18 de juny 2015

ENCÍCLICA









Francisco fue el primero en firmar la iniciativa del Movimiento Católico Mundial por el Clima
El Papa apoya la idea de llevar la voz de los católicos a la Cumbre del Clima de París
Insta a gobiernos, empresarios y líderes sociales a resolver "esta crisis urgente"

Redacción, 14 de agosto de 2015 









Francisco incluso bromeó diciendo que estábamos compitiendo contra su encíclica. Su respaldo a nuestro trabajo es muy importante para crear conciencia dentro de la comunidad católica mundial, y juntar más firmas lima y especies en
En diciembre de 2015 los líderes mundiales se reunirán en la Cumbre del Clima de las Naciones Unidas en París (COP 21) con el objetivo de firmar un tratado para combatir el cambio climático. Los católicos no pueden quedar indiferentes a estas decisiones, por tal motivo el Movimiento Católico Mundial por el Clima (MCMC), siguiendo las directrices de la Laudato si', está recogiendo firmas de los católicos de todo el mundo para elevar una voz fuerte exigiendo una acción enérgica por el clima.
El papa Francisco quien, en diciembre pasado, señaló que "en cuanto al cambio climático, hay un imperativo ético claro, definitivo e ineludible para actuar", fue el primero en dar su apoyo a esta petición


"El Papa Francisco nos dio un gran apoyo para que sigamos con este trabajo para que los católicos de todo el mundo actuemos en forma coordinada contra la crisis del cambio climático", dijo Tomás InsÚa, co-fundador del MCMC de la Argentina. "Francisco incluso bromeó diciendo que estábamos compitiendo contra su encíclica. Su respaldo a nuestro trabajo es muy importante para crear conciencia dentro de la comunidad católica mundial, y juntar más firmas", señaló Insúa.
Por su parte el Papa obsequió al MCMC el libro "La Energía del Sol en el Vaticano", para hacer hincapié en el compromiso de la Santa Sede con la energía renovable como medio para hacer frente a la crisis del cambio climático.
Además del Santo Padre, el cardenal Luis Antonio Tagle, arzobispo de Manila y presidente de Caritas Internacional, y el cardenal Peter Turkson, presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, apoyaron y promovieron la petición católica por el Clima.


Fundado en 2014, el MCMC, se hizo conocer ante el mundo durante la visita que el papa Francisco realizó a Filipinas en enero de este año y también estuvieron presentes en los viajes del Pontífice a América Latina, especialmente en Ecuador y Bolivia.
Los fundadores del movimiento, provenientes de Kenia, Argentina, Estados Unidos, Filipinas y Australia, buscan hacer oír la voz de más de 1.200 millones de católicos en favor del cuidado de la creación, de los pobres (los más vulnerables ante el cambio climático) y de las futuras generaciones. En tan solo 6 meses el MCMC se extendió a los cinco continentes con más de 160 organizaciones católicas asociadas entre las que se encuentran: diócesis, congregaciones religiosas, universidades, ONG's y parroquias.


El MCMC centrará sus acciones, durante este año, en la Cumbre sobre el Clima de París (COP 21). Mediante una serie de acciones buscará instar a gobiernos, clase política, empresarios y líderes sociales a comprometerse con una acción climática ambiciosa para resolver esta crisis urgente y mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 1,5 grados centígrados (relativo a niveles preindustriales).
La "Petición Católica por el Clima" busca reunir al menos un millón de firmas que respalden el llamado del Papa en favor del clima, tal como escribió en su carta encíclica Laudato si'.
El MCMC invita a que cada uno de los católicos dé mayor fuerza a esta voz por medio del apoyo a estas iniciativas en favor de la ‘casa común'. La petición se puede firmar aquí.

Además de la recolección de firmas para presentar en la COP 21, el MCMC tiene previsto para 2015 las siguientes iniciativas:
"El Tiempo de la Creación", un tiempo de celebración y acción comprendido entre el 1º de septiembre y el 4 de octubre, fiesta de San Francisco de Asís, para reflexionar a la luz de la Laudato si' sobre el Cuidado de la Creación.
Promoción de la encíclica Laudato si'. Siendo la primera encíclica sobre la ecología el MCMC facilitará que sea leída por toda la comunidad católica para reflexionar sobre la crisis ecológica y pasar a la acción. Se pueden aprovechar los recursos educativos en la página web del movimiento para organizar grupos de estudio en parroquias y demás organizaciones.



















“LAUDATO SI”
y
mi  NIETO

MARI PAZ LÓPEZ SANTOS, pazsantos@pazsantos.com
MADRID.
ECLESALIA, 31/07/15 .- Recién iniciada la lectura de la Carta Encíclica LAUDATO SI’ sobre el cuidado de la Casa Común, que el Papa Francisco nos ha entregado para animarnos en esta empresa común; tuve que interrumpir la lectura del Capítulo Primero, titulado “Lo que está pasando en nuestra casa”, porque una personita reclamaba mi atención en otra parte de la casa: mi nieto de dos años y medio.
Dejé en el sofá el libro con la señal y el lápiz que uso para subrayar (mucho hay que subrayar en este documento). Fui a ver qué quería y de vuelta me entretuve en alguna cosa y mi nieto me tomó la delantera. Cuando volví a la lectura pude comprobar que el pequeño quiso participar y dar su toque personal a la Encíclica.
Al parecer dedujo que, si aquel libro tenía un lápiz entre sus páginas y había líneas subrayadas, podía aportar algo a su manera. Hizo un garabato, con cierto aire conceptual, que recuerda un gran  corazón con sus aurículas y ventrículos.
Está claro que quiso subrayar, hacerse presente en un documento que debe ponernos alerta para que su futuro llegue a serlo. Para que él, sus hermanos, y todos los que ahora son niños en esta Casa Común, puedan disfrutarla y cuidar de ella por derecho, como herederos de un bien que no pertenece a ninguna generación pues fue creada para compartir y entregar en las mejores condiciones. Nos apremia a que la rescatemos del poder de la ambición desmedida.
Quizás, pensé, el dibujo de mi nieto es más que un subrayado; es un grafiti. Ese arte clandestino que se atreve a denunciar y consigue expresarse libremente contra toda expresión controlada.
Los trazos de un niño de dos años me mueven a leer la Encíclica con una longitud de mira mucho mayor: mi nieto representa a los que deberían heredar un mundo donde crecer felices, no un cubo de basura donde pelear por una supervivencia inhumana.
Inició su trazo en este párrafo: “La tecnología que, ligada a las finanzas, pretende ser la única solución de los problemas, de hecho suele ser incapaz de ver el misterio de las múltiples relaciones que existen entre las cosas, y por eso a veces resuelve un problema creando otros”. Si a este niño, que está inmerso en la tecnología de este tiempo, no se le acerca a ver el misterio de esas relaciones para que sepa discernir, cuando tenga edad para ello, lo que perjudica y lo que favorece en el cuidado de la Casa Común, mal vamos y peor irán. El futuro estará hipotecado.
Siguen los trazos y sigue la Encíclica hablando de la contaminación, los residuos, los desechos peligrosos… “La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería”. Mientras a mi nieto se le enseña a lavarse los dientes, recoger sus juguetes, cuidar los cuentos y ordenarlos en su estantería, etc. Cuando sepa que hay una Casa Mayor que cuidar y proteger quizás aprenda a vivirla como suya y cuando sea adulto se implique en el cuidado y en la denuncia de las injusticias que se cometen contra ella.
En el último renglón subrayado por mi nieto dice la Encíclica: “Muchas veces se toman medidas sólo cuando se han producido efectos irreversibles para la salud de las personas”. Ya hay muchas personas que han muerto o enfermado. Los niños son especialmente sensibles a la hora de sufrir los efectos del deterioro medioambiental y más si viven en la pobreza tantas veces causada por medidas arbitrarias en la ordenación de la economía, las finanzas y el medio ambiente.
Sigo leyendo la Encíclica LAUDATO SI’, ya sin “ayuda” gráfica de mi nieto, pero sí con la que me ha proporcionado para seguir: tener presentes los ojos de los niños mirando el mundo que les rodea, desenmascarando y denunciando el engaño que tantas veces les proponemos como verdadera vida.
Estemos atentos a los pequeños profetas. “A ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo…” (Lc 1, 68-79, Benedictus). Ellos están más cerca, todavía no han perdido la inocencia ni se han puesto las máscaras 






Escrito por Antonio Duato, el 25 de julio, 2015 














Naomi Klein
Naomi Klein (Monreal, 1970) es una escritora y activista canadiense que se ha destacado por su clarividencia en luchar contra la globalización del capitalismo neoliberal. Descubrió sus estrategias en su libro La Doctrina del Schok. Y últimamente ha visto que ese sistema económico es el responsable de pronto la Tierra pueda llegar a ser  Esto lo cambia todo. El capitalismo contra el climaNaomi, que se considera atea, se muestra entusiasmada con la nueva encíclica que muchos católicos empiezan a criticar abiertamente. Ofrecemos el texto completo de su intervención.
Intervención de la Señora Klein durante la presentación de la conferencia “Las personas y el planeta en primer lugar: la necesidad de cambiar el rumbo”, organizada por el Pontificio Consejo de Justicia y Paz (2-3 julio 2015).

Gracias. Es un honor estar aquí hoy, y sobre todo por compartir esta tribuna con el cardenal Turkson, que tanto ha hecho para traernos a este momento histórico.

El papa Francisco escribe desde el principio que Laudato si’  no está sólo dirigida al mundo católico, sino a “toda persona que viva en este planeta.” Y puedo decir, como feminista judía laica, sorprendida de ser invitada al Vaticano, que ciertamente este documento me habló.

“No somos Dios,” establece la encíclica. Todos los seres humanos lo sabían hace tiempo. Pero hace unos 400 años, los avances científicos, vertiginosos, hicieron pensar a algunos que los humanos estaban a punto de saber todo lo que hay que saber sobre la Tierra, y por lo tanto serían los “amos y poseedores” de la naturaleza, como René Descartes tan memorablemente predijo. Esto, afirmó, era lo que Dios siempre había querido.

Esa teoría se celebró por largo tiempo. Pero los avances posteriores en la ciencia nos han dicho algo muy diferente. Porque cuando estábamos quemando  cada vez mayor cantidad de combustibles fósiles, convencidos de que nuestros buques de contenedores y aviones jumbo estaban nivelando el mundo, para que todos fuéramos como dioses, los gases invernadero se estaban acumulando en la atmósfera, atrapando sin descanso el calor.

Y ahora nos enfrentamos a la realidad de que no éramos los dueños, no éramos el jefe –y que estábamos desencadenando fuerzas naturales que son mucho más poderosas incluso que nuestras máquinas más ingeniosas. Podemos salvarnos, pero sólo si abandonamos el mito de la dominación y la posesión para aprender a trabajar con la naturaleza -respetando y aprovechando su capacidad intrínseca para la renovación y la regeneración.

Y esto nos lleva al mensaje central de interconexión que está en el corazón de la encíclica. Lo que el cambio climático recuerda –a esa minoría de la especie humana que alguna vez lo olvidó– es que no existe esa relación unidireccional de dominio puro en la naturaleza. Como el Papa Francisco escribe: “Nada en este mundo es indiferente a nosotros”.

Para algunos que ven la interconexión como degradación cósmica, todo esto es difícil de soportar. Y así –activamente alentados por actores políticos financiados por empresas ligadas a los combustibles fósiles – optan por negar la ciencia.

Pero eso ya está cambiando a medida que cambia el clima. Y es probable que cambie más con la publicación de esta encíclica. Esto podría significar un verdadero problema para los políticos estadounidenses que cuentan con el uso de la Biblia como pretexto para su oposición a la acción en defensa del medio ambiente. En este sentido, el viaje del Papa a Francisco a los EE.UU. este mes de septiembre no podía ser más oportuno.

Sin embargo, como la encíclica señala acertadamente, la negación toma muchas formas. Y hay muchos en todo el espectro político y en todo el mundo que aceptan la ciencia, pero rechazan las implicaciones difíciles de la ciencia.

He pasado las últimas dos semanas ocupada en leer cientos de reacciones a la encíclica. Y aunque la respuesta ha sido abrumadoramente positiva, he notado un tema común entre las críticas. El Papa Francisco puede tener razón en cuanto a la ciencia, dicen, e incluso en la moral, pero debe dejar la economía y la política a los expertos. Ellos son los únicos que saben sobre el comercio de carbón y la privatización del agua, y sobre cómo los mercados pueden resolver con eficacia cualquier problema.

Yo estoy absolutamente en desacuerdo. La verdad es que hemos llegado a este peligroso punto en parte porque muchos de esos expertos económicos nos han engañado gravemente, blandiendo sus poderosas habilidades tecnocráticas sin sabiduría. Elaboraron modelos que dan escandalosamente poco valor a la vida humana, sobre todo a la vida de los pobres, y otorgan un valor descomunal en la protección de los beneficios empresariales y al crecimiento económico.

Ese deformado sistema de valores es el que nos llevado a un ineficaz mercado del carbono en lugar de a fuertes impuestos a los combustibles fósiles. Y a acabar poniéndonos el objetivo de un aumento de temperatura no superior a 2 grados que permitiría a naciones enteras desaparecer – simplemente porque su PIB no es suficientemente grande.

En un mundo donde el beneficio se pone constantemente antes que las personas y el planeta, la economía del clima tiene mucho que ver con la ética y la moral. Porque si estamos de acuerdo que pone en peligro la vida en la tierra estamos ante una crisis moral y, entonces, no hay más remedio que actuar.

Eso no significa apostar por el futuro en el azaroso juego de los ciclos de expansión y recesión. Significa apostar por políticas que regulen directamente la cantidad de carbono que se puede extraer de la tierra. Significa apostar por políticas que nos permitan llegar a 100 por ciento de energías renovables en 2 o 3 décadas, no para el final del siglo. Y significa la asignación de recursos comunes, como la atmósfera, sobre la base de la justicia y la equidad, de modo que no sean los ganadores quienes se lo llevan todo.

Es por eso que un nuevo tipo de movimiento climático está emergiendo rápidamente. Se basa en la verdad más valiente expresada en la encíclica: que nuestro sistema económico actual está alimentando la crisis climática y, a la vez, nos está impidiendo tomar las acciones necesarias para evitarlo. Es un movimiento basado en el conocimiento de que si no queremos que el cambio climático termine fuera de control, entonces necesitamos un cambio de sistema.

Y debido a que nuestro sistema actual también está alimentando cada vez mayor desigualdad, tenemos la oportunidad, frente al desafío climático, de resolver a la vez múltiples crisis superpuestas. En resumen, podemos cambiar a un clima más estable y hacia una economía más justa al mismo tiempo.

Esta creciente comprensión está originando y de hecho están apareciendo a la vista ya algunas alianzas sorprendentes e incluso inverosímiles. Como, por ejemplo, mi propia presencia en el Vaticano. Al igual que los sindicatos, los indígenas, la fe y los grupos ecologistas que trabajan más estrechamente que nunca.

Dentro de estas coaliciones, no estamos de acuerdo en todo – ni mucho menos. Pero entendemos que las los retos son tan importantes, el tiempo es tan corto y la tarea es tan grande que no podemos darnos el lujo de permitir que esas diferencias nos dividan. Cuando 400 mil personas marcharon por la justicia climática en Nueva York el pasado mes de septiembre, el lema fue “Para cambiarlo todo, os necesitamos a todos”.

Todos y cada uno incluyen a líderes políticos, por supuesto. Pero después de haber asistido a muchas reuniones con los movimientos sociales sobre la cumbre COP en París, puedo informar esto: hay tolerancia cero para otro fracaso que sea adornado como un éxito por las cámaras de TV. No se puede presentar como un éxito y ver que una semana después esos mismos políticos regresan de vuelta a sus países para seguir extrayendo petróleo en el Ártico, construyendo más y más autopistas y presionando por nuevos acuerdos comerciales que hagan mucho más difícil regular a los contaminadores.

Si el acuerdo no puede lograr reducciones inmediatas de emisiones al tiempo que proporciona un apoyo real y sustancial para los países pobres, entonces será declarado un fracaso. Como debería ser.

Lo que siempre debemos recordar es que no es demasiado tarde para desviarse del camino peligroso en que estamos – el que nos está llevando hacia 4 grados de calentamiento. De hecho aún podríamos mantener el calentamiento por debajo de 1,5 grados si hiciéramos nuestra principal prioridad colectiva.

Será difícil, sin duda. Tan difícil como el racionamiento y las conversiones industriales que una vez se hicieron en tiempos de guerra. Y también serán programas tan ambiciosos como la lucha contra la pobreza y las obras públicas puestas en marcha a raíz de la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial.

Pero difícil no es el mismo que imposible. Abandonar una tarea que podría salvar incontables vidas y evitar tanto sufrimiento, simplemente porque es difícil, costoso y requiere sacrificio de los que más pueden permitirse el lujo de conformarse con menos, sería lo opuesto al más elemental pragmatismo.

Es la entrega de la clase más cobarde. Y no hay un análisis de costo-beneficio en el mundo que sea capaz de justificarlo.

***

“No dejes que lo mejor impida lo bueno”.

Hemos estado oyendo estas palabras, supuestamente sensatas, desde hace más de dos décadas. Durante toda la vida de los jóvenes activistas ecológicos de hoy.

Y cada vez otra cumbre de la ONU repite que no ha sido posible acordar políticas audaces, jurídicamente vinculantes y basadas en la ciencia, quedándose todo en promesas vacías de ayudas económicas y en pronunciar las mismas palabras otra vez:

“Claro que no es suficiente pero es un paso en la dirección correcta”. “La próxima vez haremos el trabajo más difícil”. Y lo de siempre: “Lo mejor es enemigo de lo bueno”.

Hay que decir dentro de esos muros sagrados, que esto es pura tontería. “Lo mejor” salió de la estación a mediados de los años 1990, después de la primera Cumbre de la Tierra de Río.

Hoy en día, tenemos sólo dos caminos ante nosotros: lo difícil pero humano – y lo fácil pero reprobable.

Para nuestros llamados líderes que preparan sus promesas para la COP 21 –21ª Conferencia sobre el Cambio Climático– en París, sacando la barra de labios y los tacones para adornar y vestir otro tratado pésimo, tengo que decirles esto: Lean la reciente encíclica – no los resúmenes, sino todo el texto.

Léanla y déjenla entrar en sus corazones. El dolor por lo que ya hemos perdido, y la celebración de lo que aún podemos proteger y ayudar a prosperar.

Escuchen, también, las voces de los cientos de miles de personas que estarán en las calles de París fuera de la cumbre, reunidos simultáneamente en ciudades de todo el mundo.

Esta vez, ellos van a proclamar algo más que decir “necesitamos la acción.” Ellos dirán: ya estamos actuando.

Somos las soluciones: en nuestras demandas para que las instituciones vendan sus acciones de compañías de combustibles fósiles e inviertan en las actividades que reducirán las emisiones.

Es en nuestros métodos de cultivos ecológicos, que dependan menos de los combustibles fósiles, que proporcionen alimentos sanos y den trabajo y secuestren carbono.

Es en nuestros proyectos de energía renovable controlados localmente, que están disminuyendo las emisiones, manteniendo los recursos en las comunidades, reduciendo los costes y definiendo el acceso a la energía como un derecho.

Es en nuestra demanda por un fiable, asequible e incluso libre transporte público, lo que nos sacará de los coches que contaminan nuestras ciudades, congestionan nuestras vidas, y nos aíslan unos de otros.

Es en nuestra insistencia inflexible que no se puede decir que eres un líder climático mientras sigas abriendo enormes y nuevas pistas de mar y tierra a la extracción de petróleo, a fracking-gas y a la minería del carbón. Tenemos que dejarlo en el suelo.

Es en nuestra convicción de que no se puede decir de uno mismo que pertenece a una democracia si usted está en deuda con los contaminadores multinacionales.

Alrededor del mundo, el movimiento por la justicia climática está diciendo: Mira el hermoso mundo que se encuentra en el otro lado de la política valiente, la semilla de la cual ya están dando sus numerosos frutos a la vista de cualquier que se preocupan de mirarlos.

Así pues, hay que  dejar de hacer lo difícil, enemigo de lo posible.

Y unirse a nosotros para hacer lo posible real.





Encíclica Laudato si’
Sin lugar a dudas, la encíclica Laudato si’ ha concitado de momento un consenso y adhesión pocas veces visto en anteriores documentos del Vaticano. Decimos de momento porque los responsables del caos medioambiental actual, perfectamente identificados en el documento, puede que no se den por enterados, pueden reaccionar con fuerza o plantear dudas a la argumentación del Papa. En cualquier caso, bienvenida.
Pero de entrada parece necesario situar el papel de Vaticano en relación con el tema de la ecología. Mucho antes ya del lejano pronunciamiento del Club de Roma “Los límites al crecimiento” de 1972, la comunidad científica internacional investiga sobre esta cuestión. Miles de centros, institutos, universidades, etc… —entre ellos el mismo mientrastanto— se han preocupado del tema y sus investigaciones han tenido una clara repercusión en la conciencia mundial. Entre otras hay que tener presentes las innumerables conferencias internacionales de organismos políticos de los más diversos niveles, desde Río-92 a los acuerdos de Kyoto. A muchos profesionales podría parecerles una actitud instrumentalizadora señalar como finalmente importante la intervención del papa para justificar el interés por el tema. Ahora que el Vaticano ha tomado esta iniciativa, convertir al papa en inesperado protagonista del tema ecológico sería una falta de respeto.
1. El contenido
Se trata de un duro alegato que señala con severidad la gravedad de los problemas: “La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un depósito de basura” (n.21). “Basta mirar la realidad con sinceridad para ver que hay un gran deterioro de nuestra casa común” (n.61). En esta parte incorpora los datos más consistentes referentes al cambio climático (n.20-22), la cuestión del agua (n.27-31), la erosión de la biodiversidad (n.32-42), el deterioro de la calidad de la vida humana y la degradación de la vida social (n.43-47), denuncia la alta tasa de iniquidad planetaria, que afecta a todos los ámbitos de la vida (n.48-52), siendo los pobres las principales víctimas (n. 48).
Reconoce: “Nunca habíamos maltratado y lastimado a nuestra casa común como en los dos últimos siglos” (n.53). Frente a esta ofensiva humana contra la madre Tierra que muchos científicos han denunciado como la inauguración de una nueva era geológica —el antropoceno— lamenta la debilidad de los poderes de este mundo que, engañados, “piensan que todo puede continuar como está” como coartada para “mantener sus hábitos autodestructivos” (n.59) con “un comportamiento que parece suicida” (n.55).
Reconoce la diversidad de opiniones (n.60-61) y que “no hay una única vía de solución” (n.60). Así y todo “es cierto que el sistema mundial es insostenible desde diversos puntos de vista porque hemos dejado de pensar en los fines de la acción humana (n.61) y nos perdemos en la construcción de medios destinados a la acumulación ilimitada a costa de la injusticia ecológica (degradación de los ecosistemas) y de la injusticia social (empobrecimiento de las poblaciones).
2. Método 
Sin embargo, por lo dicho anteriormente, la importancia del documento y la repercusión que ha tenido no dependen tanto del contenido como de su procedencia, el Vaticano y el papa Francisco.
Dado que han pasado ya algunos días desde su publicación y los lectores de mientras tanto están acostumbrados ya al planteamiento ecológico, en este breve comentario voy a poner el acento, por su novedad como documento vaticano, en otros aspectos, en concreto en el método escogido por los redactores.
a. Desde la perspectiva de los pobres
Esta opción de método tiñe y condiciona todo el contenido. No habla desde la situación acomodada del Norte o de los intereses de las corporaciones mercantiles o desde las estructuras del sistema o de la necesidad que los pobres acepten el sistema como mal menor. El punto de partida, repetido hasta la saciedad en todos los capítulos, es “escuchar tanto el clamor de la tierra como el de los pobres” (n.49). Así cuando habla de la contaminación (20), del calentamiento global (23 y 51), de los migrantes y refugiados ambientales (25), del acceso al agua (28), de la biodiversidad etc., etc.
Se trata de un punto de partida insólito en los documentos vaticanos. En todo discurso o investigación la epistemología escogida, como unas gafas, condiciona el color de lo que vemos, el contenido. También aquí.
b. Desde la perspectiva de la ciencia
Parte del diálogo con la ciencia y de la lectura de los hechos. No parte, como la mayoría de documentos vaticanos, del “depósito” de la fe, de otros “dogmas”, de la “revelación” o de la “tradición”, sino de lo contingente, del intercambio científico que se va construyendo y de la observación de la realidad. El papa, simplemente, asume las conclusiones a las que ha llegado la comunidad científica. Incluso en algunos párrafos hay algunas precisiones de carácter técnico insólitas en un documento vaticano que expresan que ha habido muchas manos en su redacción.
Pero definitivamente se trata también de una nueva manera de “construir” teología a la que el vaticano no nos tenía acostumbrados. Esto da a la encíclica un tono de voluntad de “caminar juntos” con toda la humanidad en la búsqueda de la felicidad humana que le confieren el carácter de verosimilitud y honradez que su publicación ha despertado.
3. Consecuencias
a. Desmontar paradigmas
Habiendo escogido la perspectiva de los pobres y esta manera de “construir” teología desde abajo, la consecuencia no podía ser otra que la condena sin paliativos —desde la ética y desde la fe— del sistema que fabrica pobres.
Hasta hace bien poco, la Doctrina Social de la Iglesia en general suponía la aceptación o legitimación moral del capitalismo como sistema, a pesar de que había que corregir algunos excesos.
La Laudato si’, al revés, condena la estructura y los valores que configuran el sistema. No sólo los excesos sino su misma esencia y los paradigmas culturales difundidos por la modernidad: la posibilidad y bondad del crecimiento indefinido, la posibilidad de convertirlo “todo” en mercancía o la “cosificación” incluso en las relaciones humanas tanto laborales como afectivas, la tecnociencia como demiurgo capaz de resolverlo todo, la cultura moderna que ha despejado la cancha para intervenir la creación sin escrúpulos y la cultura posmoderna del usar y tirar como modo de vida individualista y egoísta.
b. Condena las estructuras
No ahorra palabras para denunciar a los culpables. Dirige las acusaciones contra los grandes poderes económicos y políticos, y la tecnocracia de que se sirven, para obtener las máximas ganancias con los menores costos posibles. Estos mismos poderes, sean corporaciones o países, son quienes le bajan el perfil al peligro del caos ecológico o esperan que algún día la ciencia y la economía encuentren la solución que siempre dicen que se ha encontrado para que el progreso continúe. Es una misma la lógica explotadora que ha generado el daño ecológico y la pobreza. Interroga a fondo.
En definitiva, es el documento más “antisistema” producido por el vaticano.
4. Propuestas
a. Ecología integral
En una conferencia en l’Hospitalet con ocasión de la inauguración del curso escolar 1983-1984 bajo el título “Algunos atisbos político-ecológicos de Marx”, Manolo Sacristán abordó el tema de “Ecología integral”. Personalmente estuve implicado en la gestión de la conferencia a través de Juliana Joaniquet y Giulia Adinolfi. Ante el comienzo de los planteamientos ecológicos fue Manolo Sacristán quien propuso el tema y el título. No estábamos acostumbrados ni al término “ecología integral” ni a la consideración del conflicto social como conflicto ecológico. En el texto Sacristán sostenía que en el planteamiento ecológico no deben tenerse presentes sólo los aspectos relacionados con la naturaleza o su destrucción —polución, vertidos, destrucción de la biosfera etc.— sino también el conflicto humano y social tal y como lo había descrito Marx, las múltiples formas de depredación del trabajo, la adulteración de la alimentación, la salud, la vivienda insana, la aglomeración en las grandes ciudades, el problema demográfico. Ecología supone también ecología humana, ecología del trabajo, ecología urbana, etc., y en el texto ponía múltiples ejemplos del pensamiento de Marx.
Sorprende cómo más de treinta años después el papa asume el término “Ecología integral” como eje central de su propuesta y, sobre todo en el capítulo IV, se habla también de ecología del trabajo, ambiental, de la ciudad, de la vida cotidiana, del bien común.
b. Cambio de modelo de vida
En sus conclusiones Sacristán afirmaba el necesario cambio de modelo de vida hacia una mayor austeridad. Es necesario un cambio de estructuras pero es también necesario un cambio de modelos de vida: ”si la persona humana quiere destruir su casa, o es ignorante o es estúpido”, “si la naturaleza de la especie humana es tal que la mueve a destruir su hábitat, peor para ella…”, lo mismo que con tanta frecuencia repetía Ramon Margalef, nuestro gran ecólogo: “evitem ser tant imbècils que fem malbé la pròpia casa”. Se trata de la misma conclusión en la que la encíclica abunda en los dos últimos capítulos.
5. Deficiencias
La ausencia de temas-clave en el debate actual sobre la ecología, por ejemplo:
–  El agotamiento de los recursos fósiles y su repercusión en la crisis energética.
– El problema demográfico o del crecimiento exponencial de la población como amenaza seria del equilibrio entre naturaleza y biosfera.
– El mismo concepto de “decrecimiento”, como propuesta aun en ocasiones controvertida por sus múltiples acepciones.
– El concepto de democracia política y sus exigencias de participación desde la base.
Sabemos que el itinerario del texto ha sido tortuoso y objeto de múltiples presiones. ¿Será que estos temas han “caído” por las presiones de los poderes fácticos (p.e., de las multinacionales de la energía, o de los propios dicasterios del vaticano ante la resistencia que despierta siempre del tema de la natalidad)?
En cualquier caso es obvio que la encíclica es un avance y es de esperar que tenga sus repercusiones en las próximas cumbres sobre medioambiente, especialmente en la de principios de diciembre en París.





LAUDATO SI’
Si haguéssim de resumir la recent encíclica del papa Francesc en una frase, l’escollida podria ser aquesta: «una ecologia integral i de la cura per qui és feble, viscudes amb alegria» (Laudato si’, «Sigues lloat», núm. 10). Aquesta és la proposta del papa Bergoglio, un home nascut i viscut en la gran Buenos Aires, una megàpolis de tretze milions de persones, en la qual els problemes ambientals i els problemes socials formen un tot. Diu el Papa: «No hi ha dues crisis separades, una d’ambiental i l’altra de social, sinó una única i complexa crisi socioambiental» (139). Dit d’una altra manera, la cura dels pobres i la cura de la natura s’identifiquen i se superposen. És impossible parlar de «consciència ecològica» sense fer-ho en termes d’«ecologia integral», és a dir, sense incorporar-hi «el lloc peculiar de l’ésser humà en aquest món i les seves relacions amb la humanitat que l’envolta» (15).
La natura no són les bambolines d’un escenari, en el qual es representaria el drama humà. La natura és, com l’ésser humà, una component essencial de la creació, d’aquell acte d’amor en virtut del qual Déu ha sortit de si mateix i s’ha «expressat» en l’obra creada, reflex de la seva bondat (el cosmos) i imatge d’ell mateix (la persona humana). Retornar als orígens, comprendre la grandesa i l’abast d’aquell primer designi diví és entrar de ple en la responsabilitat que té la creatura davant les decisions del Creador.  
Més encara, la contemplació de la natura fa que la persona humana corregeixi un antropocentrisme excessiu, que es manifesta en la seva autoreferencialitat. Quan en el llibre del Gènesi Déu confereix a l’ésser humà atribucions sobre la natura («que l’home sotmeti» els animals que poblen la terra, el cel i el mar, 1,26.28), i quan en el Salm 8,7 s’afirma que Déu ha fet que l’home «dominés» la creació divina, de manera que tot ho ha posat «sota els seus peus», això no significa que l’ésser humà sigui un tirà sinó, ben al contrari, un administrador fidel i assenyat de la creació. Per això el Papa l’encerta de ple quan col·loca l’arrel de la crisi ecològica en una persona humana que es pensa ser amo absolut de la «casa comuna», en comptes d’actuar com a guardià i custodi de la natura que li ha estat confiada. A més, si la natura és vista exclusivament com una font de guanys econòmics i passa a ser una font més de producció, al marge de qualsevol altra consideració referida al bé de les persones i al bé de la pròpia natura, es corre el risc de degradar l’obra creada, de canviar-ne el sentit primer (un riu passa a ser una claveguera!) i de reduir-la a un simple rebuig.     
El Papa, però, en la seva encíclica, adreçada a tots els habitants del planeta, no es limita a recordar els principis, ja expressats pel Magisteri precedent (sobretot per sant Joan Pau II, citat abundosament), sinó que proposa un Evangeli de la creació que posi en evidència diverses lògiques que conformen la vida humana i que han de canviar, si de veritat es vol arribar a una «conversió ecològica» que comporti la «cura de la casa comuna» (19).
En primer lloc, cal evitar la lògica del «descart», de l’«usar i llençar», la que no coneix els termes «austeritat» i «limitació de les necessitats» pròpies (223), i considera que les coses –i les persones– es mesuren per la seva productivitat o per l’ús que se’n pugui fer. La mentalitat del descart i del rebuig ha envaït les consciències i les praxis socials, de manera que l’ètica utilitarista és admesa de forma majoritària com a desitjable i òbvia. Una cosa, es diu, val pel que serveix, el seu valor es mesura per l’ús que se’n pugui fer. En aquesta tessitura, la vida d’un ancià o d’un infant, es diu, ha de ser calculada segons barems de benefici social, i no simplement reconeguda com un bé comú innegociable. La humanitat entra en la lògica del descart quan els pobres són «expulsats» mentalment o bé «arraconats» com a persones que llasten la societat –sense adonar-se que la pitjor pèrdua social que pot existir és l’afebliment de la misericòrdia i de la compassió. D’altra banda, la lògica del descart és sovint la que explica el consumisme sense fre, en virtut del qual fins i tot productes que són perfectament útils passen a la categoria de rebutjats, o bé no pocs recursos de la natura queden exhaurits en virtut de la cobdícia i del caprici humans. Contra això, val a dir que no és possible negar la dignitat de cap persona ni malmetre la natura, ni contribuir impunement a la lògica d’usar i llençar, als antípodes d’una ecologia integral.
En segon lloc, cal evitar la lògica de la dissimulació davant els grans problemes que les persones i la natura pateixen i, de retruc, tota la humanitat. La interconnexió dels països ha portat a situacions tan rocambolesques com a la compravenda de quantitats d’emissió de CO2 llançades a l’atmosfera. Les quotes d’emissions contaminants es negocien entre els països, per tal d’evitar de prendre mesures decidides contra la contaminació i l’anomenat «efecte serra», en virtut del qual els pols àrtic i antàrtic  es desgelen i el clima de moltes regions de la terra es troba sacsejat (pics de calor, tempestes violentes...). Mentrestant s’instaura un negacionisme subtil, a gran escala i a petita escala, i molts sembren dubtes sobre la magnitud «real», diuen, del rescalfament global. La lògica de dissimulació serveix per a justificar la manca de presa de mesures i per a allargar l’agonia de moltes regions i dels seus habitants, ferits per una natura que la poca cura del creat ha fet com embogir. Contra això, val a dir que el Papa demana que ningú quedi exempt de la conversió ecològica, que el pecat sigui reconegut i combatut, i que els dèbils trobin una via de sortida a les seves necessitats.     
En tercer lloc, cal evitar la lògica reductiva de la inhibició personal, o bé la lògica contrària de la ideologització. El diàleg resulta essencial, un diàleg «honest i transparent» (188), realitzat de cara a preservar la terra, casa comuna de l’home i la natura. Però també resulta essencial una actitud de compromís concret de cadascú. Així, la qüestió de l’aigua enfronta les societats del segle XXI, ja que es tracta d’un bé escàs i necessari, al qual molts no tenen accés. El Papa afirma amb rotunditat que l’accés a l’aigua és «un dret humà bàsic», i que negar-la als pobres és negar-los «un dret humà inalienable» (30). En aquest context, no podem llançar l’aigua i usar-la de manera desconsiderada. Abans es deia: «el menjar, no es llança!». I ara hem de dir: «l’aigua, s’ha d’estalviar!». Aquí hi ha una praxi que es desprèn de la consciència comuna de l'escassetat de recursos hídrics –i més en el sud d’Europa, on avança la desertització. D’altra banda, el Papa es refereix en general a tots aquells recursos que poden estalviar-se si hi ha la cura necessària. És sabut que en una de les primeres visites que el Papa Francesc va fer als apartaments vaticans ocupats per Secretaria d’Estat, es va dedicar a tancar llums encesos que cremaven inútilment. En l’encíclica Francesc torna a esmentar, entre els gestos quotidians, «apagar els llums innecessaris» (211).     
La terra és mare i és germana, i tot allò que conté forma part de l’obra divina, que l’ésser humà és cridat a guardar i preservar. I alhora la terra és una casa comuna que ha de ser construïda entre tots els qui l’habiten. Aquesta construcció inclou la defensa dels pobres, que, amb la terra mateixa, són els grans damnificats d’un mal ús de l’encàrrec diví. Per això cal parlar d’una conversió a una ecologia integral en la qual sigui mantinguda la dignitat del més petit dels homes i de la més menuda de les realitats que conformen el nostre espai habitat. Perquè, com diu el Salm 103,24, és bo de pregar dient: «Que en són, de variades, Senyor, les teves obres! Totes les has fetes amb saviesa. La terra és plena de les teves criatures». 

Armand Puig i Tàrrech, degà-president de la Facultat de Teologia de Catalunya






Laudato si', la gestió responsable i la contemplació
Dll, 22/06/2015


(Lluc Torcal) La nova encíclica del Papa Francesc, tot recordant les paraules del papa sant, Joan Pau II, invita els catòlics i tots els homes de bona voluntat a realitzar una conversió ecològica: "Sucessivament [Joan Pau II] va cridar a una conversió ecològica global"(LS 5). El Papa mateix, invita en la nova encíclica als cristians espirituals que pensen que no s'han d'embrutar les mans en les coses d'aquest món, a realitzar aquesta conversió ecològica. La conversió ecològica, recorda encara el Papa, neix –no podria ser d'altra manera tractant-se com es tracta d'una conversió– de l'encontre amb Jesucrist, de deixar brollar totes les conseqüències que es deriven d'aquets encontre. Per això la invitació de realitzar urgentment aquesta conversió no neix de modes político-socials sinó de l'exigència que es desprèn del mateix Evangeli de Jesucrist i de la seva lluita contra el mal del món.
La ciència assegura que el canvi climàtic insostenible que estem vivint ha estat causat per l'acció irresponsable dels homes, del sistema econòmico-social de les societats occidentals i de totes aquelles que volen seguir aquest model (LS 23); el Papa i el Magisteri de l'Església, conscients d'aquesta dada i de la violència que hi ha al cor de l'home, ferit pel pecat (LS 2), arrel del mal i de la injustícia, que es manifesta en els símptomes d'infermetat que advertim en el sòl, en l'aigua, en l'aire i en els éssers vius (LS 2), ens exhorta a escoltar aquest clam de la casa comú i a respondre-hi amb una conversió activa que incideixi en una gestió responsable dels recursos naturals que pal·liïn els efectes de l'escalfament global i millorin les condicions de vida del planeta i de tots aquells que vivim en ell: en dues paraules, a viure per una ecologia integral.
Aquesta ecologia integral conté, al meu entendre, dues dimensions característiques essencial: la gestió responsable i la contemplació, veritables camins de comunió amb la creació. Lloar el Senyor pel seus dons sense gestionar-los –creixeu i multipliqueu-vos, ens recorda el llibre del Gènesi– és irresponsable: respondria a l'acció d'aquells cristians espirituals que el Papa invita a convertir-se ecològicament (LS 217). Gestionar sense lloar el Senyor dels dons rebuts és ingrat: condueix fàcilment al domini i a l'espoli, al consumidor i explotador de recursos, incapaç de posar límit al interessos immediats (cf. LS 11). Notem que tota la detallada exposició del primer capítol de la nova encíclica descriu el resultat a què ens ha conduit aquesta explotació irresponsable del planeta. Sigui dit de pas que el Papa, en aquest capítol, assumeix valentament com a propi tot l'anàlisi que la ciència del nostre temps ha fet del problema ambiental i que alguns han volgut posar en qüestió. Reprenent el fil del discurs, estic convençut que el punt d'equilibri entre ambdues tendències, la que gestiona i la que  contempla, rau en gestionar tot contemplant: "El món és quelcom més que un problema a resoldre, és un misteri joiós que contemplem amb exultant lloança" (LS 12). Amb la gestió que contempla es viu clarament la doble dimensió del manament de l'amor: un gestió contemplativa és una gestió respectuosa i, per tant, una gestió que té com a principi bàsic pensar en les generacions futures a l’hora de relacionar-se amb els recursos naturals, vivint aquesta relació des de la perspectiva de la caritat evangèlica envers els germans presents i futurs. Alhora, una gestió contemplativa activa la caritat envers Déu, perquè cada vegada que despleguem el nostre cor contemplant l’obra de la creació, el que fem és estimar Déu per damunt de totes les coses.
Si bé és cert que qui patiran les conseqüències de manera més immediata són com sempre els pobres d'aquest món, aquesta vegada els efectes són globals, per a tots. Per això, la conversió ecològica integral ens afecta a tots: ens interpel·la a tots i sense l'acció de tots no es realitza. La casa és comú com comú és el bé que convé custodiar i protegir. El canvi d'actitud, la conversió, ha de ser complet i ha de mantenir-se fermament fidel: és l'única manera per no defallir davant la indiferència d'uns i el refús dels altres (cf. LS 14). La perseverança és aquí una virtut fonamental. Senzillament ens hi va la vida i la supervivència en aquest planeta del que som part integrant (cf. LS 2). Ara se'ns ofereix una oportunitat inqüestionable: no siguem il·lusos pensant que tot plegat són alarmismes innecessaris i que realment no és cert res del que ens diuen aquestes alarmes. Com diu el Papa: "Aquest comportament evasiu serveix per mantenir el nostre estil de viure, de producció i de consum. És la manera com té l'ésser humà per alimentar tots els vicis autodestructius: intentant no veure'ls, lluitant per no reconèixer-los, posposant les decisions importants, actuant com si no passés res" (LS 59).
Des del coneixement integral que els diferents punts de vista aporten, el científic, el filosòfic i el teològic, convé optar definitivament i clara per una conversió profunda i decidida per l'ecologia integral, que generi una espiritualitat més rica que s'obri de manera natural a aquesta gestió contemplativa de la nostra casa comú. Ens hi invita el Papa, ens ho exigeix la situació actual del nostre planeta. Gràcies Sant Pare!  
Lluc Torcal, prior del monestir de Poblet
 






Ecologismo de frontera

ECLESALIA, 22/06/15.- Leí hace algún tiempo a González Faus una reflexión sobre que los obispos del s. XXI deberán ser hombres de frontera y no hombres de barreras. Esta es la actitud que ha tomado el obispo de Roma, a la sazón papa Francisco, al escribir su primera encíclica centrada en el problema ecológico que le hemos creado a nuestro planeta y sobre el cuidado de lo que él llama “la casa común”.
En una primera lectura, me quedo con su escritura diáfana y clara, alejada de otro tiempo en el que las encíclicas eran para iniciados en teología y que además estuvieran familiarizados con el lenguaje formalista y curial; el texto que nos ocupa es accesible a cualquier laico -incluido el precio, que no llega a tres euros- por lo directo y de difícil doble interpretación. En su llamada de atención, el papa recuerda textos de los papas anteriores denunciando este problema estructural, a los que desborda por cantidad y claridad hasta el punto de haber incomodado ya a algunos que se dicen cristianos. Francisco nos señala que muchos de los esfuerzos por buscar soluciones a la crisis medioambiental y al agotamiento de los recursos naturales se frustran no solo por el rechazo egoísta de los poderosos sino, atención, “por la falta de interés de los demás”; es decir, de los cardenales, obispos y de todos nosotros.
Francisco analiza una realidad incómoda para quienes vivimos en el Primer Mundo abusando de una huella ecológica varias veces superior a la que nos podemos permitir, al tiempo que señala a los que más pierden, que son los desheredados de la Tierra como un sinónimo de los predilectos del Maestro; y les hemos apartado de una vida digna por nuestras prácticas del consumismo extremo y selectivo de una minoría consumista que entre otras cosas nos permitimos desperdiciar casi un tercio de los alimentos. Por eso afirma que frente al cambio climático, hay responsabilidades diversificadas (sic) donde los pueblos más vulnerables deben ser objeto de atención prioritaria.
Recuerda con valentía el sometimiento de la política ante la tecnología y las finanzas que logran que el interés económico prevalezca sobre el bien común. Escribe desde la esperanza -“el amor social”-, la necesidad de diálogo en serio y la educación porque lo cierto es que el actual sistema mundial es insostenible desde diversos puntos de vista. Dedica un capítulo entero a “la raíz humana de la crisis ecológica” donde la ciencia y la tecnología no son neutrales en nuestra cultura del relativismo. Él lo resume en una idea troncal muy clarificadora de que no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental que incluye también a la ecología de la vida cotidiana.
El papa echa en falta con urgencia la presencia de otra globalización que tenga una  visión de futuro en la que emerja una verdadera autoridad política mundial sin recetas uniformes y no, añado yo, el poder omnímodo de la codicia que todo lo envenena. Reitera lo contrario de lo que hoy es la hoja de ruta bendecida por no pocos católicos: la política no debe someterse a la economía  y ésta no debe someterse a los dictámenes de la tecnocracia. Llega a proponer que tenemos que convencernos de que desacelerar un determinado ritmo de producción y de consumo puede dar lugar a otro modo de progreso y desarrollo. Exactamente lo contrario al modelo de globalización materialista que llevan con mano de hierro el Banco Mundial, el FMI, la troika, los mercados, los actuales dirigentes de la UE, de Estados Unidos, de España…
Naturalmente que también nos habla de Dios y de Francisco de Asís (el título de la encíclica es una alabanza que cantaba el santo) afirmando que la espiritualidad cristiana propone un modo alternativo de entender la calidad de vida capaz de gozar profundamente sin obsesionarse por el consumo, convertido en el modelo omnipresente y obsesivo actual. Nos habla del amor social como fuente del verdadero desarrollo más humano, más digno, en suma más cristiano. Acaba la encíclica con dos bellas oraciones acordes con la sensibilidad ecológica.
En definitiva, estamos ante un análisis en clave de denuncia profética pero que no ha querido cargar sobre los posibles culpables o responsables (en alguna medida todos lo somos) sino en la urgencia de mirar el mundo con una mirada diferente, responsable y madura, sintiéndonos amados por el amor del Dios de la vida y por el sufrimiento de la mayoría de los seres humanos como sufridores que son del grave atentado estructural a nuestra ecología. A quien le piquen las palabras del papa, lo mejor es que se rasque la conciencia.  (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).





















Laudato si': una visión general sobre la encíclica
El documento supone un extraordinario compendio de la doctrina social de la Iglesia sobre los grandes desafíos de la humanidad
Madrid, 18 de junio de 2015 (ZENIT.org)
La Santa Sede ha presentado este jueves la nueva encíclica del papa Francisco, titulada “Laudato si', sobre el cuidado de la casa común”, y que versa sobre asuntos relacionados con la ecología y el desarrollo pleno del género humano. Mirado en sus 187 páginas, el texto cuenta con una introducción, seis capítulos y dos oraciones finales.
En el documento, el Santo Padre propone una ecología integral, que incorpore claramente las dimensiones humanas y sociales, inseparablemente vinculadas con la situación medio ambiental. En esta perspectiva, el Pontífice invita a emprender un diálogo honesto a todos los niveles de la vida social, que facilite procesos de decisión transparentes. Y recuerda que ningún proyecto puede ser eficaz si no está animado por una conciencia formada y responsable, sugiriendo principios para crecer en esta dirección a nivel educativo, espiritual, eclesial, político y teológico.
Al inicio de la encíclica, el Papa recuerda el “Cántico de las criaturas” de san Francisco de Asís para hacer un llamamiento urgente a un nuevo diálogo sobre el modo en que se está construyendo el futuro del planeta. Se necesitan los talentos y la implicación de todos --dice-- para reparar el daño causado por el abuso humano a la creación de Dios.
En el capítulo primero, dedicado a “Lo que le está pasando a nuestra casa”, el Santo Padre aborda la contaminación y el cambio climático; la cuestión del agua; la pérdida de la biodiversidad; el deterioro de la calidad de la vida humana y la degradación social; la inequidad planetaria; la debilidad de las reacciones; y la diversidad de opiniones que existen respecto a estas problemáticas.
En el capítulo segundo, titulado “El Evangelio de la creación”, el Pontífice se refiere a la luz que ofrece la fe; la sabiduría de los relatos bíblicos; el misterio del universo; el mensaje de cada criatura en la armonía de todo lo creado; una comunión universal; el destino común de los bienes; y la mirada de Jesús.
En el capítulo tercero, que se ocupa de la “Raíz humana de la crisis ecológica”, Francisco trata sobre la tecnología: creatividad y poder; la globalización del paradigma tecnocrático; la crisis y consecuencias del antropocentrismo moderno.
En el capítulo cuarto, que trata sobre “Una ecología integral”, el Papa reflexiona sobre la ecología ambiental, económica y social; la ecología cultural; la ecología de la vida cotidiana; el principio del bien común; y la justicia entre las generaciones.
En el capítulo quinto, titulado “Algunas líneas de orientación y acción”, el Santo Padre propone el diálogo sobre el medio ambiente en la política internacional; el diálogo hacia nuevas políticas nacionales y locales; el diálogo y transparencia en los procesos decisionales; la política y economía en diálogo para la plenitud humana; y las religiones en el diálogo con las ciencias.
En el capítulo sexto, dedicado a la “Educación y espiritualidad ecológica”, el Pontífice invita a apostar por otro estilo de vida; por una educación para la alianza entre la humanidad y el ambiente; y por una conversión ecológica. Otros temas son: el gozo y la paz, el amor civil y político, los signos sacramentales y el descanso celebrativo, la trinidad y la relación entre las criaturas, la reina de todo lo creado y más allá del sol.
El texto concluye con dos oraciones, una que se ofrece para ser compartida con todos los que creen en “un Dios creador omnipotente”, y la otra propuesta a quienes profesan la fe en Jesucristo, que rima con el estribillo “Laudato si'”, que abre y cierra la encíclica.
El documento trata la cuestión medio ambiental desde un enfoque pastoral, teniendo en cuenta diferentes aspectos. En esta línea, algunos de sus ejes temáticos son: la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta; la convicción de que en el mundo todo está conectado; la crítica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología; la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso; el valor propio de cada criatura; el sentido humano de la ecología; la necesidad de debates sinceros y honestos; la grave responsabilidad de la política internacional y local; la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida. Pero también advierte que la 'tierra madre' debe ser defendida y no idolatrada, que la vida tiene que ser protegida, así como los ancianos, y que es necesario pensar al futuro que le dejaremos a las generaciones que hoy están naciendo.
En su esperada encíclica, el papa Francisco proclama además que la destrucción de la naturaleza es un pecado mortal moderno, no exento de graves consecuencias. Porque Dios perdona siempre, los hombres a veces, pero la tierra no perdona nunca. Aun así, subraya que no todo está perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse hasta el extremo, pueden también superarse, volver a elegir el bien y regenerarse.
En realidad, el texto supone un extraordinario compendio de la doctrina social de la Iglesia sobre los grandes desafíos socio-culturales, político-económicos y religioso-antropológicos de la humanidad en nuestros días y en el futuro.
19.06.15



100 cites de la versió catalana de l'encíclica del papa Francesc sobre ecologia: "Laudato, si', sobre la cura de la casa comuna" [Versió en revisió]
-«Laudato si’, mi Signore» - «Lloat sigueu, Senyor meu», cantava sant Francesc d’Assís. En aquest formós càntic ens recordava que la nostra casa de tots és també com una germana, amb la qual compartim l’existència, i com una mare bella que ens acull entre els seus braços. (1)
-Aquesta germana clama pel dany que li provoquem a causa de l’ús irresponsable i de l’abús dels béns que Déu hi ha posat. Hem crescut pensant que érem els seus propietaris i dominadors, autoritzats a espoliar-la. (2)
-Davant la deterioració ambiental global, vull adreçar-me a cada persona que habita aquest planeta. En la meva exhortació Evangelii gaudium, vaig escriure als membres de l’Església amb vista a mobilitzar un procés de reforma missionera encara pendent. En aquesta encíclica, intento especialment entrar en diàleg amb tothom a propòsit de la nostra casa de tots. (3)
-La destrucció de l’ambient humà és una cosa molt seriosa, perquè Déu no sols va encomanar el món a l’ésser humà, sinó que la seva pròpia vida és un do que ha de ser protegit de diverses formes de degradació. (5)
-Una ecologia integral requereix obertura envers categories que transcendeixen el llenguatge de les matemàtiques o de la biologia, i ens connecten amb l’essència del que és humà. (11)
-La pobresa i l’austeritat de sant Francesc no eren un ascetisme merament exterior, sinó quelcom més radical: una renúncia a convertir la realitat en mer objecte d’ús i de domini. (12)
-El desafiament urgent de protegir la nostra casa de tots inclou la preocupació d’unir tota la família humana en la recerca d’un desenvolupament sostenible i integral, ja que sabem que les coses poden canviar. (...) Com és possible que es pretengui construir un futur millor sense pensar en la crisi de l’ambient i en els sofriments dels exclosos. (13)
-Lamentablement, molts esforços per buscar solucions concretes a la crisi ambiental solen ser frustrats no sols pel rebuig dels poderosos, sinó també per la falta d’interès dels altres. (...) Necessitem una solidaritat universal nova. (14)
I. Allò que està succeint a casa nostra
-La terra, la nostra casa, sembla convertir-se cada vegada més en un immens dipòsit de porqueria. En molts llocs del planeta, els ancians enyoren els paisatges d’altres temps, que ara es veuen inundats d’escombraries. (21)
-Aquests problemes estan íntimament lligats a la cultura del rebuig, que afecta tant els éssers humans exclosos com les coses que ràpidament es converteixen en escombraries. Advertim, per exemple, que la major part del paper que es produeix es desaprofita i no es recicla. (...) El sistema industrial, al final del cicle de producció i de consum, no ha desenvolupat la capacitat d’absorbir i reutilitzar residus i deixalles.  (22)
-La humanitat és cridada a prendre consciència de la necessitat de realitzar canvis d’estils de vida, de producció i de consum, per a combatre aquest escalfament o, almenys, les causes humanes que el produeixen o accentuen. (23)
-Si l’actual tendència continua, aquest segle podria ser testimoni de canvis climàtics inaudits i d’una destrucció sense precedents dels ecosistemes, amb greus conseqüències per a tots nosaltres. El creixement del nivell del mar, per exemple, pot crear situacions d’extrema gravetat. (24)
-És tràgic l’augment dels migrants fugint de la misèria empitjorada per la degradació ambiental, que no són reconeguts com a refugiats en les convencions internacionals i porten el pes de les seves vides abandonades sense cap protecció normativa. Lamentablement, hi ha una general indiferència davant aquestes tragèdies. (25)
-Molts d’aquells qui tenen més recursos i poder econòmic o polític semblen concentrar-se sobretot a emmascarar els problemes i a amagar els símptomes, mirant només de reduir alguns impactes negatius del canvi climàtic. (26)
-Ja s’han superat certs límits màxims d’explotació del planeta sense que hàgim resolt el problema de la pobresa. (27)
-L'accés a l’aigua potable i segura és un dret humà bàsic, fonamental i universal, perquè determina la sobrevivència de les persones, i per tant és condició per a l’exercici dels altres drets humans. Aquest món té un greu deute social amb els pobres que no tenen accés a l’aigua potable.  (30)
-Per la nostra causa, milers d’espècies ja no donaran glòria a Déu amb la seva existència ni podran comunicar-nos el seu propi missatge. No hi tenim dret. (33)
-Potser ens inquieta saber de l’extinció d’un mamífer o d’un ocell, per la seva major visibilitat. Però per al bon funcionament dels ecosistemes també són necessaris els fongs, les algues, els cucs, els insectes, els rèptils i la innombrable varietat de microorganismes. (34)
-Observant el món advertim que aquest nivell d’intervenció humana, sovint al servei de les finances i del consumisme, fa que la terra en què vivim en realitat es torni menys rica i bella (...) D’aquesta manera, sembla que pretenguéssim substituir una bellesa irreemplaçable i irrecuperable, per una altra creada per nosaltres. (35)
-El cost dels danys que s’ocasionen per la descurança egoista és moltíssim més alt que el benefici econòmic que es pugui obtenir. (36)
-No és propi d’habitants d’aquest planeta viure cada vegada més inundats de ciment, asfalt, vidre i metalls, privats del contacte físic amb la natura. (44)
-La veritable saviesa, producte de la reflexió, del diàleg i del trobament generós entre les persones, no s’aconsegueix amb una mera acumulació de dades que acaba saturant i obnubilant, en una espècie de contaminació mental. (47)
-No sol haver-hi consciència clara dels problemes que afecten particularment els exclosos. (...) Un veritable plantejament ecològic es converteix sempre en un plantejament social, que ha d’integrar la justícia en les discussions sobre l’ambient, per tal d’escoltar tant el clamor de la terra com el clamor dels pobres. (49)
-Culpar l’augment de la població i no el consumisme extrem i selectiu d’alguns, és una manera de no afrontar els problemes. Es pretén legitimar així el model distributiu actual, en què una minoria es creu amb el dret de consumir en una proporció que seria impossible generalitzar, perquè el planeta no podria ni tan sols contenir els residus de semblant consum. (50)
-Hi ha un veritable «deute ecològic», particularment entre el Nord i el Sud, relacionat amb desequilibris comercials amb conseqüències en l’àmbit ecològic, com també en l’ús desproporcionat dels recursos naturals dut a terme històricament per alguns països.  (51)
-Necessitem enfortir la consciència que som una sola família humana. No hi ha fronteres ni barreres polítiques o socials que ens permetin aïllar-nos, i per això mateix tampoc no hi ha espai per a la globalització de la indiferència. (52)
-Aquestes situacions provoquen el gemec de la germana terra, que s’uneix al gemec dels abandonats del món, amb un clamor que ens reclama un altre rumb. Mai no hem maltractat i ferit la nostra casa de tots com en els darrers dos segles. (53)
-Crida l’atenció la feblesa de la reacció política internacional. El sotmetiment de la política davant la tecnologia i les finances es mostra en el fracàs de les Cimeres mundials sobre medi ambient. (...) En la realitat qualsevol intent de les organitzacions socials per modificar les coses serà vist com una molèstia provocada per il·lusos romàntics o com un obstacle a esquivar.. (54)
-Si algú observés des de fora la societat planetària, s’estranyaria davant semblant comportament que a vegades sembla suïcida. (55)
-La degradació ambiental i la degradació humana i ètica estan íntimament unides. Molts diran que no tenen consciència de realitzar accions immorals, perquè la distracció constant ens pren la valentia d’advertir la realitat d’un món limitat i finit.(56)
-És previsible que, davant l’esgotament d’alguns recursos, es vagi creant un escenari favorable per a noves guerres, disfressades rere nobles reivindicacions.  (57)
-Com sol passar en èpoques de profundes crisis, que requereixen decisions valentes, tenim la temptació de pensar que el que s’està esdevenint no és veritat. (...) Aquest comportament evasiu ens serveix per a continuar amb els nostres estils de vida de vida, de producció i de consum. És la manera com l’ésser humà s’espavila per alimentar tots els vicis autodestructius: intentant no veure’ls, lluitant per no reconèixer-los, postergant les decisions importants, actuant com si no passés res. (59)
-Sobre moltes qüestions concretes l’Església no té per què proposar una paraula definitiva i entén que ha d’escoltar i promoure el debat honest entre els científics, respectant la diversitat d’opinions. Però n’hi ha prou de mirar la realitat amb sinceritat per a veure que hi ha una gran deterioració de la nostra casa de tots. (61)
II. L'Evangeli de la creació
-Si de debò volem construir una ecologia que ens permeti de guarir tot el que hem destruït, llavors cap branca de les ciències i cap forma de saviesa no pot ser apartada, tampoc la religiosa amb el seu propi llenguatge. A més, l’Església Catòlica està oberta al diàleg amb el pensament filosòfic, i això li permet produir diverses síntesis entre la fe i la raó. (63)
-No som Déu. La terra ens precedeix i ens ha estat donada. (...) hem de rebutjar amb força que, del fet de ser creats a imatge de Déu i del mandat de dominar la terra, se’n dedueixi un domini absolut sobre les altres criatures. (67)
-La Bíblia no dóna lloc a un antropocentrisme despòtic que es desentengui de les altres criatures. (68)
-La millor manera de posar en el seu lloc l’ésser humà, i de posar fi a la seva pretensió de ser un dominador absolut de la terra, és tornar a proposar la figura d’un Pare creador i únic amo del món. (75)
-El pensament judeo-cristià va desmitificar la natura. Sense deixar d’admirar-la per la seva esplendor i la seva immensitat, ja no li va atribuir un caràcter diví. D’aquesta manera es destaca encara més el nostre compromís davant d’ella. Un retorn a la natura no pot ser a costa de la llibertat i la responsabilitat de l’ésser humà. (78)
-Essent creats pel mateix Pare, tots els éssers de l’univers estem units per llaços invisibles i conformem una espècie de família universal, una sublim comunió que ens mou a un respecte sagrat, afectuós i humil. (89)
-Una divinització de la terra ens privaria de la crida a col·laborar amb ella i a protegir la seva fragilitat. (90)
-No pot ser real un sentiment d’íntima unió amb els altres éssers de la natura si al mateix temps en el cor no hi ha tendresa, compassió i preocupació pels éssers humans. És evident la incoherència de qui lluita contra el tràfic d’animals en perill d’extinció, però resta completament indiferent davant el tràfic de persones, es desentén dels pobres o s’entesta a destruir un altre ésser humà que li desagrada. Això posa en perill el sentit de la lluita per l’ambient. (91)
-El principi de la subordinació de la propietat privada a la destinació universal dels béns i, per tant, el dret universal al seu ús és una «regla d’or» del comportament social. (93)
-Jesús vivia en harmonia plena amb la creació, i els altres se’n meravellaven (...) No semblava pas com un asceta separat del món o enemic de les coses agradables de la vida. (98)
-Per a la comprensió cristiana de la realitat, el destí de tota la creació passa pel misteri de Crist, que és present des de l’origen de totes les coses. (99)
III. L’arrel humana de la crisi ecològica
-No ens servirà descriure els símptomes, si no reconeixem l’arrel humana de la crisi ecològica. (101)
-Mai la humanitat no havia tingut tant poder sobre ella mateixa i res no garanteix que el farà servir bé, sobretot si es considera la manera com l’està emprant. (...) En mans de qui està i pot arribar a estar tant poder? És tremendament perillós que resideixi en una petita part de la humanitat. (104)
-La intervenció humana en la natura sempre s’ha esdevingut, però (...) d’aquí es passa fàcilment a la idea d’un creixement infinit o il·limitat, que ha entusiasmat tant economistes, financers i tecnòlegs. Suposa la mentida de la disponibilitat infinita dels béns del planeta, que mena a «esprémer-lo» fins al límit i més enllà del límit. (106)
-S’ha tornat contracultural elegir un estil de vida amb objectius que puguin ser almenys en part independents de la tècnica, dels seus costos i del seu poder globalitzador i massificador. De fet, la tècnica té una inclinació a buscar que res no quedi fora de la seva fèrria lògica. (108)
-No s’han après les lliçons de la crisi financera mundial i amb molta lentitud s’aprenen les lliçons de la deterioració ambiental. (109)
-Una ciència que pretengui oferir solucions als grans afers, necessàriament hauria de sumar tot el que ha generat el coneixement en les altres àrees del saber, incloent-hi la filosofia i l’ètica social. (110)
-La cultura ecològica (...) hauria de ser una mirada distinta, un pensament, una política, un programa educatiu, un estil de vida i una espiritualitat que conformin una resistència davant l’avanç del paradigma tecnocràtic.  (...) Buscar només un remei tècnic a cada problema ambiental que sorgeixi, és aïllar coses que en realitat estan entrellaçades, i amagar els veritables i més profunds problemes del sistema mundial. (111)
-Ningú no pretén tornar a l’època de les cavernes, però sí que és indispensable minorar la marxa per a mirar la realitat d’una altra manera, recollir els avenços positius i sostenibles, i alhora recuperar els valors i els grans fins arrasats per un desenfrenament megalòman. (114)
-No hi haurà una nova relació amb la natura sense un nou ésser humà. No hi ha ecologia sense una adequada  antropologia. (118)
-Atès que tot està relacionat, tampoc no és compatible la defensa de la natura amb la justificació de l’avortament. No sembla factible un camí educatiu per a acollir els éssers febles que ens envolten, que a vegades són molestos o inoportuns, si no es protegeix un embrió humà encara que la seva arribada sigui causa de molèsties i dificultats. (120)
-No podem pensar que els projectes polítics o la força de la llei seran suficients per a evitar els comportaments que afecten l’ambient, perquè, quan és la cultura la que es corromp i ja no es reconeix cap veritat objectiva o uns principis universalment vàlids, les lleis només s’entendran com a imposicions i com a obstacles a evitar. (123)
-Ajudar els pobres amb diners ha de ser sempre una solució provisional per a resoldre urgències. El gran objectiu hauria de ser sempre permetre’ls una vida digna a través del treball. (128)
-Les autoritats tenen el dret i la responsabilitat de prendre mesures de clar i ferm suport als petits productors i a la varietat productiva. Perquè hi hagi una llibertat econòmica de la qual tots efectivament es beneficiïn, a vegades pot ser necessari posar límits als qui tenen majors recursos i poder financer. (129)
-El Catecisme ensenya que (...) «és contrari a la dignitat humana fer sofrir inútilment els animals i sacrificar sense necessitat llurs vides».[1] Tot ús i experimentació «exigeix un respecte religiós de la integritat de la creació». (130)
-No és possible frenar la creativitat humana. (...) Al mateix temps, no poden deixar de replantejar-se els objectius, els efectes, el context i els límits ètics d’aquesta activitat humana que és una forma de poder amb alts riscs. (131)
-És difícil emetre un judici general sobre els desenvolupaments de transgènics, vegetals o animals, mèdics o agropecuaris, ja que poden ser molt diversos entre ells i requerir distintes consideracions. (133)
IV. Una ecologia integral
-No hi ha dues crisis separades, una d’ambiental i una altra de social, sinó una sola i complexa crisi sòcio-ambiental. Les trajectòries per a la solució requereixen una aproximació integral per a combatre la pobresa, per a  retornar la dignitat als exclosos i simultàniament per a protegir la natura. (139)
-Juntament amb el patrimoni natural, hi ha un patrimoni històric, artístic i cultural, igualment amenaçat. És part de la identitat comuna d’un lloc i una base per a construir una ciutat habitable. (143)
-La desaparició d’una cultura pot ser tant o més greu que la desaparició d’una espècie animal o vegetal. La imposició d’un estil hegemònic de vida lligat a un mode de producció pot ser tan danyosa com l’alteració dels ecosistemes. (145)
-Fa falta tenir cura dels llocs comuns, els marcs visuals i les fites urbanes que acreixen el nostre sentit de pertinença, la nostra sensació d’arrelament, el nostre sentiment de «ser a casa» dins la ciutat que ens conté i ens uneix. (151)
-No sols els pobres, sinó una gran part de la societat sofreixen serioses dificultats per a accedir a un habitatge propi. La possessió d’un habitatge té molt a veure amb la dignitat de les persones i amb el desenvolupament de les famílies. És una qüestió central de l’ecologia humana. (152)
-Molts especialistes coincideixen en la necessitat de prioritzar el transport públic. Però algunes mesures necessàries difícilment seran pacíficament acceptades per la societat sense una millora substancial d’aquest transport, que en moltes ciutats significa un tracte indigne a les persones a causa de l’aglomeració, la incomoditat o la baixa freqüència dels serveis i la inseguretat. (153)
-L’estat d’abandonament i oblit que sofreixen també alguns habitants de zones rurals, on no arriben serveis essencials, i hi ha treballadors reduïts a situacions d’esclavitud, sense drets ni expectatives d’una vida més digna. (154)
-LL’acceptació del propi cos com a do de Déu és necessària per a acollir i acceptar el món sencer com a regal del Pare i casa de tots (...) Aprendre a rebre el propi cos, a tenir-ne cura i a respectar-ne els significats, és essencial per a una veritable ecologia humana. (155)
-L’ecologia humana és inseparable de la noció de bé comú, un principi que acompleix un rol central i unificador en l’ètica social. (156)
-Ja no n’hi ha prou de dir que hem de preocupar-nos per les futures generacions. Es requereix advertir que el que està en joc és la nostra pròpia dignitat. Som nosaltres els primers interessats a deixar un planeta habitable per a la humanitat que ens succeirà. És un drama per a nosaltres mateixos, perquè això posa en crisi el sentit del propi pas per aquesta terra. (160)
-Les prediccions catastròfiques ja no poden ser mirades amb menyspreu i ironia. A les pròximes generacions podríem deixar-los massa escombraries, deserts i brutícia.  (161)
-No cal que imaginem solament els pobres del futur; n’hi ha prou de recordar els pobres d’avui, que tenen pocs anys de vida en aquesta terra i no poden continuar esperant. (162)
V. Algunes línies d'orientació i acció
-Per a afrontar els problemes de fons, que no poden ser resolts per accions de països aïllats, és indispensable un consens mundial que porti, per exemple, a programar una agricultura sostenible i diversificada, a desenvolupar formes renovables i poc contaminants d’energia, a fomentar una major eficiència energètica, a promoure una gestió més adequada dels recursos forestals i marins, a assegurar a tothom l’accés a l’aigua potable. (164)
-Sabem que la tecnologia basada en combustibles fòssils molt contaminants necessita ser reemplaçada progressivament i sense demora. (...) Tanmateix, en la comunitat internacional no s’aconsegueixen acords suficients sobre la responsabilitat dels qui han de suportar els costos de la transició energètica. (165)
-Les Cimeres mundials sobre l’ambient dels darrers anys no han respost a les expectatives perquè, per falta de decisió política, no han obtingut acords ambientals globals realment significatius i eficaços. (166)
-L’estratègia de compravenda de «bons de carboni» pot donar lloc a una nova forma d’especulació, i no servir per a reduir l’emissió global de gasos contaminants. (171)
-Els països pobres necessiten tenir com a prioritat l’erradicació de la misèria i el desenvolupament social dels seus habitants; encara que hagin d’analitzar el nivell escandalós de consum d’alguns sectors privilegiats de la seva població, i controlar més bé la corrupció. (172)
-Fan falta marcs reguladors globals que imposin obligacions i que impedeixin accions intolerables, com el fet que països poderosos expulsin a altres països residus i indústries altament contaminants. (173)
-Esdevé indispensable la maduració d’institucions internacionals més fortes i eficaçment organitzades, amb autoritats designades equitativament per acord entre els governs nacionals, i dotades de poder per a sancionar. (175)
-La grandesa política es mostra quan, en moments difícils, s’actua per grans principis i pensant en el bé comú a llarg termini. Al poder polític li costa molt assumir aquest deure en un projecte de nació. (178)
-Es poden facilitar formes de cooperació o d’organització comunitària que defensin els interessos dels petits productors i preservin els ecosistemes locals de la depredació. És tant el que sí que es pot fer! (180)
-En tota discussió a propòsit d’una iniciativa, una sèrie de preguntes haurien de plantejar-se amb vista a discernir si conduirà a un veritable desenvolupament integral: Per a què? Per què? On? Quan? De quina manera? Per a qui? Quins són els riscs? Amb quin cost? Qui paga els costos i com ho farà? (185)
-L’Església no pretén definir les qüestions científiques ni substituir la política, però invito a un debat honest i transparent, perquè les necessitats particulars o les ideologies no afectin el bé comú. (188)
-La crisi financera de 2007-2008 era l’ocasió per al desenvolupament d’una nova economia més atenta als principis ètics i per a una nova regulació de l’activitat financera especulativa i de la riquesa fictícia. Però no hi va haver una reacció que portés a repensar els criteris obsolets que continuen regint el món. (189)
-Els mitjans mitjans són només una petita demora en l’ensorrament. Simplement es tracta de redefinir el progrés. Un desenvolupament tecnològic i econòmic que no deixa un món millor i una qualitat de vida integralment superior no pot considerar-se progrés.  (194)
-La Política i l'economia tendeixen a culpar-se mútuament pel que es refereix a la pobresa ia la degradació de l'ambient. Però el que s'espera és que reconeguin els seus propis errors i trobin formes d'interacció orientades al bé comú. (198)
-La major part dels habitants del planeta es declaren creients, i això  hauria de provocar a les religions d’entrar en un diàleg entre elles orientat a la protecció de la natura, a la defensa dels pobres, a la construcció d’una xarxa de respecte i de fraternitat. (201)
VI. Educació i espiritualitat ecològica
-No tot està perdut, perquè els éssers humans, capaços de degradar-se fins a l’extrem, també poden sobreposar-se, tornar a optar pel bé i regenerar-se, més enllà de tots els condicionaments mentals i socials que els imposin. (...)No hi ha sistemes que anul·lin per complet l’obertura al bé, a la veritat i a la bellesa, ni la capacitat de reacció que Déu continua encoratjant des del dedins dels cors humans. A cada persona d’aquest món li demano que no oblidi aquesta dignitat seva que ningú no té dret a prendre-li. (205)
-Un canvi en els estils de vida podria arribar a exercir una sana pressió sobre els qui tenen poder polític, econòmic i social. És el que passa quan els moviments de consumidors aconsegueixen que deixin d’adquirir-se certs productes i així es tornen efectius per a modificar el comportament de les empreses, forçant-les a considerar l’impacte ambiental i els patrons de producció. (206)
-Si una persona, encara que la pròpia economia li permeti consumir i gastar més, habitualment s’abriga una mica en lloc d’encendre la calefacció, això suposa que ha incorporat  conviccions i sentiments favorables a la cura de l’ambient. (...) El fet de reutilitzar alguna cosa en lloc de llençar-ho ràpidament, a partir de profundes motivacions, pot ser un acte d’amor que expressi la nostra pròpia dignitat. (211)
-Totes les comunitats cristianes tenen un rol important a complir en aquesta educació. Espero també que en els nostres seminaris i cases religioses de formació s’eduqui per a una austeritat responsable, per a la contemplació agraïda del món, per a la cura de la fragilitat dels pobres i de l’ambient. (214)
-Hem de reconèixer que alguns cristians compromesos i orants, sota una excusa de realisme i pragmatisme, solen burlar-se de les preocupacions pel medi ambient. (...) Els fa falta llavors una conversió ecològica, que implica deixar brotar totes les conseqüències del seu trobament amb Jesucrist en les relacions amb el món que ens envolta. Viure la vocació de ser protectors de l’obra de Déu és part essencial d’una existència virtuosa, no consisteix en quelcom opcional ni en un aspecte secundari de l’experiència cristiana.. (217)
-Aquesta conversió (...) en primer lloc implica gratitud i gratuïtat, és a dir, un reconeixement del món com un do rebut de l’amor del Pare, que provoca com a conseqüència actituds gratuïtes de renúncia i gestos generosos encara que ningú no els vegi o els reconegui. (220)
-L’espiritualitat cristiana proposa una manera alternativa d’entendre la qualitat de vida, i encoratja un estil de vida profètic i contemplatiu, capaç de gaudir profundament sense obsessionar-se pel consum. És important incorporar un vell ensenyament, present en diverses tradicions religioses, i també en la Bíblia. (222)
-La sobrietat, que es viu amb llibertat i consciència, és alliberadora. No és menys vida, no és una baixa intensitat sinó tot al contrari. (...) La felicitat demana saber limitar algunes necessitats que ens atordeixen, quedant així disponibles per a les múltiples possibilitats que ofereix la vida. (223)
-Cap persona no pot madurar en una feliç sobrietat si no està en pau amb si mateix. (225)
-Una expressió d’aquesta actitud és aturar-se a donar gràcies a Déu abans i després dels àpats. Proposo als creients que reprenguin aquest valuós costum i el visquin amb profunditat. (227)
-L’Eucaristia és també font de llum i de motivació per a les nostres preocupacions per l’ambient, i ens orienta a ser custodis de totes les coses creades. (236)
-Perquè la persona humana més creix, més madura i més se santifica a mesura que entra en relació, quan surt de si mateixa per viure en comunió amb Déu, amb els altres i amb totes les criatures. (...)Tot està connectat, i això ens invita a madurar una espiritualitat de la solidaritat global que brota del misteri de la Trinitat. (240)
-Caminem cantant. Que les nostres lluites i la nostra preocupació per aquest planeta no ens prenguin el goig de l’esperança. (244)


 "AGÈNCIA  BALÈRIA"

Aquest text s'ofereix com a suport per a una primera lectura de l'Encíclica, ajudant a tenir una visió de conjunt i detectar les línies de fons. En primer lloc s'ofereix una presentació de Laudato si' en conjunt, i després es realitza un recorregut per cada capítol. En ell s'assenyala el seu objectiu i reprodueix alguns paràgrafs clau. Els nombres entre parèntesis remeten als paràgrafs de l'Encíclica. Al final d'aquest resum es recull l'índex complet.

Una visió general

«Quin tipus de món volem deixar als que ens succeeixin, als nens que estan creixent?» (N. 160). Aquesta pregunta està en el centre de Laudato si', l'esperada encíclica del Papa Francesc sobre la cura de la casa comuna. I continua: «Aquesta pregunta no afecta només a l'ambient de manera aïllada, perquè no es pot plantejar la qüestió de manera fragmentària», i ens condueix a interrogar-nos sobre el sentit de l'existència i el valor de la vida social: «Per què passam per aquest món? ¿Per què vàrem venir a aquesta vida? Per a què treballam i lluitam? Per què ens necessita aquesta terra?»: Si no ens plantejam aquestes preguntes de fons -diu el Pontífex- «no crec que les nostres preocupacions ecològiques puguin obtenir resultats importants».


L'Encíclica pren el seu nom de la invocació de sant Francesc, «Laudato si', oh mi Signore», que en el Càntic de les criatures recorda que la terra, la nostra casa comuna, «és també com una germana amb la qual compartim l'existència, i com una mare bella que ens acull entre els seus braços». Nosaltres mateixos «som terra (cf. Gn 2,7). El nostre propi cos està format per elements del planeta, el seu aire ens dóna l'alè i la seva aigua ens vivifica i restaura».


Però ara aquesta terra maltractada i saquejada clama i els seus gemecs s'uneixen als de tots els abandonats del món. El Papa Francesc ens convida a escoltar-los, trucant a tots i cada un -individus, famílies, col·lectius locals, nacionals i comunitat internacional- a una "conversió ecològica", segons expressió de Sant Joan Pau II, és a dir, a «canviar de ruta», assumint la urgència i la bellesa del desafiament que se'ns presenta davant la «cura de la casa comuna». Alhora, el papa Francesc reconeix que «s'adverteix una creixent sensibilitat respecte a l'ambient i a la cura de la natura, i creix una sincera i dolorosa preocupació pel que està passant amb el nostre planeta» (19), permetent una mirada de esperança que travessa tota l'Encíclica i envia a tots un missatge clar i esperançat: «La humanitat té encara la capacitat de col·laborar per construir la nostra casa comuna» (13); «L'ésser humà és encara capaç d'intervenir positivament» (58); «No tot està perdut, perquè els éssers humans, capaços de degradar-se fins a l'extrem, poden també superar-se, tornar a triar el bé i regenerar» (205).


El Papa Francesc es dirigeix, és clar, als fidels catòlics, reprenent les paraules de Sant Joan Pau II: «els cristians, en particular, descobreixen que la seva comesa dins de la creació, així com els seus deures amb la natura i el Creador, formen part de la seva fe »(64), però es proposa «especialment entrar en diàleg amb tots sobre la nostra casa comuna» (3): el diàleg apareix en tot el text, i en el capítol 5 es torna instrument per afrontar i resoldre els problemes. Des del principi el Papa Francesc recorda que també «altres esglésies i comunitats cristianes -com també altres religions- han desenvolupat una profunda preocupació i una valuosa reflexió» sobre el tema de l'ecologia (7). Més encara, assumeix explícitament la seva contribució a partir de la del «volgut Patriarca Ecumènic Bartomeu» (7), àmpliament citat en els nn. 8-9. En diversos moments, a més, el Pontífex agraeix als protagonistes d'aquest esforç -tant individus com associacions o institucions-, reconeixent que «la reflexió d'innombrables científics, filòsofs, teòlegs i organitzacions socials [ha] enriquit el pensament de l'Església sobre aquestes qüestions»(7) i convida a tots a reconèixer« la riquesa que les religions poden oferir per a una ecologia integral i per al desenvolupament ple del gènere humà »(62).


El recorregut de l'Encíclica està traçat en el n. 15 i es desenvolupa en sis capítols. A partir de l'escolta de la situació a partir dels millors coneixements científics disponibles avui (cap. 1), recorre a la llum de la Bíblia i la tradició judeocristiana (cap. 2), detectant les arrels del problema (cap. 3) en la tecnocràcia i l'excessiu replegament autoreferencial de l'ésser humà. La proposta de l'Encíclica (cap. 4) és la d'una «ecologia integral, que incorpori clarament les dimensions humanes i socials» (137), inseparablement vinculades amb la situació ambiental. En aquesta perspectiva, el Papa Francesc proposa (cap. 5) emprendre un diàleg honest a tots els nivells de la vida social, que faciliti processos de decisió transparents. I recorda (cap. 6) que cap projecte pot ser eficaç si no està animat per una consciència formada i responsable, suggerint principis per créixer en aquesta direcció a nivell educatiu, espiritual, eclesial, polític i teològic. El text acaba amb dues oracions, una que s'ofereix per ser compartida amb tots els que creuen en «un Déu creador omnipotent» (246), i l'altra proposta als que professen la fe en Jesucrist, rimada amb la tornada «Laudato si'», que obre i tanca l'Encíclica.


El text està travessat per alguns eixos temàtics, vistos des variades perspectives, que li donen una forta coherència interna: «l'íntima relació entre els pobres i la fragilitat del planeta, la convicció que al món tot està connectat, la crítica al nou paradigma ia les formes de poder que deriven de la tecnologia, la invitació a buscar altres maneres d'entendre l'economia i el progrés, el valor propi de cada criatura, el sentit humà de l'ecologia, la necessitat de debats sincers i honestos, la greu responsabilitat de la política internacional i local, la cultura del descart i la proposta d'un nou estil de vida.»(16).

Capítol 1 - «El que li està passant a casa nostra»

El capítol assumeix els descobriments científics més recents en matèria ambiental com a manera d'escoltar el clam de la creació, per «convertir en patiment personal el que li passa al món, i així reconèixer quina és la contribució que cadascú pot aportar» (19) . S'escometen així «diversos aspectes de l'actual crisi ecològica» (15).


EI canvi climàtic: «El canvi climàtic és un problema global amb greus dimensions ambientals, socials, econòmiques, distributives i polítiques, i planteja un dels principals reptes actuals per a la humanitat» (25). Si «el clima és un bé comú, de tots i per a tots» (23), l'impacte més greu de la seva alteració recau en els més pobres, però molts dels que «tenen més recursos i poder econòmic o polític semblen concentrar sobretot en emmascarar els problemes o en amagar els símptomes»(26): «La manca de reaccions davant d'aquests drames dels nostres germans i germanes és un signe de la pèrdua d'aquell sentit de responsabilitat pels nostres semblants sobre el qual es funda tota societat civil» (25).


La qüestió de l'aigua: El Papa afirma sense embuts que «l'accés a l'aigua potable i segura és un dret humà bàsic, fonamental i universal, perquè determina la supervivència de les persones, i per tant és condició per a l'exercici dels altres drets humans». Privar els pobres de l'accés a l'aigua significa «negar-los el dret a la vida radicat en la seva dignitat inalienable» (30).


La pèrdua de la biodiversitat: «Cada any desapareixen milers d'espècies vegetals i animals que ja no podrem conèixer, que els nostres fills ja no podran veure, perdudes per sempre» (33). No són només eventuals "recursos" explotables, sinó que tenen un valor en si mateixos. En aquesta perspectiva «són lloables i de vegades admirables els esforços de científics i tècnics que intenten aportar solucions als problemes creats per l'ésser humà», però aquesta intervenció humana, quan es posa al servei de les finances i el consumisme, «fa que la terra en què vivim es torni menys rica i bella, cada vegada més limitada i gris »(34).


El deute ecològic: en el marc d'una ètica de les relacions internacionals, l'Encíclica indica que hi ha «una autèntica deute ecològic» (51), sobretot del Nord en relació amb el Sud del món. Davant del canvi climàtic hi ha «responsabilitats diversificades» (52), i són més grans les dels països desenvolupats.


Coneixent les profundes divergències que hi ha respecte a aquestes problemàtiques, el Papa Francesc es mostra profundament impressionat per la «debilitat de les reaccions» davant els drames de tantes persones i poblacions. Encara que no falten exemples positius (58), assenyala «un cert adormiment i una alegre irresponsabilitat» (59). Falten una cultura adequada (53) i la disposició a canviar d'estil de vida, producció i consum (59), alhora que urgeix «crear un sistema normatiu que [...] asseguri la protecció dels ecosistemes» (53).

Capítol segon - L'Evangeli de la creació

Per afrontar la problemàtica il·lustrada en el capítol anterior, el Papa Francesc rellegeix els relats de la Bíblia, ofereix una visió general que prové de la tradició judeocristiana i articula la «tremenda responsabilitat» (90) de l'ésser humà respecte a la creació, el llaç íntim que hi ha entre totes les criatures, i el fet que «l'ambient és un bé col·lectiu, patrimoni de tota la humanitat i responsabilitat de tots» (95).


En la Bíblia, «el Déu que allibera i salva és el mateix que va crear l'univers», i «en Ell es conjuguen l'afecte i el vigor» (73). El relat de la creació és central per reflexionar sobre la relació entre l'ésser humà i les altres criatures, i sobre com el pecat trenca l'equilibri de tota la creació en el seu conjunt. «Aquestes narracions suggereixen que l'existència humana es basa en tres relacions fonamentals estretament connectades: la relació amb Déu, amb el proïsme i amb la terra. Segons la Bíblia, les tres relacions vitals s'han trencat, no només externament, sinó també dins nostre. Aquesta ruptura és el pecat »(66).


Per això, tot i que «si és veritat que algunes vegades els cristians hem interpretat incorrectament les Escriptures, avui hem de rebutjar amb força que, del fet de ser creats a imatge de Déu i del mandat de dominar la terra, es dedueixi un domini absolut sobre les altres criatures» (67). A l'ésser humà li correspon «"llaurar i cuidar "el jardí del món (cf. Gn 2,15)» (67), sabent que «la finalitat última de les altres criatures no som nosaltres. Però totes avancen, juntament amb nosaltres ia través de nosaltres, cap al terme comú, que és Déu» (83).


Que l'ésser humà no sigui patró de l'univers «no vol dir igualar a tots els éssers vius i treure-li l'ésser humà aquest valor peculiar» que el caracteritza ni «tampoc suposa una divinització de la terra que ens privaria del cridat a col·laborar amb ella ia protegir la seva fragilitat» (90). En aquesta perspectiva «tot acarnissament amb qualsevol criatura" és contrari a la dignitat humana"» (92), però «no pot ser real un sentiment d'íntima unió amb els altres éssers de la naturalesa si al mateix temps al cor no hi ha tendresa, compassió i preocupació pels éssers humans» (91). És necessària la consciència d'una comunió universal: «creats pel mateix Pare, tots els éssers de l'univers estam units per llaços invisibles i conformem una mena de família universal, [...] que ens mou a un respecte sagrat, afectuós i humil »(89).


Conclou el capítol amb el cor de la revelació cristiana: el «Jesús terreny» amb el seu «relació tan concreta i amable amb les coses» està «ressuscitat i gloriós, present en tota la creació amb el seu senyoriu universal» (100).

Capítol tercer - L'arrel humana de la crisi ecològica

Aquest capítol presenta una anàlisi de la situació actual «de manera que no miram només els símptomes sinó també les causes més profundes» (15), en un diàleg amb la filosofia i les ciències humanes.


Un primer fonament del capítol són les reflexions sobre la tecnologia: se li reconeix amb gratitud la seva contribució a la millora de les condicions de vida (102-103), encara que també dóna «als que tenen el coneixement, i sobretot el poder econòmic per utilitzar- , un domini impressionant sobre el conjunt de la humanitat i del món sencer» (104). Són justament les lògiques de domini tecnocràtic les que porten a destruir la natura ia explotar a les persones i les poblacions més febles. «El paradigma tecnocràtic també tendeix a exercir el seu domini sobre l'economia i la política» (109), impedint reconèixer que «el mercat per si mateix no garanteix el desenvolupament humà integral i la inclusió social» (109).


En l'arrel de tot això pot diagnosticar-se en l'època moderna un excés de antropocentrisme (116): l'ésser humà ja no reconeix la seva posició justa respecte al món, i assumeix una postura autoreferencial, centrada exclusivament en si mateix i el seu poder. D'això deriva una lògica "utilitza i tira" que justifica tot tipus de descart, sigui aquest humà o ambiental, que tracta l'altre ia la naturalesa com un simple objecte i condueix a una infinitat de formes de domini. És la lògica que condueix a l'explotació infantil, l'abandó de les persones grans, a reduir els altres a l'esclavitud, a sobrevalorar les capacitats del mercat per autoregular-se, a practicar la tracta d'éssers humans, el comerç de pells d'animals en vies de extinció, i de "diamants de sang". És la mateixa lògica de moltes màfies, dels traficants d'òrgans, del narcotràfic i del descart de nins que no respon al desig dels seus pares (123).


Des d'aquesta perspectiva, l'encíclica afronta dos problemes crucials per al món d'avui. En primer lloc, el treball: «En qualsevol plantejament sobre una ecologia integral, que no exclogui l'ésser humà, és indispensable incorporar el valor del treball» (124), ja que «deixar d'invertir en les persones per obtenir un major rèdit immediat és molt mal negoci per a la societat »(128).


En segon lloc, els límits del progrés científic, amb clara referència als Objectius Generals del Mil·lenni (132-136), que són «una qüestió ambiental de caràcter complex» (135). Si bé «en algunes regions la seva utilització ha provocat un creixement econòmic que va ajudar a resoldre problemes, hi ha dificultats importants que no han de ser relativitzades» (134), per exemple «una concentració de terres productives en mans de pocs» (134). El Papa Francesc pensa en particular en els petits productors i en els treballadors del camp, en la biodiversitat, a la xarxa d'ecosistemes. És per això necessari assegurar «una discussió científica i social que sigui responsable i àmplia, capaç de considerar tota la informació disponible i de dir les coses pel seu nom», a partir de «línies d'investigació lliure i interdisciplinària» (135). qual Capítol quart - Una ecologia integral
El nucli de la proposta de l'Encíclica és una ecologia integral com a nou paradigma de justícia, una ecologia que «incorpori el lloc peculiar de l'ésser humà en aquest món i les seves relacions amb la realitat que l'envolta» (15). De fet no podem «entendre la naturalesa com quelcom separat de nosaltres o com un mer marc de la nostra vida» (139). Això val per a tot el que vivim en diferents camps: en l'economia i en la política, en les diferents cultures, especialment les més amenaçades, i fins i tot en tot moment de la nostra vida quotidiana.
La perspectiva integral incorpora també una ecologia de les institucions. «Si tot està relacionat, també la salut de les institucions d'una societat té conseqüències en l'ambient i en la qualitat de vida humana: "Qualsevol menyscabament de la solidaritat i del civisme produeix danys ambientals"» (142).


Amb molts exemples concrets el Papa Francesc il·lustra el seu pensament: hi ha un vincle entre els assumptes ambientals i qüestions socials humanes, i aquest vincle no es pot trencar. Així doncs, «l'anàlisi dels problemes ambientals és inseparable de l'anàlisi dels contextos humans, familiars, laborals, urbans, i de la relació de cada persona amb si mateixa» (141), perquè «no hi ha dues crisis separades, una ambiental i l'altra social, sinó una única i complexa crisi socioambiental»(139).


Aquesta ecologia ambiental «és inseparable de la noció de bé comú» (156), que ha de comprendre de manera concreta: en el context d'avui en què «on hi ha tantes iniquitats i cada vegada són més les persones descartables, privades de drets humans bàsics», esforçar-se pel bé comú significa fer opcions solidàries sobre la base d'una« opció preferencial pels més pobres» (158). Aquest és la millor manera de deixar un món sostenible a les properes generacions, no amb les paraules, sinó per mitjà d'un compromís d'atenció cap als pobres d'avui com havia subratllat Benet XVI: «a més de la lleial solidaritat intergeneracional, s'ha de reiterar la urgent necessitat moral d'una renovada solidaritat intrageneracional »(162).


L'ecologia integral implica també la vida quotidiana, a la qual l'Encíclica dedica una especial atenció, en particular en l'ambient urbà. L'ésser humà té una enorme capacitat d'adaptació i «és admirable la creativitat i la generositat de persones i grups que són capaços de revertir els límits de l'ambient, [...] aprenent a orientar la seva vida enmig del desordre i la precarietat» (148). No obstant això, un desenvolupament autèntic pressuposa un millorament integral en la qualitat de la vida humana: espais públics, habitatge, transports, etc. (150-154).


També «el nostre propi cos ens situa en una relació directa amb l'ambient i amb els altres éssers vivents. L'acceptació del propi cos com a do de Déu és necessària per acollir i acceptar el món sencer com a regal del Pare i casa comuna; mentre una lògica de domini sobre el propi cos es transforma en una lògica de vegades subtil de domini »(155).

Capítol cinquè - Algunes línies orientatives i d'acció

Aquest capítol afronta la pregunta sobre què podem i hem de fer. Les anàlisis no n'hi ha prou: es requereixen propostes «de diàleg i d'acció que involucrin tant a cada un de nosaltres com a la política internacional» (15) i «que ens ajudin a sortir de l'espiral d'autodestrucció en què ens estam submergint» (163). Per al Papa Francisco és imprescindible que la construcció de camins concrets no s'afronti de manera ideològica, superficial o reduccionista. Per a això és indispensable el diàleg, terme present al títol de cada secció d'aquest capítol: «Hi ha discussions sobre qüestions relacionades amb l'ambient, on és difícil arribar a consensos. [...] L'Església no pretén definir les qüestions científiques ni substituir la política, però [jo] convid a un debat honest i transparent, perquè les necessitats particulars o les ideologies no afectin al bé comú "(188).


Sobre aquesta base el Papa Francesc no tem formular un judici sever sobre les dinàmiques internacionals recents: «les Cimeres mundials sobre l'ambient dels darrers anys no van respondre a les expectatives perquè, per falta de decisió política, no van aconseguir acords ambientals globals realment significatius i eficaços »(166). I es pregunta «Per què es vol preservar avui un poder que serà recordat per la seva incapacitat d'intervenir quan era urgent i necessari fer-ho? (57). Són necessaris, com els pontífexs han repetit moltes vegades a partir de la Pacem in terris, formes i instruments eficaços de governança global (175): «necessitam un acord sobre els règims de governança global per a tota la gamma dels anomenats" béns comuns globals "» (174), atès que «"la protecció ambiental no pot assegurar només sobre la base del càlcul financer de costos i beneficis. L'ambient és un d'aquells béns que els mecanismes del mercat no són capaços de defensar o de promoure adequadament"» (190, que cita les paraules del Compendi de la doctrina social de l'Església).


Igualment en aquest capítol, el Papa Francesc insisteix sobre el desenvolupament de processos de decisió honestos i transparents, per poder "discernir" les polítiques i iniciatives empresarials que condueixen a un «autèntic desenvolupament integral» (185). En particular, l'estudi de l'impacte ambiental d'un nou projecte «requereix processos polítics transparents i subjectes al diàleg, mentre la corrupció, que amaga el veritable impacte ambiental d'un projecte a canvi de favors, sol portar a acords espuris que eviten informar i debatre àmpliament»(182).


La crida als que detenen encàrrecs polítics és particularment incisiva, perquè evitin «la lògica eficientista i immediatista» (181) que avui predomina. Però «si s'atreveix a fer-ho, tornarà a reconèixer la dignitat que Déu li ha donat com humà i deixarà després del seu pas per aquesta història un testimoni de generosa responsabilitat» (181).

Capítol sisè - Educació i espiritualitat ecològica

El capítol final va al nucli de la conversió ecològica a la qual ens convida l'Encíclica. L'arrel de la crisi cultural és profunda i no és fàcil redissenyar hàbits i comportaments. L'educació i la formació segueixen sent desafiaments bàsics: «tot canvi necessita motivacions i un camí educatiu» (15). Han d'involucrar els ambients educatius, abans de res «l'escola, la família, els mitjans de comunicació, la catequesi» (213).


El punt de partida és "apostar per un altre estil de vida" (203-208), que obri la possibilitat de «exercir una sana pressió sobre els que tenen el poder polític, econòmic i social» (206). És el que passa quan les opcions dels consumidors aconsegueixen «modificar el comportament de les empreses, forçant-les a considerar l'impacte ambiental i els patrons de producció» (206).


No es pot menystenir la importància de cursos d'educació ambiental capaços de canviar els gestos i hàbits quotidians, des de la reducció en el consum d'aigua a la separació de residus o el «apagar els llums innecessaris» (211). «Una ecologia integral també està feta de simples gestos quotidians on trenquem la lògica de la violència, de l'aprofitament, de l'egoisme» (230). Tot això serà més senzill si part d'una mirada contemplativa que ve de la fe. «Per al creient, el món no es contempla des de fora sinó des de dins, reconeixent els llaços amb els que el Pare ens ha unit a tots els éssers. A més, fent créixer les capacitats peculiars que Déu li ha donat, la conversió ecològica porta el creient a desenvolupar la seva creativitat i el seu entusiasme »(220).


Torna la línia proposada a la Evangelii Gaudium: «La sobrietat, que es viu amb llibertat i consciència, és alliberadora» (223), així com «la felicitat requereix saber limitar algunes necessitats que ens atontan, quedant així disponibles per a les múltiples possibilitats que ofereix la vida »(223). D'aquesta manera es fa possible «sentir que ens necessitam els uns als altres, que tenim una responsabilitat pels altres i pel món, que val la pena ser bons i honestos» (229).


Els sants ens acompanyen en aquest camí. Sant Francesc, esmentat moltes vegades, és el «exemple per excel·lència de la cura pel que és feble i d'una ecologia integral, viscuda amb alegria» (10). Però l'encíclica recorda també a sant Benet, santa Teresa de Lisieux i al beat Charles de Foucauld. Després de la Laudato si', l'examen de consciència -instrument que l'Església ha aconsellat per orientar la pròpia vida a la llum de la relació amb el Senyor haurà d'incloure una nova dimensió, considerant no només com es viu la comunió amb Déu, amb els altres i amb un mateix, sinó també amb totes les criatures i la natura.















  
© Agència Balèria 2015



Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada