5 d’oct. 2020

PAPA OCTUBRE B

 


Audiencia Con El Instituto ‘Cassa Depositi E Prestiti’, 5 Oct. (C) Vatican Media

Papa Francisco: Una “sensibilidad solidaria” para relanzar la economía

Audiencia con el Instituto ‘Cassa Depositi e Prestiti’

enit – 5 oct. 2020).- “Una institución como la vuestra puede dar testimonio concreto de una sensibilidad solidaria, favoreciendo el relanzamiento de la economía real como motor de desarrollo de las personas, de las familias y de la sociedad”, expuso el Papa Francisco.

Discurso del Santo Padre

¡Ilustres señores y señoras!

Os doy una cordial bienvenida y agradezco al presidente y al director general sus amables palabras de presentación.

Este encuentro tiene lugar ciento setenta años después del nacimiento de vuestra institución. Fundada como Cassa Piemontese, tras la unidad política italiana se llamó Cassa Depositi e Prestiti. Desde entonces, la tarea de vuestro Instituto se ha remodelado en relación con la evolución y las necesidades del país, que necesita una inversión constante, modernización, apoyo a las autoridades locales y fomento de la formación profesional y la productividad.

Estas líneas de desarrollo también hoy requieren de vosotros un esfuerzo generoso. Pensemos en los retos generados en el ámbito social y económico por la grave pandemia que aún está en curso. Pensemos en algunos fenómenos que tienen repercusiones muy importantes, como el declive de ciertas formas de producción, que necesitan ser renovadas o transformadas radicalmente. Pensemos en los cambios que se han producido en la forma en que se compran y venden los bienes, con el peligro de concentrar el intercambio y el comercio en manos de unas pocas entidades de dimensión mundial. Y esto en detrimento de las peculiaridades de los territorios y de las competencias profesionales locales, tan típicas de la historia italiana y europea.

La doctrina social de la Iglesia concuerda con una visión en la que los inversores esperan un rendimiento justo de los recursos recaudados, para luego canalizarlos a la financiación de iniciativas destinadas a la promoción social y colectiva. El pensamiento cristiano no se opone por principio a la perspectiva de la ganancia, más bien se opone a la ganancia a cualquier costo, a la ganancia que olvida al hombre, que lo hace un esclavo, que lo reduce a una cosa entre otras cosas, a una variable de un proceso que no puede controlar o al que no puede oponerse de ninguna manera.

La gestión de los negocios requiere siempre de todos una conducta leal y límpida que no ceda a la corrupción. En el ejercicio de las propias responsabilidades es necesario saber distinguir el bien del mal. En efecto, incluso en el campo de la economía y las finanzas, la recta intención, la transparencia y la búsqueda de buenos resultados son compatibles y no deben separarse nunca. Se trata de identificar y seguir con valentía líneas de acción respetuosas, más aún, promotoras de la persona humana y de la sociedad.

En vuestro trabajo, estáis llamados a gestionar día a día, con escrupulosa atención, las relaciones con los diversos casos que acuden a vosotros en busca de apoyo. Una institución como la vuestra puede dar testimonio concreto de una sensibilidad solidaria, favoreciendo el relanzamiento de la economía real como motor de desarrollo de las personas, de las familias y de la sociedad. También así podemos acompañar el progreso gradual de una nación y servir verdaderamente al bien común, con su esfuerzo por multiplicar y volver más accesibles para todos los bienes de este mundo.(cf. Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, 203).

Este es el deseo que formulo con motivo de vuestro aniversario, animándoos a continuar vuestra acción con generosidad. Que la asistencia del Espíritu Santo os acompañe y os haga constructores de justicia y paz. A vosotros, aquí presentes ,y a todos los miembros de la Cassa Depositi e Prestiti, os aseguro mi recuerdo en la oración y, mientras os pido también a vosotros que recéis por mí, os imparto la bendición apostólica, que extiendo de corazón a vuestras familias.

05.10.20



Audiencia general: catequesis Elías

Audiencia General, 7 Oct. 2020 (C) Vatican Media

Audiencia general: Catequesis completa, “La oración de Elías”

Ciclo sobre la oración

(zenit – 7 oct. 2020).- El Papa Francisco ha retomado hoy, en la audiencia general, la serie de catequesis sobre la oración, interrumpido por el ciclo sobre la COVID-19 “Curar al mundo”, y en el que ha propuesto el ejemplo de “La oración de Elías” (Lectura: 1 Re 19,11-13).

Debido al tiempo otoñal de este mes de octubre, la audiencia general de este miércoles, 7 de octubre de 2020, tuvo lugar en el Aula Pablo VI del Vaticano, ante la presencia de numerosos fieles y peregrinos procedentes de diversos países.

Catequesis – 9. La oración de Elías

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Retomamos hoy las catequesis sobre la oración, que interrumpimos para hacer las catequesis sobre el cuidado de la creación y ahora retomamos; y encontramos a uno de los personajes más interesantes de toda la Sagrada Escritura: el profeta Elías. Él va más allá de los confines de su época y podemos vislumbrar su presencia también en algunos episodios del Evangelio. Aparece junto a Jesús, junto a Moisés, en el momento de la Transfiguración (cfr. Mt 17, 3). Jesús mismo se refiere a su figura para acreditar el testimonio de Juan el Bautista (cfr. Mt 17, 10-13).

En la Biblia, Elías aparece de repente, de forma misteriosa, procedente de un pequeño pueblo completamente marginal (cfr. 1 Re 17, 1); y al final saldrá de escena, bajo los ojos del discípulo Eliseo, en un carro de fuego que lo sube al cielo (cfr. 2 Re 2, 11-12). Es por tanto un hombre sin un origen preciso, y sobre todo sin un final, secuestrado en el cielo: por esto su regreso era esperado antes del advenimiento del Mesías, como un precursor. Así se esperaba el regreso de Elías.

La Escritura nos presenta a Elías como un hombre de fe cristalina: en su mismo nombre, que podría significar “Yahveh es Dios”, está encerrado el secreto de su misión. Será así durante toda la vida: hombre recto, incapaz de acuerdos mezquinos. Su símbolo es el fuego, imagen del poder purificador de Dios. Él primero será sometido a dura prueba, y permanecerá fiel. Es el ejemplo de todas las personas de fe que conocen tentaciones y sufrimientos, pero no fallan al ideal por el que nacieron.

La oración es la savia que alimenta constantemente su existencia. Por esto es uno de los personajes más queridos por la tradición monástica, tanto que algunos lo han elegido como padre espiritual de la vida consagrada a Dios. Elías es el hombre de Dios, que se erige como defensor del primado del Altísimo. Sin embargo, él también se ve obligado a lidiar con sus propias fragilidades. Es difícil decir qué experiencias fueron más útiles: si la derrota de los falsos profetas en el monte Carmelo (cfr. 1 Re 18, 20-40), o el desconcierto en el que se da cuenta que “no soy mejor que mis padres” (cfr. 1 Re 19, 4). En el alma de quien reza, el sentido de la propia debilidad es más valioso que los momentos de exaltación, cuando parece que la vida es una cabalgata de victorias y éxitos. En la oración sucede siempre esto: momentos de oración que nosotros sentimos que nos levantan, también de entusiasmo, y momentos de oración de dolor, de aridez, de pruebas. La oración es así: dejarse llevar por Dios y dejarse también golpear por situaciones malas y tentaciones. Esta es una realidad que se encuentra en muchas otras vocaciones bíblicas, también en el Nuevo Testamento, pensemos por ejemplo en San Pedro y San Pablo. También su vida era así: momentos de júbilo y momentos de abatimiento, de sufrimiento.

Elías es el hombre de vida contemplativa y, al mismo tiempo, de vida activa, preocupado por los acontecimientos de su época, capaz de arremeter contra el rey y la reina, después de que habían hecho asesinar a Nabot para apoderarse de su viña (cfr. 1 Re 21, 1-24). Cuánta necesidad tenemos de creyentes, de cristianos celantes, que actúen delante de personas que tienen responsabilidad de dirección con la valentía de Elías, para decir: “¡Esto no se hace! ¡Esto es un asesinato!” Necesitamos el espíritu de Elías. Él nos muestra que no debe existir dicotomía en la vida de quien reza: se está delante del Señor y se va al encuentro de los hermanos a los que Él envía. La oración no es un encerrarse con el Señor para maquillarse el alma: no, esto no es oración, esto es oración fingida. La oración es un encuentro con Dios y un dejarse enviar para servir a los hermanos. La prueba de la oración es el amor concreto por el prójimo. Y viceversa: los creyentes actúan en el mundo después de estar primero en silencio y haber rezado; de lo contrario su acción es impulsiva, carece de discernimiento, es una carrera frenética sin meta. Los creyentes se comportan así, hacen muchas injusticias, porque no han ido antes donde el Señor a rezar, a discernir qué deben hacer.

Las páginas de la Biblia dejan suponer que también la fe de Elías ha conocido un progreso: también él ha crecido en la oración, la ha refinado poco a poco. El rostro de Dios se ha hecho para él más nítido durante el camino. Hasta alcanzar su culmen en esa experiencia extraordinaria, cuando Dios se manifiesta a Elías en el monte (cfr. 1 Re 19, 9-13). Se manifiesta no en la tormenta impetuosa, no en el terremoto o en el fuego devorador, sino en el “susurro de una brisa suave” (v. 12). O mejor, una traducción que refleja bien esa experiencia: en un hilo de silencio sonoro. Así se manifiesta Dios a Elías. Es con este signo humilde que Dios se comunica con Elías, que en ese momento es un profeta fugitivo que ha perdido la paz. Dios viene al encuentro de un hombre cansado, un hombre que pensaba haber fracasado en todos los frentes, y con esa brisa suave, con ese hilo de silencio sonoro hace volver a su corazón la calma y la paz.

Esta es la historia de Elías, pero parece escrita para todos nosotros. Algunas noches podremos sentirnos inútiles y solos. Es entonces cuando la oración vendrá y llamará a la puerta de nuestro corazón. Un borde de la capa de Elías podemos recogerlo todos nosotros, como ha recogido la mitad del manto su discípulo Eliseo. E incluso si nos hubiéramos equivocado en algo, o si nos sintiéramos amenazados o asustados, volviendo delante de Dios con la oración, volverán como por milagro también la serenidad y la paz. Esto es lo que nos enseña el ejemplo de Elías.

07.10.20



Moneyval: Papa finanza limpia

Moneyval: El Papa recuerda la necesidad de una “finanza limpia”

Discurso al comité del Consejo de Europa

( 8 oct. 2020).- El Papa Francisco, recordó la necesidad de una “finanza limpia”, al servicio de la humanidad, especialmente de los más débiles, en un encuentro con los expertos del comité del Consejo de Europa, Moneyval que ha tenido lugar hoy, 8 de octubre de 2020.

Estos expertos llegaron el 30 de septiembre al Vaticano, una visita acordada en el 2019 como parte de la evaluación periódica a las que se someten todas las jurisdicciones miembros de Moneyval según un calendario preestablecido.

Medidas del Vaticano

En su discurso, el Santo Padre recordó que el Vaticano “también ha adoptado recientemente algunas medidas sobre la transparencia en la gestión del dinero y para combatir el lavado de dinero y la financiación del terrorismo. El 1º de junio pasado se promulgó un Motu Proprio para una gestión más eficaz de los recursos y para promover la transparencia, el control y la competencia en los procedimientos de adjudicación de contratos públicos”.

Discurso del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas,

Os doy la bienvenida con motivo de vuestra visita como expertos del Consejo de Europa para la evaluación de las medidas contra el blanqueo de dinero y la financiación del terrorismo. Agradezco al presidente de la Autoridad de Información Financiera sus amables palabras.

El trabajo que lleváis a cabo en relación con este doble objetivo es particularmente significativo para mí. En efecto, está estrechamente vinculado a la protección de la vida, a la coexistencia pacífica del género humano en la tierra y a una finanza que no oprima a los más débiles y necesitados: todo está concatenado.

Como escribí en mi Exhortación Apostólica Evangelii gaudium, creo que es necesario replantearnos nuestra relación con el dinero (cf. n. 55). De hecho, en ciertos casos parece que hayamos aceptado el predominio del dinero sobre el hombre. A veces, con tal de acumular riqueza, no se presta atención a su origen, a las actividades más o menos lícitas que la han originado y a la lógica de explotación que puede subyacer a ella. Así, sucede que en algunos ámbitos se toque el dinero y las manos se manchen de sangre, la sangre de los hermanos. O, también, puede suceder que los recursos financieros se destinen a sembrar el terror, para afirmar la hegemonía del más fuerte, del más prepotente, del que sin escrúpulos sacrifica la vida de su hermano para afirmar su poder.

San Pablo VI propuso que, con el dinero utilizado en armas y otros gastos militares, se constituyese un Fondo Mundial a fin de ayudar a los más desheredados (Lett. enc. Populorum progressio,51). He recogido esta propuesta en la encíclica Fratelli tutti, pidiendo que en lugar de invertir en el miedo, en la amenaza nuclear, química o biológica, dichos recursos se utilicen “para acabar de una vez con el hambre y para el desarrollo de los países más pobres, de tal modo que sus habitantes no acudan a soluciones violentas o engañosas ni necesiten abandonar sus países para buscar una vida más digna” (n. 262).

El Magisterio Social de la Iglesia ha subrayado la falsedad del “dogma” neoliberal (cf. ibid.,168) según el cual el orden económico y el moral están tan distanciados y ajenos entre sí, que bajo ningún aspecto dependa aquél de éste (cf. Pío XI, Lett. enc. Quadragesimo anno,190). Releyendo esta afirmación a la luz de los tiempos actuales, se observa que «la adoración del antiguo becerro de oro (cf. Ex 32,1-35) ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano.» (Exhortación Apostólica Evangelii gaudium,55). De hecho, “la especulación financiera con la ganancia fácil como fin fundamental sigue causando estragos” (Carta Encíclica Fratelli tutti,168).

Las políticas contra el blanqueo de dinero y de lucha contra el terrorismo constituyen un instrumento para vigilar las corrientes financieras, que permiten intervenir cuando surjan dichas actividades irregulares o incluso delictivas.

Jesús expulsó a los mercaderes del templo (cf. Mt 21, 12-13; Jn 2, 13-17) y enseñó que “no se puede servir a Dios y al Dinero” (Mt 6, 24). De hecho, cuando la economía pierde su rostro humano, no se sirve del dinero, sino que sirve al dinero. Se trata de una forma de idolatría contra la que estamos llamados a reaccionar, proponiendo de nuevo el orden racional de las cosas que conduce al bien común,[1] según el cual “el dinero debe servir y no gobernar” (Exhortación apostólica, Mt 6, 24). Evangelii gaudium,58; cf. Constitución Pastoral. Gaudium et spes, 64; cf. Laudato si’,195).

Al aplicar estos principios, el Ordenamiento vaticano también ha adoptado recientemente algunas medidas sobre la transparencia en la gestión del dinero y para combatir el blanqueo de dinero y la financiación del terrorismo. El 1º de junio pasado se promulgó un Motu Proprio para una gestión más eficaz de los recursos y para promover la transparencia, el control y la competencia en los procedimientos de adjudicación de contratas públicas. El 19 de agosto, una orden del presidente de la Gobernación sometía a las organizaciones de voluntarios y a las personas jurídicas del Estado de la Ciudad del Vaticano a la obligación de informar sobre actividades sospechosas a la Autoridad de Información Financiera.

Queridos amigos, renuevo mi gratitud por el servicio que desempeñáis; yo lo considero así: un servicio y os doy las gracias. Los entes sobre los que vigiláis son, efectivamente, para la protección de una “finanza limpia”, en el ámbito de la cual se impida a los “mercaderes” especular en ese templo sagrado que es la humanidad, según el amoroso plan del Creador. Gracias de nuevo, buen trabajo y no os olvidéis de rezar por mí.

______________________

1] Cf. Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I-II, q. 90, a.

08.10.20


Homilía beatificación Carlo Acutis

Misa De Beatificación De Carlo Acutis (C) Basilica Di San Francesco D'Assisi

Homilía de la Misa de beatificación de Carlo Acutis

Por el cardenal Agostino Vallini

El beato Carlos Acutis tenía 15 años cuando, el 12 de octubre de 2006, murió fruto de una leucemia fulminante en el hospital San Gerardo de Monza, Italia.



Ángelus 15 Agosto 2020 (C) Vatican Media

Ángelus: “Sin la gracia no se puede dar un paso adelante en la vida cristiana”

Palabras del Papa antes de la oración mariana

zenit – 11 octubre 2020).- A las 12 del mediodía de hoy, 11 de octubre de 2020, el Santo Padre Francisco se asoma a la ventana del estudio del Palacio Apostólico Vaticano para recitar el Ángelus con los fieles y peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro.

Palabras antes del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Con el relato de la parábola del banquete nupcial qué es la página de evangélica  (cfr Mt 22,1-14) de hoy, Jesús perfila el proyecto que Dios ha pensado para la humanidad. Es la historia del Rey que “celebró el banquete de bodas de su hijo” (v.2) qué es imagen del Padre, que ha preparado para toda la familia humana una maravillosa fiesta de amor y comunión en torno a su hijo unigénito. Hasta dos veces el rey envía a sus siervos a llamar a los invitados, pero estos rechazan, no quieren ir a la fiesta porque tienen otras cosas en qué pensar, no les interesa la fiesta y piensan: en el campo o los negocios, muchas veces nosotros anteponemos nuestros intereses en las cosas materiales al Señor que nos llama, y nos llama a la fiesta. Pero el rey de la parábola no quiere que la sala esté vacía, porque desea regalar los tesoros de su reino. dice a los siervos: “vayan a los cruces de los caminos y a cuantos encuentren invítenlos” (v. 9). Así se comporta Dios: cuando es rechazado, en lugar de rendirse, relanza y envía a llamar a todos los que se encuentran en los cruces de los caminos, sin excluir a nadie. Nadie está excluido en la casa de Dios.

El término original utilizado por el evangelista Mateo se refiere a los límites de los caminos, es decir, a los puntos donde terminan las calles de la ciudad y comienzan los caminos que conducen a la zona rural, fuera de la ciudad, donde la vida es precaria. Es a esta encrucijada de la humanidad a la que el rey de la parábola envía a sus sirvientes, con la certeza de encontrar gente dispuesta a sentarse a la mesa. Así el salón de banquetes se llena de “excluidos”, de los que están “fuera”, de los que nunca habían parecido dignos de asistir”a una fiesta, a un banquete de boda. Al contrario: el amo, el rey, dice a los sirvientes: “Llamad a todos, buenos y malos. ¡Todos!” Dios llama a los malos también. “No, soy malo, he hecho tantos…”. Te llama: “¡Ven, ven, ven!”. Y Jesús fue a almorzar con los publicanos, que eran los pecadores públicos, ellos eran los malos. Dios no teme a nuestras almas heridas por tanto mal, porque nos ama, nos invita. Y la Iglesia está llamada a llegar a las encrucijadas de hoy, es decir, a las periferias geográficas y existenciales de la humanidad, a esos lugares en los márgenes, a esas situaciones en las que la gente se encuentra acampada y vive fragmentos de humanidad sin esperanza. Se trata de no apoltronarnos en las formas cómodas y habituales de evangelización y de testimonio de la caridad, sino de abrir las puertas de nuestros corazones y de nuestras comunidades a todos, porque el Evangelio no está reservado a unos pocos elegidos. Incluso los marginados, incluso los rechazados y despreciados por la sociedad, son considerados por Dios dignos de su amor. Prepara su banquete para todos: justos y pecadores, buenos y malos, inteligentes y no cultivados. Anoche logré llamar por teléfono a un anciano sacerdote italiano, un misionero desde su juventud en Brasil, pero siempre trabajando con los excluidos, con los pobres. Y vive esa vejez en paz: quemó su vida con los pobres. Esta es nuestra Madre Iglesia, este es el mensajero de Dios que va a las encrucijadas del camino.

Sin embargo, el Señor pone una condición: llevar el vestido de boda. Y volvemos a la parábola. Cuando el salón está lleno, el rey llega y saluda a los invitados de la última hora, pero ve a uno de ellos sin el vestido de boda, esa clase de capa que cada invitado recibió como regalo en la entrada. La gente iba como estaba vestida, como se podía vestir, no con vestidos de gala. Pero en la entrada se les dio una especie de capa, un regalo, un don gratuito. Ese hombre, habiendo rechazado el regalo, se negó a sí mismo: así que el rey no pudo hacer nada más que echarlo, porque rechazó el don. Este hombre aceptó la invitación, pero luego decidió que no significaba nada para él: era una persona autosuficiente, no tenía ningún deseo de cambiar o dejar que el Señor lo cambiara. El vestido de boda – esta capa – simboliza la misericordia que Dios nos da gratuitamente, es decir, la gracia. Sin la gracia no se puede dar un paso adelante en la vida cristiana. Todo es gracia. No basta con aceptar la invitación a seguir al Señor, hay que abrirse a un camino de conversión que cambie el corazón. El hábito de la misericordia, que Dios nos ofrece incesantemente, es un don gratuito de su amor, es precisamente la gracia. Y requiere ser recibido con asombro y alegría: “Gracias, Señor, por darme este regalo”.

Que María Santísima nos ayude a imitar a los siervos de la parábola evangélica saliendo de nuestros esquemas y miras estrechas, anunciando a todos que el Señor nos invita a su banquete, a ofrecernos la gracia que salva, a darnos el don.

Palabras después del Ángelus

¡Queridos hermanos y hermanas!

Deseo expresar mi cercanía a los pueblos afectados por los incendios que están devastando tantas regiones del Planeta, y a los voluntarios y bomberos que arriesgan sus vidas para extinguir los incendios. Pienso en la costa occidental de los Estados Unidos, en particular en California, y también pienso en las regiones centrales de América del Sur, el Paraguay, las orillas del río Paraná, la Argentina. Muchos incendios son causados por una sequía persistente, pero también hay incendios causados por el hombre. Que el Señor apoye a los que están sufriendo las consecuencias de estas catástrofes y nos haga cuidadosos para preservar la creación.

Celebro que se haya acordado un alto al fuego entre Armenia y Azerbaiyán por motivos humanitarios, con miras a alcanzar un acuerdo de paz sustancial. Aunque el alto el fuego resulta demasiado frágil, aliento su reanudación y expreso mis condolencias por la pérdida de vidas humanas, el dolor padecido, así como  la destrucción de hogares y lugares de culto. Rezo he invito a rezar por las víctimas y por todos aquellos cuyas vidas están en peligro.

Ayer, en Asís, Carlo Acutis, un chico de 15 años enamorado de la Eucaristía, fue beatificado. No se apoltronó en una cómoda inmovilidad, sino que captó las necesidades de su tiempo, porque vio el rostro de Cristo en los más débiles. Su testimonio indica a los jóvenes de hoy que la verdadera felicidad se encuentra poniendo a Dios en primer lugar y sirviéndole en los hermanos y hermanas, especialmente a los más pequeños. ¡Un aplauso para el nuevo joven beato milenial!

Quisiera recordar la intención de oración que he propuesto para este mes de octubre, que dice: “Oremos para que los fieles laicos, especialmente las mujeres, participen más en las instituciones de responsabilidad de la Iglesia”. Porque ninguno de nosotros ha sido bautizado sacerdote u obispo: todos hemos sido bautizados como laicos y laicas. Los laicos son protagonistas de la Iglesia. Hoy en día es necesario ampliar los espacios de una presencia femenina más incisiva en la Iglesia, y de una presencia laica, se entiende, pero enfatizando el aspecto femenino, porque en general se deja de lado a las mujeres. Debemos promover la integración de las mujeres en los lugares donde se toman decisiones importantes. Recemos para que, en virtud del bautismo, los fieles laicos, especialmente las mujeres, participen más en las instituciones de responsabilidad de la Iglesia, sin caer en clericalismos que anulen el carisma laico y también arruinen el rostro de la Santa Madre Iglesia.

El próximo domingo 18 de octubre, la Fundación Ayuda a la Iglesia Necesitada promueve la iniciativa “Por la unidad y la paz, para lo cual un millón de niños rezarán el Rosario”. Animo a este hermoso evento que involucra a niños de todo el mundo, que rezarán especialmente por las situaciones críticas causadas por la pandemia.

Saludo a todos ustedes, romanos y peregrinos de varios países: familias, grupos parroquiales, asociaciones y fieles individuales. Les deseo a todos un buen domingo. Por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Que tengas un buen almuerzo y adiós!

11.10.20




Papa Francisco y cardenal Pell


El Papa Francisco recibe al cardenal Pell

Primera vez tras ser absuelto

enit – 12 oct. 2020).- El Papa Francisco se ha reunido con el cardenal George Pell.

El Santo Padre recibió al ex prefecto de la Secretaría de Economía del Vaticano en la mañana de hoy, 12 de octubre de 2020, según informó la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

Esta es la primera vez que el Santo Padre se reúne con el prelado australiano desde que el cardenal Pell fue juzgado, condenado y, finalmente, absuelto por completo por los tribunales australianos de los cargos de abuso, después de una larga estancia en prisión,.

La corresponsal de zenit en el Vaticano, Deborah Lubov, y el corresponsal interno del Vatican Insider, Salvatore Cernuzio, pudieron saludar brevemente al cardenal Pell alrededor de las 11:55 hora de Roma, después de la audiencia.

Preguntando cómo había ido el encuentro con el Santo Padre, Su Eminencia respondió: “Molto bene” (muy bien).

12.10.20



Audiencia general: oración salmos

Audiencia General, 7 Oct. 2020 (C) Vatican Media

Audiencia general: “La oración de los Salmos” nos “enseña a rezar”

zenit – 14 oct. 2020).- En la audiencia general de esta mañana, el Papa Francisco ha señalado que el libro de los salmos “enseña a rezar”, al leerlos, “aprendemos el lenguaje de la oración; y encontramos en ellos la Palabra de Dios que los humanos usamos para comunicarnos con Él”.

Hoy, 14 de octubre de 2020, el Santo Padre se ha reunido con los fieles en el Aula Pablo VI, y ha retomado las catequesis sobre la oración, titulada “La oración de los salmos”, reflexionando sobre las enseñanzas de este libro.

Francisco explicó que los salmos son invocaciones, a menudo dramáticas, “que brotan de nuestra existencia” y que al rezar con ellos “el sufrimiento se transforma en pregunta”.

“¿Hasta cuándo?”

Entre las muchas preguntas “está siempre presente” una: “¿Hasta cuándo?”. Este es “un grito que surge de la enfermedad, de la persecución, o de la muerte” y cuando la oración se hace pregunta “es ya camino y principio de salvación”, añade.

El Papa recuerda que el sufrimiento es algo común a todos, “creyentes o no creyentes” y que en el salterio (libro de salmos) “el dolor se convierte en relación: un grito de auxilio que espera ser escuchado por un oído atento”.

Dios nos conoce a cada uno

Para el Pontífice, ante Dios “no somos extraños, ni somos números; nos conoce a cada uno por nuestro nombre y nuestros dolores son sagrados para Él”.

Por último, subrayó que en la oración nos basta saber que “el Señor nos escucha”. A veces, los problemas no se resuelven”, pero los que rezan saben que muchas cuestiones de la vida no se resuelven. No obstante, indicó, “siendo conscientes de que Dios nos escucha todo se vuelve más llevadero”.


Audiencia general: COVID-19

Audiencia General, 14 Oct. 2020 (C) Vatican Media

Audiencia general: COVID-19, el Papa saluda a los fieles desde la distancia

Para respetar las medidas sanitarias

( 14 oct. 2020).- Sin baño de multitudes y sin saludos desde un metro, así ha sido la audiencia general del Papa Francisco de la mañana de este miércoles 14 de octubre de 2020: cumpliendo con las medidas sanitarias, simplemente saludó a la multitud desde el estrado.

Mientras cuatro guardias suizos han sido puestos en aislamiento en los últimos días, después de dar positivo en las pruebas de coronavirus, el Santo Padre llegó al Aula Pablo VI directamente desde el podio. Los participantes habían sido advertidos por los intérpretes que no los saludaría personalmente, como lo hace cada semana al cruzar los pasillos, estrechando las manos, charlando con los fieles reunidos detrás de las barreras.


Audiencia general: Catequesis completa, “el Señor escucha” en la oración

Delante de Dios somo “conocidos uno a uno”

Catequesis – 10. La oración de los salmos 1

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Leyendo la Biblia nos encontramos continuamente con oraciones de distinto tipo. Pero encontramos también un libro compuesto solo de oraciones, libro que se ha convertido en patria, lugar de entrenamiento y casa de innumerables orantes. Se trata del Libro de los Salmos. Son 150 salmos para rezar.

Forma parte de los libros sapienciales, porque comunica el “saber rezar” a través de la experiencia del diálogo con Dios. En los salmos encontramos todos los sentimientos humanos: las alegrías, los dolores, las dudas, las esperanzas, las amarguras que colorean nuestra vida. El Catecismo afirma que cada salmo “es de una sobriedad tal que verdaderamente pueden orar con él los hombres de toda condición y de todo tiempo” (CIC, 2588). Leyendo y releyendo los salmos, nosotros aprendemos el lenguaje de la oración. Dios Padre, de hecho, con su Espíritu los ha inspirado en el corazón del rey David y de otros orantes, para enseñar a cada hombre y mujer cómo alabarle, cómo darle gracias y suplicarle, cómo invocarle en la alegría y en el dolor, cómo contar las maravillas de sus obras y de su Ley. En síntesis, los salmos son la palabra de Dios que nosotros humanos usamos para hablar con Él.

En este libro no encontramos personas etéreas, personas abstractas, gente que confunde la oración con la experiencia estética o alienante. Los salmos no son textos nacidos en la mesa; son invocaciones, a menudo dramáticas, que brotan de la vida de la existencia. Para rezarlas basta ser lo que somos. No tenemos que olvidar que para rezar bien tenemos que rezar, así como somos, no maquillados. No hay que maquillar el alma para rezar. “Señor, yo soy así”, e ir delante del Señor como somos, con las cosas bonitas y también con las cosas feas que nadie conoce, pero nosotros, dentro, conocemos. En los salmos escuchamos las voces de orantes de carne y hueso, cuya vida, como la de todos, está plagada de problemas, de fatigas, de incertidumbres. El salmista no responde de forma radical a este sufrimiento: sabe que pertenece a la vida. Sin embargo, en los salmos el sufrimiento se transforma en preguntaDel sufrir al preguntar.

Y entre las muchas preguntas, hay una que permanece suspendida, como un grito incesante que atraviesa todo el libro de lado a lado. Una pregunta, que nosotros la repetimos muchas veces: “¿Hasta cuándo, Señor? ¿Hasta cuándo?”. Cada dolor reclama una liberación, cada lágrima invoca un consuelo, cada herida espera una curación, cada calumnia una sentencia absolutoria. “¿Hasta cuándo, Señor, ¿debo sufrir esto? ¡Escúchame, Señor!”: cuántas veces nosotros hemos rezado así, con “¿hasta cuándo?”, ¡basta Señor!

Planteando continuamente preguntas de este tipo, los salmos nos enseñan a no volvernos adictos al dolor, y nos recuerdan que la vida no es salvada si no es sanada. La existencia del hombre es un soplo, su historia es fugaz, pero el orante sabe que es valioso a los ojos de Dios, por eso tiene sentido gritarY esto es importante. Cuando nosotros rezamos, lo hacemos porque sabemos que somos valiosos a los ojos de Dios. Es la gracia del Espíritu Santo que, desde dentro, nos suscita esta conciencia: de ser valiosos a los ojos de Dios. Y por esto se nos induce a orar.

La oración de los salmos es el testimonio de este grito: un grito múltiple, porque en la vida el dolor asume mil formas, y toma el nombre de enfermedad, odio, guerra, persecución, desconfianza… Hasta el “escándalo” supremo, el de la muerte. La muerte aparece en el Salterio como la más irracional enemiga del hombre: ¿qué delito merece un castigo tan cruel, que conlleva la aniquilación y el final? El orante de los salmos pide a Dios intervenir donde todos los esfuerzos humanos son vanos. Por esto la oración, ya en sí misma, es camino de salvación e inicio de salvación.

Todos sufren en este mundo: tanto quien cree en Dios, como quien lo rechaza. Pero en el Salterio el dolor se convierte en relación: grito de ayuda que espera interceptar un oído que escuche. No puede permanecer sin sentido, sin objetivo. Tampoco los dolores que sufrimos pueden ser solo casos específicos de una ley universal: son siempre “mis” lágrimas. Pensad en esto: las lágrimas no son universales, son “mis” lágrimas. Cada uno tiene las propias. “Mis” lágrimas y “mi” dolor me empujan a ir adelante con la oración. Son “mis” lágrimas que nadie ha derramado nunca antes que yo. Sí, muchos han llorado, muchos. Pero “mis” lágrimas son mías, “mi” dolor es mío, “mi” sufrimiento es mío.

Antes de entrar en el Aula, he visto a los padres del sacerdote de la diócesis de Como que fue asesinado; precisamente fue asesinado en su servicio para ayudar. Las lágrimas de esos padres son “sus” lágrimas y cada uno de ellos sabe cuánto han sufrido en el ver este hijo que ha dado la vida en el servicio de los pobres. Cuando queremos consolar a alguien, no encontramos las palabras. ¿Por qué? Porque no podemos llegar a su dolor, porque “su” dolor es suyo, “sus” lágrimas son suyas. Lo mismo es para nosotros: las lágrimas, “mi” dolor es mío, las lágrimas son “mías” y con estas lágrimas, con este dolor me dirijo al Señor.

Todos los dolores de los hombres para Dios son sagrados. Así reza el orante del salmo 56: “Tú has anotado los pasos de mi destierro; recoge mis lágrimas en tu odre: ¿acaso no está todo registrado en tu Libro?” (v. 9). Delante de Dios no somos desconocidos, o números. Somos rostros y corazones, conocidos uno a uno, por nombre.

En los salmos, el creyente encuentra una respuesta. Él sabe que, incluso si todas las puertas humanas estuvieran cerradas, la puerta de Dios está abierta. Si incluso todo el mundo hubiera emitido un veredicto de condena, en Dios hay salvación.

“El Señor escucha”: a veces en la oración basta saber esto. Los problemas no siempre se resuelven. Quien reza no es un iluso: sabe que muchas cuestiones de la vida de aquí abajo se quedan sin resolver, sin salida; el sufrimiento nos acompañará y, superada la batalla, habrá otras que nos esperan. Pero, si somos escuchados, todo se vuelve más soportable.

Lo peor que puede suceder es sufrir en el abandono, sin ser recordados. De esto nos salva la oración. Porque puede suceder, y también a menudo, que no entendamos los diseños de Dios. Pero nuestros gritos no se estancan aquí abajo: suben hasta Él, que tiene corazón de Padre, y que llora Él mismo por cada hijo e hija que sufre y que muere. Os diré una cosa: a mí me ayuda, en los momentos duros, pensar en los llantos de Jesús, cuando lloró mirando Jerusalén, cuando lloró delante de la tumba de Lázaro.

Dios ha llorado por mí, Dios llora, llora por nuestros dolores. Porque Dios ha querido hacerse hombre —decía un escritor espiritual— para poder llorar. Pensar que Jesús llora conmigo en el dolor es un consuelo: nos ayuda a ir adelante. Si nos quedamos en la relación con Él, la vida no nos ahorra los sufrimientos, pero se abre un gran horizonte de bien y se encamina hacia su realización. Ánimo, adelante con la oración. Jesús siempre está junto a nosotros.


14.10.20


Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada