Audiencia General – 24 enero 2018
“No
hay que esconder los conflictos debajo de la cama”
(24
enero 2018).- “No hay que esconder los conflictos debajo de la
cama” ha recomendado el Papa Francisco. “Los conflictos que salen
a la luz, se enfrentan y se resuelven con el diálogo. Pensad en los
pequeños conflictos que hay seguramente en vuestra casa: no hay que
esconderlos, sino enfrentarlos”.
El
Santo Padre ha compartido con los fieles en la Audiencia General,
este miércoles 24 de enero de 2018, su experiencia en Chile y en
Perú, viaje que realizó del 15 al 21 de enero de 2018, “dos
pueblos buenos, buenos…”, ha señalado.
“Mi
paz os doy” fue el lema de la visita a Chile, que cobró actualidad
y vida –ha explicado Francisco– en el contexto de protesta que
precedió su estancia en el país,en varias manifestaciones. “No
solamente cada uno de nosotros necesita la paz, también el mundo
hoy, en esta tercera guerra mundial a trozos… ¡Por favor, recemos
por la paz!”, ha exhortado el Santo Padre.
Degradación
ecológico-social y corrupción
El
Papa ha asegurado que la corrupción “arruina los corazones”:
“Por favor, no a la corrupción. Subrayé que nadie está exento de
responsabilidad frente a estas dos plagas y que el compromiso de
contrarrestarlas concierne a todos”.
En
esta línea, Francisco ha relatado una de las citas más importantes
de su 22º viaje apostólico, en Perú: “Hablando a las autoridades
políticas y civiles, manifesté mi aprecio por el patrimonio
ambiental, cultural y espiritual de ese país y me centré en las dos
realidades que más lo amenazan: la degradación ecológico-social y
la corrupción”.
Así,
el Pontífice ha hablado de los encuentros más significativos de su
viaje: En Chile visitó el norte y el sur, conoció a las mujeres,
muchas de ellas madres jóvenes, de un centro penitenciario; celebró
la Misa en la Araucanía, donde habitan los indios mapuches, y en
Iquique, punto de encuentro entre el desierto y el mar; y se reunió
con los obispos, a quienes confirmó en el rechazo de cualquier
compromiso con el abuso sexual de menores.
Del
mismo modo, en Perú, bajo el lema “Unidos por la esperanza”,
Francisco se encontró con las autoridades civiles y diplomáticas;
con cientos de nativos, representantes de los pueblos de la Amazonía
peruana, a los que apoyó en decir “no” a la colonización
económica y a la colonización ideológica; así como con la
población de Trujillo, que tanto han sufrido con el fenómeno de
tormentas conocido como el “Niño Costero”.
Catequesis
del Papa Francisco
Queridos
hermanos y hermanas, buenos días.
Esta
catequesis se desarrolla en dos lugares conectados: vosotros aquí,
en la Plaza y un grupo de niños, algo enfermos, que están en el
Aula. Ellos os verán y vosotros los veréis; así estamos
conectados, Saludemos a los niños que están en el Aula: era mejor
que no se resfriasen, y por eso están allí.
Hace
dos días regrese del viaje apostólico a Chile y Perú. ¡Un aplauso
para Chile y Perú! Dos pueblos buenos, buenos… Doy gracias al
Señor porque todo ha salido bien: pude encontrar al Pueblo de Dios
en camino por esas tierras, -también a los que no están en camino,
están algo parados… pero son buena gente- y alentar el desarrollo
social de esos países. Renuevo mi gratitud a las autoridades civiles
y a los obispos, que me recibieron con tanto cariño y generosidad;
así como a todos los colaboradores y voluntarios. Pensad que en cada
uno de los dos países había más de 20.000 voluntarios: 20.000 y
algunos más en Chile, 20.000 en Perú. Gente buena, la mayoría
jóvenes.
Mi
llegada a Chile estuvo precedida por varias manifestaciones de
protesta por varios motivos, como habéis leído en los periódicos.
Y esto hizo que el lema de mi visita fuera aún más actual y vivo:
“Mi paz os doy”. Son las palabras que Jesús dirigió a los
discípulos, que repetimos en cada Misa: el don de la paz, que solo
Jesús muerto y resucitado puede dar a quienes se confían a él. No
solamente cada uno de nosotros necesita la paz, también el mundo
hoy, en esta tercera guerra mundial a trozos… ¡Por favor, recemos
por la paz!
En
el encuentro con las autoridades políticas y civiles del país,
alenté el camino de la democracia chilena, como un espacio de
encuentro solidario y capaz de incluir la diversidad; para ese fin
indiqué como método el camino de la escucha: en particular la
escucha de los pobres, de los jóvenes y de los ancianos, de los
inmigrantes, y también la escucha de la tierra.
En
la primera eucaristía, celebrada por la paz y la justicia, resonaron
las Bienaventuranzas, especialmente “Bienaventurados los que
trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios”
(Mt 5, 9). Una bendición para testimoniar con el estilo de la
proximidad, de la cercanía, del compartir, reforzando así, con la
gracia de Cristo, el tejido de la comunidad eclesial y de toda la
sociedad.
En
este estilo de proximidad cuentan más los gestos que las palabras,
y un gesto importante que pude hacer fue visitar el penitenciario
femenino en Santiago: los rostros de esas mujeres, muchas de ellas
madres jóvenes, con sus pequeños en brazos, expresaban, a pesar de
todo, tanta esperanza. Las animé a exigir, de ellas mismas y de las
instituciones, un serio camino de preparación para la reinserción,
como un horizonte que da sentido a la pena diaria. No podemos
imaginar una cárcel, cualquier cárcel, sin esta dimensión de la
reinserción, porque sin esta esperanza de reinserción social la
cárcel es una tortura infinita. En cambio, cuando se trabaja para la
reinserción –también los condenados a cadena perpetua pueden
reinsertarse- mediante el trabajo de la cárcel a la sociedad, se
abre un diálogo. Pero siempre una cárcel debe tener esta dimensión
de la reinserción, siempre.
Con
los sacerdotes y personas consagradas y con los obispos de Chile,
viví dos encuentros muy intensos, todavía más fecundos por el
sufrimiento compartido de algunas heridas que afligen a la Iglesia en
ese país. En particular, confirmé a mis hermanos en el rechazo de
cualquier compromiso con el abuso sexual de menores, y al mismo
tiempo en la confianza en Dios, que a través de esta dura prueba
purifica y renueva a sus ministros.
Las
otras dos misas en Chile se celebraron una en el sur y otra en el
norte. La del sur, en Araucanía, la tierra donde viven los indios
mapuches, transformó en alegría los dramas y las fatigas de este
pueblo, lanzando un llamamiento a una paz que sea armonía de la
diversidad y al repudio de toda violencia. La del norte, en Iquique,
entre el océano y el desierto, fue un himno al encuentro entre los
pueblos, que se expresa de manera singular en la religiosidad
popular.
Los
encuentros con los jóvenes y con la Universidad Católica de Chile
respondieron al desafío crucial de ofrecer un sentido grande a la
vida de las nuevas generaciones. Dejé la palabra programática de
San Alberto Hurtado a los jóvenes: “¿Qué haría Cristo en mi
lugar?”. Y en la Universidad propuse un modelo de formación
integral, que traduce la identidad católica en la capacidad de
participar en la construcción de sociedades unidas y plurales, donde
los conflictos no se ocultan sino que se gestionan con el diálogo.
Siempre hay conflictos: también en casa, siempre los hay. Pero,
tratar mal los conflictos es todavía peor. No hay que esconder los
conflictos debajo de la cama: los conflictos que salen a la luz, se
enfrentan y se resuelven con el diálogo. Pensad en los pequeños
conflictos que hay seguramente en vuestra casa: no hay que
esconderlos, sino enfrentarlos. Buscad la ocasión y se habla: el
conflicto se resuelve así, con el diálogo.
En
Perú, el lema de la visita fue: “Unidos por la esperanza”.
Unidos no en una uniformidad estéril, todos iguales: esa no es
unión; sino en toda la riqueza de las diferencias que heredamos de
la historia y la cultura. Un testimonio emblemático de ello fue el
encuentro con los pueblos de la Amazonía peruana, que también puso
en marcha el itinerario del Sínodo Pan-Amazónico convocado para
octubre de 2019, como también lo atestiguan los momentos vividos con
la gente de Puerto Maldonado y con los niños del Hogar “El
Principito”. Juntos dijimos “no” a la colonización económica
y a la colonización ideológica.
Hablando
a las autoridades políticas y civiles de Perú, manifesté mi
aprecio por el patrimonio ambiental, cultural y espiritual de ese
país y me centré en las dos realidades que más lo amenazan: la
degradación ecológico-social y la corrupción. No sé si vosotros
habéis oído hablar de corrupción… no lo sé… No existe
solamente allí. Aquí también y es más peligrosa que la gripe. Se
mezcla y arruina los corazones. La corrupción arruina los corazones.
Por favor, no a la corrupción. Subrayé que nadie está exento de
responsabilidad frente a estas dos plagas y que el compromiso de
contrarrestarlas concierne a todos.
Celebré
la primera misa pública en Perú en la orilla del océano, cerca de
la ciudad de Trujillo, donde la tormenta llamada “Niño costero”
golpeó duramente a la población el año pasado. Por eso la alenté
a reaccionar frente a ella, pero también ante otras tormentas como
el hampa, la falta de educación, de trabajo y vivienda segura.
También en Trujillo también conocí a los sacerdotes y consagrados
del norte del Perú, compartiendo con ellos la alegría de la llamada
y de la misión, y la responsabilidad de la comunión en la Iglesia.
Les exhorté a ser ricos de memoria y fieles a sus raíces. Y
entre estas raíces está la devoción popular a la Virgen
María. Siempre en Trujillo tuvo lugar la celebración mariana en la
que coroné a la Virgen de la Puerta, proclamándola “Madre de la
Misericordia y la Esperanza”.
El
último día del viaje, el domingo pasado, se desarrolló en Lima,
con un fuerte acento espiritual y eclesial. En el santuario más
famoso de Perú, donde se venera el cuadro de la Crucifixión llamado
“Señor de los Milagros”, encontré a unas 500 religiosas de
clausura, de vida contemplativa: un verdadero “pulmón” de fe y
oración para la Iglesia y para toda la sociedad. En la catedral recé
una oración especial por la intercesión de los santos peruanos, a
la que siguió el encuentro con los obispos del país, a quienes
propuse la figura ejemplar de San Toribio di Mogrovejo.
Asimismo
señalé a los jóvenes peruanos a los santos como hombres y mujeres
que no perdieron el tiempo en “maquillar” su propia imagen, sino
que siguieron a Cristo, que los miró con esperanza. Como siempre, la
palabra de Jesús le da pleno significado a todo y así también el
Evangelio de la última celebración eucarística resumió el mensaje
de Dios a su pueblo en Chile y Perú: “Convertíos y creed en el
Evangelio” (Mc 1:15). ). Así – parecía decir el Señor -:
recibiréis la paz que os doy y estaréis unidos en mi esperanza.
Este es, más o menos, el resumen de este viaje. Oremos por estas dos
naciones hermanas, Chile y Perú, para que el Señor las bendiga.
25.01.18
25.01.18
Conversión de San Pablo: “Nos une la historia de salvación del Pueblo de Dios”
Misa
en la Basílica romana de San Pablo Extramuros
(25
enero 2018).- “Todos nosotros cristianos hemos pasado por las aguas
del Bautismo, y la gracia del Sacramento ha destruido a nuestros
enemigos, el pecado y la muerte”, ha señalado el Papa Francisco.
El
Santo Padre ha presidido la celebración de las segundas vísperas en
la solemnidad de la Conversión de San Pablo, en la Basílica romana
de San Pablo Extramuros a partir de las 17:30 horas, coincidiendo con
la culminación de la 51° semana de oración por la unidad de los
cristianos, que inició el día 18.
Han
participado en la ceremonia el Metropolita Gennadios, representante
del Patriarcado ecuménico; Bernard Ntahoturi, representante personal
en Roma del Arzobispo de Canterbury, la delegación ecuménica de
Finlandia, varios representantes de diversas denominaciones
cristianas y miles de fieles.
A
todos ellos, el Santo Padre recordó el fuerte vínculo bautismal que
une a todos los cristianos, sin distinción alguna entre las diversas
confesiones: una “unión que nace de una única fe en Cristo”.
“Todos
nosotros cristianos hemos pasado por las aguas del Bautismo, y la
gracia del Sacramento ha destruido a nuestros enemigos, el pecado y
la muerte. Saliendo de las aguas, hemos alcanzado la libertad de los
hijos; hemos emergido como pueblo, como comunidad de hermanos y
hermanas salvados, como “conciudadanos de los santos y familia de
Dios” (Efesios 2:19)”, añadió el Obispo de Roma destacando que
por el hecho de haber compartido esta experiencia fundamental del
bautismo, “Dios ha obrado esta victoria en nosotros y juntos
podemos cantar sus alabanzas”, ha recordado Francisco en la
homilía.
En
este sentido, el Pontífice ha señalado que “Nos une la historia
de salvación del Pueblo de Dios”. Así, el Santo Padre indicó dos
momentosdel libro del Éxodo: el rescate del pequeño Moisés salvado
entre las aguas del Nilo, y la historia de la salvación del pueblo
de Israel, conducido por un Moisés ya adulto a través de las aguas
del Mar Rojo, que “se abren” para que puedan escapar de la
esclavitud impuesta por los enemigos egipcios; una esclavitud, que
para muchos Padres de la Iglesia viene representada por el pecado
“que amenazaba con hacernos esclavos para siempre”, explicó el
Papa.
El
Papa ha exhortado a trabajar por la unidad cristiana, necesaria
para afrontar “los desafíos actuales que degradan la dignidad
humana, huyendo de situaciones de conflicto y de miseria”: “Al
igual que los israelitas del Éxodo, los cristianos de hoy están
llamados a custodiar juntos el recuerdo de lo que Dios ha hecho por
ellos, porque reviviendo esta memoria, podemos sostenernos unos a
otros y afrontar, armados sólo de Jesús y la fuerza suave de su
Evangelio, cada reto del mundo con valor y esperanza”.
26.01.18
26.01.18
Doctrina de la Fe: Ayudar a redescubrir la “dignidad de hijo de Dios”
Audiencia
del Papa Francisco con los miembros de la Congregación
(26
enero 2018).- “Con verdad y misericordia, siguiendo a Cristo, la
Iglesia y los pastores ayuden al hombre de hoy –que ya no sabe
quién es– a redescubrir su dignidad de hijo de Dios para construir
un mundo más humano”, ha exhortado el Papa Francisco.
Esta
mañana, 26 de enero de 2018, ha tenido lugar el encuentro del Santo
Padre con los miembros de la Congregación para la Doctrina de la Fe,
que celebraban la Plenaria en el Vaticano.
Francisco
ha hablado de importantes temas como los graviora delicta –los
delitos más graves– y las solicitudes de disolución del vínculo
matrimonial in favorem fidei, así como las tendencias
neo-pelagianas y neo-agnósticas; la ética en la economía y las
finanzas y el acompañamiento de los enfermos terminales.
Además,
les el Pontífice les ha agradecido a los miembros de la Congregación
su empeño cotidiano de sostén al magisterio de los Obispos, en la
tutela de la recta fe y de la santidad de los Sacramentos, en todas
las variadas cuestiones que hoy requieren un discernimiento pastoral
importante.
En
este sentido, el Papa ha destacado la misión importante que
desarrollan ante un “horizonte cada vez más fluido y mudable, que
caracteriza el comprenderse a sí mismo del hombre de hoy” y les ha
animado a continuar su labor: “recordar la vocación transcendente
del hombre y la inseparable conexión de su razón con la verdad y el
bien, a la que introduce la fe en Jesucristo. Nada como el abrirse de
la razón a la luz que viene de Dios ayuda al hombre a conocerse a sí
mismo y el designio de Dios sobre el mundo”.
El
Magisterio de la Iglesia ha reiterado siempre con claridad –ha
recordado el Papa– que la actividad económica debe ejercerse
siguiendo sus métodos y leyes propias, dentro del ámbito del orden
moral (Gaudium et Spes 64).
Dignidad
de la vida humana
En
relación al acompañamiento de los enfermos terminales y al proceso
de secularización, que absolutiza los conceptos de autodeterminación
y autonomía, que en muchos países ha conllevado un crecimiento de
la solicitud de eutanasia como afirmación ideológica de la voluntad
de poder del hombre sobre la vida, el Papa reiteró la dignidad de la
vida humana en todas sus etapas: “En este escenario hay que
reiterar que la vida humana, desde la concepción hasta su fin
natural, posee una dignidad que la hace intangible”.
En
el contexto de las tendencias neo-pelagianas y neo-agnósticas que
predominan en la sociedad actual, expresión de un individualismo que
confía salvarse con sus propias fuerzas, el Papa ha afirmado:
“Nosotros creemos que la salvación consiste en la comunión con
Cristo resucitado, que, gracias al don de su Espíritu, nos ha
introducido en un nuevo orden de relaciones con el Padre y entre los
hombres. Así podemos unirnos al Padre como hijos en el Hijo y
volvernos un solo cuerpo en Aquel que es el «Primogénito entre
muchos hermanos» (Rm 8,29)”.
27.01.18
27.01.18
Santa Marta: Anunciar a Cristo con el ejemplo de San Pablo
El
Papa Francisco ha reflexionado sobre la transmisión de la fe
(26
enero 2018).- Francisco destacó las tres palabras que indican cómo
anunciar a Cristo, siguiendo el ejemplo del Apóstol San Pablo: hijo,
testimonio y maternidad.
Homilía
del Papa Francisco en la Misa matutina celebrada en la capilla de la
Casa de Santa Marta, hoy, 26 de enero de 2018.
El
Santo Padre ha reflexionado sobre la transmisión de la fe, y lo hizo
al comentar la segunda Carta San Pablo a Timoteo propuesta por la
liturgia del día en que nos muestra al Apóstol dirigiéndose a su
discípulo para recordarle “la fe genuina”.
“La
locura de la predicación”
El
Papa ha afirmado que Pablo genera a Timoteo con la “locura de la
predicación”, sí puesto que ésta es su “paternidad”. Y así
Pablo se convierte en padre de Timoteo. Su predicación –dijo
Francisco– “no puede ser tibia”.
“La
predicación siempre – permítanme la palabra – ‘abofetea’,
es un bofetón, un sopapo que te conmueve y te lleva adelante. El
mismo Pablo dice: ‘La locura de la predicación’. Es una locura,
porque decir que Dios se ha hecho hombre y después fue crucificado y
después ha resucitado… ¿Qué le dijeron a Pablo los habitantes de
Atenas? ‘Pasado mañana te escucharemos’. Este pobrecito debería
ir al manicomio más que caminar por las calles. Siempre en la
predicación de la fe hay alguna locura. Y la tentación es el falso
buen sentido, esa mediocridad: ‘Pero no, no bromeemos, no es para
tanto’…, la fe tibia”.
Testimonio
Papa
Francisco afirmó que hay que transmitir la fe con el “testimonio”,
que da fuerza a la palabra: “Hoy, en alguna parroquia – en la
suya, no, ¡la suya es una parroquia santa! – pero pensemos en
otra. En alguna parroquia uno va, siente lo que dice éste de aquél,
de aquél y de aquél… En lugar de decir ‘¡cómo se aman!’,
vienen ganas de decir: ‘¡Cómo se pelean! ¡Cómo se despellejan!…
¡La lengua es un cuchillo para desollar al otro!’. Y ¿cómo
puedes transmitir la fe con un aire tan viciado de chismes, de
calumnias? No. Testimonio. ‘Mira, éste nunca habla mal del otro;
éste hace aquella obra de caridad; éste cuando hay alguien enfermo
va a visitarlo, ¿por qué hace así?’. La curiosidad: ¿Por qué
esta persona vive así? Y con el testimonio aparece la pregunta del
por qué allí se transmite la fe, porque tiene fe, porque sigue las
huellas de Jesús”.
La
tercera palabra que el Pontífice ha destacado ha sido “maternidad”.
Así, el Santo Padre ha asegurado que “la fe se transmite en un
vientre materno, el vientre de la Iglesia porque la Iglesia es madre,
la Iglesia es femenina. La maternidad de la Iglesia se prolonga en la
maternidad de la mamá, de la mujer”.
28.01.18
28.01.18
Ángelus: “Este Dios tan poderoso y bueno”
“Jesús
libera de toda esclavitud”
(28
enero 2018).- “¡Pensemos en esta gran gracia que es para nosotros
el hecho de haber conocido a este Dios tan poderoso y tan bueno!”:
el Papa Francisco ha comentado en estos términos el Evangelio de
este domingo 28 enero de 2018, desde la ventana de la oficina del
Vaticano que da a la Plaza San Pedro, para el Ángelus del mediodía,
en presencia de unos 25.000 visitantes, incluyendo a los jóvenes de
la Acción Católica de Roma (ACR).
Es
“un maestro y un amigo que nos indica el camino y que cuida de
nosotros, especialmente cuando estamos necesitados”, ha añadido el
Papa, que ha subrayado el combate espiritual que se está
desarrollando: “Jesús ha venido para vencer al diablo”.
El
Papa Francisco, que acababa de celebrar la misa en Santa María la
Mayor, ha invitado a orar a la Virgen María para poder entender la
palabra de Cristo, el único que tiene plena “autoridad” y libera
de la “esclavitud”: “Que la Virgen María, mujer de la escucha,
nos ayude a hacer silencio en torno nuestro y en nosotros, para
escuchar, en el fragor de los mensajes del mundo, la palabra que
tiene más autoridad: la de su Hijo Jesús, que anuncia el sentido de
nuestra existencia y nos libera de toda esclavitud, incluida la del
maligno.
Después
del Ángelus, el Papa ha hecho una llamada a la oración por la paz
en Afganistán, golpeado por dos nuevos atentados y por la conversión
de los violentos.
Ha
invitado a la solidaridad con los enfermos de lepra y también ha
animado a los jóvenes de la Acción Católica de Roma que organiza,
como cada año, la “Caravana de la Paz”.
A
las 16h, el Papa visitará la Basílica de Santa Sofía de Roma para
encontrarse con la comunidad greco-católica ucraniana.
Palabras
del Papa Francisco antes del Ángelus
¡Queridos
hermanos y hermanas, buenos días!
El
Evangelio de este domingo (cf.Mc.1,21-28),
forma parte de una narración más amplia designada como el “día
de Cafarnaúm”. En el centro del relato de hoy, hay un
acontecimiento del exorcismo, por el cual Jesús está presente como
un poderoso
profeta en palabras y en obras.
Entra
en la Sinagoga de Cafarnaúm el sábado, y comienza a enseñar. La
gente se impresiona con sus palabras,
porque
no son palabras ordinarias, no se parecen a las que escuchan
habitualmente. De hecho, los escribas enseñan pero sin tener una
autoridad personal; se fundan en las tradición, en lo que Moisés y
los profetas dijeron antes que ellos. Y Jesús enseña con autoridad.
Jesús al contrario enseña como alguien que tiene autoridad,
revelándose así como el Enviado de Dios, y no como un simple hombre
que debe fundar sus enseñanzas en las tradiciones anteriores. Jesús
tiene plena autoridad. Su doctrina es nueva: “Una nueva enseñanza
dada con autoridad” (v.27)
Al
mismo tiempo, Jesús se revela poderoso también en obras.
En la Sinagoga de Cafarnaúm, hay un hombre poseído por un espíritu
impuro que se manifiesta gritando estas palabras: “¿Qué quieres
de nosotros Jesús de Nazaret? ¿Has venido para destruirnos? Yo sé
que eres el Santo de Dios!” (v. 24). El diablo dice una verdad:
Jesús ha venido para vencer al diablo, para la pérdida del demonio,
para vencerlo. Este espíritu inmundo conoce el poder de Jesús y
proclama también su santidad. Jesús le reprende diciendo:
“¡Cállate! Sal de él” (V.25). Estas pocas palabras de Jesús
son suficientes para obtener la victoria sobre satanás que sale de
este hombre “sacudiéndolo y gritando fuerte” (v. 26).
Este
hecho impresiona mucho a los presentes y todos quedan presos del
temor y se preguntan: “¿qué significa esto? […..] Él ordena a
los espíritus inmundos, y le obedecen” (v.27). El poder de Jesús
confirma la autoridad de su enseñanza. Él no solo dice palabras
sino que actúa. Manifiesta así el proyecto de Dios por las palabras
y por el poder de sus obras. En efecto, en el Evangelio, vemos que
Jesús, en su misión terrenal, revela el amor de Dios sea por la
predicación sea por los innumerables gestos de atención y de ayuda
a los enfermos, los necesitados, los niños, los pecadores.
Jesús
es nuestro Maestro, poderoso en palabras y obras. Jesús nos comunica
toda la luz que ilumina los caminos, a veces oscuros de nuestra
existencia. Nos comunica también la fuerza necesaria para superar
las dificultades, las pruebas, las tentaciones. ¡Pensemos en esta
gran gracia que es para nosotros el hecho de haber conocido este Dios
tan poderoso y tan bueno!. Un maestro y un amigo que nos indica el
camino y que nos cuida, especialmente cuando lo necesitamos.
Que
la Virgen María, mujer de la escucha, nos ayude a hacer silencio
alrededor nuestro y en nosotros, para escuchar, en el fragor de los
mensajes del mundo, la palabra que tiene más autoridad: la de su
Hijo Jesús, que anuncia el sentido de nuestra existencia y nos
libera de toda esclavitud, incluso la del Maligno.
29.01.18
29.01.18
Santa Marta: “Si no sabes vivir una humillación, tú no eres humilde”
Reflexión
a partir de la figura del rey David
(29
enero 2018).- “No hay humildad verdadera sin humillación”, es la
reflexión que ha ofrecido el Papa Francisco en su homilía de la
Misa en Santa Marta, esta mañana, 29 de enero de 2018.
Francisco
ha invitado a meditar: “Si tú no eres capaz de tolerar, de llevar
sobre tus espaldas una humillación, tú no eres humilde: haces de
cuenta, pero no lo eres”.
Humildad
prêt-à-porter
“A
veces pensamos que la humildad es ir tranquilos, ir quizás con la
cabeza baja mirando el suelo… pero también los cerdos caminan con
la cabeza baja: ésta no es humildad. Es esta humildad falsa,
prêt-à-porter, que no salva ni salvaguarda el corazón”, ha
descrito el Pontífice.
Francisco
ha reflexionado a partir de la figura del rey David, inspirándose en
la Primera Lectura propuesta por la liturgia del día: Su hijo
Absalón “hace una revolución contra él” –ha detallado el
Papa–. En aquel momento David no piensa “en su propia piel”
sino en salvar al pueblo, el Templo, el Arca. Y huye: “Un gesto que
parece cobarde, pero que es valeroso”, subrayó el Papa. Lloraba,
caminando con la cabeza cubierta y los pies descalzos.
Pero
el gran David es humillado no sólo con la derrota y la fuga, sino
también con el insulto, ha explicado Francisco. Durante la fuga, un
hombre, Simei, lo insulta diciéndole que el Señor había hecho
recaer sobre él toda la sangre de la casa de Saúl – “en lugar
del que reinas” – y que había puesto el reino en las manos de su
hijo Absalón: “He aquí en tu ruina – afirmaba – porque eres
un sanguinario”. David se lo permite a pesar de que los suyos
quieran defenderlo: “Es el Señor el que me inspira a insultarme”,
quizá “este insulto conmueva el corazón del Señor y me bendiga”.
Humillaciones
con esperanza
En
este contexto, el Obispo de Roma ha añadido la idea de que David
carga sobre sus espaldas sus propios pecados”. David es Santo;
Jesús, con la santidad de Dios, es precisamente Santo”, dijo el
Papa y añadió: “David es pecador, Jesús es pecador pero con
nuestros pecados. Y ambos son humillados”.
“Siempre
está la tentación de luchar contra aquello que nos calumnia, contra
lo que nos hace la humillación, que nos hace pasar vergüenza, como
este Simei” –ha añadido el Papa–. Y David dice: ‘No’. El
Señor dice: ‘No’. Aquel no es el camino.
El
camino es el de Jesús, profetizado por David: llevar las
humillaciones. “Quizá el Señor mire mi aflicción y me dé el
bien en lugar de la maldición de hoy”: Llevar las humillaciones
con esperanza –ha propuesto el Santo Padre–.
Asimismo,
el Papa ha advertido que la humildad no es justificarse
inmediatamente frente a la ofensa, tratando de parecer bueno: “Si
no sabes vivir una humillación, tú no eres humilde”, dijo
Francisco y añadió que “ésta es la regla de oro”.
30.01.18
30.01.18
Santa Marta: “Al pastor que no sabe hacerse cercano, le falta algo”
Evangelio
de San Marcos, propuesto por la liturgia del día
(30
enero 2018).- “Un pastor al que le falta la ternura será uno
rígido, que apalea a las ovejas. Cercanía y ternura: lo vemos aquí.
Así era Jesús”.
Meditación
del Papa Francisco en la Misa celebrada esta mañana, 30 de enero de
2017, en la Casa de Santa Marta, a partir del Evangelio de Sant
Marcos, propuesto para el día.
Francisco
se refirió a los dos episodios de curación acerca de los cuales más
que “meditar” hay que “contemplar” –aclaró– porque
indican “cómo era una jornada de la vida de Jesús”, modelo de
cómo debería ser también la de los pastores, obispos o sacerdotes.
“El
pastor debe ser ungido con el óleo, el día de su ordenación:
sacerdotal y episcopal. Pero el verdadero óleo, ese interior, es el
óleo de la cercanía y de la ternura. Al pastor que no sabe hacerse
cercano, le falta algo: quizá sea un patrón del campo, pero no es
un pastor.
“Jesús
se entrega”
“Jesús
no abre una oficina de asesoramiento espiritual con un cartel: ‘El
profeta recibe lunes, miércoles y viernes de tres a seis. La entrada
cuesta tanto o, si lo desean, pueden dejar una oferta’. No, Jesús
no hace así. Tampoco abrió un consultorio médico con el cartel:
‘Los enfermos vengan tal día, tal día, tal día y serán
curados’. Jesús se entrega en medio del pueblo”.
El
Santo Padre ha invitado a rezar en la Misa por nuestros pastores,
para que el Señor les dé esta gracia de “caminar con el pueblo”,
y “estar presentes en el pueblo con tanta ternura, con tanta
cercanía”.
“Y
cuando el pueblo encuentra a su pastor, siente esa cosa especial que
sólo se siente ante la presencia de Dios –y así concluye el
pasaje del Evangelio– ‘Ellos fueron embargados por gran estupor’.
El estupor de sentir la cercanía y la ternura de Dios en el pastor”,
ha explicado Francisco.
31.01.18
31.01.18
Audiencia General – 31 enero 2018
Palabra
de Dios: “La escuchamos con los oídos y pasa al corazón”
(31
enero 2018).- “La Palabra de Dios se abre camino dentro de
nosotros”, ha anunciado Francisco. “La escuchamos con los oídos
y pasa al corazón; no se queda en los oídos; tiene que llegar al
corazón y del corazón pasa a las manos, a las buenas obras”.
El
Santo Padre ha dedicado la 7ª catequesis sobre la Santa Misa a la
liturgia de la Palabra, esta mañana en la Audiencia General, 31 de
enero de 2018, celebrada en la plaza de San Pedro.
El
Santo Padre inició
un ciclo de catequesi sobre
la Eucaristía el pasado 8 de noviembre de 2017. La última
reflexión del
Papa dentro de este ciclo estuvo dedicada a los ritos de introducción
de la Misa, y fue pronunciada el 10 de enero de 2017.
Francisco
se ha referido a la Sagrada Escritura como “palabra viva”: Las
páginas de la Biblia dejan de ser un escrito para convertirse en
“palabra viva, pronunciada por Dios” –ha afirmado– “Es Dios
que, a través de la persona que lee, nos habla y nos interpela a
nosotros, que lo escuchamos con fe”.
Es
el Señor quien nos habla
“¡La
Palabra de Dios es la Palabra de Dios!”, ha advertido el Pontífice.
“Sustituir esa Palabra con otras cosas empobrece y compromete el
diálogo entre Dios y su pueblo en oración”.
“He
oído que alguno, si hay una noticia, lee el periódico porque es la
noticia del día –ha narrado el Papa–. “¡No! El periódico se
puede leer después. Pero allí se lee la Palabra de Dios. Es el
Señor quien nos habla”.
Catequesis
del Papa Francisco
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy
continuamos con las catequesis sobre la santa misa. Después de
hablar sobre los ritos de introducción consideramos ahora la
Liturgia de la Palabra, que es una parte constitutiva porque nos
reunimos para escuchar lo que Dios ha hecho y todavía tiene la
intención de hacer por nosotros. Es una experiencia que tiene lugar
“en vivo” y no de oídas, porque “cuando se leen las sagradas
Escrituras en la Iglesia, Dios mismo habla a su pueblo, y Cristo,
presente en la palabra, anuncia el Evangelio.” (Instrucción
General del Misal Romano, 29, ver Const. Sacrosanctum Concilium, 7;
33). Y cuántas veces mientras se lee la Palabra de Dios, se charla:
“Mira ése, mira ésa, mira el sombrero que se ha puesto aquella:
es ridículo”. Y se empieza a comentar. ¿No es verdad? ¿Hay que
hacer comentarios mientras se lee la Palabra de Dios? (responden:
“¡No!). No, porque si charlas con la gente no escuchas la Palabra
de Dios. Cuando se lee la Palabra de Dios en la Biblia –la primera
lectura, la segunda, el salmo responsorial y el evangelio- tenemos
que escuchar, abrir el corazón, porque es Dios mismo quien nos habla
y no tenemos que pensar en otras cosas o decir otras cosas ¿De
acuerdo? Os explicaré que pasa en esta Liturgia de la Palabra.
Las
páginas de la Biblia dejan de ser un escrito para convertirse en
palabra viva, pronunciada por Dios. Es Dios que, a través de la
persona que lee, nos habla y nos interpela a nosotros, que lo
escuchamos con fe. El Espíritu, “que habló a través de los
profetas” (Credo) e inspiró a los autores sagrados, hace que “la
Palabra de Dios realice efectivamente en los corazones lo que suena
en los oídos” (Leccionario, Introd., 9). Pero para escuchar la
Palabra de Dios también hay que tener el corazón abierto para
recibir la palabra en el corazón. Dios habla y nosotros lo
escuchamos, para después poner en práctica lo que hemos escuchado.
Es muy importante escuchar. A veces, quizás, no entendemos del todo
porque hay algunas lecturas un poco difíciles. Pero Dios nos
habla igual de otra manera. (Hay que estar) en silencio y escuchar la
Palabra de Dios. No lo olvidéis. En misa, cuando empiezan las
lecturas, escuchamos la Palabra de Dios.
¡Necesitamos
escucharlo! Es, efectivamente, una cuestión de vida, como bien
recuerda la certera frase “no solo de pan vive el hombre, sino de
cada palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4, 4). La vida que
nos da la Palabra de Dios. En este sentido, hablamos de la Liturgia
de la Palabra como de la “mesa” que el Señor prepara para
alimentar nuestra vida espiritual. La mesa litúrgica es una mesa
abundante, servida en gran parte con los tesoros de la Biblia (véase
SC, 51), tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento porque en ellos
la Iglesia anuncia el único e idéntico misterio de Cristo (véase
Leccionario, Introd., 5). Pensemos en la riqueza de las lecturas
bíblicas presentes en los tres ciclos dominicales que, a la luz de
los Evangelios sinópticos, nos acompañan durante el año litúrgico:
una gran riqueza. Aquí también deseo recordar la importancia del
Salmo responsorial, cuya función es favorecer la meditación sobre
lo que se ha escuchado en la lectura que lo precede. Es bueno que el
salmo se valorice cantando al menos en la respuesta (véase OGMR,
61; Leccionario, Introd., 19-22).
La
proclamación litúrgica de dichas lecturas, con los cantos
procedentes de la Sagrada Escritura, expresa y fomenta la comunión
eclesial, acompañando el camino de todos y cada uno de nosotros.
Así se entiende porqué algunas decisiones subjetivas, como la
omisión de las lecturas o su sustitución por textos no bíblicos,
estén prohibidas. He oído que alguno, si hay una noticia, lee el
periódico porque es la noticia del día. ¡No! ¡La Palabra de Dios
es la Palabra de Dios!. El periódico se puede leer después. Pero
allí se lee la Palabra de Dios. Es el Señor quien nos habla.
Sustituir esa Palabra con otras cosas empobrece y compromete el
diálogo entre Dios y su pueblo en oración. Por el contrario, (se
requiere) la dignidad del ambón y el uso del Leccionario, la
disponibilidad de buenos lectores y salmistas. Pero hay que buscar
buenos lectores, que sepan leer, no esos que leen (tragándose las
palabras) y no se entiende nada. Es así. Buenos lectores. Tienen que
ensayar antes de misa para leer bien. Y así se crea un clima de
silencio receptivo.
Sabemos
que la palabra del Señor es una ayuda indispensable para no
perdernos, como reconoce el salmista que, dirigiéndose al Señor,
confiesa: «Lámpara para mis pasos es tu palabra, luz en mi camino»
(Sal 119,105). ¿Cómo podríamos enfrentar nuestra peregrinación
terrena, con sus fatigas y sus pruebas, sin ser nutridos e
iluminados regularmente por la Palabra de Dios que resuena en la
liturgia?
Ciertamente,
no es suficiente escuchar con los oídos, sin recibir la semilla de
la Palabra divina en el corazón, para que dé fruto. Recordemos la
parábola del sembrador y los diferentes resultados según los
diferentes tipos de terreno (véase Mc 4, 14-20). La acción del
Espíritu, que hace eficaz la respuesta, necesita corazones que se
dejen cultivar y trabajar, para que lo que se escucha en la misa pase
a la vida cotidiana, según la admonición del apóstol Santiago:
“Poned por obra la Palabra y no os contentéis solo con oírla,
engañándoos a vosotros mismos” (Santiago 1:22). La Palabra de
Dios se abre camino dentro de nosotros. La escuchamos con los oídos
y pasa al corazón; no se queda en los oídos; tiene que llegar al
corazón y del corazón pasa a las manos, a las buenas obras. Este es
el recorrido de la Palabra de Dios: de los oídos al corazón y a las
manos. Aprendamos estas cosas. ¡Gracias! 01.02.18
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