El Papa en Santa Marta: ¿Somos
cristianos del ‘sí’?
En la homilía de este lunes, el
Santo Padre explicó que en el ‘sí’ de María está el ‘sí’ de toda la Historia de
la Salvación
4 abril 2016
Ciudad del
Vaticano).- El papa
Francisco ha invitado a preguntarse si somos hombres de “sí” o si miramos a
otro lado para no responder. Lo ha hecho durante la homilía de esta mañana en
Santa Marta, que ha retomado tras la pausa por las fiestas pascuales.
Haciendo referencia a la solemnidad de la Anunciación, el Papa subrayó que es precisamente el “sí de María que abre la puerta al sí de Jesús”.
Del mismo modo, recordó que Abraham obedeció al Señor, dijo “sí” a su llamada y salió de su tierra sin saber dónde iba. El Santo Padre centró su homilía en la “cadena del sí” que comienza precisamente con Abrahán.
Francisco recordó a esa “humanidad de hombres y mujeres” que incluso “ancianos” como Abraham y Moisés “han dicho sí a la esperanza del Señor”. Asimismo invitó a pensar en Isaías, que “cuando el Señor le dice de ir a decir las cosas al pueblo” responde que tiene “los labios impuros”.
En esta línea, el Papa aseguró que el Señor “¡purifica los labios de Isaías e Isaías dice sí!”. Y lo mismo vale para Jeremías que decía que no sabía hablar, pero después dice ‘sí’ al Señor.
Y el Santo Padre lo explicó así: “Hoy el Evangelio nos señala el final de esta cadena de ‘sí’ pero al inicio de otro ‘sí, que comienza a crecer: el sí de María. Y este ‘sí’ hace que Dios no solo mire cómo va el hombre, no solo camina con su pueblo, sino que se hace uno de nosotros y toma nuestra carne. El ‘sí’ de María que abre la puerta al ‘sí’ de Jesús: ‘Yo vengo para hacer Tu voluntad’, este ‘sí’ que va con Jesús durante toda la vida, hasta la Cruz”.
Por tanto, Francisco reflexionó sobre el ‘sí’ de Jesús que pide al Padre alejar de Él ese cáliz pero que se haga su voluntad. En Jesucristo está el sí de Dios: Él es el sí.
El Santo Padre aseguró que hoy es un bonito día “para dar las gracias al Señor por habernos enseñado el camino del ‘sí’, pero también para pensar en nuestra vida”. Una invitación que dirigió en particular a algunos sacerdotes presentes en la eucaristía que celebran el 50 aniversario de su ordenación.
Todos nosotros –precisó el Papa– durante cada día, debemos decir ‘sí’ o ‘no’ y pensar si siempre decimos ‘sí’ o muchas veces nos escondemos, con la cabeza baja, como Adán y Eva, para… no decir ‘no’, sino hacerse un poco el que no entiende… el que no entiende lo que Dios pide.
“Hoy es la fiesta del ‘sí’. En el ‘sí’ de María está el ‘sí’ de toda la Historia de la Salvación, y comienza allí el último ‘sí’ del hombre y de Dios”.
Allí –añadió– Dios recrea, como al principio con un ‘sí’ ha hecho al mundo y al hombre, esa bella Creación y ahora con este ‘sí’, más maravillosamente recrea el mundo, nos recrea a todos nosotros. “Es el sí de Dios que nos santifica, que nos hace ir adelante en Jesucristo”, explicó el Santo Padre.
Por otro lado, el Pontífice indicó que “es un día para dar gracias al Señor y para preguntarnos: ‘¿Yo soy un hombre del ‘sí’ o soy un hombre o mujer del ‘no’ o soy un hombre o mujer que mira un po para el otro para para responder?’”. Por ello, pidió que “el Señor nos dé la gracia de entrar en este camino de hombres y mujeres que han sabido decir el ‘sí’”.
Al concluir la homilía, las monjas vicentinas que están al servicio en la Casa Santa Marta han renovado sus votos. El Papa explicó que “lo hacen cada año porque San Vicente era inteligente y sabía que la misión que les confiaba era muy difícil y por eso ha querido que cada año renovaran los votos”.
05.04.16
Una palabra –indicó el Pontífice– sobre la que es necesario entender, porque no se trata de una concordia cualquiera sino de un don del cielo para quien, como experimentan los cristianos de la primera época, ha renacido en el Espíritu.
Al respecto, el Santo Padre precisó que “nosotros podemos hacer acuerdos, una cierta paz… pero la armonía es una gracia interior que solamente puede hacerla el Espíritu Santo. Y estas comunidades, viven en armonía. Y los signos de la armonía son dos: nadie pasaba necesidad, es decir, todo era común”. ¿En qué sentido?, se preguntó el Papa en la homilía. “Tenían un solo corazón, una sola alma y nadie consideraba su propiedad lo que les pertenecía, porque entre ellos todo era común. De hecho, entre ellos nadie pasaba necesidad.
El Pontífice concluyó invitando a releer los Hechos de los Apóstoles sobre los primeros cristianos y su vida en común. Por eso aseguró que “nos hará bien” para entender cómo testimoniar la novedad en todos los ambientes en lo que se vive. Sabiendo que, como para la armonía, también en el compromiso del anuncio se toma la señal de otro don.
“La armonía del Espíritu Santo nos da esta generosidad de no tener nada como propio, mientras haya un necesitado. La armonía del Espíritu Santo nos da una segunda actitud: ‘Con gran fuerza, los apóstoles daban testimonio de la Resurrección del Señor Jesús, y todos gozaban del gran favor’, es decir la valentía. Cuando hay armonía en la Iglesia, en la comunidad, hay valentía, la valentía de dar testimonio del Señor Resucitado”.
El
Papa en Sta. Marta: ‘El dinero es enemigo de la armonía’
En la homilía de este martes, el
Santo Padre invita a releer los Hechos de los Apóstoles y entender cómo vivían
las primeras comunidades cristianas: nadie pasaba necesidad porque todo era
común
5 abril 2016
Ciudad del Vaticano).- No se puede confundir la armonía que reina en una
comunidad cristiana, fruto del Espíritu Santo, con la “tranquilidad” negociada
que a menudo cubre, de forma hipócrita, contrastes y divisiones internas. Así
lo indicó el papa Francisco en la homilía de misa de la mañana celebrada este
martes en Santa Marta. Del mismo modo, precisó que una comunidad unida en
Cristo es también una comunidad valiente.
Un solo corazón, una sola alma, ningún pobre, bienes
distribuidos según la necesidad. Hay una palabra que puede sintetizar los
sentimientos y el estilo de vida de la primera comunidad cristiana, según el
retrato que hacen de ellos los Hechos de la Apóstoles: armonía.
Una palabra –indicó el Pontífice– sobre la que es necesario entender, porque no se trata de una concordia cualquiera sino de un don del cielo para quien, como experimentan los cristianos de la primera época, ha renacido en el Espíritu.
Al respecto, el Santo Padre precisó que “nosotros podemos hacer acuerdos, una cierta paz… pero la armonía es una gracia interior que solamente puede hacerla el Espíritu Santo. Y estas comunidades, viven en armonía. Y los signos de la armonía son dos: nadie pasaba necesidad, es decir, todo era común”. ¿En qué sentido?, se preguntó el Papa en la homilía. “Tenían un solo corazón, una sola alma y nadie consideraba su propiedad lo que les pertenecía, porque entre ellos todo era común. De hecho, entre ellos nadie pasaba necesidad.
La verdadera ‘armonía’ del Espíritu Santo tiene una
relación muy fuerte con el dinero: el dinero es enemigo de la armonía, el
dinero es egoísta. Y por eso, el signo que da es que todos daban lo suyo para
que no hubiera necesidades”.
En este punto, el Papa subrayó el ejemplo virtuoso ofrecido en el pasaje de los Hechos, el de Bernabé, que vende su campo y los entrega lo recaudado a los apóstoles. Pero, tal y como recordó el Santo Padre, los versículos sucesivos que no aparece en la lectura de hoy, ofrecen también “otro episodio opuesto al primero”. El de Ananías y Safira, una pareja que finge dar lo que ganan de la venta de un campo, pero en realidad se quedan una parte del dinero, elección que tendrá para ellos un precio muy amargo, la muerte.
En este punto, el Papa subrayó el ejemplo virtuoso ofrecido en el pasaje de los Hechos, el de Bernabé, que vende su campo y los entrega lo recaudado a los apóstoles. Pero, tal y como recordó el Santo Padre, los versículos sucesivos que no aparece en la lectura de hoy, ofrecen también “otro episodio opuesto al primero”. El de Ananías y Safira, una pareja que finge dar lo que ganan de la venta de un campo, pero en realidad se quedan una parte del dinero, elección que tendrá para ellos un precio muy amargo, la muerte.
Dios y el dinero son dos padrones “cuyo servicio
es irreconciliable”, recordó el Papa. Del mismo modo que aclaró un error que
podría surgir del concepto de “armonía”. No se puede confundir con
“tranquilidad”.
Al respecto, el Santo Padre observó que “una comunidad puede ser muy tranquila, ir bien: las cosas van bien… Pero no está en armonía”.
Al respecto, el Santo Padre observó que “una comunidad puede ser muy tranquila, ir bien: las cosas van bien… Pero no está en armonía”.
Además, contó algo que escuchó decir una vez a un
obispo: ‘En la diócesis hay tranquilidad. Pero si tú tocas este problema… o
este problema… o este problema, enseguida estalla la guerra’. Una armonía
negociada sería esta y esta no es la del Espíritu, advirtió. “Es una armonía
hipócrita como la de Ananías y Safira con lo que han hecho”, aseguró el Papa.
El Pontífice concluyó invitando a releer los Hechos de los Apóstoles sobre los primeros cristianos y su vida en común. Por eso aseguró que “nos hará bien” para entender cómo testimoniar la novedad en todos los ambientes en lo que se vive. Sabiendo que, como para la armonía, también en el compromiso del anuncio se toma la señal de otro don.
“La armonía del Espíritu Santo nos da esta generosidad de no tener nada como propio, mientras haya un necesitado. La armonía del Espíritu Santo nos da una segunda actitud: ‘Con gran fuerza, los apóstoles daban testimonio de la Resurrección del Señor Jesús, y todos gozaban del gran favor’, es decir la valentía. Cuando hay armonía en la Iglesia, en la comunidad, hay valentía, la valentía de dar testimonio del Señor Resucitado”.
06.04.16
Texto
completo de la catequesis en la audiencia del 6 de abril de 2016
El Papa asegura que no debemos temer
nuestras miserias porque el poder del amor del Crucificado no conoce obstáculos
y no se agota nunca
6 abril 2016
Ciudad del
Vaticano).- Publicamos a continuación el texto completo de la catequesis del
santo padre Francisco en la audiencia general de este miércoles 6 de abril, en
la plaza de San Pedro, sobre cómo Jesús llevó la misericordia a su pleno
cumplimiento, con amor que alcanza su cúlmen en el Sacrificio de la
cruz. Porque explicó el Papa, Jesús no se presenta ni con el esplendor del
Templo, ni se ha hecho anunciar por trompetas, sino que después de
treinta años de vida escondida Jesús fue al río Jordán, y se puso en la fila
con los pecadores para bautizarse.
Y el Santo Padre señala que es sobre la cruz que Jesús
presenta a la misericordia del Padre el pecado del mundo, y con eso todos
nuestros pecados. Por ello no debemos temer reconocernos y confesarnos
pecadores. Y concluyó invitando a aceptar el Evangelio del
Crucificado Resucitado, para que toda nuestra vida sea plasmada por la
fuerza de su amor que renueva.
A
continuación el texto completo:
“¡Queridos
hermanos y hermanas, buenos días!
Después de haber reflexionado sobre la misericordia de
Dios en el Antiguo Testamento, hoy iniciamos a meditar sobre cómo Jesús mismo
la ha llevado a su pleno cumplimiento. Jesús, de hecho, es la misericordia de
Dios hecha carne. Una misericordia que Él ha expresado, realizado y comunicado
siempre, en cada momento de su vida terrena. Encontrando a las multitudes,
anunciando el Evangelio, sanando a los enfermos, acercándose a los últimos,
perdonando a los pecadores, Jesús hace visible un amor abierto a todos, nadie
excluido, un amor abierto a todos, sin fronteras. Un amor puro, gratuito,
absoluto. Un amor que alcanza su cúlmen en el Sacrificio de la cruz. Sí, el Evangelio
es realmente el “Evangelio de la Misericordia” porque ¡Jesús es la
Misericordia!
Los cuatros Evangelios dan fe de que Jesús, antes de
empezar su ministerio, quiso recibir el bautismo de Juan Bautista (Mt
3,13-17; Mc 1,9-11; Lc 3,21-22; Gv 1,29-34). Este suceso
imprime una orientación decisiva a toda la misión de Cristo. De hecho, Él no se
ha presentado al mundo en el esplendor del templo, y podía hacerlo; no se ha
hecho anunciar por sonido de trompetas, y podía hacerlo; y tampoco llegó bajo
la apariencia de un juez, y podía hacerlo. Sin embargo, después de treinta años
de vida escondida en Nazaret, Jesús fue al río Jordán, junto a tanta gente de
su pueblo, y se puso en la fila con los pecadores para bautizarse.
Por tanto, desde el inicio de su ministerio, Él se ha
manifestado como el Mesías que se hace cargo de la condición humana, movido por
la solidaridad y la compasión. Como Él mismo afirma en la sinagoga de Nazaret
identificándose con la profecía de Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre
mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena
Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los
ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del
Señor” (Lc 4,18-19). Todo cuanto Jesús ha cumplido después del bautismo
ha sido la realización del programa inicial: llevar a todos el amor de Dios que
salva; Jesús no ha traído el odio, no ha traído la enemistad: ¡nos ha traído el
amor!, un amor grande, un corazón abierto para todos, para todos nosotros. Un
amor que salva.
Él se ha hecho prójimo a los últimos, comunicándoles
la misericordia de Dios que es perdón, alegría y vida nueva. ¡El Hijo enviado
por el Padre es realmente el inicio del tiempo de la misericordia para toda la
humanidad! Los que estaban presentes en la orilla del Jordán no entendieron
enseguida la grandeza del gesto de Jesús. El mismo Juan Bautista se sorprendió
con su decisión (cfr Mt 3,14). ¡Pero el Padre celeste no! Él hizo
escuchar su voz desde lo alto: “Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta
toda mi predilección” (Mc 1,11). De esta forma el Padre confirma el
camino que el Hijo ha iniciado como Mesías, mientras desciende sobre Él el
Espíritu Santo en forma de paloma. Así, el corazón de Jesús late, por así decir,
al unísono con el corazón del Padre y del Espíritu, mostrando a todos los
hombres que la salvación es fruto de la misericordia de Dios.
Podemos contemplar aún más claramente el gran misterio
de este amor dirigiendo la mirada a Jesús crucificado. Cuando va a morir
inocente por nosotros pecadores, Él suplica al Padre: “Padre, perdónalos,
porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34). Es sobre la cruz que
Jesús presenta a la misericordia del Padre el pecado del mundo, y con eso todos
nuestros pecados. Nada ni nadie queda excluido de esta oración de sacrificio de
Jesús. Eso significa que no debemos temer reconocernos y confesarnos pecadores.
Pero, ¿cuántas veces decimos: ‘este es un pecador, este ha hecho eso, eso…’? Y
por tanto juzgamos a los otros. ¿Y tú? Cada uno de nosotros debería
preguntarse: ‘Sí, ese es un pecador, ¿y yo? Todos somos pecadores, pero todos
somos perdonados: todos tenemos la responsabilidad de recibir este perdón que
es la misericordia de Dios. Por tanto, no debemos temer reconocernos pecadores,
confesarnos pecadores porque cada pecado ha sido llevado por el Hijo a la cruz.
Y cuando nosotros nos confesamos arrepentidos
encomendándonos a Él, estamos seguros de ser perdonados. ¡El sacramento de la
Reconciliación hace actual para cada uno de nosotros la fuerza del perdón que
sale de la Cruz y la gracia de la misericordia que Jesús nos ha adquirido
renueva nuestra vida! No debemos temer nuestras miserias: el poder del amor del
Crucificado no conoce obstáculos y no se agota nunca.
Queridos, en este Año Jubilar pidamos a Dios la gracia
de hacer experiencia del poder del Evangelio: Evangelio de la misericordia que
transforma, que hace entrar en el corazón de Dios, que nos hace capaces de
perdonar y mirar al mundo con más bondad. Si acogemos el Evangelio del
Crucificado Resucitado, toda nuestra vida es plasmada por la fuerza de su amor
que renueva”.
07.04.16
El
Papa en Sta. Marta: ‘Sin el Espíritu Santo no hay testimonio cristiano’
En la homilía de este jueves, el
Santo Padre explica que para ser testigo es necesaria la coherencia entre la
vida y lo que hemos visto y acogido por el Espíritu Santo
7 abril 2016
Ciudad del
Vaticano).- Los santos
de la vida ordinaria y los mártires de hoy son los que llevan adelante la
Iglesia al ser coherentes y valientes testigos de Jesús resucitado.
Así lo ha asegurado el Santo Padre en la homilía de la misa celebrada esta
mañana en Santa Marta.
La primera lectura del día, de los Hechos de los
Apóstoles, habla de la valentía de Pedro que, después de la sanación del
lisiado, anuncia la Resurrección de Jesús delante de los jefes del Sanedrín. Y
estos, enfadados quieren condenarlo a muerte.
Le habían prohibido predicar en nombre de Jesús, pero
él continúa proclamando el Evangelio porque “necesita obedecer a Dios en vez de
a los hombres”, subrayó el Papa. Este Pedro “valiente” no tiene nada que ver
con el “Pedro cobarde” de la noche de Jueves Santo, “cuando lleno de miedo
niega al Señor tres veces”, recordó Francisco.
Ahora Pedro se hace fuerte en el testimonio. “El testimonio
cristiano sigue el mismo camino que Jesús: dar la vida”. De una forma u
otra, el cristiano “se juega la vida cuando da testimonio de la verdad”,
explicó el Papa en la homilía.
Asimismo, indicó que “la coherencia entre la vida y lo
que hemos visto y acogido es precisamente el inicio del testimonio. Pero el
testimonio cristiano tiene otra cosa, no es solo del que la da: el testimonio
cristiano, siempre, está en dos. ‘Y de estos hechos somos testigos nosotros y
el Espíritu Santo’. Sin el Espíritu Santo no hay testimonio cristiano. Porque
el testimonio cristiano, la vida cristiana es una gracia, es una gracia que el
Señor nos da con el Espíritu Santo”.
De este modo, el Papa subrayó que “sin el Espíritu no
logramos ser testigos”. Porque el testigo es “coherente con lo que dice, con lo
que hace y lo que ha recibido, es decir el Espíritu Santo”. Esta es la valentía
cristiana, este es el testimonio.
De este modo, el papa Francisco aseguró que
“este es el testimonio de nuestros mártires hoy, muchos, expulsados de su
tierra, desplazados, asesinados, perseguidos: tienen la valentía de confesar a
Jesús precisamente hasta el momento de la muerte; es el testimonio de esos
cristianos que viven su vida seriamente y dicen: ‘Yo no puedo hacer esto, yo no
puedo hacer mal a otro; yo debo dar mi testimonio’. Y el testimonio es decir lo
que en la fe ha visto y oído, es decir, Jesús Resucitado, con el Espíritu Santo
que ha recibido como don”.
En los momentos difíciles de la historia –concluyó el
Papa– se escucha que la patria necesita héroes. Y esto “es verdad, esto es
justo”. Pero, preguntó el Santo Padre, ¿qué necesita hoy la Iglesia? Francisco
aseguró que de testigos, mártires. “Son precisamente los testigos, es
decir, los santos, los santos de todos los días, los de la vida ordinaria, pero
con la coherencia, y también los testigos hasta el final, hasta la muerte”,
precisó el Obispo de Roma.
Así, concluyó su homilía recordando que estos son “la
sangre viva de la Iglesia; estos son los que llevan la Iglesia adelante, los testigos;
quienes dan fe de que Jesús ha resucitado, que Jesús está vivo. Y lo
hacen con la coherencia de su vida y con el Espíritu Santo que han
recibido como don”.
08.04.16
Amoris Laetitia: El Papa explica la belleza del matrimonio
¿Cómo debe ser el amor entre los
esposos? ¿qué significa matrimonio? ¿Cómo acompañar los momentos de crisis?
¿Cómo es una buena preparación al matrimonio? El Santo Padre responde a estas
preguntas en la exhortación post-sinodal
8 abril 2016
Ciudad del
Vaticano).- El papa
Francisco, en su exhortación apostólica Amoris Laetitia, hace un análisis sobre
qué es y cómo debe ser un matrimonio. Así, recuerda que es una unión afectiva,
espiritual y oblativa, pero que recoge en sí la ternura de la amistad y la
pasión erótica, aunque es capaz de subsistir aun cuando los sentimientos y la
pasión se debiliten.
Asimismo, precisa que “es una unión que tiene todas
las características de una buena amistad: búsqueda del bien del otro,
reciprocidad, intimidad, ternura, estabilidad, y una semejanza entre los amigos
que se va construyendo con la vida compartida”. Pero –advierte– el matrimonio
agrega a todo ello una exclusividad indisoluble, que se expresa en el proyecto
estable de compartir y construir juntos toda la existencia.
“Un amor débil o enfermo, incapaz de aceptar el
matrimonio como un desafío que requiere luchar, renacer, reinventarse y empezar
siempre de nuevo hasta la muerte, no puede sostener un nivel alto de
compromiso”, asegura Francisco.
Por otro lado, observa que “cuando la búsqueda del
placer es obsesiva, nos encierra en una sola cosa y nos incapacita para
encontrar otro tipo de satisfacciones. De este modo, el Santo Padre afirma que
“la alegría matrimonial, que puede vivirse aun en medio del dolor, implica
aceptar que el matrimonio es una necesaria combinación de gozos y de esfuerzos,
de tensiones y de descanso, de sufrimientos y de liberaciones, de
satisfacciones y de búsquedas, de molestias y de placeres, siempre en el camino
de la amistad, que mueve a los esposos a cuidarse”.
También habla de los momentos difíciles en la pareja y
de las crisis, y a propósito alienta recordando que “después de haber sufrido y
luchado juntos, los cónyuges pueden experimentar que valió la pena, porque
consiguieron algo bueno, aprendieron algo juntos, o porque pueden valorar más
lo que tienen”.
Para ellos, añade que “el diálogo es una forma
privilegiada e indispensable de vivir, expresar y madurar el amor en la vida
matrimonial y familiar”.
Muchas veces –indica el Santo Padre– uno de los
cónyuges no necesita una solución a sus problemas, sino ser escuchado. Por esta
razón, “es importante la capacidad de expresar lo que uno siente sin lastimar;
utilizar un lenguaje y un modo de hablar que pueda ser más fácilmente aceptado
o tolerado por el otro, aunque el contenido sea exigente; plantear los propios
reclamos pero sin descargar la ira como forma de venganza, y evitar un lenguaje
moralizante que sólo busque agredir, ironizar, culpar, herir”.
El Papa también recuerda que el amor de los esposos es
apasionado. De este modo, explica que “se puede hacer un hermoso camino con las
pasiones, lo cual significa orientarlas cada vez más en un proyecto de
autodonación y de plena realización de sí mismo, que enriquece las relaciones
interpersonales en el seno familiar”.
De ahí, que el Pontífice asegura que “la sexualidad no
es un recurso para gratificar o entretener, ya que es un lenguaje interpersonal
donde el otro es tomado en serio, con su sagrado e inviolable valor”. De
ninguna manera –advierte– podemos entender la dimensión erótica del amor como
un mal permitido o como un peso a tolerar por el bien de la familia, sino como
don de Dios que embellece el encuentro de los esposos.
También recuerda que “en esta época se vuelve muy
riesgoso que la sexualidad también sea poseída por el espíritu venenoso del
‘usa y tira’”.
Además, recuerda que “un verdadero amor sabe también
recibir del otro, es capaz de aceptarse vulnerable y necesitado, no renuncia a
acoger con sincera y feliz gratitud las expresiones corpóreas del amor en la
caricia, el abrazo, el beso y la unión sexual”.
Finalmente, subraya que “no podemos prometernos tener
los mismos sentimientos durante toda la vida. En cambio, sí podemos tener un
proyecto común estable, comprometernos a amarnos y a vivir unidos hasta que la
muerte nos separe, y vivir siempre una rica intimidad”.
A propósito de la fecundidad en el matrimonio, el
Santo Padre asegura que “si un niño llega al mundo en circunstancias no
deseadas, los padres, u otros miembros de la familia, deben hacer todo lo
posible por aceptarlo como don de Dios y por asumir la responsabilidad de
recibirlo con apertura y cariño”. Y hace una petición a las mujeres
embarazadas: “cuida tu alegría, que nada te quite el gozo interior de la
maternidad. Ese niño merece tu alegría. No permitas que los miedos, las
preocupaciones, los comentarios ajenos o los problemas apaguen esa felicidad de
ser instrumento de Dios para traer una nueva vida al mundo”.
Por otro lado, alienta “a quienes no pueden tener
hijos a que sean magnánimos y abran su amor matrimonial para recibir a quienes
están privados de un adecuado contexto familiar”.
Estudiando algunas perspectivas pastorales el Papa
también invita a las comunidades cristianas a reconocer que acompañar el camino
de amor de los novios es un bien para ellas mismas.
Conviene encontrar –asegura– las maneras, a través de
las familias misioneras, de las propias familias de los novios y de diversos
recursos pastorales, de ofrecer una preparación remota que haga madurar el amor
que se tienen, con un acompañamiento cercano y testimonial. De este modo,
recuerda que “aprender a amar a alguien no es algo que se improvisa ni puede
ser el objetivo de un breve curso previo a la celebración del matrimonio. En
realidad, cada persona se prepara para el matrimonio desde su nacimiento”.
El Pontífice asevera que “los novios deberían ser
estimulados y ayudados para que puedan hablar de lo que cada uno espera de un
eventual matrimonio, de su modo de entender lo que es el amor y el compromiso,
de lo que se desea del otro, del tipo de vida en común que se quisiera
proyectar”. Se deben detectar –pide el Papa– las señales de peligro que podría
tener la relación, para encontrar antes del casamiento recursos que permitan
afrontarlas con éxito.
En esta línea, el Santo Padre pide directamente a los
novios: «Tened la valentía de ser diferentes, no os dejéis devorar por la sociedad
del consumo y de la apariencia. Lo que importa es el amor que os une,
fortalecido y santi cado por la gracia. Vosotros sois capaces de optar por un
festejo austero y sencillo, para colocar el amor por encima de todo».
Asimismo, el Santo Padre subraya que es imprescindible
acompañar en los primeros años de la vida matrimonial para enriquecer y
profundizar la decisión consciente y libre de pertenecerse y de amarse hasta el
fin.
La pastoral familiar –advierte el Santo Padre–debe ser
fundamentalmente misionera, en salida, en cercanía, en lugar de reducirse a ser
una fábrica de cursos a los que pocos asisten.
Recordando los momentos de crisis en el matrimonio, el
Pontífice pide “poner a disposición de las personas separadas o de las parejas
en crisis un servicio de información, consejo y mediación, vinculado a la
pastoral familiar, que también podrá acoger a las personas en vista de la
investigación preliminar del proceso matrimonial”.
09.04.16
El
Papa en la audiencia jubilar: ‘La limosna es un gesto sincero de amor’
El Santo Padre recuerda en la
catequesis que la caridad requiere una actitud de gozo interior
9 abril 2016
Francisco en
el papamóvil antes de la audiencia de hoy
Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco, ha celebrado este
sábado por la mañana, la audiencia general que durante este Año Jubilar,
celebrará un sábado al mes. De este modo, miles de personas, visiblemente más
numerosas que lo habitual en los miércoles, han recibido al Santo Padre con
cantos y música de orquesta. Por su parte, Francisco ha correspondido al
entusiasmo de los fieles, y paseando por la plaza con el papamóvil, ha saludado
y bendecido a los presentes. En la catequesis de hoy, el Pontífice ha
reflexionado sobre la limosna, “un aspecto esencial de la misericordia”.
Así, ha observado “cuánta gente se justifica a sí
misma sobre la limosna diciendo: ’Pero, ¡cómo será este, este al que daré irá a
comprarse vino para emborracharse! Pero si él se emborracha, ¡es porque no
tiene otra salida! ¿Y tú qué haces escondido? Que nadie ve… ¿Y tú eres juez de
ese pobre hombre que te pide una moneda para un vaso de vino?”
En el resumen hecho en español, el Santo Padre ha
explicado que el término “limosna” significa “misericordia” y tiene muchos
modos de manifestarse. En la Sagrada Escritura –ha observado– Dios nos muestra
su atención especial por los pobres y nos pide que no sólo nos acordemos de
ellos sino que les ayudemos con alegría. “Esto significa que la caridad
requiere una actitud de gozo interior”, ha asegurado.
Por otro lado, el Papa ha subrayado que “un acto de
misericordia no puede ser un peso del cual nos tenemos que liberar cuanto
antes”. De este modo, ha explicado que el anciano Tobías, en el Antiguo
Testamento, nos da una sabia lección sobre el valor de la limosna «No
apartes tu rostro de ningún pobre, porque así no apartará de ti su rostro el
Señor». Lo que cuenta –ha añadido– es la capacidad de mirar a la cara de la
persona que nos pide auxilio.
Finalmente, ha reconocido que “la limosna es un gesto
sincero de amor y de atención ante quien nos encontramos, y, como nos exige el
mismo Jesús, tiene que hacerse para que sólo Dios lo vea”. El Pontífice ha
pedido tener siempre presentes en nuestra vida las palabras del Señor: «Mayor
felicidad hay en dar que en recibir».
A continuación, ha saludado a los peregrinos de lengua
española. A ellos ha invitado “a practicar la limosna como signo de
misericordia y a no olvidar mirar a los ojos de quien les pide ayuda; así, Dios
no les ocultará su rostro”.
Para concluir la audiencia, y tras los saludos en las
distintas lenguas, ha dirigido un saludo a los jóvenes, a los enfermos y a los
recién casados. A los jóvenes ha invitado a que sean siempre fieles al Bautismo
con el coherente testimonio de vida. Del mismo modo, a los enfermos les exhortó
a que la luz de la Pascua les ilumine y consuele en el sufrimiento. Y
finalmente pidió a los recién casados a que añadan el misterio pascual la
valentía para ser protagonistas en la Iglesia y en la sociedad, contribuyendo a
la construcción de la civilización del amor.
10.04.16
El
Papa pide la liberación de las personas secuestradas en zonas de conflicto
El Santo Padre pide en la oración del Regina
Coeli que ‘hagamos llegar un rayo de luz de Cristo resucitado’
10 abril
2016
Ciudad del
Vaticano).- El papa Francisco ha rezado este domingo, desde la ventana del
estudio del Palacio Apostólico, el Regina Coeli, acompañados por miles de
fieles reunidos en la plaza de San Pedro.
Estas son las palabras del Papa para introducir la
oración mariana que en el tiempo pascual sustituye al ángelus.
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de hoy narra la tercera aparición de
Jesús resucitado a los discípulos en la orilla del lago de Galilea, con la
descripción de la pesca milagrosa (cfr Jn 21,1-19). La historia se
enmarca en la vida cotidiana de los discípulos, cuando han regresado a su tierra
y a su trabajo de pescadores, después de los días angustiantes de la pasión,
muerte y resurrección del Señor. Era difícil para ellos comprender lo que había
pasado. Pero, mientras todo parecía haber acabado, es una vez más Jesús quien
“busca” a sus discípulos. Es Él que va a buscarlos. Esta vez les
encuentra en el lago, donde ellos han pasado la noche en las barcas sin pescar
nada. Las redes aparecen vacías, en un cierto sentido, como el balance de su
experiencia con Jesús: lo habían conocido, habían dejado todo para seguirlo,
lleno de esperanza… ¿y ahora? Sí, lo habían visto resucitado y pensaron ‘se ha
ido, nos ha dejado’. Ha sido como un sueño esto.
Pero Jesús al alba se presenta en la orilla del lago;
pero ellos no lo reconocieron (cfr v. 4). A esos pescadores, cansados y
decepcionados, el Señor les dice: “Echad la red a la derecha de la barca y
encontraréis.” (v. 6). Los discípulos se fiaron de Jesús y el resultado fue una
pesca increíblemente abundante. A este punto Juan se dirige a Pedro y dice: “¡Es
el Señor!” (v. 7). Y en seguida Pedro se lanzó al agua y nadó hacia la orilla,
hacia Jesús. En esa exclamación: “¡Es el Señor!”, está todo el entusiasmo de la
fe pascual, “Es el Señor”, llena de alegría y estupor, que contrasta
fuertemente con el desconcierto, la desesperación, el sentido de impotencia del
que se había llenado el ánimo de los discípulos. La presencia de Jesús
resucitado transforma cada cosa: la oscuridad es vencida por la luz, el trabajo
inútil se convierte nuevamente en fructuoso y prometedor, el sentido de
cansancio y de abandono deja lugar a un nuevo impulso y a la certeza de que Él
está con nosotros.
Desde entonces estos sentimientos animan la Iglesia,
la Comunidad del Resucitado. Todos nosotros somos la Comunidad del Resucitado.
Si a una mirada superficial puede parecer a veces que las tinieblas del
mal y el cansancio del vivir cotidiano dominan la situación, la Iglesia sabe
con certeza que sobre los que siguen al Señor Jesucristo resplandece ya para
siempre la luz de la Pascua.
El gran anuncio de la Resurrección infunde en los
corazones de los creyentes una alegría íntima y una esperanza invencible.
¡Cristo verdaderamente ha resucitado! También hoy la Iglesia continúa a hacer
resonar este anuncio festivo: la alegría y la esperanza continúan fluyendo en
los corazones, en los rostros, en los gestos, en las palabras. Todos nosotros
cristianos estamos llamados a comunicar este mensaje de resurrección a los que
encontramos, especialmente al que sufre, al que está solo, al que se encuentra
en condiciones precarias, a los enfermos, a los refugiados, a los marginados. A
todos hagamos llegar un rayo de luz de Cristo resucitado, un signo de su poder
misericordioso.
Él, el Señor, renueve también en nosotros la fe
pascual. Nos haga cada vez más conscientes de nuestra misión al servicio del
Evangelio y de los hermanos; nos llene de su Santo Espíritu para que,
sostenidos por la intercesión de María, con toda la Iglesia, podamos proclamar
la grandeza de su amor y la riqueza de su misericordia.
Después de
la oración del Regina Coeli:
Queridos
hermanos y hermanas,
En la esperanza que nos dona Cristo resucitado,
renuevo mi llamamiento para la liberación de todas las personas secuestradas en
zonas de conflicto armado; en particular deseo recordar al sacerdote salesiano
Tom Uzhunnalil, secuestrado en Aden en Yemen el pasado 4 de marzo.
Hoy en Italia se celebra la Jornada Nacional para la
Universidad Católica del Sagrado Corazón, que tiene por tema “En la Italia de
mañana estaré yo”. Deseo que esta gran Universidad, que continúa haciendo un
importante servicio a la juventud italiana, pueda proseguir con renovada
compromiso su misión formativa, actualizándose cada vez más a las exigencias
actuales.
Os saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos procedente
de Italia y de distinyas partes del mundo y un saludo a los que están haciendo
el maratón; en particular, a los fieles de Gandosso, Golfo Aranci, Mede
Lomellina, Cernobbio, Macerata Campania, Porto Azzurro, Maleo y Sasso Marconi,
con un pensamiento especial a los confirmando de Campobasso, Marzocca y
Montignano.
Os doy las gracias por su presencia en los coros
parroquiales, algunos de ellos han prestado servicio en estos días en la
basílica de San Pedro. ¡Muchas gracias!
A todos os deseo una feliz domingo y, por favor, no os
olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!
11.04.16
El
Papa en Sta. Marta: ‘La letra no es la ley’
El la misa cotidiana Francisco
invita: ‘Pidamos al Señor que mire las insensateces de nuestro corazón y nos
explique las cosas’
11 abril
2016
Ciudad del Vaticano).- Los doctores de la ‘letra’ juzgan a
los demás usando la Palabra de Dios, contra la Palabra de Dios, y
cierran su corazón a la profecía, porque a ellos no les interesa la vida de las
personas sino solamente los esquemas hechos de leyes y de
palabras. Lo indicó este lunes el papa Francisco en la homilía de su
misa cotidiana en la capilla de la Casa Santa Marta.
El Santo Padre parte de la Primera Lectura, de los
Hechos de los Apóstoles, donde los doctores de la Ley calumnian a Esteban
porque no logran “resistir a la sabiduría y al Espíritu” con la cual él
habla. Así instigan a falsos testimonios para que denuncien haberle escuchado
decir “palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios”.
Porque “el corazón cerrado a la verdad de Dios,
permanece agarrado solamente a la verdad de la ley”, y precisa que “más que de
la ley, de la letra”, y no encuentran otra salida que “la mentira, el falso testimonio
y la muerte”.
Jesús ya les había reprendido por esta actitud, porque
“sus padres habían asesinado a los profetas” y ellos ahora, construían
monumentos a aquellos profetas”, con una respuesta más cínica que hipócrita.
Pero el corazón está cerrado a la Palabra de Dios,
está cerrado a la verdad, al mensaje de Dios que lleva a la profecía, “para
conducir hacia adelante al pueblo de Dios”.
El Pontífice confía, que le duele leer los
versículos del Evangelio que narran cuando Judas arrepentido va delante de
los sacerdotes y asevera: “He pecado”, y quiere devolver las monedas. Ellos
responden que no les importa, y Judas va a colgarse. Y los doctores cuando
hablan no se preocupan por el hombre sino por las monedas, porque como son a
precio de sangre no pueden entrar en el Templo… “la regla tal, tal, tal… los
doctores de la letra”.
No les importa ni la vida de una persona, ni el
arrepentimiento de Judas: “solo le importan los esquemas de la Ley y las tantas
palabras y cosas que han construido”.
“Esteban –afirma el Santo Padre– termina como todos
los profetas, como Jesús. Y esto se repite en la historia de la Iglesia”.
“La historia
nos habla de mucha gente que fue asesinada, juzgada, incluso siendo inocente:
juzgada con la Palabra de Dios, contra la Palabra de Dios. Pensemos a la
cacería de las brujas, o a santa Juana de Arco, y todos aquellos que fueron
quemados, condenados porque no se ajustaron según los jueces, a la Palabra
de Dios”.
Y Jesús es el modelo que por ser fiel y haber
obedecido a la Palabra del Padre, termina en la cruz. Con mucha ternura
Jesús dice a los discípulos de Emaús: “¡Oh insensatos y tardos de corazón!”.
El Papa concluye proponiendo que hoy pidamos al Señor
que con la misma ternura mire las pequeñas y grandes insensateces de nuestro
corazón, nos acaricie y nos diga: ‘oh insensato y tardo de corazón’ e “inicie a
explicarnos las cosas”.
12.04.16
El
Papa en Sta. Marta: ‘Existe una persecución disfrazada de cultura, modernidad y
progreso’
En la homilía de este martes, el
Santo Padre ha recordado a los cristianos de Pakistán, mártires en el domingo
de Pascua
12 abril
2016
El Papa en
Santa Marta
Ciudad del Vaticano).- “La persecución es el pan de cada día en la
Iglesia. Así lo ha asegurado el papa Francisco en la homilía de la misa
matutina celebrada este martes en Santa Marta. Como le sucedió a Esteban,
el primer mártir, o a los “pequeños mártires” asesinados por Herodes; también
hoy muchos cristianos son asesinados por la fe en Cristo y otros incluso son
perseguidos “educadamente” porque quieren manifestar el valor del ser “hijos de
Dios”.
Existen persecuciones sanguinarias, ha observado, como
ser devorados por fieras para la alegría del público en las gradas o saltar por
los aires debido a una bomba a la salida de misa.
Del mismo modo, ha hablado de las persecuciones de
guante blanco, amamantadas “de cultura”, esas que te envían a una esquina de la
sociedad, que llegan a quitarte el trabajo si no te adecuas a leyes que “van
contra Dios Creador”.
El pasaje del martirio de Esteban, descrito en el
pasaje de los Hechos de los Apóstoles propuesto por la liturgia del día, lleva
al Papa a hacer consideraciones conocidas y nuevas sobre una realidad que desde
hace dos mil años es una historia dentro de la historia de la fe cristiana, la
persecución.
De este modo, el Santo Padre ha considerado que la
persecución “es el pan de cada día en la Iglesia”, Jesús lo ha dicho. Así, el
Pontífice ha observado que cuando hacemos turismo por Roma y vemos el Coliseo,
“pensamos que los mártires eran esos asesinados por los leones”. Pero –ha
añadido– los mártires no han sido solo esos o esos otros. “Son hombres y
mujeres de todos los días: hoy, el día de Pascua, hace apenas tres semanas…
Esos cristianos que celebraban la Pascua en Pakistán fueron martirizados
precisamente porque celebraban al Cristo Resucitado. Y así la historia de la
Iglesia va adelante con sus mártires”.
En la homilía, Francisco ha explicado que el martirio
de Esteban desencadenó una cruel persecución anticristiana en Jerusalén análoga
a esas sufridas por quien hoy no es libre de profesar su fe en Jesús.
Al respecto, el Santo Padre ha advertido de que hay
otra persecución de la que no se habla tanto, una persecución “disfrazada de
cultura, disfrazada de modernidad, disfrazada de progreso”.
Es una persecución, ha definido el Papa un poco
irónicamente como “educada”. Así, ha explicado que este tipo de persecución se
da cuando se persigue al hombre no por confesar el nombre de Cristo, sino por
querer tener y manifestar los valores del Hijo de Dios. “¡Es una persecución
contra Dios Creador en la persona de sus hijos!”, ha exclamado.
Por esta
razón, el Santo Padre ha observado que todos los días vemos que las potencias
hacen leyes que obligan a ir sobre este camino y una nación que no sigue estas
leyes ‘modernas’, ‘cultas’, o al menos que no quiere tenerlas en su
legislación, es acusada, perseguida educadamente. “Es la persecución que quita
al hombre la libertad, también de la objeción de conciencia”, ha precisado.
En esta misma línea, el Obispo de Roma ha indicado que
esta es la persecución del mundo que quita la libertad, mientras que Dios nos
ha hecho libres de dar testimonio “del Padre que nos ha creado y de Cristo que
nos ha salvado”. Y el jefe de esta persecución educada, ya Jesús indicó
quién es: el príncipe de este mundo.
“Y cuando las potencias quieren imponer actitudes,
leyes contra la dignidad del Hijo de Dios, persiguen a estos y van contra
el Dios Creador. Es la gran apostasía. Así la vida de los cristianos va adelante
con estas dos persecuciones. También el Señor nos ha prometido no alejarse de
nosotros”, ha concluido el Santo Padre.
13.04.16
Texto completo de la catequesis del Papa en la audiencia del 13 de abril de
2016
En la audiencia general de este
miércoles, el Papa recuerda que sin un corazón arrepentido toda acción
religiosa es ineficaz
Tercera
audiencia jubilar del año de la Misericordia
Queridos
hermanos y hermanas ¡buenos días!
Hemos escuchado el Evangelio de la llamada de Mateo.
Mateo era un “publicano”, es decir un recaudador de los impuestos para el
imperio romano y por eso considerado pecador público. Pero Jesús lo llama a
seguirlo y a convertirse en su discípulo. Mateo acepta, y lo invita a cenar a
su casa con sus discípulos. Entonces surge una discusión entre los fariseos y
los discípulos de Jesús por el hecho de que estos comparten la mesa con los
publicanos y los pecadores. Pero tú no puedes ir a casa de esta gente,
decían.
Jesús, de hecho, no les aleja, es más, frecuenta sus
casas y se sienta con ellos; esto significa que también ellos pueden
convertirse en sus discípulos. Y también es verdad que ser cristianos no nos
hace impecables. Como el publicano Mateo, cada uno de nosotros se encomienda a
la gracia del Señor a pesar de nuestros pecados. Todos somos pecadores, todos
hemos pecado. Llamando a Mateo, Jesús muestra a los pecadores que no mira a su
pasado, a las condiciones sociales, a las convenciones exteriores, sino más
bien les abre un futuro nuevo.
Una vez escuché un dicho bonito: ‘No hay santo sin
pasado y no hay pecador sin futuro’. Es bonito esto y es lo que hace
Jesús. No hay santo sin pasado y no hay pecador sin futuro. Basta con responder
a la invitación con corazón humilde y sincero. La Iglesia no es una comunidad
de perfectos, sino de discípulos en camino, que siguen al Señor porque se
reconocen pecadores y necesitados de su perdón. La vida cristiana por tanto es
escuela de humildad que se abre a la gracia.
Este comportamiento no es comprendido por quien tiene
la presunción de creerse “justo” y mejor que los otros. Soberbia y orgullo no
permiten reconocerse necesitados de salvación, es más, impiden ver el rostro
misericordioso de Dios y actuar con misericordia. Además, la misión de Jesús es
precisamente esta: venir a buscarnos a cada uno, pasar para sanar nuestras heridas
y llamarnos a seguirlo con amor.
Lo dice claramente: “No son los sanos los que tienen
necesidad del médico, sino los enfermos” (v. 12). ¡Jesús se presenta como un
buen médico! Él anuncia el Reino de Dios y los signos de su venida son
evidentes: Él sana las enfermedades, libera de los miedos, de la muerte y del
demonio. Delante de Jesús ningún pecado es excluido, ningún pecador es excluido
porque el poder sanador de Dios no conoce enfermedad que no pueda ser curada.
Y esto nos debe dar confianza, … para que venga y nos resane.
Llamando a los pecadores a su mesa, Él los resana
restableciéndoles en esa vocación que ellos creían perdida y que los fariseos
han olvidado: la de invitados al banquete de Dios. Según la profecía de Isaías:
“El Señor de los ejércitos ofrecerá a todos los pueblos sobre esta montaña un
banquete de manjares suculentos, un banquete de vinos añejados, de manjares
suculentos, medulosos, de vinos añejados, decantados. Y se dirá en aquel día:
«Ahí está nuestro Dios, de quien esperábamos la salvación: él es Señor, en
quien nosotros esperábamos; ¡alegrémonos y regocijémonos de su salvación!”. Así
dice Isaías.
Si los fariseos ven en los invitados
solo pecadores y rechazan sentarse con ellos, Jesús por el contrario les
recuerda que también ellos son comensales de Dios. De este modo, sentarse en la
mesa con Jesús significa ser transformados por Él y salvados. En la comunidad
cristiana la mesa de Jesús es doble: está la mesa de la Palabra y la mesa de la
Eucaristía (cfr Dei Verbum, 21).
Son estas las medicinas con las cuales el Médico
Divino nos sana y nos nutre. Con la primera –la Palabra– Él se revela y nos
invita a un diálogo entre amigos. Jesús no tenía miedo de dialogar con los
publicanos, los pecadores, las prostitutas, Él no tenía miedo, amaba a
todos. Su Palabra penetra en nosotros y, como un bisturí, actúa profundamente
para liberarnos del mal que se anida en nuestra vida.
A veces esta Palabra es dolorosa porque incide sobre
hipocresías, desenmascara las falsas excusas, descubre las verdades escondidas;
pero al mismo tiempo ilumina y purifica, da fuerza y esperanza, es un
reconstituyente valioso en nuestro camino de fe. La Eucaristía, por su parte,
nos nutre de la vida misma de Jesús y, como un poderoso remedio, renueva
continuamente en un modo misterioso la gracia de nuestro bautismo. Acercándose
a la Eucaristía nosotros nos nutrimos del Cuerpo y la Sangre de Jesús, y sin
embargo, viniendo a nosotros, ¡es Jesús que nos une a su Cuerpo!
Concluyendo ese diálogo con los fariseos, Jesús les
recuerda una palabra del profeta Oseas (6,6): «Vayan y aprendan qué
significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios» (Mt 9,13).
Dirigiéndose al pueblo de Israel les regaña porque las
oraciones que alzaban eran palabras vacías e incoherentes. A pesar de la
alianza de Dios y la misericordia, el pueblo vivía a menudo con una
religiosidad “de fachada”, sin vivir en profundidad el mandamiento del Señor.
Es por eso que el profeta insiste: “Yo quiero
misericordia”, es decir la lealtad de un corazón que reconoce los propios
pecados, que se arrepiente y vuelve a ser fiel a la alianza con Dios, “y no
sacrificios”: ¡sin un corazón arrepentido toda acción religiosa es ineficaz!
Jesús aplica esta frase profética también a las relaciones humanas: aquellos
fariseos eran muy religiosos en la forma, pero no estaban dispuestos a
compartir la mesa con los publicanos y los pecadores; no reconocían la
posibilidad de un arrepentimiento y por eso, de una curación; no colocaban en
primer lugar la misericordia: siendo fieles custodios de la Ley, ¡demostraban
no conocer el corazón de Dios! Es como si a ti, te regalaran un paquete, donde
dentro hay un regalo y tú, en lugar de ir a buscar el regalo, miras solo el
papel que lo envuelve, solo las apariencias, la forma, y no el centro, el
regalo que viene dado.
Queridos hermanos y hermanas, todos nosotros estamos
invitados a la mesa del Señor. Hagamos nuestra la invitación de sentarnos al
lado de Él junto a sus discípulos. Aprendamos a mirar con misericordia y a
reconocer en cada uno de ellos un comensal. Somos todos discípulos que tienen
necesidad de experimentar y vivir la palabra consoladora de Jesús. Tenemos
todos necesidad de nutrirnos de la misericordia de Dios, porque es de esta
fuente que brota nuestra salvación.
14.04.16
El
Papa en Sta. Marta: ‘La docilidad al Espíritu es fuente de alegría’
En la homilía de este jueves, el
Santo Padre invita a rezar cada día al Señor con estas palabras: ‘Habla Señor,
que tu siervo escucha’
14 abril
2016
Ciudad del
Vaticano).- Es necesario
ser dócil al Espíritu Santo y no mostrarle resistencia. Así lo ha asegurado el
papa Francisco en la homilía de la misa matutina en Santa Marta. El Papa ha
advertido sobre los que justifican tal resistencia con una “llamada fidelidad a
la ley”. Y de este modo, ha invitado a todos los fieles a pedir la gracia de la
docilidad al Espíritu Santo.
En la primera lectura de la liturgia del día, se narra
el pasaje de Felipe que evangeliza al etíope, ministro de la reina Candace. De
este modo, el Santo Padre ha tomado como referencia este episodio para hablar
de la docilidad al Espíritu Santo.
El protagonista de este encuentro no es tanto Felipe
ni el etíope, sino el Espíritu Santo, ha precisado. “Es Él quien hace las
cosas. Está el Espíritu que hace nacer y crecer la Iglesia”, ha añadido.
Tal y como ha recordado el Pontífice, en los días
pasados la Iglesia nos ha propuesto el drama de la resistencia al Espíritu: los
corazones cerrados, duros, tontos, que resisten al Espíritu. “Veíamos las
cosas –la sanación del cojo hecha por Pedro y Juan en la Puerta del Templo; las
palabras y las cosas grandes que hacía Estaban… — pero se quedaron cerrados a
estos signos del Espíritu y han mostrado resistencia al Espíritu. Y buscaban
justificar esta resistencia con una llamada fidelidad a la ley, es decir, a la
lectura de la ley”.
Hoy –ha observado el Santo Padre– la Iglesia nos
propone lo opuesto: no la resistencia al Espíritu, sino la docilidad al
Espíritu, que es precisamente la actitud del cristiano. “Ser dócil al Espíritu
y esta docilidad hace que el Espíritu pueda actuar e ir adelante para construir
la Iglesia”, ha exhortado.
Por otro lado ha aseverado que aquí estaba Felipe,
“ocupado como todos los obispos y ese día seguramente tenía sus planes de
trabajo”. Pero el Espíritu le dice que deje lo que tenía programado y vaya
donde el etíope, “y él obedeció”. Y ha añadido que el Espíritu “trabaja en el
corazón del etíope”, le ofrece “el don de la fe y este hombre sintió algo de
nuevo en el corazón”. Finalmente pide ser bautizado, es dócil al Espíritu
Santo.
Dos hombres –ha explicado el Papa– un evangelizador y
uno que no sabía nada de Jesús, pero el Espíritu había sembrado la curiosidad
sana y no esa curiosidad de los chismorreos. Al final el etíope sigue su
camino con alegría, “la alegría del Espíritu, la docilidad al Espíritu”.
Así, ha asegurado que la docilidad al Espíritu es
fuente de alegría. “Pero yo quiero hacer algo, esto… Pero siento que el Señor
me pide otra cosa. ¡La alegría la encontraré allí, donde está la llamada del
Espíritu!”, ha exclamado el Obispo de Roma en su homilía.
A
continuación, el Santo Padre ha indicado que un bonita oración para pedir esta docilidad
se encuentra en el Primer Libro de Samuel, la oración que el sacerdote Elías
sugiere al joven, que por la noche escucha una voz que lo llamaba: “Habla
Señor, que tu siervo escucha”.
Para concluir ha indicado el Papa que esta es una
bonita oración que podemos hacer nosotros, siempre: Habla Señor, porque yo
escucho.
La oración para pedir esa docilidad al Espíritu Santo
y con esta docilidad llevar adelante la Iglesia, ser instrumento del Espíritu
para que la Iglesia pueda ir adelante. El Santo Padre ha sugerido hacer esta
oración varias veces al día. “Cuando tengamos una duda, cuando no sabemos o
cuando simplemente queramos rezar. Y con esta oración pidamos la gracia de la
docilidad del Espíritu Santo”, ha indicado.
15.04.16
El
Papa en Santa Marta: ‘Dios permite al humilde levantarse con dignidad’
Francisco recuerda que Dios muchas
veces envía humillaciones para que abramos el corazón y que tener celo por las
cosas sagradas no significa necesariamente estar abiertos a Dios
15 abril
2016
Roma).- A un corazón duro que decide abrirse
con docilidad, Dios da siempre la gracia y la dignidad de levantarse, llevando
a cumplir si necesario, un acto de humildad. Lo explicó el papa Francisco
durante la homilía de este viernes en la Domus Santa Marta, al comentar
la conversión de San Pablo.
El Santo Padre precisó que tener celo por las cosas
sagradas no significa necesariamente tener un corazón abierto hacia Dios. Y
recordó que Pablo de Tarso era fiel a los principios de su fe, pero con un
corazón cerrado, sordo a Cristo, al punto que pidió ir a exterminar y encadenar
a los cristianos que vivían en Damasco.
Es la “historia de un hombre que le permite a Dios
cambiarle el corazón”, así define el Papa el camino de Pablo a Damasco, cuando
él es envuelto por una luz potente y siente una voz que lo llama, cae
y permanece momentáneamente ciego. “Saulo el fuerte, el seguro cae al piso”
comenta Francisco.
Y “entiende que él no era un hombre como quería Dios,
porque Dios nos creó a todos para estar de pié con la cabeza levantada”. La voz
del cielo no le dice solo “¿Por qué me persigues?”, sino que lo invita a
levantarse.
Pero se da cuenta que está ciego, y se deja guiar. Los
hombres que estaban con él lo llevan a Damasco y por tres días no ve ni toma
alimentos. Saulo entendió que estaba por el piso y que tenía que aceptar esta
humillación, porque la humillación es el camino que abre el corazón.
“Cuando el Señor nos envía una humillación o permite que lleguen las
humillaciones es para que el corazón se abra, sea dócil, se convierta al Señor
Jesús”.
El corazón de Pablo se abre. Dios invita a Ananía que
le impone las manos y los ojos de Saulo vuelven a ver.
El Papa subraya que “el protagonista de esta historia
no son ni los doctores de la Ley, ni Esteban, ni Felipe, ni el eunuco, ni
Saulo….”. Porque “el Espíritu Santo es el protagonista de la Iglesia que
conduce al pueblo de Dios”, y “la dureza del corazón de Saulo, Pablo, se
transforma en docilidad al Espíritu Santo”.
¡Es hermoso –concluye Francisco– ver cómo el Señor es
capaz de cambiar los corazones”. Todos nosotros tenemos durezas en el corazón,
recordó. “Pidamos al Señor –concluyó el Papa– que nos haga ver estas durezas
que nos tiran a la tierra. Y nos envíe la gracia y si necesario las
humillaciones, para que no nos quedemos en el piso y nos levantemos con la
dignidad con la que Dios nos ha creado, o sea la gracia de un corazón abierto y
dócil al Espíritu Santo”.
16.04.16
El Papa en Santa Marta: quien escucha a los
adivinos no sigue a Jesús
Reconocemos la voz de Jesús en las
bienaventuranzas, en las obras de misericordia y cuando nos enseña a decir
‘Padre’
18 abril
2016
Ciudad del
Vaticano).- Si
escuchamos la voz del Buen Pastor y lo seguimos, no equivocaremos el
camino. Lo indicó el papa Francisco en la misa matutina de este lunes en la
casa Santa Marta, porque dijo, Jesús es la única puerta que nos hace
entrar en el recinto de la vida eterna.
Partiendo del evangelio del día, el Santo Padre ha
señalado que Jesús nos advierte que “quien no entra en el redil por la puerta
es un ladrón y un asaltante”; Cristo es la puerta, no hay otra.
“Jesús –continuó el Papa– siempre hablaba a la gente
con imágenes simples, porque todas estas personas sabían lo que era la vida de
un pastor. Y ellos entendieron que “solo se puede entrar en el redil de las
ovejas a través de la puerta”. En cambio aquellos que quieren entrar por otra
parte, son delincuentes.
“Así de claro habla el Señor: no se puede entrar a la
vida eterna por otra parte que no sea la puerta, es decir, Jesús”. Precisó el
Papa que Jesús es la puerta de nuestra vida cotidiana y no sólo de la vida
eterna. E invitó a preguntarnos cuando optamos: “¿Esta decisión, por ejemplo la
tomo en nombre de Jesús, por la puerta de Jesús, o en palabras simples, la tomo
de contrabando?”.
Jesús, por lo tanto explica qué el camino. El pastor
conoce a sus ovejas y las conduce afuera. Y el camino, indicó el Papa, es
justamente este: “Seguir a Jesús” en “el camino de la vida de todos los días”.
–‘Pero padre — diría alguien– las cosas son difíciles,
no veo claro qué hacer. Me dijeron que había un vidente, un adivino y fui allí,
y la adivina me mostró las cartas’.
Si uno hace esto, aseguró el Papa, no sigue a Jesús.
Seguimos a otro que nos indica un camino diverso. Jesús nos advirtió:
“Vendrán otros que van a decir que el camino del Mesías es este… ¡No, le hagan
caso! ¡Yo soy el camino! dice Jesús, porque él es la puerta y también el
camino. Si seguimos a Jesús no nos equivocaremos”.
Francisco se detuvo para hablar sobre la voz del Buen
Pastor. “Las ovejas le siguen, porque conocen su voz”. ¿Pero cómo sabemos cuál
es la voz de Jesús? dijo el Pontífice, para defendernos de la “voz de los que
no son de Jesús?
La receta es simple: la voz de Jesús se encuentra en
las bienaventuranzas. ¡Alguien que indica un camino contrario a las
bienaventuranzas es una persona que entra por la ventana: no es Jesús!
¿Es posible concer la voz de Jesús? Sí, cuando se
habla de las obras de misericordia. Por ejemplo, en el capítulo 25 de Mateo:
“Si una persona te dice lo que Jesús dice, es la voz de Jesús. Y “es posible
conocer la voz de Jesús cuando nos enseña a decir Padre, es decir, cuando nos
enseña a rezar el Padre nuestro”.
Reconocemos su voz en las bienaventuranzas, en las
obras de misericordia y cuando nos enseña a decir ‘Padre’.
19.04.16
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada