Las palabras del Santo Padre al Colegio Español en Roma
Texto completo
En
la Sala Clementina del Vaticano, el Santo Padre saludó a los
superiores, colegiales y ex-alumnos
(Ciudad
del Vaticano, 1º Abr. 2017).- El Santo Padre recibió este sábado
en el Vaticano a los integrantes del Colegio pontificio español ‘San
Jose’ de Roma, con motivo de los 125 años de la fundación
instituida por el beato Manuel Domingo y Sol. En la Sala Clementina
el Santo Padre saludó a los superiores, colegiales y ex-alumnos y
les dirigió las siguientes palabras.
“Queridos
hermanos en el episcopado, queridos sacerdotes:
Quiero
hacer llegar mi saludo a toda la comunidad del Pontificio Colegio
Español de San José y agradecer al Señor Cardenal Ricardo Blázquez
Pérez las amables palabras que, como Patrono del Colegio, me ha
dirigido en nombre de todos, en esta conmemoración.
Doy
gracias a Dios por la hermosa obra que instituyó el beato Manuel
Domingo y Sol, fundador de la Hermandad de Sacerdotes Operarios
Diocesanos del Sagrado Corazón de Jesús, y por la labor de los
mismos durante todos estos años.
Esta
Institución nació con la vocación de ser un referente para la
formación del clero. Formarse supone ser capaces de acercarse con
humildad al Señor y preguntarle: ¿Cuál es tu voluntad? ¿Qué
quieres de mí?
Sabemos
la respuesta, pero tal vez nos haga bien recordarla, para ello les
propongo las tres palabras del Shemá con las que Jesús respondió
al Levita: «amarás al Señor con todo tu corazón, con toda tu
alma, con todas tus fuerzas» (Mc 12,30).
Amar de
todo corazón, significa hacerlo sin reservas y sin dobleces, sin
intereses espurios y sin buscarse a sí mismo en el éxito personal.
La caridad pastoral supone salir al encuentro del otro,
comprendiéndolo, aceptándolo y perdonándolo de corazón.
Pero
solos no es posible crecer en esa caridad. Por eso el Señor nos
llamó para ser una comunidad, de modo que esa caridad congregue a
todos los sacerdotes con un especial vínculo en el ministerio y la
fraternidad. Para ello se necesita la ayuda del Espíritu Santo pero
también el combate espiritual personal (cf. Ratio Fundamentalis
Institutionis Sacerdotalis, 87).
Esto no
pasó de moda, sigue siendo tal actual como en los primeros tiempos
de la Iglesia. Se trata de un desafío permanente para superar el
individualismo, y vivir la diversidad como un don, buscando la unidad
del presbiterio, que es signo de la presencia de Dios en la vida de
la comunidad.
Presbiterio
que no mantiene la unidad, de hecho, expulsa a Dios de su testimonio,
no es testimonio de la presencia de Dios. Lo manda afuera.
De ese
modo, reunidos en nombre del Señor, especialmente cuando celebran la
Eucaristía, manifiestan incluso sacramentalmente que él es el amor
de su corazón.
Segundo:
amar con toda el alma es estar dispuestos a ofrecer la vida. Esta
actitud debe persistir en el tiempo, y abarcar todo nuestro ser. Así
lo proponía el Fundador del Colegio: «[Señor] te ofrezco y pongo a
tu disposición mi cuerpo, mi alma, mi memoria, entendimiento y
voluntad, mi salud y hasta mi vida» (Escritos III, vol. 6, doc. 111,
p. 1).
Por lo
tanto, la formación de un sacerdote no puede ser únicamente
académica, aunque esta sea muy importante y necesaria, sino que ha
de ser un proceso integral, que abarque todas las facetas de la vida.
La formación ha de servirles para crecer y, al mismo tiempo, para
acercarse a Dios y a los hermanos. Por favor no se conformen con
conseguir un título, sino sean discípulos a tiempo completo para
«anunciar el mensaje evangélico de modo creíble y comprensible al
hombre de hoy» (Ratio, 116).
A este
punto, es importante crecer en el hábito del discernimiento, que les
permita valorar cada instante y moción, incluso lo que parece
opuesto y contradictorio, y cribar lo que viene del Espíritu; una
gracia que debemos pedir de rodillas.
Sólo
desde esta base, a través de las múltiples tareas en el ejercicio
del ministerio, podrán formar a los demás en ese discernimiento que
lleva a la Resurrección y a la Vida, y les permite dar una respuesta
consciente y generosa a Dios y a los hermanos (cf. Encuentro con los
sacerdotes y consagrados – Milán, 25 marzo 2017).
Yo decía
que la formación de un sacerdote no puede ser únicamente académica
y conformarse con esto solo. De ahí nacen todas las ideologías que
apestan en la Iglesia, de un signo o de otro, del academicismo
clerical.
Son
cuatro columnas las que debe tener la formación: la formación
académica, formación espiritual, formación comunitaria y formación
apostólica. Y las cuatro tienen que interactuar. Si falta una de
ellas ya empieza a renguear la formación.Así que, por favor, las
cuatro juntas e interactuándose. Finalmente, la tercera respuesta de
Jesús, amar con todas las fuerzas, nos recuerda que allí donde está
nuestro tesoro está nuestro corazón (cf. Mt 6,21), y que es en
nuestras pequeñas cosas, seguridades y afectos, donde nos jugamos el
ser capaces de decir que sí al Señor o darle la espalda como el
joven rico.
No se
pueden contentar con tener una vida ordenada y cómoda, que les
permita vivir sin preocupaciones, sin sentir la exigencia de cultivar
un espíritu de pobreza radicado en el Corazón de Cristo que, siendo
rico, se ha hecho pobre por nuestro amor (cf. 2 Co 8,9) o, como dice
el texto, para enriquecernos a nosotros. Se nos pide adquirir la
auténtica libertad de hijos de Dios, en una adecuada relación con
el mundo y con los bienes terrenos, según el ejemplo de los
Apóstoles, a los que Jesús invita a confiar en la Providencia y a
seguirlo sin lastres ni ataduras (cf. Lc 9,57-62; Mc 10,17-22). No se
olviden de esto: el diablo siempre entra por el bolsillo, siempre.
Además,
es bueno aprender a dar gracias por lo que tenemos, renunciando
generosa y voluntariamente a lo superfluo, para estar más cerca de
los pobres y de los débiles. El beato Domingo y Sol decía que para
socorrer la necesidad se debía estar dispuestos a «vender la
camisa». Yo no les pediré tanto: curas descamisados no,
simplemente que sean testigos de Jesús, a través de la sencillez y
la austeridad de vida, para llegar a ser promotores creíbles de una
verdadera justicia social (cf. Juan Pablo II, Pastores dabo vobis,
30).
Y,
por favor –y esto como hermano, como padre, como amigo– por
favor, huyan del carrerismo eclesiástico: es una peste. Huyan de
eso. Queridos superiores, colegiales y exalumnos de este Colegio
Español de San José: confiemos al santo Patriarca, Protector de la
Iglesia, sus preocupaciones y proyectos, que él los acompañe, junto
a María Santísima, invocada por la tradición del Colegio como
Madre Clementísima, para que puedan crecer en sabiduría y gracia, y
ser discípulos amados del Buen Pastor.
Que Dios los bendiga”.
02.04.17
Que Dios los bendiga”.
02.04.17
El cardenal Caffarra al lado del papa Francisco en Carpi
Misa
en la catedral y signo de paz
(2
abril 2017).- El
Cardenal Carlo Cafarra, arzobispo emérito de Bolonia, quien había
expresado desacuerdo sobre el documento post-sinodal Amoris
Laetitia, y
el obispo de Carpi, Francesco Cavina, han concelebrado la santa misa
junto con el papa Francisco este 2 de abril, en la plaza de los
Mártires, y han intercambiado calurosamente el signo de la paz de
Cristo durante la misa de Carpi.
Antes de
la misa, el papa se había encontrado con los obispos de la región y
con el Cardenal Cafarra en la catedral: fue la ocasión de un “largo
abrazo” entre el Papa y el cardenal italiano, indica Greg Burke a
ZENIT. Después de la misa, el Papa ha almorzado con los obispos de
la región y el cardenal, los sacerdotes y los seminaristas de Carpi.
La visita
de Carpi ha permitido así el acercamiento entre el Papa y el
cardenal, después de las incomprensiones y las “dudas”.
El
cardenal había participado en la reapertura de la catedral dañada
por el terremoto del 2012, y que ha sido restaurada e inaugurada
la semana pasada, después de la misa presidida por el cardenal
secretario de Estado, Pietro Parolin.
Otros
cardenales y arzobispos han manifestar su solidaridad con Carpi: el
cardenal Angelo Bagnasco (Genes), presidente de la Conferencia
episcopal, el cardenal Giuseppe Betori (Florencia), Mons. Matteo
Maria Zuppi (Bolonia), Mons. Douglas Regattieri (Cesena-Sarsina),
Mons. Massimo Camisasca (Reggio Emilia – Guastalla) y los obispos
eméritos de Carpi,Elio Tinti y Bassano Staffieri.
03.04.17
03.04.17
El Papa en Sta. Marta: Seamos misericordiosos como Jesús, no juzguemos según nuestros vicios
Francisco
invita seguir a “Jesús que es la plenitud de la ley y juzga con
misericordia”
(Ciudad
del Vaticano, 3 Abr. 2017).- “Frente a los
pecados y a la corrupción, Jesús es la única ‘plenitud de la
ley”. Este fue el tema central de la homilía del papa Francisco
durante la misa que ha celebrado este lunes en la capilla de la Casa
Santa Marta.
El Papa
comenta dos hechos: el pasaje del Evangelio de Jesús ante
la mujer sorprendida en adulterio, cuando dice a sus acusadores:
“¡Quién de vosotros esté sin pecado, tire la primera piedra”;
y la narración del profeta Daniel, donde se indica que dos
ancianos jueces del pueblo habían armado “un falso adulterio”
contra Susana.
Así
Susana “fue obligada a elegir entre la fidelidad a Dios y a la ley”
y “salvar su vida”: por lo tanto ella era fiel al marido, si bien
era una mujer que quizás tenía otros pecados, “porque todos somos
pecadores” y “la única mujer que no pecó es la Virgen”.
“Siempre
existieron en el mundo jueces corruptos. También hoy en todas partes
del mundo los hay. ¿Por qué llega la corrupción a una persona? Una
cosa es el pecado: ‘Yo he pecado, resbalo, soy infiel a Dios, pero
luego busco no hacerlo más o trato de arreglarme con el Señor pero
sé que no está bien’. La corrupción en cambio es cuando el
pecado entra, entra, entra en tu conciencia y no deja lugar ni
siquiera lugar para el aire”.
Los
corruptos creen impunemente que hacen bien, señaló Francisco,
quien recordó que en el caso de Susana, los jueces ancianos “eran
corruptos por los vicios de la lujuria” y la amenazaron con dar
“falso testimonio” contra ella. Y no es el primer caso en el se
registran falsos testimonios en las Escrituras, agregó el Papa,
quien recordó precisamente a Jesús, “condenado a muerte con
falsos testimonios”.
El
Pontífice señala que en el caso de la verdadera adúltera,
encontramos que era acusada por “otros jueces que “había perdido
la cabeza”, haciendo crecer en ellos una interpretación de la ley
tan rígida que no daba espacio al Espíritu Santo: o sea “corrupción
de legalidad, de legalismo, contra la gracia”.
Y luego
vemos a Jesús, verdadero Maestro de la ley frente a los falsos
jueces, que habían “pervertido el corazón” o que realizaban
sentencias injustas “oprimiendo a los inocentes y absolviendo a los
malvados”. Jesús dice pocas cosas: ‘¡Quién de vosotros esté
sin pecado, tire la primera piedra contra ella!’. Y a la pecadora:
‘Yo no te condeno, no peques más’. Y esta es la plenitud de la
ley, no la de los escribas y los fariseos, que habían corrompido sus
mentes haciendo tantas leyes, tantas leyes, sin dejarle espacio a la
misericordia.
El Papa
adviertió así sobre la “maldad” con la cual nuestros vicios
juzgan a la gente” e invitó a seguir a “Jesús, que es la
plenitud de la ley y que juzga con misericordia”. 04.04.17
Francisco en Sta. Marta: Llevar la cruz pero no como el distintivo de un equipo de fútbol
Cuando
hago el signo de la cruz ¿soy consciente de lo que hago? ¿Cómo
llevo yo la cruz?
(Ciudad
del Vaticano, 4 Abr. 2017).- El
crucifijo no hay que llevarlo como el del equipo que seguimos, sino
como un símbolo de pertenencia, un punto de referencia para cada
cristiano, ya que recuerda que “Dios se hizo pecado para
salvarnos”. Lo reiteró el Papa Francisco esta mañana, en su
homilía en la misa en la capilla de la Casa Santa Marta,
explicando que tres veces Jesús en el Evangelio de hoy dice a
los fariseos: “Morirán en sus pecados”, porque tenían el
corazón cerrado y no comprendían aquel misterio que era el Señor.
El Papa
recuerda la primera lectura, cuando el pueblo, que no podía soportar
el camino, “se aleja del Señor” y “habla mal de Moisés y del
Señor”. Entonces hay una invasión de serpientes que causan la
muerte. Y el Señor le dice a Moisés que haga una serpiente de
bronce y que la ponga sobre un asta: de modo que quien fuera mordido,
sería curado si la miraba. Por eso Jesús recuerda: “Cuando habrán
levantado al Hijo del hombre, entonces entenderán que Yo soy y que
no hago nada por mí mismo”.
“La
serpiente de bronce curaba” explicó el Pontífice, pero “era
signo de dos cosas: del pecado hecho por la serpiente, de la
seducción de la serpiente, de la astucia de la serpiente; y también
era señal de la cruz de Cristo. Era una profecía”.
“La
salvación –añadió el Papa– sólo viene de la cruz, pero de
esta cruz que es Dios hecho carne. No hay salvación en las ideas, no
hay salvación en la buena voluntad, en el deseo de ser buenos… No.
La única salvación está en Cristo crucificado, porque sólo Él,
como significaba la serpiente de bronce, ha sido capaz de tomar todo
el veneno del pecado y nos ha curado allí”.
“Pero
¿qué es la cruz para nosotros? se interrogó el Santo Padre. Sí,
es el signo de los cristianos, es el símbolo de los cristianos. Y
nosotros nos hacemos el signo de la cruz, pero no siempre lo hacemos
bien, a veces hacemos así… Porque no tenemos esta fe en la cruz.
Otras veces, para algunas personas es un distintivo de pertenencia:
‘Sí, yo llevo la cruz para hacer ver que soy cristiano’. Está
bien eso, pero no sólo como distintivo, como si fuera de un equipo,
sino como memoria de Aquel que se ha hecho pecado”.
Jesús
dice a sus enemigos: ‘Cuando habrán levantado al Hijo del hombre,
entonces conocerán’. El que no mira la cruz, así, con fe, morirá
en sus propios pecados, no recibirá aquella salvación’.
El
Pontífice concluyó con el siguiente pensamiento: Cada uno de
nosotros puede decir que Jesús murió ‘Por amor a mí’. “Y
podemos pensar: ¿Cómo llevo yo la cruz? ¿Cómo un recuerdo? Cuando
hago el signo de la cruz ¿soy consciente de lo que hago? ¿Cómo
llevo yo la cruz? ¿Sólo como un símbolo de pertenencia a un grupo
religioso? ¿Cómo llevo yo la cruz? ¿Cómo ornamento? ¿Cómo una
joya, con tantas piedras preciosas, de oro…? ¿He aprendido a
llevarla sobre los hombros, donde duele? Cada uno de nosotros mire
hoy al Crucificado, mire a este Dios que se ha hecho pecado para que
nosotros no muramos en nuestros pecados y respondamos a estas
preguntas que yo les he sugerido”.
05.04.17
05.04.17
Audiencia general: El Papa pide no ocultar y compartir ese tesoro que es Jesús
El
Santo Padre prosiguió con las catequesis sobre el tema de la
esperanza
(Ciudad
del Vaticano, 5 Abr. 2017).- En una jornada de primavera, el papa
Francisco ingresó este miércoles en la plaza de San Pedro para la
audiencia general, en medio del entusiasmo de los aproximadamente 15
mil peregrinos y fieles que allí le esperaban.
En
el vehículo abierto pasó en medio de los pasillos de la plaza,
bendiciendo a diversos niños y ancianos e incluso deteniéndose
algunos instantes para tomar un mate que le ofreció un peregrino.
En
sus palabras en español, el Santo Padre resumió la catequesis,
prosiguiendo con el tema de la esperanza cristiana. Y recordó que
“el apóstol Pedro nos invita a dar razones de la esperanza que
habita en nuestros corazones”.
Precisó
entretanto que “esta esperanza no es un concepto ni un sentimiento,
sino una persona, Jesús resucitado, que, desde nuestro bautismo,
vive en nosotros, renueva nuestra vida y nos colma con su amor y con
la plenitud del Espíritu Santo”.
“Este
tesoro -dijo- no podemos ocultarlo, tenemos que compartirlo y darlo a
conocer con el testimonio de nuestra vida”.
Entretanto,
precisó, “es necesario que la esperanza tome la forma de dulzura y
de bondad para con el prójimo, y también de perdón para los que
nos han hecho daño, convencidos de que el mal solamente se vence con
la humildad y la misericordia”.
“San
Pedro nos dice además -prosiguió el Santo Padre- que es mejor
sufrir haciendo el bien que haciendo el mal, porque cuando sufrimos
por el bien, estamos en comunión con Jesús, que aceptó el
sufrimiento por nuestra salvación”.
Porque
“cuando vivimos esta realidad, nos convertimos en sembradores de
resurrección, y en portadores de un perdón y de una bendición que
son el anuncio del amor sin medida de Dios, fundamento de nuestra
esperanza”.
El
Papa concluyó sus palabras en español saludando a los peregrinos de
lengua española, en particular a los grupos provenientes de España
y Latinoamérica.
Y
concluyó: “Los animo a vivir con intensidad los días de la Semana
Santa. Que la contemplación de la Pasión y Muerte de Jesús, nos
asegure en la esperanza de la resurrección, y nos ayude a ser
instrumentos de su consuelo y de su amor para todos nuestros
hermanos”.
La
audiencia concluyó con la bendición apostólica y el canto del
Padre Nuestro en Latín.
Texto completo de la catequesis...
El
Santo Padre prosiguió sobre el tema de la esperanza cristiana, no un
concepto abstracto. Nuestra esperanza es el Señor Jesús porque
Cristo ha resucitado
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
¡La
Primera Carta del Apóstol Pedro lleva en sí una carga
extraordinaria! Es necesario leerla una, dos, tres veces para
entender, esta carga extraordinaria: logra infundir gran consolación
y paz, haciendo percibir como el Señor está siempre junto a
nosotros y no nos abandona jamás, sobre todo en los momentos más
delicados y difíciles de nuestra vida. Pero, ¿cuál es el secreto
de esta Carta, y en modo particular del pasaje que hemos apenas
escuchado (Cfr. 1 Pt 3,8-17)? Esta es la pregunta. Yo sé que ustedes
hoy tomarán el Nuevo Testamento, buscarán la Primera Carta de Pedro
y la leerán con calma, para entender el secreto y la fuerza de esta
Carta. ¿Cuál es el secreto de esta Carta?
El
secreto está en el hecho de que este escrito tiene sus raíces
directamente en la Pascua, en el corazón del misterio que estamos
por celebrar, haciéndonos así percibir toda la luz y la alegría
que surgen de la muerte y resurrección de Cristo. Cristo ha
resucitado verdaderamente, y este es un bonito saludo para darnos los
días de Pascua: “¡Cristo ha resucitado! ¡Cristo ha resucitado!”,
como muchos pueblos hacen.
Recordándonos
que Cristo ha resucitado, está vivo entre nosotros, está vivo y
habita en cada uno de nosotros. Es por esto que San Pedro nos invita
con fuerza a adorarlo en nuestros corazones (Cfr. v. 16). Allí el
Señor ha establecido su morada en el momento de nuestro Bautismo, y
desde allí continúa renovándonos y renovando nuestra vida,
llenándonos de su amor y de la plenitud del Espíritu.
Es por
esto que el Apóstol nos exhorta a dar razones de la esperanza que
habita en nosotros (Cfr. v. 15): nuestra esperanza no es un concepto,
no es un sentimiento, no es un teléfono celular, no es un montón de
riquezas: ¡no! Nuestra esperanza es una Persona, es el Señor Jesús
que lo reconocemos vivo y presente en nosotros y en nuestros
hermanos, porque Cristo ha resucitado.
Los
pueblos eslavos se saludan, en vez de decir “buenos días”,
“buenas tardes”, en los días de Pascua se saludan con esto
“¡Cristo ha resucitado!”, ‘¡Christos
voskrese!’,
lo dicen entre ellos; y son felices al decirlo. Y este es el “buenos
días” y las “buenas tardes” que nos dan: “¡Cristo ha
resucitado!”.
Entonces,
comprendemos que de esta esperanza no se debe dar tantas razones a
nivel teórico, con palabras, sino sobre todo con el testimonio de
vida, y esto sea dentro de la comunidad cristiana, sea fuera de ella.
Si Cristo está vivo y habita en nosotros, en nuestro corazón,
entonces debemos también dejar que se haga visible, no esconderlo, y
que actúe en nosotros.
Esto
significa que el Señor Jesús debe ser cada vez más nuestro modelo:
modelo de vida y que nosotros debemos aprender a comportarnos como Él
se ha comportado. Hacer lo mismo que hacia Jesús.
La
esperanza que habita en nosotros, por tanto, no puede permanecer
escondida dentro de nosotros, en nuestro corazón: sino, sería una
esperanza débil, que no tiene la valentía de salir fuera y hacerse
ver; sino nuestra esperanza, como se ve en el Salmo 33 citado por
Pedro, debe necesariamente difundirse fuera, tomando la forma
exquisita e inconfundible de la dulzura, del respeto, de la
benevolencia hacia el prójimo, llegando incluso a perdonar a quien
nos hace el mal.
Una
persona que no tiene esperanza no logra perdonar, no logra dar la
consolación del perdón y tener la consolación de perdonar. Sí,
porque así ha hecho Jesús, y así continúa haciendo por medio de
quienes le hacen espacio en sus corazones y en sus vidas, con la
conciencia de que el mal no se vence con el mal, sino con la
humildad, la misericordia y la mansedumbre.
Los
mafiosos piensan que el mal se puede vencer con el mal, y así
realizan la venganza y hacen muchas cosas que todos nosotros sabemos.
Pero no conocen que cosa es la humildad, la misericordia y la
mansedumbre. ¿Y por qué? Porque los mafiosos no tienen esperanza.
¡Eh! Piensen en esto.
Es por
esto que San Pedro afirma que «es preferible sufrir haciendo
el bien, si esta es la voluntad de Dios, que haciendo el mal» (v.
17): no quiere decir que es bueno sufrir, sino que, cuando sufrimos
por el bien, estamos en comunión con el Señor, quien ha aceptado
sufrir y ser crucificado por nuestra salvación. Entonces cuando
también nosotros, en las situaciones más pequeñas o más grandes
de nuestra vida, aceptamos sufrir por el bien, es como si
difundiéramos a nuestro alrededor las semillas de la resurrección,
las semillas de vida e hiciéramos resplandecer en la oscuridad la
luz de la Pascua.
Es por
esto que el Apóstol nos exhorta a responder siempre «deseando el
bien» (v. 9): la bendición no es una formalidad, no es sólo un
signo de cortesía, sino es un gran don que nosotros en primer lugar
hemos recibido y que tenemos la posibilidad de compartirlo con los
hermanos. Es el anuncio del amor de Dios, un amor infinito, que no se
termina, que no disminuye jamás y que constituye el verdadero
fundamento de nuestra esperanza.
Queridos
amigos, comprendemos también porque el Apóstol Pedro nos llama
«dichosos», cuando tengamos que sufrir por la justicia (Cfr. v.
13). No es sólo por una razón moral o ascética, sino es porque
cada vez que nosotros tomamos parte a favor de los últimos y de los
marginados o que no respondemos al mal con el mal, sino perdonando,
sin venganza, perdonando y bendiciendo, cada vez que hacemos esto
nosotros resplandecemos como signos vivos y luminosos de esperanza,
convirtiéndonos así en instrumentos de consolación y de paz, según
el corazón de Dios.
Así,
adelante con la dulzura, la mansedumbre, siendo amables y haciendo el
bien incluso a aquellos que no nos quieren, o nos hacen del mal.
¡Adelante!
06.04.17
06.04.17
Jueves Santo: el Papa celebrará en una cárcel de colaboradores de Justicia
Misa
en Coena Domini y el rito del lavado de los pies
( Ciudad
del Vaticano, Abr. 2017).-
“El santo padre Francisco irá el jueves 13 de abril a al instituto
de reclusión de Paliano (Provincia de Frosinone y diócesis de
Palestrina), para celebrar la ‘Misa in Coena Domini’, con el rito
del lavado de los pies a algunos detenidos”. Lo indicó la Oficina
de prensa de la Santa Sede, precisando que “la visita tendrá un
carácter privado”.
La
mencionada cárcel, ubicada en la antigua Fortaleza de los Colonna di
Paliano, a 70 kilómetros de Roma, tuvo encerrados a algunos
exponentes de la criminalidad organizada y del terrorismo italiano .
Es un
instituto especial porque está dedicado a los colaboradores de
Justicia. Los detenidos realizan en el interior de la estructura
trabajos de restauración, de huerto y tienen otras actividades
productivas, como una pizzería interna.
El papa
Francisco prosigue así la tradición de celebrar la misa de jueves
Santo y el rito del lavado de los pies en lugares que pueden ser
identificados en lo que él define como ‘periferias existenciales’.
El año
pasado el sucesor de Pedro celebró el Jueves Santo en el Centro de
recepción para los solicitantes de asilo en Castel Nuovo di Porto,
cerca de Roma. En el 2015 fue a la cárcel romana de Rebibbia. En
cambio el año anterior optó por la ir a la Fundación Don Gnocchi,
que recibe a personas con discapacidades o no autosuficientes; la
primera semana santa de Bergoglio como pontífice, visitó la cárcel
de menores, en Casal de Marmo, en Roma.07.04.17
Todos
los jóvenes tienen algo que decirle a los otros, a los ancianos a
los obispos y al Papa’
El
Papa improvisa sus palabras ante los jóvenes reunidos en Santa María
la Mayor en vigilia por la JMJ
(Roma,
8 Abr. 2017).- En
un ambiente de gran entusiasmo, el santo padre Francisco llegó este
sábado por la tarde a la basílica de Santa María Mayor en Roma,
donde cientos de jóvenes le esperaban para iniciar una vigila de la
Jornada Mundial de la Juventud, que se celebra mañana a nivel
diocesano. Todo teniendo en vista el sínodo de los obispos
de 2018 sobre los jóvenes y la JMJ de Panamá en 2019.
No
faltaron momentos de reflexión, lectura del Evangelio, música,
oración, ni danzas de unas religiosas africanas. Así como el
ingreso de la cruz de la JMJ que de Cracovia pasa a los jóvenes
panameños.
Antes de
las palabras del Pontífice dieron su testimonio una joven
religiosa, sor Marialisa, franciscana alcantarina, que expresó su
“alegría por ser una mujer consagrada y de esta época”.
“Nunca hubiera pensado de volverme monja”, dijo, porque “después
de la confirmación dejé de ir a la Iglesia”. Hasta que en un
cierto momento “entendí que la vocación no es otra cosa que una
llamada a amar de manera radical”.
El otro
testimonio lo dio Pompeo Barbieri, único sobreviviente de una
escuela que el 31 de octubre de 2002 fue arrasada por un terremoto.
“No tengo más miedo –dijo al concluir su narración– de lo que
la vida me reserva”.
“Gracias
jóvenes por estar aquí”, dijo el Papa que dejó
de lado el discurso que había preparado e
improvisó unas palabras. Recordó que se está en camino hacia”un
sínodo del cual ningún joven tiene que sentirse excluido”, un
sínodo “de y para todos los jóvenes”, ninguno excluido. “Cada
joven tiene algo que decirle a los otros, algo que decir a
los adultos, a los sacerdotes, a las monjas a los obispos y al
Papa. Todos tenemos necesidad de escucharles” y el sínodo
programado para el 2018 les escuchará, aseguró.
Recordando
la parte del Evangelio que narra cuando la Virgen María fue de prisa
para ayudar a su prima santa Isabel, señaló que “el mundo de hoy
necesita jóvenes que vayan
rápido”,
sabiendo que “la vida a ellos les ofrece una misión”. O sea
ser “jóvenes en Camino”.
“El
mundo solamente puede cambiar si los jóvenes están en camino”
aseguró el Papa. Entretanto indicó que “el drama del mundo
de hoy” es que “los jóvenes muchas veces son descartados”, sin
trabajo, sin un ideal, sin educación ni integración y muchos tienen
que mirar a otros países. “Hoy es duro decirlo pero muchas veces
hoy los jóvenes son material de descarte”. Y “en el sínodo
queremos decir que no son materiales de descarte”.
Citando
al joven Pompeo señaló que “por dos veces estuvo al límite de
ser material de descarte y logró salir adelante”, porque “la
vida cuando miramos el horizonte, siempre nos sorprende”.
Francisco
reconoció que en el camino hacia el sínodo y hacia Panamá, hay un
riesgo, pero si un joven no arriesga se ha envejecido, dijo y los
exhortó así a “arriesgar en la vida para preparar el futuro que
está en vuestras manos”. Señaló también que la Iglesia necesita
más primavera y la primavera es la estación de los jóvenes. Quiero
invitarles también a hacer este camino hacia el sínodo y Panamá
con alegría, sin miedo, sin vergüenza, con coraje. “Porque se
necesita coraje”, dijo.
Les
invitó además a agradecer a Dios “así cómo somos”.
Porque si bien debemos preguntarnos quienes somos, sobre todo debemos
preguntarnos ‘para quien soy yo’, como hizo María antes de ir a
lo de su prima Isabel.
El Papa
les aseguró en sus palabras que “el sínodo no será un lugar solo
para hablar”, porque “la vida para ustedes pide ser concretos”.
Y si bien dijo “a mi edad uno está por irse,” en cambio “vuestra
edad tiene el futuro delante” y señaló que “a los jóvenes la
Iglesia les pide hoy una misión: volver hacia atrás y hablar con
los abuelos”.
El
Santo Padre aseguró que “tenemos necesidad de este puente de
diálogo entre los jóvenes y los ancianos” Y les exhortó: “Les
doy esta tarea en nombre de la Iglesia: hablen
con los ancianos, pregúntenle cosas y háganles soñar y ustedes
lleven ese sueño hacia adelante, profetizando”.
Recordó
también a los jóvenes esa canción alpina que dice: “En el arte
de subir lo importante no es no caer, sino no quedarse caído”.
“Gracias
por vuestro coraje y hacia Panamá. No sé si estaré yo, pero el
Papa les preguntará: ¿cumplieron la tarea de hablar con los
ancianos?”, concluyó.
10.04.17
10.04.17
El poder económico no condicione la ciencia para lucrar, pide el Papa
El
Papa recibe en el Vaticano al comité italiano de bioseguridad y
biotecnología
(Ciudad
del Vaticano, 10 Abr. 2017).- La ciencia y la tecnología
está puesta al servicio del hombre, no el hombre para la ciencia y
la tecnología. Y cuando hay una relación estrecha entre tecnología
y poder económico, el peligro es que se condicione estilos de vida
para favorecer el lucro de grupos industriales, dañando a las
poblaciones más pobres.
El Papa
Francisco hizo estas consideraciones al recibir este lunes al Comité
nacional de bioseguridad y biotecnología y las ciencias de la vida,
del gobierno de Italia, al recibirlos en el Vaticano en la Sala de
los Papas.
Vuestra
tarea, dijo el Sucesor de Pedro, es importante para hombre
contemporáneo, sea como individuo que en la sociedad y la familia,
pero también a nivel internacional para el cuidado de la creación,
sin olvidar el texto bíblico que nos invita a custodiar el jardín
del mundo, en una relación de reciprocidad responsable entre el ser
humano y la naturaleza.
Entretanto
advirtió el Papa, ustedes tienen que “prevenir las consecuencias
negativas que puede provocar un uso equivocado del conocimiento y de
las capacidades de manipulación de la vida”.
“El
principio de responsabilidad -prosiguió el Pontífice- es un eje
imprescindible para la actuación del hombre, que de sus propios
actos y omisiones debe responder delante de sí mismo, de los otros y
al final ante Dios”.
El riesgo
es que no se advierta plenamente la seriedad de los desafíos que se
presentan. Y cuando “la relación ente poder tecnológico y poder
económico se vuelve más estrecho, entonces los intereses pueden
condicionar los estilos de vida y las orientaciones sociales en la
dirección del lucro de ciertos grupos industriales y comerciales,
dañando a las poblaciones y a las naciones más pobres”.
El Papa
concluyó sus palabras señalando que “la ciencia y la tecnología
es hecha para el hombre y para el mundo, y no el hombre y el mundo
para la ciencia y la tecnología”. Deseó además que estas “estén
al servicio de una vida digna y sana para todos, en el presente y en
el futuro, y vuelvan nuestra casa común mas habitable y solidaria.
Les invitó también a individuar estrategias de sensibilización de
la opinión pública sobre estos temas.
11.04.17
11.04.17
El Papa convoca un consistorio para canonizar a dos pastorcitos de Fátima
El
jueves 20 de abril, tres semanas antes del centenario de las
apariciones de Fátima y del viaje de Francisco al santuario
portugués
(Ciudad
del Vaticano, 11 Abr. 2017).- El
santo padre Francisco convocó para el próximo jueves 20 de abril,
un Consistorio Ordinario Público para algunas causas de
canonización, entre las cuales las de los hermanitos Francisco y
Jacinta Marto, dos de los tres pastorcitos protagonistas en las
apariciones de Fátima.
La
noticia difundida este martes por la Oficina de prensa de la Santa
Sede, indica que la fecha de la reunión de los cardenales está
fijada tres semanas antes del centenario de las apariciones marianas
y del viaje que el papa Francisco hará el 12 y 13 de mayo al
Santuario de Fátima.
El
consistorio público es la reunión del Colegio Cardenalicio,
convocada por el Papa en el Vaticano para ayudarle en el gobierno de
la Iglesia. En el mismo los cardenales dan su ‘placet‘
al Santo padre para las causas de canonización. En este caso es un
consistorio Ordinario, o sea convoca a los cardenales residentes en
Roma.
Esta
noticia era muy esperada entre los devotos de María, al punto que el
obispo de Fátima-Leiria y el rector del Santuario consideraron
semanas atrás que se esperaban la canonización de ambos pastores,
quienes junto a la fallecida hermana Lucía, hoy con proceso de
beatificación en fase diocesana, fueron protagonistas en 1917
del evento celeste.
Los otros
beatos que serán canonizados son los protomártires de Brasil, los
sacerdotes Andrea Soveral y Ambrogio Francisco Ferro, el laico Mateus
Moreira y otros 27 compañeros mártires.
Además
de Cristóbal, Antonio y Juan, los “Niños Mártires de Tlaxcala”
asesinados por odio a la fe en México entre 1527 y 1529.
También
Faustino Míguez, religioso de la Orden de Clérigos Regulares de la
Madre de Dios de las Escuelas Pías, que, ordenado sacerdote fundó
el Instituto Calasancio de Hijas de la Divina Pastora, para la
educación integral de la mujer.
Concluye
la lista, Angelo Acri, (en el siglo Luca Falcone), sacerdote de la
Orden de los Frailes menores capuchinos. Y Francisco Marto y Jacinta
Marto, los pastorcitos de Fátima.
En
la convocatoria se lee que “en la sala del Consistorio del Palacio
Apostólico Vaticano, el Santo Padre Francisco presidirá la
celebración de la Hora
Tercera del
Consistorio ordinario público para la canonización de los beatos”.
12.04.17
12.04.17
El Papa en la audiencia: ‘Quien se pone al servicio de los demás es simiente de esperanza’
En
el domingo de Ramos muchos tenían expectativas mundanas y todo ello
se derrumbó ante el misterio de la cruz
(Ciudad
del Vaticano, 12 Abr. 2017).- En este miércoles soleado de la
primavera romana, el santo padre Francisco realizó la audiencia de
los miércoles en la plaza de San Pedro, ingresando en el jeep
abierto, desde donde saludó a los varios miles de peregrinos
presentes. En medio del entusiasmo general que caracteriza estos
encuentros, no faltaron las bendiciones a los pequeños y a los
enfermos, e incluso le ofrecieron un mate, del cual tomó un par de
sorbos, cuando bajó del vehículo.
En
la catequesis el Sucesor de Pedro abordó el tema de la esperanza
cristiana relacionándolo con esta semana santa.
“Queridos
hermanos y hermanas: El pasado domingo hemos hecho memoria de la
entrada de Jesús en Jerusalén” y señaló que “muchas de las
personas que acudieron con palmas a recibirlo lo hicieron con
expectativas mundanas: buscaban milagros, prodigios, la expulsión de
los invasores”. Entretanto, aseguró, “todo ello se derrumbó
ante el misterio de la cruz”.
Nosotros
por el contrario creemos –reivindicó el Santo Padre– que del
Crucificado renace nuestra esperanza por la fuerza de su amor”.
“Jesús
lo explica –añadió el Papa– con la imagen del grano de trigo
que cae en tierra, si éste permanece cerrado en sí mismo, no sucede
nada, pero si se rompe y se abre, entonces da vida a una planta que
producirá fruto. Él es ese grano que ha caído en tierra desde
cielo y ha transformado el miedo, el pecado y la muerte, en alegría,
perdón y resurrección”.
En
esta Pascua, estamos llamados a seguir el ejemplo de Nuestro Señor,
dijo. “El amor más grande es el de aquel que se entrega sin
reservas y da todo lo que tiene”. Y “el que se pone al servicio
de los demás es simiente de esperanza”.
El
Pontífice concluyó sus palabras, saludando a los peregrinos de
lengua española, “en particular a los grupos provenientes de
España y Latinoamérica”.
“Los
exhorto a caminar hacia la meta de nuestra esperanza -dijo-
contemplando la cruz como el dolor de una madre en el momento de dar
a luz. Cuando la nueva vida nazca, no recordaremos el sufrimiento,
porque la alegría pascual inundará todo con su luz”.
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El
domingo pasado hemos hecho memoria del ingreso de Jesús en
Jerusalén, entre las aclamaciones festivas de los discípulos y de
mucha gente. Esa gente ponía en Jesús muchas esperanzas: muchos
esperaban de Él milagros y grandes signos, manifestaciones de poder
e incluso la liberación de los enemigos dominantes. ¿Quién de
ellos habría imaginado que dentro de poco Jesús habría sido en
cambio humillado, condenado y asesinado en la cruz? Las esperanzas
terrenas de esa gente se derrumbaron delante de la cruz. Pero
nosotros creemos que justamente en el Crucificado nuestra esperanza
ha renacido. Las esperanzas terrenas caen ante la cruz, pero renacen
esperanzas nuevas, aquellas esperanzas que duran por siempre. Es una
esperanza diversa esta que nace de la cruz. Es una esperanza diversa
de aquellas que se derrumban, de aquellas del mundo. Pero ¿De qué
esperanza se trata, esta esperanza que nace de la cruz?
Nos puede
ayudar a entenderlo lo que dice Jesús justamente después de haber
entrado a Jerusalén: «Les aseguro que si el grano de trigo que cae
en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto»
(Jn 12,24). Tratemos de pensar en un grano o en una pequeña semilla,
que cae en el terreno. Si permanece cerrado en sí mismo, no sucede
nada; si en cambio se fracciona, se abre, entonces da vida a una
espiga, a un retoño, y después a una planta y una planta que dará
fruto.
Jesús ha
traído al mundo una esperanza nueva y lo ha hecho a la manera de la
semilla: se ha hecho pequeño, pequeño, pequeño como un grano de
trigo; ha dejado su gloria celestial para venir entre nosotros: ha
“caído en la tierra”. Pero todavía no era suficiente. Para dar
fruto, Jesús ha vivido el amor hasta el extremo, dejándose
fragmentar por la muerte como una semilla se deja fragmentar bajo la
tierra. Justamente ahí, en el punto extremo de su anonadamiento –
que es también el punto más alto del amor – ha germinado la
esperanza.
Si alguno
de ustedes me pregunta: ¿Cómo nace la esperanza? Yo respondo: “De
la cruz. Mira la cruz, mira al Cristo Crucificado y de ahí te
llegara la esperanza que no desaparece jamás, aquella que dura hasta
la vida eterna. Y esta esperanza ha germinado justamente por la
fuerza del amor: porque el amor que «todo lo espera, todo lo
soporta» (1 Cor 13,7), el amor que es la vida de Dios ha renovado
todo lo que ha alcanzado.
Así, en
la Pascua, Jesús ha transformado, tomándolo en sí, nuestro pecado
en perdón. Pero escuchen bien como es la transformación que hace la
Pascua: Jesús ha transformado nuestro pecado en perdón, nuestra
muerte en resurrección, nuestro miedo en confianza. Es por esto, que
en la cruz, ha nacido y renace siempre nuestra esperanza; es por esto
que con Jesús toda nuestra oscuridad puede ser transformada en luz,
toda derrota en victoria, toda desilusión en esperanza. Toda: sí,
toda. La esperanza supera todo, porque nace del amor de Jesús que se
ha hecho como el grano de trigo caído en la tierra y ha muerto para
dar vida y de esa vida llena de amor viene la esperanza.
Cuando
elegimos la esperanza de Jesús, poco a poco descubrimos que el modo
de vivir vencedor es aquel de la semilla, aquel del amor humilde. No
hay otra vía para vencer el mal y dar esperanza al mundo. Pero
ustedes pueden decirme: “No, es una lógica equivocada”.
Parecería así, que es una lógica frustrada, porque quien ama
pierde poder. ¿Han pensado en esto? Quien ama pierde poder, quien
dona, se despoja de algo y amar es un don. En realidad la lógica de
la semilla que muere, del amor humilde, es la vía de Dios, y sólo
esta da
fruto.
Lo
vemos también en nosotros: poseer impulsa siempre a querer algo más:
he obtenido una cosa para mí y enseguida quiero otra más grande, y
así, no estoy jamás satisfecho. Es una sed terrible, ¿eh? Cuanto
más tengo, más quiero. Es feo. Quien es ávido no se sacia jamás.
Y Jesús lo dice de modo claro: «El que ama su vida, la perderá»
(Jn 12,25). Tú eres codicioso, amas tener tantas cosas, pero
perderás todo, también la vida, es decir: quien ama lo propio y
vive por sus intereses se hincha sólo de sí y pierde.
En
cambio, quien acepta, es disponible y sirve, vive según el modo de
Dios: entonces es vencedor, salva a sí mismo y a los demás; se
convierte en semilla de esperanza para el mundo. Pero es bello ayudar
a los demás, servir a los demás. Tal vez, nos cansaremos, ¿eh? La
vida es así, pero el corazón se llena de alegría y de esperanza. Y
esto es el amor y la esperanza juntos: servir, dar.
Claro,
este amor verdadero pasa a través de la cruz, el sacrificio, como
para Jesús. La cruz es el paso obligatorio, pero no es la meta, es
un paso: la meta es la gloria, como nos muestra la Pascua. Y aquí
nos ayuda otra imagen bellísima, que Jesús ha dejado a los
discípulos durante la Última Cena. Dice: «La mujer, cuando va a
dar a luz, siente angustia porque le llegó la hora; pero cuando nace
el niño, se olvida de su dolor, por la alegría que siente al ver
que ha venido un hombre al mundo» (Jn 16,21).
Es esto:
donar la vida, no poseerla. Y esto es aquello que hacen las mamás:
dan otra vida, sufren, pero luego son felices, gozosas porque han
dado otra vida. Da alegría; el amor da a la luz la vida y da incluso
sentido al dolor. El amor es el motor que hace ir adelante nuestra
esperanza. Lo repito: el amor es el motor que hace ir adelante
nuestra esperanza. Y cada uno de nosotros puede preguntarse: ¿Amo?
¿He aprendido a amar? ¿Aprendo todos los días a amar más?, porque
el amor es el motor que hace ir adelante nuestra esperanza.
Queridos
hermanos y hermanas, en estos días, días de amor, dejémonos
envolver por el misterio de Jesús que, como un grano de trigo,
muriendo nos dona la vida. Es Él la semilla de nuestra esperanza.
Contemplemos al Crucificado, fuente de esperanza. Poco a poco
entenderemos que esperar con Jesús es aprender a ver ya desde ahora
la planta en la semilla, la Pascua en la cruz, la vida en la muerte.
Pero yo
quisiera darles una tarea para la casa. A todos nos hará bien
detenernos ante el Crucificado – todos ustedes tienen uno en casa –
mirarlo y decirle: “Contigo nada está perdido. Contigo puedo
siempre esperar. Tú eres mi esperanza”. Imaginando ahora al
Crucificado y todos juntos decimos a Jesús Crucificado, tres veces:
“Tú eres mi esperanza”. Todos: “Tú eres mi esperanza”. Más
fuerte: “Tú eres mi esperanza”. Más fuerte: “Tú eres mi
esperanza”. Gracias. 13.04.17
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada