, un día sucedió lo
que era absolutamente imprevisible: el encuentro con Jesús
Resucitado, en el camino a Damasco.
Allí
no había sólo un hombre que cayó en la tierra: había una persona
atrapada por un advenimiento que le habría cambiado el sentido de la
vida. Y el perseguidor se convierte en apóstol, ¿Por qué? ¡Porque
yo he visto a Jesús vivo! ¡Yo he visto a Jesús resucitado! Este es
el fundamento de la fe de Pablo, como de la fe de los demás
apóstoles, como de la fe de la Iglesia, como de nuestra fe.
¡Qué
bello es pensar que el cristianismo, esencialmente, es esto! No es
tanto nuestra búsqueda en relación a Dios –una búsqueda, en
verdad, casi incierta– sino mejor dicho la búsqueda de Dios en
relación con nosotros. Jesús nos ha tomado, nos ha atrapado, nos ha
conquistado para no dejarnos más.
El
cristianismo es gracia, es sorpresa, y por este motivo presupone un
corazón capaz de maravillarse. Un corazón cerrado, un corazón
racionalista es incapaz de la maravilla, y no puede entender que cosa
es el cristianismo. Porque el cristianismo es gracia, y la gracia
solamente se percibe, más: se encuentra en la maravilla del
encuentro.
Y
entonces, también si somos pecadores –pero todos lo somos– si
nuestros propósitos de bien se han quedado en el papel, o quizás
sí, mirando nuestra vida, nos damos cuenta de haber sumado tantos
fracasos.
En
la mañana de Pascua podemos hacer como aquellas personas de las
cuales nos habla el Evangelio: ir al sepulcro de Cristo, ver la gran
piedra removida y pensar que Dios está realizando para mí, para
todos nosotros, un futuro inesperado. Ir a nuestro sepulcro: todos
tenemos un poco dentro. Ir ahí, y ver como Dios es capaz de
resucitar de ahí. Aquí hay felicidad, aquí hay alegría, vida,
donde todos pensaban que había sólo tristeza, derrota y tinieblas.
Dios hace crecer sus flores más bellas en medio a las piedras más
áridas.
Ser
cristianos significa no partir de la muerte, sino del amor de Dios
por nosotros, que ha derrotado a nuestra acérrima enemiga. Dios es
más grande de la nada, y basta sólo una luz encendida para vencer
la más oscura de las noches.
Pablo
grita, evocando a los profetas: «¿Dónde está, muerte, tu
victoria? ¿Dónde está tu aguijón?» (v. 55). En estos días de
Pascua, llevemos este grito en el corazón. Y si nos dirán del
porqué de nuestra sonrisa donada y de nuestro paciente compartir,
entonces podremos responder que Jesús está todavía aquí, que
continúa estando vivo entre nosotros, que Jesús está aquí, en la
Plaza, con nosotros: vivo y resucitado.
20.04.17
20.04.17
El Papa declarará santos a Francisco y Jacinta Marto este 13 de mayo en Fátima
Confirmada
la canonización de dos de los tres videntes de Fátima, durante el
Consistorio Ordinario que se realizó hoy en el Vaticano
(Ciudad
del Vaticano, 20 Abr. 2017).- La canonización de los
dos hermanitos videntes de Fátima, será el 13 de mayo en el
santuario portugués. La noticia es oficial y el anuncio lo hizo el
papa Francisco en el consistorio público que se realizó hoy en el
Vaticano.
Francisco
y Jacinta Marto serán así los santos ‘no mártires’ más
jóvenes de la historia de la Iglesia Católica. Los tres videntes de
las apariciones de la Virgen María en Fátima fueron Lucía dos
Santos de 10 años, Francisco de 9 años y Jacinta de 7años. Lucía
por su parte, que después se hizo religiosa carmelita y falleció el
13 de febrero de 2005, tiene abierta la causa de beatificación a
nivel diocesano.
El consistorio
público convocado por el pontífice ha reunido en el Palacio
Apostólico a los cardenales residentes habitualmente en Roma. En el
de este jueves, el Santo Padre además de recibir el ‘placet‘
de los cardenales para diversas causas de canonizaciones, ha fijado
las fechas y lugares de las ceremonias de las mismas.
El
santuario de Fátima vuelve así a ser escenario de una ceremonia de
canonización, ya que Juan Pablo II beatificó el 13 de mayo de 2000,
a los dos hermanitos videntes. La fiesta litúrgica de Francisco y
Jacinta Marto será el 20 de febrero, día de la muerte de Jacinta.
Después
del primer milagro necesario para la beatificación de Francisco y
Jacinta, era necesario un segundo milagro antes de la canonización.
El mismo fue la curación inexplicable de un niño en Brasil. La
aprobación del milagro por una junta médica y científica fue el 23
de marzo pasado y posteriormente fue analizado por una comisión de
teólogos, que dio su beneplácito a la Congregación de la Causa de
los Santos.
21.04.17
21.04.17
Francisco a Tawadros II: “Los cristianos debemos dar testimonio juntos”
Carta
del Santo Padre al patriarca copto ortodoxo con motivo de la Pascua
(Ciudad
del Vaticano, 21 Abr. 2017).- El
papa Francisco ha enviado una carta con motivo de la Pascua al
patriarca copto ortodoxo, Tawadros II, a quien encontrará en
su viaje
apostólico en Egipto, el 28 y 29 de abril de 2017.
La
misiva ha sido entregada personalmente por el nuncio apostólico de
Egipto, Mons. Bruno Musaró, pocos días después de los atentados
del Domingo de Ramos, en Alejandría y Tanta.
“Como
servidores de la esperanza, los cristianos –escribe el Papa–
están llamados a proclamar juntos al Resucitado a través del
gozoso testimonio de su vida y a través del amor generoso hacia
el prójimo. Sabemos que el mundo de hoy tiene una necesidad urgente
de la proclamación de esta esperanza, la única que no desilusiona”.
“Con
la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte –se lee en
la carta del Santo Padre– cada hombre y cada mujer es capaz de
mirar a su vida con ojos y corazón nuevos, también en
circunstancias marcadas por la tristeza y la dificultad. Las
tinieblas, el fracaso, el pecado, pueden ser superadas y volverse un
punto de partida de un nuevo camino”.
El Santo
Padre además expresa su deseo de que la Pascua, que este año los
cristianos han celebrado el mismo día, pueda “inspirar en nuestras
Iglesias un deseo siempre creciente de una solidaridad más profunda
al proclamar el Evangelio y servir a quienes están en dificultad”.
Por su
parte Tawadros II, ha declarado a la agencia italiana SIR, que la
visita a Egipto del Papa “es importante para transmitir un mensaje
a todo el mundo: Egipto es aún un oasis de seguridad y de paz”.
Francisco, indica el patriarca, “es un verdadero testimonio de la
paz y de la verdad. Donde va, lleva la voz de todas las personas más
frágiles y sufridas del mundo”.
22.04.17
22.04.17
El Papa en San Bartolomé: la Iglesia necesita testimonios diarios y también de mártires
Se
rezó “para que sea desarmada la violencia blasfema de quien
asesina en nombre de Dios”
(Roma,
22 Abr. 2017).- El santo padre Francisco llegó este sábado por la
tarde a la Isla Tiberina, en medio del río que cruza la ciudad de
Roma, en donde se encuentra la antigua basílica de San Bartolomé.
El Papa quiso rendir su homenaje a los mártires del siglo XX y XXI,
en este santuario que recuerda la memoria de los cristianos
asesinados por odio a la fe.
La
entrada del Papa en la explanada fue festiva, en medio del entusiasmo
de tantas personas, entre las cuales los jóvenes y niños de las
‘Escuelas de la Paz’. Muchos niños le entregaron cartas y
dibujos. Su ingreso en la basílica en cambio fue marcada por la
solemnidad, y una vez llegado delante del ícono del altar principal,
que recuerda a los nuevos mártires, el Santo Padre rezó
algunos instantes en silencio.
El
fundador de la Comunidad de San Egidio, Andrea Riccardi dirigió unas
sentidas palabras, agradeciéndole el “haber venido como peregrino
al santuario de los nuevos mártires” recordando que hoy es
“el aniversario del secuestro” de dos obispos de Aleppo, “quienes
rezaron en esta iglesia”. Templo querido por san Juan Pablo II, que
“custodia la memoria de los mártires católicos, ortodoxos,
anglicanos y evangélicos unidos en la sangre derramada por Jesús”.
Le
siguieron lecturas intercaladas por tres testimonios. El primero fue
Karl, hijo de Paul Schneider, pastor de la Iglesia Reformada,
asesinado en 1939 en el campo de Buchenwald porque había
denunciado que el nazismo tenía objetivos “irreconciliable
con el mensaje de la Biblia”.
Después
de otra lectura, Roselyne, hermana del sacerdote francés Jacques
Hamel, asesinado el 26 de julio de 2016 por milicianos del Isis
recordó la paradoja de quien nunca quiso ser protagonista y que
en cambio dio un testimonio a todo el mundo. Señaló que los
musulmanes se reunieron para rendirle homenaje y del sentimiento que
despertó en Francia.
El
tercer testimonio fue de Francisco Hernández Guevara, amigo de
William Quijano, un joven de San Egidio en El Salvador, asesinado en
septiembre de 2009, empeñado con las Escuelas de la Paz que ofrecía
a los jóvenes una alternativa a las pandillas o marras. “Su culpa
fue soñar un mundo sin violencia”, y hablar a todos de su sueño.
Nunca hablaba de venganza contra las pandillas sino en un cambio de
mentalidad a partir de los niños.
El
incienso y cantos polifónicos fueron parte de la liturgia, en la que
el papa vestido de blanco uso una estola roja de un prelado mártir.
“Hemos
venido como peregrinos –dijo el Sucesor de Pedro– en esta
basílica de San Bartolomé en la Isla Tiberina, donde la historia
antigua del martirio se une a la memoria de los nuevos mártires, de
tantos cristianos asesinados por las absurdas ideologías del siglo
pasado, y asesinados porque eran discípulos de Jesús”.
Cuantas
veces se oyó decir que ‘la patria necesita héroes’, dijo el
Papa, y precisó entretanto que sobre todo que la iglesia necesita
son “mártires, testimonios, santos de todos los días que llevan
la vida ordinaria adelante con coherencia, pero también de quienes
tienen el coraje de aceptar la gracia de ser testimonios hasta el
final, hasta la muerte”. “Ellos son agraciados por Dios”, y
“sin ellos la Iglesia no puede ir hacia adelante”.
El
Papa quiso recordar “a una mujer, no sé el nombre pero nos mira
desde el cielo”. Supo de ella en su viaje a Lesbos cuando el marido
con tres niños le dijo: “Soy musulmán, mi esposa era cristiana,
vinieron los terroristas nos pidieron la religión y a ella con su
crucifijo, le pidieron de tirarlo. Ella no lo hizo y la degollaron
delante de mi. Nos queríamos tanto”. Y Francisco concluyó este
relato indicando: “Esto es un ícono que traigo como regalo aquí”.
El
santo padre indicó además que “recordar a estos testimonios
de la fe y rezar en este lugar es un gran don, para la Comunidad de
San Egidio, para la Iglesia en Roma, todas las comunidades de esta
ciudad y para los peregrinos”.
Podemos
rezar así, concluyó el Papa: “Oh Señor, vuélvenos testimonios
dignos del Evangelio y de tu amor; infunde tu misericordia sobre la
humanidad; renueva a tu Iglesia, protege a los cristianos
perseguidos, concede rápido paz al mundo entero”.
A
continuación el Papa pasó por las seis diversas capillas, iniciando
por la de las víctimas del nazismo, pasado por la de América
Latina, encendiendo una vela en cada una de ellas, y concluyendo en
la de los martirizados por el comunismo.
Se
rezó también “para que sea desarmada la violencia blasfema de
quien asesina en nombre de Dios”.
Texto completo del papa Francisco en la basílica de San Bartolomé, santuario de los mártires del siglo XX y XXI
La
Iglesia es Iglesia, si es Iglesia de mártires
Hemos
venido como peregrinos a esta basílica de San Bartolomé en la Isla
Tiberina, donde la historia antigua del martirio se une a la memoria
de los nuevos mártires, de tantos cristianos asesinados por las
absurdas ideologías del siglo pasado y asesinados también hoy
porque eran discípulos de Jesús.
El
recuerdo de estos heroicos testimonios antiguos y recientes nos
confirma en la conciencia de que la Iglesia es Iglesia si es Iglesia
de mártires. Y los mártires son aquellos que como nos recordó el
Libro del Apocalipsis, “vienen de la gran tribulación y han lavado
sus vestidos, volviéndolos cándidos en la sangre del cordero”.
Ellos
tuvieron la gracia de confesar a Jesús hasta el final, hasta la
muerte. Ellos sufren, ellos dan la vida, y nosotros recibimos la
bendición de Dios por su testimonio. Y existen también tantos
mártires escondidos, esos hombres y esas mujeres fieles a la fuerza
humilde del amor, a la voz del Espíritu Santo, que en la vida de
cada día buscan ayudar a los hermanos y de amar a Dios sin reservas.
Si
miramos bien, la causa de toda persecución es el odio del príncipe
de este mundo hacia cuantos han sido salvados y redimidos por Jesús
con su muerte y con su resurrección.
En el
pasaje del Evangelio que hemos escuchado (Cfr. Jn 15,12-19) Jesús
usa una palabra fuerte y escandalosa: la palabra “odio”. Él, que
es el maestro del amor, a quien gustaba mucho hablar de amor, habla
de odio. Pero Él quería siempre llamar las cosas por su nombre. Y
nos dice: “No se asusten. El mundo los odiará; pero sepan que
antes de ustedes, me ha odiado a mí”.
“Jesús
nos ha elegido y nos ha rescatado, por un don gratuito de su amor.
Con su muerte y resurrección nos ha rescatado del poder
del mundo, del poder del diablo, del poder del príncipe de este
mundo. Y el origen del odio es este: porque nosotros hemos sido
salvados por Jesús, y el príncipe de este mundo esto no lo quiere,
él nos odia y suscita la persecución, que desde los tiempos de
Jesús y de la Iglesia naciente continúa hasta nuestros días.
Cuántas comunidades cristianas hoy son objeto de persecución! ¿Por
qué? A causa del odio del espíritu del mundo”.
Cuántas
comunidades cristianas hoy son objeto de persecución. ¿Por qué? A
causa del odio del espíritu del mundo. Cuántas veces en momentos
difíciles de la historia se ha escuchado decir: ‘Hoy la patria
necesita héroes’. El mártir puede ser pensado como un héroe,
pero la cosa fundamental del mártir es que fue un ‘agraciado’:
es la gracia de Dios, no el coraje lo que nos hace mártires.
Hoy del
mismo modo se puede interrogar: ‘¿Qué cosa necesita hoy la
Iglesia?’. Mártires, testimonios, es decir, Santos, aquellos de la
vida ordinaria, porque son los Santos los que llevan adelante a la
Iglesia. ¡Los Santos!, sin ellos la Iglesia no puede ir adelante. La
Iglesia necesita de los Santos de todos los días llevada adelante
con coherencia; pero también de aquellos que tienen la valentía de
aceptar la gracia de ser testigos hasta el final, hasta la muerte.
Todos
ellos son la sangre viva de la Iglesia. Son los testimonios que
llevan adelante la Iglesia; aquellos que atestiguan que Jesús ha
resucitado, que Jesús está vivo, y lo testifican con la coherencia
de vida y con la fuerza del Espíritu Santo que han recibido como
don”.
Yo
quisiera, hoy, añadir un ícono más, en esta iglesia. Una mujer, no
se su nombre pero ella nos mira desde el cielo. Estaba en Lesbos,
saludaba a los refugiados y encontré un hombre de 30 años con tres
niños que me ha dicho: “Padre yo soy musulmán, pero mi esposa era
cristiana. A nuestro país han venido los terroristas, nos han visto
y nos han preguntado cuál era la religión que practicábamos. Han
visto el crucifijo, y nos han pedido tirarlo al piso. Mi mujer no lo
hizo y la han degollado delante de mí. Nos amábamos mucho.
Este es
el ícono que hoy les traigo como regalo aquí. No sé si este hombre
está todavía en Lesbos o ha logrado ir a otra parte. No sé si ha
sido capaz de huir de ese campo de concentración porque los campos
de refugiados, muchos de ellos son campos de concentración, debido a
la cantidad de gente que es abandonada allí.
Y los
pueblos generosos que los acogen, que tienen que llevar adelante este
peso, porque los acuerdos internacionales parecen ser más
importantes que los derechos humanos. Y este hombre no tenía rencor.
Él era musulmán y tenía esta cruz de dolor llevada sin rencor. Se
refugiaba en el amor hacia su mujer, agraciada con el martirio.
Recordar
estos testimonios de la fe y orar en este lugar es un gran don. Es un
don para la Comunidad de San Egidio, para la Iglesia de Roma, para
todas las comunidades cristianas de esta ciudad, y para tantos
peregrinos. La herencia viva de los mártires nos dona hoy a nosotros
paz y unidad.
Ellos nos
enseñan que, con la fuerza del amor, con la mansedumbre, se puede
luchar contra la prepotencia, la violencia, la guerra y se puede
realizar con paciencia la paz. Y entonces podemos orar así: «Oh
Señor, haznos dignos testimonios del Evangelio y de tu
amor; infunde tu misericordia sobre la humanidad; renueva tu Iglesia,
protege a los cristianos perseguidos, concede pronto la paz al mundo
entero. A ti Señor la Gloria y a nosotros la vergüenza.
23.04.17
23.04.17
Pascua: el papa da las gracias por los mensajes de felicitación
Palabras
del papa antes del Regina Coeli
Queridos
hermanos y hermanas, buenos días!
Cada
domingo, hacemos memoria de la resurrección del Señor Jesús, pero
en este periodo de después de Pascua, el domingo reviste un
significado más claro. En la tradición de la Iglesia, a este
domingo después de Pascua, se le denomina “in
albis”.
Qué significa esto? La expresión intenta recordar el rito que
cumplían aquellos que habían recibido el bautismo en la Vigilia
pascual. A cada uno de ellos se les ponía una ropa blanca –
“alba”, blanca – para indicar su nueva dignidad de hijos de
Dios. Hoy aún se sigue haciendo lo mismo; se les ofrece a los recién
nacidos una pequeña ropa simbólica, mientras que los adultos se
ponen uno de verdad, como lo hemos visto en la Vigilia pascual. Esta
ropa blanca, en el pasado, se llevaba durante una semana hasta el
domingo in
albis.
Y de ahí deriva el nombre in
albis deponendis,
que significa el domingo en el cuál se quitan la ropa blanca. Y una
vez quitada la ropa, los neófitos comenzaban su nueva vida en Cristo
y en la Iglesia.
Hay otra
cosa: en el Jubileo del año 2000, San Juan Pablo II estableció que
este domingo seria dedicado a la Divina Misericordia. Es verdad. Esto
ha sido una bonita intuición, ha sido el Espíritu Santo quién le
ha inspirado! Hace unos meses, hemos concluido el Jubileo
extraordinario de la Misericordia y este domingo nos invita a retomar
con fuerza la gracia que viene de la misericordia de Dios.
El
Evangelio de hoy es el relato de la aparición de Cristo resucitado a
los discípulos reunidos en el cenáculo (cf. Jn 20, 19-31). San Juan
escribe que Jesús, después de haber saludado a sus discípulos, les
dice: “Lo mismo que el Padre me ha enviado, así también os
envío”. Dicho esto sopló sobre ellos y les dijo: “Recibid el
Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les serán
perdonados; a quienes se los retengáis, les serán retenidos” (vv.
21-23). Es el sentido de la misericordia, presentada el día de
la resurrección de Jesús como perdón de los pecados. Jesús
resucitado, ha transmitido a su Iglesia, como primera misión, su
propia misión de llevar a todos el anuncio concreto del perdón. Es
el primer deber: anunciar el perdón. Este signo visible de su
misericordia conlleva en él la paz del corazón y la alegría del
encuentro renovado en con el Señor.
La
misericordia a la luz de la Pascua se deja percibir como una
verdadera forma de conocimiento. Es importante: la misericordia es un
modo verdadero de conocimiento. Sabemos que la conocemos a través de
diferentes formas: el sentido, la intuición, la razón y otros. Se
la puede conocer también a través de la experiencia de la
misericordia, porque la misericordia abre la puerta del espíritu
para comprender mejor el misterio de Dios y de nuestra existencia
personal. La misericordia nos hace comprender que la violencia, el
rencor, la venganza no tienen ningún sentido y la primera víctima
es aquel que vive de estos sentimientos, porque se priva de su
dignidad. La misericordia también abre la puerta del corazón y
permite expresar la cercanía sobre todo hacia aquellos que están
solos y marginados, porque les hace sentirse hermanos y hermanas de
un solo Padre. Favorece el reconocimiento de aquellos que tienen
necesidad de consuelo y hace encontrar palabras que les reconforten.
Hermanos
y hermanas, la misericordia calienta el corazón y le hace sensible a
las necesidades de los hermanos, a través del compartir y la
participación. La misericordia, en definitiva, compromete a todos a
ser instrumentos de justicia, de reconciliación y de paz. No
olvidemos nunca que la misericordia es la piedra clave en la vida de
fe y la forma concreta a través de la cuál hacemos visible la
resurrección de Jesús.
Que
María, la Madre de Misericordia, nos ayude a creer y a vivir con
alegría esto.
Palabras
después del Regina Coeli
El papa Francisco ha dado las gracias a los fieles
por los mensajes de felicitación que le han dirigido en Pascua, en
el Regina Coeli del 23 de abril de 2017.
Ante
la gente presente en la plaza San Pedro, en el segundo domingo
Pascua, ha deseado “para cada uno y para cada familia la gracia del
Señor Resucitado”.
He
aquí nuestra traducción íntegra de las palabras que el papa ha
pronunciado después de la oración mariana.
Queridos
hermanos y hermanas,
Ayer en
Oviedo, España, el Padre Luis Antonio Ormières ha sido proclamado
Bienaventurado. Vivió en el siglo XIX, ha derrochado sus numerosas
cualidades humanas y espirituales al servicio de la educación, y por
eso funda la Congregación de las Hermanas del Santo Ángel de la
Guarda. Que su ejemplo y su intercesión ayuden en particular a
aquellos que trabajan en las escuelas y en los medios educativos.
Os
saludo de todo corazón, fieles romanos y peregrinos de Italia y de
tantos otros países, en particular la Confraternidad
St Sebastianus de
Kerkrade (Países Bajos), le Nigerian Catholic Secretariat y la
parroquia Liebfrauen de Bocholt (Alemania).
Saludo a
los peregrinos polacos, y expreso mi vivo aprecio por la iniciativa
de Cáritas de Polonia en favor de numerosas familias en Siria.
Un
saludo especial a los fieles de la Divina Misericordia presentes hoy
en la iglesia Santo
Spirito in Sassia.
Lo mismo que a los participantes del ”Curso por la Paz” : una
estafeta que sale hoy de esta plaza para ir a Wittenberg, Alemania.
Saludo a
los numerosos grupos de jóvenes, especialmente a los que se van a
confirmar o a los ya confirmados. Sois muchos! De la diócesis de
Piacenza-Bobbio. Trento, Cuneo, Milán, Lodi, Cremona, Bergamo y
Vincenza. Lo mismo que a la escuela “Masaccio” de Treviso y al
Instituto “San Carpoforo” de Como.
En fin,
doy las gracias a todos aquellos que en este periodo me han enviado
mensajes felicitándome la Pascua. Les devuelvo de todo corazón
invocando para cada uno y para cada familia la gracia del Señor
Resucitado.
Buen
domingo a todos, y por favor no os olvidéis de rezar por mi. Buen
apetito y adiós.
24.04,17
24.04,17
El Papa en Santa Marta: ‘ Ni compromisos, ni rigidez. Es el Espíritu quien nos vuelve Libres’
Retoman
las misas diarias del Santo Padre en la Casa Santa Marta
(Ciudad
del Vaticano, 24 Abr. 2017).- Nuestra fe es concreta y
rechaza sea compromisos que idealizaciones. Lo indicó el papa
Francisco este lunes al retomar las misas matutinas en la capilla de
la Casa Santa Marta, a la cual participaron también los purpurados
del Consejo de Cardenales que desde hoy se reúnen tres días con el
Santo Padre.
La
homilía parte del encuentro de Nicodemo con Jesús y del testimonio
de Pedro y Juan después de la curación de un inválido,
narrados en las lecturas del día.
Jesús,
indica el Papa, le explica a Nicodemo con amor y paciencia que es
necesario “nacer desde lo alto”, “nacer del Espíritu”, y por
lo tanto cambiar de mentalidad.
Subrayó
también la primera lectura de los Actos de los Apóstoles, donde
Pedro y Juan después de sanar a un inválido “responden con
simplicidad” cuando les intiman a no predicar más. Pedro responde:
“No, no podemos callar lo que hemos visto y escuchado. Y
proseguiremos así”.
Esto,
aseguro el Pontífice, es “un hecho concreto” es lo “concreto
de la fe “respecto a los doctores que “quieren entrar en
negociados para llegar a compromisos”.
A veces
nos olvidamos que nuestra fe es concreta: El Verbo se hizo carne y no
idea. Lo concreto de la fe lleva a ser “francos”, al “testimonio
hasta el martirio”.
Para
estos Doctores de la Ley, el Verbo “no se ha hecho carne: se ha
hecho ley y se debe hacer esto hasta acá y no más allá”. Y así
se quedaban “enjaulados en esta mentalidad racionalista, que
ha terminado con ellos, ¡eh!” Porque en la historia de la Iglesia
ella ha condenado el racionalismo, el Iluminismo, aunque tantas
otras veces ha caído en una teología del ‘se puede y no se
puede’, ‘hasta aquí, hasta allá’, y olvidando la fuerza,
la libertad del Espíritu, este renacer del Espíritu que da la
libertad, la franqueza de la predicación y el anuncio de que
Jesucristo es el Señor”.
“Pidamos
al Señor –concluyó el Papa en su homilía– tener esta
experiencia del Espíritu que va y viene y nos lleva adelante, del
Espíritu que nos da la unción de la fe, la unción de las cosas
concretas de la fe”.
Porque,
dijo al terminar su predicación: “‘el viento sopla donde quiere
y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es
para quien ha nacido del Espíritu’: siente la voz, sigue el
viento, sigue la voz del Espíritu sin saber dónde terminará.
Porque ha hecho una opción por lo concreto de la fe y el
renacimiento en el Espíritu”.
“Que
el Señor nos dé a todos nosotros –concluyó el Sucesor de Pedro–
este Espíritu pascual, de ir por los caminos del Espíritu sin
compromisos, sin rigideces, con la libertad de anunciar a Jesucristo
como Él ha venido: en la carne”.
25.04.17
25.04.17
El Papa en Sta. Marta: el Evangelio no se impone se predica con humildad
Un
predicador tiene que estar siempre en camino sin buscar “un seguro
de vida” quedándose quieto
(Roma,
25 Abr. 2017).- El Evangelio se anuncia con humildad,
venciendo la tentación de la soberbia. Esta es la exhortación del
papa Francisco en la misa de este martes en la Casa Santa Marta, en
la fiesta de San Marco Evangelista. A la celebración tomaron parte
los cardenales consejeros del C9 reunidos hasta mañana miércoles.
“Hoy
–dijo el Papa al inicio de la misa– es San Marcos evangelista,
fundador de la Iglesia de Alejandría. Ofrezco esta misa por mi
hermano papa Tawadros II, patriarca de Alejandría de los Coptos,
pidiendo la gracia de que el Señor bendiga nuestras dos Iglesias con
la abundancia del Espíritu Santo”.
El Santo
Padre reiteró que los cristianos tienen que “salir para anunciar”
y que un predicador tiene que estar siempre en camino sin buscar “un
seguro de vida” quedándose quieto.
Papa
centró su homilía en el Evangelio de san Marcos que señala el
mandato del Señor a los discípulos, precisando que “el Evangelio
se proclama siempre en camino, nunca sentados”.
“Es
necesario salir donde Jesús es desconocido, donde es perseguido, o
donde es desfigurado, para proclamar el verdadero Evangelio”, dijo.
Invitó
así a “salir para anunciar” sea “en camino físico que
espiritual, o en un camino de sufrimientos” como lo hacen “tantos
enfermos que ofrecen su dolor por la Iglesia, por los cristianos,
pero siempre salen de si mismos”.
Pero cuál
es el estilo de este anuncio, se interroga el Papa. “San Pedro que
justamente ha sido el maestro de Marcos -responde- es muy claro al
describir este estilo”, o sea que “el Evangelio es anunciado con
humildad, porque el Hijo de Dios se humilló y se rebajó. El estilo
de Dios es este” y “no hay otro”. Porque “el anuncio del
Evangelio no es un carnaval, una fiesta”.
“El
Evangelio -indicó el Papa- no puede ser anunciado con el poder
humano, no puede ser anunciado con el espíritu de trepar y subir”.
Porque “Dios se resiste a los soberbios y da gracia a los
humildes”.
El Santo
Padre advirtió de una tentación al anunciar el Evangelio: “la
tentación del poder, de la soberbia, de la mundanidad, de tantas
mundanidades que existen y que llevan a predicar o a fingir”.
Y reiteró
que no es predicar el difundir “un Evangelio aguado, sin fuerza,
sin Cristo crucificado y resucitado”.
Y si un
cristiano asegura que anuncia el Evangelio, pero que ‘nunca es
tentado’, significa que “el diablo no se preocupa” porque
“estamos predicando un evangelio que no sirve”. 26.04.17
El Papa en la audiencia: ‘Dios está cerca y camina a nuestro lado’
Recuerda
que el ancla era un símbolo de los primeros cristianos
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
«Yo
estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).
Estas últimas palabras del Evangelio de Mateo evocan el anuncio
profético que encontramos al inicio: «A Él le pondrán el nombre
de Emanuel, que significa: Dios con nosotros» (Mt 1,23; Cfr. Is
7,14). Dios estará con nosotros, todos los días, hasta el fin del
mundo. Jesús caminará con nosotros: todos los días, hasta el fin
del mundo.
Todo el
Evangelio esta contenido entre estas dos citas, palabras que
comunican el misterio de Dios cuyo nombre, cuya identidad es
estar-con: no es un Dios aislado, es un Dios-con nosotros, en
particular con nosotros, es decir, con la criatura humana. Nuestro
Dios no es un Dios ausente, secuestrado en un cielo lejano; es en
cambio un Dios “apasionado” por el hombre, así tiernamente
amante de ser incapaz de separarse de él.
Nosotros
humanos somos hábiles en arruinar vínculos y derribar puentes. Él
en cambio no. Si nuestro corazón se enfría, el suyo permanece
siempre incandescente. Nuestro Dios nos acompaña siempre, incluso si
por desgracia nosotros nos olvidáramos de Él. En el punto que
divide la incredulidad de la fe, es decisivo el descubrimiento de ser
amados y acompañados por nuestro Padre, de no haber sido jamás
abandonados por Él.
Nuestra
existencia es una peregrinación, un camino. A pesar de que muchos
son movidos por una esperanza simplemente humana, perciben la
seducción del horizonte, que los impulsa a explorar mundos que
todavía no conocen. Nuestra alma es un alma migrante. La Biblia está
llena de historias de peregrinos y viajeros.
La
vocación de Abraham comienza con este mandato: «Deja tu tierra»
(Gen 12,1). Y el patriarca deja ese pedazo de mundo que conocía bien
y que era una de las cunas de la civilización de su tiempo. Todo
conspiraba contra la sensatez de aquel viaje. Y a pesar de ello,
Abraham parte. No se convierte en hombres y mujeres maduros si no se
percibe la atracción del horizonte: aquel límite entre el cielo y
la tierra que pide ser alcanzado por un pueblo de caminantes.
En su
camino en el mundo, el hombre no está jamás sólo. Sobre todo el
cristiano no se siente jamás abandonado, porque Jesús nos asegura
que no nos espera sólo al final de nuestro largo viaje, sino nos
acompaña en cada uno de nuestros días.
¿Hasta
cuándo perdurará el cuidado de Dios en relación al hombre? ¿Hasta
cuándo el Señor Jesús, caminará con nosotros, hasta cuándo
cuidará de nosotros? La respuesta del Evangelio no deja espacio a la
duda: ¡hasta el fin del mundo! Pasaran los cielos, pasará la
tierra, serán canceladas las esperanzas humanas, pero la Palabra de
Dios es más grande de todo y no pasará. Y Él será el Dios con
nosotros, el Dios Jesús que camina con nosotros.
No
existirá un día de nuestra vida en el cual cesaremos de ser una
preocupación para el corazón de Dios. Pero alguno podría decir:
“¿Qué cosa esta diciendo usted?”.
Digo
esto: no existirá un día de nuestra vida en el cual cesaremos de
ser una preocupación para el corazón de Dios. Él se preocupa por
nosotros, y camina con nosotros, y ¿Por qué hace esto? Simplemente
porque nos ama. ¿Entendido? ¡Nos ama! Y Dios seguramente proveerá
a todas nuestras necesidades, no nos abandonará en el tiempo de la
prueba y de la oscuridad. Esta certeza pide hacer su nido en nuestra
alma para no apagarse jamás. Alguno la llama con el nombre de
“Providencia”. Es decir, la cercanía de Dios, el amor de Dios,
el caminar de Dios con nosotros se llama también “Providencia de
Dios”: Él provee nuestra vida”.
No es
casual que entre los símbolos cristianos de la esperanza existe uno
que a mí me gusta tanto: es el ancla. Ella expresa que nuestra
esperanza no es banal; no se debe confundir con el sentimiento
mutable de quien quiere mejorar las cosas de este mundo de manera
utópica, haciendo, contando sólo en su propia fuerza de voluntad.
La
esperanza cristiana, de hecho, encuentra su raíz no en lo atractivo
del futuro, sino en la seguridad de lo que Dios nos ha prometido y ha
realizado en Jesucristo. Si Él nos ha garantizado que no nos
abandonará jamás, si el inicio de toda vocación es un “Sígueme”,
con el cual Él nos asegura de quedarse siempre delante de nosotros,
entonces ¿Por qué temer? Con esta promesa, los cristianos pueden
caminar donde sea. También atravesando porciones de mundo herido,
donde las cosas no van bien, nosotros estamos entre aquellos que
también ahí continuamos esperando. Dice el salmo: «Aunque cruce
por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque tú estás
conmigo» (Sal 23,4).
Es
justamente donde abunda la oscuridad que se necesita tener encendida
una luz. Volvamos al ancla: el ancla es aquello que los navegantes,
ese instrumento, que lanzan al mar y luego se sujetan a la cuerda
para acercar la barca, la barca a la orilla. Nuestra fe es el ancla
del cielo. Nosotros tenemos nuestra vida anclada al cielo. ¿Qué
cosa debemos hacer? Sujetarnos a la cuerda: está siempre ahí. Y
vamos adelante porque estamos seguros que nuestra vida es como un
ancla que está en el cielo, en esa orilla a dónde llegaremos.
Cierto,
si confiáramos solo en nuestras fuerzas, tendríamos razón de
sentirnos desilusionados y derrotados, porque el mundo muchas veces
se muestra contrario a las leyes del amor. Prefiere muchas veces, las
leyes del egoísmo. Pero si sobrevive en nosotros la certeza de que
Dios no nos abandona, de que Dios nos ama tiernamente y a este mundo,
entonces en seguida cambia la perspectiva. “Homo viator, spe
erectus”, decían los antiguos.
A lo
largo el camino, la promesa de Jesús «Yo estoy con ustedes» nos
hace estar de pie, erguidos, con esperanza, confiando que el Dios
bueno está ya trabajando para realizar lo que humanamente parece
imposible, porque el ancla está en la orilla del cielo.
El santo
pueblo fiel de Dios es gente que está de pie – “homo viator” –
y camina, pero de pie, “erectus”, y camina en la esperanza.
Y a donde quiera que va, sabe que el amor de Dios lo ha precedido: no
existe una parte en el mundo que escape a la victoria de Cristo
Resucitado. ¿Y cuál es la victoria de Cristo Resucitado? La
victoria del amor. Gracias. 27.04.17
Santa Marta: ser cristianos no es un estatus, es dar testimonio de Jesús hasta el martirio
El
Santo Padre invitó a pedir a Dios que el Espíritu Santo nos haga
testigos
(Ciudad
del Vaticano).- Ser
cristiano no es pertenecer a un estatus social; ser cristianos
significa ser testigos de obediencia a Dios, como hizo Jesús, aunque
la consecuencia sean las persecuciones.
Lo indicó
este jueves el papa Francisco en su homilía de la Misa celebrada en
la capilla de la Casa de Santa Marta, invitando a pedir a Dios que el
Espíritu Santo nos haga testigos.
Esta
respuesta la da san Pedro cuando después de haber sido liberados de
la cárcel por un ángel es llevado junto a los Apóstoles ante el
sanedrín. Les había sido prohibido enseñar en el nombre de Jesús
pero a pesar de ello llenaron a Jerusalén con su enseñanza.
El
Pontífice partió del episodio narrado en la Primera Lectura tomada
de los Hechos de los Apóstoles y recordó los primeros meses de la
Iglesia, cuando la comunidad aumentaba y había tantos milagros.
Estaba la fe del pueblo y no faltaban los “pequeños astutos que
querían hacer carrera” como Ananías y Safira.
Pedro,
que por temor había traicionado a Jesús ahora en cambio responde
que “es necesario obedecer a Dios en lugar de a los hombres”.
Esta respuesta hace comprender que “el cristiano es testigo de
obediencia”, como Jesús cuando se aniquiló y en el huerto de los
olivos y dijo al Padre: “Que se haga tu voluntad, no la mía”.
“El
cristiano es un testigo de obediencia y si nosotros no
estamos por este camino de crecimiento en el testimonio de la
obediencia, no somos cristianos. Al menos caminar por este camino:
testigo de obediencia. Como Jesús. No es testigo de una
idea, de una filosofía, de una empresa, de un banco,
de un poder: es testigo de obediencia. Como Jesús”, dijo.
Además
ser “testigos de obediencia” es “una gracia del Espíritu
Santo”. Porque “solo el Espíritu puede hacernos testigos de
obediencia. ‘No, yo voy a ver a aquel maestro espiritual, yo leo
este libro…’. Todo está bien, pero sólo el Espíritu puede
cambiarnos el corazón y puede hacernos a todos testigos de
obediencia. Es una obra del Espíritu y debemos pedirlo, es una
gracia que hay que pedir: ‘Padre, Señor Jesús, envíenme
su Espíritu para que yo llegue a ser un testigo de obediencia’,
es decir un cristiano”, dijo.
Como
relata la Primera Lectura, ser testigos de obediencia tiene
consecuencias, de hecho después de la respuesta de Pedro, querían
matarlo.
“Las
consecuencias del testigo de obediencia son las persecuciones.
Cuando Jesús enumera las Bienaventuranzas termina
diciendo: ‘Bienaventurados ustedes cuando son perseguidos,
insultados’. La cruz no se puede quitar de la vida de un
cristiano. La vida de un cristiano no es un estatus social, no es un
modo de vivir una espiritualidad que me hace bueno, que me hace un
poco mejor. Esto no basta. La vida de un cristiano es el testimonio
de obediencia y la vida de un cristiano está llena de calumnias,
habladurías y persecuciones”.
Para ser
testigos de obediencia como Jesús hay que rezar, reconocerse
pecadores, con tantas “mundanidades” en el corazón y por ello
pedir a Dios “la gracia de llegar a ser testigo de
obediencia” y no tener miedo cuando llegan las persecuciones, las
calumnias, porque el Señor dijo que cuando estemos ante el Juez,
será el Espíritu quien nos sugerirá qué responder”. 28.04.17
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