4 d’abr. 2016

SANTA MARTA






El   Papa en Santa Marta: ¿Somos cristianos del ‘sí’?
En la homilía de este lunes, el Santo Padre explicó que en el ‘sí’ de María está el ‘sí’ de toda la Historia de la Salvación
4 abril 2016
 Ciudad del Vaticano).-  El papa Francisco ha invitado a preguntarse si somos hombres de “sí” o si miramos a otro lado para no responder. Lo ha hecho durante la homilía de esta mañana en Santa Marta, que ha retomado tras la pausa por las fiestas pascuales.

Haciendo referencia a la solemnidad de la Anunciación, el Papa subrayó que es precisamente el “sí de María que abre la puerta al sí de Jesús”.
Del mismo modo, recordó que Abraham obedeció al Señor, dijo “sí” a su llamada y salió de su tierra sin saber dónde iba. El Santo Padre centró su homilía en la “cadena del sí” que comienza precisamente con Abrahán.
Francisco recordó a esa “humanidad de hombres y mujeres” que incluso “ancianos” como Abraham y Moisés “han dicho sí a la esperanza del Señor”. Asimismo invitó a pensar en Isaías, que “cuando el Señor le dice de ir a decir las cosas al pueblo” responde que tiene “los labios impuros”.
En esta línea, el Papa aseguró que el Señor “¡purifica los labios de Isaías e Isaías dice sí!”. Y lo mismo vale para Jeremías que decía que no sabía hablar, pero después dice ‘sí’ al Señor.

Y el Santo Padre lo explicó así: “Hoy el Evangelio nos señala el final de esta cadena de ‘sí’ pero al inicio de otro ‘sí, que comienza a crecer: el sí de María. Y este ‘sí’ hace que Dios no solo mire cómo va el hombre, no solo camina con su pueblo, sino que se hace uno de nosotros y toma nuestra carne. El ‘sí’ de María que abre la puerta al ‘sí’ de Jesús: ‘Yo vengo para hacer Tu voluntad’, este ‘sí’ que va con Jesús durante toda la vida, hasta la Cruz”.
Por tanto, Francisco reflexionó sobre el ‘sí’ de Jesús que pide al Padre alejar de Él ese cáliz pero que se haga su voluntad. En Jesucristo está el sí de Dios: Él es el sí.

El Santo Padre aseguró que hoy es un bonito día “para dar las gracias al Señor por habernos enseñado el camino del ‘sí’, pero también para pensar en nuestra vida”. Una invitación que dirigió en particular a algunos sacerdotes presentes en la eucaristía que celebran el 50 aniversario de su ordenación.
Todos nosotros –precisó el Papa– durante cada día, debemos decir ‘sí’ o ‘no’ y pensar si siempre decimos ‘sí’ o muchas veces nos escondemos, con la cabeza baja, como Adán y Eva, para… no decir ‘no’, sino hacerse un poco el que no entiende… el que no entiende lo que Dios pide.
“Hoy es la fiesta del ‘sí’. En el ‘sí’ de María está el ‘sí’ de toda la Historia de la Salvación, y comienza allí el último ‘sí’ del hombre y de Dios”.
Allí –añadió– Dios recrea, como al principio con un ‘sí’ ha hecho al mundo y al hombre, esa bella Creación y ahora con este ‘sí’, más maravillosamente recrea el mundo, nos recrea a todos nosotros. “Es el sí de Dios que nos santifica, que nos hace ir adelante en Jesucristo”, explicó el Santo Padre.

Por otro lado, el Pontífice indicó que “es un día para dar gracias al Señor y para preguntarnos: ‘¿Yo soy un hombre del ‘sí’ o soy un hombre o mujer del ‘no’ o soy un hombre o mujer que mira un po para el otro para para responder?’”. Por ello, pidió que “el Señor nos dé la gracia de entrar en este camino de hombres y mujeres que han sabido decir el ‘sí’”.
Al concluir la homilía, las monjas vicentinas que están al servicio en la Casa Santa Marta han renovado sus votos. El Papa explicó que “lo hacen cada año porque San Vicente era inteligente y sabía que la misión que les confiaba era muy difícil y por eso ha querido que cada año renovaran los votos”.
 05.04.16



El Papa en Sta. Marta: ‘El dinero es enemigo de la armonía’
En la homilía de este martes, el Santo Padre invita a releer los Hechos de los Apóstoles y entender cómo vivían las primeras comunidades cristianas: nadie pasaba necesidad porque todo era común
5 abril 2016
Ciudad del Vaticano).- No se puede confundir la armonía que reina en una comunidad cristiana, fruto del Espíritu Santo, con la “tranquilidad” negociada que a menudo cubre, de forma hipócrita, contrastes y divisiones internas. Así lo indicó el papa Francisco en la homilía de misa de la mañana celebrada este martes en Santa Marta. Del mismo modo, precisó que una comunidad unida en Cristo es también una comunidad valiente.
Un solo corazón, una sola alma, ningún pobre, bienes distribuidos según la necesidad. Hay una palabra que puede sintetizar los sentimientos y el estilo de vida de la primera comunidad cristiana, según el retrato que hacen de ellos los Hechos de la Apóstoles: armonía.


Una palabra –indicó el Pontífice– sobre la que es necesario entender, porque no se trata de una concordia cualquiera sino de un don del cielo para quien, como experimentan los cristianos de la primera época, ha renacido en el Espíritu.


Al respecto, el Santo Padre precisó que “nosotros podemos hacer acuerdos, una cierta paz… pero la armonía es una gracia interior que solamente puede hacerla el Espíritu Santo. Y estas comunidades, viven en armonía. Y los signos de la armonía son dos: nadie pasaba necesidad, es decir, todo era común”. ¿En qué sentido?, se preguntó el Papa en la homilía. “Tenían un solo corazón, una sola alma y nadie consideraba su propiedad lo que les pertenecía, porque entre ellos todo era común. De hecho, entre ellos nadie pasaba necesidad.
La verdadera ‘armonía’ del Espíritu Santo tiene una relación muy fuerte con el dinero: el dinero es enemigo de la armonía, el dinero es egoísta. Y por eso, el signo que da es que todos daban lo suyo para que no hubiera necesidades”.

En este punto, el Papa subrayó el ejemplo virtuoso ofrecido en el pasaje de los Hechos, el de Bernabé, que vende su campo y los entrega lo recaudado a los apóstoles. Pero, tal y como recordó el Santo Padre, los versículos sucesivos que no aparece en la lectura de hoy, ofrecen también “otro episodio opuesto al primero”. El de Ananías y Safira, una pareja que finge dar lo que ganan de la venta de un campo, pero en realidad se quedan una parte del dinero, elección que tendrá para ellos un precio muy amargo, la muerte.
Dios y el dinero son dos padrones “cuyo servicio es irreconciliable”, recordó el Papa. Del mismo modo que aclaró un error que podría surgir del concepto de “armonía”. No se puede confundir con “tranquilidad”.
Al respecto, el Santo Padre observó que “una comunidad puede ser muy tranquila, ir bien: las cosas van bien… Pero no está en armonía”.
Además, contó algo que escuchó decir una vez a un obispo: ‘En la diócesis hay tranquilidad. Pero si tú tocas este problema… o este problema… o este problema, enseguida estalla la guerra’.  Una armonía negociada sería esta y esta no es la del Espíritu, advirtió. “Es una armonía hipócrita como la de Ananías y Safira con lo que han hecho”, aseguró el Papa.


El Pontífice concluyó invitando a releer los Hechos de los Apóstoles sobre los primeros cristianos y su vida en común. Por eso aseguró que “nos hará bien” para entender cómo testimoniar la novedad en todos los ambientes en lo que se vive. Sabiendo que, como para la armonía, también en el compromiso del anuncio se toma la señal de otro don.


“La armonía del Espíritu Santo nos da esta generosidad de no tener nada como propio, mientras haya un necesitado. La armonía del Espíritu Santo nos da una segunda actitud: ‘Con gran fuerza, los apóstoles daban testimonio de la Resurrección del Señor Jesús, y todos gozaban del gran favor’, es decir la valentía. Cuando hay armonía en la Iglesia, en la comunidad, hay valentía, la valentía de dar testimonio del Señor Resucitado”. 
06.04.16



Texto completo de la catequesis en la audiencia del 6 de abril de 2016
El Papa asegura que no debemos temer nuestras miserias porque el poder del amor del Crucificado no conoce obstáculos y no se agota nunca
6 abril 2016
 Ciudad del Vaticano).- Publicamos a continuación el texto completo de la catequesis del santo padre Francisco en la audiencia general de este miércoles 6 de abril, en la plaza de San Pedro, sobre cómo Jesús llevó la misericordia a su pleno cumplimiento, con amor que alcanza su cúlmen en el Sacrificio de la cruz. Porque explicó el Papa, Jesús no se presenta ni con el esplendor del Templo, ni se ha hecho anunciar por trompetas, sino que después de treinta años de vida escondida Jesús fue al río Jordán, y se puso en la fila con los pecadores para bautizarse.
Y el Santo Padre señala que es sobre la cruz que Jesús presenta a la misericordia del Padre el pecado del mundo, y con eso todos nuestros pecados. Por ello no debemos temer reconocernos y confesarnos pecadores. Y concluyó invitando a aceptar el Evangelio del Crucificado Resucitado, para que toda nuestra vida sea plasmada por la fuerza de su amor que renueva.
A continuación el texto completo:
“¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
Después de haber reflexionado sobre la misericordia de Dios en el Antiguo Testamento, hoy iniciamos a meditar sobre cómo Jesús mismo la ha llevado a su pleno cumplimiento. Jesús, de hecho, es la misericordia de Dios hecha carne. Una misericordia que Él ha expresado, realizado y comunicado siempre, en cada momento de su vida terrena. Encontrando a las multitudes, anunciando el Evangelio, sanando a los enfermos, acercándose a los últimos, perdonando a los pecadores, Jesús hace visible un amor abierto a todos, nadie excluido, un amor abierto a todos, sin fronteras. Un amor puro, gratuito, absoluto. Un amor que alcanza su cúlmen en el Sacrificio de la cruz. Sí, el Evangelio es realmente el “Evangelio de la Misericordia” porque ¡Jesús es la Misericordia!
Los cuatros Evangelios dan fe de que Jesús, antes de empezar su ministerio, quiso recibir el bautismo de Juan Bautista (Mt 3,13-17; Mc 1,9-11; Lc 3,21-22; Gv 1,29-34). Este suceso imprime una orientación decisiva a toda la misión de Cristo. De hecho, Él no se ha presentado al mundo en el esplendor del templo, y podía hacerlo; no se ha hecho anunciar por sonido de trompetas, y podía hacerlo; y tampoco llegó bajo la apariencia de un juez, y podía hacerlo. Sin embargo, después de treinta años de vida escondida en Nazaret, Jesús fue al río Jordán, junto a tanta gente de su pueblo, y se puso en la fila con los pecadores para bautizarse.
Por tanto, desde el inicio de su ministerio, Él se ha manifestado como el Mesías que se hace cargo de la condición humana, movido por la solidaridad y la compasión. Como Él mismo afirma en la sinagoga de Nazaret identificándose con la profecía de Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor” (Lc 4,18-19). Todo cuanto Jesús ha cumplido después del bautismo ha sido la realización del programa inicial: llevar a todos el amor de Dios que salva; Jesús no ha traído el odio, no ha traído la enemistad: ¡nos ha traído el amor!, un amor grande, un corazón abierto para todos, para todos nosotros. Un amor que salva.
Él se ha hecho prójimo a los últimos, comunicándoles la misericordia de Dios que es perdón, alegría y vida nueva. ¡El Hijo enviado por el Padre es realmente el inicio del tiempo de la misericordia para toda la humanidad! Los que estaban presentes en la orilla del Jordán no entendieron enseguida la grandeza del gesto de Jesús. El mismo Juan Bautista se sorprendió con su decisión (cfr Mt 3,14). ¡Pero el Padre celeste no! Él hizo escuchar su voz desde lo alto: “Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección” (Mc 1,11). De esta forma el Padre confirma el camino que el Hijo ha iniciado como Mesías, mientras desciende sobre Él el Espíritu Santo en forma de paloma. Así, el corazón de Jesús late, por así decir, al unísono con el corazón del Padre y del Espíritu, mostrando a todos los hombres que la salvación es fruto de la misericordia de Dios.
Podemos contemplar aún más claramente el gran misterio de este amor dirigiendo la mirada a Jesús crucificado. Cuando va a morir inocente por nosotros pecadores, Él suplica al Padre: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”  (Lc 23,34). Es sobre la cruz que Jesús presenta a la misericordia del Padre el pecado del mundo, y con eso todos nuestros pecados. Nada ni nadie queda excluido de esta oración de sacrificio de Jesús. Eso significa que no debemos temer reconocernos y confesarnos pecadores. Pero, ¿cuántas veces decimos: ‘este es un pecador, este ha hecho eso, eso…’? Y por tanto juzgamos a los otros. ¿Y tú? Cada uno de nosotros debería preguntarse: ‘Sí, ese es un pecador, ¿y yo? Todos somos pecadores, pero todos somos perdonados: todos tenemos la responsabilidad de recibir este perdón que es la misericordia de Dios. Por tanto, no debemos temer reconocernos pecadores, confesarnos pecadores porque cada pecado ha sido llevado por el Hijo a la cruz.
Y cuando nosotros nos confesamos arrepentidos encomendándonos a Él, estamos seguros de ser perdonados. ¡El sacramento de la Reconciliación hace actual para cada uno de nosotros la fuerza del perdón que sale de la Cruz y  la gracia de la misericordia que Jesús nos ha adquirido renueva nuestra vida! No debemos temer nuestras miserias: el poder del amor del Crucificado no conoce obstáculos y no se agota nunca.
Queridos, en este Año Jubilar pidamos a Dios la gracia de hacer experiencia del poder del Evangelio: Evangelio de la misericordia que transforma, que hace entrar en el corazón de Dios, que nos hace capaces de perdonar y mirar al mundo con más bondad. Si acogemos el Evangelio del Crucificado Resucitado, toda nuestra vida es plasmada por la fuerza de su amor que renueva”.
07.04.16




El Papa en Sta. Marta: ‘Sin el Espíritu Santo no hay testimonio cristiano’
En la homilía de este jueves, el Santo Padre explica que para ser testigo es necesaria la coherencia entre la vida y lo que hemos visto y acogido por el Espíritu Santo
7 abril 2016
 Ciudad del Vaticano).- Los santos de la vida ordinaria y los mártires de hoy son los que llevan adelante la Iglesia al ser coherentes y valientes testigos de Jesús resucitado. Así lo ha asegurado el Santo Padre en la homilía de la misa celebrada esta mañana en Santa Marta.
La primera lectura del día, de los Hechos de los Apóstoles, habla de la valentía de Pedro que, después de la sanación del lisiado, anuncia la Resurrección de Jesús delante de los jefes del Sanedrín. Y estos, enfadados quieren condenarlo a muerte.
Le habían prohibido predicar en nombre de Jesús, pero él continúa proclamando el Evangelio porque “necesita obedecer a Dios en vez de a los hombres”, subrayó el Papa. Este Pedro “valiente” no tiene nada que ver con el “Pedro cobarde” de la noche de Jueves Santo, “cuando lleno de miedo niega al Señor tres veces”, recordó Francisco.
Ahora Pedro se hace fuerte en el testimonio. “El testimonio cristiano sigue el mismo camino que Jesús: dar la vida”. De una forma u otra, el cristiano “se juega la vida cuando da testimonio de la verdad”, explicó el Papa en la homilía.
Asimismo, indicó que “la coherencia entre la vida y lo que hemos visto y acogido es precisamente el inicio del testimonio. Pero el testimonio cristiano tiene otra cosa, no es solo del que la da: el testimonio cristiano, siempre, está en dos. ‘Y de estos hechos somos testigos nosotros y el Espíritu Santo’. Sin el Espíritu Santo no hay testimonio cristiano. Porque el testimonio cristiano, la vida cristiana es una gracia, es una gracia que el Señor nos da con el Espíritu Santo”.
De este modo, el Papa subrayó que “sin el Espíritu no logramos ser testigos”. Porque el testigo es “coherente con lo que dice, con lo que hace y lo que ha recibido, es decir el Espíritu Santo”. Esta es la valentía cristiana, este es el testimonio.
De este modo, el papa Francisco aseguró que  “este es el testimonio de nuestros mártires hoy, muchos, expulsados de su tierra, desplazados, asesinados, perseguidos: tienen la valentía de confesar a Jesús precisamente hasta el momento de la muerte; es el testimonio de esos cristianos que viven su vida seriamente y dicen: ‘Yo no puedo hacer esto, yo no puedo hacer mal a otro; yo debo dar mi testimonio’. Y el testimonio es decir lo que en la fe ha visto y oído, es decir, Jesús Resucitado, con el Espíritu Santo que ha recibido como don”.
En los momentos difíciles de la historia –concluyó el Papa– se escucha que la patria necesita héroes. Y esto “es verdad, esto es justo”. Pero, preguntó el Santo Padre, ¿qué necesita hoy la Iglesia? Francisco aseguró que de testigos, mártires. “Son precisamente los testigos, es decir, los santos, los santos de todos los días, los de la vida ordinaria, pero con la coherencia, y también los testigos hasta el final, hasta la muerte”, precisó el Obispo de Roma.
Así, concluyó su homilía recordando que estos son “la sangre viva de la Iglesia; estos son los que llevan la Iglesia adelante, los testigos; quienes dan fe de que Jesús ha resucitado, que Jesús está vivo. Y lo hacen con la coherencia de  su vida y con el Espíritu Santo que han recibido como don”.
08.04.16



Amoris Laetitia: El Papa explica la belleza del matrimonio
¿Cómo debe ser el amor entre los esposos? ¿qué significa matrimonio? ¿Cómo acompañar los momentos de crisis? ¿Cómo es una buena preparación al matrimonio? El Santo Padre responde a estas preguntas en la exhortación post-sinodal
8 abril 2016

 Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco, en su exhortación apostólica Amoris Laetitia, hace un análisis sobre qué es y cómo debe ser un matrimonio. Así, recuerda que es una unión afectiva, espiritual y oblativa, pero que recoge en sí la ternura de la amistad y la pasión erótica, aunque es capaz de subsistir aun cuando los sentimientos y la pasión se debiliten.
Asimismo, precisa que “es una unión que tiene todas las características de una buena amistad: búsqueda del bien del otro, reciprocidad, intimidad, ternura, estabilidad, y una semejanza entre los amigos que se va construyendo con la vida compartida”. Pero –advierte– el matrimonio agrega a todo ello una exclusividad indisoluble, que se expresa en el proyecto estable de compartir y construir juntos toda la existencia.
“Un amor débil o enfermo, incapaz de aceptar el matrimonio como un desafío que requiere luchar, renacer, reinventarse y empezar siempre de nuevo hasta la muerte, no puede sostener un nivel alto de compromiso”,  asegura Francisco.
Por otro lado, observa que “cuando la búsqueda del placer es obsesiva, nos encierra en una sola cosa y nos incapacita para encontrar otro tipo de satisfacciones. De este modo, el Santo Padre afirma que “la alegría matrimonial, que puede vivirse aun en medio del dolor, implica aceptar que el matrimonio es una necesaria combinación de gozos y de esfuerzos, de tensiones y de descanso, de sufrimientos y de liberaciones, de satisfacciones y de búsquedas, de molestias y de placeres, siempre en el camino de la amistad, que mueve a los esposos a cuidarse”.
También habla de los momentos difíciles en la pareja y de las crisis, y a propósito alienta recordando que “después de haber sufrido y luchado juntos, los cónyuges pueden experimentar que valió la pena, porque consiguieron algo bueno, aprendieron algo juntos, o porque pueden valorar más lo que tienen”.
Para ellos, añade que “el diálogo es una forma privilegiada e indispensable de vivir, expresar y madurar el amor en la vida matrimonial y familiar”.  
Muchas veces –indica el Santo Padre– uno de los cónyuges no necesita una solución a sus problemas, sino ser escuchado. Por esta razón, “es importante la capacidad de expresar lo que uno siente sin lastimar; utilizar un lenguaje y un modo de hablar que pueda ser más fácilmente aceptado o tolerado por el otro, aunque el contenido sea exigente; plantear los propios reclamos pero sin descargar la ira como forma de venganza, y evitar un lenguaje moralizante que sólo busque agredir, ironizar, culpar, herir”.
El Papa también recuerda que el amor de los esposos es apasionado. De este modo, explica que “se puede hacer un hermoso camino con las pasiones, lo cual significa orientarlas cada vez más en un proyecto de autodonación y de plena realización de sí mismo, que enriquece las relaciones interpersonales en el seno familiar”.
De ahí, que el Pontífice asegura que “la sexualidad no es un recurso para gratificar o entretener, ya que es un lenguaje interpersonal donde el otro es tomado en serio, con su sagrado e inviolable valor”.  De ninguna manera –advierte– podemos entender la dimensión erótica del amor como un mal permitido o como un peso a tolerar por el bien de la familia, sino como don de Dios que embellece el encuentro de los esposos.  
También recuerda que “en esta época se vuelve muy riesgoso que la sexualidad también sea poseída por el espíritu venenoso del ‘usa y tira’”.  
Además, recuerda que “un verdadero amor sabe también recibir del otro, es capaz de aceptarse vulnerable y necesitado, no renuncia a acoger con sincera y feliz gratitud las expresiones corpóreas del amor en la caricia, el abrazo, el beso y la unión sexual”.  
Finalmente, subraya que “no podemos prometernos tener los mismos sentimientos durante toda la vida. En cambio, sí podemos tener un proyecto común estable, comprometernos a amarnos y a vivir unidos hasta que la muerte nos separe, y vivir siempre una rica intimidad”.
A propósito de la fecundidad en el matrimonio, el Santo Padre asegura que “si un niño llega al mundo en circunstancias no deseadas, los padres, u otros miembros de la familia, deben hacer todo lo posible por aceptarlo como don de Dios y por asumir la responsabilidad de recibirlo con apertura y cariño”. Y hace una petición a las mujeres embarazadas: “cuida tu alegría, que nada te quite el gozo interior de la maternidad. Ese niño merece tu alegría. No permitas que los miedos, las preocupaciones, los comentarios ajenos o los problemas apaguen esa felicidad de ser instrumento de Dios para traer una nueva vida al mundo”.
Por otro lado, alienta “a quienes no pueden tener hijos a que sean magnánimos y abran su amor matrimonial para recibir a quienes están privados de un adecuado contexto familiar”.
Estudiando algunas perspectivas pastorales el Papa también invita a las comunidades cristianas a reconocer que acompañar el camino de amor de los novios es un bien para ellas mismas.
Conviene encontrar –asegura– las maneras, a través de las familias misioneras, de las propias familias de los novios y de diversos recursos pastorales, de ofrecer una preparación remota que haga madurar el amor que se tienen, con un acompañamiento cercano y testimonial. De este modo, recuerda que “aprender a amar a alguien no es algo que se improvisa ni puede ser el objetivo de un breve curso previo a la celebración del matrimonio. En realidad, cada persona se prepara para el matrimonio desde su nacimiento”.
El Pontífice asevera que “los novios deberían ser estimulados y ayudados para que puedan hablar de lo que cada uno espera de un eventual matrimonio, de su modo de entender lo que es el amor y el compromiso, de lo que se desea del otro, del tipo de vida en común que se quisiera proyectar”. Se deben detectar –pide el Papa– las señales de peligro que podría tener la relación, para encontrar antes del casamiento recursos que permitan afrontarlas con éxito.
En esta línea, el Santo Padre pide directamente a los novios: «Tened la valentía de ser diferentes, no os dejéis devorar por la sociedad del consumo y de la apariencia. Lo que importa es el amor que os une, fortalecido y santi cado por la gracia. Vosotros sois capaces de optar por un festejo austero y sencillo, para colocar el amor por encima de todo».
Asimismo, el Santo Padre subraya que es imprescindible acompañar en los primeros años de la vida matrimonial para enriquecer y profundizar la decisión consciente y libre de pertenecerse y de amarse hasta el fin.  
La pastoral familiar –advierte el Santo Padre–debe ser fundamentalmente misionera, en salida, en cercanía, en lugar de reducirse a ser una fábrica de cursos a los que pocos asisten.
Recordando los momentos de crisis en el matrimonio, el Pontífice pide “poner a disposición de las personas separadas o de las parejas en crisis un servicio de información, consejo y mediación, vinculado a la pastoral familiar, que también podrá acoger a las personas en vista de la investigación preliminar del proceso matrimonial”.  
 09.04.16



El Papa en la audiencia jubilar: ‘La limosna es un gesto sincero de amor’
El Santo Padre recuerda en la catequesis que la caridad requiere una actitud de gozo interior
9 abril 2016

Francisco en el papamóvil antes de la audiencia de hoy

Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco, ha celebrado este sábado por la mañana, la audiencia general que durante este Año Jubilar, celebrará un sábado al mes. De este modo, miles de personas, visiblemente más numerosas que lo habitual en los miércoles, han recibido al Santo Padre con cantos y música de orquesta. Por su parte, Francisco ha correspondido al entusiasmo de los fieles, y paseando por la plaza con el papamóvil, ha saludado y bendecido a los presentes. En la catequesis de hoy, el Pontífice ha reflexionado sobre la limosna, “un aspecto esencial de la misericordia”.
Así, ha observado “cuánta gente se justifica a sí misma sobre la limosna diciendo: ’Pero, ¡cómo será este, este al que daré irá a comprarse vino para emborracharse! Pero si él se emborracha, ¡es porque no tiene otra salida! ¿Y tú qué haces escondido? Que nadie ve… ¿Y tú eres juez de ese pobre hombre que te pide una moneda para un vaso de vino?”
En el resumen hecho en español, el Santo Padre ha explicado que el término “limosna” significa “misericordia” y tiene muchos modos de manifestarse. En la Sagrada Escritura –ha observado– Dios nos muestra su atención especial por los pobres y nos pide que no sólo nos acordemos de ellos sino que les ayudemos con alegría. “Esto significa que la caridad requiere una actitud de gozo interior”, ha asegurado.
Por otro lado, el Papa ha subrayado que “un acto de misericordia no puede ser un peso del cual nos tenemos que liberar cuanto antes”. De este modo, ha explicado que el anciano Tobías, en el Antiguo Testamento, nos da una sabia lección sobre el valor de la limosna «No apartes tu rostro de ningún pobre, porque así no apartará de ti su rostro el Señor». Lo que cuenta –ha añadido– es la capacidad de mirar a la cara de la persona que nos pide auxilio.
Finalmente, ha reconocido que “la limosna es un gesto sincero de amor y de atención ante quien nos encontramos, y, como nos exige el mismo Jesús, tiene que hacerse para que sólo Dios lo vea”. El Pontífice ha pedido tener siempre presentes en nuestra vida las palabras del Señor: «Mayor felicidad hay en dar que en recibir».
A continuación, ha saludado a los peregrinos de lengua española. A ellos ha invitado “a practicar la limosna como signo de misericordia y a no olvidar mirar a los ojos de quien les pide ayuda; así, Dios no les ocultará su rostro”.  
Para concluir la audiencia, y tras los saludos en las distintas lenguas, ha dirigido un saludo a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. A los jóvenes ha invitado a que sean siempre fieles al Bautismo con el coherente testimonio de vida. Del mismo modo, a los enfermos les exhortó a que la luz de la Pascua les ilumine y consuele en el sufrimiento. Y finalmente pidió a los recién casados a que añadan el misterio pascual la valentía para ser protagonistas en la Iglesia y en la sociedad, contribuyendo a la construcción de la civilización del amor.
10.04.16



El Papa pide la liberación de las personas secuestradas en zonas de conflicto
 El Santo Padre pide en la oración del Regina Coeli que ‘hagamos llegar un rayo de luz de Cristo resucitado’
10 abril 2016
 Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha rezado este domingo, desde la ventana del estudio del Palacio Apostólico, el Regina Coeli, acompañados por miles de fieles reunidos en la plaza de San Pedro.
Estas son las palabras del Papa para introducir la oración mariana que en el tiempo pascual sustituye al ángelus.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de hoy narra la tercera aparición de Jesús resucitado a los discípulos en la orilla del lago de Galilea, con la descripción de la pesca milagrosa (cfr Jn 21,1-19). La historia se enmarca en la vida cotidiana de los discípulos, cuando han regresado a su tierra y a su trabajo de pescadores, después de los días angustiantes de la pasión, muerte y resurrección del Señor. Era difícil para ellos comprender lo que había pasado. Pero, mientras todo parecía haber acabado, es una vez más Jesús quien “busca” a sus discípulos. Es Él que va a buscarlos.  Esta vez les encuentra en el lago, donde ellos han pasado la noche en las barcas sin pescar nada. Las redes aparecen vacías, en un cierto sentido, como el balance de su experiencia con Jesús: lo habían conocido, habían dejado todo para seguirlo, lleno de esperanza… ¿y ahora? Sí, lo habían visto resucitado y pensaron ‘se ha ido, nos ha dejado’. Ha sido como un sueño esto.
Pero Jesús al alba se presenta en la orilla del lago; pero ellos no lo reconocieron (cfr v. 4). A esos pescadores, cansados y decepcionados, el Señor les dice: “Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.” (v. 6). Los discípulos se fiaron de Jesús y el resultado fue una pesca increíblemente abundante. A este punto Juan se dirige a Pedro y dice: “¡Es el Señor!” (v. 7). Y en seguida Pedro se lanzó al agua y nadó hacia la orilla, hacia Jesús. En esa exclamación: “¡Es el Señor!”, está todo el entusiasmo de la fe pascual, “Es el Señor”, llena de alegría y estupor, que contrasta fuertemente con el desconcierto, la desesperación, el sentido de impotencia del que se había llenado el ánimo de los discípulos. La presencia de Jesús resucitado transforma cada cosa: la oscuridad es vencida por la luz, el trabajo inútil se convierte nuevamente en fructuoso y prometedor, el sentido de cansancio y de abandono deja lugar a un nuevo impulso y a la certeza de que Él está con nosotros.
Desde entonces estos sentimientos animan la Iglesia, la Comunidad del Resucitado. Todos nosotros somos la Comunidad del Resucitado.  Si a una mirada superficial puede parecer a veces que las tinieblas del mal y el cansancio del vivir cotidiano dominan la situación, la Iglesia sabe con certeza que sobre los que siguen al Señor Jesucristo resplandece ya para siempre la luz de la Pascua.
El gran anuncio de la Resurrección infunde en los corazones de los creyentes una alegría íntima y una esperanza invencible. ¡Cristo verdaderamente ha resucitado! También hoy la Iglesia continúa a hacer resonar este anuncio festivo: la alegría y la esperanza continúan fluyendo en los corazones, en los rostros, en los gestos, en las palabras. Todos nosotros cristianos estamos llamados a comunicar este mensaje de resurrección a los que encontramos, especialmente al que sufre, al que está solo, al que se encuentra en condiciones precarias, a los enfermos, a los refugiados, a los marginados. A todos hagamos llegar un rayo de luz de Cristo resucitado, un signo de su poder misericordioso.
Él, el Señor, renueve también en nosotros la fe pascual. Nos haga cada vez más conscientes de nuestra misión al servicio del Evangelio y de los hermanos; nos llene de su Santo Espíritu para que, sostenidos por la intercesión de María, con toda la Iglesia, podamos proclamar la grandeza de su amor y la riqueza de su misericordia.

Después de la oración del Regina Coeli:

Queridos hermanos y hermanas,
En la esperanza que nos dona Cristo resucitado, renuevo mi llamamiento para la liberación de todas las personas secuestradas en zonas de conflicto armado; en particular deseo recordar al sacerdote salesiano Tom Uzhunnalil, secuestrado en Aden en Yemen el pasado 4 de marzo.
Hoy en Italia se celebra la Jornada Nacional para la Universidad Católica del Sagrado Corazón, que tiene por tema “En la Italia de mañana estaré yo”. Deseo que esta gran Universidad, que continúa haciendo un importante servicio a la juventud italiana, pueda proseguir con renovada compromiso su misión formativa, actualizándose cada vez más a las exigencias actuales.
Os saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos procedente de Italia y de distinyas partes del mundo y un saludo a los que están haciendo el maratón; en particular, a los fieles de Gandosso, Golfo Aranci, Mede Lomellina, Cernobbio, Macerata Campania, Porto Azzurro, Maleo y Sasso Marconi, con un pensamiento especial a los confirmando de Campobasso, Marzocca y Montignano.
Os doy las gracias por su presencia en los coros parroquiales, algunos de ellos han prestado servicio en estos días en la basílica de San Pedro.  ¡Muchas gracias!
A todos os deseo una feliz domingo y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!
 11.04.16



El Papa en Sta. Marta: ‘La letra no es la ley’
El la misa cotidiana Francisco invita: ‘Pidamos al Señor que mire las insensateces de nuestro corazón y nos explique las cosas’
11 abril 2016
Ciudad del Vaticano).- Los doctores de la ‘letra’ juzgan a los demás usando la Palabra de Dios, contra la Palabra de Dios, y cierran su corazón a la profecía, porque a ellos no les interesa la vida de las personas sino solamente los esquemas hechos de leyes y de palabras. Lo indicó este lunes el papa Francisco en la homilía de su misa cotidiana en la capilla de la Casa Santa Marta.
El Santo Padre parte de la Primera Lectura, de los Hechos de los Apóstoles, donde los doctores de la Ley calumnian a Esteban porque no logran “resistir a la sabiduría y al Espíritu” con la cual él habla. Así instigan a falsos testimonios para que denuncien haberle escuchado decir “palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios”.
Porque “el corazón cerrado a la verdad de Dios, permanece agarrado solamente a la verdad de la ley”, y precisa que “más que de la ley, de la letra”, y no encuentran otra salida que “la mentira, el falso testimonio y la muerte”.
Jesús ya les había reprendido por esta actitud, porque “sus padres habían asesinado a los profetas” y ellos ahora, construían monumentos a aquellos profetas”, con una respuesta más cínica que hipócrita.
Pero el corazón está cerrado a la Palabra de Dios, está cerrado a la verdad, al mensaje de Dios que lleva a la profecía, “para conducir hacia adelante al pueblo de Dios”.
El Pontífice confía, que le duele leer los versículos del Evangelio que narran cuando Judas arrepentido va delante de los sacerdotes y asevera: “He pecado”, y quiere devolver las monedas. Ellos responden que no les importa, y Judas va a colgarse. Y los doctores cuando hablan no se preocupan por el hombre sino por las monedas, porque como son a precio de sangre no pueden entrar en el Templo… “la regla tal, tal, tal… los doctores de la letra”.
No les importa ni la vida de una persona, ni el arrepentimiento de Judas: “solo le importan los esquemas de la Ley y las tantas palabras y cosas que han construido”.
“Esteban –afirma el Santo Padre– termina como todos los profetas, como Jesús. Y esto se repite en la historia de la Iglesia”.
“La historia nos habla de mucha gente que fue asesinada, juzgada, incluso siendo inocente: juzgada con la Palabra de Dios, contra la Palabra de Dios. Pensemos a la cacería de las brujas, o a santa Juana de Arco, y todos aquellos que fueron quemados, condenados porque no se ajustaron según los jueces, a la Palabra de Dios”.
Y Jesús es el modelo que por ser fiel y haber obedecido a la Palabra del Padre, termina en la cruz. Con mucha ternura Jesús dice a los discípulos de Emaús: “¡Oh insensatos y tardos de corazón!”.
El Papa concluye proponiendo que hoy pidamos al Señor que con la misma ternura mire las pequeñas y grandes insensateces de nuestro corazón, nos acaricie y nos diga: ‘oh insensato y tardo de corazón’ e “inicie a explicarnos las cosas”.
12.04.16



El Papa en Sta. Marta: ‘Existe una persecución disfrazada de cultura, modernidad y progreso’
En la homilía de este martes, el Santo Padre ha recordado a los cristianos de Pakistán, mártires en el domingo de Pascua
12 abril 2016


El Papa en Santa Marta
Ciudad del Vaticano).- “La persecución es el pan de cada día en la Iglesia. Así lo ha asegurado el papa Francisco en la homilía de la misa matutina celebrada este martes en Santa Marta. Como le sucedió a Esteban, el primer mártir, o a los “pequeños mártires” asesinados por Herodes; también hoy muchos cristianos son asesinados por la fe en Cristo y otros incluso son perseguidos “educadamente” porque quieren manifestar el valor del ser “hijos de Dios”.
Existen persecuciones sanguinarias, ha observado, como ser devorados por fieras para la alegría del público en las gradas o saltar por los aires debido a una bomba a la salida de misa.
Del mismo modo, ha hablado de las persecuciones de guante blanco, amamantadas “de cultura”, esas que te envían a una esquina de la sociedad, que llegan a quitarte el trabajo si no te adecuas a leyes que “van contra Dios Creador”.
El pasaje del martirio de Esteban, descrito en el pasaje de los Hechos de los Apóstoles propuesto por la liturgia del día, lleva al Papa a hacer consideraciones conocidas y nuevas sobre una realidad que desde hace dos mil años es una historia dentro de la historia de la fe cristiana, la persecución.
De este modo, el Santo Padre ha considerado que la persecución “es el pan de cada día en la Iglesia”, Jesús lo ha dicho. Así, el Pontífice ha observado que cuando hacemos turismo por Roma y vemos el Coliseo, “pensamos que los mártires eran esos asesinados por los leones”. Pero –ha añadido– los mártires no han sido solo esos o esos otros. “Son hombres y mujeres de todos los días: hoy, el día de Pascua, hace apenas tres semanas… Esos cristianos que celebraban la Pascua en Pakistán fueron martirizados precisamente porque celebraban al Cristo Resucitado. Y así la historia de la Iglesia va adelante con sus mártires”.
En la homilía, Francisco ha explicado que el martirio de Esteban desencadenó una cruel persecución anticristiana en Jerusalén análoga a esas sufridas por quien hoy no es libre de profesar su fe en Jesús.
Al respecto, el Santo Padre ha advertido de que hay otra persecución de la que no se habla tanto, una persecución “disfrazada de cultura, disfrazada de modernidad, disfrazada de progreso”.
Es una persecución, ha definido el Papa un poco irónicamente como “educada”. Así, ha explicado que este tipo de persecución se da cuando se persigue al hombre no por confesar el nombre de Cristo, sino por querer tener y manifestar los valores del Hijo de Dios. “¡Es una persecución contra Dios Creador en la persona de sus hijos!”, ha exclamado.
Por esta razón, el Santo Padre ha observado que todos los días vemos que las potencias hacen leyes que obligan a ir sobre este camino y una nación que no sigue estas leyes ‘modernas’, ‘cultas’, o al menos que no quiere tenerlas en su legislación, es acusada, perseguida educadamente. “Es la persecución que quita al hombre la libertad, también de la objeción de conciencia”, ha precisado.
En esta misma línea, el Obispo de Roma ha indicado que esta es la persecución del mundo que quita la libertad, mientras que Dios nos ha hecho libres de dar testimonio “del Padre que nos ha creado y de Cristo que nos ha salvado”.  Y el jefe de esta persecución educada, ya Jesús indicó quién es: el príncipe de este mundo.
“Y cuando las potencias quieren imponer actitudes, leyes contra la dignidad del Hijo de Dios, persiguen a estos y van contra el Dios Creador. Es la gran apostasía. Así la vida de los cristianos va adelante con estas dos persecuciones. También el Señor nos ha prometido no alejarse de nosotros”, ha concluido el Santo Padre.
13.04.16




Texto completo de la catequesis del Papa en la audiencia del 13 de abril de 2016
En la audiencia general de este miércoles, el Papa recuerda que sin un corazón arrepentido toda acción religiosa es ineficaz

Tercera audiencia jubilar del año de la Misericordia


Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!
Hemos escuchado el Evangelio de la llamada de Mateo. Mateo era un “publicano”, es decir un recaudador de los impuestos para el imperio romano y por eso considerado pecador público. Pero Jesús lo llama a seguirlo y a convertirse en su discípulo. Mateo acepta, y lo invita a cenar a su casa con sus discípulos. Entonces surge una discusión entre los fariseos y los discípulos de Jesús por el hecho de que estos comparten la mesa con los publicanos y los pecadores.  Pero tú no puedes ir a casa de esta gente, decían.
Jesús, de hecho, no les aleja, es más, frecuenta sus casas y se sienta con ellos; esto significa que también ellos pueden convertirse en sus discípulos. Y también es verdad que ser cristianos no nos hace impecables. Como el publicano Mateo, cada uno de nosotros se encomienda a la gracia del Señor a pesar de nuestros pecados. Todos somos pecadores, todos hemos pecado. Llamando a Mateo, Jesús muestra a los pecadores que no mira a su pasado, a las condiciones sociales, a las convenciones exteriores, sino más bien les abre un futuro nuevo.
Una vez escuché un dicho bonito: ‘No hay santo sin pasado y no hay pecador sin futuro’. Es bonito esto y es lo que hace Jesús. No hay santo sin pasado y no hay pecador sin futuro. Basta con responder a la invitación con corazón humilde y sincero. La Iglesia no es una comunidad de perfectos, sino de discípulos en camino, que siguen al Señor porque se reconocen pecadores y necesitados de su perdón. La vida cristiana por tanto es escuela de humildad que se abre a la gracia.
Este comportamiento no es comprendido por quien tiene la presunción de creerse “justo” y mejor que los otros. Soberbia y orgullo no permiten reconocerse necesitados de salvación, es más, impiden ver el rostro misericordioso de Dios y actuar con misericordia. Además, la misión de Jesús es precisamente esta: venir a buscarnos a cada uno, pasar para sanar nuestras heridas y llamarnos a seguirlo con amor.
Lo dice claramente: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos” (v. 12). ¡Jesús se presenta como un buen médico! Él anuncia el Reino de Dios y los signos de su venida son evidentes: Él sana las enfermedades, libera de los miedos, de la muerte y del demonio. Delante de Jesús ningún pecado es excluido, ningún pecador es excluido porque el poder sanador de Dios no conoce enfermedad que no pueda ser curada.  Y esto nos debe dar confianza, …  para que venga y nos resane.
Llamando a los pecadores a su mesa, Él los resana restableciéndoles en esa vocación que ellos creían perdida y que los fariseos han olvidado: la de invitados al banquete de Dios. Según la profecía de Isaías: “El Señor de los ejércitos ofrecerá a todos los pueblos sobre esta montaña un banquete de manjares suculentos, un banquete de vinos añejados, de manjares suculentos, medulosos, de vinos añejados, decantados. Y se dirá en aquel día: «Ahí está nuestro Dios, de quien esperábamos la salvación: él es Señor, en quien nosotros esperábamos; ¡alegrémonos y regocijémonos de su salvación!”. Así dice Isaías.
Si los fariseos ven en los invitados solo pecadores y rechazan sentarse con ellos, Jesús por el contrario les recuerda que también ellos son comensales de Dios. De este modo, sentarse en la mesa con Jesús significa ser transformados por Él y salvados. En la comunidad cristiana la mesa de Jesús es doble: está la mesa de la Palabra y la mesa de la Eucaristía (cfr Dei Verbum, 21).
Son estas las medicinas con las cuales el Médico Divino nos sana y nos nutre. Con la primera –la Palabra– Él se revela y nos invita a un diálogo entre amigos. Jesús no tenía miedo de dialogar con los  publicanos, los pecadores, las prostitutas, Él no tenía miedo, amaba a todos. Su Palabra penetra en nosotros y, como un bisturí, actúa profundamente para liberarnos del mal que se anida en nuestra vida.
A veces esta Palabra es dolorosa porque incide sobre hipocresías, desenmascara las falsas excusas, descubre las verdades escondidas; pero al mismo tiempo ilumina y purifica, da fuerza y esperanza, es un reconstituyente valioso en nuestro camino de fe. La Eucaristía, por su parte, nos nutre de la vida misma de Jesús y, como un poderoso remedio, renueva continuamente en un modo misterioso la gracia de nuestro bautismo. Acercándose a la Eucaristía nosotros nos nutrimos del Cuerpo y la Sangre de Jesús, y sin embargo, viniendo a nosotros, ¡es Jesús que nos une a su Cuerpo!
Concluyendo ese diálogo con los fariseos, Jesús les recuerda una palabra del profeta Oseas (6,6): «Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios» (Mt 9,13).
Dirigiéndose al pueblo de Israel les regaña porque las oraciones que alzaban eran palabras vacías e incoherentes. A pesar de la alianza de Dios y la misericordia, el pueblo vivía a menudo con una religiosidad “de fachada”, sin vivir en profundidad el mandamiento del Señor.
Es por eso que el profeta insiste: “Yo quiero misericordia”, es decir la lealtad de un corazón que reconoce los propios pecados, que se arrepiente y vuelve a ser fiel a la alianza con Dios, “y no sacrificios”: ¡sin un corazón arrepentido toda acción religiosa es ineficaz! Jesús aplica esta frase profética también a las relaciones humanas: aquellos fariseos eran muy religiosos en la forma, pero no estaban dispuestos a compartir la mesa con los publicanos y los pecadores; no reconocían la posibilidad de un arrepentimiento y por eso, de una curación; no colocaban en primer lugar la misericordia: siendo fieles custodios de la Ley, ¡demostraban no conocer el corazón de Dios! Es como si a ti, te regalaran un paquete, donde dentro hay un regalo y tú, en lugar de ir a buscar el regalo, miras solo el papel que lo envuelve, solo las apariencias, la forma, y no el centro, el regalo que viene dado.
Queridos hermanos y hermanas, todos nosotros estamos invitados a la mesa del Señor. Hagamos nuestra la invitación de sentarnos al lado de Él junto a sus discípulos. Aprendamos a mirar con misericordia y a reconocer en cada uno de ellos un comensal. Somos todos discípulos que tienen necesidad de experimentar y vivir la palabra consoladora de Jesús. Tenemos todos necesidad de nutrirnos de la misericordia de Dios, porque es de esta fuente que brota nuestra salvación.
14.04.16



El Papa en Sta. Marta: ‘La docilidad al Espíritu es fuente de alegría’
En la homilía de este jueves, el Santo Padre invita a rezar cada día al Señor con estas palabras: ‘Habla Señor, que tu siervo escucha’
14 abril 2016
 Ciudad del Vaticano).- Es necesario ser dócil al Espíritu Santo y no mostrarle resistencia. Así lo ha asegurado el papa Francisco en la homilía de la misa matutina en Santa Marta. El Papa ha advertido sobre los que justifican tal resistencia con una “llamada fidelidad a la ley”. Y de este modo, ha invitado a todos los fieles a pedir la gracia de la docilidad al Espíritu Santo.
En la primera lectura de la liturgia del día, se narra el pasaje de Felipe que evangeliza al etíope, ministro de la reina Candace. De este modo, el Santo Padre ha tomado como referencia este episodio para hablar de la docilidad al Espíritu Santo.
El protagonista de este encuentro no es tanto Felipe ni el etíope, sino el Espíritu Santo, ha precisado. “Es Él quien hace las cosas. Está el Espíritu que hace nacer y crecer la Iglesia”, ha añadido.
Tal y como ha recordado el Pontífice, en los días pasados la Iglesia nos ha propuesto el drama de la resistencia al Espíritu: los corazones cerrados, duros, tontos, que resisten al Espíritu.  “Veíamos las cosas –la sanación del cojo hecha por Pedro y Juan en la Puerta del Templo; las palabras y las cosas grandes que hacía Estaban… — pero se quedaron cerrados a estos signos del Espíritu y han mostrado resistencia al Espíritu. Y buscaban justificar esta resistencia con una llamada fidelidad a la ley, es decir, a la lectura de la ley”.
Hoy –ha observado el Santo  Padre– la Iglesia nos propone lo opuesto: no la resistencia al Espíritu, sino la docilidad al Espíritu, que es precisamente la actitud del cristiano. “Ser dócil al Espíritu y esta docilidad hace que el Espíritu pueda actuar e ir adelante para construir la Iglesia”, ha exhortado.
Por otro lado ha aseverado que aquí estaba Felipe, “ocupado como todos los obispos y ese día seguramente tenía sus planes de trabajo”. Pero el Espíritu le dice que deje lo que tenía programado y vaya donde el etíope, “y él obedeció”. Y ha añadido que el Espíritu “trabaja en el corazón del etíope”, le ofrece “el don de la fe y este hombre sintió algo de nuevo en el corazón”. Finalmente pide ser bautizado, es dócil al Espíritu Santo.
Dos hombres –ha explicado el Papa– un evangelizador y uno que no sabía nada de Jesús, pero el Espíritu había sembrado la curiosidad sana y no esa curiosidad de los chismorreos. Al final el etíope sigue su camino con alegría, “la alegría del Espíritu, la docilidad al Espíritu”.
Así, ha asegurado que la docilidad al Espíritu es fuente de alegría. “Pero yo quiero hacer algo, esto… Pero siento que el Señor me pide otra cosa. ¡La alegría la encontraré allí, donde está la llamada del Espíritu!”, ha exclamado el Obispo de Roma en su homilía.
A continuación, el Santo Padre ha indicado que un bonita oración para pedir esta docilidad se encuentra en el Primer Libro de Samuel, la oración que el sacerdote Elías sugiere al joven, que por la noche escucha una voz que lo llamaba: “Habla Señor, que tu siervo escucha”.
Para concluir ha indicado el Papa que esta es una bonita oración que podemos hacer nosotros, siempre: Habla Señor, porque yo escucho.
La oración para pedir esa docilidad al Espíritu Santo y con esta docilidad llevar adelante la Iglesia, ser instrumento del Espíritu para que la Iglesia pueda ir adelante. El Santo Padre ha sugerido hacer esta oración varias veces al día. “Cuando tengamos una duda, cuando no sabemos o cuando simplemente queramos rezar. Y con esta oración pidamos la gracia de la docilidad del Espíritu Santo”, ha indicado.
 15.04.16




El Papa en Santa Marta: ‘Dios permite al humilde levantarse con dignidad’
Francisco recuerda que Dios muchas veces envía humillaciones para que abramos el corazón y que tener celo por las cosas sagradas no significa necesariamente estar abiertos a Dios
15 abril 2016
 Roma).- A un corazón duro que decide abrirse con docilidad, Dios da siempre la gracia y la dignidad de levantarse, llevando a cumplir si necesario, un acto de humildad. Lo explicó el papa Francisco durante la homilía de este viernes en la Domus Santa Marta, al comentar la conversión de San Pablo.
El Santo Padre precisó que tener celo por las cosas sagradas no significa necesariamente tener un corazón abierto hacia Dios. Y recordó que Pablo de Tarso era fiel a los principios de su fe, pero con un corazón cerrado, sordo a Cristo, al punto que pidió ir a exterminar y encadenar a los cristianos que vivían en Damasco.
Es la “historia de un hombre que le permite a Dios cambiarle el corazón”, así define el Papa el camino de Pablo a Damasco, cuando él es envuelto por una luz potente y siente una voz que lo llama, cae y permanece momentáneamente ciego. “Saulo el fuerte, el seguro cae al piso” comenta Francisco.
Y “entiende que él no era un hombre como quería Dios, porque Dios nos creó a todos para estar de pié con la cabeza levantada”. La voz del cielo no le dice solo “¿Por qué me persigues?”, sino que lo invita a levantarse.
Pero se da cuenta que está ciego, y se deja guiar. Los hombres que estaban con él lo llevan a Damasco y por tres días no ve ni toma alimentos. Saulo entendió que estaba por el piso y que tenía que aceptar esta humillación, porque la humillación es el camino que abre el corazón. “Cuando el Señor nos envía una humillación o permite que lleguen las humillaciones es para que el corazón se abra, sea dócil, se convierta al Señor Jesús”.
El corazón de Pablo se abre. Dios invita a Ananía que le impone las manos y los ojos de Saulo vuelven a ver.
El Papa subraya que “el protagonista de esta historia no son ni los doctores de la Ley, ni Esteban, ni Felipe, ni el eunuco, ni Saulo….”. Porque “el Espíritu Santo es el protagonista de la Iglesia que conduce al pueblo de Dios”, y “la dureza del corazón de Saulo, Pablo, se transforma en docilidad al Espíritu Santo”.
¡Es hermoso –concluye Francisco– ver cómo el Señor es capaz de cambiar los corazones”. Todos nosotros tenemos durezas en el corazón, recordó. “Pidamos al Señor –concluyó el Papa– que nos haga ver estas durezas que nos tiran a la tierra. Y nos envíe la gracia y si necesario las humillaciones, para que no nos quedemos en el piso y nos levantemos con la dignidad con la que Dios nos ha creado, o sea la gracia de un corazón abierto y dócil al Espíritu Santo”.
16.04.16



El  Papa en Santa Marta: quien escucha a los adivinos no sigue a Jesús
Reconocemos la voz de Jesús en las bienaventuranzas, en las obras de misericordia y cuando nos enseña a decir ‘Padre’
18 abril 2016
 Ciudad del Vaticano).- Si escuchamos la voz del Buen Pastor y lo seguimos, no equivocaremos el camino. Lo indicó el papa Francisco en la misa matutina de este lunes en la casa Santa Marta, porque dijo, Jesús es la única puerta que nos hace entrar en el recinto de la vida eterna.
Partiendo del evangelio del día, el Santo Padre ha señalado que Jesús nos advierte que “quien no entra en el redil por la puerta es un ladrón y un asaltante”; Cristo es la puerta, no hay otra.
“Jesús –continuó el Papa– siempre hablaba a la gente con imágenes simples, porque todas estas personas sabían lo que era la vida de un pastor. Y ellos entendieron que “solo se puede entrar en el redil de las ovejas a través de la puerta”. En cambio aquellos que quieren entrar por otra parte, son delincuentes.
“Así de claro habla el Señor: no se puede entrar a la vida eterna por otra parte que no sea la puerta, es decir, Jesús”. Precisó el Papa que Jesús es la puerta de nuestra vida cotidiana y no sólo de la vida eterna. E invitó a preguntarnos cuando optamos: “¿Esta decisión, por ejemplo la tomo en nombre de Jesús, por la puerta de Jesús, o en palabras simples, la tomo de contrabando?”.
Jesús, por lo tanto explica qué el camino. El pastor conoce a sus ovejas y las conduce afuera. Y el camino, indicó el Papa, es justamente este: “Seguir a Jesús” en “el camino de la vida de todos los días”.
–‘Pero padre — diría alguien– las cosas son difíciles, no veo claro qué hacer. Me dijeron que había un vidente, un adivino y fui allí, y la adivina me mostró las cartas’.
Si uno hace esto, aseguró el Papa, no sigue a Jesús. Seguimos a otro que nos indica un camino diverso. Jesús nos advirtió: “Vendrán otros que van a decir que el camino del Mesías es este… ¡No, le hagan caso! ¡Yo soy el camino! dice Jesús, porque él es la puerta y también el camino. Si seguimos a Jesús no nos equivocaremos”.
Francisco se detuvo para hablar sobre la voz del Buen Pastor. “Las ovejas le siguen, porque conocen su voz”. ¿Pero cómo sabemos cuál es la voz de Jesús? dijo el Pontífice, para defendernos de la “voz de los que no son de Jesús?
La receta es simple: la voz de Jesús se encuentra en las bienaventuranzas. ¡Alguien que indica un camino contrario a las bienaventuranzas es una persona que entra por la ventana: no es Jesús!
¿Es posible concer la voz de Jesús? Sí, cuando se habla de las obras de misericordia. Por ejemplo, en el capítulo 25 de Mateo: “Si una persona te dice lo que Jesús dice, es la voz de Jesús. Y “es posible conocer la voz de Jesús cuando nos enseña a decir Padre, es decir, cuando nos enseña a rezar el Padre nuestro”.
Reconocemos su voz en las bienaventuranzas, en las obras de misericordia y cuando nos enseña a decir ‘Padre’.
19.04.16

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